#mesas de centro de madera
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Pintura orgánica: milk paint, pintura de leche….
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Centro De Entretenimiento Para TV | Midtown Concept
¿Estás buscando un Centro de Entretenimiento TV ? Midtown Concept es una de las tiendas de muebles de mayor confianza. Disponemos de muchas opciones de muebles para su hogar como mesas, sillas, muebles de jardín, sillones reclinables, muebles de oficina, etc. Están fabricados con materiales de alta calidad y con una larga vida útil. También realza la belleza de su televisor.
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CAPÍTULO 03: LARGA VIDA AL REY.
Ambientación: 19 de Octubre, 16:00 p.m. en adelante.
Clima: Cielo nublado.
Vestimenta: Ropa casual, abrigada. Colores neutros oscuros.
Ha pasado una semana desde el inquietante incidente con los animales. Tal como lo estipula la guía de iniciación del Proyecto, un citatorio semanal llegó puntualmente a los buzones de todos los residentes. Esta vez, la invitación era para una velada sorpresa en honor al cumpleaños del alcalde.
Al leer la nota, una sensación de desconcierto te invade. La falta de explicaciones sobre lo ocurrido y la propuesta de una celebración te parecen fuera de lugar, casi una burla al silencio que pesa sobre la comunidad desde el incidente.
Aunque la idea de celebrar en medio de tanto misterio te incomoda, decides que lo mejor será presentarte, al menos para evitar problemas mayores.
[...]
El sol se oculta tras las colinas, tiñendo el cielo de tonos cálidos, mientras los residentes de Safe Haven caminan por el sendero de árboles otoñales que lleva a la casona del alcalde Benjamin. La antigua casa rústica, con su fachada de piedra envejecida y enredaderas trepando por las paredes, se alza majestuosa al final del camino, rodeada de extensos jardines que resplandecen bajo la suave luz del atardecer.
Dentro, el ambiente es festivo y cálido. La sala principal, con vigas de madera en el techo y muebles de época, está llena de gente que se reúne en pequeños grupos, compartiendo anécdotas y risas a la espera del hombre. Una gran mesa, cubierta con un mantel de encaje, está repleta de bocadillos tradicionales y botellas de vino, mientras que en el centro de la sala se alza una tarta de cumpleaños decorada con esmero.
Benjamin, protagonista de la noche y recién llegado a la celebración, está de pie junto a la chimenea, saludando a cada nuevo invitado con una sonrisa intranquila. A su lado Georiga, su secretaria, golpea una copa para pedir por silencio.
—¡Qué sorpresa verlos a todos hoy! —exclama Benjamin, alzando su copa en un gesto que atrae la atención de todos—. Esta noche es especial para mí, no solo por celebrar otro año de vida, sino por poder compartirlo con cada uno de ustedes, quienes hacen de Safe Haven un lugar tan único.
Los presentes responden con aplausos y miradas silenciosas, y un cálido sentimiento de comunidad se extiende por la sala. Sin embargo hay algo en el semblante del alcalde que no termina de convencer a algunos. Se le nota preocupado y distante, muy distinto a lo común.
—Quiero agradecerles también por su ayuda limpiando las calles del pueblo. Me hubiera gustado recibirlos con actividades más entretenidas y no una ronda de limpieza de calles ���dice con una sonrisa afable, recorriendo con la mirada a los presentes—. Espero sepan que algunos habitantes nos hemos reunido para llegar al fondo del problema.
Georgia, de pie a su lado, le da un suave apretón en el brazo, como recordándole su papel ante los demás. Cuando Benjamin vuelve a mirar a los residentes, su mirada refleja un agotamiento que no logra ocultar.
—¡Por favor, siéntanse como en casa! —añade, aunque su tono sugiere que él mismo no lo siente así.
—Sus nombres están escritos en las listas de pareja.
Busca a tu acompañante, elige tu bebida e intenta congeniar con los presentes. La casona del alcalde es famosa por contar con múltiples áreas recreativas que te ayudarán a distraerte del tu nueva vida.
Archivos anexos: Ubicaciones, actividades, grupos de organización y cuidados.
Tipo de desarrollo: Starters públicos.
Duración: 10 días, 23-1 de Noviembre.
Elecciones: Intervenciones secretas.
𝗔𝗖𝗟𝗔𝗥𝗔𝗖𝗜𝗢𝗡𝗘𝗦
TLDR; Georgia los citó a la casona del alcalde para celebrar su cumpleaños en una fiesta sorpresa. Todos los residentes fueron invitados también a participar en la recaudación de fondos anual en honor a Watts, teniendo que reunir propias de los residentes mayores en equipos. También se les asignó por parejas un adulto mayor al cual acompañar.
En esta actividad usaremos nuevamente la lanzada de dados para ver la cantidad de propinas que reúne cada equipo. Más información se sabrá en su momento.
El código de vestimenta es casual. Los invitamos a subir sus ediciones al blog y etiquetarlos con el nombre de sus personajes y al vecindario al que pertenecen.
¡Bienvenidos y gracias por adentrarse en el misterio de Safe Haven! Esperamos la actividad sea del agrado de todos. Cualquier duda pueden consultarla directamente en el main de forma anónima o con cuenta.
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Capitulo 13: La Vendimia
Ya estamos en 1896, y con él un soplo de esperanza y renovación para Bella y su familia. Con la sombra de Edward finalmente disipada, el viñedo floreció bajo la gestión conjunta de Thomas y Bella.
Agnes, creciendo en un ambiente de amor y seguridad, se convirtió en el centro de atención y alegría de todos.
Mary, encontró un nuevo propósito en su rol de abuela y en las tareas diarias del viñedo, aportando su experiencia y sabiduría.
También empezó a hacer arreglos florales para luego venderlos y sentir que aportaba también a la economía del viñedo.
Bella iba por las tardes a dibujar al bosque, se sentía llena de paz y tranquilidad y sus pinceles fluían por el lienzo hasta que sin darse cuenta se hacia de noche. Thomas, cuando acababa de sus labores en el viñedo, iba a verla. Le fascinaba.
La vendimia, la celebración más esperada del año, se acercaba. Las vides estaban cargadas de uvas maduras, listas para ser cosechadas, y la atmósfera estaba impregnada del dulce aroma de la fruta.
Para celebrar la vendimia, habían invitado a familiares y amigos. Ya se merecían estar un rato tranquilos y celebrar simplemente la vida.
¡Bella estaba de los nervios!
El día de la vendimia llegó, y el viñedo se llenó de alegría y risas.
(Bella y Agnes se peinaron igual AAAAAAAAA)
Amigos y familiares se reunieron para celebrar la abundancia de la cosecha.
Thomas, que había estado ocupado todo el día supervisando los últimos preparativos, finalmente se unió a Bella. Su corazón latía con fuerza, sabiendo que ese día iba a ser especial.
Bella notó algo extraño en la atmósfera. Benjamin y Emily parecían preocupados, susurrando entre ellos. Bella decidió mantener la calma y disfrutar del día, pero no pudo evitar sentir cierta inquietud.
Antes de que el día alcanzara su punto culminante, Thomas llamó a Agnes y la llevó a un ladito de las mesas. En sus manos tenia un regalo para ella, estaba tembloroso.
Era un caballo de madera, que Thomas había estado haciendo días atrás,mostrando el amor y la dedicación que había puesto en su creación...
Los ojos de Agnes brillaron con emoción y alegría.
Bella observaba, agradecida por tener a un hombre tan dedicado y amoroso a su lado.
Finalmente, llegó el momento culminante del día. Thomas tomó un profundo respiro y se dirigió al centro del viñedo, llamando la atención de todos los presentes.
Thomas se volvió hacia Bella, quien lo miraba con curiosidad y emoción. Se acercó a ella.
El viñedo estalló en aplausos y gritos de alegría. La celebración alcanzó un nuevo nivel de euforia mientras amigos y familiares se acercaban a felicitar a la pareja.
Tanto que parece que no fue la única pareja en la que floreció el amor...
Mientras todos celebraban, Bella notó que Benjamin y Emily seguian apartados del grupo, hablando en voz baja. Decidió acercarse para averiguar qué estaba ocurriendo.
Al sentarse, Bella se dio cuenta que ya no estaban coqueteando.
La noticia golpeó a Bella como un balde de agua fría. Después de todo lo que habían pasado para llegar hasta ese punto, la idea de perder el viñedo era desgarradora.
To be continued...
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MINT & WALNUT This apartment in the center of San Sebastian has been refurbished by the Motel Interiorismo team, bringing a fresh approach to a classic architecture. While the original white mouldings have been respected, the walls have been painted in a light mint tone. This fresh colour has been combined with walnut wood, in STUA Globus chairs and Eclipse tables. GLOBUS: www.stua.com/design/globus
MENTA Y NOGAL Este piso en el centro de San Sebastián ha sido reformado por el equipo de Motel Interiorismo. Un proyecto que trae frescura a una arquitectura clásica. Se han respetado las molduras blancas originales, pero las paredes se han pintado en un tono menta claro. Y ese color tan fresco se ha combinado con madera de nogal en nuestras sillas Globus y mesas Eclipse. Project @motel_interiorismo For @feelfree_rentals Photo: @ikapero
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El aire en la habitación estaba cargado, no solo por el calor de las lámparas, sino por la intensidad de la mirada fija de HÉCTOR. Sus ojos, oscuros y llenos de juicio, escrutaban cada movimiento de su "invitado". Frente a él, el joven, vestido con una túnica sencilla, luchaba con su inseguridad y el peso de la situación. Cada bocado que llevaba a su boca estaba acompañado por un leve temblor de sus manos, consciente de que cualquier gesto fuera de lugar podría provocar una reacción de aquel hombre imponente.
HÉCTOR no necesitaba hablar. Su presencia era suficiente para imponer autoridad. Su cuerpo, musculoso y recio, irradiaba poder. El cuchillo que sostenía no era una amenaza directa, pero su simbolismo era ineludible. Estaba ahí, no como un simple utensilio para comer, sino como un recordatorio de que él tenía el control absoluto.
"Come todo", ordenó HÉCTOR con una voz grave, rompiendo el silencio que había envuelto la estancia como un manto opresivo. "No dejes nada en el plato."
El joven asintió rápidamente, sin atreverse a contradecirlo. Aunque su apetito era escaso, sabía que obedecer era su única opción. Desde que había llegado a esa casa, su voluntad había sido erosionada lentamente, como una roca golpeada por el oleaje constante. HÉCTOR era metódico, calculador. Cada interacción, cada palabra dicha o retenida, tenía un propósito.
"Esto no es solo comida", continuó HÉCTOR, señalando el plato con un leve movimiento del cuchillo. "Es disciplina. Es fuerza. Y tú aprenderás a valorar cada cosa que se te da."
El joven tragó saliva antes de responder con un tímido "Sí, señor". Sabía que no debía desafiarlo. El tiempo que había pasado bajo su influencia lo había enseñado a medir sus palabras y movimientos con precisión.
En el centro de la mesa, la lámpara parpadeó levemente, proyectando sombras en las paredes de madera. El silencio regresó, pero estaba cargado de significado. Cada masticación, cada sorbo de vino de HÉCTOR, era una declaración silenciosa de quién tenía el control.
Esa noche marcaría otro paso en la transformación del joven, un paso más cerca de convertirse en lo que HÉCTOR quería que fuera: una extensión de su voluntad, un reflejo de su perfección masculina. Pero por ahora, solo era un discípulo en formación, un hombre aprendiendo a sobrevivir bajo la sombra de un gigante.
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Capítulo 6 — Las reglas de la Casa
Cuando Erik entró al despacho, encontró que el Maestro no estaba sentado en su humilde silla, frente a su sobria mesa como había esperado. Hacía un buen rato, en la sala, lo habían llamado. Le explicaron que tendría cita con él nada menos. Había recorrido largos pasillos hasta llegar a ese lugar en vano.
—El Maestro te recibirá ahora —le habían dicho justo antes de entrar.
Pero no estaba. Esperó, pensando que quizá se había ausentado temporalmente y aparecería en cualquier momento.
En la misma habitación, en el lado contrario al que se encontraba él, había una mesa con varias personas trabajando con ahínco. Los cuatro hombres discutían, muy excitados, cuando encontraban algo que les parecía reseñable.
—«El hombre actual está hambriento y sediento de una relación segura con las fuerzas sagradas que hay en su interior», ha dicho.
—También dijo: «El hombre moderno se ve perdido, vive en el temor. Mira hacia su exterior y su interior para que se le proporcione algo de lo que ha sido despojado».
—Esto es profundo: «Tenemos actualmente una vida intrincada y compleja, llena de artefactos mecánicos, de radios, películas con los que pretendemos sustituir lo que hemos perdido: la conexión con lo numinoso». Lo incluiremos también en su próximo discurso.
Uno de ellos advirtió, al cabo de un rato, la presencia de Erik, y le preguntó si necesitaba algo.
—Me dijeron que el Maestro me esperaba —respondió él.
—No tiene previsto volver en todo el día. ¿Estás seguro de que entendiste bien?
Por detrás comentaban: "«¿Quién es este?», «Nadie, será una de sus obras de caridad». Los cuchicheos llegaban a Erik, que se sentía algo avergonzado.
—¿Por qué quieres verlo?
—Acabo de llegar a la Casa y quiero ofrecerle mi respeto.
Asintieron satisfechos. Llamaron al asistente del Maestro y este apareció en un instante. Pero a Erik le pareció que no era el mismo que lo había acompañado desde la sala donde habían dejado a Lars. Aunque tampoco estaba seguro: la venda le hacía complicada la labor de reconocer los rostros. Quizá sí era la misma persona y estaba confundido. En cualquier caso, le confirmó las sospechas al decir que quizá había un error: no estaba prevista una reunión con él. Erik tendría que irse con las manos vacías.
El hombre que se había dirigido a él en primer lugar preguntó que dónde debía estar ahora el Maestro. El asistente revisó la agenda y le informó que en la sala de juntas. Tenía una reunión con representantes del instituto Ahnenerbe.
—¡Sígueme! —dijo entonces, muy animado—. Vamos a intentarlo; aunque sea un instante, tienes que hablar con él.
Se pusieron en marcha y fueron recorriendo distancias que a Erik le parecieron muy largas. Recorrieron pasillos y pasillos. Subiendo ocasionalmente de piso. Al fin, llegaron a la sala de juntas, una habitación con paredes cubiertas con maderas nobles y una gran mesa ovalada en el centro. El chico comprobó, desalentado, que estaba vacía a excepción de un par de personas que se estaban marchando.
—La reunión acabó hace cinco minutos. El Maestro ya no está —le informó la última persona que quedaba allí.
El hombre que les contestó se acercó con lentitud a una ventana alta desde la que se dominaba la entrada y se quedó unos segundos observando cómo una fila de coches negros y relucientes cruzaba las puertas de la Casa. Los vehículos se detenían frente a la entrada principal. El hombre sonreía para sí mismo.
—Acércate, hermano, mira. Nuestro trabajo no es solo espiritual. También hemos de dejar huella en el mundo de los infieles. Mira esa gente…
No llevaba venda, pero se estaba sacando una del bolsillo y se la puso mientras continuaba hablando.
—Nuestros vecinos del sur han empezado una guerra, como suelen hacer cada cincuenta años, y han decidido usar nuestro país de patio trasero. Vienen porque aprecian nuestro consejo —continuó—, necesitan orientación en este y otros conflictos. Desprecian nuestra fe, pero aprecian la penetración intelectual del Maestro. Les gustaría usarla para sus fines, pero ellos son usados para los nuestros.
Erik observó cómo descendían de los coches personas, en su mayoría, con uniformes militares.
—El Maestro lo hace por el bien general. Y, bueno, siempre puede haber quien se ilumine y se una a nuestra comunidad…, ¿no crees? Y si fracasamos y terminan matándose entre ellos, ¿nos importa acaso?Se formó una expresión de desagrado en Erik.
—El ejercicio de la política consiste en no tener escrúpulos. Y menos con los infieles.
No quedaba nadie más en la sala salvo ellos dos. El hermano que lo había acompañado hasta allí había desaparecido. ¿Se había marchado sin despedirse? El otro dijo:
—El Maestro siempre dice: «Hemos de sobrevivir y, para sobrevivir, hemos de prevalecer. No hay otra opción».
Entonces, al citar al Maestro con esa seguridad, le surgió la duda a Erik. ¿Estaba hablando con el hermano que lo había acompañado hasta allí o era el que habían encontrado al llegar? ¿Cuál de ellos se había marchado y cuál había permanecido en la sala?
Erik expresó su frustración por perder la oportunidad de encontrarse con el Maestro no una, sino dos veces. El otro le contestó, animadamente:
—Ahora iba a dar una pequeña charla en la capilla de los Justos. Si te apresuras, quizá puedas llegar a encontrarlo allí. ¡Te llevo!
Caminaron a buen paso en esa dirección. Hubo que subir varios pisos y atravesar varias grandes salas, hasta que llegaron a la puerta de acceso a esa zona del edificio. Antes de entrar, el hermano le ofreció un paño: para acceder, debía ponerse la venda.
—Tendrás que llevar esto —le informó.
Erik sintió una enorme emoción. Estaba entrando en una comunidad de seres iluminados. ¡Cuánto deseaba formar parte de eso! Rechazó la que le ofrecía y sacó la que traía de casa. Despacio, se la puso con la ilusión del que empieza un camino nuevo, después de haber perdido demasiado tiempo deambulando por uno lleno de cardos y espinos.
Oyó cómo el otro abría la puerta.
Erik se conducía lentamente, evolucionando con torpeza por la habitación pues, como todos, estaba acostumbrado a confiar en la vista como un guía infalible.
—Los Justos son la vanguardia de nuestro movimiento. La fuerza de choque que abre el camino que el resto transita —le explicaban.
Se dedicó un rato a atender a las conversaciones, pues no tenía otro medio de orientarse. Escuchaba a la gente con la esperanza de reconocer al Maestro. Un espíritu así, por fuerza, ha de revelarse. Ha de significarse de alguna forma. Sin duda, su voz rebosa de significado, dando una señal imposible de ignorar por otra persona.
Pero solo oyó voces normales hablando sobre temas que no acababa de entender. Con decepción, llegó poco a poco al convencimiento de que el Maestro tampoco estaba allí.
La voz de su reciente guía sonó a su lado, sobresaltándolo.
—El Maestro se dirige ahora al salón de actos. La fecha de la próxima ceremonia está cerca y quería revisar el avance de las obras. ¿Vamos?
Esa vez, corrieron sin pudor por los largos pasillos. Le confirmaron que el salón de actos estaba muy cerca. Era muy posible que llegara a tiempo para verlo, por fin.
—¿Qué ceremonia prepara?
—Claro, no lo puedes saber… Ocurre que, para algunos, la venda no es suficiente. Quieren expresar un compromiso más fuerte. Así que celebramos una ceremonia donde el aspirante hace ese sacrificio. Acto seguido, el iniciado pasa a formar parte de la comunidad de los Justos.
Erik quiso seguir preguntando; sin embargo, enseguida llegaron a su destino.
Era un espacio muy amplio, preparado para cuidar el sonido, un lugar excepcional para sostener y ensalzar la voz, pero que en ese momento estaba lleno de toda clase de ruidos derivados de la frenética actividad general; un muro de sonido imposible de atravesar. Había un escándalo de golpes y voces que flotaban en un espacio del que Erik no tenía, por ahora, brújula. En esa maraña, por fin, oyó la voz del Maestro por primera vez.
Estaba ensayando un discurso. ¿Cuánta gente habría escuchándolo? Lo ignoraba. Pero, durante esa media hora, el Maestro le habló exclusivamente a él. Erik sintió que examinaba su alma y le ofrecía lo que le faltaba o anhelaba. Le explicó quién era. Cuál era su destino. Cómo, a pesar de lo que él creyera o los demás le dijeran, estaba destinado a la grandeza. Una nueva familia, una familia espiritual, lo iba a acoger. Cómo formaba parte del grupo de aquellos cuyas vidas valían la pena de ser vividas. Cómo la vista era un instrumento del engaño. Y que su negación abría nuevas estancias de nuestro ser en una transacción espiritual que nos beneficiaba de forma absoluta.
Fue memorable. El ruido de la actividad de los trabajadores volvió, aunque Erik comprendía que siempre había estado allí, solo que la voz del Maestro había hecho la magia de hacerlo desaparecer. Cuando el Maestro terminó de hablar, Erik era un ferviente creyente.
Tenía que volver: quedaban muchos trámites antes de poder considerarse miembro de la Casa. Caminó hacia la puerta, guiado por un hermano. Justo antes de salir, se giró. Sin poder evitarlo, se levantó la venda y pudo ver al Maestro en un enorme sillón que, desde esta distancia, semejaba un trono. Su postura (inclinado hacia un lado, con la frente apoyada en uno de sus puños, el rostro en sombra…) le daba el aspecto de un rey. Un rey especialmente riguroso para con sus súbditos. Pero, también, un rey visionario y ambicioso. Soñando un futuro donde no quedase lugar de la tierra sin su huella.
Erik se marchaba renovado, exultante de energía espiritual, listo para enfrentar la ignorancia y la maldad desde la sabiduría y la calma. Sintiéndose parte de una comunidad que cambiaría el mundo.
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Casa Embrujada (ESP. VER.)
Missa y Philza se habían mudado a la casa de sus sueños, era una hermosa mansión gótica de la era victoriana. Era vieja, estaba llena de musgo por fuera, la puerta se estaba cayendo de sus bisagras y le faltaban un par de vidrios en las ventanas, pero era toda suya.
“¿Estás emocionado?”, le pregunto Phil a su novio, estacionando su gran torino en la entrada, “Hay que hacerle un par de reparaciones, pero es toda nuestra.”
“Es literalmente la casa de mis sueños” dijo Missa con una gran sonrisa, “realmente no puedo creer que la pudimos comprar.”
Phil se rio y le dio un rápido beso en los labios, “parece que estuviera embrujada.” Dijo riendo.
Missa le dio un golpe en el brazo, “no digas esa pendejada.” Chilló el mexicano.
Philza se sobo el brazo, “Está bien, está bien, no más bromas de casas embrujadas.” Dijo con una risa
“Vamos, entremos.”
Ambos salieron de coche, y se dirigieron a la entrada, la puerta estaba sellada con unas tablas, pero le faltaba un trozo de madera por abajo.
“Tenemos que remplazar la puerta,” dijo Philza luego de empujarla para poder abrirla.
Missa se rio, pero entro corriendo al pasillo, la casa por dentro no estaba deteriorada, de hecho el interior se conservaba casi en perfecto estado, la casa había pertenecido a una anciana que se había preocupado de que su casa no sé callera a pedazos, pero por su edad no podía hacer mucho por el exterior.
“Bueno, podría estar peor.” Dijo Missa
“Sí, tienes razón.” Dijo Phil, “podría estar embrujada” dijo haciendo sonidos de fantasmas.
“Ya no bromes con eso” volvió a chillar el mexicano, “a los muertos me los respetas.”
“Perdón, perdón,” dijo Phil dándole un sonoro beso en la mejilla, “¿Ahora qué? ¿Limpiamos o comemos primero?”
“Mhmmm, limpiemos, voy a pedir para comer, ¿China o pizza?”
“Pizza es una buena idea” dijo Phil. “Voy a empezar con la cocina, ¿tú limpias la sala y los 2 hacemos el dormitorio?”
“Me parece,” dijo Missa dándole un beso rápido a su novio y yendo a limpiar la sala de estar.
Así ambos empezaron a limpiar, Missa se había asegurado de revisar cada rincón de la vieja sala de estar incluso había encendido un sumario, para asegurarse de que no había espíritus malignos o malas energías en la casa. Lo que se veía un poco fuera de lugar era los juguetes y las ropitas que estaba secándose, además que la chimenea pareciera que hubiera sido usada recientemente.
Extraño, muy extraño.
“¿Phil?” Gritó para llamar la atención de su novio, “¿Habías visto esto cuando viniste a ver la casa?”
Philza entró a la sala de estar, llevaba ese pañuelo verde que usaba en su cabello cuando limpiaba, “Oh, sí, esas cosas estaban aquí, al parecer la señora cuidaba de los huérfanos que se caían al lago cerca de aquí.”
“Oh,” dijo Missa suspirando, “pensé que… no olvídalo.”
“¿Fantasmas?” Dijo Phil con una sonrisa malvado en su cara.
Missa frunció el ceño, “No bromes con eso.” Dijo tomando la escoba y terminando de barrer, “¿terminaste con la cocina?”
“Ya casi.”
El sonido de un silbato de un barco los sobresalto a ambos, “Creo que es la pizza.”
Ambos se rieron, Philza fue a buscar la pizza mientras él movía la mesa de centro más cerca del sofá. Missa sonrió cuando su novio entro bailando con dos cajas de pizzas y una botella de coca cola de vidrio bien fría entre las manos.
“La cena” dijo Phil, con el mismo tono que Maui lo canta en la película de Moana.
“Gracias” dijo Missa recibiendo una de las cajas.
“De nada” dijo Phil con una sonrisa, tirándose en el sillón.
Missa se sentó junto a Phil en el sofá, ambos abriendo sus cajas de pizza con entusiasmo.
"Mmm, huele delicioso," dijo Missa, tomando una rebanada. "Nada como pizza después de un día de limpieza."
Phil asintió, su boca ya llena de pizza. Tragó y dijo, "Definitivamente. Oye, ¿qué te parece si mañana empezamos a desempacar las cajas? Podríamos comenzar a darle un toque más personal a este lugar."
"Me parece perfecto," respondió Missa. "Tengo muchas ideas para decorar. ¿Recuerdas esos cuadros que compramos en el mercado de pulgas?"
"Oh, sí," dijo Phil, tomando un sorbo de coca-cola. "Van a quedar geniales en la sala."
Mientras comían y charlaban, un ruido sutil provino de la parte trasera de la casa. Sonaba como si alguien hubiera tropezado con algo.
Missa se detuvo a medio bocado. "¿Escuchaste eso?"
Phil ladeó la cabeza, escuchando. "Probablemente, sea algún animal afuera. Tal vez un mapache o algo así."
"Supongo," dijo Missa, no del todo convencido. "Mañana deberíamos revisar si hay alguna entrada que necesitemos sellar."
"Buena idea," acordó Phil. "No queremos visitantes inesperados."
Continuaron su cena, discutiendo planes para la casa y compartiendo anécdotas. De vez en cuando, Missa miraba hacia el pasillo que llevaba a la parte trasera de la casa, como si esperara ver algo. Pero todo parecía normal.
Mientras recogían las sobras de la cena, Missa seguía mirando al pasillo.
“¿Todo bien, darling?”, preguntó Phil dándole un abrazo a Missa por la espalda, “te ves, asustado.”
“Sí, todo está bien, querido” dijo Missa dándole un beso en la mejilla, “¿Vamos a la cama?”
Ambos se fueron a dormir. Al otro día ambos bajaron a desayunar pizza recalentada y una taza de café, pero su pizza ya no estaba y su sala de estar estaba hecha un desastre.
Se lo atribuyeron a los mapaches, hasta que volvió a pasar al día siguiente, y al siguiente, y al siguiente.
Al quinto día, Missa y Phil se miraron con preocupación mientras observaban su sala de estar una vez más desordenada.
"Esto ya no pueden ser mapaches," dijo Missa, recogiendo un cojín del suelo. "Los mapaches no abren refrigeradores ni dejan migas de galletas por todas partes."
Phil asintió, frotándose la barbilla pensativamente. "Tienes razón. Esto es... extraño."
"¿Crees que alguien esté entrando a la casa?" Preguntó Missa, su voz teñida de preocupación.
"Es posible," respondió Phil. "Pero no veo señales de entrada forzada. Además, ¿por qué alguien entraría solo para hacer un desastre y comer nuestra comida?"
Missa se estremeció. "No lo sé, pero me está dando miedo."
Phil lo abrazó. "No te preocupes. Resolveremos esto. ¿Qué te parece si instalamos algunas cámaras de seguridad? Así sabremos qué está pasando realmente."
Así hicieron, compraron cámaras y las instalaron, resultaba que su casa no estaba embrujada o infestada con mapaches, había niños en su casa, su casa era invadida por dos pequeños en la noche.
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El sujeto que sólo contaba historias tristes
Capítulo 4: Borrador
El apartamento de Alex podría describirse cómo cualquier apartamento de soltero. Tenía un enorme sofá en medio de la sala adornado con dos sillones pequeños a los costados; un televisor enorme que parecía que en cualquier momento iba a quebrar el pequeño taburete de madera que lo sostenía; una pequeña mesa al centro, que servía como comedor las veces en las que se quedaba ahí; un baño pequeño pero que al mismo tiempo se veía demasiado lujoso; una habitación un poco desordenada y una cocina que abarcaba casi la mitad del lugar.
Lo que me gustaba de su apartamento es que en la sala había un gran ventanal con vista hacia la calle. Para Alex no era la gran cosa e incluso hubo un tiempo en donde mantenía las cortinas cerradas, pero en cuanto mencioné la espléndida vista que había al atardecer, dejó de cubrir la ventana. Si bien todas estas cosas suenan un poco caóticas al momento de describirlas, lo cierto es que todo ese ambiente guardaba cierta armonía gracias a qué él es un maniático del orden. Incluso el más insignificante envoltorio de chocolate estaba correctamente depositado en la basura. Me da un poco de vergüenza admitirlo pero yo no soy ese tipo de persona; mi departamento, por otro lado, es un laberinto para llegar a la puerta de entrada desde mi habitación. Por supuesto que sí procuro mantenerlo limpio, pero mi estilo de vida ajetreado no me permite enfocarme completamente a los cuidados del hogar. Para ello de vez en cuando contrato un servicio de limpieza que ofrece mi casero.
-¿Quieres algo de beber?- La voz de Alex, quién estaba en la cocina, me trajo de vuelta a la realidad. - Un poco de agua estaría bien- respondí titubeante, ya que me había tomado completamente desprevenido.
Después de un rato, Alex se acercaba con dos vasos, uno con agua y otro con wisky. -Entonces... ¿Qué te pareció la señorita Sylvia?- Dijo a medida que se acomodaba en un sillón. Yo no entendí esa pregunta, y por lo visto se reflejaba en mi cara, ya que volvió a replantear la pregunta. -Dime, ¿Cuál fue tu primera impresión de ella?- Al oír eso, mil imágenes pasaban por mi mente pero ninguna se concretaba en palabras, creo que las más precisa fue... -Dominante.- respondí. Las cejas de Alex se arquearon -¡Vaya!... Esa no era la respuesta que esperaba, jaja- -¿Pues qué quieres que te diga? Ella llegó ordenando aquí, ordenando allá y luego clavó sus ojos en mi... Poco faltaba para que me apuntara con un arma.- Ante ésto se echó a reír. -Hombre, te estoy diciendo la verdad, otro ya hubiera corrido despavorido.- -Y supongo que TÚ no tuviste miedo.- -Obviamente no.- Sólo un poco. -¿Pero entonces que tal te fue? ¿Vas a aceptar firmar con la editorial?- -Agh déjame en paz, apenas acabo de salir de ahí.- -Yo sólo te advierto que ellos no son del tipo de personas que puedes dejar en espera por mucho tiempo... Y menos a Sylvia.- -¿Por qué lo dices?- -... -¡Oye respóndeme!- -Mejor veamos el partido de ésta noche, hoy juega el equipo local.- -¡Alex Summers responde!.- Después de eso pasamos el resto de la tarde los 3 viendo el partido de fútbol. Si bien todo fue muy alegre y tranquilo, noté cierta distancia del chico hacia mí, probablemente porque pensó que era el verdadero hermano de Alex y se sentía apenado por aquel momento bochornoso.
El partido terminó y cuando menos esperé ya era de noche. Me despedí de Alex y Damian y salí a tomar un taxi.
Llegando a mi departamento tomé una ducha y me puse la pijama, pero no tenía sueño. Me quedé acostado en la cama viendo hacia el techo, analizando los eventos ocurridos el día de hoy. No estaba seguro de qué decisión tomar y eso me provocaba una enorme ansiedad. ¿Y si no es lo que esperaba? ¿Y si resulta ser una perdida de tiempo? ¿Y si lo termino odiando? Eran pensamientos que daban vueltas por mi cabeza. Nunca había tenido un sentimiento de indecisión tan grande. Mi futuro dependía de una sola respuesta y eso me aterraba. Una parte de mí quería seguir en la seguridad de la monotonía, pero otra parte quería saber qué es lo que podría suceder si accedía a firmar. Nunca pensé que mis historias podrían llegar a interesarle a alguien más que no sean mis amigos o mis familiares. - Que patético eres Aaron, incluso Alex se dio cuenta que tienes miedo.- Repetí para mí mismo.
Honestamente la escritura no es para mí nada más que un hobby. Me gusta crear historias tomando como inspiración la cotidianidad, las charlas de la ciudad. El llevar esas historias a un libro es algo que nunca me cruzó por la mente. Ahora que tenía que enfrentar los frutos de mis actos, me quedé paralizado. Todo aquello de lo que tenía control se ha descontrolado.
Sabía que ésta era una oportunidad que tal vez no volvería a ver en mi vida pero también era consciente de las posibles consecuencias una vez tomada mi decisión; pero estaba horrorizado, el fracaso es algo que no me podía permitir.
Siempre he sido alguien extremadamente perfeccionista. Incluso para conseguir mi empleo, tuve que competir contra muchas personas.
Perfecto... Todo debía ser perfecto; sin eso mi mundo se iba al carajo. A pesar de ser consciente de mi actitud nociva hacía mí mismo, no me importaba. Dependía de la perfección para no derrumbarme. Es lo único que me mantuvo de pie como adulto funcional durante mucho tiempo.
Es casi irónico el hecho de que en la mayoría de mis historias, mis personajes son seres imperfectos; llenos de demonios y de moralidad dudosa. Tal vez sea porque en el fondo eso es lo que quiero para mí: imperfección. Estaba cansado y agotado de hacer las cosas perfectamente... Siguiendo las reglas. Quería salirme del molde, pero mi miedo hacia lo desconocido se apoderaba más de mí.
Cuando pensaba más en ésto, pude sentir como un gran peso oprimía mi pecho. Por más que me cubría con las cobijas, seguía sintiendo frío. Mis dientes castañeaban y mi cuerpo no paraba de temblar. Cada vez me costaba respirar, sentí que iba a morir. De pronto, una lágrima rodó por mi mejilla, seguido de ésta, un caudal comenzó a fluir.
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VALENTINE SCHLEGEL & IRIS MURDOCH
Harriet no había permitido a Blaise modernizar la cocina y, también muy a su pesar, solían comer allí, ante la mesa rectangular cubierta con su mantel a cuadros rojos y blancos. Esta espaciosa habitación, caótica y más bien oscura, satisfacía a Harriet. Era acogedora, y nada exigente, y olía humildemente al pasado, llena de vieja madera oscura rayada que requería un buen fregado a fondo. Harriet la cruzó, mirando un montón de platos sucios sin inmutarse, y subió las escaleras, resistiendo, como de costumbre, la tentación de ir a ver a su hijo, y entró en su boudoir. Era este un cuarto pequeño y atestado de cosas, originalmente un vestidor. En el resto de la casa imperaba el gusto más austeramente pretencioso de Blaise. Harriet, que era incapaz de incomodar a una araña y se pasaba diez minutos lavando una lechuga antes que dejar que una minúscula criatura eludiera distraídamente su rescate, extendía instintivamente su caridad a todas las cosas. Ahora que sus padres habían muerto, gran parte de las pertenencias serias de la familia estaban alojadas en el piso de Adrian en Londres, pero Harriet se había llevado, junto con diversos tesoros de la infancia, múltiples objetos embarazosos y que no cabían en parte alguna, como ornamentos de latón y demás, que al parecer nadie quería ni amaba, y que ahora se mezclaban con una exótica miscelánea de pequeños y abigarrados presentes que tanto Adrian como su padre le habían traído de distintas partes de todo el mundo, de Benarés, de Bangkok, de Adén, de Hong Kong, casuales despojos de innumerables bazares, tarros, bandejas, animalitos, hombrecitos, pequeños dioses cuyos nombres ella desconocía, todos esos «cachivaches» por los que Blaise tanto la reprendía, aunque en el fondo el absurdo animismo de ella le parecía enternecedor. Y ahora, apiladas en el centro o esparcidas alrededor, estaban las cosas que Monty le había dado últimamente, desde la muerte de Sophie, ofreciéndoselas al azar cada vez que ella iba a visitarle: platos, adornos, cojines, bordados, como si él quisiera desnudar Locketts y despojarla de todo recuerdo.
-La máquina del amor sagrado y profano, Iris Murdoch ; traducción de de Camila Batlles Vinn. Impedimenta.
-Valentine en su cocina.
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Here’s the Spanish version
Pairing: Sam Winchester x Reader
Summary: Sam Winchester regresa de una difícil cacería, cansado y maltrecho. La lectora lo reconforta con suaves mantas y una noche de películas. A medida que avanza la noche, se encuentran acurrucados en el sofá y comparten dulces palabras hasta que se quedan dormidos en una dulce felicidad.
Word count: 1107
Advertencias/explícito 18+: NINGUNA, ¡fic súper tierno!
N/A: Esta es mi primera publicación oficial para mis listas maestras que se publican en mi Tumblr. Esta es una idea que siempre es linda y tierna, y hace feliz a mi yo súper cansado después de un largo día de trabajo.
Mientras los momentos tranquilos y apacibles se extendían después de que los chicos se hubieran ido de caza, encontraste consuelo en el acto terapéutico de limpiar el búnker. Desde que tus padres fallecieron cuando eras una niña pequeña, la limpieza se convirtió en tu escape, una forma de encontrar orden y control en el caótico mundo de la caza. Pasaron horas mientras limpiabas meticulosamente cada superficie, sin dejar rastro de polvo o mugre. Incluso tomaste el tiempo para enfrentar el rincón notoriamente desordenado de Dean, que incluía sus calcetines y calzoncillos, una tarea que, admítelo, te hacía encoger.
Sam, por otro lado, siempre había sido más ordenado y organizado, al igual que su enfoque en la caza y en la vida. No podías evitar adorar el aroma terroso y reconfortante de la madera vieja y los pinos que parecían rodearlo. Y recientemente, comenzó a usar un nuevo detergente con un toque de menta, que encontraste positivamente como el mejor olor que jamás habías experimentado.
Agotada pero contenta con tu productiva limpieza, finalmente te acomodaste en el sofá, pasando por los canales mientras tratabas de encontrar algo que ver. Suspirando, te quitaste los zapatos y apoyaste tus pies hinchados, cubiertos con acogedores calcetines, en la mesa de centro. Después de un rato, te decidiste por una telenovela cursi, sin realmente interesarte en la trama, sino simplemente disfrutando del ruido de fondo y la oportunidad de relajarte.
Bastó poco tiempo para que la atmósfera relajante del programa de televisión y la comodidad del sofá te sumergieran en un abismo interminable de sueño. Las escenas oníricas y melodramáticas en la pantalla se mezclaron con tus pensamientos subconscientes, creando un mundo de sueños caprichoso y surrealista.
Horas después, la puerta del búnker crujió y Sam regresó de una agotadora, fría y húmeda cacería. Estaba cubierto de tierra y sangre, y podías ver el agotamiento grabado en su rostro mientras entraba, con la bolsa de viaje en la mano. Dean lo seguía de cerca, igualmente agotado.
"¡Y/N! ¿Dónde estás? Ya estoy en casa", llamó Sam, su voz una mezcla de alivio y cansancio mientras se dirigía hacia la biblioteca.
Sam entró en la biblioteca y te vio en el sofá, luciendo adoradamente desaliñada con tu taza de café beige favorita llena de té caliente junto a ti. Emitías suaves ronquidos tiernos mientras dormías en paz.
Una suave sonrisa iluminó los labios de Sam mientras se acercaba, sintiendo cómo su corazón se hincha de amor por ti. Observó cuidadosamente cómo tu pecho subía y bajaba con cada respiración, el calor del momento lo inundó.
Dejó su bolsa en la mesa y se sentó a tu lado, sin querer perturbar tu descanso aún. Admiró tu forma dormida, apreciando los momentos de paz cuando estabas alejada de los peligros e incertidumbres de sus vidas como cazadores.
"Mi amor, mi amor, estoy en casa", susurró Sam suavemente, dándote un toque con la mano para despertarte con delicadeza.
Te revolviste en tu sueño, parpadeando adormilada mientras lo mirabas. "Sam... ¿pensé que ustedes regresarían mañana?", preguntaste, tu voz aún llena de sueño.
Se rió, tomando tu taza y la suave manta tejida que te había mantenido abrigada durante tu siesta. "Dean decidió volverse loco y manejar por encima del límite de velocidad para volver a casa", dijo con un toque de diversión en su voz.
Mientras la mano de Sam se extendía para ayudarte a levantarte, pusiste un mohín juguetón, aún no lista para dejar la cómoda comodidad del sofá. Él no pudo resistir esa hermosa expresión en tu rostro y cómo tus manos ya estaban aferrando las suyas, pidiendo silenciosamente que te llevara a la cama.
Con una risa, Sam cedió a tu solicitud. Con cuidado, te levantó y te giró mientras tú reías con deleite. Envuelves tus brazos alrededor de su cuello, sintiéndote segura y amada en su abrazo.
Te llevó a la habitación que ambos compartían, un espacio que se sentía como hogar en este mundo de movimiento constante e incertidumbre. Sam te colocó con cuidado en la cama y te cubrió con la manta, asegurándose de que estuvieras cálida y cómoda.
Antes de retirarse a su lado de la cama, extendiste la mano y agarraste la suya, pidiéndole silenciosamente que se quedara contigo un poco más. Sam no pudo resistir la invitación y se metió bajo las cobijas a tu lado.
Prendiste la televisión, sintonizando Friends, un programa que tenía un lugar nostálgico especial en ambos corazones. Verlo juntos era como revivir viejos recuerdos y te recordaba los momentos en que sus vidas eran menos complicadas y el peso del mundo no recaía constantemente sobre sus hombros.
Mientras sonaba la familiar canción de inicio, viste cómo Sam se desvestía y se ponía unos pantalones de franela, revelando su pecho musculoso que siempre hacía que tu corazón diera un vuelco. Su calidez y presencia eran reconfortantes, y no pudiste evitar maravillarte de lo afortunada que eras de tenerlo en tu vida.
Lo miraste con una mezcla de cariño y deseo, sintiendo que tu amor por él crecía con cada día que pasaba. Mientras se metía en la cama a tu lado, te acom
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Hola, si no es molestia, podrías escribir un Steak Guy x Lectora, por favor y gracias!
Tuviste una discusión reciente con tu esposo, Steve más conocido como Steak Guy, estabas acostada en tu cama, pensando en lo sucedido hace pocos días, diste un suspiro algo largo, para solo mirar al techo, llevaban 7 años de casados, y nunca tuvieron discusiones tan fuertes, ¿la razón? Steve estaba celoso de uno de tus amigos, ya que pasabas bastante tiempo con el, sus celos no eran tan grandes pero estaban presentes, escuchaste que tocaron la puerta, le dijiste al proveniente de aquellos golpes suaves que podía pasar, como esperabas mínimamente un poco, era tu querido esposo, al parecer quería hablar, solo lo miraste esperando que diga lo que tenga que decir.
-Querida, se que tuvimos una discusión fuerte.. Pero ¡tengo algo para tí! Por favor ven mi amor- Hablo Steve mirándote con una sonrisa nerviosa esperando tu respuesta.
-Uh, esta bien, en fin de cuentas no podemos estar enojados, siempre- Respondiste, dándole una pequeña sonrisa, cosa que hizo que el castaño se sonroje.
-Muy bien ¡ven conmigo!- Dijo emocionado, agarrando tu mano delicadamente, llevandote al comedor.
Viste el lugar, habiendo una mesa redonda de madera, con un lindo mantel blanco con detalles de color dorado, en el centro había un centro de mesa, con unas lindas rosas, habían dos sillas, platos y copas, un detalle verdaderamente lindo, solo habían momentos como estos en momentos especiales, como su aniversario, el te llevo a uno de los asientos y el se sentó en el otro, estando enfrente tuyo, los dos tenían un gran sonrojo, llegaron Veg y Ben tus hijastros con una sonrisa de oreja a oreja.
-Con permiso, ¡nos llevaremos los platos, ya les traemos la comida!- Habló Veg, con una voz bastante dulce.
-Si! En un momento.. Lo traeremos!- Siguió el niño que era bastante tímido, yéndose con su hermana.
-Así que.. ¿Esto era lo que querias enseñarme?- Preguntaste, mirando a tus piernas, con un poco de nervios por lo inesperado, que fue.
-¡Si! Tuve la ayuda de Félix, Veg y Ben- Respondió dándome una sonrisa.
-Oh bien, ¡que tiernos son los niños en ayudar!- Dijiste, para sonreír, amabas a esos niños.
-Si, ¡ellos hicieron muchas cosas! Como decorar el lugar- Te hablaba orgulloso sobre el gran trabajo de sus hijos.
Veg y Ben volvieron trayendo los platos con comida saludable, de paso trajeron algo para beber, después de traer todo se fueron, seguramente a jugar, tu y tu esposo hablaban sobre cualquier tema, mientras comían tranquilamente, cuando acabaron, ordenaron todo y limpiaron los platos juntos, para terminar este gran día en el cuarto.
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16 de mayo 2023
El sueño de hoy está borroso, pero incluyo a mi familia y a mi pareja, a varios amigos.
Íbamos a un restaurante que era un desastre, lo que pedía no había, no tenían los ingredientes y yo tenía que ir hasta la cocina a cambiar la orden, luego ahí todo era un gran desastre y la gente no quería batallar y me decían que no pidiera ciertas cosas porque eran difíciles de hacer y tendrían que ir por ingredientes… luego bajaba, y pensaba, como de bueno, lo que tengas… como que la cocina estaba en dos partes en dos pisos diferentes, parecía una casa hecha casi completamente de madera… escaleras, muros altos, las mesas, las sillas, todo parecía ser del mismo material. En el camino una chica que parecía muy ocupada me abordó y me pregunto que había ordenado, le expliqué … éramos una mesa de como 10 personas, le comenté que el chico en la planta alta me había dicho que no tenían cierta cosa y había cambiado mi comanda… a lo que se quedó como “no, no te preocupes, ahora lo arreglamos, ve a tu mesa” o algo así.
Me senté con los demás, al lado de Pedro y Elsa… trajeron la comida, la mesa era un desastre, la misma chica llegó y me trajo un postre, un rol de canela glaseado, yo estaba sentada relajadamente en mi silla que tenía soporte para los codos… medio mal sentada, pero relajada… la chica rápidamente después de dejar el postre en la mesa se queda detrás de mí y pone su cabeza sobre la mía, con la barbilla sobre la parte de alta de mi cabeza u coloca sus brazos abrazando mi silla y tocándome los brazos, lo sentí muy cálido y agradable… estaba flirteando conmigo? Yo estaba flirteando con ella? … me dijo que me había traído el postre, pero que le parecía raro solo un postre para una mesa de 10, que si quería podría traer más… moví el pastelillo hacia Pedro y le dije que era para él… pero si quería hacer algo por mi que me trajera una bebida como la de Elsa, que parecía una taza con un poco de leche rosada y nuez picada, a lo que rápidamente dijo “claro que si” y se retiro…
Después de eso ya no recuerdo qué pasó en el restaurante… pero como que quede de verme con papá y mi hermano en un hotel al que ciertamente ya frecuentaba antes en el mismo sueño… esta vez entraba y veía a mi hermano sentado, me felicitaba porque me habían dado un reconocimiento por algún trabajo como de escritura, iba muy bien vestido, muy formal, le decía que esperara un poco, que tenía que ir a un lugar antes, regresaría pronto… solo iba e intentaba subir a una de las habitaciones, pero el botones me decía que no podía subir, que a quien buscaba, no le hice caso y solo regresé por donde vine, había mucha gente en el hotel, y se veía por una puerta de cristal mucho movimiento de personas en el exterior, me llegaba una idea a la cabeza de que estábamos en el centro… regresaba con mi hermano.
En este momento me llega la imagen de estar en casa con mi padre y hermanos, algo decíamos, papá estaba como molesto y nosotros con él, como si no se diera prisa y tuviéramos que ir a algún lugar al que él no quería ir…
Después de esto recuerdo que Pedro y yo íbamos a una vecindad o frente de una casa, me venía a la mente la familia de los xhuanas de barrio Vixhana, el hijo de doña Martha. Yo tocaba algo que parecía una bolsa y se encendía una luz parpadeante roja, Pedro y yo nos sorprendíamos y salíamos corriendo, aquella cosa se infló como globo e hizo una pequeña explosión… pensaba “se van a sacar de onda Doña Martha y familia” … en eso despertamos abruptamente, nuestra gata perlita estaba haciendo un escándalo por un gato en la ventana de nuestro cuarto…
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Preludio, parte dos (versión alternativa)
Acompañaron al Führer a través de un estrecho pasillo, caminando sobre un desgastado mosaico verde militar, y pasando por al lado de las puertas de varias de las demás habitaciones del cuartel. Erich iba girando su cabeza de lado a lado, observando con orgullo aquellas tétricas estancias de las cuales sus puertas se encontraban semi abiertas. Con soberbia, su mirada era clavada durante cortas milésimas de segundo, cada vez, en las banderillas con la propaganda del régimen que había sobre cada una de las mesas y de los escritorios de las habitaciones, y en los extraños objetos, con no poca simbología nacionalsocialista, repartidos también a lo largo de las pocas, pero saturadas estanterías que se hallaban por el pasillo. Hitler caminaba lentamente, a paso militar; lento pero firme, mirando fijamente al suelo, con ambas de sus manos cogidas tras la espalda, y con el tacón de sus botas emanando un sobrecogedor redoble, desgastando aún más al mosaico y aterrorizando al mundo con su paso. Y de repente llegaron al final del pasillo. Dieron seguidamente un giro de cuarenta y cinco grados y entrando en otro de los pasillos del cuartel, prosiguieron con su avance.
Se unieron al nuevo pasadizo; siendo éste ligeramente más ancho que el anterior. Amplios ventanales con vistas a un nada desdeñable patio común iluminaban desde ambos lados aquél también tétrico pasillo, mientras en el suelo una larga alfombra repleta de pequeñas esvásticas negras sobre un fondo rojo acompañaba a los atrevidos transeúntes, de principio a fin. Hitler se detuvo en seco, al igual que Erich. Despegó sus ojos del suelo, y mirando a ambos lados con actitud dubitativa, entró en una de las estancias del final de pasadizo. Erich, precipitando su brazo por delante del Hitler en un frustrado intento por abrirle la puerta, lo retiró de inmediato; éste parecía no tener tiempo para reverencias. Entraron en la habitación, y girando suavemente el pomo de la puerta así intentando no despertar al diablo, la cerraron. Pero el diablo ya se hallaba en la sala.
—Herrschaften, tomen asiento. — Ambos levantaron delicadamente las sillas, así evitando hacer algún ruido irritante. Hitler la arrastró con perceptible rabia, emanando ésta un fuerte «rhdjdjrrr» de patas de madera contra el mosaico. Y mirando fijamente a Erich le hizo saber que dos de las tres puertas que conducían a la habitación habían quedado abiertas. Éste se levantó de inmediato, y con una rapidez raramente vista las cerró con cuidado de no dar ningún portazo.
Era una especie de pequeño salón, con abundante iluminación natural, pero sus blancas paredes embadurnadas de una fina y ya por aquél entonces cayente capa de papel descolorido soportaban el peso de una densa atmósfera de luto y melancolía. Y en el medio de ésta, una mesa redonda, de madera parcialmente podrida, repleta de carcoma en su parte inferior junto con tres sillas en las mismas, o peores condiciones y bajo un antiguo lamparón colgante, se hallaban. Se sentaron, y un profundo, pero a la vez consolador silencio inundó aquellos tensos momentos.
Hitler guardó silencio, habiendo fijado su mirada con anterioridad en el centro de la deteriorada mesa. Ambos mariscales de campo se miraron mutuamente, alzando sus ojos y cruzándolos unos con otros, para seguidamente volver a bajar sus miradas en una expresión notablemente preocupada; más bien un tanto aterrada. Y un profundo suspiro, de repente, marcó el comienzo de aquella importante reunión.
—Avanzaremos hacia el Don, camino a Stalingrado.
Erich miró a su homónimo, de nuevo; éste le devolvió la mirada. Dubitativos y con un enorme nudo en sus gargantas, mantuvieron el silencio que por aquellos momentos aún regía la situación. Hitler prosiguió:
—Les he reunido este mediodía para comunicarles urgentemente la directiva fundamental 41, con la que he definido el desarrollo planificado de la nueva gran ofensiva de las Wehrmacht en territorio soviético, y con la que finalmente Alemania saldrá victoriosa de la guerra.
El silencio prosiguió por unos largos instantes más, al igual que las palabras de Hitler.
—Invadiremos el este de Europa, aniquilando a todo el que ose posicionarse en contra de la voluntad del Tercer Reich. Acabaremos con la raza eslava de una vez por todas, convirtiendo sus tierras en una nueva y grandiosa Germania.
Ambos mariscales de campo quedaron perplejos al oír las palabras de su Führer. Erich, en pleno ataque de escepticismo venció al miedo en su interior, y en un tono afable y manso pronunció las palabras que marcarían el principio del final de la calma en aquella lúgubre estancia.
—Pero mi Führer, ¿cómo piensa materializar tales espléndidos planes?
Hitler alzó lentamente la mirada, por primera vez desde el comienzo del encuentro. Y cuándo la sobrecogedora mirada de su Führer se cruzó con la suya, Erich, en un movimiento rápido y casi involuntario, volvió a bajar la suya en acto de sumisión. Las psicopáticas intenciones de Hitler eran evidentes desde el inicio de la reunión, pero no todo era tan obvio…
—Alemania intervendrá con las Heer, las Kriegsmarine y la Luftwaffe simultáneamente en la operación militar más grandiosa de la historia de todas las guerras. Mariscal von Manstein, imagine la cifra de un millón seiscientos mil soldados, junto con dos mil quinientos tanques Panzer, apoyados por cuatro ejércitos rumanos, italianos y húngaros, rodeando y reduciendo a nada más que meras cenizas la ciudad de Stalingrado… — De la garganta de Hitler, de improvisto una sádica carcajada nació, impactando contra el muro de «cordura» de los dos mariscales de campo que escuchaban atónitos la explicación de la estrategia militar. Hitler prosiguió;
— …debilitaríamos la moral del Ejército Rojo, sus pueblos se volverían contra Iósif Stalin y Alemania podría concluir la invasión antes del invierno. Al fin y al cabo, el estado Soviético no es más que un gigante con los pies de barro, ¿no cree, mariscal Manstein?
Y una siniestra carcajada acompañada por una diabólica sonrisa marcó el final de la intervención del Führer, éste no parando de mirar fijamente a los ojos del mariscal Manstein. De repente y desde el silencio más acogedor, otra voz emergió entre tonalidades de mansedumbre…
—P… pero mí Führer, lo que usted plantea es sumamente arriesgado; Leningrado y Sebastopol continúan resistiendo los cercos norte y sur respectivamente, y la ofensiva contra Moscú… — Friedrich Paulus hizo una corta pausa entre un profundo recelo, y bajando su mirada escenificando así una fuerte decepción que impactaría duramente en el rostro de Adolf Hitler, terminó la frase;
— …la ofensiva contra Moscú ha fracasado.
Rápidamente, la atmósfera de aquella habitación sombría se tiñó de una cargante capa de rabia y resentimiento, ahogando ésta las podridas almas de ambos mariscales. Una especie de «toc, toc, toc» comenzó a sonar sobre el resentido techo de la edificación, avanzando a través de las vigas de madera hacia los pilares de hormigón, y desde éstos, incrustándose en la psique de los dos hombres allí presentes, siendo el último restante no un hombre, sino una bestia, una criatura de los mismísimos infiernos…
…y aquel sonido seguía incrustándose, penetrando violentamente en las mentes de ambos mariscales, no siendo únicamente las lágrimas de las nubes bajas que cubrían el cielo del norte de Berlín, sino también el conteo de los dedos del diablo, esperando, anhelando la hora en la que esos hombres serían carnaza para éste.
—¡¡Wie kannst du es wagen!! Maldito imbécil, ¡¡wie kannst du es wagen zu widersprechen!! ¡¡Cómo se atreve a contradecirme con tales despreciables mezquindades!!
—Lo siento mi Führer, no era mí inten… — Pero sus disculpas fueren estériles, viéndose interrumpidas, de nuevo, por Hitler.
—Estén atentos; muy pronto recibirán toda la información necesaria con las instrucciones pertinentes para dirigir esta operación. — Se levantó impetuoso, finalizando el movimiento con el saludo fascista. Ambos mariscales se levantaron siguiendo al Führer, y con un enérgico «¡¡Heil Hitler!!» firme y claro a la vez que golpeaban sus talones entre si simultáneamente, dieron por finalizado el encuentro.
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