#había olvidado publicarlo aquí
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Coquette.
#había olvidado publicarlo aquí#oc#…souls…#original character#digital art#bellator#Danielle Rogers#RagDoll
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❃ 𝙱𝙰𝙸𝙻𝙰𝙽𝙳𝙾 𝙴𝙽𝚃𝚁𝙴 𝙻𝙾𝙱𝙾𝚂 - 𝙲𝙰𝙿Í𝚃𝚄𝙻𝙾 2 ❃
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» Temática: SKZ híbridos x Oc (Lis) » Género: Poly, fantasía, OMEGAVERSE » Warnings: Fluff, smut con historia, angst, tensión sexual, sexo, degradación, dinámica A/B/O explícita, dom/sub, sado, amor, entre otros. » Warning de CAPÍTULO: Hyunjin es un horny bitch. Fluff Seungmin. Smut impliícito, ninguno directamente relacionado con Lis. » Tipo: Serie. » Palabras: 3.778.
» Masterlist « | Anterior | Capítulo 3
N de A: Bueeeeno... Seguimos con la serie. Terminaré lo de Halloween, os lo prometo, pero es que esto me encanta y quiero publicarlo. Aquí en tumblr no tiene mucha repercusión, pero en fin. Se hace lo que se puede. Aur revoir!
Esa noche, Lis comprendió que no sería tan sencillo.
Chan la dejó sola para que se acomodara, pero no abrió las maletas de inmediato ni probó la cama, que era sensiblemente más grande que la del goshiwon. En todo caso, tuvo la necesidad de sentirse como esas protagonistas de libros que hacen cosas de protagonistas: Abrir la ventana del balcón y apoyar los codos en la barandilla.
El viento era algo frío y el olor a tierra mojada le inundó las fosas nasales. Por fin, un poco de aire puro entre tanta feromona masculina. Eran muy diferentes a su ex jefe, que olía a eucalipto rancio, y de Jung Han, cuyo olor cítrico y parecido a Chan le decía que pertenecía a otra manada a la que no debería acercarse. ¿Por qué le resultaba tan agradable el aroma de ese grupo? Su nariz se había adaptado en nada.
Al cabo de media hora, su estómago emitió un rugido atronador que la sobresaltó hasta a ella misma. Miró el reloj: Las siete de la tarde. Se había saltado la hora de la cena.
— Chris me dijo que podía comer algo... —echó un vistazo a las maletas, que seguían de pie cerca de la puerta y suspiró—. Antes de deshacer el equipaje, por supuesto.
Cosa que le llevó más tiempo del esperado. Al par de horas y sudando como un pollo al as, metió las maletas vacías en el armario y se desplomó en la cama respirando con fuerza. Le había tomado más rato colocar las cosas en la nueva habitación que empaquetar. ¿Por qué? Misterios de la ciencia.
Los ojos se le cerraban, cansados de tantas emociones, pero el penetrante olor del grupo la distraían del sueño. Se incorporó: Se había olvidado de cenar, otra vez.
— Estúpido trastorno de atención... —se quejó, yéndose de la habitación.
Lo bueno era que los pasillos estaban iluminados aún. Bajó las escaleras hasta el primer piso, reparando en que ambos chicos, Changbin y Felix seguían viendo la televisión, pese a que algo había cambiado entre ellos. El abrazo del segundo chico era mucho más íntimo que la primera vez que los vio, con una mano perdida entre ambos. Advirtió también que el alfa tenía un cojín encima, en la parte superior de las piernas y respiraba agitado... Uy, no. Giró la cabeza bruscamente, evitando mirar más de lo debido. A la penumbra del salón no distinguía lo que estaban haciendo, y tampoco quería saberlo.
Por ahora.
En la cocina pudo pensar con claridad, aunque, mientras se cocinaba unos fideos instantáneos, escuchó un par de voces venir en su dirección.
— Con suerte solo serán cuatro días. —iba comentando I.N—. Hyunjin puede llegar a ser... implacable cuando se pone manos a la obra.
— Ni que lo digas. Pero a Han ya le va bien. Hyunjin es el único que puede apaciguarlo un poco. —dijo Minho, rascándose la nuca—. Recuerdo mi anterior celo. Consiguió que pidiera una pausa.
— Por que tú te agotas en seguida. Normal que te dure una semana si no aguantas lo suficiente como para satisfacer a tu lobo... Oh, hola Lis. —levantó una mano a modo de saludo, y la preciosa sonrisa de zorro le encendió el rostro como miles de luces... Pese a que algo raro oscilaba en ella. ¿Era una sonrisa forzada? Examinó la olla de fideos haciéndose en la vitrocerámica—. Te habríamos guardado algo si lo hubiéramos sabido.
Lis negó.
— No hace falta. El traslado me ha ocupado unas cuantas horas y me he distraído.
— Ignoraba que supieras cocinar. —le espetó Lee Know.
— El ramen me sale exquisito. —hizo el gesto de "chef's kiss" que arrancó una carcajada extraña al maknae del grupo. Minho resopló, pero todos habían visto la media sonrisa en su boca.
Un breve silencio cayó en la estancia, interrumpido únicamente por el sonido de "chup, chup" de la comida. Lis quería hacer preguntas sobre lo que estaban hablando y no hallaba las palabras adecuadas. I.N lo notó.
— ¿Te preocupa algo? —quiso saber, sincero.
— Ese chico, Han... Habláis de su celo como si fuera una anomalía. Sé que cada híbrido posee una forma de ser en esos momentos y, sin embargo, estáis preocupados. Lo veo en vuestras caras.
Los dos se miraron, claramente deliberando si debían o no decírselo. Lee Know asintió y, tras sentarse en la silla alta delante de la encimera dijo:
— Dado que vas a ser nuestra mánager por lo que esperamos que sea un largo período, sí, convendría que supieras algunos pequeños... percances con los que podrías toparte. En el caso de Hannie, digamos que lo pasa bastante mal. No hay nada ni nadie que consiga dejarlo satisfecho al cien por cien. El único que se acerca soy yo por ser su pareja oficial dentro del grupo y Hyunjin, que tiene más energía que una pila.
— No querrías encontrártelo con el celo. —gimió I.N—. Créeme, si vas al baño y tardas más de cinco minutos, prepárate para un a sesión triple de apareamiento.
El beta sacudió una mano en el aire, restándole importancia.
— Tampoco es algo que deba incumbirte. Como humana, sería una experiencia traumática si lograras salir con vida.
— Ya... —susurró, centrando la atención en la comida. Estaba lista—. ¿Y vuestro celo? ¿Cómo es? Para identificarlo en el caso de que tuviera que... alejarme.
— El mío suele ser... ¿Cómo lo ejemplifico? Digamos que no soy una persona cariñosa de por sí, pero cuando se aproxima mi ciclo, hay quien dice que doy muchos mimos. En su caso. —señaló al otro—. Se vuelve irascible y agresivo.
— Eh. —exclamó Minho, molesto—. No es verdad. No me pongo TAN agresivo.
— La última vez agarraste la ps5 de Jisung cuando estaba jugando y amenazaste con tirarla por la ventana solo porque te había contestado cinco segundos más tarde a un "te quiero". Sí, hyung. Eres inestable al comienzo y durante el celo.
Lis se forzó a no reírse. En serio, lo intentó con todas sus fuerzas y no lo consiguió. Ambos chicos —excluyendo a Minho, que los miraba con cara de pocos amigos—, estallaron en carcajadas estridentes que llamaron la atención de los del salón.
La cabeza de Changbin emergió por la puerta con las mejillas sonrosadas.
— ¿Qué chiste habéis contado? Quiero oírlo.
— Ninguno. Hablamos de celo, poniendo a nuestra mánager al día. —le explicó I.N—. ¿Y Lix?
— Se ha quedado dormido en el sofá. Luego me lo llevaré a la cama. —entró pasando por el lado de Lis y abrió la nevera en busca de agua.
Su olor era diferente de los otros. ¿Sabéis la madera que usan en las saunas? Pues solo hay que imaginarse ese aroma a pino tropical con un leve toque afrutado para que absolutamente todos los poros de su piel corearan el nombre de Seo Changbin.
Benditos supresores.
No le quitaban las ansias de procrear, pero mantenían a ralla las hormonas revolucionadas que ya le hubieran hecho cambiar el color de ojos, signo de que la loba había dado un paso al frente. Esa casa iba a ser su perdición.
¡Y qué novedad! Seguía sin poder dormir.
Los chicos le habían dado un poco de compañía (a regañadientes de Minho, que solo quería irse). No obstante, cuando le dijeron que nada lo retenía allí puso los ojos en blanco y empezó a cortar fruta, diciendo que le apetecía algo así como un último aperitivo de la noche. Lo curioso fue que no solo cortó para él, sino para el pequeño grupo de la cocina. En el fondo, muy en el fondo, a Lis le empezaba a caer bien.
Con una exhalación frustrada, se sentó en la cama y decidió que era buena hora de hidratarse. Otra vez, empezó a bajar las escaleras dirección a la cocina, pero un sonido extraño proveniente de una de las habitaciones del tercer piso le llamaron la atención.
Golpe, golpe, golpe... Crujido, gemido... golpe, golpe, golpe...
Lis tragó saliva, notando el calor agolpársele en las mejillas y en otros sitios más privados. Seguramente se trataba de la habitación de Han, y por supuesto de Hyunjin, quien estaba cuidando de él. Se le habían congelado las piernas a mitad de camino.
Golpe, gemido, golpe, golpe... y silencio.
No se atrevía ni a respirar. Sentía que, si lo hacía, la descubrirían. Al cabo de cinco minutos, el pomo de la puerta giró y Lis dio un respingo, asustada. De ella emergió una figura cabizbaja y sudorosa, con el cabello pegado al cuello y jadeando. No llevaba puesta ninguna camiseta, revelando un cuerpo delgado pero bien definido. Al notar su presencia, el omega alzó sus ojos amarillos y la escudriñó con intensidad.
Era obvio que el lobo de aquel chico había tomado control después de horas y horas de apareamiento, su parte humana demasiado agotada como para volver en sí. El híbrido dio un paso al frente, luego otro, en dirección a la figura femenina que no parecía querer moverse del sitio. Pero es que, en realidad, no sabía dónde esconderse. No sabía cómo debía actuar.
Se había pasado toda la vida evitando a los híbridos y ahora, con la edad que tenía desconocía el funcionamiento de su propia especie. El chico se detuvo delante, bajo la cabeza y olfateó su cuello. Lis soltó un gemido indecente cuando sus carnosos labios rojizos se pasearon por las glándulas odoríferas que con tanto esmero ocultaba bajo los parches y la ropa. Seguían siendo sensibles al tacto.
Aquello pareció desencadenar alguna cosa en el interior del omega, porque un gruñido le borboteó del pecho y de pronto sus labios estaban sobre los de ella, hambrientos, deseosos. Liz ahogó una exclamación de sorpresa y se agarró a los hombros perlados de sudor de aquel híbrido que la besaba casi con fiereza. Su boca sabía a sal marina combinada con lo que parecía ser melocotón, una mezcla extraña pero atrayente. Se encontró a sí misma arqueándose hacia el chico, su cuerpo en llamas y la mente nublada de deseo.
El omega bajó una mano por la espalda de la muchacha y le subió una pierna, presionándose contra su entrepierna. Lis notó el creciente bulto en los pantalones de chándal, pero no le importó. Lo que le interesaba era ver de qué maneras lograría hacerla sentir bien esa noche... Aunque una parte de su mente le gritaba que parara, que lo que hacía estaba mal y que ese adonis frente a ella estaba demasiado ido como para ver lo horrible y fea que era.
Solo buscaba satisfacerse con quien fuera.
Con ese pensamiento empezó a recobrar el sentido y a intentar empujarlo. Sin embargo, cuanta más fuerza ejercía, más recibía de vuelta, y la ansiedad se hizo presente.
— Para... —susurró—. No sabes lo que haces...
— Beta... —dijo, al tiempo que atacaba el cuello de la chica. Lis se congeló. ¿La había descubierto? ¿Se habían movido los parches anti olor? —. ¿Te unes a la fiesta...?
No estaba hablando con ella. Una mano delgada apartó al omega y Lis pudo respirar al fin. Los ojos de Seungmin brillaban en tono aguamarino cuando dirigió a su compañero al baño.
— Ahora no, Hyunjin. Beta tiene que dormir porque mañana hay concierto, y tú deberías ducharte y volver con Han. Ya me encargo yo de ella.
Hyunjin asintió. Antes de cerrar la puerta les dirigió una mirada lasciva a los dos que les hizo suspirar. Diablos, qué intensidad de persona. Seungmin la encaró por fin y Lis vio la fina línea de sudor que bajaba por su barbilla.
— ¿Estás bien? —preguntó.
— Sí, creo que sí. —se apartó el pelo de la cara, agotada. Luego sonrió—. Ha sido raro, pero no me arrepiento. Tienes una manada interesante.
— Sí, ya lo verás. —miró hacia un lado y hacia otro y le puso una mano en la espalda, encaminándola hacia arriba—. Te acompaño a tu cuarto. Aquí no es seguro.
Beber agua no era una opción entonces.
Seungmin entró en la habitación de Lis casi con timidez, temiendo invadir su espacio. Se maravilló de lo rápido que había colocado ya sus cosas.
— Ahora parece más una habitación. —habló, reparando en las mantas oscuras que cubrían la cama. No había hecho ningún nido... Qué extraño.
Lis no le prestó atención. Igual que antes, abrió la ventana y se encorvó sobre la barandilla, esperando que el chico hiciera lo mismo. Con un poco de suerte podrían tener una conversación tranquila sin otros híbridos en celo que se plantearan comérselos a ambos.
Lo vio imitarla por el rabillo del ojo, pero no despegó la vista de las luces de la ciudad. Incluso a esas horas de la madrugada, Seúl seguía siendo tan bulliciosa como de costumbre.
— Es temporada de festivales. —dijo el chico, rompiendo el silencio—. Una pena no poder ir.
— Ya.
La muchacha observó su figura recortada, desde los ojos rasgados y oscuros, pasando por la nariz puntiaguda y ligeramente encorvada hasta llegar a los labios finos y rosados. Le llevaba un año, pero se habían hecho buenos amigos cuando Lis repitió curso.
Recordó los días en los que solían observar las afueras del instituto desde los gigantescos ventanales de la clase mientras tomaban el desayuno. El aula, por supuesto, había quedado vacía, pero no les importaba. Solo necesitaban la compañía del otro para ser felices.
De vuelta al presente, Seungmin había cambiado bastante. El híbrido de gafas gruesas que más de una vez se había quedado a dormir en su casa, era ya un joven adulto extremadamente atractivo con una manada propia a la que amaba. Sería el orgullo de su familia... Al contrario que ella.
Si su madre viera en lo que se había convertido, no estaba segura de si se sentiría orgullosa. Quizá la regañaría. Quién sabe. Su padre tampoco había hablado mucho de ella, porque jamás se habían llevado bien. La culpaba de la muerte de su madre. Un poco tópico, ¿no creéis? Pero así era su realidad.
Desde pequeña había sido objeto del odio de su progenitor, ya fuera con constantes palizas por no saber hacerse bien una coleta a los cinco años o encerrándola en su habitación a los dieciséis sin apenas comida o agua durante una semana solo porque empezaba a "apestar" a celo.
Fue entonces cuando comenzó a usar supresores y parches anti feromonas. Tras tanto maltrato y ya con dieciocho, Lis sabía que no podía quedarse en aquella casa, o su padre acabaría matándola.
Se escapó, durmiendo en albergues algunas noches a la par que trabajaba para poder seguir manteniendo un sueldo hasta que descubrió los goshiwon, habitaciones-piso con bajo alquiler. Estaba segura de que su progenitor seguía buscándola en venganza.
Gracias a tener un sitio estable y un sueldo, aunque fuera mediocre, pudo empezar la universidad... Pero por un golpe de suerte, Samsung la fichó como secretaria a tiempo completo. Claro que se vio obligada a dejar la carrera de Administración.
El sueldo era lo mejor que había visto en mucho tiempo y, pese a poder ya alquilar una casa más grande y cómoda, decidió conservar un perfil bajo. Nunca se sabía con su padre. Era capaz de cualquier cosa y no quería echar a perder seis años sin él.
Eso fue hasta que la convirtieron en mánager de un grupo de kpop. Un grupo masculino. Si hubieran sido chicas, o mixto, como KARD, se las hubiera arreglado mejor para controlarse. Pero no, tenían que ponerla con 8 chicos condenadamente atractivos.
Seungmin la miró, serio.
— Sigues fingiendo que eres humana. —no era una pregunta.
Lis asintió a regañadientes.
— Es lo mejor.
— ¿Mejor para quién?
La muchacha gruñó, al tiempo que se ponía de espaldas a la ciudad.
— Seungmin...
— Lo único que supe de ti después de la graduación es que habías desaparecido. —apretó las manos hasta que se le pusieron los nudillos blancos sobre el frío metal—. Creí que estabas muerta por culpa de tu padre, ¿sabes? Estuve a punto de denunciarlo.
— No lo hiciste.
— Las acusaciones criminales en este país se pagan caras sin prueba. Podría haber terminado en la cárcel justo cuando mi carrera como cantante estaba en sus inicios. —suspiró—. No obstante, hace poco, cuando el mánager Jung Han pidió que buscáramos a su substituto, pedí en secreto que escribieran tu nombre, en caso de que existieras aún. No tenía muchas esperanzas, pero entre todos los currículums que revisamos, ahí estabas. Ahí estabas. —Tamborileó la barandilla de hierro con las uñas.
— ¿Fue por eso que me contratasteis? —se cruzó de brazos, ignorando los fuertes latidos de su corazón. Seungmin no había parado de pensar en ella durante un sexenio completo—. ¿A alguien sin estudios, con ninguna formación al respecto como mánager?
— Fuiste delegada de clase.
— En un INSTITUTO lleno de críos sin escrúpulos. —cortó, exasperada—. Y tampoco es que me hicieran mucho caso. Para ellos solo fui una occidental que pretendía ser más que los demás.
— Eso no importa. —el vocalista sacudió la cabeza y sonrió, dándole un apretón en la mano—. Sé que lo harás bien. En el pasado siempre lograbas enfrentar los problemas y solucionarlos. No somos muy diferentes a "críos sin escrúpulos". Ya lo verás. Aunque tu relación con mi manada sea platónica, acabarás acostumbrándote a dirigirnos. Ten más fe en ti misma.
— Es más fácil decirlo que hacerlo. —musitó con las mejillas al rojo vivo.
Sus dedos se entrelazaron casi por inercia, y ambos los observaron, distraídos. Estaban hechos para encajar sin problemas, suaves al tacto. Seungmin tragó saliva y abrió la boca un par de veces, inseguro de si debía decir o no lo que quería.
— Lis...
— ¿Hm?
— ¿Podría... olerte una vez más? Sin los parches. Te... te he echado de menos.
— Oh. —carraspeó, insegura.
Había pasado mucho tiempo desde que alguien la había olfateado a consciencia y por supuesto, el último había sido el chico que tenía delante. Era perfectamente entendible que fuera él mismo quien lo volviera a hacer después de tantos años. Seungmin entendió mal la tensión de su cuerpo, porque trató de echarse hacia atrás.
— Lo siento. Olvídalo, suficientes emociones por hoy para ti. Después de lo de Hyunjin...
— ¡No! No, está... Está bien. Quiero que lo hagas. Como en los viejos tiempos. —se apresuró a desabrocharse la camisa, revelando un top oscuro debajo y los apósitos a cada lado del cuello.
Seungmin los retiró tan delicadamente como pudo y Lis se estremeció ante el contacto de sus dedos fríos.
— Perdona. —se disculpó.
Lis negó y ladeó la cabeza, abrazando el delgado cuerpo de su ex compañero. El vocalista aspiró su esencia directamente de una de las glándulas, calmándola de forma automática. Seungmin la había tranquilizado con esa simple acción siempre que se acercaba un examen importante en el instituto o si estaba muy nerviosa por culpa de su padre. Hasta que no lo tuvo entre los brazos, no supo cuánto lo había echado de menos, y lo mismo pensaba Seungmin. Podría estar oliendo la esencia de algodón de azucar y caramelo que desprendía toda su vida y jamás se cansaría.
Ella tampoco se hizo de rogar e inhaló su penetrante fragancia a frutos rojos y bayas silvestres. En el momento en que sintió la lengua cálida lamiendo dicha glándula, Lis cerró los puños en la espalda del chico. Estaba segura de que escucharía los fuertes latidos repiqueteándole contra las costillas. Qué vergüenza.
Pero solo podía dejar que él lo hiciera, nadie más. Lo de Hyunjin había sido inesperado, algo que jamás se repetiría y estaba segura de ello. La confianza de años atrás le dio de pleno en los recuerdos que conservaba del chico y se vio a sí misma con un nudo en la garganta, llena de nostalgia.
Seungmin notó la fluctuación de tristeza en su esencia, pero no dijo nada. También estaba en la misma situación.
Al separarse, ambos jadeaban levemente y tenían el rostro de un brillante color carmesí. Seungmin la abrazó, temblando de emoción y alegría. Luego, le regresó los parches donde estaban y le apartó un mechón de la cara.
En el grupo se creía que los menos expresivos eran Minho y él mismo, pero al contrario que el otro beta, el vocalista era bastante más sencillo de leer si uno se paraba a observarlo con detenimiento. Sobretodo por los ojos, cuya tonalidad ahora mezclaba el usual color marrón con pinceladas de azul.
— Seguimos manteniendo esta tradición, ¿no? —sonrió Lis, sofocada. Quería mirar a todos lados excepto al chico que tenía delante. Temía que viera los sentimientos que jamás habían desaparecido de su corazón.
— Siempre que quieras. —contestó—. Lo que me lleva a preguntar...
Lis esperó pacientemente a que dijera lo que quería decir. Vio la duda en sus orbes castaños moviéndose de un lado a otro.
— Puedo, si quieres... Si te parece bien... —señaló la cama—. ¿Dormir esta noche contigo en tu nido? Como en los viejos tiempos.
La mirada de la chica cayó en las sábanas oscuras.
— Ni siquiera he hecho uno. —reveló—. Llevo años sin. Con los supresores... no tener un sitio que reclamar mío no es tan doloroso, ¿sabes? No estoy segura de que te sientas cómodo sin uno... y conmigo.
Seungmin sacudió la cabeza con fuerza. Le agarró una de las manos y tiró de ella, dirigiéndola al interior hasta que ambos cayeron encima de la colcha con un leve "plof". Una vez con la cabeza en la almohada, la arrimó contra sí y aspiró el leve aroma del su cabello.
— Con nido o sin él, me siento seguro a tu lado. —confesó, para sorpresa de la muchacha.
No dijeron nada más y al poco, la respiración de Seungmin se hizo pausada y regular, signo de que se había dormido. Lis tampoco tardó demasiado en despegar al séptimo cielo, enterrando el rostro en el pecho de su compañero, feliz de volver a estar rodeada de un olor familiar.
Lo había echado demasiado de menos.
© LUNEARTA, 2024. 𝘕𝘰 𝘦𝘴𝘵á 𝘱𝘦𝘳𝘮𝘪𝘵𝘪𝘥𝘢 𝘭𝘢 𝘤𝘰𝘱𝘪𝘢 𝘵𝘰𝘵𝘢𝘭 𝘰 𝘱𝘢𝘳𝘤𝘪𝘢𝘭 𝘥𝘦 𝘤𝘶𝘢𝘭𝘲𝘶𝘪𝘦𝘳𝘢 𝘥𝘦 𝘮𝘪𝘴 𝘰𝘣𝘳𝘢𝘴 𝘦𝘯 𝘯𝘪𝘯𝘨𝘶𝘯𝘢 𝘱𝘭𝘢𝘵𝘢𝘧𝘰𝘳𝘮𝘢.
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Chara x sans♡ me había olvidado de publicarlo aquí xd
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💕Pink o rosa💕 (como usted quiera llamarlo)
- Listones como defensa (ahorca con esas mrds)
- Bipolar
- Es pibe
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Tiene carácter y suele enojarse cuando lo tratan como un niño o como alguien inferior.
(se me había olvidado publicarlo aquí xd)
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Underverse spoiler ⚠️⚠️
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Había olvidado publicarlo aquí, buenas noches
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Había olvidado publicarlo aquí y no sé pq, bueno aquí lo dejo—
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Remember pt 2
¡Segunda parte de Remember porque ha sido bien recibida!
No lo puedo creer. Estoy muy agradecida. ¡Gracias a todos aquellos que se han dedicado a leerme! Espero que les haya gustado tanto como a mí escribirla. Marcus es demasiado tierno y Aera la mujer más valiente y determinada que él pudo haber conocido. Si les interesa saber de quién era el manuscrito originalmente cuando era fanfiction solo tienen que preguntarlo, lol. A lo mejor algunos viren los ojos y otros se queden para obligarme a publicarlo en su auténtico formato. Y sí, eso rimó. Es un terrible dolor en el- En fin, noten que me he interrumpido yo misma. Puede que se pregunten en dónde están todos esos lectores de los que les he hablado y estén pensando que probablemente me los haya inventado, pero lo que muchos no conocen es que pueden bajar la aplicación, crearse un perfil y encontrar mi blog en donde podrán darme like, comentar, repostear y hasta guardar mis escritos en favoritos. Para la próxima vengo con una dinámica antes de soltar otra historia que nos ponga a saltar, llorar o enloquecer. Nótese que Luna no ha escrito en tercera persona hasta ahora porque se le ha olvidado por completo, pero descuiden, no es que tenga el trastorno de personalidad. En realidad le gusta referirse a sí misma desde otra perspectiva y es evidente que tampoco piensa acabar de escribir esta eterna introducción. Ya se ha despedido un sinnúmero de veces, pero promete que esta será la verdadera. Sin nada más qué decir, disfruten de la última parte de Remember.
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Con el paso del tiempo no volví a saber de ella. Todos y cada uno de los asalariados que venían a hacerme el chequeo diario no tenían intención de cooperar. Se sintió como volver a comenzar. Los primeros días me costaba mucho realizar lo que sabía que iría a pasar una vez más. Creí estar tan cerca de conocer la verdad y de recordar gracias a Aera. Desde entonces no dejaba de dibujar el rostro de la persona que ella me había pasado primero y comenzaba a resultarme familiar. Comenzaba a recolectar una serie de fragmentos en mi memoria que sabía que podían llevarme a un lugar, pero ahora que querían hacerme lo mismo otra vez, sentí que me habían dejado caer.
No podía saber nada de Aera. Nadie quería decirme nada sobre ella y sabía que todavía estaba en el hospital porque seguía escuchando su nombre. Cuando más cerca me encontraba de llegar, tuvo que suceder algo que no me hiciera volar. Había reconocido voces, espiado a las enfermeras y asistido intencionalmente a las actividades del hospital, pero nada era capaz de llevarme hasta ella. Incluso me daba las vueltas por su habitación hasta que me di cuenta de que el interior estaba completamente vacío. También realicé el transcurso del tiempo una vez dejé de necesitar la silla de ruedas. Creí que era motivo suficiente para ganarme algún detalle sobre Aera, pero ni la conserje fue capaz de decirme si al menos se encontraba bien.
Comencé a pensar que algo gravísimo le había pasado y me dejé llevar. Quería asegurarme de que yo me estaba recuperando tanto como ella. Quería contarle todas las cosas que habían pasado y todo lo que había recordado. En cambio, solo me dio para recostarme sobre el malhumor y la inactividad que todo esto me estaba generando. Me dejé llevar por mi resignación, a pesar de que ella sabía que yo no me conformaba con cualquier cosa.
Debió sentirse completamente abandonada. No, no debió.
Abandonado me sentía yo.
La miré por encima de mi hombro en cuanto el auricular rebotó contra mi torso. Me robó el aliento en cuestión de segundos. Evidentemente no estaba esperándomela. Hacía tanto tiempo que no sabía de ella que ya me estaba haciendo la idea de volver a ser mi propio acompañante, pero cuando la miré a los ojos y ella me sonrió, no pude sentir lo mismo. Seguía siendo ella con certeza. Noté que había adelgazado un poco más, pero el brillo estaba de regreso en sus ojos.
De todos modos, quise fulminarla con la mirada y fingir que no me había sorprendido para nada.
— Debes estar enfadado.
Bufé.
— ¿No me digas?
— Te ha ido bien. — soltó y noté por el rabillo de mi ojo que estiraba su cuello. No sé si se refería al dibujo que estaba trazando o a algo más generalizado. — Te veía casi todos los días caminando por el jardín trasero.
La mano con la que trazaba se me tensó por completo, así que tuve que detenerme un momento. Quise mirarla del todo, pero no quería que el interés se me saliera por los poros. Sí, estaba molesto. Estaba bastante molesto, pero también estaba preocupado. Llegué a pensar que ya no le importaba. Que no quería volver a verme o saber de mí por cualquier razón. Incluso pensé si había hecho algo que la hizo sentir mal, pero no encontré nada. Y si ese llegaba a ser el caso, tampoco me acordaba. La mirada de Aera no me garantizaba nada. Su introductora sonrisa lucía como si fuera digna de un desconocido y no de mí. Creo que eso era lo último que me hacía falta.
Cuando vi que hizo ademán de levantarse porque yo no decía nada, la sujeté de la muñeca del brazo correspondiente de un solo movimiento. Aunque Aera se desconcertó, me dio tiempo a organizar mis pensamientos.
— Toma asiento, por favor. — Aera me obedeció sin quitarme la mirada de encima. Traía un semblante expectante mientras miraba cada esquina de mi rostro esperando a que dijera algo más. Quise tomarme más segundos.
— ¿Estás bien? — sonó como una madre preocupada. Su mirada también me cuestionaba de la misma manera. Encaré el dibujo reposado en mi regazo y volví a mirarla a ella.
— Sé que no te gusta que te pregunten. Podrás ser mayor que yo, pero la diferencia no me da ni para llamarte señora, así que no me gusta que me trates como si fuera un niño. — Aera relajó su entrecejo y entreabrió sus pequeños labios. — Te dije que siempre iba a estar habláramos o no. Te dije que era una promesa, pero tú no me escuchaste porque aún estabas... — débil, inconsciente y delicada — un poco dormida.
— ¿Te metiste a mi habitación? — su tono ganó un puño de recelo.
— ¿Creíste que no iba a hacerlo? — alcé mis cejas con determinación — Primero pensé que no, pero se me antojó después de escuchar lo que hablaban las enfermeras mientras me hacían el chequeo pensando que estaba dormido.
— ¿Qué dijeron? — Aera se había arremolinado en un desasosiego que la quería hacer estallar. Ahora su mirada me estaba punzando en todos lados de mi rostro exigiéndome que terminara de hablar. Tuve que apartar un segundo la mirada para prepararme mentalmente en caso de que fuera capaz de soltarme algún golpe, si es que se tomaba el atrevimiento.
Aunque no fuera a darle lo que quería escuchar.
— Que te ibas a sanar. — solté y presencié el desaliento que quería ver en su rostro— Tarde o temprano te ibas a curar, y que yo iba a estar en cada uno de tus momentos sin importar todas las veces que me quisieras echar. ¿Es mucho para ti?
Aera soltó un gran suspiro de puro cansancio y abatimiento. Miró a su alrededor probablemente realizando que no tenía ninguna otra opción. En cambio, todavía podía notarse un poco de recepción. Estaba cansadísima, maldita sea, cansadísima. No comprendía porqué venía hasta aquí solo para sonreírme y fingir que nada estaba pasando.
— ¿Qué estás haciendo? — solté cuando Aera volvió a ponerse de pie — ¿A dónde vas?
— Hoy puedo mirar al sol y decirle que tengo un amigo que no piensa dejarme tranquila. — me sonrió. Dos pliegues se le hundieron en cada mejilla. — ¿Quieres acompañarme?
Caminamos por los alrededores del hospital y fue inevitable mantenerme intacto en mi petulante posición. Aera me hacía reír de indescriptibles maneras. Tenía grandes e incomparables ocurrencias. Cuando me di cuenta, me encontré mirándola mientras se sostenía el estómago de la risa. A pesar de que era distinguible su delicado aspecto, estaba igual de brillante que el sol que nos coloreaba. Me hice el distraído cuando encontró su mirada en la mía y le seguí la risa para enmascararme un poco, pero era inútil. Pensé en lo mucho que la había extrañado y en lo mucho que me había llenado el pecho volver a verla.
Aera se sujetaba del mástil con suero que siempre arrastraba y en esta ocasión yo me apoyaba de una muleta. Habíamos llegado a la pequeña presentación de una cantautora al final de nuestra caminata. La audiencia aplaudía al ritmo de la chica cantando y también tocaba la guitarra con sincronización. Miré a Aera para confirmar su deleite ante la presentación y ella me respondió con una sonrisa de oreja a oreja. Comenzaba a transmitirme su encantador humor, así que comencé a mover la cabeza al ritmo de la canción.
Hasta que mi mirada chocó y no pude salirme tan rápido del trance.
La cabeza me palpitó y un zumbido me tiritó en ambos de mis oídos. Comencé a balbucear y a intentar regresar el estado de mi memoria al normal.
— Aera, creo que... Creo que estoy recordando algo. — Pero no escuché ninguna correspondencia de su parte. — ¿Aera?
Se me cayó la muleta en alguna parte cuando aterricé a un lado del cuerpo de Aera tendido sobre el suelo con el sol apuntándole en el rostro.
Ya dentro del hospital se la habían llevado a urgencias con un corillo detrás. Llegué hasta donde una enfermera me permitió, pero estuve a punto de cruzar la sección para asegurarme en todo momento de su estado. La enfermera me reconoció y con sutilidad hizo que me apoyara de ella para dirigirme a otro lugar. No podía procesar absolutamente nada de lo que había pasado. Ni si quiera estaba escuchando con nitidez. Tenía la mente en blanco y hecha un arrabal al mismo tiempo. Se demoraron demasiado en darme noticias de ella y por un instante me preocupé que fuese a pasar mucho tiempo otra vez, haciéndola desaparecer.
Cuando escuché que necesitaban transfundirle sangre fui el primero en ofrecerme. Sabía que éramos del mismo grupo sanguíneo y aunque la enfermera que compartíamos me miró con cara de pocos amigos, no pudo oponerse demasiado. Ahora era el único con el que podían contar.
— Tienes la presión muy baja, Marcus.
— Hazlo.
— No puedes donar así.
— Entonces deme cualquier cosa. Un remedio, pero hágalo. — Tenía la coronilla de la cabeza apoyada de la pared y la mirada perdida en el infinito. Ya me estaba sacando de quicio que siempre me dijeran que no. — Lamentablemente no tienen otra opción.
La enfermera terminó suspirando y salió del pequeño cuarto. Sí, podía suspirar todo lo que quisiera. Podía vaciar el mundo de un suspiro. Yo ya estaba cansado de que todo el mundo me mintiera incluyendo a Aera.
La enfermera regresó con un vaso aparentemente de agua. Aunque lo miré con recelo, lo tomé. Casi lo devuelvo con la misma velocidad después que cayó como un pedazo de piedra en mi estómago y me raspó toda la garganta.
— ¿¡Qué me diste!? ¿¡Vinagre!?
— Lo que pediste, genio. — me fulminó con la mirada — Un remedio. — La miré por el rabillo del ojo un poco avergonzado por no haberlo pensando antes. Me regodeé en mi lugar cuando ella comenzó el proceso de transfusión. — Estás a punto de que te den el alta y es lo último que te hace falta, Marcus. Por favor, no te metas en más problemas.
Apreté tanto mi mandíbula que me dio dolor de cabeza. No quería pensarlo demasiado. Era una de las cosas que quería decirle a Aera en cuanto nos viéramos. No quería tomarla de sorpresa, pero al parecer nada pudo jugar a mi favor. Todo se me salió de las manos incontrolablemente y cuando pude volver a realizarlo, ya había pasado más de un mes. Estaba muy emocionado. Desde que me habían dado el alta me la pasaba dándole constantes visitas a Aera, y la última vez que había venido, habíamos jugado varios juegos de mesa, vimos algunos episodios de una telenovela e incluso nos habíamos quedado dormidos en el mismo momento. Si no hubiese sido por la misma enferma, me hubiera quedado a pasar la noche sin ninguna molestia. Esperaba que esta nueva visita fuera igual. De hecho, tenía muchas cosas que contarle y venía a sorprenderla con un detalle. ¡Flores! Desde que me había levantado no había podido esperar mucho. Quería que las horas pasaran rápido para poder regresar a verla tan pronto como fuera posible. Aera estaba presentando mejorías en su estado de salud. No había desarrollado más tumores y le quedaban pocas sesiones para culminar su tratamiento. Era un día digno de celebrar y esperaba que ella estuviese tan emocionado como yo.
Sin embargo, me desorienté en el momento en que entré a la habitación.
Y también recordé.
— Oye... — Lo sacudí, pero al ver que no respondía, se me aceleró mucho el corazón. Tenía una capa de sudor calcinándome todo el cuerpo. No teníamos mucho tiempo. Aún y así, él tampoco parecía tener intenciones de reaccionar. — ¡Despierta!
— Me queda poco tiempo, Marcus… — Pensó que estaba dormido. Yo también lo pensé. Pensé que había sido solo un sueño y que las caricias que sentía en mi cabello solo eran parte de mi imaginación. — Probablemente no seas capaz de perdonarme, pero no puedo dejar que tus últimos recuerdos conmigo sean así. Prefería que me olvidarás primero. — A Aera le corrían lágrimas por las mejillas. Me había quedado dormido como un tonto con la cabeza recostada sobre su cama. Me sentía bien estando a un lado de ella con la esperanza de que cuando me fuera, ella también fuera capaz de irse conmigo. Tenía muchos planes para nosotros. No sé si fue ella quien no quiso escucharme o yo quien no pudo mencionárselos antes. — Escuché tu promesa. Sí que te escuché... Ahora debes escuchar la mía para que ambas sean capaces de mantenerse con vida.
Y entendí a lo que se refería, de pie a la que solía ser su cama, pero vacía.
Mi mente recapituló a la velocidad con que el auto me arrolló y yo arrastré a Otis, mi mejor amigo de la infancia, fuera de la habitación prendida en llamas. Su nombre siempre estuvo plasmado en el papel que ella me entregó y su rostro en el dibujo que ella diseñó.
Comprendí que era Aera quien iba a llevarme de la mano hasta el lugar a dónde siempre intenté decirle que quería ir, pero no podía recordarlo. Era ella quien iba a guiarme. Quien iba a asegurarse de dejarme en un buen lugar bajo buenas manos antes de marcharse. Por eso vino a presentarse en primer lugar.
Por eso había venido a hacerme recordar.
¡Fin!
No copias. Cero adaptaciones. Por favor, respeten los derechos de autor.
Luna no puede si quiera creer cuántas veces las palabras rimaron en esta redacción. ¡Es ridículo! A lo mejor ustedes lo encuentren interesante y cautivador, pero para ella no puede ser más molestoso. Jajaja, ¿alguna sugerencia además de tenerse que poner a buscar sinónimos para desvincular la rima en sus palabras? No escribes poesía, Luna, escribes relatos. ¡Relatos!
#lovestory#oneshot#imagine#escritura#escritos#escritores#segundaparte#lectura#juvenil#amore triste#historia de amor#drama#wattpad#leer#adolescentes#historias#relatos#libros#spanish#español
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Se me había olvidado publicarlo por acá xd.
Tengo tan abandonado tumblr, qué pena :'c.
Bueno, aquí hay un Nico di Angelo sonriendo!! :3
#arte#dibujo#dibujos#artes#draw#drawing#pjofanart#hooart#percyjackson#pjo#pjoart#fanart#heroesdelolimpo#heroesofolympus#nicodiangelofanart#nicofanart#nicodiangelo#nico di angelo#nicodiangeloart#digital art#digital drawing
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Encuentros (FanFic Wigetta)
Escrita por: Francisco León
CUARTO CAPITULO (Exclusiva para Roberto)
Narra Guillermo:
Llegué muy temprano a la escuela para terminar algunos deberes ya que, con la adrenalina del show de anoche, yo de muy cabezón olvidé que aún me quedaban pendientes. Estaba en la cafetería de la escuela comiéndome un baguette, con un libro en la mano tratando de generar en mi mente un resumen explicito como había dicho el profesor y llegó Román sacándome de mi concentración.
- ¿Y bien? ¿Cómo le fue al actor porno en ascenso? –arqueaba una ceja mientras lo decía y una carcajada entre los dos invadió media cafetería, las miradas se dirigieron hacia nosotros rápidamente.
-Chaval… la verdad fue una experiencia que al principio no estaba muy convencido, por eso te pedí tu opinión… –hago una pequeña pausa que inquietó a Román.
- ¿Pero?
-Pero la verdad es que la disfruté mucho. –la cara de flipado que tenía Román era para enmarcarla de verdad. –Aparte de todo, gané 2000 euros solo con la noche de ayer tío, ¿puedes creerlo?
- ¿Me estás jodiendo verdad? –le negué con la cabeza mientras tomaba un zumo de naranja muy agrio que me compré. –Eso es mucha pasta tío, pero bueno lo entiendo un poco, con ese cuerpo que te cargas fácil lo sacas, uno se mete en esa página chaval y no genero ni 100 euros. –ambos reímos y las carcajadas hicieron que media cafetería volteara, pero era verdad, Román no transpiraba sensualidad y uno menos, pero tengo ciertos dotes.
-No sé con qué frecuencia tenga que meterme tío, ayer olvidé completamente los deberes por andar ahí.
-Pero generaste una buena pasta y eso es lo importante… -en eso se siento Martín y se pone muy incómodo todo.
-Hola, soy Martín. –extiende la mano hacia Román y él lo saluda muy sonriente.
-Hola, Román. Bueno tío, te veo en clase que antes tengo que arreglar unas cosillas de papeleo. – yo asiento con la cabeza y se levanta rápidamente.
- ¿Qué le pasa a tu amigo? Parece que lo asusté. –dice mientras coge mi zumo y le da un sorbo y hace una mueca por lo agrio que está.
-Invadiste nuestra conversación como tú con mi zumo.
-Que está muy malo por cierto pero bueno, de eso no vine a hablar. Vi tu show anoche y… -como es posible que viera mi show este chaval, es claro que él no conoce la palabra privacidad.
- ¿Cómo conseguiste mi nickname? –le pregunto esperando respuesta, pero lo único que conseguí es un guiño de su parte, vaya gilipollas.
-Un hombre de negocios nunca revela sus secretos, pero eso no es lo importante… Lo realmente importante es que la petaste chaval, tienes unos movimientos, unos buenos dotes – arquea un poco la ceja – y, por si fuera poco, estoy seguro que generaste muchos pavos en tu debut.
- ¿Quieres publicarlo en el periódico del pueblo o que Martin? Sé que me fue bien, pero baja la voz. –la cara que hizo después de lo que dije no tiene nombre, expresaba una cara de disgusto al 1000%.
-Si quieres puedes no agradecerme, te regalé todo el equipo para tu show y así me respondes.
-Perdón, se me fue la olla. Claro que te agradezco todo, pero apenas ando digiriendo todo lo que pasó anoche.
-Dímelo a mí, aun ando excitado. –suelta una pequeña carcajada.
-Que tonto eres tío. –veo mi baguette ya todo frio y a medio terminar. Me doy cuenta que mi clase empezó hace 5 minutos y yo aquí platicando. –Que tarde se me ha hecho, lo siento Martín te tengo que dejar, hablamos luego.
-Está bien, nos vemos en tu próximo show. – mientras me retiro me guiña un ojo, este chaval vaya que es raro.
Fue una semana muy pesada en la escuela, gracias a lo que gané del show pude pagar todo lo que tenía pendiente pero como bien se sabe el dinero no es eterno y me sobró muy poco. Me recuesto en mi cama al llegar al departamento y lo primero que veo es todo lo que tengo para el show, en mi mente pasa el pensamiento sobre si debería hacer de nuevo show o hacerlo semanalmente para tener un día fijo y así no aburrir tanto a mis seguidores. Me paro de la cama y preparo todo para hacer show nuevamente, al momento de entrar a mi cuenta veo que tengo nuevos seguidores, vaya parece que, aunque no de show la gente comienza a seguirme. Me pongo el antifaz y aunque no muestro mi cara, no quiero que la gente descubra tan fácil quien soy, pero es chistoso ya que el antifaz no oculta nada, pero le creeré a lo que los superhéroes nos mostraron siempre. Ya que estoy listo prendo de nuevo la cámara para que un nuevo show comience, se empieza a meter la gente y los números empiezan a crecer rápidamente, no pasaron ni 10 minutos en lo que veo que me llega una notificación de que un usuario quiere un show privado, abro la notificación para ver el nombre y era el mismo del otro día que me causó mucha incertidumbre: Samuel777 quiere un show privado. Me quedé pensando casi un minuto si debería aceptar el show privado porque no estoy seguro que es lo que me vaya a pedir este tío, presiono en aceptar y rápidamente la cámara se mueve del lado izquierdo para a la derecha poner la cámara de este chaval. Él no comienza la conversación así que soy yo el que inicia.
- ¿Quieres que haga algo en específico? –al momento de enviar el mensaje mi corazón empieza a palpitar más rápido por los nervios, esto no me pasó la última vez. Veo que comienza a aparecer que está escribiendo en este momento hasta que por fin llega un mensaje suyo.
-Primero quítate el bóxer. –accedo inmediatamente a lo que me dice ya que él está pagando por este tiempo en privado conmigo, al quitarme el bóxer libero la gran erección que traigo que es más grande de lo normal, esto me está excitando demasiado la verdad. Veo que comienza a escribir de nuevo y mientras yo me masturbo un poco para no perder la erección.
-Sé que voy demasiado rápido, pero ¿hay posibilidad de que te vea la cara? –esa pregunta me descoloca un poco ya que él tampoco está mostrando su cara, solo una camisa muy ajustada donde se le ven unos pectorales muy trabajados, así que jugaré un poco con él.
-Puede que te la muestre, solo si primero tú muestras la tuya. –No se lo pedí dos veces cuando comenzó a subir su cámara y me dejó sin palabras… era Samuel de aquella fiesta hace mucho tiempo. Me quedé casi petrificado en cuanto vi su cara, sin saber qué hacer y lo primero que se me ocurrió fue taparme con una camisa mi erección, inmediatamente él comenzó a escribir ya que vi desde su cámara una expresión de no saber qué es lo que ocurre.
- ¿Por qué te has tapado tío? Prometiste también mostrar tu cara. –mi cara se ponía colorada a más no poder, no puedo creer en donde me vine encontrando a este tipo, le escribo algo para que no se me vaya a ir.
-Espera un momento. –me paro de la cama y me pongo mi bóxer, sé que me reclamará por eso, pero tengo que mostrarle quien soy, no perderé esta oportunidad. Regreso a la cama y comienza a escribir.
-Oye, porque te pusiste de nuevo el bóxer, ese no fue el trato.
-Te quiero mostrar quien soy, ya que tú y yo nos conocemos. –envío el mensaje y él pone una cara de confusión que nunca olvidaré, comienzo a subir la cámara y él me observa fijamente, tiene mucha tentación de verme. Ya que apunto directamente donde se ve mi cara, me quito el antifaz para así poder ver su reacción. Pone las manos en su cabeza como no creyéndosela y abriendo la boca de con asombro mientras yo nomás puedo soltar una sonrisa al ver su reacción.
-Guillermo no sabes cuánto tiempo me arrepentí de no darte mi teléfono y mira donde te vine a encontrar chaval. Fácil pude tener un show tuyo totalmente gratis y ya tuve que pagar por ti. –inmediatamente solté una carcajada al ver el mensaje y él también comenzó a reír, sigue teniendo ese humor como cuando lo conocí.
- ¿Y quién te dijo que te iba a salir gratis tronco? Mínimo te hubiera hecho batallar.
-Bueno, tendría que haber hecho el intento para que me saliera sin pagar. Sabes que, no quiero cometer el mismo error que antes y ahorita se vaya llendo el internet o algo parecido, pásame tu teléfono. –la sonrisa pícara que tiene hace que cualquiera caiga en ese instante, inmediatamente la paso mi número, aunque en la página te diga que no compartas nada de esa información, pero es que no todos los días te encuentras a alguien especial por aquí.
-Entonces doy por terminado este show y llámame en cuanto me desconecte, vale. –él solo asiente y se despide. Cerré inmediatamente mi computadora con mi celular en la mano esperando su llamada, no pasaron ni 5 minutos y una llamada estaba entrando, a la cual contesté brevemente.
- ¿Eres tú ese chico apuesto el cual estaba viendo su show? –vaya que es tonto este chaval, pero también ya tenía mucho sin escuchar esa voz aguda y sexy que mata a cualquiera.
-El mismo que viste y calza. –le digo y él suelta una pequeña carcajada.
-Y vaya que calzas muy bien. –ambos reímos en el momento por el comentario, ya que se me había olvidado que vio mis grandes dotes.
-Ahora si me viste completamente sin querer, espero que sea reciproca la cosa.
-Puede ser, que te parece si mañana te invito a un lugar, ¿Qué dices? –esto sí que no me lo esperaba, es obvio que lo quiero volver a ver, pero me siento apenado de cierta manera ya que me vio en todo mi esplendor.
-Vale, me parece bien. ¿Qué lugar propones?
-Déjame pensarlo y te digo mañana en la mañana. Quisiera preguntarte como te ha ido y todo ese asunto, pero sería mejor mañana frente a frente, además que ya es poquito tarde y mañana tengo medio turno.
-Entonces espero tu respuesta. Te dejo descansar.
-Me dio mucho gusto volverte a encontrar, de verdad. –eso sacó una ligera sonrisa en mí que no pude evitar.
-A mí igual, fue una grata sorpresa. Que descanses hombre sexy. –ríe en cuanto dije eso.
-También tú descansa hombre con grandes dotes. –colgó y simplemente no puedo creer que todo esto haya pasado, estaba a punto de irme a dormir y no hacer show, pero tomé una gran decisión al agarrar la computadora. Me quedó mirando el techo por un buen rato pensando en todo lo sucedido hasta que me quedo dormido.
Trato de arreglarme lo más rápido que puedo y escoger una buena forma de vestir ya que siempre voy casual a todos lados, pero esta es una ocasión especial. Samuel me mandó por mensaje la dirección del lugar y vaya que tiene buena pinta, es un lugar de hamburguesas al carbón que se ha vuelto muy popular y se tiene que hacer reservación para poder entrar, pero gracias a que el muchacho pensó en todo, la hizo con tiempo así que podremos disfrutar la noche. Parece que voy a una boda o algo por el estilo ya que nunca me había arreglado tanto para salir, pero en fin es una ocasión especial es lo que me repito cada vez que me siento incomodo por un saco que me puse. Pido un taxi para asegurar mi transporte y sobre todo para llegar a tiempo. Al momento de llegar al restaurante veo que voy vestido adecuadamente ya que todos van muy monos, así que no me siento tan fuera de sintonía. En la entrada hay una muchacha muy amable checando las reservaciones, me acerco a ella con una sonrisa y ella me responde igual.
-Buenas noches, hay una reservación a nombre de Samuel de Luque.
-Buenas noches señor –¿Señor? Según yo no me veo tan grande – En efecto hay una reservación hecha por el señor Samuel de Luque, una mesa para dos personas, si gusta seguirme por favor. –comienzo a seguirla y al entrar me quedo asombrado de cuan elegante es el lugar a pesar de ser un lugar de hamburguesas, subimos al segundo piso que es al aire libre y con muchas plantas alrededor, este sitio está muy guay. –Esta es su mesa, ¿Desea que le traiga la carta o desea esperar a que llegue su acompañante?
-Lo esperare, muchas gracias.
-Perfecto, con permiso. –esta mujer es muy amable, comienzo a bobear en mi celular esperando a que Samuel llegue, en lo que alguien me tapa los ojos y empieza a susurrar al lado de mi oído.
- ¿Me das un show privado? –una gran sonrisa se pinta en mis labios, quito sus manos para poder pararme y poder verlo. Al verlo me quedo totalmente asombrado, está muchísimo más guapo con esa vestimenta que lleva, un saco azul, un pantalón de mezclilla y una camisa blanca. Me dejó totalmente anonadado.
-Claro, solo si me pagas. –suelta una pequeña carcajada y lo abrazo. –Cuanto tiempo tío, sé que ya lo he dicho mucho, pero es que sigues igual.
-Me gustaría decir lo mismo de ti, pero los años te han caído bien, te hiciste más apuesto.
-Basta, no conseguirás algo de mí gratis nomás por decir eso. –ambos nos sentamos y un mesero rápidamente se acercó a nosotros.
-Buenas noches caballeros, les dejo la carta. ¿Gustan que les traiga algo para iniciar?
- ¿Qué te parece unas cervezas para empezar a calentar? –me pregunta arqueándome la ceja, no puedo con este hombre de verdad.
-Me parece perfecto.
-Entonces serán dos cervezas Inedit, por favor. –nunca he probado esas cervezas, pero al ver los precios, ya sé porque nunca las he probado.
-Buena elección joven, en un momento se las traigo. Sigan disfrutando la noche.
-Vaya, parece que ya sabes bien que pedir. ¿Habías venido antes?
-Un par de veces, te encantaran esas cervezas. Te lo aseguro. –se escucha muy convencido, tendré que creerle.
-Confío en ti. Tanto que sé que tú sabes dónde está el baño en este lugar. –solo ríe al escuchar mi comentario.
-Claro que sí, está bajando las escaleras a la derecha.
-Perfecto, te dejo aquí un poco para ir. No tardo.
-Vale. –comienzo a bajar las escaleras y veo que no aparta su vista de mí, lo único que hago es guiñarle el ojo, no sé porque hice eso, pero fue lo primero que se me ocurrió. Al llegar al baño me miro al espejo y veo que estoy muy rojo, no sé si de pena o yo que sé, lo único que sé es que este hombre me intimida mucho, pero de buena manera. En eso veo que en el espejo otra figura se ve atrás de mí, es un hombre ya bastante tomado mirándome fijamente.
- ¿Te puedo ayudar en algo? –le pregunto y solo suelta una pequeña risa burlona.
-Así que tú eres quien está arruinando mis planes con Samuel. Eres solo un crio que apenas sabe algo de la vida.
-Disculpa, pero no sé quién eres. –lo miro fijamente y noto que está bastante molesto pero la cuestión es que no sé por qué.
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había olvidado publicarlo aquí otra vez, pero bueh.
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내 인생의 사랑. ¿Pensaste que había olvidado entregarte mi regalo, cielito mío? Para nada. Pero cuando estaba por publicarlo ayer, hablamos de que te tomarías el día de hoy y pensé que podría ser bonito que al regresar encontrases mi cartita y mi regalo. ¿Estás teniendo un buen día? Espero que haya sido bueno para ti, para relajarte, para alejarte un poco de todo. El primer mes. Parece irreal, ¿no crees? No puedo creer que en un mes mi corazón haya florecido de la manera que lo ha hecho; que en un mes causes todo esto en mí. No podría explicártelo ni aunque quisiera, pero créeme cuando te digo que es lo más grande que he sentido por alguien alguna vez. Mi mayor temor es perderte, me aterra lastimarte y mi mayor anhelo es hacerte feliz. Siempre hablamos de nuestro libro de aventuras, y he pensado que sería bonito comenzar a llenarlo con nuestros mesiversarios. Aquí el primero. Los siguientes, si quieres, podríamos construirlos juntos. Está hecho con mucho amorcito para ti, y luego de haber redimido los cupones ¡podemos agregarlos al libro! Quiero llenar cuantos libros sean necesarios para documentar todas nuestras aventuras, citas, momentos y logros juntos, para poder sentarnos juntos en un futuro a revivirlos. Gracias por hacerme la mujer más feliz del mundo. Te lo digo constantemente, para que jamás lo olvides. Iluminas mis días y me llenas de calidez como el sol de cada mañana. Y yo quiero iluminar tus días también. Te amo con todo mi corazón, el cual te pertenece. Siempre tuya, Lithe.
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Ante Pavelic fue uno de los mayores criminales de la Segunda Guerra Mundial, más fiero si cabe que los propios nazis a los que sirvió diligentemente entre 1941 y 1944, cuando presidió una supuesta Croacia independiente que en realidad era tributaria de la Italia fascista y de la Alemania hitleriana. Curzio Malaparte, a la sazón alto oficial del ejército mussoliniano, lo describe en Kaputt teniendo en su despacho una bolsa con ojos de los prisioneros que había ordenado ejecutar. En la nota que publicamos aquí nada se dice sobre el atentado que Pavelic sufrió a metros de su vivienda en el barrio Jardín de El Palomar en 1957. Y es que hay muy poca bibliografía sobre su vida en la Argentina y menos sobre dicho atentado, que la mayoría de las fuentes atribuyeron a los servicios secretos de la Federación Yugoeslava presidida por el mariscal Josip Broz, más conocido como Tito (todavía hay menos bibliografía sobre la estancia de Tito en la Argentina, hasta el punto de que quien escribe sólo sabe que hay quienes dicen que vivió brevemente en Berisso y otros que lo hizo en Dock Sud, puertos a los que habría llegado como marinero). Entre la que hay, puedo mencionar este post y el libro Ustachas, el ejército de Perón y el Vaticano, de Ignacio Montes de Oca, que tal como puede advertirse desde el mismo título le atribuye a Perón haber protegido al jefe ustacha hasta el punto de postular que fue Perón quien medió ante Franco para que el dictador español le diera asilo a Pavelic, siendo que Perón y Franco jamás tuvieron relaciones personales (Franco sólo recibió a Perón horas antes de que este emprendiera su regreso a la Argentina via Roma en noviembre de 1972) y que en aquella época, 1959, Perón todavía no había llegado a España y vivía en Santo Domingo. No obstante su acérrimo antiperonismo, la obra de Montes de Oca es, con mucho, la mejor entre la existente, y respecto al episodio del atentado, revela que no fue producto de agentes enviados por Tito sino de un antiguo chetnik, es decir un nacionalista serbio (en este caso nacido en Montenegro) que quiso vengar a las decenas de miles de compañeros asesinados (casi siempre degollados) por los ustachas. La aparición del libro de Nacho Montes de Oca fue para mi una noticia agridulce, más agria que dulce. Y es que había tenido que ver con su gestación de ese libro. Luego de la aparición de Ultramar Sur. La última operación secreta del Tercer Reich (libro que le gustó tanto que recomendó a Ediciones B que lo volviera a publicarlo cuando la Editorial Norma cerró) y ante el empeño de mi socio Carlos De Nápoli en seguir escribiendo sobre la presencia de nazis alemanes, Rogelio García Lupo me dijo que la presencia de ustachas croatas había sido mucho más numerosa que la de nazis alemanes, y mucho más influyente en múltiples esferas, por ejemplo, en la Policía de la Provincia de Buenos Aires (García Lupo me habló de una fiesta de ustachas en la comisaría de Villa Ballester). Conocí a Nacho Montes de Oca en la productora Cuatro Cabezas, haciendo un documental (que nunca se terminó) basado en Ultramar Sur. Y años después, una vez que hablábamos con Nahuel Coca de la posibilidad de abordar otros temas de nazis en la región, le comenté lo que me había dicho Pajarito. Y la idea prendió.
Si están ansiosos por saber que descubrió Montes de Oca respecto al atentado que sufrió Pavelic, pueden leerlo aquí.
Ahora sí, los dejo con la nota publicada por Miguel Riaño en El Independiente sobre su tumba en Madrid. Porque los balazos que recibió Pavelic en El Palomar terminaron matándolo –diabetes mediante– dos años después.
La olvidada y consentida tumba en Madrid del genocida fascista Ante Pavelic
Pavelic en el Hospital Sirio-Libanés de Buenos Aires después del atentado, 1957.
POR MiGUEL RIAÑO ( [email protected] @miguel_riano)
En los años 90, durante la guerra de independencia de Croacia, destacamentos completos de milicias ustachas iban y venían de los campos de batalla cantando una canción ligera: “U Madridu u Madridu grobnica od zlata, tu počiva vođa svih Hrvata”. La tonadilla habla del “líder de todos los croatas”, que descansa “en Madrid, en una tumba de oro”. Se refiere a Ante Pavelic, el dictador fascista ungido líder de la Croacia independiente como títere de Hitler y Mussolini durante la Segunda Guerra Mundial. Un sanguinario genocida, cuyos crímenes de guerra contra serbios, judíos, gitanos y opositores rivalizan o superan en crueldad a los de los mismos nazis.
Pavelic huyó de Croacia tras la derrota del Eje y acabó refugiado en Argentina al amparo de Perón. Tras más de una década de relativa tranquilidad comenzó a sospechar de la infiltración en su entorno de los servicios secretos yugoslavos y voló a Madrid para pasar sus últimos años acogido por Franco. Murió un 28 de diciembre de 1959 en el Hospital Alemán y sus restos se enterraron en el cementerio sacramental de San Isidro, en la capital. Ahí siguen, ajenos al ruido de exhumaciones aunque al calor de los ultranacionalistas que mantienen su tumba como lugar de peregrinación. Hace 20 años se hizo célebre la foto del entonces delantero del Real Madrid, Davor Suker, posando sonriente junto a la sepultura. Pero la canción miente. La tumba de Pavelic no es de oro. De hecho, puede que sea la más humilde de todo el patio cuarto del sacramental, una acumulación barroca de filigranas arquitectónicas utilizadas como panteones. La tumba del genocida croata está apretujada, detrás de una lápida ilegible pero preciosa que parece ser de un músico, y a la sombra del enorme panteón familiar de los condes de Valmaseda. A la izquierda de la tumba de Pavelic hay otro conjunto de lápidas, grisáceas, modestas y ya casi sepultadas por el musgo, pertenecientes a la familia de Cánovas del Castillo, que fue enterrado aquí antes del traslado de su féretro al Panteón de los Hombres Ilustres.
El lugar está en silencio, en un enclave privilegiado de Madrid, con una vista perfecta sobre el Manzanares y el centro de la capital de España. Las pocas visitas se concentran en los nichos que rodean al patio, que en realidad es un museo valioso pero olvidado al que no acude prácticamente nadie. Aquí están enterrados Moratín, Mesonero Romanos, José Echegaray, Emilio Castelar… pero en las tumbas no hay coronas, flores ni adornos distintos a la piedra tallada. Salvo en la de Pavelic, que siempre está repleta. El pasado jueves, cuando la visitó este periódico, contaba con tres ramos de flores, velas, camisetas y varias pegatinas con la bandera y el escudo de Croacia.El Ayuntamiento asegura que el tema de la tumba del dictador balcánico nunca se ha tratado en el comisionado de la memoria histórica, y que en cualquier caso no le correspondería al consistorio la exhumación. El Gobierno, preguntado por la situación, tampoco ofrece ninguna respuesta.
Jasenovac, horror desdibujado La tranquilidad del lugar donde descansa el genocida recuerda de forma siniestra a la que se respira en Jasenovac, lejos de Madrid, en la frontera entre Croacia y Bosnia Herzegovina, justo donde confluyen el río Sava y el río Una. El mismo frío, la misma niebla y parecido silencio. Sólo que en Jasenovac, un Auschwitz casi sepultado en la memoria colectiva del horror europeo, Pavelic acabó de forma salvaje y sádica con la vida de al menos 100.000 personas, suficientes para llenar unas cuantas veces el cementerio de San Isidro en el que ahora reposa, agasajado y en paz.
A día de hoy, el recuerdo del horror en el campo de exterminio se limita a una escultura en forma de pétalos abiertos al cielo, levantada al final de una pasarela de madera que se abre camino entre plácidos lagos y praderas verdísimas. El lugar parece un campo de golf, absolutamente desposeído de la grotesca carga que arrastra. En un pasado sí hubo centros de exposiciones que mostraban la violencia en todo su esplendor: las herramientas que se usaban para las matanzas, el cuchillo especialmente diseñado para degollar a serbios, las fotos de las fosas comunes, de los cadáveres apilados y en descomposición cuando los partisanos entraron al campo de exterminio. El gobierno nacionalista de Tudjman, tras independizarse de Yugoslavia, acometió una política de blanqueamiento del régimen criminal de Pavelic y sustituyó todo lo explícito por alegorías desdibujadas que avergüenzan a día de hoy a la mayoría de la población croata.
En Jasenovac, lo más parecido al recuerdo del horror está en el pueblo, un tranquilo -ahora- enclave de un par de calles que mezclan casas de ladrillo visto con otras que todavía guardan como tesoros en sus agujereadas fachadas la metralla de la guerra. En los 90 esta zona, que estaba inmersa en el corazón de la Krajina serbia, fue escenario de batallas durísimas y quedó prácticamente abandonada.
Los nazis describieron Jasenovac como ‘el crimen más feroz de la historia’. Los guardas hacían competiciones para degollar a serbios con un cuchillo especial
En esta región de Europa las atrocidades se solapan unas con otras y de vez en cuando aparece la historia para rescatarlas. En los años 40 se dejó por escrito que en Jasenovac se estaba cometiendo “el crimen más feroz de la historia”, uno que “sólo se podría comparar al infierno de Dante”. El testimonio tiene valor porque no es propaganda enemiga: lo dijo Hermann Neubacher, comisario de Adolf Hitler en la península de los Balcanes.
Mile Budak, uno de los hombres fuertes de Pavelic, ya había dejado claros los principios del gobierno de la recién estrenada Croacia independiente, en realidad una marioneta de Alemania e Italia, donde el dictador había pasado su vida amparado por Mussolini y entrenando a sus milicias. Budak, titular de la cartera de Educación y Cultura, resumió las líneas maestras de su proyecto para serbios, judíos, gitanos y cualquier croata que se saliera de las férreas doctrinas del movimiento ustacha: “Para todos ellos, tenemos tres millones de balas”.
La matanza del 29 de agosto Como la canción de la tumba dorada, Budak también mentía. Las balas no eran el método preferido de exterminio de los ustacha. Tampoco las cámaras de gas, aunque también las usaban. El elemento favorito de los guardas croatas que vigilaban Jasenovac -y otros campos en todo el país- era una pequeña herramienta agrícola consistente en una hoja de cuchillo que iba adosada a un guante, de tal modo que quien la usara podía utilizar el filo como una zarpa. Lo rebautizaron como srbosjek (cortaserbios) y lo convirtieron en su arma más letal. La brutalidad del invento propició orgías de sangre como la del 29 de agosto de 1942, cuando cuatro guardas -Mile Friganovic, Sipka, Ante Zrinusic y Petar Brzica- decidieron competir para ver quién asesinaba a más serbios en una sola noche. Este fue el relato, años más tarde, de Friganovic: “Nunca había sentido algo así en mi vida, después de un par de horas había logrado matar a 1.100 personas mientras los otros pudieron matar entre 300 y 400 cada uno. Y después, cuando estaba experimentando mi éxtasis más grandioso , noté a un viejo campesino parado mirándome con tranquilidad mientras mataba a mis víctimas y a ellos mientras morían con dolor. Esa mirada me impactó y de pronto me congelé y por un tiempo no me pude mover”.
Era práctica común empalar con dagas a los bebés y a los niños delante de sus madres. Los ustacha posaban para fotografías con las cabezas cortadas de los chetniks
“Lo aparté y lo hice sentar conmigo en un tronco. Le ordené gritar: ‘¡Viva el caudillo Pavelic!’, o le cortaría una oreja. Vukasin no habló. Le arranqué una oreja. No dijo una palabra. Le dije otra vez que gritara ‘¡Viva Pavelic!’ o le arrancaría la otra oreja. Le arranqué la otra oreja. Cuando le ordené por cuarta vez gritar ‘¡Viva Pavelic!’ y lo amenacé con arrancarle el corazón con mi cuchillo, me miró y en su dolor y agonía me dijo: ‘¡Haga su trabajo, criatura!’ Esas palabras me confundieron, me congeló y le arranqué los ojos, le arranqué el corazón, le corté la garganta de oreja a oreja y lo tiré al pozo. Pero algo se rompió dentro de mí y no pude matar más durante toda esa noche. El franciscano Pero Brzica me ganó la apuesta porque había matado a 1.360 prisioneros y yo pagué sin decir una palabra”.
Exageradas las cifras o no, episodios así de vomitivos eran habituales. Era práctica común empalar con dagas a los bebés y a los niños delante de sus madres. Y al contrario que los nazis, los ustacha no tenían el menor interés en ocultar sus crímenes: posaban para fotografías sosteniendo cabezas cortadas de chetniks serbios, y por algún motivo gustaban de guardar los ojos humanos en cestas. Las fuentes modernas cifran en al menos 100.000 los exterminados en Jasenovac, que operó entre 1941 y 1945. En su mayoría serbios, gitanos y también más de 10.000 judíos, aunque a partir de 1942 éstos fueron enviados a los campos alemanes. Otras fuentes hablan de hasta 700.000 personas.
‘Maks el carnicero’, enterrado en Valencia La efímera Croacia independiente había durado eso mismo, cuatro años. Llegó con Pavelic y con Pavelic se fue, aunque el poglavnik había sido en realidad un traidor que decepcionó incluso a los más leales. A cambio del apoyo de Italia, de Alemania y también de Hungría, había entregado regiones enteras como la costa de Dalmacia o el noreste del país, llenas de croatas que quedaron huérfanos de patria. Durante esta época se generalizó el uso de la bandera ajedrezada, ahora normalizada, pero cuyo simbolismo atemorizó y excitó a partes iguales a los serbios durante las trágicas guerras balcánicas.
De los responsables de aquel horror guardado con sordina en el cajón de la historia negra europea, prácticamente nadie pagó por lo que hizo. Pavelic descansa plácidamente en Madrid desde 1959, junto a su mujer Maria (muerta en 1984) y sus hijos Velimir (1998) y Visnja (2015). Su número dos, Dido Kvaternik, murió en Río Cuarto, Argentina, en 1962. Andrija Artukovic, otro de los responsables operativos del sistema de exterminio croata, murió en Zagreb en 1988, dos años después de ser extraditado desde California, donde había pasado décadas. Pero el caso más sangrante fue el de Vjekoslav Luburic, jefe del campo de Jasenovac y principal animador del sadismo de sus guardas. Tras escapar de Croacia al término de la Segunda Guerra Mundial, Maks el carnicero acabó en Benigànim, un pequeño pueblo de la Comunidad Valenciana en el que vivió durante mucho tiempo bajo la identidad de Vicente Pérez García, don Viçent. Montó una imprenta desde la que repartía propaganda ultranacionalista y acabó siendo asesinado el 20 de abril de 1969 por Ilija Stanic, un agente de los servicios secretos yugoslavos que consiguió escapar de España y ser recibido como un héroe en Belgrado. Los restos de Luburic descansan a día de hoy en el pequeño cementerio de Carcagente, donde el Grupo de Recuperación de la Memoria Histórica de Valencia lucha por acabar con esta “aberración”, más olvidada todavía que la de su jefe.
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Cartas a Lucia (4).
Guanajuato agosto 2018.
Lucía, no me preguntes cómo pasa el tiempo. Te escribo esta carta desde el hermoso Guanajuato. Ya llegué, tengo un día aquí y por supuesto, sigue estando igual de hermoso como la vez en la que venimos.
Todo el mes de julio estuve ocupado lucí, sabes inicié la presentación de mi novela se llama “recuerdos” ese título tú me lo diste y no pensé en cambiarlo. Nunca pensé en hacerlo.
En mi mente he viajando muy lento, de nube en nube pensando en que me equivoque. si de verdad era yo y está estúpida locura de tenerte y no poder alcanzarte cuando te perdiste o fue la locura de hacer lo que querías para poder tenerte, lucí si me querías no tenías que haberte marchado.
Antes de viajar a Guanajuato pase a casa de mis padres a despedirme a ver a mis viejos que ya me había olvidado de ellos, mi madre muy insistente pregunto por ti ya sabes cómo es, lucí me creerás si te digo que no supe que inventar? Le dije cualquier tontería que se me vino a la mente y lo creyó. Bueno eso creo.
Mi padre es más inteligente, desde mi llegada me noto mal, me preguntó varias veces en compañía de mi madre si estaba bien, obviamente le respondí que si, que todo estaba perfecto. Bueno, al final me saco toda la verdad, le tuve que decir todo.
Lucí le dije absolutamente todo, sé que al leer esto estarás muy molesta por qué siempre quisiste que nuestros problemas fueran solo nuestros y que la familia no interfiera, también no te gustaba que te metieran en chismes pero muchas veces tu hiciste hasta lo imposible para que hasta tu madre hablara de ti. Bueno eso es otro tema, no te quiero desviar.
Total, mi padre sabe de tu partida. Mi madre no lo sabrá, sabes cómo se pondría? SACRILEGIO!!!
Mi viejo me aconsejó acercarme a tu madre lo cual no lo hice, luci quiero meterte en problemas con tu familia.
Me despedí de Sergio nuestro gran amigo, el también se mostró triste por tu partida, Ángela tu amiga de años está molesta por qué no le has mandado no sé que cosas del trabajo. No me creerás que me hecha a mi la culpa por tu partida, tal vez tenga razón. Tal vez tenga toda la maldita razón Lucia.
Al llegar a casa me puse a acomodar mis cosas que me llevaría, libros y más libros, luci tome algunos de tus libros, esos de Monsiváis y de Octavio paz, los ocuparé en Guanajuato, también tomé tú libro de Rosario Castellanos el que te regalé cuando cumplimos un mes viviendo juntos.
También, luci me puse a escribir incontrolablemente., Escribí poema tras poema. Aquí te dejo uno, dime si te gusta, se llama noche bajo la luna. Tú serás la primera en leerlo para no perder la costumbre.
"No sé cómo es que mis brazos te hieren.
No sé cómo el cuerpo del deseo,
Cae rendido a tus pies.
No sé cómo las noches se pasan tan lento.
No sé cómo es que mi respiración se detiene.
Si tu sueño es tan largo.
Y tu cuerpo tan cortó.
Caes al vacío de tu existencia.
Tus ojos, los amantes perfectos.
Llena de odios y rencores.
Cómplices de mil batallas.
Los acompañantes de mis noches.
Y tu voz más dura que la agonía.
Amigos del silencio.
Y el recuerdo del encuentro.
Y el goce de tu baile.
El goce de la entrega de tu sueño.
Y mis ojos cerrados sufrirán.
Sufrirán con las caricias de tu cuerpo.
Mi cuerpo, sufrirá con la búsqueda de placer.
Sufrir con la búsqueda que vence el sueño.
La sombra carcome el cuerpo.
Sé que es lo que guarda tu boca.
El rumor que llena el camino de mi corazón.
Tus besos me aprisionan.
La pasión recorrida por mi cuerpo.
Con la dulce caricia de tu boca.
Y al final la sed se sacia,
Con la cura de tus labios.
Junto al amor más tonto.
Creando ausencias.
Matándote día a día."
Espero y te guste luci, a mi me encanta. Este poema trataré de publicarlo aquí en alguna ciudad de Guanajuato, en León, Celaya, tal vez Salamanca. Veré donde me dan oportunidad.
Cuando hacía esto (y no me creerás) por primera vez después de tu partida sentía que no estabas lejos. Qué estabas a mi lado disfrutando conmigo lo que hacíamos. Tú pintando o viendo tus fotos y yo escribiendo. La escritura me ha acercado y de repente me ha alejado de ti.
Por qué maldita sea nos pasó esto Lucia.
Al momento de irme, vi al dueño del departamento, don Jaime siempre tan comprensivo muy amable conmigo, entendió lo de mi viaje, obviamente le seguiré pagando mes con mes, esto es dio una gran tranquilidad casi inimaginable.
Me siento nuevo, tantos años aquí en la ciudad de México, tantas historias que vivimos juntos, tantos escritos, tantas fotos, tantas pinturas tanto ir y venir contigo tanto de todo mi Lucia.
me emociona salir de viaje y me emociona muchísimo más saber que voy a un lugar que amo con todo el corazón.
Espero que cuando leas esto te transmita está emoción que tengo al escribirte, y llegué a tu mente esos momentos donde gritábamos de alegría cuando nos aceptaban un proyecto.
Bueno a todo esto, te estarás preguntando el por qué mi viaje a Guanajuato. Bueno estoy aquí por qué me han mandado hablar de la universidad de Guanajuato para dar algunas clases en letras y filosofía.
Nunca lo imaginé luci tú bien sabes que no me cuadra la docencia pero que más da. No sabes el ánimo que me dio cuando leí la invitación, si, es súper Extraño por qué como bien lo sabes odio la docencia.
Trataré de ser como esos maestros que siempre me apoyaron y que hasta la fecha no me han dejado solo.
Mañana es mi primer día y estoy muy nervioso, ahora sabes para que he viajando con muchos de tus libros. No te preocupes luci los cuidare cómo a mi vida misma.
Aún no salgo a adentrarme a la ciudad pero en cuanto tenga tiempo lo haré y por su puesto, te contaré.
De vez en vez te extraño luci, quisiera que en esta aventura estuvieras a mi lado apoyándome me siento tan frágil, en ocasiones me siento sin ideas para seguir escribiendo, siento que no tengo las ideas suficientes para decirle a mundo lo que siento o lo que significa está maldita partida.
Te quiero Lucia.
No sabes cuánto te quiero.
Me despido de ti, cuídate mucho y siempre sigue creando.
--------.
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Birchbox Mayo 2018
La primera caja reversible con Birchbox Mayo 2018. Como siempre maquillaje, productos para el cuidado corporal y facial, protectores solares para cuando llegue definitivamente el verano y un champú en seco que me muero por probar.
Que se me escapa el artículo con los productos que entrarán en la Birchbox Mayo 2018. Hoy ha salido la cajita desde Birchox, así que enseguida la tenemos en casa.
No se me había olvidado publicarlo, es que tenía el artículo guardado en mi portátil. El portátil que murió mientras intentaba guardar un archivo de Word. 😭
¡Menudo disgusto!
¡Pero no temáis, guapas! Aquí tenéis lo que no os podéis…
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youtube
Banda: A Tribe Called Quest
Canción: “Dis Generation”
Dirección: Hiro Murai
Este salió el día de “Humble” y se me había olvidado completamente publicarlo. Mala mía, sobretodo considerando que “We got it from Here… Thank You 4 Your service” quedó de segundo en mi lista del 2016.
El fenomenal videoclip fue dirigido por Hiro Murai, cuya cámara es una de las atracciones principales del show “Atlanta”, sobre el cual escribí recientemente por aquí.
#A Tribe Called Quest#Dis Generation#We got it from Here… Thank You 4 Your service#Atlanta#hip hop#rap#EEUU#Q-tip#leyendas#videoclips arrechos
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