#mirga gražinytė-tyla
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Edward Elgar, Sospiri, op. 70. Mirga Gražinytė-Tyla, directora
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You know when you enjoy an LU fanfic and want to draw swirly stuff?
Well I know that feeling.
I've been really enjoying Requiem of the Kingdom by Luckywolfsbane on AO3, this drawing was inspired by chapter 7 - not to spoil anything but Wind using the wind waker = peak Wind usage
Almost forgot to add: a photo of conductor Mirga Gražinytė-Tyla of the City of Birmingham Symphony Orchestra was used for pose reference, very epic conducting.
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Jacques Offenbach (1819-1880) - Harmonies des bois, Op. 76 - 2. Jacqueline’s Tears (Arr. Cello & Orchestra) ·
Sheku Kanneh-Mason · cello
City Of Birmingham Symphony Orchestra · Mirga Gražinytė-Tyla ·
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Mirga Gražinytė-Tyla & Orchestre Philharmonique De Radio France – Weinbe...
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Mirga Gražinytė-Tyla conducts J S Bach's Air from Suite No. 3 D major
I love how she stops, listens to the thing on her own, when the moves aren’t of essence? A stance? Do I even need to know? No I don’t, is the answer.
Big fan of her x
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Mirga Gražinytė-Tyla, conductor
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Mirga Gražinytė-Tyla conducting Beethoven’s Leonore Overture No. 3 in C Major
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Dos inmensas: Mirga Gražinytė-Tyla y Barbara Hannigan.
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#2
A tiny conductor, swaying to the music of her orchestra as they perform Petrushka. Only, she’s not some puppet, she’s the magician of the orchestra, creating the story herself.
#petrushka#ballet#orchestra#classical music#conductor#mirga gražinytė-tyla#stravinsky#writing#observation
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Women conductors you should know
Today, March 31st, is the last day of Women’s History Month in the USA. With that in mind, here are some women conductors. This is not intended to be an exhaustive list, nor does inclusion here constitute an endorsement of the conductor’s work. The point that I’m trying to make is that women in this field are no longer the jaw-dropping novelty that many in the non-music press would have you believe. They aren't really a new phenomenon.
I’ve given each conductor’s country of birth; this isn’t necessarily where she ended up, and please note that some were born long enough in the past, in parts of the world that have seen great political tumult, that their native countries no longer exist.
Marin Alsop, USA
Jessica Bejarano, USA
Gisèle Ben-Dor, Israel
Victoria Bond, USA
Nadia Boulanger (1887-1979), France
Antonia Brico (1902-1989), Netherlands
Sylvia Caduff, Switzerland
Sarah Caldwell (1924-2006), USA
Daniela Candillari, Yugoslavia
Karina Canellakis, USA
Joana Carneiro, Portugal
Elim Chan, Hong Kong
Han-Na Chang, South Korea
Mei-Ann Chen, Taiwan
Avril Coleridge-Taylor (1903-1998), UK
Catherine Comet, France
Jessica Cottis, Australia
Odaline de la Martinez, Cuba
Alondra de la Parra, Mexico
Sian Edwards, UK
Laurence Equilbey, France
JoAnn Falletta, USA
Alice Farnham, UK
Nicolette Fraillon, AM, Australia
Dame Jane Glover, UK
Mirga Gražinytė-Tyla, USSR
Emmanuelle Haïm, France
Barbara Hannigan, Canada
Sara Hicks, Japan
Margaret Hillis (1921-1998), USA
Imogen Holst (1907-1984), UK
Apo Hsu, Taiwan
Monica Huggett, UK
Jeri Lynne Johnson, USA
Julia Jones, UK
Karen Kamensek, USA
Vítězslava Kaprálová (1915-1940), Austro-Hungarian Empire
Eun Sun Kim, South Korea
Carolyn Kuan, Taiwan
Jeanne Lamon (1949-2021), USA
Anne Lundy, USA
Oksana Lyniv, USSR
Susanna Mälkki, Finland
Joana Mallwitz, Germany
Ariane Matiakh, France
Gemma New, New Zealand
Tomomi Nishimoto, Japan
Eva Ollikainen, Finland
Nicole Paiement, France
Eve Queler, USA
Andrea Quinn, UK
Stephanie Rhodes Russell, USA
Speranza Scappucci, Italy
Barbara Schubert, USA
Anna Skryleva, Russa
Jeannette Sorrell, USA
Nathalie Stutzmann, France
Anu Tali, Estonia
Keri-Lynn Wilson, Canada
Diane Wittry, USA
Jenny Wong, Hong Kong
Simone Young, Australia
Jiemin Zhang, China
Xian Zhang, China
Zheng Xiaoying, China
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“New research into classical music in 2019 shows progress for female composers and conductors, as more women take up space on the concert stage than ever before.
Female conductors, including Simone Young and CBSO’s Mirga Gražinytė-Tyla, now make up eight per cent of the world’s top 100 maestros.
The figures, which come from classical music website Bachtrack, reveal that in 2013 there was just one woman – the great American maestro, Marin Alsop – in the top 100.
There’s also progress for female composers, as the study finds 24 of the top 100 contemporary composers are now women – that’s double the figure of 2017.
London-born Cecilia McDowall, known for her great choral works including Now May We Singen and O Oriens, was 2019’s most performed female contemporary composer – followed by Judith Weir, Anna Meredith and Jennifer Higdon.”
Read the full piece here
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Mirga Gražinytė-Tyla & Orchestre Philharmonique De Radio France – Weinbe...
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Mirga Gražinytė-Tyla, conductor
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La hora de Weinberg
[Mirga Gražinytė-Tyla (Vilnius, 1986) / DANIELA SCHMIDT-LANGELS]
La directora lituana Mirga Gražinytė-Tyla continúa en Deutsche Grammophon su apuesta por el compositor polaco Mieczysław Weinberg
En 2016 Mirga Gražinytė-Tyla (Vilnius, 1986) fue nombrada directora titular de la Orquesta Sinfónica de la Ciudad de Birmingham y tres años después, la joven maestra debutó en Deutsche Grammophon con un álbum que incluía dos obras del compositor Mieczysław Weinberg (1919-1996), de quien aquel año se cumplía el centenario de su nacimiento. Gražinytė-Tyla ha vuelto sobre el músico, pues DG acaba de publicar el viernes pasado su último registro con otras tres obras de Weinberg. Si en 2019 fueron la Sinfonía nº2, escrita para orquesta de cámara en 1946, y la Sinfonía nº21, una obra completada en 1991 como memorial a las víctimas del Gueto de Varsovia y titulada Kaddish, ahora son las Sinfonías nos. 3 (1949/1960) y 7 (1964) y el Concierto para flauta nº1 (1961) las obras que han visto la luz.
En el primer álbum la directora lituana colaboró con su compatriota Gidon Kremer, uno de los grandes defensores y difusores de la música de Weinberg. El violinista lituano hacía entonces los solos de la Sinfonía nº21 y prestaba su propio conjunto, la Kremerata Báltica, para la camerística Sinfonía nº2. En esta nueva entrega es la Deutsche Kammperphilharmonie de Bremen la que se encarga de la Sinfonía nº7, una obra escrita para orquesta de cuerda con la singularidad de incluir en la instrumentación un clave solista, que aquí toca el pianista ruso-americano Kirill Gerstein. Para la Sinfonía nº3 y para el Concierto, Gražinytė-Tyla dirige a su conjunto de Birmingham, con la flautista Marie-Christine Zupancic como solista.
La música de Weinberg ha emergido de las sombras en el último cuarto de siglo y, aunque aún no demasiado popular, se trata ya de un compositor muy bien representado en la discografía internacional, no tanto en los ciclos de conciertos (al menos, en España). Nacido en Varsovia en una familia judía de músicos originaria de Moldavia, Weinberg se mostró desde joven como un talento natural para la música y un gran virtuoso del piano. En 1939, a punto de conseguir una beca para ir a estudiar a Filadelfia, la invasión nazi de Polonia lo obligó a huir al este. Estuvo en Minsk hasta que el estallido de la guerra entre Alemania y la URSS lo llevó hasta Tashkent, en Uzbekistán, de donde Shostakóvich, que había quedado impresionado al conocer sus primeras obras, lo atrajo hasta Moscú, en donde residiría el resto de su vida.
[Shostakóvich en el centro de la imagen con Weinberg a su izquierda. / INTERNATIONAL MIECZYSŁAW WEINBERG SOCIETY]
La estrecha relación de amistad con Shostakóvich marcó desde entonces, en buena medida, la existencia de Weinberg, que siempre reconoció en su mayor a un auténtico maestro, aunque en realidad jamás tomara una clase de él. La veneración era mutua, pero el hecho de que el polaco fuera trece años menor pudo influir en el juicio de algunos análisis apresurados que veían en su obra una mera imitación de modelos shostakovichianos. Estudios más serios han encontrado que las influencias fluyeron en ambos sentidos. En cualquier caso, el principal problema para la circulación y el reconocimiento temprano de la música de Weinberg tuvo que ver con circunstancias políticas. Un polaco judío que ni siquiera estaba afiliado al Partido mal podía representar el espíritu soviético, así que fue generalmente maltratado por el régimen, a pesar de lo cual el compositor dejó una obra ingente: 154 piezas numeradas y varios cientos más fuera del catálogo oficial en todos los géneros imaginables. También compuso música teatral (7 óperas, una opereta, dos ballets), pero destacó muy especialmente en el terreno sinfónico (22 sinfonías, seis de ellas con coro, 4 sinfonías de cámara, 2 sinfonietas, 10 conciertos) y en el camerístico, en el que sobresalen, además de varias decenas de sonatas, tríos y quintetos, su soberbia colección de 17 cuartetos de cuerda que puede figurar sin deshonra al lado de los 15 de Shostakóvich como una de las máximas expresiones del género en todo el siglo XX.
No fue hasta 1994 (cuando al músico le quedaban aún dos años de vida) que el sello Olympia, otrora gran seña de identidad de la ya extinta URSS, empezara a dedicarle a Weinberg una serie que ocupó 17 cedés y sin duda ayudó a que su música fuera mejor conocida en Occidente. Desde entonces la labor de algunos intérpretes y sellos (Gidon Kremer en ECM; el Cuarteto Daniel en CPO; Gabriel Chmura en Chandos) sirvió para extender el gusto por una música muy particular, de altísima inspiración melódica y en la que abundan los contraluces, con tiempos lentos a menudo sombríos y melancólicos alternando con otros rápidos en los que a veces aparecen giros folclóricos, en muchos casos derivados de la tradición klezmer.
Enemigo de la raza, enemigo del pueblo
La peripecia vital de Weinberg puede usarse como modelo para profundizar en las peores tendencias totalitarias del siglo XX. En 1939 tuvo que huir de Varsovia, donde quedaron sus padres y su hermana, finalmente deportados del gueto al campo de trabajo de Trawniki donde fueron asesinados en 1943. Llegado a Bielorrusia, en 1941, con la invasión nazi, volvió a huir, esta vez a Uzbekistán, en el Asia central. Allí conoció a un famoso dramaturgo y actor judío Solomon Mikhoels, y se casó con su hija. En 1948, Mikhoels fue asesinado en Minsk por agentes del servicio secreto soviético, quienes al parecer pasaron un camión por encima del cadáver para simular un accidente. Desde ese momento, Weinberg fue siempre sospechoso para el stalinismo, y de hecho su 3ª sinfonía, escrita en 1949, tuvo que esperar hasta 1960 para su estreno. En 1953, el compositor fue detenido, acusado de una inverosímil conspiración sionista que tenía como objetivo establecer una república judía en Crimea. Aunque Shostakóvich intercedió por él (incluso ante el siniestro Lavrenti Beria, el temido jefe del NKVD), Weinberg se enfrentaba a una dura condena, pero tuvo la suerte de que el 5 de marzo muriera Stalin y el músico acabó siendo excarcelado a finales de abril. Pese a ello no dejó de figurar en la ominosa lista de los enemigos del pueblo, de la que sólo salió muy al final de su vida. En 1990, con la perestroika, recibió incluso el Premio Estatal de la URSS.
[Diario de Sevilla. 19-09-2022]
EL CD EN SPOTIFY
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