#puertas blancas
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Family Room Open in Barcelona Mid-sized trendy open concept concrete floor family room photo with white walls, no fireplace and no tv
#techos de hormigón visto#family room#bancos#suelos de microcemento#puertas correderas de madera#open#puertas blancas
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Scandinavian Home Office - Built-In
An illustration of a study room with a mid-sized Danish built-in desk, a medium-tone wood floor, beige walls, and no fireplace.
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Barcelona Family Room Enclosed Inspiration for a mid-sized contemporary enclosed light wood floor family room remodel with white walls, no fireplace and no tv
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☽ Ojos se abren de par en par ante respuesta, pues aún más extraño que se dirigiera a ella en una ocasión era que ocurriera en una segunda. Casi suelta una carcajada cuando pide apellido pues ella carecía de uno, sin embargo, se contiene porque la situación es por demás extraña, algo no estaba funcionando de manera correcta ❝ Ah. . . ❞ la muletilla sale como si esta le fuera dar tiempo suficiente para pensar ❝ No. . . No. . . Estoy invitada, no soy. . . Invitada. no. . . ❞ sonríe, debía guardar compostura, seguía siendo un guardián, su guardián, huir ni siquiera debía estar en una de las opciones a realizar, su labor era permanecer en un rango cercano ❝ Soy. . . Soy. . . ❞ mirada se encuentra con un mesero tras el vidrio de las ventanas que dirigen a la sala, sonríe una vez más ❝ Soy una mesera. . . Llegué tarde, estoy intentando ocultarme del capitán para tomar mis deberes sin que lo note. . . Pero creo que es peor que me encontraras túUSTED. . . Usted. ❞ fuerza una sonrisa una vez más ❝ ¿Aún falta mucho para que se acabe la fiesta? ❞
⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀Trata de darle su espacio a la contraria, no hacer que se sienta acorralada y trate de huir, aunque su actuar ya es bastante sospechoso decide hacerlo a su manera, lo cierto es que con un movimiento podría hacer que los hombres de vigilancia vinieran por ella en un abrir y cerrar de ojos, claro que eso sería arruinar el ambiente tranquilo de la fiesta y no quiere buscarse problemas innecesarios con su abuelo ❛ ¿Con quien más? No veo a nadie más ¿y tú? — cuestiona como si fuera absurdo, ya que no hay nadie más alrededor, solo ellos dos ❛ Recuerdo haber revisado la lista de invitados, conozco a todos de apellido y rostro, dime el tuyo, porque honestamente no logro reconocerte por tu cara — se cruza de brazos, frustrándole un poco la situación, sintiendo que algún detalle se le ha podido escapar y esa sensación no le agrada para nada.
#ˑ ⠀ ⠀ 𝔤𝔯𝔦𝔱𝔬𝔰 𝔞𝔩 𝔳𝔦𝔢𝔫𝔱𝔬 + conversación = Miko 𓄹𓈒#ˑ ⠀ ⠀ 𝔤𝔯𝔦𝔱𝔬𝔰 𝔞𝔩 𝔳𝔦𝔢𝔫𝔱𝔬 + miko & yeosan = cap: 1 𓄹𓈒#* patea la puerta *#en mis nuevos hc que hice para que la convo no se cerrara en un#* brillitos para hacer la desaparición y preguntarle al zephyros kesta pasanda *#es que sólo tiene permitido dejarlo cuando se encuentre en su camita mimido y sin riesgo de morir ahr#JAJAJAJAJAJA#* huye *#also su ropa está toda blanca celestial así de que te deja ciega ahr JAJASJAJAJAJAJA
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You are in love | Esteban Kukuriczka.
sumario: noches de pizza con tu amigo… claro, amigo.
advertencias: sexo explícito (+18) , penetración, sexo sin protección, consumo de alcohol.
créditos: las fotos del collage fueron extraídas de pinterest, más las edite yo. la canción cuya letra utilice es You Are In love (Taylor’s Version) de Taylor Swift.
notas: honestamente, no estoy muy contenta con el resultado final pero espero que puedan disfrutarlo de todas maneras xx.
No hay pruebas, no fue demasiado, pero yo vi suficiente.
Paciente, fuera de su recibidor, me encuentro parada, esperándolo con una botella de vino bajo la axila. Aliso los pliegues de mi falda varias veces con las manos, un hábito al que recurro para evitar sucumbir a la ansiedad que me atormenta. Con la cámara de mi celular, observo mi reflejo, comprobando que mi maquillaje permanezca en su lugar, que mi cabello siga viéndose inmaculado.
No recuerdo un tiempo en el que Kuku haya sido simplemente un amigo, siempre fue más; mi confidente, el protagonista de mis fantasías, quien roba mis suspiros y miradas, de quien terminé enamorándome.
Las pisadas sobre las baldosas delatan su presencia apropincuándose, luego el traqueteo de las llaves en la cerradura, las bisagras girando en su eje para revelarlo frente a mí.
La alegría tiñe su rostro al verme, redondeando sus angulosos pómulos y centrando mi atención en la mueca en sus labios. Condenadamente cerca de mí y a la vez tan inalcanzables.
Su voz dándome la bienvenida me sacude de mi subrepticia quimera, trayéndome de un zarpazo de vuelta a la realidad. Me estrecha contra su torso, con las muñecas serpenteándose por mi cintura para atraerme más cerca.
“Traje vino, Kuku”- pronuncio, a modo de saludo, mientras lo abrazo estrechamente.
“¡Gracias, ángel! Entrá que está por llegar la comida”- informa, de manera tan casual y ligera que siento mi corazón escurrirse hasta tocar el suelo.
“Ángel” me dijo, jodiéndome para siempre. ¿Cómo seré alguna vez capaz de recuperarme de tal agravio a mi integridad? Decido asentir y adentrarme a su hogar.
Me recibe una sala de estar cálidamente iluminada, las paredes blancas cubiertas de cuadros y fotos, un aterciopelado sofá rojo situado en medio de la habitación.
Me acerco a una repisa de madera, donde reposa un retrato recientemente seleccionado… todo el elenco de La Sociedad De La Nieve posando bajo el lente de su cámara, sonrisas reflejadas en nuestros rostros enmarcados.
“Esa la tomé el último día de rodaje”- me recuerda, apareciendo por detrás mío, con una mano en mi espalda baja.
No hay pruebas, un toque singular, pero yo sentí suficiente.
Mis vellos corporales se erizan ante el contacto, un escalofrío recorriéndome cargado de anticipación por lo que jamás sucederá. Asiento torpemente, deseosa de fundirme en el calor de su silueta.
Pienso en esos mismos dedos, acorralando mi piel a su paso, incendiando su sendero. Acariciando mis mejillas con ternura, colándose por mis labios, desvistiéndome con precisión.
El timbre retumbando en la sala me despierta, desarraigándome de mis maquinaciones pecaminosas. El hombre a mi lado da largas zancadas, con un caminar tímido y garbado, hasta alcanzar la puerta de madera y ojear la mirilla. Luego de cerciorarse de la identidad del intruso, le permite ingresar para que deposite el delivery entre sus brazos, marchándose luego de recibir su pago.
Sobre la mesa del comedor se halla mi bolso, el cual rebusco hasta toparme con la billetera y separar varios billetes para pagar una porción del importe de la cena.
“Dividamos los costos de la comida entre los dos, ¿te parece?”- debato, tendiéndole el dinero para así compensar la mitad de su perdida.
“Pero no, nena, ¡guarda eso! Te invito yo”- rechaza tajante al ignorar mi ofrenda, con juguetona indignación en sus facciones.
Más allá de mi recurrente insistencia, rechaza contundentemente todos mis intentos de devolverle la plata, escudándose en excusas absurdas. Una cálida sensación se apodera de mí ante su caballeroso gesto, traduciéndose en atontados vistazos en su dirección, mientras sigo cada uno de sus movimientos al sacar el par de copas de una alacena.
“Pedí pizza de ese bar que te gusta”- comienza a explicar, aun movilizándose para descorchar el vino- “la de pepperoni sigue siendo tu favorita, ¿verdad?”
Un solo paso, no fue demasiado, pero dijo suficiente.
Silencio. Silencio desgarrador y sepulcral a mi alrededor, petrificando el aire a su paso.
“¿Te acordaste?”- asevero con un hilo de voz, aunque suena más a una pregunta, reflejando mi propia inseguridad.
Mis extremidades tramitan un cosquilleo colectivo, despertándome de la anestesia que se había apoderado de mí.
“Si, obvio”- le resta importancia, sirviendo la bebida y entregándome mi copa.
Y yo entiendo lo tonto que debe sonar, pero, por un momento, me permito sentirme importante e incluso un tanto sustancial en su existencia. “Me escuchó” medito, atónita por la revelación, revolucionando todas mis ternuras dirigidas hacia él.
Mis ojos se obsesionan con su él, simplemente él y su aura dorada coronándolo como si de un halo se tratara. ¿Cómo logré tener tanta suerte?
“No me mires así, nena”- pide al devolver mi mirada, su entrecejo fruncido en concentración- “Vas a hacerme creer que los chicos tenían razón…”
Mi mueca se tiñe de confusión, no sabiendo con exactitud si se refiere a lo que yo supongo. Intento decodificar sus palabras, pero, tal vez por el prospecto de ver mi entusiasmo destrozado, me limito a repreguntar.
“¿De qué hablas, Kuku?”- atrapo mi labio inferior entre mis dientes para así detener los temblores que lo acosan.
“Ya sabes…”- se encoge de hombros, pero, al ver mi perplejidad se resigna a continuar- “Fran y Juani siempre nos cargaban con que… em, con que debíamos salir.”
Siento un hondazo envestirme de lleno y un deseo irremediable de que el mismo continúe hasta hacerme perder la conciencia.
“Ah, eso”- murmuro en voz baja, de repente completamente drenada de seguridad. Trato de difuminar mis conflictuadas preocupaciones con una risotada punzante, delatando la rigidez de mis hombros estáticos y la incomodidad en mi gesto.
¡Qué estúpida! ¿Cómo me permití alguna vez pensar que el podría sentir lo mismo que yo? Deseo tirarme al suelo y revolcarme en el bochorno que me arrima, lo suficiente para olvidarlo a él con sus grandes ojos fijos y perder la cordura a manos de la vergüenza.
“Era un chiste nada más, no deseaba hacerte sentir mal”- aclara cálidamente, rodeando la mesa hasta rozar nuestros hombros.
Es absurda la cantidad irremediables de terminaciones nerviosas que logra incendiar con solo oprimir su marco con el mío. ¡Debo frenar esta locura antes de que se me vaya de las manos!
“Claro…”- suspiro, forzando una sonrisa al tomar asiento en la silla que abuso bajo mis pálidos nudillos.
Tomando la copa entre mis palmas, la balanceo hasta verter el liquido más allá de mis labios, rezando para que el espirituoso proveniente de uva disipe su comentario furtivo.
El mayor, aún parado a mi lado, hinca sus rodillas para arrodillarse y así quedar a la altura de mis ojos.
“Ángel, lo siento si te ofendí. No era mi intención”- se disculpa, escurriendo sus dígitos entre mi cabello para plegarme un mechón tras mi oreja.
“Ya sé, Kuku… y lo prometo, ¡estoy bien!”- miento descaradamente en su cara, con las comisuras adheridas a mis tensas mejillas.
Por unos prolongados segundos- que se sienten como una eternidad- nos miramos firmemente, tratando de descifrar los pensamientos cabalgando en la cabeza opuesta. Con un afectado suspiro, se levanta del suelo para luego posicionarse en la silla contigua a la mía.
Una vez asentado en su sitio, levanta el rostro para enfrentarme y toma mis temblorosas manos entre las suyas. Inmediatamente noto su calor corporal, las asperezas desperdigadas por sus palmas, sus anillos colisionando con los míos.
“Ahora entiendo cómo mi comentario pudo haber sonado y te pido perdón por ello”- alega mientras me observa, pausando en cada pequeño lunar e imperfección.
Inhibida y un tanto cohibida ante su escrutinio, desvío mis ojos hacia un costado y muerdo mi labio inferior, aprisionándolo entre mis paletas.
“No quería hacerte mal…”- confiesa, con sus orbes ahora clavados en mis labios mordisqueándose- “Sos mi mejor amiga.”
una mueca extraña en su rostro. Pausa, luego dice “sos mi mejor amiga.” Y yo supe a que se refería, está enamorado.
Una fuerza gravitacional me empuja aún más cerca suyo; envalentonada gracias a su fijación por mi boca, empiezo a disparar la ajena sin dudarlo. Deslizo una mano por su cachete, acariciando la incipiente barba creciendo allí mientras le robo un breve pico.
Al separarme, escaneo al hombre que acabo de besar, desesperada por hallar una reacción. La confusión tiñe su cara, tiene la mandíbula presionada con fuerza y un furioso sonrojo trepando hasta su nariz. Sin perder un solo minuto más. Vuelve a unir nuestras figuras en un beso, uno real esta vez.
Sus labios en contacto con los míos consienten un hambre que venía cultivando hace meses, acelerando mi deseo de conseguir más. Mi corazón late con una velocidad alarmante, saltando implacablemente contra mi caja torácica, y agravando los temblores en todo mi cuerpo.
Una danza desenfrenada se desenlaza, dando rápido paso a una intrépida batalla por apropiarse de la ventaja que implica dominarnos mutuamente. Una de sus manos se enreda en mi melena, tirándola hacia atrás mientras su lengua se apresura en inmiscuirse en mi cavidad bucal, cepillando la propia y paseándose por toda su extensión.
El aire comienza a escasear y el ardor en nuestros pulmones nos fuerzan a dividirnos, aprovecho el breve impase para deslizar mis extremidades por sus piernas y así, sentarme a horcajadas sobre su regazo.
“¿Sabes hace cuánto deseo hacer esto?”- cuestiona, entrelazando sus dígitos por mis curvas y asentándome sobre la junción de su torso y piernas.
Bajo mío, noto un bulto que comienza a alzarse, punzando mi centro deliciosamente. Sin siquiera razonarlo, muelo mis caderas contra él, percibiendo un curso de placer recorrerme entera ante la fricción contra sus pantalones.
En un arrojo de valentía, me deshago de la blusa que flamea en mis costados, arrojándola lejos nuestro. Como si de un arreglo tácito se tratara, el argentino adjunta sus labios con mi pecho y comienza a succionar mi piel con fiereza, yo me limito a atraerlo contra mí mediante su cabellera.
“Tantas veces fantasee con esto…”- admito, sin poder evitarlo, mientras él libera mi busto del corpiño.
Levito hacia su remera, forcejeando con ella hasta deshacerla hacia las baldosas y revelar su tórax al descubierto. Recubierto de pecas difuminándose en su blancura, dudo alguna vez haber visto una imagen más hermosa.
Sosteniéndose de mis muslos, se irgue y tropieza hasta toparse con el sillón, descargándome sobre el terciopelo con una impredecible agilidad. Allí, acostada en medio de su sala de estar, centro mi atención a sus dedos desenlazando mi falda con ternura, para luego despojarme por completo de mis confinamientos.
Imitando sus movimientos, aviento mis brazos hacia su entrepierna para desabrocharlo y librarlo de sus prendas. Aceleradamente, lo desvisto hasta que nuestras desnudeces son lo único que prevalece.
“Sos hermosa”- me halaga, recorriendo cada centímetro de mi piel con delicadeza, intentando memorizarlo para siempre.
Respondo con mi agarre volando hasta su palpitante erección y acariciándola juguetonamente, con constancia hasta donde me lo permite.
“Necesito sentirte adentro mío, Kuku…”- pido, sin sentir un ápice de vergüenza ante mi explicitación.
Un gruñido escapa su garganta ante mi directiva, deshaciéndose de mi toque para posicionar su polla entre los pliegues de mi coño y comenzar a adentrarse. Sollozos son lanzados en su dirección, animándolo a ir más allá, a continuar.
“Dios, estás tan apretada”- pronuncia cuando la cabeza de su pene logra tocar mi fondo, disfrutando los espasmos que mi canal le proporcionan.
En un frenesí ocasionado por la sensibilidad que su miembro me genera, embisto mis caderas para acercar nuestros centros aún más y luego retirarme, provocando un extasiante vaivén. Los gemidos retumban en el silencio del salón, con la danza que nuestros sexos lideran al fusionarse.
“Estoy enamorado de vos, ángel, desde la primera vez que te vi”- dice al observarme con atención, aun penetrándome hacia la culminación.
Sorprendida por lo inaudito de la situación, una lagrima se cuela por mis ojos y rueda en su sendero por mi mejilla ante su confesión, una que aguardo hace meses.
Esteban la recoge, interrumpiendo su trayecto hacia mi cuello para besarme nuevamente, con renovada emoción.
Y ahora comprendes por qué perdieron la cabeza y pelearon sus batallas, y por qué yo he pasado toda mi vida tratando de ponerlo en palabras.
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Aniversario
Una soleada tarde de primavera, una leve brisa entraba por las ventanas abiertas del apartamento de Michael. El hombre yacía boca arriba sobre su cama destendida, con nada más que un suspensorio puesto. El cuerpo de Michael estaba bañado en sudor, resultado de su rutina de ejercicio matinal y el calor de la tarde. La luz de la habitación hacía los músculos de Michael resaltar aún más.
La habitación estaba bastante ordenada, a excepción de un poco de ropa sucia desperdigada por el suelo. El aroma masculino de Michael era perceptible en toda la habitación. Era el resultado de la mezcla de colonia, desodorante y sudor. A la mayoría le hubiera parecido un olor demasiado intenso, a algunos incluso repugnante, pero a Ernesto le encantaba ese olor. Lo único que Ernesto amaba más que el olor de Michael, era usar el cuerpo de Michael.
En la habitación contigua al cuarto, Ernesto se daba un baño refrescante. Por más que amara utilizar a Michael, el calor del ambiente hacía sofocante estar dentro de él por mucho tiempo. Para poder regular su temperatura, Ernesto tenía que salir un par de veces al día del interior de su anfitrión para darse un respiro. El agua tibia resbalaba por su rostro redondo y de barba desaliñada, hasta llegar a su abdomen globoso, y luego a sus piernas regordetas. La luz del sol que entraba al baño hacía relucir la pálida piel de Ernesto, haciéndole ver algo fantasmal.
Ernesto cerró la regadera y secó rápidamente su piel con la toalla de Michael. Michael estaba comenzando a despertar. Estaba desorientado, su memoria era muy nubosa. Lo último que recordaba era estar en una fiesta y tomar un par de cervezas, pero ahora estaba en su apartamento. Aunque, a decir verdad, de no ser por los muebles que reconocía a la perfección, no habría sabido en donde estaba. Todo el lugar estaba organizado de una manera diferente. Desde su closet, que ahora estaba empotrado al muro, hasta su cama, que antes estaba junto a la pared. Pero ahora estaba justo en el centro de la habitación, debajo de una extraña estructura de metal que seguramente serviría para sostener algo.
Aun tratando de entender el cambio en la habitación, Michael notó un cambio aún más importante. Recordaba perfectamente haberse afeitado el día anterior. A las chicas siempre les gustaba más su rostro limpio y cuerpo liso. Pero de alguna manera, todo su cuerpo se había cubierto de vello de la noche a la mañana. Había pelo por todos lados, incluso en sus axilas y entrepierna. Siempre había odiado tener un cuerpo tan peludo. Ahora tendría que salir a comprar crema para afeitar y varios rastrillos para poder eliminar todo el desastre que había sobre su piel.
Michael comenzó a frotar su cuerpo, notando aún más cambios. Su cuerpo parecía un poco más grande de lo que recordaba. Sus pectorales se habían vuelto más voluminosos. Sus piernas se notaban un poco más gruesas. Las venas de sus brazos eran más visibles de lo que recordaba. Era el avance de meses de ejercicio, pero de alguna manera lo había logrado de un día para otro. Como cereza del pastel, Michael vio dos enormes tatuajes, cada uno en un brazo diferente. El nunca marcaría su piel de manera permanente. Por alguna razón, los tatuajes no se veían recién hechos, por el contrario, cualquiera diría que les hacía falta un retoque.
Michael se bajaba de la cama cuando escuchó el ruido de la puerta del baño al abrirse. “Seguramente mi nena de ayer sigue aquí. Ya que no recuerdo nada de anoche, creo que una ronda matutina no estaría mal”, pensó Michael, emocionándose un poco. Su pene había comenzado a llenarse de sangre. El hombre abrió sus ojos como dos platos cuando del baño no salió una chica joven y sexy, sino una bola de grasa desnuda, bajita y muy blanca, parada despreocupadamente frente a él.
"Veo que estás despierto”, Dijo Ernesto en voz alta. “Bueno, disfrútalo. No volverá a ocurrir en mucho tiempo". Antes de que Michael pudiera reaccionar, Ernesto se lanzó contra él y lo tacleo, haciéndolo caer de nuevo a la cama. Michael trató de luchar, pero aún en su condición física, Ernesto era mucho más fuerte y ágil. Ernesto se levantó y tomó las piernas de Michael con sus manos. En un solo movimiento, el cuerpo musculoso de Michael quedó boca abajo. Las redondas y peludas nalgas de Michael estaban apuntando al techo, totalmente expuestas ante el pervertido hombre detrás de él.
“Esta pelea ha hecho que me emocione”, Dijo Ernesto mientras acariciaba su creciente miembro con una mano. Ernesto jaló a Michael al borde de la cama y se lanzó sobre su ancha espalda, usando su barriga para aprisionarlo contra el colchón. Aún contra tanto músculo, Ernesto no tuvo problemas para someter a Michael gracias a su peso. Ernesto alineó su pene ya erecto con el ano sudoroso de Michael, e inmediatamente comenzó a presionar hacia adentro. El agujero de Michael solo había sido utilizado por Ernesto, aún si el primero no lo sabía. Para Ernesto fue muy fácil abrirse paso por la estrecha entrada, introduciendo todo su miembro de un solo golpe.
Un gemido de dolor y placer se escapó de los labios de Michael. Ernesto movió sus caderas de adelante hacía atrás. Su pene por debajo del promedio casi se sale del ano de Michael en más de una ocasión. Michael se sentía asfixiado por el peso de Ernesto sobre él. Ernesto lograba tocar el punto G de Michael en algunos momentos, y de vez en cuando un leve gemido salía de los labios de Michael. Antes de que Michael siquiera se diera cuenta, las piernas de Ernesto ya se habían fusionado con las suyas. Solo las tonificadas y peludas piernas de Michael quedaron apoyadas en el piso a un lado de la cama.
Ernesto siguió empujando su cadera, y de un momento a otro, su pelvis se perdió en la de Michael. Ahora la cadera que se movía era la de Michael, y el placer que sentía se había incrementado exponencialmente. Su verga, hasta ahora flácida, había comenzado a levantarse dentro del suspensorio, y liberaba hilos de líquido preseminal en la tela. Michael ya no controlaba la mitad inferior de su cuerpo, pero podía sentir cada movimiento que esta hacía bajo el mando de Ernesto. En lo más profundo de su mente, una débil y familiar voz comenzó a resonar, le decía que este era su papel en el mundo, y que no le quedaba más que disfrutarlo.
El roce de las suaves sábanas de la cama estimulaba a Ernesto y Michael por igual. Ernesto bufó como toro al sentir la potencia del poderoso miembro que ahora controlaba. El pene de Michael era lindo, a Ernesto le gustaba verlo desde afuera, pero le encantaba poder sentir placer con él. A la vez que los bufidos de Ernesto se hacían más intensos, los gemidos de Michael también aumentaban en volumen y frecuencia. La cabeza de Michael era un desastre. Los instintos más básicos de su mente le decían que debía liberarse y correr. Al mismo tiempo la voz se hacía más y más intensa. La voz le repetía a Michael una y otra vez que debía dejarse llevar por el placer, que era su deber entregarse totalmente al desconocido.
Con un solo movimiento, Ernesto fusionó su gran vientre con el firme torso de Michael. La gran barriga de Ernesto se hundió dentro de Michael como si nunca hubiese existido. Ernesto empujó un poco más y logró dejarse caer completamente sobre los anchos hombros de Michael, y al hacerlo, también logró controlar sus brazos y sus manos en un solo movimiento. Ernesto usó los grandes y fuertes brazos de Michael para levantarse de la cama. Ahora el cuerpo de Michael tenía dos cabezas, por un lado estaba su cabeza original, y del otro estaba la del ladrón de cuerpos. Michael podía ver y sentir cómo su cuerpo se movía bajo la voluntad de Ernesto.
Ernesto caminó usando sus nuevas piernas gruesas para dirigirse hasta el espejo de cuerpo completo que tenía en el cuarto. Se paró frente a él y admiró su adquisición. Sin duda Michael había sido la mejor opción de todas las que tenía disponibles. Casi todas las partes del viril cuerpo de Michael estaban bajo el control de Ernesto, quien comenzó a flexionar sus brazos y a apretar sus pectorales peludos, enmarcando aún más la masa magra que ahora poseía.
La cabeza de Michael estaba inmóvil, pero con los ojos bien clavados en su reflejo. De vez en cuando, un gemido de placer salía de su garganta. En el interior, la conciencia de Michael no podía concentrarse en otra cosa que no fuera la voz. Era su propia voz hablándole en el interior. Decía que estaba siendo un buen contenedor para el amo. Decía que su deber era servir a su maestro sin importar qué. Decía que su cuerpo ahora era única y exclusivamente propiedad de su maestro. Michael ya no luchó más. Solo podía pensar en complacer a su raptor.
"Gracias por darme este gran cuerpo. Hoy es un día especial, así que te dejaré estar consciente. Así podrás ver cómo me hago cargo de él jeje", las bocas de Ernesto y Michael dijeron al unísono. Ernesto bajó las manos de Michael por todo su cuerpo. Una vez en sus caderas, tomó el elástico del suspensorio y lo dejó caer hasta sus tobillos. Con toda su gloria masculina al descubierto, Ernesto comenzó a masturbar su verga, que estaba tan firme como un mástil. Ambas cabezas comienzan a gemir y bufar a la vez. La mente de Michael aún era semi independiente, pero el resto de su cuerpo ya había sucumbido al control del ladrón.
“Hora del gran final", dicen Ernesto y Michael a la vez. Aún frente al espejo, Ernesto continuó masturbándose, usando su verga robada. El sudor salía de cada poro de la piel de Michael, y escurría por todas partes, funcionando como lubricante. Después de un par de frotamientos más, Ernesto pudo sentir que estaba a punto de correrse, y antes de soltar su carga, empujó su cabeza contra la de Michael, tomando el control total al mismo tiempo que dejaba su leche caliente y espesa por todo el espejo. Ernesto se dejó caer de rodillas y usó la lengua de Michael para limpiar hasta la última gota de semen del espejo. "Delicioso", dijo en voz alta para sí mismo.
El cuerpo de Michael estaba bañado en sudor. Ernesto se levantó del piso, tomó la toalla que había usado para secarse previamente y se quitó el exceso de sudor de la piel. Rápidamente se vistió con un conjunto que tenía preseleccionado. Este era el comienzo de un gran día, un día de celebración. Después de todo, justo hace un año, Ernesto había dejado su trabajo como conserje y había robado el cuerpo y la vida del adinerado Michael, el DILF del edificio en el que trabajaba. Casi nadie notó la ausencia del conserje latino del edificio, y a los pocos días contrataron uno nuevo. Ernesto ya no tenía que preocuparse nunca por el dinero o tener un trabajo que involucrara esfuerzo físico. Sin duda, robar el cuerpo y vida de Michael fue la mejor idea que pudo haber tenido.
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Testigo en el gimnasio
La sombra apareció en el rabillo del ojo mientras estaba cambiandome. Verás, probablemente no debería haberla seguido, ya que probablemente era solo mi sexy compañero de gimnasio en los lockers, pero fui tras el de todos modos. Mi curiosidad no pudo.
—¿Hola? —dije en el pasillo, otro posible error de película de terror. Si esa cosa no quería que la vieran, ahora sabía que la había visto de reojo. Tomé una mancuerna antes de escabullirme en el pasillo para continuar con mi investigación. La puerta del baño estaba entreabierta y parte del vapor de la ducha de mi compañero de gimaniso se disipaba en el piso de madera. Con la mancuerna en la mano, empujé la puerta lentamente. Lo primero que escuché fue un gruñido y empujé la puerta hasta el final para asegurarme de que no se estuviera muriendo.
No se estaba muriendo. No lo creo. Lo que parecía una criatura peluda de seis brazos tenía la cabeza metida dentro de su espalda, la toalla alrededor de su cintura apenas se mantenía envuelta. Cuanto más empujaba, más se hundía. Parecía que se estaba fusionando con él. Podía ver hacia dónde tiraba la criatura para entrar porque las manos huesudas aparecieron debajo, presionando hacia afuera. La cola, que se movía por el baño, tirando botellas de colonia y productos viejos para el cabello, fue lo último en entrar. Se dobló debajo de sus piernas y se fusionó con su torso, sus abdominales se hincharon y luego se convirtieron en el cuerpo ligeramente firme que tenía antes. Ahora, no pude evitar mirar, trofeo todavía en mano, mientras tropezaba por el baño, tratando de evitar caerse. Las piernas que esta criatura tenía antes no se parecían en nada a las piernas humanas con las que estaba tratando de equilibrarse ahora.
Entonces me vio. Mi primer instinto fue correr, pero me quedé allí quieta, viéndolo levantarse finalmente y mirarme con miedo.
—Oh, lo siento, solo necesitaba un lugar donde quedarme... —dijo con voz temblorosa.
—No voy a hacerte daño. —Dejé el trofeo en el pequeño armario que había junto a la puerta, lo que pareció calmarlo un poco.
—Sé que esto puede parecer extraño, pero tu compañero de cuarto no está herido. Yo solo soy un pasajero. —Movió las manos por su cuerpo. Pude ver un pequeño bulto donde la punta de su cola creó un bulto y deslizó la mano sobre él, alisándolo nuevamente.
—¿Puedo tocarte? —pregunté, acercándome un paso más. Él inclinó la cabeza.
—Sí —estaba confundido. Extendí la mano hacia adelante y las yemas de mis dedos tocaron su pecho, lo que hizo que se le pusiera la piel de gallina mientras la deslizaba lentamente por su cuerpo. Sus abdominales se contrajeron y tracé las hendiduras hacia su toalla.
—Él nunca me dejaría hacer esto —dije en voz baja, mientras una erección crecía en mis pantalones. Lo que me sorprendió fue el hecho de que sus manos me rodearon, acercándome más a él. Rápidamente me quité la camisa, dejándola caer al suelo y sonreí mientras lo besaba. Sus abdominales se tensaron contra mí y terminé de empujar su toalla fuera de él. Estaba erecto y su pene presionaba contra el mío.
—Esto se siente bien —susurró en mi oído mientras yo me agachaba y comenzaba a acariciar su miembro. Gruñó en mi oído, el sonido de algo inhumano saliendo de él, y con una especie de adrenalina lujuriosa me dio la vuelta y se embistió dentro de mí.
—¡Mierda! —grité de placer. Su manera de tocarme me excitó aún más.
—Te voy a follar muy fuerte —dijo, empujando sus caderas dentro de mí. Me acercó más, levantando mi cuerpo para poder besarme el cuello. Gruñí con cada embestida, agarrando mi polla y masturbándola, sintiendo el placer hormiguear por todo mi cuerpo. Me corrí antes que él, gritando mientras chorros de pegajosidad blanca salían disparados de mí y caían sobre las baldosas. Mi compañero de habitación, por otro lado, embistió tan fuerte que tuve que agarrarme de algo cuando sus embestidas finales casi me hicieron caer en la ducha, gritando mientras me llenaba con sus propios jugos. En el espejo, podía ver su piel mientras la criatura se movía, el placer hacía que casi se viera obligado a salir de su anfitrión.
—Ya lo has hecho antes. —Me giré para mirarlo; su cuerpo brillaba.
—Está todo aquí. —Se dio un golpecito en la frente y luego tocó mi pecho, sintiendo los latidos de mi corazón.
—Era un matón. No tengo ningún problema con que te quedes dentro de él todo el tiempo que necesites. —Me acerqué para tocarle el pecho y luego me moví hacia el lugar donde sobresalía la punta de su cola. La sentí contra mi palma y sonreí.
“Lo sé. Como dije antes, todo está aquí”, me dijo.
—Bueno, gracias por no intentar atacarme —me reí entre dientes.
—No, gracias. —Me besó de nuevo y no pude evitar sonreír, sintiendo que su polla de repente se ponía dura, lista para otra ronda
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Ser de la familia de un amigo
Estaba caminando en compañía de mi amigo Axel, cuando vimos un caja tirada en medio de la calle, nos acercamos para ver y no tenía direcciones, ni tampoco nombres que indicaran algún dueño o destinatario por lo que decidimos quedárnoslo, al llegar a casa de Alex lo abrimos y solo venía un extraño tipo de control, con una roca blanca dentro de el pero que se dejaba ver, venía con un manual y una carta que decía:
Bienvenido al mundo de las vidas de otros, si quizás se pregunte a que se refiere, bueno antes de eso déjeme explicarle algo aun más importante, lo que usted tiene en este momento es algo que debe guardar en secreto, ya que cualquier dato público ocasionaría un caos, ahora bien, usted a sido bendecido con una de las únicas 5 rocas de almas del mundo, para poder usarla con mayor comodidad se hizo el control remoto que canaliza la energía para más precisión, con este control puede escoger entre cambiar de cuerpo con alguien, poseerlo o controlarlo, solo presione el botón y agarre el mando con su mano de manera que apunte al cuerpo objetivo, recuerde que cualquier daño que ocasione estará comprometiendo a alguien más, si usted no quiere arriesgarse a ocupar la vida de alguien o no le interesa favor de meter el control con esta nota e instrucciones en la caja en que encontró, sellar lo mejor que pueda y dejar en un punto poco frecuentado.
Alex se río, dijo que que esa era una de las bromas anónimas más patéticas del mundo, yo pensaba lo mismo pero en un momento el tomo el control y presiono controlar mientras se apuntaba a sí mismo, una especie de estela de luz salio del mando y lo dejo paralizado, el estaba quieto como un robot, entonces creyendo que seguía bromeando le dije que se desnudarte pata mi, sorprendentemente lo hizo, eso me hizo creer que quizá el mando decía la verdad, lo tome y vi un botón que decía revertir debajo de cada función, entonces pensé en presionarlo pero la curiosidad me ganó, le dije que fuera al baño de la habitación y se masturbara pero que antes de que terminará abriera la puerta, y hasta lo hizo en el momento que la puerta se habría presione poseer y mi visión se volvió oscura por un segundo solo para ser recibido por mi cuerpo viéndome de frente congelado y una gran presión que pronto termino en mi en el cuerpo de Alex corriendo me por todo su baño, no lo podía creer, el control si funcionaba y ahora estaba en el cuerpo de Alex sintiendo la paja más sensible de mi vida, tras terminar me hacer que al control y presione revertir posesión, regrese a mi cuerpo y vi a Alex volver al estado en el que sigue las órdenes de todo lo que le diga, así que le dije que se vistiera y limpiara el desastre.
Ya había terminado de limpiar cuándo la puerta de la casa se habría era Jhon el padre de Alex quien llego y aun tenia a Alex bajo control, pero justo antes de que el papa de Alex abriera la puerta le ordene actuar como si nada pasará.
Jhon: hey chicos como están?
Alex: bien papá
Jhon: oye Sam crees que puedas ayudarme a mi y a Alex a mover un mueble del garaje, normalmente se lo pediría a Leo pero de mis 2 hijos pareciera que solo Alex vive aquí.
Samuel: claro, no hay problema.
Cuando salí del cuarto junto con Alex ayudamos a su padre pero en eso el vio el control y preguntó sobre qué era, le dije que era un juguete mio de pequeño que me encontré y que lo traje nada más para enseñárselo a Alex. Cuando se dio la vuelta presione en controlar y el se quedó quieto, le ordene no moverse y que olvidara el control, luego presione revertir control y aparentemente funcionó ya que no me pregunto nada más.
Tras mover el mueble le dije a Alex que supiéramos a su cuarto, al llegar le ordene olvidar todo lo relacionado a el desanudándose y a mi usando el control, entonces presione revertir control, el despertó y solo recordó como luego de quedar bajo control su padre llegó y nos pidió mover un mueble, así que mi secreto quedó a salvo.
Alex quería ver si el control funcionaba con las otras funciones así que le propuse que cambiáramos, el se emociono, así que tomó el control y presiono cambiar, duramos toda la tarde en el cuerpo del otro, se hacia tarde así que le dije que volviéramos a la normalidad pero el quería estar en mi cuerpo un poco más, le dije que estaba bien y acordamos cambiar por la mañana, ya sabía para que quería mi cuerpo, lo vi mirando mi entrepierna varias veces así que asumí que quería masturbarse en mi, al inicio la idea me había enojar pero pensaba en que yo hice algo similar así que pensé que sería saldar cuentas.
Luego de que Alex se fuera a mi casa yo me quedé en su cuarto pensé en que podría hacer cuando me llego un mensaje del hermano de Alex, decía que no llegaría a casa porque lo invitaron a una fiesta, que le avisara a "papá".
Cuando baje para decirle que Leo no llegaría pareció molestarle un poco pero no dijo nada, el estaba preparándose para ducharse lo que me llamó un poco la atención, una idea cruzo mi mente pero me cuestionaba si estaría bien, así que al llegar al cuarto de Alex tome valor nuevamente y tome el controlador, y presione poseer mientras apuntaba al cuerpo del papá de Alex, el todavía no se metía a bañar, así que primero estuve un rato observando y explorando su cuerpo.
Era extrañamente fascinante, nunca pensé que ser un señor divorciado de 42 años fuera tan exigente, no pude resistirme y jugué con su polla que era más grande que la mía y la de Alex, no era de extrañar que se sintiera tan bien, no había terminado cuando entré a la ducha y prendí el agua mientras seguía mi acto, el agua caliente tocando mi piel hizo que se sintiera mejor aun y termine por correrme, aproveche el lugar para que la misma agua limpiara las evidencias de lo que acababa de hacer, al salir me vestí, y tome el control presione la opción de controlar apuntando al cuerpo vacío de Alex y le ordene actuar como si fuera Alex y fuera a dormir, yo por otro lado fui a comer algo y después vi una película, aparentemente el cuerpo del padre de Alex cedió al cansancio ya que me despertó el sonido de la puerta principal abriéndose, era Leo, quien entró me saludo, aparentemente no había dormido ya que se veía muy cansado, al darme cuenta que Alex regresaría a cambiar a la normalidad me di prisa y revertir todo, dejé al papá de Alex acostado en su cama, y presionando controlar le ordene que olvidara lo que se que vio anoche y cambiará esos recuerdos por el bañándose, cenando y quedándose dormido viendo una película, si es lo que pasó pero sin que recuerde la parte de cuando se masturbo o todo lo que hice en el y no puedo contar.
Cuando Alex llegó, le dije que si estaba listo para regresar a su cuerpo, el dijo que no, aparentemente le gustó mi cuerpo y quería estar en el un poco más, me propuso quedarnos así un día más, sabiendo que insistiría hasta que aceptara no me negué, pero le dije que quería probar otro cuerpo, así que cuando su padre se fue a trabajar me asome al cuarto de Leo quien estaba profundamente dormido, me acerque y presione poseer, perdí la conciencia y tuve lo que pareció ser un sueño, al despertar eran las 2 de la tarde, me levante y me miré en el espejo, no estaba el control ni mi cuerpo por ninguna parte de la casa, vi a Alex quien estaba viendo una película, lo salude y no parecía consiente del cambio, entonces regrese al cuarto de Leo y vi una nota
Hey Sam, mira cuando poseíste a Leo te quedaste dormido, creo que fue porque su cuerpo estaba muy cansado, trate de despertarte pero estabas muy cansado, puse mi cuerpo en piloto automático con el control, pero tu puedes darle ordenes le deje la indicación que te haga caso a todo y que no mencione nada a papá, perdón por lo que te voy a decir, pero, pensé que lo mejor sería quedarnos así una semana, y se que quizá te enojes conmigo, ayer tu primo invito a tu familia a su cumpleaños y como son vacaciones acordaron que sería un viaje a la playa para festejar, regresamos en una semana, por cierto el control lo escondí, esta ni en tu casa no me podía arriesgar a que papá lo encontrara en la mía, en fin disfruta tu semana como Leo y por favor perdóname, te prometo que regresaremos a la normalidad cuando regrese.
Cuando termine de leer la nota, al inicio me enoje pero después comencé a ver el lado positivo, el padre de Alex trabaja de lunes a sábado y ya que el no está solo tengo que ordenarle a su cuerpo que se "quedé inactivo" y técnicamente tendría la casa para mi solo, ese pensamiento estaba haciendo que me pusiera duro así que me quite los pantalones y me vi en el espejo para después pensar en lo divertida y placentera que será esta semana.
#body swap#body switch#bodyswap#possession#male body swap#male body switch#body possession#male possession#posesion#male body possession#mind control
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𝑪𝒐-𝒔𝒕𝒂𝒓𝒔★
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𝐩𝐚𝐢𝐫𝐢𝐧𝐠: actor! enzo x actriz! reader
𝐬𝐢𝐩𝐧𝐨𝐬𝐢𝐬: Enzo y tú tienen un tiempo saliendo y por fin consiguieron ser CO-estrellas en una película, Pero no esperabas el nivel de complejidad que tendría el trabajar con el.
𝐜𝐨𝐧𝐭𝐞𝐧𝐢𝐝𝐨: smut,creampie,diferencia de edad (Enzo 34, reader 24), uso de Español rioplatense,mencion de sangre falsa y asesinatos, begging,oral sex sexo sin proteccion, dirty talk.
- : ✧ : -˚̣⋅ .. ⋅ ˚̣ ⊹ ⭒ – : ✧ : -˚̣⋅ .. ⋅ ˚̣- : ✧ : – ⭒ ⊹ ⭒ –
Enzo y tu tenían alrededor de 2 año saliendo formalmente, se habían conocido en una grabación de un pequeño filme indie, habían intentado por meses el lograr quedar juntos o como co-estrellas en un proyecto y recientemente lo habían logrado, era una pareja de esposos en una película ubicada en los años setenta.
La filmación era una maravilla, el ambiente del set era perfecto y, como era de esperarse, tenían una química increíble, los vestuarios de Enzo hacían que tu cerebro se derritiera lentamente, siempre eran unos lindos y elegantes trajes negros, su cabello perfectamente peinado como la época ameritaba, adorabas cada escena y momento a donde podían ser esposo aunque solo lo fuera en cámara.
En más de una ocasión era necesario grabar escenas subidas de tono, como en casi cualquier otra película romántica ubicada en los sesenta, amabas cada maldito segundo en que Enzo tenía que besarte profundamente, o ponerte sobre ti mientras te murmuraba lo buena esposa que eras para él, pero la película no era una simple película de romance, había asesinatos cruzados de por medio, cuando ese momento llego fue la gota que derramo ese minúsculo vaso que tenías de autocontrol.
La escena comenzaba, habías descubierto a tu esposo en una clara escena del crimen, con un traje negro sin el saco puesto, la camisa blanca de vestir arremangada manchada de sangre en esta, tu reacción debía ser de obvio miedo y así fue, estabas aterrorizada mientras tu esposo se acercaba tratando de calmarte usando su mejor voz.
—shh shh — dijo Enzo, colocando un dedo sobre su boca en señal de silencio, una escena brutal para tu personaje, tu esposo con un traje sin saco, su camisa blanca de vestir manchada de sangre aparentemente fresca, y un rastro que conducía a un contendor a donde para la mala suerte de tu esposo él no había tenido tiempo de esconder el cuerpo dueño de la sangre, Un grito se atoró en la garganta de tu personaje, dando un paso hacia atrás, haciendo sonar tus tacones.
— tranquila mi amor, quédate quieta — dijo Enzo caminando hacia ti, pero su expresión cambio cuando tratarse de abrir desesperadamente la puerta del sótano, entonces Enzo camino hacia ti en paso acelerado, estampándote contra la puerta del sótano, tomando tu quijada con su mano apretando tus mejillas forzándote a mirarlo a los ojos manchándote se sangre —te dije que te quedaras quieta— susurro sobre tus labios—
Por un momento sentiste genuinamente la adrenalina correr por tus venas, se sentía de alguna manera excitante el sentirse tan acorralada por él, la escena continuó con un pequeño forcejeo, pero un "Corte!", proveniente del director, te sacó de tus pensamientos, quedándote quieta por un segundo mirando las manos de Enzo manchadas de sangre falsa.
Él estaba a punto de dirigirte unas cuantas palabras cuando lo miraste a los ojos. Él conocía perfectamente tu mirada, y esa manera tan peculiar en la que mordías tu mejilla por dentro mientras le dabas unos ojitos pidiéndole a gritos silenciosos que te cogiera. Una sonrisa burlona y coqueta se notó en sus labios, acercándose a tu oreja susurrando —Nos vemos en tu camerino, chiquita —.
Enzo se retiró primero dejándote con ese sentimiento caliente creciendo en tu vientre, caminaste tras del hasta tu camerino compartiéndose miradas, sus ojos eran como pequeñas burlas hacia ti, cuando entraron al camerino Enzo cerro la puerta rápidamente, para luego rápidamente ponerte en contra del tocador brillante de este.
—¿Qué pasó, preciosa? ¿Necesitas algo?—dijo mirándote con sus ojos negros, su cara aún con manchas de sangre falsa.
—Vos sabés qué pasa — susurraste un poco tímida, poniéndote de puntillas para poder alcanzar apropiadamente su rostro. Podías sentir tu ropa interior mojada, algo en verlo, de esa manera te comía por dentro.
—Mm, no sé, si no me lo decís a lo mejor no estamos en la misma página — dijo en tu oído mientras deshacía el nudo de tu vestido cementero, rozando tu espalda suavemente con sus dedos.
—Sabías que el hijo de puta estaba fingiendo demencia, jugando con el listón de tu vestido, dando suaves besos cerca de tu oreja y tu cuello, y soltarte un suspiro caliente poniendo tu mano sobre la camisa blanca de Enzo, susurrando —
—Por favor — rogaste sin mucha esperanza de una respuesta.
—¿Por favor qué chiquita? Usa tus palabras — dijo dejando el listón en paz y frenando los besos en tu cuello —
—Un suspiro tembloroso salió de tus labios mientras sentías su respiración caliente en tu cuello—cógeme —.
—¿Vos te piensas que esa es la manera de pedir las cosas, linda? —dijo en tu oído con una clara sonrisa en su labio. Estaba torturándote, negaste suavemente y él alzó las cejas esperando tu respuesta—
—Enzo cógeme, por favor — dijiste ya desesperada. Fue cuestión de segundos para que te comenzara a comer la boca, acariciando tu mejilla con sus nudillos, comenzando a desabrochar tu vestido, aprovechando que el listón ya no era estorbo—
—¿Por qué tan desesperada porque te coja mm? ¿Te gusto verme asi, mmh? Que rarita que me saliste he— dijo burlándose, volviendo a tomar tu quijada como en la escena, dándote un pequeño beso — ¿tan desesperada porque te haga gritar y todo el mundo escuche de quién sos? —
Estabas por llevarle la contraria como lo harías en cualquier otro momento, pero sentir su mano debajo de tu vestido,sus dedos tocando suavemente tus pliegues por encima de tu ropa interior,te sacó un gemido ahogado—
Tomaste su brazo mientras mordías suavemente tu labio, sintiendo cómo sus helados dedos masajeaban juguetonamente tu clítoris, poniéndote la piel de gallina. —Ya déjate de joder Enzo— dijiste apretando su brazo levemente, sentiste cómo te alzó para sentarte sobre el tocador, jugueteando con sus dedos en tu entrada para luego darte una palmada en el muslo que te saco un pequeño grito—
—esa boquita, si seguís de maleducada te vas a ganar todo menos una cogida— gruño subiendo su mano libre para acomodar un cabello detrás de tu oreja — pídemelo bien hermosa si no te sirve de nada eso, lo sabes — dijo tomando tu cuello en su mano mientras acariciaba tus muslos internos con sus dedos jugando con las orillas tu ropa interior —
—Mordiste tu labio ante ese sentimiento de dominio, sintiéndote más mojada que antes, estabas al borde de explotar, moviendo tus manos a la villa del cinturón de su traje, jugueteando con este desabrochándolo—
—Enzo, por favor... por favor cógeme —rogaste, tomando entre sus dedos el botón de su pantalón—
—Una sonrisa ganadora se posó en los labios del uruguayo, comenzando un beso largo mientras desabrochaba la falda larga de tu vestuario, retirándola junto con la parte de arriba para solo dejarte en ropa interior, pasando sus manos por tu cuerpo apareciendo tus curvas —no tienes una idea de como me calientas —
—Te coloco en la orilla del tocador, para ponerse entre tus piernas, Sentías el bulto de su erección para hacer contacto con tu húmeda entrada Enzo peinó tu cabello con sus dedos y pasó su pulgar por tus labios —¿No me querés mostrar qué más sabes hacer con esa boquita aparte de quejarte, linda? —
Esta vez bastante obediente cediste a sus palabras, bajándote del tocador, para ponerte de rodillas frente a él desabrochando su pantalón torpemente, sentías su mirada sobre ti, siguiendo tus movimientos pacientemente hasta que liberaste su miembro de la dolorosa cárcel que era su bóxer, sentiste sus manos pasear por tu cabello para tomarlo con suavidad.
—Abre la boca, princesa — susurró tomando tu quijada para mirarte bien. Su satisfacción fue notoria cuando seguiste su orden, esta vez sin quejarte — Qué linda que te ves así.
Suelto tu quijada para tomar su miembro dándote dos suaves palmadas en la mejilla con este antes introducirlo en tu boca posándolo sobre tu lengua, mantenían el contacto visual mientras usaba tu cabello para guiarte, sentías la cabeza de tu miembro llegar a tu garganta sacándote unas cuantas arcadas y lagrimitas mientras Enzo soltaba pequeños quejidos.
—Mm, mira esos ojitos, ¿te gusta que te tenga así chiquita? si? —
Sentiste como pudiste, sintiendo cómo su miembro latía en tu garganta, un gruñido suave delato, su cercanía al orgasmo, por lo cual querías moverte aún más. Para tu mala suerte, él alejó tu cabeza soltando tu cabello, dejando la punta rozando tus labios.
—mmmh dale porfavor—te comenzaste a quejar, lo cual no duró mucho tiempo antes de que Enzo te tomara en brazos para ponerte sobre el sofá cama de tu camerino.
—Perdóname, preciosa,pero te quiero llenar toda —dijo para despojarte de tu última prenda, abriendo tus piernas apretando tus muslos para el ponerse en medio de estas, pasando sus dedos entre tus plieges— mira lo mojadita que estas—
—murmuro sonriendo relamiendose los labios, tomó su miembro para pasarlo por tu mojafo clítoris, sentiste tus piernas temblar de necesitada que estas, comenzó a introducirse lentamente tratando de no lastimarte de ninguna manera, un gemido lloroso salió de tus labios sintiendo como te estiraba por dentro—
—mira lo apretadita que estas—dijo con su mano en tu cintura apretandote y la otra manteniendo tus piernas bien abiertas, moviéndose suaves en un va y viene cada vez mas fuerte y profundo sacandote espasmos—
—enzo, dios—lloriqueaste cerrando tus ojos por el placer, sintiendo tu respiración poniéndose cada ves más errática—
—en cuestión de minutos Enzo había comenzado a perder el ritmo de sus embestidas, entrando fuerte y rápido, con su pulgar estimulando tu clítoris en pequeños círculos,tus gritos, lloriqueo y los gruñidos de placer de enzo se adueñaron de el camerino—
—muy rápido! Enzo —gemiste entre lágrimas que ahogaban tu mirada, bajaste tus manos al vientre de Enzo tratando de hacer que bajara su velocidad— más lento!—
—muy rápido preciosa? Mmh?—dijo en un falso tono de comprensión, el verte llorando como una bola de nervios mientras el golpeaba todos los lugares buenos dentro de ti lo ponía tan caliente, tomó tus manos para detener tu fallido intento de frenarlo, deteniéndose sobre tu cabeza— hace un rato estabas desesperada por que te la pusiera, ahora tomas lo que te doy, es lo más justo no crees?—
—dijo juntando su frente con la tuya, pasando de embestidas erráticas a un ritmo nuevamente, golpeando una y otra vez ese lugar que te hacia morderte los labios y sentir que te desvanecías—
—muy profundo! Enzo, Enzo!—forcejeaste aún sabiendo que no podrías soltarte de su agarre, sentiste el calor crecer más o más grande en tu núcleo, los espasmos cada vez más fuertes— Enzo! —
—todo estaba pasando tan rápido que no encontrabas las palabras para hacerle saber a Enzo que estabas por terminar, pero nisiquiera necesitabas palabras, Enzo podía sentir como te apretadas alrededor suyo, las embestidas se volvía descuidadas, los gruñidos de Enzo carecían de aire—
—te vas a correr preciosa? Si? Abrí los ojos Mírame, te queres correr?—dijo dejando solo una de sus manos tomando ambas tuyas, para bajar la otra y tomar tus mejillas obligándote a abrir los ojo, con tu vista nublada por tus lagrimas asentiste rápidamente— yo también, quieres que te acabe dentro? Quieres que te llene toda?
—si! Si, llename toda—dijiste cerrando tus ojos fuerte, sintiendo tu orgasmo liberarse, aprendandote alrededor de su miembro—
—Enzo bajo una mano para acariciar tu clítoris sacandote un llanto fuerte por la sobreestimulacion, mientras golpeaba una y otra vez tu cervix, su respiración desesperada acompañada con sus gruñidos, solo dejó en paz tu bulto de nervios una vez que acabó dentro de ti, sentiste las hileras de corrida llenarte completamente, ambos estaban temblorosos agitados y sobre todo pegajosos, Enzo se quedó dentro de ti y te dio un beso en la frente, limpiando el cabello que tenias pegado a la frente, después de unos cuantos minutos de descanso para recuperar el aire—
—que preciosa que sos—dijo Enzo acariciando tus mejillas, mirándote como si fueras lo más precioso de este mundo—
—una risita salió de tus labios, dejando un beso sobre la nariz de Enzo— y vos sos un lindo.
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AAAAAAAAA
Boe, primara vez que escribo algo así para Tumblr y primera vez escribiendo algo asi despues de MUUUUUCHO TIEMPO, aun no entiendo muy bn como tunear bonito mi perfil pero al toque le agarro el vuelo vvs🧍♀️🙏
#enzo vogrinci#one shot#fanfic#enzo vogrincic smut#enzo vogrincic x reader#enzo vogrincic x you#lsdln cast#lsdln smut#lsdln#lsdln fanfic
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always - carlos sainz jr
summary (5.5k words): inspired by always by daniel caesar and requested by one of my favorite people @scuderiasundays. or the one where you and carlos find your way back to each other. warnings: mentions and hints of s*x (no explicit writing), hints towards cheating. a lot of longing, tension, and a disgusting amount of use of the word always. sorry it had to be done.
“feliz año nuevo!”
carlos smiles when his mother comes close, stamping a kiss to his cheek. he wraps his arm around her, hugging her close as the sound of fireworks erupt through the city.
he can hear the cheers from the other houses and the sound of the tv still playing. la puerta de sol is on the screen, a new number he needs to remember for the year splashed on top of it with a nicely written font.
“terminaste todas las uvas?” did you finish all of your grapes? reyes asks, ruffling her son’s hair fondly. carlos scrunches his face slightly but leans into her touch anyways. only two people in the world were allowed to touch his hair, his mother’s just lucky she’s one of them.
“si las terminé,” as he moves to pull his phone can feel the slight rumble in his stomach as proof, along with the ache of his jaw from chewing so quickly.
“y pediste un deseo?” carlos blinks, mind flashing to mere seconds ago after he had chewed down the twelve grapes. he smiles.
“claro mamá” he says before his attention is taken up by his father, who pulls him into a hug. hugging his father turns into hugging blanca, and hugging blanca turns into hugging caco, and that turns into hugging the rest of the group.
soon hugs turned into cheering with champagne. then shotting tequila. and then one or two bottles of beer.
in between all the drinks and laughs his mind frequently goes back to the wish he had made as the clock rang 12.
he really wonders if his wish would come true, the reminder prompting him to take out his phone.
it’s only when he’s looking at the lit up screen that he feels it. the quick movement of his eyes but the slow motion of his vision. the alcohol was surely taking effect and he was definitely starting to feel the consequences.
he unlocks his phone anyways, goes to open whatsapp with one name in his mind. as he clicks on the logo he sees the notification come in. your name sits nicely at the top of the list of conversations.
‘happy new years! i know this will be your year, go get em x’
he smiles, and against his better judgement types in ‘what if its our year?’ it’s cheesy, but in the moment it seems great to him. his thumb hovers over the send button as he tries his best not to think too much about it.
is this too much? he hesitates pressing send, thinking. god. i can still taste the tequila in my mouth. his lips purse and he smacks his lips against each other. why is my mouth so dry? i should go get water. he gives his train of thoughts an approval, nodding to himself before pocketing his phone.
don’t get distracted carlos. he tries his best to make it to the kitchen, but his resolve breaks when another shot glass is being handed to him. he smells it. vodka hm, at least it isnt tequila. he thinks before downing the contents of the glass.
he figures water can wait for later.
its later that night (or maybe he should say morning?) that he climbs up the stairs, more blurry eyed than before with a bottle of water in his hand. he almost misses a few steps, letting out a winded breath when he reaches the top. he finds piñon laying by the railing, head tucked on his legs.
his eyes look up at carlos, clearly having expected him to come sooner. “sorry piñon, tenemos que festejar un poco no?” we need to party a little bit no? carlos asks, crouching down to pet the top of his head.
he watches the way piñon leans into his touch, puppy dog eyes as big as ever and in that moment he remembers his wish. “no te muevas, que estas muy mono,” don’t move, you look adorable he says before fishing his phone out of his pocket.
the battery widget flashes red, a notification announcing he has less than 10% left making an appearance. he dismisses it quickly, swiping to open up his camera app instead.
click.
he smiles at the photo on his screen. he can barely hold himself up though so he gets up on his feet, legs wobbling a bit in the process. he pockets his phone again, he figures he can send the photo later, his bed already calling out his name. he stumbles into it face first, bottle still in his hand.
he dreams of his wish and the text he’ll receive when he wakes up.
but when he opens his phone the next morning to realise his text is still half written without being sent, he’s too embarrassed to even look at it. he deletes the whole text, and doesn’t send you anything altogether.
it’s a quiet day, different to the bustling life he’s used to. it’s something he barely imagined himself appreciating, a contrast to what he used to crave: busy schedules, back to back flights, speeding through tracks, or even streets, the thrill of it all.
madrid always helped him wind down, allow his two feet to settle back on the ground. it’s a nice reminder that there’s a life outside of it all: outside of hotels, outside of planes, outside of cars.
which is why, neatly packed between meetings, trainings, catch-ups with friends, he always slots in quiet morning walks in the city.
he soaks it all in, eyes tracing every window, every door, every crack in each tile he steps on. he’s in the city he calls home, where nothing really changes, but where nothing really stays the same.
small droplets of rain pellet on his skin as he walks, going past the all too familiar park he practically grew up in. the see-saw looks the same, along with the black handles he used to grip whenever his friends would get off from the other side without warning.
he smiles at the memory. his own high pitched voice rings in his ears, letting out expletives that kids his age would more than get in trouble for.
it’s the next step he takes that brings him back to reality. an unhinged tile that’s peaking unexpectedly high.
he trips, shoulders raising slightly as he catches himself with his other foot. distracted, he doesn’t notice the person in front of him, not until he lets out a small but embarrassed breath of relief whilst looking up.
“carlos?” his name rolling off your tongue sends goosebumps to his skin and his eyes grow slightly. “i didn’t know you were going to be home,” you come closer this time, hand going over his shoulder to grab behind his neck. your touch sends a shiver down his back.
despite the buffer of his brain he moves naturally around you, body responding faster than his thoughts. his hands go to your waist just as your cheeks touch. right cheek first, left cheek second. he takes the moment to take it all in. he feels your fingertips at the nape of his neck, your hair gently brushing over his shoulder your perfume still smells the same, the flowery and sweet aroma invading his senses.
he realises he misses it.
he realises he misses you.
“yeah, I just landed yesterday.” his thoughts are slowly prickling in again, and he remembers where he is, what he’s doing. “and you know me,”
you smile, because you do. “always squeezing a walk in?”
he nods, eyes going over you. you don’t have much on you, your phone in one hand and your bag slung over your shoulder.
“always,” he answers.
there’s a moment of silence as you scan over him this time. you notice he doesn’t have anything on him either, just a phone peeking out of his pocket.
“are you-” you start.
“where-“ he laughs when he realises he interrupted you, sheepishly scratching the back of his head.
“you go,“ its said simultaneously between the two of you, and this time you’re both laughing, rosy cheeked and crinkly eyed.
“okay,” he raises his hand so you can’t cut him off this time. “ladies first,” his tongue is resting gently between his teeth as he patiently waits for you to go ahead.
“i was asking if you are going anywhere,” he shakes his head to answer. there’s a second question on the tip of your tongue, but you go for a third one instead. “what were you going to ask?”
“where you are going,” he doesn’t say it like a question, because in that little moment he knows you’re both on the same page. “but, i’m changing it to- if you want to grab coffee with me?”
one black coffee and one latte macchiato sit between you both. the smell of ground coffee floats in the air, mixed with the smell of freshly baked bread.
it’s like the place misses you more than you miss it, the walls feel closer, warmer, asking you both to stay as long as possible. in reality though, you both don’t know how long this encounter would last.
even maria, the older lady that owned the cafe, had welcomed you both with wide smiles and open arms, sneaking past the counter to hug you both. she still remembered your order by heart, shooing you both to sit down before any of you even ordered anything.
it’s been a while since you’ve both sat together like this, scooted into the small table of the cafe, tucked into your corner. the table is as small as ever, and peaking right from under carlos’ drink you spot the little doodle on the wooden table from years ago. carlos spots it too.
you remember the panicked voice carlos had that day. you had been coming back from the restroom just to find him leaning over the table with a far from innocent look. “i messed up,” he had whispered. at first he didn’t want to show you, and his dramatization of it all made you expect the worst.
you were only met with a slight chip on the table, barely noticeable to the naked eye (or to whoever wasn’t looking for it). despite carlos’ demeanor you only laughed, grabbing a marker from your bag. you had made sure maria wasn’t looking before covering it in black.
“it isn’t enough,” carlos murmurs, hunching over again to grab the pen to add more ink.
you remember the gentle sound of the marker going back and forth. you give him a second, and then two, and then three, and by the fourth you nudge his foot. “carlos, i think we’re good.” but of course he shakes his head, an argument about needing the colors to blend. “it’s a marker on wood carlos, it isn’t going to blend,” but alas he doesn’t stop, not for a bit at least.
you go for your phone, sighing softly with a shake of your head. you take a photo of him, writing the caption ‘this is literally your son right now’ and sending it to reyes when you notice the silence coming from the other side of the table.
you glance back at carlos, finding him silently staring at the blob of black he had created. you can tell the moment he realises what he’s done, “... it’s way worse now isn’t it?” he asks, almost comically.
“you’re really something else,” you bite your bottom lip, rolling your eyes as you hold back a laugh. “give,” you say, thanking him when he hands over the marker to you. “now go own up to maria, and i’ll at least try and make it cute.”
he murmurs a sorry, cheeks going red as he lets you fix the problem he somehow made worse. he thanks you with several pecks though, whispering “you’re the best” into your ear.
you end up covering the blob with a heart, and maria finds the whole thing too endearing to even get mad (she had apparently spotted carlos panicking even before you had come back from the restroom).
you’d never admit it out loud, but you were grateful that a memory of you both was sealed somewhere.
as always, your thumb taps at the glass of your coffee cup. you’re quiet, eyes scanning over the foam that’s collected at the top of your drink now. carlos watches you, the way you bring your cup to your lips before taking a sip of coffee. your tongue peaks out for a split second after to swipe at the cloudy texture left behind on your lips and he has to deny the urge to reach out with his thumb to wipe it away for you instead.
“thought you didn’t go anywhere without your red ferrari shirt,” you joke, the warmth of the drink calming your words. carlos only laughs, mirroring your actions to take a sip of his own cup. he places the cup next to the doodle this time, letting his hand rest on the table. his fingers tap over the fading ink, gently tracing the shape.
“so you’re keeping up with my life hm?” carlos teases before sitting back into his chair, hands back at cupping his mug.
“of course i do,” you answer, gently knocking your foot against his. he smiles at the revelation, as if you didn’t still like his photos, or left one-off replies to his stories. infact, you had wished him new years first. despite both of you deciding it was better to part ways, you both continued to put your best efforts in somehow remaining connected.
carlos still wished you happy birthday every year, sent you a photo of piñon whenever he went home, and dropped a comment whenever he was on his instagram (he was glad you had your account on private).
it’s not the same as it used to be though. you’re not really there, but it's enough for now.
“you never texted me back.” carlos looks at you, raising his brow slightly to feign confusion. he knows what you mean though because unfortunately, alcohol induced memory loss only existed prior to going to sleep.
“i… forgot,” he lies, frowning small to himself because it's a bad excuse, a bit mean even.
“mhm,” you give him a proper look before sighing. it was clear that you were frustrated, frustrated that you cared so much about it.
“you know i didn’t mean to,” carlos murmurs, and it isn’t an apology. as much as he wanted to, he knew he didn't owe you one, and frankly, even though you wanted one you’d never accept it.
“i know,” you murmur before taking a deep breath. carlos fights the urge to hold your hands, to tell you that it's fine. so instead, he pulls out his phone.
“i do have a photo for you though, albeit a bit late” he says, unlocking his screen to open his gallery. you perk up at the mention of a picture and you sit up a bit, this time scooting closer.
your knees touch just as carlos turns his phone to show you his screen.
“he’s so cute,” you coo at the sight of piñon staring at you through the phone. slowly reaching to move the phone closer, your fingers go over his and carlos expects you to take his phone, but instead you let your touch linger.
there’s a moment of silence before your eyes shift from the phone to carlos. there’s so much you want to say, but you know it isn’t fair to any of you.
“i miss him,” carlos looks at you. the words feel heavier than they should. they hold more meaning and you both know it. he puts his hand down, fingers tracing over the doodle once more.
“i know, he misses you too.”
some nights carlos stays up late, staring at the ceiling of whatever room he’s staying in for the night. he likes to draw images on the ceiling, imagine something he can’t have but ultimately wants.
he sometimes imagines crossing the finish line first, lifting the trophy, sitting on the top step of the podium. not only once but multiple times. sometimes he imagines lifting the wdc trophy, imagines his name carved into the list of legends in the sport.
as much as he loves the sport, it’s exhausting most times. both physically and mentally. the traveling, although fun, taxes him mentally.
the changing hotel rooms, living out of a suitcase almost every other week gets old pretty quickly when you’ve been doing it for years. friends and family are good company, but sometimes he craves more. a constant, a person to call his.
so inbetween images of the top step of the podium, glimpses of you always seem to appear through his mind.
he let his ritual slip once when talking to lando. lando calls it manifesting, something he’d caught when scrolling through tiktok. and carlos isn’t one to believe in the energy of the universe, but for this he’ll make an exception. some things are meant to be wished for.
and honestly carlos needs to thank lando, even give him a gift, because tonight is one of those nights, and one thing he didn’t expect is to be behind the wheel of his car after being tucked in bed almost two hours prior.
the moment your name flashed across the screen he was already up on his feet.
so he parks in your driveway, just to see you sitting on the stairs of your doorstep. he takes off his seatbelt, lets the engine run for a second as he tries not to think about it too much.
you only look up when he opens the car door, slowly getting up as he comes closer to you. that’s when he notices it, your wet cheeks and swollen eyes. “hey,” you murmur, voice shaky. he doesn’t say anything, just wraps his arms around you before pulling you close to his chest.
and this is exactly why you both didn’t see eachother often. why distance was best for you both. because here he is, on your doorstep with your face tucked into his chest.
he knows why you called, knows showing up isn’t making it easier for any of you, but he’s selfish, and you are too. it might not be the first time you’ve called, but every time it happens carlos is scared it’ll be the last.
it feels like a ritual, carlos climbing into your bed in his boxers and a shirt you had chucked at him from his previous late night visit. no matter how long ago you always kept it with you.
the room is cold, your insistence of not turning on the heater during winter still prominent after all these years. he never minds though, not when your body presses against his under the sheets, not when his arms wrap around you to pull you close.
his lips press against your forehead, soft and careful. he feels you let out a small breath, feels the tip of your nose poking at the center of his chest. he moves to look down at you to find your eyes already on him. “you feel better?” he asks, carefully tucking a strand of hair behind your ear. he lets his fingers graze over your cheek, thumb slowly going under your chin.
“i do, thank you for coming,” you murmur, eyes dropping to his lips. you both know you shouldn’t.
you continue to lay in eachother’s company, letting the familiarity sink in. it’s the perfect moment to forget about it all, about why moments like these were worth the distance and the stress. it’s the perfect moment to think about the what if’s.
and the nights always start like this, with strong composure and innocent touches. but every single time the night fails to end how it starts.
your breath feels warm against his neck and his grip is strong on your waist. your lips always manage to press closer and his hands always manage to go lower.
“carlos,” you murmur. it’s always soft and always so needy.
and carlos should know better, does know better, but his hands are slipping under your shirt, and your fingers are already dipping into the waistband of his boxers.
his teeth graze against the sweet spot on your neck and the sounds you let out spur him on further.
he wants this moment with you.
you always awaken to an empty bed after, with no evidence of his presence apart from the marks on your skin. it never upsets you to wake up by yourself, as it was an easy way for you to run away from the reality of the previous night.
sometimes though you like to imagine what it would be like if he stayed one of the mornings. whether you both would finally talk about everything, instead of tip-toeing around it all, but you never do.
at the ene of the day the risk always seemed to outweigh the rewards.
despite waking up with a certain sense of satisfaction, the feeling was always mixed with guilt, and often times regret. not for the choices made during the night but regret for letting things end in the first place.
the risk of not being on the same page was definitely not worth the conversation. you were just as selfish as carlos. if turning your head towards another direction was all you needed to do then that is exactly what you’d choose.
so life peruses normally, the seasons continue to change. the snow from winter melts as the spring flowers take their time to flourish. but every night when you close your eyes it’s like there’s something missing.
you never seem to shake it off, the only option is to dull it out, seeking comfort in others that don’t just quite make you feel the same way. carlos is no better though.
you see the headlines on ‘hola’ magazine. the photos of carlos going home with a pretty brunette or blonde not far ahead. the girls change every other week and you can’t even bother to keep up, especially not when you have your own little distraction.
this time it’s javi. a friend of a friend who funnily enough works in motorsport too. unlike carlos, he isn’t a driver, mainly arranging the different events that go through spain.
you try to not mention carlos at all, especially when the formula 1 spanish gp gets brought up to the table one month into seeing each other. you just hoped your friend knew better, but unfortunately she doesn’t and you’re the only one to blame for it.
“her ex is a ferrari driver now!” it’s innocent, your friend blissfully unaware of the way you tensed at the mention of carlos. in everyone else’s eyes you were both fine, some would even say great, the picture perfect image of healthy exes.
“oh?” he asks. he senses the tension growing in your demeanor, the way you shift in your seat. your friend notices the questioning look he gives you.
she laughs, genuine, and innocent. “it’s not like that, they’re on good terms. no funny business anywhere.” and it sounds so true that you almost believe it yourself.
the topic washes over the conversation, but your mind stays right there.
her words ring in your head. on good terms. no more funny business. you’d be lying if you said you no longer remember the way carlos’ lips traced your skin, or the way his hand wrapped around your neck.
“so you’d be down to come with me to barcelona?” you snap out of your thoughts at the question, gaze coming up from the table.
“sure, it’d be nice.” you answer, not finding the courage to even make an excuse. your fingers fiddle with the hem of your shirt during this. should you give carlos a heads up?
you smile when you get a peck at your lips, nodding when being asked if you were excited. “very,” you say, wondering at the same time when you had gotten so good at lying when it came to carlos.
the sun is shining brightly over the city, no cloud in sight. you can’t complain about the heat though, not when you’re tucked inside the paddock’s hospitality area. your paddock pass hangs around your neck, special guest written in small fine print along with your name.
you’re by yourself at your table, fingers fiddling with your phone’s strap as you wait for javi to get back to you. he had left over an hour ago for a catch up with the board of the track, and although you didn’t mind spending some time by yourself, the wait is becoming longer than you had initially expected.
you’re not short on entertainment, deciding to walk to the balcony as the sound of the engines reverberate through the building.
you watch the flurry of f2 cars pass, each car being pushed to its limit as the drivers attempt to qualify with the best lap possible. the crowd cheers as they watch a new name place itself in p1.
your mind wanders as you watch, thinking about the red badge you had tucked away in one of the zippers of your purse.
you had received it in your mailbox a week after telling carlos you were going to be at the race.
he knew you were coming with javi, the only catch though was that you only received one pass.
you entertain the idea, a quick drop-by wouldn’t hurt any of you. it’s carlos’ home race and it felt wrong to not wish him good luck.
so when javi’s apology appears on your phone saying it would take him a few hours, you find yourself turning away from the track and slipping the tag off your neck as you make your way out.
you shoot out a text, dropping by to say hi.
you get your answer before you even get to ferrari’s building, the red pass now hanging around your neck instead and you find carlos standing idle by the entrance.
the moment he spots you he eyes you over, gaze following down the black and red lanyard to see your tag. as childish as it is he finds himself smirking, well aware of who’s name you were carrying around with the badge.
you’re let in easily, carlos pressing the button to open the doors from the inside. he gives you a hug, finding comfort in the way you tucked your chin over his shoulder.
your badge is between his fingers when you pull away. he flips the badge over, reads over the text before letting it go. he does nothing more of it, simply asking you how you were before taking you upstairs to his room in search of more privacy.
the room is bright red, a contrast to the white walls you were used to during his time at toro rosso. you make no issue of making yourself comfortable though, sitting on one of the chairs that’s pressed against his table.
“the whole country is rooting for you,” it’s merely an observation of your time so far, countless of 55 merch dispersed all around the crowd. “you nervous?” it’s supposed to be teasing, but carlos knows you enough to notice the place of concern in your question.
“a bit, shitting myself actually.” the confession comes out more serious than not and he simply tries to brush it off with a laugh. “but hey- can’t be worse than last year hm?” the joke falls flat between you both and there’s a silence that is almost suffocating. despite carlos’ good nature and strong spirit, you knew him well enough to know he was still letting past performances follow him.
the seconds feel like hours before you speak up, trying to determine what is best for you to say. you know carlos was one of the last people to want something sugar coated for him. “last year was.. something. but if anything- from what i saw today the crowd believes in you.”
carlos lets out a lighthearted laugh, and you know what he thinks of your answer. “don’t just say that to make me feel better.”
his eyes bore into you as you say the next words, and you let your eyes meet then. “you know, i say that because i believe in you too.”
throughout all the years you’ve known him, one thing never failed to be true: you had always believed him from the beginning, and at the end of the day you’d always be rooting for him.
“thought i’d get to meet your boyfriend today,” carlos says, resting on the edge of his table as he crosses his arms across his chest. you can’t tell if the remark is meant to be a jab, or whether it was something carlos wanted to do. “it’s serious?”
he doesn’t look jealous, simply leaning his head to the side as he waits for you to answer. you could lie, say that it was serious and you wanted it to go somewhere, but you’d both know you wouldn’t be telling the truth.
the choice you end up with is to not answer altogether, letting out a sigh instead. that’s all that carlos needs to know so he nods, taps his fingers over his arm. “how much time do you have?”
you watch him walk over to the door, and you pinch the end of your dress as your eyes trace his back. “i think i need company for the nerves.” he explains, “is it okay?”
it isn’t okay, but javi wouldn’t be back for at least two hours. “i have as much time as you need me,”
you expect carlos to lock the door, for both of you to ignore the elephant in the room and just continue the cycle but the lock never clicks.
instead he turns back around, a nervous expression on his face. you feel the energy of the room shift, and you watch carlos come closer. “actually… is it okay if we just talk?” he doesn’t mean just talking, the fiddling of his fingers giving it away.
“about?”
“you know about what,” carlos murmurs, “i just- i need to know where we’re both at. well, where you’re at.”
you chew your bottom lip, take a deep breath as you tuck your hands under you. “but, what if,” you’re unsure on what to say next. what if you’re not on the same page? what if you realise it’s best to end things? “what if things change?”
carlos smiles small, shakes his head before he speaks. “i’ll always be here, you know that right? even if we’re not on the same page right now.“
“i know.” you murmur as he sits down next to you.
it’s later that night that you break it off with javi with an apology and carlos’ hotel room card in your back pocket.
you stay the night, the morning, and the night after that.
“feliz año nuevo!”
carlos smiles when his mother comes close, stamping a kiss to his cheek. he wraps his arm around her, hugging her close as the sound of fireworks slowly dwindle down.
the cheers have already died down, and the tv is on silent, music playing through the stereo instead.
“terminaste todas las uvas?” did you finish all of your grapes? reyes asks, gently reaching over to fix carlos’ hair. carlos rolls his eyes playfully, they weren’t even ten minutes into new years and two people had already touched his hair.
“no, no las terminé,” he looks away from reyes, unable to stop the smile that was forming on his lips and the warmth he felt spread through his chest.
reyes smiles, follows carlos’ gaze. she doesn’t need to ask but does so anyways “y no pediste un deseo?” and you didn’t make a wish? carlos shakes his head.
“el mio ya se cumplió,” mine already came true.
it takes you a moment to catch carlos staring, and he holds back a laugh when your eyes go wide the moment you realise reyes is there with him. you’re quick to walk over, “reyes, happy new years.” you’re smiling ear to ear, blanca who had stolen you from carlos mere minutes ago trailing behind.
as soon as you’re done hugging reyes he wraps his arms around you from behind, presses a kiss to your cheek before shifting to peck at your lips.
“quit snogging. you didn’t even try finishing your grapes before.” blanca comments which gets her a pinch on her side from carlos but he backs off nonetheless as soon as he notices you getting flustered.
it’s only later that morning, when he stumbles into the bed with you that he finds your lips again. you laugh between kisses, both of you tired and heavy limbed as you sneak under the blankets.
it’s once you’re both settled that carlos speaks up. “happy new year,” he murmurs against your lips, smiles when you murmur it back before kissing him again. he savors the moment, can still taste the hint of mint from your mouthwash. once you pull away he smiles, looking you in the eyes. he can’t help himself, the words being at the tip of his tongue during the whole evening. “this year’s our year hm?” he finally asks.
you smile softly and nod, coming closer before answering with a whisper of promise. “this one and the next.”
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Calmar tu sed pt.2
Mis queridaaaas, les vengo con una segunda parte del fic que tantó le gustó (gracias por hacérmelo saber)
Mucho más desvergonzada que la primera, quedan advertidas.
probablemente el banner más feo que he hecho jamás, perdón
💕Sub!Blas Polidori x f!reader
❤️🔥+18 sexo explícito, blas es aún más insaciable, masturbación, sexo oral, mommy kink
Después de una mañana intensa de trabajo por fin podías relajarte en casa. Bendito horario de verano; la jornada empezaba antes y tenías que madrugar bastante más, pero el paseo hasta la estación al comienzo del amanecer con la brisa de la mañana te daba una tregua respecto al calor sofocante de la ciudad.
Hoy habías picado algo con tus compañeras, así que al llegar a casa ni siquiera tenías que pensar en qué comer. Después de una más que necesaria ducha fría te vestiste únicamente con una fina camiseta de tirantes y unas bragas de encaje, asegurándote de que todo fuera lo más fresco posible.
Recordaste al pasar por delante de la mesa del comedor que tenías que leer un manuscrito antes de que llegase el fin de semana. Habías prometido corregir la gramática del texto para una amiga que estaba iniciando sus andanzas en la escritura, y ya que tú habías hecho una carrera de letras, disfrutabas con ello.
Sin más, te recogiste el pelo aún húmedo por la ducha con una pinza de plástico y amontonaste unos cojines en el cabecero de la cama para leer recostada pero no totalmente tumbada.
La camiseta, además de ser de tirantes era bastante suelta e incluso un poco grande para ti, así que tus pechos amenazaban con fugarse de la tela y las tiras se caían de tus hombros constantemente, pero no le diste demasiada importancia, total, era tu casa.
El sonido de la puerta de la calla abriéndose y cerrándose.
¿Blas había llegado tan pronto?
-¿Amor? – preguntaste alzando la voz
-Sí, mi vida, llegué.
En realidad, habías reconocido el sonido de la forma particular que Blas tenía para entrar, y después, el sonido de sus llaves cayendo sobre el platito de cerámica que teníais junto a la puerta.
A continuación, sus pasos pesados por el pasillo. A Blas le afectaba el calor todavía más que a ti, le agotaba.
Cuando asomó por la puerta quitándose la mochila de la espalda ya te hizo reír con su expresión de sorpresa y su sonrisa.
-Pensaba que los bombones se guardaban en la heladera en verano, che.
Tú reíste ante su comentario-intento-de-chiste.
-¿Qué tal el día, bebé?
-Tch, tch, tch – te quiso silenciar de forma humorística, y, con exageración se pellizcó el puente de la nariz y cerró los ojos a la vez que levantó el índice de forma dramática – no vas a fingir que no te estoy viendo hasta el carnet de conducir desde aquí.
Riendo te tapaste un poco los pechos subiendo tu camiseta, pero uno de los tirantes se deslizó por tu hombro otra vez, dejándote claro que esa prenda ya no servía demasiado para cubrirte, quizás deberías reutilizarla para trapos.
-Y, hace un calor de mil demonios, nene, ¿qué querés?
-Bueno, si me preguntás… - dijo él con media sonrisa sentándose en el borde de la cama y acariciando tu pierna suave.
La verdad es que estaba tan guapo con la camiseta blanca que llevaba…
-Nah, nah, nah – le quitaste la mano de tu pierna como si fuera una mosca de las que molestan en esa época – quietito ahí que nos conocemos y tengo que leer esto, amor.
Blas hizo caso omiso a lo que le dijiste y empezó a juguetear con el elástico de tu ropa interior, pasando el dedo por debajo tentado de bajarlo.
-Blaaaas, sólo dame un par de horas que acabe de leer esto y soy tuya ¿sí? – pediste en tono de súplica.
-¿¡Dos horas!? ¡Pero…!
-Blas – dijiste intentando ponerte seria. En realidad, te estaba costando mucho no reírte ante las pataletas de tu novio. Este se cruzó de brazos y te miró enfurruñado resoplando.
Fingiste no mirar por encima de la pila de folios que sostenías, haciendo como si ya hubieses vuelto sin problema a tu momento de concentración en la lectura. Viste cómo tu novio se acomodaba un poco el pantalón, probablemente ya tenía una incómoda erección; eso te aceleró el pulso. No es que no quisieras, pero estabas muy ocupada y no ibas a adelantar trabajo si te la pasabas en la cama con ese pendejo toda la tarde. Este chico…
Cuando se levantó asumiendo su derrota e iba rumbo a la ducha le paraste.
-Blas, amor.
-¿Sí? – dijo con un tono menos lastimero que antes; a veces tenía que asumir que los adultos con responsabilidades hacían otras cosas a parte de coger, se dijo.
-Podés comer, pero… dejáme leer, ¿ta?
Blas te miró con los ojos muy abiertos como si le hubieses dicho que le esperaba su comida favorita después de estar toda la mañana pasando hambre. Bueno, en realidad, así era.
No perdió tiempo y se quitó la camiseta, dejándote ver ese torso delgado que a ti tanto te encantaba.
Si fuera un dibujo animado ahora mismo se estaría anudando una servilleta al cuello, pensaste divertida.
Se tumbó entre tus piernas poniéndose cómodo. La gran estatura de Blas os había obligado a comprar una cama de gran tamaño para que ambos pudieseis caber en ella.
Como si se tratase de un bombón exquisito, así como te había dicho nada más entrar en la habitación, comenzó a deshacerse de tus braguitas de encaje como si fuera el papel plateado que envolvía su dulce preferido. Las tiró a un costado ganándose una mirada reprobatoria de tu parte, la cual mitigó rápidamente con esa media sonrisa de nene que no ha roto un plato en su vida y por la cual se libraba de todas las veces que querías reprenderle.
Al retirarlas se había dado cuenta de cierta húmeda mancha, pero decidió no decir nada tal y como le habías pedido. Esta vez iba a ser obediente.
Tuviste que hacer uso de toda tu concentración para no gemir cuando sus dedos apenas comenzaron a rozar el interior de tus muslos. Y un carajo ibas a leer tú.
Escondiste tu rostro detrás de los papeles y cerraste los ojos con fuerza. Era un gemido profundo lo que querías dejar salir cuando su lengua caliente dio una primera pasada de cortesía por encima de tu sexo. Sin embargo, sólo te permitiste soltar un suspiro, que esperabas quedase ahogado por el sonido del ventilador del techo sobre vosotros.
Él hizo un ruido de placer al besar y lamer ya sin titubeos tus otros labios.
-Mmmmhhh…
Con una mano, sujetabas la pila de folios, pero con la otra decidiste ordenar los rizos de la cabeza de tu novio, no para marcar el ritmo ni nada de eso, qué va.
La sensación de su lengua era deliciosa, tan húmeda que cualquiera diría que había bebido agua justo antes, aunque que tú supieras, no lo había hecho.
Se introducía en ti con el músculo de su boca, con una fuerza y destreza que te hacía ver las estrellas. No creías engañar a nadie fingiendo leer a estas alturas, pero creíste que era necesario no romper la magia del juego y seguir sin mirar a tu novio.
-¿Está rico, nene?
Blas, que parecía temer que se agotase la fuente de su placer, lamía con auténtica sed entre tus piernas. Pero salió para tomar aire y responder, con los labios y la barbilla húmedos de su propia saliva y tu excitación.
-Sí, mami…
Dios, cómo querías tirar los documentos al mismo sitio donde Blas había tirado tu ropa interior. Doblaste tus rodillas y abriste más las piernas para darle aún mejor acceso.
Notaste - aunque intentabas mirar lo mínimo por si subía la vista hacia ti – como sus caderas se movían, probablemente de forma involuntaria, contra el colchón. Pobrecito.
-¿Y ya estabas muy cachondo? – preguntaste intentando fingir desinterés y casualidad.
Blas asintió con la cabeza, provocando con ese movimiento un pequeño gemido de tu parte.
- Y sí, mami, ya me iba a hacer una paja en la ducha, sabés – dijo rápidamente antes de continuar con su festín, así como uno sale del agua para tomar aire y vuelve a sumergirse.
-Pobrecito… - dijiste en tono de compasión, pasando una página que obviamente no habías leído del manuscrito, habrá que disimular, ¿no?- Pero ya hemos dicho que eso no, mi nene… mami te da lo que vos necesitás, ¿verdad?
Asintió de manera más enérgica y comenzó a dar estocadas en el colchón ya de forma voluntaria, de forma salvaje. Se estaba follando vuestra cama. Gemiste al imaginar como su ropa interior y sus jeans, que no le había dado tiempo a quitarse, se estarían humedeciendo bajo él, eso siempre te había parecido de alguna manera adorable. Soltaba pequeños gemidos mientras se agarraba a tus dos muslos como si su vida dependiese de ello.
-Blasito… la tenés muy dura? – preguntaste como si no lo supieras.
-Sí… - lloriqueó.
-Podés tocarte si querés…
Él te dedicó una mirada rápida como teniendo cuidado de no hacer que te replanteases tu decisión. Después se levantó de un salto y comenzó a bajarse el cierre del pantalón.
Cuando se bajó el bóxer intentaste concentrarte en las palabras escritas que tenías delante, pero fallaste miserablemente. Era un pecado no ver semejante obra de arte de la naturaleza.
Con la mano derecha agarró su miembro y, usando el líquido preseminal que llevaba un rato manchando su ropa, lubricó su punta con alivio, comenzando a masturbarse mientras te observaba aún a los pies de la cama.
Cuando volvió en sí, retornó a su posición, tumbado entre tus piernas, sin embargo, esta vez no lo hizo boca abajo, si no que se recostó de lado, para dar espacio a lo que tenía entre manos.
Aún así no había olvidado su cometido, y apoyó la mejilla en tu muslo, lo suficientemente cerca para poder seguir lamiendo cómodamente mientras conseguía aliviarse con su mano.
-¿Cómo decías vos? Estos adolescentes siempre con la pija dura, ¿no? – dijo con la respiración entrecortada entre lamida y lamida – ¿y que querés mamita? No podés poner a dieta a alguien y después prepararle tremendo dulce…
-Vos ya no sos ningún adolescente, Blasito …tenés- Ahhh!! … un… problema – gemiste sin poder evitarlo.
Él no hizo caso a tu comentario y siguió bebiendo de ti mientras se masturbaba desesperadamente.
Te agarrabas con fuerza a los papeles con una mano y a la almohada debajo de tu cabeza con la otra, no podías más del placer. Si seguía así un par de minutos, ya fue, pensaste.
-¿Puedo, mami? – dijo con voz ronca. No te dijó qué, pero la forma rápida y errática en la que movía su mano y su lengua te dio una idea de qué era lo que quería hacer.
-Sí…. ¡Sí! – gemiste casi gritando.
En un movimiento que ni viste, Blas se incorporó y se colocó entre tus piernas para penetrarte. La exagerada humedad que te había provocado hizo que no tuviese que prepararte primero con sus largos dedos. Antes de que pudieras darte cuenta ya se estaba moviendo dentro de ti, llegando muy profundo y haciendo sonidos que sonaban casi a una queja. Pareciese que no podía ir tan rápido como su miembro necesitaba.
-Mami….!!!
-Venite, mi niño…venite dentro de mami,…todo dentro….
-¡Mami, no puedo más! – gimió y encontró un patrón de embestidas más rápido todavía. Parecía un conejito desesperado entre tus piernas.
Notaste tu orgasmo arrasar dentro de ti, haciendo que te aferrases a su espalda clavándole las uñas.
Un buen grito salió de tu garganta, barriendo consigo todas las tensiones acumuladas de ese día con cada pulsación de tu sexo.
Blas te miró y abrió la boca, como si no pudiese creer lo mucho que le estabas apretando mientras te sostenía entre sus brazos.
-Me vengo, nena… me vengo… - cerró los ojos con fuerza y dejó salir un sonido casi gutural de su pecho.
Después de eso, solo pudiste notar como la corrida que llevaba guardando para ti desde… ¿anoche? ¿no hacía ni doce horas que habían cogido? Llenaba tu interior con fuerza.
Gimió mientras se venía, hundiendo su cara en tu pelo, desparramado por la almohada.
Os tomó un buen rato recuperar el aliento. Ahora ambos estabais empapados en sudor y hechos un completo desastre.
No hacían falta palabras, cuando intercambiasteis la mirada supisteis lo que queríais decir: a la ducha.
Te levantaste con esfuerzo de la cama, como quien se levanta de un viaje muy loco en los toros mecánicos; despeinada, con la ropa movida y sin aliento. Tuviste cuidado de no derramar lo que tu novio había derramado en ti antes de llegar al baño, aunque un poco escapó inevitablemente por tus piernas.
Ya desde la ducha gritaste para que te escuchase en la habitación.
-Si aún querés más vení a la ducha por que luego me tengo que poner a leer sí o sí, ¿ta?
Blas sonrió mientras recogía tus bragas del suelo
-¡Voy!
Agradezco mucho sus comentarios 💕
tags: @madame-fear @deepinsideyourbeing @loveinsprings @lunitt
@lastflowrr @iamjustadoll (como siempre, diganme si quieren que las incluya en la taglist o las borre <3)
#chiquitita-fics#la sociedad de la nieve#society of the snow#lsdln cast#lsdln x reader#lsdln fics#lsdln smut#blas polidori smut#blas polidori x reader
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Por si quieres saber más, escuché esta canción mientras lo escribía.
Una pequeña obscenidad para rascar la picazón que me ha dejado este relato sobre John Price x Cali x Me (Gigi). Si quieres conocer a una de las mejores escritoras de COD puedes encontrarla como @the-californicationist y aunque ella no lo sepa, probablemente tengamos una relación a distancia.
Como siempre, mis obras son +18. Si no te gusta algo, por favor no lo leas.
Johnny estaba, para decir palabras menores, celoso de lo afortunado que era su Capitán. El mismo Capitán que se había deslizado de su asiento, con Cali apretada contra su cadera, en busca del pajarito que les había dado la nota. Y aunque el resto del 141 intentó ignorarlo, o cómo había dicho la mujer de cabello negro cuando la invitaron a sentarse en su mesa: “hacerse los locos”, porque era difícil evitar el elefante en la habitación. Sin embargo, la más joven que les comentó le decían Gigi, parecía esa cosita dulce que cualquier hombre quisiera tener en sus fauces.
Ghost, al menos, podía sentirse aliviado de que Price se había llevado toda la atención. La amargura de sus celos mermaba al mismo ritmo en que Cali parecía derretirse, conversando animadamente, al igual que John pareció más relajado cuando la rubia le daba miradas de aprobación ante los avances de la desconocida.
Y no, Johnny después se enteraría, para disgusto de Price, que no tuvieron sexo con ella esa misma noche, ni siquiera dos semanas posteriores a ese encuentro. Les había tomado varias citas para comunicar claramente sus intenciones, límites y necesidades; Gigi estaba temerosa, esa servilleta la había enviado bajo los efectos de dos sangrías y quizás un gesto demasiado atrevido luego de admirar durante toda la noche a la pareja que se había refugiado en el lugar más cálido del bar.
Pero todo esa travesía había llevado a ese momento, una lujosa noche de viernes donde Cali había preparado pasta con su cremosa salsa alfredo, tarta como postre; y John sacó un delicioso vino para acompañar. La casa se había limpiado y acomodado, en la habitación principal se cambiaron las sabanas, se recogió el desorden de ropa sin planchar e incluso se encendieron velas aromáticas para que una débil fragancia a vainilla y coco impregnara la atmósfera.
Las negociaciones se habían elaborado. Y antes de darle la bienvenida a una persona a su cama, le habían abierto las puertas de su corazón, compartiendo su amor con la dulce joven que los había cautivado hasta cada célula de su cuerpo.
Tan arrollador y caótico como su espíritu. Se habían enamorado de sus sueños, luchas y aspiraciones.
Y ella, una migrante que había cruzado la frontera para construir una vida mejor, sin intención de encontrar el amor, los conoció a ambos, quienes la salvarían.
“¿Crees que me veo linda?” Cali se movía nerviosamente entre la sala de estar y la cocina, acomodando el escote de su llamativo vestido rojo que hacía resaltar el color de su piel, así como el lápiz labial que había aprendido, volvía loco a John.
Él la miró de vuelta, enrollando las mangas de su camisa blanca, revisando si las chuletas de su barba habían quedado bien recortadas. “Amor, estoy segura de que podrías recibirla vistiendo solo una tanga o una bata de abuelita y saltaría sobre ti”
“Oh, es que no me sentía tan nerviosa desde que cogimos por primera vez” señaló la rubia, aplicando otra capa de gloss para que sus labios luzcan mucho más provocativos.
“Sí, en la manera en cómo te arrodillaste por mí disimuló bastante esos nervios” bromeó John, agarrándola por la cintura y besándola hasta que escucharon el timbre.
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Lo que parecía ser una balada en español camuflaba la cacofonía de jadeos, gemidos y sonidos que rebotaban en las paredes de la habitación donde Cali, Gigi y Price yacían acostados como protagonistas de un cuadro renacentista. Las luces de hada brillando sobre la cama derramando sombras sobre los cuerpos que se fundían en el amor, cautivados, embrujados por la neblina de la lujuria que elevaba la temperatura sobre las sábanas con aroma a rosas y vainilla.
Cali acariciaba los pechos de Gigi, pellizcando los pezones y dejando besos en su boca que gemía de placer ante las ministraciones de John que devoraba su coño, presagiando el dulce ardor de la quemadura de barba con la que despertaría en la mañana. Gigi sujetaba con fuerza el cabello del capitán que observaba como sus dos chicas se divertían, riéndose cuando Cali se burlaba juguetonamente de la mujer más joven que habían descubierto era una princesa de almohada.
“¿Quieres que papi folle este coño, hmm, dulce?” susurró la rubia, compartiendo la misma sonrisa lobuna de John que empujaba los dedos índices y anular en su agujero de goteo.
“Por favor, los necesito a ambos, necesito…” su línea de pensamiento se vio interrumpida por la cadena de gemidos sin aliento que liberaba de su pecho y revoloteaba sus ojos del más asfixiante placer.
“Tenemos una cosita muy codiciosa aquí, amor” dijo John, embistiendo su coño con sus gruesos dedos mientras levantaba su rostro, el resbaladizo untado por toda la boca, su barba y cuello. Cali lo empujó contra sus labios, dándole un beso con lengua y dientes para probar el picante sabor a excitación de Gigi que seguía poniéndose más mojada al ver a los objetos de su deseo compartir esa intimidad con ella.
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John estaba extasiado, luego de haberle sacado un orgasmo a la mujer de cabello negro que yacía encima de Cali besándola y frotando su clítoris, mientras él follaba a la mujer de caderas más anchas, complaciéndola luego de que ambos decidieran entrenar a Gigi para que se volviera un desastre húmedo y desordenado, una gatita dispuesta a complacerlos a los dos.
Su miembro estaba duro y cubierto por el resbaladizo de ambas, embistiendo con vehemencia hasta que su espalda se arqueaba a causa de la excitación. Los ojos brillantes, viciosos, los labios enrojecidos y el los colores de los lápices labiales esparcidos por su cuello, abdomen, y la base de sus bolas peludas, incluso se había transferido a los pechos de ambas mujeres que sonreían al ver la obra de arte que habían pintado.
“¿Estás cerca, eh? Te ves tan deliciosa, cuando los vi no podía dejar de pensar lo bonita que serías con su polla enterrada en tu coño” las palabras más sucias se deslizaban de Gigi, que besaba y acariciaba la unión entre los dos mayores que gemían sin control.
Cuánto se alegraba de que ella hubiese rechazado a MacTavish.
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querido mío te recuerdo como la mejor canción esa apoteosis de gallos y estrellas que ya no eres que ya no soy que ya no seremos y sin embargo muy bien sabemos ambos que hablo por la boca pintada del silencio con agonía de mosca al final del verano y por todas las puertas mal cerradas conjurando o llamando ese viento alevoso de la memoria ese disco rayado antes de usarse teñido según el humor del tiempo y sus viejas enfermedades o de rojo o de negro
Blanca Varela.
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Mini shots (Aemond/ Aegon)
Masterlist de mi autoría
Sinopsis: dos shots cortitos enfocados en unos pequeños Aegon y Aemond enamorados de la lectora.
Aemond: *planchabas las decenas de sábanas recién lavadas cuando el joven príncipe apareció en el lavadero*
____ tomaba una de las tantas fundas de almohada y comenzaba a acomodarla en la mesa cuando el joven rubio apareció, dejándose caer en la inmensa pila de ropa blanca. La joven rió bajito.
—¿Por qué razón hoy me revuelve las sábanas, majestad?—
—Ellos... Se burlaron de mi.—Aemond se hizo una bolita sobre las sábanas—. Se rieron.—
—¿Esta vez por qué?—
—... Porque no tengo dragón.—____ dejó su tarea, acercándose al chico. Se sentó en el suelo, acariciando su blanquecino cabello.
—Que no te moleste, ya obtendrás tu dragón...—le sonrió.
—Pero ellos lo tuvieron antes, eso los hace mejor de cierta forma.—
—De cierta forma, puede ser... Pero tú eres muuucho mejor en otros aspectos más importantes.—Aemond la miró con curiosidad—. Tienes un gran corazón, serás un gran líder en el futuro... Yo lo veo, y espero que tú llegues a verlo también.—besó su frente antes de ponerse de pie—. Ahora salga de las sábanas, majestad... hay que plancharlas.—El chico se levantó con un mejor estado de ánimo con el que llegó, mirando con suma gratitud a la chica que seguía en su tarea.
Sabía que aún era pronto y que las responsabilidades con su familia no lo permitirían...
Pero el pequeño príncipe añoraba con su vida poder tener a la joven a su lado como su esposa en un futuro.
Aegon: *te cruzaste al ebrio príncipe en las escaleras del castillo, preocupándote al ver su terrible estado*
—¿Se encuentra bien, majestad?—Aegon estaba por mandar al diablo a aquella persona que osaba tomarlo del brazo, pero al encontrarse con una hermosa joven, no pudo evitar sonreír.
—Ahora que te veo, sí... Me encuentro mejor que nunca.—La declaración tomó por sorpresa a la joven, quien no tardó en sonreír.
—Debería ir a descansar, principe Aegon... En unas horas será la gran cena y lo mejor sería que usted esté lúcido.—El rubio se acercó a la mujer, tomándola de la cintura y arrinconándola contra la pared.
—¿Quieres dormir conmigo? Me sentiría más relajado si me acompañas.—Antes de poder reclamarle que se alejara, Aegon cayó desmayado, siendo atrapado con dificultad por ____. La muchacha llamó a las sirvientas, pidiendo que lo escoltaran a su cuarto.
—Que cosas... Tan joven y ya con problemas de alcohol.—negó divertida antes de marcharse del lugar.
—Te conviene que te comportes, Aegon. La familia Trevors es muy importante para el reino, y alguna de sus hijas podría ser la única chance de que esquives el casamiento con tu hermana.—La nula atención que Aegon le estaba dando a su madre subió a tope al escuchar aquello.
—¿Puedo cancelar la boda?—
—Tal vez, solo si haces buena presencia y dejas de tomar cuanto alcohol te pongan enfrente.—
—Lo intentaré... ¿Alguna de estas hijas es linda?—
En cuanto el escudero anunció la presencia de la familia Trevors, Aegon miró hacia la puerta, sorprendiéndose al ver a cierta chica entre aquellas personas.
—¿Descansó bien, príncipe?—la chica le sonrió—. ¿O de verdad le hizo falta mi compañía?—
Alicent miraba sorprendida como su hijo se había comportado de manera excepcional esa noche, siendo su extraña fascinación con cierta doncella lo único preocupante.
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high infidelity (Enzo Vogrincic x Fem! Reader)
Capítulo 1: https://www.tumblr.com/analisword/742694471701037056/high-infidelity-enzo-vogrinc-x-fem-reader?source=share
Capítulo 2: https://www.tumblr.com/analisword/742809931904925697/high-infidelity-enzo-vogrincic-x-fem-reader?source=share
Capítulo 3: https://www.tumblr.com/analisword/742966287515402240/high-infidelity-enzo-vogrincic-x-fem-reader?source=share
Capítulo 4: https://www.tumblr.com/analisword/743085967194390530/high-infidelity-enzo-vogrincic-x-fem-reader?source=share
Capítulo 5: https://www.tumblr.com/analisword/743445192395423744/high-infidelity-enzo-vogrincic-x-fem-reader?source=share
—No quiero interrumpirte, pero me pregunto si ya comiste algo—Alana fue sacada de su concentración de golpe, giró la cabeza tan bruscamente hacia la puerta que su cuello dolió, Enzo estaba apoyado sobre el marco de la puerta con las manos dentro de los bolsillos.
Alana tuvo que respirar profundamente al verlo, nunca se acostumbraría a verlo y a su implacable belleza.
Llevaba una simple camisa interior blanca y unos jogging grises, aún así, lucía jodidamente bien.
—Hola—saludó Alana felizmente, miró la hora en su celular y quedó perpleja, eran ya las 9 de la noche y efectivamente, no había ingerido bocado en todo el día—. Mierda, se me fue el día.
—Entonces fue un día bastante productivo, ¿eh?—sonrió Enzo.
—Sí, es mágico este lugar—exclamó Alana cerrando su computadora, ahora que se había dado cuenta que no había comido nada en todo el día, moría de hambre.
—Sos mágica—la corrigió—. Vení a comer, traje pizza—dijo moviendo la cabeza, su estómago rugió al escucharlo y lo siguió hasta la sala.
—Soy vegano—explicó él mientras abría la pizza—. Pero están deliciosas.
—Tengo tanta hambre que así sea pizza hecha de cartón, la comería—dijo Alana tomando una rebanada.
—Te dije que eras libre de abrir el freezer—dijo Enzo con tono apelativo.
—Honestamente me olvidé de comer algo—respondió ella para después darle una mordida a la pizza, tal como Enzo había dicho, estaba deliciosa.
—Tengo que alimentarte para que ese cerebro tuyo siga funcionando—dijo él.
—¿Cómo te la pasaste tú?
—Ehh, tuvimos que repetir la misma escena unas treinta veces porque al director no le parecía nada, pero al final terminó saliendo.
—Debe ser agotador—exclamó Alana arrugando la nariz.
—Lo es—dijo él riendo—. Aún no me acostumbro, en teatro lo hacés una vez y ya está.
—¿Te gustaría volver a hacer teatro?—preguntó Alana con genuina curiosidad.
—Acá no, en Uruguay sí—dijo—. Es más underground allá, nadie te termina viendo y a veces hasta terminas perdiendo plata, pero es auténtico.
—Eres Enzo, gente irá a verte—dijo Alana rodando los ojos.
—Sí, supongo—dijo él riendo y bajando la mirada, Alana inclinó la cabeza.
—No te gusta mucho la fama, ¿no?
—Es complicado, claro que me gusta que mi trabajo sea reconocido, lo que no me gusta es tener a gente hinchándome las pelotas cada que salgo.
—Auges del oficio—exclamó Alana elevado los hombros.
Al parecer Enzo tampoco había omado bocado en todo el día porque comía con un poco de desesperación, Alana sintió lindo que el chico hubiera esperado hasta tarde para comer con ella, terminaron la pizza en silencio y cuando lo hicieron estaban tan llenos que se tiraron en el suelo con las manos sobre las barrigas.
—¿Cómo se tomó Sebastián cuando le dijiste que estás escribiendo de nuevo? ¿o pensa que vas por ahí vendiendo drogas?—preguntó Enzo después de que estuvieron varios minutos tirados viendo el techo, Alana se giró para observarlo mejor, sus ojos la miraban detalladamente y la luz cálida que emanaban las lámparas de la sala hacían que estos se vieran más claros de lo normal.
—Creo que lo de las drogas le hubiera resultado mejor—dijo ella negando con la cabeza—. Dijo que estaba decepcionado de mí—confesó tímidamente.
Enzo la miró como si le hubieran crecido dos cabezas del cuello y dobló el codo para apoyarse sobre su mano, estaban acostados sobre una alfombra bastante esponjosa, aún así la posición del chico parecía bastante incómoda.
—¿Vos estás jodiéndome?—preguntó él con tono de incredulidad—. ¿Quién en su santo juicio estaría decepcionado con vos por escribir? Es lo que más te gusta.
—Pues él—respondió Alana—. Vaya—dijo ella un poco más tranquila—. No es por el mero hecho que esté escribiendo, es porque lo estoy haciendo al mismo tiempo que él, él quiere que esté completamente entregada a su libro.
Enzo arrugó la nariz al escucharla, ella regresó la mirada al techo, ahora que contaba la situación en voz alta, se daba cuenta de lo patética que era.
—Alana…
—Sé lo que vas a decir—lo interrumpió—. Sé que no está bien y creéme que odio esta situación, detesto que Sebastián sea así de inseguro…
—Pero…—la interrumpió ahora él a ella.
—Pero, supongo que tendremos que solucionarlo eventualmente, no sólo es mi novio, es la única persona que tengo aquí—dijo ella volviendo a mirarlo, Enzo la miraba a ella con una expresión que no pudo descifrar.
—Vos sabés que eso es mentira—respondió Enzo apretando la mandíbula, Alana tragó saliva en seco, definitivamente sabía que podía contar con el actor, podría decir que era su único amigo en la ciudad, pero sabía a ciencia cierta que Enzo no se quedaría para siempre en Sevilla, probablemente volvería a Uruguay apenas terminara de filmar la película, o se mudaría ahora a otro país durante meses, probablemente Estados Unidos o Inglaterra, para después repetir la rutina una y otra vez, Alana apretó los labios ante la idea, ¿seguirían frecuentándose una vez él se fuera?
¿Al menos seguirían conversando ante la distancia?
La idea la puso nostálgica, de pronto todo el desorden que había en su mente después de intentar construir un nuevo mundo para la historia que comenzaba a escribir había desaparecido, así como el pensamiento de tener que volver a casa más tarde donde lo más probable es que Sebastián volvería a estar de insufrible.
—Eh…perdona si dije algo que no debo—carraspeó Enzo al notar que ella no decía nada.
Alana rodeó su cintura con sus brazos y hundió su cara en el hueco de su cuello aspirando su olor, no tenía idea lo mucho que había necesitado abrazarlo hasta que lo hizo, el cuerpo de Enzo se tensó al principio por el acto afectivo tan repentino, pero en seguida suspiró y entrelazó ahora sus brazos contra el cuerpo de Alana.
—Gracias por estar aquí—murmuró ella—. Gracias por alentarme a volver a escribir y por prestarme tu casa—hundió más su cara en el cuello del chico y él apretó más su agarre.
—Hey, no tenés nada que agradecer—dijo él—. Yo sólo quiero que vos seas feliz—acarició su cabello suavemente, Alana cerró los ojos, le apetecía tanto quedarse ahí durante horas, dormir con él, el suelo nunca se había sentido tan cómodo nunca, de pronto los brazos de Enzo eran la cama más cómoda que podía existir.
¿Pero qué mierda estaba pensando?
Alana alejó el rostro lentamente, Enzo lo tomó entre sus manos, ella suspiró y volvió a cerrar los ojos, podía sentir su aliento y el de Enzo mezclándose deliciosamente, no podía abrir los ojos, no podía hacerlo porque sabía que si lo hacía se encontraría con los labios de Enzo tan cerca a los de ella que no podría resistirse, de pronto los dedos de Enzo comenzaron a bajar por su cuello, tan largos y firmes pero suaves al mismo tiempo, no sabía qué se escuchaba más fuerte, si su propia respiración o la de Enzo, no podía salir del trance, sabía que haría una estupidez si se quedaba en esa posición un segundo más, de pronto sintió algo húmedo en su cuello.
Enzo había depositado un beso ahí, y aunque había sido suficiente para que ella mordiera su labio inferior patéticamente, también fue suficiente para que saliera del hechizo que él había aplicado sobre ella, Alana puso ahora sus manos sobre el pecho de Enzo y lo apartó un poco.
—Alana…
—Nuevamente gracias por todo—respondió ella—. Pero tengo que irme—Enzo la miró apenado y asintió levemente, Alana depositó un beso en su mejilla y salió prácticamente corriendo del departamento, Enzo no tuvo la intención de seguirla, Alana sabía perfectamente el por qué.
No tardó mucho en llegar a su departamento, se quitó los zapatos y sus pies tocaron el frío suelo de la sala, a comparación del departamento de Enzo, el que ella compartía con su novio estaba casi siempre frío porque el chico adoraba las temperaturas bajas, no había alfombras en el lugar, no lámparas cálidas, no muebles que impedían que el frío aire que se colaba de las calles por la ventana le rozaran peligrosamente la nuca.
Alana se tocó el cuello, aún podía sentir los labios de Enzo sobre su piel, podía sentir sus manos y si se concentraba mucho, aún podía olerlo.
—Hola—la voz de Sebastián la sacó de sus pensamientos bruscamente, ella apartó la mano de su cuello rápidamente, cruzó los brazos sobre su pecho, como intentando borrar las huellas invisibles de Enzo sobre ella.
—Hola.
—Te preparé algo de cenar—informó—. Tu platillo favorito.
Una ola de culpabilidad la invadió, su platillo favorito no se podía conseguir fácilmente, sabía que para prepararlo Sebastián había tenido que recorrer al menos tres mercados diferentes para conseguir los ingredientes traídos desde México.
—He cenado ya y estoy llenísima—respondió, era verdad, el botón de su pantalón de mezclilla estaba haciendo lo posible para no romperse, su vientre estaba pesado e hinchado por las cuatro rebanadas de pizza vegana que había comido—. Pero gracias, mañana me lo desayuno.
Sebastián asintió y parpadeó varias veces, Alana lo conocía tan bien, lo conocía de tanto que sabía que él hacía eso cuando tenía ganas de llorar.
—Quiero pedirte disculpas por el dolor de cabeza que te he estado dando últimamente—dijo él acercándose a ella—. Soy un idiota, y si estamos aquí es gracias a ti.
Alana sabía que se refería a cuestiones de dinero, pues aunque Sebastián haya sido el que recibió el trabajo, no hubieran podido sustentarse para mudarse a España sin el dinero que Alana ganaba.
—Y lamento que hayas llegado al extremo de tener que alquilar una oficina para sentirte cómoda para escribir.
Las imágenes de ella y Enzo en la supuesta oficina invadieron su mente.
—Le diré a Maricia que consiga a alguien para que revise lo que yo vaya escribiendo—informó.
—No tienes que hacer eso—replicó Alana.
—Los dos sabemos que no quieres seguir leyéndome, Alana—dijo él—. Y eso está bien, sé lo agotador que es, yo mismo no quise volverte a leer después de tu primer libro y nunca me diste un mal rato por ello, incluso cuando sí era mi trabajo hacerlo.
—Lamento que leernos nos incomode tanto—dijo ella, lo decía en serio.
—Esas cosas pasan—dijo.
¿Pero por qué ella sí quería que Enzo la leyera?
¿Por qué se había sentido tan triste cuando Enzo no indagó o pidió leer lo que ella había escrito hoy?
—Sí—mintió—. Esas cosas siempre pasan.
—Quiero que esto siga funcionando—dijo él tomándole las manos.
Alana asintió, no podía echar su relación a la basura.
Sin embargo, cuando Sebastián la besó, Alana no pudo evitar imaginarse que era Enzo el que lo hacía.
Y se odió a sí misma por no sentirse ni un poco culpable al respecto.
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Una camioneta roja aparca delante de la puerta del rancho Blackwood. La puerta del lateral se abre y, con ayuda del conductor, baja Laurita Niccals a recoger su bolsa de fin de semana, una maleta lo suficientemente grande como para llevar algo de ropa pero no tanto como para que una signorina no pueda con ella, de la parte de atras. Muchisimas gracias, caballero, que Arceus se lo pague.
Se recoloca las gafas de Sol para asegurarse de que le cubren bien los ojos. Son grandes y redondas, de color rojo en su cuerpo, a juego con el pintalabios que lleva. Lleva la cabeza tapada con un pañuelo blanco, atado bajo su barbilla, lo que destaca los aros dorados que cuelgan de sus orejas.
No ha querido ponerse vestido, por cambiar un poco, en su lugar lleva una blusa blanca, algo vaporosa, y una falda, de color azul con pequeñas flores estampadas, larga, casi hasta el tobillo. Una pequeña tobillera dorada baila cada vez que la pelirroja da un paso
Pasea, como Pedro por su casa, por los terrenos del rancho, hasta que una figura a lo lejos, cargando grandes botellas de leche en un camión, le dibuja una sonrisa en los labios. Desfila hacia ella, hasta estar cerca, pero no tanto como para molestar... o que parezca que está echando una mano . ¿Y que tiene que hacer una señorita por aquí para que le ayuden con sus bolsas? (@oinorinoyaiba)
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