#chico dorado
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sandushengshou · 1 year ago
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xiao zhan appreciation [82/ ∞]
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aricastmblr · 2 years ago
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jessscamander · 27 days ago
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"Un hogar en la penumbra"
En las calles sombrías de Zaun, Silco y Vander son una pareja que luchan por sobrevivir mientras sueñan con un futuro mejor para ellos y su hogar. Durante una noche especialmente oscura, el destino los cruza con un pequeño e ingenioso Viktor, cambiando sus vidas para siempre.
El aire denso y cargado de humo era el pan de cada día en Zaun. Vander y Silco caminaban por un estrecho callejón, sus pasos resonando contra las paredes oxidadas. Eran jóvenes y rebeldes, llenos de ideas sobre cómo cambiar Zaun, aunque sus métodos a menudo los ponían en desacuerdo.
—No puedes seguir metiéndonos en peleas, Vander. Algún día no saldremos vivos —gruñó Silco, limpiándose la sangre de un corte reciente en el pómulo.
Vander soltó una carcajada, ignorando el reproche. —Y si no peleamos, ¿quién lo hará? No cambiarás nada —susurrando palabras bonitas.
Silco bufó, pero antes de responder, un ruido débil llamó su atención. Parecía un jadeo, un gemido de alguien pequeño. Ambos se detuvieron, alertas, y se giraron hacia un rincón donde una figura delgada y encorvada estaba acurrucada...era un niño.
Tenía el rostro pálido y delgado, con manchas de grasa en las mejillas. Sostenía su baston entre sus manos como si fuera un tesoro, y sus ojos brillaban con una mezcla de miedo y determinación.
Vander fue el primero en acercarse, sus pasos resonando en el callejón. Se arrodilló con cuidado frente al niño, intentando no asustarlo más de lo que ya parecía estar.
—Oye, muchacho—dijo con voz grave pero suave—¿Qué haces aquí solo?
El niño levantó la mirada, sus ojos dorados y cansados miraron a Vander. Dudó antes de responder, apretando su baston contra su pecho. —Estoy... trabajando.
—¿Trabajando? —preguntó Silco, cruzándose de brazos. Observó al niño con ojos críticos, más desconfiado que Vander.
El chico asintió, señalando unos engranajes —Quería arreglar un invento que estoy creado en mi taller, pero... —Bajó la mirada, avergonzado—No tengo suficiente dinero para piezas nuevas.
—¿invento? —repitió Vander, alzando una ceja. Había algo extraño en este niño. Demasiado inteligente para su edad, pero claramente abandonado a su suerte como muchos otros en Zaun.
Silco suspiró y miró a Vander con impaciencia. —Vamos, no tenemos tiempo para esto.
—No voy a dejarlo aquí —dijo Vander, firme, sin siquiera mirar a su novio. Se volvió hacia el niño—. ¿Tienes familia, muchacho?
El chico negó con la cabeza. —No... No desde hace mucho.
La respuesta hizo que Vander frunciera el ceño. No podía imaginar dejar a alguien tan joven y frágil solo en las calles de Zaun. Miró a Silco, esperando alguna señal de aprobación, pero este simplemente rodó los ojos.
—Vander, no podemos cargar con cada huérfano que encontramos. Apenas tenemos para nosotros.
—¿Y qué sugieres? —replicó Vander, levantándose y colocando una mano en el brazo del niño para ayudarlo a levantarse. El chico se encogió un poco mientras se apoyaba con su baston, pero no se apartó. Había algo reconfortante en el contacto.
Silco suspiró, pasándose una mano por el cabello. —Sugiero que no nos aremos cargo y nos vallamos
—Míralo, Silco —insistió Vander—. ¿Realmente puedes darle la espalda?
Hubo un momento de silencio. Los ojos de Silco se encontraron con los del niño, y por primera vez, vio algo más allá de la suciedad y el abandono. Había algo en su mirada una chispa de amor que haci tocar fuerte mente su pecho de manera paternal.—¿Cómo te llamas, chico? —preguntó finalmente.
—Viktor —respondió el niño, su voz apenas un susurro.
Silco suspiró de nuevo, esta vez con resignación. —Si nos mete en problemas, no será culpa mía.— señalo a vander.
Vander sonrió, palmeando la espalda de Silco. —Sabía que tenías corazón, cariño.
—No abuses de mi paciencia —murmuró Silco, aunque no podía evitar un leve esbozo de sonrisa.
Los días siguientes pasaron rápido. Viktor se adaptó sorprendentemente bien a la compañía de Silco y Vander como si fueran sus padres.una noche los tres juntos se encontraban en el bar, vander limpiando la barra junto a silco que guardaba las copas, mientras viktor estaba sentado en una de las mesas creando un de mucho de sus inventos.
—Es un genio, ¿lo sabías? —comentó Vander viendo a Viktor trabajar en una mesa improvisada.
—Un genio con muchas probabilidades de morir en este lugar —respondió Silco, aunque había un tono de admiración en su voz.
—No si nosotros lo ayudamos —dijo Vander con firmeza mientras agaraba sutilmente la sintura de silco.
Silco no respondió de inmediato. Observó al niño, que murmuraba para sí mismo mientras ensamblaba piezas con una precisión sorprendente. Aunque no quería admitirlo, algo en Viktor había despertado una parte de él que creía dormida.
No eran ellos luchando por un futuro mejor para Zaun. Ahora eran tres y aunque nadie lo decía en voz alta, algo en su pequeña familia improvisada les daba esperanza. Zaun todavía era oscuro, peligroso y lleno de caos, pero con Viktor a su lado todo era mas calido y diferente porque en ese rincón de sombras, habían encontrado un hogar.
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jartita-me-teneis · 7 months ago
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"Los Olvidados" es considerada la cinta culpable del declive de la época de oro.
Estuvo sólo tres días en cartelera, la prensa y la clase alta estaban vueltas locas, querían quemar a Luis Buñuel y todo lo que oliera a él.
Era 1950 y el cine mexicano estaba en su esplendor , el cineasta español Luis Buñuel ya tenía ��xito, pero estaba enamorado de nuestro país, grabada en Nonoalco, en lo que entonces eran los límites norteños de la Ciudad de México. Y tenía un propósito, una visión desgarradora de los niños de la calle en las grandes urbes; Aquellos de los que nadie habla, los que callan, los olvidados.
CINE
El poeta Octavio Paz escribió: “Pero Los Olvidados es algo´más que un filme realista. El sueño, el deseo, el horror, el delirio el azar, la porción nocturna de la vida, también tiene su parte. Y el peso de la realidad que nos muestra es de tal modo atroz, que acaba por parecernos imposible, insoportable. Y así es: la realidad es insoportable; y por eso, porque no la soporta, el hombre mata y muere, ama y crea”.
Su nombre original era "La Manzana Podrida" y en realidad, no tenía ningún nombre de peso, se tenía a Estela Inda, Miguel Inclán y Alfonso Mejía, además de un grupo de niños comandado por Roberto Cobo, un chico que había salido como extra en varias cintas y un día que audicionó para una película de Tin Tan se enteró que Buñuel estaba entrevistando para su nuevo filme, hizo la audición y se quedó con el rol de “El Jaibo”.
DORADO
Sin embargo, desde su inicio, la cinta tenía problemas, dentro y fuera. El productor Oscar Dancingers se opuso a que se incluyeran muchos detalles que resultaban amorales; Jorge Negrete, líder del Sindicato de Actores, quería evitar su grabación e instó a técnicos y camarógrafos a abandonarla; una de las peinadoras renunció por la escena en que la madre de Pedrito, le niega la comida.
Pedro de Urdimalas, escritor de la cinta al lado de Buñuel, pidió que su nombre no apareciera en los créditos y en la primera función privada que se hizo, Lupe Marí, esposa de Diego Rivera, y Bertha, esposa de León Felipe, reclamaron al director que era un miserable y lo que mostraba no era México. David Alfaro Siqueiros por su parte aplaudió el trabajo asegurando que Luis era un genio nacido para el cine.
MX
Los Olvidados era la primera producción sería de Luis Buñuel y quería hacerlo todo al máximo de sus posibilidades, la filmó en 21 días entre el 6 de febrero y el 9 de marzo de 1950, pero aunque la cinta es posiblemente una de las más galardonadas de su cine, él solo recibió dos mil dólares por ella y no pudo participar en las ganancias de la misma.
Ante las críticas, Buñuel respondió durante una entrevista que estaba orgulloso de su filme “La libertad total no existe, yo jamás he sido libre, yo soy libre cuando cierro mis ojos y estoy conmigo mismo sin que sepa que ya estoy viejo; El sistema de inconformidad es esa tendencia a romperse la cabeza por recuperar la propia libertad, lo que es imposible, es por tanto una inconformidad permanente de la realidad exterior”.
En los albores de los 50, el presidente mexicano Miguel Alemán estaba planeando la industrialización en el país, para dejar atrás la agricultura como primera fuente de recursos de los nacionales, pero el cine estaba en su apogeo, por ello las reacciones ante la cinta eran tan violentas.
Se tiene registro de que algunos cines fueron destruidos por los asistentes al estreno en noviembre de ese 1950, los fanáticos salían furiosos, la llamada “Liga de la Decencia” intentó expulsar a Buñuel del país y aunque no lo lograron, el director si dejó el territorio.
CINE
A pesar de los múltiples problemas, Luis Buñuel estrenó su cinta en Europa y la crítica mexicana tuvo que aceptar la gran equivocación cuando el gran jurado del Festival de Cannes le dio el premio como Mejor Director en 1951.
La película tiene una trama dura, y a diferencia, por ejemplo de "Nosotros los pobres" no busca causar lástima sino presentar una realidad diferente a la que se creía que existía en el país.
La historia nos lleva por los barrios más pobres de la Ciudad de México, donde los niños de la calle son una plaga para las altas esferas de la sociedad. Jaibo (Roberto Cobo) es un adolescente que escapa de un correccional para reunirse con Pedro (Alfonso Mejía). En presencia de él, Jaibo mata a Julián, el muchacho que supuestamente le delató. También intenta robar a un ciego (Miguel Inclán) al que finalmente maltrata. Acompañados de Ojitos y Meche (Alma Delia Fuentes), el destino del Jaibo y Pedro están marcados por la muerte."
DORADO
Para muchos expertos en cine de la época consideran que la película terminó con idiosincrasia qué se tenia de México en el extranjero, México había pasado de ser la nación rural donde el romanticismo ranchero era el emblema, las comedias rancheras pasaron a ser del pasado, para dar paso al verdadero país que se tenia olvidado, una sociedad muy corrompida.
Sin embargo la nueva forma de hacer cine gracias al ojo del director Buñuel, con el paso de los años se fueron realizando producciones crudas sobre la sociedad mexicana.
MX
Si bien el termino de la era dorada del cine fueron más factores internos y externos, como la sobre explotación de comedias rancheras, la pobreza de recursos y el que Estados Unidos de alguna manera haya retomado la industria cinematográfica después del conflicto mundial.
epoca de oro Los Olvidados luis buñuel
Cine Mexicano Cine Dorado Mx
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swayziiwriter · 1 year ago
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Feliz cumpleaños chico dorado ❤️
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rubywolffxxx · 1 month ago
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Pole Position (Formula 1 x lectora)
Resumen: los buenos resultados de la más reciente escudería levantaron sospechas en el ámbito automovilístico, y Tania intentaba controlar sus respuestas, pues su personalidad explosiva podría ser un problema.
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~ Capitulo anterior Capítulo siguiente ~
Masterlist de capítulos
Masterlist de mi autoría
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~ XX ~
Tania entró emocionada al sector de McLaren, y mientras una que otra persona se acercaba a felicitarla, ella seguía buscando a Lando. Tenía un regalo para él.
La sonrisa en su rostro se desvaneció al ver a cierta chica dando vueltas por el salón general del sector. Hizo el esfuerzo de evitarla, llegando así a la sala de reuniones. Oscar y Lando estaban ahí.
—Felicidades, rookie de oro.—Oscar le sonrió al verla llegar—. Estuviste genial en las prácticas. No te quedaste quieta en ningún momento.—
—Gracias.—Tania le sonrió—. Lo de ser un canguro impaciente lo copié de ti.—
—Me parece genial.—el chico notó el estuche que la mujer traía en brazos—. ¿Y eso?—
—¿Un regalo?—Lando intervino, sonriendo al imaginar que se trataba de un casco a escala, como los que le gustaba coleccionar—. ¿Para mi, acaso? Por cierto, buena carrera.—
La chica estaba por darle la razón respecto al regalo, cuando alguien más entró al lugar. Era Magui.
Durante todo el incómodo y evidente coqueteo de la mujer con Lando, Tania se mantuvo junto a Oscar. El chico le comentaba sobre la carrera, que la había alentado desde el paddock y esperaba correr con ella el próximo año. Y a pesar de que Tania le seguía el hilo de la conversación, su atención estaba en la chica de falsas intenciones que charlaba con Lando. Solo cuando ella se fue, Tania se dirigió al piloto.
—Esa chica no debería estar cerca, Lando. Y menos ahora.—llamó su atención—. Deberías tener cuidado.—
—¿A qué te refieres?—
—Te hirió, todos los que te seguimos estamos al tanto de su pasado juntos. No es buena.—
—... No es asunto tuyo.—
Auch...
—No, supongo que no lo es.—tomó el pequeño casco, y Lando se sintió impaciente.
¿No era su intención dárselo?
—Dejando de lado las decepcionantes decisiones amorosas de Lando... ¿Cenamos juntos?—Oscar miró a la chica, notando su molestia con todo aquello.
—Cenaré con Carlos y Franco hoy, luego de las entrevistas... Pero podemos desayunar juntos mañana ¿Tengo permitido venir a su sector si solo tengo el pase de Williams?—
—No, Williams es Williams. McLaren es McLaren.—la miró con burla antes de rebuscar en su riñonera, sacando un carnet del VIP—. Era para mi mamá pero no podrá venir, asi que consérvalo.—
—¿De verdad?—Tania lo miró emocionada—. Siempre tengo el carnet de Williams o Ferrari, éste es genial también... Diablos, Tengo que coleccionarlos a todos... ¿Bottas querrá ser mi amigo?—se lo colgó del cuello, sonriendo emocionada. Tras meditarlo un segundo, le extendió el estuche a Oscar—. Un regalo por un regalo. Es tuyo... Bueno, me largo. Debo alistarme para la cena. Nos vemos en el desayuno, canguro... Lando.—miró de forma fugaz al segundo antes de marcharse.
Oscar no tardó en abrir el regalito, y efectivamente era el casco negro y dorado a escala de Tania. Traía su firma, y la fecha de ese mismo día. Estaba hermoso, y tenía un leve aroma a frutas. Lando lo reconoció. Era el mismo perfume que tenía la sudadera que le regaló tiempo atrás.
—Algo me dice que esto era para ti y no te lo dieron por tonto.—
—¿Me lo darás entonces?—Oscar resopló con gracia.
—Claro que no, es mio ahora.—volvió a guardarlo—. Y para que sepas, Tania tiene razón. Volver a meterte con Magui es una pésima idea.—
—¿"Inusual"? ¿A qué se refiere con eso?—Tania bebía su bebida energética algo incómoda—. ¿Inusual que una mujer vaya rápido? ¿Inusual que tenga mejores tiempos que los pilotos oficiales...?—alzó las cejas, frunciendo sus labios en una pequeña mueca.
—La velocidad del auto.—
—... ¿Qué tiene de raro?—
—Eran muy altas, para una escudería que podría llamarse rookie. Sobresalieron tanto tú como Franco.—la chica sonrió dejando a un lado su bebida.
—Ah, era un halago. Ya estaba por ponerme a la defensiva.—algunas risas se escucharon en el lugar—. Pues gracias, hemos trabajado muy duro para conseguir estos resultados. No solo corremos para la escuderia, sino que también queremos demostrar la excelencia de nuestros motores.—
—Pues fue una muy buena primera impresión... Pero Franco no tuvo picos tan altos.—otro periodista se sumó a la charla—. Se rumorea que tu monoplaza tiene mejores componentes.—
—En este equipo, no hay favoritismos... Como en otros. Los dos vamos por igual. La diferencia es que Franco no esta tan acostumbrado al auto como yo... Yo lo diseñé, trabajo en el motor y mecánica todo el tiempo.—se relajó en la silla—. Creo que es algo obvio ¿No les parece?—
—Se sintió como si los hubieses tratado de idiotas.—
—SON idiotas.—Tania caminaba por el muelle junto a Carlos y Franco, mirando algo distraída los enormes yates distribuidos a ambos lados—. Tener componentes diferentes... Que boludes, mirá si voy a cagar a mi niño aqui.—señaló a Franco, quien caminaba distraído unos metros adelante.
—Pasa mucho en este ámbito, al igual que el favoritismo... No te sorprendas si pasa en tu escudería también.—
—No va a pasar eso nunca jamás de los jamases... Por cierto, Lando es un imbécil.—
—Uh, esta vez porqué.—
—¿Chisme?—Franco se acercó enseguida.
—Para estas cosas si estás atento ¿No?—Tania se colgó de su cuello divertida.
—Bueno, contame dale.—
—La mina estaba ahí, como pancho por su casa ("pancho por su casa" hace referencia a alguien que se pasea como si nada en un lugar donde no debería hacerlo).—
—¿Quién?—
—¿Magui?—Carlos lo sacó enseguida—. ¿Dónde estaba?—
—En el paddock, el sector de McLaren.—
—¿Quién es Magui?... ¿Qué?—
—Franco, corazón. Presta atención.—Tania pellizcó su mejilla con cariño—. Es la ex de Lando, persona no grata entre los fanáticos porque era tóxica, interesada y una mierda de persona.—
—¿Celosa?—Carlos la miró divertido.
—¿Por qué tendría celos de una zorra arrastrada?—
—Porque te gusta Landooo~
—No me gusta.—la seriedad con la que Tania dijo aquello hizo que carlos entendiera que no era un chiste repetible—. Me preocupa que la mina se le cuelgue justo ahora que esta ganando. Da bronca, que asco de gente esa. La voy a pisar con el auto...—
—Lando es un adulto, sabe qué tiene que hacer y qué no... Si vuelve con ella, sería un idiota pero sigue siendo elección suya.—la mujer suspiró rendida.
—Ustedes los hombres son todos unos idiotas...—
—No metas a todos en la misma bolsa, nena.—Franco la miró divertido.
—Cierto. Carlos no es tan boludo como vos y Lando, señor "me metí con la China Suárez". Vos no podés defender a nadie, no te metas.—
—Ah, con vos no se puede discutir.—
—Buenos días, señor.—
Oscar levantó la mirada de su celular, sonriendo al ver a la mujer entrar al comedor.
—Buenos días, Tania.—la invitó a sentarse del otro lado de la mesa—. ¿Todo en orden?—
—Todo genial. Tranquilo.—
—Lo que no fue tranquilo fue tu entrevista de anoche.—La chica rió con eso, y no tardaron en ponerse a charlar del tema.
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El desayuno estaba siendo de lo más agradable, hasta que en cierto punto, Lando se les unió. En un principio la mujer no se abría mucho, pero no tardó demasiado en incluirlo a la animada charla. Todo se sentía más que fluido, lo cual no era sorprendente para nadie. La mujer era capaz de hacer una charla interesante hasta con un cactus.
Pero el animado desayuno se vio interrumpido cuando Magui apareció. Y Oscar lo notó. Tania se apagó en cuanto la rubia se paró junto a la mesa. Y ni hablar de cuando se dirigió directamente a ella.
—Eres la novata de la nueva escudería ¿No?—le sonrió.
—Si, Tania Cabrales.—le sonrió de vuelta—. Un gusto.—
—No, no lo es.—le susurró Oscar de forma disimulada, y Tania le sonrió apenas.
—¿Les molesta si los acompaño?—
Si, me molesta. Lárgate.
Tania tenía ganas de mandarla al diablo, pero no haría una escena.
—Ya casi terminamos de comer, nos estamos por ir.—se adelantó Oscar, sin mucho miedo de hacerla molestar.
—Oh vamos, solo un rato.—
Y entonces, el ringtone de la salvación.
—... ¿Eso es del Minecraft?—
Tania sacó su celular. Franco la estaba llamando. La necesitaba en los boxes.
—Bueno, me tengo que ir.—se levantó enseguida de la mesa—. Muy rica la comida, la pasé genial. Nos vemos luego.—
—Oh, es una lástima que tengas que irte. Tal vez podamos salir juntas algun dia.—Magui le sonrió con cierta falsedad.
—... No, gracias. Creo que prefiero verme una Maratón de Cars con Liam antes que eso.—tomó su bolso, y dejó un beso de despedida en la mejilla de Oscar—. Nos vemos luego, suerte hoy, papayas...—
El trio vio a la mujer alejarse en silencio, hasta que Oscar volteó a mirar a Lando.
—A ti no te dio uno.—rió apenas, terminando de comer las últimas frutas que le quedaban.
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shoko3000 · 3 months ago
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Datos Curiosos 2
11. Poppy suele juntarse a veces con Suki y Cooper (más con Cooper que con Suki) tratando de hacerse más amigo de la DJ y así tratar de averiguar más sobre Branch (y con suerte lograr ser su amigo finalmente), pero fuera de una que otra palabra o invitación a fiestas, tanto de invitada como para DJ, Suki solo considera a Poppy un conocido y el crush de su hermana
12. En la primera sesión de entrevista de Kismet (esas que suelen haber con varios paparazis y reporteros) todos estuvieron muy nerviosos al inicio, aunque esos nervios pasaron a ser fastidio cuando los reporteros preguntaron si alguno de los chicos salía con Nixie o si Nixie estaba saliendo con alguien por enésima vez
13. Cuando Brozone escucho los rumores de una nueva banda pop adolescente al principio le restaron importancia (JD incluso se burló diciendo que eran solo otra pobre imitación de ellos) pero tras ver el primer video musical de la banda y meses después un concierto (seguido de las ventas de la música de Brozone bajando repentinamente) empezaron a pensar que ahora sí que tenían competencia
14. Las otras tribus también están, siendo de ciudades cercanas a Pop City, siendo Volcano Rock City (específicamente su preparatoria) la que tiene una gran rivalidad (unilateral por razones obvias) con Pop City teniendo un largo historial de altercados/vandalismo por parte de cierto grupo de estudiantes
15. El logo de BroZone es el nombre de la banda con Bro en color cian (el tono de piel de los hermanos) y Zone en color dorado con efecto de rayo, mientras que el de Kismet es una estrella de cinco puntas con los colores de cada miembro en cada punta de la estrella y con el nombre de la banda en medio escrito con purpurina blanca iridiscente
16. El mayor sueño de Poppy es conseguir un autogrado de Brozone y Kismet y una entrevista con Nixie (y quizás una foto autografiada y muy probablemente un beso en la mejilla xD)
17. Branch considera a Kismet como su segunda familia después de la de Suki y el sentimiento es mutuo por parte del cuarteto, los cinco son hermanos y nadie les dirá lo contrario
18. Si le preguntas a Branch como se sintió en su primer concierto (tanto en grupo como en solitario) ella te dirá que no estuvo tan mal, si le preguntas a Kismet o a Suki te dirán que la pobre casi sufrió un infarto y un colapso mental al mismo tiempo
19. Cooper y Poppy son muy buenos amigos y la mayoría del tiempo se llevan muy bien, pero a veces Cooper debe aguantar las ganas de voltear los ojos cuando el pelirosa divaga sobre Kismet, Creek, ideas para invitar a Branch a su siguiente fiesta o las tres anteriores al mismo tiempo a velocidad imposible
20. Branch paso varias noches en vela junto con Suki para crear la personalidad y apariencia de Nixie y ambas están felices con el resultado final
Bien aquí tienen mas datos curiosos de mi AU y en estos días CREO que subiré una encuesta algo diferente, ya les daré los detalles cuando la publique, pero por ahora ya saben, encuesta en unos días junto con más datos curiosos
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crownedstoat · 7 months ago
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Tonight’s libation is a Dr Funk cocktail. Ending the day with the Dr.s prescribed solution to almost everything.
1 oz Goslings Black Seal Bermuda rum
1/2 oz El Dorado Demerara rum
1/4 oz Absinthe Ordinaire
1/2 ox lemon juice
1/2 oz line juice
3/4 oz Libre Grenadine
Shaken with crushed ice, open poured into a low ball and topped with an oz of Topo Chico.
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spanishskulduggery · 1 year ago
Note
Ohi there!
I made this u/n forever ago so ill probably keep it no matter the answer to this, but I've always wondered if it should be 'chic@ con pelo rosado'? Or maybe better 'de pelo rosa(do)'? It just feels... awkward to me, but I can't place my finger on it.
I know there are words for the 'hairèdness' of someone (e.g. moren@, rubi@, etc.), for lack of a better term, but since it's not a natural color (on hair or in general), I'm not sure how that would work. I've always wondered how accurate it was lmao
(Also side note, which article do you use for gender neutral lmao is it 'l@'?)
First, it could be either
chico con pelo rosa / rosado is "boy with pink hair"; and chico de pelo rosa / rosado is "the pink-haired boy"
Both are acceptable, but the de kind of makes you think of using a hyphen
Note: You may also see el cabello used for "hair" when it's specifically hair on the head
But you're right that there are certain words for hair colors:
rubio/a = blond
pelirrojo/a = red-head, "ginger"
moreno/a = dark-haired / brunette de/con cabello/pelo castaño = brown-haired
de/con pelo/cabello caoba = auburn-haired
cano/a = white-haired, gray-haired [as opposed to pelo cano or pelo blanco / gris]
de/con pelo/cabello negro = black-haired pelinegro = black-haired [less common still used sometimes]
This also applies to hair texture/length... corto/a "short", largo/a "long", liso/a "smooth/straight (hair)", rizado/a "curly/wavy", and calvo/a "bald"
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Two options for gender neutral - the @ makes the most sense in writing when you're including everyone not specifically talking about a particular person like tod@s is "everyone (male and female)", or el/la chic@ maybe
The way a company might do it is to include both: un/una alumno/a "a student" for example, or se busca un/una empleado/a "looking for an employee"
The other way a company or someone official might do it is to include both options; damas y caballeros "ladies and gentlemen" or todos y todas "everyone"
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Less official but still used especially by the younger generation and for times when you are really talking about one person in particular: the general idea for gender neutral is the use of -e
So it would be le chique "the young person" gender neutral
For non-binary groups, it would probably be les chiques or saying todes "everyone". I would tend to assume it works like feminine does that nosotras "we" is for only women in the group, nosotros is either a mixed group or all men... so nosotres would be like everyone NB, but in a mixed group I would expect to see nosotros
And so it would be rubie, pelirroje, morene, cane etc.
But be really careful because depending on where you're saying/using it, it might not be regarded as correct or you might be mistaken for using French or Italian
The "default" way to talk about someone non-binary or gender neutral is either to assume masculine until proven otherwise, or to use gender neutral language that's a bit impersonal... such as la persona que tiene (el) pelo/cabello negro "the person that has black hair", or alguien con (el) pelo/cabello azul "someone with blue hair"
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Side Note just in case you were confused rosa can be used as "pink", rosado/a is more explicitly the adjective form "pink" or "rosy". They are both correct as adjectives, just that rosa doesn't change for gender so it could confuse some people
I know in my textbooks for colors they wrote anaranjado/a "orange" [lit. "orange-y"] instead of naranja "orange", and they wrote rosado/a "pink" instead of rosa
When using an actual noun as an adjective, they don't change gender; so la rosa is "rose", el rosa is "the color pink", rosa is just pink
You can also see this with caoba "mahogany" or "auburn", plata "silver" [as opposed to plateado/a], oro "gold" [instead of dorado/a "golden"], bronce "bronze" [instead of bronceado/a "bronzed / tanned"]
And some other words like márfil "ivory", ébano "ebony", castaño "brown/chestnut", café or color café "coffee colored" aka "brown", or something like lila "light purple" and turquesa "turquoise"
All colors are masculine when talking about them; all colors taken from nouns will not change as adjectives - la camisa turquesa "turquoise shirt" vs. el abrigo turquesa "turquoise coat" for example... And la turquesa means "turquoise" often the gemstone, and el turquesa means "the color turquoise"
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whitewolfjon · 7 months ago
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Hijos de la princesa Rhaenyra Targaryen & Davos Blackwood
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El Príncipe Royce Blackwood es de temperamento voluble, orgulloso y testarudo, y para algunos es incapaz de olvidar una ofensa.
Según algunas personas Royce es incapaz de sentir respeto alguno por sus tíos Aegon, Aemond y Daeron y la reina Alicent Hightower. Algo que también lo motiva a odiarlos es por sus creencias en los nuevos dioses.
Algunos comparan su personalidad con la de su tío abuelo Daemon Targaryen, pero otros dicen que el príncipe Royce es incluso más cruel.
Royce Blackwood está casado con Princesa Martell.
Apariencia:
Tiene rasgos típicos valyrios, pero sus ojos son de un morado oscuro que parecen negros.
Creencias:
Antiguos dioses
Personas que más admira:
Sus padres
Espada:
Fuegoscuro
Dragón: nombre desconocido
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El príncipe Brynden Blackwood es una persona tranquila y observadora. A pesar de poseer esas características las personas suelen tener miedo de él. El príncipe Royce estuvo perdido por algún tiempo más allá del muro, y al volver a los brazos de su madre, este era alguien completamente diferente.
El príncipe Aemond insultó y agredió a su sobrino Roland, causando que su hermano mayor, el príncipe Brynden, interviniera. En medio de la riña, un cuervo se abalanzó contra Aemond para atacarlo,sacándole un ojo.
Según la reina Alicent Hightower es un brujo que bebe sangre de inocentes.
Según otros es capaz de ver lo que sucede en la fortaleza roja a pesar de vivir a miles de kilómetros. Él fue quien dio aviso a su madre sobre los planes de usurpación.
Brynden Blackwood está casado con Lady Rhaena Targaryen
Apariencia:
Tiene el cabello negro, ojos rojos, piel pálida y nariz aguileña.
Creencias:
Antiguos dioses
Personas que admira:
Desconocido
Poderes:
Cambiapieles
Dragón: nombre desconocido
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El principio Roland Blackwood es el más dulce y agradable de sus hermanos. Cualquiera que hable con él será testigo de su sencillez. Aunque sea una persona buena puede ser desagradable cuando alguien habla mal de su familia, en especial de su madre.
Roland Blackwood está comprometido con Lady Tyrell.
Apariencia:
Tiene rasgos típicos valyrios
Creencias:
Antiguos dioses- dioses Valyrios
Personas que admira:
Hermanos y a sus padres
Dragón: Nombre desconocido
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El príncipe Alyn Blackwood es un chico tranquilo al que le gusta leer, cantar y tocar instrumentos. Ama las leyendas que hablan sobre los verdevidentes y los hijos del bosque.
A pesar de no ser considerado un guerrero demostró en más de una ocasión que puede ser bueno con la espada.
El príncipe Alyn Blackwood está casado con Lady Manderly
Apariencia:
Cabello negro y ojos lilas
Personas que admira:
Desconocido o podría ser los verdevidentes
Creencias:
Antiguos dioses
Dragón: Sin nombre, es de color plateado .
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El príncipe Roderick Blackwood es un chico reservado que en muy pocas ocasiones habla sobre sus pensamientos u opiniones. Al ser tan reservado las personas olvidan que se encuentra en la habitación. Es capaz de utilizar cualquier detalle en contra de su enemigo.Es la voz de la razón entre sus hermanos y el mejor estratega entre ellos.
Según las personas, el príncipe Roderick y su hermano, el príncipe Brynden poseen ojos y oídos en todo el reino.
El príncipe Roderick Blackwood está comprometido con Lady Celtigar
Aspecto:
Su cabello es un poco más dorado que el de sus hermanos, sus ojos son de un lila demasiado claro.
Creencias: Antiguos dioses
Personas que admira: desconocido
Dragón: desconocido
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La princesa Alyssa Blackwood es una princesa con apariencia dulce y sofisticada, pero tiene el carácter de su madre cuando está era joven. Alyssa huyó de rocadragón junto a su dragón al enterarse que se casaría con un hombre que se comportaba más como un septo que como un lord. La princesa Rhaenyra y Davos buscaron a su hija durante días cerca de Harrenhal en donde fue vista por última vez. Alyssa volvió a Rocadragón un par de días después de su búsqueda.
Al volver, la princesa solicitó ver al hombre con quién se iba a comprometer. Ella trató de respetar el acuerdo, pero cuando esté insinuó que ella tendría que abandonar a sus dioses, la princesa entró en cólera e intentó quemar el septo.
El matrimonio fue anulado porque ambas partes no estaban dispuestas a renunciar a sus respectivos dioses.
*Según algunas personas la princesa estuvo en la isla de los rostros rezando a los antiguos dioses para que lord Bracken muriera.
La princesa Alyssa se casó con Lord Stark
Apariencia:
Rasgos típicos valyrios
Creencias:
Antiguos dioses
Personas que admira:
Su hermano mayor, el príncipe Royce Blackwood.
Dragón: Nombre desconocido. Dragona de escamas rojas y negras.
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Nota 📝: Sería interesante ver que los hijos de Rhaenyra y Alicent se llevan mal no solo por peleas de sus madres sino que también por la religión. De los hijos de Rhaenyra y Davos que son más propensos a odiar la fe de los siete es Royce y Alyssa quienes tienen una personalidad retorcida como la de su padre.
Aquí Rhaenyra es creyente de los antiguos dioses por tres motivos:
1.- Las plegarias de tener un bebé nunca fueron escuchadas.
En el primer matrimonio de Rhaenyra rezó día y noche a los nuevos dioses para poder tener un niño sano lo cual nunca sucedió. Ningún embarazo llegaba a término.
2.- Alicent la fiel defensora de los siete.
Con la fe en sus dioses pendiendo de un hilo no fue más que abominable ver todo el castillo plagado de los dioses que le habían fallado.
3.- Comenzó el acercamiento a los antiguos dioses.
La princesa que estaba dudando de su fe se acercó a los antiguos dioses. Al principio lo hizo para desahogarse después para pedir su ayuda. Todo lo que pedía se hizo realidad.
(un esposo fiel y competente, hijos sanos y valientes)
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bia23 · 1 year ago
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Bruce es el celoso de la relación.
No tengo pruebas pero tampoco dudas.
Bruce Yamada es el chico dorado de Denver, es el niño amable y servicial que toda madre quisiera tener. Bruce Yamada es ejemplo de un alumno ejemplar de todos los maestros.
Es un deportista nato con el que sueñan todas las chicas de la escuela.
Bruce Yamada es el chico perfecto.
Aunque tiene un pequelo defecto...
Es totalmente celoso respecto a su novio: Vance "Pinball" Hopper".
Bruce Yamada es el chico perfecto pero puede ser la pesadilla viviente de cualquiera que se acerque a Hopper con intenciones no tan platónicas.
Finney, a pesar de que ya se haya aclarado todo la confusion que habia del porque de la amistad de él y Hopper, aun siente un poco de pánico al pasar junto a Bruce.
____________________________________
Bruce is the jealous one in the relationship.
I have no proof but no doubt either.
Bruce Yamada is Denver's golden boy, he is the kind and helpful child that every mother would like to have. Bruce Yamada is an example of an exemplary student of all teachers.
He is a born athlete that all the girls at school dream about.
Bruce Yamada is the perfect guy.
Although he has a small flaw...
He is totally jealous of her boyfriend: Vance "Pinball" Hopper.
Bruce Yamada is the perfect guy but he can be the living nightmare of anyone who approaches Hopper with not-so-platonic intentions.
Finney, even though all the confusion about the reason for his and Hopper's friendship has now been cleared up, still feels a little panic when he passes by Bruce.
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aricastmblr · 2 years ago
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Busca BTS en Google y hacen clic en el corazón morado, salen globos🎈 morados los revientas y los que tiene micrófonos dentro explotan con un mensaje de los chicos.
Bangtan nos dio nuestro propio anuncio de cumpleaños en google
Audio de todo bts
I Purple You 🎈
 Mensaje de los 7 
Aquí de Jimin y Jung Kook 
HAPPY BIRTHDAY ARMY -JIMIN-
🎂 -JUNG KOOK-
JIMIN - Feliz cumpleaños ¡Feliz cumpleaños ARMY!
JUNGKOOK -  Feliz cumpleaños
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a-pair-of-iris · 5 months ago
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Entre muros y silencios (Parte 3)
by Aris
5.432 palabras
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—Hemos tenido un clima estupendo ¿No te parece? —le comentó Manuel al perro que lo acompañaba caminando distraído por el pasillo, una costumbre que había adquirido hace un tiempo.
Lo decía en serio. Las nubes y la niebla seguían mayormente presentes, claro, pero la prolongada falta de temporales capaces de abrir huecos en los muros era algo que no le pasaba desapercibido. Incluso el diluvio desatado tras la llegada de Francisco había durado apenas unas horas antes de menguar y estabilizarse. Eso tenía a la gente de buen humor, esperanzados en que los frutos alcanzaran a cuajar y los techos a cubrirse antes de que asomara el próximo aguacero.
Él también se encontraba de un humor particularmente bueno. No que acostumbrase a estar molesto, solo pensó que sería diferente con la imprevista adquisición de su nuevo esposo, pero lo cierto era que las cosas con el príncipe iban bien. Inesperadamente bien.
Francisco era fácil de tratar. El miedo que exudaba del joven tras su llegada fue decayendo rápido, o al menos lo suficiente para hacerlo espabilar. Todavía se le veía nervioso y melancólico a ratos, pero se esforzaba por adaptarse a la vida del castillo, mostrar buen humor y ser útil, por lo que Manuel se esforzaba también en hacerle las cosas más llevaderas y atender a sus inquietudes de mejor manera que esa primera mañana en el comedor, cuando estalló en carcajadas como no se había reído en mucho, mucho tiempo. O cuando al día siguiente se despertó con el muchacho instalado en su puerta.
“—¿Ropa nueva? —Repitió Manuel con acidez.”
Reconocía que no había reaccionado de la mejor forma ante la primera solicitud de Francisco. Pero en ese momento le había parecido una petición odiosamente estúpida, como si el otro no fuera capaz de entender que las mantas apolilladas y manchas de humedad no eran simples decoraciones para crear ambiente. O tal vez lo había notado y solo estaba siendo un bastardo malcriado. Como fuera, estaba más que dispuesto a pensar lo peor de él.
“—Sí, es que- bueno, verá… —balbuceaba el chico evitando su mirada y frotando nervioso sus manos. Al menos tenía la sensatez de mostrarse avergonzado—. La que traje no es apropiada para este ambiente.
—¿Demasiado elegante para sus tareas mundanas, alteza? —siseó Manuel, listo para asestarle unas cuantas bofetadas verbales al chiquillo si le daba la oportunidad, pero por suerte Francisco se apresuró en poner paños fríos.
—Le aseguro que no es nada de eso. —dijo con suavidad, alzando las palmas frente a él en son de paz—. Pero la señora Marta me advirtió que podría pensar eso en cuanto se lo mencionara. Me aconsejó que mejor debía enseñarle la magnitud del problema.
Eso apaciguó enseguida a Manuel. Si Marta había considerado el tema digno de su atención, entonces debía de ser así. Ya más calmado, acompañó a Francisco hasta su recámara y comprendió que tenía toda razón.
—¿Se supone que esto es… una camisa? —preguntó Manuel, alzando con la punta de los dedos la supuesta prenda. Era un trozo de tela semitransparente surcada por varios hilos dorados y piedras brillantes. Relucía al contacto de la tenue luz de la mañana como si un firmamento de estrellas estuviera cosido a ella, o como si le hubiesen arrancado las alas a un millar de libélulas para prenderlas a una lujosa red.
Francisco bufó, a la vez avergonzado y divertido por sus reacciones y creciente espanto ante el desventurado guardarropa que abarrotaba sus baúles.”
El muchacho le había explicado que se trataba de la última moda en la corte en cuanto a ajuar de novios: telas finas y delicadas repletas de encajes y suntuosas terminaciones; cortes ceñidos al cuerpo, pero de vaporosas mangas; amplios escotes en pecho, espalda y otro buen tanto de sugerentes transparencias. Se notaba que estaba pensado para un clima mucho más cálido, y para enmarcar bellamente su figura e incitar el deseo de su pareja.
Nada de eso le serviría allí. Así que Manuel enseguida le encargó a Marta hacerse cargo del asunto y asegurarse de que Francisco tuviera ropa adecuada, algo práctico y cómodo para el ambiente y vida en el castillo, no fuera a ser que los demás lo acusaran de traer a su esposo en harapos.
A partir de ese momento, y como consecuencia de esa situación, su predisposición hacia el príncipe cambió y una especie de relación cordial comenzó a florecer naturalmente entre ellos, aunque era Francisco quien buscaba constantemente su compañía, como un patito aferrándose a lo primero que había visto al aterrizar en ese nuevo mundo.
Por lo general Manuel se las arreglaba para despachar pronto a cualquiera que lo importunara por demasiado tiempo, pero resultó que no le molestaba la presencia tranquila de Francisco a su lado.
El príncipe solía instalarse todas las tardes en los futones a la esquina de su taller mientras Manuel trabajaba reparando artefactos dañados o preparando ungüentos en el mesón, y se dedicaba pacientemente a remendar calcetas, pantalones y sábanas, o pulir botas y cacerolas, actividades que jamás hubiera imaginado que realizaría de buena gana. Cuando se aburría de pincharse los dedos con la aguja daba algunas vueltas inspeccionando los estantes. Manuel lo observaba de reojo, notando como los ojos del chico se iluminaban o sus cejas se alzaban al dar con algo interesante. A veces cogía frascos, estatuillas, o uno que otro libro, y pasaba los dedos por las ajadas y amarillentas páginas, hojeándolos hasta que el polvo que se levantaba de ellas lo hacía estornudar.
Era un poco adorable, de una forma sencilla y desarmante, y Manuel no podía evitar sentir cierta ternura creciente hacia él.
Eso lo conflictuaba sobremanera. Hubiese preferido que le diera motivos para rechazarlo, que se comportara con arrogancia y altanería hasta hacerse insufrible, para así poder seguir alimentando el desprecio instintivo que sintió al verse tan inesperadamente enlazado a él. Hubiera querido que le diera la excusa perfecta para poder volcar todo el resentimiento que sentía por esa despreciable familia sin culpas sobre él. En cambio, se veía obligado a lidiar con un frustrante conflicto de emociones, donde una parte de él quería mantenerlo lo más apartado posible, y la otra se hallaba incapaz de negarle el acceso a través de las barreras que inútilmente intentó levantar entre ellos.
También estaba el tema de la magia.
La dinastía de los Burgos había prosperado a costa de su linaje y de su gente, usando artimañas para mantener abierto el flujo de magia que era drenada de sus tierras temporada tras temporada. Sin embargo, hace semanas, desde que trajo al príncipe consigo, Manuel sentía su presencia intensificándose. El cambio era débil todavía, casi imperceptible, pero estaba retornando. Notaba que el aire a su alrededor se volvía un poco más denso cada vez que se concentraba; que la carga en la tierra, en las rocas y en las plantas estaba cambiando; que al despertar tenía un cosquilleo en la punta de los dedos, como si su antiguo poder hubiese vuelto durante sus sueños.
“El trato se ha cerrado y la vida puede seguir su curso…”
No había sopesado realmente las implicaciones cuando pronunció esas palabras, aturdido como estaba por lo reciente de la situación. Pero ya con la mente más clara comenzaba a entenderlo: el flujo se había cortado por fin. Después de siglos, el antiguo equilibrio volvería a sus tierras, y no sabía de qué formas extrañas les afectaría. Cómo le afectaría a él.
Se detuvo a medio pasillo al notar una silueta difusa caminando en el jardín trasero.
—¿Cómo fue que llegó allí? —No tuvo que pensar mucho para darse cuenta que se trataba justamente del joven que últimamente poblaba todos sus pensamientos y reflexiones. Nadie iba por ese sector ya que no había huertos ni nada útil que hacer, era simplemente un antiguo paseo abandonado y olvidado en el tiempo.
Lo observó por un rato en silencio a través de la ventana. Estaba a una distancia considerable, pero incluso desde allí podía notar el semblante triste y melancólico del chico mientras se envolvía a sí mismo con los brazos.
Eso bastó para ponerlo en marcha nuevamente.
-o-
—¡Pero por la miéchica! ¡Córrete bestia! —rezongó Muriel al tropezarse otra vez con uno de los perros que rondaban en la cocina, esperando por caricias o cualquier pedazo de comida que cayera de los mesones al suelo.
Francisco escondió una sonrisa escuchando a la anciana despotricando mientras el enorme perro negro y lanudo solo se estiraba perezosamente en el mismo lugar, haciéndole más difícil avanzar. Ya estaba acostumbrado a los reclamos de la irritable pero inofensiva anciana, así como a las risotadas burlonas y comentarios irónicos del resto. Aunque los había sufrido enormemente los primeros días, temiendo que sus amenazas de convertirlo en un sapo verrugoso o un insignificante ratón de campo cada vez que olvidaba tapar la cacerola del arroz o salar las papas se volvieran realidad, incluso luego de que Manuel le asegurara que ninguna de ellas tenía en realidad la capacidad de usar esa clase de magia.
Hasta los gigantescos perros que se acurrucaban frente a la chimenea en el comedor o allí junto a los fogones le habían parecido unas bestias imponentes y tenebrosas; pero con el tiempo entendió que solo eran cachorros como cualquier otro, ansiosos de que les rascaran la pancita, y que las palabras duras de esas personas casi nunca iban en serio. Solo era su forma habitual de relacionarse y mantenerlo en línea mientras se ganaba su lugar entre ellos.
—Están muy malcriados ustedes —continuaba Muriel, esta vez regañando a toda la camada amontonada frente al puchero hirviente de sopa. La miraban atentamente, sin inmutarse ni un poco por su tono severo—. En mis tiempos se las habrían visto feas, manada de haraganes. Entonces sí que había perros de verdad, cazadores astutos y bravos dignos de respeto. Si no hubiese sido por ellos todos nos habríamos muerto de hambre…
—Ay, no empiece… —protestó por lo bajo uno de los chiquitos sentados al lado de Francisco. El trío de niños había tenido la mala suerte de asomarse a la cocina en busca de golosinas justo durante la guardia de Muriel, quien los obligó a quedarse ayudando a Su Real Caracol -como le había apodado ese día- a limpiar lentejas para ganarse el derecho a un postre.
—¿Cómo así? —preguntó Francisco, genuinamente intrigado, al mismo tiempo que el chico. Los dos niños se llevaron las manos a la cabeza instantáneamente, y la pequeña que se había instalado sobre su regazo desde el momento en que entraron en la habitación se bajó de un salto en cuanto vio aproximarse a la enorme mujer.
Francisco se reprendió a sí mismo que ese breve momento de curiosidad le fuera a costar varios puntos de simpatía con los pequeños. Pero tal vez el brillo en los ojos de Muriel lo valiera. La anciana parecía entusiasmada ante la oportunidad de relatar, una vez más, la misma historia que había contado innumerables veces a lo largo de su vida, pero en esta ocasión a alguien que jamás había escuchado nada al respecto.
—Ah, esos sí que fueron tiempos difíciles, los de mi infancia. —comenzó Muriel, deteniéndose un momento para recordarlo bien—. Pasamos varios años con inundaciones y deslizamientos que sepultaban barrios enteros. Fue entonces que el señor decidió abandonar finalmente toda la zona Este y trasladarnos a los pocos que quedábamos dentro del castillo. Se imaginará que tanta lluvia también arrasó con los campos, ni el arroz aguantó mucho sin pudrirse, así que sobrevivíamos a puro grano y papas del silo, carne seca y las tórtolas que caían congeladas en los tejados. Y de la caza, claro. En ese tiempo había cuadrillas de batidores. Eran más grandes aún que estos, con unos ojos que brillaban como antorchas en la oscuridad y un olfato tan fino que podían encontrar un rastro de presas a kilómetros de distancia.
«Recuerdo una tormenta en particular. Yo era muy niña todavía, pero recuerdo que estuvimos casi un mes completo refugiados aquí dentro y las provisiones se acababan. El viento soplaba tan fuerte que parecía que las murallas se iban a derrumbar, y la nieve lo cubría todo, impidiendo salir a buscar alimento. Pero entonces el señor, terco como una mula, se montó el abrigo y con siete de sus mejores perros se aventuró en la tormenta, desafiando al frío y la oscuridad.
Estuvimos dos días esperando, temiendo lo peor. Al tercer día fue que escuchamos los ladridos a la distancia. Corrimos a las puertas y ahí estaba, con sus perros agotados pero triunfantes, arrastrando tras ellos un gran león de montaña y un buen atado de conejos. Aquella carne nos salvó, y a esos perros los teníamos por héroes. A los siete los enterramos en el Patio del Homenaje, junto a los antiguos nobles y señores, y otros grandes sabuesos y corceles. Algún día le mostraré las placas. —Entonces lanzó una mirada severa al grupo que seguía tumbado perezosamente—. Pero ahora, mírelos, con el clima tan bueno y ahí se los ve holgazaneando junto al fuego esperando sobras.
—Tranquila, Muriel, que todavía son cachorros. Ya espabilarán. —suspiró Carmen, que a medio relato había entrado a la cocina para relevarla de su guardia.
—No si dejan que los niños los sigan tratando como mascotitas… —protestó Muriel, viendo molesta como los chiquillos sacaban dos pancitos cada uno de la bandeja que la recién llegada les alcanzó, y huían raudos por el pasillo.
Francisco vio en ambas esa expresión poco frecuente de que estaban a punto de comenzar una discusión en serio, y se adelantó a Marta en su intento por distraer su atención.
—Manuel debió aprender de sus antecesores esa dedicación por su gente. Dígame ¿Se parece mucho a su abuelo? —comentó, buscando desviar la conversación de regreso al relato de Muriel. Intentó pensar en algo más cuando las mujeres solo se lo quedaron mirando—. ¿O a sus padres? Últimamente me he estado preguntado por su familia.
Todos en la cocina se quedaron en silencio por un largo instante. Las tres mujeres intercambiaron miradas significativas entre ellas, como si estuvieran deliberando sobre lo que debían decir y cuál de ellas debía hablar. Finalmente, fue Marta quien rompió el silencio.
—Se parece mucho a sus padres... —comenzó—. Y a su abuelo. Los señores han hecho siempre lo mejor que han podido. El amo Manuel, sobre todo, ha sacrificado mucho por la dedicación hacia su gente, y por eso todos le guardamos gran respeto y aprecio.
—Puede que a veces no lo muestre abiertamente, pero es un hombre muy atento y afectuoso. —complementó Muriel.
Francisco sintió una sensación reconfortante escuchando esas palabras sobre el que era su marido. Quería seguir preguntando, aprender más sobre la familia de Manuel, el pasado del lugar y sus historias. Pero antes de que pudiera formular otra pregunta, Carmen intervino con brusquedad.
—Tal parece que nos hemos quedado sin papas. —declaró, su tono firme retomando el control de las labores—. Altecita, sea bueno y vaya a buscar más al almacén, que todavía queda mucho por hacer antes de la cena.
Algo desorientado por el intempestivo corte de la conversación, Francisco se levantó dispuesto a cumplir lo que le había encomendado, pero en cuanto lo hizo notó los cuatro sacos de papas descansando junto a las alacenas, y entendió que solo quería sacarlo de la habitación y que dejara de interrogarlas.
-o-
Francisco dejó escapar un largo suspiro mientras se alejaba de la cocina, sus pasos resonando suavemente en los pasillos.
No era la primera vez que pasaba, de hecho, se volvía algo habitual que lo apartaran y le escondieran cosas. Era una sensación de desarraigo, como si siempre estuviera en los márgenes, sin pertenecer del todo a este nuevo mundo. Aunque se esforzaba por aprender y adaptarse, se daba cuenta de que aún lo trataban como a un forastero que no debía estar allí y, si bien sabía que era un proceso que le tomaría bastante tiempo, más que las pocas semanas que llevaba conviviendo con ellos, el recordatorio permanente de ser un intruso lo envolvía como la bruma fría que rodeaba permanentemente el castillo.
Con cada paso que daba, se sentía más pequeño, más aislado, más solo. Perdido en sus pensamientos, apenas notó cómo se desviaba de su camino hacia el almacén. Los pasillos parecían alargarse, las galerías se sucedían una tras otra, hasta que finalmente se detuvo, sin saber exactamente dónde estaba. Al levantar la vista, se encontró en un lugar diferente a todos los que había visto antes.
No era como los huertos, ordenados y bien protegidos de las inclemencias del tiempo. El lugar que se abría ante él se había dejado libre de resguardo para que la naturaleza reclamara lo suyo, así como el sendero por el que Manuel lo había traído al castillo. Los caminos de gravilla y piedras estaban desdibujados, apenas visibles entre las altas malezas y los arbustos que crecían sin contención alguna. Flores silvestres de colores apagados se asomaban tímidamente entre el follaje, mientras una fila de delgados árboles, antinaturalmente alineados, flanqueaban el espacio alzándose como colosos marchitos. Al seguir avanzando, sus ojos se posaron con los restos de una fila de asientos ocultos entre las enredaderas, junto a pilares y estatuas rotas cubiertas por gruesos mantos de tierra, musgo y líquenes. En el centro de todo se hallaba una enorme fuente, sus distintos niveles rellenos por múltiples capas de tierra acumulada, hojas secas y ramas caídas sobre las que generaciones de aves y otros animales habían construido nidos y madrigueras.
Francisco se detuvo frente a la fuente, sintiendo cómo el peso del lugar se apoderaba de su ánimo. Al parecer se había topado accidentalmente con los antiguos jardines de recreo, aunque en su estado actual más parecían un cementerio de lo que una vez fue un pasado brillante y glorioso. Otra vista trágica que hacía más evidente su decadencia actual y se transformaba en un reflejo de su propia melancolía. Era un asunto inquietante, y no podía negar que tenía gran atractivo para él y su curiosidad, pero aún no se sentía con la confianza necesaria para intentar abordarlo con sus nuevos vecinos o Manuel, por temor a ofenderlos y que se cerraran aún más con él.
Una ráfaga de viento frío le hizo estremecer y se envolvió instintivamente con sus brazos, deseando haber traído uno de sus nuevos abrigos. La superficie de su ropa ya estaba cubierta con una fina capa de rocío dejado por la niebla a su alrededor. No era tan espesa como el día en que llegó, desde el centro del patio podía ver la parte de los detalles en la fachada del castillo: los altos techos, las grandes ventanas y finas terminaciones bajo una cubierta de enredaderas que amenazaba con tragarlo y hacerlo parte del bosque circundante.
���No ha sido tan malo. —Se dijo, buscando salir del pozo emocional al que se estaba dejando arrastrar.
No había sido tan malo como se estuvo temiendo en un inicio. La vida que llevaba allí no le resultaba del todo desagradable tampoco. Aunque fuesen labores pequeñas, le gustaba ocupar sus días sintiéndose de utilidad, para variar. Dentro de todo, se sentía a gusto trabajando en la cocina y ayudando a servir la comida; estar con los animales en los corrales y en los huertos sin preocuparse por arruinar su ropa; interactuar con la gente sin tanto protocolo y jerarquías marcadas.
Tampoco le disgustaba el entorno, rodeado de bosques y verdor, respirar el aire fresco que se colaba por las mañanas. Pero seguía extrañando el sol, ese sol dorado de las tardes calentando con dulzura su piel, reconfortándolo. Todavía no se acostumbraba al frío permanente y a las múltiples capas de ropa en las que debía envolverse para soportarlo, aunque en algo se compensaba con la calidez de reunirse todos alrededor de la chimenea en el comedor, compartir con los demás, con los niños, los perros… Y Manuel.
Le agradaba Manuel. Era un hombre serio y terriblemente callado, pero era bueno con él y lo trataba con respeto y consideración. Francisco había empezado a notar los pequeños gestos que tenía con él, como el juego de dedales que apareció en su canasto de costura; las velas o la leña extra dejada para el bracero en su habitación los días que sacaba un libro del estante en el taller para leer de noche; o cómo siempre tenía a mano una manta para deslizar sobre sus hombros cada vez que lo veía temblar ligeramente. Eran detalles discretos, pero que apreciaba enormemente pues daban cuenta de su preocupación y atención.
Solo quisiera que le hablara más. No le molestaban las largas pausas en silencio, pero sí le gustaría poder conversar más seguido y libremente con él. Tenían temperamentos similares y estaba seguro de que se llevarían bien, tal vez incluso llegaran a volverse amigos, si tan solo pudieran conocerse mejor. Se le hacía evidente que a Manuel no le gustaba hablar mucho sobre sí mismo. Sus conversaciones, aunque cordiales, rara vez se desviaban de lo necesario y cuando lo hacían, Francisco notaba cómo el hombre rápidamente cambiaba de tema o encontraba alguna razón para excusarse.
Entendía que debía darle su espacio y acabaría soltándose con el tiempo, pero le estaba resultando demasiado difícil respetar sus ritmos cuando se sentía tan solo y desesperado por un contacto más íntimo. Anhelaba tener otra vez, aunque fuera una sola conexión autentica y profunda. Necesitaba con urgencia volver a sentir esa sensación familiar y de pertenencia que había perdido de golpe. Se sentía tan solo y perdido entre esa gente.
Francisco sintió el peso del grueso manto de piel extendiéndose sobre sus hombros, su tibieza abrasándolo de forma reconfortante, disipando parte de sus lamentaciones. Alzó la vista para encontrar a Manuel acuclillado frente a él, prendiéndole con cuidado el broche de madera para afirmar la capa en su lugar.
—Gracias. —murmuró Francisco, dedicándole una suave sonrisa—. Todavía no me acostumbro al clima de aquí. Pero hasta ahora no ha sido tan malo como me estuvieron advirtiendo.
Manuel soltó un leve suspiro.
—Eso es porque hemos tenido un clima particularmente bueno estas semanas. —comentó, sentándose a su lado. Francisco no se percató que estaba sentado al borde de la pileta destruida sino hasta que vio al otro haciéndose un espacio—. Aunque puede que a usted no le parezca, alteza. —dijo con cierto aire socarrón, sacudiéndose las gotas que se acumulaban en las puntas de su cabello.
Francisco volvió a sonreír. Eso era lo que llamarían mal clima en su casa, pero entendía que las cosas eran muy diferentes allí. Todo era mucho más duro: el clima impredecible; el frío que se colaba en los huesos; la comida, las personas, hasta las carcomidas paredes de ladrillo, que se sostenían en pie a pura determinación y puntales de madera. No había casi lujos, ni siquiera para ellos siendo los señores, cosa que se evidenciaba en los parchados bordes de la capa sobre sus hombros. Cada cosa tenía un fin práctico y no se desperdiciaba nada, hasta las cosas más extrañas tenían alguna utilidad.
Recordaba la primera vez que se había cortado picando pimientos. Manuel estaba con ellos en la cocina en ese momento, moliendo hierbas en una esquina. Luego de tranquilizarlo en su pánico inicial por la cantidad de sangre brotando de su dedo, el hombre detuvo momentáneamente a las mujeres en su intento por enrollarle la mano con un trapo y, en cambio, apretó la herida de tal forma que varias gotas del viscoso azul cayeron sobre el mejunje que había estado preparando. Rato después le explicó la razón de su perturbador comportamiento.
“—Siendo un príncipe, su cabello, uñas, lágrimas, o cualquier otro ingrediente que pueda obtener de usted tienen al menos diez veces más propiedades mágicas que la de cualquier otra persona de aquí. Más aún su sangre. —dijo Manuel, revolviendo el cuenco donde la preparación marrón comenzaba a volverse de un intenso violeta—. Lo había estado pasando por alto, pero a partir de ahora solicitaré más seguido de su cooperación, alteza.”
Entonces se había estremecido, pensando que lo haría sangrar y llorar sobre el caldero a diario, pero únicamente le había entregado varios frascos en donde debía meter cada pestaña perdida o hebra de cabello que quedara en su cepillo, cada lagaña, cada cerumen, y otras asquerosas menudencias de su aseo matutino; así como un pequeño tubito que transportaba a todas partes para cuando volviera a cortarse o se pinchara el dedo. Era algo vergonzoso y repugnante, pero inofensivo, así que no tuvo una verdadera excusa para negarse a hacerlo, y al cabo de un tiempo se volvió un asunto rutinario.
Había aprendido a apreciar esa mentalidad diligente y precavida con la que se manejaban, aunque le resultaba demasiado demandante en comparación con su hogar, donde no existía esa preocupación constante por el futuro y los tiempos de escasez, tan ajenas a la vida cotidiana de su gente.
Fue entonces cuando su mirada volvió a vagar por el lugar en el que se encontraban. Había algo desconcertante en ese rincón del castillo. Presentaba un marcado contraste con el resto de los espacios exteriores, donde cada centímetro de tierra estaba cuidadosamente cultivado o siendo preparado para ello.
—Es curioso. —dijo Francisco, rompiendo el silencio mientras sus ojos recorrían los viejos jardines—. Todo aquí es tan... utilitario, tan enfocado a lo esencial. Y sin embargo, este lugar... —hizo un gesto con la mano, abarcando la extensión de pilas de escombros y estatuas casi tragadas por la tierra y las enredaderas—. Este es uno de los antiguos patios de recreo ¿Verdad? De cuando las cosas iban mejor. —No pudo evitar deslizar una de las tantas preguntas que se agolpaban en su cabeza y en su lengua.
Manuel se puso tenso por un instante, observando el mismo paisaje con una expresión pensativa.
—Disculpe, no era mi intención incomodarlo… —comenzaba a disculparse Francisco.
—Sí. —Fue lo único que dijo Manuel al principio, haciéndole creer que de hecho estaba molesto—. Es otro vestigio de esos tiempos…
Había algo en su semblante que Francisco no logró descifrar, una mezcla de nostalgia y tristeza. A ese primer comentario le siguió una larga pausa, como si estuviera decidiendo qué y cuánto decirle, si es que debía decir algo más.
—Aunque más bien era un jardín privado, destinado para el uso de unos recién casados. —elaboró a continuación.
Francisco se giró enseguida en su dirección, intrigado por la pequeña pieza de información que acabara de soltarle voluntariamente. Ansiaba que no acabara allí, con esas dos escuetas frases. Quería saber más, que le contara más. Así que hizo lo mejor que pudo por inspirarle lástima y hacerlo sentir comprometido, mirándolo directamente con la súplica evidente en los ojos.
Manuel resopló al notarlo, arrepentido de haber abierto la boca, pero tuvo la gentileza de proseguir con el relato que hubiese preferido ahorrarse.
—Era un regalo de bodas, junto con todo este pabellón. —prosiguió, señalando el ala que tenía la fachada más finamente ornamentada de todo el edificio—. La construcción tardó varios años porque cada uno de los árboles, mármoles, flores y piedras que se usarían, así como las sedas, algodón y lana para vestirlo fueron seleccionados personalmente por el novio, que quería traer lo mejor de todos los reinos conocidos hasta entonces para deleitar a su futura pareja y no echara tanto en falta las bondades del mundo exterior luego de trasladarse a este pequeño y aislado confín. Decían que durante ese tiempo se podían ver grandes barcos que cubrían todo el horizonte hasta donde alcanzaba la vista, y la gente se amontonaba en las calles para admirarlos a su paso y las mercancías que traían. Fue el tiempo en que mayor prosperidad se vio en el señorío. La gente estaba contenta y expectante del gran acontecimiento… —Entonces se detuvo un momento, remeciéndose incómodo en su lugar—. Pero la boda no ocurrió, y el jardín nunca llegó a usarse para lo que fue creado. Con el tiempo y las desgracias que siguieron cayó en el olvido y los siglos de constante abandono lo transformaron en estas ruinas.
—Eso es… es bastante deprimente. —Francisco se sintió particularmente conmovido al escuchar ese pequeño trozo del pasado y el destino truncado que cubría con un nuevo halo de melancolía el lugar. Ahora los pilares caídos, troncos secos y curvados y las baldosas tragadas por la maleza y el tiempo le inspiraban más lástima que antes—. Como una flor marchita. El eterno fantasma de un corazón roto.
—No tanto así. No se puede decir que fuera un matrimonio motivado por amor, más que nada un intercambio conveniente. —quiso aclararle Manuel, todavía mirando el exterior del edificio, una nota de abatimiento colándose en su voz.
Francisco lo imitó, observando con nuevos ojos la gris y triste construcción. Intentó imaginar cómo habría sido durante sus días de gloría, con las molduras intactas y coloridos estandartes colgando de los balcones; las vidrieras completas y mármoles lustrosos reflejando la luz del sol y el oro y plata de las finas mercancías traídas para la boda; los caminos y senderos enmarcados por hileras de altos árboles y fragantes flores interrumpidas por hermosas esculturas.
—Tal vez se planteara así —dijo, apenas un murmullo—. Pero si el hombre se tomó tantas molestias para asegurar la comodidad de su pareja, es imposible pensar que no tenía esperanzas puestas en su unión. Grandes ilusiones de una vida que se vieron truncadas de un momento a otro.
Sintió los intensos ojos del otro hombre sobre él y al girarse para comprobarlo lo descubrió mirando en su dirección, pero no parecía mirarlo a él, sino más bien a través de él, a algo mucho más allá.
Manuel guardó silencio por varios instantes, perdido en sus pensamientos y Francisco se mantuvo muy quieto y callado para no importunarlo.
—Sí, ciertamente fue así. —admitió finalmente, volviendo al presente.
—¿Qué fue lo que pasó? ¿Por qué no ocurrió la boda? —se atrevió a preguntar Francisco.
—Solo él estaba dispuesto a cumplir con su parte del trato. Los reyes en realidad nunca tuvieron la intención de entregar al príncipe que habían prometido en matrimonio.
«Que esta unión de por concluida la deuda del reino.»
«Finalmente, los reyes han cumplido su palabra y la mano de un príncipe fue entregada en matrimonio.»
Francisco recordó las palabras del erudito, y las de Manuel en el comedor durante su primera mañana, y entonces tuvieron un poco más de sentido. Su esposo pareció notar la realización en sus ojos y asintió ligeramente antes de apartar otra vez la mirada.
—Supongo que finalmente cumplirá su propósito luego de tanto tiempo. No puedo hacer lo mismo con el pabellón porque lo necesito para las funciones del castillo, pero considere el jardín como suyo. Puede hacer cuánto le plazca aquí. Siento que se encuentre en tan pobre estado.
—Me gustaría restaurarlo. —dijo en un impulso. Pensó en arrepentirse de lo que acababa de decir, pero ciertamente no quería hacerlo—. Sé que es un capricho tonto, pero me gustaría intentarlo, saber cómo se veía y recuperar cuanto se pueda se esa antigua belleza. Si me lo permite y no es demasiado inconveniente, claro. Le prometo que no descuidaré mis deberes, ni tampoco le pediré que destine recursos a la empresa. Seguro se le puede dar uso a algunos de los materiales más duros, vaciar la fuente, quitar las malezas, podar los arbustos y volver a delimitar los caminos. Podría ser una buena zona de descanso, y de recreo para los niños cuando el clima sea más favorable…
—De acuerdo. —aceptó Manuel, más fácilmente de lo que habría pensado—. Puedo facilitarle un par de manos para que lo asistan con las tareas pesadas. Y buscaré entre los archivos los planos del diseño original si de algo le sirven.
—Gracias. —Una sonrisa tiró de los labios de Francisco, una verdadera y amplia sonrisa que le llegaba hasta los ojos y enviaba un cálido alivio por todo su cuerpo—. Y gracias por su regalo, en verdad lo aprecio.
—A usted. —Manuel le sonrió tímidamente de vuelta.
Se quedaron un buen rato más allí, lado a lado contemplando el patio en un cómodo silencio. Francisco realmente sentía que podría llevarse bien con ese hombre, desarrollar un mutuo afecto y confianza, y llegar a ser buenos amigos a pesar de todo.
A lo lejos, y varios metros por sobre sus cabezas, un amplio hueco se abrió entre el tupido cúmulo de nubes, dejando pasar un cálido rayo de sol.
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multiverse--wanderer · 2 months ago
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You Are My Quarter Mile | Dom x Brian (Fast and Furious) [ESP]
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[Fan-Fiction basado en la OTP entre Dominic Toretto y Brian O'Conner (Fast and Furious) Con gasolina en sus venas y viviendo la vida en la carretera al margen de la ley, la vida de Dominic Toretto dará un volantazo para cambiar por completo con la llegada de Brian O'Conner. En cuanto el corazón entra en juego, no hay posible freno de mano al alma.
Capítulo 2 - Now whatever it is you're in on, I want in on it too.
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Dominic sabía lo arriesgado que era confiar, de buenas a primeras, en el rubio que tenía frente a él. Las circunstancias que los habían reunido y la forma en que se había presentado lo mantenían en alerta. Sin embargo, en aquellos ojos azules brillantes, Dominic vislumbraba un deseo genuino de pertenecer a algo más grande. Era como si aquel chico, con su cabello dorado y su actitud despreocupada, buscara un lugar en su vida, un sitio dentro de su familia.
Veía el sentimiento cazador en él, intrépido, descerebrado… y en cambio había una inteligencia táctica en él que jamás había visto en ningún otro criminal.
Mientras la soledad de la noche se cernía sobre ellos, Dominic se movió como una sombra en la penumbra de la habitación. Su cuerpo llevó lentamente al joven de hebras doradas contra la pared ante la cercanía, sus cuerpos casi tocándose pero sin llegar a unirse del todo. El movimiento fue intencionado, como el de un cazador que muestra su dominio, impasible ante cualquier señal de desafío. Quería que el rubio comprendiera en lo que se estaba metiendo; la seriedad de su rostro no estaba para juegos ni frivolidades.
La espalda de Brian chocó ligeramente con la pared y sólo fue en ese instante cuando se percató de cómo sus propios pasos habían retrocedido despacio en un movimiento dócil que nunca acostumbraba. El cuerpo de Dominic, mucho más ancho que el propio, se cernía sobre él como una prueba similar a saltar al vacío. Sus ojos azules subieron a los morenos contrarios y se sintió como el choque de dos poderosos planetas que estaban orbitando demasiado cerca. A Brian se le secó la boca, la garganta, y sintió un calor abismal donde su orgullo propio no dejaba pasar ni una.
Las expresiones de Dominic se tornaron sombrías cuando, con una mirada penetrante, alzó el mentón con un orgullo intacto. Su voz resonó baja, pero firme, como un susurro que atravesaba el aire cargado de tensión:
—Una vez más, demuéstrame que de verdad quieres estar aquí.
El eco de esas palabras penetró en el interior del policía infiltrado. Por primera vez, se sintió pequeño, vulnerable, bajo la mirada dominante de Dominic. Su cuerpo se encogió, y sin apenas darse cuenta, pegó por completo tu su cuerpo contra la fría pared, como si buscara refugio que claramente no encontraría allí. Sus ojos azules, normalmente llenos de confianza, se encontraban perdidos en la intensidad de la mirada de Dom.
—Si quieres que te lo demuestre, entonces déjame ayudarte. Sea en lo que sea que estés metido, yo también quiero estar.
Brian, con su voz suave, susurró lo que se sentía como un secreto compartido entre ambos. Pero no se dio por vencido; su personalidad casi infantil y caprichosa era como gasolina arrojada al fuego que era Dominic.
La percepción de aquel tono le hizo ladear el rostro a Dominic, una curiosidad burlona danzando en sus facciones, aunque no había en su ánimo espacio para la burla. Era todo lo contrario; había una seriedad que se apoderaba de él.
—No eres un poli o algo así, ¿cierto? Que quiere hacer todo lo posible para conocer mis planes no tan legales, ¿hm?
Con un movimiento ágil, se apartó, dejando atrás cualquier aura de intimidad que los rodeaba, como un fogoso desafío que encarnaba la esencia misma de su naturaleza.
Cuando Brian recuperó el aliento que esa cercanía y esa duda en él había despertado en su ser, entonces se despegó de la pared como el papel de una húmeda magdalena.
—Quisiera más demostraciones de fidelidad en tus palabras. No es tan sencillo como parece, Spilner.
El suspiro que escapó de los labios de Brian fue casi un lamento. Se sentía como si Dominic le hubiera arrebatado algo esencial, sumiéndolo en un torbellino de emociones desconocidas. Intentaba convencerse de que su miedo provenía de ser descubierto, de la creciente desconfianza que empezaba a ver en los ojos de Dominic, y no de la constante voz de Vicent en su cabeza.
—¿A caso tengo pinta de poli…?
Murmuró intentando restarle importancia a la situación con un tono divertido e irónico, dejando escapar una sonrisa perlada que le caracterizaba. Sin embargo, ese gesto se tornó fugaz cuando se mordió el labio inferior, consciente de la vulnerabilidad que ese movimiento implicaba.
Era un buen mentiroso, el mejor mentiroso. Debía permanecer siéndolo.
—Entonces… ¿me llevarás a casa…? —insistió, su voz casi un ruego.
—Tienes cara de niño rico y sofisticado que no rompería ni un plato; nunca. —Dominic rió de una manera juguetona, casi retadora, un eco de confianza que se sentía natural en él—. De acuerdo, creo que te lo has ganado. Y creo que ya sé qué exactamente tendrías que hacer por mí…
—¡Pues tienes la vista en el culo…! —protestó el rubio, rodando los ojos como un niño al que nunca se le tomaba en serio.
La molestia de ser tratado como un ser inferior empezaba a burbujear en su interior.
"Tengo los ojos puestos en tu culo, mejor dicho." Pensamientos de Dominic que podrían envidiar los poetas más destacados, surgiendo en su mente mientras la adrenalina se acumulaba, nublando su juicio.
Se quedó mirándole, su mirada llena de incertidumbre ante el silencio de Dominic mientras seguía sus pasos. Aquello era un juego en el que no estaba del todo seguro de cómo participar. Se guardó las manos en los amplios bolsillos de su chaqueta y despidió a Mía con una sonrisa coqueta y un gesto con la barbilla.
Pero, ¿a qué se refería con ese favor?
—Oye, ¿tu hermana tiene novio? O sea… —carraspeó un poco—. Si está con Vince…
Caminó a su lado hasta llegar al taller, donde Dominic abrió el portón, revelando una colección de coches que despertaron la admiración del rubio.
—No, Mía no tiene novio; y ni se te ocurra querer verla como a un pedazo de carne. Ahora, escoge un coche, daremos una vuelta.
La voz de Dominic sonó áspera y autoritaria, haciendo que Brian sintiera un escalofrío recorrer su espalda.
Lo que ocurrió entre él y su hermana… bueno, era algo que se guardaría para él por el momento. Como tantas otras cosas.
—Yo no la veo como… —el rubio se quedó embobado, mirando la espléndida colección de coches que tenía ante él. Su mirada recorría cada detalle, cada modificación, la belleza de aquellos vehículos le fascinaba, y aunque su mente buscaba evidencia de delitos, no podía evitar dejarse llevar por la admiración. —¡Este! ¿Podemos ir en este? —exclamó, señalando un coche de importación que había capturado su atención.
Dominic, con su habitual aire de misterio y calma, le entregó las llaves del vehículo y se acercó al lado del acompañante.
—Sube y vayamos a dar una vuelta por la zona de la costa.
La idea de recorrer esas curvas mientras Brian demostraba su destreza al volante llenaba a Dominic de curiosidad. Quería ver cómo el rubio dominaba el camino, era un examen que deseaba presenciar de primera mano.
Brian sintió un cosquilleo de emoción ante la perspectiva. Con decisión, tomó las llaves y se instaló al volante, dejando que el rugido del motor llenara la noche. La ciudad brillaba a su alrededor mientras se dirigían hacia la costa, y con cada kilómetro recorrido, la adrenalina lo invadía. Era un momento que anhelaba, un instante donde podía sentir que el control estaba en sus manos.
Donde era plenamente libre de todo el mundo que lo mantenía cautivo.
La carretera montañosa era conocida por sus giros traicioneros, pero el coche estaba preparado para enfrentar cualquier desafío. Subió el volumen de la música rap, dejando que el ritmo envolviera el ambiente. Era su oportunidad para impresionar a Dominic, para demostrar que era más que un simple niño de familia acomodada. Dominic observaba, con una mezcla de curiosidad y orgullo, cómo Brian manejaba con un impulso casi salvaje, derrapando en las curvas, sintiendo el rugido del motor como una extensión de su propio ser.
Finalmente, cuando llegaron a la cima de la ladera, el rubio frenó, deteniendo el coche en un lugar que ofrecía una vista espectacular de la ciudad iluminada.
Con una sonrisa arrogante, miró a Dominic.
—Si tienes que vomitar, abre la ventanilla, ¿eh?
Dominic, aunque tranquilo en apariencia, no pudo evitar sonreír con complicidad. La diversión brillaba en sus ojos mientras disfrutaba de la experiencia que había presenciado. El motor se apagó, y un suspiro de satisfacción escapó de sus labios.
—Spilner, me has dejado sin palabras. No pensé que dominarías estas curvas, pero has hecho un trabajo de puta madre. Entiendo por qué a Vince le intimidas. Ahora que hemos estacionado aquí, deberías bajar a contemplar el paisaje, ¿no?
La idea de que él intimidaba a Vince encendió un fuego en el interior de Brian. La sonrisa que apareció en sus labios era inquebrantable, y su ego ascendió a nuevas alturas. Los elogios de Dominic le sentaron mejor de lo que estaba dispuesto a admitir. Se sentía orgulloso, eufórico, como un adolescente que acaba de descubrir su lugar en el mundo. Decidió salir del coche y se acomodó sentado en el capó, mirando las luces de la ciudad como si fueran estrellas que danzaban en el firmamento.
—¿Entonces qué me dices? ¿Estoy dentro del equipo?
...
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mikrokosmcs · 2 months ago
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ryu  saeran  -  humano  -  30  años  -  08  de  julio  de  1994  -  cáncer  -  hechicero  de  magia  de  resurrección  -  fc:  kim  namjoon
Desde pequeño ha sido el chico retraído, tímido, solitario. A quien prefiere los libros y los animales antes que las personas, acrecentando su distanciamiento con las personas cuando veía criaturas que nadie más podía ver.
Saeran ha tenido encuentros cercanos con todo tipo de criaturas mágicas, la más emblemática ha sido con un dragón llamado Rygar, a quien vio salir del cascaron y prácticamente tocaba cuidarlo desde pequeño. Rygar es un dragón enorme de doble cornamenta color negro, detalles a rojo y un par de ojos dorados. Rygar es su familiar y, por ende, su canalizador de magia.
Desconocía en aquel entonces, cuando era pequeño y solo sostuvo aquel huevo entre sus manos, pero había nacido producto de su magia. Para ser un hechicero gentil y con pensamientos pacifistas, Saeran tiene una magia peligrosa: la resurrección. Puede traer a la vida cualquier ser vivo que mantenga, aunque sea una pizca de ADN en alguna zona de su composición, no obstante, es una magia cansada y que conlleva riesgos, el más significativo para él es que les roba vitalidad y energía a las cosas vivas alrededor mientras revive otras. Para alguien que ama a los animales y las plantas, fue lo más duro de su poder.
Desde entonces ha decidido encerrarse detrás de un velo que separa a los seres humanos corrientes de los mágicos, manteniendo a salvo tanto a sus criaturas como a las personas indefensas.
Puede manipular este “velo” a su antojo, haciéndolo grande o pequeño, es más como una guarida mágica que puede hacer tan pequeña como un dije que lleva en el cuello o tan grande como para albergar su cabaña y un lago claro al costado de la misma.
Fue visitado por Jihyun, al plan malévolo de exterminar la raza humana, a lo cual Saeran se negó de inmediato. Fue atacado, por ende, fue una de las pocas ocasiones donde respondió con violencia y una clara advertencia de que no iba a volver a salir con vida de ese lugar si lo molestaba una segunda vez.
Su visión astral de Eonyu lucía como una ninfa, rodeada de flores, con una sonrisa tan brillante como el sol y con una visión muy antigua de como funcionaba el mundo, casi como una persona con mucha edad.
Llegó al grupo gracias a Kihyuk, cuando Eonyu desapareció y se dividió en pedazos, fue motivado a salir de su velo y sin querer, se encontró con el hechicero de fuego. Este mismo le hizo saber que un amigo, de otro amigo, estaba teniendo problemas y una corazonada, de que esa acción era al correcta, le hicieron tomar sus cosas, hacer pequeño su velo para llevarlo colgado en el cuello y marchar a sus encuentros.
Es un lector habilidoso, teniendo memoria fotográfica lo que le hace recordar absolutamente todo lo que lee o visualiza. Esto aplica a Eonyu, a quien ve en sus sueños, aunque despierte sin tener conciencia de quien es la mujer que le habla.
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yourneondemon · 8 months ago
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🥞 Giorno Giovanna 🥞 [01] VIAJE EN METRO (1/2)
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Sinopsis: Robin Bárbara Halloween es la nueva mano derecha del gran Giorno Giovanna, jefe de la mafia italiana, Passione, y debe enfrentarse a muchos desafíos y en especial, los castigos que se le impongan. Derramar café sobre su jefe fue un imperdonable error.
Ship: Giorno Giovanna, Robin Bárbara Halloween
Fandom: Jojo's Bizarre Adventure
Recuento de palabras: 5314
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*Ser un asistente y mano derecha del mafioso más importante de Italia —y de varios puntos del mundo—, cocinero personal, entre otros títulos por todo lo que debía hacer, era muy complicado; y no solo para su jefe sino para el capo, Bruno Bucciarati y Mista Guido, y el resto del grupo principal, Pannacota Fugo, Abbacchio Leone, Guido Mista y alguien más, le comentaron que era una señorita que trabajaba desde otro lado*.
*La lluvia empezó a las seis de la tarde en Japón, Shibuya, y trotaba pasando por el famoso cruce con varias bolsas de tela en sus manos, había comprado muchísimos productos para cocinar y había ido a ferias para comprar almejas, pescado, verduras, frutas, pulpo, entre otros. Mientras cruzaba por la senda peatonal la lluvia empezaba a acentuarse cada vez más, así que con torpeza sacó su paraguas transparente y siguió su camino hacia la estación de tren*.
*Se trataba de un chico tímido, sensible, cerrado. Sobre su rostro se pintaban por todos lados pecas marrones, pero también tenía lunares enormes de color marrón, casi como unas manchas de vaca. Cabello antes desprolijo y ahora atado en uma coleta de caballo, bien cortadito e impecable. Lo único que le preocupaba era su terrible acné en su rostro, era algo a ver pronto y quería ayudarlo en eso. No era el chico —según los cánones de belleza— más guapo, pero eso le daba completamente igual. Eso sí, con el dinero que recibía por su trabajo quería pagar un tratamiento mejor para su acné en el rostro, espalda y en varias partes del cuerpo que era bastante considerable. Muchas veces el acné que tenía era doloroso cuando se bañaba y pasaba la esponja, y quería arreglar ese enorme problema*.
*Finalmente subió al tren, moderno y con toques elegantes de madera, detalles en dorado, cuadros al óleo entre una mezcla de minimalismo y rococó, le agradaba mucho el ambiente de allí. Pero no se fijó tanto en los detalles ya que tenía el tiempo a cuenta gotas, así que con un pase especial entró a la cocina privada que alquilaron y después de una rutina de higiene general, se lavó las manos, se puso un gorrito plástico para que ningún cabello ni nada caiga a los platos, guantes de látex blancos, un cubrebocas negro, trajesito completo blanco, delantal y se descalzó antes de entrar a la cocina para ponerse zapatos especiales de goma previamente higienizados. Los cuidados aquí eran escenciales y a eso ya lo tenía escrito de arriba para abajo en su día a día y por supuesto, en su trabajo*.
*Sacó de las bolsas todo lo que compró y empezó a cocinar. Hoy en día aparecían más artefactos para cocinar de forma instantánea que ayudaban mucho en la precisión, rapidez y como una manera de agilizar las cosas, pero había técnicas que le gustaba realizar a mano*.
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*Pasaron quince minutos, treinta, cuarenta, cincuenta, una hora y seguía realizando las comidas en coordinación con los platillos de la noche, que a su vez incluían los postres, por supuesto. Después de dos horas casi exactas finalmente terminó de hacer todos los platillos para el grupo*.
Robin: Uff... *Suspira con pesadez, le dolía la espalda y un poco la cabeza, así que se toma una pastilla, no quería no terminar sus labores, su jefe notaba cualquier detalle que faltase* Bien. Treinta minutos *Solo tenía treinta minutos para ducharse en su habitación, una pequeñita con una cama pequeña, escritorio con una lámpara esfera, todo muy monoambiente y cómodo. Dejó su bolso con sus pocas pertenencias y se fue a duchar directamente*.
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*Fue tan relajante el agua caliente sobre su piel, pero en algunas zonas le dolía así que fue muy cuidadoso. Donde más persistía su acné era en su espalda, se sentía como un chocolate almendrado, que tenía unos cordones montañosos horribles; su mayor complejo. Después de unos diez o trece minutos bajo la ducha, salió, se puso su uniforme propio de Passione y salió del camarote y del tren, arrancaba en la noche*.
Robin: *Fue entonces que vio al auto negro estacionarse frente a él. Apenas se detuvo abrió la puerta de uno de los asientos de atrás, abrió un paraguas negro y sonrió con amabilidad* Buenas noches, señor *Hace una leve reverencia a la vez que lo cubría de la ténue lluvia*.
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Giorno: Buenas noches *Baja del auto y cerrando su saco de vestir encajando botón por botón, el viento era bastante helado en esa temporada. Su dorado cabello se agitaba por el viento y sus ojos penetrantes miraban a su alrededor hasta centrarse en el tren estacionado. De los demás compartimientos bajaron el resto del equipo acompañados por otros secretarios* Cenaremos pronto, ¿está todo listo? *Gira su cabeza para dirigirse a su secretario personal*.
Robin: *Abre la boca para responder*.
Giorno: Claro que sí *Y girándose nuevamente ignorando su acto, cruza la calle para finalmente subir al tren con todo su equipo, obviamente Robin fue a su lado cubriéndolo de la lluvia y recogiendo los sacos de cada uno del equipo a medida que entraban*.
Robin: (Vaya, me pagan por ser perchero) *Pensaba como curiosidad, nunca se imaginó tener ese oficio en la vida. Con dificultad cerró el paraguas grande y subió al tren con un cúmulo de ropa en sus brazos y hombros. Las tiró en la mesilla de la entrada y rápidamente fue con Giorno. Conocía bien el protocolo de las veces que llegaba a un lugar, tenía que estar atento a sus movimientos, a lo que quería o le pedía en pequeños códigos si la situación lo ameritaba. Tomó el segundo saco de su jefe apenas hizo el gesto para sacárselo* Permítame, señor *Baja la mirada, debía ser rápido al mismo ritmo que el grupo de personas, en especial su jefe, obvio*.
*El tren arrancó de inmediato*.
Giorno: *Deja que Robin tome su chaqueta y entra junto a Bruno, Abbachio, Narancia y Mista a un bonito comedor, no tan amplio pero elegante, incluso tenía macetas pequeñas dando una vibra natural y relajante. Lámparas de pared, había una pequeña barra de tragos, una televisión, alfombras preciosas, cortinas bordadas y cuadros* Bueno, tomen este viaje como un momento para relajarse, pero reitero, solo un momento *Les regala una sonrisa amable* Bien, mientras viene la comida, hablemos *Movió ligeramente su dedo anular, era la señal para que su secretario/mesero/cocinero y barra muchas otras profesiones, traiga la comida*.
Robin: *Hace una reverencia y se retira del comedor para dirigirse a la cocina. Saca de las neveras los platillos de la entrada, gracias a la práctica podía cargarlos sobre sus brazos y bajarlos sin ningún problema, así que regresó al comedor mostrando sus habilidades. Dejó los primeros platos y por último, a su jefe* Buen provecho *Hace una reverencia y va a la cocina una vez más, toma el vino elegido anteriormente por Abbachio y lo lleva en una bonita caja ornamental*.
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*Aún le faltaba práctica y estudio para servir de forma correcta los vinos, pero se esforzaba en sus tiempos libres, era todo un arte. Procedió a mostrarle el vino a Abbachio, quien asintió con la cabeza, así que lo destapó y sirvió medio centímetro en su copa de cristal*.
Abbachio: *Toma la copa y huele el vino, lo prueba, luego sacude circularmente el vaso para que el aroma y sabor cambie. Asiente con la cabeza para indicarle que iba a tomar de esa marca esa noche. Le acercó la copa mientras escuchaba la conversación de sus compañeros y comentaba al respecto*.
Robin: *Sirve con cuidado el vino. La conversación del grupo sonaba divertida y entretenida, reían pero no prestaba atención a detalles, era de mala educación y tampoco le incumbía. Cuando el joven Abbachio levanta su mano, endereza la botella y la deja en una cubeta con hielo. Se aparta de la mesa y se queda parado en la entrada del comedor viendo si necesitaban algo, siempre a la espera de algún llamado. Habían pasado entre quince y veinte minutos desde que sirivió la entrada, y cuando vio el gesto de Giorno fue rápidamente a la cocina para servir el platillo principal*.
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Robin: *Al ser platos hondos y más pesados, sí tuvo que llevar uno por mano. Los puso en la mesa, regresó a la cocina y llevó los que faltaban, hasta que la última vuelta fue para su jefe, Giorno Giovanna, jefe de la mafia italiana ¿Cómo terminó trabajando para él? Simplemente se postuló para el trabajo sin saber que se trataba de un jefe tan particular, peculiar. Todo un caso* Buen provecho *Hace una leve reverencia y otra vez se para en la puerta del comedor a esperar más órdenes. Durante la noche llevó platos nuevos con la cena, algunos repitieron incluso tres veces. A la hora del postre el grupo pidió personalmente lo que querían, así que anotó mentalmente cada pedido de cada uno. Regresó a la cocina y llevó los postres ya hechos e hizo lo más rápido los platos que faltaban, a veces no llegaba con los horarios para hacer toda la cartilla* Buen provecho *Comentó suavemente cuando dejó el último plato para su jefe*.
Giorno: *Asiente suavemente con la cabeza en forma de agradecimiento, y sin más, sigue con su charla grupal. Sacaba papeles y documentos, fotografías y más información en una tableta para compartir el caso con su equipo*.
Robin: *Suspira de alivio al ver que todo estaba muy bien, que la noche pasaba tranquila y realizaba su trabajo correctamente, eso significaba que no habría ningún "regaño". Pero no debió adelantarse al diagnóstico. Pasaron treinta minutos después de las variadas repeticiones del postre y ya el grupo prefirió finalizar con café y té. Así que rápidamente y según los pedidos, fue a preparar y hacer el ritual del café en granos y té en hierbas*.
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Giorno: *Mientras esperaba su café, guarda los papeles en sus carpetas y cambia de tema para hablar de otras cosas más relajadas*.
Robin: *No tardó mucho en regresar al comedor con su uniforme impecable, coleta de caballo baja y zapatos relucientes, pero hace varios meses ni se imaginaba tener este puesto, esta calidad de ropa. Y tampoco imaginó que iba a cometer un tan simple y pequeño error que lo condenaría esa misma noche. Sirvió el té para Abbachio y Narancia, café con leche para Bruno y Mista Guido, y por último, un expresso para Giorno Giovanna. Sin embargo, de los nervios por estar tan cerca de su jefe junto a sus temblores que ya tenía de por sí, volcó la mitad del expresso sobre el platito de la taza y el mantel blanco bordado con flores* M-mierda. Señor, una disculpa. Déjeme encargarme de esto, le traeré otro *Sacó un trapo de su traje de mesero y limpió lo posible el café de la mesa, pero cuando miró a los ojos a su jefe, vio ese brillo verde tan particular que significaban problemas seguros, "regaño" de los intensos*.
Giorno: Quiero verte en mi oficina después de las doce, le daré una valoración de su desarrollo de la misma profesión que ejerce. Sea puntual.
Robin: *Sus ojos se abrieron como platos al procesar esas oraciones y lo que significaban. Hubo un silencio gutural en el comedor, solo se escucharon pequeños tintineos de los cubiertos reposando sobre los platitos, carraspeos de garganta y el sonido del tren moviéndose. Su corazón dio un vuelco increíble, ¡ni siquiera estaba seguro a qué se refería! ¿Iba a despedirlo? ¿Regañarlo como nunca? ¿Una advertencia? ¿De qué carajos se trataba? Recuperó el aire que perdió en tan pocos segundos y como pudo, asintió con la cabeza tomando la tazita y el paño empapado de café* Sí, señor *Hace una reverencia antes de retirarse de allí casi trotando. Una vez en la cocina, no pudo evitar que sus ojos se cristalicen por el miedo que sentía, no podía permitirse que lo despidiesen, su trabajo significaba un avance en su vida y como persona, necesitaba el dinero para pagar los tratamientos para su piel y una estadía mejor en la ciudad. Y mientras sus manos temblaban como nunca, hizo otro expresso más rápido que el anterior. Tomó aire y le sirvió en una tazita nueva el café a su jefe. Ni siquiera se atrevió a mirarlo* Provecho, y una disculpa, señor *Se apartó sin esperar respuesta*.
Giorno: Retírate. Es todo *Agarra la tazita con cuidado y da los primeros sorbos al expresso, estaba delicioso como siempre*.
Robin: Sí, señor *Hace una reverencia* Buenas noches, caballeros *Se despide del grupo y se va a su camarote. Empezó a llorar apenas cerró la puerta detrás de sí, estaba aterrado por la situación, sentía una verguenza descomunal por hacer el ridículo y se atormentaba con la pregunta de ¿cómo pude cometer semejante error y a estas alturas? Trató de calmarse mientras pasaban los minutos y se quitó el uniforme para colocarse otro que era de estadía, mientras no cumplía ningún servicio por el momento. Procedió a sacar de sus pertenencias una moledora de café con sus granos dentro, un block de notas A5, pluma, cucharitas metálicas y una tazita de vidrio envuelta en papel espumante para evitar que se rompa. No podía relajarse, así que atendió a uno de sus hobies, probar diferentes tipos de cafés. Hoy tenía granos más tostados de cierta marca, y anotaba los cambios de sabor, aroma, entre otras cualidades. Y siempre se guardaba un grano de recuerdo en un mini tapersito para conservarlo mejor. Finalmente su cuerpo se relajó un poco cuando probó el sabor del café, tostado, delicioso. Tomó nota*.
Robin: (Después de las doce, después de las doce, después de las doce...) *No podía quitarse eso de la cabeza, las palabras de su jefe, su tono de voz y en especial su mirada tan penetrante, incluso la de los demás. Aquella situación lo heló y ahora lo atormentaba cada vez más que la hora se acercaba, hasta que finalmente se hicieron las doce de la noche. Esperó cinco minutos y luego se levantó de su cama para salir del camarote. Preguntó donde estaba la pequeña habitación de Giorno, no sabía a fin de cuentas. Cuando estaba detrás de su mismísima puerta, tocó dos veces* Señor, ¿puedo pasar? *Espero unos segundos hasta que escuchó que dijo que sí* ¿Señor? *Pasa finalmente. Desde afuera no parecía grande, pero sí lo era y muy elegante, hermoso* Buenas noches, señor *Lo ve sentado en un sofá doble contra la pared de la pared y detrás la ventana cubierta por cortinas*.
Giorno: *Miraba a Giorno en una cierta oscuridad de la habitación, la sostenían dos lámparas con luz cálida, ténues* Quítate los zapatos *Dice sin siquiera saludarlo o corresponderle*.
Robin: *Asiente con la cabeza y se quita los zapatos. Pasaron varios segundos de puro silencio, se limitaba a frotar sus manos de los nervios*.
Giorno: Desata tu coleta *No despegaba su mirada en él, y no solo observaba su ropa, su postura, comportamiento, quería también medir su resistencia en situaciones tensas*.
Robin: *No duda en hacerlo y deja que su cabello lleno de freeze, esponjoso pero nada suave ni bonito*.
Giorno: Derramaste café sobre mi ropa, ¿sabes lo que significa eso?
Robin: *Asiente con la cabeza y desvía su mirada a un costado, no podía verlo directamente* Lo lamento, señor *Tampoco pudo evitar que sus ojos se cristalicen* Entiendo que fue una falta muy grande *Su voz se quiebra* y entenderé si cree que despedirme es la mejor opción *Baja la cabeza y cubre su cara con una mano* No soy el mejor realmente, creo que hoy lo demostré muy bien *Ya se le estaba cayendo los mocos en forma de agua de su nariz* E-es entendible, es lógico y lo acepto, acepto cualquier crítica y decisión que tome, que de todas formas es mi trabajo, señor *Frota sus párpados ya todos mojados*.
Giorno: *Se levanta del asiento y va con él rápidamente* Robin Bárbara Halloween. No dije ni mencioné nada de despedirte, y ya lo asumiste. Estás llorando por algo que no pasó y que ni siquiera se me ocurrió, cálmate *Apoya su mano sobre su cabeza y acariciarla con cuidado* Ven, siéntate *Toma su mano para conducirlo al sofá de antes, se sienta y sienta al joven sobre sus muslos* No te voy a despedir, no sé de dónde sacas todo ese drama. Pero si escribieses un libro te harías famoso y millonario de tremendas historias que te inventas *Saca de su bolsillo varios pañuelos y le limpia los mocos*.
Robin: *Aunque poco a poco se calmaba por sus palabras ya se había alterado, le era complicado calmar su respiración* S-si, lo lamento señor. C-creí que- *Dejaba que limpie su nariz y con otros pañuelos los ojos* En serio lo creí. Lo lamento. Es jefe de una mafia *Baja la cabeza*, si no te sirve alguien lo despides y ya, otros lo matarían o podrían a la servidumbre *Frota sus ojos*.
Giorno: *Aunque le dolía de cierta manera la imagen que tenía de él, pues Diavolo se encargó de esparcir calamidad en toda Italia y a otras partes del mundo, tampoco era una sorpresa que mucha gente vea a Giorno como el próximo dictador, pero él no era así y nunca lo sería. Entendía los motivos de Robin y es por eso que quería hacerle ver que él es otra persona. Bueno, mafía igual a dinero, drogas, extorción, dolor, abusos y todo el lado oscuro de la humanidad, ¿qué podía esperar que la gente creyera? Ya hicieron una enorme limpieza de personal apenas asumió su cargo, ahora debían limpiar la ciudad de drogas y la imagen que dan. Para no preocuparlo, le regaló una pequeña sonrisa* Hey, no voy a ponerte en la servidumbre ni mucho menos matarte. No soy un mafioso hijo de la gran puta como en las películas o como muchos dicen *Da un suspiro* Y con respecto a tu trabajo, iba a decirte que hoy te luciste. Manejaste bien la situación cuando volcaste café, en las primeras semanas de prueba cuando te contraté no dejabas de temblar, llorar, ponerte nervioso, y hoy no lo hiciste. Sí maldijiste, eso no me gustó. Debes pedir disculpas pero no maldecir, porque los modales y el respeto hacia las demás personas te define.
Robin: *Asiente con la cabeza* Sí, señor. Una disculpa por eso *Da un suspiro más profundo, ya su respiración se calmaba*.
Giorno: ¿Cómo voy a despedir a un secretario tan lindo? *Estira sus brazos y lo abraza de la cintura para acercarlo más a su cuerpo, aprovechaba que cogió altura en estos dos últimos años y con los entrenamientos, una buena masa muscular* Cuando lloras siempre te tiembla el labio inferior.
Robin: *Sus mejillas se tornan muy rojas y ahora una media sonrisa temblorosa* J-jefe, no diga eso *Desvía su mirada ya riéndose, cubre otra vez su cara con su mano de la timidez*.
Giorno: *Sonríe al verlo* Mmh.. Que de hecho, ¿cómo podrías siquiera pensar que con esta relación que llevamos te puedo despedir? *Apoya su frente a la suya siguiendolo con la mirada, su pobre secretario trataba de esconder su cabeza lo posible* Mírame, es una orden de tu superior.
Robin: *Poco a poco levanta su cabeza hasta poder verlo a los ojos* Pero no d-digas.. e-esas cosas, q-que me pongo nervioso.
Giorno: Lo sé *Levanta su mentón con mucha delicadeza* Vas a ir a clases de oratoria y a un fonoaudiólogo. No debes pagar nada, pero quiero que mejores tu hablar, me preocupa cada vez que te escucho *Pasa su mano por su mejilla, no le importaba si sentía la textura de su acné* Y te pediré turno para ir a un dermatólogo, ¿te duele cuando te bañas?
Robin: Señor, no tiene que hacer esto. Me refiero, es muy costoso, solo soy un secretario sin importancia y-
Giorno: *Su sonrisa se borra y levanta su dedo índice frente a su cara* Última vez que dices eso, Robin Bárbara Halloween.
Robin: *Se sorprende por su mirada y tono de voz* Sí, jefe. Tiene razón *Da un suspiro*.
Giorno: *Acomoda un par de mechones que cubrían su cara* Ven, acuéstate, quiero pasar más tiempo contigo. Mañana hay las mil y un reuniones y no quiero pensar en ello ahora. Ven *Palmea sus muslos* Apoya tu cabeza y cálmate. Será un viaje largo. Nadie va a entrar aquí sin tocar la puerta, les dije a los demás que estaría durmiendo.
Robin: ¿E-está seguro? M-me re-refiero a- *Es interrumpido de repente*.
Giorno: Robin, es una orden *Mira al joven de una manera especial, con una sonrisa de Monalisa. Acomoda su cabello rubio aunque se había puesto gel en la parte de la frente, lo tenía bastante largo y ya merecía un buen corte*.
Robin: S-si, disculpa jefe *Con timidez, se recuesta en el sofá y reposa su cabeza sobre los muslos de su superior* S-si... Si se siente incómodo, p-puedo retirarme cuando quiera *Lo mira con un poco de verguenza por la situación*.
Giorno: Robin, *Acerca su mano a la mejilla del joven que estaba temblando* cálmate, me pones nervioso cuando estás nervioso, siento que te dará algo todo el tiempo *No pudo evitar una sonrisa suave de su parte, pícara e incluso algo atrevida* ¿Ye te he dicho que eres una vaca muy linda? *Su mano se desliza hasta su cuello y acariciar con su pulgar su mentón y papada*.
Robin: *Cerró sus labios entre sí del nerviosismo, no creía que su jefe en un momento como este tomara este papel que pocas veces en la semana lo tomaba en su oficina, los dos solos. Giorno desde las primeras semanas que estuvo con él enseñándole las rutinas y protocolos en las diferentes instalaciones de Passione, fue agarrando este comportamiento más atrevido pero delicado, hasta el punto que se llegaron a besar varias veces en total secreto. Era extraño este "contrato", este código entre los dos, pero no le desagradaba, y Gio lo sabía. Obviamente muy por dentro no iba a admitir que no quería despegarse de esta relación especial, ¿qué había de malo en esto? ¿qué consecuencias traería besar al jefe de la mafia italiana?* N-no lo sé... *Desvía su mirada por verguenza, su cercanía era bastante próxima*.
Giorno: *No dejaba de acariciar la mejilla de Robin con suavidad, y algo que le gustaba mucho hacer para no solo molestarlo, sino enseñarle a estar en alerta todo el tiempo, era hacerle unas pequeñas cosquillas en sus orejas o en la nuca, y eso quería hacer ahora. Así que procedió a rascar suavemente una de sus orejas pecosas* ¿Que qué no sabes? ¿Que eres una vaca muy bonita?
Robin: ¡Gh! *Se sorprende por el tacto y rápidamente empieza a reírse, tenía una risa particular que incluso podía hacer reír a los demás. Era suavesita y rápida, a veces solo cerraba la boca para reír en una pronunciada "m", al ser tan sensible no podía controlarse mucho* J-jefe, ¡jijiji! Por favor *Eleva sus caderas sin poder evitar patalear* ¡Jijiji! M-maldición, por favor *Dice entre sus risitas, a veces cuando tomaba aire se le escuchaba un ronquido como de cerdito y eso le daba muchísima verguenza*.
Giorno: (Adorable) *Su sonrisa desaparece de inmediato al escucharlo y detiene sus movimientos* ¿Maldición? Esa palabra no te la enseñé nunca y no creo que esté en tu diccionario. No me gustó nada. Es la segunda vez que te escucho decirla en el día *Inclina su torso levemente hacia al frente para acercar su rostro al de su acompañante, no despegaba sus ojos de los suyos, quería intimidarlo, presionarlo* Nada.
Robin: *Se cubre la boca cuando se detiene, estaba sorprendido por su palabra* L-lo siento mucho, jefe, no quería... ¡No está en mi diccionario, lo juro! Lo siento, lo siento mucho *Mueve sus manos negando todo, ahora sí su corazón dio un vuelvo tremendo. Giorno sí le hizo pasar en esos dos meses a prueba varias situaciones donde debía mantener la calma, paciencia, tolerancia, pero nunca lo castigó. Ahora su mirada era diferente de las muchas que vio en él, su expresión indicaba que estaba molesto de verdad y que recibiría un castigo digno de su nivel*.
Giorno: ¿Cuestionas lo que escuché? ¿Me cuestionas? *Un aura dorada aparece alrededor de su cuerpo, brillaba solo para la vista de ambos* No te muevas o me harás enfadar más... *Seguía sus ojos como un láser, no iba a dejarlo estar tranquilo hoy, quería divertirse. Estaban solos en el compartimiento ¿por qué desperdiciar esta oportunidad?*.
Robin: ¡E-eh! ¡No no no! D-digo- *Es interrumpido una vez más*.
Giorno: Dije que no te muevas, otra desobediencia más e irás acumulando puntos, secretario *Golden Experience Requiem se manifiesta en la pequeña habitación. Aunque Robin no tenía un stand, raramente podía verlo y eso lo descubrió en su primera entrevista de trabajo, había pegado tremendo grito al ver -dicho con sus propias palabras- un fantasma de ojos saltones* Y ahora, aguanta las consecuencia de tus actos *Sacó de un compartimiento pequeño del posabrazos un cigarrillo electrónico, no succionaba ni aspiraba nada ya que no tenía esa función, solo largaba vapor de vez en cuando para simular un cigarro, tenía una apariencia realista y dar esa impresión*.
Robin: S-si, je- *Pero no pudo terminar, Golden Experience lo tomó de las muñecas directamente para extender sus brazos dejando su torso totalmente expuesto y por consecuencia, su uniforme se había levantado varios cenímetros dejando ver parte de su barriga marrón por su lunar gigante* ¡E-eh!
Giorno: Robin Bárbara Halloween. Les dije a los demás que te iba a dar un fuerte regaño por el accidente en el comedor, así que *Le manda a su stand que saque de su mochila una cinta plástica de las que usabas para embalar cajas*, no puedes dar gritos tan fuertes *Corta un trozo de la cinta y junta sus muñecas para atarlas dándole varias vueltas* Y me gustaría empezar... No, de hecho GER lo hará *"Fuma" de su cigarrillo falso y apoya su espalda en el sofá mientras miraba a Robin como si de un espectáculo se tratase*.
Robin: E-espere, señor *Niega con la cabeza suplicando con su mirada y sacudiéndose un poco* Q-quizás p-po-... podamos ha-hablarlo.
GER: *El stand hace presencia para no dejar de verlo a los ojos, y él ya tenía unos muy saltones. No esperó mucho más y pasó sus dedos por el cuello del pobre pecoso, rascaba tan apenitas que su esfuerzo era nada*.
Giorno: Mírame.
Robin: *Niega con la cabeza aún riendo por los toques* ¡N-no! ¡Jajajaja! *GER bajó sus brazos y los mantuvo firme sobre su torso, así evitar que los hombros bloqueen el paso*.
Giorno: Mírame, es una orden.
Robin: ¡Jijijijiji! P-por favor *Niega con la cabeza y eleva su torso en forma de protesta a lo que su jefe aprovechí para cruzarse e pierna y mantener su vientre arriba con su rodilla, obligarlo a exponerlo* ¡Jijiji! J-Jefe, por favor *Pide ayuda mirando a Giorno, pero su única respuesta fue devolverle una sonrisa satisfactoria, de poder y superioridad*.
Robin: *Su destino estaba bien marcado, no tuvo ni la oportunidad de seguir quejándose. GER pasó una de sus manos para levantar su cuello y llevar su cabeza hacia atrás, ahora tenía un gran terreno muy sensible a su disposición* ¡No! ¡No! ¡No, por favor! ¡WUAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA! *Los labios del bello y majestuoso stand besaban y soplaban sobre la piel pecosa del joven, causándole terribles cosquillas* ¡GYA! ¡JAJAJAJAJAJA! *Sacudía su cuerpo como podía, pero lo retenía muy bien el stand casi abrazándolo. Por un momento dejó un lado y cambió al otro, y le sensación fue en aumento como su tono de voz* ¡GYAAAA! ¡JAJAJAJAJA! ¡J-jefe° ¡Por favor! ¡JAJAJAJAJAJA! *Patalea bastante más, pero nada podía hacer*.
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Giorno: *Mientras "fumaba", veía a su pobre secretario pagando las consecuencia de sus errores* Parece que lo disfrutas, entonces no te molestaría que esto se extendiera un poco más, ¿no es así? Me gusta que tu cuello sea tan sensible *Se inclina levemente para verlo mejor* y ahora debes ser más atento cuando camines por ahí, puede que una brisa te toque sin querer *Acomoda su cabello un poco hacia atrás, un buen corte no le sentaría mal*.
Robin: ¡Jijijiji! Uff... uff... *Pudo tomar varias bocanadas de aire cuando GER dejó de besarlo y mientras reposaba su cabeza en el almohadón del sofá, sentía las caricias suaves en su hombro, era un gesto amable que apreciaba mucho* J-juro que no... voy a derramar... café otra vez, p-practicaré *Lo mira un poco cansado*.
Giorno: *Aún sonriéndole* Me encantaría seguir, pero estoy cansado y debo trabajar mucho mañana *Estira su brazo y lee la hora en su reloj digital de la muñeca* Mh. Bueno, tenemos media hora más.
Robin: ¿E-eh? *Abre sus ojos muy sorprendido* P-pero, pero, ¿n-no debe dorm- *No, no pudo ni terminar su pregunta, GER ya lo abrazó otra vez, sostuvo bien fuerte y dio soplidos, frambuesas sobre su cuello, debajo de sus orejas, e incluso se atrevió a morder su piel* ¡NYAAAA! ¡JAJAJAJAJAJAJAJA! ¡NOOO! ¡JAJAJAJA! ¡POR FAVOR!! ¡JAJAJAJAJAJAJAJA! ¡J-JEFE!
Giorno: *Levanta su mano para que GER se detenga, ayuda a Robin a enderezarse y de paso le regala un pequeño beso en el lóbulo de su oreja. Se pone de pie dejando al joven en el sofá, aún agitado y con todo el cabello desordenado. Se prepara un té de mientras* Vaya a descansar, secretario. Mañana será un día cargado *Habla dándole la espalda y dejando su saco en un perchero*.
Robin: S-sí, señor *Endereza su espalda y descansa unos segundos en el mismo lugar donde Gio se sentó* ¡Gh! *Repentinamente GER estaba a su lado respirando sobre su cuello, incluso su aliento le hacía ligeras cosquillas. A veces deseaba no ser tan sensible*.
Giorno: *Da pasos hacia adelante y toma de su mentón para levantarlo* Y no solo porque tienes que estar el doble de atento de ahora en adelante, *Estira su dedo índice, hace poco se hizo la manicura, unas uñas esculpidas verde oscuro terminando en punta* sino que GER reclamará de tu atención y servicios. Es un stand caprichoso y con un gran apetito, no se alimenta de excusas ni errores, porque sino... *Pasa suavemente la punta de su uña desde el mentón de Robin hasta su clavícula* sabrá cada una de tus zonas más sensibles y delicadas, cualquiera que quieras ocultar, él lo sabrá y me lo dirá a mí ¿entiendes eso, Barbie?
Robin: *A veces se sorprendía por el color tan brillante de su jefe, daba una sensación como ninguna otra y ahora se sentía intimidado, nervioso, aplastado por él y su stand* S-si... señor *Traga con dificultad, el toque hizo que haga una mueca por el escalofrío y cosquilleo*.
Giorno: *Le pide a su stand que desaparezca y en menos de un segundo, hizo caso. Camina hasta la pequeña cocinita y se sirve el té* Hasta mañana, secretario.
Robin: *Su corazón latía constantemente una vez llegó a su propio camarote ¿Pero qué demonios había sido todo eso?* A-ay no *Se cubre la cara con las manos, estaba nerviosísimo por mañana, debía tener cuidado mientras hacía su trabajo ¿más que ahora? ¡no puede ser! Para despejar su cabeza fue a darse una ducha caliente. Todos esos besos, la boca de GER sobre su piel, los susurros, la mirada de su jefe, empezaba a hacerle... cierto efecto físico y emocional, pero ¿hasta qué punto era bueno este jugueteo mututo? No quizo resolver esa duda, solo se limitó a acurrucarse en la lluvia caliente y el vapor, que era el momento más relajante del día*.
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Las ilustraciones que aparezcan son hechas por mí, son de mi propiedad. Instagram Agash_Rotddom Las ilustraciones de fondos o paisajes son propiedad de sus propios autores, los links de sus trabajos están enlazados.
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