Día gris en la ciudad de la furia
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confitería la Ideal. Ciudad de Buenos Aires. Argentina
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La práctica del escribir y plasmar la experiencia. Vertir las palabras como un vaso de agua formando un charco para no morir, para ser recuerdo.
En el tren pensaba en los stickers y estampitas plagados de dibujos peluche de animales con frases tales y como "Solo te amaré 3 veces: hoy, mañana y para siempre". Siempre me enternecieron o desarmaron, como elicitando una suavidad interior. Me recuerdan un estado del humano lejos de su oscuridad TragatierraDevoraUniversos, un lugar seguro donde existe la inocencia del querer por querer, del apreciar. Amor en estado puro sin metamorfosis libidinosas o interesadas.
Un espacio diferente separado por una membrana donde la humanidad se vuelve pequeñas criaturas animadas y juguetonas, lejos y sin saber de qué el otro lado está habitado por todos los lobos que alguna vez devoraron el sol.
Ya desconcertado por la música que emanaba de mis auriculares y el jugo de alma y cúrcuma que se evaporaba de mis poros gracias a fotones lejanos, divagaba en mis tripas mentales (desplazandome entre el lóbulo frontal y la amigadala exactamente) la coexistencia de Caín y Abel en la panza de cada hombre y mujer. Allí entre los restos de un guiso o una pizza los hermanos recreaban el dolor una y otra vez, la devoción y el amor, el asesinato y la sed sangrienta. El castigo enterrado siempre en un lugar entre el hígado, el intestino delgado y el estomago. La ternura infinita de la empatía, la de mí ser llorón que abraza el todo, y la veneración putrida-salvaje de la violencia.
Todos gruñimos entre lágrimas y gotones de sangre bruxados previamente.
Me levanté y fui succionado al andén por el vacío que se generó al abrir las puertas. Igual que el resto en la fila de hormigas.
Las calles de Retiro son una trompada seca para terminar de despertar de ese estado de somnolencia idiota post siesta: Apenas hice girar el molinete con mí cadera, apenas pise la calle, me arme de la caparazón, del escudo blindado. Mostraba los dientes y fruncía el seño usando el amplio espesor masculino de mis cejas. Empareje mí caminar, hasta ese momento chueco por un golpe en mí dedo meñique derecho.
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SOS Universidades nacionales - Ciencias exactas en lucha, septiembre 2024.
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