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La noche porteña estaba perfecta para caminar. El aire estaba tibio del calor que seguramente había hecho durante el día, pero había una brisa apenas fresca. Salí del hotel buscando algo que hacer, algo para distraerme de lo que estaba pensando insistentemente hacía varios días. La salida en Viña me había ayudado a sacarme a Pedro Pablo de la cabeza durante algunas horas y ese día buscaba lo mismo. Sin recordar muy bien caminé varias cuadras. No había mucha gente en las calles, y los bares estaban cerrando. De repente me crucé entre unas avenidas grandes, odiaba no acordarme de nada. Doblé a la izquierda y me acordé que Gonzalo me había hablado de un bar gay que abría siempre. Sin remilgos le pregunté a un señor de un kiosco si sabía de algo abierto, me miró y me dijo:
-A dos cuadras hacia allá hay un bar, solo de hombres. Al llegar a la esquina doblas a la derecha y está casi al lado de la esquina, la calle se llama Rodriguez Peña.
Agradecí la amabilidad, compré un paquete de cigarrillos y caminé animado.
Llegue al bar en cuestión que estaba en un subterráneo. Bajé la escalera y había un letrero con el nombre “Contramano”. La concurrencia no parecía muy animada, bastantes señores mayores, unos pocos chicos de mi edad o menores. Fui a la barra y pedí un agua con gas. Me tenía que levantar temprano, así que preferí no tomar nada de alcohol, además que supuestamente veinticuatro horas antes de volar no se puede tomar nada de alcohol. Me felicité por portarme bien. Al rato de estar mirando cómo era la interacción de la gente me empecé a aburrir. Algunos chicos se fueron acompañados de señores mayores y me di cuenta de que era más un bar de alterne. Estaba pensando en eso cuando se me acercó uno a hablarme y a invitarme una copa. Le respondí amablemente que ya me iba en un rato porque viajaba temprano. Se puso insistente y puso una mano sobre mi antebrazo. Notoriamente incómodo le dije que estaba cansado y que me iba. En eso se acercó un chico que estaba sentado más allá y le dijo:
-Dejalo, que no ves que no quiere?
-Que te metés vos, Damián?- respondió
-Vení- dijo Damián, mientras me tomaba del brazo para sacarme de ahí.
Una vez fuera del bar se lo agradecí.
-Tenés que andar con cuidado acá, hay mucho viejo choto que no entiende un no por respuesta. Y si acá, con más gente no entienden, en privado se ponen peor.
-Si me di cuenta.
-De donde sos?
-De Chile, vine a dar una vuelta y me metí al bar.
-Ah, con razón no entendías nada! En días de semana hay señores buscando chicos guapos, es como un intercambio. Dinero por un poco de juventud.
-Buscaba un bar para despejar la cabeza, nada más.
-Y, está complicado en un día como hoy. Igual ya me iba, no vi ningún potencial cliente. Caminamos juntos? Hacia dónde vas?
-Creo que a mi hotel- dije
-Si querés te acompaño.
-Bueno-respondí. Me preguntó la dirección, busqué la tarjeta del hotel, vio la dirección y empezamos a caminar.
Me contó brevemente que a veces se prostituía cuando andaba corto de efectivo y que generalmente buscaba clientes en ese bar. Otras solamente por diversión, como en esa noche. Me contó que estudiaba diseño y que terminando se quería ir a Barcelona. Luego me interrogó y hablé un poco de mi. Cuando nos acercábamos al hotel empecé a pensar qué tal vez Damián tenía intenciones de subir a la habitación conmigo. Si bien era guapo pensé que lo más adecuado sería subir solo. Si alguien de la tripulación me veía no sabría cómo explicarlo. Por el contrario cuando llegamos me dijo que llegaba hasta ahí y que tuviera cuidado. Que cuando volviera a Buenos Aires lo llamara para que saliéramos a tomar algo. Entré rápido a pedir un lápiz y algo donde anotar. Apuntó su número y se despidió con un beso en la mejilla que me tomó por sorpresa. Siguió su camino y to entré al hotel, me di cuenta que el chico de la recepción, unos cinco años mayor que yo, me estaba mirando y había estado viendo lo que pasaba mientras estaba afuera con Damián. Fui a devolverle el lápiz y el block de notas que me había prestado y me dijo:
-Todo bien?Tenga cuidado con esa gente.
-Es un amigo- respondí a su impertinencia.
Subí a mi habitación a tratar de dormir un poco, me saqué toda la ropa y me metí rápido a la cama. Apagué la luz y escuché que tocaban a la puerta, muy suavemente, casi imperceptible. Me levanté de un salto, con curiosidad me acerqué lentamente a mirar por la mirilla. Era el chico de la recepción, traía algo en la mano que miró, pero por el ángulo de la mirilla no alcanzaba a ver. Pregunté que quería desde dentro sin abrir la puerta.
-Perdón, dejó algo en la recepción.
Se sentía raro que me tratara de usted, pero solo cumplía su trabajo.
-Un momento, respondí- tenia que buscar rápido algo para ponerme, aunque estuve tentado de abrir la puerta tapándome con ella. Fui rápido al baño a buscar una toalla, y encontré una bata.
Me devolví a la puerta, la abrí, me miró de pies a cabeza y me entregó la hoja de papel con el número de Damián.
-Perdón por lo de abajo, no sabía que era su amigo, y bueno...uno suele juzgar al libro por la tapa.
-No te preocupes, nos habíamos conocido recién y se portó muy bien conmigo. Me salvó de una situación incómoda y me acompañó hasta el hotel.
-Ah, que bueno. Pero igual hay que tener cuidado. Y usted es nuevo? No lo había visto por estos lados. Siempre me toca el turno de noche y los conozco a casi todos.
-Si, llevo poco tiempo volando. Muchas gracias por traerme el papel.
-De nada, que pase buenas noches.
Me devolví a la cama y apagué todo, pensé que era muy raro que hubiera subido el papel, si me lo podría haber entregado cuando hiciera el check out en un par de horas más.
Al final no logré dormir y llegó la hora de levantarse, me duché, me puse el uniforme, ordené mis cosas y bajé a hacer el check out. No había bajado nadie de la tripulación todavía, aún estaba de noche y estaba el mismo chico solo, entregué mi llave y me senté a esperar al resto. Sentía que no me sacaba los ojos de encima y un minuto después se me acercó para entregarme una hoja del mismo block de notas. La hoja estaba doblada, la abrí, decía Daniel más un número de teléfono y una carita feliz. En eso salía del ascenso en el copiloto, volvió rápidamente a su puesto para hacerle el check out.
Llegamos a Santiago con pocos pasajeros y unas ojeras que me llegaban al suelo. Me fui directo a dormir y desperté cerca de las cuatro de la tarde cuando sonó el teléfono, era Mariana invitándome a comer a su casa. No estaba seguro de querer ir, y quedé en confirmarle dentro de un par de horas.
Decidí quedarme en casa y descansar. Me hacía falta un poco de calma y tranquilidad y no tenía ganas de hablar ni dar explicaciones del tema Pedro Pablo, que seguro
Mariana quería saber más. Teníamos muy buena relación y la consideraba amiga, pero a veces se le pasaba un poquito la mano con querer saber detalles. Y en ese momento no creí que fuera lo mejor para mi. Llamé a Gonzalo para saber si tenían planes, y me respondió que sólo quería estar tranquilo en casa, así que le propuse que esa noche los esperaba con comida. Salí a comprar algo para cocinar, no había almorzado y tenía hambre. Mientras caminaba al supermercado decidiendo lo sobre el menú de esa noche, sentí que alguien me estaba mirando; me detuve en seco para ver si realmente alguien me miraba o era mi imaginación y la falta de sueño. Metí la mano en el bolsillo de mis jeans para sacar un paquete de cigarrillos y me giré para ver a mi alrededor. No veía a nadie en actitud de estarme mirando fijamente o de estarme siguiendo. Encendí el cigarrillo y seguí mi camino. Ya en el supermercado compré varias cosas para cocinar, pagué y salí de regreso al departamento. A la cuadra volví a sentir la misma sensación, decidí caminar un poco más lento, y un poco más allá me senté en un paradero que afortunadamente estaba bastante lleno. Miré semi escondido entre las personas que esperaban, de repente se asomó Pedro Pablo de una calle que yo había cruzado hacia pocos minutos. No me vio entre la gente del paradero y camino rápido con rumbo a mi casa, cada tanto miraba a los lados, pero no hacia atrás. Yo caminaba tan rápido como lo hacía él, para seguirle el paso. Mientras caminaba, no tenía idea de lo que le
Iba a decir, y trataba de pensar en algo rápido. Me moría de ganas de tirar las bolsas, acercarme por detrás y taparle los ojos para que adivinara quien era, y cuando me descubriera, besarnos en medio de la calle, luego llevarlo a casa y estar con él toda la noche abrazado. Pero sabía que eso era imposible y ya no volveríamos a besarnos ni abrazarnos ni nada; cuando pensaba en esto, me daba una sensación de vacío en el estómago, enojo y pena al mismo tiempo.
Sin haberlo pensado mucho, caminé más rápido para quedar solo un par de metros detrás suyo y lo llamé por su nombre. Paró en seco, se dió vuelta lentamente. Vi su cara pálida y los ojos muy abiertos.
-Porqué me estás siguiendo?
-Tengo que hablar contigo, explicarte, no sé.
-No tenemos nada de qué hablar, ya te lo dije antes. No creo que tenga que repetirlo- dije sintiendo como la rabia me subía del estómago a la cara.
-Pero es que tengo que darte una explicación, por favor dame cinco minutos. No sé que hacer, ya no doy más-Su cara cambió, se acercó a mi, mientras empezaba a llorar sin control. La gente que pasaba miraba de reojo esta escena. Eran las seis y media de la tarde y muchos ya iban de regreso a sus casas, pero no me importaba que nos vieran.
-Lo siento, si tu piensa si que me debes explicaciones a mi, creo que estás equivocado. Tienes una relación con alguien, a él le debes explicaciones, no a mi.
-De eso mismo se trata!- decía sin poder contener el llanto- por favor déjame explicarte!
Con eso último había logrado atrapar mi atención y despertar mi curiosidad.
-OK, tienes cinco minutos para darme las explicaciones que tanto necesitas justo ahora- dije irónico.
Me miró con la cara inflamada por el llanto, los ojos rojos llenos de lagrimas, se sonrió y respondió:
-Seguro que después que escuches lo que te voy a decir vas a tener mas preguntas y no van a ser cinco minutos.
-Solo te puedo dar cinco minutos. Tengo cosas que hacer-respondí cortante
-Si al menos sirve para que me perdones, me quedaré más tranquilo.
-Veamos- dije mientras me di media vuelta para que camináramos a mi casa.
Cuando llegamos calculé que le podría dedicar máximo cuarenta y cinco minutos sin atrasarme con la comida que había prometido.
Le ofrecí un vaso de agua que aceptó y le pedí que fuera breve, insistiendo en que disponía de poco tiempo.
Empezó con un preámbulo muy largo de su salida del clóset en su casa, la separación de sus padres, el tiempo que vivieron fuera de Chile por el trabajo de su papá. Al final tenía un cierto sentido para comprender su historia.
Habían conocido a Urrutia hacía algunos años. La mamá se había hecho muy amiga de él en el momento más álgido del quiebre del su matrimonio con el papá de Pedro Pablo. Urrutia le tendió una mano cuando volvió a Santiago sin nada y dos hijos estudiantes. Le prestó un departamento para que vivieran, Pedro Pablo quiso estudiar periodismo y Urrutia fue su mentor. Su mamá al darse cuenta de la situación, de cierta forma fue facilitando las cosas para que Pedro Pablo tuviera una relación de pareja con José Antonio Urrutia. Claro, le convenía económicamente, pues el papá de Pedro Pablo mandaba dinero de vez en cuando para sus hijos. Y ella, una mujer que en su vida había trabajado y no tenía idea de nada, no tenía cómo sustentar su estilo de vida. Finalmente había obligado a su hijo a tener a José Antonio contento, para poder subsistir. José Antonio organizó y pagó vacaciones, el departamento y los gastos de la madre y el hermano de Pedro Pablo. José Antonio era quien tomaba las decisiones y Pedro Pablo, su mamá y su hermano más chico acataban. Le consiguió un trabajo a su mamá, que había sido criada para ser una dueña de casa, pero de situación. Después de un tiempo Pedro Pablo quiso independizarse y buscar trabajo, pues sus resultados académicos no le permitieron seguir estudiando. Entonces José Antonio le consiguió una entrevista de trabajo en la línea aérea con algún contacto y le arrendó el departamento en el que yo había dormido, para tener acceso más libre a Pedro Pablo, pero le había salido el tiro por la culata, porque su protegido ya no quería estar más con él por obligación. Si mamá se había enterado de lo que había pasado en el cumpleaños de José Antonio, que la había puesto al tanto de mi existencia, ella para proteger su posición y futuro económico le estaba haciendo la guerra a Pedro Pablo para que volviera con José Antonio.
Cuando terminó de contar la historia ya no lloraba. Tenía los ojos fijos mirando hacia la calle. Finalizó su relato de los hechos con un “no quiero seguir prostituyéndome por mi mamá y mi hermano.”
No sabía que decirle, pues todo era muy fuerte para mi. Me di cuenta de la hora y le dije que tenía cosas que hacer y que lo llamaría al día siguiente. Lo tomé por sorpresa y no se negó a irse a su casa.
Justo a tiempo para ponerme a cocinar la comida que había ofrecido preparar para mis amigos.
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Esa noche dormí poco pensando en lo temprano que me tenía que levantar; por supuesto también pensé en que iba a hacer si me encontraba con Pedro Pablo. Afortunadamente no sucedió ese encuentro, pero cuando llegué a la Sala de Briefing y abrí mi cardex, aparte de un par de circulares sobre procedimientos de servicio que cambiarían en unas semanas me encontré con un sobre con mi nombre. Lo giré para ver quien era el remitente, pero nada. Me lo guardé en un bolsillo de la chaqueta de mi uniforme y me fui al briefing que estaba por empezar, saqué el manual de seguridad para el briefing, saqué el sobre de mi bolsillo y estuve tentado de abrirlo ahí, pero decidí que era mejor esperar, así que lo puse dentro del manual.
El resto del día lo pasé en un Boeing 737, un avión de un solo pasillo, lleno de gente. Primero a Sao Paulo, después a Rio y de regreso. Un par de horas antes de aterrizar entramos en una zona de turbulencia, previamente avisada por el capitán, no era muy fuerte, pero si constante. Aseguramos rápidamente todo, revisamos la cabina para ver que todo el mundo estuviera sentado con su cinturón, revisamos los baños y bloqueamos las puertas de estos y nos sentamos. Antes de que empezara la turbulencia teníamos el galley trasero lleno de gente que quería agua, o jugo o cerveza o más vino; o ir al baño, o simplemente estirar las piernas y no se movían de ahí. Otros tantos tocaban el timbre de llamado a la tripulación de cabina aproximadamente cada dos minutos desde un asiento diferente para pedir una manta, algo para tomar, pregunta cuanto faltaba para llegar o por donde estábamos volando. Cuando el capitán habló por el sistema de megafonía para avisar de la turbulencia, sentí un poco de alivio porque estaba siendo bastante agobiante estar acorralado en el galley a treinta y cinco mil pies de altura. Les pedimos amablemente que volvieran a sus asientos y se aseguraran bien el cinturón de seguridad porque había pronóstico de turbulencia, en esa época del año estas eran habituales debido al calor del norte de argentina y Paraguay. Luego de unos minutos se empezó a mover más, saltaba un poco y luego bajaba abruptamente varios metros, al tiempo que se escuchaba como los motores aumentaban y disminuían alternadamente su potencia para estabilizar el avión. A los minutos de haber encendido la señal de cinturones, el capitán llamó al interfono del galley trasero para avisarnos que lo mas probable es que las condiciones se mantuvieran hasta iniciar el descenso en Santiago, así es que dicho esto, les habló nuevamente a los pasajeros para pedirles que se mantuvieran en sus asientos y que el servicio se suspendería hasta que mejoraran las condiciones climáticas. Dos horas después nos volvió a llamar para avisarnos que empezaríamos el descenso y que había probabilidad de encontrarnos mas turbulencias en el cruce de cordillera. Así que nos paramos rápido a chequear la cabina, recoger lo que hubiera quedado y terminar de asegurar todo antes de cruzar los Andes, seguía el movimiento constante, varios pasajeros iban con cara de terror, otros dormían o al menos hacían como que estaban durmiendo; no faltó el que quería algo de tomar o pararse al baño, pero no lo podíamos permitir, les dijimos que esperábamos turbulencia mas fuerte que la que habíamos tenido hasta ahora. Bastó eso para que olvidaran sus solicitudes.
A medida que nos acercábamos a la cordillera mientras atardecía, podía ver a través de las ventanillas que había bastante actividad eléctrica en las nubes, me pareció un espectáculo maravilloso. En un rato ya teníamos todo listo para volver a nuestros asientos y ajustarnos el cinturón y arnés para el cruce y descenso. Miraba por el visor de la puerta contraria a donde estaba sentado, de repente vi que este se nubló, habíamos entrado en una nube, inmediatamente el avión se empezó a sacudir un poco mas fuerte y oíamos como si cayera arena en el fuselaje. De repente se levantaron mis pies del suelo y sentí ese vacío de montaña rusa en el estómago, mientras oía gritos desde la cabina de pasajeros. Caímos varios metros, no sé cuántos, pero en unos segundos se calmó todo. Descendimos normalmente hacia el aeropuerto. Luego de aterrizar los pasajeros se bajaron felices de haber aterrizado con vida.
Llegué a mi casa muerto de cansancio, Gonzalo me estaba esperando para comer, porque Cris iba a llegar tarde de estudiar, me moría por decirle que prefería irme a dormir, pero dado el esfuerzo, acepté. Me fui a sacar el uniforme y darme una ducha rápida. Me puse unos pantalones cortos y una polera y ya estaba listo. Nos sentamos a comer con el consiguiente interrogatorio, Gonzalo se tomaba una copa de vino blanco, me ofreció, pero extrañamente no la acepté.
-Te sientes mal?-me preguntó con un tono levemente irónico.
-No, pero creo que fue un poco pesado el día.
Le conté cada detalle y con dramatización extra de la turbulencia, y el estado de los pasajeros al aterrizar. Igual exageré algunos puntos para añadirle emoción al relato, a Gonzalo le brillaban los ojos.
Cuando estábamos terminando llegó Cristian, se sentó al lado mío, vió mi copa vacía y me preguntó
-¿Puedo?
-Por supuesto-respondí
Llenó la copa de vino y me miró fijamente.
-Tienes algo que decirme? – Pregunté intrigado.
-Si - respondió cortante -
Nos miramos mas intrigados con Gonzalo, que le dijo:
-Ya Cris, córtala con hacerte el misterioso, que Álvaro está cansado y se quiere ir a dormir.
-Ah, bueno - respondió volviendo a la normalidad – Resulta que cuando iba saliendo a la universidad un poco antes de mediodía me encontré a tu amigo Pedro Pablo hablando con el conserje. No se dio cuenta de que era yo hasta que estaba a su lado y vi como le entregaba un sobre al conserje.
En ese momento me acordé del sobre guardado en el manual, entre tanto sube y baja durante el día, y tanta turbulencia no había encontrado el momento de ver de que se trataba. Cuando me acordaba del sobre estábamos en pleno servicio, o durante una turbulencia o siendo acosado por pasajeros para darles algo de tomar. Ahora tampoco sería el momento, porque esperaría a que Cris terminara su historia.
- Que conserje era? – preguntó Gonzalo.
- Don Julio, pero sabiendo como es de copuchento, prácticamente le quité el sobre de las manos.
Gonzalo se inclinó hacia adelante en la mesa - Y que te dijo el otro? – preguntó.
-Nada, se hizo el idiota, aprovechando que le sale bien. Igual le dije a don Julio que se me había quedado algo y que tenía que devolverme, así que aprovechaba de dejarlo arriba. Así que me di media vuelta y los dejé ahí -Se levantó para ir a buscar la nota en su mochila, yo salté de la silla donde estaba a buscar mi manual, de reojo vi que Gonzalo se quedó mirándome sorprendido por la súbita reacción que tuve. Volvió en menos de cinco segundos con el sobre en la mano. Les conté de que se trataba. Cris me lo quitó de las manos y miró los dos sobres con cara de concentración.
- Son cosas distintas, no tienen la misma letra - sentenció.
- Ya, gracias Cris, gracias Gonzalo, pero me voy a dormir. Mañana les cuento de que era cada cosa.
Se quedaron mudos, cuando Cris iba a decir algo, Gonzalo lo tomó de la mano y le dijo que era mejor dejarme solo porque además de todo estaba cansado.
Me saqué la ropa y me quedé viendo los sobres que había dejado tirados en la cama. Decidí abrir uno en ese momento y el otro en la mañana. Obviamente tomé el que sabía que no era de Pedro Pablo, para no quedarme dándole vueltas a lo que fuera que dijera toda la noche, decidí que descansado podría pensar mejor. Habiendo decidido esto, abrí el otro sobre. Era de Andrea Koenig, invitándome a su cumpleaños. Apenas la había conocido, pero lo habíamos pasado muy bien juntos y me estaba invitando a su fiesta de cumpleaños. Debo reconocer que lo encontré extraño.
Me picaban los dedos por leer la otra nota, pero el cansancio y el sueño me vencían, por lo que apagué la luz y me dormí de inmediato. Cuando me desperté en la mañana la otra nota seguía donde mismo la había dejado. La curiosidad me mataba, rompí el sobre y saqué una hoja de cuaderno de su interior.
“Quiero pedirte una oportunidad para explicar las cosas. Sé que debes estar enojado conmigo, pero es lo único que te pido. Sabía cuál era tu edificio pero no me acordaba del número de departamento, me la conseguí en la oficina, espero que no te moleste. Si estás de acuerdo en darme la oportunidad, llámame y déjame un mensaje en la contestadora si es que no estoy en mi casa. Si no recibo ningún mensaje tuyo lo entenderé y no volveré a molestarte.”
Cerré la hoja de cuaderno y decidí que pensaría en el curso del día que hacer. Mientras me fui a preparar el desayuno, salí al pasillo, la puerta de Gonzalo estaba abierta. Así que asumí que estaba solo en casa. Luego de desayunar ordené la cocina, me di una ducha larga y me fui a hacer unas compras para estar de regreso en el departamento a mas tardar a las doce del mediodía, porque me esperaba una tarde de turno encerrado en casa.
Luego de llegar ordené, lavé ropa, cociné algo sencillo y dormí siesta. Alrededor de las seis de la tarde me activaron el turno para ir a Buenos Aires esa tarde, volaba de vuelta a Santiago temprano a la mañana siguiente.
Llegamos al hotel en Recoleta cerca de las diez de la noche, todos se despidieron rápido para irse a sus habitaciones, subí rápido a la mía, me cambié de ropa y salí a recorrer el barrio. Hacía un par de años que había ido a Buenos Aires por ultima vez, pero en esa época no había salido del clóset y recuerdo haber reprimido las ganas de mirar a todos los chicos con los que me cruzaba en la calle. Ahora las cosas eran diferentes y no tenía que rendirle cuentas a nadie, aunque sentía una sensación rara, una mezcla de vértigo con un peso en el pecho cada vez que pensaba en Pedro Pablo, esta vez opté por dejarlo a un lado y disfrutar la vida. Pensé que afortunadamente había dormido siesta por la tarde, porque tenía la sensación de que esa noche iba a ser larga.
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Las calles estaban prácticamente vacías a esa hora. Todo estaba cerrado salvo alguna que otra botillería de barrio. Valparaíso adquiría una apariencia singular a esa hora, salvo un par de personas y perros vagos, las calles estaban desiertas. Andres y Juan Pablo iban discutiendo sobre dónde iba a ser mejor parar a comprar alcohol, Andrés le dió unas indicaciones de donde tenía que doblar para ir a su botillería habitual. Era un sucucho espantoso y lo atendía un señor mayor con cara de pocos amigos, entramos primero con la Sole a ver qué tenían mientras Juan Pablo y Andrés terminaban de fumar su pipa. El que resultó ser el dueño de la botillería nos miró con desconfianza y prácticamente nos ignoró. Cuando entró Andrés le cambió la cara:
-Andy! Cómo está m’hijito? Ya se va a ir de carrete?
-Cómo está, don Julio? Si poh, usted sabe que cuando el cuerpo pide, hay que darle no más.
Ambos se rieron con cara de complicidad.
-Si pues, llegaron justo, porque estaba a punto de cerrar. Que les voy a dar?
-Qué tiene de bueno?
-Bueno, depende...-dijo mirándonos con cierta sospecha.
-Son mis amigos, pues son Julio! Nos conocemos de toda la vida.
-Es que a estos niños no los había visto por acá.
-Ellos son la Sole y el Alvarito. Ella es cuica y casi nunca viene a Valparaíso, pero es buena gente. Y el Alvarito es de Santiago.
-Ah, bueno. Si son amigos suyos, entonces son amigos míos también- dijo con un tono bonachón.
-Ya pues, y que tenía entonces?
Yo miraba cada vez más intrigada, porque en las repisas añosas solo había botellas de vino de por lo menos una década ahí exhibidas. Unas botellas de ron y otros licores de dudosa procedencia, todo cubierto de polvo, seguramente desde el último terremoto.
-Mire, ayer me llegaron unas botellas de vodka ruso, unas de cognac francés y unas pocas de bourbon.
En esa época no tenía idea de lo que era el bourbon, sería mi primera vez porque Andrés se mostró interesado en este último y le pidió ver una botella.
-Mire, esta es para los amigos, no más.
Andrés después nos explicaría que era todo de contrabando o robadas en el puerto y cobraba barato por las botellas, obviamente sin boleta.
-Oye, pero eso es delito. Y si nos pillan y nos llevan presos? Que le digo a mi papá?- preguntó con miedo Sole.
-Es Valpo, Sol...deja de perseguirte por tonteras, viste que eres cuica?
-Casi te pego un codazo cuando dijiste eso, idiota!
-Si don Julio mira a todo el mundo que no conoce con desconfianza por su negocio trucho. Que le iba a dar más explicaciones?
Aprovechamos que nos quedaba un poco para llegar y nos tomamos unos tragos del bourbon de la botella.
Cuando llegamos a la casa de la fiesta había un poco de gente en la calle, pero casi sin ruido, todos estaban habituados a esta regla tácita para evitar que alguna vecina mayor llamara a carabineros y se perdieran estas fiestas clandestinas. Me pareció que los que estaban afuera esperaban a alguien para entrar. Cuando nos acercamos a la antigua puerta, Andrés tomó la mano de bronce con una bola que servía a modo de timbre de principios de siglo y la golpeó dos veces contra la madera maciza de la vieja puerta pintada de negro. Inmediatamente se entreabrió y dentro había un chico de unos 25 años, rapado, con los ojos delineados, una oreja llena de argollas, bototos, jeans negros y camiseta musculosa negra. Me miró a mi primero y su cara transmitía desconfianza, pero cuando se dio cuenta de que estaba con Andrés y Juan Pablo cambió su expresión. Miró a Sole y luego de saludarlos a ellos de un beso en la mejilla dijo:
-Quienes son?
-Amigos nuestros-respondió Andrés.
-Ya, pasen. Traen copete?
-Si, obvio- dijo Sole mostrando el interior de su enorme cartera.
Entramos por un pasillo poco iluminado, salimos a un patio interior rodeado de puertas que estaban cerradas, había gente fumando y hablando. Juan Pablo dijo:
-Voy a ver cómo está el ambiente en la puerta uno. Entró cerrando detrás suyo la puerta, en algunos segundos salió y dijo:
-Performance lúgubre repetida de la fiesta de halloween.
-Quiero verla! Vamos- dijo al tiempo que me agarraba de una mano y me arrastraba sin preguntarme siquiera si quería ir. Tenía curiosidad pero hubiera preferido que me preguntase.
-No se queden mucho rato esperando que pase algo, porque no pasa nada-Nos advirtió Juan Pablo.
Entramos a una habitación donde estaba iluminado solo el centro de esta. Los techos altos conservaban sus molduras originales y le daban un aspecto muy real a la escena que observábamos. E el centro había una cama antigua, de esas con perillas de bronce, sobre cada perilla había una vela encendida. En la cama dos chicos desnudos en la posición del misionero,apenas cubiertos por las sábanas, cada tanto cambiaban de posición. Detrás del respaldo de la cama había una estructura que tenía a otro chico vestido con una especie de túnica negra con capuchón simbolizando a la muerte. El sostenía unas cruces de ladera de las que salían unas cuerdas rojas atadas a las manos y pies de uno de los chicos en la cama, como una marioneta. La cama estaba rodeada de mujeres y unos chicos vestidos de mujer, sentados en el suelo. Todos vestidos de negro, con rosarios en las manos que se abrazaban entre sí, simulando un velorio. Todos permanecían quietos y cambiaban de posición cada cierto tiempo.
Alrededor estábamos, pegados a la pared los que mirábamos y al lado de la puerta por donde entramos había otro chico vestido de negro que repartía preservativos a los que íbamos pasando a ver la “performance”.
Salimos al cabo de unos minutos y Andrés y Juan Pablo nos estaban esperando. Luego fuimos a otra habitación donde había música de Bauhaus, todo muy dark.
Andrés que era como de la casa, se había conseguido unos vasos plásticos y todos tomábamos bourbon. Luego nos fuimos a otra habitación que estaba más animada y nos pusimos a bailar los éxitos pop del momento mezclados con Depeche Mode, Bauhaus, Morrissey y The Cure. Luego de un par de horas ya estaba en confianza con Juan Pablo y Andrés y nos habíamos tomado la botella que habíamos comprado más temprano. Ya estábamos todos bastante borrachos, cuando decidimos irnos.
Nos subimos al auto de Juan Pablo, que claramente no estaba en condiciones de manejar, Sole que había tomado bastante menos que nosotros dijo que manejaba ella. A Juan Pablo le ordenó sentarse atrás con Andrés y a mí de copiloto. Se fue bastante lento y al llegar a la altura de la Caleta Portales decidió que era mejor irse por el cerro para evitar encontrarnos con los carabineros. Varias curvas más adelante bajamos por su calle. Juan Pablo balbuceó que no apagara el motor para seguir camino a su casa.
-Ay cállate Juan Pablo! Por supuesto que no te vas a ir manejando hasta Concón en ese estado. De aquí no se mueve nadie hasta que no se les pase la borrachera.
-Si estoy súper bien...
-Basta! Cállate y hazme caso.
Andrés empezó a hablar como si Juan Pablo no estuviera ahí.
-El sábado pasado se estaba quedando dormido cuando íbamos de vuelta a su casa en la madrugada. Iba como piojo!
-Tu también, huevón-dijo Juan Pablo.
-Si, pero yo no iba manejando!
-Ya cállense los dos. Y se bajan rápido, para que los vecinos no empiecen a hacer show por el ruido a esta hora.
Cuando ya estábamos en el departamento nos ofreció café a todos, pero Juan Pablo ya no se tenía en pie y se durmió en el sofá.
Sole trajo una manta y lo tapó, Andrés le saco las zapatillas y ni se inmutó.
Ella nos dijo:
-Andy, duerme con Alvaro, ya que a este no lo vamos a poder mover de aquí. Me voy a la cama porque estoy muerta!
Yo tenía mis cosas en la pieza de invitados que tenía una cama nido.
A mi me dieron ganas de fumar así que salí a la terraza, Andrés me siguió y nos sentamos a hablar de cualquier cosa casi cuchicheando para no hacer mucho ruido. Había mucho silencio a esa hora, el mar estaba tranquilo, el oleaje era muy leve y desde el balcón oíamos como reventaban suaves en la playa frente al departamento.
Nos quedamos un rato en silencio y de pronto empecé a hablar de lo que me había pasado en las últimas semanas, sin pudor alguno le conté todo. Cuando terminé de contarle la historia y respondí a sus preguntas, Andrés empezó a contarme sus cosas. De Juan Pablo que se conocían desde que entraron al mismo curso en la universidad y eran inseparables, pero que siempre había estado enamorado de él y Juan Pablo a pesar de saber, nunca le había hecho caso, ni nada. Me contó que se le había declarado en segundo año en una fiesta. Aprovechando que el alcohol ya le había infundido valor, Juan Pablo había aprovechado el mismo subterfugio para hacerse el desentendido. Según me contó al otro día se armó de valor luego de sacarse el peso de decirle lo que sentía, le insinuó que le había contado algo importante la noche anterior y que quería saber qué pensaba. Juan Pablo le respondió que no se acordaba de nada.
-Por supuesto que se acuerda, no estábamos tan ebrios. Y otras veces hemos estado peor de borrachos y se acuerda de cosas que a mi se me han borrado por completo.
-Y qué hiciste?
-Nada, dejarlo cómo está. Si ya se lo dije y a él le incomoda y no siente nada por mi, tendré que esperar a que se me pase. Supongo que será en algún momento.
-Y no has conocido a alguien que te guste? Un clavo saca otro clavo, dicen.
-Si he conocido a otros, pero dura un rato no más, a lo mejor se dan cuenta de que estoy enamorado de otra persona. No se.
-Pucha, que fome.
-Y tu? Porqué estás triste? Te vi en la fiesta que a ratos te quedabas quieto, mientras todos bailábamos como locos.
-No me di cuenta-respondí
Le conté todo con detalles, le dió un poco de pena y se me cayeron unas lagrimas.-mejor vámonos a dormir que mañana me voy a almorzar con mis papás, que ni saben que estoy aquí.
Nos acostamos cada uno en una cama, y a ratos hablábamos y nos contábamos cosas mientras ya amanecía.
Al otro día aparecí de sorpresa en la casa de mis papás. Mi mamá me reprochó la cara que tenía y que olía a “trasnochado”.
-Me duché y me perfumé solo para ti, mamá.
-Si claro! Dónde estuviste anoche?
Le conté una versión un poco alterada de la realidad, solo modifiqué algunos detalles. Total ella conocía a la Sole hacía un buen tiempo y sabía que habitualmente me quedaba en su casa.
-Tu papá viene a almorzar en un rato, espero que no se atrase como es costumbre. Hasta cuando te quedas?
-Me voy como a las ocho, mañana vuelo temprano.
-Bien de doctor tu visita. Bueno, pero cuéntame todo lo que te ha pasado estos días- Me dijo al tiempo que se sentaba en la mesa de la cocina con cara de curiosidad.
Volví a hacer un recuento de hechos relacionados solamente con lo laboral, y dos o tres cosas de salidas pero incluyendo a Gonzalo y la Sole y a mis compañeros del curso inicial, sin dar detalles del tipo de lugares que había frecuentado.
Una hora después llegó mi papá, tarde. Mi mamá lo retó por tenernos esperando con la mesa puesta. Aproveché para entregarle un recuerdo de Nueva York a cada uno. Así pasamos la tarde hablando hasta que llegó la hora de volver a Santiago.
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Cuando colgué el teléfono, apagué la luz y me quedé a oscuras unos minutos, con la sensación de haber dicho todo lo que tenía que decir, pero con la curiosidad de haber escuchado las explicaciones de Pedro Pablo. Pero era mejor de esta manera.
Cuando pensé en esto sentí como una presión en el pecho que no había sentido antes y ganas de llorar, traté de aguantarlas, pero no pude y así fue como me dormí.
A la mañana siguiente me desperté temprano muriendo de sed, salí de mi pieza a la cocina a buscar agua y me encontré a Gonzalo preparando una bandeja de desayuno para él y Cristian, se sorprendió de verme tan temprano despierto, me ofreció desayuno.
-Gracias Gonza, no tengo hambre, pero me muero de sed.
-No me puedo imaginar porque- dijo riendo.
-Lloré toda la noche.
-Ay huevón! Perdona, yo lo decía porque igual estabas un poco pasado anoche.
-Si también...
-Bueno, ahora necesitas distracción. Estábamos pensando ir a almorzar a Viña a la casa de la Sole, porque no vienes con nosotros? Así aprovechas de tomar aire fresco y te distraes. Volvemos en la noche tarde directo a dormir para levantarnos temprano mañana.
-No estoy invitado a la casa de la Sole- respondí serio.
-Y desde cuando necesitas invitación para ir a su casa? Por supuesto nosotros tampoco estamos invitados, la iba a llamar ahora para decirle que queríamos ir. Pasamos a comprar unas empanadas a la picada de Curacaví y listo. Después nos vamos a pasear a Valpo o Concón. Va a estar feliz de verte.
La Sole era la amiga en común que nos había presentado hacía un par de años en Viña, era un par de años mayor que yo, vivía sola y en ese momento no estaba estudiando ni trabajando, vivía de las rentas.
-Supongo que sería mejor que quedarme solo acá pensando tonteras.
-Listo! Nosotros desayunamos rápido para salir luego y llegar tipo una a su casa. Anda a ducharte y hazte algo en esa cara que pareces muerto! -dijo tratando de hacerme reír.
-Muy gracioso- respondí serio pero en broma.
Mientras estaba duchándome pensé que como todavía me quedaban dos días libres y mejor me quedaba en Viña, así además veía a mi familia. Luego preparé una mochila con lo indispensable para dos días.
Cuando íbamos bajando al estacionamiento Cris me dijo
-Que bueno que viniste! Así te vas a delante con Gonzalo y yo me voy durmiendo atrás.
-Que dulce eres, gracias por preocuparte por mi- le dije riéndome.
-Este se sube al auto y se duerme, es súper buen copiloto- añadió sarcásticamente Gonzalo.
-Que bueno que te quieras dormir, porque tengo en la mochila el cassette de Björk y me voy a ir cantando todas las canciones a todo volumen, cierto Gonza?
-No me las sé, pero te hago los coros, jajajaja!
-Ay, par de huevones pesados, me voy a poner tapones en los oídos, porque Gonzalo es lo más desafinado que he escuchado en mi vida!
Nos reímos mientras nos subíamos al auto de Gonzalo.
En un par de horas estábamos sentados en la terraza de la casa de la Sole mirando el mar y tomando pisco sour. Al principio preferí agua, pero Gonzalo me conoce bien y me llevó una copa igual.
-Al primer sorbo se te va a ir la caña.
-Por quien me tomas?
-Te conozco, además de que te preocupas? Mañana no trabajas y si te quieres quedar puedes descansar y dormir a pata suelta.
-Dime por favor que te vas a quedar acá- dijo entusiasta Sole.
-No sé, pensaba irme en la noche donde mis papás. Igual ni les avisé que venía a Viña. Salió todo de improviso. Cómo todo en mi vida estas últimas semanas.
-Ya no seas dramático- dijo Cris- igual te han pasado cosas, pero no tan mala onda como lo que me pasó con mi mamá.
-Cierto!- dijo Gonzalo.
Después la Sole quiso saber todos los detalles de lo que le había pasado a Cristian.
-Y a ti, flacuchento? Qué te pasó?-la Sole me decía así desde que nos hicimos amigos, por razones obvias.
-Pasando por que como sabes la cosa con el amigo de mi hermano, donde vivía, se puso mala onda y Gonzalo me rescató. Eso fue porque un día no llegué a dormir y se puso mal rollo. Ese día no llegue porque me quedé a dormir con un compañerito de trabajo. La cosa se puso romántica, nos fuimos a Nueva York, onda pololos y anoche fuimos al cumpleaños de un amigo de Gonzalo...
-Un estúpido- añadió Cris.
-y resulta que el cumpleañero es el pololo de mi compañerito-añadí.
-Oh! Que mala onda!- dijo ella-Entonces mejor que te quedes aquí, así te despejas, tomes aire puro, te relajas y en la noche hacemos un carretito en plan tranquilo, te tinca? Mañana te puedes ir a mediodía a la casa de tus papás.
-No es mala idea, ves?- Me dijo Gonzalo- cuando es tu próximo vuelo?
-El miércoles en la mañana a R��o.
-Ay, desgraciado! Sacando pica y una acá encerrada en este pueblo! No voy ni a Santiago!
-No te mueras de envidia, es ida y vuelta!- le respondí.
-Ademas no vas de puro floja- le dijo Gonzalo- Me aburrí de invitarte, y ahora sonaste, porque ya no hay pieza de invitados.
-Te puedes quedar conmigo en mi pieza cuando quieras- le dije sonriendo.
Almorzamos en la terraza y después nos fuimos a caminar por el cerro alegre, después a Gonzalo se le ocurrió ir a la Roca Oceánica entre Reñaca y Concón. De vuelta la Sole ofreció hacer ñoquis para la comida. Así que pasamos al supermercado a comprar un par de cosas que faltaban y unas botellas de vino.
Cuando llegamos a su departamento se puso a hacer unas llamadas en su pieza mientras nosotros tres estábamos en la terraza conversando.
Al rato volvió y me pidió que le sirviera una copa de vino porque se iba a cocinar.
-Yo no me pienso ir sin comer ñoquis-dijo Gonzalo.
-Pero no puedes tomar una gota de alcohol- replicó Cris-Soy demasiado joven y bello para morir trágicamente en un accidente de auto causado por un ebrio al volante.
Todos reímos del dramatismo habitual de Cris.
-Obvio que no voy a tomar nada. No voy a tomar nada después de la cerveza que me vas a traer tu, Alvarito lindo!
-Solo una- le recalqué.
Me fui al refrigerador a buscar una cerveza para Cris y otra para Gonzalo. La Sole ya estaba tenía entre las manos una cantidad grande de masa.
-No será mucho?- le dije mirando la bola de harina que estaba estirando en el mesón de la cocina.
-No, vienen unos amigos también a comer.
-Ah, pensé que íbamos a ser nosotros no más. Quienes son?
-Ex compañeros de universidad, la Paula que ya conoces, Andrés y Juan Pablo. Ellos son mis amigos gay de la U, son muy simpáticos.
Ya eran casi las ocho y aún había sol. Llevé las cervezas y me senté al lado de Cris a mirar la puesta de sol.
-Y tu, no vas a tomar nada?- Me preguntó.
-Más rato me tomo algo-Dije pensativo.
Ellos se pusieron a hablar de cosas de trabajo de Gonzalo, pero no escuché nada, estaba concentrado en mis pensamientos. En qué iba a hacer la próxima vez que me encontrara con Pedro Pablo, que le iba a decir, cómo iba a reaccionar. Volví de mi ensimismamiento cuando sonó el timbre del departamento.
-Ay, ya llegaron estos huevones-dijo Gonzalo.
-Te caen mal?-pregunté para saber a que atenerme.
-No, para nada, pero son muy intensos. En realidad son bien simpáticos- una vez que Cris se paró a abrir la puerta porque la Sole estaba con harina hasta en la cara, me dijo al oído - Me comí a uno.
-Y eso?- pregunté con curiosidad.
-Fue antes de Cris, en un Año Nuevo aquí, nadie más sabe, excepto la Sole.
En eso estaban entrando los invitados.
-Cuál fue?
-Bah, copuchento!- Me dijo riéndose mientras Cris se acercaba con el grupo de recién llegados.
Traté de ver algún indicio en las caras de Gonzalo y los invitados para ver quien podría haber sido, pero nada.
Todos saludaron sonriendo y tonteando entre ellos, me sentí un poco intimidado porque todos se conocían.
-Nadie va a venir a saludar a la cocinera?-Sole gritó desde la cocina. Todos se rieron- Está bien, yo voy- dijo mientras salía con las manos llenas de masa y harina tratando de tocarles las caras.
Se armó una pequeña estampida de tres personas tratando de huir de las manos de Sole.
-El rostro no!- gritó uno.
-Ni se te ocurra tocarme el pelo-dijo Paula riéndose.
Se abrazaron y besaron todos al mismo tiempo, Sole con los brazos extendidos para no tocar a nadie con las manos llenas de masa.
Me fui a la cocina con la Sole para ayudarle a terminar más rápido. No tenían idea de hacer nada, pero me ofrecí con ganas de aprender.
-Mi nonno me enseñó a darles la forma a los siete años, si una cabra chica de siete puedes, tu también- Me dijo cuando notó mi nerviosismo.
-Y si no me quedan bien?
-Mala suerte, además en el plato entre los otros no se van a notar, vas a ver qué es fácil agarrar la técnica- Me dijo tranquilizándome- tómate una copa de vino conmigo y te van a salir preciosos!
Hicimos un brindis mientras empezábamos a darle forma, ella hacía un rollo largo de masa, lo cortaba en trocitos casi exactos y yo con un tenedor los aplastaba haciendo una pequeña especie de voluta. Al principio me salieron un poco raros, pero después de un rato empezaron a salir todos iguales. Después de una media hora ya teníamos un ritmo de producción industrial.
En la cocina Sole era incansable, mientras había estado cocinando las papas para la masa, había sacado del congelador una salsa de tomate que hacía ella misma según la receta de sus abuelos italianos. La había puesto en una cacerola grande a fuego muy bajo para que se descongelara. Hicimos una pequeña pausa y me acerqué a ver cuanta salsa era, porque temía que fuera poca cantidad, al abrirla me di cuenta que incluso sobraría.
-Y toda esta salsa? La tenías guardada por si venía el apocalipsis zombie y tenías que quedarte encerrada aquí para siempre?
-Jajajaja...es que hago una vez al mes una cantidad importante para tener guardada y para ocasiones cómo esta.
Me acerqué a probarla, mientras ella sacaba una olla más grande aún para cocinar la pasta.
-Todas estas ollas son heredadas de mi nonno, los domingos cocinaba desde temprano para todo el familión.
-Alcanza para un regimiento!
-Más o menos, en este caso va a estar perfecto.
En ese momento entró Andrés a la cocina a buscar algo para tomar.
-Cómo están los cocineros?
-Casi listos, en una media hora sale la pasta. Así que empiecen a poner la mesa-Ordenó la chef.
-Pucha, yo venía a buscar algo para tomar y a acompañarlos.
-Ya, tómate algo y ofrécenos a nosotros que estamos secos!- respondió mientras sacaba cosas del refrigerador y controlaba todo a su alrededor para empezar a cocer los ñoquis.
-Que tomas, Sole?
-Vino tinto y el flacuchento también.
-Tienes copa, flacuchento?-Me dijo sonriendo Andrés.
-Si, pero está llena de masa y pegajosa. Me llamo Alvaro.
-Mucho gusto, Alvaro flacuchento.
-Oye, deja de huevearlo, yo soy la única autorizada para decirle así.
-Ay, que egoísta, no te molesta que te diga así, cierto?- Me dijo guiñándome un ojo.
-Prefiero Alvaro- respondí sonriendo.
-Viste?
Todos nos reímos.
En un rato estábamos sentados en la mesa. Propusieron un brindis por los cocineros, tuve que aclarar que yo no sabía nada de cocina y que la Sole me había enseñado a darle forma a los ñoquis y que los primeros me habían salido harto feos.
-Aquí está la muestra- gritó Cris levantando su tenedor donde había uno que parecía caca de gato.
-Pero el resto están perfectos-Dijo Sole- así que salud!
Gonzalo estaba tomando agua y prometió que la próxima vez ni de broma tomaba agua, que prefería quedarse a dormir y levantarse a las cinco de la mañana.
Después de comer nos sentamos en el living a conversar. La Sole cerró el ventanal porque los vecinos se quejaban usualmente por el ruido, sobretodo los domingos.
Al rato Gonzalo me hizo una seña para decirme que ya partían a Santiago. Se empezaron a despedir y Andrés preguntó porque “nos” íbamos tan temprano.
-Yo no me voy, bajo con ellos a buscar mi mochila que está en el auto de Gonzalo.
-Siiiii...mi flacuchentín se queda a dormir aquí hoy!
Cuando volví de ir a buscar mi mochila y despedirme de los chicos, estaban todos sentados en la alfombra sentados en círculo. Juan Pablo estaba encendiendo una pipa, por el olor me di cuenta inmediatamente de que era marihuana.
Fui a la cocina a buscar más vino, pero no quedaba. Así que saqué una cerveza.
Cuando volví, me senté también sobre la alfombra y Paula me pasó la pipa.
-No, gracias. No puedo.
-Porqué? -preguntó
-Por mi trabajo, hacen test de drogas- respondí
La Sole añadió:
-Es que es sobrecargo!
Todos se me quedaron mirando y empezaron a bombardearme con preguntas. Que cuánto tiempo llevaba, que si conocía a tal o cual persona, que dónde eran mis vuelos habitualmente, si era cierto que había gente que tenía sexo en los baños, si alguna vez había tenido una emergencia, etcétera.
-Llevo recién un poco más de un mes, en un año pregunten todo lo que quieran- respondí riéndome.
Cómo a las once y media de la noche Andrés miró a la Sole con cara de complicidad mientras se paraba y caminaba al pasillo que llevaba a los dormitorios y le dijo:
-Puedo?
-Pero es domingo! Le respondió ella fingiendo estar enojada.
-De que hablan?- pregunté
-Es que este quiere sacar el whisky que tengo en el closet del pasillo, todos quieren?
-No! Yo ya me voy. Mañana tengo una entrevista de trabajo- respondió Paula. Al tiempo que se despedía de todos.
Juan Pablo aceptó y la Sole también. Yo preferí quedarme con la cerveza, por mientras.
Cuando nos quedamos los cuatro Juan Pablo le preguntó a Andrés por lo de “después”. La Sole los quedó mirando intrigada:
-A ver? Qué está tramando el parcito? Ya saben que me carga que empiecen con sus conversaciones en clave, sobretodo frente al resto. Eso no se hace!
-Siempre nos retas por lo mismo!
-Porque siempre hacen la misma estupidez, tontín!
-Ya, está bien. Lo qué pasa es qué hay una fiesta en Valparaíso de unos cabros que conoce el Andy. Y teníamos ganas de ir.
-Podrían haber partido por ahí e invitarnos, te tinca?-Me preguntó la Sole
-No sé.
Andrés se me sentó al lado y me empezó a contar de que se trataba. Luego del incendio de la Divine no había que hacer y generalmente organizaban fiestas clandestinas en casas o lugares que arrendaban por la noche. Ese día Domingo era en la casa de un amigo suyo que estudiaba teatro y era bien diverso el ambiente. Generalmente hacían alguna performance y era solo con invitación, por lo que solo iban conocidos y amigos de los invitados a esta fiesta. Era en una casa antigua del cerro Concepción.
Al final decidimos ir todos, la Sole echo en su cartera la botella de whisky nos subimos al destartalado auto de Juan Pablo y partimos a Valparaíso, pasamos a comprar cervezas, porque había que llevar lo que cada uno iba a tomar.Nos esperaba una noche muy divertida y particular.
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Trataba de pensar rápido y cómo salir de la fiesta y pasar desapercibido mientras Pedro Pablo insistía en darme explicaciones. Decidí que escucharlas ahí solo iba a empeorar la situación. Me paré rápido, me miré al espejo tratando de evaluar las condiciones de mi cara. Definitivamente cuando lloraba era imposible ocultarlo, quedaba con los ojos inflamados en pocos segundos y tardaba bastante tiempo en volver a la normalidad. Me lavé la cara con agua fría, respiré profundo y salí del baño. Pedro Pablo estaba sentado en el suelo con cara de víctima. Se levantó de un salto y me tomó de los brazos:
-Déjame explicarte, por favor.
En ese momento la pena que sentía se empezó a matizar con enojo.
-No hay mucho que explicar “Pepe”- dije irónico- Además no creo que este sea el lugar adecuado, después de todo es la pieza donde duermes con tu novio.
-Pero...
-No!- Lo interrumpí- No es ni el lugar ni el momento. Claramente yo no tengo nada que hacer aquí. Voy a salir rápido y me voy a ir a mi casa.
-Y tus amigos?
-A mis amigos diles que me fui al departamento.
-Pero seguramente van a estar todavía hablando con José Antonio. Cómo les digo para que pase piola?
-Ese es problema tuyo.
Salí lo más rápido que pude. En el pasillo todavía estaban los chicos esperando el baño. Traté de no mirarlos, luego de recorrer el pasillo salí esquivando gente y me fui directo a la puerta de entrada del departamento. Salí rápido al ascensor, cuando se abrió la puerta salieron otros 5 chicos que obviamente iban a la fiesta. Entré rápido apenas habían salido y presioné el botón de cerrar la puerta, cuando se estaba cerrando, salió Pedro Pablo, a esa altura yo estaba indignado, caminó rápido para intentar detener el ascensor mientras yo lo miraba sin hacer ningún gesto. Pero ya quedaban apenas unos centímetros para que las puertas se cerraran totalmente.
Salí a la calle lo más rápido que pude, ya fuera del edificio se escuchaba el murmullo de conversaciones, la música y risas de gente que se divertía en ese departamento. Yo por otro lado me sentía solo y muy estúpido por no haber visto señales que podrían haber significado que Pedro Pablo estaba en una relación.
Lo peor de todo es que me estaba doliendo mucho lo que estaba pasando. Sentí otro nudo en la garganta y caminé lo más rápido que pude al departamento. Dos cuadras más adelante creí escuchar que alguien me llamaba. Al darme vuelta vi a Cristian y Gonzalo que caminaban hacia mi. Me quedé esperándolos.
Gonzalo todavía tenía cara de confundido, porque Cris le había explicado rápidamente mientras bajaban en el ascensor lo que había pasado.
-Lo tuve que sacar arrastrando del departamento a este- dijo Cris.
-Igual no tendrían que haberse venido, si yo quería estar solo un rato.
-Como se te ocurre que te íbamos a dejar solo ahora? -dijo Gonzalo- Lo que pasa es que no caché cuando saliste hasta que llegó el famoso Pedro Pablo y le hizo una seña a Cris para que fuera a la cocina, no entendí nada hasta que medio me explicó Cris en el ascensor.
-Yo creo que José Antonio se dio cuenta de que algo raro estaba pasando cuando me fui a la cocina detrás del hue’ón ese.
En un rato habíamos llegado al departamento. Me fui directo a mi pieza, necesitaba estar solo para pensar. Ellos se quedaron en el living, al rato sentí que pusieron música. Gonzalo me golpeó a la puerta para preguntarme si quería tomar algo, entreabrí la puerta para decirle que quería estar solo. Apagué la luz, me saqué la ropa y me recosté boca arriba sobre la cama. Pensaba en como las cosas cambian de un minuto a otro. O al menos pensamos que cambiaron, por ejemplo, hasta ese mismo día yo sentía que por fin encontraba a alguien a quien le gustara estar conmigo, que le gustara yo, que me encontrara lindo, que se preocupara por detalles tontos y que me causara ilusión, que me dejara notitas, además de que fuera guapo, atractivo, y con ese aire misterioso y desenfadado que tenía Pedro Pablo. Pero claro, yo no había visto las señales, yo dejé que pasara algunos límites y yo me dejé ilusionar. Entonces un día las cosas son lindas, el aire huele distinto, la luz brilla de una manera que no había visto antes, siento ese cosquilleo en el estómago y al rato el cosquilleo se vuelve una sensación de vacío, oscuridad y desesperanza que no sentía desde mi adolescencia, cuando descubrí en mi eso que no quería enfrentar ni reconocer; y mucho menos que alguien más lo supiera.
Me levanté de la cama y miré por el ventanal de mi pieza a la calle, a esa hora pasaban pocos autos y la mayoría de los departamentos que lograba ver desde ahí estaban a oscuras. Los que tenían luces encendidas era porque había gente reunida, en las terrazas, bebiendo y riendo, en cambio yo estaba sintiéndome miserable encerrado en mi pieza. Quise fumar y me di cuenta de que me quedaba solo un cigarrillo, lo encendí, abrí el ventanal y sentí la brisa fresca de esa hora de la noche en mi cara. De cierta forma me ayudó a refrescar un poco mi cabeza y cuando apagué el cigarrillo me puse una polera y unos shorts para ir a comprar más. Cuando salí aun estaban mis amigos conversando y tomándose una copa ambos sentados en la alfombra apoyados en el sofá. Gonzalo me preguntó si necesitaba algo.
-Se me terminaron los cigarros- respondí.
-Te paso una cajetilla que tengo de reserva, después me la repones- dijo Cris.
-Obvio que sí, mañana te la devuelvo.
Se levantó de la alfombra y se fue por el pasillo a buscar los cigarros. Gonzalo me preguntó si quería tomar algo y acepté, se fue a la cocina y me trajo un vodka tónica bien cargado. Cuando volvió Cris ya me había sentado en un sillón y les pedí que no habláramos de lo que había pasado esa noche, luego de dos rondas más me fui a acostar luego de agradecerles por todo y decirles que los quería mucho.
Una vez en la cama, tomé el teléfono y llamé sin pensarlo dos veces al numero de Pedro Pablo con la intención de dejar un mensaje en su contestadora, me sorprendió que después de varios tonos él tomara la llamada. Tenía la voz rara, no como si estuviera durmiendo, mas bien sonaba como si hubiera estado llorando. Sabía que era yo, sin que hubiera dicho ni una palabra. Sentí ganas de colgar de inmediato, porque no sabía bien que le quería decir. Además, no estaba pensando con claridad debido a todo lo que había tomado esa noche y los tragos que me tomé con mis amigos. Dejé que hablara.
-Perdóname Álvaro. No sé qué más decirte, me he portado muy mal contigo…y conmigo.
-La verdad es que no sé ni porqué te llamé, supuse que estarías en la casa de tu pololo.
-No, me vine a mi departamento unos minutos después de que te fuiste, quería ir a buscarte a tu casa y pensé que a lo mejor no era una buena idea.
-No, no era una buena idea, igual no negaste que fuera tu pololo.
-Déjame explicarte todo.
-No es a mi a quien tienes que darle explicaciones. Tienes una relación, se ve que hace bastante tiempo y bien conocida por mucha gente - dije cortante – Vi que estaban tus amigos de cuando me llevaste al Fausto en la fiesta y que me reconocieron, me di cuenta por como cuchicheaban cuando nos vieron pasar al baño de tu pololo.
- Esos no son amigos míos, son conocidos y son unas víboras. Déjame explicarte en persona, por favor.
- No “Pepe” – dije irónico – No quiero explicaciones, claramente hubo un malentendido y el que se equivocó fui yo. Te voy a colgar porque estoy un poco ebrio y tengo sueño.
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Gonzalo quería saber cada detalle del vuelo, los hoteles, la tripulación y hasta las comidas que habíamos servido a bordo. Lo que no sabía, como yo mismo hasta que lo vi en la sala de briefing, era que Pedro Pablo iba también en el vuelo. Se sentaron los dos frente a mi para el interrogatorio.Ya estábamos comiendo cuando me preguntó “cómo me había portado”, me reí y me dijo:
-Si poh, como los marinos, en cada puerto un amor- en tono de broma.
Cristian asintió muy serio.
-No conocí a nadie- respondí.
-Es el colmo que vayas a Nueva York y vuelvas invicto.
-No dije que no hubiera tenido sexo, solo dije que no conocí a nadie.
Abrieron los ojos como plato
-A quien te comiste, inmundo?- gritó Cristian riéndose, Gonzalo le dio un codazo en las costillas cuando se dieron vuelta los comensales de un par de mesas, el que no borro del todo su risa.
-Dime por favor que fue un piloto- dijo Gonzalo.
-Como se te ocurre? Son heteros y homofóbicos hasta dónde sé.
-Obvio tiene que haber uno que otro, la estadística dice que el diez por ciento de la población es gay-dijo Cris. Los años le darían la razón a su estadística.
-Ya, cuenta con quien!-dijo impaciente Gonzalo.
-iba Pedro Pablo en el vuelo, sacado de turno igual que yo.
Les hice un breve resumen de como había sido su llegada al vuelo. Omití que no había llegado a comer la primera noche como habíamos acordado, pero les conté de mis nuevos amigos. También les conté del paseo romántico por Central Park y del osito que me regaló, por supuesto omití en la mesa lo de mis calzoncillos. Después le contaría a Gonzalo, con él no me guardaba detalles si me los pedía y él era igual conmigo.
Nos tomamos un par de botellas de vino, después nos fuimos a un bar gay bien feo, pero animado y seguimos hablando de todo. Cris me contó que se había juntado con su hermana a almorzar para contarle lo que había pasado con su mamá, ella ya sabía . Esa noche del domingo cuando llegó a su casa, llamó a Paulina diciendo que tenían que hablar en persona. Nos contó que ella le había dicho que estaba loca, que un domingo a esa hora no se movía de su casa, sobretodo con el desorden que quedó después de la celebración. La señora había insistido que era sumamente urgente, finalmente Paulina accedió y dejó a los niños con el marido y partió a juntarse con su mamá. Por otro lado Gloria, la novia, le había insistido en que tenía que salir del closet con su familia más cercana ahora que Cristian sabía todo.
La hermana de Cristian tenía un carácter bastante fuerte, me dijo Cris, Gonzalo asintió.
-Es súper simpática y buena pa’l hueveo, pero no tiene pelos en la lengua para mandar a alguien a la chucha si algo no le parece bien- Me explicó Gonzalo.
-Y qué pasó? Pregunté ansioso.
-La mandó a la chucha! - dijo Cristian- Que ella no tenía ningún rollo si le gustaban las mujeres, los hombres, los perros o los semáforos. Me contó que la había puteado hasta el cansancio y que mi mamá había estado al borde de las lágrimas todo ese rato, hasta que le dijo:”con que cara se te ocurre hacerle la vida imposible a mi hermano? Porque es maricón según tú? Él no es maricón, es gay, en cambio tu eres una maricona, porque eso que le has hecho todos estos años es una mariconada!”
Miré a Gonzalo que estaba serio y luego a Cris para decirle:
-Amo a tu hermana!!!
-Siempre me ha defendido- dijo emocionado- y bueno, en eso me dijo que mi mamá se echó a llorar con desesperación. Y ahí volvió al ataque la Paulina: “Me importa una mierda que seas tortillera así que no me des explicaciones, me preocupa mi hermano. Mañana lo vas a llamar para pedirle perdón por toda la mierda que le has tirado desde que sabes que es gay, si no lo llamas no te vuelvo a hablar en la vida, y por supuesto no vas a volver a ver a los niños de nuevo. Ah, y si no te perdona tampoco, así que más te vale que hagas un esfuerzo para que te salga bonito y sincero. Ya, ándate a tu casa, suénate los mocos y practica”
-Huevon...y qué pasó????
-Me llamó por teléfono, pero la Paulina me pidió que me hiciera el ocupado para no verla en una semana. Así que la estamos castigando un poco.
Gonzalo interrumpió:
-Igual la cagó tu mamá-dijo mirando a Cris- pero enséñale que puedes ser mejor que ella.
-Ay que latero Gonza! La señora se ha portado como el pico, que tome un poco de su propia medicina-luego de decirlo me quedé pensando unos segundos y le pregunté- porque la vas a perdonar, no?
-Creo que si, depende de cómo le salga. Y está vuelta mona porque la Paulina no la ha dejado ver a los niños en toda la semana. Se lo merece, vieja huevona.
Nos reímos un rato y ya estábamos los tres bastante alegres. Gonzalo nos dio a elegir qué queríamos hacer. Ir a una fiesta de un amigo suyo que no conocíamos o ir al Fausto. Cristian le preguntó con un poco de celos que amigo era. Gonzalo se rió y calmándolo le explicó que nada que ver. Habían salido hacia algunos años “pero hubo cero onda de romance y menos de sexo, así que quedamos de amigos”
-Y porqué no me habías dicho nada hasta ahora?-preguntó un poco irritado Cristian.
-Para que no te pusieras celoso con anticipación- le respondió irónico.
-Y esta bueno?-Pregunté.
-Es guapo, pero me contó que está pololeando. Igual que tu!
-Yo no estoy pololeando...todavía. No hemos formalizado nada- dije sintiendo repentinamente muchas ganas de presentárselos a ellos y que formalizáramos. Llevarlo a casa y dormir juntos.
-Bueno, vamos a la fiesta de tu amigo, si tú quieres- dijo Cris mirándome como pidiendo mi opinión- el Fausto a esta hora debe ser un hervidero de gente. Y a todo esto, que hace hoy este niño?
-Se iba a la casa de su mamá porque tenía un cumpleaños familiar .Vamos, prefiero un carrete de casa que ir al Fausto.
En ese momento ya estábamos en la calle y Gonzalo trataba de hacer parar un taxi, el Fausto estaba a pocas cuadras, en cambio la fiesta de su amigo quedaba a cinco cuadras de nuestro departamento.
Llegamos al edificio en Providencia y desde abajo se oía el murmullo de voces en una de las terrazas. Al entrar al amplio departamento del amigo pude ver que había casi exclusivamente hombres entre los veinticinco y treinta y cinco años, a excepción de dos chicas que hablaban animadamente entre ellas. En total tienen que haber sido unas treinta personas repartidas en el living y la terraza. Había un chico muy guapo, con pinta de estudiante universitario, vestido de negro que después me enteré que lo habían contratado para servir los tragos y mantener un poco de orden.
Gonzalo nos dijo
- Vamos a la terraza a saludar al dueño de casa-
Salimos y para sorpresa de Cris y mía era una cara extraordinariamente familiar, era José Antonio Urrutia, un conocido periodista de espectáculos que trabajaba en televisión. Se levantó al ver a Gonzalo y se le acercó con los brazos abiertos. Lo abrazó efusivamente mirando a Cristian y luego a mi, como tratando de averiguar con cuál de los dos estaba pololeando.
-Que bueno que vinieron!- dijo con su sonrisa perfecta -Cuál de estos dos guapetones es tu novio?
-Él es Cristian, mi novio hace seis meses. Y este es Álvaro, mi mejor amigo y roomie. Y tu novio?
-Tuvo que salir a comprar hielo que se terminó, pero ya debe estar por volver- estiró el cuello para buscar al chico de negro- Sergio! Ven...por favor ofréceles algo de tomar a mis invitados.
En un par de minutos teníamos cada uno un vodka tónic con poco hielo. Estábamos hablando los tres en la terraza y viendo al resto de los invitados que estaban más o menos cerca nuestro en la misma terraza.
En un rincón había cuatro chicos como de mi edad, muy guapos.Cris me dijo:
-Seguramente son modelos y argentinos- Por la música no alcanzábamos a escuchar el acento.
Más allá había un par de actores conocidos, de los que se rumoreaba que eran gays, ahora lo confirmábamos. Mientras estábamos en esto, sentí una sensación extraña y vi de reojo que José Antonio me miraba fijamente, lo que me ponía incómodo.
-Oye, que te mira ese huevón, creo que te quiere comer- Me dijo Cris al oído mientras Gonzalo saludaba a unos conocidos- y eso que está pololeando. Me cayó como el pico.
-A mi tampoco me cayó muy bien. Igual es más guapo en persona.
Estábamos cuchicheando cuando por sobre las cabezas de los invitados vimos que se abrió la puerta de entrada del departamento, pero no pudimos ver a quien entraba,
José Antonio estaba atento y se levantó rápido de donde estaba sentado-Permiso, llegó Pepe con el hielo, le voy a ayudar- se fue a la cocina esquivando a sus invitados. Con Cris teníamos genuina curiosidad por saber quien sería el novio del festejado, nos preguntamos si sería algún famoso también
Alcanzamos a ver que entraban en la cocina, luego de unos minutos vi que se acercaba José Antonio entre la gente y por la posición de sus hombros traía a alguien tomado de la mano que caminaba detras suyo. Cuando logró salir a la terraza se detuvo a hablar algo que no escuché con un chico que nos daba la espalda y tapaba lo que queríamos ver, cuando de pronto vi a quien traía de la mano.
Cris me vió tensar la espalda y me preguntó:
-Te pasó algo?
-Al novio de Urrutia no le dicen Pepe porque se llame José, es PP por Pedro Pablo- dije susurrando, pero Cris alcanzó a escuchar lo que decía.
Cristian abrió aún más sus ojos con genuina sorpresa . Para asegurarse de que era el mismo Pedro Pablo del que les había hablado más temprano, me lo preguntó y asentí. Buscó con la mirada a Gonzalo que estaba volviendo de ir a buscar otro trago y José Antonio lo tomó del brazo cuando pasaba por su lado para presentarle a su novio. Gonzalo lo saludo con una sonrisa e hizo una seña para mostrarle con quien había ido a la fiesta.
-Ese es Cris, mi pololo y el que está al lado Álvaro mi amigo y roomie.
Pedro Pablo nos miró y cayó en cuenta de todo. Con naturalidad, levantó una mano y dijo:
-Hola!
Cristian ni se molestó en devolver el saludo como hice yo, tratando de disimular. Sintiendo una sensación espantosa que no sé cómo describir. Era como un mareo, un vacío en el estómago, sentí que por un momento se detenía mi corazón para luego empezar a latir a toda velocidad.
Cris miró con indignación a Gonzalo que no se dio por enterado. Me miró a mi y me dijo:
-Vámonos!
-Voy a ir al baño primero. O me voy solo sin que nadie se de cuenta.
-No! Nos vamos todos, no me quiero quedar a ver el show del pololo enamorado! Gonzalo, ven un minuto- dijo sin ocultar su enojo.
Mientras decía eso yo me estaba parando para ir al baño, no tenía ganas de dar más detalles y quería estar solo un momento. Me acerqué a ellos sin mirarlos y le pregunté a Gonzalo dónde estaba el baño. Me dijo que estaba ocupado. José Antonio se dio cuenta y me dijo:
-Hay tres personas en el baño de visitas ahora, no quiero imaginarme lo que están haciendo, porque no salen de ahí hace como 10 minutos. PP, le mostrarías el camino a mi baño?
Pedro Pablo hizo un gesto raro con la cara, no era incomodidad, una vez más yo no entendía que estaba pasando por su cabeza:
-Claro, acompáñame- dijo sin mirarme a los ojos.
Caminé detrás suyo entre sus invitados. De repente reconocí a un par de sus amigos con los que se había encontrado la noche que me llevó al Fausto y se nos quedaron mirando cuando me reconocieron de aquella noche. Íbamos por un pasillo, habían dos chicos esperando frente a una puerta, trató de abrirla, pero no pudo.
-Esta ocupado hace un montón de rato- dijeron a coro.
Pedro Pablo me dijo aun sin mirarme a la cara:
-Sígueme
Se ve que el último recurso era llevarme donde Jose Antonio le había pedido que lo hiciera. Lo seguí en silencio. Abrió una puerta ancha a final del pasillo y entramos en el dormitorio del dueño de casa. Era muy amplio, con una cama king, muebles de muy buen gusto. Tenía un pasillo pequeño a un costado que llevaba al baño, estaba muy bien iluminado por unos focos empotrados en el cielo raso. En una de sus paredes había un gran espejo, así como la puerta del baño. Entonces me veía a mi detrás mío a Pedro Pablo. En la otra pared habían varias fotos e marcos de distintos tamaños y materiales. Unas de José Antonio con sus padres y hermanos, otras pocas con amigos, pero una llamó fuertemente mi atención. Era él con Pedro Pablo en Central Park. Sentí que me ardía la cara. Me giré para quedar frente a Pedro Pablo que se había quedado inmóvil cuando se dio cuenta de que estaba mirando las fotos.
Traté de guardar la compostura, respiré calmado y le pregunté:
-Me podrías explicar de qué se trata todo esto, Pepe? Porque así te dice tu novio, no? No era una fiesta familiar la que tenías hoy en la noche?
No podía ver con claridad, primero sentí que se me apretaba la garganta y luego unas lágrimas correr por mi cara. Me giré abrí la puerta del baño, encendí la luz y cerré rápido detrás mío. Me senté en el suelo con la espalda apoyada en la puerta. Sentí que Pedro Pablo se acercó y hablaba en voz baja.
-Álvaro, abre por favor!
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Estuvimos unas tres horas hablando, ellos contando innumerables historias y anécdotas ocurridas en sus vuelos y yo escuchando atento y riendo. A eso de la media noche ya quedábamos Andrea y yo. La versad es que era bien directa para decir las cosas, y no me había parecido nada de bruja, cómo se auto proclamaba. Era divertida y tenía un humor demasiado negro. Tendría unos cuarenta años y estaba casada hacía varios años con un francés y no tenían hijos y había vivido en Francia y Alemania. Cerca de la una me fui a dormir sin haber tenido noticias de Pedro Pablo. Igual debo reconocer que estaba un poco molesto porque no había llegado para que comiéramos juntos cómo había prometido y a pesar de haberle dejado una nota encima de su cama diciéndole dónde iba a estar, me había ido a juntar con el grupo como una forma de expresar mi molestia.
Cuando entré él estaba con la televisión encendida mirando una revista. Sin mirarme preguntó:
-Como lo pasaste con tus amigos?
-Bien, la verdad es que son súper simpáticos, sobretodo la Andrea.
-Ah si? Tiene fama de perra.
-Ya lo había escuchado, de ella misma incluso, pero no me parece que sea así. Creo que lo usa como herramienta para tener a los tripulantes de sus vuelos ordenados y haciendo lo que tienen que hacer.
Me saqué la ropa, me puse mi polera para dormir y me acosté.
-A qué hora es el wake up?-preguntó.
- A las tres de la tarde- respondí viendo la hoja con la información general de nuestros vuelos que estaba en el velador entre las dos camas- Como te fue con tu primo?
-Bien, fuimos a su departamento primero, porque tenía que revisar unos papeles de su trabajo, después a su oficina a dejarlos. Y cómo se había tomado la tarde libre me llevo a dar una vuelta y después a comer en South Beach.
-Ah, como me habías dicho que comeríamos juntos hoy te estuve esperando.
-Chuta! Se me olvidó completamente, perdóname!- dijo sorprendido. Se paró de su cama y se arrodilló al lado de la mía- perdóname, en serio!- dijo sobreactuando su cara de arrepentimiento.
-Jajaja-me reí de su cara fingida- no sé si pueda perdonarte. Esto te va a costar caro- le decía mientras me cruzaba de brazos y miraba hacia el televisor.
-Ten piedad...Que puedo hacer? -imploraba en broma.
Me paré de la cama, él seguía de rodillas.
-Bésame la mano.
-No sé si soy digno, señor!-decía tratando de ponerse serio y con cara de culpable.
-Ay, no seas tonto! Párate de ahí, ridículo!
-Me perdona, amo?
-Lo voy a considerar según cómo te portes-dije siguiéndole el juego.
-Permítame hacer méritos- dijo poniendo su mano en mi pantorrilla y subiendo lentamente hacia mis glúteos, luego me desabrochó los pantalones bajándolos hasta mis tobillos. Con ambas manos me bajó los calzoncillos mirándome a los ojos y me dejé llevar.
Al mediodía siguiente bajó a comprar fruta y unos muffins para desayunar algo rápido. Luego nos fuimos a dar una vuelta cerca. Hacía un poco más de calor que el día anterior pero estaba más nublado. Un poco antes de las tres ya estábamos de vuelta en la habitación, ordené mi maleta mientras él se duchaba, preparé mi uniforme sobre la cama y cuando salió del baño me metí inmediatamente a la ducha. En cuarenta minutos ya estaba listo para bajar, Pedro Pablo se había adelantado y cuando llegué al lobby del hotel estaba sentado en un gran sofá azul con la amiga de su hermana. Me senté frente a ellos y Claudia se sentó a mi lado. En unos minutos ya estaban los pilotos y toda la tripulación listos para empezar el briefing antes de partir al aeropuerto. Uno de los copilotos nos informó de las condiciones meteorológicas en la ruta y el destino, Andrea por su parte nos informó detalles comerciales del vuelo y partimos al aeropuerto.
Una vez embarcados los pasajeros, que eran bastante menos que en el primer tramo, ya habíamos hecho la demostración de seguridad, Andrea recorría el avión por ambos pasillos asegurándose que todo estuviera en orden. Al llegar al galley trasero se cercioró de que todo estuviera asegurado, revisó rápido los baños y bloqueo las puertas de estos.
Todos estábamos tomando nuestras posiciones para despegar. Caminó rápido hacia adelante. En unos minutos oímos a uno de los pilotos decir:
-Tripulación de cabina, estamos próximos al despegue.
El avión giró lentamente a la izquierda para empezar la carrera de despegue y en unos minutos ya volábamos sobre la bahía de Biscayne hacia el norte. En dos horas cincuenta ya estábamos aterrizando en JFK. Emocionado por conocer la Gran Manzana no veía la hora de llegar al hotel. Luego del largo camino hasta Manhattan por fin nos bajábamos del bus que nos había llevado desde el aeropuerto en el Hotel Lexington. Cada uno subió rápido a sus habitaciones y con Pedro Pablo hicimos lo propio, porque sabía que era mi primera vez ahí y que no podía esperar para salir a conocer. En un par de minutos ya estaba con jeans, zapatillas y una parka. Era noviembre y había un viento frío que ameritaba algo de abrigo.
Como Pedro Pablo había estado ahí algunas veces antes hizo de guía turístico. Apenas salimos del hotel caminamos un par de cuadras cruzando las avenidas Park y Madison hasta llegar a la Quinta Avenida. En un rato estábamos mirando a los que patinaban sobre hielo en la pequeña pista del Rockefeller Center. Caminamos hasta donde empieza Central Park mirando las vitrinas de las tiendas, cruzamos por el lado del Plaza hasta el muy dorado monumento a Sherman. A esa hora andaba poca gente en la calle. Me giré a mirar el camino que habíamos recorrido levantando la mirada para ver los altos edificios. No podía creer que reviviera ahí. Pedro Pablo me miró sonriendo, se acercó y me besó. Abrazándome y acercando su boca a mi cuello me dijo- Mañana si quieres venimos a recorrer el parque y a darle de comer a las ardillas-
Caminamos felices hasta un bar, pedimos un par de cervezas y hablamos del recorrido que haríamos al día siguiente.
Al llegar al hotel, pasada la medianoche, nos encontramos con un piloto que venía de comer con Andrea. Ella nos contó que al día siguiente se iba a ir a ver a una amiga de la universidad que vivía en Long Island y que se quedaría a dormir ahí la noche siguiente. Sacó una libreta de su cartera y anotó el número de teléfono de la casa de su amiga en una hoja que arrancó:
-Este es el teléfono de donde voy a estar, por cualquier cosa, el capitán también lo tiene.
Nos fuimos a dormir inmediatamente para levantarnos temprano y aprovechar el día. A la mañana siguiente salte de la cama y abrí la ventana de guillotina de la habitación y noté que hacía más frío que la noche anterior. Nos abrigamos y salimos a desayunar en una cafetería que había cerca. Estaba muy despejado pero había bastante viento muy frío. Luego de un desayuno que más parecía almuerzo, caminamos por el mismo camino que habíamos hecho la noche anterior hasta Central Park. El monumento a Sherman brillaba bajo el sol, estaba casi rodeado de carruajes como las victorias de Viña, y el olor a caballos era el mismo. El parque se veía precioso con los colores del otoño, el follaje de los árboles iba desde el verde, pasando por múltiples tonos de amarillo y naranja hasta el rojo. Caminamos por los senderos hasta llegar a The Literary Walk, una suerte de avenida peatonal dentro del parque que desemboca en unas escaleras de piedra arenisca tallada, que bajan hasta una gran fuente con un angel de bronce, más atrás de la fuente hay un lago. Nos sentamos en los peldaños bien cerca el uno del otro, pálidos por el frío y nos besamos mientras pasaba gente por nuestro lado, no me importó. Luego nos tomamos unas fotos juntos, las primeras que nos tomábamos, no podía esperar para revelar el rollo.
Caminamos por el parque tomados del brazo mientas yo iba pensando en cuanto disfrutaba estar con él, en lo bien que me sentía hacer como él al importarme muy poco lo que pensara el resto. Sentía que al fin estaba viviendo de la manera que siempre había querido.
Pasamos el resto del día recorriendo calles, y lugares iconicos de la cuidad, entramos al Museo de Historia Natural y por la tarde subimos al mirador del Empire State, a eso de las cinco de la tarde nos fuimos al hotel a descansar un rato. Nos tendimos en la cama y yo me dormí profundamente. Desperté pasadas las ocho de la noche con la sensación de haber dormido muchas horas, pero sacando la cuenta había sido solo una hora y media. Miré alrededor y Pedro Pablo no estaba. A los pocos minutos entró.
-Bajé a comprar una tarjeta de teléfono para llamar a mi mamá.
-Todo bien?-pregunté
-Si, mi abuela está enferma y quería saber cómo seguía.
Al rato salimos a comer algo por ahí. Volvimos al hotel cerca de las once de la noche y nos fuimos directo a la cama, finalmente nos dormimos cerca de las dos de la mañana.
Al día siguiente nos levantamos temprano para ir al World Trade Center y subir al mirador que había en una de las torres. En una de las torres hubo un atentado explosivo en el subterráneo a principios de ese año, por lo que el control de seguridad para subir era bastante similar al de un aeropuerto. El ascensor era de tamaño considerable y un guía explicaba mientras subía rápidamente a la velocidad que viajábamos y otros detalles de la construcción hasta alcanzar el piso 107. Recorrimos los grandes ventanales viendo el paisaje que nos rodeaba, luego subimos aún más hasta la terraza en la azotea. El viento frío nos hizo bajar pronto no sin antes pedirle a unos turistas japoneses que nos tomaran una foto.
Luego de la visita al WTC nos fuimos en metro hasta el Hotel a almorzar algo rápido para aprovechar de dormir. Al llegar a la puerta del hotel aproveché de tomar dos fotos de cualquier cosa que llamara mi atención para terminar rápido ese rollo de película y dejarlo revelando en una tienda al lado del hotel y pasar a buscarlo antes de salir al aeropuerto. Unas pocas horas más tarde, mientras Pedro Pablo se duchaba, bajé a buscarlo y subí rápido para que viéramos las fotos juntos. Salió del baño con una toalla a la cintura y se sentó a mi lado para revisar las fotos recién reveladas.
-Te ves lindo en todas y yo me veo feísimo!
-Como se te ocurre decir esa estupidez? Te ves muy lindo!
-Claro, porque sales tu en la foto, solo por eso no me veo tan mal...regálame esta?- dijo mostrándome una que me había tomado en Central Park.
-Bueno, y esta en que estamos los dos.
Las fue a guardar en ese mismo momento en un libro que tenía en su maleta. Cuando la abrió para buscar el libro que no había visto hasta ese momento, apareció algo que se me hizo conocido. Me paré para ver mejor y eran una polera y unos calzoncillos míos, usados, que no supe cómo habían llegado hasta ahí.
-Y eso?-pregunté intrigado.
-Ehmmm....no sé -respondió como si no tuviera idea de lo que hablaba- No sé cómo llegaron aquí.
-Que raro.
No se aguantó la risa:
-Busted!-dijo levantando las manos como si lo estuviera deteniendo la policía- Te los hurté hoy en la mañana y no te diste ni cuenta!
-Y para qué los quieres? Me hubieras pedido algo y te lo regalaba, pero limpio!
Me miró con malicia:
-Eso es exactamente lo que no quiero-dijo mostrándome los calzoncillos que había usado el día anterior con una mancha de mi semen.
-Asqueroso!!!!-le dije riendo.
-Cómo va a ser asqueroso? Es tuyo! Este es mi nuevo tuto, me voy a dormir oliéndolos cuando no te tenga cerca. Te dejé algo en tu maleta, pero revísalo cuando llegues a tu casa-dijo guiñándome un ojo.
-Ves que eres asqueroso? Cómo vas a oler esos calzoncillos todos moqueados ?
Se acercó a besarme y me dijo:
-Para acordarme de lo bien que lo pasamos y de cuanto me gustas.
Al mediodía siguiente, estaba entrando a mi casa, Gonzalo y Cristian no estaban, me habían dejado una nota donde decía que volvían en la noche y que me invitaban a comer para celebrar mi primer vuelo largo.
Abrí mi maleta para ver qué era lo que me había dejado Pedro Pablo. Debajo de toda la ropa había una bolsa que no reconocí, la abrí y me encontré un osito de peluche chico con una tarjeta y una bolsa más pequeña que tenía dentro unos calzoncillos suyos, sospeché lo peor, pero estaban limpios.
Abrí el sobre:
“Gracias por estos días”
Dejé su regalo en el velador y me metí en la cama, en segundos estaba profundamente dormido. Desperté y no había ruido en el departamento, el sol se había puesto, pero aún estaba claro. Salí al pasillo y noté que la puerta de Gonzalo estaba cerrada, más temprano me había fijado que estaba abierta. Me acerqué y la golpeé despacio. En unos segundos abrió Cris.
-Llegamos hace rato y nos pusimos a ver una película aburridísima, Gonzalo obviamente se quedó dormido cuando empezó - dijo susurrando.
-Ah, yo me desperté recién. Ahora me voy a duchar.
-Ya, yo lo voy a despertar para que salgamos.
-Súper, yo voy a buscar unos regalitos que les traje!
Una hora más tarde nos estábamos subiendo a un taxi, porque Gonzalo no quería que nadie manejara borracho, y esa noche quería que lo pasáramos bien sin andar preocupados de dónde estacionar ni de nada.
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A la mañana siguiente me levanté temprano. Desayunamos los tres juntos. Cristian había amanecido de mejor ánimo, nos dijo que se iba a juntar a almorzar con su hermana para hablar con ella, pero que no estaba seguro si era buena idea sacar a su mamá del closet. Después prefirió hablar de otras cosas.
Después de desayunar, Gonzalo y Cris se fueron a su trabajo y universidad respectivamente. Ordene la cocina, preparé la ropa que iba a llevar. Era noviembre y en Nueva York seguramente ya estaría haciendo frío, por otro lado en Miami lo más probable es que hiciera algo de calor. Así que aparte de los básicos jeans y poleras, eche unos pantalones cortos, un poleron grueso, parka, gorro y guantes. En esa época no había internet en las casas, pocos tenían celulares y faltaban algunos años para la fundación de Google, por lo que viajar a otro país y acertar a la selección de ropa según el clima no era una tarea sencilla. Una vez que terminé mi maleta, llamé a mis papás para avisarles que me iba a Nueva York y que volvería hasta el sábado siguiente:
-Pero tantos días!- dijo mi mamá.
-Y que quieres? Que me devuelva al día siguiente?
-Tienes razón, anda con cuidado, no te vayas a meter a barrios malos y no salgas solo.
-Mamá, no tengo 10 años.
Después de sus recomendaciones de portarme bien, nos despedimos, quedando en hablar el domingo cuando llegara a Santiago.
Por las dudas, y habiéndolo hablado con Gonzalo antes, lo había puesto a él como número de contacto en caso de emergencia. Si me moría por ahí prefería que él le diera la noticia a mis papás en lugar de que fuera un desconocido.
Llamé a Pedro Pablo y sonaba ocupado, intenté un par de veces más y dio el mismo resultado.
Unas horas más tarde y después de una siesta ya estaba entrando al briefing antes del vuelo. No había llegado toda la tripulación aún, así es que me conseguí un sobre y un papel para dejarle una nota a Pedro Pablo en su cardex, avisándole que no iba a estar y que le había llamado algunas veces sin éxito. Al cabo de unos momentos ya estaba la tripulación completa y empezó el briefing. La jefa de cabina de ese vuelo era temida por estricta y seria. La había visto un par de veces e inspiraba temor. Muy alta, tez blanca, melena corta oscura, ojos verdes y muy seria. Repasó los nombres de cada uno desde el capitán al mando y al final yo.
-Y tu? Cuanto llevas volando?
-Hace dos semanas.
-Ah, que bien. Bienvenido! Yo soy Andrea Koenig, seguramente ya te habrán contado que soy una bruja, cierto chiquillos?- le dijo a los pilotos. Ellos asintieron y uno de los copilotos dijo - Es completamente cierto, hasta a nosotros nos tiene cortitos.
Falta un tripulante todavía. Te sacaron de turno?- Me preguntó
-Si, me llamaron anoche. Un vuelo canceló y por eso me activaron el turno.
-OK, y alguien conoce a Pedro Pablo Vial? No ha llegado todavía y nos estamos atrasando.
Me puse pálido, en eso entró dando explicaciones sobre su atraso en la llegada al briefing con la nota que le había dejado hace unos minutos y aparentemente sin leerla aún. Se quedó de pie detrás de una tripulante y abrió el papel, lo leyó, sonrió y me miró guiñándome un ojo.
Ella le dijo que no había problema, le pidió su licencia de vuelo, su pasaporte con la visa de tripulación para Estados Unidos y le hizo un par de preguntas de seguridad. Nos fuimos al avión y la verdad es que yo andaba bastante perdido con lo que tenía que hacer. La jefa de clase turista que se llamaba Claudia, me dijo que todo iba a salir bien y que si no sabía algo le preguntara. Más tranquilo ordené mis cosas y salimos casi todos los de clase turista a recibir a los pasajeros. Finalmente no iba lleno y ella me dijo con la lista de pasajeros en la mano;
-Fantástico, van 121 de 189 en clase turista, esto va a ser muy sencillo. Así que no te preocupes.
Pedro Pablo me saludó de los más normal y pensé que sería lo normal que nos fuéramos caminando juntos al avión, pero me dijo que se iba a ir hablando con una amiga de su hermana que era tripulante e iba en ese vuelo. Él iba trabajando por el otro pasillo del avión, pero íbamos sentados juntos en el jumpseat. Parecía incómodo conmigo. Cuando nos estábamos sentando me dijo en voz baja:
-En Miami hablamos, ya?
Eso lo interpreté como que no nos íbamos a pescar mientras estuviéramos en el avión. Me molestó un poco y le respondí:
-No te preocupes.
Además considerando que éramos los más nuevos tendríamos que compartir pieza. Durante los primeros 6 meses trabajando hay que compartir en los hoteles con compañeros del mismo sexo si es que están en sus primeros seis meses. Igual hasta ahora no me había tocado compartir con nadie. Me cayó un poco mal su actitud, pero pensándolo bien sería mejor ya que él era abiertamente gay y yo prefería mantener mi orientación en privado en ese momento.
El vuelo se me hizo larguísimo, llegué al hotel en Miami muerto de sueño. Cuando subimos a la habitación me fui directo al baño a duchar. Cuando salí él estaba en calzoncillos sobre la cama que había escogido viendo una revista. Me saqué la toalla de la cintura sin ningún pudor, me puse unos bóxers, una polera y me metí en la cama.
-Estoy muerto de sueño.
-Me voy a bañar- Me dijo- hablemos cuando te despiertes, ya?
-Si, claro.
Me di vuelta y me dormí profundamente.
Cuando me desperté sentí que no estaba solo en la cama. Pedro Pablo dormía desnudo a mi lado, su cama estaba intacta. Me levanté y me fui al baño tratando de hacer el menor ruido posible. Me metí a la ducha y me quedé un rato bajo el agua caliente pensando en que estaba pasando, todo me parecía raro y no sabía que era lo que quería Pedro Pablo de mi, y tampoco lo que yo quería de él. Me gustaba mucho y el sexo hasta ahora había sido increíble. Estaba en eso cuando sentí abrirse la puerta del baño y en segundos Pedro Pablo estaba bajo el agua conmigo. Nos besamos y terminamos mojados en la cama que él no había ocupado. Después fui a buscar unas toallas y nos quedamos ahí un rato sin hablar. Unos minutos después me dijo que se iba a juntar con un primo que estaba trabajando en Miami. Se volvió a duchar y a los minutos ya iba saliendo con una bolsa donde le llevaba algunas cosas que le habían mandado los papás del primo. Yo estaba desnudo todavía en la cama con la toalla en los hombros. Se devolvió a darme un beso.
-comemos juntos en la noche? No creo que llegue muy tarde.
-Si, claro.
Me vestí y bajé al lobby del hotel. Sin saber muy bien dónde ir, me fui a la recepción y conseguí un mapa. Estaba viendo el mapa cuando alguien me pasa un brazo por encima de los hombros y se pone a mi lado a mirar el mapa como si estuviéramos discutiendo sobre dónde íbamos, me giré levemente para ver que era Andrea Koenig.
-Y dónde vas a ir?
Como me tomó por sorpresa traté de que no se notara mi nerviosismo.
-Ni idea- respondí- No se que puede haber de interesante para ver aquí.
-De interesante no hay mucho, pero el que busca siempre encuentra. No has venido nunca?
-No, la verdad.
-Ok, te propongo un trato. Me acompañas a cambiar unas cosas que compré acá la semana pasada y después vamos a almorzar algo por ahí y te hago un mini tour por South Beach. Me da mucha lata salir sola.
-Claro!- respondí entusiasmado.
Caminamos bastante, pero no hacia tanto calor, me interrogó sobre casi todo. Me dijo que me había visto en el curso y que me había encontrado súper mino, pero que después en el briefing antes del vuelo cachó que yo era gay. Me quedé mudo.
-Ay, relájate. Tengo un montón de amigos gay y me encantan. Además igual eres muy chico para mi. Solo te encontré mino, no más.
Recorrimos el distrito Art Deco, nos fuimos un rato a la playa y nos mojamos los pies en la orilla. Fuimos a almorzar, vitrineamos una media hora y después me invitó a tomar algo. Nos sentamos en una terraza de Ocean Drive y ella pidió un mojito para cada uno.
Ya oscurecía y al rato nos tomamos un taxi al hotel. En el camino me preguntó por Pedro Pablo, pero me hice el loco. Me invitó a su habitación más tarde, porque se iban a juntar algunos tripulantes de ese vuelo y de otro que también estaba esa noche en el hotel a tomar algo. Le mentí diciendo que no sabía si iba porque estaba cansado, pero en realidad prefería estar solo con Pedro Pablo, ir a comer juntos y después quedarnos en la cama.
-Avísame si cambias de opinión. Me gustaría que fueras para que empezaras a hacerte amigos, los vuelos se hacen más livianos cuando estás con compañeros con los que te llevas bien.
Nos despedimos, subí a mi habitación compartida con Pedro Pablo, estaba todo a oscuras y no había ni luces de él.
Encendí el televisor, y esperé como 1 hora. Ya eran las 9:40 de la noche y nada. Llamé a la habitación de Andrea y me dijo:
-Te estamos esperando!
Un poco molesto por no saber nada de Pedro Pablo, me puse otra polera y me fui a juntar con mi nueva amiga.
Estaba ella con otros tres tripulantes más, solo uno era hombre, que pololeaba con una de ellas. Tenían vino, cervezas,whisky, bebidas y cosas para comer. Saqué una cerveza y me senté en el suelo a hablar con todos ellos
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Nos quedamos tumbados en el suelo a oscuras fumando a medias un cigarro, uno al lado del otro sin decirnos una palabra por varios minutos. No sé cuánto tiempo habría pasado desde que habíamos llegado a mi casa. Tal vez unas 3 horas, en las que habíamos hablado poco, solo nos habíamos dedicado a darnos placer sin mucho dialogo.
-Te quieres duchar?
-Si, pero contigo.
Nos metimos juntos y ahí bajo el agua, nos besamos durante mucho rato y nos quedamos abrazados bajo el agua. Salimos y nos secamos el uno al otro. Mientras nos vestíamos me dijo que tenía que irse, porque al día siguiente volaba temprano a Buenos Aires. Me sentí un poco triste, porque pensaba que pasaríamos la noche del sábado en casa, qué tal vez volveríamos a dormir juntos en su casa o en la mía, que le prepararía el desayuno y qué tal vez saldríamos a almorzar algo por ahí. Al rato se despidió con un largo beso y me quedé sin saber qué hacer solo en casa. Por algún motivo tenía la sensación de que era muy tarde, miré la hora y eran recién las 10 de la noche y al día siguiente tenía turno 2 (o sea estaba de reserva por si alguien fallaba entre las doce del día y las doce de la noche). No me quería quedar solo en casa y no se me ocurría que hacer. Salí a comprar algo para comer, cuando llegué me preparé una bandeja para irme a ver televisión en mi pieza mientras comía. Me estaba sentando cuando sonó el teléfono. Era Mariana invitándome a su casa a tomar algo porque su pololo andaba fuera de Santiago y no quería estar sola en su casa. Comí rápido, me cambié de ropa y me fui en taxi a su casa, que era bastante cerca de mi nueva casa, pero para no llegar más tarde preferí eso a irme caminando.
Mientras iba en camino iba pensando en todas las preguntas que me iba a hacer y como las iba a responder; decidí que era un buen momento para salir del closet con ella. Cuando entré a su departamento estaba con otra compañera del curso inicial, Pilar, no me caía tan bien. Era buena para opinar sobre la vida de los demás. Apenas la vi, Mariana me dijo
-Justo cuando colgué contigo sonó el citófono y era la Pili que iba pasando por acá.
-Si- replicó Pilar- se me ocurrió que a lo mejor iba a estar en su casa y sería rico vernos un rato. Yo igual me voy en un ratito porque mañana vuelo temprano a Buenos Aires.
-Bu, que fome -fingiendo lástima porque se iría luego- y a qué hora te pasaba buscar?
-A las 5:40! Voy en el primer vuelo de la mañana.
-Que atroz! -Dijo Mariana- Me cara levantarme a esas horas, para eso mejor no duermo.
-Ay no, la semana pasada me pasó lo mismo y dormí poco por los nervios de quedarme dormida y estuve todo el día como zombie- dijo la Pili.
A los 20 minutos de esa interesante conversación se había ido. Igual durante el tiempo que estuvo Pilar, Mariana me hizo algunos gestos de complicidad que no supe descifrar bien.
Una vez que nos quedamos solos me dijo.
-Estaba esperando que se fuera esta latera para sacar el pisco sour que estaba preparando cuando llegó. Si sabe que mañana tenemos turno y tomamos alcohol en 20 minutos se enteran hasta en la Dirección de Aeronáutica Civil.
Nos sentamos con nuestras copas y luego del primer sorbo se quedó mirándome y dijo:
-Cómo te fue con Pedro Pablo el día que fuimos al bar?
Abrí los ojos como platos y respondí:
-Bien, buena onda el hueón.
-Lo encuentro harto rico, así que bien que salieras con él. Donde fueron?
-Al Fausto- respondí tratando de soñar lo más normal posible.
-Que buena! Fuimos una vez con Pablo-su pololo- y su hermano. A Pablo no le gusta mucho contar, pero su hermano es gay.
-No tenía idea.
-Si, en su casa todos saben y no es tema, pero a Pablo le complica un poco el asunto, supongo que se le pasará luego. Ya, cuéntame más. Te lo comiste?
-Ay Mariana, que eres copuchenta!
-Tu respuesta confirma mis sospechas. Y, qué tal?
-Jajaja, bien. Ahora en la tarde nos juntamos.
-Están pololeando?
-No, nada que ver. Creo que estamos saliendo.
Le hice un breve resumen omitiendo los detalles íntimos y me dijo algo que me dejó pensando:
-Igual es muy guapo, muy interesante, pero no sé. Tiene ese halo misterioso, como que me da para pensar.
-Pensar que?
-No sé, qué hay algo que oculta.
-Oye, que eres paranoica!
Nos tomamos un par de copas más hablando sobre distintos temas y pasada la medianoche decidí que era momento de irme a dormir. Cuando me fue a dejar a la puerta de su departamento me dijo:
-Oye, no te preocupes, no le voy a decir a nadie de lo tuyo. Pero me das permiso para contarle a Pablo?
-Si, creo que si.
-Igual el no es de andar hablando del resto con nadie.
-Si, no hay rollo.
Nos despedimos con un abrazo y me fui caminando a mi casa. Llegué, ordené un par de cosas, vi un poco de tele y me fui a dormir. Pasé la tarde del domingo leyendo, viendo televisión y esperando que Pedro Pablo me llamara. Cerca de las 5 llegó Gonzalo solo.
-Y Cristian?
-Se fue a la casa de sus papás, está de cumpleaños su hermana. Y tu? Que hiciste solo en casa el fin de semana? Supongo habrás tenido sexo desenfrenado como que no hubiera un mañana.
Le hice un breve resumen y me dijo:
-Jajaja...lo decía en broma, pero me parece muy bien, y cuando conoceré a ese joven?
-Jajaja, no sé.
Salí a comprar cigarrillos y una Coca-cola, cuando volví Gonzalo estaba saliendo de la cocina con el teléfono inalámbrico en la mano.
-Acaba de llamarte ese tal Pedro Pablo, le dije que habías salido a comprar.
-Ya, lo llamo al tiro.
-No! Hazte esperar, no puedes darte el lujo de parecer desesperado por hablar con él.
-Ay, que eres! Pásame el teléfono.
-No, por lo menos espera media hora más, después me lo vas a agradecer.
Nos sentamos en el living y me contó de su fin de semana. Estábamos en eso cuando llegó Cristian.
-Y tu? Estaba muy fome el cumpleaños de la Paulina o no te gustó el sabor de la torta?- preguntó en broma Gonzalo.
Cristian pálido se sentó a mi lado en el sofá.
-Me agarré con mi mamá. Se empezó a poner pesada conmigo. Ya sabes, no acepta que sea cola. Estaba en la cocina ordenando un poco y me siguió para empezar a decirme huevadas, y con sus ironías de siempre.
Gonzalo se acercó, se hincó frente a él y lo abrazó.
-Ya se le va a pasar, mi amor. Tu papá le dijo algo?
-No, mi papá se había ido un poco antes.
Los papás de Cristian llevaban algunos años separados, pero tenían buena relación. Su mamá se había enterado que Cris era gay una vez que se metió en sus cosas y empezó a encontrar evidencia irrefutable de su condición sexual.
-Lo peor no fue eso- siguió Cristian- al rato que salí de la cocina, mi mamá se quedó hablando en la terraza con la Gloria, esa amiga con la que anda para todos lados. Aproveché que estaba afuera y me despedí rápido de todos, la Paulina se paro de un salto y me preguntó porque me iba tan temprano. Le dije que tenía cosas que hacer- seguro está vieja hueona te dijo algo- No, le dije, y salí rápido. En el ascensor se me empezaron a caer unas lágrimas y cuando llegué abajo pasé por el auto de mi mamá y le pegué una patada. Empezó a sonar la alarma, así que me apure en doblar la esquina. Me senté en la plaza qué hay frente el edificio de mi hermana sin saber qué pensar. Habré estado ahí unos 20 minutos, cuando veo que sale mi mamá del edificio de la Paulina con la Gloria. La alarma ya había parado de sonar, cuando desbloqueó las puertas sonó distinto. Miró alrededor y no vio nada raro, como ya estaba oscuro no me vio, se subieron al auto, lo echó a andar y partieron, avanzaron en mi dirección y doblaron hacia su derecha, cuando pasaban cerca mío vi que iban discutiendo.Rodearon la plaza y se estacionaron a espaldas de donde yo estaba.
Con Gonzalo nos miramos y miramos a Cristian. Gonzalo le dijo:
-Y qué pasó?
-se estacionaron, y siguieron hablando. Mi mamá estaba más cerca mío por lo que estaba girada hacia el asiento del copiloto. La Gloria encendió un cigarro, mi mamá abrió su ventanilla. Yo me acerqué un poco más escondido entre unos arbustos para poder oír lo que hablaban sin que me vieran. Escuchaba solo parte de lo que decían. En un momento la
Gloria le dijo algo así como “deja de molestarlo, lo pasa mal cada vez que te pones pesada con él, además con que cara?”. Eso me pareció extraño y traté de acercarme un poco más porque no podía oír claramente lo que mi mamá decía. Y de repente la Gloria se le acerca y se empezaron a besar!!!
-Que?-dijimos al unísono con Gonzalo.
-Si, las viejas son lesbianas! Todo cobró sentido, por eso andan para arriba y para abajo juntas. Sentí que me ardía la cara y no sabía que hacer. Me acerqué al auto y le dije: “Con razón andas con la Gloria para todos lados. No me vuelvas a hablar”. Se bajó del auto y me quiso hablar, pero me fui caminando, me di vuelta para ver si me seguía, pero se quedó en la vereda tapándose la cara con las manos. Alcancé a ver qué la Gloria se bajaba del auto a abrazarla y me vine para acá.
Miré a Gonzalo sin saber qué decir, él estaba tan pálido como Cristian cuando entró al departamento. Cristian lloraba sentado en el sofá. Lo abrazamos entre los tres.
-Anda a darte un baño caliente, y yo te llevo la comida a la cama- le dijo Gonzalo.
Cristian obedeció, se levantó del sofá con los ojos hinchados, me abrazó, le dio un beso a Gonzalo y se fue. Gonzalo me hizo una seña para que nos fuéramos a la cocina.
-Vieja concha de su madre! Le ha hecho la vida imposible desde que se enteró que es gay y ahora sale con que es tortillera. Me cae como el pico!
Solo atiné a decir -Que heavy, pobrecito!
-Espérate a que se entere la Paulina, va a putear a la vieja. Le irá a contar?-Me preguntó cómo si yo supiera la respuesta sin ni siquiera conocer a la hermana de Cristian.-Oye, ya pasó bastante rato, llámalo. Le llegó more paro la bandeja a Cris y después nos vamos a dormir. Me espera una semana pesada.
Me fui a mi pieza y marqué el número de Pedro Pablo. Sonó un par de veces y contestaron, no era Pedro Pablo. Era una voz de hombre que me sonó conocida, pero no supe de dónde:
-No está en este momento, quieres dejarle algún mensaje?
-No, gracias. Vuelvo a intentar mañana, no es nada importante.
-Quien le digo que llamó?
-Un compañero de trabajo, gracias. Buenas noches.
Me quedé tirado en la cama tratando de imaginar quién sería el que contestó el teléfono. Al rato me llamaron de la oficina de roles (los que asignan los vuelos y los que activan los turnos cuando algún tripulante falta a un vuelo). Era uno de los pocos simpáticos y había tenido oportunidad de conocerlo en persona mientras estábamos en el curso. Era un hombre alto, de unos sesenta años, y notoriamente gay.
-Hola chiquito- Me dijo con su habitual tono entre bromista y haciéndose el serio.
-Hola, cómo estás Mike?
-Bien, y a ti cómo te ha ido volando ruta regional? Una fomedad, no?
-La verdad es que he volado poco. Mucho turno este mes. Y no lo encuentro tan fome.
-Bueno, yo si lo encuentro fome. Por eso te estoy llamando.
-A ver, sorpréndeme- dije tratando de sonar gracioso y sabiendo que me quedaban algunos meses de ruta regional.
-Te sorprendo entonces. Una tripulación canceló en Sao Paulo hace una hora. Dos de esos tripulantes tenían un vuelo mañana al que no podrán ir. Y estaba viendo quien tenía turno mañana para cubrirlos...y apareciste tu en la lista.
-Que emocionante- respondí sarcástico.
-Siéntate chiquito. Ya volaste el 767? (El modelo de avión para vuelos de largo alcance en ese momento en la compañía)
-No aún, si he andado a puro 737 y BAE.
-Bueno, te puse en un vuelo para mañana. Así que estudia antes de salir al aeropuerto. Te pasan a buscar a las 6:40 PM.
-OK, y para donde sería mi primer vuelo en el 767?
-Ah, se me olvidaba lo más importante, a Miami con subida a Nueva York, de Nueva York vuelan directo a Santiago. Sales mañana lunes en la noche, el miércoles en la tarde suben a Nueva York, y vuelan de vuelta el sábado en la noche. Hay tripulantes que matarían por ese vuelo.
-Gracias Mike!
-No me agradezcas nada. Es mi trabajo, no más. Encárgate de pasarlo bien. Ya, chao, que tengo que llamar a otros tres huevones más.
Y colgó.
Me fui a la pieza de Gonzalo, le toque la puerta, salió en calzoncillos.
-Te pasó algo?- preguntó preocupado.
-Me sacaron de turno mañana.
-Dónde?
-Miami y Nueva York.
-Que la raja!
Metió la cabeza a su pieza y le contó a Cristian. También salió rápido y me dijo:
-Ya elegiste qué te vas a poner para irte a recorrer la Quinta Avenida?
Nos quedamos un rato hablando y me fui a dormir emocionado por mi primer vuelo largo.
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Me subí al metro con mil pensamientos girando a toda velocidad en mi mente, me senté con la bolsa de papel sobre las piernas sintiendo una sensación muy desconocida entre mis piernas solo por saber que tenía puestos unos calzoncillos de Pedro Pablo, no sé cómo describirla, excitación, desconcierto, incertidumbre y un poco de ansiedad sobre lo que iría a pasar entre nosotros en el futuro si es que nos encontrábamos pronto.
Mientras pensaba sobre todo esto y otras cosas más me acordé de que su número estaba anotado en la bolsa de papel y ni siquiera la había visto. Empecé a revisarla hasta que lo encontré en un costado, bajo el número había escrito “Llámame a las 10:00 PM”.
Caminé desde el metro a la casa del amigo de mi hermano despreocupado y con cierta expectación por saber que iba a pasar con Pedro Pablo.
Cuando entré a la casa, estaba Jorge, el amigo de mi hermano, con la cara hasta el suelo. Molesto me espetó
-A ti no se te ocurrió avisar que no ibas a llegar? Dónde estabas? Te llamó tu papá temprano y me di cuenta que no estabas.
- No pensé que sería un problema no avisarte-
- Claro, tú no pensaste. Pero quedé como huevon cuando llamó tu papá. A contar de ahora me tienes que decir dónde andas!
- Oye Jorge, perdón pero no tengo que darte explicaciones a ti. Perdona si te hice preocupar, pero se me hizo tarde y pensé que a lo mejor ibas a estar durmiendo.
- Y se puede saber dónde te quedaste?
- Oye, ya te dije que no tengo que darte explicaciones, pero si te hace más feliz, nos quedamos varios en la casa de un compañero, porque ya no pasaban taxis ni micros.
Me di media vuelta para irme a mi pieza y lo dejé hablando solo. Prendí la tele para tratar de pasar el mal rato. Luego de unos minutos sentí que salió, abrió el portón de la casa y sentí que sacó su auto y se fue. Me quedé tirado en la cama, con la tele prendida, mirando el techo. Sonó el teléfono y era mi mamá.
-Como estás? No has llamado hace días y queríamos saber con tu papá cómo estabas. Claro, tu papá te llamo como a las 8 de la mañana y Jorge le dijo que no estabas.
-Bien mamá, la verdad es que anoche salí con mis compañeros y se nos hizo tarde y no habían taxis ni micros cuando me quise venir, al final nos quedamos en la casa de uno que vivía cerca del bar donde fuimos.
-Pero un día de semana?
-Ay mamá, era el único día que coincidíamos todos los del curso, por eso.
-Ah, ya...y cómo lo pasaron?
Siguió un rato la conversación con todo tipo de detalles de todo. Obviamente omití algunos para no levantar sospechas.
Luego de la llamada me quedé dormido prácticamente abrazado a la bolsa de papel. Me desperté a eso de las 6 de la tarde, muerto de hambre. Luego de comer agarre el teléfono y llamé a Gonzalo. Que era un súper buen amigo de Viña y era del reducido círculo de amigos gay de la quinta región. El era un poco mayor que yo y ya tenía más de un año trabajando y viviendo en Santiago.
Le conté el rollo con Jorge y otras cosas y de repente me dice:
-Oye, huevon! Qué haces viviendo ahí con ese? Porque no te vienes para acá? Tengo una pieza vacía, me carga vivir solo y creo que lo pasaríamos la raja siendo roomies.
Gonzalo se había criado en Washington así que de repente salía con sus palabras en inglés para darle más color a algo.
-Ya pero recién empecé a trabajar y todavía ando corto de plata.
-Ay, ya para con tus excusas huevonas. Arregla tus cosas y nos ponemos de acuerdo para ir a buscarte. Avísale al huevon latero ese que te vas. Además acá puedes traer a quien quieras a dormir si quieres, claro que no se te ocurra hacer una orgía con 50 tipos...jajaja!
-Idiota!- Me reí y le agradecí- voy a hacer una con 30, no más....jajaja!
-Ya, apenas llegue le dices y si quieres mañana mismo te vienes.
Gonzalo estaba pololeando hacía poco más de un año con Cristian, que era súper buena onda y muy gracioso. Le gustaba inventar historias, sobrenombres para todos, muy histriónico y muy conectado con su lado femenino; no digo que tenga algo malo, al contrario, pero eran los noventas y yo aún tenía muchos prejuicios bajo la piel.
Después de ordenar algunas cosas y hacer un cálculo mental de cuantos viajes en el auto de Gonzalo necesitaría, concluí que con suerte serían 2 viajes. Cuando terminé de calcular llamé a mi amigo para decirle mi cálculo y me dice
-Porqué no te vienes a comer? Cristian está cocinando, hay comida peruana en el menú y así aprovechas de ver tu nueva pieza, ya saqué los cachureos que tenía ahí.
-Buenísimo!
-Ya le avisaste al dueño de casa que te vas?
-No lo he visto aún desde la tarde. Hace poco rato sentí que entró el auto. Que llevo?
-Tu simpatía.
-Jajaja...ya, te veo más rato.
Al salir de mi pieza para irme donde Gonzalo pasé por el living y estaba Jorge sentado fumando casi a oscuras. Aproveché de decirle rápido que me iba a vivir con un amigo de Viña, y que en la mañana le iba a dar el arriendo de los días del mes que había estado ahí. No le di mucho tiempo de decir nada porque le dije que me estaban esperando y salí casi corriendo.
Cuando llegué donde Gonzalo me estaban esperando felices y habían improvisado un cartel que decía “Bienvenido a casa!”.
Comimos y nos pusimos al día de los últimos acontecimientos de cada uno, aunque fue más un interrogatorio. Mientras les contaba de la noche anterior me acordé del mensaje de Pedro Pablo en la bolsa de papel. Obviamente no tenia el número conmigo y en esa época los celulares eran más bien escasos y como poca gente tenía a nadie le importaba mucho no tener uno.
Al día siguiente fue Cristian en el auto de Gonzalo a buscarme a mediodía, hicimos 2 viajes y el resto de la tarde estuve ordenando. A eso de las 7 ya estaba todo listo. Tomé el teléfono y llamé a Pedro Pablo, nada. El sonar el pito de la contestadora le dejé un mensaje corto con el número donde me podía encontrar y poniendo en contexto de porque no llamé la noche anterior.
Esa noche volvimos a comer los tres juntos. Después pasó una compañera de universidad de Cristian y conversamos todos un par de horas. A las 12 estaba en mi cama leyendo y al rato me dormí. Cuando desperté tome el teléfono para volver a intentar con Pedro Pablo y me respondió una voz de mujer:
-No está don Pedrito, se fue de viaje, parece que llega en la noche. Cómo dice que se llama, joven?...ah, yo le dejo en un papelito diciendo que usted llamó.
En la tarde me preparé porque tenía un vuelo a Puerto Montt.
Llegamos al hotel cerca de las once PM. El capitán del vuelo nos dijo antes de que cada uno subiera a su habitación que nos juntáramos en media hora a tomar algo en el bar del hotel. Me dió un poco de flojera, pero igual baje para hacer un poco de vida social.
A la mañana siguiente salimos a dar una vuelta y luego nos fuimos todo el grupo a almorzar a temprano a Angelmó, porque teníamos que salir del hotel a las 6 de la tarde para volar de vuelta a Santiago.
Después dormí una mini siesta, me duché rápido y ordené mis cosas, bajé a la recepción del hotel, hice el check out y el señor que me atendió me entregó un sobre que habían dejado a mi nombre. Extrañado lo abrí y era de Pedro Pablo. Había llegado mientras yo no estaba, iba en un vuelo a Punta Arenas, un pasajero tuvo un problema médico y aterrizaron en Puerto Montt, al final tuvieron que reprogramar el vuelo porque tuvo un desperfecto el avión y se fueron al hotel. Llamé rápido a su habitación, pero cómo suponía no estaba. Le dejé una nota diciendo cuales eran mis próximas actividades en la semana y salimos rumbo al aeropuerto. Llegue a mi casa como a las 10:30. Gonzalo no estaba, se había ido a Viña con Cristian por el fin de semana. Tenía el departamento para mi solo. Igual no tenia nada que hacer. Llamé a la Mariana y estaba viendo películas con el pololo, me invitó, pero me dio lata ir a tocar el violín o que empezara a hacerme preguntas que aún no estaba preparado para responder.
Al otro día me llamó Pedro Pablo y para invitarme a tomar algo en Providencia. Nos juntamos alrededor de las cuatro. Había vuelto a mediodía sin completar su vuelo a Punta Arenas y habían mandado una tripulación de reemplazo y a ellos los devolvieron a Santiago.
Le conté de mi cambio abrupto de casa.
-Llévame a conocerla- Me dijo.
Mientras íbamos en camino le iba contando cómo era la historia, quien era cada uno y cómo se había dado. Mientras hablaba dándole todo tipo de detalles iba pensando en que íbamos a hacer después de ver mi pieza, en que si realmente era una táctica para que tuviéramos sexo o si estaba interesado en algo más conmigo. En ese momento yo estaba soltero, había terminado una relación antes de irme a Santiago y vivía con un súper buen amigo, no le debía explicaciones a nadie de nada. A medida que nos acercábamos me iba poniendo nervioso, pero trataba de disimularlo. Cuando entramos al ascensor se me quedó mirando muy serio, con la mirada fija en mis ojos y de repente se sonrió aún mirándome y se le marcaban mucho las margaritas en sus mejillas.
Cuando entramos recorrió el living rápidamente con la vista y dijo
-y tu pieza?
-Es esa puerta de ahí en el pasillo.
Caminó hacia la puerta, la abrió mirándome a mí y sin mirar hacia adentro:
-Después de usted, joven buenmozo.
Riendo le di un pequeño empujón para que entrara:
-Ya pasa! Si además no es ni siquiera muy grande.
-Viendo el tamaño de tus manos no creo que sea en absoluto chica.
Solté una carcajada que se apagó cuando empezó a acercar su cara a la mía. Cuando estaba a algunos centímetros de distancia miró hacia abajo a mis manos, las tomó, volvió a mirarme a los ojos y me empezó a besar. Respondí a su beso, llevo una de sus manos a mi nuca, empezó a acariciar mi pelo muy corto. Se separó de mi cara unos centímetros mirándome:
-Me encantas.
Y me volvió a besar. En cuestión de minutos él estaba solo en calzoncillos. Se sentó en mi cama mirándome:
-Sácate la ropa.
Me la saqué rápido, quedándome solo en calzoncillos.
-Acércate.
Hice lo que me decía. A esa altura era imposible esconder mi erección. Su cara quedó frente a mi estómago, me miró a los ojos sonriendo y me terminó de desnudar.
-Ves? Te dije que no la tenías chica....para nada.
Me dio unos besos en el estomago, y se metió mi verga completa en la boca.
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Cuando tenia 23 años, vivía en Viña y siempre había soñado con viajar mucho. Pero siendo de una familia común y corriente y con 2 hermanos mayores en la universidad y uno de ellos bien pastel, la economía del hogar no daba para pagarle gustos caros a nadie. Así que mis ansias de viajar tendrían que esperar a que pudiera hacerlo por mis propios medios. Con esto en mente, me decidí a postular a una línea aérea para ser sobrecargo. Después de un par de intentos en dos líneas aéreas gringas, quedé en la línea aérea nacional. Lleno de emoción empecé el curso inicial. Me fuí a vivir a Santiago, a la casa de un amigo de mi hermano, que me arrendó una pieza. Ahí estuve los casi 4 meses del curso hasta que después de bastante estudio, lo finalizamos con mi grupo de compañeros. En esa época había salido recién del closet conmigo mismo y con algunos de mis amigos. Cabe agregar que las cosas no eran como hoy que es mucho más aceptado, en esos años había sido uno de los atentados más grandes en contra de la comunidad LGTBI, el incendio del Divine, en Valparaíso. Por lo tanto no salí del closet inmediatamente con mis compañeros del curso de tripulante. Recién firmado el contrato y con mi uniforme reluciente en casa, nos avisaron que los primeros meses solo volaríamos ruta regional y nacional (Sudamérica y cielos nacionales). Habiendo ido por mis propios medios solo a Buenos Aires y Bariloche no me pareció tan mal, pero quería conocer todo!
Aún sin tener vuelos asignados para lo que restaba del mes, luego de haber obtenido la licencia de vuelo, haber firmado el contrato y haber recibido mi uniforme, estaba a merced de los turnos: si alguien fallaba a un vuelo, llamaban por teléfono a las horas más inverosímiles, porque los que faltaban a los vuelos, era en general para los de los horarios menos apreciados. Así, un día me llamaron poco antes de las 6 de la mañana, para avisar que alguien había faltado a un vuelo a Buenos Aires. Salté de la cama a ducharme, afeitarme y vestirme rápido, pues pasarían por mi en 25 minutos.
Bastante nervioso, con algo de sueño, pero feliz partí al aeropuerto el día de mi primer vuelo.
Pasaron los días y ya me empezaba a habituar a mi nueva vida laboral. En la casa del amigo de mi hermano las cosas empezaron a ponerse medias raras. Él estaba con depresión porque lo había dejado la mujer, estaba con deudas hasta el cuello y a decir verdad, medio loco también. Todos los días se quedaba despierto hasta muy tarde, fumando y paseándose por la casa. Me sentía incómodo, en esa situación, porque lo conocía poco y el no parecía preocupado de mostrar sus emociones, manías y estado anímico general.
Cuando recibimos nuestro primer sueldo, habíamos quedado en salir a tomar algo con los compañeros del curso que estuvieran en Santiago y no tuvieran que trabajar al día siguiente. Nos juntamos en un bar de moda en Providencia los dos cursos que habíamos entrado recién a volar. En el mío los hombres que habían eran bien zorrones y la verdad no los pescaba mucho, porque hablaban de motos y fútbol, cosas que hasta el día de hoy no entiendo nada. Pero en el otro, a los cuales casi no había visto durante los meses de entrenamiento, noté uno que otro que tenían más onda y claramente eran gay.
Después de unas copas el ambiente se empezó a poner más animado y había algunos conversando por aquí y otros bailando más allá. Al ser un día miércoles teníamos el bar casi exclusivamente para nosotros, y después de un par de horas el tono de voz de todos empezó a aumentar recordando y repasando las anécdotas del curso y los primeros vuelos. Había un grupito del otro curso que estaba en un rincón y interactuaba con el resto, pero miraban y comentaban entre ellos. Esto era a mediados de noviembre y ya hacía un poco de calor, así que salí a fumar sin decirle a nadie para pasar el calor luego de haber bailado un rato con mis compañeras más cercanas. Cuando iba saliendo noté las miradas de este grupito y cuando llegue afuera me di cuenta que uno de ellos me había seguido. Venía con la cara sonriente y me dijo:” me regalas un cigarro? No compré más y estas otras maracas me los fumaron todos”. Debo mencionar que el grupo estaba compuesto por 4 chicos y 2 chicas.
Me causó mucha gracia su forma de decirlo y le ofrecí un cigarrillo, pero aunque no me hubiera dicho nada gracioso se lo hubiese invitado igual. Porque era súper guapo. Antes de encenderlo me queda mirando y me dice:”Harto fome tu curso, salvo por la Mariana, que es bien simpática, los otros son pesados...ricos, pero pesados”
Me sorprendió su forma de decirlo tan livianamente y seguramente al verme los ojos como platos respondió: “O sea, no creo que haga falta que te diga que soy gay, y que en mi grupito de amigos del curso somos todos hueviados”
No sé qué cara tendría yo en ese momento porque se empezó a reír, y cuando terminó su larga carcajada, y yo sin haber dicho más que un par de monosílabos me lanza el dardo: “Perdón, no sé bien ni cómo te llamas y ya estaba asumiendo que tu también eras gay, porque si lo eres, no?”
No supe que responder, supongo que porque nunca me lo habían preguntado tan abiertamente o tampoco me había sentido con la libertad de hablarlo de buenas a primeras con cualquiera.
Se quedó mirándome fijamente y luego de unos segundos soltó otra carcajada mientras apagaba en la vereda lo que le quedaba del cigarro, y mientras entraba de nuevo al bar se gira y mirándome a los ojos me dice: “después te voy a pedir otro, me lo darás?”
Sin esperar su respuesta camino entre la gente hasta su grupo de amigos. Apagué lo quedaba del mío y también entré. Iba repasando en mi cabeza lo que había pasado y se me acerca la Mariana con su mirada inquisidora y me pregunta: “de que tanto se reía contigo el Pedro Pablo? No sabía que fueran amigos”
-“No somos amigos, no sabia cómo se llamaba hasta ahora ni tampoco sabía que ESE era el Pedro Pablo del que hablaban con la Pili, pensaba que era el moreno más alto.”
-“Nada que ver, ese es Juan Pablo. Que parece que también es bien simpático”
Ese simpático lo dejó sonar con un cierto toque de ironía que no supe cómo interpretar en ese momento.
Unos 20 minutos después Pedro Pablo me estaba buscando con la mirada, sentía que alguien me miraba hace rato, y cuando por fin lo miré hizo una seña de salir mientras me decía “Vamos” a la distancia. Supuse que quería fumar de nuevo, así que me paré, y cuando llegué a la calle, me estaba esperando parado al lado de un taxi: -“vámonos de esta huevá fome”
Me quedé helado, pensando en que contestar, en que iban a pensar mis compañeros y en especial la Mariana que me iba a llevar a mi casa, en que iban a comentar cuando se dieran cuenta de los dos que se habían ido sin despedirse.
-“Pe-pe-pero, yo me voy con la Mariana que me pasará a dejar a mi casa”
-“Tu no estarás pensando que el carrete se acabó?Además siempre había tenido ganas de hablar contigo y conocerte desde que te vi. Así que vámonos a bailar y aprovechamos de conocernos más”
-“Pe-pe-pe-pero...”
-“Nada de peros! Ya se que mañana no tienes vuelo ni nada y súbete al taxi inmediatamente”
-“Pero es miércoles, no debe haber nada abierto aparte de este bar”
-“Ay, cállate y súbete al taxi de una vez!...”
Antes de que terminara la frase yo ya había obedecido. Mientras cerraba la puerta dijo sin mirarme:
“Seguro eres de pueblo...como no va a haber algo abierto cualquier día de la semana? Ya vas a ver que bien lo pasamos los dos”
Sentí una mezcla rara de emoción, miedo y ganas de reír. Pero me quedé ahí mirándolo sin decir una palabra mientras Pedro Pablo me miraba con sus ojos risueños. Sin dejar de mirarme le dijo al conductor: “Llévenos al Fausto, por favor”
Luego de algunos minutos de viaje en el taxi llegamos a nuestro destino. Pagó el viaje y con su mirada juguetona me dice:
-”Esta noche eres mi invitado”
Dejé de lado los monosílabos y le respondí:
-“Ay, cómo se te ocurre?”
-“Ya está decidido, aparte parece que eres nuevo en lugares como este”
Traté de poner una cara neutra y sentí cierto nivel de libertad que no conocía tanto, era una sensación nueva para mi:
-“Si he estado en lugares como este, no en este precisamente, pero no es algo nuevo para mi”
Me miró incrédulo:
-“Pensé que eras de esos gays que no saben que lo son”
No esperó mi respuesta y caminó hasta la entrada.
Su comentario no me cayó bien, pero no me dio tiempo a responderle nada. Me di cuenta en ese pequeño lapso de tiempo desde que habíamos empezado a hablar que Pedro Pablo tenía la capacidad de hacer comentarios punzantes pero no odiosos, a la vez que bastante certeros y aún seguir viéndose guapo, seguro de sí mismo y con algo muy magnético que hasta hoy no se cómo describir.
Entramos y había bastante gente. Avanzamos entre ellos hasta la barra, todos se daban vuelta a mirarlo, algunos lo saludaban, él se acercaba a uno u otro, pero no a todo el que lo saludaba.
Veía que algunos de los que saludaba se me quedaban mirando y él les explicaba algo que no alcanzaba a oír por el volumen de la música. Luego me miraba y decía en voz alta para que lo pudiéramos oír:
- Este es Andrés, mi compañero de trabajo y ahora mi amigo.
Entonces ellos me saludaban con una sonrisa, y seguían unos segundos intercambiando unas pocas palabras.
En un momento mientras nos tomábamos una cerveza, se me acercó y me habló al oído para que pudiera oírlo. Sentí su aliento tibio en la oreja y me dió un escalofrío.
-Vamos a bailar?
Me agarró de la mano sin esperar mi respuesta y nos sumergimos entre la gente que bailaba. Como estaba bastante lleno, bailábamos muy cerca el uno del otro. Alcanzaba a oler su perfume y me miraba muy fijamente. Cada vez que quería decirme algo apoyaba su mano derecha entre mi hombro y mi cuello, tocando un poco de piel con las yemas de sus dedos largos y acercaba mucho su cara al punto de sentir su mejilla casi rozando la mía.
No sabían cómo reaccionar cada vez que lo hacía. Me ponía un poco nervioso, pero principalmente porque no podía leer sus intenciones. Y no paraba de preguntarme a mi mismo que era todo esto. Quería ser mi amigo realmente? Me quería conocer más, le habré gustado de antes? Me encontraría rico, o alguien a quien rescatar de un carrete fome?
Le ofrecí un cigarro, pero no quiso. Encendí uno yo y luego de un par de minutos se me acerca y me dice:
-Dame?
Me metí la mano al bolsillo para darle uno y riendo me dice:
-Del tuyo
Quitándomelo de las manos.
Le dio una fumada y me lo devolvió.
Me lo llevé a los labios y noté que el filtro estaba un poco mojado con su saliva.
Puso su mano entre mi cuello y mi nuca y acercó su cara:
-No te molesta que lo haya mojado un poquito? Si te da asquito dámelo y enciende otro.
-No, para nada- respondí fumando y tratando de no sonar nervioso.
En ese momento pensé que se me iba a abalanzar encima. No sabía si me estaba coqueteando o era simplemente así con todo el mundo.
Pasamos un par de horas ahí dentro y a esa altura yo ya tenía bastante alcohol en el cuerpo. Ese día me había levantado temprano y me dió un poco de sueño porque ya estaba un poco mareado hacía un rato.
- Tienes cara de cansado.Ya te quieres ir? -Me preguntó.
-La verdad tengo un poco de sueño y estoy un poquito ebrio- solté una carcajada.
-No te había visto reír con ganas en toda la noche. Te paso a dejar en el taxi.
-No te preocupes, vi varios taxis estacionados afuera cuando entramos. Salgo tomo uno, tú tomas otro y listo. Además están tus amigos acá.
-No, ya me quiero ir- respondió- ademas ya me aburrí. Ah, y esos son solo conocidos, buena onda, pero solo conocidos.
Me gustó que aclarara sobre quienes eran amigos y en este caso quienes no.
Salimos, no había ningún taxi. Decidimos cruzar el rio y esperar alguno en avenida Providencia. Eran casi las cuatro de la mañana y había poco movimiento, los taxis que pasaban iban ocupados . Ahí estuvimos varios minutos y me empecé a preocupar porque yo vivía lejos y no me daba para irme en micro, aparte tendría que caminar varias cuadras.
-Vamos a mi casa que es más o menos cerca para ir caminando. Te puedes quedar ahí y mañana te vas temprano a tu casa. Le tienes que avisar a alguien?
-Vivo con un amigo de mi hermano, no creo que se dé cuenta que no llegué.Tú con quien vives?- respondí un poco nervioso.
-Solo- dijo.
Caminamos rumbo a su casa y en un rato ya estábamos en su departamento. Pequeño, con pocos muebles, pero bonito. Cómo yo imaginaba mi primer departamento para mi solo.
-Solo tengo una cama y todavía no tengo sofá. Vamos a tener que dormir juntos- dijo sacándose las zapatillas apenas había cerrado la puerta y luego la polera- Aquí da el sol toda la tarde y en la noche es caluroso.
Quedó solo en jeans con su torso delgado y marcado a la vista de quien quisiera mirar.
-Quieres tomar algo? No hay muchas opciones, pero hay.
A esa altura ya se me había quitado un poco lo mareado y estaba bastante nervioso sin saber que esperar. Le había caído bien como para ser amigos? Le había gustado? Íbamos a tirar? O está probando hasta dónde puede llegar?
A mi me gustaba bastante, y sin polera me gustaba más. Pero también había algo en él que era muy interesante y era el desparpajo con que hacía todo. No le importaba el que dirán y era muy espontáneo. Viniendo de provincia, sobretodo de un ambiente bastante conservador, esto me parecía por decir lo menos irreverente y rebelde. Me atraía mucho esta forma de ser, tal vez porque siempre había querido sentirme libre y en ese momento estaba recién saboreando un poco de libertad, o al menos así lo creía.
-Que tienes para tomar?- pregunté un poco más desinhibido.
-Vino blanco...cerveza y vodka- dijo cerrando la puerta del refrigerador.
-OK, un vodka- respondí.
-Ah, pero no tengo con qué mezclarlo. Pero tomemos como lo hacen en Rusia, shots.
A esa altura de la noche yo ya estaba más desinhibido y le dije:
-Ya, un shot no me va a hacer mal.
Me miró sonriendo y me pasó un shot brindando conmigo:
-Nazdorovie!
-Y eso?- pregunté intrigado.
-He vivido en varias partes del mundo por el trabajo de mi papá, y estuvimos una temporada en Moscú. Me cargó, pero aprendí un poco de ruso- respondió.
-Yo conozco Buenos Aires no más-
-No te preocupes, ya conocerás más dentro de poco- me dijo sonriendo.
Me pareció increíble que este chico de mundo se hubiera fijado en mi para invitarme a salir casi corriendo del grupo de los fomes y me preguntaba cómo no lo había conocido antes y más aún, cómo iba a terminar esa noche.
Luego de un rato se sacó los jeans quedando en unos calzoncillos blancos que dejaban poco, o tal vez mucho a la imaginación. Se me quedó mirando y me dijo:
-No tienes calor con tanta ropa?
-Si, un poco.
-Bueno, sácatela. No me voy a sentir ofendido.
Con una risa entre nerviosa y de legítima timidez me saqué las zapatillas, los pantalones y la polera y quedé igual que el en calzoncillos mientras él me miraba hacerlo. Estaba empezando a tener una erección, pero trate de controlarla.
Luego de otro shot me dijo:
-Ya es tarde, vamos a dormir?
Abrió el closet y me preguntó:
-Quieres una polera para dormir?
-Si
-Toma, esta es mi favorita. Cuídala- dijo sonriendo.
Nos metimos en la cama, se puso sobre su lado izquierdo apoyando su cabeza en la almohada mientas me miraba.
-Que bueno que quisiste venir a dormir conmigo.
Sentí una corriente de calor que subió dede mi estomago hasta mis mejillas, me puse rojo y creo que incluso irradiaba calor desde mi cara.
Acercó su cara a la mía y me besó. Tierno al principio, un poco más fogoso luego. Alejó su cara un poco si dejar de mirarme.
- Que eres lindo. Buenas noches.
Desconcertado por el beso, y también por lo que pensaba que iba a pasar después del beso pero no pasó, me quedé mirándolo mientras cerraba los ojos y en unos minutos caía en un profundo sueño.
Sin poder dormir por todas las emociones de la noche,me levanté de la cama sin hacer ruido. Salí a la terraza cerrando suavemente la ventana detrás mío. Encendí un cigarrillo y miré la calle vacía, la luz amarilla de los faroles, oí los primeros cantos de unos zorzales, y sentí la brisa de la madrigada del principio de verano.
Volví a entrar, me metí al baño sin hacer ruido, me cepillé los dientes con el dedo, me lave las manos y volví a la cama. Pedro Pablo ni se movió. Me giré sobre mi lado derecho y mientras me iba durmiendo, sentí que se acercó y me abrazo por la espalda.
A la mañana siguiente cuando me desperté abrí los ojos y vi que Pedro Pablo me miraba sonriendo sentado al lado mío ya vestido con un pantalón de buzo azul y un poleron gris con el cierre abierto hasta el ombligo y sin polera.
-Breakfast is ready!-mientras se acercaba más y más a mi como para darme un beso de buenos días.
Me tapé la cara con la almohada y lo aparte con la mano.
-Estoy horrible y aún no me cepillo los dientes!!!
-Estás lindo cómo siempre. Y además cuando salí a comprar pan fresco y jugo de naranja te compré algo. Sorpresa!- dijo juguetón mientras me pasaba un cepillo de dientes.
Sentándome en la cama y tratando de terminar de despertar me reí.
-Gracias, lo necesito!- y de un salto me fui al baño.
-No te demores que ya vamos a desayunar!
En unos minutos estábamos sentados en la terraza desayunando, yo aún en calzoncillos y su polera “favorita”.
Hablamos de cosas triviales relacionadas con el trabajo, nuestros respectivos compañeros del curso inicial y cosas que nos habían pasado en los primeros vuelos, como las bromas a los novatos. Afortunadamente a mi no me había tocado ninguna. Me contó que a él le pegaron un cartelito en la espalda donde decía que era su primer vuelo y que antes de aterrizar el capitán luego de dar la información concerniente al descenso y condiciones climáticas en la ciudad de destino había pedido un aplauso para el nuevo sobrecargo. Me dijo que sonrió a los pasajeros y les hizo una reverencia mientras aplaudían.
-Yo me hubiera escondido en un baño para siempre- le dije.
Se rió y me dijo:
-Tu te haces el tímido!
Fingiendo estar ofendido me levanté de la silla de la terraza y le dije que ya me iba.
-Y te vas ir así todo chascón y con cara de sueño?
-Si
-Ah no! No puedo permitir que le hagas eso a esta ciudad que no te ha hecho nada. Métete a la ducha-me dijo mientras se paraba y caminaba hacia su pieza. Abrió el closet y sacó unos calcetines, unos calzoncillos negros y una polera.
-Ponte esto, después me lo traes lavado y planchado.
No sé de qué color me puse y se me quedó viendo serio y me dijo:
-Es ropa, nada más. En el baño hay de todo te deje unas toallas limpias y puedes usar alguno de mis perfumes. Apúrate que luego tengo que ir a almorzar con mi mamá.
Sin decir una palabra me metí a su baño, me duché lo más rápido que pude . Me seque a toda velocidad y me puse sus calzoncillos, que me quedaban perfectos. Los clásicos Calvin Klein negros, me miré en el espejo y sentí una pequeña excitacion al pensar que esa prenda de ropa había estado en contacto con su piel y de quizás cuantas cosas había sido testigo. Me vestí rápido y salí del baño.
Estaba esperando su turno echado sobre su cama hojeando una revista. Me vio vestido, se acercó, me olió sonriendo y mientras cerraba la puerta del baño me dijo- espérame y salimos juntos-
Tome su lugar en la cama con la revista, pasaron unos minutos, él cantaba en la ducha con su naturalidad de siempre. En unos minutos salió del baño, con la toalla amarrada a la cintura, todavía medio mojado. Pasó en frente mío abrió su closet y sacó unos calzoncillos blancos con costuras azules y unos negros iguales a los que me había prestado. Se giró hacia mi -Cuales?
-Los blancos con azul!
Se quitó la toalla de frente a mi, yo trataba de hacerme el indiferente pero los ojos se me iban a salir en cualquier momento de las órbitas. Se terminó de secar la espalda. Sabiendo el efecto que estaba causando en mi. Me pasó la toalla y me pidió que le secara la espalda. Me paré como pude, tratando de ocultar mi nerviosismo. Pude ver de cerca su espalda de piel suave y marcada, sus glúteos pequeños pero firmes y bien marcados. Una vez que terminé de secarlo se dio vuelta y con su enorme sonrisa me dijo -Gracias!
- De nada- dije sonriendo. No pude evitar verlo de frente a mi, completamente desnudo, con su torso marcado, pero muy delgado y lampiño. Bajando mi mirada me encontré con que llevaba todo lo recortado que podía su vello pubico sin estar completamente depilado. Sentí un golpe de adrenalina en el corazón.
Se puso la ropa interior y se vistió rápido. Ya era pasado el mediodía y se estaba atrasando para almorzar con su mamá. Antes de salir me pasó una bolsa de papel -Aquí esta tu ropa, después me devuelves la que te presté. Este es mi número de teléfono- dijo girando la bolsa de papel para que lo viera- No se lo doy a cualquiera, cuídalo con tu vida- terminó de decir mientras nos subíamos al ascensor.
Cuando se cerró la puerta se acercó y me besó -Me gustó mucho que te quedaras a dormir conmigo-
-A mi también.
Afuera del edificio mientras caminábamos me dijo- Pronto tendremos un vuelo juntos.
-No creo, estuve revisando con quienes vuelo este mes y no he visto a ningún Pedro Pablo- le respondí mientras caminábamos hacia una estación de metro.
-Lo tendremos- dijo sonriendo, se me acercó, me abrazó se dio media vuelta, hizo parar un taxi y se fue.
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