#pero sin acentos y esas cosas
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oh how i love being latina (we just bought 3 bunches of large plantains at the local super)
#latina#venezuela#venezolana#tomorrow we're have tajadas con arepas chamos#that shits gonna be so good#gonna ask if i can help with the fritanga guys#cocinando#imaginate si empiezo hablar solo en espanol en mi blog#pero sin acentos y esas cosas#porque soy floja#y no me da la gana cambiar mi keyboard a espanol#y con gramatica terrible#cos im just a quirky first gen immigrant guys
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Faraway Down.
Drover (Jack Clancy) x female reader.
Summary: Dos hermanas llegan a un lugar remoto buscando respuestas tras la muerte del esposo de una de ellas, pero se ven envueltas en un desafío inesperado: conducir un enorme ganado a través del desierto australiano. Mientras que la otra se ve envuelta en una conexión inesperada con el jefe del viaje.
Category: Slow Burn Romance, Strangers to Lovers, Period Piece Meets Modern World, Wholesome Romantic Tension, Sweet and Lighthearted Encounters, Playful Banter. {TW}: Mild Social Misunderstandings, Brief Assumptions of Relationship Status, Emotional Tension, Nostalgic Yearning, Period-Modern Clashes, Mild Fluff, Playful Banter.
El viaje no podía ser más extraño, pensé mientras el calor abrasador del sol australiano quemaba mi piel y el polvo se acumulaba en las esquinas de mi vestimenta. Llegar hasta este continente había sido una idea que rozaba la locura, pero a estas alturas ya nada me parecía imposible. La noticia de la muerte del esposo de mi hermana, aunque impactante, no logró provocar en mí un pesar desgarrador. Era un buen hombre, eso nadie lo negaba, pero no habíamos cruzado océanos para quedarnos de brazos cruzados lamentándonos. Ashley tenía su propia forma de lidiar con las cosas; la mía era observar y esperar.
Y en medio de todo este caos, mi atención encontró un punto fijo: él. Aquel hombre que nos había llevado hasta este rincón remoto del mundo, conocido como Faraway Downs. Era tan diferente a cualquiera que hubiera conocido, con su aire rudo, su andar confiado y esa mirada que parecía no tener tiempo para tonterías. Su aspecto desaliñado contrastaba brutalmente con mi mundo ordenado y pulcro. Era incómodo admitirlo, pero algo en esa rudeza, en esa indiferencia tan natural, me intrigaba más de lo que estaba dispuesta a aceptar.
Después de días de discusiones y la impactante revelación sobre quién era realmente Fletcher, mi hermana, en un arrebato de determinación, decidió emprender un viaje imposible para recuperar la tierra que le correspondia a su amado: dirigir un enorme rebaño de ganado hasta la otra punta del país. Aunque sabía que la idea rozaba la insensatez, no tuve mucho que objetar. Por un lado, la testarudez de Ashley no tenía rival, y por otro, algo en mí veía el desafío como una forma de escapar del caos que había sido nuestra llegada. Y, por supuesto, estaba él. Drover. Encargado de liderar aquel plan asignado. No podía evitar la electricidad en el aire cada vez que nuestras miradas se cruzaban, y aunque no era una mujer especialmente dada a las coqueterías, un par de comentarios más atrevidos de mi parte parecían arrancarle una sonrisa que hacía que el viaje prometiera ser mucho.
El primer día del viaje fue un caos absoluto. El calor era abrumador, los animales parecían desafiarnos en cada paso, y el polvo se adhería a mi piel como una segunda capa. Intenté mantenerme útil, aunque estaba claro que no era mi terreno. Fue entonces cuando Drover se acercó por primera vez.
—No así —dijo con su voz grave, su acento cargado de ese tono directo que siempre parecía llevar. Me tomó la mano con firmeza, pero sin brusquedad, y me mostró cómo sujetar las riendas del caballo correctamente. Era un gesto simple, pero el contacto fue suficiente para que mi corazón se acelerara.
Intenté responder con indiferencia, como si el gesto no hubiera tenido ningún efecto en mí.
—¿Así está mejor? —pregunté, alzando la barbilla con algo de orgullo.
Drover asintió, sus labios curvándose apenas en una sonrisa.
—Mejor. Aunque no sé si serás capaz de aguantar todo el trayecto. Esto no es para cualquiera, señorita.
—Me estás retando? —réplica, sin pensarlo.
Sus ojos se encontraron con los míos, una mezcla de diversión y desafío que me dejó sin palabras.
—Talvez. Veremos si llegas al final.
Al caer la noche, después de un día agotador arreando el ganado, finalmente encontramos un lugar para detenernos y descansar. Mientras Drover y los demás hombres acomodaban a los animales, mi hermana insistió en supervisar la instalación de las tiendas. Tan pronto como vio una sola de ellas, puso el grito en el cielo.
—¿Cómo esperan que seis personas duerman aquí? Esto es inaceptable —protestó, cruzando los brazos como si estuviera frente a un mayordomo descuidado en vez de un grupo de hombres acostumbrados a vivir al aire libre.
Drover, que estaba bebiendo agua cerca, soltó una carcajada.
—Así es como se duerme aquí, Lady Ashley. Juntos y apretados. Algunos incluso dirían que es parte del encanto.
Yo no pude evitar reírme ante su tono burlón, pero mi hermana no se lo tomó con el mismo humor.
—Ridículo —bufó, girando sobre sus talones para regresar a la tienda con un aire ofendido.
Cuando nuestras miradas se cruzaron, todavía había una chispa de diversión en los ojos de Drover. Su sonrisa persistía, y la mía también. Sentí un calor extraño subir a mis mejillas, algo que intenté disimular mirando hacia otro lado, pero no antes de notar que él seguía mirándome, como si el momento hubiera sido nuestro pequeño secreto.
Mientras todos se ocupaban de organizar el campamento, mis ojos no podían evitar seguir a Drover. Estaba cerca de la fogata, en un rincón donde la luz del fuego iluminaba su figura de manera casi hipnótica. Vi cómo se quitaba la camiseta sin el menor pudor, con una naturalidad que me dejó sin aliento. Sus músculos, marcados y definidos por años de trabajo bajo el sol y el sudor, parecían cobrar vida bajo el brillo cálido del fuego. Cada movimiento que hacía, desde el simple gesto de dejar caer la tela sobre el suelo hasta la forma en que se pasó una mano por el cabello, hacía que mi pulso se acelerara.
Me obligué a apartar la mirada, pero no pude evitar que mis ojos volvieran a él. Drover estaba completamente ajeno a mi presencia, o al menos eso quería creer. No hacía nada especial, solo se acercó a un balde de agua, lo levantó con un gesto fluido y lo volcó sobre su torso. El agua cayó en cascada, mojando su piel, resaltando aún más sus músculos, y los reflejos danzaban con el brillo del fuego, como si el mismo calor del campamento fuera insuficiente para la intensidad de lo que sentía en ese momento.
Mi mente se descontrolaba, dando vueltas, tratando de racionalizar lo que estaba pasando. No quería mirar. No debía mirar. Pero, simplemente, no podía dejar de hacerlo. Mis ojos se clavaron en él, en la forma en que el agua recorría su torso, trazando un mapa en su piel, cada gota como una caricia que yo no podía tocar. No me sentía culpable, pero sí atrapada en algo que no entendía.
Estaba tan absorbida por la escena que ni siquiera me di cuenta de que mi mirada era demasiado obvia. Fue Magarri quien rompió el hechizo.
—Vaya, señorita, parece que alguien aquí está disfrutando de las vistas —dijo con una risa burlona que hizo que todos los hombres se volvieran hacia mí. Su voz resonó en el campamento, y el silencio que se creó fue suficiente para que mi estómago se apretara. Mi rostro se encendió al instante, y aunque intenté disimular la incomodidad, sabía que no podía esconder lo evidente.
Drover, que seguía con su rutina, no pareció notar el cambio en el ambiente. Sin embargo, la sonrisa en su rostro, esa sonrisa que hasta ahora había sido reservada para momentos en los que me desarmaba con su actitud desenfadada, ahora parecía un poco más cargada de algo más. ¿Era mi imaginación, o estaba disfrutando de la atención que no quería darle?
Rápidamente, me levanté, la incomodidad apoderándose de cada rincón de mi cuerpo.
—Voy a hacer la primera guardia de la noche —dije, forzando una voz que intentaba sonar firme, pero que seguramente traicionaba mis nervios. Sin esperar una respuesta, me di la vuelta, apresurándome a alejarme del campamento.
El sonido de las risas quedó atrás, y al fin pude respirar sin esa constante presión en el pecho. Caminé en la dirección contraria, sin mirar atrás, pero sentí que la mirada de Drover seguía persiguiéndome, como una sombra que se negaba a desaparecer.
Me senté sobre una roca fría, observando el vasto paisaje árido frente a mí, donde el horizonte se perdía en la oscuridad. El aire nocturno era fresco y seco, y el silencio se sentía pesado, roto solo por el crujir lejano de la fogata y algún que otro ruido de los animales en la distancia. Las estrellas, tan brillantes, parecían estar mucho más cerca de lo que yo podía alcanzar, colgando sobre nosotros en un lienzo interminable.
Intentaba calmar mi mente, buscando en las estrellas un poco de paz, cuando de repente sentí el peso de alguien en la roca a mi lado. Al principio pensé que era uno de los hombres, pero al girarme y ver sus ojos, supe inmediatamente que era Drover. Estaba tan cerca que casi pude sentir el calor de su cuerpo. Sin pensarlo, me corrí un poco hacia el costado, dándole más espacio.
Pasaron unos segundos de silencio, y aunque intenté ignorar su presencia, era imposible no sentir su cercanía. Finalmente, él habló, sin la intención de molestar, pero sí con su típica manera directa.
—¿No puedes soportar estar cerca de mí, o es porque te deje sin palabras? —dijo, una sonrisa apenas perceptible en sus labios.
Miré hacia otro lado, incómoda, tratando de mantener la calma.
—No, claro que no —respondí rápidamente, pero mi tono fue algo cortante, como si quisiera evitar más conversación.
Él se acomodó, como si no estuviera perturbado por el silencio —Bueno, no hay mucho que hacer, ¿verdad? —dijo finalmente, mirando también el cielo estrellado. La conversación, aunque breve, era una de esas cosas simples que no necesitaban más explicación.
Nos quedamos en silencio un momento, ambos mirando las estrellas, pero sin la tensión de antes. No era un momento coqueto, solo... tranquilo.
Pasaron unos segundos de silencio, y aunque intenté ignorar su presencia, era imposible no sentir su cercanía. Finalmente, él habló, sin la intención de molestar, pero sí con su típica manera directa.
—¿No tienes sueño? —preguntó, mirando el horizonte con calma.
Lo miré de reojo, un poco sorprendida por la pregunta tan directa, pero no podía evitar responder con la misma franqueza.
—No, no suelo tener sueño a esta hora. —Hice una pausa, un poco pensativa, mientras mi mente viajaba a otros tiempos. — De pequeña, mi hermana y yo solíamos quedarnos despiertas hasta tarde, con la excusa de que no queríamos ir a dormir mientras nuestra madre aún estaba ocupada. No sé... supongo que me acostumbré a estar despierta durante las horas en que todo está en silencio.
Mi voz sonó más suave al final, como si esas palabras me hubieran dejado una sensación de nostalgia.
Drover asintió, como si no necesitara más explicación, y se acomodó de nuevo en su sitio, mirando las estrellas sin decir una palabra más. Yo también volví a observar el cielo, pero con la sensación extraña de que había algo más en el aire, algo que no podía identificar, pero que me hacía sentir más viva que nunca.
Nos quedamos un rato en silencio, cada uno perdido en sus pensamientos y mirando las estrellas. Yo, aunque intentaba concentrarme en el cielo, me encontraba robando miradas a Drover, como si su presencia tuviera un magnetismo al que no podía resistirme. No era solo el silencio entre nosotros, sino la tranquilidad que se había instalado, algo que me hacía sentir una extraña calma.
Finalmente, mi mirada comenzó a fijarse en él, más allá de la silueta que se recortaba contra la oscuridad. Observar sus facciones me resultaba casi hipnótico. Sus ojos, que antes me parecían duros y desinteresados, ahora parecían más suaves bajo la luz tenue de las estrellas. Su mandíbula cuadrada y marcada, los rasgos tan definidos que cualquier movimiento sutil de su rostro los destacaba, de alguna manera me mantenía cautiva.
Me sorprendí a mí misma analizando cada detalle: el modo en que su cabello caía ligeramente sobre su frente, la manera en que sus labios estaban partidos de tanta tierra y sol, parecían moldearse a la forma de su rostro como si de alguna forma estuviera en completa armonía con la noche. No era solo su físico, aunque sus músculos marcados y su cabello oscuro también formaban parte del conjunto que me mantenía hipnotizada. Había algo más, algo en su carácter tranquilo pero también desafiante, en esa confianza sutil que desprendía incluso en los momentos más simples.
Pero justo cuando mi mirada se detuvo un poco más de lo que debía, Drover levantó la vista hacia mí, sus ojos encontrándose con los míos en un parpadeo, como si hubiera notado mi observación. Fue un instante breve, pero suficiente para que un rubor rápido subiera a mis mejillas.
Su expresión fue un tanto desconcertada, como si estuviera a punto de formular una pregunta que no sabía cómo formular.
—¿Qué estás mirando? —preguntó, con una nota de curiosidad que me hizo sentir aún más expuesta.
—Tus facciones —respondí, sin pensar del todo, mi voz saliendo más baja y más sincera de lo que había querido. Volví a mirar hacia otro lado, incómoda con la manera en que esas palabras me habían dejado al descubierto.
Drover se quedó callado un instante, y luego soltó una risa suave, como si no creyera del todo lo que acababa de escuchar.
—¿Facciones? Eso es nuevo —dijo, pero no había burla en su tono, solo una especie de aceptación como si también hubiera sentido la intensidad del momento.
El silencio volvió a caer entre nosotros, pero no sentí la necesidad de llenarlo. Las estrellas seguían brillando, y por un momento, el peso de las miradas y las palabras no dichas me envolvía como una manta invisible, creando un vínculo que me era difícil entender del todo.
Después de unas horas, el silencio de la mañana fue interrumpido por un susurro lejano que me hizo sobresaltarme. Mi hermana, que había estado en la tienda más alejada, apareció de repente, su rostro visiblemente alterado, y se acercó rápidamente hacia nosotros. Cuando vio que estaba acostada en el suelo, junto a Drover, sus ojos se abrieron de par en par, claramente sorprendida y molesta.
—¡¿Qué estás haciendo?! —exclamó susurrando, levantando las manos en señal de desesperación—.
La forma en que me miraba, como si fuera lo peor que pudiera haber hecho, me hizo sentir una mezcla de incomodidad y algo de vergüenza. Ella avanzó hacia mí, claramente molesta por la situación. Drover, por su parte, ni siquiera pareció inmutarse. Estaba acostado con los brazos detrás de su cabeza, y con sus ojos cerrados, como si nada de eso fuera tan importante.
—No es tan grave —dije, levantándome lentamente, mientras trataba de encontrar las palabras para calmarla—. Simplemente estaba descansando un poco. El suelo es cómodo, y la noche estaba fresca... no quería volver a la tienda. Y Drover no me ha hecho nada.
Mi hermana no parecía convencida. Su expresión era de total incredulidad.
—¿Qué?! ¿No te das cuenta de cómo te ves? —su voz, casi histérica, me sorprendió—. ¡Durmiendo aquí, con él, a solas!
Suspiré, mirando a Drover para ver si él decía algo, pero él no reaccionó.
—No pasa nada —respondí, algo cansada de la reprimenda. Mi hermana parecía no entender que no siempre buscaba seguir reglas o expectativas.
Ella no me dejó terminar.
—Espero que no pienses en hacer nada, ¿si? —y su mirada se clavó en Drover como si él fuera la causa de todo lo que estaba mal en ese momento.
Por un segundo, sentí una leve molestia. Nadie, ni mi hermana, tenía derecho a juzgar algo que no entendían.
Mi hermana me fulminó con la mirada, y aunque intenté calmar la situación, no pude evitar que una parte de mí se sintiera molesta por su actitud. No entendía que necesitaba estar tranquila, que este viaje había sido algo más para mí que solo un simple escape.
Finalmente, mi hermana dio un paso atrás, respirando hondo, y con una mezcla de desaprobación y frustración, se alejó de nosotros, murmurando algo sobre "lo que era correcto" y "mantener la compostura". Yo me quedé allí, mirando cómo se alejaba, con la sensación de que algo había cambiado, que esa tensión en el aire ahora era aún más pesada.
Me quedé mirando a Drover por un momento, mientras mi hermana se alejaba, todavía murmurando palabras de desaprobación entre dientes. No pude evitar sentir una ligera molestia por su reacción, pero también algo de gratitud por la tranquilidad que Drover me había ofrecido en silencio.
Al darme vuelta para mirar a Drover, me sorprendí al encontrarlo observándome con una ligera sonrisa en su rostro. Parecía que no se sorprendía en lo más mínimo por la escena, como si ya estuviera acostumbrado a que mi hermana actuara de esa manera.
—Tu hermana no parece muy contenta con lo que está pasando —comentó Drover, con una mueca divertida, mientras su tono mostraba que no era un comentario ofensivo, sino más bien uno que veía con algo de diversión.
No pude evitar sonreír ante su observación. La situación había sido incómoda, pero su forma de decirlo me hizo sentir un poco más ligera.
—Oh, no, no te preocupes. Ella siempre es así —le respondí con una risa suave, intentando restarle importancia al asunto—. Si no está discutiendo sobre algo, no se siente bien. Pero, ya sabes, está preocupada por mí.
Drover soltó una pequeña risa, y aunque su mirada estaba relajada, había algo en su expresión que me hizo pensar que entendía perfectamente cómo era la dinámica entre mi hermana y yo.
—¿Así que esto es solo otra de sus... preocupaciones? —preguntó, arqueando una ceja, claramente intrigado, pero también con un tono amistoso.
—Exactamente —contesté, relajándome más al saber que Drover no estaba tomando la situación tan en serio. Sonreí, sintiendo cómo mi tensión se desvanecía poco a poco—. Si la tuviera que describir, diría que es como un volcán que no sabe cuándo dejar de erupcionar.
Drover rió, y esa risa me resultó más relajante de lo que pensaba. Había algo en su actitud que me tranquilizaba, algo que me hacía sentir que no importaba lo que sucediera, las cosas seguirían adelante de la manera más sencilla posible.
—Bueno —dijo Drover, mirando hacia la tienda donde mi hermana se había refugiado—, parece que te tiene bien vigilada.
Sonreí una vez más, y aunque todavía había algo en el aire entre nosotros, esta vez no lo sentí tan pesado. Drover y yo compartimos un momento de complicidad en el que las palabras sobraban. En ese instante, la tensión de la noche anterior parecía disolverse, reemplazada por una calma más agradable.
La mañana llegó sin previo aviso, con el sol ya alto en el cielo, marcando el inicio de otro día caluroso en el que el paisaje árido se extendía interminable ante nosotros. Todos ya estábamos a punto de continuar el viaje, el ganado listo para ponerse en marcha, y el ruido de los caballos comenzaba a llenarlo todo.
Estaba montada en mi caballo, cuando, de repente, sentí una presencia cercana. Miré hacia un lado y vi a Drover cabalgando junto a mí. No dijo nada al principio, solo se acercó con esa mirada tranquila que siempre parecía acompañarlo.
Luego, con un gesto tan natural como si fuera lo más común del mundo, extendió su brazo y, sin decir una palabra, colocó su sombrero sobre mi cabeza.
—Hay mucho sol —comentó simplemente, como si eso fuera toda la explicación. Pero yo sabía que había algo más en ese gesto, algo que lo hacía diferente a cualquier otra acción rutinaria.
Sentí una ligera calidez en el rostro, no solo por el sol, sino por la cercanía inesperada. Mi corazón dio un pequeño brinco, pero me esforcé por no mostrar lo que estaba sintiendo. Aunque no era un gesto grandioso, su cercanía, su presencia, me había tomado por sorpresa.
—Gracias —respondí, casi en un susurro, mientras tomaba el sombrero con las manos y lo ajustaba un poco mejor. Sentía cómo las yemas de mis dedos rozaban el borde, sin querer soltarlo de inmediato. Algo tan sencillo, pero me hacía sentir... emocionada.
Drover asintió, su mirada no se apartó de mí, pero no dijo nada más. En su rostro había una mezcla de serenidad y algo más, algo que no podía leer completamente.
—No es nada —dijo finalmente, con una leve sonrisa, mientras se alejaba un poco para seguir el camino. Su voz era baja, pero su tono tenía algo en él que me hizo pensar que sabía perfectamente lo que había hecho.
Yo me quedé allí, mirando su figura alejarse, y por un momento, el mundo a mi alrededor pareció desvanecerse.
Después de días agotadores atravesando el desierto, finalmente llegamos a Darwin. El aire parecía distinto allí, más húmedo y lleno de movimiento. La ciudad estaba en plena actividad, con el bullicio de trabajadores y el sonido constante de barcos en el puerto. Era un cambio abrumador después del silencio casi ensordecedor del desierto.
Las reses, a pesar del arduo trayecto, estaban en buena forma, y fue un alivio ver cómo se dirigían hacia el puerto bajo las indicaciones de Drover y los demás hombres. Todo el trabajo, todo el esfuerzo, había valido la pena.
Entonces apareció Carney, con su porte altivo y una expresión que oscilaba entre la sorpresa y el enfado. No podía creer lo que estaba viendo.
—¿Cómo es posible? —exclamó, mirando a las reses siendo embarcadas una por una. Su voz era una mezcla de incredulidad y frustración—. ¡Nadie atraviesa el desierto con este ganado y lo logra!
No pude evitar sentir una chispa de orgullo ante su reacción. Mi hermana, que había sido la más decidida a emprender este viaje, se mantenía firme a mi lado, con una expresión que mezclaba satisfacción y determinación.
—Bueno, parece que nadie les informó a nuestras reses que era imposible —respondió ella con frialdad, sus palabras como un golpe directo.
Carney se quedó sin palabras, viendo cómo nuestro ganado llenaba el barco que se marcharía pronto. El trato con el ejército ya estaba cerrado, y no había nada que él pudiera hacer para cambiarlo.
Drover pasó junto a mí, su mirada cargada de una mezcla de satisfacción y alivio. Sus labios se curvaron en una pequeña sonrisa al cruzar su mirada con la mía, y en ese instante, sentí el peso de todo lo que habíamos logrado.
No solo habíamos atravesado un terreno implacable y desafiado las expectativas, sino que lo habíamos hecho juntos, enfrentándonos a cada obstáculo y saliendo victoriosos. Era un logro que sabía que recordaría por siempre.
La tarde dio paso a una pequeña celebración organizada por los hombres del equipo. No era nada ostentoso, pero después de tantos días de esfuerzo, el ambiente se sentía ligero, casi alegre. La música improvisada llenaba el aire, acompañada por risas y el chisporroteo de una hoguera en el centro.
Me alejé un poco, disfrutando del calor del fuego y observando a los demás relajarse. Entonces, lo vi.
Drover apareció, pero no con su habitual aspecto desaliñado y lleno de polvo del desierto. Esta vez, llevaba una camisa blanca ligeramente abierta y un pantalón limpio que parecía incluso planchado. Era una imagen completamente diferente a la que estaba acostumbrada. Su cabello, todavía un poco húmedo, caía desordenado, pero de una forma que le quedaba sorprendentemente bien.
Por un momento, me quedé mirándolo más tiempo del que habría querido admitir. Algo en mí se revolvió al verlo así, tan distinto pero tan él.
Él notó mi mirada y, como si fuera un reflejo, sus ojos buscaron los míos. Cuando nuestras miradas se encontraron, el bullicio a nuestro alrededor pareció desvanecerse. Una ligera sonrisa apareció en sus labios mientras caminaba hacia mí.
—¿Y esa mirada? —preguntó con un tono divertido, inclinándose un poco hacia mí cuando llegó a mi lado.
Sonreí, intentando parecer más tranquila de lo que realmente me sentía.
—No sé, solo me sorprende verte tan... limpio. Casi no te reconozco. ¿Es tu intento de parecer civilizado? —dije con un toque de broma, levantando una ceja.
Él soltó una risa baja, esa que siempre parecía hacer que algo en mi interior se agitara.
—No te acostumbres. El polvo me sienta mejor, ¿no crees? —respondió, con esa mezcla de confianza y despreocupación que era tan propia de él.
Negué con la cabeza, reprimiendo una sonrisa mientras me apartaba un mechón de cabello del rostro.
—Tal vez, pero no te queda nada mal este cambio. Aunque no lo admitiré en voz alta de nuevo.
Él me miró fijamente por un momento, y sentí cómo mi pulso se aceleraba ligeramente. Luego, simplemente asintió, su sonrisa nunca desapareciendo del todo. Había algo en él, algo que me atraía cada vez más, incluso cuando intentaba resistirme.
Mientras intentaba retomar el ritmo de mi respiración tras ese intercambio, sentí que Drover no se alejaba del todo. En lugar de regresar por completo al grupo, su mano, algo áspera por el trabajo, rozó la mía de manera sutil. Al principio, pensé que había sido accidental, pero luego la deslizó con más decisión, entrelazando sus dedos con los míos.
Lo miré, confundida y sorprendida al mismo tiempo, pero él ya me estaba observando con esa expresión tranquila, como si todo estuviera perfectamente en su lugar.
—Esto es por la victoria —dijo, su voz grave pero suavizada por una nota de calidez—. Estuviste genial ahí afuera, de verdad. Te lo mereces.
La firmeza y sinceridad en sus palabras me desarmaron. Era extraño recibir reconocimiento, más aún de alguien como él, que solía guardar sus emociones bajo una capa de humor y comentarios sarcásticos.
—¿Celebrar agarrando mi mano? —pregunté en un murmullo, intentando mantener el control, aunque sentía cómo mi corazón comenzaba a latir más rápido, casi como un tambor desbocado.
Drover dejó escapar una pequeña sonrisa y, con ese mismo gesto seguro, dio un paso hacia mí. Ahora estábamos tan cerca que podía percibir el tenue olor a jabón en su piel, mezclado con algo más natural que me resultaba imposible de ignorar.
—Celebro a mi manera —respondió, y su voz sonó tan baja que hizo que todo mi cuerpo reaccionara—. Pero si tienes una mejor idea, podemos intentarla.
Por un momento, nuestras respiraciones se mezclaron, y la cercanía era tan palpable que no sabía si el calor que sentía provenía de la hoguera o de él. Mis ojos se encontraron con los suyos, y sentí que el tiempo se detenía, como si en ese instante solo existiéramos nosotros dos.
No dije nada, incapaz de formular una respuesta coherente, pero mis dedos, aún entrelazados con los suyos, se apretaron ligeramente, como si mi cuerpo hablara por mí.
Drover sostuvo mi mirada por un instante que pareció eterno. El mundo alrededor desapareció; no había música, risas ni conversaciones, solo nosotros dos bajo el manto de estrellas y la tenue luz del fuego.
Sin decir nada más, su mano libre subió lentamente, rozando mi mejilla. El contacto fue tan suave como inesperado, y no pude evitar cerrar los ojos por un segundo, como si mi cuerpo aceptara rendirse a lo inevitable. Cuando volví a abrirlos, él estaba más cerca, lo suficiente como para que su respiración cálida rozara mi piel.
Y entonces sucedió.
Sus labios encontraron los míos en un beso que no tenía dudas ni reservas. Fue un beso lleno de emoción contenida, de algo que había estado creciendo entre nosotros desde aquel primer cruce de miradas en el desierto. Mis manos, casi por instinto, subieron hasta su pecho, sintiendo los latidos firmes de su corazón, mientras los suyos se apoyaban en mi rostro y mi cintura, acercándome aún más a él.
Era como si todo lo que habíamos vivido hasta ahora culminara en ese momento. No era un beso apurado ni torpe, sino uno que hablaba de una conexión profunda, como si ambos supiéramos que este instante cambiaría algo dentro de nosotros.
Cuando finalmente nos separamos, solo lo suficiente para recuperar el aliento, nuestros ojos se encontraron de nuevo. Sus labios todavía rozaban los míos, y en su mirada había una mezcla de emoción y sorpresa, como si tampoco él pudiera creer lo que acababa de pasar.
—Asi que asi querias celebrarlo.—dijo con una media sonrisa, su voz baja y llena de una calidez que hizo que mi pecho se agitara aún más.
Solté una risa suave, incapaz de ocultar mi propia sonrisa.
— No sea una mala idea después de todo, ¿no? —respondí en un murmullo, mis dedos aún aferrados a su camisa.
Por un momento más, ninguno de los dos quiso romper la burbuja que nos envolvía. Solo estábamos él y yo, como si el resto del mundo pudiera esperar un poco más.
Drover se separó apenas un poco, dejando que nuestras respiraciones se mezclaran por última vez. Por un momento, sus dedos aún acariciaron mi mejilla, pero luego dio un paso atrás, rompiendo esa burbuja que habíamos creado.
—Vamos, será mejor que volvamos con los demás antes de que empiecen a buscarnos —dijo, con una sonrisa apenas perceptible, como si quisiera que aquello quedara entre nosotros.
Asentí, aún algo aturdida, mientras comenzaba a girar hacia el campamento. Pero, antes de que pudiera dar otro paso, sentí un impulso. Su mano aún estaba cerca, y no lo pensé dos veces antes de tomarla y tirar suavemente de ella, deteniéndolo.
—Espera —susurré, sin soltar su mano.
Él se volvió hacia mí, con una ligera curiosidad en la mirada.
—¿Qué pasa?
Lo miré, estudiando cada detalle de su rostro bajo la tenue luz. Había tantas cosas que no sabía de él, tantas preguntas que me rondaban desde el momento en que lo conocí, pero solo una salió de mis labios:
—¿Cuál es tu nombre?
La pregunta pareció tomarlo por sorpresa. Durante todo este tiempo, había sido simplemente "Drover" para todos, un título que definía lo que hacía, pero no quién era.
Por un instante, vi algo diferente en sus ojos, algo más personal, más vulnerable.
—Jack... Jack Clancy —respondió finalmente, con un tono tranquilo pero firme, como si esas palabras llevaran un peso especial.
Repetí su nombre en mi mente, como si quisiera grabarlo para siempre y solamente asentí y me deje guiar hacia el.
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Pole position (Formula 1 x lectora)
Donde el nombre de la nueva piloto comenzaba a llamar la atención entre los fanáticos de la F1. Y también de los pilotos de la parrilla actual
Nota: los diálogos en español serán en este formato.
Nota 2: Sé que el acento argentino puede que no sea muy cómodo para leer para algunos, asi que no se preocupen, no va a haber mucho de eso.
Nota 3: soy nueva en este mundillo, asi que me inventé gran parte de la info. Mis disculpas si le ocasiono un infarto a un fan curtido de la F1 xd.
~ Capítulo siguiente ~
Masterlist de capítulos
Masterlist de mi autoría
~ 0 ~
Mujer. Piloto. Relevante. Formula 1
Esas eran 4 cuestiones que no mantenían relación para nada en el ámbito automovilístico. Al menos no en más de dos décadas. Pero la llegada de Tania "Tato" Cabrales cambiaría eso en menos de un mes.
Porque si la llegada de un argentino a la Formula 1 ya era un suceso increíble, la llegada de un segundo -y además una mujer- iba a poner todo de cabeza.
"Los autos son cosas de nenes ¿No querés una muñeca?"
"Si, dale. Una cocinita y un vestido también ¿No?"
Para un corredor, llegar a Formula 1 era el máximo objetivo.
El "camino a Itaca" era algo que no necesariamente tomarían como relevante. Pero para Tania lo fue todo. Lo era todo.
El viaje es más nutritivo que el destino.
Y más aún cuando nisiquiera tienes un destino fijo.
La joven corredora nació y creció en una familia de clase media, donde nada faltaba más tampoco sobraba. De padre mecánico y madre pastelera, Tania aprendió lo que era el trabajo duro. El aprender de la práctica. De los errores. Pero sobre todo, a siempre trabajar de forma honrada. A ganarse justamente la recompensa de un esfuerzo bien logrado.
Fue así que, tras reparar su primer motor junto a su padre, encontró en la labor una gran satisfacción. Una que Francisco Cabrales no dudó en nutrir.
Si su hija quería arreglar autos, sería la mejor en ello.
—Si viene Marcos, le das la-
—La tapa que arreglamos la semana pasada, si.—
—Bien bien... Ah, y si viene Marta le-
—Cambio de aceite.—tomó las manos del padre, llenándolas de desengrasante y empujándolo hacia el lavamanos del taller—. Ya sé, pa. Puedo sobrevivir una tarde sin vos... De verdad, lavate esas manos asquerosas y andá a casa. Mamá debe estar esperándote para ir a comer.—
—Bueno... Pero cualquier cosa me llamas, nena.—
—Dale dale, apurate.—La chica le tiró una toalla, sonriendo al ver que al final se secaba las manos en el pantalón—. Deja de hacer eso, que mamá se vuelve loca.—
—Ya me voy entonces... Ya sabés, cualquier cosa me llamas.—el hombre le dio un beso en la cabeza antes de salir del lugar.
El resto de la tarde la joven se la pasó arreglando una que otra cosa pendiente del taller, no había mucho movimiento, al menos hasta que un auto bastante bonito llegó tirado por una grúa.
—Luquita querido.—Tania sonrió al ver al mismo joven que siempre solía traer a los desafortunados autos que se averiaban en la ruta cercana—. ¿Qué trajiste hoy?—
—El trabajo del mes. Esta tipa tiene plata.—el joven miró a la mujer que bajaba de la grúa—. Eso sí, no caza una de español. Asi que si querés me quedo para ayudarte.—la chica negó, sonriéndole a la mujer que acababa de llegar.
—Buenas tardes, señora ¿En qué la puedo ayudar?—Lucas bajó el auto averiado y se despidió al ver que la chica se las arreglaría sola, marchándose enseguida.
—Se sobrecalentó el motor, o al menos eso dice la pantalla del tablero.—Tania levantó el capó, sorprendiéndose al ver el motor—. Arreglar un prototipo extranjero será complicado, supongo.—
La joven volteó a mirarla, entendiendo que por el auto, ese motor y las pintas, Lucas tenía razón.
Era una mujer importante. O al menos una con mucho dinero.
—... ¿Dónde consiguió esta genialidad?—
—Mi empresa lo construyó, en realidad. Yo solo les pedí un motor silencioso y veloz para la familia promedio.—
—Que se sobrecalienten las vielas no era parte del pedido ¿Verdad?—la mujer sonrió, extendiéndole la mano.
—Mary Barra.—
—Tania Cabrales, un gusto.—
Para cuando la noche comenzaba a caer sobre el taller, Tania y la misteriosa mujer ya habían entrado en confianza.
A pesar de que Mary nunca le contó a la joven quién era exactamente, Tania entendía que era importante. No vio relevante preguntar más.
Cuando el auto estuvo reparado y Mary tuvo el visto bueno de volver a la carretera, la luna ya brillaba con gracia en el cielo. Se despidieron, y tras el pago y una generosa propina, Mary prometió volver a saludar en algún momento.
Después de todo, una chica cualquiera, de una provincia cualquiera de Argentina, había reparado en unas horas un prototipo de lo más complejo. Le serviría a futuro.
Mary estaba en el país por posibles inversiones, una fábrica nueva para sudamérica. Lo último que esperaba encontrar era una mecánica brillante. Y mucho menos a una piloto que la hiciera cometer una locura.
*Algunos meses después*
—No me gusta. Es horrible.—
—Es una van familiar. Todas son horribles.—
Tania miraba el boceto para el nuevo vehículo de Chevrolet con total desaprobación. Era muy cuadrada. Aparatosa. Pero su trabajo era la mecánica, para el diseño externo estaban los ingenieros.
Cuando Mary volvió a su taller después de su primer encuentro, fue con un objetivo claro. Quería a la chica en su empresa. La quería como aprendiz de mecánica y por ello le ofreció un trato imposible de rechazar. Se mudaria a Michigan por ello. Dejó a su familia, dejó su hogar, pero sabía que era por una gran oportunidad. Y ahora ahí estaba, en la inmensa central oficial de General Motors trabajando en su marca favorita de vehículos. Chevrolet.
Como aprendiz no hacía cosas muy grandes, acataba órdenes de los mecánicos en jefe. Pero aprendía, y por ello opinaba y ayudaba en las pruebas. Sus aportes eran bien recibidos, sus superiores la apreciaban. Y gracias a eso poco a poco fue subiendo de rango, llegando a ser mecánica suplente en el TC2000 de ese año en Argentina. Volvería a sus tierras con orgullo.
Si había algo que amaba más que armar motores, era escucharlos. El Turismo Carretera era una de las muchas cosas que le alegraban el corazón. Y ahora era parte de ello.
—¿Te diviertes?—Mary entró al taller, sonriendo al ver a la joven casi encima del motor del auto.
—Encontré de dónde viene el soplo... Lo arreglaré antes de la carrera de mañana.—se asomó apenas a verla, subiendo un poco el motor sobre el soporte—. Éste señor puede ganar, lo sé.—
—¿Marcos te lo encargó? No le gusta mucho que los mecánicos toquen su auto.—
—Marcos será el piloto... Pero es mi auto... Yo lo armé.—
—Pero nunca lo manejaste.—Tania dejó de trabajar, mirando distraída los tornillos que acababa de ajustar—. ¿Por qué no damos una vuelta?—
—Soy mecánica, no corredora.—corrió el soporte, ubicando el motor sobre el hueco del auto y comenzando a bajarlo. Debía conectarlo y fijarlo bien.
—No sabes conducir?—
—Lo hago desde que tengo 8... Pero esto es mucho.—
—¿Qué tan diferente es un karting de un Chevrolet Cruze?—
Tania nunca había tenido la necesidad de conducir, tampoco se creía merecedora. Pero si la jefa de jefas le daba la oportunidad...
—... Bueno, pero déjame chequear bien esto.—
Tania subió por primera vez a un auto de carreras.
Y no volvería a bajarse.
#español#formula one#formula 1#formula uno#x lectora#vine por franco colapinto y me quede por leclerc#franco colapinto#charles leclerc#lando norris#max verstappen#oscar piastri
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E tome supermarket
Fit, el jefe de la mafia, un hombre calvo e intimidante. No podías siquiera pararte frente a él sin que te temblaran las piernas del miedo, nadie podía hablar con él sin tartamudear e incluso, él parecía disfrutar aquello.
Aunque sus subordinados sabían que a Fit no le gustaba la ineficiencia, también sabían que no era usual que su jefe fuera cada mañana o cada noche a aquel supermercado. Mucho menos en un área muy diferente a donde se localizaba su propia mafia.
“E tome”
Se leía en el pequeño edificio, incluso podían ver a un hombre guapo entrar y salir con cajas en sus manos, corría de un lado a otro intentando acomodar las cosas y cobrar a las personas. Era todo un lío y mucho más en la hora pico.
Ellos solo habían seguido a su jefe, Fit. Solamente querían saber qué tanto hacía en aquel supermercado y lo que vieron los dejó en shock.
El señor Fit estaba ahí, en el pequeño supermercado, se tardaba demasiado entre cada estante de la tienda, parecía estar muy atento a cada producto que ahí había y lo más sorprendente, Fit parecía tener muchísimo cuidado para no estorbar o molestar al dueño del supermercado.
Esperaron un poco más y finalmente su jefe estaba listo para irse, con sus cosas en la canasta se acercó a la caja y, en lugar de robarlas o exigirle al cajero que lo atendiera inmediatamente, esperó pacientemente su turno.
— Good morning - saludó el joven con una sonrisa y su acento denotaba que era de un país latino tal vez…
— Ehm… Bom dia - soltó Fit con rubor en sus mejillas
Los espectadores estaban impresionados, porque Fit jamás le hablaba en otro idioma a otra persona, lo usual era el inglés. Solamente había una excepción, su hijo Ramón.
¿Eso quería decir que aquel cajero era alguien tan especial como lo era Ramón?
Lastimosamente esa duda quedaría en el aire, porque su jefe los había descubierto y les había dado esa mirada.
Ahora trabajarán hasta que su jefe pueda perdonarlos.
Hola, vuelvo yo aquí y mostrarles algo que acabo de escribir. Leí en twitter a alguien hablando de Fit como jefe de la yakuza y a Pac como dueño de un supermercado. Simplemente no pude no hacerlo y aquí está, algo chiquito pero bonito, espero.
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» Temática: Changbin x Lectora » Rating: FLUFF, apto para todos los públicos. Ⓕ » Warning: FLUFF, mucho FLUFF y más FLUFF. Un poco de angst. » Tipo: One-Shot » Premisa: Aunque Changbin ha estado prendado de ti desde la primera vez que apareciste en ese gimnasio hace meses, no se atreve a dar el siguiente paso. Hasta que por poco pierde la oportunidad y se ve obligado a actuar.
Palabras: 1.551. | Masterlist
N de A: Como fue el primero en salir en la encuensta, primero que va. Me estoy preparando otras cositas de Changbin un poquito más subiditas de tono, pero aún no me siento tan cómoda compartiéndolas, así que tendréis que tener algo de paciencia. ♥
"𝗚𝗬𝗠" 𝗔 𝗣𝗥𝗜𝗠𝗘𝗥𝗔 𝗩𝗜𝗦𝗧𝗔
— Changbin, por última vez: Para de mirarla o no pienso confiar en ti para entrenar nunca más. —le espetó Chan, molesto.
Ambos se encontraban en el gimnasio de siempre, a una hora distinta solo porque Changbin se lo había pedido. No había sido el único día, no. Ya era la decimo octava vez en dos meses. ¿Y por qué?
Por una chica. Bueno, más bien por una como tú, nueva en la ciudad, pero con un bonito acento español impreso en el perfecto coreano, según le pudo sonsacar a tu entrenador personal. Otra de las cosas que consiguió saber fue que estabas soltera, y que pese a la cantidad de hombres —y mujeres— que no despegaban los ojos de ti, cada vez que Changbin te miraba bajabas la cabeza y un leve rubor cubría tus mejilla.
Bueno, dos podían jugar al mismo juego, y él no iba a quedarse atrás. Es más, el color rojizo de su cara contrastaba perfectamente con el de las pesas que estaba ayudando a Chan a levantar. O al menos lo intentaba, ya que estaba demasiado distraído viendo cómo usabas el banco de abdominales torpemente.
No, no estabas acostumbrada a ir al gimnasio, se notaba a leguas. Sin embargo, había algo en tus esfuerzos y en la cara de concentración que ponías que lo estaba volviendo loco a cada día que pasaba. Chan resopló y, tras colocar la barra en su sitio, negó con la cabeza.
— En serio, tio. —empezó—. Si tanto te gusta, ve a hablar con ella.
Changbin te echó un largo vistazo. Eras… demasiado. Demasiado mujer para él. Y sí, le asustaba acercársete porque no sabía si podría gestionar emocionalmente el rechazo. No después de haberte casi “estalkeado” durante meses en el gimnasio.
— No. —se rascó la nuca—. No puedo.
Chan arqueó una ceja.
— ¿Por qué? —quiso saber.
— ¿Y si… no le gusto?
— Por el amor de… Binnie. Eres Changbin de Stray Kids. ¿Quién en su sano juicio no perdería el juicio por alguien como tú?
— Pues alguien como ella. —te señaló sin disimulo, demasiado ensimismado como para notar que mirabas en su dirección. Arqueaste una ceja y sonreíste, y Bangchan vio un leve rubor cubrirte las mejillas. Una breve sonrisa le cruzó a él el rostro, seguro de su decisión.
— Ve a hablar con ella. —insistió el líder—. Nuestro contrato de exclusividad duró 3 años. Vamos por el sexto aniversario. Mientras seas cuidadoso… La empresa podrá tapar las pistas si sale bien. Y si no, mira, problema que te ahorras, ¿no crees?
Changbin gruñó, rascándose la nuca. Todas las variables estaban en su contra, ¿no? ¿Por qué se sentía tan inseguro? No es como si nunca hubiera salido con nadie. Entonces, ¿qué te hacía tan especial?
¿Puede que fuera la forma en la que te atabas el pelo para que no se te metiera en los ojos mientras una gota de sudor traviesa te bajaba por la barbilla y descansaba en el mentón antes de precipitarse al vacío, igual que el corazón de Changbin saltaba fuera de su cuerpo? ¿O quizá fuese esa pequeña conversación “sin importancia” que había sucedido al lado de las máquinas expendedoras, cuando no podías conseguir la bebida que querías porque la dichosa máquina se había a trancado, y gracias a su pequeño golpecito de años de práctica en aquel sitio por fin tu bebida de limón había caído?
¿Puede que en realidad lo que le hizo palpitar el corazón por vez primera fuese la sonrisa que le dedicaste en ese momento, tu sincero “gracias” y el hecho de que al día siguiente quisieras invitarlo a una bebida, esta vez sí, en la máquina correcta sin averías?
En tu caso, sus ojos café te habían llamado la atención desde la primera vez que te lo cruzaste de camino a los vestuarios: Parecían sinceros e inocentes, aunque para nada puros, por supuesto. Pese a la rudeza de su forma de moverse, era delicado con las pesas, con los utensilios de gimnasia y con las explicaciones de ejercicio hacia sus amigos y conocidos.
Pero Changbin había declinado todas tus insinuaciones. Todos tus esfuerzos por conocer más al hombre que tenías delante y que tenía una cara tan adorable como fuertes eran sus brazos habían sido en vano. Estabas… decepcionada.
Con el paso de los meses, al parecer tu “crush” había perdido el interés. Y por eso cada vez venías menos al gimnasio, no queriendo ni cruzártelo, incapaz de mirarlo a la cara. Y aún así, si te miraba, solo podías sonreír. “¿Pensará que estoy loca?”, te decías. Seguro que sí. Por eso apartaba la vista y susurraba cosas que tú no lograbas oír en la oreja de su amigo. ¿Se estaban burlando de ti?
Una vergüenza que no habías sentido antes burbujeó en tu interior. El sentimiento no correspondido cada vez se notaba más como un peso muerto sobre tu corazón. La pesa resbaló de tu mano, demasiado ofuscada como para darte cuenta de la fuerza que habías perdido, y emitió un sonido metálico que atravesó todo el recinto, haciendo que varios de los presentes se giraran, curiosos. Al ver que no se trataba de nada grave, retomaron lo que estaban haciendo. Bueno, excepto Changbin, quien seguía mirándote casi sin pestañear.
Ya está.
Esa era la gota que colmó el vaso.
Sentías su mirada taladrarte. Se habría dado cuenta de tus intentos por iniciar conversaciones, y ahora sabía también lo nerviosa que te ponía… ¿no? Nadie podía ser tan tonto como para no notarlo. Eso hizo que te levantaras del banco de ejercicio, dispuesta a irte. La inseguridad crecía conforme pasaban los segundos.
No, no solo ibas a irte. Ibas a desapuntarte del gimnasio. Ibas a buscar otro por la zona y a empezar de cero.
Eras una personas que no se prendaba de alguien en primera instancia, iba en contra de tu naturaleza. Aún querías saber de verdad cómo había ocurrido. ¿Cómo habías podido caer tan fuerte por alguien sin apenas hablar? Pero es que lo mucho que te tranquilizaba su presencia en el momento en que aparecía por la puerta se sentía demasiado bien.
Sí, mejor así. Borrón y cuenta nueva. Sin chicos guapos de por medio, sin distracciones, sin ese Changbin esperando justo de pie en tu campo de visión…
Un segundo.
Changbin en tu campo de visión.
Se había plantado delante de la puerta con los brazos cruzados y la actitud de alguien que tiene que decir algo, pero no las tiene todas consigo.
— ¡H-Hola! —dijiste, alterada—. Changbin, ¿verdad?
— ¡¿Te acuerdas de mi nombre?! ¡Uah! —la preciosa sonrisa que tantas veces te había provocado mariposas en el estómago se extendió por su rostro. Se sentía aliviado por tan poco…—. Yo también me acuerdo del tuyo. Osea, no podría olvidarme ni aunque quisiera, ¿sabes? Q-Quiero decir, es que no se puede olvidar un nombre tan bonito viniendo de una persona tan hermo… No, espera, no he querido decir eso. Bueno, sí, pero… Dios, esto es demasiado violento. Olvida lo que he dicho.
Hizo ademán de irse y te apresuraste a pararlo poniéndole una mano en el bíceps.
— ¡Espera!
El contacto de la palma contra el tenso músculo os hizo enrojecer a los dos. Sin embargo, no lo soltaste.
— ¿Qué haces el viernes?
— ¿El viernes? Quieres decir, ¿pasado mañana?
— Sí, justo. Me preguntaba si… Bueno, si querrías ir a tomar un café conmigo. Hay una cafetería cerca del gimnasio que hace unos cafés de infarto.
— No suelo tomar café. —se excusó Changbin, presa del pánico. ¿Por qué había dicho eso? Vio tu expresión cambiar en unos segundos antes de recobrar la compostura y esbozar una sonrisa torcida.
— ¿Significa eso que no?
— Significa que mientras tú te tomas ese café, yo pediré un frappé de fresa y vainilla y escucharé cualquier cosa que me digas con el interés que te mereces. —soltó de improviso.
— Vale, genial. —exclamaste, quizá un poco demasiado entusiasmada—. Es… simplemente perfecto. Llevo meses queriendo preguntártelo, pero me daba tanta vergüenza enfrentarme al rechazo…
¿Meses? ¿Rechazo? Tuvo la pronta necesidad de poner los ojos en blanco y darse de golpes contra una pared. Meses. Los mismos meses que él mismo se había planteado si realmente tendría alguna oportunidad contigo.
— Créeme si te digo que estaba en la misma situación. Ojalá lo hubiera sabido antes. —confesó, agarrándote de las manos con una delicadeza sin precedentes. Se llevó el dorso de una de ellas a los labios y depositó allí un suave y casto beso—. Te habría invitado a salir antes.
Enrojeciste, incapaz de aguantarle la mirada.
— ¿A las cinco te va bien quedar? Quedamos en el gimnasio y vamos a partir de aquí.
— Suena genial.
— Eh… Voy a… Voy a ducharme. —anunció. Si te quedabas un segundo más, explotarías—. Nos vemos mañana.
— ¡Hasta mañana! —dijo, viéndote desaparecer.
Changbin se volvió hacia Chan, quien le sonreía triunfante.
— ¡Te lo dije! —se mofó—. Lo que me sorprende es que después de tanto tiempo no le hayas pedido ni un beso. Aunque fuera uno pequeñito.
El más bajito sacudió la cabeza.
— No hace falta. Puede esperar.
¿Qué era un día comparado con la cantidad de meses que os habíais esperado mutuamente, ajenos a lo que sentía el otro? Tendríais mucho tiempo para conoceros y besaros.
Ya no había necesidad de correr.
© 𝘕𝘰 𝘦𝘴𝘵á 𝘱𝘦𝘳𝘮𝘪𝘵𝘪𝘥𝘢 𝘭𝘢 𝘤𝘰𝘱𝘪𝘢 𝘵𝘰𝘵𝘢𝘭 𝘰 𝘱𝘢𝘳𝘤𝘪𝘢𝘭 𝘥𝘦 𝘤𝘶𝘢𝘭𝘲𝘶𝘪𝘦𝘳𝘢 𝘥𝘦 𝘮𝘪𝘴 𝘰𝘣𝘳𝘢𝘴 𝘦𝘯 𝘯𝘪𝘯𝘨𝘶𝘯𝘢 𝘱𝘭𝘢𝘵𝘢𝘧𝘰𝘳𝘮𝘢. Obra sujeta a cambios.
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Constrúyelo mejor - PREFACIO
Lo primero que escucho cuando me despierto es la gotera del techo de mi sala. Genial, digo sarcásticamente. Desde que me mude a Londres, no ha habido un día que no amanezca lloviendo.
Me levanto y coloco un balde entre el sillón y la mesa de estar; cuando regreso a mi alcoba veo a mi gato recostado en la repisa más alta arriba de la cabecera de la cama.
—¿En serio Colin?
Como respuesta el solo se estira y tira uno de los libros amontonados (los que nunca he leído y no estoy pronto a leer), el libro cae en mi almohada. Suspiro y lo tomo, dispuesta a devolverlo a su lugar.
“El libro egipcio de los muertos”
Leo la portada, es un libro color naranja opaco con ilustraciones egipcias. Ya ni recuerdo como llego eso a mis pertenencias, tal vez me lo dieron en mi cumpleaños hace 3 meses antes de mudarme.
Sin pensarlo subo a la cama para bajar a Colin y dejar el libro donde estaba cuando tocan la puerta. Veo la hora en mi despertador a lado de mi cama: 7:25 AM
Colin se volvió a acomodar en su sitio, indispuesto a bajar. Vuelven a tocar, bajo rápidamente de la cama y me dirijo a la puerta.
Un hombre moreno con cabello negro me mira cansado.
—¿Sí?
—¡Hola! Mi nombre es Steven Grant —se presenta, escucho un acento inglés muy marcado— vivo en el 52, en frente del tuyo —señala la puerta tras el—. Me preguntaba, solo por curiosidad, si no tienes comida de pez.
Lo miro con amabilidad, y solo niego con la cabeza en respuesta.
—Veras —continua Steven—, tengo un pez, su nombre es Gus, se supone que ayer, como todos los martes en la noche iba a comprar su comida pero me quedé dormido y ahora mi pez esta moribundo.
—Pero ayer fue jueves.
Su reacción me desconcertó, parecía aterrado con mis simples palabras y comenzaba a hiperventilar.
—¿E-en serio? —suena temeroso.
Asentí.
—¿Te encuentras bien?
—No puede ser —ve al techo agotado—, otra vez no.
Steven se dio la vuelta, entro a su departamento y cerró la puerta tras él. Frunzo el ceño y cierro la mía. Que extraño, digo.
Miro el libro aun en mis manos, tal vez sea una señal para empezar a leerlo de todos modos. Lo dejo en la encimera del recibidor.
Hace 30 minutos que terminó mi turno en Chilango “A stampede of Mexican Flavours”
—Harper —Holly, la dueña, me llamo—, espero que no estés guardando tus cosas todavía. Me debes 2 horas.
—Señora Wright —rogué—, esas horas se las pagué hace 2 semanas, y la semana pasada paso lo mismo.
—¿Me estás diciendo mentirosa? —se molestó.
—No, señora —respondí frustrada—, solo que ya había hecho planes para esta noche.
No era mentira, desde que me mude a Inglaterra a principios de año solo me he dedicado a trabajar y arreglar mi nuevo hogar; en todo este tiempo no he salido a conocer nada, ni el cine, ni un centro comercial, ni un museo, no he podido ni ir por una simple cerveza a un bar. Por suerte para mí, hoy se estrenaba una de las películas de mi saga favorita y obviamente había comprado mi boleto con anticipación.
—A mí no me interesa tu vida social Amelia.
—Millie.
—¿Qué?
—Mi nombre es Millie, no Amelia.
—Como sea Emily —volvió a errar en mi nombre y señala la cocina con su mano mientras dice:— quiero todo limpio, que quede reluciente antes de que te vayas.
Me lanza las llaves del local, yo por inercia las agarro con ambas manos.
—Asegúrate de cerrar bien niña. Hasta mañana.
No me dio tiempo a responder cuando sonó la campana de la puerta anunciando su ida. Solté un grito de frustración. José, el cocinero, paso a mi lado.
—No luches jovencita, o será peor.
Sin decir más, salió por donde Holly dejándome sola en el restaurante. Quería llorar, era el segundo viernes que me hacia lo mismo y sabía que estas horas iban a ser sin remuneración. Suelto otro grito reprimido y empiezo a limpiar, tal vez si me apuraba alcanzaría a llegar a la función.
—Maldita Holly, eres una desgraciada, espero y te arroye un autobús de camino a donde sea que hayas tenido la urgencia de irte.
Sin darme cuenta estaba maldiciendo a mi jefa en voz alta mientras limpiaba las mesas y subía las sillas a estas, hasta que la campana de la entrada volvió a sonar.
—Lo siento —seguí limpiando las mesas con ira, no me gire a ver quién había entrado— cerramos hace 40 minutos, si gusta volver mañana más temprano —bajo la voz— o nunca.
No recibo respuesta ni escucho el sonido de la campana de la puerta.
Lancé el trapo a la mesa más próxima con frustración y giro dispuesta a sacar al que sea que haya entrado.
—Hola —dice mi vecino con un “a” alargado.
Estaba frente a mí y sus ojeras lucían peor que esta mañana.
—Hola —respondo sorprendida de verlo aquí—, ¿me estas siguiendo?
Pregunto con desconfianza, desde su reacción anterior me preocupaba el estado mental de este hombre.
—¿Qué? No, —dice apresuradamente— no, no, por supuesto que no. Yo solo salí un poco tarde del trabajo y, ¿sabes lo difícil que es encontrar un restaurante abierto después de las 10? He estado caminando por media hora y este fue el primero que vi con las luces prendidas y la puerta abierta.
Suspiro de forma cansada, y tomo asiento en el primer banco que veo.
—Lo siento —tapo mi cara con mis manos—, es solo que ha sido un día muy largo y no quería sumarle a mi vecino psicópata acosándome.
—¿Psicópata? —lucio ofendido— ¿Crees que estoy loco?
Lo miro arrepentida e hice un puchero con mis labios.
—¿Un poco? —sonreí— bueno amigo, nadie en su sano juicio pierde 2 días completos como tú.
Él se aleja de la puerta para acercarse a mí, yo sigo viéndolo con una sonrisa burlona; Steven no parece alguien peligroso, de hecho todo lo contrario, el parece un pollito perdido buscando a su mamá.
—Para tu información —empieza a defenderse— no estoy loco, padezco de sonambulismo —ahora luce indignado— tal vez mi cuerpo estuvo despierto toda la noche haciendo quien sabe que para terminar así de cansado y dormir por 2 días ¿de acuerdo?
Lo miro divertida, tal vez no logré ir a ver la película pero puedo sacar algo bueno de esto: Conseguir al menos 1 amigo en esta ciudad.
—Ok señor sonámbulo —me levanto y lo miro para arriba, como siempre éramos mi 1.60 cm contra el mundo—, ¿eres alérgico al chili?
—¿Disculpa? —ahora el sorprendido era él.
—Toma asiento mientras cierro, estas a punto de probar los mejores tacos de tu vida.
Steven tarda en procesar lo que le dije, pero cuando regreso a la mesa ya está sentado esperándome. Sonreí.
Tomo el trapo de la mesa, y me dirijo a la cocina.
—¿Gustas algo de tomar? —Grito desde donde estoy para que Steven alcance a escuchar.
—Una botella de agua —responde de la misma forma—, por favor.
Tome la botella y el menú, y regrese con Steven.
—No respondiste mi pregunta —mira al agua en mis manos confundido—, ¿eres alérgico a algo?
—Oh —se toma su tiempo para pensar—, no, no soy alérgico a nada, pero, soy vegano.
—Bueno, por suerte para ti —le ofrezco el menú—, tenemos un menú vegetariano.
Steven abre el menú mientras yo exagero mi rol de mesera con mi pequeña libreta y mi pluma, es fácil desenvolverse con él.
Carraspeo cuando Steven encuentra la sección vegetariana.
—Solo que nuestro cocinero dejo las instalaciones hace 1 hora y tendremos que conformarnos con la especialidad de la mejor mesera en burritos, quesadillas y tacos sin dorar.
Steven sonríe.
—¿Y qué, de esas 3 cosas, me recomienda la amable mesera que me atiende hoy?
—Ella le diría que sus tacos le quedan muy ricos.
—Entonces tacos serán.
El hombre sentado frente a mí me da una gran sonrisa.
—Muy bien señor, en seguida le traemos su orden.
Steven me toma del brazo con suavidad y suelta el más sincero “Gracias” que he escuchado en mi vida. Le sonreí en respuesta.
—No hay de que.
Antes de entrar a la cocina le escucho preguntar.
—¿Cuál es tu nombre?
Me giro con una mano aun sosteniendo la puerta.
—Soy Millie —sonrío—, Millie Harper.
—Ok, ¿estas bromeando verdad?
Steven y yo caminábamos de regreso al edificio de nuestros departamentos. Nos habíamos sentado juntos a comer y él se habría ofrecido a ayudarme a terminar de limpiar la cocina. Eran las 00:15 cuando salimos del restaurante, aun alcanzaba a llegar a la película; pero decidí hacerle compañía a Steven, el también parecía que necesitaba un amigo, no sé, me daba la impresión de que tampoco los tenía.
—¿Cómo por qué bromearía con algo así?
—No lo sé Steven —digo—, ¿para asustarme?
—¿Estas asustada?
No respondí, ¿me asusta el hecho de que me dijera que tiene que dormir amarrado de su cama con arena alrededor para asegurarse de que no se había levantado en sus horas de sueño?
—No, la verdad no —me sincero—. Es solo que —hice una pausa para pensar mejor mis palabras—, me preocupa, es todo. ¿Has intentado ir a un médico?
Inquiero con amabilidad, el solo se encoge de hombros.
—Creo que sí —dice—, hace años supongo. Pero por lo visto no funciono.
Termina diciendo cansado. Suspiro y tomo su mano, aun seguíamos caminando por las frías y oscuras calles de Londres. El no opuso resistencia y sonreí.
—Bueno, es que antes tal vez no tenías a la superheroína Millie para ayudarte.
Bromeo y me detengo para poner una mano con el puño en mi cintura y la otra, de igual forma, levantada sobre mi simulando que iré a volar como un superhéroe. Lo hago para olvidar el tema y reírnos un poco, aunque Steven y yo sabemos que eso no sería todo mentira; que tal vez el conocernos nos traiga algo de luz a ambos.
—¿Tú crees? —sigue la broma Steven—, pensaba llamar al Capitán América si las cosas se llegaban a salir de control.
—No amigo, ese hombre ya es un vejestorio —continuamos caminando—. Mejor llamemos a la Capitana Marvel, ella si está mucho mejor. Es mucho más hermosa y poderosa que Steve Rogers, espera —hice una pausa y exageré una sorpresa—. No puede ser —tape mi boca con ambas manos—, te llamas igual que el Capitán América.
Steven se rio muy fuerte.
—Si, bueno —seguía riendo—, te sorprendería más si te dijera que eres una de las pocas personas en darse cuenta.
Me reí con él, su risa era muy contagiosa.
—Increíble. —Dije terminado de reír.
—¡Guau! —dice Steven—, no recuerdo la última vez que me reí así —se queda pensando un momento—, de hecho no recuerdo la última vez que me reí.
Termina triste y empatizo con él.
—Bien —intento animarlo—, ¿quién dijo que esta será la última vez?
Para cuando nos dimos cuenta ya estamos frente a la puerta de nuestro edificio. Entramos y nos dirigimos hacia el elevador. Ya adentro y en funcionamiento Steven dice:
—¿Hablabas en serio? —hace una pausa— ¿No será la última vez?
Le doy una sonrisa sincera, la milésima de la noche.
—Por supuesto que no, ahora que nos conocemos será muy difícil deshacerte de mí Grant.
Le sacudo su cabello desordenado con mis manos, él se ríe tímidamente y las puertas del ascensor se abren. Caminamos hacia nuestros departamentos.
—Gracias por todo —empieza a decir Steven—, por la comida, por tu amabilidad y por acompañarme.
—No tienes que agradecerme Steven —respondo con otra sonrisa—, eso hacen los amigos —hago una pausa dramática—, ¿lo somos verdad?
La verdad no me gustaría invadir su vida si él no quiere que yo lo haga.
—Si —él sonríe ampliamente mientras asiente repetidas veces—, lo somos. Buenas noches, Millie.
—Buenas noches, Steven, descansa.
Ambos entramos a nuestros respectivos departamentos.
Mi vida estas últimas 4 semanas han sido las mejores desde que me mude a Londres. Steven y yo nos hemos vuelto más cercanos, todos los días, después de ese encuentro, él me recoge de mi trabajo y regresamos juntos a casa. Dice que es porque el restaurante le queda de paso, aunque él y yo sabemos que queremos, ambos, pasar más tiempo juntos.
Hoy es sábado por la noche e invité a Steven a cenar a mi departamento, no es la primera vez que Steven entra a mi departamento, de hecho pasamos la mayor parte del tiempo allí. Steven dice que se sentiría incomodo si yo llegara a entrar al suyo, supongo que es por su extraño ritual para evitar su sonambulismo.
La verdad a mí no me importa mucho, yo solo quiero pasar tiempo con él. Así que el lunes pasado, cuando lo sorprendí llevándole el desayuno (un sándwich vegano y 1 café sin leche), a su trabajo en la tienda de regalos del museo egipcio, lo primero que le dije fue:
—Tú, yo, la noche del sábado, cena en mi departamento. Te haré las mejores papas guisadas que has llegado a probar te lo garantizo.
Steven no dijo nada, creo que le impactaba más el hecho de que fuera a visitarlo en sus horas laborales que el invitarlo a cenar.
—No puedes negarte Grant—advertí.
Sin esperar respuesta me retire, no sin antes ver como su jefa lo molestaba por mi presencia. Esa noche que nos vimos después de que acabara mi turno me dijo:
—¿Debo usar traje?
Su respuesta me dio ternura.
—Pues yo pensaba en algo más informal, sentarnos a cenar para después aplastarnos en el sofá y ver películas toda la noche —dije para luego bromear—; pero si quieres hacer una cena romántica dime con anticipación para alcanzar a comprar las velas.
La reacción de Steven me derritió de amor.
—No, no, no, no —dijo apresuradamente—, las películas están bien. Gracias.
—Steven qué te he dicho —lucí un poco molesta, era la octava vez que le decía lo mismo—, no tienes que agradecerme, ya te dije que somos…
—Amigos —Steven me interrumpió para completar la frase—, lo sé.
—Y los amigos hacen estas cosas porque…
Ahora yo lo insistí en que terminara la frase.
—Se quieren —no tardo en decirlo con una sonrisa—, te quiero Millie.
Me abrazo y yo lo correspondí con una sonrisa.
—Yo también Steven.
Escucho como tocan la puerta, son casi las 07:15, había citado a Steven a las 7. No es normal de Steven llegar tarde (a menos que pierda el autobús, pero eso no tendría sentido viviendo enfrente literalmente), pensé que me había dejado plantada o que le había pasado algo. Sonrío y abro la puerta.
Un Steven con ropa muy diferente a la que estoy acostumbrada a ver esta frente a mí. Tal vez es su ropa de descanso, pienso. Sin perder tiempo, me hago a un lado para que pase, pero él no se mueve.
—¿Steven?— lo miro confundida, está más serio de lo usual—, ¿está todo bien?
El traga fuerte y dice seriamente:
—Ya no quiero que seamos amigos.
—¿Qué? —rio nerviosamente, Steven y yo solemos bromear pero no así— ¿de qué estás hablando?, entra, vamos —lo tomo del brazo para jalarlo amistosamente dentro del departamento pero él se suelta con brusquedad, mi risa termina e inquiero con preocupación—, ¿Steven?
Steven me mira a los ojos.
—Ya no quiero que me hables, no me busques ni me des nada —su acento se oía diferente—, ¿escuchaste? no quiero NADA de ti, ¡NADA!
Sentí como mi corazón se quebrantaba, era la primera vez que veía a Steven tan molesto, ni cuando hablaba de su intolerable jefa, Donna, reaccionaba así.
—P-pero… —digo desconcertada tratando de no llorar— ¿qué paso? Ayer en la noche estábamos bien, ¿Qué sucedió Steven? ¿Te paso algo? ¿Te duele algo?
—Si, TU —dice con desprecio—, tú me pasas —levanto la voz—, eres tan insoportable, tan molesta. No sé ni porque somos amigos.
Mis lagrimas caen, no sé qué decirle. El no suena como Steven, pero luce como el, aunque mi verdadero Steven nunca me diría algo así; definitivamente el hombre frente a mí no es mi amigo, no puede ser.
—Tú no eres Steven —solté cuando estaba dispuesto a irse—, ¿Quién eres?
El hombre se detuvo en seco y me encaro.
—¿Ves? Estás loca, por eso nadie quiere acercarse a ti.
Auch, eso dolió. Pero confirme mis sospechas.
—Steven NUNCA me diría algo así —deje de llorar y repetí desafiante— ¿Quién eres?
—OK —se acercó peligrosamente a mí, yo doy un paso atrás, me estaba asustando—, si no fuese Steven sabría que eres la persona más patética que he conocido —los demás vecinos empezaron a salir para ver qué estaba pasando, nosotros discutíamos en el pasillo fuera de nuestros departamentos—. Si no fuese Steven sabría que después de la muerte de tu papá, tu mamá te abandono en un basurero a los 8 años. Si no fuese Steven sabría que te criaste en un orfanato hasta los 16 y después te escapaste. Si no fuese Steven sabría que eres un inmigrante ilegal y que la policía te ha arrestado más veces de lo que has recibido un abrazo.
Es imposible retener mis lágrimas con cada palabra que dijo, yo no le había contado eso a nadie, nunca había mostrado mi ser más vulnerable a otra persona en toda mi vida más que a Steven. Y me duele, me duele el hecho de que la primera persona que confíe me haya traicionado en tan poco tiempo.
—Para terminar en Londres a kilómetros de donde naciste en un departamento de mierda con un trabajo de mierda.
—¡Basta! —grito— ¿Te crees mejor que yo, Steven Grant? —lo confronto— tu mamá no te ha hablado en meses, solo te envía esas tontas postales que sepa tú de donde las saca, para mí que ella ya está harta de ti y con razón.
No estoy orgullosa de lo que estoy diciendo, hace días caí en cuenta de que Steven y yo éramos personas perdidas (rotas), buscando un lugar en donde nos sintiéramos amados. Creí que lo habíamos encontrado.
—¿Tú me dices patética a mí? —levanto más la voz— ¿A mí? Mas bien el patético aquí serias tú ¿no?, con un trabajo de mierda queriendo ser algo más pero sin lograrlo por tu estúpida incapacidad de socializar con los demás.
Estoy llorando y gritando, y la verdad no me importa, se suponía que hoy tendríamos una noche divertida con cena y películas, tal vez con juegos tontos de mesa también, pero el decidió desconocerme y mandar todo lo que construimos este último mes por la borda.
—Durmiendo como un completo loco, amarrado a tu cama y con arena a tu alrededor, colocando una maldita cinta en tu puerta.
—Tienes razón —dice serio—, estoy loco y por esa misma razón ya no quiero ser tu amigo. Adiós Millie.
Se aleja, dispuesto a tomar el elevador, yo suelto un grito frustrado y miro a los otros vecinos.
—¡¿Qué quieren?! —les digo aun con coraje— ¡Se terminó el show!
Entro a mi departamento y azoto la puerta tras de mí, y lloro, lloro todo lo que he guardado por años, lloro por mí, lloro por Steven, lloro por mi estúpido trabajo y lloro por mi patética vida.
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La Sociedad de la Nieve (2023)
La tan esperada obra del director español Juan Antonio García Bayona por fin llegó el pasado 14 de diciembre de 2023. Yo la pude ver hace unos días y tengo muchas cosas para comentar.
La película, basada en el libro homónimo del escritor uruguayo Pablo Vierci, relata los acontecimientos del accidente del vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya que se estrelló en la cordillera de los Andes el viernes 13 de octubre de 1972. La historia, que es otro ejemplo más de que la realidad supera la ficción, fue anteriormente llevada a la gran pantalla en Alive (1993) o como se conoció en hispanoamérica "Viven". La película del director Frank Marshall fue una adaptación del libro homónimo del escritor británico Piers Paul Read.
Sin embargo, la película de Bayona fue especial debido a que pudimos escuchar a los protagonistas en su idioma y acento original, además de que cuenta con la participación de algunos de los sobrevivientes:
Carlitos Páez como su propio padre; Fernando Parrado haciendo de extra que le abre la puerta a si mismo;
Roberto Canessa como uno de los médicos del hospital tras el rescate, justo detrás del actor que le interpreta;
Ramón Sabella, tiene una breve aparición como uno de los extras que aparecen en el aeropuerto antes del viaje;
Daniel Fernández Strauch aparece sentado en la segunda fila en el lado izquierdo de uno de los planos generales;
José Luis Inciarte, quien murió antes de que se estrenara la cinta, se lo puede ver leyendo el periódico en la escena del bar en el que
Numa se reúne con Gastón Costemalle; y por último Joaquin de Freitas Turcatti, quien no es un sobreviviente sino el sobrino real de Numa, interpreta al vecino de su tío en una escena en la que Numa vuelve a su casa en bici.
Otra cosa que hace especial a esta adaptación además de los cameos, es el enfoque que le otorgó Bayona a la historia, que fué relatarla desde el lado de los que no pudieron volver, pero lograron que los que sí lo hicieron volvieran. Por lo que resulta especialmente emotiva y logra volver a la vida a los fallecidos.
Es por esta decisión artística que el narrador de la historia es Numa Turcatti, quien murió en la tragedia, debido a que es recordado por los sobrevivientes como un pilar fundamental en aquella "sociedad de la nieve" por su enorme nobleza y servicio. En su libro Milagro en los Andes, Parrado lo recordó así:
“Aunque la mayoría no lo conocíamos antes del accidente, se había ganado rápidamente la amistad y la admiración de todos los supervivientes. Numa dejaba sentir su presencia a través de actos heroicos silenciosos: nadie luchó tanto por que sobreviviéramos, nadie nos inspiró tanta esperanza y nadie mostró tanta compasión por quienes más sufrían”.
Enzo Vogrincic Roldán fue quien tuvo la tarea de interpretar a Numa. Me quiero detener en este punto porque, aunque no considero que el joven actor uruguayo haya tenido un pésimo o si quiera mal desempeño en la película, no logró transmitirme esa esperanza, compasión y luz que tanto caracterizó a Numa. Muchas veces lo sentí inexpresivo para la circunstancia y en otras opacado de más por otros actores. No pude sentir esa conexión con Numa, no pude sentir que era el faro de luz del grupo.
Aunque no soy una gran admiradora de la utilización de narradores en off en las películas, creo que la escritura de sus diálogos es correcta. Sin embargo, sentí el protagonismo que le dieron a Numa como algo pesado y que distraía de los demás sobrevivientes. Tratándose de una historia en la que el trabajo en equipo lo fue todo, encuentro incorrecto poner el foco en un único protagonista. Como afirman los mismos sobrevivientes, todos eran importantes en esta historia y todos, inclusive quienes dieron su vida, fueron causantes del rescate.
Este detalle fue lo único que me resultó fuera de lugar dentro de la cinta y por ello quise detenerme en él. No creo que fuese un error enteramente del guión como lo dije anteriormente, sino que tanto la dirección actoral como el desempeño del actor no lograron transmitir esa esperanza y luz que buscaron. Si así lo hubiesen hecho, probablemente me hubiera encantado con esa decisión artística.
Si algo tengo que destacar de la película y que me dejó completamente fascinada fue la producción y el montaje. Se nota que la cinta fue preparada con mucha dedicación y talento, y que quienes se involucraron en ella son unos enamorados de esta historia. Tanto el guión, la construcción de las escenas plano por plano, el maquillaje y el vestuario, los efectos especiales, como el montaje fotográfico y de sonido son de una calidad impresionante. Me encanta que las grandes productoras apuesten por proyectos que requieren una larga y hardua preparación, y la paciencia y pasión de quienes trabajaron en esta producción se nota en cada plano.
Estas son las cosas que me apasionan de este medio, ver el fruto del trabajo de un equipo y la película, paradójicamente, habla mucho de ello. Así como sucedió en aquellos 72 días en la nieve, en esta producción se siente el aporte y trabajo de cada persona involucrada. Todos los apartados artísticos y de producción que mencione antes exigen una dedicación, talento, pasión y trabajo de un montón de personas. Lo hermoso de las producciones cinematográficas es la complejidad detrás de cada obra, todo el trabajo y tiempo detrás, eso me apasiona.
Hay escenas de la película que quedarán grabadas en mi memoria para siempre. Una de ellas es la del accidente en el avión, que busca alejarse de todas las escenas de accidentes aereos que hayamos visto antes y construye una identidad y narrativa propias. En ella vemos todo el trabajo que mencionaba antes. La escena fue construida de una manera meticulosa. Una de las decisiones que me encantaron de esta escena, que el mismo Bayona mencionó en un análisis, fue la desición de que la cámara no entrara en la cabina del avión, debido a varios motivos. El primero explica que, aunque se cree con mucha seguridad de que se trató de un error humano, no se sabe a ciencia cierta cual fue ni que pasó dentro de esa cabina, y por respeto a la memoria del piloto y el copiloto y también porque la película busca ser lo más fiel a la realidad posible, se tomo esta decisión de no ingresar en la cabina. Por otro lado, el centrar completamente la escena en los pasajeros y hacer primeros planos de ellos crea mayor conexión emocional entre el espectador y ellos. Uno se siente dentro de ese avión y siente la empatía por ellos desde un primer momento.
Otro momento que me quedó grabado de la película fue una escena en donde una enfermera esta examinando a uno de los sobrevivientes (ahora no recuerdo de quién se trataba) y por un breve momento ella le busca la mirada y se la encuentra. Este breve momento me parece espectacular. Se siente a través de ese cruce de miradas la curiosidad por saber que vieron esos ojos y que ven después de todo lo que ocurrió.
La sociedad de la nieve es una película excelente, con escenas y diálogos memorables que estuvo a la altura de las circunstancias y le hizo honor a la historia que decide contar. Son dos horas de emociones fuertes, pero que al terminarla te deja una sensación de paz y satisfacción completa. Sin lugar a dudas, una de las mejores películas del año pasado y me encanta que el cine hispanohablante le siga presentando batalla a los productos cinematográficos anglosajones. Ver una colaboración y trabajo entre talento español, argentino y uruguayo me hace recordar aquellos gloriosos años de transnacionalización cinematográfica. Sigamos demostrando el talento que existe y se cultiva en nuestra tierra y sigamos contando grandes historias con esta hermosa lengua nuestra.
#reseñas#cine#cinema#peliculas#netflix#la sociedad de la nieve#society of the snow#tragedia de los andes#uruguay#argentina#cine hispano#movies#Enzo Vogrincic#matias recalt
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siempre que salgo voy con la mentalidad para intentar disfrutar y acoplarme a los demás para pasarla bien
pero siempre, también, termino reafirmándome en la idea de que los demás son muy distintos a mí y yo muy distinta a los demás
quiero decir, sé que mucha gente, quizás la mayoría, tiene problemas en su salud mental (depresión, ansiedad, o trastornos más complejos). pero todavía no he encontrado a alguien que le pase lo mismo que a mí
no me adapto bien, no sé fingir algo que no soy y me gustaría poder serlo sin sentir que estoy desencajando mucho y que los demás se están dando cuenta
tomo alcohol con los demás y todos terminan preguntándome "estas bien? segura?" y yo estoy bien, simplemente no entienden que no necesito estar hablando y bailando toooodo el tiempo, que me gusta observar, abstraerme, estar tranquila... así disfruto yo, por lo menos con la gente que conozco en este momento
tal vez si conociera a otras personas con las que tuviera completa confianza podría estar como ellos. pero no pasa así porque no pienso como ellos, no hablo como ellos, no soy como ellos. (me he vinculado con personas muy diversas y siempre me pasa lo mismo, así que no sé...)
lo intento, pero no se puede...
y, dios, no quiero cambiarme, no quiero cambiar la forma en la que soy por los demás. soy rara, lo sé, pero me gusta cómo soy realmente. las veces que me disgusto a mí misma en ese aspecto, es porque los demás provocan que sienta eso por mí con sus comentarios, burlas o críticas.
soy selene, una chica con un acento raro, fruto de una mezcla de varios acentos. quienes me escuchan hablar no saben descifrar de dónde carajos soy. por fuera, bromeo como un hombre (algo que desentona y da un aire muy diferente de lo que soy - los hombres me ven como un amigo más y eso es muy molesto), por dentro siento como una mujer muy sensible (tiene sentido?). parezco distante, seria, antipática; pero esa es la capa más superficial. por eso no soy una chica que destaque entre las demás, no me robo las miradas del salón como otras chicas que he visto. me fundo con el fondo, y está bien así, sólo que me gustaría que una persona - con eso estoy feliz - en ese salón volteara y viera lo que puedo brillar en silencio. pero hasta ahora nadie lo ha podido hacer del todo. soy frágil, como el cristal y el mundo parece notarlo. betty la fea, friends, los simuladores, etc. son mis lugares seguros, en conjunto con mis 5 gatos y mi perrita de 20kg. me gusta hacer siempre las cosas de la misma forma. si me das un poco de cariño y me sienta bien, no te suelto más. a menos de que presienta que me vas a hacer daño. me gusta hacer regalos, me gusta ver el rostro de la gente cuando se los doy. tengo apego desorganizado y varias historias de abuso que fueron cambiando lo que podría haber sido por lo que soy ahora. no encajo ni en mi propia familia y hace mucho que me hace falta un buen abrazo.
eso soy en, relativamente, pocas palabras . y me gustaría que me dejaran disfrutarlo porque no puedo y no voy a ser de otra manera.
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Passages
Para imprimirle propulsión a su nueva cinta "Passages", el director Ira Sachs sencillamente saca partido de la condición humana, de lo que significa en términos generales el ser y el existir. Pero por fortuna no se pone a filosofar densa e insustancialmente, sino que traza un dibujo preciso -pero aún así aventurado y fresco- de lo que representan las relaciones interpersonales -afectivas, románticas, sexuales- en la época actual. O para llevarlo al territorio de la geometría, "Passages" es una historia de cuando un triángulo amoroso no es precisamente equilátero, sino escaleno (o isósceles en todo caso).
Ok, no necesitamos conocer términos matemáticos para entender que el relato que nos ofrece Ira Sachs incluye un triángulo formado por un director de cine llamado Tomas (Franz Rogowski, imponente como siempre) y su pareja Martin (Ben Whishaw, formidable), quien casi de inmediato se convierte en su "ex" cuando aquél conoce a Agathe (Adèle Exarchopoulos, excepcional), para eventualmente consolidar a gritos y sombrerazos un trío, que como veremos, para funcionar depende tanto del brioso narcisismo de Tomas como de las sensaciones que resultan de un erotismo exacerbado (bueno, ni tan exacerbado, hablando en plata pura). Y esas sensaciones influyen en el rumbo y en el ímpetu del flujo que va tomando la relación hacia cualquiera de los tres ángulos. Las brillantísimas actuaciones de los tres protagonistas hacen que la cinta camine sobre ruedas, pero la agudeza del director aporta el elemento que la sublima. Para muestra una escena: la comida en la que Tomas conoce a los padres de Agathe podría ser ejemplar en un sentido cómico... si no fuera porque en realidad es profundamente dramática por el tema que trata y sus consecuencias. Sachs logra con clarividencia ese delicado equilibrio.
En otra parte de la historia, Agathe se da cuenta de que Tomas continúa su relación con Martin porque en la soledad de su recámara escucha los gritos y los susurros del par en la recámara vecina. Y Sachs confirma su mano dotada cuando en la escena siguiente, desarrollada en completo silencio, Tomas se recuesta junto a Agathe después de haber estado con su ex, y ella simplemente se queda sin palabras, reflejando su estado de ánimo en esos ojos acuosos a punto de soltar el llanto, a punto de decir algo que no alcanza a externar, y de quedarse así, estupefacta, inerme, indefensa...
Además, el director refuerza el retrato de la historia con unos muy bellos acentos nostálgicos en los momentos en que la gente canta. Sí, sí, en "Passages" la gente canta. No se trata de un musical, desde luego, pero los personajes se avientan a entonar de pronto canciones sencillas y tradicionales de una manera que resulta intensamente conmovedora. Como el director lo plantea, es prácticamente imposible construir una relación de tres que tenga una viabilidad y un equilibrio reales, quizá porque en este caso los personajes de la historia no saben muy bien qué es lo que quieren, o quizá porque el narcisismo de uno de ellos inocula sin remedio la figura con el veneno de la autodestrucción. Pero sea una cosa o la otra, "Passages" nos da la oportunidad de testificar una vez más la altura creativa que puede alcanzar un autor como Ira Sachs.
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Shiodome (汐留) | Ooe (大穢) - Pt.1
Y bueno, llegó el turno de hablar sobre Aipom 🐒
Shiodome
que si bien no es uno de los uke principales, si es uno de mis favoritos ♥w♥
por lo que en esta ocasión voy a teorizar sobre él ^_^
Comenzando con su información más relevante
■ Nombre: Shiodome Michio
■ Fecha de nacimiento: █
■ Tipo de sangre: █
■ Profesión: Estudiante universitario de segundo año (Facultad de Estudios Culturales)
■ Pasatiempos / especialidades: Varios dialectos, memorización y recitación
■ Características: Sus ojos (en espiral), sus dientes desordenados y su lunar de 'lágrima'
■ Aflicción: 'Inquietud'
■ Teoría de juego: Aleatoria
Independientemente de la actitud de los compañeros, en cada turno decidirá si 'cooperar' o 'traicionar' al azar
▼ Lo que se sabe de él ▼
● Es estudiante universitario y está en el grupo de investigación de folclore de la facultad de estudios culturales
● Anda con la libreta de su profesor (el tal Tsukishima) investigando la historia y folclore de la isla Ooe
● Hace alboroto por todo, pero es bastante brillante (aunque parezca que está loquito)
● Tiene una personalidad fuertemente acérrima e inquisitiva que no puede dejar nada que no entiende sin explicación, y está entre los mejores de su clase ya que dichas características son compatibles con el estudio
● No tuvo relación directa con An, y solo es un simple fan
● No tuvo dudas sobre por qué fue convocado al servicio conmemorativo y más bien estaba deseando poder asistir
● Es un joven que parece un 'monito de juguete', con ojos muy abiertos y dedos que se 'mueven solos'
● No se le debe subestimar solo por su comportamiento 'irrazonable', ya que de vez en cuando hace afirmaciones muy acertadas que van directo al grano
● Las impresiones de los otros asistentes están divididas entre 'me gusta' y 'no me gusta', y que solo Oosaki es 'neutral'
● Y por último, que tiene dos rutas(?)
Dicho esto, ahora sí, empecemos con las teorías 🧐
■ Lo primero sería su nombre
su nombre al parecer proviene de un personaje que se llama "Moroto Michio", que es de una novela que se llama "Kotou no Oni"
y si bien hubo algunas cosas que leí de la sinopsis en wikipedia que me llamaron la atención, no voy a hacer comparaciones entre ellos dos ya que, para empezar no he leído esa novela, y 2do, tampoco es como que Shiodome vaya a ser una copia exacta de Michio 🙄
pienso que el nombre simplemente es referencial (como los nombres de los personajes de UrC)
pero de lo que si podemos sospechar, es del hecho de que su nombre, el de Funeno y el de Shizuma, si hayan sido revelados, y que curiosamente los tres provengan de personajes ficticios 🤨
así que como esto me parece sospechoso 😤, mi primera teoría conspirativa es que 'Michio' no es su verdadero nombre
■ Está en el grupo de investigación de folclore de la facultad de estudios culturales
con esto podríamos asumir que Shiodome será el que le esté contando a Oosaki sobre las costumbres de la isla, sus ceremonias etc
o mejor dicho, lo que vendría a ser la parte oscura de la isla 👹
■ Se especializa en dialectos, memorización y recitación
y aquí encuentro la primera asociación con Takeshiba 🤨
"Dialecto"
dialecto de Kansai…
mi teoría aquí sería que, posiblemente, Takeshiba esté fingiendo su acento y Shiodome se haya dado cuenta
porque si se especializa en dialectos, entonces él perfectamente podría distinguir si un acento es natural o fingido 🤔
y sobre su otra especialidad...
pues seguramente lo veamos en alguna parte del juego recitando conjuros y haciendo cosas raras que la gente de la isla hacía 😅
■ Características
por sus ojos dando vueltas 😵, lo primero que asumiríamos es que le hicieron un lavado de cerebro 🤯
que le hayan hecho algún tipo de 'hipnosis'...
y sobre sus dientes desalineados...
pues aquí lo describieron como un niño 'problemático' 🙄
por lo que puede ser que tenga los dientes hechos kk porque se la pasa mordiendo cosas... 😒
ahora, otra cosa interesante a resaltar, es esta imagen de aquí ↓
en la que pareciera que está sudando 💦 o llorando 😥
la forma en la que está mostrando los dientes, es como si estuviera forzando una sonrisa, o como si lo estuvieran forzando a abrir la boca... 😬
un poco similar a como se ve Shinbashi...
así que si esta imagen es la de su invitación, entonces ya tendríamos al segundo asistente que 'lloró' cuando recibió la carta 🤨
lo cual es curioso ya que Shiodome al parecer ni se cuestionó el por qué fue convocado 🤔
qué razón tendría para estar tan nervioso al punto de sudar/llorar? 🤷♀️
■ Tiene la libreta de su profesor, y anda investigando las tradiciones de la isla
este dizque 'profesor' Tsukishima es un personaje que me llama mucho la atención y que realmente espero que aparezca en el juego 🤤
quiero ver qué tipo de persona es y cómo hizo para lidiar con un alumno tan 'especial' como Shiodome 😁
pero bueno, volviendo al tema, la pregunta que nos hacemos aquí es
por qué Shiodome tiene la libreta de su profesor???
y sí, lo que todos nos imaginamos es que la persona a la que m@tó es ese profesor, pero...
también está la posibilidad de que el tal Tsukishima no exista 🙄
el nivel de locura de Shiodome en el ranking es de 5 (el máximo), y según Oosaki, sueña despierto incoherencias
así que si Shiodome está tan loquito, entonces la posibilidad de que el tal profesor Tsukishima no exista y solo esté en su cabeza no sería descabellada 🤨
ahora, cuales son las otras posibilidades?
pues que el mismo Tsukishima le haya dado la libreta a Shiodome con algún objetivo, o, que Shiodome haya leído algo que le llamara la atención y se la robara...
■ Es ruidoso pero también muy talentoso y no puede dejar algo que no entiende sin explicación
con esto asumiríamos que va estar muuuuy interesado en llegar al fondo del asunto, pero lo que contrasta un poco con esto...
es el hecho de que se ría del problema...
“問題を笑い飛ばそうとしている”
de lo que está pasando, como si no tuviera sentido de la realidad y pensara que está dentro de alguna novela/película 😟
■ No tuvo relación directa con Ann
hay varios personajes que no tuvieron una relación directa con ella, y Shiodome es uno de ellos
así que si Shiodome no la conoció en persona, entonces por qué fue invitado a asistir al aniversario???
Shiodome no se cuestionó el por qué fue llamado, no dudo, no se puso a darle vueltas 🤯, por el contrario, más bien estaba deseando asistir
así que mi teoría aquí, tiene que ver con el profesor Tsukishima
puede ser que la invitación no fuera para Shiodome, sino para Tsukishima...
si asumimos que Shiodome m@tó a Tsukishima y esa carta era para él, entonces Shiodome pudo haberla encontrado ya sea en su libreta o en su oficina
lo que podría explicar el por qué no tuvo dudas 🤔 (no era para él en un principio)
ahora, cual es la otra posibilidad?
si bien es cierto que Shiodome parece loquito, también pienso que podría estar guardando información 🤐
si Shiodome ha estado investigando la historia de la isla, es posible que sepa algo sobre lo que está pasando (los asesinat0s)
algo así como que él supiera que algo iba a pasar en la isla, que no era precisamente el servicio conmemorativo, y por eso estuviera deseando asistir, para poder presenciarlo 😲
■ Parece un monito de peluche, pero no se le debe subestimar
aparte de que es un estudiante universitario, no sabemos nada más de él 😕
no sabemos en que tipo de entorno creció... por qué se comporta como un 'animal'...
o por qué se impresiona por todo... 눈_눈
(para él TODO es 'SUGEEE' ಠ_ಠ)
y sobre lo otro...
se nos ha dicho que habrá ocasiones en las que Shiodome les dirá sus verdades en la cara a los otros asistentes 🤬
osea, que no siempre lo vamos a ver actuando como un loquito 🤪, sino que también tendrá sus momentos de 'lucidez'
................................................. ̄へ ̄
no voy a decir que Shiodome está fingiendo su personalidad ya que no me parece del tipo que se tomaría la molestia de hacer algo así 🙄
pero si pienso que esta 'doble' personalidad podría tener alguna relación con el hecho de que supuestamente tiene dos rutas 😒
puede ser que Shiodome tenga una ruta de 'locura' y otra ruta de 'cordura' 😯
■ Las opiniones sobre él están divididas
no sabemos que piensan los otros personajes de él 🙄, pero al menos al doctor parece que le gusta...
y a Oosaki le da completamente igual 😑
por lo que de momento el único con el que lo hemos visto 'rivalizar' es con Ariake
todavía no sabemos el por qué de esta 'rivalidad', pero pienso que tal vez es porque Shiodome sabe (o intuye) que Ariake solamente se está haciendo el buenito 😇 y que no tiene buenas intenciones con Oosaki 🕷
por eso lo mantiene a raya 🚫
para fastidiarlo... 💢💢💢
(Shiodome marcando territorio)
y por supuesto que no podía faltar mi dúo favorito de este juego 😍
Takeshiba × Shiodome
sobre estos dos... a pesar de que me encanta verlos juntos... 🥰
también podríamos cuestionarnos un poco sobre que tan 'amigos' van a ser realmente 😒
ya que Takeshiba insinúa que Shidodome es un mentiroso
y Shiodome llega incluso a 'inculpar' a Takeshiba de algo... 😑
pero dejando eso a un lado 😤, Shiodome por alguna razón pareciera tener interés en Takeshiba 🤔
quiere llevarse bien con él...
le dice lo que quiere oír...
Takeshiba guarda mucha oscuridad detrás de su sonrisa 👹
así que seguramente el interés de Shiodome por él venga de ahí 😕
es posible que Shiodome vea algo en él que le llame la atención y por eso quiera tenerlo de 'aliado' 🤔
quizá en algún momento de la historia los intereses de estos dos se van a alinear y van a formar una especie de 'alianza'... 🤝
pero bueno, sea que vayan a ser amiguitos o no, a mí personalmente me gustaría mucho que estos dos terminaran juntos 😍
no necesariamente de forma romántica 😏, pero si que siguieran viéndose después de regresar de la isla (en las rutas donde no mueren por supuesto 😞)
■ Y por último, que supuestamente tiene dos rutas
esto es algo que no me queda muy claro, ya que no sé si es que tiene dos rutas, o si hay dos rutas en las que se puede acceder a la suya 🤷♀️
pero en el caso de que tuviera dos rutas (algo que personalmente me encantaría 🤩)
no estaría eso dando a entender que su personaje va a ser crucial para la trama???
como mencioné arriba, es posible que Shiodome sepa algo sobre lo que está pasando en la isla 🤨
solo que quizás no abre la boca porque le entretiene más ver cómo se desarrollan las cosas que intervenir 🤐
Continuará en la parte 2
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Glee
«Excessive rain» Part II
Septiembre de 2023
-Llamaré a Blaine… —dijo Kurt sin despegar sus ojos del aparato electrónico.
-Yo yo iré a organizar a la gente para que no haya una estampida y posterior revuelta o algo… —respondió Lily también mirando la pantalla de su móvil mientras avanzaba hacia donde estaba el resto de la compañía— ¿tienes… como… irte?… — preguntó su amiga caminando hacia atrás.
-Si, es decir no… pero yo me las arreglo no te preocupes…
-Ok… llámame cuando llegues…
-Lo haré… —dijo Kurt llevándose el teléfono a la oreja— ¿Blaine?…
-Kurt… justo iba a llamarte… ¿me escuchas bien? —preguntó su esposo desde el otro lado del teléfono.
-Muy bien… aunque escucho mucho tráfico… ¿dónde estás?
-Aquí en Zabar’s con Lizzie… —contestó Blaine mirando a su hija cuando pronunciaba su nombre— en realidad estoy en la calle, llegó una alerta al teléfono y hubo un poco de conmoción allí dentro.. —añadió señalando hacia la tienda de conveniencia como si su esposo pudiera verlo.
-…
-¿Kurt?
-Te escuché, es solo que te maldije un par de veces en silencio…
-¿Como?
-No importa… ¿recibiste la alerta dijiste? —pregunto Kurt mientras comenzaba a moverse por el backstage en busca de sus cosas, toda la compañía hacía lo mismo, hablaban por teléfono, entraban y salían de los vestidores, algunos ayudaban a los músicos con sus instrumentos y así, todos parecían querer salir pronto de donde estaban.
-La recibí… jamás pensé que era para tanto la lluvia… —respondió mirando el cielo refugiado en el alero de la tienda.
-Pues lo es… ¿estás bien?
-Con Lizzie estamos perfectos, de hecho iremos a la cafetería esa que nos gusta a…
-¡¿Estás bromeando conmigo Blaine Anderson-Hummel?!
-¿Que?, no… ¿por qué dices eso?
-Porque la ciudad esta en alerta no se que color y tu iras con mi hija a tomarte un café…
-La alerta es amarilla y nuestra hija… —Blaine hizo una pausa luego de poner especial acento cuando decía lo de “nuestra hija”— al parecer tiene hambre y pensé en que…
-Pues no pienses tanto y ve a nuestra casa… ¿tenías que salir a comprar con este clima?
-Tenía, porque una persona dejó una lista con el título de “algo útil para hacer en tu día libre” , seguido de 15 productos extremadamente bien descritos.
-Ok, reconozco lo de la lista pero no ese titular que dices… ahora, ¿puedes por favor tomar un taxi e irte a casa?
-Lo haremos, es más creo que allí… —Kurt alcanzo a escuchar un ruido fuerte como un golpe seco para luego solo oir estática en su teléfono.
-¿Allí?… ¿allí que?… ¿que ruido fue ese?… ¿Blaine?… ¡Blaine!… ¡con un demonio!… ¡maldito aparato de los demonios!… —exclamó Kurt seguido de un grito y un golpe a su teléfono, volvió a llamar a su esposo sin tener respuesta unas 10 veces.
-Señor Hummel…
-…
-Disculpe, nombre es Matthew Wilson… y solo quería decirle que es un honor para mí conocerlo y tocar para usted… —dijo un chico joven, alto y fornido y que cargaba un gran violonchelo sobre uno de sus hombros.
-¿Cómo?… — dijo Kurt sin mirarlo ni poner atención al recién llegado.
-Le decía que..
-Si, si ,si… escuche eso… gracias… —agregó mirándolo de reojo para volver a lo de intentar de llamar de nuevo a su esposo, el chico murmuró un “Ok” e hizo ademán de irse por donde había venido
-Disculpa… —dijo Kurt dándose media vuelta y acercándose a él un par de pasos— ¿Matthew es tu nombre dijiste?…
-Si… Matthew Wilson… —respondió señalándose a sí mismo y poniéndose recto como si estuviera en una revisión militar de madrugada o algo así.
-Gusto en conocerte… —dijo Kurt estrechándole la mano, el chico hizo lo propio de vuelta riendo nervioso— disculpa lo de recién es solo que…
-¿Todo bien señor Hummel?… —preguntó el músico dejando su instrumento en el piso.
-Todo bien… es solo este aparato que … ¡uy!… —respondió dándole otro golpe.
-No es su teléfono, en realidad todas las señales están fallando, la señorita Stewart está hace bastante rato esperando poder hablar con el encargado del teatro para decir que nos vamos todos y no ha podido…
-¿De verdad?
-Si… yo quise llamar a mi compañera de piso pero tampoco pude… asumo que cuando me vea llegar sabrá que llegue… —respondió Matthew riendo su propio chiste.
-Lo mas probable… gracias Matthew…
-Por nada… pero si algo me ha enseñado el cine, es que los teléfonos públicos nunca fallan… hay uno en el lobby… —dijo el hombre señalando hacia donde dijera.
-eso es verdad… gracias de nuevo… —contestó Kurt tomando sus cosas y echándolas dentro de su bolso de cualquier forma— espero que llegues bien… —agregó ofreciendo su mano para despedirse.
-Igual usted Señor Hummel… —añadió el chico estrechándola de vuelta sin que se lo pidieran dos veces— Señor Hummel…
-¿Si?
-¿Puedo pedirle un favor?, solo si quiere, no hay problema si me dice que no…
.Ok… —dijo el aludido frunciendo el ceño al pensar que le pedirian quizás que.
-¿Me puedo tomar una fotos con usted?, si no, nadie me creerá que pude hablar con Kurt Hummel… —explicó Matthew haciendo unos ademanes engreídos cuando decia lo de “Kurt Hummel”
-Claro… no se como interpretar esos gestos… —dijo de vuelta Kurt haciendo los mismos ademanes engreidos— y si no te importa que salga con cara de loco demente… no hay problema,…. —dijo acercándose a él, Matthew sacó su teléfono, abrió la aplicación de la cámara y tomó, lo que Kurt mentalmebte pudo contar, unas 363 fotos seguidas.
-Gracias Señor Hummel… —dijo el músico mientras miraba las fotos sin convencerse todavía.
-De nada y gracias a ti por el dato del teléfono… —terminó por decir Kurt intentando por última vez llamar a Blaine.
-Gracias Señor Hummel… —repitió el chico mientras se volvía a poner sobre el hombro su enorme violonchelo barroco, Kurt sonrió un segundo pensando que aquel consejo del teléfono tal vez no le servía para nada, tantos años de comunicación inalámbrica y digital lo habían hecho olvidar cómo se usaban ni cuántas monedas necesitaría para hacer una llamada, movió la cabeza como despejándose de todo y se encaminó a la salida, le ofreció ayuda a Lily con lo del encargado pero esta le insistió que mejor se fuera, que luego podía ponerse todo más feo. Kurt no esperó a que se lo repitieran y aceleró el tranco sin mirar atrás.
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|| Amor del bueno ||
OS Fooligetta inspirado en la canción de Reily con el mismo nombre.
Como cuchillo
En la mantequilla
Entraste a mi vida
Cuando me moría
Observó por unos segundos al semidios sin poder creer lo que había escuchado.
¿De verdad ese ser tan perfecto le estaba pidiendo casarse?
Como la luna
Por la rendija
Así te metiste
Entre mis pupilas
Aun recordaba la primera vez que lo vio.
Había conocido a mucha gente en esa estación del tren, tal vez su forma de hablar el ingles no era la más fluida, pero había esperado poder hacer algunos nuevos amigos en ese viaje, después de todo fue por eso que había aceptado.
El azabache buscaba vivir nuevas experiencias y salir de su zona de confort, sobre todo después de como habían terminado las cosas en su antiguo pueblo.
Si bien una segunda boda fallida ya era doloroso, el hecho de que Rubius, quien de por si ya era su ex, se hubiera casado en ese momento con su ahora ex prometido fue un golpe muy duro.
Parecía que nunca iba a poder encontrar un amor real, alguien sincero que lo quisiera sin pedir nada a cambio.
O al menos eso creía, hasta que vio esos ojos esmeralda que parecían brillar más que la luna misma.
Podrías llamarlo un crush instantáneo, un flechazo, amor a primera vista, no lo sabía, pero de lo que si estaba seguro era que quería conocer más al híbrido. Tal vez fue por eso que, al saber que no iba a tener la oportunidad de hablar de nuevo con él, decidió hacer algo que nunca hacia.
Romper las reglas.
— ¡I PUSH DE BOTON!
Y así te fui queriendo a diario
Sin una ley, sin un horario
Y así me fuiste despertando
De cada sueño, donde estabas, tú
Había pensado dejar las cosas así, tal vez había tenido un pequeñísimo crush con el híbrido (quien luego descubrió se llamaba Foolish) pero eso no significaba que fuera a hacer algo para llevar más allá las cosas.
Si, tal vez pasaba muy seguido por el monumento que el menor buscaba construir, pero era porque sabía el trabajo que costaba recrear semejante obra de arte, no porque quisiera encontrarse con el semidios.
Si, tal vez le daba muchas cosas encantadas como picos o a veces armaduras, pero era porque sabía lo difícil que era juntar los materiales para tus construcciones, no porque quisiera una excusa para hablar con él.
Si, tal vez se desvelaba para coincidir con el menor, pero era porque así podía practicar su ingles, no porque quisiera pasar tiempo con él.
¿Verdad?
Vegetta sabía, o al menos creía, que no importaba si hacia todo eso, porque Foolish no se daría cuenta de sus sentimientos, lo vería solo como él siendo amable, después de todo ellos eran amigos.
Solo amigos.
Y nadie lo buscaba
Y nadie lo planeó así
En el destino estaba
Que fueras para mí
Pero entonces llegó Leonarda y las cosas cambiaron.
Y vaya que cambiaron. Aun recordaba lo feliz que se puso y las palabras exactas del semidios ese día cuando fueron seleccionados para cuidar juntos de la pequeña Leo.
— It was writting in the stars
Después de eso el menor se mudó a su casa y empezaron a pasar mucho tiempo juntos. Solo ellos 2 y su hija; casi se sentía como si fueran una familia de verdad.
Desde que se mudaron juntos para cuidar a Leo Foolish había empezado a decirle 'mi amor' con ese acento suyo que, aunque no quería admitirlo, lo tenía cautivado.
Pero no solo eran palabras bonitas lo que salían de esos labios que tanto ansiaba besar. Si bien el menor ya acostumbraba regalarle mascotas como agradecimiento por los regalos que él le daba, pudo notar que su trato con él había cambiado un poco.
Al principio fueron cambios tan sutiles que ni él mismo los notó. Cosas pequeñas, como organizar las cosas de sus mochilas en los cofres después de que Vegetta llegara cansado de un día de expedición o cuando se encargaba de defenderlo de los bichos porque el mayor estaba distraído contándole una historia a su niña.
Poco a poco y casi sin notarlo ese "pequeñísimo" crush que Vegetta había tenido por Foolish empezó a crecer, con cada regalo, con cada palabra de aliento al mayor, con cada momento de compañía, con cada abrazo (porque sí, el semidios era mucho de dar abrazos), con todo eso y más fue imposible para Vegetta negarlo.
Se había enamorado por completo de Foolish.
Y nadie le apostaba
A que yo fuera tan feliz
Pero cupido se apiadó de mí
Se apiadó de mí
Se apiadó de mí
Había dudado mucho sobre si intentar ir un poco más allá de la amistad que tenía con Foolish. Sabía de sobra que las relaciones no eran lo suyo pues todas las veces que había entregado su corazón lo habían roto sin dudarlo y no estaba dispuesto a volver a pasar por eso, mucho menos ahora que tenia una hija que dependía de ambos para vivir.
Pero fue justamente esta niña la que, después de ver el amor con el que se veían sus papás, decidió ayudarlos a dar ese paso.
Leonarda sabía, porque ella no era nada tonta, que su papa quería a su dada como los príncipes querían a las princesas en los libros que leía todas las noches ante de dormir, así que no podía entender cuando su papa decía que ellos eran solo 2 buenos amigos.
Habló con ambos por separado y, después de confirmar lo que ya sabía, insistió a su dada para que hiciera algo al respecto.
Como la lluvia
En pleno desierto
Mojaste de fe mi corazón
Ahogaste mis miedos
Como una dulce voz
En el silencio
Así nos llegó el amor
Amor del bueno (oh)
El día en que Foolish le pidió intentar una relación formal había empezado como cualquier otro.
Preparó algunas cosas para avanzar con el create por la tarde, fue de expedición con Leonarda, consiguió algunos regalos más para su boy-friend y paso un poco de tiempo con Roier y su hijo Bobby para que la niña jugara, nada fuera de lo normal.
Lo que no fue normal fue la foto que Leonarda le mostró cuando regresaron a su casa.
El día anterior Foolish se había encargado de cumplir las misiones diarias con Leo ya que él tuvo que salir a una misión con Luzu y no tuvo tiempo de estar con ellos.
Sabía por el diario que llevaban para organizar las misiones que la niña había tenido una pijamada con su hermana JuanaFlippa. Lo que no sabía era que Mariana era el ex de Foolish y que, al parecer, estos aun tenían sentimientos por el otro pues en la foto se encontraban ambos en SU casa besándose.
Si bien eso lo entristeció sabia que no podía reclamarle nada al semidios, pues aunque estaban criando una hija juntos eso no los volvía automáticamente pareja y el híbrido de tiburón tenia todo el derecho de salir con quien él quisiera.
Después de poner a Leo a dormir se encerró en la parte baja de su torre dedicando todos sus pensamientos a seguir ampliando su zona de trabajo porque sabía que si pensaba en lo que había descubierto su corazón no lo aguantaría.
Claro que Vegetta no contaba con que Foolish era diferente a todos los que había conocido antes.
Cuando el menor regresó de su dragón y no encontró al sabio en la parte de la casa decidió bajar a buscarlo, sabía que al mayor le gustaba estar solo cuando trabajaba, pero también sabía que si Vegetta se llegaba a enterar por otras personas de lo que había pasado el día anterior eso podría arruinar todos los avances que había logrado con el azabache.
Foolish no era ciego, había notado como el mayor lo veía, lo nervioso que se ponía cuando estaban ellos solos, como sus mejillas se sonrojaban al llamarlo con apodos cariñosos, pero también podía notar como a veces el contrario dudaba al decir algo, como parecía sentir que debía regalarle cosas para que siguieran siendo amigos; pequeñas cosas que el ojimorado hacia sin darse cuenta, pero que eran un reflejo de algo, posiblemente de alguna mala experiencia en el pasado que no lo dejaba volver a arriesgarse.
Por eso cuando vio esos ojos que tanto amaba apagados no dudo en abrazar al más bajo de estatura, pidiendo disculpas en susurros y asegurándole que las cosas no habían sido como estaba pensando.
Le tomó un tiempo a Foolish convencer al guerrero de que ya no sentía nada por Mariana, le tomó el doble convencerlo de que quería estar en una relación oficial con él.
Y así te fui queriendo a diario
Sin una ley, sin un horario
Y así me fuiste despertando
De cada sueño donde estabas, tú
Y nadie lo buscaba
Y nadie lo planeo así
En el destino estaba
Que fueras para mí
Vegetta no entendía porque su hija le había pedido ir a un lugar tan lejano para darle un regalo, pero por su niña era capaz de ir al nether y de regreso 2 veces aunque fuera contra las reglas.
Estaba cerca de anochecer cuando notó el cambio de bioma, esos hermosos pétalos rosas caían por todo el lugar y pudo notar un camino iluminado con hileras de foquitos que seguro habían sido hechas con algún mod.
Siguió el camino hasta llegar a un bello estanque rodeado de arboles, con glowstone iluminando el agua y lo que parecían ser mariposas brillantes volando al rededor. Al final de todo eso había una pequeña mesa con unos platillos y junto a esta se encontraba el responsable de tan hermosa construcción, Foolish quien sostenía un ramo de flores moradas.
Si alguien le hubiera preguntado si aceptaría estar en otra relación antes de ir a Isla Quesadilla hubiera dicho que no sin dudarlo ni un segundo, pero esa noche, cuando después de cenar Foolish le preguntó en un torpe español si quería casarse con él, no pudo evitar que las lágrimas cayeran por sus ojos mientras aceptaba la propuesta.
Sentía que por fin había encontrado su lugar.
Y nadie le apostaba
A que yo fuera tan feliz
Pero cupido se apiadó de mí
Y nadie le apostaba
A que yo fuera tan feliz
Pero cupido se apiadó de mí
Se apiadó de mí
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Comedy
Capítulo 1: The Great Escape Sin advertencias
Nuevamente, me encontraba corriendo, huyendo del lugar en el que me encontraba en búsqueda de un nuevo refugio.
No tenía opción, nunca la tenía.
Hace años tomé una decisión y ya no podía retractarme, era peligroso, tanto para mí como para los que me rodearan, pero no es solo eso, alguien tiene que sacrificarse, alguien debe hacer el trabajo sucio.
Han intentado acabar conmigo reiteradas veces.
La información es un arma poderosa, pero peligrosa, más aún cuando hay gente poderosa que no quiere que se sepa esa información
Acomodo mi capucha al sentir las gotas que empezaban a caer, miro mi teléfono, aún tenía bastante batería para soportar la noche antes de seguir con mi recorrido.
Entro al hostal y pido una habitación para la noche, me dejé caer en la cama, necesitaba dormir.
Seguí mi camino para llegar a un pueblo que estaba bastante aislado. Al aproximarme a la ciudad, me adentro en el bosque, nunca había estado en uno como tal, toda mi vida crecí rodeada de monocultivos, esto era completamente nuevo para mí.
Llegué a una vieja casa y allí vi a una chica, se le veía un poco asustada
—¿Estás perdida? —le pregunté, la vi sobresaltarse para luego girarse en mi dirección
—No, es solo que… estoy esperando a alguien —respondió
—¿En un bosque a estas horas?
—Podría preguntarte lo mismo, por tu acento puedo concluir que no eres de aquí.
—Tienes razón —le dije —. Soy Rebekah.
—Soy Hannah, ¿Sería mucho pedir que te quedes conmigo un momento? Estoy intentando contactar a alguien y no me quiero quedar sola por mientras —preguntó.
—Claro, sin problemas —la veo mirando constantemente su teléfono.
—¡JAKE! —La escuché gritar al teléfono —. Hasta que logro contactar contigo… Gracias por acompañarme, Rebekah, ahora estaré bien —asentí y me despedí de ella, fue más efímero de lo que creí
Volví a mi vehículo y pasé la noche ahí.
Escuché las sirenas desde lo lejos, tomé todas mis cosas y dejé el auto ahí para luego correr a adentrarme en el bosque. Quito los rubios cabellos que caían en mi casa y me molestaban al correr. Al correr alguien me sujeta por la espalda y me tapa la boca, intenté deshacerme de tal agarre, pero me susurra al oído.
—Shhh, tranquila, soy Jake, el amigo de Hannah —me dice.
Me extrañé, intenté darle un golpe para soltarme.
—Joder, golpeas fuerte —susurra.
—Pues te lo mereces, no sabes el susto que me has dado —le reclamo —. ¿Se puede saber qué sucede?
—Te vi corriendo como una fugitiva, pensé que necesitabas ayuda —dijo él.
—Sí, bueno, no te equivocas mucho
—Bueno, ellos no están aquí por ti, puedes estar tranquila.
—¿Entonces? ¿Qué sucede? No me estoy enterando de nada —su mirada azul es penetrante, la desvía un momento y suelta un suspiro.
—Hannah ha desaparecido, ven conmigo y te daré más detalles.
—¿Por qué debería confiar en ti? —pregunté.
—No veo que tengas mucho que perder, tampoco veo que tengas donde quedarte, Rebekah.
—Ya que, andando.
Le sigo llegando a un lugar no muy lejos de Duskwood, sube a un auto y me subo de copiloto, estuvimos andando un par de horas hasta llegar a una ciudad, allí fuimos a un edificio que parecía estar casi en ruinas, estaba funcionado, pero fácilmente podría venirse abajo con un temblor.
—Siéntete como en casa —dijo él.
Dejé mis cosas en un costado, me saqué la rubia peluca y la guardé en mi bolso.
—Eso si es una sorpresa —comentó él sentándose frente a su escritorio.
—Cada uno tiene sus formas para mantenerse a salvo —guiñé un ojo —. Por lo que veo tienes una buena aquí montada ¿Me vas a explicar qué sucede?
—Poco después de que te fuiste estuve hablando con Hannah un rato, se puso inquieta y luego alguien llegó detrás de ella y… se la llevó.
—Joder, viste un secuestro, debe ser difícil —dije.
—¿No notaste algo extraño en ese momento? —preguntó.
—Bueno, ¿aparte del hecho de que estaba en el bosque completamente sola? No sabría decirte, no soy de aquí, por si no te has dado cuenta, entonces no sé si el bosque está así de costumbre o no —le respondí.
Unos mensajes empiezan a llegar en mi teléfono, pensé en apagarlo o tirarlo contra la pared, pero sabía que no era la mejor idea.
Un tal Thomas me había agregado a un grupo.
“Lo siento, número equivocado” escribí en español para volver a poner mi mirada en Jake.
—Por cierto, ¿Cómo supiste donde estaba? ¿Fue con todo eso? —señalé la computadora.
—Quizás —respondió abriendo un montón de pestañas.
—Eres un hacker —concluí —, qué interesante eres, en definitiva eres alguien que me gustaría tener en mi lista de contactos
—Una lista no muy grande, por lo visto —respondió, a lo que reí —. Antes dijiste, o más bien no negaste, lo de ser fugitiva.
—¿Sabes? Cuando dicen que los niños imitan comportamientos que ven, es verdad, la mayoría de los niños que conocía quería ser futbolista, actor, cantante, doctor, etcétera —él me miró con curiosidad —. Te vas a reír, pero yo quería ser una ilusionista y, a diferencia del resto de niños, lo cumplí.
—¿Así que haces trucos de magia?
—Robo y revelo secretos con ayuda de trucos de magia —corrijo mientras saco de mi bolsillo su billetera —. Interesante…
Él se apura en quitarla de mis manos, suelto una carcajada al verlo guardar nuevamente su billetera. Me acerco a él y me siento en sus piernas para ver lo que tiene en la pantalla del ordenador, le veo ponerse notablemente nervioso y levanta las manos para evitar tocarme.
—¿Qué es todo esto? —pregunté.
—Estoy intentando encontrar a Hannah y para eso es necesario tener acceso a todas las cuentas de las personas que la rodean —explica
—¿Por qué no vas a Duskwood a ayudar? De seguro serías muy útil considerando que viste todo —Le escucho suspirar.
—Me persigue el gobierno —admite.
—¿Se puede saber por qué o es un secreto?
—Se puede decir que yo también revelo cosas de la gente y eso al gobierno no le gusta.
—No le gusta quedar como los malparidos que son —susurré —. Me alegra saber que sea por eso y no porque eres un asesino en serie.
—¿Te alegra que sea porque no voy a matarte o porque estamos, por decirlo de alguna forma, en el mismo bando?
—Eres muy perspicaz, me agradas Jake, quizás podamos trabajar juntos en un futuro —propuse.
—Eso suena interesante ¿Qué tienes para ofrecer? —veo como su mano se dirige al ratón y empieza a deslizar por la pantalla para ver los datos, miro con atención todo lo que me pueda ser útil.
—Además de trucos de magia, tengo contactos, contactos que nos sirven a ambos ¿Necesitas un auto a buen precio y sin hacer preguntas? Tengo un contacto para eso ¿Necesitas documentación, cualquier tipo de documentación? Tengo un contacto para eso. No olvidemos que me es sencillo conseguir dinero.
—Lo de la documentación llama mucho mi intención.
—Lo suponía —sonreí. Seguí leyendo el resto de la pantalla hasta que me fijé en un nombre —. ¿Thomas? —pregunté.
—¿Te suena de algo ese nombre? Es un nombre bastante común por aquí.
—No le habría dado importancia si no fuera porque hace poco un tal Thomas intentó contactar conmigo —Desbloqueé mi teléfono y veo que los mensajes del tal Thomas han aumentado.
—Es él, es el mismo —dijo Jake tomando mi teléfono —. Es novio de Hannah, respóndele, dile algo, quizás podamos descubrir algo nuevo del caso.
Tomé mi teléfono y empecé a leer los mensajes
Thomas: ¿Hola? ¿Estás allí?
Rebekah: Hola
Thomas: Ah, hola, da igual como lo diga, es una locura, lo he repasado tantas veces, espera un momento. Tengo que ir a por los demás, no te desconectes.
Fue añadiendo gente de a poco
Lilly: Hola
Richy: Buenas
Dan: No vas a hacerlo, verdad…
Thomas: Dan, cállate, por favor, Perdón, ya lo tengo
Dan: vaya, lo hará
Cleo: ¿Es él?
Dan: Lo parece
Thomas: Vale, ahora. Perdona. Jessy está muy abajo en mi lista
Jessy: ¿Qué tal, gente?
Thomas: bueno, ya estamos todos.
Miré de reojo a Jake, él miraba expectante a mi teléfono
Rebekah: ¿Me pueden explicar?
Lilly: ¿Quién eres? ¿Y como es que conoces a mi hermana? ¿Qué has hecho con ella?
Así empezaron el sinfín de preguntas por parte de todos
Rebekah: Disculpen, pero son ustedes los que me han agregado y si me hacen preguntas sin darme mínimo un contexto, la comunicación será regular
Me explicaron la situación de Hannah, su desaparición y como obtuvieron mi número a través de ella
Cleo: ¿No sabes nada de ella?
Rebekah: Bueno, partiendo por el hecho de que su nombre es un poco común, me sonará. Pero sinceramente no sé como es que habrá obtenido mi número
Thomas y Dan empiezan a discutir y luego el último mencionado se sale del grupo
Jessy: Chicos, ustedes ya saben lo que opino de esto.
Richy era insistente, quería que me quedara y les ayudara. La verdad no entiendo como le piden a una desconocida que les ayude con algo tan serio como eso.
Thomas: Te explicaré por privado
Fui directo a su chat, él empezó a contarme muchas cosas, entre ellas que había obtenido mi número gracias a Hannah, porque había sido mandada desde su número al de él.
—Son demasiado confiados —le dije a Jake
—Lo son ¿Los consideras un peligro? —preguntó
—Si siguen así de confianzudos… se meterán en muchos problemas.
—Ya veo, tengo una sorpresa, mira tu teléfono.
Obedezco lo que él dice y veo un chat nuevo, estaba viendo una conversación entre Jessica y Daniel.
—Dulce y santa madre —susurré —. Eres genial, Jake.
—¿Vas a seguir sentada en… bueno… mis piernas?
—¡Lo siento! —Me levanté y donde estaban mis cosas —. ¿Dónde me puedo quedar?
—Por ahí, donde te sea más cómodo —pestañeé un par de veces y asentí
No esperaba mucho, así que tomé mis cosas y fui a una habitación vacía.
Tenía un set de acampar, así que allí tenía una esterilla y un saco de dormir, además de un par de cosas para cocinar a la intemperie. Dejo todo ordenado y vuelvo a mis "deberes".
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Te celebraré toda la vida, mamá
Durante casi 34 años de mi vida le celebré el cumpleaños a mi mamá, tal vez no los 5 o 6 primeros años ya que la edad no lo permitía, pero desde ahí siempre le dedicaba unas palabras, ya sea en una carta mal pintada con grafos, después en una carta mejor dibujada y escrita, unas flores, un regalo, una llamada, un ponqué, más regalos, pero siempre acompañados de abrazos y besos para ella porque el final de celebrar unos cumpleaños es hacer que se sintiera amada, respetada, querida, que se sintiera la reina del mundo, que no hiciera nada más que recibir solo buenas cosas. Con mi familia hacíamos lo que estuviera en nuestras manos para que este día fuera muy especial. Incluso ya hace un año cuando sabíamos de su cáncer y lo avanzado que estaba, cáncer que se la llevaba de a pocos cada día.
Este 15 de mayo de 2022 no dudo en maquillarse, ponerse sus anillos, sus collares, una blusa elegante, se veía esperanzada, con ganas de seguir, con ganas de darlo, de arrebatarle más días o meses a la muerte, de querer saltar a pesar de estar postrada en la cama. La rodeamos, la felicitamos, le compramos un pastel y celebramos su día, le cantamos el feliz cumpleaños y nuevamente la abrazamos, todos contagiados por su sentimiento de esperanza, todos contagiados de su amor y de sus ganas de vivir más, a pesar de saber la verdad, a pesar de que la muerte solo nos la iba a prestar 7 días más sin saber esto último, aún.
A un año de este su último cumpleaños aquí en nuestro plano, seguiré celebrando su vida, lo que me dio, lo que me habló, lo que me enseñó, lo que me predicó, lo que me consintió, lo que me cocinó, lo que me aconsejó, todo esto en su sabiduría, en esa que le dio la vida, al igual que su mamá, en esa sabiduría que adquieren las mamás cuando se transforman en ello, en una sabiduría personalizada y única que nos da una pequeña guía en este camino largo que es la vida. Seguiré celebrando sus caricias, su compañía, que me enseñó a montar en bicicleta, que me enseñó a combinar los colores de mi ropa, que me enseñó a tender la cama, que me enseñó a hacer arroz, que me enseñó la seguridad y respeto del hogar y aquí me podría quedar con un sinfín de enseñanzas, con una infinito de consejos.
Celebraré un infinito de su rostro en mi mente, en cada una de sus épocas, con el flequillo noventero que tuvo, con sus crespos vallunos, con su acento sevillano muy propio del pacífico, son su tes trigueña la cual heredé, con sus bluejeans de Lec Lee que amaba, con su "tumbao", con su cautela a la hora de comer fuera, con su gusto por la salsa aunque no lo aceptara, con sus almuerzos especiales cuando cumplíamos años, por su gusto por el blanco a la hora de decorar, con su creatividad y emprendimiento. Celebraré todos sus detalles, toda su esencia, toda su vida, la que nos dio, la que compartió con nosotros, conmigo, celebraré lo que me dejó, lo que nos dejó a quienes compartimos con ella, celebraré su existencia aún cuando no la vea físicamente, aún cuando pensar en ella me cuesten lágrimas, la celebraré porque siempre fue alegría, porque siempre fue sabor, porque siempre había cotorreo, siempre habían chistes y momentos serios, muy cortos porque siempre había gracia, siempre había una sonrisa al final, donde fuere o como fuese.
Este es un pequeñísimo homenaje a mi mamá, a quien le dije muchas cosas, la abracé lo que quise, le di los besos necesarios, la acompañé a donde quiso cuando se podía, la exalté, la honré, la felicité, todo siempre cuando estuvo aquí conmigo, pero que siempre amaré y respetaré hasta que el último diástole, hasta que me quede el último respiro, el último pensamiento, el último yo.
Te celebraré y amaré siempre, mamá.
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Carta personal e intima a las pastillas
honestamente no se que decir, como para iniciar, vomitar todo lo que tengo que decir, desde que era pequeña me medicaban, esta bien al principio, cuando creci pude ver muchas cosas, una experiencia cercana a la adiccion a las pastillas, que majestuosamente seria nada mas que un espejo al futuro, este chico, llego a mi a una especie de cita, totalmente ido en pastillas, ahi pude observar de cerca su estado, era torpe, adormilado y poco "avispado"
Cuando me las recetaron por primera vez lo escrito anteriormente habia sido hace mucho, para este entonces yo ya no recordaba el suceso, fui a mi primera cita psiquiátrica con mi padre, quien preocupado solo buscaba ayudarme. Estar ahi no era casualidad, llevaba años yendo a terapia convencional y aun habian cosas que reparar -la verdad es hasta aqui lo que te puedo ayudar, deberias buscar una solucion que apunte mas a medicacion- algo asi dijo mi psicologo.
Entre al box, era un sitio agradable, ese tipico olor a limpieza corporativa, la psiquiatra era de otro pais, rubia con un acento europeo, hablo conmigo agradablemente mientras yo vomitaba mentalmente con todas mis ganas, llore y saque todo, luego de eso la cita concluyo en una muy fria entrega de receta medica. Asi comenzaba esta historia, yo y los medicamentos psicotropicos nos conocimos ese dia, y desde entonces que hemos estado juntos,
Creo que sin saberlo ese dia se comenzaba a arruinar mi vida, sin yo saberlo, miro hacia atras en ese momento y me miro ahora, me pregunto como todo llego hasta este punto, cuando por fin me dieron las cajitas yo estaba emocionada, ponia toda mi esperanza a que esas pequeñas y bonitas capsulas le dieran por fin la estabilidad mental que tanto necesitaba, estaba contenta.
Pronto descubrí que el Dilasedan era mi favorito, una pequeña pastilla azul, era dulce, se suponía que debía usarla solo cuando me daban crisis, pero fue así que me di cuenta de lo bien que me hacian sentir, las tomaba y todo volvía a estar bien, quería mas, me las terminaba antes.
¿Que cuales me gustan? podría decir mucho sobre el Dilasedan o la Clonazepan, si hablamos de benzodiacepinas. si hablamos de hipnóticos y sedantes elegiría a la hermosa zopiclona o la quetiapina
Debo admitirlo que desde que descubrí lo mucho que me gustaban, como me hacia sentir, todos los pensamientos, las preocupaciones desaparecían, era feliz, nada me preocupaba, si tuve un mal día solo debía tomar un par para así terminar el día de un solo apagón mental, fui subiendo las dosis y las mezclas entre ellas se hicieron mas comunes, noches de coctel de pastillas, recuerdo las luces de mi pieza, una sensación de calma y paz que te abraza, te dicen, todo esta bien, puedes descansar.
Pero no todo es perfecto, la adiccion se nota, todos lo notaron, mi madre, mis personas amadas, todos lo veian, las incomodidades, las peleas, mi mama se acerco seria a mi -¿tu te drogas?- quede anonadada, me tomo de sorpresa, le dije que solo fumaba marihuana como ella ya sabia, entonces obviamente no se trataba de eso, se que no la convenci, ella solo no sabia con que pero lo notaba, escondia las pastillas del baño, cerro su puerta con llave. fue asi como Misa se convirtio oficialmente en una adicta.
Soy una adicta a las pastillas psicotropicas y sedantes, y desde entonces mi vida no ha hecho mas que empeorar, me siento menos inteligente, menos agradable, poco inteligente. Quiero pedirle perdon a mi papá, papá yo te amo, perdoname, perdoname porfavor, no era esto lo que queria, queria llenarte de orgullo, pero me converti en esto, perdoname, por todas las veces que te decepcione, me hubiera gustado haber estado contigo desde mi infancia vivendo como lo solias hacer tu y mamá, talvez me hubieras ayudado, me hubieras salvado y cuidado de mi estupidez, lo siento tanto papa, te amo tanto queria que tu pecho se llenara de orgullo por mi, pero no hice mas que decepcionarte, ahora me doy cuenta de todo lo que has hecho por mi, todas las oportunidades que no tome, el daño y el dolor que te he provocado, siempre creiste en mi apesarde todo y yo te falle, no siento mas que verguenza y tristeza, no podria mirarte a los ojos de pena q siento, solo queria que supieras que lo siento mucho papá, por ser asi, mi intencion jamas fue herirte, tome malas decisiones y lo arruine todo. no quiero herirte mas, por eso me cuesta hablarte, soy una mala hija, lo siento papá, te amo, juro que arreglare esto, te juro que te compensare, sere mejor. perdon por no comunicarme contigo.
Las pastillas arruinaron mi vida y mi carrera, mi potencias y mi inteligencia quedo frito despues de años de cocteleria psicotropica si alguien cree que es cool o aesthetic esta mal, mi problema de pastillas no es graciosa, la abstinencia no es gracioso, es sufrimiento.
no te arruines como yo lo hice
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De la última vez que jugué Scrabble con mi abuelita, o a lo mejor no fue la última y sólo se incrustó en mi memoria por canónica, recuerdo esto: la sensación de caridad, tan parecida a la ternura, pero dolorosa, solitaria. Ella, empeñada en pasar por buena una palabra inexistente, yo, dudosa, verdaderamente dudosa de su existencia y del orden de las cosas del mundo, dado que siempre había sido ella, mi abuelita, y no yo, la autoridad enciclopédica de la familia.
¡Mi abuelita, que decía quizá en lugar de tal vez y que nos regalaba diccionarios en nuestros cumpleaños, se empeñaba en colocar una palabra falsa! Y yo, más competitiva que Monica Geller, la dejé pasar por buena. (Porque la amaba más de lo que amaba mi idioma, por qué si no).
"Remanles" era la palabra que para mí sigue siendo inválida. Es más, ahora mismo el autocorrector me la acaba de subrayar en rojo, aunque, si soy sincera, el autocorrector también me ha subrayado la palabra autocorrector (síndrome del impostor robótico, cuarta ley de Asimov, bucle). Rémanles no existe ni poniéndole acento. Eso pienso. Aun así, he cargado con esa duda todos estos años, por más que alguna vez un lingüista se empeñó en explicarme que mi abuelita no estaba equivocada, que la equivocada era yo. Al lingüista y a mi abuelita, por extensión, les otorgo el beneficio de la duda, y desde entonces he sido ultra cuidadosa con mis clíticos, me los tomo muy en serio.
Fast-Forward y un gran NO OBSTANTE.
En estos días llega un señor, también lingüista, por cierto, pero al que no me ata ninguna relación afectiva que no sea el rencor, y pone de ejemplo de morfología la palabra "cantábamos", cuya raíz o raíz con otros afijos, cant-á-ba-mos, "alcanza el límite en esta formulación: cantábamos". Y yo le pregunto: ¿y cantábamos... lo? El bolero, el danzón, cantábamoslo con alegría, y él me responde: estamos hablando de palabras verdaderas. Y yo pienso: ah, entonces acá nos regimos igual que en el Scrabble, sin clíticos, pero en eso él interrumpe mis pensamientos para decirme: inventar palabras, cualquiera.
Cualquiera. Pero yo esa palabra no me la inventé.
Lo que quiero saber es, si el objeto indirecto viene pegado a la palabra, ¿no es analizable?, ¿cuenta como dos palabras?, ayuda Nasa, ¿es una palabra compuesta?
Pregunto.
¡Pregunto!
Pero en ese momento es como si yo hubiera comenzado a hablar en otro idioma, ni español ni inglés ni codeswitching, un idioma ancestral o futurista, un idioma incomprensible, pues recibo un manotazo espantamoscas y silencio docto(ral) como única respuesta.
A veces es tan frustrante este programa. Así le dicen: programa. Yo quisiera decir doctorado, pero eso implicaría revelar mis fichas, y, bueno, también quiero seguir en la competencia, así me halle en otro planeta, así mi cabeza sea una maraña de morfemas, como la de mi abuelita, así hablemos el lenguaje de los locos.
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