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#paré para almorzar nada más
quemirabobo · 1 year
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Tomando un yogurt dsps de estar haciendo un trabajo para la facu desde las 11 hasta las 4:30
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blackcherrykitten · 4 years
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200513
20:49 hrs
Una persona sabe cuándo hay un lazo fuerte con otra, un vínculo. Esas relaciones que por más que cometas un error, pelees y a los 10 minutos esté como si nada, tienes la necesidad de pedir disculpas, aún sabiendo que si no las pides no pasaría nada. De eso tratan los vínculos, y comúnmente son creados en los primeros años de la infancia, o eso dijo mi profesor de psicología en el instituto. 
Si bien con mi mamá las cosas siempre vuelven a ser buenas, ninguna se busca para pedir perdón, porque no existe esa necesidad. Pero eso cambia totalmente cuando las involucradas somos mi abuelita materna y yo.
Hoy a la hora de almuerzo tuvimos una discusión en la mesa por temas que son realmente importantes, como su salud. Llegamos a elevar la voz y usar malas palabras, cosas que casi nunca ocurre. El tema es que me levanté de la mesa con una pésima actitud y dije que iba a almorzar más tarde, busqué un cigarro y me fui al patio a fumar, en eso me quebré y lloré. Fue de esos llantos dolorosos, que te queman el pecho y la garganta, esos que sabes que no vas a poder parar pronto. Me senté en el suelo, las lágrimas calientes y gruesas brotaban de mis ojos con rapidez mientras daba calada tras calada a mi cigarro. Al terminar, unos 5 minutos después de salir, me paré y entré a sentarme en el sillón y puse una película para calmarme un poco, y en eso pasó mi abuelita caminando frente a mí y me abrazó. Ella me dijo un par de palabras mientras me apretaba contra su cuerpo, yo solo pude pedirle perdón por reaccionar así con ella. Nuevamente me rompí en llanto y ella acariciaba mi pelo pidiendo que no llorara, que ya había pasado, pero en su voz y en el movimiento de su pecho sabía que estaba llorando, aun sin ver su cara. Al terminar el abrazo me dijo que iría al baño, supe que iba a lavar su carita para borrar los restos de lágrimas.
Quizás la diferencia entre ambas es que mi abuelita fue quien me crió prácticamente, ya que mamá y papá trabajaban. Ella fue quien me enseñó cosas que nadie más me dijo, me ayudaba a leer, a calmar mi llanto, curaba mis heridas, compartía historias y secretos conmigo desde temprana edad. Yo asumo que fue en ese entonces cuando forjamos este vinculo tan fuerte.
A lo que voy con todo esto, es que siempre van a existir momentos en los que la vida nos muestre, de una forma u otra, quienes son las personas con las que tenemos estos vínculos indestructibles.
Mi papá no me habla desde que congelé mis estudios temporalmente por el tema del Covid-19, esto fue hace un mes creo, tal vez un poco más, y sí, vivimos juntos, no está divorciado de mi mamá ni nada. No es primera vez que deja de hablarme tampoco, recuerdo que la primera vez fue cuando yo tenía 11. Ahora, a mis 19 años, lo veo como algo que me da igual en verdad, él sabrá si quiere hablarle o no a su hija. Los temas siempre son los mismos: su consumo de alcohol, mi enfermedad, política y diferencias de opiniones varias.
Con mi hermano no es diferente, con él dejamos de hablar hace dos meses.
Siendo sincera, no siento algo que me haga querer hablarles o acercarme a saber qué pasa. Como dije, ya ha pasado antes y siento que ambas relaciones están tan quebrajadas que no hay algo que salvar, porque siempre se repetirá la historia. Lo gracioso de esto es que ambos llevan años criticando que mi abuelo paterno no le habla a mi papá.
En fin, no tenemos obligación alguna de querer a alguien solo por compartir apellido y/o sangre.
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ochoislas · 4 years
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De niño no tenía yo muy buen carácter. Atormentaba a nuestras criadas. Detestaba en particular que fueran lentas y con ésas me ensañaba. O-kei era una de ellas. Incluso cuando me pelaba una manzana se quedaba parada —¿qué le pasaría por la cabeza?— y si yo no la reconvenía bruscamente una y otra vez, podía estarse allí pasmada para siempre con la manzana en una mano y el cuchillo en la otra. Llegué a la conclusión de que era boba. Con frecuencia me la encontraba en la cocina, parada allí sin hacer nada, aletargada. Yo me ponía extrañamente furioso con ella y a la vez, aún siendo un niño, me avergonzaba de ello. «¡Oye, O-kei! ¡Es para hoy!» Le espetaba tales palabras desconsideradas y otras por el estilo, con aire muy maduro; incluso ahora cuando lo recuerdo me suben escalofríos por la espalda.
Por si fuera poco una vez le exigí a O-kei que me recortara con las tijeras, uno por uno, todos los soldados de un desfile en un libro ilustrado. Había cientos de ellos: soldados de caballería, abanderados, otros con fusiles al hombro... A la torpe de O-kei le llevo desde la mañana hasta la tarde, sin parar a almorzar, recortar sólo unos treinta. Y aún así con pifias como llevarse por delante medio bigote del general o recortar enormes zarpas de oso en vez de manos a los soldados con fusil. Yo la increpaba por cada falta que cometía. Era verano y todos los recortes estaban empapados por el sudor de sus manos. Finalmente me puse colérico y le dí una patada. Aunque estaba seguro de haberle dado en el hombro, O-kei se cubrió la mejilla derecha con la mano y se arrojó al suelo llorando sin parar: «¡Nunca en la vida me han puesto un pie en la cara, ni siquiera mis padres! ¡Jamás podré olvidar esto!» Sus entrecortadas y quejosas palabras me hicieron sentir mal, y con razón. Pero como si fuera designio del cielo, seguí haciéndole la vida un infierno. Incluso ahora sigo siendo un poco así, no puedo soportar a la gente torpe y lerda.
Hace dos años mi familia me repudió. De la noche a la mañana me vi sin un céntimo. Merodeaba por los barrios de mala nota, abusando de la benevolencia ajena, viviendo al día; cuando casi pensaba que podría ganarme la vida escribiendo, caí enfermo. Gracias a la ayuda de alguien pude alquilar una cabaña para pasar el verano frente al mar turbio de Funabashi, en la prefectura de Chiba. Allí, cocinándome solo, fui recuperándome. Tuve que trabajar aún luchando con sudores que dejaban mi pijama para exprimirlo noche tras noche. Lo único que tomaba cada mañana era un vaso de leche fría. Sólo eso me hacía sentir curiosamente vivo y feliz. La cabeza me dolía de pura extenuación. Apenas distinguía como un chisporroteo de llamas la adelfa en flor de un rincón del jardín.
Un día por aquel tiempo se presentó en mi zaguán un policía. Era un hombre bajo y enjuto como de cuarenta años que estaba revisando el padrón. Mientras comparaba quisquilloso el nombre del registro con mi rostro desfigurado por la barba de varios días, me preguntó: «¡Oh! Pero ¿no es Vd. el señorito?». Lo dijo con el fuerte acento de mi pueblo. «Sí —respondí displicente—. ¿Y Vd. quién es?»
El policía sonrió tan ampliamente que le tuvo que doler: «Entonces es Vd. después de todo. No creo que se acuerde de mí, hace casi veinte años era carretero en el pueblo». Sin sonreír en absoluto respondí: «Como puede ver, he venido a menos». «No diga eso.» Y sonriendo todavía más jovialmente añadió: «Siga escribiendo sus historietas y triunfará». Sonreí con amargura.
«Por cierto —siguió el policía bajando un poco la voz—, O-kei siempre habla de Vd..» «¿O-kei?», al principio no entendí. De golpe recordé. «Aaah», gruñí sin querer. Sentado allí en la tarima del zaguán bajé la cabeza. Una tras otra todas las maldades que le había hecho a la obtusa muchacha veinte años antes me volvieron claramente a la memoria. Apenas podía quedarme quieto: «¿Es feliz ahora?». Al levantar la cara para hacer aquella impertinente pregunta recuerdo que una sonrisa pusilánime, propia de un criminal imputado, revoloteaba en mis labios. «Sí, está muy bien», mientras respondía tan franco y risueño el policía se secaba el sudor de la frente con un pañuelo. «¿No le importa si la próxima vez que venga me la traigo para que pueda presentarle sus respetos, no?» Di un respingo, aterrorizado: «¡No, no! ¡Claro que no! Quiero decir...», rechazándolo vehementemente me debatía en una indescriptible humillación y agonía. Pero el policía seguía sereno y contento. [...]
Tres días después de aquello, más preocupado por el dinero que por mi trabajo, no podía quedarme entre cuatro paredes. Cogiendo el junquillo estaba a punto de salir a la playa cuando la puerta de la entrada se abrió renqueando. Fuera había tres personas: una niña de uniforme escolar occidental junto con sus padres, vestidos con quimonos ligeros de algodón. Los tres en banda, lindos como para un retrato. Era la familia de O-kei. Muy alterado —y tan alto que yo mismo me sobresalté— farfullé: «¿Vinieron por fin? Pues ahora mismo salía por un asunto. Lo siento, vuelvan otro día».
O-kei se había convertido una apacible matrona. La chiquilla de ocho años se parecía mucho a la propia O-kei cuando era muchacha. Con sus ojos apagados me miraba vagamente. Salí huyendo a zancadas hacía la playa antes de que O-kei pudiera decir ni mu. Dando tajos a las hierbas y matas de la playa con mi bastón, sin volverme a mirar siquiera, trastabillando continuamente de pura rabia, enfilé la playa camino del pueblo, ciego. ¿Qué tenía que hacer en el pueblo? Cosas tan importantes como mirar los carteles delante del pequeño cine o el escaparate de la pañería. No paraba de chasquear de disgusto. En mi interior oía una voz que susurraba: «Has perdido, has perdido». Caminé frenético —¿treinta minutos?— y luego di la vuelta.
Al salir a la playa, me paré en seco. Allí delante de mí, a cierta distancia, había un cuadro de paz y armonía. O-kei, su marido y la niña estaban tranquilamente haciendo cabrillas en el mar entre gritos y risas. Sus voces llegaban hasta donde me encontraba.
«Oye lo que te digo —el policía bufó lanzando con fuerza una piedra—... Tiene la cabeza muy bien puesta, el día menos pensado será famoso.»
«Di que sí —era la aguda voz triunfante de O-kei—. Ya desde niño era muy particular. Incluso con los criados era muy mirado y amable.»
Allí plantado rompí a llorar. Toda mi alteración, mi ira, se fundieron con las lágrimas en un sentimiento de bienestar maravilloso. «He perdido. Y eso es bueno. Lo malo habría sido lo contrario. La victoria de esta gente alumbrará un día mi salida de este mundo.»
Dazai Osamu
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stmac3 · 5 years
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5
Estuvimos unas tres horas hablando, ellos contando innumerables historias y anécdotas ocurridas en sus vuelos y yo escuchando atento y riendo. A eso de la media noche ya quedábamos Andrea y yo. La versad es que era bien directa para decir las cosas, y no me había parecido nada de bruja, cómo se auto proclamaba. Era divertida y tenía un humor demasiado negro. Tendría unos cuarenta años y estaba casada hacía varios años con un francés y no tenían hijos y había vivido en Francia y Alemania. Cerca de la una me fui a dormir sin haber tenido noticias de Pedro Pablo. Igual debo reconocer que estaba un poco molesto porque no había llegado para que comiéramos juntos cómo había prometido y a pesar de haberle dejado una nota encima de su cama diciéndole dónde iba a estar, me había ido a juntar con el grupo como una forma de expresar mi molestia.
Cuando entré él estaba con la televisión encendida mirando una revista. Sin mirarme preguntó:
-Como lo pasaste con tus amigos?
-Bien, la verdad es que son súper simpáticos, sobretodo la Andrea.
-Ah si? Tiene fama de perra.
-Ya lo había escuchado, de ella misma incluso, pero no me parece que sea así. Creo que lo usa como herramienta para tener a los tripulantes de sus vuelos ordenados y haciendo lo que tienen que hacer.
Me saqué la ropa, me puse mi polera para dormir y me acosté.
-A qué hora es el wake up?-preguntó.
- A las tres de la tarde- respondí viendo la hoja con la información general de nuestros vuelos que estaba en el velador entre las dos camas- Como te fue con tu primo?
-Bien, fuimos a su departamento primero, porque tenía que revisar unos papeles de su trabajo, después a su oficina a dejarlos. Y cómo se había tomado la tarde libre me llevo a dar una vuelta y después a comer en South Beach.
-Ah, como me habías dicho que comeríamos juntos hoy te estuve esperando.
-Chuta! Se me olvidó completamente, perdóname!- dijo sorprendido. Se paró de su cama y se arrodilló al lado de la mía- perdóname, en serio!- dijo sobreactuando su cara de arrepentimiento.
-Jajaja-me reí de su cara fingida- no sé si pueda perdonarte. Esto te va a costar caro- le decía mientras me cruzaba de brazos y miraba hacia el televisor.
-Ten piedad...Que puedo hacer? -imploraba en broma.
Me paré de la cama, él seguía de rodillas.
-Bésame la mano.
-No sé si soy digno, señor!-decía tratando de ponerse serio y con cara de culpable.
-Ay, no seas tonto! Párate de ahí, ridículo!
-Me perdona, amo?
-Lo voy a considerar según cómo te portes-dije siguiéndole el juego.
-Permítame hacer méritos- dijo poniendo su mano en mi pantorrilla y subiendo lentamente hacia mis glúteos, luego me desabrochó los pantalones bajándolos hasta mis tobillos. Con ambas manos me bajó los calzoncillos mirándome a los ojos y me dejé llevar.
Al mediodía siguiente bajó a comprar fruta y unos muffins para desayunar algo rápido. Luego nos fuimos a dar una vuelta cerca. Hacía un poco más de calor que el día anterior pero estaba más nublado. Un poco antes de las tres ya estábamos de vuelta en la habitación, ordené mi maleta mientras él se duchaba, preparé mi uniforme sobre la cama y cuando salió del baño me metí inmediatamente a la ducha. En cuarenta minutos ya estaba listo para bajar, Pedro Pablo se había adelantado y cuando llegué al lobby del hotel estaba sentado en un gran sofá azul con la amiga de su hermana. Me senté frente a ellos y Claudia se sentó a mi lado. En unos minutos ya estaban los pilotos y toda la tripulación listos para empezar el briefing antes de partir al aeropuerto. Uno de los copilotos nos informó de las condiciones meteorológicas en la ruta y el destino, Andrea por su parte nos informó detalles comerciales del vuelo y partimos al aeropuerto.
Una vez embarcados los pasajeros, que eran bastante menos que en el primer tramo, ya habíamos hecho la demostración de seguridad, Andrea recorría el avión por ambos pasillos asegurándose que todo estuviera en orden. Al llegar al galley trasero se cercioró de que todo estuviera asegurado, revisó rápido los baños y bloqueo las puertas de estos.
Todos estábamos tomando nuestras posiciones para despegar. Caminó rápido hacia adelante. En unos minutos oímos a uno de los pilotos decir:
-Tripulación de cabina, estamos próximos al despegue.
El avión giró lentamente a la izquierda para empezar la carrera de despegue y en unos minutos ya volábamos sobre la bahía de Biscayne hacia el norte. En dos horas cincuenta ya estábamos aterrizando en JFK. Emocionado por conocer la Gran Manzana no veía la hora de llegar al hotel. Luego del largo camino hasta Manhattan por fin nos bajábamos del bus que nos había llevado desde el aeropuerto en el Hotel Lexington. Cada uno subió rápido a sus habitaciones y con Pedro Pablo hicimos lo propio, porque sabía que era mi primera vez ahí y que no podía esperar para salir a conocer. En un par de minutos ya estaba con jeans, zapatillas y una parka. Era noviembre y había un viento frío que ameritaba algo de abrigo.
Como Pedro Pablo había estado ahí algunas veces antes hizo de guía turístico. Apenas salimos del hotel caminamos un par de cuadras cruzando las avenidas Park y Madison hasta llegar a la Quinta Avenida. En un rato estábamos mirando a los que patinaban sobre hielo en la pequeña pista del Rockefeller Center. Caminamos hasta donde empieza Central Park mirando las vitrinas de las tiendas, cruzamos por el lado del Plaza hasta el muy dorado monumento a Sherman. A esa hora andaba poca gente en la calle. Me giré a mirar el camino que habíamos recorrido levantando la mirada para ver los altos edificios. No podía creer que reviviera ahí. Pedro Pablo me miró sonriendo, se acercó y me besó. Abrazándome y acercando su boca a mi cuello me dijo- Mañana si quieres venimos a recorrer el parque y a darle de comer a las ardillas-
Caminamos felices hasta un bar, pedimos un par de cervezas y hablamos del recorrido que haríamos al día siguiente.
Al llegar al hotel, pasada la medianoche, nos encontramos con un piloto que venía de comer con Andrea. Ella nos contó que al día siguiente se iba a ir a ver a una amiga de la universidad que vivía en Long Island y que se quedaría a dormir ahí la noche siguiente. Sacó una libreta de su cartera y anotó el número de teléfono de la casa de su amiga en una hoja que arrancó:
-Este es el teléfono de donde voy a estar, por cualquier cosa, el capitán también lo tiene.
Nos fuimos a dormir inmediatamente para levantarnos temprano y aprovechar el día. A la mañana siguiente salte de la cama y abrí la ventana de guillotina de la habitación y noté que hacía más frío que la noche anterior. Nos abrigamos y salimos a desayunar en una cafetería que había cerca. Estaba muy despejado pero había bastante viento muy frío. Luego de un desayuno que más parecía almuerzo, caminamos por el mismo camino que habíamos hecho la noche anterior hasta Central Park. El monumento a Sherman brillaba bajo el sol, estaba casi rodeado de carruajes como las victorias de Viña, y el olor a caballos era el mismo. El parque se veía precioso con los colores del otoño, el follaje de los árboles iba desde el verde, pasando por múltiples tonos de amarillo y naranja hasta el rojo. Caminamos por los senderos hasta llegar a The Literary Walk, una suerte de avenida peatonal dentro del parque que desemboca en unas escaleras de piedra arenisca tallada, que bajan hasta una gran fuente con un angel de bronce, más atrás de la fuente hay un lago. Nos sentamos en los peldaños bien cerca el uno del otro, pálidos por el frío y nos besamos mientras pasaba gente por nuestro lado, no me importó. Luego nos tomamos unas fotos juntos, las primeras que nos tomábamos, no podía esperar para revelar el rollo.
Caminamos por el parque tomados del brazo mientas yo iba pensando en cuanto disfrutaba estar con él, en lo bien que me sentía hacer como él al importarme muy poco lo que pensara el resto. Sentía que al fin estaba viviendo de la manera que siempre había querido.
Pasamos el resto del día recorriendo calles, y lugares iconicos de la cuidad, entramos al Museo de Historia Natural y por la tarde subimos al mirador del Empire State, a eso de las cinco de la tarde nos fuimos al hotel a descansar un rato. Nos tendimos en la cama y yo me dormí profundamente. Desperté pasadas las ocho de la noche con la sensación de haber dormido muchas horas, pero sacando la cuenta había sido solo una hora y media. Miré alrededor y Pedro Pablo no estaba. A los pocos minutos entró.
-Bajé a comprar una tarjeta de teléfono para llamar a mi mamá.
-Todo bien?-pregunté
-Si, mi abuela está enferma y quería saber cómo seguía.
Al rato salimos a comer algo por ahí. Volvimos al hotel cerca de las once de la noche y nos fuimos directo a la cama, finalmente nos dormimos cerca de las dos de la mañana.
Al día siguiente nos levantamos temprano para ir al World Trade Center y subir al mirador que había en una de las torres. En una de las torres hubo un atentado explosivo en el subterráneo a principios de ese año, por lo que el control de seguridad para subir era bastante similar al de un aeropuerto. El ascensor era de tamaño considerable y un guía explicaba mientras subía rápidamente a la velocidad que viajábamos y otros detalles de la construcción hasta alcanzar el piso 107. Recorrimos los grandes ventanales viendo el paisaje que nos rodeaba, luego subimos aún más hasta la terraza en la azotea. El viento frío nos hizo bajar pronto no sin antes pedirle a unos turistas japoneses que nos tomaran una foto.
Luego de la visita al WTC nos fuimos en metro hasta el Hotel a almorzar algo rápido para aprovechar de dormir. Al llegar a la puerta del hotel aproveché de tomar dos fotos de cualquier cosa que llamara mi atención para terminar rápido ese rollo de película y dejarlo revelando en una tienda al lado del hotel y pasar a buscarlo antes de salir al aeropuerto. Unas pocas horas más tarde, mientras Pedro Pablo se duchaba, bajé a buscarlo y subí rápido para que viéramos las fotos juntos. Salió del baño con una toalla a la cintura y se sentó a mi lado para revisar las fotos recién reveladas.
-Te ves lindo en todas y yo me veo feísimo!
-Como se te ocurre decir esa estupidez? Te ves muy lindo!
-Claro, porque sales tu en la foto, solo por eso no me veo tan mal...regálame esta?- dijo mostrándome una que me había tomado en Central Park.
-Bueno, y esta en que estamos los dos.
Las fue a guardar en ese mismo momento en un libro que tenía en su maleta. Cuando la abrió para buscar el libro que no había visto hasta ese momento, apareció algo que se me hizo conocido. Me paré para ver mejor y eran una polera y unos calzoncillos míos, usados, que no supe cómo habían llegado hasta ahí.
-Y eso?-pregunté intrigado.
-Ehmmm....no sé -respondió como si no tuviera idea de lo que hablaba- No sé cómo llegaron aquí.
-Que raro.
No se aguantó la risa:
-Busted!-dijo levantando las manos como si lo estuviera deteniendo la policía- Te los hurté hoy en la mañana y no te diste ni cuenta!
-Y para qué los quieres? Me hubieras pedido algo y te lo regalaba, pero limpio!
Me miró con malicia:
-Eso es exactamente lo que no quiero-dijo mostrándome los calzoncillos que había usado el día anterior con una mancha de mi semen.
-Asqueroso!!!!-le dije riendo.
-Cómo va a ser asqueroso? Es tuyo! Este es mi nuevo tuto, me voy a dormir oliéndolos cuando no te tenga cerca. Te dejé algo en tu maleta, pero revísalo cuando llegues a tu casa-dijo guiñándome un ojo.
-Ves que eres asqueroso? Cómo vas a oler esos calzoncillos todos moqueados ?
Se acercó a besarme y me dijo:
-Para acordarme de lo bien que lo pasamos y de cuanto me gustas.
Al mediodía siguiente, estaba entrando a mi casa, Gonzalo y Cristian no estaban, me habían dejado una nota donde decía que volvían en la noche y que me invitaban a comer para celebrar mi primer vuelo largo.
Abrí mi maleta para ver qué era lo que me había dejado Pedro Pablo. Debajo de toda la ropa había una bolsa que no reconocí, la abrí y me encontré un osito de peluche chico con una tarjeta y una bolsa más pequeña que tenía dentro unos calzoncillos suyos, sospeché lo peor, pero estaban limpios.
Abrí el sobre:
“Gracias por estos días”
Dejé su regalo en el velador y me metí en la cama, en segundos estaba profundamente dormido. Desperté y no había ruido en el departamento, el sol se había puesto, pero aún estaba claro. Salí al pasillo y noté que la puerta de Gonzalo estaba cerrada, más temprano me había fijado que estaba abierta. Me acerqué y la golpeé despacio. En unos segundos abrió Cris.
-Llegamos hace rato y nos pusimos a ver una película aburridísima, Gonzalo obviamente se quedó dormido cuando empezó - dijo susurrando.
-Ah, yo me desperté recién. Ahora me voy a duchar.
-Ya, yo lo voy a despertar para que salgamos.
-Súper, yo voy a buscar unos regalitos que les traje!
Una hora más tarde nos estábamos subiendo a un taxi, porque Gonzalo no quería que nadie manejara borracho, y esa noche quería que lo pasáramos bien sin andar preocupados de dónde estacionar ni de nada.
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masalladeunosojos · 5 years
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Ser libre
Cuando era niña le tenía miedo a la arena. No recuerdo bien el porqué, tal vez creía que era movediza y me iba a devorar si ponía un pie sobre ella. Para mi suerte, durante toda mi infancia veraneamos en la Barra del Chuy y se podía bajar a la playa en auto. Si lograban sacarme de él, era para quedarme sobre una silla hecha bolita, no podía hacer contacto con el suelo, de ninguna manera. Tampoco entrar al agua, también le tenía terror y lloraba cada vez que me metían a upa, obligada. Era especialista en extorsionar a mi madre para que me trajera baldes con agua de mar y me los tirara arriba para combatir el calor.
De todas esas idas a la playa recuerdo una en especial, el día en el que por culpa de la bendita arena el auto se nos quedó enterrado en pleno sol de mediodía. Obvio que yo estaba dentro, fue de las veces en las que no pudieron convencerme de salir.
Antes de notar ese percance, todos disfrutaban del sol y el agua mientras yo me limitaba a mirarlos de lejos. A pesar de no querer bajarme, me gustaba ir a mirar el agua. La brisa del mar golpeó mi rostro con frescura, y la piel se me erizó al preguntarme si sería posible disfrutar de la belleza de aquel lugar sin usar todos los sentidos. No poder oler la mezcla entre sobredosis de salitre y protector solar. No poder sentir la espuma de la orilla haciendo cosquillas sobre mis pies cuando mis padres me balanceaban sobre ella para apenas tocarla. No poder escuchar las enormes olas rompiendo una tras otra. No poder perderme en la inmensidad perfecta del océano con tan solo mirarlo. No poder ver… me pregunté cómo sería el mar si no lo viera. Cerré los ojos y me volví más susceptible a cada sensación. Se me dibujó una sonrisa y, de inmediato, me invadió la angustia. ¿Cuántas personas no conocen el mar? ¿Cuántas no lo conocerán jamás como yo lo conozco? Me envolví en el remolino de dudas y terminé durmiendo una larga siesta en el Volkswagen blanco de mi abuelo. Pero mi cabeza no paró, nunca lo hace. Trasladé esas preocupaciones directo a mis sueños.
Una pequeña niña estaba parada en la orilla del mar. Era yo, pero no era. No era porque no podía ver. Sentía el agua helada tocar la punta de mis dedos. A mis espaldas chillaban gaviotas alborotadas, peleándose por un pez muerto que boqueaba en la arena. Solo las conocía por el sonido, y en mi mente se parecían más a dinosaurios voladores que a pájaros. Una mujer se acercó despacio y me tomó la mano.
—Vamos a entrar — susurró. Reconocí la voz. Era mi madre. Asentí con la cabeza, apreté su mano y nos adentramos en el mar. Sentí cómo las olas reventaban en mis rodillas y me desequilibraban. El sabor a agua salada que entraba por mi boca hizo que me ardiera la garganta. Mamá me ayudó a agacharme para mojarme el pelo y salimos con cuidado.
En la orilla otra vez, me quedé sentada. El agua me sorprendía alcanzándome y cubriéndome el cuerpo por un segundo para luego desaparecer. Me quedé en silencio, el agua iba y venía, y el mar parecía cantar en mis oídos. Era la sensación más hermosa que había sentido en la vida. Y era tan real que me asustaba. Sobre todo querer ver eso tan bello que me rodeaba y no poder, que fuera una imagen borrosa en mi mente a oscuras.
Desperté de golpe. Mi abuelo estaba sentado a mi lado intentando desenterrar el auto para poder irnos a almorzar.
—¡Esperen!— grité desesperada—. Todavía no podemos irnos. Mamá y el abuelo me miraron desconcertados. Me ayudé con las dos manos para abrir la puerta, me bajé del auto y me paré en la arena. Estuve inmóvil por unos segundos mientras mi familia esperaba sin entender nada. Caminé hasta mi madre, la miré y le agarré fuerte la mano.
—¿Vamos al agua?—pregunté sonriente. Ella me devolvió la sonrisa y me acompañó sin decir nada.
Al llegar a la orilla me detuve, cerré los ojos y sentí el mar a mis pies. Luego los abrí e intenté capturar cada detalle como si fuera una foto. Me sentí pequeña estando tan cerca y, a la misma vez, gigante. Desde ese entonces me prometí a mí misma que jamás iba a dejar que el miedo me volviera a privar de ser así de feliz.
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amores-perdidos · 3 years
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5| Un clavo saca a otro clavo: ¿Es lo que necesito?
Al volver a Bucaramanga, los días pasaban de forma lenta, en mí interior, silenciosamente, cargaba un dolor muy intenso. Mi familia no sabía nada de lo que había ocurrido, mi hermana estaba en Madrid, solo me quedaba seguir adelante y enfocarme en mi carrera. Esa semana, mi universidad había programado una actividad grupal para desarrollar en las clases de proyecto. Se llamaba “Taller Horizontal”; consistía en realizar un cenotafio para la arquitecta fallecida; Zaha Hadid. Decidí asumirlo como un reto, fueron cinco días intensos que me mantuvieron ocupado, lejos de la nostalgia o los pensamientos de Fernando. Sin embargo, Dante me seguía escribiendo, cada vez de forma más frecuente.
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Después de dos semanas de mi regreso de Bogotá y largas pláticas con Dante, decidimos que era el momento de conocernos. Acordamos que el sitio del encuentro sería McDonald`s, quedaba cerca de mi casa y de su universidad. Recuerdo que ese día había tenido clase por la mañana y había vuelto a casa para almorzar. Tipo tres de la tarde decidí que ya era hora de arreglarme para ir. Hasta ese punto yo no veía a Dante con algún deseo amoroso, simplemente como a un amigo. Antes de montarme a mí carro, uno de mis perros había llegado de pasear por el parque. Cuando me saludó, ensució todo mi pantalón, así que tuve que subir a cambiarme, causando un poco de retraso. Siendo franco, mí atuendo era muy casual, tenía nervios porque era un desconocido, pero no lo veía como una primera cita.  
Al llegar al lugar, le di una vuelta, noté que Dante no había llegado aún. Decidí esperarlo en la terraza del primer piso. Después de cinco minutos me escribió que había llegado. Me paré y comencé a buscarlo. Mi visión es pésima, la describiría con un campo visual de dos metros a la redonda, por esa razón batallé un poco para encontrarlo. En el momento menos esperado, lo vi. Me estaba esperando en la puerta del restaurante, se veía un poco acalorado, como si hubiera corrido. Sus mejillas estaban rojas y sudaba por doquier. Mi primera impresión fue su ropa, vestía una camisa manga larga y pantalón. Me hizo cuestionarme un poco mi outfit y entendí que era una cita. Nos saludamos y ordenamos de comer. Yo pedí un helado, cuando estoy nervioso no me da mucho apetito.  
Nos ubicamos en la terraza, aún podía ver cómo el niño sudaba e intentaba disimularlo. Entre las típicas preguntas de rutina, la charla se fue dando. Comenzamos a platicar sobre nuestras universidades, profesiones, familias, etc… Todo iba muy bien hasta que en un punto, Dante comenzó a tener un poco de franqueza conmigo, más de la que esperaba. Los primeros comentarios que rayaron un poco mi cabeza fueron sus atípicas experiencias sexuales. Hasta ese momento yo solo había estado con tres personas. Mi mente era un poco conservadora y tenía la idea del amor sobre el sexo, la promiscuidad no la veía de la mejor manera. También me impactó los detalles con los que Dante contó cada uno de sus encuentros, un poco de diarrea verbal, o bueno, así lo puedo llamar.  
Después de dos horas de plática, decidí que era hora de volver a casa, a excepción de las pláticas sexuales, sentía que la cita había salido muy bien. En verdad teníamos química y parecía un niño agradable. Debo admitir que ciertos rasgos de Dante coincidían con los de Fernando. Mis amigos decían que era “la versión fea de él”. En ese momento, tal vez se parecían, hoy, cuatro años después, puedo asegurar que son personas totalmente distintas, en físico y personalidad.  
Aunque Fernando no salía de mi mente y mi corazón, tenía claro que la relación con él había terminado. Sin importar que yo estuviera enamorado de él, tomé una decisión. No sé si culpar al despecho o a mi instinto de perra, pero invité a Dante a mí casa. Él aceptó de inmediato. Nos montamos a mí carro y conduje a casa.  
Estaba un poco nervioso, llevaba dos horas con él y ya estaba en mi carro. Al llegar a casa, Dante quedó un poco impactado con la visual de la casa. Ese día queríamos ver una película pero los planes cambiaron cuando mi mamá llamó. Me preguntó si ya estaba en casa porque ella ya estaba saliendo del trabajo. En ese momento le expliqué la situación a Dante. Él entendió y se fue a casa.   Esa noche tenía muchos sentimientos encontrados, sabía que mi corazón pertenecía a Fernando pero Dante podría ser la forma de olvidarlo. Un pensamiento súper egoísta de mi parte y bastante perra.
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“S” el primero y el último 💔 (primera parte)
Comienzo la historia con “S”, el primero que relataré ya que ha sido el último en esta larga lista. Hace dos años y medio comencé este camino. Recién separada, con una hijita pequeña, sola, triste, encerrada en mi pequeño mundo, pero saliendo de nuevo al mundo. Todo había cambiado. Después de 5 años en una relación seria y “estable” conocer hombres nuevamente es casi todo un desafío. Pero “S”, como dije al comienzo, es el último desafío en el que me embarqué, uno de los más complejos, uno de los más desgastantes. Desde ayer recién perdimos contacto, pero comenzaré desde el principio de esta “relación”.
La historia comienza hace más de 4 meses. No parece tanto pero para mi fue bien intenso así que lo sentí incluso más largo que esos 4 meses que realmente fueron. Lo ubicaba de la universidad solo de vista, un año atrás nos encontramos en una fiesta a la que fui con un colega de él con el que salía en ese momento, “L” que tendrá su propio capítulo, de hecho quizás más de uno, porque ese es cuento a parte, importante y sufrido.
Volviendo a “S”, en esa fiesta intercambiamos número sin yo contarle que salía con su colega, ambos arquitectos. Un par de veces hablamos por mensaje pero nunca coordinamos salír porque salía con su colega y cuando eso terminó conocí a alguien más y así hasta un año más tarde. Cuando estaba para variar sufriendo por otra relación fallida hablé a “S” para sacar el clavo con otro. “S” no era como “A”, el anterior, que ahora volvió y que también tendrá su capítulo o capítulos especiales. “A” físicamente guapísimo, alto, 1,88 mts versus mi 1,64 mts, me mataba ya que siempre me relaciono con tipos bajos o de mi porte y los tacos me encantan, aparte una personalidad avasalladora y todo un galán, me hacía y me hace aún sentir guapa, segura, en fin,su seguridad era traspasada. “S” todo lo contrario tanto física como emocionalmente. Bajo, según él mide 1,72 mts, según yo con suerte me supera en un par de centímetros. En nuestro reencuentro me sorprendió lo gordo que estaba pero en su defensa ahora terminó más gordo creo yo por mi culpa. Jamás me ha importado lo físico así que eso no era para nada un problema, pero su personalidad sí que lo era. Esta personalidad fue apareciendo con el tiempo, de a poco, pero sin vergüenza y sin disimulo.
El primer día que nos vimos hicimos lo que más me gusta, tomar vino. Nos tomamos dos botellas y en su departamento. Yo había ido en mi auto así que después de las dos botellas, yo bien borracha, me sugirió quedarme ahí. Conversamos toda la noche, nos contamos parte de nuestra vida pero por más que lo miraba no me producía lo que “A”. Esa noche se mostró muy seguro y me contó que no estaba muy bien laboralmente, pero no dio más detalles. Me parecía interesante eso si que viviera solo y fuera muy independiente ya que “A” hombre de 37 separado había vuelto al lecho de su madre. Yo soy por naturaleza coqueta y así comenzamos a coquetear. Si miro para atrás no se por qué lo hice, en ese momento de verdad no me movía ni un pelo, creo que por despecho hacía el anterior, estupideces que hace uno dolida. Después de unas cuatro horas se acercó más de lo debido y yo no lo alejé. Me dió un beso y fue bastante bueno. Esperé que siguiera pero no fue así, seguimos conversando y pasó un buen rato antes de darnos un segundo beso. Entre beso y beso me convenció y me quedé en su casa. Creo la otra opción era buscar un taxi para irme a casa porque conducir no era una buena idea. No me enorgullece haberme quedado el primer día. No iba preparada, tuve que pedirle una polera y como no me gusta dormir con jeans solo usé su ropa. Me las di de seria por un rato y le dije no pasaría nada pero sabía que era estupido pensar eso si estaba acostada a su lado casi sin ropa. Me buscó un montón de veces y bueno, no me aguanto, me encanta la intimidad, pasó lo que debía pasar. No una vez, varias veces. Yo tengo una regla, que casi nunca funciona, en la que si conozco a alguien y me gusta no me acuesto a la primera cita pero si se que no lo veré nunca más sea cual sea la razón me lanzo no más. Este episodio pensé sería así, como no me gustó lo suficiente pensé no lo vería más y además pensé que él tampoco lo querría decirasí que deje correr las pasiones no más. Fue bueno, pero en ocasiones no me sentí tan cómoda por lo que con mayor razón quise que terminara ahí. Al día siguiente desperté un poco avergonzada y queriendo arrancar pero él fue muy simpático y me invitó a tomar desayuno y entre la buena conversa se hizo tarde y me invitó también a almorzar. Me quedé hasta la tarde en su casa y pareció que nos conociéramos de toda la vida. Pero de un momento a otro me dijo que debía salir así que tomé mis cosas me dio un beso en la cara me dejó en su puerta y cerró. Me sentí como prostituta barata. Rápidamente baje el ascensor y me fui al auto. Mientras conducía a mi casa me convencí a mi misma que no lo vería más.
Pasaron dos dias y me llega un mensaje de él. No se porque algo dentro de mi se alegró. Quería convencerme que no me gustaba pero al parecer algo había causado en mi. La alegria de ese mensaje duró bien poco cuando me di cuenta o sentí que en realidad me hablaba para pedirme que si podía pagarle uno de los vinos que habíamos comprado y habíamos acordado pagar a medias (habíamos comprado un vino cada uno pero yo pava sin tarjeta no pude pagar, él lo pago y yo me comprometí a transferirle y no lo hice). Le pedí sus datos fríamente porque a pesar de que me comprometí en pagarle ese cobro me pareció muy mata pasiones, se que me equivoco porque era mi responsabilidad, pero en fin, más tarde cuando supe su real condición laboral y financiera entendí ese cobro. Al transferir ni siquiera le mandé un mensaje de confirmación y me olvidé del celular toda la tarde en el trabajo. Después de unas cuatro horas revisé el celular y me había escrito “gracias, muy bello tu nombre completo”, al verlo en la transferencia bancaria. Cómo no recibió respuesta luego me escribe “no te hablé para cobrarte por si acaso, te hablé porque te quiero ver, cuándo vendrás a mi casa de nuevo?”. Todo esto había sido hacía unas tres horas. Le respondí tratando de ser fría pero no muy pesada “nunca voy donde no me invitan” (frase que semanas más tarde me la restregaría después de nuestra primera discusión), a lo que respondió “ven a verme”. Era martes y no podía, terminamos coordinando una junta para el día jueves. Ese día nos juntamos de nuevo en su casa, durante los dos dias anteriores habíamos hablado harto por mensajes, nos contábamos de nuestro día y así, típico de cuando comienzas algo. Ese día jueves antes de verlo a él me junté con “A” para entregarnos algunas cosas que aún teníamos el uno de el otro, y le conté a “A” que había conocido a alguien más. Lo hice para hacerlo sentir mal y creo funcionó ya que su cara tuvo una leve desfiguración al verme pararme e irme sin decir nada más.
Llegué donde “S” con un helado y galletas, era una tarde calurosa y quedamos en ver algo en Netflix así que el helado era la mejor compañía. Llegué y me tiré en su cama como si nos conociéramos de toda la vida nuevamente. Estuvimos así mirando algo en Netflix por al menos dos horas. Ni un acercamiento, ni una mirada, ambos acostados uno al lado del otro mirando la pantalla, pero sentía su nerviosismo y ahí comencé a comprender que no era este macho que intentó vender en la primera cita, era un perrito asustado y muy inseguro. Después de dos horas acercó su mano a la mía y la tomó así estuvimos por media hora más hasta que dio el siguiente paso, acurrucarse a mi lado. Todo esto así tan lento me pareció de lo más romántico. Mire la hora y ya era tarde y debía irme. Me paré y él se paro junto a mi y me dio un beso y fue como una explosión. Nos besamos apasionadamente contra la pared. Ahí hubo una pequeña mariposita revoloteando locamente en mi estomago. Ahí supe que volvería a verlo... (continuará).
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fer-dreamy · 8 years
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Cómo es que vuelves y nisiquiera lo sabes?
Escribo esto más para desahogarme, para pedir perdón, para sacar todo... Puta él tuve una larga historia... Una de esas que nunca olvidas... Todo llegó sin aviso, yo era muy chica y desde el comienzo decidí dárselo todo «TODO» . Deben pensar... Es el primer amor, de seguro debí haber pensado que iba a ser para siempre. Bueno... No siempre fue así. Al principio de nuestra relación yo no le daba muchas esperanzas, ya que éramos muy diferentes... A mi encantaba lo romántico y el no tenía idea de lo que "romántico" significaba. Yo enamorada hasta las patas y más de una vez pensé que el no lo estaba... Después de los 5 meses todo fue para bien, era nuestro mejor momento, tirábamos como enfermos y nos amábamos como si no hubiera un mañana. Yo amaba a su familia y bueno... El no a la mía. Pero lo entendía, es difícil lidiar con mi mamá. Lo amaba, lo amaba con cada parte de mi corazón... Todo cambió un 19 de septiembre de 2015... ¿Que pasó? Nos pillaron en la plena. Yo me acuerdo que pensaba «esto es un sueño, esto no puede ser, es mi fin» y bueno, después de ese día todo el "cariño" que le pudo tener mi mamá se esfumó. Así como yo lo amaba con cada parte de mi corazón, ella lo odiaba con cada parte de el suyo. La pasamos tan mal, no nos podíamos ver como antes y eso era HORRIBLE. Eso derivó un poco a que mi amistad con un ex amigo de él se tornará más "fuerte". Al no poder verme con mi pololo acudía a su ex amigo amigo ( y amigo mío) y me desahogaba con él. Hubo un tiempo... En el que yo pensé que en ese momento mi pololo ya se había cansado de la situación con mi mamá y de verdad ya no quería seguir conmigo. Así que recurrí a "sacarle celos" y no se me ocurrió mejor idea que con el susodicho «la peor idea» todo el plan se fue a la mierda cuando mi amigo se lo tomó en serio y bueno... Yo no lo paré y seguí el juego «si, fui una perra y me arrepiento profundamente» en fin... No pasó nada con él y no volvimos a hablar. Me sentía la peor persona del mundo, de verdad. Lo amaba y había sido una perra. En fin... Todo esto influyó en lo peor y mejor que me ha pasado en la vida... Me cambié de ciudad... Si la sufrí? UN MONTON, yo lo amaba tanto, tanto, que pensaba en maneras de arrancarme e ir a verlo, pero no podía, lo mejor era ganarse la confianza de mi mamá para poder ir a verlo y que dejará que él viniera. Cuando nos separamos fue donde de verdad analicé mis sentimientos... Lo amaba con tanta fuerza, con tanta alma... Que mi sentía que mi corazón se me iba a salir por la garganta (literal, vomitaba). Cómo era posible amar tanto a una persona? Alguien ha amado tanto a una persona como yo amaba a mi ex? El primer mes fue... no se como fue pero lo único que se es que no había cosa que amara más que me llamara cada vez que me extrañaba, te juro que yo me enamoraba perdidamente de él cada vez que escuchaba su voz, me amaba y no podía estar más feliz. Los meses pasaron y no nos veíamos tan seguido como queríamos, pero yo podía con eso, lo que yo no sabía era que él no. Cuando pasaron 3 meses él terminó conmigo. Lo acepté, le dí las gracias por todo lo vivido y corté (si, fue por teléfono), salí de mi pieza me senté en el sofá, revisé mi celular y nada, ningún mensaje... Y ahí fue cuando me di cuánta que de verdad habíamos terminado. Corrí a mi pieza y lo llamé, no quería estar sin él, lo amaba y no iba a permitir que todo se acabará así... Me contestó, hablamos unos 2 minutos y su respuesta fue un "no" , lloré y lloré... Habíamos estado tanto tiempo juntos (1 año y algo) que ya no me imaginaba la vida sin él (literal)... Al paso de unas semanas volvimos... Feliz again jdjd. Duramos sus 4 meses cuando todo se arruinó de nuevo. Ya no me hablaba tanto como antes y cada vez que lo llamaba sentía que de verdad no quería hablar conmigo... Me sentía mal, me sentía estupida... Pero lo amaba. Terminó conmigo, de nuevo, pero esta vez era diferente, no sentía que terminaba por la distancia, sentía que terminaba porque ya no me amaba. Así que esta vez no lo llamé. Esta vez la sufrí enserio, está vez me sentí tan humillada, tan tonta, tan despreciada... Es terrible que terminen con uno y más si tú estás locamente enamorado de la persona. El dolor fue tan grande que de verdad sentía que me habían atravesado el corazón con un cuchillo. Llamé a mi mejor amiga, lloraba como loca, rompí todo lo nuestro, ahora estaba enojada... Triste, dolida, humillada y enojada. Nunca había sufrido más en mi vida, ni si quiera cuando mi papá me dejó a mi y a mi familia... Mi ex me había enseñado en confiar en los hombres y tiempo después me enseñó a no confiar en ellos. Irónico no? Falté al colegio 2 días, estaba muy mal. Fue un momento muy difícil. Iba a ver a mis amigos a mi antigua ciudad y terminaba borracha llorando, era vergonzoso porque tenemos los mismos amigos. Ellos me decían "Fer si ya no te quiere, te olvidó, olvidate de él, él ya no te quiere" yo? Yo la sufría más. Pasaron unos cuantos meses y de vez en cuando me mensajeaba con su mamá (con la cual yo tenia mejor relación que con mi mamá.. la extraño) para saber cómo estábamos y ponernos un poco al día, ella quería verme, pero sabía que no era correcto... Un día mientras hablábamos ella me dice que veía mal a su hijo (por nuestra separación), lo cual yo veía ilógico por lo que me habían contado sus amigos, pero bueno, supuse que su mamá se pasaba royos y no quería pasarme royos yo también pensando que él me extrañaba así que no le dí mayor importancia y cambié de tema, no quería dejar de hablar con ella, la extrañaba un montón. Rollo Un mes después fui a una celebración en mi ex colegio (colegio de mi ex y todos nuestros amigos), apenas me vió se fue, y yo aproveché de hablar con su mamá (era un evento familiar). Después del evento me fui a la casa de uno de nuestros amigos en común. Cuando de la nada me llama mi ex suegra invitándome a almorzar a su casa, jurandome que su hijo no estaría en todo el día. Yo fuí y llevé a mi amigo. Hablamos un montón, de verdad la extrañaba. De la nada llega su hijo, mi ex, y yo roja, pero rojaaaaaaa. Ya no había nada más que hacer así que tuvimos que hablar, ya no tenía rencores así que tomé de forma positiva el verlo. Pasamos la tarde los tres de lo más bien... Era la hora de irme y yo no me quería ir, lo extrañaba y no solo como pareja si no como amigo. Asuntos x llevaron a que no pudiera irme así que nuestro amigo en común dejó que me quedara en su casa para irme al día siguiente. Nuestro amigo no estaba en su casa así que tendría que esperar en la casa de mi ex a que él llegara para reunirnos en una mini fiesta que se haría en la noche y así después irnos juntos a su casa. En la casa de mi ex volvimos a ser nosotros de nuevo, los dos solos, éramos los de siempre. En la fiesta traté de acercarme más a mi ex y logré un poco hacerlo y le pedí si me podía quedar en su casa, ya que nuestro amigo se iría tenprano y quería quedarme un poco más en la fiesta. Él aceptó. Llegamos a su casa, subimos a su pieza y le pedí que pusiera un poco de música y pasó lo que tenía que pasar, nos acostamos. Y por primera vez sentía que de verdad habíamos el amor, lo amaba, lo amaba un montón. En el acto pronunció las palabras "te amo", me sentí completa. Nos acostamos otra vez una semana después, esta vez fue diferente, fue como los viejos tiempos, no sabía a donde nos llevaba esto, pero lo disfrutaba. Lo amaba, lo amaba en cuerpo y alma. Esta vez nos pillaron sus papás y me fui inmediatamente de su casa, desde ese día no hablo con su mamá y de verdad la extraño. Después de eso no hablamos más, sentí nulo interés de él hacia mí y ahí fue cuando analicé toda la pelicula... Me habrá usado solo para acostarse conmigo? Nunca lo sabré, pero prefiero pensar que no, no quiero sufrir más de lo que lo hago. Después de dos meses (diciembre 2016) sentí que algo estaba mal... cuento corto? Mi ex y su ex mejor amigo (susodicho) volvieron a ser amigos y me culparon a mi de su separación (no los culpo, pero si lo hice no fue con esa intención, podré haber sido una perra pero no con intención). Hablé las cosas con mi amigo, le pedí disculpas por todo lo ocurrido y quedamos bien, no amigos pero bien. En fin... Todo eso hizo que me sintiera como una mierda de verdad, me sentía tan mal, taaaan mal... Tenía dos opciones: 1) mandarle un mensaje a mi ex pidiéndole disculpas y que mandara a la chucha. o 2) dejar las cosas así y dejar que el universo se encargara de todo. Elegí la segunda, y al fin y al cabo eso hizo que medio superara a mi ex, digo medio superara ya que hizo que no le hablara más por la vergüenza. Ahora él no me quiere ver ni en pintura y yo respeto eso, pero espero esté bien. Si lo olvidé? No, como puedes olvidar a alguien que te hace sentir tantas cosas sin nisiquiera quererlo? Me ha ido bien distrayendome con otros tipos y hablando con otras personas pero tantos recuerdos que compartimos hacen que todo me recuerde a él. Es terrible, pero tengo que vivir con eso... He pasado tanto tiempo haciendo lo que sea para olvidarle que llegué a un punto que ya me da igual, lo olvidaré cuando tenga que olvidarlo y ya, no? Si por si alguna extraña razón el universo este post a llegado a las manos de mi ex... Déjame decirte que te amo, si, te amo con todo mi corazón... Pero al mismo tiempo te odio, te odio por hacerme todo esto, te odio por enamorarme cada vez que escucho tu voz o cada vez que veo una foto tuya, te odio por tener ese efecto sobre mi sin ni siquiera quererlo, te odio y te amo... Te extraño, extraño cuando me hacías cariño en la cara y pelo, extraño cuando te sentabas como indio y yo me sentaba en medio, extraño dormir contigo, extraño sentirme amada, extraño que me mires y me digas lo linda que soy, extraño pelear contigo y que me abraces por la sintiera haciendome saber que lo sientes, extraño cuando hablábamos de corazón a corazón, extraño cuando me enfermaba y me ibas a ver, extraño estar para ti cuando estabas triste, extraño llorar contigo y no por ti, extraño cuando nos acostamos en en el pasto de tu casa, extraño las buenas noches, extraño tus abrazos, tus besos, cuando tarareabas una canción que te gustaba, extraño mirarte cuando no te dabas cuenta, extraño tener sexo contigo, extraño tus constantes "te lo dije", extraño cuando yo era la única para ti y sobre todas las cosas... Te extraño a ti, más de lo que nunca he extrañado a alguien.... Perdóname por todo lo que hice, se que nunca lo harás pero con que lo sepas está bien. Vale decir que nuestra historia fue complicada, larga y complicada, pero no la cambiaría por nada... Porque el tiempo que estuvimos juntos, fue lo mejor de mi vida. He ocultado por mucho tiempo este sufrimiento, pero llegas a un punto en que ya no puedes guardarlo más y necesitas explotar... Si leíste esto y de verdad alguna vez me amaste porfavor no te rías de mis palabras y pienses que soy una estúpida. Por favor ten algo de respeto. 4 horas escribiendo esto entre risas y lágrimas. Te amo.
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nomores-smiles · 5 years
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El día que de 65 kg bajé a 52 kg
Toda mi vida he estado en sobrepeso.
Toda mi vida me he visto gorda y cada visita al doctor como respuesta había un "ella está pasada de peso" = gorda.
Me han dado apodos cariñosos pero que incluye una imagen de alguien o algo gordo.
Me daba asco verme al espejo. Jamás me vería bien, la talla de la ropa iba ascendiendo y tenía que comprar nueva ropa por estar gorda.
La ansiedad que me produjo comer siempre cuando chica me hizo gorda.
Ahora era grande, y no era linda, para nada. Podían llamarme tierna, parecía una niña gorda y tierna.
Pero ser gordo es un asco. Y cada tarde me deprimí. Dejé de comprarme dulces y así fue mi primer año (2017) oyendo los comentarios de mi familia, halagando a niñas delgadas y muy femeninas.
Pero lo femenino no coincide con los cuerpos obesos como el mío.
2018, y a pesar de ser una adolescente , mi apariencia de niña obesa tierna y pequeña no ayuda a lucir de mi edad. Debería cuidarme más, debería bajar más de peso. Y evité los desayunos, luego de todo, no moriría por ello.
Y descubrí mi cielo, mi paraíso, descubrí que no estaba sola en llegar a mi meta (43 kg) y que podía llegar a lucir muy genial.
Y me determiné en hacerlo, pero algo falló. Almorzar y cenar me daba asco.
Y vomité cada vez que mi cuerpo no quería mas pero no sabía parar. Y mi cuerpo quería comer todo pero jamás terminé de comerlo cuando ya estaba vaciando en el inodoro. Pero no podía vivir sin energía, y el café, agua y chicle fueron mi fuente de energía.
Y cambié de casa temporalmente, y mi figura se veía terrible.
Y no quería comer, no podía.
Y el ayuno de agua y vómito duró mas de una semana. Casi un mes.
En la semana 2 me di cuenta que de 58kg pasé a 54kg y fue increíble. A ése paso, lucir como un ángel terminaría pronto.
Y seguí
Y seguí
Hasta que un dolor estomacal me detuvo y no dejaría que me descubriesen. Me detuve un poco.
Pero no paré.
Y todos no dejan de alabar lo linda que ahora soy, pero este es el principio de lo hermosa que seré.
¡Mi meta de 43 kg la lograré y seré hermosa!
¡Y a base de ejercicios seré así!
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coralsinfincol-blog · 7 years
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Llegué a la Cámara de Comercio (sede Salitre) donde se llevaría todo acabo. Comenzó a llegar gente de todas las edades, regiones y pintas. Qué gratificante fue sentir que todas las personas que estábamos ahí, compartíamos el interés y amor por la música, y más, nuestra música nacional. Me sentí en casa.
Como buena novata y llena de expectativa, fui de las primeras en entrar al auditorio para lograr un buen puesto. De inmediato supe que iba a ser una experiencia inigualable, dentro de un auditorio posicionaron dos tarimas de buen tamaño a cada lado, dejando en el centro un setup de mesa y sillas para los conversatorios. Pero no era cualquier setup, estaba lleno del arte de Toxicómano Callejero, uno de los artistas de graffiti más reconocidos de Colombia; y no solo eso, estaba aún pintando en vivo. Todo lo anterior, más la excelente iluminación y disposición de las sillas, los equipos de sonido y demás, hacían del espacio uno llamativo, profesional y apropiado para la magnitud del evento.
Y comienza esto. Con nada más y nada menos que los Gaiteros de San Jacinto, una agrupación del caribe colombiano (más específicamente, de San Jacinto, Bolívar) que ha estado activa (con cambios de integrantes) desde aproximadamente los años 30 (fecha puesta en común por sus músicos). Representan el mestizaje indígena con sus sonidos de gaitas, maracas indígenas y tambores africanos. La historia se les nota, con sus pintas iguales, su impecable armonía y presentación, hicieron que el showcase de esta agrupación nos dejara a todo el público emocionado, despierto y con el corazón expectante a más talento colombiano.  
El primer conversatorio estuvo a cargo de una de las personas m��s influyentes para la historia de la salsa, y quizá no solo en Colombia sino en el mundo. Julio Ernesto Estrada Rincón, más conocido como Fruko de Fruko y sus Tesos. Una agrupación icónica que lleva alegrando las fiestas y la vida de todo colombiano, desde 1970. No dejamos de reírnos en toda la charla, mientras él contaba anécdotas y hablaba de todos los grandes artistas con los que compartió, como Héctor Lavoe, y por supuesto sus más cercanos, Wilson Manyoma y El Joe Arroyo.
Y luego, jamás imaginaba lo que iba a presenciar… Se suben a la tarima siete hombres uniformados con trajes representando la cultura llanera, y comienzan a organizarse con sus instrumentos: un arpa, dos cuatros, guitarra acústica, eléctrica, bajo y claro, en la voz. Repito: un arpa. No alcanzan a imaginarse lo increíble que fue esta banda en vivo, el sonido inigualable y la armonía precisa y perfecta que logran mezclando los sonidos de música llanera con los sonidos modernos del rock. Sin duda alguna fue la agrupación que más boquiabierta me dejó, y no solo a mí, las personas a mi alrededor estaban igual. Nos mirábamos entre todas, sin entender, anonadadas, admirando el talento y la creatividad de los que estaban en tarima.
La charla siguiente fue a cargo de Panos Panay, egresado de Berklee College of Music, y director de Berklee College of Entrepreneurship. Creo que fue la charla más productiva y pertinente para mi proceso personal. Habló de la importancia del emprendimiento para los artistas y para la música en general. Este tema es bastante largo así que lo dejaré para otro día para extenderme y contarles todo. Menos mal había coffee break luego para reflexionar sobre todo lo que había escuchado.
Nos reciben del intermedio con algo para despertarnos y hacernos mover de las sillas (tengan en cuenta que todas madrugamos y apenas eran las 11 de la mañana, sentadas en sillas por horas… es difícil mantener la atención por más interés que haya). Guetto Kumbé comienza su showcase, con máscaras animales y pintas con colores neón, juego de luces y ritmos electrónicos fusionados con ritmos caribes, no hubo una persona en ese auditorio que no gritara al final de cada canción ni bailara en su silla.
Conferencistas luego desarrollaron el tema del streaming en video, contando experiencias en Los Ángeles, Argentina y desde la postura del director de Youtube Latinoamérica. La conclusión, con la cual estoy de acuerdo, es que realmente sí existe la posibilidad de que el streaming tenga bastante importancia en un futuro, especialmente para los festivales, pero que la gente realmente no cambia la experiencia en vivo por verlo en vivo pero por una pantalla.
Salí a almorzar temprano y cuando volví me encontré con dos de las mejores presentaciones que presencié en el BOmm. Rap Bang Club, representando el hip hop, las rimas, la calle, y claro… el baile. ¿Cree que los raperos no saben bailar? Vaya a ver a esta agrupación en vivo y déjese descrestar. Es la mezcla perfecta entre rimas y baile. Después cambiamos drásticamente de ritmo y música con Las Añez, dos mujeres que usan uno que otro instrumento pero el más importante es su voz y la interfaz que usan para hacerle loop y mezclar los sonidos que crean con sus bocas. Estas mujeres me llenaron de orgullo y amor por el folclor colombiano, tienen talento y creatividad de sobra.
Luego el conversatorio fue en torno a uno de los responsables del éxito Despacito, de Luis Fonsi. Comentó que no hay realmente una fórmula para hacer una canción que sea un hit en todas partes del mundo, ni que los artistas deben dejar su esencia y acomodarse a lo que esté pegando en el momento; de hecho fue bastante reiterativo con el hecho de que un buen artista y una buena canción es aquella que es escrita y presentada con completa honestidad y respeto, además del talento y la constancia por parte del músico. Lo último que me descrestó de este martes en el BOmm fue Kombilesa MI y Ali A.K.A. Mind. La primera agrupación, de Palenque de San Basilio, Bolivar, representando la cultura y la lengua palenquera de Colombia. Me sentí avergonzada de haber llegado a ellos tan tarde y de no saber casi nada acerca de su cultura y su importancia para nuestro país. No paré de sonreír en toda su presentación, seguía impactada por todo el talento que existe en Colombia, y más, que logra fusionar sus propias culturas con ritmos contemporáneos.
Ali A.K.A. Mind simplemente me cautivó desde que lo vi por primera vez en vivo en el concierto de Radiónica, las letras de sus canciones y el amor que tiene por nuestro país es admirable. Se nota la transparencia y el sentimiento con el que escribió cada canción y con el que aún las canta. Hay TANTO por conocer y disfrutar. Acá, en nuestro país, en nuestra casa. No hay necesariamente que irnos para afuera para disfrutar de buena música y ser testigo de grandes talentos.
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“Viajar te hace modesto, porque puedes ver que pequeño es el lugar que ocupas en este mundo“ Anónimo.
Yo creo que encontrarse en Perú, allá donde el diablo perdió el poncho, con una chilena y más encima patagona era una señal. Jajaja. Nah, no es por echarle la culpa a la Cata, es porque nosotros somos medios yetas, siempre nos pasan una y mil cosas.
Allí estábamos, en el CEBAF, migración peruano- ecuatoriana; el sistema se había caído en el lado peruano, así que en teoría no teníamos mucho que hacer, porque no podíamos salir de Perú para entrar en Ecuador. Pasó como una hora, hora en la que intentaron arreglar el sistema y no pudieron. Finalmente nos dijeron que debíamos ir al otro CEBAF (en donde hacen ingreso quienes vienen de Ecuador hacia Perú) pero que está como a cinco kilómetros más atrás. De vuelta al bus con todos los que ya eran nuestros amiguitos jaja.
Nos subimos al bus y bajamos en el otro centro de migración, estaba llenísimo; allí nos hicieron pasar por un puertecita, creo que ya estaban al tanto del sistema caído así que intentaron hacer todo el trámite lo más rápido posible. De vuelta al bus. Nuevamente hacia el otro centro. Llegamos y nos hicieron bajar el equipaje para revisar, nos revisaron e hicimos el trámite de ingreso a Ecuador. Cuando salimos nos informaron que debíamos subir a otro bus. What? Aer que pasó? Cómo que a otro bus? Nos dijeron que el bus donde íbamos hacia Guayaquil tenía muy pocos pasajeros, así que nos iríamos en otro (de la misma empresa) que sí tenía espacio para todos. Será. Subimos y caminé hasta el final del bus, allí al lado del baño habían dos asientos. Le dije a Sophia que nos sentáramos y Víctor se acomodó en el espacio en donde el chofer duerme, luego nos fijamos que una señora venía de pie. Le ofrecí el asiento, hicieron que Víctor se parara de donde se había acomodado. Al rato de viajar de pie, nos dijeron que había dos asientos más adelante, así que nos acomodamos allá.
El viaje fue largo, tuvo tiras y aflojas con el aire acondicionado jaja “que está muy helado” “que está haciendo calor”, “voy pa’ entro, voy pa’ juera”, no había como atinarle jaja. Finalmente llegamos a Guyaquil pasadas las 9 de la noche. Bajamos del bus y preguntamos a la Cata si iría al hostel que había encontrado, decidimos ir con ella y compartir un taxi. Llegamos a Munay Backpackers (búsquelos en fb). Cuando salió el chico que administraba, nos dijo que si teníamos reservaciones, nosotros obvio no teníamos. No había habitaciones disponibles, ni en pieza compartida ni privada, cresta. Sólo tenía una cama y la Cata la iba a ocupar. Pedimos que nos prestaran internet para buscar otro hostal cerca, nada, todo muy caro. El cabro que estaba de voluntario en el hostal nos ofreció el sillón de la sala. Ya resignados, aceptamos. Nos dijo que al día siguiente se desocupaban tres camas y que podríamos dormir ahí. Será, ya eran pasadas las 10 de la noche y estábamos cansados. El gordo salió a comprar algo para cocinar e hicimos el menú mochilero: tarallines pegaos jaja. Comimos y compartimos un rato con la Cata. Cocinando descubrimos que en Ecuador los tallarines se cocinan distinto en la sierra y en la costa jaja (el paquete traía instrucciones de cocción para los dos lugares). Finalmente subimos a la terraza a tomar aire fresco antes de dormir y algo pa’ la mente. Conversamos mucho, conocimos a la Cata (la adoptamos jaja), conversamos con el chico que nos recibió y nos contó su historia: venezolano que tuvo que dejar su tierra. Fue nuestro primer acercamiento con Venezuela, la primera vez que oímos de primera línea sobre lo que allá pasa y que los medios han manoseado tanto. Al día siguiente conoceríamos a un matrimonio, también venezolano (con su hijita de dos años, con el nombre más hermoso del mundo: Lucía), también nos contaron que se tuvieron que ir de su país, que “salieron de una forma no muy agradable”. Creo que en Guayaquil descubrí que a pesar de la mirada de tristeza del venezolano que dejó su tierra, no dejan de tener el ánimo arriba, de querer su volver y de confiar en que todo estará bien. Fuerza Venezuela, vienen tiempos mejores!
Dormimos apretujadas con la toti, despertamos para tomar desayuno (sí, el hostel ofrece desayuni, rico rico). Después de la ducha nos cambiamos al sub mundo del piso de abajo, allí dormía también la Cata, a su lado un refugiado sirio. Parece que este hostel está lleno de gente refugiada. Luego preguntamos qué podíamos hacer en Guayaquil y nos recomendaron ir al Malecón, que tiene un parque al lado del río.
La caminamos, era un buen trecho. De camino hacia allá encontramos la plaza de las iguanas, en pleno centro de la ciudad, es raro pero lindo, está lleno de iguanas por todos lados, en libertad, ahí mismo venden bolsitas con lechuga para darles de comer. Luego de caminar un poco más llegamos cerca de la ribera del río. El parque es maravilloso, tiene de todo para hacer, hay un parque estilo japonés, juegos para los niñ@s, una ruleta para subirse, y ver Guayaquil desde las alturas. Hay mucha cultura. Nos comimos (tomamos) los helados más caros del mundo jaja, la cosa es que veníamos con el sol peruano en la cabeza, y el sol es barato, por lo que el cambio a dólar afecta un poco mucho, nos cobraron dos dólares por un helado, que son alrededor de 1300 pesos chilenos, lo compré sin pensar, luego vi mi helado y me sentí estafada jaja porque era como un helado de mac donalds. Penita en mi corazón, con el helado no se juega. De vuelta compramos algo para comer, vimos muchas cucarachas en el camino y recordamos el episodio de Callao jaja. Esa noche dormimos con el ventilador puesto directo hacia nosotros, mucho calor y lluvia en Guayaquil, harta humedad.
Al día siguiente partimos después del desayuno hacia la terminal, misión: encontrar pasajes hacia Quito. Cata se resignó a ir con nosotros hacia Quito, así que la adoptamos de nuevo.
Llegamos a la terminal a eso del medio día, encontramos pasajes para esa misma noche. Punto 1: deberíamos pasar el resto del día en la terminal. Punto 2: teníamos que encontrar un buen lugar (con wifi) para eso. Finalmente decidimos almorzar en un lugar de la terminal y ahí mismo robar wifi, estuvimos toda la tarde ahí sentados conversando de la vida. Creo que allí nos comenzamos a acostumbrar a la vida de terminal. Aquí debo parar un poco y contar un episodio que afirma la TREMENDA suerte que tiene el gordo: Como había que pasar la tarde y lo mejor que sabe hacer mi gordo es “pasar la tarde”, con la Cata salieron fuera del terminal para fumar. En eso estaban cuando se les acerca un policía, el que amablemente les pregunta si lo que están consumiendo es marihuana, ya que había recibido “quejas”. Mi gordo con su mejor cara de ofendido (esa que se aprende solo mirando novelas vespertinas) le dice: “yo? Fumando marihuana? Nooo, se equivoca, esto es tabaco, mírelo, huélalo”. El papel que utilizaron era un blond (papel café con sabores), así que claramente olía como a mango, no a otra cosa. “Oh! disculpe” y el policía se retiró, los cabros se cagaron de la risa cuando a lo lejos vieron al policía que alegaba con otro hombre, el que asumimos fue “el sapo”. SALVADO. Llegaron apretándose la guata de risa a contarme. Ya pasadas muchas horas, abordamos el bus, vimos el desfile de vendedores ambulantes subir, cada uno con una historia más triste que la anterior. Casi me paré yo a contar nuestra historia y a pedir plata también jaja.
El viaje estuvo tranquilo, me dolía la cabeza, pero pusieron una peli y no pude no verla, todos se durmieron, todos en el bus se durmieron, yo no podía: mi dolor de cabeza y la peli no me dejaban. Finalmente la película terminó y pude descansar jaja (y así dicen que después uno no tiene TOC). Llegamos temprano en la mañana a Quito, al terminal de Quitumbe, nos bajamos del bus y nos subimos al transporte público que nos llevaría hasta el centro de la ciudad. Decidimos ir hacia allá a buscar un hostel donde quedarnos. La micro era parecida al transantiago, MUY parecida, ya que de a poco se comenzó a llenar hasta que ya no se veían las puertas. Miedi. Como cresta nos vamos a bajar con toooodo lo que traemos. Casi llegando a la estación de bajaba comencé a atropellar gente con mis bultos, no sé cómo pero bajé, como que me tiré abajo de la micro jaja.
Caminamos un par de cuadras, preguntamos en varios hostels, todo muy caro. Preguntamos en uno y era todo lo que necesitábamos, al llegar con la Sophy, nos dijeron que no podíamos quedarnos ahí. Discriminación de nuevo? No. El caballero nos dijo lo más sutilmente que por la noche “arrendaban” piezas a las chicas que “Trabajaban” en la plaza más cercana, por lo que por seguridad, no dejaban hospedar niñ@s ahí. CLARITO COMO EL AGUA. Gracias, pero no gracias. Víctor preguntó qué onda y le dije más claro aún: acá hay puterío en la noche, no chao. Jajaja
Ya eran pasadas las 9 de la mañana y nos rugía la panza. Por ahí mismo encontramos una panadería que servía desayuno y como ya podrán imaginar: FUE MARAVILLOSO! (jajajaja yo y mi hambre eterna). Por 1,20 dólares (algo así como 800 pesos chilenos) nos dieron: un café con leche, un vaso de jugo, pancito y huevos revueltos (o como usted prefiera sus huevos, 1313), además de queso y mermelada. Ven? Sí que era maravilloso. En hartos lugares tenían desayuni, así que no es difícil encontrar en el centro histórico de la ciudad. Luego del desayuno, continuamos la búsqueda.
Finalmente accedimos a ir hacia “la ronda”, que es una calle colonial en el centro histórico de Quito: fue la primera calle central de la ciudad y se cuenta que para la conquista, cuando el ejército retornaba a la ciudad después de un combate, entraba por allí y las personas que vivían ahí ponían maceteros con flores para darles la bienvenida. Hoy es una calle bien bonita, llena de bares y cafeterías, pero que mantiene la calle de adoquines y la fachada colonial. Por ahí cerca también había hoteles, según nosotros más caros, pero ya que no encontrábamos nada fuimos. Cotizamos en dos hoteles cerca de la plaza San Francisco, nos quedamos en el interamericano (nos cobraron 7 dólares por cada uno). Nos acomodamos y nos rendimos al sueño, el cansancio de la noche anterior pudo más.
Despertamos cerca de las 3 de la tarde, ducha y salimos por algo de comer, como ya era tarde no había mucho de donde escoger, así que nos fuimos a las siempre seguras hamburguesas con papitas fritas. Las hamburguesas eran caseras, así que mientras la señora preparaba, Víctor salió a echar humo afuera. Luego de un rato nos sirvieron, nada más bonito que recibir una hamburguesa con papitas (sí, soy una gorda lechona). Víctor se paró de la mesa y salió y yo estaba por darle el tonto mordisco a mi hamburguesita cuando siento a mi espalda un “Lucía ven”. Me di vuelta y vi al gordo con cara de fantasma, no sé como pero mi agilidad salió a flote y salte encima de la banca y salí corriendo. Lo alcancé a agarrar y caímos lentamente de rodillas en la vereda. El gordo se desmayó. Conchatumaré’ qué hago!!? A este hombre no me lo puedo ni al hombro. Todo eso pasó por mi mente en dos segundos, porque el gordo Calló y a los 5 segundos abrió los ojos y me dijo: “me desmayé?” “No hueón, si estamos aquí arrodillados pagando manda”. Me dio más rabia, entre enojo y alivio. Nos movimos a la entrada de una casa y lo senté, le pregunté que como se sentía, que qué sentía, que si lo llevaba al hospital, “estoy bien, estoy bien, tengo sed”, entré al local y le dije a la Sophy que estaba todo bien, la pobre ya lloraba, le pedí a la señora coca cola para darle un shock de azúcar al gordo, pero no había, salí y corrí a comprar en un negocio más allá, volví y le chanté la coca cola casi a la vena, después de 10 minutos ya se veía negro de nuevo, el blanco amarillento desapareció de su rostro y entramos a comer. Obvio que mi hamburguesita estaba fría, pero ya no importaba. Conversamos y la Cata se reía de mi reacción “volaste por encima de la banca jaja” y obvio nos burlamos del gordo, conclusión: PÁLIDA. Obvio, sí no había comido nada, no había tomado desayuno y lo único que tenían en su cuerpo era humo. Hasta el día de hoy me burlo de él, aunque ya por estos días tenemos tanto material el uno del otro, que la pálida en Quito es un pelo en la cola.
De vuelta al hotel compramos pastelitos para tomar tecito (sí, nos gusta ser como las abuelitas y tomar tecito/café/mate con pastelitos, lo mejors) y nos guardamos como niños buenos, el wifi en el hotel estaba malo, así que a falta de internet buena es la televisión. Cata salió a conectarse, ya que debía recibir indicaciones para ir a un voluntariado, nosotros con nuestro espíritu aventurero: nos fuimos a dormir
Al día siguiente la Cata se fue temprano, no nos despedimos, pero al despertar vimos una notita que aún conservo con cariño, nuestra hija adoptiva dejó el nido y salió a volar sola. Te leo Cata y me alegra que tu aventura te haya hecho crecer tanto, me encanta que todos los días seamos más personas contagiando al mundo del virus de felicidad viajera.
Despertamos y salimos a buscar desayuno, de vuelta hacia el hotel nos encontramos en la plaza a mucha gente, de inmediato recordé que era 8 de marzo y pensé que era un acto del día de la mujer, pero no. De a poco se comenzó a llenar de gente y en un escenario comenzaron a hablar del “feriado bancario”. Nos quedamos, porque nos gusta el hueveo jaja y si una marcha y posterior acto político llegó hasta nosotros: es por algo. Seguía llegando gente, muchas banderas y consignas, también llegaron las banderas de “ni una menos”; todo en un mismo evento.
El 8 de marzo es una fecha dolorosa para el pueblo ecuatoriano, un 8 de marzo de 1999 se declaró un “feriado bancario” de 24 horas, que finalmente duró 5 días. Todas las operaciones financieras quedaron suspendidas. Mientras que el gobierno decretó un congelamiento de depósitos en los bancos, por ende, un congelamiento del dinero que todos los ecuatorianos tenían en los bancos. Luego de eso, los bancos “quebraron” y el Estado asumió los costos, transmitiéndolos a la población a través de diversos mecanismos, entre ellos, la reducción del gasto social y la elevación del costo de los servicios. La media cagaíta. El “feriado bancario” dejó en la calle a todo mundo, así tal cual. Una especie de “corralito”, en el que desapareció toda la plata de los bancos. De ahí se devaluó la moneda local: el sucre y comenzó todo un mecanismo político y social para hacer surgir el nuevo Ecuador, el que se estabilizó económicamente con la entrada del dólar, un Ecuador que creció nuevamente con dolor, un pueblo que (como en casi toda Latinoamérica) lucha día a día contra la corrupción, un pueblo que sabe de saqueo y explotación.
Allí conocimos a Lenin Moreno, en ese entonces candidato a la presidencia, ahora presidente de Ecuador; quien sigue la línea de su antecesor Rafael Correa, que busca unir a la izquierda ecuatoriana y que intenta luchar por la igualdad para su pueblo. Allí estábamos nosotros, escuchando a los hermanos ecuatorianos sufriendo por una situación igual o más injusta que las que vive la sociedad chilena. Escuchando de corrupción, escuchando como aquellos que “maquinearon” el feriado bancario quieren volver al gobierno, escuchando que “nadie pagó nada”, que los culpables nunca fueron a la cárcel, que después de que Ecuador tocó fondo económicamente, resurgió con el esfuerzo del pueblo. Francamente fue como estar en Chile, quiero pensar que la gente de mi país quiere que nuestro pueblo surja, que en las próximas elecciones se note un cambio, que Chile “despierte” o “abra los ojos”, para que no nos sigan quitando nuestros derechos sociales, para que por fin tengamos una sociedad que crezca con igualdad y justicia. En fin.
Nos fuimos antes de que el acto terminara porque debíamos salir del hotel, nuestro itinerario seguía y debíamos movernos porque nos recibirían nuevamente en una casa de la comunidad Adsis. Salimos con todos nuestros bultos hacia la calle, tomamos otra ruta porque obvio no habría tránsito en las cercanías debido a la marcha, graso error, no había tránsito en ninguna parte, tomar un taxi fue un caos, caminamos un montón, la marcha terminó y se llenó de gente tratando de conseguir un taxi, se puso a llover, los taxis no querían llevar gente (porque cuando llueve no llevan a nadie para que no se les moje el auto). PEOR. Después de mucho rato conseguimos un taxi y llegamos a la comunidad. La casa está al lado de una capilla muy bonita, nos recibió Mariela y nos indicó que nos quedaríamos en un edificio al costado de la casa, nos facilitaron algo así como un departamento: dos piezas, baño y un estar con lavaplatos. Estamos eternamente agradecidos por la hospitalidad de cada comunidad por la que hemos pasado. Como llegamos a la hora de almuerzo, nos invitaron a almorzar, aceptamos. Después de eso, nos fuimos a instalar y salimos a recorrer. Cerca de allí hay un mercado de frutas y verduras, además es un barrio de servicios, así que hay banco, farmacia, supermercado y tiendas.
Al rato fuimos al super a comprar algo para tomar la once, el único dilema es que tuve que ir a molestar a la casa para calentar agua, porque en donde estábamos no teníamos como hacerlo, finalmente fue bueno, porque así pedí la clave de wifi y aproveché de socializar un poco más. Tomamos oncesita y vimos un poco de tele, allí conocimos al “comandante”, una novela inspirada en la vida de Hugo Chávez.
Al día siguiente decidimos ir hacia la “ciudad de la mitad del mundo”, que es donde está el monumento de la mitad del mundo y la respectiva “línea del Ecuador”. Con ayuda de google maps y preguntando se llega a todas partes, así que emprendimos camino. Tomamos el transporte público y nos bajamos en la estación final: La Ofelia. Allí tomamos otro bus (hay que hacer la fila en donde dice “ciudad de la mitad del mundo”) que nos llevó directo. El viaje dura alrededor de una hora, quizás desde el centro de la ciudad es un poco más. La entrada al recinto de la ciudad de la mitad del mundo cuesta 3,50 dólares para adultos y 2 dólares para los niños, también hay un full pass que cuesta 7,50 e incluye todas las dependencias (todos los museos y edificios), la entrada más barata (que obvio fue la que nosotros pagamos) incluye la entrada al recinto y los lugares que son gratis dentro jaja, que son algunos museos y galerías. El recinto es al aire libre, así que es mucho mejor disfrutarlo un día que no haya tanto sol, el día que nosotros fuimos hacía calor, pero habían pronosticado lluvia, y como buenos sureños salimos con la parka bajo el brazo, la que se quedó bajó nuestro brazo ida y vuelta. Bonita la ciudad, porque efectivamente es una mini ciudad, obvio nos tomamos mil quinientas fotos, con todo lo que nuestro pase nos permitió jaja. Incluso me saqué una foto con la estatua de Néstor Kirchner, que está en la entrada de la sede del UNASUR, edificio que está al lado de la ciudad de la mitad del mundo.
A la vuelta hicimos el mismo recorrido, el bus hasta La Ofelia y luego transporte público hasta donde nos estábamos alojando. Almorzamos una hamburguesa en un local cercano y nos fuimos a casa, más tarde salimos a la farmacia y nos agarró una lluvia que parecía temporal de acabo de mundo, llovía a cántaros. Tuvimos que refugiarnos bajo un alero porque no quisimos salir con parka, cuec!
De vuelta a casa tomamos once mientras veíamos otro capítulo de “El Comandante”, al día siguiente partiríamos hacia Tulcán, frontera con Colombia, para seguir nuestro recorrido. Nos dormimos temprano, pero a eso de las 4 AM me desperté, sentí ganas de ir al baño y me levanté, cuando estaba haciendo “del 1” me sentí mal, como que todo el baño se me dio vuelta, me paré y vomité. Raro. El gordo se levantó a mirarme y le dije que no me sentía tan mal, solo un poco mareada y que no había “devuelto” comida, solo un líquido amarillo parecido a bilis. Me volví a dormir y al rato me levanté con ganas de vomitar de nuevo, lo mismo, líquido amarillo otra vez. Parece que algo acá no anda muy bien.
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wenenelcaribe · 7 years
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¿Embarazada yo?
¿Qué decir? La maternidad no la contemplé en ningún momento para mí. Mi mamá, aún teniendo a Santi en los brazos, no se creía que fuese mi hijo. Sé que esta es una frase más que escuchada y casi que se entiende “de cajón”, pero es que es más profunda de lo que creen: te cambia la vida por completo.
Empecé a sentirme más cansada de lo normal. Me levantaba a las 10 de la mañana, me bañaba, almorzaba y volvía a dormir. Llegué a contar 6 horas de actividad y el resto dormía. Comencé a sentir un apetito descomunal, comía y comía y no se me quitaba para nada. No soy muy fan de la leche entera (me da algo de asquito), pero empecé a tener una necesidad loca (llámenlo antojo) de leche entera con cereal, un vaso con leche y azúcar a cualquier hora, pero en grandes cantidades. Un día, después de almorzar aparecieron las famosas y detestables náuseas. Me asusté.
Hace algún tiempo tuve muchos problemas de infección en las vías urinarias y me vine con el temor de que con el calor de aquí podría aumentar el problema. Para variar, el único síntoma que tenía era mal de orín, cuando aparecía ya era necesario tomar antibióticos porque tenía una o dos bacterias desde hace ratos. Así que a la primer molestia salía corriendo a hacerme un examen y un cultivo de orina. Eso me pasó y tenía que recoger unos resultados en el laboratorio, así que ese día por la tarde, a escondidas, salí a recoger los análisis y aproveché para hacerme la dichosa prueba. Me dijeron que regresara en dos horas. ¿DOS HORAS? ¿Y mientras tanto qué hago? Me voy a volver loca. Así que regresé a la casa y me puse a hacer lo que me hacía falta ese día: hacer limpieza.
El laboratorio cierra a las 7 de la tarde. Salí de mi casa 5 a las 7. En esas dos horas no paré de pensar en qué pasaría si estaba embarazada, cómo cambiarían las cosas, qué íbamos a hacer, “no, pero no. No es posible”, me repetía. Mi cabeza era un ocho en esos momentos.
La atención al cliente, en general, (o a lo mejor soy yo la de la suerte) es mala, muy mala. No había comprendido del todo los resultados del examen que recogí y le pregunté a la recepcionista si ahí estaba el cultivo. Ella agarró los resultados los vio con cara de “ash!” y sin volver a verme, estiró su mano y dijo: “sí, míralo ahí”. Me hirvió la sangre, respiré y le dije: “Ok. Y también vengo a retirar este” y le pasé la orden de la prueba. La agarró, la imprimió, se fue a que la firmara la laboratorista, la dobló, levantó su mirada y dijo: “A su orden siempre” con una gran sonrisa. Mi doctor Merengue se tiró al piso y dijo: “NOOOOOOOOO!!!!!”. Salí del laboratorio y empecé a caminar.
Caminadaba despacio y pensaba en la cara de la recepcionista. Cuando ya había avanzadoo unos 100 metros, decidí abrir el sobre y sí. Tenía unas siglas y decía “P O S I T I V O”. Seguí mi camino y de la nada pensé que debía cuidar mejor mis pasos: “¿y si me caigo?”, “mejor espero que pasen todos los carros para pasar más despacio, no vaya a ser...”.
Me pregunté mil cosas y de la nada me quedé en blanco. ¿Qué iba a hacer yo con un bebé? Algo sabía, había visto cómo cambiarle pañales a mis primos y a Sean (mi sobrino), pero ajá y ¿entonces? ¿Y cómo se lo digo a Fausto? ¿Y cómo vamos a hacer? ¿Y mis papás vienen o nosotros vamos? ¿Y la Pichis, cómo hacemos con ella?...
A partir de ese momento fueron preguntas tras preguntas, algunas de esas aún no tienen respuestas, otras fueron inncesarias, otras todavía están en proceso de responderse. Embarazada estaba y fue una etapa bonita, sobre todo cuando me ponía a jugar con Santi (sin saber que era él) a enseñarle la derecha y la izquierda y ver cómo la panza iba de un lado a otro. Fue divertido ver a la Pichis defender la panza hasta de Fausto, nadie la podía tocar y se acostaba en ella.
Ese fue nada más el principio de una GRAN aventura que duró 38 semanas, pero lo que se vino después del embarazo no tiene comparación.
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• Describa una situación conflictiva que hayas tenido con otra persona y hayas reaccionado de manera: Pasiva: Casi a diario mi abuela va a almorzar a la casa sin avisar, debido a esto con mi hermana siempre nos molestamos mucho debido a que nosotras no la vamos a molestar a la casa, el día martes ella llamo diciendo que quería que la esperara con un almuerzo especial, a lo cual yo le dije que está bien, que viniera a la casa nada más, tuvimos que hacerle almuerzo a parte a mi abuela. Agresiva: el domingo en la noche mi papa estaba estudiando matemáticas, porque tenía prueba el lunes, me pidió que lo ayudara y yo accedí a pesar de que yo también estaba estudiando biología. El caso es que mi papa es muy porfiado y no me entiende cuando le explico, estuve hasta las 12pm con él y me cansé le dije que no lo iba a ayudar más, que me hizo perder tiempo y me paré del asiento y me fui a acostar.
• ¿Cómo podría haber reaccionado de manera asertiva en las dos situaciones anteriores? Probablemente pude decirle a mi abuela que yo no le tengo que hacer sus cosas, que ella vive en su casa con mi tío y que él se tiene que encargar de sus cosas con ella, no mi hermana y yo, tuve que servirle lo mismo que a mi hermana y mi papa debido que ella no es una persona importante o enferme para hacerle un almuerzo especial y perder mi tiempo en atenderla. Solamente debí decirle lo que pienso al respecto de manera respetuosa y tranquila. En vez de levantarme de esa manera y enojarme con mi papa pude decirle que continuáramos el lunes antes de que él se fuera al instituto, para repasar un poco y que él estuviera más tranquilo en el momento de dar la prueba, de todas formas, igual volví a sentarme con él en la tarde a explicarle los mismos ejercicios para que el entendiera mejor.
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lucelal · 8 years
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ilustraciones para fanzine; al unísono.
“los últimos meses de la U conocí a un niño que se llamaba enrique, al principio me llamó la atención, es pelirrojo, muy delgado, fino y pecoso. seguí hablando con él e incluso nos juntamos otra vez en la U. a medida que lo iba conociendo me daba cuenta de que estaba muy solo; de iquique se cambió a viña en cuarto medio, perdió a todos sus amigos, perdió a su papá a los 14, y ahora vive en una residencial en ñuñoa. ayer me pidió que lo ayudara a cambiarse de casa porque se irá a vivir donde un primo. terminamos tarde y me invitó a quedarme a su pieza en la residencial. estábamos viendo una serie acostados y cuando terminó nos quedamos tirados con las luces apagadas, conversamos harto rato, hasta que comencé a quedarme dormido. enrique me despertó porque quería hablar de algo, más datos de su soledad; nunca había tocado a otra persona (lo confesó porque un rato antes había tocado las cicatrices que tengo en el pecho cuando le hablé de ellas). no supe que decirle así que nos quedamos en silencio y sentí su nariz en mi mejilla, su mano encima de mi guata y su corazón palpitando más fuerte de lo normal. subió otra mano en sima mío. yo me quedé harto rato tieso sin querer hacer nada, hasta que le pregunté si quería tocarme, me dijo que si, pero que no sabía como hacerlo. me pidió que lo ayudara. agarré su mano y me la puse en la cara, en el pecho, en la guata, en el pene y comenzó a tocarme, luego quiso que yo lo tocara tb, así estuvimos unos segundos hasta que intentó darme un beso, lo paré y le pregunté si estaba seguro de hacer esto, me dijo que si, yo le dije que para mi no significaba nada comprometedor y me aseguró que para él tampoco. nos desnudamos y me empezó a hacer preguntas técnicas. le di dos besos, pero no buscaba eso, le parecía más entretenido que lo tocaran, estuvimos unos minutos más así, hasta que me pidió que parara. no pasaba nada con su cuerpo. me detuve y fui a lavarme, luego vimos un capítulo más de la serie y nos acostamos a dormir. cuando estábamos acostados me preguntó si me podía abrazar. yo respondí con incomodidad que si y apenas pude me zafé de su brazo. al despertar no hablamos, al hacer las últimas maletas de su departamento no conversamos nada. fuimos al departamento donde se cambiaba y me preguntó si quería almorzar con él. le dije que no y caminamos hasta el paradero. el ruido de las maletas vacías rebotando en la vereda entrecortada hacía menos incómodo el silencio. nos despedimos y tomamos caminos distintos”
texto: rojo inmaculado. por clemente lopez
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