#cerveza verde
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Had to have at least one green beer today!
🍀🍀🍀
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Les ruego una disculpa por el retraso, tuve varios inconvenientes y además una amiga me pidió que cambiara el rumbo del fic, en lo personal quería hacer una historia más inclinada hacia la aventura y las batallas, pero creo que la idea de Lyra no está tan mal. En fin espero que les guste y en especial a mi estimado seatrisa, espero de todo corazón que te guste este cambio. Aprovecharé también para aclarar algo, este fanfic ira subiendo de tono, me refiero a que tendrá una trama un poco mas cruda y explícita, aun así, procuraré no excederme ni ser demasiado explícita. Después de esto no queda mas que presentarles el siguiente capítulo.
Capitulo 4
Tras el largo camino de ida al castillo, Legend permaneció en silencio, incomodo con el atuendo que llevaba puesto, un traje elegante color lavanda, pomposo e innecesariamente incomodo.
La princesa Zelda de la época del capitán, también apodada Artemis, envió tres carruajes con caballos para recogerlos y llevarlos hasta donde sería el baile de otoño.
Cuando por fin se detuvieron, el castillo estaba lleno de personas, enormes mesas repartidas por el gran salón ofrecían comida extravagante, bocadillos, cerveza y licores exóticos traídos desde los diferentes puntos del continente y más allá.
Los músicos tocaban canciones sobre las hazañas del capitán en la guerra y alguno que otro chisme de los Zora para amenizar la velada, pues pronto la princesa aparecería para abrir el banquete y después bailar con su amado Link en la enorme pista,
Las luces tenues y los perfumes golpearon a Legend con mucha más fuerza que ese pequeño pingüino boxeador de Holodrum .
El grupo se pegó más los unos a los otros, se sentían observados, mujeres y hombres nobles los miraban con lujuria o desprecio y reían al toparse con sus miradas azules, verdes y violetas, "la cadena "como les apodo Wind, estaban nerviosos, excepto Wars, quien parecía estar en su elemento, vestido con un traje azul con bordados color plata, botas negras y una capa de terciopelo fino. Wars se internó en la fiesta, saludando con gracia a las personas que se le acercaban, hablando con ellos y comportándose a la altura del evento.
No lograron ni llegar hasta la mitad del salón, cuando una multitud los rodeó, pero en lugar de seres malditos, eran personas que buscaban charlar, conocerlos y quizás tener algo más.
Como era de esperarse, uno de los platillos predilectos de hombres y mujeres, fue Legend, no tardó ni cinco minutos cuando un grupo de mujeres lo abordaron, separándolo de sus hermanos, quienes igual que el, fueron alejándose unos de otros.
Camino un poco, pero de nuevo le cortaron el paso, esta vez fueron varios hombres, uno de ellos le ofreció una copa que también rechazó. Cumplidos, piropos, incluso flores eran ofrecidas ante los pies del veterano, pero el solo quería salir de ahí y rápido.
Luego de evadir a unas hijas de un coronel, se acercó a Hyrule, quien ya estaba rodeado de hombres y mujeres, varias manos traviesas le tomaban por el cuello de la túnica, bajando despacio hasta su pecho y su cinturón, las damas le pedían que les contara sobre las batallas que un joven de tal belleza pudo haber librado, el pobre chico estaba abrumado, no sabía qué contestar, pero por suerte, su héroe llegó para salvarlo y juntos, se escabulleron a un balcón, donde no había nadie.
Legend: maldito capitán, ya nos la pagará
Hyrule: no sabía que los bailes reales fueran así, creía que eran más…
Legend: todos son iguales, la misma mierda elitista en todos lados
Legend se sentó junto a él, en serio estaba asqueado y molesto. Paso una mano tensa por su frente, estaba mareado, otra vez le costaba respirar, pero por fortuna, no estaba solo.
??: Link! ¡Que alegría verte! Un chico vestido con una túnica purpura con bordes de oro, pantalones oscuros y una media capa negra, salió disparado para abrazar a Legend
Legend: ¿pero que mierda? Ravio? ¿Qué estás haciendo aquí?
Ravio: vine en misión diplomática, la princesa Hilda y yo venimos para mejorar las relaciones con otros reinos. ¡Pero… mírate nada más! ¡Que guapo te ves! ¡Incluso te cortaste el cabello! ¡Al fin dejaste que alguien que no fuera yo lo hiciera, te ves muy bien y tu hermano! Hola Hyrule!-el chico se lanzó a los brazos del otro.
Hyrule atrapado en el incomodó abrazo contesto: también me da gusto verte Ravio
Ravio: bueno porque no vamos adentro, los tragos están buenos, también hay alguien que quiere verte link- refiriéndose a Legend.
Legend aun aturdido, le contestó al mercader: lo siento Ravio, no tengo ánimos para hablar con nadie.
Ravio: ¡oh vamos! No te pongas difícil, además, tengo mucho que contarte
Legend molesto le respondió: escucha no tengo intensiones de estar en esa fiesta, si quieren entrar háganlo yo los espero aquí.
Ravio sabía que cuando Link se comportaba así, era imposible convencerlo, prefirió darle espacio y evitar una reacción peor: está bien, te veremos después. Vámonos Hyrule, están sirviendo unas bebidas muy buenas. Segundos después de que se fueran, Legend se asomó por el borde del balcón, estaban como a unos 40 metros de altura, ni con la vara de somaria lograría crear un punto seguro para escapar, vencido se dejó caer sobre la banca de mármol, furioso, incomodó y con una migraña épica. Se cruzó de brazos y miro hacia las estrellas…
Cuando de repente, alguien se sentó a su lado.
Legend: Ravio ya te dije que te fueras a la mier…
Fable: Hola Link, veo que sigues siendo el mismo de siempre
Como si le hubieran mordido la espalda, Legend se levantó, mirando sorprendido a su princesa, quien usaba un precioso vestido verde, la cintura era ceñida y el escote dejaba ver solo lo necesario, su largo cabello rubio estaba recogido en una trenza con listones y en la frente llevaba una tiara con una bonita esmeralda.
Legend: ¿qué hace aquí? No… no sabía… yo…
Fable: jeje también me da gusto verte querido, se suponía que era una sorpresa, solo tu compañero Wars, Artemis, Hilda y Ravio sabían que estaría aquí, pero mírate! Que guapo te ves, no recuerdo la última vez que te vi sin la túnica roja.
Legend no podía responder, se sentía avergonzado, feliz, furioso e incómodo al mismo tiempo y es que en serio le daba mucho gusto ver a su princesa otra vez, aunque la situación definitivamente no era la más cómoda para él.
Fable: me gusta tu nuevo peinado, te ves encantador- Fable extendió una mano y la paso por la melena de Legend, acomodándole los preciosos hilos dorados y rosas.
Legend: pero ¿qué haces aquí? ¿Qué?…
Fablé: nada, solo vine a buscar algo que le pertenece a nuestro reino, es… un tesoro muy preciado
Legend: ¿de que estas hablando?
Fable lo miraba extraño, aunque no era la primera vez que tenían conversaciones sobre recuperar artículos de la corona, había algo más, la forma en que ella sostuvo su mano y la cubrió con las suyas, el cómo sus ojos se llenaron de luz cuando se acercó a el… Legend ahora sí que estaba preocupado.
Legend: ¿Majestad, que está pasando?
Fable: me gustaría volver adentro, la fiesta es muy agradable...
Legend: espere no lo entiendo, alteza, por favor- el tono de voz le cambio, la duda lo estaba empezando a carcomer y su princesa simplemente no le dijo nada.
Fable: Link acompáñame, no podemos seguir aquí afuera, está empezando a hacer frío
Y como todo buen héroe, obedeció.
Fable por su parte, tomo del brazo a su guerrero y camino con el hacia el salón, donde fue conducido hacia el centro del lugar.
Legend vio que sus hermanos tenían copas en las manos y empezaban a relajarse, incluso el viejo, quien jamás se imaginó que se vería tan bien con esa ropa.
La fiesta estaba en su apogeo, las personas danzaban alegremente y Fable en ningún momento le soltó, luego Ravio y la princesa Hilda se acercaron, ella saludo a Link como si fuera de la realeza, haciendo una reverencia y refiriéndose a él como usted.
Legend no le prestó atención, solo quería que todo terminara, luego de un rato Artemis apareció sobre el escenario junto a Wars, quienes hicieron señas para que se acercaran, pero Legend se resistió, no subiría y era su respuesta final, Fable podría enojarse con él, pero ya era suficiente.
Hyrule por suerte se acercó a él, poniendo una mano sobre su hombro, tenía las mejillas rosadas y una copa llena de líquido dorado, estaba muy borracho.
Legend: ¿mierda que les pasa? En serio no soporto esto- pensó, mientras su princesa daba un discurso sobre los tiempos difíciles y la colaboración entre Lorule y los dos Hyrules, que traerían paz y prosperidad a la gente, y que al fin podría recuperar lo que una vez su padre y el consejo le arrebataron.
Legend:… de que está hablando?-Legend no estaba bien, seguía mareado y poco le faltaba para vomitar, cuando escucho a Fable decir:
Fable: gracias a mi querida Artemis y la bruja Lana, pudimos encontrarlos…
Legend quiso escuchar, pero no aguantaría mucho, necesitaba liberar su estomago
Fable …a mi hermano, Link Daphne Hyrule, príncipe heredero de la corona de Hyrule y héroe de las leyendas!
Los primeros segundos no escucho nada, el mundo se detuvo y sintió frio, luego como si de nuevo estuviera revolcándose en el mar, como cuando llego a Koholint. Hyrule volteo a verlo con una expresión indescriptible, mezcla de sorpresa, negación y tal vez demasiado alcohol, quito la mano de su hombro y dio un paso hacia atrás, Legend en respuesta se alejó de su protegido y vio a Wars sonriendo mientras levantaba un cáliz, las personas a su alrededor aplaudían y le vitoreaban, Wild puso cara como si hubiera matado a un cachorro y Twilight parecía estar ahogándose con su bebida, Time estaba pálido y el trago que tenía en la mano se estaba derramando, Wind estaba en el piso inconsciente y quien sabe en donde estaba el resto.
Ravio se le acercó para empujarlo hasta donde su hermana lo esperaba con los brazos abiertos.
Subió al escenario como pudo, pues ese traje no lo dejaba ni respirar y solo abrazo a Fable tan fuerte como pudo, estaba en shock, su cerebro no alcanzo a codificar lo que había escuchado, luego contra su voluntad, se separó de ella y una sirvienta le dio un cáliz de oro con alguna clase de licor, miro con terror al público y busco a Ravio con la mirada, pero no lo veía, las manos le temblaban, el corazón le latía extremadamente rápido y tras unos cuantos brindis, un chispazo en su cabeza lo hizo bajarse del escenario para buscar la salida, ni siquiera se detuvo cuando su nueva hermana le llamo, anduvo trotando por los pasillos, hasta que al fin llego a un jardín, ahí encontró un sendero hacia la ciudadela.
Camino sin detenerse, estaba fuera de control, su magia soltaba chispas y un fuerte aroma a azufre, pero no se detuvo, aunque ya estaba empezando a verse los primeros destellos de luz en el cielo nocturno, se perdió entre los bosques, sin detenerse, camino por horas, desde el alba hasta el ocaso y de nuevo, otra vez más, hasta que, para su suerte, encontró un portal, que lo llevaría lo suficientemente lejos de ahí.
#lu legend#lu hyrule#lu warriors#lu fanfiction#long reads#legend linked universe#legend of zelda#alcohol#18+ writing
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SECRET
A/n: Rafe y tu manteneis una relación secreta bastante complicada, tu eres suya, pero, ¿él es tuyo? Siempre durante las fiestas está rodeado de chicas, coqueteando con ellas, mientras tú intentas ignorarlo. Esa noche decides ponerle fin, y decides ponerle celoso pasando la noche con un chico. ¿Qué podría salir mal, cuando consigues lo que querias?
WARNING: Toxic relationship, explicit mature content, swearing, unprotected sex.
T/N POV:
Maldecí al ver a Rafe hablando tan cercanamente con esa chica.
El tener una relación secreta es una mierda, el hecho de tener de ver a tu novio con otras chicas en fiestas es una completa tortura, y aún más no poder decir nada.
Suspiré abriendo una cerveza y alejándome de la escena.
Le quiero pero, joder, es muy jodido. Y no sé si de verdad él siente lo mismo o solo lo hace por... No sé la verdad.
Al acabarme la cerveza, una idea, una muy buena idea me vino a la cabeza.
Siempre es él quien está con otras. ¿Por qué hoy no me divierto yo?
Sonreí pícara acercándome a la cocina cuando un chico de unos veinte años, castaño y ojos verdes entró acercándose.
-¿Te puedo ayudar con algo princesa?-murmuró apoyando una mano cerca de mí.
Sonreí.-¿Tú crees?
-Todo lo que pidas...-susurró.
-Estoy bien.-me burlé, riéndome.
-Pues... ¿Me permitirías este baile?-dijo analizandome, y extendiéndome una mano.
-¿Debería?-me reí, pero seguidamente alcancé su mano. Su tacto era un poco áspero pero suave, lo suficiente para ayudarme a dejar de pensar en él esta noche.
Me llevó a la pista de baile dónde bailamos durante un par de canciones, apegadamente, cabe recalcar.
Noté la mirada de alguien durante todo el rato, pero no me molesté en fijarme de quien era.
Al salir a tomar el aire, ya estábamos bastante borrachos, y no sabíamos que decíamos o hacíamos.
Cuando se acercó a besarme, no pude pensar en alguna otra excusa que decirle que tenía novio.
Mierda.
Un pequeño grito frustrado salió de mi garganta mientras le seguía pasillo a dentro.
-Alex espera...-exclamé.
Pero seguidamente me callé al ver a Rafe apoyado en una pared notablemente cabreado.
Rápidamente di vuelta atrás saliendo de nuevo por la puerta del patio.
Pero no fuí lo demasiado rápida, porque su mano alcanzó mi muñeca antes.
Intenté liberarme pero fue en vano.
-Oh, ni lo intentes.-se burló.
-¿Ya se han cansado de tí y vienes a por mí?-dije en un suave pero doloroso murmullo.
Apretó la mandíbula, y me empujó contra la pared más cercana.
-¿Y tu nuevo novio? ¿También se ha cansado de tí?-se burló.
Actué como si no me hubiera hecho daño.-¿Celoso?
-Sí.-murmuró sin mirarme.
-Con razón. Besaba mejor que tu.
Y eso fué lo que le hizo explotar.
Me miró furioso.-¿Oh si?
Me callé.
Sin decir nada más me cargó en brazos llevándome a una habitación cercana, entrando y prácticamente lanzandome a la cama.
-Sueltame idiota.-exclamé.
-No sabes lo mucho que vas a desear no haber dicho nada.
-Y hecho...-murmuré.
Le estaba sacando de sus casillas y me estaba gustando.
-¡Cállate joder!-exclamó.
-Callame.-dije acercándome al borde de la cama.
Sonrió sin gracia y se acercó.
Realmente estaba aterrada, pero me daba sumamente igual, no iba a dejarme caer.
-¿Debo ponerte en tu lugar?-murmuró colocando una rodilla sobre la cama.-Y hacerte entender quien manda aquí...
Subí mis piernas alejándome más de él. Al ver mi acción se burló.
-¿O debería de follarte hasta que no puedas volver a caminar?
Ya cuando estuvo subido totalmente en la cama, aproveché levantándome yendo hacia la puerta.
Alcancé la cerradura, y cuando tiré de ella no se abrió, forcejeé varias veces y jadeé.
Ahora, sí, estaba jodida.
Cuando me giré, choqué con su torso.
Antes de que pudiera decir algo su mano alcanzó mi cuello apretando levemente.
Acercó sus labios a mí oreja.-¿Vas a comportarte como una buena chica?
Sonreí.-Podría... O no.
Jodido alcohol.
Le ví, luchando internamente.
-Para.-maldeció apretando su agarre.
Mi mano bajó serpenteando por su camisa, hasta llegar a su bulto, dándole un pequeño apretón.
-¿Seguro?
Un gemido inesperado de su parte, salió de entre sus labios.
Sus ojos analizaron mis movimientos, sin decir nada.
Sonreí y continué.
Ahora con él con la espalda contra la puerta, me arrodillé.
Su respiración era cada vez más rápida, y su erección debía empezar a doler.
Tras deshacerme del cinturón continué con la cremallera, notando algo.
Metí la mano en su bolsillo delantero, haciéndole echar la cabeza hacia atrás con sorpresa.
Observé las llaves en mis manos.
Su mano se movió con rapidez intentando quitarmelas, pero fui más rápida.
Barajé las posibilidades y cuando iba a ponerme de pie, su mano me tomó desapercibida, quitándome las llave de las manos.
Le miré, y maldecí.
Su mano rozó mis labios, y sin previo aviso, introdució un dedo entre mis labios.
Me miraba con intensidad, mucha intensidad.
Desplacé mi lengua alrededor de él, haciéndole soltar un gemido desprevenido.
Sacó el dedo con rapidez y con una mano agarró mi pelo desordenado, tirando de él, y haciéndome mirarle.
Me sostuvo la mirada durante unos instantes, hasta que sus manos bajaron de nuevo a su pantalón, deshaciéndose de él, junto a su bóxer.
Tragué con dificultad al ver su erección, pero antes de que pudiera hacer algo, habló.-Abre.
Maldecí y separé mis labios, permitiéndole la entrada.
-Hazme saber si voy muy lejos.-murmuró asegurándose.
Asentí levemente, murmurando un sí.
Su mano alcanzó con rudeza mi cabello y se introdujo de golpe dentro de mí, permitiéndome notarlo en mi garganta.
Un gemido salió atropellado de entre sus labios, apretando el agarre en mi cabello, empezando a follarme la boca.
Cerré los ojos cuando un par de lágrimas cayeron por mis mejillas, cuando tocó un punto más allá de mi garganta.
-Abre los ojos nena.
Jadeé abriendolos y viéndole morderse el labio.
-Oh mierda, sí.-maldeció a tompicones, cuando empezé a tomar el control.
-Voy... Mierda, ah.-gemió.-Voy a correrme. Y vas a tragartelo todo, ¿vale princesa?
Asentí levemente, notando un par de lágrimas caer.
Cuando empezó a moverse con más velocidad y fuerza, estuve casi a punto de decirle que pararse. Pero segundos después le sentí deshacerse en mi garganta gimiendo mi nombre.
Salió de entre mis labios y me tragué todo.
Con un pulgar me secó las lágrimas que quedaban y suspiró alzandome por la cintura, sentándome en la cama.
Empezó a desnudarme y cuando la única prenda que quedaba entre los dos era mi ropa interior se acercó, causandome escalofríos. Sus labios estaban sobre los míos, sin tocarse, tentadoramente.
No pasaron varios segundos más hasta que sus labios atacaron los míos. Con un gemido le permeti el acceso.
Sus labios, mierda.
Sus manos continuaron con su trabajo deshaciéndose de mi ropa interior.
-Si no fueras tan difícil, podría haberte ayudado con esta humedad hace bastante.-murmuró.
Arqueé la espalda con placer y jadeé.-Rafe...
-Dime nena.-se burló.
-Follame.-susurré.
-¿Recuerdas la palabra?-susurró en un pequeño jadeo.
Asentí.
-Necesito palabras nena.-murmuró haciéndome mirarle.
-Sí, amarillo.-suspiré.
-Bien.-sonrió.
De golpe se introdujo dentro de mí, penetrandome con fuerza, provocándo un gemido por parte de ambos.
-Rafe.-gemí con bastante intensidad.
-Eso es...-gruñó.
Colocó ambas manos, de modo que se entrelazaban con las mías, permitiéndome notar el frió metal de sus anillos.
Sus labios estaban a centímetros de los míos cuando casi me lancé a besarlo, alzó el rostro.
Maldecí y me sonrió sin dejar de moverse dentro de mí, provocando de su cadena chocara repetitivamente contra mi rostro.
Estaba totalmente inmovilizada, y necesitaba, mierda necesitaba besarle.
Separé los labios, levantando la cabeza lo suficiente para poder sujetar la cadena entre mis dientes y tirar levemente de ella.
Sin dejar de moverse me miró confuso, pero pareció entenderlo al cabo de unos segundos porque sonrió y me besó.
Gemí sobre sus labios, causando que se apretara más contra mí, sentiendole más profundo.
Maldecí apretándome alrededor suyo.
-Mierda, si, vuelve... ah, vuelve a hacer eso nena.-murmuró con un gemido.
Hice lo que me dijo provocando que sus labios volvieran ferozmente a los míos.
-Rafe...
No pasaron muchos segundos más antes de que sintiera que estaba a punto de deshacerme.
-Yo...-murmuré incapaz de formar una frase.
-¿Vas a correrte nena?-sé burló.
Asentí mirándole.
-Palabras.
-Sí.-jadeé.
-No.
Me mordí el labio notando como no aguantaría mucho más.
-Porfavor-
-No.-declaró firme.
-Rafe, lo siento...-murmuré con un par de lágrimas amenazando.
-No has sido una buena chica t/n.-susurró soltando el agarre en una de mis manos, desplazandolo a mi cuello.-¿Y crees que mereces correrte?
-Yo...
-¿De quién eres?-se río, haciéndome notar su aliento en mi cuello.
-Tuya...-murmuré haciendo una lágrima caer.
-¿Qué princesa?-apretó su agarre en mi cuello haciéndome mirarle.
-¡Soy tuya!
-Oh, si que lo eres.
Continuó follandome durante unos segundos, y cuando pensé que iba a no poder más habló.
-Correte.
No dudé, me deshice sobre su polla, notando a la vez como un líquido espeso me llenaba.
Después de deshacernos salió de mi interior tumbandose a mi lado.
Me recosté recuperando el aliento. Cerré lo ojos suspirando con fuerza, cuando me atrajo a él abrazandome por detrás, dejando un suave beso en mi cuello.
-¿Estás bien?-murmuró haciéndome mirarle, un poco preocupado.
Asentí con una pequeña sonrisa cansada, juntando nuestros labios en un suave beso.
-Te quiero.-murmuró.
-Y yo a tí.-susurré.
Tras unos instantes abrazados habló de nuevo.-¿Nena?
-¿Hmn?-murmuré.
-¿Quieres ser mi novia?-susurró haciéndome mirarle.
Fruncí el ceño confusa.
-No así. Con esta mierda secreta. ¿Quieres ser mi novia, sin mierdas?-murmuró, un poco nervioso.
Sonreí y asentí, alzando una mano a su rostro.-Me encantaría.-murmuré antes de besarlo.
Suspiró aliviado sobre mis labios.
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ETEL ADNAN & ANA MARÍA MATUTE
Mar
Pobre niño. Tenía las orejas muy grandes, y, cuando se ponía de espaldas a la ventana, se volvían encarnadas. Pobre niño, estaba doblado, amarillo. Vino el hombre que curaba, detrás de sus gafas. “El mar -dijo-; el mar, el mar”. Todo el mundo empezó a hacer maletas y a hablar del mar. Tenían una prisa muy grande. El niño se figuró que el mar era como estar dentro de una caracola grandísima, llena de rumores, cánticos, voces que gritaban muy lejos, con un largo eco. Creía que el mar era alto y verde.
Pero cuando llegó al mar se quedó parado. Su piel, ¡qué extraña era allí! “Madre -dijo, porque sentía vergüenza-, quiero ver hasta dónde me llega el mar”.
Él, que creyó el mar alto y verde, lo veía blanco, como el borde de la cerveza, cosquilleándole, frío, la punta de los pies.
“¡Voy a ver hasta dónde me llega el mar!”. Y anduvo, anduvo, anduvo. El mar, ¡qué cosa rara!, crecía, se volvía azul, violeta. Le llegó a las rodillas. Luego, a la cintura, al pecho, a los labios, a los ojos. Entonces, le entró en las orejas el eco largo, las voces que llaman lejos. Y en los ojos, todo el color. ¡Ah, sí, por fin, el mar era de verdad! Era una grande, inmensa caracola. El mar, verdaderamente, era alto y verde.
Pero los de la orilla no entendían nada de nada. Encima, se ponían a llorar a gritos, y decían: “¡Qué desgracia! ¡Señor, qué gran desgracia!”
Ana María Matute
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“Aullido” Allen Ginsberg
I
Vi las mejores mentes de mi generación destruidas por la locura, hambrientas histéricas desnudas, arrastrándose por las calles de los negros al amanecer en busca de un colérico pinchazo, hipsters con cabezas de ángel ardiendo por la antigua conexión celestial con el estrellado dínamo de la maquinaria nocturna, que pobres y harapientos y ojerosos y drogados pasaron la noche fumando en la oscuridad sobrenatural de apartamentos de agua fría, flotando sobre las cimas de las ciudades contemplando jazz, que desnudaron sus cerebros ante el cielo bajo el El y vieron ángeles mahometanos tambaleándose sobre techos iluminados, que pasaron por las universidades con radiantes ojos imperturbables alucinando Arkansas y tragedia en la luz de Blake entre los maestros de la guerra, que fueron expulsados de las academias por locos y por publicar odas obscenas en las ventanas de la calavera, que se acurrucaron en ropa interior en habitaciones sin afeitar, quemando su dinero en papeleras y escuchando al Terror a través del muro, que fueron arrestados por sus barbas púbicas regresando por Laredo con un cinturón de marihuana hacia Nueva York, que comieron fuego en hoteles de pintura o bebieron trementina en Paradise Alley, muerte, o sometieron sus torsos a un purgatorio noche tras noche, con sueños, con drogas, con pesadillas que despiertan, alcohol y verga y bailes sin fin, incomparables callejones de temblorosa nube y relámpago en la mente saltando hacia los polos de Canadá y Paterson, iluminando todo el inmóvil mundo del intertiempo, realidades de salones de Peyote, amaneceres de cementerio de árbol verde en el patio trasero, borrachera de vino sobre los tejados, barrios de escaparate de paseos drogados luz de tráfico de neón parpadeante, vibraciones de sol, luna y árbol en los rugientes atardeceres invernales de Brooklyn, desvaríos de cenicero y bondadosa luz reina de la mente, que se encadenaron a los subterráneos para el interminable viaje desde Battery al santo Bronx en benzedrina hasta que el ruido de ruedas y niños los hizo caer temblando con la boca desvencijada y golpeados yermos de cerebro completamente drenados de brillo bajo la lúgubre luz del Zoológico, que se hundieron toda la noche en la submarina luz de Bickford salían flotando y se sentaban a lo largo de tardes de cerveza desvanecida en el desolado Fugazzi’s, escuchando el crujir del Apocalipsis en el jukebox de hidrógeno, que hablaron sin parar por setenta horas del parque al departamento al bar a Bellevue al museo al puente de Brooklyn, un batallón perdido de conversadores platónicos saltando desde las barandas de salidas de incendio desde ventanas desde el Empire State desde la luna, parloteando gritando vomitando susurrando hechos y memorias y anécdotas y excitaciones del globo ocular y shocks de hospitales y cárceles y guerras, intelectos enteros expulsados en recuerdo de todo por siete días y noches con ojos brillantes, carne para la sinagoga arrojada en el pavimento, que se desvanecieron en la nada Zen Nueva Jersey dejando un rastro de ambiguas postales del Atlantic City Hall, sufriendo sudores orientales y crujidos de huesos tangerinos y migrañas de la china con síndrome de abstinencia en un pobremente amoblado cuarto de Newark, que vagaron por ahí y por ahí a medianoche en los patios de ferrocarriles preguntándose dónde ir, y se iban, sin dejar corazones rotos, que encendieron cigarrillos en furgones furgones furgones haciendo ruido a través de la nieve hacia granjas solitarias en la abuela noche, que estudiaron a Plotino Poe San Juan de la Cruz telepatía bop kabbalah porque el cosmos instintivamente vibraba a sus pies en Kansas, que vagaron solos por las calles de Idaho buscando ángeles indios visionarios que fueran ángeles indios visionarios, que pensaron que tan sólo estaban locos cuando Baltimore refulgió en un éxtasis sobrenatural, que subieron en limosinas con el chino de Oklahoma impulsados por la lluvia de pueblo luz de calle en la medianoche invernal, que vagaron hambrientos y solitarios en Houston en busca de jazz o sexo o sopa, y siguieron al brillante Español para conversar sobre América y la Eternidad, una tarea inútil y así se embarcaron hacia África, que desaparecieron en los volcanes de México dejando atrás nada sino la sombra de jeans y la lava y la ceniza de la poesía esparcida en la chimenea Chicago, que reaparecieron en la costa oeste investigando al F.B.I. con barba y pantalones cortos con grandes ojos pacifistas sensuales en su oscura piel repartiendo incomprensibles panfletos, que se quemaron los brazos con cigarrillos protestando por la neblina narcótica del tabaco del Capitalismo, que distribuyeron panfletos supercomunistas en Union Square sollozando y desnudándose mientras las sirenas de Los Álamos aullaban por ellos y aullaban por la calle Wall, y el ferry de Staten Island también aullaba, que se derrumbaron llorando en gimnasios blancos desnudos y temblando ante la maquinaria de otros esqueletos, que mordieron detectives en el cuello y chillaron con deleite en autos de policías por no cometer más crimen que su propia salvaje pederastia e intoxicación, que aullaron de rodillas en el subterráneo y eran arrastrados por los tejados blandiendo genitales y manuscritos, que se dejaron follar por el culo por santos motociclistas, y gritaban de gozo, que mamaron y fueron mamados por esos serafines humanos, los marinos, caricias de amor Atlántico y Caribeño, que follaron en la mañana en las tardes en rosales y en el pasto de parques públicos y cementerios repartiendo su semen libremente a quien quisiera venir, que hiparon interminablemente tratando de reír pero terminaron con un llanto tras la partición de un baño turco cuando el blanco y desnudo ángel vino para atravesarlos con una espada, que perdieron sus efebos por las tres viejas arpías del destino la arpía tuerta del dólar heterosexual la arpía tuerta que guiña el ojo fuera del vientre y la arpía tuerta que no hace más que sentarse en su culo y cortar las hebras intelectuales doradas del telar del artesano, que copularon extáticos e insaciables con una botella de cerveza un amorcito un paquete de cigarrillos una vela y se cayeron de la cama, y continuaron por el suelo y por el pasillo y terminaron desmayándose en el muro con una visión del coño supremo y eyacularon eludiendo el último hálito de conciencia, que endulzaron los coños de un millón de muchachas estremeciéndose en el crepúsculo, y tenían los ojos rojos en las mañanas pero estaban preparados para endulzar el coño del amanecer, resplandecientes nalgas bajo graneros y desnudos en el lago, que salieron de putas por Colorado en miríadas de autos robados por una noche, N.C. héroe secreto de estos poemas, follador y Adonis de Denver -regocijémonos con el recuerdo de sus innumerables jodiendas de muchachas en solares vacíos y patios traseros de restaurantes, en desvencijados asientos de cines, en cimas de montañas, en cuevas o con demacradas camareras en familiares solitarios levantamientos de enaguas y especialmente secretos solipsismos en baños de gasolineras y también en callejones de la ciudad natal, que se desvanecieron en vastas y sórdidas películas, eran cambiados en sueños, despertaban en un súbito Manhattan y se levantaron en sótanos con resacas de despiadado Tokai y horrores de sueños de hierro de la tercera avenida y se tambalearon hacia las oficinas de desempleo, que caminaron toda la noche con los zapatos llenos de sangre sobre los bancos de nieve en los muelles esperando que una puerta se abriera en el East River hacia una habitación llena de vapor caliente y opio, que crearon grandes dramas suicidas en los farellones de los departamentos del Hudson bajo el foco azul de la luna durante la guerra y sus cabezas serán coronadas de laurel y olvido, que comieron estofado de cordero de la imaginación o digirieron el cangrejo en el lodoso fondo de los ríos de Bowery, que lloraron ante el romance de las calles con sus carritos llenos de cebollas y mala música,
que se sentaron sobre cajas respirando en la oscuridad bajo el puente y se levantaron para construir clavicordios en sus áticos, que tosieron en el sexto piso de Harlem coronados de fuego bajo el cielo tubercular rodeados por cajas naranjas de Teología, que escribieron frenéticos toda la noche balanceándose y rodando sobre sublimes encantamientos que en el amarillo amanecer eran estrofas incoherentes, que cocinaron animales podridos pulmón corazón pié cola borsht & tortillas soñando con el puro reino vegetal, que se arrojaron bajo camiones de carne en busca de un huevo, que tiraron sus relojes desde el techo para emitir su voto por una eternidad fuera del tiempo, & cayeron despertadores en sus cabezas cada día por toda la década siguiente, que cortaron sus muñecas tres veces sucesivamente sin éxito, desistieron y fueron forzados a abrir tiendas de antigüedades donde pensaron que estaban envejeciendo y lloraron, que fueron quemados vivos en sus inocentes trajes de franela en Madison Avenue entre explosiones de versos plúmbeos & el enlatado martilleo de los férreos regimientos de la moda & los gritos de nitroglicerina de maricas de la publicidad & el gas mostaza de inteligentes editores siniestros, o fueron atropellados por los taxis ebrios de la realidad absoluta, que saltaron del puente de Brooklyn esto realmente ocurrió y se alejaron desconocidos y olvidados dentro de la fantasmal niebla de los callejones de sopa y carros de bomba del barrio Chino, ni siquiera una cerveza gratis, que cantaron desesperados desde sus ventanas, se cayeron por la ventana del metro, saltaron en el sucio Passaic, se abalanzaron sobre negros, lloraron por toda la calle, bailaron descalzos sobre vasos de vino rotos y discos de fonógrafo destrozados de nostálgico Europeo jazz Alemán de los años 30 se acabaron el whisky y vomitaron gimiendo en el baño sangriento, con lamentos en sus oídos y la explosión de colosales silbatos de vapor, que se lanzaron por las autopistas del pasado viajando hacia la cárcel del gólgota -solitario mirar- autos preparados de cada uno de ellos o Encarnación de Jazz de Birmingham, que condujeron campo traviesa por 72 horas para averiguar si yo había tenido una visión o tú habías tenido una visión o él había tenido una visión para conocer la eternidad, que viajaron a Denver, murieron en Denver, que volvían a Denver; que velaron por Denver y meditaron y andaban solos en Denver y finalmente se fueron lejos para averiguar el tiempo, y ahora Denver extraña a sus héroes, que cayeron de rodillas en desesperanzadas catedrales rezando por la salvación de cada uno y la luz y los pechos, hasta que al alma se le iluminó el cabello por un segundo, que chocaron a través de su mente en la cárcel esperando por imposibles criminales de cabeza dorada y el encanto de la realidad en sus corazones que cantaba dulces blues a Alcatraz, que se retiraron a México a cultivar un hábito o a Rocky Mount hacia el tierno Buda o a Tánger en busca de muchachos o a la Southern Pacific hacia la negra locomotora o de Harvard a Narciso a Woodland hacia la guirnalda de margaritas o a la tumba, que exigieron juicios de cordura acusando a la radio de hipnotismo y fueron abandonados con su locura y sus manos y un jurado indeciso, que tiraron ensalada de papas a los lectores de la CCNY sobre dadaísmo y subsiguientemente se presentan en los escalones de granito del manicomio con las cabezas afeitadas y un arlequinesco discurso de suicidio, exigiendo una lobotomía al instante, y recibieron a cambio el concreto vacío de la insulina Metrazol electricidad hidroterapia psicoterapia terapia ocupacional ping pong y amnesia, que en una protesta sin humor volcaron sólo una simbólica mesa de ping pong, descansando brevemente en catatonia, volviendo años después realmente calvos excepto por una peluca de sangre, y de lágrimas y dedos, a la visible condenación del loco de los barrios de las locas ciudades del Este, los fétidos salones del Pilgrim State Rockland y Greystones, discutiendo con los ecos del alma, balanceándose y rodando en la banca de la soledad de medianoche reinos dolmen del amor, sueño de la vida una pesadilla, cuerpos convertidos en piedra tan pesada como la luna, con la madre finalmente y el último fantástico libro arrojado por la ventana de la habitación, y a la última puerta cerrada a las 4 AM y el último teléfono golpeado contra el muro en protesta y el último cuarto amoblado vaciado hasta la última pieza de mueblería mental, un papel amarillo se irguió torcido en un colgador de alambre en el closet, e incluso eso imaginario, nada sino un esperanzado poco de alucinación-
ah, Carl, mientras no estés a salvo yo no voy a estar a salvo, y ahora estás realmente en la total sopa animal del tiempo y que por lo tanto corrió a través de las heladas calles obsesionado con una súbita inspiración sobre la alquimia del uso de la elipse el catálogo del medidor y el plano vibratorio, que soñaron e hicieron aberturas encarnadas en el tiempo y el espacio a través de imágenes yuxtapuestas y atraparon al Arcángel del alma entre 2 imágenes visuales y unieron los verbos elementales y pusieron el nombre y una pieza de conciencia saltando juntos con una sensación de Pater Omnipotens Aeterna Deus para recrear la sintaxis y medida de la pobre prosa humana y pararse frente a ti mudos e inteligentes y temblorosos de vergüenza, rechazados y no obstante confesando el alma para conformarse al ritmo del pensamiento en su desnuda cabeza sin fin, el vagabundo demente y el ángel beat en el tiempo, desconocido, y no obstante escribiendo aquí lo que podría quedar por decir en el tiempo después de la muerte, y se alzaron reencarnando en las fantasmales ropas del jazz en la sombra de cuerno dorado de la banda y soplaron el sufrimiento de la mente desnuda de América por el amor en un llanto de saxofón eli eli lamma lamma sabacthani que estremeció las ciudades hasta la última radio con el absoluto corazón del poema sanguinariamente arrancado de sus cuerpos bueno para alimentarse mil años.
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*Recordar siempre beber con moderación.*
Aún no podía quitarse esa imagen de la cabeza. Todo lo que estaba reproduciendo era la felicidad de la mirada de Carla con aquel chico. Le estaba acompañando durante todo su viaje. Necesitaba un respiro, olvidarlo de una manera. Jake no era de ahogar sus penas en alcohol, era más bien de correr hasta agotarse. Pero aquella noche fue algo diferente. Algo le decía que necesitaba hacerlo.
Salió del pequeño hostal de Valley of Silence. Un lugar en donde le recordaba a esos pueblos de series de gente rica, en donde todos ocultaban un secreto. El problema era que no encajaba ¿pero qué más daba? En ese momento no pensaba en lo que la gente pudiera opinar al ver a un chico completamente cubierto de pies a cabeza de negro, pasando completamente de las miradas. Solamente quería olvidar esa imagen.
<< ¿Qué ha pasado con la persona que no quiere poner sus sentimientos sobre la mesa? ¿Qué se cerraba al mundo?>>
Era lo único que podía pensar, en cómo Carla le había cambiado. No sabía si para bien o para mal o si alguna vez la quiso de verdad o solo se aferraba a la idea de querer a alguien después de mucho tiempo, Quizás ya lo había visto venir hace tiempo, dado que ambos habían tenido una relación difícil. Pero estaba claro que hacía lo correcto en alejarse de ella.
Entró al bar y se sentó en la esquina más apartada de la barra, bajándose un poco la mascarilla, pero aún no se había quitado la capucha. Eso era arriesgarse demasiado. ―Una cerveza ―pidió con una voz ronca. Ni si quiera recordaba la última vez que se tomaba una ¿Cuántos años habían pasado ya? ¿Seis? Al menos, ya había cumplió seis años desde aquella noche. Ya las salidas con amigos se habían terminado. El divertirse y el reír. El calor humano. Todo lo que sentía desde hace años era frío. ―Bruno, ponme un whisky con hielo ―escuchó a su lado una voz femenina sentarse a su lado―, al parecer no soy la única que quiere ahogar sus penas en alcohol. Jake la ignoró, centrándose en su botella de color verde y fresca. Era mejor no contestar, además ¿Qué más le daba a ella lo que estaba haciendo él? Aún así, un poco de curiosidad tenía y no pudo evitar mirar por debajo de la capucha. Logró ver un poco de cabello rubio que le caía como una cascada por una blusa morada. El camarero le puso el vaso a la chica y de un trago se lo tomó. Hizo un sonido de alivio y le arrastró el vaso, pidiéndole otro. Ella giró un poco, notando la mirada de Jake. Este rápidamente apartó la mirada, volviendo a centrarse en su bebida. ―Me pregunto por qué un hombre solo está bebiendo en un bar ―la joven volvió a hablar, aunque estaba seguro de que intentaba darle conversación― ¿Es por dinero o por amor? El joven de cabellos negros le dio la vuelta a la botella, leyendo la etiqueta ¿de verdad quería hablar con él? ¿Por qué? Era el tipo más sospechoso en ese bar en ese momento ¿acaso no tenía ella miedo? ―Perdón por molestar ―suspiró mostrándose verdaderamente arrepentida. Jake suspiró, llevándose la botella a la boca. ― ¿Por qué tiene que ser por dinero o por amor? ―se atrevió a preguntar por sentirse un poco mal. Aunque esta vez él no la miró, ella sonrió al escucharle. Se apoyó a la barra con la mano debajo de su barbilla. ―Bueno, creo que esas son las dos razones por las que un hombre bebería solo en un bar ―su tono era calmado ahora, dulce incluso podía pensar―, si fuera por deporte, estoy segura de que estarías armando un gran escándalo rompiéndolo todo. Se rio escuchando sus palabras, dando un sorbo a su cerveza. ― ¿Entonces puedo saberlo? Si quieres, claro. Jake miró por debajo de su capucha a la joven, al menos, la mitad de su cara. Parecía que tenía una sonrisa pícara y unos ojos juguetones. Aunque por el color de sus ojos, parecía que había estado llorando.
No sabía qué contestarle. Tampoco si era buena idea hablar de su vida. Solo lo había hecho con una persona y había salido mal. Era como si por un momento se había olvidado de que corría peligro estando allí. ―Podría hacerte la misma pregunta ―contraatacó Jake, observando cómo ella bebía esta vez más despacio―, pero es de mala educación meterse en los asuntos de los demás. ―Supongo que es porque has llamado mi atención, nada más ―vio cómo su sonrisa se transformó a una más maliciosa. Pero eso no fue eso lo que le hizo reaccionar, si no esa frase. Una vez él la usó con Carla y le hizo apretar la mano con fuerza. ―Amor ―la joven contestó, esta vez poniéndose seria―. Lo sé, una mierda ―terminó su copa de otro sorbo―. Al final creo que ni vale la pena. La voz de la muchacha cambió. No parecía la alegre chica que le había entrado a darle una conversación agradable. ― ¿Acaso te han engañado? ―preguntó Jake por curiosidad. Aunque ni sabía por qué lo hacía, quizás en el fondo necesitaba hablar con alguien. ―Peor ―dio vueltas al vaso, haciendo que el hielo girase―, me he acostado con mi exnovio ―soltó una pequeña risa, aunque no de diversión― y acabo de recordar por qué le dejé. ―Es demasiado superficial el dejarle porque sea malo en la cama. ―No es por eso ―la rubia pidió otra copa, mirando después a Jake―, simplemente no sentía esa química que busco durante años, solamente estaba con él porque era un buen tío, ni si quiera era el chico que me gustaba de verdad, creo que me aferraba a algo que esperaba sentir. El joven se quedó pensando en sus palabras. Era algo parecido a lo que creía que estaba sintiendo. El aferrarse a alguien porque le hacía sentir bien ¿pero era real lo que sentía? En cierto modo, le daba miedo admitir que no era real y todo era porque era la primera chica en mucho tiempo que le gustó por ser alguien amable con él. Algo un poco de perdedor, lo tenía que admitir. Aunque eso no podía negar que le dolía lo que había visto. ―He visto a la chica que me gusta con otro hombre siendo feliz ―Jake le dio un sorbo a botella tras decir esas palabras, esperando que el alcohol se llevase sus sentimientos. La joven arrastró su vaso hacia él, y arqueó una ceja mientras la miró confuso. ―Me has ganado, lo tuyo es peor que lo mío.
Observó el vaso, abriendo la boca para rechazarlo. Pero la verdad era, que ya le daba igual. Lo agarró y bebió de golpe, soltando aire. Demasiado fuerte, quemaba más que la cerveza. La misteriosa joven ―bastante irónico, siempre lo era él― parpadeó sorprendida al ver cómo se había tomado la copa. ―Hacía años que no tomaba un whisky ―comentó Jake entre dientes, todavía con el sabor en la boca. ―Dios mío ¿no me digas que estoy pervirtiendo a un ex alcohólico? ―la voz de la rubia sonó asustada y con cierto grado de culpabilidad. Jake se rio por su actitud. Era una buena chica, tenía que admitirlo. ―No, digamos que… ―apoyó la cabeza en el puño, sonriéndola debajo de la capucha― He estado años ocupado huyendo de la justicia ―hizo el gesto de silencio con la mano, detrás de una sonrisa. Usó un tono de broma para que no se preocupase, aunque le estaba contando la verdad. Algo que nunca había dicho a una persona que no conocía, pensó que era cosa del alcohol, pero no se había terminado la cerveza y solamente había tomado un vaso de whisky. Tenía que echarle la culpa a algo. ―Tranquilo, te guardo el secreto ―continuó la chica con la broma, soltando una risa también. Se quedó observándola detenidamente, se le hacía muy familiar, pero no sabía de dónde. Trataba de recordarlo, pero en su mente todavía aparecía Carla mezclándose con aquella chica. Había tantas cosas que había borrado de su pasado, que su presente se obstaculizaba. ― ¿Nos hemos visto alguna vez? ―preguntó con curiosidad. Ella bajó la mirada, lo que él supuso que lo hizo con timidez. Su lado atrevido parecía haberse desvanecido ¿quizás era cierto? ¿O podía ser que él se había mostrado demasiado atrevido ahora preguntando aquello? ―Es una frase demasiado genérica para ligar ¿no crees? ―preguntó ella devolviéndole la mirada, aunque no podía verle con claridad, ella creía que le estaba mirando a los ojos detrás de aquella sombra. Jake notó sus mejillas arder tras su pregunta ¿de verdad parecía que estaba ligando? Si ni si quiera sabía cómo hacerlo.
<<Realmente sabe cómo contestarme y eso hace que me ponga nervioso.>>
La joven misteriosa se rio de nuevo al ver como se echó hacia atrás, nervioso. El joven se cubrió más con la capucha, tratando de que no le viera sus mejillas rojas, pero trató de ver un poco la cara de ella debajo de aquella prenda. Hasta ese momento no se había dado cuenta que la risa también le era familiar. —No trataba de ligar, lo siento si te incomodé —se disculpó Jake, con una voz temblorosa. —Te estaba tomando el pelo —colocó sus manos debajo de la barbilla, mirando al chico de una manera encantadora. Jake vio que sus ojos brillaban, quizás por el efecto del alcohol. Se relajó al saber que ella no se había molestado—. Es divertido hablar contigo, eso me gusta. ¿Divertido? ¿Él? Todo lo contrario, lo era ella. Esa chica conseguía hacerle hablar como nunca lo había hecho alguien. Negó con la cabeza. No era cierto lo que decía. —No lo creo —cogió su botella que había dejado abandonada, por lo menos aún estaba fresca—, no es para nada divertido estar hablando conmigo —contestó sintiéndose mal por creer que estaba haciendo algo malo hablando con aquella chica cuando aún Carla seguía presente en su mente. —Si lo dices porque esa chica, es que no apreció lo bien tipo que eres. —No —inspiró profundamente, dándole toques a la botella—, sé que yo soy el problema, no hubiera sido feliz conmigo. —¿Qué quieres decir? Una sonrisa triste apareció en sus labios. —Ella logró cumplir sus sueños —por su tono de voz, se podía notar una profunda tristeza. Intentaba verlo todo desde la verdad. Lo que en realidad Carla necesitaba. Y no era aferrarse a alguien como él—, pero yo no era uno de ellos. Y él lo sabía. Sabía que si se quedaba con él estaría atrapada en una relación sin futuro. Carla hizo bien en alejarse de él para poder cumplir todo lo que ella deseaba en la vida. Él no quería que no pudiera centrarse en lo que más le gustaba a ella: su música.
La chica se quedó callada, observando lo que podía de él. Notaba el dolor en su voz sin necesidad de observar su expresión triste. —Dime ¿Soy la mejor compañía para esta noche ahora? —le dio un sorbo a su cerveza terminándola. Pensó que había arruinado la noche a esa joven que solamente quería olvidar su mala momento con su exnovio hablándole de sus problemas amorosos. Ya hasta era gracioso que él tuviera esos problemas, lo veía ridículo. —Me gusta cuando un chico se sincera con sus sentimientos —la joven habló con calma, como si fueran amigos de toda la vida—. Y al menos no pareces enfadado con ella, lo que hace algo bastante noble de que hayas respetado sus sueños. —Ya sabes lo que dicen —vio de nuevo el vaso de whisky deslizarse delante de él, acompañado por la mano femenina de su compañera de esa noche—, si quieres a alguien, debes dejarlo marchar —levantó el vaso a modo de brindis y bebió el líquido ámbar, ahora menos molesto en su garganta. — ¿No hubieras luchado por vuestro amor? —Jake le pasó el vaso a la chica y está rozó su mano con el meñique. Fue una sensación agradable para él tener contacto de esa forma tras años sin sentir la piel de otra persona. La joven le pidió con la mano al camarero otro trago y por un momento pensó que echaba de menos en tener otra vez ese contacto. Era una locura pensar en ello y con alguien que no conocía. Pero ninguno parecía darle asco el compartir el vaso, como si fuera una costumbre entre ellos desde hace años. — ¿Había algo en realidad por lo que luchar? —miró a la rubia que le observaba con atención. Parecía bastante amable escuchándole hablar de cosas que no deberían ni interesarla. Pensaba que al minuto de hablar de otra mujer se marcharía—, lo hice todo, incluso regresé por ella, pero vi que estaba haciendo todo lo posible por continuar su vida sin mí. Y no quería forzarla a que darse a mi lado. —Eres un buen tío, Mister Misterioso —miró a la joven al escuchar ese apodo. La sonrisa en su rostro era dulce, cálida. No era parecida a las fotos de Carla, la sonrisa que veía era para él. Se rio de su nuevo apodo, ya estaba acostumbrado a que le llamasen de maneras terribles, que cuando era uno agradable, casi parecía un milagro.
Cuando la misteriosa mujer bebió su turno, le pasó a Jake el vaso con una nueva ronda. Al menos no iba a conducir hasta el hostal. ― ¿Y qué hay de ti? ―preguntó antes de beber a la joven. ― ¿Qué pasa conmigo? ―ella le miró confusa, sin entender a qué venía aquella pregunta. ―Tus ojos ―bajó el vaso y la miró, por un momento ella creyó haber visto el color de sus ojos, aunque con la poca luz y su sombra, no estaba segura―, parecía que habías llorado ¿quieres hablarlo? Pasó la lengua por sus labios, tratando de saber cómo empezar a explicarle a Jake su situación. Él ya había notado que algo más le sucedía y no solamente tenía que ver con el tema de su exnovio. ―Si tienes miedo, puedo ayudarte- ―No, no se trata de eso, tranquilo ―ella se lo agradeció con una sonrisa, a lo que él se calmó un poco, pero no demasiado porque no sabía la historia completa. Tenía que aclararlo―. Es solamente que me prometí a mí misma que no volvería a tener nada con él, incluso mi amiga me lo recordaba ―soltó una risa tras decir aquella palabra―. Me sentí vacía, no había nada. Ni un poco de satisfacción con lo que había hecho. ―Creo que te comprendo ―contestó Jake, comenzando a recordar su pasado―. También he pasado por ello hace muchos años. ―Y apesta ese sentimiento, ¿verdad? ―dejó escapar un sonido con la nariz, molesta consigo misma― Piensas que quizás eso puede arreglar tu problema, sentirte querida, pero solo piensas en que le haces más daño a la otra persona dándole esperanzas y a ti por hacer algo que sabías que no te iba a llenar. Tomó el vaso y lo llenó con la botella que el camarero había dejado para ellos, tomando de un trago. Jake miraba cada expresión de la joven, sintiendo compasión. ―Quizás me largue del país ―sorbió por la nariz, tratando de controlar sus lágrimas. No quería que un desconocido la viera llorar―. En mi trabajo necesitan nuevos corresponsales en Estados Unidos, quizás pida el traslado y haga una nueva vida lejos de aquí ―ladeó la cabeza, pensativa. La mirada perdida hizo que él se preocupase por ella. ―Si es lo que crees que necesitas, puede que un cambio sea bueno para ti ―le dio la razón Jake, queriendo que ella se sienta mejor en algún sitio donde ser feliz. ― ¿Y si nos vamos juntos? ―los ojos de la joven brillaron con cierto lado travieso― Al menos podríamos apoyarnos en nuestra mala racha. Jake soltó un suspiro, tomando su turno. Mala idea no era, marcharse más lejos todavía y no regresar. Pero por desgracia, aún tenía unas hermanas que si les necesitaban, él tendría que ayudarlas. Y tampoco es como si marcharse a Estados Unidos fuera fácil para él, necesitaría nueva documentación falsa y eso le iba a tomar bastante tiempo en obtenerla. Lo más sorprendente era pensar en marcharse con alguien que ni conocía. Tenía claro que esa iba a ser su última copa antes de decir algo que no debía. ―Aunque no es mala idea, me temo que debo rechazar esa oferta ―arrastró el vaso despacio hacia ella mientras la miraba a los ojos―, pero te deseo que hagas lo mejor para ti, Miss Misteriosa. La joven sonrió al escuchar el apodo, extendiendo la mano para coger el vaso. Ambos rozaron sus dedos sin apartar la mirada. Y por un momento en que él había bajado la guardia en cubrirse mejor, logró ver el verde de los ojos de aquel chico misterioso. Un color que la calmaba.
Jake dándose cuenta de que no era bueno para ambos, apartó la mano con cuidado. No quería que ella volviera a cometer otro error aquella noche y él solamente por sentirse mal acabar donde quizás ninguno deseaba aquella noche y no recordarlo por culpa del alcohol. ―Creo que debería marcharme ya ―la rubia inspiró profundamente, sacando su móvil―, mi primo debe de estar preocupado porque no le he dicho a dónde iba, estará como un loco preguntando por todo el pueblo ―soltó una risa nerviosa, intentando cambiar el tema para que la situación no se volviera algo violenta―. Es como tener un padre. ―O una madre ―le medio corrigió Jake, sabiendo que él jamás había tenido la experiencia de saber cómo se comportaba un padre. La noche mejoraba por momentos a cada pensamiento que tenía. ―Gracias por hacerme compañía ―bajó del taburete y como hizo durante toda la noche, mantuvo la distancia con él. Pero esta vez para controlar esa curiosidad que la estaba torturando por saber más, por desgracia sentía que no era buena idea hacer algo en ese estado de embriaguez― ¿Vas a estar por el pueblo? ―No, mañana me marcho ―y así era mejor. Después de aquella noche, no era buena idea seguir en aquel lugar. Y más cuando podía correr el rumor de que había estado aquella noche ahí. ―Oh… ―la misteriosa joven se mordió el labio, incómoda. Pensó que quizás era por su culpa, aunque decidió arriesgarse― No soy de las que dan su número de teléfono a cualquiera, pero ―sacó un bolígrafo de su bolso, escribiendo su número en un papel. Jake la miró curioso por su acción, no sabiendo cómo reaccionar. Jamás pensó que le sucedería algo asó― si necesitas hablar con alguien, siempre estaré encantada de escucharte. Deslizó el papel hacia él, tratándolo con mucho cuidado, como si se fuera a caer y romperse en mil pedazos. ―Adiós, Mister Misterioso ―agitó la mano a modo de despedida, caminando hacia la salida―. Pon en mi cuenta su cerveza también, Bruno. ―Claro ―soltó una risa el camarero―. Hasta mañana, Macie. El joven no pudo evitar en mirarla marcharse, el cómo se movía. Apretó sus manos por encima de la barra, tratando de calmarse. No la conocía y había logrado ponerle más nervioso que otra persona. Era como si aquella mujer supiera quién era él. Y claramente, Jake creía conocerla, lo que hacía que la curiosidad aumentase. Incluso el nombre le sonaba.
Se fijó en el papel que ella le había dejado, con su número y nombre. Recordó de golpe por qué se tenía que marchar, por qué no podía quedarse más tiempo. No podía aceptarlo. No podía tener una vida normal. Tenía que regresar a esa soledad que él se había buscado. Aún así, no apartó la mirada de aquellos números. ―Tienes suerte, tío ―miró al camarero mientras se subía la mascarilla, se apoyó en la barra, señalando en dirección donde ella se había marchado―, esa chica siempre ha ignorado a todos los tíos que siempre han intentado entrarla ―Jake empezó a molestarse en su forma de hablar. Sentía asco―. Supongo que el alcohol le hizo verte interesante a pesar de tus pintas de raro. Raro. Claro. Como no podía ser él otra cosa. Saltaba a la vista cuando alguien le veía. Jake se levantó del taburete listo para marcharse. Sacó un par de billetes, dejándolo en la barra. Es lo menos que podía hacer por ella tras escucharle hablar de sus penas. ―Pagaré yo lo de ambos ―quiso ignorar las palabras del hombre, no queriendo rebajarse a su nivel. ―Como quieras ―cogió los billetes y miró el papel con el número― ¿No vas a cogerlo? ―No ―contestó de manera seca. ―Bueno, entonces no te importará que yo lo- No le dejó terminar la frase que ya había cogido la servilleta y empezó a romperlo en pedazos. La actitud del camarero le repugnó. Quería protegerla al menos de esta forma. ― ¿Pero qué haces? ¿Eres imbécil? ―el hombre se quejó, tratando de coger todos los papelitos, queriéndolos juntar. Pero era imposible, todos los números estaban irreconocibles. ―Supongo que lo soy―fue las últimas palabras que dijo antes de alejarse hasta la puerta.
El golpe de frío al abrir la puerta no le molestó gracias al calor del alcohol. Miró a los lados, como si estuviera observando si aparecían sus perseguidores para hacerle una emboscada y se fijó a aquella chica de pie esperando al otro lado de la calle. Recordando el camarero, dio un paso hacia delante queriendo hacerla compañía. Al menos que no se quedase sola. Fue un extraño impulso o quizás su naturaleza de querer proteger a todo lo que viera indefenso. Un coche se paró en frente de ella, que al parecer reconoció en seguida. Jake paró en seco, de nuevo, devolviéndole a la realidad aquel momento ¿en qué estaba pensando? Vio a aquella chica reírse y disculparse con el hombre que iba en el asiento del conductor, que parecía molesto. Supuso que era el primo que había nombrado. Pasó por al lado y pudo ver su cara, alegre. Aliviada. Ya sabía que iba a ser la última vez que la iba a ver y lo sentía más por él que por ella. ―Cuatro, cero, tres, cinco, seis, cinco ―pronunció en bajo. No quería que ese número se le hubiera quedado en su cabeza, pero ahora no podía quitárselo―. Voy a necesitar bastante tiempo para borrarlo de mi mente. Comenzó a caminar en dirección al hostal, llevándose el recuerdo de aquello noche agradable que había logrado sacar aquella tristeza que había sentido minutos antes.
Sabía que iba a costar olvidarla porque le había hecho sentir la sensación de calidez que hacía mucho tiempo no había sentido, pero lo aceptaría. Lo había hecho antes y lo haría ahora.
Y realmente aquel pensamiento no iba por Carla.
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Nevera felt so Aline - labrinth
No sé si fue la cerveza, el cansancio, la hierba pero algo en ella me causo curiosidad.
No congeniabamos mucho pero no por diferencias entre nosotros solo nunca se dió la ocasión de simplemente conversar más allá de un hola, cómo estás ?
Digamos que solo fue el momento...
Es la primera vez que la veo detenidamente, su sonrisa es muy distinta a la que tiene ahora, se ve distinta, ella se ve diferente a como suelo verla.
Curioso, es cálida...
Hehehe es agradable, se ve simpática cuando se ríe de algo tan insignificante que no la entiendo.
Pero cuando calla puedo ver unos ojos melancólicos, ahora que lo pienso desde que nos conocemos nunca la he visto triste, bueno no la había notado tanto hasta ahora pero aún así se nota bastante cuando alguien del grupo no está bien.
Nos quedamos hablando por mucho tiempo, no teníamos sueño aún que si estábamos cansados, no queríamos dormir.
De la nada se levanta y empieza a caminar, es tan despistada que nisiquiera dijo algo solo se levantó y empezó, si no le hablo me olvida totalmente ahí. Comenzamos una caminata sin rumbo, ella me tenía sumido en una curiosidad máxima que solo la seguí.
A medida que caminábamos amanesia y nuestro alrededor tomaba color. El verde que nos rodeaba era de diferentes tonalidades que impactaban a cualquiera.
Le tome una foto mientras miraba el cielo y los árboles mas altos.
Por inercia o impulso me acerque a ella, la mire a los ojos...
Ella solo me miraba extrañada no entendía nada.
Yo tampoco...
Nuevo capítulo o realidad...
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15 friends & 15 questions
Buenas @reginafalan-g ahí van mis respuestas
1.¿Tienes el nombre de alguien?
No entiendo la pregunta 😂😂
2.¿Cuándo fue la última vez que lloraste?
Hace una semana mas o menos, viendo La cena de los idiotas.
3.¿Tienes hijos?
Nop, y creo que hay pocas posibilidades de que los tenga 😂
4.¿Qué deportes practicas/has practicado?
Practico patinaje, calistenia y senderismo. Y cuando puedo levantamiento de jarras de cerveza.
5.¿Utilizas el sarcasmo?
Constantemente, tanto que a veces se cabrean conmigo 🤣🤣
6.¿Qué es lo primero que notas sobre las personas?
Me doy cuenta muy rápido de la personalidad de la gente, sobre todo por el lenguaje no verbal.
7.¿Cuál es tu color de ojos?
Marrón caca. Con ligerísimos toques verdes.
8.¿Película de miedo o final feliz?
Siempre final feliz.
9.¿Algún talento?
Cuando voy bebido puedo vender hielo los esquimales 🤣🤣
10.¿Dónde naciste?
En Madrid, España.
11.¿Cuáles son tus pasatiempos?
Normalmente suelo leer, trabajar en proyectos propios y volverme loco buscando música nueva.
12.¿Tienes alguna mascota?
En casa actualmente no, pero tengo 3 gatetes 😼😼😼
13.¿Qué altura tienes?
Mido 1.78
14.¿Asignatura favorita en la escuela?
Biología e informática.
15.¿Sueñas?
Voy a ratos, últimamente mucho mas, y con sueños mas raros.
No se si sacaré 15 pero ahí van mis menciones😉
@toc-a2 @papapupi @lapizarra @acidocasualidad @elkoko @catasters @viejospellejos @bollitodecanela @reinadelmeme @nomellamesfriki @la-chica-de-los-doritos @ogtmoreno @quevidamastriste @pobesito @diasconredfox
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Places to Visit: Verdera: A One Horse Town.
Aerial view of downtown Verdera, Lozanía, Madrugada.
Verdera is a small one horse town located in the province of Lozanía in the rural region of Madrugada. There isn’t all that much to do up there but it was still worth getting a paycheck for the day so we went there and I am writing this article anyway. Verdera is from “verde,” meaning green. A well-suited name for a town nestled in a valley surrounded by lush green hills.
Main Attractions
Town square and Church In the middle of this tiny dot on the map of a town stands the Church of Verdera. We searched everywhere for the actual name of the Church, but even the locals simply refer to it as “la Iglesia de Verdera.” Like many small towns around the world, the town square is the main hub where many public events, live music performances, etc, take place.
La Iglesia de Verdera and town square.
Public performance schedule: Friday: Tres and Trumpet. Saturday: Mambo Night. Sunday: Church Choir.
You will often see Yarans set up pop up “garage sale” types of shops in the town square to try and sell items of very little value to tourists. But before you purchase someone’s broken kitchen appliance or a used toothbrush, why not donate a couple of pesos to these hard working men and women of Yara instead.
Don't buy someone's used toothbrush for the love of...
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And if random basura is not your thing, there is also a farmer’s market nearby where you can buy fresh produce and various meats.
Farmer's market in Verdera.
Visiting the Church
You can, but remember to keep your visit brief and be respectful of parishioners. Additionally, the church is often patrolled by FND (Fuerzas Nacionales de Defensa) soldiers who may or may not approve of your presence there depending on your conduct. For more information on the FND, consult the “Things to Know Before Visiting Yara” section or ask a VisitYaraToday agent.
Inside the Iglesia de Verdera.
Where to Stay
We think this might be a bed and breakfast but you should think of Verdera as more of a day trip location.
Where to Eat
The best and probably only place to eat in Verdera is a cantina which offers your usual fast food items (pizza, hamburguesa, etc) but it also features an outdoor terrace where meats are grilled right in front of you and served with the best local cerveza.
Como dicen los estadounidenses: Awwhhh yiiehhh
Worth mentioning
There’s a Radio Verdad station in the town. You can’t really visit it but it is worth mentioning since it is the only officially recognized radio station of Yara.
Radio Libertad. I mean Radio Verdad!
The town is very rural
Cows and chickens wandering around, tractors on the main road, people slaughtering pigs, all part of everyday life in Verdera and what makes its charm.
Oh, there's the one horse.
Verderanos doing Verderano things.
Areas to Avoid
Campo de Béisbol
There is a baseball field. Do not go to the baseball field. It is.. closed for.. maintenance.
Campo de Béisbol closed for.. repairs. Indefinitely.
We hope that you enjoyed this virtual tour of Verdera and as always, for more information on activities, places, events, and all things Yara, come back and visit this page often and follow us on Tumblr!
Editor's Note:
Are we not going to talk about public executions that are regularly held in that town square? It’s no secret. They are filmed and broadcasted live on Yara’s public tv network. These events are usually announced a day or two in advance over the public service announcement system, so if you are squeamish, come back when it’s all over.
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Cliff Burton - A night in Frisco.
1166 palabras
SFW¿?; Alcohol.
Bendita sea la noche en la que acepté salir a The House of Shields.
Christine y tú son grandes amigas, ella se coló en la escena del metal de la bahía, su novio, ¿Jim? ¿Jimmy? ¿James? Ni idea, se presentaría en el bar viejo "The house of shields" en la ciudad, con su banda.
Christine te pidió muy insistentemente que le hicieras compañía, pues sería durante la noche, cerca del barrio chino, no era su lugar preferido para andar sola en la noche, además, no tenías nada que hacer, por lo que aceptaste, se encontraban en el descanso de la Universidad, así que no te preocupaban los desvelos ni las dichosas crudas.
Al llegar, la banda acababa de iniciar la presentación, fuiste directo a la barra, la canción que estaban tocando en el momento era de tu agrado, pero no te terminaba de atrapar, no fue hasta que un agresivo solo de guitarra te hipnotizó.
"Hey, ese guitarrista es buenísimo." Dijiste con ánimos, ya emocionada. "¿Guitarrista? Pff, no, bajista." Dijo Christine.
En ese momento, tu mente voló al observar lo que aquel pelirrojo hacía con su instrumento, te dedicaste a observar mientras bebías un boulevardier con whisky bourbon, la noche se empezaba a encender, pese a que se encontraban apenas una decena de personas en el bar.
"¿La gente afuera se está perdiendo de esto?" Pensaste.
La presentación constó de 3 canciones, no fuiste capaz de recordar los nombres, pero las tres habían sido maravillosas. Una vez que la banda bajó del escenario, se acercaron a saludar, el pelirrojo se veía muy desaliñado, pero aún así algo en él llamaba mucho tu atención.
"Un gusto, Cliff Burton." Todos se presentaron, pero fue el único nombre que se grabó en tu mente, Cliff, Cliff Burton. Aparentemente el jóven era un amante de la cerveza y el whisky, pero por sobre todo, del alcohol europeo, lo que te animó a hablar con más confianza, creando una buena impresión en él.
"¿Te gusta la cerveza europea?" Preguntaste. Cliff no hizo más que asentir. "¿Fuller London o Leffe Brune?" Cliff rió. "Leffe." Sus miradas se unieron mientras una sonrisa aparecía en ambos rostros, el click fue audible, seguramente. Siguieron hablando, descubriendo que ambos compartían un amor por Thin Lizzy y Rush, se encontraban en la barra, hablando de lo que les gustaba mientras tomaban, sin emborracharse.
"Déjame decirte, Cliff, que fue muy agradable conocerte, tenemos mucho en común." Dijiste, extendiendo tu mano para estrecharla con la ajena. "Sí, lo mismo digo. Espero verte de nuevo en algún concierto, la próxima vez te invitaré un poco de saké, debes probarlo." Asentiste emocionada, algo mareada ya por el efecto del alcohol en tu cuerpo, algo curioso es que él no se veía ni un poco afectado.
Volteaste a tu alrededor, aún sentada frente al pelirrojo, tratabas de ubicar a Chris, sin éxito alguno. Dirigiste tu mirada hacía afuera, observando la ausencia del auto de Christine. "Mierda." Salió de tu boca inesperadamente. "¿Qué sucede?" Preguntó Cliff con el ceño fruncido, aquella expresión lo había sacado de sus pensamientos. "Christine, la novia de Jim o James, se fue, vine a acompañarla y se supone que me iría con ella." Cliff rió, durante toda la conversación pude notar sus aires de tranquilidad.
"No pasa nada, te llevo a tu casa." Aquel comentario aceleró tu corazón en un instante, era díficil negar que él te parecía un buen hombre, atento y divertido, muy atractivo, no dudaste ni un segundo en decir que sí. No tenías más intención que hablar más con él, sus temas eran tan divertidos y variados que genuinamente querías seguir hablando con él, toda la noche.
Se levantaron de las sillas, al salir, el aire frío te hizo temblar, sentiste una mano en tu hombro que te alertó. "¿Quieres algo para cubrirte?" Tu reacción natural fue asentir, entraron al auto, un volkswagen beetle verde. El ajeno estiró su brazo hasta los asientos traseros, te ofreció una chamarra de mezclilla que tenía un forro de borrega por dentro, el olor a tabaco y marihuana azotó tu nariz, lo colocaste y sentiste un alivio inmediato.
En ese momento, cuando una sonrisa apareció, Cliff avanzó, sabiendo que el problema estaba resuelto. "¿Dónde vives?" Había llegado la pregunta importante. "Cherryland." Dijiste, temiendo que no quedará cerca de su casa. "Oh, queda de paso a Castro Valley, genial. Tenemos una hora para seguir conversando." Sonreíste, estabas alegre por saber que tendrían tiempo de sobra para conocerse más.
Apenas eran las 12 am, no tenías sueño, y Cliff sugirió ir al Parque Chabot, tu alcoholizado sistema reaccionó antes que tu juicio. "Vamos." Salió de entre tus labios. Comenzaron a desviarse, las grandres montañas y la gran cantidad de árboles comenzaban a intimidarte, no estabas del todo consciente y lo sabías, pero Cliff decía conocer toda la zona, como la palma de su mano. "Si no quieres, está bien, sólo es un paseo nocturno, traigo mi herramienta de pesca y la noche aún no termina."
Comenzaba a parecer algo muy emocionante. Llegaron al lugar, bajaste del auto y Cliff sacó un par de palos tallados en la punta, capaces de atravesar cualquier cosa. "Toma." Cliff intentó mostrarte como pescar de esa manera, sin éxito, pues no pescaste absolutamente nada, él sólo cubría su cara y tu morías de la vergüenza, pero de pronto, un pez se cruzó en tu camino y lo atrapaste, Cliff saltó mientras celebraba, lo único que pudiste hacer fue abrazarlo mientras sostenías el pescado en tu mano.
"Genial, uno grande, para ser la primera vez es increíble." Cliff te sugerió guardarlo, para comerlo en otra salida junto a él, la idea te pareció y dejaron de lado al pez, para dar paso nuevamente a conversaciones más profundas. "Nunca había conocido a alguien así." Los dos pensaban, la química era increíble, incluso si se habían conocido dos horas atrás, habían pasado buenos momentos.
"No sé como agradecerte esto, me alegraste la noche como no tienes idea." Dijiste mientras caminaban de regreso al auto, Cliff sólo rió y negó con la cabeza, subieron al auto y esta vez fueron directo a Cherryland, la noche había terminado finalmente.
"Muchas gracias, Cliff." Dijiste mientras salías del auto, estabas quitándote la chamarra del ajeno, pero te detuvo en cuanto lo notó. "Regresamela cuando nos volvamos a ver." El pelirrojo salió del auto, caminaste hacía Cliff y extendiste la mano, él sólo quitó tu mano y rodeó tu cuerpo con sus brazos.
"Gracias, esto no lo había sentido en mucho tiempo." Dijo Cliff mientras aún te rodeaba con sus brazos, cuando se separaron, no pudiste evitar pensar en la posibilidad de darle un beso antes de irte.
"No sé como agradecerte, así que sólo me queda esto." Dijiste, colocaste tus manos alrededor de su cuello y te colocaste de puntitas, alcanzando sus labios, aquel beso fue un simple piquito, muy tierno, pero para ustedes había sido una explosión de emociones.
"Te veré mañana" Dijiste.
"Tal vez." Dijo Cliff, subió a su auto y se fue después de que entraste a casa.
"Mierda, mierda, mierda, ¿cómo lo veré a la cara mañana?" Dijiste cerrando la puerta detrás de ti, dejándote caer.
By madbassist.
Creo que me extendí mucho.
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TRUCOS:
1. Bebe un vaso de agua cada hora.
2. Beba agua helada. Su cuerpo quemará calorías con solo hacer que el agua alcance una temperatura normal para digerir.
3. Beba 3 tazas de té verde al día. Ayudará a impulsar su metabolismo.
4. Tome vitaminas diariamente. No tome vitaminas en un vacío estómago, de lo contrario no tienen nada con qué catalizar.
5. Coma hielo o chicle cuando tenga hambre.
6. Haz aeróbicos hasta que quieras desmayarte.
7. Coma alimentos picantes. Elevan tu metabolismo.
8. Date duchas frías porque tu cuerpo quemará calorías para calentarlo.
9. NO tome laxantes ni diuréticos.
11. Cepíllate los dientes constantemente para que no sientas la tentación de comer después.
12. Ponte una goma elástica alrededor de la muñeca. Estiralo cuando quieras comer.
13. Limpiar algo asqueroso (inodoro, caja de arena, armario del novio) cuando quieras comer.
14. Mantén tu cabello en buenas condiciones para que nadie sospeche cualquier cosa.
15. Consigue un trabajo para que tengas que trabajar durante las comidas.
16. Haga ejercicio el doble de la cantidad de calorías consumidas.
17. Usa platos y utensilios más pequeños.
18. Mastique bien los bocados y luego tome un sorbo de agua entre bocados.
19. Di que vas a comer a casa de un amigo y en vez de eso ve por un paseo.
20. Compra ropa que no te quepa y cuélgala para que puedas verla. Esto te motivará a perder peso para encajar en ellos.
21. Dormir al menos seis horas al día. Si obtienes menos de seis, esta lata reducir su metabolismo en un 15%.
22. Si comienza a sentir hambre, haga sentadillas o dése un puñetazo en el estómago.
23. ¡Consiéntete! Date un facial, pinta tus uñas, cualquier cosa para hacerte sentir bonita.
24. Prepara un snack, pero en vez de comerlo, tíralo o dáselo a otros.
25. Prepara una lista de excusas de por qué no puedes comer: estás enfermo, eres vegetariano, alérgico, etc.
26. ¡Sal de tu casa!
27. Únase a un grupo pro-ana o inicie su propio sitio web.
28. Haz un álbum de recortes de ANA con fotos de modelos delgadas. Justo debajo de todas las razones por las que desea perder peso. Lleve un registro de todo lo que come.
29. Mantén una buena postura, quema un 10% más de calorías cuando te sientas directo.
30. En lugar de comida, compra algo más, una camisa nueva, flores, joyas, etc.
31. Haz una lista de todos los alimentos "malos" que tienes antojos y tiendes a darte un atracón. Quítate uno del enumere cada día hasta que no haya más alimentos malos que pueda tener.
32. ¡Evita el alcohol! Un trago de licor tiene de 100 a 120 calorías, una copa de vino tiene 80 calorías, una cerveza light tiene de 110 a 120 calorías y una la cerveza regular tiene 140-170 calorías.
33. Nunca comas nada más grande que una taza, tu estómago se reducirá y para cuando quieras comer una porción más grande te dolerá.
34. Comer desnudo frente a un espejo.
35. Se supone que el olor del café suprime el apetito.
36. Lleva un brillo de labios perfectamente aplicado. Te hace más consciente de lo que está pasando en tu boca.
37. Haz 6 comidas pequeñas al día. Tome 2 manzanas y divídalas para que pueda hacer 6 comidas con ellas.
38. El chocolate caliente bajo en calorías frena los antojos de chocolate y te hace sentir lleno.
39. Tome pastillas contra la acidez estomacal si tiene mucha hambre.
40. Tómate una foto en traje de baño o algo igualmente revelador, míralo cuando quieras comer.
41. El cerebro tarda 20 minutos en darse cuenta de que el estómago está lleno.
44. Come mucha fibra. Te hace sentir lleno y elimina la grasa de tu cuerpo.
45. Antes de comer ese pastel, bolsa de papas fritas, dulces o lo que sea, respira hondo y cuenta hasta 100. Por lo general, cuando llegues a 100 te habrás convencido de que realmente no lo quieres.
47. El apio en realidad quema calorías. Cada hora comer un tallo de ella.
48. Pésese antes y después de cada comida. No solo eliminará las comidas innecesarias, sino que hará que quieras comer menos cuando veas que los números aumentan.
49. Lee la información nutricional.
50. No coma mucho a la vez. Distribuya su comida a lo largo del día. Esto ayudará a evitar los atracones y a mantener el metabolismo en marcha.
51. Si te gusta beber alcohol, establezca una regla: solo puede beber cada vez que pierde 1kilo Entonces, si pierde 2kilos por semana, puede beber el viernes y el sábado por la noche. Sin embargo, si solo pierde 1kilo por semana, solo puede beber una noche.
52. No comas frente a la computadora o la televisión.
56. Cuando tenga antojos beba un par de vasos de agua con rodajas de limones y cuente hasta 100 y debería desaparecer.
57. Comer 100 calorías 4 veces al día es mejor que comer una comida de 400 calorías.
58. Un atracón ocasional no hace daño, de hecho, es muy beneficioso si ha llegado a un punto muerto (dejó de perder peso).
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3Quien me acompaña en este momento? aparte de mi soledad, una botella de vino, musica triste...
creo es suficiente.
Elsa, Elsa vega, mi mas grande amor como te extraño. Es una realidad; te perdi, nor perdimos y no volveremos jamas. Deseo lo mejor para tu corazon y para tu razon, yo no supe cuidar de ti, no supe proyectar mi amor por vivir apegada a mi tristeza y frustracion interna, estoy segura que en este momento no me amas mas y todo ese amor que me tenias se ha trasformado a vacio...no necesito que me odies para que duela, necesito que me olvides para que lo haga. Duele, duele tanto que ya no estes aqui, fuiste la mujer de mi vida, de esta pequeña vida de 24 años, te amo, te ame tanto, Perdon por la forma en que nos falle, teniamos tanto para seguir dando y yo limite todo, tantos lugares por conocer, tanto amor que dejar en cada rincon. Vivimos lo mejor de lo mejor, nos besamos hasta el cansancio, compartimos nuestras almas, reimos en el silencio, nos miramos a los ojos aquello que los demas no habian visto, nos descubrimos y planeamos una vida...una vida hasta envejecer, tomadas de la mano hasta el final, un pequeño bebe en nuestros brazos, noches de amor y pasion hasta el amanecer...eso se ha esfumado, ya no estas pero fue hermoso crear y creer que un di pasaria. Extraño tus pupilas brillantes bajo el color rojo de las luces, extraño tus pestañas en mis pestañas, extraño tu piel color nieve en la mia, hasta el atardecer, hasta el amanacer, Piesas que soy asi? asi de expresiva asi de amorosa? asi de intensa para amar, tiene razon de ser, tuvo razon de ser, tu existencia. Fue el aliento a sacar y dejar navegar tantos sentimientos que ni sqiuiera yo misma conocia. Perdon por no mencionarte mas cuanto amaba tu olor, manzana verde, tabaco, limon...pero el mas importante e impregnante...”Mujer” mi memoria se hizo perfecta desde que te conoci y aprendi a guardar cada detalle, no de alrededor, sino de ti. Parece falso todo esto, un acto mas de una comedia en donde mañana habra por finalizar, pero no es asi, no volveras mas y hay que hacerse a la verdad de que nunca jamas nos volveremos a besar como solíamos hacerlo: el carro, tu cuarto, por primera vez mi cuarto, los bares, los pasillos, los baños. nunca me impoto si otras personas nos descubrían porque siempre estaba tan concentrada de ti, de tus ojos cafés avellana, de tu nariz con forma de copo de nieve de tus dientes tan perfectos como lo perfecto, de tu cabello color sol, color miel. Esto es triste, Te quiero olvidar pero a la vez no quiero que pases a la historia. sabiendo que es lo mejor, tantas peleas y discusiones sin razon con tantos motivos por dentro para hacer el amor...Creo jamas te habia escrito tanto haha, tenia que pasar, tenia que ser. El orgullo mata, el orgullo sacrifica...Color azul...noches triste de van goh, Cerezas envueltas en pasion, cervezas artesanales, musica tranquila, vino la lomita, parilladas en domingo, gatos maullando a las 9 pm, platicas de 7 am hasta silencios de las 3 am. Gracias por dejarnos ser. Hasta nunca hermosa.
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Una chinche expatriada
Tengo un bicho que viene todos los días de visita. Siempre aparece en distintos lugares: a veces en la terraza, otras trepando la pared, encima de las luces, incluso entre las sábanas de mi cama. Es negro, de caparazón rígido, no llego a distingir sus ojos pero veo sus antenas, sus patitas diminutas que avanzan trepando las paredes más empinadas.
Al principio me dio miedo, siempre es tenebroso ser sorprendida por un insecto que aparece de la nada y camina lento, casi pixelado, cerca de la piel. Ese primer encuentro fue en mi escritorio, mientras escribía tomando vino, lo vi atravesar mi cartuchera y toparse con el parlante color rojo, me dió un escalofrío y por piedad lo tomé con un papel y lo saqué al balcón, deseandole una gran vida a pesar del frío y la altura.
Pasaron días sin verlo, no apareció y por supuesto no pensé más en él y nuestro encuentro fortuito de aquella noche. Pero el segundo encuentro fue en la terraza, yo estaba despierta hace rato, era ya el mediodía, había puesto en el lavarropas un lavado de media hora y como había sol, subí con almohadones y un libro a disfrutar del falso calor de la lejana primavera. Mientras leía, sentí un cosquilleo en la parte exacta entre el pantalón y la media, en mi piel caminaba despacio el insecto, parecido a una chinche, hasta que la vi y se frenó casi como si ella también me mirara. Quise apoyar mi lata de cerveza para apoyarla dedicadamente en el piso pero ella sola pareció darse cuenta de mi leve incomodidad y de un salto se bajó. Nos quedamos toda la tarde, yo leyendo y ella paseando por la terraza. Cuando llegó la noche temí que tuviera frío así que mantuve la puerta abierta para que, cuando ella cediera a su timidez, también entrara. Así fue, me dic cuenta porque entró el suficiente frío para que recordara que la puerta de arriba estaba abierta pero sobre todo porque la vi al lado mío mientras cocinaba, reposaba al lado de la tabla de madera en la que había cortado las verduras hace un rato, quizás ya estaba ahí pero se hizo invisible por su tamaño casi imperceptible contra la mesada también negra. Se subió a mi brazo cuando levantaba el plato ya preparado para irme a mi cuarto a cenar, y esta vez lo permití con el placer de la compañía en medio de tanta soledad. Creo que durmió al lado de la estufa de mi cama pero no lo sé con certeza, es solo una sospecha o una esperanza, esa noche estaba especialmente fría.
Empezaban las vacaciones de invierno y todas las mañanas abría la ventana del balcón para ventilar el cuarto, a veces la veía salir mirándome de reojo, casi pidiéndome que no cierre la ventana hasta que ella volviera y así fue, yo me iba a París a leer bajo el tímido sol o simplemente pasear sin rumbo escuchando música y cuando yo volvía ella también llegaba de sus andanzas. Nunca supe si volaba, pero fue construyendo una pila de hojas y restos de flores, algunas más verdes y otras ya secas, como una cama o un banquete de comida porque cuando yo subía con mis preparaciones delicadas ella se acercaba a su tesoro y ahí se quedaba disimuladamente, hasta que terminábamos y yo ponía alguna película en mi computadora, ella se trepaba a los estantes detrás de la cama y miraba también. Yo reflexionaba detenidamente, buscaba películas que podrían gustarnos a las dos, películas con insectos y llenas de naturaleza y hasta llegué a poner documentales solo por el placer de verla que se quedaba dormida en esos prados verdes enormes artificiales.
Las dos estábamos solas en Francia, yo imaginaba que quizás ella se había colado en la valija de un viajero que venía desde Latinoamérica, la India o quizás países que desconozco, y luego de un largo viaje había llegado acá, a Issy les Molineaux y tampoco tenía donde ir. Y tampoco conocía a nadie. Y como dos expatriadas compartíamos nuestro tiempo en silencio.
Un día durmió sobre mi manta gris y supe que quizás le faltaba más calor, en lugar de comprar un abrigo miniatura recogí una flor de pétalos grandes que yacía en el parque y aunque seca, era suave y la dejé entre sus cosas y esa noche la vi dormir debajo suyo.
Una de esas mañanas todas en las que abría la puerta del balcón, más que para que ella salga a pasear que para ventilar, se hizo noche y no volvió, decidí no cerrarla aunque el frío era gélido y la mañana siguiente me desperté con la habitación fría y sus hojas repartidas por el piso con el viento. Aunque no hablara, yo escuchaba siempre sus diminutas patas contra el piso y sabía que estaba ahí, esa mañana no la oí pero llegaba tarde al trabajo así que me fui, dejando la puerta abierta por las dudas. El fin de semana me iba a Portugal.
Ahí estaba cuando llegué a mi casa, esperándome del otro lado de la puerta, casi pidiéndome disculpas por la demora de la noche anterior. Como siempre, cocinamos, mientras cortaba mis verduras en un pequeño plato cortaba las hojas y los pedacitos de pasto que recogía todos los días para que ella también tuviera una cena decente. Prendí las velas, pusimos música, cenamos, vimos una película, dormimos. Al otro día me iba de viaje y si bien eran dos noches, me debatía entre dejarla dentro o fuera. El frío ya no era tan terrible, por lo cual ella podía dormir afuera y disfrutar sus paseos en el día más que quedarse encerrada, porque no era opción dejar la ventana abierta, motivos varios. Mientras guardaba la ropa elegida en mi mochila, la vi parada frente a la puerta cerrada, pidiéndome que la abriera, sabiendo que yo partiría la casa sin mi presencia no tenía sentido. Abrí, mientras sacaba sus pertenencias afuera, bien cerquita de la puerta para que no se volaran, sus hojas, ramas secas, flores muertas y las dejé ahí para que tuviera su casa aunque no pudiera entrar.
Me fui dos noches y volví una tarde, aunque no fuese un horario en nuestra rutina cuando llegué, miré por la ventana y la vi llegar caminando lento, acompañada por una mariposa. Me miraban las dos desde afuera, abrí la ventana con una sonrisa y creo que ella también me sonrió, la mariposa se acercó también, se pusieron muy juntas las dos y se pararon frente a mí un rato. La mariposa movía un poco sus alas y mi chinche me miraba, queriendo decir algo que no podía, pero yo entendía aunque no supiera hablar su idioma. Se fueron volando las dos, las vi desaparecer entre las nubes grises, no sabía que mi chinche volaba y dio vuelta su cabeza para devolverme una última mirada de gratitud, de complicidad. Nunca más la vi. Dicen que las mariposas viven un día, ojalá ese día haya sido el mejor de sus vidas, o mejor aún, que hayan desafiado las leyes de la realidad y vivan para siempre, como los cuentos de amor que escribía antes de entender el mundo.
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Van varios meses que ya no sé de ti desde aquél día.
Y no sé qué me duele más, ver lo feliz que eres sin mí, ver que tus palabras se las dedicas a alguien más, ver que tus alas se extienden, mientras siento que las mías se desgarran a pedazos, al igual que mi corazón.
Supongo que fue mi culpa querer abrirme, querer acercarme tanto al sol que terminé quemándome. Por eso dicen que no debes jugar con fuego.
Y te odio... o al menos ese es el sentimiento que quiero esté arraigado en mi frágil corazón, porque es más fácil digerirlo, que sentir la aplastante tristeza que lo va a hacer trizas.
Heme aquí, siendo un patético que bebe una cerveza en el balcón, alguien que se rehúsa siquiera a volver a probar el vino porque le traen muchos recuerdos (y sensaciones) que ahora se sienten helados, a pesar de que en su momento abundaba el calor.
Soy alguien que prefirió huir a su país natal, antes que desnudar mi alma tanto como lo hice con mi cuerpo, un iluso que tiene la secreta esperanza de que vendrás a buscarle, pero no va a ser así.
Desde que vi esa última foto tuya antes de decidir desaparecer de tus redes, vivo en la oscuridad. Mis camelias se quedaron sin luciérnagas.
Sin embargo, es impresionante el contraste, tú estás tan... radiante.
Quisiera preguntarte, ¿estás mejor sin mí? Porque así lo parece, aunque sea un atrevido de mierda para unas cosas, me da miedo conocer la respuesta a eso. Todo aparenta que sí.
Are you happier? Aunque me duela, prefiero que seas feliz, si esa persona aviva tu llama, si esa persona es la fuente de tu inspiración, al menos me alegra que vuelvas a escribir. Lamento no haber sido aquello que buscabas o necesitabas.
Tú también te fuiste del país, no para huir, sino para buscar mejores oportunidades. Para estar con la persona que deberías estar. Y aunque me duele a horrores, tus sonrisas se ven más sinceras.
Tu música es más alegre, tus colores están mucho más vivos. Los colores marrones, se hicieron beiges, verdes y blancos. Casi me recuerdas a la Mona Lisa, puedes tenerla a unos metros (o kilómetros en nuestro caso) de distancia y no la puedes tocar, solo puedes ser un vil espectador.
Al menos me consuela que el sol brilla de tu lado y que tus luciérnagas brillan más que nunca.
เจอกันที่รัก. (jer gan tîi-rák, aka, "see you, my dear" in Thai).
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Cap 11
-Muy bien, ahora con la intenta que no te mate- Cristian estaba sentado en una silla blanca de plástico, no muy lejos de él había una silla baja de madera sobre la que descansaba una cerveza abierta
Frente a él Tobías miraba fijamente a Helena, la chica llevaba en las manos discos de madera muy parecidos a sus chakram, las armas que usaba cuando estaba transformada por el contrario Tobías solo llevaba su espada de madera, la misma que siempre utilizaba para practicar, ambos llevaban ropa de deporte, el chico llevaba una camiseta negra de tirantes y unos pantalones largos del mismo color, por su parte Helena iba más cubierta, llevaba un chándal y su chaqueta de colores plateados y verdes
La chica lanzó uno de los discos con bastante precisión y potencia, pero fue golpeado y desviado por Tobías en cuanto entró en su rango de ataque, Helena respondió a esto lanzando tres en rápida sucesión, los dos primeros hicieron curvas en el espacio y el tercero hizo una línea recta, Tobías desvío el primero, esquivó el tercero dando un paso hacia izquierda y estuvo a centímetros de ser golpeado en el hombro por el tercero, a Helena solo le quedaba un disco así que corrió hacia delante
Tobías copió la táctica y preparó su espada para lanzar un golpe desde abajo, ataque que Helena logró bloquear usando su último disco, vigilando en todo momento las localizaciones de sus otros discos en el suelo la chica se lanzó hacia Tobías de nuevo, el chico bloqueó el ataque con su espada, odiaba que su abuelo solo le dejara usar una mano, Helena aprovechó para abrir el espacio entre ellos lanzando el disco que le quedaba
Tobías fue golpeado en la muñeca izquierda antes de poder defenderse con la espada, Helena utilizó el tiempo ganado para correr hacia los discos en el suelo, cuando estaba a centímetros de alcanzar uno de ellos notó el dolor de la espada de madera golpeando su hombro, Tobías la había alcanzado
Tras el golpe se escuchó un pitido, Cristian, que había estado en su silla se levantó, dejando que el silbato de plástico callera de nuevo a su pecho gracias a la cadena que lo ataba a su cuello
-No ha estado mal- dijo acercándose a los chicos, Helena se frotaba el hombro y Tobías dejó la espada en el suelo para frotar su muñeca, tenía una buena colección de moratones en los brazos- Tobías, trabaja tus reflejos, no es un consejo sino una orden - dijo el anciano -Helena, querida, deberías empezar a salir a correr, te falta resistencia - la chica asintió - tenéis un rato libre, luego habrá entrenamiento en solitario- el hombre se sentó en su silla y tomó un sorbo de cerveza mientras canturreaba una canción sobre un marinero en la orilla del mar
Tobías miró a Helena con una sonrisa - esa ha sido buena - dijo a la chica recogiendo la espada del suelo, también recogió un par de los discos y se los tendió
-Tu también - contestó la chica tomando los discos que le ofrecía Tobías, Helena fue agarrando discos uno a uno hasta que por fin tuvo los cinco en sus manos, luego se sentó con la espalda apoyada en un muro, Tobías se sentó a su lado - no entiendo porqué mi cuerpo no hace lo que yo quiero - se dijo a sí mismo en voz alta
-Porque nunca has hecho ejercicio en serio -contestó el chico a su lado, Speed se acercó, había estado viendo el entrenamiento desde dentro de la casa junto al resto de kwamis pero le apetecía volver con su portador, Pythy lo seguía de cerca, no es que echara de menos a Helena, más bien se aburría alrededor del resto de kwamis
-Hola- saludó el pequeño pájaro -Parece que estás listo para esta tarde - dijo, mientras su portador se acercaba a uno de los postes de madera clavados en el suelo antes de sentarse con la espalda apoyada en este, Tobías esbozó una sonrisa
-Lo que no entiendo es porqué lo hacen el domingo - dijo Helena sentándose frente a él con las piernas cruzadas
-Para que todos puedan ir- contestó Tobías mirando a la chica, que dejaba el peso de su parte superior caer sobre sus brazos- Tu no querrías que cualquiera con trabajo no pudiera ir a los exámenes - dijo el chico
-Mucha gente cambiaría sus horarios para cosas tan urgentes - comentó Pythy volando no muy lejos de su dueña, la mosca gigante llevaba ya años viendo cómo los humanos dejaban de lado muchas cosas por lo que consideraban importante
-Una suerte que puedas estar en Madrid en poco tiempo- suspiró Helena - Yo no tengo ningún poder especial que no sea volar- dijo
-Puedes lanzar dos chakram con una muy buena precisión y siempre recogerlos a la perfección - contestó Tobías - eso es bastante bueno de por sí, ¿No?
-Bueno, No está mal, pero ojalá hubiera algo más que pudiera hacer - se quejó la chica, cuando parecía que speed iba a decir algo fue sorpresivamente embestido por Pythy, que volvió a flotar en su silencio usual alrededor de su portadora
-A todo le llegará su momento - dijo Tobías - a lo mejor solo tienes que acostumbrarte más a tu transformación - su sonrisa inocente hacia que la chica olvidara que ese mismo chico hacía unos pocos días había estado a punto de ser convertido en papilla por un gorila mecánico gigante, ahora que Helena lo recordaba era una conversación que tenían pendiente por el momento, aunque claro, no había ganas de tenerla en ese momento con el chico a unas horas de hacer el examen físico de la OH - Ahora que lo pienso, ¿Cuánto llevas sin transformarte? - el tren de pensamientos de Helena fue interrumpido por su gran amigo siendo tan despistado como siempre
-Hace ya tres o cuatro semanas - Contestó ella -Pero eso deberías saberlo - Después de todo el que le había dicho que no se transformara en ningún momento fue Cristian, que creía que ella debería primero acostumbrarse a su propio cuerpo antes de usar sus superpoderes, encima lo hizo delante de él, así que él era el que debería saber cuanto tiempo llevaba
-Quizas si te transformaras más descubrirías algo - dijo speed, que apenas se recuperaba de la embestida del kwami mosca, haciendo que se ganara por esas palabras una mirada por parte de dicha kwami, mirada que de ser dirigida a otra persona daría como mínimo un escalofrío, Pero no a speed, el estaba acostumbrado
-¿Tú no sabes nada?- preguntó Helena a su kwami, a la que había detenido poniendo una mano delante del camino que ella iba a seguir
-Yo solo sé que no se nada - contestó Pythy sobrevolando la mano de Helena
-Ahí tienes tu respuesta - comentó Tobías, divertido por la situación en la que se encontraba su amiga
-Quizás podrías aprender algo si en lugar de charrar entrenaras- Esa potente voz venía de Cristian, que había terminado su canción marinera y su cerveza, lo que también significaba que tocaba volver a trabajar, y eso que apenas habían pasado unos minutos desde que empezó el descanso, lo que también significó que tocaba entrenamiento en solitario, lo que a su vez se traducía en Tobías haciendo un complejo y agotador circuito de resistencia ensamblado por el mismísimo dios de la construcción, es decir, Faistos y que Helena se pasaría las siguientes horas corriendo en círculos hasta que sus pierna dieran de sí o Cristian se cansara de verla en una actividad tan monótona y la mandara a hacer ejercicios de fuerza
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Unas horas más tarde: 15:38
-Ponte esto antes de irte- Dolores le dió a su nieto una mascarilla negra que tapaba su boca y su nariz, haciendo así más difícil reconocer al chico
-Y recuerda, si te dan mucho porculo llama a Pablo Emilio de mi parte- Cristian estaba sentado en una silla del comedor no muy lejos de la puerta del edificio donde estaban su nieto y esposa
-Lo tendré en cuenta, abuelo - dijo el chico, colgándose la mascarilla de una de sus orejas -Muchas gracias abuela, te veo esta noche - el chico besó a su abuela en la mejilla- ¡Hasta luego abuelo!- se despidió antes de salir del edificio y colocarse bien la mascarilla, la luz de la transformación iluminó a Dolores antes de que esta cerrara la puerta
-¿Crees que todo saldrá bien?- preguntó la mujer sentándose al lado de su marido
-No te preocupes, el chico ha entrenado mucho este tiempo y además - dijo el hombre mirando a su mujer - Si no lo aceptan es que están locos y será una pérdida para ellos
-Sabes que no me refiero a eso, el jueves casi no vuelve - dijo Dolores, con preocupación tiñendo su voz
-Pero volvió, es lo que pasa con nuestros chicos, pero siempre vuelven- dijo el hombre abrazando a Dolores
-Salvador no lo hizo- Dolores dejó que una lágrima bajara por su mejilla arrugada por la edad, pero fue secada por Cristian delicadamente
-Ni siquiera la mayor de las magias puede detener el destino - contestó el hombre, abrazando a su mujer
-Miss nunca volvió con la tiara, ¿le dirás al niño que su padre perdió un prodigio?- preguntó la mujer, envuelta en el abrazo de Cristian
-No si puedo evitarlo - dijo el hombre - seguro que volverá con nosotros de una forma u otra
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Madrid era... Gigantesca, Tobías apenas se acababa de despedir de su abuela en la puerta de la casa y le había tomado apenas unos minutos llegar a la ciudad, su muñequera pitaba avisándole de que su tiempo de superpoderes estaba por terminar, pero aún así no podía evitar estar impresionado por el tamaño de la ciudad en comparación al de su querida Yecla, kilómetros y kilómetros a su alrededor todo lo que había a su alrededor eran calles y azoteas de edificios
Pero debía bajar en ese instante si no quería que su viaje a la gran ciudad acabara con una tortilla de Tobías en el suelo, el chico descendió en un callejón oscuro del distrito de Carabanchel alto en Madrid, donde además de uno de los lugares con más portadores en toda España por metro cuadrado también se encontraba la sede de la OH, un edificio no muy lejano a donde el estaba que superaba en altura y arquitectura a los edificios de los alrededores
El chico ni siquiera necesitó seguir el mapa que Helena le había obligado a descargar en su teléfono para no perderse, también era verdad que se lo había aprendido de memoria por si acaso, así es como al final llegó al complejo que era la base de la Organización de héroes, una serie de tres edificios colocados en forma de Π de los cuales el central era mucho más alto que los otros dos y que además era el único con ventanas en cada uno de los pisos, los otros dos parecían más bien dos pabellones de deporte con esteroides, los tres edificios eran blancos, pero los pabellones tenían líneas azules y rojas que adornaban sus paredes junto a una A y una B, siendo el A el rojo y el B el azul, con eso Tobías entendió porqué su entrada decía que su examen sería en el pabellón B
Entró al recinto y caminó por el jardín que rodeaba los edificios, era en realidad una plaza gigantesca con muchas zonas verdes que eran hogar de césped, árboles y arbustos, e incluso de flores que coloreaban el verde brillante de la vegetación, Tobías miró su reloj, las 15:58, quedaba aún media hora para que llegara su tiempo para hacer el examen, así que se sentó en uno de los bancos de la plaza y observó a su alrededor
Mucha gente daba vueltas por la plaza como las hormigas atareadas de un hormiguero, otros andaban relajados hablando con compañeros, incluso había algún héroe reconocible rodeado de reporteros por alguna rueda de prensa a las puertas del edificio principal, seguramente acabara de llevar a cabo una misión difícil o algo así, como siempre pasaba algo en ese país, igualmente Tobías no podía ver al héroe que hablaba y no estaba por la labor de levantarse de su asiento de roca solo para ver, en su lugar prefirió mirar el gran símbolo de la libélula naranja formado por grandes azulejos en el centro de la plaza en la que se encontraba, si, la organización de héroes siempre había sido orgullosa de su símbolo, de ser la libélula que revoloteaba alrededor de los héroes para aconsejarlos y darles apoyo, la verdad, nunca supo de dónde venía esa simbología, pero estaba muy arraigada en el país
Una alarma saltó en su teléfono para recordarle que en apenas unos diez minutos debería estar en el pabellón B preparado para correr, escalar, levantar pesos y todo lo que le quisieran pedir hacer, así que se levantó y se dirigió al edificio azul
Al entrar vió que era bastante... Decepcionante, todo lo que veía era un largo pasillo con un total de diez puertas de un gran tamaño numeradas del 1 al 10, las paredes eran blancas y los lugares que no tenían una puerta o un pilar estaban llenos de sillas, parecía más la sala de espera de un hospital que un lugar donde se hicieran exámenes físicos, eso sí, repartidos por los asientos había bastante gente, aunque claro, eso era bajo su vista de cateto de pueblo venido a más, ya que apenas había cuarenta personas esperando, tanto que parecía que las diez salas serían todo un desperdicio
El chico esperó su turno hasta que justo a la hora escuchó su nombre ser llamado desde la puerta numerada como 3, Tobías se aseguró de que su mascarilla estuviera bien fija a su cara y fue hacia la sala desde la que le habían llamado
-¿Tobías Fernández?- preguntó la mujer que lo había llamado, la sala era grande, pero parecía una consulta del hospital venida a más, igual que la puerta de cuatro metros de altura que acababa de atravesar, el chico contestó a la pregunta asintiendo antes de quitarse la mascarilla, la mujer aceptó la respuesta y se sentó tras su escritorio para mirar algo en el ordenador, Tobías solo se quedó de pie delante de ella, mirando la sala
-Puedes sentarte- dijo la mujer, señalando una camilla de hospital cuando vió al chico ahí de pie, el chico fue y se sentó donde le habían indicado -Así que vuelo y Super Velocidad- murmuró la chica, no era una pregunta, más bien una afirmación - útil para moverse
-Bastante- comentó Tobías
-¿Tienes ya nombre de héroe?- preguntó la mujer mirando la información que tenía frente a ella en el ordenador
-Falcon Frame- dijo el chico, haciendo que la indiferente mujer tras las gafas levantara sus ojos de la pantalla por primera vez desde que había entrado
-Ese nombre ya está tomado- dijo ella
-Si, por mí - contestó el chico, haciendo que ella comenzara a teclear en el ordenador, hasta que abrió los ojos, era cierto que el héroe Falcon Frame solo estaba registrado ahí como un vigilante sin identificar, pero no podía ser un niño de casi 14 años, ¿Verdad?
-Eso lo veremos luego, ahora hagamos el examen médico - dijo la mujer, levantándose de su silla para llevar a cabo el examen
No fue nada del otro mundo, midió su altura, su peso, comprobó sus vitales y todo era normal, quizás algo mejor que los chicos de su edad, pero nada mayor, la mujer no estaba muy sorprendida por los resultados
-Bien ahora salgamos- dijo, señalando una segunda puerta en la pared contraria de la que había usado para entrar, cuando el chico la cruzó se encontró con una sala gigantesca, era evidente que el resto del edificio se unía de vuelta en esa sala en lugar de estar dividido en 10, había muchas estaciones en las que se podría medir los parámetros físicos de una persona, desde una pista de 100 metros hasta cintas mecánicas para correr y medir la resistencia, una piscina olímpica no muy lejos, máquinas para levantar peso, máquinas para medir golpes, en incluso algún robot para medir la capacidad de batalla de cada aspirante a héroe, incluso colgando del techo había un circuito para aquellos con capacidad para volar, todo ese material tenía grabado en algún lugar un hexágono, el símbolo de industrias Bernabéu que en algún pasado había representado una tuerca
-Esto es pequeño - dijo speed al oído de Tobías haciendo que este sonriera
-Vístete y ven aquí - dijo la mujer señalando un vestuario a lo lejos, estaban en uno de los lugares que mediría la fuerza, la primera parada en las innumerables pruebas que le esperaban
Tobías fue al vestuario divertido, era verdad que mucha gente utilizaba trajes y aumentos en estas pruebas, de hecho era lo más común porque la gente sin poderes podía entrar a la OH siempre que pasara la prueba física, además, ni había reglas que prohibieran nada, después de todo lo usarían en las misiones que la organización les mandara
-Rompamos un par de récords- dijo el chico - Speed, ¡despegue!
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A Mi Buenos Aires Querida...
De azfalto roto la calle,
Baldosas sueltas en la vereda.
En los días de lluvia el agua se mete
Entre el cemento.
Te ensucia el pantalón el
Agua estancada.
En el subte un resital,
Manifestaciones en las plazas.
Como en el Zamba nos movemos
Cuando el colectivero para.
Onda verde.
Veo que la gente cruza rozando
Los autos,
En doble fila están frente la escuela.
Carteles promocionales,
Con grafiti lemas políticos.
Gente caminando,
Me miro en el espejo que llevan
Entre dos.
Las florerías están cerca de
Los hospitales.
La muerte está dando vueltas en
El edificio.
Mi changuito tiene tres tipos de
Pesticida y mata insectos,
Hay verdura y
Una sola uva.
La de enfrente lleva una docena
De cervezas y tampones.
La de atrás, una revista Hola!,
Harina de coco y
Papas de segunda marca.
Estaba por Puerto Madero
Y vi en una esquina a dos
Palomas sentadas en el banco,
En la otra un bar nuevo
Con la música a todo volumen.
El Puente de la Mujer bajo
Reparación.
Si tu casa tiene una ventana
Abierta que da a la calle
Pasan tres cosas:
Me asustó tu gato,
Tus plantas están muertas
O te estoy viendo ver la tele con tu papá.
No soy de hacer la cruz
Cuando paso por las iglesias,
Pero si resalto algo
Sobre la estructura o
Calificó que tan homofóbica se ve.
Si tengo calor y miedo, entro.
Caminando de noche,
Durante el corte de luz,
Rezando que eso no fuera mierda,
Que no tropieze y coma azfalto,
Que no me pise el 124.
Me siento acompañada en la tragedia,
Los ojos llorosos por el polvo de la construcción.
Empieza a lloviznar,
Milagro de verano.
Nos juntamos en Farmacity por que es
El único con aire.
Hablamos de tu vida,
De tus desencuentros,
De la bicisenda que te están haciendo
Enfrente.
No hablamos de lo tanto que te quiero
Comer la boca.
Visita inesperada de la abuela,
Charlamos de libros,
Dios,
Las ofertas en la verdulería,
Y otras noticias.
Me deja medio kilo de morrones
Y se le quiebra la voz cuando me
Dice te quiero.
Una chica me preguntó
Dónde paraba el 92 y
Me aprendí el recorrido
De todos los bondis.
Me voy a tatuar el mapa del subte.
Los edificios no encajan.
Vecinos comparten pared.
Los primeros de enero se pasan en el balcón.
Mi baño tiene una ventana en la ducha,
La gente que quiere puede ver
Cuando saco la cabeza a fumar,
Mientas el acondicionador hace efecto.
En Avellaneda gritan
Promocionando el par de medias,
Y acá vos gritando por la leche,
Por la ropa limpia,
Porque no te entiendo, o
Por qué te dejo.
Empezé el camino para
Esa cosa que tenía que hacer,
Y me cancelaron,
Tuve tiempo de contar las dietéticas,
Jugueterías,
Y me dí cuenta que tocan bocinazos por
Cualquier cosa.
Me senté en el escalón de un edificio
En microcentro, de esos que nadie entra ni sale.
Agarre mi sanguche de milanesa.
Todavía tenía los ojos hinchados por el llanto.
Veía a turistas,
A trabajadores,
Monjas,
Carritos de choripanes.
Respiré ese aire,
Buen aire.
Me quedé quieta en ese momento dónde
Todes corrían.
Dios me hizo de acá y se lo agradezco
Todos los días.
Y a toda Buenos Aires...
¡Un cariño que vale más que mi vida!
E.J.C.G. 03/14/23
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