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300 años más tarde 😮💨
#es un dibujo viejo con cirugía plástica#el ultimate jetón#un poco yassified but it is what it is#argieblr#my art#cuti romero#hubo un intento
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Winter Falls.
Hugh Jackman x Fem!reader.
Summary: Hugh y ella son amigos desde hace un año, con una tensión subyacente entre ellos. Una salida juntos transforma su relación, llevándolos a explorar nuevos sentimientos.
Category: Slow Burn Romance, Friends to Lovers, First Date, 2000s Nostalgia, Fluff and Tension {TW: Light Humor, Emotional Moments, Friendship Dynamics}.
⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⏱︎
El reloj en la pared marcaba las 7:20 am. Con el cabello medio seco y la camisa mal abotonada, el café en la encimera quedó olvidado. La promesa de salir temprano se desvanecía rápidamente. Tenía un plan: un atuendo decente, un desayuno tranquilo, pero el cansancio acumulado se burlaba de cualquier intento de organización.
Un suspiro salió mientras el número de Hugh aparecía en la pantalla del teléfono. Seguramente él ya estaba listo, probablemente en camino al trabajo, con esa actitud despreocupada que siempre resultaba irritante, aunque, de algún modo, también reconfortante. Pedirle un favor no era lo ideal, pero llegar tarde y enfrentar las miradas de reprobación de los compañeros tampoco era una opción. Con un leve tamborileo de dedos en la encimera, se marcó su número.
La llamada sonó un par de veces antes de que su voz resonara al otro lado de la línea, relajada y casi burlona.
—Vaya, ¿madrugando, princesa? —dijo, y se podía imaginar esa sonrisa que siempre usaba para molestar.
Se rodaron los ojos, pero una pequeña sonrisa se asomó. Su actitud siempre tenía el poder de aliviar un poco la tensión de las mañanas.
—¿Podrías pasarme a buscar? Estoy… un poco retrasada.
Hubo una pausa. En esos breves segundos, la duda surgió. Pero Hugh nunca dejaba colgado a nadie.
—Cinco minutos y estoy allí. —Su tono cambió, y luego añadió—: Ah, y trata de no causarme problemas tan temprano.
Un suspiro escapó, una mezcla de alivio y exasperación. El último sorbo de café se apresuró mientras se recogía el bolso. Era evidente que él haría algún comentario sobre el aspecto apresurado, pero eso ya formaba parte de su dinámica. Hugh tenía la habilidad de convertir cualquier situación en algo menos grave de lo que parecía.
Apenas terminé de poner los zapatos cuando el sonido del auto estacionándose afuera resonó. Al mirar por la ventana, allí estaba él, con gafas de sol y una expresión divertida, esperándola. Con un último respiro hondo, salió, lista para lidiar con los inevitables comentarios que vendrían en el camino.
Apurada, subí al auto y cerré la puerta con un golpe. El motor no rugió como esperaba. Miré a Hugh, que se había quedado mirando al frente con una sonrisa divertida en su rostro.
—¿Qué pasa? ¿Vamos a llegar tarde? —pregunté, tratando de contener la frustración mientras lanzaba un vistazo al reloj.
Sin embargo, en lugar de arrancar, se volvió hacia mí. La distancia entre nosotros se redujo cuando se acercó, y el corazón comenzó a latir un poco más rápido. Sin decir una palabra, tomó el cinturón de seguridad y lo pasó por mi cuerpo, asegurándolo en su lugar. Su cercanía era electrizante; podía sentir el calor que emanaba de él, y un pequeño nudo se formó en el estómago.
—Ah, ya veo. ¿Te puse nerviosa, linda? —dijo con esa voz burlona, un destello de diversión en sus ojos.
El comentario lo acompañó una sonrisa que me hizo desear poder esconderme. No sabía si quería reírme o simplemente querer que el momento se detuviera. La cercanía de Hugh siempre había tenido un efecto extraño, una mezcla de nerviosismo y emoción que nunca había experimentado con nadie más. Intenté ignorar el sonrojo que comenzaba a extenderse por mis mejillas.
—Claro que no —respondí, tratando de sonar segura, aunque la voz casi me falló. —Solo… solo apúrate y arranca.
Él se echó a reír mientras finalmente giraba la llave en el encendido, y el motor vibró a la vida. Con una última mirada hacia mí, puso el auto en marcha. El trayecto hacia el trabajo había comenzado, pero la tensión en el aire se sentía más palpable que nunca.
Mientras el auto avanzaba por la carretera, robé una mirada de reojo a Hugh. Su expresión estaba concentrada en la carretera, pero había algo en su forma de manejar que me hizo pensar, aunque rápidamente traté de alejar esa idea. Era un buen amigo, y pensar en él de esa manera no era lo que debía hacer. Sin embargo, había algo en la forma en que se movía, en su confianza al volante, que lo hacía parecer... bien, por así decirlo.
—¿Tienes en mente lo que vamos a hacer hoy? —preguntó Hugh, rompiendo el silencio y sacándome de mis pensamientos.
—Sí, solo lo básico —respondí, tratando de mantener la voz casual. —No creo que sea un día tan complicado.
Él sonrió, esa sonrisa que siempre tenía para hacerme sentir a gusto.
—Eso espero. Aunque tengo un par de ideas que podrían hacer el día un poco más divertido —dijo, levantando las cejas de forma juguetona.
No pude evitar sonreír. Esa era la parte de Hugh que siempre me hacía sentir cómoda, incluso cuando había una ligera tensión en el aire. Era como si supiera exactamente cómo hacer que el día se sintiera menos pesado.
��Bueno, solo asegúrate de que no sean ideas descabelladas. El jefe no se tomaría eso muy bien —le advertí, un tono de broma en mi voz.
Él se echó a reír, y el sonido resonó en el auto, llenando el espacio con una energía amistosa.
—Prometo que no te meteré en problemas... por ahora —dijo, guiñando un ojo mientras el semáforo cambiaba a verde.
La normalidad de la conversación me tranquilizó, aunque sabía que había algo más debajo de la superficie. Era como si la tensión que solíamos ignorar comenzara a hacerse más presente en cada pequeño intercambio. Pero por ahora, me contentaba con disfrutar de su compañía.
Al llegar a la oficina, Hugh aparcó el auto frente al edificio, y la rutina del día a día nos recibió con los brazos abiertos. Salí del vehículo y estiré los brazos, tratando de despejar la mente antes de entrar.
—¿Listos para otro emocionante día en la sala de guionistas? —bromeó Hugh, con una sonrisa amplia.
—Oh, sí, totalmente —respondí con un tono sarcástico. —No hay nada más emocionante que discutir si un personaje debe llevar sombrero o no.
Ambos reímos mientras caminábamos hacia la entrada. La oficina, decorada con afiches de películas y papeles esparcidos por todos lados, siempre había tenido un aire caótico, pero también creativo. Al abrir la puerta, el bullicio habitual de colegas hablando y riendo nos dio la bienvenida.
Tomé un respiro profundo antes de entrar y sentí cómo la energía del lugar me animaba.
—Primero café, luego guiones —declaró Hugh, llevándome hacia la máquina de café. —No podemos empezar el día sin nuestro combustible.
—No me obligues a recordar cómo sobrevivir sin mi dosis matutina de cafeína —dije, mientras me servía una taza. El aroma a café recién hecho me envolvió, y por un momento, todo parecía más fácil.
Mientras esperábamos, intercambiamos comentarios sobre las tramas que estábamos desarrollando y algunas anécdotas divertidas del fin de semana. Todo parecía fluir con naturalidad, sin que ninguna de las conversaciones tocara la ligera tensión que existía entre nosotros.
Finalmente, después de un rato, nos dirigimos a la sala de guionistas. Mientras nos acomodábamos en nuestras sillas, Hugh se giró hacia mí con una mirada intrigante.
—Oye, a las 8 pm te voy a pasar a buscar. Ponte linda. —dijo, su tono ligero, pero las palabras parecían cargadas de un significado que no podía ignorar.
Me quedé un momento en silencio, sorprendida. La normalidad del día se desvaneció por un instante, y todo lo que quedaba era esa invitación inesperada que llenaba el espacio entre nosotros. La idea de salir con él, de verlo vomo mi compañero de trabajo en un contexto diferente, hizo que mi corazón se acelerara, esta vez parecía algo totalmente diferente.
—¿A las 8? —repetí, tratando de sonar despreocupada, pero sabía que mi voz había traicionado mi sorpresa.
—Sí, no tienes excusas. —Hugh sonrió de una manera que me hizo cuestionar si realmente lo decía en serio o solo estaba bromeando.
Mientras continuábamos con nuestra jornada laboral, no pude evitar pensar en lo que eso significaba. La tensión que habíamos estado ignorando de repente estaba a la vista, y yo solo podía esperar que la noche revelara lo que realmente había entre nosotros.
Al llegar a casa, la familiaridad del lugar me envolvió, pero mi mente seguía atrapada en la conversación de esa mañana. Me dejé caer en el sofá y saqué el teléfono, buscando el contacto de mi mejor amiga. Después de un par de tonos, su voz familiar resonó al otro lado.
—¡Hola! ¿Cómo va todo? —preguntó ella, con ese tono entusiasta que siempre me hacía sentir mejor.
—Hola, tengo que contarte algo —dije, sintiendo que la emoción comenzaba a brotar. — Hugh... me invitó a salir esta noche.
—¿Qué? ¡Eso es genial! Ya era hora igual. —exclamó, y su entusiasmo fue contagioso.
—Sí, pero... no sé, estoy tratando de convencerme de que solo es una salida entre amigos —respondí, tratando de mantener la calma mientras me pasaba una mano por el cabello. —Llevamos trabajando juntos durante un año, y siempre ha sido amistad, pero esta salida, es diferente, ¿sabes?
—Claro, hay tensión entre ustedes. He notado cómo se miran en la oficina —dijo, y no pude evitar sonreír. —Así que, ¿qué piensas hacer?
—No lo sé. Por un lado, quiero ir porque ma hace sentir algo, pero también tengo miedo de que sea solo una cena entre amigos y que me haya confudido, agh—confesé, sintiendo un ligero nudo en el estómago.
—¿Y si no es solo eso? —me preguntó. —Tal vez él también siente lo mismo, pero no sabe cómo decírtelo, nadie invita a su compañera de trabajo un viernes a las 8 pm, amor.
Su comentario resonó en mi mente, y un pequeño escalofrío recorrió mi cuerpo. La idea de que Hugh pudiera tener sentimientos más profundos era tentadora, pero también aterradora. ¿Y si las cosas se volvían incómodas? ¿Y si la salida no iba como esperaba?
—No sé, tal vez debería jugarlo de manera segura —dije finalmente, tratando de convencerme. —Solo disfrutar de la cena y ver a dónde lleva la conversación.
—Eso suena a un buen plan —respondió mi amiga. —Pero recuerda, si hay algo más, no tengas miedo de explorar eso. La vida es demasiado corta para dejar pasar oportunidades.
Terminé la llamada con una mezcla de emoción y nerviosismo. La cena con Hugh podría ser solo una salida entre amigos, pero había un trasfondo de posibilidades que no podía ignorar.
Mientras el sol se ponía, me apresuré a prepararme. No quería verme como si hubiera salido de una revista, pero tampoco quería parecer descuidada. Opté por un vestido azul que resaltaba mis curvas de manera sutil, algo que me hacía sentir cómoda y segura. Me eché un vistazo rápido al espejo, dándome cuenta de que me veía bien, y eso me ayudó a calmar un poco los nervios.
Justo cuando estaba terminando, el teléfono fijo sonó. Sabía que era Hugh. Contesté rápidamente, sintiendo un ligero cosquilleo de emoción.
—¿Hola? —dije, intentando sonar tranquila.
—Hey, ¿lista para la noche? —su voz sonaba juguetona.
—Casi, estoy bajando ahora —le respondí, mirando el reloj.
—Perfecto. Nos vemos en un minuto —dijo, su tono despreocupado y familiar me hizo sonreír.
Colgué y respiré hondo. La idea de salir con Hugh ya no era solo una salida entre amigos; había una tensión palpable entre nosotros que no podía ignorar. Con una última revisión al espejo, me dirigí hacia la puerta, para bajar.
Cuando lo hice, la brisa fresca de la noche me recibió como un abrazo suave. Al abrir la puerta, me sorprendí al ver que Hugh no estaba en su auto habitual, sino que se encontraba de pie en la entrada, con una sonrisa en el rostro que iluminaba la penumbra. Llevaba una camisa de botones que acentuaba su figura y unos jeans que parecían un poco más cuidados de lo habitual.
—Hola —saludé, sintiendo una mezcla de nervios y emoción.
—Hola. Te ves hermosa—dijo, su mirada recorriéndome de manera sutil, pero sincera, lo que me hizo sonrojar un poco. Su tono era tan despreocupado, como si fuera lo más natural del mundo decirlo.
—Gracias, tú también... estás un poco más arreglado de lo normal —respondí, intentando mantener la conversación ligera y no dejar que mi nerviosismo se notara.
Él sonrió con complicidad y me hizo un gesto con la mano para que lo acompañara. Empezamos a caminar, el sonido de nuestros pasos resonando suavemente en la acera. Hugh caminaba con las manos en los bolsillos de sus jeans, su postura relajada, como si no hubiera nada más importante que el momento que compartíamos. La calle estaba tranquila, iluminada por las luces cálidas de las farolas, y el aire fresco hacía que el momento se sintiera especial.
—¿A dónde vamos? —pregunté, curiosa por lo que había planeado.
—Eso déjamelo a mí. No te preocupes, no te voy a defraudar —dijo con confianza, una sonrisa juguetona asomándose en sus labios.
Caminamos un rato en silencio, pero la tensión entre nosotros era palpable. A veces, nuestras miradas se encontraban y rápidamente desvíaba la vista, sintiendo un ligero cosquilleo en el estómago. Era como si el mundo se hubiera desvanecido, y solo existiéramos él y yo, en este momento.
De repente, Hugh rompió el silencio. —¿Sabías que desde que empezamos a trabajar juntos, he estado esperando una ocasión así? —dijo, girando ligeramente la cabeza para mirarme, sus ojos brillando con una chispa traviesa.
—¿Ah, sí? ¿Y por qué es eso? —pregunté, intentando no sonar demasiado interesada, aunque mi corazón latía más rápido.
—Porque, sinceramente, me gusta pasar tiempo contigo —respondió, su tono sincero y relajado. Su declaración me tomó por sorpresa, y no pude evitar sonreír mientras un calor agradable me envolvía.
Seguimos caminando, y mientras él hablaba, la tensión que había estado acumulándose entre nosotros se sentía como una burbuja lista para estallar. Era un juego sutil de palabras y miradas, pero ambos sabíamos que algo más profundo se estaba formando entre risas y complicidad.
Después de unos minutos de caminar y charlar, llegamos a una pista de patinaje sobre hielo iluminada con luces brillantes y música suave que llenaba el aire. La vista era mágica; el hielo relucía bajo las luces, y la risa de la gente patinando creaba un ambiente animado y festivo.
—¿Patinaje sobre hielo? —pregunté, con los ojos iluminados de emoción y sorpresa.
—¿Te gusta? —me miró, sus ojos brillando con diversión.
—Siempre he querido hacerlo, pero nunca tuve la oportunidad —admití, sintiendo un cosquilleo de anticipación.
—Perfecto, entonces hoy es el día —dijo, con una sonrisa amplia, y se acercó a la entrada para comprar las entradas. Mientras esperaba, no podía evitar notar cómo la emoción brillaba en su rostro.
Entramos a la pista, y él se aseguró de que me pusiera los patines correctamente. Mientras me ayudaba, sus manos rozaban suavemente mis brazos, y cada contacto provocaba un escalofrío agradable.
—Listo, ahora solo tienes que seguirme —dijo, tomando mi mano de forma despreocupada mientras caminábamos hacia el hielo.
Al dar mis primeros pasos sobre el hielo, perdí el equilibrio y me tambaleé un poco. Hugh se rió suavemente y me sostuvo antes de que pudiera caer.
—Vas a tener que hacer más ejercicio para eso —bromeó, guiándome con firmeza mientras me enseñaba a deslizarme.
La música de fondo mezclada con las risas y gritos de los demás patinadores creaba un ambiente de alegría que era contagioso. Mientras patinábamos, la cercanía de su mano en la mía me hizo sentir más segura, y poco a poco, empecé a disfrutar del momento.
—Mira, no está tan mal, ¿ves? —dijo, deslizándose con facilidad y gracia por el hielo, mientras yo trataba de imitarlo.
—Sí, claro, porque tú eres un experto —respondí, riendo mientras me esforzaba por mantener el equilibrio.
Él se detuvo frente a mí, mirándome con una sonrisa traviesa. —Dame la mano, vamos a intentarlo juntos —dijo, y, sin pensarlo, extendí la mano hacia él.
Juntos, comenzamos a deslizarnos, y la risa llenó el aire mientras tratábamos de mantenernos en pie. La tensión entre nosotros se sentía cada vez más cómoda, cada momento se cargaba de una complicidad que parecía florecer a medida que avanzábamos.
—Este es un buen comienzo para una cita, ¿no crees? —dijo Hugh, mirándome de reojo mientras patinábamos.
—¿Una cita? —repetí, sorprendida pero divertida.
—Solo estoy diciendo que podríamos hacer esto más a menudo —respondió, y en ese instante su mirada se detuvo en mí, el ambiente se volvió más íntimo.
Mientras patinábamos, me sentía cada vez más segura, pero justo cuando comenzaba a disfrutar plenamente, perdí el equilibrio y empecé a tambalearme hacia un lado. El hielo se volvió traicionero bajo mis pies, y antes de que pudiera reaccionar, me vi girando sin control, preparándome para caer.
De repente, sentí una mano firme en mi cintura. —Te tengo —dijo Hugh, con una sonrisa que mezclaba diversión y tranquilidad mientras me estabilizaba.
—Gracias, me salvaste de hacer el ridículo —reí suavemente, sintiendo la cercanía entre nosotros.
Él sonrió, esa calidez que siempre me hacía bajar la guardia iluminaba su rostro. —No te preocupes, es mi trabajo asegurarme que no caigas... y si caes, que sea por mí —añadió, guiñándome un ojo con un toque de nerviosismo que me hizo sonreír aún más.
Antes de que pudiera responder, un niño pasó a nuestro lado rozando sin querer a Hugh, lo que hizo que ambos perdiéramos la poca estabilidad que habíamos recuperado. Nos desplomamos torpemente en el frío y húmedo hielo.
—Parece que el primero en caer no fui yo —comenté, soltando una risa leve por la situación.
Hugh rió también, y luego su mirada se fijó en mí, notando algo en mi mejilla. Con un gesto suave, se acercó y quitó una pizca de nieve que se había quedado pegada. —Tienes un poco de nieve aquí —dijo, pero en su mirada había algo más que diversión.
El momento se volvió extraño, como si el tiempo se detuviera entre nosotros. Mis mejillas ardían con su cercanía y el toque de sus dedos. Ambos nos incorporamos después, algo nerviosos, ignorando la tensión que parecía envolvernos.
—Bueno, ¿quieres seguir patinando? —preguntó él, su sonrisa todavía en su rostro.
—En realidad, prefiero que no. Tengo un plan perfecto para continuar la noche —le respondí, sintiendo cómo mi corazón latía con fuerza. —¿Qué te parece si dejamos el hielo por ahora y hacemos algo diferente?
Hugh levantó una ceja, claramente intrigado. —¿Y cuál es ese plan? Me tienes con curiosidad —dijo, con esa sonrisa juguetona que conocía tan bien.
—Déjame sorprenderte —dije, tirando suavemente de su mano hacia la salida de la pista. —Confía en mí.
Nos reímos mientras salíamos del hielo y nos dirigimos a la entrada para quitarnos los patines y devolver lo que habíamos rentado. Lo que fuera que ocurriera después, sabía que la noche estaba lejos de terminar.
Mientras caminábamos de regreso, el aire frío de la noche contrastaba con el calor que aún sentía después de patinar. Hugh y yo avanzábamos en silencio, pero no era incómodo, al contrario, había algo en esa calma que me hacía disfrutar cada paso. Nuestras manos iban balanceándose a los lados, rozándose de vez en cuando, como si algo nos empujara a tomarnos de las manos, pero ninguno se atrevía a dar ese paso.
Cada pequeño roce me hacía consciente de su presencia de una forma que normalmente no permitía. Era como si el simple contacto de nuestras manos fuera suficiente para hacer que mi pulso se acelerara un poco más. No podía evitar preguntarme si él sentía lo mismo, si cada vez que nuestras manos se tocaban, ese pequeño cosquilleo también lo recorría a él.
Miré de reojo, observando su perfil mientras caminábamos. Hugh tenía las manos ligeramente abiertas, como si estuviera a punto de tomar la iniciativa, pero algo lo detenía, o tal vez estaba esperando a que yo lo hiciera. El pensamiento de entrelazar mis dedos con los suyos era tentador, pero, al mismo tiempo, intimidante.
—¿Te cansaste de patinar? —preguntó de repente, rompiendo el silencio con una sonrisa cómplice.
—No tanto como pensé, la verdad, fue divertido, me gustó mucho—respondí con una ligera risa, tratando de ignorar el hecho de que nuestras manos volvían a rozarse por un segundo más largo. Sentía que el simple hecho de no apartarla lo decía todo.
Seguimos caminando sin prisa, y el silencio volvió a instalarse entre nosotros, aunque esa energía entre ambos seguía ahí, suspendida en el aire frío de la noche. ¿Acaso él también estaba pensando en dar ese paso? O tal vez simplemente esperaba a ver si yo lo hacía primero.
Finalmente, me armé de valor, o al menos lo intenté. Mi mano dejó de balancearse tanto, acercándose más a la suya, pero en el último segundo, justo cuando estuve a punto de hacerlo, sentí cómo su mano se retiraba un poco, ajustándose el abrigo.
Me reí internamente, aliviada y frustrada a partes iguales. Claramente, no era tan fácil como parecía.
Después de un rato caminando en silencio, la ciudad nocturna empezaba a adquirir un ambiente más acogedor bajo las luces tenues de las calles. Las manos de ambos aún rozaban de vez en cuando, pero ahora, en lugar de centrarse en eso, se me vino a la mente un pequeño lugar no muy lejos de allí, uno que solía visitar cuando era niña, que era perfecto para la ocasion.
—¿Conoces el mejor chocolate de aqui, que está a unas cuadras? —pregunté, rompiendo la calma mientras nos acercábamos a la esquina.
Hugh me miró con curiosidad y negó con la cabeza.
—No, no creo haber estado por aquí muchas veces y nunca tome chocolate —admitió, levantando una ceja. —¿Por qué?
—Es uno de esos lugares que guardan historias —dije, sintiendo una pequeña sonrisa asomarse en mis labios. —Solía ir allí de pequeña con mi familia, especialmente en noches frías como esta. Sirven el mejor chocolate caliente de la ciudad, o al menos eso pensaba cuando era niña.
Él sonrió ante mi entusiasmo, asintiendo lentamente. —Entonces, ¿me estás invitando a tu lugar secreto? —preguntó, en tono juguetón.
—Bueno, no tan secreto, pero sí muy especial para mí, no puedo creer que no hayas probado el chocolate —respondí, sin poder evitar notar lo cálido que se sentía hablar de algo tan personal.
— y yo no puedo creer que no hayas patinado antes.— me contratacó sonando dulce pero sarcástico a la vez lo cual me hizo soltar una risa suave. —pero suena perfecto, confío en ti —dijo, mientras ajustaba el ritmo de sus pasos para seguirme.
Caminamos juntos hasta la cafetería, una pequeña joya escondida entre edificios más modernos, con luces amarillentas que hacían que se viera como un refugio acogedor en medio de la noche fría. Al entrar, el cálido aroma a cacao y pasteles recién horneados nos envolvió de inmediato. Todo en ese lugar se sentía exactamente igual que cuando era pequeña, desde las mesas de madera gastadas hasta la campanilla que sonaba al abrir la puerta.
Nos sentamos en una de las mesas junto a la ventana, y sin pensarlo dos veces, pedí el clásico chocolate caliente. Hugh me siguió el juego, observando con una mezcla de curiosidad y diversión mientras me perdía en mis recuerdos.
—Así que este es tu refugio —comentó Hugh, mientras la mesera dejaba frente a nosotros dos tazas humeantes y llenas de crema batida en la parte superior. —Tiene ese aire nostálgico.
—Sí, no ha cambiado mucho desde la última vez que vine —admití, sintiendo cómo una parte de mí volvía a ese tiempo de niñez en el que todo parecía más simple.
Tomé un sorbo, el sabor cálido y dulce inundó mis sentidos, haciéndome cerrar los ojos por un segundo. Cuando los abrí, Hugh estaba mirándome con una sonrisa suave.
—¿Qué? —le pregunté, sintiendo que el rubor subía ligeramente por mis mejillas.
—Nada, solo... te ves bien cuando estás feliz —respondió con una sinceridad inesperada, y aunque su tono tenía esa actitud despreocupada, había algo más profundo detrás de sus palabras.
El momento se quedó suspendido, y aunque el chocolate caliente estaba ahí para distraerme, no pude evitar sentir cómo esa tensión entre nosotros, la que había estado presente durante meses, se hacía un poco más evidente.
Mientras tomaba otro sorbo de mi chocolate, observé de reojo cómo Hugh se llevaba la taza a los labios. Fue un segundo después, cuando la taza ya estaba en la mesa, que noté algo que me hizo sonreír.
—¿Qué pasa? —preguntó él, levantando una ceja al ver mi expresión.
—Nada, es solo que... —No pude evitar soltar una pequeña risa, inclinándome hacia él mientras le señalaba la parte superior de su labio. —Tienes un poco de crema... justo aquí —dije, haciendo un gesto alrededor de mi propio labio para que lo entendiera.
Hugh frunció el ceño, confuso al principio, y luego, al darse cuenta de lo que había pasado, se pasó la mano rápidamente por la boca.
—¿Ya? —preguntó, pero todavía quedaba un rastro blanco en su labio superior.
Negué con la cabeza, riéndome un poco más. —No, todavía no —dije, alargando la mano para señalarle el punto exacto.
Él me miró, mitad avergonzado y mitad divertido, antes de intentarlo de nuevo. —¿Y ahora?
Suspiré, divertida. —A ver... no, no, déjame —dije finalmente, acercándome y, con una leve sonrisa, pasé mi pulgar suavemente por la zona afectada, limpiando los restos de crema batida. La cercanía entre nosotros me hizo sentir un ligero cosquilleo en el estómago, pero me obligué a mantener la calma.
—Gracias, supongo que ahora sí me salvaste a mí del ridículo —bromeó él, con una sonrisa encantadora que me desarmó un poco.
—Es lo justo, ¿no? —respondí, recuperando mi mano con una risa suave.
El ambiente volvió a relajarse después de ese momento, pero la tensión no desaparecía del todo. Seguía ahí, flotando en el aire, en esos pequeños momentos en que nuestras miradas se cruzaban, en la forma en que nuestras conversaciones parecían deslizarse entre lo cómodo y lo cargado de significado.
Después de terminar nuestros chocolates y dejar algunas monedas sobre la mesa, nos levantamos y salimos de la cafetería. El aire nocturno estaba fresco, pero no incómodamente frío. Mientras caminábamos, nuestras manos continuaban balanceándose levemente a los lados, rozándose de vez en cuando, pero ninguno hacía el primer movimiento para entrelazarlas.
Conversamos sobre cosas triviales, historias del trabajo, alguna que otra broma, y de repente me di cuenta de que habíamos tomado un rumbo conocido. Levanté la vista y me sorprendí al ver que estábamos justo frente a mi edificio.
—Bueno... —dije, deteniéndome en la entrada de mi casa. —Parece que llegamos.
Hugh se detuvo también, levantando una ceja al ver dónde estábamos. —Vaya, el tiempo pasó rápido —dijo, metiendo las manos en los bolsillos y acercándose un paso más, pero sin invadir mi espacio personal. —No me di cuenta de que estábamos caminando hacia acá.
Solté una risa suave. —Sí, yo tampoco...
Nos quedamos en silencio por un momento, mirándonos bajo las luces de la calle. Sentía que había algo más que ninguno de los dos estaba diciendo, algo que flotaba en el aire entre nosotros, pero también algo que no queríamos apresurar.
—Bueno, entonces... —Hugh rompió el silencio, pero sus palabras parecían colgar en el aire sin una dirección clara.
—Sí, bueno... —me mordí el labio, sintiendo ese nerviosismo que solía ocultar tan bien a su alrededor, pero que ahora me parecía imposible de ignorar.
Nos quedamos así, de pie, casi riendo por lo incómodo y emocionante que se sentía el momento, como si ambos supiéramos que esa noche había sido diferente, pero ninguno supiera cómo terminarla.
Hugh rompió el silencio, mirándome directamente a los ojos con una leve sonrisa en los labios. —La verdad, la pasé muy bien esta noche... —Su tono era más bajo, casi susurrante. Entonces, agregó—: Y, por cierto... te ves muy linda esta noche.
Sentí cómo mi corazón dio un pequeño salto, y no pude evitar sonreír ante el comentario. Era esa manera suya, siempre lanzando algo sutil pero directo, dejándome en ese limbo de no saber si bromeaba o si hablaba en serio.
—¿Ah, sí? —respondí, levantando una ceja, intentando mantener la calma mientras me mordía ligeramente el labio. —Entonces, ¿al final sí era una cita?
Hugh soltó una risa suave y se acercó un poco más, aunque manteniendo las manos en sus bolsillos. —¿Qué crees tú? —preguntó, su mirada fija en la mía, dejando la pregunta flotando entre nosotros. La forma en que lo dijo, con esa mezcla de desafío y diversión, me hizo sentir un leve escalofrío.
—No sé Hugh... —respondí, juguetona, ladeando un poco la cabeza y encogiéndome de hombros. — Pues pensaba que no, como no lo habias dicho...
Hugh mantuvo su mirada en la mía, y su sonrisa se tornó más suave, casi cómplice. Dio un pequeño paso hacia mí, quedando lo suficientemente cerca como para que nuestras manos se rozaran. —Pues si... —dijo en voz baja, con esa seguridad suya—. Era una cita.
Su respuesta me tomó por sorpresa, y sentí mi respiración volverse un poco más pesada al notar lo cerca que estaba. Nuestras manos seguían rozándose sutilmente, como si la energía entre nosotros nos empujara a cruzar esa línea.
Sentí cómo el calor se extendía por mis mejillas. La sinceridad en su voz, el toque sutil de nuestras manos, todo contribuía a un momento cargado de algo más que palabras.
Hugh no dejó que el momento se desvaneciera. Lentamente, deslizó su mano hasta tomar la mía con firmeza, entrelazando nuestros dedos. Ese simple gesto hizo que mi corazón diera un vuelco. Sin decir nada más, me acercó un poco más hacia él, hasta que el espacio entre nosotros se desvaneció casi por completo.
—Te ves hermosa —repitió, su voz apenas un murmullo, pero lo suficientemente clara para que cada palabra calara profundo.
Mis ojos no se apartaron de los suyos, y aunque mi mente me gritaba que debía decir algo, hacer algo, simplemente me quedé ahí, sintiendo su mano cálida sobre la mía y cómo el mundo a nuestro alrededor parecía desvanecerse. Las luces de la calle, el sonido distante del tráfico, todo desapareció en ese instante.
Nuestros rostros estaban tan cerca que podía sentir su respiración, y mis propios pensamientos empezaron a volverse un caos. Pero en ese caos había algo cierto: no quería que ese momento terminara.
Hugh sostuvo mi mirada por unos segundos más antes de inclinarse lentamente hacia mí. Apenas me dio tiempo de procesar lo que estaba sucediendo cuando sus labios rozaron los míos en un suave y sutil beso. No fue intenso ni apremiante, fue delicado, como si estuviera explorando la idea de lo que podría ser. Mi corazón se aceleró, y aunque el beso duró apenas un suspiro, dejó una sensación cálida que se expandió en mi pecho.
Cuando se apartó solo lo suficiente para mirarme de nuevo, una sonrisa juguetona apareció en sus labios. —No quería que esta cita terminara sin algo memorable, ¿no crees?
Mi respiración se entrecortó un poco, todavía sintiendo el cosquilleo de sus labios sobre los míos, y antes de poder decir nada, él añadió con una mirada traviesa: —Aunque, si lo prefieres, podríamos hacer esto más seguido. Solo dime cuándo.
Me quedé un segundo en silencio, tratando de procesar sus palabras y lo que acababa de pasar. Todavía sentía el calor en mis labios, y aunque mi corazón estaba latiendo a mil por hora, intenté mantener la compostura.
—¿Y si te digo que no necesito pensarlo? —le respondí, con una pequeña sonrisa, tratando de igualar su tono juguetón. Sentí que el rubor en mis mejillas se hacia mas intenso, pero no me importaba. Estaba cómoda en la cercanía entre nosotros.
Hugh soltó una risa baja, complacido con mi respuesta. Se tomó un momento para mirarme de nuevo antes de finalmente dar un paso atrás. —Entonces, lo tomaremos como un sí.
Con una última sonrisa, se giró hacia la calle. —Nos vemos mañana —dijo, mientras retrocedía unos pasos más, sus manos en los bolsillos de su abrigo. —Descansa bien, linda.
Y con eso, se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia la dirección opuesta, dejándome ahí, aún procesando la suavidad del beso, el calor de su cercanía, y la promesa tácita de que esto no era solo un encuentro casual.
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Nuestro Ultimo Intento
Muchos dicen que las personas pasan por nuestras vidas para enseñarnos algo, y se que tú tuviste un propósito en mi vida y fue enseñarme a amar de verdad, me aferré a la idea de que tú siempre estarías para mí y que nunca te irías de mi lado, no te voy a mentir, veía una vida contigo, talvez me apresure al pensar que asi sería, pero créeme que ese siempre fue mi plan, siempre quise que fueras tú mi último amor, muchas veces ambos nos dijimos cosas o hicimos cosas que nos lastimaron, a veces intencional y otras sin darnos cuenta, fue muy lindo encajar muy bien contigo, desde un principio hubo una buena conexión muy linda que al menos yo no creo encontrar en otra persona. Desde lo más profundo de mi ser, siempre te eh amado, y a pesar de lo sucedido mi amor por ti persistirá eternamente, nunca quise que nuestro vínculo llegara a su fin, mucho menos de esta manera, agradezco que hayas permanecido a mi lado mas de lo necesario, te pido disculpas por los errores que cometí y también te perdono por el daño que me causaste, aunque jamas me lo hayas pedido. La vida nos fue injusta pero las cosas pasan por algo, y fue lo que nos tocó vivir, lo que tuvimos nos llevó muy lejos, pero aún así, el viaje ya terminó, y me duele tanto el corazón, las lágrimas corren de mis ojos porqué no me es facil decirle adiós a la persona que quería en mi vida para el resto de mis días. Me encantaría pedirte de favor que nunca te olvides de mi, porque yo jamás lo haré, ame cada mirada con esos ojos tan hermosos, cada beso, cada risa, cada caricia, cada mensajito, tus celos, tu felicidad, tus locuras, tus aventuras, amaba como me sentía protegido por tí, tus Te Amo, tu cariño, cada parte de ti, nuestros momentos juntos, quisiera regresar al dia donde tuvimos la plática donde me dijistes que jamás te irías de mi vida, de lo mucho que me querías y lo mucho que amabas estar a mi lado, pero esos recuerdos son los que me motivan a escribir esto, no sabes lo difícil que es el proceso de sanar, soltar de dejar atrás a alguien que no quieres que se vaya de tu vida.
Le doy gracias a Dios por permitirme conocerte, pero es momento de darte tu espacio, de dejarte ir, de permitirte que seas feliz, y puedas sanar, quiero verte feliz, quiero verte bien, si estás bien, yo lo estaré el doble, no sabemos que nos tenga preparado el destino, Pero todo lo dejaré en sus manos, si eres para mí, ahí estarás si no, Te Quiero Mucho y Cuídate.
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Ese toque tuyo de misterio y ante eso; mi inferioridad: No hubo ni un solo intento tuyo, solo excusas y pretextos. Y sobre todas esas cosas; tu mediocridad.
Mabel
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Borré tu chat, eliminé las fotos
y retiré de mi vida todo recuerdo que me llevara a ti.
-Carta abierta-
En mi intento de huir de ti, entendí que debía hacer todo lo posible para evitar auto-lesionarme. No quería seguir alimentando una herida que ya era lo suficientemente profunda y dolorosa por sí misma.
Los recuerdos de lo que compartimos son suficientes como para llenar mi mente, y aunque me esforzaba por mantenerme ocupada, la verdad era que había momentos en los que la noche se convertía en mi mayor enemigo. En esas horas oscuras, cuando la ansiedad y la nostalgia se apoderaban de mí, el simple sonido de una canción o el eco de ciertas fechas volvían a conectar mis pensamientos contigo. La vida, a veces, parecía un juego cruel; a donde miraba, había algo que me recordaba a ti.
Al principio, fue atroz y desgarrador. Cada recuerdo me sumía más en la tristeza, y parecía que nunca podría escaparme de ese tormento. Sin embargo, con el tiempo, las cosas comenzaron a cambiar. Cuando menos lo esperaba, el olvido se instaló de forma inesperada. Fue un proceso gradual, pero ese momento liberador llegó; empecé a superar lo que había vivido contigo.
Comencé a recordarte de otra forma, no como una carga, sino como parte de mi historia. Hubo una ocasión en la que sonreí sin quererlo, y en ese instante comprendí que ya había pasado el tormento. Tu recuerdo se había transformado en uno más en mi archivo mental, un destello de lo que una vez fue, pero sin el poder de hacerme conectar con emociones dolorosas. Puede que los ecos aún resuenen de vez en cuando, pero ya no tienen la fuerza de antes.
Me he dado cuenta de que el tiempo tiene esa maravillosa capacidad de transformar el dolor en lecciones. He empezado a valorizarlas, a comprender que cada etapa de nuestra relación me enseñó algo valioso sobre mí misma, sobre la vida y el amor. Tu recuerdo es solo una parte de un capítulo cerrado, y estoy lista para abrir otros libros con nuevas historias por contar.
Hoy celebro mi crecimiento y la capacidad de amarme a mí misma. Reconozco que el proceso de deshacerme de lo que me hacía daño fue valiente, y me siento empoderada al tener el control de mis emociones y mis recuerdos. Estoy dispuesta a avanzar, a redescubrirme sin ti y a ofrecerme la oportunidad de experimentar la vida de nuevo.
Gracias por lo que fui en tu vida y por lo que has significado en mi camino. Cierro este capítulo con gratitud, y espero continuar mi viaje hacia nuevas experiencias, nuevas conexiones y, quizás, un amor renovado.
Con un corazón sano y en paz,
Yls.
#sentimientos#alquimistaliteraria#cosas que escribo#notas#pensamientos#frases#escritos del alma#amor#desamor#duelo#ex#olvido#recuerdos#wlw#escritos
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Rocma:("es de mi talla...¿como supo esa orca mis medidas?es tan espeluznante...") <-[tiene mucho calor][usa un traje de baño comprado por idate]
Un oso polar en hawai
Rocma:"¡NI SE TE OCURRA ACERCARTE A MI!"
Idate<-[está muy caliente][compro un helado para la shirokuma-chan♥︎]
¿que hace rocma en hawai?
es un larga história...pero para resumir...
[Hubieron dardos tranquilizantes]
[tambien hubo un secuestro♥︎]
[y un oso polar que casi muere por insolación...]
Idate:" te amo tanto....no me dejes..porfavor....quedate conmigo shirokuma-chan"
Rocma:"Callate"<-[tratando de dormir]
Rocma:"¿¡DONDE ESTA MI PUTA ROPA!?"
Idate:"mejor ponte uno de estos!resaltan el color de tus ojos~"
[y para empeorar las cosas...]
[los trajes de baño que idate compro para rocma no eran trajes de baños...¡eran lencería!]
////////////
Garabato basado en una idea chistosa que tuve para un fanfic donde idate llevaba a rocma a hawai¿por que?man,Él pobre hombre es tan tonto que intento hacer el juego del pocky con ella en un arte oficial ¿encerio creen que no la llevaria a hawai?🗿
#fanart#shipp#okegom#deep sea prisoner#funamusea#rocmate#ice scream#rocma#rocma x idate#rocma/idate#idate#icescream
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Cuarentena.
Estoy en cuarentena de tu cuerpo algo que no quiero, no cuando tus besos me dejaban con ganas de más, no cuando tus caricias recorrían un camino que de memoria se sabían ya, no cuando memoricé las constelaciones de tus lunares y tú las mías, en un intento desesperado de amar(nos).
Quizá ese fue el problema, el querer querernos, el ansiar ansiarnos, el amar la idea de amarnos, el idealizarnos.
O quizá no hubo ningún problema más que el de no enamorarnos, el no hacerlo e igual amarnos, igual desearnos.
Quizá, más si que no, no estábamos destinados a hacerlo bien, solo a hacer, a fallar y repetir la ecuación hasta hallar una correcta solución.
No la encontramos, claro, solo en el proceso nos marchitamos, de a poco y sin reclamos, con "te amos" susurrados.
No la encontramos amor, pero yo si te amo aunque no me haya enamorado, creo que el concepto está equivocado, dañado.
Enamorarse de ti, no define mi sentir, mi errático latir, mi querer vivir, mi cuerpo lleno de ti.
Enamorarse de alguien no puede definirse tan fácil no en un concepto arcaico y del todo errado, lleno vacíos te amo.
Pero si lo necesitas escuchar, me conseguiste enamorar, con chistes amargos y risas escandalosas, con sentires sin cabeza ni pies, con solo ser.
Katastrophal
#citas#frases#notas#katastrophal#marzo2023#sentimientos#textos#pensamientos#poetry#short poem#poesia#letras#citas de amor#fragmentos#notas del corazón
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Recuerdos que lastiman
Querida,
En esta carta, plasmo los pensamientos que han estado danzando en el teatro de mi mente. Hace mucho que no compartimos palabras, y la realidad me susurra que debo liberarte. Entiendo que tu felicidad ya no encuentra su raíz a mi lado. Mientras mi corazón se agota, vierto estas líneas en mis notas para aliviar la carga que lleva.
Es grato saber que la vida te sonríe, mereces ese regalo, aunque mi sombra persista, y siento que mi última muestra de amor fue retirarme para contemplar tu dicha desde la distancia. Hoy, en la penumbra de mi existencia, evoco nuestras noches de risas y charlas, esos momentos en los que mi boca buscaba tu frente para expresar la alegría que emanabas. Reconozco que esos días no retornarán, pero en mi oscuridad, intento rescatarlos, recordándome que hubo instantes en los que la felicidad fue mi compañera. Uno de esos instantes era cuando nos acostamos y abrazamos aquellas frías noches de invierno, recordaras que siempre te decía que me hacías muy feliz, también te llamaba mi oasis (decía que mis malos momentos desaparecían junto a vos)
El recuerdo de nuestras vivencias me asalta en estos días sombríos. Lamento profundamente haber tenido que soltarte para que encontraras la dicha. En este juego de la vida, siento que perdí, y la justicia parece haberse extraviado en mi camino. Mi naturaleza aburrida y melancólica se teñía de colores con tu presencia, y hoy, en un gris constante, extraño la paleta de emociones que solías despertar en mí.
Finalmente, comprendo que no encarnaba lo que buscabas en alguien. Aunque mi amor por ti persiste, liberarte fue mi única opción para que hallaras lo que realmente anhelabas. Este desenlace apenado se convierte en mi epílogo, y me pregunto si merecía este destino o si es simplemente una página más del libro de la vida, donde las ecuaciones de merecimiento pierden su validez.
Con sincera tristeza,
Aquel a quien amaste
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Aquella tarde me detuve entre un sensación de impaciencia y nostalgia. Quería atrapar cada minuto, tejerlo entre mis manos. Arregle los cuartos, puse la tetera en la estufa y espere que diera inicio a la noche. Podía sentir como aumentaba el vacio en mi pecho, como se clavaba en mi la amargura. La mente humana es tan frágil.. que las rosas temen que la brisa la puede romper, y la vez es el ser humano es tan testarudo que se forja entre el metal como el mismo fuego. Mire a mi alrededor grabando en mí cada dibujo del tapiz, cada mota de polvo y artículos. Hoy será mi último día. Me coloque el uniforme, me ate los listones y cada medalla. Tantos honores y éxitos para alguien que no siento la ternura, para un ser que fracaso en los detalles de la vida. Mi memoria olvido como reír, mis manos ya no saben sentir el sol, apreciar la humedad, no sé deleitarme ante el viento cálido, ni me conmueve los poemas. Y esto es lo que más pesa en mi alma saber que está noche se descargará sobre mi cuerpo cada bala del revolver. Escuché que mi ejecutor tiene destrezas en el campo abierto, además que sabe reír, que se eternece y hasta estuvo a punto de llorar al recibir la orden de ejecutar mi muerte. He sentido por un momento envidia, si. envidia, que pueda saborear la risa mientras que yo solo intento recordar alguna para no morir de esta insípida manera, saberme muerta antes del disparó. quizás eso intento al ir alargando las horas, busco despertar para sentir en vida mi muerte. Repaso el rubi del lápiz sobre mi boca, trenzo mi cabello.. leo un artículo sobre las últimas teorías en psicología, mientras contemplo como se extiendien los últimos vestigios de luz en la tarde. Siento alivio quizás de momento al saber que la muerte llega a mi puerta y no he de perseguirla, y una mezcla un poco pavorosa al tan solo pensar que cuando se haga el descargar pueda anhelar vivir y esto sería una ironía, una burla de la misma vida hacia mí. (Sabes que no vuelve, exactamente eso. La vida).. Golpean la puerta, me dirijo mientras atrapó la vida burlando que ha mantenido su amabilidad conmigo y todo sentir se ha disipado. El ruido de la calle rueda entre la acera, el movimiento del aire juega entre los vestidos y algunas halajas, un suspiro y un beso se enreda entre la próxima mañana. Una mirada amable y algo contrariada de muchas emociones me sorprende, y veo que mi ejecutor desearía abrazarme en vez de disparar, así que me adelanto y hago el amague de tomar mi arma en búsqueda de defensa. Reacciana, se escuchan 6 golpes y un largo silencio mientras un río espeso baña mi piel y escurre sobre la acera.. no doy tiempo para algún otro movimiento, asi que cierro la puerta y lentamente cierro los ojos también. Es esto la vida. un suspiro, un canto, un silencio, una risa y su pausa, reventar de las rosas en donde no hubo un jardín.
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"La Verdad de hace 50 años"
(Extraída de la Guía Oficial: Sonic Adventure 2 Perfect Guide)
Durante la investigación encubierta de esta misión, me pude hacer con datos clasificados relacionados con el Proyecto Shadow del presidente del gobierno federal de aquella época, gracias a una brecha de seguridad en GUN. Eran los detalles de una carta enviada al Profesor Gerald por el presidente de hace 13 generaciones, solicitándole una investigación ultra secreta. El documento decía de forma concisa lo siguiente:
"Comienza a investigar el sueño eterno y definitivo de la humanidad: la inmortalidad"
Al principio, Gerald rechazó firmemente esta solicitud, considerando que era algo que excedía los límites de la humanidad. Sin embargo, lo que le dio un giro irónico a este plan, que se suponía que terminaría como una fantasía de los poderosos sin más, fue su amada nieta, Maria Robotnik. Maria sufría de una enfermedad aún difícil de tratar hoy en día, el NIDS, un tipo de inmunodeficiencia primaria*, y estaba recibiendo tratamiento en las instalaciones de investigación médica del ARK, pero no había esperanza de recuperación. Gerald, desesperado por esta situación, decidió investigar sobre la inmortalidad con la intención de superar la enfermedad de su nieta. La investigación se llevó a cabo en secreto incluso dentro del ARK, y el proyecto fue denominado "Proyecto Shadow", derivado de la ironía de crear "sombras", cosas que no podrían existir en este mundo.
Al principio, muchos pensaron que este plan era una locura, pero para el genio de Gerald, no era un sueño inalcanzable. Sus estudios sobre las Esmeraldas del Caos y los Chaos Drive dieron sus frutos, y los intentos de aplicar esta energía ilimitada a la vida tuvieron éxito, lo que permitió completar un prototipo en poco tiempo. Centrándose en su capacidad de autorregeneración, crearon un "prototipo de vida definitiva" utilizando un lagarto como material base. Este prototipo mostró un crecimiento asombroso, habilidades de autorregeneración y señales de autosuficiencia, dejando perplejos a los investigadores.
Pero, poco después de ese breve momento de alegría, las habilidades del prototipo superaron con creces las expectativas de los investigadores, hasta el punto de que estaban teniendo problemas para controlarlo. Como resultado, comenzaron a surgir dudas dentro del equipo de investigación sobre la continuidad, el propósito y la seguridad del proyecto. Se cree que alguien dentro del equipo, habiendo presenciado el descontrol del prototipo, filtró la información del proyecto a GUN, aunque la verdad no está clara. De alguna manera, GUN llegó a conocer los peligros del proyecto, y los altos mandos, que ya veían con preocupación la autonomía del instituto de investigación del ARK, aprovecharon la ocasión para planear su cierre. Así nació la operación no oficial "Operación Clausura del ARK".
Un brote biológico ocurrió repentinamente en las instalaciones del ARK. La misión aparente era rescatar a todos los residentes de la colonia de ese desastre y sellar la colonia. Este era el objetivo superficial de la operación. Pero el verdadero objetivo era cerrar las instalaciones de investigación del ARK, eliminar el Proyecto Shadow y arrestar al Profesor Gerald como responsable del desastre. La operación fue ejecutada a una escala sin precedentes desde la fundación de GUN, y en solo siete días, todos los residentes del ARK fueron evacuados a la Tierra. GUN tomó control de todas las instalaciones del ARK, y todos los involucrados en el Proyecto Shadow, excepto el Profesor Gerald, fueron considerados víctimas de la catástrofe. La operación concluyó cuando el "Prototipo de la Vida Definitiva" fue sellado en lo más profundo de la colonia.
Sin embargo, hubo un solo error en esta operación. Cuando se llevó a cabo, el Profesor Gerald ya había completado casi en su totalidad la creación de "Shadow", la forma de vida definitiva utilizando otros materiales. Cuando las fuerzas especiales de GUN irrumpieron en el laboratorio, Gerald, en su huida, confió la criatura a su nieta Maria. Y se ha confirmado que una cápsula de escape fue lanzada hacia la superficie (el paradero de esa cápsula sigue siendo desconocido a día de hoy).
Como resultado, Gerald fue capturado por las fuerzas especiales y encarcelado en Prison Island, pero parece que incluso allí fue obligado por GUN a continuar con la investigación sobre la forma de vida definitiva "Shadow". Ahora que el erizo "Shadow the Hedgehog" ya no está, no hay manera de saber si el "Shadow" que estaba sellado en Prison Island es una réplica creada por Gerald, o si es el cuerpo original de "Shadow" que fue lanzado hacia la Tierra y luego recuperado…
~ Extracto del informe final de la investigación de Rouge sobre el Proyecto Shadow ~
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(*) 先天性免疫不全症候群, traducción literal del japonés, “Síndrome de Inmunodeficiencia Congénita”, conocido en Occidente como “Inmunodeficiencia Primaria” engloba todo un espectro de enfermedades relacionados con el sistema inmune que tienen en común que son congénitas (se nace con ellas). En este caso la enfermedad se llama, NIDS.
#sonic the hedgehog#sonic español#sonic team#sonic#sega#sonic series#Sonic Adventure 2#Rouge the Bat#Shadow the Hedgehog
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Esto fue una cinta eliminada de la muñeca Arty. Cuando le iban añadir los diálogos hubo como una intervención con el anuncio. Trataron de arreglarlo pero les era imposible. Cuando seguían con los intentos fue en ese momento que se escuchó un grito desgarrados y todos se asustaron. El que bregando con la cinta terminó ⚡️ y luego ☠️ con sus oídos destrozados. ⚠︎Todo esto es ficción, nada es real⚠︎
#welcome home puppet show#welcome home oc#welcome home fanart#foryoupage#artists on tumblr#fanart#fypツ#artywelcomehomeoc
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HANGOVER
PAIRING: logan howlett x female reader (18+)
RATING: explicit smut | WORD COUNT: 4.1 K
Summary: Cuando Logan es enviado al pasado para evitar el apocalíptico futuro de los Centinelas, despierta en una habitación desconocida con una chica atractiva a su lado. Sin saber quién es al principio, los recuerdos de la noche anterior comienzan a llegar lentamente, recordándole los detalles de una intensa y memorable noche. A medida que las piezas encajan, Logan revive los momentos de pasión que compartió con ella, aceptando su naturaleza impulsiva y sin remordimientos, mientras enfrenta las consecuencias de la nueva realidad en la que se encuentra.
WARNINGS/TAGS: logan´s pov, pure smut - mdni 18+ slight dom/sub, drinking, reader has red hair dirty talk, anger!logan x sarcastic!reader, cigar smoking, age gap (27 vs 200), oral sex, fingering, finger sucking, unprotected piv, creampie, spanking
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1973, New York.
No debería estar aquí. No se donde estoy.
El dolor en mi cabeza me lo confirma. Mi cuerpo, entumecido, me recuerda cada copa que algo paso anoche, pero el verdadero problema no es la mi dolor. Es ella. Está a mi lado, aún dormida, quien carajos es aquella linda chica que está conmigo.
Hasta que el dolor de mi cabeza comienza a bombardearme de una manera constante.
Lo recuerdo. Recuerdo cómo comenzó la noche anterior. Todo estaba bajo control. Las luces del bar parpadeaban mientras ella se reía, relajada, ignorando la preocupación en mi cabeza. No era la primera vez que me pedían que cuidara de alguien, pero esta vez se sentía diferente. El jefe confía en mí. Eso debería ser suficiente para mantenerme alejado de situaciones como esta.
Pero entonces vino la segunda copa. Y la tercera.
"Estás tenso, Logan" me dijo ella, con una sonrisa tan inocente que me hizo dudar por un segundo. Pero solo por un segundo. El alcohol no hizo más que borrar las líneas que había jurado no cruzar.
No soy el tipo de hombre que se deja llevar fácilmente. Sabes lo que haces, sabes lo que quieres, y anoche no fue distinto. Necesitaba despejarme, desconectar de toda la mierda que traigo encima. Lo último que esperaba era que termináramos aquí, pero... ella estaba tan malditamente hermosa. No me lo voy a negar ni a mí mismo. La vi, con esos shorts vaqueros que se ceñían a su cuerpo de una forma casi insultante, el cabello despeinado y esa sonrisa ladeada, y todo en mí gritaba que no me metiera en problemas.
Pero a veces, los problemas son lo único que parece real.
Habíamos tenido nuestros roces antes. Miradas que duraban demasiado, palabras que se quedaban en el aire. No había que ser un genio para notar la tensión. Una vez me tomó del brazo en la cocina del jefe, solo para hablarme de cualquier tontería, pero la forma en que me miraba me decía otra cosa. Siempre había algo, pero por una razón u otra, nunca llegaba a nada. Algún amigo de su padre entraba a la habitación, una llamada urgente, cualquier excusa del destino para interrumpirnos.
Anoche, no hubo interrupciones. No esta vez.
"Vamos, log ¿No puedes relajarte ni por una noche?" su tono era juguetón, pero había algo más detrás de esas palabras. Me desafiaba. Sabía lo que hacía.
El whisky ayudó a bajar las defensas, y no necesité mucho más para saber lo que venía después. Lo necesitaba. No solo la bebida, no solo un escape temporal. Necesitaba sentirme vivo, aunque fuera por unas horas. Y ella... joder, ella lo sabía. Sus ojos oscuros me atrapaban y, en ese momento.
Ya no se trataba de control. Se trataba de perderlo.
La música del bar es fuerte, el lugar está abarrotado, pero entre toda esa gente, ella es lo único que veo. Está sentada frente a mí, jugando con el vaso en sus manos. Esa sonrisa traviesa no se ha ido desde que nos sentamos. Intento concentrarme en cualquier otra cosa, pero esos shorts de jean y la forma en que su pierna roza la mía cada vez que se inclina hacia adelante no ayudan.
"¿Qué pasa, Logan?" pregunta, alzando una ceja mientras bebe otro sorbo. Sus ojos se clavan en los míos, desafiantes. Juega conmigo, pero ya no sé si quiere ganar o perder.
"Nada que no pueda manejar" respondo con una media sonrisa, llevándome el vaso a los labios. El whisky baja como fuego, quemando lo poco que quedaba de autocontrol. No debería estar aquí. No con ella. Y menos así, cuando ni siquiera tengo claro cómo acabamos en este lugar.
"¿Seguro?" se inclina un poco más, y la distancia entre nosotros se acorta peligrosamente. Su perfume me golpea, dulce pero con ese toque embriagador que me deja más perdido de lo que ya estoy.
No contesto. No hace falta. La forma en que la miro lo dice todo, y ella lo sabe. La tensión ha estado ahí desde hace tiempo. En cada maldito encuentro, en cada vez que su mano rozaba la mía o su mirada se quedaba un segundo de más. Siempre había algo, pero las reglas nunca nos dejaban pasar del límite. Hasta ahora.
"Siempre tan en control..." dice, casi burlándose. Se muerde el labio mientras me mira, y eso es todo. Pierdo la batalla.
"¿Es eso lo que piensas?" mi tono es más bajo, y sé que estoy cruzando una línea de la que no voy a volver.
"Creo que debajo de toda esa actitud fría... necesitas un respiro." Su sonrisa se ensancha, y por un segundo, todo parece demasiado claro.
La tomo de la muñeca suavemente, apenas un roce, pero suficiente para que sepa que estoy cayendo. Ella no se aparta, al contrario, se inclina un poco más hacia mí. Cada palabra, cada gesto, cada maldita mirada nos ha llevado hasta aquí.
"Tal vez tienes razón" murmuro, casi para mí mismo.
La noche sigue, pero los detalles comienzan a difuminarse. Copas vacías se apilan en la mesa, las luces del bar se vuelven más tenues, y antes de darme cuenta, estamos saliendo. Su risa se mezcla con el ruido de la ciudad, y mis pensamientos son un caos. Solo sé una cosa con certeza: la distancia que solíamos mantener se ha evaporado.
Llegamos a la habitación sin decir una palabra. Ninguno de los dos necesita hablar. Mi mente me grita que me detenga, que piense en lo que esto significa, pero su cuerpo, su piel contra la mía, lo borra todo.
La noche avanza, y en ese momento, no pienso en las responsabilidades. Solo nosotros dos, y lo que siempre había estado a punto de suceder.
La puerta se cierra detrás de nosotros, y la habitación queda bañada en un suave resplandor. Su risa se convierte en un eco lejano mientras me acerco, la adrenalina y el alcohol corriendo por mis venas. La miro, y en ese instante, el mundo se reduce a su figura: el contorno de su cuerpo, la forma en que se marcan sus curvas, y la manera en que su cabello cae desordenadamente sobre su rostro.
"No puedes seguir así, Logan." Su voz es un susurro desafiante, pero su mirada arde con deseo.
"¿Así? ¿Cómo?" la desafío, acercándome un poco más, disfrutando del pequeño titubeo en su voz. El juego que hemos estado haciendo toda la noche ha llevado esto a un nivel que ni yo esperaba, pero aquí estamos. Ambos jugando al borde.
"Mirandome como si fuera un maldito trofeo, lo haces muy obvio, cariñi" Su tono es juguetón, pero hay una seriedad en su mirada que me hace querer más.
"Es la verdad, eres un maldito trofeo, nena" respondo, sin quitarle los ojos de encima.
Cuando sus labios se curvan en una sonrisa, siento que mi autocontrol se desmorona. No hay más espacio para las dudas, no cuando ella da un paso hacia mí, el roce de su cuerpo contra el mío me deja sin aliento. La quiero. Y eso es un hecho que he ignorado un tiempo.
La atracción es eléctrica, y antes de que pueda pensar en las consecuencias, la empujo suavemente contra la pared. Ella ríe, pero es un sonido lleno de seducción, un eco que me invita a seguir adelante.
"Siempre quise ver cómo eras en realidad "dice, sus ojos brillando con un desafío. Se acerca, su pecho tocando el mío y sus manos bajando lentamente por mi nuca hasta llegar a mis claviculas queriendo provocarme.
"¿Y cómo es eso?" le pregunto, inclinándome hacia ella, haciendo que nuestras respiraciones se mezclen, envolviendonos como si fuéramos uno. La tensión entre nosotros es mas que palpable.
"Despiadado." La forma en que pronuncia la palabra me hace estremecer. Es un reto y un deseo envuelto en una sola frase.
Y entonces, sin pensar más, la beso. La conexión es instantánea, una explosión de sensaciones. Sus labios son suaves y ardientes, y el sabor del whisky aún está en su boca. Se aferra de vuelta a mi cuello, y la forma en que responde a cada toque, cada caricia, me hace perderme en ella.
Ambos sabemos lo que estamos haciendo, y no hay lugar para la culpa. Nos estamos entregando a algo que hemos estado evitando durante demasiado tiempo. El roce de su piel contra la mía me quema, y no puedo evitar explorar cada rincón, cada curva. Ella se mueve, provocando, dejando que mis manos recorran su cuerpo.
"Así que... ¿ahora somos solo diversión?" pregunta, con un tono que desafía cualquier intento de que esto sea solo un momento pasajero.
"Divertido sería un eufemismo"
La besé con intensidad, y mientras nuestros labios se encontraban, el mundo exterior se desvanecía. Pero cuando finalmente me separé de ella, su risa ligera y traviesa rompió la tensión.
"¿Divertido sería un eufemismo?" me repitió, sus ojos brillando con picardía.
"Uhm, si, princesa." Había algo en su energía que me atrapaba.
"Vaya, entonces, ¿soy solo tu diversión por esta noche?" dijo, con un toque de desafío en su voz.
"Podemos hacer que no sea solo esta noche ¿no?" respondí, con tono juguetón, alzando una ceja mientras me acercaba más.
Ella se rió, un sonido que llenó la habitación. La forma en que se reía y me lanzaba esa mirada provocativa me hacía sentir una mezcla de admiración y deseo. Ella estaba aquí, tan cerca, con una confianza que me derritía.
"Te sorprenderías de lo que puedo manejar" le dije, acercándome de nuevo, sintiendo la chispa entre nosotros encenderse otra vez.
"Entonces, ¿qué esperas?" preguntó, con esa voz seductora mientras se inclinaba hacia mí, invitándome a cruzar la línea una vez más.
Sin decir una palabra más mis manos fueron por su espalda llegando hasta su cintura y atrayéndola hacia mí, sintiendo su cuerpo responder a cada uno de mis movimientos. No había más palabras. El murmullo de la noche nos envolvía mientras nos entregábamos el uno al otro.
Tomé su cintura con firmeza y la empujé, empotrándola contra la pared. La sorpresa en sus ojos fue reemplazada rápidamente por un deseo ardiente que reflejaba el mío. Estaba tan cerca de ella, podía sentir su respiración acelerada, y eso solo encendió la chispa dentro de mí.
"Eres tan deseable" le susurré, mi voz baja y áspera, mientras la miraba de cerca.
Sin darle tiempo a responder, empecé a recorrer su piel con mis manos, sintiendo la suavidad de su cuerpo bajo mis dedos. Gruñí suavemente, un sonido primal que resonó en la habitación, y me incliné para besar su cuello, sintiendo su pulso latir más rápido.
Ella arqueó su espalda, presionándose contra mí, provocando cada vez más ese fuego dentro de mí. Sin darle tiempo a responder, le quité la camiseta con un movimiento decidido, dejando su piel expuesta ante mí. Mis manos encontraron su piel, deslizando mis dedos sobre sus senos, sintiéndolos entre mis manos. Ella se arqueó hacia adelante, empujando su pecho contra mí, como si estuviera pidiéndome más.
"¿Te gusta esto?" pregunté, sintiendo su cuerpo temblar bajo mi toque. "Más de lo que te imaginas," respondió, su voz un susurro lleno de deseo.
Aumenté la presión de mis manos, acorralándola contra la pared mientras me acercaba más, asegurándome de que no hubiera espacio entre nosotros. La miré a los ojos, sintiendo la intensidad del momento, y ella me devolvió la mirada con una mezcla de desafío y anhelo.
"Voy a mostrarte exactamente lo que quiero," Ella cerró los ojos, disfrutando de cada caricia, y eso solo avivó el fuego dentro de mí. Bese su cuello con intensidad, dejando un rastro de besos y mordiscos que hacían que su cuerpo temblara. Gruñidos de placer escapaban de mis labios mientras la sentía responder a cada movimiento mío.
Mis manos descendieron lentamente hacia su trasero, ese que resaltaba de manera perfecta en los shorts ajustados que llevaba. No pude resistirme; lo agarré con fuerza, sintiendo su suavidad y la firmeza de su cuerpo. Ella soltó un jadeo, la reacción que tanto deseaba escuchar.
Sin pensarlo dos veces, la levanté, y sus piernas se enroscaron alrededor de mi cintura. El contacto era electrizante. Me froté contra ella, buscando ese roce que tanto ansiaba. Su cuerpo se movía al ritmo de mis movimientos, y cada roce provocaba un nuevo suspiro de su parte.
Mientras mis caderas se movían contra las suyas, el sonido de su respiración se hacía más intenso, más ansioso. Cada presión, cada fricción era un recordatorio de lo que ambos queríamos, lo que habíamos esperado tanto tiempo.
La habitación estaba llena de un deseo palpable, y me dejé llevar por la necesidad, dejando que cada caricia, cada roce hablara por sí mismo. Ella se aferraba a mí, y su respuesta me decía que estábamos en la misma sintonía, ansiosos por explorar lo que esta noche aún tenía reservado.
Cada movimiento era una danza entre la urgencia y el deseo. La habitación, iluminada solo por la tenue luz de la calle, se llenaba con nuestros susurros y los suaves golpes de nuestros cuerpos entrelazados. Mis manos seguían explorando, sintiendo la curva de su espalda, el contorno de su trasero, mientras ella se aferraba a mi cuello, sus dedos enredándose en mi cabello.
El ritmo de nuestras respiraciones se sincronizaba, cada jadeo y suspiro se convertía en un lenguaje propio, uno que hablaba de anhelos y promesas no dichas. La presión de su cuerpo contra el mío era intoxicante. Podía sentir su calor, su piel suave, y eso solo intensificaba la necesidad de tenerla más cerca, de perderme en ella.
La miré a los ojos, viéndolos brillar con una mezcla de deseo y desafío, y me incliné para capturar sus labios de nuevo. Este beso era diferente, más profundo, cargado de la urgencia que ambos sentíamos. Sus piernas se aferraban a mí con más fuerza, y mis manos no se detenían, explorando su cuerpo con una desesperación que no podía contener.
Pero entonces, el momento se volvió más borroso. La siguiente imagen que aparece es la cama, nuestras ropas dispersas por el suelo, y yo inclinado sobre ella. Mis manos recorren sus piernas, separándolas lentamente mientras me posiciono entre ellas. Sus labios entreabiertos dejaban escapar un suave suspiro, su cuerpo entregándose completamente. Mis dedos la tomaban con firmeza, y el calor entre nosotros era casi insoportable. Estaba perdido, completamente rendido a ella.
No esperé más. El deseo me consumía, y la necesidad de sentirla completamente era innegable. Mi lengua comenzó a recorrer su vulva con un movimiento lento, explorando cada centímetro de sus labios mayores, y luego deslizando hasta los menores. Podía sentir cómo su cuerpo respondía a cada roce, sus caderas levantándose ligeramente, buscando más contacto.
Me detuve un segundo, solo para escuchar su jadeo entrecortado antes de que mi lengua encontrara su clítoris. Lo rodeé con suavidad, aumentando la presión poco a poco. Su respiración se volvió más rápida, más pesada, mientras sus dedos se aferraban a las sábanas. La sensación de control y de saber que estaba llevándola al límite me encendía aún más. Mi músculo jugaba con su órgano placentero, alternando entre caricias suaves y presiones más intensas, disfrutando de cada respuesta de su cuerpo.
Ella jadeaba mi nombre entre susurros, y cada sonido que hacía me incitaba a continuar, a no detenerme hasta que su cuerpo se rindiera por completo.
Mis manos se deslizaron hacia sus muslos, acariciando su piel caliente antes de apretarlos con fuerza, provocando un leve temblor en su cuerpo. No me detuve ahí; mis dedos alternaban entre suaves caricias y pequeños golpes, justo lo suficiente para hacerla gemir un poco más fuerte. Levanté la vista un instante, viendo su expresión, completamente perdida en la sensación.
"¿Te gusta, nena?", le pregunté con voz ronca, sin dejar de mover mi lengua sobre su clítoris, sintiendo cómo su cuerpo reaccionaba aún más a cada palabra, a cada roce.
Ella respondió con un jadeo entrecortado, apenas capaz de formar palabras, lo que me arrancó una sonrisa. "Así me gusta..." murmuré, mientras seguía estimulándola, disfrutando de cómo sus caderas se movían al ritmo de mi lengua, de cómo se rendía al placer.
Mis manos seguían recorriendo sus muslos, apretándolos con más fuerza cada vez que sus gemidos se hacían más intensos. Estaba completamente entregada, y yo, perdido en el deseo de hacerla llegar al límite. Pero no iba a dejar que eso pase.
Dejé de estimularla justo cuando sus gemidos alcanzaban su punto más alto, sacando mi lengua de su clítoris de manera repentina. El sonido de su respiración agitada llenaba la habitación mientras me deslizaba sobre ella, inclinándome hacia su rostro sin darle tiempo para recuperar el aliento. Sin aviso, capturé sus labios en un beso profundo, posesivo, sintiendo cómo me respondía de inmediato.
En medio de ese beso, mi mano bajó entre sus piernas, y sin previo aviso, metí dos dedos dentro de ella, profundizando el contacto. Su cuerpo se arqueó bajo el mío, y sus uñas se clavaron en mi espalda. El calor de su interior, el sonido de su jadeo atrapado entre nuestros labios, me volvía loco. No le di tregua, mis dedos entrando y saliendo de ella con firmeza, al mismo ritmo que mi lengua exploraba su boca, como si ambos movimientos fueran una sola cosa.
La escuché gemir contra mis labios, y eso solo aumentaba mi deseo de seguir llevándola más allá, de sentir cómo su cuerpo respondía con cada embestida de mis dedos.
Mis dedos se movían con más rapidez dentro de ella, sintiendo cómo sus paredes se cerraban alrededor, completamente entregada. Cada vez que arqueaba su espalda, cada vez que sus jadeos se hacían más intensos, solo me impulsaba a ir más fuerte. Su cuerpo reaccionaba a cada embestida de mis dedos, y el sonido de su respiración desesperada llenaba el cuarto.
"Por favor…" jadeó, apenas siendo capaz de formar las palabras.
Me detuve un segundo, mis dedos aún dentro de ella, pero sin moverme, provocando que soltara un gemido frustrado. La miré a los ojos con una sonrisa burlona. "¿Por favor qué, pequeña?" murmuré, mi voz ronca y desafiante. "Pídelo… vamos."
Su respuesta fue inmediata, sin dudar ni un segundo. "Fóllame de una vez."
Esa súplica me arrancó una sonrisa satisfecha. "Eso quería oír…" Le di un beso rápido y profundo antes de retirar mis dedos, y sin darle más tiempo, me coloqué entre sus piernas y tomando mi extensión, la penetréme adentre a ella con una sola estocada y lo que salió de sus labios fue todo lo que necesitaba para saber que no había nada que ambos deseáramos más en ese momento.
Mi cuerpo se movía con fuerza, rítmico y firme, mis manos aferrándose a sus caderas mientras la embestía con todo lo que tenía. El cuarto se llenaba con el sonido de nuestras respiraciones mezcladas, su piel contra la mía, cada movimiento una promesa de que esa noche estaba hecha para perderse el uno en el otro.
Follarla se sentía como un maldito vicio, uno del que no quería ni podía escapar. Cada vez que me enterraba más en ella, sentía cómo su cuerpo me recibía con una mezcla de desesperación y deseo. Era adictivo, la manera en que se arqueaba contra mí, cómo sus uñas se clavaban en mi piel mientras me pedía más sin palabras. Su calor, su suavidad… joder, todo en ella me volvía loco.
Era como si cada embestida me conectara más con algo primitivo, algo que hacía que cada parte de mí gritara por tomarla, por perderme completamente en su cuerpo. Cada vez que me hundía en ella, más fuerte, más rápido, sentía esa satisfacción visceral, el placer de hacerla mía, de sentir sus piernas apretarse alrededor de mi cintura mientras se aferraba a mí como si yo fuera lo único que la mantenía en el maldito planeta.
No había nada más en ese momento. Solo el sonido de su respiración entrecortada, el latido frenético de mi corazón y el placer de estar dentro de ella.
Todo era puro instinto, cada movimiento guiado por la urgencia de sentir más. Sin embargo, antes de que pudiera procesarlo, ella me empujó hacia atrás, haciéndome girar hasta quedar de espaldas en la cama. No le di resistencia; al contrario, me encantaba verla tomar el control. Se colocó encima de mí con una sonrisa desafiante, esos malditos ojos llenos de deseo mientras sus manos recorrían mi pecho.
Se hundió en mi polla de golpe, y ambos dejamos escapar un gemido. Su ritmo era frenético, sus caderas moviéndose contra mí con una fuerza que me volvía loco. Podía sentir cada centímetro de ella apretándome, y mis manos volaron a sus caderas, guiándola, mientras mis ojos no podían apartarse de su cuerpo moviéndose sobre mí.
"Joder, Logan…" gemía ella, su voz entrecortada por el placer. "Oh, sí… así…"
Sus manos se aferraban a mi pecho, buscando apoyo mientras cabalgaba sobre mí, y cada vez que soltaba un "oh, sí" o un "joder", sentía cómo la tensión dentro de mí se apretaba más. El sonido de nuestros cuerpos chocando, de sus jadeos, de sus gemidos, hacía que todo el cuarto pareciera temblar. Verla perderse en el placer, cabalgándome sin freno, hacía que cualquier control que me quedara se desvaneciera.
Cada vez que sus caderas se movían sobre mí, no podía apartar la vista de su pecho rebotando con cada movimiento. Era una imagen que me quemaba la mente, imposible de ignorar. No pude evitarlo. Mis manos volaron hasta sus pechos, tomándolos con fuerza, apretando sin lastimarla, simplemente disfrutando de la sensación de tenerla completamente en mis manos mientras seguía cabalgando sobre mí.
Ella dejó escapar un gemido más alto cuando mis dedos apretaron sus pezones, y ese sonido fue suficiente para marcarlo todo en mi memoria. Verla así, tan entregada, con su cabello desordenado, sus labios entreabiertos y su mirada llena de deseo… era una imagen que sabía que no iba a olvidar jamás.
Sus gemidos se hicieron más intensos, sus movimientos más frenéticos. "Logan… estoy cerca," jadeó entre respiraciones entrecortadas, sus ojos brillando con una mezcla de placer y desesperación. El ritmo de sus caderas era caótico, imparable, y yo también sentía esa tensión acumulándose en mí, apretando cada músculo como una maldita tormenta a punto de explotar.
Mis manos seguían aferradas a sus pechos, pero la necesidad de perderme en ella me hizo llevarlas de nuevo a sus caderas, guiándola, empujándola más fuerte contra mí. "Joder… yo también," gruñí entre dientes, sintiendo cómo el control se me escapaba, cómo cada embestida me llevaba más cerca del borde.
Un último gemido escapó de sus labios cuando se arqueó sobre mí, su cuerpo temblando mientras el orgasmo la sacudía. La sensación de tenerla apretándome, su calor rodeándome por completo, fue lo que me empujó al límite. Solté un gruñido bajo mientras me liberaba dentro de ella, sintiendo cómo mi cuerpo se rendía al placer.
La llené por completo, cada segundo prolongándose en un torbellino de sensaciones. Ambos nos quedamos jadeando, con nuestros cuerpos entrelazados, disfrutando del caos que habíamos creado juntos.
Cuando finalmente el placer se desvaneció, ella cayó sobre mi pecho, agotada. La abracé, moviendo su cuerpo a mi lado para envolverla con la manta, sintiendo su calor contra mi piel. La habitación, aún impregnada de nuestro encuentro, parecía más tranquila ahora, como si el mundo exterior hubiera desaparecido.
Podía ver lo exhausta que estaba, con el cabello desordenado cayendo sobre su frente. Era un desorden hermoso, una mezcla de cansancio y satisfacción que me hizo sonreír. La acurruqué más cerca, disfrutando de la suavidad de su piel contra la mía. En ese momento, con ella en mis brazos, todo lo demás parecía irrelevante.
Pero el golpe de la realidad llegó como una patada en el estómago. Sintiendo un dolor punzante en la cabeza, y todo lo que había pasado la noche anterior regresó a mi mente en un torrente. Me incorporé rápidamente, sosteniéndome la cabeza con una mano mientras trataba de recordar cada detalle. La habitación seguía en penumbra, pero el eco de sus gemidos resonaba en mis oídos, la imagen de ella cayendo sobre mí aún fresca.
Me dirigí al espejo. Observando mi rostro cansado y despeinado, pero joven, mucho mas joven. Mirando mi reflejo, una sonrisa sardónica se dibujó en mis labios. Después de todo, había algo liberador en la locura de la noche anterior. Claro, era un enredo, y la realidad de la situación pesaba en mi mente, pero el recuerdo de su risa, su piel contra la mía y la forma en que me miraba.
Dejé de lado mis pensamientos, sintiendo la adrenalina de la noche recorrerme. Así que me vestí y salí de la habitación, dejando atrás el eco de su risa y el sabor de su piel. No sin antes dejar un papel en su mesa de noche con mi número de telefono, aunque probablemente sea el incorrecto.
Con un último vistazo al espejo, me obligué a dejar atrás el pasado reciente. No podía cambiar lo que había sucedido, pero podía decidir cómo seguir adelante. Y, por ahora, todo lo que quería era recordar cómo se sentía vivir sin preocupaciones, aunque fuera solo por un instante. La vida seguía, y yo tenía que hacer algo para salvarla.
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Reseña: Cómo vender una casa embrujada
Puntuación: 3/5 ★★★☆☆
Ficha técnica
Título del libro: Cómo vender una casa embrujada.
Autor: Grady Hendrix.
Editorial: Minotauro.
Edición: Primera edición.
Número de páginas: 430.
Género literario: Narrativo.
Subgénero: Novela de terror.
Resumen (sin destripe)
Después de la muerte de sus padres, Louise vuelve a Charleston para despedirse de ellos y arreglar los asuntos pendientes relacionados a la casa en donde ella y su hermano Mark habían crecido. Sin embargo, la mala relación con su hermano y el intento de reformar la casa para poder venderla no serán los únicos problemas que Louise atraviese para dejar todo listo y poder regresar a San Francisco con su hija; los recuerdos, los problemas familiares, los secretos y la exorbitante cantidad de títeres y muñecos que su madre coleccionaba se convertirán en un reto de vida o muerte que deberá enfrentar para conseguir regresar a la tranquilidad de su vida.
Valoración literaria
Gracias al lenguaje descriptivo utilizado por Hendrix podrás imaginar a detalle lo que ocurre en cada escena, así como el terror, confusión y dolor que los personajes experimentan a lo largo de la historia. De la misma manera, su estilo de lenguaje informal te permitirá relajarte un poco de la tensión, pues los diálogos tan naturales y espontáneos de los personajes te harán soltar una que otra risa, muy necesaria si me lo preguntas. Ahora bien, la simpatía por los personajes, además de ser causada por su buen desarrollo, se debe al estilo indirecto que el autor emplea, ya que al ser la voz narrativa quien cuenta la historia aún cuando el personaje principal se trate de Louise, permite que los demás personajes cuenten su versión y se expresen emocionalmente.
En lo que respecta a su narrativa, ésta es sencilla de comprender pues como mencioné arriba el lenguaje es informal, centrándose en aspectos del día a día, situaciones casuales (o bueno, no tan casuales ya que dudo mucho que enfrentarte a circunstancias de vida o muerte en casas embrujadas sea algo común) y palabras sencillas y cotidianas que las describen. Además, y como elogio hacia el autor, los cambios de escena que hace o el cambio de narración entre un recuerdo y el presente son bastante ingeniosos. Realmente no sientes el cambio, la lectura fluye de manera natural y sin que te des cuenta.
Debido a esta facilidad y fluidez en la narrativa la historia es enganchante. Desde la primera página te atrapa la curiosidad por saber qué pasó con los padres de Louise, lo que se va a encontrar en su viaje a Charlestone, y por supuesto, quedas atrapado por llegar a la parte en la que aparece la casa embrujada. He de decir que la forma en la que Hendrix te va llevando es bastante creativa, pues cualquier cosa que te imagines con sólo leer el título muy poco tiene que ver con lo que te encontrarás a lo largo de las páginas. Ni qué decir una vez termines de leer el libro. Los giros argumentales vaya que te toman por sorpresa, y estoy segura de que así como yo en más de una ocasión te encontrarás leyendo con la boca abierta sin poder creer lo que acabas de leer. Especialmente el final; con decirte que aún continúo impresionada por ese gran giro que Hendrix usó.
Opinión personal
Como he comentado en otras reseñas, el género terror es uno de mis favoritos, por lo que este libro lo he disfrutado bastante. Desde las primeras páginas quedé interesada por continuar la historia y conocer más sobre la vida de Louise. Aunque en esencia, la historia no sólo se centra en ella sino en la relación con su hermano y los problemas familiares que los acompañan, además por su puesto, de la casa embrujada con la que deben lidiar y lograr vender. Pese a que la narrativa me gustó mucho, hubo cierto personaje con frases muy infantiles que me parecieron absurdas y pesadas de leer. Eso fue algo que me complicó un poco la fluidez de lectura, así como minimizó lo aterrador que pudo haber sido la experiencia de la historia. Sin embargo, toda esa pesadez que sentía al leer los diálogos de dicho personaje y su aparente sinsentido tuvo todo el sentido del mundo una vez llegué a los capítulos finales. La experiencia cambió totalmente y se convirtió en un “¡Aaaaaaah, por eso hablaba así!”. Después de todo, ese fastidio que sentí a lo largo de la novela se transformó en un mar de lágrimas y un apachurro en mi corazón. Ahora sólo puedo decir: ¡Qué maravilloso final! ¡Vaya giro!
Por otra parte, y con el objetivo de hacer un bonito contraste con el desahogo de arriba, he de decir que admiro mucho el estilo de escritura del autor, pues siendo una historia con tantos giros en ningún momento pierde sentido o llega a presentar incoherencia alguna. Sin embargo, entre tantas “tías” en la familia me perdí un poco en el desenlace de la historia, pues no eran personajes que salieran o se mencionaran con frecuencia, y ya no sabía la relación familiar que tenían entre sí ni con los personajes principales. Por lo que si a ti también se te va un poquito la cosa en esto, te recomiendo que pongas atención o anotes el árbol genealógico para no perderte como yo.
"El trabajo con títeres y con máscaras es básicamente lo mismo y cuesta explicar lo que es llevar una máscara a alguien que no se la ha puesto nunca, pero, en cuanto lo haces, dejas de ser tú para siempre. Con los títeres pasa lo mismo. Te enfundas uno y te cambia la postura, se te altera la voz y percibes lo que quiere, lo que le asusta, sabes lo que necesita. No llevas tú el títere; el títere te lleva a ti" (p. 241).
En conclusión, Hendrix ha hecho un trabajo maravilloso con Cómo vender una casa embrujada. Los personajes están muy bien construidos, y a lo largo de la novela se empeña en mostrarte sus personalidades y descripciones físicas. Todo fluye armónicamente. Es notable, además, el valor e importancia que le da a los lazos familiares, así como la facilidad de resolución a los problemas cuando tienes el apoyo de tu familia; y todo esto a través de una muy bien formada atmósfera de terror. Con todo lo anterior, y tomando muy en cuenta las risas y lágrimas que experimenté a lo largo de la historia, puedo concluir que he disfrutado mucho del libro, a pesar de que la mayor parte me la llevé “odiando” los diálogos infantiles del personaje que te mencioné, pero al final, incluso esto terminó teniendo todo el sentido y cambiando mi perspectiva por completo. Así pues, he de decir que para mí fue una historia que sí o sí debes terminar de leer para que decidas si es un buen libro o no. Y bueno, tal vez la valoración no llegó a las 5 o 4 estrellas, pero esto fue porque no logró sumar los puntos necesarios en mi rúbrica de valoración. Así que te invito a leer el libro para que experimentes por ti mismo todos estos puntos que te he mencionado en la reseña. Estoy segura que disfrutarás la historia, y tal vez, así como a mí, cambie totalmente tu forma de ver a los títeres y muñecos.
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Violaciones de Derechos Humanos en la Época del Terrorismo en Perú
Mis Pulgas Aventureras, hoy nos embarcamos en un análisis breve pero profundo de algunos de los eventos más escalofriantes de nuestra historia. Es crucial comprender lo que ocurrió durante la época del terrorismo en Perú para evitar que se repita y reflexionar sobre el impacto duradero en nuestra sociedad. Acompáñanos en esta reflexión para aprender del pasado y construir un futuro más justo y pacífico. 🤍🐜
Para más información: https://www.canva.com/design/DAGRULxHe2w/gRSkcsLHwDRg17Md00T58Q/edit?utm_content=DAGRULxHe2w&utm_campaign=designshare&utm_medium=link2&utm_source=sharebutton
Desde los años 80 hasta principios de los 2000, Perú atravesó una de las etapas más oscuras de su historia. Durante este periodo, el conflicto armado entre el Estado peruano y los grupos terroristas Sendero Luminoso y el MRTA desató una ola de violencia que dejó profundas cicatrices, especialmente en las comunidades más vulnerables.
Uno de los momentos más escalofriantes fue la Masacre de Lucanamarca en 1983. Sendero Luminoso, bajo el mando de Abimael Guzmán, decidió castigar a una comunidad entera que no apoyaba su causa. Machetes, hachas y balas acabaron con la vida de 69 personas, incluidas mujeres y niños. Este es solo uno de muchos ejemplos de cómo Sendero Luminoso utilizaba la brutalidad como herramienta política, sembrando el terror en todo el país.
No podemos hablar de violaciones sin mencionar la respuesta del Estado. El Grupo Colina, un escuadrón de la muerte creado por las fuerzas del gobierno, llevó a cabo masacres como las de Barrios Altos y La Cantuta. En ambos casos, civiles inocentes fueron ejecutados sumariamente bajo la sospecha de estar vinculados a los insurgentes. La ironía es que, en su intento de combatir el terrorismo, el Estado terminó adoptando tácticas igualmente violentas y crueles.
Y si creías que lo peor ya había pasado, llegamos a las esterilizaciones forzadas (1996-2000). Durante el gobierno de Alberto Fujimori, más de 300,000 mujeres y hombres, en su mayoría de comunidades indígenas, fueron sometidos a esterilizaciones sin su consentimiento. En nombre de un programa de control de la natalidad, el Estado violó los derechos reproductivos de estas personas, dejando un legado de dolor y lucha por justicia que continúa hasta hoy.
No podemos olvidar eventos como el Atentado de Tarata, donde Sendero Luminoso detonó un coche bomba en Miraflores, matando a 25 personas, o la Toma de la Residencia del Embajador Japonés, llevada a cabo por el MRTA, que culminó en una intervención militar conocida como la Operación Chavín de Huántar.
Lo más doloroso de este recorrido es darnos cuenta de que, en esta guerra interna, no hubo un "buen lado". Tanto los insurgentes como el gobierno utilizaron la violencia indiscriminada, dejando un país devastado, no solo por la pérdida de vidas, sino por la destrucción de la confianza y la justicia.
Referencias:
Baldeón Chuchón, C., de Cultura, M., & Lugar de la Memoria, la T. y. la I. S. (2021). Narradores de Memoria 2: Accomarca, ¿cómo llegamos a esto? https://repositorio.cultura.gob.pe/handle/CULTURA/3981
Centro de Estudios de la Guerra - RUHM. (s. f.). Vista de Experiencias sobre el terrorismo de estado en Perú (1980-2000). https://mail.ruhm.es/index.php/RUHM/article/view/566/490
Delgado, J. (2022). Conservación en la memoria histórica de la toma de la residencia del embajador de Japón (1996). Revista Digital Philpapers.org. https://philpapers.org/go.pl?id=AGUCEL-3&u=https%3A%2F%2Fphilpapers.org%2Farchive%2FAGUCEL-3.pdf
Huerta Vera, M. (2023). Irrupciones de la memoria en el cine documental sobre el conflicto armado interno peruano: Tarea Pendiente (2003) y Lucanamarca (2008). Mester, 52(1), https://escholarship.org/uc/item/5010r7f9
OjoPublico. (2019, marzo 8). Ikumi Times: historias de esterilizaciones forzadas en Perú. OjoPublico. https://ojo-publico.com/1105/ikumi-times-historias-del-mayor-caso-de-esterilizaciones-forzadas-en-america-latina
OMU. (2020). BIOGRAFÍA DE MUJERES DESTACADAS. OMU UNIFÉ. https://omu.unife.edu.pe/wp-content/uploads/2020/08/MARIA-ELENA-MOYANO-Luchadora-social-y-dirigente-vecinal-peruana-Per%C3%BA.pdf
Pelaez, V. (1985, febrero). La entrevista verdadera del secuestro de Viky Pelaez. https://lum.cultura.pe/cdi/periodico/la-entrevista-verdadera-del-secuestro-de-vicky-pelaez
Serrano, A. (2021). El derecho de acceso a la justicia de las víctimas de violaciones de derechos humanos en Perú: la Corte Interamericana de Derechos Humanos ante el indulto de Alberto Fujimori. Anuario iberoamericano de justicia constitucional, (25), 485-511. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=8233584
Vara Marín, L. (2022). Atentado de tarata en la memoria limeña. Social Innova Sciences, 3(1), 6-16. https://doi.org/10.58720/sis.v3i1.80
Villasante, M. (2020, 17 abril). La violencia política en la selva central del Perú: 1980-2000 - Revista Ideele. Revista Ideele. https://www.revistaideele.com/2020/04/13/la-violencia-politica-en-la-selva-central-del-peru-1980-2000/
Vista de Poder, dinero y placeres. El maquiavelismo en la política latinoamericana y el perú. (s. f.). https://socialinnovasciences.org/ojs/index.php/sis/article/view/67/79
Fuentes Visuales:
Alexandraalberca, P. (2016, junio 19). Masacre de La Cantuta. analisiscriticosite. https://analisiscriticosite.wordpress.com/2016/06/19/masacre-de-la-cantuta/
[EDITORIAL] Lucanamarca, el LUM y la guerra contra la memoria - IDEHPUCP. (2024b, marzo 8). IDEHPUCP. https://idehpucp.pucp.edu.pe/boletin-eventos/editorial-lucanamarca-el-lum-y-la-guerra-contra-la-memoria-28018/
Liz Tasa (2019). Ikumi Times: historias de esterilizaciones forzadas en Perú. OjoPublico. https://ojo-publico.com/1105/ikumi-times-historias-del-mayor-caso-de-esterilizaciones-forzadas-en-america-latina
Pelaez, V (1985, diciembre). Los secuestradores de Viky Pelaez ya en prisión. https://lum.cultura.pe/cdi/periodico/los-secuestradores-de-vicky-pelaez-estan-ya-en-prision
RPP (2016). Entre los secuestrados estuvo el entonces canciller. https://e.rpp-noticias.io/xlarge/2016/12/17/451845_309886.png
Tarata: hoy se cumplen 32 años del atentado terrorista con coche bomba en Miraflores. (s. f.). Noticias | Diario Oficial el Peruano. https://elperuano.pe/noticia/247937-tarata-hoy-se-cumplen-32-anos-del-atentado-terrorista-con-coche-bomba-en-miraflores
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Una cosa rarísima de la NFL yanqui, ya que estamos con la temática, es que tienen un número limitado de equipos y son tipo, franquicias, así que a veces se cambian de ciudad y de nombre?? Incluso hubo un intento de introducirla en Inglaterra, pero había preocupación porque significaba que le iban a tener que "prestar" uno de los equipos de la liga (??? y contra quien va a jugar)
Es rarísimo, es como un deporte de mentira donde no importa la camiseta, nomás hay jugadores que dan vuelta en equipos de mentira. Algo así como el fútbol europeo.
#cosas mias#no soporto el fútbol europeo por cierto#nos roban nuestros jugadores para las hinchadas más pecho frías de la historia#voy a decir una blasfemia y voy a decir que por lo menos banco que los clubes ingleses aprecien a sus jugadores#porque entre el Verso y el Falso Madrid me muero de sueño
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El 20 de junio del año 1500, en Sevilla, la reina Isabel la Católica prohibió la esclavitud de los indígenas de América mediante una Real Provisión. Además, con la misma orden, los indígenas pasan a ser considerados súbditos de la Corona con las mismas obligaciones y privilegios que el resto de los españoles y se obliga a que todos aquellos que hayan sido esclavizados y traídos a la península, sean puestos en libertad y devueltos a sus tierras.
Lo que propició que la reina decretase esta ley, fue el siguiente hecho: encontrándose la soberana en Sevilla, había acudido a ver el desembarco de dos naves recién llegadas de América. En los barcos llegaron indios. Isabel quedó fuertemente impactada al ver la escena y se preguntó: «¿Qué poder mío tiene el Almirante para dar a nadie a mis vasallos?».
La prohibición de la esclavitud, solo se aplicaba a los indígenas del Nuevo Mundo, por ser súbditos de la Corona. A partir de entonces, todas las leyes promulgadas por los reyes, incluían esta cláusula. Pero no es una prohibición de alcance universal y humanista, pues nada se dice en contra de la esclavitud de personas de otro origen, como los africana. De hecho los propios Reyes Católicos tenían esclavos. Por lo que resulta un poco absurdo, además de anacrónico, los intentos de algunos de presentar a la reina Isabel como una defensora de los derechos humanos, aunque sin duda es un gran avance para la época en cuestión.
Pero, como hecha la ley hecha la trampa, hubo quién buscó vericuetos legales para que durante bastante tiempo continuase la esclavitud. Así, se fijaron tres supuestos en los que la esclavitud estaba permitida. El primero de ellos era que fuesen antropófagos. Otro supuesto, era que fueran prisioneros de guerra. Y el tercer supuesto es que ya fuesen esclavos de otra tribu.
El ruedo ibérico.
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