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Crisis Política en España: El Descontento con Pedro Sánchez
La situación política en España ha entrado de modo dramático en una crisis. En el año 2024, hubo una verdadera catástrofe en Valencia debido a un fenómeno atmosférico llamado la DANA. Desde entonces, las críticas a la prolongada presidencia de Pedro Sánchez Pérez-Castejón no han dejado de crecer. Luis Álvarez Álvarez Pedro Sánchez Él ha gobernado el país desde su Partido Socialista Obrero…
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#Alberto Nüñez Feijóo#Argentina#Cayetana Álvarez de Toledo#dictadura estalinista#dictadura franquista#España#Georgia Meloni#gobierno español actual#Internacional Socialista#mandataria italiana#Parlamento Europeo#Partido Popular español#Pedro Sánchez#Portugal#Santiago Aascal
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¿QUÉ ES LA ETIMOLOGÍA? La etimología es la rama de la lingüística que estudia el origen de las palabras, su evolución a lo largo del tiempo y su relación con otras lenguas. Se trata de una disciplina que combina la historia, la filología y la lingüística. El objetivo de la etimología es determinar el origen de las palabras, es decir, su forma original, su significado original y la forma en que han evolucionado hasta llegar a su forma actual. Para ello, los etimólogos utilizan diversas fuentes, como diccionarios, obras de referencia, documentos históricos y textos antiguos. La etimología puede ser útil para comprender el significado de las palabras, ya que nos permite conocer su origen y su evolución. También puede ser útil para estudiar la historia de las lenguas, ya que nos permite ver cómo las palabras han cambiado a lo largo del tiempo. El término etimología proviene del griego ἔτυμος (étymos), que significa "verdadero" o "real", y λόγος (lógos), que significa "palabra" o "estudio". Por lo tanto, la etimología puede definirse como el estudio de la verdad o realidad de las palabras. La etimología es una disciplina fascinante que nos permite conocer más sobre el origen de las palabras y su significado. EL CASTELLANO/ESPAÑOL, EL LATÍN Y EL GRIEGO Al estudiar el significado y la etimología de una palabra tiene mucho sentido complementar un diccionario de la lengua castellana con un diccionario de latín o griego, ya que el español es una lengua romance, lo que significa que proviene del latín. Muchas palabras del español tienen su origen en el latín, por lo que consultar un diccionario de latín puede ayudarnos a comprender el origen y el significado de esas palabras. La palabra "árbol" proviene del latín "arbor", que también significa "árbol". Del mismo modo, el griego también ha tenido una influencia significativa en el español, ya que el latín se basó en gran medida en el griego. Por lo tanto, consultar un diccionario de griego también puede ayudarnos a comprender el origen y el significado de algunas palabras del español. Por ejemplo, la palabra "democracia" proviene del griego "demokratía", que significa "gobierno del pueblo". La palabra "filosofía" proviene del griego "philosophía", que significa "amor a la sabiduría". Por supuesto, no todas las palabras del español tienen su origen en el latín o el griego, algunas, por ejemplo, tienen origen árabe. Sin embargo, consultar un diccionario de latín o griego puede ser una herramienta útil para comprender el origen y el significado de muchas palabras del español. Diccionario etimológico de la lengua española, de Joan Corominas. Este diccionario es considerado el más completo y riguroso de la lengua española. Se trata de una obra monumental que consta de 6 volúmenes y más de 10.000 páginas.
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IMAGENES Y DATOS INTERESANTES DEL DIA 25 DE JULIO DE 2024
Día Mundial para la Prevención de los Ahogamientos, Día Internacional de la Mujer Afrodescendiente, Año Internacional de los Camélidos.
Santa Valentina, Santa Glosinda, San Cristóbal y Santiago Apostol.
Tal día como hoy en el año 2018
Un grupo de científicos italianos anuncian que el radar instalado en la sonda espacial europea Mars Express ha detectado, después de muchos años de búsqueda, un gran lago de agua salada bajo la superficie del polo sur de Marte, reabriendo el debate sobre la posibilidad de existencia de vida bajo el subsuelo del planeta rojo. (Hace 6 años)
2000
El avión supersónico de pasajeros anglo-francés Concorde, de la compañía Air France, se estrella pocos minutos después de despegar del aeropuerto Roissy Charles de Gaulle de París (Francia), sobre el hotel Relais Bleu en la localidad de Gonesse, a 17 km al norte de París, poco antes de las 17:00 hora local (15:00 GMT), causando la muerte de las 109 personas que van bordo y de cuatro personas en tierra. La aeronave ha caído en picado al suelo después de que uno de los motores del ala izquierda se incendiara durante el despegue. Este accidente será el principio del fin de este polémico avión, que realizará su último vuelo el 23 de octubre de 2003. (Hace 24 años)
1992
Con la presencia de 169 países y 9.367 deportistas, se inauguran en Barcelona (España) las XXII Olimpiadas de la Era Moderna. Se clausurarán el 9 de agosto. (Hace 32 años)
1943
En Italia, el rey Víctor Manuel III declara ilegal el Gobierno fascista y Mussolini es arrestado por la policía tras 21 años de dictadura. Con la excusa de liberarlo, Alemania invadirá Italia. (Hace 81 años)
1909
Louis Bleriot, francés, gana las 1.000 libras que ofrece el diario británico Daily Mail al atravesar en aeroplano el Canal de la Mancha en un vuelo de 37 minutos de duración. (Hace 115 años)
1814
Cerca de las cataratas del Niágara (EE.UU.), tropas británicas comandadas por el general Phineas Riall frustran una invasión de Canadá por una fuerza de EE.UU., dirigida por el general Jacob Brown, en la Batalla de Lundy's Lane, durante la Guerra de 1812. (Hace 210 años)
1814
George Stephenson, ingeniero inglés, pone en marcha su primera locomotora a vapor, inventada para circular sobre carriles de hierro. (Hace 210 años)
1567
El español Diego de Losada funda la ciudad de Caracas (Venezuela). (Hace 457 años)
1537
Aunque en 1534 y 1535 Sebastián de Belalcázar, en su expedición hacia el norte, fundó la ciudad de Santiago de Guayaquil, que será quemada y refundada en dos ocasiones, no es hasta el día de hoy con su refundación y cambio de emplazamiento cuando la ciudad, pensada como astillero y puerto comercial al servicio de la Corona española, comienza a tomar auge. (Hace 487 años)
1524
En la actual Guatemala, en un paraje cercano a Iximché, el español Don Pedro de Alvarado y Contreras, funda la bonita ciudad de Santiago de los Caballeros de Guatemala. En 1979 será designada Patrimonio cultural de la Humanidad por la Unesco. (Hace 500 años)
1139
El condado de Portugal, hasta ahora dependiente del reino de Castilla y León regido por Alfonso VII, se convierte en reino al resultar proclamado por sus tropas rey de Portugal el conde Alfonso I, tras haber vencido a los árabes en Ourique. En 1143 se firmará el tratado de Zamora entre este reino y Castilla, reconociendo de hecho la independencia potuguesa y marcando el límite territorial entre ambos territorios. (Hace 885 años)
306
Al morir en el día de hoy en Eboracum (actual York en Inglaterra) el emperador del Imperio Romano de Occidente Gayo Flavio Valerio Constancio durante una expedición contra los pictos y escotos, su hijo Constantino I es proclamado augusto (emperador) por sus tropas tal como su padre ha recomendado a su ejército en su lecho de muerte. El reinado de Constantino será transcendental para occidente por su conversión al cristianismo en 313. (Hace 1718 años)
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(Eng below)
Se ha montado la acampada por palestina en Madrid, en la UCM (Universidad Complutense)
El manifiesto y las demandas:
"Animados por el ejemplo internacionalista de los estudiantes de otros países y la resistencia heroica del pueblo palestino, siguiendo las acciones pioneras en la Universidad de Valencia, así como su extensión en Euskal Herria y Barcelona, estudiantes de Madrid hemos decidido unirnos en solidaridad con Palestina. No nos guía un mero afán de imitación, sino la necesidad de organizar la creciente conciencia de rechazo al genocidio perpetrado por israel y la responsabilidad de nuestros gobiernos y de nuestras universidades en el mismo.
Es nuestro deber señalar la complicidad de nuestras universidades, el gobierno español y el conjunto de partidos parlamentarios que lo sostienen con el genocidio que está teniendo lugar en Gaza. Las universidades, dentro de las lógicas imperialistas impuestas por las burguesías nacionales, mantienen convenios de investigación e intercambio de alumnos con universidades israelís, blanqueando de esta forma el genocidio. Además, las universidades públicas están financiadas y tienen en sus consejos sociales a grandes empresas que participan de la venta de armas y colaboran de distintas formas con el sionismo.
En cuanto a nuestras instituciones, mientras se deshacen en declaraciones hipócritas, el estado español siguen aceptando la venta de armas a israel y plegándose a los dictados asesinos de la OTAN. Los gobiernos occidentales en su totalidad -incluyendo aquellos liderados por la socialdemocracia u otras fuerzas progresistas- son cómplices, no solo de las masacres recientes, sino de la continuada existencia del aparato israelí de dominación y apartheid y de la represión contra quienes señalan esta complicidad. Muestra de ello son los continuos bloqueos estadounidenses a las resoluciones de alto el fuego o condenas a Israel en la ONU.
Un conflicto que, repetimos, aunque pueda estar atravesado por intereses de diferentes potencias imperialistas y potencias regionales, no es meramente una guerra por delegación, sino uno de los pocos casos actuales de colonialismo de asentamiento. Israel es un Estado colonial y genocida que constituye la punta de lanza del imperialismo occidental en Oriente Medio. Mientras el Estado colonial exista, Palestina jamás podrá ser libre. La única solución real a este conflicto pasa por la organización de la solidaridad de clase internacional contra el Estado sionista y contra nuestras respectivas burguesías nacionales que sostienen el orden bélico imperialista. Quebrar los intereses capitalistas de nuestros Estados y asegurar el final de las guerras del capital.
Por todo ello, las estudiantes organizadas en las agrupaciones y colectivos del Bloque Interuniversitario por Palestina de Madrid hemos convocado una acampada en solidaridad con Palestina en Ciudad Universitaria, centro simbólico de la universidad madrileña, con el fin de denunciar el genocidio que está llevando a cabo israel con la complicidad de nuestras universidades, la UE y el gobierno de España. Con esta acción exigimos al gobierno una ruptura total de relaciones con israel, y que ponga fin de inmediato al comercio de armas. Así mismo, denunciamos la persecución y criminalización que sufren los movimientos de solidaridad con el pueblo palestino y exigimos la derogación de la ley mordaza, de la ley de extranjería y de la LCU, que permite la represión del movimiento propalestino en las universidades.
Mediante esta acción, exigimos también a los rectores de todas las universidades madrileñas que rompan sus vínculos con el genocidio. Lo que se traduce en una ruptura de convenios de investigación, programas de intercambio de alumnos y el fin de las relaciones económicas y sociales con toda empresa que financie a israel."
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ENGLISH->
We just set up the Palestinian solidarity encampment in Madrid's Complutense university.
The manifest and demands are as follows:
"Encouraged by the internationalist example of students from other countries and the heroic resistance of the Palestinian people, following the pioneering actions at the University of Valencia, as well as its extension in Euskal Herria and Barcelona, students from Madrid have decided to unite in solidarity with Palestine. We are not guided by a mere desire for imitation, but by the need to organize the growing awareness of rejection of the genocide perpetrated by Israel and the responsibility of our governments and our universities in it.
It is our duty to point out the complicity of our universities, the Spanish government and the set of parliamentary parties that support it with the genocide that is taking place in Gaza. The universities, within the imperialist logic imposed by the national bourgeoisies, maintain research and student exchange agreements with Israeli universities, thus whitewashing the genocide. Furthermore, public universities are financed and have on their social councils large companies that participate in the sale of weapons and collaborate in different ways with Zionism.
As for our institutions, while they make hypocritical statements, the Spanish state continues to accept the sale of weapons to Israel and bow to the murderous dictates of NATO. Western governments as a whole - including those led by social democracy or other progressive forces - are complicit, not only in the recent massacres, but in the continued existence of the Israeli apparatus of domination and apartheid and in the repression against those who point out this complicity. Proof of this are the continuous US blockades of ceasefire resolutions or condemnations of Israel at the UN.
A conflict that, we repeat, although it may be crossed by the interests of different imperialist powers and regional powers, is not merely a proxy war, but one of the few current cases of settler colonialism. Israel is a colonial and genocidal state that constitutes the spearhead of Western imperialism in the Middle East. As long as the colonial State exists, Palestine can never be free. The only real solution to this conflict is through the organization of international class solidarity against the Zionist State and against our respective national bourgeoisies that support the imperialist war order. Break the capitalist interests of our States and ensure the end of capital's wars.
For all these reasons, the students organized in the groups and collectives of the Interuniversity Block for Palestine of Madrid have called for a camp in solidarity with Palestine in Ciudad Universitaria, the symbolic center of the Madrid university, in order to denounce the genocide that is being carried out. Israel with the complicity of our universities, the EU and the government of Spain. With this action we demand that the government completely sever relations with Israel, and immediately put an end to the arms trade. Likewise, we denounce the persecution and criminalization suffered by movements of solidarity with the Palestinian people and demand the repeal of the gag law, the immigration law and the LCU, which allows the repression of the pro-Palestinian movement in universities.
Through this action, we also demand that the rectors of all Madrid universities break their links with the genocide. Which translates into a breaking of research agreements, student exchange programs and the end of economic and social relations with any company that finances Israel."
(sorry abt my shitty English I'm too tired to translate all that by hand)
#palestine#free palestine#free gaza#columbia university#madrid#madrid spain#Universidad Complutense#UAM#UC3M#España#Palestina
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¡Hola desde España! Ya sé que ha pasado tiempo desde el hecho en cuestión, pero me sorprende ver el poco impacto que tuvo en esta página el desfile de Marco Mengoni con la bandera LGBTIQ+ en el escenario de Liverpool, así que aquí van mis dos preguntas:
1) ¿Qué reacciones suscitó en Italia a nivel político y de medios de comunicación? Teniendo en cuenta, además, el signo del actual gobierno italiano (supongo que esto fue la principal motivación de Marco para hacerlo).
2) A nivel popular, ¿el gesto se ha interpretado como la -esperada- salida del armario oficial de Marco, solo que sin palabras, o ha quedado como una simple muestra de solidaridad con el colectivo? No sé si le han preguntado después por ello y, en caso afirmativo, qué ha respondido él en concreto.
PD. Por el fondo y por la forma de todo lo que escribes en tu blog, me pareces un encanto de persona. 😘
Empiezo for el fundo: gracias por tu comentario final, un beso a tí :)
Bueno, no sé qué te esperabas exactamente pero creo que he compartido unas fotos de Marco con la bandera, o me equivoco? De todas maneras, en Italia a la gente en general le gustó mucho este acto por parte de Marco: tanto los políticos como la gente "común". Este chico es muy amado y su forma de hablar -siempre educado, gentil- puede llevar también a quién no apoya la comunidad rainbow a quererle mucho y escuchar su música.
Y claro que sí: casi todos interpretamos este acto como una de la maneras menos directas que Marco ha utilizado hasta ahora para "confesar" algo de si mismo que todavía no desea gritar en voz alta. Y creo que merezca respeto.
PS: perdonáis mi español probablemente imperfecto chic@s, pero hacía un rato que no escribía en este idioma :)
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El Capitalismo Venezolano
El capitalismo venezolano ha recorrido un camino tumultuoso, caracterizado por momentos de prosperidad y crisis. Desde sus inicios hasta la actualidad, el sistema económico de Venezuela ha estado estrechamente ligado a su contexto político y social. En este artículo, analizaremos la evolución del capitalismo en Venezuela, sus principales características y los desafíos que enfrenta en la actualidad.
Breve Historia del Capitalismo en Venezuela
Los Primeros Pasos: La Colonización
La raíz del capitalismo en Venezuela se remonta a la llegada de los colonizadores españoles en el siglo XVI. Aunque el sistema económico de la época era predominantemente feudal, la explotación de recursos naturales como el cacao y el tabaco sentó las bases para un futuro desarrollo económico que comenzaría a tomar forma en los siglos posteriores.
La Era del Café y el Petróleo
Durante el siglo XIX, el país experimentó una transformación significativa impulsada por la agricultura, especialmente con la producción de café. Sin embargo, el verdadero punto de inflexión llegó en el siglo XX con la explotación del petróleo. Venezuela, rica en reservas de crudo, se convirtió en uno de los mayores exportadores a nivel mundial. Este auge petrolero no solo atrajo inversiones extranjeras, sino que también permitió la acumulación de capital y el desarrollo de una clase media emergente.
El Desarrollo del Estado Rentista
El advenimiento de la renta petrolera generó un fenómeno conocido como el "Estado rentista". Este modelo se caracteriza por la dependencia de los ingresos derivados de la exportación de petróleo, lo que llevó a una economía poco diversificada y a una falta de políticas efectivas para el desarrollo de otros sectores productivos.
El crecimiento de la economía venezolana durante las décadas de los 50 a los 70 atrajo migrantes en busca de oportunidades, lo que aportó a la conformación de un país más urbano y con mayores expectativas de desarrollo. Sin embargo, la dependencia del petróleo comenzó a evidenciar sus debilidades con la caída de los precios del crudo a finales de los años 70 y principios de los 80.
Crisis Económica y Social
La Onda de Crisis: La Década de los 80
Los años 80 fueron testigos de una crisis significativa que afectó a Venezuela. La caída de los precios del petróleo condujo a la denominada "década perdida", en la que se registraron altos índices de inflación, devaluaciones de la moneda y aumento del desempleo. Las políticas de ajuste estructural impuestas por organismos internacionales para estabilizar la economía también provocaron descontento social.
Subida y Caída del Chavismo
A finales de los años 90, Hugo Chávez llegó al poder con una propuesta de transformación del país y la promesa de disminuir la desigualdad social. Aunque al principio su gobierno experimentó una bonanza económica gracias al incremento de los precios del petróleo, la posterior mala gestión y la corrupción llevaron a una severa crisis económica, que se profundizó durante la década del 2010. Problemas como la hiperinflación, la escasez de productos básicos y la migración masiva de venezolanos comenzaron a convertirse en la norma.
Impacto en la Clase Media y la Pobreza
La crisis ha tenido un impacto devastador en la clase media, que ha visto reducidos sus ingresos y, en muchos casos, su capacidad de acceder a bienes y servicios. Más de la mitad de la población venezolana vive actualmente por debajo del umbral de la pobreza, y aquellos que alguna vez disfrutaron de una vida cómoda han visto sus estilos de vida deteriorarse dramáticamente.
Características del Capitalismo Venezolano Actual
Dependencia del Petróleo
A pesar de ser uno de los países más ricos en recursos naturales, la economía venezolana sigue sufriendo por su excesiva dependencia del petróleo. Esta falta de diversificación ha hecho que el país sea vulnerable a las fluctuaciones de los precios del crudo, y la falta de inversión en otros sectores limita las oportunidades de crecimiento sostenible.
Informalidad y Economías Alternativas
La caída de la economía formal ha llevado a un crecimiento notable del trabajo informal. Muchas familias dependen de pequeñas actividades comerciales, lo que ha llevado a una especie de resiliencia ante la crisis. Sin embargo, esta informalidad también crea incertidumbres, ya que carece de garantías laborales ni protección social.
Control Estatal y Sectores Productivos
El gobierno actual ha implementado políticas de control estatales sobre la economía. La nacionalización de industrias clave y la implementación de controles de precios han generado distorsiones en el mercado. A pesar de que se han propuesto reformas para abrirse a la inversión extranjera en ciertos sectores, la desconfianza persiste entre los inversores debido a la inestabilidad política.
Desafíos del Capitalismo Venezolano
Inestabilidad Política
La inestabilidad política es uno de los principales obstáculos para el desarrollo económico. La polarización y la falta de consenso han dificultado la implementación de políticas coherentes y sostenibles. El contexto internacional también juega un papel determinante, ya que las sanciones económicas y la falta de reconocimiento internacional del gobierno actual generan incertidumbre.
Crisis Humanitaria
La crisis económica ha desencadenado una crisis humanitaria. La falta de acceso a alimentos, medicamentos y servicios básicos ha propiciado un éxodo masivo hacia otros países. Este fenómeno no solo afecta a la economía venezolana, sino que también impone un reto a las naciones vecinas que deben gestionar el flujo migratorio.
Innovación y Desarrollo Sostenible
Para que Venezuela logre un cambio estructural, es crucial promover la innovación y el desarrollo sostenible. La educación y la inversión en tecnología son esenciales para diversificar la economía y fomentar un crecimiento más inclusivo.
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MITOS EN AMÉRICA
MITO 6: LAS ENFERMEDADES EUROPEAS EXTERMINARON LA POBLACIÓN INDÍGENA.
Sin duda alguna la viruela y el sarampión causaron grandes estragos entre los habitantes nativos y siempre se dice en todos los libros de historia que la viruela fue la causante de que la población indígena se viera reducida entre un 60 y un 90% de la población.
Sin embargo, los síntomas descritos de la enfermedad que sufrían los indígenas no correspondían con la sintomatología provocada por la viruela, por lo que nos lleva a preguntarnos:
¿FUERON REALMENTE LOS ESPAÑOLES LOS QUE CONTAGIARON A LOS HABITANTES AUTÓCTONOS DE AMÉRICA TAL Y COMO SE HA CONTADO POR SIGLOS EN LA HISTORIA?
Entrado el mes de julio de 1576 y hasta alrededor del mes de marzo del año siguiente, según cuentan las crónicas de la época, una peste desconocida, letal, devastadora, se abatió sobre la población indígena del Virreinato de la Nueva España.
Esta catástrofe humanitaria que diezmó la población autóctona del territorio novohispano, se le llamó Cocoliztli. Treinta y un años antes, en 1545, una epidemia muy similar, si es que no la misma, había arrasado ya con varios millones de vidas indígenas. Entre 4 y 15 millones de seres humanos fueron las víctimas según la cifra de datos.
De alrededor de 18-20 millones de nativos al momento de la conquista paso a 2 o 3 millones. Y un fenómeno de tal magnitud solo se explica, en este caso, como un efecto directo de las epidemias, específicamente los dos grandes eventos pandémicos debidos, sea el agente causal que sea, al Cocoliztle.
Por suerte para la ciencia y la historia actuales, el fraile franciscano Juan de Torquemada copió la descripción que de la enfermedad hizo el médico del emperador Felipe II, Don Francisco Hernández de Toledo:
“Las fiebres fueron muy contagiosas, quemantes, y se extendieron a todos ellos siendo letales para casi todos. La lengua de los enfermos estaba seca y negra. La sed era enorme. La orina oscilaba entre los colores verde mar, verde vegetal y negra, pasando algunas veces del verdoso al pálido. El pulso era rápido, pequeño y muy débil, y algunas veces era nulo. El blanco de los ojos y todo el cuerpo se ponían amarillos. Este estado iba seguido de delirio y convulsiones. Entonces duros y dolorosos nódulos aparecían detrás de una o ambas orejas acompañados de dolores en el pecho, en la barriga, temblores, ansiedad y una fuerte disentería.”
Otros testigos presenciales describieron otros aspectos d la enfermedadl. El padre misionero Bernardino de Sahagún que hablaba y escribía también en náhuatl, cuenta en sus crónicas Historia General de las Cosas de la Nueva España, de la presencia entre los afectados de pústulas y abundantes sangramientos, primero por la nariz y luego por todos los orificios del cuerpo. Alonso López de Hinojosas, cirujano del Hospital Real de Naturales de la Ciudad de México que se construyó solo para indios a partir de 1553 y duró hasta 1822, en que fue mandado demoler por el Gobierno Mexicano, describió cuatro fases o estadios de la dolencia: «La primera fue pararse los enfermos atiriciados, la segunda fue apostemas tras las orejas, la tercera cámaras de sangre y flujo de sangre por la nariz la cuarta».
tenemos las descripciones de necropsias, llamadas en aquella época «anatomías», llevadas a cabo por el cirujano Juan de la Fuente, que los jóvenes eran más susceptibles de morir que los ancianos, que los ancianos padecían menos la fiebre y las hemorragias, que a los dos días muchos enfermos se «tornaban locos», que el clima cargado de calor y humedad después de varios años de fortísima sequía tenía algo que ver con la epidemia, que los españoles también a veces se enfermaban aunque su padecimiento era más benigno, excepto, y esto es importante, los curas que convivían con los indígenas, que murieron muchos.
Las autopsias realizas por el doctor Don Francisco Hernández de Toledo nos relata en uno de sus folios:
“Tenían los enfermos el hígado acirrado y muy duro, que se les paraba tan deforme que parecía hígado de toro y alzaba las costillas hacia arriba y hacía el pecho muy deforme; porque con su grandeza y tumor hacía monstruosidad. Los bofes o livianos tenían azules y secos, la hiel apostemada y opilada y muy grande, la cólera que dentro estaba se pudría…]
Y más adelante señala, en una oportuna e interesante observación clínica, que:
[…cuánta sangre sacamos por sangrías en setiembre y octubre no tuvo ninguna acuosidad, sino era un témpano de materia».”
Aunque Cocoliztli es la palabra que ha quedado para nombrar definitivamente en la historia médica y convencional esta pandemia, los investigadores mexicanos Elsa Malvido y Carlos Viesca , ambos han dedicado casi cuarenta años al estudio de estas epidemias, han encontrado otros nombres empleados por los indígenas e incluso recogidos documentalmente por los españoles, entre ellos: Hueycocoliztli , Matlazahuatl, Etzahualaque o Ezalahuacque.
Lo cierto es que la epidemia de 1545 fue mucho más mortífera, de la que ya hemos hablado antes de 1576, y hasta el siglo XIX vendrían unas 23-24 más pequeñas, lo cual provocó una devastación apocalíptica para la población autóctona de la ciudad de México y su periferia.
“Los auxilios disminuían por agotamiento, enfermedad o muerte de quienes los presentaban, incluso sangradores y médicos. La desolación fue tal que poblaciones enteras quedaron desiertas. Llegó a suceder que en sitios densamente poblados se descubría que los habitantes de una casa habían enfermado cuando el hedor de sus cuerpos en putrefacción era percibido desde afuera y se hallaron criaturas mamando del pecho de sus madres muertas. Muchos enfermos murieron de hambre al no haber quien los atendiera. En iglesias y cementerios no quedaba un lugar desocupado para dar sepultura a un muerto y no había siquiera quien los amortajase sino que en un hoyo grande los echaban entreverados chicos con grandes. No bastando para sepulcros las iglesias… se bendecían los campos enteros.” Crónicas de la Compañía de Jesús.
SI NO FUE LA VIRUELA NI NINGUNA OTRA ENFERMEDAD EUROPEA ¿QUÉ AGENTE ETIOLÓGICO, TOXINA, VENENO O MICROORGANISMO BACTERIANO, VIRAL, MICÓTICO O PRIÓNICO DESENCADENÓ EL TERRIBLE COCOLIZTLE?
Siempre se ha creído que era la viruela y otras enfermedades europeas traída por los españoles era la causante de las epidemias acaecidas sobre la población indígena, además los españoles no padecían la enfermedad, o la padecían con una letalidad mínima (excepto los curas, recordemos ese detalle), porque según se dice ya estaban inmunizados. Visto así, no hay razón para la polémica. Pero no, no todo en este complicado asunto es tan sencillo.
Lo que hace polémico el tema es que el reconocido epidemiólogo y profesor mexicano Rodolfo Acuña-Soto, formado en la Universidad norteamericana de Harvard y actualmente investigador del Departamento de Microbiología y Parasitología de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), ha impugnado la hipótesis del contagio por la vía del contacto hispano-indígena después de más de 20 años de investigación y trabajo dedicado a ello.
Y la ha impugnado afirmando ( que no teorizando) que la noxa, el Cocoliztle, no era una enfermedad europea sino que era en realidad una virosis febril hemorrágica (VFH/FHV) autóctona de México, tal y como las que surgen en África, Asia, el Medio Oriente y algunos países caribeños y sudamericanos hoy en día: algo así como el Ébola, la Fiebre de Lassa, la Fiebre Amarilla, la Fiebre Hemorrágica de Marburg, el Dengue Hemorrágico, la Fiebre del Valle del Rift, la Enfermedad de Kyasanur, la Fiebre Hemorrágica Brasileña y la Fiebre Hemorrágica de Crimea-Congo, entre otras, surgida en algún punto del interior del propio territorio mexicano y probablemente transmitida por roedores o algún otro animal nativo.
Claro está, que el investigador mexicano no se ha librado de los ataques hacia su persona, su profesión e incluso ponen en duda su prestigioso curriculum, pues se comprende que “exonerar” a los conquistadores de esta especie de “genocidio involuntario” y pasar la culpa de las pandemias de Cocoliztle a vehículos etiológicos autóctonos, no es del agrado de muchos en la nación mexicana…
Pero… ¿Qué importancia puede tener hoy, a 500 años de distancia, discutir la causa desencadenante de una enfermedad que ya es historia? O para ser juiciosos, que creemos que ya es historia.
Pues tiene una gran importancia, y la tiene tanto por razones médicas y epidemiológicas como por razones que atañen a la justicia histórica.
1. Si el Cocoliztle hubiera sido una enfermedad conocida en Europa y traída a América por los conquistadores, estos, sobre todo sus médicos (que fueron muchos y buenos para la época), la hubieran reconocido inmediatamente y diagnosticado, tal y como hicieron con el sarampión, las paperas, la varicela y la viruela. Pero no es el caso. De hecho, hubo cronistas que llegaron a plantear la posibilidad de que aquella epidemia fuera «un nuevo castigo divino» (obsérvese: nuevo) a los indígenas por su idolatría. Todo esto habla muy fuertemente a favor de la afirmación del doctor Acuña-Soto.
2. Si el Cocoliztle hubiera sido una enfermedad viral hemorrágica de nueva aparición en los territorios americanos, ¿por qué la mortalidad debiera haber sido igualmente elevada entre los indígenas y entre los españoles y no sólo en los indígenas?:
1º Los sacerdotes españoles sí se enfermaron y murieron en la misma proporción que los indígenas, por la sencilla razón que estuvieron todo el tiempo atendiéndolos y cerca de ellos.
2º Los españoles no cambiaron sus hábitos de vida, trabajo y alimentación. Los indígenas sí, y de una forma brusca.
3º Existen diferencias genéticas de cierta importancia entre la población autóctona y la española que pueden explicar la susceptibilidad de los méxicas al Cocoliztle.
4º Si el virus causante de la enfermedad hubiera sido traído por los españoles, la enfermedad se hubiera expandido desde los puertos costeros hacia el centro de México, tal y como ocurrió con la viruela y otras enfermedades. Pues bien, con el Cocoliztle ocurrió exactamente al revés, es decir, la enfermedad se propagó desde el interior hacia la costa.
Debe señalarse que los nativos, en su enorme mayoría, vivían hacinados en construcciones de madera y piedra levantadas al efecto y muy cerca de las tierras de cultivo, sobre todo de las dedicadas al trigo y el maíz. Los españoles, que en ese tiempo eran bastante menos en cantidad que los indígenas, no vivían así.
Pero entonces, ¿QUÉ AGENTE ETIOLÓGICO DESENCADENÓ EL TERRIBLE COCOLIZTLE?
La verdad es que no se sabe, cada cierto tiempo aparecen enfermedades nuevas (como el covid) y desaparecen, lo que sí se puede afirmar con certeza es que no fue la viruela ni ninguna otra enfermedad europea la causante de la gran mortalidad indígena, la viruela, el sarampión y las varicelas ya no mataban igual a los indígenas cincuenta años después de la llegada de los españoles. Los que no murieron adquirieron inmunidad, tal y como ocurrió en su momento con los europeos. Sin embargo, el Cocoliztle siguió matando despiadadamente, tal y como lo hace el Ébola hoy en día.
A pesar de estas grandes evidencias científicas, la historiografía y los historiadores siguen culpando a la viruela y otras enfermedades traídas desde europa, pero como dice el profesor Acuña-Soto: «Los historiadores son historiadores, no son epidemiólogos».
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Entrevista al historiador italiano Emilio Gentile ¿Quiénes son los fascistas?
Por Mariano Schuster
Fuentes: Nueva Sociedad
El debate sobre el fascismo está cada vez más presente en la arena pública. ¿Ha vuelto el fascismo? ¿Nunca se fue y existe un fascismo eterno? En esta entrevista, Emilio Gentile, una referencia en los estudios del fascismo italiano, vuelve sobre ese régimen y sobre el papel que tuvo en él el propio Benito Mussolini.
En un contexto político internacional en el que emergen extremas derechas, regímenes iliberales y gobiernos autoritarios, la palabra «fascismo» ha vuelto a estar a la orden del día. Hay quienes definen como «fascistas» a Donald Trump, Víktor Orbán, Marine Le Pen, Giorgia Meloni y Santiago Abascal, y quienes se refieren a un «retorno del fascismo» para explicar las oposiciones conservadoras a las agendas feministas y de los colectivos de diversidad sexual. La situación va incluso más allá: la palabra es utilizada también para acusar a izquierdas autoritarias, a movimientos y grupos religiosos y hasta para definir actitudes genéricamente «antiliberales». El concepto se ha transformado, en definitiva, en un arma arrojadiza que adversarios políticos e ideológicos se endilgan entre sí. Pero ¿qué fue realmente el fascismo? ¿Cuáles fueron sus características? ¿Qué diferencia a las extremas derechas actuales de esa experiencia?
Profesor titular de Historia Contemporánea en la Universidad La Sapienza de Roma hasta 2012 –y hoy profesor emérito en la misma casa de estudios–, Emilio Gentile ha historizado, a partir de documentos y de un laborioso trabajo de archivo y de interpretación de fuentes históricas, el fascismo italiano. En su extensa trayectoria historiográfica, Gentile ha escrito numerosos libros, muchos de los cuales han sido traducidos al español. Entre ellos se destacan Fascismo: historia e interpretación (Alianza, 2004); La vía italiana al totalitarismo. Partido y Estado en el régimen fascista (Siglo XXI, 2005); El culto del Littorio. La sacralización de la política en la Italia fascista (Siglo XXI, 2007); El fascismo y la marcha sobre Roma (Edhasa, 2014); Mussolini contra Lenin (Alianza, 2019) y ¿Quién es fascista? (Alianza, 2019). En 2022 publicó, por el sello Laterza, Storia del fascismo, un volumen de 1.376 páginas en el que explica minuciosamente, sobre la base de una vasta documentación de archivo, el nacimiento y el desarrollo del fascismo en Italia. Su último trabajo es Totalitarismo 100. Ritorno alla storia (Editrice Salerno, 2023).
En esta extensa entrevista, Emilio Gentile dialoga con Nueva Sociedad sobre el nacimiento y el desarrollo del régimen fascista y profundiza en las características particulares de ese movimiento y de ese régimen político a poco más de un siglo de la Marcha sobre Roma.
Profesor Gentile, todavía hoy, cuando nos remontamos al tiempo en que nació el fenómeno fascista, nos encontramos con un contexto particular y específico que, por su diversidad de aristas, no siempre somos capaces de comprender por completo. Pensamos en los escuadristas, en el bienio rosso, en las consecuencias humanas y políticas de la Gran Guerra, en la fragilidad del régimen liberal-democrático. ¿Cómo era realmente el clima en Italia en la época del ascenso del fascismo?
Desde el final de la guerra hasta el advenimiento del fascismo, el clima en Italia fue muy agitado. Entre 1919 y 1920, ese clima se caracterizó por una serie de violentos enfrentamientos de clase que fueron seguidos, en los dos años posteriores, por una reacción escuadrista que desató una verdadera guerra civil contra las organizaciones del proletariado. Esas acciones violentas del escuadrismo fascista se dirigieron principalmente contra el Partido Socialista, pero también contra el Partido Popular, el partido aconfesional de los católicos, y el Partido Republicano. Se trató, en definitiva, de un periodo muy crítico para una Italia que, si bien había resultado victoriosa en la Primera Guerra Mundial –con el sacrificio de más de medio millón de hombres y la movilización de todo el país–, tendió a vivir los años posteriores a la contienda como si hubiese sido derrotada y como si se encontrara a las puertas de una revolución bolchevique.
En aquel marco posbélico, buena parte de la clase obrera –que había sido militarizada durante la guerra, pero que, a diferencia de los campesinos, había estado mayoritariamente en las oficinas y no en el campo de batalla– se sintió atraída por aquellos que habían condenado la participación italiana en la contienda: es decir, el Partido Socialista. Esa organización experimentó, en consecuencia, un fuerte crecimiento, a tal punto que resultó la fuerza más votada en las elecciones de noviembre de 1919 y consiguió 150 bancas en el Parlamento italiano. Un mes antes, el Partido Socialista había adoptado una línea revolucionaria que quedó fijada en sus estatutos partidarios, según la cual su objetivo era lograr la dictadura del proletariado mediante la conquista violenta del poder. El problema, sin embargo, era que la dirigencia de la Confederación General del Trabajo –la organización sindical más importante del país, que alcanzaba casi dos millones de miembros y era una de las que sostenían al Partido Socialista– era reformista y contraria a la revolución. Todo esto provocó una política esquizofrénica entre la voluntad de una revolución bolchevique que no podía hacerse –y ni siquiera se intentaba– y una posible revolución democrática, que habría podido producirse si el Partido Socialista hubiera apoyado a los partidos laicos y reformadores dentro del Parlamento, como los republicanos, los radicales y los socialistas reformistas. El Partido Socialista, que había condenado totalmente la guerra, y de hecho había atacado con violencia e incluso con algunos asesinatos a quienes la reivindicaban, recibió pronto la reacción de todos aquellos que creían que la guerra había sido una necesidad para que Italia se convirtiera en una gran potencia, pero que, estando dominada por las masas socialistas, el país había ganado en el campo de batalla pero había perdido en el campo de la paz. Es en ese sentido en el que hablaban de una «victoria mutilada», lo que constituía un mito sin fundamento alguno porque, con el tratado de paz con Austria, Italia obtuvo las que eran sus principales aspiraciones. No solo consiguió las tierras que se encontraban bajo el dominio del Imperio austríaco –y que eran habitadas mayoritariamente por italianos–, sino también tierras habitadas mayoritariamente por alemanes o eslavos, quienes, sin embargo, debían garantizar fronteras seguras para Italia. La idea de la victoria mutilada fue una reacción, un mito de la reacción a la condena de la guerra por parte de las masas socialistas. Y fue, además, el comienzo de un choque violento contra los socialistas por parte de los nacionalistas, a los que se sumó luego el movimiento fascista, con la fundación de los Fascios de Combate. En este sentido, suelo ser muy cauto a la hora de hablar de un biennio rosso. Lo cierto es que se produjeron agitaciones cotidianas y ataques a oficiales y generales, pero sin que nunca se desarrollara un verdadero intento de golpe revolucionario como el que Lenin había dado en Rusia, porque incluso mientras el Partido Socialista sostenía una línea revolucionaria o bolchevique, mantenía una práctica política parlamentaria y reformista. Que el país sintiera, por tanto, que la posibilidad de una revolución bolchevique era cercana no quiere decir que efectivamente lo fuera. Cuando se habla de biennio rosso, debe recordarse eso.
En definitiva, la situación italiana en vísperas de la Marcha sobre Roma, y sobre todo en los tres años anteriores, era más confusa que revolucionaria. Es una situación marcada por desórdenes muy violentos pero sin la posibilidad de que en Italia pudiera producirse realmente una revolución bolchevique, por la simple razón de que Italia había ganado la guerra, su Ejército era todavía poderoso para poder reprimir una revolución interna y no disponía de todos aquellos recursos naturales que permitieron a la Rusia bolchevique, después de 1921, iniciar su propia industrialización. Era posible, en cambio, una revolución democrática, porque después de 1919 los dos partidos más importantes en el Parlamento eran el Partido Socialista y el Partido Popular, este último fundado por el sacerdote Luigi Sturzo, de inspiración católica pero con una política democrática. Si esas dos fuerzas políticas se hubieran entendido en términos del posible desarrollo de una revolución democrática, se habría podido producir una profunda transformación capaz de impedir que fuera posible la victoria de los nacionalistas. Sin embargo, la división entre estos dos grandes partidos que podían controlar el Parlamento italiano, sumada a la división dentro del Partido Socialista entre reformistas y revolucionarios –estos últimos luego fueron expulsados y dieron nacimiento al Partido Comunista–, hicieron imposible ese proceso. La izquierda, en ese contexto, peleó más entre sí que contra el fascismo emergente: las disputas entre los socialistas maximalistas, el Partido Comunista y el Partido Socialista Unitario, que manifestaba una línea reformista, fueron constantes. Por otra parte, estaba el Partido Popular, que también tenía problemas para avanzar en la dirección de una unidad por una revolución democrática, ya que, como partido católico, no podía aliarse con un partido revolucionario y ateo, pero tampoco con los liberales dirigidos por Giovanni Giolitti, que rechazaban a un partido que era dirigido por un sacerdote. Todas estas divisiones favorecieron, a partir de 1921, el ascenso del fascismo hasta su conquista del poder.
A partir del análisis histórico, usted ha planteado que el fascismo de 1919 –el de los Fascios de Combate– no era necesariamente la semilla para la formación del fascismo de masas que nace en 1921. ¿Cuál es la diferencia entre ese primer fascismo y el de los escuadristas?
Efectivamente, yo sostengo que lo que llamamos fascismo nace en 1921 y no tiene su semilla ni su embrión en los Fascios de Combate creados por Mussolini en 1919. Al mismo tiempo, sostengo que el fascismo de 1919 no constituía un movimiento nuevo, sino que era, en rigor, una reconstitución de los Fascios de Acción Revolucionaria que Mussolini había creado en 1915 para apoyar la intervención italiana en la Gran Guerra. El fascismo diecinuevista era, de modo muy evidente, un movimiento reformista –y no revolucionario y anticapitalista como muchas veces se lo ha definido–, que no buscaba una conquista insurreccional del poder, pregonaba la colaboración de clases, hacía una fuerte defensa de la burguesía productiva, pretendía el sufragio universal masculino y femenino, esgrimía demandas como la jornada laboral de ocho horas y se manifestaba nacionalista, democrático y anticlerical. Ese fascismo, el de los Fascios de Combate, solo se refería al término «revolución» para hablar de modo genérico de una «revolución italiana», concepto que era utilizado para reivindicar a los ex-combatientes como los verdaderos representantes de la nación. Además de ser un movimiento reformista, el fascismo de 1919 estaba a favor de una mayor autonomía regional frente a la centralización estatal, hecho que también lo diferenciaba muy claramente de lo que luego sería el programa del fascismo como fuerza escuadrista y como partido político. Si quisiéramos ver en una imagen la diferencia clara entre el fascismo diecinuevista y el fascismo nacido en 1921, deberíamos acudir al símbolo de Il Fascio, el órgano oficial de los Fascios de Combate de 1919. La insignia, entonces, no era el fascio littorio –ni en su versión romana ni en su forma republicana francesa–, sino un puño cerrado sujetando un manojo de espigas.
Otro aspecto que debemos mencionar es que, en el fascismo diecinuevista, como luego sucedería también en el Partido Fascista, Mussolini no era el líder reconocido oficialmente como tal, sino solo la figura nacional más importante. Desde 1912, primero como líder socialista, después como líder intervencionista [en la guerra] y luego, sobre todo, como editor de un periódico político nacional, Il Popolo d’Italia, Mussolini estaba en escena y era conocido, mientras que el resto de los líderes eran personalidades que habían desarrollado su actividad política en la izquierda socialista o sindicalista, pero que no tenían fama nacional. A pesar de ello, Mussolini no se erigió, como lo hicieron Lenin y Hitler, como líder oficial y absoluto de su propio movimiento. Mussolini solo fue miembro del Comité Central de la Junta Ejecutiva y, siendo un gran orador, no hizo casi nada por recorrer Italia y multiplicar las inscripciones en el Fascio. Permaneció en Milán y, a diferencia de Hitler, hizo muy poca propaganda política en la península, hasta 1921.
Excepto por unos pocos hombres y por el apoyo de las organizaciones paramilitares de los Arditi (los soldados de asalto de elite del Ejército italiano en la Primera Guerra Mundial), el fascismo de 1919 no tiene nada que ver con lo que sería luego el fascismo escuadrista de 1921. Hay mucha documentación al respecto y, por ello, mi posición es muy clara en este sentido. Y es que en el fascismo de 1919 no se encontraba el germen de lo que llamamos «fascismo histórico», aunque ya en julio de 1920 una organización armada de escuadras fascistas establecida en Trieste atacó e incendió la Narodni Dom, la sede de las organizaciones de la minor��a eslava. Sin embargo, este «fascismo fronterizo» no constituyó un movimiento de masas.
Ese fascismo de masas nace en 1921, se organiza de modo militar en el escuadrismo, luego toma la estructura de partido milicia [el Partido Nacional Fascista], se dedica a destruir las organizaciones del proletariado y se propone y logra la conquista del poder con la Marcha sobre Roma. En cambio, el fascismo diecinuevista no buscaba instaurar una dictadura; usaba la violencia, pero no con el objetivo de destruir sistemáticamente las organizaciones proletarias; no planeaba, como el fascismo escuadrista nacido en 1921, una insurrección revolucionaria para conquistar el poder, y tampoco quería convertirse en un partido político (a punto tal que se declaraba apartidario).
Según su perspectiva, Mussolini no creó el fascismo, sino que el fascismo creó a Mussolini. ¿Cómo consiguió hacerse con el liderazgo de ese movimiento y qué tensiones vivió en ese proceso?
Primero debemos puntualizar que Mussolini llegó a ser reconocido como el líder del fascismo, pero nunca oficialmente, en tanto no fue jamás el secretario general de los Fascios de Combate, ni el secretario general del Partido Nacional Fascista que nació en noviembre de 1921. En agosto de 1921, tras el crecimiento del escuadrismo como movimiento de masas, Mussolini pensó que reivindicando la paternidad del fascismo podría imponer su voluntad, llegando incluso a promover un pacto de pacificación con el Partido Socialista y con la Confederación General del Trabajo. Es decir que, después de que el escuadrismo destruyera el control y la hegemonía del Partido Socialista sobre las masas, Mussolini pensó en transformar a esa masa de escuadristas en un partido laborista para las clases medias. Hizo incluso un programa para hacer las paces con los socialistas y para desarmar a los escuadristas armados y, finalmente, lanzó una propuesta a los socialistas reformistas para que se desvincularan del Partido Socialista –que aún seguía inspirado en Lenin– y formaran una coalición con los fascistas y con el Partido Popular. Pero los escuadristas, que eran en su gran mayoría jóvenes de alrededor de 25 años y que se habían unido al fascismo en 1920, querían algo muy diferente.
Para ver la diferencia entre los Fascios de Combate, creados por Mussolini en 1919, y el fascismo como escuadrismo, conviene repasar los números. Los Fascios de Combate eran un movimiento marginal que en su primer año contaba apenas con unos 800 miembros. El número ascendió a unos 10.000 a finales de 1920, pero solo con el surgimiento y la explosión del escuadrismo los inscriptos pasaron a ser casi 200.000. En definitiva, Mussolini vio crecer de forma repentina y vertiginosa un movimiento que llevaba un nombre como el que él había creado, pero qué él no había inventado ni propuesto. En ese marco lanza la idea del pacto de pacificación, pero no toma en cuenta que los escuadristas no apoyan ese pacto, porque aspiraban a seguir conquistando el poder local. Es así que, en agosto de 1921, los escuadristas se rebelan contra Mussolini y lo llaman «traidor». Dicen: «El que ha traicionado al socialismo ahora traiciona al fascismo»[1]. Los escuadristas del Valle del Po marchaban cantando «Quien ha traicionado traicionará», dirigiendo ese dardo contra Mussolini. Al final de esa rebelión, los escuadristas le ofrecieron a Gabriele D’Annunzio el liderazgo del movimiento fascista, que ya se había convertido en un movimiento de masas. Pero D’Annunzio no aceptó hacerse cargo de la situación. Ese es el momento en que Mussolini renunció a su programa de transformar al escuadrismo en un partido parlamentario y aceptó seguir a los escuadristas. Y fueron los propios escuadristas quienes decidieron crear el Partido Nacional Fascista como partido armado. Por eso digo que no era Mussolini quien dirigía el fascismo, sino que Mussolini era quien seguía al fascismo. Y esto sucedió hasta la Marcha sobre Roma. Quien decidió atreverse con una insurrección armada no fue Mussolini, sino el secretario del Partido Fascista Michele Bianchi. Mussolini todavía estaba negociando en secreto con ex-líderes liberales como Giovanni Giolitti, Antonio Salandra y Francesco Saverio Nitti la posibilidad de formar un gobierno en el que el fascismo tuviera cuatro o cinco ministerios, pero que estuviera presidido por uno de esos viejos líderes liberales, cuando el 26 de octubre Bianchi lanzó la idea de un gobierno liderado por Mussolini como forma de chantaje al rey y a la dirigencia liberal. Hay una llamada telefónica del 27 de octubre a las 2:40 de la madrugada en la que Bianchi le advierte a Mussolini que la insurrección ya había comenzado y en la que Mussolini le responde: «Espera un poco».
Otra confirmación de esta situación se produce el 10 de junio de 1924, el día del asesinato del líder socialista reformista Giacomo Matteotti. En esa fecha, en la que el fascismo parecía colapsar, Bianchi le escribe una carta a Mussolini en la que lo acusa de haber obstaculizado siempre el programa revolucionario y le recuerda que fue él, y no Mussolini, quien desató la destrucción de las últimas organizaciones proletarias en agosto de 1922. Allí le dice: «Fui yo quien lanzó la Marcha sobre Roma, mientras tú me acusabas de ser un loco salvaje». En ese mismo documento Bianchi asegura que fue él, un sindicalista revolucionario calabrés, el verdadero creador de la organización político-militar fascista y el que luego se atrevió a chantajear al gobierno y al rey imponiendo el nombre de Mussolini.
¿Esto significa que Mussolini fue forzado o empujado a hacer la Marcha sobre Roma?
Forzado no, pero digamos que se enfrentaba al riesgo de ser desautorizado por Michele Bianchi, Italo Balbo y Roberto Farinacci, los verdaderos lideres revolucionarios del escuadrismo fascista, que eran quienes controlaban efectivamente a la masa armada. Tenga presente que, en octubre de 1922, los escuadristas armados controlaban las principales ciudades, las capitales y todo el Valle del Po, desde Trentino hasta Bolonia, y luego la mayor parte de Italia central. Todas estas provincias estaban ya antes de la Marcha sobre Roma bajo un dominio dictatorial del Partido Fascista. El verdadero éxito de la Marcha sobre Roma como insurrección es que, entre el 27 y el 28 de octubre, les permitió a los escuadristas ocupar grandes ciudades, organismos gubernamentales e incluso cuarteles. A partir de allí, se produce el chantaje de Bianchi al rey y a los liberales para imponer a Mussolini como nuevo jefe de gobierno. Y allí es donde sí se expresa el genio político de Mussolini, que, sabiendo que se trataba de un movimiento arriesgado, ve que no hay ninguna resistencia por parte del gobierno ni de las Fuerzas Armadas, pero tampoco por parte de los trabajadores –millones de ellos aún organizados por los partidos antifascistas–. No hubo, fíjese, ni siquiera una huelga. Con esto quiero decir que los fascistas pudieron llegar a Roma teniendo ya el control de gran parte del norte y del centro de Italia con la fuerza armada del escuadrismo, sin encontrar ninguna resistencia por parte de las organizaciones obreras. Por tanto, en el libro El fascismo y la Marcha sobre Roma [2], sostengo que no hubo compromiso para que Mussolini y el fascismo llegaran al poder, sino que se produjo la victoria completa del chantaje.
Uno de los aspectos centrales de la mitología fascista es la de haber salvado al país del «peligro bolchevique». ¿Cómo se construyó esa mitología, sobre la que usted trabaja en su libro Mussolini contra Lenin, y por qué la considera históricamente falsa?
La idea de que Mussolini evitó una revolución bolchevique en Italia fue, en rigor, una invención de la prensa conservadora inglesa, y muy particularmente del periodista Percival Phillips, quien poco después de la Marcha sobre Roma escribió un libro titulado The «Red» Dragon and the Black Shirts: How Italy Found Her Soul: The True Story of the Fascisti Movement [El dragón «rojo» y los camisas negras. Cómo Italia encontró su alma: la verdadera historia del movimiento fascista][3]. La tesis de Philips, un periodista estadounidense con claras simpatías por el fascismo, falsificaba completamente los hechos históricos, a punto tal que llegaba a afirmar que, incluso durante el proceso de la Marcha sobre Roma, había en Italia un peligro revolucionario de tipo leninista. Esta tesis fue, lógicamente, usufructuada y utilizada por el propio régimen para crear el mito del fascismo como el salvador de la nación. La realidad, por supuesto, era muy distinta, y existen numerosas pruebas documentales que permiten demostrar la falsedad de esas afirmaciones. En primer término, el movimiento fascista no había conseguido monopolizar el consenso de las masas –recordemos que en las elecciones solo obtiene 35 diputados, que luego se convierten en 30–, pero sí el de las clases medias, es decir, de ese amplísimo sector de la población italiana que se había convertido en mayoritario en los años comprendidos entre 1911 y 1921 y que no tenía representación política propia y se identificaba con la nación, con el Estado y con los valores de la burguesía. En segundo lugar, la llamada izquierda revolucionaria estaba completamente dividida y desorganizada. El conflicto y la división en su seno eran de tal magnitud que, hacia 1921, el Partido Comunista estaba mucho más claramente decidido a destruir al Partido Socialista que a luchar contra el fascismo.
Observando la completa división entre socialistas y comunistas, pero también lo que estaba sucediendo en la Rusia Soviética –donde había terminado la guerra civil, la dictadura bolchevique se había asentado y se estaba adoptando una política neocapitalista como la Nueva Política Económica (NEP)–, es el propio Mussolini quien, en el verano de 1920, afirma que el intento de exportar el leninismo a Europa ya había fracasado. Y en julio de 1921, vuelve a declarar que hablar del peligro bolchevique en Italia es «una tontería». A tal punto la consideración de Mussolini es que el peligro bolchevique está muerto que, en ocasión de la Conferencia Internacional de Génova –que es convocada por las potencias vencedoras de la Primera Guerra Mundial para discutir los problemas económicos de la posguerra–, no se opone a la asistencia de Lenin. En aquel momento se llega a admitir la posibilidad de que Lenin viaje personalmente a Italia, y Mussolini, como si fuera el amo del país, escribe: «El señor Lenin puede venir, pero no debe hablar de política, de lo contrario nuestros escuadristas se encargarán de él».
Pero permítame agregar algo más. Que el peligro bolchevique no existía en Italia era también claro por el hecho de que, cuando se desarrolla la Marcha sobre Roma, los dirigentes maximalistas del Partido Socialista y los del Partido Comunista toman un tren y se van a Moscú para la Conferencia de la Internacional Comunista. Dicen que en Italia no pasa nada, que lo que está sucediendo es solo una disputa entre burgueses. Fíjese que el 27 de octubre de 1922, luego del gran mitin de los escuadristas fascistas en Nápoles, el periódico comunista L´Ordine Nuovo, dirigido por Antonio Gramsci, afirma que todo se trata de una farsa y sostiene que se está asistiendo a las «vísperas de la desintegración del fascismo». Frente a estos documentos, frente a estos datos, hablar todavía hoy de un peligro rojo revolucionario, de una amenaza comunista en Italia, es una de las mayores tonterías que se pueden decir. La idea del «peligro bolchevique» fue instalada y utilizada por el fascismo para construir su mito de salvación nacional, pero está completamente alejada de lo que fueron los hechos históricos.
En muchos de sus libros, pero en particular en El culto del Littorio. La sacralización de la política en la Italia fascista[4], usted definió el fascismo como una religión política y lo ubicó dentro del fenómeno más amplio de la «sacralización de la política». ¿Qué es lo que constituye una religión política y qué hizo que el fascismo se constituyera como tal?
Efectivamente, la religión política es un aspecto del totalitarismo fascista y los primeros en referirse al fascismo como una «religión política» fueron los católicos antifascistas y los liberales. Ellos alegaban que el fascismo pretendía imponer su ideología, es decir, la exaltación de la nación, la exaltación del Duce y la exaltación del propio fascismo como un dogma al que todo el mundo debía someterse, constituyéndose como una «religión política de la nación». Ese tipo de práctica de imposición se desplegó incluso antes de que el fascismo desarrollara su dictadura. Ya a fines de 1923, y a través de feroces palizas, los fascistas obligaban a la gente a quitarse el sombrero y a hacer reverencias a su paso. Los católicos antifascistas, como Luigi Sturzo, entendieron que el fascismo no podía ser de ninguna manera compatible con el catolicismo y que la Iglesia no podía apoyar el fascismo porque era un movimiento pagano que sacralizaba la nación y el Estado. El término de «religión política» se extendió luego entre otros antifascistas que observaban la forma en que el régimen imponía sus ritos, sus símbolos y sus mitos a toda la población italiana por medio de la violencia. Es este el sentido en que, en 1924, el periodista Igino Giordani, que adhería al Partido Popular de Luigi Sturzo, definía el fascismo como una «religión política pagana».
Debo aclarar, sin embargo, que la religión política no es exclusiva del fascismo, sino que pertenece a todos los totalitarismos. Fue, por ejemplo, un fenómeno visible en la Rusia bolchevique de 1918 y 1919, pero sobre todo tras la muerte de Lenin en 1924. En este sentido, y atento a su pregunta, me gustaría hacer algunas puntualizaciones. La primera es que la religión política forma parte de un movimiento más extenso que, como usted bien dice, he denominado «sacralización de la política» y que concierne a todos aquellos movimientos que sitúan la política en el centro de la vida humana y la convierten en una entidad suprema a la que incluso la religión debe someterse. En este marco, debemos diferenciar lo que constituye una religión política, que es típica de los regímenes totalitarios, de lo que constituye una religión civil, que caracteriza a los países democráticos. Tenemos, de hecho, el ejemplo de Estados Unidos, donde existe pluralismo religioso, pero cuando todos los creyentes, desde protestantes a católicos, pasando por judíos, musulmanes o sijs, se reúnen y cantan «God Bless America», reconocen a un dios que no es el dios de una religión concreta: es el dios de Estados Unidos. Estados Unidos es el primer ejemplo de una sacralización de la política en la que la política misma se convierte en el centro de una devoción. Esto se difunde y se extiende de manera más decisiva con la Revolución Francesa, con la dictadura jacobina, con Napoleón y luego, durante el siglo XIX, en los diferentes países y continentes, entre los que se incluye América Latina, donde distintos movimientos políticos pretenden definir el sentido último y la finalidad de la vida en esta tierra.
El hecho de que el fascismo pretendiera erigirse como una totalidad espiritual del Estado lo llevó a contradicciones con el campo religioso, tal como usted lo documenta en Contro Cesare[5]. En su libro usted muestra una relación pragmática entre el fascismo y la Iglesia católica, a la vez que puntualiza la complejidad que el fenómeno fascista suponía para muchos cristianos, en tanto se producía un conflicto entre el primado de Cristo y el del César (el Duce). ¿Cómo fue esa relación y qué influencia tuvieron los católicos antifascistas como Luigi Sturzo y Francesco Luigi Ferrari, a la hora de sentar las bases de una oposición cristiana al fascismo?
Al aproximarnos a este tema siempre debemos hacer una distinción entre el Estado Vaticano –es decir, la Iglesia como Estado– de la Iglesia como expresión de una religión determinada. En las relaciones con el gobierno fascista –que no es lo mismo que con el fascismo–, Pío XI aceptó inmediatamente ir por el camino de un Concordato, en tanto había aspectos que el papa compartía. Estos eran el antimarxismo, el antiliberalismo, la crítica a la democracia y, sobre todo, la condena y el rechazo de la soberanía popular y del libre pensamiento. Estos aspectos del fascismo eran compartidos porque eran los mismos objetivos religiosos que tenía la Iglesia en ese momento desde el Concilio Vaticano I. En ese sentido, tenían enemigos comunes. Y ese es el motivo por el que Pío XI intenta y consigue un Concordato con el Estado italiano. Pero el mismo papa, como líder de una religión que predicaba la igualdad –aunque solo fuera en términos espirituales–, el amor entre los pueblos y la condena de la violencia, tenía enfrente un poderoso movimiento político que divinizaba a la nación, que exaltaba a Mussolini como una especie de ídolo y que, sobre todo, contaba con una organización militar armada que se lanzaba no solo contra las organizaciones socialistas, sino también contra las organizaciones católicas y los párrocos que no aceptaban los símbolos fascistas o se rehusaban a recibir a los escuadristas en la iglesia. En ese sentido, se produjo una doble situación. Por un lado, estaba el papa que, como jefe de la Iglesia, buscaba un Concordato para convivir con un Estado laico, pero, por el otro, estaba el mismo hombre que, como líder de una religión, veía ante sí un movimiento que pretendía, cada vez más explícitamente, ser él mismo una religión terrenal que quería para sí no solo la obediencia, sino también la entrega de los ciudadanos. En mi libro Contro Cesare he mostrado con documentos la falsedad de esas teorías –o más bien de esas fábulas– según las cuales el papa Pío XI era un hombre con una personalidad similar a la de Mussolini, por lo cual, supuestamente, era piadoso con él. He publicado documentos que demuestran que, desde 1925, mientras buscaba el camino para un acuerdo entre Estados, el papa manifestaba una marcada angustia por el paganismo fascista y por lo que él llamaba, en algunos de sus documentos, una «religión civil». Pero esto no sucede solo en 1925, sino que continúa en el tiempo. El papa estuvo incluso dispuesto a romper el Concordato antes de su firma, cuando Mussolini, en 1929, pronunció una frase herética, claramente blasfema, al afirmar que «sin la romanidad, sin ser trasplantado a Roma, el cristianismo seguiría siendo una pequeña secta judía en Palestina». Pese a que acabó prevaleciendo la diplomacia y el Concordato se firmó en 1929, en mayo de 1931 el Partido Fascista lanzó una guerra escuadrista contra las organizaciones católicas con la intención de destruir el intento de la Acción Católica de convertirse en una especie de refugio para el Partido Popular –que era católico y antifascista–. En ese contexto, el Papa publicó una encíclica en italiano en la que condenaba el paganismo y la estadolatría fascista. Es decir, utilizó en 1931 las mismas palabras que habían empleado Luigi Sturzo y Francesco Luigi Ferrari entre 1923 y 1925, y por las que se habían visto obligados a abandonar Italia y exiliarse. Eran estos católicos los que escribían desde 1923 contra el peligro que una religión neopagana como la fascista suponía para la fe cristiana. Aun así, a pesar de la posición del papa, el fascismo no dio marcha atrás, y fue el propio papa quien tuvo que retroceder pidiéndole a la Acción Católica que solo se ocupara de asuntos religiosos. Sin embargo, el mismo conflicto volvió a estallar en 1938 y, como demuestro en mi libro, las acusaciones de Pío XI contra el fascismo y su dimensión totalitaria volvieron a ser continuas. Cuando el papa muere, el 10 de febrero de 1939, en vísperas del décimo aniversario del Concordato, tenía ya preparada una encíclica, Humanis generis unitas, para romperlo. En esa encíclica condenaba como herejías el totalitarismo de la nación, de la raza y de la clase (es decir, el fascismo, el nazismo y el comunismo). El papa murió sin que la encíclica fuera publicada, y el nuevo pontífice, Pío XII, enfrentado a la amenaza de una guerra inminente, prefirió guardarla en un cajón. Esa encíclica fue finalmente descubierta y dada a conocer en 1995 por algunos estudiosos[7]. Por tanto, cuando nos enfrentamos a la historia de las relaciones entre el fascismo y la Iglesia, debemos siempre distinguir, por un lado, las relaciones entre un Estado y una institución que asume el carácter de Estado, y, por otro, la relación entre las dos religiones. Entre el Estado fascista y la Iglesia católica hay un Concordato, a la vez que un conflicto continuo, cada vez más grave y cada vez más aterrador para el papa. Los documentos demuestran que esos son, para el papa, diez años de sufrimiento continuo. Es absolutamente ridículo confundir un acuerdo de convivencia entre Estados –sobre todo, en un país en el que en los estatutos el catolicismo era la religión estatal– con una simpatía entre el movimiento fascista y la religión católica. No era posible una real convivencia entre una religión que quería a todo el mundo para sí y un movimiento, como el fascista, que también quería a todos los seres humanos para él en este mundo y que, por lo tanto, no aceptaba la competencia de la Iglesia.
Quisiera ir introduciendo la entrevista, si me permite, en el campo del análisis de la relación entre el fenómeno fascista y otros procesos que tienen lugar en nuestros tiempos. Actualmente se discute mucho sobre el crecimiento del apoyo de los trabajadores a las nuevas extremas derechas. Si volvemos atrás en la historia, ¿cuál era la composición de clase del movimiento fascista? ¿A qué sectores pertenecían aquellos primeros escuadristas armados?
Una pequeña porción del grupo dirigente fascista, tanto en los Fascios de Combate como luego en el escuadrismo, estaba constituida por hijos de la burguesía. Pero la mayor parte –entre la que se encontraban líderes como Italo Balbo, Dino Grandi y Roberto Farinacci– eran hijos de pequeños profesionales locales, abogados o incluso profesores de escuela secundaria. O, como en el caso de Renato Ricci, de un trabajador de las canteras de mármol de Carrara. Por su parte, la base social del movimiento fascista estuvo compuesta, desde el principio, por las nuevas clases medias. Nuevas en el sentido de que muchos de aquellos que militaban eran jóvenes, mayoritariamente del valle del Po, hijos de antiguos agricultores que habían logrado comprar tierras durante el periodo de la gran crisis –que se había extendido entre 1911 y 1921–. Esos hombres, que se habían convertido en propietarios, no querían, lógicamente, someterse a ningún sistema socialista que impusiera una socialización. Debemos tener en cuenta que, entre 1911 y 1921, a partir de la desintegración de la gran propiedad capitalista en el campo, se formó un millón de nuevos propietarios, es decir, personas que habían luchado como campesinos por tener la propiedad de la tierra y que no querían cederla para ninguna idea proletaria o socialista. Si hacemos un ejercicio y le atribuimos a cada una de esas personas un solo hijo varón, tenemos un millón de jóvenes que están en contra del socialismo y que, habiendo sido la mayoría de estos combatientes en la Gran Guerra y habiéndose identificado con la nación, se veían a sí mismos como la nueva clase dirigente. Son ellos quienes dan vida a las nuevas escuadras fascistas, a los líderes fascistas y a los que serán luego los líderes del régimen fascista durante los 20 años de gobierno.
El fascismo tuvo un componente de trabajadores, pero se trataba de trabajadores agrarios que, después de la destrucción de las organizaciones socialistas, habían sido obligados a unirse a los sindicatos fascistas con la promesa de acceder a la tierra –algo que finalmente la mayoría de ellos no obtendría–. Esto nos muestra que la composición de clase del fascismo fue muy diferente de la del nacionalsocialismo, en tanto nunca logró capturar un fuerte apoyo de la clase trabajadora. Mientras que el nazismo tenía un importante apoyo obrero, el fascismo no logró ganarse ese sostén de los trabajadores, exceptuando a los de segunda generación, es decir, a aquellos que no habían conocido la violencia escuadrista. Estos sí eran más favorables al fascismo, tal como lo reconocieron los propios dirigentes comunistas. En 1935, el líder comunista Palmiro Togliatti expresó en una conferencia en Moscú que, en ese punto histórico, ya no era necesario luchar con las armas contra los fascistas, sino entrar en el fascismo, usar los mitos fascistas como el de 1919, y finalmente así conquistar los sindicatos fascistas. Togliatti llamaba a esos obreros «hermanos con camisa negra». Lógicamente, el intento de Togliatti fracasó, porque los fascistas podían ser muy estúpidos en muchos aspectos, pero justamente no para reconocer a sus enemigos. En eso sí que eran muy inteligentes.
Por no remontarnos a muchas otras experiencias que han sido calificadas genéricamente como fascistas, le mencionaré solo algunos casos contemporáneos: un partido como Vox, en España, ha sido calificado como fascista; el gobierno de Jair Bolsonaro en Brasil ha sido calificado como fascista; Donald Trump ha sido calificado como fascista; Mateo Salvini ha sido calificado como fascista. Todo esto por no mencionar los casos en que la expresión se usa aún más indiscriminadamente, llegando a conceptos como «fascismo de izquierda» o «islamofascismo». Usted está manifiestamente en desacuerdo con el uso de ese apelativo. ¿Por qué en ningún caso es válido?
Porque todo lo que no hace crecer nuestro conocimiento de las nuevas realidades que produce la historia es inútil y nocivo. El conocimiento progresa a través de la distinción, no a través de la confusión ni de las analogías. El agua es un líquido, y el aceite y la gasolina también lo son. Si yo digo que todos esos líquidos son agua no avanzo en el conocimiento y puedo correr el riesgo de cocinar fideos con gasolina. Si yo digo que todos los regímenes o movimientos autoritarios son fascistas, corro el riesgo de equivocarme claramente y de no analizar y comprender, de modo concreto, un determinado fenómeno. Ahora bien, ¿por qué puede usarse de este modo extenso, confuso y equivocado el concepto de fascismo? Fundamentalmente porque en su etimología el concepto «fascismo» no significa nada precisamente político. Le daré un ejemplo. Si digo «comunismo», seguramente no apoyo la propiedad privada, sino la comunidad de bienes. Si digo «liberalismo», no apoyo la socialización de los bienes, sino la propiedad privada. Si digo «anarquismo», no apoyo el poder estatal, sino la anulación de cualquier poder. Pero si digo «fascismo» digo solo «fasci», «fascio», que significa literalmente «estar juntos». ¿Entonces todos los movimientos que proponen estar juntos son fascistas? Claramente no. Ahora bien, según el uso extenso de la palabra «fascismo», que es homologada casi a cualquier movimiento o régimen autoritario, podríamos decir, por ejemplo, que Dios es fascista. Fíjese que, si aplicamos ese criterio, el Dios de la Biblia, del Antiguo Testamento, cuando ordena exterminar a las mujeres, niños, hasta la última descendencia, debería ser considerado de ese modo. ¿Y qué diríamos de Caín? Este también podría ser considerado el primer fascista que, para colmo, ha desatado una guerra civil al matar a su hermano Abel.
Hago estas bromas, pero, como usted sabe, todo esto conforma una ironía verdaderamente trágica. Esta difusión del término fascismo ha creado una profunda incapacidad para entender nuevos fenómenos en los que, si bien hay elementos que estaban presentes en el fascismo, no está presente ninguno de los que verdaderamente lo definían, lo hacían particular. Esos elementos son el totalitarismo, el imperialismo, la religión política, la revolución antropológica y la guerra como fin principal de la vida humana. A los regímenes y expresiones políticas que usted planteó en tono jocoso, podríamos agregar los de [Silvio] Berlusconi, [Charles] De Gaulle o [Juan] Perón. ¿Encontramos en ellos algunos elementos similares a los que había en el fascismo? Sí, por supuesto, porque el fascismo siempre fue imitado, sobre todo a través del uso de símbolos, de rituales, de mitos. Pero ¿están los componentes fundamentales del fascismo, aquellos que permitían definirlo como tal? No, no están. ¿Cómo se puede calificar de fascista un movimiento como Vox, que quiere afirmar la primacía de la catolicidad sobre el Estado, sobre la nación, sobre la educación, cuando la primacía del fascismo era la de la política, la del Estado? Hemos llegado a tal punto de confusión, que hay quien no es capaz de distinguir un movimiento nacionalista de inspiración católica que sostiene posiciones de la extrema derecha católica en temas asociados a cuestiones como la familia –donde se opone decididamente al aborto y al feminismo– del propio fascismo. Lo mismo sucede con Salvini y La Liga. ¿Cómo puede ser fascista un movimiento como La Liga, que ha pregonado históricamente la secesión de una región de Italia, cuando uno de los puntos fundamentales del fascismo es el de la unidad de la nación, que fue siempre considerada de carácter sagrado?
Las cosas, como usted comentaba en su pregunta, van incluso más allá. El uso del término fascismo se ha vuelto tan simplista que se lo puede aplicar desde a Trump hasta a Putin. Cualquier régimen autoritario con culto a un líder es llamado fascismo. Corea del Norte entonces sería fascista, la misma China comunista sería fascista. Evidentemente, esto no ayuda a entender los fenómenos contemporáneos que enfrentamos. Este uso priva a la categoría «fascismo» de los componentes que realmente le son propios y que solo se encuentran si los analizamos en la historia.
En resumen, lo que intento transmitir es que muchas veces se sostiene que tal o cual movimiento es fascista porque entre sus ideas figuran posiciones racistas, o apelaciones a la pureza de la nación, o porque desprecia la democracia representativa. Pero todas esas ideas preceden al fascismo. Que haya racismo o que haya autoritarismo no quiere decir que haya fascismo. Esas no son cualidades específicas del fascismo, sino que aparecieron incluso en otras latitudes y todavía perduran. El fascismo no existía durante el tiempo del primer racismo en Francia, o en el siglo XIX cuando había racismo en Inglaterra y en Estados Unidos, país en el cual todavía desgraciadamente sobrevive en muchos estados. Mucho antes del fascismo hubo sociedades, y no solo de Occidente, que afirmaron una identidad nacional que excluyó, por ejemplo, a grupos étnicos de diverso tipo. Con esto quiero decirle, aunque usted lo sabe, que no es posible atribuir a cualquier movimiento, construyendo analogías generales, el carácter de fascista.
Le aseguro que yo me esfuerzo mucho por entender estas analogías, pero las analogías no sirven para comprender la historia, sino para hacerla más confusa. Eso es lo que yo denomino «ahistoriología», es decir, una historia hecha como la astrología, que, en lugar de estudiar científicamente los hechos, se limita a interpretarlos según los propios deseos, esperanzas y temores.
Es completamente cierto que todos esos movimientos o regímenes son nítidamente distintos del fascismo o tienen características que no pueden ser circunscriptas a él. Pero ¿qué sucede con la primera ministra italiana Giorgia Meloni, de Fratelli d’Italia, que proviene de una fuerza política que sí se ha reivindicado como neofascista, como el Movimiento Social Italiano? De hecho, en su propio símbolo, Hermanos de Italia lleva la vieja insignia del Movimiento Social Italiano, la llama encendida…
Efectivamente, entre 1946 y 1994, hubo en Italia un partido neofascista con representación parlamentaria y que llegó a ser el cuarto partido a escala nacional. Hablamos, como usted bien dice, del Movimiento Social Italiano (MSI), una organización política que fue fundada por funcionarios, jerarcas y adherentes al régimen fascista que, aunque nunca llegó a 10% de los votos, rozó esa cifra en las elecciones de 1972. Ese partido participó en la elección de al menos un par de presidentes de la República, y compitió democrática y pacíficamente en las elecciones generales y locales. Como usted sabe, el MSI se disolvió en 1994, transformándose, con el liderazgo de Gianfranco Fini, en el partido Alianza Nacional. Ese partido repudió el fascismo –aunque Fini en los años 2000 seguía diciendo que Mussolini había sido el mayor estadista de toda la historia de Italia– y formó parte de todos los gobiernos de Berlusconi. En tal sentido, desde 1994, Alianza Nacional se despegó de su matriz original de neofascismo y se encaminó a un proceso de transformación hacia una derecha nacional conservadora, posición que ahora es recogida por el partido de Giorgia Meloni.
El partido de Meloni bebe de esa experiencia y, en tal sentido, no tengo inconveniente alguno en considerarlos como posfascistas que han aceptado las reglas del Estado democrático y de la República y que han jurado sobre la Constitución, y que se inscriben en esa derecha nacional conservadora. Por supuesto, la herencia del MSI es visible en el modo de concebir la política y en la relación con los adversarios. Pondré un ejemplo. Por estos días, se habla en Italia de la reforma constitucional. Meloni quiere el presidencialismo y se dirige a la oposición diciéndole: «Si no están de acuerdo con lo que yo digo, avanzaré igual». Evidentemente, no es una actitud democrática dialogar con la oposición bajo esta premisa. Recuerda a aquello que hiciera Mussolini en 1923, cuando siendo líder de un gobierno de coalición, se dirigió a sus opositores parlamentarios –los socialistas y los liberales antifascistas– diciéndoles: «¿Pero ustedes que quieren? Pongámonos de acuerdo». Y ellos respondían: «No queremos escuadristas armados, no queremos violencia». Y Mussolini terminaba diciendo: «Si ustedes no quieren lo que yo impongo, yo seguiré mi propio camino». En esto, digamos, hay un tipo de actitud similar. A esto se suma la perspectiva mitológica que expresan algunos de los que forman parte del gobierno de Meloni, según la cual el fascista fue el mejor gobierno que Italia jamás haya tenido, «excluyendo» las leyes racistas. Esto no implica, sin embargo, que siete millones de italianos que han votado a ese partido y a ese gobierno sean fascistas. De hecho, tampoco se trata en sí de un gobierno fascista –ya hemos dicho que no hay escuadristas armados, no se propicia una revolución antropológica de la sociedad, no instala una religión política, no construye un régimen totalitario–. Es un gobierno que tiene a un partido como Fratelli d’Italia, que convive con otros muy distintos. Fíjese, sin ir más lejos, que en este gobierno convive el partido de Meloni, que reivindica el «orgullo nacional», pero aliado a un partido como La Liga, que ha negado históricamente la propia existencia de la nación italiana y buscaba la secesión de una parte del país –aunque hoy la llamen «autonomía diferenciada»–. Y participa también una fuerza como la de Berlusconi, que exalta el liberalismo y el hedonismo.
Profesor, creo que ya la respuesta surge de sus propias respuestas previas, pero de todos modos le haré la pregunta. Como usted sabe muy bien, en 1995 el ensayista Umberto Eco utilizó la categoría «fascismo eterno» en una conferencia pronunciada en la Universidad de Columbia, que sería publicada algunos años más tarde. Eco no solo apuntaba 14 rasgos que él definía como «fascistas», sino que además asumía que el fascismo era casi una identidad política móvil, que ya no usaba solo uniformes militares sino también «trajes civiles» y que volvía en «nuevos ropajes más inocentes». Su conclusión lógica era que el deber de los demócratas era «desenmascararlo». ¿Cuáles son los inconvenientes que, según su parecer, tienen esta definición y esta idea? ¿Qué problemas puede traer aparejados la idea de una «eternidad» en la política?
Permítame responderle comenzando por el final de su pregunta. Debo decirle que, en comparación con Eco, yo soy un poco avaro, porque he definido al fascismo no en 14 sino en 10 puntos, pero podría reducirlos incluso a tres. El problema con los 14 puntos de Eco es que pueden ser aplicados también a la Iglesia católica o a la Falange española. Y si se pueden aplicar de ese modo, entonces no definen algo particular del fascismo. A eso agregaría otra cuestión de igual importancia. Si los fascistas aparecen, como dice Eco, disfrazados de demócratas, ¿cómo distinguimos a los demócratas antifascistas de los demócratas fascistas? Es decir, ¿quién tiene derecho a definirse como un demócrata antifascista si, por ejemplo, como hizo Gramsci, llamamos semifascistas a socialistas como Filippo Turati, a liberales como Giovanni Amendola, a católicos democráticos como Luigi Sturzo? ¿Y cómo hacemos para decir que el verdadero antifascista fue Gramsci, que fue encarcelado en 1926, mientras que Matteotti fue asesinado en 1924, Amendola fue atacado en 1923 y 1925, y Sturzo se vio obligado a exiliarse en 1924, y Turati en 1926? Lo mismo ocurre con el concepto según el cual el fascismo puede repetirse en otras formas y depende de los demócratas desenmascararlo. Una posición de ese tipo les otorga una suerte de poder totalitario a los llamados demócratas para decidir cómo, cuándo y quién es un fascista disfrazado. Con ese criterio, todo el mundo podría decir «tú eres el fascista, yo soy el verdadero antifascista».
Yo siempre tuve una gran admiración por Umberto Eco, un semiólogo con un enorme conocimiento de la retórica y también de la historia. Pero no podía ni puedo estar de acuerdo con él cuando afirma su tesis del «fascismo eterno». ¿Cómo se puede sostener la idea de algo eterno en la historia, cuando ni siquiera las divinidades se revelan eternas? ¿Dónde están hoy Júpiter y Apolo? ¿Dónde están los dioses de Persia? ¿Estamos seguros de que el cristianismo y el islam serán eternos? Hasta ahora, de hecho, han vivido menos que la religión egipcia. En la historia nada es eterno. Es un absurdo hablar de eternidad en la historia. Y, por otro lado, ¿solo el fascismo sería eterno? No veo que nadie hable de un «liberalismo eterno» o de un «bolchevismo eterno», de un «jacobinismo eterno» o, para referirme a su país, de un «peronismo eterno». Pareciera que solo el fascismo estuviera dotado de eternidad. Pero si el fascismo es eterno, entonces todo antifascista está derrotado de antemano. Nunca ganará porque, al parecer, su adversario es poseedor de un don único que no tiene ninguna otra ideología y ningún otro régimen: la eternidad. Ese supuesto carácter de la «eternidad» se basa, tal como le decía, en la práctica de las analogías. Se basa en atribuirles a movimientos o regímenes no fascistas la categoría de fascistas.
Al mismo tiempo que se ha producido toda esta banalización con la tesis del fascismo eterno, también se ha producido el fenómeno que usted ha denominado como «desfascistización del fascismo». ¿Podría explicar en qué consiste ese proceso?
Por supuesto. Mi concepto de «desfascistización del fascismo» se refiere, sobre todo, a lo que sucedió en Italia inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial, cuando distintos grupos ideológicos se enfrentaron al problema de pensar el fascismo tras el propio fin del régimen. Lo que había sido, a todas luces, un régimen de 20 años que había tenido características opresivas y excitantes para toda la sociedad italiana, se transformó, en algunas conceptualizaciones de los propios hombres de la izquierda que lo habían derrotado, en un fenómeno que básicamente consistía en una banda de criminales que se habían quedado con el poder frente a unas masas siempre hostiles al régimen y sometidas a la miseria. Entre los mismos antifascistas que habían derrotado al fascismo se evidenció un fenómeno de falta de rigor a la hora de definir ese régimen. Lo mismo sucedió, claro, desde el lado neofascista, que definía el fascismo como un régimen que había hecho mucho bien al país pero que, desgraciadamente, se había convertido en una dictadura porque el comunismo amenazaba a Italia. Esa derecha neofascista intentaba decir que el fascismo no era totalitario, que recién se había vuelto racista en 1938, que se había convertido en un régimen de partido único solo porque Matteotti había sido asesinado y porque la izquierda y los antifascistas querían derrocarlo. En definitiva, desde la izquierda y desde la derecha se produjo una banalización del régimen que impedía ver su especificidad. Se «desfascistizaba» el fascismo. En la izquierda se llegaba incluso a afirmar que el fascismo no tenía ideología, no tenía una visión de la economía, y hasta que ni siquiera había existido un régimen fascista: solo había mussolinismo.
En torno de este tema conviene mencionar la influencia que tuvo un libro que seguramente usted conoce y ha leído. Me refiero a Los orígenes del totalitarismo de Hannah Arendt, en el que la autora, sin saber nada del fascismo, afirmaba que el fascismo no era totalitario. En su libro, en el que el único régimen que aparece como totalitario es el estalinismo –ni siquiera considera totalitarios a Lenin y a Mao–, tampoco consideraba totalitario el nazismo: solo le atribuye esa cualidad desde el inicio de la guerra. La tesis de Arendt fue utilizada durante la Guerra Fría como un manifiesto propagandístico para ubicar en el mismo lugar la Rusia de Stalin y la Alemania de Hitler, pero sobre todo, para justificar que Estados Unidos y distintos países de la Alianza Atlántica estuvieran aliados a regímenes como el de la España de[Francisco] Franco y el Portugal de [António] Salazar, que tenían aspectos comunes con el fascismo. El concepto de Arendt según el cual el fascismo no era totalitario sino autoritario les servía a los países aliados a regímenes que tenían algunos aspectos del fascismo para afirmar que, si era autoritario, era «menos malo» –e incluso en ocasiones podría ser bueno– que el totalitarismo, es decir, que la Alemania de Hitler y la Rusia de Stalin. Este tipo de posiciones contribuyeron a la desfascistización del fascismo. A ese proceso de desfascistización del fascismo también contribuyó el hecho de que muchos fascistas reales de los tiempos de Mussolini se hicieran luego democristianos, comunistas o socialistas, por lo que los partidos debían decir que el fascismo no había tenido ninguna influencia y solo se dedicaban a ridiculizarlo.
Mire, cuando yo era niño no vi ni una sola película en la que no se ridiculizara el fascismo. Nunca tuve la sensación, de niño y de joven, de que el fascismo había sido algo trágico, que había allanado el camino para el nazismo y el totalitarismo en Europa. En lugar de hacernos entender cuál había sido la tragedia del fascismo, lo tomaban todo en broma, como algo gracioso. De las atrocidades del fascismo, solo se recordaba el crimen de Matteotti y la muerte de Gramsci. Si usted mira los primeros documentales sobre el fascismo, se dará cuenta rápidamente de que todo era una caricaturización, una serie de burlas y de chistes. Esto influyó mucho. Y el beneficio, por supuesto, se lo llevaron los neofascistas reales, que se presentaban como defensores de las «buenas políticas» del fascismo, de las grandes obras arquitectónicas, de las grandes fábricas, del bienestar de los trabajadores. Utilizaban toda esa palabrería amparados en ese proceso de desfascistización del fascismo. Decían, por ejemplo, que el fascismo había hecho buenas obras, para justificarlo. Usted sabe bien aquello que decía Cervantes: que no hay ningún libro malo que no contenga algo bueno.
Permítame que insista con las cuestiones relativas al uso de la palabra «fascismo» como arma arrojadiza para calificar a los adversarios políticos e ideológicos. Usted recordaba que en 1924 Gramsci llamó «semifascistas» a Amendola, Sturzo y Turati. Podríamos mencionar también que Palmiro Togliatti aplicó conceptos similares a Carlo Rosselli, el socialista liberal que murió luego a manos del fascismo. ¿Qué incidencia tuvo en el uso extenso y equívoco del término fascismo que vemos actualmente el hecho de que los comunistas siguieran la tesis del «socialfascismo» y aplicaran el concepto indiscriminadamente contra sus adversarios políticos, incluso contra aquellos que eran claramente antifascistas?
Tuvo un gran impacto, porque como usted dice, en el antifascismo italiano hasta 1935 e incluso en algunos casos hasta 1937, para los comunistas todos los izquierdistas no comunistas eran fascistas o semifascistas. Quien no se convertía a la interpretación comunista del fascismo era un fascista. Esta interpretación se suspendió durante la guerra y durante el periodo de la Resistencia, pero volvió a ganar lugar tras la Liberación. Después de 1947, los comunistas comenzaron a llamar fascista a Alcide de Gasperi, que era democristiano y antifascista, y ese proceso comenzó otra vez. Fíjese que Lelio Basso, militante marxista antifascista, en 1951 publicó un libro titulado Dos totalitarismos: fascismo y democracia cristiana. Una homologación realmente sin ningún sentido. Y debemos tener en cuenta que esto lo decía Lelio Basso que era quien, en un artículo publicado el 2 de enero de 1925 en La Rivoluzione Liberale, dirigida por el joven antifascista Piero Gobetti –víctima de los escuadristas, obligado al exilio y muerto en París en 1926, a los 25 años— había inventado el término «totalitarismo» para definir el régimen fascista.
El uso indiscriminado del término «fascismo« en Italia se relaciona directamente con esa acusación de fascistas contra todos los antifascistas no comunistas. En términos globales, la incidencia en ese uso indiscriminado la tuvo claramente la victoria de la Unión Soviética de Stalin en la Segunda Guerra Mundial, en tanto los comunistas extendieron la idea de que, como ellos habían vencido, eran los verdaderos opositores al fascismo. En consecuencia, podían marcar como fascista a cualquiera que se les opusiera. Y de ese uso extenso y confuso de la categoría derivó su pasaje a todos los ámbitos, a punto tal que los anticomunistas empezaron a llamar fascistas a los comunistas. Se transformó en una categoría para utilizar como arma contra cualquier opositor ideológico. Por eso vuelvo a mi razonamiento inicial: si el término «fascista» en sí mismo no contiene ninguna idea política clara, fascista puede ser cualquiera. ¡Incluso usted puede ser fascista porque me está haciendo preguntas para meterme en dificultades! Cuando reprobaba alumnos y debían repetir el examen, ¿qué decían?: «¡Este es un fascista!».
El hecho de que usted no utilice, por todas las razones que ha expresado, el concepto de «fascismo» para referirse a fenómenos políticos muy diversos, no implica que no observe los graves problemas de las democracias contemporáneas y sus derivas «iliberales». En tal sentido, usted ha acuñado el concepto de «democracia recitativa». Al mismo tiempo, ha advertido que el mayor peligro en la actualidad es la presencia de líderes elegidos democráticamente pero que carecen de ideales democráticos. ¿Qué significa el concepto de democracia recitativa y cuáles son, según su perspectiva, los dilemas que atraviesa la democracia hoy?
Si nosotros utilizamos el término «fascismo» para referirnos a lo que históricamente ha sido –es decir, que se ha expresado como organización, como cultura y como régimen en una cultura irracionalista y mítica fundada en la exaltación del Estado y de la nación, en una militarización de la política, en el totalitarismo y el imperialismo, en el racismo, en la revolución antropológica de la sociedad y en la guerra como fin último de la vida humana–, entonces debemos concluir que esto no está presente en los países democráticos. Sin embargo, en todos los países democráticos, incluso en los más antiguos, se están verificando una serie de procesos muy preocupantes. Uno es el creciente descontento de la ciudadanía, expresado en términos de desconfianza y, sobre todo, en una fuerte abstención electoral. Otro es la permanente y galopante intrusión de la corrupción. Y el que considero más importante es la renuncia al ideal democrático. El ideal democrático no es lo mismo que el método democrático, que consiste en el proceso de elecciones libres y pacíficas por el cual los ciudadanos eligen a sus gobernantes. Con el método democrático, lo sabemos muy bien, es posible elegir gobiernos racistas, antisemitas, machistas o antifeministas. Por eso el ideal democrático, por el cual durante 200 años muchos ciudadanos han sacrificado su vida en manifestaciones, en agitaciones, en revoluciones y en guerras, no consiste solamente en que los ciudadanos puedan elegir pacífica y periódicamente a sus gobernantes, sino en trabajar constantemente para eliminar todos los obstáculos y discriminaciones entre los gobernados.
Si la desigualdad de riqueza, y la pobreza y la precariedad son cada vez mayores, entonces tenemos un problema democrático –y en buena medida, parte del voto de los trabajadores a la extrema derecha se vincula a estas cuestiones–. Las estadísticas mundiales nos dicen que el 10% más rico del mundo posee hoy alrededor de 76% de la riqueza global. En Italia, durante la pandemia, el 5% más rico aumentó su riqueza, mientras que todas las demás clases perdieron poder adquisitivo salarial. Esa profunda desigualdad en la riqueza hace a un problema democrático muy serio: ¿quién, sino los ricos, puede acceder a propagandas electorales televisivas?
Al problema de la desigualdad, que impacta seriamente en la democracia, se agrega otro, y es el que usted menciona: el de la recitación. Una de las razones por las cuales se produce una fuerte abstención electoral se vincula a la consideración ciudadana de que la democracia se ha transformado en un espectáculo que tiene lugar solo en el periodo electoral. Los ciudadanos sienten que son convocados a votar y que, luego, los dirigentes políticos toman decisiones arbitrarias, de espaldas a la ciudadanía. En definitiva, toman las decisiones que quieren. En el sistema político italiano, los candidatos ni siquiera son elegidos por la ciudadanía, sino por sus compañeros de partido, y la ciudadanía es obligada a aceptar lo que los partidos han decidido. Todo esto hace a la calidad democrática. Es en este sentido en el que hablo de «democracia recitativa».
Ahora bien, es importante destacar que el método democrático prevalece, a diferencia de lo que sucedía hasta 1945, cuando movimientos fascistas y nacionalsocialistas negaban el principio mismo de soberanía popular. O a diferencia de los regímenes comunistas, que predicaban el principio de la soberanía del proletariado, pero que, finalmente, sostenían dictaduras de tipo totalitaria. Hoy todos los partidos, y también los llamados «populistas», reconocen ese principio y, de hecho, se refieren directamente a él. Evidentemente, este tipo de apelación al diálogo directo entre las masas y el pueblo puede constituir un desafío a la democracia liberal, como lo vemos en casos de Europa oriental, en la Rusia de Putin, en la Turquía de [Recep Tayyip] Erdoğan. Pero eso no los vuelve fascistas. No se puede ser fascista y apelar a la soberanía popular. Sería como ser bolchevique defendiendo la propiedad privada. Por lo tanto, los principales riesgos de la democracia emergen de la democracia misma. Repito: no debemos olvidar que la democracia como método basa su acción en el propósito y el objetivo de alcanzar algo más, el ideal democrático. Sin ese ideal, tenemos una democracia recitativa en la que, efectivamente, pueden producirse mayorías racistas, nacionalistas, iliberales. Si se abandona la realización del ideal democrático y la democracia es solo una recitación, el desarrollo del individuo se obstaculiza sin que exista ningún tipo de régimen fascista. Por lo tanto, para evitar la elección de gobiernos racistas, machistas, iliberales, de lo que se trata es de que la democracia no se limite al método democrático, sino que persiga el ideal democrático.
Permítame hacerle una última pregunta asociada a su propia trayectoria como historiador. Usted tuvo entre sus maestros a Renzo de Felice, un historiador de enorme relevancia, que desarrolló una de las más importantes biografías de Mussolini que se hayan escrito hasta la fecha. ¿Cómo conoció a De Felice y qué aprendió de él en términos del quehacer historiográfico?
Déjeme comentarle que, de niño, yo tenía dos grandes pasiones. Una era la pintura y la otra era la historia. Luego, por una serie de circunstancias, no me fue permitido seguir la vocación que más apreciaba que era la pintura, así que me dediqué a mi otro campo de interés. Mis primeros intentos fueron en historia medieval, y cuando tenía 18 años y estaba terminando el bachillerato, hice un ensayo sobre la poesía de Dante. Sin embargo, el trabajo fue rechazado por el que entonces era mi profesor. Sinceramente, yo había puesto mucho empeño en ese texto, había dedicado mucho trabajo, y pensé que podía pedir otra opinión sobre aquel ensayo. Entonces se me ocurrió escribirle a Giuseppe Prezzolini, un escritor y periodista que escribía en Il Tempo, el periódico que leía mi padre. Prezzolini era un hombre muy famoso que, entre otras cosas, había sido el fundador de una revista La Voce en la que habían colaborado Giovanni Amendola, Benedetto Croce, Mussolini. Cuando le escribí yo desconocía por completo que él tenía 84 años y, en mi carta, lo traté de «tú», como si se tratara de un amigo. Él me respondió muy amablemente que, por la cultura que expresaba mi artículo, no creía que yo tuviese 18 años. Y así comenzó una relación. Luego, ya realizando mis estudios universitarios en Historia, conocí a un historiador antifascista que había sido amigo de Piero Gobetti y que tuvo una gran influencia para mí. Me refiero al gran historiador Nino Valeri, que fue el primero en estudiar el fascismo de manera científica. Yo quedé fascinado porque Valeri hablaba del periodo giolittiano y de los contestatarios de ese tiempo, entre los que se encontraba un joven intelectual que era el mismísimo Prezzolini. Lo cierto es que Valeri se convirtió en el director de mi tesis, pero se retiró de la academia antes de que yo la terminara. Mi director pasó a ser, entonces, Ruggero Moscati, pero necesitaba, sin embargo, un codirector. Y fue Prezzolini quien me dijo: «Fíjate que en Roma hay un historiador que yo admiro mucho. Se llama Renzo de Felice. Yo te daré una carta de presentación». Y así llegué a De Felice y se convirtió en mi codirector de tesis. Aun así, y a diferencia de lo que muchos creen, e incluso de lo que se afirma en la Enciclopedia Italiana, yo nunca estudié con él ni fui su discípulo directo.
De Felice era, ya entonces, un hombre muy importante en términos históricos. En 1965, cuando me estaba graduando del bachillerato, yo había leído el primer volumen de su extensa biografía de Mussolini, que había sido publicada ese mismo año. Ese libro me causó una profunda impresión. Aunque me fastidió un poco que el libro de De Felice estuviera escrito con un estilo muy difícil –yo siempre he preferido las frases breves, a lo Tácito–, quedé muy impactado por el aparato de citas bibliográficas que manejaba. De hecho, las notas casi duplicaban el tamaño del libro. Todas esas citas de archivo me fascinaron. Fue así como descubrí que no solo existía la historia que yo había leído en los libros de Benedetto Croce, que eran sintéticos y casi sin notas, sino que también estaba esto: la posibilidad de encontrar libros como el de De Felice, donde el archivo y las notas bibliográficas eran fundamentales.
Lo cierto es que, luego de graduarme, con De Felice como codirector de mi tesis, pasé un buen tiempo sin verlo, en tanto yo no comencé rápidamente la carrera académica, sino que me dediqué, algunos años, a enseñar italiano y latín, y luego historia del arte y por último historia y filosofía, en escuelas secundarias. Sin embargo, en 1971, conseguí una beca que no solo me dio una excedencia en la escuela secundaria en la que daba clase, sino que me permitió investigar en Roma. Esa beca hacía necesario tener a un profesor como garante de la investigación, y decidí pedirle ese rol a quien había sido mi codirector de tesis de grado. Acudí a De Felice y me contestó que sí, que él sería el garante de mi investigación. Fue entonces cuando comencé a colaborar en sus clases y seminarios. Esos fueron, para mí, dos años de un enorme aprendizaje. En primer lugar, aprendí la importancia de basar cada hecho histórico en la mejor documentación posible. Y, observando e interactuando con De Felice, entendí el verdadero significado de la independencia intelectual. Recuerdo que en una oportunidad le llevé unos capítulos de mi tesis para que los leyera y él, como buen profesor, me hizo una serie de observaciones. Yo le contesté, muy ingenuamente: «Muy bien, profesor, ahora mismo lo voy a modificar, voy a cambiar esto y aquello». Pero De Felice, a quien yo muchas veces veía en su casa, no me dejó ni siquiera terminar de hablar, me interrumpió y me dijo: «Escuche, Gentile, si usted cambia una palabra porque yo le he hecho una serie de observaciones, no venga más a verme». Fue entonces cuando aprendí lo que es ser un profesor universitario de gran valía pero que, como el propio De Felice decía, no quiere crear su copia en papel carbón.
Yo, que nunca fui su alumno, tampoco soy, como algunos dicen, su mejor heredero. Se dice que lo he seguido, pero en realidad, si esto es así, también lo he traicionado. De Felice argumentaba que el fascismo no había sido totalitario, pero yo llegué a la conclusión contraria a partir de mi trabajo con documentación histórica. Luego, De Felice también se convenció de ello. Fíjese que yo escribí en la década de 1980 muchos artículos sobre este tema, discutiendo la propia tesis de De Felice según la cual el fascismo no había sido totalitario. ¿Y sabe dónde se publicaron algunos de esos artículos? En la revista que dirigía el propio De Felice. Fue él mismo quien los publicó. Eso es lo que él me enseñó. Lo que realmente aprendí de De Felice es que hay que ser muy riguroso en la investigación documental y que no hay que escribir una frase que no corresponda a los documentos, a los hechos tal como resultan de los documentos, evaluándolos, por supuesto, críticamente. Y el otro gran aprendizaje que tuve fue que jamás debes oponerte a alguien que defiende una tesis distinta de la tuya si antes no compruebas si esa persona tiene razón y tú estás equivocado. Yo también he intentado enseñar esto a mis alumnos, muchos de los cuales se convirtieron luego en mis colegas. Son lecciones que hay que aprender. Aunque sea muy cansador e implique un trabajo continuo. El año pasado, en octubre, publiqué una historia del fascismo de 1.300 páginas, pero en el año 2002 publiqué una historia del fascismo de 29 páginas.[7] ¿Cuál es la verdadera? Ambas. Solo que en la primera no documenté todo lo que afirmaba. En la segunda, en cambio, no hay nada de lo que afirmo que no esté documentado. Y esto me parece importante.
Notas:
1. Se refiere a la militancia previa de Mussolini en el Partido Socialista.
2. Edhasa, Buenos Aires, 2014.
3. Carmelite House, Londres, 1922.
4. Siglo XXI, Buenos Aires, 2007.
5. Contro Cesare. Cristianesimo e totalitarismo nell’epoca dei fascismi, Feltrinelli, Milán, 2010.
6. Georges Passelecq y Bernard Suchecky: L’Encyclique cachée de Pie XI: Une occasion manqué de l’Église face a l’antisemitisme, La Découverte, París, 1995.
7. En Fascismo: Storia e interpretazione, Laterza, Roma-Bari, 2002.
Fuente: https://nuso.org/articulo/entrevista-emilio-gentile-fascismo/
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Traducción al español
El Rubicón es un río en Italia. La historia cuenta que, al final del gobierno de Julio César, se le ordenó disolver su ejército y permanecer al norte del Rubicón. Cuando, en su lugar, César marchó junto a su ejército a través del río en dirección a Roma, se consideró un acto de traición y el comienzo de la Guerra Civil Romana, de la cual César reinaría victorioso al final. Se dice que, mientras vadeaba el Rubicón, César declaró «La suerte está echada».
En el vernáculo actual nos referimos a un Rubicón metafórico como el punto de no retorno. Los niños “cruzan el Rubicón” hacia la adultez, los gobiernos aislacionistas “cruzan el Rubicón” hacia la política internacional. Cada uno verá echada su suerte en nuestras vidas. Pero también decimos que los movimientos, la gente, cruzan el Rubicón cuando se vuelven irredimibles.
Cuando los tiempos son oscuros, nos preguntamos ansiosos qué tan lejos estamos del Rubicón. ¿Cuando una insurgencia se convierte en guerra, una manifestación en disturbios? ¿Cuando es el momento en el que una economía en peligro se convierte en una en colapso? Buscamos en el horizonte la ribera del río, esperando no haberlo cruzado y habiéndolo dejado atrás.
La cuestión respecto a los puntos de no retorno, la razón por la que nos preocupamos tanto por estos, es que nos cuesta saber dónde están hasta que lo hemos dejado atrás. El Rubicón no es el Mississippi; es un arroyo fangoso que la historia olvidó por siglos.
En los Estados Unidos están acomodándose rápidamente a decir que su democracia “está en peligro”. Que están “en riesgo” de descender al autoritarismo. Pocos están listos para decir que el peligro ha llegado. Y me incluyo cuando digo eso: No estoy listo a decir que ha llegado. Nadie quiere decirlo antes de tiempo. La Derecha grita que “la Izquierda” – Black Lives Matter o el antifascismo o cualquier caricatura sin disimular de Los Judíos – están listos para tumbar tu puerta y romperte los dientes. Y hablo de porqué necesitan decirlo, su necesidad de exagerar el peligro de la Izquierda, para que, cuando se violenten contra nosotros, parezca defensa propia. Para que la culpa de cualquier violencia que suframos sea nuestra. Hablo sobre el peligro de cómo esta forma de pensar está siendo aceptada. Digo que la forma en la que los políticos conservadores principales y los medios legitiman estos argumentos es “preocupante”. Pero no digo «están diciendo esto para prepararse para tumbar tu puerta y romperte los dientes». Quiero que la gente me escuche. No quiero sonar irracional y no quiero sonar como ellos. Y… no quiero que sea cierto aún.
Digamos, por el bien del argumento, que estás, en este momento, con los pies metidos en el agua, preguntándote desesperado a cuántos pasos estás de La Ribera Sur del Rubicón.
Hubo una época en la que un montón de cosas podrían haber sido el momento. Si volvieras al 2015 y preguntases «¿Es un candidato prometiendo arrestar a sus oponentes políticos, o un presidente construyendo campos de concentración en la frontera, o un pato lamentable provocando un levantamiento para anular una votación, el momento en el que puedes indudablemente llamarle un fascista?», habríamos dicho «Sin ninguna duda». Pero esos momentos llegaron y se fueron, y los hemos llamado problemáticos, los hemos llamado peligrosos, pero sigue pareciendo alarmante llamarlo fascista. Los periodistas y los expertos políticos siguen haciéndose los sorprendidos si te acercas un mínimo a esa palabra. Podrías seguir llevando una campaña sobre «razonar con la Derecha». Los republicanos han hecho grandes saltos al ser tan abiertamente horribles que describir precisamente su comportamiento suena a hipérbole.
Parece que siempre nos acercamos al otro lado del Rubicón, pero nunca llegamos. Podemos darnos la vuelta. El norte sigue siendo la ribera más cercana.
Esto tiene truco. Todos esperan que ocurra de sopetón. Que un día despertaremos con esvásticas y niños encerrado y furgonetas sin matrículas haciendo desaparecer personas de las calles. Pero todas esas cosas ocurrieron en días distintos. Y las esvásticas fueron una extensión natural del lenguaje apenas cifrado de los simpatizantes de la Administración, las cárceles fueron el siguiente paso tras su política de separación de familias, y las furgonetas no fueron ninguna sorpresa tras tantos años de militarización policial. No tienes que cruzar el río rápidamente, solo firmemente. Para que cada paso haga que el anterior pareciera inevitable y el siguiente uno obvio. La gente que dice «esto nunca ocurrirá bajo nuestra vigilancia» solo desviarán el río al sur para hacer que sea cierto.
Es perder un poco de terreno en una docena de frentes cada día. Es ver tantos límites siendo cruzados sin siquiera recordar cuando solías marcarlos. Es la preparación para renunciar a que todo mejore y solo esperar a que todo se calme.
No puedo decirte si el momento ha llegado. No sé decirlo mejor de lo que lo harías tú. Así que, en vez de eso, voy a pedirte que hagas algo: Quiero que decidas, en este momento, qué es el Rubicón para ti. ¿Cuál es el instante innegable en el que, si algo drástico no ocurre de inmediato, tus derechos y tu libertad son revocados? Y no te pases por los comentarios a decir que ya ocurrió hace años o siglos – no te equivocas, pero el cinismo es aceptación. Te pregunto cuándo sería el momento a actuar. Anótalo. Ponlo en el móvil o en tu pizarra o en un pósit en el espejo del baño para que, cuando el momento llegue, recordarás que este era tu Rubicón, porque ya no lo sentirás como tal. Lo sentirás como el próximo paso lógico.
Y pregúntate, cuando ese momento llegue, qué es lo correcto a hacer. No tienes que responder aún. Pero piensa en ello. Porque no lo hemos estado haciendo.
Como persona de izquierdas, los futuros que veo están llenos de posibilidades. Tiendo a decir que «hay cientos de caminos al frente y solo uno atrás». Demasiadas cosas que podríamos intentar si nos permitimos renunciar a la supremacía blanca, al capitalismo, al patriarcado. Imaginar el futuro es un tipo de world-building. Estar en la Izquierda, al menos de la forma en la que lo intento estar yo, es desear una extensión, una pluralización, un abandono de la jerarquía y un reparto del poder entre todos. No sé si ese futuro es probable, pero sé que es posible.
Así no es como las cosas parecen en la Derecha. ¿Para la Derecha abandonada a su suerte?
Todos los caminos conducen a Roma.
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this is the final Alt-Right Playbook. it's called The South Bank of the Rubicon.
thank you for watching this series the last eight years. I'm not going anywhere, but I'll be turning my attention to topics other than conservative rhetorical strategies; going forward, I don't see our battles being fought with rhetoric.
support my work on Patreon and/or subscribe to me on Nebula. transcript below the cut.
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The Rubicon is a river in Italy. The story goes that, at the end of the governorship of Julius Caesar, he was ordered to disband his army and stay north of the Rubicon. When, instead, Caesar marched his army across the river and towards Rome, it was considered an act of treason, and the beginning of the Roman Civil War, at the end of which Caesar would reign victorious. It is said, as he forded the Rubicon, Caesar declared, “The die is cast.”
In today’s vernacular, we refer to a metaphoric Rubicon as the point of no return. Children “cross the Rubicon” into adulthood, isolationist governments “cross the Rubicon” into international politics. Each of us will cast the die several times in our own lives. But we say also that movements, that people, cross the Rubicon when they become irredeemable.
When times are bad, we wonder anxiously how far from the Rubicon we are. When does an insurgency become a war, a demonstration a riot? When is the moment an economy in danger becomes one in collapse? We scan the horizon for the riverbank, hoping we didn’t cross it some ways back.
The thing about points of no return, the reason we worry over them so much, is it’s rare to know where they are until they are some ways behind you. The Rubicon is not the Mississippi; it is a muddy little creek history lost track of for centuries.
In the United States, we are increasingly comfortable saying that our democracy is “under threat.” That we are “at risk” of descending into authoritarianism. Few are ready to say that the threat has arrived. And I’m referring to myself as I say that: I’m not ready to say it’s arrived. No one wants to call it prematurely. The Right screams that “the Left” - Black Lives Matter or Antifa or some thinly-veiled caricature of The Jews - are ready to kick down your door and bash your teeth in. And I talk about why they say this, their need to exaggerate the threat from the Left, so that, when they aggress against us, it seems like self-defense. So that we are to blame for any violence we suffer. I talk about the danger of this thinking being accepted. I say the way mainstream conservative politicians and media legitimize these arguments is “worrying.” But I don’t say “they are saying this in preparation to kick down your door and bash in your teeth.” I want people to listen to me. I don’t want to sound irrational, and I don’t want to sound like them. And… I don’t want it to be true yet.
Say, for the sake of argument, you are, at this moment, ankle-deep in the water, desperately wondering how many paces you are from The South Bank of the Rubicon.
There was a time when any number of things would have been the moment. If you could go back to 2015 and ask, “Is a candidate promising to jail his political opponents, or a president building concentration camps at the border, or a lame duck provoking an insurrection to overturn a vote, the moment where you would unequivocally call him a fascist?” And we would have said, “No question.” But those moments came, and they went, and we called them troubling, we called them dangerous, but it still seemed alarmist to call them fascist. Journalists and policy wonks still reacted with surprise if you came anywhere near the word. You could still run a campaign on “reasoning with the Right.” Republicans have made great strides by being so blatantly horrible that accurately describing their behavior sounds like hyperbole.
It seems we are always approaching the other side of the Rubicon, never arriving. We can turn back. The north is still the nearer bank.
There is a knack to this. Everyone expects it to happen all at once. That one day we will wake up to swastikas and kids in cages and unmarked vans disappearing people off the street. But those all happened on different days. And the swastikas were a natural extension of the barely-coded language of the Administration’s supporters, the cages were the next step after their family separation policy, and the vans were not a surprise after years of police militarization. You don’t have to cross the river quickly, just steadily. So that every step makes the last one seem inevitable and the next one obvious. The people who say “this will never happen on our watch,” they will divert the river south to make it true.
It’s losing a little ground on a dozen fronts every day. It’s seeing so many lines crossed you can’t even remember where you used to draw them. It’s the readiness to give up on things being better and just wanting them to be quiet.
I can’t tell you if that moment has come. I don’t know how to call it any better than you. So, instead, I’m going to ask you to do something: I want you to decide, at this moment, what the Rubicon is for you. What is that undeniable instant where, if something drastic does not happen immediately, your rights and freedoms are forfeit. And don’t show up in my comments saying it happened years or centuries ago - you’re not wrong, but cynicism is acceptance. I’m asking when would be the time to act. Write it down. Put it on your phone or your dry erase board or a post-it on your bathroom mirror. So when that moment comes you will remember that this was your Rubicon, because it won’t feel like it anymore. It will feel like the next logical step.
And ask yourself, when that moment comes, what is the right thing to do? You don’t have to have an answer yet. But think on it. Cuz we haven’t been doing it.
As a leftist, the futures I envision are full of possibility. I am fond of saying “there are a hundred ways forward and only one way back.” So many things we could try if we allow ourselves to let go of white supremacy, of capitalism, of patriarchy. Imagining the future is a kind of world-building. To be on the Left, at least the way I try to do it, is to desire a spreading out, a pluralizing, an abandonment of hierarchy and a sharing of power between us all. I don’t know if that future is likely, but I know it’s possible.
That’s not how things look on the Right. For the Right, left to its own devices?
All roads lead to Rome.
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Exministro Matheu denuncia sobrecostos de $60 millones en hospitales públicos
Tegucigalpa - José Manuel Matheu, exministro de Salud y actual diputado, ha levantado serias acusaciones sobre presuntos sobrecostos en la construcción de tres hospitales impulsados por el gobierno de la presidenta Xiomara Castro. Según su denuncia, estos proyectos presentan una sobrevaloración que supera los 60 millones de dólares. El legislador reveló que originalmente estos tres centros hospitalarios -ubicados en Salamá, Ocotepeque y Santa Bárbara- estaban presupuestados para construirse con un préstamo español de 80 millones de dólares, propuesta que fue posteriormente descartada por la actual administración. Como ejemplo de la presunta irregularidad, Matheu señaló que solo el hospital de Santa Bárbara está siendo presentado con un costo de 94 millones de dólares, superando el presupuesto inicial para los tres centros. Ante esta situación, el exministro confirmó haber presentado una solicitud formal de explicaciones sobre estos aparentes sobrecostos, misma que hasta el momento no ha recibido respuesta. Por su parte, la actual ministra de Salud, Carla Paredes, defendió la gestión gubernamental asegurando que la construcción de los hospitales se realiza con total transparencia. La funcionaria indicó que los centros hospitalarios de Salamá y Ocotepeque, financiados con fondos propios del Estado, serán los primeros en ser entregados. Esta controversia se suma a los debates sobre la gestión de recursos públicos en el sector salud, en un momento en que Honduras busca fortalecer su infraestructura hospitalaria para mejorar la atención médica a la población.
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Greenpeace critica la falta de ambición climática y claridad en la Estrategia Nacional de Alimentación España es el cuarto país en Europa que más emite en su sistema alimentario y, sin embargo, apenas se proponen medidas de mitigación climática en la estrategia presentada ayer por el Gobierno El texto no tiene en cuenta los escenarios futuros de disminución de los recursos hídricos y presenta medidas incoherentes, como el establecimiento de nuevos regadíos Vaga, sin medidas concretas ni ambiciosas para descarbonizar el sistema alimentario ni un plan de acción para ejecutarla. Así es, según Greenpeace, la Estrategia Nacional de Alimentación presentada ayer por el Gobierno y que ha sido aprobada por el Consejo de Ministros y presentada en Europa. El texto, que pretende influir en la hoja de ruta de alimentación y agricultura de la Comisión Europea, es, según las palabras del propio Sánchez en su presentación, “el mayor reto al que se enfrenta el sector agroalimentario es el cambio climático (…) y exige políticas valientes de mitigación y adaptación”. Para la organización medioambiental, en contraste con lo verbalizado por el presidente, el texto no muestra apenas ambición climática y ambiental y no aborda cuestiones básicas para la sostenibilidad del sistema alimentario como la reducción de la cabaña ganadera en intensivo o el fomento de alternativas vegetales como el impulso de las legumbres, por su perfil fijador de nitrógeno y fuente sana de proteína vegetal. El texto es, además, vago y poco ambicioso: nombra la mejora del acceso a la tierra sin medidas concretas y habla de información al consumidor, pero confía en la autorregulación por la propia industria (menciona un etiquetado sostenible voluntario) y apenas alude a la ganadería, principal foco de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en el sistema alimentario español. En definitiva, da pinceladas, pero no concreta en casi ninguna cuestión, y no plantea un plan de acción concreto que pueda establecer metas y tiempos definidos de aplicación o desarrollo de legislaciones asociadas. “La Estrategia Nacional de Alimentación va a ser la hoja de ruta del sistema alimentario español y desde Greenpeace consideramos que no solo le falta ambición climática, sino que no impulsará la necesaria y urgente transición a un sistema alimentario sostenible”, ha afirmado Helena Moreno, responsable de la campaña de Sistemas Alimentarios Sostenibles de Greenpeace España: “Los sistemas alimentarios actuales son grandes generadores de destrucción ambiental, pero apostamos por una transformación del sistema que permita producir alimentos sanos y sostenibles, y que esa producción no comprometa la alimentación y el bienestar de las generaciones futuras. Para ello hace falta valentía y medidas contundentes, algo de lo que carece esta estrategia”. Greenpeace recuerda que la producción mundial de alimentos (…) es el principal impulsor de degradación ambiental y transgresión de los límites planetarios en la actualidad y España, el cuarto país de Europa que más emite en su sistema alimentario, con 98.14 kt CO2 eq. Por tanto, abordar los sistemas alimentarios sostenibles, como defiende el texto, pasa por proponer medidas de mitigación en los sistemas alimentarios, cuestión que apenas se ve reflejada en la Estrategia. Ante los escenarios climáticos en los que cada vez habrá menos disponibilidad hídrica, es imprescindible reducir el consumo de agua en la agricultura para garantizar una gestión sostenible del agua y paliar su escasez. Sin embargo, la estrategia apunta al aumento del regadío como una de las medidas en el ámbito hídrico, en vez de a la planificación y fomento de especies y variedades adaptadas a contextos climáticos futuros. El texto apenas menciona el grave impacto tanto hídrico como ambiental de la producción de piensos para la ganadería, tanto de los que se producen en territorio español como fuera, y que provocan efectos devastadores como la deforestació...
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IMAGENES Y DATOS INTERESANTES DEL 9 DE OCTUBRE DE 2024
Día de la Comunidad Valenciana, Día Mundial del Correo, Día Europeo del Arte Rupestre, Semana Mundial del Espacio, Año Internacional de los Camélidos.
Santa Sara, San Dionisio, San Domnino y San Aniceto.
Tal día como hoy en el año 2004
En Afganistán se celebran las primeras elecciones presidenciales tras la caída del régimen talibán con una altísima participación y sin grandes problemas logísticos o de seguridad. Confirmando los pronósticos, Hamid Karzai, que es presidente interino de la administración afgana de transición desde diciembre de 2001, se proclama vencedor con más del 55 % de los votos. Entre fuertes medidas de seguridad, tomará posesión del cargo el próximo 7 de diciembre en la capital, Kabul, en un acto que contará con la asistencia de 150 mandatarios internacionales anunciando, unos días más tarde, la formación de un nuevo Gobierno. (Hace 20 años)
1941
En EE.UU., el presidente Franklin D. Roosevelt autoriza el desarrollo y construcción de una bomba atómica, para lo que incrementa considerablemente el presupuesto militar con dinero de las arcas públicas que incluso serán desconocidas por el Congreso hasta 1944. (Hace 83 años)
1910
En Portugal la revolución depone la monarquía e instaura la República que será incapaz de solventar los problemas de este país inmerso en la conflictividad social, la corrupción y los enfrentamientos con la Iglesia, por lo que en 1926 dará paso a una dictadura que durará más de 45 años, hasta ser derrocada en 1974 de forma incruenta durante la "Revolución de los claveles". (Hace 114 años)
1874
En la ciudad suiza de Berna, con el fin de regularizar el correo a escala mundial, se funda la Unión Postal General que se transformará en la Unión Postal Universal en 1878. Hoy es un organismo especializado de las Naciones Unidas cuyo objetivo es afianzar la organización y mejorar los servicios postales en sus más de 190 países miembros. (Hace 150 años)
1820
En Guayaquil, actual Ecuador, se inicia su proceso independentista para romper los lazos coloniales con el Imperio español, al subscribir el Acta de Independencia de su país. (Hace 204 años)
1651
En Londres (Inglaterra), Oliver Cromwell promulga el Acta de Navegación, ley proteccionista que determina que las mercancías procedentes de Asia, África y América sólo pueden llegar a Inglaterra en barcos ingleses y, sólo los buques ingleses están autorizados a exportar a los territorios de ultramar. Esta medida conducirá a las guerras navales anglo-holandesas que se desarrollarán de 1652 a 1674. (Hace 373 años)
1582
Se puede decir que este día de este año nunca existió ya que en Roma, el papa Gregorio XIII ha decretado el calendario gregoriano en sustitución del calendario juliano, y la noche del pasado jueves 4 de octubre dará paso al viernes 15 de octubre, por lo cual el 9 de octubre de 1582 nunca existió en nuestro calendario. (Hace 442 años)
1558
En la cordillera de los Andes venezolanos, el conquistador español Diego García de Paredes funda la ciudad de Trujillo, actual capital del estado homónimo. (Hace 466 años)
1558
En la cordillera de los Andes venezolanos, ubicada en una inmensa meseta a 1.600 metros de altura sobre el nivel del mar, el capitán español Juan Rodríguez Suárez funda la "Ciudad de Santiago de Los Caballeros de Mérida", actual capital del Estado de Mérida. (Hace 466 años)
1410
En la pared sur del Ayuntamiento de Praga, actual República Checa, tiene lugar la inauguración del reloj astronómico que, con el tiempo se convertirá en símbolo de la capital checa. Cuenta con un cuadrante astronómico, que indica las 24 horas del día mientras representa las posiciones del sol y de la luna en el cielo. Tiene figuras animadas que salen de su refugio para dar las horas y también muestra los meses del año en otro mecanismo circular. Un prodigio de la mecánica medieval. (Hace 614 años)
1238
En la actual España y tras haber iniciado en 1233 la conquista del territorio valenciano, que cuenta ya con tres siglos de dominio sarraceno marcados por los reinos taifas de Balansiya, Alpuente, Denia, y Murcia, el rey Jaime I el Conquistador hace en este día su entrada triunfal en la ciudad mediterránea de Valencia, después de haber pactado con el rey moro de Valencia Abul Djumayl Zayyan, el 28 de septiembre anterior, la capitulación de la ciudad. (Hace 786 años)
768
En Francia, tras celebrarse el funeral del rey Pipino, sus dos hijos son investidos reyes por los nobles y ungidos por los obispos. La coronación de Carlomagno tiene lugar en Noyon, mientras que la de Carlomán es en Soissons. En 771 Carlomán, morirá repentinamente y Carlomagno se apoderará de sus territorios; aunque los herederos de Carlomán buscarán refugio en la corte de Desiderio. (Hace 1256 años)
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MAFALDA: INTERPRETE EN LAS NACIONES UNIDAS
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Como estrella de Hollywood, Mafalda, creación del dibujante y pensador argentino Quino posó en lugares icónicos, como el cuarto de intérpretes en español, para llevar su mensaje de paz, justicia, educación, libertad y sensatez a “un mundo bastante insensato”, en la ONU Nueva York.
ONU/RGCQcl http://regiondecoquimbo.com 19 años en la web
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Por Antonio Lafuente
Mafalda, eterna niña de 6 años, cuya ingenuidad de doble filo desarmaba toda injusticia y norma social establecida, ha cumplido en su 60 aniversario el sueño que una vez expresó en una de sus viñetas: “aprender idiomas para ser intérprete de la ONU” y “contribuir a que los pueblos se entiendan”.
De la mano del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, su ciudad natal, una estatuilla de Mafalda, esculpida por el artista Pablo Irrang, llegó e a la sede ONU y se introdujo en el cuarto de intérpretes de la sala donde sesiona el Consejo Económico y Social.
“No es casual que quisiera ser intérprete en la ONU, porque los valores que Mafalda promulgó siempre fueron los valores de la paz sobre la guerra, la justicia, la educación y sobre todo la libertad”, declaró a la ministra de Cultura de Buenos Aires, Gabriela Ricardes.
Nada más llegar a la entrada de la sede, Mafalda hizo su primer posado en la icónica escultura de la “No violencia”, la pistola con el cañón anudado obra del artista sueco Carl Fredrik Reuterswärd, donde reconocida de inmediato por jóvenes japonesas de visita en la ONU.
“Mafalda es una niña con una mirada única, perspicaz, crítica e interesada en los problemas mundiales. Una niña de San Telmo, un barrio de Buenos Aires, pero preocupada por la paz mundial y por lo que le pasaba al planeta”, añade Ricardes. Mafalda, creada por el humorista argentino Quino, representa una crítica social y política ingeniosa y perspicaz a través de la mirada de una niña curiosa e idealista.
Con su aguda inteligencia, Mafalda cuestiona las injusticias, la desigualdad, y la hipocresía en el mundo, mientras expresa preocupaciones sobre la paz, los derechos humanos y el futuro de la humanidad.
Es sin duda, un símbolo de conciencia social y del deseo de transformar el mundo, mezclando humor con reflexiones profundas. Popular en toda América Latina y España, Mafalda traspasó las fronteras del idioma español y se llegó a hacer popular en lugares tan lejanos como China y Japón.
Una de sus características es el uso de la ingenuidad como una poderosa arma dialéctica. Su carácter de niña le permitió formular preguntas aparentemente simples pero cargadas de profundidad y crítica, desarmando a los adultos que la rodeaban y exponiendo sus contradicciones o su falta de respuestas ante problemas complejos.
Guillermo Lavado, sobrino de Quino “era un sueño de ella contribuir a la paz mundial, quizá un poco inocentemente pensado que siendo traductora de la ONU podía ordenar un poco las ideas de los distintos líderes y armonizarlas para que hubiera menos conflictos y menos guerras”.
Ricardes, como Lavado y escultor Pablo Irrang, que acompañaron a Mafalda en su recorrido por la ONU destacaron que Mafalda sigue siendo actual y no ha perdido vigencia a pesar de haberse cumplido 60 años de la primera tira cómica en la que apareció.
“Mafalda encarna un montón de valores que en este momento en este mundo son supernecesarios: los valores de la paz, el feminismo, la equidad, la igualdad, la ecología, el cuidado del mundo. Son valores tan transcendentes e importantes que, en este momento, son más importantes que nunca”, dijo Irrang.
“Lamentablemente, sigue siendo vigente porque los conflictos han cambiado un poco geográficamente aunque digamos que el M.Oriente sigue igual desde hace tantos años y desde que Mafalda nació, pero siempre tenemos los mismos intereses que producen las mismas guerras” comentó Lavado.
Fue recibida por intérpretes en español, una colega argentina, que expresó cómo su sueño, el de ella y el de Mafalda se cumplió y “dejó una luz de esperanza”
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Cualquier país, desde Marruecos hasta China, desde Arabia Saudí hasta India, tenía claro que la victoria de Trump era probable y contaba con un plan para el cambio de gobierno. Sin embargo, en Berlín o en París, lo que ha habido, y persiste, es una preocupante desorientación. Europa que vive en un mundo que ha huido y, lo que es peor, no quiere afrontar el actual. Berlín sigue extraviado en la bruma, París continúa con sus sueños de grandeza y Madrid persiste en la guerra local... España, y Moncloa en primer lugar, debería estar trabajando en un plan para el futuro, no para 2050, sino para 2025. Es urgente un nuevo mapa de país que ponga todo el énfasis en reforzar nuestras capacidades, en impulsar la industria y la economía... suena absurdo que el Estado no juegue un papel importante a la hora de movilizar el capital nacional, entre otras cosas, a la hora de desarrollar la industria. Buena parte de los recursos españoles son invertidos en la esfera financiera anglosajona o son destinados a la compra de activos inmobiliarios... Suena ridículo que España carezca de peso en sus empresas estratégicas... Suena absurdo, además, que las grandes empresas destinen sus beneficios a dividendos y recompras en lugar de a la (cada vez más escasa) inversión productiva. Es el momento de impulsar la actividad y crear empleo; el Estado debería ejercer un papel relevante a la hora de alentar ese giro... Es evidente que un impulso a las renovables es imprescindible si se quiere generar energía en abundancia y a buen precio, lo que ofrecería una menor dependencia de los suministros exteriores. Pero, además de asegurar una parte propia de suministro, hay que aprovechar las opciones de crecimiento que ofrece. La industria necesita energía barata y España puede proporcionársela si hace las cosas correctamente... Todavía hay quienes argumentan que una acción firme del Estado sería catastrófica para la economía. Hay malas noticias para ellos. Todos los países importantes del mundo han dejado de lado esa dirección... Hay medianas empresas, y algunas pequeñas, que se han posicionado bien en sectores con posibilidades. Hay que impulsarlas. Hay ámbitos en los que tenemos potencialidad. Hay que impulsarlos. Es hora de dejar de pensar únicamente en el Ibex y de certificar que la capacidad de crecimiento viene, en buena medida, desde esos terrenos intermedios que hoy están relegados a la invisibilidad. Esa tarea de identificación, refuerzo y fomento solo se puede hacer desde el Estado (Esteban Hernández)
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Urgente - comunidad internacional
Después de lo sucedido en España por lo de las inundaciones y tener todos los instrumentos necesarios y rústicos para contactar al gobierno español
Expreso mi profundo pesar por la situación de descontrol actual en qué se minimizó el caso y a su vez el decálogo recomendado se ignoro
La gente con muchísima razón está molesta y enojada y a su vez claman ayuda para subsistir
No es broma, parodia, critica ni mucho menos señalar las debilidades como aparato gubernamental que España tiene que mejorar
Se que soy forastero y se a su vez que no conozco la zona dañada pero desde mis RUDIMENTARIOS medios y alcances me solidarizo con las familias damnificadas
Los horrores marcados en mi país son por irresponsabilidad y frialdad por lo que muy humildemente pido al gobierno español sensibilidad y la suma de ideas para la contingencia
Este tipo de desastres naturales cual quier nación, estado o pueblo de doro el mundo le pudo haber pasado y nadie está exento
1.- resguardar con las fuerzas armadas todas las tiendas grandes de centros comerciales que se dediquen a la venta de comestibles y el mismo centro de eje de seguridad de esas mismas tiendas preparar en porciones iguales lo que en mi país México se le conoce como despensa básica donde Ballan en una bolsa distintos comestibles capas de que una familia sobreviva y dure aproximadamente una semana y el mismo centro de seguridad repartir dichas despensas
2.- patrullar todas las zonas inundadas de día y de noche para evitar los actos bandalicos a corta y mediana escala
3.- preparar en escuelas o estadios dentro de esas instalaciones centros de acopio donde la gente evacuada y que no pueda estar en su casa pueda estar a salvo y en condiciones óptimas mientras pasa la emergencia
4.- no permitir involucramiento de la fuerza civil con las fuerzas armadas por cuestiones de seguridad y de la misma seguridad de las fuerzas armadas
5.- ocupar y drenar con bombas de agua todas las calles inundadas y después de sacar el agua inundada levantar levantamientos topográficos para solucionar toda la infiltración y diseñar diques, bayas, o muros para que la zona inundada no se vuelva a inundar
6.- toda ciudad estado o nación por naturaleza tiene estos imprevistos climáticos el detalle es de saber atender las consecuencias de inundaciones para que no suceda como lo que lastimosamente sucede en mi país México que se inunda una sona como de costumbre cada año y van y atienden y solucionan y ayudan a la gente pero no solucionan el problema de la causa de su inundación
7.- es preciso que a su vez las fuerzas armadas estén patrullando las zonas inundadas y a su vez se corte en todo ese perímetro la energía de luz para evitar cualquier accidente
8.- las inundaciones por lo regular tardan entre 24 a 72 horas en bajar de la zona inundada toda el agua por lo que a su vez en ese lapso es primero asegurar a la gente que padece la emergencia y resguardar las casas negocios o bodegas en su misma integridad para evitar todos los actos de rapiña de gran escala
9.- apoyarse mucho con los medios de comunicación sectoriales españoles para estar informando a la población de la situación actual que se vive
10.- en los refugios designados y dónde se encuentre la gente damnificada obviamente se les debe brindar las 3 comidas naturales osea desayuno, comida y cena.
11.- sacar por zonas distintas en las zonas inundaciones perímetros cortos de censos de posibles desaparecidos de personas ya que en dado caso de haber desapariciones de gentes las mismas fuerzas del orden deben de darse a la tarea de encontrarlos
Es mi comentario y opinión
Solidaridad y bienaventuranzas a todo el pueblo ESPAÑOL
Daniel García Román
El zorro
Octubre 2024
Centro de operaciones vía gps satelital
Direccion de domicilio
Avenida orquidea calle durango numero 20 colonia san marcial fortin veracruz mexico código postal 94476
claudiasheinbaum
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Antisemitismo, de nazi a «progresista»
🇪🇸 El antisemitismo ha evolucionado de ser una marca política históricamente asociada a los nazis para convertirse en una característica de ciertos sectores considerados "progresistas", como lo evidencian las posturas del presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, y sus aliados ante la reciente escalada del conflicto en Oriente Próximo. Este cambio de paradigma se enmarca en el contexto histórico del Estado de Israel, creado por decisión de la Asamblea General de las Naciones Unidas en noviembre de 1947, tras el Holocausto y la Segunda Guerra Mundial. Este acuerdo estableció la creación de "dos Estados" en un territorio anteriormente administrado por el Reino Unido y fue aceptado por los judíos, aunque rechazado por los países árabes. El 14 de mayo de 1948, se proclamó el Estado de Israel en Tel Aviv, dando fin a una diáspora de 19 siglos, lo que llevó a una guerra inmediata con los países árabes vecinos, quienes intentaron eliminar al nuevo Estado. Desde entonces, Israel ha enfrentado amenazas constantes y conflictos, como la Guerra de los Seis Días en 1967 y la Guerra de Yom Kipur en 1973. Actualmente, Israel mantiene relaciones diplomáticas con Egipto y Jordania, mientras que sus intentos de normalización con los países del Golfo se ven obstaculizados por la violencia terrorista de Irán a través de Hamás, que ha desencadenado la guerra actual.
🇺🇸 Antisemitism has evolved from being a political hallmark historically associated with the Nazis to becoming a characteristic of certain sectors deemed "progressive," as evidenced by the positions of Spanish Prime Minister Pedro Sánchez and his allies regarding the recent escalation of the conflict in the Middle East. This paradigm shift is framed within the historical context of the State of Israel, established by the United Nations General Assembly in November 1947, following the Holocaust and World War II. This agreement called for the creation of "two states" in territory previously administered by the United Kingdom and was accepted by the Jews but rejected by Arab nations. On May 14, 1948, the State of Israel was proclaimed in Tel Aviv, ending a 19-century diaspora, which led to immediate war with neighboring Arab countries seeking to eliminate the new state. Since then, Israel has faced constant threats and conflicts, such as the 1967 Six-Day War and the 1973 Yom Kippur War. Currently, Israel maintains diplomatic relations with Egypt and Jordan, while its attempts to normalize relations with Gulf states are hampered by terrorist violence from Iran via Hamas, which has triggered the ongoing war.
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