#isócrates
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bocadosdefilosofia · 2 months ago
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Es conveniente considerar, por último, que el proceso contra Sócrates fue un enorme y espectacular evento ciudadano: 600 ciudadanos fueron llamados a ser jueces; no todas las cortes populares requerían un número tan alto de jueces sorteados, y para actuar todos juntos. Las etapas del proceso (como son descritas por Platón en Apología), así como los acontecimientos de la detención y la muerte (como las describe en Critón y en Fedón), deben interpretarse como lo que son, ante todo: un proceso-monstruo en el que Sócrates “venció” debido a su elección de transformarse de acusado en acusador, llevando a la ciudad democrática al paso falso de desmentirse a sí misma y revelar su propia intolerancia homicida. Con el consiguiente escándalo y vergüenza de que también el ataque explícito de Polícrates y el silencio obstinado de Isócrates (salvo una alusión en Busiris) son una señal, así como el rígido «patriotismo democrático» de Esquines medio siglo más tarde.
Luciano Canfora: La crisis de la utopía, Aristófanes contra Platón. Fondo del Cultura Económica, pág. 153. México, 2019.
TGO
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manu-taxiglass · 7 months ago
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Una carta
¿Hace cuánto que no escribo una carta? ¿Hace cuánto no lo haces? ¿Alguna vez lo hiciste? Seguramente, como yo, envías correos, mensajes, dm, y notas de audio amenazadoras en el chat de vecinos, pero cartas… creo que ya he olvidado cuándo fue la última vez que me senté a escribir algo con la intención de ser una carta. Y es raro porque a mí me gustaba enviarlas. Como H.P. Lovecraft, creo, o no sé si sigo creyendo, que el arte epistolar, o lo que es lo mismo, mandar cartas, era algo que la gente del siglo XVIII hacía para divertirse. Supongo que no había muchas diversiones en aquellos tiempos. Tampoco es que yo haga mucho por divertirme o para parecer un poco más interesante.
Bueno, es que como decía Nasrudín: “si no tienes nada que decir, mejor di algo que nadie entienda para que puedas huir en la confusión”, heme aquí que estoy preparando algo que quiero que sea una una gran huida, o al menos, una carta.
Me doy cuenta de que te estoy escribiendo esto porque los caracteres de un chat no me satisfacen. Porque hoy, quiero ser amplio y extenso, casi casi, barroco. ¿Por qué? Porque por alguna razón siento que me quedan cortas las palabras: siento la necesidad de crear oraciones interminables, concatenadas, como un shiritori malévolo ideado por Isócrates y Cicerón, para extraviar sentidos y significados entre un mar de letras unidas apenas por un sentido único, pero tan tenue, tan oculto de las miradas, que se confunde con palabrería y galimatías, oscuras y sin sentido.
Todo para huir, para ocultarme del hecho de que tengo tanto por decirte y no quiero decir nada; decir nada pero sin quedarme callado porque quiero que escuches mi voz, que leas esta carta y te preguntes si es para ti. Sí es para ti, pero no lo es: sólo quiero hacerme presente, denunciarme como un ser vivo, que habla, que escribe, que se pierde y escribe cartas para distraer la atención de quien se detiene a ver, a escuchar y leer todo. Porque no tengo nada que decir, que no se haya dicho ya.
Quizá escribir cartas es como nadar: nunca se olvida. Pero no recuerdo cuándo fue la última vez que escribí una carta, que doblé el papel y lo metí un sobre. Y lo entregué. Y espere semanas para obtener respuesta. Y esperé y esperé. No recuerdo si recibí respuesta.
No sé si quiero respuestas.
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big-takeshi · 1 year ago
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“La belleza tiene los mismos derechos en la tierra que en el cielo; nada hay más precioso y es un don de los dioses junto con la vida; la belleza dulcifica y da encanto a la existencia; por ella hay entusiasmo y deseo de gloria; ella alumbra al genio y por ella el arte produce las obras maestras; nada hay como ella que contenga tanto lo divino”.
Isócrates.
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pokystray-blog · 7 years ago
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Isócrates "nuestra democracia se autodestruye"
La democracia en la Antigua Grecia.
Vía @rafaelcerro
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mathswithdiego-blog · 4 years ago
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Las matemáticas son una gimnasia del espíritu y una preparación para la filosofía
Isócrates (436 AC - 338 AC)
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painterontheblood · 7 years ago
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Filipo II de Macedonia
Filipo, político realista
Después de todos estos idealistas de la virtud, de infames y de necios, llega por fin, en la persona de Filipo de Macedonia, el gran político realista. Hemos visto antes cómo fue entregado en su tierna infancia a Pelópidas, como rehén para Tebas, por su cuñado Tolomeo, que al mismo tiempo era el amante de su madre. Permaneció tres años en casa de Pammenes, que pertenecía al círculo de Epaminondas; entre tanto, fue muerto su hermano mayor Alejandro por Tolomeo, y éste a su vez por Perdicas, el segundo hijo de Amintas. Era éste para Macedonia un tiempo de disturbios terribles por las riñas interminables de la sucesión al trono, a las que había que añadir las luchas en todos los países vecinos. Perdicas dio a Filipo, cuando regresó a su patria, un pequeño Estado vasallo, pero, después de pocos años, pereció el hermano en una terrible lucha contra los ilíricos (359). Así recayó en él, a la edad de veintitrés años, el reino de Macedonia, aunque por cierto en situación crítica. Cómo se libró de los distintos aspirantes al trono y venció a los ilirios en su primer gran victoria sobre su rey Bardilis, expulsándolos definitivamente de Macedonia, es una historia que ya demuestra por sí sola la personalidad de este rey. Habiéndose visto ante la necesidad de hacer a su pueblo, tras grandes esfuerzos, capaz para el combate, esta victoria contra los ilirios probablemente habrá que considerarla como una hazaña militar mucho más heroica y difícil que la de Queronea en tiempos posteriores. La suave elasticidad con la que desde un principio se apresta generalmente a la lucha entre los peligros que le rodeaban, y la decisión de hacer valer en todos los casos su propia personalidad, son pruebas de que había aprendido a navegar en un mar tormentoso en el que otros se hubieran ido a pique.
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Bust of Philip II of Macedon from the Hellenistic period; Ny Carlsberg Glyptotek
Su formación moral
En dónde, en cambio, hubiera podido aprender escrúpulos morales es ya cosa difícil de comprender. El trato con los tebanos, de tendencias pitagóricas, tal vez pudiera haber producido en él algunas nociones del bien; pero las demás experiencias que iba adquiriendo, pronto debieron prevalecer sobre aquéllas. Es probable que en Tebas llegara todavía a conocer a los griegos con sus buenas y malas cualidades, aprendiendo a despreciar a los hombres en sí, y frente a todos ellos, precisamente por su falta de escrúpulos, es un griego auténtico. Lo es también por su vivacidad espiritual, por su don de adivinarlo todo y de calar las intenciones de los hombres; tiene tanto de lo odiseico de ellos como cualquier otro. Sólo del político griego le separa un abismo enorme: en lo de ser real y verdaderamente un rey que puede contar con la lealtad de su pueblo hacia la monarquía.
Renuncia de los macedonios a las guerras ofensivas; Educación de los hijos de los nobles en la Corte macedónica; los «amigos y compañeros del rey»; los escuderos; el Agema
Sus macedonios, por sí mismos, no querían las guerras ofensivas, y sin Filipo hubieran preferido quedarse tranquilos y abandonar a los helenos y persas a su suerte. Pero ahora adquirió toda su importancia la vieja costumbre de que los hijos de los nobles se educaran en la Corte, como escuderos y pajes del rey. Cuando algunos linajes se ponían a mal con éste, sus hijos siempre quedaban como en rehenes, al mismo tiempo que estos recibían, bajo una disciplina severa, una educación que los ponía en condiciones d servir en el porvenir al rey como capitanes o gobernadores. Con ellos se completó la guardia personal del rey, que se formó de la tropa guerrera de la casta dominante; el primer rango lo ocupan las escuadra de caballeros «amigos y compañeros (έταῖροι) del rey», iguales a él en nacimiento. En la última expedición de Filipo a Grecia se componía de ochocientos, y en la invasión de Asia por Alejandro se habían duplicado en número; estaban ciertamente dotados con fondos reales. Les seguían en categoría los escuderos (ὐπασπισταί), una tropa de infantes selecta, y privilegiada también por su nacimiento. La masa de la infantería pesada se componía de las levas de distintas tribus, y también estos hijos del libre nacimiento del país fueron honrados con el nombre de «compañeros del rey en el servicio de a pie» (πεζέταιροι). En la comisión aristocrática del ejército, el llamado Agema, que al mismo tiempo era conocido como una especie de representación del pueblo ante el rey, tenía este un apoyo como ningún tirano griego jamás lo poseyera. Y esto es lo que los griegos durante mucho tiempo no pudieron comprender, ya que Filipo les parecía un bárbaro, su reino una gran mezcla heterogénea, y por ende insostenible, y su país un pueblo de esclavos; como en su patria la lealtad era aquello que más escaseaba, ¿cómo podían explicarse una cosa basada en la piedad, tal como era la lealtad hacia su rey por parte de lo macedonios?
Lo que podía exigir Filipo a su falange; la táctica de Epaminondas y los oficiales y mercenarios griegos sirven al arte bélico de Filipo
En esfuerzo, podía exigir Filipo lo más increíble a sus súbditos. En la guerra le servía maravillosamente la táctica de Epaminondas, a quien probablemente llegó a conocer en Tebas. Él la perfeccionó aún más, y por la fama invencible que iba adquiriendo su falange, despertó en su pueblo aquel orgullo militar que aún parece haber tenido su resonancia bajo los emperadores romanos. También oficiales griegos mercenarios le ayudaron en sus innovaciones del arte de la guerra; siempre mantenía, al lado de sus ejércitos macedonios, tropas mercenarias, empleándolas para algún que otra empresa y a veces también aisladamente.
El todo de este ejército fue Filipo mismo. Con una vivacidad constante (aun cuando a veces sirviera a sus fines fingirse muerto), estaba siempre donde su presencia hiciera falta. No obstante, empleaba generales en su servicio, y en sus exigencias hacia ellos era severísimo, diciéndose que algún vez tildó irónicamente de felices a los atenienses que anualmente lograban elegir diez estrategos, mientras que él, durante tantos años, no había encontrado más que uno solo de valía, Parmenio.
Aristóteles encargado de la educación de Alejandro
Entre los grandes griegos le bastaba (aunque su antepasado Arquelao había llamado a Macedonia a multitud de celebridades) uno solo: Aristóteles. A éste, como se sabe, le confiaba, por decisión especialísima, la educación intelectual de su hijo; también favorecía sus trabajos de investigador, lo que no se le hubiera ocurrido a ninguna polis, poniendo a su disposición los medios para muchas investigaciones, especialmente zoológicas. Es dudoso que deseara también tener en su Corte a Isócrates.
Olimpia de Epiro; ambiente salvaje de la Corte de Filipo; Calibe, «ciudad de desalmados»
A su lado estaba su esposa Olimpia de Epiro, con la que se casó en su juventud, después de haberse conocido ambos n las fiestas de Samotracia. Esta mujer, orgiástica y sabia en los sacrificios, que tenía también sus matices terribles, y probablemente fue culpable de la muerte de su marido, tiene que haber sido, no obstante, una mujer extraordinaria, capaz de ser la madre del hombre excepcional. Es cierto que Filipo tenía también otras relaciones, esta misma poligamia, causa principal de aquella terrible tradición del regicidio en la familia macedonia de los Temenidas, había de serle fatal también. Lo probable es que en su Corte hubiera a veces un ambiente salvaje; dicen que formó una sociedad terrible de griegos y bárbaros, y que, sobre todo, los griegos que le rodeaban eran la hez de entre los asesinos, ladrones y libertinos que allí se habían reunido. De sus extravagancias en los convites, su bufonería, sus danzas y romanticismos y sus múltiples borracheras se contaban muchas cosas. Estos detalles engañaban en su criterio a los griegos, amantes de lo patético. Puede ser que haya tenido alrededor suyo mucho elemento infame, y es que sólo toleraba a aquellos a quienes necesitaba para sus fines, y sabía librarse de los peores, cuando le convenía, con mucho acierto. Podía haber dado que pensar a los griegos el saber que tenía una «ciudad de desalmados» (πονηρόπολις), Calibe, donde encerraba cerca de dos mil testigos falsos, sicofantes, etc. gente toda ella a quien pudiera haber mandado matar, pero a quienes prefería hacer inofensivos de esta manera, como también los tracios evitaban matar a los hombres. En lo que se refiere al tono libertino debe tenerse en cuanta que Teopompo, que conocía bien estos feos deslices, y probablemente los relataría con alguna exageración, no obstante, llegaba al criterio de que, en resumidas cuentas, no había producido Europa todavía un hombre como él. Este rey activo, que no se cansaba nunca, y que impresionaba al mundo extraordinaria e incluso diabólicamente, mucho de su carácter lo exteriorizaría, al parecer, sólo para mejor poder sonsacar a los demás.
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Medallón romano con la imagen de Olimpia
El programa político de Filipo; Se declara salvador de Tesalia; Su intervención en la Guerra Sagrada, en ayuda de Beocia; El soborno como medio de obtener colaboraciones
Respecto al presunto programa político de Filipo, parece cierto que él intentaba reunir un poderío enorme helénico, para emprender con él la lucha contra el carcomido Imperio persa. Someter a este fin las distintas polis helénicas una por una era, como bien sabía, cosa imposible, pues se le hubiera ido el tiempo de su vida en esta tarea; pero no necesitaba tampoco la sumisión de toda Grecia, sino sólo de algunos países (tal vez hasta Beocia) y la impotencia del resto de Grecia y del Peloponeso, que con el pago de subsidios a los correspondientes partidos y cierto número de tropas de ocupación podían ser mantenidos en tranquilidad y paz. Una vez se obtuvieran los tesoros persas, sería posible pensar en que la conquista del Extremo Occidente fuera factible mediante el alistamiento de tropas mercenarias, pero en tal eventualidad no pensaría probablemente la mente práctica de Filipo. Aun para sus fines más directos, probablemente no calificaría de pequeñas las dificultades que tuviera que vencer, porque si bien engañaba a otros, a sí mismo —al contrario de lo que solían pecar los griegos— nunca se engañaba. Empieza, pues, su carrera frente a los helenos, cuyas intenciones tan acertadamente preveía siempre; después de poner (mediante su victoria sobre los ilirios) la primera gran base para su poderío, gana, por la conquista de Anfípolis, el dominio sobre la importante región del Estrimón, con sus minas de oro; abre luego paso a Macedonia hacia el mar; tomando las ciudades litorales aliadas de Atenas; se aprovecha de la Guerra Sagrada para declararse «salvador» de Tesalia del tirano de Ferea y de sus cómplices focenses, y pretende ser el jefe y caudillo de toda Grecia; extermina, para romper en el Norte las resistencias más importantes, a la muy poderosa Olinto y sus aliadas, las ciudades de la Calcídica, arrasándola completamente interviene de nuevo, cuando le llega el ruego de ayuda por parte de Beocia, en la Guerra Sagrada, y concede a Faleco y sus mercenarios libre salida; castiga a los focenses, es hecho anfictión, sigue de paso la política de Tebas, protegiendo a los demás peloponésicos contra Esparta; y, entre tanto, trabaja siempre en Iliria y Tracia para aumentar su poder sobre las tribus del Norte. Su lema constante en todo es ganar la colaboración de todos, empleando los buenos aprovechándose de los malos; este lema lo realiza con tal virtuosidad, que la mayor parte no saben resistirle. Sobre todo, soborna por doquier a las personas y los partidos. Que la tribuna de orador producía una cosecha de oro, era un dicho que en Grecia tenía validez desde hacía mucho tiempo; se necesitaba dinero para vivir decentemente, y que se hiciese pagar lo mejor posible era considerado como una debilidad «de nervios» perdonable; el dinero que venía de fuera podía sonar igual de agradable que el que se ganaba por otros medios, y esto lo comprendían muchos. Sobre todo después de la conquista de Olinto, que había caído por la traición de dos jefes de los mismos ciudadanos, empezó el oro macedonio a encontrar en todas partes camino libre para llegar a las manos de las personas de influencia; el que lo aceptaba en las ciudades se llamaba huésped y confidente de Filipo, y en las fiestas (como en la que dio las gracias a Zeus Olímpico por esta victoria), ejercía una influencia tan deslumbradora, que por sí sola acudían a él verdaderas masas de tales gentes.
Filipo se erige en protector de Delfos
Excelentemente representa también el papel de protector del oráculo délfico. Ya cuando los atenienses le cierran el paso por las Termópilas, vuelve a su país con el éxito de haber afianzado su dominio por sus actos y su piedad hacia la deidad. En su intervención posterior tiene especial cuidado en que todo aparezca como si él pensara sólo en vengar al oráculo robado, y sabe con maestría guardar las apariencias después de la capitulación y salida de Faleco (la que fue concedida, sin duda, muy en contra de las inclinaciones de sus aliados griegos), de un respeto profundo hacia los anfictiones, dejándoles la entera decisión sobre todas las cuestiones a que hubiera lugar. Que ellos, por tanto, le admitan a él y a sus descendientes en su círculo, y, además, con derecho a dos votos, es ya una preparación de su jefatura venidera sobre todos los helenos, la que, según se dice, alcanzó precisamente por su comportamiento piadoso.
Término de la relaciones helénicas con Persia; Isócrates recomienda la guerra contra los persas
Es importante que con la presencia de Filipo terminaron las relaciones vergonzosas con Persia, así como su papel de árbitro supremo en asuntos helénicos, al que no sólo Esparta en la paz antalcídica, sino también Tebas en la embajada de Pelópidas, se habían tenido que someter, diciendo al Gran Rey que los helenos fueron autónomos y que Mesenia debía ser restaurada. Es característico cómo ahora, después de la conclusión de la paz de Filócrates , cuando Filipo se ha convertido en «el amigo de Atenas», el viejo Isócrates, en su Filipo, recomienda la guerra contra Persia. El orador establece en serio como programa que el futuro jefe de los helenos debería reconciliar los cuatro Estados principales de ellos: Atenas, Esparta, Tebas y Argos (cuyas enemistades internas y entre sí en aquellos tiempos tilda, muy acertadamente, de locura), y apaciguarlas interiormente, tarea que probablemente hubiera reclamado, no sólo la vida entera de un Filipo, sino la de dos o tres sucesores, malgastando todo este tiempo antes de que se hubiera dado un solo paso siquiera contra Persia. Pero no debería dominar de ningún modo a aquellas ciudades, porque  «no estaban acostumbradas a aguantar el dominio de uno solo sobre ellas», sino que él se figura la actuación de Filipo en tres escalas, y tiene la ingenuidad de recomendárselas a tal hombre  con las siguientes palabras: «Digo que debes obrar el bien para con los helenos, dominar a los macedonios como rey (βασιλεύειν) y a todos los demás bárbaros posibles como señor (ἄρχειν)». Ya es algo que se haga esta diferenciación entre las dos clases de dominios, y también parece que al orador se le han abierto los ojos respecto a la lealtad macedonia hacia su rey, cuando promete a éste gran fama en caso de que logre inclinar en su favor a los helenos, como lo estaban los lacedemonios hacia sus reyes, y sus propios «compañeros» (decir «los macedonios» no se lo permite la altanería ática) hacia él.
La idea de una alianza de las polis griegas y Macedonia contra Persia
La alianza «libre» de las polis griegas con Macedonia contra Persia, que ahora proponía, era en sí una idea ridícula; mucho tiempo tendría que haber esperado Filipo hasta lograr que en los helenos se produjera alguna lealtad hacia la monarquía, y unas relaciones prácticas o alianzas eran del todo imposibles con unos organismos tan petulantes como aquellas polis, es sabido que ni siquiera la popularidad de una expedición contra Persia era tan considerable entre los griegos como para llegar a tal decisión por muy halagadora que la pintase Isócrates, que pone ante Filipo la alternativa de tomar toda Persia, o, según algunos proponían, contentarse con la conquista de Asia Menor y Sicilia hasta Sínope, es decir, con el «proyecto más pequeño». Todos estos consejos se los da en un escrito, en el que el propio autor tiene que reconocer que el poderío de Filipo en la misma Atenas era objeto de la mayor desconfianza, porque los adversarios (es decir, Demóstenes y su partido), con su pretensión de que éste no era aumentado en pro, sino a través de Grecia, se llevaban las masas, y, además, reconoce abiertamente que su ciudad natal se preocupaba menos de lo que él decía y más de lo que decían aquellos que la enfurecían desde la tribuna de los oradores. Filipo recibió el discurso y acto seguido lo leyó; puede figurarse la cara «bomolóquica» que le pondrían.
Opinión de Demóstenes sobre la corrupción de Filipo en los asuntos griegos; su equivocación ante la categoría de Filipo y al odio que a éste podía tenérsele en Macedonia; Sobre la falacia de Filipo; Superioridad que le daba su situación
Muy detenidamente observa Demóstenes la irrupción fatal de Filipo en los asuntos griegos, y lo ha descrito con incomparable maestría que nos conmueve aún en nuestros tiempos. Él sabe que de parte del rey están los hechos, de parte de los atenienses las meras palabras; que éstas mismas le han hecho grande, y que si le ocurriese una desgracia, su descuido pronto haría surgir a otro Filipo, y da las gracias a los dioses que mandaran al rey como elemento instigador; sin el cual el propio Estado se hubiera hundido por su propia iniciativa en la más completa negligencia. También sabe caracterizar excelentemente sus modos de actuar y sus fines, haciéndolo principalmente en la tercera filípica, donde expone, por ejemplo, refiriéndose a la suerte de Olimpia, que Filipo, si estuviera en plena invasión guerrera contra el Ática y el Pireo, no admitiría que fuera el agresor; como, al contrario del estilo arcaico de hacer la guerra, en la contienda peloponésica, él no hacía ninguna distinción entre verano e invierno, y nos dice también que solía operar sin su falange de hoplitas, sólo con tropas ligeras, jinetes y mercenarios, y cuando las ciudades que padecían de malestar interior no le ofrecían una resistencia seria, enseguida tenía dispuestas sus máquinas de asedio. En batallas decisivas lograba más ventajas que los griegos, por lo que era conveniente procurar entretenerle en su país, etcétera. A pesar de todos estos conocimientos, aún no sabe Demóstenes qué rey y qué estratego era Filipo en realidad. En el mismo discurso le considera como un hombre que no era heleno y ni siquiera bárbaro de un país que pudiera citarse con cierto prestigio, sino un ser espantoso de Macedonia, de donde antes ni siquiera podían obtenerse esclavos decentes (lo que, dicho sea de paso, más bien parece halagüeño para los macedonios). También fía demasiado el orador en el odio que podría haber contra Filipo en su reino norteño, inclinándose con gusto a creer en una sublevación de los tésalos, ilirios y tracios; opina que por sus numerosas guerras se haya hecho más bien inseguro su dominio sobre los macedonios, que la gente no tenía parte en el honor de sus éxitos, sino sólo en los trabajos de sus empresas, que la guerra les arrancaba de toda su vida privada y los excluía del comercio, de lo que se deduce que Demóstenes juzgaba a los macedonios como si se tratara de atenienses, para los que ciertamente tales circunstancias podían suponer una desgracia, y que no tenía ni la más remota noción de aquella filotimia que reinaba en el cuartel general macedonio, precisamente por no conocer más que el individualismo ateniense. También de la vileza de séquito de Filipo saca la consecuencia equívoca de que al primer revés de fortuna revelaría su importancia; evidentemente, no logra distinguirle de un mero tirano dándole a veces este nombre. A esto se junta el error general de que un dominio fundado en un profundo egoísmo, mentira y violencia no podía ser sólido, como si en general las potencias del mundo se fundasen en algo distinto. Es cierto que las democracias pueden hundirse con estas circunstancias, pero cuando ha de crearse una gran potencia, ésta no suele realizarse, ordinariamente, en un tiempo bueno, sino entre las tempestades. No se puede negar que Filipo quebrantaba todo juramento, pisoteaba todos los convenios y compraba toda traición. Pero si se le quiere hacer justicia, hay que tener en cuenta que también los griegos de entonces eran los más desvergonzados perjuros, y no podían figurarse que ellos tenían el derecho exclusivo de obrar así. Que cada hombre tuviera su precio por el cual se le podía obtener fuera una máxima que pudiese expresar Filipo, se debía precisamente a que los griegos eran sumamente sobornables, pero de ningún modo puede cargársele a él toda la culpa. Sin embargo, es cierto que por él llegaron a aprender los griegos una diplomacia que les era odiosa. Con sus asambleas populares, constantemente hablando, adoptando sofismas y desgastando todo interés, estaban completamente indefensos frente a tal práctica. «Él mismo era, lo que es importante en la guerra, dueño absoluto de la gente, que, además tenían las armas constantemente en las manos. Era también rico en medios económicos y ponía en práctica lo que había decidido sin anunciarlo de antemano por sefismas o discutirlo públicamente en Consejos, y también sin que sicofantes le pudieran llevar ante el Tribunal o perseguirle con pleitos por infracción de la ley, sin ser responsable absolutamente ante nadie, sino teniendo, en resumidas cuentas, él solo el poder, la jefatura y la decisión en todo», nos dice, después de su muerte, nada menos que un Demóstenes. Para hacernos cargo de toda la superioridad que le daba esta situación basta pensar en las flojas milicias cívicas y los inseguros ejércitos mercenarios, con sus estrategos amenazados por los sicofantes. Así pudo él actuar, mientras que los otros politiqueaban; por ser rey podía a veces retroceder un paso, y no le importaba que sus enemigos le creyesen en duro trance mientras él los engañara.
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Philip II gold stater, with head of Apollo
Inminencia de la guerra con Grecia; Situación de las polis griegas después de Queronea
Bajo estas circunstancias iba acercándose Grecia (pues Demóstenes no era de los que se dejaba comprar por Filipo) a la guerra decisiva. No le era, sin duda, muy agradable que en ella tuviese que producirse una batalla contra los atenienses, y se preparó para dar el golpe necesario a los ejércitos cívicos aliados de los griegos. Con sus 30.000 infantes y 2.000 jinetes era lo bastante fuerte para esto, y parece dudoso que realmente haya creído, inmediatamente antes de Queronea, conseguir que los tebanos se pusieran de su lado. En su victoria tuvo la suerte de vencer a las dos polis más grandes, no sólo por su astucia y aprovechándose de su tibieza, sino, además en un momento en que todo su entusiasmo había sido movilizado en balde. Ahora Tebas podía ser degradada a ser sólo una capital rústica de Beocia, Esparta ser extremadamente humillada, Atenas ganada por la amabilidad, y Filipo, en la Asamblea de Corinto, pudo ser elevado a jefe militar de los helenos contra Persia, teniendo que servir para esta guerra contra los persas el pretexto de la devastación de templos realizada por Jerjes, aunque los sentimientos griegos de entonces no estaban precisamente inspirados por la enemistad hacia Persia. Los helenos fueron tenidos en jaque y obediencia, por tropas de  ocupación macedonia, en Tebas, Calcis, Corinto y Ambracia, y ya pisaban tropas macedonias el suelo de Asia menor cuando el asesinato de Filipo en Egea puso fin aparentemente a la empresa. No se sospechaba, no podía sospecharse en aquel momento que Alejandro habría de llevar a cabo toda la herencia política que su padre le había dejado y de una manera tan rápida como llegó a hacerlo.
Diferencia de Filipo con respecto a los demás tiranos
Con Filipo se encontraba Grecia bajo el mando de un hombre que procedía de modo muy distinto al de todos los tiranos conocidos hasta entonces, e incluso al del resto de los helenos; aniquilando donde le convenía pero capaz, en el caso contrario, de no temer las fuerzas existentes, sino tomarlas a su servicio. A   su lado, aburridas celebridades, como Agesilao, se hunden en la oscuridad: en cambio, se produce una curiosa y repentina simpatía, por parte de los griegos cultos, en favor de la monarquía. De la Grecia exterior que se formaba en su Corte, y admite Isócrates en su Filipo en qué consistió este círculo de hombres no desconocidos, que no desmerecían del nombre de sabios, y cuyo trato fue muy útil para la ampliación de su régimen. Era palpable que Filipo había sido enteramente creador de su propia fortuna; habiendo surgido en momentos de un peligro enorme, supo reorganizar su Estado, crear su ejército y fundar un reino tal como ahora era el macedonio; pero también es verdad que las polis helénicas en su concepto antiguo terminan ahora.
Anécdotas y rasgos de ingenio de Filipo
Recordemos por fin una serie de anécdotas y palabras ingeniosas, en las que revela Filipo un rasgo notable de clemencia y cordialidad, y de vez en cuando, hasta de grandeza de alma. Así, no dejó que la suerte se le subiera a la cabeza en sus victorias, o tal vez sólo durante aquel corto instante, cuando parodiaba cantando el sefisma de Demóstenes, y según dicen algunos, ni erigió ni siquiera un trofeo. Pudiera ser auténtica la historia de que se dejara influir; en su triunfo victorioso, por un reproche del Demades prisionero,  y quitándose la corona y haciendo callar todo el júbilo dejara en libertad a los prisioneros áticos sin rescate; sólo que los buenos atenienses no se daban cuenta de que no les halagaba más que para ahorrarse fuerzas. Un rasgo hermoso es también cuando ante varias noticias felices que le llegan a la vez, pide a Tique una pequeña desgracia, y muy fina es la manera de ser que observa frente a gentes que le insultan, declarando por ejemplo, estar agradecido a los demagogos, porque le provocan con sus insultos a tener que contradecirlos con sus hechos, no echando de su Corte a un notorio difamador para que éste no llevara su malicia a círculos más amplios, o en vez de sufrir y enojarse por cada escarnio o contradicción, como hacían los griegos, sencillamente examina al hombre en cuestión y le soborna. Siendo una vez juez de dos malhechores, ordena al uno salir de Macedonia y al otro perseguir al primero. A su hijo le recomienda hacerse querer por los macedonios, mientras le sea dado ser amable con ellos, siendo otro el rey. Demuestra un noble corazón y mucha discreción cuando dice a un antiguo huésped tebano, amigo de su juventud, que no quiere aceptar nada de él: «No me robes mi invencibilidad, haciendo que sucumba ante ti en atenciones»; o cuando expresó su dolor por no poder corresponder, haciendo el bien, a un fallecido que le había favorecido antes.
Sin duda, era del más alto interés para Filipo trabar conocimiento con Dionisio el Joven en Corinto. Después de una larga conversación le preguntó el rey, por fin, a qué se debía que Dionisio no supiese mantener en el dominio que había heredado de su padre, recibiendo la contestación famosa de que éste le había dejado en herencia todo menos su suerte.
Se dice que Filipo tenía ordenado que todas las mañanas un criado le dijera que él no era más que un hombre, y en qué forma se burlaba de Menécrates, que pretendía ser Zeus, ya lo hemos visto hace poco. Aunque no desechaba la posibilidad de un milagro es probable que se haya resistido todo lo posible contra la deificación de su persona. No puede negarse que en Egea, en la misma mañana del día en que fue asesinado, hiciera que su propia imagen, como dios de la Pompa, siguiese a las doce diosas en un carro decimotercio, pero que por esto haya llegado él mismo a creerse realmente dios no nos parece verosímil.
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Entrada al Gran Túmulo, Museo Arqueológico de Vérgina.
—Jacob Burckhardt De “Historia de la cultura griega III” pp.196-208 
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pasanchezmatas · 3 years ago
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Nuestra #Democracia se autodestruye porque ha enseñado al ciudadano a considerar la impertinencia como un derecho, el no respeto a las leyes como libertad, la impudicia como igualdad y a la anarquía como felicidad.
#Isócrates, 350 a. C.
#FelizMiércoles 🤗
#PASM2022
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juliohinojo · 4 years ago
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"No te contentes con alabar a las gentes de bien: imítalas." Isócrates https://www.instagram.com/p/CNqSzozlvqt/?igshid=2fecot90j4we
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peydro4-abogados · 4 years ago
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Probamos el oro en el fuego, distinguimos a nuestros amigos en la adversidad. Isócrates https://www.instagram.com/p/CBDwQrjIXwP/?igshid=gun8bpjg7qbh
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stressedbuteatingwell · 7 years ago
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🍁Libros, libros y ¡sorpresa! más libros.🍁
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🍁🍁¡Tercera semana de clases acabada!🍁🍁
Puedo asegurar que realmente me he pasado la semana con la nariz metida en (al menos) un libro.
🍂Que os puedo contar...🍂
Me he cambiado de clase en la asignatura de ética, he pasado del grupo A2 al A3 porque por lo que me han ido contando los de segundo año la profesora con la que estaba es famosa por lo estricta que es a.k.a no suele aprobar mucha gente su asignatura. 
Me sabe un poco mal en cierto modo, al principio me lo tomé casi como una especie de reto, pero tras esta ultima semana y ver como se están intensificando las cosas, decidí que lo mejor para mi salud mental era alejarme de tanto estrés ahora que estaba a tiempo. Además le he echado un ojo al syllabus del profesor nuevo y me gusta más su modo de dar clases ya que nos pide que antes de cada clase leamos unos textos y es a esto a lo que me he dedicado esta ultima semana.
Entre el examen de Problemas Filosóficos II sobre qué es la filosofía y que me gusta ir haciendo apuntes de los libros que voy leyendo (Platón, Isócrates, Aristóteles) ya me he pulido varios bolígrafos. También algunas libretas que estaba reciclando las he acabado así que esperaros un mini haul de material escolar dentro de poco.
He de decir que me he sorprendido a mi misma con este comienzo de clases. Llevo desde que empezaron las clases estudiando y trabajando en la biblioteca al menos tres horas diarias, y la verdad espero que sea suficiente.
🍂Que más...🍂
La verdad es que me está gustando mucho este principio de clases, ojala que todo siga así al menos estos primeros meses. He tenido la enorme suerte de encontrarme que un grupo de chicas que son la caña, todas tienen una personalidad preciosa y cada una es diferente y a su manera y con solo tres semanas de estar con ellas ya me las quiero un montón.
Espero que a vosotr@s os esté yendo igual de bien o incluso mejor que a mi y ojala que podamos compartir todos juntos nuestra experiencia en este año que se avecina.
🍁🍁Mucha suerte a tod@s!🍁🍁
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culturizando · 7 years ago
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#PalabraCulta: El curioso origen de la palabra «Bárbaro»
La palabra bárbaro puede tener diversos significados. Según la Real Academia Española (RAE), significa aquella persona de alguno de los pueblos que desde el siglo V invadieron el Imperio Romano y se fueron extendiendo por la mayor parte de Europa. Sin embargo esta palabra también puede referirse a cualquier cosa que se considere excelente, llamativa o magnífica.
Existen muchas connotaciones para esta palabra, sin embargo, su origen es completamente diferente de su significado actual. La palabra bárbaro proviene del latín barbărus, y este del griego βάρβαρος que se traduce de forma literal en ‘balbuceo’.
Esta palabra era utilizada por los antiguos griegos para referirse a las personas extranjeras, que no hablaban el griego y latín y cuya lengua extranjera sonaba a sus oídos como un balbuceo incompresible u onomatopeya (bar-bar).
Existen escritos, como los de Isócrates, que demuestran una apertura de este pueblo para concebir a los bárbaros no como “extranjeros”, sino como individuos que carecían de educación, independientemente de su lugar de nacimiento. Esto posiblemente se concebía de esta manera debido al choque de los idiomas.
Más adelante la etnología y antropología tradicionales, denominó la barbarie como un estadio de evolución cultural de las sociedades humanas asociadas al salvajismo y a la brutalidad.
Es importante destacar el uso que se le da a esta palabra en lugares como Argentina, cuyo significado se asocia con lo algo descomunal, ya sea bueno o malo. Posiblemente este uso se le relacionándolo con las invasiones bárbaras en el Imperio Romano. Al ser acontecimientos “descomunales”, durante generaciones esta palabra ha significado algo grande e impresionante.
Es importante conocer el origen de las palabras y como su uso y significado se ha ido modificando con el tiempo y las circunstancias.
  Por María Gabriela Roa | @gabyroab | Culturizando
Con información de: Ddle.rae.es  |   Wikipedia.org |   Etimologias.dechile.net
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minarquia · 6 years ago
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Pues a mi me encanta. No creo que haya mejor definición del feminismo. Una niña dolida, sin la voz de mujer todavía formada, pensando que lo sabe todo, gritando sus soflamas pueriles al mundo y siendo aplaudida por unos bárbaros. (Bárbaros a lo Isócrates). https://twitter.com/alonso_dm/status/1066280474300043264 …
Pues a mi me encanta. No creo que haya mejor definición del feminismo. Una niña dolida, sin la voz de mujer todavía formada, pensando que lo sabe todo, gritando sus soflamas pueriles al mundo y siendo aplaudida por unos bárbaros. (Bárbaros a lo Isócrates). https://twitter.com/alonso_dm/status/1066280474300043264 …
Pues a mi me encanta. No creo que haya mejor definición del feminismo. Una niña dolida, sin la voz de mujer todavía formada, pensando que lo sabe todo, gritando sus soflamas pueriles al mundo y siendo aplaudida por unos bárbaros. (Bárbaros a lo Isócrates). https://twitter.com/alonso_dm/status/1066280474300043264 … #MartinLopeTwitter from Twitter Search / MLopeReloaded https://twitter.com/iSemperLiber/status/1066321501157294080 via IFTTT
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big-takeshi · 3 years ago
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La idea de que la norma política debe crear la armonía y la medida en el alma humana es uno de los pilares de la República. Platón postula aquí su célebre teoría del gobierno de los sabios y de la tripartición de clases sociales en un grupo de productores, otro de guerreros y otro de gobernantes sabios, seguramente haciéndose eco de teorías egipcias como las que conocía también el orador Isócrates. Pedro Barceló y David Hernández de la Fuente.
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diostehabla · 8 years ago
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Probamos el oro en el fuego, distinguimos a nuestros amigos en la adversidad.
Isócrates
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ulyssestennynson-blog · 8 years ago
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Lectura complementaria: La República de Platón
La República es quizás el diálogo más famoso de Platón. Allí, Sócrates, junto a Polemarco y su padre Céfalo, Trasímaco, Calicles, Polo, Clisofonte, Nicerato, Lisias y Éutidemo (hermano de Polemarco), Isócrates, Carmántides y los hermanos de Platón Glaucón y Adimanto. La obra al completo se compone de cinco secciones: una integrada por el libro I, donde Sócrates y sus interlocutores discuten sobre la vejez y la justicia; del libro II al IV se traza el proyecto político (la creación de un Estado soñado) y del V al VII y de VIII a IX en donde se hace una reflexión de los distintos tipos de constitución posible, con su probable origen y desenlace y a qué tipo de hombre corresponde. Por su parte, el libro X es una especie de apéndice sobre la poesía y el uso del mito para corroborar las recompensas que recibe el hombre justo.  
Los extractos que ustedes van a leer están dirigidos a tratar de entender otra visión sobre el estado, la función de este y unas opiniones sobre la democracia, además del rol que cumple cada individuo dentro de ese estado soñado, con un especial aparte sobre las mujeres.
 El primero extracto empieza en el apartado 369ª, (p. 121) donde Sócrates habla sobre el nacimiento del Estado: este surge porque el individuo se da cuenta que no es autosuficiente y se debe asociar con los demás, creando unas necesidades de alimentación, vivienda y vestimenta. Cada “experto” en esta necesidad produce lo suficiente para todos los demás, recibiendo así a cambio los productos que necesita, y que lo que debe guiar cada vida es la austeridad.  
 El segundo extracto empieza en el apartado 373b (p. 129) contiene la discusión sobre los guardianes, cómo serán seleccionados y que cualidades deben tener. Se discute también que quiénes son guardianes recibirán educación dirigida al arte de la guerra y también del poder y por esa razón sólo deben ser guardianes.
 El tercer extracto comienza en el 412ª (p 192) y allí se discute las pruebas que se le deben exigir a los que gobiernan, y para eso se le plantean 3 pruebas que deben superar exitosamente: (1) que cumplan con tareas que faciliten la idea de la convicción de que lo único que deben hacer es lo que siempre convenga al estado, (2) les imponen trabajos, sufrimientos y competencias para medir sus capacidades físicas; y (3) llevarlos a lugares terroríficos y luego a lugares placenteros.
 El cuarto extracto empieza en el libro V, en el apartado 450e (p 246), donde se narra el rol de la mujer dentro de la construcción, establecimiento y la vida en el Estado. Es quizás el extracto más polémico, porque son hombres los que deciden sobre la vida, el cuerpo y la existencia misma de las mujeres, y aunque plantea unas nociones de igualdad, deja claro que existe una inferioridad del hombre frente a la mujer.
Finalmente, el quinto extracto empieza en el apartado 357ª (p. 400), donde discuten sobre la democracia, al que describen como un régimen bello pero al mismo tiempo perverso, donde la libertad permite todo tipo de desordenes y concluye con que es la tiranía el sistema verdaderamente bello y el que usará el Estado como sistema político.
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painterontheblood · 7 years ago
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Curiosidades: Luciano sobre los atenienses famosos del siglo IV
El residuo de la auténtica tradición ateniense lo reproduce probablemente Luciano, Parasit., 42, quien dice del comportamiento de los atenienses famosos de aquella época: «Isócrates no se ha presentado nunca ante un tribunal, ni muchísimo menos en la guerra, por miedo o por no tener ni siquiera una voz adecuada. Demades, Esquines y Filócrates han traicionado a la ciudad y a sí mismos en favor de Filipo, haciendo los asuntos de éste en Atenas…Hipérides, Demóstenes y Licurgo, que presumían siempre de valientes, chillando e insultando en las asambleas populares contra Filipo, ¿qué han hecho de particular en la guerra? Aquellos dos ni siquiera salieron del recinto de las murallas, limitándose a preparar «mocioncitas» y «decisioncitas del Consejo», y el orador principal que siempre había exclamado en las asambleas populares; «el bribón de Macedonia, país en el que ni siquiera puede comprarse un esclavo decente», atrevióse por cierto a avanzar hasta Beocia, pero tiró su escudo antes de que se llegara al combate, lo que es notorio en el mundo entero».
—Jacob Burckhardt De “Historia de la cultura griega III” p.180
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