#por qué pasaba tantas veces por su casa hm?
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spidersinmysoup · 3 months ago
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Don Pepito y don José were lovers
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sonlosnomeolvides · 5 years ago
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latin hetalia argmex week; día 1 → ángeles y demonios
» el ángel guardián {martín + pedro}
Todo comenzó a las pocas semanas de que Martín salió del hospital después de una cirugía de corazón, cuando estaba lo suficientemente recuperado como para dejar la casa de su primo y regresar a su departamento. En otras circunstancias no le habría prestado demasiada atención, probablemente ni siquiera se habría dado cuenta de ello, no con el ritmo tan acelerado que tenía para hacer las cosas (consciente de que cada día podía ser el último). Pero ahora, con las horas que debía pasar en reposo y sin nada más interesante qué hacer, habría sido imposible no darse cuenta del muchacho que se la pasaba sentado en las escaleras de emergencia del edificio al otro lado del callejón. 
Quizá “muchacho” no era la mejor manera para describirlo. No estaba seguro del todo, pero aunque lucía joven (más o menos de su edad, ya llegando a la mitad de los veintes), había un aire de melancolía en él que le daba una apariencia mayor. Siempre llevaba la misma ropa, que cada día lucía más sucia; tenía las manos cruzadas, la mirada gacha y los hombros caídos, como si lo aquejara algo terrible. Probablemente era un sintecho. Tendría sentido, después de todo, ¿quién más pasaba tanto tiempo, días incluso, sentado en el mismo lugar, con la misma ropa y lucía como si el mundo se le hubiera venido encima?
Había algo más en él, algo que Martín no sabía cómo explicar. Cada que Martín se asomaba por la ventana de la sala para verlo, tenía la sensación de que lo conocía de algún lugar. Sin embargo, por más que intentaba recordarlo, a su mente no llegaba nadie que fuera como él. Y también estaba esa extraña presión en el pecho, que no tenía nada que ver con el dolor de la recuperación por la cirugía. A ese dolor estaba acostumbrado (lo peor eran los estornudos: sentir que el pecho quería abrírsele nuevamente cada que estornudaba con fuerza), y por eso reconocía que la sensación que tenía al ver a aquel tipo no tenía nada que ver con su recuperación. 
Una tarde de esas en las que el viento sopla con un aire gélido, se percató de que el otro hombre seguía sentado en el lugar de siempre. En él todo se veía igual que siempre, a excepción de la forma como se abrazaba por el frío. El idiota estaba sentado sin siquiera un suéter para protegerse del clima. Martín se quedó observándolo por un par de segundos y justo cuando estaba por volverse para ir a su habitación, vio que el chico levantaba el rostro y lo observaba desde el otro edificio. 
No lo pensó realmente. Caminó hasta su ventana, se estremeció cuando el aire del exterior le dio en la cara al abrirla y gritó:
—¡Oye!
El chico le miró perplejo, pero Martín no le dejó hablar y se adelantó:
—No tienes a donde ir, ¿verdad? —preguntó. La respuesta era obvia, pero la situación ya era extraña de por sí y Martín supuso que no haría daño iniciar la conversación de esa manera.
—No —respondió el otro. Su voz era más grave de la que Martín esperaba y por un instante volvió a sentir esa misma opresión en el pecho. 
—Ven. 
—¿Qué?
—¿No escuchaste?
—Sí, pero… ¿estás seguro? No sabes quién soy. 
Más presión en el pecho. Martín se cruzó de brazos, aunque fue más para disimular la molestia por lo que sentía en el pecho que por otra cosa. Creo que sí sé quién eres, pero no logro recordarlo. 
—Has estado ahí por días y si quisieras hacer algo raro, creo que lo habrías hecho hace mucho. Sube por la escalera del edificio —agregó señalando la escalera de emergencia que daba a su ventana. 
El otro asintió e hizo como le indicaba Martín. Pasados unos minutos, entró por la ventana de la sala, cerrándola detrás de él y evitando el paso del aire helado de afuera otra vez. Volvió a hacerse el silencio, aunque Martín notó que se sentía un poco mejor, que lo que fuera que sentía en el pecho cedía poco a poco para darle paso a la sensación propia de su cirugía reciente. Se miraron uno al otro por un rato y Martín se dio cuenta de otros detalles que no podía ver a través de la ventana: era un poco más bajo que él y lucía delgado, pero no excesivamente flaco, y le llamó la atención la cicatriz que cruzaba su nariz. 
—Gracias —dijo el joven. 
—De nada. ¿Te llamas…?
—Pedro. 
—Martín —Pedro asintió en silencio—. Bueno, pues, toma asiento. ¿Algo de beber? Creo que algo caliente te vendrá bien. 
—¿Tienes café? —preguntó Pedro—. Siempre quise… es decir, hace tiempo que no tomo uno. 
Sí, había algo extraño en él, asintió Martín para sí mismo. Y, a pesar de ello, no tenía miedo de aquel extraño; era como si algo muy dentro suyo le dijera que el hombre al que había invitado tan de improviso jamás le haría daño. 
—Te preparo uno de inmediato. 
—¿Te ayudo? —preguntó Pedro—. Creo que eres tú quien necesita descansar más que yo. 
—No, estoy bie… ¿qué? 
—¿Hm?
—¿Por qué dices que yo debería descansar más? 
Pedro dio un paso atrás y miró de reojo la ventana, como si estuviera pensando en huir. 
—Si quieres ir, vete —dijo Martín—, pero ahora sí llamaré a la policía. 
—¡No! —exclamó Pedro, y Martín pudo ver el miedo en su mirada—. Yo… no es necesario que llames a la policía. No tengo a dónde más ir. 
—Sí, bueno, eso me quedó claro. ¿Te quedaste sin trabajo o algo? ¿No tienes ningún amigo con quien ir o algo así?
—No. No tengo nada… yo. No tengo dinero ni amigos ni familia. 
—¿No eres de aquí?
Pedro miró al piso un segundo y asintió con la cabeza antes de suspirar. 
—Algo así. 
Toda esa situación era extraña y aunque el sentido común le decía a Martín que estaba haciendo todo mal, que lo ideal habría sido llamar a la policía en cuanto se percató de que frente a su edificio había un tipo que no se movía de lugar, al final optó por seguir su instinto otra vez. Señaló con la barbilla el sillón para invitar a Pedro a sentarse y él también se sentó. 
—¿Quieres contarme? 
—No sé qué será mejor, que lo sepas o que no lo sepas. 
—Ok, eso ya me está dando miedo. 
Pese a todo, Pedro sonrió. 
—Tienes la sensación de que me conoces, ¿verdad?
—¿Cómo…?
—Nos conocemos —dijo Pedro. Martín guardó silencio para escucharlo—, aunque no nos hemos visto de frente. Yo te conozco más de lo que tú a mí, pero es inevitable que sientas que me has visto en algún lado, aunque nunca lo hayas hecho. 
—¿Qué quieres decir?
Pedro suspiró. Levantó el rostro y cuando su mirada se cruzó con la de Martín, éste sintió otra vez la opresión en el pecho, que era más intensa que las veces anteriores, e instintivamente se llevó la mano al lugar donde estaba su cicatriz. Pedro siguió el movimiento con su mirada y antes de que Martín pudiera decir algo, puso su mano sobre la de Martín. Un escalofrío lo estremeció. 
—Hace unas semanas debiste morir en el quirófano —dijo Pedro—. La cirugía se complicó. Todo indicaba que no saldrías con vida pero fue…
—Como un milagro —completó Martín—. Eso fue lo que dijeron mis familiares. 
Pedro quitó su mano y sonrió un poco. Fue una sonrisa melancólica, triste, y Martín se hizo un poco hacia atrás. 
—¿Quién eres?
—Tu ángel guardián. 
—¿Qué?
—Debiste morir —dijo Pedro— y yo sabía lo que estaba por ocurrir. Lo he sabido desde siempre, desde que naciste, y no se supone que nosotros debamos intervenir en eso. Somos guardianes, pero no debemos intervenir en lo relacionado con la muerte de nuestro humano, pero… no podía dejarte morir. No así. Tienes tanta vida aún, y eres una persona tan hermosa, con tantos sueños e ilusiones y yo… intervine para que no murieras. Por eso estoy aquí, porque ya no puedo regresar. 
—¿Regresar a dónde? —preguntó Martín, aunque una parte suya creía saber la respuesta. 
Pedro señaló con su dedo hacia arriba. 
—Ah. 
Ambos se quedaron en silencio por tercera ocasión. Era un relato extraño, fantasioso por decir lo menos, pero Martín estaba seguro de que era verdad. Nadie había podido explicar la razón por la cual había regresado a la vida cuando todos los médicos presentes lo daban por muerto y , quizá, todo ese cuento del ángel guardián explicaba un poco por qué Pedro (¿sería ese realmente su nombre?) le parecía tan familiar. Explicaría, también, la opresión en el pecho, que al fin entendió como esa sensación de querer llorar para desahogarse. 
—¿Aún quieres ese café? —preguntó. 
—¿No me vas a echar?
Martín le sonrió, nervioso, y se puso de pie con cuidado. Estaba seguro de que estaba haciendo lo correcto al dejar que Pedro se quedara en su casa. 
—No puedo echar a mi ángel guardián —dijo—. ¿Quién cuidaría de mí entonces? 
—¿Por cuánto tiempo puedo quedarme? —preguntó Pedro poniéndose de pie también. 
—Por el tiempo que quieras. ¿Quieres acompañarme a preparar esa taza de café?  —preguntó. 
No esperó respuesta, caminó hacia la cocina y sonrió al escuchar que Pedro caminaba detrás de él. 
fin.
_____________________________________
Wow, esto quedó más largo de lo que pensé y creo que pude extenderme más, pero así ya estaba algo extenso. Me gusta la idea de Pedro siendo el ángel guardián enamorado de Martín. Obvio que después se casan y son felices por siempre. 
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mieltrabajos · 6 years ago
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Capítulo 3 - La razón del corazón (Heart no Shuchou)
( Shibasaki Ken. Nacido el 1 de abril, aries, sangre tipo O. Séptimo grado. Pasa el rato con Koudai y Kotarou. Es popular con las chicas; pero también es, fundamentalmente, un ligón. Sus padres no se llevan bien. Tiene un hermano en la escuela elemental/primaria llamado Aizou ).
-`ღ´-
Ha pasado una semana desde aquello y, por alguna razón, los tres (Ken, Kotarou y Koudai) han comenzado a salir juntos a menudo. Durante el descanso para la comida, Kotarou va a la clase de Ken y se une a ellos en sus charlas. En el día presente, también, se han reunido alrededor de la mesa de Koudai para matar el tiempo jugando a las cartas.
Hina, quien pasaba por el lado del salón de clases, de repente detuvo su paso. La muchacha dirigió una inexplicable mirada hacia Kotarou mientras él observaba fijamente las cartas en su mano, con una expresión seria.
—Espera un momento; Kotarou, ¿por qué estás con Shibasaki y Yamamoto?
—¿Hay algo malo en eso? —Kotarou preguntó y señaló una de las cartas de la mano de Ken.
—Nos hemos vuelto amigos, ¿verdad, Kotarou? —Ken rió, dando una palmada en los hombros de Kotarou, y luego revelando como si nada la carta—. Oh, por cierto, esa era la carta del joker.
—¿¡Ah!? ¿¡De verdad!? —Kotarou volteó y miró la carta que había agarrado, perdiendo sus fuerzas—. No me digas eso, Shibaken.
Ambos, Kotarou y Koudai, ya habían comenzado a llamar a Ken por el apodo de “Shibaken” antes incluso de haberse dado cuenta. Aquella, la forma en la que las chicas se dirigían a él, se les había acabado pegando.
—Hmm, así que Kotarou tiene el joker. Entonces sólo tengo que tener cuidado —Koudai sacó rápidamente una carta de la baraja de Kotarou y luego colocó un par de ellas sobre la mesa.
“El joker todavía está en la mano de Kotarou… hum. Resulta divertido, él es demasiado obvio”.
 Esa no era la primera vez que jugaban a las cartas, pero Kotarou nunca había logrado ganarles. A pesar de ello, él jugaba absolutamente todas las veces, así que probablemente era un mal perderdor.
—Setoguchi, ¿quieres jugar con nosotros también? —Ken preguntó a Hina, quien los observaba curiosa, mientras agitaba sus cartas.
—Huh, ¿y-yo?
—Hina, me estoy yendo sin ti —la chica que esperaba en la puerta llamó a Hina, quien se hallaba dudosa.
—Ahh, ¡espera! —respondió, nerviosa, y corrió hacia la contraria.
Kotarou siguió la figura ajena con su mirada, sin siquiera percatarse de que Ken ya había tomado una carta de la mano de Koudai y ya era su turno.
—Kotaroou, estás siendo muy obvio —dijo Ken en un tono burlón.
Kotarou puso una cara de gruñón ante aquellas palabras.
—¿A qué demonios te refieres?
—Esto y aquello. Oh, cierto; hace tiempo, ¿sabes los chicos de nuestra clase? Pues han celebrado una encuesta secreta de popularidad para puntuar a las chicas. ¿En qué puesto crees que está Setoguchi?
—¿Có… ¿¡Cómo demonios voy a saberlo!? ¿¡Lo de tu clase hacen ese tipo de cosas!?
Ken contuvo su risa por la evidente agitación de Kotarou.
—He puesto un voto en tu lugar, Kotarou.
—¡Yo no te he pedido que hagas eso!
—Tranquilo, ha quedado posicionada en primer lugar.
—¿¡Sabes!? ¡Eso no es en absoluto algo por lo que sentirme relajado!
Koudai, silenciosamente, sacó una carta de la mano de Kotarou y su voz cobró fuerza:
—Oh, he ganado —pronunció colocando sus cartas sobre la mesa.
—Ohh, ¡qué suerte! ¡Yo he ganado también! —Ken también colocó sus cartas sobre la mesa, después de Koudai.
—¿¡Ah!? —Kotarou finalmente se dio cuenta de que la única carta que quedaba en su mano era la del joker. Cubrió su cabeza con sus brazos y colocó su cabeza sobre la mesa— Sois unos tramposos….
—Simplemente eres demasiado malo en esto, Kotarou —Koudai, despreocupadamente, dio el golpe final mientras recogía las cartas.
—De verdad que no voy a volver a jugar a esto con vosotros —Kotarou se puso en pie, colocando sus ambas manos en los bolsillo, y se marchó a su clase. El reloj de la pared marcaba que quedaban sólo cinco minutos antes de que el recreo se terminase.
 Ken colocó despreocupadamente sus manos tras su cabeza.
—Kotarou tiene una forma realmente agotadora de vivir.
—¿En serio?
Él estaba loco por la chica que le gusta y, por si fuera poco, dedicaba todo al club que tanto amaba hasta tal punto que resultaba demasiado cegador. Quizás debía de sentirse bien, bueno, perseguir con tantas fuerzas lo que uno ama. Ken sería absolutamente incapaz de hacerlo, él ni siquiera tenía tales intenciones desde un principio. Cuánto más desesperado estaba, más aumentaba el sentimiento de desesperanza y pérdida cuando no conseguía lo que quería. Había comprendido que era mucho más inteligente y fácil dejar las cosas ser.
—Ese chico es lamentable —bromeó Ken.
Koudai le miró brevemente y recogió las cartas de un toque.
—Kotarou es un buen chico.
—Espero que se confiese pronto. Cuando lo rechace, riámonos de él con todo lo que tenemos, Koudai.
—No es como si ser rechazado fuese el único resultado.
—¿Crees acaso que esos dos comparten los mismos sentimientos?
—… —una expresión complicada apareció en la cara de Koudai mientras sostenía la montura de sus gafas en sus manos.
—Quiero decir, el simple hecho de que él vaya en serio es un completo desperdicio —Ken dirigió su mirada hacia afuera de la ventana mientras se apoyaba contra la parte trasera de su silla. A la par, sus ojos se entrecerraron ligeramente.
Lo que realmente quería siempre se le escapaba de las manos, el mundo seguramente estaba hecho para ser de ese modo: al final lo único que quedaba eran un par de palmas vacías.
—… ¿Sabes, Shibaken? Vives más bien sin tacto alguno.
—¿Ah? —preguntó Ken dándose la vuelta. Su ceño se había fruncido sin siquiera darse él cuenta.
—Sorprendentemente, tú eres el que más se desconoce a sí mismo —dijo Koudai con una expresión indescifrable antes de ponerse de pie y salir del aula.
“Cállate. ¿Qué demonios sabrás tú…?” El pelo que caía sobre su cara era molesto; Ken dejó salir un suspiro irritado de sus labios mientras corría su pelo con los dedos. “Qué estúpido…”.
 -`ღ´-
 Al terminar las clases, Ken se dirigió a clase de Kotarou. Como Koudai tenía trabajo en el comité, éste iba a llegar tarde.
—Ey, Kotarou; hoy no tienes club, ¿verdad? –a pesar de que Ken estaba llamando por él; Kotarou estaba completamente absorto, con su mano apoyada en el borde de la ventana. Ken se colocó a su lado y miró por dicha ventana; todo el mundo estaba caminando hacia las puertas de entrada, unos tras otros. Al otro lado de la mirada de Kotarou se hallaba Setoguchi Hina, quien caminaba mientras reía junto a sus amigas.
“Ah, no me está escuchando…”
Él sólo tenía ojos para una persona. Su cabeza, definitivamente, también estaba llena de pensamientos sobre ella.
Las emociones que Ken había encerrado en lo más profundo parecían revolverse ocasionalmente cuando miraba a Kotarou de ese modo. Incluso cuando eso era algo que quería olvidar.
—Realmente la amas, hm.
Aquel tenía la intención de ser un pensamiento para sí mismo, pero Kotarou se giró y miró hacia él:
—¿Has dicho algo?
—No, realmente no. De todos modos, vamos a algún sitio de camino a casa. No tienes nada que hacer, ¿verdad? —él y Kotarou salieron de la clase, manteniendo conversaciones de ese tipo.
 -`ღ´-
 Al siguiente día, estaba lloviendo mientras regresaba de la escuela. Ken se dirigía a las puertas delanteras mientras abría su paraguas de vinilo. Mientras caminaba, alguien llamó por él, “Shibasaki”, haciendo que se detuviese. Era una estudiante que le sonreía con un paraguas en su mano. Su mochila no era nueva así que debía de ser mayor que él.
—¿Hum…? —su nombre no aparecía en la mente de Ken, quién colocó su mano tras la parte trasera de su cuello.
—Shibasaki, ¿vas a algún lugar ahora?
—¿Hum? Ah… no, ¿realmente no?
—Entonces, ¿vendrías conmigo? He estado pensando que tú eres bastante genial, desde hace un tiempo atrás—. ¿No? Ah, por casualidad, ¿tienes a alguien que te guste o algo?
“¿Otra vez…?”
Había estado recibiendo ese tipo de insinuaciones continuamente desde que había comenzado el instituto. Esto sólo sucedía porque se había vuelto más alto  y prestaba una cantidad considerable de atención a su apariencia.
“Es sólo conveniencia”.
Él ocultó su sarcasmo tras una expresión placentera:
— Pero no sé absolutamente nada sobre ti.
—Soy un año mayor que tú —el nombre que le dio fue silenciado por el sonido de la lluvia golpeando sus paraguas.
“Bien, supongo que está bien…” La razón de que aceptase era que ella era bastante bonita y tenía el pelo largo, era su tipo. Quizás también influía el hecho de que se sentía un poco celoso de la honestidad que reflejaban los ojos de Kotarou cuando miraba a Hina desde el borde de la ventana; en verdad, estaba realmente preocupado por el hecho de si podría anhelar a alguien de la misma manera.
 -`ღ´-
 Los estudiantes se levantaron de sus sillas y salieron del aula una vez la clase había terminado. Mientras Ken y Koudai tomaban camino, Kotarou, ya listo para marcharse, llegó a la clase ajena.
—Shibaken, Koudai, no tengo club hoy, vayamos a casa juntos.
—Me han avisado de que el libro que encargué ya ha llegado así que quiero ir a la librería.
—He estado pensando en eso, hay un manga que quiero comprar.
Ken tomó su teléfono móvil de su mochila para chequearlo e ignoró completamente la conversación mantenida por Kotarou y Koudai.
—¿Shibaken? —Kotarou le llamó.
Finalmente, levantó su cabeza.
—Lo siento, hoy tengo planes —Ken guardó su teléfono en el bolsillo de su pantalón tan pronto como terminó de enviar un mensaje. Sin embargo, el ruido de una notificación recibida sonó.
—¿Otra vez? ¿Estás yendo a clases particulares o algo?
—Ah, bien… ¿algo así? Hasta más tarde, Kotarou, Koudai —se marchó del aula sonriendo, con la mochila sobre su hombro.
 -`ღ´-
 Pasaban ya de las nueve de la noche cuando Ken regresó a su casa. La entrada estaba completamente oscura cuando abrió la puerta. Sin embargo, él sabía incluso sin comprobar si estaban los zapatos que sus ambos padres ya se hallaban en casa, podía oír los gritos histéricos de su progenitora procedentes del segundo piso. Sus chillidos probablemente podrían escucharse claramente desde la puerta de al lado. Sus padres deberían considerar aquello algo vergonzoso, pero no era así.
 Tiró su mochila en las escaleras, lamentando el hecho de no haber regresado un poco más tarde.
Aizou, su hermano pequeño, estaba asaltando los estantes de la cocina cuando entró en la sala de estar.
—Al menos enciende las luces —una luz naranja inundó la oscura habitación cuando presionó el interruptor, con un click.
—Bienvenido.
—Ah… —dio una vaga respuesta. A continuación, caminó hacia la nevera y la abrió. “… No hay nada aquí”. Suspiró, enfocando su mirada en Aizou, quien sostenía una taza de fideos en sus manos— ¿Cuánto tiempo llevan esos dos así?
—Desde hace unas dos horas —eso significaba que no habían hecho la cena. Incluso si observaba alrededor de la cocina, no había ningún rastro de comida hecha. Definitivamente no había duda de que las comidas de sus hijos era algo que ni siquiera había pasado por sus mentes. Y parecía que su pelea tenía para largo.
—… Voy a hacer pasta, ¿quieres un poco?
—Sólo si haces carbonara.
Se rió un poco, golpeando la cabeza de su hermano menor, y luego sacó los fideos secos de las profundidades de los estantes. A continuación, se quitó la chaqueta del uniforme y enrolló las mangas de su camisa. Echó suficientes fideos para dos en el agua hirviendo y luego revolvió el tocino frito y la cebolla en la sartén. Aizou, quien ya se había sentado a la mesa, estaba absorto en sus pensamientos, descansando su mejilla en su mano mientras miraba las gotas de lluvia golpeando la ventana.
—¡Para, para de hacer que todo parezca mi culpa! ¡Ya estoy harta de ti!
—Tú eres quien ha comenzado a pelear en cuanto he llegado. Dame un respiro, ¡soy yo quien llega a casa cansado por el trabajo!
—¡No hagas parecer que eres el único que ha estado trabajando! Incluso yo…
“Somos nosotros los que estamos cansados de esto y estamos esperando que nos den un respiro. Todos los días igual, descargándose y gritandose cada vez que se ven.
Son adultos, ¿no es así? ¿Por qué no pueden al menos ocultar sus sentimientos?”.
Incluso si se tratase sólo de una mentira, pretender que se quieren y sonreír… Mientras hiciesen eso no se lastimarían a ellos mismos ni a la gente a su alrededor. ¿Por qué no podían hacer algo tan simple?
“A pesar de que se casaron por amor…”
 Ken continuó moviendo sus manos silenciosamente mientras escuchaba los gritos procedentes de arriba, los sonidos del extractor y el ruido del aceite. Finalmente, colocó la pasta carbonara, ya terminada, en platos y los llevó junto con sopa instantánea a la mesa del comedor.
Ken se sentó en el lado opuesto a su hermano menor y recogió su tenedor. Realmente no tenía nada que decir; sólo enrollaba los fideos alrededor del cubierto mientras jugueteaba con su teléfono, el cual había dejado posado a su lado.
—… ¿Mamá y papá van a divorciarse?
Las manos de Ken se detuvieron ante la pregunta de su hermano menor. Aizou seguía mirando la oscura ventana.
—¿Quién sabe? ¿No lo harán? —aquella se trataba de una conversación que ya había sido planteada hace años. Llegados a ese punto, ya no sería realmente sorprendente.
—Si lo hacen, entonces….
—Suficiente. Apresúrate y come. Como yo he hecho la comida, tú te encargas de lavar los platos —dijo Ken, dando por finalizada la conversación mientras llevaba la pasta enrollada en su tenedor a su boca.
Aizou no volvió a decir nada más después de aquello.
-`ღ´-
( Haz click aquí para ir a la lista con el resto de los capítulos )
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lady-chibineko · 3 years ago
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SamBucky fic: Besos de chocolate (Chocolate kisses)
https://archiveofourown.org/works/33323164
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SamBucky Halloween 2021 Bingo prompt 3: Trick or treating
Link a AO3: https://archiveofourown.org/works/33323164
Título: Besos de chocolate (Chocolate kisses)
Autor: Lady chibineko (Miembro de la Orden Sirusiana) (Miembro de la Mazmorra del Snarry) (Alumna de la casa de Hufflepuff en Media Noche en la Torre de Astronomía)
Disclaimer: Los diversos personajes del MCU (Marvel Cinematic Universe) pertenecen a Marvel, Disney y sus respectivos creadores, productores, directores y demás involucrados en este amplio universo.
Advertencia: Este es un fic slash, lo que quiere decir relación chico-chico; si no es de su agrado este tipo de lectura por favor no sigan.
Nota: Este fic participa en el evento 'SamBucky Halloween 2021 Bingo' auspiciado por THE SAMBUCKY LIBRARY en tumblr, con el prompt: Trick or Treating (Tarjeta 2, espacio superior izquierdo).
~.~.~.~.~.~
- ¡Pero miren nada más a quienes tenemos aquí! Finn y Poe, recién escapados de las películas de Star Wars ¿Quién se supone que va a venir después? ¿Chewbacca?
Cass y AJ se miraron a los ojos antes de deshacerse entre pequeñas risas ante lo dicho por su madre.
- ¡¿Y qué hay de mí?!- reclamó Sam a su hermana mientras extendía los brazos.
- Mmmm... Bueno, que te puedo decir. No estoy segura de que realmente puedas llenar los zapatos de Lando, pero ya estás vestido y tienes que salir con los chicos, así que no hay nada que se pueda hacer al respecto.
Sam miró con un aire de total indignación a Sarah.
- Para tu información, soy el perfecto Lando Calrissiam, muchas gracias.
Un nuevo estallido de risitas de parte de los niños interrumpió a los dos adultos.
Sarah rodó los ojos.
- Si tú lo dices. En fin ¿Tienen todo?
- ¡Sí, mamá!- respondieron ambos niños con emoción.
- ¿Están seguros? Porque yo no veo sus baldes de calabaza por ningún lugar.
¡Era cierto! ¡Los baldes de plástico en forma de calabaza estaban aún en el cuarto de Cass!
Ambos niños corrieron hacia allá a recoger las calabazas que pronto estarían rebosantes de dulces, o por lo menos eso esperaban.
Ambos adultos sonrieron divertidos por más de un momento antes de que Sarah voltease hacia su hermano.
- Gracias por llevarlos este año Sam, significa mucho para ellos.
- ¡Ey! Nada que agradecer. Ambos significan mucho para mí también, y no es como si fuese un sacrificio ni nada parecido ¡Los niños y yo vamos a divertirnos mucho esta noche!
- Mmm hm.- fue la respuesta de Sarah junto a una sonrisa- En ese caso, espero que el próximo año te acuerdes de venir a llevarlos de nuevo mientras yo me quedo una vez más esperando a los que vengan por dulce o truco.
- ¿Venir? ¿Qué se supone que significa eso?- preguntó el actual Capitán América, para arrepentirse tan solo un segundo después de haberlo hecho. Le había dado pie a su  hermana para que volviese a insistir con el mismo tema.
- Pues no se ¿Tal vez porque estoy segura de que para el próximo año ya estarás viviendo con tu novio, el chico blanco que te siguió hasta aquí?
Sam gruñó.
- ¿Puedes dejar ya de hablar así? ¡Bucky no es mi novio!
Sarah resopló.
- Solo porque no has hecho algo al respecto.
- ¡Sarah!- se quejó Sam, aunque a estas alturas era más un gemido de frustración que otra cosa.
- Sam, vas a tener que admitirlo un día, preferentemente antes de que sea muy tarde y alguien le de al hombre un poco de ese romance de Louisiana que estoy segura que desea desesperadamente. Tu no-novio vendió todo en New York y no dudó en asentarse aquí. En serio ¿Por qué crees que haya sido eso?
- ¡Porque aquí la gente lo trata como el ser humano que es!- se quejó Sam por enésima vez.
Sarah lo miró casi con pena.
- No hay peor ciego que quien no quiere ver, como dice el dicho. Hermano ¿Qué estás esperando? ¿Una declaración formal? ¿Que ese muchacho lo grite a los 4 vientos en medio de los muelles? ¿Un cartel de neón sobre su cabeza?- Sarah negó una vez más- Sabía que eras denso, pero esto ya es exagerado. No puedes esperar que James dé el primer paso, y luego también el segundo.
Sam volvió a gruñir y abrió la boca para contestar algo, pero fue interrumpido por la llegada intempestiva de sus sobrinos.
- ¡Ahora sí están con todo listo!- celebró Sarah, tomando unas fotos finales- Recuerden se educados, no se separen de su tío y nada de peleas ¿Entendido?
- ¡Sí, mamá!
- Y no olviden darle el paquete con galletas de calabaza al tío Bucky para cuando pasen por su casa ¡Estoy segura de que los estará esperando impaciente para ver de qué se disfrazaron!
Los niños sonrieron y Sam rodó los ojos, pero al igual que sus sobrinos también asintió. Segundos después los tres varones de la familia Wilson salían a cumplir con la sagrada tradición de pedir dulce o truco en la noche de Halloween del año 2024.
Los chicos se movieron sin prisas, saludándose con otros niños que habían salido a pedir dulces con sus familias, o en grupos grandes en el caso de varios adolescentes, mostrando sus disfraces con orgullo y alabando los de los otros niños y jóvenes disfrazados, lo cual sinceramente le dio a Sam más tiempo para pensar del que le hubiese gustado tener.
Pensar en Bucky, es decir.
Efectivamente el súper soldado se había mudado a Delacroix con una velocidad pasmosa poco después de aquella agridulce victoria sobre los Flag Smashers.
Un día de febrero, Bucky le escribía un mensaje contándole que había terminado formalmente con su terapia con la doctora Raynor, y unas semanas después le escribía de nuevo anunciándole que había vendido el pequeño departamento que Steve le había dejado en Brooklyn, y que había comprado la casa que la viuda Powers había puesto en venta unos meses antes, cuando decidió que la casa era muy grande para ella sola y que mejor se mudaba a vivir con su hermana.
Así de simple James Buchanan 'Bucky' Barnes se convertía en la más reciente adición a la población de Delacroix a partir de inicios de mayo del 2024.
En el momento Sam no pudo hacer mucho más que parpadear tratando de entender lo escrito, antes de mandar una sincera felicitación y ofrecer la ayuda que estaba seguro que Bucky necesitaría, pues la casa no estaba exactamente en la mejor de las condiciones, de allí que hubiese continuado tantos meses en venta a pesar de su bajo precio.
Al parecer, nada de eso representaba un problema para Bucky.
El hombre llegó con apenas un par de muebles (ninguno de ellos era una cama), algo de ropa, unos libros, algunas sábanas y frazadas junto a una almohada, y se instaló en un santiamén en el lugar; tras lo cual comenzó a realizar reparaciones por aquí y por allá sin prisas ni presiones. Y fiel a su palabra, Sam se presentó a ayudarlo junto a una olla de gumbo recién hecho como regalo de bienvenida, y siguió presentándose después una y otra vez, fuese que Bucky lo llamase para pedir ayuda o no.
En el intermedio, tanto Sam como Sarah ayudaron para que Bucky se buscase un nuevo terapeuta, pues Bucky era consciente de que en realidad lo necesitaba, pero esta vez quería a alguien con quien realmente se sintiese cómodo y que realmente abordase los problemas que el súper soldado deseaba tratar desde un mejor enfoque.
Entre todo lo anterior y el tiempo que el sargento pasaba en los muelles ayudando a Sarah, Carlos y Tommy con el negocio, y de paso también a los demás comerciantes del lugar (principalmente moviendo verdaderos pesos pesados, aunque de vez en cuando también ayudando con la reparación de redes o incluso hasta con las ventas), aparentemente Bucky no necesitaba mucho más.
Había pagado la casa al contado, y aunque no tan abundante como cualquier persona supondría que un combatiente de la segunda guerra mundial y leyenda viviente recibiría, Bucky aseguraba que su pensión como veterano era más que suficiente para mantenerlo. Eso aunado a lo que le pagaban en los muelles por algunos de sus trabajos ocasionales (más a insistencia de la gente a la que Bucky ayudaba que porque el hombre en sí pidiese un pago) hacían que Bucky asegurase estar, prácticamente, viviendo el verdadero sueño americano (por fin).
El hombre realmente no creía necesitar algo más.
Así que cuando la vida le lanzó, prácticamente en su regazo, una bastante inesperada nueva línea de trabajo Bucky no se dio cuenta de lo que estaba sucediendo hasta que estuvo metido de manos, brazos y hasta los codos en el asunto.
Todo comenzó a los días de que Bucky se instalase en Delacroix, con Sarah dejándole alegremente a Cass y AJ para que los cuidase de vez en cuando. Algo a lo que Bucky no solo accedió fácilmente, sino que también lo hizo con el pecho henchido de orgullo.
¡Sarah confiaba lo suficiente en él para creer que podía cuidar de sus hijos! Por supuesto que Cass y AJ hacía mucho que no podían considerarse niños pequeños a sus 12 y 9 años de edad, pero igual Bucky se sintió como si lo hubiesen declarado públicamente como un ser humano otra vez.
Y la ocurrencia sucedió, tal y como se ha dicho, una y otra vez mientras Sarah se las arreglaba para mantener a flote el negocio familiar. A veces en casa de los Wilson, a veces en casa de Bucky (que estaba apenas a un kilómetro de la casa de los Wilson), a veces en los muelles y otras tantas en otros lugares públicos.
Y en cada ocasión, Bucky recibió a los chicos con una sonrisa y el tiempo juntos, completamente planeado en su cabeza. Incluso había llegado a comprar una cama camarote de 2 pisos para una ocasión en la que Sarah se vio obligada a pasar la noche en New Orleans debido a varios negocios seguidos que tenía que llevar a cabo, y Sam se encontraba en una misión para Fury.
¡Demonios! Luego de eso, la casa hasta contaba con una cocina funcional, víveres en la alacena y una refrigeradora completamente llena solo para estar seguro de no necesitar nada en caso que los chicos le cayesen de sorpresa; y podía autonombrarse como el dueño de algunos juegos de mesa, un televisor de pantalla plana, una consola y algunos videojuegos; además de los implementos necesarios para hornear galletas y cupcakes junto a los niños.
Así de radical había sido el cambio en la vida de James 'Bucky' Barnes en las pocas semanas que llevaba en el pueblo, y fue el motivo principal por lo que se vio como el candidato adecuado cuando el destino llamó a su puerta.
Y por el destino, nos referimos a la señora Jenny Cavanaugh, dueña del único negocio de renta de autos de Delacroix, hablando en tonos urgentes y desesperados con Sarah mientras le preguntaba si podía cuidar de Johnny su hijo de 9 años, y Missy su niña de 6, por unas cuantas horas mientras iba a recoger al aeropuerto Armstrong no solo a su esposo, quien regresaba luego de 3 meses; sino también a sus suegros, pues la razón del viaje había sido un caso de multi infarto de su suegro, tras lo cual el hombre había presentado claros signos de demencia. Aparentemente la solución final era traer a ambos ancianos a vivir con la familia a Delacroix.
Sarah miró con actitud de disculpa a su amiga por un momento, antes de que su rostro se iluminase y proporcionase a 'James' como niñero para cubrir la emergencia.
- ¡Sarah!- Bucky se quejó no tan sutilmente, pero la mujer solo rodó los ojos.
- ¡¿Qué?! No es como si no tuvieses todo lo necesario en tu casa. Comida saludable, bocaditos, películas para niños, juegos. Además eres realmente bueno con los niños.
Bucky estaba sin palabras, y Jenny desesperada; y tras el que Sarah y Jenny acordasen un pago de 20 dólares la hora por ambos niños (al parecer una verdadera ganga para la atribulada madre ¿En serio los padres pagaban tanto para que le cuidasen a sus hijos hoy en día?) la mujer quedó en dejarlos en casa del sargento en un máximo de una hora, por lo que el súper soldado fue enviado a casa sin derecho a protestar.
El resultado fue que a la semana, de pronto una docena de madres se le acercaba a Bucky preguntando por su disposición para tal o cual día, de tal a tal hora; y antes de siquiera saberlo era uno de los niñeros más cotizados de Delacroix.
Era atento, paciente con los más pequeños, estaba dispuesto a ensuciarse las manos sin poner cara de asco ni una sola vez, no se dejaba intimidar ni siquiera por el más rebelde de los pre adolescentes, sabía cómo tratar con niños enfermos, y lo más importante: Nunca, jamás le quitaba la vista de encima a su misión... er, niño del momento. Y nunca tenía problemas para negociar el precio cuando a los atribulados padres les faltaba un poco para completar el total (sucede que 20 dólares la hora por 2 niños si era una ganga).
Sam se sentía absolutamente orgulloso de lo mucho que había avanzado Bucky desde enero, cuando se dio todo el debacle con el escudo y los Flag Smashers, hasta el presente. Apenas 9 meses después.
¡Pero!... y este pero es muy importante ¡Eso no significaba que estaba enamorado de Bucky! ¿De acuerdo?
El orgullo que sentía significaba únicamente que Sam estaba siendo un buen amigo y compañero, y que se alegraba por Bucky; sobre todo porque desde que su vida había dado un giro radical de 180°, Bucky no solo se veía más feliz, sino también más sano. Tenía buen color, su sonrisa afloraba fácilmente, sus ojos brillaban como 2 piedras pulidas de lapis lazuli y... y...
¡Oh, rayos! ¿A quién engañaba?
El hombre gruñó. De acuerdo, no podía engañarse a sí mismo, y al parecer tampoco a Sarah; pero no podía dejar que Bucky supiese que pensaba en él de esa manera. El súper soldado estaba rehaciendo su vida y Sam no se sentía con derecho a ponérsela patas arriba otra vez, solo porque por alguna razón, su corazón y su cerebro decidieron comportarse como si perteneciesen a un adolescente enamorado de su primer crush, cada vez que estaba alrededor de Bucky, y a veces también cuando no lo tenía cerca.
- ¿Por qué gruñes, tío Sam? ¿Ya te cansaste?- preguntó Cass en un tono preocupado, logrando que el aludido despabilara.
- ¿Qué? ¡Por supuesto que no, compañero! Recién hemos comenzado y no vamos a parar hasta que esas calabazas estén rebosantes de dulces.
Tanto Cass como AJ sonrieron ante aquellas palabras.
- ¿Y sí vamos a pasar por la casa de tío Bucky, cierto? Le prometimos enseñarle nuestros disfraces, y él a cambio nos dijo que él y Alpine nos mostrarían los suyos. Tío Bucky nos dijo que él mismo los hizo.
- ¿En serio?- preguntó distraído mientras pensaba en Alpine.
¡Ah, Alpine! La gata callejera que llegó a la puerta del sargento Barnes poco después de que éste se mudase a Delacroix siendo no mucho más que huesos y pellejo cubierto de pulgas y mugre, y terminó siendo la gata más adorada y consentida del pueblo. Y no solo por Bucky, sino también por todos y cada uno de los niños a los que el súper soldado cuidaba.
Algunos bichos si que tenían suerte.
Sacando esos pensamientos de su cabeza, Sam finalmente asintió.
- ¡Claro que vamos a pasar por casa de tío Bucky! ¡Es parada obligatoria! Tenemos que entregar las galletas de su mamá ¿Recuerdan? Bucky y Alpine lo saben, y estoy seguro de que nos estarán esperando incluso ahora.
Aquella respuesta provocó sonrisas emocionadas de ambos niños, justo antes de que se topasen con la siguiente casa y tanto Sam como los niños subiesen por los escalones de la entrada, antes de que Sam tocase en timbre y los niños corearan el conocido 'Dulce o truco', ante lo cual la puerta se abrió y fuesen recibidos por Larissa Bell, quien llenó de elogios los disfraces tanto de los sobrinos como del tío, antes de repartir un buen puñado de caramelos de fruta en cada balde, y le diese una paleta a Sam.
Los niños sonrieron encantados, antes de agradecer y apurar a su tío a ir a la siguiente casa; y antes de siquiera darse cuenta se encontraban frente a la puerta de la casa de Bucky Barnes, la cual estaba adecuadamente decorada para la ocasión, y la cual seguramente ya había sido visitada por un buen número de los niños a los que Bucky cuidaba.
Y Sam se sintió ridículo al sentir de pronto sus manos sudadas.
- ¡Toca el timbre, tío Sam!- urgió AJ.
Y Sam lo hizo.
- ¡Dulce o truco!- dijeron los niños al unísono y muy emocionados, justo antes de que la puerta se abriese.
Y allí...
- ¡Wow!- volvieron a decir ambos hermanos a la vez.
Wow, de hecho.
Y es que Bucky tenía un perfecto y muy detallado disfraz de The Falcon (incluyendo las alas hechas al parecer de poliestireno, al igual que la mochila jet de la espalda). Y para completar el cuadro, Alpine se encontraba en el hombro izquierdo de Bucky con un pequeño suéter delgado con detalles del traje que Bucky usó en su pelea contra los Flag Smashers, incluyendo la manga izquierda con el diseño del brazo de vibranio del súper soldado.
- ¿Tú hiciste esos disfraces, tío Bucky?- preguntó Cass con los ojos grandes como platos.
- ¿Estás disfrazado de mí?- no pudo evitar preguntar Sam, aun en estado de casi shock, lo que le valió un ceño fruncido de parte del sargento.
- En primer lugar, sí, yo hice los disfraces Cass, tal y como te dije que los iba a hacer. Y en segundo lugar ¿Acaso me vez de azul, rojo y blanco?- fue la respuesta dirigida hacia Sam.
- Es cierto, tío Sam. Tío Bucky es The Falcon, y tú ahora eres el Capitán América.- respondió Cass con una sonrisa traviesa en el rostro.
- ¡Y Alpine es el Lobo Blanco!- aumentó AJ emocionado, cortando de paso cualquier respuesta que Sam hubiese querido dar.
- Y ustedes tampoco están nada mal.- alabó Bucky mientras tomaba un par de bolsas de regular tamaño de la mesita que se encontraba al lado de la puerta, y entregaba una a cada niño- ¿Es de esa serie de películas, cierto? ¿Star Wars? ¿De la que vimos el otro día?- preguntó Bucky.
- ¡Sí!- respondió AJ emocionado- ¡Yo soy Finn!
- ¡Y yo Poe!- añadió Cass- ¡Y tío Sam se disfrazó de Lando!
Bucky alzó la vista y la posó en Sam.
- Ya veo.
Sam sonrió y le entregó a Bucky la bolsa de galletas que Sarah envió, la cual Bucky abrió para investigar el contenido para luego emitir un gruñido de satisfacción. Las galletas especiales de Sarah para la noche de brujas eran bien conocidas en Delacroix, y tras meses de escuchar halagos Bucky de verdad quería probarlas.
- ¿Y cómo así decidiste que Alpine y tú se disfrazarían de Vengadores, tío Bucky?- preguntó AJ con inocencia.
Bucky frunció el entrecejo.
- Alpine no está disfrazada de un Vengador. Yo no soy un Vengador después de todo. Alpine está disfrazada de mi porque soy a quien más admira, soy quien le da comida y techo y la hace sentir segura y amada, y eso es más importante que ser un Vengador.- declaró Bucky con pasión- Soy su persona favorita, así que lo lógico es que se disfrazase de mí ¿No lo crees, Sam?
Sam tragó ante aquella pregunta, y las palabras de Sarah vinieron a su mente.
¿Que era lo que había dicho su hermana? ¿Algo sobre declaraciones formales, anuncios de neón y ciegos que no querían ver? Sam se sintió como un idiota.
Si luego de esas palabras, un Bucky vestido con el traje de combate con el que se conocieron no era una maldita declaración formal, entonces Sam no tenía ni idea de lo que podría ser. Y si Sam se negaba a entender el mensaje aquí y ahora, no lo entendería con nada.
Afortunadamente Sam recibió el mensaje, fuerte y claro; y no solo por lo dicho sino por la mirada fija que Bucky tenía de pronto sobre Sam.
Sam tragó como pudo el repentino nerviosismo que lo embargó.
- Eso... eso es realmente profundo, Buck.
- ¿Te parece?- y allí estaba de nuevo aquella mirada fija, y el reto en los ojos de Bucky a tomar el siguiente paso ¡Que él ya había tomado dos seguidos!
Sam volvió a asentir.
- Fuerte y claro.- respondió luego de aclararse la garganta.
Y ambos adultos se miraron entonces, diciéndose con los ojos y sin palabras, que aún faltaban cosas por hablar y aclarar, pero que por lo menos ahora Sam estaba en el mismo bote... por fin.
Así que Sam decidió tomar el siguiente paso.
- Entonces... ¿Qué piensas hacer luego? Es decir, cuando...- señaló el tazón de dulces lleno sobre la mesita al lado de la puerta de entrada de Bucky.
El dueño de la casa por su lado tan solo respondió encogiéndose de hombros.
Sam asintió.
- Ya veo. En ese caso... ¿Te gustaría que me diese una vuelta más tarde?
Bucky volvió a encogerse de hombros.
- Supongo.
- Está bien, sí. Está bien. No vemos más tarde entonces. Quisieras... ¿Te gustaría que trajese alguna cosa?
Bucky pareció pensarlo un segundo, antes de enfocar su mirada en los labios de Sam.
- ¿Unos cuantos Besos de chocolate? Hace mucho que realmente quiero unos.
Sam sintió de pronto su rostro arder.
Ese movimiento había sido realmente suave, y Sam sospechaba que luego de ésta noche, iba a ver más de ese lado de Bucky del que Steve tanto había hablado años atrás, pero que Sam sinceramente había creído que era un invento hasta hacía dos minutos.
- Besos de chocolate... Sí, entendido.
- ¡Bucky!- el chillido emocionado de una  niña por detrás de Sam y los niños rompió el momento, y de pronto una pequeña hada de alitas color rosa se lanzaba a los brazos de su niñero favorito.
- ¡Rose! ¡Eres un hada!- celebró Bucky dándole a la niña un corto abrazo, antes de sacar un puñado de dulces y ponerlo en el balde de la niña en forma de cabeza de unicornio, para alegría de la pequeña.
Sam entonces urgió a sus sobrinos a que se despidiesen de Bucky, no sin antes tomarse fotos todos juntos para mostrar a Sarah y guardar como recuerdo, para así por fin dirigirse a la siguiente casa. Pero no sin antes volver a ver a Bucky de manera significativa una vez más.
- Besos de chocolate.- enunció Bucky de manera muda, y Sam volvió a tragar.
Besos de chocolate, de acuerdo.
Sarah no iba a dejar pasar la ocasión para increparle una y otra vez como ella estuvo en lo correcto y él no, pero si a cambio daba y obtenía 'Besos de chocolate', iba a valer completamente la pena.
Ahora a apurar el paso y terminar de visitar todas las casas del sector con los chicos.
Realmente tenía antojo de unos besos de chocolate, pero en su caso de chocolate blanco.
The End
Notas de la autora:
Y seguimos tratando de avanzar con este bingo.
Lo sé, no son mis mejores trabajos, pero lo estoy disfrutando así que allí estamos. Y describir a un Sam nervioso y a un Bucky a quien ya se le acabó la paciencia a la hora de esperar a que el héroe que le mueve el piso se dé cuenta de algo, fue divertido.
Además de que siempre es un placer pensar en que la vida puede darle nuevas oportunidades al Buck.
Si han llegado hasta aquí ¡Gracias! Los adoro, y agradezco mucho su apoyo con esta pareja.
Un kiss felino y nos andamos leyendo gente.
chibineko chan (Miembro de la Orden Sirusiana) (Alumna de la casa de Hufflepuff en Media Noche en la Torre de Astronomía) (Miembro de la Mazmorra del Snarry)
~.~.~.~.~.~ Campaña de NO AL PLAGIO Digamos NO al plagio, este mensaje va dirigido al público, para que el trabajo de cada uno como autor sea tratado con el respeto que se merece.  Recuerden que cada obra es como el bebé de cada uno de los que creamos dichas obras; y como tales amaremos y protegeremos esas obras dándole lo mejor de nosotros para que el resto del mundo pueda disfrutar con el resultado final.  Por eso, si sabes de algún caso de plagio, denúncialo al autor del respectivo trabajo, ten por seguro que dicho autor te lo agradecerá.  Gracias.
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iamsomi · 4 years ago
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Privado (전소미)  20201224 — 12:00 hr.
Después de haber mirado la casa por completo y ver que era verdad que estaba con todo lo que ellos necesitaban más sus cosas semi-acomodadas tomó los documentos que había dejado en la mesa que estaba al lado de la puerta, no quería leerlos en ese momento, no al menos ese día, solamente busco las llaves y la clave para el acceso, los guardo en uno de sus bolsillos de entre sus prendas y salió en la búsqueda de su menor; entre buscar su número, y/o escribirle un mensaje HyunJin caminó hacia el edificio “A” esperando que nadie lo viera o si lo veían esperaba que nadie supiera de qué lugar salió completamente.
Entró y saludó a la persona que estaba en el lobby, costumbre o no al menos prefería hacerlo a pasar de largo, al ser demasiado temprano –aún– llegó al comedor para ver si la encontraba ahí, al no hacerlo volvió a buscar: por las salas, por los pasillos hacia las habitaciones del piso dos, pero nada, por ello optó después de no encontrarla en los lugares que regularmente estaba –y sin querer ir a su habitación para que no hubiera más rumores– optó por mandarle un mensaje.
[Kakao Talk: Princess] Amor, estoy en el edificio A, en el piso 2, ¿Dónde estás?
Mandó el mensaje recargándose en la pared que estaba al lado de la puerta de su habitación, si estaba ella en la propia sería mucho más fácil poder salir juntos, aunque las habladurías estuvieran presentes en el Insider, al ir pasando los minutos sin una respuesta de su menor colocó su clave adentrándose a la habitación esperando que Seok estuviera solo y no irrumpir algo que sin duda deseaba ver o saber. Para la sorpresa del visual, la habitación estaba sola y solamente con un par de sus cosas.
 Miró que es lo que habían dejado negando al ver las prendas que estaban tanto en su cama como en lo que era parte alta de la cajonera, un par de libros que había llevado y en cuanto intentaba mirar más llegó el mensaje que tanto esperaba.
소미
Desde que su pareja le dijo que vivirían juntos Jeon había estado demasiado inquieta, con eso en mente, el trabajo y la navidad a la vuelta de la esquina no era de extrañarse que el mismo 24 de diciembre estuviera acomodando los últimos detalles de todo.
El sonido de la notificación la distrajo de intentar cerrar una maleta que desde hacía 10 minutos no cedía. Sonrió a la pantalla al ver de quien se trataba.
카카오 톡 — 현이오빠♡ Estoy en mi habitación, ¿Dónde estás, tú? Jennie no está, puedes venir~!!
Fue bastante sencilla y directa, aunque quisiera irlo a buscar, aún tenía un par de cosas que acomodar ahí. De haber sabido que las cosas serían distintas, no hubiera sacado todo. Volvió a quejarse de tener tanta ropa. Por lo menos la habitación no estaba como lo estuvo anoche, sus pertenencias ya descansaban en el par de maletas y una caja que extrañamente había añadido desde que llegó al campus.
Por la distancia era cuestión de minutos para que el chico llegará. Tenía curiosidad, ¿Cómo sería? había dicho una habitación, y tenía curiosidad, por todo. Por esa nueva experiencia y por tener la oportunidad de vivir con él. El sonido de la puerta la hizo salirse de su ensimismamiento, se acercó con cierta ilusión. Espero un segundo, si abrían era más que un hecho que sería la mayor aunque él tenía el código.
현진
En cuanto su celular vibró supo de quién se trataba por ello sin demorar más sacó el celular del bolsillo trasero de su pantalón para leer el mensaje y así como lo leyó salió de la habitación para ir a la habitación ajena. Fueron un par de pasos los que tuvo que dar sin necesidad de ir al segundo piso siendo esa la primera ventaja del anterior cambio de habitación; al llegar tocó la puerta mirando nada más hacia el lado del pasillo y el ascensor esperando que nadie saliera o llegara en ese momento.
—Hola, princess. —El visual odiaba todo eso de intentar aparentar que no eran más que amigos siendo esa la razón por la cual se tuvo que aguantar el besarla o decirle como realmente deseaba, mientras esperaba a poder entrar o que ella saliera le sonrió. —¿Lista para irnos? —La respuesta que esperaba era un sí, al según estar todas las cosas en el que ahora sería su hogar, pero, como notó en su habitación habían cosas aún de él, no sabía si era para guardar apariencias o si se trataba de otra cosa.
Al mirar hacia atrás de ella pudo ver las maletas y en automático cerró los ojos y negó, sin duda había sido su culpa y ahora tenía que esperar a leer los documentos para saber en lo que se había metido, la venganza era dulce, sin duda y el staff del campus lo había hecho, habían entrado a su habitación y sacado casi todo lo contrario en la habitación de su pareja. —Te ayudo, —espero para poder entrar y tomar la caja, así como una de las maletas, —¿son las únicas maletas o faltan? —preguntó a su menor y sin más acortó la distancia para poder besarla, el beso había sido demasiado fugaz hasta para su propio gusto.
소미
ㅡ¡Oppa! ㅡsaludó en cuanto su vista dio con el mayor, lo recibió con una amplia sonrisa. Solo habían pasado un par de días sin verse, pero lo extrañaba. Que estuviera ahí solo hacía más real lo que iba a ocurrir, estarían viviendo juntos. Tenía muchas dudas, sabía que las habitaciones era similares, pero tenía genuina curiosidad sobre lo que sería vivir juntos. Había vivido con chicas, las miembros de I.O.I, pero nunca un chico, mucho menos su pareja. Se hizo a un lado para que pudiera pasar, le dio la razón con un movimiento de cabeza en el segundo que su vista se iba a sus pertenenciasㅡ Es todo, amorㅡ se aferro la maleta más cercana, miró la habitación una vez másㅡ ¿Tendría que dejar un mensaje o algo? Supongo que le darán otra compañera a Jennieㅡ hizo una mueca, mantener su relación tan privada a veces era difícil.
El beso la dejó con los labios abultados de lo rápido que fue. Ya tendría tiempo de no dejarlo ir, lo que le preocupaba ahora era que los vieran. Arrastró la maleta fuera de la habitación alentado al coreano para que saliera, cuando estuvieron fuera cerro la puerta tras ellos. Comenzó a caminar tranquila esperando a que le dirigiera, sobre todo cuando llegaron al elevadorㅡ ¿Y cómo es? ¿Estas emocionado? Al final podremos hacer lo que queríamosㅡ le sonrió, se encogió de hombros por un segundo fruto de la emoción. Realmente se sentía como si hubiera conseguido algo, no es que estuviera mal con su compañera, pero prefería estar con él.
ㅡPor cierto, ¿me dirás como lo lograste? ㅡaprovechó de la intimidad momentánea que les daba el elevadorㅡ Porque esta bien que la administración es descuidada, pero no lo es tanto... no nos dejarían estar juntos tan fácil, mucho menos con todo lo que se dice de nosotros, mejor amigoㅡbromeó con lo ultimo. Si fuera por ella le diría a todos lo mucho que amaba al hombre que tenía enfrente.
현진
—No, no es así, amor, ella no tendrá nueva compañera, ni compañero, —Supongo que la administración le dará los detalles, —cerró los ojos y negó, —dile que la administración te cambio de habitación, es lo mejor, en parte no es mentira, —soltó la maleta llevando su extremidad a la mejilla ajena para acariciarla, si bien no sabía que tenía pensado el staff de todo el campus, prefería que ella le dijera a la pelinegra, bajó la mano lo más rápido que pudo para tomar la maleta de nuevo.
Entre cerró los ojos, ¿Cómo explicar cómo era sin describir por completo el lugar? —Muy emocionado, nervioso, —le sonrió dejando ver sus blancos dientes, sonrió y río nervioso, eso tampoco tenía pensado decirlo, al menos no en ese lugar. —Detalles… prometo contarte todo en un momento más, ¿sí? —Volteó a verla recargando su hombro en la pared del ascensor, —pronto sabremos, tampoco sé, pero sí sé, que… —se acercó a ella para poder susurrarle, prefería prevenir así estuvieran solos, —te amo demasiado, —en cuanto terminó de decirlo las puertas se abrieron y tomó compostura. —Vamos, princess, —le guiñó comenzando a caminar, no había nadie, al menos en ese momento agradecía que a esa hora muchos estaban en otros lados, otros por la fecha fuera del campus, y ver personas en los pasillos y en el patio desde temprano era raro, al menos al llegar al que sería su nuevo hogar no se habían encontrado con nadie.
Caminó sin decir nada esperando que lo siguiera, el camino del edificio A, a las casas multiusos era un poco larga y podían correr con el riesgo, y, eso le preocupaba más que otra cosa, el visual no sabía los términos y condiciones nuevos, el de la habitación era una simple hoja, con éste nuevo cambio no tenía idea. —Es tuya, —también se puede accesar con clave como en las habitaciones, con esa llave y, hm, —se calló, no sabía si era el momento de detenerse e indicarle cuál era su nueva “habitación”, si bien el tiempo con ella se pasaba lento, en ese momento por los nervios había sido muy rápido, sin más HyunJin se detuvo ingresó la clave, era mejor que pasar la llave, el tiempo y el que no los vieran era prioridad.
—Bienvenida, a nuestro nuevo hogar… —Sonrió dejando escapar un suspiro, esperaba que entrara para el poder hacer lo mismo.
소미
Su comentario sobre la mayor fue extraño, pero en cierta forma lo intento entender, tal vez fue una decisión de parte de la administración y no era algo que le quitaría el sueño. Lo que sí le quitaba el sueño eran sus palabras cuando estuvieron en el elevador. Todo lo que había dicho no era concreto lo cual la ponía a la mestiza más inquieta y nerviosa, Incluso había notado el como en vez de subir iban desendiendoㅡ Te amo tambiénㅡ murmuró no siendo consciente de sí la escucho, sonrió. Se aferro de la maleta y la arrastró siguiendo al chico. Tenía muchas dudas, las mismas iban en aumento conforme avanzaban a la salida, sino vivirían ahí, ¿donde sería?
Avanzó con el ceño fruncido. Con la vista iba estudiando el camino que iban recorriendo, pasaron los edificios y cuando creyó que no podrían caminar más o incluso que dejarían el campus, las casas del staff brillaronㅡ ¿Qué? ㅡSu boca se convirtió en una perfecta "o", lo escuchaba, pero no le prestaba atención por la impresiónㅡ ¿Vamos a vivir en una de esas? ㅡ señaló con el índice de la zurda en el segundo que su vista se iba al edificio A, buscando a alguien por si había habido un error, pero no había nadie solo estaban ellos. Quedo mucho más confirmado cuando lo vio acercarse a la más cercana y abrirlaㅡ ¿Cómo? ¿Qué? ¿Nuestro hogar? HyunJin...
Le tomó un segundo recuperarse y adentrarse a la casa. Sabía que vivirían juntos, pero aquello era mucho más, diferente a una habitación, era toda una casa para ellos dos. Estudió el lugar con la mirada justo cuando dejó la maleta en la entrada, claro que quería verla de pies a cabeza, pero primero quería entenderlo. Rió nerviosa en busca de las palabras para demostrar su impresión.
ㅡAmor, ¿qué hiciste? Wow, esto es mucho mejor que una habitación sin duda ㅡ comentó poco antes de ir en su búsqueda, estando tan lejos podría abrazarlo ¿no?ㅡ ¿La administración te dio una casa así como así? Bueno, feliz navidad entonces ㅡbromeó en el segundo que buscaba su mano para atraerlo a ella, le sonrióㅡ ¿Tendremos que pagar por esto? ㅡ tenía mucha preguntas, pero quería escuchar lo que tuviese que decir.
현진
—¿Hm? —Miraba a su menor con una mezcla de diversión y ternura, todo lo contrario, a como había visto a la que sin duda era la secretaría del director del campus, siempre hacía lo que él le pedía así estuviera también en otros lugares, al menos ese día había se había “quitado esa duda”, —así es, nuestro hogar, ¿hm? —un día antes se había dedicado a acomodar la habitación 050, pero también en un momento tuvo que ir a grabar a la agencia el especial Merry Christmas with SKZ-Manito, así como el mensaje de buenos deseos; J.Y.Park pidió verlo aprovechando que se encontraba ahí y era el que más tiempo llevaba en el campus, no era una junta, era una plática, en la cual con un par de pequeños comentarios que su CEO hizo HyunJin comenzó sospechar que él estaba más enterado de lo que pasaba en su vida que sus propios padres.
Dejó la caja con cuidado en el piso así como la maleta a un lado muy cerca de la que había dejado su pareja. —¿Quieres los detalles hoy o mejor mañana? —La pregunta era real si la respuesta era que deseaba saber, los dos tenían que leer el contrato en ese momento, si la respuesta era no podía pasar una tarde sin ningún pensamiento que les estuviera rondando por la mente o que les afectara más de lo normal su primera noche. —No creo que sea así “como así”, amor, —comentó entre risas llevando una de sus manos a su nariz para rascarla un poco, —feliz navidad, amor, —tomó la mano ajena sin dudarlo acercándose a ella. —Hm… —Fue lo único que salió de sus labios.
Los detalles estaban dentro de ese sobre el cual no había querido leer, de hecho, quería olvidar hasta los comentarios de su CEO de un día anterior y solamente quería estar tranquilo al lado de ella. —Prometo contarte todo mañana, hoy no nos hagamos ningún, hm, no nos preocupemos hoy por eso, —acarició su mejilla con el dorso de su mano, con su mano libre para ese momento rodeó la estrecha cintura adversa acortando de esa manera un poco más la poca distancia que ya tenían. —Ya mañana nos preocuparemos por lo que sea que nos tienen preparado los del campus y o las agencias, —acarició su nariz con la propia intentando mantener la sonrisa en sus labios. —Vamos a inspeccionar nuestro hogar, princess.
소미
Con él nunca se había detenido, lo habían hablado ya y aunque aquello le parecía demasiado, tratándose de ellos dos lo dejaría pasar, ya había entendido que su relación llevaba el ritmo que necesitaba y aunque ese era un gran paso, le agradaba. Y es que le agradaba cualquier cosa que tuviera que venir del mayor. Lo miró con una amplia sonrisa. Escuchó cada cosa que le dijo, sin embargo aunque las dudas eran muchas, le permitiría que ese día celebrarán navidad y se distrajeran.
—Esta bien, pero necesito una explicación, esto no es normal —se limitó a decir, por supuesto que ese lugar tendría muchas más reglas que de solo pensarlo le dolía la cabeza, negó a sus pensamientos y se dejó llevar por la compañía de su pareja— Mañana, mañana, mañana —llevó la mano libre sobre la impropia al sentir el paso de ella en su mejilla. Aprovechó que la distancia era menos entre ambos y pudo verlo mejor. Estaba haciendo tanto por ella, ¿lo sabría? Ennik no quería ponerse sentimental, así que sólo movía la cabeza para darle la razón— Iremos.
Antes de que se alejará, acarició su nunca con la mano libre y unió sus labios con los contrarios, necesitaba eso casi como respirar; por no mencionar que el de la habitación había sido demasiado corto para su gusto— Ahora sí... —soltó un suspiro luego de una sonrisa. Se alejó de él sin soltar su manos sólo para caminar, miro las escaleras por un segundo, pero se decanto por ir hacía la cocina— Incluso esta adornada, amor, ¿te he dicho que tengo mucha suerte? contigo lo siento cada segundo que estamos juntos —admitió. En el segundo que la miró su expresión cambio— ¿Esto significa que tenemos que cocinar? Uy, ¿vas a probar mi comida?
Se giró a penas para mirarlo. En verdad aquello era algo completamente diferente a lo que tenía en mente— Viviremos a base de ramen, me encanta —bromeó.
현진
Elevó ambas manos con las palmas extendidas y a diferencia de lo que haría regularmente que era cerrar los ojos y asentir ahora lo hizo con los ojos abiertos y a la vez mientras hablaba. —Lo prometo, amor, mañana te contaré todo, cómo pasó, que pasó, aunque tengo temas perdidos como éste último cambio, aunque nos enteraremos juntos. —Apretó suavemente las falanges ajenas con las propias al sentir la mano de su menor contra la suya, —te amo, te amo demasiado, —susurró, el visual llevó una de sus manos de inmediato a la cintura ajena atrayendo el cuerpo ajeno hacia él así bien si la distancia entre ambos ya era demasiado corta. —Vamos, —soltó con calma el cuerpo ajeno después de corresponder el beso y seguir la guía de su menor por su nuevo hogar.
—Eso dijeron, que estaría adornada para la ocasión, aunque no sé siempre van hacerlo, —si las fans se daban cuenta en un futuro del cambio de su forma de sonreír sin duda la culpable estaba frente suyo, —yo soy el que tiene suerte, te tengo a mi lado, —Arrugando su nariz un poco terminó por confirmar, al menos ahora sí podría hacerle algo de comer a su menor y no las pizzas y el ramen instantáneo que llegaron a comer en momentos, —así como yo voy a probar la comida que hagas, también probaras la mía, prometo no causarte algún mal, —era broma, aunque también era una posibilidad, por mucho que deseara y que subiera cocinar, las cosas luego no salían como uno deseaba y eso lo sabía bien al luego no salirle la comida bien.
Apretando sus labios para no reír fue demasiado complicado más al ver el gesto y la entonación que emitió su menor, —¿instantáneo?, ¿picoso?, ¿de carne?, ¿con jugo?, ¿con café? —Elevó los hombros, —obviamente acepto y sin dudarlo, es de las mejores cenas que he tenido. —Mencionó al recordar una de sus salidas nocturnas que tuvo con su menor hace tiempo.
소미
La casa era linda y con el simple hecho de que se las dieran valía demasiado para ella, que la adornaran o no era lo de menos, lo que importaba es que iba vivir con él y esa oportunidad no pasaba todos los días. Jeon avanzó lentamente por la cocina para estudiarla mejor, sus hábitos alimenticios a eveces no eran los mejores, sin embargo se iba esforzar para cocinarle, aunque el chiste del ramen podría hacerse realidadㅡ Comeré todo lo que hagas, será delicioso porque lo haces tú y sino lo es... Pues compraremos mucho ramen, me sirvió aquella vez ㅡse encogió de hombros al hablar, procuro darle la cara cuando lo hacía. Aunque la cocina era llamativa, no era realmente su parte favorita de la casa, volvió acercarse al mayor, buscó su mano para avanzar en otra dirección, ese lugar era mucho más grande que las cuatro paredes y el baño del campus.
Se dejó llevar por una puerta que escondía un medio baño, al cerrar la puerta solo tentó el girarse y de nuevo ver parte del primer piso, ya conocía la sala pues esta la vieron al entrar así mismo como el comedor y la cocina; estaba impresionadaㅡ Amor, esto es demasiado para nosotros, ¿que haremos con tanto? ¿Y el segundo piso? ¿Cuántas habitaciones hay? ¡Ah! ¿Dónde dormiremos? ㅡ soltó todas las preguntas una tras o otra, pero es que la emoción podía con ella, quería conocerlo todoㅡ Omo, ahora pareceremos casados ㅡ bromeó más no termino ahíㅡ ven, veamos donde dormiremos de ahora en adelante y sin escabullirnos, eso suena bastante tentador.
Dicho eso la mestiza avanzó directo a las escaleras, estaba lista para conocerlo todo y no podía negar que le daba curiosidad donde iba dormir con el mayor, de solo ponerlo el estómago se revolvíaㅡAun puedes salir y volver con SeokWoo oppaㅡ bromeó en el momento que llegaba al piso superiorㅡ Woah, tres... Cuatro puertas. Insisto, ¿que haremos con tanto espacio? ㅡmiro al mayor por un instante y negó, por la situación quizás y no podrían decirle a mucha gente que vivían ahíㅡ Tal vez podría invitar a Evelyn, ¿o no? ¿Muy rápido? ㅡ arrugó la nariz por un momento y luego se rió, no sabía que tan viable podría ser eso, mucho menos por el miedo que le daría ahora decirle a sus padres que vivía con el coreanoㅡ Mejor primero veamos donde dormiremos, si es que lo hacemosㅡ Y porque la curiosidad era algo que la caracterizaba jalo a su pareja en dirección a donde creyó estaría el cuarto principal.
현진
Apretó sus labios para no reír, en parte tenía un punto, si no le llegaba a gusta lo que le preparara la comida instantánea o pedir comida siempre era la opción o hasta ir al comedor del campus. —Eso, o… —negó sin más, —ok, si no te gusta tomo clases y ya, —comentó como si fuera realmente lo de menos; tomó la mano de su menor sin duda alguna acercando con cuidado el cuerpo ajeno hacia él. —Pues… no sé qué podemos hacer, pero si podemos intentar ser aún más felices, —expresó mientras arrugaba su nariz al hablar. —Cinco habitaciones según me dijeron… —Comentó besando la sien de su pareja. — Aunque no sé si éste tipo de casa o el otro, pero al menos la principal y dos habitaciones más… —Se colocó detrás de ella dejando que ella subiera primero, si llegaba a resbalar o algo él podría ayudarla, aunque sin duda prefería que no pasara nada en su primer día ahí.
—Algo me dice que Seok ya se adueñó de toda la habitación, aunque por su bien espero que no, la necesito por si alguien me pide verme o vernos. —Al llegar al primer piso miraron las puertas, que estaban frente a ellos, eran tres y si daba la vuelta se veían dos habitaciones más confirmando lo que le había dicho la secretaría, —¡oh!, nunca creí que de verdad fueran tan grandes, aunque por fuera se ven, si está tiene tantas… la otra cuántas tendrá, —el visual entrecerró los ojos, si bien abajo habían visto lo principal según había una oficina lo cual sin duda sería lo mejor para él, para ellos, así ahí podría poner un estudio con todas las cosas que tenía para grabar sus canciones. —La puedes invitar amor, no creo que le moleste para nada, —parpadeó y contestó de forma automática. —Tres puertas frente a nosotros, dos atrás… creo que tenían razón, son las cinco habitaciones. —La comenzó a guiar llevando a su pareja a la habitación que estaba más próxima a ellos. —Oh, estás casas están completamente equipadas, amor… —dejó que pasara y pudiera ver de mejor manera la habitación.
Elevó su mano libre mientras tocaba sus labios con el dedo índice, —que haremos… hacer de ésta casa nuestro hogar, es lo único que se me ocurre y que deseo, quiero que pase. —Acercó a su menor para poder abrazarla, —veamos la casa, hagamos lo que tengamos que hacer y, ya mañana nos preocupamos por cualquier cosa que… llegara a pasar, —en parte de hablar en un tono normal fue siendo un susurro, —sigamos, princess, —volvió a guiarla para ir a la puerta que estaba frente.
소미
Si la mestiza podía apantallarse incluso con las pequeñas cosas, una casa era por mucho algo que la tendría impresionada por lo menos hasta que la viera toda y a juzgar por el tamaño de la misma, eso no sería pronto. Él era tan lindo y había respondido a todas sus dudas, pero SoMi estaba por delante de él, quería ver la casa de pies a cabeza y aunque lo escuchó y se rió cuando escuchó su comentario cuando mencionó al mayor de ambos, le picaban las manos por entrar a las habitaciones.
Con la mirada había seguido las indicaciones, cinco habitaciones, ni siquiera en la casa de sus padres había esa cantidad de cuartos, por no decir que los espacios eran mucho más reducidos. De su boca sólo podían salir expresiones de asombro, mas aún cuando ingresaron a la primera habitación. Le sonrió y lo miró con completa atención, acarició el dorso de su mano tratando de no interrumpir o tirarse en la cama, ambas cosas eran tentadoras. Rodeó su anatomía y de su boca solo salió:—Te amo —con ambas manos apretó sus mejillas en dirección de su boca— todo va estar bien —exclamó de manera positiva, en realidad no quería pensar en lo que costaría estar ahí, el campus no era tan considerado.
Abrió la puerta que estaba a unos pasos dejando atrás los posibles pensamientos negativos que se colaron por su mente— Daebak! Creo que esta es mejor que la anterior ¿o no? —buscó el rostro del mayor cuando hablo, le sonrió—, ¿podremos hacer algo con estos cuartos o serán habitaciones solamente? —cuestionó viendo el techo, a lo lejos pudo ver un baño que sólo vio por encima al adentrarse más en la habitación. Volvió a mirar al chico a la espera de una respuesta, si aquel lugar sería suyo podrían acomodar las habitaciones para algo más que dormir. Tomo la mano que había soltado cuando fue a investigar la apariencia del baño—, me gusta... hasta ahora me gusta todo —admitió y atrajo el agarre hasta su pecho— seremos felices aquí, mi amor.
Y con ese comentario soltó un gritito y camino rumbo a la siguiente habitación, halo al rubio con cierta insistencia, a diferencia de las otras dos habitaciones esta era un poco más pequeña— ¿Sabes quién va estar feliz con todo esto? RyuDdaeng —comentó y se refirió de forma cariñosa a una de sus mejor amiga.
현진
Rodeó el cuerpo ajeno con cuidado colocando su mano diestra sobre sus cabellos dando leves caricias aprovechando que estaban así. —Te amo más, —comentó en susurró, la fue soltando poco a poco para ver un momento mejor el lugar sin dejar de ver por completo a su menor mientras intentaba memorizar la casa. —Todo va a estar bien, amor, —la calma con la que él mismo lo dijo en parte le asustó si bien el contrato seguía abajo en la mesa de la entrada sin saber que dice, también tenía una cita con el CEO de la agencia. Volteó a ver la otra habitación, al menos parecía que cada una tenía diferentes cosas, si bien aquello les ayudaría a acomodar podrían quitar cosas de ahí y comprar otras para que la casa no se viera tan de adultos o al menos con una que otra decoración eso parecía. Los adornos navideños estaban por toda la casa, y ahora la pregunta de quién los quitaría y donde guardaría es algo de lo que extrañamente se tuvo que preguntar. —La casa debe de ser completamente nuestra y deberíamos de poder hacer lo que queramos, amor, —comentó sin estar completamente seguro, pero, era de ellos y eso ya era un gran avance.
Prefería que ella viera la casa con calma, y no tan a la carrera como lo estaban haciendo, la emoción les ganaba y con eso no podían luchar, eso era notorio por como entraban a cada habitación y miraban demasiado rápido para ir a la siguiente. Comenzó a ver él mismo mejor las habitaciones buscando en su mente formas de acomodar para las visitas que sin duda tendrían, RyuJin sabía que era un hecho, así como YuNa. Por parte de sus amigos realmente nada más había pensado en Seok y JaeMin, aunque del mayor dudaba que se quedara con ellos así fuera una noche. —Woow, de verdad esto es… demasiado, —arrugó su nariz mientras miraba hacia donde ella estaba y sentía como elevaba su brazo. —Le cambiaría unas cosas, pero me gusta, es agradable a pesar de todo, —esa es la idea, que lo seamos, amor, —pensaba acercarla hacia él en busca de besarla pero, aquello fue imposible al ser interrumpido por el grito ajeno así como el ir junto con ella a la habitación que estaba casi al lado de la de donde estaban.
—Está es más pequeña, ah, sé que podríamos hacer aquí, —dijo de la nada antes de verla al escuchar el nombre la amiga de ambos, —¿por qué tiene habitación?, ¿por qué vivimos juntos?, ¿por…? —cuestionó a la menor ahí si aprovechó para acercarla y rodear el cuerpo ajeno. —Vamos a las dos que nos faltan, así sabremos cual es la principal, —Entro a la habitación que estaba con la puerta hacia ellos guiando a la más baja hasta que quedaron dentro de la habitación y así hacer que diera medio giro. —Otro color, otro tipo de cama, —la soltó y tomó su mano caminando hacia el baño entrando por completo. —De verdad parece que todas son diferentes… —Negó moviendo su cabeza con algo de fuerza, aunque después comenzó a reír, —sé que vamos rápido con el recorrido, pero vamos a la última o la primera, la que sea, —si bien salió del lugar caminó hacia el lado contrario de las escaleras abriendo la puerta. Al principio se asomó nada más abriendo su boca demasiado por el asombro, por mucho esa era la habitación más amplia y la que sería de ellos. —Creo que encontramos la principal, amor…
소미
—¿Cambiarías algo? —inquirió curiosa justo cuando daban con la habitación más pequeña, luego de traer a colación a su mejor amiga. Se podría decir que antes de mudarse al campus, Ennik vivía en el sótano de sus padres lo que le daba casi completa libertad e independencia, sin embargo aquello no se parecía para nada a lo que significaba esa casa, mucho menos ahora que sabría la compartiría con su pareja. Estaba agradecida, y con cada habitación que conocían la emoción era mayor inclusive el saber que podrían hacer lo que quisieran con ella le daba cierto valor mucho más personal. Quizás por ello era que no le venía encontrando tantos defectos, después de todo era una especie de libertad que tendría bajo contrato y a juzgar por el que descansaba abajo era uno con demasiadas reglas.
—Por todo eso y más, siento que no la podremos sacar de aquí después —arrugó la nariz al hacer el comentario, pero aún así la sonrisa no se borró cuando rodeo su anatomía por sobre su agarre al sentir su abrazo, poder hacer ese tipo de cosas realmente la hacía feliz— ¿No es bueno que sean diferentes? —hizo una mueca al mirarlo en el instante que daba un par de pasos lejos de él sólo para ver mejor todo el panorama aprovechando que era parcialmente libre pues sus manos los unían. La voz contraria la hizo buscar mirarlo. La ultima habitación. Abrió de más los ojos y le dedico una mirada cargada de emoción, con algo de impaciencia le siguió los pasos de cerca. A juzgar por los tamaños y la calidad de los baños, si aquella era distinta podría ser la principal lo que significaba que sería la habitación que compartirían.
No estaba viendo nada, pero si escuchaba su asombro. Con ambas manos le animo para que entrará por completo y para cuando lo consiguió la mestiza entendió la impresión, dio un giro sobre sus propios talones para verla de manera más rápida. No tardó en dejar a su novio allí sólo para correr al baño y darle una vista rápida. Le fue imposible no guardarse sus impresiones, después de todo también podría llegar a ser demasiado ruidosa— Tiene tina y el closet es enorme —exclamó al salir de la puerta por donde se había perdido— Amor, esta es la habitación principal —alzo ambos brazos y dio un par de saltitos— Y la cama... woah —en su celebración y expresión de felicidad dio con la cama a la cual no dudo en acostarse de un salto. Se recargó en sus antebrazos para hablarle directamente al mayor— Me quedó con este cuarto —bromeó sabiendo que ese era el suyo— ¿Sabes? ahora si te puedo encerrar para no dejarte salir, tenemos todo, no tenemos que salir.
현진
Asintió de inmediato, a pesar de que apenas veía el lugar junto con ella ideo como comenzar a mover las cosas para tener si bien no todas las cosas que quisiera en una casa al menos sí tener algo que siempre había querido. —En la habitación esas cosas las pasaré una habitación, para que este sea doble, las demás creo que modificaré un poco para que se vean con más espacio y no sé si comprar una cama extra por si llega a pasar algo, una reunión y quieran quedarse en lugar de ir de regreso al edificio A. —Comentó mirando a su pareja, aunque aún no sabía al cien que cambios podría hacerle, si bien el cuarto de juegos lo deseaba tampoco era una prioridad en ese momento.
Ladeó un poco su cabeza antes menearla como si no supiera si negar o confirmar, —ah, yo lo siento por ella, no creo que le convenga estar con dos piscis… —bromeó al saber de lo que decían de su signo zodiacal, aunque su tipo de sangre al menos creía que tampoco ayudaba mucho, —lo es, es mejor, así no tenemos que estar sufriendo por ver cómo mejorar nuestro hogar. —Subió y bajo un par de veces sus cejas nada más para ver su reacción sabía que su pareja se ponía en momentos nerviosa y eso lo reconfirmaba cada que podía. —¿Tú quisieras mejorar o cambiar algo? —Cuestionó al dejar que se moviera con calma, aunque claro no soltaba su mano.
Soltó su mano y miró con calma, era grande, sin duda en esa habitación cabían más de dos camas si se acomodaban bien o como en los dormitorios al escuchar a su pareja caminó hacia donde ella estaba mirando lo que ella miraba en ese momento, —woow, creí que solamente en los hoteles podríamos encontrar algo así, —comentó, si bien sabía que eran las casas de staff ahora no sabía si se parecían o si cada una era diferente de la otra, para él las casas de los del staff eran como las que solían mostrar en las películas de fraternidades. Por pura curiosidad entro por completo al baño mirando la tina y lo enorme que este era, a comparación de los que tenían en las habitaciones y sin duda en el dormitorio, —ok, no voy a decir que no mal pensé, porque lo hice, —dijo con su mano elevada y su palma recta como cuando solían decir “stop”. —Si quería hacer cambios, amor, ahora no sé qué hacer con tanto espacio… —Rió un poco de los nervios, —amor, quieres qué hagamos cena, pedimos algo, vemos películas, o… —le guiño intentando no reír mientras señalaba la cama aprovechando que ella estaba sobre esta. —Digo, me puedes amarrar, no me quejo, —apretó sus labios desviando un poco la mirada así al menos podría evitar reírse antes de poder tener una respuesta.
소미
De alguna manera le emocionaba que el mayor ya estuviera pensando en esos pequeños detalles, en los cambios que le haría a la casa. SoMi por su parte, se estaba dejando apantallar por todo el lugar como para pensar en que hacer, por lo menos en ese momento— Ok, una habitación doble, anotado. RyuJinnie harta porque además de piscis somos demasiado cursis —señalo al mayor conforme hacía recopilación de las cosas que le había estado diciendo, le sonrió y siguió avanzando. Para cuando la cuestionó Jeon pensaba en como no adelantarlo para ver la habitación primer, pues su curiosidad era demasiada— ¿Yo? Amor mío, hace dos horas no sabía que me mudaría contigo a una casa, vamos lento —comentó con una sonrisa, mas no tardo en agregar— Aunque todas tus ideas me gustan.
Ya tendría tiempo de pensar en que haría diferente, por ahora era perfecta así, de hecho, sólo le bastaba con la presencia del mayor, si él estaba ahí para ella la casa era perfecta. No pedía más, sólo eso. Por eso fue que tampoco formulo gran respuesta y dejó que este viera la habitación tratando de seguirle el paso. Sabía que a veces podía hacer las cosas demasiado rápido.
Al estar ya en la cama, lo observó con diversión y se cambio de posición para acercarse a él, esta vez quedo boca abajo y casi a la orilla de la cama —Haremos todos los cambios que quieras, ¿sí? no pienses mucho en eso ahora, tenemos tiempo —respondió con media sonrisa para ahora ser ella quien lo calmara. Iba a volver hablar para animarlo, pero prefirió escucharlo, su expresión cambio al escuchar sus peticiones, miró cama y luego a él— Aish... eres impresionante, en serio —exclamó y no pudo evitar reírse.
Estiró el brazo en busca de la extremidad del mayor, sólo para traerlo hacía ella— ¿Qué quieres hacer tú? Cualquier opción se escucha bien, incluso la de amarrarte —agradecía que la casa les daba la privacidad necesaria, aún así no pudo evitar sonreír en un intento de contener la risa— ¡Uh! Tengo tu regalo de navidad —hablo al recordar ese detalle esperando no fuera poco oportuno aunque tratándose de ella todo podía pasar.
현진
Se colocó rectó y cruzó un poco sus brazos y abrió sus ojos de más intentando fingir indignación ante lo que escuchaba de su pareja de la amiga de ambos, —ella es la primera que quiere vernos frente a todos en modo cursi, —abrió sus labios en un intento de seguir fingiendo y formando la letra “o” mientras no parpadeaba al tener sus ojos lo más abiertos posibles, —estás niñas de ahora, se quejan por todo, —rió llevando su mano a su rostro para ocultar su sonrisa, —sigo sin saber realmente porque del cambio de habitación a casa, de verdad, —fue lo único que pudo decir así eso aún no lo entendiera del todo, solamente sabía que estaría al lado de ella y con eso bastaba para que él estuviera feliz. —¿De verdad? —Si bien lo pensó de rápido eso le alegró, así al menos sabía que podía hacer los movimientos que deseaba hacer para tener esa sala de juegos o su propio cuarto de grabaciones.
Miró cada movimiento ajeno mientras se mantuvo quieto, era raro que pudiera controlarse sobre todo al estar solos así fuera para intentar no besarla o abrazarla como siempre solía intentar y desear. —¿Cómo sabes qué estoy pensando en eso? —Si bien seguía mirando a su pareja intentaba idear que hacer, sobre todo en la habitación más pequeña de las cinco, al ver que lo miró y que pasó a mirar a la cámara sonrió elevando su rostro lamiendo su labio inferior. Rió sin más antes de intentar contestarle. —Yo dije primero lo de la cena, la película y… —movió su cabeza de lado al lado esperando que entendiera.
Tomó la mano ajena y se acercó sin dudarlo acortando la distancia que había entre ellos que realmente muy grande no era. —Yo… ¿de verdad tengo que decirlo o te lo imaginas? —La interrogante sonó natural como él deseaba, aunque simplemente tomó con cuidado el rostro ajeno con su mano libre para poder besarla al acercarse a ella, aunque al ver la sonrisa adversa fue imposible más cuando escuchó la risa y con ello el reír. —¿De verdad? ¿Me lo vas a dar ya? —Tomó las manos ajenas para atraerla a él y hacer que se levantara, así podría guiarla de nuevo hacia la planta baja. —Yo preparé algo, pero no sé si resulte realmente como lo planee en mi mente, —confesó llevando la diestra directamente a la mejilla de su pareja.
소미
—No lo dijiste de esa manera —exclamó abriendo los ojos de más, desviando la vista sólo para regresarla cuando sintió la del mayor. No hacía falta responder, Jeon entendía perfectamente, pero también se le daba genial romper ese tipo de momentos. Hizo una mueca en el instante que inclinaba la cabeza hacía un costado, se volvió a poner nerviosa, más aun cuando él mayor la hizo levantarse— O sea... sí, lo tengo, pero ¿lo quieres ahora? —la mestiza deshizo su agarre y colocó sus brazos en los hombros del mayor, lo miró con duda, no podía negar que le emocionó escuchar que tenía algo para ella, pero necesitaba saber su respuesta—, también te lo puedo dar después de... ya sabes— se encogió de hombros por un momento y le dedico una mirada traviesa.
Limitó toda distancia entre ellos y rozo su nariz con la igual de manera cariñosa, sonrió poco después. Clausuró la mirada por un segundo, con la intensión de disfrutar ese instante que estaban compartiendo. Termino por besar su mejilla.
—Mañana tengo que ir temprano con mis padres, pero después de eso seré toda tuya, no te desharás de mi tan fácil —le comentó al alejar un poco su rostro y levantar la barbilla tan sólo un par de centímetros para mirarlo a la cara cuando hablaba. A pesar de que quería crear nuevas tradiciones con su novio, también estaba su familia, quien la tenía bajo amenaza—, de hecho podrías venir, sí quieres, ellos te adoran —agregó entre broma y verdad. No había hablado a fondo con ellos sobre el mayor, sin embargo sabían que estaban hablándose de nuevo. El buen humor no se le fue, arrugó la nariz y esta vez fue en busca de sus labios evitando una posible respuesta. Repartió un par de cortos besos, mismos que se esparcieron por parte de su cara y terminaron con un sonoro beso en su mejilla— ¡Ah! Estoy demasiado feliz.
Su cabeza se fue para atrás por un segundo victima de la emoción. ¿Qué mejor regalo que poder vivir con la persona que amaba? Ennik, intento calmarse, pero no pudo evitar moverse y moverlo a él al tener atrapado por el cuello— Te amo, mucho, mucho. Gracias por esto, y por todo. Soy la más afortunada al tenerte conmigo —habló cuando estuvo más tranquila.
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k-fics · 8 years ago
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Taquipnea
Capítulo 4
Como no era de extrañar, Youngjae había vuelto a perder de vista Daehyun justo después de que dijera aquello. Se había quedado aturdido por unos segundos incapaz de absorber las palabras que el doctor había dicho, ensimismado con la forma en que el pecho ajeno subía y bajaba, dejándose notar un par de trabajados pectorales debajo de la tela de su camisa blanca y con el suave pero varonil olor que su cuerpo desprendía, así como con la manera en que, con tanta proximidad, había pronunciado aquellas palabras con voz grave, peligrosamente cerca de su oído. Youngjae parpadeó varias veces seguidas antes de mirar a su alrededor, pero no había ni rastro del otro chico. Poco le importaba ya beber hasta perder el conocimiento, por lo que pidió una copa más tras darse cuenta de que la anterior había desaparecido y volvió con Junhong quien se encontraba hablando con algunos de los enfermeros de la segunda planta.
Youngjae se había olvidado de un pequeño detalle: aún tenía que ir a recoger su coche al aparcamiento del hospital y, tras dos copas y media, ya que no fue capaz de terminar la tercera por miedo a vomitarle a Junhong encima, sus piernas no parecía que fueran a cooperar para llevarle hasta su preciado monovolumen. A su amigo no se le escapó la forma en que caminaba cuando salieron del hotel y empezó a reírse al mismo tiempo que le rodeaba la cintura con un brazo para ayudarlo a caminar.
-         ¿Cuánto has bebido?
El mayor no respondió, estaba demasiado ocupado mirando al suelo poniendo cuidado en no tropezar como para hacerlo. Aun así, su estado no era tan evidente como podía parecer, solo sentía un leve mareo pero caminaba con cierta normalidad, sobre todo gracias al agarre de Junhong, quien aprovechó que su compañero estuviera algo aturdido para bombardearlo a preguntas.
-         ¿De qué has hablado con el doctor Jung?
-         Le he preguntado directamente que porqué hace como que no existo.
-         ¿Y bien?
-         El muy imbécil no me ha respondido. Se ha limitado a decir que piensa en mi. ¿Pensar en mi? ¿Qué tipo de sinsentido es ese?
-         ¡¿Ha dicho eso?!
Exclamó Junhong para sorpresa de Youngjae y de los demás viandantes que paseaban por la acera de la ancha avenida en la que se encontraban. Ya podía verse el hospital a lo lejos, por lo que apenas tardarían un par de minutos en llegar.
-         Os shippeo, con toda mi alma.
-         Nos ¿qué?
-         Nada, olvídalo. La cuestión es… Si piensa en ti tal y como dice, ¿por qué de pronto ha cortado cualquier relación contigo?
-         Eso es lo que me gustaría saber a mi.
-         Hm… Es un hombre enigmático.
Youngjae bufó quitando el brazo de Junhong de su cintura y zafándose de este, ya que se sentía mucho más despejado al haber tomado el aire en el corto paseo que habían dado hasta el hospital. Pero hasta llegar allí, no se dio cuenta del pequeño gran inconveniente que se le presentaba entonces.
-         Mierda.
-         ¿Qué?
-         No puedo conducir así, ¿para qué he venido hasta aquí?
-         Pide un taxi, el metro están por cerrarlo y no llegarías a tiempo.
Un pesado suspiro escapó de los labios del moreno y no tardó en sacarse el teléfono del bolsillo para hacer tal cosa. Ya era tarde, así que insistió en que Junhong se fuera a casa puesto que el taxi no tardaría en llegar de todos modos. Sin embargo, a pesar de ser algo bastante inusual en aquella zona, a los diez minutos su medio de transporte no había aparecido. En su lugar, apareció cierto cardiólogo odioso caminando de manera despreocupada a apenas veinte metros de Youngjae, con una mano metida en el bolsillo derecho de su pantalón negro de traje, la diestra sosteniendo el cuello de su chaqueta, la cual llevaba colgada al hombro en lugar de sobre la ajustada camisa blanca que tan interesante le había parecido a Youngjae un rato antes, al término de su breve conversación. Cuando este quiso reaccionar, ya era demasiado tarde y el doctor estaba a apenas cinco pasos de él, por lo que solo le dio tiempo a levantarse del banco donde estaba sentado antes de que el contrario hablara.
-         ¿Qué haces aquí solo?
-         No es asunto tuyo.
-         ¿Dónde está ese amiguito tuyo? No debería haberte dejado solo a estas horas.
Youngjae entrecerró los ojos mirando a Daehyun, quien tenía un aire de indiferencia y seguía con la misma pose que cuando caminaba hacia él momentos antes. El menor tenía bastantes cosas que decir, pero su mente se había despejado al completo para entonces y supo que sería mejor quedarse callado.
-         Puedo llevarte a casa.
-         No.
-         Es tarde, insisto.
-         Gracias, doctor Jung, pero no es necesario.
Entonces fue Daehyun quien arrugó la frente ante aquella respuesta y frunció suavemente el ceño al ver como Youngjae se levantaba. Su taxi ya había llegado y había parado frente a ellos, el conductor esperaba con visible impaciencia a su cliente. Si Daehyun quería que volvieran a ser completos extraños, así sería. Ir detrás de él como un perrito faldero definitivamente no entraba en los planes de Youngjae.
Al llegar a su piso, Youngjae emitió un pesado suspiro mientras se quitaba la chaqueta y la colgaba en la percha que había en la pared que se situaba frente a la puerta. Se quitó los zapatos, desabrochó algunos botones de su camisa y abrió su cinturón sacándolo de las hebillas y dejándolo junto a su abrigo. Era tarde, más de la una de la madrugada, pero no le apetecía irse a la cama aún, por lo que se dejó caer en el duro y pequeño sofá que presidía la sala de estar, apoyando la cabeza sobre uno de los reposabrazos y cubriéndose el rostro con las manos. El pensar demasiado las cosas nunca había sido precisamente uno de sus problemas, al contrario. Youngjae solía tomarse todo a la ligera sin darle vueltas a lo que ocurría, dejando que la vida fluyera y que pasara lo que el destino tuviera en sus planes. Por eso sintió un agudo dolor de cabeza cuando las palabras de Daehyun resonaron en su mente al tiempo que apretaba los ojos con fuerza intentando combatir aquella melodiosa y grave voz que retumbaba dentro de su cráneo. Abrió los ojos despacio y miró al techo dándose por vencido, atrapando su labio inferior con los dientes al recordar el olor del doctor que aún podía percibir a la perfección, como si lo tuviera encima suya en aquel momento, con el cuello pegado a su nariz. Sacudió rápidamente la cabeza y se sentó de un salto. Lo último que quería era tener una erección por culpa de Daehyun y el cosquilleo en su bajo vientre tras aquel pensamiento le indicó que si seguía fantaseando aunque solo fuera por un segundo más, obtendría aquel resultado.
Para distraerse, después de haber ido a la cocina a por un vaso de zumo embotellado y haber vuelto al salón a sentarse de nuevo en el triste sillón que allí lo esperaba, Youngjae se colocó un cojín sobre las piernas y posó cómodamente los antebrazos en este, desbloqueando su teléfono. Sus planes de ver algún vídeo hasta que le diera sueño o escuchar música se esfumaron cuando vio, tras varios días sin actividad alguna, un pequeño círculo rojo con un 1 dentro en una de las esquinas del icono de Instagram. Pulsó rápidamente dejándose llevar por la intriga y para su sorpresa, pudo ver que la persona que la semana anterior se había dedicado a acosarlo indicando que le gustaban todas las fotos que había publicado (la última siendo de hacía tres meses, por lo que Youngjae entendía menos aún que dicha persona se hubiera interesado en hacer tal cosa), había aceptado su solicitud de seguimiento hacía apenas unos minutos. Hizo presión con suavidad con la yema del dedo índice sobre el redondo icono de aquel misterioso perfil y pudo acceder al fin a ver sus fotos. La mayoría de ellas eran fotos de comida o paisajes, ya fueran horizontes donde solo podía verse vegetación o fotos de altos edificios con una suave luz anaranjada en el cielo que se cernía sobre ellos. Solo había una foto donde aparecían personas y era casi a la mitad de las 132 fotos que tenía publicadas. Youngjae la abrió. Era un grupo de unas veinte personas y no supo reconocer en qué situación había sido tomada dicha foto, ya que lo único que podía apreciarse era que todos iban vestidos de manera casual y la mayoría de ellos tenían una amplia sonrisa en sus caras, tanto los chicos como las chicas, las cuales eran minoría. Pulsó sobre la foto para ver si había etiquetas, pero no fue así. Miró con atención cada una de las caras pero no pudo reconocer a nadie. La foto estaba hecha desde una distancia considerable y parecía ser un día soleado cuando se disparó, por lo que varios de los chicos llevaban gorras o gafas de sol.
Siguió viendo el resto de las fotos pero no había nada más que pudiera desvelar la identidad del dueño o la dueña de aquella cuenta. La última opción era mirar si estaba etiquetado en alguna foto donde pudiera verle la cara a fin de saber de quién se trataba. Una vez más, en sus fotos etiquetadas había en su mayoría instantáneas de comida y todas estaban subidas por la misma persona, quién tal como Youngjae pudo comprobar, tenía el perfil privado, por lo que volvió a la pantalla anterior. Entonces, reparó en que había una donde aparecían dos personas. Estaba abajo a la izquierda, no sabía cómo no se había dado cuenta antes, pero la abrió con rapidez.
A cada segundo que pasaba era más presa de la inquietud de no saber de quien se trataba. Mientras la foto cargaba, alargó la mano para coger el vaso de zumo y darle un trago. Pero el artificial y amargo líquido no llegó ni a rozar sus labios, pues el vaso se escurrió de su diestra y cayó al suelo armando un escándalo al rebotar varias veces tras derramarse sin llegar a romperse. En la foto, publicada por la misma persona que había subido el resto de fotos en que el dueño de aquella misteriosa cuenta estaba etiquetado, había dos chicos tras la mesa de madera de uno de esos restaurantes donde hacer barbacoa, ambos inclinados el uno hacia el otro. Uno de ellos era Daehyun. En el texto que esta tenía debajo había escrito un número “13” acompañado por el emoticono de un corazón y Youngjae no necesitó ni siquiera pensarlo dos veces para atar cabos.
Pero eso no fue lo que hizo que el castaño lanzara el móvil hacia el otro extremo del sofá tras pensar por un segundo que acabaría arrepintiéndose de hacerlo añicos contra la pared, el cual había sido su primer impulso. La foto era de hacía apenas dos meses.
Youngjae parecía haber olvidado la noche del viernes que el sábado tenía que ir al hospital después de la hora del almuerzo. Se había ofrecido a ayudar a una de las celadoras a organizar los papeles de las altas del último mes, los cuales habían aparecido tirados en el mostrador una de las mañanas de esa semana sin que nadie supiera muy bien porqué. Youngjae solía ser todo lo amable que le era posible con sus compañeros de trabajo, al menos con los que creía que harían lo mismo por el de darse una situación en la que necesitara la ayuda de alguien.
A las 5 de la tarde ya habían terminado de ordenar todos los papeles así que Youngjae se despidió de la celadora, cuyo turno no terminaba hasta las 8, y se dirigió a la cafetería del hospital. Aquellas horas no le serían remuneradas, había sido un favor que había hecho ya que de todos modos no tenía nada que hacer en todo el fin de semana, por lo que no llevaba el conjunto de pantalones y camiseta blanca, su uniforme de trabajo que tanto detestaba pero que tan cómodo era. En su lugar, llevaba unos vaqueros ajustados y una sudadera color verde oscuro, dentro de cuyo bolsillo frontal llevaba el teléfono, la llave de su apartamento y una pequeña cartera marrón con algo de dinero. Se dirigió al mostrador y pidió un café con leche, aprovechando para charlar durante unos minutos con la camarera. Era una mujer de unos 40 que llevaba allí desde que Youngjae había empezado a trabajar en el hospital hacía ya tres años. Miró a su alrededor cuando esta se alejó para traerle unas galletas con almendras que había insistido en regalarle. La cafetería estaba casi vacía a excepción de tres hombres que tomaban café por separado, cada uno en su mesa. Uno de ellos leía el periódico y los demás miraban por la ventana. Lo que podía verse a través del amplio cristal de esta no era más que el edificio de mantenimiento y no se le ocurría nada menos interesante que eso. Youngjae se preguntó por unos instantes en qué estarían pensando, cómo de grave sería la situación en que estaba la persona por la que aquellos hombres estaban allí. Detrás de la gruesa columna que había en el centro del mediano comedor, podía ver a una chica de unos veintipocos sentada en la mesa que había tras esta, charlando en voz baja con alguien más.
Youngjae se giró para coger el pequeño vaso de plástico con su café y el pequeño sobre de papel con las galletas que la amable señora le había obsequiado y, tras despedirse de ella, se alejó caminando y miró con curiosidad de nuevo hacia la chica para fisgonear con quien estaba hablando. La joven llevaba una bata blanca por lo que trabajaba en el hospital, así que supuso que estaría charlando con algún compañero o compañera de trabajo. Fuera quien fuera, la joven le parecía demasiado obvia por la forma en que se enredaba mechones de pelo en el dedo al tiempo que emitía silenciosas risas ante lo que fuera que su acompañante estuviera diciendo. Pero cual fue la sorpresa de Youngjae al ver que este no era otro que el doctor Jung, quien estaba causando que aquella chica babeara casi sobre la rígida mesa de madera de la cafetería. Como si hubiera sabido que estaba allí desde que había entrado, Daehyun ya lo estaba mirando cuando Youngjae posó la vista en él. No tardó en girar sobre sus talones y encaminarse hacia la puerta, intentando que no se notara demasiado que estaba huyendo a toda prisa.
Correr por los pasillos del hospital como alma que lleva el diablo no era en absoluto una opción en esos momentos, aunque era lo que Youngjae deseó hacer cuando oyó como las patas de una de las incómodas sillas de la cafetería se arrastraban por el suelo. Daehyun no tardó en alcanzarlo dando grandes zancadas, intentando que pareciera que el encuentro era casual y no que había salido detrás suya al ver como desaparecía.
-         Déjame en paz, por favor.
Youngjae tuvo que susurrar ahora que se encontraban en los pasillos, los cuales estaban más concurridos que la cafetería por empleados que iban y venía de un lado para otro, algunos de los cuales saludaban brevemente a ambos al pasar por su lado. Youngjae se paró para darle un sorbo a su café y Daehyun no perdió tiempo en colocarse delante suya.
-         ¿Llegaste bien a casa?
-         No es asunto tuyo.
-         No se como quieres que tenga ganas de seguir hablándote cuando me das este tipo de contestaciones, Yoo.
-         En ningún momento he dicho que quiero que lo haga, doctor Jung.
Si alguien hubiera pasado entre ellos en aquellos momentos, seguramente habría sentido el agudo dolor de las agujas que ambos parecían expulsar de los ojos al mantenerse la mirada, desafiantes, ninguno cediendo ante el otro. Pero Daehyun terminó por hacerlo y suspiró, atreviéndose a darle una suave palmada en el brazo a Youngjae.
-         Vamos, no seas así. ¿Amigos?
-         Ni en tus mejores sueños.
-         Youngjae.
El menor se giró para irse, tan solo tenía que ir al fondo del pasillo y girar a la derecha para encontrarse con la salida del hospital, por lo que caminó a paso ligero escuchando los pasos de Daehyun, quien no se cansaba de atormentarlo. En aquella ocasión, se atrevió a cogerlo por la muñeca y Youngjae paró en seco. Las aletas de su nariz se dilataron y empuñó las manos con tal fuerza de se habría hincado las uñas en las palmas de haberlas tenido más largas. El doctor pronunció su nombre varias veces sacudiendo su brazo. Hasta que consiguió agotar la poca paciencia que Youngjae tenía.
-         ¡Daehyun, déjame en paz!
Se escucharon algunos jadeos de sorpresa retumbando por todo el pasillo y no fue hasta entonces que Youngjae reparó en que estaban a apenas unos pasos de la recepción del hospital, en la cual se agolpaban unas seis mujeres de todas las edades que los miraban con atención y sorpresa en sus caras.
Youngjae quiso llorar de pura rabia cuando consiguió llegar a su coche sin nadie que le pisara los talones. La mayor ironía era que Daehyun fuera cardiólogo. Se suponía que debía curar las afecciones del corazón, no causar que, por unos factores u otros, el de Youngjae amenazara con abrirse paso entre sus pulmones y costillas queriendo salirse de su pecho cada vez que lo tenía cerca.
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renewyoursoul · 6 years ago
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 ❈ ❪ 𝐌𝐚𝐤𝐞 𝐦𝐞 𝐥𝐨𝐯𝐞 𝐲𝐨𝐮 ❫     ➥ #Urie      ⇢┊ 𝗙𝘁. Ginshi Shirazu (嵐 誇り)      Urie podría parecer una persona emocionalmente inaccesible debido a su personalidad que deja muy poca cabida a las relaciones sentimentales, es bastante hermético y atravesar la barrera que lo “protege” de ser herido es una tarea muy difícil, más aún cuando sus únicos objetivos tienden a centrarse en conseguir más poder y obtener su anhelada venganza contra el Búho de un Ojo.    Siendo tan dedicado a su trabajo como investigador de Ghouls no se da el tiempo para simplemente pasar un rato ameno con sus compañeros, prefiere salir y realizar misiones en solitario incluso sin el consentimiento de Haise, odia compartir el crédito y que los otros se interpongan en su camino para ascender de rango.    Todo este comportamiento se ha ido suavizando poco a poco gracias a Shirazu, a pesar de que en algún momento sintió celos e inferioridad cuando el rubio fue nombrado el nuevo capitán del escuadrón, este ha logrado estrechar su amistad y forjar un lazo que pretende ser aún más profundo que eso, con el tiempo simplemente le ha resultado inevitable no bajar la guardia estando con él aunque sin mostrar aún su lado más vulnerable.    —No deberías desperdiciar el tiempo libre holgazaneando en el sofá —mencionó antes de sentarse justo detrás del más alto, en ese momento estaban solos, el resto de los quinx aprovecharon el día libre para salir, excepto Yonebayashi quien seguramente comía jamón encerrada en su cuarto. Kuki rodeó la cintura adversa en un abrazo un tanto perezoso, no ejercía demasiada presión, todavía no se acostumbra a ese tipo de cercanía pero disfruta de ella, si bien lo atemoriza el apego emocional al mismo tiempo es agradable la calidez que le genera dentro del pecho.
❨ » ❩ ꓼ ↴    〔 不知 吟士︱𝑮𝒊𝒏𝒔𝒉𝒊 𝑺𝒉𝒊𝒓𝒂𝒛𝒖 〕       ↳ #IDᴏIᴛFᴏʀHᴇʀ. ──────────────── — ¿Oh?, quizás tengas razón, pero los demás salieron por su cuenta y preferí quedarme aquí — Respondió tras desviar el mirar suspirando con ligereza —. ¿Tú qué haces aquí? Creí que estarías buscando alguna misión, los créditos no llegan solos. — Inclinó la postura hacia adelante cuando el adverso se sentó detrás suyo, sabía que a Urie le molestaba la cercanía, sin embargo, fue una grata sorpresa el sentir sus brazos rodeandole. Shirazu alzó una de sus cejas, producto de la curiosidad que le traía el acto efectuado, y conforme el tiempo pasaba, iba acostumbrandose a aquello. Parpadeo unas cuantas veces antes de formular una sonrisa suave exhibiendo la hilera de pequeñas y relucientes púas que tiene por dientes. —. ¿Te encuentras bien? — Interroga al aire mientras posa una de sus manos sobre las adversas —, no es algo normal en ti otorgar afecto, Urie. Y tenía razón. Kuki nunca fue el tipo más amable, mucho menos el que pensara en sus compañeros con tanta facilidad. Él se centró en su trabajo apartando todo lo demás, cosa que irritaba a Ginshi. ¿Por qué ser tan egoísta? No lo comprendía. A diferencia suya, Shirazu tomó ese trabajo por una necesidad mayor que los créditos otorgados después de cada misión; su hermana. Tristemente padecía una enfermedad bastante grave y con el dinero que ganaba al ser un Investigador Ghoul, pagaba el tratamiento de la pequeña. Eran distintos, pero eso no impidió que Shirazu tratara de acercar a Urie. Conversaciones irrelevantes, jugueteos absurdos, entrenamientos duros. Se esforzó, y al final, lo logró. O al menos, eso parecía. El de cabellos anaranjados solía ser algo ingenuo e influenciable, cosa que el adverso utilizaba a su favor, como ya hizo una vez hace tanto tiempo. ¡Pero ahora debía ser diferente!, ¿verdad?
➥┋ Urie Refunfuñó en voz baja cuando le escuchó mencionar los créditos, mejor que no lo tiente ya que es muy capaz de irse en ese mismo instante y trabajar hasta las altas horas de la noche, ya es un esfuerzo bastante enorme el quedarse allí y holgazanear como todos hacen en sus días libres. «Si me he quedado aquí es sólo por ti grandísimo idiota» pensó sin exteriorizar ni un atisbo de su rabieta mental, luciendo tan estoico como siempre por fuera. —¿Uhm? Sí, estoy perfectamente —apoyó los labios en uno de los hombros ajenos y apretó otro poco el abrazo, estaba disfrutando de la calidez que podía robar del adverso en esa situación. —Ni lo menciones… —masculló ligeramente consternado, él mismo se desconoce en esa faceta “amistosa”, está totalmente fuera de su zona de confort y día con día descubre un poquito más de esas nuevas emociones e impulsos, es consciente de que ha podido llegar a decepcionar a Shirazu con sus acciones pasadas, con sus manipulaciones... y esa es una de las razones por las que ahora siente la necesidad de demostrar que es alguien en quien se puede confiar. —No tienes que aceptar mi afecto ¿sabes? —lo miró desde esa posición, contemplando el perfil del rostro adverso, después su mirada viajó por ese largo cuello.
〔 不知 吟士︱𝑮𝒊𝒏𝒔𝒉𝒊 𝑺𝒉𝒊𝒓𝒂𝒛𝒖 〕       ↳ #IDᴏIᴛFᴏʀHᴇʀ. ──────────────── Suspira con suavidad. ¿Tal vez había hablado de más? No lo sabe, pero supone que es mejor no /volver/ a mencionar los créditos otorgados por misión; no vaya a ser que Urie se marche dejándole solo en casa, como pasó tantas otras veces. Parpadeo unas cuantas veces tras observar a su acompañante, lucía tan extraño... le resultaba adorable, infantil incluso, y es que verle actuar de una manera tan cariñosa no es habitual. — ¿Cómodo? — sonríe tras guiar la zurda hacia el azabache solamente para tocar con el dedo índice la punta de su nariz. Meneo un poco su cuerpo para re-acomodarse contra el Quinx; Urie no era el único disfrutando la cercanía. — ¡Muy tarde! — alza la voz por un momento, denotando aquel aire energético que posee en ocasiones. Sabe que su compañero no es, precisamente, el mejor dando afecto, sin embargo, sabe que se esfuerza en ello, así que... ¿por qué no 'recompensarlo'? Todavía no tiene muy en claro como lo hará, pero debe ser especial. Es ingenuo, todos lo saben, y a pesar de todo, incluso después de lo ocurrido con Kuki; sí confía en él. —. Hm, estaba pensando, no es necesario que hagas estas cosas, ¿sabes? Sé por qué lo haces, o eso creo. Agacha la cabeza, pensativo. ¿Estará diciendo lo correcto? Resulta confuso para él explicarse de la manera correcta, ¿lo está arruinado? Ah... tantas preguntas. Tantos posibles fallos. Niega ante sus propias ideas, cambiando el semblante a uno más neutro. — No digas estupideces — responde enseñando de por medio, aquellas cierras perladas que decoran su boca —, si no lo hiciera, sería un imbécil. Además, es genial verte así, tan... pasivo, Uriiiiieee-kuuuun ~ — canturrea en burla.
➥┋ Urie Arrugó la nariz tras sentir el tacto en esta y frunció el ceño de manera arisca, no es que le desagradara el contacto, simplemente aún no se acostumbra. —Tanto como se puede —respondió aferrándose un poco más a él luego de que este se acomodara, acto seguido lo escucho atentamente y sintió el corazón removerse dentro de su pecho, ¿desde cuándo Shirazu se volvió tan perceptivo? Y aunque quizá haya acertado y descubierto sus motivos para ser tan… ¿expresivo? La verdad es que serlo si bien es difícil porque es algo nuevo, tampoco es algo desagradable o que lo haga sentir incomodo mientras lo hace. —Ahora eres tú el que dice estupideces —podía notarse la irritación y la vergüenza mezcladas en el gesto de su rostro al ser llamado “pasivo”—. Cierra la boca —lo liberó de uno de sus brazos para pegarle un coscorrón en la cabeza, se lo merecía por bocazas.
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