#chico dorado
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xiao zhan appreciation [82/ ∞]
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"Los Olvidados" es considerada la cinta culpable del declive de la época de oro.
Estuvo sólo tres días en cartelera, la prensa y la clase alta estaban vueltas locas, querían quemar a Luis Buñuel y todo lo que oliera a él.
Era 1950 y el cine mexicano estaba en su esplendor , el cineasta español Luis Buñuel ya tenía éxito, pero estaba enamorado de nuestro país, grabada en Nonoalco, en lo que entonces eran los límites norteños de la Ciudad de México. Y tenía un propósito, una visión desgarradora de los niños de la calle en las grandes urbes; Aquellos de los que nadie habla, los que callan, los olvidados.
CINE
El poeta Octavio Paz escribió: “Pero Los Olvidados es algo´más que un filme realista. El sueño, el deseo, el horror, el delirio el azar, la porción nocturna de la vida, también tiene su parte. Y el peso de la realidad que nos muestra es de tal modo atroz, que acaba por parecernos imposible, insoportable. Y así es: la realidad es insoportable; y por eso, porque no la soporta, el hombre mata y muere, ama y crea”.
Su nombre original era "La Manzana Podrida" y en realidad, no tenía ningún nombre de peso, se tenía a Estela Inda, Miguel Inclán y Alfonso Mejía, además de un grupo de niños comandado por Roberto Cobo, un chico que había salido como extra en varias cintas y un día que audicionó para una película de Tin Tan se enteró que Buñuel estaba entrevistando para su nuevo filme, hizo la audición y se quedó con el rol de “El Jaibo”.
DORADO
Sin embargo, desde su inicio, la cinta tenía problemas, dentro y fuera. El productor Oscar Dancingers se opuso a que se incluyeran muchos detalles que resultaban amorales; Jorge Negrete, líder del Sindicato de Actores, quería evitar su grabación e instó a técnicos y camarógrafos a abandonarla; una de las peinadoras renunció por la escena en que la madre de Pedrito, le niega la comida.
Pedro de Urdimalas, escritor de la cinta al lado de Buñuel, pidió que su nombre no apareciera en los créditos y en la primera función privada que se hizo, Lupe Marí, esposa de Diego Rivera, y Bertha, esposa de León Felipe, reclamaron al director que era un miserable y lo que mostraba no era México. David Alfaro Siqueiros por su parte aplaudió el trabajo asegurando que Luis era un genio nacido para el cine.
MX
Los Olvidados era la primera producción sería de Luis Buñuel y quería hacerlo todo al máximo de sus posibilidades, la filmó en 21 días entre el 6 de febrero y el 9 de marzo de 1950, pero aunque la cinta es posiblemente una de las más galardonadas de su cine, él solo recibió dos mil dólares por ella y no pudo participar en las ganancias de la misma.
Ante las críticas, Buñuel respondió durante una entrevista que estaba orgulloso de su filme “La libertad total no existe, yo jamás he sido libre, yo soy libre cuando cierro mis ojos y estoy conmigo mismo sin que sepa que ya estoy viejo; El sistema de inconformidad es esa tendencia a romperse la cabeza por recuperar la propia libertad, lo que es imposible, es por tanto una inconformidad permanente de la realidad exterior”.
En los albores de los 50, el presidente mexicano Miguel Alemán estaba planeando la industrialización en el país, para dejar atrás la agricultura como primera fuente de recursos de los nacionales, pero el cine estaba en su apogeo, por ello las reacciones ante la cinta eran tan violentas.
Se tiene registro de que algunos cines fueron destruidos por los asistentes al estreno en noviembre de ese 1950, los fanáticos salían furiosos, la llamada “Liga de la Decencia” intentó expulsar a Buñuel del país y aunque no lo lograron, el director si dejó el territorio.
CINE
A pesar de los múltiples problemas, Luis Buñuel estrenó su cinta en Europa y la crítica mexicana tuvo que aceptar la gran equivocación cuando el gran jurado del Festival de Cannes le dio el premio como Mejor Director en 1951.
La película tiene una trama dura, y a diferencia, por ejemplo de "Nosotros los pobres" no busca causar lástima sino presentar una realidad diferente a la que se creía que existía en el país.
La historia nos lleva por los barrios más pobres de la Ciudad de México, donde los niños de la calle son una plaga para las altas esferas de la sociedad. Jaibo (Roberto Cobo) es un adolescente que escapa de un correccional para reunirse con Pedro (Alfonso Mejía). En presencia de él, Jaibo mata a Julián, el muchacho que supuestamente le delató. También intenta robar a un ciego (Miguel Inclán) al que finalmente maltrata. Acompañados de Ojitos y Meche (Alma Delia Fuentes), el destino del Jaibo y Pedro están marcados por la muerte."
DORADO
Para muchos expertos en cine de la época consideran que la película terminó con idiosincrasia qué se tenia de México en el extranjero, México había pasado de ser la nación rural donde el romanticismo ranchero era el emblema, las comedias rancheras pasaron a ser del pasado, para dar paso al verdadero país que se tenia olvidado, una sociedad muy corrompida.
Sin embargo la nueva forma de hacer cine gracias al ojo del director Buñuel, con el paso de los años se fueron realizando producciones crudas sobre la sociedad mexicana.
MX
Si bien el termino de la era dorada del cine fueron más factores internos y externos, como la sobre explotación de comedias rancheras, la pobreza de recursos y el que Estados Unidos de alguna manera haya retomado la industria cinematográfica después del conflicto mundial.
epoca de oro Los Olvidados luis buñuel
Cine Mexicano Cine Dorado Mx
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Feliz cumpleaños chico dorado ❤️
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Datos Curiosos 2
11. Poppy suele juntarse a veces con Suki y Cooper (más con Cooper que con Suki) tratando de hacerse más amigo de la DJ y así tratar de averiguar más sobre Branch (y con suerte lograr ser su amigo finalmente), pero fuera de una que otra palabra o invitación a fiestas, tanto de invitada como para DJ, Suki solo considera a Poppy un conocido y el crush de su hermana
12. En la primera sesión de entrevista de Kismet (esas que suelen haber con varios paparazis y reporteros) todos estuvieron muy nerviosos al inicio, aunque esos nervios pasaron a ser fastidio cuando los reporteros preguntaron si alguno de los chicos salía con Nixie o si Nixie estaba saliendo con alguien por enésima vez
13. Cuando Brozone escucho los rumores de una nueva banda pop adolescente al principio le restaron importancia (JD incluso se burló diciendo que eran solo otra pobre imitación de ellos) pero tras ver el primer video musical de la banda y meses después un concierto (seguido de las ventas de la música de Brozone bajando repentinamente) empezaron a pensar que ahora sí que tenían competencia
14. Las otras tribus también están, siendo de ciudades cercanas a Pop City, siendo Volcano Rock City (específicamente su preparatoria) la que tiene una gran rivalidad (unilateral por razones obvias) con Pop City teniendo un largo historial de altercados/vandalismo por parte de cierto grupo de estudiantes
15. El logo de BroZone es el nombre de la banda con Bro en color cian (el tono de piel de los hermanos) y Zone en color dorado con efecto de rayo, mientras que el de Kismet es una estrella de cinco puntas con los colores de cada miembro en cada punta de la estrella y con el nombre de la banda en medio escrito con purpurina blanca iridiscente
16. El mayor sueño de Poppy es conseguir un autogrado de Brozone y Kismet y una entrevista con Nixie (y quizás una foto autografiada y muy probablemente un beso en la mejilla xD)
17. Branch considera a Kismet como su segunda familia después de la de Suki y el sentimiento es mutuo por parte del cuarteto, los cinco son hermanos y nadie les dirá lo contrario
18. Si le preguntas a Branch como se sintió en su primer concierto (tanto en grupo como en solitario) ella te dirá que no estuvo tan mal, si le preguntas a Kismet o a Suki te dirán que la pobre casi sufrió un infarto y un colapso mental al mismo tiempo
19. Cooper y Poppy son muy buenos amigos y la mayoría del tiempo se llevan muy bien, pero a veces Cooper debe aguantar las ganas de voltear los ojos cuando el pelirosa divaga sobre Kismet, Creek, ideas para invitar a Branch a su siguiente fiesta o las tres anteriores al mismo tiempo a velocidad imposible
20. Branch paso varias noches en vela junto con Suki para crear la personalidad y apariencia de Nixie y ambas están felices con el resultado final
Bien aquí tienen mas datos curiosos de mi AU y en estos días CREO que subiré una encuesta algo diferente, ya les daré los detalles cuando la publique, pero por ahora ya saben, encuesta en unos días junto con más datos curiosos
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Mini shots HOTD (Oscar, Addam, Jace)
Masterlist de mi autoría
Contenido: Shots cortitos de personajes variados.
Parte 2
Oscar: *el nuevo lord Tully había convocado a los señores de Riverlands a Raventree por pedido de Daemon, y por si ya no estaba bastante nervioso, ver a cierta lady entre la multitud terminó de desorientarlo*
—Lo hiciste bastante bien.—
Oscar miró a la chica que se acercaba a él con una leve sonrisa, se paró firme enseguida.
—Buenas tardes, ____... ¡Señorita!... ¡Milady!—cerró los ojos por un segundo, sintiéndose tonto.
—____ esta bien, somos amigos después de todo.—
¿Lo eran?
Oscar había conocido a la chica por su hermano Kermit y su mejor amigo Ben. El par de adolescentes iba a todos lados juntos, y para coronar el grupo, la joven de hermosa sonrisa. Los tres eran inseparables, y por eso cierto día Oscar se topó con ella. Se enamoró a primera vista.
Pero ante los ojos de ____, Oscar siempre sería el hermano pequeño de Kermit. Y el niño temía que eso nunca cambiara.
—¿A qué... Viniste?—
—Ah, mi abuela esta algo enferma, y como soy la heredera, vine a cubrir su lugar.—____ quitó aquel broche dorado de su vestido y se lo extendió—. La casa Waves esta a su servicio... Milord.—Oscar tomó la pequeña flor de loto con cuidado, como si le hubiese dado un tesoro—. Ir a una guerra... Suena divertido. Por cierto, ése era tío de Benny ¿Crees que le agrade ver que mataste a su familia?—
Lejos de asimilar el obvio problema que tendría con Benjicot, Oscar estaba preocupado por otra cosa.
—... No me gustaría incluirte en la batalla de ser posible.—____ lo miró confundida ante su repentina negativa.
—¿Por qué no? Soy una arquera increíble.—
—No quiero que salgas lastimada.—
—¿Tú irás?—
—Eso corresponde.—
—En ese caso tú no deberías tampoco, podrías salir lastimado.—
—¿porque soy pequeño?—
—¿Y yo? ¿por ser mujer?—lo miró divertida.
—N-no, no es por eso. Yo-
—Vamos juntos, Oscar Tully.—acunó su mejilla con cariño—. Yo te cubriré la espalda y tú cubrirás... Mis tobillos, enano.—pellizcó su mejilla.
—... ¿Tratas de enano a tu lord?—
—No~ trato de bajito a un amigo... Milord.—hizo una vaga reverencia antes de comenzar a alejarse.
Esa tarde, al volver a su hogar, Oscar le consultó a sus consejeros qué tan posible era conseguir la mano de la joven sonriente.
Ya no era un deseo, era una necesidad.
Addam: *cuando el bastardo fue invitado a Dragonstone, no solo quedó fascinado por la fortaleza, sino también por la joven que le enseñaba alto valyrio*
—¿Lo repites?—
—¿Qué cosa?—____ miró al joven a su lado, quien la miró con una tonta sonrisa.
—¿Me esta escuchando, señor?—
—Cada palabra, señorita... ¿cómo se dice "eres hermosa" en alto valyrio?—La chica sonrió apenas.
—Bruma es macho, dígale que es hermoso.—
—Ah, es que pensaba decírselo a una persona, no al dragón.—
—¿A quién?—
—Secreto.—
—Bueno, mientras no sea alguien de la fortaleza... Están terminantemente prohibidas las relaciones sentimentales entre miembros de Dragonstone. Se los destierra.—El chico borró su sonrisa enseguida, sintiendo el terror de haberse metido en problemas. ____ no tardó en reír por lo bajo—. Solo lo molestaba, señor... Creo que una frase muy bonita que decirle a una persona querida es.. "Ñuho prūmiā iksā"*—
—¿Y que significa?—
—Sigamos estudiando y lo sabrá.—
Addam sonrió enseguida, y ____ sintió que era la sonrisa más bella que había visto en su vida.
(Estás en mi corazón*)
Jace: *cuando la bastarda reclamó a la joven dragona Lemillia, Jace se sintió sumamente ofendido, y no tardó en reclamarle a su madre*
—¿Ahora los plebeyos reclaman dragones?—
____, quien había estado hablando con la reina, volteó al escuchar aquello.
—Necesitamos jinetes, ahora tenemos una. Valiente y predispuesta a servir en la causa.—Rhaenyra miró a la joven.
—Que no le preocupe mi situación de pobre plebeya, príncipe.—soltó con sarcasmo—. Estoy aquí para servir, y para cuidar de Lia... no quiero que me aparten de ella.—
—... Los bastardos no deberían reclamar nada.—la chica resopló con gracia.
—Irónico ¿No?—Jace se acercó a la joven, quien no se sintió intimidada para nada—. ¿Mi cabello castaño ondulado no es de Targaryen? ¿Mis ojos negros? ¿Son requisitos claves?—Jace se desinfló enseguida—. Bueno, a usted no parece afectarle.—
—Suficiente.—Rhaenyra intervino al ver que los chicos se alteraban con todo eso—. ____, puedes ir a descansar. Mañana empezarás con tus clases de idioma.—
—Gracias por todo, mi reina.—____ hizo una reverencia—. ¿Podría ver a Lia un ratito? Hoy no la vi por estar entrenando.—
Rhaenyra miró a su hijo, y decidió hacer algo arriesgado.
—Jace ¿Podrías acompañarla?—el chico no contestó—. Por favor...—rodó los ojos, asintiendo desganado.
El camino fue incómodo, ninguno decía nada y el silencio era horrible. Cuando llegaron a la fosa, Jace se mantuvo atrás, y la joven avanzó hasta el final de la pasarela. Tarareaba una suave melodía, y suaves silbidos terminaron por resonar en el lugar. Entonces apareció.
La elegante criatura amarillenta surgió de la oscuridad, acercándose enseguida a la chica. ____ acarició su hocico con un amor infinito, y Jace pensaba en cómo pudieron llegar a esa afinidad en los breves días que llevaban conociéndose.
—Sé lo que piensa, príncipe.—____ volteó hacia Jace, quien comenzó a acercarse a ella—. Pobres bastardos plebeyos reclamando dragones... Arruinaremos la imagen de su casa... Y por un lado, es un punto válido.—Le dio espacio para que acariciara a la dragona—. ¿Teme que alguno de nosotros intentemos reclamar el trono?—Jace, quien estaba enfocado en el dragón, la miró—. Por mi parte eso no pasará... Conozco mi lugar. Y es junto a Lia, sirviendo a su madre... Y posteriormente a usted, cuando ascienda al trono.—sonrió apenas—. Cuando aprenda a ser una jinete, claro. De momento solo puedo ofrecerle mis servicios de costurera... ¿Quiere un nuevo traje?—Jace no pudo evitar reir, y la situación entre ambos se sintió más liviana.
—Ya veo porqué Lemillia te eligió.—
—¿Por ser la bastarda de la bastarda de tu bisabuelo?—lo miró divertida, alzando las cejas.
—Porque eres una buena persona... Una que no merecía mi desprecio. Lo lamento.—
—No se preocupe, entiendo su frustración... ¿amigos?—le extendió la mano, pero entonces dudó—. ¿Es legal tocar su mano? ¿O perderé la cabeza por siquiera intentarlo?—Jace sonrió, y estrechó la mano ajena. Era suave. Cálida.
—Amigos...—
Aunque tal vez no por mucho tiempo...
#español#hotd#house of the dragon#hotd fandom#addam of hull#oscar tully#jace targaryen#jace x reader#jacaerys x reader#oscar tully x reader
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Tonight’s libation is a Dr Funk cocktail. Ending the day with the Dr.s prescribed solution to almost everything.
1 oz Goslings Black Seal Bermuda rum
1/2 oz El Dorado Demerara rum
1/4 oz Absinthe Ordinaire
1/2 ox lemon juice
1/2 oz line juice
3/4 oz Libre Grenadine
Shaken with crushed ice, open poured into a low ball and topped with an oz of Topo Chico.
#cocktail#Dr Funk cocktail#goslings#rum#El Dorado Demerara rum#absinthe#absinthe ordinaire#Libre grenadine#spade &archer#Joe Gores
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Ohi there!
I made this u/n forever ago so ill probably keep it no matter the answer to this, but I've always wondered if it should be 'chic@ con pelo rosado'? Or maybe better 'de pelo rosa(do)'? It just feels... awkward to me, but I can't place my finger on it.
I know there are words for the 'hairèdness' of someone (e.g. moren@, rubi@, etc.), for lack of a better term, but since it's not a natural color (on hair or in general), I'm not sure how that would work. I've always wondered how accurate it was lmao
(Also side note, which article do you use for gender neutral lmao is it 'l@'?)
First, it could be either
chico con pelo rosa / rosado is "boy with pink hair"; and chico de pelo rosa / rosado is "the pink-haired boy"
Both are acceptable, but the de kind of makes you think of using a hyphen
Note: You may also see el cabello used for "hair" when it's specifically hair on the head
But you're right that there are certain words for hair colors:
rubio/a = blond
pelirrojo/a = red-head, "ginger"
moreno/a = dark-haired / brunette de/con cabello/pelo castaño = brown-haired
de/con pelo/cabello caoba = auburn-haired
cano/a = white-haired, gray-haired [as opposed to pelo cano or pelo blanco / gris]
de/con pelo/cabello negro = black-haired pelinegro = black-haired [less common still used sometimes]
This also applies to hair texture/length... corto/a "short", largo/a "long", liso/a "smooth/straight (hair)", rizado/a "curly/wavy", and calvo/a "bald"
-
Two options for gender neutral - the @ makes the most sense in writing when you're including everyone not specifically talking about a particular person like tod@s is "everyone (male and female)", or el/la chic@ maybe
The way a company might do it is to include both: un/una alumno/a "a student" for example, or se busca un/una empleado/a "looking for an employee"
The other way a company or someone official might do it is to include both options; damas y caballeros "ladies and gentlemen" or todos y todas "everyone"
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Less official but still used especially by the younger generation and for times when you are really talking about one person in particular: the general idea for gender neutral is the use of -e
So it would be le chique "the young person" gender neutral
For non-binary groups, it would probably be les chiques or saying todes "everyone". I would tend to assume it works like feminine does that nosotras "we" is for only women in the group, nosotros is either a mixed group or all men... so nosotres would be like everyone NB, but in a mixed group I would expect to see nosotros
And so it would be rubie, pelirroje, morene, cane etc.
But be really careful because depending on where you're saying/using it, it might not be regarded as correct or you might be mistaken for using French or Italian
The "default" way to talk about someone non-binary or gender neutral is either to assume masculine until proven otherwise, or to use gender neutral language that's a bit impersonal... such as la persona que tiene (el) pelo/cabello negro "the person that has black hair", or alguien con (el) pelo/cabello azul "someone with blue hair"
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Side Note just in case you were confused rosa can be used as "pink", rosado/a is more explicitly the adjective form "pink" or "rosy". They are both correct as adjectives, just that rosa doesn't change for gender so it could confuse some people
I know in my textbooks for colors they wrote anaranjado/a "orange" [lit. "orange-y"] instead of naranja "orange", and they wrote rosado/a "pink" instead of rosa
When using an actual noun as an adjective, they don't change gender; so la rosa is "rose", el rosa is "the color pink", rosa is just pink
You can also see this with caoba "mahogany" or "auburn", plata "silver" [as opposed to plateado/a], oro "gold" [instead of dorado/a "golden"], bronce "bronze" [instead of bronceado/a "bronzed / tanned"]
And some other words like márfil "ivory", ébano "ebony", castaño "brown/chestnut", café or color café "coffee colored" aka "brown", or something like lila "light purple" and turquesa "turquoise"
All colors are masculine when talking about them; all colors taken from nouns will not change as adjectives - la camisa turquesa "turquoise shirt" vs. el abrigo turquesa "turquoise coat" for example... And la turquesa means "turquoise" often the gemstone, and el turquesa means "the color turquoise"
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Hijos de la princesa Rhaenyra Targaryen & Davos Blackwood
El Príncipe Royce Blackwood es de temperamento voluble, orgulloso y testarudo, y para algunos es incapaz de olvidar una ofensa.
Según algunas personas Royce es incapaz de sentir respeto alguno por sus tíos Aegon, Aemond y Daeron y la reina Alicent Hightower. Algo que también lo motiva a odiarlos es por sus creencias en los nuevos dioses.
Algunos comparan su personalidad con la de su tío abuelo Daemon Targaryen, pero otros dicen que el príncipe Royce es incluso más cruel.
Royce Blackwood está casado con Princesa Martell.
Apariencia:
Tiene rasgos típicos valyrios, pero sus ojos son de un morado oscuro que parecen negros.
Creencias:
Antiguos dioses
Personas que más admira:
Sus padres
Espada:
Fuegoscuro
Dragón: nombre desconocido
El príncipe Brynden Blackwood es una persona tranquila y observadora. A pesar de poseer esas características las personas suelen tener miedo de él. El príncipe Royce estuvo perdido por algún tiempo más allá del muro, y al volver a los brazos de su madre, este era alguien completamente diferente.
El príncipe Aemond insultó y agredió a su sobrino Roland, causando que su hermano mayor, el príncipe Brynden, interviniera. En medio de la riña, un cuervo se abalanzó contra Aemond para atacarlo,sacándole un ojo.
Según la reina Alicent Hightower es un brujo que bebe sangre de inocentes.
Según otros es capaz de ver lo que sucede en la fortaleza roja a pesar de vivir a miles de kilómetros. Él fue quien dio aviso a su madre sobre los planes de usurpación.
Brynden Blackwood está casado con Lady Rhaena Targaryen
Apariencia:
Tiene el cabello negro, ojos rojos, piel pálida y nariz aguileña.
Creencias:
Antiguos dioses
Personas que admira:
Desconocido
Poderes:
Cambiapieles
Dragón: nombre desconocido
El principio Roland Blackwood es el más dulce y agradable de sus hermanos. Cualquiera que hable con él será testigo de su sencillez. Aunque sea una persona buena puede ser desagradable cuando alguien habla mal de su familia, en especial de su madre.
Roland Blackwood está comprometido con Lady Tyrell.
Apariencia:
Tiene rasgos típicos valyrios
Creencias:
Antiguos dioses- dioses Valyrios
Personas que admira:
Hermanos y a sus padres
Dragón: Nombre desconocido
El príncipe Alyn Blackwood es un chico tranquilo al que le gusta leer, cantar y tocar instrumentos. Ama las leyendas que hablan sobre los verdevidentes y los hijos del bosque.
A pesar de no ser considerado un guerrero demostró en más de una ocasión que puede ser bueno con la espada.
El príncipe Alyn Blackwood está casado con Lady Manderly
Apariencia:
Cabello negro y ojos lilas
Personas que admira:
Desconocido o podría ser los verdevidentes
Creencias:
Antiguos dioses
Dragón: Sin nombre, es de color plateado .
El príncipe Roderick Blackwood es un chico reservado que en muy pocas ocasiones habla sobre sus pensamientos u opiniones. Al ser tan reservado las personas olvidan que se encuentra en la habitación. Es capaz de utilizar cualquier detalle en contra de su enemigo.Es la voz de la razón entre sus hermanos y el mejor estratega entre ellos.
Según las personas, el príncipe Roderick y su hermano, el príncipe Brynden poseen ojos y oídos en todo el reino.
El príncipe Roderick Blackwood está comprometido con Lady Celtigar
Aspecto:
Su cabello es un poco más dorado que el de sus hermanos, sus ojos son de un lila demasiado claro.
Creencias: Antiguos dioses
Personas que admira: desconocido
Dragón: desconocido
La princesa Alyssa Blackwood es una princesa con apariencia dulce y sofisticada, pero tiene el carácter de su madre cuando está era joven. Alyssa huyó de rocadragón junto a su dragón al enterarse que se casaría con un hombre que se comportaba más como un septo que como un lord. La princesa Rhaenyra y Davos buscaron a su hija durante días cerca de Harrenhal en donde fue vista por última vez. Alyssa volvió a Rocadragón un par de días después de su búsqueda.
Al volver, la princesa solicitó ver al hombre con quién se iba a comprometer. Ella trató de respetar el acuerdo, pero cuando esté insinuó que ella tendría que abandonar a sus dioses, la princesa entró en cólera e intentó quemar el septo.
El matrimonio fue anulado porque ambas partes no estaban dispuestas a renunciar a sus respectivos dioses.
*Según algunas personas la princesa estuvo en la isla de los rostros rezando a los antiguos dioses para que lord Bracken muriera.
La princesa Alyssa se casó con Lord Stark
Apariencia:
Rasgos típicos valyrios
Creencias:
Antiguos dioses
Personas que admira:
Su hermano mayor, el príncipe Royce Blackwood.
Dragón: Nombre desconocido. Dragona de escamas rojas y negras.
Nota 📝: Sería interesante ver que los hijos de Rhaenyra y Alicent se llevan mal no solo por peleas de sus madres sino que también por la religión. De los hijos de Rhaenyra y Davos que son más propensos a odiar la fe de los siete es Royce y Alyssa quienes tienen una personalidad retorcida como la de su padre.
Aquí Rhaenyra es creyente de los antiguos dioses por tres motivos:
1.- Las plegarias de tener un bebé nunca fueron escuchadas.
En el primer matrimonio de Rhaenyra rezó día y noche a los nuevos dioses para poder tener un niño sano lo cual nunca sucedió. Ningún embarazo llegaba a término.
2.- Alicent la fiel defensora de los siete.
Con la fe en sus dioses pendiendo de un hilo no fue más que abominable ver todo el castillo plagado de los dioses que le habían fallado.
3.- Comenzó el acercamiento a los antiguos dioses.
La princesa que estaba dudando de su fe se acercó a los antiguos dioses. Al principio lo hizo para desahogarse después para pedir su ayuda. Todo lo que pedía se hizo realidad.
(un esposo fiel y competente, hijos sanos y valientes)
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Bruce es el celoso de la relación.
No tengo pruebas pero tampoco dudas.
Bruce Yamada es el chico dorado de Denver, es el niño amable y servicial que toda madre quisiera tener. Bruce Yamada es ejemplo de un alumno ejemplar de todos los maestros.
Es un deportista nato con el que sueñan todas las chicas de la escuela.
Bruce Yamada es el chico perfecto.
Aunque tiene un pequelo defecto...
Es totalmente celoso respecto a su novio: Vance "Pinball" Hopper".
Bruce Yamada es el chico perfecto pero puede ser la pesadilla viviente de cualquiera que se acerque a Hopper con intenciones no tan platónicas.
Finney, a pesar de que ya se haya aclarado todo la confusion que habia del porque de la amistad de él y Hopper, aun siente un poco de pánico al pasar junto a Bruce.
____________________________________
Bruce is the jealous one in the relationship.
I have no proof but no doubt either.
Bruce Yamada is Denver's golden boy, he is the kind and helpful child that every mother would like to have. Bruce Yamada is an example of an exemplary student of all teachers.
He is a born athlete that all the girls at school dream about.
Bruce Yamada is the perfect guy.
Although he has a small flaw...
He is totally jealous of her boyfriend: Vance "Pinball" Hopper.
Bruce Yamada is the perfect guy but he can be the living nightmare of anyone who approaches Hopper with not-so-platonic intentions.
Finney, even though all the confusion about the reason for his and Hopper's friendship has now been cleared up, still feels a little panic when he passes by Bruce.
#the black phone#finney blake#robin arellano#finney x robin#pelicula#robin x finney#finbin#terror#bruce x vance#vance hopper#bruce yamada#brance
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Entre muros y silencios (Parte 3)
by Aris
5.432 palabras
Ao3 Wattpad
—Hemos tenido un clima estupendo ¿No te parece? —le comentó Manuel al perro que lo acompañaba caminando distraído por el pasillo, una costumbre que había adquirido hace un tiempo.
Lo decía en serio. Las nubes y la niebla seguían mayormente presentes, claro, pero la prolongada falta de temporales capaces de abrir huecos en los muros era algo que no le pasaba desapercibido. Incluso el diluvio desatado tras la llegada de Francisco había durado apenas unas horas antes de menguar y estabilizarse. Eso tenía a la gente de buen humor, esperanzados en que los frutos alcanzaran a cuajar y los techos a cubrirse antes de que asomara el próximo aguacero.
Él también se encontraba de un humor particularmente bueno. No que acostumbrase a estar molesto, solo pensó que sería diferente con la imprevista adquisición de su nuevo esposo, pero lo cierto era que las cosas con el príncipe iban bien. Inesperadamente bien.
Francisco era fácil de tratar. El miedo que exudaba del joven tras su llegada fue decayendo rápido, o al menos lo suficiente para hacerlo espabilar. Todavía se le veía nervioso y melancólico a ratos, pero se esforzaba por adaptarse a la vida del castillo, mostrar buen humor y ser útil, por lo que Manuel se esforzaba también en hacerle las cosas más llevaderas y atender a sus inquietudes de mejor manera que esa primera mañana en el comedor, cuando estalló en carcajadas como no se había reído en mucho, mucho tiempo. O cuando al día siguiente se despertó con el muchacho instalado en su puerta.
“—¿Ropa nueva? —Repitió Manuel con acidez.”
Reconocía que no había reaccionado de la mejor forma ante la primera solicitud de Francisco. Pero en ese momento le había parecido una petición odiosamente estúpida, como si el otro no fuera capaz de entender que las mantas apolilladas y manchas de humedad no eran simples decoraciones para crear ambiente. O tal vez lo había notado y solo estaba siendo un bastardo malcriado. Como fuera, estaba más que dispuesto a pensar lo peor de él.
“—Sí, es que- bueno, verá… —balbuceaba el chico evitando su mirada y frotando nervioso sus manos. Al menos tenía la sensatez de mostrarse avergonzado—. La que traje no es apropiada para este ambiente.
—¿Demasiado elegante para sus tareas mundanas, alteza? —siseó Manuel, listo para asestarle unas cuantas bofetadas verbales al chiquillo si le daba la oportunidad, pero por suerte Francisco se apresuró en poner paños fríos.
—Le aseguro que no es nada de eso. —dijo con suavidad, alzando las palmas frente a él en son de paz—. Pero la señora Marta me advirtió que podría pensar eso en cuanto se lo mencionara. Me aconsejó que mejor debía enseñarle la magnitud del problema.
Eso apaciguó enseguida a Manuel. Si Marta había considerado el tema digno de su atención, entonces debía de ser así. Ya más calmado, acompañó a Francisco hasta su recámara y comprendió que tenía toda razón.
—¿Se supone que esto es… una camisa? —preguntó Manuel, alzando con la punta de los dedos la supuesta prenda. Era un trozo de tela semitransparente surcada por varios hilos dorados y piedras brillantes. Relucía al contacto de la tenue luz de la mañana como si un firmamento de estrellas estuviera cosido a ella, o como si le hubiesen arrancado las alas a un millar de libélulas para prenderlas a una lujosa red.
Francisco bufó, a la vez avergonzado y divertido por sus reacciones y creciente espanto ante el desventurado guardarropa que abarrotaba sus baúles.”
El muchacho le había explicado que se trataba de la última moda en la corte en cuanto a ajuar de novios: telas finas y delicadas repletas de encajes y suntuosas terminaciones; cortes ceñidos al cuerpo, pero de vaporosas mangas; amplios escotes en pecho, espalda y otro buen tanto de sugerentes transparencias. Se notaba que estaba pensado para un clima mucho más cálido, y para enmarcar bellamente su figura e incitar el deseo de su pareja.
Nada de eso le serviría allí. Así que Manuel enseguida le encargó a Marta hacerse cargo del asunto y asegurarse de que Francisco tuviera ropa adecuada, algo práctico y cómodo para el ambiente y vida en el castillo, no fuera a ser que los demás lo acusaran de traer a su esposo en harapos.
A partir de ese momento, y como consecuencia de esa situación, su predisposición hacia el príncipe cambió y una especie de relación cordial comenzó a florecer naturalmente entre ellos, aunque era Francisco quien buscaba constantemente su compañía, como un patito aferrándose a lo primero que había visto al aterrizar en ese nuevo mundo.
Por lo general Manuel se las arreglaba para despachar pronto a cualquiera que lo importunara por demasiado tiempo, pero resultó que no le molestaba la presencia tranquila de Francisco a su lado.
El príncipe solía instalarse todas las tardes en los futones a la esquina de su taller mientras Manuel trabajaba reparando artefactos dañados o preparando ungüentos en el mesón, y se dedicaba pacientemente a remendar calcetas, pantalones y sábanas, o pulir botas y cacerolas, actividades que jamás hubiera imaginado que realizaría de buena gana. Cuando se aburría de pincharse los dedos con la aguja daba algunas vueltas inspeccionando los estantes. Manuel lo observaba de reojo, notando como los ojos del chico se iluminaban o sus cejas se alzaban al dar con algo interesante. A veces cogía frascos, estatuillas, o uno que otro libro, y pasaba los dedos por las ajadas y amarillentas páginas, hojeándolos hasta que el polvo que se levantaba de ellas lo hacía estornudar.
Era un poco adorable, de una forma sencilla y desarmante, y Manuel no podía evitar sentir cierta ternura creciente hacia él.
Eso lo conflictuaba sobremanera. Hubiese preferido que le diera motivos para rechazarlo, que se comportara con arrogancia y altanería hasta hacerse insufrible, para así poder seguir alimentando el desprecio instintivo que sintió al verse tan inesperadamente enlazado a él. Hubiera querido que le diera la excusa perfecta para poder volcar todo el resentimiento que sentía por esa despreciable familia sin culpas sobre él. En cambio, se veía obligado a lidiar con un frustrante conflicto de emociones, donde una parte de él quería mantenerlo lo más apartado posible, y la otra se hallaba incapaz de negarle el acceso a través de las barreras que inútilmente intentó levantar entre ellos.
También estaba el tema de la magia.
La dinastía de los Burgos había prosperado a costa de su linaje y de su gente, usando artimañas para mantener abierto el flujo de magia que era drenada de sus tierras temporada tras temporada. Sin embargo, hace semanas, desde que trajo al príncipe consigo, Manuel sentía su presencia intensificándose. El cambio era débil todavía, casi imperceptible, pero estaba retornando. Notaba que el aire a su alrededor se volvía un poco más denso cada vez que se concentraba; que la carga en la tierra, en las rocas y en las plantas estaba cambiando; que al despertar tenía un cosquilleo en la punta de los dedos, como si su antiguo poder hubiese vuelto durante sus sueños.
“El trato se ha cerrado y la vida puede seguir su curso…”
No había sopesado realmente las implicaciones cuando pronunció esas palabras, aturdido como estaba por lo reciente de la situación. Pero ya con la mente más clara comenzaba a entenderlo: el flujo se había cortado por fin. Después de siglos, el antiguo equilibrio volvería a sus tierras, y no sabía de qué formas extrañas les afectaría. Cómo le afectaría a él.
Se detuvo a medio pasillo al notar una silueta difusa caminando en el jardín trasero.
—¿Cómo fue que llegó allí? —No tuvo que pensar mucho para darse cuenta que se trataba justamente del joven que últimamente poblaba todos sus pensamientos y reflexiones. Nadie iba por ese sector ya que no había huertos ni nada útil que hacer, era simplemente un antiguo paseo abandonado y olvidado en el tiempo.
Lo observó por un rato en silencio a través de la ventana. Estaba a una distancia considerable, pero incluso desde allí podía notar el semblante triste y melancólico del chico mientras se envolvía a sí mismo con los brazos.
Eso bastó para ponerlo en marcha nuevamente.
-o-
—¡Pero por la miéchica! ¡Córrete bestia! —rezongó Muriel al tropezarse otra vez con uno de los perros que rondaban en la cocina, esperando por caricias o cualquier pedazo de comida que cayera de los mesones al suelo.
Francisco escondió una sonrisa escuchando a la anciana despotricando mientras el enorme perro negro y lanudo solo se estiraba perezosamente en el mismo lugar, haciéndole más difícil avanzar. Ya estaba acostumbrado a los reclamos de la irritable pero inofensiva anciana, así como a las risotadas burlonas y comentarios irónicos del resto. Aunque los había sufrido enormemente los primeros días, temiendo que sus amenazas de convertirlo en un sapo verrugoso o un insignificante ratón de campo cada vez que olvidaba tapar la cacerola del arroz o salar las papas se volvieran realidad, incluso luego de que Manuel le asegurara que ninguna de ellas tenía en realidad la capacidad de usar esa clase de magia.
Hasta los gigantescos perros que se acurrucaban frente a la chimenea en el comedor o allí junto a los fogones le habían parecido unas bestias imponentes y tenebrosas; pero con el tiempo entendió que solo eran cachorros como cualquier otro, ansiosos de que les rascaran la pancita, y que las palabras duras de esas personas casi nunca iban en serio. Solo era su forma habitual de relacionarse y mantenerlo en línea mientras se ganaba su lugar entre ellos.
—Están muy malcriados ustedes —continuaba Muriel, esta vez regañando a toda la camada amontonada frente al puchero hirviente de sopa. La miraban atentamente, sin inmutarse ni un poco por su tono severo—. En mis tiempos se las habrían visto feas, manada de haraganes. Entonces sí que había perros de verdad, cazadores astutos y bravos dignos de respeto. Si no hubiese sido por ellos todos nos habríamos muerto de hambre…
—Ay, no empiece… —protestó por lo bajo uno de los chiquitos sentados al lado de Francisco. El trío de niños había tenido la mala suerte de asomarse a la cocina en busca de golosinas justo durante la guardia de Muriel, quien los obligó a quedarse ayudando a Su Real Caracol -como le había apodado ese día- a limpiar lentejas para ganarse el derecho a un postre.
—¿Cómo así? —preguntó Francisco, genuinamente intrigado, al mismo tiempo que el chico. Los dos niños se llevaron las manos a la cabeza instantáneamente, y la pequeña que se había instalado sobre su regazo desde el momento en que entraron en la habitación se bajó de un salto en cuanto vio aproximarse a la enorme mujer.
Francisco se reprendió a sí mismo que ese breve momento de curiosidad le fuera a costar varios puntos de simpatía con los pequeños. Pero tal vez el brillo en los ojos de Muriel lo valiera. La anciana parecía entusiasmada ante la oportunidad de relatar, una vez más, la misma historia que había contado innumerables veces a lo largo de su vida, pero en esta ocasión a alguien que jamás había escuchado nada al respecto.
—Ah, esos sí que fueron tiempos difíciles, los de mi infancia. —comenzó Muriel, deteniéndose un momento para recordarlo bien—. Pasamos varios años con inundaciones y deslizamientos que sepultaban barrios enteros. Fue entonces que el señor decidió abandonar finalmente toda la zona Este y trasladarnos a los pocos que quedábamos dentro del castillo. Se imaginará que tanta lluvia también arrasó con los campos, ni el arroz aguantó mucho sin pudrirse, así que sobrevivíamos a puro grano y papas del silo, carne seca y las tórtolas que caían congeladas en los tejados. Y de la caza, claro. En ese tiempo había cuadrillas de batidores. Eran más grandes aún que estos, con unos ojos que brillaban como antorchas en la oscuridad y un olfato tan fino que podían encontrar un rastro de presas a kilómetros de distancia.
«Recuerdo una tormenta en particular. Yo era muy niña todavía, pero recuerdo que estuvimos casi un mes completo refugiados aquí dentro y las provisiones se acababan. El viento soplaba tan fuerte que parecía que las murallas se iban a derrumbar, y la nieve lo cubría todo, impidiendo salir a buscar alimento. Pero entonces el señor, terco como una mula, se montó el abrigo y con siete de sus mejores perros se aventuró en la tormenta, desafiando al frío y la oscuridad.
Estuvimos dos días esperando, temiendo lo peor. Al tercer día fue que escuchamos los ladridos a la distancia. Corrimos a las puertas y ahí estaba, con sus perros agotados pero triunfantes, arrastrando tras ellos un gran león de montaña y un buen atado de conejos. Aquella carne nos salvó, y a esos perros los teníamos por héroes. A los siete los enterramos en el Patio del Homenaje, junto a los antiguos nobles y señores, y otros grandes sabuesos y corceles. Algún día le mostraré las placas. —Entonces lanzó una mirada severa al grupo que seguía tumbado perezosamente—. Pero ahora, mírelos, con el clima tan bueno y ahí se los ve holgazaneando junto al fuego esperando sobras.
—Tranquila, Muriel, que todavía son cachorros. Ya espabilarán. —suspiró Carmen, que a medio relato había entrado a la cocina para relevarla de su guardia.
—No si dejan que los niños los sigan tratando como mascotitas… —protestó Muriel, viendo molesta como los chiquillos sacaban dos pancitos cada uno de la bandeja que la recién llegada les alcanzó, y huían raudos por el pasillo.
Francisco vio en ambas esa expresión poco frecuente de que estaban a punto de comenzar una discusión en serio, y se adelantó a Marta en su intento por distraer su atención.
—Manuel debió aprender de sus antecesores esa dedicación por su gente. Dígame ¿Se parece mucho a su abuelo? —comentó, buscando desviar la conversación de regreso al relato de Muriel. Intentó pensar en algo más cuando las mujeres solo se lo quedaron mirando—. ¿O a sus padres? Últimamente me he estado preguntado por su familia.
Todos en la cocina se quedaron en silencio por un largo instante. Las tres mujeres intercambiaron miradas significativas entre ellas, como si estuvieran deliberando sobre lo que debían decir y cuál de ellas debía hablar. Finalmente, fue Marta quien rompió el silencio.
—Se parece mucho a sus padres... —comenzó—. Y a su abuelo. Los señores han hecho siempre lo mejor que han podido. El amo Manuel, sobre todo, ha sacrificado mucho por la dedicación hacia su gente, y por eso todos le guardamos gran respeto y aprecio.
—Puede que a veces no lo muestre abiertamente, pero es un hombre muy atento y afectuoso. —complementó Muriel.
Francisco sintió una sensación reconfortante escuchando esas palabras sobre el que era su marido. Quería seguir preguntando, aprender más sobre la familia de Manuel, el pasado del lugar y sus historias. Pero antes de que pudiera formular otra pregunta, Carmen intervino con brusquedad.
—Tal parece que nos hemos quedado sin papas. —declaró, su tono firme retomando el control de las labores—. Altecita, sea bueno y vaya a buscar más al almacén, que todavía queda mucho por hacer antes de la cena.
Algo desorientado por el intempestivo corte de la conversación, Francisco se levantó dispuesto a cumplir lo que le había encomendado, pero en cuanto lo hizo notó los cuatro sacos de papas descansando junto a las alacenas, y entendió que solo quería sacarlo de la habitación y que dejara de interrogarlas.
-o-
Francisco dejó escapar un largo suspiro mientras se alejaba de la cocina, sus pasos resonando suavemente en los pasillos.
No era la primera vez que pasaba, de hecho, se volvía algo habitual que lo apartaran y le escondieran cosas. Era una sensación de desarraigo, como si siempre estuviera en los márgenes, sin pertenecer del todo a este nuevo mundo. Aunque se esforzaba por aprender y adaptarse, se daba cuenta de que aún lo trataban como a un forastero que no debía estar allí y, si bien sabía que era un proceso que le tomaría bastante tiempo, más que las pocas semanas que llevaba conviviendo con ellos, el recordatorio permanente de ser un intruso lo envolvía como la bruma fría que rodeaba permanentemente el castillo.
Con cada paso que daba, se sentía más pequeño, más aislado, más solo. Perdido en sus pensamientos, apenas notó cómo se desviaba de su camino hacia el almacén. Los pasillos parecían alargarse, las galerías se sucedían una tras otra, hasta que finalmente se detuvo, sin saber exactamente dónde estaba. Al levantar la vista, se encontró en un lugar diferente a todos los que había visto antes.
No era como los huertos, ordenados y bien protegidos de las inclemencias del tiempo. El lugar que se abría ante él se había dejado libre de resguardo para que la naturaleza reclamara lo suyo, así como el sendero por el que Manuel lo había traído al castillo. Los caminos de gravilla y piedras estaban desdibujados, apenas visibles entre las altas malezas y los arbustos que crecían sin contención alguna. Flores silvestres de colores apagados se asomaban tímidamente entre el follaje, mientras una fila de delgados árboles, antinaturalmente alineados, flanqueaban el espacio alzándose como colosos marchitos. Al seguir avanzando, sus ojos se posaron con los restos de una fila de asientos ocultos entre las enredaderas, junto a pilares y estatuas rotas cubiertas por gruesos mantos de tierra, musgo y líquenes. En el centro de todo se hallaba una enorme fuente, sus distintos niveles rellenos por múltiples capas de tierra acumulada, hojas secas y ramas caídas sobre las que generaciones de aves y otros animales habían construido nidos y madrigueras.
Francisco se detuvo frente a la fuente, sintiendo cómo el peso del lugar se apoderaba de su ánimo. Al parecer se había topado accidentalmente con los antiguos jardines de recreo, aunque en su estado actual más parecían un cementerio de lo que una vez fue un pasado brillante y glorioso. Otra vista trágica que hacía más evidente su decadencia actual y se transformaba en un reflejo de su propia melancolía. Era un asunto inquietante, y no podía negar que tenía gran atractivo para él y su curiosidad, pero aún no se sentía con la confianza necesaria para intentar abordarlo con sus nuevos vecinos o Manuel, por temor a ofenderlos y que se cerraran aún más con él.
Una ráfaga de viento frío le hizo estremecer y se envolvió instintivamente con sus brazos, deseando haber traído uno de sus nuevos abrigos. La superficie de su ropa ya estaba cubierta con una fina capa de rocío dejado por la niebla a su alrededor. No era tan espesa como el día en que llegó, desde el centro del patio podía ver la parte de los detalles en la fachada del castillo: los altos techos, las grandes ventanas y finas terminaciones bajo una cubierta de enredaderas que amenazaba con tragarlo y hacerlo parte del bosque circundante.
—No ha sido tan malo. —Se dijo, buscando salir del pozo emocional al que se estaba dejando arrastrar.
No había sido tan malo como se estuvo temiendo en un inicio. La vida que llevaba allí no le resultaba del todo desagradable tampoco. Aunque fuesen labores pequeñas, le gustaba ocupar sus días sintiéndose de utilidad, para variar. Dentro de todo, se sentía a gusto trabajando en la cocina y ayudando a servir la comida; estar con los animales en los corrales y en los huertos sin preocuparse por arruinar su ropa; interactuar con la gente sin tanto protocolo y jerarquías marcadas.
Tampoco le disgustaba el entorno, rodeado de bosques y verdor, respirar el aire fresco que se colaba por las mañanas. Pero seguía extrañando el sol, ese sol dorado de las tardes calentando con dulzura su piel, reconfortándolo. Todavía no se acostumbraba al frío permanente y a las múltiples capas de ropa en las que debía envolverse para soportarlo, aunque en algo se compensaba con la calidez de reunirse todos alrededor de la chimenea en el comedor, compartir con los demás, con los niños, los perros… Y Manuel.
Le agradaba Manuel. Era un hombre serio y terriblemente callado, pero era bueno con él y lo trataba con respeto y consideración. Francisco había empezado a notar los pequeños gestos que tenía con él, como el juego de dedales que apareció en su canasto de costura; las velas o la leña extra dejada para el bracero en su habitación los días que sacaba un libro del estante en el taller para leer de noche; o cómo siempre tenía a mano una manta para deslizar sobre sus hombros cada vez que lo veía temblar ligeramente. Eran detalles discretos, pero que apreciaba enormemente pues daban cuenta de su preocupación y atención.
Solo quisiera que le hablara más. No le molestaban las largas pausas en silencio, pero sí le gustaría poder conversar más seguido y libremente con él. Tenían temperamentos similares y estaba seguro de que se llevarían bien, tal vez incluso llegaran a volverse amigos, si tan solo pudieran conocerse mejor. Se le hacía evidente que a Manuel no le gustaba hablar mucho sobre sí mismo. Sus conversaciones, aunque cordiales, rara vez se desviaban de lo necesario y cuando lo hacían, Francisco notaba cómo el hombre rápidamente cambiaba de tema o encontraba alguna razón para excusarse.
Entendía que debía darle su espacio y acabaría soltándose con el tiempo, pero le estaba resultando demasiado difícil respetar sus ritmos cuando se sentía tan solo y desesperado por un contacto más íntimo. Anhelaba tener otra vez, aunque fuera una sola conexión autentica y profunda. Necesitaba con urgencia volver a sentir esa sensación familiar y de pertenencia que había perdido de golpe. Se sentía tan solo y perdido entre esa gente.
Francisco sintió el peso del grueso manto de piel extendiéndose sobre sus hombros, su tibieza abrasándolo de forma reconfortante, disipando parte de sus lamentaciones. Alzó la vista para encontrar a Manuel acuclillado frente a él, prendiéndole con cuidado el broche de madera para afirmar la capa en su lugar.
—Gracias. —murmuró Francisco, dedicándole una suave sonrisa—. Todavía no me acostumbro al clima de aquí. Pero hasta ahora no ha sido tan malo como me estuvieron advirtiendo.
Manuel soltó un leve suspiro.
—Eso es porque hemos tenido un clima particularmente bueno estas semanas. —comentó, sentándose a su lado. Francisco no se percató que estaba sentado al borde de la pileta destruida sino hasta que vio al otro haciéndose un espacio—. Aunque puede que a usted no le parezca, alteza. —dijo con cierto aire socarrón, sacudiéndose las gotas que se acumulaban en las puntas de su cabello.
Francisco volvió a sonreír. Eso era lo que llamarían mal clima en su casa, pero entendía que las cosas eran muy diferentes allí. Todo era mucho más duro: el clima impredecible; el frío que se colaba en los huesos; la comida, las personas, hasta las carcomidas paredes de ladrillo, que se sostenían en pie a pura determinación y puntales de madera. No había casi lujos, ni siquiera para ellos siendo los señores, cosa que se evidenciaba en los parchados bordes de la capa sobre sus hombros. Cada cosa tenía un fin práctico y no se desperdiciaba nada, hasta las cosas más extrañas tenían alguna utilidad.
Recordaba la primera vez que se había cortado picando pimientos. Manuel estaba con ellos en la cocina en ese momento, moliendo hierbas en una esquina. Luego de tranquilizarlo en su pánico inicial por la cantidad de sangre brotando de su dedo, el hombre detuvo momentáneamente a las mujeres en su intento por enrollarle la mano con un trapo y, en cambio, apretó la herida de tal forma que varias gotas del viscoso azul cayeron sobre el mejunje que había estado preparando. Rato después le explicó la razón de su perturbador comportamiento.
“—Siendo un príncipe, su cabello, uñas, lágrimas, o cualquier otro ingrediente que pueda obtener de usted tienen al menos diez veces más propiedades mágicas que la de cualquier otra persona de aquí. Más aún su sangre. —dijo Manuel, revolviendo el cuenco donde la preparación marrón comenzaba a volverse de un intenso violeta—. Lo había estado pasando por alto, pero a partir de ahora solicitaré más seguido de su cooperación, alteza.”
Entonces se había estremecido, pensando que lo haría sangrar y llorar sobre el caldero a diario, pero únicamente le había entregado varios frascos en donde debía meter cada pestaña perdida o hebra de cabello que quedara en su cepillo, cada lagaña, cada cerumen, y otras asquerosas menudencias de su aseo matutino; así como un pequeño tubito que transportaba a todas partes para cuando volviera a cortarse o se pinchara el dedo. Era algo vergonzoso y repugnante, pero inofensivo, así que no tuvo una verdadera excusa para negarse a hacerlo, y al cabo de un tiempo se volvió un asunto rutinario.
Había aprendido a apreciar esa mentalidad diligente y precavida con la que se manejaban, aunque le resultaba demasiado demandante en comparación con su hogar, donde no existía esa preocupación constante por el futuro y los tiempos de escasez, tan ajenas a la vida cotidiana de su gente.
Fue entonces cuando su mirada volvió a vagar por el lugar en el que se encontraban. Había algo desconcertante en ese rincón del castillo. Presentaba un marcado contraste con el resto de los espacios exteriores, donde cada centímetro de tierra estaba cuidadosamente cultivado o siendo preparado para ello.
—Es curioso. —dijo Francisco, rompiendo el silencio mientras sus ojos recorrían los viejos jardines—. Todo aquí es tan... utilitario, tan enfocado a lo esencial. Y sin embargo, este lugar... —hizo un gesto con la mano, abarcando la extensión de pilas de escombros y estatuas casi tragadas por la tierra y las enredaderas—. Este es uno de los antiguos patios de recreo ¿Verdad? De cuando las cosas iban mejor. —No pudo evitar deslizar una de las tantas preguntas que se agolpaban en su cabeza y en su lengua.
Manuel se puso tenso por un instante, observando el mismo paisaje con una expresión pensativa.
—Disculpe, no era mi intención incomodarlo… —comenzaba a disculparse Francisco.
—Sí. —Fue lo único que dijo Manuel al principio, haciéndole creer que de hecho estaba molesto—. Es otro vestigio de esos tiempos…
Había algo en su semblante que Francisco no logró descifrar, una mezcla de nostalgia y tristeza. A ese primer comentario le siguió una larga pausa, como si estuviera decidiendo qué y cuánto decirle, si es que debía decir algo más.
—Aunque más bien era un jardín privado, destinado para el uso de unos recién casados. —elaboró a continuación.
Francisco se giró enseguida en su dirección, intrigado por la pequeña pieza de información que acabara de soltarle voluntariamente. Ansiaba que no acabara allí, con esas dos escuetas frases. Quería saber más, que le contara más. Así que hizo lo mejor que pudo por inspirarle lástima y hacerlo sentir comprometido, mirándolo directamente con la súplica evidente en los ojos.
Manuel resopló al notarlo, arrepentido de haber abierto la boca, pero tuvo la gentileza de proseguir con el relato que hubiese preferido ahorrarse.
—Era un regalo de bodas, junto con todo este pabellón. —prosiguió, señalando el ala que tenía la fachada más finamente ornamentada de todo el edificio—. La construcción tardó varios años porque cada uno de los árboles, mármoles, flores y piedras que se usarían, así como las sedas, algodón y lana para vestirlo fueron seleccionados personalmente por el novio, que quería traer lo mejor de todos los reinos conocidos hasta entonces para deleitar a su futura pareja y no echara tanto en falta las bondades del mundo exterior luego de trasladarse a este pequeño y aislado confín. Decían que durante ese tiempo se podían ver grandes barcos que cubrían todo el horizonte hasta donde alcanzaba la vista, y la gente se amontonaba en las calles para admirarlos a su paso y las mercancías que traían. Fue el tiempo en que mayor prosperidad se vio en el señorío. La gente estaba contenta y expectante del gran acontecimiento… —Entonces se detuvo un momento, remeciéndose incómodo en su lugar—. Pero la boda no ocurrió, y el jardín nunca llegó a usarse para lo que fue creado. Con el tiempo y las desgracias que siguieron cayó en el olvido y los siglos de constante abandono lo transformaron en estas ruinas.
—Eso es… es bastante deprimente. —Francisco se sintió particularmente conmovido al escuchar ese pequeño trozo del pasado y el destino truncado que cubría con un nuevo halo de melancolía el lugar. Ahora los pilares caídos, troncos secos y curvados y las baldosas tragadas por la maleza y el tiempo le inspiraban más lástima que antes—. Como una flor marchita. El eterno fantasma de un corazón roto.
—No tanto así. No se puede decir que fuera un matrimonio motivado por amor, más que nada un intercambio conveniente. —quiso aclararle Manuel, todavía mirando el exterior del edificio, una nota de abatimiento colándose en su voz.
Francisco lo imitó, observando con nuevos ojos la gris y triste construcción. Intentó imaginar cómo habría sido durante sus días de gloría, con las molduras intactas y coloridos estandartes colgando de los balcones; las vidrieras completas y mármoles lustrosos reflejando la luz del sol y el oro y plata de las finas mercancías traídas para la boda; los caminos y senderos enmarcados por hileras de altos árboles y fragantes flores interrumpidas por hermosas esculturas.
—Tal vez se planteara así —dijo, apenas un murmullo—. Pero si el hombre se tomó tantas molestias para asegurar la comodidad de su pareja, es imposible pensar que no tenía esperanzas puestas en su unión. Grandes ilusiones de una vida que se vieron truncadas de un momento a otro.
Sintió los intensos ojos del otro hombre sobre él y al girarse para comprobarlo lo descubrió mirando en su dirección, pero no parecía mirarlo a él, sino más bien a través de él, a algo mucho más allá.
Manuel guardó silencio por varios instantes, perdido en sus pensamientos y Francisco se mantuvo muy quieto y callado para no importunarlo.
—Sí, ciertamente fue así. —admitió finalmente, volviendo al presente.
—¿Qué fue lo que pasó? ¿Por qué no ocurrió la boda? —se atrevió a preguntar Francisco.
—Solo él estaba dispuesto a cumplir con su parte del trato. Los reyes en realidad nunca tuvieron la intención de entregar al príncipe que habían prometido en matrimonio.
«Que esta unión de por concluida la deuda del reino.»
«Finalmente, los reyes han cumplido su palabra y la mano de un príncipe fue entregada en matrimonio.»
Francisco recordó las palabras del erudito, y las de Manuel en el comedor durante su primera mañana, y entonces tuvieron un poco más de sentido. Su esposo pareció notar la realización en sus ojos y asintió ligeramente antes de apartar otra vez la mirada.
—Supongo que finalmente cumplirá su propósito luego de tanto tiempo. No puedo hacer lo mismo con el pabellón porque lo necesito para las funciones del castillo, pero considere el jardín como suyo. Puede hacer cuánto le plazca aquí. Siento que se encuentre en tan pobre estado.
—Me gustaría restaurarlo. —dijo en un impulso. Pensó en arrepentirse de lo que acababa de decir, pero ciertamente no quería hacerlo—. Sé que es un capricho tonto, pero me gustaría intentarlo, saber cómo se veía y recuperar cuanto se pueda se esa antigua belleza. Si me lo permite y no es demasiado inconveniente, claro. Le prometo que no descuidaré mis deberes, ni tampoco le pediré que destine recursos a la empresa. Seguro se le puede dar uso a algunos de los materiales más duros, vaciar la fuente, quitar las malezas, podar los arbustos y volver a delimitar los caminos. Podría ser una buena zona de descanso, y de recreo para los niños cuando el clima sea más favorable…
—De acuerdo. —aceptó Manuel, más fácilmente de lo que habría pensado—. Puedo facilitarle un par de manos para que lo asistan con las tareas pesadas. Y buscaré entre los archivos los planos del diseño original si de algo le sirven.
—Gracias. —Una sonrisa tiró de los labios de Francisco, una verdadera y amplia sonrisa que le llegaba hasta los ojos y enviaba un cálido alivio por todo su cuerpo—. Y gracias por su regalo, en verdad lo aprecio.
—A usted. —Manuel le sonrió tímidamente de vuelta.
Se quedaron un buen rato más allí, lado a lado contemplando el patio en un cómodo silencio. Francisco realmente sentía que podría llevarse bien con ese hombre, desarrollar un mutuo afecto y confianza, y llegar a ser buenos amigos a pesar de todo.
A lo lejos, y varios metros por sobre sus cabezas, un amplio hueco se abrió entre el tupido cúmulo de nubes, dejando pasar un cálido rayo de sol.
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Busca BTS en Google y hacen clic en el corazón morado, salen globos🎈 morados los revientas y los que tiene micrófonos dentro explotan con un mensaje de los chicos.
Bangtan nos dio nuestro propio anuncio de cumpleaños en google
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I Purple You 🎈
Mensaje de los 7
Aquí de Jimin y Jung Kook
HAPPY BIRTHDAY ARMY -JIMIN-
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JIMIN - Feliz cumpleaños ¡Feliz cumpleaños ARMY!
JUNGKOOK - Feliz cumpleaños
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🥞 Giorno Giovanna 🥞 [01] VIAJE EN METRO (1/2)
Sinopsis: Robin Bárbara Halloween es la nueva mano derecha del gran Giorno Giovanna, jefe de la mafia italiana, Passione, y debe enfrentarse a muchos desafíos y en especial, los castigos que se le impongan. Derramar café sobre su jefe fue un imperdonable error.
Ship: Giorno Giovanna, Robin Bárbara Halloween
Fandom: Jojo's Bizarre Adventure
Recuento de palabras: 5314
*Ser un asistente y mano derecha del mafioso más importante de Italia —y de varios puntos del mundo—, cocinero personal, entre otros títulos por todo lo que debía hacer, era muy complicado; y no solo para su jefe sino para el capo, Bruno Bucciarati y Mista Guido, y el resto del grupo principal, Pannacota Fugo, Abbacchio Leone, Guido Mista y alguien más, le comentaron que era una señorita que trabajaba desde otro lado*.
*La lluvia empezó a las seis de la tarde en Japón, Shibuya, y trotaba pasando por el famoso cruce con varias bolsas de tela en sus manos, había comprado muchísimos productos para cocinar y había ido a ferias para comprar almejas, pescado, verduras, frutas, pulpo, entre otros. Mientras cruzaba por la senda peatonal la lluvia empezaba a acentuarse cada vez más, así que con torpeza sacó su paraguas transparente y siguió su camino hacia la estación de tren*.
*Se trataba de un chico tímido, sensible, cerrado. Sobre su rostro se pintaban por todos lados pecas marrones, pero también tenía lunares enormes de color marrón, casi como unas manchas de vaca. Cabello antes desprolijo y ahora atado en uma coleta de caballo, bien cortadito e impecable. Lo único que le preocupaba era su terrible acné en su rostro, era algo a ver pronto y quería ayudarlo en eso. No era el chico —según los cánones de belleza— más guapo, pero eso le daba completamente igual. Eso sí, con el dinero que recibía por su trabajo quería pagar un tratamiento mejor para su acné en el rostro, espalda y en varias partes del cuerpo que era bastante considerable. Muchas veces el acné que tenía era doloroso cuando se bañaba y pasaba la esponja, y quería arreglar ese enorme problema*.
*Finalmente subió al tren, moderno y con toques elegantes de madera, detalles en dorado, cuadros al óleo entre una mezcla de minimalismo y rococó, le agradaba mucho el ambiente de allí. Pero no se fijó tanto en los detalles ya que tenía el tiempo a cuenta gotas, así que con un pase especial entró a la cocina privada que alquilaron y después de una rutina de higiene general, se lavó las manos, se puso un gorrito plástico para que ningún cabello ni nada caiga a los platos, guantes de látex blancos, un cubrebocas negro, trajesito completo blanco, delantal y se descalzó antes de entrar a la cocina para ponerse zapatos especiales de goma previamente higienizados. Los cuidados aquí eran escenciales y a eso ya lo tenía escrito de arriba para abajo en su día a día y por supuesto, en su trabajo*.
*Sacó de las bolsas todo lo que compró y empezó a cocinar. Hoy en día aparecían más artefactos para cocinar de forma instantánea que ayudaban mucho en la precisión, rapidez y como una manera de agilizar las cosas, pero había técnicas que le gustaba realizar a mano*.
*Pasaron quince minutos, treinta, cuarenta, cincuenta, una hora y seguía realizando las comidas en coordinación con los platillos de la noche, que a su vez incluían los postres, por supuesto. Después de dos horas casi exactas finalmente terminó de hacer todos los platillos para el grupo*.
Robin: Uff... *Suspira con pesadez, le dolía la espalda y un poco la cabeza, así que se toma una pastilla, no quería no terminar sus labores, su jefe notaba cualquier detalle que faltase* Bien. Treinta minutos *Solo tenía treinta minutos para ducharse en su habitación, una pequeñita con una cama pequeña, escritorio con una lámpara esfera, todo muy monoambiente y cómodo. Dejó su bolso con sus pocas pertenencias y se fue a duchar directamente*.
*Fue tan relajante el agua caliente sobre su piel, pero en algunas zonas le dolía así que fue muy cuidadoso. Donde más persistía su acné era en su espalda, se sentía como un chocolate almendrado, que tenía unos cordones montañosos horribles; su mayor complejo. Después de unos diez o trece minutos bajo la ducha, salió, se puso su uniforme propio de Passione y salió del camarote y del tren, arrancaba en la noche*.
Robin: *Fue entonces que vio al auto negro estacionarse frente a él. Apenas se detuvo abrió la puerta de uno de los asientos de atrás, abrió un paraguas negro y sonrió con amabilidad* Buenas noches, señor *Hace una leve reverencia a la vez que lo cubría de la ténue lluvia*.
Giorno: Buenas noches *Baja del auto y cerrando su saco de vestir encajando botón por botón, el viento era bastante helado en esa temporada. Su dorado cabello se agitaba por el viento y sus ojos penetrantes miraban a su alrededor hasta centrarse en el tren estacionado. De los demás compartimientos bajaron el resto del equipo acompañados por otros secretarios* Cenaremos pronto, ¿está todo listo? *Gira su cabeza para dirigirse a su secretario personal*.
Robin: *Abre la boca para responder*.
Giorno: Claro que sí *Y girándose nuevamente ignorando su acto, cruza la calle para finalmente subir al tren con todo su equipo, obviamente Robin fue a su lado cubriéndolo de la lluvia y recogiendo los sacos de cada uno del equipo a medida que entraban*.
Robin: (Vaya, me pagan por ser perchero) *Pensaba como curiosidad, nunca se imaginó tener ese oficio en la vida. Con dificultad cerró el paraguas grande y subió al tren con un cúmulo de ropa en sus brazos y hombros. Las tiró en la mesilla de la entrada y rápidamente fue con Giorno. Conocía bien el protocolo de las veces que llegaba a un lugar, tenía que estar atento a sus movimientos, a lo que quería o le pedía en pequeños códigos si la situación lo ameritaba. Tomó el segundo saco de su jefe apenas hizo el gesto para sacárselo* Permítame, señor *Baja la mirada, debía ser rápido al mismo ritmo que el grupo de personas, en especial su jefe, obvio*.
*El tren arrancó de inmediato*.
Giorno: *Deja que Robin tome su chaqueta y entra junto a Bruno, Abbachio, Narancia y Mista a un bonito comedor, no tan amplio pero elegante, incluso tenía macetas pequeñas dando una vibra natural y relajante. Lámparas de pared, había una pequeña barra de tragos, una televisión, alfombras preciosas, cortinas bordadas y cuadros* Bueno, tomen este viaje como un momento para relajarse, pero reitero, solo un momento *Les regala una sonrisa amable* Bien, mientras viene la comida, hablemos *Movió ligeramente su dedo anular, era la señal para que su secretario/mesero/cocinero y barra muchas otras profesiones, traiga la comida*.
Robin: *Hace una reverencia y se retira del comedor para dirigirse a la cocina. Saca de las neveras los platillos de la entrada, gracias a la práctica podía cargarlos sobre sus brazos y bajarlos sin ningún problema, así que regresó al comedor mostrando sus habilidades. Dejó los primeros platos y por último, a su jefe* Buen provecho *Hace una reverencia y va a la cocina una vez más, toma el vino elegido anteriormente por Abbachio y lo lleva en una bonita caja ornamental*.
*Aún le faltaba práctica y estudio para servir de forma correcta los vinos, pero se esforzaba en sus tiempos libres, era todo un arte. Procedió a mostrarle el vino a Abbachio, quien asintió con la cabeza, así que lo destapó y sirvió medio centímetro en su copa de cristal*.
Abbachio: *Toma la copa y huele el vino, lo prueba, luego sacude circularmente el vaso para que el aroma y sabor cambie. Asiente con la cabeza para indicarle que iba a tomar de esa marca esa noche. Le acercó la copa mientras escuchaba la conversación de sus compañeros y comentaba al respecto*.
Robin: *Sirve con cuidado el vino. La conversación del grupo sonaba divertida y entretenida, reían pero no prestaba atención a detalles, era de mala educación y tampoco le incumbía. Cuando el joven Abbachio levanta su mano, endereza la botella y la deja en una cubeta con hielo. Se aparta de la mesa y se queda parado en la entrada del comedor viendo si necesitaban algo, siempre a la espera de algún llamado. Habían pasado entre quince y veinte minutos desde que sirivió la entrada, y cuando vio el gesto de Giorno fue rápidamente a la cocina para servir el platillo principal*.
Robin: *Al ser platos hondos y más pesados, sí tuvo que llevar uno por mano. Los puso en la mesa, regresó a la cocina y llevó los que faltaban, hasta que la última vuelta fue para su jefe, Giorno Giovanna, jefe de la mafia italiana ¿Cómo terminó trabajando para él? Simplemente se postuló para el trabajo sin saber que se trataba de un jefe tan particular, peculiar. Todo un caso* Buen provecho *Hace una leve reverencia y otra vez se para en la puerta del comedor a esperar más órdenes. Durante la noche llevó platos nuevos con la cena, algunos repitieron incluso tres veces. A la hora del postre el grupo pidió personalmente lo que querían, así que anotó mentalmente cada pedido de cada uno. Regresó a la cocina y llevó los postres ya hechos e hizo lo más rápido los platos que faltaban, a veces no llegaba con los horarios para hacer toda la cartilla* Buen provecho *Comentó suavemente cuando dejó el último plato para su jefe*.
Giorno: *Asiente suavemente con la cabeza en forma de agradecimiento, y sin más, sigue con su charla grupal. Sacaba papeles y documentos, fotografías y más información en una tableta para compartir el caso con su equipo*.
Robin: *Suspira de alivio al ver que todo estaba muy bien, que la noche pasaba tranquila y realizaba su trabajo correctamente, eso significaba que no habría ningún "regaño". Pero no debió adelantarse al diagnóstico. Pasaron treinta minutos después de las variadas repeticiones del postre y ya el grupo prefirió finalizar con café y té. Así que rápidamente y según los pedidos, fue a preparar y hacer el ritual del café en granos y té en hierbas*.
Giorno: *Mientras esperaba su café, guarda los papeles en sus carpetas y cambia de tema para hablar de otras cosas más relajadas*.
Robin: *No tardó mucho en regresar al comedor con su uniforme impecable, coleta de caballo baja y zapatos relucientes, pero hace varios meses ni se imaginaba tener este puesto, esta calidad de ropa. Y tampoco imaginó que iba a cometer un tan simple y pequeño error que lo condenaría esa misma noche. Sirvió el té para Abbachio y Narancia, café con leche para Bruno y Mista Guido, y por último, un expresso para Giorno Giovanna. Sin embargo, de los nervios por estar tan cerca de su jefe junto a sus temblores que ya tenía de por sí, volcó la mitad del expresso sobre el platito de la taza y el mantel blanco bordado con flores* M-mierda. Señor, una disculpa. Déjeme encargarme de esto, le traeré otro *Sacó un trapo de su traje de mesero y limpió lo posible el café de la mesa, pero cuando miró a los ojos a su jefe, vio ese brillo verde tan particular que significaban problemas seguros, "regaño" de los intensos*.
Giorno: Quiero verte en mi oficina después de las doce, le daré una valoración de su desarrollo de la misma profesión que ejerce. Sea puntual.
Robin: *Sus ojos se abrieron como platos al procesar esas oraciones y lo que significaban. Hubo un silencio gutural en el comedor, solo se escucharon pequeños tintineos de los cubiertos reposando sobre los platitos, carraspeos de garganta y el sonido del tren moviéndose. Su corazón dio un vuelco increíble, ¡ni siquiera estaba seguro a qué se refería! ¿Iba a despedirlo? ¿Regañarlo como nunca? ¿Una advertencia? ¿De qué carajos se trataba? Recuperó el aire que perdió en tan pocos segundos y como pudo, asintió con la cabeza tomando la tazita y el paño empapado de café* Sí, señor *Hace una reverencia antes de retirarse de allí casi trotando. Una vez en la cocina, no pudo evitar que sus ojos se cristalicen por el miedo que sentía, no podía permitirse que lo despidiesen, su trabajo significaba un avance en su vida y como persona, necesitaba el dinero para pagar los tratamientos para su piel y una estadía mejor en la ciudad. Y mientras sus manos temblaban como nunca, hizo otro expresso más rápido que el anterior. Tomó aire y le sirvió en una tazita nueva el café a su jefe. Ni siquiera se atrevió a mirarlo* Provecho, y una disculpa, señor *Se apartó sin esperar respuesta*.
Giorno: Retírate. Es todo *Agarra la tazita con cuidado y da los primeros sorbos al expresso, estaba delicioso como siempre*.
Robin: Sí, señor *Hace una reverencia* Buenas noches, caballeros *Se despide del grupo y se va a su camarote. Empezó a llorar apenas cerró la puerta detrás de sí, estaba aterrado por la situación, sentía una verguenza descomunal por hacer el ridículo y se atormentaba con la pregunta de ¿cómo pude cometer semejante error y a estas alturas? Trató de calmarse mientras pasaban los minutos y se quitó el uniforme para colocarse otro que era de estadía, mientras no cumplía ningún servicio por el momento. Procedió a sacar de sus pertenencias una moledora de café con sus granos dentro, un block de notas A5, pluma, cucharitas metálicas y una tazita de vidrio envuelta en papel espumante para evitar que se rompa. No podía relajarse, así que atendió a uno de sus hobies, probar diferentes tipos de cafés. Hoy tenía granos más tostados de cierta marca, y anotaba los cambios de sabor, aroma, entre otras cualidades. Y siempre se guardaba un grano de recuerdo en un mini tapersito para conservarlo mejor. Finalmente su cuerpo se relajó un poco cuando probó el sabor del café, tostado, delicioso. Tomó nota*.
Robin: (Después de las doce, después de las doce, después de las doce...) *No podía quitarse eso de la cabeza, las palabras de su jefe, su tono de voz y en especial su mirada tan penetrante, incluso la de los demás. Aquella situación lo heló y ahora lo atormentaba cada vez más que la hora se acercaba, hasta que finalmente se hicieron las doce de la noche. Esperó cinco minutos y luego se levantó de su cama para salir del camarote. Preguntó donde estaba la pequeña habitación de Giorno, no sabía a fin de cuentas. Cuando estaba detrás de su mismísima puerta, tocó dos veces* Señor, ¿puedo pasar? *Espero unos segundos hasta que escuchó que dijo que sí* ¿Señor? *Pasa finalmente. Desde afuera no parecía grande, pero sí lo era y muy elegante, hermoso* Buenas noches, señor *Lo ve sentado en un sofá doble contra la pared de la pared y detrás la ventana cubierta por cortinas*.
Giorno: *Miraba a Giorno en una cierta oscuridad de la habitación, la sostenían dos lámparas con luz cálida, ténues* Quítate los zapatos *Dice sin siquiera saludarlo o corresponderle*.
Robin: *Asiente con la cabeza y se quita los zapatos. Pasaron varios segundos de puro silencio, se limitaba a frotar sus manos de los nervios*.
Giorno: Desata tu coleta *No despegaba su mirada en él, y no solo observaba su ropa, su postura, comportamiento, quería también medir su resistencia en situaciones tensas*.
Robin: *No duda en hacerlo y deja que su cabello lleno de freeze, esponjoso pero nada suave ni bonito*.
Giorno: Derramaste café sobre mi ropa, ¿sabes lo que significa eso?
Robin: *Asiente con la cabeza y desvía su mirada a un costado, no podía verlo directamente* Lo lamento, señor *Tampoco pudo evitar que sus ojos se cristalicen* Entiendo que fue una falta muy grande *Su voz se quiebra* y entenderé si cree que despedirme es la mejor opción *Baja la cabeza y cubre su cara con una mano* No soy el mejor realmente, creo que hoy lo demostré muy bien *Ya se le estaba cayendo los mocos en forma de agua de su nariz* E-es entendible, es lógico y lo acepto, acepto cualquier crítica y decisión que tome, que de todas formas es mi trabajo, señor *Frota sus párpados ya todos mojados*.
Giorno: *Se levanta del asiento y va con él rápidamente* Robin Bárbara Halloween. No dije ni mencioné nada de despedirte, y ya lo asumiste. Estás llorando por algo que no pasó y que ni siquiera se me ocurrió, cálmate *Apoya su mano sobre su cabeza y acariciarla con cuidado* Ven, siéntate *Toma su mano para conducirlo al sofá de antes, se sienta y sienta al joven sobre sus muslos* No te voy a despedir, no sé de dónde sacas todo ese drama. Pero si escribieses un libro te harías famoso y millonario de tremendas historias que te inventas *Saca de su bolsillo varios pañuelos y le limpia los mocos*.
Robin: *Aunque poco a poco se calmaba por sus palabras ya se había alterado, le era complicado calmar su respiración* S-si, lo lamento señor. C-creí que- *Dejaba que limpie su nariz y con otros pañuelos los ojos* En serio lo creí. Lo lamento. Es jefe de una mafia *Baja la cabeza*, si no te sirve alguien lo despides y ya, otros lo matarían o podrían a la servidumbre *Frota sus ojos*.
Giorno: *Aunque le dolía de cierta manera la imagen que tenía de él, pues Diavolo se encargó de esparcir calamidad en toda Italia y a otras partes del mundo, tampoco era una sorpresa que mucha gente vea a Giorno como el próximo dictador, pero él no era así y nunca lo sería. Entendía los motivos de Robin y es por eso que quería hacerle ver que él es otra persona. Bueno, mafía igual a dinero, drogas, extorción, dolor, abusos y todo el lado oscuro de la humanidad, ¿qué podía esperar que la gente creyera? Ya hicieron una enorme limpieza de personal apenas asumió su cargo, ahora debían limpiar la ciudad de drogas y la imagen que dan. Para no preocuparlo, le regaló una pequeña sonrisa* Hey, no voy a ponerte en la servidumbre ni mucho menos matarte. No soy un mafioso hijo de la gran puta como en las películas o como muchos dicen *Da un suspiro* Y con respecto a tu trabajo, iba a decirte que hoy te luciste. Manejaste bien la situación cuando volcaste café, en las primeras semanas de prueba cuando te contraté no dejabas de temblar, llorar, ponerte nervioso, y hoy no lo hiciste. Sí maldijiste, eso no me gustó. Debes pedir disculpas pero no maldecir, porque los modales y el respeto hacia las demás personas te define.
Robin: *Asiente con la cabeza* Sí, señor. Una disculpa por eso *Da un suspiro más profundo, ya su respiración se calmaba*.
Giorno: ¿Cómo voy a despedir a un secretario tan lindo? *Estira sus brazos y lo abraza de la cintura para acercarlo más a su cuerpo, aprovechaba que cogió altura en estos dos últimos años y con los entrenamientos, una buena masa muscular* Cuando lloras siempre te tiembla el labio inferior.
Robin: *Sus mejillas se tornan muy rojas y ahora una media sonrisa temblorosa* J-jefe, no diga eso *Desvía su mirada ya riéndose, cubre otra vez su cara con su mano de la timidez*.
Giorno: *Sonríe al verlo* Mmh.. Que de hecho, ¿cómo podrías siquiera pensar que con esta relación que llevamos te puedo despedir? *Apoya su frente a la suya siguiendolo con la mirada, su pobre secretario trataba de esconder su cabeza lo posible* Mírame, es una orden de tu superior.
Robin: *Poco a poco levanta su cabeza hasta poder verlo a los ojos* Pero no d-digas.. e-esas cosas, q-que me pongo nervioso.
Giorno: Lo sé *Levanta su mentón con mucha delicadeza* Vas a ir a clases de oratoria y a un fonoaudiólogo. No debes pagar nada, pero quiero que mejores tu hablar, me preocupa cada vez que te escucho *Pasa su mano por su mejilla, no le importaba si sentía la textura de su acné* Y te pediré turno para ir a un dermatólogo, ¿te duele cuando te bañas?
Robin: Señor, no tiene que hacer esto. Me refiero, es muy costoso, solo soy un secretario sin importancia y-
Giorno: *Su sonrisa se borra y levanta su dedo índice frente a su cara* Última vez que dices eso, Robin Bárbara Halloween.
Robin: *Se sorprende por su mirada y tono de voz* Sí, jefe. Tiene razón *Da un suspiro*.
Giorno: *Acomoda un par de mechones que cubrían su cara* Ven, acuéstate, quiero pasar más tiempo contigo. Mañana hay las mil y un reuniones y no quiero pensar en ello ahora. Ven *Palmea sus muslos* Apoya tu cabeza y cálmate. Será un viaje largo. Nadie va a entrar aquí sin tocar la puerta, les dije a los demás que estaría durmiendo.
Robin: ¿E-está seguro? M-me re-refiero a- *Es interrumpido de repente*.
Giorno: Robin, es una orden *Mira al joven de una manera especial, con una sonrisa de Monalisa. Acomoda su cabello rubio aunque se había puesto gel en la parte de la frente, lo tenía bastante largo y ya merecía un buen corte*.
Robin: S-si, disculpa jefe *Con timidez, se recuesta en el sofá y reposa su cabeza sobre los muslos de su superior* S-si... Si se siente incómodo, p-puedo retirarme cuando quiera *Lo mira con un poco de verguenza por la situación*.
Giorno: Robin, *Acerca su mano a la mejilla del joven que estaba temblando* cálmate, me pones nervioso cuando estás nervioso, siento que te dará algo todo el tiempo *No pudo evitar una sonrisa suave de su parte, pícara e incluso algo atrevida* ¿Ye te he dicho que eres una vaca muy linda? *Su mano se desliza hasta su cuello y acariciar con su pulgar su mentón y papada*.
Robin: *Cerró sus labios entre sí del nerviosismo, no creía que su jefe en un momento como este tomara este papel que pocas veces en la semana lo tomaba en su oficina, los dos solos. Giorno desde las primeras semanas que estuvo con él enseñándole las rutinas y protocolos en las diferentes instalaciones de Passione, fue agarrando este comportamiento más atrevido pero delicado, hasta el punto que se llegaron a besar varias veces en total secreto. Era extraño este "contrato", este código entre los dos, pero no le desagradaba, y Gio lo sabía. Obviamente muy por dentro no iba a admitir que no quería despegarse de esta relación especial, ¿qué había de malo en esto? ¿qué consecuencias traería besar al jefe de la mafia italiana?* N-no lo sé... *Desvía su mirada por verguenza, su cercanía era bastante próxima*.
Giorno: *No dejaba de acariciar la mejilla de Robin con suavidad, y algo que le gustaba mucho hacer para no solo molestarlo, sino enseñarle a estar en alerta todo el tiempo, era hacerle unas pequeñas cosquillas en sus orejas o en la nuca, y eso quería hacer ahora. Así que procedió a rascar suavemente una de sus orejas pecosas* ¿Que qué no sabes? ¿Que eres una vaca muy bonita?
Robin: ¡Gh! *Se sorprende por el tacto y rápidamente empieza a reírse, tenía una risa particular que incluso podía hacer reír a los demás. Era suavesita y rápida, a veces solo cerraba la boca para reír en una pronunciada "m", al ser tan sensible no podía controlarse mucho* J-jefe, ¡jijiji! Por favor *Eleva sus caderas sin poder evitar patalear* ¡Jijiji! M-maldición, por favor *Dice entre sus risitas, a veces cuando tomaba aire se le escuchaba un ronquido como de cerdito y eso le daba muchísima verguenza*.
Giorno: (Adorable) *Su sonrisa desaparece de inmediato al escucharlo y detiene sus movimientos* ¿Maldición? Esa palabra no te la enseñé nunca y no creo que esté en tu diccionario. No me gustó nada. Es la segunda vez que te escucho decirla en el día *Inclina su torso levemente hacia al frente para acercar su rostro al de su acompañante, no despegaba sus ojos de los suyos, quería intimidarlo, presionarlo* Nada.
Robin: *Se cubre la boca cuando se detiene, estaba sorprendido por su palabra* L-lo siento mucho, jefe, no quería... ¡No está en mi diccionario, lo juro! Lo siento, lo siento mucho *Mueve sus manos negando todo, ahora sí su corazón dio un vuelvo tremendo. Giorno sí le hizo pasar en esos dos meses a prueba varias situaciones donde debía mantener la calma, paciencia, tolerancia, pero nunca lo castigó. Ahora su mirada era diferente de las muchas que vio en él, su expresión indicaba que estaba molesto de verdad y que recibiría un castigo digno de su nivel*.
Giorno: ¿Cuestionas lo que escuché? ¿Me cuestionas? *Un aura dorada aparece alrededor de su cuerpo, brillaba solo para la vista de ambos* No te muevas o me harás enfadar más... *Seguía sus ojos como un láser, no iba a dejarlo estar tranquilo hoy, quería divertirse. Estaban solos en el compartimiento ¿por qué desperdiciar esta oportunidad?*.
Robin: ¡E-eh! ¡No no no! D-digo- *Es interrumpido una vez más*.
Giorno: Dije que no te muevas, otra desobediencia más e irás acumulando puntos, secretario *Golden Experience Requiem se manifiesta en la pequeña habitación. Aunque Robin no tenía un stand, raramente podía verlo y eso lo descubrió en su primera entrevista de trabajo, había pegado tremendo grito al ver -dicho con sus propias palabras- un fantasma de ojos saltones* Y ahora, aguanta las consecuencia de tus actos *Sacó de un compartimiento pequeño del posabrazos un cigarrillo electrónico, no succionaba ni aspiraba nada ya que no tenía esa función, solo largaba vapor de vez en cuando para simular un cigarro, tenía una apariencia realista y dar esa impresión*.
Robin: S-si, je- *Pero no pudo terminar, Golden Experience lo tomó de las muñecas directamente para extender sus brazos dejando su torso totalmente expuesto y por consecuencia, su uniforme se había levantado varios cenímetros dejando ver parte de su barriga marrón por su lunar gigante* ¡E-eh!
Giorno: Robin Bárbara Halloween. Les dije a los demás que te iba a dar un fuerte regaño por el accidente en el comedor, así que *Le manda a su stand que saque de su mochila una cinta plástica de las que usabas para embalar cajas*, no puedes dar gritos tan fuertes *Corta un trozo de la cinta y junta sus muñecas para atarlas dándole varias vueltas* Y me gustaría empezar... No, de hecho GER lo hará *"Fuma" de su cigarrillo falso y apoya su espalda en el sofá mientras miraba a Robin como si de un espectáculo se tratase*.
Robin: E-espere, señor *Niega con la cabeza suplicando con su mirada y sacudiéndose un poco* Q-quizás p-po-... podamos ha-hablarlo.
GER: *El stand hace presencia para no dejar de verlo a los ojos, y él ya tenía unos muy saltones. No esperó mucho más y pasó sus dedos por el cuello del pobre pecoso, rascaba tan apenitas que su esfuerzo era nada*.
Giorno: Mírame.
Robin: *Niega con la cabeza aún riendo por los toques* ¡N-no! ¡Jajajaja! *GER bajó sus brazos y los mantuvo firme sobre su torso, así evitar que los hombros bloqueen el paso*.
Giorno: Mírame, es una orden.
Robin: ¡Jijijijiji! P-por favor *Niega con la cabeza y eleva su torso en forma de protesta a lo que su jefe aprovechí para cruzarse e pierna y mantener su vientre arriba con su rodilla, obligarlo a exponerlo* ¡Jijiji! J-Jefe, por favor *Pide ayuda mirando a Giorno, pero su única respuesta fue devolverle una sonrisa satisfactoria, de poder y superioridad*.
Robin: *Su destino estaba bien marcado, no tuvo ni la oportunidad de seguir quejándose. GER pasó una de sus manos para levantar su cuello y llevar su cabeza hacia atrás, ahora tenía un gran terreno muy sensible a su disposición* ¡No! ¡No! ¡No, por favor! ¡WUAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA! *Los labios del bello y majestuoso stand besaban y soplaban sobre la piel pecosa del joven, causándole terribles cosquillas* ¡GYA! ¡JAJAJAJAJAJA! *Sacudía su cuerpo como podía, pero lo retenía muy bien el stand casi abrazándolo. Por un momento dejó un lado y cambió al otro, y le sensación fue en aumento como su tono de voz* ¡GYAAAA! ¡JAJAJAJAJA! ¡J-jefe° ¡Por favor! ¡JAJAJAJAJAJA! *Patalea bastante más, pero nada podía hacer*.
Giorno: *Mientras "fumaba", veía a su pobre secretario pagando las consecuencia de sus errores* Parece que lo disfrutas, entonces no te molestaría que esto se extendiera un poco más, ¿no es así? Me gusta que tu cuello sea tan sensible *Se inclina levemente para verlo mejor* y ahora debes ser más atento cuando camines por ahí, puede que una brisa te toque sin querer *Acomoda su cabello un poco hacia atrás, un buen corte no le sentaría mal*.
Robin: ¡Jijijiji! Uff... uff... *Pudo tomar varias bocanadas de aire cuando GER dejó de besarlo y mientras reposaba su cabeza en el almohadón del sofá, sentía las caricias suaves en su hombro, era un gesto amable que apreciaba mucho* J-juro que no... voy a derramar... café otra vez, p-practicaré *Lo mira un poco cansado*.
Giorno: *Aún sonriéndole* Me encantaría seguir, pero estoy cansado y debo trabajar mucho mañana *Estira su brazo y lee la hora en su reloj digital de la muñeca* Mh. Bueno, tenemos media hora más.
Robin: ¿E-eh? *Abre sus ojos muy sorprendido* P-pero, pero, ¿n-no debe dorm- *No, no pudo ni terminar su pregunta, GER ya lo abrazó otra vez, sostuvo bien fuerte y dio soplidos, frambuesas sobre su cuello, debajo de sus orejas, e incluso se atrevió a morder su piel* ¡NYAAAA! ¡JAJAJAJAJAJAJAJA! ¡NOOO! ¡JAJAJAJA! ¡POR FAVOR!! ¡JAJAJAJAJAJAJAJA! ¡J-JEFE!
Giorno: *Levanta su mano para que GER se detenga, ayuda a Robin a enderezarse y de paso le regala un pequeño beso en el lóbulo de su oreja. Se pone de pie dejando al joven en el sofá, aún agitado y con todo el cabello desordenado. Se prepara un té de mientras* Vaya a descansar, secretario. Mañana será un día cargado *Habla dándole la espalda y dejando su saco en un perchero*.
Robin: S-sí, señor *Endereza su espalda y descansa unos segundos en el mismo lugar donde Gio se sentó* ¡Gh! *Repentinamente GER estaba a su lado respirando sobre su cuello, incluso su aliento le hacía ligeras cosquillas. A veces deseaba no ser tan sensible*.
Giorno: *Da pasos hacia adelante y toma de su mentón para levantarlo* Y no solo porque tienes que estar el doble de atento de ahora en adelante, *Estira su dedo índice, hace poco se hizo la manicura, unas uñas esculpidas verde oscuro terminando en punta* sino que GER reclamará de tu atención y servicios. Es un stand caprichoso y con un gran apetito, no se alimenta de excusas ni errores, porque sino... *Pasa suavemente la punta de su uña desde el mentón de Robin hasta su clavícula* sabrá cada una de tus zonas más sensibles y delicadas, cualquiera que quieras ocultar, él lo sabrá y me lo dirá a mí ¿entiendes eso, Barbie?
Robin: *A veces se sorprendía por el color tan brillante de su jefe, daba una sensación como ninguna otra y ahora se sentía intimidado, nervioso, aplastado por él y su stand* S-si... señor *Traga con dificultad, el toque hizo que haga una mueca por el escalofrío y cosquilleo*.
Giorno: *Le pide a su stand que desaparezca y en menos de un segundo, hizo caso. Camina hasta la pequeña cocinita y se sirve el té* Hasta mañana, secretario.
Robin: *Su corazón latía constantemente una vez llegó a su propio camarote ¿Pero qué demonios había sido todo eso?* A-ay no *Se cubre la cara con las manos, estaba nerviosísimo por mañana, debía tener cuidado mientras hacía su trabajo ¿más que ahora? ¡no puede ser! Para despejar su cabeza fue a darse una ducha caliente. Todos esos besos, la boca de GER sobre su piel, los susurros, la mirada de su jefe, empezaba a hacerle... cierto efecto físico y emocional, pero ¿hasta qué punto era bueno este jugueteo mututo? No quizo resolver esa duda, solo se limitó a acurrucarse en la lluvia caliente y el vapor, que era el momento más relajante del día*.
Las ilustraciones que aparezcan son hechas por mí, son de mi propiedad. Instagram Agash_Rotddom Las ilustraciones de fondos o paisajes son propiedad de sus propios autores, los links de sus trabajos están enlazados.
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TWST: Historia principal – Episodio 7-135 (traducción español)
Libro 7 - El Líder del Abismo (Diasomnia)
Episodio 7-135 ¡Oscuridad inmersiva!
[ ♪ ]
CIUDAD MÁSBELLA – PALACIO DE LA REINA
NEIGE: Venga, Gran vil, mira bien hacia aquí.
Aquí está el trofeo al mejor actor que tanto querías. Es tan dorado y brillante… ¿a que es bonito?
VIL: Sí… sí. Es lo que siempre he querido. Mi motivo para seguir viviendo…
ROOK: ¡Para, Vil! ¡No te dejes engatusar por las palabras de la “oscuridad”!
NEIGE: Jijiji, eso es. Mientras estés aquí, aunque no hagas nada, sieeempre serás el número uno.
Ya no hace falta que sigas esforzándote tanto en el entrenamiento y cuidado del cutis por el bien de tu belleza.
Podrás vivir sin sufrimiento ni angustia.
NEIGE: Así que… Vi… Cierra los ojos…
VIL: Ah…
ROOK: ¡Ugh! “Vamos, intenta huir de mí. ¡I See You¹!”
EPEL, ROOK: ¡¡VIIIIL!!
EPEL: ¡Hay algo que se acerca poco a poco!
¡A este paso nos absorberá a nosotros también…!
SILVER, SEBEK: ¡Jáaaa!
GRIM: ¡Fuaaaaaaaag!
ORTHO: ¡Rook, Epel! ¿Estáis bien?
GRIM: ¡En cuanto os subisteis al escenario, todos los que estaban alrededor se convirtieron en “oscuridad”…!
¡…y sólo conseguir entrar en el Palacio de la Reina nos ha costado un montón!
ROOK: ¡Vil ha sido absorbido por la oscuridad! Lo marqué inmediatamente con mi Unique Magic, pero aún así…
¡no deja de hundirse!
SILVER: ¡Tenemos que seguirle, aún podemos sacarle!
EPEL: Seguirle… ¿dices que nos metamos en esa masa borboteante?
ORTHO: Si cae en un sueño aún más profundo, será más difícil despertarle.
YUU: ¡Deprisa! / ¡Vamos!
SILVER: Este lugar…
SEBEK: Se parece al interior del coliseo de Night Raven College.
ROOK: ¿Este pasillo no es…?
*llanto*
GRIM: Se oye a alguien llorando.
ROOK: En la dirección de la que viene el llanto también hay señal de mi I See You.
EPEL: ¡Sigámosla!
GRIM: ¡Mirad, hay alguien tirado en medio del pasillo!
EPEL: Ese es… ¿¡Neige!?
ROOK: ¡¡¡!!!
DOMINIC: Buah, ¿por qué…? ¿Por qué Neige ha tenido que…?
GRUM: ¡N-no llores, estúpido! Buu buaah…
HOP: ¡BUAAAAH! ¡NEIGE, NEIGE!
ROOK: ¡Disculpad! ¿Qué está sucediendo?
DOMINIC: No lo sé. Nos fuimos a ver los puestos del festival cultural y cuando volvimos Neige estaba en el suelo…
TODOS: ¡¡¡!!!
ORTHO: ¡Atrás todos! Voy a comprobar las constantes de Neige LeBlanche.
*piii*
ORTHO: ¡Está…!
GRUM: Hagamos lo que hagamos no se despierta. Ni el dormilón de Shelpie es así… ¡jolín!
HOP: ¿Qué vamos a hacer? Se está poniendo frío… ¡A este paso, Neige se va a…!
GRIM: *susurrando* ¡Oye, esbirro! Esta botella de zumo de manzana que estaba tirada en el suelo, ¿no será…?
ROOK: Está vacía… ¡No puede ser, Roi du Neige!
YUU: ¡Lo cual significa que ha sido poseído! / ¡A este paso nunca va a…!
EPEL: Ah… ¡Es verdad! ¡Chicos, echaos un poco atrás!
¡Cierra los ojos y aguanta la respiración… Sleep Kiss!
GRUM: ¿¡Qué crees que haces, payaso!?
EPEL: Mi Sleep Kiss pone una barrera que detiene por completo a la persona atrapada.
¡Podemos ganar un poco de tiempo retrasando el avance de la maldición y quizás consigamos traerte de vuelta a este mundo!
… Rook, ¿no estaremos en…?
¿... el sueño en el que el Clan NRC llega al número uno?
ROOK: ¡No puede ser! ¡Aah, Vil…! ¿Por qué haces esto?
Convertirte en el mejor del mundo de una forma digna de pesadilla no es nada bonito.
A pesar de que él mismo lo sabe y se arrepiente de sus actos…
SILVER: Su alma está siendo arrastrada por la “oscuridad” por momentos.
Cuando la “oscuridad” me absorbió, yo también perdí la razón. ¡Seguro que Vil senpai también!
EPEL: Aunque esto sólo sea un sueño, no dejaré que esto llegue a un punto irreversible.
ROOK: Sí. ¡Vamos a presentarnos ante la Reina!
TODOS: ¡Sí!
[ ☆ ]
¹ La Unique Magic de Rook tiene dos nombres: se pronuncia como “I See You” (“te veo”) y se escribe también como “Arco y flecha que llegan hasta el final” (果まで届く弓矢, en japonés).
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⚠ Por favor, no resubas mis traducciones sin permiso. Puedes usarlas si me das créditos ⚠
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¡Espero que os haya gustado y podéis sugerirme correcciones en los comentarios!
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Dentro de ti — K.SJ fanfic
Capítulo 1
Cuando An Yuri abrió los ojos esa mañana lo primero en lo que se fijó fue que estaba en otro lugar que no era su habitación, pues aquel techo era mucho más alto que el de su casa. Y la principal y más notoria diferencia que le sacó de toda duda sobre si se había confundido: su póster de Jin de BTS no estaba en su lugar, justo sobre su cama, acompañado de estrellitas fluorescentes de decoración.
Miró cautelosamente a su alrededor. Recordaba perfectamente haberse ido a la cama la noche anterior y sabía que era su cama. ¿Estaría confundida? No. Estaba segura de que la noche anterior no había hecho nada más que eso, además, aquella habitación no la conocía en lo absoluto.
Se incorporó levemente, apoyándose sobre sus codos, e inspeccionó mejor la estancia, pero algo la hizo sobresaltar y sintió su coriazón latir desbocado. Había una chica durmiendo a su lado. Una chica de cabellos dorados y rostro bastante hermoso, pero que se le hacía totalmente desconocido. Y eso no era la peor parte.
Aquella mujer desconocida estaba totalmente desnuda, únicamente tapada con una sábana.
Lentamente comenzó a entrar en pánico. ¿Qué era lo que había hecho la noche anterior? ¿Cómo es que había acabado durmiendo junto a una chica desnuda? La verdad era que nunca había tenido problemas con la gente homosexual, pues pensaba que cada persona debía de amar a quien quisiese, pero jamás se había planteado a sí misma su sexualidad. O sea, sabía que le gustaban los hombres, ¿pero las chicas?
Sacudió su cabeza de un lado a otro, intentando alejar aquellos abrumadores pensamientos, y una segunda cosa llamó su atención. Quedó sin respiración al ver que su cuerpo no era parecido al suyo, en absoluto. No tenía pechos, sino pectorales, y su abdomen estaba regado de músculos. Incluso su piel le pareció de un color ligeramente más moreno. Sin embargo, lo que más le llamó la atención fue un bulto cubierto por las sábanas, justo sobre su pelvis.
Tragó saliva y levantó una mano para mirarse. Ya no era pequeña y delicada, era grande y de dedos largos.
Se terminó de incorporar y pudo divisar un espejo de cuerpo completo junto a la puerta de la habitación, por lo que, con sumo cuidado, se levantó y caminó hasta él manteniendo los ojos en el techo, temiendo lo que se pudiera encontrar si miraba hacia abajo. Cuando se miró se dio cuenta de que no sólo su cuerpo no era suyo, sino que su rostro tampoco.
Pestañeó un par de veces, como si aquello la hiciera despertar de aquel sueño en el que pensaba que estaba. Se acercó más al cristal y se observó de cerca. Sabía de quién era ese rostro, lo había visto múltiples veces, y no era de cualquier persona.
Era de un hombre mundialmente hermoso.
Sin quererlo, sus ojos se fueron hacia abajo, encontrándose con algo que precisamente no quería ver y sus mejillas se enrojecieron violentamente. Aplanó sus labios y volvió a mirar el techo a la vez que comenzaba a dar pequeños golpes en el suelo con su pie derecho.
Esto no es real. Se repitió varias veces a sí misma, intentando convencerse de que todo no era más que producto de su gran imaginación.
— Hyung, ya es hora de despertar. —la puerta a su lado se abrió de pronto.
Un chico notoriamente menor apareció en el umbral y se le quedó viendo con los ojos muy abiertos y una expresión de horror. Su cabello casi negro estaba despeinado y tenía los ojos levemente hinchados.
— ¡Ah! —exclamó, retrocediendo inmediatamente y cerrando la puerta.
— ¡Ah! —gritó Yuri al mismo tiempo, cubriendo su cuerpo, que no era suyo, en sus partes íntimas.
Y finalmente supo que su voz era mucho más grave, una voz masculina que en algún momento le había sacado suspiros, pero que en ese mismo momento le aterraba.
— ¿Por qué te miras desnudo en el espejo? —gritó con pánico el chico menor desde el otro lado de la puerta— Creo que estás llevando el egocentrismo demasiado lejos.
— ¿Qué? —fue lo único que atinó a decir.
— ¿Jin?
Su corazón se detuvo al escuchar una tercera voz. La chica rubia acababa de despertar con todo el revuelo de los últimos segundos y se había incorporado levemente. La sábana había resbalado por su cuerpo y sólo le tapaba hasta la cintura.
Yuri se giró lentamente y se encontró con el rostro confundido de la mujer desconocida. Trago saliva y soltó un suspiro tembloroso, quitando inmediatamente los ojos de los pechos de la rubia. Realmente no quería ver eso.
— ¿Qué ocurre? ¿Estás bien? —insistió.
No respondió nada, pues realmente no tenía palabras para explicar que justo aquella mañana había despertado en el cuerpo de un famoso al que idolatraba desde hacía años.
A cualquiera le sonaría como un chiste, un pésimo chiste, como los que acostumbraba a hacer Jin.
— ¿Por qué Jungkook gritó? —la mujer se levantó y se plantó frente a ella— ¿Estabas mirándote desnudo?
De manera inevitable, Yuri paseó sus ojos por el cuerpo de la chica, y le pareció exuberante, pero inmediatamente corrió los ojos y se giró, dándole la espalda.
No habían pasado más de cinco minutos y ya estaba harta de ver cuerpos ajenos desnudos. Con suerte había visto el suyo, aunque rápidamente alejaba la vista del espejo porque se sentía avergonzada.
— ¿Estás bien, cariño?
La chica estiró sus brazos con la intención de rodearla y abrazarla, pero Yuri se alejó inmediatamente, como si fueran dos polos iguales de un imán.
— Creo que debo ir al baño. —murmuró con voz temblorosa.
Dio grandes zancadas, porque su nuevo cuerpo se lo permitía, hasta otra puerta que había dentro de la habitación, suponiendo que era el baño, y cuando abrió la puerta cerró los ojos por un momento ya que se había encontrado con un montón de ropa y colgadores.
— Jin, el baño es la puerta de al lado.
Sin mirar atrás, abrió la siguiente puerta y se encerró dentro.
Estuvo un momento con la luz apagada, porque sabía que si la encendía se encontraría nuevamente con su reflejo, y no estaba preparada para verlo de nuevo. Aunque las inaguantables ganas de orinar le hicieron dudar.
Claro, cuando te acabas de levantar te dan ganas de orinar. Pensó, sintiéndose estúpida.
Y tuvo que encender la luz, porque la idea de orinar a ciegas, sin saber realmente dónde estaba el inodoro, y encima siendo hombre, no le pareció buena. No quería dejar un desastre.
Se acercó al inodoro, ignorando su reflejo en los grandes espejos del baño, y con un poco de recelo bajó su mano. Los hombres orinaban de pie. Tenía que sostenerlo, aunque de todas formas ya estaba erecto. Ahogó un grito cuando lo sintió contra la palma de su mano y cerró los ojos, dando grandes bocanadas de aire.
Era increíble que su primer acercamiento sexual con un hombre fuera de ese modo.
Agarró con un poco más de confianza el miembro, soltando todo el aire que tenía acumulado en sus pulmones, y apuntó hacia el inodoro. Tuvo dos problemas: el primero era que por más que intentaba apuntar hacia abajo, le era prácticamente imposible sin sentir dolor, y el segundo lo descubrió cuando retrocedió un paso y haciendo cálculos mentales se había atrevido a predecir dónde caería la orina si mantenía el miembro como estaba y simplemente no salió nada.
Los hombres no pueden orinar con el pene erecto. Lo sabía desde hace un tiempo, aunque no se relacionaba prácticamente con hombres, porque lo había aprendido en las pésimas clases de educación sexual que le habían impartido en la escuela.
Lo soltó inmediatamente y se limpió la mano en sí misma. ¿Qué iba a hacer? No podía salir así de la habitación, y ni siquiera del baño porque estaba aquella mujer, y no podía ignorar las tremenda ganas de orinar que sentía.
Caminó hasta el lavamanos y se mojó la cara con agua fría. Se observó en el espejo, su rostro no era su rostro, y la verdad nunca, ni en sus más locas ocurrencias, había imaginado que la tendría.
Frunció el ceño de repente. ¿Quién era aquella mujer y por qué llamaba cariño a Jin?
Jin no tenía novia, ¿o sí?
Se tapó la boca cuando se dio cuenta de que mantenía una relación secreta. Y se sintió decepcionada de que pudiese esconder algo como eso.
— ¿Hyung? —escuchó otra voz masculina al otro lado de la puerta.
Esa voz también la conocía.
— ¿Todo bien? —insistió el chico al no escuchar respuesta.
¿Qué diría Jin en un momento así? No lo sabía. Pues lo conocía, pero sólo la imagen que mostraba al público, aquella con la que hacía chistes malos y se adulaba a sí mismo por ser tan guapo.
¿Sería así realmente?
— ¿Acaso no puedo admirar la belleza de mi cuerpo con tranquilidad? Además, el mocoso de Jungkook debería aprender a tocar la puerta antes de entrar.
— Hyung, tú mismo le dijiste que no lo hiciera.
— ¿Ah, sí? —su voz salió ligeramente más aguda que antes.
Hubo un momento de silencio. Sentía que la había cagado con ganas y ahí se dio cuenta de que no se le daba bien actuar de una manera diferente a su forma de ser.
— ¿Namjoon? —preguntó después de un rato, pensando en qué el chico se había marchado.
— Sólo ven a desayunar, hyung.
— Sí. —respondió con un suspiro tembloroso, estaba dispuesta a salir del baño, pero miró su cuerpo desnudo hacia abajo y volvió a ruborizarse— Oye, ¿puedo hacerte una pregunta extraña?
— Dime.
— ¿Cómo bajas tus erecciones matutinas?
(...)
La mesa del comedor donde todos desayunaban se mantenía en un absoluto silencio, todos los chicos se miraban entre ellos preguntándose lo mismo con la mirada:
¿Qué le pasa a Jin hyung?
En cambio, Yuri comía con la mirada fija en la mesa. Había podido orinar, sí, pero después de diez minutos encerrada en el baño porque no lograba bajar esa maldita erección, pues cuando le preguntó a Namjoon cómo hacerlo se había largado a reír y le había dicho que le esperaría en la mesa.
Quien también le miraba extraño era la chica rubia, cuyo nombre descubrió era Hwang Haneul y que, como había supuesto cuando estaba en el baño, era la novia de Jin. Estaba sentada a su lado y Yuri evitaba su mirada a toda costa porque no se podía quitar la imagen mental de ella desnuda.
Como si tener que ver al mismísimo Kim Seokjin desnudo no fuera suficiente.
Ya se había preguntado varias veces si estaba soñando, pero ¿cómo podría tener un sueño tan lúcido? Todo lo que estaba sucediendo le parecía completamente real y las caras de los otros miembros eran muy parecidas a las que ella ya había visto un par de meses en los fanmeeting. Incluso, Yuri aseguraría que eran iguales.
Por todo ese rato se había olvidado de algo importante. No se había preguntado qué había ocurrido con su cuerpo o dónde estaría la conciencia de Jin, porque estaba totalmente ausente en su cuerpo.
Eso hasta que su celular negro comenzó a vibrar sobre la mesa. Haneul se lo había llevado hasta allí después de vestirse. Tragó saliva y corrió sus ojos con miedo hacia la pantalla. Conocía el número que estaba marcando.
Era su número.
El número del celular de An Yuri.
Estiró la mano hacia el teléfono y lo silenció, dejando que la llamada continuara hasta que se cortara, simplemente porque no estaba preparada para enfrentar ni una cosa nueva más. Durante esa mañana habían sido muchas cosas nuevas.
— ¿Quién es? —preguntó Haneul a su lado.
Yuri se encogió de hombros, con los ojos fijos en su cuenco de arroz.
— No lo sé.
— ¿No vas a contestar? —preguntó otro chico en la mesa. Yoongi.
— No. —respondió rápidamente, negando con la cabeza.
Vio que todos se dedicaron miradas extrañas, pues lo más extraño era cómo estaba actuando Jin.
Después de un nuevo momento de silencio en el que todos se miraban extrañados, Namjoon se atrevió a hablar.
— En media hora debemos estar en la empresa.
Todos se pusieron de pie, a excepción de Haneul y Yuri, que todavía no acababa de comer. Y ambas se quedaron solas.
La rubia no apartaba su mirada penetrante de Yuri, haciéndola sentir extremadamente nerviosa, pues sentía que ella más que todos se había dado cuenta de que había algo extraño con su novio, sobretodo el hecho de que se demorara tanto en comer, cuando Seokjin siempre era de los primeros en terminar. Por su parte, Yuri se echó todo el arroz que le quedaba en el cuenco y con las mejillas expandidas por la comida se atrevió a hablar por voluntad propia en mucho rato:
— Me iré a vestir, creo que…
— Sí, me iré a casa. —le interrumpió Haneul.
Y la rubia se puso de pie, tomó sus pertenencias que había dejado la noche anterior por ahí cerca, le dio un beso en la sien a Yuri y se marchó, sin decirle lo molesta que se encontraba porque, al igual que su novio, prefirió no hablar sobre lo que le ocurría.
Si había algo que le molestaba a Haneul era la falta de comunicación y, hasta esa mañana, lo estaba llevando bien con Jin.
Yuri se apresuró en dejar sus cosas en la cocina, donde Taehyung lavaba lo que habían ocupado, y se encaminó hacia su habitación, o sea, la habitación de Jin, donde había despertado hace un rato. Cerró la puerta con llave, con miedo de que Jungkook quisiera volver a entrar sin tocar antes, y se pasó la mano por el rostro repetidas veces.
¿Qué era lo que estaba haciendo ahí? Se suponía que a esa hora debería estar en clases en la universidad.
¡La universidad!
Tomó el celular negro, que gracias a Dios se desbloqueaba con la huella digital porque de otra forma no hubiese podido, y buscó entre el registro de llamadas, allí donde estaba su número. Tragó saliva, un poco indecisa, pero sabía que tenía que ponerse en contacto con la persona que estaba en su cuerpo para que así actuara de la manera más natural posible, así que cuando estuvo a punto de llamar de vuelta sintió un par de golpes en su puerta.
— ¡Hyung! —exclamó Jimin al otro lado— En cinco minutos llegan a buscarnos, eres el único que falta.
— ¡Ya voy! —respondió.
Negó con la cabeza y dejó el celular de lado, pero no se iba a olvidar de llamar de vuelta cuando se encontrara nuevamente a solas. Se levantó y buscó en la puerta que —ahora sabía— era el armario algo que ponerse. Pasó sus dedos entre los colgadores sin estar totalmente convencida de lo que podría usar.
¿De qué forma tenía que vestirse? ¿Cómo estaría vestido el resto?
Tuvo miedo de asomar la cabeza hacia el pasillo para averiguarlo, pues el resto de los miembros lo seguiría mirando extraño. Así que simplemente buscó algo casual. Terminó sacando unos jeans, una camiseta de talla grande y unas zapatillas, todo del mismo color: negro. Porque, a pesar de que no era su color favorito por ser muy oscuro, lo consideraba algo versátil. Se arregló el cabello en el espejo y se puso un cubrebocas blanco. Y antes de girarse se encontró con un lindo reloj color plata que reposaba en un exhibidor acolchado sobre la cómoda, así que también se lo puso.
— ¡Ya era hora! —Yoongi puso los ojos en blanco al verla aparecer por el pasillo.
Yuri no respondió nada, en cambio pasó su mirada sutilmente por el resto de los miembros y se sintió ligeramente agradecida de verlos a todos vestidos de manera casual.
— ¿Por qué te vistes igual que yo? —demandó Jungkook.
En efecto, ambos llevaban prácticamente lo mismo, con la única diferencia de que el menor llevaba unos pantalones deportivos. Yuri trago saliva y se preguntó qué respondería Jin en ese momento.
— Tú te vistes como yo porque yo nací antes.
Los miembros ahogaron una risa. Todos, incluyendo Yuri que ya se estaba sintiendo tonta, sabían que era una respuesta estúpida, por lo que no dijeron nada al respecto, a excepción de Jungkook, que tenía la intención de seguir reclamando.
— Ya, Kookie, basta. —Hoseok se puso en medio de ambos con una sonrisa y luego se giró hacia Yuri con una expresión totalmente seria que sintió que le caló hasta los huesos. Una expresión que desapareció inmediatamente cuando la miró de arriba hacia abajo— Hyung, te pusiste el reloj que te regalé. Creí que no te había gustado.
Yuri bajó la vista hacia su muñeca, donde brillaba el accesorio plateado, y sonrió tímidamente.
— Me gusta.
— ¿En serio? Porque cuando te lo di por tu cumpleaños me dijiste que nunca habías visto algo tan feo y realmente me sentí mal…
La expresión de la chica cambió a una de horror. ¿En serio Jin había dicho algo como eso? Entonces, si no le había gustado, ¿por qué lo tenía tan bien mantenido y sobre la cómoda?
Soltó una pequeña risa nerviosa.
— No sé de qué hablas.
— Ya están aquí. —intervino Namjoon.
Yuri soltó sutilmente el aire que estaba acumulando y se puso en marcha junto con los otros miembros. Prefirió mantenerse en silencio durante el resto del camino, pues aparte de no saber qué decir, no sentía verdaderas ganas de hablar. Todavía estaba afrontando esa nueva y extraña realidad en la que se encontraba en ese momento. ¿Cómo es que había terminado en algo tan turbio? ¿Cómo era siquiera que algo así pudiese estar sucediendo? Porque su mente era de An Yuri, pero el cuerpo era de Kim Seokjin.
¿Kim Seokjin estaría en su cuerpo en ese mismo momento o estaría otra persona? Porque existía también la posibilidad de que muchas personas hayan intercambiado sus cuerpos y ella haya quedado en el cuerpo de Jin, pero Jin en el de otra persona. ¿Y si el que estaba en su cuerpo en ese momento era un psicópata o algo así? Se alarmó al imaginar que le podría haber hecho algo a su familia.
Cuando llegó a la empresa se bajó en silencio y caminó desde la calle hacia la entrada, y al pasar su mirada entre la multitud que la rodeaba vio una cara conocida y palideció. Fue como verse en un espejo, claro que ella en ese momento no estaba dentro de su cuerpo, pero lucía un poco diferente. Llevaba una capucha y un pantalón deportivo gris, un conjunto que le habían regalado para su cumpleaños número dieciséis, hace al menos tres años, que estaba guardado en el fondo del armario y que seguramente debía de oler a guardado. Esa otra Yuri, o la persona en el cuerpo de Yuri, tenía una expresión de desagrado, muy inusual en ella porque siempre andaba sonriendo, y tenía el ceño fruncido y el labio inferior tirado levemente hacia adelante, como si estuviese haciendo un puchero que no se veía para nada tierno.
Tragó saliva al verse a sí misma, pero no tuvo la oportunidad de detenerse, pues la estaban empujando suavemente para que entrara lo más rápido posible a la empresa. Giró su cabeza para seguir mirando y aquella persona dentro de su cuerpo le miraba molesta, como si quisiese ir a golpearle la cara por algo que ella ni siquiera tenía la culpa.
Miró nuevamente hacia adelante cuando estuvo frente a las puertas de cristal, sintiendo su corazón acelerado, y no tuvo más opción que hacer como si nada hubiese ocurrido.
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𝑩𝑳𝑶𝑶𝑫 𝑫𝑬𝑺𝑻𝑰𝑵𝒀 ~𝑫𝑰𝑨𝑩𝑶𝑳𝑰𝑲 𝑳𝑶𝑽𝑬𝑹𝑺~
🥀𝑷𝑹𝑶́𝑳𝑶𝑮𝑶🥀
Una noche tormentosa, varios cuerpos manchados de su propia sangre, las paredes y muebles destrozados... Todo era un desastre... En ese lugar sombrío, helado... Vacío, a excepción de aquella melena dorada como el brillante oro por la poca luz nocturna que brindaba la luna... Lloraba sin consuelo alguno, con un cuerpo frío y pálido... Manchando ese líquido rojizo entre sus brazos.
–¿Por qué? – preguntaba aquella chica con ojos cristalinos y lágrimas que corrían por sus sonrosadas mejillas.
–No podíamos... Resistirnos... A que no... Estuvieras... Con nosotros...– Decía el chico de ojos verdes cual esmeraldas, apagados y vacíos, casi sin vida.
–No debieron... – Lo miraba atentamente mientras acariciaba su pálida mejilla manchada con algunas gotas de sangre.
–¿Cómo no?... Si eres nuestra... Especialmente... Mía...— Con una sonrisa en sus labios dando su último aliento.
Una muy dolida rubia abrazada su cadáver en la oscuridad de la noche mientras la Luna de testigo presenciaba su dolor y llanto.
Mientras tanto... En otro lugar una chica corría con los pies descalzos, sin rumbo, pero tratando de huir muy pero muy lejos, su vestido blanco estaba sucio y su rostro expresaba lo muy cansada y asustada que estaba...
Pov...
Maldita sea... Yo no quería esto porque diablos me tiene que pasar estas cosas... Juro por mi vida que ellos me las pagarán, lo juro, ellos no pueden salirse con la suya...
Corría sin parar esas cosas pronto iban a alcanzarme, me dolían los pies de tanto correr y mi energía había sido sellada... Esto no podía ser peor.
Ya los había perdido de vista, pero pronto me encontrarían nuevamente... Me saque la ropa y aprovechando que había un lago cerca quitaría el rastro de olor.
La chica de cabellos plateados se sumergió en lo profundo del lago, en el momento en que se hundió, diviso la Luna y en su interior pidió desesperadamente un deseo...
Después de estar aproximadamente 15 minutos en el agua... Salía de lo profundo, mientras que sus pulmones tomaban la mayor cantidad de aire posible; la luna se escondía detrás de las nubes, un relámpago dorado azotó en un árbol cercano, la de cabellos plateados se moría del miedo... divisar esa escena, mientras que ella se encontraba en el agua.
Anonadada por lo que acababa de presenciar sintió que algo duro le caía en cabeza, al mirarlo, noto que era una piedra que brillaba intensamente, sentía que sus perseguidores se acercaban así que volvió a zambullirse en el lago, haciéndose bolita para que el brillo de la piedra no fuera visible para ellos.
Pov....
Espero que se vayan pronto esos malditos...espera que es ese brillo blanco tan fuerte, pero si el brillo hace unos momentos era azul... ¿eh?, Porque yo también estoy brillando... Pero que está pasando... ¡¿Qué diablos?!
La noche era fresca y en el tejado de una mansión abandonada, una chica se encontraba sentada, apreciando la vista mientras que la brisa mecía su cabello suavemente, el cielo estaba nublado amenazando así una posible tormenta... Miraba al cielo como esperando algo o... A alguien.
Su vida había sido muy solitaria y digamos que anhelaba compañía; eran estos sus pensamientos, hasta que una gota de agua cayo en su mejilla deslizándose... Parecía como si llorará en silencio en lo más profundo de su ser.
Una tras otra las gotas de lluvia iban cayendo, decidió entrar para resguardarse de la lluvia y la posible tormenta venidera; el lugar era oscuro a excepción de algunas velas que alumbraban espacios escasos de la mansión abandonada en la que se resguardaba.
Algo llamo su atención y es que se podían ver que rayos de colores dorados y rojos danzaban por entre las nubes, era hermoso y electrizante, sintió una presencia que se acercaba con rapidez hacia la mansión, era fuerte e imponente.
Daba miedo de cierta forma... Se asomó por la cristalina ventana, pero debido a la lluvia no podía ver del todo bien, aun así, esa persona si la pudo ver, observándola con detenimiento, con una mirada que la intimidaba y estremecía su ser...
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