#la Casa de Su Majestad el Rey
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SÁNCHEZ SE ENFRENTA AL REY General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez
Para gobernar una nación es preciso conocer a fondo su forma de Estado y en caso de tener un cargo institucional dentro del Gobierno asumir el poder que te otorga y el respeto a los límites del mismo. Máxime si eres el Presidente del Gobierno de esa nación lo que te obliga no solo a saber y cumplir, sino también a hacerlo cumplir. De no ser así la gobernanza deja paso a la Dictadura. La…
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#blog generaldavila.com#Cuarto Militar de la Casa de Su Majestad el Rey#el Capitán General de los Ejércitos#El Rey es el símbolo de la unidad y permanencia de España#forma de Estado#guardia real#Horizonte de Quatro#Iker Jiménez y Carmen Porter#la Casa de Su Majestad el Rey#la guardia real#Miquel Giménez#Miquel Giménez en Horizonte#rafael davila alvarez#Servicio de Seguridad#Unidad Militar de Emergencia
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Ideas random que se me ocurren cuando me estoy lamentando por mi deplorable existencia ajajajaja
"—Mi príncipe —la suave mano de Daeron sostiene la de Jace con delicadeza. Su tacto cálido provoca una sensación hormigueante en su estómago, está lejos de sentirse como náuseas, pero cerca de algo que ha experimentado últimamente con las atenciones del alfa.
Jace no sabe si se debe a que es un omega recién presentado. Su madre le explicó que era casi milagroso que un omega naciera en la Casa Targaryen. Aegon el Conquistador fue uno, la Reina Buena Alysanne fue la siguiente, y ahora, más una década desde su muerte, Jacaerys se ha presentado como uno. A los doce años experimentó la dolorosa transformación de su casta, pasando la prueba con "honores" de acuerdo con las evaluaciones de los maestres. El rey Viserys, extasiado por la noticia, ordenó se informara de la buena nueva. Fue como si recuperara la energía, pues se afanó en que se realizara un torneo en honor a su nieto.
Se invitó a cada señor importante, por supuesto, y con ellos vendrían sus hijos, alfas y betas dispuestos a demostrar que podían ser dignos de la mano del príncipe Jacaerys aunque nunca se hubiera hablado de un compromiso. Como estaba las cosas, Jacaerys se vio envuelto en un montón de responsabilidades, de reuniones a las que tenía que asistir con un chaperón para conocer a los alfas y betas de los Siete Reinos.
Los pocos momentos que tenía para él los pasaba con su familia, aunque la reina Alicent hubiera prohibido a sus hijos acercarse a él. Aemond obedeció al instante, como el hijo devoto que se jactaba de ser. Aegon lo hizo para evitar más castigos. Helaena ni siquiera necesitó que se pidieran, ensimismada como era prefería sus insectos que con las personas. Pero con Daeron era distinto.
Como hermanos de leche, ambos había compartido un vínculo íntimo desde bebés, por lo que a pesar de los intentos de Alicent por alejar a su hijo de Jacaerys, Daeron solía pasar su tiempo en su compañía. Jugando, leyendo, soñando con lo que el mundo les depararía.
Justo como ahora. Daeron besando la mano de Jacaerys como un galante caballero. El omega dentro de Jace se regocijó antes sus atenciones y él le dedicó una sonrisa pequeña a Daeron.
—No puedo ser tu príncipe a menos que ganes el torneo, tío —enfatizó Jacaerys deseando que Daeron nunca soltara su mano.
—Si eso es así, entonces pediré prestada una armadura y entraré a las justas como un caballero errante —respondió Daeron—. Su Majestad verá mi valor y sabrá que soy el mejor aspirante para ser tu pareja. Nos comprometerá y reinaremos juntos.
Jacaerys se rió, extasiado con sus palabras.
—Hablas como si fueramos a gobernar después del abuelo. Te recuerdo que después de él sigue mi madre.
—¡Mucho mejor! —la alegría en el rostro de Daeron siempre es algo digno de ver. A diferencia de las muecas crueles de Aegon o del desprecio en la mirada de Aemond, el rostro de Daeron se caracteriza por la sinceridad en sus gestos; si está feliz, es porque sencillamente se siente así—. ¡Después de que mi hermana sea coronada, pediremos su permiso para viajar por el mundo! Volaremos en nuestros dragones a donde queramos. Iremos a Pentos, luego a Norvos y más allá, quizás hasta Qohor hasta atravesar el Mar de los Dothrakies. Y nuestros hijos...
—Espera, espera, ¿nuestros hijos?
—¡Por supuesto, es nuestro deber proveer de herederos a la Corona! —las mejillas se le tiñen de rojo en cuanto lo dicen—. ¡Pero no creas que sólo quiero hijos por eso!
—Ah, ¿y por qué sería? —dice de manera juguetona.
La cara de Daeron se ruboriza aún más, pero no desvía la mirada. Si hay otra cosa que admirar de él, es esto: su valor.
—Porque te quiero —confiesa Daeron con el corazón palpitándole fuertemente en el pecho. Jacaerys no tiene que verse al espejo para saber que él también se ha sonrojado—. Por eso quiero que seas mi omega, y yo... yo seré tu alfa, pero sólo si me aceptas. Y-Yo sé que los omegas no pueden elegir, pero si tú... si una mujer puede ser reina, entonces... un omega puede elegir con quien quiere casarse.
Las palabras de Daeron conmueven a Jacaerys profundamente y no le cuesta mucho tomar una decisión. Sabe que su chaperona está cerca (una de las hermanas de Ser Harwin), pero también sabe que ella no dirá nada sobre lo que va a hacer (posiblemente a sus padres, pero Jace metería las manos al fuego al decir que ni Rhaenyra ni Laenor le echarían bronca por esto).
Se suelta de la mano de Daeron, para usar las suyas para tomarlo de sus mejillas. Cuando acerca sus labios a la frente de su tío deposita un pequeño beso.
—Por ahora tendrás que conformarte con esto —informa Jacaerys cuando termina. Sus mejillas están profundamente rojas—. Cuando crezcamos... cuando estemos casados, podrás besarme de verdad.
Daeron parece tan impactado con lo que acaba de suceder, que Jacaerys casi se siente mal por haberlo dejado en tal estado. Lo que no espera es ver a Daeron caer de rodillas ante él, como hace un caballero al pronunciar sus votos, y levantar su mirada purpura hacia él con determinación.
—Juro por los Dioses Antiguos y los Nuevos, por las Catorce Llamas, por todos los Dioses que adoran en el Mundo, que tendrás para siempre mi alma y mi corazón, príncipe Jacaerys. Nada ni nadie podrán impedir que esté a tu lado —y para sellar su juramento, toma de nuevo la mano de Jace para besarla—. Siempre seré tuyo".
Mi hc es que Daeron se llevaba mejor con los hijos de Rhaenyra, y por eso Alicent pidió que se lo llevaran a Oldtown :(
O sea que después de esto, Daeron y Jacaerys fueron separados y el juramento fue olvidado (o quizás no)
Y un bonus extra de Aegon, Aemond y Lucerys planeando asesinarse entre sí por ser quien se queda con Jace jajaja
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Ser suficiente (Aegon x lectora)
Masterlist de mi autoría
Nota: +18
Sinopsis: Después de la caída de Meleys y el "accidente" de Aegon, el rey quedó postrado en una cama. Se sentía desolado, abandonado. Pero entonces descubrio a la cuidadora de la fosa, una mujer fascinada con su dragón. Y pronto sería el mismo el fascinado con ella.
Aegon se sentía solo.
En su juventud, incluso en parte de su adultez, siempre había estado rodeado de gente que consideraba amigos, compañeros de copa. Pero ahora, cuando las responsabilidades y miedos no lo dejaban dormir por las noches, y nadie se detenía a escuchar su pedido de apoyo, entendía que no tenía a nadie. Nunca lo tuvo.
—No debería ir, majestad.—
—... ¿Disculpa?—
Aegon bajó aquella copa, mirando a la chica que lo recibió en la fosa.
—Ha estado bebiendo... Más de lo normal.—
—No necesito que te preocupes por mi.—
—... Me preocupa Sunny.—
Aegon bebió el último sorbo de su copa y la lanzó al suelo. La chica apenas se inmutó.
—¿Quién carajos eres para ponerle apodo a mi dragón?—
—Soy ____, la encargada de cuidar de Sunfyre en la fosa... Es por eso que temo por su seguridad, pues su jinete no está en... Sus mejores condiciones.—Aegon se acercó a la mujer, mirándola con cierta molestia.
—Es mi dragón... Yo sé qué carajos hacer con él.—
____ tuvo que tragarse su angustia.
Desde pequeña, la joven había sido instruida para cuidar dragones, y Sunfyre era su dragón favorito. Era adorable, dócil... Todo lo opuesto a Vhagar o Dreamfire. Y ahora que su padre había muerto, ella era la cabecilla de los cuidadores, y el dorado era el que se llevaba todo su cariño.
Lástima el jinete tan descuidado que le había tocado...
—Sólo... Por favor, cuídelo, majestad...—
Aegon se extrañó.
Era la primera vez que veía a la chica allí, y la primera vez que alguien demostraba tanta preocupación por Sunfyre.
—... Prepárale algo de comer para cuando volvamos.—El rey pasó de ella, adentrándose en la fosa.
Desde la entrada, ____ vio la alegría que el dragón tenía por su jinete. Era un vínculo hermoso.
Sunfyre ha caído.
La noticia del rey derrotando a Meleys y matando a Rhaenys llegó a todo el reino. Pero lejos de festejar, ____ se desesperó.
—¿Qué pasó con Sunny?—se acercó a Aemond, quien caminaba por las calles junto a Criston.
—Sigue en la arboleda, dudan que sobreviva.—el príncipe notó lo mal que la chica se puso con aquello—... Es imposible moverlo, pero guardias lo cuidan día y noche... Tal vez puedas ir a verlo.—
—Gracias, mi príncipe...—
Esa tarde, tras alistar la cena de Vhagar y Dreamfire, ____ salió rumbo al bosque.
Siempre fue de espíritu positivo, por lo que no asimiló lo lejos que estaba de su casa. Tardó horas en llegar, y al hacerlo, notó la cantidad de cosas que le faltaron por llevar.
—Hola, Sunny.—En cuanto la mujer se asomó entre algunos guardias, el dragón se removió eufórico. Pero el dolor lo hizo quedarse inmóvil de inmediato—. Ya ya... Sé que duele, pequeño... ¿Te parece si revisamos esas heridas?—
____ le indicó a algunos guardias que le dieran cada tanto unos filetes de oveja que había traído consigo. Y durante esos minutos de cena, la joven intentaba detener el sangrado de las heridas que aún estaban abiertas. Eran muchas.
No había que ser un genio de los dragones para entender la horrible paliza que le habían dado a Sunfyre.
¿Derrotar a Meleys? Ridículo.
Tal vez tenía ya más de 20 años, pero para un dragón eso no era nada. Sunny era un bebé, uno que ____ sufría al ver de esa manera.
—¿Diagnóstico?—Cole se acercó a la mujer, alcanzándole una toalla húmeda.
—Una de las alas esta destrozada. Siendo muy optimista, podrá volar... con dificultad.—____ limpió sus manos, mirando pensativa las heridas del pecho—. No traje tanto ungüento para las heridas... Pero al menos la hemorragia ha frenado. Mañana volveré con más ungüento para el resto... ¿Cree posible taparla?—
—¿Con qué, señorita? ¿Árboles?—
—... Traeré algo mañana. No la pierdan de vista.—____ se acercó a la cabeza del dragón, notando que su respiración era tranquila. Ya no dolía tanto, supuso—. Hola, corazón ¿Ya comiste todo?—apoyó la mano en su hocico—. Vendré mañana, asi revisamos el resto de las heridas ¿Bien?—
A los ojos de los guardias, la actitud de ____ parecía ridícula. No era Targaryen, mucho menos hablaba fluido en valyrio.
¿Por qué tomarse la molestia de hablarle a algo que no le entendía?
Pero el dragón entendía, apreciaba. Y ____ era, además de su jinete, un humano que protegería a toda costa.
Sunfyre levantó la cabeza, y entonces ____ notó la corona que resguardaba.
—¿Se le cayó al rey? Debería devolvérsela.—La chica tomó la corona, y en cuanto Cole quiso quitársela, el dragón rugió—... Se la daré yo misma al rey, si no le molesta.—Cole no se opuso.
Convencer a los guardias para entrar al castillo fue difícil, pero lograr que le permitieran entrar a los aposentos del rey fue incluso peor. Aún así, ____ no se dió por vencida. Y ahora ahí estaba, tocando la puerta.
—Disculpe, majestad.—____ entró al cuarto, sintiéndose incómoda desde el momento en que pisó el lugar. Tragó en seco—. Fui a ver a Sunfyre hoy... Vivirá.—
Aegon en ningún momento se había movido, pero al escuchar el nombre de su dragón volteó a mirarla. Su rostro estaba vendado casi en su totalidad, asi que fue dificil para la mujer detectar emociones.
—¿Esta vivo? ¿De verdad?—
____ se acercó a la cama, notando que el rey no podía moverse. Entonces recordó lo que Aemond le dijo a Cole horas antes.
"Cadera rota, al igual que las piernas. Quemaduras en todo el cuerpo.
Sigue vivo de milagro..."
Lo último, Aemond lo había suspirado.
—Tenga... Él quiso que se lo trajera.—____ dejó la corona en su pecho, pues era incómodo dejarlo en su cabeza.
—¿Por qué... Por qué te tomaste la molestia? Mamá dijo que Sunfyre moriría.—
—Soy su cuidadora, y no es solo un trabajo para mi... De verdad me preocupo por él.—____ jugaba con sus manos nerviosa—. Mañana iré otra vez a verla, después de cumplir mis tareas con los otros dragones, iré a verlo en la tarde si-
—No.—____ lo miró confundida—. Irás a primera hora, que otro se encargue de la basura de Vhagar y Dreamfire.—
____ no estaba muy segura de aquello, pero se inclinó junto a la cama, mirando más de cerca al rey.
—No quiero que se ofenda con esta pregunta, majestad. Pero necesito saberlo... Quien mató a Meleys... No fue Sunny ¿Verdad?—
El hombre la miró, y sus ojos no tardaron en aguarse.
—Lo siento, me pediste que no lo montara, que lo cuidara... No cumplí ninguna de ellas.—
____ quiso consolarlo, pero no supo cómo.
—Le prometo que para cuando usted deje esta cama, podrá volver a ver a Sunny... Y un amanecer cálido dará inicio a un mejor mañana ¿Si?—la chica se levantó—. Mañana iré con Sunny, y apenas vuelva vendré a informarle todo, majestad... que su descanso sea reconfortante.—
En cuanto ____ dejó el cuarto, Aegon se sintió extrañamente solo.
Desde que despertó, no recibió ni una sola muestra de preocupación real, no hasta que aquella corona fue dejada en su pecho.
Puede que en realidad a la cuidadora solo le importaba su dragón, pero era suficiente para él.
Si Sunfyre vivía, Aegon estaría satisfecho. Y el saber que tenía una amiga lo dejaba más tranquilo.
Al otro día, Aegon esperó ansioso que ____ volviera a sus aposentos. Y eso solo sucedió con la bajada del sol.
—¿Cómo está?—
—Bien, majestad.—____ le alcanzó una escama, aún brillaba—. Logré que guardias lleven materiales, construyen un refugio temporal... Oh, y sus heridas ya fueron tratadas.—Aegon escuchó más que aliviado como la joven relataba cada cosa, y encontró en su tono de voz positivo un gran consuelo—. Estoy intentando encontrar alguna manera de acomodar su ala, para que al menos suelde y no quede suelta.—
—¿Es posible?—
—Pienso en ello como un brazo fracturado... no quedará como antes pero al menos estará unida a su cuerpo.—
Aegon miró por la ventana, algo pensativo.
—Me gustaría mucho poder verlo...—
—No se preocupe, en cuanto pueda caminar, yo misma lo escoltaré. Iremos juntos a verlo.—le sonrió.
—Gracias, ____... en toda la semana, eres la única que me ha traído buenas noticias... que me ha traído noticias...—Frunció el ceño, gesto que la mujer no pudo ver por las vendas que aún cubrían su rostro—. Que ha venido a verme, en realidad.—la chica lo miró preocupada.
—¿la reina no ha venido?—
—A quejarse porque soy un bueno para nada, y no mucho más.—
____ quiso preguntar por su esposa, por su hermano, pero entendió que era en vano. No quería urgar en la herida.
Diablos, ahora se sentía mal por él...
¿qué podía hacer para lograr que un pobre tipo que estaba todo el día en cama despejara su mente?
Entonces se le ocurrió algo.
Tenía el objeto perfecto...
—¿Qué es esta cosa?—
La cuidadora dejó en la falda del rey un gran libro, su tapa imitaba la textura de escamas de dragón.
—Este libro es mi súper enciclopedia de dragones. Mi orgullo.—la chica alzó las cejas sonriente—. Todo lo que he aprendido y he recopilado está aquí... pensé que tal vez le gustaría una lectura relajada.—
En cuanto el rey abrió la primera página, no pudo evitar sonreír al ver un dibujo de Sunfyre.
—Diablos, realmente te gusta mi dragón.—
—Majestad... yo amo a su dragón.—____ notó la mirada de Aegon sobre ella, y apartó la mirada apenada—. Como sea, solo venía a dejar el libro. Iré a ver cómo amaneció Sunny... vendré más tarde con información.—
El rey la miró desaparecer del cuarto, y entonces le dedicó su atención al libro.
—A ver qué diablos tiene esto...—
El resto de la tarde Aegon se dedicó a leer el libro de la mujer. Podía confirmar que era la primera vez que leía algo interesante en su vida.
Recopilaba datos de cada dragón que habitaba actualmente la fosa. Qué comían y cuánto, hábitos y pequeños trucos para lidiar con cada uno. Cada sección con sus dibujos correspondientes. Todos maravillosos.
También detallaba cómo tratar heridas, dolencias o como manejar las estructuras de la fosa. Incluso contenía palabras claves en valyrio.
Para cuando la chica volvió al atardecer, el rey ya había aprendido unas cuantas cosas. Antes de que ella pudiese decirle las novedades del día, él le contó orgulloso lo que había entendido del libro. Y ____ escuchó atentamente todo, como si realmente ella no lo había escrito a mano.
Le hacía ilusión, no rompería eso.
—Es asombroso, majestad.—la chica le sonrió—. Me alegra que mi libro haya hecho su tarde más amena.—
—Tus dibujos son magníficos, quiero uno enorme de Sunfyre para encabezar la sala de reuniones.—
—Lo que guste.—
—Te pagaré muy bien... Por el dibujo y por haber cuidado de Sunny. Serás bien recompensada. No volverás a pasar necesidades.—la miró con determinación.
—Me honra, majestad... pero no hace falta. Con saber que usted lo pidió exclusivamente es más que suficiente... y Sunny... él no es un trabajo.—El hombre se sintió extrañamente bien con aquello. Era la primera vez en su vida que alguien le ofrecía algo sin querer sacar beneficio económico de ello—. Por cierto, Sunny ya está muy bien.—____ lo bajó de su nube—. Hoy pudo levantarse y caminar un poco... ¿Le parece prudente comenzar a moverlo hacia aqui?—
—¿Traerlo caminando? ¿De tan lejos?—
—Acercarlo a nuestras tierras, majestad.—la chica se removió nerviosa—. Se qué el castillo esta bajo su dominio ahora pero... algo me genera desconfianza. Quiero que Sunny pise las tierras aledañas al reino, al menos.—
—... Estoy totalmente de acuerdo.—Aegon le dio la razón—. Mañana a primera hora le indicaré a los guardias que te ayuden en lo posible para acercarlo poco a poco.—
La chica sonrió emocionada, y Aegon sintió la necesidad de ver más de eso.
Alguien estaba feliz con sus decisiones...
—Gracias, majestad... De verdad.—
—Por cierto... No terminé el libro aún ¿Crees que pueda quedármelo un poco más?—
—Por supuesto, majestad. Lo que necesite.—____ notó que el sol comenzaba a bajar por la ventana—. Creo que debería irme, la cena no se prepara sola.—
—¿Alguien te espera en casa?—
—Bueno... tengo una cabra.—sonrió apenas—. Mi padre falleció hace un tiempo, así que me temo que no comparto comida con nadie.—
—¿La cabra no cuenta?—____ rió con aquello, y Aegon entendió que le gustaba demasiado—... cena conmigo entonces.—
—¿Disculpe?—
—No puedo levantarme y recibirte en el comedor... pero prometo que será una rica cena aqui.—se emocionó por su propia idea—. Podemos discutir mejor lo de Sunny también.—
____ no sabía si eso sería adecuado.
¿Una simple cuidadora cenando a solas con el rey en sus aposentos?
Pero podía ver la ilusión que aquello le generaba al hombre, y solo pudo pensar en todas las noches que pasaba solo...
—Sería un honor, majestad... ¿Podría ir a casa a tomar un baño y volver más tarde? Huelo a tierra y dragón.—sonrió apenada.
—No, no te vayas... Le pediré a las sirvientas que te ayuden con eso.—
La mujer fue presentada ante los sirvientes como la cuidadora de Sunfyre, y que por sus esfuerzos sería tratada como una invitada especial esa noche.
La bañaron, le dieron una vestidura adecuada y en solo media hora ya estaba en el cuarto del rey, quien no pudo evitar sentirse atraído por la joven.
Era bellisima, y eso sumado a su hermosa personalidad, terminaron por cautivarlo. Cenaron más que a gusto aquello noche.
El sol esa mañana no pudo salir por unas nubes aterradoras que cubrían el cielo, por lo que ____ partió con un clima deprimente hacia la arboleda.
Y fue aún más deprimente cuando notó que el dragón no estaba en su lugar.
—¿Cómo que desapareció?—
—Se fue por la noche.—
Cole no entendía la angustia de la mujer al ver que el dragón no estaba ahí.
—¿Volando? ¿Caminando?—____ lo miró angustiada—. Es una criatura enorme, sir... ¿Cómo no-
—¿Qué? ¿Querías que lo amarrara con una correa?—
____ quiso golpearlo.
Pudo haber avisado antes.
Pudo haber asignado a alguien para que le siguiera el rastro un poco...
Pero no, no hicieron nada.
La joven no supo cómo enfrentaría al rey ahora.
¿Cómo le diría que su preciado dragón había desaparecido?
____ volvió al reino pasada la medianoche, pero ni con la oscuridad de la noche abrazándola pudo cerrar los ojos. Y no lo haría por días.
—¿Y ____?—
—Sigue paseando por todo King's Landing. No hay forma de hacerle entender que es en vano.—Cole miró a su rey, a quien algunos maestres comenzaban a quitarle los vendajes del rostro.
—Al menos intenta algo ¿Ustedes qué diablos han hecho para ayudar en estas semanas?—En cuanto la última venda fue retirada, Aegon lo notó. La mirada de preocupación de los maestres le confirmó algo que hace tiempo venía pensando—. ¿Esta horrible o asqueroso?—soltó desganado mientras se sentaba con algo de dificultad.
—... Esta vivo, majestad. Es más que suficiente.—
—Entonces es ambas.—
El día anterior los maestres lo habían alentado a levantarse, y Aegon pudo dar algunos pasos. Pero no mucho más.
Aegon tenía la esperanza de poder presentarse ante el pueblo a la brevedad, pero ahora que veía su reflejo, las cicatrices en su rostro le generaban duda.
—Cicatrices de guerrera, majestad.—
—Cicatrices de un Dracarys de mi hermano en la cara, Sir Criston...—Aegon lo miró desganado—. Ya, lárguense de aqui.—
El rey se quedó a solas nuevamente, y su mirada volvió al reflejo. Era desagradable de ver.
Al igual que su padre en sus ultimos días...
—Que mierda...—
Aegon se sentó en la mesa del cuarto, tomando una copa y sirviéndose vino. Pero antes de darle un sorbo, algo lo hizo detenerse.
No era momento de perderse en eso...
Apartó la copa, relajándose en la silla. Entonces recordó el libro del otro lado de la mesa. Decidió volver a leerlo.
Estuvo rato largo repasando las páginas, moviendo sus piernas cada tanto. Comenzaba a valerse de velas para leer cuando alguien tocó su puerta.
—Largo, no quiero que me molesten.—
La puerta se abrió a pesar de la negativa, y Aegon volteó dispuesto a mandar al diablo a quien sea que había entrado.
—¿Majestad?—
Al escuchar la voz de ____, Aegon hundió su rostro en aquel libro de nuevo, pues de todas las personas que vivían en King's Landing, la última que quería que lo viera asi era ella.
—Ya es muy tarde, ____. Vuelve mañana.—
—Majestad, puede levantarse ¡Que gusto me da verlo!—La joven se acercó a la mesa, y no le costó mucho notar que Aegon ya no traía las vendas... Ni que esquivaba su mirada a toda costa. Se hizo una idea del porqué—. Escuché... Rumores de algunos campesinos. En campos norteños del reino... Creen haber visto algo enorme moverse en una arboleda cercana.—Aegon no respondió—. Mañana a primera hora iré a ver, majestad... Tal vez pueda acompañarme, si ya puede caminar.—
—Con la apariencia que tengo ahora, no creo que deba salir de la fortaleza.—
—¿Por qué?—lo escuchó resoplar.
—Las pasas de uva que comí en la mañana tenían mejor piel que yo.—
____ se acercó al rey, quien seguía evitando su mirada. Fue así hasta que ella se paró junto a él.
—Déjeme verlo, majestad.—
—No, no quiero.—
Lejos de darse por vencida, ____ llevó sus manos al rostro del hombre, sintiendo de inmediato las durezas de sus mejillas. Levantó su rostro, y entonces lo notó.
Aquella herida ya cicatrizada surcaba cual camino el suelo la mitad de su cara. Sus ojos no estaban afectados, al igual que su boca. Solo un poco de su labio superior se fruncía un poco. Pero los pómulos y su nariz...
—No es para tanto... Al menos no se le cae la cara.—
—¿Como a mi padre?—
—... No es gracioso.—Aegon sintió que sus latidos se apresuraban cuando la joven se agachó, quedando a su altura. Las manos ajenas tallaban con cuidado sus cicatrices, y un par de ojos curiosos lo examinaban sin una pizca de miedo o maldad—. Sus ojos siguen siendo tan bonitos como siempre, su voz no ha cambiado y su cabello albino sigue estando ahí... Asi que no, majestad. No es para tanto.—le sonrió—. A mi no me importa, dudo que a Sunny tampoco... Asi que mañana vamos por él.—La chica quiso levantarse, pero entonces las manos de Aegon se lo impidieron.
—Mañana iremos por él. Pero hoy... Quédate conmigo.—Aquel par de ojos cristalinos la miró con necesidad, desesperación. Y ____ no tardó en entregarse a su pedido.
Acunó el rostro ajeno entre sus manos, mirando ese par de orbes azules (celestes, azules, lilas según libros... Yo qué sé we).
Transmitían impaciencia... Inseguridad.
—¿Algo le preocupa?—
—¿Preocuparme?—Aegon se levantó, reprimiendo una mueca de dolor al apoyar mal su pie—. Cariño, eres la única persona en este reino de mierda que se preocupó por mi y por la única cosa que amo. Todos hablan mierda de mi pero tú vienes aquí...Y me haces sentir... Existente.—Tomó las mejillas ajenas, tallando con sus pulgares las comisuras de sus labios—. Eres algo tan... Puro y bello que siento que no eres real.—se acercó poco a poco—. Una basura como yo... No sé si merece algo asi.—
____ lo besó, cansada de escuchar tan mala referencia a si mismo. Le dolía que una persona se tuviera tanto odio propio, y más cuando ese odio propio fue plantado por terceros.
Los reyes, los hermanos... todos tenían una pizca de culpa en ese enmarañado círculo de oscuridad que rodeaba a la familia real.
Nadie era bueno, nadie era malo. Pero todos sufrían y causaban sufrimiento...
¿Qué tipo de familia haría eso?
Apartó todos esos pensamientos conflictivos al sentir las manos de Aegon clavarse en su cintura y atrayéndola más hacia él.
El rey fue retrocediendo poco a poco, hasta llegar a la cama. Solo entonces se detuvo a ver a la mujer.
—... No sé qué tan decente sea esto... Aún estoy medio roto.—
—Podemos detenernos y-
—No no, de eso nada...—la miró inseguro—. Pero tampoco quiero que tengas una mala impresión mia... Creo que un viejo crujiría menos de las rodillas.—La chica rió bajito, para luego llevar sus manos a la camisa del rey y comenzar a desabrocharla.
—Déjeme ayudarlo... Yo haré la parte difícil ¿Si?—deslizó la prenda por sus brazos, notando que las quemaduras también ocupaban gran parte de su torso. Desató la parte baja de aquel pantalón pijama, y solo entonces le indicó que se acostara. Aegon en ningún momento dejó de mirarla. No podía. Aquella mujer que apenas y conocía hace unas semanas se había robado su corazón por completo. La adoraba, la quería cerca, solo para él.
Ese momento hipnótico se rompió al sentir como la mujer se sentaba sobre su abdomen.
—Si algo le duele, me lo dice.—____ desató su corsé, deslizando el simple vestido por sus brazos y lanzándolo a un lado.
—Si eso hará que te detengas, entonces no te diré nada.—Aegon posó sus manos en la cintura de la mujer, sintiendo la suavidad de su piel.
Deslizó las manos por el cuerpo ajeno con fascinación, y entonces fue consiente de que hasta ese momento, nunca había tenido pensamientos impuros con ella. La apreciaba por quién era, por cómo lo hacía sentir...
Pero por los dioses... Era hermosa.
Presionó sus pechos con cuidado, arrancándole suaves suspiros. Por su parte, ____ le brindó caricias también. Tallaba sus cicatrices con cariño, intentando que con ese gesto, Aegon viera que a ella no le desagradaban.
No pasó mucho más cuando cierta presión chocó en su parte baja.
—Bueno... Esa parte no se ha quemado.—la chica rió apenas.
—¿Suele hacer chistes tontos en este tipo de situaciones?—
—Solo cuando una mujer hermosa me hace compañía y me pone nervioso... Así que es la primera vez.—se tensó al sentir que ella se movía, generando fricciones que le daban escalofríos.
—De verdad... si duele, majestad...—
—Corazón, me duele que todavía no lo hayas metido.—____ se levantó apenas, tomando el miembro del rey y acomodándolo en su entrada. Fue bajando poco a poco, hasta que llegó al fondo. Solo entonces respiró—. ¡Por los... dioses!—Aegon se aferró con fuerzas a las caderas de ____—. Se siente maravilloso...—
La mujer comenzó a moverse con cuidado, intentando no generar más peso del que el rey pudiera soportar. Iba a un ritmo lento, constante, buscando el placer que la situación no mesquinaba en brindarle.
—¿Se siente bien, majestad?—
—Aegon... Dime Aegon.—el hombre la miró, aún aferrándose a su piel.
—Aegon...—____ se inclinó, tomando su rostro y besándolo con ganas.
—No te haces idea de lo frustrante que es no poder hacer mucho más...—quiso moverse, pero sus heridas se lo impidieron—. La próxima vez... haré todo yo, haré que grites mi nombre.—
—¿"Próxima"?—El rey la miró indignado.
—Eres mi mujer ahora, no pienso dejarte ir...—Aegon se aferró a su cuello, acercándose a su oido—. Sunfyre tuvo suerte de conocerte y yo de tenerte ahora... Eres nuestra...—
Aquello le causó escalofríos.
—¿Segura de que es por aquí?—
—Asi dijeron los aldeanos... ¿Por qué?—Aegon bajó de aquel carruaje, e ignorando el llamado de los guardias, se adentró en la arboleda. La joven lo siguió enseguida—. ¿No me dirás qué sucede?—____ se puso a su par.
—Bueno, solo quería alejarme de esos idiotas.—se aferró a la mano de la mujer—. Hola ¿Qué tal, milady? ¿Cómo amaneció?—____ rió bajito, presionando su mano de vuelta—. Pero volviendo a lo de este lugar, aquí veníamos con Jace y Luke a aprender a volar. Esquivábamos los árboles volando bajo, asi que no es desconocido para mi.—Aquello hizo que ____ se emocionara.
—¿Crees que Sunny lo recordó?—
—Es muy probable, si.—
Caminaron un poco más, y la mujer notó que Aegon sabía exactamente a dónde ir.
Lo ayudaba cada tanto, cuando sus piernas lo traicionaban y flaqueaban un poco.
Minutos después ya estaban en una cueva, Una que se expandía hacia abajo. Y Sunny estaba ahí.
—Hola, corazón.—____ se acercó emocionada, justo cuando el dragón levantaba la cabeza—. Nos diste un buen susto.—
Aegon se puso a su par, acariciando el hocico del animal. Verlo sano y salvo lo llenaba de felicidad.
Y ver a ____ sentir esa misma alegría solo le confirmaba lo sincera que había sido todo ese tiempo.
—Esa vez... Prometiste que dejaría la cama, que podría volver a ver a Sunny... Y un amanecer cálido daría inicio a un mejor mañana.—____ lo miró, notando que Aegon la miraba fijamente—. Creo que hoy es ese mañana, ____. Hoy contigo.—La mujer sintió algo bonito en el pecho. Le dio un besito en la mejilla, haciéndolo sonreír.
—¿Y si nos vamos lejos? ¿Escapamos?—
—¿Con un dragón herido y su jinete igual o peor? No creo que lleguemos muy lejos.—
—Que mala... Dejémoslo para más adelante.—recibió otro besito.
Esa mañana, en aquella cueva algo oscura y húmeda, lejos de lujos y cuidados...
Aegon entendió que era feliz.
Y no necesitó un trono o ser rey para ello.
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@SimyBenarroch UNA CARTA A LA REINA RANIA
El sábado pasado, la reina Rania de Jordania escribió un artículo titulado Gaza: una distopía moderna en el diario brasileño O Estado de S. Paulo. Uno de los principales oncólogos de Brasil, el Dr. Sergio Simón, radicado en São Paulo, respondió con una carta a la reina Rania de Jordania: Su Majestad la Reina Rania al Abdullah de Jordania Amman, Jordania
Vivo en Brasil, un país alejado de tu hermosa Jordania, que nunca he visitado. Sin embargo, como médico judío con un profundo interés en los trágicos acontecimientos de Oriente Medio, me alegró leer su columna de hoy en O Estado de Sao Paulo, uno de los principales periódicos de Brasil. En tu conmovedor artículo nos hablas de la distopía, un lugar imaginario donde la gente vive en la mayor desgracia y sufrimiento. Y usted menciona que Gaza no es sólo una distopía sino una realidad en nuestros días, quizás el lugar más trágico de la Tierra en la actualidad. No podría estar más de acuerdo con Su Majestad. Cualquier persona razonable en el mundo se ha sentido profundamente conmovida por las escenas de sufrimiento humano vistas en la televisión estos últimos días. Y - como bien señala Su Majestad - 1,8 millones de personas viven bajo asedio, rodeadas de enemigos, viendo sus casas y efectos personales destruidos en esta batalla sin sentido. Según Su Majestad, cada habitante de Gaza sólo quiere lo que todos queremos: una vida normal, ¡nada más y nada menos! Usted pide que la gente actúe y reaccione, que ayude a salvar al pueblo de Gaza y que haga donaciones a la UNRWA.
Su Majestad no puede recordar los siguientes hechos, ya que ocurrieron pocos días después de que usted naciera en agosto de 1970 en Kuwait. En ese momento, el rey Hussein de Jordania (que Allah bendiga su memoria), que se convertiría en su suegro, inició una de las batallas más sangrientas contra el pueblo palestino en lo que se conocería como el “Septiembre Negro”. Estaba firmemente decidido a no permitir que la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), bajo el liderazgo de Yasser Arafat, se hiciera cargo del gobierno de Jordania o incluso del gobierno de la Margen Izquierda. Y probablemente tenía razón, ya que esto habría amenazado la autonomía del Reino Hachemita. Su suegro, con la leal ayuda de las Fuerzas Armadas jordanas, mató a miles de refugiados palestinos a punta de pistola. No fue una guerra larga: terminó en julio de 1971, pocos días antes de su primera fiesta de cumpleaños en Kuwait. Pero según Yasser Arafat, cerca de 20.000 palestinos fueron asesinados durante el Septiembre Negro. Otras organizaciones palestinas, como el Frente Popular para la Liberación de Palestina de George Habash y el Frente Democrático para la Liberación de Palestina de Nayef Hawatmeh, cuestionaron abiertamente la legitimidad de la monarquía de su suegro y participaron igualmente en la lucha.
Y ustedes se preguntarán –con razón– “¿Cómo es que había refugiados palestinos en Jordania en 1970, si habían abandonado Israel en 1948? Veintidós años después seguían siendo “refugiados”. Sí, Su Majestad la Reina Rania, el Rey Hussein bin Talal, su suegro de bendita memoria, siempre mantuvo a los palestinos desplazados en campos de concentración, como lo hicieron todos los demás países árabes de la época. En lugar de absorberlos en la sociedad jordana, los mantuvieron en condiciones inhumanas en campos de concentración para presionar a Israel y las Naciones Unidas. Nadie quería que se resolviera el “problema” de Palestina. ¡Oh, por supuesto que también estaban los refugiados judíos de los países árabes! Cientos de miles de judíos tuvieron que huir de Egipto, Líbano, Siria, Irak, Argelia, Túnez, Yemen y Marruecos sin nada, dejando atrás todas sus pertenencias y propiedades… Pero Israel no los metió en campos. Fueron fácilmente absorbidos por la sociedad israelí y hoy, una o dos generaciones después, son abogados, médicos, profesores y profesores universitarios en Israel. Ya no existe el problema …. 1/2
….Ya no existe el problema de los “refugiados judíos”. Esto podría haber sucedido con los palestinos pobres si el rey Hussein en Jordania, Gamal Abdel Nasser en Egipto y Shukri al-Kwatli y Hafez al-Assad en Siria hubieran hecho lo mismo.
Entonces, Su Majestad, pensé que debería saber que su Reino de Jordania ha desempeñado un papel importante en la creación de la situación en Gaza, donde los terroristas de Hamás lanzan miles de cohetes sobre los civiles israelíes y luego utilizan a niños y mujeres palestinos como escudos. – un monstruoso crimen de guerra. Incluso las escuelas de la UNRWA, para las cuales Su Majestad está recaudando fondos, han sido utilizadas como escondites para bombas y cohetes (lo dijo Ban Ki-moon, el Secretario General de la ONU. Y yo le creo).
Pero Su Majestad, como Reina de Jordania, tiene la oportunidad de contribuir significativamente a resolver esta situación tan grave. Por favor, dígale a su marido, el Rey Abdullah II de Jordania (que Allah le bendiga) que convenza a los líderes árabes de resolver el problema palestino. lo antes posible. Deberían absorber a los palestinos en sus sociedades; deberían reconocer a Israel como un Estado y hacer las paces con él (¿sitios religiosos? Israel daría a todos acceso libre e inmediato, estoy seguro; ¿compensación por la pérdida de propiedad? Esto se puede resolver fácilmente, también estoy seguro); deberían dejar de educar a sus hijos para que odien a los judíos; deberían aceptar la igualdad para las mujeres y para todas las minorías y religiones. ¡Fácil! ¡Tan sencillo como eso!
Así que esta noche, Reina Rania, cuando le preguntes al espejo mágico: "Espejo, espejo en la pared, ¿quién es la más bella de todas?" el espejo responderá “Tú, mi Reina, eres la más bella de todas. Justo no sólo por la belleza que Allah te derramó, sino también por ser justo con todas las partes”.
¡Que Allah conceda a Su Majestad mucha salud y felicidad! Sergio Simon Sao Paulo, Brasil 2/2
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¿Amor o amistad? Parte 48
Al final no pudo decir que no, así que informó a Alphys de que el rey quería las cámaras de la zona específica de Hotland apagadas, no dijo porque, simplemente dijo que era una orden y que no había necesidad de preguntas. Claramente iba a negarle cualquier tipo de información a su pequeña pero revolucionada asistente, ya tenía bastante material para escribir y suficiente imaginación como para que encima tuviera la oportunidad de ver en directo.
No, no iba a pasar nada más que disfrutar un poco el tiempo allí, no iba a seguir las ideas de una mocosa atrevida, aún si en cierto modo no le molestaría del todo si algo pasaba. Agitó la cabeza repetidas veces muerto de pena al notarse a sí mismo imaginando cualquier situación; suspiró por lo bajo, Asgore preparó todo en un bolso mediano para ambos, un segundo cambio de ropa que había conservado del primer mes donde lo cuido prácticamente todos los días, dos toallas grandes, bueno, grandes para él, no para el rey.
Asgore se tomó también la molestia de preparar algo sencillo de comer, para el camino o para hacerlo después de entrar, justo después de avisar a un centinela de que necesitaba la zona sin nadie, ya que quería “probar” que tan bien servía el agua termal con el doctor. Gaster no estaba muy a favor que la guardia real supiera, pero poco podía quejarse, si no, podrían encontrarlos en mal momento mientras estuvieran en el agua.
Antes de cualquier queja, Asgore lo levanto en brazos para poder ir por New Home.
—S-Soy perfectamente capaz de caminar majestad.
—Estás empezando a cojear, te bajare en el barco, solo sostén la canasta mientras.
El científico refunfuño, más no podía hacer nada una vez que lo cargaba, no es que no podía llevarle la contra, podría, pero sabía que era para tener una discusión que no iba a ganar y solo terminarían yendo de todos modos de mala gana porque ya habían ordenado todo; cuando vio el puerto suspiro con cierto alivio en el momento que lo apoyo en el asiento a su lado.
—Majestad, ¿está bien hacer todo esto?
—Necesitas relajarte un poco, si termina no siendo de tu agrado te regresare a casa.
—Supongo que es un buen trato.
Fueron tranquilamente por el trayecto del río hasta Hotland, donde Asgore lo llevo de nuevo en sus brazos aun cuando Gaster “podía” caminar, prefería no arriesgarlo a que dañe lo que se está curando lentamente, no es que se curara tan lento como los humanos, esas lesiones eran severas pero los monstruos podían curarse mucho más rápido, y su pareja lo haría si no fuera tan terco de forzar sus tobillos y rodillas en momentos innecesarios.
Una vez llegaron, Asgore lo dejo sentado en una roca media, para luego soltar la bolsa justo a su lado, Gaster lo miró ligeramente nervioso, no es que no viera su cuerpo ya quien sabe que cantidad de veces, es solo que hacerlo al aire libre, podría decirse que lo ponía un poco nervioso, por si algún monstruo se colaba a la zona por no llegar a oír la orden del rey.
—¿Te sientes nervioso? ¿No has vuelto a venir?
—Pocas veces, no he vuelto desde que mi cuerpo cambio.
—Podríamos venir más si te gusta cómo se siente ahora.
—A decir verdad, espero no terminar quemado.
—No es tan caliente como uno esperaría.
—Le tomare la palabra.
Sin mucho que decir, Asgore le dejo su espacio para poder desvestirse y a regañadientes lo dejaría meterse solo a las termas, como no eran muy profundas Gaster podía permitirse agacharse y entrar con cuidado; al final confirmó que el rey no mentía, las aguas estaban a una temperatura ideal para relajar los músculos. Luego de un minuto o dos, Asgore entro también a las aguas.
—¿Está en su punto verdad?
—Debo admitirlo, se siente realmente agradable.
—Igual luces un poco tenso todavía, nadie vendrá a ver Dings.
—Se que no, pero debe entender que aún estoy muy paranoico.
—Bueno, si alguien de todos modos viera, dudosamente le creerían.
—Si, se de eso, todos creen…. como sea.
Hundió la cabeza hasta que solo el hueco de su nariz y cuencas fueran lo único que se notara, claro que todos creían que el rey aun esperaba con esperanzas que la reina regresara, incluso sabiendo que eso no era así ya, sabía que probablemente le alegraría volver a verla, a veces esos pensamientos intrusivos le arruinaban el día o la semana entera hasta volver a ver a Asgore en los informes o en sus citas.
—¿Estás celoso? —Gaster lo miró de reojo y negó con la cabeza. —Sabes que eres un pésimo mentiroso cuando estás fuera del trabajo.
—Ugh —se enderezo un poco —no estoy celoso.
—¿Seguro? —le atrapo el mentón —te cuesta mucho mirarme a la cara cuando algo te molesta y no me lo quieres decir.
—Quizá… solo un poco. —Refunfuño inflando las mejillas.
—Oh vamos —lo jala para que se ponga sobre él.
—¡¿A-Asgore?! —lo mira un poco aturdido por la sorpresa.
—Te amo.
Asgore sonrió al verlo enrojecer por completo, terminó por pegarlo contra él para poder besarlo, adoraba ver su cara avergonzada, solía no decir demasiado aquellas dos palabras por costumbre con Toriel, que a veces lo sentía demasiado pegajoso y aún tenía un poco de reserva con su actual pareja, pero eso lo hacía más divertido, lo decía con poca frecuencia solo para que no se acostumbrara y sorprenderlo.
—A-Ah… e-es peligroso Asgore…
—Oh, no lo es, estamos solos tú y yo.
—P-Por favor…
—Oh, está bien, está bien —rio suave, soltándolo despacio. —¿Te parece hablar un poco?
—Eso suena bien.
Gaster suspiró un poco más relajado, con la pequeña charla de antes, no habían tenido su actualización de la semana, sobre todo saber cómo iban sus niños con sus tareas, que nueva cosa se le había ocurrido a Undyne para mantener a Papyrus entretenido, que nuevas creaciones culinarias había experimentado, donde Sans había caído dormido que fuera nuevo y tonterías varias, cosas cotidianas. También otro tema un poco más delicado.
—¿Qué tal la rehabilitación en casa?
—Se puede decir que bien, aunque Undyne tuvo que venir a explicarle a Papyrus que hay movimientos que ya no puedo hacer.
—Oh, ¿tomo mucho que entendiera?
—Bueno, un poco, lo teórico nunca fue lo suyo y enseñárselo de forma práctica no es una opción en mi estado.
—¿Entonces? No creo que se quede de brazos cruzados.
—Él hace la mitad de las curaciones, aplicando magia verde para sanar parcialmente mis rodillas, yo me encargo por mi cuenta de los ejercicios y de vendar adecuadamente mis tobillos, Sans a veces viene a ver que todo esté en orden, diría que me vigila un poco.
—Conociendo como velas por tu salud, no sería una sorpresa.
—¡Hey!
—¿Me lo vas a negar justo a mí Dings?
—Ugh… —desvió la mirada —puede que no sea un fanático de cuidar de mí mismo, pero no podría ni trabajar si no hago los ejercicios.
—¿Cómo sientes las piernas ahora?
—Han ido mejorando, a paso lento supongo —miró un poco el agua —las termas relajan bastante los músculos también, que complicado tener un cuerpo blando.
—Te acostumbraras —sonríe suave —¿Puedo ver que tal vas?
—Oh, supongo, deje que suba al borde.
Se levantó con cuidado para poder sentarse, dejando un poco sus pies aun remojándose en el agua, Asgore tomó gentilmente una de sus piernas para levantarla un poco, al menos podía decir que las marcas de las rodillas habían prácticamente desaparecido, pero las de sus tobillos se resistían a irse por completo, y ni siquiera tenía que mirar demasiado para no saber que las de sus muslos nunca se irían, ese marcador perverso, de ambos lados, un total de veinte marcas de líneas.
—Majestad… —junto las piernas.
— Oh, ah, lo siento, sé que no te gusta tenerlas al descubierto.
—No es algo que pueda evitar en ciertos puntos, las tendré para siempre probablemente.
—Fueron cortes profundos, —separa suave sus piernas, sin abrirlas demasiado. —¿Has pensado que hacer con ese bastardo?
—Tengo… muchas ideas, muchas de las cuales no estará de acuerdo.
—Haré la vista gorda, sé que seguramente quieras torturarlo, así que no me digas lo que piensas, solo hazlo cuando te sientas listo para verlo cara a cara.
—Aún tomara un tiempo, intente ir con la escolta de Undyne, pero…
—Me dijo, vomitaste en la puerta antes de poder entrar, aún no estás listo.
—Me pregunto si alguna vez lo estaré ugh… —se llevó una mano al vientre.
—Oh, ¿estás bien? —le acerca una mano al vientre.
—Es solo… que cualquier cosa relacionada con él hace que mi vientre duela…
—Oh, ven aquí.
Salió del agua también para sentarse a un lado y pasar la mano por su pecho mientras le sostenía con la que tenía libre, como otras veces que vio, su alma mandaba esas señales mágicas dolorosas para que dejara de pensar sobre ello, sobre lo que paso, si bien volvió al pasado, su cuerpo, alma y mente lo tenían muy fresco como si hubiese pasado de nuevo de todos modos, besó suave cerca de sus labios, mientras iba mitigando lentamente el dolor.
—Siento arruinar nuestra salida…
—Yo no debí mencionar nada en primer lugar —restriega la cara contra la suya —sabes que, si duele o lo que sea, puedes decirme siempre y haré que se vaya.
—Lo sé… —respiró aliviado —Asgore…
—¿Estás mejor? ¿Sigue doliendo?
—Estoy bien, no se preocupe… —se apoya un poco en él.
—¿Pasa algo más? Sabes que te escuchare.
—No, está bien así…
Asgore lo miró un poco y termino por ponerlo sobre una de sus piernas para poder abrazarlo cómodamente, claro que notaba que algo rondaba la mente de su pareja, cada que “eso” medio intentaba salir, él lo escondía, no quería presionarlo por el momento, aún estaba bastante estresado en todos los sentidos por lo que paso. Notó a Gaster quejarse un poco de nuevo por el hecho de que podrían verlos, pero siendo sinceros él no quería soltarlo todavía, no hasta saber que realmente su alma estuviera calmada.
Después de quizá un minuto, el científico se rindió y se acurruco contra él.
Lo mantuvo un rato más contra él hasta que su alma dejo de sentirse tan inquieta de forma negativa, también, que el calor del lugar hacía un poco más difícil mantenerse juntos, así que se separó suavemente, solo teniendo ambos el agua hasta casi las rodillas, ya habían pasado bastante rato en las termas, quizá un poco más de lo que cualquiera recomendaría, así que solo estuvieron unos cinco minutos más antes de levantarse para ir a secarse y volver a vestirse.
Miró un poco al otro cuando ya estaba listo, notando que estaba un poco en las nubes, si se podía decir de esa forma, quizá demasiado distraído o pensando demasiado, se dijo a si mismo que no iba a presionarlo, pero claro que la curiosidad era una mala consejera a la par de insistente. Respiró hondo antes de acerca una mano a su hombro para hacer que lo mire.
—¿Asgore?
—Dings, sé que dices que está bien, pero siento que hay algo que te ha estado molestando, ¿si me has dicho antes todo?
Pudo notar como se ponía rojo completamente y volteaba la cara, inquieto de quien sabe que ideas que cruzaban por su cabeza, pero eso solo avivaba su mala curiosidad, así que espero un poco a ver si tenía el valor de contarle que estaba molestándolo.
—N-No es…. no es algo que… haga… quiero decir… —mantenía la mirada desviada.
—Puedo notar que algo ronda tu mente, pero no podré saberlo hasta que me lo digas, como todo lo anterior Dings.
—N-No es… ah… —suspiró rendido —es… sobre algunas sensaciones que tengo…
—¿Sensaciones? —lo miro confuso.
—Sobre… lo que paso con Jack, q-quiero… borrar como se sienten, o la palabra sería reescribirlas.
—¿Puedes explicarme eso?
—Yo… quisiera… bueno… —desvió la mirada —la sensación en mi boca s-suele volver en los terrores también, o en mi vientre cuando… él…
—No pienses en ello, volverá a doler —le levantó suave el rostro —lo siento, estoy presionándote demasiado.
—No…—lo miró intranquilo —Asgore… quiero sacar esto de mi mente… dejar de sentir que sigue profanándome incluso en sueños… —tembló ligeramente.
—Puedo imaginar eso —le acaricia suave las mejillas —ah, siento que es muy pronto, aun así, si tú sientes que podemos ir más lejos, lo intentaremos.
—Hay… ¿hay posibilidad de intentarlo… ahora?
—¿No te oponías a hacerlo aquí como insinuó Undyne?
—¡N-No aquí! —sintió su cara arder. —S-Solo digo… i-ir a su hogar.
—Bueno, también podríamos ir al laboratorio, estará bastante desolado a esta hora ¿no?
—¿A-Allí? P-Puede que Alphys esté despierta…
—Podemos probar suerte, además si quieres ir un poco más lejos sería bueno que te prepare y sé que aún escondes el lubricante en tu escritorio.
—¡¿A-Aún recuerda eso?!
—Oh vamos Dings, lo hicimos bastantes veces allí.
—S-Se que sí, p-podríamos solo ir por el frasco.
—¿Seguro? Luces muy… impaciente. —No pudo evitar sonreír divertido.
—Y-Yo… ah —se cubrió la cara, completamente apenado.
Asgore tomó las cosas antes de llevar a Gaster de la mano para ir en dirección al laboratorio, que estaba relativamente cerca por lo que permitió que él caminara ese trayecto, no le tomó más de un par de minutos antes de llegar a la parte trasera del laboratorio, por donde estaba más cerca la oficina del científico. El rey lo termino por llevar en brazos cuando lo vio apoyarse en las paredes, como solía hacer, intentó hacerse el fuerte intentando no mostrarle que sus piernas no estaban bien para caminar tanto como quisiera.
Lo llevó al lugar para poder sentarlo en el sillón.
—Sabes que puedes decirme que no quieres hacerlo aquí. —Le miró de reojo mientras iba a cerrar la puerta con seguro.
—Ah —lo miró avergonzado —s-solo me preocupa que no estemos solos.
—¿Seguro? —se siente a un lado y le toma suave de las manos. —Quiero saber… ¿no te estas presionando a ti mismo?
—Yo… —levanto la vista, inquieto —quizá un poco… solo quisiera poder disfrutar como antes de que todo esto pasara…
—Cada ser supera las cosas a su manera, aunque debo decir que forzarte a superarlo rápido podría no salir tan bien como quieres.
—Lo sé Asgore, es solo que… mi libido sigue casi intacto.
—¿Oh? —lo miro curioso de aquel dato —bueno, muchas veces te quedas conmigo para tener un rato más íntimo, así que no es que me sorprenda.
—Es que cuando pasa… suele doler al poco rato si no hago algo… —murmuró por lo bajo, apenado. —Intento mantenerme en el trabajo, pero a veces pasa de todos modos.
—¿Desde cuándo pasa?
—Desde mi celo, pensé que mi libido se apagaría un tiempo por lo sucedido, no fue así…
—También me sorprendió un poco que aún quisieras… bueno, no es que fuera algo que me molestara —le besa los dedos.
—Yo… ¿debería intentar contenerme?
—No, solo será más doloroso, —miró a otro lado.
—¿Asgore? —Intento verlo a la cara.
—Ah, lo siento, solo divague un momento.
—Puedo suponer que lo dice por su celo.
—Ugh… ¿tal vez? En todo caso, no quisiera que terminaras reprimiéndote tampoco, ninguno de los extremos es bueno.
—Entonces… me permitiría probar… algo por mi cuenta…
—¿Oh? Adelante Dings.
Nerviosamente, el científico se puso un poco sobre el rey apoyando las manos en el pecho, haciendo que este se sorprendiera un poco, pero por mera curiosidad y sobre todo por mantener tranquilo a su pareja, dejó que siguiera hasta donde se sintiera cómodo en lo que trataba de intentar. Gaster se notaba bastante indeciso al principio, pero al final termino por empezar él un beso, lamiendo tímidamente los labios de Asgore, como si pidiera permiso; el rey le permitió hacer aquel acercamiento más intenso, tanto como pudiera hacerlo, él intento torpemente jugar con sus lenguas como lo hacía el rey cuando tomaba todo el control y claro que el otro que notó un poco de magia en aquel beso. Asgore no podía negar que tenía una gran tentación de tomar el mando, sin embargo, quería ver que tan lejos podía llegar su tímido científico.
Pasado solo un rato separó sus bocas, notándose bastante apenado.
—A-Ah yo… ah… —balbuceo nervioso.
—Ha sido una sorpresa, es la primera vez que tomas un poco de control —lo atrae de la cintura —también estabas intentando usar tu magia, ¿me equivoco?
—Y-Yo uah… —lo miro avergonzado —l-lo siento…
—Oh, no me molesta en absoluto, es lindo verte atrevido, —le pego a él —aunque creo que deberías practicar un poco lo de tu magia, ¿quieres hacerlo como yo cuando lo hago en celo?
—A-Ah, s-solo q-quería p-probar… si funcionaba.
—¿Quieres provocarme como yo lo hago contigo? —no pudo evitar sonreír divertido.
—N-No, yo… —sintió la magia acoplarse en su cara.
—Está bien Dings, —lleva su mano libre a la mejilla —debo decir que es una faceta tuya difícil de ver.
—A-Ah… —se apoyó en su mano, sin verlo.
—Rara vez te aventuras así.
—¿Es demasiado?
—Por supuesto que no, en todo caso yo te diría si es mucho —le besa suave —¿Qué tal si sigues? Quiero ver más de este lado tuyo.
Gaster solo asintió suave, volviendo a intentar usar su magia, aunque él lo sentía más aún que Asgore, quizá por el hecho de que inconscientemente buscaba su magia también; bajo tembloroso las manos por el pecho, queriendo sentirlo más, tocar un poco, siempre tuvo demasiada pena para intentar poner sus manos sobre él y el rey podía hacer que tocarlo fuera algo que no pensara mientras estaban juntos. Paso los dedos por su cuerpo, delineando sobre todo el pecho mientras pegaba más su cadera contra la suya.
—A-Ah —jadeo por lo bajo apenas recuperando el aliento.
—Nada mal Dings —sonríe suave, podía notar el sabor dulce de la magia en su boca.
—Asgore yo… —sus manos quedaron quietas justo en su vientre.
—¿Quieres tocar más? No voy a mentir, besar así puede que me encendiera un poco.
—¿E-En verdad?
—Sí, —le tomó suave una de las manos y la bajo más.
—¡¿A-Ah?! —pegó un salto al notar el bulto medio.
—Siempre note que mirabas, pero nunca te atrevías a tocarlo.
—Y-Yo ah e-es que… —murmuró sintiendo que moriría de pena en cualquier momento.
—Si es demasiado podemos detenernos.
—N-No… m-me niego —murmuró por lo bajo —y-yo… hay algo que… quiero hacer.
—¿Qué quieres hacer?
—Y-Yo… p-podría… —recorrió con los dedos inquietamente por el bulto.
—Haz lo que quieras Dings, yo te diré si no me gusta, ¿de acuerdo?
Lo miró nervioso durante unos segundos antes de asentir nuevamente y pasar ahora las dos manos por debajo de su vientre, decidiendo al final bajarse para estar a la altura de su cintura, pasó saliva, inquieto antes de tomar la tela que estorbaba, se estremeció por completo al tocarlo tímidamente con los dedos de forma directa, se veía más imponente de lo que recordaba además sentirse mucho más caliente, aunque siempre lo veía, no lo había mirado de cerca desde hacía mucho tiempo; acarició despacio, mientras mantenía la cara cerca, aún sin estar en celo ninguno de los dos, él podía sentirse un poco mareado por el calor que emanaba.
Asgore pudo soltar un jadeo ronco al notar los toques torpes y tímidos de su pareja, además de la suave respiración tan cerca de su piel que empezaba a arder; no iba a decirle a su esqueleto que el que estaba un poco reprimido era él, la mayoría de las veces solo tomaba un largo baño frío en la bañera para calmarse, así que cuando dijo de contenerse, sabía que sería peor para Gaster y agregar más dolor o incomodidades no era la idea.
Al final tuvo un salto de sorpresa cuando pudo sentir de repente la suave y caliente lengua de su científico comenzar a recorrer el largo de su miembro, acariciando la base cuidadosamente con sus dedos, él lucía tan concentrado en eso que no parecía notar que sus ojos estaban teniendo un cambio, a como lo solía ver cuando la excitación era mucha, esos lindos ojos de corazón.
Decir que eso no encendía su alma sería una mentira.
—Así que, ¿esto rondaba tu cabeza todo este tiempo?
—A-Ah yo… quiero… grabarlo en mi mente… —lo miró desde abajo.
—Oh, es así… —sintió que su erección se hacía más fuerte de oír aquello.
Pudo notar el jadeo en su piel mientras lo recorría con su lengua, como si no quisiera que ninguna parte de él quedara sin probarse, estuvo así alrededor de un minuto antes de decidirse a tomarlo con su boca, apretándolo con cuidado pero firme con sus labios, moviendo su lengua alrededor de la cabeza, también lo notaba temblar, aunque no como si le temiera como otras ocasiones, ahora parecía temblar más por los nervios y quizá por sentirse ansioso por saber si podría continuar.
Gaster de vez en cuando levantaba la vista cuando metía más dentro de su boca lo del rey, presionando con su lengua por debajo para poder apretarlo mejor dentro, podía sentir como su paladar ardía, pero de una forma completamente diferente, la sensación de como cada que frotaba su boca con su miembro sentía que su mente se entumecía, seguida de una pequeña ráfaga desde su nuca, haciendo el calor se sintiera placentero otra vez.
Su mente no estaba para pensar del todo con razonamiento, solo quería sentirlo hasta el fondo, así que cada vez que lo tomaba en su boca iba tomando con cuidado un poco más del miembro hasta que de un momento a otro después de una honda respiración lo tomó hasta la base de una vez, sintiendo un escalofrío recorrerle por completo cuando sintió la punta bajar más allá de su boca, golpeando su garganta.
—Ah mierda Dings eso… dios —jadeo roncamente y tuvo la tentación de querer tomar el control, pero se detuvo, dejaría que su pareja lo hiciera a su ritmo.
Pudo notar que torpemente aumentaba el ritmo, aunque curiosamente parecía saber bastante bien los buenos puntos, no preguntaría sobre eso ahora, prefería disfrutar de la vista, en especial cuando sus miradas se cruzaban, cada que lo hacía en el momento que lo tomaba entero, apretaba fieramente la cabeza con su garganta, haciendo que su miembro tuviera un fuerte tirón que le robaba algún gemido grave, haciendo eso aleatoriamente hicieron que su resistencia se esfumara a los pocos minutos, sin siquiera darle tiempo a retirarse y terminando en su boca.
“Este sabor…. es tan bueno… es como si quemara mi mente.” Pensó mientras sentía que tanta cantidad de magia apenas lo dejaba respirar.
Asgore miró de nuevo a su pareja, este se retiró despacio mientras aún su magia seguía a la vista, con la lengua y el interior de su boca teñida de blanco, cerró sus labios mientras temblaba levemente haciendo la mueca de tragar un par de veces antes de volver a abrirla soltando un gemido ahogado, con su interior completamente limpio.
Debía decir que esa imagen era más que excitante, nunca lo había visto tan malditamente ardiente.
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Parte 47
Parte 49
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Toda esta flor | Alicent Hightower x oc female Tyrell | AU
advertencia: contenido sexual explícito
— Mamá siempre pensará en tu felicidad ¿Lo sabes, cierto? Está bien si no quieres asistir a la celebración de tu nombre. Podemos divertirnos juntos aquí, como siempre ¿Si?— Violeta tomó el rostro de su pequeño hijo, coronado en flores hasta el cabello blanco. Él no la miraba a los ojos, se demostraba con suma pesadez como si estuviera arrepentido de haberse trepado en los brazos de su mamá rechazando a todos los vasallos que festejaban.
— Quería tener una fiesta. Hoy fue un día muy especial para su Majestad— suspiró el niño mientras ella le quitaba cuidadosamente las florecillas engarzadas a la túnica. En eso ambos vieron entrar a la abuela Olenna, con sus exuberantes casquetes, pero no le dieron demasiada atención.
Desde que ese niño había llegado a la vida de Violeta, era toda la luz de sus ojos. Nada más importaba. Y eso estaba bien, decía su hermana Maegary comprendiendo cuánto deseaba ser madre.
— Garth, hoy fue un día muy especial para ti, para mi... Para todos. El Rey Viserys te ha legitimado. Eso significa que eres un Tyrell como yo, como la tía Maegary y el tío Loras, como la abuela... Y todos estamos tan felices por eso. Es lo mejor que podría habernos pasado, miel mía— sonreía Violeta acariciandole las mejillas y llevándolo luego contra su cálido pecho para abrazarlo tanto como le gustaba.
— Solo hoy era un día especial aquí en el Castillo y huí de la celebración que su Majestad dio en mi nombre, como un tontito— suspiró él.
— No, Garth. Hoy y todos los días serán especiales mientras estés con nosotros. Si te preocupa el Rey, él ha comprendido que no te gusta el tumulto de gente y los ruidos de las fíestas. Si te preocupa la celebración, al irnos a Altojardín haremos una celebración aún mejor, en nuestro hermoso jardín.
— aseguró su madre.
— Ya no será una verdadera fiesta, si es en Altojardín su Majestad, la reina Alicent, no podrá asistir— murmuró dejando a su madre con el corazón en la boca y las criadas ingresaron a la habitación que había sido asignada para Violeta allí. Ellas se llevaron respetuosamente a Garth para darle un baño, entonces Violeta se quedó a solas con su abuela.
— No conocía tu habitación, pareciera que la mismísima reina duerme aquí, Violeta. Es muy lujosa, Maegary tenía razón y Loras también al envidiar estas construcciones divinas— comenzó Olenna a hablar juntando sus manos y evaluando juiciosa ya.
— ¿Qué quieres decirme?— preguntó la joven castaña alzando una ceja, aun luciendo su bella ropa blanca con flores rojas. Olenna observó nuevamente que en su mano grande y delicada lucía un anillo verde esmeralda, tan verde como la ropa de su Majestad. La anciana no emitió palabra alguna como rara vez pues se había emocionado tiernamente. Violeta estaba reluciente cada día y reconocía el brillo del amor en donde quiera que mirase, tal y como le había dicho a la Reina.
— ¿Abuela? ¿Estás llorando?— Violeta alzó las cejas, sin siquiera acercarse puesto que una distancia se pronunciaba desde su cercanía con la reina, Olenna no perdía oportunidad para hacer comentarios inoportunos.
— No, querida. Gajes de la vejez. Aunque debo reconocer que, quien hoy casi llora es el Rey Viserys.
La crueldad, Violeta, la crueldad que se ha vivenciado hoy ha sido para impresionarse. Entiendo que estés cegada por el amor, pero la reina Alicent es tan cruel como devota— exclamó la anciana negando con la cabeza.
— El Rey Viserys está pudriéndose en vida en esa cama, amarrado con la anestésica leche de amapola, obligado a callar para que sir Otto y la Reina gobiernen. Y hoy ella dejado de sedarlo, hoy lo ha levantado de entre las putrefactas mantas. Hoy la Reina lo ha arrastrado por todo el castillo, obligado a sentarse en ese Trono. Ha hecho todo eso solo por ti, Violeta— soltó Olenna con solemnidad, inspirada por la magnitud de las escenas, por el poder que tan solo el amor le inspiraba actualmente a la casa Tyrell.
— ¿Por qué hablas como si fueras Rhaenyra? El Rey está convaleciente pero ha reconocido a Garth como un Tyrell. Si quieres nombrarme a la Reina como lo haces siempre, te diré que ha sido un gran acto de cortesía de su parte. Ella sabe los bastardos desperdigados que Aegon ha dejado en este mundo, ella sabe que tan solo un acto suyo bastará para nuestra eterna felicidad— sentenció Violeta aun más verborrágica que nunca, el cansancio de lidiar con las conspiraciones de su abuela tan deshonorables, le sacudía la templanza.
— ¿Qué rumores ahora saldrán de tu boca? ¿Me compararás con Loras y su clandestina sexualidad? ¿Someterás mi nombre a tus calumnias que desde tu inconsciencia, brotan como espinas haciéndote sangrar lo que alguna vez tu fuiste?— Violeta por primera vez hablaba realmente frustrada, en el fondo sabía que su abuela tenía toda la razón. El puente que la unía con la reina era ya milimétrico y cada día se hacía más feliz al vivir la crianza de Garth con la compañía tan humana de la reina. Soñaba una familia con ella pero conservaba tanto la libertad de los designios subjuntivos que hervía en su sangre cada vez que su abuela lo insinuaba con naturalidad.
Olenna tan solo dijo una palabra y le bastó para sellarle la razón y el honor.
— Todos los actos de amor son eternos— le había dicho relegándola a los últimos rincones de la fascinación aturdidora.
— Violeta, he venido a darte las buenas noches para no perder la costumbre. Garth ya está creciendo y no duerme en tu misma habitación. He ido a saludarlo, he ido a arroparlo pero no podía dormirme sin saludarte a ti— la reina apareció cuando ya los cielos oscurecían en el egocentrismo de la luna.
Halló a la muchacha de la casa Tyrell aún vestida con esa fina ropa blanca que había lucido en la misma ceremonia, aquella misma tarde.
— Su Majestad, merece usted la liviandad del alma. Su acto el día de hoy con Garth, ha irrigado el jardín de nuestras almas— sonrió ella tomándole dulcemente las manos, y esta vez como todas las últimas noches la reina la besó justo en esas manos. Por encima del anillo de esmeralda que le había regalado esa misma mañana, en secreto y sin saberlo ambas pensaban en un casamiento imposible.
— Garth es el alma más pura que alguna vez he conocido. Sé de tu amor inconmensurable hacia su ser, por eso mi acto no fue solo para él. Las flores lanzadas hacia mí, tantos halagos, lo he sentido verdaderamente. Estas flores han de brotar en tu honor, Violeta— afirmó la Reina con la dulzura deformando bellamente la grandeza de sus ojos marrones.
— Quería besarte las manos, quería saber cómo te sientes— insistió intencionada desde el alma, acariciándole el dorso de las manos con lunares, observándola con tanto maravillar. Violeta la miró como una doncella ha de mirar a su caballero, con toda la fuerza que las historias de caballería Alicent leía en su adolescencia.
El silencio otra vez, sus corazones prometiendo aturdirlo.
— Estoy sintiéndome bien, bien de cuerpo y alma, Alicent— expresó por primera vez dejándola de llamar por su desgraciado título monárquico de consorte. La voz le nacía de entre la multitud de campos floridos en el pecho y se presionaron las manos. Tal fuerza prometía fecundar la dinastía dominante de los próximos años pero ¿Cómo? Si eran apenas dos mujeres de la corte con relaciones tan serias, si aquello significaría la impureza de sus almas.
Aquello fue deseado tanto tiempo por Alicent con la misma intensidad de su culpa. Su mano pequeña acarició lentamente la cintura baja de Violeta mientras su nariz respingada le respiraba en el extenso cuello floreado en accesorios.
— Del cuerpo nace la ausencia de virtudes, el desasosiego de la sangre, el ardor de la pasión— predicó seriamente como si alguna dominación primara por sobre todos sus principios, y un diablo le dictase en la oreja tal discurso.
Violeta callada, sin resistirse a la humedad de esa boca como veces anteriores, ahora cerró los ojos. La saliva de la reina prontamente nutría su piel a sabiendas de todos sus poros erizados. La menor respiración hacía de sus miembros la coagulación compacta y la suave orquesta de la boca de la reina desperdigando besos a succión divina sobre su piel, bendecía como ninguna otra oración en la faz de la piel de los Siete.
Sus cinturas prontamente danzaron en lentitud, productos del espejismo que exigía traspasar realidades mundanas. Queríanse fundirse prontamente y era poco el entendimiento de ambas y la cortesía. Nunca habían deseado su cintura en otra como aquella vez. Jamás.
La Reina delicadamente le descubrió las caderas descollante a la honradez. Así encontróse con su pelvis desnuda mientras Violeta también delicadamente y como si fuera a romperse, le desabrochaba el oro que le prendía el traje verde. Aprendía a besarla en el lóbulo de la oreja con pronta y efímera timidez, mientras percibía con pronta desazón las manos de la Reina acariciarle las piernas y la cintura baja con interés declinable.
Declinaron entonces en la cama y ya no existía lo amarrado de sus cabellos, ni los santos escritos. Todo estaba en silencio que plácidamente la reina se encargaría de llenar al encimarse en el cuerpo, con caricias y danzas que prontamente volviéronse bestiales pero que parían a fuerza de orgasmos el amor retenido.
#hotd alicent#alicent hightower#queen alicent#lesbian#house of the dragon#team green#asoiaf#house hightower#house tyrell#gaemon palehair#aegon ii targaryen
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SANGRE Y FUEGO
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CAPÍTULO 4: los ojos del dragón
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La herida quedó en nada cuando el maestre de Rocadragón puso lo que parecía un ungüento sobre el corte abierto y luego una venda limpia y preparada para esa clase de situaciones. De joven había visto varias de las heridas abiertas del Rey, antes y después de que tuviera que acabar postrado en una cama y dormido por la leche de la amapola que le servían mañana, tarde y noche. Sabía lo que significaba el dolor, tanto que podía oler el miedo de otros y transfórmalo en el suyo... Más o menos. El maestre los despidió de forma educada, dejándolos en el dormitorio con el guardia y la doncella que siempre la acompañaba. Esta comenzó a examinarle la mano al mismo tiempo que comenzaba a recoger los objetos que le había traído al sanador para cuidarla.
-No es como si se me fuera a caer la mano, Dorothea -anunció. Su doncella era una mujer de las calles pobres de Desembarco del Rey que consiguió entrar a su servicio cuando solicitó tener una doncella propia que la ayudase.
Algunas doncellas podían ser del otro continente, pero esas no gozaban de la libertad ni la buena reputación que las doncellas de Poniente tenían. Eran más esclavas y sirvientas que otra cosa. Lo que ella solicitó fue una doncella, no una prostituta que pudiera convertirse en la amante de su cuñado en algún momento. O que pudieran informar a la Reina en todo lo que hacía y dejaba de hacer. Eso, era más conocido como una espía al servicio de la Corona.
-Si se me permite la osadía, excelencia, he visto heridas menores que acabaron en peor.
-Confío en los cuidados de los maestres -le informó, tranquila y desde el asiento de su dormitorio. El mismo en el que su esposo pasaba más tiempo leyendo que compartiendo espacio con otros hombres.
-No en los maestres desconocidos.
Casi sonaba igual que Aemond con esos comentarios. Quizás su cabeza estuviera ordenada de la misma manera que el resto de sirvientas que atendían a la familia real y a las Grandes Casas de Poniente. Naerys se acarició la parte alta de la muñeca.
-Los votos de los maestres son iguales para todos. Atender, cuidar y proteger. Un matrimonio sonaría más libre que eso.
-Por supuesto, mi princesa.
Puede que tal vez eso fuera exagerado. Sabía demasiado bien que la traducción de algunos ritos a la lengua común no eran...del todo acertados. La Fe de los Siete proclamaba una cosa. El rito valyrio, por otro lado, una muy diferente a la de siete dioses capaces de controlar la vida de los humanos.
HACE 5 AÑOS
-Entonces, ¿puede explicarme alguien qué es lo que ha ocurrido para que se haya convocado una reunión así?
-Majestad, créame que el motivo está más que justificado.
-Bien, entonces -el Rey se recostó al frente de la enorme mesa de piedra negra del Consejo. Su cara enojada miraba a cada uno de los que estaban sentados...y a los que estaban de pie-. ¿Qué es tan grave para convocar una reunión a estas horas?
Ambos, Aemond y ella, habían llegado a Desembarco del Rey hacía menos de una hora. Cuando dejaron a los dragones custodiados, fueron interceptados por la Guardia del Rey y obligados a montar en el carruaje que esperaba a la entrada del enorme Pozo Dragón. Ni siquiera era la hora del lobo.
Nada más llegaron a la Fortaleza Roja, custodiados por el jefe de la guardia en persona, fueron llevados de forma inmediata a los aposentos de la Reina. Esta esperaba despierta pero con el camisón puesto su llegada, con el rostro contraído de angustia. Lo primero que hizo fue vociferar si estaban locos por haber desaparecido de la capital de esa forma y no regresar hasta esa hora, al día siguiente de su marcha; juraba que todo el rato la recriminaba a ella de dar la idea. Naerys ni siquiera llevaba la ropa de vuelo, sino el mismo vestido que el día de ayer se había puesto y con el que había bebido la sangre de su primo -ahora, esposo- a las faldas de Monte Dragón.
Al igual que a ella, Aemond se vio sometido a un interrogatorio feroz lleno de preguntas y recriminaciones. Le recordó al interrogatorio en Marcaderiva, solo que a excepción de ese momento, ella no pudo sujetar su mano por la delicada situación en la que estaban. Sin embargo, tampoco es como si no lo hubiesen discutido con tiempo. Su única respuesta fue la verdad, cómo no, de lo que había sucedido en ese tiempo y a su marcha.
La reacción de la Reina fue convocar al Consejo Privado del Rey, al Rey y a todos los involucrados que estuvieran en la capital inmediatamente. Ambos fueron separados en contra de su voluntad; una doncella se llevó a Naerys a sus aposentos y varios guardias la custodiaron. No supo qué fue de Aemond hasta que lo volvió a ver en la Sala del Consejo.
Varias miradas incómodas recorrieron la sala por los integrantes del consejo. Lord Lyman Beesbury, el Consejero de la Moneda, fue el que se atrevió a romper el silencio:
-Su Majestad, vuestro... -las palabras parecieron atascarse en la garganta del hombre- hijo y vuestra sobrina han tomado los votos matrimoniales según el rito valyrio en Rocadragón.
El Rey Viserys I pareció no creerselo en un principio, puesto que la sombra de una sonrisa amenazó con salir, hasta que vio los rostros pálidos y la mirada avergonzada de la Reina clavada sobre la mesa. Naerys apretó los dedos de las manos, entrelazados delante de ella. Tenía los hombros caídos y no se atrevía a decir nada que pudiera acabar torciéndose. El anillo provisional adornaba su dedo anular, frío, entre otros anillos que solía llevar.
-¿Eso eso cierto?
Naerys sintió varias miradas curiosas voltearse hacia donde estaban. La más incómoda, la del Rey. Se suponía que había cosas que no debían decirse de esas formas. Pero eso era la Corte, el Consejo privado del Rey. Cosas así se debían discutir cada semana.
-Sí, Majestad -acabó por sucumbiendo a decir. Para qué mentir, se dijo, si ese Consejo se había formado para resolver esa clase de problemas.
La princesa Saerra, hija del anterior Rey, había sido obligada a convertirse en septa cuando su padre descubrió sus escándalos e intentos de casarse para resolver el problema. Lo único que había conseguido con eso era su expulsión de la Corte y posterior marcha a las casas de placer de Lysh.
-Mandad una misiva urgente -dijo, entonces-. A Rocadragón. Esto debe ser informado. Cuando la princesa Rhaenyra y el principe Daemon lleguen a la capital, que entonces este tema sea discutido. Hasta entonces...que el asunto sea mantenido en silencio.
Aemond y ella se miraron de reojo, ella sin atreverse a hacer contacto visual por completo en esa situación. Todavía habría gente que diría que estaba instándole a rebelarse contra las órdenes de su madre y la Mano. La reina Alicent abrió la boca, pero de ella no salió nada. El Consejo comenzó a levantarse, una vez el Rey se levantó. El rostro anciano, pero bien cuidado con el paso del tiempo, y despierto de la Mano fue a parar hacia ellos de nuevo.
-Majestad, no creo que el asunto sea tan...ligero, digámoslo así. Vuestro hijo y la hija de vuestro hermano con Lady Laena Velaryon han contraído matrimonio en secreto. Cómo sabemos que no mienten para cumplir sus deseos o mancillar la Corona. O peor, cubrir un acto tan delicado como la reputación dañada de la princesa en algún momento.
Todos se detuvieron al escuchar ese detalle. Varias miradas de nuevo sobre ellos, por no decir todas las del Consejo. La reina los miró con el rostro contraído de agonía y ansiedad, mientras que los ojos del Rey pasaban de ellos hacia la Mano.
-Eso no ha ocurrido -habló entonces Aemond, en un tono serio que buscaba la tranquilidad del que lo escuchase, pero firme. El ojo que miraba hacia el suelo ascendió y fue a parar hacia el Rey-. La princesa sigue como el día en el que nació.
-La única buena decisión de todo esto -gruñó Tyland Lannister, sonriendo, pero Naerys tuvo la sensación de que ese comentario iba con segundas intenciones.
-Entonces el asunto está resuelto -la reina levantó la cabeza en busca del apoyo de su marido-. Si no se ha consumado, el enlace no es válido. Rompamos esa tontería y comprometamos a los príncipes cuanto antes y alejémoslos.
Larys Strong, el único sucesor que quedaba de Harrenhal y de la familia Strong por línea directa tras el incendio del castillo, alzó la voz desde la esquina de su puesto. Siempre le había parecido un hombre extraño, con una pierna mal formada, y que acababa sabiendo sobre la vida de los demás antes que cualquier otro. Un hombrecillo misterioso, sin lugar a dudas.
-Si actuamos con rapidez, Majestad, un matrimonio entre ambos principes podría resolver el problema, si bien ha dicho ya la Reina. Sin embargo, podría levantar sospechas por su inmediatez.
Otto Hightower, Mano del Rey y abuelo del príncipe, lo miró vagamente. Casi podía ver la sonrisa triunfal en su rostro, de no ser por la siempre impecable barba que llevaba, con algunos pelos comenzando a teñirse de blanco.
-Nadie sospechará de una unión entre dos príncipes solicitados. Majestad -el Rey lo miró, casi de reojo, cuando comenzó a hablar del tema-, las hijas de Lord Borros Baratheon, las tres, están solteras y en edad de casarse. La más joven podría resultar útil, si bien la mayor ya puede considerarse demasiado adulta. Y una alianza con Dorne sería beneficiosa para el reino, si bien la princesa no está en línea directa al trono.
-No se hará tal cosa.
-Aemond -llamó la Reina, rápida y conteniendo una furia.
El hijo miró a la madre.
-Me arrancaré el otro ojo si eso ocurre y repudiaré a alguna de esas mujeres que se me ofrezcan.
-Deberías haberlo hecho antes, chico -la Mano lo miró sin expresión-. El sinsentido de está unión, si es que puede considerarse así, roza los límites de la paciencia que este Consejo ha tenido estos últimos años. Primero con la descarada boda que el príncipe Daemon tuvo con la princesa Rhaenyra sin haber pasado los seis meses de duelo.
El único sentido para la vida de ese hombre era criticar cada una de las acciones que su padre tomara. Desde sus puestos en el Consejo hasta con quién decidía casarse. Lo último que le faltaba decir era que ella podía ser una bastarda conociendo las preferencias en su pasado.
El Rey intervino, alzando una mano para detener un posible conflicto entre ellos, la otra yéndose a su cabeza.
-También hay otra opción.
-¿Cuál? -preguntó su tío.
-Legitimar el enlace de dos Targaryen de la misma forma que Aegon el Conquistador hizo con sus esposas. Pero tomando la oportunidad que en ese momento no pudo hacer para formar alianzas -los miembros del Consejo lo miraron como si comprendieran lo que estaba planteando. El rostro de Aemond se volvió de piedra-. Si bien no pudimos casar al príncipe Jacearys con la princesa Helaena porque ya estaba prometida, una alianza como esa entre el príncipe Aegon y la princesa Naerys sería beneficiosa.
Si bien las pocas veces que había visto una reacción tan violenta por parte de Aemond, esta vez no tuvo nada que ver con perder algún entrenamiento o la defensa de su propio reclamo sobre un dragón. Naerys lo miró, y si ella al menos hubiera podido resistir el impulso de gestualizar o manifestar sus emociones, tal vez pudiera haber sido menor el impacto de su rabia.
-Por encima de mi cadáver dejaré que eso ocurra -vociferó dando un paso hacia delante. Los guardias que tenían a la espalda y esos que custodiaban la protección del Rey se movieron al percibir una posible amenaza-. Que se case con una de sus putas o con una cabra.
-¡Aemond! -exclamó la Reina, levantándose, roja de ira y de vergüenza.
Humillar al hijo que favorecía y protegía por encima de todo era una cosa, pero que el hijo al que protegía y del que había dependido desde su nacimiento dijera esas cosas era suficiente para ella.
-Y yo lo seguiré -respondió ella. Lord Lyoman volvió la cabeza hacia ella, temblorosa-. Las torres son altas allá en Dorne, tengo entendido. Y las fosas de la Fortaleza Roja parecen profundas.
El Consejo guardó silencio por esa insinuación.
Naerys suspiró, pero no dijo nada, dejando que le diera la razón como a los tontos. Quién era ella para contradecirla. Podría tener una opinión contraria, pero a ningún noble le interesaba saberla. Dorothea se puso de pie y dispuso a salir del dormitorio, pero no antes de recoger el vestido de vuelo que se había quitado antes de dejar que le curasen la herida. El cuero estaba manchado de tierra y polvo, y parecía más un atuendo de batalla que de una señora dragón. Naerys le llamó la atención.
-¿Qué estás haciendo?
-Supuse que le vendría bien descansar, mi princesa.
-Aún es media tarde -se quejó.
En ese momento, una doncella rubia y de rasgos infantiles entró en el dormitorio. Llevaba un gorrito que ocultaba gran parte de su melena, pero algunos mechones caían por sus mejillas redondas y sonrojadas. Era más baja que su doncella.
-Princesa, la Reina quiere saber si está dispuesta para hablar con usted.
Entreabrió los labios. La Reina quería hablar con ella. Tal vez hubiese escuchado ya sobre el incidente en Pozo Dragón, o hubiera algún problema desde la llegada de la princesa Rhaenyra y los Targaryen y Velaryon de Marcaderiva. ¿Tan pronto? Imposible. Era imposible causar tantos problemas en unas pocas horas. A no ser que ella hubiese perdido el tiempo entre no ir a ver a su padre y a sus hermanas. Pensó en su abuela. Debería estar viendo ya al Rey, o esperaba que al menos pensando en las cosas que le había dicho.
-Por supuesto -miró por encima de su hombro-. Sir Arryk, ¿podría avisar a mi esposo de que el maestre ya ha finalizado su trabajo?
Sir Arryk, cuya apariencia era idéntica a la de su gemelo Erryk, cabeceó una respuesta afirmativa y marchó. El metal resonando a cada movimiento. Al poco de salir, la presencia de la Reina se hizo con todos los aposentos. Fue como tener la presencia de la propia Madre. La miró con suspicacia mientras se acercaba a donde estaba, el vestido verde como la llama del faro de Antigua moviéndose con ella.
-Me han contado sobre el pequeño accidente en Pozo Dragón -anunció a su llegada, una sonrisa extraña en sus labios. Llevaba el pelo castaño pelirrojo recogido tras su cabeza, con pendientes y accesorios dorados decorando su atuendo. La estrella de siete puntas brillaba en su pecho-. Espero que todo esté bien.
Una de las primeras cosas que había aprendido de Alicent Hightower con el tiempo, era su inmaculada fe y su favoritismo por proteger la Corona de cualquier amenaza sin importarle los costes. Recordaba a la perfección su cara reflejada en el cuchillo cuando fue a atacar a la princesa Rhaenyra tras el accidente en Marcaderiva, su conversación sobre el deber y las advertencias del Rey llamando a ambas para que se detuvieran. Se había quedado agarrando a sus hermanas, protegida a su vez por los brazos de su abuela y la figura de su abuelo por delante de las tres.
No dudaba de sus buenas intenciones. Pero siempre que fueran dirigidas hacia sus hijos. Ya había visto el favoritismo hacia su hijo mayor, el intento de acercarse a su hija -pero que ella rechazaba, de alguna manera- y las quejas que podía llegar a tener tanto con Aemond y Daeron. Podía intuir que despreciaba la idea de que Aemond estuviera casado con ella, desde su actitud en el Consejo que se formó cuando se enteraron de la noticia hasta algunas miradas y comentarios. Tanto a ella como a su familia. Y que no pudiera cumplir las pocas expectativas que tenía en ella, eso debía de hacer muy feliz porque entonces estaría demostrando su punto. Y Daeron... No lo conocía tan de cerca, puesto que vivía en Antigua con su familia Hightower como copero del hermano de su abuelo.
-Gracias, excelencia -respondió-. Me han curado bien. Desde pequeña siempre he sanado rápido.
-No lo dudo. La sangre valyria es especial.
Naerys se llevó la taza de té a los labios, anteriormente había sido dejada ahí por su doncella mientras el maestre trabajaba, no sin antes dirigirle una sonrisa a la Reina. Luego, le hizo un gesto invitándola a sentarse. Ella se quedó de pie, observándola.
-Espero y que la princesa Rhaenyra haya ido a veros después de ver al Rey -comentó. Pudo ver en el rostro pálido de ella, con unos rasgos y expresiones que daban miedo de lo parecidos que eran a los de su esposo, una reacción-. Entiendo que mi padre, el príncipe Daemon, haya llegado bien.
-La salud de ambos es igual a la última vez que nos vimos, aquí en capital. No puedo decir lo mismo de tus hermanos, a los que no he visto desde ese tiempo.
Y así esperaba que continuase. Sin embargo, la situación iba a obligarlos a estar a todos juntos mañana, si es que no ocurría algo por el camino que hiciera que se adelantara el momento. Rezaba porque no ocurriese algo. Tampoco entendía porque el tema no se discutía cuanto antes, ese día. Pero no se lo pensó demasiado.
-Venía a hablar con Aemond -dijo, entonces-, pero supongo que los hombres hacen cosas extrañas cuando no están con sus mujeres o madres, quienes les dan la vida. Me preguntaba si tú lo sabrías.
-Majestad, es muy amable en pensar que yo estoy al tanto de lo que el príncipe hace. También me preguntaba dónde podría estar, he mandado a sir Arryk en su búsqueda.
-Qué considerada -le sonrió, pero incluso eso le quedaba demasiado forzado.
Los rizos castaños a su espalda se movieron cuando se acercó a la baldosa sobre la chimenea. Ahí, Aemond depositaba diferentes armas cortas, en concreto tres dagas con empuñaduras concretas, algunas destinadas para el uso del arma y otras más decorativas que otra cosa. Al lado de ellas, un candelabro de cinco varas y una réplica exacta en miniatura de un huevo de dragón expuesto.
-Mañana será el juicio sobre la herencia de los Velaryon, un tema delicado para esta familia -se quedó mirando a las dagas en silencio, y pudo percibir algo de tensión sobre sus hombros. Siempre caminaba erguida, tal vez demasiado, y eso la hacía intimidante. Elegante y mortífera-. Puedo intuir que Aemond está en un momento delicado también. Al tener que volver a ver a quien le quitó algo que le pertenecía.
Se refería a Lucerys. Y a la pelea que tuvieron siendo unos niños. La misma por la que dejó una cicatriz en el brazo a la heredera. Aemond no hablaba del tema más de lo debido, salvo cuando tenía un mal día y tenían que darle leche de amapola para los dolores en la cuenca del ojo. Ella intentaba controlarlos, de verdad que lo hacía, pero algunos dolores acababan en el exterior y ahí estaba ella para recibir sus gritos y amenazas. La primera vez, fue tal la pelea que acabó llorando y volviendo a sus antiguos aposentos por miedo a lo que pudiera desarrollarse. Sobre lo demás, evitaba hablar del tema, aunque había momentos en los que ella lo veía acariciando la zona o mirando al parche
-Los dos ya son mayores, su gracia, no niños pequeños. A excepción de Lucerys.
-Una esposa debe servir y defender los intereses de su marido, aunque se contraria a ellos. A veces, incluso, te haces a la idea de que tal vez su pensamiento no es tan malo.
Otro sorbo. El té sabía diferente, tal vez por la llegada de alguna nueva especia de Essos o de Dorne. Inspiró para olerlo; fuerte y dulce, pero de sabor amargo. Lo poco que había comido ese día, junto con su té, sabían diferente.
-Y atiendo en todo lo que respecta a mi esposo.
-No lo dudo.
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Me imagino así a ambos en alguno de los bailes en esos años de matrimonio, aunque a él no le gusta bailar. Y a Naerys de esta forma, pero con un predominio por el azul Velaryon
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Le tomó sólo un par de reuniones oficiales del Consejo del Rey para que Elizabeth supiera que no había manera de que la Guardia Real dejara salir a la pequeña princesa de once meses fuera de los límites de la ciudad si un escuadrón especial y su propio padre no la acompañaban. Después de todo era la heredera de Albus y que la reina planeara llevarse a Fabian también, complicaba aún más todo.
—Su Majestad no tiene de que preocuparse, ni siquiera se dará cuenta de que estoy aquí—dijo a Elizabeth luego de llegar al Norte con la comitiva. Su suegro en persona le asignó un dormitorio en una torre opuesta a la que ocuparían sus hijos y esposa, estaba seguro que por órdenes directas de Lizz.
Aún así se las arreglaba para ir todos los días a mostrar sus respetos a los dioses del bosque y visitar a los bebés que se veían increíblemente cómodos a pesar del clima y de que casi todas las personas que los cargaban y llenaban de halagos, eran desconocidos.
También hizo lo necesario para ocultar a Cory por casi una semana sin que su reina lo supiera. Había sido buena idea ocultarla entre los otros niños que amamantaban las nodrizas. Aunque el color de su cabello resaltaba demasiado, su tamaño disimulaba bastante su edad. Casi nadie creería que también estaba próxima a cumplir un año.
—¡Ya dije que no necesito ayuda con el baño, déjenme solo en nombre del rey!— gritó desde la habitación donde la bañera llena de agua caliente lo esperaba, pues escuchó que intentaban abrir la puerta. Ya había pasado por algo similar en casa de su prima donde aparentemente era la costumbre que alguien entrara a asistirlo. Estaba usando sólo la tela con la que se secaría al salir del agua alrededor de la cintura y no quería a nadie con él y alimentar aún más los rumores de su supuesta infidelidad.
Que ni siquiera se inmutara iba a volverla loca. Lo poco que le importaba lo que había hecho y el cómo es que ella se sentía al respecto era más que suficiente para querer lanzarlo por la ventana cada vez que se encontraban en la misma habitación.
— Lo único que eres es mi problema más grande. ¿Desde cuándo importa la opinión del consejo? Porque eso no fue impedimento para nombrar a Alice tu heredera.— Le había dicho que era mala idea, pero ni siquiera se molestó en escucharla antes de hacerlo. Ahora sabía que la única razón por la que lo había hecho era esa niña por la que había tenido el descaro de hacer que George la trajera a la ciudad.
— ¿Para que puedas seguir restregándome a esa niña por los siete reinos? Adelante, vamos al Norte a ver qué sucede.— La gente de Winterfell no estaba nada contenta con Potter después de saber lo que había sucedido apenas días después de que los gemelos nacieran. Si bien la invitación que les habían extendido era para pasar una temporada en El Valle, no lo dudaría dos veces antes de cambiar su itinerario si eso significaba librarse de Albus.
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Latif era el pordiosero más pobre de la comarca, cada noche dormía en el zaguán de una casa diferente. Sin embargo, Latif era considerado el hombre más sabio del pueblo.
Una mañana el rey apareció en la plaza, hasta que tropezó con Latif y sus súbditos le contaron de el.
El rey, divertido, se acercó al mendigo y le dijo:
-Si me contestas una pregunta te doy esta moneda de oro.
-¿Cuál es tu pregunta?
Y el rey se sintió desafiado, entonces, se despachó con una cuestión que hacía días lo angustiaba y que no podía resolver.
La respuesta de Latif fue justa y creativa.
El rey se sorprendió y dejó su moneda a los pies del mendigo.
Al día siguiente el rey volvió y le hizo otra pregunta, ny otra vez Latif la respondió rápida y sabiamente.
-Latif, te necesito - le dijo el rey. - Te pido que vengas a palacio y seas mi asesor. Te prometo que no te faltará nada. - Juró el rey.
Lafit aceptó la propuesta, y durante las siguientes semanas las consultas del rey se hicieron habituales.
Obviamente esto desencadenó los celos de todos los cortesanos.
Un día todos los demás asesores pidieron audiencia al rey y le dijeron:
Tu amigo Latif, como tú le llamas, está conspirando para derrocarte.
-No puede ser, no lo creo. - Dijo el rey.
-Puedes confirmarlo con tus propios ojos.
El rey se sintió defraudado y dolido.
Debía confirmar esas versiones. Esa tarde a las cinco, aguardaba oculto en el recodo de una escalera.
Desde allí vio cómo, en efecto, Latif llegaba a la puerta, miraba hacia los lados y con la llave que colgaba de su cuello abría la puerta de madera y se escabullía sigilosamente dentro del cuarto.
-¿Lo visteis? - gritaron los cortesanos.
Seguido de su guardia personal el monarca golpeó la puerta.
-¿Quién es? - dijo Latif desde adentro.
-Soy yo, el rey. - Dijo el soberano... -¡Ábreme.
Latif abrió la puerta.
No había nadie, salvo Latif. Ninguna puerta, o ventana, ninguna puerta secreta, ningún mueble que permitiera ocultar a alguien.
Solo había en el piso un piso un plato de madera desgastado, en un rincón una vara de caminante y en el centro de la pieza una túnica raída colgando de un gancho en el techo.
-¿Estás conspirando contra mí, Latif?
-¿Cómo se te ocurre, majestad. - Contestó Latif- De ninguna forma, ¿por qué lo haría?
- Pues vienes aquí cada tarde en secreto. ¿Qué es lo que buscas si no te ves con nadie? ¿Para qué vienes a este cuchitril a escondidas?
Latif sonrió y se acercó a la túnica rotosa que pendía del techo. La acarició y le dijo al rey: "Hace seis meses cuando llegué a tu castillo, lo único que tenía eran esta túnica, este plato y esta vara de madera” -dijo Latif.
-Ahora me siento tan cómodo en la ropa que visto, es tan confortable la cama en la que duermo, es tan halagador el respeto que me das y tan fascinante el poder que regala mi lugar a tu lado… que vengo cada día para estar seguro de una sola cosa... no olvidar nunca: “QUIÉN SOY Y DE DÓNDE VINE”.
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Lecturas del Lunes de la 19ª semana del Tiempo Ordinario
Lecturas del día 11 de Agosto de 2024
Primera lectura
Lectura de la profecia de Ezequíel 1,2-5.24–2,1a El año quinto de la deportación del rey Joaquín, el día cinco del mes cuarto, vino la palabra del Señor a Ezequíel, hijo de Buzi, sacerdote, en tierra de los caldeos, a orillas del río Quebar. Entonces se apoyó sobre mí la mano del Señor, y vi que venia del norte un viento huracanado, una gran nube y un zigzagueo de relámpagos. Nube nimbada de resplandor, y, entre el relampagueo, como el brillo del electro. En medio de éstos aparecia la figura de cuatro seres vivientes; tenían forma humana. Y oí el rumor de sus alas, como estruendo de aguas caudalosas, como la voz del Todopoderoso, cuando caminaban; griterío de multitudes, como estruendo de tropas; cuando se detenían, abatían las alas. También se oyó un estruendo sobre la plataforma que estaba encima de sus cabezas; cuando se detenían, abatían las alas. Y por encima de la plataforma, que estaba sobre sus cabezas, había una especie de zafiro en forma de trono; sobre esta especie de trono sobresalía una figura que parecia un hombre. Y vi un brillo como de electro (algo así como fuego lo enmarcaba) de lo que parecía su cintura para arriba, y de lo que parecía su cintura para abajo vi algo así como fuego. Estaba nimbado de resplandor. El resplandor que lo nimbaba era como el arco que aparece en las nubes cuando llueve. Era la apariencia visible de la gloria del Señor. Al contemplarla, caí rostro en tierra. Palabra de Dios
Salmo
Sal 148,1-2.11-12.13.14 R/. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria Alabad al Señor en el cielo, alabad al Señor en lo alto. Alabadlo, todos sus ángeles; alabadlo, todos sus ejércitos. R/. Reyes y pueblos del orbe, príncipes y jefes del mundo, los jóvenes y también las doncellas, los viejos junto con los niños. R/. Alaben el nombre del Señor, el único nombre sublime. Su majestad sobre el cielo y la tierra. R/. Él acrece el vigor de su pueblo. Alabanza de todos sus fieles, de Israel, su pueblo escogido. R/.
Evangelio
Lectura del santo evangelio según San Mateo 17,22-27 En aquel tiempo, mientras Jesús y los discípulos recorrían juntos Galilea, les dijo Jesús: «Al Hijo del hombre lo van a entregar en manos de los hombres, lo matarán, pero resucitará al tercer día.» Ellos se pusieron muy tristes. Cuando llegaron a Cafarnaún, los que cobraban el impuesto de las dos dracmas se acercaron a Pedro y le preguntaron: «¿Vuestro Maestro no paga las dos dracmas?» Contestó: «Sí.» Cuando llegó a casa, Jesús se adelantó a preguntarle: «¿Qué te parece, Simón? Los reyes del mundo, ¿a quién le cobran impuestos y tasas, a sus hijos o a los extraños?» Contestó: «A los extraños.» Jesús le dijo: «Entonces, los hijos están exentos. Sin embargo, para no escandalizarlos, ve al lago, echa el anzuelo, coge el primer pez que pique, ábrele la boca y encontrarás una moneda de plata. Cógela y págales por mí y por ti.» Palabra del Señor
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mientras yo, voy adonde me llama el servicio. Y suspirando como Porthos pudiera haberlo hecho, añadió: –¡Oh vosotros, felices mortales!
–¡Qué! ¿os vais? –dijeron Aramis y Baisemeaux a una e impulsados por la alegría que les proporcionaba aquella sorpresa, y que no fue echada en saco roto por el gascón.
–En mi lugar os dejo un comensal noble y bueno.
–¡Cómo! –exclamó el gobernador, ¿os perdemos?
–Os pido una hora u hora y media. Estaré de vuelta a los postres.
–Os aguardaremos, –dijo Baisemeaux.
–Me disgustaríais.
–¿Volveréis? –preguntó Athos con acento de duda.
–Sí, –respondió D'Artagnan estrechando confidencialmente la mano a su amigo. Y en voz baja, añadió: –Aguardadme, poned buena cara, y sobre todo no habléis más que de cosas triviales.
Baisemeaux condujo a D'Artagnan hasta la puerta. Aramis, decidido a sonsacar a Athos, le colmó de halagos, pero Athos poseía en grado eminentísimo todas las virtudes. De exigirlo la necesidad, hubiera sido el primer orador del mundo, pero también habría muerto sin articular una sílaba, de requerirlo las circunstancias.
Los tres comensales se sentaron, a una mesa servida con el más substancial lujo gastronómico.
Baisemeaux fue el único que tragó de veras; Aramis picó todos los platos, Athos sólo comió sopa y una porcioncilla de los entremeses. La conversación fue lo que debía ser entre hombres tan opuestos de carácter y de proyectos.
Aramis no cesó de preguntarse por qué singular coincidencia se encontraba Athos en casa de Baisemeaux, cuando D'Artagnan estaba ausente, y por qué estaba ausente D'Artagnan, y Athos se había quedado.
Athos sondeó hasta lo más hondo el pensamiento de Aramis, subterfugio e intriga viviente, y vio como en un libro abierto que el prelado le ocupaba y preocupaba algún proyecto de importancia. Luego consideró en su corazón, y se preguntó a su vez por qué D'Artagnan se saliera tan aprisa y por manera tan singular de la Bastilla, dejando allí un preso tan mal introducido y peor inscrito en el registro.
Pero sigamos a D'Artagnan que, al subirse otra vez en su carroza, gritó al oído del cochero:
Capítulo II
-¡A palacio y a escape!
Lo que pasaba en el Louvre durante la cena de la Bastilla
Saint-Aignán, por encargo del rey, había visto a La Valiére: pero por mucha que fuese su elocuencia, no pudo persuadir a Luisa de que el rey tuviese un protector tan poderoso como eso, y de que no necesitaba de persona alguna en el mundo cuando tenía de su parte al soberano.
En efecto, no bien hubo el confidente manifestado que estaba descubierto el famoso secreto, cuando Luisa, deshecha en llanto, empezó a lamentarse y a dar muestras de un dolor que no le habría hecho mucha gracia al rey si hubiese podido presenciar la escena.
Saint-Aignán, embajador, se lo contó todo al rey con todos su pelos y señales.
–Pero bien –repuso Luis cuando Saint-Aignán se hubo explicado, –¿qué ha resuelto Luisa? ¿La veré a lo menos antes de cenar? ¿Vendrá o será menester que yo vaya a su cuarto?
–Me parece, Sire, que si deseáis verla, no solamente deberéis dar los primeros pasos, mas también recorrer todo el camino.
–¡Nada para mí! ¡Ah! ¡muy hondas raíces tiene echadas en su corazón ese Bragelonne! –dijo el soberano.
–No puede ser eso que decís, Sire, porque –Sí, Sire, pero...
–¿Qué? –interrumpió con impaciencia el monarca.
–Pero advirtiéndome que, de no hacerlo yo, lo arrestaría vuestro capitán de guardias.
–¿No os dejaba en buen lugar desde el instante en que no os obligaba?
–Sí a mí, Sire, pero no a mi amigo.
–¿Por qué no?
–Es más claro que la luz, porque fuese arrestado por mí o por el capitán de guardias, para mi amigo el resultado era el mismo.
–¿Y esa es vuestra devoción, señor de D'Artagnan? ¿Una devoción que razona y escoge? Vos no sois soldado. –Espero que Vuestra Majestad me diga qué, soy.
–¡Un frondista!
–En tal caso desde que se acabó la Fronda, Sire...
–¡Ah! Si lo que decís es cierto...
–Siempre es cierto lo que digo. Sire.
–¿A qué habéis venido? Vamos a ver.
–A deciros que el señor conde de La Fere está en la Bastilla.
–No por vuestro gusto, a fe mía.
–Es verdad, Sire: pero está allí, y pues allí está, importa que Vuestra Majestad lo sepa.
–¡Señor de D'Artagnan ¡estáis provocando a vuestro rey!
–Sire...
–¡Señor de D'Artagnan! ¡estáis abusando de mi paciencia!
–Al contrario, Sire.
–¡Cómo! ¿al contrario decís?
–Sí, Sire: porque he venido para hacer que también me arresten a mí.
–¡Para que os arresten a vos!
–Está claro. Mi amigo va a aburrirse en la Bastilla; por lo tanto, suplico a Vuestra Majestad me dé licencia para ir a hacerle compañía. Basta que Vuestra Majestad pronuncie una palabra para que yo me arreste a mí mismo; yo os respondo que para eso no tendré necesidad del capitán de guardias. El rey se abalanzó a su bufete y tomó la pluma para dar la orden de aprisionar a D'Artagnan.
–¡No olvidéis que es para toda la vida! –exclamó el rey con acento de amenaza.
–Ya lo supongo –repuso el mosquetero; –porque una vez hayáis cometido ese abuso, nunca jamás os atreveréis a mirarme cara a cara.
–¡Marchaos! –gritó el monarca, arrojando con violencia la pluma.
–No, si os place, Sire.
–¡Cómo que no!
–He venido para hablar persuasivamente con el rey, y es triste que el rey se haya dejado llevar de la cólera; pero no por eso dejaré de decir a Vuestra Majestad lo que tengo que decirle.
–¡Vuestra dimisión! ¡vuestra dimisión! –gritó el soberano.
–Sire –replicó D'Artagnan, –ya sabéis que no estoy apegado a mi empleo; en Blois os ofrecí mi dimisión 01 día en que negasteis al rey Carlos el millón que le regaló mi amigo el conde La Fere. –Pues venga inmediatamente.
–No Sire, porque no es mi dimisión lo que ahora estamos ventilando. ¿No ha tomado Vuestra Majestad la pluma para enviarme a la Bastilla? ¿Por qué, pues, muda de consejo Vuestra Majestad?
–¡D'Artagnan! ¡gascón testarudo! ¿quién es el rey aquí? ¿vos o yo?
–Vos, Sire, por desgracia.
–¡Por desgracia!
–Sí, Sire, porque de ser yo el rey...
–Aplaudiríais la rebelión del señor de D'Artagnan, ¿no es así?
–¡No había de aplaudirla!
–¿De veras? –dijo Luis XIV encogiendo los hombros.
–Y –continuó D'Artagnan, –diría a mi capitán de mosqueteros, mirándole con ojos humanos y no con esas ascuas: “Señor de D'Artagnan, he olvidado que soy el rey: he bajado de mi trono para ultrajar a un caballero".
–¿Y vos estimáis que es excusar a vuestro amigo el sobrepujarlo en insolencia? –prorrumpió Luis.
–¡Ah! Sire –dijo D'Artagnan, –yo no me quedaré en los términos que él, y vuestra será la culpa. Yo voy a deciros lo que él, el hombre delicado por excelencia, no os ha dicho; yo os diré: Sire, habéis sacrificado a su hijo, y él defendía a su hijo; lo habéis sacrificado a él, siendo así que os hablaba en nombre de la religión y la virtud, y lo habéis apartado, aprisionado. Yo seré más inflexible que él, Sire, y os diré: Sire, elegid. ¿Queréis amigos o lacayos? ¿soldados o danzantes de reverencias? ¿grandes hombres o muñecos? ¿queréis que os sirvan o que ante vos se dobleguen? ¿qué os amen o que os teman? Si preferís la bajeza, la intriga, la cobardía, decidlo, Sire; nosotros, los únicos restos, qué digo, los únicos modelos de la valentía pasada, nos retiraremos, después de haber servido y quizá sobrepujado en valor y mérito a hombres ya resplandecientes en el cielo de la posteridad. Elegid, Sire, y pronto. Los contados grandes señores que os quedan, guardadlos bajo llave; nunca os faltarán cortesanos. Apresuraos, Sire, y enviadme a la Bastilla con mi amigo; porque si no habéis escuchado al conde de La Fere, es decir la voz más suave y más noble del honor, ni escucháis a D'Artagnan, esto es, la voz más franca y ruda de la sinceridad, sois un mal rey, y mañana seréis un rey irresoluto; y a los reyes malos se les aborrece, y a los reyes irresolutos se les echa. He ahí lo que tenía que deciros, Sire: muy mal habéis hecho al llevarme hasta ese extremo. Luis XIV se dejó caer frío y pálido en su sillón; era evidente que un rayo que le hubiese caído a los dos no le habría causado más profundo asombro: no parecía sino que iba a expirar. Aquella ruda voz de la sinceridad, como la llamó D'Artagnan, le entró en el corazón cual la hoja de un puñal.
D'Artagnan había dicho cuanto tenía que decir, y haciéndose cargo de la cólera del rey, desenvainó lentamente, se acercó con el mayor respeto a Luis XIV, y dejó sobre el bufete su espada, que casi al mismo instante rodó por el suelo impelida por un ademán de furia del rey, hasta los pies de D'Artagnan.
Por mucho que fuese el dominio que sobre él tenía, el mosquetero palideció a su vez, y temblando de indignación, exclamó: –Un rey puede retirar su favor a un soldado, desterrarlo, condenarlo a muerte; pero aunque fuese cien veces rey, no tiene derecho a insultarlo deshonrando su espada. Sire, nunca en Francia ha habido rey alguno que haya repelido con desprecio la espada de un hombre como yo. Está espada mancillada ya no tiene otra vaina que mi corazón o el vuestro, y dad gracias a Dios y a mi paciencia de que escoja el mío. Y abalanzándose a su espada, añadió: Sire, caiga mi sangre sobre vuestra cabeza.
Y apoyando en el suelo la empuñadura de su espada, D'Artagnan se precipitó con rapidez sobre la punta, dirigida contra su pecho. El rey hizo un movimiento todavía más veloz que el de D'Artagnan, rodeó el cuello de éste con el brazo derecho, y tomando con la mano izquierda la espada por la mitad de la hoja, la envainó silenciosamente, sin que el mosquetero, envarado, pálido y todavía tembloroso, le ayudase para nada.
Entonces, Luis XIV, enternecido, se sentó de nuevo en el bufete, tomó la pluma, trazó algunas líneas, echó su firma al pie de ellas, y tendió la mano al capitán.
–¿Qué es ese papel, Sire? –preguntó el mosquetero.
–La orden al señor de D'Artagnan de que inmediatamente ponga en libertad al señor conde de La Fere.
D'Artagnan asió la mano del rey y se la besó; luego dobló la orden, la metió en su pechera y salió, sin que él ni su majestad hubiesen articulado palabra.
–¡Oh corazón humano! ¡norte de los reyes! –murmuró Luis cuando estuvo solo. –¿Cuándo leeré en tus senos como en un libro abierto? No, yo no soy un rey malo ni irresoluto, pero todavía soy un niño.
Capítulo III
Un negocio arreglado por
M. de D'Artagnan
D'Artagnan había prometido a Baisemeaux estar de vuelta a los postres, y cumplió su palabra.
Athos y Aramis se habían mostrado tan cautos, que ninguno de los dos pudo leer en el pensamiento del otro. Cenaron, hablaron largo y tendido de la Bastilla, del último viaje a Fontainebleau y de la próxima fiesta que Fouquet debía dar en Vaux.
D'Artagnan llegó en lo más recio de la conversación, todavía pálido y conmovido de la suya con el rey.
Athos y Aramis notaron la emoción de D'Artagnan; pero Baisemeaux solamente vio al capitán de los mosqueteros del rey, y se apresuró a agasajarlo porque, para el gobernador, el codearse con el rey implicaba un derecho a todas sus atenciones.
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DE LA NAVIDAD A IMAGEN QUERIDA_ AMOR Y AMISTAD TAMBIÉN, TRADICIÓN ENTRE NACIONES POR GENERACIONES DE VIDA_ A EL MAGICO TIEMPO LAS PRINCESAS A CORRER...
ESPERAR LA NAVIDAD UN SUEÑO DE LAS NIÑAS FORMADAS LAS 2 EN DOS._ A GESTO JOVIAL Y RISUEÑO, A LA LUZ QUE APUNTA VÍSPERAS DE ESE DIA CON ELLAS APUNTA CON UN RAYO EL ASTRO SOL...
HOOOOO IMAGEN FAMILIAR MERECIDA_ AMOR Y NIÑES TAMBIÉN, DE LAS PRINCESAS UN DIA DE SU VIDA A SU VIDA_, ENTRE LAS NACIONES CON CARIÑO Y RESPETO A LAS PRINCESAS VER.
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DESPUÉS DE TODO A SU MAJESTAD EL REY A LADO_ SUS HIJAS PRINCESAS ANDAR Y JUGAR, SOÑAR CON SANTACLOS EN TRINEO Y BOTAS ROJAS A EL CIELO VOLANDO EN TODA EUROPA QUIZÁS PASAR...
FLORES ROSAS Y LIRIOS_ CORONAS DE FLORES PORTAR_ QUE A ELLAS EXCLAMAN_ EN TIEMPO REINAS A HOLANDA Y DINAMARCA EN LO FUTURO HARÁ...
EN SU EJE POR TIEMPO AHORA JUGAR, DE SI LA BELLEZA MIRAR, EN GENERACIONES JUNTOS, CADA AÑO LA MAGIA DE ELLAS AHORA DE LA BONITA NAVIDAD.
POEMA... 3
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DE LA NAVIDAD CAYENDO EL DÍA.- SU MAJESTAD EL REY DE REGRESO A CASA CANSADO_ AL MIRAR A ELLAS LE VUELVE LA ALEGRÍA_, EN ESE CANSADO Y AGOBIADO RATO...
LE DECIAN CON OJOS TRAVIESOS_ ANDA PAPA_ ¡JUGAMOS!_ EN QUE LA ADRENALINA Y VITALIDAD LE VUELVE DE LA NADA PARA IRSE EL CANSANCIO SIN DEJAR EN ESE MOMENTO UN SOLO RASTRO.
POEMA... 4
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DE DINAMARCA Y HOKANDA LAS PRINCESAS NIÑAS BONITAS, QUE AL VER EN FOTOS DICEN TERNEZAS_ ENTRE DULCES Y HALAGOS LAS DOS PRINCESAS PEQUEÑAS...
CABELLERA ALBOROTADA Y ALEGRE, Y SU NOMBRE EN FORTUITA IMAGEN DE NACION_ POR FUTURO ERASE QUE SE ERA...
POR DE SI EN UN PROLONGADO_ ¡SALVE!_ ESPERA, CUAL NO HABLABA NI EXISTÍA A POS DE SI DINAMARCA Y HOLANDA AHORA JUEGA_ EN QUE LA NAVIDAD EN SU VIVA MAGIA POR LO QUE ES Y LAS RODEA DE EL TIEMPO...
AHORA ES UN SALVÉ DE GRACIA EN ALEGRIA Y MAGIA ES POR DINAMARCA Y HOLANDA QUE ES A LO QUE EN SU MAGESTAD FUE Y ERA.
CONTINUARA
DANIEL GARCIA ROMAN
EL ZORRO
10 NOVIEMBRE 2015
SALVE
POEMARIO
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POEMA... 5
TITULO... SANTACLOSS
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EN UN TRINEO A DAR UN PASEO SANTACLOSS EN LA NAVIDAD SALE A PASEAR_ GORRO ROJO BOTAS ROJAS CINTURON NEGRO Y UN GRAN SACO CARGADO AL HOMBRO CON REGALOS Y DEMAS...
LAS MUSICAS NAVIDEÑAS AHORITA, EN CASCABELES LAS PRINCESAS A CANTAR EN LA NOCHE ESTRELLADA A EL PAISAJE ESTANDO HERMOSO, CUAL DE SI MIRANDO EL PINO ALUMBRADO DE NAVIDAD...
CRUZANDO CIUDADES CUAL DE SI INEFABLE IMAGINAR, EN UN MILAGRO PODEROSO ASOMBRADAS SALTACLOSS A ELLAS A DEJAR EL REGALO CANTANDO JO JO JO JO _ JO JO JO JO IRA.
POEMA... 6
TITULO... JUEGO DE NIÑAS
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EN EL PATIO DE LA CASA_ JUEGAN QUE JUEGAN LINDO_ A QUERUB PAISAJE MUÑECAS Y DULCES AL REDEDOR SUS VOCES ENTRE RISAS SU RUIDO...
DE LOS CARAMELOS POSTRADOS SABOREANDO ELLAS EL MÁS RICO_ EN LA MESA POSADA UN JUEGO DE PLATOS Y VASOS A MANTEL POR COMIDA JUGANDO CON LAS MUÑECAS A TIEMPO PARADO EN LIDO.
POEMA... 7
TITULO... VIENTO NAVIDEÑO
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A EL AIRE FRIO QUE SOPLA A UNA TARDE FRESCA, VIENTO ULULA A UN PAISAJE DECEMBRINO YA ASEMEJA_,
EN EL PELO UN PAR DE RISOS BRILLANTES_ NIEVE DE EL CIELO Y AGUA A SU CABEZA GOTEA.- AL CAMINAR SE AGITA ENTRE ROPAS ESA NIEVE QUE CAE Y LAS RODEA...
LOS CASCABELES QUE SUENAN ENTONCES_ CUANDO LA NAVIDAD Y SU MAGIA DESPIERTA_ EN TODOS LOS NIÑOS DEL MUNDO ESTANDO_ UN JUEGO INEFABLE POR SENTIMIENTO NAVIDAD NOCHE BUENA A JESUS ESPERAN.
POEMA... 8
TITULO... CANASTA DE FRUTAS
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DE UNA HERMOSA CANASTA DE FRUTAS_ NUECES ABELLANAS Y CASCABEL CREANDO PREPARANDO LA CENA DE NAVIDAD A BUENA NUEVA EN MERCED...
DOS HERMOSAS NIÑAS POR PRINCESAS EN LA TIENDA COMERCIAL JUEGAN_ ROSAS A QUERUB JAZMIN RISAS Y VOCES NUEVAS QUE NAVIDAD POR ELLAS ES FELIZ...
Y DE ESA DELICIOSA CANASTA DE FRUTAS DELICIAS A VISTA POR EXPRESIÓN EL PINO DE NAVIDAD Y SUS LUCES ENCENDIDAS CUAL ES DE SI DE LAS PRINCESAS A SU MAGICA ILUSION.
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DANIEL GARCIA ROMAN
EL ZORRO
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TITULO... PASOS
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CUANDO A PASOS LLEVAS Y PASAS, TODO EN NAVIDAD SER_ CON MAMA Y PAPA EN CASA PINO Y LUCES PONER...
DE LA FLOR EN PASCUA ROSA, CAMPANAS Y ESFERAS LUMINOSAS QUE ENTRE RISAS Y ALEGRIAS VER...
EN FAMILIA COMIDA Y TRADICIONES, PREPARAR EN SIN FIN DELICIOSAS EN BEBIDAS POR VINO Y MIEL...
FLIRTEOS MIRIADAS DE ENTRE LAS COSAS QUE LUCE LA NAVIDAD EN SU SER.
POEMA... 10
TITULO... ALBA
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AL IRSE APOSTANDO EL ALBA ESTRELLA DE BELÉN VIENDO NAVIDAD EN SU ORIGINAL ACABADO PINO DE NAVIDAD LUCIENDO...
Y EN NOCHE BUENA ESPERAR LA MAÑANA LA PRINCESAS NAVIDAD A PAPA Y MAMA SONRIENDO...
CON SONAJA SONANDO Y VILLANCICO CANTANDO _ TRIQUI, TRIQUI, TRIQUI, PIN PON PAN_ TRIQUI, TRIQUI, PAN, PON PUN_
CEPILLANDO SU RUBIÓ PELO A LA PLATICA DE MAMA Y PAPA POR REVUELO DE REGALOS Y ABRAZOS FELICITACIONES SIENDO.
POEMA... 11
TITULO... PRINCESAS
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LAS PRINCESAS_ VIENEN Y JUEGAN Y VAN, A SONIDOS DE SUS ZAPATOS TIC TAC, TIC TAC,
ES EL SONIDO A CORRER DE AVISO DE LLEGADA DE SUS MAGESTADES_ PAPA Y MAMA_ EN SALUDO JOVIAL Y AMENO FAMILIA REAL EN NAVIDAD...
CUAL DE SI LA PLATICA DE ADULTOS SE ALEJA Y RESUENAN VOCES DE NIÑAS CUAL POSTURA EN POSE DEJA AL APRECIARSE EL MOMENTO TRANQUILO...
CON PALETA DE CARAMELO Y DULCES Y MUÑECAS VIENEN Y VAN EN JUEGO DE RUTINA AMENO QUE A LO FUTURO RECORDARA.
POEMA... 12
NOCHE BUENA
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JO JO JO ROJO Y BLANCO_ EN PALACIO REAL SANTACLOS SE ALOJA POR UN MOMENTO_ PARA DAR EN NOCHE BUENA, UN PAR DE ESPECIALES REGALOS...
A LA PRINCESA EN EL PINO DE NAVIDAD LUCES PARPADEAN EN SUEÑO ESPECIAL MIENTRAS DUERMEN...
SANTACLOS SONRIE AL VERLAS JO JO JO JO COLORES MATISES EN CORAZON ARROJO EN MOMENTO NAVIDAD EN CANCION A TONO IRSE Y QUEDARSE PARA SIEMPRE EN SENTIMIENTO.
POEMA... 13
TITULO... PINO DE NAVIDAD
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LA NIEVE CAÍA AFUERA EN EL ULULAR DE EL PAULATINO VIENTO_ UNA CANCION NAVIDEÑA RISUEÑA QUE DA REFLECCION POR MOMENTO...
PAZ LIVERTAD Y ARMONÍA EL CORAZON DE LAS PRINCESAS EN INVIERNO...
CUAL DE PINO DE NAVIDAD POR RAMA_ SU MAGESTAD COLOCA UNA ESFERA Y LA REINA COLOCANDO LAS LUCES Y LAS NIÑAS SONRIENDO, POR MOMENTOS...
EN ILUSIÓN MAGICA NAVIDEÑA QUE CON LA NIEVE CANTA EL VIENTO Y EL ESPÍRITU DE LA NAVIDAD RENACERIA EN PALACIO REAL NAVIDAD EN ESENCIA SIENDO.
POEMA... 14
TITULO... IMAGEN
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LA PRINCESA CON SU MAMA SU MAJESTAD LA REINA EN EL PATIO JUGANDO_ EN EL CENTRO DE EUROPA AMÉRICA DE SI GIRANDO...
COSTUMBRES TRADICIONES EN DAR Y GIRAR LLANOS SELVAS Y BOSQUES VIENTO EN LA NATURALEZA CANTAR...
EN ESENCIA MISMA VER DE EUROPA AMERICA, APRENDER JIRA QUE JIRA EL JUEGO PAISES POR CONTINENTE...
JUGAR A LA FAMILIA EN ESENCIA DE VALORES QUE CON EL TIEMPO EN GENERACIÓNES BONITAMENTE SER.
POEMA... 15
TITULO... CARRUSEL
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DE LA PRINCESA A NIÑAS JUGANDO_ EN ALEGRIA DE DAR VUELTAS SOBRE EL CABALLO MÁS PODEROSO DE COLOR CAFE MATIZADO ENTRE LUCES DE FIESTA...
VIENTO A EL POLVO A SU FUERZA DE GALOPE LEVANTADO QUE AL REVOLOTEAR SU RUBIO PELO EN ESA NOCHE DE NAVIDAD SOLÍA DAR VUELTAS ESTRELLADA EN ALEGRÍA INFANTILES...
CUAL EJE DE UNA MONEDA EN EURO_ LINDOS PEGASOS CABALLITOS EN EL CARRUSEL DE MADERA EN LA FERIA.
POEMA... 16
TITULO... LA LUNA
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LA LUNA AHI Y ALLA_ SOBRE LOS CIELOS DE HOLANDA Y DINAMARCA ESTA CUENTOS ROMANTICOS SOÑADORES CANCIONES Y POESIA DAR...
A SU REFLEJO EN LOS LAGOS LA LUNA, A EL MAR CANCION ULULAR ESTA EN NAVIDAD Y SU ROMÁNTICA LUNA SANTACLOS EN SU TRINEO ANDARA...
CUAL NIÑOS BUSCADORES EN LOS CIELOS BUSCAN YA, BUSCANDO ESA INHÓSPITA IMAGEN QUE CADA AÑO RUMBO A PALACIO REAL PASARA...
LA LUNA, LA LUNA, LA LUNA, REDONDA_ NAVIDAD EN PALACIO REAL A DOS NIÑAS POR PRINCESAS DEJARA ESE MATIZ ESA ALEGRIA QUE A LA PRINCESAS SANTACLOS DEJARA.
POEMA... 17
TITULO... LETRA DE NAVIDAD
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A IMAGEN DE PAPA EL REY PRECAVE_ CUAL NORMALIDAD EN FOTOGRAFIA
MOMENTANEAMENTE POR MÁGICA Y NORMAL POESIA _¡MIRE!_
EN EJE ESENCIAL POR APARATO DE SEGURIDAD OPERATIVO EN TREVOL, CORAZÓN ARMONIOSO LATIR, EN UN ASTUR POR ALIENTO QUE ES DE PAPA SOLO, SI...
A EL PASO CAMINANDO LLEVANDO A LA MAS PEQUEÑA DORMIDA SOÑANDO LA NAVIDAD EN BRAZOS EN LA PRINCESA _ SI...
JUGUETES ENTRE LASOS A LA IMAGEN DE LOS PAPARAZZIS NAVIDAD LATIR.
POEMA... 18
TITULO... HOLANDA... BELGICA
MUSAS...
Las princesas Isabel de Dinamarca 🇩🇰
La princesa Alexia de Holanda 🇳🇱
La actriz juvenil estadounidense Mckenna Grace 🇺🇸
ESCUELA SECUNDARIA BACHILLERES ARTES Y OFICIOS ESBAO
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UNIVERSITY HOLANDA
HOOO HERMOSO PATRIO SUELO.- NAVIDAD AHORA LLEGO, SE VE EN EL CIELO Y LA TIERRA Y LO CANTA EL MAR Y LO ANUNCIA EL SOL.-
CUAL CELESTE DE NIEVE SUS PRADERAS CUAL DE SI SE APOSTA ARREBOL.- MONTAÑAS ORGULLOSAS, EN DINAMARCA Y HOLANDA REPOSA ESTA MAGICA NAVIDAD DIOS.-
LLEVANDO BUENA NUEVA A TRAVES DEL MEXICANO (DANIEL GARCIA ROMAN) COMO POETA_ CON COMIDA Y BEBIDAS DELICIOSAS AL BEBER ...
COSAS DE UN PATRIO SUELO DE HOLANDA Y DINAMARCA ESTA NAVIDAD SOLO MÁGICAMENTE SER.
POEMA... 19
TITULO... LIBRO
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DE UN LIBRO VIEJO Y MIO_ ENNOBLECE MI MANO_ AL DAR INSPIRACIÓN EN LETRA POESIA A NACION EUROPEA LLEVANDO_
A INOCENCIA DE NIÑOS ASTUR INAGOTABLE NAVIDAD EN SABERSE EN FUENTE LUZ CUAL VER...
AL OJEAR EN PAGINAS PROFUNDAS SABIDURÍA ARMONÍA INFINITA, LLEVANDO A EUROPA EN MUNDO DE NIÑAS MISTERIO RISA Y ALEGRIA_ NAVIDAD POR REGALO DE MIRAR Y MIRAR AL MUNDO EN SUS PAGINAS LETRAS EN NIÑOS SER ALEGRÍAS.
POEMA... 20
TITULO... CORAZON DE NIÑAS
MUSAS...
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SE LEVANTAN DÁNDOLE LOS BUENOS DIAS ENTRE PLATICAS Y TIERNAS BRISAS JUGANDO A LAS MUÑECAS TIEMPO PASARA...
EN LA COMIDITA EL TE DE HOGAR_ EN ARMONÍA CUAL ES HOY A LA PAR EN JUEGO POR SUS SONRISAS.
POEMA... 21
TITULO... LAS DOCTORAS
MUSAS...
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AL AMANECER SU MAGESTAD EL REY QUIERO JUGAR
JAJAJA JAJAJA
CON LAS NIÑAS
LA REINA LES LLAMA A LA PRINCESAS
NIÑAS NIÑAS SU PAPA AMANECIÓ CON UN POQUITO DE TOS_ SE MIRAN ASUSTADAS CORRIENDO POR SU TRAJE DE DOCTOR...
LLEGAN LAS NIÑAS A VALORAR AL ENFERMO_ POR LARGO TIEMPO, EXAMINO_ UNA DE LAS PRINCESAS CON UN TRAPO MOJADO EN LA CABEZA COMO TERMÓMETRO EXAMINO MIRANDO SU RELOJ...
LA MAS PEQUEÑA LE LEVANTA LOS BRAZOS DICIENDO CON EMOCIÓN _¡MIRA!_ YA SE QUE TIENE _PAPÁ_ BAJANDO MUCHO LA VOZ Y ESA TOS SE LE CURA CON UN BESO EN LA MEJILLA CADA UNA AL MISMO TIEMPO LAS DOS.
POEMA... 22
TITULO... LAS NIÑAS
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LAS NIÑAS DE HOLANDA Y DINAMARCA ALEGRAN LA TIERRA_ TANTO POR SU PROPIA GRACIA_ AL IR A LA ESCUELA_ SUSPIRO...
DE SUS ALEGRES OJOS SUSPIRAR ESCONDIDO CUAL MOCHILA LLEVAN EN SUS MANOS TERNESAS EN RUIDO...
EN EL CAMPO QUE LLEVAN A SUS PASOS A SU BONITO PORTE ELEGANTE VESTIDO COLORIDO EN VESTIMENTA QUE DA A HOLANDA Y DINAMARCA IMAGEN Y ESTILO.
23
PENSAMIENTO
ES PARA MI UN GUSTO EN PODER ESCRIBIR SOBRE ALGO HISTÓRICO Y QUE SE VIVE EN GENERACIONES POR MAGICA ETAPA EN TIENPOS UNIVERSALES DE LA NAVIDAD...
ESTE AÑO FUE LA IMAGEN JOVIAL BONITA Y ALEGRE DE LAS ELEGANTES PRINCESAS DE EUROPA
24
SÍNTESIS
LA SÍNTESIS DE LA NAVIDAD CREO QUE SE COMPARTE EN LA COTIDIANIDAD DE LO ORDINARIO ESTA LO EXTRAOEDINARIO Y A SU VES LA FAMILIA ES EL NÚCLEO EL CENTRO DE LA MISMA
25
A TODOS ESTE AÑO LES DESEO FELIZ NAVIDAD Y UN PROSPERO AÑO NUEVO EN QUE LOS SUEÑOS METAS ANHELOS SE CONSOLIDEN Y BUENA NUEVA PARA TODOS.
DANIEL GARCIA ROMAN
EL ZORRO
16 NOVIEMBRE 2015
Después de más de 15 años haberlo escrito este poemario presenta actualización de musas y de dedicatorias
Julio 2024
Daniel García Román
El zorro
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SÁBADO DE LA I SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, feria
Leccionario
Primera lectura
1 Sam 9, 1-4. 17-19; 10, 1a
“Ese es el hombre de quien habló el Señor; Saúl gobernará a su pueblo”
Lectura del primer libro de Samuel.
Había un hombre de Benjamín, de nombre Quis, hijo de Abiel, hijo de Seror, hijo de Becorat, hijo de Afij, hijo de un benjaminita. Era un hombre de buena posición.
Tenía un hijo llamado Saúl, fornido y apuesto. No había entre los hijos de Israel nadie mejor que él. De hombros para arriba, sobrepasaba a todo el pueblo.
Las borricas de Quis, padre de Saúl, se habían extraviado; por ello ordenó a su hijo:
«Toma contigo a uno de los criados, ponte en camino y vete a buscar las borricas».
Atravesaron la montaña de Efraín y recorrieron la comarca de Salisá, sin encontrarlas. Atravesaron la comarca de Saalín y el territorio benjaminita, pero no dieron con ellas.
En cuanto Samuel vio a Saúl, el Señor le advirtió:
«Ese es el hombre de quien te hablé. Ese gobernará a mi pueblo».
Saúl se acercó a Samuel en medio de la puerta, y le dijo:
«Haz el favor de indicarme dónde está la casa del vidente».
Samuel respondió:
«Yo soy el vidente. Sube delante de mí al altozano y comeréis hoy conmigo.
Mañana te dejaré marchar y te aclararé cuanto te preocupa».
Tomó entonces Samuel el frasco del óleo, lo derramó sobre su cabeza y le besó, diciendo:
«El Señor te unge como jefe sobre su heredad. Tú regirás al pueblo del Señor y lo librarás de la mano de los enemigos que lo rodean».
Palabra de Dios.
Salmo responsorial
Sal 20, 2-3. 4-5. 6-7 (R.: 2a)
R. Señor, el rey se alegra por tu fuerza.
V. Señor, el rey se alegra por tu fuerza,
¡y cuánto goza con tu victoria!
Le has concedido el deseo de su corazón,
no le has negado lo que pedían sus labios.
R. Señor, el rey se alegra por tu fuerza.
V. Te adelantaste a bendecirlo con el éxito,
y has puesto en su cabeza una corona de oro fino.
Te pidió vida, y se la has concedido,
años que se prolongan sin término.
R.Señor, el rey se alegra por tu fuerza.
V. Tu victoria ha engrandecido su fama,
lo has vestido de honor y majestad.
Le concedes bendiciones incesantes,
lo colmas de gozo en tu presencia.
R. Señor, el rey se alegra por tu fuerza.
Aleluya
Lc 4, 18
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. El Señor me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad.
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
Evangelio
Mc 2, 13-17
“No he venido a llamar a justos, sino a pecadores”
+Lectura del santo Evangelio según san Marcos.
En aquel tiempo, Jesús salió de nuevo a la orilla del mar; toda la gente acudía a él y les enseñaba.
Al pasar vio a Leví, el de Alfeo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dice:
«Sígueme».
Se levantó y lo siguió.
Sucedió que, mientras estaba él sentado a la mesa en casa de Leví, muchos publicanos y pecadores se sentaban con Jesús y sus discípulos, pues eran ya muchos los que lo seguían.
Los escribas de los fariseos, al ver que comía con pecadores y publicanos, decían a sus discípulos:
«¿Por qué come con publicanos y pecadores?».
Jesús lo oyó y les dijo:
«No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores».
Palabra del Señor.
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¿Amor o amistad? Parte 25
Suspiró con la cabeza baja, arrodillado en el piso con las manos sobre sus piernas mientras era sermoneado por su ya no tan pequeño esqueleto, en lugar de estar en una etapa rebelde, como Sans, estaba en una autoritaria; siempre que llegaba demasiado tarde era reprendido por ello, si olía a alcohol también, no es que realmente hubiese un daño real para un esqueleto en beber alcohol, pero claro, eso no quitaba que lo hacía completamente dependiente de otro para llegar cuando estaba ebrio o quebrado, lo cual era motivo suficiente para el reproche, por hacer que otro monstruo tenga que tomarse la molestia de traerlo a casa. Realmente sentía que como adulto no debería dejarse regañar, pero viéndolo de un punto de vista maduro, su niño llevaba la razón.
—Ah, lo entiendo Papyrus —se froto suave el cuello, un poco avergonzado.
Debía agradecer que Sans no estaba para estallar de risa y hacer todo aún más vergonzoso de lo que ya era estando solo los dos. Finalmente, Papyrus lo dejo ir, mientras él iba a unas patrullas que Undyne le estableció como práctica para futuro guardia real, no es que lo estuviera considerando, pero distraerlo solo con las clases de cocina no serían suficiente para entretenerlo o que no notara que no estaba avanzando.
Debía agradecer que Undyne tenía una fuerte imaginación y aún más autoridad que Papyrus para poder mantenerlo en un perfil bajo, pero sin arrebatarle la esperanza de ser un guardia real algún día. Su niño era fuerte, pero tenía un corazón incluso con más bondad que el de Asgore.
—Buenas. —Alzó la mano mientras llegaba al trabajo.
Miró el camino, como algunos devolvían el saludo de la misma forma y otros un simple hola, había bastante trabajo como todos los días, algunos quizá estaban de peor humor debido a la inestabilidad de su área, no perdió demasiado tiempo, después de un café, se encerró en su oficina.
Cuando estaba solo tomó su bolso y hábilmente devolvió el frasco a su escondite, debía decir que quizá no lo necesitaría más allí, pero le dio demasiada pena dejarlo en el hogar del rey, también tenía el problema de que no podría darle uso, no sin rellenarlo primero, medito un momento mientras miraba la caja de juguetes, ya no los necesitaba, pero sentía que era un desperdicio desecharlos, tal vez les daría algún pequeño uso en algún descanso.
Agitó la cabeza, golpeando a los lados de su cara con las manos, no tenía que pensar en ello, por el momento, sacó del bolso aquel dibujo que su niño había hecho, un poco aparatoso y desprolijo, sin embargo, era una idea mucho más sólida de lo que tenía en todos esos años.
Dejo aquello en su escritorio mientras iba a las gavetas donde tenía los planos del extractor de determinación para llevarlos de regreso, además de tomar unos planos limpios, acomodando todo para empezar a trabajar.
Pasó aproximadamente un mes desde que empezó con los diseños, algunos le parecían demasiado complejos de materializar, otros, demasiado simples para aguantar la recarga de energía, pero iba lustrando el diseño, incluso empezó con algunas maquetas pequeñas improvisadas.
—¿Doctor Gaster?
—¿Ah? ¿Majestad? —levantó la vista de la mesa —¿Qué lo trae por aquí?
—Oh, el joven Papyrus le dijo a Undyne que no ha regresado en días a casa y ella me lo informó cuando vino al castillo.
—Ah, cielos —se frotó a los lados de la cabeza —he estado muy concentrado, no me he dado cuenta del paso del tiempo.
—Puedo corroborar eso, ¿ha comido?
—Ah, eso… no, creo que me salte algunas comidas.
—Lo suponía —negó suave —Dings, ¿qué te parece si vamos a comer a New Home?
—¿Ah? ¿A comer solos?
—Bueno… —miró un poco por el pasillo —podemos considerarlo nuestra primera cita.
La pequeña maqueta en la que estaba trabajando terminó por caer al suelo de la sorpresa, balbuceó por un momento, moviendo nervioso las manos mientras sentía su cabeza empezar a hervir. Era cierto que no habían tenido ninguna desde que formalizaron secretamente.
—¿C-C-C-Cita? —terminó por tartamudear.
—¿No te gusta la idea? —lo mira desanimado.
—N-No, ¡q-quiero decir! ¡Si! A-Ah, —lo miró nervioso —pero ¿no será demasiado obvio?
—Bueno, podrías llevar el portapapeles, alguna reunión de emergencia —meditó un momento.
—S-Supongo que podría funcionar.
Tomó algunos papeles al azar para hacer un montón creíble, Asgore lo espero en la puerta mientras se encargaba de todo, quizá incluso podrían hacer un pequeño teatro de camino afuera, el esqueleto se acercó a él, parecía emocionado y quizá un poco asustado. Pensó por un momento llevarlo de la mano, más descartó la idea ya que eso si podía levantar sospechas.
Gaster solo siguió a Asgore, guardando una distancia habitual de cuando era regañado, solo para apariencias, miraba de vez en cuando a su alrededor, no podía negar que estaba nervioso de ello, fue algo completamente espontaneo del rey así que no tuvo tiempo de prepararse mentalmente para una cita, no podía negar que, a pesar de la emoción de sus maquetas, no había pensado en ir con él en algún momento, pero su mente era traicionera a veces y su atención también solía desviarse a la caja de juguetes.
Se sonrojo de golpe y agito la cabeza, si bien podía seguir sus “entrenamientos” no quería que Asgore descubriera el frasco más vacío que antes, así que se había resistido a usarlos para tener la mente enfocada en su siguiente proyecto. Chocó de repente con la espalda del rey cuando este se detuvo, había perdido la noción de la distancia cuando su mente divagó por unos minutos.
—Ah, lo siento su majestad.
—Está bien doctor —se acercó a la puerta donde un monstruo con particularidades anfibias los recibía.
Gaster reconoció el lugar, era el restaurante del hotel de aquel robot actor tenía, si bien pensaba que irían a New Home, quizá estar aquí que era más discreto irónicamente hablando, debido a sus altos precios no era tan popular como uno esperaría, incluso la comida rápida del otro sector era costosa, demasiado para el bolsillo promedio.
Pudo escuchar como Asgore pedía la mesa más lejana a la entrada.
—M-Majestad ¿está bien esto?
—Oh, está perfecto, no se preocupe doctor, ahora, vayamos a sentarnos.
El científico solo asintió y fueron guiados a una mesa en la esquina, lejos del escenario y la entrada, terminó por sentarse, soltando un suspiro de alivio de tener un espacio un poco más privado.
—Majestad… pensé que iríamos por New Home.
—Era la idea sí, pero te veías tan nervioso que decidí ir por algo más cercano y menos concurrido.
—S-Siento eso… n-no estaba preparado para esto hoy.
—No te disculpes Dings, a veces vengo aquí, es un lugar tranquilo, quizá un poco… fuera del presupuesto de la mayoría.
—¿No es demasiado costoso?
—Oh, lo es, pero no está mal tener un gusto fino de vez en cuando ¿no crees?
El esqueleto solo asintió suave, después de todo, había tenido ese tipo de gustos sobre todo en los cumpleaños, ya fuera el de Sans o Papyrus, aunque solo uno realmente disfrutaba realmente de la comida cara; tomaron la cartilla del menú y pidieron su orden a los pocos minutos.
Movió los dedos nerviosamente sobre la mesa cuando notó las miradas de detrás de Asgore, si bien no había mucha gente, no significaba que estuviera vacío, pudo escuchar una especie de murmullos y como algunos monstruos miraban de vez en cuando a la mesa donde estaba con el rey, apretó contra su pecho el portapapeles, nervioso de lo que pudieran estar diciendo.
—Doctor, debería calmarse un poco, le recuerdo que estamos aquí porque se ha saltado las comidas de hoy. —habló un poco alto, solo para ser escuchado levemente lejos.
—¿Ah? —levantó la vista un momento y reaccionó —l-le dije que no era necesario su majestad.
—Bueno, su pequeño esqueleto se preocupa cuando hace eso, así que solo me aseguro de que este comiendo adecuadamente.
Gaster miró muy de reojo como aquello hacía que las miradas se desviaran de ellos, además de callar lentamente los murmullos, así que simplemente siguió la conversación, al menos hasta que los monstruos que estaban en la otra mesa se retiraron.
Respiró aliviado, justo antes de que les trajeran la comida, en la cual él parecía tener un extra, farfullo apenado por lo bajo de forma inentendible, bueno, podía soportar un poco de humillación por ser “regañado” en público, no es que fuera la primera vez, Asgore ya había hecho cosas así antes así que era mucho más llevadero para una actuación.
Cuando vieron que no había nadie en el restaurante, se permitieron hablar con más libertad, con un tono ligeramente más bajo; un poco de cómo iban las cosas por casa con los niños por parte del esqueleto, otras de como estaban yendo los cultivos de flores y diferentes árboles ocultos del rey, podía decir que era un poco más emocionante hablarlo fuera, aunque no sería un riesgo que le guste correr seguido.
Cuando terminaron con sus respectivos platos el rey pidió la cuenta, Gaster solo suspiro por lo bajo, tenía que admitir que, a pesar del posible riesgo, era divertido eso de tener una cita, no es algo que hubiese experimentado antes así que, podía decir que estaba feliz de tenerla con Asgore.
Se retiraron poco después de pagar, Gaster rechazó gentilmente algo de comida extra para llevar, quizá su majestad había dicho demasiado fuerte aquello, este solo rio por lo bajo mientras salían, yendo por las zonas del núcleo y saliendo por New Home, para cuando habían salido, ya era lo bastante tarde como para que los puestos ya hubiesen cerrado, había pocas almas por aquella calle.
El científico simplemente camino, esta vez, al lado de Asgore, mirando de tanto en tanto alrededor, antes de mirar al rey de nuevo y bajar la mirada a una de sus manos, con cierta pena acercó su propia mano, apenas rozando uno de los dedos, sintiendo algo de calor, para las cosas que ya habían hecho, esto no debería ser nada, pero demostraciones de cariño en público quizá eran demasiado para un asocial como él.
Asgore miró curioso al esqueleto al sentir el toque en su mano, haciendo que este, por reflejo, se apartara un paso de él y pusiera las manos detrás, intentando no mostrar demasiado su cara, no pudo evitar sonreír, se sentía como una broma que algo tan dulce y simple no pasara tan fácil, contando lo “picante” que empezó su relación.
Cuando llegaron a su hogar, miró un poco a su alrededor y al no encontrar ninguna mirada curiosa de nadie, tomó al esqueleto por el brazo y lo jaló dentro, cerrando detrás de ellos.
—¿M-Majestad?
—Ah, siento eso… solo, quería hablar más de temas un poco más…
Asgore lo acorraló despacio contra la puerta, haciendo que el otro enrojeciera y tartamudeara levemente, esforzándose en decir algo coherente.
—M-Majestad ¿h-hice algo malo?
—No, solo quiero cerciorarme de que recuerdas lo que dije.
—¿L-Lo que dijo?
—Ha pasado un mes desde mi celo y sé que… no puedes estar con otro monstruo, pero quisiera asegurarme que no te estás reprimiendo por ello.
—A-Ah y-yo… —desvió la mirada, avergonzado —e-es cierto que a veces… puedo pensar sobre ello, pero… estoy ocupando mi mente a-así que…
—Si piensas en ello puedes venir cualquier día, que puedes pedirme cuando quieras, ¿lo has olvidado?
—N-No, solo… n-no quiero ser una molestia… n-no quisiera forzarlo a m-mis…
—Somos una pareja ahora Dings, aun si es secreta, —pasó la mano por su cintura, pegándole a él—no es una molestia ni una obligación para mí satisfacerte, admito incluso que es… gratificante sentirse deseado por una vez…
Gaster sentía la magia subir, muerto de pena acercó tembloroso su rostro al del rey, pero si había algo que él no tenía, eran agallas cuando estaba así; Asgore lo notó casi pegado a su cara así que solo hizo un suave movimiento para atraparlo con un beso, se percató de su sobresalto, pero no hubo ni un instante de resistencia así que avanzó más, yendo despacio, separándose unos segundos después.
—A-Ah… —lo miró un momento antes de ocultar el rostro en su cuello —e-entonces, ¿podría quedarme… esta noche?
—Claro que puedes —beso suave su cuello, notando que se estremecía —ganaras confianza con el tiempo.
—P-Permítame d-dudarlo.
Asgore solo rio suave antes de levantarlo en brazos y llevarlo dentro.
Volvió al trabajo por la mañana, usando un atajo bastante largo para ir directamente dentro del laboratorio, por suerte tuvo un desayuno bastante contundente, Asgore se encargó de que recuperara su energía lo mejor posible. Claro, después de la nochecita que hubo, normal que le diera de comer bastante.
Agitó la cabeza, si pensaba mucho en ello no se lo sacaría de la cabeza en todo el día.
—B-Buenos días doctor.
—Oh, Alphys, buenos días.
Se acercó a la cafetería para tomar una taza de la máquina, pero por alguna razón se sentía muy, muy observado, incluso pudo sentir como algunos parecían incluso señalarlo, eso no era una buena señal, ¿quizá lo vieron con las cámaras? No, cuando su majestad vino a buscarlo ya estaba fuera del horario de trabajo, por lo que, con mucha mala suerte, solo estaría Alphys revisando. Pretendía ignorar aquello, mientras estuviera solo podía mantener la compostura, al menos eso esperaba.
Giró sus pasos hacía la oficina, no sin antes carraspear un poco para que el resto de los trabajadores volviera a prestar atención en sus áreas designadas en lugar de clavarle la mirada, podría revisarse más tarde para ver si sus ojeras no eran tan notorias o algo así, aunque si fuera eso, el único que le clavaría los ojos sería Papyrus o, si se descuidaba, Asgore también.
Se sentó frente al escritorio, recogiendo la maqueta un poco estropeada del día anterior, no dudo ni un segundo en dejar el trabajo para salir con el rey, así de importante era lo que sentía.
Estuvo un par de horas maquetando con alambre la base para la capa de papel, para ver cómo sería una estructura craneal, incluso incluir una mandíbula suelta y otra unida para ver cuál podría ser más optima. Dio una honda respiración, cuando los modelos estuvieran listos, intentaría crearlos con magia como hacía con los huesos y manos.
—D-Doctor… ¿p-puedo pasar?
—Está abierto —ni siquiera levanto la vista del escritorio.
—C-Con permiso.
—¿Pasó algo importante? ¿Problemas en el núcleo? ¿O algo que tenga que ver con el sótano o la comida adicional?
—N-No, t-todo en orden, b-bueno… c-casi todo.
Eso no sonaba bien, levantó la vista de los planos para mirarla, su asistente realmente parecía un poco demasiado exaltada.
—¿Qué sucede entonces?
—S-Se trata de usted d-doctor.
—Oh, noté que estaban distraídos conmigo en la cafetería esta mañana.
—E-Es que… b-bueno e-es… s-su cuello…
El científico hizo una mueca de confusión por un momento, antes de llevar la mano al cuello. Entonces, se puso azul del terror al notar sus vértebras descubiertas, había olvidado por completo volver a ponerse las vendas antes de salir de la casa de Asgore, sintió que en cualquier momento le daría un ataque de pánico, todos los monstruos del trabajo debían saber que la marca en su cuello no era una simple mordida pasajera, ellos lo sabían sin duda.
—O-Oh… d-dios mío…—le tembló la voz.
¿Cómo se había permitido a sí mismo cometer un error así de grave?
—¡D-Doctor! ¡¿S-Se encuentra bien?!
—A-Ah… n-no… sal de aquí… n-necesito estar solo… ahora.
La pequeña asistente intento acercarse más un fuerte golpe en la mesa la hizo retroceder, haciendo que finalmente abandonara la oficina. Una vez estuvo solo, empezó a respirar agitado, llevando sus manos a la cabeza, estaba en serios problemas, había estado ocultando la marca desde que Asgore se la hizo, no es que él se lo pidiera, pero ambos sabían que habría menos preguntas relacionadas a ellos si no había algo tan delatador como la marca de parejas.
Probó una y otra vez contar internamente, recapitulando fórmulas para que su mente saliera del bucle de ansiedad y pánico. Debía y tenía que calmarse como fuera, si demostraba a los demás trabajadores que estaba así de mal, harían suposiciones erradas o peor que eso, acertarían.
Después de casi una hora, terminó por calmarse, al menos lo suficiente para recuperar la compostura, tomó de su cajón una tira de venda para volver a cubrir su cuello, maldiciendo por lo bajo. Asgore le había quitado la venda anoche en algún momento para molestar directamente sobre la marca, fue una forma un poco precipitada de saber que era una nueva zona sensible o erógena, no es que la cubriera por si alguien rozaba su cuello, pero ahora lo haría también por eso.
Miró la hora un momento, sabiendo que aún era muy temprano para que cualquiera se hubiese ido y probablemente todos estarían reunidos en la zona de descanso, especulando, así que se enderezo lo mejor posible, con una expresión tan sería como se pudiera permitir, sin llegar a verse enojado del todo y salió de la oficina para ir a la cafetería. Mantuvo la distancia para poder escuchar si había alguien hablando de más.
Y por supuesto que lo había.
Se quedó detrás de la pared, solo para escuchar que podían estar diciendo, pero por supuesto que él era el tema central de toda la conversación, había tantas preguntas esperables como: ¿Eso era la “marca”? ¿Él tenía pareja? ¿Desde cuándo estarían saliendo? ¿Qué monstruo podía ser? ¿Iban así de serios ya? Entre muchas otras similares, pero notó que empezaron a hablar más burlonamente, casi de forma insultante. Apretó fuerte las manos cuando escucho ciertas risas, después de todo, todos parecían de acuerdo en que solo un lunático podría aguantarlo, con su fanatismo por el trabajo y ese inaguantable carácter frío y poco amigable; terminó por golpear la pared lo bastante fuerte como para hacer que toda la sala notara su presencia.
—Así que, ¿solo un loco podría aguantarme? —afilo la mirada con una sonrisa que denotaba furia —¿Qué soy inaguantable eh? ¿Esa es la imagen que tienen de su jefe?
El lugar se quedó en absoluto y total silencio, algunos parecían haberse convertido en piedra del terror que sentían, el aire tenso y la mirada hostil y más fría que habían visto del doctor hasta ahora los hizo pensar seriamente que estarían muertos. Gaster suspiró por lo bajo, tomando algo de aire.
—Ya que parece que tienen tantísimo tiempo libre como para reírse de mí a mis espaldas, creo que podemos pasar durante los siguientes seis meses sus horarios de trabajo de ocho horas a doce con solo dos descansos de media hora para desayunar y almorzar en lugar del tiempo libre ilimitado que acostumbran a tener… se nota que se han tomado demasiada confianza, y el que quiera su horario habitual de trabajo solo recibirá un cuarto de su sueldo.
—¡E-Está loco! ¡No puede hacer algo así! —finalmente uno pudo salir del shock.
—Oh, claro que puedo, también puedo despedirlos a todos sin goce de compensación ni de ningún tipo de recomendación para futuros trabajos, así tenga que entrenar personalmente a los recién salidos de los estudios y deba trabajar hasta morir para tener sus reemplazos. Hablare con su majestad sobre estos cambios.
—Oh dios, ¡no puede estar hablando en serio! Tenemos familias que dependen de nosotros.
—¿Y solo porque tengan familia yo debo aguantar las faltas de respeto? —ladeo la cabeza, mirando sombríamente a todos.
—Ugh, bueno eso…
—¿O tal vez piensan que es apropiado inmiscuirse en mi vida privada? ¿Me han visto a mí en algún momento entrometerme en su vida fuera del trabajo?
—N-No doctor… ¡Aun así es excesivo!
—Por supuesto que es excesivo, espero que solo se queden los que realmente quieren este trabajo, y no los que solo vienen a perder el tiempo —se cruzó de brazos. —Hay muchos, muchísimos monstruos que están buscando entrar, así que, ¿por qué negarme a magia nueva y entusiasta?
Miró con cierta molestia antes de darse la vuelta para volver a su lugar de trabajo, ya tenía fichados a los que habían abierto la boca para soltar mierda de su persona, como esperaba, Monster Girl y Alphys no estaban en las conversaciones, así que sabía a quién dejarles sus privilegios.
Obtuvo un par de golpes en su puerta a lo largo de una hora, los ruegos y disculpas de los otros monstruos que no habían llegado a quejarse debido a que estaban congelados por la locura que estaba a punto de pedir al rey se hicieron notar, nadie quería arriesgarse a que Asgore aceptara el cambio tan drástico y completamente esclavizador como el que planteaba el esqueleto, más poco le importaba que no les gustara, era la idea, aunque sabía que iba a ser imposible llevarlo a cabo con Asgore, se lo plantearía en la próxima reunión de todos modos.
Levantó la vista de sus papeles cuando oyó las pequeñas pero ruidosas garras de su asistente, suspiró, antes de ir a la puerta para abrirle, ya que parecía que no tenía el valor de acercarse lo suficiente a la oficina para siquiera tocar, después del susto que le dio, era entendible.
—D-Doctor…
—Puedes pasar Alphys, no voy a morder.
La pequeña chica lagarto entró nerviosamente, mientras su superior miraba al pasillo y cerraba la puerta, no tenía ganas de dejar que nadie más viniera a molestar.
—D-Doctor… e-escuche de los cambios desde fuera de… d-del área de descanso y-y…
—Está bien Alphys, si bien lo decía en serio, su majestad nunca me dejaría hacer una locura así, para suerte de ellos.
—¿E-Entonces t-todo seguirá como de costumbre?
—Quisiera que no, pero seguramente así sea… podría decir que su majestad diría que es demasiado castigo. —Suspira frustrado.
—E-Eso… ¿n-no p-paso algo así hace años?
—¿Ah? —Aquello llamó su atención.
—E-Es decir, ser… c-calumniado… o a-algo más… bueno… q-quiero decir, ¿e-el rey no confía en su palabra?
—Claro que lo hace, pero esto no es tan…—se detuvo un momento, recordándose a sí mismo diciendo eso y como escalo por no darle importancia.
—Y-Yo creo que es importante… digo… e-es solo una o-opinión.
—Alphys… solo por curiosidad, ¿ellos han hablado mal de ti también? —La chica solo bajo la mirada —Lo imagine —se aprieta entre las cuencas.
—¡N-No! Q-Quiero decir y-yo…
—Alphys. —Suspiró molesto.
—¿S-Sí doctor?
—¿Crees que puedas sacar el audio de las grabaciones de la sala de descanso?
—¿A-Ah? ¿El audio?
—Bueno, tengo que tener todo lo posible a mi favor con su majestad, así que, tener alguna prueba contundente será muy útil, ¿puedes traérmelo?
—E-Entendido.
Si ellos querían ser unos malditos idiotas, entonces él también tenía derecho a serlo.
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Parte 24
Parte 26
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Siempre Fuiste Tú (10/25)
El Reinado Del Tirano
Parado tras el enorme ventanal, el hombre más poderoso de la tierra, T’Chaka Udaku, no supo cuando sus lágrimas habían empezado a correr a raudales, casi con la misma inclemencia con la que la lluvia azotaba la ciudad en ese momento. ¿Por qué Bast se lo había arrebatado? “¿Por qué?” Grito golpeando la pared mientras trataba de controlar su llanto. ¿acaso él no merecía ser feliz? Y como si se tratase de una respuesta de los dioses corriendo de la mano en medio de carcajadas, T’Challa y James cruzaron la entrada principal del palacio real.
El príncipe se detuvo antes de entrar y tiro al americano, que reía, hacia él para abrazarlo por la cintura y besarlo apasionadamente. James se separó aun riendo antes de echarse a correr hacia el palacio antes de que T’Challa lo siguiera también riendo.
Empuño sus manos hasta el punto en el que perdieron color y una lagrima cayo de cada ojo. Cerro los ojos y golpeo la pared con su puño susurrando “¿Por qué Bast? ¿Por qué me abandonaste?”
Desde la puerta Ramonda lo miraba en silencio con lastimada. A veces el poder y la posición privilegiada podía ser la peor maldición que un ser humano podía recibir
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El calor nunca se iba de Wakanda y era algo que desesperaba a James. Desde niño siempre había amado el frio. Incluso Tony lo había apodado el soldado del invierno en clara referencia a su amor por esa estación. Y es que como no hacerlo si el invierno traía la nieve, la nieve que cubría todo e impedía salir de casa. Casa donde siempre había dulce y películas. Esas que desde hacía unos años miraba acurrucado con Luke en el sofá de la sala de su departamento.
¡Definitivamente el invierno era la mejor época del año!
Se regaño mentalmente por llamar así a su novio, pero era la costumbre. Era más fuerte que él. Aunque debía aceptar que T’Challa también era un bonito nombre. Transmitía tranquilidad, pero a la vez firmeza y decisión. Igual que el dueño del nombre. Hacia algún tiempo habían hablado de hijos, y aunque no habían vuelto a tocar el tema, se había descubierto ilusionado con la idea de un bebe. Mitad suyo mitad de T’Challa
Se puso a pensar ¿En qué le gustaría que su hijo se pareciera a su padre y en que a él? Quería que su hijo tuviese el porte de su novio, su mirada tranquila y definitivamente su sonrisa. Amaba esa sonrisa. También pensó que le gustaría que tuviese esa diplomacia con las que el moreno hacia las cosas, bueno, como las hacia cuando no estaban en Wakanda.
Sonrió pensando que de él heredaría su tozudez y seria su aliado incondicional a la hora de comer dulces. Juntos le pondrían el mundo al revés a T’Challa en busca de dulces. Y ya que estaba pensando en dulces porque no hacerles una visita a las chicas de la cocina y…
Señor Barnes – dijo Nakia caminando hacia él con paso firme –. Su majestad quiere verlo. Acompáñenos
Iba a la cocina…
En este momento por favor – dijo la guerrera –. El rey odia esperar
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T’Challa cada día se aburria más en ese juego del gato y el ratón en el que había entrado accidentalmente intentando evitar a su padre. Llevaba días dándole vueltas a la idea de cómo plantearle a James de regresar a Nueva York sin que el hombre se negara. También estaba su madre y Shuri de por medio.
Caminaba por los jardines buscando a su novio cuando lo vio a lo lejos. Exhalo e iba darse media vuelta para regresar sobre sus pasos pero ya era tarde
T’Challa – lo llamo W’Kabi – te estaba buscando – dijo con una sonrisa radiante – mañana es el cumpleaños de mi padre y tú eres el invitado de honor. Así que estaba pensando que podríamos ir vestidos igual. Incluso podemos hablar con él y pedirle permiso para hacer oficial nuestro compromiso. Al rey le encantaría
¿nunca haces nada pensando en algo que tú quieres? – le pregunto el príncipe
Te quiero a ti – dijo W’Kabi
¡no me conoces! – reprocho T’Challa
¡Porque no me das la oportunidad! – dijo W’Kabi – quiero hacerte feliz
Yo amo a James – dijo el príncipe
Y yo creo que lo repites tanto porque te quieres convencer a ti mismo – dijo W’Kabi – y es que dudas realmente que… sea… amor… – bajo la cabeza cerrando los ojos
¿Estas bien? – le pregunto el príncipe sosteniéndolo
Si… yo solo… – murmuro W’Kabi antes de correr a un bote de basura cercano y vaciar su estómago mientras T’Challa miraba hacia otro lado
¿necesitas algo? – pregunto
No gracias, cielo – dijo W’Kabi cerrando los ojos – ya estoy mejor.
No lo hagas – dijo T’Challa dando un paso atrás –. No me llames así, porque nunca seremos una pareja. Que te mejores – y se alejó mientras W’Kabi solo lo miraba en silencio
El sol ya se había puesto en el horizonte mientras Shuri conversaba con Zuri sentada en el balcón de la habitación de la chica. Se había tomado un respiro de sus investigaciones para leer algo sobre nanotecnología, era uno de los gustos compartía con su madre, pero se había encontrado con el hombre en los pasillos y lo había invitado a beber una taza de té.
Quería a su padre, de eso nunca tendría duda, pero Zuri había sido su imagen paterna más fuerte mientras crecía. El hombre había sido una gran fuente de inspiración para inclinarse por la ciencia. Le servía otra taza al sacerdote cuando llamaron a la puerta
Adelante – dijo la joven mientras sonreía
Shuri – dijo T’Challa entrando – disculpa que te moleste. Zuri – dijo y el hombre sonrió
Hermano – dijo su madre sonriendo mientras cerraba su libro – pasa ¿Qué necesitas? ¿Dónde dejaste a mi cuñado?
Precisamente a él lo estoy buscando – respondió el príncipe – No lo he visto en todo el día
Ahora que lo dices, yo tampoco – dijo Shuri pensativa
La última vez que lo vi fue a la hora del desayuno – dijo Zuri – quizás quiso dar un paseo y se desubico
¿quieres que lo localice con su brazalete? – pregunto Shuri
Por favor – respondió el moreno – me falte al almuerzo por buscarlo. Le llamo y no me responde. Fui a buscarlo al despacho de madre pero no estaba. Al parecer salió a resolver algo sobre las bibliotecas de la zona este, o algo así
Dame un minuto – dijo la chica tecleando en su manilla y T’Challa la vio fruncir el entrecejo
¿Pasa algo? – pregunto el príncipe
Es que… según el localizador… James está en el despacho del rey – dijo Shuri mirando sorprendida a ambos hombres
¿en el despacho del rey? – repitió Zuri
Déjame ver – dijo T’Challa y Shuri proyecto el holograma del palacio
Tal vez el rey lo llamo para hablar y limar asperezas – dijo Zuri
Por el bien de todos, espero que así sea – dijo T’Challa mirando fijamente la pantalla – porque de lo contrario incendiare Wakanda, y todo lo que haya en ella – le devolvió el aparato a Shuri y salió lo más deprisa que pudo
¡Hermano, espera! – suplico Shuri siguiéndolo
¡Príncipe! – dijo Zuri corriendo también
Parado en el balcón de su oficina T’Chaka bebía una copa mirando el brazalete que tenía entre sus manos, mientras escuchaba sin prestar atención realmente de como Tafari no dejaba de hablar sobre cuando deberían hacer el compromiso oficial. Le empezaba a doler la cabeza, y aun debía definir las palabras exactas que usaría para cuando su hijo le reclamase sus acciones. Debía que escoger muy bien sus palabras para que se sintiese realmente abandonado y decidiera no mirar hacia atrás
De pronto un alboroto se escuchó fuera de su despacho. “¿Y ahora qué?” pensó mientras entraba a su oficina, cuando la puerta se abrió de repente y una lanza voló directo hacia él y paso a centímetros del lado derecho de su cabeza y se incrusto en la pared
¡Por Bast! – exclamo Tafari poniéndose de pie mientras veía como Shuri protegía la espalda su hermano manteniendo alejadas a la guardias
¿Dónde está? – siseo T’Challa mientras amenazaba a su padre con otra lanza
Si preguntas por tu novio, en su casa – dijo el rey desafiante – mañana lo visitaremos para hacer ofi…
¿Dónde está James? – siseo el príncipe
Ah – dijo su padre – el señor Barnes. No lo sé, solo te puedo decir que está fuera de nuestras fronteras. Estuvimos… conversando y me expreso su deseo de abandonar África. No te sabría decir que dirección tomo tras salir del país
¿expulsaste… a James… de…? – susurro T’Challa dando un paso hacia atrás
Babba – dijo Shuri cubriéndose la boca antes de mirar a su hermano quien miraba fijamente al rey
Míralo como una oportunidad para ser tú mismo – dijo T’Chaka – ahora te podrás dar una oportunidad real para…
Nunca… me busques – dijo su hijo mirándolo fijamente –. tú no eres nada mío.
Solo estas sorprendido – dijo su padre sonriendo –. En cuanto pase la primera impresión, me agradecerás. Tu familia tiene responsabilidades que cumplir
Tu familia… – repitió T’Challa pensativo – ya lo habías dicho... hace mucho… Tu familia tiene responsabilidades que cumplir
***FLASHBACK***
T’Challa bebía su gaseosa mientras miraba atentamente como las burbujas reventaban. Levanto el rostro para decirle a su padre lo que había descubierto, pero no estaba ni él ni las Doras Milajes. Sintió miedo, por lo que se echó a correr entre las personas de la sala pero no encontraba ni a su padre ni a sus guardias. Miro hacia lo lejos y vio a un hombre rubio que le sonrió, intento sonreír, pero alguien le hablo al hombre que se perdió en la multitud.
Siguió caminando entre las personas pero choco con alguien y su bebida se derramo sobre su saco. ¡Había manchado su ropa! ¡su babba iba a enfurecer! Las lágrimas brotaron con más fuerza mientras él se mordía su pequeño labio inferior para no llorar. ¡Quería a su mamá!
Cariño ¿Qué paso? ¿Por qué lloras? – pregunto una mujer de pelo castaño. Busco con la mirada a su babba o al rubio que le sonrió pero no los vio
***FIN DEL FLASHBACK***
¿Quién era ese hombre? – pregunto T’Challa tratando de recordar – lo buscaba porque él me podía salvar de ti.
Nadie – dijo el rey tajante – ¡no era nadie!
Era… como mi mamá… pero no recuerdo su rostro o su…
¡dije que no era nadie! – grito T’Chaka
***FLASHBACK***
Como T’Challa no respondió, la mujer abrió su bolso y saco una toalla húmeda para limpiar la mancha de refresco
Tranquilo cariño – dijo la mujer
¿Qué pasa? – pregunto el rey
Majestad – dijo la mujer
¿Omo? – pregunto T´Chaka mirando al pequeño
Babba, yo… – y sus lágrimas volvieron a caer
Gracias por la ayuda que le dio al príncipe – dijo el hombre mirando a la mujer con una sonrisa – Wakanda queda en deuda con usted
No se preocupe majestad – dijo la mujer – adiós – le dijo al niño sonriendo y se alejo
Has humillado a Wakanda
Babba… – susurro el príncipe – solo me tropecé. Es que tú no estaba y vi a…
¡Un príncipe no se tropieza! – siseo su padre – ¡un príncipe sabe cuál es su deber para con Wakanda!
¿Y si no quiero ese deber? – pregunto el niño
Entonces no me quieres a mí – dijo su padre
Tú no eres Wakanda – dijo el menor molesto
Te equivocas, omo – dijo T´Chaka acariciándole el rostro, pero el príncipe no siento el cariño de su padre en ella – yo soy Wakanda. Y algún día, tú también lo serás. Ahora vamos tenemos…
No es justo babba – protesto el niño – no quiero ser rey. ¿Por qué no puedo ser solo tu hijo y no un príncipe?
Porque yo soy un rey y no puedo dejar de serlo
¿debo dejar de ser tu hijo? – pregunto T´Challa
¿eso quieres? – respondió su padre
¿Por qué me odias? – sollozo el niño – ¡yo solo quiero que me quieras como un babba normal!
Soy un rey y tú un príncipe – dijo T’Chaka – no somos personas normales.
¡Ojalá no te volviese a ver nunca más! – dijo el niño
Tal vez no eres el único que desea eso – susurro T’Chaka
Te odio – grito el niño antes de salir corriendo
Escuchaba los gritos de su padre pero ya no importaba, miro hacia atrás cuando solo faltaban dos pasos para que su padre lo alcanzase, se escuchó un ruido ensordecedor mientras sentía como algo lo lanzaba hacia atrás, segundos después todo se volvió negro
***FIN DEL FLASHBACK***
Los sollozos de Shuri eran lo único que rompía el silencio desolador que reinaba en la oficina. Padre e hijo se miraban fijamente con dolor, rabia, frustración…
Huía de ti ¿cierto? – pregunto T’Challa con la voz cortada – te tenía miedo a ti. Mi cerebro se negaba a recordarte porque te temía de niño. Eras un tirano, como aquella vez que me encerraste en la biblioteca y te negaste a dejarme salir si no te recitaba un capítulo de la ley del vibranium
Era tu deber aprende… – dijo el rey sin perder la compostura
¡Tenía cinco años! – grito el príncipe llorando – ¡mi deber era jugar! Eras un tirano en aquel entonces… ¡y sigues siéndolo ahora!
Tenías responsabilidades – dijo T’Chaka – eres el príncipe T’Challa
Mi nombre es Luke Charles. Mi madre no es reina. Vivimos en Nueva York. Si no trabajamos, no comemos – dijo T’Challa
Hermano – susurro Shuri
Hoy no le daré el lujo de verme convertido en asesino, alteza – y clavo la lanza en el suelo –, pero si se acerca a mi familia… no querrá saber de lo que soy capaz – continuo con voz neutra –. hasta nunca majestad
Hermano – dijo Shuri intentado detenerlo, pero Zuri la detuvo mientras el príncipe salía con paso seguro – no quiero…
Déjalo – susurro Zuri abrazándola mientras la chica forcejeaba llenando a su hermano – tranquila
¡Se ira! – grito Shuri desesperada
Si se queda será infeliz – dijo el hombre – ¿deseas eso para tu hermano?
Te odio – susurro Shuri – ¡te odio! – grito – ¡tú nunca fuiste, ni serás mi padre! – y salió corriendo
¡Shuri! – dijo el sacerdote siguiéndola
El príncipe debe cumplir con el compromis…– decía Tafari cuando la lanza se acercó peligrosamente a su cuello
No estoy para tus cálculos de poder – siseo el rey – ¡fuera de aquí! – y tras hacer una venia Tafari salió
_______________
Eran las seis de la tarde cuando la reina Ramonda regresó a palacio. respiró hondo, irguió la espalda y entro lentamente sintiendo como se le apretaba el corazón. definitivamente no quería hacerlo.
Ni bien dio un paso dentro de palacio y sintió todas las miradas temerosas sobre ella. Pregunto por Shuri y se le informo que estaba en su laboratorio. Se dirigió a su recamara, pero las miradas temerosas continuaban.
Aneka, diles a los príncipes que necesito hablar con ambos inmediatamente – ordeno la reina – los espero en mi recamara
Enseguida alteza – dijo la guerrera y se alejó mientras la reina entraba a su recamara
Ya había pasado cerca de diez minutos cuando salió de su recamara molesta. Ni la guardia, ni sus hijos habían regresado. Miro hacia ambos lados del pasillo pero no vio a nadie. Avanzo hacia el principio del corredor y se encontró con Shuri y Zuri hablando acaloradamente con dos Doras Milajes
Creo haberte dado una orden Aneka – dijo Ramonda sobresaltando a todos
Alteza – dijeron todos haciendo una venia
¿Dónde están T’Challa y James? – pregunto – necesito hablar con ellos – y los demás se miraron entre si – Aneka
Al… parecer… los… príncipes… no… se encuentran en… palacio – dio la mujer
Perdón – dijo Ramonda sonriendo –, creo que escuche mal. Me pareció que dijiste que los príncipes no estaban en palacio
El señor Barnes, quien por cierto no es príncipe, abandono definitivamente Wakanda hoy al medio día – dijo el rey detrás de ella por lo que giro para encararlo – T’Challa simplemente salió a caminar para despejar la mente
¿a caminar para… despejar… la mente? – pregunto la reina confundida – ¿te dijo eso? ¿te dijo “voy a caminar para despejar la mente”?
¿Dónde más iría? – dijo T’Chaka con simpleza
Claro – dijo la reina – voy a darme un baño antes de la cena. Supongo que para ese entonces, mi hijo ya habrá regresado de su… “caminata” – y se alejo
¡Madre espera! – dijo Shuri siguiéndola lo más deprisa que pudo – ¡madre! ¡Madre!
Déjame sola – ordeno esta de manera que la chica quedo congelada en su lugar
Madre – susurro Shuri mirándola entrar a su habitación
Shuri, no te retrases para la cena – dijo el rey mientras se dirigía a su despacho
Zuri – susurró la princesa mirando al hombre
Tranquila mi niña – dijo este abrazándola – tranquila. Todo va estar bien
*y el caos llego oficialmente a esta historia. Después de hoy habrá un antes y un después. Lo prometo
Ahora díganme ¿Qué creen que paso con James? ¿Qué hará T’Challa, o debo decir Luke? ¿Sera hora de que la reina cumpla sus promesas?
Nos leemos el miércoles. Besos
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