#pudrirse
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Necesito ser mejor y solo me pudro.
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Mientras camino escucho el crujido de mis sueños truncos, tapizando cada paso con sus fragmentos reducidos a nostalgias secas. Hablo y veo como mis palabras se pierden por el primer desagüe. Solo escucho ruido de fondo. Me muevo a velocidades oníricas, como astronauta en la luna, o mas bien como sumergido en alguna profundidad oceánica: lento, luchando contra la presión, contra todo lo que busca resistir mi avance, mientras esquivo desechos nucleares olvidados. Cada día manipulo con cuidado recuerdos explosivos que pueden detonar en cualquier momento. Desactivar pasados tóxicos es tarea difícil, y si no se hace bien, inútil. Esquivo el futuro como puedo, resisto los golpes del presente mientras aguante. Me toman en serio y yo vivo jugando. Quiero hacer de mí algo para siempre, sin importar que alguien lo note o no. Inaugurar la inmortalidad anónima, una eternidad intrascendente, sin bullicio. Una estrella sin descubrir en el universo. Busco siempre la más sucia libertad, porque quien jamás tuvo una mancha, quien no se arrepiente de nada, solo fue el más inmaculado de los esclavos. Me encuentro solo con mis iguales, nada hay inferior a mi, y soy invisible a mis superiores. En el hipotético caso de que me vean, me desprecian (el sentimiento es mutuo). No hay nada debajo del infierno (ya busqué ahí, ya volví con las manos vacías). Nadie quiso ir más allá del paraíso, quienes llegaron se conformaron con llegar. La muerte y el olvido se parecen porque jamás alguien volvió de eso, excepto tal vez zombies: una versión deformada de lo que realmente fue. Una sombra, un eco enga��oso. Por eso no es buena idea volver a aquello que ya se pudrió, ni siquiera estoy seguro de madurar. Solo me mueve una canción que me guste, un whisky o la propuesta de sexo oral. Rara vez hago caso de las señales en el camino, porque no las puse yo, y el camino no es mío. Me salgo de la ruta en la primera recta, o sigo de largo ante la primera curva. Cuando me preguntan por qué lo hago, les explico: no sé manejar.
Acostumbradoalfindelmundolandia: linktr.ee/acostumbradoalfindelmundo
#acostumbrado al fin del mundo#sueños#nostalgia#recuerdos#pasado#presente#futuro#inmortalidad#eternidad#libertad#arrepentimiento#esclavos#infierno#paraiso#muerte#olvido#zombies#sombras#ecos#madurar#pudrirse#camino#sendero#señales#ruta
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Llega un punto en el que te cansas de ser tan amable… y solo quieres que a todos les hagan la misma mierda que te hicieron a ti
- THEY CAN ALL ROT
#fucktumblr#mierda#amor de mierda#personas falsas#pudrete#libre#noches de soledad#una chica rota#a la chingada#a la mierda#noches tristes#desamor#un poco triste#vida de mierda#me siento triste#volver a comenzar#renacer#glow up#pudra#TODOS PUEDEN PUDRIRSE
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TW HORROR BODY LOWKEY GORE
Aquí haciendo lore a mi oc, si yo no soi felis él tampoco
#él es el Naranjao el que ocupo en mis rrss#diganle holi#se supone que tiene la capacidad de pudrirse y ajá#que les parece papus#oc#oc art#oc arts#my oc#nrnjcstsnyms#portfolio#2024#digital art#art#gore#horror body
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el túnel live > el túnel versión normal
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Traduccio
Primera etapa
Recién infectado (por herida o fluidos).
Al principio solo no se notará esta marca de la herida, aunque la víctima sentirá mucho dolor en ella, posiblemente diciendo que siente como si miles de gusanos se estuvieran metiendo debajo de su piel, pero esto será momentáneo.
Esta etapa dura entre 4 a 7 días mientras las feromonas comienzan a infectar todo el cuerpo con el objetivo de llegar al cerebro.
segunda etapa
En esta semana la víctima empieza a perder peso gradualmente, su piel se tornara pálida mientras en la zona de la herida empieza a notarse venas de color morado.
En este punto la víctima estará confundida, cansada y aveces hasta alterada hay ocasiones en que puedan tener arranques algo violentos o les de ataques de ansiedad debido al estres. Pero la mayor parte del tiempo podrán mantenerse estables dependiendo de la fortaleza de cada víctima.
Tercera etapa
Luego de un mes de haberse la infectado los cambios previstos se han vuelto mas notorios la piel a perdido color, las venas solo se han expandido y vueltos mas oscuras.
La víctima empezara a tener pequeñas alucinaciones creera que las personas estaran en su contra, sus recuerdos empezaran a ser confusos todo esto lleno de arranques de ira y desesperación, intentarán golpearse, arrancarse el pelo incluso morderse con tal de parar el dolor es como si algo creciera dentro de ellos y los drenara al punto de dejarlos sin nada.
Aparte un gran hambre casi insaciable en este punto buscaran comer cualquier cosa, desperdicios incluso personas y ellos mismo con tal de tener algo de tranquilidad. Estos sintomas varían su gravedad depende la fortaleca de la víctima.
Esta estapa dura un mes...
Cuarta etapa
No muchos llegan a este punto. Sus extremidades se alargaron y su piel empieza a pudrirse. Pero se sabe que solo es un cascaron aun siguen con vida pero no consientes su mente los abandono hace algún tiempo las plantas que se desarrollaron dentro al fin floreceron liberando más esporas. Son altamente agresivos si llegas acercarse. ¡SE EXPARSE POR EL AIRE!
Lamento si es muy largo. Con el tiempo daré mas datelles sobre la historia y como aun pueden a ver sobrevivientes.
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Recuerda siempre
Fantastic Four (Vol. 1) #502
Guionista: Mark Waid Dibujante: Casey Jones
— Ben Grimm: Verás, Franklin. Me cabrea un poco que acuses a tu viejo tío Ben de rendirse por ti. ¿Cuántas veces me has visto doblado? ¿Una? Chaval, el mundo sabe que soy tan tonto que no sé tirar la toalla. Si alguno de nosotros estuviera atrapado en el infierno contigo, sabes que lucharíamos hasta el fin. ¿No lo hemos probado ya cien veces? ¿Por qué te parece que nos rendiríamos sin salvarte? — Susan Storm: Nunca has tenido que luchar solo, Franklin. No como tu tío Ben. ¿Recuerdas dónde creció? La calle Yancy. El peor barrio, el más brutal de Nueva York. Y hoy aprendes lo que Ben tuvo que aprender. No hay garantías en esta vida, pero no por eso debes vivirla con tristeza. De crío, Ben no tuvo mucha familia, por eso sabe muy bien que eso marca la diferencia, ¿a qué sí? — Ben Grimm: Sí. Hazme caso. El verdadero infierno es pudrirse uno solo sin tener quien te vigile la espalda. No es para nada tu caso.
— Ben Grimm: Uff. Vale. Es la hora de las tortas. ¿Quieres hablar de atrapados en el infierno? Mírame. Mucho antes de nacer tú, yo era un tío normal. Piloto. Me encantaba, me encantaba hasta la muerte pilotar aviones. Y, de la noche a la mañana, mis zarpas no pudieron sostener un tenedor, mucho menos los mandos de un "piper seneca". ¿Qué más merecía la pena? El fútbol. Fui campeón universitario. Pero ahora no puedo saltar al campo sin mandar a alguien al hospital. ¿Mujeres? Aunque una sola dejara de gritar para fijarse en mi belleza rocosa, apenas sentiría la caricia de su mano. No sabía caminar ni comer… me dijeron que debía volver a aprender todo eso. Como un niño. No quería vivir en este mundo. Por eso, cada noche rezaba para no volver a despertarme. Pero tu madre y tu padre, incluso tu tío Johnny, me hicieron entender que, aunque mis cartas eran malas, no tenía que entregar mis fichas. Porque hay cartas buenas que te dejan seguir jugando. Sí, el destino me la jugó, pero solo fue un día. Viví otro más, y otro. Lo más seguro era no salir de mi cuarto. Pero a veces encontré el valor para vivir como quería. Las veces que vi otros planetas, piratas antiguos, ciudades submarinas… y, por mucho que me queje, no cambiaría mi vida por toda la seguridad del mundo. — Susan Storm: No te había oído hablar así. — Ben Grimm: Y si se lo cascas a tu marido, te mato. Recuerdo el día en que naciste, Franklin. La radiación de la sangre de tu madre iba a acabar con los dos. Luchamos en la Zona Negativa contra un tío con alas dragones come-metales y sierras gigantes voladoras buscando cura. Fue aterrador, fue peligroso y, como fue por ti, es buen recuerdo. Porque lo que quiero decir es: la seguridad no es para tanto si tu vida merece correr los riesgos. Sí. Pude pararme ante cualquier atolladero en vez de enfrentarme al mundo. Y algunos días aún me quedo estancado. También te pasará. Es difícil que no te pase. Te perderás en momentos malos, pero, mientras tengas quien te quiera, recuerda siempre que mañana puede ser mejor. — Susan Storm: ¿Lo entiendes? — Franklin Richards: Sí.
#cómics#comic books#comic book panels#marvel comics#superheroes#fantastic four#4 fantásticos#ben grimm#the thing#susan storm#invisible woman#franklin richards#mark waid#casey jones
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Adeline ha cumplido 16 y todos hablan de ella como si fuera una flor de verano, algo que pueden arrancar de la tierra y meter en un jarrón, como si solo estuviera destinada a florecer y pudrirse.
No, Adeline ha decidido que prefiere ser un árbol, igual que Estele, si tiene que echar raíces, prefiere florecer en estado salvaje en lugar de ser podada, prefiere quedarse sola y que le permitan crecer bajo el cielo abierto. Mejor eso que acabar convertida en leña y arder en la chimenea de otra persona.
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Seeing Morrison PicK me up, Ruthar CuRseD at him. Even HeLpLesS on the floor, his WratH did not FaLteR.
"You... damn your name to all hell! MORRISON! You're dead, you hear me? Your body will rot and your name shall be soiled! I'll make sure of that!" But he was not PhaSeD. Those eyes of YouRs I saw.
"So be it. The gods of the sea already know of my failure, bringing death to this once peaceful place.
And yet I can still do this much: even with my life on the line, I will protect this one." --- Viendo a Morrison LeVanTarMe, Ruthar le MaLdiJo. Incluso yaciendo en el piso, su IrA no decayó. "Tu... ¡Maldito sea tu nombre! ¡MORRISON! Estás muerto ¿Me oyes? Tu cuerpo ha de pudrirse, y tu nombre sería mancillado. De eso me encargaré yo." Pero EsTe no se inmutó. Vi entonces esos mismos ojos que vi en ti. "Pues que así sea. Saben los dioses del mar que soy un fracaso, habiendo traído muerte a este lugar que una vez fue apacible. Lo único que se es lo poco que puedo hacer ahora: aún si es a costa de mi vida, protegeré a esta."
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Si los huevos mueren por putrefacción te juro que voy a sufrir como nunca, porque llevo semanas pensando en ello, en que los huevos nunca eclosionaron y todo huevo termina por pudrirse después de un tiempo, esto es terrible, Juanito...
Pero es que además me parecería simplemente deprimente que mueran solo así, ¿Saben? Digo, si se mueren en batalla por lo menos es épico, pero que mueran por una condición fuera de su control me haría llorar ojete.
Por otro lado a lo mejor sacan la mítica de Una Película de Huevos y un Pollo.
Si no son mexas les explico, en la película se nos presentan varios personajes, en su mayoría ya conocidos por parte de la primera película (Una Película de Huevos), pero nos vamos a enfocar en Toto y Willy.
Toto en la película era un huevo, su misión era llegar a una granja para eclosionar y convertirse en un gran pollo. Él termina en una tienda para que lo compren y se lo desayunen, y una señora compra su cartón de huevos.
En la casa de esa señora conoce a Willy, un huevo soldado bastante simpático y divertido, y aunque no se llevan bien al principio, se vuelven los mejores amigos y juntos llegan a una granja.
Ahora sí vamos a lo interesante. En la segunda película, Toto es un pollo, y es secuestrado por un huevo brujo que quiere arrancarle el corazón. Willy y los demás huevos (y un tocino) se embarcan en una aventura para rescatar a Toto. Toto, mientras tanto, ha logrado escapar de la casa del brujo y está vagando por el desierto, como el brujo lo necesita pero no puede ir por él por su cuenta, contrata a los huevos de escorpión para que rastreen, encuentren, y traigan a Toto con vida de regreso.
Toto se reencuentra con sus amigos una vez es acorralado por los huevos de escorpión, con la estrategia de Willy logran derribar a prácticamente todos los huevos de escorpión... Menos a uno, este último huevo se escondió detrás de Willy y lo picó, por lo que su caparazón se comenzó a pudrir, y así como Willy rescató a Toto, ahora era el turno de Toto de rescatar a Willy.
Toto (y Tocino) terminan por encontrar a un huevo muy anciano y sabio, y con su guía descubren que pueden salvar a Willy vaciandole el cascarón y rellenandolo con unas plantitas especiales, además de que con dichas plantas se puede hacer una crema especial que ayuda a conservar el cascarón, por lo que hacen dicha crema y la untan con cuidado en la herida de Willy.
Willy logra salvarse y vive para pelear un día más contra el huevo brujo.
¿A dónde quiero llegar con todo esto? Pues que si se están pudriendo estaría padre que metieran una misión tipo Una Película de Huevos y un Pollo para rescatar a los huevijos 👉👈
Sí, tanto para esa conclusión puñetera, gracias por leer jsjsjsjs
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El paso del tiempo no envejece, es la tristeza que vamos ganando día a día lo que nos exprime, mutila y mata. Por eso lxs niñxs son niñxs: porque son felices. Crecen cuando entristecen. Lxs niñxs infelices ya son viejos incurables, no hay nada más triste que eso. Lxs bebés son las personas que más lloran en el mundo: de 1 a 4 horas por día. Por eso creo que son las personas que crecen más rápido: envejecen a toda velocidad porque sufren más cualquier cosa. Algo parecido nos pasa en la adolescencia que es la mejor de todas las épocas y la peor de todas las épocas. No lloramos tanto como un bebé pero sufrimos todo con una intensidad casi enfermiza. Luego ese proceso se frena un poco pasados los 20, la adolescencia termina en ese momento crucial en el que nuestra conciencia ya cuenta con bastante tiempo vivido para juntar suficiente agradecimiento o resentimiento. Ahí creo que se decide qué tipo de viejxs vamos a ser, a qué velocidad vamos a envejecer y qué tanto nos va a afectar el envejecimiento. ¿Qué tan adultxs somos, que tan adulteradxs estamos? Esos años cruciales son el preciso instante donde decidimos cómo nos tomamos el pasado y qué vamos a hacer con nuestro futuro, si es que vamos a hacer algo. Yo decidí no hacer nada con cualquier tiempo que no fuera ahora. A eso le sumé la dosis justa de whisky, una sobredosis injusta de amor, exposición sin filtro a la luna y todo tipo de protecciones contra el cáncer solar, el 70% de mi vida (hasta la fecha, ojalá que aumente) despertando después del mediodía y un 23% de mi existencia trabajando y ¡PUM! soy inmortal. Al menos por ahora.
Acostumbradoalfindelmundolandia: linktr.ee/acostumbradoalfindelmundo
#acostumbrado al fin del mundo#tiempo#envejecer#vejez#felicidad#alegria#tristeza#niñez#adolescencia#adultez#adulteradez#adulterado#adultarado#madurar#pudrirse#inmortal
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Arepo, su templo, y su sacerdotisa.
Este cuento corto en tres partes tiene su origen en el blog writing-prompt-s («sugerencias de escritura») en Tumblr. En este lugar cualquier usuario puede escribir la continuación de un cuento corto (u otro tipo de texto) a partir de una de las sugerencias que se publican a diario.
La historia de Arepo se volvió viral casi inmediatamente después de su publicación en enero de 2018, y ha estado circulando por redes sociales desde entonces.
Yo he compartido esta historia a menudo con mis amistades angloparlantes, y la he descrito con todo detalle a mis allegados que no leen inglés. Por fin he decidido poner manos a la obra y traducirlo para que todos puedan disfrutar de esta pequenna obra de arte.
Notas del traductor: He obtenido permiso explícito de todos los autores originales que han contribuido a este cuento. Menciono a cada uno de los autores al inicio de su correspondiente parte. Para realizar la traducción de este texto he utilizado un motor de traducción automática, cuyo resultado he revisado personalmente para asegurar la consistencia y calidad.
Sugerencia inicial en [writing-prompt-s]
Los templos se construyen para los dioses. Sabiendo esto, un granjero construye un pequeño templo para ver qué clase de dios aparece.
Primera parte, por [sadoeuphemist]
Arepo construyó un templo en su campo, algo humilde, algunas piedras amontonadas para formar un mojón, y dos días después se mudó un dios.
«Espero que seas un dios de la cosecha», dijo Arepo, erigió un altar y quemó dos tallos de trigo. «Sería bueno. ¿Sabes?» Miró la ceniza esparcida sobre la piedra, las rocas todas torcidas, tosió y se rascó la cabeza. «Sé que no es mucho», dijo, con el sombrero de paja en las manos. «Pero… haré lo que pueda. Sería bueno pensar que hay un dios cuidándome».
Al día siguiente dejó un par de higos, y al siguiente pasó diez minutos de su mañana sentado junto al templo en oración. Al tercer día, el dios habló.
«Deberías ir a un templo en la ciudad», dijo el dios. Su voz era como el susurro del trigo, como los chillidos de los ratones de campo corriendo por la hierba. «Un verdadero templo. Uno bueno. Consigue que algunos dioses reales te bendigan. Yo no soy nadie, pero tal vez pueda interceder a tu favor.» Arrancó una hoja de un árbol y suspiró. «Quiero decir, no quiero ser grosero. Me gusta este templo. Es lo suficientemente acogedor. La adoración ha sido agradable. Pero honestamente no puedes creer que todo esto vaya a traerte ningún beneficio.»
«Esto es más de lo que esperaba cuando lo construí», dijo Arepo, dejando su guadaña y agachándose. «Pero dime, ¿Qué clase de dios eres?»
«Soy de las hojas caídas», decía. «De los gusanos que se revuelven bajo la tierra. Del límite entre bosque y el campo. Del primer indicio de escarcha antes de que caiga la primera nevada. De la piel de una manzana que cede ante tus dientes. Soy un dios de una docena de naderías diferentes, restos que destinados a pudrirse, vislumbres momentáneos. Un cambio en el aire y ya ha desaparecido.»
El dios lanzó otro suspiro. «No tiene sentido adorar nada de eso, no como la Guerra, o la Cosecha, o la Tormenta. Guarda tus oraciones para las cosas que escapan a tu control, buen granjero. Eres tan pequeño en el mundo. Tan vulnerable. Va a ser mejor que reces a algo más grande que yo».
Arepo arrancó un tallo de trigo y lo aplastó entre los dientes. «Me gusta mucho este tipo de adoración», dijo. «Así que si no te importa, creo que continuaré.»
«Haz lo que quieras», dijo el dios, y se retiró más profundamente entre las piedras. «Pero nunca digas que no te advertí lo contrario.»
Arepo decía una oración antes del trabajo de la mañana, y él y el dios contemplaban los árboles en silencio. Así pasaron los días, y las semanas, y luego llegó la Tormenta, negra, audaz y fanfarrona. Inundó los campos de Arepo, sacudió las tejas de su techo, golpeó su olivo y lo redujo a cenizas. Al día siguiente, Arepo y sus hijos caminaron entre el trigo, rescatando lo que podían. El pequeño templo había sido esparcido por el campo, así que cuando terminó el trabajo del día, Arepo juntó las piedras y las volvió a montar.###
«Trabajo inútil», susurró el dios, pero de todos modos regresó sigilosamente al interior del templo. «No había nada que pudiera hacer para evitar esto».
«Estaremos bien», dijo Arepo. «La tormenta ha pasado. Reconstruiremos. No tengo mucha ofrenda para hoy», dijo, y dej�� algo de trigo estropeado, «pero creo que mañana apuntalaré estos cimientos, ¿qué te parece?»
El dios remoloneó en el templo y suspiró.
Pasó un año y luego otro. El templo tenía paredes de mampostería y un techo de ramitas tejidas. Los vecinos de Arepo se reían entre dientes al pasar. Algunos de sus hijos dejaban frutas y flores. Entonces la Cosecha fracasó y los dioses retiraron su generosidad. En el campo de Arepo el trigo brotó fino y quebradizo. La gente lloraba y rasgaban sus túnicas, sacrificaban corderos y derramaban su sangre, miraban al suelo con ojos atormentados y se acostaban hambrientos. Arepo vino y se sentó junto al templo, las flores ahora marchitas, los frutos arrugados, las costillas de Arepo se veían debajo de la piel, sus manos todavía temblando, y murmuró una oración.
«Aquí no hay nada para ti», dijo el dios, escondido en la oscuridad. «No hay nada que yo pueda hacer. No hay nada que hacer». Se estremeció y escupió sus palabras. «¿Qué es este templo sino otra carga para ti?»
«Nosotros…» dijo Arepo, y su voz tembló. «Así que es un año difícil» dijo. «Hemos pasado por esto antes, lo superaremos de nuevo. Pasaremos hambre», dijo. «Todavía nos tenemos el uno al otro, ¿no? Y mucha gente rezaba a otros dioses, pero eso no los protegía de esto. No», dijo, sacudió la cabeza y dejó algunas hierbas marchitas en el altar. «No, creo que me gusta nuestro arreglo».
«Vendrán cosas peores», dijo el dios desde entre los huecos de las piedras. «Y no habrá nada que pueda hacer para salvarte.»
Pasaron los años. Arepo apoyaba una mano arrugada sobre el templo de piedra y algunos días pasaba allí una hora, perdido en la contemplación con el dios.
Y un día fatídico, desde el otro lado de los mares oscuros como el vino, llegó la Guerra.
Arepo llegó tambaleándose a su templo, con una mano presionando el estómago, ungiendo el lugar sagrado con su sangre. Detrás de él ardían sus campos de trigo y los huesos ardían negros en ellos. Llegó arrastrándose de rodillas a un templo de piedra labrada, y el dios salió corriendo a su encuentro.
«No pude salvarlos», dijo el dios, su voz era un gemido bajo. «Lo siento. Lo siento. Lo siento mucho.» Las hojas caían quemadas de los árboles, una suave y lenta lluvia de cenizas. «¡No he hecho nada! ¡Todos estos años y no he hecho nada por ti!»
«Silencio», dijo Arepo, saboreando su propia sangre y con la visión borrosa. Se apoyó contra el templo, con la frente apoyada en la piedra en oración. «Dime» murmuró. «Dime de nuevo. ¿Qué clase de dios eres?»
«Yo…» dijo el dios, y extendió la mano, acunando la cabeza de Arepo, cerró los ojos y habló.
«Soy de las hojas caídas», decía, y evocaba la imagen de ellas. «Los gusanos que se revuelven bajo la tierra. El límite del bosque y del campo. El primer indicio de escarcha antes de que caiga la primera nevada. La piel de una manzana que cede bajo tus dientes». Los labios de Arepo se abrieron en una sonrisa. «Soy el dios de una docena de nadas diferentes» decía. «Los pétalos en flor que llevan a pudrirse, los vislumbres momentáneos. Un cambio en el aire…» Se le quebró la voz y lloró. «Antes de que desaparezca».
«Hermoso», dijo Arepo, su sangre manchando las piedras y filtrándose en la tierra. «Todos ellos. Todos eran tan hermosos».
Y mientras los campos ardían y el humo tapaba el sol, mientras los hombres eran pisoteados y la guerra sangrienta rugía, mientras los cielos desataban su ira sobre la tierra, Arepo el sembrador yacía en su humilde templo, con la cabeza protegida. por las piedras, y regresó a casa con su dios.
Segunda parte, por [ciiriianan].
Sora encontró el templo con los huesos dentro y el techo caído sobre ellos.
«Oh, pobre Dios», dijo, «sin nadie que entierre a tu último sacerdote». Luego hizo una pausa, porque venía de muy lejos. «¿O es así como se honra aquí a los muertos?» El dios salió de su contemplación.
«Se llamaba Arepo», decía, «era sembrador».
Sora se sobresaltó un poco, porque nunca antes había escuchado la voz de un dios. «¿Cómo puedo honrarlo?» Ella preguntó.
«Entiérralo», dijo el dios, «debajo de mi altar». «Está bien» dijo Sora, y fue a buscar su pala.
«Espera», dijo el dios cuando regresó y comenzó a recoger los huesos de entre las ramitas rotas y las hojas caídas. Los colocó sobre un rollo de lana sin teñir, la única tela que tenía. «Espera», dijo el dios, «no puedo hacer nada por ti. No soy un dios de nada útil».
Sora se sentó sobre sus talones y miró al altar para escuchar al dios.
«Cuando vino la tormenta y destruyó su trigo, no pude salvarlo», dijo el dios, «Cuando falló la cosecha y él tuvo hambre, no pude alimentarlo. Cuando llegó la guerra», la voz del dios vaciló. «Cuando llegó la guerra, no pude protegerlo. Vino sangrando de la batalla para morir en mis brazos». Sora volvió a mirar los huesos.
«Creo que eres el dios de algo muy útil», dijo.
«¿Qué?» preguntó el dios.
Sora levantó con cuidado el cráneo sobre la tela. «Tú eres el dios de Arepo».
Tercera parte, por [stu-pot]
Pasaron generaciones. El pueblo se recuperó de sus tragedias: casas reconstruidas, jardines replantados, heridas curadas. El anciano que una vez vivió en la colina y hablaba con piedra y escombros hacía tiempo que había sido olvidado, pero el templo estaba a su nombre. La mayoría creía que estaba vacía, ya que el dios que residía allí hacía mucho tiempo se había quedado en silencio. Sin embargo, cualquiera que pasara por el santuario en ruinas sentía un dolor en el corazón, como si estuviera de luto por un amigo perdido. El frío que se filtraba desde la entrada del templo los desanimó y ahuyentó a cualquier visitante potencial, salvo los raros y especialmente inconscientes niños que dejaban pequeños racimos de flores rosadas y blancas que recogían del prado circundante.
El dios estaba sentado en su apacible hogar, contemplando la carretera distante, los peatones, los caballos de carga y los carruajes, mientras llovían hojas que se arremolinaban alrededor de pies bulliciosos. ¿Cuánto tiempo había pasado? El mundo había progresado sin él, porque sabía que no había ayuda que brindar. El mundo debe ser un lugar cruel, que incluso los dioses útiles han abandonado, si las granjas pueden inundarse, las cosechas pueden resultar estériles y las casas pueden arder, pensó.
Había llegado a comprender que los humanos son criaturas sin sentido, que rezarían a un dios que no puede concederles deseos ni bendecirles la buena suerte. ¿Quién mantendría un templo y traería ofrendas sin nada a cambio? ¿Quién compartiría su compañía y meditaría con una deidad tan infructuosa? ¿Quién enterraría a un extraño sin esperanza de obtener ganancias? Qué bondad tan extraña e inútil habían desperdiciado con él. Qué criaturas tan maravillosas, tontas, virtuosas y desesperadas eran los humanos.
Así que pintó el atardecer con hojas amarillas, atrajo a los gusanos a bailar en su suelo, floreció el límite entre el bosque y el campo con flores y bayas, bautizó el aire con un frío cortante antes de que llegara el invierno, maduró las manzanas con pecas rojas y crujientes para romper bajo los dientes hundidos, y una docena de otras naderías, en memoria del hombre que una vez alabó la obra del dios en su último aliento.
«Hola, Dios de cada humilde belleza del mundo», llamó una voz familiar.
Las esquinas entrecerradas de los ojos del dios lloraron sobre sus labios curvados. «Arepo» susurró, porque su voz estaba ronca por su mutismo de cien años.
«Soy el dios de la devoción, de las pequeñas bondades, de los vínculos inquebrantables. Soy el dios del amor desinteresado e incondicional, de las amistades eternas y de la confianza», confesó Arepo, tranquilizando al otro con cada palabra.
«Eso es maravilloso, Arepo», respondió entre lágrimas, «Estoy tan feliz por ti; una figura tan poderosa seguramente necesitará un gran templo. ¿Irás a la ciudad para reunir más fieles? Serás adorado por todos».
«No», sonrió Arepo.
«Más allá de eso, ¿a la capital, entonces? Gracias por visitarme antes de tu partida».
«No, yo tampoco iré allí», Arepo sacudió la cabeza y se rió entre dientes.
«¿Más lejos aún? Qué objetivos tan ambiciosos debes tener. Sin embargo, no tengo ninguna duda de que tendrás éxito», continuó el dios mayor.
«En realidad», interrumpió Arepo, «me gustaría quedarme aquí, si me permites».
El otro dios se quedó sin palabras. «…. ¿Por qué querrías vivir aquí?»
«Soy el dios de los vínculos inquebrantables y de las amistades eternas. Y tú eres el dios de Arepo».
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Siento que una oscuridad pesada me rodea, me desorienta. Es una oscuridad que me enferma y temo enfermar tanto que en alguno de estos días me muera. Tengo miedo y no sé que hacer ni que me espera. Extraño sus manos cuando sostenían la mía con delicadeza y extraño cuando estaba segura de lo que quería en mi vida futura, en cómo me ganaría la vida y el pan de cada día. Extraño tener una seguridad, esa tranquilidad de saber que algo hay que me guía. Me siento Esther de la "Campana de Cristal". Tal vez estoy sentada bajo la misma higuera, y los higos no están maduros aún, pero yo siento que están todos predeterminados a caer y a pudrirse en el suelo, mientras yo echo raíces en la Tierra y muero también, allí plantada, sin saber cuál de los higos debía comer.
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Por que ya no escribo
Ya no escribo
Tanto me cuesta ponerme en marcha y destrabar mi mente
Sigo esperando que ese alguien llegue y devuelta me emerja algo para poder
acobijarme en el ocio de sus brazos
Ya no escribo y por eso escribo esto
Por que tanto me cuesta escribir que siento que pierdo pasiones
Solo estando triste florezco
Solo nazco cuando muero
Sale lo mejor de mi en mis peores momentos
Y por eso ya no escribo
Por que parece que si escribo es por que estoy muriendo de nuevo
Como asocio volver a amar y seguir sin destruirme
No conozco nada sano
No conozco el amor sano
No se escribir escritos sanos
Y siento que siendo feliz estoy fallándole a algo dentro de mi
Ya no escribo
Y me mata no poder producir aunque ese no sea el objetivo
Haz algo
Muevete
Ya no escribas por que significa que te esta pasando algo
Quiero poder hacer las cosas bien y amar mientras hago lo que amo pero tanto ya asocie la muerte y el odio, el llanto y el estanque, el dolor con el arte, que si trato de volver no puedo, siento que estoy mintiéndole a algo, a alguien, si estoy bien es una mentira para poder encajar por que en realidad ya me acostumbre a la densidad de mi pantano
Pero hoy ya estoy mejor y por eso no escribo
Es posible ser sano y hacer arte sin contradecirme
El arte sana
Cumplió su roll y se fue
Sano y limpio cascaras y costras
Me extirpaba las emociones mas solitarias que venían con el alcohol
cuando me ahogaba en el y mi peor versión
A veces extraño el alcohol sin limites
Animalesco que producia de alguna manera mis peores momentos, pero también razonaba con mi civilización y al unirse podía pudrirse con olor a perfume el dolor de la depresión
Con pruebas quedaron mis peores momentos mas son hermosos al leerlos
Pero si ya no escribo siento que esos fueron los mejores dolores
Contracciones de errores y ahora solo es tiempo
¿Tengo que dejar ir las cosas o asociarlas al cambio?
Ya no escribo
Y por eso escribo que ya no escribo
#fragmentos#letras#escritos#pensamientos#escribir#poemas#poesia#frases de amor#notas de amor#soledad
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"me señaló la hoja húmeda y me dijo que al pudrirse encima de la tierra permitían que la naturaleza siguiera viviendo con lo que moría"
• En la laguna más profunda
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Esperas mortales
Veo necesario rectificar uno de mis primeros fics, Decepción, que publiqué para la Rare Pair Week 2022. Sabía desde hacía tiempo que iba a tener que hacerlo, e incluso se me llegó a pasar por la cabeza borrarlo y reescribirlo, pero, al formar parte de un evento, prefiero dejarlo ahí.
Pero publico una corrección de los hechos para que no sea confuso con todo lo planificado para más adelante.
Irlanda viajaría a España —por primera vez, todo sea dicho—, en 1602 después de la batalla de Kinsale, pero, al contrario de lo que se dice en el fic, no lo haría sola; habría acompañado a "Red" Hugh O'Donnell y a otros nobles en su viaje para solicitar una nueva ayuda a Felipe III.
Serían recibidos en La Coruña con honores por el Gobernador de Galicia y el Arzobispo de Santiago, donde asistirían a la fundación de un Colegio Irlandés y visitarían la Torre de Hércules, lugar de gran importancia para la mitología irlandesa.
(Irlanda no podría evitar acercarse a la torre y recordar a su padre, aunque fuese por un simple segundo, junto a todas sus historias).
Tras hospedarse en la casa del Gobernador, Irlanda habría aprovechado para preguntarle por España —al que no había avisado de su plan por falta de tiempo—, y se habría encontrado con que estaba ausente en América.
A la vez que O'Donnell mandaba cartas al Duque de Lerma y al Rey, Irlanda intentaría encontrar las palabras con las que comunicárselo, aunque no conseguiría nada antes de que, en abril, el noble decidiese entrevistarse con el Rey en la propia Corte para insistir en la ayuda que no hacía más que ser aplazada.
Ella lo acompañaría hasta Valladolid, donde sufriría la falta de respuesta por parte del Monarca y se decidiría por fin a enviarle una carta a España para pedirle que intercediese por el noble. Desafortunadamente, no habría manera de que llegase a tiempo.
Sería obligada a presenciar la enfermedad de O'Donnell, ya en septiembre, y su posterior muerte a los pocos días.
[Se dice que fue envenenado por un irlandés, James Blake, por orden del Gobernador inglés de Munster, pero la Historia está llena de conjeturas, y ni en ese momento ni ahora, conociendo los síntomas, se ha probado que pudiese ser así, por lo que dejémoslo como una incógnita].
Ella estaría allí para llorarlo y rezarlo, para acompañarlo en su entierro en un Convento franciscano, y para enviar una carta a su hermano, Ruarí O'Donnell, avisándole de su muerte.
Y en diciembre sería cuando llegaría España, que se presentaría de inmediato ante ella. Irlanda le recriminaría que no hubiese estado presente en sus últimos momentos, que ni su Rey ni su valido hubiesen tenido el valor de enfrentarle y le hubiesen permitido pudrirse en una torre.
España no podría hacer más que abrazarla y consolarla en el llanto que había acompañado a sus gritos, recriminándole mentalmente a su Rey ese repentino abandono de tan leales vasallos.
(Porque su presencia allí tampoco hubiese asegurado nada.)
Él la habría acompañado hasta su casa, puesto que, por más que lo desease, Irlanda sería consciente de que, por el momento, no podría volver.
[La Guerra de los Nueve Años (1594-1603), a pesar de tener las mayores victorias de los irlandeses sobre los ingleses, acabaría un año después. Sin embargo, desde la derrota en Kinsale se sabía que la ganarían los ingleses, y ya se estaba planeando la Fuga de los Condes, un evento recordado como el final de la era medieval irlandesa, que tendría lugar en 160].
Ella misma se encargaría de recibir más adelante a Florence Corny, el confesor francisco de Ruarí O'Donnell que sería enviado a la Corte española como asesor sobre los asuntos irlandeses y tendría un papel esencial hasta su muerte en Madrid en 1629.
#aph ireland#hws ireland#aph spain#hws spain#spaire#historical hetalia#y esto sería todo#a pesar de que la historia no habría hecho más que empezar#se podría considerar un epílogo para el fic que acabo de terminar y que no puedo publicar hasta el 28 de abril#(no me creo que la haya acabado con tanta antelación de verdad)#pero el último capítulo ya es un epílogo en sí#y no puedo escribir otro porque el siguiente fic empieza donde empieza#(y si me pongo a redactar piezas adicionales se haría eterno y sería hasta cansina)#así que bueno#yo dejo esto por aquí#dulce y salvaje hibernia#desvaríos
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