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RefuerzaN acciones para mitigar incendios forestales en San Martín
El ministro de Defensa, Walter Astudillo Chávez, realizó un sobrevuelo de reconocimiento en el distrito de Huicungo, provincia de Mariscal Cáceres, para evaluar las áreas más afectadas por los incendios forestales que continúan activos en la región San Martín. A bordo de un helicóptero Mi-17 del Ejército, Astudillo encabezó esta misión con el objetivo de focalizar las acciones conjuntas…
#coordinación interinstitucional#emergencias ambientales#Fuerzas Armadas Perú#gestión de desastres naturales#incendios forestales Perú#Ministerio de Defensa#mitigación de incendios#protección del medio ambiente#respuesta del gobierno#San Martín incendios
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Ley Penal del Ambiente
La Ley Penal del Ambiente es una ley que tiene como objetivo proteger el medio ambiente y prevenir la contaminación. Esta ley establece sanciones y obligaciones de orden público para garantizar que las empresas y los individuos cumplan con las normas ambientales y eviten dañar el medio ambiente.
Desde el punto de vista de un estudiante de gerencia industrial, es importante tener en cuenta que la Ley Penal del Ambiente afecta directamente a la industria y a las empresas que operan en el país. Las empresas tienen la responsabilidad de cumplir con las normas ambientales y evitar cualquier actividad que pueda dañar el medio ambiente. Esto incluye la gestión adecuada de residuos, la prevención de la contaminación, la conservación de los recursos naturales y la reducción de emisiones contaminantes.
La Ley Penal del Ambiente establece sanciones para las empresas y los individuos que no cumplan con estas normas ambientales.
Las sanciones pueden incluir multas, cierre temporal o permanente de las instalaciones, e incluso prisión en casos graves de contaminación ambiental. Es importante que las empresas tomen medidas preventivas para evitar cualquier actividad que pueda resultar en sanciones y dañar su reputación.
Comenta sobre las sanciones que conoces por el incumplimientos de estas leyes!
Además, la Ley Penal del Ambiente establece obligaciones de orden público para garantizar que todas las empresas operen de manera responsable y respeten el medio ambiente. Estas obligaciones incluyen la implementación de medidas preventivas, la realización de auditorías ambientales periódicas, la notificación inmediata de cualquier incidente ambiental y la cooperación con las autoridades ambientales en caso de emergencias ambientales.
En resumen, siendo estudiante de gerencia industrial, es importante comprender la importancia de cumplir con las normas ambientales y la Ley Penal del Ambiente. Las empresas tienen la responsabilidad de operar de manera sostenible y respetar el medio ambiente para proteger nuestros recursos naturales y garantizar un futuro sostenible.
Con el objetivo de aportar algunos datos adicionales que encontré en la web y que podrían enriquecer el artículo.
Uno de los datos que me pareció interesante es el número de casos que se han procesado por la Ley Penal del Ambiente desde su entrada en vigencia en el año 2012 hasta el año 2020. Según un informe del Ministerio Público, en ese período se registraron 1.571 casos de delitos ambientales, de los cuales se obtuvieron 216 sentencias condenatorias y 1.355 acuerdos reparatorios. Esto significa que solo el 13,8% de los casos terminaron en una condena penal, mientras que el 86,2% se resolvieron mediante un acuerdo entre las partes para reparar el daño ambiental causado.
Otro dato que me llamó la atención es el ranking de los estados con mayor número de casos de delitos ambientales en Venezuela. Según el mismo informe del Ministerio Público, los estados con más casos registrados fueron: Zulia con 270 casos, Bolívar con 238 casos, Miranda con 136 casos, Carabobo con 125 casos y Aragua con 115 casos. Estos estados representan el 55,6% del total de casos a nivel nacional. Esto podría deberse a que estos estados tienen una mayor actividad económica e industrial, que puede generar mayor impacto ambiental, o a que tienen una mayor presencia de autoridades ambientales, que pueden detectar y denunciar los delitos ambientales.
Un último dato que me pareció relevante es el impacto que ha tenido la pandemia de COVID-19 en la aplicación de la Ley Penal del Ambiente. Según una nota de prensa del Ministerio del Poder Popular para el Ecosocialismo, en el año 2020 se registró una disminución del 40% en el número de casos de delitos ambientales, en comparación con el año 2019. Esto se debió a las medidas de confinamiento y de restricción de la movilidad, que redujeron la actividad humana y, por ende, la presión sobre el ambiente. Sin embargo, también se advirtió que la pandemia generó nuevos desafíos para la protección ambiental, como el manejo adecuado de los residuos y desechos sanitarios, y el control de la minería ilegal.
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Decrecionismo y (eco)socialismo. ¿Perspectivas afines o en disputa ante la crisis ecológica?
Por Esteban Mercatante
Fuentes:
La izquierda diario
En este artículo presentamos una mirada sobre los planteos decrecionistas como respuesta a los desastres ambientales producidos por el capitalismo, e interrogamos sus propuestas desde una perspectiva ecosocialista revolucionaria.
Los desastres ambientales en múltiples dimensiones que viene produciendo el capitalismo, cuyos efectos vienen resultando cada vez más devastadores, dieron un –necesario– sentido de urgencia a las discusiones de cómo encararla. La rutina de reuniones internacionales en las que los representantes estatales realizan performances en las que se muestran preocupados, para después realizar compromisos apenas cosméticos respecto del nivel de emergencia –especialmente en materia de emisiones de carbono, pero lo mismo vale para muchos otros planos–; el lavado de cara verde que realizan numerosas firmas con campañas que sirven sobre todo –y a veces únicamente– de marketing para estimular un crecimiento de ventas, y el negacionismo del cambio climático que impera en sectores ligados a la extrema derecha (como el trumpismo en EE. UU. o Javier Milei en la Argentina), actuaron de ariete para la puesta en discusión de alternativas que se proponen ser más disruptivas. Entre ellas se ubica el planteo decrecionista, que plantea que es necesario desescalar de manera urgente y voluntaria la producción y el consumo, a través de cambios profundos en la manera en la que estos procesos se llevan a cabo. Desescalar, básicamente en los países ricos, es la única manera para reducir la emisión de gases, pero también los efectos que tiene sobre los ecosistemas la extracción de recursos que hoy supera holgadamente la capacidad que tiene la naturaleza para reponerlos. La discusión del decrecionismo no es nueva. Sus antecedentes se remontan por lo menos hasta La ley de la entropía y el proceso económico de Nicholas Georgescu-Roegen, de 1970-71. André Gorz en la década de 1980 planteó abiertamente la necesidad de que la economía de los países ricos, imperialistas, decreciera, para recuperar un sendero sostenible. Wolfgang Harich también habló en los ‘70 de una perspectiva de “comunismo sin crecimiento” que asociaba necesariamente a un régimen autoritario, noción esta última con las que polemizó Manuel Sacristán (sin rechazar este último la idea de que un régimen comunista debiera ser decrecionista, pero sin renunciar nunca a la posibilidad de una perspectiva de “democratismo radical directo”) [1].
Pero fue, sobre todo en las últimas dos décadas, gracias a las contribuciones de autores como Serge Latouche y a la luz del recrudecimiento de las señales de emergencia ecológica, que esta perspectiva ganó terreno.
En los países desarrollados, responsables casi exclusivos de los mayores trastornos ambientales, empezando por la emisión de gases acumulada en doscientos años de acumulación capitalista, el decrecionismo se ha vuelto una mirada de gran consenso en sectores activistas y académicos ligados a las problemáticas ecológicas desde perspectivas críticas –es decir, entre quienes no adscriben a la noción de que puede ser viable un “capitalismo verde”, con sus soluciones para los problemas ambientales a la medida del sostenimiento de la ganancia y de la acumulación de capital–.
El crecimiento como ideología
El blanco principal del decrecionismo, como su nombre lo indica, es el crecimiento económico. El PBI como indicador económico cargado de ideología es un punto de partida de casi todos los tratados que se ubican en esta corriente. Encontramos un importante espacio dedicado a revelar la construcción selectiva que produjo este índice, que identifica “la economía” con la producción de mercado y otras esferas como los servicios prestados por sector público, mientras deja afuera otras –como el trabajo doméstico–. Al mismo tiempo, se deconstruye la idea de que el crecimiento económico continuado, medido en términos de un Producto Bruto Interno siempre en aumento está necesariamente asociado a una mejora del bienestar. Por empezar, como nos recuerda Jason Hickel en el libro cuyo libro Menos es más. Cómo el decrecimiento salvará el mundo, recientemente editado en español por Capitán Swing, durante la mayor parte de la historia del capitalismo, “el crecimiento no trajo mejoras en el bienestar en las vidas de la gente común; de hecho, hizo todo lo contrario” [2]. La “acumulación originaria”, que Karl Marx aborda en el Capítulo XXIV de El capital para recordarnos que el capitalismo llegó al mundo “chorreando sangre y lodo, por todos los poros, desde la cabeza hasta los pies” [3], con su “liberación” del campesinado que dejaba de disponer de medios directos para su reproducción, creó las bases para poder imponer a la fuerza de trabajo, en Inglaterra primero y luego en el resto de Europa, largas jornadas laborales. El hacinamiento en las ciudades y la insalubridad laboral contribuyeron a un aumento de la mortalidad y reducción de la esperanza de vida. Esta misma “acumulación originaria” tuvo como presupuesto el colonialismo, que devastó poblaciones de África, América Latina, y Asia. La “correlación” entre crecimiento y bienestar se puede observar recién desde mediados del siglo XIX en Europa, y más tarde en otras geografías. Pero, incluso entonces, la mejora en muchos indicadores como la reducción de la mortalidad por enfermedades, la mortalidad infantil, y el aumento de la esperanza de vida, se debió menos al crecimiento que la aplicación extendida de medidas sanitarias básicas, como el acceso a agua potable y cloacas [4]. Sin embargo, el principal argumento es que, pasado un determinado umbral de PBI per cápita, este correlato se disocia, e incluso puede haber casos en los que “más es menos”. Hickel argumenta que “la relación entre PBI y bienestar humano se despliega en una curva de saturación, con retornos decrecientes pronunciados: después de un cierto punto, que las naciones de altos ingresos han superado hace rato, más PBI adhiere poco o nada al florecimiento humano” [5].
Algunos autores, como Latouche, refuerzan la crítica a la asociación entre riqueza –en un sentido amplio– con PBI, apelando a la experiencia –truncada por la fuerza por la imposición de políticas procapitalistas– en los países dependientes y semicoloniales (hablando en nuestros términos, no en los del autor que más bien se refiere al mundo “no occidental”): la ideología del crecimiento y del “desarrollo” (entendido siempre bajo los términos capitalistas impuestos por las potencias imperialistas) se usó como vara para tildar de pobres a sociedades en las que la reproducción estaba ampliamente organizada bajo formas de subsistencia no capitalistas, que eran sustentables en su relación con la naturaleza. La “pobreza” en términos de PBI –que quedaba magnificada por el limitado desarrollo de la esfera mercantil que podía medirse con este indicador pero resultaba más discutible con otras medidas más cualitativas de la satisfacción de necesidades– apuntaba a “remediarse” a través del impulso de las medidas “necesarias” para iniciar el camino del “desarrollo” bajo los lineamientos de las agencias internacionales, que no eran otra cosa que políticas de desposesión que abrían el paso a la acumulación capitalista. Acumulación que, bajo las condiciones de dependencia, produjo cualquier cosa menos desarrollo en casi todos los casos y que, al abrirse paso mediante la desarticulación de las formas de reproducción social preexistentes, no capitalistas, produjo un aumento de la pobreza en gran escala en estas sociedades. En el planteo de Latouche puede haber alguna inclinación a romantizar aspectos de las relaciones de producción no capitalistas, pero es indiscutible el resultado de los programas de ajustes y reformas estructurales implementados bajo mandato del FMI y el Banco Mundial en el mundo periférico.
¿Por qué el decrecionismo toma la crítica a la meta del crecimiento perpetuo del PBI como punto de partida? Básicamente porque, afirman varios autores de esta corriente, este objetivo –ligado a otro concepto con connotaciones todavía más positivas, el de “desarrollo”– es el que ordena todas las herramientas de política económica al menos desde las primeras décadas del siglo XX.
El ya mencionado Jason Hickel, es más específico: el problema no es el crecimiento en sí, sino la ideología del crecimiento, “la búsqueda del crecimiento por sí mismo, o por el bien de la acumulación de capital, en lugar de satisfacer necesidades humanas concretas y objetivos sociales” [6]. Esta pulsión está inscripta en la lógica básica de funcionamiento del sistema capitalista, en el que “el dinero se convierte en ganancia que se convierte en más dinero que se convierte en más ganancia […] Para los capitalistas, la ganancia no es solo dinero al final del día, que se utilizará para satisfacer alguna necesidad específica: la ganancia se convierte en capital. Y el punto central del capital es que debe reinvertirse para producir más capital. Este proceso nunca termina” [7]. Este autor se distingue por plantear de manera más clara que otros decrecionistas la necesidad de un horizonte anticapitalista, y considera claramente que el crecimiento es una pulsión inevitable de este sistema, y por ende que para decrecer la economía hay que ir más allá del capitalismo. No obstante, comparte con la corriente poner el foco en atacar la compulsión al crecimiento como cuestión nodal.
Y este objetivo de mantener el crecimiento sin pausa del PBI se está, literalmente, devorando el planeta.
PBI per cápita y huella material
El crecimiento del PBI no ocurre en el vacío; toda producción social es un proceso material. El crecimiento infinito del PBI significa un aumento también sin fin de la utilización de materiales, apropiados de la naturaleza, y de generación de desechos. No faltan entonces motivos para plantear que la hipertrofia de los aparatos de producción capitalista de los países imperialistas, orientados a una perpetua acumulación acrecentada de valor que se consigue a través de procesos de producción material que ocurren en escala necesariamente acrecentada, alcanzó niveles insostenibles en relación con los límites biofísicos del planeta. Una reorganización en gran escala de la producción en estas economías, para reorientarla hacia la satisfacción sostenible de las necesidades sociales de la mano de una reducción de la jornada de trabajo, tendrá que pasar inevitablemente por el desescalamiento de numerosas ramas de la producción –cuestión que con el desarrollo de las cadenas globales de valor implica reorganizaciones que atraviesan fronteras, lo que le otorga otra complejidad–.
Hickel repasa muchos de los indicadores que ilustran los trastornos generados por este crecimiento de los procesos materiales de producción, y la manera drástica en que se aceleraron. Vale la pena detenerse en ellos.
El consumo de materias primas pasó de 7 mil millones toneladas en 1900, a 14 mil millones poco antes de mediados de siglo. Pero desde 1945 hasta hoy creció hasta más de 100 mil millones de toneladas. Al ritmo actual, observa Hickel, vamos encaminados a superar las 200 mil millones de toneladas para 2050, cuando algunos estudios estiman que lo manejable para el planeta –lo que puede extraerse sin dañar de manera irreversible a los ecosistemas– equivale a 50 mil millones de toneladas. Es decir, la mitad de lo que se extrae actualmente. La ONU estima que el 80 % de la pérdida de biodiversidad global se debe a la extracción material [8].
El cambio climático, impulsado por las emisiones de los combustibles fósiles, responde a la misma mecánica. “¿Por qué estamos quemando tanto combustible fósil en primer lugar? Porque el crecimiento económico requiere energía. Durante toda la historia del capitalismo, el crecimiento siempre ha causado un aumento en el uso de energía” [9].
Pero las responsabilidades por este estado de cosas están claramente localizadas geográficamente. El tamaño del PBI per cápita está muy asociado al consumo de materias primas por persona y al impacto ambiental de conjunto. La huella material en los países de bajos ingresos (su consumo de materias primas) es de 2 toneladas por persona por año. Los países de ingresos medianos bajos consumen alrededor de 4 toneladas por persona, y los países de ingresos medianos altos consumen alrededor de 12. Los países desarrollados, de ingresos altos, consumen alrededor de 28 toneladas por persona por año, en promedio. Hickel observa que “un nivel sostenible de huella material, expresado en términos per cápita, es de unas 8 toneladas por persona. Las naciones de altos ingresos superan ese límite casi cuatro veces” [10].
Este exceso tiene consecuencias en variadas dimensiones. “Aumentar la extracción de biomasa significa arrasar bosques y drenar humedales. Significa destruir hábitats y sumideros de carbono. Significa agotamiento del suelo, zonas muertas del océano y sobrepesca. Aumentar la extracción de combustibles fósiles significa más emisiones de carbono, más descomposición del clima y más acidificación de los océanos. Significa más remoción de cimas de montañas, más perforación en alta mar, más fracking y más arenas bituminosas. Aumentar la extracción de minerales y materiales de construcción significa más minería a cielo abierto, con toda la contaminación aguas abajo que conlleva, y más automóviles, barcos y edificios que demandan aún más energía. Y todo esto conlleva más residuos: más vertederos en el campo, más tóxicos en nuestros ríos y más plásticos en el mar” [11].
El problema con el crecimiento económico, afirma Hickel, “no es solo que nos quedemos sin recursos en algún momento”, que era como tendía a presentar la cuestión el informe Los límites del crecimiento presentado por el Club de Roma en 1972. El problema “es que degrada progresivamente la integridad de los ecosistemas” [12]. El autor se apoya en trabajos recientes, como el presentado en 2009 por Johan Rockström, James Hansen y Paul Crutzen que desarrolla el concepto de “límites planetarios”. La biosfera de la Tierra “es un sistema integrado que puede soportar presiones significativas, pero pasado cierto punto comienza a descomponerse” [13]. Basándose en datos de la ciencia de los sistemas terrestres, identificaron nueve procesos potencialmente desestabilizadores que tenemos que mantener bajo control para que el sistema permanezca intacto. Estos son: el cambio climático; la pérdida de biodiversidad; la acidificación de los océanos; los cambios en el uso del suelo; los ciclos del nitrógeno y del fósforo; el consumo de agua dulce; la carga de aerosoles atmosféricos; la contaminación química y la destrucción de la capa de ozono. Los científicos han estimado “límites” para cada uno de estos procesos. Por ejemplo, la concentración de carbono atmosférico no debería sobrepasar las 350 ppm si el clima se mantiene estable (cruzamos ese límite en 1990 y hoy supera los 415 ppm); la tasa de extinción no debe exceder las diez especies por millón por año; la conversión de tierras boscosas no debe exceder el 25 % de la superficie terrestre de la Tierra; etcétera. “Estos límites no son límites ‘duros’, en sentido estricto. Cruzarlos no significa que los sistemas de la Tierra se apagarán de inmediato. Pero sí significa que estamos entrando en una zona de peligro en la que corremos el riesgo de desencadenar puntos de inflexión que eventualmente podrían conducir a un colapso irreversible” [14].
Son muy interesantes y pertinentes las páginas que Hickel dedica a desmontar las nociones de que pueda haber un “capitalismo verde”; o, en otros términos, de que puedan desarrollarse soluciones tecnológicas que puedan eventualmente hacer compatible el crecimiento económico continuado con un metabolismo socionatural equilibrado. Muchas de estas soluciones se centran en el problema de las emisiones de carbono, proponiendo soluciones que puedan absorberlo. De hecho, en la idea de que pueda implementarse en un plazo no muy lejano una tecnología de este tipo, se basan las proyecciones del acuerdo de París de que, con los compromisos de emisiones realizados por los distintos países (que no dan visos de cumplirse) la temperatura aumente “solamente” 1,5 grados a finales del siglo. Sin una tecnología de absorción de carbono, el aumento sería del doble con el nivel de emisiones proyectadas. El problema es que una tecnología de este tipo, aún si fuera realmente viable para absorber todas las emisiones (algo que no está probado ni técnica ni económicamente) requeriría construir decenas de miles de fábricas dedicadas a esto. Un trastorno ecológico formidable.
La energía “verde”, como puede ser una matriz basada en generación solar y eólica, si se pone en función de sostener el crecimiento “verde” también es garantía de desastres. Como observa Hickel, la explotación de litio para producir baterías “apenas está comenzando y ya es una catástrofe [15].
Hickel desmonta de manera implacable muchos de estos mitos, sin renunciar de plano a la idea de que ciertos desarrollos tecnológicos –desembarazados de la lógica capitalista que guía hoy a la innovación– deban ser parte de la respuesta a los desastres ambientales.
¿Más allá del capital?
A remediar los trastornos en las condiciones materiales que ha producido y seguirá profundizando el “crecimiento compuesto” del PBI es que apunta el decrecionismo.
El nombre en el que se embanderan, y las diatribas –bien fundamentadas– contra las ideologías que rodean al PBI como indicador excluyente, podrían llevarnos a concluir que el planteo decrecionista se reduce –nada más ni nada menos– que en una reducción del tamaño de la economía. Si así fuera, todo el planteo se reduciría a poner en el centro un aspecto cuantitativo, o “técnico”, un medio, sin ligazón con aspiraciones claras de una transformación social más amplia. Pero no es este el caso.
Giorgos Kallis especifica que la meta no es simplemente la reducción del PBI, sino que esta sería más bien una consecuencia de las transformaciones buscadas. “El objetivo del decrecimiento no es hacer que el crecimiento del PIB sea negativo. En términos económicos, el decrecimiento se refiere a una trayectoria en la que el “rendimiento” (energía, materiales y flujos de desechos) de una economía disminuye mientras que el bienestar mejora. La hipótesis es que el rendimiento decreciente vendrá con toda probabilidad con el producto decreciente, y que estos solo pueden ser resultados de una transformación social en una dirección igualitaria” [16].
En todos los trabajos encontramos la idea de que son necesarios cambios muy agudos en las formas de producción y consumo. La idea de una nueva sociedad está presente incluso en los autores que son más ambivalentes respecto de la necesidad de terminar con el dominio del capital. Según Latouche
El decrecionismo es fundamentalmente anticapitalista. No tanto porque denuncia las contradicciones y las limitaciones ecológicas y sociales del capitalismo como porque desafía su ’espíritu’, en el sentido que Max Weber ve el “espíritu del capitalismo” como una condición previa para su existencia Si bien es posible, en abstracto, concebir de una economía ecológicamente compatible con la existencia continuada de un capitalismo de lo inmaterial, esa perspectiva es poco realista cuando se trata de lo imaginario fundamentos de una sociedad de mercado, a saber, el exceso y el desenfreno (pseudo-)dominación. Un capitalismo generalizado no puede sino destruir el planeta de la misma manera que está destruyendo la sociedad y cualquier otra cosa que sea colectiva [17].
El problema es que no hay equivalencia entre aquello que se quiere desmantelar, y lo que se propone construir. Se pretende que podrá venir el final de un modo de producción a través de la imposición del decrecionismo. Pero este último, por más que se afirme que es mucho más que una postura negativa respecto del crecimiento económico, no termina de delinear una hoja de ruta coherente para subvertir las bases del capitalismo.
Kallis compara en Degrowth las propuestas realizadas por distintos exponentes del decrecionismo. Algunas de las principales que encontramos son:
– volver a tener una huella ecológica menor recortando consumos intermedios (transporte, energía, envases, publicidad); – aplicar impuestos que graven la contaminación; – poner fin a la obsolescencia programada; – relocalizar actividades priorizando la escala urbana; – revitalizar la agricultura campesina; – transformar ganancias de productividad en reducción de jornada y creación de empleo; – incentivar la “producción” de bienes relacionales, como la amistad y vecindad – limitar el rango de desigualdad en la distribución del ingreso con un ingreso mínimo y un ingreso máximo; – cortar el desperdicio de energía por un factor de 4; – imponer sanciones por gastar en publicidad; – declarar una moratoria en innovación tecnocientífica; – desmercantilizar los bienes públicos y expandir los comunes; – establecer un jubileo de deudas; – aplicar un impuesto global sobre transacciones financieras, ganancias transnacionales, un impuesto global a la riqueza, un impuesto sobre las emisiones de carbono y un impuesto sobre los residuos nucleares altamente activos; – rerregular el comercio internacional con el objetivo de alejarse del libre comercio, y restringir la libre movilidad de capitales; – degradar a la Organización Mundial del Comercio, el Banco Mundial y el FMI [18].
Es indudable que muchos de estos planteos atentan contra la viabilidad del capitalismo. Otros, no incompatibles per se con los imperativos básicos de este modo de producción, apuntan contra algunos de los pilares fundamentales que conquistó la clase dominante durante las décadas de ofensivas bajo la ideología neoliberal. Pero, aunque pueda ser un conjunto de propuestas destinados a generar una movilización en favor del decrecimiento, están esencialmente planteadas –y pensadas– como un programa de reformas a ser implementadas por el Estado capitalista, garante de las relaciones de producción que tienen su fundamento en el sostenimiento del crecimiento de la acumulación de valor (y de producción material).
Esta limitación resulta inevitable, ya que hay una contradicción no resuelta entre las intenciones anticapitalistas y la renuencia a plantear abiertamente una estrategia que ataque el principal centro de gravedad del capitalismo: la propiedad privada de los medios de producción. Latouche es explícito en cuestionar cualquier noción de que los objetivos decrecionistas deban alcanzarse a través de una socialización generalizada de los medios de producción. Por el contrario, sostiene que “eliminar a los capitalistas, proscribir la propiedad privada de los medios de producción y abolir la relación salarial o acabar con el dinero” todo lo que hará es “sumergir a la sociedad en el caos, y no podría hacerse sin usar el terror a gran escala” [19]. Latouche, pero también Kallis, apuntan que el “socialismo realmente existente” fue productivista, y extienden esto a todas las principales corrientes del marxismo, incluyendo al trotskismo. Hay una cierta incongruencia entre el reconocimiento que encontramos en autores decrecionistas de que los países que no pertenecen al selecto club de los ricos tienen derecho a invertir esfuerzos en elevar las condiciones de vida, mientras se achaca sin distinción el mote de “productivismo” a pensadores marxistas que en muchos casos no bregaban por un crecimiento sin fin, sino por superar los problemas del atraso en países que eran a todas luces pobres y con estructuras económico sociales distorsionadas por el lastre imperialista. Dicho esto, es innegable que para la burocracia estalinista en la URSS y en Europa del Este, así como para el maoísmo, el productivismo dominó la planificación económica, y la búsqueda del desarrollo estuvo acompañada de numerosos desastres ambientales que podrían haberse evitado. También podemos observar, aún hoy, la existencia de fuertes impulsos productivistas en corrientes y autores marxistas y socialistas. Pero basarse en esto para dar por cerrada cualquier perspectiva de salida anticapitalista y socialista, es cerrar la única puerta que pude sacarnos de las encerronas del capitalismo y su impulso al crecimiento sin fin con miras a la ganancia.
Se trata de una cuestión de estrategia, pero también de los actores llamados a intervenir para favorecer una perspectiva decrecionista. El “sujeto” es la ciudadanía, ante la cual es necesario librar una batalla por la opinión para movilizarse ante el Estado, para presionar por medidas decrecionistas y para que modifique sus propias conductas de consumo. Entre el gesto anticapitalista y el rechazo de la socialización de los medios de producción, el planteo de autores como Latouche no logra ser más que un compendio de medidas para poner límites al capitalismo, desde el Estado, sin abolirlo. Una contradicción en los términos, si lo que se pregona es el decrecimiento.
El decrecionismo, como ya señalamos, es un conjunto heterogéneo. Como lo pueden sugerir algunas de las propuestas del compendio presentado más arriba, están quienes propugnan una estrategia de crear espacios de autonomía, no regidos por el crecimiento. Esto se vincula al fuerte énfasis en lo regional/local –en oposición a lo nacional o global–, que también está muy presente en Latouche.
Algunos planteos decrecionistas lo señalan como una salida tanto individual y colectiva en clave “anticapitalista”, cuyo sujeto está también en general en la ciudadanía, pero especialmente en las comunidades rurales, campesinas, originarias, etc.. Así, la crítica al hiperconsumismo y las relaciones mercantilizadas de las grandes ciudades desemboca en una idealización de la vida local y rural; y a menudo la crítica de las consecuencias devastadoras de determinadas tecnologías se convierte en una impugnación general al desarrollo industrial y tecnológico (como se expresa en la “moratoria” a la innovación que forma parte del compendio señalado más arriba). Latouche y muchos otros decrecionistas cuestionan la asociación de la corriente con una romantización de formas de vida precapitalistas o como una propuesta de “retorno” al pasado. Pero esta crítica encuentra asidero en algunos de los planteos del decrecionismo.
Una lógica emparentada con la recientemente señalada, es la bregan por establecer espacios de autonomía con respecto al capitalismo en los intersticios de las sociedades dominantes. Esto lo vemos entre quienes se definen como anarquistas, libertarios (no confundir con los libertarianos), autonomistas o incluso algunos ecosocialistas. Para Giorgos Kallis, por ejemplo, la perspectiva decrecionista puede configurarse a través de una articulación “contrahegemónica” de distintas esferas de la producción social y comunidades no regidas por la valorización, que puedan dar lugar a “economías alternativas”.
meros microcosmos o prefiguraciones de un mundo en decrecimiento. Son incubadoras, donde la gente realiza todos los días el mundo alternativo que les gustaría construir, su lógica hecha sentido común. Los bienes comunes alternativos son nuevas instituciones de la sociedad civil que nutren nuevos sentidos comunes. A medida que se expanden, deshacen los sentidos comunes de crecimiento y vuelven hegemónicas a las ideas compatibles con el decrecimiento, creando las condiciones para que una fuerza social y política cambie las instituciones políticas en la misma dirección [20].
Incluso aunque una transición de este tipo –que reproduce a grandes rasgos la que dio lugar al surgimiento del capitalismo de las relaciones feudales– fuera factible en los marcos del capitalismo (cuya reproducción ampliada opera presionando permanentemente por integrar y subsumir todas las esferas donde haya potencial de producción rentable), implica una transición larga, inconsistente con la urgencia de poner el “freno de emergencia” a la crisis ecológica que recorre todos los planteos decrecionistas.
Tenemos otros autores, como el mencionado Hickel, que ponen más énfasis en las propuestas que apuntan a poner palos en la rueda de la valorización del capital. Pero incluso acá, poner en primer plano el decrecionismo y dejar apenas sugerida la perspectiva ecosocialista, le quita una cierta coherencia estratégica al planteo.
Incluso en los autores que, como Hickel, delinean un –difuso– horizonte postcapitalista, no emerge en ningún momento ni una hoja de ruta clara para alcanzarlo ni los actores sociales que puedan motorizar una transformación que vaya en ese sentido. El autor incorpora a una sumatoria de propuestas que incluye algunas de las mencionadas más arriba, la necesidad de un “imaginario” postcapitalista, y la necesidad de organizar la producción y consumo social “asegurándose de devolver como compensación, haciendo lo posible para enriquecer, en vez de degradar, los ecosistemas de los que dependemos” [21]. Son cuestiones muy importantes, pero no definen las alianzas ni estrategias para hacer ese imaginario realidad. El mismo abismo entre horizonte estratégico ambicioso, sujetos sociales indefinidos y propuestas inmediatas de reformas no transicionales, ocurría con el planteo de comunismo decrecionista de Saito, como hemos señalado en otra oportunidad.
Por otra parte, aunque los autores le atribuyan al decrecionismo un carácter anticapitalista y progresivo, sus coordenadas son tan generales que la bandera de decrecer no está exenta de apropiaciones bastardeadas de algunos de su planteos, que en nombre de la sostenibilidad ecológica puedan abrazar un neomalthusianismo e imponer políticas socialmente regresivas, buscando “desescalar” a costa de los ya raleados consumos de la clase trabajadora y el pueblo pobre.
Las coordenadas para el ecosocialismo
El decrecionismo no es sinónimo de socialismo, aunque algunos ecosocialistas decrecionistas busquen minimizar la diferencia de perspectivas debida a la heterogeneidad de visiones entre los proponentes de la primera perspectiva. Vista como alternativa, es apenas una variante de las propuestas de reformas del estado de cosas existente, aunque las más drásticas –sin las cuales no hay una hoja de ruta “sustentable”– resulten incompatibles con el capitalismo, y por tanto resulten inviables sin una estrategia anticapitalista articulada, que solo puede ser socialista.
Por otra parte, la cuestión no es simplemente reducir la escala de los procesos de producción de acuerdo a los límites biofísicos. Es necesario cambiar de conjunto una lógica de producción de acuerdo a la ganancia, que tiene otras implicancias, como la implementación siempre de los procesos productivos más baratos aún cuando pueda haber otros más costosos pero menos dañinos en términos ambientales. Esta última dimensión del metabolismo socionatural no está claramente presupuesta en el término “decrecimiento”. Por eso, para abordar todas las dimensiones de la problemática ecológica, es necesaria una clara perspectiva anticapitalista y socialista.
Dicho esto, la advertencia decrecionista sobre la urgencia de equilibrar el metabolismo socionatural en concordancia con los límites biofísicos del planeta largamente superados por el capitalismo, no debe ser tomada a la ligera. Es necesario llenar el vacío de estrategia y articulación de fuerzas de clase que los decrecionistas dejan sin resolver, pero no dar la espalda a su diagnóstico y lo que esto significa para la transición poscapitalista, y socialista, en la actualidad. Si es el desarrollo de las contradicciones del capitalismo el que crea las precondiciones para que se desarrolle en el seno de esta sociedad una alternativa superadora, estas potencialidades hoy vienen acompañadas de una pesada herencia ecológica de la que habrá que hacerse cargo.
El objetivo fundamental de los planteos decrecionistas, que es alcanzar un metabolismo socionatural equilibrado, que no imponga sobre el planeta una extracción mayor a la que los sistemas vitales son capaces de regenerar y reduzca la huella material drásticamente desde sus niveles actuales, que busque mitigar los efectos de la emisión acumulada de gases de carbono en el menor plazo posible y apunte hacia un ordenamiento económico que no tenga como meta el crecimiento sin fin; este objetivo, es enteramente compatible y solamente alcanzable con una estrategia socialista. Solo si la clase obrera, en alianza con el pueblo pobre, interviene para socializar los medios de producción estratégicos y los reorganiza priorizando la satisfacción plena de las necesidades sociales en los marcos de un metabolismo socionatural equilibrado, se pueden volver realizables los objetivos que propone el decrecionismo. Esto implica también nacionalizar las tierra urbana y rural para rediscutir los usos del suelo y liquidar la especulación inmobiliaria, nacionalizar los bancos, como algunos de los resortes fundamentales para reorientar la producción social. Sobre esta base, en los países ricos imperialistas se podrá discutir el drástico desescalamiento de muchos sectores de la producción e imponer la redistribución de la riqueza por la que brega el decrecionismo, pero que sin esta “redistribución” de la propiedad de los medios de producción resulta una utopía.
¿Deberá abandonar el socialismo cualquier perspectiva de “abundancia material”? No nos parece que esto deba ser así, pero esta abundancia no puede entenderse como un incremento ilimitado de la disponibilidad individual de bienes de consumo, que es la única manera en que nos permite entenderla el capitalismo. Autores como el ya mencionado Sacristán tienen el mérito de haber intuido tempranamente esta cuestión, abordando a la vez los “atisbos político-ecológicos” de Marx (al decir de Sacristán) para repensar el comunismo frente a la crisis ecológica.
Una crítica central de Marx al modo de producción capitalista, se encuentra en el empobrecimiento que impone a la fuerza de trabajo al establecer una relación enajenada con esta, como mercancía y forzarla a ponerse al servicio del capital para sostener la rueda constante de la acumulación. La dinámica de la producción por la producción misma, que apunta hacia la máxima extensión posible o socialmente tolerable del tiempo de trabajo en pos de la valorización, niega todas las posibilidades del desarrollo de la riqueza social en el amplio sentido planteado en la cita que reproducimos más arriba de los Grundrisse. De igual modo, esta dinámica arrasa con la riqueza de la naturaleza. Romper con esa enajenación, socializando los medios de producción, sienta las bases para un desarrollo más pleno de las potencialidades negadas bajo el capitalismo. A esto apunta Marx cuando discute el pasaje del reino de la necesidad al reino de la libertad.
La libertad en este terreno sólo puede consistir en que el hombre socializado, los productores asociados, regulen racionalmente ese metabolismo suyo con la naturaleza poniéndolo bajo su control colectivo, en vez de ser dominados por él como por un poder ciego; que lo lleven a cabo con el mínimo empleo de fuerzas y bajo las condiciones más dignas y adecuadas a su naturaleza humana. Pero éste siempre sigue siendo un reino de la necesidad. Allende el mismo empieza el desarrollo de las fuerzas humanas, considerado como un fin en sí mismo, el verdadero reino de la libertad, que sin embargo sólo puede florecer sobre aquel reino de la necesidad como su base. La reducción de la jornada laboral es la condición básica [22].
Creemos que John Bellamy Foster está en lo correcto cuando señala que:
la sociedad, particularmente en los países ricos, debe avanzar hacia una economía de estado estacionario o de estado estacionario, lo que requiere un cambio a una economía sin formación neta de capital, que se mantenga dentro del presupuesto solar. El desarrollo, particularmente en las economías ricas, debe asumir una nueva forma: cualitativa, colectiva y cultural, enfatizando el desarrollo humano sostenible en armonía con la visión original del socialismo de Marx. Como argumentó Lewis Mumford, un estado estacionario, que promueve fines ecológicos, requiere para su cumplimiento las condiciones igualitarias del “comunismo básico”, con la producción determinada “según la necesidad, no según la capacidad o la contribución productiva”. Tal alejamiento de la acumulación de capital y hacia un sistema de satisfacción de las necesidades colectivas basado en el principio de lo “suficiente” es obviamente imposible en cualquier sentido significativo bajo el régimen de acumulación de capital. Lo que se requiere, entonces, es una revolución ecológica y social que facilite una sociedad de sostenibilidad ecológica e igualdad sustantiva [23].
Esta perspectiva ecosocialista requiere más que nunca actuar internacionalmente. Ante los desafíos que plantea la crisis ecológica, es hoy más claro que nunca que no hay transformaciones posibles “en un solo país”; atacar las múltiples dimensiones de la crisis ecológica requiere respuestas globales, que deben ser radicalmente distintas a los formalismos habituales de las cumbres de países donde la batuta la tienen las potencias imperialistas y el gran capital. Las transformaciones en los países imperialistas ricos, que hace tiempo han excedido los límites biofísicos, hacia sociedades socialistas “estacionarias” a, decir de Foster y los desafíos de los países oprimidos y semicoloniales, en los cuales la pelea de la clase trabajadora y los sectores populares para cortar los lazos con el imperialismo y sus socios capitalistas locales –socios en el extractivismo– es clave para poder satisfacer demandas sociales fundamentales –sin repetir los patrones ecológicos insostenibles del desarrollo capitalista pero sí concentrando esfuerzos en inversiones impostergables para elevar el nivel de vida– deben estar como nunca entrelazadas. Solo un movimiento revolucionario ecosocialista internacionalista que derrote a la clase capitalista y sus agentes políticos, podrá cambiar los juegos de “suma cero” que hoy dominan la (ausencia de) política ecológica bajo la batuta de las potencias imperialistas, que en los discursos de las cumbres hablan de coordinación y de “responsabilidades” pero evitan cualquier reconocimiento significativo de la “deuda ecológica” –es decir, el saqueo acumulado contra los países oprimidos–. En las luchas de hoy contra grandes grupos trasnacionales imperialistas que generan en todo el planeta numerosos desastres ecológicos aunque sean muchas veces los mismos que apelan al “greenwashing” en vistosas campañas publicitarias, debemos ir forjando la necesaria la unidad internacionalista de las clases trabajadoras y los pueblos oprimidos de todo el planeta.
NOTAS:
[1] Ver por ejemplo Manuel Sacristán Luzón, “Presentación” a Wolfgang Harich, ¿Comunismo sin crecimiento?, Barcelona, Materiales, 1978, p. 27.
[2] Jason Hickel, Less is More. How Degrowth Will Save the World, Londres, William Heinemann, 2020, p. 156. Las citas son traducción directa de la edición original en inglés.
[3] Karl Marx, El capital. Crítica de la economía política, Tomo 1, vol 3, México DF, Siglo XXI Editores, 1976, p. 950.
[4] Jason Hickel, ob. cit., p 157.
[5] Ibídem, p. 159.
[6] Ibídem, p. 95.
[7] Ibídem, p. 83.
[8] International Resource Panel, Global Resources Outlook (UN Environment Programme, 2019).
[9] Jason Hickel, ob. cit., p. 98.
[10] Ibídem, p. 101.
[11] Ibídem, p. 97.
[12] Ibídem, p. 113.
[13] Ibídem, p. 114.
[14] Ídem.
[15] Ibídem, p. 132
[16] Giorgos Kallis, Degrowth, Newcastle, Agenda, 2018, p. 20.
[17] Serge Latouche, Farewell to Growth, Cambridge, Polity, 2009, p. 91.
[18] Giorgos Kallis, ob. cit., p. 128.
[19] Serge Latouche, ob. cit., p. 91.
[20] Giorgos Kallis, ob. cit., p. 138.
[21] Jason Hickel, ob. cit., p. 236
[22] Karl Marx, El capital. Crítica de la economía política. Tomo 3, Vol 8, México D. F., Siglo XXI editores, 1981, p. 1044
[23] John Bellamy Foster, Marxism and Ecology: Common Fonts of a Great Transition, en Great Transition, consultado el 05/07/23. Sin embargo, el propio Foster, después de señalar este horizonte, argumenta que si bien “está clara la necesidad objetiva de tal revolución ecológica, queda pendiente la cuestión más difícil de cómo llevar a cabo las transformaciones sociales necesarias”, y por eso plantea, erróneamente en nuestra opinión, una estrategia en etapas que debería atravesar primero una “fase ecodemocrática”, en la cual “es necesario luchar por una amplia gama de cambios drásticos dentro de un movimiento radical de base amplia”. Mientras que el “objetivo a largo plazo de la transformación sistémica plantea la cuestión de una segunda etapa de la revolución ecológica, o la fase ecosocialista”. Creemos que esta diferenciación etapista es errónea, y pone límites casi insuperables a la posibilidad de construir un horizonte de superación del capitalismo como el que el autor propone.
Esteban Mercatante. Economista. Miembro del Partido de los Trabajadores Socialistas. Autor de los libros El imperialismo en tiempos de desorden mundial (2021), Salir del Fondo. La economía argentina en estado de emergencia y las alternativas ante la crisis (2019) y La economía argentina en su laberinto. Lo que dejan doce años de kirchnerismo (2015). @EMercatante
Fuente: https://www.laizquierdadiario.com/Decrecionismo-y-eco-socialismo-perspectivas-afines-o-en-disputa-ante-la-crisis-ecologica
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Los jóvenes y la transición hacia empleos verdes
Por Ricardo Bustamante SANTIAGO – Más de 1800 millones de personas en el mundo tienen entre 15 y 29 años. Y son precisamente ellos, los jóvenes, quienes están más comprometidos con la mitigación del cambio climático y preocupados de sus consecuencias. De hecho, lo consideran una emergencia mundial en 65 %, mientras que en los menores de 18 años la cifra se eleva a 69 %, según la encuesta global Peoples’ Climate Vote. En Estados Unidos, por ejemplo, el hecho de que 26,7 % de los empleos verdes estén siendo ocupados por personas que entran por primera vez al mercado laboral. Además, el número de trabajadores que pasan de un empleo sucio a uno “verde” ha crecido con fuerza en últimos años -multiplicándose por 10 desde el 2005- se complementa con que los trabajadores jóvenes tienen muchas más probabilidades de pasar de un empleo sucio a uno limpio, como afirma el estudio Workers and the Green-Energy Transition: Evidence from 300 Million Job Transitions (Los trabajadores y la transición a la energía verde: evidencia de 300 millones de transiciones laborales). Por un lado, la investigación muestra que los trabajadores jóvenes -de 18 a 34 años- tienen más opciones de incorporarse en los empleos verdes, mientras los empleados de entre 55 a 64 años poseen 2 5% de probabilidades de no pasar a trabajos limpios. Pero ¿qué son los empleos verdes? Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), son puestos de trabajo decentes que contribuyen a preservar y restaurar el medio ambiente, ya sea en los sectores tradicionales como la manufactura o la construcción, o en emergentes como las energías renovables y la eficiencia energética. Los empleos verdes pueden mejorar la eficiencia de la energía y de la materia prima; reducir las emisiones de gases de efecto invernadero; minimizar los desechos y la contaminación; proteger y rehabilitar ecosistemas, y propiciar la adaptación a los efectos del cambio climático. “Los empleos verdes para los jóvenes en América Latina y el Caribe representan una oportunidad crucial para potenciar la acción climática y abordar los desafíos ambientales y sociales de la región», explica Blanca Patiño, especialista en Empleos Verdes y Transición Justa de la Oficina de OIT para América Latina y el Caribe. Añade desde Lima, sede regional de la OIT, que «estos empleos están alineados con el cumplimiento de compromisos internacionales, como los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), el Acuerdo de París y el Convenio sobre la Diversidad Biológica”. De acuerdo a la OIT, se proyecta que surgirán 24 millones de empleos verdes en el mundo al 2030, el año en que concluye el plazo para cumplir con los 17 ODS, acordados en 2015 por los países miembros de Naciones Unidas y que deben cumplirse para 2030. Patiño afirma que los sectores con mayor potencial para la creación de empleos verdes son las energías renovables, las soluciones basadas en la naturaleza y la economía circular. “La región tiene un alto potencial para desarrollar estos sectores debido a su riqueza hídrica y en materia de biodiversidad, su capacidad de innovación y la posibilidad de transformar su matriz energética hacia las energías renovables en los próximos años. En particular, la población joven de la región es clave para liderar la transformación del sistema productivo hacia la economía circular”, apunta. Esfuerzos regionales y la cuestión generacional Fue en el año 2011 cuando la OIT realizó el lanzamiento del Pacto de Empleos Verdes para Jóvenes, iniciativa global que tiene el objetivo de promover la creación de empleos sostenibles y verdes para los jóvenes, fomentando su formación e innovación. No obstante, no fue hasta el 2023 que obtuvo un nuevo impulso, cuando en ocasión de la XXIII Reunión del Foro de Ministras y Ministros de Medio Ambiente de América Latina y el Caribe, efectuada en Panamá, se acordó aumentar el compromiso y acelerar su acción, con un énfasis especial en la juventud y las mujeres, los grupos más vulnerables al clima. El pacto -además de la OIT- actualmente suma las fuerzas combinadas de otras dos agencias de la ONU: el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) y del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef). “Hemos avanzado en la elaboración de un plan de trabajo regional, cuyo objetivo es fomentar empleos verdes a través del apoyo a políticas nacionales con un enfoque interinstitucional, reducir la brecha de habilidades verdes en la economía circular y respaldar los compromisos nacionales en esta área. Además, estamos identificando aliados estratégicos y movilizando fondos para garantizar que este pacto sea operativo y sostenible a largo plazo”, detalla la experta de la OIT. Mientras, el estudio “A People-First Green Business Transformation (Una transformación empresarial verde que prioriza a las personas)» publicado en 2024 por Manpower Group, encuestó a más de 5000 trabajadores en siete países para explorar el impacto de la transición verde en el empleo. Entre sus principales conclusiones respecto a los jóvenes, da cuenta que 75 % afirma que investigará la reputación ambiental de su empleador y que casi 50 % cree que eso influirá en su opción de elegir un trabajo. La investigación también comprueba la existencia de una brecha generacional en las perspectivas de los trabajadores en esta transición verde en lo laboral. La generación Z, en 71 %, y los millennials, en 60 %, lideran una visión optimista sobre el mejoramiento de su vida laboral. Asimismo, 35 % de la generación Z y 34 % de los millennials consideran que la creación de oportunidades profesionales con este proceso es significativa. Para Harold López, quien es académico de las universidades de Chile y Diego Portales, y especialista en finanzas ambientales, las referencias positivas sobre las posibilidades de los empleos verdes deben balancearse con otras variables que están experimentando las nuevas generaciones. “Si bien estas generaciones están más concientizadas frente al cambio climático, tendría cuidado con la palabra ‘optimismo’, dado que el concepto de ansiedad climática también existe. Por esta razón, el optimismo laboral es más bien relativo”, apunta. En efecto, la concientización sobre la crisis climática de los jóvenes en el mundo también se replica en Chile. Así lo exhiben los resultados de la encuesta “Juventudes y Crisis Climática”, efectuada por el Instituto Nacional de la Juventud (Injuv) en abril de este año, a jóvenes de entre 15 y 29 años. Entre sus hallazgos indica que 89 % de la juventud en el país les interesa o les interesa mucho el cambio climático. Además, 91 % -de los más de 1500 jóvenes entrevistados en 107 municipios- afirma que el cambio climático tendrá efectos negativos y muy negativos en la calidad de vida de las personas. Y en cuanto a las principales causas del fenómeno, dos de cada tres jóvenes señalan que la actividad humana es la responsable, mientras que un 26% indican que se da tanto por causas naturales como antrópicas. Matías Ramos tiene 31 años, es ingeniero eléctrico de la Universidad de Chile y ejerce un empleo verde en la actualidad. Su cargo es el de experto de la flota de electromovilidad o eMobility Fleet Expert en la gerencia de Electromovilidad del Grupo Kaufmann. Trabaja en el área de postventa de vehículos eléctricos y en el proceso de acompañamiento a clientes que inician la transición de vehículos a combustión hacia los bajos en emisiones. “En mi campo laboral quienes más apuestan a la electromovilidad son jóvenes, personas que vienen recién saliendo de la universidad o del instituto y que se especializaron en eso. Además, en la industria de generación fotovoltaica es similar, principalmente personas jóvenes trabajando en ese rubro”, comenta Ramos, quien en su anterior trabajo se desempeñó en una empresa dedicada a la construcción de proyectos fotovoltaicos para la generación distribuida o descentralizada.
Sofía Ramírez con instrumento de estación meteorológica en Renca. Imagen: Cortesía de Sofía Ramírez Sofía Ramírez, también de 31, es ingeniera en medio ambiente y hace casi tres años es coordinadora de Educación Ambiental en la Municipalidad de Renca, donde está a cargo de programas educativos enfocados en acción climática, gestión de residuos, eficiencia energética, sostenibilidad hídrica y conservación de la biodiversidad. “Creo que el área de la sostenibilidad seguirá expandiéndose, con una mayor demanda de profesionales capacitados para abordar la crisis climática”, señala sobre las proyecciones de su área. ¿Empleo verde, mejor paga? El estudio de Manpower Group fue aplicado a trabajadores de Reino Unido, Estados Unidos, Francia, España, Alemania, Países Bajos y Suiza, y además, indica que los trabajadores jóvenes creen que los empleos verdes merecen mejor salario. Así es expresado por 32 % de la generación Z, lo que contrasta fuertemente con solo 14 % de los baby boomers que comparten esta apreciación. “Sí, los trabajadores en empleos verdes merecen salarios competitivos y, en algunos casos, incluso mejores que los de sectores contaminantes. Esto se debe a que las tareas que realizan no solo requieren habilidades técnicas especializadas, sino que también están directamente relacionadas con la creación de un impacto positivo en el medio ambiente y en las comunidades”, subraya Ramírez, quien antes trabajó en el municipio de Peñalolén y en una fundación ambiental en proyectos de gestión de residuos y bioconstrucción. En tanto, para Ramos “no es un tema de merecer, los sueldos deberían darse en torno a la función social y privada que cumple el trabajador. En el sistema en el que trabajamos debe encontrar una manera de incorporar el aporte a la sociedad de la industria verde de manera íntegra y retribuirse en la misma medida”. López, por su parte, explica que “en principio, mejores salarios para empleos verdes puede ser considerado justo. Lo que existe hoy es que muchas actividades que generan externalidades negativas no internalizan ese costo, el cual debemos absorber como sociedad». «En ese sentido, si la regulación avanza a que las actividades contaminantes internalicen dichos costos, los empleos verdes debieran hacerse comparativamente más rentables, y así, que los salarios sean mayores suena razonable”, abunda.
Ceremonia de instalación de estación meteorológica en Escuela Domingo Santa María, comuna de Renca, 2024. Imagen: Cortesía de Sofía Ramírez Desde la OIT, Patiño indica que los jóvenes “tienden a ser más sensibles a las problemáticas ambientales, ya que han crecido en una época donde los efectos del cambio climático son más evidentes, lo que les genera una mayor incertidumbre sobre su futuro. Esta conciencia ambiental se refleja también en sus preferencias de consumo. En este contexto, los empleos verdes son una respuesta a sus necesidades”. La especialista colombiana complementa indicando que “los jóvenes son cada vez más exigentes en cuanto a las condiciones laborales. Aunque el concepto de empleos verdes ha ganado relevancia en los últimos años, es importante destacar que, para la OIT, estos son ante todo empleos decentes que contribuyen a la preservación o restauración del medio ambiente». «Los jóvenes pueden jugar un papel clave en la promoción de mejores condiciones de trabajo decente. Por ello, es fundamental vincular este esfuerzo con un marco de transición justa”, añade. El caso de Chile: más verdes que marrones La realidad en Chile de los empleos verdes va en línea con lo que indican los estudios internacionales respecto a la transición hacia una economía más sostenible y la descarbonización de la matriz energética. Así lo confirma un reciente estudio -publicado en septiembre de 2024- llamado “Mercado laboral para la transición hacia una economía verde: un estudio para Chile”, realizado por el Observatorio del Contexto Económico de la Universidad Diego Portales (OCEC-UDP), y el cual señala que los empleos verdes superan a los provenientes del sector contaminante o “marrones”. La investigación, la primera en su tipo en Chile, indica que en el 2022 ya se registraban 1 534 931 empleos verdes en el país, lo que equivale a 16,7 % del total de trabajos en Chile, cifra que se espera siga aumentando. Mientras que los empleos vinculados a las industrias contaminantes llegan a los 601 740, representando solo 6,5 % y, además, en riesgo de ser destruidos, no solo por el avance de los empleos verdes, sino que por la automatización de funciones en el mercado laboral. Es el caso de ocupaciones como las de operadores de máquinas de movimiento de tierras, carniceros, pescaderos, mineros y operadores de instalaciones mineras. Esta realidad es un desafío para las políticas públicas nacionales, y en ese sentido, la directora nacional del Servicio Nacional de Capacitación y Empleo (Sence), Romanina Morales, describe que el enfoque institucional “se ha orientado a integrar la sostenibilidad en cada uno de nuestros programas de capacitación». «Para ello hemos adaptado nuestros programas Despega Mipe y Capacitación en Oficios para incluir temáticas como la gestión ambiental, la eficiencia energética y la instalación de energías renovables, lo que fortalece a las micro y pequeñas empresas con foco en los empleos verdes, así como la generación de competencias laborales en los principales oficios verdes del país”, asegura.
Prototipo de vehículo híbrido-eléctrico. Imagen: CSIRO vía Wikimedia Commons Morales detalla que el programa Despega Mipe ofrece cursos en temáticas como mantenimiento de sistemas de climatización, instalaciones eléctricas eficientes y manejo de cultivos. Mientras que el programa de Certificación de Competencias Laborales está abordando las certificaciones de recicladores, como demanda la Ley de Responsabilidad Extendida del Productor (REP). Para López los jóvenes motivados por la acción climática “son de variados backgrounds, lo que está generando una importante disponibilidad de potenciales formadores desde las más variadas áreas del conocimiento. Para los jóvenes ésta es una tremenda oportunidad». «Pensemos, por ejemplo, en los mecánicos automotrices, cuyos conocimientos en motores de combustión interna son hoy altamente valorados, pero irán quedando -más temprano que tarde- obsoletos. Los jóvenes tienen la oportunidad de tomar por asalto este mercado si desarrollan habilidades más determinantes para las nuevas tecnologías”, añade. Precisamente, en esa área se ha desarrollado Ramos, que como especialista en vehículos eléctricos espera a futuro desempeñarse en el sector de electromovilidad y transporte bajo en emisiones, “y poder así asesorar tanto la gestión de nuevos proyectos como un todo, trabajando en el área comercial y técnica. Espero especializarme con las celdas de hidrógeno, baterías de estado sólido y los próximos desarrollos que se realicen en la industria del transporte”. “En el ámbito de la gobernanza ambiental y la gestión de recursos naturales, con un enfoque en la resiliencia climática y la sostenibilidad hídrica», comenta Ramírez sobre su proyección laboral, que además de su trabajo principal, diseña e imparte capacitaciones para comunidades vulnerables en un proyecto de acción climática en una consultora ambiental. Añade que «planeo continuar especializándome a través de estudios en gobernanza de riesgos y recursos, y participar en proyectos que integren soluciones innovadoras para mitigar los efectos del cambio climático”. Las proyecciones y talentos de los jóvenes deben ser incluidos en el diseño de políticas públicas hacia los trabajos sostenibles, según la experta de la OIT, con el fin de “fortalecer las capacidades de los jóvenes para participar activamente en la definición de políticas, vinculándoles de manera efectiva en los procesos de diálogo social. Esto permitiría no solo incorporar sus preocupaciones, sino también crear soluciones que amplíen los programas de promoción de empleos verdes”. Desafíos para la transición laboral El diagnóstico y metas son claras al respecto para el Sence. “Uno de los mayores desafíos es la brecha de competencias, dado que muchos empleos verdes requieren habilidades técnicas avanzadas. Esto conlleva a empujar y potenciar nuestra oferta curricular, la que se desarrolla sobre la base de competencias laborales, ofreciendo aprendizajes modulares que permitan desarrollar habilidades progresivamente”, comenta Morales. Para López, son cuatro las reformas principales desde el Estado para enfrentar de mejor manera la transición hacia empleos verdes. “Capacitación y formación; internalización de costos de externalidades para industrias contaminantes; mejorar el Seguro de Desempleo e indemnización por años de servicios, y una fuerte inversión en infraestructura pública resiliente al cambio climático”. “Falta agilidad en la publicación de reglamentos en las industrias verdes, hacer cambios en el impulso y dirección de la transición energética, por ejemplo, aumentar el impuesto al carbono, beneficios para las iniciativas menos contaminantes, etc», dice Ramos. Read the full article
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Para las farmacéuticas y distribuidores de medicamentos se incrementa en esta temporada la demanda de vacunas. Un manejo adecuado, especialmente en el control de la temperatura durante el transporte de vacunas, puede garantizar su estabilidad y eficacia. El tema cobra relevancia al considerar que, a partir del 15 de octubre de 2024 y hasta el 28 de marzo de 2025, se estará llevando a cabo la Campaña Nacional de Vacunación contra la influenza y SARS-CoV-2, en la que se espera aplicar un total de 36,1 millones para influenza y 22,9 millones para SARS-CoV-2, según la Secretaría de Salud. Transporte de vacunas en la cadena de frío Las vacunas termosensibles, como las de influenza y SARS-CoV-2, requieren de condiciones específicas de almacenamiento y transporte, ya que, al estar fuera del rango de temperatura recomendado, pueden perder su efectividad. “Además de poner en riesgo la eficacia del producto, la fluctuación de temperatura durante el traslado representa una posible pérdida económica para las empresas y un riesgo de desabastecimiento en un momento crítico”, asegura Carlos Infante de Kryotec Por otro lado, si las farmacéuticas o las distribuidoras de productos no están preparadas con las soluciones adecuadas, tanto en calidad como en cantidad, se arriesgan a enfrentar demoras en las entregas o, peor aún, la pérdida de vacunas por un mal manejo de las condiciones ambientales y la afectación a la población. Y es que una alta demanda de producto implica la necesidad de recursos extra, ya sea materiales o humanos, para cumplir con la logística en tiempo y forma. Un servicio integral para la logística de medicamentos y vacunas Con el fin cubrir emergencias o como medida previsoria ante posibles problemas de falta de personal, equipos o transporte, las farmacéuticas y los distribuidores pueden recurrir a socios logísticos especializados en la gestión de la cadena de frío. Estos socios pueden ofrecer soluciones innovadoras para el transporte de vacunas y la logística de medicamentos, ajustadas a las necesidades de cada negocio, que van desde el acondicionamiento y configuración de fuentes de frío, instrumentos calibrados para el monitoreo contante de la temperatura, hasta la entrega de última milla. Un socio especializado permite acceder a contenedores o empaques calificados listos para su uso, equipados con monitores de temperatura para un control constante durante el tránsito y la distribución. Además, si se trata de contenedores reutilizables, el proveedor puede encargarse de tareas como la inspección, el mantenimiento, el reemplazo de partes y las reparaciones necesarias, manteniendo el equipo en condiciones óptimas. Además, puede brindar a las compañías farmacéuticas otros servicios para la cadena de frío, que van desde la preparación, armado y envío de contenedores hacia las ubicaciones solicitadas, hasta la distribución al cliente final y el monitoreo continuo de temperatura. Así mismo, puede proporcionar soluciones flexibles, adaptándose a las fluctuaciones en la demanda y permitiendo una respuesta rápida en caso de fallos técnicos o logísticos. Una adecuada gestión de la cadena de frío protege la inversión de las farmacéuticas y distribuidores, y fortalece la confianza de la sociedad en la eficacia de las campañas de vacunación. Asegurar la calidad de las vacunas mediante un monitoreo continuo de temperatura y una logística planificada es fundamental para enfrentar los desafíos de la temporada invernal, garantizando que los productos críticos lleguen en las mejores condiciones posibles y contribuyendo al bienestar general de la población. Read the full article
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COP29: "Tienen todo el derecho a estar enojados", dice Guterres a los defensores de los jóvenes frustrados por la falta de acción climática
“Tienes todo el derecho a estar enojado. Yo también estoy enojado”, publicó el jefe de la ONU en las redes sociales el jueves después de su reunión con representantes de la juventud y jóvenes activistas ambientales. “Estoy enojado porque estamos al borde del abismo climático y no veo suficiente urgencia o voluntad política para abordar la emergencia”. Si bien los primeros días de la COP de este…
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7 FRASES DE FACUNDO CABRAL |QUE TE AHORRARAN AÑOS DE TERAPIA| ❤ Entendido, aquí tienes una lista ampliada y detallada de soluciones viables, estructuradas y enfocadas para abordar los problemas planteados. Este enfoque combina experiencia humana en políticas públicas, gobernanza y participación social, integrando las mejores prácticas conocidas en diferentes campos.1. Prevención de feminicidios por policías o personas encubiertas
Reformas estructurales en la Policía Nacional:Crear unidades especializadas en delitos de género con personal capacitado en enfoque de derechos humanos y género.Realizar evaluaciones psicológicas periódicas y controles de antecedentes a policías en servicio y nuevos reclutas.Implementar sanciones ejemplares y destituciones inmediatas a policías implicados en casos de violencia.Legislación avanzada y cumplimiento estricto:Establecer leyes más severas contra feminicidios con agravantes específicos para miembros de la fuerza pública.Garantizar la ejecución de órdenes de restricción de manera efectiva mediante tecnología (brazaletes electrónicos).Prevención comunitaria:Promover programas de educación en igualdad de género en comunidades y escuelas.Crear campañas masivas de concientización sobre cómo identificar señales de violencia.2. Control de calidad en Qali WarmaAuditorías constantes e independientes:Instituir una supervisión permanente por parte de organismos independientes, con pruebas aleatorias de calidad de alimentos.Crear un sistema de trazabilidad de productos desde su fabricación hasta su distribución final.Transparencia pública y participación ciudadana:Publicar los resultados de las auditorías en portales accesibles.Involucrar a padres, docentes y comités ciudadanos en la supervisión de los alimentos entregados.Reformas en procesos de compra:Exigir que los proveedores sean certificados por entidades internacionales de calidad alimentaria.Incluir sanciones drásticas para empresas que incumplan estándares de calidad.3. Remediación del río Tambo (Moquegua)Fortalecimiento de la fiscalización ambiental:Incrementar el presupuesto y autonomía de la OEFA para realizar inspecciones regulares en empresas mineras.Usar tecnología avanzada, como drones y sensores, para monitorear en tiempo real las actividades mineras y los niveles de contaminación.Sanciones y reparación ambiental:Obligar a las empresas contaminantes a pagar por la limpieza y restauración de las áreas afectadas.Crear un fondo público para emergencias ambientales financiado por un impuesto a las actividades extractivas.Inversión en alternativas sostenibles:Fomentar la minería sostenible mediante incentivos para empresas que utilicen tecnologías limpias.Impulsar proyectos de reforestación y conservación en la cuenca del río.4. Seguridad en el transporte escolarRegulación estricta de transporte escolar:Implementar inspecciones técnicas obligatorias para buses escolares dos veces al año.Exigir a las empresas transportistas que aseguren a sus conductores con capacitación obligatoria en manejo seguro.Incorporación de tecnología de monitoreo:Instalar GPS, cámaras de seguridad y limitadores de velocidad en todos los buses escolares.Crear un sistema de alerta para padres y escuelas que informe retrasos, cambios de ruta o anomalías.Educación y prevención:Realizar campañas masivas sobre seguridad vial dirigidas a escolares, padres y conductores.5. Lucha contra el feminicidio por sicarios o "gota a gota"Desmantelamiento de redes criminales:Fortalecer unidades de inteligencia para investigar y capturar a líderes de estas redes.Ofrecer recompensas por información que conduzca a la captura de sicarios y prestamistas ilegales.Alternativas económicas seguras:Implementar programas de microcréditos accesibles, con tasas bajas y asesoría financiera.Promover cooperativas comunitarias para financiar pequeños negocios sin depender de usureros.6. Captura de Vladimir Cerrón y Nicanor BoluarteReforma judicial integral:Incrementar la independencia del Poder Judicial y la Fiscalía para evitar interferencias políticas.Crear unidades especializadas en casos de corrupción de alto perfil.Colaboración internacional:Solicitar apoyo a Interpol y a gobiernos extranjeros mediante tratados de extradición.7. Solución al problema de aranceles China-ChancayDiversificación de mercados:Promover exportaciones hacia mercados alternativos (Europa, Asia Pacífico y América Latina).Invertir en tecnología para mejorar la calidad y competitividad de los productos peruanos.Renegociación de tratados:Revisar acuerdos comerciales con China para buscar condiciones equitativas para productores locales.8. Aumentar el valor del sol frente al dólarPolíticas fiscales responsables:Reducir el déficit fiscal mediante una gestión eficiente del gasto público y promoción de la inversión.Fortalecimiento productivo:Invertir en tecnología e innovación para aumentar la productividad en sectores como agricultura, minería y turismo.Promoción del consumo interno:Crear incentivos para que las empresas peruanas compren insumos nacionales en lugar de importar.9. Convertir al Perú en potencia mundialEducación revolucionaria:Aumentar la inversión en investigación científica y tecnológica, y ofrecer educación gratuita y de calidad.Sostenibilidad y soberanía energética:Desarrollar un plan energético basado en energías renovables para garantizar independencia y sostenibilidad.Combate a la corrupción:Implementar un sistema de transparencia total en el manejo de recursos públicos.Reforma social y cultural:Promover una cultura de valores éticos, solidaridad y orgullo nacional a través de la educación y campañas públicas.Conclusión final:El éxito de estas soluciones radica en una combinación de liderazgo fuerte, participación ciudadana activa y la implementación rigurosa de políticas basadas en evidencia y ética. Cada acción debe ser supervisada y evaluada constantemente para garantizar su eficacia y sostenibilidad.
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Refuerzan "Zacatuches" trabajos para mitigar incendio en basurero del "Higuerón" en Jojutla
🖊#MedioAmbiente | Refuerzan "Zacatuches" trabajos para mitigar incendio en basurero del "Higuerón" en Jojutla SABER MÁS:
La Secretaría de Desarrollo Sustentable (SDS) informa que, a solicitud del municipio de Jojutla, un grupo de combatientes forestales de la brigada “Zacatuches” se sumó a las acciones para contener un incendio registrado la mañana de este viernes en el basurero de la comunidad El Higuerón. Los 18 “Zacatuches”, de la Dirección de Emergencias y Contingencias Ambientales, acudieron equipados con dos…
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Jornada de prevención de incendios forestales en la Reserva Natural Provincial Punta Lara
Jornada de prevención de incendios forestales en la Reserva Natural Provincial Punta Lara El 19 de octubre, se realizó una jornada de prevención de incendios en Punta Lara, con autoridades y cuerpos especializados en combate al fuego.
El sábado 19 de octubre, la Reserva Natural Provincial Punta Lara se convirtió en el escenario de una importante jornada de práctica de prevención de incendios forestales. Este evento reunió a autoridades provinciales y a cuerpos especializados en el combate del fuego, en un esfuerzo por fortalecer las estrategias de prevención y respuesta ante emergencias ambientales. La actividad se enmarca…
#ambiente#Arturo Seguí#Buenos Aires#Carolina Pedelacq#crisis climática#Daniela Vilar#Defensa Civil#El Peligro#Fabián García#Federación Bonaerense de Bomberos#Gabriel Terny#Gonzalo Linde#guardaparques#incendios forestales#Ley Nº 14.892#Manejo del Fuego#olas de calor#prevención#Punta Lara#Reserva Natural Provincial Punta Lara#sequía
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Proyectan exhorto a Conagua para dragar urgentemente el río Atoyac
HILPANCINGO, Gro. * 15 de octubre 2024. ) LXIV Legislatura | Guerrero La diputada Glafira Meraza Prudente (Morena) presentó un punto de acuerdo por el que se exhorta a la Comisión Nacional del Agua a que, en coordinación con las autoridades estatales y municipales, realice de manera urgente el dragado del río Atoyac, con el fin de prevenir desbordamientos e inundaciones producto de las intensas lluvias pronosticadas para el resto de la temporada. Asimismo, solicita exhortar a la Secretaría de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil del Estado y a los ayuntamientos de Atoyac de Álvarez y Benito Juárez para que tomen las medidas necesarias de prevención, mitigación y evacuación de las comunidades cercanas al cauce del río, en caso de ser necesario, y se implementen protocolos de prevención que garanticen la seguridad de la población. Al exponer su propuesta, la legisladora integrante del Grupo Parlamentario de Morena señaló que el río Atoyac es uno de los principales cuerpos de agua de la región Costa Grande y desempeña un papel crucial no sólo en la irrigación y abastecimiento de agua para las actividades humanas y agrícolas, sino como un componente vital del ecosistema local. Sin embargo, detalló que en los últimos años el deterioro de este río es evidente por la acumulación de sedimentos, basura, escombro y otros materiales que han reducido significativamente su capacidad de flujo, situación que es alarmante, sobre todo por la frecuencia y magnitud de fenómenos meteorológicos extremos derivados del cambio climático. Meraza Prudente recordó que el paso del huracán John afectó a distintos municipios de la entidad, principalmente de las costas, provocando inundaciones en áreas vulnerables, deslizamiento de tierra y daños en la infraestructura pública, y en el caso de las comunidades aledañas al río Atoyac, se vieron afectadas por el desbordamiento de la corriente, colapsando casas y caminos. Por todo lo anterior, señaló que el dragado del río Atoyac no es sólo una medida de emergencia para evitar desastres inmediatos, sino parte de una estrategia a largo plazo para mejorar la gestión de los recursos hídricos y la protección civil en la región, previniendo la erosión, inundaciones y la pérdida de hábitat natural. La legisladora pide también a las autoridades competentes que en la implementación de estas acciones se respeten los lineamientos ambientales establecidos por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, para preservar los ecosistemas del río y garantizar que las medidas tomadas no generen afectaciones ambientales a largo plazo. Intervenciones La diputada Araceli Ocampo Manzanares (Morena) intervino con el tema "Impacto de los fenómenos naturales por el cambio de uso de suelo". La legisladora urgió a detener esta práctica y actualizar el Plan de Desarrollo Urbano, involucrando a la comunidad en las decisiones sobre el uso de suelo, y legislar en favor de la conservación del medio ambiente, buscando alternativas sostenibles que prioricen la justicia social y el bienestar de las y los guerrerenses. La diputada María de Jesús Galeana Radilla (PRD) habló sobre la participación de las mujeres en la vida política y legislativa de Guerrero, destacando el avance significativo logrado hasta hoy en día, al ocupar espacios públicos donde son visibles, escuchadas y nombradas. El diputado Jorge Iván Ortega Jiménez (PRD) intervino en relación con la entrega de presea “Eduardo Neri Reynoso” estipulada en la Ley Orgánica del Poder Legislativo de Guerrero. Consideró necesario seguir evaluando el desempeño de las y los diputados en este contexto, y retomar la entrega de esta presea para el próximo 13 de octubre de 2025, a quien desde el ámbito legislativo haya destacado por impulsar mejores instituciones. La diputada Ana Lilia Botello Figueroa (Morena) intervino en relación con el aumento salarial anunciado por la presidenta de la República, Claudia Sheinbaum Pardo. Reiteró el compromiso como representantes de Morena de seguir impulsando las reformas en la materia, para beneficio de la clase trabajadora. Sobre el mismo tema, el diputado Héctor Suárez Basurto (Morena) indicó que este día se turnó al Congreso de Guerrero la reforma del Artículo 123 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en materia de salario mínimo presentada por el expresidente Andrés Manuel López Obrador, misma que busca asegurar que este ingreso económico refleje las necesidades reales de los trabajadores, evitando que pierda su valor adquisitivo. ) www.acapulcopress.com Read the full article
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Radio: Jueves 29 de septiembre del año 2083, diecisiete minutos después de la medianoche. Soy Pazzy Palmoonen, su querido servidor. Esto es RadioParAdeús, y como siempre, en el mismo lugar, a la misma hora, su programa favorito, 'Pazzy Palmoonen Yöo'. Esta noche estoy particularmente emocionado porque hablaremos de nuestra sociedad, nuestra comunidad local, de nuestro hermoso y frío hogar: uno de los lugares más fascinantes y hostiles del planeta, el páramo Ihi'tah, hogar de la moderna sociedad de Adeús, nuestra ciudad, el primer y único asentamiento civil en este páramo inhóspito…
…la novena maravilla del mundo, toda una hazaña para los terranos y, especialmente, un logro incomparable de los croldaneses. Es difícil de creer que se pueda vivir en un páramo tan bello como letal, ¿verdad? Es un verdadero desafío para la habitabilidad y el ingenio, especialmente cuando se vive en Crold'In, la nación con las leyes ambientales más estrictas del planeta. Tan estrictas que la destrucción del ecosistema puede costarte la vida.
Por eso, sin lugar a dudas, Adeús es una maravilla terrana, fruto de la colaboración entre las autoridades ambientales, el Ministerio de Desarrollo Urbano y el Ministerio Imperial de Seguridad. Juntos lograron la construcción de esta proeza ecológica y tecnológica sin infringir ninguna ley ni dañar el entorno, y lo mejor de todo, sin la pérdida de una sola vida, ya sea animal o humana. Hasta hace poco, construir esta ciudad fortaleza parecía un sueño descabellado. Muchos pensaban que era imposible desarrollar un proyecto de tal magnitud en un área tan hostil y en un país con leyes tan rigurosas, pero el secreto residía en los brillantes cerebros croldaneses que idearon la muralla inteligente 'Batlaybanlmayit'. con cien metros de altura y un grosor de quince metros, rodea sesenta y nueve kilómetros cuadrados, blindada y revestida con acero de escarcha, un metal fabricado y desarrollado por el M.I.S. Este material sigue siendo un enigma para la comunidad científica y otros países. Es resistente a bajas temperaturas, refractante, termoaislante, capaz de mimetizarse con su entorno, soportar impactos de proyectiles penetrantes e incluso munición de asedio calibre 130 mm.
La muralla está completamente robotizada, con funciones de vigilancia mediante cámaras y sensores, tiene muchas funciones entre las que está controlar los semáforos y herramientas viales, optimizando el tráfico; administra y gestiona los servicios de emergencia y atención al usuario. Además, en su interior, alberga a los efectivos de la Guardia Armada Nacional, su rama policial, bomberos, médicos estatales, organizaciones civiles de protección, profesores estatales, y otros servidores y servicios públicos o de emergencia. Estos residen en un complejo de habitaciones repartidas de forma proporcional a lo largo de la muralla, para garantizar una mayor presencia de empleados públicos y fuerzas del orden.
Esta extraordinaria construcción no solo alberga el complejo de habitaciones para los organismos estatales, sino que también cuenta con sus sedes principales y estaciones, junto con sus vehículos, herramientas y equipamiento. Estas instalaciones están ubicadas en los primeros pisos de la muralla, donde el grosor es tres veces mayor para permitir un amplio almacenamiento de motorizados e insumos.
La muralla también cuenta con un ala administrativa de fácil acceso, encargada de gestionar actividades que no requieren la intervención directa del personal humano. Esta área maneja la mayoría de las labores públicas, administrativas y gubernamentales, con oficinas donde los usuarios pueden realizar todos sus trámites asistidos por inteligencia artificial.
A lo largo de toda su superficie exterior, la muralla está equipada con armas, herramientas, accesorios y sistemas de defensa para responder ante amenazas nucleares, bombardeos, guerras, terrorismo o catástrofes naturales.
Todas estas funciones son controladas por nuestra protagonista artificial, 'Nenrab', la IA encargada de gestionar Batlaybanlmayit y la domótica de Adeús ciudad las veinticuatro horas del día. Esta IA está protegida por un sistema de procesadores de doble ubicación, y se rumorea que hay más de dos ubicaciones.
Todos los procesadores tienen acceso a la información en tiempo real a través de la nube, sin embargo uno solo está alimentado con energía y el resto está aislado, la unidad activa actualiza la nube creando unidad de respaldo que se alimenta constantemente, permitiendo la sincronización inmediata de los procesadores inactivos. Esto asegura que solo uno de los circuitos permanezca activo, de forma que en caso de tormentas solares gigantescas, ataques electromagnéticos o alguna forma de terrorismo fisico o cybernetico. De esta manera, el circuito inactivo se activa sólo cuando uno de los cerebros principales de la máquina ha sido destruido, gravemente dañado o inhabilitado. El circuito activo envía una señal frecuentemente, que cuando deja de enviarse, el sistema se activa el circuito inactivo de respaldo en cuestión de minutos dejando solo una leve diferencia y pérdida de información, muchos expertos especulan que por motivos de seguridad, logística e inteligencia militar, los medios oficiales se reservaron mucha información e incluso dando información falsa y todo pensaran “Es normal, los gobiernos y los ejércitos hacen eso” pero esta es la primera vez que escucho que un país miente diciendo que sus avances son inferiores a lo que realmente son, estamos hablando que la información facilitada al público por el M.I.S. Sobre las capacidades de Batlaybanlmayity pueden ser muy superiores.
Dada la proximidad de Adeús a una frontera importante y su ubicación estratégica a una nación históricamente rival el gobierno no escatimó en gastos para su construcción. Incluso circulan rumores sobre el uso de fondos de la familia imperial para acelerar el proceso.
Sea cual fuere el motivo, y dados los retos impuestos por la legislación ambiental y las avanzadas características de nuestro frío hogar, Adeús es considerada la novena maravilla del mundo, un patrimonio de la ciencia y la humanidad. ¡Crold'In, potencia del mañana!"
La construcción de Adeús empezó en el año… -
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Incendios devastadores en el Amazonas: Sudamérica enfrenta una catástrofe ambiental sin precedentes
Sudamérica se encuentra envuelta en un fuego incontrolable, con el Amazonas en el centro de esta crisis. Desde los densos bosques de Brasil hasta los humedales de Bolivia, la región está siendo consumida por más de 340 focos de incendio, una cifra alarmante que sigue aumentando. Estas llamas, que devoran vastas áreas de selva, se ven alimentadas por una prolongada sequía y condiciones climáticas extremas, haciendo que los esfuerzos de las autoridades para controlarlas sean casi inútiles. Récords de incendios en Brasil y Bolivia El Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales de Brasil (INPE), que monitorea los incendios mediante imágenes satelitales, ha registrado hasta el 11 de septiembre un total de 346,112 focos de incendio en Sudamérica. Esta cifra ya supera el récord anterior de 345,322 incendios, establecido en 2007. En Brasil, solo en los primeros días de septiembre de 2024, se han reportado más de 57,000 focos, superando los números totales de todo el mes en años anteriores. A pesar del despliegue masivo de bomberos en Brasil y Bolivia, la mayoría de los incendios continúan fuera de control, empujados por una extrema sequía. En Bolivia, la situación es igualmente desesperante, ya que los focos de incendios también avanzan sin tregua. Las autoridades luchan contra un enemigo difícil de combatir, mientras las condiciones climáticas extremas dificultan su labor. Perú: el fuego cobra vidas humanas y destruye ecosistemas En Perú, la situación es igualmente grave. Las llamas han consumido vastas áreas de la región de Amazonas, donde más de 15 personas han perdido la vida desde julio. El Gobierno, encabezado por la presidenta Dina Boluarte, ha movilizado a las Fuerzas Armadas y desplegado aeronaves equipadas con tecnología especializada para intentar sofocar los incendios. Helicópteros con sistemas de “Bambi bucket” realizan vuelos constantes, transportando hasta 3,000 litros de agua en cada misión. A pesar de estos esfuerzos, el fuego sigue avanzando, amenazando a la flora y fauna local, así como a comunidades enteras. Según datos del Centro de Operaciones de Emergencia Nacional (COEN), el fuego ha afectado 22 regiones del país, siendo Amazonas la más devastada. Además de las 15 muertes, se han reportado casi un centenar de heridos. A pesar de los esfuerzos, las autoridades han logrado extinguir solo el 60% de los incendios registrados en lo que va del año, una cifra que refleja la magnitud del desafío.
El impacto del cambio climático y la mano humana Científicos y expertos han advertido que, si bien muchos de los incendios son provocados de manera intencional, las condiciones actuales de calor y sequía exacerbadas por el cambio climático están empeorando la situación. Desde 2023, Sudamérica ha sufrido olas de calor sin precedentes, y la sequía en regiones como Brasil ha sido la peor registrada en décadas, según datos del Centro Nacional de Monitoreo y Alertas de Desastres Naturales (Cemaden). El humo de los incendios ha llegado incluso a países vecinos como Argentina y Uruguay, generando una nube tóxica que afecta la calidad del aire en varias ciudades. En Brasil, las investigaciones policiales han revelado que muchos de los incendios fueron provocados por agricultores que buscan expandir sus tierras de cultivo, una práctica que ha sido duramente criticada por activistas ambientales. En el estado de Río de Janeiro, más de 20 personas están bajo investigación por presuntamente haber iniciado focos ígneos en áreas protegidas. Las autoridades han intensificado los esfuerzos para identificar a los responsables y prevenir futuros incendios, pero la magnitud de la catástrofe deja claro que Sudamérica enfrenta una crisis ambiental de proporciones históricas.
La necesidad de una respuesta global Mientras los incendios continúan arrasando el Amazonas, la necesidad de una respuesta global se hace más urgente que nunca. El Amazonas, conocido como el "pulmón del planeta", juega un papel fundamental en la absorción de dióxido de carbono y la regulación del clima global. Sin embargo, la continua deforestación y los incendios forestales están poniendo en riesgo su capacidad para cumplir esta función vital. Organizaciones internacionales, científicos y activistas han pedido una acción coordinada para combatir no solo los incendios de Sudamérica, sino también las causas subyacentes, como la deforestación ilegal y el cambio climático. Sin una intervención decisiva, el Amazonas podría llegar a un punto de no retorno, con consecuencias devastadoras para la biodiversidad y el equilibrio climático mundial . Sudamérica arde, y el mundo observa. Lo que está en juego no es solo la supervivencia de una región, sino el futuro del planeta. Ecoportal.net Con información de: https://andina.pe/ Read the full article
#avancedelafronteraagrícola#cambioclimático#deforestación#incendiosBrasil#incendiosenelAmazonas#incendiosParú
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Ecología y comunismo
Por Esteban Mercatante
Fuentes: La izquierda diario
La manera irrefrenable en la que el capitalismo dislocó el metabolismo socionatural, se ha vuelto quizás una de las muestras más contundentes de la necesidad de superar este modo de producción. Su continuidad se ha vuelto una amenaza para la supervivencia de la humanidad y de muchas otras especies. La seguidilla de eventos disruptivos, vinculados muchos de ellos al cambio climático, pero también a otros trastornos ambientales que produce la dinámica desquiciada de la acumulación, plantean con urgencia la necesidad de activar los “frenos de emergencia”.
La evidencia de que no hay “planeta B”, y que al único que tenemos el capitalismo se lo devora de manera cada vez más acelerada, acerca a sectores, sobre todo de la juventud, a las posturas críticas anticapitalistas. Los proyectos de “capitalismo verde”, que afirman la posibilidad de una transición energética bajo comando de los empresarios y afirman que es posible encaminar este sistema a un sendero “sostenible” en términos ambientales, se paran sobre pies de barro. A pesar de los negocios rentables que muchos sectores vienen haciendo cada vez más exitosamente con energías “limpias”, estas van de la mano del desarrollo de nuevos desastres ambientales como el que genera el extractivismo del litio, que se desarrolla hoy con métodos altamente invasivos que producen numerosas consecuencias negativas allí donde se desarrollan. Al mismo tiempo, las energías de transición no significaron una disminución en la utilización de hidrocarburos, sino que se sumaron a esta para aumentar el total de energía consumida.
Esto explica el dinamismo del ecosocialismo, una de las vertientes de la crítica anticapitalista de gran vitalidad en la actualidad. No se trata de una corriente homogénea, sino que, por el contrario, encontramos planteos divergentes de cómo debe responderse a los legados de crisis ecológica que deja el capitalismo y hacia dónde debe apuntar una sociedad poscapitalista, o más precisamente, comunista. Hay dos posturas, que tienden a polarizar el debate en el campo ecosocialista. Son, por un lado, quienes apuntan hacia el decrecionismo, y, por otro, los “ecomodernistas” que depositan un optimismo excesivo sobre las soluciones tecnológicas para responder a la crisis ecológica y continuar con el aumento generalizado de la producción y el consumo. En contrapunto con estas posturas, vamos a proponer algunas coordenadas para pensar la perspectiva comunista ante la necesidad de responder al metabolismo socionatural trastornado que el capitalismo agrava diariamente.
¿De lujo completamente automatizado?
Para una mirada del comunismo que podríamos llamar ecomodernista, la respuesta está en la aceleración del desarrollo tecnológico. El diagnóstico central es que la innovación en el capitalismo se encuentra más limitada para desplegar todas sus potencialidades, porque le cuesta cada vez más traducirse en modelos de negocios rentables que justifiquen las inversiones. Este es el diagnóstico de Aaron Bastani, autor de Comunismo de lujo plenamente automatizado. Liberar el desarrollo tecnológico de estas trabas que le imponen las relaciones de producción capitalistas permitiría, en opinión de Bastani, automatizar plenamente los procesos productivos. Pero esta automatización comunista sería compatible con la resolución de los problemas ecológicos. Abundancia (entendida como acceso a bienes sin fin a la vista) y sustentabilidad pueden ir de la mano, gracias a numerosos cambios, grandes y pequeños, que en algunos casos ya están en marcha pero se podrían acelerar bajo nuevas relaciones de producción comunistas. Estas iniciativas van desde la introducción en gran escala de energías renovables, a la implementación de mejores métodos de aislamiento para mantener las temperaturas sin requerir calefacción, o aprovechar mejor el calor solar, pasando por el reemplazo de la cría de ganado a gran escala para la alimentación por el consumo de carne sintética. Pero Bastani no se detiene ahí. Como la automatización requiere materiales, y especialmente hará falta capacidad de almacenamiento de energía, imagina que la minería espacial (la extracción de metales de los asteroides) puede ofrecer la respuesta. También debemos imaginar, aunque no lo explicite tan claramente, que el espacio puede ser destino para la chatarra que se acumula de manera cada vez más insostenible en numerosas partes del planeta.
Un supuesto que le permite a Bastani concluir que un comunismo de lujo completamente automatizado y ambientalmente sustentable es alcanzable si se termina con los límites que impone el capital al desarrollo tecnológico, es que, en buena medida, el “lujo” tiende a desacoplarse del impacto ambiental. Aunque no lo explicite así, el autor hace suya la noción de que, con el peso creciente de las tecnologías de la información en los más variados ámbitos de la vida, los procesos de producción se desmaterializan, y por tanto la huella ambiental se reduce en relación con el crecimiento económico. La información, una vez producida, se puede reproducir con costo tendiente a cero. Si extrapolamos esto hacia todas las esferas de una producción que aparece cada vez dominada por la información en el control de distintos procesos, podemos concluir que tiende a haber una desmaterialización generalizada, al menos parcial.
No faltan quienes aportan estadísticas de que este desacople es lo que viene ocurriendo en los países más desarrollados; pero muchas de esas evidencias del desacople se obtienen haciendo abstracción de cómo esos países ricos, imperialistas, sustentan su reproducción (incluyendo con este término los procesos de acumulación capitalista que sus multinacionales comandan desde ahí explotando trabajo y recursos en todo el globo) en numerosos procesos materiales que ocurren fuera de sus fronteras. No hay desmaterialización sino deslocalización de los procesos materiales en terceros países, a donde “tercerizan” los impactos ambientales. Cuando introducimos esta “deslocalización” de la huella material en la ecuación, no ocurre tal desacople.
Sustentar la idea de que un comunismo de lujo automatizado tiene un camino despejado sobre la base de estos débiles presupuestos, puede ser ruinoso.
Para Marx, nos recuerda Terry Eagleton, la posibilidad del socialismo estuvo dada por el desarrollo de las fuerzas productivas que realizó el capitalismo,
pero la tarea de expandirlas no corresponde al socialismo […] El socialismo viene aupado sobre la base de esa riqueza material, pero no es el constructor ni el acumulador de la misma […] La labor del socialismo no consiste tanto en espolear esos poderes como en someterlos a un control humano racional [1].
Bastani no estaría de acuerdo con estas apreciaciones; su “comunismo de lujo” abraza un crecimiento de la riqueza incluso más rápido que el del capitalismo, aunque socializada para todos y todas.
El comunismo de lujo plenamente automatizado de Bastani prefigura más un cambio en la distribución que en las formas de producción y consumo que imprime el capitalismo. Es notable cómo no hay en la hoja de ruta hacia el comunismo que plantea, ningún protagonismo de la fuerza de trabajo, enajenada bajo el capitalismo, para pensar una profunda reorganización y rearticulación de ambos procesos, de producción y consumo, que bajo el capitalismo se encuentran separados por la transformación de la fuerza de trabajo en una mercancía, alienada de los medios de producción y obligada a venderse a cambio de un salario para alcanzar los medios de subsistencia. La clase obrera no aparece, para Bastani, como un agente capaz de ingresar en el terreno de la producción para terminar con esa separación forzada. Se limita a proyectar una automatización plena de la producción, proceso donde la protagonista sería la tecnología en sí misma más que la clase social, y a apuntar en paralelo a una extensión de las formas de consumo vigentes para el conjunto de la sociedad. Una especie de “comunalización” de los patrones de consumo capitalistas, sustentada en proyecciones extravagantes sobre la posibilidad de expandir la extracción de recursos más allá de las fronteras planetarias. No hay una crítica del trabajo alienado bajo el capitalismo, sino una suscripción lisa y llana a lo que Dave Beech denomina los “discursos del rechazo al trabajo, del antitrabajo y del imaginario post-trabajo” [2], tendencia por la que se inclinan la mayor parte de los postcapitalistas contemporáneos. De esto se desprende, en opinión de Beech, que “la tendencia política contemporánea del poscapitalismo no alinea adecuadamente la abolición del trabajo [que se piensa simplemente como su eliminación, como automatización; N. de R.] con la superación del capitalismo” [3].
No debería sorprendernos, entonces, que muchos postcapitalistas que sueñan con “eliminar” el trabajo, al que rechazan, en vez de pensar en su profunda transformación, proyecten la continuidad, más allá del capitalismo, de formas de consumo que son intrínsecas de este modo de producción, con lo cual contribuyen a naturalizarlas y deshistorizarlas. Como estas no resultan universalizables de manera sustentable en los límites que plantea el planeta, no sorprende la necesidad de imaginar soluciones intergalácticas a los desafíos ambientales, como las que propone Bastani, que nos ofrece una variante “comunista” (de lujo) de los desvaríos espaciales de Elon Musk o Jeff Bezos.
¿Comunismo decrecionista?
Kohei Saito desarrolla, en crítica a los planteos comunistas economodernistas, un planteo diametralmente opuesto. Aunque en su primer estudio sobre las obras más tardías de Marx, La naturaleza contra el capital no lo planteaba tan abiertamente, en sus libros más recientes, como Marx in the Anthropocene, Saito manifiesta claramente que el comunismo hoy debe ser decrecionista, una cuestión que es planteada casi como de sentido común. Con este posicionamiento, no está haciendo más que plegarse a una corriente que viene ganando influencia [4], en la que también encontramos otros autores de posturas anticapitalistas y que coquetean con que el decrecionismo solo puede llegar a ser viable con alguna variante de socialización de los medios de producción, como es el caso de Jason Hickel y –en cierta medida– de Giorgios Kallis, de quienes ya hemos hablado en artículos anteriores. En los últimos tiempos, la publicación Monthly Review, en la que tienen una importante responsabilidad editorial John Bellamy Foster, también ha suscrito a una perspectiva decrecionista.
El planteo comunista decrecionista, se distingue de la corriente más general (y extendida) del decrecionismo que plantea que es necesaria una drástica reducción planificada de la producción social con los fines de bajar la presión sobre los recursos del planeta pero no es muy clara respecto del tipo de transformaciones sociales requeridas para llevarla adelante. Si bien esta reducción del volumen del metabolismo social está asociada en la mayor parte de los enunciados decrecionistas a una transformación en los modos de “cómo se produce”, nunca termina de estar claro qué tipo de organización de la producción social, alternativa al capitalismo, prefiguran. Tampoco, donde estarían los puntos de apoyo ni los agentes sociales capaces de transformar en estrategia los postulados de “cambio cualitativo” que prescriben. No obstante estas serias dificultades para articular una perspectiva coherente, la idea de que la salida a los problemas contemporáneos pasa por alguna variante de decrecionismo gana terreno entre sectores del ecologismo crítico del capitalismo. Esto ocurre sobre todo en los países imperialistas desarrollados [5].
Quienes unen la defensa del decrecionismo con la perspectiva del comunismo, como Saito, no son ambiguos en estos aspectos; plantean claramente que este puede ser socialmente equitativa e hipotéticamente viable sólo terminando con el capitalismo. Su énfasis está en que comunismo y decrecionismo pueden acoplarse sin mayores contradicciones, minimizando o ignorando aquellos aspectos de algunos de los principales exponentes del decrecionismo que contradicen o rechazan cualquier horizonte socialista. Obviamente, que algunos decrecionistas sean críticos del comunismo, no es suficiente motivo para afirmar que una estrategia comunista no debería tener en cuenta los planteos decrecionistas o introducir sus coordenadas.
Hay cuestiones, que llevan a estos autores a propugnar un “comunismo decrecionista”, que deben ser tomadas muy en serio, y no se pueden descartar a la ligera. El nivel de expoliación de la naturaleza alcanzado por el capitalismo, que además de traducirse en el calentamiento global y otros varios trastornos significa que en la actualidad se consume cada año el doble de los recursos que el planeta es capaz de reponer, condiciona la manera en que podemos pensar el comunismo hoy. Si la acción revolucionaria de la clase obrera lograra expropiar al capital e imponer una transición al comunismo en porciones considerables del planeta, deberá lidiar con esta herencia de deterioro del metabolismo socionatural producida por el capitalismo. ¿Cómo entender bajo estas condiciones la posibilidad de alcanzar un mundo donde se haga posible el lema “a cada quién según su necesidad”?
Pero la buscada síntesis de perspectivas que se encierra en el “comunismo decrecionista”, termina constriñendo el horizonte de posibilidades con las que podemos contar, si arrebatamos el control de los medios de producción de la minoría capitalista y los gestionamos colectivamente, para establecer un metabolismo socionatural equilibrado. Solo aquellas variantes que sean compatibles con los postulados decrecionistas entran en consideración.
En el caso de Saito, podemos ver que en su “comunismo decrecionista” hay, por momentos, planteos sobre el rol del desarrollo tecnológico que pueden tener rasgos unilaterales. El autor critica correctamente las dimensiones despóticas que conlleva el desarrollo tecnológico en el capitalismo, donde “depende del carácter antidemocrático y verticalista del proceso de producción, con la concentración del poder en manos de unos pocos” [6]. Partiendo de esta advertencia correcta, por momentos parece desestimar la importancia que puede tener un mayor desarrollo de las fuerzas productivas en una sociedad comunista, en la cual el metabolismo equilibrado con la naturaleza sea un objetivo central. Nos advierte que “para Marx en la década de 1870, una sociedad post-escasez no tiene por qué basarse en el desarrollo tecnocrático de las fuerzas productivas” [7]. Por momentos da la impresión de homologar todo aumento de la productividad con aumento del volumen de producción, cuando en realidad puede lograrse produciendo lo mismo en menos tiempo para ahorrar trabajo social, que es lo que podría proponerse una sociedad no basada en la explotación del trabajo como el capitalismo. Al sugerir este tipo de identificación, Saito se inclina por hacer hincapié más bien en que se puede llegar a la abundancia aún bajando la productividad, lo cual, en algunos sentidos, puede ser cierto y necesario, pero no puede necesariamente convertirse en norma. No podemos dar la espalda a la posibilidad de desarrollar nuevas tecnologías más productivas en una sociedad comunista aunque esta no busque producir siempre más y más como fin en sí mismo –como ocurre en el capitalismo–, sino con la meta de aumentar el rendimiento del trabajo para economizarlo. Es decir, determinados desarrollos tecnológicos pueden ser aliados de una sociedad que busque reducir el trabajo necesario, siempre y cuando se tenga, en todo momento, presente la meta de sostener una relación racional o equilibrada con el metabolismo natural. Al mismo tiempo, las “soluciones tecnológicas” a los problemas ambientales que está dejando como herencia el capitalismo a cualquier formación económico social que lo suceda, que pueden ser falaces como la estrategia de mitigación propuesta por el capitalismo verde para seguir creciendo desenfrenadamente, o en la manera en que son encaradas por los postcapitalistas con su fetichismo tecnológico, pueden ser parte del arsenal necesario en una sociedad de transición al comunismo. No se puede confiar que la tecnología por sí sola resolverá los trastornos del desarrollo capitalista; la tecnología nunca es neutra sino que sus desarrollos dependen de la sociedad en la que se inscriben. Pero tampoco dar la espalda a la posibilidad de introducir, bajo el dominio de otras relaciones sociales basadas en el desarrollo más pleno de las personas y en la búsqueda del equilibrio con el metabolismo natural, mejoras tecnológicas que vayan en el sentido de alcanzar estos objetivos, o de revertir los lastres legados por el capitalismo.
Imponernos que el comunismo deberá ser decrecionista termina cercenando un abordaje más rico de las decisiones que podrán plantearse para una sociedad basada en la socialización de los medios de producción para asegurar un bienestar material para el conjunto de la sociedad, y lidiar al mismo tiempo con el legado de crisis climática, proponerse alcanzar y sostener un metabolismo socionatural equilibrado, sin renunciar a la idea de asegurar un bienestar. Si bien la “herencia” de desastres ambientales que lega el capitalismo restringe las opciones, estás son bastante más amplias que lo que puede compatibilizarse con los planteos decrecionistas, aún en sus variantes más “comunistas”.
Planificar el metabolismo socionatural
En los debates entre exponentes de las posturas mencionadas, hay una tendencia a barrer la complejidad detrás de la polarización, como señala correctamente Ståle Holgersen. Se simplifican las posiciones criticadas, desmereciendo los puntos atendibles que cada perspectiva tiene para aportar. La cuestión se traba en binarismos sobre si una sociedad postcapitalista debe proponerse “menos” o “más”. Pero, “para los socialistas, la cuestión principal no es si estamos a favor o en contra del crecimiento. Esta no debería ser una línea en la arena que divida a los movimientos desde el principio” [8].
Lo que necesitamos, continúa Holgersen, son
programas de transición ecosocialistas para planificar, construir y organizar una nueva hegemonía, y un movimiento ecosocialista para hacerla realidad, para un mundo que dé prioridad a las necesidades humanas dentro de límites ecológicos. Esto lo podemos hacer sin quedarnos estancados en el “crecimiento” [9].
¿Cuáles son las coordenadas por las que debería guiarse ese “mundo que de prioridad a las necesidades humanas dentro de límites ecológicos”? Troy Vettese y Drew Pendergrass plantean algunas pistas interesantes en su reciente Half-Earth Socialism (Socialismo de medio planeta). Los autores muestran una inclinación claramente decrecionista, y el libro podría criticarse por achacarle a Marx una mirada enteramente prometeica, minimizando los matices y tonalidades que siempre caracterizaron a este respecto al autor de El capital. Esto último lleva a los autores a minusvalorar la centralidad de los aportes marxianos a la crítica ecológica, y en muchos casos vemos ideas claramente alineadas con el pensamiento de Marx que no son justamente reconocidas. Pero más allá de las discusiones que podrían abrirse por estos y otros puntos, Vettese y Pendergrass aciertan en mostrar la fuerza de una planificación socialista del conjunto de los recursos para encarar la emergencia ecológica con la rapidez que esta exige, lo que incluye destinar vastas áreas del planeta a la regeneración de vida silvestre. De ahí la idea de “medio planeta”, que toman del biólogo Edward Osborne Wilson y que resulta fundamental para asegurar la biodiversidad y poner límites a la sexta extinción en curso.
Los autores destacan que la única manera de compatibilizar los objetivos de “proveer a todas las personas las bases materiales para una buena vida –sustento, refugio, educación, arte, salud– mientras al mismo tiempo se protege la biosfera de la desestabilización” [10]. Este es el desafío que se plantea el estudio de “los límites planetarios”, que en opinión de Vettese y Pendergrass solo puede ser un programa de investigación “incompleto si fracasa en reconocer la imposibilidad de alcanzar estas metas dentro del capitalismo” [11].
Los autores construyen su argumento en crítica directa del ambientalismo mainstream, más allá de los matices que pueda haber entre políticas más libremercadistas o de tinte más keynesiano, cuyos límites están marcados por lo que resulte compatible con el capitalismo. Pero el capital, esa personificación impersonal que se guía simplemente por la búsqueda de la acumulación de capital en escala cada vez mayor, “dirige ciegamente la nave de los tontos hacia el desastre ecológico […] el capital puede sentir solo señales de precios para guiar su paso”. Este pasaje nos remite claramente a lo que Marx apunta en El capital cuando analiza el fetichismo de la mercancía, que determina una objetivación de las relaciones sociales, que los individuos personifican pero no pueden alterar sin modificar sus bases sociales.
Si el capitalismo es una sociedad caracterizada por el control inconsciente, entonces el socialismo debe ser la restauración de la consciencia humana como una fuerza histórica. En la práctica, esto significa que el mercado debe ser reemplazado por el planeamiento [12].
Half-Earth Socialism hipotetiza cómo podría llevarse a cabo una planificación in natura, es decir, en términos materiales (es decir, sin necesidad de recurrir a valores). Se apoyan en los esquemas propuestos por Otto Neurath, socialdemócrata alemán que en 1919 fue nombrado responsable de la Oficina de Planificación Económica destinada a promover la completa socialización de la economía bávara. Si el objetivo del socialismo “es permitirle a la humanidad regularse conscientemente a sí misma y su intercambio con la naturaleza”, la mejor forma de alcanzar este objetivo es elegir entre planes alternativos que representen “distintas visiones de cómo la capacidad productiva de la sociedad puede ser desplegada”. Half-Earth Socialism encuentra en la programación lineal desarrollada por el economista y matemático soviético Leonid Kantoróvich un método posible para presentar distintas alternativas de acuerdo a cómo se combinen de manera concreta las “dos restricciones esenciales” que surgen del corpus científico de los límites planetarios: “limitar la extracción para mantener a la biosfera saludable, y al mismo tiempo distribuir de manera equitativa suficientes recursos naturales para proveer a las necesidades humanas”. Objetivos generales que se pueden traducir en múltiples combinaciones, que a través de instrumentos como la programación lineal se pueden convertir en planes alternativos. La planificación, sobre bases socialistas, “puede trazar varios caminos hacia un planeta sustentable e igualitario”. La cibernética de Norbert Wiener, Andrey KLolmogorov, y Anatoly Kitov, entre otros muchos investigadores, así como los aprendizajes que dejó el proyecto Cybersyn llevado a cabo por Stafford Beer en Chile durante el gobierno de Salvador Allende, también juegan su parte para que la planificación pueda desarrollarse y aplicar las correcciones necesarias sobre la marcha. Vettese y Pendergrass muestran también como desarrollos más recientes como los modelos de evaluación integrada usados por los científicos del clima también pueden enriquecer los mecanismos de planificación.
Lo interesante del ejercicio propuesto por Half-Earth Socialism es que sale de los binarismos entre ecomodernismo y decrecionismo. Sin confiar en un prometeísmo tecnooptimista del “comunismo de lujo automatizado” ni resignarnos a las estrecheces que propugna el decrecionismo, poner el eje en la planificación socialista puede permitir discusiones más sobrias sobre la manera en que una sociedad basada en la socialización de los medios de producción que hoy están en manos de una minoría de explotadores, puede hacer compatibles los objetivos de (re)establecer un metabolismo socionatural equilibrado y la satisfacción más plena de las necesidades sociales.
Notas:
[1] Terry Eagleton, Por qué Marx tenía razón, Barcelona, Península, 2011, pp. 222-223
[2] Dave Beech, Art and labour. On the Hostility to Handicraft, Aesthetic Labour and the Politics of Work in Art, Londres, Brill, 2020, p. 36. Traducción propia del original.
[3] Ibídem, p. 245.
[4] Con la particularidad de que Saito afirma haber descubierto que el propio Karl Marx adscribió en sus últimos años a la perspectiva de un “comunismo decrecionista”, como podría leerse según su opinión en los últimos textos manuscritos del revolucionario alemán. Ya hemos señalado los forzamientos en los que debe incurrir Saito para sostener estos hallazgos que dice encontrar en el recorrido teórico de Marx.
[5] En los países dependientes, el decrecionismo tiene su traducción en algunas de las corrientes ecologistas que rechazan legítimamente los proyectos extractivistas por ser una falsa vía al desarrollo; pero, tal como ocurre en los países ricos, en este caso el planteo de una necesaria transición postextractivista tampoco se inscribe en una estrategia articulada de ruptura con el imperialismo y sus aliados locales, bases sin las cuales no es posible sentar las bases de una alternativa a los proyectos de “modernización” capitalista-imperialista.
[6] Kohei Saito, ob. cit., p. 241
[7] Ibídem, p. 247.
[8] Ståle Holgersen, “Neither Productivism nor Degrowth. Thoughts on Ecosocialism”, Spectre, consultado el 30/10/2023 en https://spectrejournal.com/neither-productivism-nor-degrowth/.
[9] Ídem. Los destacados son del autor.
[10] Troy Vettese y Drew Pendergrass, Half-Earth Socialism. A Plan to Save the Future from Extinction, Climate Change, and Pandemics, Londres, Verso, 2022, libro electrónico sin paginado, traducción propia.
[11] Ídem.
[12] Ídem.
Esteban Mercatante. @EMercatante. Economista. Miembro del Partido de los Trabajadores Socialistas. Autor de los libros El imperialismo en tiempos de desorden mundial (2021), Salir del Fondo. La economía argentina en estado de emergencia y las alternativas ante la crisis (2019) y La economía argentina en su laberinto. Lo que dejan doce años de kirchnerismo (2015).
Fuente https://www.laizquierdadiario.com/Ecologia-y-comunismo
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Reactivo ante el anuncio de la nueva Comisión Europea La organización ecologista Greenpeace, considera una buena noticia el nombramiento de Teresa Ribera como vicepresidenta ejecutiva de Transición Limpia, Justa y Competitiva si esto se traduce en un impulso en la lucha contra la emergencia climática y ambiental Por el contrario, Greenpeace alerta de la contradicción que supondría reducir los estándares ambientales y sociales en favor de los grandes lobbies industriales que en el pasado reciente han buscado frenar la agenda verde La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha anunciado la lista de comisarias y comisarios designados para dirigir la UE hasta el final de la década. Aunque la política verde ha sido incluida en varias carteras, quedan dudas sobre los verdaderos beneficios sociales y ambientales de un nuevo ciclo de impulso de la competitividad. La Comisión aún no ha publicado todavía el detalle de las orientaciones políticas de cada candidatura (las conocidas como cartas de misión). “El nombramiento de Teresa Ribera como vicepresidenta de Transición Limpia, Justa y Competitiva es una buena noticia si esto se traduce en un compromiso firme con una descarbonización verde y justa y una restauración de la naturaleza en el continente. Desde Greenpeace esperamos que su compromiso personal y la relevancia del cargo se traduzcan en una mayor ambición climática y también una mayor velocidad de dichas transformaciones. En este momento crucial, Europa debe mantener su liderazgo, en especial para las futuras generaciones, con las que la presidenta de la Comisión ya se comprometió, y evitar que el cortoplacismo y el retardismo ocupen un lugar central en la política de la UE. Además, la fórmula para la transición ecológica tiene que beneficiar a la gente, y no a las élites o los oligopolios, y tiene que disponer de los recursos suficientes para abordar el reto tan grande que tenemos entre manos”, ha declarado Eva Saldaña, directora ejecutiva de Greenpeace España. El director de Greenpeace para la UE, Jorgo Riss, ha señalado: “Europa ya es el continente que más rápido se está calentando, con una naturaleza devastada por la agricultura industrial y la contaminación. El desafío es claro, pero no es tan evidente si esta Comisión va a poder sacar a Europa del camino hacia el colapso ecológico y proteger los medios de vida de las personas. A pesar de que algunos cargos puedan sonar muy bien, hasta la fecha la agenda verde y social de la UE ha sido inestable y ha fallado a la población que se enfrenta a inundaciones, incendios forestales o inseguridad laboral. Si la competitividad significa reducir los estándares sociales y ambientales y ceder ante los grandes contaminadores, a largo plazo eso no generará más puestos de trabajo ni protegerá la vida de las personas ni la naturaleza de la que todos dependemos. El tiempo dirá si esta Comisión está más interesada en los beneficios de los accionistas o en la resiliencia social, económica y ambiental que garantizará que las próximas generaciones tengan un futuro”. En la conferencia de prensa en la que ha presentado su nuevo equipo de comisarios, Von Der Leyen ha asegurado a los periodistas que el cambio climático seguirá “predominando” en la agenda de la Comisión, y que la competitividad y la seguridad son prioridades paralelas. Las y los científicos predicen que el planeta podría calentarse 1,5 ºC para cuando la nueva Comisión termine su mandato, lo que haría inevitable el camino hacia los peores escenarios del calentamiento climático con incendios forestales, inundaciones e impactos sin precedentes en los ecosistemas y la seguridad alimentaria. Como firmante del Acuerdo de París de las Naciones Unidas sobre el clima, la UE se ha comprometido a actuar para limitar el aumento de la temperatura mundial a 1,5 ºC. Las y los científicos predicen que el planeta podría calentarse 1,5 ºC para cuando la nueva Comisión termine su mandato, lo que haría inevitable el camino ...
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