#concepto vacío
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bocadosdefilosofia · 8 months ago
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«La otra idiosincrasia de los filósofos no es menos peligrosa: consiste en confundir lo último y lo primero. Ponen al comienzo, como comienzo, lo que viene al final —¡por desgracia!, ¡pues no debería siquiera venir!—, los “conceptos supremos”, es decir los conceptos más generales, los más vacíos, el último humo de la realidad que se evapora. Una vez más esto es sólo expresión de su modo de venerar: a lo superior no le es lícito provenir de lo inferior, no le es lícito provenir de nada... Moraleja: todo lo que es de primer rango tiene que ser causa sui [causa de sí mismo]. El hecho de proceder de algo distinto es considerado como una objeción, como algo que pone en entredicho el valor. Todos los valores supremos son de primer rango, ninguno de los conceptos supremos, lo existente, lo incondicionado, lo bueno, lo verdadero, lo perfecto —ninguno de ellos puede haber devenido, por consiguiente tiene que ser causa sui. Mas ninguna de esas cosas puede ser tampoco desigual de otra, no puede estar en contradicción consigo misma... Con esto tienden los filósofos su estupendo concepto “Dios”... Lo último, lo más tenue, lo más vacío es puesto como lo primero, como causa en sí, como ens realissimun [ente realísimo]... ¡Que la humanidad haya tenido que tomar en serio las dolencias cerebrales de unos enfermos tejedores de telarañas! —¡Y lo ha pagado caro!...»
Friedrich Nietzsche: Crepúsculo de los ídolos. Alianza Editorial, págs. 53-54. Madrid, 1998.
TGO
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Quizá...
...debería escribir sobre ésto. Lo que siento no parece correcto cuando se trata de entregarlo todo. Al parecer las variantes comparan el contraste con la oscura parte de toda materia. Es un vacío que se siente profundo en el pecho cuando es mencionado el desprecio. Vaya concepto tan carente de sentir cuando es incontenible lo que quiere albergar mi envase. Trago a exhalo comprendo que si el tiempo es beneficioso y el segundero se mueve cada vez más lento, podremos disfrutar de un para siempre presente pretérito futuro. No es ausente tu silueta en la penumbra del iris que llama mi tacto a saborear su tanto. Permítele a mi gen mezclarse con tu ser, y hacer sed del hambre que tengo por pertenecer. Si no es por creer, no creer, se puede saber con solo cruzar miradas. Tu sonrisa no se resiste a una caricia. Mis ojos no evitan llorar al pensar que si lo escribo puedo evitar que suceda. A mi musa le falta seda, busco tela para tejer la forma de su felicidad. Se da cuenta de lo que puede ser capaz. Seré capa en la batalla, cubriendo la onda expansiva.
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janus-borne · 2 years ago
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junmsli · 1 year ago
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so it goes
pairing. enzo vogrincic x virgin!reader
cw/tw. smut, praise, oral sex (reader y enzo reciben), enzo un poco posesivo, virgin!reader, piv sex, established relationship, unprotected sex, edades no especificadas, afab!reader/pronombres femeninos.
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no es un secreto para nadie que la virginidad es solo un constructo inventado desde el machismo. las mujeres no sufren de ningún tipo de cambio después de tener relaciones sexuales por primera vez. a pesar de saber que el concepto de la virgnidad no tiene ni pies ni cabeza, siempre pensaste que tu primera vez sería con alguien que de verdad significase algo para ti.
con un novio como enzo, sabías que la comodidad y el respeto son cosas con las que puedes contar, ya sea en este tema en específico o en cualquier otro aspecto, el peli negro encaja en tu definición de confianza.
enzo va a ser paciente y amable contigo, te dices a ti misma y sacudes tu cabeza buscando desaparecer de tu mente todo lo que piensas podría salir mal, ¿por qué llenar tu mente de todos los posibles escenarios negativos? todo irá bien y tendrás otro recuerdo precioso con tu novio que llevarás contigo con mucho cariño.
prefieres no darle más vueltas al asunto y buscas en tu armario un outfit para la cita de hoy. el plan era ir al nuevo restaurante frente a la playa, irían un poquito antes de las 7pm para apreciar la puesta del sol en la arena, la ida al restaurante y la cena, por último, volverían hacia el departamento del mayor.
habían hablado del tema la tercera noche que habías pasado en su departamento, discutiendo todo lo que pasaba por tu mente sobre tu falta de experiencia.
“¿te molesta esperar?”
“¿por qué me molestaría esperar?” enzo te había contestado, haciendo latir más rápido tu corazón. ambos acostados en la cama de él, viendo hacia el techo y tomándose de la mano después de una sesión de besos más que intensa.
luego de lo que parecieron horas, decidiste ponerte tu vestido favorito, de color negro, bastante cómodo y ligero. escuchaste la puerta ser tocada y miraste hacia tu reloj, notando que el mayor había llegado un minuto antes de lo acordado.
 “ya voy” dices en voz alta y te pones en marcha para abrirle, encarando al pelinegro, que como tu, tenía una cálida sonrisa en su rostro “hola, linda” dice enzo, elimina la distancia entre ambos y pone sus manos tu cintura, miradas encontrándose y diciendo en aquel lenguaje único cuanto se extrañaron y cuánto aman estar en la presencia del otro. 
“¿soy linda?” tú dices con una sonrisa llena de diversión.
“tan linda que sos lo único en lo que puedo pensar, sos muy preciosa” contesta, lo que hace calentar tus mejillas. se aleja de ti solo para tomar una de tus manos con una de la suyas. caminan de la mano hacia la salida del edificio, en busca de un taxi.
después de algunos minutos se suben al auto que los conducirá hasta la playa, apoyas tu cabeza en el hombro de enzo, sin soltar su mano en ningún momento, cierras los ojos y hueles el perfume de enzo con una pequeña sonrisa. dos cuerpos apoyados en los asientos del taxi, calentándose y latiendo el uno por el otro.
el tiempo parece volar y pronto llegan a su destino. enzo se aparta de tu lado con gentileza para abrirte la puerta, ocuparse del pago y agradecer al conductor. puedes decir que no está dispuesto a tener las manos lejos de ti por mucho tiempo, ya que te ofrece una vez más su mano, rápidamente volviendo a tener contacto contigo.
caminan hacia la playa mientras tarareas tu canción favorita. “son las 6:40, tiempo perfecto para ver la puesta del sol si me lo preguntas.” dices y jalas de su mano para avanzar más rápido con él hacía la arena. ambos sueltan un pequeño suspiro una vez que están ahí, contemplando la hermosa vista, escuchando las voces de las personas a su alrededor, el mar y las olas contra la arena.
comparten minutos llenos de silencio, llenos de tranquilidad hasta que enzo decide romper el vacío de diálogo;
"viviría feliz en montevideo contigo, en pequeños y grandes roles. sería el hombre más afortunado por toda mi vida", dice, dejando escapar sus pensamientos con la misma franqueza de siempre, sin filtro ni reservas.
"¿qué? ¿estás bromeando?" respondes con evidente confusión, arqueando una ceja mientras lo observas en busca de alguna señal que aclare sus palabras.
"no estoy de joda con vos, nunca lo estoy", responde él, encogiéndose de hombros con sinceridad.
"no te lo permitiría", piensas en cruzar los brazos para reforzar tu punto, pero decides mantener el contacto físico con tu novio, prefiriendo esa conexión.
"¿por qué no?" enzo finge sorpresa, consciente de que esa sería tu reacción.
"¿qué clase de novia sería si te dijera 'sí, enzo, quédate aquí conmigo, no te aventures fuera del país para explorar tu potencial. podríamos ser felices, pero siempre viviríamos con la incertidumbre de lo que podría haber sido'?"
"esperaba ese comentario de vos", responde enzo con calma.
"gracias por esperar lo mínimo de mí. me reconforta saberlo", dices con sarcasmo pero con una sonrisa cómplice. estás en un breve silencio, contemplando el atardecer antes de volver la mirada hacia enzo. "no deberías esperar que sea egoísta contigo y todo lo que puedes lograr. ya te ha ido bien más de una vez, y eso me llevó a conocerte en primer lugar", añades con una tranquilidad reflexiva. "y, aunque me hagas sentir... dios, no sé cómo explicarlo, este sentimiento de ser amada por ti, tú debes ser siempre tu primera prioridad. si estás dispuesto a esperarme, yo también lo estaré", admites, evocando el recuerdo de esa noche y la conversación que marcó un punto de inflexión en su relación.
"son dos cosas distintas", comenta enzo, también recordando claramente aquel diálogo
“¿mi primera vez y tu carrera de actuación? la verdad sí, no es el mejor ejemplo pero se entiende.” ahora es tu turno para encogerte de hombros.
se quitan los zapatos y deciden sentarse en la arena, tú con las piernas estiradas, quizás no fue tu mejor elección el vestido para esta ocasión, pero no importa cuando estás con él.
el silencio los envuelve por unos minutos mientras contemplan la puesta del sol, como si el tiempo se detuviera para permitirles disfrutar de ese momento juntos. enzo acaricia tu mano con delicadeza, voltea para encontrarse con tu rostro y procede a dar inicio a la reunión de sus labios, un beso lleno de ternura y pasión. toma tus mejillas con suavidad, intensificando el contacto, y se sumerge en la profundidad del beso, compartiendo un instante de intimidad que les pertenece solo a ustedes. duran unos preciosos minutos disfrutando del ya no tan delicado roce entre sus bocas, perdidos en el éxtasis del amor compartido.
"me haces muy feliz, siempre", él murmura al romper el toque entre sus labios, su voz cargada de sinceridad y emoción. "más de lo que te podes imaginar."
sus palabras llenan el aire con un sentimiento cálido y reconfortante, confirmando lo que ya sabías en lo más profundo de tu corazón: que este amor es real y todo tuyo. las olas continúan su danza rítmica, chocando contra la arena, mientras la oscuridad de la noche se adueña del entorno, acompañada del inconfundible aroma marino. reposas tu cabeza en el hombro de enzo una vez más, dejando escapar un suave suspiro. 
“gracias por amarme tanto.” expresas con gratitud.
“no tenés que agradecer ser amada, gorda, nunca.” responde enzo, manteniendo su mirada en ti. mientras tú sonríes con serenidad, él muestra una sonrisa que refleja comodidad y un toque de diversión, creando un momento impregnado de afecto y complicidad en la brisa nocturna.
"sé que no es necesario, pero aún así, gracias", respondes con una suave risa. tus pies juguetean en la arena, moviendo los dedos mientras te zambulles completamente en el momento. observas cómo los pies de enzo también comienzan a moverse y ríes bajito.
hubo momentos en los que creíste que ser amada era una tarea ardua, que lo mejor de ti se veía eclipsado por tus propias inseguridades. pero entonces, el peli negro irrumpió en tu vida, haciendo que amarte pareciera tan fácil. 
se ponen de pie, sacudiendo la arena en su ropa, continúan poniéndose de vuelta el calzado y caminan hacia el restaurante, en pocos minutos están sentados en la mesa, deliberando sobre qué elegir para la cena. decides optar por el mismo plato vegano que el de enzo.
“¿qué querés ver hoy en casa, amor?” pregunta él en el momento en el que el mesero recoge sus pedidos.
“¿ver?” dices, parecía que ya tenías una idea muy clara sobre cómo ibas a pasar la noche con enzo y eso no incluía ver tele. “lo hablamos mientras vamos para allá.” 
“dale, igual tengo un par de ideas si no tenés nada pendiente por ver.” asientes ante lo que menciona y no le das mucha importancia por ahora. “hay varias cosas que tengo apuntadas, de hecho.”
los platos de ambos llegan, le dan las gracias al mesero y la cena entre pequeños diálogos da inicio.
“tuve un lindo día en el trabajo, los niños son fenomenales… hicimos algo que vi en internet sobre escribir una reseña de una película al estilo de letterboxd. primero aprendieron sobre las partes de una reseña, sus funciones y bastante de cine, había impreso unas plantillas con el logo de la app. vimos elementos, yo tampoco la había visto así que también escribí mi propia reseña.” hay mucha alegría en tu rostro mientras le cuentas a tu novio tus recuerdos de unas horas antes de ese mismo día. “fue una interesante didáctica, bastante desarrollo de pensamiento analítico y crítico, a parte que se la pasaron muy bien mientras veíamos la película y cuando compartieron sus reseñas con toda la clase. dibujaron y todo para explicar sus puntos.” comentas muy amenamente y das otro bocado a tu plato.
“sos la mejor.” dice enzo, bastante fascinado por tu amor por lo que haces. “ahora yo también quiero conocer las partes de una reseña.”
asientes y con una sonrisa divertida le dices. “aprendes muy rápido, yo te enseño sin problema.”
durante la cena, en medio de una atmósfera serena, comparten entre sí los detalles de lo que hicieron durante el tiempo en que estuvieron separados. enzo relata con entusiasmo las sesiones fotográficas que llevó a cabo antes de la próxima rueda de prensa de su nueva película, mientras que tú detallas cada día como profesora, siempre con una nueva anécdota que contar. 
al terminar los platos, pagan la cuenta y emprenden el camino de regreso a casa.mientras caminan en busca del transporte que los lleve a casa tu cabeza está inundada de distintos pensamientos, más que nada sobre lo que pueda suceder en el departamento con tu pareja. 
al llegar a la casa del actor, te diriges a la cocina en busca de un vaso. “gracias por la cita, en, la pasé más que bien.” le dedicas una dulce mirada y luego procedes a servirte un poco de agua.
“no sé qué sería de mí si no es así.” dice él, devolviéndote la mirada con mucho cariño. aunque estás enfocada en tu agua. "sobre la peli… ¿vos pensaste en algo o preferís que decida yo?", pregunta, buscando captar tu atención. 
giras en su dirección y respondes con voz apenas audible, consciente de que es hora de abordar el tema pero indecisa sobre cómo hacerlo. "um, más o menos." tratando de encontrar la manera correcta de decirlo, pero tu respuesta sólo logra confundir al morocho.
"¿estás bien, gorda?", preguntó él, preocupado por tu actitud. 
“¿por qué no lo estaría?” llevas una vez más el vaso a tu boca, tu mente maquina como decírselo, no quieres darle tanta vuelta al asunto que se resumía en algo tan simple como tener sexo.
“conozco esa cara tuya de ‘mi mente está yendo a mil por hora’, amor.” expresa enzo y te observa fijamente.
tomas toda el agua restante en el vaso, lo lavas y lo dejas en su lugar. suspiras, sabes que no hay manera de decirlo con mucho tacto, por lo que terminas soltando “quiero… quiero que tengamos sexo.” dice lo último de manera apresurada, si el uruguayo no estuviera acostumbrado a tu rápido hablar aseguraría que no te hubiera entendido.
enzo no muestra sorpresa en su rostro; en cambio, sólo se percibe preocupación por ti y tu inesperada solicitud. "¿estás segura? amor, ya te dije que no tengo problema con esperar. no tenés que hacerlo si sentís presión", expresa mientras apoya sus manos en uno de los muebles de la cocina.
"lo sé, sé que no te importa, pero realmente es lo que quiero", respondes. enzo simplemente asiente con una sonrisa leve; si estabas segura de tu elección, él está más que encantado. 
te diriges hacia él, tomas su mano y lo conduces hacia el sillón. una vez allí, lo haces sentar y luego te acomodas en su regazo, tus piernas chocando suavemente contra los cojines. "considero que tengo experiencia en el juego previo", comentas, gozando de molestarlo y entrando en calor.
“¿quién te enseñó? debería darle las gracias.” enzo acaricia tus piernas, moviendo su atención a tus muslos ya descubiertos por tu vestido algo subido debido a la posición en la que te encontrabas.
“lo conoces muy bien, es un gran tipo, el mejor de todos.”
“¿ah, sí? su novia debe ser muy afortunada.” él respondió, esbozando otra sonrisa, pero esta vez llena de picardía.
asientes con la cabeza, luciendo una sonrisa ingeniosa. "lo es.” el roce de tus manos se desliza suavemente hacia las mejillas de enzo, sosteniéndolas con una delicadeza que parece sostener el tiempo. sus ojos se encuentran, creando un vínculo intenso que se prolonga durante varios segundos, como si el universo entero se detuviera para dar espacio a ese momento. y entonces, en ese instante cargado de anticipación, comienza el encuentro entre sus labios, sellando un pacto silencioso de amor que trasciende las palabras.
el beso inicialmente inocente, se torna en uno completamente intenso. desesperados por sentirse el uno contra el otro. sus boca se mueven con frenesí, enzo no duda en introducir su lengua dentro de tu boca, empezando a jugar con la tuya, sin ninguna preocupación por lo que pueda estar pasando a su alrededor pues ahora todo lo que les importa se reduce a ustedes dos.
rompes el beso recibiendo una mirada juzgadora de enzo, hasta lo que sabe, ya se la está pasando muy bien. te ríes y dices “quiero hacer algo.” te bajas de su regazo, poniéndote de rodillas en el piso frente al sillón y acercándote a las cinturas de su bermuda beige, para empezar a bajarlo ante su intensa mirada, enzo sacude su cabeza intentando volver en sí.
“amor, esta noche se trata de vos.” con suma delicadeza, enzo toma tu mentón con una de sus manos, sosteniéndolo con ternura. en la cara de enzo, se refleja un cálido torrente de cariño y aprecio. un silencioso intercambio de emociones se despliega entre sus miradas.
“pero de verdad quiero hacerlo.” haces un pequeño puchero con la intención, otra vez, de molestarlo.
enzo resopla y culmina cediendo con una pequeña sonrisa cómplice “dale.” sonríes al lograr tu cometido, no es que te haya costado mucho. terminas de sacarle la bermuda, acaricias juguetona y lentamente sus muslos con la yema de tus dedos por un par de segundos, hasta que tus manos llegan a su bóxer, bajándolo de una vez para contar con toda su parte inferior desnuda y a tu disposición. prácticamente babeas al verlo en todo su esplendor y a su pene ya bastante duro, lo único que pasa por tu mente es tenerlo dentro de tu boca.
“estoy empezando a creer que vos tenías todo esto calculado.” dice enzo inquisitivamente, lleva una mano a tu cabello y lo jala sin mucha fuerza “empezá ya que me estás matando, princesa.” 
le das una mirada divertida antes de introducir la cabeza de su polla en tu boca. das lamidas pausadas y lentas, sintiendo cada rasgo de su deliciosa punta y disfrutando de su líquido preseminal que comienza a formarse.  “vamos amor, no estoy para jodas.” enzo musita y jala una vez más de tu cabello. “vos podés más que eso.” sus ojos ahora te ruegan que dejes los juegos. das una larga lamida en toda su prolongación y esta vez puedes sentir cada vena en su miembro, lo que sólo logra excitarte y mojarte más, tratas de apretar tus muslos en busca de algún tipo de alivio. enzo se da cuenta y ríe con un poco de malicia. 
no lo molestas más e introduces su polla en tu boca, o al menos todo lo que esta alcanza abarcar, tus manos van a los centímetros restantes que acaricias gentilmente. con tus labios y lenguas y empiezas el vaivén de su polla dentro de ti, aguantando el reflejo nauseoso y poniendo todas tus habilidades en acción. “sí mi amor, así me gusta, sos tan buena, la mejor, mierda.”
el solo verlo así logra causar un mar entre tus piernas, alcanzas a crear una rica fricción entre tus muslos y jadeas aún con su polla en tu garganta. te separas unos segundos para poder respirar. “dale princesa, sé que podes.” dice enzo que sonríe mientras te observa. suelta lindos jadeos a los que le siguen gemidos de tu nombre en voz alta. “así, carajo, sigue así.”
chupas su polla de manera impaciente, mientras una de tus manos baja a tu coño, al que tocas melosamente encima de tus bragas, gimes en su miembro causando que las vibraciones lo vuelvan loco, trabajando en él de manera profesional. enzo sabe que no durará mucho contigo chupando su pene de ese modo, trata de ordenar sus pensamientos teniendo claro que hoy sólo debe correrse en lo profundo de tu coño. “princesa…”
“qui-quiero que te corras en mi boca.” alcanzas a pronunciar. enzo puede ver tus labios algo hinchados, tu pelo desordenado y tu mano debajo de tu vestido, al ver tu imagen tan descompuesta casi lo hace soltar un jadeo.
“mañana, mañana temprano… hoy quiero venir dentro de ti, ¿sí?” asientes algo decepcionada, te dedica una dulce sonrisa mientras separa su miembro de ti, contempla el hilo de saliva entre tu boca y su duro miembro. y carajo, como deseo hundirse y follarte la boca en ese segundo, le costó toda su voluntad poder pararse, te ayuda en la misma tarea y van a su habitación procede a acostarte en su cama. 
comienza quitándote los zapatos los que tira al piso sin mucha importancia, conserva su atención en tu rostro y te preguntas a ti misma cómo es que hace que algo tan simple como quitarte los zapatos se vea lujurioso. 
sube la falda de tu vestido hasta la altura de tu pecho, acaricia y deja suaves besos en tus muslos, sus dedos forman círculos y más figuras no identificables en ellos. “¿me permitis tocarte, amor?” pregunta con dulzura. 
“sí, en por fa, tócame.” musitas y mueves tu parte inferior buscando su toque.
él asiente “como ordene mi princesa.” empieza a jugar con tu montículo cubierto, sus ojos se abren con un poco de diversión y sorpresa al sentir tu gran humedad. “estás mojadita, ¿tanto te calentó chuparme la pija en el sillón?” susurra para ti y no pasa mucho tiempo hasta que te baja las bragas lentamente “te haré sentir bien.”
“siempre lo haces.” dices de forma perezosa, en este momento dirías lo que fuese para que el peli negro calme tu excitación.
enzo ingresa dolorosamente lento dos de sus dedos en ti, los mete y saca una y otra vez. vuelves a soltar grandes gemidos con el nombre del uruguayo. retira sus dígitos empapados para pasearlos por el contorno de tu clítoris, cierras los ojos rendida ante el placer, no puedes formular ningún tipo de oración, agarras la sábana a tus costados con tus manos, cerrando tus puños contra la tela. 
las ansias por finalmente saborearte son demasiadas, no puede soportar ni un minuto más, por lo que acaba deslizando su larga y cálida lengua en tu coño. “deliciosa, mierda… toda hecha para mí.” extensas lamidas son depositadas en ti. conserva los movimientos de sus dedos jugando en tu clítoris. 
“tan exquisita y solo mía para probar.” tus ojos se abren para encontrarte con la hermosa vista de enzo comiéndote como si se tratase de su última cena. busca darte el subidón de placer más satisfactorio que jamás hayas tenido y pone en uso todo lo que ha aprendido que sabe te vuelve masilla en sus manos. 
gritas su nombre al percibir su cambio de planes ya que sus largos dedos se introducen nuevamente y perfectamente dentro de ti. ahora son tres de sus dígitos en lo profundo de ti, moviéndose a la par de su boca chupando tu clítoris con la gran destreza que lo caracteriza. “sos mi dulce virgen, ¿mmh?”
asientes tontamente, estás tan cerca y el peli negro lo sabe de inmediato, sonríe con picardía y agiliza todos sus esfuerzos por hacerte llegar. “en, estoy tan cerca…” consigues decir.
“lo sé, princesa, déjame saborearte.” envuelves tus muslos con fuerza alrededor de enzo, como si lo instaras a no ir a ninguna parte, como si le suplicaras, por favor, sigue comiéndome hasta que muramos. 
es cuestión de segundos para que finalmente te corras gentilmente en sus dedos, los cuales enzo procede a probar. “la más deliciosa.” finaliza ingresando el tercero de sus dedos mojados en tu boca.
por tu mente pasa que si esta no era la noche en la que dejabas de ser virgen, juras que podrías morir.
el uruguayo finalmente te desnuda completamente, pasa el vestido por tus brazos, lo arroja al piso y nota que no llevabas sostén, sonríe hacia sus adentros, confirmando su teoría de que tenías todo planeado pero a quién le importa si luces tan bien toda desnuda debajo suyo. “sos preciosa, la más linda de todas.”
sus labios ahora bajan a tus pechos, los cuales llena de húmedos besos, comienza a chupar y lamer tu pezón izquierdo, se mueve al otro para darle el mismo trato, juega otros pocos minutos en tus muy erectos pezones. “en...”
“decime qué querés y es tuyo.” levanta su cabeza de entre tus pechos para mirarte y espera tu respuesta.
“sabes que quiero” pronuncias, enzo está a punto de llevarse tu virginidad y el solo pensamiento de aquello te da una sensación similar a tu reciente orgasmo.
“esa no es una respuesta, linda, tenés que usar tus palabras.” vuelve a tomar uno de tus senos en su boca. no puedes esperar más, lo necesitas dentro tuyo, tu coño palpita en necesidad 
“quiero que me folles.” sueltas de una vez por todas.
él asiente “sos tan hermosa, ¿cómo me podría negar cuándo me lo pedís así?” lleva sus labios a los tuyos, compartiendo un beso lujurioso y muy cargado de amor a la vez, como solo él sabe hacer.
“si duele, decimelo” decide mantener el contacto visual contigo en todo momento, en alerta por si halla cualquier indicio de incomodidad en tu rostro. "pellízcame si es demasiado, ¿entendido?" se hace un recordatorio mental para más tarde sobre acordar una palabra segura. murmuras un rápido sí y enzo deja un beso en tu cuello mientras bombea lentamente dentro de ti, sus piernas sobre el colchón, las tuyas alrededor de sus caderas.
sueltas un suave jadeo ante la nueva sensación, que duele ligeramente. “tan linda y toda para mí, no sabés cuánto deseaba tenerte así.” los recuerdos de las noches en las que enzo usó su mano, pensando que era tu coño lo que lo apretaba, llegaron esporádicamente a su mente.
primero mantiene un ritmo lento, buscando que te adaptes a la nueva sensación, sí bien ya has tenido sus dedos en ti en varias ocasiones, era completamente distinto tener toda su polla hundida en ti. pone sus manos alrededor de tu cintura y sientes pequeños besos en tu cuello mientras tus ojos se cierran con fuerza, el calor del cuerpo de enzo contra el tuyo.
“puedes moverte, en, más rápido.” pides, él asiente ante tus palabras y agarra tu cintura, tu cabeza se echa hacia atrás sobre la almohada, formando un delicioso arco. dejas atrás ese leve ardor y gimes con fuerza, temes que los vecinos de enzo escuchen claramente los ruidos causados por ti y la cama. "por favor, por favor, en" suplicas, él sigue follándote con las rodillas en la cama. cuando mira hacia abajo y ve su polla entrando y saliendo tu coño, brillando con tu humedad, no puede evitar gemir, elevándote al puto espacio mientras muele su polla contra tu entrada.
luces tan hermosa siendo follada contra el colchón y más sudorosa de lo que jamás la haya visto. el sonido del chasquido de tu coño es música literal para los oídos de enzo, vuelve a mirar hacia abajo para ver su polla entrando y saliendo, entrando y saliendo de ti. “carajo, sos tan divina, nadie más te podrá tener así,” dice, más como una afirmación que un simple comentario. “esta vista me pertenece solo a mí.” dice, su lado más posesivo saliendo a la luz.
“m-más, en.” roza su polla entre los labios de tu coño, mojándola con tus jugos. se introduce una vez más en tu profundidad, con un ritmo más duro y rápido.
“sos toda mía.” asientes contra la almohada mientras él repite tu nombre incontables veces. “mierda, te sentis tan bien” tus caderas moviéndose en busca del choque entre ambos cuerpos. “vení conmigo, mi princesa.” bajo una de sus manos que se encontraban en tus caderas hacia tu clítoris, sus dedos se mueven rápidamente en él, busca tu liberación y está a punto por lograrlo. te preguntas sí así es como se siente estar en el cielo.
menos de un minuto después te corres y enzo no necesita de mucho más tiempo para seguir el mismo camino. se viene dentro de ti, pensando que eso ya será una preocupación para mañana. se retira gentilmente y observa tu pecho agitado, todo en tu cara grita que acaban de darte duro.
“¿estás bien, mi amor? enzo arranca con las preguntas para cerciorarse de tu bienestar. solo asientes, tomándote tu tiempo para ordenar tus pensamientos y procesar todo lo que acaba de suceder.
“debimos hacerlo hace mucho.” dices, enzo niega con una sonrisa floreciendo en su rostro. 
“todo a su tiempo.” dice con diversión y acaricia tus piernas. “sos la mejor, tenés que saberlo.” tapas tu rostro con tus manos con las mejillas calientes. “¿ahora te hac��s la tímida?” te molesta y planta un corto beso en tus labios. “que tal si vamos a darte un baño, hablamos de cómo te sentís y nos acostamos juntitos.”
“suena como un plan que me gustaría.”
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w/n. soy un asco para los finales
casi una semana sin subir nada y me moría por alimentarlas, espero que haya valido la pena la espera 😭 gracias a la hermosa anon que mandó la request, perdón por la demora, realmente espero que te guste 🤍
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malebodyswap-enespanol · 1 month ago
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Male Body swap Parte 1 Cambios..
Me llamo Alberto, tengo o tenia 64 años, mi vida se habia puesto monotona y critica, soy medico de una familia de muchos recursos en el que siempre cuidaba a su hijo, a Matias.
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Matias estaba allí tendido, sin poder hacer nada con su vida. Había entrado en su habitación después de haber estado rondando por la casa a altas horas de la noche, y esa noche me sentí más inquieto de lo normal debido a las noticias que había recibido ese día. Mis sospechas se habían confirmado: tenía cáncer de hígado, estómago e intestino inoperable, por lo que solo me quedaban unos pocos meses de vida.
No es que pudiera quejarme, a mis 64 años sé que he tenido una vida bastante larga y activa. Aunque no había tenido una relación íntima desde que mi último amante de que nos separamos hace veinticinco años, tenía que estar agradecido por lo que había tenido. Seamos sinceros, al menos era una vida, a diferencia de algunos de los pacientes cuyo bienestar físico atendí como médico residente y a quienes esta noche visité. La mayoría estaban aquí sólo gracias a las "maravillas" de la tecnología médica moderna.
Un buen ejemplo de ello es Matias, hijo de 18 años de un rico empresario, que murió casi por completo en un accidente de moto en el campo familiar hace un año. Su hermoso cuerpo joven se había curado físicamente por completo, podría decirse que sin problemas. Sin embargo, su cerebro nunca se había recuperado; nunca había recuperado la conciencia y los escáneres cerebrales no revelaron ninguna actividad. En una sociedad menos avanzada, habría muerto y habría sido enterrado después del accidente. Pero sus padres le habían negado este proceso natural, negándose a aceptar los hechos médicos y le dieron cuidados intensivos las 24 horas del día, los 7 días de la semana, para lo que básicamente no era más que la cáscara del hombre-niño vivaz y animado que yo también había conocido, como médico privado de la familia. Su madre pasaba regularmente largas horas junto a su cama tratando de reanimarlo con su conversación y masajeando su cuerpo sorprendentemente todavía en forma; apenas había signos de agotamiento, una situación poco común que le dio esperanza. Pero nunca hubo respuesta y probablemente era cuestión de tiempo antes de que finalmente aceptaran lo inevitable y lo dejaran ir.
Miré con tristeza a Matias, cuyo pecho subía y bajaba rítmicamente, pero de algún modo de manera mecánica; en la penumbra podía ver el estimulador cardíaco que estaba adherido a su firme pecho. Había un respirador junto a la cama, pero no se esperaba que lo usaran nunca. Durante mi estadia en la casa, había llegado a aceptar el trágico desperdicio de pacientes como este como parte de la cruel ironía de la vida. En el suave resplandor de las máquinas que mantenían vivo su cuerpo, y ese día de todos los días, la ironía del cascarón vacío de un joven tan hermoso que yacía allí por falta de un cerebro activo resonó con fuerza en mi mente. Ironía, porque por falta de un cuerpo tan sano, mi cerebro pronto estaría en silencio como el suyo.
Ese día me pasaron muchas ideas por la cabeza, pero no sé muy bien qué me llevó a probar una idea tan loca. Durante algunos años, para aliviar el aburrimiento de mi trabajo habitual, había experimentado con patrones de ondas cerebrales, siempre con animales de laboratorio, por supuesto, pero en última instancia como un posible medio para anular también el comportamiento criminal y antisocial en los seres humanos. No desconocía el dilema ético de este concepto, pero en realidad no esperaba ningún gran avance como para tener que preocuparme por esas realidades ahora, si es que alguna vez lo hacía. Y ahora parece que nunca se conseguiría nada de ello, a pesar de algunos resultados interesantes entre algunos de los sujetos mamíferos más grandes que había probado últimamente. El concepto consistía en leer los patrones de ondas cerebrales "buenos" de un sujeto en una computadora y "mapearlos" en el cerebro del otro sujeto, borrando los patrones negativos. Había estado experimentando con caballos recientemente , pero para obtener la intensidad de señal necesaria había habido problemas con la retroalimentación. El sujeto donante recibía algunas de las ondas cerebrales del receptor a través del sistema; por lo general, respondía al nombre del receptor (así como al suyo propio) y otras anomalías de comportamiento. Era como si se hubiera producido una ligera fusión de recuerdos. Sin duda, el receptor se benefició de la experiencia, ya que los patrones de comportamiento adoptaron inmediatamente el perfil del caballo donante; ¡incluso respondió al nombre del caballo donante! También hubo alguna evidencia de una fusión en este lado.
Por supuesto, toda esta experimentación se realizó en silencio y fue completamente desconocida pero había documentado todo lo que había hecho en la computadora portátil y las copias principales estaban en mi computadora de escritorio en casa.
Tal vez se debiera a procesos de pensamiento mal formados provocados por la reacción a mis malas noticias, pero también había una sensación de que tal vez mis experimentos podrían ayudar a Matias en este caso y tal vez a otros pacientes como él. Tampoco había cierto grado de orgullo en la idea de que valiera la pena salvar mi "cerebro"; haber sido gay toda mi vida había significado que no había tenido hijos a los que transmitir ninguna de mis características. ¿Tal vez podría transmitir mis ondas cerebrales a Stuart y él podría funcionar de nuevo? Al mismo tiempo, sería como si le estuviera transmitiendo algo de mí, mis características para que pudiera hacer uso de ellas. Decidí que no había nada que perder para ninguno de los dos, que nuestras vidas se medirían en meses ahora, tal como estaban las cosas.
Así que esa noche volví a mi oficina y cogí mi aparato experimental, que consistía en un ordenador portátil, un disco duro, un transformador eléctrico y algunos bucles de cables para conectarlos todos. A mi regreso, enchufé el transformador y conecté el disco duro,el portatil, Encendí el ordenador y cargué el programa y me di cuenta de que tendría que modificar los parámetros para los diferentes pesos corporales (para las cargas eléctricas) y masas cerebrales relativas (para el mapeo) de los humanos en comparación con los caballos. Introduje los datos y el ordenador calculó rápidamente los ajustes que alimentaría al resto del aparato. Coloqué una silla junto a la cama y coloqué el portátil junto al brazo izquierdo de Matias, de cara a la silla. A continuación, coloqué las cintas receptoras sobre su cabeza y lo ubiqué con cuidado, ya que había aprendido lo crítico que es colocarlo correctamente con los experimentos anteriores. Stuart al menos no se movió por la falta de familiaridad con él, a diferencia de los caballos.
Me coloqué la otra gorra en la cabeza y, usando el espejo que había al otro lado de la habitación, sobre el lavabo, en el que podía verme desde donde estaba de pie, junto a la cama, la coloqué con cuidado. Me senté en la silla y puse mi mano derecha en la izquierda de Matias y la apreté con fuerza (no era necesario, pero agradecí la sensación de calor que me dio). Con la mano izquierda, hice clic en el botón del ratón del portátil para iniciar la secuencia. Recuerdo la sensación de zumbido en mi cerebro que aumentó de casi nada a lo que sin duda había provocado que los caballos reaccionaran nerviosamente. Para ellos había recurrido recientemente a sedantes suaves, pero ni siquiera había pensado en ello para mí, ya que acababa de decidir hacerlo en el momento. En realidad, no era nada comparado con el dolor de los cánceres que llevaba en mi cuerpo. El zumbido se estaba volviendo más desagradable y recuerdo que pensé que al menos estaba seguro de que matias no sentiría nada. Y luego me desmayé.
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deepinsideyourbeing · 17 days ago
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Celos
Prompt: cómo reaccionarían si la protagonista se queda mirando demasiado a otro hombre que no sea ellos (el por qué se lo quedó mirando demás lo dejo a la libre interpretación de cada una). 
Bueno, la idea principal de mi regalo era utilizar este mismo concepto (celos) para hacer respuestas cortitas y sugerentes involucrando a varios de los chicos del cast. Pero pasaron cosas y por ejemplo, sin darme cuenta, había escrito una respuesta demasiado larga para uno o para otro me había recontra desubicado en la parte que se suponía que solamente iba a ser sugerente. Así que decidí reducir la cantidad de personas (a los que supuse que a vos gustaban más) y hacer respuestas más largas y más explícitas. Resumiendo: ganó el quality over quantity. 
Quise que los escenarios fueran lo más diversos posible incluyendo varias temáticas diferentes para que no quedaran respuestas parecidas. Serían demasiadas tags si las empiezo a enumerar una por una, así que lo voy a resumir todo con un bonito “+18” (no hay nada dark que necesite su propia advertencia). 
En fin. 
Espero que te guste mi regalo para vos como agradecimiento por todo lo que escribiste para nosotras a lo largo del año 🖤. 
También espero que te quedes por un ratito más en el fandom y sigas subiendo tu maravilloso contenido. 
¡Felices fiestas! 
⋆⁺。˚⋆˙‧₊☽ ◯ ☾₊‧˙⋆˚。⁺⋆
Enzo Vogrincic: volteás para preguntarle algo y lo encontrás observándote con las cejas alzadas, el ‘¿es en serio?’ escrito por todos lados en su mirada incrédula. Le preguntás qué le pasa pero él no te responde, sólo se limita a hacer una mueca de ‘mirá vos’ y a dirigir su vista hacia adelante sin dejar de caminar con tu mano en la suya. Lo llamás una, dos, tres veces, apretás su mano para que te mire, tirás de su brazo para evitar que siga caminando, siendo arrastrada por él en el proceso. Nada funciona. La única manera que lográs de que deje de caminar y enfoque toda su atención en vos es colocándote literalmente en su camino. Cuando finalmente sus ojos oscuros se posan sobre los tuyos enredás su cuello con tus brazos para asegurarte de que no pueda huir de vos. “¿Qué hice?” preguntás en voz baja haciendo un pequeño puchero. Te mira poco impresionado ante tu intento de parecer inocente, aunque sabés que tus acciones tienen algo de efecto en él por la forma en que visiblemente aprieta su mandíbula y un pequeño, casi imperceptible, tic aparece en su labio superior. “¿Te gusta mirar a otros tipos mientras estás conmigo? ¿O sólo te comportás como una putita porque querés mi atención?”. Las preguntas te toman totalmente por sorpresa, principalmente porque no tenés idea de dónde vienen esas acusaciones. Abrís la boca para responderle pero él no te da tiempo y empieza a caminar nuevamente, tirando de tu mano para que lo sigas. “¿Pero y la obra?” interrogás confundida. No recibís respuesta alguna. Marcha en dirección al establecimiento más cercano, el cual termina siendo un pequeño café rústico de dos pisos con sus pocos clientes situados en la planta baja. Aprovecha el hecho de que el segundo piso está prácticamente vacío y te mete en uno de los cubículos del baño para darte tu castigo. Una vez que se asegura de haber marcado tu interior con su semilla -y de observarte tratar de arreglar los restos de tu maquillaje arruinado- te obliga a permanecer a su lado en el mostrador mientras él pide dos cafés para llevar. Te negás a despegar tu vista del suelo. Tu cara arde debido a lo sucedido apenas unos pocos minutos atrás y te removés inquieta cuando sentís como su semen empieza a deslizarse lentamente por el interior de tus muslos escondidos debajo de tu vestido. Es mucho, pensás, siempre es mucho con él. Cuando regresan a su casa te vuelve a castigar, pero esta vez por haber provocado que se perdieran la obra. Cruzan el umbral de la puerta y no espera a llegar a su habitación. Te coge ahí mismo contra la pared del pasillo, sosteniendo tu cuerpo con un brazo y su mano libre apoyada contra la superficie plana detrás tuyo mientras vos te aferrás a su cuerpo. Sus movimientos son frenéticos y bruscos -todavía visiblemente molesto por los sucesos de aquella tarde-, concentrándose únicamente en su propio placer. Su rostro se esconde en tu cuello. El aire caliente de sus jadeos choca contra tu piel transpirada hasta que muerde dicha zona con fuerza, aumentando la velocidad de sus movimientos. Sus gruñidos son amortiguados por tu piel. La intensidad con la que utiliza tu cuerpo no te deja más opción que agarrarte de sus hombros con más fuerza, gimiendo su nombre como un mantra y una súplica al mismo tiempo. Cuando está apunto de correrse, te niega la satisfacción de sentir su semen manchando tus paredes por segunda vez en el día y sale de tu interior con un rápido movimiento. Te obliga a arrodillarte frente a él. No podés decidir qué es más doloroso, si el orgasmo que te acaba de arrebatar a último momento o el impacto de tus rodillas cuando chocan contra el suelo. Envuelve su erección con su mano y solamente tiene que acariciarse un par de veces más para que el líquido blanquecino empiece a salir. No sabés cuánto tiempo permaneciste de rodillas mientras él disfruta de su orgasmo hasta que, luego de lo que te pareció una eternidad, suelta un gruñido ronco cuando la última gota de semen cae en tu rostro. Aún con su respiración algo agitada, agarra tu mentón con sus dedos y te obliga a mirarlo directo a los ojos. “La próxima vez va a ser al revés, te voy a acabar en la cara primero y no voy a dejar que te limpies.” amenaza. 
Esteban Kukuriczka: es el peor momento, pensás aferrándote a sus hombros mientras terminás de sentarte sobre su erección, ambos soltando gemidos de satisfacción, pero aún así los eventos de esa misma tarde insisten en cruzar tu mente. ’“¿Está buena la vista?” lo escuchaste preguntar de la nada. Volteaste para verlo con el ceño fruncido, confundida ante sus palabras pero él sólo te miró con sus ojos brillando con travesura y una de sus comisuras levemente elevada. “¿De qué me hablás?” preguntaste desconcertada. “La forma en que te quedaste mirando al tipo ese.” explicó señalando con la cabeza en dirección detrás tuyo. Pasaste de estar confundida a estar ofendida ante su acusación en cuestión de segundos. Definitivamente no estabas haciendo un puchero. “No estaba mirando a nadie, no sé de qué me hablás.” te quejaste y tu bronca aumentó cuando él sólo se rió de tus palabras, claramente encontraba divertida la situación. “No pasa nada, bebé, no soy un hombre celoso.” te prometió dándote un pequeño beso en la frente. Su respuesta te dejó perpleja. Lo miraste mal. “Te dije que no estaba mirando a nad-” te interrumpió con otro beso, esta vez en tus labios. Querías seguir renegándole, pero la forma en que sus labios se tomaban su tiempo en acariciar los tuyos terminó por desconfigurarte por completo. Hiciste una nota mental de que tenías que seguir quejándote… Pero más tarde… No se volvió a mencionar una palabra del asunto durante la cita. Pasearon tomados de la mano mientras observaban los diversos puestos de la feria artesanal y detenían de vez en cuando su recorrido para escuchar a diferentes artistas que tocaban en las calles. No podías evitar notar de vez en cuando que ese brillo pícaro en su mirada y el fantasma de una sonrisa burlona todavía persistían en su labios, y ni siquiera podías estar segura si lo hacía a propósito para obtener una reacción de tu parte o no. Aún así lograba ponerte de mal humor.’ El considerable tamaño de su miembro estirando tus paredes al máximo te obliga a tomarte unos minutos para poder acostumbrarte. Tratás de distraerte contando las múltiples pecas en sus hombros, acariciando con suavidad aquellas manchitas marrones con tus dedos. La fricción de tus pezones erectos contra su pecho es el único alivio que encontrás para lidiar con el ardor entre tus piernas. Empezás con movimientos cautelosos y no medís la fuerza con la que mordés la carne blanda de su hombro para soportar el ligero dolor. Él no emite queja alguna. Se encarga de plantar delicados besos en toda tu piel que tenga a su alcance y sus manos acarician tu figura con cariño mientras tu cuerpo termina de acostumbrarse al suyo. Tus labios se parten ligeramente cuando finalmente el dolor se dispersa y es reemplazado por el placer. Empezás a montarlo con más vigor. Tus uñas se entierran en la delicada piel de su espalda y la forma en que sus manos manipulan el movimiento de tus caderas -más rápido, más profundo- te tiene arañando su espalda sin piedad. El gruñido ronco producto del dolor y del placer que suelta en tu oído provoca que tus paredes se contraigan alrededor de su miembro. “No estaba mirando a otro tipo, basta.” te quejás de la mismísima nada con la voz entrecortada por el esfuerzo que requiere tus movimientos. No sabés si es tu terquedad o el momento inoportuno que elegís para seguir peleando con él, pero suelta una risa incrédula contra tu cuello, su aliento caliente provocándote cosquillas. “Lo que vos digas…” murmura con soltura y vos gruñís sintiéndote frustrada. “Te odio.” te quejás, pero ambos saben que es mentira. “¿Sí?” se separa ligeramente de tu cuerpo para envolver tu cuello con su mano, obligándote a mirarlo. Hay arrogancia y burla en sus ojos. “No se siente como si me odiaras…” comenta casualmente dándote una estocada particularmente fuerte que te obliga a aferrarte con desesperación a su cuerpo. Ahora es tu turno de esconder tu rostro en su cuello para intentar aplacar tus gemidos.
Matías Recalt: te mira fijo con esa cara de orto esperando que reconozcas en voz alta tu error y te disculpes, pero vos solamente los mirás confundida sin entender a qué se debe su repentino semblante serio. Cuando no decís nada empieza la primera parte de tu castigo, la cual es hacerte pasar vergüenza en público. “¿Terminaste de fichar a ese tipo o necesitás unos minutos más?” pregunta tranquilamente aunque podés reconocer un ligero deje de irritación en su voz. “¿Eh? ¿Qué decís? Yo no lo estaba-” “¡Eu, flaco! ¿Podés venir un segundo? Así mi novia termina de relojearte el bulto.” grita sin pudor alguno atrayendo miradas curiosas de las demás personas que se encuentran en el parque. “¡Matías!”. Pasan la tarde tomando mate mientras charlan tranquilos al aire libre, aunque por la forma en que su cuerpo permanece ligeramente tenso sabés que sigue molesto. Te rehusás a reconocer sus acusaciones o a disculparte por algo que no hiciste. Es recién cuando llegan a su casa que él decide hablar sobre el asunto. “¿Me vas a pedir perdón por quedarte mirando a otro chabón como una pajera o te voy a tener que dar motivación para que te disculpes?” pregunta y vos resoplás mientras te sentás en el sillón. “No me voy a disculpar por algo que no hice.” renegás. No escuchás sus pasos acercarse, solamente sos consciente de su presencia detrás tuyo cuando enreda una mano en tu pelo y tira. Sus ojos oscuros te miran desde arriba con una intensidad abrasadora, provocando que te remuevas inquieta en tu lugar. Antes de que puedas articular alguna palabra, suelta su agarre en tu pelo y rodea el sillón, toma asiento en este y de un ágil pero brusco movimiento te coloca boca abajo sobre su regazo. Gritás su nombre pero él te ignora. Sin perder el tiempo, jala hacia abajo tus leggings y tu ropa interior hasta la mitad de tus muslos, dejándote expuesta ante su hambrienta mirada. Cruzás tus brazos sobre el sillón y escondés tu rostro en ellos, sabiendo que mientras más te resistas peor va a ser tu castigo. Las primeras cinco nalgadas te hacen saltar ligeramente, pero no son un problema. ¿Las diez que le siguen? Las soportás aunque tus músculos comienzan a protestar. Cuando está por llegar a las veinte es cuando tu cuerpo empieza a traicionarte. “¿Me querés decir algo?” inquiere con tono de burla cuando te escucha murmurar algo contra la suave superficie del sillón. Te concentrás en tomar bocanadas de aire de manera profunda un par de veces para poder contestarle. “Perdonáme…” decís con voz entrecortada. “¿Y por qué me estás pidiendo perdón?” acaricia la zona enrojecida con delicadeza y hasta te atreverías a decir con algo de cariño. “Perdonáme pero no es mi culpa que flashees cosas que no son, yo-” siseás por el dolor cuando sus uñas se entierran sin piedad en tu piel enrojecida. “Pendeja desubicada.” gruñe. Gritás cuando su mano vuelve a golpear tu cuerpo -cinco veces en el glúteo izquierdo y otras cinco en el derecho- más rápido que antes. Te retorcés y tratás de escapar de su mano cuando sus dedos recogen la prueba de tu excitación entre tus piernas, pero se asegura de que no puedas huir de él cuando pone sus dígitos húmedos justo enfrente de tu rostro. “Mirá lo mojada que estás.” te ordena, pero vos apretás tus párpados con fuerza y girás la cabeza en dirección opuesta a su mano. Querés reclamarle que estás en este estado por culpa de la erección que sentís contra tu estómago, pero ya casi no te queda energía para protestar. Perdés la cuenta de cuántos golpes lleva o hace cuánto tiempo llevás inmovilizada sobre su regazo. Lo único de lo que sos consciente es del sonido de tu propia respiración irregular y del sonido de su mano colisionando contra tu piel. Es solamente cuando registrás su amenaza de cogerte con vos sentada en el borde de la mesa de la cocina, cuya dura y áspera superficie de madera -considerando tu estado actual- te va a provocar más dolor que cualquier placer que él te pueda provocar, que te disculpás entre sollozos.
Santiago Vaca Narvaja: su primer instinto cuando te ve observando a otro tipo con demasiada atención es dejar que su rostro refleje la irritación que siente, pero sabe que existe una gran posibilidad de que su pobre comportamiento sólo le consiga un castigo. Tiene que manejar la situación de una manera más inteligente. Así que, en cambio, te pone sus mejores ojos de cachorrito triste cuando lo mirás. “¿Qué pasa?” le preguntás preocupada cuando ves su semblante decaído. “Estás en una cita conmigo y te ponés a ver a otros hombres…” te recrimina con voz chiquita mientras baja su mirada al suelo. Sabe que te tiene exactamente donde quiere cuando lo mirás entre sorprendida y ligeramente alarmada y le asegurás que no tenés idea a qué se refiere. Sigue pretendiendo estar lastimado por tus acciones mientras que por dentro se regodea cuando le hacés constantes mimitos con el objetivo de convencerlo de que interpretó mal la situación. La cita, que en un principio había consistido en visitar la inauguración de una nueva biblioteca en su barrio, se transformó en una merienda donde vos le invitás cualquier cosa que le tiente. Se sientan en una mesa apartada en el fondo del café. Los rayos crepusculares entran por los enormes ventanales y cubren al rubio con tonos cálidos. Contemplás cómo disfruta de su porción de lemmon pie junto con una gran taza de té. “¿Está rico?” le preguntás luego de darle un sorbo a tu café y él suelta un pequeño sonido de placer como respuesta, claramente disfrutando de su postre. Le sonreís con cariño. Al contrario de lo que el cordobés pueda llegar a creer, a estas alturas de su relación lo conocés lo suficientemente bien como para distinguir cuándo está actuando y cuándo está mostrando sentimientos genuinos. También sos consciente de que hay ocasiones en donde pensamientos intrusivos lo hacen sentirse inseguro sobre muchos aspectos de su vida -incluyendo su relación con vos-, así que de vez en cuando no te molesta pretender que te creés su acto y lo consentís un poco. Un pequeño recordatorio de que no hay nadie más importante para vos que él. ¿Pero este pobre intento de manipulación? No se lo vas a dejar pasar tan fácilmente. Recordás la última vez que te viste obligada a castigarlo, apenas unas semanas atrás. Lo habías sentado en una silla y le habías atado sus muñecas juntas detrás del respaldo. Con tus labios y tus manos te encargaste de estimularlo hasta despojarlo de cualquier pensamiento que no fuera el de correrse, y cuando menos se lo esperó, le colocaste un anillo de silicona en la base de su erección. La mirada horrorizada que te dirigió provocó que la temperatura de tu cuerpo aumentara. Te habías tomado tu tiempo en utilizar su cuerpo para tu propia satisfacción, disfrutando de tus orgasmos con su frente apoyada en tu hombro mientras él sollozaba a causa del dolor. Mientras más disfrutabas, más sufría él. Lo observás llevarse el último pedazo del postre a su boca y relamerse con pereza las migajas de la comisura de sus labios con la punta de su lengua. Múltiples escenarios cruzan tu cabeza, pero hay uno que te tienta más que el resto; el rubio en tu cama boca abajo, aferrándose a los bordes del colchón para poder lidiar con la intensidad de tus embestidas mientras te asegurás de darle en su punto más sensible con la punta de su juguete favorito. Los músculos de su espalda contrayéndose tentadoramente bajo tu mirada hambrienta cuando mueve su cuerpo para encontrarse a mitad de camino con tus caderas, gimiendo con voz ronca y gastada por haber estado pidiéndote perdón casi a los gritos por la escenita que hizo durante su cita. La pálida piel de sus hombros y de su espalda cubierta por marcas -tus marcas- de uñas y dientes, las cuales hacen juego con los pequeños mordiscos de amor que dejaste en ambos lados de su cuello. Tu pulso se acelera. “¿Vamos yendo?” proponés y él asiente, así que ambos se levantan de sus asientos y abandonan el establecimiento tomados de la mano.
Fernando Contigiani: te sujeta de los cachetes con fuerza y te obliga a mirarlo. La sonrisa amable que te regala no combina para nada con su dura mirada. “¿Qué mirás?” te pregunta con un tono apacible. Sabés que la pregunta es retórica por la forma en que sus dedos aprietan tus cachetes, impidiéndote responder. Parpadeás un par de veces y levantás las cejas ligeramente para darle a entender tu desconcierto. Bufa divertido ante el gesto. La mano con la que sostiene tus cachetes libera su agarre y se desliza lentamente hasta colocarse alrededor de tu cuello, mientras que su otro brazo se enreda alrededor de tu cintura y te acerca hacia él. No aprieta tu cuello, sólo te sostiene en el lugar. Una advertencia. “¿Qué tanto mirabas?” te vuelve a interrogar. Mordés tu labio inferior y lo mirás por debajo de tus pestañas. “No sé de qué me hablás, amor.” respondés, tus propios dedos jugando con la cadenita que cuelga de su cuello. Tu cuerpo se tensa cuando sus dígitos aprietan tu cuello levemente. “No me mientas.” exige. “No te miento.” insistís. Se miran directo a los ojos, ambos negándose a ser el primer en romper el contacto visual. Lo observás tensa, esperando su próxima acción, mientras él busca en tus ojos algún indicio que delate que no estás siendo completamente honesta. No sabés qué encontró en tu mirada, pero unos segundos después te arrastra a su auto, el cual se encuentra en un estacionamiento a pocas cuadras. Querés quejarte de que se van a perder la reserva que tanto les costó conseguir en el restaurante que eligieron, pero él no te lo permite. Abre la puerta trasera de su auto y prácticamente te arroja sobre los asientos mientras él se arrodilla en el suelo. Sin darte ningún tipo de advertencia mete sus manos por debajo de tu falda para deshacerse de tu ropa interior -la cual guarda en el bolsillo de su campera de cuero-, y con un movimiento brusco coloca tus piernas por encima de sus hombros. No se molesta en provocarte con toques ligeros y empieza a comerte con impaciencia. Se encarga de llevarte al borde del orgasmo con su lengua en cuestión de pocos minutos, pero cuando estás apunto de correrte se aparta de vos para mirarte con sus ojos oscuros. “¿Vas a volver a mirar a otros tipos como si no estuviera parado al lado tuyo?” pregunta con voz ronca relamiéndose los labios. No tenés idea de qué habla y se lo hacés saber. Te sonríe con crueldad para luego retomar su trabajo entre tus piernas, sus manos asegurándose de mantener tus piernas lo más abiertas posibles en el reducido espacio mientras que sus dedos aprietan sin piedad la tierna carne de tus muslos. Son casi segundos los que pasan para que nuevamente sientas que estás a punto de correrte pero él se vuelve a apartar justo antes de que alcances el orgasmo. “No, basta.” suplicás, tus piernas intentan cerrarse para buscar un poco de fricción pero sus manos te lo impiden. La imagen de su boca brillando por tu excitación hace que la molestia entre tus piernas se intensifique. “¿Vas a volver a mirar a otros tipos como si no estuviera parado al lado tuyo?” te vuelve a preguntar, esta vez con un deje de enojo en su voz. Tratás de controlar tu respiración irregular para responderle de que no estabas mirando a ningún otro hombre que no fuera él, pero parece que no es la respuesta que busca, por lo que vuelve a enterrar su rostro entre tus piernas. Perdés la cuenta de cuántas veces más te llevó al borde sólo para arrebatarte el orgasmo, exigiendo una respuesta a una pregunta que, según vos, ni siquiera debería estar haciendo. Pero todo tiene su límite, incluyéndote. “Tengo toda la tarde, linda.” advierte dibujando lentamente círculos sobre tu clítoris con la punta de su lengua. Muy dentro tuyo sabés que no miente. Sentís toda la parte inferior de tu cuerpo entumecida, la zona entre tus piernas duele por tanta estimulación, todo tu cuerpo está cubierto por una ligera capa de sudor que hace que se pegue a los asientos de cuero del auto y sólo un pensamiento ocupa tu cabeza. Necesitás correrte. Entre lloriqueos, y con tu orgullo olvidado, le decís exactamente lo que quiere oír. Cuando finalmente permite que te corras la sensación es más dolorosa que satisfactoria, provocando que más lágrimas rueden por tus mejillas. No sos conciente de cuando se mete al auto, cierra la puerta detrás de él y maniobra tu cuerpo para sentarte en su regazo, sus brazos envolviendo tu temblorosa figura. 
Juan Ignacio Caruso: “Entonces me di cuenta que el problema estaba en el cable del micrófono y no en-” volteás alarmada para mirarlo cuando abruptamente interrumpe su anécdota al gritar tu nombre con un exagerado tono de horror en su voz. “¿Qué pasó?” le preguntás confundida. “¿Cómo que ‘qué pasó’? ¡Te estoy contando algo que me sucedió el otro día que me hizo pasar por un momento horrible y vos te ponés a fichar a otros tipos mientras te hablo!” te recrimina escandalizado, sus orbes claros brillando con diversión e indignación. Ahora es tu momento de mirarlo horrorizada. “¿De qué me hablás? Si yo no estab-” empezás a decir pero él te interrumpe. “Ah no, no sé, que él te lleve al cine ahora…” decide soltando tu mano y empezando a caminar en dirección opuesta a donde se encuentra el cine. Haciendo oídos sordos a tus palabras continúa con su pequeño acto, fingiendo estar ofendido y tratando de no reírse de la situación en general o de la forma en que lo abrazás por detrás para evitar que siga alejándose de vos. Luego de varios minutos de vos prometiéndole que no estabas viendo a otro hombre decide dejar de fingir que está molesto. O eso es lo que te hace pensar. Una vez que se encuentran envueltos por la oscuridad de la sala del cine, coloca una mano sobre tu pierna de manera casual y comienza a acariciar tu piel con las puntas de sus dedos. No es inusual que compartan este tipo de toque cuando ven una película juntos, así que no reaccionás ante su mimos. Sí reaccionás, sin embargo, cuando sus dedos cesan sus inocentes caricias para viajar en dirección hacía tu entrepierna. Rápidamente agarrás su muñeca para evitar que llegue a dicha zona y lo mirás con una advertencia en tus ojos, pero los suyos siguen fijos en la pantalla grande. Su sonrisa lo delata. Agradecés que están en los asientos ubicados en el fondo de la sala y que hay pocas personas aparte de ustedes dos porque conocés esa sonrisa y lo que esta implica. Sin desviar su mirada de la pantalla, libera su mano de tu agarre y con agilidad deshace el botón y la cremallera de tus shorts para meter su mano y empezar a acariciarte por encima de tu ropa interior. Su sonrisa se vuelve arrogante cuando siente la tela húmeda producto de sus caricias previas. Estás a punto de pedirle que pare, pero cuando sus dedos entran en contacto directo con tu clítoris te ves obligada a apretar tu mandíbula para evitar que cualquier sonido indecente brote de tus labios. Sabés que es una batalla perdida. Te acaricia levemente y se asegura de que sus dedos estén lo suficientemente mojados con tu excitación antes de meter un dedo dentro tuyo. Recién cuando nota que tus paredes se acostumbraron a su dígito, se atreve a meter otro. Unos minutos de sus dedos atacando tu punto más sensible cada vez que entran y salen de tu interior te tienen agarrando los apoyabrazos de tu asiento con desesperación y echando la cabeza hacia atrás, tu respiración agitada provoca que tu pecho suba y baje rápidamente. Estás a nada de alcanzar el orgasmo y tus labios se parten. Rezás que el alto volumen de la película sea suficiente para opacar cualquier sonido que se te llegue a escapar, pero él decide ser el que contesta tus plegarias. Acerca tu rostro al suyo con una mano detrás de tu cabeza y cubre tu boca con la suya en el preciso momento en que tus paredes se empiezan a contraer alrededor de sus dedos. Aprovechás para gemir con fuerza contra sus labios cuando tu orgasmo te golpea sin piedad, una de tus manos agarrando las raíces de sus rulos para tirar con firmeza y la otra clavando tus uñas en tu asiento. Cuando tus paredes aprietan sus dígitos por última vez, se separan con un suspiro pesado y tratás de fulminarlo con la mirada. Sabés que el fuego en tus ojos no tiene efecto alguno cuando levanta sus dedos cubiertos con tu excitación -la luz de la pantalla grande haciéndolos brillar aún más en la oscura sala- y, sin dejar de sonreír, los empieza a limpiar con su lengua. 
Felipe Otaño: no te reclama ni te hace ningún comentario sobre el tema, pero su humor instantáneamente decae a partir de ese momento y su mal genio perdura durante el resto de la tarde. Te das cuenta que algo le sucede por la forma en que tiene el ceño fruncido y sus cejas se juntan levemente. “¿Te pasa algo?” preguntás tirando del brazo que sostiene tu mano para poder llamar su atención. Grandes banderas rojas, blancas y negras se agitan sobre sus cabezas a medida que los hinchas marchan junto a ustedes en dirección a la salida del estadio. “No.” es lo único que dice. La manera cortante en la que te responde provoca que alces una ceja, intrigada. Dejás de caminar abruptamente y volvés a tirar de su brazo, esta vez para obligarlo a que te mire. “Felipe.” su nombre sale de tus labios en forma de advertencia. Sabés que tiene la mala costumbre de cerrarse en vez de hablar sobre el problema y tratar de arreglarlo cuando algo le molesta. Pero también sos consciente de que es algo que tiene integrado desde hace mucho tiempo, mucho antes de que empezaran a salir, y que también es un aspecto de él que se esfuerza en mejorar día a día. Diferentes emociones cruzan por sus ojos claros para finalmente mirarte con inseguridad y con algo de tristeza. “¿Te gusta estar conmigo?” pregunta en un murmuro. Su pregunta te toma por sorpresa. “¿Cómo me vas a preguntar eso? Obvio que me encanta.” prometés acariciando su mejilla con tus dedos y tu corazón se encoge un poquito al ver como él inclina la cabeza queriendo más de tu toque. Tu cuerpo reacciona antes que tu cabeza. Sin pensarlo, tomás su mano y empezás a caminar en dirección de vuelta al estadio, con él dejándose arrastrar pero al mismo tiempo haciéndote preguntas acerca de tus acciones. Lo ignorás. No te toma mucho tiempo encontrar los baños y para tu satisfacción, no hay nadie dentro. Antes de que se dé cuenta, se encuentra sentado sobre la tapa de uno de los inodoros y con vos encima de su regazo, la puerta detrás tuyo cerrada con el seguro puesto. Él no dice nada, por supuesto, solamente permite que hagas con él lo que quieras. No es difícil ponerlo en el humor que querés -su cuerpo siempre está dispuesto a complacerte-, un pequeño detalle que te encanta recordarle de vez en cuando sólo para ver cómo sus mejillas adquieren un bonito tono rosado, provocando que sus pecas se noten con más claridad en contraste con la enrojecida piel de su rostro. Sonreís cuando luego de apenas unos besos y unas caricias suaves de tus manos por debajo de su camiseta sentís el inconfundible contorno de su miembro duro contra tu muslo. Te asegurás de pegar tu torso al suyo para que pueda sentir tus pezones erectos bajo la fina tela de tu corpiño y de tu camiseta. Sin dejar de besarlo, te deshacés de tu cinturón para desabotonar sus jeans y bajar la cremallera. Metés tu mano dentro de su pantalón y lo sujetás. Empezás a mover tu mano lentamente de arriba a abajo, rozando la punta con tu pulgar para recoger las gotas de presemen y volver a acariciar la longitud de su miembro. Jadea sorprendido ante tu toque y se separa para mirarte escandalizado, gesto que te provoca ternura y algo de gracia, teniendo en cuenta que esta no es la primera -ni la última- vez que hacen algo de esta índole en público. “¿Cómo no me vas a gustar? Mirá lo lindo que sos.” admirás su figura con mirada hambrienta. Sus mejillas adquieren aún más color y su respiración se vuelve irregular. Niega con la cabeza, mordiéndose el labio cuando aumentás el ritmo de tus caricias. “Sí, sos lindo y me encantás. Mucho.” afirmás acariciando su mejilla caliente con el pulgar de tu mano libre. Un gemido de sorpresa escapa de sus labios, el sonido retumbando de manera obscena en las paredes del baño. Esconde su rostro ardiente en tu cuello mientras continuás acariciándolo. Sabés que está a punto de correrse por la forma en que su miembro palpita en tu mano y sus brazos abrazan tu cuerpo con desesperación, así que acercás tu rostro a su oído para susurrarle más palabras dulces. Se corre con tu nombre en forma de un gemido roto. Ambos permanecen en la misma posición por unos minutos más, con vos acariciándole el pelo cariñosamente y besando la piel afiebrada de su frente mientras él se recupera de la intensidad de su clímax, pensando en cómo devolverte el orgasmo y en qué posición. 
Agustín Della Corte: volvés a la realidad cuando chocás contra una superficie dura pero contradictoriamente suave al mismo tiempo. Tenés que mirar para arriba para encontrar sus ojos oscuros, los cuales te observan con diversión. Sin decir una sola palabra, envuelve tu figura con sus grandes brazos y te sorprende la fuerza con la que aprieta tu cuerpo contra el suyo. “Se te van los ojos, pajera.” reclama con una risa, entretenido por haberte agarrado desprevenida. Cuando le decís que no tenés ni idea de qué habla, se muerde el labio inferior para contener una sonrisa burlona. Pretende no creerte ni una sola palabra. “Hmm, si vos decís…”. Rodás los ojos ante su actitud infantil. Sabés que están llegando tarde al concierto, por lo que decidís no darle el gusto de seguirle el juego y dejar que el tema muera ahí. A partir de ese incidente, la cita transcurre como cualquier otra excepto por el hecho de que él no se despega de tu figura en ningún momento. Su cuerpo permanece constantemente en contacto con el tuyo, ya sea con un brazo rodeando tu cintura o tus hombros, siempre manteniéndote cerca suyo. Es de los que demuestran su cariño a través del tacto, pero esta vez su agarre en tu cuerpo se siente más posesivo que protector o afectuoso. Decidís guardarte esta pequeña observación para más tarde. No es hasta que ambos se encuentran en su cama, con vos en tus manos y rodillas y con él embistiendo tu cuerpo, que volvés a tocar el tema. Sus movimientos son bruscos, prácticamente tenes que aferrarte al colchón para no terminar con tu rostro enterrado en la almohada. La punta de su miembro acaricia ligeramente tu cérvix, haciendo que la línea entre lo placentero y doloroso se desdibuje cada vez más con cada estocada. Aún así querés más. “Amor, ¿seguís molesto por lo de hoy?” preguntás de forma inocente, como si sus embestidas no estuvieran dificultando tu capacidad para respirar -o pensar- con normalidad. Agachás un poco la cabeza para esconder tu sonrisa complacida cuando sus manos aprietan tu cintura con más fuerza. “Ah, o sea que estás admitiendo que te quedaste babeando por el flaco ese.” afirma y la forma en que su voz -generalmente suave- suena unos tonos más graves te empuja un poquito más cerca a tu orgasmo. “No estaba mirando a nadie, pero vos sos el que se pone celoso sin razón alguna y después quedás con mal humor por el resto del día.” te quejás. Jadeás sorprendida cuando sentís sus manos abandonar tu cintura para pasar por debajo de tus brazos y tirar tu cuerpo hasta que tu espalda choca con la piel ardiente de su pecho. Sin interrumpir el ritmo acelerado de sus caderas abraza tu estómago con un brazo y tu cuello con el otro, inmovilizando tu figura y dejándote a su merced. Tus manos vuelan instintivamente hacia el brazo alrededor de tu cuello para sostenerte. Apoya su cabeza contra la tuya y su respiración errática golpea tu oreja. “Te gusta ponerme celoso, ¿no?” le da una pequeña mordida a tu oreja para luego darte una más fuerte en tu cuello. Se toma su tiempo en succionar suavemente la delicada piel con la intención de dejarte otra marca y te preguntás si su misión personal es cubrir cada rincón libre de tu cuerpo con la evidencia de su lujuria. “Si me volvés a provocar te voy a atar a la cama y te voy a sacar esa actitud de putita que tenés, no me importa cuántas veces ni cómo te tenga que coger, ¿me escuchaste?“ te amenaza directo en tu oído con esa sonrisa tan encantadora que te vuelve loca pintada en su rostro. Volteás tu cabeza para mirarlo y te relamés los labios preparándote mentalmente para las palabras que estás a punto de soltar. “¿Premio o castigo?” tu pregunta se quiebra en la última palabra cuando su brazo empieza a apretar con más fuerza tu cuello, robándote la respiración por unos segundos, para luego aflojar ligeramente su agarre. Tomás una gran bocanada de aire y sonreís complacida cuando escuchás que suelta una carcajada ante tus desvergonzadas palabras. Cerrás los ojos y dejás caer tu cabeza sobre su hombro, tu sonrisa desvaneciéndose para soltar un gemido agudo y roto. Sus caderas empiezan a embestir ahora con menos velocidad pero con movimientos más precisos, como si estuviera tratando de llegar a lo más profundo de tu ser. Sabés que para cuando finalmente se canse de utilizar tu cuerpo, la mayoría de tus músculos van a protestar adoloridos por un buen rato. 
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fragmentosadolescentes · 1 month ago
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Solía pensar que la soledad era lo más vacío que pudiera existir. Que no había nada ni nadie que me pudiera comprender o acompañar en mi camino pero me di cuenta que estaba equivocada. Mi concepto de soledad era muy limitado.
Sorata Ayumi
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alquimistaliteraria · 5 months ago
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Lograrás superar y vencer lo que te esta matando por dentro.
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-Carta abierta-
Y de pronto, te encuentras en este momento, aquí, presente. Por alguna razón que aún no comprendes del todo, tienes esperanzas de lograr superar y vencer lo que te esta matando por dentro.
Te encuentras introduciéndote en la vida, esa gran desconocida que parece tan abrumadora. No es fácil, lo sé; no tienes idea de cómo proceder, solo sabes que has estado detrás de barrotes, acostumbrada a caminar en círculos dentro de un cuadro de concreto donde la única voz que has escuchado es la tuya.
El único calor que conoces es el que te brinda la cobija en las noches solitarias, y lo único que ilumina tu mundo es esa lámpara en tu buró. Has soportando heladas internas, mucho más intensas que cualquier helada exterior que puedan imaginar. Has aprendido a vivir con el dolor, te has acostumbrado o incluso te has hecho inmune; ya no lo sientes como tal.
El amor, ese concepto del que tanto has oído hablar, una vez pensaste que lo tenías en frente, pero solo era una ilusión, alguien que se parecía a lo que anhelabas. Sueñas con conocerlo verdaderamente, con ser íntima y poder integrarlo en tu vida. La soledad, esa compañera silenciosa, ¿es posible que te deje tan sola? Déjame decirte que sí, una soledad tan pesada que agobia y ahoga.
Te sientes llena de vacío, repleta hasta el tope, y salir con toda esta carga es una tarea monumental. Pesa, y sabes que no puedes volar con sogas sujetas al suelo. Has alargado esas sogas, permitiéndote avanzar un poco, pero siguen ahí, impidiendo tu libertad total. Solo podrás ser libre una vez que las cortes, pero la pregunta sigue en el aire: ¿cómo?
No lo sé. Recuerda que soy la misma que está leyendo y escribiendo estas palabras, reflexionando desde esta silla. Si conociera la respuesta, no estaría aquí, escribiendo desde esta lucha, sino quizás en las estrellas, explorando posibilidades infinitas. La verdad es que si tuviera todas las respuestas, ni siquiera estaría escribiendo esto, porque no tendría sentido.
Te dejo estas reflexiones, con la esperanza de que, de alguna forma, podamos encontrar esa respuesta juntas. Anhelo que ambas dejemos de ser sonámbulas en esta vida de sueños y, finalmente, despertemos para vivirla tal cual es: real, cruda y hermosa.
Con cariño y esperanzas,
By, Yls.
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natyshaw · 6 months ago
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El otro día mencionaba que tenía en mi cabeza un AU de NatsuYuu con Tales of Zestiria. Hice algunos conceptos. Misuzu sería un serafín de tipo vacío. Aún no pienso qué arma usaría, pero yo creo que este sería el armatus con Takashi Madara debe ser de fuego además que sería el que tiene la habilidad de purificar. Me gustaría dejar que en batalla pudiese tomar su forma original para pelear y esa sería su arma. El armatus sería el mismo libro de los amigos y el estilo de pelea como el de Laphicet o Lailah. Hinoe es serafín de agua y su arma sería la pipa, tiene sentido, tiene fuego y ella es agua. El armatus aún no lo pienso, pensaba que el adorno para el cabello podría serlo, pero aún no me convence. Como bonus le hice un bolsito, ahí llevaría geles y hierbas. Como bonus track, dejo a Chukyuu en forma de normin.
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caostalgia · 2 years ago
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Cuarentena.
Estoy en cuarentena de tu cuerpo algo que no quiero, no cuando tus besos me dejaban con ganas de más, no cuando tus caricias recorrían un camino que de memoria se sabían ya, no cuando memoricé las constelaciones de tus lunares y tú las mías, en un intento desesperado de amar(nos).
Quizá ese fue el problema, el querer querernos, el ansiar ansiarnos, el amar la idea de amarnos, el idealizarnos.
O quizá no hubo ningún problema más que el de no enamorarnos, el no hacerlo e igual amarnos, igual desearnos.
Quizá, más si que no, no estábamos destinados a hacerlo bien, solo a hacer, a fallar y repetir la ecuación hasta hallar una correcta solución.
No la encontramos, claro, solo en el proceso nos marchitamos, de a poco y sin reclamos, con "te amos" susurrados.
No la encontramos amor, pero yo si te amo aunque no me haya enamorado, creo que el concepto está equivocado, dañado.
Enamorarse de ti, no define mi sentir, mi errático latir, mi querer vivir, mi cuerpo lleno de ti.
Enamorarse de alguien no puede definirse tan fácil no en un concepto arcaico y del todo errado, lleno vacíos te amo.
Pero si lo necesitas escuchar, me conseguiste enamorar, con chistes amargos y risas escandalosas, con sentires sin cabeza ni pies, con solo ser.
Katastrophal
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yoestuveaquiunavezfrases21 · 2 months ago
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2403- Pensamientos sin contenidos son vacíos; intuiciones sin conceptos son ciegas.
(Immanuel Kant)
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jvrpvz · 2 months ago
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Para el dialéctico se trata de tener el viento de la historia del mundo en el velamen. Pensar en él quiere decir: izar las velas. Cómo sean izadas es lo que importa. Las palabras son sus velas. El cómo sean izadas las convierte en conceptos.
Walter Benjamin ****
No nombrar la cosas por su nombres. Las cosas tienen bordes dentados, vegetación lujuriosa. Pero quién habla en la habitación llena de ojos. Quién dentellea con una boca de papel. Nombres que vienen, sombras con máscaras. Cúrame del vacío –dije. (La luz se amaba en mi oscuridad. Supe que no había cuando me encontré diciendo: soy yo.) Cúrame –dije.
Alejandra Pizarnik
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psicologiadealtaconsciencia · 6 months ago
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El Ser
EL SER
Ser es lo que tú eres.
Tú eres Ese profundo Misterio
en donde las experiencias y los conceptos se manifiestan.
El Ser es el Momento donde nada viene y va.
Es el Corazón, el Atman, el Vacío.
Brilla para Sí, desde Sí, dentro de Sí.
El Ser es lo que da aliento a la Vida.
No necesitas buscarlo porque está Aquí.
Eres el Vehículo de tu búsqueda.
¡Eres lo que estás buscando!
Y Eso es Todo lo que hay.
Sólo el Ser es.
Sólo el Ser es
-Papaji - Extractos de ESTO ES
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RECORDANDO:
Pero tú has sido programado. Has sido programado desde que naciste. Y has sido programado de otras vidas. Así que todo lo que eres ahora, es un montón de programación. Eso es todo lo que eres. Un paquete de programas.
Eres predecible. ¿Cómo actuarás cuando ciertos incidentes sucedan delante de ti? ¿Cómo vas a reaccionar cuando veas ciertas cosas en tu vida? Ahora mismo puedes pensar que tienes todo bajo control, pero si vas a tu casa y te enteras de que tu esposa se escapó con el lechero, no estarías muy feliz, ¿verdad?
Las cosas aún te controlan. Las situaciones todavía te hacen reaccionar. Todo eso tienes que dejarlo de lado. Para llegar a ser libre tienes que estar vacío, sin ideas preconcebidas, sin conceptos, sin juicios, sin el conocimiento humano. Tienes que estar completamente vacío.
Fragmento
La Inteligencia Pura es Silencio
-Robert Adams
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RECORDANDO:
Ningún objeto, ningún fenómeno, es consciente de sí mismo. Solo se conoce y solo existe a través de la luz de la consciencia. Por lo tanto hay un principio de percepción, un observador, un testigo.
Señalando la esencia del Advaita
-Según las enseñanzas de Sri Ramana Maharshi y Mooji
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RECORDANDO:
Podrías decirte a ti mismo: "Si él tan sólo conociera mis problemas". Pero si vives en el momento, ¿hay algún problema en este momento, en este segundo? No hay nada. Nada es tu verdadera naturaleza. Un problema comienza cuando empiezas a pensar. Pero si aprendes a no pensar, ¿dónde está el problema?
Así que, tenemos que vaciar la mente y después deshacernos de ella. Y no podemos vaciar la mente pensando, sólo podemos hacerlo a través de la observación. Sólo cuando no hay pensamiento, hay realidad. No tiene ningún sentido decirte a ti mismo, "Yo soy el parabrahman, la realidad absoluta. Yo soy no-nacido." Esas son sólo palabras. Y al momento siguiente tienes un problema, tienes una emoción, sientes que algo está mal. Pero sigues afirmando, "Yo soy no-nacido. Soy la realidad absoluta." Es mejor no decir nada, no creer en nada, no ser nada, y eso es simplemente ser tú mismo. 
Fragmento.
No hay nada que buscar"
-Robert Adams
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big-mawi · 3 months ago
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Capítulo 68: Revelaciones del Petit Manny [4]
En un momento de silencio profundo, cuando las estrellas comenzaban a brillar con mayor intensidad, el Petit Manny se detuvo para compartir la penúltima revelación:
"La primera revelación es que Dios no es una entidad distante o separada de ti. Dios es la energía vital que corre por tus venas, el aliento que llena tus pulmones, la esencia misma que te da vida. Está en cada átomo, en cada susurro del viento, y en el latido de tu corazón."
"La segunda revelación es que Dios no tiene forma fija, ni género, ni limitación. Dios es el vacío y la plenitud, el principio y el fin. No puede ser confinado a un concepto humano, pues excede toda comprensión. Pero puede ser experimentado en lo más profundo de tu ser."
"La tercera revelación es que Dios no está afuera, esperándote en un templo o en el cielo. Dios vive en tu interior, en el templo de tu alma. Para encontrar a Dios, no necesitas buscar en los libros sagrados o en las palabras de los sabios; basta con que mires dentro de ti mismo."
"La cuarta revelación es que la única distancia entre tú y Dios es la creencia de que existe distancia. El velo que cubre la verdad de Dios es creado por la mente humana, por la separación que percibes entre tú y lo divino. Derrumba ese velo y verás que Dios ha estado contigo todo el tiempo."
"La quinta revelación es que Dios es amor puro, incondicional e infinito. No hay juicio en Dios, solo comprensión y aceptación. El amor de Dios te envuelve a cada instante, y es este amor el que sostiene el cosmos entero, el que da vida a las estrellas y nutre cada ser viviente."
"La sexta revelación es que Dios se manifiesta en la creación. Cada flor, cada rayo de sol, cada sonrisa que ves es una expresión de la divinidad. Al honrar la creación, al honrar la vida misma, estás honrando a Dios."
"La séptima revelación es que la verdadera comunión con Dios no es a través de palabras o rituales, sino a través del silencio interior y la entrega. Cuando sueltas tus deseos, tus miedos y tus apegos, te alineas con la voluntad divina. Es en ese estado de entrega total donde sientes la presencia de Dios."
"La octava revelación es que Dios no necesita adoración, solo reconocimiento. No es el acto de adorar, sino el acto de ser consciente de la presencia divina en tu vida lo que transforma tu relación con Dios. Es en la humildad y en la gratitud donde encuentras tu verdadera conexión."
"La novena revelación es que todos somos parte de Dios. No hay separación entre lo divino y lo humano. Somos fragmentos del infinito, expresiones temporales de lo eterno. Y cuando recuerdas eso, vuelves a tu estado original de unidad con Dios."
"La décima revelación es que el camino hacia Dios es el camino de regreso a ti mismo. Cuanto más profundizas en tu ser, más te acercas a lo divino. En última instancia, descubrir a Dios es descubrir quién eres realmente: un ser eterno, pleno y conectado con el amor y la sabiduría infinita."
Con una profunda calma y sabiduría, el Petit Manny cerró sus ojos y dijo: "Dios no está esperando ser encontrado, sino que está esperando a que recuerdes que nunca te has separado de Él."
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venus-planeta-del-amor · 28 days ago
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1 ↬ kuebiko: n. un estado de agotamiento inspirado por tragedias y actos de violencia sin sentido, que te obligan a revisar abruptamente tus expectativas de lo que puede pasar en este mundo, tratando de levantarte como un viejo espantapájaros, que está a punto de estallar pero no puede hacer nada más que quedarse allí y mirar.
Jing Yuan ha aprendido, de manera dolorosa e íntima, que existe un tipo de agotamiento único al rodearse de personas que sabes que algún día encontrarán su fin.
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fandom: honkai star rail
recuento de palabras: 530
idioma: español (english ver.)
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Jing Yuan se siente como si hubiera sido viejo toda su vida. En lo profundo de los viscosos y retorcidos pasillos de su mente, persiste una tenue sombra de cuando era un niño, alegre, desenfrenado y descalzo mientras atravesaba el laberinto de flores de azafrán detrás de la Comisión Yashiro. No sabe si ese recuerdo le pertenece a él o a algún fantasma que conjuró en un momento más tranquilo.
Lo que lo llena ahora es el peso: el arrastre sofocante de su armadura, incluso cuando descansa en su lugar habitual contra la pared de ginkgo junto a su cama. El eco de su espada atraviesa su mente como el estridente crujido de huesos, un latido que nunca se va del todo, sin importar cuántos alquimistas de Vidyadhara visiten el palacio. Su estómago está en constantes nudos, su corazón atrapado en algún lugar entre su pecho y su garganta, preparándose para la inevitabilidad de la paz que se hace añicos como porcelana quebradiza bajo sus pies. Él es fuerte. Él es capaz.
Pero está cansado. Setecientos veintiún años lo han agotado, lo han desgastado como una espada que se niega a romperse y ya no brilla.
No es que no le importe la gente que lo rodea, ni que no daría el resto de sus años para mantenerlos a salvo. Sin embargo, está cansado de un mundo que devora a los muchachos que entrena, escupiéndolos antes de que tengan la oportunidad de convertirse en hombres. Hay un dolor que se instala en sus huesos algunos días, un dolor que susurra por el abrazo de sus aposentos, los brazos mudos y tiernos de la oscuridad donde el sueño finalmente podría encontrarlo, aunque sea por un rato.
(El descanso es un concepto distante que se desliza entre sus dedos como agua de las Profundidades Lunarescentes.)
El General se levanta, se pone la armadura y siente el peso frío presionando sus manos, filtrándose en su pecho. La gente está muriendo, piensa, sentado en el borde de su cama mientras sus rodillas se doblan bajo la gravedad del conocimiento. No puede dejarlos solos en este caos colosal y extenso. Se pregunta si el niño que solía ser alguna vez imaginó esto. Todas la maldad que las especies de larga vida son capaces de hacer. ¿Podría haber imaginado alguna vez estar tan exhausto antes de que el mundo revelara su crueldad?
Se endereza, con la espalda rígida ante la incesante atracción de la responsabilidad, y sale a grandes zancadas. Las botas resuenan en el pasillo vacío, cada paso es un retroceso medido del ritmo militar arraigado en su cuerpo: uno, dos, uno, dos. A su derecha está la Garra de Merlín de Xianzhou Yaoqing, a su izquierda, se encuentra la Maestra Yukong, y detrás de él, una procesión de Nimbocaballeros lo sigue. Creen en él. Creen que tiene la clave para un futuro mejor. Lleva ese peso con una sonrisa, una que no llega a sus ojos, y lucha contra el impulso de derrumbarse bajo su presión.
Jing Yuan ha aprendido, de manera dolorosa e íntima, que existe un tipo de agotamiento único al rodearse de personas que sabes que algún día encontrarán su fin.
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diamantar · 11 months ago
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OPORTUNIDAD
→ Viserys Targaryen x fem!Stark!OC (ft. Daemon Targaryen)
✦ Sinopsis: En un matrimonio arreglado las infidelidades son plato de cada día, aunque jamás consideró tomar aquel camino hasta que entabló relación con el hermano de su esposo.
✦ Advertencias: Matrimonio arreglado / Infidelidad / Angst.
✦ Palabras: 2415
✦ Pedido: Si, de Wattpad.
✦ Gif: ladydostoevsky
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Apenas había cumplido quince años cuando en una nubosa mañana de invierno se convirtió en esposa de Daemon Targaryen, ambos brillando de pies a cabeza en un intento de ocultar el fastidio. En retrospectiva, aún no entendía como pensaron que unirla a él era una buena idea, especialmente cuando lo conocía desde pequeña y siempre expresó lo que le disgustaba. A su parecer no era más que un bruto irresponsable que vivía para seguir impulsos, apenas salvándole el hecho de que era un excelente guerrero. Lloró cuando supo que estaban comprometidos, pero las mujeres de la familia Stark ferozmente reprendieron el capricho por ser “una gran oportunidad”.
La primera vez que pensó bien de Daemon fue durante la noche de bodas, donde el joven fue excepcionalmente compresivo con su terror al coito y se encargó de fabricar una elaborada escena para engañar al resto. Arrugó las sabanas, punzó su muslo para dejar sangre como prueba de la penetración y acomodó las ropas de ambos en el suelo, luego de casi dos horas saliendo y dejando que los mayores encontraran la farsa. Numerosas damas la cubrieron con una bata y él permaneció en un rincón junto a Viserys, en solo unos minutos ganándose su profundo agradecimiento.
Desde ese día comenzó a verlo en una nueva luz, de pronto abriéndose y dejando que rompiera la barrera que había creado entre los dos. Halló en él un buen confidente, una persona que la acompañaba en la cama y no la forzaba a cumplir con las reglas de la realeza en el desespero de tener un hijo. Entendió su actitud y la resistencia a la autoridad, el deseo de vivir libre y no permitir que alguien más lo obligara a tomar un camino que no quería.
Por unos cuantos meses pensó que Daemon era mejor de lo que parecía y de a poco cayó por sus encantos, especialmente cuando Aemma Arryn le informó que, según Viserys, él se enamoró apenas la vio bajar del carruaje que la trajo de Invernalia. La idea de formar familia empezó a ser un concepto atractivo y le emocionaba salvarse de tener que vivir infeliz junto un hombre que no la quería, pero la fantasía de cristal pronto se convirtió en añicos.
Bien sabía de la predilección de su esposo por el vino y nunca cuestionó que saliera a beber hasta altas horas, ya que era una actividad que realizaba desde antes de que se casaran. Aún así, a pesar de que debió haberlo imaginado, la noticia de sus frecuentes visitas a la Calle de la Seda le congelaron el corazón. El poco amor que surgió se esfumó y rápidamente recordó porqué nunca debió ignorar el instinto que desde niña le gritó que Daemon no era el indicado.
Los muros crecieron más altos que nunca y el hombre se sumió en los placeres, ni siquiera intentando superar la fría cordialidad con la que lo trataba. Las pocas veces que dormían juntos él caía rendido luego de tanto alcohol y algunos integrantes del Consejo Privado empezaban a agitarse por la falta de embarazo. Aquellos hombres tenían demasiada habilidad en arruinarle el día y más de una vez deseó que los lobos de su familia los destrozaran, pero, como siempre, debió callar y aguantar en silencio.
Soportó rumores y miradas hasta que un inesperado aliado apareció, Viserys siendo una brisa fresca entre tanto humo que la ahogaba. Con sonrisas apenadas y tímidas se acercó en absoluta comprensión, ya que él vivía los mismos disgustos con la presión de tener un sucesor varón. Al oírlo se sintió entendida y con el paso del tiempo aprendió que era alguien de fiar, ya que ninguna confidencia resonó en los pasillos de la Fortaleza Roja.
El vacío de atención y compañía finalmente fue llenado por el Rey, el cual le enviaba cartas cuando no podían pasear por los jardines o ir a la recamara de alguno a conversar. Mentalmente quería controlar la esperanza cuando ambos estaban casados y él tenía una esposa que se desvivía para cumplir las demandas de un heredero, pero el brillo en los ojos de Viserys no lo hacía fácil.
Por su parte, Daemon, seguía igual de perdido en los placeres de la ciudad y apenas hablaba en las pocas mañanas que llegaban a despertar al lado del otro. De todos modos, a años de la boda y sin aún tener sexo, logró dar a luz a un sano y hermoso niño rubio de grandes ojos violeta.
Rhaegar Targaryen existía para enamorar a quien cruzara camino con él, sonrisas de blancas perlas apareciendo entre un aura gentil y brillante. La personalidad distaba mucho de “Lord Lecho de Pulgas”, tanto que los ancianos que llegaron a conocerlo desde la cuna insistían que parecían opuestos, y oír esas declaraciones solo la aliviaban al no querer que Daemon lo influenciara. Sabía que lo mejor era que todos dijeran que se parecía a él, que así la infidelidad pasaría desapercibida, pero siempre podría anunciar que esas diferencias venían de su parte de la familia.
Viserys mantenía la fachada a pesar de saber la verdad, en el inicio amargura llenándolo al tener un hijo que no podía celebrar. Finalmente tenía lo que tanto deseó y estaba obligado a mantenerlo en las sombras, aunque culpabilidad frenó cualquier fantasía cuando Aemma falleció dando a luz. Se suponía que pasarían varios días celebrando, pero cada acto cesó ante la noticia de que el nonato, Baelon Targaryen, tampoco sobrevivió las primeras horas de vida.
Ambas muertes fueron un golpe terrible y, como era de esperar, Daemon no tuvo mejor idea que escapar a la Calle de Seda y nombrar al pequeño como el “Heredero por un Día”. Ebrio y poco cuidadoso no imaginó que la voz correría, y mucho menos pensó que a primer hora del amanecer Otto Hightower comunicara la falta de respeto a un Viserys emocionalmente herido.
—Señorita Stark, el Rey la solicita.
Monótona e impasible, la sirvienta aguardó mientras bajaba la taza de té y asombro pintaba cada músculo facial.
—¿Ha dicho por qué? —preguntó en el proceso de limpiar cualquier resto de desayuno en los labios.
—No, solo que la acercara lo antes posible al Salón del Trono.
Un incomodo sentimiento le cerró el estómago y provocó una breve ráfaga de nauseas, todo de aquella invitación siendo diferente a los encuentros que hasta ese momento tuvieron.
—De acuerdo, iré.
Inspiró profundo en el proceso de levantarse y dejó que los pies la guiaran, en la puerta recibiéndola un guardia y dejando que ingresara. Avanzó por el enorme espacio apreciando al hombre, el cual vestía de negro y se hallaba sentado con expresión tensa.
—Majestad —saludó antes de reverenciar, fielmente ajustándose a las etiquetas al haber personal militar presente—. Vine tan rápido como pude, ¿en qué puedo ayudarle?
Conectando miradas, pudo notar como sus ojos se suavizaban un momento antes de regresar a un sentimiento oscuro.
—Desde que te he conocido has sido alguien de confiar y no planeo someterte a interrogatorio porque sé la clase de persona que eres… —realizó una breve pausa por la incomodidad de tener que actuar tan distante—. Pero me veo en obligación de preguntar, ¿sabes dónde estuvo Daemon anoche?
—Lamento no tener información que sea de ayuda, pero desconozco las actividades de mi esposo —contestó presionando y frotando los labios en un breve gesto de ansiedad.
—Es de común saber que mi hermano escapa a las responsabilidades, así que entiendo la ignorancia.
—¿Ha sucedido algo, señor? —preguntó con piel erizada en anticipación.
Viserys se removió en el trono y encajó la mandíbula en enojo, un gesto que la asustó al ser muy poco usual.
—Bajo el manto de la oscuridad, Daemon, escapó a un burdel a beber y hundirse con gente cuestionable a faltar el respeto de mi hijo fallecido —explicó elevando la voz en cada palabra—. Lo coronó “Heredero por un Día” y pasó cada rato libre lejos de su familia, ¡ni siquiera consolando a Rhaenyra!
Palidez la pintó de la impresión y colocó una mano en el pecho por el grave error, inmediatamente amagando a disculparse hasta que recordó que no fue error suyo.
—Realmente me deja estupefacta… esto es… no sé… —bajó la cabeza con el corazón sumamente acelerado.
—Daemon ha sido llamado y está de camino a recibir castigo —informó en tono normal evitando generarle estrés—. Como dije, sé la clase de persona que eres y tendré consideración por la gran alianza con tu familia, pero debes estar presente para saber cómo quedará la situación.
—Por supuesto.
Claramente preocupada esperó a un costado y sintió fugaces miradas de Viserys, al ceder apreciando que intentaba tranquilizarla con un lenguaje corporal amable. Emitió una pequeña sonrisa y regresó a mirar el suelo, entonces la puerta abriéndose y enseñando al Targaryen en juicio. Brevemente se miraron y luego observaron al Rey, el cual enderezó la espalda e inmediatamente empezó a tratar el desacato.
—Fue mi manera de llevar el infortunio, cada uno actúa de manera distinta —excusó en tono bajo, definitivamente tomándolo desprevenido que lo dicho llegara a la Fortaleza Roja.
Juntando las manos al frente se contuvo de negar ante el carácter de Daemon, especialmente cuando empezó a pelear por su posición en la Corte Real.
—¡Suficiente! He aguantado, he intentado comprenderte y razonar, pero ya no más —gritó Viserys completamente harto—. Toma tu dragón y abandona Desembarco del Rey, vete y busca en otras tierras como ser un hombre decente.
Aquella sentencia de destierro fue inesperada y la femenina los miró intentando dilucidar donde quedaba ella, un tema que el Targaryen menor también consideró.
—¿Harás que deje a mi esposa e hijo?
—Nunca estás con ellos y apenas cumples tus deberes, ¿ahora te preocupa mantener la farsa?
La selección de palabras la congeló de pies a cabeza y por unos momentos dejó de respirar mientras veía al regente con susto.
—¿Te atreves a difamar cuando apenas puedes ser Rey? Es hipócrita señalar cuando tampoco llegas al estándar —frunció el ceño conteniéndose de acercarse, porque sabía que los guardias lo sacarían de la habitación.
Viserys calló un momento e inspiró intentando mantener compostura, entonces mirando a la mujer que secretamente amaba y notando la oportunidad que se presentaba.
—No solo abandonarás estas tierras, Daemon, sino que también anularé tu matrimonio. Te irás y serás libre de revolcarte con cuanta prostituta quieras, pero no ensuciaras más el nombre y la cama de la dama que todos los días ha soportado tu indecencia.
—¿Cómo? —preguntó con un cambio de expresión que erizó los cabellos, los guardias en la habitación preparándose ante la amenaza.
—Una mujer proveniente de la casa Stark no debería vivir en tales condiciones, con un hombre incapaz de valorarla —aseguró al tiempo que inflaba el pecho y elevaba el mentón—. Cuidaré de ella y criaré a Rhaegar como el heredero legitimo al trono que es.
Exponer la verdad le estrujó el corazón en angustia y miedo, inevitablemente soltando un quejido mientras se le humedecían los ojos.
—¿Qué has dicho? —preguntó incrédulo y sin pestañear, al ver la reacción femenina su cuello y nuca tomando color por la furia—. ¿¡No es mi hijo!?
—Lo siento, p-pero nosotros nunca… consumamos el matrimonio —explicó juntando ambas manos en el pecho.
—¡Mientes!
—Las pocas noches que no estabas hasta la mañana en los burdeles llegabas absolutamente ebrio y perdías la conciencia apenas tocabas la almohada —jadeó con el labio inferior temblando.
—¿¡Entonces la solución fue refugiarte en mi hermano!?
—¡Arruinaste el poco amor que te tuve! —defendió exasperada—. Llegué a ver lo bueno en ti hasta que me cambiaste por la Calle de Seda, quise que nos acercáramos y…
—¡Calla! —interrumpió yendo decidido a hacerle quién sabe qué.
—¡Deténganlo! —ordenó Viserys poniéndose de pie, los guardias inmediatamente agarrándolo y alejándolo—. Ya has hecho demasiado daño, no permitiré que lastimes a mi futura esposa.
—¡Desgraciado! —gritó al tiempo que forcejeaba, el movimiento haciendo las armaduras tintinear.
—Sáquenlo, no dejen que siga un día más en Desembarco del Rey.
Asintiendo pequeño, los dos hombres que agarraban al Targaryen empezaron a arrastrarlo fuera del salón. Maldiciones y promesas de retribución retumbaron en las paredes hasta que estuvo lejos, el ambiente siendo pésimo hasta que Rhaenyra apareció con mirada humedecida.
—Crucé a Daemon y dijo… —apretó los labios y tragó intentando no derrumbarse—. ¿Es verdad? —inquirió a pesar de que sabía la respuesta por el aspecto de ambos.
Viserys dudó un momento antes de recordar la confianza que lo llevó a revelar el secreto, firme bajando los escalones del trono.
—Si, Rhaegar es tu hermano.
La noción del parentesco envió un desagradable escalofrío en Rhaenyra, quien tenía la herida de su madre y hermano al rojo vivo. Miró a la mujer y limpió una lagrima rebelde antes de cerrar ambas manos en puños.
—Felicidades, engendraste al próximo Rey —jactó dolida en el proceso de girar y dirigirse a la puerta.
—No fue con ese propósito, ¡amo a tu padre! —declaró desesperada, pero la joven siguió sin mirar atrás.
—Vigilen la entrada —indicó el regente al personal presente, cada uno saliendo y cerrando la puerta para cuidar desde el exterior.
Ambos voltearon al otro y relajaron los hombros, Viserys abriendo los brazos y encerrándola entre ellos.
—Impulsivo, lo que hiciste no tuvo preparación —reclamó contra su pecho, desesperada agarrándolo de la ropa.
—Ciertamente, pero tomé la oportunidad cuando se presentó —explicó al tiempo que la consolaba con delicadas caricias—. Si lo planeábamos habríamos estado mejor mentalizados, pero las reacciones no hubieran cambiado.
—Puede ser… —suspiró insegura, aunque en lo profundo sabía que tenía razón.
—En poco el impacto pasará y podrás disfrutar de finalmente ser libre.
—La gente juzgará por los pasillos —soltó las telas para colocar ambas manos en el pecho de Viserys.
—Nadie es libre de la opinión ajena, pero serás reina y eso te ahorrará varios problemas.
La noción del rol que cumpliría en el futuro le aflojó las rodillas, sin embargo logró aguantar y mirarlo a los ojos.
—¿En serio me harás tu esposa?
—Absolutamente, es momento de elegir con quien compartir mis días —dijo mientras iba a sostenerla de la mejilla—. Te amo, estoy ansioso de vivir contigo y criar en conjunto al pequeño Rhaegar.
—Nuestro hijo —murmuró poniendo una mano sobre la de él.
Cansados y abrumados compartieron un beso amargo por el mal momento vivido, pero un trasfondo dulce otorgaba la fuerza que necesitaban para soportar y luchar por la felicidad.
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