#en el jardín solitario del tiempo
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victormalonso · 10 months ago
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en el jardín solitario del tiempo | photo by víctor m. alonso
"Alguien demora en el jardín el paso del tiempo." | Alejandra Pizarnik, LA MESA VERDE, fragmento.
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redcomunitaria · 1 year ago
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El escritor sin palabras
En la quietud opresiva de la noche, el alma del escritor yace atrapada en las fauces de un abismo sin fondo, como un solitario faro en medio de la tormenta, buscando desesperadamente destellos de inspiración en el vasto océano de la oscuridad. Las palabras, que solían danzar como luciérnagas en el jardín de su mente, ahora están confinadas en jaulas de dolor y silencio, como aves heridas que ya no pueden alzar el vuelo. El síndrome del túnel carpiano, ese verdugo sin piedad, ha extendido sus garras crueles y aprisionado sus manos en grilletes de sufrimiento.
Las metáforas que antes fluían con la gracia de un río salvaje han sido acalladas, como un coro de ángeles que se desvanecen en la oscuridad. Sus dedos, una vez hábiles navegantes en el océano de la creatividad, ahora son meros espectadores impotentes de su propia agonía. Cada movimiento es un recordatorio lacerante de la fragilidad humana, una sinfonía discordante de huesos y nervios que claman por un alivio que nunca llega.
El teclado, una vez su aliado confiable en la búsqueda de la expresión, es ahora un instrumento de tortura que le niega el acceso al mundo que anhela explorar. Cada pulsación es como una puñalada en el corazón, un eco sordo de la frustración que retumba en su mente. El sufrimiento se ha convertido en una constante, como un compañero siniestro que nunca se retira.
En la tela de su mente, las historias siguen tejiéndose en sueños inalcanzables, mientras sus manos yacen inmóviles, como mariposas atrapadas en telarañas invisibles. Cada frase no escrita es un lamento silente, un clamor desgarrador que resuena en las profundidades de su ser. La ironía se enreda en sus pensamientos, como espinas que se clavan en su piel sensible, recordándole la crueldad de un destino que le ha arrebatado su herramienta más preciada.
Sus ojos se deslizan por los estantes llenos de libros, testigos mudos de las historias que una vez compartió con el mundo. Ahora, esos mismos libros parecen burlarse de su impotencia, como monumentos a una época pasada de gloria y creatividad. Las lágrimas, compañeras constantes, son la tinta que ya no puede verter sobre el papel, la tinta que representa la desesperación y la impotencia en su forma más cruda.
El tiempo se desliza como arena entre sus dedos inútiles, una agonía interminable de minutos y horas que parecen eludirlo. Cada segundo perdido es un puñal que se hunde más profundamente en su corazón, un recordatorio constante de la fugacidad de la vida y la fragilidad de los sueños. Las paredes de su estudio parecen cerrarse a su alrededor, como un sarcófago que aprisiona su espíritu atormentado.
En la penumbra de la noche, el escritor se convierte en un fantasma de lo que una vez fue. Sus suspiros son versos sin rima, sus ojos cansados reflejan un abismo de dolor que trasciende las palabras. Cada intento de escribir es un acto de desesperación, como gritar en un vacío sin eco. La tragedia de su existencia se cierne sobre él como una nube negra e implacable, empañando cualquier destello de esperanza que se atreva a surgir.
Y así, el escritor lucha en la soledad de su encierro, una lucha que parece destinada a la derrota. Sus manos pueden estar atrapadas en el tormento, pero su espíritu sigue siendo un río turbulento de emociones y pensamientos reprimidos. Aunque la tinta no fluya sobre el papel, su historia se convierte en una elegía conmovedora, una sinfonía de tristeza que resuena en los rincones más oscuros de la tragedia humana.
Don Ggatto
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tales-untold · 29 days ago
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Mis juegos; la infancia
Desde pequeña, siempre había jugado en un rincón apartado, como si el bullicio del mundo fuera un murmullo distante al que no podía acceder. En su corazón, la inocencia florecía como un jardín secreto, alimentado por risas que resonaban como ecos de aventuras imaginarias, por los sueños de ser una heroína en un mundo donde todo era posible. Cada día, despertaba con la emoción de descubrir un nuevo juego, pero a menudo se encontraba sola, rodeada de sombras de amigos que nunca llegaron. Con el tiempo, aprendió a encontrar alegría en esos momentos solitarios, como si sumergirse en su imaginación fuera menos doloroso que enfrentar la realidad de su soledad.
Se refugiaba en los cuentos que leía, en las historias de personajes que viajaban a tierras mágicas y que vivían hazañas inimaginables. Cada página era un reflejo de sus deseos, un recordatorio de que la aventura no siempre necesitaba compañía, aunque a veces las historias la llevaban a un abismo de melancolía, recordándole que lo que anhelaba parecía tan distante. Y así, en esos juegos de infancia, entre la risa silenciosa, las historias compartidas y la soledad reconfortante, encontró una extraña forma de pertenencia. Quizás la imaginación siempre había sido su verdadero hogar.
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waltfrasescazadordepalabras · 5 months ago
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Yasunari Kawabata
"Ninguna palabra puede decir tanto como el silencio". 
Natalicio de Yasunari Kawabata. Premio Nobel de Literatura 1968
Yasunari Kawabata (川端 康成, Kawabata Yasunari, 11 de junio de 1899 - 16 de abril de 1972) fue un novelista y cuentista japonés cuyas obras en prosa sobrias, líricas y sutilmente sombreadas le valieron el Premio Nobel de Literatura de 1968. Fue el primer autor japonés en recibir el premio. Nació en Osaka y quedó huérfano a los cuatro años, y pasó a vivir con sus abuelos, sin embargo, sus abuelos también fallecieron pronto, en 1906 y en 1914. Además, perdió a su única hermana en 1910. Ingresó a la universidad de Tokyo inicialmente para estudiar Literatura en inglés, sin embargo, más tarde se cambiaría a Literatura japonesa.
Entre 1923 y 1926 envió numerosos textos para su publicación, pero fueron rechazados, hasta que lograra la publicación de 'La bailarina de Izu' en 1927, alcanzando la consagración en Japón diez años más tarde con 'País de nieve'.
En 1959 recibió la medalla Goethe en Fráncfort y nueve años más tarde recibió el premio Nobel de Literatura 1968.
Adicionalmente a su trabajo literario, también incursionó en el periodismo, sin embargo, se rehusó a ser partícipe de la militarización y el fervor de la segunda guerra mundial.
Ejerció como presidente de PEN capítulo de Japón de 1948 hasta 1965, donde dedicó grandes esfuerzos para la traducción de la literatura japonesa al inglés y a otras lenguas.
Terminó con su vida en su apartamento a la orilla del mar el 16 de abril de 1972.
Lo bello y lo triste- Yasunari Kawabata [Fragmento]
La charla en idioma extranjero lo hacía sentirse más solitario. La butaca que giraba en el vagón panorámico volvió a su memoria. Era como si viera su propia soledad, que giraba y giraba dentro de su corazón.
Oki había llegado a Kyoto para escuchar las campanas de Año Nuevo y para ver a Ueno Otoko, pero se preguntó una vez más cuál sería la verdadera razón. Por supuesto, no estaba seguro de poder verla. Y, sin embargo, ¿no eran las campanas un simple pretexto? ¿No hacía mucho tiempo que anhelaba la oportunidad de verla? Había viajado a Kyoto con la esperanza de escuchar las campanas del templo junto a Otoko. Le había parecido que no era una esperanza tan loca. Pero entre ellos se abría un abismo de muchos años. Si bien ella seguía soltera, era muy posible que se negara a ver a un antiguo amante, que se negara a aceptar su invitación. —No, ella no es así —murmuró Oki.
Pero no sabía qué cambios podían haberse operado en Otoko. En apariencia, ella vivía en una vivienda situada dentro del predio de cierto templo y compartía sus habitaciones con una joven discípula. Oki había visto las fotografías en una revista de arte. No se trataba de una cabaña; era una casa amplia, con una gran sala de estar, que Otoko utilizaba como estudio. Hasta había un hermoso jardín antiguo. La fotografía mostraba a Otoko pincel en mano, inclinada sobre un cuadro. La línea de su perfil era inconfundible. Su figura era tan esbelta como siempre. Aun antes de que revivieran los viejos recuerdos, Oki sintió una punzada de remordimiento por haberla privado de la posibilidad de casarse y de ser madre. Era obvio que nadie podía sentir lo que sentía él al contemplar esa fotografía. Para la gente que la viera en aquella revista, esa fotografía no pasaría de ser el retrato de una pintora que se había establecido en Kyoto y que se había convertido en una típica belleza de esa ciudad.
Oki había pensado en telefonearle al día siguiente o esa misma noche. También había pensado en pasar por su casa. Pero por la mañana, cuando los niños vecinos lo despertaron con sus gritos, comenzó a experimentar dudas y decidió enviarle una nota. Sentado ante la mesa—escritorio contempló perplejo la hoja de papel con membrete del hotel y llegó a la conclusión de que no era necesario verla, de que bastaría con escuchar las campanas solo y luego regresar.
Los niños lo habían despertado temprano, pero cuando las dos familias extranjeras partieron, se volvió a dormir. Eran casi las once cuando despertó.
Mientras hacía lentamente el nudo de su corbata recordó la voz de Otoko: "Deja... Yo te haré el nudo...". En ese entonces ella tenía quince años y aquéllas habían sido sus primeras palabras después de haber perdido la virginidad en sus brazos. Oki, por su parte, no había hablado. No sabía qué decir. La había abrazado con ternura, había acariciado su pelo, pero no había logrado pronunciar palabra. Luego se había desprendido de sus brazos y había comenzado a vestirse. Se había incorporado, se había puesto la camisa y había comenzado a anudarse la corbata. Ella había clavado en su rostro los ojos húmedos y brillantes, pero no llorosos. Él evitaba aquellos ojos. Hasta cuando la besaba, antes de que todo sucediera, Otoko había mantenido los ojos muy abiertos, hasta que él se los cerró con sus besos.
Su voz tenía una dulce nota infantil cuando le pidió que la dejara anudarle la corbata. Oki sintió una oleada de alivio. Lo que le decía era completamente inesperado. Quizás estuviera procurando escapar de sí misma; quizá no fuera una manera de demostrarle que no lo culpaba; sin embargo, manipulaba la corbata con ternura, a pesar de las dificultades que parecía oponerle el nudo.
—¿Sabes hacerlo? —había preguntado Oki.
—Creo que sí. Solía observar a mi padre.
El padre había muerto cuando Otoko tenía once años.
Oki se había ubicado en un sillón y había sentado a Otoko sobre sus rodillas mientras mantenía la barbilla en alto para facilitarle la tarea. Ella se inclinó ligeramente sobre él mientras hizo y deshizo el nudo varias veces. Luego se deslizó de sus rodillas y deslizó los dedos por el hombro derecho de Oki, sin dejar de contemplar la corbata.
—Listo, chiquito. ¿Qué te parece?
Oki se había puesto de pie y se había encaminado al espejo. El nudo era perfecto. Se restregó el rostro con la palma de la mano. El sudor había dejado una leve película oleosa sobre él. Apenas si podía mirarse luego de haber violado a una muchacha tan joven. Por el espejo vio el rostro de Otoko que se aproximaba al suyo. Deslumbrado por su belleza fresca y punzante, se volvió hacia ella. Ella rozó su hombro, sepultó el rostro en su pecho y dijo:
—Te amo.
También era extraño que una muchacha de quince años llamara "chiquito" a un hombre que le doblaba la edad.
Eso había ocurrido veinticuatro años atrás. Ahora él tenía cincuenta. Otoko debía de tener treinta y nueve.
Después de tomar un baño, Oki encendió la radio y se enteró de que en Kyoto había helado, ligeramente. El pronóstico anunciaba que las temperaturas invernales serían moderadas durante aquellos días de fiesta. Oki desayunó en su habitación con café y tostadas, y adoptó las providencias necesarias para alquilar un automóvil. Incapaz de tomar una decisión con respecto al llamado o la visita a Otoko, ordenó al conductor que lo llevara al monte Arashi. Desde la ventanilla del auto vio que las sierras del norte y del oeste, bajas y suavemente redondeadas, ostentaban el gélido tono parduzco del invierno de Kyoto, a pesar de que algunas de ellas estaban bañadas por una pálida luz solar. Era un cuadro de atardecer. Oki descendió del auto al llegar al puente Togetsu, pero en lugar de cruzarlo, recorrió la avenida costanera en dirección al parque Kameyama.
A fin de año, hasta el monte Arashi, tan poblado de turistas desde la primavera hasta el otoño, se había convertido en un paisaje desierto. La vieja montaña se levantaba ante él en medio del más completo silencio. La profunda hoya que formaba el río al pie de la ladera era de un verde límpido. A la distancia se oían los ruidos de los troncos, que eran descargados de las balsas alineadas a la orilla del río y cargados en camiones. La ladera que descendía hasta el río debía de ser la celebrada vista del monte, supuso Oki; pero ahora estaba en sombras, con excepción de una franja de luz solar sobre el flanco más distante.
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Literatura, arte, cultura y algo más
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sicl5 · 7 months ago
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Capítulo 12 (2ª temporada)
(La historia es una adaptación de la obra FINAL FANTASY VII por lo tanto incluye SPOILERS de esta.)
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Océano Medigaiano.
Seguiamos tirados en medio del mar. Yo seguía mirando al cielo pero la voz de Cid diciéndonos que ya estaba arreglado nos desconcertó a todos. Entramos en el avión y nos sentamos en los mismos sitios.
— ¡Listo! Debería servir.- Dijo Cid arrancando.- ¡Música para mis oídos!
— Pero las alas están rotas.- Dijo Tifa.
— ¿No os lo dije?- Preguntó Cid.- Cid Highwind domina tierra, mar y cielo. ¡Soy todoterreno! Que no se os olvide. 
— ¿Cuál es el plan?- Preguntó Cloud. 
— Soy vuestro capitán a partir de ya.- Dijo Cid tocándose las gafas.- Y este buque está a punto de zarpar, así que sujetaos bien. 
— La mar de bien.- Dijeron Tifa y Aeris.
— ¡Vamos que nos vamos!- Exclamé yo.
— ¡A surcar los mares!- Exclamó Cid.- Las aguas de Costa del Sol quedan pasado el monte Corel. Y a partir de ahí… 
— ¡Vamos a patita!- Mencionó Cait Sith. 
— ¡Pues ánimo! Que el mar nos espera.- Dijo Barret. 
— ¡Capitán! ¡A Costa del Sol, por favor!- Exclamó Aeris.
— Oído cocina. ¡A toda vela!- Dijo Cid.
— Cait, háblanos de la piedra angular.- Mencionó Cloud. 
— Prrr supuesto.- Dijo Cait Sith.- Hace unos veinte años, un aficionado a las antigüedades convenció a la emprrrsa para construir un miauseo: el Jardín de las Reliquias. Según los registros, ahí es donde custodiaban la piedra angular. 
— Pero, ¿no era en el Gold Saucer?- Preguntó Yuffie. 
— Dejad que acabe, prrr favor.- Expresó Cait Sith.- El miauseo fue una boñiga bien gordota. Cerró al poco de abrir. Y con tanto jaleo, la piedra despareció. 
— ¡Pues lo dicho!- Exclamó Yuffie. 
— Puede que el exdirector conozca su paradero.- Dijo Cait Sith.
— Dio, entonces.- Mencionó Vincent. 
— Muy listo.- Dije yo con una risita.
— ¿Y tú cómo sabes tanto, colega?- Preguntó Cid. 
— Mi historia con Shira se remonta a tiempo ha.- Respondió Vincent.
— Dio creó el Gold Saucer para consolarse tras prrrder su puesto de director.- Dijo Cait Sith.- Renació de sus cenizas. ¡Los sueños se hacen realidad en Shinra! 
— Eh, Cid.- Mencionó Barret.- Antes trabajabas para Shinra, ¿no?
— Y ahora también. Son buenos clientes, si sabes cómo tratar con ellos.- Añadió Cid.
— No sé yo.- Dijo Barret.- Que sepas que nosotros nos oponemos a Shinra.
— A ver, yo lo que detesto es la autoridad.- Mencionó Cid.- A mí nadie me habla con condescendencia. ¡Es que la lío! Por eso me flipa el cielo: ¡allí soy el rey! ¡Que me griten todo lo que quieran desde abajo, que allí no llega! Ojalá tuviese alas… 
— Esperemos que Johnny esté mejor.- Dijo Tifa de golpe. 
— Ojalá le vaya bien con el Vistamar.- Mencionó Aeris. 
— No sé yo…- Respondió Barret.- Seguro que lo de la estafa lo tiene llorando por los rincones. 
— Nah, no creo.- Mencioné yo.- Si no se entera de nada. 
Costa del Sol: Puerto de Costa del Sol.
Finalmente llegamos, Cid paró el barco nuevo y todos salimos de este. No pude evitar salir con una sonrisa.
— ¡Les agradecemos que hayan depositado su confianza en Cruceros Potrillo!- Exclamó Cid. 
— Uy, ¿has cambiado el nombre?- Preguntó Tifa.
— De aerolínea ya tiene poco.- Mencionó Red XIII.
— Cid, no sabes cuánto te lo agradecemos.- Dijo Aeris. 
— En realidad, me gustaría darme una vueltecilla por el Gold Saucer, ya que estoy.- Explicó Cid.- ¿Puedo unirme? 
— ¡Claro que sí!- Exclamó Aeris. 
— Mira que eres buena gente, Aeris.- Exclamó Cid.- Pues nada, vámonos. 
— Un segundo. ¿Y Vincent?- Preguntó Tifa.
— Allí.- Dijo Red XIII mirando como Vincent ya se iba.
— Es un lobo solitario.- Dije yo.
— No sé por qué, pero me recuerda a alguien…- Mencionó Barret mirando a Cloud. 
— Sí, yo pasaría de él.- Dijo Cloud.- Espera… ¿Me tengo que dar por aludido?
Nos reímos todos un poco y empezamos nuestro camino al Gold Saucer. Nos teníamos que cruzar casi el mismo camino que hicimos anteriormente. Alquilamos unos chocobos y empezamos a ir tranquilamente hacia allí llegando ya casi de noche. 
Gold Saucer: Zona de bienvenida.
Todos mirábamos la zona con una amplia sonrisa. Al final nos emocionaba estar aquí de nuevo.
— Separémonos para encontrar a Dio.- Dijo Cloud.
— ¡De acuerdo!- Exclamó Yuffie.
— ¡Nada de irse de picos pardos, ¿eh?!- Exclamó Barret.
— Uy…- Dijo Yuffie echándose a correr. 
Nos separamos todos y yo decidí que lo que iba a hacer era irme al hotel a descansar. Ya se encargarían los demás de encontrar a Dio. Había vivido muchísimas emociones en el dia de hoy y necesitaba tumbarme en una cama y cerrar los ojos aunque fuera por media hora. 
Rápidamente me fui a plaza Fantasma y pedí habitaciones para todos en recepción. Subí las escaleras me dirigí al ascensor y finalmente llegué a la habitación. Dejé todas mis armas en el suelo y me estiré en la cama cerrando mis ojos y por tanto quedándome dormida inmediatamente.  
En un mundo paralelo… (Zack POV)
Seguía en casa de Aeris, haciendo todo lo posible para ayudar a Elmyra en lo que me pidiese. 
— Toma.- Me dijo Elmyra acercándome un bol con agua y un trapo.- Cuando acabes con Cloud, yo me encargo de Aeris. 
— Entendido.- Respondí.
Subí lentamente a la habitación de Aeris con el barreño de agua y lo dejé en el mueble. Dejé la espada en la pared y allí estaba Marlene quien miraba fijamente a Aeris.
— Aeris está dormida como un tronco, ¿eh?- Dije. 
— Está bien que siga así.- Dijo Marlene. 
— ¿Y eso?- Le pregunté. 
— Porque Cloud sigue malo… y Sil… ¿dónde está…?- Preguntó Marlene.- Por favor Zack, cura pronto a Cloud y encuentra a Sil… 
— Si por mí fuera, claro…- Dije yo, algo sorprendido por las palabras de Marlene.- Pero ¿por qué crees que debo de curar a Cloud y encontrar a Sil antes de que Aeris despierte? 
— Porque si se despierta ahora… se va a morir.- Respondió Marlene. 
— Perdona, Marlene… No entiendo nada.- Le respondí. 
— ¿Sabes guardar un secreto?- Marlene me miró directamente a los ojos. Asentí y me senté. Marlene tenía una expresión de preocupación.- Un hombre muy malo va a matar a Aeris. Cloud va a intentar evitarlo… Pero no va a llegar a tiempo. Y Sil… se va a meter enmedio, antes de que suceda… Pero no servirá de nada… Casi casi… Pero no van a poder salvarla. Aunque Aeris se va a alegrar de que lo intenten de todos modos, les quiere mucho… Siempre ha querido lo mejor para ellos dos… Pero aun así… se va a morir. Por eso tienes que curar pronto a Cloud y encontrar a Sil. ¡Para que puedan defenderla! Son los únicos que pueden…
— Marlene… ¿Eso es un sueño que has tenido?- Le pregunté, muy confundido. 
— No.- Dijo ella negando super rápido con su cabeza.- No es un sueño. 
— Ya…- Mencioné. No me cabía en la cabeza.
— ¡Es todo verdad!- Exclamó Marlene. 
— Tranquila, lo sé. Tal y como está el mundo, ya me creo cualquier cosa.- Dije.
— Vale…- Me respondió Marlene un poco más calmada. 
— Pero, Marlene, tengo una pregunta.- Expresé con calma.- Ese hombre tan malo ¿quién eso? ¿Qué aspecto tiene? 
— Tiene el pelo laaaargo.- Explicó Marlene.- y plateado… 
Rápidamente me vino a la cabeza Sephiroth. No entendía como la pequeña Marlene podía saber eso pero cuando dijo ese nombre inmediatamente me la creí. 
— Lo que me faltaba…- Mencioné.
— Por favor, tienes que encontrar primero a Sil… ¿Cómo se sentiría Cloud si se despierta y ve que no está a su lado…? No sé si tendría las fuerzas para salvar a Aeris…- Mencionó Marlene. Me sorprendí mucho por sus palabras.
— ¿Qué relación tienen Sil y Cloud?- Pregunté.
— Se aman.- Contestó Marlene.- Muchísimo. 
Poco rato después salí afuera de casa de Elmyra. Se hacía de noche y la brecha en el cielo era mucho más notoria, no podía evitar mirarla y pensar. ¿Qué le había pasado al mundo? Habían tantas cosas sin sentido hablando del tiempo. Sil y Cloud nunca se llegaron a conocer… ¿Cómo es que se aman?
— Zack, mira.- Me dijo Elmyra detrás de mí y agachándose.- Han salido flores. 
— ¡Es verdad!- Exclamé al verlas. 
— A Aeris le encantan estas flores.- Dijo Elmyra.- Quizá sea una señal de que se va a despertar.
— Sí, ojalá.- Mencioné yo, con el corazón en un puño.- Voy a salir un rato. Tengo que buscar a alguien… y también preguntarle a un conocido cómo curar a Cloud. 
— ¿A quién tienes qué buscar? Y… ¿De quién se trata?- Preguntó Elmyra.- ¿Es médico? 
— Pues… buscar… Tengo que encontrar a Sil… Y respecto a la cura… Si podríamos decir que más o menos.- Respondí, tenía a Hojo en la cabeza pero es que no se me ocurría nadie más, tenía que actuar.
— No vuelvas muy tarde.- Mencionó Elmyra.- Ya nos hemos acostumbrado a tenerte en casa. Si tardas mucho, me voy a preocupar. 
— Tranquila. Voy en moto y así llego antes.- Respondí.- Vigílame a esos dos mientras tanto, por favor. Aunque se despierten, no les dejes que vayan a ninguna parte. 
— Haré lo que pueda.- Dijo Elmyra.- Cuando Aeris se empeña en salir no hay quien la tenga en casa.
— Pase lo que pase, no la dejes salir.- Reafirmé. 
— Ya.- Dijo Elmyra asintiendo. 
Salí corriendo del jardín de Aeris y agarré la moto que habia justo a la salida. Allí había una nota y la agarré para leerla.
— "He estado pensando en lo que me dijiste. No paro de darle vueltas… He sobrevivido para cargar con nuestros sueños y esperanzas. Por fin lo entiendo. AVALANCHA soy yo. El tiempo se acaba. La misión tendrá lugar esta noche. Por favor, no te acerques al sector 6 ni de lejos. Me alegro de haberte conocido. - Biggs"- Terminé de leer y quedé impactado por la nota.- ¡No quería decir eso! ¡No fastidies!  
Volví corriendo hacia casa de Aeris. Tenía que contarle a Elmyra lo que acababa de leer. 
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Mundo original (Sil POV)
Hotel Embrujado. (Dos horas después)
Había tenido un sueño un poco extraño, por suerte unos golpes en la puerta de la habitación me despertaron. Me levanté de la cama, agarrando mis pertenencias y me dirigí a la puerta. Al abrir la puerta me encontré con Cloud, los colores me subieron rápidamente a las mejillas.
— Hola.- Me dijo mirándome fijamente.
— Hey.- Respondí.- Perdona por haberme ido a dormir. Necesitaba descansar. ¿Alguna novedad?
— Sí. Dio tiene la llave del templo. Nos la dará si ganamos mañana en su torneo contra Don Corneo.- Me explicó Cloud.
— Vaya, ¿otra vez?- Me reí un poco.- Por lo menos será fácil. 
— Pues sí.- En ese momento Cloud hizo una pausa y desvió la mirada hacia otro lado.- Yo… he conseguido dos entradas para una obra de teatro llamada Loveless. Sé que te gusta la actuación y… bueno si quieres venir, vamos. Si no…
— ¿En serio?- Sonreí mucho.- ¡Me encantaría! 
— Entonces…- Cloud me ofreció la mano y me sonrojé aceptandosela. Estaba nerviosa. 
Empezamos a andar agarrados de la mano por el Gold Saucer hasta llegar a la Plaza de Eventos, donde se iba a celebrar la obra. Pasamos por un pasillo lleno de carteles de obras y me paré delante de el cartel de Loveless mirando a la chica que protagonizaba el cartel
— Espera…- Dije yo.- Esa no es… ¿Jessie?
— Sí..- Dijo Cloud mirando fijamente el cartel. 
— Jessie…- Mencioné bajando mi mirada.- Me hubiera gustado que estuviera con nosotros… 
— Seguro que nos observa desde el planeta.- Dijo Cloud.- Y estaría feliz de ver lo que hacemos…
— Estoy segura de que sí.- Mencioné yo.
Teatro Dorado.
Seguimos agarrados de las manos, canjeamos nuestras entradas y entramos al salón. Nos sentamos en nuestros asientos reservados y nos miramos un momento antes de ponernos nuestras gafas de realidad virtual que habían en el asiento. 
— Atención. Tenemos un mensaje para una espectadora.- Se escuchaba desde la megafonía del teatro.- Llamando a… Flora de la Guardia… Flora de la Guardia… Si está entre el público, por favor, avise al personal del teatro. Atención tenemos un mensaje para una espectadora… 
De golpe en las gafas empezó la retransmisión. Entramos en el mundo de Loveless de lleno, la representación en danza contemporánea. Los bailarines bailaban con toda la sutileza del mundo mientras un cantante de ópera sonaba de fondo, explicando la historia de Loveless. 
"Al fin del mundo, la diosa bajó desde el firmamento para otorgar con su aliento la dicha al más valedero."
Del cielo bajó la diosa, interpretada por Jessie. El corazón se me encogió. Verla actuar, sabiendo que era de las cosas que más disfrutaba hacer… Me hacia migas. 
"Para ganar tal sacramento emprendieron tres guerreros una odisea azarosa…"
Tres chicos vestidos de caballeros salieron en escena, haciendo una interpretación de baile con espadas. Me estaba encantando. 
"Y en aquellos derroteros a dos los llevó la muerte, y preso cayó el tercero"
Uno de los guerreros cayó al suelo y la diosa fue rápidamente a abrazarlo.
"Este, orgulloso y fuerte, al caer perdió sus alas, más ganó el amor de su diosa, que lo proclamó un héroe"
El guerrero levantó a la diosa por los aires, todo acompañado de una danza muy sútil, muy bonita. Bailaron juntos hasta el final.  
"Mas en este mundo cruento, que nos odia y odia la suerte, ¿adónde irá nuestro héroe..?"
Finalizaron la danza con uno de los abrazos más cálidos que había visto en la vida. Mi corazón se había removido. La danza terminó y la pantalla de las gafas se apagó. Me quité las gafas y las lágrimas salían de mi, silenciosamente. Me había conmovido muchísimo. 
— Jessie… Estaba hecha toda una estrella.- Dije agarrandome del reposabrazos.- Tenía todo lo necesario para brillar.
Cloud me miró y puso su mano encima de mi mano. Me sentí acogida, mi corazón se sentía protegido, se sentía bien. 
Las gafas se iluminaron de nuevo y nos las volvimos a colocar rápidamente, la siguiente función se acercaba.
— Bienvenidos a esta representación interactiva.- Dijo la megafonía del teatro.- Escogeremos a varios actores y actrices de entre el público y tendrán la oportunidad de convertirse en los protagonistas de esta obra derrotando al Rey Dragón y jurando amor eterno a la princesa.
El telón se abrió y allí se encontraba Cait Sith quien hacía de Trovador para la historia.
— Guardia: ciudad de máquinas alzada en cimientos de sangre y de hollín.- Exclamó el trovador.- Cual bestia voraz, fijó su mirada… en tierras vecinas, rico botín que devoró por engordar su hacienda. Mas nació del seno de aquella guerra un joven dispuesto a blandir la espada. 
El decorado cambió de una ciudad llena de relojes y máquinas a un calabozo. Dentro del calabozo se encontraba Cloud quien representaba Alfredo, el noble de la espada.
— De nombre Alfredo.- Seguía contando el trovador.- Vino de otra tierra buscando el don de una diosa amada. Quiso ser un héroe, mas fracasó y preso se halla tras la contienda. 
— Es la hora de romper las cadenas y alzar el vuelo.- Dijo Alfred, seguro de sí mismo.- ¡Soltadme! Mi espada clama venganza. 
De golpe en escena aparecí yo, corriendo hacia la celda de Alfred, interpretando a Rosa, la diosa. 
— Alfredo.- Exclamé.- ¿Os han lastimado…? 
Abrí la puerta de la celda dejando libre así a Alfredo.
— ¡Rosa! ¿¡Qué hacéis aquí!?- Exclamó Alfredo.
— Salvaros; pues alcancé a oír vuestra pena de estar apresado.- Respondí, mirando a Alfredo a los ojos. 
Un rayo cayó en la celda y el escenario volvió a cambiar. Nos encontrábamos dentro del castillo, en su plaza central. Aparecieron en escena dos personajes más, Varvados, interpretado por Barret y quien hacía de villano principal y Garm, interpretado por Red XIII, el perro fiel de Varvados.
— ¿Adónde creéis que vais, alteza?- Exclamó Varvados.
— ¡Varvados!- Exclamé.
— ¿Adónde va el preso con tal presteza?- Preguntó Varvados.
— ¡Adonde quiera mi diosa habré de ir!- Exclamó Alfredo desenvainando su espada.- Y, por su voluntad, antes de partir os daré muertos a ambos, desgraciados. 
— ¡En tus carnes sentirás mis infernales colmillos!- Exclamó Garm. 
Alfredo empezó una lucha a sangre contra Garm, el perro fiel. No era moco de pavo ya que Garm contaba con poderes mágicos que eran una gran desventaja para nuestro noble pero aún así no fue un rival para él y lo derrotó. 
— ¡Viva el héroe Alfredo!- Exclamó el trovador.- Que esta lid tan pavorosa ha librado con denuedo. ¿Será su fe en su diosa lo que impulsa su destreza? ¡No se hablará de otra cosa que de su afán y nobleza! Prosigamos.. Don Alfredo, ¡mucho gusto! Os concedo un gran favor: ¡además de trovador, soy adivino! Revelaré, en vuestro honor, un secreto del destino.
— ¿Qué me depara el futuro junto a Rosa?- Preguntó Alfredo.
— El futuro es una senda que se bifurca al andar…- Explicó el trovador.- sin que el andante entienda lo que un lado u otro lado le podrían deparar. Mas un "hola" en el camino siempre lleva al mismo sino: un "adiós" asegurado. Bien, no hablemos más en abstracto. ¡Pasemos sin dilación al siguiente acto!
Varvados empezó a disparar en dirección a Alfredo y yo junté mis dos manos, en mi papel, estando totalmente preocupada por la seguridad de Alfredo.
— ¡Temblad ante la fúria del dragón!- Exclamó Varvados. 
Alfredo se enfrentó al malvado de Varvados a golpe de espada, esquivando todos los balonazos de fuego que Varvados le tiraba y así creando un vals. 
— Tal destreza enamora a todo el que la presencia.- Explicó el trovador.- El héroe, que estuvo preso, abre sus alas ahora… sin cejar su resistencia ante el rey y su sabueso. A otra cosa, mariposa… Queridos espectadores. La historia de Alfredo y Rosa y la magnánima diosa toca a su acto final. Y, aunque me sepa mal, mi papel acaba igual…  Mas todas las despedidas traen un "hola" de la mano. Lo vivido no es en vano, si nunca jamás lo olvidas. ¡Queridos espectadores! ¿Estáis listos para cantar victoria y abandonar los temores? ¡Excelente! Loveless es nuestra historia… Es hora de redimir este mundo desalmado. El vil dragón a un lado, que del amor quiere huir. Y al otro lado, va Alfredo a demostrarle su error. ¡Elige, Alfredo, a tu amor y dale un beso, sin miedo! Allá va Alfredo, corazón en mano. 
— Mi amor.- Dijo Alfredo arrodillándose ante mí y tendiendome su mano. 
— Alfredo…- Dije yo, mirándolo, más enamorada de lo que podían explicar los papeles. 
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Le acepté la mano y él se levantó, dándome una vuelta y agarrándome de la cintura. Poco a poco se iba acercando a mi, a mis labios, mi corazón daba mil vueltas. Cerré los ojos, esperando el momento. 
— ¡Qué burrada, qué esperpento! ¡El amor no es más que un cuento!- Exclamó Varvados. 
Alfredo y yo nos pusimos juntos. Él desenvainó la espada y yo agarré mi oráculo. Estábamos preparados para luchar.
— Venga a mi mano la espada, el don de mi diosa amada.- Dijo Alfredo levantando su espada. 
La batalla empezó, esta vez luchabamos juntos. La magia y la espada nos acompañaban durante el vals y la sincronización también. Nos enfrentamos a máxima fuerza contra Varvados y contra Garm en este último acto. Posamos los dos cuando vimos a los enemigos en el suelo, derrotados.  
— Cortado he las alas al rey rapaz.- Exclamó Alfredo.- Caed al averno, y yaced en paz. 
— Así lucha un héroe verdadero.- Dije, con una sonrisa.- ¿No os parece formidable el don del amor sincero? 
— Llegado al cabo de tan ardua senda ¿os consumirán el odio y el miedo o seréis un héroe de leyenda?- Preguntó Varvados.- Aun sin saber vuestro sino, Alfredo, por siempre a su son habréis de bailar… hasta cortarse, fatídico, el hilo que a esta vida os osa amarrar. 
La escena cambió y esta vez solo estábamos Alfredo y yo en escena, delante de la ciudad, en llamas.
— ¡Mirad, Alfredo!- Exclamé viendo como el reloj se caía.- ¿De veras debéis marcharos?
— Mi gente, ansiosa, me espera.- Me respondió Alfredo. 
— ¿Por eso os vais de mi vera?- Pregunté, triste. Puse mi mano en la mejilla de Alfredo, mirándole fijamente a los ojos.- Cuidaos, pues, de la muerte. 
— Aun me abandone la suerte, sola no habré de dejaros.- Expresó Alfredo.- Creed en mí; si vos me esperáis aquí, regresaré a reencontraros. 
En ese momento Alfred me acercó a él y me abrazó muy fuerte. Sus manos rodeaban mi cuerpo hasta la cintura e incluso me acercó más a él. La obra concluyó aquí, los dos, abrazados. 
El telón se cerró y nos pusimos en la parte de atrás de las cortinas para ver la siguiente obra. En escena apareció Aeris con un vestido blanco precioso, le quedaba super bien. La mirábamos fijamente, sin tener ni idea del número que iba a interpretar ella. Aeris nos miró y yo le dediqué una sonrisa, se notaba que estaba nerviosa pero parecía que mis ánimos la habían ayudado a calmarse un poco. Miro hacia adelante y Aeris empezó a cantar una canción bellísima, como su voz. 
♫ Caminar por las calles de la ciudad con adoquines desgastados
Escuchar a la gente pasar corriendo con ritmos propios
La vida me pasa sin pensar como han volado los años
Hasta que te conocí
No diré que fue el destino
No diré que fue el destino
Pero si no, ¿qué podría ser?
¿Eso te atrajo hacia mí?
¿Será casualidad?
Hasta el día en que nos volvamos a encontrar
Dónde o cuándo desearía poder decir
Pero cree, sé que me encontrarás
Promesas que cumplir, nunca las necesitaremos
Si tan sólo nunca hubiera sabido
Todas las cargas para las que nací
Vivió una vida sin preocupaciones
En el mundo salvo para ti, pero eso no servirá
Hasta el día en que nos volvamos a encontrar
En nuestra calle quiero creer
En la oportunidad de que compartamos una mirada.
Promesas que cumplir, nunca las necesitaremos
Hasta el día en que nos volvamos a encontrar
En nuestra casa, sólo déjame creer
En la posibilidad de que vengas
Toma mi mano y nunca me dejes ir
Toma mi mano
Y cree
Podemos ser
Juntos para siempre
Caminar por las calles de la ciudad con adoquines desgastados
Luchando contra las multitudes y encontrándonos solos
El destino y el destino no son garantía
Aún así, espero que algún día vengas a encontrarme.
Aún así, sé que algún día vendrás a buscarme. ♫
La canción terminó y el telón se empezó a cerrar. Rápidamente fui hacia ella y la miré, con la lágrima en el ojo y le asentí. Ella me miró con una sonrisa y le agarré la mano para que viera que estaba con ella. La noté mucho más tranquila justo cuando abrieron el telón. Todo el mundo nos aplaudía tanto por la obra de teatro como por la actuación final de Aeris. Se sentia tan bien. Hicimos varias reverencias hacia todos lados y yo empuje a Aeris hacia adelante: era la estrella, tenía que brillar. Miró al público, encantada y sonrió como nunca la había visto sonreír antes.
Finalmente las obras terminaron y nos retiramos las gafas de realidad aumentada. Cloud y yo nos miramos y salimos del teatro, agarraditos de las manos. Me sentía con el corazón a mil, llena de emociones. 
— Ha estado bien, ¿verdad?- Le dije a Cloud mirándole, con una sonrisa.- Aeris canta de maravilla… Me ha sorprendido tanto su espectáculo.
— Tu también has estado increible.- Mencionó Cloud. No pude evitar ponerme roja.
— Si han asistido a la obra de teatro Loveless tienen una vuelta gratis en noria si van en pareja.- Dijo un auxiliar.- Si piensan canjear su entrada del teatro, rogamos que lo hagan cuanto antes. 
— Vamos.- Dijo Cloud.- La última vez… te quedaste con las ganas de subir. 
— ¿De verdad?- Sonreí, parecía boba de tanto sonreír.
— Si.- Respondió Cloud.
— ¡A qué esperamos entonces!- Exclamé.
Fuimos rápidamente hasta la plaza de la noria y hoy no había fila para subir. Canjeamos el tiquet y empecé a ponerme nerviosa mientras la cabina llegaba. Había llegado el momento.
Ahora si… si que puedo decir que estoy locamente enamorada de Cloud.
La cabina llegó y Cloud entró en esta ofreciéndome la mano para subir. Puse un pie en esta y la puerta se cerró. Nos sentamos en el sofá de la cabina, los nervios iban in crescendo. 
— ¿Y este volante?- Pregunté mirando lo del medio.
— Giralo, a ver que pasa.- Me dijo Cloud.  
Giré el volante y la cabina se empezó a girar. Sonreí, fascinada. 
— Que pasada.- Exclamé.- Es todo tan bonito desde aquí…
Varios hologramas de los diferentes juegos del Gold Saucer aparecieron a nuestro alrededor, decorando el cielo. Cloud no me quitaba la vista de encima, en un momento nuestras miradas se cruzaron y me puse nerviosa, agarrándome mis propias manos. 
— Tengo algo que decirte…- Dije de golpe, mi voz temblaba un poco.
— Yo también.- Mencionó Cloud, se le notaba nervioso también.- Pero dime…
El ambiente respiraba amor, mariposas lo adornaban y nuestros corazones eran la banda sonora del momento. 
— Hemos vivido muchas cosas juntos ultimamente.- Miré por la ventana fijamente.- Y compartimos tantas cosas… pero tantas. ¿No te parece curioso…?
— Puede.- Dijo Cloud mirándome a mí fijamente.- Pero, está bien… ¿no? 
— Pareciera que el destino… quiere que tú y yo…- Me sonrojé mucho al decir esas palabras y bajé mi mirada.- Es decir…
Cloud se acercó a mí y me agarró la mano, fuerte. No pude evitar subir la mirada quedando justamente a la altura de sus ojos, bastante cerca.
— Esto de los sentimientos no es lo mio pero…- Me dijo Cloud.- Durante este tiempo que hemos estado juntos he comprendido una cosa… y la tengo muy clara.
Hubo una pausa por parte de él en ese momento, mientras me miraba fijamente a los ojos. Sus pupilas se dilataban y su iris temblaba un poco. Estaba nerviosa. Las mariposas empezaron a revolotear cada vez más fuerte.
— Quiero pasar el resto de mi vida contigo.- Dijo Cloud.
Mi corazón se congeló en ese momento, sus palabras me hicieron sentir tan bien en ese momento. Cloud puso una mano en mi mejilla y se acercó a mí, juntando nuestros labios en el beso más dulce y más bonito que nos habíamos dado hasta ahora. El más sincero, todos nuestros sentimientos en un solo beso. Cloud se separó unos milímetros, no demasiado.
— Te quiero con mi vida, Sil.
Cloud se me quedó mirando, me abracé fuerte a él sin pensarlo ni un segundo y lo volví a besar de la misma manera. 
— Te quiero mucho, Cloud…- Dije al separarme de nuevo de él.- Estoy… totalmente enamorada de ti.
Nos abrazamos muy fuerte y nuestras bocas se volvieron a encontrar. Los fuegos artificiales empezaron a sonar, iluminando la cabina, iluminando nuestro amor. Cloud se levantó y me agarró de la ropa, llevándome con él. Se sentó en el volante del centro de la cabina y yo me subí encima de él. No tardamos ni un segundo más en volver a juntar nuestros labios, en otro beso ya no tan dulce, mucho más pasional. 
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Habíamos estado tanto tiempo esperando este momento, el momento de expresarlo todo, de dejarlo ir, que todo estaba saliendo como una explosión, como los mismos fuegos artificiales que nos decoraban. Habíamos estado actuando como dos personas que se tenían mucha atracción física, nos habíamos complacido de esa manera pero ninguno había dado el paso de confesar nuestros sentimientos y me hacia muy feliz que por fin habíamos dado el paso. 
Cloud siguió besándome, el amor se complementó a su vera de la pasión. No podía parar de encontrarme con su boca, con su lengua. La temperatura corporal de los dos subía, se notaba perfectamente. Ahora más que nunca nos necesitábamos. 
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Cuando terminamos miramos fijamente nuestro alrededor y vimos que a la noria le quedaba nada y menos para terminar. Rápidamente me levanté de encima suyo y me puse la ropa interior y el vestido bien. Él hizo exactamente lo mismo y nos miramos a los ojos, antes de bajar, volviendo a juntar nuestros labios en un apasionado beso.
Bajamos de la noria y fuimos rumbo al hotel de la mano, sin soltarnos ni un segundo. Me sentía ansiosa de él. Quería estar toda la noche junto con él. 
Finalmente llegamos a la habitación y al entrar y cerrar la puerta detrás nuestra Cloud se acercó a mí, besándome intensamente. Me agarré fuerte a él, a su ropa mientras nuestras bocas jugaban entre ellas. Había pasión pero también muchísimo amor en nuestros besos. 
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Agarré un papel y me limpié rápidamente, cansada. Ya no me notaba el cuerpo. Cloud se estiró a mi lado y me abrazó a él, mirándome a los ojos. Había sido la mejor noche de mi vida. Juntamos nuestros labios una vez más pero dándonos todo el amor del mundo en ese beso. Cuando nos separamos no pude evitar sonrojarme un poco por lo vivido pero me hacía muy feliz.
— Te quiero, Sil.- Me dijo Cloud. Mi corazón iba a explotar.
— Yo también te quiero, Cloud.- Respondí
Estuvimos un buen rato besándonos, sin parar hasta que nos quedamos dormidos. Por fin estábamos juntos, por fin de verdad.  
Te amo, Cloud.
Hotel Embrujado (dia siguiente)
Nos despertamos a la mañana del día siguiente más o menos a la vez. Normalmente si hubiera sido una noche de pasión como las que ya habiamos tenido anteriormente nos hablariamos casi como si nada hubiera pasado pero esta vez no era así.  
— Buenos días, Sil.- Dijo Cloud.
Me acercó a él y me besó. Era un beso de buenos días lleno de amor y de cariño. Las mariposas custodiaron mi estómago una vez más.
— Buenos días, Cloud…- Respondí abrazándolo fuerte.
En la habitación solo había amor en el aire. Me hacía feliz estar así con él, era todo tan bonito. 
— Deberíamos ir tirando hacia el torneo.- Mencioné mirando a Cloud a los ojos. 
— Sí.- Respondió él levantandose.
Cloud agarró toda mi ropa del suelo de la habitación y se acercó a mí, dándomela. Se lo agradecí con la mirada y me vestí, agarrando todas mis pertenencias. Él no tardó en vestirse y rápidamente salimos de la habitación dirigiéndonos a la Plaza de Combate. El Musculiseo. 
Llegamos de la mano y nos dirigimos a la puerta de la plaza donde se encontraban los demás esperándonos. Aeris se fijó en que veníamos con las manos agarradas y sonrío.
— ¡Por fin!- Exclamó Aeris.- ¿Ya os habéis dicho lo que sentís por cada uno? 
Asentí, con una sonrisa, mirando fijamente a Cloud.
— Me alegro muchísimo por vosotros, chicos.- Dijo Tifa con una sonrisa, parecia feliz por nosotros.- De verdad.
— Lo aprecio mucho, Tifa…- Respondí, feliz.
— ¡Me dan nauseas solo de veros!- Exclamó Yuffie.- Pero me alegro, eh. Ya era hora que un poco más y se acaba el mundo antes.
— Me alegro por vosotros o lo que sea.- Dijo Barret.- ¡Pero que esto no retrase la misión, eh!
— Tienes nuestra palabra de que no.- Dije con una sonrisa.
— ¡Miauchas felicidades!- Exclamó Cait Sith con una sonrisa.
— Bueno.- Dijo Cloud, algo avergonzado por la situación.- ¿Vamos tirando?
— Sí, tenemos faena.- Mencionó Red XIII. 
Avisamos al mostrador de que ya habíamos llegado y nos dirigieron a la parte de dentro del musculiseo a esperar nuestra salida. 
— Tengo el orgullo de darles la bienvenida al salón de la fuerza del Gold Saucer: ¡el Musculiseo!- Exclamó Dio, dando la entrada al versus.- Hoy tendrá lugar un encuentro especial entre las tropas de Don Corneo y servidor para disputarnos cómo se llamará este paraíso. Verán, tiempo atrás, cuando empecé a perseguir el sueño del Gold Saucer… 
En la parte superior del musculiseo apareció Don Coreno haciendo de DJ con sus dos presentadores, los mismos que presentaron en la Copa Don Corneo en el Mercado Muro. 
— ¿¡Estás senil, viejales!?- Exclamó uno de los presentadores.- ¡Déjate de cháchara! 
— Aquí nadie ha venido a oír batallitas, ¿a que no?- Dijo el otro presentador.- Anda, deja paso a la chavalada. 
— Scotch y Kotch se quedan al frente de este tinglado.- Mencionó el primer presentador.- ¡Y con toda esta peña! 
— ¡A partir de ya, el nombre del parque está en juego!- Exclamó Kotch. 
— ¿Qué es eso del Gol Soso? ¡Ese nombre es de coña! ¡Hoy mismo lo tiramos a la basura!- Exclamó Scotch.- Si ganamos, ¡esto pasará a llamarse "Corenolandia"! Tranquis, monadas. ¡Ya queda poco para las pruebas de chica de compañía de Don Corneo! 
— ¡A tope! ¡Vamos a darle caña!- Exclamó Kotch.- Sin compasión, ¡solo riesgo y convulsión! ¡Esos puños, a verlos arriba! ¡Y ese ánimo, que yo lo perciba! 
— ¡Venga, que os quiero dándolo todo!- Exclamó Scotch.
En ese momento salimos desde la plataforma a la arena de juego, todo el grupo. Miramos fijamente la situación. 
— ¡A tope! ¡Empecemos!- Exclamó Scotch.- ¡Divertíos hasta desfallecer, gritad hasta enroquecer! 
— Ya está bien de rimas y pantomimas.- Exclamó Kotch.
— ¡A calentar motores!- Dijo Scotch.- ¡Comienza el combate por el nombre! ¡Primera ronda!
Un montón de bandidos salieron por todas las puertas. 
— ¿¡De dónde salen tantos!?- Exclamó Yuffie. 
— Bah, esto está chupado.- Estaba de muy buen humor.
Empezamos todos a pelear contra los bandidos de Don Corneo y como quien dice fueron un paseo. Cada uno que mataba, cada uno que me daba más energía. Terminamos con todos en menos que canta un gallo.
— ¡Estas monadas son auténticas tigresas! La tropa de Dio no se anda con tonterías.- Dijo Kotch. 
— Pero ¡el clan Corneo no está aquí para perder!- Mencionó Scotch. 
— Ya está bien de calentamientos. ¡Ahora empieza el fiestón de verdad!- Exclamó Kotch. 
— ¡De tierras áridas viene cactilio, nuestro bufón favorito!- Exclamó Scotch. 
— De tanto que los hemos regado, ¡ahora es parte de la familia!- Exclamó Kotch. 
— Señoras y señores, ojito con esas espinas. Ahora, ¡paso a la segunda ronda!- Exclamó Scotch. 
Nos enfrentamos a tres Cactuars que tenían una gran agilidad para moverse. Pero no eran nada difícil para nosotros. Llegó un punto que quisieron huir. Cait Sith se montó a lomos de Red XIII y empezó a correr contra los escapistas. 
— ¡Al galopeee!- Exclamó Red XIII.
— ¡Tomiau yaaaa!- Exclamó Cait Sith. 
Fueron a toda velocidad hacia los cacutars y rápidamente los dejaron sin vida, haciendo una especie de pleno con ellos tres.
— ¡Lo están dando todo en un ataque coordinado interspecie!- Exclamó Kotch.- ¡El clan Corneo lo tiene crudísimo! 
— ¡Esto sí que son adversarios! Si titubeas, estás muerto.- Dijo Corch.
Todos miramos a Red XIII y a Cait Sith felicitandoles por tremenda jugada. 
— ¡Sujetaos, porque ahora llega la flor y nata de nuestro clan!- Exclamó Kotch. 
— ¡Hala! ¡Aquí están los hijos predilectos de Don Corneo!- Exclamó Scotch. 
— ¿Quién será la pobre víctima del rencor del clan Corneo?- Preguntó Kotch.
Tres tomberries aparecieron delante nuestro. Estos bichos tenian un ataque mortal: Cuchillazo. Era mejor mantener distancias. 
— Vamos con la última ronda. ¡Que gane el mejor, y con la mejor ovación!- Exclamó Scotch. 
— Y para el perdedor… ¡la peor humillación!- Exclamó Kotch.- ¡Sigamos con el combate por el nombre! ¡A darle caña a esa tercera ronda!
Nos pusimos en guardia y preparé mis materias con una sonrisa. Empezamos a luchar con todas nuestras fuerzas. Decidí decantarme por el ataque desde lejos para evitar su ataque especial y rápidamente terminamos con ellos.
— ¡Ni uno en pie!- Exclamó Yuffie. 
— ¡Aún queda Don Coreno!- Dijo Cloud.
— Fácil.- Sonreí. 
De detrás nuestro salió Don Corneo con su monstruo, el de las alcantarillas, montado en él. Salimos corriendo al ver que nos quería aplastar. 
— A ver con quién me quedo…- Dijo Don Corneo mirándonos fijamente.- ¡Decidido!
— ¡Tifa! ¡Ten cuidado!- Exclamó Aeris.
— ¡Se me hace la boca aguaaaa!- Dijo Don Corneo. 
Tifa echó a correr y se propulsó con la pared para dar una voltereta hacia atrás y salvándose de Don Corneo y haciendo que su queridísimo monstruo se estampe contra la pared de la arena. 
— ¡Hala!- Gritó Scotch.- ¡El ataque furtivo de Don Corneo ha acabado siendo un chasco! 
— Señoras y señores, eso está que arde.- Dijo Kotch.- ¡Nuestro Don Corneo sale a la cancha! 
Don Corneo nos hizo un repaso con la mirada a Tifa, a Aeris, a Yuffie y a mi.
— ¡Qué guapas! ¡Qué bien!- Exclamó Don Corneo. 
— Con vuestro permiso me voy a vomitar.- Dije yo.
— ¡Das una grima que te cagas!- Exclamó Yuffie. 
— ¡Que no os distraiga!- Dijo Cloud. 
— Va siendo hora de un buen repaso, gatitas…- Mencionó Don Corneo.
— ¡Estamos ante un giro inesperado!- Mencionó Scotch.- ¡Empiezan las pruebas de selección de chica de compañía de Don Corneo! 
Empezamos a cargar contra él pero sobre todo contra su monstruo Aps. Me había dado un total asco lo que decía, como no. No era la primera vez que lo veía en modo baboso y daba una repulsión. Con más ganas de derrotarlo me había dejado. Llegó un punto en el que Aps no pudo aguantar más y tiró por los aires a Don Corneo.
— Ay, ayyyy…- Dijo Don Corneo en el suelo. 
Cloud rápidamente se acercó a él y lo amenazó con su espada, clavandola casi cerca de sus partes bajas. 
— Como vuelvas a mirar con tus ojos babosos a mi novia o a mis amigas, te los corto.- Exclamó Cloud. 
Las cuatro miramos fijamente a Don Corneo y Aeris le dio una buena patada. 
— ¿Qué tal si se los arrancamos?- Preguntó Aeris. 
— Mejor se los aplastamos, ¿no?- Preguntó Tifa. 
— ¿Qué tal si se los quemo?- Saqué mi materia PIRO y lo miré fijamente. 
Don Corneo intentó escabullirse gateando pero Barret se puso en medio. 
— ¿Se los vuelo de un disparo?- Preguntó Barret apuntando. 
— Yo se los puedo arrancar de un mordisco.- Dijo Red XIII. 
Don Corneo tiró rápidamente hacia atrás y miró fijamente a Aps para empezar a hacer un berrinche.
— ¡Ya vale, ya vale!- Exclamó Don Corneo.- Cuánta crueldad… ¡Acercaos, guapas! ¡Que puedo con todas! ¡Pero…! Por hoy… ¡me las piro!
Don Corneo se montó en Aps y le dió la orden de marchar corriendo de la arena. 
— ¡Hala! ¡Este combate por el nombre me ha hecho sudar!- Exclamó Scotch.- ¡La tropa de Dio se alza con la victoria! 
— ¡Chupaos esa!- Exclamó Barret. 
— ¡Vivaaa!- Exclamó Yuffie.
Tifa y Aeris se acercaron donde estábamos y chocamos los cinco las tres y luego con Cloud. 
— Ha estado chupado, somos el mejor equipo.- Exclamé.
— No me lo creo.- Dijo Tifa.
Justo en ese momento entró Dio y fue directamente hacia nosotros, con una sonrisa.
— El Gold Saucer conservará su nombre gracias a vosotros.- Nos dijo Dio.- ¡Venid que os dé un buen abrazo para agradecéroslo! 
— No hemos luchado por ti.- Dijo Cloud.
— Danos la piedra angular y estamos en paz.- Mencionó Aeris. 
— Claro, por supuesto.- Dijo Dio con una sonrisa.- Al fin y al cabo, le toca estar con su legítima dueña. Aquí tienes. 
De golpe se apagaron parte de las luces del musculiseo y todos miramos a nuestro alrededor sin entender nada. 
— ¿Qué pasa?- Preguntó Barret.
En ese momento vimos entrar corriendo a Elena, de los Turcos agarrando la piedra angular, con una sonrisa.
— No jodas.- Exclamé.
— ¿¡Los Turcos!?- Preguntó Tifa.
— ¡Devuelve eso, canalla!- Exclamó Barret yendo rápidamente hacia ella. 
Elena rápidamente lanzó la bola hacia el otro lado y al girarnos allí estaba Rude quien la agarró sin problema.
— ¡Vamos, no jodas Rude!- Exclamé.
— Gajes del oficio.- Respondió él esquivando a Yuffie y lanzando la bola a Elena. 
Red XIII fue corriendo hacia ella intentando agarrarla, sin éxito. Elena se la volvió a tirar a Rude. 
— ¿Ahora sois ladrones?- Preguntó Aeris. 
— Esto ya era nuestro.- Respondió Rude. 
— No te lo crees ni tú, ladrón.- Mencionó Cloud. 
— ¡Señor Rude!- Dijo Cait Sith de golpe.
 Rude asintió y le pasó la bola a Cait Sith. En ese momento el gato salió corriendo. No podía creer lo que acababan de ver mis ojos. 
— Pero… ¿¡qué cojones!?- Exclamó Barret.
— ¡Se ha dado el piro!- Exclamó Yuffie. 
— ¡Mierda! Yuffie, Nanaki: ¡tras él!- Exclamó Barret.
Barret se fue corriendo también junto a ellos abandonando el musculiseo. Elena y Rude se miraron y se juntaron mirándonos a nosotros. 
— ¡La venganza se sirve fría!- Exclamó Elena. 
Los cuatro nos pusimos en guardia, esta vez no iba a quedarme de brazos cruzados. 
— ¡Muy bien! Veo que aún queda otro enfrentamiento en el tintero.- Dijo Dio poniéndose en medio.- Primero una pausa y luego reanudaremos cuando ambas partes estén listas. 
Mientras Tifa, Aeris y Cloud se preparaban aproveché para ir donde estaban Rude y Elena.
— ¿Pero qué hacéis?- Pregunté, sin entender nada.
— Pues seguir ordenes.- Respondió Elena.- Es una pena que estes en el equipo contrario como quien dice, pero es lo que toca. 
— ¿Y Cait Sith?- Pregunté mirando a Rude.
— Necesitábamos ayuda de alguna manera.- Me respondió él.- Lo siento, Sil. Sabes que no es nada personal, para nada. 
— Joder, Rude…- Exclamé.- Estoy en un pedazo de compromiso ahora.
— Lucha contra nosotros.- Dijo Elena.- No te cortes.
— No lo haré.- Respondí.- Que gane el mejor.
Le di la mano a Rude y él me la devolvió con una pequeña sonrisa. No pude evitar sonreír un poco. Aunque nos hubieran robado en nuestras narices le tenia mucho aprecio, no me lo podía tomar tan en serio.
— ¿Todo listo?- Preguntó Dio.
— Sí.- Dijo Cloud.
— ¡Bravo! ¿Empezamos?- Preguntó de nuevo Dio. 
De golpe volvieron a aparecer Kotch y Scotch, los presentadores, en escena.
— ¡Aquí están los elegidos! ¡Dejadlo en manos de Scotch y Kotch!- Exclamaron los dos a la vez.
— Ni parpadeéis. ¿¡Listos para darle caña, colegas!?- Exclamó Kotch.
— ¿¡Queréis bronca, colegas!?- Preguntaron los dos a la vez. 
— ¡Vamos con la ronda especial!- Mencionó Scotch. 
— ¡Al lío!- Exclamaron los dos. 
Nos pusimos los cuatro en guardia y empezó la pelea. Esta vez luché de verdad contra ellos, no me corté ni un pelo. Me enfrenté directamente contra Elena, posiblemente porque era a la que no tenía cariño de los Turcos y no me iba a saber tan mal. Empezamos a pegarnos, sin parar. Parecía un uno versus uno. Imbuí mi espada en PIRO y empecé a reventarla con el calor. Llegó un punto que ella se tuvo que tirar hacia atrás, bastante dolida. Miré a mi lado y los demás habían cargado bien contra Rude. 
— ¡Hala! ¿¡Ya está el pescao vendido!?- Preguntó Scotch. 
— ¡Ni de coña! ¿Eh, Rude?- Exclamó Elena. 
— Sí.- Esto solo acaba de empezar.- Dijo Rude. 
Las luces de musculiseo se volvieron a apagar y yo dejé ir un suspiro. 
— ¿Qué pasa ahora?- Pregunté.
— ¡Muy buenas, damas y caballeros! Les pido que dirijan su mirada al centro del coliseo.- Dijo Dio.- Tenemos un invitado sorpresa que hará las delicias de este encuentro. Un fuerte aplauso para… ¡el nuevo presidente de la compañía Shinra! ¡Rufus Shinra! 
De la plataforma del centro salió Rufus Shinra dirigiendo su mirada hacia nosotros.
— ¡Inauditoooo!- Exclamó Kotch.- ¡Esto no tiene precedentes! 
— ¡El presidente de Shinra nos honra con su presencia!- Exclamó Scotch. 
Escuché el perro de Rufus desde arriba, desde las gradas y al mirar hacia arriba vi a Tseng. No pude evitar ponerme un poco nerviosa. Cruzamos miradas y noté su sonrisa. 
— ¿Qué pretende, señor?- Preguntó Elena. 
Rufus calló a Elena con la mano y se dirigió a Cloud. 
— Oficialmente, sigues siendo miembro de Shinra.- Dijo Rufus.- He venido a despedirte en persona. 
— Pero bueno…- Dijo Elena. 
— Reuníos con Tseng.- Indicó Rufus a Elena y a Rude. 
Cloud nos hizo un gesto a Aeris, Tifa y a mi para que nos mantuviéramos al margen y eso hicimos. 
— ¿Estás cachondeándote de mí?- Preguntó Cloud. 
— Te hace falta disciplina.- Mencionó Rufus apuntando a Cloud.
— ¿¡Qué ocurrirá ahora!?- Preguntó Scotch. 
— ¡Un encuentro histórico, para el recuerdo!- Exclamó Kotch.- ¡Señoras y señores! Mucho ojo con las heroicidades del presidente Rufus. 
Cloud y Rufus empezaron una pelea bastante igualada. Parecía que ninguno de los dos se iba a hacer con la victoria hasta que por un error de Rufus, Cloud agarró la delantera, jugando con varios combos. Pero en ese momento el perro infernal de Rufus fue corriendo hacia la arena, llegando justo a tiempo para salvar a su dueño.
— Aquí viene el perro militar del presidente… ¡Tiniebla!- Exclamó Kotch. 
— ¡Ha venido al galope cuando su amo más le necesitaba!- Exclamó Scotch. 
— La obediencia es una virtud.- Dijo Rufus. 
— Veo que mueves la colita de maravilla ante tu amo.- Mencionó Cloud. 
— Y tú necesitas que te metan en vereda.- Añadió Rufus.- Te voy a meter en vereda. 
— Aquí te espero.- Dijo Cloud.
— Perro ladrador, poco mordedor.- Mencionó Rufus.
No le quitaba el ojo a Cloud. Se me hacía tan atractivo verlo de esta manera. Se me hacía la boca agua. 
Cloud empezó a pelear contra Rufus con todas sus fuerzas sobretodo para terminar lo antes posible. Rufus cayó hacia atrás y tuvo que agarrarse del suelo.
— Soy ex-Soldado. ¿Qué esperabas?- Preguntó Cloud. 
— Tanto espectáculo es agotador.- Dijo Rufus sacando una moneda de las suyas y tirándola al aire para llenar todo de humo y largarse.
— Vaya presidente, ¿es que no tiene mejores cosas que hacer?- Pregunté.
— Se ha largado.- Dijo Tifa.
— Es mejor así.- Mencionó Cloud.- Hay cosas más importantes…
— Como Cait, ¿no?- Preguntó Aeris. 
— Eso es.- Dijo Cloud. 
Salimos corriendo del musculiseo corriendo y miramos la zona para ver si encontrábamos donde estaba Cait. Nos separamos y empezamos a dar vueltas por la plaza de Combates. Estaba segura de que no había podido ir demasiado lejos tampoco y además los demás lo habían visto con anterioridad. De golpe vi como Cloud lo había visto y Cait Sith pasó por encima de él saliendo corriendo.
— ¡Eh!- Exclamó Cloud.- ¡Para! 
— ¿Eh?- Dijo Aeris al verlo delante suyo y lo intentó agarrar pero ese gato es muy escurridizo.
— Se siente.- Dijo Cait Sith yéndose.
— ¡Jopetas!- Exclamó Aeris
— ¡Vamos! No hay tiempo que perder.- Dije. 
Gold Saucer: Plaza principal.
Salimos corriendo detrás de él llegando al principio del parque. De golpe lo vimos correr hacia la zona de empleados del Gold Saucer y ya todo el grupo volvíamos a estar juntos yendo detrás de él. Nos metimos por la puerta trasera y cuando salimos vimos el helicóptero de Shinra. Rufus, Elena y Rude ya se encontraban dentro del helicóptero y Tseng estaba fuera junto con Cait Sith. 
— Señor Tseng…- Dijo Cait Sith dándole la piedra angular. 
— ¿En serio?- Exclamé, mirando fijamente a Tseng, desde lejos. 
— Cuidate, Sil.- Tseng me miró con una pequeña sonrisa.- Te quiero.
En ese momento se subió al helicóptero y se fueron todos, dejando a Cait Sith allí. No pude evitar suspirar. Me sentía tan traicionada y no por los Turcos porque al final es su trabajo, me sentía traicionada por Cait Sith. 
— Te voy a despellejar vivo.- Exclamó Barret.
— Prrrdoncito…- Dijo Cait Sith. 
— Tonto de mí que confié en ti, aunque fueras de Shinra.- Mencionó Barret apuntando a Cait Sith.- Me dejé engañar cuando nos conocimos. ¡Nos la has jugado! 
— ¡Barret, no lo hagas!- Exclamó Tifa. 
— Tienes razón.- Dijo Barret.- No se merece ni mis balas. 
— ¿Cómo has podido traicionarnos?- Preguntó Red XIII. 
— ¡Eres lo peor!- Exclamó Yuffie.- ¡Esto nos pasa por confiar en Shinra! 
Aeris se intentó acercar a Cait Sith pero Cloud lo paró.
— No pienso acoger a un traidor en nuestras filas.- Dijo Cloud. 
— ¡Cloud…!- Dijo Cait Sith, con las orejas bajas.- ¿Sil…?
— Puedes jugar a dos lados, pero siempre has de ser fiel a quienes te lo son. Eso lo he aprendido yo con el tiempo.- Le dije antes de girarme y avanzar con mis compañeros. 
— Esto iba a pasar de una miaunera u otra…- Dijo Cait Sith.
Nos alejabamos de donde se encontraba Cait Sith. Había quedado expulsado del grupo.
— ¡Estoy mosqueadísima con Cait!- Exclamó Yuffie. 
— Seguro que le darán un ascenso y todo.- Respondió Barret.
— Se estaba quedando con nosotros desde el principio.- Mencionó Yuffie, enfadada.- ¡Jolín! ¡Me hierve la sangre solo de pensarlo! 
— Aeris… ¿Te pasa algo?- Preguntó Tifa. 
— Es que siempre he pensado que se me daba bien calar a los demás.- Dijo Aeris. 
— No le demos más vueltas.- Mencionó Cloud. 
— ¿Y qué propones? ¡Shinra va a birlar la materia negra!- Exclamó Yuffie.- ¡No hay tiempo que perder! 
— Pero ¿adónde vamos ahora?- Preguntó Barret.
— Solo Cait sabe dónde está el templo… ¿no?- Preguntó Red XIII. 
— Que yo sepa si…- Dije cruzandome de brazos. 
— Podríamos rastrear el helicóptero de los Turcos.- Dijo Vincent. 
— ¿¡En serio!?- Preguntó Aeris. 
— Conozco su frecuencia de onda.- Mencionó Vincent.- Así que los localizaremos si utilizan la radio. 
— Pues el Potrillo tiene una.- Dijo Cid con una sonrisa. 
— ¡De lujo!- Exclamó Barret.
— Ea. ¡Voy a ponerlo todo en marcha, colegas!- Dijo Cid. 
— Nos las apañaremos como sea.- Mencionó Cloud.- Encontraremos el templo. 
— Y en cuanto a la materia negra…- Dije con una sonrisa.- será nuestra. 
Costa del Sol: Puerto.
En el Gold Saucer había un helicóptero que se dirigía a Costa del Sol así que decidimos cogerlo para llegar lo más rápido posible al Potrillo. Nos montamos todos y en un abrir y cerrar de ojos ya estábamos en el puerto de Costa del Sol.
— ¡Muy buenas!- Dijo Cid. 
— Voy a usar la radio.- Mencionó Vincent. 
— A ver si funciona; es viejísima.- Agregó Cid.
— Pues mucho mejor.- Dijo Vincent. 
Nos subimos todos al Potrillo y nos sentamos como de costumbre. Me quedé mirando la ventana, con las emociones al máximo. No me esperaba la traición de Cait Sith, no a estos niveles de magnitud y me sentía muy decepcionada pero al mismo tiempo había tenido la mejor noche de mi vida en el Gold Saucer junto con mi nueva pareja, Cloud.
Ahora sí, empieza un nuevo comienzo en mi vida.
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Esto es una adaptación de la obra original FINAL FANTASY VII (SQUARE ENIX©) sin fines de lucro. Solo tiene fines lúdicos y de comunidad. Prohibida la copia de la adaptación igual que la extracción de personajes propios sin autorización.
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nesshopeful · 2 years ago
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Y siempre tuviste la razón y siempre la vas a tener ,ni unas flores ,ni unas cartas ni nada va arreglar algo, todos los días pienso en ti y en las cosas que pudimos haber hecho, la vida que pudimos tener ,la vida que te quería dar, la vida que me querías dar, no sabes cuánto te extraño y cuánto desearía que estés aquí ,fuiste mi luz al final del túnel , mi vida entera y mayor felicidad y orgullo, lo más increíblemente precioso, hermoso y maravilloso que el destino o Dios me dio, cometí tantos pero tantos errores y me aleje de ti y de todo lo que teníamos,  ahora todo pesa, todo es bastante difícil, triste, desolador ,muy solitario y melancólico, siempre hay un momento tan pero tan triste en algún punto del día todos los días y a veces creo que lo merezco y pienso en simplemente seguir perdiéndome y apagándome, todos los días me despierto y recuerdo que no estas aquí y por mi culpa mi tiempo a tu lado a acabado ,rompí tu corazón, te decepcione ,no puedo imaginar cuánto dolor tienes ni tampoco yo puedo describir como es todo, un día sin ti, sin nosotros, un mensaje por la mañana ,las risas, los comentarios tontos,  los bailes graciosos y las películas los fines de semana, el amor siempre ,cualquier día de la semana ,las idas al centro y los lugares que visitamos y usamos para ubicarnos de dónde estábamos e ir otro lado ,las micheladas y las canciones random que poníamos en mi cuarto ,las veces que nos perdimos y terminábamos en calles con casas muy bonitas y decíamos que íbamos a tener una así ,una casa grande con jardín y decorada con cosas antiguas, los proyectos que hubiéramos hecho juntos al pasar de los años ,los cambios que tendríamos como arquitectos ,hay tantas cosas inconclusas ,hay tantas cosas que pidieron ser y hay tantas aún más regadas que quizá con el tiempo aparezcan y hagan los días aún más difíciles ,me diste los mejores años de mi vida y los voy a atesorar y recordar amor ,me has dando tanto a mi alma que ahora no tengo el derecho de recibir más de ti, eres y siempre serás insuperable, lo que más voy a querer y añorar, lo que mas voy a extrañar y pensar, fuiste mi luz y lo sigues siendo aún con la misma intensidad, nunca voy a dejar de pensar que eres preciosa y tan pero tan inteligente y sabes absolutamente todo, nunca dude de que conocí a la persona más inteligente e interesante de la vida y de mi vida, creo que nunca dejare de mencionar lo cálida, lo buena y amable, lo graciosa e impredecible que eres, es imposible no dejar de pensar en ti y en todas tus curiosidades que siempre ame  y aprecie porque nadie es ni será como tú ni en un millón de años y vidas, en todo lo que te conforma, todo lo que conforma a un ser precioso y mágico que hizo de mi vida el cielo, hiciste de mi vida un sueño hecho realidad, nunca debí hacer lo que hice porque nadie se puede comparar ante ti y es algo que nunca en mi vida me voy a perdonar y estoy tan arrepentido, es imposible sacar de mi cabeza la decepción que tienes de mi y que piensas que nunca te quise y de otras cosas más, pero te prometo y te juro y daría todo de mi para que aunque sea por un segundo me creas, te ame y te amo y siempre soñé una vida a tu lado, una vida llena de amor, los viajes en carretera que te dije que íbamos a hacer con el golfito ya restaurado, las tardes y las noches juntos cenando, despertar y darnos un beso de buenos días, se leerá tonto  pero juro juro juro juro que algún día pensaba prepárarte el desayuno y llevártelo a la cama, de verdad quería permanecer junto a ti hasta el final ,nunca voy a dejar de pensar en ti cada día, dudo que alguna vez vuelva a amar como lo hice contigo, me diste los mejores años de mi vida y estoy seguro que seré de esos viejitos que solo hablan y recuerdan el pasado porque ahí es donde fueron felices ,nunca te olvidare y siempre tendré una parte de ti en mi y la guardaré con todo mi amor ,con toda mi alma y mi vida te pido una disculpa y se que no basta y no bastará pero de verdad lo siento tanto, dudo que será de mí, todo lo que amaba lo amaba porque lo hacíamos juntos ,ahora estoy perdido y no tengo absolutamente ya nada, tengo tanto tanto miedo del futuro y todo aquí esta empeorando pero no dejo de pedir que estés bien, te amo y te amare el resto de mi vida ,es una promesa con mi alma y el amor que te tengo, gracias por darme un amor tan mágico ,un amor tan intenso e imposible de comparar o igualar, imposible de olvidar.
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ochoislas · 1 year ago
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EL JARDÍN
¡Qué vanamente obcécanse los hombres codiciando el laurel, el roble o palma, para ver sus trabajos incesantes coronar una yerba, un árbol solo, que con el corto ruedo de su sombra vitupera, discreto, sus fatigas; cuando árboles y flores todos trenzan la tupida guirnalda del reposo!
¡En tal lugar te hallé, preclara Paz, con Inocencia, que es tu amada hermana! Errado largo tiempo yo os buscaba en negocioso trato de las gentes. Si acaso brotan vuestras sacras matas, sólo podrán medrar entre estas plantas. ¡Cuán incivil ya me pareces, Mundo, ante esta deleitosa soledad!
Jamás nácar ni grana se mostraron como este dulce y regalado verde. Tiernos amantes, cual su llama fieros, árboles hieren con el caro nombre. ¡Qué mal conocen, ay, ni se percatan que éstos ofuscan la beldad que ansían! Claros troncos, si vuestra piel llagara, otro nombre que el vuestro no se viera.
Una vez enfriados los Afectos encuentra aquí el Amor digno retiro. Dioses, que tras mortal belleza corren, dan fin a su carrera frente a un árbol. Apolo persiguó de modo a Dafne por tal que de un laurel tomara forma. Y Pan tras de Siringa se apresura, no tanto por ser ninfa cuanto caña.
¡Qué portentosa vida es la que llevo! Manzanas en sazón sobre mí llueven; los copiosos racimos de la viña de suyo prensan en mi boca el vino; la nectarina, el pérsico escogido, a mi mano se tienden por sí solos; tropezando en melones, a mi paso, preso en lazo de flores, caigo en grama.
La Mente en tanto, de menguados gustos, al retiro se aparta de su dicha —la Mente, ponto donde cada especie su inmediata semblanza al punto encuentra, y crea, empero, trascendiendo tales, tantos mundo ajenos, tantos mares—, aniquilando todo lo plasmado en un verde pensar en sombras verdes.
Aquí, ya al pie de la fontana lábil, ya en la cepa musgosa de un frutal, de sí arrojando su terreno velo, mi alma por la enramada se destila: como un pájaro allá se posa y canta, se aguza luego, y peina alas de plata; y, en tanto se apareja al vasto vuelo, cambiantes de la luz copia en sus plumas.
Tal fue una vez aquel feliz estado cuando el hombre pisó sin más consorte; ¡tras un lugar tan puro y tan sabroso qué otro sufragio ya pudiera hallarse! Mas trascendía la mortal fortuna vagar por el vergel en solitario: se adunaran allá dos paraísos en morar paraíso y sin compaña.
Qué diestro el jardinero así trazó con flor y yerba este cuadrante nuevo, en donde un sol benigno de la altura discurre por zodíaco fragante; y la industriosa abeja en sus afanes, al par de nos, va computando el tiempo. Y es que tan dulces y salubres horas, ¿cómo, sin yerba y flor, fueran contadas?
*
THE GARDEN
How vainly men themselves amaze To win the Palm, the Oke, or Bayes; And their uncessant Labours see Crown'd from some single Herb or Tree, Whose short and narrow verged Shade Does prudently their Toyles upbraid; While all Flow'rs and all Trees do close To weave the Garlands of repose.
Fair Quiet, have I found thee here, And Innocence thy Sister dear! Mistaken long, I sought you then In busie Companies of Men. Your sacred Plants, if here below, Only among the Plants will grow. Society is all but rude, To this delicious Solitude.
No white nor red was ever seen So am'rous as this lovely green. Fond Lovers, cruel as their Flame, Cut in these Trees their Mistress name. Little, Alas, they know, or heed, How far these Beauties Hers exceed! Fair Trees! where s'eer your barkes I wound, No Name shall but your own be found.
When we have run our Passions heat, Love hither makes his best retreat. The Gods, that mortal Beauty chase, Still in a Tree did end their race. Apollo hunted Daphne so, Only that She might Laurel grow. And Pan did after Syrinx speed, Not as a Nymph, but for a Reed.
What wond'rous Life in this I lead! Ripe Apples drop about my head; The Luscious Clusters of the Vine Upon my Mouth do crush their Wine; The Nectaren, and curious Peach, Into my hands themselves do reach; Stumbling on Melons, as I pass, Insnar'd with Flow'rs, I fall on Grass.
Mean while the Mind, from pleasure less, Withdraws into its happiness: The Mind, that Ocean where each kind Does streight its own resemblance find; Yet it creates, transcending these, Far other Worlds, and other Seas; Annihilating all that's made To a green Thought in a green Shade.
Here at the Fountains sliding foot, Or at some Fruit-trees mossy root, Casting the Bodies Vest aside, My Soul into the boughs does glide: There like a Bird it sits, and sings, Then whets, and combs its silver Wings; And, till prepar'd for longer flight, Waves in its Plumes the various Light.
Such was that happy Garden-state, While Man there walk'd without a Mate: After a Place so pure, and sweet, What other Help could yet be meet! But 'twas beyond a Mortal's share To wander solitary there: Two Paradises 'twere in one To live in Paradise alone.
How well the skilful Gardner drew Of flow'rs and herbes this Dial new; Where from above the milder Sun Does through a fragrant Zodiack run; And, as it works, th' industrious Bee Computes its time as well as we. How could such sweet and wholsome Hours Be reckon'd but with herbs and flow'rs!
Andrew Marvell
di-versión©ochoislas
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v0ice0fthes0ul · 2 years ago
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No eres los otros (JLB)
No te habrá de salvar lo que dejaron
escrito aquellos que tu miedo implora;
no eres los otros y te ves ahora
centro del laberinto que tramaron
tus pasos. No te salva la agonía
de Jesús o de Sócrates ni el fuerte
Siddharta de oro que aceptó la muerte
en un jardín, al declinar el día.
Polvo también es la palabra escrita
por tu mano o el verbo pronunciado
por tu boca. No hay lástima en el Hado
y la noche de Dios es infinita.
Tu materia es el tiempo, el incesante
tiempo. Eres cada solitario instante.
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antaxzantax · 2 years ago
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Sample of fanfic project
Going serious now. Original Spanish and English version above.
[Spanish version]
Un solitario retrato de Abraham Spencer pendía de la pared. Sus rostro, otrora encomiable por su dureza, había sido oscurecido por un cortinaje que bloqueaba una buena parte de la luz natural procedente del jardín. Su pelo y barba del color de la obsidiana perfilaban unas adustas facciones coronadas por un par de ojos castaños, que en su escorzo, sugerían una estremecedora terribilità. En su ausente presencia, Abraham Spencer todavía dominaba sobre el despacho que su primogénito, Oswell, había heredado para gloria de su progenitor. El escritorio de ébano era una pieza de fina artesanía cuya contemplación era obstaculizada por la montaña de archivos y papeles mecanografiados que Oswell había recopilado para la administración de su nueva empresa, Anzec Pharma.
Había constituido Anzec Pharma como una improvisación; un juego empresarial destinado, presumiblemente, a fallar. No obstante, el súbito cambio de las reglas del juego que sobrevino con el fin de la Segunda Guerra Mundial había tornado su expectativa en sorpresa. La introducción del bienestar en Europa había desatado el ansia por el consumo, sea este en forma de aparatos inútiles para el divertimento de las masas; sea este en forma de drogas. El consumo de antidepresivos crece en Norteamérica, había leído una vez en una revista de poca monta con cierto regocijo. El consumo de antidepresivos como industria, esa fue la idea subyacente a la constitución de Anzec Pharma.
Primero abrió una fábrica en su natal condado de Essex, Inglaterra, en plena ola de reindustrialización tras el desastre. Las cosas fueron distintas a cuando su padre vivió. Tuvo que negociar con los obreros una serie de medidas ventajistas que Abraham habría tildado de excepcionalmente deplorables. No obstante, supo ceder a tiempo e incrementar la rentabilidad de su primera fábrica sin fricciones. Se conformaba con demostrar que su olfato empresarial era superior a su destreza científica. Una vez la fábrica de Essex cumplió su función, Oswell abrió una nueva fábrica en la costa este de Estados Unidos, en Nueva York; a la vez que se mudó de Essex, donde aguardaba su casa solariega, a Luxemburgo, donde hizo construir una nueva mansión, réplica de su centenario hogar natal, para beneficio de sus finanzas.
El caudal de ingresos proveniente de la producción de genéricos a bajo coste ascendió más allá de su límite basal; lo que le motivó a reflexionar sobre la posibilidad de incursionar en la industria farmacéutica con un proyecto más serio, más grande, más interesante. Debido a que su conocimiento sobre el área se limitaba a las acciones, recordó que el hijo de un antiguo amigo de su padre, Edward Ashford, se desempeñaba en una universidad como profesor titular de virología, o algo parecido. Las vacunas estaban en auge, así como la investigación de los virus que posibilitaban la rentabilización de las primeras; de modo que decidió consultar a Ed al respecto.
La última vez que supo de él fue cuando acudió al funeral de su padre, Arthur Ashford. No pensaba que su vida hubiera cambiado gran cosa desde entonces. Consultó su agenda telefónica hasta dar con el número de Ashford Hall. La luz focalizada sobre el retrato de Abraham Spencer menguaba en intensidad, preludiando el crepúsculo.
[English version]
A solitary portrait of Abraham Spencer hung on the wall. His face, once commendable for its toughness, had been obscured by a curtain that blocked a good part of the natural light coming from the garden. His obsidian-colored hair and beard outlined dour features crowned by a pair of brown eyes, which, in their foreshortening, suggested a shuddering terribilità. In his absent presence, Abraham Spencer still held sway over the office that his firstborn, Oswell, had inherited for the glory of his progenitor. The ebony desk was a piece of fine craftsmanship whose contemplation was obstructed by the mountain of files and typed papers that Oswell had compiled for the administration of his new company, Anzec Pharma.
He had formed Anzec Pharma as an improvisation; a business gamble destined, presumably, to fail. However, the sudden change in the rules of the game that came with the end of World War II had turned his expectation into surprise. The introduction of welfare in Europe had unleashed a craving for consumption, whether in the form of useless gadgets for the amusement of the masses or in the form of drugs. The consumption of antidepressants is growing in North America, he had once read in a small-time magazine with some glee. Antidepressant use as an industry, that was the idea behind the formation of Anzec Pharma.
He first opened a factory in his home county of Essex, England, in the midst of a post-disaster wave of reindustrialization. Things were different from when his father was alive. He had to negotiate with the workers on a series of advantageous measures that Abraham would have called exceptionally deplorable. Nevertheless, he knew how to give in in time and increase the profitability of his first factory without friction. He was content to prove that his business acumen was superior to his scientific prowess. Once the Essex factory had served its purpose, Oswell opened a new factory on the east coast of the United States, in New York; at the same time he moved from Essex, where his ancestral home awaited him, to Luxembourg, where he had a new mansion built, a replica of his century-old birthplace, for the benefit of his finances.
The flow of income from the production of low-cost generics rose beyond his basal limit, prompting him to reflect on the possibility of venturing into the pharmaceutical industry with a more serious, bigger, more interesting project. Because his knowledge of the field was limited to stocks, he recalled that the son of an old friend of his father's, Edward Ashford, was serving at a university as a tenured professor of virology, or something like that. Vaccines were booming, as was research into the viruses that made it possible to monetize the former, so he decided to ask Ed about it.
The last time he heard from him was when he attended the funeral of her father, Arthur Ashford. He didn't think his life had changed much since then. He checked his phone book until she found the number for Ashford Hall. The light focused on Abraham Spencer's portrait was waning in intensity, preluding twilight.
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from-the-sky-2015 · 2 years ago
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(Pt3)...En estos vientos dejé escapar de mi corazón las palabras de las que tanto te dediqué, hoy cruzas el cielo dejando tras de sí una estela azul a mitad de la noche, cruzas el firmamento entre estas estrellas. Te escabulles entre tantos cometas, hoy te busco a través de mis sueños, pero siempre estoy en medio de este jardín, del que ahora estoy reconstruyendo. Sé que de algún lugar vendrás, vendrás a través del aire con tus alas de cristal, reboloteas en mi corazón dibujando rumbos sin destino. Fuiste la llave de este lugar, el lugar que pensé que te quedarías para siempre, más mi inocente ingenuidad me traicionó y las torres negras se sentaron en el horizonte, las mismas torres que cruzaron aquí en un mar violento de ruido. Lloré debajo de la lluvia por mucho, mucho tiempo, no tenía un ángel que me abrazara como lo hacías tú, sobreviví en medio de esta tormenta que corre entre estas esquinas frías y oscuras de las que tú solías iluminar. Entre charcos de agua caminé mientras la soledad me arrastraba tan lejos. Me costó creer que ya no estabas aquí y ahora solo te reproduzco en sueños, las páginas de mi diario se llenan de tus alas, las que trato de dibujar una y otra vez, pero que no se igualan al azul cielo de que solías llevar. Ahora estoy tan preso de esta locura sin sentido y que en noches mi mente se desvela constantemente, ya no recuerdo las veces que estuve despierto o las que estuve dormido... En el tronco de un árbol quedó tu flecha clavada, la que hace tanto tiempo aún está, bajo los nubarrones de mis lágrimas la veo borrosa, ahora es solo un reloj que se apaga durante la noche y se pierde en la oscuridad. Tú que te fuiste muy lejos, ya no sé en qué cielos vuelas, más dejo escapar plegarias al viento para que lleguen hasta donde estás tú. Le pido al viento encontrarte por estos cielos de soledad, que están desolados como ahora lo estoy, aquí adentro, las paredes se manchan convirtiéndolo todo en un lugar tan tétrico. Tan lejos de todo estoy y que ahora soy un planeta girando en solitario, hubo alguna vez que fuiste mi luna y ahora te esfumaste a otro rincón. Hoy deseo más que nunca, volverte a tener entre mis manos, volverte a mirar a los ojos. https://www.instagram.com/p/Cp4DiyzMm5Q/?igshid=NGJjMDIxMWI=
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sweetbris · 16 days ago
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✦⠀ۥ⠀⠀⠀ 〳⠀⠀ 𝒐𝚗𝐜𝕖 𝘂𝓅𝒐𝚗 𝒂 𝚝𝕚𝐦𝒆 . . .ᅠᅠ⠀̼
el hada madrina regresaba a su hogar después de haber ayudado a una joven pareja a dar a luz, la sonrisa de la bebé la hace sentir cálida en el interior aunque lastima su ya herido corazón.
su jardín se sentía más solitario qué de costumbre, las plantas estaban bien cuidadas y protegidas pero el aire que pasaba entre ellas se escuchaba triste, como si estuviera pidiendo algo ese día el hada madrina tomó una decisión, milagros y deseos ajenos fueron metidos en un frasco de cristal con sus esperanzas y valores “ya no estaría sola” pensamiento tan impropio de ella fue lo que la llevó a buscar la flor más hermosa del jardín, darle de beber la suave poción de fé propia y terminar con sus característico movimiento de varita y un conjuro qué todos conocen “bibidi babidi bu”.
Brielle fue concebida al mundo de la flor más brillante del jardín, pero algo estaba mal, el hada madrina no pudo haber fallado, era imposible, entonces… ¿por qué su hija nació con espinas por todo su cuerpo? todos sabían que era la más poderosa del reino, que nunca se le escapaba alguna persona en necesidad ¿cómo es posible que nunca lo notó? su jardín, que cuidaba todos los días sin falta había sido maldito y con ello su hija.
maldición fue oculta para todos y el hada madrina con un gran pesar en su corazón paso meses buscando la cura, aunque no tuvo resultado encontró un hechizo capaz de disminuir la maldición en su corazón qué pronto aprendió era el núcleo de la enfermedad de Brielle. la flor pasaría sus primeros años de vida en soledad, aprendiendo hechizos y distintos hobbies para hacer que olvidé su nula libertad, fue protegida por distintas hadas ya qué su madre estaba ocupada con hijos ajenos, lo que generó un dolor más grande que la enfermedad en su corazón.
pasaron los años y el hada madrina comenzó a darle más libertad, dejando que estudiará con los demás, fue gracias a eso que su disgusto con su madre comenzó a aumentar, escuchando diversas historias de su madre cuidándolos y enseñándoles, cosa que rara vez sucedía con ella. llegó a detestar el pasar tiempo con la mayoría, usando su tiempo para otras cosas como la investigación de la magia oscura, en específico la magia que generó su pobre condición.
Brielle creció para ser la señorita perfecta, la futura directora de Áuradon que algún día tomaría el rol de su madre y se volvería la siguiente hada madrina, pero eso es en el exterior, pocos conocen la verdadera personalidad de la chica y su odio a todo lo que representa su madre y la realeza.
su enfermedad es conocida por pocos, ni siquiera los miembros de la banda que tanto le importa lo saben, si lo supieran, estaba segura que no la dejarían tocar con ellos ya qué cualquier emoción fuerte puede ser negativa para ella.
la llegada de los villanos la complace enormemente, no solo por la injusticia que es el hecho de que tuvieran que vivir encerrados por culpa de los actos de sus padres si no que también en un lado más egoísta deseaba que alguno le pudiera ayudar a romper la maldición y pueda parar de marchitarse.
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hijas-tiempo · 1 month ago
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Erzsébet Báthory: La Condesa Sangrienta que Inquieta a la Historia
Es imposible pensar en Erzsébet Báthory sin que la imaginación se deslice hacia pasillos oscuros, susurros medievales y castillos solitarios en medio de las montañas húngaras. Su vida, atrapada entre la realidad y el mito, sigue siendo un enigma, un relato de poder, tragedia y, quizá, de locura. La figura de Erzsébet, nacida en 1560 en una de las familias nobles más influyentes de Europa Central, no solo es recordada como una aristócrata de su época, sino como un personaje temible, que inspiraría historias de horror y crueldad.
El Origen de la Leyenda
Desde muy pequeña, Erzsébet fue distinta. En un tiempo donde el conocimiento estaba reservado a unos pocos, su familia decidió educarla a fondo: estudió idiomas, ciencias y política, destacando por su inteligencia y belleza. Era una noble de alto rango, dueña de vastas tierras y privilegios inimaginables para la mayoría. Sin embargo, algunos relatos sobre su infancia y juventud sugieren algo más oscuro: se cuenta que, desde muy joven, mostró signos de una naturaleza tempestuosa, en ocasiones violenta, y con un interés por prácticas no convencionales, influenciada quizá por las supersticiones de la época.
En 1575, Erzsébet contrajo matrimonio con Ferenc Nádasdy, un noble guerrero que fue conocido por su brutalidad en el campo de batalla. Aunque a menudo estaba ausente, sus propias costumbres eran severas y, según algunas fuentes, tanto él como Erzsébet compartían un interés macabro por castigos y métodos de tortura, considerados “normales” en la época como formas de disciplinar a los sirvientes. Al quedarse sola en el Castillo de Csejte, Erzsébet adquirió cada vez más poder, supervisando sus tierras y a los campesinos, siendo respetada y temida en igual medida.
El Espejo de la Obsesión y los Baños de Sangre
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La historia que alimenta la leyenda de Erzsébet Báthory cuenta que, un día, una sirvienta que la estaba peinando accidentalmente tiró de su cabello, provocándole un dolor momentáneo. Enfurecida, Erzsébet golpeó a la joven, y cuando la sangre de la muchacha cayó sobre su piel, Erzsébet creyó notar un cambio: una especie de rejuvenecimiento en su propia piel. Se dice que este momento encendió en ella una obsesión por la juventud eterna y que desde entonces comenzó a buscar la manera de “capturar” la belleza y la vitalidad a través de los métodos más siniestros.
La leyenda narra que en sus años de “experimentos” macabros, cientos de jóvenes fueron atraídas al castillo con promesas de trabajo, solo para nunca salir. Erzsébet supuestamente organizaba rituales donde la sangre era el ingrediente esencial, y algunos rumores incluso sostienen que ella se bañaba en este líquido, buscando preservar su belleza a cualquier precio. Aunque no hay pruebas concluyentes de que estos “baños de sangre” realmente ocurrieran, el relato se consolidó a través de los siglos como uno de los aspectos más terribles de su vida.
El Macabro Jardín Secreto y el Castillo de Csejte
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En el Castillo de Csejte, su fortaleza y hogar, Erzsébet construyó lo que algunos consideraron su “jardín secreto.” Este lugar oscuro y apartado era, según los testimonios de la época, un sitio donde realizaba castigos inimaginables. Se decía que el árbol central del jardín, retorcido y desprovisto de hojas, era el lugar de descanso final de sus víctimas. Sus ayudantes, muchas veces cómplices involuntarios, relataban escenas de horror: jóvenes sirvientas atadas y colgadas, otras abandonadas en el suelo y sombras fantasmales que rondaban el lugar. Para quienes vivían cerca, el castillo de Erzsébet era un lugar maldito, un rincón de pesadilla.
La Investigación y su Caída
Fue a comienzos de 1610 cuando los rumores alcanzaron finalmente a la corte del rey Matías II. Los habitantes del área, atemorizados y desconfiados de la noble, hablaron sobre la desaparición de sus hijas y sobre los métodos crueles que usaba para castigar a sus sirvientes. Bajo las órdenes del rey, Georgy Thurzo, primo de Erzsébet y juez, fue enviado a investigar. Las crónicas de los guardias e investigadores hablan de escenas impactantes al entrar en el castillo: habitaciones manchadas de sangre, cuerpos mutilados y herramientas que parecían extraídas de las pesadillas más oscuras.
El juicio, que para muchos fue más una formalidad que una búsqueda de justicia, la acusó de crímenes horribles, desde torturas hasta asesinatos, y aunque Erzsébet nunca confesó, la condena fue inmediata. La nobleza la protegió de una ejecución pública; en su lugar, fue encerrada de por vida en su propio castillo, en una celda minúscula donde la oscuridad sería su única compañía hasta su muerte en 1614.
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Mito o Realidad: La Condesa Sangrienta y el Debate Moderno
Hoy, Erzsébet Báthory sigue siendo una figura que inspira tanto horror como interrogantes. Muchos historiadores debaten si sus crímenes fueron exagerados o incluso fabricados por sus enemigos y familiares que deseaban apoderarse de sus tierras y riquezas. ¿Fue realmente un monstruo, una aristócrata cruel y sedienta de juventud? ¿O fue una víctima de las intrigas de su tiempo?
La historia de la Condesa Sangrienta se ha convertido en una especie de mito oscuro, que nos recuerda los excesos y las sombras del poder absoluto, y cómo, en épocas de superstición, una mujer poderosa e independiente podía fácilmente convertirse en una figura de odio y terror. Erzsébet Báthory, real o exagerada, nos deja una lección inquietante: el poder absoluto y la falta de compasión pueden, en los ojos de la historia, convertir a cualquiera en una leyenda sombría.
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redcomunitaria · 1 year ago
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El verdugo
Y fue el descuido el que mató a un corazón desatendido y a un romántico empedernido. Como el lento goteo de la lluvia que erosiona la piedra más resistente, así llegó la indiferencia a minar los cimientos de un amor que una vez fue radiante. Las palabras no dichas, los gestos postergados, como espinas envenenadas, fueron socavando la pasión que antes ardía.
Los versos de amor, una vez vibrantes como cuerdas de un violín, se tornaron en ecos apagados en el vasto auditorio del corazón. Cada rincón del alma, antes adornado con susurros cariñosos, ahora resonaba con el silencio amargo de la distancia emocional. Los sueños compartidos, como estrellas en la noche, perdieron su brillo, convirtiéndose en destellos distantes que apenas se alcanzaban a divisar.
Las promesas de eternidad, una vez sólidas como rocas en el mar embravecido, fueron desgastándose bajo la marea de la inconstancia. Los abrazos, antes tan cálidos como rayos de sol en un día frío, se volvieron frágiles y efímeros como burbujas de jabón que estallan al menor contacto. Las lágrimas no derramadas se acumularon en los rincones oscuros del alma, como la humedad que se filtra en los muros de una casa abandonada.
Y así, el jardín de amor, una vez floreciente con colores de pasión y ternura, se marchitó poco a poco, como las hojas que caen en otoño. Las risas compartidas, como campanas que alegraban el aire, se desvanecieron, dejando un eco solitario en el corazón marchito. Las miradas que antes eran cómplices y llenas de significado se tornaron en vacíos intercambios de miradas, cargados de una tristeza que no podía ser expresada en palabras.
El tiempo, ese fiel testigo de los momentos compartidos, se convirtió en un enemigo implacable, marcando cada segundo con la pena de lo perdido. Los amores que alguna vez fueron un fuego ardiente se extinguieron, dejando solo cenizas y una sensación de vacío que se clavaba como espinas en el alma. Y así, el descuido se convirtió en un verdugo silencioso, asesinando el amor que alguna vez fue la razón de ser de dos corazones, dejando a un romántico empedernido perdido en las sombras de lo que pudo haber sido.
Don Ggatto
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hiperfluo-r · 1 month ago
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Elbaberto Confucio Yunque - Artesano de la herrería
Elbaberto Confucio Yunque mira los autos pasar, desde su modesto ante jardín ubicado hoy frente a una ardiente calle asfaltada. En el pasado aquellas calles eran de tierra, y sobre ellas trotaban herraduras torneadas por el martillo de Confucio Yunque.
“Si tan solo pudiera martillar caucho derretido y darle forma de neumático. El pensamiento no tendría tiempo de ser pensamiento y el tiempo sería de la pega pa' de toda la semana” - pensaba Confucio Yunque.
Con una montaña de bolsas repletas de latas aplastadas, aparecía el triciclo de Facundo Tumultoso.
- ¿Como anda Don Elbaberto?, pesemos estos paquetitos que le traje, mire que ya prontito me voy yendo. Los viejos del quita pena son cosa seria pa' jugar la brisca.
- ¿Y hay ganao platita en la brisca? ¿O vas a puro perder lo que te pago? Tenis que ver cómo anda la cosa en el juego. “Estúdiate el pasado pa' pronosticar el futuro”.
- Algo cae, algo cae, nunca la dejan fácil esos viejos cizaña. A todos les ha tocado ganar, pero la suerte da y quita, así que nunca se sabe.
- “El hombre que mueve montañas, empieza sacando piedritas no'más”. Ándale calmaíto. Mira que de momento las únicas montañas que estai moviendo son estas latas que me traís. Ya ay escuchado lo que dicen, "tranquilito por las piedras".
- Ando atento a la jugada Don Elbaberto, fíjese que, de esta rumba de latas, dos bolsas las llené de purito lo que se tomaron en pilsen los viejos el otro día.
- ¿Y con cuantas latas te pusiste tu?, mira que “el guerrero más poderoso es el que se conquista a sí mismo”. ¿A ver cuántos kilitos salieron?, 19 con yapa, ocho quinientos serían. ¿Quiere billete chico, billete grande o monedas?
- Moneitas no'más, voy a ir soltando de a poquito las moneas en la brisca hoy día. Capacito así de a poco me llego a conquistar como uste' dice y dejo de perder tanta plata con las cartas.
- “No importa lo lento que vayas mientras no te detengas”. Pa' lo bueno, bueno no detenerse, pero pa' perder plata, mejor chanta la moto y juegate un solitario jajaja.
- Ya Don Elbaberto, muchas lecciones por hoy día. Pensativo voy a quedar hoy día, ojalá no me pillen volando bajo en la brisca por andar en las nubes por sus dichos sabios.
Al rato Elbaberto Confucio Yunque prende la fragua, para preparar el cóctel de latas incandescentes. Mientras tanto piensa en Confucio su tocayo, filósofo del imperio chino que vivió hace más de dos mil años y que de alguna manera se las arregló para que su voz se escuchara hasta hoy, este hecho es algo que Elbaberto Confucio Yunque sin dudas el no planeo.
Elbaberto Confucio Yunque lo conoció en un libro que compro de remate en la feria un día domingo. Desde ese día sintió una conexión con las palabras, tal vez con las de Confucio, el filósofo chino, cuyas frases incluía a diario en sus conversaciones cotidianas. O tal vez con las suyas propias. Desde que las herraduras dejaron de trotar y trastabillar frente a su puerta. El acero cada vez sonó menos al son de los martillazos en el Yunque de su humilde taller, sin embargo, el pensamiento, la nostalgia y todo lo vivido, se martillaban y tomaban forma en el Yunque de su cabeza. El tiempo hoy más abundante que ayer, alimentaba el calor de la fragua que los mezclaba.
Su apellido Yunque parecía destinarlo a derretir metales para moldearlos, pero al mismo tiempo hoy, compartía pensamientos y el nombre con Confucio, el filósofo chino que vivió hace más de dos mil años.
Nunca se esperó llegar a esta edad con tantas dudas, ni con pensamientos que buscasen respuestas, como tampoco se esperó labrar latas sobre su Yunque.
Mejor me apuro en reducir a piedras esta montaña de latas se dijo Confucio a sí mismo.
Ñeclita 03
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narrativasdealejandro · 3 months ago
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Diario 4
Hoy me desperté con el sol filtrándose por las persianas, una cálida bienvenida al día. Agradecí la luz natural mientras me desperezaba lentamente, disfrutando de la tranquilidad de la mañana. Me levanté y comencé mi rutina como siempre: una ducha rápida para despejarme, el agua caliente relajando mis músculos aún adormecidos. El vapor llenaba el baño, y en ese pequeño espacio, me sentí reconfortado, como si estuviera envuelto en un abrazo cálido.
Después de vestirme, me dirigí a la cocina, mi pequeño laboratorio de sabores. Preparé un desayuno sencillo pero nutritivo: un par de huevos revueltos, pan tostado y una taza de café negro, fuerte, como me gusta. Mientras comía, observaba por la ventana cómo el vecindario empezaba a despertar; los vecinos sacaban sus autos y los niños se alistaban para ir a la escuela. Me sentí en paz, conectado con la rutina de la vida cotidiana, pero a mi propio ritmo.
Con el estómago lleno, salí al patio trasero a atender mi huerto casero, uno de mis mayores orgullos. Las plantas estaban llenas de vida, pequeñas hileras de tomates, albahaca y pimientos que he cuidado con esmero. Acaricié suavemente las hojas de los tomates, y su olor fresco me llenó de alegría. Es un recordatorio constante de que incluso en los espacios pequeños, la vida puede florecer con un poco de atención y dedicación. Regué las plantas con cuidado, quitando algunas hojas marchitas, y me sentí satisfecho al ver cómo el jardín respondía a mi esfuerzo.
Luego, decidí ir a la ciudad. Me puse unos zapatos cómodos y tomé mi bolsa de tela para hacer las compras. El mercado estaba lleno de actividad: voces, risas y el sonido de las cajas registradoras creando una sinfonía de la vida urbana. Compré lo que necesitaba: algunas verduras frescas, pan recién horneado y un par de cosas que siempre se me antojan, como esas galletas de chocolate que venden en la panadería de la esquina.
Aproveché para dar un pequeño paseo por el parque cercano. Me encanta ese lugar; los árboles altos y los senderos de grava me dan una sensación de libertad que no encuentro en ningún otro lado. Saludé a algunos amigos que vi en el camino, intercambiamos sonrisas y algunas palabras amables. No hubo conversaciones largas, solo el reconocimiento cálido de estar en el mismo espacio, compartiendo un pedazo de la tarde.
De regreso a casa, sentí la inspiración que me llevaba tiempo buscando. Me instalé en mi estudio, un rincón lleno de pinceles, lienzos y manchas de pintura en el suelo. Preparé mi paleta y dejé que los colores fluyeran. Pintar siempre ha sido mi escape, mi forma de expresar lo que no puedo poner en palabras. Hoy, la inspiración vino en tonos de azul y verde, reflejando la calma del parque y la vitalidad de mi huerto. Las horas pasaron sin que me diera cuenta, perdí la noción del tiempo, inmerso en cada trazo y mezcla de colores.
Cuando finalmente dejé el pincel, el sol ya comenzaba a ponerse. Miré mi obra, aún sin terminar, y sentí una satisfacción silenciosa. No es perfecto, pero es mío, y eso es suficiente. Terminé mi día con una cena ligera y me senté a leer un rato, disfrutando del silencio que llenaba la casa. Me sentí agradecido por la rutina, por los pequeños momentos que hacen que vivir solo no se sienta tan solitario. Es un buen día, y eso me basta.
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kpwx · 3 months ago
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Poemas de Macedonio Fernández
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Conocía a Macedonio Fernández solo por Borges, quien se refiere a él con admiración en varias entrevistas (fue amigo de su padre y luego amigo suyo), así que ahora que di por casualidad con su poesía aproveché de leerla para tener alguna idea de su escritura. No escribió mucha poesía y la que escribió estuvo dispersa y no llegó a publicarse durante su vida. Para entenderla bien, por lo demás, hace falta conocer sus teorías metafísico-poéticas, y yo no las conozco, aunque esto aplica sobre todo a sus poemas en prosa; los breves en verso sí que son más accesibles, y por eso me gustaron más. Me pareció lo suficientemente interesante como para intentar leer algo más de su obra, aunque tiene pinta de ser compleja.
“Sobre nuestros destinos…”
Sobre nuestros destinos de un día el tiempo su ala eterna agita; somos solo un instante que palpita entre la tibia cuna y la tumba fría.
“Era con mucha noche”
Era con mucha noche y grande soledad. Recuerdo de compañía —que hubo y ya no había. Era la sola compañía del solitario en un camino que ante mí quisiera presentir. Alzóse figura que tan tierna me fuera alguien que me viera nacer, y yo vi morir.
“La muerte no es la nada…”
La muerte no es la nada, sino que nada es. El nacer no es la vida, sino que nada es. Equivócase, por terrenal, el corazón si te llora pues en nuestra mente estás, y estuviste antes de sernos visto. En nuestra mente todo lo que eres está, pues nunca estuviste sino en nuestra mente y nuestra mente es la única que jamás existió. Amarte, pues, debemos, pues que vives y no dolerte, pues no cabe perderte.
“Amor se fue”
Amor se fue; mientras duró de todo hizo placer. Cuando se fue nada dejó que no doliera.
“Al hijo de un amigo” (fragmento)
Porque tal como yo le vi ayer saludar de alma a alma a una mujer vine a comprender lo que saludar era, que es reconocer la existencia de otro con tanta energía como la que pone Dios para invitar a una alma a existir y esto yo no lo sabía. Y en retribución de enseñanza tan valiosa yo le digo: que no tema al ocaso porque es allí donde nacen más días y es donde recibiremos un saludo que nos hará verdaderamente nacer. Y para allí voy caminando sin congoja alguna más seguro de mi eternidad y de la de mi hijo desde que vi cómo saluda al tuyo. Tu hijo cuyo significado es Yo Saludo Yo aplaudo todo vivir.
“Bienvenida la flor…”
Bienvenida la flor un año ha cortada. Rosa y violeta a un tiempo, pasión y poesía que, en la quietud nocturna germinada asomóse al vivir una mañana y enterneció al jardín, recién brotada. Bienvenido al semblante, que en su onda más suave envió el mar creativo a las playas de la vida; en el reír de su boca la «bondad» ha venido y chispas del pensar en sus pupilas.
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