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La carne de llama: Una alternativa saludable y accesible
La carne de llama: Una alternativa saludable y accesible René Gerón, vendedor de carne de llama de la Puna, destaca la accesibilidad y beneficios de esta opción saludable y versátil.
René Gerón, vendedor de carne de llama de la Puna, destaca la accesibilidad y beneficios de esta opción saludable y versátil. René Gerón: Pionero en la venta de carne de llama René Gerón, vendedor de carne de llama de la Puna, nos cuenta sobre su negocio y cómo ha logrado posicionar este producto en el mercado. A pesar de no ser productor directo de camélidos o caprinos, René ha encontrado un…
#alternativas económicas#butifarra#carne de llama#carne molida#carne saludable#chorizo#colesterol#colesterol alto#crecimiento del consumo#Cuenca de Pozo de Cieneguilla#Diabetes#economía popular#hamburguesas#higiene y calidad#hipertensión#logística#Mega Mall#Milanesa#milanesas de lomo#pierna de llama#productos procesados#puchero#Puna#Red Puna#René Gerón#Rubén Daza#Sabores de Atacama#ubicación estratégica
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La carne de llama: Una alternativa saludable y accesible
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Estadísticas relevantes sobre uso de apps móviles
Las aplicaciones móviles son clave en nuestra vida hoy en día. Nos ayudan en el entretenimiento, las compras, la productividad y la comunicación. Ahora, veremos las estadísticas y tendencias que muestran su importancia y impacto en nuestra sociedad. Principales conclusiones Las aplicaciones móviles son esenciales en nuestro día a día. El mercado de aplicaciones móviles ha crecido mucho en los…
#Consumo de apps móviles#Crecimiento del uso de apps en dispositivos móviles#Estadísticas del mercado de aplicaciones móviles#Impacto de las aplicaciones móviles en la sociedad#Preferencias de los usuarios en apps móviles#Tendencias en el uso de apps móviles#Tipos de aplicaciones más descargadas
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Ejercicio Regular: La actividad física regular se ha asociado con la reducción del estrés y la ansiedad, y la mejora del estado de ánimo.
Dieta Equilibrada: Consumir una dieta rica en nutrientes esenciales, como vitaminas y minerales, puede tener un impacto positivo en el bienestar mental.
Sueño de Calidad: El sueño adecuado es crucial para la salud mental. La privación del sueño puede aumentar el riesgo de trastornos del estado de ánimo y la ansiedad.
Redes Sociales y Apoyo Social: Mantener relaciones sociales y buscar apoyo emocional en amigos y familiares puede ayudar a reducir el estrés y mejorar la salud mental.
Técnicas de Relajación y Mindfulness: La práctica regular de la meditación y la atención plena (mindfulness) se ha relacionado con la reducción del estrés y la mejora de la salud mental.
Limitar el Consumo de Alcohol y Drogas: El abuso de sustancias puede tener un impacto negativo en la salud mental. Limitar o evitar su uso es importante para mantener la estabilidad emocional.
Buscar Ayuda Profesional: No dudes en buscar la ayuda de un profesional de la salud mental si experimentas problemas persistentes. La terapia y la medicación pueden ser efectivas en el tratamiento de trastornos mentales.
Establecer Objetivos Realistas: Tener metas y objetivos realistas puede proporcionar un sentido de propósito y logro que beneficia la salud mental.
Desarrollar Habilidades de Afrontamiento: Aprender estrategias efectivas para hacer frente al estrés y las adversidades puede fortalecer la resiliencia mental.
Participación en Actividades Significativas: Participar en actividades que te apasionen y te den un sentido de logro y satisfacción puede contribuir significativamente a una buena salud mental.
Educación sobre la Salud Mental: Aumentar la conciencia y comprensión de los problemas de salud mental puede reducir el estigma y promover la búsqueda de ayuda cuando sea necesario.
Practicar la Gratitud: Llevar un diario de gratitud o reflexionar sobre las cosas por las que estás agradecido se ha relacionado con una mayor satisfacción y bienestar emocional.
Establecer Límites: Aprender a decir no y establecer límites saludables en las relaciones y las responsabilidades puede prevenir el agotamiento y el estrés crónico.
Fomentar el Desarrollo Personal: La búsqueda de actividades que fomenten el crecimiento personal y el aprendizaje continuo puede aumentar la autoestima y la satisfacción con la vida.
Practicar la Empatía: Fomentar la empatía hacia los demás y cultivar relaciones interpersonales positivas puede tener un impacto beneficioso en la salud mental.
Promover el Autocuidado: Hacer tiempo para cuidarte a ti mismo, disfrutar de actividades de ocio y desconectar de las demandas cotidianas es esencial para mantener un equilibrio emocional.
Participación en Comunidad: Involucrarse en actividades comunitarias y ayudar a los demás puede aumentar el sentido de pertenencia y el bienestar emocional.
Practicar la Resolución de Problemas: Desarrollar habilidades para resolver problemas de manera eficiente puede reducir la ansiedad y el estrés relacionados con situaciones difíciles.
Expresar Emociones de Manera Saludable: Aprender a comunicar y expresar tus emociones de manera efectiva en lugar de reprimirlas puede reducir la angustia emocional.
Cultivar un Sentido de Humor: El humor y la risa pueden liberar endorfinas y reducir el estrés. Reírse de situaciones difíciles puede ayudar a cambiar la perspectiva.
Mantener un Diario de Pensamientos y Emociones: Llevar un diario donde puedas expresar tus pensamientos y emociones puede ayudarte a procesar y comprender tus sentimientos, reduciendo el estrés emocional.
Fomentar la Creatividad: Participar en actividades creativas, como la pintura, la música o la escritura, puede promover la relajación y la expresión emocional.
Establecer Metas Realistas: Establecer objetivos alcanzables y desafiantes puede aumentar la motivación y el sentido de logro, mejorando la salud mental.
Aprender a Decir “No”: Establecer límites saludables y aprender a decir “no” cuando sea necesario puede prevenir la sobreexigencia y el agotamiento emocional.
Practicar la Autocompasión: Ser amable y compasivo contigo mismo en momentos difíciles puede reducir la autocrítica y aumentar la resiliencia.
Establecer una Rutina Saludable: Tener una rutina diaria estructurada puede proporcionar estabilidad y reducir la ansiedad.
Fomentar la Intimidad en las Relaciones: Mantener relaciones íntimas y de apoyo con amigos y seres queridos puede aumentar la satisfacción y la salud mental.
Desarrollar la Resiliencia: Fortalecer la resiliencia emocional a través de la adaptación a desafíos y adversidades puede mejorar la capacidad de recuperación ante el estrés.
Mantener Relaciones Saludables con la Tecnología: Establecer límites en el uso de dispositivos electrónicos y redes sociales puede prevenir la sobreexposición y el estrés relacionado con la tecnología.
Practicar la Apreciación del Momento Presente: Conectar con el momento presente a través de la atención plena (mindfulness) puede reducir la rumiación y mejorar el bienestar emocional.
Fomentar la Toma de Decisiones Informadas: Tomar decisiones basadas en información sólida en lugar de impulsos emocionales puede reducir la ansiedad y aumentar la sensación de control.
Promover la Diversidad en tus Interacciones Sociales: Interactuar con personas de diferentes culturas y perspectivas puede aumentar la empatía y la comprensión intercultural.
Desarrollar Habilidades de Comunicación: Mejorar tus habilidades de comunicación, como escuchar activamente y expresarte de manera efectiva, puede fortalecer las relaciones y reducir conflictos.
Practicar la Aceptación y el Perdón: Aprender a aceptar situaciones no controlables y practicar el perdón puede liberar emociones negativas y mejorar la salud mental.
Participar en Voluntariado: El voluntariado y ayudar a los demás de manera altruista puede aumentar la satisfacción con la vida y el sentido de propósito.
Establecer Objetivos a Corto y Largo Plazo: Tener metas claras y a corto plazo junto con objetivos a largo plazo puede proporcionar un sentido de dirección y motivación.
Explorar la Naturaleza: Pasar tiempo al aire libre y en la naturaleza se ha relacionado con una mejora del estado de ánimo y la reducción del estrés.
Practicar la Autorreflexión: Tomarte tiempo para reflexionar sobre tus pensamientos y emociones puede ayudarte a comprender mejor tu mente y tus necesidades emocionales.
Buscar Apoyo en Grupos de Apoyo: Unirte a grupos de apoyo relacionados con tus desafíos o intereses personales puede proporcionar un entorno de comprensión y apoyo.
Fomentar la Autenticidad: Ser auténtico y fiel a ti mismo en las relaciones y la vida en general puede aumentar la autoestima y la satisfacción personal.
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Cultura del vino en el Mediterráneo helenístico
La cultura de beber vino se disfrutaba en todo el mundo mediterráneo, y lo que es cierto ahora también lo era en la antigüedad: el vino siempre es un buen negocio. El período helenístico (en torno a 335-30 a.C.), entre Alejandro Magno y Cleopatra VII, fue testigo de la expansión de las relaciones comerciales en un área en constante crecimiento, poniendo a regiones distantes en contacto directo o indirecto entre sí. A través de rutas comerciales de larga distancia, mercancías del noroeste de Europa, Oriente Medio, Arabia, India y Asia central llegaban al Mediterráneo. Por primera vez en la historia, incluso los productos chinos llegaron al Mediterráneo, lo que sentó las bases de la Ruta de la Seda. Desde artículos de lujo hasta alimentos, se intercambiaban productos en una sociedad de consumo en rápido desarrollo. Piense en gemas preciosas, oro y plata, hierbas y especias, perfumes y aceites, seda y lino, elefantes y esclavos, cereales como el trigo, la escanda y el arroz, el aceite de oliva y la salsa de pescado, el pergamino y el papiro, la cerveza y el vino.
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Existe dos países de América Latina con curiosa característica, tiene más vacas que población humana.
Un pequeño país de la zona sur del continente conocido principalmente por su estabilidad política y ganadería, tiene la peculiaridad de que la cantidad de vacas supera (por mucho) a la población humana. Uruguay alberga alrededor de 12 millones de cabezas de ganado, mientras que su población suma 3.4 millones de personas. Esto se traduce en que hay casi 4 vacas por cada uruguayo. En Argentina también las vacas superan en número a los humanos, aunque en menor proporción; tiene más de 50 millones de vacas, mientras que su pobación es de 45.8 millones.
¿Por qué Uruguay tiene tantas vacas? La razón detrás de esto tiene que ver con la estructura económica y geográfica del país. Uruguay ha sido históricamente un país agrario, con vastas extensiones de praderas para la cría de ganado. Además, factores como llanuras fértiles y el clima que en su mayoría es templado, influyen en que el ganado pastoree libremente, resultando en una carne de alta calidad que es apreciada tanto localmente como en otros países.
Por otro lado, el sector ganadero ha recibido un fuerte apoyo del gobierno uruguayo a lo largo de los años. Políticas agrícolas favorables, subsidios, programas de mejora genética y la venta internacional, les ha permitido crecer en la industria. El alto mercado en ganadería en Uruguay también responde a la falta de recursos naturales comparado con otros países de Sudamérica. Sin grandes yacimientos minerales o reservas de petróleo, Uruguay ha capitalizado sus recursos naturales más abundantes que son sus pastizales y su capacidad para la producción agrícola y ganadera.
¿Cuántas vacas hay por cada persona?
Uruguay alberga más de 12 millones de cabezas de ganado, mientras que su población es de 3.4 millones de habitantes, esto quiere decir que existen 3.6 vacas por cada persona. Este número relativamente pequeño en comparación con otros países sudamericanos como Brasil o Argentina permite que el país mantenga una proporción tan alta de ganado por persona. La población uruguaya se concentra principalmente en las áreas urbanas, con Montevideo, la capital, albergando casi la mitad de los habitantes del país.
La poca cantidad de habitantes es otra de las razones que da lugar a la cría de ganado en el país. Esta estructura demográfica y la concentración de la población en áreas urbanas dejan extensas áreas rurales disponibles para la agricultura y la ganadería.
La mala noticia es que, a pesar de los beneficios económicos y culturales de la ganadería, Uruguay enfrenta problemas de sostenibilidad. La producción de carne es intensiva en recursos y contribuye a la emisión de gases de efecto invernadero. En respuesta, el país está implementando medidas para reducir el impacto ambiental de esta actividad económica.
Puede interesarte: Cuáles son los países de Sudamérica donde no se habla español
¿Cuáles son los países con más vacas del mundo? A continuación, se muestra la lista de los países con mayor cantidad de vacas en el mundo, según National Beef Wire.
India (307.5 millones): Gran población bovina por razones religiosas y agrícolas. Brasil (194.3 millones: Principal exportador mundial de carne de res. China (101.5 millones: Alto consumo interno de carne y productos lácteos. Estados Unidos (89.2 millones): Industria ganadera avanzada y alto consumo de carne. Unión Europea (74.8 millones): Diversa producción de carne y productos lácteos. Argentina (53.1 millones): Famosa por su producción de carne de alta calidad. Australia (25.8 millones): Exportador importante de carne y productos bovinos. México (17.8 millones): Ganadería importante para economía y consumo interno. Rusia (17.4 millones): Ganadería en crecimiento para consumo doméstico. Uruguay (11.7 millones): Producción de carne de alta calidad para exportación.
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Decrecionismo y (eco)socialismo. ¿Perspectivas afines o en disputa ante la crisis ecológica?
Por Esteban Mercatante
Fuentes:
La izquierda diario
En este artículo presentamos una mirada sobre los planteos decrecionistas como respuesta a los desastres ambientales producidos por el capitalismo, e interrogamos sus propuestas desde una perspectiva ecosocialista revolucionaria.
Los desastres ambientales en múltiples dimensiones que viene produciendo el capitalismo, cuyos efectos vienen resultando cada vez más devastadores, dieron un –necesario– sentido de urgencia a las discusiones de cómo encararla. La rutina de reuniones internacionales en las que los representantes estatales realizan performances en las que se muestran preocupados, para después realizar compromisos apenas cosméticos respecto del nivel de emergencia –especialmente en materia de emisiones de carbono, pero lo mismo vale para muchos otros planos–; el lavado de cara verde que realizan numerosas firmas con campañas que sirven sobre todo –y a veces únicamente– de marketing para estimular un crecimiento de ventas, y el negacionismo del cambio climático que impera en sectores ligados a la extrema derecha (como el trumpismo en EE. UU. o Javier Milei en la Argentina), actuaron de ariete para la puesta en discusión de alternativas que se proponen ser más disruptivas. Entre ellas se ubica el planteo decrecionista, que plantea que es necesario desescalar de manera urgente y voluntaria la producción y el consumo, a través de cambios profundos en la manera en la que estos procesos se llevan a cabo. Desescalar, básicamente en los países ricos, es la única manera para reducir la emisión de gases, pero también los efectos que tiene sobre los ecosistemas la extracción de recursos que hoy supera holgadamente la capacidad que tiene la naturaleza para reponerlos. La discusión del decrecionismo no es nueva. Sus antecedentes se remontan por lo menos hasta La ley de la entropía y el proceso económico de Nicholas Georgescu-Roegen, de 1970-71. André Gorz en la década de 1980 planteó abiertamente la necesidad de que la economía de los países ricos, imperialistas, decreciera, para recuperar un sendero sostenible. Wolfgang Harich también habló en los ‘70 de una perspectiva de “comunismo sin crecimiento” que asociaba necesariamente a un régimen autoritario, noción esta última con las que polemizó Manuel Sacristán (sin rechazar este último la idea de que un régimen comunista debiera ser decrecionista, pero sin renunciar nunca a la posibilidad de una perspectiva de “democratismo radical directo”) [1].
Pero fue, sobre todo en las últimas dos décadas, gracias a las contribuciones de autores como Serge Latouche y a la luz del recrudecimiento de las señales de emergencia ecológica, que esta perspectiva ganó terreno.
En los países desarrollados, responsables casi exclusivos de los mayores trastornos ambientales, empezando por la emisión de gases acumulada en doscientos años de acumulación capitalista, el decrecionismo se ha vuelto una mirada de gran consenso en sectores activistas y académicos ligados a las problemáticas ecológicas desde perspectivas críticas –es decir, entre quienes no adscriben a la noción de que puede ser viable un “capitalismo verde”, con sus soluciones para los problemas ambientales a la medida del sostenimiento de la ganancia y de la acumulación de capital–.
El crecimiento como ideología
El blanco principal del decrecionismo, como su nombre lo indica, es el crecimiento económico. El PBI como indicador económico cargado de ideología es un punto de partida de casi todos los tratados que se ubican en esta corriente. Encontramos un importante espacio dedicado a revelar la construcción selectiva que produjo este índice, que identifica “la economía” con la producción de mercado y otras esferas como los servicios prestados por sector público, mientras deja afuera otras –como el trabajo doméstico–. Al mismo tiempo, se deconstruye la idea de que el crecimiento económico continuado, medido en términos de un Producto Bruto Interno siempre en aumento está necesariamente asociado a una mejora del bienestar. Por empezar, como nos recuerda Jason Hickel en el libro cuyo libro Menos es más. Cómo el decrecimiento salvará el mundo, recientemente editado en español por Capitán Swing, durante la mayor parte de la historia del capitalismo, “el crecimiento no trajo mejoras en el bienestar en las vidas de la gente común; de hecho, hizo todo lo contrario” [2]. La “acumulación originaria”, que Karl Marx aborda en el Capítulo XXIV de El capital para recordarnos que el capitalismo llegó al mundo “chorreando sangre y lodo, por todos los poros, desde la cabeza hasta los pies” [3], con su “liberación” del campesinado que dejaba de disponer de medios directos para su reproducción, creó las bases para poder imponer a la fuerza de trabajo, en Inglaterra primero y luego en el resto de Europa, largas jornadas laborales. El hacinamiento en las ciudades y la insalubridad laboral contribuyeron a un aumento de la mortalidad y reducción de la esperanza de vida. Esta misma “acumulación originaria” tuvo como presupuesto el colonialismo, que devastó poblaciones de África, América Latina, y Asia. La “correlación” entre crecimiento y bienestar se puede observar recién desde mediados del siglo XIX en Europa, y más tarde en otras geografías. Pero, incluso entonces, la mejora en muchos indicadores como la reducción de la mortalidad por enfermedades, la mortalidad infantil, y el aumento de la esperanza de vida, se debió menos al crecimiento que la aplicación extendida de medidas sanitarias básicas, como el acceso a agua potable y cloacas [4]. Sin embargo, el principal argumento es que, pasado un determinado umbral de PBI per cápita, este correlato se disocia, e incluso puede haber casos en los que “más es menos”. Hickel argumenta que “la relación entre PBI y bienestar humano se despliega en una curva de saturación, con retornos decrecientes pronunciados: después de un cierto punto, que las naciones de altos ingresos han superado hace rato, más PBI adhiere poco o nada al florecimiento humano” [5].
Algunos autores, como Latouche, refuerzan la crítica a la asociación entre riqueza –en un sentido amplio– con PBI, apelando a la experiencia –truncada por la fuerza por la imposición de políticas procapitalistas– en los países dependientes y semicoloniales (hablando en nuestros términos, no en los del autor que más bien se refiere al mundo “no occidental”): la ideología del crecimiento y del “desarrollo” (entendido siempre bajo los términos capitalistas impuestos por las potencias imperialistas) se usó como vara para tildar de pobres a sociedades en las que la reproducción estaba ampliamente organizada bajo formas de subsistencia no capitalistas, que eran sustentables en su relación con la naturaleza. La “pobreza” en términos de PBI –que quedaba magnificada por el limitado desarrollo de la esfera mercantil que podía medirse con este indicador pero resultaba más discutible con otras medidas más cualitativas de la satisfacción de necesidades– apuntaba a “remediarse” a través del impulso de las medidas “necesarias” para iniciar el camino del “desarrollo” bajo los lineamientos de las agencias internacionales, que no eran otra cosa que políticas de desposesión que abrían el paso a la acumulación capitalista. Acumulación que, bajo las condiciones de dependencia, produjo cualquier cosa menos desarrollo en casi todos los casos y que, al abrirse paso mediante la desarticulación de las formas de reproducción social preexistentes, no capitalistas, produjo un aumento de la pobreza en gran escala en estas sociedades. En el planteo de Latouche puede haber alguna inclinación a romantizar aspectos de las relaciones de producción no capitalistas, pero es indiscutible el resultado de los programas de ajustes y reformas estructurales implementados bajo mandato del FMI y el Banco Mundial en el mundo periférico.
¿Por qué el decrecionismo toma la crítica a la meta del crecimiento perpetuo del PBI como punto de partida? Básicamente porque, afirman varios autores de esta corriente, este objetivo –ligado a otro concepto con connotaciones todavía más positivas, el de “desarrollo”– es el que ordena todas las herramientas de política económica al menos desde las primeras décadas del siglo XX.
El ya mencionado Jason Hickel, es más específico: el problema no es el crecimiento en sí, sino la ideología del crecimiento, “la búsqueda del crecimiento por sí mismo, o por el bien de la acumulación de capital, en lugar de satisfacer necesidades humanas concretas y objetivos sociales” [6]. Esta pulsión está inscripta en la lógica básica de funcionamiento del sistema capitalista, en el que “el dinero se convierte en ganancia que se convierte en más dinero que se convierte en más ganancia […] Para los capitalistas, la ganancia no es solo dinero al final del día, que se utilizará para satisfacer alguna necesidad específica: la ganancia se convierte en capital. Y el punto central del capital es que debe reinvertirse para producir más capital. Este proceso nunca termina” [7]. Este autor se distingue por plantear de manera más clara que otros decrecionistas la necesidad de un horizonte anticapitalista, y considera claramente que el crecimiento es una pulsión inevitable de este sistema, y por ende que para decrecer la economía hay que ir más allá del capitalismo. No obstante, comparte con la corriente poner el foco en atacar la compulsión al crecimiento como cuestión nodal.
Y este objetivo de mantener el crecimiento sin pausa del PBI se está, literalmente, devorando el planeta.
PBI per cápita y huella material
El crecimiento del PBI no ocurre en el vacío; toda producción social es un proceso material. El crecimiento infinito del PBI significa un aumento también sin fin de la utilización de materiales, apropiados de la naturaleza, y de generación de desechos. No faltan entonces motivos para plantear que la hipertrofia de los aparatos de producción capitalista de los países imperialistas, orientados a una perpetua acumulación acrecentada de valor que se consigue a través de procesos de producción material que ocurren en escala necesariamente acrecentada, alcanzó niveles insostenibles en relación con los límites biofísicos del planeta. Una reorganización en gran escala de la producción en estas economías, para reorientarla hacia la satisfacción sostenible de las necesidades sociales de la mano de una reducción de la jornada de trabajo, tendrá que pasar inevitablemente por el desescalamiento de numerosas ramas de la producción –cuestión que con el desarrollo de las cadenas globales de valor implica reorganizaciones que atraviesan fronteras, lo que le otorga otra complejidad–.
Hickel repasa muchos de los indicadores que ilustran los trastornos generados por este crecimiento de los procesos materiales de producción, y la manera drástica en que se aceleraron. Vale la pena detenerse en ellos.
El consumo de materias primas pasó de 7 mil millones toneladas en 1900, a 14 mil millones poco antes de mediados de siglo. Pero desde 1945 hasta hoy creció hasta más de 100 mil millones de toneladas. Al ritmo actual, observa Hickel, vamos encaminados a superar las 200 mil millones de toneladas para 2050, cuando algunos estudios estiman que lo manejable para el planeta –lo que puede extraerse sin dañar de manera irreversible a los ecosistemas– equivale a 50 mil millones de toneladas. Es decir, la mitad de lo que se extrae actualmente. La ONU estima que el 80 % de la pérdida de biodiversidad global se debe a la extracción material [8].
El cambio climático, impulsado por las emisiones de los combustibles fósiles, responde a la misma mecánica. “¿Por qué estamos quemando tanto combustible fósil en primer lugar? Porque el crecimiento económico requiere energía. Durante toda la historia del capitalismo, el crecimiento siempre ha causado un aumento en el uso de energía” [9].
Pero las responsabilidades por este estado de cosas están claramente localizadas geográficamente. El tamaño del PBI per cápita está muy asociado al consumo de materias primas por persona y al impacto ambiental de conjunto. La huella material en los países de bajos ingresos (su consumo de materias primas) es de 2 toneladas por persona por año. Los países de ingresos medianos bajos consumen alrededor de 4 toneladas por persona, y los países de ingresos medianos altos consumen alrededor de 12. Los países desarrollados, de ingresos altos, consumen alrededor de 28 toneladas por persona por año, en promedio. Hickel observa que “un nivel sostenible de huella material, expresado en términos per cápita, es de unas 8 toneladas por persona. Las naciones de altos ingresos superan ese límite casi cuatro veces” [10].
Este exceso tiene consecuencias en variadas dimensiones. “Aumentar la extracción de biomasa significa arrasar bosques y drenar humedales. Significa destruir hábitats y sumideros de carbono. Significa agotamiento del suelo, zonas muertas del océano y sobrepesca. Aumentar la extracción de combustibles fósiles significa más emisiones de carbono, más descomposición del clima y más acidificación de los océanos. Significa más remoción de cimas de montañas, más perforación en alta mar, más fracking y más arenas bituminosas. Aumentar la extracción de minerales y materiales de construcción significa más minería a cielo abierto, con toda la contaminación aguas abajo que conlleva, y más automóviles, barcos y edificios que demandan aún más energía. Y todo esto conlleva más residuos: más vertederos en el campo, más tóxicos en nuestros ríos y más plásticos en el mar” [11].
El problema con el crecimiento económico, afirma Hickel, “no es solo que nos quedemos sin recursos en algún momento”, que era como tendía a presentar la cuestión el informe Los límites del crecimiento presentado por el Club de Roma en 1972. El problema “es que degrada progresivamente la integridad de los ecosistemas” [12]. El autor se apoya en trabajos recientes, como el presentado en 2009 por Johan Rockström, James Hansen y Paul Crutzen que desarrolla el concepto de “límites planetarios”. La biosfera de la Tierra “es un sistema integrado que puede soportar presiones significativas, pero pasado cierto punto comienza a descomponerse” [13]. Basándose en datos de la ciencia de los sistemas terrestres, identificaron nueve procesos potencialmente desestabilizadores que tenemos que mantener bajo control para que el sistema permanezca intacto. Estos son: el cambio climático; la pérdida de biodiversidad; la acidificación de los océanos; los cambios en el uso del suelo; los ciclos del nitrógeno y del fósforo; el consumo de agua dulce; la carga de aerosoles atmosféricos; la contaminación química y la destrucción de la capa de ozono. Los científicos han estimado “límites” para cada uno de estos procesos. Por ejemplo, la concentración de carbono atmosférico no debería sobrepasar las 350 ppm si el clima se mantiene estable (cruzamos ese límite en 1990 y hoy supera los 415 ppm); la tasa de extinción no debe exceder las diez especies por millón por año; la conversión de tierras boscosas no debe exceder el 25 % de la superficie terrestre de la Tierra; etcétera. “Estos límites no son límites ‘duros’, en sentido estricto. Cruzarlos no significa que los sistemas de la Tierra se apagarán de inmediato. Pero sí significa que estamos entrando en una zona de peligro en la que corremos el riesgo de desencadenar puntos de inflexión que eventualmente podrían conducir a un colapso irreversible” [14].
Son muy interesantes y pertinentes las páginas que Hickel dedica a desmontar las nociones de que pueda haber un “capitalismo verde”; o, en otros términos, de que puedan desarrollarse soluciones tecnológicas que puedan eventualmente hacer compatible el crecimiento económico continuado con un metabolismo socionatural equilibrado. Muchas de estas soluciones se centran en el problema de las emisiones de carbono, proponiendo soluciones que puedan absorberlo. De hecho, en la idea de que pueda implementarse en un plazo no muy lejano una tecnología de este tipo, se basan las proyecciones del acuerdo de París de que, con los compromisos de emisiones realizados por los distintos países (que no dan visos de cumplirse) la temperatura aumente “solamente” 1,5 grados a finales del siglo. Sin una tecnología de absorción de carbono, el aumento sería del doble con el nivel de emisiones proyectadas. El problema es que una tecnología de este tipo, aún si fuera realmente viable para absorber todas las emisiones (algo que no está probado ni técnica ni económicamente) requeriría construir decenas de miles de fábricas dedicadas a esto. Un trastorno ecológico formidable.
La energía “verde”, como puede ser una matriz basada en generación solar y eólica, si se pone en función de sostener el crecimiento “verde” también es garantía de desastres. Como observa Hickel, la explotación de litio para producir baterías “apenas está comenzando y ya es una catástrofe [15].
Hickel desmonta de manera implacable muchos de estos mitos, sin renunciar de plano a la idea de que ciertos desarrollos tecnológicos –desembarazados de la lógica capitalista que guía hoy a la innovación– deban ser parte de la respuesta a los desastres ambientales.
¿Más allá del capital?
A remediar los trastornos en las condiciones materiales que ha producido y seguirá profundizando el “crecimiento compuesto” del PBI es que apunta el decrecionismo.
El nombre en el que se embanderan, y las diatribas –bien fundamentadas– contra las ideologías que rodean al PBI como indicador excluyente, podrían llevarnos a concluir que el planteo decrecionista se reduce –nada más ni nada menos– que en una reducción del tamaño de la economía. Si así fuera, todo el planteo se reduciría a poner en el centro un aspecto cuantitativo, o “técnico”, un medio, sin ligazón con aspiraciones claras de una transformación social más amplia. Pero no es este el caso.
Giorgos Kallis especifica que la meta no es simplemente la reducción del PBI, sino que esta sería más bien una consecuencia de las transformaciones buscadas. “El objetivo del decrecimiento no es hacer que el crecimiento del PIB sea negativo. En términos económicos, el decrecimiento se refiere a una trayectoria en la que el “rendimiento” (energía, materiales y flujos de desechos) de una economía disminuye mientras que el bienestar mejora. La hipótesis es que el rendimiento decreciente vendrá con toda probabilidad con el producto decreciente, y que estos solo pueden ser resultados de una transformación social en una dirección igualitaria” [16].
En todos los trabajos encontramos la idea de que son necesarios cambios muy agudos en las formas de producción y consumo. La idea de una nueva sociedad está presente incluso en los autores que son más ambivalentes respecto de la necesidad de terminar con el dominio del capital. Según Latouche
El decrecionismo es fundamentalmente anticapitalista. No tanto porque denuncia las contradicciones y las limitaciones ecológicas y sociales del capitalismo como porque desafía su ’espíritu’, en el sentido que Max Weber ve el “espíritu del capitalismo” como una condición previa para su existencia Si bien es posible, en abstracto, concebir de una economía ecológicamente compatible con la existencia continuada de un capitalismo de lo inmaterial, esa perspectiva es poco realista cuando se trata de lo imaginario fundamentos de una sociedad de mercado, a saber, el exceso y el desenfreno (pseudo-)dominación. Un capitalismo generalizado no puede sino destruir el planeta de la misma manera que está destruyendo la sociedad y cualquier otra cosa que sea colectiva [17].
El problema es que no hay equivalencia entre aquello que se quiere desmantelar, y lo que se propone construir. Se pretende que podrá venir el final de un modo de producción a través de la imposición del decrecionismo. Pero este último, por más que se afirme que es mucho más que una postura negativa respecto del crecimiento económico, no termina de delinear una hoja de ruta coherente para subvertir las bases del capitalismo.
Kallis compara en Degrowth las propuestas realizadas por distintos exponentes del decrecionismo. Algunas de las principales que encontramos son:
– volver a tener una huella ecológica menor recortando consumos intermedios (transporte, energía, envases, publicidad); – aplicar impuestos que graven la contaminación; – poner fin a la obsolescencia programada; – relocalizar actividades priorizando la escala urbana; – revitalizar la agricultura campesina; – transformar ganancias de productividad en reducción de jornada y creación de empleo; – incentivar la “producción” de bienes relacionales, como la amistad y vecindad – limitar el rango de desigualdad en la distribución del ingreso con un ingreso mínimo y un ingreso máximo; – cortar el desperdicio de energía por un factor de 4; – imponer sanciones por gastar en publicidad; – declarar una moratoria en innovación tecnocientífica; – desmercantilizar los bienes públicos y expandir los comunes; – establecer un jubileo de deudas; – aplicar un impuesto global sobre transacciones financieras, ganancias transnacionales, un impuesto global a la riqueza, un impuesto sobre las emisiones de carbono y un impuesto sobre los residuos nucleares altamente activos; – rerregular el comercio internacional con el objetivo de alejarse del libre comercio, y restringir la libre movilidad de capitales; – degradar a la Organización Mundial del Comercio, el Banco Mundial y el FMI [18].
Es indudable que muchos de estos planteos atentan contra la viabilidad del capitalismo. Otros, no incompatibles per se con los imperativos básicos de este modo de producción, apuntan contra algunos de los pilares fundamentales que conquistó la clase dominante durante las décadas de ofensivas bajo la ideología neoliberal. Pero, aunque pueda ser un conjunto de propuestas destinados a generar una movilización en favor del decrecimiento, están esencialmente planteadas –y pensadas– como un programa de reformas a ser implementadas por el Estado capitalista, garante de las relaciones de producción que tienen su fundamento en el sostenimiento del crecimiento de la acumulación de valor (y de producción material).
Esta limitación resulta inevitable, ya que hay una contradicción no resuelta entre las intenciones anticapitalistas y la renuencia a plantear abiertamente una estrategia que ataque el principal centro de gravedad del capitalismo: la propiedad privada de los medios de producción. Latouche es explícito en cuestionar cualquier noción de que los objetivos decrecionistas deban alcanzarse a través de una socialización generalizada de los medios de producción. Por el contrario, sostiene que “eliminar a los capitalistas, proscribir la propiedad privada de los medios de producción y abolir la relación salarial o acabar con el dinero” todo lo que hará es “sumergir a la sociedad en el caos, y no podría hacerse sin usar el terror a gran escala” [19]. Latouche, pero también Kallis, apuntan que el “socialismo realmente existente” fue productivista, y extienden esto a todas las principales corrientes del marxismo, incluyendo al trotskismo. Hay una cierta incongruencia entre el reconocimiento que encontramos en autores decrecionistas de que los países que no pertenecen al selecto club de los ricos tienen derecho a invertir esfuerzos en elevar las condiciones de vida, mientras se achaca sin distinción el mote de “productivismo” a pensadores marxistas que en muchos casos no bregaban por un crecimiento sin fin, sino por superar los problemas del atraso en países que eran a todas luces pobres y con estructuras económico sociales distorsionadas por el lastre imperialista. Dicho esto, es innegable que para la burocracia estalinista en la URSS y en Europa del Este, así como para el maoísmo, el productivismo dominó la planificación económica, y la búsqueda del desarrollo estuvo acompañada de numerosos desastres ambientales que podrían haberse evitado. También podemos observar, aún hoy, la existencia de fuertes impulsos productivistas en corrientes y autores marxistas y socialistas. Pero basarse en esto para dar por cerrada cualquier perspectiva de salida anticapitalista y socialista, es cerrar la única puerta que pude sacarnos de las encerronas del capitalismo y su impulso al crecimiento sin fin con miras a la ganancia.
Se trata de una cuestión de estrategia, pero también de los actores llamados a intervenir para favorecer una perspectiva decrecionista. El “sujeto” es la ciudadanía, ante la cual es necesario librar una batalla por la opinión para movilizarse ante el Estado, para presionar por medidas decrecionistas y para que modifique sus propias conductas de consumo. Entre el gesto anticapitalista y el rechazo de la socialización de los medios de producción, el planteo de autores como Latouche no logra ser más que un compendio de medidas para poner límites al capitalismo, desde el Estado, sin abolirlo. Una contradicción en los términos, si lo que se pregona es el decrecimiento.
El decrecionismo, como ya señalamos, es un conjunto heterogéneo. Como lo pueden sugerir algunas de las propuestas del compendio presentado más arriba, están quienes propugnan una estrategia de crear espacios de autonomía, no regidos por el crecimiento. Esto se vincula al fuerte énfasis en lo regional/local –en oposición a lo nacional o global–, que también está muy presente en Latouche.
Algunos planteos decrecionistas lo señalan como una salida tanto individual y colectiva en clave “anticapitalista”, cuyo sujeto está también en general en la ciudadanía, pero especialmente en las comunidades rurales, campesinas, originarias, etc.. Así, la crítica al hiperconsumismo y las relaciones mercantilizadas de las grandes ciudades desemboca en una idealización de la vida local y rural; y a menudo la crítica de las consecuencias devastadoras de determinadas tecnologías se convierte en una impugnación general al desarrollo industrial y tecnológico (como se expresa en la “moratoria” a la innovación que forma parte del compendio señalado más arriba). Latouche y muchos otros decrecionistas cuestionan la asociación de la corriente con una romantización de formas de vida precapitalistas o como una propuesta de “retorno” al pasado. Pero esta crítica encuentra asidero en algunos de los planteos del decrecionismo.
Una lógica emparentada con la recientemente señalada, es la bregan por establecer espacios de autonomía con respecto al capitalismo en los intersticios de las sociedades dominantes. Esto lo vemos entre quienes se definen como anarquistas, libertarios (no confundir con los libertarianos), autonomistas o incluso algunos ecosocialistas. Para Giorgos Kallis, por ejemplo, la perspectiva decrecionista puede configurarse a través de una articulación “contrahegemónica” de distintas esferas de la producción social y comunidades no regidas por la valorización, que puedan dar lugar a “economías alternativas”.
meros microcosmos o prefiguraciones de un mundo en decrecimiento. Son incubadoras, donde la gente realiza todos los días el mundo alternativo que les gustaría construir, su lógica hecha sentido común. Los bienes comunes alternativos son nuevas instituciones de la sociedad civil que nutren nuevos sentidos comunes. A medida que se expanden, deshacen los sentidos comunes de crecimiento y vuelven hegemónicas a las ideas compatibles con el decrecimiento, creando las condiciones para que una fuerza social y política cambie las instituciones políticas en la misma dirección [20].
Incluso aunque una transición de este tipo –que reproduce a grandes rasgos la que dio lugar al surgimiento del capitalismo de las relaciones feudales– fuera factible en los marcos del capitalismo (cuya reproducción ampliada opera presionando permanentemente por integrar y subsumir todas las esferas donde haya potencial de producción rentable), implica una transición larga, inconsistente con la urgencia de poner el “freno de emergencia” a la crisis ecológica que recorre todos los planteos decrecionistas.
Tenemos otros autores, como el mencionado Hickel, que ponen más énfasis en las propuestas que apuntan a poner palos en la rueda de la valorización del capital. Pero incluso acá, poner en primer plano el decrecionismo y dejar apenas sugerida la perspectiva ecosocialista, le quita una cierta coherencia estratégica al planteo.
Incluso en los autores que, como Hickel, delinean un –difuso– horizonte postcapitalista, no emerge en ningún momento ni una hoja de ruta clara para alcanzarlo ni los actores sociales que puedan motorizar una transformación que vaya en ese sentido. El autor incorpora a una sumatoria de propuestas que incluye algunas de las mencionadas más arriba, la necesidad de un “imaginario” postcapitalista, y la necesidad de organizar la producción y consumo social “asegurándose de devolver como compensación, haciendo lo posible para enriquecer, en vez de degradar, los ecosistemas de los que dependemos” [21]. Son cuestiones muy importantes, pero no definen las alianzas ni estrategias para hacer ese imaginario realidad. El mismo abismo entre horizonte estratégico ambicioso, sujetos sociales indefinidos y propuestas inmediatas de reformas no transicionales, ocurría con el planteo de comunismo decrecionista de Saito, como hemos señalado en otra oportunidad.
Por otra parte, aunque los autores le atribuyan al decrecionismo un carácter anticapitalista y progresivo, sus coordenadas son tan generales que la bandera de decrecer no está exenta de apropiaciones bastardeadas de algunos de su planteos, que en nombre de la sostenibilidad ecológica puedan abrazar un neomalthusianismo e imponer políticas socialmente regresivas, buscando “desescalar” a costa de los ya raleados consumos de la clase trabajadora y el pueblo pobre.
Las coordenadas para el ecosocialismo
El decrecionismo no es sinónimo de socialismo, aunque algunos ecosocialistas decrecionistas busquen minimizar la diferencia de perspectivas debida a la heterogeneidad de visiones entre los proponentes de la primera perspectiva. Vista como alternativa, es apenas una variante de las propuestas de reformas del estado de cosas existente, aunque las más drásticas –sin las cuales no hay una hoja de ruta “sustentable”– resulten incompatibles con el capitalismo, y por tanto resulten inviables sin una estrategia anticapitalista articulada, que solo puede ser socialista.
Por otra parte, la cuestión no es simplemente reducir la escala de los procesos de producción de acuerdo a los límites biofísicos. Es necesario cambiar de conjunto una lógica de producción de acuerdo a la ganancia, que tiene otras implicancias, como la implementación siempre de los procesos productivos más baratos aún cuando pueda haber otros más costosos pero menos dañinos en términos ambientales. Esta última dimensión del metabolismo socionatural no está claramente presupuesta en el término “decrecimiento”. Por eso, para abordar todas las dimensiones de la problemática ecológica, es necesaria una clara perspectiva anticapitalista y socialista.
Dicho esto, la advertencia decrecionista sobre la urgencia de equilibrar el metabolismo socionatural en concordancia con los límites biofísicos del planeta largamente superados por el capitalismo, no debe ser tomada a la ligera. Es necesario llenar el vacío de estrategia y articulación de fuerzas de clase que los decrecionistas dejan sin resolver, pero no dar la espalda a su diagnóstico y lo que esto significa para la transición poscapitalista, y socialista, en la actualidad. Si es el desarrollo de las contradicciones del capitalismo el que crea las precondiciones para que se desarrolle en el seno de esta sociedad una alternativa superadora, estas potencialidades hoy vienen acompañadas de una pesada herencia ecológica de la que habrá que hacerse cargo.
El objetivo fundamental de los planteos decrecionistas, que es alcanzar un metabolismo socionatural equilibrado, que no imponga sobre el planeta una extracción mayor a la que los sistemas vitales son capaces de regenerar y reduzca la huella material drásticamente desde sus niveles actuales, que busque mitigar los efectos de la emisión acumulada de gases de carbono en el menor plazo posible y apunte hacia un ordenamiento económico que no tenga como meta el crecimiento sin fin; este objetivo, es enteramente compatible y solamente alcanzable con una estrategia socialista. Solo si la clase obrera, en alianza con el pueblo pobre, interviene para socializar los medios de producción estratégicos y los reorganiza priorizando la satisfacción plena de las necesidades sociales en los marcos de un metabolismo socionatural equilibrado, se pueden volver realizables los objetivos que propone el decrecionismo. Esto implica también nacionalizar las tierra urbana y rural para rediscutir los usos del suelo y liquidar la especulación inmobiliaria, nacionalizar los bancos, como algunos de los resortes fundamentales para reorientar la producción social. Sobre esta base, en los países ricos imperialistas se podrá discutir el drástico desescalamiento de muchos sectores de la producción e imponer la redistribución de la riqueza por la que brega el decrecionismo, pero que sin esta “redistribución” de la propiedad de los medios de producción resulta una utopía.
¿Deberá abandonar el socialismo cualquier perspectiva de “abundancia material”? No nos parece que esto deba ser así, pero esta abundancia no puede entenderse como un incremento ilimitado de la disponibilidad individual de bienes de consumo, que es la única manera en que nos permite entenderla el capitalismo. Autores como el ya mencionado Sacristán tienen el mérito de haber intuido tempranamente esta cuestión, abordando a la vez los “atisbos político-ecológicos” de Marx (al decir de Sacristán) para repensar el comunismo frente a la crisis ecológica.
Una crítica central de Marx al modo de producción capitalista, se encuentra en el empobrecimiento que impone a la fuerza de trabajo al establecer una relación enajenada con esta, como mercancía y forzarla a ponerse al servicio del capital para sostener la rueda constante de la acumulación. La dinámica de la producción por la producción misma, que apunta hacia la máxima extensión posible o socialmente tolerable del tiempo de trabajo en pos de la valorización, niega todas las posibilidades del desarrollo de la riqueza social en el amplio sentido planteado en la cita que reproducimos más arriba de los Grundrisse. De igual modo, esta dinámica arrasa con la riqueza de la naturaleza. Romper con esa enajenación, socializando los medios de producción, sienta las bases para un desarrollo más pleno de las potencialidades negadas bajo el capitalismo. A esto apunta Marx cuando discute el pasaje del reino de la necesidad al reino de la libertad.
La libertad en este terreno sólo puede consistir en que el hombre socializado, los productores asociados, regulen racionalmente ese metabolismo suyo con la naturaleza poniéndolo bajo su control colectivo, en vez de ser dominados por él como por un poder ciego; que lo lleven a cabo con el mínimo empleo de fuerzas y bajo las condiciones más dignas y adecuadas a su naturaleza humana. Pero éste siempre sigue siendo un reino de la necesidad. Allende el mismo empieza el desarrollo de las fuerzas humanas, considerado como un fin en sí mismo, el verdadero reino de la libertad, que sin embargo sólo puede florecer sobre aquel reino de la necesidad como su base. La reducción de la jornada laboral es la condición básica [22].
Creemos que John Bellamy Foster está en lo correcto cuando señala que:
la sociedad, particularmente en los países ricos, debe avanzar hacia una economía de estado estacionario o de estado estacionario, lo que requiere un cambio a una economía sin formación neta de capital, que se mantenga dentro del presupuesto solar. El desarrollo, particularmente en las economías ricas, debe asumir una nueva forma: cualitativa, colectiva y cultural, enfatizando el desarrollo humano sostenible en armonía con la visión original del socialismo de Marx. Como argumentó Lewis Mumford, un estado estacionario, que promueve fines ecológicos, requiere para su cumplimiento las condiciones igualitarias del “comunismo básico”, con la producción determinada “según la necesidad, no según la capacidad o la contribución productiva”. Tal alejamiento de la acumulación de capital y hacia un sistema de satisfacción de las necesidades colectivas basado en el principio de lo “suficiente” es obviamente imposible en cualquier sentido significativo bajo el régimen de acumulación de capital. Lo que se requiere, entonces, es una revolución ecológica y social que facilite una sociedad de sostenibilidad ecológica e igualdad sustantiva [23].
Esta perspectiva ecosocialista requiere más que nunca actuar internacionalmente. Ante los desafíos que plantea la crisis ecológica, es hoy más claro que nunca que no hay transformaciones posibles “en un solo país”; atacar las múltiples dimensiones de la crisis ecológica requiere respuestas globales, que deben ser radicalmente distintas a los formalismos habituales de las cumbres de países donde la batuta la tienen las potencias imperialistas y el gran capital. Las transformaciones en los países imperialistas ricos, que hace tiempo han excedido los límites biofísicos, hacia sociedades socialistas “estacionarias” a, decir de Foster y los desafíos de los países oprimidos y semicoloniales, en los cuales la pelea de la clase trabajadora y los sectores populares para cortar los lazos con el imperialismo y sus socios capitalistas locales –socios en el extractivismo– es clave para poder satisfacer demandas sociales fundamentales –sin repetir los patrones ecológicos insostenibles del desarrollo capitalista pero sí concentrando esfuerzos en inversiones impostergables para elevar el nivel de vida– deben estar como nunca entrelazadas. Solo un movimiento revolucionario ecosocialista internacionalista que derrote a la clase capitalista y sus agentes políticos, podrá cambiar los juegos de “suma cero” que hoy dominan la (ausencia de) política ecológica bajo la batuta de las potencias imperialistas, que en los discursos de las cumbres hablan de coordinación y de “responsabilidades” pero evitan cualquier reconocimiento significativo de la “deuda ecológica” –es decir, el saqueo acumulado contra los países oprimidos–. En las luchas de hoy contra grandes grupos trasnacionales imperialistas que generan en todo el planeta numerosos desastres ecológicos aunque sean muchas veces los mismos que apelan al “greenwashing” en vistosas campañas publicitarias, debemos ir forjando la necesaria la unidad internacionalista de las clases trabajadoras y los pueblos oprimidos de todo el planeta.
NOTAS:
[1] Ver por ejemplo Manuel Sacristán Luzón, “Presentación” a Wolfgang Harich, ¿Comunismo sin crecimiento?, Barcelona, Materiales, 1978, p. 27.
[2] Jason Hickel, Less is More. How Degrowth Will Save the World, Londres, William Heinemann, 2020, p. 156. Las citas son traducción directa de la edición original en inglés.
[3] Karl Marx, El capital. Crítica de la economía política, Tomo 1, vol 3, México DF, Siglo XXI Editores, 1976, p. 950.
[4] Jason Hickel, ob. cit., p 157.
[5] Ibídem, p. 159.
[6] Ibídem, p. 95.
[7] Ibídem, p. 83.
[8] International Resource Panel, Global Resources Outlook (UN Environment Programme, 2019).
[9] Jason Hickel, ob. cit., p. 98.
[10] Ibídem, p. 101.
[11] Ibídem, p. 97.
[12] Ibídem, p. 113.
[13] Ibídem, p. 114.
[14] Ídem.
[15] Ibídem, p. 132
[16] Giorgos Kallis, Degrowth, Newcastle, Agenda, 2018, p. 20.
[17] Serge Latouche, Farewell to Growth, Cambridge, Polity, 2009, p. 91.
[18] Giorgos Kallis, ob. cit., p. 128.
[19] Serge Latouche, ob. cit., p. 91.
[20] Giorgos Kallis, ob. cit., p. 138.
[21] Jason Hickel, ob. cit., p. 236
[22] Karl Marx, El capital. Crítica de la economía política. Tomo 3, Vol 8, México D. F., Siglo XXI editores, 1981, p. 1044
[23] John Bellamy Foster, Marxism and Ecology: Common Fonts of a Great Transition, en Great Transition, consultado el 05/07/23. Sin embargo, el propio Foster, después de señalar este horizonte, argumenta que si bien “está clara la necesidad objetiva de tal revolución ecológica, queda pendiente la cuestión más difícil de cómo llevar a cabo las transformaciones sociales necesarias”, y por eso plantea, erróneamente en nuestra opinión, una estrategia en etapas que debería atravesar primero una “fase ecodemocrática”, en la cual “es necesario luchar por una amplia gama de cambios drásticos dentro de un movimiento radical de base amplia”. Mientras que el “objetivo a largo plazo de la transformación sistémica plantea la cuestión de una segunda etapa de la revolución ecológica, o la fase ecosocialista”. Creemos que esta diferenciación etapista es errónea, y pone límites casi insuperables a la posibilidad de construir un horizonte de superación del capitalismo como el que el autor propone.
Esteban Mercatante. Economista. Miembro del Partido de los Trabajadores Socialistas. Autor de los libros El imperialismo en tiempos de desorden mundial (2021), Salir del Fondo. La economía argentina en estado de emergencia y las alternativas ante la crisis (2019) y La economía argentina en su laberinto. Lo que dejan doce años de kirchnerismo (2015). @EMercatante
Fuente: https://www.laizquierdadiario.com/Decrecionismo-y-eco-socialismo-perspectivas-afines-o-en-disputa-ante-la-crisis-ecologica
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El no a la muerte de la radio y el sí a la evolución del podcasting
Desde hace varios años del comienzo del podcast este nuevo medio en la que se llega a la audiencia mediante el audio ha revolucionado la forma en la que las emisoras de radio en España distribuyen su contenido hacia el público. Asimismo con esta nuevo forma de difusión le dio a la radio una manera de adaptarse a las cambiantes preferencias del oyente y de los nativos digitales. A continuación se muestra los puntos donde hay cambios en la radio y el podcast.
En el contexto de la las emisoras de radio españolas al podcasting se le vio como una herramienta esencial, ya que de alguna facilita una mejor administracion y optimizacion de los contenidos a emitir atrayendo así a nuevos oyentes. Por otra parte, respecto a las emisoras nacionales se han adaptado al podcasting para mejorar el alcance en la nueva generación incluso creando contenidos originales y formando alianzas con plataformas de podcast, además se ha experimentado con plataformas como twitch y Clubhouse. La audiencia del podcast ha experimentado un crecimiento significativo en los últimos años, superando el 53% en 2021, lo que refleja una tendencia creciente hacia la escucha de radio a la carta. Este hecho indica que el podcasting se ha consolidado como una forma de consumo de audio cada vez más popular. Además, este aumento en la audiencia del podcast está vinculado a la evolución del podcasting, el cual ha pasado de ser un formato poco conocido a convertirse en una herramienta fundamental para las emisoras de radio generalistas en España. El estudio examina la accesibilidad al contenido a través de la web, la presencia en redes sociales, la difusión mediante alertas push web/app, la presencia en agregadores y en YouTube, lo que demuestra la adaptación de las emisoras a nuevas plataformas y tecnologías. Esta adaptación está relacionada con el rechazo a la idea de la muerte de la radio y la aceptación de la evolución del podcasting, ya que las emisoras están utilizando el podcasting como un recurso fundamental para llegar a su audiencia en nuevas plataformas y tecnologías. En resumen, el estudio revela que el podcasting no solo está progresando, sino que está transformando la manera en que las emisoras de radio generalistas en España se conectan con su audiencia. Por ultimo, como otro recurso a parte del podcast de seguir distribuyendo contenido a nuevos oyentes es el uso de las redes sociales y las notificaciones, a diferencia de hace años en dónde solo se tenia a facebook y twitter, ahora todas las emisoras tiene sus propios perfiles. Actualmente se usa instagram con el in-app en el que se convive con el oyente .
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¿Qué tendencias crees que darán forma al sector del retail y el gran consumo en 2024?
Desde una perspectiva profesional sobre las tendencias que podrían dar forma al sector del retail y el gran consumo en 2024, teniendo en cuenta la generalización del uso de la IA en moda y la tendencia a las fusiones y adquisiciones en las pymes del sector. Hecho un estudio general, que en mi humilde opinión algunas de las tendencias clave que preveo:
- Inteligencia Artificial (IA) y Personalización: La IA seguirá desempeñando un papel fundamental en el retail. Las tiendas y plataformas en línea utilizarán algoritmos avanzados para comprender las preferencias de los consumidores y ofrecer experiencias de compra altamente personalizadas. Esto incluye recomendaciones de productos, ofertas exclusivas y publicidad específica para cada cliente.
- Experiencia de Compra Omnicanal: La línea entre el mundo en línea y offline seguirá difuminándose. Los minoristas buscarán brindar una experiencia de compra fluida y consistente en todos los canales, permitiendo a los consumidores comprar en línea y recoger en la tienda, así como experimentar productos en la tienda antes de comprar en línea.
- Sostenibilidad y Ética: Los consumidores se vuelven cada vez más conscientes de los problemas ambientales y éticos. Las empresas en el sector retail deberán enfocarse en prácticas sostenibles, desde la producción hasta la entrega de productos. La transparencia en la cadena de suministro será esencial.
-Tecnología de Pago Avanzada: El uso de métodos de pago digitales y móviles seguirá aumentando. Además, la tecnología de pago biométrico, como el reconocimiento facial o de huellas dactilares, ganará popularidad, lo que hará que las transacciones sean más seguras y convenientes.
- Fusiones y Adquisiciones: Las pequeñas y medianas empresas en el sector retail buscarán oportunidades de crecimiento a través de fusiones y adquisiciones. Esto puede llevar a una consolidación en la industria, con empresas más pequeñas uniéndose para competir de manera más efectiva en el mercado global.
- Experiencia en Tienda Física: A pesar del crecimiento del comercio electrónico, la tienda física seguirá siendo relevante. Los minoristas invertirán en la mejora de la experiencia en la tienda, incorporando tecnologías como realidad aumentada (AR) y realidad virtual (VR) para atraer a los clientes y proporcionar experiencias únicas.
- Entrega Rápida y Eficiente: La demanda de entregas más rápidas y eficientes seguirá siendo alta. Las empresas invertirán en logística y distribución avanzada, incluyendo la automatización de almacenes y la entrega con drones o vehículos autónomos.
- Contenido de Marca y Redes Sociales: El contenido de marca de calidad y el marketing en redes sociales seguirán siendo cruciales para atraer a los consumidores. Las marcas se centrarán en contar historias auténticas y emocionantes para conectarse con su audiencia.
- Seguridad Cibernética: Con el crecimiento del comercio electrónico, la seguridad cibernética será de máxima importancia. Las empresas deberán invertir en protección contra ciberataques y garantizar la seguridad de los datos de sus clientes.
- Colaboraciones y Asociaciones Estratégicas: Las alianzas entre minoristas y marcas, así como las asociaciones estratégicas, serán clave para ofrecer productos exclusivos y atraer a nuevos segmentos de mercado.
Estas tendencias son solo algunas de las muchas que darán forma al sector del retail y el gran consumo en 2024. La adaptación a estas tendencias y la capacidad de innovar serán fundamentales para el éxito en un entorno de negocios en constante evolución.
Post original de: @magneticovitalblog
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Los empresarios si van a despedir trabajadores
Hace unos años atrás, escribí un artículo que se titulaba los empresarios no van a despedir a los trabajadores si suben el salario mínimo. Hemos visto, como se ha ido desarrollando esta explosión social que se concentra en el descontento de la ciudadanía con respecto a las políticas públicas, monetarias del Banco Central, empresariado, justicia, gobernabilidad, sistema de pensiones, salud, educación, nueva constitución, seguridad entre tantas demandas que está siendo la ciudadanía dado el abuso que el modelo conservador capitalista dejando al liberal sin intervenir. Este modelo ha sido implementando año a año creando una presión tan grande sobre la sociedad que al final tenía que ocurrir esta gran explosión social, porque si no trata de ser empático con la persona con la cual se están haciendo las demandas, una persona con dos dedos de frente entenderá y con el salario mínimo no pueden llegar a final de mes se siguen subiendo las cosas. Se hizo un cambio de gabinete que fue un poco burlesco a las personas que tienen un poco de sentido común, y se han anunciado un sin número de promesas de acciones que se van a tomar para calmar a las personas, se han controlado los medios de prensa, pero lamentablemente las redes sociales siguen demostrando el descontento de la ciudadanía con respecto a todo lo que se viene anunciando y que son promesas que lo más probable nunca en este gobierno las van a implementar. Por ello, el crecimiento del país no se va a cumplir como se había prometido, y desde hace mucho tiempo he repetido una y otra vez que el presidente o presidenta o a quien le tocara gobernar en este periodo le iba a ser muy duro, porque en el gobierno anterior no se aplicaron los tres ajustes estructurales que la presidenta en ejercicio había propuesto. Estos tres ajustes estructurales obviamente no fueron idea de ella, fue algo que se recomendó que se hiciera de la OECD para igualar la mala distribución de los ingresos tan grande que existe en nuestro país, pero la dejaron sola y fueron cuatro años perdidos. Hoy las consecuencias, son escuchar a muchas autoridades, políticos y personas hablando de la paz, pero por otra parte también se permite que se despida cientos de personas por justificaciones de la empresa y que al final todo está personitas que toman esas decisiones no se dan cuenta que la única forma de reactivar la economía, es inyectando un fuerte capital para que la gente puede tener más dinero y hacer mover el motor de la economía que es el consumo pero como siempre estamos viviendo en el país al revés y siempre se aprovechan de estas circunstancias para desquitarse con los más desposeídos. La vejez larga y lenta y todos estos empresarios, políticos, banqueros y tienen el país en las condiciones en las que nos encontramos hoy en algún minuto, como decía mi abuelo la moneda se hizo redonda porque un día está servida y otro día estás abajo. Si despiden más personas, el descontento va a ser mayor pero quieren pasar Leyes las cuales creen que van a poder controlar el descontento social como la ley anti saqueos que es muy básica e injusta y la que se aplicara a los de cuello y corbata imagino que partirá por la más alta autoridad que ha cometido delitos y los parlamentarios y los que han se han coludido porque hasta el momento siguen libres y cada día se acrecienta mucho más porque, al final no se ha hecho absolutamente nada. Porque el país con un bajo crecimiento, con un desempleo alto, con una inflación con bajo poder adquisitivo de las personas. Vaya que les deseo suerte a las personas están tomando estas decisiones porque, son las decisiones más erróneas que han tomado toda su vida.Bernardo Javalquinto, economista
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El podcast se ha afianzado como un medio idóneo para que las marcas conecten con sus públicos gracias a su naturaleza especializada, a la libertad creativa del formato, a la escucha individual, atenta y selectiva, y a unos asequibles costes de producción. Además, como modelo de negocio, el branded podcast abre amplias posibilidades a los creadores y distribuidores de una industria cuyos recientes indicadores muestran un crecimiento sostenido en la producción y el consumo.
El propósito de este trabajo es analizar los branded podcasts originales estrenados en 2022 en las principales plataformas de audio digital en España: Audible, Amazon Music, iVoox, Cuonda, Podium Podcast, Podimo, Sonora y Spotify. Sobre una muestra de 263 títulos, se identifican los 38 pertenecientes a esta variante mediante una metodología mixta –cuantitativa y cualitativa documental– con la finalidad de:
a) estudiar su peso y relevancia específica en cada plataforma;
b) categorizar los temas, géneros y sectores de actividad que invierten en estas producciones;
c) observar las estrategias de promoción en otros canales digitales (redes sociales, web y vídeo).
Los resultados revelan que el branded podcast supone una fuente de financiación aún pequeña frente a la publicidad y la suscripción: el 14 % de los estrenos se adscriben a este formato, muy utilizado por el sector editorial y, en menor medida, por las marcas de finanzas, automoción y hogar.
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Crecimiento Economico 2022
Nuestro pais se cataloga y fundamenta por sus riquezas naturales, sin embargo el potencial del crecimiento se radicó en el aumento significativo de remesas.
Es contradictorio saber que nuestra riqueza está en la naturaleza y que los índices sean a través de la economía por personas que deciden emigrar. Pero si es bien cierto que para llevar a cabo los indicios de la economía de producción agrícola necesita de inversiones son objeto nada más de lo que sustentó el gobierno de Guatemala a través de los "préstamos".
Según el Banco Mundial en Guatemala el crecimiento fue un 4% en el año 2022 impulsada por el consumo privado, la inversión para el 2023 se espera se desacelera en el 3.2%. ¿cuáles serían esos actores que influyen en el crecimiento de Guatemala? entonces paradójicamente el crecimiento se obtuvo mediante esos prestamos y los programas que impulsó el gobierno para reestablecer el crecimiento durante la pandemia y el otro fenómeno que mantiene esas características son las remesas y los sistemas de producción que son un porcentaje bajo. Los roles se definen por las principale causas de ingresos al país y esa sosobra la deuda publica que se ha adquirido desde la pandemia y aun así se sigue pensando sobre esas estrategias para fortalecer el incremento económico.
fuente:
bancomundial.org.es
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El retail y la distribución: relevancia e impacto económico
Definición y alcance:
- El sector del retail y la distribución abarca todas las actividades relacionadas con la venta de productos al por menor, incluyendo alimentos y otros bienes de consumo.
- Comprende una amplia gama de canales de distribución, como tiendas físicas, supermercados, hipermercados, comercio electrónico, ventas directas, entre otros.
- Estos canales permiten que los productos lleguen directamente a los consumidores finales.
Relevancia:
- El sector del retail y la distribución es uno de los más grandes y dinámicos de la economía global.
- Según datos de organizaciones como la Organización Mundial del Comercio (OMC) y la Confederación Internacional del Comercio (ICC), el retail representa una parte significativa del PIB mundial y del comercio minorista. En algunos países, el sector del retail y la distribución puede llegar a representar más del 10% del PIB nacional.
La cadena de suministro de alimentos:
- El sector del retail y la distribución cumple un papel fundamental en la cadena de suministro de alimentos.
- Se encarga de conectar a los productores de alimentos con los consumidores finales, asegurando que los productos lleguen de manera eficiente y segura a los puntos de venta.
- Además de la distribución física de los alimentos, el sector también desempeña un papel importante en la selección, compra, almacenamiento y gestión de inventario de productos alimenticios.
Contribución al empleo:
- El sector del retail y la distribución es uno de los mayores generadores de empleo a nivel mundial.
- Proporciona oportunidades laborales en una amplia gama de roles, desde empleados de tiendas y cajeros hasta gerentes, logística y marketing.
- Estos empleos no solo son relevantes en términos de cantidad, sino también por su impacto en la inclusión social y la movilidad laboral.
Según datos de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), en 2021 el sector empleó a más de 300 millones de personas en todo el mundo.
Impacto económico y crecimiento:
- El sector del retail y la distribución desempeña un papel clave en el crecimiento económico y el desarrollo de las comunidades.
- El aumento de las actividades comerciales y de consumo impulsadas por el retail y la distribución contribuye a la creación de empleo, el aumento de los ingresos y la mejora de la calidad de vida.
- Además, el sector estimula otros sectores económicos relacionados, como la producción de alimentos, la manufactura y el transporte.
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Elevado castigo a la propiedad
El Índice de Competitividad Fiscal Internacional 2022 elaborado por la Task Foundation sitúa a España en el nivel más alto respecto a los gravámenes a la propiedad de todos los países desarrollados.
© Proporcionado por elEconomista.es
En concreto, el think tank norteamericano coloca a nuestro país en segunda posición, solo superado por Italia. El resultado podría haber sido aún peor si no fuera por las reducciones o exenciones de impuestos realizadas por varias autonomías.
Es el caso de Madrid, que bonifica al 100% Patrimonio y al 99% el impuesto de Sucesiones y Donaciones. Sin esa aportación, el castigo a la mera tenencia de propiedades llegaría a cotas inaceptables en nuestro país.
Así lo indica también el informe, que critica que España tenga la lista de impuestos que afectan a la vivienda más larga de toda la OCDE. A pesar de ello, el Gobierno de Pedro Sánchez siempre ha insistido en penalizar la riqueza y su transmisión. Lo hizo cuando insistió en impulsar la llamada armonización fiscal en tributos como Sucesiones y Donaciones.
El mantenimiento del impuesto de Patrimonio es otro ejemplo que refleja el interés del Ejecutivo por mantener una senda fiscal que, además de ser injusta e ineficaz, nos aleja de la que siguen en muchos países de nuestro entrono, que optan con acierto por las rebajas de impuestos para favorecer las inversiones y el consumo.
Es más, España tiene el dudoso honor de ser el único país de la UE que cuenta con Impuesto de Patrimonio. Su casi completa extinción en otras economías es la mejor muestra de que es un tributo anacrónico que defienden quienes persiguen la mera posesión de la riqueza.
Este tipo de política fiscal que castiga a la propiedad siempre es negativa. Pero es aún más dañina ahora ante la ralentización del crecimiento que se espera para este ejercicio.
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Capitalismo no es consumismo
En el debate público, cuando se habla del modelo económico chileno se suelen confundir dos conceptos: “capitalismo” y “consumismo”. Y aunque están relacionados, son lo opuesto. El consumismo es gastar en bienes y servicios los ingresos recibidos, mientras que el capitalismo es el ahorro. Es gastar menos que los ingresos recibidos, para invertir lo no consumido. Y claramente estos dos conceptos están relacionados: el ahorro sacrifica consumo presente para invertirlo en proyectos económicos (empresas, emprendimientos) que entregarán más recursos para consumir en el futuro. El problema de Chile es que nos volvimos una sociedad consumista, dejando de lado el capitalismo. La cultura del ahorro en nuestro país es casi inexistente. Así lo refleja los datos del Banco Central que muestra que el ahorro de las familias chilenas pasó de ser un 10% del PIB en el 2004 a -0,68 del PIB en el 2023. Esto se explica en parte por el retiro de los ahorros previsionales (que se usó en gasto) y también se explica por el hecho de que las familias están consumiendo sobre su nivel de ingreso: la deuda de los hogares creció desde un 25% del PIB en el 2004 a un 50% del PIB en el 2023. El ahorro es crucial para el crecimiento de los ingresos futuros de los hogares y además les entrega un colchón de seguridad para los momentos de crisis y ayuda a pagar la jubilación cuando ya no se pueda trabajar. La gran pregunta es: ¿cómo insertamos la cultura del ahorro en los chilenos?
- Elisa Cabezón
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