#mystrade minific series
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rabiessnail · 2 months ago
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please somebody write a story where greg and mycroft are married but whilst on an arrest greg gets injured & put in a medical coma to keep him safe
when he wakes up mycroft is beside him--the doctors said gregs memory would be temporarly gone whilst he recovered but now greg wont stop hitting on mycroft and its getting to the stage were its increasingly difficult to keep a straight face when talking about medication
"owch hey mister cute umbrella can u move the pillow abit:)??"
*mycroft fixes pillow inches away from gregs face*
greg: *whistles* "i'd kiss u so hard right now if i didn't have six broken ribs, a punctured lung + a fractured hip."
myc : gregory your parents are in the room
--
mycroft: ah- the doctors have given me some more pills, these ones are a bit large so hopefully you wont have much trouble swallowing them"
greg: *takes a look* nah its fine im good a swallowing....uhhh big things *wiggles eyebrows half asleep* geddit
mycroft: gregory MY parents are in the room
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lilietherly · 5 years ago
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[MiniFic! Mystrade]
Basado en los personajes de Granada TV.
Mycroft posesivo.
R-16.
Octava parte ❤️
Novena parte.
Décima parte ❤️
(¡No sé por dónde empezar! Jajaa. Vemos, primero; te dije que me detuvieras cuando aun podías, has hecho que siga mis planes hasta ahora y mira a dónde hemos llegado 🤣🤣🤣. Segundo; ¡Te dije que me detuvieras! Asdfghjkl Ahora ya escribí el capítulo 10 y no hay marcha atrás 😝)
(Sip, como acabas de leer, me adelanté y ya está lista la siguiente parte, que escribí inmediatamente después de esta, ¡yaiii! Estoy tan feliz. No te pediré que comentes para que la suba de inmediato, no te preocupes, sé que no lo obtendría, así que solo puedo asegurarte que el próximo domingo sin falta lo tendrás. ¡Ah, pero eso sí te advierto! Esta historia se está contaminado cada vez más con mis deseos tóxicos... ¡Definitivamente pondré muchas advertencias! 🤣🤣🤣)
* * *
Mycroft iba en la segunda misiva cuando percibió el primer grito inentendible corriendo a través del pasillo, dispersándose a través de la puerta y llegando a sus oídos. Cada uno de sus sentidos aún se sometían bajo el cansancio del día, el estupor que el detective inspector Gregson trajo consigo lo empeoraba. Perdido en sus recuerdos sobre los ocho años en Pall Mall que yacían entre los escombros hechos cenizas no le dio tanta importancia a la calurosa conversación, que muy seguramente se enfocaba en la planeación de cómo y cuándo atrapar al hombre que los acorralaba contra la pared.
Averiguaría los planes o conclusiones más tarde, ahora se apuntaría tras el escritorio a escribir al menos media docena de cartas. Solo una de ellas tendría de receptor a Sherlock, quien había planeado hacerle una visita dentro de dos días, quizá tenía la intención de presentarle a su nuevo amigo/biógrafo/compañero de habitaciones. Preguntándose en qué forma hablar de ese tema frente a su hermanito, entremezclando además los pensamientos de sus finos objetos incinerados y evitando el recuerdo de su apasionado beso con Lestrade, el sonido de una serie de golpes le hizo trazar una deforme línea sobre el papel. Sin dudar se levantó y fue a la puerta. ¿En qué momento la plática dio aquel drástico giro? ¿O acaso los atacaban?
Aun ni siquiera liberaba un par de minutos para recordar la increíble sensación recorriendo su cuerpo al pensar en Lestrade bajo su estricta protección, al pensarlo como suyo, como de su propiedad, causando que afuera los duros puños estrellándose contra un cuerpo sólido dejaran en primera línea tales sentimientos; en bruto, crudos. Pretender esconderlos desconociendo su alcance resultó complicado al oír, a través del pasillo, el tono fiero de su inspector. Una voz que lo golpeó cual atizador caliente directo en el pecho. ¿Quién osaba provocar la furia de Lestrade? ¿De quién debería deshacerse para mantener sano y salvo a su Greg? Caminó despacio, acercándose lentamente a la sala. Lo escuchó de nuevo al dar los primeros pasos.
Se detuvo antes de que el ángulo del pasillo le permitiera ser visto por Gregson. No podía ser otro, de serlo habría oído disparos desde un inicio. Por la forma en que Greg posicionaba los brazos le dejaba claro que él dominaba la situación—.Te lo advierto, —dijo, amenazante—, aun la menor señal de que te propones hacer algo contra mí o mi amante será suficiente para que te asesine. —Esas palabras hicieron recorrer un escalofrío a través de su espalda. Su corazón se endureció, enterró las uñas contra sus palmas al imaginar los incontables escenarios que orillaran a su inspector a hacer una declaración así, tal vez debería tomar esa señal para llegar a él, robar el arma de sus manos y terminar ahí mismo al hombre rubio—. Me encargaré de esconder tu cadáver tan bien que ni el mismo Sherlock Holmes será capaz de encontrarte. —Y Mycroft se aseguraría de ello.
Antes de aceptar el pensamiento de salir a la luz, el estruendo de un disparo lo retuvo en su lugar. Inquieto por el sonido apenas atendió a las órdenes de Lestrade, avanzó los pasos restantes y mordiéndose la lengua observó a Gregson salir torpemente de la escena. En cuanto la puerta se cerró, toda emoción se enfocó en Greg, en su pregunta y en obligarse a mentir haciendo una ligera modificación en el tiempo que llevaba mirando. Tardó un segundo, luego de verlo girar, en descubrir lo sucedido, aun sabiendo la inutilidad de su capricho quiso haber actuado antes y terminar de una vez con Tobias Gregson.
Lestrade era suyo.
Aun por todo lo que anhelaba sustituir con su marca la del otro, la cruzada por refrenar su ira dio sus frutos al mirar la facilidad con la que el pequeño hombre se dejó llevar por su abrazo. Correspondiendo a su gesto, dejándose limpiar, sin perderlo de vista con sus grandes ojos castaños. Los suaves temblores que lo sacudían de vez en vez apaciguaron su mal humor, dejándole únicamente con el deseo de protegerlo y resguardarlo de los ataques que atentaran contra su vitalidad. Al terminar con el rastro carmín lo llevó al baño, con agua le ayudó a deshacerse del sabor metálico. Apenas creía que funcionara, evitó decir algo al respecto.
Sin embargo, nada le impidió tomar en brazos el peso ligero del inspector al llevarlo de regreso al sofá. Que tampoco obtuviera algún reclamo le advirtió de su nivel de abstracción. No se veía especialmente perturbado, siendo un hombre de acción debería tener la capacidad de soportar situaciones de tal impacto. Casi contrario a ello, lo sucedido poca relación ofrecía frente a un asesinato o —estaría dispuesto a asegurarlo— cualquier acontecimiento escabroso que hubiera experimentado. Gregson consiguió aprovechar muy bien la ocasión, le concedía eso, a su favor apelaban el cansancio y las heridas de Lestrade, la confianza que habrían forjado aún si tuvieran diferencias. Su amante en realidad acumulaba muchas buenas razones para romperse.
Al llegar al sofá no los separó, él aún lo aferraba con los brazos alrededor de su cuello, su precioso rostro escondido, intentando pasar su respiración por normal. ¿Y qué se supone debería hacer? Mycroft lo sujetó fuertemente contra su pecho, sosteniéndolo al punto de estar seguro que no cabría en la mente de su Lestrade alguien distinto a él.
Los pensamientos bailaban erráticos en su mente. Ese hombre le pertenecía, no dejaría que alguien más lo tocara, que alguien más dibujara una marca en donde él pondría la suya. Mycroft se encargaría de cuidarlo, protegerlo, le entregaría cuanto pidiera, desde lo superfluo hasta lo poético… Y mientras consentía a las ideas descender a un caudal que de nada le serviría detener, su muro antes quebrantado inició su caótica e irrefrenable destrucción. ¿A esas conclusiones quería llevarlo tal conflicto, a que descubriera ese horrible lado suyo?
Greg Lestrade no era un objeto, pero le pertenecía.
Greg Lestrade podía cuidarse solo, pero él quería cuidarlo.
Una segunda batalla se libraba en su mente, nuevos candados sin llave se abrían paso a la opacidad de argumentos contrariados, al borde de objetivos insufribles, irracionales, complacientes. Hermosos… Gloriosos. ¡Ah! El simple pensamiento de tenerlo únicamente para él, guardar para siempre al pequeño hombre entre sus brazos se convertía de a poco en una imagen cuya tentación era difícil de evitar. ¿Y qué hacía Greg en defensa de su propia persona? Acurrucarse contra su pecho, aceptando sin palabras el salvaje abrazo, sin quejarse, sin decir la menor cosa parecida a un rechazo, haciendo que el río de pensamientos se acelerara a un desenlace aterrador, tanto para el inspector como para Mycroft.
No alcanzaba su imaginación a ver cuánto trataba de objetar aquel fin. La sensación por no ceder a una emoción tan intensa apenas existía. Engañarse lo haría caer vertiginosamente rápido, sabía que no deseaba evitar sentirse de ese modo. Bajo esa clase de impresiones, aún si todavía no lo aceptaba en su totalidad, se llenaba de una energía feroz, salvaje, le hacía sentirse vivo, capaz de volver realidad el más posesivo anhelo. A unos pasos de toparse en un callejón sin salida, ahogado en el diluvio de ideas irracionales, preguntándose vez tras vez en qué oportunidad tomar la decisión e incinerar en un segundo lo que lo frenaba, una mano de piel morena le tomó suavemente de la mejilla.
—Bésame —pidió, rogó, su voz un llamado lastimero que Mycroft no dudó en atender. Silenciando las palabras unió sus labios con los del inspector, guio un ritmo lento, tomando el labio inferior entre los suyos chupó y mordisqueó ligeramente. Dibujó su lengua el lado superior, probando tentativo el interior suave, plasmando en su mente ahogada en incontables emociones el menor detalle en la textura, el sabor, las reacciones del hombre entre sus brazos.
Lestrade se rendía, obediente, atento y sumiso a lo que hacía en su boca, aunque notó una ligera nota de desespero; el que mantuviera la calma a pesar de su obvio apetito le pareció lo suficientemente encantador como para obsequiarle al fin un beso más profundo. Mezcló su aliento con el otro, fundiendo su calor en movimientos lentos, acariciando con su lengua la dulce profundidad dejaba a sus labios intercambiar y unir las sensaciones en un ritmo que Greg dejaba a su total mando, imprimiendo su andar en marcas de amor. Lo escuchaba suspirar, sollozos febriles tocaban indecentes contra su garganta, suaves temblores lo sacudían, le sorprendió notarlos, ni su ritmo ni su velocidad habían aumentado, ser consciente de ello halagó descaradamente su orgullo.
Se le concedía un mayor control del que debería al tomar en cuenta su conflicto, el precioso inspector poco hacía a favor de abrir la puerta de la total independencia que perdería si Mycroft lo tomara como suyo. De ningún modo estaría inclinado a asegurar que podría robar al ratoncito para encerrarlo consigo por el resto de sus días, lo sabía demasiado bien, en ese instante sin embargo, aun con las dudas bailando sobre su piel como carbón encendido, aquella ilógica idea permanecía delante de muchas en verdad sensatas.
Deshacerse de la cruda intención de marcar en esa piel su nombre le carcomía el alma en una exigencia salvaje alimentada por la exhalación febril de la tentadora boca. ¿Cómo tener la fuerza para resistir? Cada acción era un reclamo de Greg exigiendo ser tomado, ser consumido en su ambición y ansia.
Tan seductora impresión dio su primer paso al recordarle el por qué Lestrade se dejaba hacer como si estuviera acostumbrado a ceder el control. Ante la idea se obligó a reprimir un gruñido, recordándolo de nuevo en los brazos de alguien más. Cortó el beso, separándolo de a poco, le ofreció una disculpa muda al colocarse finalmente bajo sus resplandecientes orbes. El brillo acuoso reflejado en el hermoso castaño estuvo a un segundo de hacerlo volver, admirar los hinchados labios rojos iluminados por las llamas de la chimenea no ayudaban a su resistencia.
—¿En dónde te tocó? —le preguntó Mycroft, susurrante, en la voz un claro indicio de su exigencia y apremio. No permitiría que ese pequeño cuerpo tuviera el menor rastro de manos que no fueran las suyas. Tenía y debía limpiar la corrupción. A pesar de poder escuchar la parte lógica de su mente diciéndole que esa decisión, por bien que sonara para él, no le pertenecía del todo, sintió silenciarla en un segundo cuando una mano se le separó del saco para extenderse y pedir la suya.
¿Fue ese el motivo de que eliminó de un tajo una buena parte de su lado racional? Quizá, en realidad ya entonces dejó de interesarle.
No se detuvo a pensar, a razonar por qué se sentía increíblemente posesivo con el hombre que conocía no hace ni siete días. Ni por qué al mismo inspector no daba señal de importarle. Ambos parecían estar de acuerdo, aun si el contrato apenas se mostraba, la fuerza para retroceder no se enfrentaría a un peor enemigo que esa mano dirigiendo la de él hacia la espalda delgada y atlética. Ahí comenzó un delicado vaivén, la tela de la bata aunque fina le resultó despreciable. Hizo lo posible por no mostrar su malestar. Al tener los delgados brazos rodeando de nuevo su cuello aprovechó la posición, extendió el campo de su tarea.
El cálido aliento se convirtió en su incentivo, el estremecimiento que atacaba al pequeño cuerpo conforme Mycroft subía y bajaba aumentaba la casi obligación de continuar tocando, palpando los finos músculos. En un momento incontable la frágil mano lo detuvo, Lestrade evitó devolverle la mirada y él no intentaría obligarlo a mostrarse, supo su intención de inmediato. Los finos dedos lo guiaron hacia abajo, cerrando los tentadores centímetros al punto en que sus dígitos alcanzaron un firme y esponjoso glúteo.
Recordar su propósito de limpiar los rastros del contacto ajeno fue el empuje adecuado en su disposición de no realizar ninguna acción rápida. A su pesar, le costaría un siglo olvidar que distintas manos probaron aquella zona antes que él. Dibujó líneas gráciles e indefinidas, sintiendo su esfuerzo recompensado por los tiernos gemidos besándole la piel del cuello con mayor énfasis. El tacto en su palma le parecía escaso, pero tampoco lo iba a rechazar. Acarició la suavidad de izquierda a derecha, encerrando una redonda colina entre sus dedos y masajeando en un ritmo ligero.
A tal seductora e íntima parte ni el más firme o recto de los hombres resistiría, incluso a través del cansancio que el día acumulaba en sus huesos, pareció no ser proporcional para mantener la quietud en su entrepierna. Al intercambiar su atención entre una elevación y otra, viajando entre la línea que lo separaba y los firmes muslos, supo inevitable su reacción. Lejos de sentir vergüenza, lo pensó completamente natural dado el cariz de su toque, de ser posible estaba un poco orgulloso, que aún después de lo acontecido conservara la fuerza de tener una erección decía mucho a favor de su resistencia, contrario a lo que su físico aparentaba.
Escuchó un gimoteo en particular delicioso provenir del inspector al notarlo. El plan se basaba en dejar su asunto, terminar con el de Greg e ignorarlo hasta conseguir tener un aumento de su energía ya al límite de lo escaso, y si bien parecía que su intención se dirigía al lado contrario, al descansar su mano en la cintura delgada, el suspiro calmo y agradecido de Lestrade fue la respuesta positiva que necesitaba. Aun si no pasó desapercibida su propia erección bajo la delgada tela, sin mediar palabra ambos acordaron guardar silencio al respecto. El peso de los acontecimientos recientes no daba lugar a emociones de mayor intensidad. Superado ya el límite, los ánimos comenzaban a asentarse, dejándole en las últimas reservas.
—Bésame —pidió Greg de nueva cuenta. Mycroft lo atendió de inmediato, sintiéndose a pesar de la fatiga, capaz de besarlo hasta el siguiente amanecer.
(¡Ahhh! No sé cómo y no sé por qué, pero está historia está avanzando a pasos agigantados 🤔, ya ha superado en cantidad de palabras a tres de los otros fics largos que estoy escribiendo. Es un poco de presión para mí subir capítulos para que no se pierda el interés, y también soy consciente de que trabajo diez veces mejor bajo estrés, pero esto simplemente sale de mi entendimiento jajaa 🤣)
(Ni siquiera tengo presión de tu parte, aunque definitivamente es un incentivo tratar de ganarme un comentario en esta historia que ya se tiene mi corazoncito ♥️)
(Mientras llegó a una conclusión y dejo de preguntarme si debería empezar a publicar mis otras series para ver si ya de una vez las avanzo, yo me despido 😘. Muchas gracias por leer 🤗. ¡Espera el próximo capítulo la siguiente semana! 😊 Ciao ❤️💕✨)
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rabiessnail · 2 months ago
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Headcanon Mycroft and Greg meeting in training for the M16 squad try-outs as 19-20 year olds and NOT LIKING EACH OTHER ONE BIT
Always a competition, even when getting ready for bed in the dorms.
When people see them together, they're always like 'aww, you guys are dating yea?' and Myc and Greg are like NOOO *red faces red faces*
uhuh yep. Then one of the younger recruits find them snogging in the changing rooms, Mycrofts hair tousled and one of Gregs shoes is still lying patiently on the floor, ready to be put on.
--
Sargeant: Hey! Nice job today, Lestrade-- that junior commander position is really looking in your direction!
Mycroft: *must be better must be better* *shoots eight targets in the heart in a span of five seconds* heh hehh
Greg: *glares* *omg hes so hot the fuck*
Sargeant: Damn these to horny bitches I just need some decent snipers
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rabiessnail · 2 months ago
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ok but somebody write a fic where Greg accidently calls Myc a pet name before they're even dating
Greg was raised where total randos would just be like 'ya want the receipt, dolly??' 'what style are you looking for love??' 'youre dog is real cute honey' day to day, in shops, cafes, on the street
and so when Sherlock is like 'look after Mycroft' the best Greg can think of to do is bring Myc coffee and snacks to make sure he's eating n stuff.
After a couple of months of this, Greg walks into the office as usual, Anthea nodding and smiling at him as Greg nods back at her balancing Myc's usual order, a coffee with a longass name greg can never remember and a almond croissant
He walks in and Myc looks up a smile a TEENSY TINY BIT like awww here's the cute DI with my coffee order
and Greg arrages it infront of Myc like some proud three year old showing you his duplo creation, plopping down into his designated comfy chair, sipping his own drink and saying, 'hows work been love?' and they both juts FREEZE. Mycroft even chokes on his croissant. Gregs panicking
nobody says anything for a minute and Anthea watches over secuarty cams, like 'pls kiss pls kiss pls kiss' like how you cheer on ur fav characters in a movie.
Then they lock eyes and Mycs entire face is red. Greg leans across and kisses him clumisly, well ofcourse there's a fucking desk and the poor man is trying not to get stabbed by Mycs expensive taste in desk accessories
Anthea cheers, and when they part Myc is just starstruck, still holding his croissant loosely and greg just goes--
'...you' alright love?'
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rabiessnail · 21 days ago
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Oh yes definitely. A major one is weight.
Sherlock's teasing might seem like the biggest factor in his obsession with staying slim but I like to think Mrs Holmes gently prompting he start dieting when he was younger and bullying from classmates (leading to a disregard for friends and social groups) was a large contributor aswell. He clearly has SOME social skills, by working the job he does, and I fully believe in the fact he definitely had Anorexia growing up (especially teen years) and coming home from hospital is a core bad memory for him leaving hospitals as a big trigger for him too.
2. Having SHERLOCK HOLMES as your brother. The genius good-looking detective who the media obsesses over. Also having to constantly protect Sherlock and then get no credit and get more insults from his baby brother?? Poor man. Also like to think he privately detests his appearance (noo...he's handsome tho) because of that and when he and Greg (Lestrade)'s relationship gets serious he ADORES it when he gets compliments and blushes like a fucking schoolgirl bc he is not used to them and feels like he doesn't deserve them--Mycroft accidentally reveals his self-harm scar's when he does the dishes after dinner. What follows is a lot of cuddles and crying and kisses.
I have more but I'll keep this short.
P.S: @sarcasstic-jpmvr any ideas?
I think we don’t talk enough about Mycroft’s self-esteem issues
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rabiessnail · 30 days ago
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Fam. Why are we headcanoning Mycroft as a massive cat person? Give me Mycroft at the dog park with his purebred terriers. Give me 10-year-old Myc fawning and walking the QUEENS FUCKING CORGIS IN HIS SPARE TIME. Give me him fondly watching Greg play fetch with their dogs. Give me him finding the best dog trainers for the puppy Greg brought home and then not trusting them and attempting to train the dog himself. GIVE ME THIS.
Please:(
@sarcasstic-jpmvr i am dying i can't do this anymore
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rabiessnail · 2 months ago
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Mystrade Boomerang w/
@sarcasstic-jpmvr
Prompt: After moving in together Myc and Greg go on their first grocery shopping spree as a couple. Turns out they have very contrasting ideas of what is a appropriate diet.
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rabiessnail · 9 days ago
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Mystrade as Parents
Greg gained custody of his daughters two years after the divorce from his ex-wife
Mycroft had always wanted children but knew it would most likely never be possible because of his sexuality
Mycroft spoils them
(auntie) Molly comes around to babysit when Myc and Greg have date nights.
They adopt their son Wilfred when the girls are finishing high school
Greg's eldest daughter, Charlotte, is starting to train in the police force.
Greg's second daughter, Grace, becomes a lawyer.
Mycroft is very proud of them both and definitely doesn't cry at their graduation
A/N: I made Greg's daughters names up. Idk if they have official names, just tell me if they do
@sarcasstic-jpmvr any more ideas??
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rabiessnail · 2 months ago
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darlings<33
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They're the old men yaoi everyone is talking about
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rabiessnail · 18 days ago
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Young Mystrade Headcanons
@sarcasstic-jpmvr
Greg has a childhood stuffy (A jellycat rabbit named Smudge) which he gets embarrassed about
He also has two younger half-sisters, Amelia and Carrie (Caroline) from his Dad's current marriage (his parents split when he was three, because of his mother's alcohol issues)
Greg works part-time in Sherlock's favourite bakery, which is where Mycroft first meets Greg
They have their first kiss at the Arcade (where they spent all their-Mycrofts-money on the 2p machines <3)
They almost broke up on Valentine's Day after a surprise gift goes wrong--after that, they promise never to try to surprise each other again)
The two broke that promise when they accidentally both proposed to each other at the Arcade fourteen years later (The same one where they first kissed)
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rabiessnail · 2 months ago
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Mystrade Ficlet Ideas
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Should I spin it?
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rabiessnail · 2 months ago
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im insanely impatient so
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LOOK WHO WON
IT'LL BE POSTED ON MY Ao3 ACCOUNT (@rabiessnail)
SOOOOOOOONNNNN I PROMISE KEEP VOTING
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rabiessnail · 2 months ago
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rabiessnail · 2 months ago
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lilietherly · 5 years ago
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[MiniFic! Mystrade]
Basado en los personajes de Sir Arthur Conan Doyle.
Quinta parte ❤️
Sexta parte.
Séptima parte ❤️
(Capítulo editado :D)
* * *
La aprehensión atacaba a Lestrade más fuerte y más duro de lo que hacía el dolor en sus miembros. Cada señal que le enviaba el robusto caballero decía claramente cuánto disfrutaba sus palabras y miradas, sin embargo, parecía que repentinamente algo andaba mal. Del cielo claro, aun a pesar de las nubes en la lejanía que representaban a Charles, se veía entrando en una tormenta diferente, navegando en un barco a la deriva y sin capitán al mando.
Mycroft primero parecía orgulloso ante el hecho de que hubiera demostrado abiertamente su emoción al saberse entre sus brazos, luego lo rescataba sacándolo del hospital… y casi al segundo le mostraba esa clase de rostro. Esos gestos malditamente conocidos. Comenzaba a cerrarse, ocultando sus emociones, ¡cómo si no pudiera saberlo! Tras su espalda cargaba su temporada de conocer a Sherlock Holmes para saber cuándo un hombre intenta mantener encerrado bajo candado su corazón.
Y él impediría que precisamente este hombre se cerrara. En sus manos se disponían ya las pistas necesarias para saber que Mycroft correspondía a su sentir al menos una parte, e importaba en absoluto el temor al rechazo o la nula experiencia de Greg si de cualquier manera todavía fuera insuficiente, ni siquiera las posibles consecuencias contra su persona —por mencionarlo, el apellido del hombre o la dulce forma en que lo trataba— lo obligarían a mantenerse quieto. Habría una mejor seguridad sobre el futuro en su compañía, en lugar de pensar cuanto pudo haber sido de permitirle alejarse sin hacer un mínimo progreso.
Dar el primer paso, casi contrario al valor que esa resolución firme podría tener, se le antojaba un imposible.
No estaría jamás seguro de cuánto el hombre aceptaría, hasta el momento tuvo suerte, evitaría saber el límite al topárselo de golpe. Tantear el terreno y quizá seguir la línea de lo que conocía aparentaba ser una opción viable, aun si quisiera inclinarse y probar sus labios o tocar otra cosa aparte de sus manos suaves, la distancia impuesta lo frenaba, iniciar algo y aparentar no hacerlo sería difícil, por no decir que parecería un tonto si llegara a fracasar.
Mirando al exterior se alegró de ver la cantidad de camino recorrido, ansiaba llegar con tiempo para obtener al menos un ápice del corazón de Mycroft. Enredado en sus pensamientos, carecía de la preparación mental para tomar como dictaba su entrenamiento la bala que atravesó el coche desde atrás hacia delante, rozando apenas unos centímetros las puntas levantadas de su cabello revuelto y el grueso brazo de Mycroft. No supo los segundos que tardó en reaccionar, mas al hacerlo su salvador ya lo cubría usando su cuerpo, el cerebro de Greg comenzaba a procesarlo cuando de inmediato un fuerte choque estuvo a punto de voltear toda la cabina, interrumpiéndolo. Sintió claramente el esfuerzo que hacían los caballos en la búsqueda de obedecer las órdenes del cochero.
Oía gritos y los cascos golpeando firmes contra el suelo, detonaciones múltiples perforaban la madera de su ya delicado escudo. ¿Por qué Gregson no le dio su arma? Un proyectil atravesó la camisa de Mycroft, tuvo menos de un segundo para descubrir la falta de algún rastro de sangre. Ganando de ese hecho un poco de fuerza y haciendo a un lado las quejas del señor Gran Hombre pidiéndole que se mantuviera quieto, Lestrade se levantó, mirando a través de la ventana durante al menos un latido acelerado hacia la avenida, acto que le costó tres disparos más, pero le valió para hacerse con una rápida ruta de escape.
—¡A la derecha en Royal Road! —gritó, impaciente por saber si el conductor, quien incomprensible y afortunadamente seguía vivo, le había escuchado. Tuvo la oportunidad de observar la ventaja de al menos tres coches contra, quizá, dos hansom persiguiéndolos, ese hecho le dio una buena porción de ánimo.
En cuanto sintió cómo viraban su mente también dio un vuelco. Cerró los ojos, mantuvo la esperanza de ayudarse y no causar mayor problema. Siguió dando órdenes. En algún punto Mycroft terminó encogido en una esquina, sentado en el suelo entre los asientos, con Greg sobre sus piernas y aferrado entre sus brazos. El inspector no pensó mucho en ello, al contrario, en esa posición aprovechaba un par de cada tantas vueltas para levantarse y verificar que sus instrucciones se seguían al pie de letra. Lo hacían.
Tanto que en un transcurso menor a lo calculado, en el galope de los caballos se vio reflejado cierto nivel de calma. Comprensiblemente resaltarían mostrándole al mundo todos esos agujeros; en un convenio silencioso entre ambos decidieron detener el coche. Y el contexto lo desmeritaba, la idea fluyó contra su deseo, un poco de culpa lo atacó al pensar en que la vestimenta desgarbada del conductor resultaba graciosa. Lestrade no supo la cantidad principesca que Mycroft debió darle al hombre para comprar su silencio y cubrir los gastos de reparación, supo que bastó al verlo marchar sin decir palabra. Con eso, pronto se vio dentro de una nueva cabina. Su ángel era rico. Casi no se sorprendió.
Esta vez sin ninguna demora llegaron, entrada la tarde, más cerca de la cena que de la hora del té. Hasta ese entonces ninguno pronunciaba palabras que se alejaran de los monosílabos. Entendido completamente al presenciar esa serie de sucesos tan espantosos, quienes aún no alcanzaban a cortar el ánimo del inspector, que no fue creado para soltar las cosas a pesar de las tempestades. Podría llamarse terquedad o estupidez… tal vez las dos o ninguna. Como sea que fuere, evitar pensar que el atuendo antes elegante y pulcro de Mycroft ahora sucio, desarreglado y decorado con uno que otro hueco; se miraba endemoniadamente salvaje y atractivo, le pareció una tarea quimérica. El oscuro cabello enmarañado, los rasguños superficiales o la camisa abierta casi al punto del diafragma, tampoco hacían algo en contra de su mente perversa.
El sitio consistía de una casa de dos plantas camuflada en un área urbana de edificios parecidos entre sí, prácticamente iguales, aunque solo unos cuantos estaban habitados. Sencillo, sin algo que llamara la atención, dedicada a resguardar mujeres que huyen de sus maridos sin opciones a dónde ir, no ha inspectores escapando de… conocidos homicidas. Así pues, la decoración del lugar se dedicaba a la tranquilidad de féminas asustadas, por tanto al dar un paso adentro los toques de delicadeza y suavidad no tardaron en manifestarse. Tal como la situación iba encaminada, Lestrade contendría las quejas al menos el resto del día.
Mycroft hizo gala de su valía hasta que fue colocado cuidadosamente en uno de los dos sofás en la sala, tras abrir con la llave escondida bajo una roca, caminar despacio superando la recepción, virando hacia la izquierda y llegando por fin. El hombre resopló de cansancio y sed cuando se sentó en la silla a un lado. Sin resquicios de energía o ideas que expresar.
Al no conseguir palabras que agradecieran las diez vidas que en definitiva debía compensarle, Greg mantuvo el silencio. Cojeando llegó a la cocina, intentaría alivianar de su presencia a Mycroft, tenía la excusa de ir por agua. Sus heridas dolían en cada paso, lo tomó como una especie de penitencia, haber incluido a un inocente en su trabajo se le hacía completamente imperdonable, peor aun tratándose de él. Sí que sabía cómo alejar a un hombre. ¿No se supone que se limitaría a llegar y quizá robar un poco de su atención? Tomando en cuenta lo sucedido se sorprendería mucho de poder ser considerado un simple conocido. Lejos de su positividad inicial, volviendo irrelevante los pensamientos al respecto de la nueva apariencia desgarbada, Lestrade quería tener la oportunidad de mirarlo un poco más.
Lo necesario para grabar de nuevo el atractivo rostro en sus ojos y dar una despedida honorable a lo que pudo haber sido. No se haría el tonto, ante los hechos recientes, ya sea o no su culpa, seguro que ni él mismo superaría fácilmente los roces con la muerte por quien apenas conocía. La conexión o lo que sea que hubiera sentido carecía de la resistencia suficiente. Si bien esto le incumbiera unilateralmente al señor ojos de niebla.
Suspiró, llegar a la cocina le costaría subir tres escalones. Evidentemente no regresaría o pediría ayuda de nuevo, tuvo que tropezar media docena de veces, al final lo consiguió. Vio una jarra llena en la pequeña mesa del centro. Dejó el pesado saco en una de las sillas alrededor, mirando la calidad de la tela y que en el gran cuerpo de Mycroft calzaba tan perfecto, seguramente la prenda valía tanto como su casa —o quizá el doble.
Suspiró de nueva cuenta… ¡Greg quería estar con Mycroft!                            
Cada sentimiento, aunque irregular e ilógico, provenía de una emoción verdadera, completa, real, latía en su pecho y resonaba en su mente. Pensar en todas ellas siendo el vacuo resultado de alguna endeble conexión jamás formaría parte de una conclusión satisfactoria. Sabía que no podría obligar al hombre a sentirse igual, mucho menos ahora, de su parte al parecer la decisión estaba ya tomada. Aceptaría sin reclamos que huyera de su vida si lo deseaba, al ser consciente del daño hecho nunca lo perseguiría, aunque al menos lo haría escuchar sus disculpas. Sin pelea lo dejaría marcharse junto a su corazón. Lo soltaría aun si después de un intenso segundo encuentro hallar a alguien como él o compararlo contra cualquiera se le apeteciera un absurdo.
No querría más. No iba a buscar más. Con suerte aquel par de encuentros le servirían lo que le restara de vida.
—¿Inspector? —Lestrade tardó un segundo en reaccionar. Haciendo válida su excusa acudió al llamado cargando un vaso. Bebió la mitad antes de abrir la puerta y enfrentarlo, el líquido humedeció sus labios resecos. La frescura eliminó un poco la fatiga. Descubrió a Mycroft al pie de los tres escalones. Por inercia le extendió el agua, su corazón se saltó un latido al verlo tomar sin limpiar el contorno—. ¿Debería comunicarse con alguien? No sería un buen movimiento quedarse con un civil que no pueda protegerlo sin aumentar su número de heridas —dijo mientras intentaba peinar hacia atrás sus oscuros cabellos. Decepcionado, el inspector notó la camisa cerrada, se despidió solemne y ridículo de la blanca piel.
Greg no creyó en la veracidad de lo que había oído. Mycroft le salvó la vida al tiempo en que le otorgó recuerdos que llevaría presentes hasta su muerte y aun así… aun así… aun así se atrevía a desmeritar con esas horrorosas palabras su esfuerzo. Se negó a tomar eso como caballerosidad o modestia. Debería en cambio estar cobrándole lo que sin duda hubo gastado, fuera incluso de los confines monetarios, en realidad parecía crítico el decirlo sinceramente o el hombre nunca lo entendería desde su perspectiva.
—¿Le sucede algo, inspector? —cuestionó, dejando el vaso en el suelo a su lado y levantando un poco los brazos en caso de alguna recaída.
—Un momento, deme un momento, yo… no sé cómo decirlo. —Mycroft le mostró un rostro cubierto de extrañeza.
Lestrade se confundía pensando en qué palabras usar. ¿Cómo encontrar en su vocabulario el agradecimiento perfecto? Convenía dejar los hechos muy en claro, sin lugar a dudas o espacios en donde entrara la menor inseguridad. Ese hombre… ese hombre maravilloso no se merecía menos que un mar de gratas benevolencias. Se tragó de un bocado las sobras de su nerviosismo, sabiendo ya lo que debería hacer. En la cima sobre las cortas escaleras pensó que, a pesar de ser la altura perfecta, la distancia separándolos no. Rechazó la ayuda de Mycroft para bajar un escalón.
—Dígame si puedo…
Greg lo besó. De puntillas, con solo un brazo para atraerlo rápidamente y sostenerse de los gruesos hombros. Su corazón pronto saldría disparado de su pecho, esa clase de atrevimiento podría ser recompensado de la peor manera, tampoco es como si lo hubiera pensado luego de llegar la cuenta a tres segundos. Sin embargo no importaba en absoluto, su boca contra la de Mycroft era en definitiva un primer beso del cual estar orgulloso para toda la vida.
Sintió sus manos anchas tomándolo por las caderas acercándolo hacia él y nada quiso hacer contra los labios ajenos invitándolo a moverse.
A su propio entender, le correspondió de inmediato.
(😚❤️💕💞✨)
(Aquí un hansom :3)
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rabiessnail · 2 months ago
Text
You guys seemed to all really like this so here you go
Chapter 1
BANG
One minute Greg had been talking with Anderson about Thursdays football match (which his favorite team had lost) and the next he was lying on the concrete floor, blood trickling onto the floor.
He couldn't quite remember what had happened prior to waking up in the Ambulance, accompanied by two panicked Paramedics and a beeping machine. Why was he on a stretcher? And why couldn't he b-
Fuck fuck fuck fuck
You hear about how it feels to die, but you never really have any idea about it until it happens to you. It's not like it is in the movies, wakin' up beside an ocean with turquoise waves pitter-paddlin at yer feet.
It's dark. Completely black. Greg shivered, not from the cold.
He reached out, his fingers curling at the thought of touching something, but at the same time needing something to grab on too. He was dead. Was he dead? Maybe he was still alive. Just. Nearly dead.
Greg nodded to himself, proud of his conclusion.
Yes, that was right. He was in the lil bit inbetween bein alive and bein dead. He wondered if he was alone, or if there was some gruesome Grim Reaper creature coming to meet him, to determine if he was rto go to heaven o hel-
"we've got him!"
What?? Got who? And why wasn't it- Jesus fucking Christ the light. He turned away, clambering blindly back into the welcome darkness.
"Gregory."
He knew that voice. He scrambled to chase after the light that was drastically fading- Nonononono, come back! He panted, and the beeping became louder in his ears, hauntingly so. Please, he begged. Please let me go back, please let me live, please-
He woke up to the unwelcome papery texture of those stupid hosbital gowns scratching at his stomach as someone tapped his arm. Greg groaned. "T' bright."
The voice scoffed. "What are you, a baby? Wake up."
He peeked out from the duvet, scowling. "Move. M' sleepin."
"No, your having breakfast. Otherwise you'll starve, and your nurse is actually quite threatening."
Mycroft Holmes wasn't a friendly man.
He kept himself to himself, working in his office, going to meetings and so on. He didn't ask for much, as it was. And he didn't plan to. "We've got him!" But he would ask for one thing. "Gregory." For his idiotic, selfless husband to get of his arse and Wake. Up. And one thing Mycroft new his idiotic, selfless husband would never do is ignore him.
A/N: do you want a part two or not? I hope this was okay:)) Thanks for all the reblogs lmao
please somebody write a story where greg and mycroft are married but whilst on an arrest greg gets injured & put in a medical coma to keep him safe
when he wakes up mycroft is beside him--the doctors said gregs memory would be temporarly gone whilst he recovered but now greg wont stop hitting on mycroft and its getting to the stage were its increasingly difficult to keep a straight face when talking about medication
"owch hey mister cute umbrella can u move the pillow abit:)??"
*mycroft fixes pillow inches away from gregs face*
greg: *whistles* "i'd kiss u so hard right now if i didn't have six broken ribs, a punctured lung + a fractured hip."
myc : gregory your parents are in the room
--
mycroft: ah- the doctors have given me some more pills, these ones are a bit large so hopefully you wont have much trouble swallowing them"
greg: *takes a look* nah its fine im good a swallowing....uhhh big things *wiggles eyebrows half asleep* geddit
mycroft: gregory MY parents are in the room
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