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Amores Perdidos
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amores-perdidos · 3 years ago
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5| Un clavo saca a otro clavo: ¿Es lo que necesito?
Al volver a Bucaramanga, los días pasaban de forma lenta, en mí interior, silenciosamente, cargaba un dolor muy intenso. Mi familia no sabía nada de lo que había ocurrido, mi hermana estaba en Madrid, solo me quedaba seguir adelante y enfocarme en mi carrera. Esa semana, mi universidad había programado una actividad grupal para desarrollar en las clases de proyecto. Se llamaba “Taller Horizontal”; consistía en realizar un cenotafio para la arquitecta fallecida; Zaha Hadid. Decidí asumirlo como un reto, fueron cinco días intensos que me mantuvieron ocupado, lejos de la nostalgia o los pensamientos de Fernando. Sin embargo, Dante me seguía escribiendo, cada vez de forma más frecuente.
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Después de dos semanas de mi regreso de Bogotá y largas pláticas con Dante, decidimos que era el momento de conocernos. Acordamos que el sitio del encuentro sería McDonald`s, quedaba cerca de mi casa y de su universidad. Recuerdo que ese día había tenido clase por la mañana y había vuelto a casa para almorzar. Tipo tres de la tarde decidí que ya era hora de arreglarme para ir. Hasta ese punto yo no veía a Dante con algún deseo amoroso, simplemente como a un amigo. Antes de montarme a mí carro, uno de mis perros había llegado de pasear por el parque. Cuando me saludó, ensució todo mi pantalón, así que tuve que subir a cambiarme, causando un poco de retraso. Siendo franco, mí atuendo era muy casual, tenía nervios porque era un desconocido, pero no lo veía como una primera cita.  
Al llegar al lugar, le di una vuelta, noté que Dante no había llegado aún. Decidí esperarlo en la terraza del primer piso. Después de cinco minutos me escribió que había llegado. Me paré y comencé a buscarlo. Mi visión es pésima, la describiría con un campo visual de dos metros a la redonda, por esa razón batallé un poco para encontrarlo. En el momento menos esperado, lo vi. Me estaba esperando en la puerta del restaurante, se veía un poco acalorado, como si hubiera corrido. Sus mejillas estaban rojas y sudaba por doquier. Mi primera impresión fue su ropa, vestía una camisa manga larga y pantalón. Me hizo cuestionarme un poco mi outfit y entendí que era una cita. Nos saludamos y ordenamos de comer. Yo pedí un helado, cuando estoy nervioso no me da mucho apetito.  
Nos ubicamos en la terraza, aún podía ver cómo el niño sudaba e intentaba disimularlo. Entre las típicas preguntas de rutina, la charla se fue dando. Comenzamos a platicar sobre nuestras universidades, profesiones, familias, etc… Todo iba muy bien hasta que en un punto, Dante comenzó a tener un poco de franqueza conmigo, más de la que esperaba. Los primeros comentarios que rayaron un poco mi cabeza fueron sus atípicas experiencias sexuales. Hasta ese momento yo solo había estado con tres personas. Mi mente era un poco conservadora y tenía la idea del amor sobre el sexo, la promiscuidad no la veía de la mejor manera. También me impactó los detalles con los que Dante contó cada uno de sus encuentros, un poco de diarrea verbal, o bueno, así lo puedo llamar.  
Después de dos horas de plática, decidí que era hora de volver a casa, a excepción de las pláticas sexuales, sentía que la cita había salido muy bien. En verdad teníamos química y parecía un niño agradable. Debo admitir que ciertos rasgos de Dante coincidían con los de Fernando. Mis amigos decían que era “la versión fea de él”. En ese momento, tal vez se parecían, hoy, cuatro años después, puedo asegurar que son personas totalmente distintas, en físico y personalidad.  
Aunque Fernando no salía de mi mente y mi corazón, tenía claro que la relación con él había terminado. Sin importar que yo estuviera enamorado de él, tomé una decisión. No sé si culpar al despecho o a mi instinto de perra, pero invité a Dante a mí casa. Él aceptó de inmediato. Nos montamos a mí carro y conduje a casa.  
Estaba un poco nervioso, llevaba dos horas con él y ya estaba en mi carro. Al llegar a casa, Dante quedó un poco impactado con la visual de la casa. Ese día queríamos ver una película pero los planes cambiaron cuando mi mamá llamó. Me preguntó si ya estaba en casa porque ella ya estaba saliendo del trabajo. En ese momento le expliqué la situación a Dante. Él entendió y se fue a casa.   Esa noche tenía muchos sentimientos encontrados, sabía que mi corazón pertenecía a Fernando pero Dante podría ser la forma de olvidarlo. Un pensamiento súper egoísta de mi parte y bastante perra.
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amores-perdidos · 3 years ago
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4| Lo que no quise decir: ¿Sería una indirecta?
La bolsa de papel craft tenía un libro y una carta escrita a mano en una hoja de cuaderno, se notaba que había sido escrita de forma espontánea y rápida, incluso estaba rota. El libro titulaba “Lo que no quise decir” por Estefanía Herrera. Al leer la carta me sentí un poco confundido, Fernando me pedía perdón y decía que yo era una persona maravillosa. Me daba gracias por todos los momentos vividos. Parecía como si fuera una despedida. El título del libro causó aún mayor confusión en mí. ¿Por qué ese título? ¿Sería una indirecta? Tuve que esperar a que llegara a su casa en Bogotá para comentar todo lo que había ocurrido.  
Esa noche nos mensajeamos un rato, me agradeció por todos los obsequios. De cierta forma esa plática me tranquilizó y todo continúo como antes. Los días a su lado volvieron a la normalidad, me sentía tranquilo y feliz. Tanta era mi emoción que decidí contarle lo que estaba sucediendo a mi ex profesora de semestre, Catherine. Ella se convirtió en una gran confidente, comencé a contarle todo lo que me sucedía con Fernando. Sus ideas eran más descabelladas que las mías. Me sugirió que me fuera de sorpresa a visitarlo.   Esa noche en casa, medité un poco la idea. Hablé con Fernando por Skype y tomé la decisión; quería hacerlo. Mi primer obstáculo era: ¿Qué le iba a decir a mis papás? Mi hermana para ese momento estaba en España realizando su Master, eso significaba que ya no tenía apartamento en Bogotá, ni una excusa para viajar. Con Catherine nos ideamos un plan, creamos un “congreso falso”, diseñamos los panfletos y los imprimimos.  
Durante esos días, Dante me había escrito. Aparentemente una noche, él estaba en una fiesta con sus amigos un poco aburrido y decidió escribirme. Nuestra plática fue muy amigable. Me contó que en la fiesta había un chico que le parecía lindo pero que era heterosexual. De mi parte yo le platiqué de Fernando y algunas cosas que estaban pasando en mi vida.   Llegó el día en donde le iba a contar a mi mamá sobre el “congreso” en Bogotá. Mi mamá siempre ha tenido un sexto sentido, a veces creo que es omnipresente. Al finalizar mi charla y mostrarle los panfletos, ella me dijo: “Bueno ahora sí dime, ¿con quien te vas a ver en Bogotá?” Después de escuchar esta frase quedé perplejo. Ella sabía lo que estaba sucediendo. De igual forma yo continúe con la mentira. Me encargué de comprar los vuelos y buscar dónde me iba a hospedar. Recurrí a un viejo amigo del colegio, Juan. Le dije que iba a Bogotá por un congreso, en ese momento él no sabia que yo era gay y mucho menos a lo que iba. Juan dijo que con gusto me recibía en su departamento. ¡Todo estaba listo!
  Los siguientes días se me hicieron eternos, solo contaba las horas para volverlo a ver. Llegó el gran día, Viernes 24 de Marzo de 2017. Mi vuelo era el 4166 de Latam, estaba programado para las 2:45 p.m. Fernando se ofreció a recogerme en el aeropuerto de Bogotá. Pero ya saben lo que dicen… las cosas no siempre salen como se planean. Al llegar al aeropuerto, descubrí que mi vuelo estaba retrasado más o menos tres horas. Llegué a Bogotá tipo 7:00 p.m. Mientras ocurría el retraso en mi itinerario de vuelo, a Fernando le surgió un compromiso inesperado, esa noche debía asistir con su familia a un grado.   Ya en Bogotá, cogí un taxi y me fui al departamento de Juan. Llegué y me instalé, recuerdo que platiqué un rato con él. A raíz del imprevisto de Fernando, decidí escribirle a una vieja amiga del colegio. Llevábamos un año sin vernos y sería lindo reencontrarnos. Valentina me dijo que fuera a su casa y de ahí nos íbamos a Zona T. Al vernos, pláticamos de nuestras vidas y nos dimos un fuerte abrazo.  
Alrededor de las diez de la noche salimos de su departamento y nos fuimos a la T, una sector “high” de Bogotá donde se encuentran restaurantes, cafés, almacenes y centros comerciales. Decidimos comer ahí mientras esperábamos que Fernando saliera de su evento. A las 11:30 p.m. Él me llamó, me dijo que ya iba en camino, que nos viéramos en la discoteca de La Plaza de Andrés. Valentina me acompañó al lugar, lo vi desde la lejanía. Estaba vestido con traje: camisa blanca y el saco lo llevaba en la mano. En ese momento me despedí de Valentina, fue la última vez que la vi y supe de ella.  
Fernando me llevó a la cervecería, había algo en él que no estaba bien. Lo sentía un poco diferente, como si las cosas no fueran iguales. Durante nuestra cita me llamó la atención que me pidió perdón en ocho ocasiones, yo no entendía por qué. Sobre las 2:00 a.m., me dijo que debía llegar a casa, no podía llegar tarde. Me pareció raro pero accedí a irme al departamento de Juan.   Al llegar, le escribí. Quería asegurarme que había llegado bien a casa. La conversación fue un tanto fría y distante, me dijo que vería alguna película de Harry Potter mientras se dormía. Pasaron algunos minutos y no lograba conciliar el sueño. Abrí What´s App y me di cuenta que estaba en línea. Le escribí, cuando me respondió, me pidió perdón y me dijo que “me quería mucho”, ahí fue cuando supe que algo andaba mal.  
Un sexto sentido me dijo que lo mejor era que descargara Grindr, así que lo hice. Rápidamente creé un perfil falso y me di en la tarea de buscarlo. El que busca encuentra. Ahí estaba, justamente con la misma foto de perfil y la letra “N”. ¿Estaba buscando sexo? No lo sé. Al ver todo eso, decidí enfrentarlo. Tenía muchas preguntas en mi cabeza: ¿Por qué estaba buscando sexo, si yo estaba ahí para él? ¿No quería estar conmigo? ¿Con cuántas personas se había acostado en estos meses?  
Fernando no supo cómo explicarlo, sentí cómo si me clavaran un puñal en mi corazón. No puedo explicar ese dolor, fue desgarrador. Desde ese momento lloré en silencio por 12 horas seguidas, sin parar. A la mañana siguiente, me levanté de la cama, me bañé y me fui a Unicentro. Recuerdo sentarme en un café solo a llorar. Ahí decidí llamar a mi hermana a España a contarle todo. Ella me dijo que me fuera a Chapinero, Anchoa estaba ahí en el departamento de una amiga porque ese fin de semana se celebraba el Festival Estéreo Picnic. 
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De inmediato cogí un taxi y me fui para allá. Al llegar, solo la abracé y comencé a llorar de una forma descontrolada. Nunca me habían herido de esa forma. Mi hermana desde Madrid, logró conseguirme una boleta para el Estéreo Picnic de ese día. El plan era que yo me devolvía al apartamento de Juan, me cambiaba y de ahí nos íbamos al FEP.  
Al llegar al evento, la nostalgia y tristeza recorrió todo mi cuerpo. Decidí escribirle a Fernando, mi único anhelo era verlo, pero él no quiso, en pocas palabras; no se le dio la gana. Esto me derrumbó en pleno concierto de Wiz Khalifa, decidí que debía volver al departamento de Juan, no me sentía cómodo ahí.  
Al llegar, algo muy peculiar ocurrió. Dante me escribió que estaba aburrido. Yo le conté que había estado en el FEP, eso lo emocionó demasiado. Por feo que suene, esa noche, él me dio consuelo e hizo que me olvidara de Fernando por unos minutos.  
En mi ultimo día de viaje, no hice mucho. Esperé para irme al aeropuerto a coger mi vuelo. Fernando me escribió, dijo que “quería despedirse de mí”. Como un imbécil, yo accedí. Quedamos en encontrarnos en el aeropuerto.   Al verlo, caí en llanto. Ambos teníamos puestas nuestras matching jackets. Fue el único momento en donde se me cumplió mi sueño. En pleno corredor del aeropuerto El Dorado, Fernando me abrazó, se olvido de lo que podía pensar la gente. Nos sentamos en una banca a platicar, recuerdo que me pidió perdón y comentó que verme en ese estado le parecía desgarrador. En su discurso también manifestaba que yo era una persona extraordinaria y lamentaba que todo hubiera ocurrido de esa manera. Hay una frase que nunca se irá de mi mente: ”Espero algún día nos volvamos a encontrar, eres un gran novio y estoy seguro que serás un buen papá.” Después de eso nos despedimos y él se fue. Cuando recuerdo ese momento, el sentimiento de dolor, nostalgia y tristeza pasan por mí alma. Dicen que el primer amor “nunca se olvida”, desgraciadamente es verdad. En mi caso, lo recuerdo con mucho cariño, un poco de nostalgia y alegría por los buenos momentos vividos.
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amores-perdidos · 3 years ago
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3| Un amor virtual: Skype lo aguanta todo
Mi viaje a New York comenzó de una forma muy especial, entre mis vuelos solo escribía lo feliz que estaba, las ansias que tenía por llegar a la “Gran Manzana” y que indudablemente había tomado la mejor decisión. Mis días en la capital del mundo transcurrieron de forma muy habitual, recorría los museos o iba de shopping por la Quinta Avenida. Ahí fue cuando descubrí un gran placer, pero que se convertiría en mi mayor defecto. Tras visitar los almacenes y sin la supervisión de un adulto responsable, comencé a comprar muchos regalos. Recuerdo que cada cosa que veía y me recordara a él, la compraba. En una de esas tiendas, creo que era H&M, tuve una idea que parecía brillante. ¿Qué pasaría si los dos tuviéramos la misma ropa? Recorriendo los pasillos visualicé una chaqueta que seguro nos quedaría bien a ambos. Fernando y yo vestíamos diferentes tallas, yo soy “S” y él “M”. Así que compré una de cada talla. Ese día salí corriendo al departamento de mi prima, solo quería contarle lo que había pasado, enseñarle nuestros nuevos matching outfits y saber de su día. Al conectarnos por Skype me dio un sentimiento de calma. Cuando le mostré las chaquetas, le gustaron, eran básicas pero significan mucho, o bueno, eso creo. 
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Mis semanas en Estados Unidos se pasaron rápidamente. Al volver a Colombia la relación continúo de forma monótona. Entre semana teníamos una especie de rutina, donde por las tardes ambos nos conectábamos en la compu y hablábamos por horas. A ser sincero, esos fueron los días más tranquilos, me llenaba el hecho de tener a un amigo, que estudiara lo mismo que yo, me entendiera y podíamos criticar y hacer chistes con nuestros propios trabajos. Me gustaba escuchar sobre sus diseños de casas, sus clases de italiano y cómo iba la vida en Bogotá. Me recordaba un poco a mi época viviendo en la capital años atrás.  
En una de esas tardes, el ambiente se tornó un poco candente. No recuerdo cómo pasó, pero estar alejados hace que las hormonas hagan de las suyas. Sería la primera vez que me masturbaría por medio de una cámara. Un acto de mucha confianza, teniendo en cuenta que ambos mostrábamos nuestros rostros en el desarrollo del cibersexo. Aquella tarde liberé algunos deseos reprimidos que tenía en mi interior.  
Al transcurrir un mes y medio de la relación, Fernando me contó que vendría a la ciudad por el cumpleaños de su papá. La noticia me tenía muy emocionado, después de casi 6 semanas. ¡lo volvería a ver! Toda la semana estuve muy ansioso pero un poco estresado con mi universidad, hecho que detonaría nuestra primera pelea.  
Era viernes tres de Marzo de 2017, Fernando había llegado en el último vuelo: BOG - BGA. Por lógicas razones acordamos que esa noche no nos veríamos. Al día siguiente él tuvo un día bastante ocupado con su familia, así que decidimos que nos veríamos en la noche, pero mis planes cambiaron alrededor de las 4 de la tarde. Mi docente nos había notificado que uno de los planos necesitaba ciertas correcciones, teníamos hasta la noche para enviar las nuevas planimetrías. Esta noticia me llevó a mi máximo nivel de estrés, por algunas horas dejé de contestarle a Fernando. A las 8:00 P.M. terminé el trabajo con mi equipo, ÉL estaba listo para verme, pero yo no. Mi nivel de estrés hicieron que estuviera de mal humor y un poco gruñón. Él no tenía la culpa de lo que había sucedido pero descargué mi furia en él.  
Recuerdo que todo comenzó porque él me escribió que no podía tomar. Había utilizado la “excusa” de que iba a recoger a su hermano de una fiesta para poder salir, por esa razón llevaría el carro a nuestra cita. Ese mínimo detalle me puso de muy mal humor, yo quería que nuestra noche fuera en un bar, embriagarnos los dos y ver qué podía suceder, una actitud bastante inmadura ahora que lo pienso tras años de experiencia he aprendido que un carro te da más posibilidades de que la noche se ponga caliente. ¡Qué tonto fui! Discutimos y Fernando se indispuso. Después del pleito yo estaba dispuesto a verme con él, pero él ya no quería, argumentó que era muy tarde y que ya se había puesto su pijama. Por actitudes caprichosas de dos niños inmaduros esa noche no nos vimos, era nuestra única oportunidad.  
Al día siguiente su papá estaba cumpliendo años. Él estuvo en la celebración todo el día. Recuerdo que me mandó muchos vídeos del evento. Vestía una Polo amarillo fosforescente y se veía muy feliz. Al finalizar la tarde, Fernando intentó escaparse de la reunión pero fue fallido, sus papás le dijeron que me invitara, claro está, ellos no sabían nada de lo nuestro, ni mis papás, -fue un amorío secreto-.  
Al finalizar el cumpleaños, Fernando debía ir al aeropuerto a tomar su vuelo, pero quería verme antes de partir. Estaba justo de tiempo, así que me pidió que bajara en carro hasta Terrazas, un barrio muy cerca de mi casa. En ese momento yo agarré un morral viejo y empaqué todas las cosas que había comprado en New York para él: ropa, dulces, libros. Me monté a mí carro y fui lo más pronto posible.  
Al llegar al lugar, vi que su carro estaba estacionado a un lado de la calle, parqueé justo al frente de él. Por el retrovisor vi cómo se bajó de su coche y caminó hacia mí. Abrí la puerta y me saludó con un beso en la mejilla. Recuerdo ese beso como si hubiera sido ayer. Nuestro encuentro duró dos minutos, solo eso. Yo le entregué el bolso, pero había una sorpresa. Él me dio una bolsa de papel craft, me dijo que la abriera al llegar a casa. Me dio un beso y vi cómo se marchó al aeropuerto.
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amores-perdidos · 3 years ago
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2| Mi primer amor: lo que Grindr te da, él te lo quita
Llegó año nuevo, 2017 pintaba como un año prometedor pero había un sentimiento que no podía salir de mi mente, un instinto curioso. Recuerdo que era tres de Enero, tipo dos de la madrugada y no podía dormir. A mis 19 años era un niño bastante inocente, debo aceptar que todo en mí vida ha llegado tarde: el sexo, las fiestas, los amigos, etc.. En esa fría noche de invierno, me puse de curioso y escribí “Gay” en el buscador de la App Store. La primera aplicación que surgió se veía bastante comprometedora… “Grindr”. Decidí descargarla y acercarme al “mundo gay”. Aclaro, en ese momento no tenía idea el propósito de esa aplicación.  
Para los que no la conocen: consiste en perfiles organizados por distancia, en donde cada persona decide si quiere poner foto, nombre, descripción. Al comenzar a platicar un poco con los hombres que estaban ahí, pude entender que la mayoría de las personas sólo buscaban sexo, pero quise darle una oportunidad. Después de platicar y molestar con varios perfiles, ese día hubo dos personas que llamaron mi atención, hoy lo llamaría “2X1”, así suene un poco perra de mi parte. El primer perfil tenía la foto de un cuerpo sexy y la letra “N”. Lo llamare Fernando. Un niño que me encantó desde que lo vi y prometía bastante. Lo describiría cómo un chico de buen físico, cara fina y mente creativa. Estudiaba mi misma carrera en la Universidad De Los Andes. No mentiré que el hecho qué fuera de mí mismo rango social, le dio cierto plus. Por otro lado, había otro perfil que también fue muy amable, tenia la percepción que sería un ser noble. A él lo llamaré Dante. Esa noche conocí a dos personas que se convirtieron en dos de mis grandes amores.  
Ambos tenían cierto interés en mí, pero debía tomar una decisión. Sin pensarlo dos veces me quedé con Fernando pero la comunicación con Dante no terminó, simplemente establecí que sólo quería ser su amigo, o bueno… eso creía. La conversación con Fernando pronto migró de Grindr a What’sApp e Instagram. Recuerdo que pensaba todo lo qué le iba a escribir, no quería arruinar lo que había logrado con él.  
A los pocos días decidimos que lo mejor era vernos, tener nuestra primera cita. Esto me generó mucha ansiedad, era la primera vez que me vería con un desconocido. Acordamos vernos en un bar que se llamaba “Vintrash”, en esa época era medio Indie, con frutas cayendo del techo, cocteles por doquier y buena vibra. La única persona en la que confiaba en ese momento era mi hermana, ella sabía todo lo que estaba ocurriendo. Ahora qué lo pienso, esta confianza surgió un mes antes porque ella me había confesado que también era gay, estaba saliendo con una niña de su colegio, la llamaré “Anchoa”.   El día de la cita con Fernando había llegado, mi mamá se ofreció llevarme al lugar. Al llegar, me bajé del carro e hice cómo si entrara al bar. Despúes de unos minutos lo vi… lo describiré como amor a primera vista. Mi primera impresión fue su estatura, 1.93 cm para ser exactos. Vestía una camisa de cuadros verdes con azul, tenía una sonrisa hermosa y una forma muy peculiar de caminar. Su olor era muy agradable. Nuestro primer saludo fue con un apretón de manos, demasiado formal para mi gusto.  
Vintrash esa noche estaba un poco lleno, desde afuera se podía ver cómo las personas ya no cabían en el lugar. Decidimos irnos a caminar por Cabecera, me sentía un poco inseguro, no creía que fuera lo suficientemente bueno para él. Tras caminar varias cuadras y hablar un poco de nosotros, llegamos a un bar de salsa, se llamaba “Aguanilé”. Confieso que nunca esperé mi primera cita en un lugar así, fue muy atípico pero divertido. Pedimos Mojitos, entre trago y trago, la conversación fue surgiendo. Resultó que ese día tenían show de salsa en vivo, esto ocasionó que nos moviéramos a la terraza del lugar. En nuestra plática nos fuimos conociendo un poco más, algo en mí interior comenzó a surgir, un sentimiento desconocido pero me gustaba.  
Después de varias horas decidimos que ya era el momento de regresar a casa. Al salir del restaurante caminamos varias cuadras juntos, curiosamente llegamos al que había sido su colegio. Decidí sentarme en la banqueta a descansar, el se sentó a mi lado. Nos miramos fijamente por unos segundos. Sentí cómo lentamente nos fuimos acercando, de repente ocurrió… nuestro primer beso, fue algo tímido y corto. Ambos teníamos la adrenalina de que cualquier persona podía vernos. Es muy extraño pero ese beso aún continúa en mí memoria tan fresco, cómo si perdurara en el tiempo.  
Desde esa noche comencé a verme con Fernando cada vez que podía… fueron dos semanas intensas. Cita tras cita lograba sorprenderme. Recuerdo una de ellas con algo de picardía. Esa noche, me había recogido en casa. Estábamos en un mood un tanto amoroso. Tomamos la decisión de estacionar en un barrio cerca de mi casa, un poco solitario. La inocencia de ambos se notaba a leguas, solamente queríamos besarnos y vivir lo que estaba ocurriendo. El dilema está a qué después de seis minutos, la policía llegó al lugar. Nos hicieron bajar del carro y nos inspeccionaron. Pensaron que éramos marihuaneros o algo así. Recuerdo que uno de los policías era un poco.. afeminado. Requisó a Fernando de una manera muy atrevida y siempre estuvo muerto de la risa, él sabia que estaba sucediendo en realidad.  
Otra cita que recuerdo con cariño ocurrió de una forma muy espontánea. Esa noche Fernando y yo estábamos deambulando por la ciudad, no teníamos mucho qué hacer. Mi hermana me llamó y me invitó a comer. Tendríamos una doble date. Decidimos ir a comer pizza cocida al horno. Al llegar al restaurante la cita se desarrolló de una forma muy peculiar. Mi hermana, Anchoa y Fernando habían estudiado todos en el mismo colegio, lo que ocasionó que la conversación girara en torno al mismo. Esa noche supe que mis sentimientos hacia Fernando eran más que un simple gusto… me estaba empezando a enamorar.  
Tras nuestros días de citas y anécdotas llegó el último día juntos, al día siguiente él se devolvía a Bogotá y yo tenía un vuelo a New York. Ese día lo recordaré siempre. Él vino a mi casa sin bañarse, traía su ropa dentro de una pequeña maleta. Mis papás estaban fuera de casa, estaban de viaje. Esa tarde estuvimos en mi cama juntos desnudos, creo que nuestros cuerpos se juntaron como nunca lo habían hecho. Vale aclarar -que días antes habíamos tenido sexo-, pero no recuerdo mucho de esa escena.  
Durante esas pocas horas me sentí en paz, me sentía seguro y completo. En un momento de la tarde, Fernando sacó de su bolso una manilla, tenía un fósil de caracol incrustado. Después de esto decidí arriesgarme, sabia que seria una relación a distancia pero pensaba que él lo valía todo. Le propuse que fuéramos novios… Él aceptó sin pensarlo dos veces. Ha sido de los momentos más puros y felices de mi vida. En mi mente no lo podía creer pero tenía novio y mi primer novio.
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amores-perdidos · 3 years ago
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1| Teorías conspirativas del amor: donde todo comenzó
No sé si solo me pasa a mí, pero el amor me atropella intermitentemente, o bueno, a eso concluyo después de mis últimos cuatro años. La cuarentena y un cambio en mi vida, me hizo reflexionar especialmente en los temas del amor. Estando solo es donde encuentro mis momentos de paz, esas pequeñas escapadas de la realidad, donde pienso en un instante qué me hizo feliz…  
Ser gay es algo que me enorgullece, desde pequeño supe que era así. No soy el típico gay, eso creo. Para mí ser gay, es solo amar a otro hombre, dedicarle mis experiencias y momentos para compartirlos con esa persona. Desde pequeño fui una mezcla de todo: pasé por dibujar, jugar con carros, construir con palitos, hasta robarle las barbies a mi hermana a escondidas; ella (mi hermana) y yo, siempre fuimos el opuesto del otro; con sus gorras, jugando a todos los deportes con sus amigos del conjunto, y yo; de shopping con mi mamá, aprendiendo a combinar colores y vestir bien. Crecí en un mundo algo distinto al que se acostumbraría.  
La pubertad llegó, junto con el desarrollo y las hormonas. Recuerdo que en cuarto grado, fue mi primer acercamiento al “sexo gay”, de una forma muy inocente. Infortunadamente, la suerte no estuvo conmigo ese día. Mi mamá me descubrió esa misma noche. En el buscador de “Google” aparecía “Sexo gay, hombres desnudos, entre otros…” esa fue la primera vez que tuve una charla sexual con ella, fue algo incómodo, mi mamá sabía que yo era gay pero siempre esperó a que yo se lo dijera.  
Desde mi primera búsqueda, comencé a tener cuidado. Los años pasaron y ser gay me alejó un poco de las personas, me sentía incómodo en fiestas y reuniones, además durante mi época escolar nunca fui el más sociable. En mis últimos años de colegio intenté aparentar ser heterosexual, pero cómo diría Mean Girls, “too gay to be functional.” Mi encuentro más descabellado con una mujer, fue besarme con mi mejor amiga de la época. Sinceramente… ese beso no me gustó en lo absoluto.  
Definiría a mí primer crush en mí último año escolar; ahora que lo pienso, no sé si fue un crush o simplemente me gustaba porque era la única persona que me entendía, tenía mis mismos gustos y hablabamos del presente. Sonará muy cliché, pero era mi profesor, algunos decían que nos parecíamos físicamente. Me molestaban con que era como mi papá, los más pesados con que era mi novio, tal así que su nombre quedó estampado en mi yearbook, algo para recordar de por vida. Antes de qué se armen vídeos, no pasó nada con él.  
Mis salidas con Mr. D se volvieron más frecuentes, al punto que le confesé mi frustración por no poderme acercar a mi mismo sexo. Él me recomendó que utilizara Facebook, una aplicación que se usaba mucho en la época. Un consejo que por inocente que fuera desataría el caos.  
En “Facebook” conocí a un niño de Bogotá, se llama Mauro. Entre mensajes de Messenger y What’sApp establecí una gran amistad con él, todo fue muy rápido; en cuestión de días, frases como “te quiero” y “qué lindo eres” comenzaron a surgir. No estaba mal, pero esas frases me delataron.  
Una noche llegué a casa, después de la universidad, era mí segundo semestre. Justo estaba terminando la maqueta final de mi proyecto; una casa de campo. Dejé mi teléfono sobre la mesa del comedor y me fui a bañar las manos para cenar. En el baño, caí en cuenta que mi mamá estaba sola con mi teléfono, en cualquier momento Mauro podía escribir y ella se daría cuenta. Al salir del baño y entrar a la cocina, vi su cara cubierta en lágrimas, ahí fue cuándo supe que ella ya lo sabía todo. Hoy sé que ella no estaba así porque yo era gay, estaba decepcionada porque yo no había confiado en ella. Ese día la defraudé, no le conté mi gran secreto cuando ella siempre me dio la libertad de hacerlo. Esa fatídica noche de Noviembre me sentí libre, había liberado todo lo que había cargado por varios años, las únicas personas que me importaban ya sabían mi realidad y me aceptaban, a su ritmo claro está! Desde ahí comenzó esta aventura que hoy por hoy describiría como; AMOR.
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