#poesía norteamericana
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Walt Whitman
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A los jóvenes que quieren morir, por Gwendolyn Brooks
“No importa cuán frío y sin alegría haya sido el invierno, poco a poco reverdece el pasto y se alcanza a oír un pájaro solitario”. (Höldering) En esta ocasión he considerado oportuno acercaros a la vida y obra de una gran poeta afroamericana, Gwendolyn Brooks (1917-2000), la primera de su raza en ganar un premio Pulitzer, en 1949, por su libro Annie Allen, cuyos poemas se basan en el crecimiento…
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Adagias, de Wallace Stevens
Esta selección de adagias pertenecen al libro, editado por Interzona, “Adagia” donde se reúnen estás reflexiones cortas de uno de los genios de la poesía estadounidense. Este libro tiene, además, un prólogo hermoso, y esclarecedor, de Marcelo Cohen; allí reflexiona sobre el arte poético de Stevens y cómo este busca conectar poesía, arte, con el flujo vital y la realidad que en los poemas…
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LAS AGUAS TENDIDAS
I
Si acaso piensan las abejas, no lo sabemos, pero la trasera del gusano es lo que más se menea, los piscardos oyen, y las mariposas, jaldes y azules, gozan con el lenguaje de aromas y baile. Por tanto rechazo el mundo del perro por más que escuche más alto que el do y el tordo detenido en medio de su canto.
Y admito mi veleidad con Dios, mi anhelo de picos, negros collados, rolantes nieblas que mudan con cada quiebro del viento, los campos no canoros donde no resuellan bofes, donde la luz es piedra. Vuelvo donde hubo fuego, a la orilla socarrada del mar donde cetrinos puones de yerba alfileran la ceniza renegrida, y rimeros de troncos se pelan al sol de la tarde, donde el agua dulce y la salada se encuentran, y las brisas del mar corren entre los pinos, un país de abras y ancones, y de arroyuelos bajando al mar.
II
Mnetha, Madre de Har, guárdame del avance y retirada del gusano, del estrago de la mariposa, del lento hundirse del tómbolo-isla, del florecer del coral, de incierta mudanza marina, pulsantes arenas, y marinos deudos tentaculados.
¿Pero qué hay de ella...? quien engrandece la mañana con sus ojos, la estrella que guiña más allá de sí, la voz de grillo hondo en el campo a medianoche, la chara azul rutando del pino chaparro.
¡Qué despacio muere el goce!... La flor enjuta reventando en la cuarteada nava, la primera nieve del año en el fosco abeto. Sintiendo, aún me recreo en mi caída final.
III
Cuando la trucha y el joven salmón brincan tras los insectos que vuelan bajo, y el estolón de yedra, derribado al suelo, hinca raíces en el serrín, y el pino, de una pieza con sus raíces, se hunde en el estero, donde se inclina, escorado al este, posadero del guincho, y un pescador trastea en un pontón de madera, estas olas al sol me recuerdan flores: el blanco punzante de la azucena, la atigrada, mejor en el rincón de un humedal, el heliotropo, venado como pez, la vivaz ipomea, y el bronce de un lampazo muerto orillas de un lago del prado, abajo junto al fiemo que se encoge con el ojo alcalino.
He llegado aquí sin lisonja de silencio, agraciado por los labios de un viento flojo, a un opulento erial de viento y agua, a un regolfo encañonado, donde el agua salada se refresca con arroyuelos que corren bajo abetos caídos.
IV
En el brumoso gris de la madrugada, sobre las finas, plumosas ondas que rompen leves contra el litoral remellado... plumas del largo tumbo, lustrosas, oleosas casi... una única ola arriba como el cuello de un gran cisne surcando lenta, su dorso erizado por vientos cruzados, hasta un árbol tendido, de copa medio rota.
Recuerdo una peña tajando la voraginosa corriente, ni blanca ni roja, en el muerto tablazo, donde no rige ya el impulso, ni la sombra que lobreguece, un lugar vulnerable, cercado de arena, conchas rotas, despojos del agua.
V
Como la luz que refleja un lago, al anochecer, cuando vuelan murciélagos, cerca del agua oblicua y parda, y la mareta barre una ribera guijosa, como la lumbrarada de un fuego, que ya parecía muerto, al refregón de la chimenea, o como brisa que cubre las rodillas barriendo desde una loma, así el viento del mar despierta el anhelo. Mi cuerpo cintila como una llama tenue.
Veo en las aguas que se adelantan y arredran la forma que vino de mi sueño, plañendo: la eterna, el niño, la tremolante rama de enredadera, el numinoso anillo que ciñe la flor que se abre, el amigo que me adelanta corriendo por el ventoso morro, aquello que no es ni voz ni visión.
Yo, que torné de la hondura riendo estentóreo, me convertí en otra cosa; mis ojos abarcan allende el remoto florar de las olas; me pierdo y me encuentro en el agua tendida; me reconstituyo una vez más; abrazo el mundo.
*
THE LONG WATERS
I
Whether the bees have thoughts, we cannot say, But the hind part of the worm wiggles the most, Minnows can hear, and butterflies, yellow and blue, Rejoice in the language of smells and dancing. Therefore I reject the world of the dog Though he hear a note higher than C And the thrush stopped in the middle of his song.
And I acknowledge my foolishness with God, My desire for the peaks, the black ravines, the rolling mists Changing with every twist of wind, The unsinging fields where no lungs breathe, Where light is stone. I return where fire has been, To the charred edge of the sea Where the yellowish prongs of grass poke through the blackened ash, And the bunched logs peel in the afternoon sunlight, Where the fresh and salt waters meet, And the sea-winds move through the pine trees, A country of bays and inlets, and small streams flowing seaward.
II
Mnetha, Mother of Har, protect me From the worm’s advance and retreat, from the butterfly’s havoc, From the slow sinking of the island peninsula, the coral efflorescence, The dubious sea-change, the heaving sands, and my tentacled seacousins.
But what of her?— Who magnifies the morning with her eyes, That star winking beyond itself, The cricket-voice deep in the midnight field, The blue jay rasping from the stunted pine.
How slowly pleasure dies!— The dry bloom splitting in the wrinkled vale, The first snow of the year in the dark fir. Feeling, I still delight in my last fall.
III
In time when the trout and young salmon leap for the low-flying insects, And the ivy-branch, cast to the ground, puts down roots into the sawdust, And the pine, whole with its roots, sinks into the estuary, Where it leans, tilted east, a perch for the osprey, And a fisherman dawdles over a wooden bridge, These waves, in the sun, remind me of flowers: The lily’s piercing white, The mottled tiger, best in the corner of a damp place, The heliotrope, veined like a fish, the persistent morning-glory, And the bronze of a dead burdock at the edge of a prairie lake, Down by the muck shrinking to the alkaline center.
I have come here without courting silence, Blessed by the lips of a low wind, To a rich desolation of wind and water, To a landlocked bay, where the salt water is freshened By small streams running down under fallen fir trees.
IV
In the vaporous grey of early morning, Over the thin, feathery ripples breaking lightly against the irregular shoreline— Feathers of the long swell, burnished, almost oily— A single wave comes in like the neck of a great swan Swimming slowly, its back ruffled by the light cross-winds, To a tree lying flat, its crown half broken.
I remember a stone breaking the eddying current, Neither white nor red, in the dead middle way, Where impulse no longer dictates, nor the darkening shadow, A vulnerable place, Surrounded by sand, broken shells, the wreckage of water.
V
As light reflects from a lake, in late evening, When bats fly, close to slightly tilting brownish water, And the low ripples run over a pebbly shoreline, As a fire, seemingly long dead, flares up from a downdraft of air in a chimney, Or a breeze moves over the knees from a low hill, So the sea wind wakes desire. My body shimmers with a light flame.
I see in the advancing and retreating waters The shape that came from my sleep, weeping: The eternal one, the child, the swaying vine branch, The numinous ring around the opening flower, The friend that runs before me on the windy headlands, Neither voice nor vision.
I, who came back from the depths laughing too loudly, Become another thing; My eyes extend beyond the farthest bloom of the waves; I lose and find myself in the long water; I am gathered together once more; I embrace the world.
Theodore Roethke
di-versión©ochoislas
#Theodore Roethke#literatura estadounidense#poesía modernista#secuencia norteamericana#meditación#comunión#di-versiones©ochoislas
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Walt Whitman (31/05/1819 - 26/03/1892) Poeta estadounidense considerado uno de los autores más importantes de la literatura norteamericana. Whitman es conocido por su uso innovador del verso libre y sus poemas sobre el hombre común. Whitman uno de los padres de la poesía moderna. Estos versos son un llamamiento al Carpe Diem. A continuación, puedes leer "No te detengas", de Walt Whitman. Poema apócrifo atribuido al escritor. No te detengas No dejes que termine el día sin haber crecido un poco,sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños. No te dejes vencer por el desaliento. No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte que es casi un deber. No abandones las ansias de hacer de tu vida algo" extraordinario. No dejes de creer que las palabras y las poesías sí pueden cambiar el mundo. Pase lo que pase nuestra esencia está intacta. Somos seres llenos de pasión La vida es desierto y oasis. Nos derriba, nos lastima, nos enseña, nos convierte en protagonistas de nuestra propia historia. Aunque el viento sople en contra, la poderosa obra continúa: Tu puedes aportar una estrofa. No dejes nunca de soñar, porque en sueños es libre el hombre. No caigas en el peor de los errores: el silencio. La mayoría vive en un silencio espantoso. No te resignes. Huye. “Emito mis alaridos por los techos de este mundo”, dice el poeta. Valora la belleza de las cosas simples. Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas, pero no podemos remar en contra de nosotros mismos. Eso transforma la vida en un infierno. Disfruta del pánico que te provoca tener la vida por delante. Vívela intensamente,sin mediocridad. Piensa que en ti está el futuro y encara la tarea con orgullo y sin miedo. Aprende de quienes puedan enseñarte. Las experiencias de quienes nos precedieron de nuestros “poetas muertos”, te ayudan a caminar por la vida La sociedad de hoy somos nosotros: Los “poetas vivos”. No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas.
Walt Whitman
* Fue educado en casa hasta que comenzó a asistir a la escuela pública, que abandonó a los once años para comenzar a trabajar.
* En 1855, Whitman publicó la primera edición de Hojas de hierba, una colección de poemas que celebraban al individuo y al hombre común.
* El libro no fue bien recibido por el público, pero Whitman continuó revisándolo y ampliándolo a lo largo de su vida.
* Whitman fue voluntario como enfermero en Washington, D.C. durante la Guerra Civil. Escribió sobre sus experiencias en una colección de poemas titulada Drum-Taps (1865).
* En 1865 aparece Oh Captain! My captain!, poema de Walt Whitman escrito en homenaje a Abraham Lincoln, después de su asesinato.
* Su poesía trató sobre experiencias privadas (incluida la sexualidad).
* La influencia de Whitman en el siglo XX se aprecia en la obra de poetas tan diversos como Pablo Neruda, Fernando Pessoa o Allen Ginsberg.
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Recuerdo
Mi mente olvida infinidad de cosas,
muertes de reyes, guerras desastrosas,
pero recuerda la hora precisa,
medio día en la torre de la aldea,
último sol de mayo en medio cielo;
sopló por este lado una ágil brisa
que encrespó la corriente del riachuelo,
y parándose aquí, dejó su carga
de perfumes de pinos, y al descuido
dos pétalos robó al rosal florido.
- Thomas Bailey Aldrich, incluido en Antología de la poesía norteamericana.
Fundación editorial El perro y la rana, Venezuela, 2007, selección de Ernesto Cardenal, traducción de José Coronel Urtecho y Ernesto Cardenal.
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4. Lea estos poemas de culturas indígenas norteamericanas Realizado por Laura Ruiz
Los iraquís son una gran confederación de pueblos indígenas norteamericanos. En el libro de Poesía ignorada y olvidada, de Jorge Zalamea. (Procultura, 1986. Bogotá, Colombia) Encontrarán poesías indígenas.
PROFECÍA (IROQUESES)
Hace muchos inviernos nuestros sabios ancestros predijeron:
el monstruo de ojos blancos llegará del oriente. Al avanzar consumirá la tierra.
Este monstruo es la raza blanca. La profecía está a punto de cumplirse.
¡En la oscuridad esperamos!
¡Que vengan todos los oyentes
¡Y nos ayuden en el viaje nocturno!
Ningún sol brilla ahora
Ninguna estrella luce ahora.
Que vengan y nos muestren el camino,
Pues la noche se ha hecho inamistosa.
Cierra sus párpados la noche.
Nos ha olvidado la luna.
Y esperamos en la oscuridad.
Los Lakota, pertenecientes a la Gran Nación Sioux de Norteamérica, son dueños de una rica espiritualidad y un profundo respeto por toda la vida visible e invisible. La palabra Lakota significa "considerados amigos" o "alianza de amigos".
ORACIÓN LAKOTA
Wakan Tanka, Gran Misterio,
enséñame a confiar
en mi corazón,
en mi mente,
en mi intuición,
en mi sabiduría interna,
en los sentidos de mi cuerpo,
en las bendiciones de mi espíritu.
Enséñame a confiar en estas cosas,
para que pueda entrar en mi Espacio Sagrado
y amar más allá de mi miedo,
y así Caminar en la Belleza
con el paso de cada glorioso Sol.
¿Qué relación puede establecer entre los poemas y su vida?
Creo que cada uno de los poemas me transporta a circunstancias donde me sentía perdida, perdida en diferentes sentidos. Con el primero de ellos, pude transportarme al momento en el que poco a poco empecé a perderme, a no saber quién era y a alejarme de todos y de todo, llevando así a que se cumpliera esa “predicción”.
Sin embargo, con el segundo poema resuena mucho el hecho de ir de a poco volviendo a confiar, volviendo a ver por así decirlo alguna luz en ese camino, a encontrar lo que yo llamaría un faro, en empezar a volver a encontrarme no solo con aspectos exteriores sino también en los interiores, y sobre todo, en seguir a pesar del miedo que me daba hacerlo, porque algo que me deja pensando, es que uno con miedo va encontrando cosas hermosas en ese camino que va permitiendo volver a encontrarse e impulsarse a seguir.
¿Por qué los niños judíos, expuestos en el artículo de Petit, encontraron en dichos textos y contextos una razón para sí mismos? A partir de ello, ¿qué podemos inferir sobre la relación literatura -vida? En este contexto ¿qué aportes hace Rita como mediadora de lectura?
Creo que los dos poemas en conjunto pueden mostrar una transición, en la que siempre se está expresando y partiendo de diferentes emociones, sobre todo del miedo. Ellos pudieron tal vez sentir que compartían aquella emoción, miedo porque no sabían que pasaría con ellos, miedo por su pasado, presente y futuro. Además, pueden evidenciar como personas ajenas llegaron a consumir el mundo que conocían y lo dejan irreconocible. No obstante, creo que también les permite ver una esperanza, un porvenir en su futuro, en ver como con el miedo puede seguir encontrando cosas bellas que les permita reconstruirse, que les permita volver a confiar y a crear en ellos un espacio seguro.
Con lo anterior, creo que es la mejor forma de mostrar la relación de la literatura y la vida, puesto que mediante ella se pueden conectar con los diferentes tiempos, las diferentes historias y las distintas emociones que vienen tras ellos, y con todo esto poder ver un porvenir, ver una esperanza en el futuro, y ver que otros mundos también son posibles y que a través de ellos se pueden construir a sí mismos. Esto, lo veo mucho en el caso de los niños judíos puesto que a pesar de que salieron del mundo que conocian -tanto físico como en el mundo literario de la mano con Mira-, pudieron construir nuevos lazos que les dio la seguridad de seguir construyendo y reconstruyendo aquello que ya estaba en ellos, en volver a confiar, y en encontrar una compañia no solo en las personas que hacían parte del salón sino también en las millones de historias con las que podian conectar a lo largo de su vida.
Por último, tal como lo mencionaba creo que un mediador está ahí para acompañar pero también para compartir, porque es el encuentro de múltiples mundos que se van retroalimentando entre sí, estos van permitiendo que cada uno crezca. Siento que un mediador de lectura puede llegar a ser una luz que guíe a más lugares y que se mantenga ahí en el tiempo impulsando a encontrarse con otros, pero sobre todo con sí mismo, sin imponer sino dejando que fluya según el ritmo que este requiera.
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EL CENTRO EDITOR DE MADRID EN BUENOS AIRES
Centro Editor de Madrid, un puente de palabras entre España e Hispanoamérica, es un sello editorial español dirigido por Claudio Pérez Míguez y Raúl Manrique Girón. Argentinos, radicados en Madrid a comienzos de los 2000, Claudio y Raúl llevan adelante el Centro de Arte Moderno en uno de los barrios más literarios de la capital española. Allí, han emplazado una importante Institución dedicada a ser un puente cultural entre España e Hispanoamérica. Cuenta con una librería especializada en autores latinoamericanos, dos sellos editoriales [Centro Editor y Del Centro Editores] y un Museo del Escritor, que atesora objetos que han pertenecido a escritores tanto españoles como hispanoamericanos. En ocasión de la reciente edición de Borges/Piglia. Una introducción a la Literatura Norteamericana, Claudio viaja hasta Buenos Aires para presentar uno de los últimos libros de Juan José Mendoza. Invitado especial y comentarios: a cargo de Lautaro Ortiz (Página/12).
CON LA PARTICIPACIÓN DE CLAUDIO PÉREZ MIGUEZ (CENTRO DE ARTE MODERNO DE MADRID), LAUTARO ORTIZ (PÁGINA/12) Y JUAN JOSÉ MENDOZA (UNA-CONICET).
Claudio Fabián Pérez Míguez (Buenos Aires, en 1966). En 1995, cofundó en Centro de Arte Moderno en la ciudad de Quilmes, que en el año 2003 se trasladó a Madrid, siendo su coordinador hasta la actualidad. En el año 2006 funda en Madrid y dirige el sello editorial Del Centro Editores y el recientemente creado Centro Editor. Ha comisariado un gran número de exposiciones en sala de Casa de América, Madrid; Casa del Lector, Madrid; Fundación Cajasol, Sevilla Córdova, Huelva, Cádiz; Universidad de Jerusalén; Museo de la Literatura, Bucarest, Instituto Italo Latinoamericano, Roma; Casa Argentina de París; Museo de la Universidad de Alicante, Cidade de la Cultura, Santiago de Compostela, Biblioteca Nicolás Salmerón, Universidad de Almería, en El Escorial en el marco de los cursos de verano de la Universidad Complutense y otros. También ha comisariado exposiciones de artes plásticas en España, Argentina y Brasil. Es autor, entre otros, de Álbum de Jacobo Sureda, El universo de Julio Cortázar, Alejandra Pizarnik, un recorrido iconográfico, El infinito Borges y Recuerdo de Borges. Dirige el Museo del Escritor en Madrid. Lautaro Ortiz (La Plata en 1973). Escritor y crítico literario. Escribió guiones de historietas y algunos libros de poesía. Actualmente dirige la colección de literatura Fuera de Registro. Es columnista de Página/12. Juan José Mendoza es Docente en la Universidad Nacional de las Artes e Investigador de Conicet. Entre sus libros se encuentran: La edad de la teoría (2023), La interpretación de las pesadillas (2023) y Los Archivos_ Papeles para la nación (2019). Sitio web: www.tlatland.com
Jueves 3 de Octubre - 19 hs. Centro Cultural Rojas (Av. Corrientes 2038, Buenos Aires, República Argentina)
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Te recomiendo leerlo cuando tengas tiempo, tranquilamente para disfrutarlo..
ACLARACIÓN
Éste poema (Valgo) es atribuido al poeta argentino Jorge Luis Borges, craso error, pues la verdadera autora es Nadine Stair, (Instantes) poetisa norteamericana, el cual publicó en 1978. Los admiradores de Borges -sociedades borgianas- niegan categóricamente la autoría del poema, pues afirman que es demasiado cursi, ajeno a la poesía del argentino, aunado a que en el texto se menciona a Dios, y Borges era agnóstico. Pero al margen de que sea de Borges, el poema está lleno de sabiduría.
💕 “VALGO”💕
De tanto perder aprendí a ganar; de tanto llorar se me dibujó la sonrisa que tengo.
Conozco tanto el piso que sólo miro el cielo. Toqué tantas veces fondo que, cada vez que bajo, ya sé que mañana subiré.
Me asombro tanto como es el ser humano, que aprendí a ser yo mismo.
Tuve que sentir la soledad para aprender a estar conmigo mismo y saber que soy buena compañía.
Intenté ayudar tantas veces a los demás, que aprendí a que me pidieran ayuda.
Traté siempre que todo fuese perfecto y comprendí que realmente todo es tan imperfecto como debe ser (incluyéndome).
Hago sólo lo que debo, de la mejor forma que puedo y los demás que hagan lo que quieran.
Vi tantos perros correr sin sentido, que aprendí a ser tortuga y apreciar el recorrido.
Aprendí que en esta vida nada es seguro, sólo la muerte … por eso disfruto el momento y lo que tengo.
Aprendí que nadie me pertenece, y aprendí que estarán conmigo el tiempo que quieran y deban estar, y quien realmente está interesado en mí me lo hará saber a cada momento y contra lo que sea.
Que la verdadera amistad si existe, pero no es fácil encontrarla.
Que quien te ama te lo demostrará siempre sin necesidad de que se lo pidas.
Que ser fiel no es una obligación sino un verdadero placer cuando el amor es el dueño de ti.
Eso es vivir. ... La vida es bella con su ir y venir, con sus sabores y sinsabores…
Aprendí a vivir y disfrutar cada detalle, aprendí de los errores pero no vivo pensando en ellos, pues siempre suelen ser un recuerdo amargo que te impide seguir adelante, pues, hay errores irremediables.
Las heridas fuertes nunca se borran de tu corazón pero siempre hay alguien realmente dispuesto a sanarlas con la ayuda de Dios.
Camina de la mano de Dios, todo mejora siempre.
Y no te esfuerces demasiado que las mejores cosas de la vida suceden cuando menos te las esperas. No las busques, ellas te buscan.
Lo mejor está por venir...💕
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“Leales #traiciones actos de #creación al #traducir #poesía #norteamericana” #Participo en #IVJornadas #Internacionales #Literatura #Traducción #Género #Universidad @pablodeolavide #Sevilla #FelizDomingo @martacamnu @AlveaAna @gemis46 @masleer @PacoToskano
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Walt Whitman
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Una vida de pueblo (Quemando hojas), de Louise Glück.
Las hojas secas se prenden rápido.Y arden rápido; de inmediato pasan de algo a nada. La escritora norteamericana Louise Glück, nacida en Nueva York el 22 de abril de 1943, ganadora de Premio Nobel de Literatura 2020, del Premio Tranströmer 2020, de la Medalla Nacional de Humanidades 2015, Poeta Laureada de Estados Unidos 2003-2004 y Premio Pulitzer de Poesía 1993 por su poemario “The Wild Iris”…
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MEDITACIÓN EN EL RÍO OYSTER
I
Sobre las chatas rocas gris elefante, plagadas de bálanos, frisa el primer escarceo de la marea, avanzando, casi insonora, hacia mí, corriendo cabe los angostos surcos de la playa, las ringleras de berberechos muertos; luego un regajo detrás de mí, rampando más cerca, vivo con diminutos peces listados, y cangrejillos que trepan fuera del agua.
La bahía áfona. Sin violencia. Hasta las gaviotas callan lejos en las rocas, silenciosas, en la luz que afonda, cesó su mallar de gato, su jipiar de niño.
Por fin una larga cresta undosa, negriazul desde donde estoy sentado, forma casi una ola que rebasa la barrera de guijarros, batiendo leve contra un madero hundido. Chapaleo los pies en el salsero que avanza resbalando, luego me retiro a una roca acantilado arriba. El viento afloja, tenue como una polilla que abanica una piedra: un viento crepuscular, tenue como el aliento de un niño que no vuelve hoja, ni riza onda. El rocío revive en el barrón; chasquean los leños salumbrosos de un fuego; un cuervo pescador vira en su percha (un árbol muerto del estero), y sus alas captan un último viso de sol reflejo.
II
El yo perdura como astro moribundo, en sueños, asustado. La faz de la muerte se alza de nuevo, entre tímidas bestias, el ciervo en el salegar, la corza de hombros gachos que cruza al trote la carretera, la culebra nueva, apostada en hojas verdes, que aguarda su mosca, el zunzún, rumbando de la flor del membrillero a la ipomea... con tales estaría.
Y con el agua: las olas que se adelantan, sin tregua, las olas, trastornadas por bajíos, lechos de sargazos, maderos a la deriva, desmochadas por vientos cruzados, tironeadas por sinuosas revesas, la marea que entra murmullando, resbalando entre rengas de piedra, las lenguas del agua, rampando, calladas.
III
En esta hora, en este primer cielo de conocer, la carne asume la pura esbeltez del espíritu, adquiere, un instante, la frescura del zarapito, la precisión del zunzún, la maña del guardarrío... me revuelvo en mi roca, y pienso... en el primer tremor de un arroyo de Michigan en abril, bosando el labio de piedra, el regato minúsculo; y aquella cascada no mayor que la muñeca cayendo de una peña hendida, su rocío levantando un doble iris por la mañana temprano, tan pequeña que puede abarcarla, acogerla, un abrazo... o el Tittebawasee, entre invierno y primavera, cuando el hielo se funde por el filo en la siesta temprana. Y el tablar empieza a agrietarse y pulsar con la presión debajo, el hielo que se amontona contra las estacas aherrojadas, reluciendo, arreciéndose de nuevo, chirriando a medianoche... Y anhelo el estampido de dinamita, el súbito rugido cuando la alcantarilla traga restos de ramas y broza, revoltijo de latas, baldes, nidos viejos, un zapato infantil montado en un tronco, mientras el hielo apilado se desprende de las vapuleadas estacas, y el río entero rompe a correr, zarandeando sus puentes.
IV
Ahora, en esta merma de la luz, me mezo con la moción de la mañana; en la cuna de todo cuanto es, me arrulla a un entresueño el guachapeo de las aguas, los gritos de los zarapitos. El agua es mi querer y mi querencia, y el espíritu corre, a raptos, dentro y fuera de las olas menudas, corre con los intrépidas aves playeras... ¡Qué airoso lo pequeño ante el peligro!
Con primicias de luna todo es dispersión, relumbrar.
*
MEDITATION AT OYSTER RIVER
I
Over the low, barnacled, elephant-colored rocks, Come the first tide-ripples, moving, almost without sound, toward me, Running along the narrow furrows of the shore, the rows of dead clam shells; Then a runnel behind me, creeping closer, Alive with tiny striped fish, and young crabs climbing in and out of the water.
No sound from the bay. No violence. Even the gulls quiet on the far rocks, Silent, in the deepening light, Their cat-mewing over, Their child-whimpering.
At last one long undulant ripple, Blue-black from where I am sitting, Makes almost a wave over a barrier of small stones, Slapping lightly against a sunken log. I dabble my toes in the brackish foam sliding forward, Then retire to a rock higher up on the cliff-side. The wind slackens, light as a moth fanning a stone: A twilight wind, light as a child’s breath Turning not a leaf, not a ripple. The dew revives on the beach-grass; The salt-soaked wood of a fire crackles; A fish raven turns on its perch (a dead tree in the rivermouth), Its wings catching a last glint of the reflected sunlight.
II
The self persists like a dying star, In sleep, afraid. Death’s face rises afresh, Among the shy beasts, the deer at the salt-lick, The doe with its sloped shoulders loping across the highway, The young snake, poised in green leaves, waiting for its fly, The hummingbird, whirring from quince-blossom to morning-glory— With these I would be.
And with water: the waves coming forward, without cessation, The waves, altered by sand-bars, beds of kelp, miscellaneous driftwood, Topped by cross-winds, tugged at by sinuous undercurrents The tide rustling in, sliding between the ridges of stone, The tongues of water, creeping in, quietly.
III
In this hour, In this first heaven of knowing, The flesh takes on the pure poise of the spirit, Acquires, for a time, the sandpiper’s insouciance, The hummingbird’s surety, the kingfisher’s cunning— I shift on my rock, and I think: Of the first trembling of a Michigan brook in April, Over a lip of stone, the tiny rivulet; And that wrist-thick cascade tumbling from a cleft rock, Its spray holding a double rain-bow in early morning, Small enough to be taken in, embraced, by two arms,— Or the Tittebawasee, in the time between winter and spring, When the ice melts along the edges in early afternoon. And the midchannel begins cracking and heaving from the pressure beneath, The ice piling high against the iron-bound spiles, Gleaming, freezing hard again, creaking at midnight— And I long for the blast of dynamite, The sudden sucking roar as the culvert loosens its debris of branches and sticks, Welter of tin cans, pails, old bird nests, a child’s shoe riding a log, As the piled ice breaks away from the battered spiles, And the whole river begins to move forward, its bridges shaking.
IV
Now, in this waning of light, I rock with the motion of morning; In the cradle of all that is, I’m lulled into half-sleep By the lapping of water, Cries of the sandpiper. Water’s my will, and my way, And the spirit runs, intermittently, In and out of the small waves, Runs with the intrepid shorebirds— How graceful the small before danger!
In the first of the moon, All’s a scattering, A shining.
Theodore Roethke
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¿Qué es el andamiaje y cómo puede ayudarnos a alcanzar nuestro potencial?
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Esta escena es parte de la película La sociedad de los poetas muertos (1989) protagonizada por Robin Williams quien es el profesor de literatura de una prestigiosa y conservadora escuela. En ella conoce a un grupo de adolescentes que siente curiosidad por saber su identidad. Pronto descubren que fue uno de los fundadores de La sociedad de los poetas muertos, un colectivo de jóvenes que busca compartir sus experiencias de vida a través de los clásicos de la literatura norteamericana. Pronto se ven envueltos en nuevos rumbos y caminos que los llevan a descubrir sus propias voces interiores y rebelarse contra la decisión de sus padres.
Todd Anderson es un joven tímido que prefiere no hacer su tarea de poesía para no exponerse frente a sus compañeros. Pronto el sr. Keating (oh capitán mi capitán) nota esta actitud y lo estimula y ayuda a que pierda el miedo y pueda conocer su potencial poético interior. Tras unas vueltas, juegos y risas, Todd comienza a soltarse y pone en orden sus imágenes y lanza un bello poema para toda la clase y se oye un gran y brutal silencio ante la capacidad del joven poeta.
De esta forma, podemos apreciar que la mediación del profesor es importante para liberar al joven de su timidez y, al mismo tiempo, darle a conocer el potencial que tenía guardado en su interior.
El concepto de zona hace referencia a la distancia entre el nivel de desarrollo real (aquellas cosas que el niño es capaz de hacer por sí solo) y el nivel de Desarrollo potencial (lo que puede llegar a hacer con ayuda de los demás). Los maestros o decentes son importantes ya que proporcionan al alumnado los “andamios” necesarios para que estos vayan consiguiendo los conceptos u objetivos planteados en cada actividad. Una vez que esos “andamios” cumplen con su propósito educativo, se dejan de utilizar progresivamente, logrando así que los niños puedan ser capaces de realizar las propuestas de manera autónoma, en otras palabras, que se convierta en parte de su desarrollo real y así nuevamente se comienza a repetir el ciclo de desarrollo.
Vygotsky, L. (1924). Capítulo VI Interacción entre aprendizaje y desarrollo. Obras escogidas, Vol. II: Pensamiento y lenguaje (pp.123-140) Visor.
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Sara Teasdale: Para E.
Sara Teasdale: Para E.
Recordé la belleza en una noche oscura, contra negros silencios desperté para ver a Italia bajo un baño de sol amanecer y al verdoso Ravello soñador en su altura. También recordé música, la rauda brillantez de una fuga de Bach en la lobreguez fría, y el agua que cantaba en las piedras el día en que escuché una alondra cruzar un bosque inglés. Mas toda la belleza que recuerdo no es más que un…
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