#la casa de los eternos
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Venía a querer presumir mi firma nueva aquí también porque la verdad me emociona la nueva aesthetic que planeo para Ileana
also que dejé easter eggs de lo que ha sucedido en su ausencia, como de lo que se avecina
i'm just saying there slightly might o might not be some kind of patricide... but not exactly that... but something like it
P.D.: supe que no podía abandonar kaelkoth templo máximo del folliroleo y la depravación con tendencias a volverse secta, en especial viendo su actualización de nuevo sistema de juego
@kaelkoth tu humilde servidora vuelve de rodillas por su flagelación, y en su defecto que la imparta el puto de ezekiel @bei-xxx
#hrowdyn mas te vale empezar a contar tus días#he tenido la epifanía de que la relación de hrodwyn y ahelissa haya sido muy como la de gone girl#if you know you know#lo que significa también que pronto podré cumplir mi fantasía de abrir un diario de ahelissa para tener insight de la casa ravenhill#y obvio también de cómo ha sido el matrimonio con el patriarca#y también de su backstory why not#también se viene backstory de hrodwyn#tengo esta pequeña idea de caso detectivesco con ileana#eso y que también quiero revelaciones de la historia antigua de los ravenhill#aka ileana se ha mudado a la casa ancestral en el bosque eterno durante su ausencia y técnicamente aun reside ahí#se vienen cositas uwu#also un mini cameo sorpresa#pero eso sigue en bocetos todavía#lysander te amo dejame hacerte un hijo con ileana pofavoh su útero te necesita#ok ese fue mi fangirleo momentáneo#ya me recuperé#also que la ileana hater de dioses resulta que le reza a lo largo de los años a ozzi???? y que le deja ofrendas en sus templos cada tanto??#rpg#kkoth#los extrañé
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Mi sentir🤍
Me haces sentir que mis problemas, pequeños son,
que siempre hay un camino para seguir adelante con fe.
Tu voz, como un susurro, en mi mente resonando,
y tus palabras, claras y dulces, calmando mi ser.
Amo la manera en que me muestras la esperanza,
La mágica forma en que, junto a ti, mi alma avanza.
Es inexplicable todo lo que siento,
solo sé que es inmenso y eterno
Y así, en cada sílaba escrita con cuidado,
intento expresar la admiración,por todo lo que eres.
cada momento a tu lado es como poesía,
en cada verso, canción, en cada palabra,
siento la fuerza del amor que nos guía.
en estas líneas, con amor entrelazadas,
expreso mi gratitud y mi devoción,
porque tu,mi amor, me haces sentir amada.
Tu amor me ilumina, me hace volar,
en tus brazos encuentro mi lugar.
En cada momento, me haces creer,
que no hay obstáculo que no pueda vencer.
Tu presencia me llena de una calma profunda,
como si el universo me susurrara al oído una respuesta rotunda.
Es inexplicable lo que siento por ti,
solo sé que es tan grande que
siempre se puede un poco más contigo
En cada verso, te encuentro, te siento,
tu amor es el poema, la melodía serena,
me inspiras a amar, a creer, a luchar,
contigo, en mis versos, se desvela la pena.
Sensual, evocativa, se vuelve mi voz,
amor, política, mundo natural,
todos mis pensamientos, en uno soy,
equilibrio y unidad, en este baile celestial.
estructura precisa, cada línea une, como en un abrazo sincero,
misterioso, profundo, en cada palabra se atiza,
un poema que evoca un amor sin prisas
Me gusta cómo me alivias en momentos.
Cosas antes vacías, ahora tienen sentido,
cuando tú estás junto a mí, todo es bienvenido.
Adiós a mis penas, a la tristeza y el llanto,
juntos enfrentaremos cualquier quebranto.
Eres la voz que calma mis pesares,
la razón que enfrenta mis temores,
tus palabras abren nuevos horizontes
y hacen pequeños mis problemas mayores.
Canciones que escuchaba sin razón,
al estar contigo cobran significado,
el amor fluye en cada melodía,
lo que antes era opaco, ahora es amado.
En tu mirada, encuentro esperanza,
como si el universo me hablara en secreto,
me transmites un sentimiento eterno,
algo inmenso, indescriptible y completo.
Tu compañía llena mi alma de dicha,
siento que todo en ti está bendecido,
no todo está perdido, me haces ver,
que en cada paso, el amor está unido.
Tus abrazos son como poesía viva,
que me envuelve con su dulce encanto,
haces aflorar los sueños más ocultos,
y despiertas mi ser con un solo canto.
Eres lo que inspira mis versos,
la luz que guía mis letras en vuelo,
en ti encuentro la pasión desbordante,
que acelera mi corazón y es mi anhelo.
Con cada verso, quiero celebrarte,
y rendir homenaje a tu ser especial,
tú, que eres fuente de amor y alegría,
mereces elogios por siempre, sin final.
Gracias por ser mi eterna inspiración,
por regalarme amor sin condición,
en cada paso, en cada verso cantado,
celebro tu existencia con devoción.
Oh, tú que alivianas mi carga,
Tu presencia sofoca mi difícil situación.
Las melodías una vez vacías de profundidad y significado,
Ahora resuenan con propósito.
el universo me susurrara al oído,
asegurándome que estás cerca,
Un sentimiento inexplicable, tan vasto y grandioso,
Un amor que sé que es infinito y valioso.
Es Indescriptible, la profundidad de mis emociones,
Sin embargo, sé que es inmenso y sin limitaciones.
Infinito y eterno, nuestro amor será,
Un testimonio del poder, entre tú y yo.
Tus palabras, tan pocas, pero llenas de significado,
Responden preguntas que me persiguieron durante años
En tu compañía, mi corazón se tambalea,
En la unidad y el equilibrio encontramos la armonía.
Tus palabras desentrañan misterios que he buscado,
Respuestas reveladas, con claridad aportada.
me haces entender en silencio,
que el amor verdadero es eterno y sin igual y que
Mientras esté contigo nada me puede quebrar.
-Pararuby
Esto lo escribí esa vez que fuy a tu trabajo que llegaste a mi casa en carro y escuchamos música todo el camino y que pasemos todo el día después de tu turno recuerdo que hablábamos de lo bonito que sería tener un auto para nosotros y pasear juntos siempre y también recuerdo que decías que sentías tan bonito el estar paseando conmigo y que te sentías muy feliz.
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hermanaa 😫 necesito una segunda parte del enzo soft dom en público ♥️ ✨
Preludio ♡ +18!
Calladita fue todo lo que Enzo susurró a tu oído durante el viaje en taxi, una mano entre tus muslos y sus ojos en el espejo retrovisor. Con un sutil toque te ordenó separar las piernas y obedeciste por temor a empeorar el castigo con el que amenazó; si le sorprendió encontrarte sin ropa interior no lo dijo y tampoco lo demostró.
Sus dedos te llevaron al borde del orgasmo y cubriste tu boca para no dejar escapar ningún sonido delator, pero entonces se detuvo y antes de que pudieras protestar el taxi también lo hizo. Bajaste del vehículo rápidamente e ingresaste al edificio, Enzo pisándote los talones y llevando tu pequeño bolso entre sus dedos.
Ahora te preguntás cómo pudiste ser tan ingenua y creer que tu castigo se había acabado en el asiento trasero del taxi, que lo peor había sido no poder llegar al orgasmo. Ahora comprendés que si Enzo dijo en casa, fue porque sólo en la comodidad de su hogar puede sostenerte sobre sus rodillas para destruirte.
Arde, querés decirle. Perdón, intentás una y otra vez, pero la pieza de lencería que ocultaste en tu bolso está ahora en tu boca para silenciar tus gritos, como si el sonido de sus golpes en tu piel no fueran evidencia suficiente de lo que está ocurriendo. Cuando su mano impacta sobre tus pliegues y tu clítoris gemís, avergonzada.
Tira de tu cabello y te hace una pregunta que no comprendés pero que tampoco podés responder debido a la mordaza improvisada. Enzo golpea tu mejilla y observa tus ojos tornarse vidriosos y el sentido común abandonando tu mirada.
Hace una mueca y sólo podés suponer que está burlándose, pero luego suspira y el agotamiento que reflejan sus facciones hace sentir fatal, culpable, la peor decepción. Tu cerebro te grita que tenés que hacer lo que sea para complacerlo y así lograr que se sienta orgulloso de vos nuevamente.
-Yo no quería hacer esto- y araña las marcas en tu piel-. Ahora mismo tendríamos que estar durmiendo, pero a vos se te ocurrió portarte como el culo porque querías atención.
Buscas consuelo en las sábanas para no tener que enfrentar su rostro y no parece hacerle mucha gracia, porque decide introducir dos dedos en tu interior y comienza a moverlos rápidamente. Gritás y te retorcés, pero tus brazos están entrelazados en tu espalda y el agarre de Enzo en tus muñecas imposibilita tus movimientos.
-Así vas a aprender- dice entre dientes-. ¿Te vas a portar bien ahora?
Asentís desesperada y te gustaría poder decirle que tu buen comportamiento será eterno, pero no es posible porque -obviando que te privó del habla- la forma en que abusa de tu interior y las yemas de sus dedos rozando tu cérvix te hacen llorar. Sentís su erección golpeando tu costado y la humedad que mancha su ropa interior provoca que tu piel se erice, pero con cómo están las cosas...
-Decime una cosa...- detiene sus movimientos-. ¿Querías que Matías vea que no tenías nada abajo del vestido?
taglist: @madame-fear @creative-heart @recaltiente @llorented @chiquititamia @delusionalgirlplace @lastflowrr ♡
#letters to enzo#deep in thought#deep answers#enzo vogrincic#enzo vogrincic smut#enzo vogrincic x reader#lsdln cast
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Viendo que ya es casi un año ahora imagino un HC de Chayanne en sus primeros días 🥹💕
Supongamos que en lugar de huevitos eran niños (o al menos en apariencia porque, ajá, híbridos de dragón xd) y en ese momento eran unos bebés, muy apenas tendrían algunos meses.
Entonces, Missa siendo un Grimm reaper, se siente extraño teniendo algo de lo más frágil que puede haber en el mundo de los vivos a su cuidado, en su trabajo se encarga de llevarse las almas al descanso eterno y ahora le han dicho que, contrario a su naturaleza, debe preservar esa vida y que si por alguna razón no lo logra sufrirá consecuencias, y no solo él, sino la otra "desafortunada" persona que tuvo que ser emparejada a su lado.
Mucha, demasiada presión a decir verdad...
Aún así intenta no externar sus temores y acepta con gran disposición la ayuda que su nueva pareja le brinda, incluso siente un poco de culpa por creer que solo vuelve más difícil las cosas al no saber nada sobre cuidado de infantes y que Phil prácticamente se debe encargar de dos personas.
Al principio sostener al niño lo asusta un poco ¿y si lo lastima al ser brusco por accidente? ¿si de alguna forma se le cae? tantos pensamientos catastróficos pero vaya, el pequeño y regordete bebé es absolutamente ajeno a eso, de hecho ha mostrado tener un gran gusto por estar en su regazo y además parece muy interesado por la curiosa particularidad del mayor en su piel traslúcida que a cada rato pellizca con sus deditos.
Philza también se encarga de alentar, a su ahora, esposo y le asegura que confía en su juicio para cuidar a Chayanne cuando los deja solos, entiende que a diferencia suya el nunca antes había estado a cargo de otra persona -hablando en términos de mantenerlo vivo- (mucho menos de un bebé) y no desestima sus miedos, hace lo posible por darle confianza, y aunque no lo hubiese dicho en voz alta, también le enternece demasiado cada ocasión que regresa a casa y se encuentra con la bonita imagen su nueva familia que siempre le recibe con alegría.
También se ha fijado que Chayanne siempre está muy calmado cuando Missa lo sostiene, no llora y hasta se queda dormido más fácil cuando él lo arrulla, es la envidia de los otros padres desvelados con sus respectivos niños. En realidad desde el principio fue curioso como el bebé conectó tanto con su papá, aún si no era capaz de verbalizarlo se notaba en como sus ojitos brillaban con solo escuchar su voz, eso y que Phil se había fijado como "curiosamente" el pequeño pide toda la atención de Missa ni bien se da cuenta que está cerca.
Y claro que Missa no le va a negar nada a su pequeño guerrero, se siente tan feliz de recibir todo ese cariño, es un tipo de afecto que nunca antes había experimentado y es hermoso ¿como una cosita tan pequeña había movido tanto su mundo? y claro, ni hablar del encantador esposo que se consiguió también 😎
#pissa#death family#qsmp chayanne#qsmp missa#qsmp philza#hc's so fluff that i have#baby chayanne my beloved#i miss the family so much
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"girls (and haechan) just want to have fun"
notas e avisos. MUITO sugestivo, uns amassos com haechan em uma festinha. pros 2 anons que pediram umas beijocas na boca com ele. algumas palavras de baixo calão, menção à sexo.
DongHyuck era o garoto gatinho da sua sala. Divertido, malandrinho, desenrolado. Dividiam o mesmo ciclo de amigos, e isso trazia vocês para aquela situação: uma festa na casa de Renatinho.
Hyuck era um rapaz muito direto, e era obvia a atração que ela sentia por você. Fazia questão de te lançar olhares, sorrisos, piscadas. Você permanecia ao lado de suas amigas, mas não ligava de ter seu ego amaciado pelas cantadas dele, ou pelas mordidas de lábio nada castas.
"Cê sabe que o Haechan tá doidinho pra ficar contigo, né?" — sua amiga pergunta, dá um gole na própria bebida, distraída.
"Ah, se ele quisesse mesmo já tinha chegado aqui." — é o que você diz. Se ao menos tivesse prestado mais atenção, teria reparado Hyuck bem atrás de você. Sua amiga sai de cena, sem graça, os deixando sozinhos. Você vira para trás devagar, dando de cara com Hyuck olhando-a sapeca.
"Pode ficar tranquila, que eu não iria embora sem te beijar antes." — murmura dando um gole na própria cerveja, encosta na parede ao seu lado, ficando frente a frente com você.
"Ah, Hyuck, me erra! Quem disse que eu quero ficar com você?" — você provoca, recostasse na parede também, e logo ele vem para sua frente, quase escondendo seu corpo com o dele, entre seu peitoral e a parede.
"Faz isso comigo não, linda..." — murmura aproximando o rosto do seu.
Tê-lo tão pertinho de si, falando baixo, com aquele perfume maravilhoso era impossível de negar. A boquinha de DongHyuck se aproxima da sua, ele sela seus lábios devagarinho em um selinho molhado. As mãos grandes descem para sua cintura, onde ele aperta com vontade, trazendo seu quadril para mais perto de sua própria pélvis. Ele passa a língua por seus lábios então, e você aprecia o gostinho de cerveja no beijo que se movimenta de maneira lenta, e sensual.
Aproveitam o canto escuro, Haechan praticamente te engole contra aquela parede bagunçando seus cabelos, maquiagem, e consequentemente sua calcinha. Faz questão de moer o quadril no seu, para que sinta ali a ereção presente. Ele também se sente quente. A respiração descompassada, os lábios já estão inchadinhos, e a única coisa que Haechan faz é pedir a Deus que ele tornasse aquele momento eterno.
Se ele soubesse antes que você beijava tão bem, teria pedido pra ficar com você no início da resenha. Ele dá leves e tímidas estocadas, mesmo de calça sente o alivio no comprimento duro que só pede por um pouco de contado. Tão gostoso. A destra sobe disfarçadamente para seu seio, onde aperta com delicadeza, enquanto a canhota desce até sua bunda, e alí não tem delicadeza nenhuma. Vocês gemem uníssono, a vontade de Hyuck é tirar a roupa e foder com você ali mesmo, e talvez fosse o proibido que deixasse tudo tão gostoso.
A destra agora desce, caminha por suas costelas, sua cintura, seu quadril, até chegar no meio de suas calças, onde ele enche a mão para apalpá-la, tornando sua calcinha mais molhada ainda — se fosse possível. Afim de retribuir o favor, você acaricia com a canhota a barraca na calça de Haechan. Ele morde seus lábios com força, quase rosna quando você passa a acariciá-lo com mais força. Sobe as mãos novamente, o abraça pelo pescoço, e novamente Hyuck agarra sua bunda com as duas mãos, trazendo seu corpo para bem pertinho do dele. Amassa você contra a parede, não para de movimentar a língua em sua boca nem por um segundo. Quando começa a cogitar a ideia de pedir um uber pra qualquer lugar onde possa tirar sua roupa, é chamado por Renato.
"Hyuck! É você"
"Ah, mano, qual é, sai fora!" — Hyuck reclama. Está todo vermelho, o rosto inchado, a boca toda manchada de batom e o cabelo bagunçado - isso sem falar do pacote do Sedex extra peso que ele carregava na cueca.
"Não dá! O Nana 'tá lá chorando de novo pela mulher, falou que vai se jogar da janela. Colé mano, me ajuda aí, namoral." — Haechan suspira fundo, fecha os olhos, conta até três, e engole a súbita vontade de esganar um dos melhores amigos. Vira-se para você, que esta tão bagunçadinha quanto ele, enquanto sorri calma.
"Vou lá ver o que 'tá acontecendo, e já volto, tá? Se quiser, pega uma parada 'pra gente comer, uh?" — ele sela seus lábios carinhoso, e te deixa ali de pernas bambas, não antes de dar um pescotapa no amigo que havia atrapalhado um amasso gostosinho com você.
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"Déjame cuidar de ti, amor"
Hello amixes! Este es mi pequeño aporte (de 600 palabras más o menos) para el reto que de mi amada Cali @the-californicationist. Hace mucho tiempo que no escribo ficción, o algo que no sea de trabajo, así que puedo estar un poco oxidada.
Aproveché que me he sentido muy estresada y solo quiero que uno de los chicos de COD me cuide. ¡Espero que les guste! Va con mucho amor.
_________________
Era un viernes por la noche cuando llegaste del trabajo, tu cabello húmedo y la ropa goteando porque ¡sorpresa! Comenzó a llover, no habías llevado un paraguas y tuviste que correr por todo el estacionamiento, usando unos lindos pero incómodos zapatos de tacón. Tu semblante era tan feroz como el clima, un ceño fruncido que provocaría un dolor de cabeza más tarde y los labios torcidos en una mueca que no aflojó al oler esa rica loción después del afeitado que tu hombre usaba, las notas de un perfume ahumado embriagaron tus sentidos y condujeron tus pasos hacia el pequeño balcón, donde podías atisbar la poderosa fisionomía del susodicho.
Cuando escuchó el golpeteo de los pies en el suelo de madera pulida se volteó, dejando caer el vaso sobre la mesa de cristal y atrayendo toda su atención. Sus ojos, tan profundos e intensos, bebían el contorno de tu figura mientras te quitabas la ropa mojada, dejándola en el suelo sin importarte que parecieras desesperada.
— ¿Algo que te esté molestando, amor? —preguntó, alisando su regazo y tendiéndote la mano para que pudieras sentarse a horcajadas sobre él.
Suspiraste, dejándote caer sobre su cuerpo robusto y cálido, presionando tu rostro en la deliciosa curva de su cuello. Llevaste las manos a su pecho descubierto por la camisa blanca desabrochada, acariciando los pectorales cubierto de vellos que escondían tiernas pecas y cicatrices tenebrosas por toda su piel tostada luego de haber combatido en numerosas guerras.
—Es esa perra en el trabajo de nuevo, no deja de molestar y mis jefes no hacen nada para detenerla —murmuraste, subiendo los delicados dedos para acariciar el contorno de su mandíbula fuerte.
—Amor, solo tienes que decir la palabra y está hecho. No tienes que seguir trabajando cuando soy más que capaz de cuidar de ti y darte todo lo que necesitas —contestó el mayor, su mano izquierda amasando la carne desnuda de sus muslos, mientras que la otra sujetaba tu cuello y te instaba a mantener el contacto visual.
Como un depredador que acecha a su presa, se inclinó y a su vez te acercó por el agarre en tu cuello, para delinear tus labios con su traviesa lengua antes de devorarte en un beso que inició un incendio forestal desde tu pecho hasta tu vientre. La boca del hombre te bebía como el líquido que yacía olvidado a su lado, mordiendo los labios, chupando sensualmente la lengua y comiéndote con abandono, consumido por la pasión reprimida entre tu estresante trabajo y la pila de informes que le esperaba después de cada despliegue.
—No quiero ser una carga para ti… —afirmaste entre besos, enterrando las uñas en su pecho y acariciando la piel lastimada por la fuerza con la que te sujetabas.
Para ese momento, sus manos callosas y experimentadas dirigían los movimientos de tu cuerpo en su regazo, permitiéndote sentir la fuerza de su virilidad que se presionaba deliciosamente contra tu clítoris vestido. La ropa interior húmeda se pegaba a ese lugar que ardía de deseo por tu hombre, que estaba muy ocupado en convencerte para que fueras una buena ama de casa para él y dejarás de sufrir tanto a manos de un trabajo donde no te valoraban.
—Dame la oportunidad y te daré el mundo eterno, amor.
Sus palabras se escucharon como un ronroneo seductor para tus oídos, acompañado de sus manos tirando de las pocas prendas que tenías para desnudarte a sus ojos y hacerte suya nuevamente, esta vez para siempre, mientras planeaba un futuro donde estuvieras llena con sus bebés regordetes y lo esperaras con los brazos abiertos al retirarse.
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Oração
parte I † parte II † parte III
sinopse: um casal de amantes nada covencional vivendo seus desejos da maneira mais impura possível.
nota da autora: o final. SEM REVISÃO.
aviso de conteúdo: culpa (católica) e remorso & tesão e muito angst.
idioma: português (Brasil) | pt-br
contagem de palavras (no total): 2680 palavras
"sangue do sangue"
PARTE III
Logo cedo de manhã, mal tendo aberto seus olhos e dissipando o sono de seu corpo, Charlie recebeu uma mensagem de Maria, lhe pedindo um momento para eles conversarem. Deixando bem específico que a conversa deveria ser em contexto privado, o homem não pensou duas vezes em chamá-la para tomar um café na casa paroquial – sem segundas intenções, o que era surpreendente para um espírito tão maculado quanto o dele. Porém naquela manhã desta quinta-feira ordinária, Padre Charlie Mayhew acordou com um amargo na boca e uma sensação ruim no estômago que lhe anunciou não ser um dia comum.
Tomou seu usual banho gelado matinal para despertar o corpo, escovou os dentes e cuidou da pele como forma de manter-se em boa aparência, já que seu corpo nada mais era que uma habitação de sua alma, então havia a necessidade de mantê-lo sempre no seu melhor estado: limpo, firme e impecável. Enquanto escovava os dentes, se encarando profundamente no espelho meio embaçado do banheiro, ficou refletindo sobre as suas últimas decisões… O dia que foi nomeado para a diocese até o momento que cruzou os olhos e deixou-se levar pelos desejos mundanos ao se deitar com uma mulher, tudo havia se tornado uma fina linha áspera que o dividia entre os deveres do sacerdócio para com seus próprios desejos carnais. Havia uma dor que transpassava seus ossos e sua carne para sua alma que o feria feito um ferro sendo derretido em cima dele: uma sensação pesada e melada o queimando todos os dias, um eterno martírio do espírito que já não era mais santo.
Ele nunca foi. Cuspiu a espuma esbranquiçada na pia, curvando-se para enxaguar a boca, sentindo que aquele ato breve de limpeza e frescor o suspendeu um pouco da constante sensação de imundície que ele se encontrava. Estava impregnado na carne já. Era difícil de arrancar aqueles pecados profanos de si. Respirou fundo rezando um Pai-Nosso enquanto lembranças impetuosas dos momentos de prazer irrigavam todo seu sangue da sua cabeça até seu pau. Bendito seja feito a Sua vontade!
Deslizou descalço até seu quarto onde se sentou na beirada da cama, coberta de lã branca limpa, cheirando a sabão em pó e amaciante concentrado que adretavam seu olfato o fazendo se recordar de casa. A mãe preparando café da manhã enquanto o pai sentado à mesa, antes de ir trabalhar, folheava o jornal do dia. Bons tempos onde a inocência reinava e o protegia das malícias do mundo. Com controle, deixou as mãos no colo, o membro íntimo ainda rígido sobre o toque, engoliu o gemido da sua fraqueza e ao invés de se tocar para aliviar o desejo que cresceu no meio das pernas, optou por se manter firme nos seus princípios, rezando extenuante até a mente cansar e aquelas imagens se tornarem borrões vagos no meio de recordações onde ele exercia seu dom: o de ministrar a Santa Palavra de Deus, vestido com sua batina preta, o colarinho branco na garganta, os cabelos penteados para trás e a voz inspiradora se tornando um eco sagrado na igreja.
Ele deveria ser forte, um verdadeiro soldado de Deus naqueles momentos de tempestade, e usar com sabedoria o verbo da palavra para agir conforme seus últimos esclarecimentos. Naquela noite estranha de sonhos desconexos, sozinho em seu aposento, ele recebeu uma mensagem que julgou vir diretamente de Deus. A imagem era de da Mãe de Deus em sua túnica vermelha, chorando com a expressão de desalento, encarando-o de cima e carregando nas mãos um bebê. Obviamente Charlie tomou aquilo como uma mensagem divina que ele era responsável pelo Filho de Deus e cabia a ele segurá-lo em mãos e mantê-lo vivo e presente entre a comunidade.
Simples.
Terminado suas preces, se trocou com sua usual roupa do dia-a-dia: a camisa social de algodão preta, a calça de alfaiataria da mesma cor, o conjunto de botas de couro carmim. No dedo anelar da mão esquerda seu anel de São Miguel Arcanjo, para lhe proteger das batalhas mais cruéis contra os demônios. No peito uma incerteza em rever o rosto de Maria. Realizou sistematicamente seus afazeres até o horário que eles iriam se reunir: ajudou as Irmãs na horta, rezou um terço, preparou sua homilia para a missa da sexta, foi na padaria para comprar algumas quitandas que sabia serem as preferidas de Maria. Quando o ponteiro do relógio da sala da casa paroquial indicou que faltavam quinze minutos para o horário combinado – e tendo em mente a pontualidade da mulher, Charlie foi fazer o café à moda tradicional, fervendo a água, jogando o pó que foi moído naquele dia no coador, coando e passando para a garrafa térmica. O cheirinho de café inundou a cozinha, o deixando mais relaxado.
Arrumou a mesa com o que havia trago da padaria, o bolo de chocolate e os pãezinhos doce com recheio cremoso em pratinhos. As xícaras na mesa e as colheres nos pires para o açúcar retratavam um quadro casual e íntimo demais que o deixou com uma leve vergonha de si mesmo.
A campainha tocou, anunciando a chegada de Maria.
Santa seja, Rainha Imaculada!, proferiu baixinho antes de abrir a porta, se deparando com a mulher da sua vida, alma do seu corpo, pecado dos pecados, parada vestida com seu vestido longo de seda, alça finas, naquele profundo azul-carbono, cabelos soltos e expressão tensa a sua porta. Charlie engoliu os maldizeres que irromperam sua mente, olhou brevemente para os lados querendo encontrar algum bisbilhoteiro mas foi interrompido com a pressa dela de entrar na casa, soltando com a voz afobada:
— Ninguém tá lá fora, pode ficar tranquilo!
Seu aroma floral o entorpeceu assim como a presença dela que preencheu o espaço todo da sala. Ele rapidamente fechou e trancou a porta, conferindo mais uma vez na janela ao lado se realmente estavam seguros. A rua estava vazia, reflexo da normalidade tediosa daquele lugar. As poucas irmãs que moravam com ele, mais para ajudá-lo com alguns afazeres, estavam passando a temporada no convento principal, que ficava a algumas ruas a frente da casa paroquial, o permitindo ter acesso a elas quando quisesse e precisasse e também uma privacidade para si mesmo. Por isso que as noites e madrugadas adentro soterrado no prazer da carne de Maria eram tão fáceis: ele praticamente ficava a maior parte dos dias e noites sozinhos, era quase como se elas permitissem que ele vivesse tal qual um homem no auge dos vinte e tantos anos de idade normalmente, esquecendo de seu posto como sacerdote. Maria conhecia a casa paroquial como a palma de sua mão: a sala principal com a bicicleta ergométrica que Padre Charlie usava em seus treinos, o corredor que levava até um dos banheiros e a um quartinho embaixo da escada, a escada que subia para um corredor que conectava quartos vazios, janelas abertas com cortinas rendadas que balançavam, o banheiro principal onde ambos já se banharam e fuderam bastante, e lógico… o abençoado quarto dele que dispensava lembranças.
Ela olhou para ele com um ar inquieto, Charlie sorriu cavalheiro apontando com as mãos sua direita, onde havia um pequeno degrau de dois lances que descia para a copa e a cozinha.
— Venha, vamos tomar o café! Acabei de passar… — Maria confirmou com a cabeça, indo na frente dele. Os olhos do homem seguiram a forma dos quadris dela, a suavidade dos ombros e a forma como ela segurava uma bolsa pequena – que ele acabou de notar sua presença – entre os dedos de unhas pintadas de preto. Ela calçava uma sandália trançada nos tornozelos cor palha seca, expondo na canela direita a tornozeleira fininha com um crucifixo em prata pura que Charlie lhe deu de presente. Ela usava aquela maldita peça só em momentos bens específicos – como na noite do aniversário dele, no casamento da irmã mais velha, no batismo do filho de um amigo dela.
Haveria uma grande anunciação naquele dia.
Maria entrou na cozinha, familiarizada com as paredes amareladas e os armários brancos, a mesa com uma toalha de bordas rendadas alva, a garrafa térmica preta. Ele de fato preparou um café da tarde para eles. Sorrindo envergonhado, Charlie tinha ambas as mãos na cintura esperando alguma reação positiva, uma afirmação boa vindo dela com seu café posto à mesa. Recebeu uma jogada de ombros, uma mão brusca puxando a cadeira pesada de madeira na outra ponta da mesa quadrada, encostada na parede à sua esquerda, sentado, encarando-o com o olhar carregado de contestações.
— Que o café esteja do seu agrado! — Sua voz saiu rasgando com desgosto, sentando na outra ponta enquanto cruzava as pernas, encarando-a com aquele ferro líquido que queimava sua alma, pesado, metálico. Maria pegou sua xícara e se serviu com o café, bebericando lentamente sob o olhar cortante de Charlie. Sua demora para desocupar sua boca o deixando doido. Limpou sua garganta, o pomo de Adão descendo e subindo com a frase que estava estagnada na sua garganta:
— A que devo a honra de sua visita em plena quinta-feira à tarde?
A pergunta ficou suspensa entre os dois, pingando seu veneno entre a suposta causalidade em que eles se encontravam, manchando-os com toda aquela carga de culpa cristã que rasgava suas almas. Era hora de expurgar os pecados. Maria abaixou lentamente a xícara até encostá-la na mesa com um ruído ínfimo. Charlie se encostou na cadeira, cruzando os dedos, aguardando sua resposta. Ela molhou os lábios para facilitar a passagem daquelas palavras tão rígidas:
— Precisamos parar com o que temos… Isso já escalonou num nível insuportável para mim, eu não consigo — ela parou, segurando o choro dentro de seu peito: — eu simplesmente não consigo mais suportar tudo isso. Não é certo.
Charlie ficou estático, cético com o que acabou de ouvir. O que era uma hipocrisia vinda dele mesmo já que as palavras que saíram dos lábios de Maria eram exatamente o que ele iria falar. Mas aquilo vindo dela… Soava como uma traição. Eva mordendo do fruto proibido, levando Adão a ruína. Sansão sendo seduzido e traído por Dalila. Ele se sentia um Pedro traíndo Jesus Cristo naqueles momentos de luxúria, negando-o repetidas vezes enquanto se perdia naquela Madalena. Um ódio estranho tomou conta de si, o coração pesado e sangrento tomou conta de sua ações:
— Quem você pensa que é para simplesmente vir até minha casa e depois de me seduzir, querer acabar com tudo como se isso fosse o suficiente para todo o estrago que me provocou? Madalena! Prostituta do Diabo! Eu te condeno! — Cuspiu com ódio. Lágrimas transbordavam no rosto angelical de Maria, a expressão de deslocamento tomando conta dos olhos que caíram, perderam o brilho, enquanto levava as mãos até o coração. Charlie se levantou num pulo, os punhos fechados sustentando seu enorme corpo que vertia para a frente, ameaçador:
— Maria, eu te ofereci um ombro amigo e você me devorou o corpo inteiro! Eu quis ser seu pastor mas você queria que eu fosse seu esposo! Você me tentou, seduziu… Me fez pecar! Isso é heresia, sabia? E sabe o que é pior nisso tudo? Eu te amei feito um louco. Confiei em você como um cão. E em troca recebo espinhos das rosas que pensei ter colhido…
— Mentiroso.
— O que disse?
— Mentiroso. — Repetiu a palavra entre lágrimas, sustentando o mesmo olhar de rancor que ele. Charlie engoliu a ira fortemente, os ombros tensos despencaram assim como seu próprio corpo na cadeira, o suspiro pesado escapou lento pelo nariz. Ela tinha razão. No final das contas ele não passava de um covarde mentiroso. Maria enxugou as lágrimas com as mãos trêmulas:
— Eu não vou carregar o fardo da culpa sozinha, se é isso que você pensa e quer Charlie… Não mesmo! Durante todo esse tempo eu acreditei e acredito que tudo o que vivemos, mesmo que escondidos, foi completamente recíproco. Então não me venha apontar agora os dedos, me acusando de ser uma… uma… prostituta ou o que quer que seja, porque se eu sou uma pecadora, você é tão mais pecador do que eu.
O silêncio sepulcral ornamentou o sepultamento do relacionamento deles.
Maria ergueu os ombros, ajustou a postura, levantou-se e caminhou para sair quando sentiu seu pulso ser agarrado. Olhou para o lado, a cabeça levemente abaixada, com o olhar de desprezo e lábios cujo cantinhos tentavam segurar a angústia. Charlie tinha os olhos escuros brilhosos – lágrimas inquietas que queriam escapar. Sussurrou em súplica:
— Por favor, não me deixe.
A mulher ergueu os olhos para cima, o teto branco, a luz natural, Deus observando-os de cima. Murmurou algo incompreensível, sua voz sibilando em chiado nos ouvidos de Charlie, então o voltou a encarar, com um pesar que contorcia seus olhos entre a dor da separação e o amor enorme que sentia por ela.
— Se eu não te deixar agora Charlie, eu estaria abrindo mão de viver toda a vida que mereço viver. Infelizmente você não entende isso.
Ele apertou o pulso dela, porém ela foi mais forte desenroscando-o e tirando sua mão com um puxão brusco. Charlie voltou estático para a frente, os olhos vazios focando em um ponto qualquer, uma moça posando no bolo intocado que ele comprou para a ocasião. Quando ouviu a porta principal sendo destrancada e aberta, sua vontade foi de levantar e correr até ela, se agachar diante Maria, rezar por ela, fazê-la ficar com ele por toda uma eternidade… O baque da porta se fechando e o silêncio absoluto da casa o trouxe para a realidade.
Sozinho, ele chorou.
…
Dias se passaram.
Semanas dobraram na esquina.
Meses se tornaram meras páginas de um calendário sendo removidas.
O ano terminou e recomeçou como sempre, trazendo esperança e desejos renovados de uma vida melhor. A memória era só mais um punhado estranho de imagens que vez ou outra passavam na sua mente.
Padre Charlie Mayhew estava sentado na sua cadeira, aguardando o coro finalizar o louvor, uma mão apoiada no braço do seu trono, a mão segurando seu queixo, analisando com um olhar preguiçoso as pessoas que compareceram a missa, enquanto a outra mão batia ritmadamente contra a madeira da cadeira. Quando a luz voltou a focar nele, um borrão alaranjado contra seu rosto, Charlie pode observar melhor as pessoas que estavam nas primeiras fileiras de bancos, os olhos casualmente esbarrando em um rosto conhecido que fez falta durante todo aquele tempo. O coração congelou e a respiração se tornou desenfreada, irritante para seus próprios ouvidos. Ela não estava sozinha: ao seu lado um homem esguio, alto, pele bronzeada, cabelos e olhos castanhos claros, vestido com uma camisa social branca, tinha uma mão no colo dela. Charlie engoliu a inveja, se levantando para ir para o púlpito começar a oração.
O resto da missa foi um martírio. Ao menos eles não comungam com ele.
Ao final, enquanto todos se levantaram para sair, Charlie focou seu olhar em Maria que o ignorou, levantando e segurando a mão do homem – alianças douradas reluziram em seus dedos. Foi quando o homem percebeu que aquele garotinho ao lado do homem não era só neto da senhorinha que estava na ponta do banco. Era filho de Maria, branco com os cabelos escuros, o nariz fino e arrebitado, olhos escuros que observavam tudo ao redor. Ele ficou o tempo todo no colo da senhora, mas no final da missa quem o pegou nos braços foi Maria, agradecendo a senhora por tomar conta dele, enquanto o homem ao lado brincava com o menininho.
Sangue de seu sangue, fruto de sua semente. Cuidará daquele filho que carrega sua herança enquanto erguerás da Casa de Deus.
A voz daquele sonho estranho o perturbou, a lembrança cruel o arrebatando. O pecado se tornou carne viva, sangue que escorria dele para um outro, sua alma se tornando duplicada de si mesmo. E então ele se encontrou num despenhadeiro de si mesmo e assim como aquele fatídico dia, sua alma chorou dentro de si.
"Porque Deus tanto amou o mundo que deu o seu Filho Unigênito, para que todo o que nele crer não pereça, mas tenha a vida eterna.” João 3:16
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﹙ 𝐷𝐼𝐴𝑅𝐼𝑂: 𝐾𝐼𝐸𝑅𝐴𝑁 𝑉𝐴𝐿𝐸𝑁𝑇𝐼𝑁𝐸 ﹚𝄒ㅤ ㅤⓘㅤ 🪽
Diario de Kieran Valentine [CGN14] en un 2-PACK exclusivo de la San Diego Comic-Con (SDCC) lanzado en 2015. Hasta abajo podrás encontrar la versión gráfica.
TAGS: Diario, Kieran Valentine, Spelldon Cauldronello, Djinni 'Whisp' Grant, Monster High.
CR: Mattel.
La traducción fue hecha por mí, NO ES OFICIAL. ♱⎯⎯ 𝑀𝐴𝑆𝑇𝐸𝑅𝐼𝐿𝑆𝑇𝑆 𝑀𝐻: 𝐺𝐸𝑁𝐸𝑅𝐴𝐿 | 𝐷𝐼𝐴𝑅𝐼𝑂𝑆 | 𝐶𝑂́𝑀𝐼𝐶𝑆
1 de Mayo Cuando salí de Monster High después de la fiesta de cumpleaños de Draculaura por sus dulces 1,600, estaba enojado, humillado y apestoso por caer en ese caldero del eterno olor corporal. Apestaba tan mal, Mamá ni siquiera dejó que me quedara en casa: Tuve que dormir en la habitación para invitados arriba del garage. Ahora que lo pienso, probablemente fue la mejor cosa que me pudo haber pasado. Mis considerables y encantadores poderes no hacían competencia al hedor que me rodeaba. Mis poderes se debilitaron lentamente al ser privado de lo que los alimentaba: el amor que tomé egoístamente de las personas. Estaba en una prisión olorosa y salía raras veces del garage — pero eso me permitió recapacitar seriamente, y me di cuenta de que no estaba siendo honesto conmigo mismo. Después un día alguien llamó a mi puerta, la abrí para ver a una señora goblin un poco vieja con un bastón mirándome a través de unas gruesas gafas. “Soy la Sra. Goblin, pero puedes llamarme “Sra. Goblin.” Soy amiga de tu madre.” Dijo ella, “necesitas salir de esa habitación, y yo necesito algo de ayuda, así que vámonos.” Se dio la vuelta y se alejó, y, sin nada más que perder, la seguí. Resultó ser que ella era dueña de un refugio para creaturas-no-deseadas y no podía limpiar, alimentar y hacer mantenimiento diario por sí misma. También resultó ser que no tenia sentido del olfato. “Lo perdí por allá del ‘72,” me dijo. La Sra. G. me enseñó rápidamente las rutinas diarias y me dio un tour. “Puedes empezar hoy,” dijo mientras me entregaba un trapeador y una cubeta. Es difícil de creer que accedí, pero no tenia otras opciones. El refugio era hogar de una inusual colección de creaturas exóticas: gremlins, monos voladores, dragones de regazo, mantícoras miniatura, y muchas otras que fueron acogidas porque estaban extraviadas o habían sido devueltas por monstruos que no las querían. Aunque fue un trabajo duro, y no siempre fue agradable, empecé a agarrarle cierto gusto. De hecho, me sentía con más energía al terminar el día que cuando lo empezaba. Sentí que mis poderes regresaban y cada día me volvía mas fuerte. Eventualmente, se lo mencioné a la Sra. Goblin quien se rió disimuladamente “Ustedes los vampiros emocionales nunca lo entenderán — el amor que es robado no tiene calorías. No te voy a mantener por siempre.” Ella sabía que aún no lo entendía. “El amor que es entregado libremente es la fuente más poderosa de energía en el universo monstruoso. Vienes hasta aquí todos los días, cuidas de estas creaturas, eres gentil con ellas, y la única cosa que tienen para ofrecerte es su amor — y créeme, tienen mucho para dar”. No podía creer lo que me estaba diciendo. Seguramente estuve ahí parado como estúpido porque dijo, “Cierra tu boca antes de que se te metan las moscas y ve a limpiar la jaula del mono volador. Está arrojando cosas otra vez”. Me sentía aturdido. ¿Por qué nadie me había explicado eso? En vez de obsesionarme con el pasado, estaba feliz de que finalmente lo supiera.
3 de Mayo Reconozco que lo hice —robar amor— porque pensaba que eso es lo que se supone que un vampiro emocional hacía. Pero nunca se sintió correcto. Pensé que si lo seguía haciendo, después de un tiempo se sentiría bien. Pero sólo me enojaba y frustraba. Cuando Draculaura me llamó —bueno, Toralei, en realidad— pensé que si podía recuperar ese corazón que se me había escapado, cambiaría y todo estaría bien. Pero sólo estaba siendo un dolor en el colmillo para todos y me estaba humillando. Así que llegué a una conclusión: ser yo mismo debe ser más fácil que no ser yo mismo, ¿no? En ese entonces, odiaba la idea de quién era en realidad y ese conflicto interno me hizo convertirme en alguien que no era yo. Es hora de ser mi yo real, pero es aterrador.
1 de Julio Hoy era mi primer aniversario en el refugio. Al salir del garage, corrí hacía Mamá. Ella me olió. “Ya no apestas”. Era verdad — el hedor se había ido. Le di un abrazo a Mamá y le dije que seguramente se debía a lo que había aprendido al trabajar con la Sra. Goblin. Le agradecí a Mamá por decirle que necesitaba ayuda. Mamá me miró extrañada, “¿De qué estás hablando? No conozco a ninguna Sra. Goblin.” ¿Qué? Corrí hacía el refugio y cuando llegué ahí estaba tapiada y vacía. ¿Cómo? Me metí por una ventana rota. Una capa gruesa de polvo cubría todo y se veía como si nadie hubiese estado ahí en años. Después noté un pedazo de papel en la mesa donde la Sra. G. solía sentarse a tomar el té. Era una nota dirigida hacía mí: V, No hay nada más que pueda enseñarte. El resto llegará a ti cuando pongas en práctica lo que has aprendido. Eres amado por quién y lo que eres. Atentamente, “Sra. Goblin” P. D. Haz lo correcto o volveré y te haré limpiar jaulas de monos voladores otra vez.
2 de Julio Decidí que intentaría hacer “lo correcto” volviendo a MH y tratar de recompensar mis errores. Pensé que si me ocultaba en las sombras y ayudaba a las parejas de MH, ya sabes, ser un Cupido para el desastre amoroso que había ocasionado, podría hacer la diferencia y ellos verían que era un monstruo cambiado. Bueno, mis intenciones eran buenas, pero las cosas no salieron como lo planeé. Mas o menos, no, sí eché las cosas a perder. Afortunadamente, las cosas terminaron bien al final, creo, sólo que no como yo esperaba. No creo que Draculaura o sus amigas vayan a confiar realmente en mí nunca. Y aunque espero que algún día puedan ver que ya cambié, sé que tomará tiempo, también. Supongo que no puedo pretender que me perdonen de inmediato. Afortunadamente algo bueno salió de todo esto. Mientras intentaba esconderme en las sombras me topé con un estudiante que no reconocí. Me dijo que se llamaba Spelldon Cauldronello, que sólo llevaba un par de semanas en MH porque había estado de viaje con su hermana mayor. Conocerlo dejó mi mente flotando por el espacio y olvidé totalmente enviar un texto que se suponía iba a ayudar a Clawd. Peguntó si iba a MH y le dije que sólo estaba de visita, pero que me encantaría ir a MH algún día si podía. Dijo que me mantendría al tanto de los gruñidos que había en los pasillos si quería, así que le di mi número. Al menos no todo el viaje se sintió como una estaca. Pero me gustaría saber cómo compensar a Draculaura y sus amigos. Ahora sé que los verdaderos amigos se ayudan mutuamente con sus problemas, no intentan resolverlos por ellos.
7 de Julio Hoy tuve la tentación de quedarme en mi habitación y darme el día para estar monstruosamente melancólico, pero, en lugar e eso, salí a pasear sin rumbo hasta que me encontré sentado en la playa viendo cómo se ponía el Sol. Fue entonces cuando noté algo inusual parcialmente enterrado en la arena. Lo saqué y descubrí que era una lámpara cubierta de algas. Lo quité... ¡y me llevé el susto de mi no-vida! La lámpara empezó a vibrar y brillar, como si algo dentro de ella se hubiera despertado y estuviese intentando salir de ahí. La dejé caer como si estuviera caliente y retrocedí mientras salía humo de ella. Cuando el humo se disipó, había una ghoul flotando sobre mí. "Soy la genia de la lámpara. ¿Cuál es tu deseo?"
10 de Julio El nombre de la genio es Whisp y tenemos algo en común: la dirección de nuestras no-vidas cambiaron debido a Monster High. Compartimos nuestras historias y problemas; ninguno de nosotros ha tomado las mejores decisiones, pero ambos queremos ser mejores monstruos. Hablamos tanto que Whisp tuvo que recordarme que tenía tres deseos. Le pregunté qué debía desear y ella dijo "No puedo decirte qué desear, así como tampoco puedo decirte qué no desear, pero puedo decirte que seas cuidadoso con lo que deseas". Me reí y le dije que eso sonaba siniestro. Ella no le vio la gracia a su afirmación. "Los deseos son cosas delicadas", respondió, "a menudo tienen mente propia y no siempre se hacen realidad se espera." Me quedé pensando un momento y deseé poder volver a Monster High y arreglar las cosas que había roto. Whisp se elevó en el aire, con los ojos brillantes, y dijo: "Como desees". Al instante, estaba de vuelta en la fiesta de los dulces 1,600 de Draculaura, solo que vestido como un técnico reparador: con cinturón de herramientas y todo. La directora Buenasangre estaba delante de mí con las manos en la cadera. "¡Tienes que reparar la barrera que rodea el caldero del eterno olor corporal antes de que otro monstruo caiga en él!" Esto no era lo que yo entendía por "reparar lo que había roto", y de ninguna manera iba a acercarme de nuevo a ese caldero. Fue entonces cuando los otros estudiantes me vieron. Un minotauro muy grande me señaló con el dedo: "¡Ahí está otra vez! Tíralo de nuevo a la fosa." Deseé salir de MH y volver a mi habitación justo a tiempo para evitar otro chapuzón. Dos deseos menos, queda uno.
12 de Julio Whisp se ha disculpado mucho, pero no tenía porqué. Deseé algo tan general que podría habérmelo concedido de muchas maneras. Lo que realmente deseaba era tener la oportunidad de hacer algo desinteresando por los monstruos a los que lastimaba: dar en lugar de no tomar. Cuando empecé a trabajar para la Sra. G., a veces deseaba que otra persona hiciera las cosas sucias para poder simplemente jugar con las criaturas. Ahora sé que sólo deseaba que fuera fácil. Cada vez que estaba en medio de algo particularmente repugnante, la Sra. G. se carcajeaba, "A veces el trabajo apesta, ¿no es cierto?" Las primeras veces que lo decía, quise abandonar todo e irme a casa. Pero lo aguanté y, aunque todavía me queda mucho camino por recorrer, soy un mejor monstruo por ello. No-vivir requiere mucho esfuerzo y creo que algunos problemas no se resuelven tan sólo deseándolo. Hablando de deseos, tengo que pensar en algo que no sea ambiguo para el último...
1 de Agosto Invoqué a Whisp para que me conceda mi último deseo. Admito que lo pospuse porque estaba siendo egoísta. Nunca he tenido una amiga como ella y, una vez concedido mi último deseo, la lámpara cambiará de lugar y probablemente no vuelva a verla nunca. Pensé en liberarla de la lámpara, pero no creo que ella quiera eso: le encanta ser una genia, aparecer en lugares nuevos y conceder deseos. Pero sé que a veces se siente sola, así que este fue mi deseo: "Whisp, deseo que podamos ser amigos por siempre." Whisp se levantó y sus ojos brillaron: "¡Como desees!" Pude verla sonreír mientras se convertía en humo y volvía a la lámpara, que salió disparada y desapareció. Por un segundo pensé que mi deseo no se había cumplido, pero entonces mi iCoffin se iluminó y vi un nuevo icono de aplicación que parecía un pequeño espejo. Lo toqué y ¡ahí estaba Whisp! Ahora, no importa en qué parte del universo monstruoso se encuentre, ¡podremos hablarnos sin importar qué! "Sí, mamá, estoy hablando yo solo aquí abajo."
SOBRE MÍ Nombre: Kieran Valentine Edad: 1602 Padres Monstruos: Vampiros emocionales Estilo matador: Nunca sé cuándo un día normal puede convertirse en uno extraordinario, así que, para que no me sorprendan mal vestido, nunca salgo del ataúd con nada menos que mi mejor traje. Entiendo que muchos piensen que es exagerado, pero prefiero tenerlo y no necesitarlo a necesitarlo y no tenerlo. Monstruosa Imperfección: En el pasado solía buscar el amor en los lugares equivocados y era un poco... okay, muy... egoísta. En el futuro, dedicaré mi vida a corregir todos los errores que cometí en el pasado. Mascota: Era demasiado egoísta para tener una mascota, pero ahora entiendo que dan tanto amor incondicional que me estoy replanteando tener una. Estoy abierto a cualquier tipo de mascota excepto monos voladores. No quiero hablar de eso. Actividad Favorita: Antes era robar amor, pero ahora es encontrar el amor verdadero y ayudar a otros monstruos a hacer lo mismo. Espantoso Fastidio: No los culpo, pero quisiera que la gente no pensara lo peor de mí. Clase favorita: Muerdología — me gustaría ser veterinario algún día. Clase Menos Favorita: Edu. Física — la vestimenta es demasiado informal y el sudor aplasta mis volantes. Color Favorito: Granate Comida Favorita: Pastel diabólico — de vez en cuando me gusta darle un capricho a mi dulce colmillo. Mejores amigos: Djinni "Whisp" Grant
ㅤ 𔘓 ﹙ 𝔓HI⎯⎯ 𝐸𝑅𝐴𝐿 ﹚ 🪦 ̸̷ׅ ׄ ㅤ “𝑚𝑒𝑚𝑒𝑛𝑡𝑜 𝑚𝑜𝑟𝑖” 27 de junio de 2024
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❃ 𝙱𝙰𝙸𝙻𝙰𝙽𝙳𝙾 𝙴𝙽𝚃𝚁𝙴 𝙻𝙾𝙱𝙾𝚂 - 𝙲𝙰𝙿Í𝚃𝚄𝙻𝙾 3 ❃
» Temática: SKZ híbridos x Oc (Lis) » Género: Poly, fantasía, OMEGAVERSE » Warnings: Fluff, smut con historia, angst, tensión sexual, sexo, degradación, dinámica A/B/O explícita, dom/sub, sado, amor, entre otros. » Warning de CAPÍTULO: Menciones a comida, menciones a inseguridad física. Si me dejo algo me lo decis. » Tipo: Serie. » Palabras: 3.630.
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Al despertar al día siguiente, no encontró a Seungmin en la cama con ella.
Intentó sofocar el absurdo sentimiento de abandono que empezaba a acuciar su mente estirándose y bostezando. Había dormido raro. Aunque al principio de la noche lo había pasado genial en brazos del vocalista, ahora notaba el cuello tenso y contracturado, y el cuerpo entumecido. No se había cambiado las ropas de calle y para su horror estas estaban arrugadas de mala manera.
Emitió un gruñido exasperado y buscó una muda limpia y, con ellas en la mano, cruzó el pasillo hacia el baño. El agua le relajó los músculos y le calmó la mente. El vapor le destapó las fosas nasales y le aplacó la creciente ansiedad de un trabajo para el que no estaba mentalmente preparada. Al salir, planteó mirarse al espejo, pero se contuvo. No quería verse, no quería ver su reflejo en él.
No sabía realmente si tenía algo como una dismorfia corporal. Era un tema serio desde el maltrato sufrido en casa que no había hablado ni con Seungmin. Cada vez que se miraba en un espejo, solo veía defectos. Odiaba su cara, odiaba su pelo. Odiaba su pecho, odiaba cada parte de su ser incluso solo pensando en ello. Y el único que la había aceptado por quien era, con sus —escasas— virtudes y —crecientes— defectos desapareció de su vida al acabar el instituto.
Ahora que lo había reencontrado y parecía que todo seguía igual entre ellos, ¿podría cambiar también la percepción que tenía de sí misma?
La suerte no estaba de su lado hoy tampoco. Al intentar llegar a por la toalla se dio cuenta de que no había traído ninguna. Se acercó a la puerta, escrutando el exterior con ojos atemorizados. Una opción era correr a por ella a la habitación y volver a recoger sus cosas una vez seca. ¿Qué podría salir mal?
Sin embargo, un movimiento al pie de las escaleras la clavó en el sitio y cuando vio a uno de los chicos subir, tuvo que contenerse para no soltar un improperio. En fin, tenía otra opción un poco más... violenta.
— ¿Hola? —dijo con un hilo de voz.
La figura se detuvo y se dio la vuelta. Minho. De TODAS las personas en la casa tenía que ser él. El chico alzó las cejas y se acercó a la rejilla de la puerta, curioso.
— ¿Sí?
— Eh... Verás... —bajó la cabeza, ruborizada—. Me he dejado la toalla. Podrías... Si no es molestia... Por favor... ¿Traerme una?
Hubo un silencio prolongado. Un silencio en el que Lis empezó a tiritar bajo la penetrante mirada del beta. Vio cómo tragaba saliva lentamente y ladeaba la cabeza con una expresión nueva. Casi como si se estuviera... divirtiendo, y algo más...
— ¿Dónde? —preguntó de improviso.
Lis casi se olvidó de lo que le había pedido.
— ¿Qué?
— Que dónde están tus toallas.
— Ah, eh... —se rascó la nuca, nerviosa—. En el armario. Segundo cajón.
Minho no dijo nada y Lis cerró los ojos. La cosa no podía ir a peor.
O sí.
— ¡Los supresores! —exclamó, dándose cuenta de que estaban en ese mismo cajón, justo al lado de las toallas.
Por favor, que no los viera. No estaba segura de poder soportar las preguntas que recibiría al respecto y no estaba preparada para ello. Al cabo de un rato que le pareció eterno, Minho asomó una mano por la rejilla de la puerta y le tendió una de las toallas color caoba que había encontrado. La chica le buscó los ojos, alterada.
— Gracias...
— No hay de qué.
— Y... —se mordió el labio—. No has visto nada más de allí, ¿no?
Una sombra le cruzó el rostro al híbrido, tan breve y tan rápida que Lis creyó que se lo había imaginado. Lo vio dudar, hasta que por fin se puso las manos en los bolsillos y sonrió con sorna.
— Demasiadas toallas. —fue lo único que dijo antes de marcharse.
La joven se arropó en la toalla (aunque ahora le era bastante inútil, puesto que casi estaba seca), y suspiró aliviada. No se había fijado, menos mal. Había estado a punto de poner en el ojo de la tormenta su tapadera.
Minho los había visto, por supuesto. No era tan tonto como para no reparar en las cajitas blancas con prospecto de farmacia. Al principio frunció el ceño, confuso. ¿Por qué tendría una humana esas pastillas? Creyó que sería como con los preservativos: Siempre había que tener uno en la billetera por si el otro se los olvidaba, pero descartó esa opción. Solo llevaba un día en aquella casa y no podía hacer asunciones de una persona que no conocía.
Le echó un vistazo a la habitación de Jisung, donde, por el momento, dormía entre los brazos de Hyunjin. Este levantó la cabeza un segundo y asintió, viendo en él una maraña de cabello húmedo y labios al rojo vivo.
— ¿Cuándo paró? —susurró, no queriendo despertarlo.
— Hace unos cinco minutos. —le contestó el chico con voz ronca. Estaba empezando a cansarse, su pecho subía y bajaba rápidamente. Hasta el más insaciable tiene que descansar de un poco—. En última instancia quería verte.
Minho asintió.
— Después de desayunar le traeré algo y me quedaré con él. Así podrás parar unas horas.
— Gracias.
Cerró la puerta y siguió su camino. El tema de las pastillas seguía manteniendo su mente ocupada. Iba a descubrir el por qué. No solía ser un cotilla, pero últimamente estaba muy aburrido. Y eso era peligroso para todos. Cuando estaba así necesitaba estímulos externos, ya fuera encontrándolos en el cuerpo de los demás miembros, o resolviendo enigmas.
Y por fin había encontrado uno que valía la pena investigar. Solo esperaba que no le decepcionara el resultado. ¿Sabría Seungmin, su amigo de la infancia, lo que ocurría?
Cuando Lis bajó con el pelo mojado y la camisa blanca de cuello alto, ya había movimiento en el comedor. Minho terminaba de hacer el desayuno de algunos miembros, mientras que Felix y I.N comían cereales charlando animadamente. Changbin tenía un plátano en la mano y el mando a distancia de la televisión en la otra haciendo zapping, distraído.
Seungmin terminaba un bol de arroz que debería haber sido el acompañamiento de lo que fuera que estuviera cocinando el segundo mayor, pero no había tenido la paciencia necesaria para esperar.
El estómago de la muchacha gruñó como el motor de un coche, llamando la atención de los presentes. En cuanto la vio, Seungmin se acercó a ella y Felix lo secundó con una sonrisa plasmada en la cara que le iluminó las cientos de pecas esparcidas por sus mejillas como estrellas.
— ¿Has dormido bien? —quiso saber el primero.
— No había mucho polvo, ¿verdad? —preguntó el segundo—. Lo limpiamos todo el día anterior.
— Qué va, todo es perfecto, muchas gracias. La habitación es genial, el cochón es cómodo y me encanta la vista desde la ventana. —miró a todas partes, no encontrando al que faltaba—. ¿Y Chris?
— Viene ahora. —dijo I.N con la boca llena de cereales—. Está con Jung Han recogiendo los papeles del contrato.
Como si los hubieran invocado, la puerta de la calle se abrió y de él emergió un Chan con gorra negra y el que hasta ahora había sido su mánager, los dos charlando animadamente. Llevaba una camisa blanca que le hacía parecer incluso más ancho de hombros de lo que era. En cuanto los vio reunidos en el comedor, sonrió.
— Genial. Esto facilita las cosas. Lis, ¿puedes venir un segundo con nosotros a mi despacho? Vamos a empezar con el contrato. —dijo, animado.
— Creía que quien se encargaba de estos asuntos era el propio PD-nim. —lo miró, confusa, refiriéndose a Park Jin Young.
— Por lo general, sí. Pero ahora mismo está atendiendo unos premios en Busán, así que me ha delegado el trabajo. Te aseguro de que esto es completamente legal y los papeles irán a su oficina en cuanto vuelva. —levantó el contrato al aire.
Los tres ingresaron en el pequeño despacho, se sentaron en las sillas y Lis tuvo todo el tiempo del mundo para leer con atención cada cláusula. Pasando por alto la suma de dinero que iba a recibir —eran 25.000.000 wons en vez de 20.000.000 y casi le da un infarto—, reparó en una específica.
"...no tendrá la obligación de participar en las actividades de apareamiento, así como la persona contratada no podrá obligar a nadie a aceptarla en dichas actividades."
Lis enrojeció recordando lo que había pasado la noche anterior. No es que nadie la hubiera forzado a besar a Hyunjin, pero... No, no iba a comentarlo. Estaba fuera de lugar. Se mordió el labio y firmó. Al terminar, Jung Han lo metió en una carpeta que tenía bajo el brazo y se pusieron en pie.
— Bien, ya está todo. —una vez de vuelta al salón y encarándose a la puerta, el ex mánager parecía reacio a despedirse de ellos. Chan le dio un apretón de manos al más estilo occidental, que derivó en un abrazo de oso. El aroma de ambos hombres se entremezclaba en una profunda emoción de tristeza, junto a la de los demás. Sin embargo, Lis no dijo nada.
Se sentía una extraña en una manada que no era la suya y que no creía que nunca lo fuera. Tras la marcha del mayor, algunos ojos se volvieron hacia ella. Minho ya no estaba. En su lugar, más apartado del grupo había la última persona que se esperaba encontrar. Hyunjin, tomándose un zumito de naranja con la mirada perdida, el pelo mojado y las mejillas rojas.
En el momento en que sus ojos se encontraron, el chico desvió la vista, incómodo. Oh, sí. Recordaba demasiado bien lo que había hecho.
Y lo peor de es que, ahora que la había visto, sabía que lo volvería a hacer sin dudar.
Horarios, vuelos, contactos, números de teléfono, Excel... Ser mánager era peor que ser secretaria de Samsung.
Los chicos tenían concierto y no regresarían hasta dentro de cuatro días al tratarse de Japón. Jisung y Hyunjin habían detenido las actividades durante un tiempo, uno para recuperarse y el otro para cuidar del celo del primero. Con un poco de suerte, a la vuelta estaría ya recuperado y haciendo vida normal.
Lis se encontraba en su cuarto con la cabeza metida entre varias libretas, el portátil abierto con una tabla de números y letras y el cerebro frito. Vestía una sudadera ancha de color vino, así como un recogido alto y enredado.
— No sé por qué no me muero ya. —gimió, cansada. Eran las doce de la noche.
Hacer que coincidieran los horarios de actividades de ocho personas era un trabajo casi suicida. En varias ocasiones había tenido que llamar al ex mánager, presa del pánico, sin mucha idea de cómo narices reservar cuatro habitaciones en el hotel más lujoso de Seúl, ni de qué manera pedir un coche con las lunas tintadas a fin de entrar en el garaje de la MCountdown en unas semanas.
Por no hablar de que, una vez volvieran tenían que hablar de los planes de comeback, y eso comportaba la realización de un nuevo horario de ensayos, las interminables comidas que debía solicitar horas antes de que los chicos subieran a escenario, organizar el equipo de maquillaje y el de estilismo y, no nos olvidemos de los más importante, pillar los vuelos de los miembros que iban a ir a París en primavera poco después.
Dio un cabezazo contra el teclado. Solo llevaba siete horas frente a la pantalla, aunque siete horas sin hacer otra cosa. Como era novata, Chan había procurado encargarse de las actividades de Japón.
Suspiró, poniéndose en pie. Era hora de al menos, cenar.
La nevera estaba llena a reventar; no le fue complicado encontrar algo que echarse a la boca. Minho no había dicho directamente que le había hecho bibimbap el día anterior y que lo había dejado en la nevera por si tenía hambre, sino que la cosa había ido algo así como: "Nos hemos olvidado una porción de bibimbap en la primera bandeja del frigorífico. Cuando regresemos estará malo. Haz lo que quieras con él, pero limpia la fiambrera después."
Llevaba un par de días allí y ya entendía más o menos cómo eran los chicos bajo su cuidado. Minho pretendía que nada ni nadie le importaba, aunque en realidad siempre tenía un ojo puesto en las necesidades de los demás. Bangchan era algo parecido, pero por activo y por pasivo se preocupaba de todo el mundo más que de sí mismo.
Felix era un sol. Antes de irse le dijo que si necesitaba algo tenía la tarjeta negra de la empresa y le proporcionó todos los teléfonos del grupo. Changbin alegraba la estancia solo con su presencia, y se sentía a salvo con él siempre que aparecía por alguna esquina. I.N fue el primero en despertarse. Pese a que había cierta distancia entre los dos se sentó en el sofá junto a ella e intentó iniciar una conversación que, curiosamente, fue mejor de lo que esperaba.
Y eso que, a los coreanos, charlar sin un motivo no es que les apasionara, pero recibió sus intentos como una manera de acercarse más a su nueva mánager y aprender de su cultura. Lis no tenía ni idea de lo que le estaba por venir con él.
Seungmin... Seungmin despertaba en su pecho todas las emociones contenidas en su interior que con tanto ahínco había querido suprimir. Por una parte fue agradable tenerlo de vuelta, rememorar los días pasados en el balcón y dormir con él... Pero hasta ahí. Varios años después, eran dos extraños con la nostalgia de los recuerdos bailando en sus corazones.
Sin contar que tenía siete maravillosos compañeros, amigos y parejas a la vez. Una manada cerrada en el que no tendría cabida más que para ser una miembro platónica. Lis resopló contra la cucharada de bibimbap caliente que seguía sosteniendo delante de sus narices.
No tenía que afectarle así. Apenas los conocía de dos días.
Antes de lograr meterse la cucharada en la boca, la puerta de la cocina se abrió y Lis dio un respingo. Hyunjin entró a paso lento y se detuvo al verla sentada en la mesa. Como siempre pasa en estas situaciones, el silencio se cernió sobre sus cabezas, y el arroz se resbaló de la cuchara, acabando en la mesa.
Esta vez, Hyunjin iba vestido, más o menos. Tenía el pelo mojado, con una toalla rodeándole el cuello y la camisa blanca tres tallas más grande que él pegada a su abdomen por encima de los pantalones holgados.
De pronto, el chico soltó un sonido parecido a una risa por lo bajo, cortando así el contacto visual. Se giró, abrió la nevera y agarró una botella de agua. Estaba sediento. Lis por su parte no sabía qué decir, era una situación bochornosa. Le sobresaltó el sonido de la silla siendo apartada con un crujido metálico nada agradable. Reparó en cómo Hyunjin se desplomaba en la silla perezosamente, en la parte de la izquierda de la mesa, cerca de ella.
Tiró la cabeza hacia atrás y tragó saliva, exponiendo su cuello. Dios, era condenadamente atractivo, demasiado incluso para ser real. ¿Se trataba de un personaje anime y no se había dado cuenta? Cuando volvió a mirarlo a los ojos, vio que este también la observaba con una sonrisa cansada.
— ¿Qué? ¿Disfrutando de las vistas? —dijo con la voz ronca.
Ah, y al parecer estaba bastante pagado de sí mismo.
— Si hubiera algo que ver te diría que sí. —mintió, roja como un tomate.
En vez de enfadarse Hyunjin soltó una risotada, rompiendo la fachada de tipo duro y sexy. A decir verdad, tenía una sonrisa preciosa. Su aroma le transmitía una sensación de calma absoluta.
— Esa ha sido buena, te lo admito. —puso la barbilla contra la mesa y cerró los ojos—. Estoy cansado, jefa.
— No... No soy tu jefa. —el sonrojo se hizo más profundo, uno del que Hyunjin por supuesto, se había percatado.
— ¿Qué serás entonces? Déjame pensar. —se inclinó, juguetón. El olor a sal marina y chocolate se le metió en el paladar y contuvo un jadeo cuando su loba comenzó a despertarse—. ¿Líder? ¿Luna? ¿Reina? ¿Princesa? —arrastró la última palabra, degustándola en el paladar. Sí, esa era la adecuada. Ya que Seungmin parecía tenerla en tan alta estima, se merecía un buen nominativo.
Lis negó con la cabeza y fue a abrir la nevera.
— ¿Has comido? —preguntó al chico.
Hyunjin negó, aceptando el hecho de que lo había ignorado. Sin embargo, ya no había vuelta atrás: El sobrenombre estaba escogido.
— Solo agua. —añadió.
— ¿Qué te apetece? No soy demasiado habilidosa en la cocina, pero algo puedo hacer. He visto carne en el congelador y conozco un plato de mi tierra que puede que os guste.
— "¿Os?" —puntualizó.
Lis lo miró.
— A ti y a Han. Me imagino que estará hambriento. El sexo llena, pero no de la manera que el cuerpo necesita. —empezó a sacar cosas y a prepararlas.
— Pero, ¿no te caigo mal?
Ahora sí que la había dejado clavada en el sitio.
— ¿Qué? ¿Por qué tendrías que caerme mal?
— Ayer noche. El beso. Lo recuerdo todo, aunque es como ver a través de un televisor. Estaba, pero no estaba consciente. —Se le veía afectado de verdad. Supongo que ni él mismo había querido hacerlo. Dejando el tema del híbrido desencadenado a parte... ¿quién en su sano juicio querría besarla?
— Ah, eso. —siguió con su tarea con la cabeza gacha—. No fue nada, tranquilo. No te lo tengo en cuenta. Fue el momento equivocado y la persona equivocada. Si Seungmin hubiera venido unos segundos antes que yo, seguramente tú...
— Habría escogido besarte antes a ti que a él. —se sinceró, para sorpresa de la muchacha—. ¿Sabes? Desde que te vi, supe que había algo... Algo diferente. No es el simple hecho de que seas humana. No, hay algo más.
Lis se tensó. A pesar de sus esfuerzos por ocultar su naturaleza, ¿seguía siendo sencillo descubrirla? ¿Qué le fallaba?
— No hay nada de genial. Solo soy, MUY humana.
— Puede que sea eso, en realidad. —continuó Hyunjin, moviendo la botella de una mano a otra—. Puede que tu humanidad sea lo que me atraiga. Soy casi como tú.
— ¿Cómo yo?
Hyunjin inclinó la cabeza y se relamió los labios, pensando. ¿Podía dejar de hacer eso, por favor? Lo único en lo que podía pensar era en mordérselos.
— Eres nuestra mánager y creo que mereces saberlo. —inspiró profundamente antes de soltarlo—. Soy un omega sin órganos femeninos.
— ¿Perdón? ¿Te importaría repetir eso? —la cara de Lis era de estupefacción. ¿Un omega sin genitales femeninos ocultos? ¿Eso no lo convertía en beta o en alfa? No obstante, Hyunjin le dio la respuesta que no esperaba.
— Nací omega, sí, pero con un defecto genético. Impide que pueda engendrar... Y, por mi experiencia con los chicos, también de encintar a nadie. Soy estéril, a efectos prácticos. ¿A que es útil para ayudar en el celo de los demás? —sonrió, fingiendo un orgullo que no le llegó a los ojos.
— Y aun así tienes celo, ¿no? Los demás me han hablado de tus... fuertes instintos. —carraspeó, incómoda.
— Sí, pero estoy relegado a segundo plano, por detrás de cualquier otro. —bajó la cabeza y cuando la volvió a subir juraría que tenía los ojos llorosos—. Incluso por detrás de ti. La empresa me tiene en el punto de mira desde que lo saben. Un movimiento en falso, un escándalo de más y estoy fuera de la manada si así lo quiere Park Jin Young.
Tras esas palabras, Lis siguió removiendo la comida con gesto serio. Hyunjin parpadeó un par de veces antes de decir, ansioso:
— ¿En qué piensas?
La chica suspiró, tranquila. Ahora entendía el trabajo de un mánager. No era únicamente concertar citas y comprar vuelos. Se trataba de proteger a esas personitas que, de una forma u otra, se estaban colando por un resquicio de su corazón. Empezando por el chico rubio que con el que compartía la cocina en esos momentos.
— En que no vas irte a ninguna parte. —le contestó, segura—. No mientras yo esté aquí. Abre la boca, a ver qué te parece. —sostuvo la cuchara de madera y sopló un par de veces antes de tendérsela.
Hyunjin, sorprendido más por las palabras de su nueva mánager que de la comida, no dejó de taladrarla con la mirada hasta tragárselo todo. Un sentimiento cálido se le había alojado en el pecho. Se sentía protegido una vez más.
Puede que la humana que tenía delante no fuera de su manada, pero sabía con certeza que, si hubiera nacido híbrida, la cortejaría hasta que aceptara ser la novena miembro de Stray Kids.
Sin bailar y esas cosas de famosos, por supuesto.
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© LUNEARTA, 2024. 𝘕𝘰 𝘦𝘴𝘵á 𝘱𝘦𝘳𝘮𝘪𝘵𝘪𝘥𝘢 𝘭𝘢 𝘤𝘰𝘱𝘪𝘢 𝘵𝘰𝘵𝘢𝘭 𝘰 𝘱𝘢𝘳𝘤𝘪𝘢𝘭 𝘥𝘦 𝘤𝘶𝘢𝘭𝘲𝘶𝘪𝘦𝘳𝘢 𝘥𝘦 𝘮𝘪𝘴 𝘰𝘣𝘳𝘢𝘴 𝘦𝘯 𝘯𝘪𝘯𝘨𝘶𝘯𝘢 𝘱𝘭𝘢𝘵𝘢𝘧𝘰𝘳𝘮𝘢.
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Tu ausencia ha quemado cada poro de mi cuerpo, quemaduras de segundo grado que llevo a todas partes en cada momento de mis días, ¿Dónde estás? ¿Por qué te fuiste así? Veías como ardía y seguías soplando mi fuego, sigues alimentando el ardor de mi piel en carne viva, simplemente viste mi casa en llamas y corriste en dirección contraria mientras yo me quedaba entre los escombros de este incendio tratando de sobrevivir a la falta de oxígeno, al envenenamiento de tu adiós sin explicaciones.
Me quedé desnuda y sin refugio, sin nada que protegiera mis heridas de la infección, con los ojos fijos hacia donde te fuiste, haciendolos creer que no huiste sino que fuiste por ayuda, pero no vuelves y cada vez las cicatrices se apoderan de mi mente, la endurecen como fibrosis y yo que ya no me derrumbo pero tampoco siento las caricias de quienes intentan escombrar un poco, todo me sabe a dolor y campos secos devastados por la catastrofe.
Tú que te negaste a volver y decidiste buscar a alguien que no te hace volar pero tampoco se quema, te aburrió mi corazón caótico y flamable, vulnerable a tus silencios que raspaban como cerillos dispuestos a destruirme, preferiste dejar que todo esto ardiera de poco para seguir usando mi calor antes de dar el salto a otros brazos que ya tenías seguros.
Hiciste de mis explosiones un castigo con el que más tarde me harías entender que yo fuí la que apagaba tu flama, cuando tú ya la habías puesto en otra casa y sólo esperabas a ver cuánto más destellaba por ti, te fuiste y ahora estoy apagada, sola, rota y cansada, cristalizada en el momento eterno de tu "no quiero estar contigo" como lluvia ácida, recorriendo este cuerpo destrozado, te negaste a hacerte cargo del corto circuito que ocasionaste y sólo desapareciste hacia donde mis cenizas no te alcanzaran.
Me encendiste, alimentaste el caos, me hiciste polvo y cuando ya no supiste como lastimarme más me abandonaste. Y lo peor es que ni siquiera volteaste a despedirte porque ya te esperaban al otro lado de la calle.
-Ojos-sabor-miel.
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XVI. Eternos perdidos
En algún momento hallarás, en una de nuestras noches, el eco de un suspiro, que entrará a tu casa rompiendo los cristales. Y, como un fantasma, las palabras que te escribí rondarán tu mente, recordándote los sueños que solíamos tejer cuando aún no te habías rendido. Quizás encuentres el coraje perdido, pero probablemente estaré muerto y tú viva, yo en mis huesos y tú viendo crecer los hijos que nunca tuvimos.
En otro momento, no abrirás tu corazón para sepultarme en la falsedad de mil flores de plástico. Anhelarás buscarme y, al ver mis lágrimas, sabrás que nadie te sintió como yo. Pero ya estaré muerto, y escondido en tus recuerdos me sentiré eterno.
Julsen Bastian; Adiós visceral
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HUGE ME, PLEASE || SUKUNA ; ONE-SHOT
🖇ᘎ warning(s): f!reader, smut, apodos (bebé, cariño, muñeca, princesa...). 🖇ᘎ summary: vas a la casa de tu novio para que te consuele, pero él parece tener otra idea distinta sobre cómo consolar a una persona. 🖇ᘎ words: 1170
➥ english ver. here
꒷‧₊˚💿‧₊˚꒷
Estabas fuera frente a la puerta principal de la casa de tu novio. Tenías dudas sobre si llamar o no, pero el frío calando en tus huesos comenzaba a molestarte, lo que te hizo decidir por fin optar por llamar.
Esperaste varios segundos que se te hicieron eternos, y al ver que nadie venía para abrirte, suspiraste y te diste la vuelta, pero te detuviste de inmediato cuando escuchaste un chirrido.
— ¿Cariño? —preguntó una grave voz detrás tuya.
En cuanto te encontraste con los ojos de Sukuna, no pudiste retener por mucho tiempo más las lágrimas. Este gesto le preocupó, pero su orgullo era demasiado grande para simplemente ir y abrazarte.
— ¿Qué ha pasado?
— ¿Puedo estar contigo? —preguntaste sollozando—. No puedo estar sola ahora mismo en casa.
Sukuna hizo un gesto con su cabeza, permitiéndote entrar. Le agradeciste en voz baja y pasaste. Lo primero que hiciste fue sentarte, no sin antes quitarte los zapatos, y luego soltaste un largo suspiro.
Las lágrimas ya no salían, pero seguías moqueando y sentías que en cualquier momento ibas a parecer un grifo abierto otra vez.
Tu novio se había sentado a tu lado, en silencio. Supuso que querías tu espacio y eso era lo que estaba tratando de hacer.
— Gracias por dejarme entrar —rompiste el silencio tras varios minutos.
— ____, sabes que siempre puedes venir aquí. Tus bragas siguen en mi armario, por cierto.
— Eres un puto idiota —reíste.
Algunos podrían decir que tu novio era un insensible de mierda, pero él sabía perfectamente que lo único que querías ahora era olvidarte de todo y simplemente reírte hasta que te doliera la barriga.
— Pero eres mi idiota, así que supongo que eso está bien.
Sukuna no pudo evitar esbozar una leve sonrisa, cosa que te puso nerviosa.
— ¿Quieres tomar alg-?
No pudo terminar la frase cuando sintió un fuerte agarre en su brazo. Te habías aferrado a él como si fuese lo único que te atase a este mundo, apretando fuertemente tus ojos para que no volviera a salir ninguna lágrima.
— ¿____?
— Solo, estemos así, por favor.
— Está bien —resopló.
No le gustaba el contacto físico pero cuando se trataba de ti, siempre intentaba hacer un esfuerzo sabiendo lo mucho que te gustaba expresar tu cariño a base de eso mismo.
Estuvisteis así por varios minutos. Tú seguías con los ojos cerrados y no pretendías abrirlos hasta que Sukuna volvió a hablar.
— Oye ____...
Alzaste tu cabeza solo para notar que por sus mejillas se asomaban un tímido color rojizo, cosa que te extrañó.
Te separaste de inmediato, pensando que habías hecho algo mal.
— Lo siento, ¿me he pasado?
— No idiota, es solo que has estado demasiado tiempo frotando tus pechos en mi brazo —soltó Sukuna sin pelos en la lengua, haciendo que ahora tú también estuvieras avergonzada y entendieras qué estaba pasando.
— Dios mío, lo siento mucho —volviste a disculparte sin poder verle a la cara.
Te levantaste, dispuesta a irte y dejar de sentirte una molestia, pero Sukuna te agarró del brazo y preguntó:
— ¿A dónde vas? No pretendes que me encargue yo de esto, ¿no?
Tenías la cabeza cabizbaja. No podías entender cómo tu novio con una simple frase podía ponerte de extremadamente triste, a extremadamente nerviosa.
Frotabas tus muslos de tan solo pensar en la situación; tal vez una cogida era lo que necesitabas para alejar todos esos pensamientos.
Sukuna pudo notar lo inquieta que te habías puesto, cosa que le dio luz verde para continuar.
A él se le daba fatal hacer de psicólogo, pero cuando se trataba de tu cuerpo, él era todo un experto.
Se levantó y se puso detrás tuya. Podías sentir su lenta respiración chocar contra tu cuello, calentándolo. Con una mano jugueteaba con alguno de tus mechones mal peinados mientras que con la otra, acariciaba suavemente tu cadera.
— ____... —volvió a susurrar.
Se podía notar lo desesperado que estaba por arrancarte la ropa ahí mismo, pero no quería ser tan brusco.
Te diste la vuelta y lo miraste a los ojos. No supiste por qué, pero eso fue suficiente para hacer que volvieras a llorar. Sukuna estaba por preguntarte, pero no le dejaste siquiera abrir la boca cuando posaste tus labios contra los suyos.
Sorprendido pero no disgustado, correspondió tu beso, olvidando por completo de la pregunta. Tú seguías llorando, era todo muy extraño, pero necesitabas que te animase de la mejor forma que sabía.
Dejaste caer a Sukuna en el sofá, rompiendo el beso, mientras tú te quedaste ahí parada, observando el notable bulto que se marcaba en sus pantalones.
— ¿Qué pasa? —preguntó extrañado—. ¿Por qué paras? —inquirió, sujetándote de la muñeca.
— ¿Te parezco atractiva? Es decir, ¿sientes que mi cuerpo está bien?
Tu novio te miró incrédulo ante tal pregunta.
— ____, si te soy honesto, lo único que quiero ahora mismo es que te sientes encima mío y que me dejes follarte por horas. Y todo por ese cuerpo tuyo. ¿De verdad piensas que me das asco?
Te quedaste sin palabras ante esa respuesta. No pensaste que él iba a ser, bueno, así de honesto, pero ahora estabas más nerviosa. Querías creerle, pero algo te decía que no, y necesitabas que ese algo se callara la boca lo más pronto posible.
Sukuna te guió suavemente hasta sus piernas. Apoyaste tu cabeza sobre su pecho porque te era imposible verle a los ojos.
— Muévete —te pidió.
Pero no le hiciste caso.
— ____ por favor, siento que voy a explotar si no te mueves ahora.
— ¿Y no te vas a quitar la ropa?
No contestó, se limitó a agarrarte de tus caderas y a hacer el trabajo por ti. Soltaste un leve quejido en cuanto sentiste sus frías manos tocando tu piel, un quejido que Sukuna disfrutó. Él necesitaba escuchar muchos más.
Siguió moviendo tus caderas mientras que lo único que podías hacer tú era seguir con la cabeza apoyada, sintiendo cómo tu coño palpitaba. No creías que podías aguantar así mucho más tiempo, pero parecía ser que Sukuna disfrutaba ver cómo te retorcías y pedías en silencio que hiciera mucho más.
Él quería escucharte decirlo, decir que lo necesitabas. Normalmente a este punto ya te hubiera obligado discretamente, pero estaba teniendo paciencia puesto que tú seguías mal. Si no fuera por eso, ahora mismo él ya habría hecho que tuvieras por lo menos un orgasmo.
— Sukuna... —susurraste entre jadeos.
— ¿Hmm? —fue lo único que respondió mientras jugueteaba con tus pezones.
— ¿Puedes?
— ¿Él qué?
— Abrazarme. ¿Puedes hacerlo? —pediste soltando un débil gemido.
Tu coño estaba lo suficientemente mojado como para no prescindir de un lubricante. Necesitabas que Sukuna te hiciese gemir y venirte hasta que no pudieras pensar en otra cosa que no sea su pene entrando y saliendo de ti bruscamente.
— ¿Seguro que solo quieres que te abrace? —preguntó esta vez acariciándote la espalda y jugueteando con el cierre de tu sujetador.
— Sí...
— Eres toda una mentirosa, pero de acuerdo princesa. Pero luego te tendrás que hacer cargo del desastre que has hecho aquí abajo —sonrió envolviéndote en sus cálidos brazos.
꒷‧₊˚💿‧₊˚꒷
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Es un gran tipo mi viejo.
Así dice una canción que he escuchado desde que tengo uso de razón cada tercer domingo de junio. Es un gran tipo mi viejo. Pienso en mi papá. No como un hombre a quién la vida le arrebató una familia y lo recompensó con otra. Tampoco lo hago pensando en aquel muchacho que vendía leche junto a su padrino para no sentirse inútil y ayudar a costear los gastos que suponían su crianza en una casa desconocida. No pienso en el joven que no gozaba de los mismos beneficios que los hijos de sangre de quien lo adoptaría al fallecer su abuela. No puedo pensar en el hombre que dio su sueño de estudiar una carrera universitaria por verme crecer. Pienso en mi papá como el hombre que aún continúa trabajando porque la vida le enseñó a hacerlo, en la persona que forjó gran parte de mi gusto artístico, en quien me cargaba en sus hombros cuando me cansaba de caminar, o quién me llevaba en brazos cuando me queda dormida. Indudablemente pienso en el hombre que cumplió varios de mis sueños y que aún me da aliento para cumplir los míos porque una hija con un hombre como él, ¿qué no podría lograr que ese hombre no apoyara?
Es un gran tipo mi viejo. Quisiera recordar ese hecho todos los días. Recordar que lastimosamente no es eterno, y que aún tengo mucho que aprender de él. Quisiera decirle que significa para mí más de lo que callo, porque ese hombre es terriblemente duro por fuera, pero se le quiebra la voz cuando me llama "pollito". Quisiera correr a abrazarlo como cuando de niña me caía y él me abría los brazos para calmarme. Quisiera que no envejeciera para poder seguir viendo películas de mafia y cantarnos el feliz cumpleaños de una película de dibujos animados que nos pareció gracioso una vez hace décadas.
No sé cuántos terceros domingos de junio me queden al lado del hombre que me dio parte de su vida, pero sin duda siempre seré su hija. Su viva imagen, sus sueños, su alegría, su pollito.
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Septiembre XXX
Viernes, 30 de septiembre, 2022.
Quise regalarte el mundo. El mundo que en mi ensoñación excesiva creé solo para ti y para mí.
Ese que se llena de vida y eventos mágicos, un arcoiris, una aurora boreal, la extraña y hermosa vida marina, animales del bosque, flores que inventé y árboles en color durazno.
El aroma de las flores flotando por doquier cuando la primavera llega. El canto de los pájaros.
Humedad en el aire. La calidez del clima que vuelve tu piel más miel y la mía más canela en verano.
Maple, dorado y ocre en las hojas que adornan el gris del asfalto en otoño.
Copos de nieve en las copas de los árboles, los techos en las casas, en tus pestañas. El chocolate humeante que tomaríamos frente a la chimenea, envueltos en frazadas, tu risa y la mía. El baño caliente que con gusto íbamos a compartir, el vapor intentando escapar. La película que veríamos hasta pasada la media noche, acurrucados en la oscuridad de la habitación. La luna abriéndose paso durante la madrugada, y tú y yo en el sueño profundo de cualquier noche de invierno.
Quise regalarte ese mundo, uno donde la palabra "dolor" no existiera en el diccionario y tampoco hubieran motivos para ser creada. Ese donde ser felices juntos fuera la única razón de ser. Donde nada de todo aquello que te ha hecho daño tuviese lugar, donde todo aquello que me hace ser lo qué soy no estuviese atado a mi tobillo.
Quise regalarte el mundo y darte cada gramo de amor en mi ser, esperando que eso fuese suficiente para mover los tejidos más remotos en ti.
Quise regalarte el mundo y pintarlo en color rosa, usar destellos coloridos para crearte galaxias que solo se podrían ver en nuestro cielo. Que el mar fuese en color amarillo, solo por ti.
Un monumento inspirado en ti.
Quise regalarte el mundo... pero en su lugar terminé por regalarte mi mundo.
Ese en el cual un desastre natural diferente azota cada lugar en el mapa a diario.
Ese en el cual solo basta un terremoto para que toda mi estabilidad se derrumbe, mis sentimientos y pensamientos se hacen trizas, caen a pedazos y destruyen todo a su paso.
Ese en el cual un arrebato de impulsividad provoca un tsunami y con ello las inundaciones me ahogan, te ahogan, ahogan a cada persona a mi alrededor.
Mis ojos son como presas rotas y no hay forma de parar la fuga.
En el cual la primavera no tiene sentido porque las flores permanecen marchitas, el verde ya no es vida.
Donde el calor del verano es tan sofocante que no deja a nadie respirar, quema y amenaza con hacer arder a toda aquella señal de vida que se haga presente.
Donde el otoño ya ni siquiera existe porque los árboles siempre han estado caducos. El viento sopla y ya no tiene ni una hoja que arrastrar.
Donde el frío que amerita una buena taza de café, pasa a ser una era de hielo más.
Ese donde la vida ya no prolifera.
Te regalé mi mundo, lleno de caos, maldad y egoísmo.
Repleto de incendios de norte a sur, de huracanes de este a oeste. Destrucción en lugar de vida y odio que sustituye el oxígeno.
Ese donde se sufre porque no hay más. La posibilidad de ser feliz es nula.
Donde hago daño, lleno las calles de una neblina de toxinas, entrego cicatrices, insuficiencia y arrepentimiento. Donde me rompo y te rompo.
Donde la definición de amor está tan distorsionada a causa de mi psicosis, de mis delirios, de mi ansiedad y anhelo del sueño eterno.
Quise regalarte el mundo... pero en su lugar terminé por regalarte mi mundo. Y este... ha estado en apocalipsis desde el 2009.
- Cafeína para el papel.
- I.
Coldissweet
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Guapo mío: Cuando era pequeña coleccionaba plumas de aves. Llegué a tener doscientas. De veintisiete especies distintas. Tenía un sobre para cada pájaro. Nunca hablamos de nuestra infancia, ¿verdad? Es una de las cosas que espero que podamos hacer algún día. Inshallah. La gente suele hablar de su infancia cuando se enamora, pero nosotros no lo hicimos. ¿Por qué crees que fue así? Yo creo que lo sé, pero no encuentro las palabras. Las encontraré cuando salgas. Cada vez que acariciaba una de mis plumas de pájaro, pensaba en un deseo. Hace mucho tiempo creía que lo más próximo a lo eterno era esa sensación de beatitud que nos invade después de hacer el amor. Pero hoy diría que es escuchar un tipo de rumor particular, un rumor callejero, que empieza en el futuro, cuando las calles estén pavimentadas, cuando las armas se puedan quedar guardadas en casa y los padres puedan enseñar aritmética a sus hijos. Tu Aída
El maestro (a quien uno de los guardias le rompió el otro día las gafas) nos citó esto: "Entre las cosas más bonitas que ya no vemos están la luz del sol, las estrellas rutilantes en una noche oscura, la luna llena y las frutas del verano: las peras, las manzanas, los pepinos maduros". Escrito ayer mismo, como si dijéramos, añadió el maestro, hace tan sólo dos mil quinientos años.
_ JOHN BERGER, "DE A PARA X: Una historia en cartas". Traducción: Pilar Vázquez. Alfaguara
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quiero ser linda, suave, cálida, inmaculada para ti. quiero que me mires como un templo, un lugar seguro, un refugio, una casa con las persianas y puertas a prueba de tormentas; quiero ser las flores que cuidas, las que riegas y a las que les hablas dulce para que retoñen su belleza. quiero poner en tus manos toda la calma que en tu vida ha sido solo ausencia, quiero darte suavidad donde alguien puso aspereza; quiero verte achinar los ojos al clarear las mañanas con una sonrisa sincera, de las que vienen desde el alma y se plantan entre los dientes y la lengua. quiero preparar tus técitos, hacer tu café favorito; ser la melodía que repites todo el día, que me nombres y las olas crezcan y golpeen contra la arena espesa. quiero ser la espada con la que combates tus monstruos, la carretera que te lleve al cielo. quiero ser tu poema eterno, que no se gasta, que no se olvida, que siempre gusta, que sana, que escucha, que calla, quiero darte todo aquello que la vida te dijo equivocadamente que no te correspondía
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