#cómo estás; belleza?
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motor detrás de broma permanece como un punto desconocido en psiquis, incluso si de forma regular, es capaz de disfrutar inocentes travesuras como cualquier otra persona. escenario, sin embargo, carece de diversión genuina que suele extenderse de ello. ' ¿les conoces? ' quizá, bajo una luz diferente, circunstancias no fuesen tan malas después de todo.
iris delinean camino, agradeciendo en silencio, buena memoria que mantiene fresca ruta de escape criminal. asiente, elevando comisuras en dirección opuesta. entre desenlace que podrían tener que abordar, al menos ese lo considera como positivo. ' recuerdo por donde han ido. ' confianza genuina abunda en tono de voz, preguntándose cuánto deberían avanzar hasta dar con pertenencias ajenas. ' probablemente hayan dejado tus cosas abandonadas a medio camino. ' cargar con ropa masculina no le serviría de nada más que para elevar sospechas de fechoría.
no descarta teoría ajena, considerando probable la presencia de alguien que se mantuviera alerta a cualquier imprevisto. así, de forma parcial, considera que plan ha sido algo orquestado con tiempo y no como una simple oportunidad. no cuestiona, aún así, pretendiendo no ahondar en algo que generaría frustración en contraparte. ' entre dos será más rápido, sería una pena que enfermases por algo así. ' descarta completamente posición de vulnerabilidad, no queriendo presionar en incomodidades que podría sentir compañero. ' ven, por aquí. ' insta al iniciar caminata, siguiendo pasos de adolescentes.
su mirada siguió el dedo de dilara con una mezcla de gratitud y resignación, los surcos de su ceño todavía marcados por el malestar. " me dejaron el abrigo, " respondió con un deje de sarcasmo, como si aquello fuera un gesto de generosidad digno de elogio. " supongo que pensaron que congelarme sería demasiado cruel, incluso para ellos. " menciona casi como si aquellos traviesos fuesen posibles futuros personajes delictivos.
por un momento, sus ojos se detuvieron en los de contraria; la falta de burla en su tono, al menos, lo tranquilizó un poco. " si recuerdas bien el camino, cualquier ayuda es bienvenida, " añadió, abrazándose a sí mismo dentro del abrigo por culpa del frio que comenzaba a colarse por cada orificio por mínimo que fuera.
inspiró profundamente antes de echar un vistazo hacia la dirección señalada. " sólo vi dos, supongo que uno pudo ser el vigilante, " murmuró, casi para sí mismo, antes de volver su atención a ella. " ¡por favor y gracias! " acepta la ayuda, inwoo se encuentra en un estado de emergencia. " entre los dos tal vez podamos recuperar algo en menos tiempo."
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La Familia De | Enzo Vogrincic
Cuando descubres la infidelidad de tu novio, aceptas la invitación de tu amiga para pasar unas semanas en su país con su familia. Allí conoces al atractivo hermano de tu amiga, desencadenando una serie de emociones inesperadas.
Desde hace un año, la cafetería que posees en Ciudad de México ha sido tu refugio, un santuario de aromas de café y conversaciones animadas. Tu vida ha tomado un giro maravilloso desde que abriste las puertas de este lugar acogedor. No solo tienes un negocio próspero, sino que también tienes a tu lado a un novio increíble, cuyos talentos como tatuador le dan un toque de arte y rebeldía a tu vida cotidiana.
Entre el vapor de los expressos y los murmullos de los clientes habituales, siempre hay un momento especial cuando tu amiga uruguaya aparece por la puerta. Ella, con su encanto sudamericano y su energía contagiosa, es como un rayo de sol que ilumina tu día cada vez que la ves. Aunque vive en CDMX por trabajo, nunca pierde la oportunidad de visitarte en la cafetería, trayendo consigo los últimos chismes y anécdotas que hacen que la vida en la ciudad parezca aún más vibrante.
En medio de este bullicio reconfortante, te das cuenta de que no estás sola. Tu negocio florece, tu relación amorosa está en su mejor momento y tus amistades te brindan compañía y alegría. La paz y la belleza se entrelazan en tu día a día, recordándote que la vida puede ser realmente hermosa cuando tienes a las personas adecuadas a tu lado.
Sin embargo, un día decides cerrar temprano la cafetería porque no te sientes bien y tienes un fuerte dolor de cabeza. De camino a tu departamento, te sientes aún peor, como si algo estuviera terriblemente fuera de lugar. Al llegar a casa y subir las escaleras, el sonido de ruidos extraños te hace detener en seco. Escuchas un respiro profundo, quizás gemidos. Sin entender completamente lo que está sucediendo, decides apresurarte hacia tu habitación.
Al abrir la puerta, te encuentras con algo que nunca podrás borrar de tu mente: tu novio, en medio de un encuentro íntimo con otro hombre. Es una escena que nunca esperaste presenciar, y sin poder soportarlo, das media vuelta y sales corriendo, sintiendo cómo tu mundo se desmorona a tu alrededor.
Con lágrimas nublando tu vista y el corazón hecho pedazos, marcas frenéticamente el número de tu amiga en tu teléfono. "¿Dónde estás? ¡Necesito verte! Me siento horrible, mi novio… mi nov–", apenas logras articular entre sollozos.
La voz tranquila de tu amiga al otro lado de la línea te ofrece un atisbo de consuelo en medio de la devastación que te embarga. "Estoy en casa. Vení y me contás tranquila", te dice, y sus palabras se convierten en un faro de esperanza en medio de la oscuridad que te rodea. Con el corazón roto y el alma hecha trizas, te diriges hacia la casa de tu amiga, en busca de consuelo y apoyo en medio de la tormenta emocional que te consume.
Le cuentas a tu amiga todo lo que había sucedido y no puedes evitar llorar. Estás en el sofá junto a tu amiga, y te dice mientras te peina el cabello: "(Y/N), tenés que ser fuerte, yo sé que no es fácil. ¿Te acordás de Mateo? Que se fue con otra mina, pues te entiendo completamente".
Pero entre sollozos, respondes: "¡Pero en mi caso es distinto!", y lloras más fuerte, como un bebé. "Y... ahora... tú te vas para Montevideo, y... ¡yo voy a estar SOLA!", sigues elevando el tono de tu llanto. "Y no quiero verloooo, nooo, no sé cómo enfrentarloooo".
Tu amiga intenta calmar tus nervios: "Pero yo me voy solamente por tres semanas, si querés, venite conmigo, yo te pago los pasajes".
"No quiero ser un peso más", respondes entre lágrimas.
"¡Boluda! ¡Te vienes conmigo, que se joda!", te dice ella, tratando de sacarte de ese estado emocional.
"Okkkkaaaayyyy", aceptás entre sollozos, llorando como un bebé.
—
Llevas ya tres días encerrada en la habitación de tu mejor amiga en Montevideo, con un gatito real al que tratas como un peluche. La familia Vogrincic te han adoptado como una hija más, y su madre se ha convertido en tu proveedora oficial de café y consejos sobre el amor, lo cual agradece tu corazón roto.
En una tarde soleada, tu amiga irrumpe en la habitación como un torbellino, encontrándote en la cama con tu celular, absorta en las fotos de tu ahora ex. "¡Che, bo! Dame ese celular. No quiero verte así", ordena con un tono melodramático. "Tienes que salir de esta cueva. Mami me ha dicho que solo sales para tomar café y luego regresas aquí. ¡Ya basta! Esta noche viene mi hermano desde Nueva York, y vamos a recogerlo al aeropuerto. Tienes que venir conmigo, punto final", declara con autoridad.
Tú respondes: "Ay, déjame aquí con la gatita", y ella te corrige: "¡Esa gatita tiene nombre y es Uma!". Insistes: "Pues déjame con Uma, no quiero ir para allá".
Con un suspiro exasperado, tu amiga agarra tu brazo con determinación. "¡Sos una pelotuda! ¡Vas a venir ahora!", exclama, decidida a sacarte de tu caparazón de autocompasión y llevarte a vivir un poco la vida real, aunque sea a la fuerza.
—
En el auto, el padre de tu amiga está al volante, con la madre como copiloto, mientras tú y tu amiga ocupan los asientos traseros. La atmósfera está cargada de emoción, ya que toda la familia está ansiosa por recoger al tal Enzo. Por lo que has escuchado, es un actor sumamente famoso. Aunque no estás muy familiarizada con su trabajo, tu amiga siempre ha hablado con orgullo sobre él, y su entusiasmo es contagioso.
Antes de dirigirse al aeropuerto, hacen una parada en un mercado para comprar globos, flores y un cartel que dice "¡Llegó el actor de la casa!". A ti no te hacen mucha gracia las flores ni los globos, ya que te recuerdan a tu exnovio.
Al llegar al aeropuerto, tu amiga asigna tareas: "Bo, aguanta los globos; yo llevaré el cartel y mami, tú llevas las flores", dice con entusiasmo. La madre asiente y el padre, con su típico sentido del humor, pregunta: "Y yo, ¿qué llevo?". La madre, con una sonrisa, responde: "La presencia". Todos ríen un poco, preparándose para la llegada del famoso Enzo.
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Justo cuando estás a punto de bostezar por el cansancio acumulado, de repente tu amiga y toda su familia irrumpen en gritos de emoción, corriendo hacia un hombre sorprendentemente guapo. Su piel canela y su cabello medio largo y desordenado lo hacen destacar en la multitud. Él también parece adormilado, llevando una maleta, hasta que se percata de su familia y se apresura hacia ellos.
La escena es conmovedora mientras se abraza profundamente con tu amiga, luego se dirige hacia su madre y ambos comienzan a llorar juntos. Por lo que tu amiga te había contado, no se habían visto durante años debido a la ocupada agenda del hermano.
Mientras esta emotiva reunión tiene lugar en el aeropuerto, tú te encuentras parada como un pingüino, sosteniendo los globos en tus manos, sin saber muy bien qué hacer en medio de tanta emoción familiar.
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Ya cuendo van para el auto, tu amiga te introduce al hermano diciendo, “Enzo, esta es (Y/N) mi mejor amiga del alma, y va estar con nosotros por estas semanas” dice mientras ya se van sentando al auto, y Enzo, que al parecer se va a sentar al lado tuyo te dice, “Un placer (Y/N)”
Y así van todos contentos para la casa, para cenar, ya que la madre iba a prepara una pasta.
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Al llegar a la casa, estás a punto de dirigirte directamente a la habitación para descansar un poco del viaje agotador, pero tu amiga te agarra del brazo con determinación y te dice: "¡Uh uh no! Te quedas con nosotros en la sala. Nada de cueva". Tú asientes, aceptando su decisión, y decides seguir su sugerencia.
Cuando te dispones a sentarte en el sofá de la sala, observas con curiosidad cómo las gatitas, Uma y Ada, salen de una habitación cercana. Enzo, al verlas, no puede contener su emoción y se tira al piso, hablándoles con ternura como si fueran bebés. La verdad es que Enzo se veía increíblemente adorable en ese momento, y no puedes evitar sonreír ante la escena.
Tu amiga te hace una mueca cómica, como si estuviera acostumbrada a este comportamiento de su hermano, y te dice en voz baja: "Es amante de los gatos, así que no te asustes si actúa así". Tú te ríes suavemente, encontrando la situación bastante divertida y encantadora.
Observas cómo Enzo interactúa con las gatitas, y te das cuenta de que tiene un lado dulce y tierno que no esperabas.
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Después de un rato, Enzo se levanta del suelo con una sonrisa, dirigiéndose especialmente a su madre: "Ma, me voy a dar una ducha. Avísame cuando esté la cena", dice con tono amable. La madre asiente con un simple "ok", ocupada con los preparativos en la cocina.
Una vez que Enzo se retira para darse una ducha, te inclinas hacia tu amiga y le susurras en voz baja para que no te escuchen: "Oye, no me habías dicho lo guapo que es tu hermano". Ella te responde con una mueca divertida y te dice: "Te lo regalo si quieres". En un gesto juguetón, la empujas suavemente y respondes con un "ajá", aceptando el comentario con humor.
Ambas se miran y se ríen, compartiendo un momento cómplice antes de que Enzo regrese de su ducha y continúe con la cena en familia.
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Después de un rato, mientras estás disfrutando de un vino con tu amiga y ayudando a preparar la mesa, Enzo hace su entrada. Viene con una cámara vintage en la mano, su cabello aún húmedo y desordenado, vistiendo una sudadera cómoda y descalzo. En general, se veía muy relajado y como en su casa; no parecía en absoluto un actor de Hollywood.
Mientras tú te sientas con tu vino en la mesa, Enzo comienza a moverse alrededor de la cocina, capturando momentos con su cámara: la madre preparando la comida, el padre cortando la carne asada, y la hermana charlando contigo. Luego, se dirige hacia las gatitas y llama a tu amiga, "Loca, ven acá, tírame una foto con Uma y Ada". Pero antes de que pueda tomar la foto, la madre interviene: "Enzo, después. Ya vamos a comer". Él asiente en respuesta.
Tú observas todo con asombro, pero al mismo tiempo, te sientes como si estuvieras presenciando algo muy familiar. Enzo se sienta nuevamente junto a ti, y de repente te toma una foto inesperadamente. Tu amiga lo regaña de inmediato, diciendo: "¡Enzo! A (Y/N) no le gusta que le tomen fotos". Con un tono suave, Enzo se disculpa: "Disculpa". Y tú respondes con amabilidad: "No te preocupes".
La atmósfera en la casa es cálida y acogedora, y te sientes cada vez más integrada en esta familia tan especial.
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Después de unos 45 minutos en la mesa, todos parecían estar inmersos en sus propias conversaciones, dejándote a ti en un silencio momentáneo. Mientras tomas sorbos de tu vino, escuchas atentamente pero te sorprendes al darte cuenta de que nadie te ha dirigido la palabra en todo ese tiempo. Una sensación de soledad momentánea te envuelve, hasta que de repente, es Enzo quien rompe el silencio.
"Y tú, ¿qué haces?", pregunta Enzo, volviendo su atención hacia ti. Levantas la mirada, encontrando sus ojos, y respondes con sinceridad: "Soy dueña de una cafetería en Ciudad de México". Su expresión se ilumina con genuina admiración: "¡Guau, eso es impresionante!", responde con entusiasmo.
En ese momento, sientes una conexión especial con Enzo, como si sus palabras hubieran creado un puente entre ustedes. A pesar del bullicio de la mesa, te encuentras atrapada en su mirada, sintiendo una chispa de complicidad entre ustedes.
#enzo vogrincic#enzo vogrincic fic#enzo vogrincic x reader#society of the snow#la sociedad de la nieve#my writing#uruguay#fanfic#latina#spanish#argentina#necesito que enzo actúe en más pelis#me enamoré de un uruguayo#Spotify
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fast sketch of my Imelda oneshot🫶💓
remembering the snow
Word count: 3.300
Rating: G/T I don’t get the difference 🧍♀️
Imelda Reyes has never been one to do things by halves.
Her mother always talked about the circumstances of her birth with pride: Imelda came quickly as if she were eager to get out and see the world already, screaming even before she had fully left her mother's womb, determined to leave an indelible mark on the world.
The women in their village who had assisted the birth crossed themselves, chattering to each other in quick, soft, beautiful Spanish staccato about the baby who was already unlike any they had ever seen before. Strong and healthy and beautiful, her deep brown eyes already taking in her surroundings and watching them solemnly moments after her arrival.
Her father always talked about the circumstances of her childhood: running wild and free, flying before she could walk (a source of great pride), his little shadow who peppered him with endless questions about the world. He always brought her along to his work meetings much to everyone's delight; she was with him when he was offered the enviable position of Spanish Diplomat to the British Ministry of Magic.
At the age of five, they left the beautiful sleepy village where time hadn't seemed to exist. Imelda still dreams of long, hot, dusty days playing under the shade of orange trees, going to the market every two days with her mother draped in their finest silks, sleeping and lying around during the hottest part of the day, only leaving their house once the sun left its highest point and was about to disappear behind the mountains.
The older women in the village doted on her. If she thinks hard, she can recall their beautiful, wavering voices calling out to her as she raced past them: 'ten cuidado, cariño, te vas a mancar', 'ven aquí, cielo, te quiero ver la cara tan bonita', 'mira cómo se está creciendo, se nota que va a ser una belleza de mayor'...voices filled with comfort and love. She never knew anything different then.
She's their only child. Her mother was always brushing her hair and humming, trying to get her to sit still and listen to her endless fairy tales as the sun bore down on them; her father, treating Imelda like the son he had always wished for but accepting and loving her all the same. Sometimes, her mother would let her out of the house before the sun became too strong and they would fly around the mountains and be free free free.
Arriving to Edinburgh at the age of five, Imelda hadn't even realized she didn't speak the same language as the other children around her. As with everything else, she jumped in headfirst. Her mother always jokes that she became fluent in English the second she stepped foot on Scottish soil. To Imelda, it does seem that way. She can't ever remember not speaking in the soft Scottish burr, reminiscent of the soft Spanish she had left behind and still spoke at home.
As a child, she never had problems forging relationships with whoever was around her. She was brash and inquisitive and irresistible, taking charge wherever she went. The other children flocked around her, hanging on to her every word.
It changed, though, when her mother got her cough. It started out harmless enough, a slight cough and headache before bed each night. When her mother woke up every morning, she would be fine. But going to bed early changed to going to bed even earlier and earlier until it was time to accept what the three of them were steadfastly ignoring: she was getting worse.
Imelda was nine. She remembers her mother drying her tears with gentle, soft hands, caressing her cheeks and whispering to her that it would be fine. That she wasn't gone yet: they still had time.
'No pasa nada, mi amor. Siempre estaré contigo.'
At Hogwarts, things changed even more. She was a Slytherin and proud of it, but she never quite fit in with her classmates. She wasn't one of them, hadn't grown up with them, and they made sure she knew it. Gone were the days of running wild: she turned her single-minded determination to her studies and quidditch and found herself excelling at everything she put her mind to. It all came easily to her and she had no time for anyone who could distract her.
She wasn't a complete loner. She had her quidditch teammates, her partners in various classes, but nobody she hung out with outside of classes. She always studied alone, learned alone, trained alone.
(Of course, the picture she paints to her father in owls home is much different. He has enough on his mind - a daughter struggling to make friends is a non-issue as far as Imelda is concerned. And besides: she's fine.)
Imelda was quite content with the way things were working out for her. She would never admit if she was lonely or not, and enjoyed every part of her life. Until her fifth year, when everything began to change. Gone were her rigid schedules and studying alone and discipline. A new girl was sorted into Slytherin and Imelda found she didn't hate the girl's company. The two of them laugh together at night while they braid each others' hair, Imelda teaches her Spanish, and they have started to study together.
The new student drags her around Hogwarts and Imelda finds herself actually enjoying herself and enjoying spending time with the classmates she’s spent so many years ignoring.
This is when she meets Poppy Sweeting.
Well...Poppy swears that they met ages ago, during their first year when they were partnered together in Potions. Imelda has no recollection - that whole year was a blur - it was the year her mother succumbed to her illness - so she has to take Poppy's word for it.
She finds herself with friends for the first time in a long time. But, when the new student is running off with Sebastian doing Merlin-knows-what, things that Imelda definitely does not want to be a part of, she still finds herself seeking Poppy's company.
Poppy is sweet and fun and introverted in a way that Imelda finds familiar and comfortable: whereas Imelda turns to her studies and quidditch, Poppy often opts to spend time more time with beasts than humans. But there's something endearing about her earnestness and Imelda starts to find herself craving Poppy's calm company.
She always knows what to say when Imelda finds herself getting worked up over nothing.
On the train home for the winter holidays, as Imelda is striding down the long corridor in search of an empty cabin where she can read and concoct fail-proof quidditch tactics, Poppy calls her over to her carriage and asks Imelda to keep her company. She only needs to ask once. There's an unfamiliar fluttering in Imelda's stomach as she sits across from Poppy and the other girl beams at her but it's...well. It's not altogether unpleasant. They play exploding snap and exchange book recommendations and laugh together and...well, if Imelda's knee brushes against Poppy's occasionally or their fingers linger as they exchange essays to look over...
She can't be blamed, can she?
A letter from Poppy arrives over the break. At the sight of Poppy's small brown owl tapping the window with the letter in its beak, Imelda's heart starts racing and she runs over to the bird, grinning like a fool, but she pauses before opening it. Her fingers tremble as they hover over the wax seal.
Imelda's father is largely absent these days, a shadow of the man she had grown up with. She's noticed the difference over the summer too, of course, but the winter always feels different. More desolate; more harsh. They're nearing the four-year anniversary of her mother's death. It's impossible to ignore the fact that losing his wife has damaged his soul irreparably, and Imelda's seeing first-hand what being deeply in love can do to a person.
Maybe she'll put the letter aside and read it tomorrow.
Tomorrow bleeds into the next day turns into one week and before she can blink the bleak winter vacation with her father has ended and she's heading back to Hogwarts.
On the train, she walks past Poppy: the two of them make eye contact but Poppy flushes and looks out the window, tucking her honey-colored hair behind her ear and Imelda moves on to the next empty carriage. She pulls out some parchment and works on revising her Charms essay. It's for the best, anyway, she tells herself. For the best that she doesn't have any distractions. Their O.W.L.s are coming up and she's determined to get an O in every subject.
The month of January goes by in a flash. Between the insane quidditch schedule she's concocted for her team and the study sessions in the library, she keeps herself busy. The new fifth-year, her first real friend, starts to show concern for Imelda, gently trying to ask her what's going on as they braid each others' hair before bed.
Imelda doesn't want to bother her, though.
(She doesn't truly know what's the matter, anyways.)
She resolves to do a better job with keeping her emotions in check - her friend has enough on her plate, and Imelda doesn't want her to have to worry over something that's not even a problem in the first place.
She's fine.
Out of the corner of her eye in the classes she shares with Poppy, Imelda notices that she doesn't look as happy as she normally does. Her face is more pale and withdrawn; whenever Imelda's eyes flicker to her, her own gaze darts away.
With the beginning of February come a lot of blizzards, and they make Imelda remember the first time she saw snow.
Her parents always started the story telling her that she cried and cried and cried.
They had both run over to her, covering her with warm hugs and kisses, the tiny family huddled together in this foreign place where the people looked and spoke differently, where nothing was the same and she missed the old women who would give her mazapanes whenever she ran by, missed the tiny clouds of dust that would puff up as she ran and the hazy mountains in the distance and the hot, hot sun beating down while she played in the shade of the orange trees while her mother slept away the heat. Pulling her mittened hands off of her tear-stained face and telling her 'mira cariño, mira qué bonita es la nieve. Tócala, ya verás que no pasa nada...estamos aquí contigo...'
Her tears had soon dried and she was laughing and playing in the snow and she couldn't even remember what had made her so sad in the first place.
Imelda's sad now as she stares out the window.
Her mother isn't there anymore. She has no one to turn to in this self-imposed exile.
Four years ago today.
She's hidden herself away in an alcove, curled up, arms wrapped around her knees watching the snow swirling out the window. She canceled quidditch practice today due to the storm, much to everyone's surprise. Just last week, she had forced them to train in the freezing rain and today's snowfall is mild in comparison. But...today she doesn't have the energy. She's spent so much effort pretending that everything's fine when it's not and now she's sad and alone and confused.
She doesn't hear Poppy when she comes near.
The other girl crowds into Imelda's space, pressing against her in the alcove. The two face each other, and Poppy brings a gentle hand up to Imelda's face to brush away tears she hadn't even realized were falling.
"What -" Imelda starts saying, but a fresh sob chokes her and she can't. Poppy leans forward and wraps her arms around Imelda, pulling her into a close embrace. Imelda feels everything crumbling around her and she sobs into Poppy's shoulder - Poppy whispering reassurances and smoothing her hair, cradling Imelda as she cries and cries and cries.
They don't leave the alcove for another hour, almost staying out after curfew.
Imelda is subdued the next few days. The snow continues to fall until the whole castle looks like it's straight from one of the fairy tales her mother used to tell her as she brushed her hair. Imelda shows up for meals, shows up for classes, shows up in the study group, but she feels like she's just going through the motions.
She can tell her friend is getting worried, but Imelda can't confide in her. Her friend does small gestures anyways because she understands: saving Imelda a seat in class, asking her about quidditch, saving her favorite muffins for her at breakfast.
Maybe she talked to Sebastian about her worry because even he is being nicer than normal to Imelda, asking her if she wants to play wizarding chess with the two of them. Imelda doesn't really understand how or why they like playing the game so much - her friend is awful at it and Sebastian seems to enjoy the destruction and chaos more than actually strategizing. Even though Imelda hates the game - every move is painfully obvious and she can't understand how nobody else sees it like she does - maybe it would be nice to do something different.
Imelda freezes when they enter the Astronomy Tower to play: Poppy is there, waiting. For her. They haven't seen each other since she broke down humiliated and sobbing and she doesn't know what to do.
Sebastian looks between the two of them, brows furrowed, then leans down to their friend and whispers something in her ear. She nods and the two of them disappear, leaving Imelda and Poppy alone.
Poppy stands and Imelda can feel her heart start to hammer against her throat. Poppy walks forward slowly, only stopping when she's right in front of Imelda. When she speaks, her voice is high and sweet and Imelda realizes how much she missed her. "I-I'm sorry, I just didn't know how else I could talk to you. Will you come with me? I have something to show you."
Imelda nods mutely and Poppy takes her hand. They lace their fingers together and it's the first time - apart from a few days ago - that they have voluntarily touched each other. She feels Poppy's fingers tighten around hers and Imelda focuses on the feeling of soft knuckles under her thumb, but now...she's self-conscious for the first time about her quidditch-rough hands and maybe she should have listened to her friend when she tried to encourage Imelda to use some hand lotion.
Maybe Poppy will let go of her hand and leave in disgust.
But...Poppy doesn't do any of that. Every so often, she looks up at Imelda, smiling slightly. When they reach the Entrance Hall, she lets go of Imelda's hand and Imelda feels its loss with a pang.
Poppy opens the bag at her side and pulls out two huge yellow and black Hufflepuff scarves. As she's reaching up to wrap one around Imelda, she whispers: "sorry, I only have these. But yellow looks good on you."
Both of them flush and smile at each other and Imelda doesn't know how long they stand before Poppy grabs her hand again, making sure their fingers are laced, and then they are heading out.
Poppy looks more and more excited the closer they get to the Forbidden Forest, but Imelda's never set foot even remotely close to the forest, and she feels quite apprehensive at first. But, Poppy's excitement is exhilarating - Imelda can feel it rolling off of her in waves and despite herself, she begins to feel excited too. They still haven't spoken since leaving Hogwarts, but it's a comfortable silence. Imelda's glad for the scarf - their breath is puffing out in soft clouds as they breathe and it's quite cold - the freezing temperatures in Scottish winters are still something she's never quite gotten used to.
Their boots crunch through the snow-filled landscape - it's nearing dusk and the sky is turning a brilliant shade of orange and pink, but it gets obscured by the tree branches the further into the Forbidden Forest they venture, the golden light only showing in bursts now.
"Almost there," Poppy says breathlessly. She beams up at Imelda, whose breath catches at the sight, before turning back and pulling her faster and faster until they stop in a clearing. They've stopped in the middle, and Imelda looks around.
Here, they can actually see the sky and it is breathtaking in its beauty - the gnarled, naked trees around them twisting and reaching up as if they could try and grasp some of the beauty for themselves. The snow is perfectly smooth and untouched except for the footprints that the two of them have just left. Apart from that, the clearing is nondescript.
This is what Poppy had been so excited to show her?
Poppy gives no explanation for why she brought Imelda to the Forbidden Forest, but she's almost quivering in excitement - Imelda can feel the tension in the hand that's clutching hers tightly. The sun sets lower and lower, the two of them watching it as the colors around them start to fade and mute and then -
Poppy gasps in delight.
There -
A small, dancing, brilliant white light sparks to their left and disappears just as quickly.
"Look," Poppy whispers. Imelda glances over to her - she can barely make out her face in the dimming light, but Poppy seems to be glowing with happiness.
There - again -
More and more of the brilliant white lights appear, glowing and flickering on and off, and moving in almost a pattern, dancing around their heads. Imelda laughs as she watches the tiny creatures fly around them. It's magical and beautiful and -
"I found the snow sprite nest a few weeks ago, when the blizzards started, and I've been observing them since then. I...I wanted to show you and tell you about them the second I found out because I haven't stopped thinking about you but after...well, you know...I just wanted to cheer you up..."
Poppy trails off, looking uncertain when Imelda doesn't say anything in response.
She can't, even though she desperately wants to. Her mouth goes dry as she looks to the girl at her side, who has done all of this, for her.
Poppy looks impossibly lovely in the glow of the snow sprites, as they dance and spark around their heads in a beautiful waving pattern and Imelda doesn't even think as her hand goes to Poppy's cheek. Poppy stops rambling as she looks up into Imelda's eyes.
Then, before she can lose her nerve, Imelda leans forward and presses her lips to Poppy's. It's only the lightest of touches, but her heart is beating so quickly and Merlin, she can't believe she just did that. She quickly retreats, face flaming, but before she can get away Poppy reaches up to cup Imelda's cheeks with both hands and she pulls her forward, her mouth greedy, desperate, as they finally kiss.
When they finally pull away, breathing heavily as their foreheads rest against each other, Imelda can't help the huge smile that's threatening to split her face open. It mirrors the expression she sees on Poppy, her eyes bright and cheeks flushed and she is just so lovely that Imelda can't help but lean forward and capture her mouth again. Their lips mold to each other and it's the culmination of all of their stolen glances, touches, secret wishes.
Imelda Reyes has never been one to do things by halves, after all.
#this is my love letter to the lovely Imelda🥹😇💓#god I love her so much#idk if my version is canon really but to me it is and that’s what matters💓💓💓#hope you guys like this little peek into how I imagine her🙏#hogwarts legacy#hphl#imelda reyes#poppy sweeting#imelda reyes x poppy sweeting#imelda x poppy#hogwarts legacy fanfic
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Bien por ti 🍂.
____ Decidí dejarte quedar conmigo, como las hojas secas de otoño que entran en las casas y aun así, elegimos dejarlas, pues aportan una sutil belleza. Agradecí tu presencia porque enfrentaste todos mis demonios, enfrentaste mis fantasmas, abrazaste mis inseguridades y decidiste quedarte. Nadie se había quedado antes. Y por eso comencé a quererte más que a nada, incluso más que a mí misma.
Te convertiste en el centro de mi devoción, el tema de mis conversaciones con desconocidos en la parada del autobús; adoraba cada vez que alguien mencionaba algo sobre que el amor verdadero no existe. Porque yo respondería: “Eso es porque aún no lo conoces”. Y así me acerqué a ti, entregándome cada vez más intensamente, sintiendo el miedo de que esta entrega se volviera profunda e ilimitada.
Estuve a tu lado, incluso en los momentos más difíciles, siempre esperando ya que la vida es este constante ida y vuelta. Todas las mañanas me despertaba un poco más temprano y lo miraba dormir y pensaba:
“Él será el próximo en irse”. Fue un pensamiento tonto, casi adolescente, una inseguridad que me hizo cuestionar la geografía del amor. Tenía miedo de que te cansaras de mí y que, en algún momento, descargaras tus frustraciones en nuestra vida diaria.
Pero a medida que pasaron los días, me di cuenta de que la despedida también es una parte inevitable del viaje. Era como si las hojas de la primavera, que antes traían belleza ahora comienzan a secarse y caer, anunciando el ciclo que terminaba lo que es irónico para mí, ya que estás hojas secas, son hoy día mis recuerdos de aquellos días, de aquellas noches.
A veces, cuando caía la noche y se acercaba la soledad, me preguntaba si realmente podría tomar tu mano por un tiempo indeterminado, no definido, algo así como un “para siempre”. La idea de que pudieras desaparecer me aterrorizaba. Creo que el amor, por muy bonito que sea, trae consigo esta sombra, una incertidumbre que nos hace querer aferrarnos aún más fuerte. Y sin embargo, me permití sentir, ahondar en la profundidad de la conexión que compartíamos, incluso con el miedo palpitando en mi pecho.
Con cada risa, con cada mirada intercambiada, me di cuenta de lo vital que era para mí. Te convertiste en un puerto en medio de tormentas emocionales, un refugio donde encontré consuelo. A veces me encuentro pensando en cómo la fragilidad del amor es en realidad su mayor belleza. Es reconocer que, incluso con todos los riesgos, vale la pena ceder. Y así aprendí que el amor está hecho de valentía, de afrontar la incertidumbre y de dejarse llevar, incluso cuando el futuro parece confuso. Y quién sabe, algún día esta dedicación se convertirá en eternidad.
Sabía que por mucho que quisiera aferrarme a él, había un tiempo para todo, y tal vez se nos estaba acabando el tiempo. La idea de dejarlo ir me dolió, pero también me enseñó sobre la impermanencia del amor. La despedida, aunque dolorosa, trajo consigo la promesa de que los momentos vividos nunca serían olvidados. Y al mirarte, sabiendo que podría ser la última vez, sentí una mezcla de gratitud y tristeza, como si cada lágrima derramada fuera un homenaje a lo que construimos, a lo que éramos el uno para el otro, aunque el camino nos llevó en diferentes direcciones.
Escritura personal 🍂.
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silencioso asentir de cabeza pretende dar comprensión, iniciar un problema en base a algo tan superficial, le parece absurdo. ' sé que dan clases de estas cosas, pero siempre me pareció un poco... tonto. ' admite. al menos, ahora que lo ve en primera fila, ya no piensa que sea una pérdida de tiempo. curiosidad pica, llevándole a preguntarse qué clase de misterio escondería realmente globología. exhala, no evitando reír al escuchar resolución masculina. ' solo es falta de práctica, probablemente lo consigas pronto. ' voto de confianza es simple probabilidad, ha explotado los suficientes para ser cuidadoso al manipular los siguientes globos. ' ¿espadas, tal vez? ' no tan atractivo como un animalito, lo sabe. ' enséñales que pueden golpearse con eso y verás que son todo un éxito. '
Shin soltó una pequeña risa, relajándose un poco ante la explicación del masculino. "No te preocupes, lo sé, sólo me estresé de momento," respondió, levantando las manos también en señal de paz. "Tal vez sí estoy exagerando con la fuerza... aunque, viendo cómo estos globos explotan, tal vez se necesita algo más que un toque suave." miró a los niños que seguían esperando, con sus ojos llenos de expectativa. "Es cierto, algunos lo hacen ver como si fuera lo más sencillo del mundo. A mí me hacen falta unas cuantas vidas más para llegar a ese nivel." bromeó mientras trataba de inflar otro globo, esta vez con más cuidado. "Pero bueno, con un poco de práctica, quizás termine haciendo un perro que no parezca un accidente ¿qué forma crees que es la más sencilla?"
#· 𝘸𝘢𝘭𝘬𝘪𝘯𝘨 𝘰𝘯 𝘵𝘩𝘦 𝘸𝘪𝘭𝘥 𝘴𝘪𝘥𝘦 · interacción.#shin.#asfks i mean#song kang ?? a mi me trae enamoradísima#i swear#les agradezco a cada personita que bendice un dash con su carita JAJDJ#cómo estás; belleza?
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Ay linda.
Cómo me traes, como me atraes. Todo este tiempo y en mi vida sigues creando tanto sentimiento. Aún mi corazón recuerda como amarte, aún tus silencios me atormentan y todavía me da miedo no saber medir mis palabras.
El hilo rojo del destino, que en nuestro caso es un nudo que no se sabe si al final está el otro o si está roto. Solo enreda mi mente, y solamente desangra mi corazón lentamente.
Ay linda... Me quitaste el cielo donde veía brillar las estrellas de tus ojos. Me dejaste sabiendo que sin tus besos estoy incompleto. Le quitaste a las rosas su belleza y dulce aroma, les robaste su terciopelo si los comparo con besar tu cuello.
Querida mía, vive bien tu vida, pues en ella te llevaste parte de la mía, y yo también te llevaré por siempre. Estarás en mi cada mañana que despierte, cuando al corazón vivir le cueste, incluso cuando un día al caminar no me de cuenta que ya no te pienso más.
Solo quiero que sepas que la huella indeleble que me dejaste grabada me ha cambiado para siempre, que espero haber echo lo mismo por ti. Y si el poquito tiempo que con mucho amor compartimos nos ayudó a ser mejores. Creo que logramos tenernos con amor el resto de nuestras vidas.
-brokencat
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TEETH
primera parte.
��se sellará la indescriptible atracción que sentías hacia Park Sunghoon con el pinchazo de un colmillo?
pair: vampire! park sunghoon x f!reader (no hay descripciones específicas de cómo luce físicamente, así que puedes imaginarla como quieras <3)
summary: sólo te diré que está inspirado en la canción teeth de enhypen, vampire academy y hierarchy ;)
warnings of part 1: menciones de mordiscos, sangre y ataques de pánico (si hay alguno más no dudes en decírmelo¡!). also, la academia se llama bram stoker en referencia al escritor de Drácula
words: 5501
segunda parte tercera parte
¿Qué tenía Park Sunghoon que siempre conseguía dejarte sin respiración? Podía ser su característica belleza principesca, casi digna del llanto de una voz poética romántica inglesa que la llamaba desde la desesperación de sólo ver fealdad. Podía ser su caminar, simple ante los ojos de los principales catadores de modelos que deben crear ellas mismas con cada paso la pasarela, pero demasiado elegante como para ser tan simple. O simplemente era el hecho de que era el ex de tu mejor amiga.
Él cortaba tu respiración desde la incertidumbre. Una chispa de interés provocaba que tu mirada quedase atrapada en su belleza, en su caminar, en su identidad. O, la identidad que él debe tener sin ningún juicio último que lo destinase así salvo la existencia de tu mejor amiga, la cual lo hacía en un ex y, por tanto, alguien que jamás debe traspasar las líneas de lo desconocido. Pues no debes saber quién es Park Sunghoon verdaderamente, no debes sentir interés ante él ni definirlo de una manera que no se resuma en tres catadoras palabras: frío, egoísta y narcisista.
Así debía ser Park Sunghoon en tu perspectiva, dentro de tu propio juicio crítico. Una sombra de fealdad y no de la belleza que tus ojos tan inocente e involuntariamente percibieron. Una imagen despectiva, para nada atractiva ya que, ¿por qué querrías a alguien frío, egoísta y narcisista en tu vida?
Pero aquella fijación silenciosa e indeterminada que tu persona padecía sufrir ante el imponente Park Sunghoon no coincidía con los asentimientos de cabeza que siempre le regalabas a Aerin, tu mejor amiga, cada vez que mencionaba a este "ser sin corazón", como ella lo definía. ¿Estaba bien juzgar a una persona sin conocerla? ¿Dejarse llevar por rumores emitidos por una clara e indiscutible subjetividad? No, claro que no lo estaba y tus padres, especialmente tu madre, te lo había inculcado, repitiéndote la misma reflexión cargada de tolerancia millones de veces, demasiadas este último verano, antes de ingresar en la prestigiosa academia Bram Stoker. Lugar en el que conociste a tu nueva y aclamada mejor amiga y lugar dónde tu secreta fijación tan vergonzosa ha nacido con el nombre de Park Sunghoon.
Jamás te habías sentido de esta forma hacia alguien en tu corta vida de veinte años. Era una constante consciencia que, si vuestros ojos se encontraban, se volvía similar al encierre que una historia produce sobre ti, llevándote consigo a lo más profundo de sus páginas, una absorción plácida que en ningún momento te hace considerar tu necesidad de libertad individual. Podía sonar demasiado particular e intenso esta comparación, pero de verdad lo sentías de esa forma: tan irreal. Más razones que hacían que tu curiosidad creciera hasta lo superlativo, quemara hasta tu propio sentido común.
Y es que cuando hacías contacto visual con Park Sunghoon, un indescriptible nacía. Una pregunta sin respuesta, una negación sin argumento. Pero, sobre todo, una atracción con, lo que parecía, una imaginaria justificación. Porque, a ver, sí, eras reservada y observadora. Una Luna que debe sentirse atraída a un Sol y no a otra Luna. En cambio, eso no sucedía así contigo. Sunghoon, otra Luna era el centro de tu capacidad de sentir atracción por alguien. Y no eras muy fanática de los romances entre personas similares, más atraída hacia los polos opuestos.
Esta ferviente situación comenzó a principio de curso, la primera vez que su persona, junto con la de su famoso grupo de amigos, entró en tu campo de visión. Con tu uniforme negro con corbata azul, te sentaste en lo que los alumnos denominaban Comedor -cafetería en tu antiguo instituto- y, jugando con la tirita de un corte en tu pulgar que el libro que te encontrabas leyendo la noche anterior causó, Park Sunghoon apareció.
No hubo una primera impresión. No hubo una reacción. No pensaste nada. Las acciones del protagonista de la novela que leías hicieron que, ante hombres reales, no hubiese estándar alcanzable. Sí, la belleza de Sunghoon era arrebatadora, digna de ser observada por más de cinco segundos o un minuto, pero no sentiste esa necesidad. Fue como ver una obra de arte que no resonaba contigo, aunque fuese la obra más destacada y más bella de todo un siglo de artistas galardonados.
No sentiste nada, pero al mirar de nuevo hacia tu mano para seguir observando la tirita, tu piel se encontraba lo más erizada que jamás la habías visto. Una piel de gallina casi enfermiza, con las puntas de las uñas de tus manos temblando. La confusión reinó por completo tu mente, expresándose en un ceño frunciéndose. Te acariciaste la piel cuestionándote su estado, y tus yemas de los dedos casi no la sentían. Te incorporaste un poco en la silla, colocando tus manos en tu regazo, intentando calentarlas un poco, mientras decidías no darle mucha importancia y pensar en otra cosa. Y, a la vez que decidías olvidarte de ello, tus ojos parecieron tener otra opinión distinta a la de tu mente, pues se dirigieron directamente a lo que habían visto antes de centrarse en la tirita. Tus párpados los cubrieron casi buscando detenerlos pero ya era demasiado tarde.
Unos ojos negros, profundos como el carbón, ocultos entre una piel extremadamente pálida, casi sin vida, asomándose entre dos líneas de oscuridad dada por pestañas, unos ojos brillantes ante la luz del comedor pero aun así tremendamente opacos, capturaron todo tu ser, aunque solo deberían haber capturado tu mirada. Ahora sí, la piel de gallina fue sentida. Ahora sí, los rápidos latidos de tu corazón dejaron de ser ignorados por tu cerebro. Ahora sí, tu lengua empezó a quejarse de su sequedad. Ahora sí, habías notado aquel indescriptible.
Desafíamelo con biología o con física, pero sentiste como si Park Sunghoon te hubiera activado, encendido, creado. Por aquella milésima de segundo que aquel contacto visual duró, Park Sunghoon pareció autodenominarse como dueño de tu cuerpo, controlando tus acciones con una simple mirada, manipulándote a su semejanza. Pero esto no era posible y, buscando ignorar la grandiosidad de las nuevas emociones que acababas de descubrir en ti misma, tras ver como él, sin inmutarse, rompía aquella conexión, miraste hacia otro lado.
Lado en el que se encontraba Aerin y el resto es historia.
Ahora que te encontrabas observándola durante largos periodos de tiempo, buscando que no se enterase de las miradas furtivas que le estabas lanzando a Park Sunghoon inconsciente de las mismas y el cual se encontraba bajando las barrocas escaleras de la entrada principal de la Academia, notaste la gran diferencia entre él y Aerin.
—Entiende que, por mucho que ya hayan pasado dos meses desde mi ruptura con el ser desgraciado...— Hizo una mueca con los dientes que los dejó pintados de su llamativo pintalabios rosa. Rápidamente gesticulé el mensaje y, sin vergüenza alguna, pues Sim Aerin nunca sentía vergüenza de ella misma desde el ser desgraciado; y tras una sonrisa que, como siempre, nunca le llegaba realmente a los ojos, continuó. —Lo que equivale a tres meses en el curso y por tanto, el final del semestre, he decidido dar un evento—.
Sonrió triunfalmente. No era la primera vez que Aerin hacía este tipo de "eventos", término con el que realmente definía una fiesta privada dónde lo ilegal se volvía legal por el dinero en la cartera de papá, el director de Bram Stoker, tataranieto del verdadero Bram Stoker. Nunca habías asistido a aquellas fiestas encubiertas porque eran para los alumnos SSR, es decir, los hijos de los principales dirigentes, tanto económica como políticamente, de la alta sociedad del país. Estos alumnos se diferenciaban del resto con una corbata carmesí y, aunque no pareciese real, no había un clasismo encubierto. No existía a diario una gran diferencia entre ellos y el resto de alumnos. De esta forma, que Aerin se hiciese mejor amiga de una de las estudiantes nuevas becadas de tercer año, tú, no le sorprendía a nadie.
Ni siquiera existía un trato especial para con estos alumnos por parte de los profesores. Es como si ellos hubiesen con su personalidad y acciones, hecho olvidar al resto de su verdadera posición social. Gesto que se observa en cómo no existía un grupo de populares diferenciados intocables. Salvo el grupo de Park Sunghoon, alumno obviamente SSR que junto a sus amigos Heeseung, Jay, Jake, Sunoo, Jungwon y Niki; se mantenían como el único grupo en todo Barm Stoker conformado por sólo alumnos SSR de distintos cursos.
Aerin y tú érais del mismo curso que Sunoo y, pese a lo anterior mencionado, Sunoo había mantenido plenas conversaciones amigables contigo e incluso él te consideraba una amiga. Pero no del grupo que, desde tu punto de vista, parecía una fraternidad llena de secretos.
Podía ser que era por malas experiencias del pasado, pero una parte de ti siempre esperaba lo peor de Aerin, o lo peor de Sunoo. Todos ellos compartían esa sonrisa que jamás llegaba a sus ojos, un gesto que, bajo tu juicio, resonaba a una amistad llena de un vacío que jamás se podría cubrir. Aunque también podía ser simples suposiciones, pues Aerin no había sido mas que amable y Sunoo, más de lo mismo.
Cierto era que habías notado una ausencia de envidia o celos de los alumnos de tu rango hacia ellos. Ni una queja, ni ningún mal deseo. Ni una revolución. Es más, parecía que estaban deseosos de tener la atención de los SSR, especialmente de Sunghoon, la cara de la Academia. Un deseo que no compartías y que, siempre que escuchabas conversaciones en el baño de las chicas o tus compañeros de clase te comentaban algo entre as líneas de "ojalá poder estar con ellos", la extrañez era sembrada en tu interior. No te habías acercado primero ni a Aerin ni a Sunoo y no creías que hubieras tenido esa necesidad si ellos no lo hubieran hecho. Y, con respecto a Sunghoon, mientras sus ojos no se encontrasen con los tuyos, escapar era todavía posible.
—¡Qué buena idea!— Dijiste sin saber muy bien qué responder ante la noticia de otro evento al que, por normas establecidas desde un criterio un tanto desconocido para ti, alumnos de tu rango no estaban invitados. Aerin frunció el ceño rápidamente y sentiste un miedo irracional a haber dicho algo equivocado o a que hubiese notado tus miradas furtivas hacia Park Sunghoon. —¿Por qué el desinterés?— Su comentario, como tantos otros que desde su ruptura con Sunghoon te había dirigido, volvió a descuadrarte por un instante. Pero, y similar a lo que siempre sucedía, como si se hubiese acordado de algo tremendamente importante, ignoraba su propio comentario, en este caso una pregunta, para continuar con su monólogo, volviendo a sonreír de esa forma tan... SSR.
Aquel cambio en la actitud de Aerin hacia ti en instantes como éste fue paralelo a su desastrosa ruptura con Sunghoon. Dos semanas tardó Aerin en darse cuenta de que verdaderamente Sunghoon iba en serio en aquella conversación que, sin querer, habías escuchado un sábado lluvioso de noche, volviendo de la biblioteca de la Academia, dirigiéndote a los dormitorios que te correspondían, los de los alumnos no SSR, los azules. Además del lujo, la única diferencia con los otros era que se encontraban en un edificio separado de la Academia, al aire libre.
El libro de Literatura Universal era bastante pesado y ocupaba incómodamente gran parte la circunferencia deforme que tus brazos doblados y unidos realizaban para poder agarrarlo. Tus bailarinas negras sin tacón conseguían no hacer ruido al entrar en contacto con el suelo de baldosa a cada paso, siendo sólo posible escuchar el ruido de la lluvia. Hasta que, justo cuando ibas a girar la esquina para seguir con tu recorrido, la voz de Aerin te hizo pararte en seco justo cuando te ibas a adentrar en el pasillo en el que ella estaba.
—¿Cómo que quieres romper conmigo? ¿Tú sabes con quién estás hablando ahora mismo?— Su voz sonaba con un toque de ferocidad que jamás habías escuchado en ella al sólo conocerla desde hace un mes en este momento. El silencio le respondió. —No sólo asientas con la cabeza, Sunghoon. Eso siempre me ha sacado de quicio— Recordaste cada vez que asentiste como respuesta a una pregunta de Aerin y fue ahí donde empezaste a notar esa sonrisa SSR y, así, el modelo de sonrisa SSR.
Escuchar el nombre del mencionado te cortó la respiración del susto. ¿Por qué del susto? ¿Qué es lo que pasaba? Seguías confundida por cómo te estabas sintiendo mientras tratabas de pegarte a la pared, escondiéndote. Apretaste más el libro contra ti.
Entonces escuchaste la voz que llamaba al latido de tu corazón a revolucionarse, como si fuese dueña de ellos, de él. Pero no de manera romántica, sino de una forma primitiva, casi depredadora. Sonaba grave, aterciopelada y un poco nasal. A tus oídos, estúpidamente un Beethoven. ¿Cómo era posible que una voz fuese catalogada de esta manera por cómo tu cuerpo se sentía al escucharla? No sabías.
—Cállate. Me tienes harto, Aerin— Frío.
—Nunca quise esto y sólo acepté por mi padre y lo sabes— Egoísta.
—Ah, espera... No me digas... ¿Te has enamorado de mi?— Narcisista.
Podías hasta casi oír la sonrisa ladina burlesca con la que había pronunciado aquellas palabras.
Fue tal y como Aerin en dos semanas te describiría a Park Sunghoon.
Sus palabras tan duras envueltas en el sonido tentador que su voz era te aterrorizó por completo porque, en vez de cesar todo aquel juego que considerabas individual del observar el efecto que Park Sunghoon tenía sobre ti, no cabía en tu cuerpo la necesidad de volver a jugar. Así, te fuiste de aquel pasillo sin escuchar más.
Dos semanas después te "enteraste" de lo sucedido y, a partir de ese encuentro, notaste el cambio en Aerin y el esquema, además del espejismo, en el que todos los SSR parecían estar dentro.
—Bueno, olvida eso. Lo importante es que, esta vez, estás invitada— Dijo Aerin cambiando de actitud mientras daba saltitos y te abrazaba efímeramente. No te dio tiempo a corresponder el abrazo. —¿Cómo? Pero, ¿eso es posible? ¿No va contra las normas?— Aerin te miró como si tuvieras tres ojos y no dos durante un momento, para después ignorar tu negación. —Todo está permitido y es legal, creo que ya sabes quién soy— Se rio y la mención de su identidad te produjo un escalofrío.
La principal razón por la que existía una aparente igualdad entre los alumnos era porque nadie hablaba de quienes eran en realidad. Todos lo sabían, pero ellos jamás habían forzado ese conocimiento en el resto. ¿La razón? Desconocida. Así, te reíste nerviosamente, haciendo como si no hubieses escuchado sus palabras. Los ojos de Aerin brillaron. Respuesta correcta.
—No acepto un no por respuesta. El impresentable va a estar allí y necesito a mi mejor amiga para que me apoye— Su brazo rodeó tus hombros mientras os girabais para ir a clase, apareciendo Park Sunghoon en tu campo de visión, el cual estaba hablando con Heeseung y Jake cerca de la escalera por la cual le habías visto bajar inicialmente.
Estabas tan centrada en Aerin que pensaste que Park Sunghoon sólo había bajado las escaleras para después desaparecer, pero parece que había estado ahí todo el tiempo tras encontrarse con sus amigos. Fue inevitable no mirarlo mientras se te secaba la garganta y decías un "Claro Aerin" al no poder dejar jamás que ella te pirase mirándole. Aerin casi paró en seco tras darse cuenta de la presencia de Park Sunghoon. Tras titubear un momento, retomó el paso a una gran velocidad que te sorprendió. Así, con tu mente sumergida en la sorpresa, tus ojos aprovecharon para dirigirse hacia él y tu corazón latió con fuerza. Como siempre, Park Sunghoon parecía inmune a hacer contacto visual contigo. Te miraba como si estuviera mirando al vacío, haciendo un contacto similar al que haces al confundirte y sonreírle a una persona que en verdad, estaba mirando a otra parte.
Así habías llegado a la conclusión de que, en verdad, debía de estar siempre mirando en otra dirección. No provocabas en él lo que el provocaba en ti. Además, no sentías que el mismísimo Park Sunghoon mirase en tu dirección las mismas veces que tú le mirabas.
Tu interior quería su atención, la necesitaba de una forma que nunca conseguía dejar de sorprenderte. Pero él seguramente miraba a Aerin, arrepintiéndose estos dos últimos meses de su decisión de abandonarla, de ser ese Park Sunghoon frío, egoísta y narcisista, de no ser él. La conexión tan individual que sentías hacia él te hacía pensar de esta manera, apenas sin conocerlo. Unos dirán idealización, otros dirán una búsqueda de entendimiento de tus propios gustos. Yo digo una satisfacción de los deseos de tu yo más profundo que parecía que sólo él podía brindarte...
Pero él estaba por Aerin. Estabas convencida.
Pero oh, cómo te equivocabas.
‧͙⁺˚・༓☾ ☽༓・˚⁺‧͙
Tras llegar al comedor casi escapando de su ex, Aerin te sentó en uno de los bancos, justo al lado de Sunoo. La miraste con duda, temiendo su reacción ante el encuentro con Park Sunghoon. Pero, para tu sorpresa, y en contradicción con sus apretados puños casi blancos por sus puntiagudas uñas, estableció. —El evento es este sábado, siento que te avisara tan tarde pero me estaba asegurando de que pudieras venir con seguridad y déjame decirte que... qué segura estoy— Pronunció esto último mirando hacia el horizonte, gesto que te descuadró un poco. Miraste a Sunoo, el cual te la devolvió con una sonrisa ladina. —¡Hay que prepararse!— Le sonreíste de vuelta mientras un sentimiento asfixiante se asentaba en tu pecho. Lo llamaste hambre pero y tras comer, el hambre no puede durar... ¿verdad?
‧͙⁺˚・༓☾ ☽༓・˚⁺‧͙
Park Sunghoon no estaba mirando a Aerin precisamente. Desde que te vio por primera vez, todas sus convicciones de haber estado vivo temblaron -y mira que ha estado vivo por mucho tiempo-, ya que fue observándote (y después de hacerlo) cuando fue totalmente consciente de que no estaba ciego, de que sus ojos observaban una realidad cuyos colores sólo podía conocer a través de ellos, que realmente observar es una acción impersonal en la que el objeto que ha conseguido toda su atención, se vuelve lo más importante para él, aunque sólo sea por un segundo, una milésima, un simple pestañeo.
Cuando Park Sunghoon te observaba, no podía centrarse en nada más. Pero esta esclavitud de su concentración no estaba producida por resultar cautivado ante tu presencia, no. Era porque, por muy irracional que sonase, Park Sunghoon se sentía responsable de cada movimiento que hacías, cada respiración, cada paso. Era totalmente exasperante. Poco a poco, su sanidad se veía intoxicada por ti y, cuando eran tus ojos los responsables de su gran carga, Park Sunghoon quería más de ti. ¿El qué exactamente? No tenía ni la remota idea. O de eso se intentaba convencer.
Tampoco, según él, tuviste ninguna influencia en su decisión de terminar su trato, su engaño con Aerin. Y, tras ahora abandonar el hall con su ex, tampoco sintió las inmensas ganas de que te dieras la vuelta, volviéndole a brindar toda tu atención.
—Parece que Aerin te sigue odiando, Sunghoon— Sim Jake mencionó mientras que, con los brazos cruzados en el pecho, hacía una mueca de cansancio hacia donde Aerin antes se encontraba contigo. Eran primos lejanos y, tantos años juntos (demasiados), habían creado una atmósfera un tanto extraña. Su pelo rubio se movió también, al nunca estar tan controlado por Jake como le gustaría. Esto lo distrajo por un momento y no se fijó en como Sunghoon siguió mirando hacia aquella salida, contemplativo. Gesto que no paso de largo por Lee Heeseung.
—Ah, ya.— Fue simplemente lo que Sunghoon le respondió. A esto, Jake gesticuló con cierta energía.
—¿Esa es tu reacción? ¿No estuvisteis saliendo juntos durante todo el verano?—Sunghoon miró a Jake con cierto aburrimiento.
—Nunca fue seriamente— Jake miró con shock a Heeseung mientras cerraba la boca.
Heeseung, tras mirar un segundo a Sunghoon, hizo contacto con Jake y tras ver su sorpresa, rompió su silencio. —¿Qué? ¿No lo sabías?— Jake negó con la cabeza un poco, todavía sorprendido. Heeseung rio mientras le daba un suave golpe en el brazo. —Eso te pasa por siempre irte a Australia en verano— Jake lo empujó y comenzó a caminar hacia el comedor, negando con la cabeza.
—No es mi culpa que mi familia sea de allí— Refunfuñando, fue seguido por Heeseung. Sunghoon, un tanto sonriente ante las reacciones de su amigo, les siguió también, unos pasos por detrás.
Jake, que iba unos pasos más por delante, se giró y, tras dirigirle una mirada de disculpa, se colocó junto a Sunghoon. —No pasa nada, Jake— Rio este último mientras Heeseung esperaba a que llegasen a su altura, aprovechando para seguir observando la actitud de Sunghoon. —¡Perfecto entonces! Porque me acabo de acordar de la gran noticia. Aerin hará otro de sus eventos este fin de semana—.
Llegaron a la altura de Heeseung y Sunghoon simplemente resopló. —Vamos Sunghoon, el rol de vegetariano no te va muy bien—
Heeseung miró a Jake de soslayo, esperando que no siguese por ese camino. Sunghoon se tensó al momento. —No soy un asesino—.
Su tono frío le recordó a Jake por qué era un tema sensible pero, buscando reconfortar a su amigo, continuó.
—Tranquilo Sunghoon, es sólo pasarlo bien. Nunca ha muerto nadie así que no deberías— Heeseung interrumpió. —Mejor cambiamos de tema, ¿vale?—
Siendo el mayor de los tres, tanto Jake como Sunghoon dejaron de mirarse para asentir y continuar caminando. —Ahora que lo pienso no se si suena tan bien... Aerin va a llevar a su amiga, así que será su protegida— Jake lo mencionó con toda la buena intención del mundo, pero a Sunghoon no le gustó ni un pelo el tono decepcionante que usó Jake ni la mirada compasiva que Heeseung le dirigió.
Una necesidad casi primaria de prohibir a todo aquel que no sea él de mencionarte en los términos a los que Jake se refería perforó sus instintos y casi llegó a hablar para expresar tu súbito estatus como suya. Claro que Sunghoon fue el primero que se paró a sí mismo, extrañado ante sus sentimientos y negando absolutamente una posibilidad de necesitar protegerte o, peor aún, de morderte.
‧͙⁺˚・༓☾ ☽༓・˚⁺‧͙
Llegó el sábado sin anormalidad ninguna. Tampoco era como si estuvieses esperando algún cambio en la monótona vida académica que llevabas, o eso te repetías continuamente. El final del semestre se había dado el día después de que Aerin te invitara a aquel evento y de que te lo anunciara. Así pasaste el miércoles, jueves y viernes sin clases en tu dormitorio sólo compartido por ti y tu soledad. Aunque no sólo estuviste pudriéndote en tu cama con un buen libro, sino que también quedaste con Aerin y Sunoo en una especie de bosques interiores que existían en la Academia.
Un diseño arquitectónico que jamás habías visto, pues toda la academia se encontraba cubierta de patios interiores con la única excepción de la salida a los dormitorios de los alumnos azules.
Acostumbrada a las ventanas y, especialmente, a estar en contacto con el Sol, la estructura de las aulas y de la academia entera en general te resultó al principio un tanto agobiante. Techos infinitos que formaban triángulos afilados apoyados en altas paredes que sólo se encontraban agujereadas por ventanas en lo más alto. Escuchar por primera vez las campanadas de lo que parecía Notre Dame te había sorprendido. Antes de trasladarte, sabías de la apariencia tétrica de la academia, pero cada techo formaba un escondijo perfecto para el mismísimo Fantasma de la Ópera.
Pero nadie más que tú parecía extrañada, así que la normalidad fue sencillamente fácil de alcanzar.
La tela roja que conformaba tu vestido imitaba a tu propia piel al abrazarse con gracia y elegancia a la silueta de tu cuerpo. Sunoo te había convencido para elegir aquel vestido, haciendo hincapié en su gusto exquisito, cualidad que la misma Aerin no compartía pese a ser también una alumna SSR. Ella vestía bien, pero Sunoo más. La mirada indescifrable que Aerin te había regalado tras verte con aquel vestido a la salida de la academia (el evento se celebraba en una de las tantas casas sofisticadas de propiedad del director de la academia, es decir, del padre de Aerin), provocó una cierta inseguridad en tu apariencia. Fue Sunoo que, tras encargarse de tu pelo, asesinó cualquier sentimiento de duda.
—Estás exquisita—Estableció tras hacer contacto visual a través del espejo que el chófer de Aerin siempre traía consigo. Tu ceño se frunció ligeramente ante el uso de aquel adjetivo entre los tantos similares que podría haber usado pero, centrándote en la Luna que se dejaba ver a través del cristal, sonreíste con gratitud.
Aerin con su vestido verde oliva también lucía absolutamente preciosa y, la forma en la que había mencionado a Sunghoon con tono de venganza, entre las líneas de "se arrepentirá de haberme dejado" tras Sunoo alabarla, sonaba más a una auto convicción que una promesa.
No decidiste prestar atención a cómo siguió la conversación porque... Sunghoon. Una adrenalina provocada por un estímulo que no sabías muy bien identificar se había asentado en tu vientre, haciendo casi temblar tus manos. Ahora el hambre era adrenalina.
Tu intuición te avisaba de que hoy no iba a ser como las otras veces, una presa que consigue escapar por la indiferencia de su depredador. Hoy, tu intuición te hacía asesina de tu propio juicio, o eso es el destino que ésta selló. ¿Iba a ser así? No tenias la prueba científica... ni siquiera sabías exactamente por qué te sentías así. Pero, cada vez que Park Sunghoon se hacía camino entre tus otros pensamientos hasta llegar al centro de tu mente consciente, la adrenalina se descontrolaba. Morirías de hambre a este paso.
Aunque tu juicio, todavía vivo, no quiso atender, ya que ¿por qué pasaría algo con Park Sunghoon justo hoy tras tres meses de simple atracción no correspondida?
De nuevo, erraste en el primer momento en el que estableciste que a Park Sunghoon le eras indiferente.
‧͙⁺˚・༓☾ ☽༓・˚⁺‧͙
El trayecto fue corto y simple, lleno de ilusión. No sabías que te esperaba y la cantidad de anécdotas que Aerin y Sunoo te contaban hicieron que tuvieses grandes expectativas. Tenías pensado pasarlo bien, intentando ignorar tus presentimientos, ya sean malos o buenos. Además de que todo iría bien, como muchas veces Aerin y Sunoo habían repetido porque ibas en calidad de su "protegida". Todavía no habías entendido muy bien qué significaba aquel término y las respuestas evasivas de Aerin no te aclaraban nada. Pero como estabas centrada en disfrutar del momento buscando cesar tu personalidad de naturaleza tan responsable que te ahogaba con el constante recordatorio de la existencia de consecuencias que tus actos podían llegar a producir, no insististe más.
Hasta que los viste. Varios pares, casi centenares, brillantes y puntiagudos, escondidos, casi tímidos en las distintas bocas por las que se asomaban. Colmillos.
Entrar en la fiesta que se estaba dando en la piscina no supuso ningún alteridad de tu intención inicial: pasarlo bien porque todo iría bien. Ni rastro de colmillos, nada. Simplemente te extrañaron dos cosas. La primera: ¿cómo una fiesta con tanta gente tenía tan poca iluminación, dependiendo solamente de la luz de la luna para ver? Aerin te habló de un apagón temporal. La segunda: ver la cantidad de parejas que se encontraban besándose en el cuello. Sunoo te dijo que eras demasiado inocente, hecho probablemente cierto.
Nada alarmante, nada alterante. Hasta que, tras estar bailando cinco canciones seguidas con Aerin y Sunoo (realmente te lo estabas pasando en grande), un pin pon con un borracho Jungwon y un descanso en la cocina con Jake y más conocidos; te excusaste para ir al baño.
Llevabas cerca de dos horas en aquella fiesta y sin una gota de alcohol en el estómago (sorprendentemente sólo había vino y Aerin no te lo recomendó al ser de mala calidad, pese a, después y desde la cocina, verla bebiéndolo), pensaste que buscar el baño no iba a suponer un gran reto. Pero te perdiste y caminando por el segundo piso sin rumbo alguno, la suerte preció estar de tu lado cuando lo encontraste.
Todo iba tan bien, tan perfectamente bien que mientras acercabas tu mano al pomo de la puerta entreabierta sonreíste para ti misma, sintiendo que habías juzgado todo demasiado meticulosamente, dándole la razón a tu madre. Hasta que lo escuchaste.
—Muérdeme, por favor— Una voz femenina y un sonido de piel desgarrándose rompieron el silencio de aquel blanco pasillo del segundo piso y, levantando la cabeza, viste a un Heeseung mordiéndole el cuello a una chica que no conocías haciéndolo sangrar.
Tus mofletes se calentaron y te apartaste rápidamente. Los gemidos de ella y los gruñidos de él anularon cualquier sonido que pudiste llegar a hacer mientras te alejabas, buscando volver a la piscina. Buscabas quitarte aquella imagen de la cabeza, aunque la sorpresa era indudable. Sabías que había gente a la que el dolor le producía placer y nunca te habías considerado una de esas hasta que viste aquella sangre corriéndole por su cuello. ¿Por qué tu cuello no paraba de palpitar?
Bajaste la escalera y echando una ojeada al primer piso para distraerte, volviste a encontrarte con la misma posición. En este caso, era Jake con una chica que tampoco conocías. Rápidamente seguiste bajando las escaleras, llegando al porche. Tu corazón latía demasiado fuerte y decidiste pese a lo que Aerin te había dicho, beber el vino servido. Necesitabas alcohol para quitarte aquella sensación.
Así te llevaste el vaso a la boca en la soledad de una desierta cocina. Todos estaban en la piscina bailando o besándose el cuello, pues la cantidad de parejas parecía haberse multiplicado desde el inicio de la fiesta. Verlas así te devolvió el recuerdo de lo que minutos antes habías visto y, ya sin dudas, te llevaste el vaso a la boca.
Un sabor metálico y un tanto caliente hizo contacto con tu lengua. Escupiste al momento. ¿Por qué aquel vino sabía a sangre? Abriste la nevera con la necesidad de quitarte aquel horrible sabor de la boca y las viste.
Más de veinte envases de plástico con etiquetas que ponían nombres de distintos animales en rojo te recibieron tras abrir la nevera. Era sangre de animal. El estómago te dio un vuelco y sentiste arcadas. Rápidamente fuiste al grifo y bebiste agua pese a nunca gustarte beber de él.
Mientras te limpiabas la boca notando que el gloss todavía resistía en tus labios, lo que habías visto anteriormente ya no te pareció una simple coincidencia. Así, con el ceño fruncido y una valentía calculadora, te acercaste a la piscina y observaste tus alrededores,¡. Destellos blancos similares a perlas parecían reflejar la luz de la Luna en aquellas parejas que ya no estaban unidas por un beso. Mirándolo mejor, era un mordisco.
Tu respiración se aceleró casi entrando en un ataque de pánico hasta que viste la figura de Aerin y Sunoo. Sintiéndote infinitamente aliviada, ibas a empezar a caminar para ir hacia ellos hasta que Sunoo abrió la boca tras acercarse al cuello de Aerin y viste con tus propios ojos como los dientes de Sunoo se transformaban en afilados colmillos que perforaron la piel de Aerin, haciéndola sangrar.
Las caricias de Aerin y sus ojos cerrados por placer fue la señal que necesitaste para darte cuenta de que había un consenso, de que esto era normal, de que esto era lo que pasaba en estos eventos.
Tu mente empezó a dar muchas vueltas, especialmente por el hecho de que no sabías muy bien qué tipo de culto de imitación vampírica se estaba llevando a cabo. Tu respiración se aceleró y entraste de nuevo en la casa, buscando escapar. Subiste la escalera hasta el primer piso sin darte cuenta de que Jake podría seguir allí (tampoco pensaste en ello del estado de shock en el que estabas entrando). Esta vez subiste hasta arriba de todo, no parando en el segundo piso. Necesitabas alejarte de fuese lo que fuese que estaba pasando abajo y, por alguna razón, ir arriba del todo. Necesitar ir arriba del todo.
Rápidamente, llegaste a la cima de las escaleras que consistía en una puerta ligeramente normal para el lujo del resto de la casa. Estaba entreabierta y la brisa nocturna salía de aquella. Justo lo que necesitabas en ese momento, lo que más anhelabas en ese momento estaba detrás de esa puerta. Así, cumpliste esa necesidad abriéndola y penetrándola.
Con las manos en los bolsillos y sus dos mechones de flequillo moviéndose en un dócil aleteo que la brisa nocturna provocaba, la figura esbelta e imponente de Park Sunghoon te recibió y sus profundos y mortales ojos se clavaron en tu persona sin titubeo ni expresión, pero con la intensidad de un contacto anhelado en sueños.
"Él es lo que necesito, mi sueño cumplido"
‧͙⁺˚・༓☾ ☽༓・˚⁺‧͙
notes 1: la segunda parte está en camino y esta semana estará terminada... no tengo pensado hacer más así que esto sería un one shot de dos partes (?). aunque si se me ocurre algún drabble pues quién sabe juju. espero verte en la segunda parte ilysm <3
ʕ•̫͡•ʕ•̫͡•ʔ•̫͡•ʔ•̫͡•ʕ•̫͡•ʔ•̫͡•ʕ•̫͡•ʕ•̫͡•ʔ•̫͡•ʔ•̫͡•ʕ•̫͡•ʕ•̫͡•ʔ•̫͡•ʔ•̫͡•ʕ•̫͡•ʔ•̫͡
notes 2: omg!! el primer fic en español que escribo por aquí... veremos. si te ha gustado puedes dar un like y rebloguear y, si te sientes amable, un comentario me haría super happy. no he visto muchos blogs escribir en español de enhypen e intimida un poco 🙂↔️ solo espero que te lo hayas pasado bien leyéndolo como yo escribiéndolo jusjus. i love you <3
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Cuando miro el alba que trasluce mi cuerpo de forma serena hacia mí, recuerdo que quererse es también protegerse ante la agresividad de la sociedad. Una flor silvestre en medio de la adversidad no inhibe la belleza de su crecimiento, sino que se cuida y continúa. Supongo que fuimos creados para conocer la resiliencia en medio del caos de este mundo. A pesar de ella, no sé cómo estaré ni a dónde llegaré algún día pero quiero alegrarme porque haya tomado buenas decisiones el resto de mi vida. Solo quiero atisbar el pasado para resguardar la sabiduría que me ha ayudado a ser la persona que soy ahora.
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elevar de cejas se vuelve inevitable al escuchar pedido e, incluso si se ha acercado con intención de ofrecer ayuda, no esconde expresión de sorpresa que se manifiesta al escuchar sobre objeto. ' puedo avisarte si lo veo. ' y aunque es única promesa que se permite hacer, duda que ladrón caminase por bosque con una pertenencia ajena en visión. si era inteligente, intentaría mantener arma escondida. comisuras se elevan ante siguiente resolución, agradeciendo que intención principal no tuviese un mal recibimiento. ' asher. ' respuesta abandona labios, manos se meten en el interior de bolsillos y les observa. ' ¿qué hay de ustedes? ' curiosidad predomina y una vez más, se permite mostrarse entre sorprendido y confuso por mención masculina. asiente, sin embargo, cuando escucha explicación detallada. ' cualquiera estaría molesto si le roban algo. ' no lo juzga, tampoco lo culpa. en su lugar, reacción podría ser incluso idéntica. ' ¿cuándo te lo robaron? ¿en el refugio? '
" también es valido. " eleva las cejas fugazmente. siguiendo la mirada de él hasta willie. " mm, sí... de hecho, necesito que me ayudes avisándome si ves a alguien con un subfusil de este tamaño por ahí. " le muestra con las manos el largo, porque duda que sepa de armas. " ahh... qué amable. estamos bien, gracias por preocuparte. ¿cómo te llamas? " le sonríe amablemente, apreciaba el gesto. " no hablaba de ti, en todo caso. " no tenía pinta de ladrón en lo absoluto, y esperaba no equivocarse, pero parecía ser una persona decente. " ¿sabes que se extravió? una cosa de mi propiedad, eso es lo que me tiene encabronado. ni siquiera fueron capaces de pedirla prestada o hacer un trueque. " le había contado a más de una persona ya, pero tarde o temprano descubriría quién es el ladrón.
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Desde nuestros asientos, y sin todavía arrancar el tren, ella y yo nos cruzamos ya las suficientes miradas como para decirle que se acercara. ‘Ven aquí’. Y con mi voz y mi gesto se levantó ligera y con una sonrisa que me dejaba adivinar que su fino cuerpo caminaba hacia mi con el coño empezando a mojarse.
Yo estaba sentado del lado del pasillo y la dejé pasar delante mía y ponerse en la ventana. Se notaba que tenía las piernas recién depiladas. Fue lo primero que le dije y al oírme se subió más la falda para que viera también sus muslos. Sonrió otra vez y me contestó ‘lo hice ayer, así que hoy es mi primer día oficial de falda’. La felicité de tan bonita. Le pregunté su nombre y me puse sobre un costado mirando hacia ella. La vi receptiva y acerqué mi mano a su mejilla. Entonces ya había caído en que era deliciosa. La acaricié y mientras nos fundíamos con las miradas pasaron 3, 5, 10 segundos ilimitados. La mano extendida en su cara de piel blanca, la estaba adorando y se dejaba, pero me empezaba a calentar, y cambié a mirar su boca, y pensé en cómo seria follarla. Ella lo interpretó bien y la abrió levemente, y entonces solo acerqué el pulgar para rozar sus labios y después su lengua, notarla babear como pidiéndome llevar ahora mis dos dedos grandes adentro suya, y éso fue, sus sonidos me excitaron, me empecé a poner muy cachondo, la incité ‘mójalos bien’ y para su sorpresa los bajé flotando hasta sus piernas, luego subiendo por su falda, y buscando el elástico de sus bragas hasta rebasarlo y meterme por dentro a la vez que ella contenía la respiración, y palpar su coño depilado y sin opción de que lo pidiese, hundir los dedos en su carnosa entrada y penetrarla mientras separaba los muslos y que abrumada y vencida sólo consiguiese gemir ‘qué cabrón eres’
me encantó observar a esa belleza estremecerse. Yo sólo la veía a ella pero notaba a los pasajeros transitar por el pasillo a mi espalda. Podía ver en su cara cómo luchaba por no ser descubierta. Bajé el ritmo de mi mano y consiguió volver a respirar con normalidad. Saqué la mano de entre sus piernas y nos comimos la boca. Me separé y le dije:
-quiero follarte. Vamos al baño. Te voy a agarrar la mano y me sigues. Estás demasiado rica y no puedo esperar. Quiero follarte y me quiero correr contigo.
-eres un puto cerdo. Pero… ten mi mano… cógeme.
Entonces nuestro cruce de miradas y sonrisas perversas. Justo el tren empezó a moverse. Nos fuimos al baño. Cerramos la puerta y estuvimos frente a frente unos segundos como planeando qué hacer. Nos besamos más, nos tocamos más, y la empujé hasta arrodillarse para tener mi polla frente a su cara, a su alcance. Tras exclamar un ‘joder’ y mostrar su expresión abriendo exageradamente los ojos por sorpresa al ver el tamaño, la puso en su boca con hambre, sin titubear. Le quise provocar y contestó que no, que no le daba ninguna vergüenza estársela comiendo desesperadamente a un desconocido en un tren. Tuve ganas de dejarla disfrutar hasta correrme pero deseaba a fondo sentir cóml sería follarla. La levanté y puse su ligero cuerpo de espaldas. Tenía el pene durísimo y sin dudar la forcé dentro de ella desde atrás, bajo su falda, deseando hacerla gemir bien alto. La usé y follé con intención de al final correrme en su preciosa boca. Empecé suave, y cuando me puse más animal metiéndosela mas profundo, sintiendo como la llenaba con todo mi grosor, la tuve que reducir sujetándola, y agarrándola por pelo y cuello. Me pegué a su cabeza, y teniéndola inmóvil y sometida así quería que me escuchara
-No grites porque te va a conocer todo el tren y van a querer encerrarse aquí contigo todos… Cállate y tómalo sin lloriqueos, tienes que aguantar todo ésto que te estoy haciendo… y veo que estás tan caliente que no vas a tardar en correrte, verdad? Te gusta que te follen así? Pues éso has de hacer, callar y dejar que te empuje fuerte por dentro, y la notes entera. Te gusta porque eres una pervertida, a que sí? y si quieres que incluso cuando yo termine avise a un hombre, dos o tres más porque lo necesitas, lo hago… ok? Pero yo quiero aun reventarte para que te vacíes sobre mi, te corras sobre mi y quitarte las ganas de ser la más puta del tren… quieres correrte ya? Espero? O es ya? Ya tienes permiso para hacerlo… vamos….
Tuve que abofetearla y ahogarla más para que se excitara lo suficiente, pero su desesperación cristalizada en un orgasmo mereció la pena. No quité la polla de dentro suya hasta que se relajó. Aún con temblores la agarré de la cara y la arrodillé para recibir mi corrida.
-mírame a los ojos una vez más. Y sí, así, saca la lengua… joder....
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Granada, 2022 | Esteban Kukuriczka
Para: el individuo que me recomendó escribir sobre Adolfo Strauch *mañana escribiré del otro Strauch XD
~
Estás sentada en la terraza de un café en Madrid, reflexionando sobre la vida con tu taza de café y un cigarrillo. Después de días de indecisión sobre qué hacer con tu vida y recibir recomendaciones que no te convencen, te encuentras en una situación financiera precaria, con casi nada en tus manos.
Sientes el deseo de escapar y explorar una ciudad diferente, con un estilo único, algo que se asemeje a la esencia nazarí. De repente, ves un cartel que destaca la belleza y la arquitectura de Granada. Con el poco dinero que posees, tomas la decisión de comprar un billete y partir hacia Granada al amanecer.
Al día siguiente, te despiertas a las 4 de la mañana, listo para la nueva aventura. Empacas tu cámara Polaroid, metes tus pertenencias en la mochila y esperas mientras un Cabify te recoge para llevarte a la estación de tren.
Una vez en la estación, te percatas de que es muy temprano, así que decides esperar con calma la llegada del tren. Cuando llega la hora de abordar el tren Iryo, te diriges al carril cinco y te sientas. Con tranquilidad, te pones tus audífonos y comienzas a escuchar tu canción favorita. Sorprendentemente, el tren está prácticamente vacío, no tienes a nadie a tu lado ni enfrente de ti.
Mientras miras por la ventanilla del tren, contemplas la belleza del paisaje en el camino hacia Andalucía. La canción que estás escuchando envuelve tu vida con un toque romántico, y de repente, una sonrisa ilumina tu rostro. En ese momento, escuchas una voz masculina que te dice: "Sos prácticamente un protagonista". Tratas de ubicar de dónde proviene la voz, ya que no hay nadie frente ni a un lado de ti, pero percibes un reflejo en la ventanilla de un chico que está detrás de ti.
Tú le preguntas, "¿Disculpa?" En respuesta, el chico se levanta de su asiento y se acerca a donde estás sentada, poniéndose justo enfrente de ti para poder hablar cara a cara.
"Perdona," él te dice, "Me llamo Esteban y vos?" te pregunta. Sin embargo, tú le respondes con tu nombre de manera indecisa.
"¡Qué lindo nombre tenés! Y, ¿vas para Granada o sos de Granada?" Esteban te pregunta. Le respondes que estás escapándote hacia Granada y que eres de tu país. Él comenta, "¿Cómo que de escapada, como de alguien?" y tú te ríes levemente, aclarándole que simplemente estás buscando algo significativo. Él te dice, "¡Qué raro, no?" y tú le preguntas por qué. Esteban responde, "Es que eso es algo que un protagonista haría", dejándote pensativa mientras intentas entender a qué se refiere.
Luego, le comentás a Esteban que pensabas que cada individuo es su propio protagonista. Sin embargo, Esteban te responde, "Vos tenés razón, pero nadie es capaz de dirigir su propia vida. Hay que tener valentía para poder hacerlo". De repente, te reís y le decís, "¿Eres muy filosófico, no?" y Esteban te responde, "Creo que vos me hacés sentir filosófico".
Ambos se ríen y de repente, un miembro del personal pasa por el pasillo ofreciéndoles café. En tono cómico, le comentás a Esteban, "Creo que el café te ayudará a profundizar un poco más", a lo que él responde, "Pues, perfecto".
Ambos disfrutan del café y tú contemplas el paisaje por la ventanilla. Sin embargo, notas una mirada fija hacia ti. Miras a Esteban y le preguntas, "¿Qué?" Él te responde, "Es que, vos sos única, es decir, guapa". Tímida, le agradeces, pero luego, en el silencio, te quedas mirándolo y te das cuenta de lo guapo que es. Su cabello tiene unos reflejos rubios, como rayos del sol, sus ojos son color café, y está lleno de pecas de miel. Luego, tus ojos se desplazan hacia sus brazos, observando las venas que van hacia sus manos rojizas, las cuales se ven cálidas.
Después, Esteban te interrumpe y te pregunta, "¿Qué?" Tímidamente, le respondes, "Nada."
Esteban y tú quedan en pleno silencio, cada uno contemplándose en silencio. De repente, se conectan a través de sus miradas, y él te dice, "Me gustaría salir contigo".
Confundida, le respondes, "¿Aquí en Granada o...?" y él te interrumpe diciendo, "Ambas".
Fin
#society of the snow#la sociedad de la nieve#esteban kukuriczka#fanfic#my writing#uruguay#argentina#reader x Esteban kukuriczka.#enzo vogrincic#spanish
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He only dates pretty girls. ✰ hwang hyunjin
ー♡̵ pairing. hwang hyunjin x female!reader
ー♡̵ género y warnings. smut - sin muchos detalles, fluff, uni!au
ー♡̵ autora original. @leeknow-thoughts
ー♡̵ wc. 0.7 K
MASTERLIST
Fue una comprensión vergonzosa cuando descubriste que te habías enamorado de él. Estaba fuera de tu alcance y lo sabías. Oh, cómo lo sabías.
"Sólo sale con chicas bonitas", parecían decir todos sus amigos.
Como si ellos mismos te recordaran cuál era tu lugar.
Era inteligente, solo necesitaba clases particulares de matemáticas. Todos los martes y viernes ibas a su casa de fraternidad para ayudarlo con trigonometría. Cada vez que ibas, aprendías algo nuevo sobre él. Cada vez que ibas, él también aprendía algo nuevo sobre ti.
La semana pasada ambos hicieron menos matemáticas y hablaron más. Hablaron de todo, desde música hasta exámenes y zapatos.
Era guapo. Hasta un ciego podía ver su belleza, porque su belleza no se limitaba a su apariencia. Era hermoso en su voz, en su pasión, en su bondad.
Su presencia también era hermosa, aunque fugaz. Cada momento con él parecía fugaz, suave como una pluma, pero tan pesado como un ladrillo.
Te encuentras en una de sus fiestas. Sentada en el sofá de su fraternidad, rodeada de cuerpos sudorosos. "Ahí estás! No puedo creer que hayas venido!", escuchaste su voz frente a ti.
Cuando miraste hacia arriba, lo viste. Estaba hermoso, como siempre, con unos sencillos jeans azules y una camiseta negra sin mangas. Sin embargo, lucía elegante.
"Uhm, por supuesto! Gracias por invitarme!", intentas hablar lo suficientemente alto como para poder escuchar las palabras que salen de tu boca por encima de la música.
"¿Quieres volver a mi habitación? Hay un poco de ruido aquí", pregunta.
Por supuesto que accediste. Te tomó del brazo mientras te guiaba por los pasillos de la casa. Subiste por la escalera y llegaste a la primera puerta a la izquierda. Su habitación era así, él.
Estaba limpio y ordenado. "Apuesto a que tienes muchas chicas aquí", el pensamiento se te escapa de la mente antes de que puedas evitar que salga de tu boca.
Él se burla con fingida ofensa "¿Eso es lo que piensas de mí?"
Te encoges de hombros, él se sienta en la cama y da unas palmaditas en el espacio que hay a su lado. Quiere que te sientes a su lado. "Quiero decir que solo sales con chicas bonitas", te ríes entre dientes.
Su rostro se rompe por la sorpresa, "¿Jisung te dijo eso?"
Asientes, recordando cómo el chico te lo dijo después de que le informaste que Hyunjin fue quien te invitó. "Bueno, ¿es cierto?", le preguntas mientras balanceas ligeramente tus pies de un lado a otro sobre la cama.
"Sólo salgo con chicas que me parecen bonitas", responde con sinceridad, "me gustan las chicas que son inteligentes y divertidas y que no suelen salir de fiesta. Me gustan las chicas que son amables y que son buenas en matemáticas, esas son las que me parecen realmente bonitas", tararea.
"Mhm", haces una pausa, "¿te gusta alguna de las chicas de nuestra clase de matemáticas?"
"Oh", su tono baja, "no, estaba hablando de ti, pero sí, también estás en nuestra clase de matemáticas, así que sí"
Todos los pensamientos abandonan tu cabeza en ese instante "¿Crees que soy bonita?"
"¿Por qué crees que es imposible que piense que eres bonita?", cuestiona.
"Tú eres tú", le señalas, "y yo soy yo", te señalas a ti misma.
"Y eres perfecta!" exclama.
Una ola de silencio invade la habitación, no se oye nada más que el latido de tu corazón. Se siente como si te estuvieras viendo golpearte el dedo del pie, pero esperas unos segundos para que el dolor aparezca. Pero el dolor nunca llegó. Tal vez no tenía por qué doler de la forma en que esperabas que dolería. Tal vez nunca hubiera dolido de la forma en que creías que dolería.
Y antes de que puedas pensar, antes de que puedas hablar, sus labios están sobre los tuyos y sus rostros están a centímetros de distancia y él te está besando. Sabe a cerezas y tequila que debió haber bebido antes. Te está besando. Hyunjin te está besando. Te está besan-
"¿Por qué?" suspiras contra sus labios, sin atreverte a separarte de él por completo.
"Porque te necesito, te deseo, por favor", murmura contra tus labios agrietados.
No puedes evitar sonreír contra sus labios cuando dice eso "¿Me deseas?"
"Joder, sí", murmura contra tus labios antes de atraerte hacia otro beso húmedo, "te necesito, joder. Te he necesitado durante tanto tiempo"
No sabes de dónde sacas la confianza para decir, "Entonces tómame"
Y no duele cuando toca fondo dentro de ti. Sus cuerpos se aferran el uno al otro, temerosos del vacío sin el otro. Tus manos recorren suavemente su estómago. Cada una de sus embestidas te acerca cada vez más al borde, te aferras a él cuando te caes sobre él. Y oh es, tan perfecto.
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palabras foráneas, lejos de disipar inquietudes, parecen sembrar nuevos interrogantes. picar curiosidad es algo que resulta sencillo para compañero y no evita preguntarse si, aquello es algo natural de personalidad masculina o algo que acaba haciendo a propósito, buscando dejarle interesada en lo que esconde detrás de cada comentario. así, como si izzak fuese capaz de interceptar pensamientos, vocecita acaba otorgándole una versión más específica de lo que ha intentado abordar. no le juzga, en lo aboluto. ¿cómo podría? si ella misma se ha esforzado por demostrar lo mismo. padres apenas han tenido información específica desde que ha ingresado a la academia, disolución de grupo original se ha tomado como un fallo desde el primer momento, así como heridas originadas en toledo. un desliz que aún se recrimina. ' lo estás haciendo bien. ' concede, bajito. conoce autoexigencia a la perfección, ha sido victima de la suya por mucho tiempo. ' nos graduaremos. ' prosigue. confía en habilidades contrarias, así como las propias. ' no creo que lo seas, la investigación en ocasiones se basa en el instinto y los tuyos son buenos. ' no es una mera cordialidad, realmente lo cree. ' descuida, tengo algo de tiempo. ' y no le importaría cambiar cronograma de ejercicios por una visita a la cafetería con él. se pone de pie a la par opuesta, recogiendo pequeño bolso deportivo que cargaba cuando le vio, colgándolo de hombro una vez más. ' encontraremos algo que nos convenza. ' ella, no resulta quisquillosa cuando se trata de alimentos, podría adaptarse a cualquier opción ofrecida. ' veámonos en la cafetería, ¿está bien? ' pregunta. ' no me importa esperar, pero podría adelantarme y buscar un sitio para los dos. ' desconoce si espacio estaría repleto de personas o no, pero prefiere ser precavida y evitar conflictos de última hora.
inviable que exista cofre lo suficiente grande para almacenar las estrellas que americana recolecta desde que le conoció. no cabe duda que parece comprenderlo, empaparse de sus necesidades y carencias, regalando sublime bienestar. compañía hace que extrañé menos viejas amistades, específicamente con similares atributos. latidos cardíacos dentro de nada entrarán en la melodía correcta, enroscando comisuras debido a lo hueca que sonó explicación. ' una vez al año no hace daño. solo por hoy, necesitaba confirmar que puedo seguir. ' abre y cierra puños, llevándolos poco después a cabellos, alisándolos. ' no, se trataba de demostrarle que puede confiar en mí. en verdad me estoy esforzando para graduarme, comparado a los demás, soy completo novato en el tema de investigación. ' ganar nunca fue el fin, sin embargo lo hizo. un desvío a sus planes originales que regresa fe a decisiones previamente enunciadas, chasqueando sinhueso dada disminución de molestia en pulmones y pecho. se niega a darle la espalda, estrechando caobas orbes en ella. ' de acuerdo. puedo usar la ducha del gimnasio y cambiarme, empaqué ropa limpia. ' porque camino de vuelta a recamara es larguito, irguiéndose a la altura de alexa, mostrando pulgar con carnosidades separadas y enrojecidas. un gesto de aprobación. ' hagámoslo. ¿no tienes nada pendiente, cierto? ' examina sus rasgos en caso que esté ausentándose de clases o reuniones importantes de academia, aferrándose a los últimos gramos de equilibrio restante para pararse, arrastrando con él bulto deportivo. ' te invitaré a comer algo rico. aunque no sé qué tanta variedad tenga la cafetería. ' comisuras se expanden de solo decirlo, devolviendo amena luz a sus características faciales. ' ¿esperarás o nos vemos en la cafetería? '
#· 𝐃𝐀𝐍𝐆𝐄𝐑𝐎𝐔𝐒 : interacción.#izzak.#AJKFASF#igual se va a sentir culpable después de hacerlo#pero va a regañarlo por asustarle así#eso seguro T.T#cómo estás; belleza?
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remembering the snow
pairing: Imelda Reyes x Poppy Sweeting
word count: 3,2k
summary:
Imelda remembers the first time she saw snow.
Her parents always started the story telling her that she cried and cried and cried.
***
Or: a character study on Imelda and how she grew up because I love her & she doesn't get enough appreciation :)
cw: none, this is just a love letter to Imelda
a/n: or: this was the first oneshot I ever wrote, and it holds such a special place in my heart. I think it might be my favorite 🥹🫶
Imelda Reyes has never been one to do things by halves.
Her mother always talked about the circumstances of her birth with pride: Imelda came quickly as if she were eager to get out and see the world already, screaming even before she had fully left her mother's womb, determined to leave an indelible mark on the world.
The women in their village who had assisted the birth crossed themselves, chattering to each other in quick, soft, beautiful Spanish staccato about the baby who was already unlike any they had ever seen before. Strong and healthy and beautiful, her deep brown eyes already taking in her surroundings and watching them solemnly moments after her arrival.
Her father always talked about the circumstances of her childhood: running wild and free, flying before she could walk (a source of great pride), his little shadow who peppered him with endless questions about the world. He always brought her along to his work meetings much to everyone's delight; she was with him when he was offered the enviable position of Spanish Diplomat to the British Ministry of Magic.
At the age of five, they left the beautiful sleepy village where time hadn't seemed to exist. Imelda still dreams of long, hot, dusty days playing under the shade of orange trees, going to the market every two days with her mother draped in their finest silks, sleeping and lying around during the hottest part of the day, only leaving their house once the sun left its highest point and was about to disappear behind the mountains.
The older women in the village doted on her. If she thinks hard, she can recall their beautiful, wavering voices calling out to her as she raced past them: 'ten cuidado, cariño, te vas a mancar', 'ven aquí, cielo, te quiero ver la cara tan bonita', 'mira cómo se está creciendo, se nota que va a ser una belleza de mayor'...voices filled with comfort and love. She never knew anything different then.
She's their only child. Her mother was always brushing her hair and humming, trying to get her to sit still and listen to her endless fairy tales as the sun bore down on them; her father, treating Imelda like the son he had always wished for but accepting and loving her all the same. Sometimes, her mother would let her out of the house before the sun became too strong and they would fly around the mountains and be free free free.
Arriving to Edinburgh at the age of five, Imelda hadn't even realized she didn't speak the same language as the other children around her. As with everything else, she jumped in headfirst. Her mother always jokes that she became fluent in English the second she stepped foot on Scottish soil. To Imelda, it does seem that way. She can't ever remember not speaking in the soft Scottish burr, reminiscent of the soft Spanish she had left behind and still spoke at home.
As a child, she never had problems forging relationships with whoever was around her. She was brash and inquisitive and irresistible, taking charge wherever she went. The other children flocked around her, hanging on to her every word.
It changed, though, when her mother got her cough. It started out harmless enough, a slight cough and headache before bed each night. When her mother woke up every morning, she would be fine. But going to bed early changed to going to bed even earlier and earlier until it was time to accept what the three of them were steadfastly ignoring: she was getting worse.
Imelda was nine. She remembers her mother drying her tears with gentle, soft hands, caressing her cheeks and whispering to her that it would be fine. That she wasn't gone yet: they still had time.
'No pasa nada, mi amor. Siempre estaré contigo.'
At Hogwarts, things changed even more. She was a Slytherin and proud of it, but she never quite fit in with her classmates. She wasn't one of them, hadn't grown up with them, and they made sure she knew it. Gone were the days of running wild: she turned her single-minded determination to her studies and quidditch and found herself excelling at everything she put her mind to. It all came easily to her and she had no time for anyone who could distract her.
She wasn't a complete loner. She had her quidditch teammates, her partners in various classes, but nobody she hung out with outside of classes. She always studied alone, learned alone, trained alone.
(Of course, the picture she paints to her father in owls home is much different. He has enough on his mind - a daughter struggling to make friends is a non-issue as far as Imelda is concerned. And besides: she's fine.)
Imelda was quite content with the way things were working out for her. She would never admit if she was lonely or not, and enjoyed every part of her life. Until her fifth year, when everything began to change. Gone were her rigid schedules and studying alone and discipline. A new girl was sorted into Slytherin and Imelda found she didn't hate the girl's company. The two of them laugh together at night while they braid each others' hair, Imelda teaches her Spanish, and they have started to study together.
The new student drags her around Hogwarts and Imelda finds herself actually enjoying herself and enjoying spending time with the classmates she’s spent so many years ignoring.
This is when she meets Poppy Sweeting.
Well...Poppy swears that they met ages ago, during their first year when they were partnered together in Potions. Imelda has no recollection - that whole year was a blur - it was the year her mother succumbed to her illness - so she has to take Poppy's word for it.
She finds herself with friends for the first time in a long time. But, when the new student is running off with Sebastian doing Merlin-knows-what, things that Imelda definitely does not want to be a part of, she still finds herself seeking Poppy's company.
Poppy is sweet and fun and introverted in a way that Imelda finds familiar and comfortable: whereas Imelda turns to her studies and quidditch, Poppy often opts to spend time more time with beasts than humans. But there's something endearing about her earnestness and Imelda starts to find herself craving Poppy's calm company.
She always knows what to say when Imelda finds herself getting worked up over nothing.
On the train home for the winter holidays, as Imelda is striding down the long corridor in search of an empty cabin where she can read and concoct fail-proof quidditch tactics, Poppy calls her over to her carriage and asks Imelda to keep her company. She only needs to ask once. There's an unfamiliar fluttering in Imelda's stomach as she sits across from Poppy and the other girl beams at her but it's...well. It's not altogether unpleasant. They play exploding snap and exchange book recommendations and laugh together and...well, if Imelda's knee brushes against Poppy's occasionally or their fingers linger as they exchange essays to look over...
She can't be blamed, can she?
A letter from Poppy arrives over the break. At the sight of Poppy's small brown owl tapping the window with the letter in its beak, Imelda's heart starts racing and she runs over to the bird, grinning like a fool, but she pauses before opening it. Her fingers tremble as they hover over the wax seal.
Imelda's father is largely absent these days, a shadow of the man she had grown up with. She's noticed the difference over the summer too, of course, but the winter always feels different. More desolate; more harsh. They're nearing the four-year anniversary of her mother's death. It's impossible to ignore the fact that losing his wife has damaged his soul irreparably, and Imelda's seeing first-hand what being deeply in love can do to a person.
Maybe she'll put the letter aside and read it tomorrow.
Tomorrow bleeds into the next day turns into one week and before she can blink the bleak winter vacation with her father has ended and she's heading back to Hogwarts.
On the train, she walks past Poppy: the two of them make eye contact but Poppy flushes and looks out the window, tucking her honey-colored hair behind her ear and Imelda moves on to the next empty carriage. She pulls out some parchment and works on revising her Charms essay. It's for the best, anyway, she tells herself. For the best that she doesn't have any distractions. Their O.W.L.s are coming up and she's determined to get an O in every subject.
The month of January goes by in a flash. Between the insane quidditch schedule she's concocted for her team and the study sessions in the library, she keeps herself busy. The new fifth-year, her first real friend, starts to show concern for Imelda, gently trying to ask her what's going on as they braid each others' hair before bed.
Imelda doesn't want to bother her, though.
(She doesn't truly know what's the matter, anyways.)
She resolves to do a better job with keeping her emotions in check - her friend has enough on her plate, and Imelda doesn't want her to have to worry over something that's not even a problem in the first place.
She's fine.
Out of the corner of her eye in the classes she shares with Poppy, Imelda notices that she doesn't look as happy as she normally does. Her face is more pale and withdrawn; whenever Imelda's eyes flicker to her, her own gaze darts away.
With the beginning of February come a lot of blizzards, and they make Imelda remember the first time she saw snow.
Her parents always started the story telling her that she cried and cried and cried.
They had both run over to her, covering her with warm hugs and kisses, the tiny family huddled together in this foreign place where the people looked and spoke differently, where nothing was the same and she missed the old women who would give her mazapanes whenever she ran by, missed the tiny clouds of dust that would puff up as she ran and the hazy mountains in the distance and the hot, hot sun beating down while she played in the shade of the orange trees while her mother slept away the heat. Pulling her mittened hands off of her tear-stained face and telling her 'mira cariño, mira qué bonita es la nieve. Tócala, ya verás que no pasa nada...estamos aquí contigo...'
Her tears had soon dried and she was laughing and playing in the snow and she couldn't even remember what had made her so sad in the first place.
Imelda's sad now as she stares out the window.
Her mother isn't there anymore. She has no one to turn to in this self-imposed exile.
Four years ago today.
She's hidden herself away in an alcove, curled up, arms wrapped around her knees watching the snow swirling out the window. She canceled quidditch practice today due to the storm, much to everyone's surprise. Just last week, she had forced them to train in the freezing rain and today's snowfall is mild in comparison. But...today she doesn't have the energy. She's spent so much effort pretending that everything's fine when it's not and now she's sad and alone and confused.
She doesn't hear Poppy when she comes near.
The other girl crowds into Imelda's space, pressing against her in the alcove. The two face each other, and Poppy brings a gentle hand up to Imelda's face to brush away tears she hadn't even realized were falling.
"What -" Imelda starts saying, but a fresh sob chokes her and she can't. Poppy leans forward and wraps her arms around Imelda, pulling her into a close embrace. Imelda feels everything crumbling around her and she sobs into Poppy's shoulder - Poppy whispering reassurances and smoothing her hair, cradling Imelda as she cries and cries and cries.
They don't leave the alcove for another hour, almost staying out after curfew.
Imelda is subdued the next few days. The snow continues to fall until the whole castle looks like it's straight from one of the fairy tales her mother used to tell her as she brushed her hair. Imelda shows up for meals, shows up for classes, shows up in the study group, but she feels like she's just going through the motions.
She can tell her friend is getting worried, but Imelda can't confide in her. Her friend does small gestures anyways because she understands: saving Imelda a seat in class, asking her about quidditch, saving her favorite muffins for her at breakfast.
Maybe she talked to Sebastian about her worry because even he is being nicer than normal to Imelda, asking her if she wants to play wizarding chess with the two of them. Imelda doesn't really understand how or why they like playing the game so much - her friend is awful at it and Sebastian seems to enjoy the destruction and chaos more than actually strategizing. Even though Imelda hates the game - every move is painfully obvious and she can't understand how nobody else sees it like she does - maybe it would be nice to do something different.
Imelda freezes when they enter the Astronomy Tower to play: Poppy is there, waiting. For her. They haven't seen each other since she broke down humiliated and sobbing and she doesn't know what to do.
Sebastian looks between the two of them, brows furrowed, then leans down to their friend and whispers something in her ear. She nods and the two of them disappear, leaving Imelda and Poppy alone.
Poppy stands and Imelda can feel her heart start to hammer against her throat. Poppy walks forward slowly, only stopping when she's right in front of Imelda. When she speaks, her voice is high and sweet and Imelda realizes how much she missed her. "I-I'm sorry, I just didn't know how else I could talk to you. Will you come with me? I have something to show you."
Imelda nods mutely and Poppy takes her hand. They lace their fingers together and it's the first time - apart from a few days ago - that they have voluntarily touched each other. She feels Poppy's fingers tighten around hers and Imelda focuses on the feeling of soft knuckles under her thumb, but now...she's self-conscious for the first time about her quidditch-rough hands and maybe she should have listened to her friend when she tried to encourage Imelda to use some hand lotion.
Maybe Poppy will let go of her hand and leave in disgust.
But...Poppy doesn't do any of that. Every so often, she looks up at Imelda, smiling slightly. When they reach the Entrance Hall, she lets go of Imelda's hand and Imelda feels its loss with a pang.
Poppy opens the bag at her side and pulls out two huge yellow and black Hufflepuff scarves. As she's reaching up to wrap one around Imelda, she whispers: "sorry, I only have these. But yellow looks good on you."
Both of them flush and smile at each other and Imelda doesn't know how long they stand before Poppy grabs her hand again, making sure their fingers are laced, and then they are heading out.
Poppy looks more and more excited the closer they get to the Forbidden Forest, but Imelda's never set foot even remotely close to the forest, and she feels quite apprehensive at first. But, Poppy's excitement is exhilarating - Imelda can feel it rolling off of her in waves and despite herself, she begins to feel excited too. They still haven't spoken since leaving Hogwarts, but it's a comfortable silence. Imelda's glad for the scarf - their breath is puffing out in soft clouds as they breathe and it's quite cold - the freezing temperatures in Scottish winters are still something she's never quite gotten used to.
Their boots crunch through the snow-filled landscape - it's nearing dusk and the sky is turning a brilliant shade of orange and pink, but it gets obscured by the tree branches the further into the Forbidden Forest they venture, the golden light only showing in bursts now.
"Almost there," Poppy says breathlessly. She beams up at Imelda, whose breath catches at the sight, before turning back and pulling her faster and faster until they stop in a clearing. They've stopped in the middle, and Imelda looks around.
Here, they can actually see the sky and it is breathtaking in its beauty - the gnarled, naked trees around them twisting and reaching up as if they could try and grasp some of the beauty for themselves. The snow is perfectly smooth and untouched except for the footprints that the two of them have just left. Apart from that, the clearing is nondescript.
This is what Poppy had been so excited to show her?
Poppy gives no explanation for why she brought Imelda to the Forbidden Forest, but she's almost quivering in excitement - Imelda can feel the tension in the hand that's clutching hers tightly. The sun sets lower and lower, the two of them watching it as the colors around them start to fade and mute and then -
Poppy gasps in delight.
There -
A small, dancing, brilliant white light sparks to their left and disappears just as quickly.
"Look," Poppy whispers. Imelda glances over to her - she can barely make out her face in the dimming light, but Poppy seems to be glowing with happiness.
There - again -
More and more of the brilliant white lights appear, glowing and flickering on and off, and moving in almost a pattern, dancing around their heads. Imelda laughs as she watches the tiny creatures fly around them. It's magical and beautiful and -
"I found the snow sprite nest a few weeks ago, when the blizzards started, and I've been observing them since then. I...I wanted to show you and tell you about them the second I found out because I haven't stopped thinking about you but after...well, you know...I just wanted to cheer you up..."
Poppy trails off, looking uncertain when Imelda doesn't say anything in response.
She can't, even though she desperately wants to. Her mouth goes dry as she looks to the girl at her side, who has done all of this, for her.
Poppy looks impossibly lovely in the glow of the snow sprites, as they dance and spark around their heads in a beautiful waving pattern and Imelda doesn't even think as her hand goes to Poppy's cheek. Poppy stops rambling as she looks up into Imelda's eyes.
Then, before she can lose her nerve, Imelda leans forward and presses her lips to Poppy's. It's only the lightest of touches, but her heart is beating so quickly and Merlin, she can't believe she just did that. She quickly retreats, face flaming, but before she can get away Poppy reaches up to cup Imelda's cheeks with both hands and she pulls her forward, her mouth greedy, desperate, as they finally kiss.
When they finally pull away, breathing heavily as their foreheads rest against each other, Imelda can't help the huge smile that's threatening to split her face open. It mirrors the expression she sees on Poppy, her eyes bright and cheeks flushed and she is just so lovely that Imelda can't help but lean forward and capture her mouth again. Their lips mold to each other and it's the culmination of all of their stolen glances, touches, secret wishes.
Imelda Reyes has never been one to do things by halves, after all .
A HUGE thank you to @dom1re and @thingsmaygetalittlecrazy for reading this oneshot recently and leaving me such amazing comments on ao3😭♥️♥️♥️ they made me reread this oneshot & I remembered how much I love it🫶
#im reposting bc it’s been over 6 months and I changed how I format my writing that I post here♥️#i teared up at your comment Domi 😭♥️♥️ give me some time to respond…🥹🫂🫂🫂#I also think I’m going to do a new illustration and repost legilimency too#bc I hate how they look rn and I’m so weird about this😭😭😭#anyways I LOVE IMELDA#AND LEST ANY OF YOU FORGET THIS IS AN IMELDA WLW SAFE BLOG😤😤♥️♥️♥️♥️♥️♥️♥️#hogwarts legacy#hogwarts legacy fanart#hphl#imelda reyes#poppy sweeting#imelda reyes x poppy sweeting#imelda x poppy#hogwarts legacy fic#hogwarts legacy fanfic#anyways hope you all enjoy this little peek into how I imagine Imelda🫶🫶🫶#idc if it’s canon or not it’s canon to me🥹🥹🥹
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Advertencia ⚠️⚠️⚠️ Este oneshot está basado en el episodio 9 de la serie Dragon Ball Daima (En caso de que no lo hayan visto y no quieran spoilearse o no se entienda el contexto). ⚠️⚠️⚠️ Lo acompaño con este fanart que hice 💟🍔
Título: El bar de hamburguesas 🍔
Ya me voy a dormir, necesito mi sueño de belleza- les avisó Hybis mientras se levantaba, acababa de terminar de comer su hamburguesa. Estaba sentado en una mesa del bar junto con Piccolo, Bulma y Vegeta.
¿Tenemos diferentes habitaciones? -preguntó Bulma sorprendida al escucharlo, no habían arreglado ese asunto aún.
Sí, yo comparto una con el namekiano y ustedes compartan la otra- dijo haciendo referencia al matrimonio de la científica y el saiyajin, había notado rápidamente que eran pareja así que era mejor que ellos compartieran la otra- Su habitación es la número 305- dijo Hybis mientras le daba una llave a Bulma, ella la tomó de inmediato.
Vegeta y Bulma aun no iban a ir al cuarto ya que Vegeta estaba comiendo, había demorado un poco más debido a su altercado con aquellos demonios antes.
Yo también iré a dormir, no se tarden demasiado- les advirtió Piccolo dispuesto a irse con Hybis, se despidió de ellos rápidamente ya que se verían apenas se levantaran.
Menos mal que también vas a dormir, no me gusta que hagan ruido mientras duermo- dijo Hybis al ver que el namekiano iría con él, Piccolo gruñó ya que había algo en la actitud de ese tipo que no le agradaba del todo.
Que duerman bien- dijo Bulma como despedida antes de que se retiraran, se quedaría con Vegeta allí hasta que él terminara de comer.
Vegeta miró cómo se iban pensativo, volteó a ver a su ahora muy joven esposa, parecía algo somnolienta debido a que había sido un largo día viajando todo el tiempo.
Debiste ir con ellos, estás cansada. Yo puedo cuidarme solo- dijo Vegeta antes de comenzar a comer su última hamburguesa, sabía que Bulma se había quedado para acompañarlo a él.
No lo estoy tanto, resistiré- le aseguró Bulma, aunque bostezó luego de decir aquello- De todas formas, no te falta tanto ya solo te queda una, a menos que vayas a meterte en otra pelea de bar y tardemos dos minutos más - dijo haciendo referencia a la hamburguesa que estaba comiendo Vegeta y a los sujetos que había golpeado antes.
No lo hice a propósito-dijo Vegeta excusándose, le dio otra mordida a su hamburguesa mientras Bulma lo miraba pensativa, luego la vio mirar el bar nuevamente.
Este lugar se parece mucho a una discoteca, hay música y luces- dijo Bulma sorprendida porque hubiera ese tipo de cosas en el mundo demoníaco- Creo que fue divertido venir y ver cosas nuevas, aunque esas hamburguesas son horribles- dijo Bulma ya que ya había probado una y no le había gustado demasiado, ni siquiera sabía cómo es que Vegeta podía comer tantas.
Allá afuera en el espacio hay cosas peores, créeme- le aseguró Vegeta antes de darle otra mordida a su hamburguesa, Bulma lo miró pensativa, sabía que su esposo conocía muchas cosas del espacio exterior- Tienes suerte de ser de la Tierra, la comida allí es bastante buena- le aseguró.
Ya lo creo- dijo Bulma mientras lo veía terminar la hamburguesa, parecía que ya estaba satisfecho- ¿Ya vamos a la habitación o quieres ir por más hamburguesas? -preguntó Bulma al verlo beber de su vaso, él negó con su cabeza al escuchar lo que le había dicho.
No, ya comí suficientes- le aseguró, se puso de pie al igual que Bulma para que los dos pudieran irse.
Vegeta caminó siendo seguido de cerca por su joven esposa, de por sí habría sido peligroso para ella andar sola en un lugar como ese y aún más ahora que tenía la estatura y apariencia de una indefensa jovencita.
Bulma miró el entorno en lo que dieron algunos pasos entre la multitud para ir cerca de la salida, aunque tuvo una idea al ver que los demonios de ese lugar parecían comportarse como en cualquier discoteca de La Tierra. Charlaban entre sí y parecían estar divirtiéndose.
Oye espera- dijo Bulma tomando la mano de su esposo para detenerlo, estaban pasando por uno de los lados de la discoteca ya que querían llegar a la salida, pero había varios demonios en el lugar que no facilitaban el paso.
Él se detuvo al sentir la mano de ella sobre la de él y la miró confundido, Bulma le sonrió mientras le indicaba que se acercara para que pudiera oírla bien. La música se sentía un poco más fuerte en esa zona del bar.
Nunca hemos estado en un bar juntos- le dijo mientras se abrazaba a su cuello mirándolo de frente, era algo más raro para ellos ser tan jóvenes otra vez y verse así, aunque se habían acostumbrado un poco con el correr de los días.
¿Y qué hay de diferente en venir a un bar? Este lugar parece un basurero- dijo Vegeta con molestia, notaba que parecía un lugar de clase algo baja además de que parecía ser frecuentado por personas peligrosas.
Tú dijiste que hay cosas peores en el espacio, debes haber visto uno peor que este- dijo Bulma sin soltarse de su cuello, aunque Vegeta se había sonrojado un poco cuando lo había hecho no había atinado a liberarse de su agarre.
Sí, pero no son peligrosos para mi- dijo con seguridad, en el pasado nunca había temido, aunque había estado en lugares que podían llegar a verse peor que ese bar lleno de demonios de moral cuestionable.
Tampoco para mí si estoy contigo- dijo Bulma sonriente, al menos ella no sentía miedo mientras tenía a su esposo como compañía. Nadie más se había atrevido a acercarse a ellos luego de la paliza que les había dado a esos sujetos que habían querido pelear con su esposo.
Claro que no, acabaré con todos los idiotas en este bar si es necesario- le aseguró Vegeta, aunque se avergonzó un poco al notar lo que había dicho, Bulma estaba sonriéndole con ternura.
¿Podemos hacer una cosa de bar antes de ir a dormir? -preguntó Bulma pensativa, Vegeta la miró confundido ya que no sabía demasiado sobre lo que sea que se hiciera en los bares humanos convencionales- No tardará más que tu pelea de antes- le aseguró con una sonrisa.
¿Qué cosa de bar? -preguntó Vegeta confundido, no es que él no hubiera estado en uno antes, aunque fuera uno extraterrestre, pero nunca había ido a uno de La Tierra así que desconocía si era muy diferente a ese.
Bulma le sonrió y se acercó a él de improviso, plantó un beso en su boca de inmediato, aunque planeaba hacerlo rápido para que pudieran irse de allí. Era difícil resistirse a lo lindo que se veía Vegeta ahora que estaba más pequeño, aunque ella ya creía que era muy atractivo aun cuando no estaba bajo la influencia de la magia de Shenlong.
Vegeta la miró confundido en cuanto ella se separó de sus labios ya que había sido rápido, no esperaba que lo besara en ese lugar.
Ya podemos irnos- le sugirió Bulma mientras lo miraba con una sonrisa satisfecha aún colgada de su cuello.
Vegeta todavía algo sonrojado miró el entorno en un segundo rápidamente, y notó que allí nadie los conocía ni los estaba mirando, importaba poco lo que hicieran estando en un bar de clase baja en alguna parte del tercer mundo demoníaco. Además de que había pocas luces y un ambiente casual y nocturno que se distinguía en el lugar.
Vegeta tomó de la cintura a Bulma y la acercó rápidamente hacia él para propinarle un beso algo más profundo. Ella pareció sorprenderse al sentir sus labios sobre los suyos, había profundizado aquella conexión apoderándose de su boca como si fueran tan solo dos adolescentes en una discoteca cualquiera.
La joven humana había decidido dejarse llevar por el excitante y agradable beso que su esposo le había dado de repente, que él la besara en un lugar con más personas era algo que pocas veces sucedía.
En cuanto se separaron, los dos estaban mirándose un poco sonrojados por la intensidad del beso. Bulma solo podía sonreír al haber obtenido lo que quería mientras que Vegeta parecía algo apenado a pesar de que él había sido el que había decidido besarla de esa forma en un lugar así.
Sin mediar palabra entre sí decidieron irse juntos rumbo a la salida del bar para poder irse a su respectivo cuarto, tendrían un día largo al tener que recorrer el mundo demoníaco nuevamente al día siguiente.
Buenas tardes!!! No estaba segura de cuando poner este oneshot que se me ocurrió poco después de ver el episodio 9 de Dragon Ball Daima, pero lo super ame.
Estoy amando muchísimo la serie y no pude quitarme de la cabeza esas escenas de Vegeta en el bar del tercer mundo demoníaco, espero les guste el oneshot y muchas gracias por leer y por su apoyo 💟✨️
Nos leemos pronto.
💟
Niebla~
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No, no estás aquí para hablarte de cómo logré superar mis adversidades ni cómo llegué a encontrar el verdadero sentido de la vida. Al cabo de un tiempo, supe que te amaba con todo mi fervor y de que eras el amor de mi vida, el único que podía verme transparente. Sabías cómo llegar a mi corazón... Cómo convertirte en emblema a través de tus ojos, dejándome refugiada en ellos durante muchos años. Hasta ahora no lo entiendo, cómo es que alguien puede llevarte a conocer la belleza de la vida y luego abandonarte como si nada, sin ninguna palabra. No dijiste lo que debías haberme dicho, ni yo tuve el valor de insistir que te quedaras conmigo para siempre. Me juzgué demasiado temprano tratando de evitarte y tú, tú decidiste huir hacia otro lugar donde sabes que no volveré a verte nunca más. Me ha costado aceptar que no hemos sido hechos el uno para el otro, pero nunca nos despedimos para concretar esto que sabemos. Esta es la agonía de mi eterno invierno.
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