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#de la estrategia derechista
cuchufletapl · 2 months
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Déjese todo dicho, y sin minorizar el tema, que es, efectivamente, un caso grave del lawfare más burdo: que Sánchez diga (en la carta a la ciudadanía publicada en capturas de pantalla de mala calidad en Twitter, virgen santísima, el estado de la política) que el ataque a su esposa es sin precedentes tiene su punto de ironía. Pedro, que llevamos casi una década que la derecha, con todos sus poderes (mediáticos, judiciales, parlamentarios), no le da tregua a cierta formación morada, utilizando las mismas técnicas de acoso y derribo que se están marcando ahora contigo, vamos no me jodas.
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profesor-javaloyes · 2 months
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En mi "molesta" opinión.-
"Lo lamento por los que esperaban más de mí y se sienten decepcionados. Yo llevo desde que nací esperando más de mí y no me pongo dramático" (Caótico Alberto, filósofo hogareño)
La Farsa del Renunciante Inamovible y... sus lágrimas de cocodrilo.
Queridos niños, en el oscuro teatro de la política, a menudo nos encontramos con actores que interpretan un papel tan convincentemente melodramático que es difícil distinguir la verdad de la mentira. Uno de estos protagonistas es Pedro Sánchez Pérez-Castejón, actual presidente del Consejo de Ministros de España. Un ser caracterizado desde su llegada al Gobierno por la habilidad para manipular las emociones y expectativas de la audiencia. Un individuo que aparenta considerar la renuncia a su cargo de presidente del Gobierno, pero cuya verdadera intención es animar mediante el victimismo a que "el pueblo" le implore que se quede.
Este personaje, hábil en las artes del engaño y la manipulación, juega con las tensiones y ansiedades de la opinión pública. Con astucia maquiavélica, teje una narrativa en la que simula una crisis interna y una imaginaria reflexión sobre su supuesta salida del poder. Sin embargo, detrás de esta fachada de dudas, hartazgo y vacilaciones, late un deseo ardiente de ser exaltado y suplicado para permanecer en el pedestal del poder.
Su estrategia es sutil pero efectiva. A través de filtraciones calculadas a los medios de comunicación afines, siembra la semilla de la incertidumbre mediante la puesta en escena de un drama familiar insoportable. De tal modo genera un debate frenético entre sus seguidores y detractores, alimentando la expectativa de un posible fin a su mandato. Mientras tanto, en la sombra, maquina el momento preciso para revelar su verdadera intención y así desatar una ola de súplicas y ruegos desesperados por retenerlo en el cargo.
Esta pantomima de renuncia es un acto de narcisismo político, un juego perverso en el que el líder (supremo) ambiciona no solo el poder en sí mismo, sino el reconocimiento y la adoración incondicional de sus seguidores. Se regodea en la atención y la adulación, disfrutando del espectáculo de sumisión y obediencia que se despliega alrededor de su augusta figura.
En este escenario de teatro político, la renuncia es solo un disfraz, una máscara momentánea que revela la verdadera naturaleza del actor: un ser egocéntrico sediento de poder y gloria. Su supuesta humildad es solo un ardid para avivar el fuego del culto a la personalidad y exaltar su figura como imprescindible y trascendental.
En última instancia, la farsa del renunciante inamovible revela las complejidades y contradicciones de la política contemporánea. Detrás de la pompa y la retórica, se esconde un drama humano de vanidad y manipulación. Y mientras el telón cae sobre este espectáculo perverso, queda la pregunta: ¿quién es el verdadero protagonista, el líder que aparenta renunciar o la audiencia que ruega que permanezca?
En conclusión pequeñas criaturas, la estratagema del renunciante inamovible es un reflejo irónico de los juegos de poder y las dinámicas de seducción en el ámbito político. Es un recordatorio de que, en el escenario de la política, las apariencias engañan y las máscaras ocultan múltiples facetas de la verdad. Y mientras el espectáculo continúe, el público seguirá cautivo ante la danza hipnótica de un líder dispuesto a todo por conservar su trono.
"La jauría derechista y ultraderechista actúa como un acosador: primero te acosa a ti y a tu familia y, cuando lo denuncias, te agrede más y se presenta como víctima." (Félix "Fake" Bolaños, ministro de la Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes del Gobierno de España desde 2023)
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ethos-a-cambiado · 8 months
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Uno entre catorce millones de escenarios
Estamos acá ¿Qué decirles? El peronismo está en el único escenario en el que podría ganar la elección. Un gobierno con 143% de inflación y con un dólar que está subiendo y bajando permanentemente. La única posibilidad que tenía era tener una oposición dividida y que el rival fuera el espanto más grande de la historia de la nación. Increíblemente Massa se encontró con algo todavía peor en frente. Como Doctor Strange en la película “Infinity War” de Marvel, dijo “vi catorce millones seiscientos cinco futuros y solo ganamos en uno”.
La noche del 12 de noviembre del 2023 fue la noche del debate presidencial del Balotaje. Massa fue con la intención clara: si se plebiscita la gestión de Massa se pierde, pero si se plebiscita las ideas de Milei se puede ganar. El primer bloque fue el de economía, literalmente el peor para Sergio Tomás, por lo tanto, él tenía que hacer algo. La estrategia fue hacerlo perder el tiempo con preguntas directas para hablar de las ideas de Milei. Lo que nadie esperaba era que Milei cayera tan directo en esas preguntas. Eso hizo que Milei perdiera tiempo explicándose, permitiéndole a Massa terminar la sección haciendo una calificación y mostrando los problemas de las ideas de Milei.
La segunda sección le permitió a STM mostrar la debilidad de Milei entendiendo el funcionamiento del estado. La necesidad de que el estado forme parte de las relaciones internacionales, tanto en las relaciones estado-estado para delimitar aranceles o permisos sanitarios como para permitir intercambios en mercados que son cerrados. Asimismo, Massa demostró el desconocimiento de Milei del funcionamiento interno del Estado al no saber que es el GDE (Gestión Documental Electrónica, el sistema de funcionamiento interno del estado).
Claramente Massa tuvo que levantar el pie del acelerador para la segunda etapa porque la situación podía ser contraproducente. No se ustedes, pero existe un caso curioso en la historia latinoamericana. Hubo una elección a gobernador en Brasilia en 1998, entre el entonces mandatario Cristovam Buarque y Joaquim Roriz. El primero provocó tal paliza al segundo que nadie dudó de quién fue la victoria en el debate. Días después Roriz ganó las elecciones. Hay estudios que dicen que la victoria inesperada se debe a que el electorado se sintió disgustado por tal caso de abuso y decidió votar por lastima a Roriz. El asesor Brasileño de Sergio Massa, Edinho Silva, lo tenía presente y decidió aconsejarlo de bajar las cargas.
A pesar de todo llegó el momento de Massa de más propuestas. Todas basadas en el plan de educación con objetivos por edad, el hincapié en la robótica y el objetivo de las universidades como punta de lanza al final. Sin embargo, el punto más alto capaz fueron los dos errores no forzados de Milei durante el bloque de Seguridad. El primero al ver la falta de estudio del rival que realizó el equipo del libertario, algo que lo saco a Milei porque eso no es su trabajo, ya que se recostó en hablar de las bondades del plan del derechista Rudolph Giuliani. Lo gracioso es que Giuliani es amigo personal de Massa y alguien que prologó su libro. El segundo error fue el memético momento de “Te cedo la palabra” de Milei y respondido con un contundente “Cuando no se tiene nada que decir, en un tema que no le interesa o no estudió, busca tiempo para rellenar”.
El debate fue reseñado por todos los grandes medios, opositores como oficialistas y neutrales, como una victoria de Sergio Massa. Se recalcó la diferencia entre un profesional vs un amateur. Recalcaron los desconocimientos de Milei y la falta de remarcar los problemas económicos del gobierno de Alberto Fernández. Muchos medios remarcaron el error de Milei al no poder negar su idolatría a Margaret Thatcher y su banalización de la Guerra de las Malvinas, además de una desafortunada comparación con Mbappe o el alemán Cruyff. Fue tal la clara diferencia entre ambos que ni Fernando Iglesias y Patricia Bullrich, aliados actuales de Milei, pudieron hacer otra cosa que reconocer que Massa era un político profesional. Aunque recalcar el “profesional” es una clara referencia a que la gente vea como negativo ese elemento.
¿Para qué sirvió el debate? Claramente la elección esta completamente pareja. Algunas encuestadoras dicen que capaz Milei ha perdido entre medio punto o punto y medio. No se si eso significa que solo lo pierde Milei o si lo obtiene Massa. Sobre todo, es un golpe a los seguidores de Milei, ya que la falta de profesionalismo resta potencia a militarlo, o capaz hace que algún indeciso real pueda decidir no votar a Milei.
Massa en estos días ha cosechado el apoyo de Roberto Lavagna, el apoyo indirecto del gobernador electo de Córdoba (Llaryora) y algunos dirigentes territoriales del conurbano bonaerense de JxC. El apoyo por goteo se va a seguir dando con el correr de los días. Capaz falte el de Schiaretti, quien tuvo una reunión con Estella De Carlotto este lunes, pero con solo una frase que ataque fuerte a Milei podría alcanzar. El objetivo de Massa tiene que ser lograr un 33-35% de los votos en Córdoba y ganar en provincia de Buenos Aires por 8%. Esas son las grandes batallas de la elección. Hoy parece que estamos en ese futuro de los 14 millones de escenarios políticos, o capaz no.
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poavellaneda · 1 year
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PASO 2023. Gabriel Solano le propone un debate público a Myriam Bregman
¿Habrá debate presidencial del Frente de Izquierda?
El Partido Obrero envió una carta a los partidos del FIT-U.
El comité ejecutivo nacional del Partido Obrero envió una carta a los partidos del Frente de Izquierda Unidad para organizar en común un debate presidencial entre las dos listas que el FIT-U presenta hacia las Paso: la conformada por el Partido Obrero y el MST que encabeza Gabriel Solano, y la conformada por el PTS e IS cuya candidata es Myriam Bregman.
En la carta se señala la iniciativa como “una necesidad no solo para la vanguardia obrera y juvenil identificada con la izquierda, sino también para los cada vez más amplios sectores populares que demuestran su completo desencanto con el régimen y las fuerzas capitalistas”, hacia quienes se podrá “clarificar que no estamos ante una rencilla por cargos, sino que estamos debatiendo las estrategias de la izquierda”.
Se destaca que la “oferta electoral (está) claramente volcada hacia la derecha”, ya que además de Bullrich, Larreta y Milei “con la designación de Massa la mismísima Cristina Fernández ungió como precandidato al representante más derechista de la coalición oficial, que cuenta con los vínculos más estrechos con el imperialismo norteamericano”. Agrega “que la postulación de Grabois como línea interna de Unión por la Patria ha sido pergeñada para contener en los marcos de la coalición oficial el descontento de amplios sectores, tratando de evitar la evolución de una parte del electorado hacia un voto al Frente de Izquierda”, como se confirma en que “en el resto de la categorías impulsa las mismas candidaturas que Massa”.
Apunta también que “la crisis económica y social de la Argentina ha llegado a niveles inusitados” y que se reúnen las “condiciones para un nuevo colapso económico de mayor envergadura, donde una fuerte devaluación podría ser el detonante de una hiperinflación y la falta de dólares la causante de una recesión económica”, ante lo cual “la clase capitalista ha explicitado muy claramente su agenda. un plan de guerra contra la clase obrera a través de las llamadas ‘reformas estructurales’, la completa enajenación de los recursos naturales y poner fin a la protesta social criminalizando y reprimiendo a los luchadores”.
Por su parte, Gabriel Solano declaró que “el Frente de Izquierda tiene una gran responsabilidad frente al cuadro político. Los candidatos patronales vienen a reforzar un ataque contra el pueblo que ya se está llevando adelante. Por eso la rebelión en Jujuy tiene un alcance nacional. En este cuadro tenemos que poner a debate la estrategia de la izquierda, que debe ser un factor de organización y movilización popular. Considero nuestra obligación darle a los trabajadores la posibilidad de escuchar un debate de estas características. Esperamos una respuesta positiva de Myriam Bregman y su partido, y poder llevar adelante un buen debate público del Frente de Izquierda”.
En la carta enviada por el PO, recuerdan a su vez que tempranamente se había propuesto la realización de un congreso del Frente de Izquierda, el cual “hubiera permitido clarificar las divergencias, acercar posiciones, formular un programa y trazar un plan de acción común en el terreno electoral y de la lucha de clases”. Valora en ese punto haber acordado con el MST “la realización de un plenario de los luchadores y la izquierda, donde con 20.000 compañeros y compañeras discutimos los problemas que afrontan los trabajadores sindicalizados, las mujeres, la juventud, el movimiento piquetero, el movimiento ambiental, y donde se votaron a mano alzada las principales candidaturas”. Un contraste entre el método democrático de la izquierda obrera y socialista con las designaciones a dedo de los dirigentes de los partidos capitalistas.
Un debate público ayudaría al Frente de Izquierda a proyectarse como alternativa política agrupando a quienes vienen enfrentando el ajuste para impulsar una salida obrera y socialista a la crisis nacional.
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jrlrc · 1 year
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AMLO y Trump
Donald Trump fue arrestado y será juzgado en Nueva York. En México, el presidente López Obrador lo defiende. Hoy lo ha defendido nuevamente. Cree y se atreve a sugerir que Trump es víctima de una conspiración para que no regrese al poder.
Lo importante es notar a quién defiende AMLO: a un multimillonario, corrupto, al que no le importan ni la pobreza ni la desigualdad, populista de derecha, cercano al fascismo gringo. A ese político que no sólo no pone primero a los pobres sino que es antidemocrático y está contra todo tipo de izquierda. Al presidente de Estados Unidos que intentó con la violencia influir en el proceso sucesorio. Trump no fue un gobernante que causara progreso popular ni fue víctima de fraude electoral y sin embargo López Obrador sigue defendiéndolo. Dice mucho sobre quién es y qué no es AMLO.
El presidente mexicano defiende retóricamente a políticos de izquierda sin ser él su par, pero defiende también a políticos entregados a la peor derecha estadounidense como Trump, por lo que su caso no es el de Fidel Castro (un tipo de izquierda) defendiendo al PRI (no izquierda). El caso de López Obrador es original: el de un neopriista -o priista empeorado- defendiendo hasta la ignominia a izquierdistas, derechistas y pragmáticos, según crea que le conviene, pero también por su ignorancia y confusión. AMLO no entiende mucho, o no entiende bien muchas cosas, su psicología lo hace sentir simpatía por quien cree que enfrenta conspiraciones como las que él cree enfrentar todo el tiempo, y todo ello se revuelve con sus propios cálculos inmediatos. Esto es, quiere maximizar su poder, quiere ser racional-estratégico y hace estrategias para las coyunturas, también quiere quedar bien ante la Historia pero no tiene el análisis necesario y su psicología (donde cohabitan su ambición y sus malinterpretaciones) lo traiciona: el resultado incluye defender a Trump, un completo indefendible.
López Obrador carece de cualquier racionalidad superior a la del intento maximizador inmediato de un grillo, así que carece de cualquier medio para entender cabalmente lo que es Trump y que no le conviene a largo plazo defenderlo. Es un error histórico tomar partido por Trump y es el error que AMLO sigue cometiendo. La Historia no lo absolverá.
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josivalblog · 2 years
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A propósito de la nefasta penetración del evangelismo reaccionario en Cuba. Tomando como base comentarios de Alberto Roque.
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No lo conozco personalmente. No hace falta, basta percibir que el valor de lo que dice no transita por los senderos burdos del snobismo, ni la pretensión de estrellato fatuo o la búsqueda de sustentos mercenaristas. El criterio directo, llano, sin cantinfleos y valiente de Alberto Roque sobre un aspecto de la urdimbre de penetración conservadora y retorcida, en Cuba, como en casi toda América Latina, de las iglesias evangélicas reaccionarias y los serios peligros que de ella se derivan, me lleva a abrir un paréntesis en el perfil de contenidos del blog. En definitiva, esa problemåtica es consustancial con la libertad visual por la que apuesta el blog http://josivalblog.tumblr.com
Por tanto, con la anuencia de Roque, reproduzco aquí un comentario publicado en su página en Facebook. Pero, al final, adiciono alguna consideración mía: 👇
"1. Me opongo a la confrontación en espacios públicos con los colectivos reaccionarios evangélicos.
2. Condeno las expresiones homofóbicas, permitidas por el Estado, en nombre de la libertad religiosa, en cualquier espacio.
3. Repudio el uso de la confrontación con intenciones políticas provocadoras por activistas LGBTIQ opositores al Estado cubano.
4. La suspención de actividades públicas contra la homofobia (marcha o conga) por parte del #Cenesex demuestran una pobre estrategia de desarticulación del avance de las acciones de grupos reaccionarios evangélicos mientras los espacios de odio son ocupados con la anuencia del Estado/Partido.
5. Advierto sobre los peligros que corren el Estado de derecho y la pérdida de legitimidad de las instituciones y del activismo LGBTIQ ante hechos como estos.
6. Lamento tener que reproducir la noticia de un sitio cloaca para explicar mi posición, pero no me queda alternativa ante el silencio cómplice de los medios estatales de información."
Vale el comentario de Roque. Mas, creo necesario ahondar en la estrategia neo-conservadora del evangelismo reaccionario, concebido y abultadamente financiado desde Estados Unidos, mediante terciarismo para cubrir fachadas, y absolutamente conveniente a los propósitos de control de América Latina por parte de ese pesante país. Se les está permitiendo no solo expandirse con facilidad en Cuba, sino desbordar los predios internos de culto. Con sus prácticas de ayudas personales en tiempos difíciles se cataliza su alto poder de morbilidad, incluyendo en un sector de prioridad para ellos: los jóvenes, saturados muchos de sloganes e incongruencias entre la realidad y lo dicho, entre la cotidianidad y sus aspiraciones.
Y la estrategia derechista conservadora está esencialmente clara: ofensiva evangelizadora capilar en todo el país, con apoyos financieros bien calibrados. Si se les intenta frenar, se intensifica la campaña mediática contra Cuba, esgrimiendo hipócritamente falta de libertad religiosa. Urdida por sectores políticos estadounidenses, esa táctica está concebida para el ganar-ganar de ellos. Si contenemos los excesos de los evangelistas reaccionarios, nos atacan. Si no los contenemos, podrán seguir penetrando y contaminando la sociedad cubana, y a la larga estarán en condiciones mayores de golpear las libertades a la diversidad en Cuba e incluso a la propia sociedad.
¿Conviene cruzarse de brazos?
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jgmail · 3 years
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Alexander Dugin: “La sociedad moderna no es más que una máquina que nos aplica la eutanasia”
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Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera
 Conversación entre Ivan Surikov y Alexander Dugin
 – Alexander Guélievich, usted ha dicho que los jóvenes de hoy se interesan cada vez más por la filosofía y que esta disciplina ha comenzado a influirlos mucho. Ahora bien, ¿qué edad tenías cuando usted comenzó a interesarse por esta disciplina espiritual? ¿Por qué crees que la filosofía ha comenzado a llamar la atención de los jóvenes?
 –  Creo que los jóvenes se han empezado a interesar por la filosofía debido a lo siguiente: en nuestra época muchas formas de pensamiento, tendencias culturales y científicas, además de muchos procesos sociales y políticos, nos han llevado claramente a un callejón sin salida que no puede ser solucionado por la tecnología. Somos incapaces de transformar la política y nos sentimos cada vez más descontentos con ella, algo en lo que coinciden tanto los jóvenes como los adultos. Es por eso que en estos momentos estamos experimentando un auge del populismo y las protestas sociales. La sociedad se ha distanciado del Estado y el Estado de la sociedad: en Occidente, por ejemplo, este proceso ha adquirido expresiones extremadamente agresivas. No obstante, nosotros también hemos llegado a la conclusión de es imposible cambiar algo con la ciencia (que es cada vez más antihumanista y alienante), mientras que la cultura ha degenerado y comenzado a disolverse frente a nuestros ojos. Los jóvenes se han dado cuenta de que es imposible solucionar este estado de cosas por medio de la técnica, sin hablar de que no existe ninguna perspectiva de futuro, algo que les queda muy claro al ver la vida de sus padres y enfrentar un verdadero “colapso global”. En ningún lado se fomenta el crecimiento personal y siempre se está rodeado de gente inferior. En cambio, la filosofía permite comprender por qué las cosas son como son y por qué hemos llegado a un callejón sin salida. Los jóvenes se interesan cada vez más por la filosofía precisamente ahora que predomina un discurso donde no existe la verdad. Todo se está derrumbando y los jóvenes ven por doquier “callejones sin salida y fisuras inmensas”. No existe un lugar en el mundo para ellos y tampoco nada en lo que apoyarse, excepto la filosofía, porque otros campos del saber no pueden responder los problemas que enfrentamos. Es por eso que la filosofía despierta tanto interés.
 Podría decirse que me acerque a la filosofía en tres etapas. La primera etapa fue cuando estaba en el colegio y tenía unos 15 o 16 años. En ese entonces comencé a leer a Nietzsche y a Hegel, me interesé por Dostoievski, la filosofía religiosa rusa y Merezhkovski (1). No tenía ni idea de que era lo que decían. Cuando cumplí 18 años, sufrí una crisis existencial y comenzó la segunda etapa de mi acercamiento. Esto me tomó totalmente por sorpresa. No entendía a la gente con la que hablaba ni los libros que leía. De repente, sentí que un “agujero negro” surgió en mi interior y experimenté una insatisfacción total, principalmente conmigo mismo y quienes me rodeaban. Dejé de entender el mundo en el que vivía. Me parecía que era incapaz de comprender las cosas. Pero al final pude conocer gente que llenó ese vacío y esa fue la última etapa de mi acercamiento a la filosofía. El agujero que tenía era tan grande que solo gente igualmente grande, como lo eran los hombres religiosos y los filósofos, podían llenarlo.
 – ¿Se refiere al círculo de Mamleev?
 – Conocí a mucha gente antes de entrar en contacto con Mamleev y otros representantes de ese círculo, pero todos los demás “al ver ese vacío simplemente fueron absorbidos por él y desaparecieron”. Cuando las personas supuestamente religiosas comenzaban a hablar, sucedía que el vacío los tragaba inmediatamente y luego los escupía: sus palabras no eran más que tonterías que colgaban en el aire y eran indescifrables. De hecho, aconteció que “la filosofía, las figuras religiosas, los disidentes, los intelectuales, los derechistas, los izquierdistas... fueron tragados por este agujero”. Todo eso sucedió a finales de la década de 1970 y era más o menos el momento cuando estaba colapsando el régimen soviético. Me desencanté de todos los círculos no oficiales o semioficiales de librepensadores y no conformistas, hasta que por fin conocí a Golovin, a Dzhemal y posteriormente a Mamleev. Por fin encontré algo lo suficientemente grande como para llenar ese vacío: las obras de Guénon, Evola, Heidegger, la tradición hermética y el tradicionalismo en un sentido amplio. Fue precisamente así que pude ampliar mi visión de las cosas hasta adquirir una serie de conocimientos tradicionales muy basto, por lo que llegué a la “revolución conservadora” y a una especie de crítica de la Modernidad “desde la derecha”. Me di cuenta de que este vació había “nacido del nihilismo europeo” y por fin fui capaz de entender a Nietzsche y hacerlo inteligible, por lo que no sólo comencé a admirarlo, sino también a entender lo que decía. Después vino Heidegger y es en la “aproximación a su filosofía” donde me encuentro ahora.
 El tradicionalismo se ha convertido en la “rejilla” a través de la cual analizo la filosofía, la religión, la política, la sociología, la antropología e incluso el teatro. No importa lo que estudie, el tradicionalismo es la clave con la que evalúo todo. Lo que hago es afirmar el mundo de la tradición y lo sagrado frente a la Modernidad. La filosofía fue el medio por el cual conseguí “llenar el abismo”, pero ese “abismo” era lo más importante. Antes de eso, lo único que hacía era “vagar en medio de textos incomprensibles”.
 – Por lo tanto, ¿podemos decir que existe una tendencia actual a radicalizarse por medio del estudio de la filosofía?
 –  Bueno, puede suceder... que no todos están a la altura, porque no encuentran “un espacio en el cual crecer”. Son muchos los que se sienten atraídos por el pensamiento, pero sólo aquellos que son conscientes de dónde está el límite entre lo que entienden y lo que no entienden son capaces de progresar, ya que toda la cultura contemporánea se basa en ocultar este vacío, enmascarándolo de algún modo: la ciencia contemporánea es una forma de hacer eso. Es común que hoy en día la gente suba al escenario con la apariencia de un genio, pero cuando hablan te das cuenta de que se trata de una burda imitación, un simulacro o una actuación. Por lo que sólo después de atravesar las dos primeras etapas pude acercarme realmente a la filosofía. Si no me hubiera dado cuenta de mi incapacidad para comprender lo que leía, me hubiera quedado en la primera etapa y quizás podría ser un erudito o un profesor, pero estaría infinitamente lejos del pensamiento mismo.
 En cuanto a las generaciones más jóvenes, creo que lo único que han hecho es experimentar con ellas: los llevan al alcoholismo o la drogadicción, incluso los convierten en pequeños burgueses mucho antes siquiera de comenzar a vivir. Toda una generación está despareciendo y nadie hace algo al respecto: ni los partidos ni tampoco la religión, porque la religión hoy no es más que otro ámbito de confusión dentro de la sociedad. Solo la filosofía puede salvarnos. Sin embargo, la salvación solo existe en estos momentos para los poderosos. El experimento que se está haciendo ahora consiste en que la gente aporte algo a la sociedad o desaparezca, por lo que tenemos la opción de desaparecer tranquilamente y sin ningún esfuerzo, sin siquiera darnos cuenta de ello, o “despertar por medio de la filosofía” (algo que sin duda será muy doloroso y difícil, porque primero debemos hacernos conscientes de nuestra propia nada). La sociedad y el Estado no tienen nada que ofrecernos. La sociedad moderna no es más que una máquina que nos aplica la eutanasia y todas las estrategias epistemológicas actuales son bastante cuestionables. Es necesario que nos alejemos de las epistemologías y las grandes narrativas dominantes con tal de acercarnos a la filosofía y la muerte.
 –  Es imposible decir que existía la filosofía en Rusia antes de V.S. Soloviev y N.F. Fedorov. No obstante, podemos decir que la literatura fue el sustituto de la filosofía durante el siglo XIX y era en este ámbito donde encontramos expresadas las ideas más importantes de ese período: L.N. Tolstoi y F.M. Dostoievski fueron los pioneros en ese ámbito. La literatura rusa fue la columna vertebral de la cultura. ¿Qué piensa de la literatura rusa contemporánea? ¿Existen personajes destacados?
 –  Sí, podemos decir que la literatura fue el ámbito cultural por excelencia en algún momento de nuestra historia, pero no cumplió ese papel por mucho tiempo. La literatura rusa surgió en el siglo XIX y sin duda es uno de los terrenos que mejor dominamos. Actualmente existen personas muy talentosas en la literatura y la poesía, pero estos talentos palidecen ante el fatalismo que estamos experimentando, porque precisamente vivimos en una atmósfera cargada de una gran fatalidad: la pandemia que estamos atravesando no es más que una metáfora de esta decadencia. La sociedad actual experimenta una pandemia en todos los campos y está poblada de males intelectuales y enfermedades como el capitalismo, el liberalismo y el materialismo. O al menos así es como ve el mundo el tradicionalismo.
 Creo que los rusos somos mejores en el campo de la literatura que en la filosofía. Sin embargo, la literatura rusa está impregnada de revelaciones filosóficas fundamentales. La filosofía nació precisamente de dialogar con ella y hubo un momento en que fue la única “ancla de salvación” que teníamos. Los filósofos de la Edad de Plata, la filosofía religiosa rusa, y en primer lugar los eslavófilos, tuvieron como objetivo la salvación intelectual del pueblo. La literatura rusa fue el medio por el cual “se abrieron nuevos horizontes” y Dostoievski, a quien valoro mucho más que a nadie, fue el primero en hacer eso.
 Pero la naciente filosofía rusa fue barrida por los bolcheviques. El bolchevismo fue una terrible catástrofe para nosotros e impidió el sutil despertar del Logos ruso. Sustituyó el libre desarrollo de nuestra creatividad literaria por el orden social. Los Viejos Creyentes llaman a esto el “Anticristo espiritual” o el “lobo espiritual”: fue este “lobo espiritual” el que penetró en la conciencia del hombre ruso y acabó por destruirlo. Durante mi juventud, en la década de 1970 y 1980, vivíamos precisamente sumergidos en este “fango pantanoso” del cual surgieron algunas “criaturas monstruosas”. No obstante, fueron los liberales quienes nos hundieron totalmente en este pantano. Por lo tanto, a pesar de que hubo muchos talentos literarios durante esas décadas e incluso en el 2000, no fue posible darle un buen uso. La consciencia rusa está impregnada por el materialismo y es inapropiada para desarrollar el alma y la cosmovisión religiosa. Ahora bien, es imposible crear una buena literatura sin filosofía.
 – Usted mencionó anteriormente a Merezhkovski, quien fue uno de los que más habló del Anticristo y desarrollo la diada “Cristo y Anticristo” de una forma brillante, hasta el punto de que es considerado uno de los más importantes representantes de la filosofía religiosa rusa de la emigración. ¿No cree que la filosofía religiosa rusa siguió desarrollándose en la emigración?
 –  No, para nada. Existe una conversación muy interesante entre Merezhkovski y su esposa Gippius que he citado varias. Después de haber recorrido un camino absolutamente terrible, digno de un mártir y de un intelectual ruso que jamás fue aceptado por los suyos, Merezhkovski le dice a su esposa Zinaida Gippius: “Zinaida, ¿hemos hecho las cosas bien? Siempre defendimos nuestras ideas sin dudarlo. ¿Y qué hemos conseguido? ¿Acaso hemos pasado algo por alto?” Es una pregunta sin respuesta. Muchos intelectuales rusos siguieron al pie de la letra sus ideas y fueron coherentes consigo mismos y padecieron por ello, sin embargo, al final les falto algo. Y ese algo tiene que ver con que no hay filosofía rusa sin Rusia. ¡Y Rusia no puede existir sin una filosofía rusa! Nuestro Logos “hunde sus raíces en nuestra tierra”. Si carecemos de esta tierra, la vida rusa no es más que el interminable viaje de un listeo que usa códigos QR y objetos producidos por Ikea. Y esta sociedad de filisteos está compuesta por innumerables gusanos digitales.
No obstante, la realidad no puede ser reducida a eso y la verdadera vida transcurre en regiones superiores del ser donde precisamente enfrentamos la muerte. La vida en un estado pura y desnudo no es más que un mecanismo sin sentido y deja de ser una verdadera vida.
 –  Sin embargo, el sistema soviético tenía el objetivo de convertir al hombre en un pasionario y le dio una meta...
 - Sí, quería convertirlo en el portador de una nueva conciencia. No quería un sujeto pasivo, pero sin duda era falso. Y ese objetivo destruyó todo y vemos sus consecuencias hoy día.
 Aristóteles decía que “todas las cosas existen para cumplir un objetivo y que su ser se expresa en ello”. Un ser que no tiene ningún objetivo simplemente no es. Las personas tampoco viven sin tener un propósito. Y la vida que no dialoga con la muerte no es más que una vida muerta: “bios necros”.
 – ¿Qué libro está escribiendo actualmente?
 – He terminado de publicar los 24 volúmenes de Noomajía y también he publicado varias conferencias sobre filosofía política en un libro titulado Politica Aeterna. Tengo varios libros en el tintero. En primer lugar, un libro que recopila mis conferencias sobre Aurora. Otro de los libros que estoy preparando llevará por título Antikemeynos, que en griego significa tanto “enemigo” como “objeto”. También está La cuarta Rusia, que es una colección de varias obras mías sobre ciencia política. Y un cuarto libro que tal vez se llame Viaje al fin del amanecer o En el espacio de los grandes sueños – aún no he decidido el título – que será el tercer volumen de La cosa rusa. Además, estoy preparando una edición separada del libro Arqueomodernidad. También estoy escribiendo un libro La sociología del género, que se basa en una serie de conferencias que impartí en la Universidad Estatal de Moscú.
 –  Viaje al fin del amanecer me recuerda mucho al título de un libro de Céline.
 – Bueno, ciertamente está inspirado en el Viaje al fin de la noche de Céline, la cual fue una de las obras literarias que más me impactaron cuando la leí. La conocía de memoria y ciertamente el titulo tiene un cierto eco de la misma.
 – Recuerdo que en una entrevista comparó a E.V. Limonov con Céline.
 –  Sí, percibía cierta similitud entre los dos, pero Limonov no estaba de acuerdo.
 – ¿Eso se debe a que Limonov se comparaba a sí mismo con Yukio Mishima?
 – Tenía una opinión de Mishima muy diferente a la de Limonov. Sin embargo, Mishima murió de forma maravillosa.
 – Por cierto, ¿es realmente su obra de Noomajía una contra-enciclopedia en todo el sentido de la palabra, es decir, acaso tiene por objetivos combatir las ideas universalistas de Diderot y otros pensadores de la Ilustración?
 – Noomajía es una “contra-enciclopedia” que precisamente quiere proporcionar un paradigmática epistemológico y policéntrico que fundamente un nuevo modo de conocimiento. En cierto sentido, se trata de una forma de pensamiento que se desarrolló paralela y transversalmente al paradigma de la Modernidad, como, por ejemplo, la escuela de antropología cultural creada por Lévi-Strauss y Franz Boas, que parte de la idea de que no se puede juzgar a una sociedad usando los criterios de otra. Esta perspectiva la combino con el tradicionalismo y la visión guenoniana sobre la unidad trascendental de las Tradiciones y la legitimidad de estudiar cada una de ellas por separado. Además, retomo las ideas que desarrollaron Danilevsky, Spengler y Toynbee sobre la pluralidad de civilizaciones. Una vez que combinas todo esto obtienes una antítesis de la Enciclopedia que precisamente quería imponer una idea universalista, unidimensional y univoca de que solo era legitima una única forma de sociedad y civilización basada en un objetivo predeterminado o progreso.
 – ¿Acaso tiene una actitud totalmente negativa de la Ilustración?
 – Pienso que el Siglo de las Luces y su supuesto universalismo eran una forma de degeneración, estupidez y falsedad. En mi opinión, los enciclopedistas no eran capaces de pensar o crear conceptos nuevos: sus ideas son completamente equivocadas de principio a fin, lamentablemente las personas siguen muy influenciadas por ellos. Estudiar a los enciclopedistas es como cenar con idiotas. Vivimos en medio de esa oscura ilusión. La Postmodernidad ya a cuestionado muchas de las ideas de la Ilustración a la luz de la tradición europea occidental y han demostrado que existen muchas cosas malas dentro de la Modernidad.
 Pero la Postmodernidad no es la solución, lo único que nos ofrecen es “llevar todo hasta las últimas consecuencias, ya que si hemos tomado el camino equivocado es necesario que nos hundamos en el abismo”. No obstante, eso implica estar de acuerdo con la Modernidad. Por lo que podemos decir que los posmodernos son compañeros de viaje que nos revelan las incoherencias de la Modernidad y el racionalismo que han creado los Nuevos Tiempos, pero lo que nos proponen es inaceptable para nosotros [los tradicionalistas], porque partimos de un principio completamente distinto. Nosotros nos revelamos contra el mundo moderno, sin embargo, estamos a favor de la revolución conservadora y nuestro punto de referencia es la Eternidad.
 – En su obra de la Noomajía distingue entre tres clases de Logoi: primero habla de los Logoi de Apolo y Dionisio, que ya habían sido descritos por Nietzsche en El nacimiento de la tragedia en el espíritu de la música, pero agrega el Logos de Cibeles, que considera el origen de la Modernidad: materialismo, liberalismo, marxismo, etc. ¿Cuál Logos considera que predomina en Rusia hoy en día?
 – Creo que todos los ámbitos de la vida rusa de hoy están influidos por el Logos de Cibeles, excepto, quizás, el Estado, aunque este también se encuentra interesado únicamente en la materia. Por lo que el Estado es materialista, pesado y cibelino. Sin embargo, también existe el Logos de Dioniso que es horizontal y danza alegremente: este Logos es una combinación del cielo y la tierra. He llegado a la conclusión de que las raíces y la cultura del pueblo ruso es dionisiaca. Nuestras tradiciones, danzas y sueños son a la vez oscuros y luminosos, por lo tanto, son dionisiacos. “Dionisos fue arrastrado al abismo por Cibeles y engullido por las fauces de la materia”. Pero también fue Cibeles quien curo a Dionisio. El pueblo ruso rechaza el cibelinismo moderno. No obstante, no sabe que oponerle, ya que Dionisio se encuentra débil y necesita curarse primero así mismo con tal de liberarse de los “oscuros encantos de Cibeles” y de la Modernidad.
 – Usted es un feroz crítico del liberalismo. ¿Por qué considera que el liberalismo es una ideología falsa y antinatural?
 – No existe nada peor que el liberalismo. El liberalismo parte de la idea de que el hombre es un individuo, pero el hombre como individuo no existe, ya que siempre hace parte de algo más: es una alianza entre el alma-cuerpo, es parte de un pueblo, del mundo, de la humanidad, un representante de Dios en el universo. Eso es la humanidad. Cualquiera que no sea liberal es considerado un “fascista” por el liberalismo y eso significa que debe ser destruido: esa es la lógica antihumana que opera detrás de esta ideología. El liberalismo siempre ha sido malo desde el comienzo, desde Duns Escoto hasta llegar finalmente a Hobbes, Locke, Adam Smith, Hayek y Soros.
 – ¿Cuál es el objetivo de la Unión de Juventudes Euroasiáticas que usted fundó e inspiró? ¿Acaso tiene como objetivo educar a las nuevas generaciones?
 – De hecho, se trata de una asociación de jóvenes que son defensores de las ideas del eurasianismo. Y sí, su tarea es educar, iluminar y preservar a nuestra juventud. Todas las fuerzas patrióticas de Rusia que quieren eliminar el “veneno, la alienación y la mediocridad mental de la realidad en la que vivimos” defienden nuestro destino eurasiático con la intención de apoyar lo positivo que existe dentro del Estado y de ese modo luchar contra todo lo negativo dentro de él. Lo que importa es preservar nuestra cultura. Ninguno de nosotros hace esto siguiendo órdenes o recibiendo financiación de alguien. Quizás es por eso que nuestra organización ha durado tanto tiempo a diferencia de otras. Quienes están en ella defienden una idea y las ideas no cambian fácilmente: somos defensores de una Gran Rusia, de un gran imperio que tome en cuenta los intereses de las demás naciones y de nacimiento a un mundo multipolar. La esencia del eurasianismo no ha cambiado en más de un siglo.
 – Después de escribir y expresar todas sus ideas en un libro, ¿cree haber cumplido con su misión como filosofo? ¿Acaso considera que le falta algo por expresar?
 – Creo que ya he escrito la obra que condensa toda mi filosofía: “Noomajía”. Sin embargo, considero que esta obra no es más que una introducción a una colección de doscientos volúmenes. No pienso que sea capaz de escribir esos doscientos volúmenes en mi vida y tampoco creo que aparezca un seguidor fanático que entienda los pensamientos que he plasmado en ese libro y que además reciba financiación de un instituto que pueda invitar a personas de diferentes civilizaciones para que escriban sobre cada una: latinoamericanos, europeos, musulmanes, hindúes, chinos, etc. Solamente un colectivo de pensadores que representen su propio Logos y trabajen constantemente serian capaces de escribir esos doscientos volúmenes de Noomajía. En caso de que algo como eso no suceda, me contento con el índice que he escrito.
 Recuerdo que Heráclito decía: “Hubo un momento en que no sabía nada y, de repente, comencé a saberlo todo”. Aristóteles distinguía entre la “phronesis” y la “sophia”, es decir, el “pensamiento secuencial” y la “iluminación”. Es cuando se produce este “destello de sophia” que de repente sabemos todo. Esta entrevista comenzó precisamente hablando de este “destello de sophia” que de repente llena el abismo y supera el pensamiento racional.
 Heidegger dijo: “El filósofo que cree que puede ponerle punto final a su filosofar no es realmente un filósofo!”
 Para la phronesis Noomajía es un testamento filosófico suficiente, pero para sophia esto no es más que un pequeño destello que ha escrito un veinteañero. Sin embargo, para sophia no existe el tiempo.
 Notas del Traductor:
 1. Dmitri Serguéievich Merezhkovski fue uno de los primeros y más eminentes ideólogos del simbolismo ruso. Su esposa, Zinaída Guíppius, poeta al igual que él, manejó un elegante salón en San Petersburgo. Ambos eran masones.
2. Zinaída Nikoláevna Gippius, conocida también por el seudónimo Anton Krainy fue una escritora y poetisa rusa notable de la Edad de Plata de la literatura rusa, considerada figura clave del simbolismo ruso.​ Autora de numerosas poesías, diarios personales y artículos críticos en diferentes revistas que fueron publicados bajo varios seudónimos masculinos, fue una mujer influyente entre la sociedad rusa del siglo xix y xx, organizó reuniones sociales con los intelectuales simbolistas más destacados del momento. Inició su actividad literaria entorno al pensamiento de Baudelaire, Nietzsche y Maeterlinck. Fue la impulsora de la Nueva conciencia religiosa, una corriente basada en renovar el cristianismo. Contraria a la revolución rusa se exilió a Polonia y Francia donde residió hasta su fallecimiento en 1945.
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kiro-anarka · 4 years
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Después de la independencia, la mayoría de países latinoamericanos iniciaron su vida republicana con gobiernos militares. Sus caudillos formaron parte esencial de la historia de la región, bien como dictadores o patrocinando gobernantes civiles, al servir de instrumento en las confrontaciones por el poder entre las elites liberales y conservadoras.
El caudillismo militar cambió con el avance del siglo XX, por una serie de factores. De modo que las intervenciones de los militares se volvieron institucionales. En países como Ecuador, con la Revolución Juliana (1925); en Chile, con el “Comité Militar” (1924); o en Brasil, con el “tenentismo” (iniciado en 1922, culminó con la Revolución de 1930 que llevó al poder a Getulio Vargas), la joven oficialidad jugó un papel fundamental para iniciar procesos históricamente destinados a superar el régimen oligárquico, que se caracterizó por la hegemonía despótica de la elite terrateniente, comercial y financiera en el poder, que impedía la modernidad capitalista. Esos militarismos tempranos fueron socialmente reformistas, nacionalistas, con orientación popular. Incluso hubo militares socialistas.
Las orientaciones institucionales cambiaron con la guerra fría. Bajo el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR, 1947), los militares latinoamericanos pasaron a formar parte de las estrategias de seguridad continental de los EEUU, fueron técnicamente asesorados e ideológicamente orientados en el anticomunismo, especialmente a raíz del triunfo de la Revolución Cubana (1959), cuando las fuerzas armadas de todos los países quedaron preparadas para impedir cualquier proceso parecido. De modo que durante la década de 1960 las dictaduras militares que se sucedieron en distintos países (como Argentina, 1962 y 1966; Ecuador, 1963; Brasil, 1964; Bolivia, 1966) estaban convencidas del cumplimiento de una trascendental misión anticomunista y, al mismo tiempo, desarrollista. El surgimiento de una serie de guerrillas en varios países latinoamericanos parecía justificar las posturas militares. Sin embargo, el desarrollismo, convertido en modelo económico por esas mismas dictaduras, sirvió doblemente: de un lado, para superar los vestigios del régimen oligárquico; de otro, para impulsar la definitiva consolidación del capitalismo en sus países.
El rasgo anticomunista se reprodujo, en forma brutal, una década más tarde: en Chile, con la implantación de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), en Argentina, con Jorge Videla (1976-1981); Uruguay, con Juan María Bordaberry (1972-1976); Bolivia, con Hugo Banzer (1971-1978), a quienes hay que sumar Alfredo Stroessner (1954-1989) en Paraguay. Los estudios sobre la época han calificado, con exactitud, de dictaduras terroristas a las que dominaron el Cono Sur del continente, mediante la institucionalización de los asesinatos, torturas, desapariciones y violaciones sistemáticas de los derechos humanos. La perniciosa “Doctrina de la Seguridad Nacional” sirvió de fundamento para encontrar “enemigos internos” (siempre las izquierdas y especialmente el marxismo), lo que incapacitó a los militares para comprender las dinámicas políticas derivadas de las sociedades civiles latinoamericanas, profundamente fraccionadas por diversos intereses de clase. En consecuencia, las dictaduras terroristas inevitablemente atacaron a los sectores populares, clases medias y laborales, para consolidar una vía capitalista de exclusivo beneficio para las elites empresariales y los capitales transnacionales.
Pero hubo dos dictaduras que se colocaron lejos de esos modelos de terrorismo de Estado: una fue la “Revolución Peruana” encabezada por el general Juan Velasco Alvarado entre 1968 y 1975; y otra, el “Gobierno Revolucionario y Nacionalista de las Fuerzas Armadas” en Ecuador, presidido por el general Guillermo Rodríguez Lara, entre 1972 y 1976. La dictadura de Omar Torrijos (1968-1981) en Panamá, no tuvo los rasgos que caracterizaron a las del Perú y Ecuador, si bien impulsó parcialmente el desarrollismo y algunas políticas sociales, aunque su logro más trascendente fue el acuerdo con los EEUU para la “panameñización” del canal. Su muerte, en un raro accidente de aviación (31/julio/1981), ha sido comparada con el similar accidente aviatorio que sufriera el expresidente ecuatoriano Jaime Roldós (24/mayo/1981), lo que despertó las sospechas de que estas dos personalidades fueron víctimas del “Plan Cóndor”, orquestado por el dictador Augusto Pinochet.
El gobierno peruano se orientó por las “Bases Ideológicas” y el ecuatoriano por la “Filosofía y Plan de Acción” inspirada en los conceptos de sus vecinos. Ambos proclamaron “ni capitalismo, ni comunismo”; pero el que pasó a llamarse como “socialismo peruano” adquirió rápidamente fama internacional; y, si se lee con detenimiento, la “Filosofía…” de los militares ecuatorianos sorprende, porque, sin utilizar un lenguaje marxista, prácticamente contiene principios que habían sido reivindicados por las izquierdas. De modo que los militares de los dos países resultaron ejecutores históricos de la liquidación definitiva del régimen oligárquico tradicional, impulsaron la industrialización y afianzaron un tipo de capitalismo social, pues claramente llevaron adelante políticas que favorecieron el mejoramiento de las condiciones de vida y de trabajo de la amplia población, aunque bajo un marco autoritario, jerárquico y controlador, que nunca llegó a los extremos antihumanos de las dictaduras del Cono Sur.
Los dos gobiernos fortalecieron al Estado, formularon planes de desarrollo, colocaron los sectores estratégicos en manos estatales y coincidieron en llevar una política nacionalista en materia petrolera, que despertó las reacciones de los EEUU: Perú nacionalizó al sector, claramente afectó a la International Petroleum Co. y creó PETROPERÚ; en Ecuador se revisaron contratos petroleros, concluyó la refinería, el Estado controló las exportaciones petroleras, también la mayoría accionaria del consorcio Texaco-Gulf y se creó CEPE. En los dos países, el “estatismo” requirió de numerosas entidades públicas que aumentaron la burocracia; pero también sirvieron para proveer amplios servicios públicos y para desarrollar infraestructuras que, de otro modo, no se habrían logrado. En Perú se hizo una reforma agraria que afectó a la oligarquía serrana y particularmente a la azucarera costeña; en Ecuador esa reforma ya fue iniciada por la Junta Militar de 1963-1966, pero el Nacionalismo Revolucionario todavía la planteó para suprimir los últimos vestigios del sistema hacienda (aunque suspendió la aplicación de uno de los artículos radicales de la ley). Perú fue más lejos: nacionalizó la banca, estatizó la industria pesquera, impuso el control estatal sobre la radio, la televisión y llegó a nacionalizar todos los medios de comunicación; creó el “Sistema Nacional de Apoyo a la Movilización Social” (SINAMOS) e incluso las “comunidades industriales”, con participación de los trabajadores en la administración de las empresas. Además, estableció relaciones diplomáticas con la URSS (adquirió allí adelantadas armas de guerra), la República Popular China, Corea del Norte y los países socialistas de Europa del Este.
Resultan coincidentes las reacciones oligárquicas y de las elites empresariales contra los dos gobiernos militares, así como las sensibilidades despertadas en los EEUU que, en cambio, respaldaban abiertamente a los otros regímenes terroristas en la región. La política petrolera nacionalista de Rodríguez Lara, que había frenado la voracidad privada, fue combatida permanentemente. En los dos países no faltaron acusaciones de “comunismo” y  “estatismo”. La relativa crisis económica por el derrumbe de los precios del petróleo llegó en 1975. En agosto de ese año, un golpe de Estado colocó en el poder al general Francisco Morales Bermúdez (1975-1980), quien abandonó la “revolución” y se propuso erradicar a la izquierda radical que supuestamente había adquirido excesiva influencia. En Ecuador, el 1 de septiembre de ese mismo año el general Raúl González intentó un golpe de Estado, que, pese a su fracaso, fue determinante para que las fuerzas armadas decidieran el recambio a través de un “Consejo Supremo de Gobierno” (1976-1979), que dio un giro derechista, pues abandonó la filosofía nacionalista en materia petrolera, adoptó políticas represivas e inició el endeudamiento externo que repercutió gravemente sobre los gobiernos constitucionales iniciados en agosto de 1979.
La década de los setenta resultó inédita en Ecuador porque el crecimiento económico fue espectacular (las exportaciones petroleras de dos años y medio, a partir de agosto de 1972, equivalen a los ingresos del comercio externo del país durante su vida republicana) y ciertamente mejoraron las condiciones de vida y de trabajo, por el desarrollismo, el reformismo y hasta el “populismo” militar. Pero mientras el proceso peruano ha merecido múltiples libros e investigaciones, el ecuatoriano apenas ha sido estudiado. Desde luego, su “estatismo” continúa atacado por las elites económicas, que solo admiten como válido un modelo basado en el mercado y el reinado absoluto de la empresa privada que, sin embargo, como se demostró durante las décadas finales del siglo XX e inicios del XXI, así como en la actualidad, solo ha servido para liquidar capacidades estatales, perjudicar el desarrollo nacional, reconcentrar la riqueza y deteriorar la calidad de vida y de trabajo en el país.
De otra parte, el reformismo desarrollista militar en Ecuador y Perú ha dado otra lección histórica para las mismas filas militares latinoamericanas: cuando la institución se ha colocado del lado de la población y no de las elites oligárquicas y empresariales, no solo se ha logrado avances económicos y cambios sociales, sino que se ha evitado caer en los traumáticos sistemas de represión brutal, como los que caracterizaron a las dictaduras del Cono Sur, varios de cuyos responsables, aunque sea años más tarde, fueron conducidos ante cortes internacionales y a juicios por delitos de lesa humanidad.
Especial para "Informe Fracto" – México: https://bit.ly/39RaQC8
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diariodelprincipio · 4 years
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El lobo feroz y la publicidad en la serie web Matarife
Por Andrés Ardila
En el texto hay algunos hipervínculos a los que pueden hacer click
En un tuit de @pedroazuluaga publicado hace días y que pueden ver acá, me siguen hoy rondando en la cabeza algunas ideas luego de haber visto el segundo capítulo de la serie web Matarife. En este texto comentaré algunas preguntas que me suscitó la polémica sobre la serie y su crítica. 
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Cómo sinopsis: @matarifeoficial es una serie web  colombiana sobre  unos periodistas que desean ser detectives pero en verdad desean es ser publicistas digitales, solo que creo que no lo saben. 
Primero contarles que hace años trabajé como realizador en varias estrategias digitales sobre derechos humanos que estaban muy vinculadas a empresas y ONGs que las financiaban. Me di cuenta de que había algo que me molestaba profundamente en la forma que se tomaban las decisiones estéticas.Y recordemos ahí que las decisiones estéticas están ligadas siempre a un aprendizaje social. Osea las decisiones que toman los realizadores o autores son herencias de formas de hacer, porque uno aprende viendo. De eso ya se ha hablado mucho en la teoría y la practica de la arqueología (1). 
Mi problema entonces con esas estrategias digitales era la forma con la que comunicaban las ideas, porque uno no podría decir que son falsas o que yo estuviera en desacuerdo con ellas, de hecho yo creo en los derechos humanos y espero que sean parte de mi trabajo diario. El problema era que esas estrategias querían fingir ser periodísticas cuando la verdad eran publicitarias. Querían proponerte un debate o conversación cuando la verdad lo que querían era venderte la idea de los derechos humanos. Como si tuvieran pena de lo que de verdad son, publicidad política.
Volviendo a la serie web Matarife, en lo poco que nos ha mostrado el estilo que propone es el periodismo amarillista tipo Especiales Pirry o Septimo día donde el periodista o el programa son el protagonista no la historia. Sobre esto véanse el interesante live de Carol Ann Figueroa Link 
El problema no es sólo el protagonismo incómodo de Daniel Mendoza, que como también menciona Carol Ann es problema en lo ético para las víctimas, sino que Matarife finge ser algo que no es porque quiere parecerse a formatos que fueron novedosos en los documentales de la segunda mitad del siglo XX donde hay un narrador en voz en off que se implica en la historia que se cuenta.
Por ejemplo los narradores del cine ensayo (2) logran entramar las reflexiones sobre la Historia con una visión crítica sobre las imágenes. ¿Cuál es la claridad de esos autores del cine ensayo?, la de hacernos cuestionar el porqué de todos los elementos de la narración y esto no lo hace para nada Daniel Mendoza y su equipo. Esta es la diferencia entre publicidad y cine. ¿Cuál es la pregunta que nos propone Matarife?
La publicidad simula conflictos o preguntas para vendernos una idea y proponer que la solución final es la compra. Matarife en este caso nos vende que Alvaro Uribe Vélez es como lo dicen en la serie: "el único ser esencial en el organigrama" del conflicto colombiano. Así nos propone una pregunta vacía, que no lleva a cuestionar la historia que nos cuenta ni la forma como nos la cuenta. En esa ignorancia estética de no reconocer lo que son es donde radica la mediocridad comunicativa de Matarife, puesto que si quieren hacer publicidad que sean sinceros.
¿Se puede decir entonces que la información que nos cuenta es falsa o incorrecta? (esa es una pregunta que tampoco se hace la serie) pues yo también creo que Uribe es uno de los victimarios principales del conflicto en Colombia. El problema no es lo que “denuncia”, es cómo decide hacerlo.
La comunicación por los derechos humanos está muy confundida hoy en día, también porque por la propia financiación del proyecto no les conviene mostrar y ver de manera crítica las diversas posturas sobre un tema que involucra estructuras locales y nacionales a muchos niveles. Están entre hacer la crítica y perder financiación o hacer la publicidad y morir en la mediocridad. Ahí es cuando entran en unos enredos comunicativos muy graves. 
En el caso de la serie el afán publicitario aplana la complejidad histórica, además de hacerla parecer el derecho de pocos, el gesto clasista de considerar que la información clara y bien comunicada solo es para unos, la supuesta “elite intelectual” en lucha contra “lo popular”. Elite en la que recae el prejuicio de una labor analítica de la comunicación. 
Esta mirada sobre lo popular de la serie que ha circulado por las redes sociales que está en el meollo de las decisiones estéticas de la serie (3). Osea se espera que con ese estilo amarillista la info llegué a "más personas", pero el problema de esta lectura ya lo anunciaba Jesús Martín Barbero hace años cuando escribía: 
“Investigar la cultura de masa desde lo popular (...) no tiene nada que ver con la añoranza y la tendencia a recuperar un modelo de comunicación interpersonal con el que hacer frente, ilusoriamente, a la complejidad tecnológica y a la abstracción de la comunicación masiva. Lo que se busca es un análisis de los conflictos que articula la cultura” (4)
Con esto no digo que Matarife sea mediocre porque utiliza elementos de la cultura de masas, de hecho me interesa comprenderlos y analizarlos y hasta escribo este texto sobre la serie. Lo que es mediocre de la serie es que sienta que hace conciencia y reflexión cuando lo que hace es vender la imagen del periodista como héroe y una idea superficial sobre la historia de Colombia. Ahí es donde radica su peligro , en no entender que “mirada desde lo popular la cultura de masas deja al descubierto su carácter de cultura de clase, eso que precisamente tiene por función negar”(4).
Para mostrar un ejemplo de preguntas interesantes en lo periodístico podemos ver formatos de la revista digital estadounidense Vox, acá les dejo un video muy interesante sobre el papel de Fox news en el debate publico de USA. No podrán decir que este tipo de videos no son masivos, dado la facilidad de su comunicación y hasta la utilización de la ironía y el humor. (5)
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https://youtu.be/VzoZf4IAfAc
Se ha dicho que además han sido criticas muy apresuradas las de varios, que toca esperar a ver la serie completa, “que tendrá cincuenta y dos capítulos”. Si toca esperar a los otros capítulos para ver sus intenciones comunicativas, que los llamen teaser o trailer, no capítulos. Apresurados son otros al concluir que Matarife es popular. El programa desea a toda forma ser popular, pero no lo logra, porque allí no hay pueblo, hay solo prejuicios. Les dejo acá un texto de Carlos Monsivais en el que siempre pienso cuando una vez más veo de cerca las tendencias melodramáticas de nuestra comunicación en Latinoamerica.
“El victimismo a gran escala fortalece la ideología derechista: la certeza de que ya todo se ha escrito en los muros del destino. “No hay otro camino”, afirmó Margaret Thatcher. Si desaparecen las alternativas se alcanza ese “fin de la historia” y se interioriza el fatalismo que juzga inevitable la desigualdad social y califica de ilusorio el suponer eliminable la violencia. Y al determinismo lo acompañan su habla predilecta: promesas nebulosas, amenazas abstractas, escenarios apocalípticos, todo lo propio del sobresalto mal actuado. El melodrama por excelencia es el apocalíptico, que ve en la realidad cotidiana los adelantos del fin del mundo, y propone al desastre como entidad casi hogareña. (…)"(6) 
No más esperen a que en unos años salga un dictador más a pelear el espacio que deje Alvaro Uribe Vélez, cuando nos demos cuenta de que el uribismo sigue aún después de su muerte.
(1) Ejemplo de esto en Willey, Gordon R. y Phillips Philips. Method and Theory in American Archaeology
(2) otro ejemplo más cercano es la película ensayo Pirotecnia (Federico Atehortúa, 2019) que se hace esta pregunta: "¿existe alguna relación entre la producción de imágenes y los eventos de guerra en el país?"  .
(3) Comentarios como los replicados en este post link
(4) Martin-Barbero, Jesus. Memoria Narrativa e Industria Cultural p.60 
(5) Otro ejemplo puede ser nuestra versión colombiana de esta tendencia periodística, La pulla del diario El espectador
(6)nTexto de Monsivais que pueden leer acá
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Por Fred Goldstein
16 de noviembre – El liderazgo del Partido Demócrata ha atado a las masas progresistas a una defensa del militarismo de la clase dominante estadounidense como el precio por destituir a Trump.
Decenas de millones en este país y en todo el mundo justificadamente quieren ver que el abusador derechista, racista y misógino extremista de Trump sea derrotado. Pero se ven obligados a elegir entre Trump, que quiere culpar a Ucrania de sus problemas, y el campo que quiere atacar a Rusia.
Esta es una opción completamente falsa y sin salida.
Esta línea de argumentación ha sido presentada por Nancy Pelosi, Steny Hoyer, Adam Shiff y compañía, sus abogados y sus patrocinadores corporativos. Los autores políticos intelectuales detrás de esta estrategia del juicio político han establecido que los procedimientos sean especialmente perjudiciales para los trabajadores y los oprimidos.
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zizek101 · 2 years
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UN GOBIERNO INCOMPETENTE
¿A qué se debe esta explosión de protesta sociales en el Perú? ¿Se trata acaso de un complot derechista contra el gobierno de Pedro Castillo como el mismo y sus aliados lo aseguran en todo momento? o ¿tiene que ver con su incompetencia para establecer una hoja de ruta eficaz y coherente? Si bien es cierto que la situación de crisis social, ingobernabilidad e inestabilidad política no es nueva, las causas de las protestas no hay que buscarlas en el complot derechista ni mucho menos en el exterior como Castillo se empeña en señalar obstinadamente. Los que saben sobre gestión social, aseguran que la causa más importante se encuentra en la pésima gestión institucional de estos conflictos por parte del gobierno. Con esto no se intenta minimizar los aspectos externos como la pandemia y las guerras que han provocado que el precio de la energía y los alimentos aumenten, generando malestar y protestas sociales. Pero el gobierno no hizo nada para prevenirlas sino, todo lo contrario, espero a que estas estallaran para recién proponer ciertos mecanismos de solución. ¿A qué se debe esta absurda inoperancia e inopia del gobierno de castillo?
Hay que tener en cuenta que el entramado de instituciones de una nación tiene como fin principal canalizar y procesar individualmente las demandas concretas relativas a la salud, educación, transporte, seguridad, etc., garantizando, de este modo, una cohesión social en interés de las mayorías. Sin embargo, las instituciones en el Perú son precarias y esto limita seriamente su eficacia para resolver, dentro un marco técnico, los conflictos sociales; asimismo, los partidos políticos ya no tienen la capacidad para representar y negociar las demandas de los agentes sociales. Pues bien, en lugar de construir un conjunto de políticas, estrategias y acciones que fortalezcan global e integralmente una institucionalidad democrática para generar profundos y amplios consensos en el Perú, el gobierno muestra una terrible incompetencia que inficiona aun mas la precaria institucionalidad del país,
Este déficit institucional deslegitima al estado peruano en amplios sectores de la sociedad __algo, que por cierto, castillo prometió cambiar__. Sin embargo, su gobierno tropieza y exacerba los conflictos sociales que ha heredado de los gobiernos anteriores. Al despreciar un estado liberal eficiente, esto es un sistema burocrático fundado en en procesos racionales, consensuales y democráticos que eviten la politización de las demandas, el gobierno permite que los agentes sociales y políticos se retiren del estado de derecho y se instalen en el espacio de la política contenciosa donde las demandas por servicios sociales concretos ceden gradualmente a un antagonismo violento y populista entre "un nosotros contra ellos".
¿Pareciese que el gobierno de castillo quiere en el fondo, como algunos creen maliciosamente, crear antagonismos sociales y políticos adrede con el fin de deslegitimar el sistema y luego proponer como salida estructural una nueva constitución? No es ningún secreto que su partido "Peru Libre" quiere reemplazar a cualquier precio el estado nación soberano por un estado plurinacional y una sociedad intercultural a la boliviana mediante la lógica populista. Sin embargo, la destrucción del precario aparato publico se debe mas a la mediocridad y la debilidad del gobierno que no ha sabido operar racionalmente las instituciones.
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esteban-velez · 6 years
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Consulta anticorrupción- análisis
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Este domingo se realizará la gran Consulta anticorrupción. Se someterá a consulta popular una serie de preguntas, que son:
        -¿Aprueba usted reducir el salario a los congresistas y a los altos mandos del Estado?
        -¿Aprueba usted la cárcel para los corruptos?
        -¿Aprueba usted la contratación transparente obligatoria en todo el país?
        -¿Aprueba usted la obligación de audiencias públicas y la participación ciudadana en los presupuestos públicos?
        -¿Aprueba usted que los congresistas sean obligados a rendir cuentas anualmente?
       - ¿Aprueba usted hacer público las propiedades e ingresos injustificados de políticos elegidos, y en caso tal, proceder a la extinción de dominio?
        -¿Aprueba usted establecer un límite de máximo tres periodos a los políticos elegidos?
En cada pregunta hay dos opciones: SI o NO.
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                                     Tarjetón de la consulta.
Para que sea aprobada la consulta, debe superar la tercera parte del censo electoral, que vendrían siendo 12.076.756 votos. Y para que cada pregunta pase, debe tener la mitad más uno de los sufragios válidos del total de la votación. Es decir: 6.037.879 votos.
Las que han impulsado esta histórica consulta son Claudia López y Angélica Lozano, grandes y destacadas senadoras, quienes han luchado en contra de los partidos políticos más antiguos, en contra de los que se oponen siempre a cualquier proyecto que sea de transformación, en contra de los políticos más conservadores, derechistas y oligarcas que hay en el Congreso de la República. La consulta ha tenido muchas trabas, pero siempre ha podido desenvolverse.
En Colombia, el abstencionismo ha sido bajo en las últimas elecciones, a excepción de las elecciones presidenciales de marzo de 2018, que fue de un 53%, unos 19 millones de votantes, algo histórico. Por lo general, ha sido del 43%, 41%, pero nunca superaba el 45%. Esto puede afectar la consulta ya que, según lo expresaron varios amigos, no es una jornada formal, ya que no se va entregar certificado electoral. Según lo que me han manifestado personas que entrevisté, no existen garantías para que se acabe la corrupción con esas preguntas.
¡Son 12 millones de votos!, algo difícil de conseguir (no soy pesimista, sino realista), a pesar que uno de los partidos con más seguidores, el Centro Democrático, liderado por el expresidente Álvaro Uribe, no apoye la consulta. Antes de que su discípulo, el presidente Iván Duque ganara la presidencia, Uribe apoyó la consulta, pero como muchos politólogos pensaron y dijeron: “Uribe está apoyando esa consulta como estrategia política, para que su partido y su discípulo pueda tener más popularidad y más votos”. Veo un obstáculo el tener en contra ese gran partido (y me refiero a la cantidad de seguidores), pero a la vez (la consulta), es una manifestación de rechazo en contra de dicho partido y otros partidos tradicionales. El Centro Democrático, para que se hagan una idea del poder de manipulación que tiene, fue quien hizo que ganara el NO en el plebiscito de los acuerdos de la paz. También, según varios analistas políticos, el Centro Democrático logró que millones de personas se abstuvieran de ir a las urnas ese día.
La consulta, a mi parecer, ha sido usada por algunos partidos políticos para ganar simpatizantes. Cambio Radical, partido con más procesados e investigados, apoya la consulta, teniendo cierta certeza que la consulta no ganará, ya que si lo hace, muchos de sus militantes serían los principales perjudicados. Otros senadores se oponen a la consulta. Sus argumentos son: “Con eso no se combate la corrupción”; “El costo de la consulta es muy alto”; “Las preguntas son anticonstitucionales” (argumento de muchos abogados), entre otros.
En los medios de comunicación, no hubo la suficiente propaganda. Es más, existen miles de colombianos que no saben por qué habrá ley seca este domingo; tampoco saben dónde y cómo votar, situación que afecta la consulta.
La consulta será histórica, los votos serán altísimos, pero, a mi parecer (y me gustaría, anhelo y espero equivocarme) no alcanzará lo requerido. Esto no detendrá a Claudia López ni a Angélica Lozano, ellas seguirán y seguirán luchando hasta que se apruebe. No estoy en contra de la consulta anticorrupción, no es que este a favor de los que están en contra, o siga algún bando político, o “echo la sal, la mala onda”.Voy a salir a votar ¡7 VECES SI! Y voy a hacer mucha pedagogía para que todos salgan a las urnas. Pero es que conozco mi país, conozco (y me duele) su debilidad, su despreocupación y su ignorancia democrática.
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florentinosolano · 3 years
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Lupita Jones, de Trump para San Quintín
“La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados”. Groucho Marx
Está claro que para la Coalición antiMORENA en Baja California todo se reduce en buscar una salida, por más extraña que ésta parezca y aunque para ello se deba recurrir a una estrategia que poco a poco está tomando importancia en el mundo: agarrar a algún personaje del medio televisivo o deportivo —como si de alguna representación pictórica se tratara— y ponerlo de candidato. Y como resultado, la presentación de Lupita Jones como candidata a Gobernadora del estado.
           Me imagino a alguien allá dentro —o en alguna reunión y en lo oscurito, como ellos mismos lo llaman— diciendo: “Ella es reina de belleza y ellos son tontos, votarán por ella”, y todos aceptaron pensando cada uno en lo provechoso que sería tener a una persona que no sabe nada de política en un puesto totalmente político. Así, pensando que nos encantan las telenovelas y las chicas de Trump, presentan a Lupita como su recurso más infalible. Y no digo que no va a ganar, el problema es que puede que lo haga. Los californianos ya tuvieron a su Arnold Schwarzenegger, los morelenses ya tienen a su Cuauhtémoc Blanco, los de la CDMX han tenido a su Carmen Salinas, los queretanos pudieron o podrían haber tenido a su Quico, así que no sería tan raro que nosotros tuviéramos a nuestra Lupita Jones.
           Lo malo es que Lupita no es de este Baja California. Es cierto que ella nació en Mexicali, pero de otro Baja California. Ella es de un Baja California donde todo es televisión, belleza, viajes y vida glamurosa. No de este Baja California donde hay cientos de miles de familias viviendo en extrema pobreza, donde los hombres, las mujeres y los niños se levantan desde las cuatro de la mañana —si es que logran conciliar el sueño— para realizar múltiples actividades con el único fin de poder ofrecer a su familia la esperanza de otro día para sobrevivir. Desde que sé de ella no he oído nunca que opine sobre las problemáticas del estado, mucho menos que haya emprendido alguna acción en favor de los más necesitados. O, ¿alguien vio, leyó algo de ella opinando, por lo menos, sobre los trabajadores de las maquiladoras y fábricas de Tijuana?, ¿sobre la lucha que mantuvo Mexicali —el Mexicali de nosotros— contra la cervecera Cosntellation Brands el año pasado?, ¿sobre la huelga jornalera que estalló en San Quintín hace seis años? Ni siquiera creo que haya leído algo la señora bella sobre todo eso.
           Ante el mal gobierno de Bonilla, consideré votar por otro candidato o candidata, pero que realmente ofreciera algo, que propusiera cambiar las políticas públicas de este estado, que considerara a los grupos más vulnerables, que tuviera mínima intención de cuidar a los nuestros, a nuestras familias. Pero otra vez no sucederá. En el PAN hay mujeres militantes con mucha preparación, en el PRI —aunque robó más—también debe haber mujeres muy capaces de hacer la diferencia, y en el PRD —partido de izquierda más derechista que hay en el mundo— también debe haber mujeres militantes con presencia social, o por lo menos con una carrera política, que bien pudieron haber tenido la oportunidad de dar voz a todas las mujeres de Baja California. Pero en la política sucede lo que en la literatura: sólo podemos hablar de cómo pudieron ser las cosas o cómo debieron ser las cosas.
           Yo hablo mucho de San Quintín, pienso mucho en San Quintín, siempre. Porque llevo dieciséis años viviendo aquí, porque aquí crecieron mis hijos y porque miles de paisanos, vecinos y familiares llegan a San Quintín cada año, cada temporada. Y cada uno de nosotros aportamos nuestra fuerza para que Baja California siga creciendo, pero también esperamos que crezca para nuestros hijos y nietos. Muchos dicen que nosotros no somos de aquí y que ni siquiera debemos opinar, mucho menos participar en la política o lo que tenga que ver con ello. Yo opino lo contrario, nosotros somos tan de aquí como en cualquier lugar donde aportemos toda nuestra fuerza, nuestra mano de obra para levantar la economía, somos del sitio, de la tierra, al que nos aferramos día a día con el fin de darle raíces a nuestros hijos. Si bien es cierto que nosotros nacimos donde nos dio la chingada gana, dijera la gran Chavela Vargas, pero también es cierto que desde que llegamos a San Quintín, hemos entregado todo para poder tener algo, aunque no sea de la misma manera. Y en estos temas, aspiramos, deseamos que la política sea más seria y los que la dirigen, más humanos.
Hace unos días anunciaron que Lupita Jones vendría a San Quintín a esparcir un poco de su belleza trumptiana sobre nosotros los mortales, los olvidados, los abandonados, los necesitados, los de ningún lugar, los que estamos fuera de las estadísticas, los que a pura fuerza peleamos contra la pandemia cada día, los que todos los días cuidamos la planta de pepino, la de tomate, la de fresas, la de arándano, las de zarzamora, las plantas de Baja California; los que estamos aquí pero no aparecemos en ningún lado.
           Lupita Jones va a venir a San Quintín, donde ni siquiera de turista vino alguna vez. No hay que olvidar que también Jenny Rivera vino aquí un día, pero fue porque le pagaron.
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mauriciomeschoulam · 4 years
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12 de septiembre de 2020
Nominación de Trump al Nobel por acuerdo EAU-Israel
Trump acaba de ser nominado para el premio Nobel de la paz. Christian Tybring-Gjedde, un miembro del parlamento noruego del derechista Partido del Progreso, fue quien sometió esta nominación. Ese mismo parlamentario, por cierto, ya había nominado previamente a Trump por sus negociaciones con Corea del Norte. En el caso actual, la nominación se debe al rol que jugó el presidente estadounidense para la conclusión del acuerdo de normalización de relaciones entre Emiratos Árabes Unidos (EAU) e Israel, que se firmará la próxima semana en Washington. Independientemente de si llega o no llega a ganar ese premio, la nominación cae a Trump como anillo al dedo, dado que, la Casa Blanca ha buscado justamente encuadrar el pacto EAU-Israel como un acuerdo de paz. Lo que EAU e Israel están firmando es, en realidad, un convenio de formalización de relaciones que ya existían pero que no eran reconocidas abiertamente y que, al hacerlo, en efecto, tienen ahora un enorme potencial de crecimiento. Pero las palabras importan y nombrar a este como un “tratado de paz” tiene una razón de ser. Por consiguiente, es necesario analizar dicho convenio desde distintos ángulos. Uno es, por supuesto, su relevancia geopolítica. Otro, la importancia política que este acuerdo tiene para Trump justo en estos momentos de su campaña electoral.
Empiezo por esto último. Sabemos que Trump ha necesitado desde el inicio de su gestión, presentarse como un presidente que cumple. Esta no es una condición exclusiva de este presidente; lo que pasa, es que Trump lanzó tal cantidad de promesas de campaña—muchas de ellas considerablemente difíciles de lograr—que ahora, pasados sus cuatro años de gestión, le resulta complicado evadir. Entre otras cosas, él prometió conseguir la paz en Medio Oriente, mediante el “Acuerdo del Siglo”. Empleando estrategias no convencionales, decía, él lograría lo que ninguno de sus antecesores había conseguido. Para semejante tarea, colocó a cargo a su yerno, Jared Kushner, auxiliado por Jason Greenblatt, personajes sin experiencia diplomática, pero con una trayectoria en el mundo de los negocios que, aplicada a este caso, conseguiría finalmente, según Trump, la paz entre palestinos e israelíes.
El problema es que este compromiso no se logró llevar a buen puerto. Los negociadores palestinos fueron percibiendo que la parte israelí estaba siendo ampliamente favorecida por Washington, se fueron sintiendo cada vez más aislados y terminaron por romper los contactos con la Casa Blanca. Este año, la administración Trump reveló el esperado “Plan de Paz para Palestina-Israel” en cuyos detalles no me meto en este momento (acá escribí un texto al respecto: https://bit.ly/3igYbMd). Sin embargo, ya para ese momento, las relaciones de Washington con la dirigencia palestina estaban muy dañadas, la desconfianza era muy difícil de superar, y el plan no funcionó siquiera como punto de partida para detonar un nuevo proceso de negociaciones. Para efectos prácticos, el “Acuerdo del Siglo”, que no era un acuerdo—pues una de las partes en conflicto no lo aceptaba—y mucho menos del siglo, no ha acercado la paz a la región. De hecho, según diversos análisis que proceden de los sectores militar y de inteligencia, si ese plan se pusiera en práctica, probablemente resultaría en una mayor inestabilidad regional.
Por lo tanto, para propósitos de la campaña electoral en curso, urgía una especie de premio de consolación, algo que permitiera sostener la línea discursiva de que la paz en Medio Oriente había sido alcanzada, una línea muy presente, por cierto, en la convención republicana.
Ahí es donde entra la ardua gestión diplomática que la Casa Blanca ha estado haciendo para que Israel formalice relaciones con varios países árabes del Golfo (además de Sudán), de los cuales, hasta ahora, solo EAU se había aventurado a dar el paso. De último momento ayer supimos que Bahréin ha decidido seguir los pasos de EAU quien, tras varias décadas, se convirtió apenas en el tercer país árabe en establecer relaciones formales con Israel, aún a pesar de que el conflicto palestino-israelí sigue sin resolverse. Pero a diferencia de los otros dos, Egipto y Jordania, que sí habían sostenido conflictos armados con Israel antes de firmar sus tratados de paz, el acuerdo EAU-Israel (lo mismo que el de Bahréin que apenas se anunció) en realidad abre a la luz pública relaciones que ya existían, y en efecto, potencializa un enorme crecimiento de las mismas.
Desde la perspectiva comercial y tecnológica, se vislumbran grandes oportunidades para ambos países, aunque EAU tiene también puesta la mirada en otros aspectos como lo es su acceso a armamento de vanguardia, lo que ha sido prometido a ese país tanto por parte de Washington como de Netanyahu. Adicionalmente, Abu Dabi gana con el convenio un acceso privilegiado a la Casa Blanca y un trato preferencial por parte de Washington en todo lo que respecta a su región.
De su lado, además de la victoria de política interna que todo esto representa para Netanyahu, este pacto le permite mostrar que es posible cambiar la ecuación: pareciera que ya no hace falta que Israel resuelva su conflictiva con Palestina como prerrequisito para establecer relaciones formales con sus vecinos árabes. Por si fuera poco, Netanyahu sigue sumando puntos positivos con Trump, a quien debe tanto por su cercanía de los últimos años, y aprovecha para asistirle electoralmente en el momento en el que más le urge.
Ahora bien, también hay factores geopolíticos que son cruciales de tener en cuenta. Israel y EAU se posicionan ya formalmente del mismo lado en un complejo mapa de alianzas, coaliciones y rivalidades regionales. No es que no lo estaban, pero ahora, ya de manera abierta, su alianza tiene un gran potencial de crecer.
Primero que nada, ambos tienen en Irán, al mayor de los enemigos comunes. Mientras que Israel considera como uno de principales objetivos el impedir que la posición estratégica de Irán se fortalezca aún más en Siria y Líbano, y se mantiene efectuando bombardeos en contra de personal militar iraní y de aliados de Irán en estos países, EAU ha combatido a los aliados de Irán en Yemen y ha sido una de las mayores víctimas de la campaña de Teherán de acoso a buques y puertos en el Golfo Pérsico. Adicionalmente, tanto para Israel como para EAU es crucial unir esfuerzos para evitar que Irán siga avanzando en su proyecto nuclear.
Pero más allá de Irán, los EAU e Israel están interesados en fortalecer sus lazos y así enfrentar de manera más sólida a rivales comunes como Turquía. Concretamente, en Libia, Abu Dabi está opuesta a Ankara pues ambos países apoyan militarmente a bandos contrarios en esa guerra civil. Por otro lado, el respaldo de Turquía a la Hermandad Musulmana y a organizaciones islámicas afines como Hamás, constantemente provoca choques entre Turquía e Israel, o entre Turquía y el bloque saudí del que aliados como Egipto y EAU forman parte. Además, en el Mediterráneo del Este, Israel forma parte de un grupo de países (junto con Egipto, Chipre y Grecia) que están viviendo fuertes tensiones con Turquía por la explotación de campos de gas natural que han estado siendo descubiertos, parte de los cuales Ankara reclama como suyos.
De manera tal que, como vemos, la normalización y fortalecimiento de relaciones entre EAU e Israel, tiene objetivos estratégicos que rebasan con mucho a la campaña electoral de Trump. Sin embargo, no es propiamente de “paz en Medio Oriente” de lo que se puede hablar. De hecho, las condiciones para construir la paz en la región, pasan por generar, no reducir, los incentivos para reactivar procesos de negociación entre las partes conflictuadas. En este caso, las estrategias de Trump han resultado en un paulatino aislamiento, no en la inclusión de la parte palestina, la cual tendría que estar negociando de manera integrada, si es que de verdad estuviésemos hablando de conseguir un “Acuerdo del Siglo” y un verdadero proyecto de paz. Mientras eso no ocurra, el discurso de paz solo forma parte de la campaña electoral y del mensaje que se busca transmitir para lo cual, lo del Nobel, aunque se quede en nominación, resulta muy conveniente.
Twitter: @maurimm  
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latablainfo · 4 years
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Gringo experto en sanciones recomienda determinar "el umbral de dolor" que el país víctima está dispuesto a soportar
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Richard Nephew, ex coordinador adjunto de Política de sanciones en el Departamento de Estado gringo, dice en su libro El Arte de las Sanciones (2017) que hay dos factores críticos en los países víctimas: el dolor (los daños ocasionados) y la determinación (resistencia del pueblo y su gobierno).
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En el caso venezolano, los daños ocasionados abarcan principalmente el robo de sus activos en el exterior y la imposibilidad de acceso a mercados internacionales para la compra de bienes de primera necesidad. 
La resistencia del pueblo y el gobierno de Maduro ha radicado en la búsqueda de soluciones para burlar el bloqueo y obtener recursos económicos para mantener la producción local y aminorar el impacto diario en la ciudadanía.
Nephew "ofrece" un marco práctico para planificar y aplicar sanciones: "cómo calibrar y decidir cuándo han alcanzado el máximo eficacia". Analiza por qué contra Sadam Husein (Irak) no surtieron efecto y en cambio contra Irán sí llevaron a una negociación (el acuerdo nuclear de 2015 roto por Trump).
Analiza en su texto por qué las sanciones contra Sadam Husein en Irak no tuvieron el efecto buscado y en cambio contra Irán sí llevaron a una negociación (el acuerdo nuclear de 2015 roto por Trump).
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El derechista Centro de Estudios Internacionales y Estratégicos (CSIS), con sede en Washington, asegura que "el problema" no son las sanciones como tal sino que dejaron de ser un instrumento al servicio de estrategias específicas para convertirse en una política  en sí misma.
El canciller venezolano ha hecho referencia al libro a propósito de las sanciones impuestas por EEUU. La primera en DIC2014 por el congreso contra varios funcionarios venezolanos, luego Barack Obama con su orden ejecutiva y más recientemente con Trump.
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jgmail · 4 years
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¿Los votantes de ultraderecha tienen razón?
Una crítica de Nacionalpopulismo, de Roger Eatwell y Matthew Goodwin
Por Steven Forti
Fuentes:
CTXT
En los últimos años se han vertido ríos de tinta sobre el avance de los populismos y las extremas derechas. Tenemos ya un número relevante de publicaciones, también en el ámbito académico, que intentan mapear la situación a nivel global y explicar las razones de su éxito. Entre estas, merece especial atención Nacionalpopulismo. Por qué está triunfando y de qué forma es un reto para la democracia (Península, 2019), escrito por Roger Eatwell y Matthew Goodwin. Eatwell, profesor emérito en la Universidad de Bath, es uno de los mayores expertos internacionales del fascismo con obras ya clásicas como Fascism: A history. Quiero subrayar desde el principio que para los que estudian o quieren entender este fenómeno Nacionalpopulismo es un libro de obligada lectura que presenta, sin embargo, algunos problemas. Vayamos por partes.
Los que votan a Trump, Salvini o Le Pen no lo hacen solo en contra del sistema, sino porque comparten una visión del mundo y una serie de preocupaciones
Eatwell y Goodwin consideran el nacionalpopulismo una “ideología”, distinta del fascismo histórico, “basada en corrientes muy profundas y duraderas” (p. 11). Por eso, están convencidos de que, primero, debe examinarse como un todo por su carácter internacional y, segundo, que ha llegado para quedarse porque su avance depende de “cambios profundos y a largo plazo” (p. 41) en las sociedades occidentales. Añaden que el nacionalpopulismo no es de por sí un desafío antidemocrático: al contrario, plantea también interrogantes democráticos legítimos y sus partidarios “no son fascistas que quieren derribar nuestras principales instituciones políticas” (p. 13).
Desconfianza, destrucción, privación, desalineamiento
Según los autores, existen una serie de mitos populares o tópicos que se deben superar. En primer lugar, los votantes nacionalpopulistas no son solo “hombres mayores blancos y enfadados” (p. 43): Trump o el brexit han mostrado que se ha forjado una alianza amplia y flexible de socialconservadores de clase media y obreros donde lo que más pesa no es tanto la situación económica, sino la brecha educativa. En segundo lugar, no tienen para nada claro, como algunos de forma optimista sostienen, que en el futuro la sustitución de un electorado ya mayor por los milenial, generalmente más progresistas, puede cambiar la correlación de fuerzas: los milenial participan y votan menos, pueden volverse más conservadores con el paso de los años y, además, hay también una parte no desdeñable de jóvenes que apoyan ya a los nacionalpopulistas. En tercer lugar, la “teoría de protesta” (p. 64) no funciona: los que votan a Trump, Salvini o Le Pen no lo hacen solo en contra del sistema, sino porque comparten una visión del mundo y una serie de preocupaciones.
Aquí quizás se encuentra la parte más interesante del libro: Eatwell y Goodwin detectan cuatro “palabras clave” (p. 24) –desconfianza, destrucción, privación, desalineamiento–, es decir, cuatro transformaciones sociales profundas que preocupan a la ciudadanía de Occidente y que los nacionalpopulistas han cabalgado. Según los autores, la naturaleza elitista de la democracia liberal ha fomentado la desconfianza hacia los políticos y las instituciones hasta el punto de que muchos ciudadanos tienen la sensación de que no tienen voz. El aumento de la inmigración y el que definen  como “hipercambio étnico” (p. 162) ha comportado unos temores sobre la destrucción de las comunidades y la identidad histórica de los grupos nacionales y los modos de vida establecidos. La globalización de la economía neoliberal ha avivado el sentimiento de “privación relativa” (p. 241) por el aumento de las desigualdades en los ingresos y la riqueza: muchas personas tienen la percepción subjetiva de que su estatus está empeorando en comparación con los demás. Finalmente, el debilitamiento de los lazos entre los partidos mayoritarios tradicionales y el pueblo ha favorecido la inestabilidad de los sistemas políticos ya que cada vez más personas están dispuestas a escuchar nuevas promesas.
¿Nacionalpopulismo o extrema derecha 2.0?
La propuesta de los dos politólogos británicos resulta cautivadora porque aporta unos datos sumamente interesantes –extraídos de numerosos estudios y encuestas– y porque no se centra solo en la última década, sino que ofrece una perspectiva histórica a largo plazo. Asimismo, parece muy acertado diferenciar el fascismo histórico de este nuevo fenómeno muy magmático y heterogéneo y también proponer un análisis donde se tienen en cuenta todos los factores –economía, cultura, inmigración, empleo, austeridad, nacionalismo– sin considerarlos excluyentes. Ahora bien, hay cuestiones problemáticas, afirmaciones que chirrían y otras que resultan bastante chocantes.
En primer lugar, y aunque se intenta ofrecer una visión global, no cabe duda de que el análisis está muy centrado en los casos de Estados Unidos y del Reino Unido: a veces, el esquema que proponen no funciona del todo en países como España, Portugal, Irlanda o Grecia. Así, no faltan imprecisiones que sirven, consciente o inconscientemente, para reforzar su tesis sobre cómo explicar el voto a favor del Movimiento 5 Estrellas (M5E) y la Liga en las elecciones italianas de marzo de 2018 casi únicamente por el euroescepticismo o considerar que en el caso del M5E no se ha vinculado la economía con la inmigración. Sin contar un error garrafal cuando hablan del PSOE como el socio de minoría de un gobierno de coalición en España.
En segundo lugar, no convence la utilización del concepto de nacionalpopulismo. Comparto con Eatwell y Goodwin la utilidad de una macrocategoría para hablar de partidos y movimientos que tienen puntos en común, pero también no pocas divergencias, además de la idea de que el fenómeno actual es distinto al fascismo de entreguerras y al neofascismo de la segunda mitad del siglo XX. Sin embargo, por un lado, no creo que el nacionalpopulismo sea una ideología: no es nada más que un nacionalismo, o ultranacionalismo, adaptado al que Rogers Brubaker ha llamado el “momento populista”.  En el amplio debate, más que por las tesis de Cas Mudde, que definió el populismo como una “ideología delgada”, me decanto por la tesis que lo considera un estilo, una estrategia y/o un lenguaje que se puede adaptar a cualquier ideología. Se ha definido con acierto el de Macron, por ejemplo, populismo de extremo-centro. Por otro lado, me parece que si llamamos nacionalpopulismo a fenómenos como la Liga de Matteo Salvini, el trumpismo, la Agrupación Nacional de Marine Le Pen, el Partido de la Libertad austriaco o Alternativa para Alemania sencillamente los estamos blanqueando: se trata, más sencillamente, de una nueva extrema derecha, o extrema derecha 2.0, que utiliza un lenguaje y un estilo populistas, se ha transformado sustituyendo el tema racial con la batalla cultural –gracias a la relectura que Alain De Benoist hizo de Gramsci– y ha adoptado unos rasgos provocadores y antisistema gracias también a la capacidad de modular la propaganda a través de las nuevas tecnologías.
¿Alabar a las masas o educar a la ciudadanía?
En tercer lugar, la voluntad de los autores de “comprender mejor a los votantes nacionalpopulistas” (p. 111), si bien es necesaria y loable, parece a veces acabar justificando las opiniones, percepciones o paranoias de una parte de estos votantes. Por un lado, se le concede demasiada importancia al tema de la inmigración en el apoyo electoral a los nacionalpopulistas, llegando a utilizar un concepto de dudosa cientificidad como el de “hipercambio étnico”, que, en la formulación más cristalina de “sustitución étnica”, es uno de los caballos de batalla de los ultras. Por el otro, no se tiene en cuenta para nada cómo los Trump, Salvini y Bolsonaro orientan las elecciones y el debate público o cómo los medios de comunicación tratan estos temas, sin contar el papel jugado por las redes sociales.
Así, llama la atención que los autores consideren que la visión del político derechista británico Enoch Powell –autor en 1968 del famoso discurso de los “ríos de sangre”– “contaba con un amplio apoyo”: parece casi que les sepa mal que Powell “cayó en el ostracismo y su carrera política no llegó a recuperarse” (p. 168). Según esta lógica, y más allá de la fiabilidad de la encuesta de Gallup citada, según la cual el 74% de la clase trabajadora estaba de acuerdo con él, la política no debería tener una función educativa, sino solamente alabar a las masas. Es la visión hipopolítica aplicada ya en los noventa por un populista en toda regla como Silvio Berlusconi. Una cosa es escuchar  las demandas y preocupaciones de la ciudadanía, otra bien distinta es repetirlas, legitimándolas. El político que dice lo que la gente corriente piensa, aunque se trate de sandeces, tendría pues razón: en el fondo se acaban justificando las peores pulsiones existentes.
Conectado con esto, choca también la propuesta que Eatwell y Goodwin hacen para contrarrestar el nacionalpopulismo: una política de fronteras más cerradas y de limitación de la inmigración que sería, además, “compatible con una política progresista” (p. 308). “Parece realmente increíble”, afirman, “que los socialdemócratas logren recuperar a los trabajadores, a menos que estén dispuestos a modificar su postura culturalmente liberal sobre la inmigración” (p. 290). Además de no tener en cuenta las experiencias de Syriza, Podemos, las confluencias municipalistas o también los Verdes alemanes, deja como mínimo anonadado leer que los partidos progresistas deberían comprar parte de las políticas nacionalpopulistas para ganar unas elecciones. En realidad, esto significaría allanarle el camino a la ultraderecha porque, ya se sabe, la gente prefiere el original a la copia, además de ser una rendición cultural, moral y política. Para más inri, resulta contradictorio con lo que los dos autores sostienen unas páginas antes, donde responsabilizan –con razón– a Clinton, Blair y Schröeder del aumento de la desconfianza, privación y desalineamiento en nuestras sociedades justamente por haber comprado, con la llamada tercera vía, parte del argumentario neoliberal. ¿Y ahora la socialdemocracia debería hacer más de lo mismo, comprando parte del argumentario –además el más chovinista– de los nacionalpopulistas?
Los autores responsabilizan a Clinton, Blair y Schröeder del aumento de la desconfianza, privación y desalineamiento por haber comprado parte del argumentario neoliberal
Finalmente, choca en parte también con lo que los dos politólogoso británicos sostienen en las conclusiones del volumen donde muestran cómo los sistemas políticos europeos se han derechizado en los últimos años justamente por la entrada en escena de la extrema derecha 2.0. El caso británico es sintomático: tras el brexit, el UKIP ha desaparecido del mapa, pero los tories se han ukipizado. Boris Johnson es la prueba fehaciente de ello. Por esto, Eatwell y Goodwin hablan de la posibilidad en el futuro de un “nacionalpopulismo ligero” (p. 310) con unos partidos conservadores que miran más a la derecha que al centro. El PP de Casado es un buen ejemplo, así como los populares austriacos de Kurz. No parece que la solución para contrarrestar la ola ultraderechista deba de ser  una socialdemocracia que cierra fronteras o unos populares aún más escorados hacia la ultraderecha.
Si no son fascistas, ¿entonces no darán un giro autoritario?
Hay más cosas que chirrían. Según los autores, para hacer funcionar mejor nuestras democracias y reconstruir los lazos de confianza se deberían dar más competencias de la UE a los Estados nación (p. 159). Una vez más, deberíamos comprar el euroescepticismo para pararle los pies a los ultraderechistas, vaciando aún más las instituciones comunitarias de sus escasas competencias. Es justo lo contrario de lo que se debería hacer: por un lado, reforzar las competencias de la UE y, eso sí, democratizarlas más, eliminando en muchos ámbitos los derechos de veto de los Estados nacionales que han impedido hasta ahora una real integración política europea y una mayor solidaridad. Por el otro, se debería impulsar una verdadera participación ciudadana desde abajo, reforzando no tanto los Estados nación, sino más bien los ayuntamientos y los niveles políticos que tienen una relación más cercana y cotidiana con la ciudadanía.
Eatwell y Goodwin nos dicen también que los votantes nacionalpopulistas no son de por sí unos fascistas. Y es cierto, aunque hay una parte no desdeñable que lo es o se parece mucho. Sin embargo, ¿eran todos racistas y antisemitas los que votaron por Hitler en el ocaso de la república de Weimar? Seguramente no, como tampoco eran todos defensores de la porra y el aceite de ricino los italianos que votaron por Mussolini en 1924. Asimismo, si bien es indudable que el nacionalpopulismo plantea algunos interrogantes legítimos, lo mismo puede decirse de los fascismos de entreguerras. Esto no significa que los líderes de los partidos ultraderechistas no quieran, tarde o temprano, dar un giro autoritario convirtiendo nuestras democracias en cáscaras vacías. ¿No lo hicieron ya los mismos Mussolini e Hitler que llegaron el poder, no se olvide, tras haber ganado unas elecciones, aunque utilizaron al mismo tiempo la violencia callejera para amedrentar a los adversarios? El caso de la Hungría de Viktor Orbán es un ejemplo fehaciente y extremadamente preocupante de ello. Ahí tenemos la prueba de que el concepto de “democracia iliberal”, acuñado por el primer ministro húngaro en 2014, no era un significante vacío, sino un proyecto político bien definido que ha aprovechado la emergencia del coronavirus para convertir el país de Lajos Kossuth en el primer régimen autoritario en el corazón de la UE.
Nacionalpopulismo es un libro que ofrece muchos datos útiles para la comprensión de este fenómeno y que detecta algunas de las razones de fondo que explican el avance de las nuevas extremas derechas. Sin embargo, tiene importantes debilidades y algunos puntos críticos, como un cierto anglocentrismo, una subestimación de la voluntad de los líderes ultraderechistas para asfixiar a las democracias liberales y una ambigua justificación de las “pasiones tristes” de los votantes nacionalpopulistas, que, al fin y al cabo, niega cualquier posible valor educativo a la política.
Steven Forti. Profesor asociado en Historia Contemporánea en la Universitat Autònoma de Barcelona e investigador del Instituto de Historia Contemporánea de la Universidade Nova de Lisboa.
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