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«Concretando el problema en su descarnada desnudez, tenemos: que la economía liberal es insuficiente e inadecuada para la realización de los postulados liberales. Veamos, pues, qué nos es más querido: hay que elegir entre los postulados espirituales del liberalismo y su economía.
Porque hoy el liberalismo de muchos es el liberalismo capitalista, el liberalismo económico burgués, y no el humano.»
María Zambrano: Horizonte del liberalismo. Ediciones Morata, 268. Madrid, 1996.
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La modernidad enfrentada a la identidad
Alain de Benoist
La modernidad naciente no dejó de combatir a las comunidades orgánicas, descalificadas regularmente como estructuras que, estando sujetas al peso de la tradición y el pasado, impedirían la emancipación humana. En este contexto, el ideal de "autonomía", apresuradamente convertido en ideal de independencia, implica el rechazo de cualquier raíz, pero también de todo vínculo social heredado. «A partir de la Ilustración, escribió Zygmunt Bauman, se consideró una verdad de sentido común que la emancipación del hombre, la verdadera liberación del potencial humano, exigía la ruptura de los vínculos de las comunidades y que los individuos fueran liberados de las circunstancias de su nacimiento». La modernidad está así construida sobre la devaluación radical del pasado en nombre de una visión optimista del futuro que se supone representa una ruptura radical con lo que le había precedido (ideología del progreso). El modelo que prevalece es el de un hombre que debe liberarse de sus afiliaciones, no sólo porque éstas limitan peligrosamente su "libertad", sino también y sobre todo porque ellas están planteadas como no constitutivas de su yo.
Pero este mismo individuo, sacado así de su contexto de pertenencia, también se plantea como fundamentalmente similar a cualquier otro, lo que es una de las condiciones para su plena integración en un Mercado en proceso de formación. Suponiendo que el progreso causa la desaparición de las comunidades, entonces la emancipación humana pasa, no por el reconocimiento de las identidades singulares, sino por la asimilación de todos en un modelo dominante. El Estado-nación, por último, asume cada vez más el monopolio de la producción de vínculos sociales. Según lo escrito por Patrick Savidan, en la visión moderna del mundo, «el otro se establece principalmente como lo mismo. Esto significa que el otro es una persona como yo, un sujeto, y que debemos, como tales, disponer de los mismos derechos. Somos, en otras palabras, iguales, es decir, que el ser humano, como ser humano, aparece como mi semejante. En esta perspectiva, se opera una especie de reducción de la diferencia y una promoción de la semejanza».
La dinámica liberal moderna arranca al hombre de sus vínculos naturales o comunitarios, sin tener en cuenta su inserción en una humanidad particular. Vehicula una nueva antropología, en la que el hombre debe, para ganar su libertad, desprenderse de las costumbres ancestrales y los vínculos orgánicos, siendo vista esta separación de la "naturaleza" como característica de lo que es verdaderamente humano. El ideal ya no es, como en el pensamiento clásico, conformarse en el orden natural; se encuentra, por el contrario, en la capacidad de liberarse de él. La perspectiva liberal moderna se basa en una concepción atomista de la sociedad como la suma de individuos fundamentalmente libres y racionales, de los que se prevé que actúen como seres desvinculados, libres de toda determinación a priori, y susceptibles de elegir libremente las finalidades y los valores para guiar sus acciones. «Cualesquiera que sean sus divergencias», escribe Justine Lacroix, «todas las teorías liberales comparten un postulado universalista, en el sentido de que tienden a pasar por alto todo elemento empírico para elevarse a las condiciones trascendentales de la posibilidad de una sociedad justa, válidas para cualquier comunidad razonable».
«Una concepción liberal —confirma Alain Renaut— sitúa la humanidad del hombre, no en los fines elegidos, sino en su capacidad para elegirlos»5. Esto significa que el hombre tiene sus finalidades sin ser nunca poseído o determinado por ellos, que el yo es siempre irreducible a lo que él elige ser, que el sujeto es siempre independiente de las decisiones que toma, que siempre permanece a distancia de su propia situación particular, en conclusión, que es un ser que elige sus propósitos en lugar de descubrirlos. La modernidad liberal plantea de este modo la anterioridad del yo, tanto en relación con sus finalidades como en relación con cualquier membresía –condición de miembro de una comunidad– heredada. Esto es lo que le lleva a apoyar también la prioridad de lo justo sobre el bien: «Mientras que la moralidad de lo justo corresponde con los límites del yo y se centra en lo que nos distingue, señala Michael Sandel, la moralidad del bien corresponde a la unidad de las personas y se centra en lo que nos une. En una ética deontológica, donde lo justo es anterior al bien, esto quiere decir que lo que nos separa es —en un sentido importante— anterior a lo que nos une, y que esta anterioridad es a la vez epistemológica y moral».
En este nuevo panorama ideológico, la identidad corresponde a la individualidad liberal y burguesa. Mientras tanto, la modernidad separa identidad singular e identidad colectiva, para colocar a ésta última en un espacio de indistinción. «Es el reconocimiento de una indistinción de derechos, constata Bernard Lamizet, lo que hizo posible en la historia el reconocimiento de esta diferencia fundamental entre la identidad singular, basada además en el linaje y el origen, e identidad colectiva indistinta, basada por otra parte en la pertenencia y en las formas de representación de la sociabilidad [...] En este sentido, la universalidad del derecho es un cuestionamiento radical del problema de la identidad». La filiación es replegada entonces a la esfera privada: «Desde el momento en que el modelo institucional se basa en el reconocimiento de la indistinción, la filiación deja de tener un sentido en la estructuración de las identidades políticas que estructuran el espacio público».
Atacando desde el principio a las tradiciones y creencias, que ella seculariza en el mejor de los casos, la modernidad arranca a la cuestión de la identidad de cualquier "naturalidad", para situarla ahora en el campo social e institucional de las prácticas políticas y económicas que estructuran ahora de una manera diferente el espacio público. Ella separa fundamentalmente el orden biológico de la existencia y el orden institucional. El espacio público moderno se constituye como un espacio de indistinción, es decir, como un espacio donde las distinciones naturales de pertenencia y filiación son tenidas como insignificantes. En el espacio público, nosotros no existimos como personas, sino como ciudadanos con capacidades políticas intercambiables. Este espacio público se rige por la ley. Cumplir con la ley, es asumir la parte social indistinta de nuestra identidad. No obstante, hay que señalar que esta indistinción es aún relativa, ya que se limita a las fronteras dentro de las cuales se ejerce la ciudadanía. Al distinguir una forma de gobierno de otra, la vida política también distingue entre los espacios de pertenencia y de sociabilidad.
Desde que el espacio público es un espacio gobernado por la indistinción, la identidad solo puede ser de carácter simbólico. «Si nos situamos en el campo de la historia, de la política y de los hechos sociales, constata todavía Bernard Lamizet, la identidad no podría ser más que simbólica, ya que las individualidades se confunden en la falta de distinción [...] Mientras que en el espacio privado solo ponemos en representación las formas y las prácticas que constituyen nuestra filiación, hacemos aparecer en el espacio público las formas y representaciones de nuestras relaciones de pertenencia y de nuestra sociabilidad que, de ese modo, adquieren una consistencia simbólica y un significado [...] Desde que forma parte de una dimensión simbólica, la identidad, en el espacio público, se funda como mediación: no funda la singularidad del sujeto, sino su consistencia dialéctica de sujeto de pertenencia y de sociabilidad».
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Un compromiso honrar el legado de los próceres de la Patria | Yanelly Hernández
AYUTLA, Gro. * 1 de marzo de 2023. ) Congreso de Guerrero En el marco de la conmemoración del 169 Aniversario de la Proclamación del Plan de
Ayutla, la diputada Yanelly Hernández Martínez, presidenta de la Mesa Directiva del Congreso del Estado, externó que las legisladoras y legisladores guerrerenses tienen el compromiso de seguir honrando el legado de los héroes que hace años defendieron la soberanía mexicana, y que también sentaron las bases jurídicas para el establecimiento del orden y la paz en la nación. “Nuestra historia y nuestra sangre tienen un lugar privilegiado en las páginas de la lucha nacional, y como tal asumimos con fervor y convicción el compromiso de defender hasta el último de nuestros días a la patria, a la gran nación mexicana”, enfatizó. Al dar el mensaje oficial a nombre de la LXIII Legislatura, como parte de la Sesión Pública
y Solemne realizada este miércoles en la Plaza de la Paz de la ciudad de Ayutla, en la región Costa Chica de Guerrero, la legisladora manifestó que el 01 de marzo es una fecha conmemorativa muy importante no solo para los guerrerenses, sino para todas y todos los mexicanos, por ser el día en que se hizo público el descontento social hacia el gobierno dictatorial que amenazaba la integridad de la república y a los principios democráticos del federalismo. Destacó que el Plan de Ayutla promulgado en 1854 por personajes como Juan Álvarez, Florencio Villareal, Ignacio Comonfort, Trinidad Gómez, Diego Álvarez, Tomás Moreno y Rafael Benavides, jugó un papel central en la constitucionalización de los postulados liberales que desterraron el centralismo de la vida republicana en México, y fue el soporte
ideológico que dio sentido a la revolución que puso fin a la dictadura de Antonio López de Santa Anna. “No solo se trató de un plan o pronunciamiento, sino que fue el parteaguas de nuestra historia en el siglo XIX, el acta de defunción del centralismo y, al mismo tiempo, el acta de nacimiento del liberalismo mexicano, además de fuente del constitucionalismo moderno”, expuso. En ese sentido, manifestó que “como guerrerenses y como mexicanos debemos estar sumamente orgullosos por este acontecimiento histórico, y asumir el compromiso de seguir conmemorándolo cada año con fervor y convicción”. La lectura del documento histórico y el pase de lista de los personajes ilustres que los suscribieron estuvo a cargo de la diputada Elzy Camacho Pineda y del diputado Masedonio Mendoza Basurto, en su calidad de secretaria y secretario de Mesa Directiva. Al acto asistieron el secretario general de Gobierno, Ludwig Marcial Reynoso Núñez, en representación de la gobernadora Evelyn Cecia Salgado Pineda; la magistrada Adela Román Ocampo en representación del presidente del Tribunal Superior de Justicia, Raymundo Casarrubias Vázquez, así como Ysabel de los Santos Morales, primer coordinador del Consejo Municipal de Ayutla de los Libres; Crescenciana Morales Locia de la zona Mestiza y Epifania González Guadalupe de la zona Me' Phaa. Al término de la sesión solemne, ante legisladoras y legisladores hizo uso de la palabra el coordinador Ysabel de los Santos, agradeciendo la presencia del Congreso en el municipio, y solicitando al mismo tiempo la culminación del proceso de designación de autoridades instituyentes del nuevo Ayuntamiento de Ñuu Savi, garantizando el respeto a las comunidades que lo conforman. Con esta sesión pública y solemne quedó instalado el Segundo Periodo Ordinario de Sesiones correspondiente al Segundo Año de Ejercicio Constitucional de la Sexagésima Tercera Legislatura al Honorable Congreso del Estado Libre y Soberano de Guerrero. ] Visítanos en ) acapulcopres.com y Síguenos en ) facebook.com/acapulcopress.news Read the full article
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Oda al voto útil
abril 17, 2021 | Por Tonatiúh Medina
Cuando se declara una huelga y aparece uno dispuesto a seguir trabajando y no apoyar a sus compañeros, se le llama esquirol o rompe huelgas, adjetivarlos está de más.
En política también existen, aunque ellos se dicen demócratas o “terceras vías”, desde la llegada al poder del partido dominante la ciudadanía de forma clara y franca ha pedido que los partidos opositores se coaliguen, que hagan alianzas, las más que puedan, formales o informales, qué más da, el populismo nos ha caído como balde de agua fría y quienes no compartimos dicha tendencia política directa o indirectamente hemos decidido ponernos a trabajar al menos para generar un nuevo equilibrio en la Cámara de Diputados.
Tiene razón el presidente, le queremos limitar el presupuesto o al menos retardar el proceso de destrucción institucional mientras llegamos a la revocación de mandato o a las elecciones del 23 y del 24, si es que llegamos. Guste o no, es una clara propuesta política de la oposición.
Pero, este tipo de batallas electorales merecen del mayor de los consensos, la construcción de un frente amplio, el más incluyente, hoy día después de muchas pláticas, solo atendieron al llamado ciudadano el PRI, el PAN y el PRD, dependiendo el estado en la mayoría se acompañan los tres en coalición o en algunos otros casos construyen candidaturas comunes como es el caso de Ramírez Marín en Yucatán en donde el PRD acompaña al PRI, con altas probabilidades de ganar la presidencia municipal de Mérida.
Sorprendió que, a pesar de la desesperación ciudadana, haya sido Movimiento Ciudadano, ese supuesto semillero de jóvenes políticos de izquierda, modernos y liberales, quienes rápidamente se desmarcaron de la posibilidad de aliarse con los partidos que ahora constituyen Va X México, simplemente dijeron que no. Ante las primeras preguntas de los medios, de la ciudadanía y de varios actores políticos, los naranjas respondían “nos queremos probar, queremos ver que tanto crecemos solos”, “buscamos consolidarnos como una tercera vía electoral”.
Patrañas, ahora que algunas casas encuestadoras han compartido mediciones públicas de las preferencias en los estados, se ve claramente que el diferencial para ganar la elección es propiedad de MC, esos pocos puntos que representan en las elecciones locales aumentarían la probabilidad de triunfo de la alianza Va X México, el mismo efecto se ve en las encuestas para las alcaldías en la Ciudad de México, para algunas diputaciones, para algunas presidencias municipales.
A ver, seamos claros ¿Qué crecimiento en solitario puede tener un partido que a duras penas alcanzó el 3 por ciento de la votación válida emitida en 2018? ¿Cómo piensa multiplicar sus votos cuando en el Estado de México no postuló candidato a la gubernatura en 2017 y obtuvo un poco más del 2 por ciento de la votación? ¿Qué estrategia va a utilizar si en las elecciones extraordinarias de 2020 no alcanzó el 3 por ciento necesario para el registro estatal en Coahuila?
Preocupa que mujeres y hombres de buena fe, con el legítimo deseo de participar en el fortalecimiento de la estructura democrática mexicana ahora sean postulados por un partido ya motejado en redes sociales como “esquirol”, así de simple, así de claro.
¿Qué van a obtener el 6 por ciento o el 7 por ciento de la votación? Va ¿a costa de qué? ¿Qué están creciendo en Nuevo León ante el brutal desplome de la candidata de la candidata oficialista, pero todavía no les alcanza? Va ¿a costa de quién? ¿Qué por primera vez podría cambiar el equilibrio político en la Ciudad de México desde el año 2000? Va ¿y por qué no ayudar si sus votos son necesario? Todo empeora cuando en las primeras mediciones se ve la intención de votos por los naranjas y es marginal, pero unidos hubiera sido una maravilla.
No nos equivoquemos, el voto útil no puede ser para un esquirol o una tercera vía en una elección tan polarizada, es y debe de ser para los partidos que integran la coalición Va X México, dele una pensada, socialícelo y platíquelo con su almohada…
@DrThe
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Desarrollo y planificación del retorno a la gloria china
Por: Eduardo Alberto Saavedra
Un gran hecho que dio inicio al 2020 y que ha dejado evidenciada tras de sí la incapacidad de muchos de los gobiernos para afrontar a la denominada por Ulrich Beck como: “sociedad del riesgo”, y del cual se desprenden cuestiones que traspasan fronteras y que desconocen de corrupción, informalidad o sesgos políticos para planificar contingencias a futuro. Es la Covid 19 que ha traído al debate ciertos elementos fundamentales del Estado, incapaz en muchos casos de hacer frente a la pandemia y el descontento social.
En tal sentido las opiniones y parte del análisis internacional ha recaído en los últimos meses sobre el régimen comunista chino , pues mientras por el mundo se expande la amenaza del virus, medios de comunicación internacionales como Telesur y la ya conocida Rusia Today (RT), declaran que el control total sobre la pandemia en Wuhan es una realidad, a lo que en contraparte la BBC o el New York Times hacen hincapié en el costo que esto ha representado y más aún ha tenido consecuencias en el plano social.
Como mencionan Rose y Milton Friedman en La tiranía del status quo en 1989: “cuando el Estado se incumbe en el ámbito social, es difícil el desarraigo del control sobre tal”, es así como muchas voces han replicado opiniones sobre los aconteceres de poder y control en el país en cuestión, teniendo como a uno de los principales, al heredero del legado de los postulados de Michael Foucault, Byung Chul Han, el cual refiere en su Psicopolítica del 2014, la instauración de una nueva forma del panóptico, en una versión reinventada al mundo virtual, la cual se manifiesta a través del mismo individuo, pues este se convierte en corrector y corregidor, por lo que ya no es el encierro institucional el que somete, sino la mente del individuo de jure. Z. Bauman, en su Modernidad liquida (2016), la cual influiría sobre la conducta del sujeto, pasando así de un bio-poder a un psico-poder. Además de ello, Byung Chu Han denota una característica que adolecería al individuo en la modernidad, que se desprende del análisis consumista en las urbes asiáticas y occidentales. En su Enjambre (2014) menciona:
“Sería este el individuo que no busca reconocimiento ni gloria. […] Las ciudades en la actualidad se asemejan más a grandes enjambres que a centros humanos, pues los individuos están cada vez más hacinados y más solos, viven en pro de un gran poder y de esporádicos momentos de euforia que se le presenta, pero sin ideales”.
Tal individuo llevado a la realidad china seria el fruto de la relativamente exitosa ley del hijo único impuesta en 1979. El cual tiene progenitores los cuales fueron engendrados del control e instauración del régimen y son denominados como “ los pequeños emperadores” o portadores del mal llamado síndrome si-er-yi que en español es : 4-2-1 , en alusión a sus cuatro abuelos , dos padres y el único heredero del apellido, que en su mayoría es varón, así mismo este posee una personalidad hedonista fruto del cultural consentimiento chino a los vástagos y más aún si su número se ha reducido a la unidad , en este sentido tal sujeto se ha convertido para muchos en el punto clave al momento de hablar de consumismo y falta de un espíritu crítico ante las cuestiones del control estatal, ya que no solo es causa de un presente desbocado sino también de un futuro controlado.
Respecto a ello, la presencia de lo gubernamental sobre la población en el mundo es variable en cuanto a las posturas planteadas y existentes, yendo desde las posiciones liberales de la escuela austriaca que promueven la mínima intervención del estado en los asuntos del quehacer social del ciudadano, pasando por la del estado de bienestar que como menciona Uroz, J. (2010): “para el pensamiento liberal actual, el Estado de bienestar crece descontroladamente además de representar excesos democráticos, mientras que para los marxistas el estado de bienestar es una manipulación administrativa por lo que solo representa un aliciente a los oprimidos”. Llegando al modelo chino, de Estado extenso con intervención en el mercado, impulsado por Deng Xiao Ping a través de la gran reforma y apertura al mundo que tuviera lugar en 1978 con apoyo total del comité central del PCCh, teniendo como eje a los centros de apertura económica, de los cuales destaca zhenzhen conocido hoy como el “Silicon Valley chino” y que resulta pilar fundamental al hablar del poderío económico chino actual. Sin embargo este posicionamiento no ha sido solo cuestión de apertura comercial, sino que subyacen cuestiones como la del control gubernamental sobre la población y la represión ideológica , pues el nuevo imperio chino ha sabido aperturarse al comercio mundial , pero no a la diversificación política, caso significativo es el de las protestas en Tianmen, hecho del que se desprende un saldo que sobrepasa las 2000 personas fallecidas o la persecución a líderes reformistas discrepantes al régimen como Hu yaobang, del que tras su muerte se diera lugar a las protestas anteriormente mencionadas .
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El "sistema".
Es acaso el "sistema" un problema, una traba que nos impide desarrollarnos y alcanzar nuestras metas y que sólo responde a intereses de los poderosos? Mi respuesta es no.
Al contrario, el sistema es un gran mecanismo de igualdad real, un milagro incluso diría. Gracias a él es que vivimos en una relativa paz, pues pregúntenle a Hobbes como sería si no.
Decir que estamos atados a las reglas del sistema, como si aquél fuera la creación malévola de unos pocos es, en principio, una ilusión, pues no se está viendo el fondo de la cuestión.
El sistema, podemos decir, es aquella forma que la razón humana encontró para poder vivir en paz sin que exista un constante estado de guerra de todos contra todos. La sociedad civil se funda en el pacto intrínseco de la razón humana para poder convivir y estar sujeto a algo más grande que la decisión individual de un tercero. A lo que estamos sujetos es al Estado, gran protector y garante de la convivencia pacífica entre todos los individuos. Es quien posee el monopolio legítimo de la violencia como forma de coaccionar a aquellos que deciden escapar del pacto intrínseco y vivir en el estado salvaje, siguiendo sus propias reglas sin importar los intereses de los demás.
Imagínense un lugar donde quienes tienen el poder sean aquellos más fuertes, y estemos atados a sus decisiones sin posibilidad de recurrir a un poder superior en auxilio. Eso es el estado de naturaleza. No es una libertad absoluta, pues estaríamos condicionados por los deseos de los más fuertes sin poder de decisión alguno.
Por lo tanto, la libertad se desarrolla en los límites que nos impone el Estado, radica en la convivencia dentro de las propias normas estatales que predican la igualdad de todos, ya que no juzgan a las personas, sino a sus actos.
El Estado nos limita, y es gracias a ello que también limita a quienes pretenden dañarnos. Solo cuando las instituciones del Estado fallan los que viven fuera de las normas civiles adquieren el poder de la violencia de forma particular, y es en ese punto que el monopolio de la violencia desaparece y se convierte en una facultad de cada individuo, pues a falta de garantía de seguridad, los desamparados habitantes de la ya extinta sociedad civil se ven forzados a defenderse y defender lo suyo.
El sistema es seguridad, es igualdad y es progreso. Pero esos postulados se cumpliran solamente cuando el Estado sea una república. La división de poderes y los ideales políticos liberales son los únicos que nos pueden procurar aquellos postulados, sin que nuestros derechos y libertades se vean coartados para el beneficio de otros.
Y es por lo anterior, y más, que el sistema no es malo, al contrario: el sistema republicano occidental fue la manera más inteligente, más igualitaria y más liberal (en el sentido de libertad) que el hombre encontró para poder convivir en paz.
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Me enojo, luego me justifico, luego existo
La diversidad humana es sorprendente. Dependiendo de qué tan específicos seamos, podemos encontrar diferencias entre cada civilización o entre cada individuo. Cuando era adolescente me maravillaba con observar lo lógicas que sonaban otras formas de concebir al mundo, pero había algo que no me dejaba en paz: detrás de cada estilo de vida había razonamientos sólidos para justificarlos, tantos, que ninguno parecía tener más validez que otro. Yo quería la verdad, la deseaba con fervor y, como en cualquier religión –la religión de la razón–, me movía en términos antagónicos. Por ejemplo, no veía que el capitalismo funcionara para todos, así que deduje que debía ser falso –es decir, malo–, pero no me fue mejor cuando investigué la historia del socialismo. Racionalmente deseaba llegar a la esencia de la realidad, y mientras más buscaba, más me daba cuenta de la relatividad que se escondía detrás de todas las justificaciones. No lo entendía, pues según había aprendido en 5to de preparatoria, la razón estaba emparentada con la verdad. Pensando podíamos disipar las nieblas de la falsedad hasta llegar al conocimiento verdadero tal como los filósofos y científicos de la ilustración demostraron. Si la verdad era tan poderosamente evidente, las falacias se revelarían solas.
Esto no concordaba con la diversidad que veía. Es decir, si los humanos somos animales racionales predominantemente, ¿no deberíamos llegar todos a las mismas conclusiones? Porque ése era uno de los argumentos que yo tenía contra la religión: si Dios es verdadero, ¿no debieron todas las culturas adorar al mismo? Encontraba la solución a esta paradoja decretando que todas las religiones debían ser falsas. Pero aplicando la misma postura tajante ante la diversidad humana, llegaba a la conclusión de que no había ninguna verdad detrás de nuestras justificaciones, y por lo tanto no estamos orientados hacia ella, y ésta no es sinónimo del bien, pues hay armonía en distintos tipos de postulados que pueden ser contradictorios entre ellos.
Mi percepción de que la razón es una brújula absoluta que nos orienta a la verdad se cimbró –y si no se desmoronó es porque también creo que desecharla completamente porque no es perfecta nos degrada a brutos babeantes, lo cual es mucho peor que lidiar con un par de contradicciones–. La pregunta persistía: ¿qué nos orienta? Si al homo sapiens no lo guía la razón, ¿qué está detrás de nuestras decisiones? ¿Qué predomina?
Nietzsche pensaba que era la voluntad de poder, y si solo la consideramos como una fuerza vital de afirmación, entonces yo discrepo (regresaré a este punto más adelante). Hay otro lado de la moneda que incluye inseguridades, miedos y otras fuerzas que son de carácter opresivo. Todo esto cabe en la categoría de ‘emociones’. Deseamos cosas, pero también le tenemos miedo a otras, y este juego tan complejo es lo que nos apunta en una dirección. No nada más es el subconsciente y aquello que ignoramos; a veces somos plenamente conscientes de cómo nos hace sentir un estímulo externo, pero no nos detenemos a analizarlo ni pensamos si montarnos en esa ola de químicos cerebrales y reflejos es lo correcto. Es un rasgo animal que no siempre se nos impone. Me atrevería a decir que casi siempre vamos con él voluntariamente.
Es muy significativo que la gente que más pugna por igualdad sea la que se siente en los márgenes de la sociedad, o que quienes defienden la cultura de la paz no suelan levantar la voz ni en defensa propia, mientras que los que pugnan por dinámicas agresivas –de mercado o en relaciones personales– sean personas de trato más tosco. Solemos rebatir argumentos en términos abstractos, incluso cuando citamos cifras o invocamos hechos objetivos. Nos enfrascamos en refutaciones futiles que giran en torno a ideas, pero ignoramos la otra mitad de la argumentación: las emociones de quien las emite. ¿Cómo convencer a alguien cuyo sentimiento de orfandad lo lleva a aferrarse a una conciencia colectiva? Por ejemplo, las generaciones más jóvenes de norteamericanos han sido alimentadas con la idea de que su sistema es opresor. Fue ese sistema el que envió a 2.5 millones de jóvenes a Vietnam, el que aniquiló a más de 200,000 japoneses con dos bombas atómicas, que segregó a la comunidad negra y le restringió derechos igualitarios. Si queremos ser un poco objetivos, es ese mismo sistema el que ha moldeado el arte contemporáneo (música, literatura, cine, pintura, arquitectura...), el que les ha proporcionado un estilo de vida con bienestar y movilidad social verdadera, y que complace sus caprichos hasta rayar en el consumismo. Pero estos son hechos, y recordemos que la verdad –la conclusión más convincente de todas las consideraciones– no es lo que nos orienta, sino las emociones. Por lo tanto es difícil refutar con razonamientos a alguien que dice no encajar en las “malvadas y opresoras categorías de la sociedad machista”, y que por lo tanto se auto denomina Queer. La opresión experimentada es real, y lo seguirá siendo por más argumentos que se esgriman a favor de la división binaria de género. El sentimiento de extrañeza, de no pertenecer al entorno, también es real, y combatir eso es aún más difícil. Por otro lado, ¿es deseable hacerlo? Cuando nos preguntemos esto también hay que considerar si nos motiva la búsqueda de la verdad o si es simple rechazo a otras expresiones de sexualidad. Es decir, ¿rebatimos por un bien racional mayor o porque nos nace de las entrañas hacerlo?
¿Quiénes quieren destruir al capitalismo? Ciertamente no son los banqueros. Casi siempre son las personas con un sentimiento de que no se les deja entrar en el gran juego social (marginalidad). Quieren poseer puesto que ven felices a aquellos que tienen mucho, pero no se sienten capaces bajo las reglas del juego actual. Muy pocas personas en el mundo y en la historia han tenido condiciones favorables y han deseado que se cambien las reglas que los tienen en esa posición. Y cuando así ha sido, detrás ha habido más emociones, como la culpa. Tal es el caso de las naciones con políticas liberales en pro de los inmigrantes, como Francia, Alemania y Estados Unidos (potencias mundiales históricas). Están dispuestos a diluir sus culturas centenarias aceptando a integrantes de sociedades que contribuyen a desmantelar sus pilares ideológicos, y uno de los argumentos principales es que ellos mismos, a su vez, han sido países imperialistas que no han dudado en destruir culturas ajenas (mea culpa). También está la compasión infinita de aquellos dispuestos a aceptar personas que huyen de la guerra, argumentando que no es humano ignorar el dolor ajeno. Y no hablemos de los contrarios, los que proponen el cierre de fronteras. A estas personas se les suele acusar de racistas, porque en el fondo reconocemos la naturaleza irracional predominante de nuestras posturas racionales. Con esto no quiero decir que apoyar el control férreo de las fronteras sea automáticamente una postura xenófoba, sino todo lo contrario. Si escuchamos los razonamientos de los conservadores que piden que se construya el muro, nos daremos cuenta que son tan sólidos como sus contrapartes liberales. ¿Por qué se elige una postura o la otra? De nuevo, casi siempre hay un detonante emocional.
Tenemos en tan alta estima a la razón que podríamos pensar que es mejor emprender una encarnizada búsqueda lógica por la verdad aunque nos cueste el cuestionamiento permanente –o la amputación definitiva– de nuestros reflejos emocionales. Yo no lo creo. Los humanos no somos computadoras –¡y qué bueno!–, y es imposible guiarnos enteramente con la razón. Mientras más rápido aceptemos nuestra ineludible animalidad, más alto nos elevaremos sobre las discusiones y más mundanas nos parecerán. Encontraremos una dimensión adicional de la razón y veremos que hasta las posturas más lógicas son siempre emitidas desde una maquinaria de vísceras, esperanzas, gustos personales, miedos y odios incontrolables. Incluso la aristocracia científica adolece de esto. Se proclaman como humildes observadores de un mundo objetivo y solo son buenos para blandir los resultados de sus experimentos, pero detrás de este supuesto espíritu científico desinteresado hay otras cosas: utilizan, por ejemplo, su autoridad “en nombre de la ciencia” como un aparato de poder para desacreditar a los disidentes de sus dogmas, contradiciendo así la idea de que cuestionar es fundamental para la ciencia.
. Después de reconocer nuestra naturaleza animal predominante, creo firmemente que la lógica no es una brújula; es un aparato de poder, y que es más real que la propia la dicotomía verdadero/falso. Esto no quiere decir de ninguna manera que no existan verdades objetivas o que estemos condenados a omitirlas, pero en el plano de las relaciones humanas –que es donde se dan las discusiones racionales– no son lo más importante. Regresando a la frase de Nietzsche, la voluntad de poder –y esta interpretación me gusta más– se manifiesta en la imposición que pretendemos hacer de nuestras ideas, independientemente del fundamento emocional que nos oriente (miedo, traumas, ascos, esperanzas). Sentimos, luego pensamos para justificar nuestro reflejo emocional, y al final lo maquillamos con argumentos e intentamos hacerlo pasar por la verdad. Y no hay nada de qué avergonzarnos al respecto.
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El alma es aún una cantidad desconocida.
No ocupa un real lugar en las teorías de los investigadores académicos y científicos.
No ha sido comprobada, y es considerada aun por los académicos más liberales como una posible hipótesis, pero indemostrable.
No es aceptada como una realidad en la conciencia de la raza. Sólo dos grupos de personas la aceptan como tal; uno de ellos, el crédulo, no evolucionado, infantil, educado en las enseñanzas de cualesquiera de las Escrituras mundiales, estando religiosamente inclinado, acepta sin indagar los postulados de la religión, tales como el alma, Dios y la inmortalidad.
El otro es ese pequeño grupo de Conocedores de Dios y de la realidad, que se agranda constantemente, que sabe que el alma es un hecho por su propia experiencia, pero no puede probar satisfactoriamente su existencia al hombre que acepta únicamente lo que la mente concreta puede captar, analizar, criticar y comprobar.
ALICE A. BAILEY
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¡Qué solos se quedan los muertos!
Si se quiere la independencia hay dos vías posibles, según el profesor AgustíColominas. Con muertos, que es lo más frecuente históricamente hablando, o sin muertos, que se tarda más. Pero ¿alguien les ha preguntado a los muertos lo que ellos prefieren?
La esterilidad del camposanto
De un cementerio no pueden salir más que dos cosas: emociones personales y lecciones históricas. Ninguna idea, ningún postulado científico, nada que tenga que ver con la razón y la lógica, si exceptuamos la inevitable ley física que nos dice aquello de “Considera, ánima pura, que hemos venido a este mundo a morir”. Añado una tercera cosa, y es que la poesía, hermana de la reflexión filosófica, puede anidar perfectamente entre lápidas y panteones. Poesía lúgubre, cierto, romántica, decimonónica, pero poesía, al fin y al cabo.
A Bécquer, como a toda su generación, el camposanto le fascinaba. De ahí nació el célebre poema “Cerraron sus ojos…”, en el que encontramos los conocidos versos “¿Vuelve el polvo al polvo? ¿Vuela el alma al cielo? ¿Todo es sin espíritu podredumbre y cieno? No sé; pero hay algo que explicar no puedo, algo que repugna, aunque es fuerza a hacerlo, ¡a dejar tan tristes, tan solos los muertos!”.
¿Habrá considerado Agustí, en su calidad de historiador, la soledad del muerto en aras de una ideología determinada? ¿Conoce si esos cadáveres, sabiendo lo que sabemos ahora, habrían entregado gustosos sus vidas en aras de determinada idea? Porque estas son cambiantes, como la moral, y cada época tiene las suyas propias. Hablar de muertos en el contexto político incide aún más en lo que digo. Mi discrepancia acerca de la frase de Colominas es total; en primer lugar, porque nadie en el bloque neo convergente ha buscado, ya no la muerte, sino el mínimo sacrificio personal, véase a Puigdemont acurrucado en un maletero como una vieja manta, huyendo de la justicia y, ya que estamos, de sus compañeros a los que había exhortado a acudir al despacho como si nada pasase; en segundo lugar, porque a pocos centenares de kilómetros de Cataluña se conoce la muerte de primera mano, y me refiero al País Vasco y a su terrible lacra etarra.
Tengo para mí que el separatismo, y especialmente sus líderes, viven en un cementerio, sí, pero ideológico, porque está plagado de eufemismos que, como ustedes sabrán, son el mejor escondite y aún sepultura de la verdad. El mismo Agustí lo dijo públicamente en cierta ocasión: “Yo me inventé lo del derecho a decidir, una chorrada que no quiere decir nada”. ¿Hay muertos que celebren estarlo por culpa de una chorrada? ¿Por un eufemismo? ¿Por un calentón verbal? Lo dudamos mucho, y se nos antoja que el profesor de historia que es Colominas debe pensar lo mismo.
Ahora bien, en su calidad de ideólogo del proceso, Colominas debería medir más sus expresiones, porque en este país estamos de muertos hasta formar parvas. No hay familia, sea del bando que sea, que no tenga una buena ración de personas asesinadas, digámoslo claramente, por estos o por aquellos, no hay historias personales o colectivas que no hayan conocido el horror del zarpazo brutal que te arrebata a un ser querido por la maldita cuestión política. Del maestro republicano asesinado en una cuneta de manera vil y ruin al pobre tendero torturado en una checa y luego muerto entre terribles tormentos por ir a misa, el tapiz del odio se ha tejido de manera constante a lo largo de la historia de esta tierra tan vieja, tan agotada, tan pródiga en cultivar la semilla del odio y, en cambio, tan cicatera en abonar la del perdón, la de la paz, la de la piedad, como pedía Azaña en su conocido discurso.
Creo que Colominas es una voz tremendamente autorizada en las filas separatistas, así como también sé, porque lo conozco y he tenido trato personal con él, que es persona de expansiones verbales fulminantes, viscerales, que van directas al hígado. No es a ésa persona a la que me dirijo, sino a quien se sabe referente y, en función de tal condición, ha de cuidar lo que dice. Afirmar que, si no se opta por los muertos, es decir, por la violencia, se tarda mucho más en lograr la independencia, pone en estado de alerta a los que siguen la consigna de HeribertBarrera, ya saben, aquel “Tenimpressa!”, tenemos prisa, es invocar un fantasma muy peligroso, es, en suma, conjurar un espectro que siempre acaba en el mismo lugar: la fosa común.
Somos muertos que aún respiran
Ahora que la desmemoria, cuando no la tergiversación de nuestra historia, está tan de moda, sería oportuno recordar un poco de dónde venimos. Nuestro pasado, y eso lo sabe muy bien Agustí, no es precisamente para ir presumiendo por ahí. No creo que ninguna nación pueda hacerlo demasiado, claro, pero nuestro caso es especialmente terrible. Nos hemos pasado la historia luchando los unos contra los otros, expulsando a quien no nos acomodaba, encarcelando al opositor, pasando por las armas al disidente. Me da igual que lo hayan hecho estos o aquellos, que hablemos de los Reyes Católicos y los judíos que de Fernando VII y los liberales, de Franco o de la República, es indiferente, porque, al final, lo único que nos quedan son los muertos. Lo dejó muy claro JuliánZugazagoitia cuando exclamó completamente destrozado por dentro el terrible “¿A que suenas España, cuando no suenas a muerte?”.
Y los muertos no hablan con palabras audibles, pero sí que lo hacen desde su silencio estremecedor, brutal, con la pedagogía dura, pero verdadera, que otorga la muerte. Nos dicen que deberíamos pensar menos en el más allá y más en el más aquí, menos en los honores y las medallas a posteriori y más en los que se rinden en vida de los interesados, más en la vida que en la muerte. No estoy diciendo que reflexionar acerca de nuestra condición mortal sea baladí, al contrario, digo que la política ha de ser esperanza, luz, lógica, debate y sensatez, lo contrario de ese romanticismo alemán, nefasto para el mundo, que cayó en la ensoñación del Valhalla y la utilidad del cadáver.
Esta es una tarea que nos compete a todos, hablar razonablemente, abiertamente, lúcidamente, sin caer en el tópico, la consigna, la frase que nos dicta la víscera, el insulto reduccionista que nada significa, en fin, dialogar y no monologar. Esa es la cualidad que distingue al vivo del muerto, porque mientras nosotros siempre tenemos esa posibilidad, la de la interpelación y su respuesta, el muerto nada dice, aunque mucho sepa. No, Agustí, no es intelectualmente acertado hablar de si las cosas llegan con mayor o menor rapidez en función de que hayan muertos de por medio, porque a estas alturas el razonamiento es tan falaz como peligroso. Bien sabemos que hay quien estaría encantado de poder exhibir un ataúd con un cuerpo dentro para poder gritar “¡Mirad lo que nos han hecho!”, de la misma forma que también sabemos a qué catástrofe conduce eso.
Visitar un cementerio o la UCI de un hospital, que tú, como yo, conocemos tan bien, ha de llevarnos a reflexionar acerca de nuestra condición mortal para hacernos abdicar de tanto orgullo, de tanta soberbia, de tanta vanidad. Nada encontraremos en los cementerios más que tristeza, prólogo inevitable de la depresión. Si a algo nos invitan estos lugares, es a la vida. Recuerdo, a propósito de esto que escribo, una escena de la película “SalvaralsoldadoRyan” en la que Ryan, ya mayor, visita el cementerio de Normandía en el que está enterrado, entre miles de soldados aliados, el oficial que salva su vida. Ryan le dice a su mujer “Dime que he vivido una vida digna, que he sido digno del sacrificio que hicieron por mí”.
Esa debería ser el mejor ejemplo de lo que intento decirte, Agustí, que los muertos solo deben conducirnos a ser mejores en vida, a ser más dignos, a intentar no caer en sus yerros, en sus faltas, en sus pecados. Me temo que Cataluña esté tan rota en estos momentos que tales intenciones no sirvan de mucho, pero es por eso que deberíamos pensar menos en los muertos y su utilidad, centrándonos más en los vivos. Si más no, porque nosotros lo estamos y, aunque seamos cadáveres en potencia, sería menester llegar al aliento sin violencias ni atajos.
Morir en la cama rodeado de tus seres queridos, ese es el paradigma. El resto se me antoja peligroso, más aún, un fracaso de todo lo que representa la herencia del humanismo. Y de fracasos, al igual que de muertos, esta tierra está más que sobrada.
Fuente: Miquel Giménez
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LA DEBILIDAD DEL SUR GLOBAL, OPORTUNIDAD PARA UNA SALIDA ESTRATÉGICA -EL CASO SUDAMERICANO-
“La única reversión posible debe provenir de la estrategia, en lugar de la lucha” (Gray Mirror)
En mi artículo anterior1 consideraba la situación del denominado Sur Global, sus riquezas y posibilidades, al mismo tiempo que sus falencias estructurales y subdesarrollo, lo que, en los tiempos actuales de inestabilidad geopolítica y económica, condena a sus países, en diversa medida, a un estado de permanente crisis, inestabilidad y potencial desorden y alteración del orden social. Asimismo, analizaba las consecuencias del conflicto en Ucrania sobre dicha situación y las alteraciones que ello producía en la dinámica globalizadora, lo que se agrega a los efectos negativos producidos por las medidas tomadas por los Estados durante la pandemia. Consideraba cómo estos procesos conducen a un fortalecimiento de corrientes revisionistas del statuo quo internacional por parte de ciertos Estados; como así mismo las tendencias hacia un mayor regionalismo; formación de “clubes de amigos” entre países con valores y, finalmente, una nueva configuración geopolítica global. Concluía que todo ello, junto a procesos políticos regionales, ofrecía al espacio sudamericano nuevas condiciones para una mayor integración y coordinación política.
Es objetivo del presente escrito dar continuidad a dicho análisis, para lo que pondré mayor acento en los fenómenos de la coyuntura internacional actual que acentúan la fragilidad de numerosos países emergentes y del sur global en su conjunto. Ello en un contexto de un cada vez mayor desacople entre potencias como China y Rusia con relación a Occidente, lo que plantea serios dilemas de política exterior, no sólo para las llamadas potencias o países revisionistas del actual Nuevo Desorden Internacional, sino también a los países emergentes. Teniendo en cuenta el caso sudamericano, veré las opciones estratégicas de política exterior que se abren, bajo el postulado de que, dada la posición de debilidad actual, la mejor opción para una nueva etapa superadora es el planteo de la cuestión en términos de estrategia, es decir, privilegiando políticas de Estado, y no de lucha dialéctica, o sea, descartando planteos populistas de izquierda o derecha.
La hipótesis guía del presente escrito gira en torno a los paradigmas que serían los canales de elaboración y ejecución de dicha estrategia, que no serían exclusivamente económicos, ni geopolíticos, sino fundamentalmente valorativos dentro de un concepto cultural-estratégico autóctono, con base telúrico-territorial, de la región sudamericana y/o latinoamericana. De este modo, el planteo eje es que dada la polarización entre modelos de organización política y económica social predominantes en el resto del mundo, cuyo esquema liberal se tenía como hegemónico desde el fin de la Guerra Fría, hasta entrar en creciente contradicción con otros modelos o enfoques, hecho fundamentalmente evidente en el escenario de mayor multipolaridad consecuencia del conflicto en Ucrania, Latinoamérica por primera vez en su historia moderna, tendría la posibilidad de elegir su propio modelo organizativo, lo que dará lugar a una estrategia propia de relacionarse con otros espacios de poder externos y, de ese modo, de fortalecerse sistémicamente.
El contexto global ha dejado en evidencia que los fundamentos en los que se asentaba cierta especie de orden internacional, con base en la la preponderancia de Occidente, ha definitivamente experimentado transformaciones, las que, en primer lugar, han dejado al descubierto un gran desorden y precariedad de la estabilidad y paz internacional, hecho evidente en el origen de la crisis en Ucrania y su desarrollo hasta desembocar en una guerra contra una superpotencia nuclear, Rusia. De este modo, los valores liberales (democracia, libertad de mercado, derechos humanos y cierto imperio de la ley internacional) fueron vulnerados no sólo por países considerados por los Estados Unidos como “parias” o formadores del “Eje del mal”, sino que Occidente mismo los han vulnerado repetidas veces, según conveniencias estratégicas o económicas. Un ejemplo reciente de tal fenómeno, entre muchos más, es la relación de los EE.UU. con Arabia Saudita y la cuestión del príncipe saudí Muhammad bin Salman, quien después de haber sido condenado moral y políticamente por el presidente Joe Biden, fue objeto de una visita de Estado de este último para negociar un aumento en la exportación petrolera para contrarrestar los daños que hace a la economía mundial el boicot contra Rusia2.
Dicho declive relativo de Occiente tiene su correlato en el frente económico. Según el último informe del Fondo Monetario Internacional (FMI), la economía mundial se enfrenta a un posible caída del 2% en 2023, lo que constituye una consecuencia de un proceso que ha ido minando las posibilidades de crecimiento de los países3. El informe ennumera siete riesgos que podrían profundizar dicha situación, de no darse un cambio rápido y repentino de las circunstancias. Entre las consecuencias de esta alteración de las variables económicas nacionales e internacionales se mencionan estanflación, profundización de bloques geopolíticos, inflación secular, crisis alimentaria y energética, problemas de deuda externa, mayores protestas. Ello contribuye a agravar el diagnóstico del párrafo anterior, de tal modo que, un nuevo atlas geopolítico con fuerte fragmentación se abre paso en este proceso, donde la incertidumbre, la inseguridad y la inflación4 o suba de tasas de interés por parte de los EE.UU., confluirían en escenarios de alto riesgo.
Se suman las alertas que suenan desde diversos organismos internacionales con relación al cambio climático, tema que en la agenda internacional fue dejado en suspenso hasta atender la situación en Ucrania y las consecuencias globales de la crisis energética. Sin embargo, las altas temperaturas sufridas en Europa este verano recuerdan a los líderes del mundo que este fenómeno en sus manifestaciones más extremas conecta con la seguridad alimentaria global5. En este aspecto también son los países con menor desarrollo relativo los que sienten el mayor impacto de las alteraciones ambientales (ver cartografía abajo), al igual que, como se ha visto, son los que más se resienten sistémicamente ante inestabilidades políticas y económicas, aún cuando no estén bajo su órbita de responsabilidad y tengan su génesis y desarrollo principalmente en los países de mayor desarrollo.
El panorama global de las sequías 2020-2022 (UNCCD).
Según los organismos internacionales (PMA, FAO) el mundo avanzaría hacia una inminente crisis alimentaria generalizada, que identifica como causas a los conflictos, la crisis económica, la pandemia y el impacto de la guerra en Ucrania, pero también las condiciones climáticas extremas6, cuyos mayores responsables se cuentan entre los países más contaminantes, ubicados en Occidente, más China. Siguiendo los mismos informes, “la región América Latina y el Caribe, sufre una crisis oculta que involucra a casi 10 millones de personas sin acceso a los alimentos que necesitan, una cifra que puede elevarse hasta 14 millones en 2022”.
Dicha situación de fragilidad de la mayor parte de la población mundial ha tenido su manifestación reciente más seria en los incidentes en Sri Lanka, que comenzaron con la declaración de default por parte del gobierno de este país y siguieron con estallido social y expulsión por la fuerza del gobierno en medio de la revuelta popular. Se reconoce el origen de dicha crisis en factores de la economía global, pre-existentes al conflicto en Ucrania7, y con un potencial que podría producir escenarios similares en otros países del mundo. Es más, se reconocen al menos cincuenta y tres economías emergentes con riesgos de sufrir una secuencia de hechos desestabilizantes del mismo tipo que en Sri Lanka8. La combinación de alta cargas de deuda, lento crecimiento global y ajustadas condiciones financieras serían detonantes de procesos altamente desestabilizantes en las economías más pobres o con más problemas estructurales. Al respecto, los mecanismos e intervención internacionales escasamente se han activado, misma pasividad por parte de los países occidentales, que estarían muy abocados a problemas domésticos o a la agenda de seguridad9. Además, como algo novedoso en casos de posibles impagos de deuda, algunos de estos países tienen elevadas deudas con China, país que estaría muy ocupado con su política de COVID cero, para atender crisis del tipo de Sri Lanka.
Siguiendo la línea de análisis del escrito, aunque una mayoría de Estados que, sin embargo no representan la mayoría de la población mundial, ha condenado las acciones militares rusas en la ONU10, en el Sur Global se responsabiliza también a Occidente de las consecuencias económicas, energéticas y alimentarias de este conflicto11. Al mismo tiempo, la realidad indica que así como Occidente habría ido perdiendo su influencia política, del mismo modo, la presunción de que el resto del mundo necesita a Occidente más que Occidente al resto del mundo se ha ido últimamente desmitificando. Así por ejemplo, en 1991 el G7 producía el 66% del producto global, mientras que hoy sólo el 44%12.
Dicho fenómeno implica al menos tres consecuencias. En primer lugar, las sanciones impuestas por Occidente por el motivo que sea, no sólo se muestran bastante inefectivas en el resultado esperado, sino que producen efectos contraproducentes sobre quienes activaron las sanciones o sobre terceros países o sobre la economía internacional en su conjunto. En segundo lugar, en este nuevo contexto los países del Sur Global tendrían mayor posibilidad de plantear estrategias que les permitan generar cierta resiliencia ante consecuencias adversas de hechos ocurridos por decisiones tomadas en Occidente. En tercer lugar, dicho cambio de enfoque sistémico de la desventaja relativa que enfrentan, podría conducir a los países del Sur Global a un aprovechamiento más ventajoso de sus propios recursos, sean energéticos, alimentarios o de capital humano, que Occidente necesita para su propio desarrollo y crecimiento.
El planteo de esta situación deriva en que el Sur Global podría asumir una mayor cuota de responsabilidad en la resolución de sus propios problemas y aprovechamiento de sus propios recursos. A tal fin, además de hacer uso del apoyo y cooperación de organismos internacionales, podría generar otras instancias especializadas de diálogo y cooperación (agricultura, energía, demografía, educación, etc.) dentro de un enfoque Sur-Sur, partiendo del aprendizaje histórico de experiencias fallidas. Ello sin prescindir del apoyo, coordinación y cooperación con países occidentales, al mismo tiempo que con actores estatales que de algún modo se encuentran formando parte del Sur Global, al mismo tiempo que por algunos atributos son potencias regionales, como Turquía o la India, o mundiales o superpotencias, como China o Rusia.
El imperativo de la elaboración y consecución de una estrategia por parte del Sur Global en su conjunto o por bloques regionales dentro de este espacio o por “clubes de países amigos” o por países individuales, es consecuencia directa del progresivo desacople de China y Rusia con relación a los Estados Unidos y Occidente en su conjunto. Dicho fenómeno, alimentado por acciones de ambos bandos, está guiado por la competencia tecnológica con China, así como por la rivalidad militar con ambos y alimenta una agenda anti-globalización, tal como se ha visto. Sin embargo, este desacople se ha manifestado también entre Occidente con el resto del mundo y la prueba más evidente sería la suba de tasas de interés, primero en EE.UU. , pero también en la Unión Europea, y los posibles defaults que ello produciría el año próximo13.
En el ámbito latinoamericano, estos datos contextuales de la coyuntura internacional, sumados a los desafíos domésticos vienen generando debates sobre el rumbo a elegir. Al respecto, considero ilustrativo el caso de la India, como una potencia regional con desafíos internos, que está adoptando decisiones de política exterior siguiendo su interés nacional. Si bien esto último es posible por contar con un gran mercado interno y con capacidades de defensa que le dan cierta autonomía estratégica14, al mismo tiempo está rodeada de países con los que rivaliza y mantiene hipótesis de conflicto, Pakistán y China. Ello no le ha imposibilitado adoptar una posición de neutralidad estratégica en el conflicto con Ucrania y, a pesar de las presiones occidentales, ha aprovechado el boicot energético contra Rusia para su beneficio, consolidando la asociación con Rusia. Al mismo tiempo, mantiene crecientes relaciones con Occidente, por lo que ha sabido manejar esta situación en armoniosa y ventajosa relación con ambas partes15.
Para los países de América Latina, similar posicionamiento se vería facilitado de fortalecerse los mecanismos regionales de integración y concertación política, sobre lo que me referí en mi artículo anterior16. Si las diferencias ideológicas eran un obstáculo para tal cometido, los resultados de las recientes elecciones en Colombia han prácticamente completado un arco político en el que dichas diferencias deberían ceder ante los intereses nacionales y las necesidades y demandas de la sociedad civil. Ante desafíos similares en los países de esta región, la consecuencia es que se han generado condiciones para el fortalecimiento de los mecanismo regionales para el diálogo político, la cooperación regional y la integración económica. Si bien aún está pendiente el proceso electoral en Brasil, se observa que este país sigue lineamientos de política similar a la India y, además, históricamente ha seguido metas en las que primó su interés nacional.
En dicho contexto, el trazado de estrategias para afrontar ventajosamente el actual contexto internacional, tendrían en su base una mayor homogeneidad sobre los desafíos y posibilidades a futuro, por lo que primaría una mirada más realista sobre las demandas de la sociedad civil desde las bases territoriales, a la que he dedicado especial atención en este blog17. La generación de espacios de debate y generación de consensos seguirían nuevos modelos de organización y representatividad política, funcionales a la generación de amplios consensos internos. Como telón de fondo se observa que la demanda electoral en los procesos eleccionarios de los últimos dos años se ha volcado hacia opciones que salen de los moldes tradicionales, por lo que, de no darse las soluciones o respuestas esperadas, los votos castigos continuarán18 , así como los procesos sociales desestabilizantes, al estilo de revoluciones populares.
Dichas mejoras sistémicas tienen su correspondencia en políticas productivas y tecnológicas nacionales que dialoguen en una agenda regional común, tal como lo notó la CEPAL19 con relación al MERCOSUR. En el relacionamiento externo, las opciones estratégicas con los EE.UU., la Unión Europea, China o Rusia u otras potencias o bloques regionales, la necesidad y no la ideología, sería el eje compatible con el planteo de una estrategia nacional y/o regional. En tal sentido, la dotación de factores que contribuyen a la seguridad alimentaria y energética regional y global20, son elementos que podrían ser mejor aprovechados para diseñar y trazar ejes de relación estratégica a nivel global, aliviando de ese modo dificultades y desventajas que se afrontan en el sector financiero, tecnológico o de desarrollo económico sostenible, dimensiones estas en los que estructuralmente el Sur Global en su conjunto presente mayores debilidades y relaciones de dependencia.
En la base de los debates intrínsecos a estos procesos innovadores, el factor cultural estratégico en la toma de decisión política es central. En él se encierran los valores y afinidades más profundas que orientan a los pueblos hacia diversas formas de organización política. La reduccionista, simplista y hasta mezquina disyuntiva planteada por Occidente entre democracias y autoritarismos no sólo da lugar a errores estratégicos, sino que además, es rechazada por cada vez más países21 y hasta repudiada por inocua por amplios e influyentes círculos de la clase dirigente occidental. En consecuencia, el principal objeto de todo debate sobre una estrategia superadora de la secular fragilidad de nuestros países, es en primer lugar la cuestión sobre los valores, metas y medios con los que se genera identidad, proyección y responsabilidad a futuro. El desacople chino y ruso con relación a Occidente, siguen ese postulado de modo intrínseco en toda la dinámica que se va develando y manifestando. La multipolaridad resultante, de la que Latinoamérica hace parte, responde a dicha misma lógica, por lo que el diálogo civilizacional será el nuevo paradigma o el mundo se hundirá en un caos de consecuencias impredecibles.
RAPA
30 de julio de 2022.
Notas:
1https://buenosynuevosaires.blogspot.com/2022/06/hacia-una-configuracion-de-poder-en-el.html
2https://es-us.noticias.yahoo.com/impactante-fotograf%C3%ADa-define-visita-biden-200051607.html
3https://www.ambito.com/finanzas/fmi/los-siete-riesgos-la-economia-mundial-segun-el-n5495053
4https://www.clarin.com/opinion/gran-transformacion-geopolitica_0_vFK0F2T2A0.html
5https://www.embajadaabierta.org/post/clima-y-hambre-dos-extremos-que-se-tocan
6Idem nota 5.
7Martin Sandbu and Jonathan Wheatley: “ What Sri Lanka revels about the risks in emerging markets”. 18/07/22. Financial Times
8https://www.economist.com/finance-and-economics/2022/07/20/the-53-fragile-emerging-economies?etear=nl_today_2
9Idem nota 7.
10https://buenosynuevosaires.blogspot.com/2022/04/rusia-y-el-conflicto-en-ucrania.html
11https://www.realinstitutoelcano.org/occidente-uno-grande-y-solo/?_cldee=ZOKME9HHLQ6VGuglhDXXbfbbEBNMZY3vieLL-8T7nfpCnrfTe7kbbTSyYl7gzwbT&recipientid=contact-eb3e8c252cc5ec11a7b6000d3abd2fd1-93d162515aa74ea0a8ea26efc9068b17&esid=efc31a1f-d90c-ed11-82e4-002248837d64
12https://www.economist.com/leaders/2022/07/28/how-to-deal-with-despots
13https://www.nytimes.com/2022/04/14/books/review/the-avoidable-war-kevin-rudd.html
14https://valdaiclub.com/a/highlights/russia-india-relations-in-a-transformative-world/
15Idem nota 14.
16Idem nota 1.
17https://buenosynuevosaires.blogspot.com/2021/11/el-ordenamiento-territorial-en-la.html
18https://www.realinstitutoelcano.org/analisis/elecciones-en-colombia-de-la-polarizacion-y-fragmentacion-electoral-al-reto-de-gobernabilidad-para-gustavo-petro/?utm_source=newsletter258&utm_medium=email&utm_campaign=jul2022&_cldee=ZOKME9HHLQ6VGuglhDXXbfbbEBNMZY3vieLL-8T7nfpCnrfTe7kbbTSyYl7gzwbT&recipientid=contact-eb3e8c252cc5ec11a7b6000d3abd2fd1-93d162515aa74ea0a8ea26efc9068b17&esid=efc31a1f-d90c-ed11-82e4-002248837d64
19“Afirma CEPAL que MERCOSUR requiere políticas enfocadas en la región”. Prensa Latina-Cuba-. 28/06/22.
20https://www.clarin.com/mundo/invierno-temido-misiles-rusos-impactan-occidente_0_ahu4n5w6m3.html
21https://asiatimes.com/2022/07/what-kissinger-didnt-answer-what-if-russia-wins/
#america latina#Sudamerica#argentina#politica#geopolitica#conflicto#rusia y ucrania#Sur Global#economia#cultura#estrategia#desarrollo sostenible
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LA FANTASÍA IDEOLÓGICA: Slavoj Žižek
No hay escapatoria. Una cárcel donde ninguna ventana comunica con el exterior, donde ningún agujero ofrece un punto de fuga. Esa es la imagen a la que nos remite la ideología, tal y como nos la definió Marx en sus primeros escritos de juventud. La ideología es nuestra manera de pensar, de percibir la realidad, de estructurar la experiencia que tenemos y, en todo momento, está definida por los intereses de la clase dominante. Desde entonces, varias voces han intentado reinterpretar reescribir y redefinir el fenómeno. De una forma más o menos drástica, matizada o violenta, Althusser, Gramsci, Marcuse, Adorno, Horkheimer, Benjamin, Eagleton, Vattimo, Derrida y tantos otros, han profundizado en sus vísceras y exhumado los ingredientes fundamentales que fermentan lo ideológico.
Uno de las propuestas más reciente, original y profunda es la del filósofo esloveno Slavoj Žižek. Siempre a medio camino entre la burla y el rigor, la socarronería y el tesón, lo bufonesco y lo adusto, Žižek se introduce como pocos en los engranajes de la ideología. Ahora bien, en su abordaje, podemos distinguir dos etapas claramente diferenciadas: la primera, que se inicia preferentemente en su célebre El sublime objeto de la ideología, a inicios de los noventa del siglo pasado, y la segunda, que se dibuja paulatinamente a fines de los noventa y se articula estrictamente a inicios del dos mil con la obra colectiva, que él compila, Ideología. Un mapa de la cuestión.
Si penetramos en el esqueleto de la ideología, según Žižek, veremos que ésta siempre tendrá un punto de cinismo. La ideología es cínica ya que implica un mínimo de conocimiento por parte de sus integrantes. Es evidente que hay una ignorancia de los verdaderos resortes, de la dirección de la maquinaría, sin embargo, en el fondo, algo sabemos acerca de cómo funciona todo. La ideología tiene que pasar desapercibida, debe sustraerse a todo reconocimiento. Eso es evidente. Si no lo hace, cesa su sortilegio. Ahora bien, su funcionamiento debe contar con la complicidad de la ciudadanía, con los favores del sujeto. Y, como no podía ser de otra forma, éste entra en el lance sin tapujos. Sabe que la realidad social se diferencia de la estructura ideológica, que existe una brecha entre ambas, pero, incluso y así, prefiere mantener su ignorancia como base de su existencia social. Es mejor malo conocido que no bueno por conocer, podríamos añadir. O también, la ignorancia es la felicidad.
En cierta manera, esta característica de lo ideológico entronca con la naturaleza del síntoma, a saber: configuración ritual cuya forma y consistencia implica un desconocimiento. Dicho en otras palabras, el sujeto goza (en sentido psicoanalítico-lacanianao) de su síntoma en tanto que implica necesariamente un no querer saber. Por ello, puede afirmarse sin ambages que toda ideología es, en última instancia, sintomática.
No obstante, este planteamiento, por el momento, no se diferencia en demasía al que plantea Sloterdijk en su Crítica de la razón cínica. Žižek, a su vez, es consciente de ello. Lejos de alinearse con su perspectiva, en verdad, Sloterdijk se va a convertir en el centro de sus diatribas ya que el cinismo que diagnóstica el pensador alemán conlleva, finalmente, una distancia irónica respecto a lo real. El individuo reconoce a la perfección el abismo existente entre su existencia efectiva y las distorsiones ideológicas pero en ningún momento encuentra razones lógicas, objetivas y racionales para quitarse la máscara ideológica. Para el filósofo esloveno, por el contrario, la cuestión es mucho más compleja que este cinismo simplón y le impugna a Sloterdijk que no haya sido capaz de apreciar la carga delirante que implica la elaboración ideológica, es decir, cómo la fantasía entra en juego para nutrir el imaginario que organiza la percepción del sujeto.
Para explicitar dicha fantasía, centremos la atención en la relación mercantil, por ejemplo. Todos sabemos que detrás de las relaciones mercantiles hay relaciones intersubjetivas. Es decir, en cualquier transacción hay vínculos entre sujetos que buscan, en definitiva, una ganancia (económica o de otra naturaleza…). Sin embargo, en la praxis se actúa como si la realidad material (dinero, mercancía…) tuviesen una existencia independiente o bien fuesen la encarnación absoluta de esas relaciones intersubjetivas. De esta manera los sujetos serían fetichistas de la mercancía, empleando terminología marxiana, en la práctica pero no en la teoría. Todos sabemos muy bien cómo funcionan las cosas pero, aun así, actuamos como si no lo supiéramos. Esto da lugar, en suma, a la fantasía ideológica, es decir, a la doble ilusión de pasar por alto la ilusión que define y vertebra nuestra realidad efectiva con la realidad.
De esta manera, la ideología se sustenta en una fantasía inconsciente que aglutina la experiencia del sujeto y lo moviliza según sus intereses. El ciudadano se mueve por ella y cree a pies juntillas en ella. Creencia debemos leerla en términos de vínculos subjetivos, pero también más allá de lo estrictamente fenomenológico ya que implica siempre una materialización, una ejecución, una encarnación (tal y como Žižek lo ejemplifica con los casos del coro en la tragedia griega y las plañideras). Por todo ello, la creencia se encarga de sostener el edificio ideológico que regula y determina la realidad social. Sin ella, la realidad social se desintegraría. No hay que caer en conductismos absurdos, no obstante. La conducta externa, que también determina la creencia, es siempre el soporte material, efectivo, del inconsciente. En consecuencia, hay una esencial imbricación entre inconsciente y acción del sujeto.
La dimensión básica de lo ideológico, tal y como se ha observado, no es otra que la construcción de la fantasía que finge ser el soporte material de nuestra realidad social, cuando en realidad (si es que podemos hablar de realidad en este sinuoso terreno), es una ilusión que se encarga de organizar, configurar y decretar la constelación social en la que creemos insertarnos. La ideología será plenamente efectiva, en consecuencia, cuando genere en el sujeto la ausencia de fractura entre ella y la realidad social. Y, cerrando el círculo, esto acontecerá cuando lo ideológico determine de tal manera la experiencia cotidiana que sólo sea capaz de encontrarse con sus postulados en la cotidianidad.
Ahora bien, ¿cómo la ideología es capaz de determinar de esta forma la experiencia del sujeto?, ¿qué mecanismos entran en juego para distorsionar y, por ende, deformar la realidad de esta manera? Aquí es donde entra en juego el concepto lacaniano de punto de almohadillado (point de caption). Centremos la atención en él. El espacio social está formado por toda una serie de elementos que, en el fondo, no tienen ninguna relación entre sí. Hay un marasmo de variables que definen la realidad. El punto de almohadillado tiene la función de aglutinar ese caos y dar un sentido a toda esa dispersión de elementos. Es, en términos lacanianos, el Significante-Amo, el núcleo, el punto nodal que estructura la diáspora de variables. Como puede intuirse, la verdadera batalla ideológica se producirá en la lucha por la imposición de los Significante-Amo que más interesen.
No obstante, y para ir finalizando en esta primera concepción acerca de lo ideológico, debe destacarse que el punto de almohadillado encierra una aparente paradoja puesto que no se trata de un núcleo de sentido cerrado, estable e inmutable. Su naturaleza, por el contrario, es performativa, puesto que su articulación depende, en último término, de los elementos que gravitan en el espacio. Por ello, su naturaleza no es identificable, su referencia es absolutamente desconocida. Su estatus ontológico, en efecto, es el de la diferencia: dar un sentido al espacio social pero eludiendo constantemente todo tipo de identificación simbólica.
¿Cuál es el punto de almohadillado imperante en la actualidad? ¿Qué punto nodal estructura más íntimamente al sujeto? El imperativo de goce. Existe un empuje perpetuo a gozar, identificando goce con desenfreno hedonista. Sin embargo, este imperativo no deja de ser el corolario de la muerte de Dios. Ahora bien, lejos de liberarnos de cualesquier barreras, lo que hay en el fondo es una represión infinita. Aunque parezca paradójico, cuanto uno más libre se crea de cadenas teológicas, morales, éticas…, más dominado está el inconsciente por prohibiciones que perpetuamente sabotean el goce. Las consecuencias de este hecho son evidentes:
“… una mirada rápida a nuestro paisaje moral confirma que resulta mucho más apropiada para describir el universo de los hedonistas liberales ateos: dedican su vida a la búsqueda del placer, pero como no hay una autoridad externa que les garantice el espacio de esa búsqueda, se ven atrapados en una densa red de regulaciones autoimpuestas políticamente correctas, como si los controlara un superyó mucho más severo que el de la moralidad tradicional. Se obsesionan con la idea de que, al buscar su placer, pueden humillar a otros o transgredir su espacio, de modo que regulan su conducta con normas detalladas para no “acosar” a nadie, por no hablar de la regulación, igualmente compleja, del cuidado a su persona (estar en forma, comer sano, vivir en paz…). De hecho, no hay nada más opresivo que ser un simple hedonista.”
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La modernidad enfrentada a la identidad
Alain de Benoist
"Nosotros y los otros. Problemática de la identidad" (Ed. Fides) es un importante libro de Alain de Benoist en el que reflexiona sobre la crisis de las identidades —personales y colectivas— provocada por el triunfo de la modernidad liberal.
La modernidad naciente no dejó de combatir a las comunidades orgánicas, descalificadas regularmente como estructuras que, estando sujetas al peso de la tradición y el pasado, impedirían la emancipación humana. En este contexto, el ideal de "autonomía", apresuradamente convertido en ideal de independencia, implica el rechazo de cualquier raíz, pero también de todo vínculo social heredado. «A partir de la Ilustración, escribió Zygmunt Bauman, se consideró una verdad de sentido común que la emancipación del hombre, la verdadera liberación del potencial humano, exigía la ruptura de los vínculos de las comunidades y que los individuos fueran liberados de las circunstancias de su nacimiento». La modernidad está así construida sobre la devaluación radical del pasado en nombre de una visión optimista del futuro que se supone representa una ruptura radical con lo que le había precedido (ideología del progreso). El modelo que prevalece es el de un hombre que debe liberarse de sus afiliaciones, no sólo porque éstas limitan peligrosamente su "libertad", sino también y sobre todo porque ellas están planteadas como no constitutivas de su yo.
Pero este mismo individuo, sacado así de su contexto de pertenencia, también se plantea como fundamentalmente similar a cualquier otro, lo que es una de las condiciones para su plena integración en un Mercado en proceso de formación. Suponiendo que el progreso causa la desaparición de las comunidades, entonces la emancipación humana pasa, no por el reconocimiento de las identidades singulares, sino por la asimilación de todos en un modelo dominante. El Estado-nación, por último, asume cada vez más el monopolio de la producción de vínculos sociales. Según lo escrito por Patrick Savidan, en la visión moderna del mundo, «el otro se establece principalmente como lo mismo. Esto significa que el otro es una persona como yo, un sujeto, y que debemos, como tales, disponer de los mismos derechos. Somos, en otras palabras, iguales, es decir, que el ser humano, como ser humano, aparece como mi semejante. En esta perspectiva, se opera una especie de reducción de la diferencia y una promoción de la semejanza».
La dinámica liberal moderna arranca al hombre de sus vínculos naturales o comunitarios, sin tener en cuenta su inserción en una humanidad particular. Vehicula una nueva antropología, en la que el hombre debe, para ganar su libertad, desprenderse de las costumbres ancestrales y los vínculos orgánicos, siendo vista esta separación de la "naturaleza" como característica de lo que es verdaderamente humano. El ideal ya no es, como en el pensamiento clásico, conformarse en el orden natural; se encuentra, por el contrario, en la capacidad de liberarse de él. La perspectiva liberal moderna se basa en una concepción atomista de la sociedad como la suma de individuos fundamentalmente libres y racionales, de los que se prevé que actúen como seres desvinculados, libres de toda determinación a priori, y susceptibles de elegir libremente las finalidades y los valores para guiar sus acciones. «Cualesquiera que sean sus divergencias», escribe Justine Lacroix, «todas las teorías liberales comparten un postulado universalista, en el sentido de que tienden a pasar por alto todo elemento empírico para elevarse a las condiciones trascendentales de la posibilidad de una sociedad justa, válidas para cualquier comunidad razonable».
«Una concepción liberal —confirma Alain Renaut— sitúa la humanidad del hombre, no en los fines elegidos, sino en su capacidad para elegirlos»5. Esto significa que el hombre tiene sus finalidades sin ser nunca poseído o determinado por ellos, que el yo es siempre irreducible a lo que él elige ser, que el sujeto es siempre independiente de las decisiones que toma, que siempre permanece a distancia de su propia situación particular, en conclusión, que es un ser que elige sus propósitos en lugar de descubrirlos. La modernidad liberal plantea de este modo la anterioridad del yo, tanto en relación con sus finalidades como en relación con cualquier membresía –condición de miembro de una comunidad– heredada. Esto es lo que le lleva a apoyar también la prioridad de lo justo sobre el bien: «Mientras que la moralidad de lo justo corresponde con los límites del yo y se centra en lo que nos distingue, señala Michael Sandel, la moralidad del bien corresponde a la unidad de las personas y se centra en lo que nos une. En una ética deontológica, donde lo justo es anterior al bien, esto quiere decir que lo que nos separa es —en un sentido importante— anterior a lo que nos une, y que esta anterioridad es a la vez epistemológica y moral».
En este nuevo panorama ideológico, la identidad corresponde a la individualidad liberal y burguesa. Mientras tanto, la modernidad separa identidad singular e identidad colectiva, para colocar a ésta última en un espacio de indistinción. «Es el reconocimiento de una indistinción de derechos, constata Bernard Lamizet, lo que hizo posible en la historia el reconocimiento de esta diferencia fundamental entre la identidad singular, basada además en el linaje y el origen, e identidad colectiva indistinta, basada por otra parte en la pertenencia y en las formas de representación de la sociabilidad [...] En este sentido, la universalidad del derecho es un cuestionamiento radical del problema de la identidad». La filiación es replegada entonces a la esfera privada: «Desde el momento en que el modelo institucional se basa en el reconocimiento de la indistinción, la filiación deja de tener un sentido en la estructuración de las identidades políticas que estructuran el espacio público».
Atacando desde el principio a las tradiciones y creencias, que ella seculariza en el mejor de los casos, la modernidad arranca a la cuestión de la identidad de cualquier "naturalidad", para situarla ahora en el campo social e institucional de las prácticas políticas y económicas que estructuran ahora de una manera diferente el espacio público. Ella separa fundamentalmente el orden biológico de la existencia y el orden institucional. El espacio público moderno se constituye como un espacio de indistinción, es decir, como un espacio donde las distinciones naturales de pertenencia y filiación son tenidas como insignificantes. En el espacio público, nosotros no existimos como personas, sino como ciudadanos con capacidades políticas intercambiables. Este espacio público se rige por la ley. Cumplir con la ley, es asumir la parte social indistinta de nuestra identidad. No obstante, hay que señalar que esta indistinción es aún relativa, ya que se limita a las fronteras dentro de las cuales se ejerce la ciudadanía. Al distinguir una forma de gobierno de otra, la vida política también distingue entre los espacios de pertenencia y de sociabilidad.
Desde que el espacio público es un espacio gobernado por la indistinción, la identidad solo puede ser de carácter simbólico. «Si nos situamos en el campo de la historia, de la política y de los hechos sociales, constata todavía Bernard Lamizet, la identidad no podría ser más que simbólica, ya que las individualidades se confunden en la falta de distinción [...] Mientras que en el espacio privado solo ponemos en representación las formas y las prácticas que constituyen nuestra filiación, hacemos aparecer en el espacio público las formas y representaciones de nuestras relaciones de pertenencia y de nuestra sociabilidad que, de ese modo, adquieren una consistencia simbólica y un significado [...] Desde que forma parte de una dimensión simbólica, la identidad, en el espacio público, se funda como mediación: no funda la singularidad del sujeto, sino su consistencia dialéctica de sujeto de pertenencia y de sociabilidad».
Fuente: https://elmanifiesto.com/
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Justicia y metaética contemporánea
“No existe algo así como la Justicia en si misma; hay, más bien, un cierto pacto establecido en las relaciones entre los hombres en los diferentes lugares, de no dañar y de no ser dañados”
Epicuro.
1. Introducción
Después de terminar el libro Teorías de la justicia y la metaética contemporánea de Eduardo Barbarosch podemos afirmar que la tesis más importante que propone el autor es la que sostiene el escepticismo moral subyacente en la teoría de la Justicia de Rawls.
Eduardo Barbarosch nos advierte desde el principio que existe una tensión entre la Metaética y la ética normativa, esta tensión que advierte el autor es ya de por si llamativa ya que muchas escuelas iusfilosoficas dan a esto por supuesto, en otras palabras, no parecen preocuparse demasiado en la construcción de una epistemología metaética, en la introducción de la obra el Barbarosch hace una advertencia que parece estar dirigida a los partidarios del llamado Derecho Natural, en la misma dice "La visión de segundo orden sobre el discurso moral debe servir como agujón crítico frente a las concepciones morales o de la justicia que se presentan o pretenden presentarse con una validez inobjetable"
En este trabajo nos proponemos hacer un comentario sobre los aspectos que me parecieron relevantes en el desarrollo del libro citado y profundizar un poco sobre el problema de la libertad y la igualdad en las distintas concepciones de Justicia.
La indagación sobre los aspectos éticos normativos es una constante en el libro y se presenta casi siempre desde el cuestionamiento a la razón que plantea la filosofía de Hume en contraste con los universales categóricos kanteanos, entender esto será fundamental en la posterior indagación sobre los fundamentos metaéticos que subyacen en las distintas concepciones normativas.
Parece necesario destacar antes de seguir con el desarrollo de nuestro trabajo, que la metaética plantea algunos problemas tales como cuestiones epistemológicas, fenomenológicas, psicológicas y de objetividad.
El autor expresa que, si bien varias de estas cuestiones fueron saldadas o por lo menos tomadas en cuenta en la filosofía de Rawls, su concepción de la justicia adolece aun de un rasgo sustancial irresuelto en cuanto al status ontológico de los valores y el status epistemológico de los juicios de valor.
Barbarosch pretende salir de la encrucijada metaética plantando un escepticismo moral que según veremos no es incompatible con una concepción moral de justicia, ya que adherir a una concepción de justicia no significa necesariamente defender su verdad moral, Barbarosch va aún más lejos y sostiene que esta concepción es la que subyace en la idea de justicia y liberalismo político de Jhon Rawls y que incluso se puede leer explicitamente en Kelsen.
En defensa de sus argumentos y en contraste con quienes adhieren a una suerte de principalismo externo el autor cita a Mackie y comenta que quienes son partidarios del realismo moral asumen y tienen la carga de probar que dentro de la estructura del mundo existen, algo así como entidades, propiedades o relaciones, llamadas valores, además deben esclarecer cuál es la facultad del conocimiento que llevaría a tal comprobación objetiva, ambas cuestiones se encuentran estrictamente vinculadas con el problema de la objetividad moral.
Dicho esto a modo de introducción vamos a comenzar con un pequeño comentario sobre los aspectos relevantes de la obra en cuestión para finalmente hacer un breve reflexión personal sobre el tema.
2. Problemas en torno a la relación entre libertad e igualdad
La neutralidad liberal que se desprende de la teoría político normativa de Rawls plantea que libertad e igualdad no constituyen términos antitéticos como sostienen algunas teorías liberales deontológicas. Para Rawls la igualdad integra la noción de libertad ya que cuando se mejora la situación de los peores situados en el contexto socio económico, la libertad se fortalece.
Aquí Rawls mantiene una disputa con otra especie de liberalismo que podemos denominar libertario, concepción que no cree en la intervención del estado o de algún otro regulador de las diferencias y que centra su atención principalmente en lo que llamamos libertades negativas, esta postura es sostenida con firmeza por Nozick, como veremos a continuación.
Las diversas concepciones de justicia han puesto en la práctica el acento en distintos valores considerados últimos, así el liberalismo se supone que defiende la libertad y el socialismo la igualdad, actualmente existen mayores matices en los postulados, por ejemplo el libertarismo sostenido por Nozick centra toda su potencia en la libertad total como una ampliación de nuestra libertad natural, de lo que se trata es de restringir el poder del estado sobre los individuos, para Rawls y su liberalismo igualitario, de lo que se trata es de maximizar la potencialidad de los indiviudos en un marco de distribución equitativa de bienes primarios, como se puede advertir en esta concepción que también defiende Barbarosch, prima lo justo sobre lo bueno.
La cuestión que intenta resolver Rawls es como conciliar una concepción de justicia con los intereses contrapuestos de los individuos que viven en sociedad, sin duda con la mira en lo justo y participativo, Rawls se arriesga a esbozar una teoría política.
Coincido con el diagnostico de Barbarosch cuando comenta que en las actuales democracias constitucionales es un problema insoslayable ponerse de acuerdo sobre el alcance de los conceptos de libertad e igualdad, la colisión entre ambos valores ha sido el problema principal de la filosofía política.
Entre quienes ponderan el principio de libertad sobre cualquier otro tomamos como ejemplo el pensamiento de Nozick, para quien en su sistema de libertad natural el Estado deber reducirse a su mínima expresión, ya que cualquier tipo de intervención de este a favor del igualitarismo es inmoral, ya que viola libertades o derechos.
Es importante en este punto ubicar a Nozick entre quienes suponen una concepción realista de los valores, así nos dice por ejemplo que “por valor no me refiero a nuestra experiencia subjetiva o nuestros gustos, sino a la cualidad en virtud de la cual algo es valioso” se puede así deducir de sus propias palabras que para él los valores son un “en si” que están “allá afuera" y tienen su propia naturaleza, siendo nuestras emociones una respuesta a ese valor.
Nozick es una suerte de partidario de la mano invisible, donde el postulado de dejar hacer lo va acomodando todo, así se llegaría a una suerte de Estado ultra mínimo, un orden social intermedio entre las asociaciones privadas de protección y el Estado gendarme.
Barbarosch resalta que la postura de Nozick cae en un dualismo insalvable entre derechos naturales y Estado, y que, en definitiva, esta tesis no constituye un fundamento moral de peso que pueda servir como una base más justa para la cooperación social.
El principio general en el que asienta Nozick su teoría es el imperativo Kantiano en su segunda formulación que prescribe que las personas deben ser tratadas como fines en sí mismo y no meramente como medios, desde esa autonomía individual justifica los derechos y por reflejo a las restricciones que el ejercicio de estos conlleva, como vemos comienza a configurarse un cierto “deber ser” en su teoría.
Nozick deposita toda su fe en el individuo y en la propiedad como su extensión natural, es por eso que, en su teoría de la justicia, los derechos se basan en títulos que habilitan la posibilidad de movilidad y transferencia, lo que se tiene es lo que corresponde, lo justo.
Barbarosch crítica esta tesis y formula la siguiente pregunta ¿Son suficientes los reconocimientos de derechos innatos y un mercado libre competitivo para generar una distribución justa de los resultados de cooperación?
Lo que propone la tesis de Nozick -según Barbarosch- da lugar a una especia de tómbola natural que no se ajusta a ningún criterio de justicia distributiva, ya que para decirlo fácil tomar del rico para dar al pobre solo empeoraría los problemas, haciendo que todo se mas ineficiente y por lo tanto también restringiendo derechos naturales como vemos para el autor libertario los derechos individuales ocupan todo el espacio y no hay lugar para un derecho general a la igualdad de oportunidades.
Frente a esta postura parece acertado traer a colación la crítica de Sen “...La creencia de que la libertad es importante no puede estar en conflicto con la idea de que debe crearse un orden social para fomentar la igualdad de la libertad que poseen los individuos”
A su vez Barbarosch destaca que la noción de un derecho de propiedad sin limitaciones e innato al hombre o, como reflejo de la realización de su autonomía, no constituye más que aceptar la tesis del egoísmo.
El autor del libro siguiendo a Rawls considera que los derechos deben ser asignados sobre la base de un acuerdo unánime fundado en la justicia como equidad.
Parafraseando a Rawls digamos que toda sociedad consiste en una asociación que reconoce ciertas reglas de conducta como obligatorias, de esta manera los individuos obtienen ventajas mutuas que sin la asociación no podrían obtener, la cooperación hace posible mejorar las condiciones de todos a pesar del conflicto de intereses que despiertan los acuerdos.
El acuerdo que hace la sociedad, lo celebra en defensa propia y nada tiene que ver con un postulado ontológico o metafísico de un bien común externo.
Sobre la distribución igualitaria nos dice Rawls “Todos los valores sociales, libertades y oportunidades, ingresos y riquezas, así como las bases sociales y el respeto habrán de ser distribuidos igualitariamente a menos que una distribución desigual de algunos o de todos estos valores redunden en una ventaja para todos”
Así la injusticia sería una desigualdad que no beneficia a todos, para encontrar los principios de justicia Rawls propondrá una Posición Originaria, algo así como cortar el pastel sin saber que porción te va a tocar.
Como vimos, Nozick se opone a cualquier modo igualador de oportunidades, ya que cualquier corrección a lo “natural” sería violatorio de derechos, las mejores oportunidades de unos sobre otros no empeoran la situación de quienes tienen menos oportunidades.
Pero ampliando la teoría de la posición originaria, Rawls va un poco más allá y reconoce que la justa igualdad de oportunidades no es suficiente si no se complementa con el principio de la diferencia, de lo contrario se estaría dando lugar a una sociedad meritocrática donde solo se premiaría el esfuerzo de los más talentosos, el principio de la diferencia sirve para dar mayor beneficio a los miembros menos aventajados, solo de esta manera podemos configurar una igualdad democrática.
Lo novedoso y que aparece como contraintuitivo en este principio que propone Rawls, es que nadie puede beneficiarse de su propio talento salvo que lo utilice en pos al bien común, es una pretensión osada considerar los activos naturales como parte del acervo común.
El individuo que busca proteger la teoría Rawlsiana es representada como un gran significante por el obrero no cualificado, aquí hay una anotación que hace Barbarosch que me pareció atinada, ya que si bien entendemos hacia donde apunta el paragua igualitario del principio de diferencia el hombre representativo del obrero no cualificado parece ignorar los desocupados e indigentes.
Como se ve la obsesión de Rawls está centrada en conciliar dos ideales en tensión como son la libertad y la igualdad. Los principios que surgen como resultado del procedimiento llevado a cabo en la posición originaria no son presentados como principios que tienen validez universal y absoluta, por el contrario, en sus últimas obras afirma que solo son aplicables a sociedades con larga tradición democrática.
3. Breve reflexión personal
Las dimensiones de la ética abarcan todo el espectro de lo normativo, para tener un desarrollo coherente, una teoría de la justicia debe tener resuelto sus aspectos metaéticos que les permitirá un posterior desarrollo consecuente con lo predicado, me parece una muy buena posición la del escepticismo moral que plantea el profesor Barbarosch y me veo tentado a darle ese espíritu epistemológico a mi posición político normativa, esto es lo que llamo Justicialismo Libertario.
Lo que propone mi teoría es básicamente la igualdad de oportunidades como condición necesaria de la libertad real, entendida esta como la maximización de las posibilidades de materializar la potencialidad individual y colectiva, así lo expuse en las segundas jornadas de filosofía del derecho, cuando expuse la tesis que identifica a la Política como causa del Derecho, advirtiendo la conformación de una relación dialéctica entre causa y efecto cuya síntesis se expresaba en la regulación de la conducta humana.
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Un día como hoy.. pero de 1913. Muere en la Ciudad de México, el tapatío Bernardo Reyes durante el asalto al Palacio Nacional. Fue candidato a la vicepresidencia nacional postulado por el “Club Político Pedro Ogazon” que se había integrado con los liberales más destacados de Jalisco. #soydetonala®🌞 #tonallantlahtocayotl🗣 https://www.instagram.com/p/B8WeSY3HqE3-M9zBsDs97w9S__pQqCaHoJVEOY0/?igshid=10kgk907nxyuu
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CONSUMIR HASTA CONSUMIRNOS
CONSUMIR HASTA CONSUMIRNOS
RESUMEN
De la crítica de la economía política y sus formas de manipulación dirigida hacia los ciudadanos, regida desde y hacia el mercado como único fin.
Basado en las ideas principalmente de Michel Foucault y Noam Chomsky, se propone un análisis crítico de la sociedad de consumo, de las limitaciones de las libertades y derechos de los individuos y de la tendencia a la normalización de la conducta humana a través de la educación así como la alienación a través de los medios de comunicación.
La historia que se repite y el crecimiento desmesurado del mercado globalizado y de la población mundial, poniendo en peligro inminente la supervivencia de la especie humana y de las demás especies del planeta, a causa del agotamiento de los recursos naturales.
Las conclusiones, no por obvias en algunos casos menos deseables, llevan hacia una democratización de los medios de comunicación y una recuperación del juicio crítico por parte del público en general, que lleve, ojalá, a una participación directa en la toma de decisiones políticas.
PALABRAS CLAVES
Consumismo, economía, deudas, recursos, comercio, publicidad, mercado Noam Chomsky.
ABSTRACT
Consume up to consume us from the critique of political economy and its forms of manipulation directed towards citizens, governed from and to the market as sole purpose. Mainly based on the ideas of Michel Foucault and Noam Chomsky, proposed a critical analysis of the consumer society, the limitations of the freedoms and rights of individuals and of the tendency towards the standardization of human behavior through education and through the media alienation. The story that is repeated and excessive growth of the globalised market and the world's population, putting in danger the survival of the human species and other species on the planet, due to the depletion of natural resources. The conclusions, not by obvious in some less desirable cases, lead to a democratization of the media and a recovery of critical judgement by the public in general, that carry, hopefully, to a direct participation in political decision-making.
Key words:
Consumerism, economy, debts, means, commerce, advertised, market Noam Chomsky.
CONSUMIR HASTA CONSUMIRNOS
“Ha habido, en el curso de la edad clásica, todo un descubrimiento del cuerpo como objeto y blanco de poder. Podrían encontrarse fácilmente signos de esta gran atención dedicada entonces al cuerpo, al cuerpo que se manipula, al que se da forma, que se educa, que obedece, que responde, que se vuelve hábil o cuyas fuerzas se multiplican” (Foucault 1998c: 140)
De los vientos casi prehistóricos de la economía de mercado y su defensa a ultranza de la propiedad privada y del libre comercio y circulación de capitales, Adam Smith, el profeta del Liberalismo Económico, aboga por las decisiones políticas que se toman en el mercado: la economía política. Su alegato continúa desde aquellos confines históricos hasta nuestros días, logrando salir del mercado mismo para colarse en las vidas de los sujetos, en todos sus ámbitos, convirtiendo casi todo en un negocio o, lo que es casi lo mismo, en un intercambio de mercancías más o menos equivalentes, así en el amor como en la guerra, así en la salud como en la enfermedad, pero en todos los casos, eso sí, buscando un costoso remedio para la cura.
Por eso mismo, habría que recordar algunos apartes del discurso de recepción del premio Nobel de literatura, pronunciado en el seno de la academia sueca por Gabriel García Márquez. En él, Gabo denunciaba el estado de postración en el que se hallaba América Latina, y al mismo tiempo reclamaba una oportunidad para que pudiera definir su destino de manera libre y autónoma, encontrando su propia manera de afianzarse en el mundo. Decía, a propósito del despertar del “nuevo mundo”, con trajes y costumbres de la vieja Europa: “…no es difícil entender que los talentos racionales de este lado del mundo, extasiados en la contemplación de sus propias culturas, se hayan quedado sin un método válido para interpretarnos. Es comprensible que insistan en medirnos con la misma vara con que se miden a sí mismos, sin recordar que los estragos de la vida no son iguales para todos, y que la búsqueda de la identidad propia es tan ardua y sangrienta para nosotros como lo fue para ellos.”[1]
El padre de los Buendía ponía en evidencia la necesidad de tener espacio para un nuevo ensayo, para una nueva idea, para un nuevo mundo real en oportunidades, con conocimientos duramente aprendidos, pero con la plena disposición de entenderlos, adaptarlos, renovarlos y conseguir un nuevo modo de analizar las complejas relaciones entre humanos y universo, desde la óptica de los más recientemente llegados a la cultura occidental.
Pero, para atender el pedido de García Márquez, hay que emprender una revisión del pasado y del presente de nuestra “desaforada realidad”. Entre otras variables por considerar y en medio de la misma prisa que tuvieron por viento los navíos de los antiguos conquistadores al arribar a las costas de la América precolombina, es decir, la ambición, está la de la economía, urgente siempre, avasallante siempre, codiciosa siempre.
Porque más allá de los modelos culturales impuestos por la fuerza de los dioses extraños y de las lenguas igualmente extrañas tatuadas con sangre en los cerebros de los nuevos ciudadanos, está el fatigoso y duro modo de producir mercancías en el interior de un mercado para el que éstos resultan aprendices disfrazados de expertos.
Lejos de las aspiraciones del premio Nobel colombiano, las naves se siguen moviendo, presurosas, buscando la manera de continuar con lo postulado por Smith, obligando a que se firmen tratados comerciales con temblorosa mano por los gobernantes de turno, ampliamente desfavorables para los desprevenidos aprendices de negociantes, pero sobre todo asumiendo las reglas de un juego que los de estos confines no saben cómo jugar y que, a lo mejor, no quieren jugar.
Precisamente Foucault, siempre atareado en sus cuestionamientos hacia la Economía Política, advertía que “la democracia y el estado de derecho no han sido necesariamente liberales, ni el liberalismo es necesariamente democrático o está vinculado con las formas del derecho» (Foucault, 1994c: 822).” Es decir, la economía vincula a las personas de un modo “necesario”, como parte de sus intrincados hilos de relaciones entre capitales, bienes y servicios, en el que ellas (las personas) implícitamente forman parte de todas las demás, sin que su voluntad se vea reflejada de manera alguna en la resolución de su propio destino; los que importan son los indicadores económicos y su mejoría, no la humanidad con sus dolores de cabeza, con sus iras y frustraciones, con sus amores perdidos en la bolsa: los humanos con su poesía, se han quedado asignando flores vivas a los floreros llenos de flores de plástico, diciendo cosas incomprensibles para el caos ordenado en cifras, para las cortas cuentas llenas de ceros a la derecha y con insuficientes ceros a la izquierda: siempre serán más aquellos que se quedan sin nada, aquellos que no podrán ser tenidos en cuenta…
Es necesario recordar que uno de los postulados del Liberalismo, en tanto que filosofía política, es la defensa de las libertades individuales con la correspondiente valoración del individuo como tal y la garantía de todos sus derechos. Por ese mismo camino, se supone que cada individuo puede hacer parte de las discusiones políticas que definirán su destino y el de los demás integrantes de la sociedad hacia el futuro; yendo un poco más lejos, en el liberalismo se da por sentada la supuesta irreductibilidad del individuo y está, más que seguro, su poder e influencia en el seno de esa sociedad que los oye a todos y que los considera a todos y que hace posible la participación de todos a través de la democracia. Foucault, por su parte, hace la respectiva reverencia a lo que es una falacia muy bien maquillada y reluciente como cualquier mercancía: “…el neoliberalismo escoge la racionalidad de la empresa económica como un modelo para gobernar, y una concepción ampliamente difundida de la individualidad como una empresa, de la persona como un empresario de sí mismo”[2], un modelo económico que reduce al sujeto a ser visto como un “gerente” en todos los aspectos de su vida. Un individuo que debe, en consecuencia, ser del todo pragmático y considerar siempre el costo – beneficio en cada “operación” de su vida y, más allá, incluso de su muerte. Ha quedado atrás el individuo libre tan ampliamente “defendido” por el liberalismo: es una cifra indistinguible en medio de tantos que suman ceros a la derecha del saldo en la cuenta bancaria de quien vende lo que está de moda.
Pero bueno, hay que entornar los pasos hacia el análisis de lo que realmente preocupa: el consumismo.
Lo que mueve al mercado no es aquello que promete resolver de manera eficiente una necesidad urgente sino aquello que promete mayores ventas en poco tiempo, sin importar su verdadera utilidad. Dejando de lado el hecho de que se supone que los individuos deben tener ya satisfechas sus necesidades básicas, hay que introducir nuevas necesidades¸ entonces, el promotor de toda nueva venta resulta ser el miedo; su fin, la venta de un seguro para combatirlo. En la era del pensamiento científico, lo que más se ofrece en el mercado es la fórmula mágica para combatir los fantasmas nuevos, relucientes y en tercera dimensión, que nos van a alterar el juicio en cuanto olvidemos pagar la cuota de seguridad: el miedo que aún no existe pero que la estadística hace aparecer de entre el sombrero del mago adivinador del futuro triste que le aguarda a quienes, incautos, rehúsen atenerse a la evidencia más que probada por la pantalla del ordenador, donde se puede ver al “experto” haciendo advertencias casi apocalípticas acerca de lo mal presentado que se puede ver aquel que no use para peinarse el nuevo fijador, o si no se posee un automóvil (el más vendido) que es un sello de verdadera “originalidad”; el más seguro resultado desastroso será el de no ser lo suficientemente atractivos para quienes pasan buscando el amor, quienes se negarán a usar su opción de compra, dejándolos tristemente abandonados en un anaquel polvoriento… solos, muy solos.
Porque en esta carrera enloquecida de comprar todo lo que haga y no haga falta, se supone que quien tenga más capacidad de consumo posee, en proporción directa, un nivel de importancia mayor comparado con aquel que consume menos; porque, al parecer, se es más digno de amor y de consideración, dependiendo de qué automóvil tengamos o aparentemos tener. Lo grave para estos nuevos habitantes que todavía no se deciden por completo a casi nada, es que uno de los indicadores más importantes dentro de tantos otros, es su capacidad de ahorro. Pero, según las cifras recientemente aportadas por la superintendencia financiera colombiana, el 54% de las cuentas de ahorros de los colombianos se hallan inactivas.
Dentro de este análisis resulta paradójico que los bancos en Colombia reporten siempre ganancias extraordinarias con tan pocos ahorradores como hay y con una economía que parece nunca poder salir de la crisis; este posiblemente sea otro elemento del realismo mágico garciamarquiano
En todo caso, en un mundo atareado en el oficio de aumentar el PIB aunque se empobrezca al ciudadano en pro de la lucha con la cifra, no resulta extraño que los economistas lo dirijan todo: desde los bancos hasta las empresas dedicadas a prestar los servicios de salud, bajo la premisa de la auto sostenibilidad y la eficiencia en el manejo de los recursos.
Esto ocasiona graves trastornos en la comprensión de conceptos cualitativos como calidad de vida, felicidad, amor, etc., que siempre terminan en una cifra, en un guarismo que ocasiona angustia, en un número ideal que “hay que buscar con afán”. ¿Pero qué sabrán los pretendidos “expertos” de lo que es la calidad de vida? ¿Acaso es igual para todo el mundo en todas partes del planeta? ¿Viven mal, por ejemplo, los monjes tibetanos? ¿Viven mal los pescadores en las márgenes del río Magdalena que pescan su propia comida, respiran un aire de alta calidad y consumen muy pocos productos manufacturados? Y, desde la otra orilla, desde la de “los normales”: ¿Viven mejor quienes tienen que respirar el aire contaminado de las ciudades, comer comida procesada industrialmente, dormir en pequeños espacios y salir cada día a enfrentar el estrés de una ciudad atiborrada de automóviles y de personas neuróticas?
Aquí cabría preguntarse si el índice estadístico inventado por los “científicos sociales” no es otra cosa que una reducción al absurdo de variables que, por lo pronto, son incuantificables.
Lo que subyace a tal pretensión de estandarización global, no es otra cosa que el afán de validar una ciencia social como la rectora de todas las ciencias, bajo un supuesto traje de cientificidad llevado al extremo. Esto, por supuesto, facilita a los estados y a los grandes capitales la tarea de establecer las leyes económicas como si se tratara de leyes naturales equivalentes a la de la gravedad o a la teoría especial de la relatividad. El fin, manipular e imponer modelos de producción, usos culturales y filosofías de consumo.
Como forma de validar esas “leyes”, se impone entonces el negocio por encima de cualquier consideración humana: el neo liberalismo privatiza sin descanso cuanta empresa pública haya, incluidas aquellas que se encargan de asegurar los tan aclamados e inalienables derechos fundamentales, aplicando el principio de eficiencia, sobre todo en lo que tiene que ver con el manejo de los recursos. Se somete entonces a los ciudadanos a una suerte de peripecias legales para lograr hacer efectivos sus derechos, hasta el punto de que su salud, por ejemplo, es convertida en otra mercancía por la cual tendrá que pagar más en la medida en que más la necesite, en algunos casos hasta cancelar la deuda con la propia muerte en la espera de ser atendido en el turno quinientos ochenta, porque solo hay un médico de turno: hay que maximizar los recursos disponibles.
Pero, para evitar una digresión mayor del tema central, es pertinente mirar con más detenimiento el asunto del consumismo.
No pensar: producir y consumir
El interés primordial de las sociedades capitalistas, además del fortalecimiento del mercado como su eje central, ha sido el de buscar el medio más eficiente para controlar a sus ciudadanos. Se hace necesario entonces buscar metodologías de “normalización”, formas nuevas de adiestramiento social, inoculación de conceptos de “bueno” y “malo”, y la satanización (y persecución, en algunos casos) de cualquier intento distinto de forma de vida humana. Para ello, las sociedades se han valido de diversos métodos como la religión, el nacionalismo, la propaganda, etc. Sin embargo, a partir de la segunda mitad del siglo veinte, los medios de comunicación y su desmesurado desarrollo y penetración en todas las capas de las distintas sociedades, han resultado determinantes para cumplir con la tarea de adiestramiento: a través de ellos y con la muy puntual y eficiente colaboración de los publicistas y los expertos en mercadotecnia, se logra convencer al colectivo lo mismo de comprar un perfume costosísimo que de apoyar una guerra con total desconocimiento de antecedentes y de consecuentes, transmitida con tomas de primer plano, capturadas desde la punta del fusil de uno de los “buenos”, en directo, en el lugar de la acción y “en tiempo real”.
Se logra entonces un efecto sobre los potenciales consumidores, basado en la creencia de que cada individuo posee el control sobre el mundo y una libertad que puede salir a gritar y a celebrar a los cuatro vientos (si tiene con qué pagar, por supuesto), cada vez que logra ascender en esa imaginaria pirámide de poder que se le presenta como reto para poder llegar al “éxito”.
Noam Chomsky, el célebre filósofo norteamericano, ha denunciado hasta el cansancio las técnicas de manipulación y los desastrosos resultados que provoca sobre la psique humana. En su libro Ilusiones Necesarias, Chomsky plantea el tema de la democratización de los medios de comunicación que son grandes empresas asociadas con el poder económico y, por su misma definición, con el poder político. En ese orden de ideas, se aspiraría a que el público en general pudiera tener acceso a esos medios, de manera directa, con el fin de tener la posibilidad de expresarse de manera libre y controvertir, de paso, toda información sesgada que pudiera aparecer publicada en a través de ellos.[3]
Con la aparición del internet se ha dado paso a una tentativa de democratización de la información, por supuesto sin que por ello deje de existir el fantasma de la manipulación y de la desorientación. Como advierte el mismo Chomsky en una entrevista para la BBC de Londres, “los usos constructivos de internet son pocos”, es decir, como en toda actividad humana masificada, es mayor la cantidad de entretenimiento y de información deforme o por completo inocua que los contenidos realmente de análisis profundo. Sin embargo, el hecho de que exista una posibilidad de interacción directa entre la gente con el consecuente debate sobre los variados temas que integran la realidad planetaria, hace aún más deseable la posibilidad de que se pudiera tener el mismo acceso, en un futuro cercano, a los poderosos medios de comunicación masiva.
Esta última consideración nos lleva a pensar en cuál debería ser el verdadero papel del estado y hasta dónde es posible controlar sus tácticas de manipulación a través de los medios de comunicación, especialmente en América Latina.
Para dirigir a los ciudadanos hacia un fin común, se vende el modelo del éxito, en todas partes y en todas direcciones, urgiendo al público hacia la acción inmediata en la consecución de recursos económicos para lograrlo. Se hace apología de los famosos, de sus propiedades y excentricidades, de sus señores y señoras, de su vida ostentosa y “feliz”, llena de cachivaches costosos, de mujeres y/o hombres adornados con cuerpos perfectos, buscando imponer, de paso, un solo modelo estético deseable por el que la gente se mata en los gimnasios, hace rigurosas dietas, y consume toda clase de suplementos alimentarios (más y más productos alrededor de un concepto) que puedan hacer posible un acercamiento a ese modelo estético.
Si todo se consume, si todo lo deseable está al alcance del dinero, entonces lo que queda es trabajar sin descanso, “romperse el lomo” para alcanzar los billetes necesarios para comprar la felicidad abundantemente, suficientemente, exitosamente.
Los artefactos de la felicidad, infortunadamente, caen en obsolescencia casi tan rápido como estuvieron de moda. Quedan, eso sí, las deudas adquiridas, los recursos insuficientes y una resaca triste que acomete las pobres existencias de los doloridos consumidores, especialmente cada fin de mes, cada desconsolado fin de año, cuando la infelicidad endeudada no puede adquirir más bienes de consumo, justo cuando se supone que se debe ser más feliz.
Pensar, en consecuencia, está fuera de cualquier posibilidad, está pasado de moda ¡No hay tiempo!… “sólo para el peine usas la cabeza”, como dijo Serrat, ¿para qué más puede servir si no hay plata?
Se busca con afán resolver las diversas crisis económicas de los países. Se clama desde todas partes por nuevos empleos, por el crecimiento del producto interno bruto (muy bruto), es decir, porque aumente la oferta buscando un mayor consumo. Se proscriben, al mismo tiempo, el aborto y los métodos anticonceptivos, sobre todo en los países del denominado “tercer mundo”, porque es importante que, así como crece el PIB, también haya un crecimiento del mercado en términos de la cantidad de consumidores. ¡Vaya fórmula del éxito! Solo crece y se infla hasta alcanzar magnitudes inimaginables, la ambición de quienes ordenan consumir; todo lo demás se acaba, se desgasta, se consume.
Basta recordar el continente africano, depredado por completo en pro de la felicidad de ingleses y franceses; basta recordar los casquetes polares y el calor insoportable que se cuela por las ventanas y las pieles, en algunas tardes y noches en las que debería hacer frío, y la tibia expresión “cambio climático”, con la que se ha denominado a esta devastación. Basta recordar el horror de la guerra en Siria con sus muertos en el primer plano de las imágenes de los medios de comunicación que, de seguro, obtuvieron un precioso crecimiento de sintonía cuando enfocaron el cadáver de un niño flotando en las aguas del Egeo. Era sirio, por las dudas, en huida de la guerra. Solo un muerto más y un consumidor menos ¡Qué horror!
En el mismo sentido, apegado al sistema de producción y derivado de sus consecuencias, parece imposible detener la gran máquina: por un lado, la ambición voraz y desmedida de quienes disfrutan de los privilegios de la acumulación de riqueza; por el otro, la urgente necesidad de quienes no poseen sino su fuerza de trabajo para conseguir el dinero necesario para sobrevivir. Estos últimos, cada vez mayores en número y necesidades, necesitan continuar con el proceso de producir – consumir, en este caso para suplir las necesidades básicas, pero entran en el círculo vicioso por la puerta del empleo, sin el cual no es posible producir el dinero necesario para sobrevivir.
Pero lo peor quizás ocurre en la comercialización de los bienes de consumo y la creación de nuevas necesidades para introducir nuevos productos. Aquí la intervención de la publicidad, la imposición de modelos productivos a los países menos ricos, la imposición, también, de una cultura mundial con su modelo de éxito económico, hacen su tarea depredadora desde el campo de la psicología al servicio de la manipulación de la opinión pública para propiciar mayores consumos. Como si esto fuera poco, el nuevo modelo mercantil, considera la fabricación de productos que, en detrimento de las posibilidades de durabilidad, son cada vez más baratos pero más costosos en términos de obsolescencia: se venden en gran cantidad y tienen que ser repuestos con mayor frecuencia; la venta está asegurada del todo, máxime si se tiene en cuenta que cada producto desechable inflige cambios en los patrones culturales de las grupos humanos.
Las personas, por su parte, llevadas de la mano por una cultura que ha venido perfeccionando cada vez más sus instrumentos especialmente en estas últimas décadas, en las que han nacido miles de millones de nuevos habitantes que obedecen, en su mayoría, a los modelos establecidos, terminan siendo víctimas de los intermediarios financieros, quienes colocan sus productos en manos del público, atosigándolos de tal manera, que los sujetos endeudados no tienen otra opción que continuar naufragando sus días, sus meses, sus años, entre mares de extractos bancarios, de llamadas de cobro, de amenazas de embargo y de inminentes empellones que los empujarán, lo más probable, fuera del pequeño escalón ascendido en la escala social (léase, capacidad de consumo) para el que han tenido que trabajar “con tanto esfuerzo y sacrificio”.
¿Y cómo salir de este círculo vicioso de producción, depredación, obligación?
Tal vez la respuesta está en la posibilidad de no agotar el planeta en busca de nuevos tesoros. Tal vez la respuesta se halle en la recuperación del pensamiento de entre tanto objeto muerto que se ha llevado nuestra capacidad de disentir y de pensar, por el afán de comprar, justo cuando expiró su vigencia en el patio trasero de la casa.
Tal vez la respuesta esté en que nos hemos equivocado de Lázaro y de Mesías: procuramos revivir a quien nos mata y matamos a quien podría revivirnos: optamos por consumir el árbol para que pueda respirar y vivir muy bien quien nos vende la sierra eléctrica. Tal vez la respuesta esté en no desear tanto los bienes del prójimo y en cambio aprender a atesorar aquellos que aún nos acompañan, sin que hayamos hecho cuenta de ellos, salvo por la factura abandonada entre un cajón de la mesa de noche.
CONCLUSIONES
· El consumo irracional de los recursos del planeta, incluyendo a las personas, es la más seria amenaza contra la sobrevivencia del hombre y de las demás especies.
· La búsqueda del poder no repara en el uso de cualquier herramienta necesaria para su perpetuación, siendo su favorita la manipulación a través del modelamiento cultural, la propaganda y la normalización
· Es urgente la búsqueda del cambio en el modelo económico a nivel planetario, así como la implementación de métodos más efectivos y civilizados de control natal.
· Urge la apertura de espacios de debate público a los que asista, sobre todo, la sinceridad y la cordura: no se trata de ganar la discusión al oponente sino de buscar una verdad consensuada.
· Es deseable la aparición de nuevas formas de pensar y de modelos distintos al del éxito como ideales de la existencia humana.
· Repensar filosóficamente el mundo de manera sosegada podría ser un buen comienzo de cambio, sobre todo cuando hay tantas amenazas refundidas entre tanta gente confundida.
· Debemos volver al territorio de la razón y abandonar pronto el territorio de las cifras y de las estadísticas frías y lejanas del corazón humano.
BEATRIZ ENEIDY CHICA ESPINOSA
FUNDACION TECNOLÓGICA COLOMBO GERMANA
GESTIÓN CONTABLE Y TRIBUTARIA
Bibliografía
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Citas Bibliográficas
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“EL CAPITAL TOMO I” (Marx, 1867).
[1] La Soledad de América Latina, Gabriel García Márquez
[2] FOUCAULT, EL LIBERALISMO Y LA CRÍTICA DE LA FILOSOFÍA POLÍTICA, Mario Domínguez Sánchez, Universidad complutense de Madrid, España
[3] Chomsky Noam, Ilusiones Necesarias, Terramar Ediciones, Buenos Aires, Agosto 2007
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Zacatecas, Zac.- Nada ni nadie debe estar por encima del interés superior de la República, todos debemos contribuir para que se fortalezca, mejore y tenga un destino de grandeza, afirmó el Secretario General de Gobierno, Jehú Eduí Salas Dávila, al conmemorar el aniversario 213 del natalicio de Benito Juárez.
Dijo que Juárez es el mexicano excepcional, el hombre, el luchador incansable al que hoy rendimos merecido homenaje, para que su legado permanezca vivo entre nosotros y sus inmortales aportaciones sean guía de nuestro actuar.
Agregó que el llamado Benemérito de las Américas representa uno de los pilares más sólidos de nuestra vida independiente, sus proezas y la determinación férrea de sus decisiones lo ubican como el defensor inamovible de la patria.
“Abrazó con exaltación las ideas liberales, el pensamiento laico, las doctrinas progresistas que forjaron su orientación intelectual y se alejo de la carrera eclesiástica que le ofrecía su protector Salanueva”, refirió.
Manifestó que sus postulados quedaron plasmados en la Constitución Liberal de 1857, se separó la iglesia del Estado abrogando los privilegios del clero, se nacionalizaron los bienes eclesiásticos eximiendo estrictamente los edificios de culto, se garantizó la libertad religiosa a todos los ciudadanos, se promovió la libertad de expresión, la prensa y la asamblea.
Salas Dávila destacó finalmente la claridad del pensamiento e ideales de Benito Juárez y su frase célebre, vigente hasta nuestro días “entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”.
En el evento realizado en el Jardín Juárez de esta capital, alumnos de la escuela primaria Benito Juárez declamaron una poesía alusiva y, posteriormente, se montó una guardia de honor y se colocó una ofrenda floral por parte de las autoridades civiles y militares.
Conmemoran natalicio de Benito Juárez was originally published on Periódico Mirador
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