#seguramente haya smut porque hay que sacarle partido al doctors au
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Taquipnea
Capítulo 4
Como no era de extrañar, Youngjae había vuelto a perder de vista Daehyun justo después de que dijera aquello. Se había quedado aturdido por unos segundos incapaz de absorber las palabras que el doctor había dicho, ensimismado con la forma en que el pecho ajeno subía y bajaba, dejándose notar un par de trabajados pectorales debajo de la tela de su camisa blanca y con el suave pero varonil olor que su cuerpo desprendía, así como con la manera en que, con tanta proximidad, había pronunciado aquellas palabras con voz grave, peligrosamente cerca de su oído. Youngjae parpadeó varias veces seguidas antes de mirar a su alrededor, pero no había ni rastro del otro chico. Poco le importaba ya beber hasta perder el conocimiento, por lo que pidió una copa más tras darse cuenta de que la anterior había desaparecido y volvió con Junhong quien se encontraba hablando con algunos de los enfermeros de la segunda planta.
Youngjae se había olvidado de un pequeño detalle: aún tenía que ir a recoger su coche al aparcamiento del hospital y, tras dos copas y media, ya que no fue capaz de terminar la tercera por miedo a vomitarle a Junhong encima, sus piernas no parecía que fueran a cooperar para llevarle hasta su preciado monovolumen. A su amigo no se le escapó la forma en que caminaba cuando salieron del hotel y empezó a reírse al mismo tiempo que le rodeaba la cintura con un brazo para ayudarlo a caminar.
- ¿Cuánto has bebido?
El mayor no respondió, estaba demasiado ocupado mirando al suelo poniendo cuidado en no tropezar como para hacerlo. Aun así, su estado no era tan evidente como podía parecer, solo sentía un leve mareo pero caminaba con cierta normalidad, sobre todo gracias al agarre de Junhong, quien aprovechó que su compañero estuviera algo aturdido para bombardearlo a preguntas.
- ¿De qué has hablado con el doctor Jung?
- Le he preguntado directamente que porqué hace como que no existo.
- ¿Y bien?
- El muy imbécil no me ha respondido. Se ha limitado a decir que piensa en mi. ¿Pensar en mi? ¿Qué tipo de sinsentido es ese?
- ¡¿Ha dicho eso?!
Exclamó Junhong para sorpresa de Youngjae y de los demás viandantes que paseaban por la acera de la ancha avenida en la que se encontraban. Ya podía verse el hospital a lo lejos, por lo que apenas tardarían un par de minutos en llegar.
- Os shippeo, con toda mi alma.
- Nos ¿qué?
- Nada, olvídalo. La cuestión es… Si piensa en ti tal y como dice, ¿por qué de pronto ha cortado cualquier relación contigo?
- Eso es lo que me gustaría saber a mi.
- Hm… Es un hombre enigmático.
Youngjae bufó quitando el brazo de Junhong de su cintura y zafándose de este, ya que se sentía mucho más despejado al haber tomado el aire en el corto paseo que habían dado hasta el hospital. Pero hasta llegar allí, no se dio cuenta del pequeño gran inconveniente que se le presentaba entonces.
- Mierda.
- ¿Qué?
- No puedo conducir así, ¿para qué he venido hasta aquí?
- Pide un taxi, el metro están por cerrarlo y no llegarías a tiempo.
Un pesado suspiro escapó de los labios del moreno y no tardó en sacarse el teléfono del bolsillo para hacer tal cosa. Ya era tarde, así que insistió en que Junhong se fuera a casa puesto que el taxi no tardaría en llegar de todos modos. Sin embargo, a pesar de ser algo bastante inusual en aquella zona, a los diez minutos su medio de transporte no había aparecido. En su lugar, apareció cierto cardiólogo odioso caminando de manera despreocupada a apenas veinte metros de Youngjae, con una mano metida en el bolsillo derecho de su pantalón negro de traje, la diestra sosteniendo el cuello de su chaqueta, la cual llevaba colgada al hombro en lugar de sobre la ajustada camisa blanca que tan interesante le había parecido a Youngjae un rato antes, al término de su breve conversación. Cuando este quiso reaccionar, ya era demasiado tarde y el doctor estaba a apenas cinco pasos de él, por lo que solo le dio tiempo a levantarse del banco donde estaba sentado antes de que el contrario hablara.
- ¿Qué haces aquí solo?
- No es asunto tuyo.
- ¿Dónde está ese amiguito tuyo? No debería haberte dejado solo a estas horas.
Youngjae entrecerró los ojos mirando a Daehyun, quien tenía un aire de indiferencia y seguía con la misma pose que cuando caminaba hacia él momentos antes. El menor tenía bastantes cosas que decir, pero su mente se había despejado al completo para entonces y supo que sería mejor quedarse callado.
- Puedo llevarte a casa.
- No.
- Es tarde, insisto.
- Gracias, doctor Jung, pero no es necesario.
Entonces fue Daehyun quien arrugó la frente ante aquella respuesta y frunció suavemente el ceño al ver como Youngjae se levantaba. Su taxi ya había llegado y había parado frente a ellos, el conductor esperaba con visible impaciencia a su cliente. Si Daehyun quería que volvieran a ser completos extraños, así sería. Ir detrás de él como un perrito faldero definitivamente no entraba en los planes de Youngjae.
Al llegar a su piso, Youngjae emitió un pesado suspiro mientras se quitaba la chaqueta y la colgaba en la percha que había en la pared que se situaba frente a la puerta. Se quitó los zapatos, desabrochó algunos botones de su camisa y abrió su cinturón sacándolo de las hebillas y dejándolo junto a su abrigo. Era tarde, más de la una de la madrugada, pero no le apetecía irse a la cama aún, por lo que se dejó caer en el duro y pequeño sofá que presidía la sala de estar, apoyando la cabeza sobre uno de los reposabrazos y cubriéndose el rostro con las manos. El pensar demasiado las cosas nunca había sido precisamente uno de sus problemas, al contrario. Youngjae solía tomarse todo a la ligera sin darle vueltas a lo que ocurría, dejando que la vida fluyera y que pasara lo que el destino tuviera en sus planes. Por eso sintió un agudo dolor de cabeza cuando las palabras de Daehyun resonaron en su mente al tiempo que apretaba los ojos con fuerza intentando combatir aquella melodiosa y grave voz que retumbaba dentro de su cráneo. Abrió los ojos despacio y miró al techo dándose por vencido, atrapando su labio inferior con los dientes al recordar el olor del doctor que aún podía percibir a la perfección, como si lo tuviera encima suya en aquel momento, con el cuello pegado a su nariz. Sacudió rápidamente la cabeza y se sentó de un salto. Lo último que quería era tener una erección por culpa de Daehyun y el cosquilleo en su bajo vientre tras aquel pensamiento le indicó que si seguía fantaseando aunque solo fuera por un segundo más, obtendría aquel resultado.
Para distraerse, después de haber ido a la cocina a por un vaso de zumo embotellado y haber vuelto al salón a sentarse de nuevo en el triste sillón que allí lo esperaba, Youngjae se colocó un cojín sobre las piernas y posó cómodamente los antebrazos en este, desbloqueando su teléfono. Sus planes de ver algún vídeo hasta que le diera sueño o escuchar música se esfumaron cuando vio, tras varios días sin actividad alguna, un pequeño círculo rojo con un 1 dentro en una de las esquinas del icono de Instagram. Pulsó rápidamente dejándose llevar por la intriga y para su sorpresa, pudo ver que la persona que la semana anterior se había dedicado a acosarlo indicando que le gustaban todas las fotos que había publicado (la última siendo de hacía tres meses, por lo que Youngjae entendía menos aún que dicha persona se hubiera interesado en hacer tal cosa), había aceptado su solicitud de seguimiento hacía apenas unos minutos. Hizo presión con suavidad con la yema del dedo índice sobre el redondo icono de aquel misterioso perfil y pudo acceder al fin a ver sus fotos. La mayoría de ellas eran fotos de comida o paisajes, ya fueran horizontes donde solo podía verse vegetación o fotos de altos edificios con una suave luz anaranjada en el cielo que se cernía sobre ellos. Solo había una foto donde aparecían personas y era casi a la mitad de las 132 fotos que tenía publicadas. Youngjae la abrió. Era un grupo de unas veinte personas y no supo reconocer en qué situación había sido tomada dicha foto, ya que lo único que podía apreciarse era que todos iban vestidos de manera casual y la mayoría de ellos tenían una amplia sonrisa en sus caras, tanto los chicos como las chicas, las cuales eran minoría. Pulsó sobre la foto para ver si había etiquetas, pero no fue así. Miró con atención cada una de las caras pero no pudo reconocer a nadie. La foto estaba hecha desde una distancia considerable y parecía ser un día soleado cuando se disparó, por lo que varios de los chicos llevaban gorras o gafas de sol.
Siguió viendo el resto de las fotos pero no había nada más que pudiera desvelar la identidad del dueño o la dueña de aquella cuenta. La última opción era mirar si estaba etiquetado en alguna foto donde pudiera verle la cara a fin de saber de quién se trataba. Una vez más, en sus fotos etiquetadas había en su mayoría instantáneas de comida y todas estaban subidas por la misma persona, quién tal como Youngjae pudo comprobar, tenía el perfil privado, por lo que volvió a la pantalla anterior. Entonces, reparó en que había una donde aparecían dos personas. Estaba abajo a la izquierda, no sabía cómo no se había dado cuenta antes, pero la abrió con rapidez.
A cada segundo que pasaba era más presa de la inquietud de no saber de quien se trataba. Mientras la foto cargaba, alargó la mano para coger el vaso de zumo y darle un trago. Pero el artificial y amargo líquido no llegó ni a rozar sus labios, pues el vaso se escurrió de su diestra y cayó al suelo armando un escándalo al rebotar varias veces tras derramarse sin llegar a romperse. En la foto, publicada por la misma persona que había subido el resto de fotos en que el dueño de aquella misteriosa cuenta estaba etiquetado, había dos chicos tras la mesa de madera de uno de esos restaurantes donde hacer barbacoa, ambos inclinados el uno hacia el otro. Uno de ellos era Daehyun. En el texto que esta tenía debajo había escrito un número “13” acompañado por el emoticono de un corazón y Youngjae no necesitó ni siquiera pensarlo dos veces para atar cabos.
Pero eso no fue lo que hizo que el castaño lanzara el móvil hacia el otro extremo del sofá tras pensar por un segundo que acabaría arrepintiéndose de hacerlo añicos contra la pared, el cual había sido su primer impulso. La foto era de hacía apenas dos meses.
Youngjae parecía haber olvidado la noche del viernes que el sábado tenía que ir al hospital después de la hora del almuerzo. Se había ofrecido a ayudar a una de las celadoras a organizar los papeles de las altas del último mes, los cuales habían aparecido tirados en el mostrador una de las mañanas de esa semana sin que nadie supiera muy bien porqué. Youngjae solía ser todo lo amable que le era posible con sus compañeros de trabajo, al menos con los que creía que harían lo mismo por el de darse una situación en la que necesitara la ayuda de alguien.
A las 5 de la tarde ya habían terminado de ordenar todos los papeles así que Youngjae se despidió de la celadora, cuyo turno no terminaba hasta las 8, y se dirigió a la cafetería del hospital. Aquellas horas no le serían remuneradas, había sido un favor que había hecho ya que de todos modos no tenía nada que hacer en todo el fin de semana, por lo que no llevaba el conjunto de pantalones y camiseta blanca, su uniforme de trabajo que tanto detestaba pero que tan cómodo era. En su lugar, llevaba unos vaqueros ajustados y una sudadera color verde oscuro, dentro de cuyo bolsillo frontal llevaba el teléfono, la llave de su apartamento y una pequeña cartera marrón con algo de dinero. Se dirigió al mostrador y pidió un café con leche, aprovechando para charlar durante unos minutos con la camarera. Era una mujer de unos 40 que llevaba allí desde que Youngjae había empezado a trabajar en el hospital hacía ya tres años. Miró a su alrededor cuando esta se alejó para traerle unas galletas con almendras que había insistido en regalarle. La cafetería estaba casi vacía a excepción de tres hombres que tomaban café por separado, cada uno en su mesa. Uno de ellos leía el periódico y los demás miraban por la ventana. Lo que podía verse a través del amplio cristal de esta no era más que el edificio de mantenimiento y no se le ocurría nada menos interesante que eso. Youngjae se preguntó por unos instantes en qué estarían pensando, cómo de grave sería la situación en que estaba la persona por la que aquellos hombres estaban allí. Detrás de la gruesa columna que había en el centro del mediano comedor, podía ver a una chica de unos veintipocos sentada en la mesa que había tras esta, charlando en voz baja con alguien más.
Youngjae se giró para coger el pequeño vaso de plástico con su café y el pequeño sobre de papel con las galletas que la amable señora le había obsequiado y, tras despedirse de ella, se alejó caminando y miró con curiosidad de nuevo hacia la chica para fisgonear con quien estaba hablando. La joven llevaba una bata blanca por lo que trabajaba en el hospital, así que supuso que estaría charlando con algún compañero o compañera de trabajo. Fuera quien fuera, la joven le parecía demasiado obvia por la forma en que se enredaba mechones de pelo en el dedo al tiempo que emitía silenciosas risas ante lo que fuera que su acompañante estuviera diciendo. Pero cual fue la sorpresa de Youngjae al ver que este no era otro que el doctor Jung, quien estaba causando que aquella chica babeara casi sobre la rígida mesa de madera de la cafetería. Como si hubiera sabido que estaba allí desde que había entrado, Daehyun ya lo estaba mirando cuando Youngjae posó la vista en él. No tardó en girar sobre sus talones y encaminarse hacia la puerta, intentando que no se notara demasiado que estaba huyendo a toda prisa.
Correr por los pasillos del hospital como alma que lleva el diablo no era en absoluto una opción en esos momentos, aunque era lo que Youngjae deseó hacer cuando oyó como las patas de una de las incómodas sillas de la cafetería se arrastraban por el suelo. Daehyun no tardó en alcanzarlo dando grandes zancadas, intentando que pareciera que el encuentro era casual y no que había salido detrás suya al ver como desaparecía.
- Déjame en paz, por favor.
Youngjae tuvo que susurrar ahora que se encontraban en los pasillos, los cuales estaban más concurridos que la cafetería por empleados que iban y venía de un lado para otro, algunos de los cuales saludaban brevemente a ambos al pasar por su lado. Youngjae se paró para darle un sorbo a su café y Daehyun no perdió tiempo en colocarse delante suya.
- ¿Llegaste bien a casa?
- No es asunto tuyo.
- No se como quieres que tenga ganas de seguir hablándote cuando me das este tipo de contestaciones, Yoo.
- En ningún momento he dicho que quiero que lo haga, doctor Jung.
Si alguien hubiera pasado entre ellos en aquellos momentos, seguramente habría sentido el agudo dolor de las agujas que ambos parecían expulsar de los ojos al mantenerse la mirada, desafiantes, ninguno cediendo ante el otro. Pero Daehyun terminó por hacerlo y suspiró, atreviéndose a darle una suave palmada en el brazo a Youngjae.
- Vamos, no seas así. ¿Amigos?
- Ni en tus mejores sueños.
- Youngjae.
El menor se giró para irse, tan solo tenía que ir al fondo del pasillo y girar a la derecha para encontrarse con la salida del hospital, por lo que caminó a paso ligero escuchando los pasos de Daehyun, quien no se cansaba de atormentarlo. En aquella ocasión, se atrevió a cogerlo por la muñeca y Youngjae paró en seco. Las aletas de su nariz se dilataron y empuñó las manos con tal fuerza de se habría hincado las uñas en las palmas de haberlas tenido más largas. El doctor pronunció su nombre varias veces sacudiendo su brazo. Hasta que consiguió agotar la poca paciencia que Youngjae tenía.
- ¡Daehyun, déjame en paz!
Se escucharon algunos jadeos de sorpresa retumbando por todo el pasillo y no fue hasta entonces que Youngjae reparó en que estaban a apenas unos pasos de la recepción del hospital, en la cual se agolpaban unas seis mujeres de todas las edades que los miraban con atención y sorpresa en sus caras.
Youngjae quiso llorar de pura rabia cuando consiguió llegar a su coche sin nadie que le pisara los talones. La mayor ironía era que Daehyun fuera cardiólogo. Se suponía que debía curar las afecciones del corazón, no causar que, por unos factores u otros, el de Youngjae amenazara con abrirse paso entre sus pulmones y costillas queriendo salirse de su pecho cada vez que lo tenía cerca.
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