#el debate entre platón y demócrito
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«Creo que, en este punto, la física moderna se ha decantado definitivamente en favor de Platón. Porque las mínimas porciones de materia no son de hecho objetos físicos en el sentido ordinario de la palabra; son formas, estructuras, o —en el sentido que les da Platón— Ideas, que pueden ser descritas sin ambigüedad en un lenguaje matemático. Tanto Demócrito como Platón, al centrarse en las mínimas unidades materiales, confiaban acercarse a lo “uno”, al principio unitario que gobierna la marcha del mundo. Platón estaba convencido de que este principio sólo podía expresarse y ser comprendido en términos matemáticos. El problema central de la física teórica hoy en día es la formulación matemática de la ley natural que subyace al comportamiento de las partículas elementales.»
Werner Heisenberg: «El debate entre Platón y Demócrito», en Cuestiones cuánticas: escritos místicos de los físicos más famosos del mundo. Editorial Kairós, págs. 85-86. Barcelona, 1994.
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Notas sobre el alma
Hice un recorrido entre mis notas de filosofía con un profesor que detesto, pero que me dejó esto.
Nos encontramos con varias sorpresas pues el concepto que tenemos hoy, no fue nunca el mismo. Descubrimos que en la filosofía antigua, se le otorgaba alma al principio de movimiento. Thales decía que si algo se movía, era porque tenía alma. En este caso, el alma cumplía la función de movimiento. Más tarde, Aristóteles afirma la teoría de Thales, pero se restringía para algunos casos, él decía que ‘‘algo que se mueve tiene alma si solo si demuestra voluntad’’, es decir, porque puede discernir. En el caso de un imán, Thales diría que tiene alma mientras que Aristóteles lo negaría. Más adelante, aparece Pitágoras, quien tiene otra concepción que compartir. Según este filósofo, el alma era inmaterial y ésta, al desintegrarse el cuerpo, podía trasmigrar animando un cuerpo u otro. Pero no termina aquí, Pitágoras lleva al debate nuevos conceptos, como el de ‘‘teriomorfismo’‘, lo que quiere decir que el alma podía ser partícipe de cualquier animal, sea un humano, una vaca o una mariposa, y el cuerpo que el alma animaría dependería de la actuación a priori del alma. Otro de los conceptos que pone en la mesa de debate es el de ‘’metempsicosis’‘, lo que significa que el alma mantiene ciertos aspectos de la personalidad al trasmigrar de cuerpo en cuerpo, osea, la supervivencia personal. Demócrito, otro filósofo, lanza una nueva teoría en donde afirma que el alma era material. Este monista dice que el alma es parte de nuestro cuerpo y que al desintegrarse el cuerpo, el alma también lo hace. Ella esta compuesta de átomos esféricos (la esfera era el símbolo de perfección en Grecia) y al agitarse y calentarse, permite los movimientos psíquicos de hablar, pensar, moverse. Sin dudas Demócrito propone algo que hoy en día, no se asemeja a nuestra concepción. Anteriormente, no existía una subjetividad psíquica, un ‘‘yo’‘ bien delineado, pero a partir de Platón es que otros filósofos empiezan a trabajar en ello. Platón, decía que existían dos mundos: el sensible y el inteligible. El mundo material (sensible) es donde vivimos nosotros y el mundo de las ideas (inteligible) es donde habitan todas las ideas que conocemos, pero éstas tienen una característica muy especial: son perfectas. En este caso, el alma funciona como un puente entre ambos mundos. El alma anima un cuerpo y olvida las ideas perfectas que vio en el mundo de las ideas y su misión es recordarlas. Con esta idea Platón da los primeros pasos para delinear la subjetividad ya que da énfasis en el virtuosismo del hombre y en la conciencia moral. ¿Qué debo hacer? ¿Qué esta bien? ¿Cuál es la idea de bien? La filosofía del Pórtico, los estoicos y principalmente Descartes le da el retoque final para crear ese ‘‘yo’‘ individual, la subjetividad psíquica y San Agustín, crea la concepción del alma que hoy es la aclamada por el cristianismo. ¿Qué dijo San Agustín del alma? San Agustín se impresionaba sobre los filósofos de la antigüedad que pensaran en la naturaleza antes que su interioridad. Para Agustín, la interioridad es la clave. El cosmos, pasa a ser insignificante pues es simplemente un escenario y el cuerpo es solo la herramienta para que el alma, inmaterial por supuesto, pueda ejercer su trabajo, que tiene como objetivo la salvación de Dios. Nuestra interioridad está siempre en plena comunión con Dios y esta hecha a imagen y semejanza. Esta concepción fue la aceptada por el cristianismo y es la que actualmente concebimos.
¿Existe el alma? ¿Qué dice la comunidad científica? Matthew Lieberman, que estudio este fenómeno, llego a una conclusión: las ideas son pegadizas porque se ajustan a nuestro funcionamiento cerebral (la llamo ‘’Doctrina de Deacon’’). Para que se cumpla ésta doctrina se deben de establecer dos condiciones: primeramente debe de haber una forma de ajuste entre la idea y la estructura y el funcionamiento del cerebro y como segunda condición, la idea debe de tener una evolución. Según Lieberman la respuesta es simple: cuando pensamos, por ejemplo, en los movimientos o el cuerpo de una persona comienza a funcionar el CPF lateral y el CPA (cortex parietal) pero cuando empleamos la ‘‘mentalización’‘, tratamos de entender lo que piensa una persona, es decir, sus intenciones, ideas, sentimientos, se observa actividad en el CPF (cortex prefrontal). Entonces, para Lieberman, convencer a una persona para que entienda que el alma y el cuerpo son lo mismo es como tratar de convencer que los números y los colores son lo mismo. Es casi imposible porque se procesan en distintas partes del cerebro.
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Platonismo Político
Por Alexander Dugin
Extractos del libro de Platonismo Político del profesor Alexander Dugin. Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera
La democracia hoy no puede ser discutida objetivamente. No es un concepto neutral: detrás de la "democracia", entendida como un régimen político y un sistema de valores correspondiente, se encuentra Occidente, Europa y Estados Unidos. Para ellos, la "democracia" representa una forma de culto secular o un instrumento de dogmática política, a través del cual, para ser plenamente aceptado en la sociedad occidental, es necesario estar "por" la democracia como principio. Quienes lo cuestionan quedan fuera del campo de la corrección política. [...]
Por lo tanto, debe recordarse que la democracia no es un concepto evidente. Puede ser aceptado o rechazado, instituido o demolido. Ha habido sociedades espléndidas sin democracia y sociedades detestables con democracia, pero también a pasado todo lo contrario. La democracia es un proyecto humano, una construcción, un programa, no un destino. Se puede descartar o aceptar. [...] Elevándola al rango de dogma y negando sus alternativas provocamos el cierra de la posibilidad misma de un debate filosófico libre. [...]
Los fundamentos metafísicos de la democracia: las hipótesis de Parménides
Pasemos a los fundamentos metafísicos de la democracia. Para hacer esto, confiaremos en el diálogo platónico de Parménides. Es costumbre distinguir dos tesis y ocho hipótesis en él. La primera tesis establece el Uno. Siguen cuatro hipótesis (los neoplatónicos agregan una quinta, pero por el momento no es concluyente). La primera tesis sobre el Uno y las cuatro hipótesis que se derivan de ella pueden aplicarse a la descripción de una república basada en la jerarquía, derivada de la idea, del principio superior. El mundo construido sobre la afirmación del Uno se construye de arriba abajo, del Uno a lo multiple. Lo mismo también se aplica a la república, que reproduce la estructura del universo. A la cabeza de esta república están el monarca y los sacerdotes, como servidores del Uno. Esta sagrada monarquía es al mismo tiempo un modelo del cosmos y una base para el ordenamiento de la república. La tesis sobre el Uno, y las hipótesis que se derivan de ella, describen un espectro de modelos políticos pertenecientes a la sociedad tradicional, donde predominan los principios de integridad y autoridad, la naturaleza sagrada del poder y la ley divina. El sociólogo Louis Dumont llamó a este enfoque basado en la primera tesis y las cuatro hipótesis "holismo metodológico", ya que la concepción de la sociedad se basa en la convicción en su naturaleza orgánica e integral.
La segunda tesis de Parménides, y las siguientes cuatro hipótesis, surgen de la afirmación de lo Múltiple, fuera del Uno. Aquí, en la base de esta visión del mundo, no se encuentra la unidad, sino la pluralidad, el atomismo y el juego de fragmentos. Esta perspectiva conduce a una visión atomista del cosmos (la teoría de Demócrito) y a la justificación de los regímenes políticos del tipo "democrático", es decir, construido no hacia abajo desde arriba, sino hacia arriba desde abajo, no sobre la base de la transición de lo Uno a lo múltiple, sino en la dirección opuesta. El propio Platón consideraba que el atomismo de Leucipo y Demócrito era una enseñanza "herética" y, según algunas fuentes, incluso alentó a quemar sus libros en la Academia. En la concepción platónica del mundo, la sociedad construida sobre el principio de lo Múltiple (no del Uno) puede considerarse lo mismo que una "herejía política".
Ahora estamos interesados en esta segunda tesis de Parménides, y las cuatro hipótesis que se derivan de ella. Teniendo en cuenta las primeras cuatro, refiriéndose al cosmos monárquico, es costumbre indicar estos siguientes cuatro como las hipótesis V, VI, VII y VIII de Parménides. Al examinarlos cuidadosamente, llegaremos a cuatro tipos diferentes de democracia, fácilmente rastreables en la teoría y la práctica en el mundo circundante.
Las hipótesis de Parménides y las tipologías de la democracia.
La quinta hipótesis de Parménides se basa en la afirmación de que, aunque el Uno no existe mientras existe lo Múltiple, se puede pensar en el Uno a través de las relaciones dentro de lo Múltiple. Esto puede interpretarse de manera simplista de la siguiente manera: a partir de una pluralidad de individuos atomizados, puede crearse algo completo, integral, que sin embargo sería compuesto, construido colectivamente. En la filosofía política, un ejemplo clásico de la quinta hipótesis está representado por el socialismo o la socialdemocracia (el comunismo, en la forma más extrema), una teoría que propone armar, a partir de los individuos separados, una sociedad basada en la solidaridad “integral", pero integral artificialmente, que en este caso será primario en relación con el individuo, formará al individuo y lo educará. [...] El lema de este enfoque puede ser el lema bien conocido: Ex pluribus unum. Además de la socialdemocracia, el mismo principio se aplica a la forma política del estado de Hobbes, su "Leviatán". El propio Hobbes no elabora nada particularmente preciso con respecto a la forma del régimen político de la República (o Estado), simplemente afirmando que este se produce a través de un contrato social de personas comprometidas a prevenir la guerra inevitable de todos contra todos. Este principio, el Uno como producto del acuerdo de lo Múltiple, es, por lo tanto, también el fundamento de las teorías modernas de la República (o del Estado). [...]
La sexta hipótesis establece que lo Múltiple existe y que, en cambio, el Uno no existe ni en sí mismo ni en sus relaciones. Esta negación de la construcción del Uno (artificial, colectiva y mecánica) constituye la esencia de otro tipo de democracia, la democracia liberal. Lo que distingue a la democracia liberal es la contestación tanto de la propuesta de crear un modelo normativo de sociedad avanzado por los socialistas y socialdemócratas, como (a la larga) la existencia misma de la República (o Estado). El Uno no debe realizarse en absoluto a partir de los Muchos (ex pluribus unum); esto no es absolutamente necesario. Lo Múltiple puede seguir siendo lo Múltiple, y el individuo atomizado puede disfrutar plenamente de su libertad total; así, la negación del Uno por lo Múltiple nos lleva al liberalismo.
La séptima hipótesis de Parménides afirma que existen varios Múltiples y, a través de las relaciones dentro de ellos, se generan otros Múltiples. En otras palabras, átomos separados, fragmentos, pueden corroborar la existencia de otros átomos, otros fragmentos, a través de las relaciones que tienen lugar entre ellos. Esto nos lleva a modelos sociales y políticos basados en el diálogo y la comunicación. En este caso no existe el Estado que está formado por un contrato social, sino una pluralidad de átomos que construye otra pluralidad de átomos, que por lo tanto está dotado de ser; así nació el problema del "Otro", del diálogo con el Otro y de las relaciones con el Otro, que hoy representa el centro de un problema filosófico crucial. "El Otro" (sustantivo) y "el otro" (adjetivo) emergen de las relaciones dentro de los Múltiples. Este modelo de "democracia" puede llamarse "democracia del entendimiento" o "democracia del diálogo". Puede muy bien ser liberal, es decir, en contraste con el socialismo, y no reconocer a la sociedad como una unidad construida. En lugar de la sociedad, puede haber una red de comunicación, estructurada de acuerdo con las trayectorias espontáneas de diálogos libres entre individuos dentro de la "sociedad abierta". Este es precisamente el modelo de la "sociedad civil". Es algo similar a la forma en que los representantes de la Escuela de Sociología de Chicago imaginan el estado de las cosas (Mead en particular, con su interaccionismo simbólico).
Finalmente, la octava hipótesis, la más "bestial". Afirma que el Uno no existe, pero tampoco lo Múltiple crea "otros" muchos Múltiples, ni los construyen a través del proceso de las relaciones dentro de ellos. Esto nos lleva a una forma extrema de liberalismo que repudia completamente la figura del "Otro". En filosofía política, esto corresponde al "objetivismo" de Ayn Rand y Alan Greenspan, la forma más extrema de individualismo deshumanizado (común a muchos liberales rusos). Esto está relacionado con el concepto de Sade deñ "individuo soberano", estudiado por Bataille y Blanchot. En esta hipótesis solo existe "lo singular" y su propiedad privada; todo lo demás no solo no existe, sino que ni siquiera está construido artificialmente. Es significativo que Platón enfatice que estas cuatro últimas hipótesis son especulativas y que lo Múltiple no pueden existir sin el Uno. En otras palabras, la primera tesis contiene la verdad, mientras que la segunda es falsa, basada solo en un juego especulativo del intelecto.
La transición de la sociedad tradicional a la sociedad moderna, a la Modernidad y a las repúblicas democráticas y modernizadas es desde un punto de vista filosófico la transición de la primera tesis de Platón a la segunda tesis, de las primeras cuatro hipótesis a las siguientes cuatro. [...] Este rechazo de lo Uno, y el reconocimiento de la primacía de lo Múltiple, constituye [...] el principal postulado de la Modernidad. En la posmodernidad contemporánea, este enfoque no se discute en absoluto. De hecho, la posmodernidad representa una versión hipertrófica y extravagante de las últimas hipótesis de Parménides, de la octava en particular.
El Platonismo Político
Las hipótesis platónicas nos ayudan a decodificar la filosofía política contemporánea. En última instancia, las ocho hipótesis pueden considerarse modelos completamente racionales del mundo y la sociedad y si te alejas de las sugerencias hipnóticas de progreso, puedes tomar una decisión totalmente consciente a favor de cualquiera de estas hipótesis. Esto significa que podemos elegir la democracia y seleccionar cualquiera de sus versiones, apoyando la segunda tesis, o podemos elegir la no democracia, apoyando la primera tesis y reconociendo lo Uno. [...] Todos los opositores a la democracia se inscriben instantáneamente en la categoría de personas que profesan una ideología cuyo nombre se ha convertido desde hace tiempo en un insulto e algo impropio; una técnica utilizada cada vez más por hipnotizadores sin escrúpulos. En lugar de usar esta palabra, que ahora se ha vuelto odiosa y sin sentido, que ni siquiera quiero pronunciar en este ensayo, sería mejor llamarnos "platónicos". Bueno, sí, somos los portadores del platonismo político. Construimos nuestra concepción del mundo y de la sociedad a partir de la primera tesis de Parménides y de las cuatro primeras hipótesis. [...] Para nosotros los platónicos, la democracia es una doctrina falsa; está construido sobre un mundo que no existe y sobre una sociedad que no puede existir. Si es así, el platónico llega antes de que se resuelva otra cuestión: la democracia, con sus afirmaciones falsas, esconde algo más en sí mismo, pero que en cualquier caso es algo terrible, injusto y poco saludable, por ejemplo, una oligarquía oculta o una tiranía enmascarada, pero este será el tema de otro ensayo.
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«Platón, al ocuparse de los problemas suscitados por Leucipo y Demócrito, adoptó también la idea de unas mínimas unidades materiales, pero introduciendo un decisiva salvedad a la tendencia de aquellos filósofos a suponer que los átomos eran el fundamento de todo lo existente, los únicos objetos materiales realmente existentes. Los átomos de Platón no eran estrictamente materiales, sino que los concebía como formas geométricas, los sólidos regulares de los matemáticos. Estos cuerpos, de acuerdo con el punto de partida de su filosofía idealista, eran en algún sentido las Ideas subyacentes a la estructura de la materia y característica del comportamiento físico de los elementos a que pertenecen.»
Werner Heisenberg: «El debate entre Platón y Demócrito», en Cuestiones cuánticas: escritos místicos de los físicos más famosos del mundo. Editorial Kairós, pág. 83. Barcelona, 1994.
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«Los fundadores del atomismo, Leucipo y Demócrito, trataron de obviar la dificultad suponiendo que el átomo era eterno e indestructible, la única cosa que en realidad existía. Todas las demás cosas existían solamente por estar compuestas de átomos. La antítesis entre “ser” y “no ser” de la filosofía de Parménides quedaba aquí reducida a la oposición entre lo “lleno” y lo “vacío”. El ser no es solamente uno; puede repetirse una infinidad de veces. El ser es indestructible, y por lo tanto el átomo también lo es. El vacío, el espacio vacuo entre los átomos, permite hablar de posición y movimiento, y por tanto también de las propiedades del átomo en cuanto tal, mientras que por definición, por decirlo así, el puro ser no puede tener otra propiedad que la de la existencia.»
Werner Heisenberg: «El debate entre Platón y Demócrito», en Cuestiones cuánticas: escritos místicos de los físicos más famosos del mundo. Editorial Kairós, pág. 79. Barcelona, 1994.
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