#como si pudiera pensar en otra cosa
Explore tagged Tumblr posts
Text
leyendo a lacan y pensando en 🫵
#como si pudiera pensar en otra cosa#o como si pensara en otra cosa cuando hago otra cosa#y cuando digo cosa me refiero a un ti a un tú a un él a un ella y a lo queda de mi cuando hacemos la suma y la resta
1 note
·
View note
Text
continuación de este post porque me encanta hacer sufrir a mis faves(?
#claramente a caspian le preocupan muchísimo las actitudes que tiene su novio. le encantaría saber cómo ayudarlo pero se siente incapaz#y; aunque no lo diga porque sabe que lo destruiría al completo; algunas veces ha llegado a tenerle miedo#no tanto de que se la agarre con él específicamente porque en lo que llevan nunca lo hizo; pero sí terminar en el medio de algo#y que lo lastime sin darse cuenta o en el 'calor del momento'. obvio chase se sentiría horrible si llegara siquiera a tocarle un pelo#y como ya lo ha hecho llorar por agarrarse a las piñas con desconocidos porque lo vieron 2 segundos medio raro#prefiere irse de la casa sin que él se entere o diciéndole que 'necesita despejarse'. que claro; caspian ya sabe lo que es#porque regresa golpeado y hecho mierda. y tbh no lo juzga; porque su versión para exteriorizar sus problemas internos es cortarse#y la verdad que en el cuerpo tiene muchísimas marcas que le quedaron a lo largo de los años; algunas más profundas que otras.#y es algo que sigue haciendo; cosa que chase claro que sabe y también le preocupa. pero como tampoco lo juzga ni se siente en derecho#por el mismo hecho de que su método auto destructivo es agarrarse a las piñas o hacer cosas sin preocuparse por las consecuencias para él#(como lo era en su momento coger con cualquier persona sin pensar en que puede tener una ets por no cuidarse)#le dice que antes de hacerlo que al menos se intente descargar con él todo lo que pueda. y si lo hace igual#como mínimo va a agarrar la navaja con menos bronca; y el daño va a ser menor. luego lo ayuda a hacer la curación y lo mima#lo único que sí le pide es que intente buscar ayuda profesional; pero cuando caspian se lo devuelve el tema termina desviado. así que bueno#le gustaría tanto que la bondad y el amor que le demuestra se la aplicara a él mismo también; que pudiera verlo como lo ve él#como alguien bueno y dulce; pero que se deja llevar mucho por sus impulsos y su mente le juega en contra. pero eso va a tomar mucho tiempo#y mientras tanto; va a tratar de estar ahí para intentar minimizar el daño que sus propias acciones le hacen y devolverle el amor#sh tw#oc talk
5 notes
·
View notes
Text
⤷ ❝DEVILISH❞ — jjk (s.m)
⤷ Especial de Halloween 🎃 | Devilish Tráiler 🎃
➤ Pareja: jungkook!demonio x lectora!fem
➤ Recuento de palabras: 10.6k
➤ Género: smut y obscenidad!
➤ Resumen: Al demonio Jeon Jungkook le encantaba arruinar cosas demasiado inocentes, así que andaba vagando por la tierra en busca de la inocencia pura para corromperla, que casualidad que esa inocencia la haya encontrado en ti.
➤ Advertencias: 20+ | lenguaje maduro y explícito | Jungkook es un íncubo de demonio | deseo de corromper la inocencia | temas religiosos | mucha manipulación por parte de Jungkook | la lectora es demasiado tímida en cuanto a su placer | charla sucia | masturbación | palabras ofensivas | halagos y bromas durante el sexo | sexo oral (r. lectora/Jungkook) | juego y estimulación del clítoris | mucha sobreestimulación | lágrimas | nalgadas | jalar del cabello | sexo duro | sexo sin protección | mención de cantidades obscenas de semen | Jungkook es un demonio y tiene un gran pene!
➤ Si no eres mayor de 18 años, POR FAVOR, no leas. Si lo haces es bajo tu propia responsabilidad, ten en cuenta las advertencias.
➤ Devilish Tráiler
♥︎ softpxachy's
⤷ masterlist ♡ taglist ♡ instagram
ㅤㅤㅤㅤ───◌┈┈───𓆩𔓕𓆪───┈┈◌───
❛Ella era una santa, y aún así, había un poco de perversidad en sus ojos de ángel.❜
ㅤㅤㅤㅤ───◌┈┈───𓆩𔓕𓆪───┈┈◌───
Jungkook siempre había tenido cierta preferencia por los inocentes.
No era algo que él hubiera cultivado a propósito, no, simplemente comenzó a mostrarse un patrón extraño y repetitivo que Jungkook no podía definir del todo.
Todo lo que sabía era que la inocencia era especialmente divertida de romper, de manchar con su toque perverso, de ver cómo se desmoronaba en un caparazón vacío de lo que alguna vez fue.
Y la estuvo buscando por tanto tiempo, esa inexperiencia, esa confusión angelical, con un hambre atronadora, sólo para terminar hundiendo los dientes en su presa con un deleite inigualable una vez que la encontraba.
Paradójicamente, a Jungkook no le gustaban tanto las vírgenes. Extraño, lo sabía. Pero las vírgenes le daban demasiado trabajo, lo que al final no era tan fructífero como a él le gustaba; se dió cuenta de que la mayoría de los humanos no estaban muy interesados en perder su virginidad con un demonio y, bueno, no era porque alguien que fuera virgen significaba que también era inocente, eso lo sabía.
Y esa siempre fue su prioridad, al final de todo.
La verdadera inocencia era difícil de encontrar, y esa era la parte más frustrante de toda la ecuación. A lo largo de todos sus años vagando por la tierra en busca de almas para corromper, Jungkook pensó que podía haber encontrado esa marca especial de pureza solo un puñado de veces. Sin embargo, era tan inmaculado, tan embriagador, que era todo en lo que podía pensar.
Entonces, cuando finalmente te encontró, pensó que estaba a punto de volverse loco.
De vez en cuando, el universo cambiaba de tal manera que todo encajaba en su lugar. Cómo ser inmortal, Jungkook vió que eso sucedía una y otra vez: imperios que se elevaban y caían, almas gemelas que se encontraban por casualidad, y que la cura de una enfermedad horrible se descubría por accidente. Y fue esa misma energía incidental, probablemente catalizada por su voraz deseo, la que lo llevó directamente a tu casa.
Bueno, quizás no había sido tan poético. Pero decir que los adolescentes rebeldes que tenían una fiesta de pijamas en el piso de arriba lo habían invocado por error a tu complejo de apartamentos no tendría exactamente el mismo impacto.
Pero a pesar de eso Jungkook nunca fue alguien que mordiera la mano que lo alimentaba; como una criatura de las sombras, tenía que existir como un alimentador inferior, recibiendo lo que el universo había dado y convirtiéndolo en algo que pudiera usar con gusto.
Incluso si se había sentido frustrado por todo el fiasco de la ouija; encender y apagar las luces y levitar vasos de agua no eran precisamente sus pasatiempos favoritos que digamos, prácticamente tardó unos dos segundos en detectar el dulce y afrodisíaco aroma de un alma inmaculada que lo llamaba. Y estaba cerca. Muy cerca.
En pocas palabras, los adolescentes terminaron teniendo una conversación espiritual muy decepcionante con una entidad tramposa que Jungkook puso como remplazo antes de ser llevado directamente hasta su comida favorita. Y esa había sido una completa victoria en su libro.
El demonio quería tenerte desde el primer segundo en que te vio. Jungkook se hundió instantáneamente en tu alma como si se tratara de un horno calentando la totalidad de su cuerpo; un hermoso resplandor blanco, el color dorado que emanaba de tu piel y el adorable brillo de ingenuidad en tus ojos lo tentaban a alimentarse tanto de ti como si se tratara de una sirena llamando a un marinero solitario.
No tenía ninguna duda de que finalmente había encontrado lo que tanto había estado buscando todo este tiempo, alguien tan delicado y puro que adoraría ver derrumbarse por completo a él, y Jungkook realmente quería arruinar esa bonita alma tuya.
Y qué alma tan bonita tenías. Jungkook se quedó ahí contigo sólo para descubrir que sus primeras impresiones de ti, independientemente de lo fascinantes que ya habían sido desde el primer segundo, eran solo la punta del iceberg: el demonio te veía convertirte en todo un desastre abrumado y jadeante cada vez que uno de tus amigos comenzaba a hablar sobre sexo; le sorprendió bastante descubrir que luchabas mentalmente con tus impulsos de deseo y que te acostabas frustrada todas las noches porque pensabas que era algo demasiado sucio masturbarte porque simplemente te sentías avergonzada, e incluso abrumada, ante la simple idea de tu propio placer.
Ese solo pensamiento lo hizo salivar.
Jungkook sabía que no eras virgen, eran imposibles de pasar por alto, y por eso no podía entender el por qué de tu vacilación y vergüenza cuando se trataban de esos temas. No había notado ningún rastro de culpa religiosa o algo por el estilo, no creía que tus padres fueran especialmente sobreprotectores.
Era solo que eras tan... tímida.
Y eventualmente se dió cuenta de que eras un hallazgo exquisito, el más grande de todos, una cosita perfecta creada sólo para que él la destruyera; un humano tan tímido con moral pura y deseos reprimidos. Eras demasiado buena para ser verdad. Hecha a mano única y exclusivamente para él.
Y por eso Jungkook decidió esperar. Se contuvo durante mucho tiempo, observándote de cerca, aprendiendo todo lo que podía de ti y pensando en cómo procedería con sus diabólicos planes antes de, finalmente, decidir que era hora de presentarse ante ti. La parte más desagradable de todo este proceso, independientemente de la persona con la que estuviera tratando, dar una buena primera impresión siendo un demonio a menudo no iba tan bien como cualquiera esperaría.
Sí, gritaste, maldijiste y lloraste desde el primer momento en que estuvo frente a ti en su forma natural. Sí, te arrodillaste en una esquina y rezaste durante dos horas seguidas con el rosario de tu abuela en manos. Sí, incluso trajiste a un sacerdote para exorcizar todo el lugar, sólo logrando que el demonio sintiera un poco de náuseas durante unos tres días, pero Jungkook realmente pensó que todo el calvario fue lo suficientemente bien a lo que esperaba. Él había tenido peores experiencias en el pasado y sabía que después de un tiempo, eventualmente te adaptarías a su presencia. Y tal como esperaba, fuiste lo suficientemente pura como para intentar verle algún tipo de salvación. Fue casi lindo.
Parecía como si de alguna forma pensaras que Jungkook era una especie de prueba religiosa, tal vez un alma perdida en busca de orientación. Fuera lo que fuera, le abrió una puerta para que se instalara dentro de tu casa en una base de cautelosa confianza en la que podía pararse sin peligro alguno.
Para ser justos, él tuvo la culpa de eso ya que instigó un poco ese proceso. Jungkook a lo largo de todos los siglos que llevaba habitando en la tierra había aprendido que a veces una ofrenda de paz era suficiente para hacer que alguien creyera en él, y no dudó en aprovechar eso contigo. Él sabía que sólo necesitabas un pequeño empujón.
— Me iré si es lo que quieres, cariño.
Te había dicho durante una noche particularmente tormentosa, apoyado contra la encimera de la cocina con total indiferencia. Un vaso de vidrio se había esparcido por todas las baldosas de madera después de que él te sorprendiera con su materialización aleatoria, y estabas demasiado asustada para pasar por encima del vidrio roto y correr a encerrarte en tu habitación.
— Pero hablemos un rato. Soy un demonio, pero no soy malvado. No estoy aquí para robarte el alma o algo así.
Lo cual era completamente falso, sobretodo lo de la parte del alma, esa no era su especialidad, pero dudaba que siquiera te importara ya que a los humanos les encantaba escuchar bonitas mentiras para poder consolarse con ellas. Querías ver algo de bondad en él, eso era todo lo que necesitabas para poder encontrarle sentido a toda la situación y al por qué estaba ahí contigo, y una solicitud de tu consentimiento parecía ser suficiente.
Además, Jungkook no era un tonto cuando se trataba de sus ventajas demoníacas: sabía lo que era, sabía que su imagen cambiaba constantemente, reflejando a la pareja ideal de uno. No sabía qué rostro veías ni la voz que oías, pero sabía perfectamente que era tentador, demasiado, sabía que te enamorarías de él y de su imagen. Después de todo, él fue creado para eso, para ser moldeado según los deseos más íntimos de las personas, y vaya que le funcionaba bastante bien.
Así que no se sorprendió cuando aceptaste unirte a él en un diálogo inofensivo, una pequeña charla tonta no podría ser un problema, ¿verdad? No era como si fueras a vender tu alma por un saco de papas fritas por error o algo así, ¿verdad?
Y de hecho, la pequeña plática había estado bien. Bueno, más o menos.
Incluso si todavía desconfiabas de Jungkook y sus travesuras demoníacas, porque como si hubiera sido por arte de magia; te habías olvidado de ese pequeño detalle tan importante e inhumano, gradualmente le permitías entrar en tu vida cada vez más, abriendo la brecha en tu mente y dándole paso libre a que comenzara a hacer lo que quisiera contigo.
Llegó un punto en el que básicamente estaba conviviendo contigo, apareciendo en el momento más aleatorio del día para molestarte durante una reunión de trabajo o soltando burlones comentarios sobre los horribles chicos que veías todos los sábados por la noche. Jungkook se fue convirtiendo en una agradable conversación durante el desayuno y una sesión de chismes a altas horas de la noche después de haber pasado todo el día espiando a tus ruidosos vecinos. Fue divertido. Él era amable. Parecía que le importaba, como si estuviera tratando de hacer su presencia mucho mejor a como fue al principio.
Gran error; empezaste a confiar en él y a quererlo allí contigo. Y eso le permitió moverse hacia las partes más… interesantes de su plan.
Los sueños eróticos y las fantasías sexuales que Jungkook ponía en tu mente muy a menudo eran demasiado, te despertaban con una gran mancha de humedad en tus bragas y un dolor insoportable entre las piernas.
Gimoteaste mientras dormías y buscaste a tientas en la cama algo con lo que calmar tu calor hasta que finalmente te despertabas sin aliento, tirando de las sábanas mientras tratabas de ignorar esos impulsos carnales. Las imágenes eran tan vívidas, los toques aún perduraban en tu piel y el placer de los actos con los que habías soñado aún florecía dentro de tu abdomen y era increíblemente difícil dejarlo ir. La idea de hundir tu mano debajo de tu ropa interior y lidiar con esa frustración acumulada se volvió cada vez más tentadora cada noche.
Pero no. No podías permitirte hacerlo. No sabiendo que era Jungkook el único causante de todo esto.
Durante los primeros días te las arreglaste para ignorarlo y seguir adelante con tu rutina y tratar de eliminar todas esas sensaciones e imágenes en los rincones más oscuros de tu mente para no tener que pensar más en ellas. Sin embargo, se hizo cada vez más difícil dejarlos ir y, en contra de todas las fibras de tu moral, eventualmente todas las noches te encontrabas con ganas de querer quedarte dormida solo para poder experimentar ese placer abrumador de nuevo, aunque solo fuera en tus sueños.
Lo dejaste a un lado todo lo que pudiste, hasta que simplemente fue demasiado. El deseo te consumió por completo hasta que no quedaba nada para mantenerlo unido. Y finalmente cediste.
Fue algo magnífico, ver cómo esas primeras grietas en tu inocencia se iban formando. La vergüenza que impregnó tus rasgos cuando finalmente te diste cuenta de que estabas demasiado caliente para pensar correctamente, el aleteo de tus pestañas cuando dejaste que tus dedos jugaran con tu clítoris como si estuvieras descubriendo tu placer por primera vez.
Noche tras noche, Jungkook se escondía en las sombras de tu habitación y te veía llorar y gemir mientras te masturbabas de una forma tan hermosa que nunca antes había visto, con tu mano viajando hacia tu boca cada vez que te atrevías a hacer un sonido fuerte; era como si temieras que alguno de tus vecinos pudiera escucharte jugando contigo misma, como si no quisieras que la gente supiera que estabas haciendo algo tan sucio. Casi parecías culpable, Jungkook notó como tu entrecejo estaba fruncido y tus bonitos ojos estaban cubiertos por un fino velo de lágrimas, y le encantó, quería llevar esa imagen tuya en tu punto de placer por toda la eternidad.
Tu agonizante autocomplacencia hizo que cada jodido segundo que había esperado valiera la pena.
Pero en el momento en que bajabas de tu euforia, incluso a veces después de que te permitias tu segundo o tercer orgasmo consecutivo, todo se había ido, y él siempre se quedaba con un hambre aún más fuerte por tenerte.
Sin embargo, Jungkook fue paciente.
Quería verte romperte por completo antes de poder probar tu sabor; quería que le suplicaras que te tocara en lugar de que él te pidiera permiso. Así que siguió adelante con su pequeño juego: si todo salía como debía, serías tú quien suplicaría más al final, hundiéndote en tu propia perdición sin siquiera darte cuenta del lío que estabas creando.
Y por supuesto que todo sucedió como él quería.
Te tomó algunas semanas más reunir el valor para enfrentarte a él, pero llegaste a un punto en el que simplemente no pudiste reprimirlo más.
— Sé lo que estás haciendo.— Le dijiste con severidad, entrando en la sala de estar con los brazos cruzados sobre tu pecho y con la respiración acelerada.
Era una brillante mañana de verano y los pájaros cantaban afuera, la dorada luz del sol se detuvo repentinamente cuando encontraste la figura oscura y melancólica en tu apartamento. Entonces, solo estaban las sombras de su presencia y el nefasto brillo anaranjado en sus ojos. Siempre se veía así, como si estuviera viviendo en una dimensión propia, eligiendo ser afectado por (o afectar) el mundo material o no. Jungkook realmente era un ser de otro mundo, tan peligrosamente cerca de un ángel pero tan lejos de serlo.
El demonio sólo tarareó ante tus palabras, tirado en tu sofá como si se lo debiera. Llevaba una bata de satén roja esa mañana, abierta hasta por encima de su abdomen; dejando a la vista la piel caramelo de su pecho musculoso, y juraste que tu mente se quedó en blanco por un segundo.
— ¿Haciendo qué, cariño? — Jungkook respondió con los ojos enfocados en el libro que tenía en la mano acerca de una extraña teoría humana sobre la sexualidad que le pareció increíblemente divertida.— Tienes que ser más específica, hago muchas cosas en mi tiempo libre.
Suspiraste profundamente, claramente molesta y Jungkook pensó que olías particularmente delicioso ésta mañana, notó rastros de tu humedad aún adheridos a tu ropa interior, y tuvo que reprimir un gruñido de su garganta; actuar sin ser afectado a veces le era realmente difícil.
— Sabes de lo que estoy hablando.— Dijiste sin titubeos, Jungkook adoraba lo directa que te habías vuelto, evitando esas oraciones tartamudeantes que solías lanzar en su camino. Después de todo, estabas acostumbrada a él. Había hecho un gran trabajo derribando tus defensas.— Estás poniendo estos... pensamientos en mi cabeza. Y haciéndome soñar cosas…
Directo, pensó, pero todavía eras incapaz de hablar abiertamente sobre temas tan lascivos. Después de todo, todo lo que había logrado había sido un proceso gradual.
Jungkook enarcó una ceja, pero no apartó la mirada de la página del libro; ese hombre, Freud, era muy gracioso.— ¿Qué pensamientos, cariño?
Pusiste los ojos en blanco ante su actitud, pero el calor en tus mejillas delataba tu vergüenza. Jungkook sabía que no lo dirías, solo quería verte luchar con la simple idea de hacerlo.
— Ya sabes cuáles, Jungkook.— Otra respiración pesada te dejó y de repente estabas perdiendo la calma.— Lo estás haciendo a propósito.
— A lo mejor sí lo estoy haciendo.— Jungkook levantó la mirada del libro y te miró fijamente, tus hombros cayeron y todo el vigor abandonó tu cuerpo una vez que lo miraste a los ojos.
Era su apariencia, su aura, la chispa amenazante en su mirada crepuscular: todo te golpeó de una vez, en una solicitud silenciosa para que fueras un buen humano y revisaras tu postura a su alrededor.
— O tal vez es sólo tu asquerosa mente actuando, bebé. No puedes culparme por lo que tu cuerpo quiere.
Y, cuando su mirada volvió al libro, te diste cuenta de que la conversación, por muy breve que haya sido, ya había terminado.
Lo curioso de toda la situación en la que estabas envuelta fue que nunca le pediste a Jungkook que se detuviera. Y te diste cuenta de que era porque una parte retorcida dentro de ti en realidad lo estaba disfrutando; todas esas bromas, esos sueños vulgares, la frustración sexual que te inundaba cuando bajabas del orgasmo.
Cuanto más jugabas contigo misma, más llegabas a admitir que no era suficiente; siempre te sentías vacía, agitada, tratando de encontrar algo que no podías alcanzar sola.
Nunca era suficiente. Era como si estuvieras en un borde infernal y perpetuo que te empujaba hacia las paredes de lo impuro.
Y para empeorar las cosas, sabías a ciencia cierta que podías expulsar a Jungkook en cualquier momento y poner fin a toda esta tortura, lo habías investigado y el mismo Jungkook lo había confirmado. Los demonios no podían quedarse por mucho tiempo si el humano no consentía su presencia, pero había algo en ti que realmente lo quería allí.
Querías que su calidez te rodeara, querías que su voz melosa y profunda te dijera todo lo que querías escuchar. Era una presencia embriagadora, un suave zumbido en el fondo de tu mente, sentías el deseo de que te abrazara, de que te tocara, de que te hiciera suya aún si eso estaba moralmente mal.
Jungkook te había arruinado de tal manera que, incluso si le pedías que se fuera, sabías que la mancha que había dejado se quedaría por mucho más tiempo dentro de ti.
Era aterrador ver a un demonio como pareja sexual, pero, ¿cómo no verlo así? Jungkook era la criatura más atractiva que alguna vez pudiste llegar a imaginar, todo lo que hacía, cada pequeño movimiento o parpadeo de su mirada, era tan sexual que casi te hacía jadear ante su sola presencia.
Se burló de ti: te susurró al oído y te abrazó por la espalda; acarició tu rostro y recorrió con sus ojos oscuros todo tu cuerpo, y solo podías pensar en lo deslumbrante y encantador que era; querías sentir sus suaves y bonitos labios sobre los tuyos, querías sentir sus grandes manos sobre tu piel, apretando tu cuerpo contra él y jugando contigo, querías tenerlo dentro de ti; llenándote hasta el fondo, querías recostarte y dejar que él hiciera todo lo que quisiera contigo.
La idea de hacer todo eso con un demonio, independientemente de lo amable que fuera contigo, era absolutamente una locura, lo sabías, pero simplemente no estabas pensando con claridad a este punto.
Sólo podías pensar en él — Jungkook, Jungkook, Jungkook — y sabías que tus propios deseos no fueron plantados por él. El demonio simplemente había instigado algo que ya existía dentro de ti, una pequeña llama a la que él le arrojó gasolina, y ahora estabas mirando cómo incendiaba toda tu mente.
Lo querías. Y tenías que tenerlo.
Así que lo hiciste.
Esas noches vívidas y de pensamientos lujuriosos alcanzaron un nivel de incomodidad que; después de despertarte de otro sueño húmedo, llamaste a Jungkook como si fuera tu segunda naturaleza, rogándole que hiciera algo, cualquier cosa para liberarte de este deseo que te estaba inundando el cuerpo. Y para tu deleite, el demonio apareció con la misma rapidez, dejándote ver un hermoso y diabólico destello de lujuria brillando en el fondo de su mirada y a través de su sonrisita burlona.
— Cosita bonita…— Se había murmurado para sí mismo, de pie junto a tu cama. Estabas sentada en el borde, mirándolo como si fuera tu propia versión de la salvación, pero en ese momento, ya no te importaba lo que era ni la intención oculta que pudiera tener. Todo lo que sabías era que te volverías loca si él no te ayudaba a lidiar con el deseo que había instigado en ti.— ¿Te pusiste caliente y ahora necesitas mi ayuda con eso?
— Sí…— Dijiste con el pecho agitado. Las escenas de tu sueño indecente aún estaban vivas en tu mente, el fantasma de tu placer aún seguía nadando dentro de tu piel. Había una sensación húmeda y pegajosa entre tus piernas que odiabas y adorabas al mismo tiempo haciéndote pedazos junto al hormigueo de la anticipación llenando tu núcleo.— No sé lo que me estás haciendo, pero... ya no me importa. Ayúdame, Jungkook, por favor…
Él sonrió y su cabello negro cayó sobre sus ojos, haciéndolo lucir mucho más encantador, el calor de su palma se encontró con tu muslo desnudo haciéndote temblar, todo se intensificaba cuando Jungkook estaba contigo, cada toque era el cielo y el infierno al mismo tiempo.
— Qué humana tan sucia…— Murmuró por lo bajo comenzando a deslizar su mano hacia arriba por todo lo largo de tu pierna; mimando tu piel con calma y acercándose peligrosamente a tu entrepierna solo para comenzar a frotar su dedo índice por la mitad de tu entrada; ejerciendo una presión especial sobre tu clítoris vestido haciéndote ahogar un gemido, y como era de esperarse, sus dedos se sentían mucho mejor que los tuyos.— ¿Quieres que juegue con tu coño, cariño? ¿Quieres que te haga sentir bien?
No podías asentir con la cabeza lo suficientemente rápido, todas las inhibiciones que alguna vez llegaste a sentir antes de que Jungkook apareciera en tu vida se hicieron a un lado sin pudor alguno.
Te sentiste extraña haciéndolo; nunca habías estado tan desesperada sexualmente en tu vida, y no sabías dónde terminaba su influencia y dónde comenzaban tus propios impulsos. Quizás eras tan culpable como él, tan incapaz de luchar contra tus propias tentaciones.
— Necesito oírte decirlo.— Jungkook murmuró apartando el encaje de tus pantalones cortos de pijama lentamente, disfrutando con el sonido de tu laboriosa respiración. Podía oler tu excitación explotando a su alrededor e inundando toda la habitación; era ese olor dulce y tan adictivo que lo estaba haciendo perder la cabeza, y ya podía sentir su miembro endureciéndose dentro de sus pantalones de una forma tan dolorosa.— No puedo hacer nada a menos que me lo digas.
Tragaste saliva, ahogándote con sus propias palabras por un segundo. No podías creer que estuvieras a punto de pedirle eso, y la simple idea hacía que tus mejillas ardieran.
— Quiero... quiero que juegues con mi coño…— Las palabras salieron en un lío tembloroso de tu boca, cayendo una encima de la otra de una forma arrítmica. Si era por lujuria o vergüenza, no se podría decir.— Quiero que hagas que me corra, por favor. No puedo soportarlo más, no puedo hacerlo yo sola….
Pensaste que tal vez si él te ayudaba, tal vez todo se detendría, esas intensas oleadas de hambre, ese deseo insaciable dentro de tu pecho. Quizás eso era todo lo que necesitaba de ti. Y luego todo volvería a la normalidad.
Incluso si no estabas segura de que realmente querías que eso sucediera.
Jungkook era consciente del hecho de que nunca antes te habían practicado un buen sexo oral (cortesía de tu única y terrible pareja sexual en el pasado), así que uso eso a su favor, como todo lo que había hecho para que terminaras en esta situación, rogando por él.
Fue realmente una tortura ver la forma en la que Jungkook se estaba tomando todo el tiempo del mundo antes de darte lo que tanto querías, era como si estuviera disfrutando con tu desesperación e impaciencia, y cuando por fin lo viste hacerse espacio entre tus piernas y a su aliento caliente acariciar la piel tan sensible de tu entrepierna dejaste escapar un suspiro tembloroso mientras tus caderas se elevaban en busca de él haciéndolo reír. Hubo un momento de silencio que fue cortado por un agudo gemido que brotó de tus labios en cuando sentiste a Jungkook deslizar su lengua por tus húmedos pliegues, comenzando a lamer y chupar todo de ti.
Internamente agradecías el hecho de fuera Jungkook el primero que te estuviera dando este tipo de placer, porque joder que lo hacía tan bien, Jungkook se sentía tan bien, sus labios devorándote por completo se sentían tan bien, su lengua tan caliente y pecaminosa deslizándose y recogiendo todo de tu sabor para probarlo y degustarse con él se sentía tan bien, y los audibles y guturales gruñidos que dejaba escapar contra tu piel sensible se sentían mucho mejor, era como si todo en él gritara lujuria y placer, y cuando menos te diste cuenta, tus manos ya se encontraban enredándose en su cabello negro para aferrarlo más contra ti mientras tus caderas se elevaban contra su boca, rogándole más, mucho más, y esa acción pareció encantarle, ya que un gruñido dejó su boca antes de que su lengua volviera a jugar con tu clítoris, dándole toda la atención que se merecía; haciéndote gemir y temblar entre sus manos.
Tal vez había sido todo el deseo acumulado que había dentro de ti por tanto tiempo, o tal vez fueron los bonitos labios y la caliente lengua de Jungkook trabajando sobre ti, pero fue increíblemente vergonzoso lo rápido que llegaste a tu orgasmo, fue como si tu clímax te hubiera destruido por completo y el placer duplicado que inundó tu cuerpo fue tan grande que te hizo olvidar quién eras por un momento, con el cuerpo temblando y tus manos aún hundidas en su cabello como si estuvieras a punto de morir mientras te corrías sobre su lengua; como si estuvieras hecha para eso, tan bonita y avergonzada que Jungkook pensó que se iba a olvidar de su autocontrol.
— Que humana tan perfecta...— Te felicitó mientras bajabas de tu orgasmo tratando de regular tu errática respiración, su vista estaba clavada en tu entrepierna; demasiado perdido en la forma en la que tu humedad se escurría entre tus muslos antes de que dos de sus dedos se presionaran contra tu entrada al mismo tiempo que se relamía los labios, su cabello revuelto le daban el toque final de erotismo a toda su aura, sus ojos entrecerrados te miraban como si fueras la cosa más sexista que jamás hubiera visto antes de volver a murmurar.— Hecha para ser jodida por mi.
— ¡J-Jungkook! — Gritaste cuando sus dedos entraron en ti comenzado a estirar tu interior de a poco, el ardor hizo que pequeñas lágrimas se acumularan en las comisuras de tus ojos, y cuando menos te diste cuenta; su boca ya estaba de vuelta en tu clítoris sensible e hinchado antes de que pudieras protestar, haciendo que tu espalda se arqueara fuera de la cama.— Es demasiado…
Pero él no respondió, solo te miró fijamente con esos penetrantes ojos negros mientras su lengua se deslizaba por todo lo largo de tu coño chupando con la fuerza necesaria tu clítoris; desafiándote silenciosamente a que te corrieras una vez más para él. Después de todo, tú lo habías pedido, así que él se complació en dártelo.
Y cuando no trataste de alejarlo, supo que te había conquistado.
No pasó mucho tiempo hasta que Jungkook te estaba complaciendo en cada oportunidad que tenía. Estaba enterrándose entre tus muslos y prácticamente rasgando tus bragas mientras contestabas alguna llamada en tu teléfono; lamiéndote y tocándote hasta que te corrías para él.
Hizo que llegaras a tu orgasmo con solo montar su muslo, te hizo tocarte y bordear tu coño hasta que estabas pidiendo desesperadamente alivio. Prácticamente te había convertido en su pequeña zorra codiciosa más rápido de lo que pudieras entender, podía hacer que le abrieras las piernas con sólo un chasquido de sus dedos y le encantaba mirarte mientras le suplicabas que te tocara más fuerte, más profundo, tal como a él le gustaba.
Una y otra vez, te pedía permiso y, cada vez, tú le decías que sí, un acuerdo nervioso y avergonzado que hacía que su polla palpitara de deseo. Pero justo cuando te hacia correrte y estabas pidiendo más de él, queriendo sentirlo dentro de ti con su polla abriéndote como sabías que lo haría, él se iba, dejándote incluso más frustrada que antes.
A Jungkook le gustaba jugar con su comida, y esa era la razón por la que se estaba tomando su tiempo antes de follarte como es debido. Estaba bromeando, por supuesto. Y estaba funcionando, por supuesto.
Estabas tan cerca de tu punto de ruptura y pasabas tus días casi completamente consumido por el pensamiento de él: su abrumadora belleza, sus caricias, la forma en que se zambullía en tu coño con tanta hambre que parecía que lo disfrutaba incluso más que tú. Incluso cuando te ibas a dormir, estabas plagado de sueños sobre él, algunos tan vívidos que estabas segura de que eran reales; soñando con Jungkook gimiendo contra tu oído y casi pudiendo sentir como la punta de su pene se presionaba contra tus pliegues empapados, con sus dedos frotando tu clítoris sólo como él sabía hacerlo y a su boca chupando tus pezones endurecidos hasta que la necesidad de liberarte te despertaba.
Y sin embargo, incluso en tus sueños, nunca te folló. Era realmente cruel cuando quería serlo, y eso te estaba volviendo loca.
— Jungkook…— Llamaste su nombre una tarde, cuando ese pensamiento te estaba atormentando una vez más, y él apareció justo después, envuelto en un traje oscuro y con el cabello recogido en una pequeña coleta. Realmente era el pecado encarnado.— ¿Puedo preguntarte algo?
— Lo que sea, cariño.— Respondió acercándose a ti para darte un beso en los labios, e instantáneamente te derretiste.— ¿Qué ocurre?
Tragaste en seco, la chispa inicial de tu coraje se desvaneció. No podías mantener tu postura por mucho tiempo cuando estabas bajo su mirada de esa manera, sus seductores iris negros mirando lujuriosamente tus labios te desconcentraban de tu propósito.
— Yo mmh, quería saber por qué nunca... me acompañas hasta el final cuando te lo pido.
Y Jungkook sonrió diabólicamente ante tus palabras.
— Cariño, no creo que estés lista para que yo haga eso todavía.— Respondió y su pulgar rozó tu labio inferior, el familiar estremecimiento recorrió todo tu cuerpo ante ese simple y sutil toque.— Sin embargo, apuesto a que ésta bonita boca se sentiría increíble alrededor de mi polla. Si quieres hacer eso.
Cada vez, sin falta, tus mejillas se calentaban y tus ojos se ensanchaban ante el sonido de sus palabras obscenas. Jungkook las usaba con tanta facilidad, como si las hubiera creado él mismo, y no podías acostumbrarte a lo tentadoras que sonaban cuando salían de su hermosa boca. Pero sólo había un problema con lo que te ofreció.
— Yo... no sé cómo hacer eso.— Admitiste completamente avergonzada y tratando de evitar su lujuriosa mirada de ti.— Yo nunca... simplemente no hubo…
Y Jungkook sintió su respiración atascarse en su garganta, podría haberse corrido justo en ese mismo momento: abrumado por la inexperiencia dulce e inmaculada que nunca te había abandonado por completo. Fue tan entrañable, pensó, la forma en que le rogaste que te follara al mismo tiempo que admitías que no sabías cómo hacer un oral. Realmente fuiste impecable. Y él mejor que nadie sabía que nunca volvería a encontrarse con nadie como tú.
— Me dijiste que no eras virgen.— Jungkook dijo, por supuesto, él lo sabía con certeza, eso era algo que los de su clase nunca se perderían. Sólo quería escucharte decirlo.
— No lo soy.— Tus ojos se dispararon para encontrarse con los suyos. Jungkook todavía tenía deseo nadando dentro de su mirada, sus dientes mordisqueando su labio inferior como si estuviera considerando qué hacer contigo.— Tuve… sexo antes. Una vez. Simplemente no tuve la oportunidad de... ya sabes.
— ¿Chupar una polla? — Completó, disfrutando cada gramo de tu timidez. Incluso después de todo lo que había pasado, seguías siendo tan pura, tan incómoda para explorar tu propia sexualidad. Y Jungkook quería derribar esos muros.— No hay razón para preocuparse, querida. Te puedo enseñar si quieres.
— ¿Tú puedes?
Jungkook sonrió, colocando un mechón de tu cabello detrás tu oreja. Su simple toque te mareaba por completo y su voz ronca te envolvía como una cálida manta tu alma ansiosa.
— Haré lo que quieras que haga.— Ronroneó con su voz melosa y cubierta de deseo.— Todo lo que tienes que hacer es pedirlo, cariño.
La primera vez que viste su pene, jadeaste tan fuerte de la sorpresa que Jungkook se echó a reír.
Habría estado mintiendo si hubiera dicho que no le encantó tu reacción, disfrutó demasiado con el asombro en tu mirada mientras observabas su tamaño y todos los detalles sobre él: la punta de su pene enrojecida y goteando para ti, la vena que se erguía hermosamente contra su piel lo hacía ver incluso mucho más imponente de lo que ya era.
Jungkook tenía longitud y grosor, una combinación peligrosa que te dejaba en algún lugar entre la emoción y la preocupación cuando pensabas en llevarlo dentro de ti.
— Vamos, cariño, no seas tímida.— Jungkook te animó elevando una de sus manos y llevándola a la parte posterior de tu cabeza; sujetando los mechones de tu cabello y el tirón que te dio no fue fuerte de ninguna manera, pero sí lo suficiente para que tu boca se acercara a su miembro erguido en lo alto.— Dale una lamida, quiero sentir tu lengua alrededor.
Tragaste saliva ligeramente nerviosa, tus dedos se envolvieron alrededor de la base de su pene para darle apoyo, y te sorprendiste aún más con la forma en la que tu mano lucía absurdamente pequeña contra su gorda polla. Pero aún así, hiciste lo que te pidió; tu lengua salió suave y plana contra su punta, comenzando a trazar pequeños círculos de saliva en su glande.
— Buena chica…— Jungkook elogió con un profundo suspiro, relajando su posición sobre la cama.— ¿Puedes llevártelo a la boca, bebé?
—No lo sé…— Murmuraste contra la punta húmeda.— Es tan grande…
Jungkook se rió entre dientes ante tus palabras, su mano bajando por tu rostro para poder acariciar tu mejilla.— Empecemos despacio, ¿de acuerdo? Puedes parar cuando quieras.
Y tú asentiste con la cabeza sintiendo como el calor se extendía por tus mejillas. A Jungkook le gustaba demasiado la vista que tenía de tus bonitos labios tomando todo de su grosor; siguiendo tus movimientos incómodos mientras agarrabas su base con más fuerza y te inclinabas sobre él antes de que tu boca se envolviera en la punta para darle una ligera succión.
Jungkook suspiró de nuevo ante la sensación, pero estaba más entretenido viéndote luchar con su tamaño mientras tu mandíbula se movía para acomodar su grosor dentro de tu boca. Era un espectáculo tan pecaminoso y estaba empezando a perderse en tu expresión concentrada cuando decidiste hundirlo un poco más y chuparlo más fuerte.
— Muévete hacia arriba y hacia abajo para mí.— Te ordenó e hiciste lo que dijo, luchando contra el ardor en tu boca mientras lo llevabas más profundo gradualmente, sólo un poco más cada vez que bajabas la cabeza.— Usa tu mano también, bebé, hazme sentir bien…
Gimoteaste alrededor de su polla cuando tu mano comenzó a acariciar su base, cubriendo las partes de él que tu boca no podía alcanzar, moviendo tu cabeza hacia arriba hasta que sólo la punta estaba en tu boca antes de volver a tomar todo de él, con los bombeos de tu mano a la par de cada nueva succión. Jungkook te enseñó lo fuerte que tenías que chuparlo, lo rápido que le gustaba y lo mucho que amaba cuando gemías alrededor de su dura longitud. La pegajosa humedad entre tus piernas era cada vez más insoportable y solo aumentaba entre cada gutural gemido que brotaba de sus labios combinados con algunas maldiciones en nombre del placer que estaba sintiendo.
— ¿Puedo follarme tu boquita, bebé? — Preguntó y tú lo miraste desde abajo, la vista de Jungkook estaba enfocada en ti, mirando tus ojitos llorosos mientras asentías sumisamente a su alrededor y sonrió diabólicamente.— Buena niña.
Hace unos meses, ni siquiera hubieras aceptado la simple idea. Pero ahora, Jungkook te había convertido por completo en un desastre caliente y débil a sus encantos, en alguien que haría cualquier cosa que él te pidiera, y amabas cada segundo de esto.
Jungkook estaba orgulloso de su trabajo. Había sido uno de los mejores.
— Quiero que relajes tu garganta, bebé…— Te dijo mientras sus manos se movían hacia la parte de atrás de tu cabeza, dándole un tirón fuerte y experimental a tu cabello que te gustó más de lo que esperabas e hiciste todo lo posible por hacer lo que te pidió, colocando las palmas de tus manos contra sus fuertes y gruesos muslos para intentar prepararte. Nadie te había hecho esto antes y no sabías qué esperar.— Tu boca se ve tan bonita llena de mi polla. No puedo esperar para llenarla con mi semen.
Jungkook gruñó y tus piernas se debilitaron con sus palabras, un pequeño gemido vibró alrededor de su polla cuando elevó sus caderas hacia ti, llevándose más profundamente dentro de tu boca; tus ojos se cerraron ante la sensación de su punta rozando con dureza tu lengua. Jungkook no tardó ni dudó en establecer un ritmo; empujando hacia arriba dentro de tu boca mientras luchabas por mantenerte abierta para él, tu mandíbula dolía con la posición en la que estabas y no fue hasta que lo sentiste golpeando la parte posterior de tu garganta que te ahogaste con su tamaño y tus ojos se llenaron de lágrimas mientras lo escuchabas gemir sobre ti.
— Mierda…— Maldijo, cerrando los ojos y echando la cabeza hacia atrás. Jungkook era una imagen de perdición en la que fácilmente podías perderte, la forma en que se mordió el labio mientras te follaba la boca haciendo que tu coño se mojara aún más de pura necesidad. Te encantaba la sensación de que él te estaba utilizando, como si fueras una simple herramienta para su propio placer.— Ah, sabía que lo podías tomar. Nunca me decepcionaste.
Tu frágil sollozo salió amortiguado alrededor de su miembro, las vibraciones de tu voz hicieron que Jungkook te follara la boca más rápido y más fuerte. Cada vez que golpeaba la parte posterior de tu garganta, te ahogabas y tus uñas se clavaban en sus muslos, pudiendo sentir como tu coño se apretaba alrededor de la nada, imaginando cómo se sentiría tenerlo dentro de ti. También sabías que él podía sentir lo caliente y necesitada que estabas, podía oler tu excitación a millas de distancia, y la idea te hacía gemir.
— Eres una humana tan sucia…— Jungkook habló viendo como una lágrima corría por tu mejilla; le encantaba lo desordenada que te veías, tan desesperada con su polla metida en tu boca.— Eras tan inocente cuando te conocí, y ahora…— Agregó en medio de un audible gruñido.— Ahora mírate; llorando alrededor de mi polla, como una buena puta.
Cerró los ojos de golpe y gimió, con su cuerpo completamente dominado por la lujuria y por la sensación de la calidez y humedad de tu boca cubriéndolo por completo. El dolor en tu mandíbula ya no te molestaba; de hecho, te gustaba que Jungkook superara tus límites, haciéndote olvidar de tu propia incomodidad para poder darle más placer.
— Me voy a correr…— Advirtió y su voz salió ronca y firme, enviando escalofríos por tu columna vertebral, sintiendo su pene palpitar dentro de tu boca; llenando tus papilas gustativas con el gusto salado del líquido preseminal.— Y serás una buena niña y te tragarás todo.
No necesitó pedirlo dos veces porque no pensaste que hubiera algo más que quisieras hacer. Jungkook te folló la boca por unos segundos más con sus embestidas volviéndose erráticas, antes de que la punta hinchada chocara contra la parte posterior de tu garganta y se corriera con una fuerte maldición brotando de sus bonitos labios acompañada de un tirón en tu cabello que hizo que tu cuero cabelludo picara.
Gimoteaste mientras hacías todo lo posible por tragar las espesas olas de semen con su mano manteniéndote firmemente en su lugar mientras lo hacías. Jungkook no pudo maravillarse más con la sensación de tu garganta apretándose a su alrededor mientras tu lengua se movía para poder limpiarle la polla.
— Eso es…— Siseó un poco moviendo su pelvis de forma lenta.— Trágatelo todo.
Jungkook llegó en una cantidad sorprendente y, sin embargo, te las arreglaste para tomar todo de él, y cuando estuvo satisfecho soltó tu cabello y jadeaste por aire mientras te movías hacia arriba separándote de a poco de su pene aún duro y un visible hilo de saliva colgó de tus labios; conectando tu boca con su punta.
— Tan jodidamente bonita…— Dijo con ternura acariciando tu cabello, y no pudiste descifrar su expresión, pero de todos modos te emborrachaste con sus elogios.— Hiciste un gran trabajo. Ahora ven aquí.
Hiciste lo que te pidió, arrastrándote más cerca de él hasta subir a la cama y recostarte a su lado, rápidamente Jungkook se colocó encima de ti y su mano viajó por tu cuerpo hasta encontrarse con tu cuello; atrayéndote en un beso tan caliente y sensual que te dejó buscando aire; en medio de ese beso sentiste como su rodilla se movía entre tus piernas separándolas y abriéndote para él.
Su otra mano se movió hacia abajo para envolver tu coño y el demonio tarareó de placer una vez que sus dedos se encontraron con tus pliegues empapados, y sin querer perder mucho tiempo; dos de sus dedos se sumergieron dentro de tu calor, comenzando a estirar tu interior de a poco, tu espalda se arqueó ante la sensación y un gemido necesitado salió de tus labios mientras él comenzaba a bombear dentro y fuera de ti, llenando el dormitorio con los sonidos de tu humedad mezclados con tus suaves gemidos.
Jungkook se rió entre dientes cuando se apartó, sus rosados labios estaban hinchados y se inclinó para volver a atacar los tuyos.— Mírate…— Murmuró estableciendo un ritmo deliciosamente lento dentro y fuera de tu coño.— ¿Te mojaste así con solo chuparme la polla, bebé?
Tu asentiste con la cabeza ante su pregunta.— Me gusta hacer que te sientas bien.
Y Jungkook no pudo evitar sonreír ante tus palabras tan dóciles.
— Que linda.— Se inclinó y te dió un húmedo y casto beso en los labios, el movimiento fue extrañamente suave en comparación con la forma en que se cernía sobre ti, con su presencia casi amenazante cuando se encontraba con tu mirada.— ¿Quieres tener mi polla de nuevo, bebé? Las niñas buenas merecen recompensas.
Casi no podías creer sus palabras, una mezcla de euforia y lujuria se apoderó de ti al escucharlo. Tenerlo dentro de ti era todo lo que deseabas, y no podías aceptar lo suficientemente rápido.
— Sí, por favor…— Te quejaste, casi ahogándote con tus propias palabras mientras él agregaba un tercer dedo; abriéndote y preparándote para él, tu abdomen se apretó ante la idea de su gran polla entrando y saliendo de ti, con la idea de su semen llenándote mientras seguía follándote a través de su orgasmo. Nunca habías necesitado tanto a alguien.— Por favor, úsame. Quiero tanto sentirte…
Y la expresión entretenida en su rostro no vaciló, depositó otro nuevo beso en tus labios y te quitó los dedos.— Siempre tan educada.— Murmuró por lo bajo empujando tu espalda contra el colchón y atrapando tus muñecas con su mano, entrelazándolas justo encima de tu cabeza.— Me encanta cuando me ruegas.
— Pero nunca me das lo que quiero…— Hablaste en medio de un puchero y con las mejillas ardiendo.
— Esta noche lo haré.— Jungkook se rió entre dientes ante tus palabras mientras su otra mano se movía hacia abajo para bombear su pene. Estaba tan duro como antes, pero por supuesto, no esperabas que su cuerpo inmortal funcionara igual que cualquier otro humano, y la vista te hizo agua la boca.— ¿Quieres que te folle, bebé? — Preguntó con su voz ronca y arqueó las cejas, viendo como tragabas saliva y asentías desesperadamente, sus manos eran tan grandes, pero incluso parecían pequeñas al envolver su miembro, su pulgar llegaba a acariciar la punta rosada; cubriéndose con su humedad y los restos de tu saliva por todo lo largo.— Quiero que lo digas.
— Lo necesito tanto…— Dijiste, encontrando su mirada divertida puesta sobre ti.— Necesito tu polla dentro de mí, por favor Jungkook…
Los ojos de Jungkook brillaron con hambre y deseo mientras se relamía los labios. Te estabas volviendo una personita tan sucia, pensó, y aún así, seguías siendo tímida como antes.
— ¿Lo necesitas? — Repitió tus palabras inclinándose más cerca de ti y buscando alinearse correctamente con tu goteante entrada, y cuando habló de nuevo; sus palabras fueron una nube de calor contra tus labios entreabiertos.— ¿Me necesitas follando tu pequeño coño como una buena puta?
Jadeaste ante sus palabras tan sucias; buscando a tientas algún tipo de agarre en tus muñecas.— Sí, por favor, Jungkook, yo…
Tu oración se atascó en tu garganta cuando lo sentiste presionando la punta caliente de su pene contra tu entrada; provocándote lo suficiente como para que tus ojos se cerraran y que tu cuerpo se tensara con expectativa.
Sin embargo, a Jungkook le gustaba bromear.
— Relájate, bebé…— Murmuró alejándose un poco hacia atrás para apoyar su pene contra tu coño, comenzando a rodar sus caderas; haciéndote jadear cuando rozó intencionalmente tu clítoris y todo tu cuerpo se concentró en lo pesado y grueso que se sentía presionando contra ti.— Estás tan tensa.
Gemías con cada lento y provocativo movimiento de sus caderas contra ti, los sucios sonidos de su polla arrastrándose entre tus húmedos pliegues llenaban tus oídos y te hacían suspirar de pura frustración.— Por favor, mételo…— Suplicaste patéticamente y con los ojos nublados por el deseo.— No puedo soportarlo más…
Jungkook se rió entre dientes.— ¿Estás segura, bebé?
Y tu asentiste con la cabeza, más que necesitada y ansiosa por tenerlo dentro de ti.— Sí, joder, eso es todo lo que quiero…
— Todo lo que mi linda humana quiera…— Jungkook habló antes de tomar su pene por la base y alinear su punta contra tu entrada una vez más. Los dedos de tus pies se curvaron cuando él comenzó a deslizarse, el ardor que sentiste de su miembro grande y grueso abriendo tu interior gradualmente envió oleadas de dolor y placer al mismo tiempo.
Cerraste los ojos y tu cabeza cayó hacia atrás contra la almohada ante la deliciosa sensación.— Oh, joder, Jungkook…
— Shhh... eso es, despacio, bebé.— Jungkook susurró deslizándose lánguidamente dentro de ti, tomándose su dulce tiempo, disfrutando de la sensación de tu coño apretándose de forma imponente a su alrededor mientras entraba en tu interior y amando como se apretaba más a medida que avanzaba.— Sé que puedes tomarlo.
Intentaste apartar las manos de su agarre de nuevo, pero era en vano, Jungkook te sostenía con demasiada fuerza y prácticamente estabas a su merced.— Es mucho, Jungkook…— Te quejaste debajo de él sintiendo que todo tu cuerpo estaba en llamas. Nunca antes te habías sentido algo así, nunca pensaste que estarías tan llena.— Es demasiado grande…
— ¿Lo es, bebé? — Preguntó mientras se inclinaba sobre ti para darte un pequeño beso en los labios, suave, tranquilo. Todas las cosas que no era.— ¿Quieres que pare?
— No, por favor, no te detengas…— No dudaste, nunca lo hiciste con él.
Jungkook sonrió diabólicamente ante tu rápida respuesta. Realmente te había entrenado bien, te había convertido en su pequeña y obediente muñequita. Joder, el escucharte así hizo que su polla palpitara, dándose cuenta de que acababa de enseñarte cómo darle una buena mamada porque eras tan inocente que ni siquiera sabías cómo hacerlo y ahora te retorcías debajo de él, tratando de darle sentido a la sensación de su gran polla llenándote. Era demasiado perfecto.
— Mi linda bebé necesita tanto mi polla, ¿no es así? — Murmuró con su voz ronca empujando dentro de ti con tanta fuerza que te quedaste sin aliento, deteniéndose justo después para poder escuchar tus gemidos quejumbrosos saliendo de tus bonitos labios.— Mírate. Fuiste hecha para ser follada por mí.
— Es tan grande…— Balbuceaste sin sentido antes soltar un patético gemido cuando Jungkook comenzó a dar profundas embestidas dentro y fuera de ti, lentamente al principio; comenzando a establecer un ritmo conforme avanzaba. No pensaste que alguna vez serías capaz de experimentar este sentimiento con nadie más.— Se siente tan bien…
— Te encanta, ¿no es así? — Habló y se inclinó sobre ti; presionando su frente contra la tuya, su mano todavía sostenía con fuerza tus muñecas comenzando a perderse en el delicioso placer que sus cuerpos creaban, tus senos rebotaban cada vez que empujaba su polla dentro de ti con fuerza, haciendo que la vista de todo fuera aún más placentero.— Mi linda mortal fue hecha para tomar mi polla.
— S-Sí, por favor, no pares…— Gemiste de pura felicidad mientras las lágrimas corrían por tu rostro con la fuerza de sus embestidas. Ni siquiera podías pensar con claridad, tu mente era un desastre, demasiado intoxicada con la sensación de su miembro golpeando tu coño. Todas esas noches frustrantes, todos esos sueños eróticos que tuviste con Jungkook, nada podría compararse, y realmente pensaste que estabas arruinada para siempre.— Es tan bueno…
A Jungkook le encantaba verte llorar mientras estabas tan llena de su polla, esas lágrimas etéreas corriendo por tu rostro mientras sus embestidas se volvían más fuertes y duras dentro de ti. También le encantaba cómo se volvían tus gemidos cuando llegabas a ese punto: tan agudos y rotos, con tu cerebro incapaz de formar una sola oración comprensible.
— Qué linda humana.— Elogió elevando su mano para acunar tu rostro y limpiar una lágrima de tu mejilla.— Eres tan bonita cuando lloras…
— Es... es tan grande.— Gimoteaste dócilmente una vez más, parecía como si eso fuera todo lo que pudieras decir, ese único pensamiento repitiéndose como un disco rayado dentro de tu aturdida mente.
Tus ojos estaban tan borrosos que casi te perdiste la sonrisita diabólica que apareció en sus labios.
— ¿No puedes soportarlo, bebé? — Jungkook bromeó moviendo sus caderas de una manera que hizo que tu coño se apretara a su alrededor haciéndote gemir su nombre y arquear tu espalda hacia él; ofreciéndole en bandeja de oro tus senos para que él los atacara con su caliente lengua, lamiendo tus pezones antes de regalarles una mordidita por igual, y otra lágrima se deslizó por tu rostro con un deleite sin fin.— ¿Me molestas durante semanas, suplicando que te llene con mi polla, y luego empiezas a llorar porque no puedes soportarlo? Deberías ser más consciente de lo que pides.
— N-No, no es eso…— Tragaste saliva sintiendo como las palabras se atascaban en tu garganta ante sus duras embestidas.— Y-yo p-puedo tomarlo, lo juro…
Jungkook tarareó y se echó hacia atrás para poder mirar el lío que estaba haciendo entre tus piernas. Gimió en aprobación cuando vió su gruesa polla hundirse con fuerza entre tus empapados pliegues, casi hasta el borde.— Lo estás tomando muy bien princesa… – Él te miró con sus ojos de obsidiana brillando con malicia.— Qué buena puta eres. Harás todo lo que te pido, ¿no?
Asentiste desesperada con la cabeza sin entender realmente lo que dijo. Sentías como si el mundo se cerrara a tu alrededor, asfixiándote. Jungkook era demasiado grande, demasiado grueso, la forma en que te estiraba no era más que deliciosa y placentera.
— ¿Todo? — Preguntó inclinándose más cerca y soltando tus muñecas, con su boca a centímetros de tu oreja. Su aliento era caliente y pesado, cubierto de hambre.— Si quisiera seguir follándote una y otra vez, hasta que esté satisfecho, ¿me dejarías?
— Sí...— Gemiste en aprobación, eso era todo lo que querías.
Jungkook curvó sus manos debajo de tus rodillas y tiró de tus piernas hacia arriba, más cerca de tu pecho. El nuevo ángulo fue un descubrimiento tan delicioso, un gemido particularmente fuerte explotó en tu garganta mientras seguía follándote con fuerza.
— ¿Incluso si te corres tanto que ni siquiera puedas hacerlo más? — Preguntó una vez más; sus embestidas se volvieron más duras, golpeando increíblemente profundo dentro de ti de una manera que te hacía gemir su nombre una y otra vez.— ¿Me dejarías usar tu coño y llenarte con mi semen hasta que estés goteando? ¿Hum? ¿Hasta que no puedas soportarlo más y aún así no me detendré?
— Joder, sí... — Tus ojos se cerraron revoloteando en puro placer, y con tus muslos temblando con cada nueva colisión de sus caderas contra las tuyas. Dejarías que Jungkook hiciera lo que quisiera contigo, estabas más allá del punto de cuestionar cualquier cosa.— Por favor, Jungkook, yo solo… oh, joder…
— Estás tan jodidamente apretada…— Jungkook maldijo en medio de un gruñido, sus manos enterrándose en la piel de tus caderas.— Qué buen coño, tan húmedo y apretado para mi polla.
— Jungkook estoy tan cerca…— Gemiste desesperada sintiendo como todo el placer que te estaba dando comenzaba a golpear tu cuerpo.— Por favor, no te detengas.
— No puedo parar, cariño.— Jungkook siseó echando su cabeza hacia atrás en un nuevo y gutural gruñido, su cabello era un desastre sudoroso sobre sus ojos, su pecho palpitaba con el placer que lo estaba invadiendo, podía sentir todo: tu euforia, tu lujuria, la desesperación que emanaba de tu alma. Todo era tan lascivo, tan manchado; podría perderse en él. Casi podía saborear la corrupción que impregnaba tu alma.— No cuando te sientes tan jodidamente bien…
Otro agudo gemido brotó de tus labios sonando peligrosamente cerca de su nombre, sintiendo cómo tu interior apretaba su polla un poco más, Jungkook gruñó y maldijo ante la sensación de tus paredes palpitando a su alrededor con tu orgasmo llamándolo a follarte más fuerte y rápido, amando esas hermosas lágrimas que manchaban tu rostro y viendo como empezabas a retroceder por la sensibilidad extra a través de los espasmos de tu clímax.
— J-Jungkook, es demasiado…— Te quejaste por lo bajo buscando apoyo en sus fuertes brazos.
— Me dijiste que me dejarías usar este coño, bebé.— Jungkook te recordó con su voz rota por un gemido entrecortado. Se notaba que estaba cerca, sus embestidas eran demasiado descuidadas y desesperadas.— Hasta que esté satisfecho.
— S-sí...— Jadeaste sabiendo que no habías cambiado de opinión.
— ¿Vas a dejar que te llene con mi semen? — Preguntó de nuevo, sonriendo ante el pequeño y débil "sí" que le diste.— No voy a parar después de que me corra, bebé. Voy a follarte hasta que no puedas hacerlo más.
Abriste la boca para decir algo, qué, exactamente, no tenías idea, pero pronto sentiste su semen caliente derramándose dentro de ti y tu mente se quedó completamente en blanco. No sabías si era por lo que era Jungkook, pero todo lo que hizo fue extremadamente fácil para excitarte, y su semen dentro de ti no fue la excepción. Un gemido salió de tu garganta antes de que pudieras detenerte y todo tu cuerpo se apoderó de un nivel de deseo que ni siquiera podías comprender.
Hubo un momento de confusión interna cuando el demonio se detuvo para recuperar aliento en el que realmente pensaste que había terminado, que Jungkook se iba a ir y te dejaría con ese deseo construyéndose dentro de ti. Pero el aura animal que lo rodeaba no te dejaría descansar.
Después de unos cuantos segundos Jungkook encontró tus ojos a través de la cortina de su cabello oscuro, el brillo de malicia que viste en ellos te emocionó el doble antes de escucharlo hablar en medio de un gruñido.
— Más.
Y esa fue toda la advertencia que te dió, cuando menos te diste cuenta, Jungkook te dió la vuelta como si fueras una muñeca de trapo y presionó tu cara y tu cuerpo contra el colchón. Gimoteaste al sentir un duro azote golpear contra una de las mejillas de su trasero antes de que tomara con fuerza tus caderas, tirando de tu cuerpo hacia arriba hasta que tus rodillas te sostuvieron sobre la cama y apenas tuviste tiempo para reaccionar antes de que su polla se hundiera dentro de ti una vez más.
— Oh, Dios…— Jadeaste con fuerza y tus manos apretaron las sábanas mientras Jungkook continuaba golpeando dentro de ti, haciendo que la mezcla de su semen y tu humedad goteara por tus piernas. Su resistencia era una locura, como esperabas que fuera, pero la dureza de su polla te estaba haciendo perder la cabeza.— Joder, Jungkook…
— Tienes un coño tan perfecto, no puedo tener suficiente de ti…— Jungkook gruñó antes de tirar con fuerza de tu cabello mientras continuaba perforando dentro de tu coño, haciendo que tu cuerpo temblara con cada duro impacto. Tus ojos se cerraron ante la deliciosa sensación y tus paredes se apretaron alrededor de él mientras te llenaba hasta el borde.— Estás jodidamente goteando sobre mi polla. Qué puta tan sucia.
El placer dentro de ti era innegable, aumentando tan rápido que apenas y podías seguirlo. Acababas de alcanzar tu punto máximo y ya sentías que estabas a punto de hacerlo todo de nuevo.— J-Jungkook, yo…— Las palabras luchaban por salir de tu lengua con tu mente empañada por el erotismo de sus acciones.— Se siente tan bien, joder, no te detengas…
Hubo un ligero escozor en tu cuero cabelludo cuando apretó el agarre en tu cabello, haciéndote inclinar tu cabeza hacia atrás y que tu trasero se presionara contra su pelvis.— ¿Vas a correrte de nuevo, bebé? — Jungkook preguntó sin aliento antes de sonreír cuando asentiste con la cabeza, con tus ojitos llorosos mirándolo por encima de tu hombro.— Eres una pequeña mortal tan hambrienta. Acabas de llegar y estás a punto de correrte en mi polla de nuevo, ¿eh?
Gemiste una vez más igual de fuerte mientras lo sentías tirar de tu cabello, haciendo que tu espalda se arqueara y tu coño se apretara a su alrededor.— Sí, joder…— Admitiste en medio de un jadeo, la habitación estaba tan caliente que apenas y podías respirar, sentías como si todo el lugar estuviera dando vueltas a tu alrededor. Estabas tan, tan cerca de tu orgasmo que casi podías tocarlo.— Voy a correrme de nuevo…
Jungkook se humedeció los labios, bajando su atención al movimiento de su polla dentro y fuera de ti y gimió al ver tus pliegues envolviéndose alrededor de su grosor, tragándolo ansiosamente mientras tu humedad goteaba por tus muslos, ensuciándolo por completo. Era la cosa más hermosa que había presenciado en su vida, quería tener eso para siempre.— Sabía que serías tan perfecta después de que te preparé para esto, sabía que te encantaría ser una puta para mí.
No podías decir que te sorprendió su confesión; no eras tonta, sabías que había una sola cosa que un demonio quisiera contigo y, después de los sueños sexuales, no fue difícil sumarlo todo. Y, sin embargo, aceptaste sus avances en cada paso del camino, permitiste que te hiciera pedazos y te enseñara cómo ser tan sucia para él. Y tenía razón: te había encantado cada segundo.
— Voy a correrme.— Le advertiste, cerrando los ojos mientras todo el placer se arrastraba por toda tu piel justo hasta tu centro.— Joder, tu polla es tan grande, voy a…
Tu orgasmo te fue arrebatado cuando Jungkook se apartó abruptamente de tu coño. Lloriqueaste por lo bajo y sollozaste ante la pérdida de su pene dentro de ti, los sonidos lascivos se convirtieron en un jadeo de sorpresa y sin aliento cuando te separó de él.
Jungkook fácilmente te dio la vuelta y tiró de tus piernas hacia arriba, presionándolas contra tu pecho cuando se inclinó.— Quiero ver tu bonita cara cuando te llene con mi semen.
Y eso fue todo lo que dijo antes de irrumpir dentro nuevamente en una deliciosa penetración, todo tu cuerpo se estremeció ante la sensación y ante el repentino estiramiento que te empujó al borde del placer y te hizo correrte alrededor de su polla por segunda vez esa noche.
— Que humana tan dulce…— Jungkook gimió demasiado perdido en su propio placer, tus paredes se habían vuelto increíblemente apretadas a su alrededor, latiendo con cada bombeo de su longitud dentro de ti.— Me encanta arruinarte. Eres tan perfecta para mí. Hecha para esto…— Sus frases eran sólo algunos pensamientos conectados por fuertes gemidos, sus cejas bajaban a medida que se acercaba su propio orgasmo.— Me encanta verte así, te ves tan linda, toda llena de mi polla.
Jungkook murmuró con su voz aireada antes de derramarse de nuevo dentro de ti con un fuerte y entrecortado gemido y unas pocas palabras de elogio que salieron de sus labios: de lo bien, lo húmeda y lo apretada que estabas para él. Al igual que la primera vez, la sensación de que él te llenaba era embriagadora y te hacía perder la cabeza una vez más.
Intentaste quejarte un poco pero tus palabras fueron silenciadas con el choque de sus labios contra los tuyos, un gemido gutural lo dejó mientras derramaba las últimas gotas, su polla palpitó un par de veces más mientras seguía bombeándose a sí mismo través de su orgasmo; asegurándose de que cada gota de su semen estuviera profundamente dentro de ti.
Se notaba que estaba lejos de estar satisfecho cuando te besó con fervor, tarareando ante el sabor de tu lengua mientras sus manos sostenían con fuerza tus caderas impidiendo moverte. El pene de Jungkook todavía estaba duro dentro de ti, enterrado profundamente, incluso si había detenido sus movimientos, y te encantaba lo lleno que te hacía sentir, y sabías que estabas más allá del punto de la salvación.
Jungkook suspiró profundamente contra tus labios y se inclinó hacia atrás, sus ojos se encontraron con la unión de sus cuerpos mientras se alejaba, viendo como su semen se derramaba fuera de ti lentamente, haciendo un desastre sobre las sábanas y marcándote como suya, completamente suya.
— Perfecta…— Murmuró y debió haber sido la centésima vez que dijo eso en la noche, pero no podía tener suficiente de ti.— Hecha para mí.
Hubo un peso en tu pecho cuando lo miraste, observando la forma tan hermosa en la que su piel brillaba bajo la luz de la luna. Quizás fue la culpa, pensaste, o la comprensión de que acababas de manchar tu alma en nombre de la lujuria. Sin embargo, ya no te importaba.
Respiró pesadamente cuando se acostó a tu lado sobre la cama, y te giraste de lado para poder mirarlo; Jungkook era tan guapo, tan perfecto; y la mirada que te dio fue nada menos que pecaminosa.
— ¿Estuve bien? — Preguntaste por lo bajo con tu voz temblorosa debido a tu estado nebuloso y cansado antes de formar una pequeña sonrisita.
El demonio asintió, encontrando esa pregunta bastante adorable.— Sí, cariño. Aprendes rápido.
Tu sonrisa satisfecha se ensanchó en tu rostro y te acercaste a él, colocando tu cabeza contra su pecho, donde no podías escuchar ningún latido. Ese momento fue lo suficientemente extraño como lo fue, pero no estabas pensando con claridad; además, abrazar a un demonio no podía ser peor que todo lo que había sucedido antes.
Si Jungkook pensó que eso era extraño, no lo mencionó. Simplemente apartó unos mechones de cabello de tu frente, mirándote.— ¿Cansada, querida? — Preguntó.
— Sí…— Respondiste por lo bajo y parpadeaste pesadamente.
El tarareó colocando su palma contra tu mejilla.— Puedes descansar un poco.— Habló casi con suavidad al principio antes de que su voz volviera al tono profundo y áspero de antes.— Pero aún no he terminado contigo.
Después de todo, le permitiste usarte hasta que estuviera satisfecho. Y Jungkook estaba lejos de estarlo. No era que estuvieras quejando después de todo.
Y antes de que el sueño y el cansancio hiciera efecto por completo en tu cuerpo, escuchaste a Jungkook murmurar por lo bajo contra tu oído:
— Espera a que ellos te conozcan, cariño.
N/A: Por finn después de mucho tiempo y de que me lo pidieran demasiado por fin está disponible de nuevo 'Devilish' como especial de halloween 🎃
Espero por fin poder publicar la segunda parte de este oneshot, que realmente es una serie👀
So espero que lo disfruten igual o más que la primera vez🌚 gracias por todo su apoyo ♡
taglist: @guvgguk @lessuwu @cometaart @AnnieKCV @darysnowflwr @nunubly @choco-linny @aavacaf @wtffktt7 @minmin-cat @18fernanda @ariggukie @Katherine Murillo @lizxz @onixbae02 @piligt @youtis @tessacereza
#bts#bts fanfic#bts masterlist#bts imagines#jeon jungkook#bts smut#jungkook#softpxachy#bts jungkook#jungkook smut#devil#devilishly handsome#devilish#demon#lemon demon#demon girl#incubus#incubo#jeon junkook#jungkook scenarios#jungkook fanfic#jeongguk#jjk smut#jjk x reader#jjk fanart#jjk spoilers#jjk#lemon#witches#halloween
83 notes
·
View notes
Note
Podría ser un Ken Sumiso y Reader Dom(Dominante) Gentil? :3. La verdad no tengo una idea concreta pero amaré cualquier escenario en el que Ken sea sumiso 🙏
O talvez podría ser una situación en la que una de las partes de la relación este celosa por X situación/interacción que el otro haya tenido? 👉👈
(perdón sí soy demasiado o muy poco específic es que me da penita hacer requests JAJAJ)
°•𝑺𝒖𝒃 𝑲𝒆𝒏𝒋𝒊 𝑺𝒂𝒕𝒐 𝒙 𝑫𝒐𝒎 𝑹𝒆𝒂𝒅𝒆𝒓 [ᴴᵉᵃᵈᶜᵃⁿᵒⁿˢ⸴ ˡᵉᵛᵉ ᴺᔆᶠᵂ]
Gracias por tu solicitud! Espero llenar tus expectativas jaja y no tengas pena tú pregunta lo que sea que pienses! 😚💖
Estabas en casa de Ken por la tarde, él te pidió si podrías amablemente ayudarlo a cuidar a Emi mientras él se ocupaba de unos asuntos. Tenía una conferencia de prensa y una entrevista luego de haber ganado con éxito su último juego.
Siempre que dejaba sola a la bebé su casa terminaba con algún nuevo destrozo o algo por el estilo porque después de todo, un pequeño robot no era un apoyo suficiente para mantener las cosas bajo control.
Accediste sin problemas a ayudar a tu novio y te sentaste frente a la unidad de contención en el sótano a jugar y hablar con Emi para distraerla con tu presencia. Kenji bajó y se despidió de tí repitiéndote sus cosas por hacer para mantenerte informada en caso de que él no pudiera contestar tus mensajes de forma rápida.
—¿La entrevista será hasta las 6:00, no? —preguntaste, poniéndote de pie para ir con él mientras le arreglabas el cuello del blazer negro que usaba.
—Si, será con la Srita. Wakita, no creo demorar mucho y luego ya estaré de vuelta —él te comentó, dejando que lo ayudaras. Pero te detuviste al escuchar su nombre. —¿Pasa algo, amor?
—Hhmmm, no me gusta esa mujer.
—¿Por qué? —él preguntó, un poco divertido.
—No me da confianza y ¿por qué solo te entrevista a tí? ¿A solas? ¿No crees que está buscando un papá para su hija? Y justo tú eres ese joven guapo y adinerado que podría resolverle la vida ¡y además Ultraman!
Kenji se rió ante todas tus deducciones, estabas claramente celosa pero de una manera adorable, causándole gracia.
—Ay linda, aún si fuera así ella no se compara a tí en absoluto, confía en mí.
—Confío en tí amor, es en las mujeres en las que no confío ¡más cuando eres tan perfecto!
Kenji continuó sonriendo, adulado por tus elogios mientras seguían conversando. Él dejó un beso en tus labios mientras te tomaba de la cintura y fue hacia su motocicleta para encargarse de sus asuntos.
Te quedaste con Mina y Emi, una tarde de chicas para cuidar a la bebé poniéndole sus programas favoritos, proyecciones de Kenji en sus juegos y otras cosas para hacerla sentir acompañada.
Estabas distraída con la adorable bebé pero no lo suficiente como para dejar de pensar en la entrevista de Ken. Preferirías que hubiera sido citado junto a todo el equipo o algo por el estilo pero ¿por qué tenía que ser siempre solo él? Eso te molestaba y no es que fueras insegura, era simplemente irritante ver la insistencia de otra por la constante atención de tu pareja incluso llegando a incomodarlo con sus preguntas sin relación al baseball en más de una vez. Se supone que si tiene preguntas son relacionadas a su carrera ¿no? Porque es su trabajo, y tampoco trabaja para un programa de chismes o farándula.
En fin, Kenji te dijo que estuvieras tranquila y eso hiciste. Eran casi las 8:00 de la noche, hora de que Emi se fuera a dormir. Te encargaste de que todas las luces del sótano se apagaran y que Mina proyectara pequeñas luces con forma de estrellas por todo el lugar mientras la bebé kaiju bostezaba y se acomodaba dentro de su unidad abrazando uno de los autos de la colección de Ken hasta quedarse dormida.
—Ken está en camino de regreso. Puedes subir con él mientras vigilo a la bebé —te ofreció Mina a lo que aceptaste. Subiste al primer piso y fuiste a ducharte y a cambiarte al cuarto de Ken mientras escuchabas el motor de su moto parqueándose abajo.
Kenji se quitó el casco y entró a su casa buscándote en el sótano a la vez que saludaba a Mina y observaba a Emi descansar. Fue su asistente de AI quien le hizo saber que estabas arriba, probablemente en su cuarto por lo que él fue a buscarte.
—Hola amor, ya estoy en casa —saludó Kenji, encontrándote con una de sus playeras puesta.
Le devolviste el beso y entonces él comenzó a hablarte sobre cómo estuvo su tarde y las cosas que hizo, incluyendo detalles de la entrevista donde él pudo notar tus celos de nuevo a pesar de que lo ocultaras, por lo que pensó en molestarte un poco a modo de broma.
—¿En serio sigues celosa? —preguntó, arqueando la ceja con una sonrisa, acercándose a tí, quien optó por no dejarse avergonzar.
—Claro ¿tienes problema con eso? —no estabas enojada, solo querías llegar a cierto lugar con tu actitud.
—Vaya, ¿alguien está molesta? —su tono era desafiante pero se notaba aún su modo de broma.
Lo tomaste de los hombros y lo empujaste para hacer que se sentara en la cama, te sentaste sobre su regazo a horcajadas y lo miraste seria, notando lo nervioso que estaba ahora.
—Tal vez. Imagina lo irritante que debe ser la insistencia de otra por estar extrañamente cerca de mi hombre más de una vez ¿entiendes, no?
Kenji tragó saliva, tratando de no mirar fijamente como la palabra "ICON" de su playera se curveaba sobre tu busto. Puso relajadamente las manos sobre tus muslos cuando notó que solamente llevabas bragas. Supuso que al ser su playera simplemente cubría tus shorts por ser más larga pero no era así. Lo habías planeado todo.
—Ahmm, si claro... —él no sabía cómo reaccionar o qué decir, simplemente se seguía poniendo nervioso. Estaba donde lo querías.
Le abriste el blazer y se lo quitaste para luego pasar tus manos por debajo de su playera blanca y acariciar tentadoramente su espalda y abdominales, subiendo la tela poco a poco hasta que se la quitaste. Su respiración era más rápida y su pulso enloqueció cuando lo tomaste de los hombros y comenzaste a dejar besos por todo su cuello y mandíbula, sus clavículas y pectorales dejando una que otra marca.
—¿En serio voy a tener que recurrir a esto para que todo el mundo sepa que eres mío? —hablaste contra su piel, haciéndolo jadear.
Tus besos se volvieron húmedos, leves mordiscos rozaban sus hombros mientras te movías sobre su regazo y sus manos se clavaban en tu cintura.
—Eres mío Ken... —le dijiste en un murmullo, llevando el lóbulo de su oreja a tu boca, jugando con su piercing en tu lengua—. Todo esto es mío —su alma casi se separa de su cuerpo cuando tomaste su longitud de repente entre tus manos sobre sus jeans de color negro.
Te inclinaste más a él e hiciste que se acostara por completo en el colchón, dejándolo ver cómo te quitabas la playera y te acomodabas el cabello para seguir besándolo.
—Ahora tendré que hacer uso de mis beneficios, ¿no te molesta, no? —tu tono era sensual y provocativo, jugando con el borde de sus jeans.
—En absoluto...—él respondió casi en un suspiro, con el rostro sonrojado debajo de tí.
Sonreíste victoriosa. No importa de todos modos cuantas mujeres o fanáticas lo deseen a él, al final del día, siempre serán tus brazos su lugar más seguro y tu nombre el único que su linda voz repetirá entre gemidos.
#kenji sato x you#kenji sato x reader#kenji sato#ken sato#ken sato x reader#kenji x reader#ultraman rising x reader#ultraman rising#ultraman#ultraman x reader
31 notes
·
View notes
Text
estoy en una etapa de introspección, reflexion, siento que los días pasan y no logro salir del mismo bucle en el que caigo siempre. la culpa, sentirme una fracasada, no poder aceptar que las cosas terminaron. no entender y buscar respuestas donde no las hay. caigo en la victimizacion, en sobrepensaar, caigo en las profundidades de la autoflagelación. y me siento culpable, por no haber aguantado más. y juro que me leo escribiendo esto y pienso "¡qué enferma!". realmente mi unica culpa es sentirme muy sensible siempre, sentir que las cosas me importan mucho, no saber canalizar mis emociones de manera sana. me siento culpable porque si yo no fuera tan sensible, si yo cambiara de personalidad, esto no habria pasado. y es tan horrible sentirme asi, tan poco a gusto conmigo misma.
esta semana de eclipses, dicen que se va todo lo que no necesitamos más. el proceso de purificacion y liberacion durará hasta enero de 2025. el encontrar un nuevo camino, una nueva forma de vivir... anhelo perderme completamente en sensaciones placenteras, formas una nueva personalidad, nuevos gustos, nuevas pasiones. ser más fuerte emocionalmente, no dejar que me manipulen, no dejar que nadie invada el espacio sagrado que tengo que ser yo para mí misma.
quiero empezar a entender el amor no como algo que se merece, sino como algo que es y que se vive y que te encuentra. algo que te llega porque sos amor, y porque experimentarlo es una bendicion. y la verdad quiero pensar que nunca te amé, porque no puede ser que el amor sea esto. tiene que haber algo más que esta mediocridad y este dolor que siento. realmente si el amor es así no me interesa volver a vivirlo.
y me invaden las dudas: ¿realmente me quisiste o te gustaba simplemente cómo yo te trataba? ¿me mentiste todo este tiempo? ¿priorizaste a ella porque la amabas mas que a mí? ¿cual es la manera de evaluar la relacion, a través de lo que vos sentis unicamente? ¿existió algo más alla de vos? ¿estarás pensando en mí ahora? ¿me extrañas o me odias? ¿sentís que yo fui lo mejor que te pasó?
hay una escena muy recurrente que viene a mi mente en la que estas pensandome siempre. te pones a estudiar y te colgas pensando en mi, me buscas en instagram, querés verme todas las fotos, me buscas en twitter, queres verme todo lo que publico. y yo no subo nada y no podés enterarte de nada. y te dormis, y te pones a ver algo en netflix pero te acordas de mi entonces no podes ver nada. y vas andando en bici por toda capital con ganas de cruzarme. y cuando salís con otra chica la comparas continuamente conmigo. "uf, ella me habría dicho esto" o "ella me hubiera dado siempre la mitad mas grande" o "ella me hubiera...". y entras en un bucle de desesperacion, tristeza, pensas que nunca vas a encontrar a nadie mejor, que te equivocaste realmente al alejarte y que ya no podés volver porque me lastimaste muchísimo con lo que hiciste sistematicamente durante meses. y sos consciente de que no tiene sentido volver, por orgullo y por realidad. porque la realidad es que no tiene arreglo lo nuestro y nunca vamos a volver a estar juntos y solo queda aceptar ese vacío de no ser correspondido en el tiempo con la mayor dignidad que se pueda (si es que se puede aceptar esto sin humillarse y arrancarse el alma en el intento)
y yo, en mi realidad, me dejo llevar por los delirios. prometí no escribir nunca mas y acá estoy. prometí desaparecer de todos lados y estoy en más lugares de los que debería. y en cada cosa que hago pienso en vos. y toda mi motivacion viene por pulsión al imaginarte en mi mente. todo el tiempo se me vienen recuerdos con vos, caminando, paseando. te hiciste muy presente en mi vida, una presencia avasallante pero distante, una presencia volatil e invasiva. una presencia completamente fria pero que quema. y ahora hay un hueco en cada espacio de mi mente. en cada cosa que hago, falta algo más. es como si no pudiera completarme con el día a día. me duermo esperando al día siguiente despertarme y reconocerme. pero no me reconozco. no me gusta esta version mía que quedó desde que te fuiste. y tampoco me gustaba la versión que yo era cuando vos estabas. me olvidé quien soy. y no puedo acordarme de nadie que no seas vos. son imagenes que vienen y quedan detenidas por varias horas o minutos en mi mente. y me sube la angustia como olas de mar. y siento que la solucion es dejar de sentir. porque aceptar todo esto es un parto
22 notes
·
View notes
Text
Bonten´s influence
-Sanzu Haruchiyo x fem!reader
/ If you want to read it, you can translate it into English or another language /
Words: 5.510
Synopsis: She is Mikey's girlfriend. It's not the best situation, but it's still better than being alone, right? In the end, the best option is to stay with the strongest and the one who loves you... Is that true?
Mikey nunca la habría engañado. Pero tal vez eso estuviera en el pasado a aquellas alturas. O en lo más profundo de su corazón en cuanto a lo que ella respetaba.
Una vida de emociones y amor no se comparaba con el agobio y el desprecio de la persona en la que se hubo convertido hace unos años. Un corazón oscuro y putrefacto que consumió al justo y leal a sus ideales. Diez años. Le había costado diez años convertirse en quien era ahora. El líder de la banda criminal más poderosa de Japón. El líder que todos esperaban. El amante que ella, de alguna manera, había amado con lealtad hasta que sus palabras frías la devolvieron a la realidad amarga que era su vida.
«-Te quiero. Pero no funcionaria a más. Tengo compromisos que atender»
Compromisos como los negocios de Bonten. Las armas los traidores,... Todo lo que envolvía a Bonten era la oscuridad de la sociedad. Lo que no aparecía directamente en las noticias. Solo una cuarta parte de lo que realmente era toda esa empresa. Y su compromiso con otra mujer que no era ella. Una mujer deslumbrante, no mayor ni menor que ella, de hermosa sonrisa y un aura tan blanca que hasta el hombre más cruel del mundo podría estar con ella a su lado y pensar que eran la pareja idea.
Y luego estaba ella. Con una gafas negras que ocultaba las sombras de las noches sin dormir y ropa que destacarían en ese lugar sagrado. Se había intentado arreglar solo por no destacar y no parecer una desesperada en un lugar que en teoría tendría que revosar alegría y esperanza. ¿Y su esperanza? ¿Y sus oportunidades? Casi diez años gastados con una persona, respirando su aire y ahora solo eran promesas vacías que todavía inundaba su corazón. La esperanza era lo último que se perdía. Eso decía el refrán; uno que un estúpido habría creado para no ir por el camino rápido en su época. Tal vez pensar en cosas de ese estilo no fuera tampoco lo adecuado en un lugar tan sagrado con aquel. La iglesia decorada y deslumbrante poco contrastaba con el vestido de novia, blanco e impoluto, con un cinturón dorado en la cintura y un largo velo sujeto por varias niñas vestidas de rosa pálido y sonrisas.
Nada de tradicional. Solo una boda formal que la novia pudiera lucir en sus fotos con sus amigos. Eso era lo que él le había explicado cuando después de una noche en casa de Mikey lo había visto organizando la boda. ¿Podría haberle dicho en ese entonces que no lo hiciera? ¿Que se fuera con ella y dejase todo atrás sin compromiso alguno? Era el hombre más poderoso del país. Podía hacer cualquier cosa que quisiese y tomar lo que deseara. En vez de eso, se tragó su orgullo y le recomendó un juego de jacintos y lirios para los ramos de flores de los bancos y una cita en latín para el interior de los anillos. Luego, habían hecho el amor otra vez. Como si nada.
«Idiota»
Los Haitani. Ran, el mayor, y Rindou, el mejor unas cabezas más bajo pero de expresión más seria. Ambos con trajes de dos piezas a juego al lado del novio. Mikey decía que eran leales aunque siemroe hicieran broma de absolutamente todo lo que vieran. Nunca los había entendido. Ni pensaba hacerlo, pero de alguna forma era gracioso verlos en esa situación que cualquiera codiciaría. ¿A ella tal vez? ¿En su boda? Imposible. Era poco probable. El amor de su vida se estaba entregando a otra convirtiendola a ella directamente en la tercera persona. ¿Acaso había existido alguna vez un "ellos"? Más preguntas sin respuesta. Cuando había recibido la invitación me habían dado ganas de vomitar solo con la caligrafía elegante de su nombre en negro y las letras en dorado de la pareja.
Una burla.
Pareciera que se estaban riendo de ella de la forma más cruel. «Entonces sí que tenían un humor» , se dijo después de posarla en una zona visible de su casa. Pero del más cruel. Los hermanos Haitani podían meterse su humor por donde les cupiera.
A mitad de la ceremonia se marchó, incapaz de ver cómo ambos tomaban los votos de santo matrimonio y se colocaban las alianzas. Otra promesa de amor eterno. ¿Podría cumplirla esta vez con una mujer como ella? ¿Podría no traicionar a esa mujer o llevarla por el mal camino...como a ella? Sus pasos hicieron eco por debajo de los juramentos. La puerta abierta de la iglesia iluminaba el final de la nave. Fuera, el tiempo la saludaba irónicamente con su cielo despejado y viento apenas revoltoso. La gente fuera de la iglesia hablaba relajada y con sonrisas felices por la celebración. ¿Debía unirse a las conversaciones, y hablar de la felicidad que traía ese enlace pese a lo que se dejaba atrás y el daño irreparable? ¿O ignorarlos y marcharse directamente a su casa a seguir con la monotonía que ahora sería su vida? Traite. Aburrida. La amante de él que se quedaba con las migas.
-No deberías estar aquí.
-¿Y tú si, perro?
Sanzu Haruchiyo. El perro fiel de Bonten. El número dos de Bonten. La razón por la que Bonten era peligroso cuando Mikey relegaba su poder un tiempo y no quedaban vacíos en la organización. Lo había conocido hacía un tiempo. Y ahora
-¿Vienes a recoger las migajas? Patética.
Lo era. Y sabía de primera mano que tendría que haberse quedado en casa. Pero no quería quedarse sola en ese gran apartamento que ahora era sola y exclusivamente suyo. Otra broma mala. Regalarle un apartamento donde vivían y eran en grandes términos felices. Una parte de ella se preguntaba si vivirían en el apartamento oficial de Mikey, donde de escondía cuando quería estar solo y hundirse en su miseira. Conocía la ubicación, pero ir o intentarlo era un error. Uno de los malos.
Él, con su traje de tres piezas rosa, a juego con los mechones lisos de su pelo largo por debajo de los hombros. Y ella, con unas gafas que tapaban la vergüenza a la que se había visto sometido dos semanas antes y un vestido blanco con flores rosas, amarillas y verdes. La diferencia estaba clara, desde el estatus hasta la situación de sus vidas. Solo conocía a Sanzu de unos años, pero nunca habían hablado más de dos palabras y siendo monosílabos. Y no con ese aspecto. Lo normal en él era verlo frunciendo el ceño, con un arma de fuego o la katana que siempre solía llevar colgada del hombro.
-Que te den, perro -le dijo, y apretó el asa de su bolso antes de volver a caminar.
Pero en el fondo sabía que sí era patética.
-¿Sabes a dónde se van de luna de miel el jefe y su señora?
Señora. El nombre oficial que la reconocía como pareja de Mikey. A ella únicamente la llamaba mocosa o lastre, pero lo cierto era que nunca le había hecho nada. Nunca hablaban, así que poco podía haberle dicho para ofenderlo, o se miraban. Los dos hacían como si el otro no existiera.
-Maldivas y Bali. Pasarán la noche en la residencia del norte antes de marcharse -dijo, instantáneamente. Conocía cada una de las escalas del viaje porque prácticamente lo había diseñado ella. Otra idea idiota que se le pasó por la cabeza en vez de comerse la cabeza varias noches.
-Asombroso. ¿Quieres una recompensa?
-¿Es que vas a irte con ellos? Vaya perro fiel que eres.
La sonrisa burlona de Sanzu se convirtió en un ceño fruncido. Debía de estar aguantándose las ganas de lanzarse a por ella y ahogarla con sus manos desnudas en ese mismo momento. Ahora tenía todas las de ganar, si es que siempre había querido hacerlo. Ya que no era nada.
-No tientes tu destino -escupió. Las cicatrices de sus comisuras se fruncieron en su piel, contrastando con la suave piel del resto de su casa. Los ojos azules verdosos la miraban con desprecio-. No eres nadie. Nadie.
Una parte de ella quería gritarle que era un idiota arrogante. Y otra echarse a llorar como llevaba haciendo varias noches desde que le dejó claro a Mikey que no iba a ser la tercera persona y la que se comiese la culpa si los descubrían. Se negaba a eso. Volvió brevemente la mirada al interior de la iglesia, apretando las manos en puños. Después de la boda, irían a la recepción a agradecer a los invitados haber venido. Y luego al banquete, y luego... La maldita luna de miel. Primero irían a la casa en el norte, donde pasarían la primera noche juntos, y luego a sus vacaciones en las islas vacaciones que ella había elegido. ¡Ella! Esa era su boda soñada, con el hombre que una vez había amado y que ahora se estaba entregando a otra mujer por una estúpida.
Le daban ganas de vomitar. De entrar en ese estúpido lugar de nuevo y gritar la verdad, de confesarlo todo. De confesarle a esa chica los años que había lanzado a la basura. También una parte de ella que no sabía que existía se contenía para no ir a desearle todo lo malo que le pidiera pasar como venganza personal. Incluso si eso le costaba la vida con toda la seguridad que había en ese lugar y que protegían la zona de cualquier peligro. La boda del jefe de Bonten.
-Vuelve con tu jefe, perro -le respondió, finalmente-. Tal vez te lleve con él.
-Y tu vuelve a tu cueva, perra. Yo no necesito abrirme de piernas.
Mikey la hubiera protegido de todo. Eso le decía cuando se despertaba llorando después de una mala noche y le veía mirando por la ventana de ese enorme apartamento en lo alto de la ciudad. También odiaba verla llorar, si bien de alguna forma era el primer en crear esas lágrimas.
Cuando Bonten nació, primero era una banda que tenía que alzarse en la cima derrotando a los que ya estaban en ella. Era un peligro y un reto, pero no un problema para Mikey. Su hermano Shinichiro ya lo había conseguido y dejado el camino allanado... Por lo tanto, Mikey había conseguido el sueño de su hermano mayor de una forma retorcida y que Shinichiro nunca hubiese querido. Todo a partir de la muerte de Izana, de su hermana Emma y de que todos sus amigos de la infancia se hubieran vuelto contra él.
Los recuerdos dolorosos se amontonaban en ese lugar. Ese apartamento que una vez habían compartido se sentía vacío como si nadie lo hubiera habitado. Se limpió la cara en el lavabo por segunda vez, apartándose el sudor que le empapaba la piel por las pesadillas. Una cara poco reconocible le devolvía la mirada en la penumbra de ese baño; oscuras ojeras y los lagrimales hinchados de tanto llorar eran un recordatorio horrible a la clase de persona en la que se había convertido por culpa de un hombre. Cerró el frigo del agua y salió del baño, apagando la luz del baño a su camino, arrastrando los pies por el estrecho pasillo del apartamento. El vacío que Mikey había dejado en ella se extendía al apartamento. Había tirado a la basura todo objeto que le recordase a él, desde imágenes juntos hasta el más insignificante detalle que hubiera tenido con ella.
Las luces de la ciudad iluminaban el resto de la casa. Se preguntó cómo estarían pasando la noche de bodas, y si habrían llegado ya después de haber tenido que agradecer a todas esas personas su enlace. O si compartirían cama. Con ese mal sabor de boda se sentó en la cama, con vistas a la ciudad y los edificios circundantes. Una vez le había prometido que la amaría y respetaría en todo lo que pudiera. Supuso que ese "pudiera" significaba que se detendría cuando se casara con otra persona que no fuera ella. En una de sus pesadillas se había visto a ella misma probándose vestidos de novia y planeando su propia boda con una sonrisa en los labios; en teoría era un sueño, pero para ella era eso, una pesadilla. En otra, se veía obligada a presenciar la boda una y otra vez. Y las palabras del perro fiel de Mikey acechándola.
«-Y tu vuelve a tu cueva, perra. Yo no necesito abrirme de piernas», le había dicho Sanzu antes de marcharse.
Supuso que esa era su cueva. Y lo que quedaba de haberse abierto de piernas con la persona que amaba y entregado toda su vida por y para él. Se pasó otra vez la mano por la cara, para despejarse de esos pensamientos, como si fuera tan fácil apartarlos. Los consejos sobre rupturas dolorosas decían que lo primero que debía hacer era alejarse de él, y de todo lo que respectaba. Como si fuera tan sencillo. ¿Quién era el estúpido que decía eso? Una persona que nunca se había enamorado ni mucho menos entregado en completo.
Suspiró. Y miró a cualquier otro lado que no fuera un recuerdo. Pero todo estaba plagado de eso. Si tan solo pudiera recuperar el tiempo perdido... Los ojos le empezaron a escocer y la nariz a picar, otro mal recuerdo. Apoyó la cabeza en la almohada. Una cama enorme para ella. Y una casa todavía más grande. ¿Cuándo volvería a ser la misma? Se quedó pensando un rato. ¿Alguna vez ella habría tenido una personalidad además de ser la amante?
Mikey tenía un extraño gusto por los locos. Estaba acostumbrado a juntarse con esa clase de personas desde que era niño. Desde los amigos de su hermano hasta los suyos propias. Solía contarle las aventuras de Baji y su afición a quemar coches cuando era un niño, como un recuerdo que seguía acompañándole.
Tal vez fuera por eso que Sanzu Haruchiyo era su segundo al mano. Su perro más fiel. Su compañero más leal. La persona a la que llamaba cuando se le acababa la medicación contra las pesadillas y que conocía la contraseña del lugar donde vivían. No entendía cómo una persona podía estar dispuesta a vivir por y para una persona sin nada a cambio. Al menos en su caso, la recompensa de todo el amor de Mikey era permanecer con él y saber que siempre tendría un hombro en el que apoyarse. Fuera lo que fuese. Llamadas en la madrugada cuando no dormían juntos. Citas esporádicas a cualquier lugar. Conversaciones por teléfono hasta que uno se quedaba dormido. ¿Qué tenía Sanzu a cambio de la atención de Mikey? ¿Era eso suficiente para una persona como él, sin corazón y siempre con la mirada perdida por las drogas?
¿Por qué hablaba de Sanzu? Porque el desgraciado estaba en la puerta de su gimnasio fumando como si nada. ¿Qué demonios hacía el seguidor fanático de Mikey ahí? ¿Ahora iba al gimnasio? Entendía que ningún superior de Bonten necesitaba apuntarse clases de ese estilo. Y menos de pilates como iba ella ahora. ¿Qué demonios hacía ahí, entonces? Sin dejar de caminar, se acercó a la puerta de cristal en la fachada del edificio. Sanzu por fin pareció percatarse de ella, y sus ojos claros se posaron en ella aún con el cigarrillo en los labios, sin apartarlo.
-Anda, mira quién está por aquí: la zorra del jefe.
-Anda, mira, un perro sarnoso -respondió siguiendo su burla, pero sin meterse del todo en su juego porque fruncía el ceño y apretaba las manos en el picaporte de la puerta-. ¿Vienes a clases de adiestramiento?
-Tu humor es una mierda.
-Peor es lo que te metes en el cuerpo
Las cejas rubias de Sanzu se apretaron con ese comentario. Genial. Había conseguido calarle y ahora estaba enfadado. Y lo iba a pagar con ella por ser una bocazas.
-¿Te crees muy lista, no? La chica que consiguió ligarse al jefe solo con su bonita cara y su bonita personalidad -respondió, sin apenas cambiar el tono de desprecio que siempre tenía reservado-. Solo eres una idiota más del rebaño.
Ella frunció el ceño. Seguía siendo un desgraciado. Un imbécil seguía siendo un imbécil en un marco de tiempo corto. Iba a abrir la puerta, pero entonces alguien tiró para dentro de ella y la obligó a hacerse a un lado. La sangre pareció congelársele a pesar del calor que hacía en el exterior. Era ella. Con ese aura tan despreocupada y sin sencilla que había visto en las fotos antes de la boda y en persona. Y ahí volvía a estar... Con ropa de deporte y las mejillas redondas sonrojadas. Algún mechón de su coleta salía del agarre, pero seguía manteniendo ese aura tan característica de persona.
-Ya he... Oh, ¿estás ocupado? -preguntó, e incluso su tono de voz sonaba dulce y mucho mejor que el de muchas mujeres. Inclusive el suyo. Apretó la mandíbula.
-Sube al coche -le respondió Sanzu, para su sorpresa, con el mismo tono que usaba. Al menos en eso nada cambiaba. También odiaba a la esposa formal de Mikey. Una extraña sensación le recorrió el cuerpo, empezando por el estómago-. Nos vamos.
Los grandes ojos de la chica se abrieron ligeramente. Sin decir nada, sus piernas cortas pero delgadas envueltas en mallas de deporte la llevaron a un coche pintado de negro aparcado no muy lejos, con dos personas vestidas a juego esperando. El tratamiento de un miembro de la aristocracia... Eso quedaba ya tan lejos...
-No te habías hecho esperanzas, ¿no? -se burló él al ver que la seguía con la mirada sin pestañear-. Pensando que Mikey iba a hacerte caso ahora que tiene a alguien con él.
Ella le miró sin decir nada. Intentando no expresar con su mirada y sus gestos lo que realmente se le estaba pasando por la cabeza en ese momento. ¿Y qué si lo hubiera pensando? ¿Cambiaría algo a aquellas alturas? Iba a burlarse de ella dijera lo dijese, así que mejor era guardar silencio a verse humillada de nuevo y arrastrada por el fango. El amargo recuerdo del pastel de boda en su cocina fue la gota de colmó el vaso cuando regresó hacía unos días al apartamento, después de haberse pasado por la tienda conveniencia a comprar unas compresas de emergencia, y la nota escrita a mano en la que Mikey le recordaba que podían seguir siendo amigos y pilares el uno para el otro. ¿Se estaban todos burlando de ella? ¿Era ahora el hazmerreír de Bonten? ¿El nuevo juguete del que podían tirar hasta destruir? Conocía la historia de una chica que se había envuelto con uno de ellos románticamente, y su destino fue peor que haberse enamorado tontamente de un ejecutivo peligroso de una banda criminal. La noticia salió hasta el las noticias, tratado como un suicidio.
¿Eso iban a hacer con ella cuando se cansaran de burlarse de ella? ¿Mikey iba a permitir que la sacaran de juego por todo lo que conocía de Bonten? Primero la consolaba y luego la apartaba de en medio. Típico de Bonten hacer eso.
-Niña idiota. ¿No te ha hablado de su luna de miel?
Lo cierto era que podría haberlo intentado. Si siquiera. Y conseguido que le llegase el mensaje por un medio u otro. Pero no había recibido nada. En esa semana había estado demasiado distraída buscando un nuevo hogar y una nueva vida. ¿Por qué necesitaba saberlo? Posó los ojos sobre la figura erguida de Sanzu.
-¿Qué tengo que saber? -preguntó, con casi un hilo de voz que salió grave.
Aquella pregunta solo hizo que la sonrisa cruel de ese tipo apareciera. Las cicatrices le daban un aspecto más sádico del que probablemente buscaba... O no. Con esa persona nunca se sabía. Tal vez fuera colocado y no se había percatado todavía de lo acostumbrado que estaría su cuerpo a esas sustancias.
-¿Quieres saberlo?
-¿Algo le ha pasado a Mikey?
-Bueno, las parejas casadas tienen que ser felices, ¿no?
Tuvo ganas de darle un puñetazo. Pero se contuvo. Primero porque no tenía la fuerza para conseguir sacarle algo, solo para enfurecerlo y que se la devolviera.
-Las mujeres ya sois débiles, pero ella... Pobrecita. La criada me ha dicho que se ha despertado vomitando -comenzó a decir. El estómago se le tensó con esas palabras, con el doble significado que traían consigo y que él disfrutaba soltándolas por su enorme boca-. Tal vez ya esté esperando su primer hijo.
La idea de que esa mujer pudiera estar embarazada a aquellas alturas le revolvía el estómago. Y le hacía preguntarse cosas que nunca se le habrían pasado por la cabeza de vivir en un mundo normal y tener una relación común. Se dedicó a pasar por su lado, no sin antes golpearle el hombro contra el suyo para apartarlo, y entrar en el edificio. Mientras dejaba a Sanzu atrás, avanzando por el pasillo con pósters de motivación y entrenamiento de músculos, no pudo evitar preguntárselas.
¿Era eso posible? ¿Mikey iba a ser padre con una mujer que no era ella? ¿Cómo una persona podía tener tanta suerte? Había gente que se pasaba años buscando un hijo sin conseguir resultados. Y ahora podía resultar que en una semana ellos lo habían conseguido. ¿Era acaso eso posible, lógico...? Su mente se retorcía en el dolor que ya arrastraba consigo, y que Sanzu se había esforzado en despertar con sus sonrisas, comentarios y formas de desprecio.
Ni siquiera dos horas de ejercicio fueron suficientes para sacar esos pensamientos de su cabeza.
Ni siquiera haberse echado a vomitar en el lavabo de la casa pudo sacarle el dolor que tenía dentro.
Ni siquiera...
Nada podría sacarle de esa nube oscura.
Mikey la hubiera amado. Ninguna de sus parejas anteriores la habían amado, solo usado para su beneficio en la escuela. Convertirse en el chico popular. Y en el instituto, como un título más. Cuando conoció a Mikey, se sintió como una bocanada de aire fresco. Se reía por ese entonces como nunca, cuando salía de clase y él iba a buscarla en su moto y se quedaban hasta las tantas hablando.
Hablaban del futuro, de ellos, de sus amigos, del pasado... De todo lo que una pareja hablaría. Draken a veces se burlaba de ellos porque estaban siempre junto, y al poco tiempo Emma, la hermana pequeña de Mikey, le regañaba por decir algo como eso en frente de ellos. Draken... A saber dónde estaría con ellos. Desde la muerte de Emma, Mikey cambió, y la muerte de Izana se había llevado lo que quedaba. Lo último que supo de ellos es que intentaron detener a Mikey antes de que se arruinara la vida, y lo único que se habían llevado era una paliza. A partir de ese momento, Mikey había cambiado. Comenzó a juntarse con los que ahora eran los ejecutivos más importantes de Bonten y a salir por las noches hasta que empezaban a aparecer los primer rayos de sol.
Esa tarde estaba en la tienda conveniencia de su barrio, buscando algo que comer lo suficientemente dulce como para compensar la falta que sentía en su pecho pero lo suficientemente sano como para no hacer que sus mañanas de gimnasio se tirasen por la borda.
Había estado mirando hacía unos días un piso nuevo. Para desaparecer y que Bonten no volviera a meterse en su vida. Y crear una vida nueva, si eso era posible. Ahora, ante otro obstáculo en su vida... Bueno, le quedaba avanzar y sobrellevarlo, ¿no?
-¿Solo vitaminas y...esto?
Miró durante unos segundos a la mujer que la atendía. Casi por instinto, agarró un paquete de chicles y lo puso sobre el mostrador. La mujer no dijo nada, y le cobró tan pronto como ella salió de la tienda con las cosas en una bolsa. El sudor empapaba su cuello y espalda.
El apartamento frío y con cajas por todos lados la recibió de vuelta. Otra burla, sin duda. Estaba sola, y a la vez se sentía observaba mientras dormía por ojos invisibles tallados en las paredes como recordatorio de lo desesperada que estaba por un poco de atención. Pensar en Mikey se había convertido después de un par de días más en una rutina más que para motivarla a desarrollar su vida, en un obstáculo a poder avanzar. En él y en su esposa. Sabía que Sanzu era un perro para Mikey y para todos, pero no pensaba que podía ser tan cruel como para hacerla vivir un infierno de primera mano. Había decidido desde el momento que tiró la postal y el trozo de pastel a la basura que superaría aquello costase lo que costara. Pero cada intento era peor al anterior, y así sucesivamente hasta que se volviera loca de la cabeza.
Dejó las cosas en la encimera de la cocina. Como era un apartamento abierto, sin paredes, era fácil ver todo lo que pasaba en la casa. A Mikey le había gustado el diseño porque decía que le gustaba tener todo controlado... Pero a ella, de alguna manera, eso le parecía una obsesión por el control que ahora detestaba. Además de ser totalmente innecesario a esas alturas. Tardó en darse cuenta de la carta que había sobre la mesa, con una flor encima y una llave. Distinguió la llave aparte del jacinto. Era la llave de ese apartamento. Se la estaba entregando como muestra de confianza.
«¿No podemos hablar las cosas? Aún no es tarde. Ven a mi despacho esta tarde y nos ponemos al día».
Verla. Quería verla. En su oficina de Bonten, no en su casa. Porque entonces entrarían los choques de intereses. No iba a llevar a su amante al lugar en el que vivía con su esposa. Su esposa embarazada, maldita sea. ¿Qué iba a decir si esa mujer los descubría en un lugar que estaba hecho para ser su hogar y el de su futuro hijo? «Hola, soy la amante de tu esposo y he sido su novia durante diez años. Estabas muy guapa durante la boda. Oh, y felicidades por la noticia». Solo empeoraría las cosas a como ya estaban. Supo que era cierto porque esa era su letra, la forma en la que escribía, que no había cambiado desde hacía años y a la que estaba acostumbrada a tratar, y no una broma. A no ser que alguien en Bonten supiera fingir la letra de su jefe o el cómo él la llamaba en privado, escrito al final de la carta.
Las ganas de vomitar regresaron. El estrés, la carta, Bonten,... La carrera al baño fue corta. ¿Alguna vez iba a desaparecer? La sensación de terror y pánico que la inundaba todas las noches porque conocía demasiadas cosas sobre una organización que controlaba el país antes que los políticos demócratas que aparecían en la televisión.
Mikey le hizo feliz. Pero a la vez consiguió que se odiara a sí misma por como era.
Sus ojos estaban clavados en la decena de artículos que su ordenador tenía abiertos y que solo convertían sus pensamientos en telarañas de letras y palabras sin contexto. ¿Podía sentirse más ridícula a parte de en ese momento? ¿Podía acaso decirle a alguien todo el dolor que se almacenaba en su corazón cuando no escuchaba la voz de Mikey o la forma en la que la tocaba?
Se frotó los ojos. ¿Eso podría solucionarle todos los problemas? Tenía el corazón roto, un trabajo que al menos le daba para comer y una vivienda digna, pero no para solucionar sus problemas sentimentales. ¿No era que el dinero te daba la felicidad? Otra frase estúpida dicha por un estúpido.
Bonten eran varios edificios. La mayoría, para despistar siendo oficinas normales con gente contrastada y que cobraban sus sueldos sin conocer de dónde provenía todo ese dinero que se ingresaba en sus cuentas bancarias. Los otros, los menos distinguimos, eran sedes donde trabajan los ejecutivos de verdad. Los lugares por los que se pasaban de vez en cuando. Por eso, cuando salió de casa medianamente arreglada, sin maquillaje y con una coleta que le sujetaba la espesa masa de pelo, supo a qué edificio en concreto ir.
Los Haitani también estaban ahí. El mayor de ellos sujetaba un papel cuadro y pequeño enfrente de su hermano pequeño, que parecía no muy contento con la conversación. A no ser que esa fuera su cara de siempre. A diferencia de otras veces, la expresión burlona de Ran no era otra más que una sonrisa y unos ojos relajados mientras le explicaba a su hermano lo que tenía delante. Nunca lo había visto así...de relajado. Y eso que su postura siempre era despreocupada como la de su hermano menor. Pasó ligeramente por el lado de ellos. De reojo pudo ver que era la fotografía de una mujer pelirroja y que sonreía a la cámara. El camino continuó como si nada.
En teoría, había más ejecutivos de Bonten. Pero la mayoría de ellos eran personas desconocidas para ella a pesar de conocer sus nombres. Así era su historia en Bonten. Conocer cosas y pasar desapercibida. ¿Iba a ser igual ahora? ¿Después de todo lo ocurrido? Todavía tenía que resolver una charla con los Haitani por la invitación a la boda.
De repente, Kakucho apareció enfrente de ella torciendo la esquina, mirando unos papeles que enseguida cerró al darse cuenta de con quien se topó.
-¿Todo bien? Tienes mala cara -le señaló, pero sin mencionar qué aspectos de ella estaban realmente mal o si solo era un comentario para pasar el rato.
-No me ha dado tiempo a comer todavía.
-Oh.
-¿Está Mikey?
Los ojos de ella se movieron hacia al puerta del despacho que conocía demasiado bien. Los ojos de Kakucho la siguieron, y por un momento, fue como si se arrepintiera de estar ahí.
-En teoría.
-¿En teoría? -preguntó, sin comprender a lo que se refería.
-Solo... -se aclaró la garganta, cubriéndose la boca-. ¿De verdad quieres verle?
Por un momento, en su cabeza aparecieron dos bandos. Uno le gritaba que se marchase de ahí todavía con la cabeza alta. Y otro, le suplicaba que entrase en ese despacho aunque fuera lo último que hiciera para explicarle todo lo que le estaba pasando. Lo cierto era que ya hacía tiempo que esos bandos estaban instalados en su cabeza, como una política polarizada que dependía de la opinión externa para comandar lo que después pasara por su mente después del primer paso. Se lamió los labios, apartando la mirada del despacho, posándola en Kakucho. Nunca se habría dado cuenta de que una persona como él estaba en Bonten para seguir lo que su amigo había empezado. Izana. El inicio de sus problemas. El inicio de todo ese infierno.
Su corazón latía fuerte en su pecho, martilleando como si fuera lo último que estuviera diciendo como advertencia. Su corazón, roto y aplastado como si no fuera nada. Usado y tirado a la basura después de diez años de entregarse a una persona que ahora no tenía ni tiempo ni ganas para verle la cara. Ni una llamada. Nada.
Uno de sus pies fue el primero en echarse para atrás. Luego, el otro. Las lágrimas amenazaban con derramarse. Incluso en ese lugar. Casi podía sentir sus sonrisas depredadoras sobre ella, a pesar de que en ese momento, para su sorpresa, nadie sonreía. Un juguete de Bonten, ya destrozado, no les daría el placer de verla hundirse todavía más en su miseria. En dejarles ver la parte desesperada de su interior que quería recuperar a la persona que todavía seguía amando. Primero, apretó los puños y los labios, conteniéndose, apenas pudiendo decir una palabra... Y luego finalmente una de sus manos hurgó torpemente en el interior de su bolso. Chicles, tabaco, el mechero, las llaves de casa, del coche,... Ahí estaba. Un boli. Arrancó de la pequeña libreta que siempre llevaba para anotar sus pensamientos un trozo de papel que comenzó a escribir. La frustración le invadía el cuerpo.
Cuando acabó, se lo dio a Kakucho.
-Dáselo a Mikey cuando termine. O no -dijo, y de repente se arrepintió sintiéndose una estúpida que se arrastraba por cualquier cosa o persona que entraban en su vida-. Me da igual, la verdad, lo que hagas con él.
Cuando pasó por su lado, los hermanos Haitani volvían a ignorarla. Ran hablaba y Rindou le escuchaba, pero la realidad era que habían estado atendiendo a la conversación desde el primer momento que entró por el ascensor. La vergüenza se la llevaba consigo, incluso caminando rápido con esos estúpido tacones de marca cara... De repente, se detuvo en seco, antes de llagar al ascensor. Regalos inútiles y memorias que se la llevaban a lo más profundo de sus recuerdos. Cosas que no necesitaba ni volvería a usar porque quería olvidar. Y, aún con esas, ella seguía pensando en Mikey y queriendo verle. En un gesto despreocupado, y casi agresivo por la forma en la que se quitó los zapatos, los tiró a la papelera más cercana.
Bajando las escaleras, fue la primera vez en días de amargura que se echó verdaderamente a llorar.
8 notes
·
View notes
Text
Hablando (ESP. VER)
Prompts por @raven-cincaide-words
Luego del que el dios se fue, Philza se quedó en la cama dando vueltas y vueltas tratando de pensar que mierda acababa de pasar. ¿Debería decirle a su madre adoptiva? No, Rose probablemente tenga un aneurisma.
Philza se revolvió en la cama, su mente dando vueltas como un huracán, él era el centro, pero no estaba callado, el centro del huracán por una vez no estaba en silencio.
Podía escuchar la voz decepcionada de Rose, ella había luchado tan duro para tener su custodia y salvarlo del ojo del huracán en el que vivía. Solo por la gentileza de su corazón. ¿Qué le podía decir? ¿Qué en un momento de pura estupidez ató su alma a la de la muerte?
Philza suspiro, pasando sus manos por su cabello, ¿Cómo se suponía que debería decirlo esto a Rose?, pensó, Hola, mamá, ¿te acuerdas de que me dijiste que no hiciera nada estúpido anoche? Bueno ligue mi alma con la del dios de la muerte, pero no te preocupes no me quiere matar, solo es un loco posesivo, la idea lo hizo soltar una risa nerviosa, pero la risa murió rápidamente en su garganta.
Giró en la cama, mirando el techo, ¿y si no decía nada? Después de todo se sentía como un sueño o alucinación de borracho… No, no podía mentirle a Rose, no después de todo lo que ella había hecho por él, además Missa no podía ser real ¿verdad? Sus ojos eran demasiado profundos, sus labios demasiado perfectos, su presencia era demasiado… divina.
No, no podía estar pensando así de un Dios, no podía estar pensando así de la muerte. Si seguía así probablemente se iba a volver loco, y solo tenía diecisiete años, no podía volver loco tan joven, aún ni siquiera sabía lo que quería estudiar.
La luz repentina en su habitación lo sobresalto, parado frente a él, otra vez, estaba Missa, esas galaxias que tenía como ojos lo penetraban otra vez.
“Puedo escucharte pensar, querido, me preocupas.” Dijo el dios, con ese tono enfermamente dulce con el que se dirige a Phil.
Este mismo se sobresalto, realmente asustado de lo que el dios podría llegar a hacerle, “¿Qué haces aquí?”
“¿Acaso un dios no se puede preocupar por su amado?”, dijo con una sonrisa intoxicamente dulce.
“No soy tu amado, solo soy un estúpido borracho que beso una estatua por un reto.”
Missa se rio, “Incluso Perséfone comió las semillas de granada por error.”
Philza sintió que su corazón se aceleraba ante la comparación. "No soy Perséfone," dijo, tratando de sonar firme a pesar del temblor en su voz. "Y tú no eres Hades."
Missa inclinó la cabeza, su sonrisa nunca vacilando. "No, tienes razón. Somos mucho más interesantes que ellos, ¿no crees?"
Philza se presionó contra la pared, como si pudiera fundirse con ella y escapar de esta situación. "Missa, por favor. Esto... esto no puede ser real. No puedes simplemente reclamarme porque besé una estatua."
"Oh, querido," Missa se acercó, sentándose en el borde de la cama. Philza pudo sentir el frío que emanaba de su cuerpo. "No te reclamo solo por el beso. Te reclamo porque eres especial. Porque me despertaste cuando nadie más pudo hacerlo en milenios."
Philza tragó saliva, sus ojos fijos en los de Missa. Era como mirar directamente al cosmos, hermoso y aterrador al mismo tiempo. "Pero... pero yo no soy nadie especial. Solo soy un chico normal, con problemas normales. Tengo una madre adoptiva que se preocupa por mí, amigos que me retan a hacer cosas estúpidas, notas que necesito mantener para conseguir becas y problemas comunes, soy alguien común, Missa"
Missa extendió una mano, casi tocando la mejilla de Philza pero deteniéndose a milímetros de su piel. "Y, sin embargo, fuiste tú quien me trajo de vuelta. Eso te hace extraordinario, Philza."
Philza cerró los ojos, incapaz de sostener la mirada de Missa por más tiempo. "No puedo... no puedo manejar esto. Tengo diecisiete años, por el amor de Dios. No puedo estar atado a la muerte."
"La edad es irrelevante para los inmortales, querido," susurró Missa. "Y en cuanto a estar atado a la muerte... ¿No lo están todos los mortales, de una forma u otra?" Dijo el Dios, una sonrisa casi hermosa plasmada en su rostro
Philza abrió los ojos de golpe, sorprendido por la profundidad de esas palabras. "Yo... yo no sé qué decir."
Missa sonrió, y por un momento, Philza vio algo más que posesividad en esos ojos cósmicos. Vio soledad, vio anhelo, vio lo que más de un milenio de soledad podía hacer en un hombre. "No tienes que decir nada, Philza. Solo tienes que aceptar que esto es real. Que yo soy real. Que lo que nos une es real."
"Pero, ¿qué pasa con mi vida?", preguntó Philza, su voz apenas un susurro. "¿Qué le digo a Rose? ¿A mis amigos?"
Missa se levantó, su figura etérea brillando suavemente en la penumbra de la habitación. "Eso, mi querido Philza, es algo que tendremos que descubrir juntos. Después de todo, tenemos toda la eternidad por delante."
Con estas palabras, Missa comenzó a brillar, su cuarto olía a cempasúchil, el sonido de los cuervos sonaba y los truenos caían en la distancia.
"Espera," dijo Philza, sorprendiéndose a sí mismo. "¿Volverás?"
La sonrisa de Missa fue lo último en desaparecer. "Siempre, querido. Siempre estaré contigo."
Y con eso, Philza se quedó solo de nuevo en su habitación, su cuerpo temblando y el suelo de su cuarto lleno de pétalos naranjas y plumas negras. Philza se quedo cuestionando que acababa de suceder.
#qsmp#qsmp pissa#pissa#pissa nation#speakerwriting#missasinfonia#qsmp missa#deathduo#qsmp fanfiction#qsmp philza
10 notes
·
View notes
Text
Tengo unos problemitas para publicar esto. Espero que esta vez no suceda nada, hice esta idea un poco tonta para practicar mi escritura Smut, espero que sea del agrado de los demás, agradezco también a quienes han leído mis otras publicaciones.
Advertencia: estructura +18, si eres menor de edad o no te gusta este tipo de lectura, no leas.
Adrian Tepes x lector femenino.
El Damphir que se robó una doncella prometida.
Para las jóvenes doncellas estar comprometidas con un buen hombre era una gran ilusión, corrían con la suerte de casarse con alguien de buena familia y estarían con alguien que las amaría, pero no siempre era así.
Estabas comprometida, mejor dicho, tus padres te estaban vendiendo a un hombre horrible, en el momento en que tuvieron la oportunidad decidieron que sería una buena idea entregar a su única hija al dueño de un negocio del pueblo. Ellos eran tus padres, ¿Cómo era posible que hicieran esto? Pero no les importaba, solo el dinero que recibirían al entregar a su hija como si no sucediera nada.
Su matrimonio no era uno normal, tu padre un completo borracho que solía tener deudas por su incontrolable adicción al alcohol y tu madre… a ella no le importaba su marido, solo se había casado con él en cuanto supo de su embarazo y sacarle lo poco que le diera.
Sinceramente no te importaban ya. Pero ahora que habían hecho aquél trato con ese hombre, enfureciste.
No tenías a nadie con quien desahogarse en casa, así que fuiste con la única persona que te entendía muy bien. Caminaste por el bosque hasta llegar al castillo que se instaló muy cerca del pueblo en que vivías, el castillo de Drácula.
Tener tan cerca ese imponente castillo había llamado su atención, la curiosidad llamaba y, en un momento donde huiste de tu hogar y de las discusiones de tus padres, fuiste a explorar cerca. No habías pensado que llegarías a conocer a Alucard, aquél que habías escuchado mencionar por un orador. Fue un poco extraño conocerlo, quizás porque él era diferente a un humano. Pero lo extraño y sobrenatural te atraía. Y desde aquella vez, comenzaron a tener una extraña pero hermosa amistad.
Alucard solía ser un poco callado pero sarcástico, cálido a pesar de que parecía esconder ese lado suyo, era guapo y esos pectorales, no eras ignorante de la seducción que Alucard poseía y no negabas que habías comenzado a sentir una gran atracción por él. Había muchas cualidades y razones en él que te hacían tener mariposas en el estómago cuando estaban juntos.
El castillo estaba frente a ti, subiendo los escalones sabías que él sabía que estabas ahí. La gran puerta fue abierta para que pudiera entrar y Alucard te vio desde las escaleras de caracol.
“... Que alegría verte.” La sonrisa en su rostro era evidente.
“Yo también me alegro de verte, Alucard.” Saludándolo, caminaste hacia él.
Alucard notó cómo su rostro estaba ligeramente molesto, normalmente cuando estabas así era por los problemas de tu familia, él lo sabía, desde que comenzaron a entablar amistad no le ocultaste nada sobre tus "amorosos papás". Alucard comprendió, no juzgó, pero si le molestó que unas personas fueran tan irresponsables y quisieran llevarse entre todos sus problemas a alguien que no lo merecía.
Él quería hacer algo para ayudar, el tiempo que estuvieron conviviendo ha sido lo mejor para él, habías aparecido justo cuando sentía que estaba perdiendo la cordura.
Ver a otro humano, después de que la guerra contra su padre terminó, fue lo mejor que le pasó, eras lo mejor que le habías pasado. Esa curiosidad tuya por las cosas sobrenaturales, tu forma de pensar y ese brillo en los ojos cuando jugaban juntos, era como un dulce regalo, pero no solo eso le llamaba de ti, cada vez que jugaban a atrapar el uno al otro, había estado viendo tus caderas al momento en que corrías, tus pechos esponjosos cuando necesitabas tomar aire después de tanto correr; Adrian quería ver tus lugares más privados.
Se sentía como un pervertido pero no podía evitarlo, lo tentabas.
“¿Qué sucede ahora?” Ignorando sus pensamientos lujuriosos, se atrevió a preguntar.
Mordiéndo tu labio por la frustración, comenzaste a hablar:
“Ay, Alucard, mis padres han hecho algo espantoso” Corriste a él y lo abrazaste con desesperación.
Para Alucard fue una sorpresa repentina cuando te aferraste a él, como pidiendo protección.
“¡Me han comprometido con un señor!”
“¡¿Qué?!” No solía sorprenderse tanto, pero en cuanto dijiste aquello, fue como si le hubieran dicho la pesadilla más espantosa. “¿Ellos hicieron qué?”
“Prometido, pero en realidad me cambiaron por unas simples monedas en cuanto tuvieron la oportunidad” Susurró sabiendo que él escucharía. “No quiero casarme con un anciano, Alucard.”
Sus brazos rodearon tu cuerpo, como si fuera un refugio donde nadie entraría a dañar.
“Yo quiero estar con la persona que amo.”
Aquello llamó la atención del damphir y una ráfaga de celos lo invadió, estabas enamorada de alguien.
“¿De quién?” Su voz masculina salió de sus labios por sí sola. Tenía que saberlo, quería escuchar quién era ese alguien que amabas.
“Yo… Uh…” La vergüenza te tomó. ¿Por qué era difícil decir a quién amas?
“Dime, ¿A quién amas?” Los dedos de su mano derecha tomaron tu barbilla. Sus ojos miel te miraban como si estuvieran tratando de hipnotizar tu mente.
Labios masculinos se acercaban a unos femeninos, deseosos de probarlos, tu corazón parecía golpear tu caja torácica, pensaste si era posible que saliera de tu pecho por la forma en que palpitaba como loco. Lo que pensaste que nunca podría suceder, pasó, Alucard te estaba besando y era mejor que en tus sueños.
Sus esponjosos labios se movieron con maestría atrapando los suaves y torpes por la repentina acción. Con sus colmillos mordió su labio inferior pidiendo permiso para profundizar más ese beso y lo hiciste, le estabas dando permiso a hacer lo que quisiera, su lengua lamió la tuya como si la estuviera seduciendo; un pequeño gemido brotó y no supiste si fue tuyo o de él.
Él se separó de tu boca, un pequeño hilillo de saliva los mantenía unidos, sus ojos parecieron brillar más.
“ A mi habitación” Sin perder el contacto con tus ojos, te tomó por la cintura, te dejaste llevar por él y no querías dejar su cercanía.
Llegaron a su habitación dejando atrás el salón principal, la luz se filtraba por las ventanas haciendo que el lugar se notara un poco acogedor y como un lugar para descansar cómodamente. Tuvo que soltarle para poder cerrar la puerta, aun sabiendo que no habría nadie que les interrumpiera. Miraste a tu alrededor y su cama. Sabías lo que sucedería a continuación.
“No haré nada si no lo deseas, pero…”
“Quiero hacerlo.” Respondiste, no había duda de que quisieras.
Caminó hacia ti para poder besarse otra vez, hacer eso era como una invitación a lo prohibido, a la tentación. Y él quería llegar a eso, contigo. Los gemidos y suspiros entre besos eran escuchados, pero Alucard quería más que solo besarse, ambos querían más.
Con pasos decididos llegaron a su cama y te tumbó delicadamente en ella.
“He querido hacer esto contigo” Reveló con un poco de timidez. Su cuerpo más grande descansaba sobre ti.
“Yo también.” Con voz acalorada, lo miraste.
Ambos estaban igual de avergonzados, pero con el calor del momento y el deseo consumiendo sus cerebros, las caricias lascivas debajo de la ropa se hicieron presente, ambos querían tocar, explorar la piel del uno y del otro. La ropa comenzó a estorbar y a desesperarlo, necesitaba verte tal y como eras. No podía esperar más, con sus grandes manos no le fue difícil sacarte de ese molesto vestido.
Sus ojos brillaron cuando la vio desnuda por primera vez. Alucard iba a comerte y tú no lo impedirías.
Comenzó a recorrer tu cuello con dicha, con cada paso de sus labios por tu nervioso cuello, pechos y mejillas; un suspiro dejabas escapar para él.Guiaste tus manos hacia su cuerpo, querías quitarle la ropa como él hizo contigo, al ver lo que pretendías, ayudó a quitarse la camisa y pudiste ver sus músculos, pecho y cicatriz, era como si te hechizara cuando tus manos lo comenzaron a recorrer.
“¿Te gusta lo que ves?” Preguntó socarrón, no podías dejar de tocar y mirar, todo su pálido cuerpo, cada parte de él estaba haciendo que no alejaras las manos.
Y ahí estaba su modo burlesco, incluso en este momento de placer. Lo tomaste del cabello para besarlo con lujuria, mordiendo un poco sus labios. Gimió cuando lo tomaste así. Su mano comenzó a deslizarse desde tus pechos a la parte baja entre tus muslos, quería tocar ese lugar secreto entre tus piernas. Sus dedos tentaron hasta que por fin entraron en esa calidez, encontrando ese botón nervioso.
Sorprendida por lo que te hacía sentir comenzaste a gemir, las caderas se movieron por sí solas en cuanto sus dos dedos comenzaron a jugar con su clítoris, sus dedos parecían estar acostumbrándose a sentir lo cálida que eras en esa área sedosa. Necesitaba oír más de tí, comenzó a hacer que entres en desesperación por lo bien que te hacía sentir solo con eso. El nudo en tu estómago parecía reventar, un toque tras otro y otro cuando ya no pudiste más y llegaste al primer orgasmo de la tarde.
Tu cara ardía por haber terminado en su mano, con la respiración cansada de haber acabado en sus grandes dedos. El te miró, se le hacía agua la boca por verte así, los pantalones comenzaron a molestarle, con la necesidad de poder hacer algo por la dureza de entre sus piernas, se quitó lo último de su vestimenta, no iba a parar, separó tus piernas para estar enmedio de ellas, una mirada más a ti y un asentimiento le bastó para poder entrar poco a poco en tu interior. La respiración se le cortó cuando entró por fin, los dulces pétalos de tu cuerpo se separaron para recibir su longitud como si lo estuvieran esperando desde hace mucho tiempo.
Se sentía tan bien, tan húmedo y caliente, sus caderas comenzaron a moverse lenta y firmemente, provocando que gimieras para él. El repentino dolor por su grueso eje invadiendo tus confines, comenzó a desaparecer con cada destello de placer.
“Adrian…” Murmuró entre gemidos.
No comprendiste a qué se refería, hasta que te diste cuenta de que te pedía que lo llamaras por su nombre, su nombre real y no Alucard.
“A-Adrián” Lo complaciste y él agradeció embistiendo esos nervios de placer. Gemiste fuerte cuando su miembro golpeó con más fuerza, él iba a hacer que gimieras su nombre para él, se aseguraría de eso. Tu clítoris parecía entrar en un estado de excitación cuando la cabeza de su entrepierna lo golpeaba hasta querer hacerlo estallar.
El olor a sexo comenzaba a volverse más fuerte entre ese cuarto, los gemidos; los golpes de piel contra piel y esos gruñidos como de un ser sobrenatural eran la clara evidencia de lo que se estaba haciendo ahí. Un ser de la noche estaba corrompiendo a una doncella. Y no se arrepentía, la marcaría como suya, su compañera, de él y de nadie más.
Sus instintos naturales lo guiaban a querer poseerla por completo, a marcar a esa mujer como su compañera y amante. El clímax final estaba por llegar, ambos lo podían sentir como hilos de electricidad recorriendo sus cuerpos sudorosos. Sentiste ese nudo romperse otra vez y no pudiste evitarlo, te corriste sobre su duro miembro y creiste ver estrellas cuando sucedió. Adrian pudo sentir el momento justo en que llegaste al orgasmo y él pronto te acompañaría a la cima, su miembro parecía tener ligeros temblores, indicios de que pronto estaría igual que tu, una y otra embestida más bastaron para que él finalmente sintiera lo que llegaste a sentir, derramando su semilla en tu estreches. Y fue el placer más grande que pudo haber sentido en su vida y lo mejor es que fue contigo. Su cuerpo cansado cayendo sobre ti, sin lastimar.
“A ti, Adrián, a quien amo es a ti.” Dijiste por fin, tus brazos lo tomaron en una abrazo.
“Yo también te amo” Sonrió con sinceridad.”
El sueño te recorrió, tus ojos comenzaban a pesarte, te vio cerrar los ojos y para él fue como si viera dormir a un ángel. La noche estaba ya puesta en el cielo, con ella era imposible que regresara a casa, pero era muy seguro que no te irías, con lo cansada que habías quedado.
Mientras dormías, sus pensamientos lo llevaron al suceso que los trajo ahí, te habían prometido, cambiado habías dicho, pero por lo que hicieron y las confesiones, ese compromiso ya no era válido. Se levantó, tomó sus pantalones y buscando hoja y tinta comenzó a escribir una carta a tus padres.
Estimados señores:
La carta que les hago llegar es para hacerles saber que me enteré de que han prometido a su hija, la mujer que amo y ahora está durmiendo en mi cama, ahora con eso dicho ya no podrán seguir con sus planes, porque ahora ella es mi esposa.
Se despide: Alucard Tepes, el damphir que se ha robado a su hija”
#adrian tepes#adrian tepes x reader#alucard tepes x reader#alucard castlevania x reader#alucard (castlevania)#castlevania (2017)#adrian tepes x female!reader
40 notes
·
View notes
Text
Yuxtaposición
"¿Por qué has venido aquí, querido corazón, con todas estas instrucciones? Te prometo que haré todo tal como me pidas. Pero acércate. Entreguémonos al dolor, aunque sea brevemente, en los brazos del otro" — Homero, La Ilíada
No puedo escribir las palabras de amor.
No como escriben sobre ello poetas y dramaturgos, con el fervor emocional y el talento de quien hurga en el alma de las cosas, encauzándola en rimas o versos, imágenes y sugerencias.
Mis palabras, nugales y pletóricas, sonarían torpes y cursis, garabateadas, incapaces de competir justamente con quienes graban nombres en la corteza de un árbol.
Y, sin embargo, si fuera siquiera capaz de hacerlo, lo haría.
Si supiera hacerlo, te escribiría algo más largo que una línea, que no dijera simplemente que te extraño o pienso en ti, dejando en tu boca el sabor de la prisa o el deber de una respuesta fugaz.
Entre un recado y la apretada agenda de quehaceres de la vida, del día que te doblega a sus términos.
Si supiera hacerlo, te escribiría como si escribiera una página de algo, de una historia que contar, en la que los personajes ya no somos nosotros, ni la definición ideal de dos personas que se encuentran.
Pensar el uno en el otro, desearse el uno al otro, anhelar esa concreción que se convierte en la proyección física de una sustancia que, de hecho, ya es concreta, tangible, absolutamente evidente.
Si supiera hacerlo, te escribiría que hay momentos en los que el deseo de tirar al papel, con mi letra cuneiforme, todas las palabras que desearía poder recordar mañana, sea cual sea el resultado de este hallazgo milagroso.
Algo de qué reírse con un amigo que se ha vuelto común en años o con lo que lamentar la tensión de días que parecían diseñados sólo para devolverle la confianza y la vida, el sabor de las cosas, el placer del proyecto, el placer de la espera.
Y junto con su angustia frenética y espasmódica.
Si supiera cómo hacerlo, te escribiría, una vez más, que no eres ni podrías representar nunca una diversión infantil, el pasatiempo de un alma aburrida en el sofá y con ganas de anotar un polvo más.
No eres lo que pasa porque “cada descanso se pierde” ni algo que me permito ya sabiendo que quiero perderte en el camino.
No eres casualidad, no es casualidad que pienso en ti y te deseo, te escribo y te espero.
Si supiera cómo hacerlo, les escribiría sobre aquella vez que decidí aislar y describir la dinámica de las relaciones con un método casi riguroso, estructurando una taxonomía de mujeres y hombres, construyendo mi propia ciencia personal del desencanto que absolutamente no admití la posibilidad de que pudiera encontrarme aquí, así, contigo, hablándote de nosotros.
Porque las estrictas reglas de mi equilibrio no lo habrían admitido.
Porque los rigurosos dictados de mi tranquilidad no lo hubieran permitido.
Si supiera hacerlo, te escribiría llamándote "amor", por el simple hecho de que nunca he llamado así a nadie.
Si supiera hacerlo, te escribiría que tal vez, al fin y al cabo, el sentido último de las palabras sea siempre el resultado de las circunstancias.
Y que yo, amor mío, no te llamo así.
Sabiendo que eres igual a otras personas que he tenido, ni terminar con homologarme a otros hombres que han estado contigo.
No lo hago por el reprobable sentido práctico con el que las parejas se desvían de la responsabilidad de otras palabras mucho más pesadas "estar ahí", "construir" explotando el simulacro de un compromiso tan ligero y sencillo de decir "amor " tan serio y difícil de cumplir.
¿Verás? Si fuera siquiera capaz de hacerlo, te escribiría todo esto.
Te escribiría una carta… casi de amor.
75 notes
·
View notes
Text
high infidelity (Enzo Vogrincic x Fem Reader)
Capítulo 25:
Cuando Enzo dejó su quinta copa vacía de la noche en la mesa de cristal, supo que tenía que dejar de beber, al menos si no quería hacer el ridículo enfrente de personas tan importantes.
Cuando Alana y su familia sugirieron la fiesta, la idea no le encantó, nunca le gustaron las multitudes, ni ser el centro de atención, ni hablar en público, sin embargo, podía decir que en contra a todo pronóstico, esta era una de las mejores noches de su vida, estaban sus amigos, compañeros de trabajo y claro, las mujeres más importantes de su vida, ¿qué más podía pedir? Quizá si pudiera cambiar algo, sería que Lana pudiera estar más tiempo a su lado, pero la chica se veía bastante divertida y bien acompañada por Martina, la cual la tenía de arriba a abajo, a pesar de lo lejos que se encontraban (es decir, los separaba el sillón de la sala) no podía dejar de observarla, Alana tenía el poder de iluminar cualquier habitación que pisase, su largo cabello castaño caía de manera despreocupada por toda su espalda, su flequillo estaba perfectamente peinado aunque un poco más largo de lo normal, Enzo hizo nota mental de volverlo a cortar cuando tuvieran oportunidad.
A decir verdad, nunca se había considerado una persona romántica, claro que había tenido sus novias y claro que había regalado flores y chocolates en más de una ocasión, pero nada se comparaba a ella, nada se comparaba a lo que sentía por Alana.
La mujer había llegado a cambiarle el mundo por completo, lo hacía sentir en casa, incluso si no eran del mismo país, incluso si ambos se encontraban a cientos de kilómetros lejos de casa, su lugar era con Alana.
Se sentía tan agradecido con su yo del pasado, ese Enzo que tuvo el coraje y valentía de acercarse a ella y pedirle su número telefónico, eso era otra cosa que nunca había hecho antes, pero Alana tenía este campo magnético que lo empujaba a ella, es como si ella fuera el sol y el el planeta que orbitaba a su alrededor.
Alana se encontraba en esos momentos hablando animosamente con Martina, se notaba de lejos que ella también estaba borracha, sus mejillas se encontraban más sonrojadas de lo normal, su equilibrio estaba algo afectado y claro, estaba haciendo esa manía de pasarse la lengua por el labio inferior, cosa que por cierto, lo estaba volviendo loco.
Fue una grata sorpresa el darse cuenta que Alana parecía caerle muy bien a Martina, ella era una adolescente algo difícil, le había espantado más de una novia en el pasado, incluso Sonia, que siempre fue muy amable con ella, nunca terminó siendo del agrado de Martina.
Pero, ¿en realidad se lo podía cuestionar? Resultaba imposible que Alana no le agradara a las personas, no cuando era tan sencilla, carismática y amable, no cuando era así de brillante.
No podía entender aún cómo había personas que la habían defraudado y se empeñaban en lastimarla, ¿quién en su sano juicio haría tal cosa? Enzo se había hecho una promesa hace mucho tiempo: Proteger a Alana al 100 %, sin importar las circunstancias o el tiempo.
Entonces, de un momento a otro, Alana frunció el ceño y huyó de la sala, dejando a una Martina bastante consternada.
Enzo caminó rápido hacia su dirección, sin importarle las personas con las que había estado conversando.
—Creo que quiere estar sola—dijo Martina con tono de nerviosismo, Enzo apretó la mandíbula, ¿qué mierda le había dicho a Alana que la había hecho sentir mal?
—¿Vos le dijiste algo?
—No, sí, no sé—respondió con preocupación genuina, tenía cara de arrepentimiento, Martina no tenía filtro, a veces hablaba sin pensar o simplemente decía cosas imprudentes, Enzo se limitó a sacar aire por la nariz y seguir a Alana.
—Amor—tocó la puerta, pero Alana no respondió—. ¿Está todo bien? Si Martina te dijo algo inadecuado no le hagás mucho caso, es un poco infantil.
Sin embargo no obtuvo respuesta, por lo que simplemente entró a su habitación, era un completo desastre debido a que horas antes habían estado preparándose por la fiesta, por lo que Alana había dejado maquillaje esparcido por todo el lugar y diferentes cambios de ropa, de no ser por lo borracho que estaba en esos momentos, probablemente se hubiera puesto a limpiar.
Al no encontrar rastro de su novia en la habitación, tocó la puerta del baño.
—¿Quién es?—preguntó Alana desde el otro lado de la puerta, su voz sonaba débil y entrecortada, lo cual prendió focos de alerta en Enzo, la preocupación hizo que la borrachera se esfumara un poco de manera instantánea.
—Soy yo, En—respondió—. ¿Estás bien? Voy a entrar.
Al no obtener un no como respuesta, se dispuso a ingresar al baño, la imagen lo rompió, Alana se encontraba hecha bolita a un lado de la taza del baño, el maquillaje corrido delataba que había estado llorando y sus labios se veían secos.
—Hey, ¿qué pasó?—preguntó Enzo sentándose frente a ella, la simple pregunta hizo que Alana volviera a llorar—. Mi vida, me estás asustando, ¿te dijo algo Martina?—preguntó, Alana negó rápidamente con la cabeza, todo su rostro se encontraba rojo y sus ojos estaban hinchados.
—¿Por qué no me lo dijiste?—preguntó con un hilo de voz, Enzo tragó saliva en seco, ¿de qué hablaba?
—¿Por qué no te dije qué, bonita?
—Que te vas a ir—respondió, Enzo hizo una mueca.
—No me voy a ir a ningún lado, acá estoy—dijo intentando tomarla de los brazos, pero ella se apartó, Enzo sintió que una fibra de su corazón se rasgaba ante aquel rechazo.
—No hoy—dijo ella—. Después, pronto.
—Lanita, no te estoy entendiendo nada, estás borracha y yo también, ¿no querés mejor irte a dormir?—sugirió.
—¡No!—gritó la chica, a pesar que se encontraban a centímetros de distancia—. Te irás para promocionar la peli.
—Lana, acabamos de terminar de filmar, falta que la editen y todo ese embrollo—quiso animarla.
—No esta, la pasada que grabaste. Pero después será esta, luego otra y otra y otra…
Enzo suspiró, hace apenas unos días le habían dado la noticia que la otra película había terminado de editarse, lo cual significaba que empezarían las giras de promoción, claro, por el momento sólo se lo había dicho a su madre y Martina.
—Supuse que lo sabrías—dijo simplemente.
—¿Cómo iba a saberlo?—dijo.
—Lana, soy actor, es lo que hago.
—Disculpa por no saberlo—dijo sarcásticamente—. Pero resulta que eres el primer actor con el que salgo.
—Tenés razón, debí de haberlo dicho con anterioridad—se disculpó, sentía que la piel le picaba de la culpabilidad, la verdad es que, llevaba meses empujando lejos la idea de las giras promocionales, tal vez porque muy por dentro, sabía que representaría un problema para ambos.
—Yo te lo he contado todo—dijo Alana, sonaba agotada—. Lo de las editoriales, estoy apunto de escribir un puto libro de terror por esta cerca de ti, ¿y ahora me estás diciendo que no sabías que te irías?—dijo parándose, se tambaleó, por lo que Enzo la sostuvo, impidiendo que ella cayera, pero Alana le apartó las manos de encima.
—No dije eso—replicó, Alana mordió el interior de su mejilla y asintió.
—Sí, tienes razón—tomó aire. Creo que eso es lo peor, que todo el tiempo lo supiste y aún así me tuviste aquí.
—¿Qué querías qué hiciera?—preguntó, sintió algo húmedo en su mejilla, ¿en qué momento había comenzado a llorar?
—¡Qué fueras honesto conmigo, joder! Es lo único que he pedido de ti.
—Quería hablar contigo al respecto de eso hoy—dijo, era la verdad, había querido conversar con ella antes de la fiesta, pero Alana había estado tan animada que no tuvo la oportunidad de hacerlo.
—Supongo que ya lo estamos haciendo—dijo caminando hacia la cama, Enzo la siguió—. ¿Qué esperabas? ¿Qué yo me quedara aquí en España en lo que tú te vas a recorrer el mundo?
—Vos podés escribir en cualquier parte del mundo—soltó, arrepintiéndose de inmediato, Alana lo miró con incredulidad.
—Te refieres a donde tú estés.
—Sí.
Alana negó con la cabeza, la estaba cagando, la estaba cagando demasiado, porque era consciente de lo mucho que Alana odiaba no estar en un punto fijo, sabía lo mucho que le dolía no estar en México, cuanto y más estar en un montón de países diferentes.
—Alana, es mi trabajo—dijo con tono de súplica.
—También es el mío—replicó ella con voz baja, dándose la vuelta y acostándose en la cama, dándole la espalda.
—Lana…—dijo él acostándose detrás de ella y tomándola por la cintura, sintió que su mundo se iba abajo, pues podía sentir lo mucho que ella también estaba llorando.
—¿Podemos estar así un momento?
Enzo asintió y la abrazó más fuerte, le dolió hasta el alma, porque antes ella solía decirle si se podían quedar así para siempre, ahora lo único que pedía era un momento.
¿Acaso eso era lo último que tenían?
Un simple momento más, una última noche juntos.
16 notes
·
View notes
Text
pensando otra vez en andrew y felix porque se me vinieron a la mente(?
#decidí cambiar un poco a felix y ahora sus sentimientos incestuosos son por otra cosa; aunque aun así no se da cuenta realmente.#andrew; mientras tanto; sigue igual. desde siempre lo protegió mucho; especialmente cuando su madre mató a su padre y luego se suicidó.#le prometió que nunca iba a dejar que algo así les sucediera de nuevo; pero como andrew tenía 17 años en ese momento#obvio no iba a saber cómo criarse a sí mismo y a su hermano de 14.#a todo esto ver algo tan traumático como que le 'reinició' el cerebro a felix y estuvo totalmente neutro por varios meses#andrew intentó protegerlo de todos los males que pudiera por más mínimo que sea mientras recuperaba sus emociones. y felix se 'enamoró'#él no lo llama enamoramiento; cree que simplemente está muy agradecido con él y haría TODO por él porque se lo merece#y como adolescente hormonal terminó mezclando eso con... bueno; cosas.#varias veces le propuso a andrew que si no conseguía pareja no tenía que buscar desconocidos; que lo tenía a él para 'satisfacerse'#lo cual él se negó; especialmente cuando tenía la mayoría de edad y felix aun era menor. estaba mal en varios sentidos#igual no se negaba al cariño físico como abrazos. por concentrarse en su hermano no tenía tiempo de pensar en pareja o incluso amigos#y por estar tan touch-starved a veces pasaban 'accidentes' como que se le parara con en más mínimo contacto xd#de todas formas; cuando felix ya tenía 18 y él 21... no pudo evitar besarlo una vez que se despertó de un sueño húmedo#antes de arreglar el 'problema' por su cuenta#(vale la pena decir que desde que felix se 'enamoró' y se volvió re touchy con él; andrew ha tenido sueños húmedos con él.#se siente terriblemente culpable cada vez que eso pasa)#felix supuestamente estaba dormido pero no lo estaba. así que cuando sintió que lo besó fue como '>:)'#se lo guardó como secreto pero una vez fue felix quien intentó besarlo y andrew actuó todo 'asqueado'#hasta que felix le dijo 'sé lo que hiciste hace unos meses atrás. no estaba dormido' y él todo horrorizado dskfjnjsf#felix volvió a las andanzas y le dijo que podía hacer con él lo que necesitara para sentirse bien; que se lo merecía por cómo lo ayudó#andrew se fue a la mierda y se instaló tinder + grindr; además de empezar a asistir a fiestas; incluso si iba solo#felix hizo lo mismo aunque cada tanto era como 'guiño guiño' y trataba de tener algo con su hermano sdkfnjsnfjs#y la verdad a veces la tentación era mucha. y cuando felix trajo un novio a casa; andrew se puso en modo sobreprotector#(que escondía algo de celos pero shhh(¿))#rompieron a los pocos meses por otras cuestiones; felix bebió; andrew no quería dejarlo solo y pues se besaron de manera Intensita(tm)#así que nada. quedó como la tensión ah. y felix quiere repetirlo a toda costa#oc talk#shipcest
1 note
·
View note
Text
Estaba molesta con él. Enfadada con ella misma. Daba vueltas sobre la habitación buscando el aire, bajando la temperatura de sus ideas, bajando la guardia e intentado comprender. Pero tan solo al mencionar las palabras de él resurgía su molestia.. así que pasaba aquellos minutos intentaba con desespero entender antes de su llegada. Más aun revotaba en su colera sin cesar. solo ansiaba verle para saltar sobre sus ojos y comprobar si era verdad lo que habían dicho aquellas mujeres en el mercado, solo con mirarlo lo sabría, y eso sería suficiente para desaparecer de su vida. Se decía mientras su corazón se comprima en cada palabra,
( ¿y si fuera asi..? ¡si lo fuera..!-)
Sentía correr por su sangre y respiro un fuerte enojo y una tristeza descomunal que le hacía temblar las piernas y se le clavaba en el pecho como un arpón..
-¿ Y si lo fuera?-
se decía mordiendo su lengua y sollozando sobre su desgracia. Cuando escucho que llegaba, que se bajaba de su caballo y con paso fuerte y firme se dirijia a la habitación, se podía sentir el calor de sus cuerpos andar por el aire. Abrio de golpe la puerta. Ella quiso llorar de miedo y angustia, e ir a besarle los ojos y con tiernas caricias hacerle declarar que solo a ella podía desear, que todo era mentira. Pero al ver sus ojos centellantes y al escuchar el reclamo sintió de nuevo hervir la sangre al saber que si no decía o hacia algo al respecto él se acostumbraría apagar sus reclamos sin nunca haber nacido y esto era tanto como renunciar a la defensa en un tribunal y solo aceptar se enjuiciado sin apelación.
- .. ¡mujer..! te acabo de preguntar ¿por qué carajos de marchaste sin mí..? ¡Anda mujer responde! -
-¿qué querías que hiciera..?, cuando coqueteabas con otra mujer frente a mi, y luego de que te lo dije solo hiciste un gesto de locura de mi parte y seguiste como si yo no estuviera ahí. Y pues bien me fui para que así pudieras continuar con tu galantería. Y sabes que es lo que más me revienta; que hace unos días me celabas por ser amable con tu amigo, cuando yo solo me rei con sus chistes. Pero tú.. ¡tú..! las tomastes de la mano, le hablastes al oído, le diste un guiño mientras decías "que encanto de mujer y que exquisites de aroma dejan sus ojos al pasar" ahora dime, si yo hiciera lo mismo, si yo tomara de la mano un hombre, le hablara al oído y le dijera lo que tú a ellas ¿qué hubieras hecho? ¡dime..!-
Con estas palabras volvió a guardar silencio. Él revolvió en su mandíbula cada palabra, cada imagen que aun cuando no existía, en sus ojos se presentaba latentes.
-ni digas esas cosas que me partes el alma y se me revuelves el hígado, me haces enloquecer mujer. A caso te gusta verme así.. -
-enloquecer dices.. yo solo te estoy diciendo lo que sentí en aquel momento con tus actos y que esa fue mi razón para irme y es la razón por la que siento este enojo y tristeza, me siento insegura. Eso es lo que quieres es oir. Yo solo te estoy poniendo en mi lugar. A caso crees que yo por ser mujer no me enojo, ni me encelo, ni me doy golpes de pecho con grades revoluciones, con complejos y problemas universales, crees que no pienso en la guerra, en el gobierno, en la política, en la economía, que solo me siento a bordar y a pensar en como se vee mi cabello.. a acaso debo soportar cosas que tú no soportarias, y sabes algo más. una mujer que ama con devoción, no necesitaba estar bajo los brazos que adora para adorarlo, no necesito estar bajo tu latir para amarte y darte mi lealtad, puedo hacerlo lejos de ti, asi que te digo que no lo aguantare. y que si solo te puedo adorar como te adoro sin hacer de nuestras vidas un infierno, y estoy significa estar lejos de ti. lo hare. Eso te lo juro-
Estás últimas palabras se ahogaban en sus mejillas y llanto, con tal fuerza que se doblaba el viento y el tiempo se detuvo en su mirar. Salió de la habitación principal a la tercera y cerró la puerta con dobla tranca mientras se arrojaba sobre la cama y en llanto mudo volvía a pensar en cada palabra y duda, en como sintió hererirlo y cuánto le pesaba, pero sabía que si no lo hubiera hecho se repetíria y viviría un infierno de celos y dudas sobre ella y su valor, y que al final se desgastaria en silencio. y cuando le preguntaran si amaba a su esposo diria como su madre le dijo a su madre y a ella misma; por costumbre, uno aprende y se resigna. Se echó sobre sus brazos buscando el primer hogar que recordaba. Mientras Juan de Dios dió vuelta por toda la habitación hecho fiera, retorciendo esas últimas palabras "si solo te puedo adorar como te adoro sin hacer de nuestras vidas un infierno estando lejos de ti, lo hare. Eso te lo juro" hay pensado en alejarse, irse, llevarse mi vida y mi corazón en sus manos. se desplomó sobre el suelo como si un disparo lo hubiera derribado y se percatara de ello, sintió un nudo en la garganta, aunque habia sentido muchas dudas desde el primer momento que la vio, pero ninguna como esa que se abría entre sus ojos, en ese entonces se preguntaba, ¿Si ella también sentía lo mismo.. o si podría él, un hombre tan frío algunas veces como el silencio hacerla feliz..? ¿En como sería el primer beso, en si le gustaría la casa o la vida que él le ofrecía? Pero no pensó que ella podría irse tan lejos y que él no podría volver a verla, que pasaría días pensado en sus ojos, soñando su voz, asi que al saber esta posibilidad se sintió sin piso, se dejó caer al suelo sin ánimos de vivir al ver que quizás podría algún día suceder, sintió tantas cosas que pasó parte de la madrugada apretando su corazón y escuchando el llanto de ella mientras miraba el vacío del cuatro.
6 notes
·
View notes
Text
Podría decirte que eres la musa que inspira mis escritos, la musa que empuja mi imaginación a sitios inhóspitos que jamás había transitado cargados de pasión...
Podría decirte que eres la que se pasea por mi mente inocentemente seductora provocando deseos ficticios que jamás había sentido...
Podría decirte que eres la hembra que altera mis hormonas y que, sin saberlo, eres la dueña de mis erecciones y mis anhelos más inconfesables...
Podría decirte que sin ti jamás habría escrito una sola línea ni hubiera conseguido conectar palabras y párrafos en el blanco papel...
Podría decirte que eres la mujer que deseo en secreto y que para liberar todo lo que siento por ti tengo la imperiosa necesidad de plasmarlo de forma literaria, si no, creo que mi existencia sería agónica...
Podría decirte que escribo a modo de catarsis, de forma terapéutica para calmar la lujuria desenfrenada que siento al imaginar tu aroma de feminidad embriagando mis sentidos, al imaginar como olerá tu cabello, al pensar como me sentiré si mi mano pudiera rozar tu dulce rostro...
Podría decirte que relato escenas cargadas de erotismo y perversión porque es lo que tú provocas en mi psique cada vez que te pienso de forma cuasi real...
Podría decirte que en cada párrafo describo lo que me gustaría hacerte, y lo que desearía que me hicieras, aunque ello no vaya a ocurrir nunca...
Podría decirte que sólo pienso en devorarte y besarte, en empotrarte y acariciarte, en hacer que te corras mientras gritas mi nombre y susurrarte al oído que no hay en el universo otra mujer como tú...
Podría decirte que hoy escribo porque sé que existes en algún rincón de la creación e, iluso de mi, confío en que algún dia sólo uno de mis textos se haga realidad contigo entre mis sábanas...
Podría decirte y escribirte tantas cosas... Pero no, no quiero decírtelo!!!
Quiero pasar de figuras literarias, líneas y signos de puntuación, párrafos y descripciones, a demostrarte en persona todo lo que mi mente y mis emociones primarias piensan y sienten por ti...
Espero que, por lo menos, lo que leas de mí te guste y te haga volar a un mundo, mi mundo, de placer sin restricciones para que me conozcas y me sientas tal como soy.
Sólo un hombre que te necesita y te desea...
Para ti, mi musa...
©Navegandoportumente
25 notes
·
View notes
Text
⌗ ESTUDIANTE: KURAMOCHI HIRO HABILIDAD: agilidad (1/3)
ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤuna entrada en su diario.
ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤjunio 16, 2016.
Cuando empecé a trabajar, hubo momentos en los que mi cuerpo se sentía cansado, pero no podía obligarme a dormir. En aquel entonces, pensar en cualquier cosa era demasiado doloroso para mí... así que salía a caminar sin un destino específico. Porque el acto de pensar me hacía sentir vivo. Lo único que debería experimentar es moverme, comer y dormir como un animal, eso debería ser lo máximo que se me permita hacer.
Pero, pensándolo bien, quizás tengas razón. Tal vez la razón por la que soporté el dolor físico para pagar mi deuda fue para seguir viviendo en nombre de la expiación. Porque, en el fondo, quiero vivir. Quizás, después de pagar mi deuda, quería usar la venganza como una excusa para seguir viviendo y no morir, como si aún tuviera una razón para vivir. Quizás solo quería vivir. Solo vivo porque estoy vivo. No tengo ninguna razón para vivir, y no hay significado en la vida. No entiendo la sensación de alegría de otras personas. Aunque veamos y experimentemos las mismas cosas, no puedo empatizar con ellos. No tengo idea de por qué se ríen o por qué están felices. Así que a veces me pregunto si debería seguir viviendo solo porque aún estoy respirando. ¿Debería vivir por el mero hecho de "solo vivir"? ¿Podría el hecho de que aún estoy respirando ser un propósito para mi vida, cuando no estoy seguro de por qué vivo siquiera?
"Empezar de nuevo" es un bonito modismo. Como dice el refrán, probablemente sea bueno dejar atrás los errores del pasado y convertirse en una persona más amable. Nunca estar en una situación que requiera "empezar de nuevo" sería lo más ideal. Desafortunadamente, no estaba en esa situación ideal. En aquel entonces, era completamente arrogante. Parecía como si el mundo me tuviera miedo, y no había nada que no pudiera hacer. Las cosas hubieran sido mejores si hubiera arreglado mi vida en aquel entonces.
Cuando sentí que no podía respirar debido al dolor en mi pecho, no sabía lo que era. Pero cuando ese nudo caliente de dolor ascendió a mi garganta, me di cuenta: eran mis lágrimas. Las lágrimas que no podía obligarme a derramar antes, las lágrimas que había reprimido recordándome que no debía dejarlas salir.
Mai, hoy es el cumpleaños de Nobu. Suponho que el mío t Los extraño otra vez. Así que hoy no puedo solo odiarlos por irse y dejarme atrás, egoístas. Les escribo para agradecerles por recordarme como llorar otra vez. Los extraño. Mañana empiezo entrenamiento especial, ¿estarían orgulloses de mi? creo que vivir, es un concepto extraño. Pedirle a un muerto que esté orgulloso de mi, já, así es mi vida. No me pueden juzgar, así como se fueron, ¿ya les dije egoístas? egoístas, otra vez; también me dieron motivo para seguir adelante. quizá no para ser feliz sino una razón para vivir, soy feliz cuando pienso en ustedes. no le digas a kazu que dije eso, ¿de acuerdo?
9 notes
·
View notes
Text
𝐀𝐋 𝐋Í𝐌𝐈𝐓𝐄
» Temática: SKZ Bangchan x Lectora » Género: Relación estable con Chan. Fluff. » Warning: Ansiedad, principio de depresión, hurt/confort por parte de Chan. » Tipo: Drabble largo.
⚠️𝘔𝘦𝘯𝘰𝘳𝘦𝘴 𝘺 𝘨𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘮𝘶𝘺 𝘴𝘶𝘴𝘤𝘦𝘱𝘵𝘪𝘣𝘭𝘦, 𝘢𝘣𝘴𝘵𝘦𝘯𝘦𝘳𝘴𝘦 𝘢 𝘭𝘦𝘦𝘳.⚠️
» Masterlist «
A veces es difícil lidiar con tanta ansiedad.
Los estudios, el trabajo, las amistades, la ciudad, la vida misma… Lo que antes era una emoción positiva, ahora es el infierno en vida. Nada vuelve a ser lo mismo una vez aparece la ansiedad. Porque esta hija de puta golpea, y golpea fuerte. Al principio Chris solo te notó más alterada de lo normal: Te asustabas con facilidad, cambiabas de actividad cada cinco minutos y suspirabas más de la cuenta.
Algo se olía. No por nada conocía ciertos síntomas de haber visto a Jisung.
La cosa fue a peor. Tu humor se agrió, tus sonrisas se apagaron y dejaste de hacer cosas que antes te encantaban, ya fuera escribir, leer, pintar. Entre muchas otras cosas. Llegó a un punto tal que ni siquiera querías salir de casa.
Lo cierto es que Chan paraba poco por casa con el último comeback. Las promociones se habían alargado más de la cuenta, pero siempre se aseguraba de que, cuando llegara, lo primero que hiciera fuera besarte en los labios y abrazarte fuerte, tan fuerte que a veces temías que pudieras romperte.
Él solo reía y seguía abrazándote como si fueras a desaparecer. Y en parte, lo estabas haciendo, pero muy dentro de ti. La ansiedad drena, drena la energía, drena la esperanza, drena hasta el amor. Y tenías miedo de arrastrarlo contigo al abismo que empezaba a crearse en tus pies. Por supuesto, Chan lo notó.
— ¿Qué te pasa?
— Nada.
Era la respuesta más común que salía de tus labios, una que ya se había hecho costumbre. Porque, ¿qué ibas a decirle? ¿“Me siento atrapada en el trabajo.”? ¿”Mi vida está estancada y no sé qué hacer.”? ¿”Me siento mal sin motivo aparente, de la nada, como si la vida hubiera perdido color.”?
No, Bangchan ya tenía suficientes problemas con su grupo. A veces lloraba delante de ella, en silencio, acongojado por la presión de llevar un grupo de siete personas aparte de él, de ser el líder, el responsable. Él también tenía mucho estrés. ¿Por qué iba a responsabilizarlo de alguien más?
Luego vinieron las discusiones unilaterales. La única persona que las iniciaba eras tú, mientras que Chan, el pobre, asistía a la riña mirándote con comprensión y dulzura. Eso te enervaba más. Lo entendía perfectamente cuando le pedías de mala manera que no dejara la cortina de la ducha dentro, porque le saldrían hongos. Cuando le decías que no mezclara la ropa de color con la blanca y que llevabas mucho tiempo diciéndoselo.
Y una noche, todo explotó. Te levantaste con un dolor muy fuerte en el pecho, como si te estuvieran partiendo por la mitad. Buscabas que el aire llegara a tus pulmones, sin éxito aparente, hasta que notaste unos brazos alrededor de tu cuerpo, cálidos. Los sollozos no tardaron en aparecer, grandes goterones de agua cayendo por las mejillas hasta las mandos del hombre que te sostenía como si tu vida dependiera de ello.
— Ya está, tranquila. —te susurraba con la cabeza apoyada en el hombro—. No te preocupes, estoy aquí.
— Chan… —gemiste, completamente desmadejada, ahora contra su pecho.
— Cuéntame que te pasa para poder ayudarte. —te pidió, sereno. Te rozó la mejilla con la palma de la mano, mientras veías que en sus ojos bailaba la promesa de no juzgarte. No podría.
Y se lo contaste todo. Que estabas atrapada en un trabajo que no querías, que tu vida estaba estancada y que habías perdido el rumbo. Que temías que un día se cansara de ti por ser así, por no ser una persona normal.
— Ni se te ocurra pensar en eso. —negó Chris—. No voy a dejarte. Mañana a primera hora iremos al hospital, pediremos cita con la psicóloga de Han y ya verás como todo se solucionará. No voy a dejarte sola con esto. Te quiero demasiado como para hacerlo, ¿sabes?
— Channie…
— Vamos a descansar. No pienso separarme de ti, ni esta noche ni ninguna. Salvo… que tenga alguna promoción en el extranjero. En ese caso haremos videollamada, ¿qué te parece?
La ternura de sus palabras causó una sonrisa sincera en tu rostro, y Chris bebió de ella como si se tratara de un náufrago que, tras días de búsqueda, ha encontrado un río del que beber. Te besó lentamente, concentrando todo el amor que sentía por ti en mover los labios contra los tuyos.
Te besó hasta que te sumiste en la inconsciencia de nuevo, mucho más tranquila.
Todo iba a salir bien.
© 𝘕𝘰 𝘦𝘴𝘵á 𝘱𝘦𝘳𝘮𝘪𝘵𝘪𝘥𝘢 𝘭𝘢 𝘤𝘰𝘱𝘪𝘢 𝘵𝘰𝘵𝘢𝘭 𝘰 𝘱𝘢𝘳𝘤𝘪𝘢𝘭 𝘥𝘦 𝘤𝘶𝘢𝘭𝘲𝘶𝘪𝘦𝘳𝘢 𝘥𝘦 𝘮𝘪𝘴 𝘰𝘣𝘳𝘢𝘴 𝘦𝘯 𝘯𝘪𝘯𝘨𝘶𝘯𝘢 𝘱𝘭𝘢𝘵𝘢𝘧𝘰𝘳𝘮𝘢.
#fanfic#bang chan#bangchan#stray kids#skz#han jisung#drabble#angst#masterlist#angst with a happy ending
8 notes
·
View notes
Text
Como me pesan las fechas a pesar de perder intencionalmente la noción del tiempo para no recordarlas. Mi buena memoria no cambia a pensar de atrofiarme la mente intentando olvidar cosas que no quisiera enfrentar, que no quisiera aceptar. Pensar en el suicidio de papá, en que terminamos justo por estás fechas, cuando yo lidiaba con cosas que no quería lidiar y termine por consumirme como alguno de tantos cigarrillos entre mis dedos. Esperándote alguna tarde y sabiendo que terminarías por comprender que era demasiado tarde para que pudiera arreglarse algo entre nosotros.
Y a veces me sigo aferrando a ideas absurdas, cómo a qué alguna vez serás la mujer con la que voy a casarme y todo podrá ser diferente.
Pero no será así, y me alegra no haberme ido a refugiar en un lugar donde no voy a dejar de sentirme vacío. Porque no voy a dejar de sentirme vacío así cómo así, lo más difícil de cambiar es que no es nada fácil y hay que enfrentar las situaciones, pase lo que pase, haga lo que haga. ¿Por qué entorpecería mi proceso escondiéndome de todo lo que he avanzado con todo y mis retrocesos?
Yo solo sé que por supuesto que soy suficiente. Que me escondo de aquello que me encuentra porque siempre espero encontrarme de nuevo contigo pero no merezco esperar entre las sombras mientras te diviertes por ahí con alguien más, no merezco esperar a que te aburras o notes que no estoy tan mal cómo para volver arrastrándome a ti. Aunque intente hacerlo, lamento ese último mensaje, y esa última llamada, aunque agradezco que no respondieras y no haber insistido. Y tal vez vuelva a suceder porque estoy pasando por estados emocionales catastróficos a cada hora que pasa. Me siento de mil y un formas y no me avergüenza porque me asustaba mucho el hecho de ya no poder sentir. Estaba perdiendo mis emociones, estaba perdiendo la razón. Y ahora la razón me habla mientras resbalan algunas lágrimas por mis mejillas.
No me engaño diciéndome que no te extraño porque lo hago, y quisiera haberte buscado desde hace mucho, y no me habría importado volver a ser una especie de títere y ceder ante cualquier cosa. Y volver a manipularnos mutuamente para quien que tanto. ¿Cuánto odio puede ocultarse en un amor enfermo? ¿Cuánta inseguridad en un apego tan fuerte, en un dependencia tan lasciva?
¿Cuánto tiempo pasará para que pueda aceptar el hecho de que simplemente te tengo sacar de mi vida? De la cuál ya estás fuera, pero ¿Cuánto tiempo pasará para entender que lo realmente importante es que te tengo que sacar de mi mente?
Porque durante el día mientras veo las nubes alguna me recuerda tu silueta y pienso quien te tomara de la cintura al caminar por la Avenida de regreso a casa.
Cuando miro la Luna pienso en quien te arreglará el cabello cuando ya estás demasiado ebria.
Y en noches cómo esta, cuando camino bajo la lluvia y mi tristeza se empapa conmigo pienso en quien te abrira la sombrilla y la detendrá mientras tú enciendes tu cigarro. Pienso mucho en ti, casi cuando hago cualquier cosa, por eso ya no pienso mucho, ni hago mucho, y cuando lo hago no aguanto mucho. Me lástima ver la Luna, me lástima caminar por la avenida y me lástima encender un cigarrillo en noches cómo está cuando me empapan mi tristeza y la lluvia.
Tengo que soltarte porqué aunque nunca demostré del todo lo vulnerable que soy ante ti, es obvio que lo soy y tal vez tenía sentido cuando de alguna manera el beneficio era proporcional al daño o al menos cubría la cuota mínima de la dosis de afecto por la que podía arrastrarme sin pensarlo hacía tus ojos.
El amor no es eterno, mi corazón no aguanta tanto y si sigo así, mis pulmones terminarán por colapsar en poco tiempo. Estuve evitando tanto tiempo esto, pero nos vemos en otra vida, o quizás no, pero tampoco en esta de nuevo. Supongo que avanzar no es posible si no tomas las desiciones más difíciles.
5 notes
·
View notes