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Granada, 2022 | Esteban Kukuriczka
Para: el individuo que me recomendó escribir sobre Adolfo Strauch *mañana escribiré del otro Strauch XD
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Estás sentada en la terraza de un café en Madrid, reflexionando sobre la vida con tu taza de café y un cigarrillo. Después de días de indecisión sobre qué hacer con tu vida y recibir recomendaciones que no te convencen, te encuentras en una situación financiera precaria, con casi nada en tus manos.
Sientes el deseo de escapar y explorar una ciudad diferente, con un estilo único, algo que se asemeje a la esencia nazarí. De repente, ves un cartel que destaca la belleza y la arquitectura de Granada. Con el poco dinero que posees, tomas la decisión de comprar un billete y partir hacia Granada al amanecer.
Al día siguiente, te despiertas a las 4 de la mañana, listo para la nueva aventura. Empacas tu cámara Polaroid, metes tus pertenencias en la mochila y esperas mientras un Cabify te recoge para llevarte a la estación de tren.
Una vez en la estación, te percatas de que es muy temprano, así que decides esperar con calma la llegada del tren. Cuando llega la hora de abordar el tren Iryo, te diriges al carril cinco y te sientas. Con tranquilidad, te pones tus audífonos y comienzas a escuchar tu canción favorita. Sorprendentemente, el tren está prácticamente vacío, no tienes a nadie a tu lado ni enfrente de ti.
Mientras miras por la ventanilla del tren, contemplas la belleza del paisaje en el camino hacia Andalucía. La canción que estás escuchando envuelve tu vida con un toque romántico, y de repente, una sonrisa ilumina tu rostro. En ese momento, escuchas una voz masculina que te dice: "Sos prácticamente un protagonista". Tratas de ubicar de dónde proviene la voz, ya que no hay nadie frente ni a un lado de ti, pero percibes un reflejo en la ventanilla de un chico que está detrás de ti.
Tú le preguntas, "¿Disculpa?" En respuesta, el chico se levanta de su asiento y se acerca a donde estás sentada, poniéndose justo enfrente de ti para poder hablar cara a cara.
"Perdona," él te dice, "Me llamo Esteban y vos?" te pregunta. Sin embargo, tú le respondes con tu nombre de manera indecisa.
"¡Qué lindo nombre tenés! Y, ¿vas para Granada o sos de Granada?" Esteban te pregunta. Le respondes que estás escapándote hacia Granada y que eres de tu país. Él comenta, "¿Cómo que de escapada, como de alguien?" y tú te ríes levemente, aclarándole que simplemente estás buscando algo significativo. Él te dice, "¡Qué raro, no?" y tú le preguntas por qué. Esteban responde, "Es que eso es algo que un protagonista haría", dejándote pensativa mientras intentas entender a qué se refiere.
Luego, le comentás a Esteban que pensabas que cada individuo es su propio protagonista. Sin embargo, Esteban te responde, "Vos tenés razón, pero nadie es capaz de dirigir su propia vida. Hay que tener valentía para poder hacerlo". De repente, te reís y le decís, "¿Eres muy filosófico, no?" y Esteban te responde, "Creo que vos me hacés sentir filosófico".
Ambos se ríen y de repente, un miembro del personal pasa por el pasillo ofreciéndoles café. En tono cómico, le comentás a Esteban, "Creo que el café te ayudará a profundizar un poco más", a lo que él responde, "Pues, perfecto".
Ambos disfrutan del café y tú contemplas el paisaje por la ventanilla. Sin embargo, notas una mirada fija hacia ti. Miras a Esteban y le preguntas, "¿Qué?" Él te responde, "Es que, vos sos única, es decir, guapa". Tímida, le agradeces, pero luego, en el silencio, te quedas mirándolo y te das cuenta de lo guapo que es. Su cabello tiene unos reflejos rubios, como rayos del sol, sus ojos son color café, y está lleno de pecas de miel. Luego, tus ojos se desplazan hacia sus brazos, observando las venas que van hacia sus manos rojizas, las cuales se ven cálidas.
Después, Esteban te interrumpe y te pregunta, "¿Qué?" Tímidamente, le respondes, "Nada."
Esteban y tú quedan en pleno silencio, cada uno contemplándose en silencio. De repente, se conectan a través de sus miradas, y él te dice, "Me gustaría salir contigo".
Confundida, le respondes, "¿Aquí en Granada o...?" y él te interrumpe diciendo, "Ambas".
Fin
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I think I definitely have an ideal type
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Hands to myself | Esteban Kukuriczka.
Sumario: mañanas tranquilas con tu novio.
Warnings: sexo explícito (+18), fingering, sexo desprotegido, dirty talking.
Notas: cómo argentina, me parece preocupante la falta de fanfics que hay de este hombre xx.
Créditos: esta inspirado en la canción de Selena Gómez, las imágenes del principio no me pertenecen y las encontré en pinterest, sin embargo, el collage fue hecho por mi.
1.3k words.
La suave brisa bonaerense inunda el amplio cuarto, jugueteando con mis mechones, desperdigados en las almohadas. El sol empieza a colarse sin consideraciones por las ventanas entreabiertas, obligando a mis cansados parpados a perforar mi sueño.
Los fuertes brazos anclados en mi cintura me atraen aún más cerca del hombre dormitando a mi lado, su rostro anidado en mi cuello, su dulce y varonil aroma inundando mis fosas nasales, envolviéndome en su calor corporal.
“Buenos días, Tebi”- Murmuro suavemente, cubriendo sus hombros con delicados besos para despertarlo.
“Buenos días, preciosa”- Responde, despegándose de la somnolencia y serpenteando sus extremidades con las mías.
Hinco mis dientes seductoramente en su piel descubierta, salpicándolo con pequeñas marcas rojas en contraste con su tez pecosa. Ansiosa, deslizo mis piernas sobre las suyas, posicionándome a horcajadas sobre su regazo.
“¿Andamos cariñosas esta mañana?”- Socarrón, amasa la desnudez de mis caderas entre sus palmas, causando que nuestros sexos se rocen firmemente. La burlona fricción no está ni cerca de ser suficiente para calmar las llamaradas que empiezan a asentarse en mi estomago bajo.
“Dale, amor, ¡por favor te pido!”- Ruego impaciente, tratando de replicar sus movimientos. Su agarre me mantiene estática en mi lugar, sin permitirme mover.
“¿Por favor qué?”- Finge inocencia mientras las puntas de sus dedos empiezan a dibujar entramados sobre mis costillas, trepando hacia mis pechos.
Atrapa mis pezones entre sus yemas, jugueteando con ambos a la vez, hasta sentir como se endurecen ante sus atenciones.
“Tocame, te necesito…”- Aclaro sin aliento.
Con una sonrisa ladina, acerca su boca hacia el derecho, provocando el montículo con la lengua hasta empezar a succionarlo con urgencia. Me enredo en su cabello, tirando de el con ferocidad, ganándome un gimoteo de satisfacción de su parte.
Separándose de mi abusado busto, observa mis ojos con cierta malicia impresa en los suyos al tiempo que me restriega contra su palpitante centro. Una creciente erección se hace notar bajo la ropa interior que nos separa.
“Mira lo que me haces”- Acentúa su punto al embestir mi coño cubierto con su pulsante miembro. Mi boca se entreabre ante el placer repentino- “Me pones tan duro.”
“Tebi, no puedo más”- Susurro cuando su mano baja por mi estomago hasta hallar mi intimidad, desliza mi tanga por mis pantorrillas para así estimular el clítoris en premeditados movimientos circulares. Creo enloquecer ante sus ralentizadas caricias
Asienta su toque errante en mi humedad, sus yemas buceando entre mis jugos. Retira sus dedos índice y corazón, para luego sorberlos ruidosamente, lamiendo mi reluciente excitación.
“¿Quién te tiene así de mojadita? Mh?”- Pregunta orgulloso, sabiendo perfectamente que el es el causante.
Reanuda sus ministraciones en mi núcleo, colándose por entre mis labios para penetrarte con dos dígitos. Mis orbes fijos en sus movimientos, aun desconcertada por lo obsceno de su accionar.
Rápidamente acelera sus movimientos, curvándose para golpear la esponjosa cavidad. Su longitud roza todos mis puntos sensibles, acercándome a un inexorable crescendo. Sumergida en el disfrute, lo único que escapa mis cuerdas vocales son quejidos de satisfacción, entrelazados con gemidos nombrándolo.
“Contestame, nena. ”- Reclama, forzando el contacto visual al aprisionar mi mandíbula en su agarre.
“Vos, Kuku, ¡solo vos!”- Contesto, hundiendo mis uñas en la tersura de sus bíceps, marcando lunas crecientes para la posteridad. Una sonrisa engreída tiñe sus delicadas facciones al notar mi estrechez aspirándolo, signo de mi orgasmo aproximándose a pasos agigantados.
Meciéndome sobre sus largos dedos, comienzo a percibir las avasallantes olas de mi culminación; la presión en mi vientre amenazando con explotar, la euforia difuminando todo a mi alrededor, centrándome solo en el rostro de mi novio cercano al mío.
El clímax se ve remplazado por un insoportable vacío cuando retira sus dígitos de mi calor, negándome la liberación. Un sollozo se cuela por mi expresión desahuciada, mis ojos alarmadamente abiertos cubiertos por una fina capa de lágrimas.
“No no no, por favor”- Lloriqueo en su oído, tratando de reganar el pasado contacto. Sus fuertes extremidades me aquietan por encima de su muslo, logrando que mis movimientos mueran lentamente.
“Tranquila, linda. Ahora te voy a coger, ¿sí?”- Pronuncia, apaciguando mis patéticos hipidos. Asiento frenéticamente, deseosa de sentirlo en mi interior.
Con un preciso movimiento, me enjaula bajo suyo, su largo cuerpo enmarcando al mío. Lo observo despojarse de sus calzoncillos, ardiendo al presenciar su desnudez absoluta.
Mis ojos merodean desde su esbelto pecho hasta los colorados vellos que trazan el inicio de su pelvis, gruesa y rebosante de líquido preseminal.
Casi ausente, permito que mi mano recorra su cuerpo, centrándome en su furioso pene. Con lánguidos movimientos, trazo su longitud, torciendo mi muñeca para proporcionarle el mayor placer posible.
“Me vas a matar, bebé”- Confiesa, acalorado y excitado. Sus rizos cobre empiezan a pegarse a su frente ante el esfuerzo físico, unas singulares gotas de sudor recorren su tórax.
Toma mis extremidades superiores entre sus garras para anclarlas sobre mi cabeza, dejándome completamente a su merced. Con un gesto busca mi consentimiento, el cual soy rápida en proporcionarle.
Su glande comienza a ingresar por mi núcleo, empujándose pacientemente dentro mío. Mas allá de la cantidad de veces que repitamos el procedimiento, jamás lograría acostumbrarme a la deliciosa manera en que me estira. El aire se condensa de sus suspiros de alivio al sentir su polla completamente en mi interior.
Así, inmóvil entre mis piernas, logro sentir cada una de sus vena latiendo dentro mío, las crestas y surcos que lo componen.
“Hace conmigo lo que quieras, Kuku, pero por favor movete”- Demando sin aire, todavía pasmada por la intrusión.
Ni bien las palabras me abandonan, Esteban retira su falo casi por completo antes de embestirme ferozmente. Su boca yace abierta, su cara contorsionada por el deleite, sus cejas arrugadas entre sí… La vista más bella del mundo.
Noto que mis caderas intentan acompasarse a su compás, encontrándolo a medio camino. Un frenesí casi inhumano apoderándose de ambos, obligándonos a acelerar el ritmo para satisfacer aquel deseo tan primal.
Su palma izquierda apresando mis muñecas fuera de su camino, la derecha se posa en mi abultada panza, advirtiendo la protuberancia que su pene delinea en mi vientre bajo. Un gemido nace de mi garganta al notar lo que ocurre.
“Así de profundo te estoy cogiendo, nena”- Gruñe en mi oído, su mano aún en mi estómago, sus penetraciones cada vez más hondas.
“Ay, Esteban, estoy tan llena”- Plaño frente a su boca, robándole un chape al notarme increíblemente mojada ante la imagen.
Vuelven a apropincuarse las primeras olas de mi culminación quemándome por dentro, consiguiendo desesperarme por concluir. Sin siquiera notarlo, mi voz se fuerza por vociferar el regocijo que me inunda, aumentando su volumen a medida que mi clímax me alcanza.
“Dios, me voy a venir”- Advierto, enloquecida por las sensaciones apoderándose de mí. El mayor se apresura, complaciendo mi pedido tácito.
Su boca busca de nuevo la mía cuando mi coño pulsa delirantemente su entrepierna, buscando conducirlo hacia su propia liberación.
“¿Ah sí? ¿Me vas a empapar la chota, amor?”- Cuestiona, sabiendo cuanto me gusta que me hable así de sucio.
Su nombre huyendo de mis labios como mantras, mis uñas anclándose en su espalda, marcándolo como propio.
Me entrego al orgasmo que me engulle, mi cuerpo retorciéndose espasmódicamente bajo su imponente figura, mi centro manchándolo con mi corrida al contraerse.
En la brevedad, aúlla desaforado pues su masculinidad pulsa hasta derramarse dentro mío. Su semen pintando mis paredes internas, colmándome por completo.
Se retira de mis cavidades con lentitud luego de venirse, procurando que sus espermatozoides permanezcan en mi interior. Selecciona mi ropa interior de las desechas sabanas, calzándomelas como si nada.
“Así no se escapa nada”- Murmura, regalándome un pico. Me fascino ante la idea de mantener su eyaculación así de cerca de mí.
Lo arropo contra mí, exhausta y saciada, con la intención de quedarme atrapada en sus brazos por un rato más. Recíproca mi voluntad, reposando su cabeza entre mis pechos y acariciándome delicadamente.
“Te amo”- Digo luego de unos instantes, observándolo maravillada.
“Yo te amo más”- Responde, presionando nuestras bocas en un beso descuidado.
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Movie Night - Enzo Vogrincic
+18! Friends to lovers, un poco de Dom!Enzo, sexo oral (fem!reader recibe), fingering, sexo sin protección (don´t do that), posible alusión a size kink/size difference, breve orgasm denial, begging, creampie, dirty talk, edades no especificadas, uso de español rioplatense.
Es viernes por la noche y llueve, diluvia, pero Enzo insistió en ver una película.
Es una tradición que mantienen hace tiempo, pero la costumbre se vio interrumpida por el casi interminable rodaje de una película y un sinfín de eventos y premieres. Naturalmente estás feliz por él, por su éxito profesional y personal, pero extrañás a tu mejor amigo y tenerlo cerca.
-¿En qué pensás…?
Su voz te saca de tu ensimismamiento y cuando volteás a verlo notás el atisbo de una sonrisa en sus labios, pero te forzás a mirarlo a los ojos y negás con la cabeza, sin saber qué explicación dar. El silencio se apodera de la habitación pero lejos de ser incómodo, es reconfortante.
-¿Qué querés ver?- pregunta, luego de un rato de ojear las opciones disponibles en Netflix.
-Lo que quieras.
Ambos se acomodan en el sofá, sus cuerpos en sintonía adoptan la posición usual: cada uno en un extremo, tus piernas sobre su regazo y uno de sus brazos aprisionando tus pies cerca de su abdomen. Por un segundo te preguntás cómo es que después de tanto tiempo todo sigue igual, pero te distraen los créditos iniciales de la película y la trama te absorbe en poco tiempo.
Enzo arroja algún que otro comentario, se ríen de escenas que conocen de memoria, y es casi suficiente para olvidar la tormenta y el sonido del viento tras las ventanas. Casi… Cuando te sobresaltás una, dos, tres veces, él decide que intentar calmarte con palabras no basta.
-¿Tomamos algo?
Se ponen de pie al mismo tiempo y se dirigen hacia la pequeña cocina de su departamento. En algún momento entre tu llegada a su hogar y el inicio de la tormenta, la temperatura bajó y Enzo te prestó un suéter, pero ahora tus pies descalzos sufren un poco el frío de la cerámica; esperás a su lado mientras él prepara todo y se distraen repitiendo los diálogos de la película, él imitando las escenas al pie de la letra y vos adorando su interpretación, las muecas que transforman su rostro y cómo se ven las líneas de su cuerpo bajo la tenue iluminación.
El destello de luz proveniente de la ventana pasa desapercibido y segundos más tarde el fuerte estruendo de un trueno provoca que te asustes e intentes cubrir tus oídos. Tu mano golpea una taza (tu taza, esa que él compró exclusivamente para vos) y cae directo al suelo, haciéndose añicos y arrojando sus restos en todas las direcciones. Apretás las labios y comenzás a disculparte, pero Enzo te interrumpe.
-No es nada, nena. Cuidado ahí- te agarra de la muñeca para evitar que te muevas, su mano cálida te provoca escalofríos y un temblor te recorre de pies a cabeza. En un rápido movimiento te sujeta por debajo de los brazos y te sube a la encimera para evitar que te cortes.
-Perdón- susurrás, angustiada, por lo que se acerca para consolarte y te abraza.
-No pasa nada- asegura, masajeando tu espalda con delicadeza. Deshace el abrazo lentamente, acomoda un mechón de cabello tras tu oreja, pero su mano permanece sobre tu mejilla y su mirada se posa sobre tu boca. Su pulgar comienza a delinear tu labio inferior, tira de él casi sin fuerza mientras te sostiene la mirada de manera intensa. Tu respiración se entrecorta y tus pupilas se dilatan, pero aún así él necesita tu confirmación-. ¿Qué querés? Pedímelo.
-Enzo…
-Decime qué querés- repite.
-Besame.
Al principio sólo roza sus labios contra los tuyos de manera delicada y cariñosa, casi inocentemente, pero el beso comienza a tornarse más y más desesperado conforme pasan los segundos. Sujeta tu rostro mientras su lengua se abre paso entre tus labios, asaltando el interior de tu boca y transmitiendo la necesidad y urgencia que lo consumen. Rompe el beso para tomar un poco de aire, no sin antes morderte el labio y robarte un suspiro que te avergüenza un poco.
Aprisiona tus mejillas entre sus dedos para obligarte a mirarlo a los ojos mientras acaricia tu cintura, tu cadera y por último tu pierna, erizándote la piel y provocándote. Tus manos en su cintura lo atraen aún más hacia tu cuerpo y es entonces cuando lo sentís entre tus piernas, duro. Estás a punto de bajar la mirada, curiosa y excitada, pero la fuerza de sus dedos te mantiene estática, volviéndote espectadora de cómo cambia su rostro cuando comienza a rozarse contra tu centro: cierra los ojos, sus cejas se contraen y sus labios entreabiertos dejan escapar una respiración temblorosa.
Sentís el calor emanando de su cuerpo a pesar de las prendas que separan su piel de la tuya y su agarre en tu muslo tornándose cada vez más fuerte, bordando esa línea que te causa más placer que dolor. En el instante en que cerrás los ojos, presa de las sensaciones, sus movimientos se detienen y él se aclara la garganta. Lo mirás, tus ojos suplicando, pero él sólo sonríe.
-¿Qué?
-Sos hermosa- besa la comisura de tus labios-. Pedime lo que quieras.
-Ya sabés lo que quiero- contestás, casi sin aire y un poco molesta-. Por favor.
-Por favor…, ¿qué?- sus besos comienzan a descender por tu mentón hasta llegar a tu cuello y tus clavículas, alternando entre tus puntos más sensibles-. Decilo.
-Cógeme, Enzo, por favor.
Captura la piel de tu cuello entre sus dientes haciéndote gemir con fuerza, su cadera chocando una vez más con la tuya, antes de pasar sus manos por debajo de tus muslos para levantarte y poder llevarte hacia su habitación. Te recuesta en su cama, las sábanas limpias están impregnadas con su perfume y tus sentidos repletos de él, pero nada es suficiente para opacar el rastro ardiente que dejan sus labios en cada centímetro de piel que tocan.
Te despoja de tu short y tu ropa interior en un segundo y se recuesta entre tus piernas, comienza a regar besos en el interior de tus muslos y muerde tu piel hasta dejar una que otra marca, tus gemidos y suspiros incitándolo a continuar con su tortura por un tiempo prolongado. Su rostro es de concentración absoluta o devoción, no lo sabés con exactitud, pero eso deja de importarte cuando sentís su boca cada vez más y más cerca de tu entrepierna.
Uno de sus brazos te inmoviliza al rodear tu cadera, su pulgar traza una línea desde tu entrada mojada hasta tu clítoris para así lubricar la zona antes de comenzar a dibujar círculos sobre este. Observa atentamente tu reacción, casi perdiéndose en la imagen frente a él, y sólo aumenta la velocidad de sus movimientos cuando suplicás por más. Ahogás un grito cuando por fin sentís su lengua en vos, aunque es sólo sobre tus pliegues, y tus dedos se enredan en su cabello sedoso.
-Todavía no…- susurra, cesando sus movimientos.
Estás a punto de reclamarle, pero introduce un dedo en tu entrada y en lugar de una queja, de tu boca escapa un gemido. Sus labios encuentran tu clítoris y comienza a succionar con fuerza, alternando con su lengua, mientras continúa moviendo el dígito hasta sentir la forma en que te contraés. Introduce otro dedo, extasiado por el sonido que producen en contacto con tu humedad, y continúa asaltando tu interior hasta que tus piernas comienzan a temblar.
Tu orgasmo te golpea como una avalancha: cerrás los ojos con fuerza al sentir el placer extendiéndose hasta las puntas de tus dedos, tu espalda se arquea y repetís su nombre una y otra vez. Enzo no separa sus labios de vos y continúa moviendo sus dedos, cada vez con más lentitud, hasta que tu respiración vuelve a la normalidad. Retira sus dedos y observás casi avergonzada la forma obscena en que los introduce en su boca para probar tu esencia.
Comienza a desnudarse y notás, además de su bulto, que su ropa interior está humedecida con líquido preseminal. Se deshace de sus prendas rápidamente, pero incluso así percibís una sombra de inseguridad atravesando sus facciones y tu corazón se encoge por un instante. Cuando vuelve a la cama se posiciona entre tus piernas y entrelazás tus manos en su nuca, acercándolo para poder devorar sus labios frenéticamente: sentís tu rastro en su boca, en su lengua, y la idea te fascina.
Tus dedos se deslizan por su cuerpo ardiente, delineás con lentitud su pecho y su abdomen para luego tomar su miembro caliente con un firme agarre. Su respiración se torna agitada y jadea producto del placer que tus movimientos le otorgan, muerde tu cuello y tu hombro mientras la palma de tu mano y tus dedos se humedecen con su excitación. Tu pulgar juega con su punta, de un rojo furioso y tan tentadora, hasta que echa la cabeza hacia atrás. Una de sus manos se cierra sobre tu muñeca al tiempo que descansa su frente sobre la tuya, su cabello te hace cosquillas.
-¿Qué…?
-Necesito cogerte- deposita un beso en tu sien antes de estirarse para tomar algo de la mesita de noche-. Eso es lo que querías, ¿no?
Asentís enérgicamente y ahogás un gemido cuando ves la forma en que el lubricante cae sobre su miembro, su mano masajéandolo para distribuir el producto, antes de dirigirse hacia tus pliegues y tu entrada para darles el mismo tratamiento. Coloca una de sus manos al lado de tu cabeza y descansa todo su peso en ella, bloquea tu visión del techo con su cuerpo haciéndote sentir pequeña y completamente a su merced, una sensación que adorás.
-Por favor- suplicás-. Metémela.
Desliza la punta de arriba hacia abajo, juega con tu clítoris por unos instantes antes de centrarse en tu entrada y comenzar a introducirse. Su tamaño es mucho mayor al que alguna vez experimentaste y provoca cierto ardor, así como un par de lágrimas que mojan tus pestañas antes de sentir sus besos sobre tus párpados repetidamente.
-Sh, yo sé que vos podés- susurra para calmarte. Sus caderas se mueven casi milimétricamente para permitir que te acostumbres a la intrusión, la sensación es suficiente para hacerte perder la cabeza y hundir las uñas en su piel-. ¿Así te gusta? ¿Sí…?
-Más, Enzo, por favor.
Se adentra por completo y gritás de placer cuando sus embestidas se tornan brutales, abusa de tu interior mientras una de sus manos se cola sutilmente por debajo de su suéter y comienza a jugar con tus pechos: sus dedos se cierran sobre tus pezones, los pellizca, tira de ellos hasta hacerte llorar y pedirle que pare, que siga, suplicando hasta que tus palabras pierden todo sentido.
Se detiene por un segundo para adoptar otra posición y toma tus caderas con fuerza, acercando tu cuerpo al suyo tanto como le es posible y moviéndote completamente a su antojo. El roce de tu centro con su pelvis causa estragos en tu ser y te sentís al borde de otro orgasmo, pero lo que finalmente te lleva al clímax es su mano presionando sobre tu abdomen bajo, justo donde su miembro provoca un bulto. Tus manos encuentran sus muñecas y el placer es tan intenso que por un segundo intentás detenerlo, incapaz de tolerarlo, pero él continúa con sus movimientos.
-Dios, cómo me encanta tu conchita apretada- dice entre dientes, capturando tus muñecas con una mano y tirando de ellas hasta que quedás sentada sobre él-. Me encantás.
Su mano acaricia tu cabello, tu rostro y se desliza fugazmente sobre uno de tus pechos cubierto por su suéter. Se recuesta y colocás tus manos sobre su pecho desnudo para ayudarte, creás un suave vaivén con tus caderas mientras sentís las yemas de sus dedos recorriendo tus muslos y cómo la fricción con su piel amenaza con llevarte al borde de la sobre estimulación. Tus piernas se fatigan rápidamente y tus músculos protestan, pero aún así continuás con tus movimientos hasta perder el equilibrio.
-No puedo…- lamentás, avergonzada, pero su sonrisa es tranquilizadora al igual que sus caricias en tu costado. Incluso en un momento así, sus pupilas dilatadas no impiden que su usual calidez siga reflejándose en sus ojos oscuros y en los gestos que te dirige.
Apoya las plantas de sus pies en el colchón para darse impulso y comienza a embestirte con tanta fuerza que caés sobre su pecho. Besás su cuello, sus clavículas y cada centímetro de piel que encontrás hasta llegar a su boca y confesar entrecortadamente cuánto te encanta, cuán profundo se siente dentro tuyo, le otorgás permiso para hacer con vos lo que él quiera.
Tira de tu cabello para obligarte a mirarlo a los ojos, su mano desciende hasta tu cuello y te besa desesperadamente. Entre besos te ordena que te toques y cuando lo hacés sabés que no vas a durar mucho más: no con la precisión de sus movimientos, dando en tu punto dulce repetidamente, o con la forma en que su mirada busca la tuya constantemente.
-Voy a…- un gemido le impide terminar la oración.
-Adentro, por favor- suplicás.
El ritmo de sus caderas se vuelve errático, ansioso, pero cuando te escucha gemir su nombre y siente tus paredes contrayéndose no puede evitar salpicar tu interior con su semen. El calor de su orgasmo prolonga el tuyo aún más y te movés levemente sobre él, disfrutando la forma en que se queja a causa de la sensibilidad. Tu oído descansa sobre su pecho y oís sus latidos.
-Enzo…- cerrás los ojos por un momento al sentir sus dedos dibujando formas sobre tu espalda, alzás la vista para encontrar sus ojos-. Te quiero.
Una sonrisa se apodera de sus labios, su belleza te hace suspirar.
-Yo también te quiero- besa tu frente-. Muchísimo.
Sentís tus fluidos y los suyos sobre su abdomen, goteando por tus muslos, pero permanecen así durante largo rato mientras repiten te quiero un sinfín de veces.
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@madame-fear @creative-heart @recaltiente @llorented @chiquititamia
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⌜ 𝑨𝑽𝑰𝑺𝑶𝑺: gangbang [declaro oficialmente aberto meu período fértil slk], fwb, diferença de idade, bebida alcoólica, cigarro [cuidado com os pulmão preto], dirty talk, degradação, elogios e dumbification, oral masculino, dacryphilia, bukkakke(?), breast/niple play, um tapinha na bochecha e um ‘papi’ [me perdoem eu não me controlo], dupla penetração, anal, sexo sem proteção [no puede no]. Termos em espanhol — guapo (bonito, etc), dímelo (me diz), díselo (‘diga a/para’), porfi (informal pra ‘por favor’) ˚ ☽ ˚.⋆ ⌝
꒰ 𝑵𝑶𝑻𝑨𝑺 𝑫𝑨 𝑨𝑼𝑻𝑶𝑹𝑨 ꒱ me perdoa se eu sou uma p****
𓍢ִ໋🀦 VOCÊ DEITA A CABEÇA NO OMBRO DE FRAN, AS PERNINHAS REPOUSANDO POR CIMA DO BRAÇO DO SOFÁ ─────
— Vai me dar uma carona? — reitera, embora já tenha escutado a oferta diversas vezes antes, durante e agora, no pós do rolê. Sempre pegava carona de moto com o Recault.
Ele, sentado no outro sofá, adjacente, não desvia a atenção do maço de cigarro, capturando com os lábios uma unidade. Uhum, murmura, e quando risca o isqueiro, você estica a mão pra roubar o pito, guardar de volta na embalagem. Aqui dentro não, alega, vai lá fora com eles.
O olhar do argentino segue em direção à sacada do apartamento, onde os homens conversam enquanto fumam. Poderia, sim, de fato, se levantar e participar do assunto facilmente, afinal é a opção mais favorável pra narizinhos tão sensíveis quanto o seu e de Romero, porém um pensamento diferente do desejo de pitar toma conta da mente.
— E sobre eles... — Volta os olhos pra ti. — Já vai embora mesmo? Não ia... sabe?
Um sorrisinho ameaça crescer no seu rosto. Sabe exatamente a que ele se refere.
— Não sei... — mas prefere fazer chamar, encolhendo o corpo. A barra do vestido justo se embolando no seu quadril.
— Ah, qual foi? — o garoto devolve. Se inclina de leve, chega mais próximo pra poder ir sussurando. — Não vai me dizer que tá tímida... — E você cobre parte do rostinho com a palma da mão, respondendo perfeitamente às expectativas alheias. Matí sorri também. — Ah, vai, eu e o Fran ‘tamo aqui... Não precisa ter vergonha de nós, não é como se não tivesse dado pra gente antes. E eles... — espia os outros dois, entretidos demais na conversa que têm pra poder perceber que são assunto da discussão vizinha. — Eles são de boas. Vão te tratar feito uma piranha, que nem você gosta.
Você verga o pescoço pra trás, tenta encarar Romero, o qual bebe um gole da cerveja na garrafa.
— Fran, o Matí me chamou de piranha...
Francisco coça a nuca, cogitando as palavras pra responder, e acaba sendo o mesmo abusadinho de língua venenosa de sempre.
— E ele mentiu?
Tsc, você resmunga. Não é que queria ser defendida nem nada, não se pode esperar outra resposta senão essa mesmo. É só pela manha, pelo suspense que vem fazendo desde um certo momento, desde que vieram pro apê de Romero depois de sair. Encontraram com dois amigos dos garotos num bar e estenderam o ócio pra mais algumas horas no conforto dos sofás largos e da madrugada quente.
Tudo muito calculado, você tem certeza, assim que Matías menciona, com a cara mais lavada possível. Já é contatinho fixo dele, Fran entrou no meio mais tarde, trazendo sua personalidade atrevidinha e melosa. Agora, os outros dois...
Quer dizer, são um colírio pros olhos. Esteban, retraído, tem um olhar que beira o poético, um sorriso de lábios finos e uma fragrância tão agradável ao olfato que quando o abraçou naquele bar, cumprimentando, quis que ele não te soltasse nunca mais. E Enzo, igualmente mais contido, ostenta um charme old hollywood, com os cabelos espessos, acumulando atrás da orelha, mas casual também, de pulseirinhas no pulso.
E, sei lá, só o fato deles serem mais velhos que você, Matí e Fran ao mesmo tempo, os faz mais saborosos ainda.
Morde o lábio, discretamente, os observando. Esteban joga o pescoço pra trás, soprando uma bufada de fumaça no ar, e volta a atenção pro Vogrincic. A cabeça pendendo pro canto de leve, atencioso.
Enzo apaga a bituca no cinzeiro apoiado no parapeito. Corre os dedos pelos cabelos escuros, ajustando as mexas atrás da orelha, gesticulando com as mãos de dedos longos, que parecem mais ásperos, grossinhos. Pô, imagina só dois dentro de você, vai valer por três, nossa...
Alterna o foco entre ambos, fantasiando consigo mesma. E quanto mais alimenta seu lado carnal, mais faz a ideia de ser dividida essa noite parecer um final de festa plausível.
— Son muy guapos, ¿no? — Matías comenta, como quem não quer nada, ao flagrar seu olhar nada casto em direção aos amigos dele. — Eu só ando com gente atraente que nem eu.
— Eu admiro seu narcisismo, Matí. — Fran murmura, levando a garrafa à boca, porém para no meio do caminho quando percebe ah, então eu sou bonito também, e ri.
Mas você nem se dá conta do bom humor, nem percebe, pois a cabecinha está voando longe, com a ajuda dos olhos. Mordisca a pontinha da unha, divertindo-se com a perversidade da própria mente. Porra, o Esteban parece ser aqueles tipos que faz carinho na sua cabeça enquanto você mama ele...
— Ah, é isso que você quer? — Se assusta ao perceber que falou alto demais, e agora o Recault tem consciência dos seus desejos lascivos. Antes que possa detê-lo, no entanto, o argentino rapidamente se vira para o outro e dedura: “Kuku, a gatinha aqui quer que ‘cê faça carinho na cabeça dela enquanto ela te mama!”
Merda, você tem vontade de enfiar a cabeça numa panela quente quando a atenção da dupla recai sobre ti. Vê Esteban apagar o cigarro no cinzeiro, e fica mais inquieta conforme ambos deixam a sacada pra se aproximar de vocês três na sala de estar.
Enzo senta no mesmo sofá que o Recalt, abraçando uma almofada sobre o colo. Na face, tem um sorrisinho de lado, diferente do Kukuriczka, que vem com a expressão mais neutra na sua direção.
Esconde as mãos no bolso da bermuda de algodão, te olhando por cima. O que foi que disse?
— Diz pra ele, princesa — Matías te encoraja, sorrindo, canalha. — Diz.
Você perde a postura porque Esteban está perto. Ele tem um jeitinho tão acolhedor, tão doce, e é justamente por isso que você sente vontade de desaparecer no colo de Francisco por tão manhosa que fica. A vontade é miar feito uma gatinha no cio e se oferecer como um pedaço de carne, nunca ficou tão suscetível.
O mais alto sorri, tranquilo. Levanta as suas perninhas, pra se sentar no sofá junto contigo, e as pousa sobre as coxas dele. Acaricia a região do seu tornozelo, afetuoso.
— Sabe... — começa — ...Matí é um pirralho chato, não liga pra ele. Você não precisa fazer, ou dizer, nada que não queira, cariño. A noite já está sendo muito legal só por ter te conhecido.
Caramba, dá pra ficar mais desejável que isso? Meu Deus, o calor que você sente dominar o corpo parece querer te colocar em combustão. E quando ele te olha com a nuca deitada no encosto do estofado, aquelas íris castanhas brilhando, docinhas igual um caramelo. Quer gritar me come me come me come de tanto tesão.
Não aguenta, então. Rapidinho está no chão da sala, abandonando os braços de Fran de qualquer forma, só pra se colocar sentada sobre o piso, entre as pernas abertas do mais velho.
— Fode a minha boquinha, Kuku — apoia o queixo no joelho alheio —, porfi.
Esteban entreabre os lábios, mas sem saber bem o que dizer. A sua falta de vergonha pra ser baixa com as palavras o pega desprevenido, o que, nem de longe, é algo ruim pra quem tinha topado uma dinâmica tão plural feito a escolhida pra esta noite.
— Eu disse, viu? — Matías fala. — Não vai negar pra ela, né, cara?
O homem te olha. Deita a lateral da face no punho fechado, cotovelos no braço do sofá, feito te admirasse. Com a outra mão, toca no seu rosto, contornando o maxilar até erguê-lo e segurar no seu queixo. Pra uma menina tão lindinha, diz, é difícil falar ‘não’.
— Mas eu quero um beijo primeiro — é a única condição, e você prontamente se apoia nos joelhos para selar os lábios nos dele. Esteban sorri entre os selinhos, a boca vermelhinha com o seu batom. Te tocando na nuca, indo e vindo com os dedos na sua pele, entre os seus fios de cabelo.
Está desabotoando a camisa ao passo que as suas mãozinhas inquietas se encarregam de abrir a bermuda. Aquela maldita expressão tão calma, nem parece que vai ganhar um boquete neste instante mesmo. Te dá tanta ânsia que crava as unhas nas coxas masculinas, na espera ansiosa por recebê-lo na sua boca.
E quando o tem, porra, só de vê-lo cerrar os olhos por um segundinho ao arfar profundo, já te faz rebolar sobre as próprias panturrilhas, excitada.
Ele te ajuda com os cabelos, com tudo que pedisse na verdade. Se quisesse que o mais velho surrasse a ponta da sua língua com a cabecinha gorda, faria sem pensar duas vezes. Mas você gosta de se lambuzar nele, não? Deixa um filete de saliva vazar de entre os lábios pra escorrer pelo comprimento já molhado, duro na palma da sua mão, pra subir e descer com a punheta lenta. Caridosa, empenhada. Alheia a qualquer olhar lascivo dos demais na sala de estar, ou quaisquer comentários sarcásticos que eles possam estar murmurando entre si.
Daí, Fran tem que agir. Ardiloso, se senta no chão, pertinho de ti. Apoia o peso do corpo nas mãos espalmadas no piso, pendendo as costas pra trás ao te encarar bem bonitinha no que faz.
— Sabia que eu falei pro Matí que ‘cê ia dizer não? — comenta, sem mesmo esperar que você fosse parar de encher a boca pra focar em outro alguém. — Mas olha só pra ti... — O rapaz exibe um sorrisinho ladino. — Não posso esquecer da putinha indecente que você é. Fica fazendo dengo, mas é uma garotinha sem-vergonha, não é?
E você ronrona, de boca cheia. Francisco se inclina pra perto, aproveita que você deixa Esteban escapar pra recupar o fôlego, apenas punhetando com as mãos agora, pra sussurrar ao pé do seu ouvido. Posso te dedar enquanto você mama ele?
— Você aguenta, não aguenta? — Beija o seu ombro. — Hm?
— Aguenta, sim — é Esteban quem responde por ri. Toca no canto do seu rosto. — Olha como faz tão bem... Merece um agrado enquanto está sendo tão boa pra mim. — Com o polegar, limpa o excesso de saliva que escorre pelo seu queixo. — Vai aguentar, não vai, cariño?
Você faz que sim. Mesmo se ele propusesse a maior atrocidade, você faria que sim igualmente. Quer agradar e, agora, também não se importa em ser agradada.
Francisco impulsiona o seu corpo pra frente, precisa que seu quadril esteja mais elevado para que o ângulo permita subir a barra do seu vestido e arredar a calcinha pro lado. E você se esforça, o plano é se esforçar ao máximo, porém no primeiro toque dos dedos no seu íntimo, estremece.
— Poxa, já tão molhadinha... — Fran comenta, naquele tom de voz que faz tudo parecer zombaria. — E tudo isso só porque ele tá fodendo a sua boca?
Matías ri, soprado, o que você esperava da nossa vagabundinha preferida pra meter?, e leva um golpe na face com a almofada que Enzo segurava no colo. O Vogrincic aperta os olhos, seja mais cavalheiro com as palavras, pirralho, repreende.
Já Francisco beija o seu ombro mais uma vez. Dois dedinhos vão fundo em ti, deslizam com facilidade. Acariciam por dentro numa região propícia a te fazer ver estrelas. O polegar, por fora, pressiona outra área mais sensível ainda.
Você engole os choramingos, usa as mãos em Esteban quando necessita arfar, respirar fundo, pra controlar o desejo. Mas não aguenta, não consegue dar conta das duas tarefas. O quadril empinadinho se empurra contra os dedos, remexe lentinho, no automático. Porque foca tanto no estímulo que recebe, cega nisso, aparenta se esquecer que não pode simplesmente deixar a boca cheia pra sempre sem respirar.
Engasga, então. Umas duas vezes. Tosse, com os olhinhos vermelhos e marejando. Um fiozinho transparente te prendendo à cabecinha lambuzada, ao liberá-la da sua garganta quente.
Esteban te ajuda a se recompor, todo carinhoso.
— Calma, mi amor, respira. — Limpa a lagrimazinha que ameaça correr pela sua bochecha. E sorri, terno. Te acha mil vezes mais formosa aos olhos nessa forma vulnerável, fofa, que tem vontade de te pegar pela nuca e ele mesmo encher a sua boca de novo.
— ¿Qué te pasa? — Fran espia por cima dos seus ombros, flagra o seu olhar de coitadinha. — Awn, não aguentou... Pensei que fosse aguentar, princesa.
E essa é a deixa pra te oferecer mais ainda. Mais fundo com os dedos, mais rápido. Mais pressão por cima do seu clitóris, circulando o local. Você passa a servir somente, paradinha, aí sobra pros dois a função de tomar as rédeas. Segura nos joelhos masculinos, levando pela frente e por trás.
É preenchida em ambos os buraquinhos quase que no mesmo ritmo. O rosto vira uma bagunça molhada, uma mistura devassa de batom vermelho manchado, saliva e porra escorrendo pelo queixo, gotinhas no pescoço. E a mordida que recebe na nádega, sem pudor, te faz lamuriar, manhosa. Fran se diverte com o som dos seus gemidinhos, o barulho ensopadinho da sua garganta sendo fodida. Não controla a reação de enfiar a mão por dentro da bermuda pra tocar a si próprio.
Você goza sem refrear. Incapaz de prender o tesão que retém, a situação erótica na qual se colocou contribuindo absurdamente. Uma descarga elétrica percorre o corpo dos pés à cabeça, feito um arrepio. Os músculos dormentes, doloridos. O peito pesando e a mente tão, mas tão fora de si, doente de prazer, que deve revirar os olhinhos, tola.
Nem pensa direito, vazia de raciocínio, só houve a fala de que eles querem se derramar na sua boca e se põe sentada no chão outra vez. Separa os lábios, língua pra fora, como Fran demanda. Os jatos morninhos acertam a sua bochecha, o nariz, lambuzam a face. É uma conjuntura que envolve tamanha submissão da sua parte que os suspiros e as palavras chulas que ecoam de ambos se torna comum pros seus ouvidos.
Francisco senta de volta no sofá, recuperando o fôlego. O calor do próprio corpo o faz puxar a camisa, apoiar a nuca no encosto do estofado. Esteban, porém, permanece à sua frente mais um pouquinho. Também respira mal ainda, quando toca o seu queixo, admira o estrago que fora causado em ti.
— Muy bien, bebê. — Pousa a mão sobre a sua cabeça, acaricia. — Perdoa se eu não te fiz carinho antes, igual você queria. É que estava tão bom que eu me esqueci. — Se inclina, deixando um beijinho na sua testa.
Você tem vontade de choramingar de novo, se debater no chão enquanto lamuria e diz perversidades obscenas. Por que ele tem que ser assim?! Te faz ter vontade de oferecer comida, casa, buceta e roupa lavada. Só manha, porém, com os olhinhos caindo junto dos ombros, o observando sentar no sofá outra vez.
Enzo sorri, te olhando.
— Vem aqui, vem. — Estica o braço. — Chega de ficar nesse chão frio servindo esses dois.
Você cambaleia, engatinhando até poder ser tomada nos braços e subir pro colo do uruguaio. Olha o que eles fizeram contigo, aponta, analisando o seu rosto. Um grande ‘gentleman’, quando puxa a própria camisa para usá-la na limpeza da sua pele manchada. Matías, também no estofado, ri, balançando a cabeça negativamente, incrédulo com tamanha cortesia.
Bem melhor, Enzo escorrega o indicador na ponta do seu nariz, amoroso, ao finalizar. Não se importa com a peça agora suja, joga em qualquer cantinho mesmo. Pode arrumar outra emprestada com o Recault, mas não poderia deixar a gentileza passar — ainda mais porque percebe que você se derrete toda.
As suas bochechas queimam, retraída. E o calor da palma da mão dele soma-se à quentura do seu corpo quando toca o seu rosto. Só que desce, não esquenta só ali. Caindo pelo canto, rodeando rapidinho no seu pescoço, e desviando pra lateral. No ossinho da clavícula, até contornar a curva do ombro, levando consigo a alça do seu vestido.
A timidez some logo, porém, mesmo com os seios expostos dessa forma. Talvez seja o olhar ambicioso, banhado à cobiça, que te acende o íntimo, te manipula a ansiar por ele de volta.
Lembra do meu nome?, ele te pergunta, com a voz rouca. E você, que vinha no esquema de só sentir, e não pensar, demora a ter a iniciativa de uma resposta, apesar de saber muito bem o que dizer. O homem sorri, pousa o indicador no seu lábio como se quisesse orquestrar o movimento que deveria ser feito ao ele mesmo responder — Enzo.
Você repete, igualando o balançar dos lábios com os dele. Quase hipnotizada, boba. Ri, quando ele ri também. Se ele quisesse falar um milhão de coisas pra você ficar repetindo assim, feito um bichinho de estimação, repetiria sem pensar duas vezes. Só quer se entregar total pra ele e curtir todo o deleite que tem certeza que vai sentir nas mãos do uruguaio.
Fran e Esteban também sorriem, julgam adorável a forma com que o amigo parece te domar por completo, tão suave na dominância. Matías, por outro lado, estala a língua, de braços cruzados.
— Tá sendo muito bonzinho com ela — alega. Tomba pra perto, só pra poder te encarar. — Conta pra ele — encoraja —, conta pra ele a putinha que você é. — E você ri, virando o rosto pro outro lado. — Conta que gosta quando eu falo sujo com você, no seu ouvidinho, pego forte no seu cabelo pra te comer. — Estica o braço pra alcançar a sua bochecha e dar um tapinha, chamando a sua atenção de volta pra ele. — Hm?
— É verdade? — o tom do Vogrincic é aveludado, baixo. Pros desavisados, soa complacente, mas quanto mais você interage com o uruguaio mais percebe que ele é tão canalha quanto o Recault é, a diferença é que mascara com o charme. — Gosta quando Matí faz essas coisas contigo? — A mão grande sobe pela sua nuca, afunda os dedos na raiz do seu cabelo e retém os fios, firme. — Que te pegue assim? É? — Inclina pra frente, próximo com a boca do seu ouvido. — Que fale o quê? Que você não vale nada, que vai te comer forte? Ou pior?
Qual foi a palavra que o Matí usou mesmo? Mira na direção do amigo brevemente, mas nem precisa de uma resposta, porque volta o olhar pra ti mais uma vez, sorrindo, ah, sim, ‘putinha’...
Você o envolve, escondendo o rostinho na curva do pescoço dele. Mas o homem não te deixa recuar, as mãos escalam pelo seu torço, te empurrando de leve pra trás, pra encontrar o olhar no dele novamente. Cobrem por cima dos seus seios, só que apenas uma das mamas ganha uma carícia. Os dedos enroscam no mamilo durinho, aperta um pouquinho.
— Gosta dessas coisas, nena? — reitera. — Hm? — Do nariz erguido, pra te encarar, abaixa o olhar e roça a pontinha pela região do colo, curvando lentamente a sua coluna para que possa com a boca umedecer a pele. — Dímelo. — Beija por entre o vale dos seus seios, de estalar os lábios. Você segura nos cabelos dele, suspira, de olhinhos fechados. — Díselo a tu papi.
E você derrete só com o uso do termo. Admite que sim, gosta dessas coisas, que, às vezes, é ainda pior, por isso não abre mão do Recault, muito menos de Romero, pois pode encontrar o que procura neles. Mas, também, se defende. Matí é muito provocador, né? Curte tirar do sério, implicar. Você é baixa, danadinha sim, porém o argentino gosta de degradar mesmo.
A boca quente toma um biquinho, a pressão em volta dos lábios suga, cruel. Língua umedece, lambe. Você arqueja, permitindo que te devorem os peitos, enquanto se força pra baixo, encaixando o meio das pernas sobre a ereção.
Matías se levanta do sofá. Se posiciona atrás de ti, puxa de leve os seus cabelos pra te fazer pende a cabeça e mirá-lo.
— ‘Cê é tão cachorra... — caçoa, com um tiquinho de raiva por ter saído como o ‘vilão’, porém com mais desejo do que tudo. — Quer meter nela, não quer, Enzo?
Enzo levanta o queixo, os cabelos bagunçadinhos o deixam mais atraente, em especial quando sorri ladino, cafajeste. Vamo’ meter nela junto, a proposta do Recault faz o uruguaio morder o lábio.
Toca o seu rosto, amoroso.
— Consegue levar? — pergunta, numa falsa preocupação. — Não vai ser muito pra ti? Eu não acho que vai dar. Mal aguentou o Fran e o Esteban ao mesmo tempo, e olha que eles nem pegaram pesado...
Você une o sobrolho, quase que num desespero. Não, vai dar sim... E ele parece imitar a sua expressão, caçoando, óbvio.
— Tudo aqui? — Com os dedos, toca no seu ventre, com a sobrancelha arquiada. Alivia as linhas do rosto, abrindo um sorrisinho. — Ah, acho que não, nena...
Você até ia choramingar mais, insistir, embora tenha plena consciência de que ele só está tirando uma com a tua cara. Acontece que Matí beija a sua bochecha, aquela risadinha de moleque no pé do seu ouvido pra tranquilizar ‘relaxa, se ele meter aí, eu posso te foder aqui por trás.’
Vai deixar ele fazer isso, bebê?, Enzo continua provocando, com o mesmo sorriso na face. Deita atravessado no sofá, com a cabeça no braço do estofado, para levantar o quadril e retirar as roupas de baixo. O Recault se despe também, a pausa entre se livrar da camisa, e antes de se ocupar com a calça, sendo ocupada com as mordidinhas perto do lóbulo da sua orelha.
Você fica de pé apenas pra empurrar a calcinha pernas abaixo, logo vindo por cima do uruguaio outra vez. Verga pra frente, de joelhos no estofado. Alinha a ereção entre as pernas, desce devagarinho, toda meiguinha, com a boquinha entreaberta.
As mãos de Enzo seguram na sua bunda, apertam a carne. Quando se empina para que o outro possa te tomar junto, resvala a ponta do nariz na do Vogrincic, o qual sorri mais, acaricia a sua bochecha. Matías utiliza a própria saliva pra molhar o caminho, bem devasso, esfregando a cabecinha de cá pra lá, instigante. Ao forçar pra dentro, arranca um resmungo seu, um lamúrio doce que é facilmente calado com o selar nos lábios de Enzo.
Queria poder saber descrever a sensação. Deveria ter se acostumado, quando tem uma referência de já ter experimentado com os seus contatinhos, mas, sei lá, porque é com alguém diferente, tudo aparenta mais intenso. A completude. A fadiga. Ambos jogam o quadril até ti, ocupam tudo no seu interior quase que ao mesmo tempo. Matías torce os fios dos seus cabelos no próprio punho, a mão de Enzo envolve o seu pescoço, o geladinho do anel prateado dele contra a sua pele ardente.
Se sente não só passível, mas conquistada, deliciosamente domesticada. Leva o olhar pro sofá adjacente e flagra os outros dois capturados pela cena sórdida. Fran com a cabeça descansando no ombro do amigo, e Esteban com tamanho amor nos olhos que você não dura muito tempo.
Quando Enzo continua metendo depois do seu orgasmo, procurando pelo dele, é ainda mais gostoso. Te inunda por ali, te dá tudo de si pra te deixar pingando. E Matías faz o mesmo, claro. Enche o outro buraquinho, orgulhoso dos jatos de porra abundantes, quentes, que te faz reter.
Você desmonta sobre o uruguaio, exausta. O corpo não aguenta mover ao mínimo, pesado, espasmando. Com a lateral do rostinho no peitoral suado, até cerra os olhinhos, tentando regular a respiração junto com ele.
— ¿Estás bien, cariño? — Esteban se ajoelha pertinho do sofá, de frente pra ti. Acaricia na altura da sua têmpora.
Uhum, você responde de volta, a voz tão frágil e doce que ambos riem. Enzo beija a sua cabeça, afaga os seus cabelos.
— Te odeio, Matías — Fran resmunga, pegando uma almofada pra abraçá-la. — Olha só pra esses filhos da mãe... Já tô sentindo que vamo’ ter que dividir ela com eles de novo...
Matí sobe a calça, abotoa de volta. Com um sorrisinho de canto, oferece um olhar para os amigos mais velhos, que agora parecem fazer parte dessa dinâmica casual.
Abre os braços, e se curva, vaidoso. De nada.
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🎃 kinktober - day six: age kink com esteban kukurizcka.
— aviso: age kink, sexo sem proteção, creampie, fluffy.
— word count: 4k.
— nota: inspirado em call me by your name. AMO VC KUKU.
1984, Menorca - Espanha.
você nunca tinha visto cidade mais bonita que Menorca. pertencente às ilhas Baleares, era notória por suas praias paradisíacas e por suas paisagens pitorescas. era de tirar o fôlego na parte da manhã, quando o sol iluminava cada pedra das ruínas, refletia incandescente no mar de ��guas límpidas e aquecia a pele em um beijo morno. sobretudo, na parte da noite, quando a brisa era fresca e revigorante, fazendo os vestidos de verão inflarem como os de Marilyn Monroe, e as luzes eram brilhantes e hipnotizantes.
você morava em Portugal há bons anos e estudava literatura na Universidade de Lisboa. quando surgiu a oportunidade de escrever a monografia baseada nas obras um famoso escritor espanhol, não hesitou em fazê-lo. tinha sido seu professor de semântica que lhe apresentara a ideia, e tinha sido ele quem tinha entrado em contato com o tal escritor para que a sua monografia pudesse ser a mais completa possível, incluindo entrevistas com o próprio autor.
o problema era que Alfredo Kukuriczka, o escritor, era um homem de idade. tinha dificuldade para ouvir o que lhe era perguntado através de ligações e as cartas demoravam muito para irem e virem. aquilo significaria perder tempo, o que você não estava apta a fazer.
então, o escritor tomou a iniciativa de convidá-la para visitá-lo em Menorca. você estava de férias, ele estava livre e a comunicação seria mais fácil daquela maneira. ele pagaria pela sua passagem e ofereceria estadia em sua casa e você poderia passear pela cidade o quanto quisesse. era o plano perfeito.
e, por um tempo, tinha sido. a casa dele era uma maravilhosa construção cheia de janelas amplas, um jardim robusto, rodeada por um pomar de frutas graciosas. tinha uma piscina de água natural e a mobília era antiga, como se tivesse saltado de um filme de época. possuía espreguiçadeiras e um acesso remoto à praia.
a mulher dele, Isabel, era um anjo. cozinhava paella e polvo como ninguém. sempre enchia o seu prato no café da manhã e lia o seu trabalho com uma grande adoração. você a ensinou como fazer pastel de nata e ela lhe ensinou a fazer papas. frequentemente, era comum que ela pegasse os seus vestidos e blusas no varal para costurar um furinho ou outro no tecido.
Alfredo era genial. apesar da idade avançada, seus pensamentos eram como os de um jovem adulto cheio de energia. divagava por horas em qualquer assunto e lhe ensinava coisas que você jamais vira na faculdade. pediu para que você escrevesse para ele. falava por horas como via o talento em você e como você seria uma escritora de sucesso, mesmo que ainda não tivesse nada pronto. via como sua mente maquinava e se impressionava com o seu traquejo. não via aquilo há muito tempo.
foi em uma tarde chuvosa que um táxi parou no pátio de entrada. você estava no seu quarto, redigindo o trabalho em uma máquina de escrever antiga que o seu mentor tinha lhe emprestado. as gotas de chuva gordas batiam contra a janela, fazendo um barulho gostoso de ouvir. no entanto, o ronco do motor se sobressaiu, atraindo sua atenção. não era comum visitas.
quando o viu, jurou sentir um arrepio correr por toda a espinha. era alto, tinha cabelos claros e um nariz bonito. equilibrou duas malas nas mãos enquanto a esposa do seu mentor apareceu, o abraçando carinhosamente. ele tentava se mover para que ela não se molhasse, mas ela parecia não se importar.
você ficou os minutos seguintes no quarto, se perguntando quem era aquele homem e se ele ficaria com vocês no restante das férias. por um momento, teve pânico de que as suas tardes nas espreguiçadeiras tivessem fim com a chegada dele. ou então, que ele fosse outro orientado do autor e roubasse seu tempo de trabalho.
Isabel lhe chamou no quarto meia hora depois da chegada do desconhecido. quando você abriu a porta, pôde sentir o cheirinho de café coado aromatizando toda a casa. te convidou para tomar o café da tarde e você, que nunca recusava, assentiu timidamente.
o homem estava sentado em uma das cadeiras da mesa da cozinha, os cabelos molhados. tinha trocado a camiseta, optando por uma que não estivesse molhada. tinha uma toalha nas pernas, que secavam o restante do corpo. ria deliciosamente com Alfredo, bebericando a xícara de café.
a porta dupla da cozinha estava aberta, trazendo o cheirinho de chuva e terra molhada para dentro. os passarinhos cantavam fervorosamente enquanto o sol iluminava as gotas de chuva aqui e ali. o tom dourado lavava a cozinha e você jurou nunca ter visto um homem tão bonito.
"aí está ela!" Alfredo sorriu ao te ver entrar na cozinha. "Esteban, essa é a minha pupila. está escrevendo sua monografia sobre minhas obras e passando um tempo conosco."
"foi ela que me ensinou a fazer esses pastéis de nata!" Isabel colocou as mãos sobre os seus ombros, acariciando. sobre a mesa, o pratinho dele estava cheio dos docinhos portugueses.
"este é nosso filho, Estebán. estava em Londres e veio passar o restante das férias conosco."
"é um prazer." você se inclinou para a mesa para apertar a mão dele. "também é escritor?"
" não. meu pai bem que queria, mas não dei esse orgulho a ele." Estebán comentou com um sorrisinho de canto. "mas dou aula de literatura espanhola em Birmingham."
"em Birmingham? uau." você não evitou ficar surpresa, arrancando um sorrisinho orgulhoso do homem. "desde quando?"
"fazem alguns bons vinte anos."
"de repente, me sinto velho." Alfredo comentou, fazendo você e Estebán sorrir.
depois da chegada de Estebán, tudo havia ficado melhor. quando você se sentava para discutir o seu trabalho com Alfredo, ele sempre sentava junto com vocês dois. por ser formado em literatura espanhola, havia estudado a literatura do próprio pai e podia contribuir com a visão acadêmica que, sozinha, você jamais alcançaria.
quando você queria ir à cidade, Estebán sempre se oferecia para levá-la, te poupando do passeio de bicicleta no sol escaldante. tinha te apresentado a melhor sorveteria da cidade, além da melhor livraria onde vocês passavam horas lendo e tomando café. um dia, decidiu levar você e os pais dele para um jantar num restaurante aconchegante com uma deliciosa comida caseira. depois de deixar Alfredo e Isabel em casa, te convidou para ir até um bar na beira da estrada que ele sempre ia quando era adolescente e vivia em Menorca.
"e como foi crescer aqui?" você perguntou, bebericando a cerveja que havia pedido. pessoalmente, era uma menina que preferia aperol spritz, mas duvidada que o bar serviria aquilo.
"foi bom. tem muitos turistas, então eu conheci muitas pessoas enquanto morava aqui." ele brincou com o copo de uísque que bebia. "inclusive minha ex-mulher."
"você já foi casado?"
"por onze anos." ele sorriu, um pouco triste. "as coisas começaram a dar errado quando ela descobriu que eu era estéril e nós não poderíamos ter filhos biológicos. tentei convencê-la de adotar, mas... ela não se interessou."
"vocês se divorciaram recentemente?" não conseguiu evitar. estava tonta, um pouco letárgica. acariciou o braço dele para mostrar apoio.
"há um ano." ele encarou a sua mão delicada sobre a pele dele, cheia de anéis, com as unhas pintadas de preto. sorriu, grato pelo carinho. "mas eu não quero te encher com essas bobagens."
"claro... só estou um pouco chocada que você já se casou e divorciou. achei que você tinha uns trinta." você recolheu as suas mãos de volta ao seu copo de cerveja, mudando de assunto.
"tenho quarenta e dois." ele riu, dando um fim no copo de uísque. "mas, obrigado pelo elogio."
quarenta e dois. soava bonito na boca. a língua tocava o céu da boca e o "s" era puxado ao final. ele já tinha dito que trabalhava como professor há vinte anos, mas você não conseguia acreditar que ele tinha passado dos trinta. quando sorria, parecia ter, no máximo, vinte e oito. você tinha se atraído por ele com tanta facilidade que era assustador.
tinha começado com as caronas e a ajuda acadêmica. depois, foi a presença. começou a sentar-se na mesinha na área da piscina enquanto você tomava sol, lendo um clássico qualquer enquanto te pedia opiniões sobre os livros. discutiram por dias o temperamento de Heathcliff e a fragilidade de Cathy enquanto tomavam soda italiana preparada por Isabel. Estebán a levou para conhecer as partes desertas da praia que rodeava a casa e te ensinou a mergulhar para observar os corais. vocês assistiam filmes antigos até tarde na televisão da sala da casa. faziam compras juntos para a casa nas feirinhas de Menorca.
era impossível não se apaixonar. ele estava sempre tão bonito. usava camisetas de botões, shorts acima do joelho e óculos de sol sempre que iria sair. andava com os cabelos bagunçados e te convidava para fumar tarde da noite no jardim de trás da casa. sempre levava uma garrafa de orujo para as sessões de escrita e vocês tomavam uma dose sempre que acabavam um tópico.
foi em uma noite quente que, depois de beberem muitas doses de orujo, vocês decidiram sentar à beira da piscina. seu trabalho estava nas conclusões finais e você deixaria Menorca em breve. estava triste, embora satisfeita. em breve estaria formada e poderia fazer o que quiser com a sua vida. por outro lado, talvez nunca mais voltasse a ver Alfredo, Isabel ou Estebán.
"você pode sempre visitar Menorca. meu pai já te considera uma filha." Estebán dizia. estava tão bêbado quanto você, com as bochechas vermelhas e os cabelos bagunçados, mas não admitia com facilidade. "e, claro, tem de conhecer Birmingham. eu serei o seu guia."
"seus pais adorariam Portugal. você devia convencê-los a ir. e claro, ir junto." seus pés balançavam na água límpida.
"podemos nos organizar quanto a isso." ele a mirou, os olhinhos quase fechados brilhando na escuridão. quando sentiu a mão de Estebán na parte de baixo das costas, gelou. "mas, antes, vamos nos concentrar em ficar sóbrios."
ele a empurrou com tudo para dentro da piscina. você evitou gritar para que não acordasse Isabel e Alfredo, mas o fuzilou com o olhar ao voltar a superfície. ele já estava na piscina, ao seu lado, retirando todo o seu poder de puxá-lo para dentro.
"você parece uma criança para um homem da sua idade." você comentou, emburrada, arrancando uma gargalhada de Estebán.
"obrigado, é o meu charme."
nadaram por minutos à fio na escuridão do jardim, banhados pela luz prata do luar. brincaram, riram, espirraram água um no outro como crianças. conversaram assuntos sérios de novo. pintaram as palavras de melancolia ao confessarem que sentiriam saudades de Menorca quando fossem embora. se encararam por bons segundos, se aproximando demais um do outro.
Estéban te olhou como se fosse a primeira vez. como se esquecesse que você tinha vinte e três e ele quarenta e dois. como se descobrisse o quão bonita você era. admirou o seu vestido florido agarrar-se ao seu corpo e adornar todas as suas curvas, do busto bonito até a cintura submergida. quis pegar o seu rosto e beijá-la, onde ninguém podia ver, mas sentia-se extremamente errado em pensar em fazer aquilo. dava aula para centenas de meninas da sua idade na Universidade e sabia que, no fundo, eram apenas crianças brincando de ser adultas.
"devíamos ir dormir antes que você pegue um resfriado." foi tudo o que ele disse, acariciando o seu ombro antes de sair da piscina e oferecer ajuda para que você saísse também.
na sua última semana de estadia, o clima era de despedida. Alfredo te levou mais uma vez na cidade para lhe presentear com diversos livros da sua livraria favorita (que era a mesma de Estebán). Isabel tinha cozinhado todas as suas comidas favoritas e você tinha pintado as unhas dela de preto, como ela mesmo havia pedido. Estebán tinha comprado uma garrafa de vinho especial para o seu último jantar em Menorca.
depois da noite na piscina, ele havia se distanciado um pouquinho. você jurou ver um relance da atração dele por você naquele dia, mas tão rápido como havia aparecido, se foi. e nos outros dias, só se encontrava com você quando Isabel ou Alfredo estavam por perto.
é claro que ele tinha visto o brilho nos seus olhos. a correspondência, o desejo, a súbita alegria quando ele te olhou de outra maneira. ele percebia os olhares quando estavam juntos, a sua gentileza, seu interesse em ouvir as histórias que ele tinha para tocar. sentia o quão sensibilizada você ficava quando se encostavam sem intenções. via a confusão nos seus olhos para decidir se deveria se aproximar ou se afastar.
o muro que ele havia construído na última semana para separá-los pareceu ruir quando você adentrou a sala de jantar em shorts jeans mom e com uma camiseta de botões. estava tão linda. percebeu como havia ficado mais bronzeada nos últimos dias somente à luz do ambiente. tinha parado de ir à área da piscina para lhe fazer companhia.
os labradores da casa estavam deitados preguiçosamente no chão, mas se ergueram ao vê-la entrar. você acariciou ambos, Bernard e Beatrice, antes de se sentar à mesa. percebeu os olhos de Estebán fixos em você e sustentou o olhar até que ele fosse obrigado a desviar.
o jantar tinha sido agradável. comeram salmão, beberam o vinho caro que Estebán havia comprado e degustaram a maravilhosa torta de limão siciliano que Isabel havia feito. quando o sol se pôs e o vento soprou o cheiro de chuva, não demorou muito para que as gotas caíssem. o jantar terminou ao som de Édith Piaf na vitrola e você e Estebán admiraram enquanto Alfredo e Isabel dançavam juntos pela sala de jantar.
você resolveu dar início à arrumação, retirando os pratos e talheres em meio as reclamações de Isabel. "é o mínimo que eu posso fazer para agradecer a estadia", você argumentou. Estebán te ajudou a retirar a mesa e a limpar os pratos, cantarolando a melodia da música que tocava no cômodo do lado.
"eu queria agradecer pela sua visita. meus pais estão mais felizes do que nunca." ele disse, secando os pratos enquanto você lavava. "acho que a sua visita trouxe calor para essa casa novamente. obrigado."
"foi um prazer ficar aqui. eu amei as últimas semanas, não tenho como agradecer seu pai e sua mãe." você secou as mãos nos shorts, um pouco tímida. "e a você. você me ajudou e me recebeu nesses últimos dias. sou muito grata por isso, Estebán."
ele assentiu, sorrindo um pouco sem jeito com a sua confissão. estava com as bochechas avermelhadas como no dia em que nadaram juntos, bêbados de oruja.
"sobre aquela noite na piscina..." ele começou, mas você sinalizou para que ele parasse.
"não precisa falar sobre isso. eu entendi." ser rejeitada já era ruim o suficiente. não queria ter que ouvir ele se explicar.
"eu gosto de você. acho você inteligente, sagaz, linda, atraente... e mais um milhão de qualidades que eu poderia dizer por horas. mas, você é nova demais para mim." ele sorriu, um pouco triste. "quando você nasceu, eu já estava na faculdade, noivo. eu dou aula para meninas da sua idade todos os dias, eu não posso fazer isso com você."
"então foi por causa da minha idade?" Estebán assentiu. "isso é uma bobagem, idade é só um número, Estebán. nós conversamos todos os dias durante essas semanas, você viu como somos tão iguais. eu gostei de passar o tempo com você e você gostou de passar o tempo comigo. então, qual o problema? eu sou maior de idade."
"seria errado. seria como beijar uma irmã mais nova."
"você me vê como uma irmã mais nova?" você ergueu uma das sobrancelhas, impaciente.
"não... eu queria, mas não consigo."
"eu não vou implorar para você ficar comigo, Estebán." você terminou de guardar a louça. "não vou ser a sua justificativa caso você se arrependa."
silenciosamente, você deixou a cozinha e alegou cansaço para que pudesse se retirar. abraçou Isabel e Alfredo e se despediu dos labradores com beijinhos antes de subir as escadas e ir para o seu quarto.
ainda tinha uma mala inteira para arrumar. odiava ser tão procrastinadora, mas era inevitável. era como se a sua mente implorasse para que você ficasse em Menorca para sempre. que esquecesse a graduação e vivesse na ilha dia após dia, escrevendo e tomando sol.
a chuva não havia parado. pelo contrário, parecia aumentar a cada segundo. por isso, às três da manhã, quando você terminava de fechar a mala e guardá-la ao pé da penteadeira, foi difícil ouvir as batidas na porta. levou duas ou três investidas para que você escutasse e fosse atendê-la.
"pensei que estivesse dormindo." era Estebán. vestia uma camiseta velha e um shorts largo como pijama. "mas, lembrei que você dorme tarde, assim como eu."
"você quer alguma coisa?"
sem mais gentilezas, Estebán a puxou pela cintura e selou os seus lábios aos dele. tinham gosto de ojuro e cigarro, o que provavelmente tinha sido utilizado para que ele ganhasse coragem para ir até você. a língua era terna, cuidadosa, embora a força com que ele segurava sua cintura fosse absurda.
seus dedos se enterraram nos cabelos dele, coisa que você gostaria de ter feito há muito tempo. se beijaram apaixonadamente por bons segundos, matando toda a vontade que sentiram nos últimos dias. estavam a caminho da cama quando ele tropeçou e levou os dois ao chão.
uma risada fraca escapou dos seus lábios enquanto ele xingava baixinho. você subiu em cima dele, deixando um selar carinhoso na testa dele.
"você se machucou?" Estebán perguntou, preocupado.
"não, está tudo bem." você começou a desabotoar a camisa de botões. por baixo, não utilizava nada mais. deixou os seios desnudos, revelando os mamilos rijos à luz amarela do quarto. "você se machucou?"
Estebán apenas negou com a cabeça, admirando o seu corpo. depois de sua esposa, não havia ficado com mais ninguém. não sentia o interesse, nem o desejo. você lavou aquele pensamento da cabeça dele com tanta facilidade que ele se sentia quase culpado.
você puxou a camiseta dele para cima, revelando a pele bronzeadinha pelos últimos dias. com certa impaciência, ambos chutaram os shorts para fora do corpo, além das peças íntimas.
passaram alguns segundos se observando, respirando pesado devido a umidade em que o quarto se encontrava. Estebán era lindo. tinha as bochechas avermelhadas e os cabelos bagunçados. o seu pau era grande, com a glande rosada, pingando o pré-gozo.
não se demoraram em preliminares. Estebán a tocou na sua intimidade, deslizando os dedos para dentro de si enquanto você o masturbava lentamente. beijaram-se mais uma vez, as línguas deslizando em harmonia, saboreando a boca um do outro. quando os gemidos abafados começaram a escapar, você soube que os dois estavam altamente sensíveis e necessitados.
encaixou o membro dele com facilidade na sua entrada. não precisava de muito para que ele a deixasse molhada daquele jeito. quando deslizou o pau dele para dentro, um gemido baixinho verberou pelo quarto. Estebán agarrou a sua cintura, gemendo com você.
o quadril se movimentou, você rebolou no colo dele e sentiu a cabecinha atingir o seu ponto sensível dentro do seu canal apertado. as unhas se alojaram no peito desnudo de Kukuriczka, arranhando com uma necessidade assustadora.
“porra… você é divina, chiquita." o homem gemeu, baixinho. as mãos encontraram os seus seios, os apertando com força para que guiasse a velocidade dos seus movimentos. "você não sabe quantas noites sonhei com você em cima de mim desse jeito."
"e eu correspondo às suas expectativas?" suas mãos viajaram até os fios de cabelo claro, os puxando para trás. inclinou o seu corpo para frente, colando seus seios no peitoral clarinho.
"é muito melhor do que as minhas expectativas." o polegar acariciou as suas bochechas antes que ele segurasse o seu quadril, a deixando parada para que ele pudesse se movimentar dentro de você. os movimentos de vai e vem eram lentos e fortes, fazendo o seu corpo saltar a cada estocada. Estebán observava os seus olhos brilhando e a sua boca em formato de 'O', deliciado pela visão.
você sentiu os sentimentos da última semana fluírem pelo seu corpo violentamente. lembrou-se de todas às vezes que ele sorriu para você depois de uma piada, como segurou as suas mãos quando vocês mergulharam pela primeira vez e quando ele leu os seus trabalhos pessoais, elogiando cada um deles profusamente. sentiu-se completa ao ser possuída por ele, viciada nos olhos pequenos e escuros que a observavam com tanto interesse.
seus gemidos eram baixos, escondidos pelo constante gotejar da chuva. estavam abraçados àquela altura, escutando os corações palpitarem a todo vapor, enquanto Estebán se dedicava aos movimentos que, naquele momento, eram rápidos e descompassados.
"eu acho que estou apaixonado por você." ele confessou entre gemidos, segurando o seu rosto para que você o encarasse. a vontade de chorar quase a tomou por completo. doeria saber que voltaria à Portugal e teria que esquecê-lo.
"eu também estou apaixonada por você, Estebán. profundamente." o selar que veio em seguida foi calmo, destoando de todo o resto do ato. quando ele se agarrou aos seus cabelos e os movimentos tornaram-se mais errôneos, você soube que ele estava próximo. a visão dos olhos dele revirando foi o suficiente para trazer você ao ápice em harmonia ao dele.
se encararam por bons minutos enquanto a respiração se regularizava. você tremia, tomada por uma gama de emoções que jamais sentira antes.
"fique em Menorca." ele pediu, acariciando seus cabelos.
"eu não posso." você sorriu, tomada pela vontade de chorar, mais uma vez.
"eu sei. mas, não custava pedir, certo?" seus dedos se entrelaçaram e ele deixou um selar sobre as juntas dos seus dedos. "volte para Menorca."
"isso eu pretendo fazer. com você aqui, de preferência."
"não se preocupe. eu esperarei ansiosamente."
[...]
a apresentação da sua monografia tinha sido um sucesso. uma nota dez e um convite para publicação em uma revista científica eram mais que suficientes por todo o trabalho duro que havia feito.
tinha escrito para Alfredo e Isabel, enviando o seu convite de formatura, além da sua aprovação. tinha, também, enviado o convite para Estebán, embora não tivesse esperança de que nenhum deles comparecesse.
você e Estebán tinham trocado poucas cartas desde a sua volta à Portugal. contavam sobre as suas vidas monótonas e divagavam sobre a saudade que sentiam um do outro, mas nada trazia de volta a sensação que tinha vivido em Menorca. sentia falta do cheiro dele, dos olhos pequenos e do sorriso bonito. queria beijá-lo de novo e beber com ele até o sol nascer. queria fazer amor como haviam feito no último dia, por incansáveis horas, no chão, na cama, no chuveiro.
a cerimônia de formatura havia sido cansativa, embora emotiva. ganhou o seu diploma, abraçou seus pais e o irmão mais novo e se despediu das amigas que iriam embora para sempre. estava usando um dos vestidos que comprara na Espanha e sentia saudades dos Kukuriczka mais do que devia.
quando a multidão se dispersou do local da colação e você tirou um tempo para tirar foto com os familiares, foi quando o viu. de terno preto e gravata azul escura. estava de braços dados com a mãe e o pai ao lado. uma gotinha salgada de lágrima escorreu pela sua bochecha.
"ai está, nossa escritora." Alfredo sorriu, a puxando para um abraço. "não achou que eu fosse perder a formação de uma nova escritora, achou?"
"ah, que maravilha! foi tudo tão lindo. nós amamos ler o seu trabalho." Isabel a encheu de beijos no rosto.
Estebán a puxou para um abraço apertado e as lágrimas vieram sem pudor. o cheirinho dele continuava o mesmo. você queria mergulhar naquele homem e nunca sair de dentro dele.
"vou te levar de volta para Menorca." ele colou a testa dele a sua, deixando um selar logo em seguida. "ao contrário de você, eu vou implorar. e caso se sinta arrependida, pode me usar como justificativa."
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remus john lupin but make it argentino
#remus lupin#marauders#moony#society of the snow#la sociedad de la nieve#netflix#remus x sirius#remus x you#remus x reader#remus being remus#remus loves sirius#atyd remus#fancast#harry potter#remus john lupin#wolfstar#enzo vogrincic#esteban kukuriczka
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CHERRYBLOGS RECOMENDA
oi galera 👋🏻 aqui vou deixar algumas das minhas escritas favoritas desse site e indicações de autoras. Também adicionei algumas fics em espanhol e inglês, porque tem muito talento aqui!!!
notinha: como são muitas que eu amo, me limitei a só 5 histórias de cada. Fiz dos que eu mais acompanho, gatinhas!
FELIPE OTAÑO
Fuera de foco @deepinsideyourbeing
Zona de peligro @interlagosgrl
I'm waiting for the right time @creads
Locked out of heaven @star-elysiam
Curiosity kills @koiibiito
ESTEBAN KUKURICZKA
Size kink @koiibiito
Hit me like a ray of sunshine @deepinsideyourbeing
You can be the boss @creads
Reaction formation @geniousbh
Just got my nails done @idollete
FRAN ROMERO
Sugar daddy @madame-fear
here kitty, kitty @idollete
Ajuda com os estudos @kiwiskybe
Missing you @sluttforromero
Love bruises @stuckwthem
ENZO VOGRINCIC
ciúmes @ellebarnes90
my kind of love @ricvettel
tu cuarto @lacharapita
Rum on a fire @deepinsideyourbeing
With the city beneath us @xexyromero
SIMON HEMPE
Princesa @crarinhaw
Boca @lacharapita
Milf!reader @luludohs
I wanna get him back @lunitt
Faz gostoso @kyuala
MATÍAS RECALT
Flashing lights @lunitt
Se não eu, quem vai te fazer feliz @lacharapita
Soaked @blasdavinci
slow down @jaquemuses
pacto? @przttygirl
FERNANDO CONTIGIANI
Professor universitário @ellebarnes90
Fernando vizinho @luludohs
He's a bad bad boy @idollete
mean!fernando @creads
Fernando amante @lacharapita
OUTROS (me empolguei nesse pqp)
Eles sendo papais @yoolelica
Two is better than one (esteban x fran x reader) @madame-fear
Una condena agradable (matias x enzo x reader) @deepinsideyourbeing
three's a party (enzo x simon x reader) @koiibiito
3some (Fernando x esteban x reader) @imninahchan
Sextape (matias x simon x felipe x reader) @kyuala
Surprise (fernando x esteban x reader) @creads
Especial de São João @lunitt
hush @lacharapita
3 é par? @lunitt
%sale% @geniousbh
#🍒 speaks#enzo vogrincic#felipe otaño#pipe otaño#lsdln x reader#lsdln cast#fran romero#matias recalt#fernando contigiani#esteban kukuriczka#simon hempe
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lsdln cast x porn links e visuals 🍒
notinha: olá meus amores!! meu primeiro post para o fandom de lsdln, e aqui estão alguns visuals dos nossos queridinhos <3 (obs: da nossa loba putífera alfonsina também)
todos os links são do twitter e são seguros, aproveitem.
beijos, noelle 🫦
༶•┈┈୨♡୧┈┈•༶
fran romero:
a ideia de assistir filme com o seu namorado obviamente foi por água abaixo, tendo você em seu colo enquanto brinca e esfrega seu clítoris inchado, seus quadris fazendo movimentos involuntários pra cima a procura de prazer e uma mão curiosa brincando com seus mamilos durinhos. agarrando o ombro de fran com força sua boceta fica cada vez mais molhada, você sente a respiração pesada dele no seu pescoço e a dureza de seu membro em suas costas.
link ୨♡୧ https://x.com/daddyyrough/status/1755573141139595365?s=46
agustin pardella:
ah, dia dos namorados! que bela data para passar o dia com seu dengo, fazer coisas fofas que todo casal faz… comer morangos com chocolate, assistir um seriado agarradinho no sofá e mais coisas melosas de casal. o que você não esperava era que seu doce agustin, romântico e suave, fosse te jogar na cama e meter com força na sua boceta. de repente o cômodo que estava repleto de risadas foi substituído por gemidos e o som molhado do pau do seu namorado encontrando sua entrada, contraindo ao redor do membro dele. no final de tudo, só se podiam ouvir o barulho da pele contra a pele.
link ୨♡୧: https://x.com/daddyyrough/status/1757720276844855738?s=46
enzo vogrincic:
como que isso aconteceu você não sabia, talvez fosse o charme que toda latina tem… o mesmo charme que fisgou enzo na boate em que vocês estavam. corpos suados, seus quadris balançando e o olhar provocativo em seu rosto fez você acabar na situação em que está agora. no chão de um motel, pernas abertas, o interior das coxas encharcadas enquanto os dedos grossos de enzo penetram rapidamente a sua boceta, deixando-a cada vez mais melada ao ponto de se escutar a umidade toda vez que a palma de sua mão encontrava seu clítoris.
link ୨♡୧: https://x.com/daddyyrough/status/1760187551187362144?s=46
matias recalt:
você e seu namorado entraram em um acordo mútuo, gravar ele comendo você para quando ele estiver viajando gravando seus filmes ele não sentir tanta falta de suas paredes quentes apertando ao redor do pau dele. botando o celular no pé da cama você não perde tempo antes de pular no colo do mesmo, quicando em seu pau enquanto os quadris de matias vão para cima para encontrar seus movimentos, mãos apertando sua cintura ele mete com força enquanto morde o lábio… ele sabia que tinha que aproveitar, vai saber quanto tempo ele ficaria fora sem sentir o quentinho de sua bucetinha.
link ୨♡୧: https://x.com/daddyyrough/status/1759855449950523768?s=46
esteban kukuriczka:
toda vez que vocês dois transavam, esteban tinha o “estranho” costume de gentilmente, com os dedos abrir os lábios inchados de sua boceta e ver suas paredes se contraindo de prazer enquanto seu gozo escorria, toda vez que ele vê a cena seu pau se contrai… a imagem de você toda boba, cheia de seu gozo o deixa duro e cheio de tesão.
link ୨♡୧: https://x.com/daddyyrough/status/1760179918866919468?s=46
link 2 ୨♡୧: https://x.com/iucywl/status/1723013685075935730?s=46
(mais um de bônus pois me sinto boazinha hoje)
alfonsina carrocio (por último mas não menos importante, eu daria o meu corpinho para esta loba faminta):
você acorda com os pequenos beijinhos molhados que sina da em seu pescoço, você sabia exatamente o que a sua amada estava fazendo. com uma vozinha manhosa, sina aperta levemente um de seus seios. arrastando seus dedos em seus mamilos sensíveis ela parte para o seu shortinho fininho que você estava usando como pijama. com um murmurinho de apreciação ela sente a umidade de sua boceta pelo short, passando levemente o dedo do meio entre a costura de seus lábios. você, já cheia de tesão e respiração pesada arqueia as costas e joga sua bunda contra sina, que sem mais nem menos tira suas roupas enquanto chupa seus lábios com fome. pondo-se em cima de você ela começa a esfregar seu clítoris já inchado e vermelho contra a sua buceta molhada, suas intimidades se encontrando. segurando com força a cintura de sina vocês gemem até que o pico chegue. abrindo os olhos você vê o sorriso satisfeito e malicioso… a noite não acabaria por ali.
link ୨♡୧: https://x.com/iucywl/status/1745756142406381957?s=46
༶•┈┈୨♡୧┈┈•༶
meus amores, espero que tenham gostado (TALVEZ eu tenha me empolgado um pouquinho na parte da alfonsina mas quem nunca né rsrs)
me avisem caso queiram uma segunda parte (com eles + o resto do cast) e caso vejam algum link do twitter que lembre algum deles não hesite em me mandar na minha caixa de entrada 🙏
#enzo vogrincic x reader#enzo vogrincic#matias recalt x reader#matias recalt#francisco romero x reader#francisco romero#agustin pardella#alfonsina carrocio#la sociedad de la nieve#esteban kukuriczka x reader#esteban kukuriczka#lsdln#reader insert
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lindaa podes hacer uno de esteban kuku smut, me dio tierno, corte primera vez o algo asi, si no haces de él no pasa nada, yo entiendo
hola reina!! OBVIO que escribo para kuku, estaba esperando que alguien pida aaa te adoro !! hice esto recien, super rapidito, espero que te guste ♡
𝜗𝜚⊹ ‧₊˚ petit-déjeuner
pairing: bf!esteban x gf!r
sinopsis: Esteban acaba de volver de su viaje a Venecia y estas dispuesta a recuperar todo el tiempo perdido.
content: age gap sin desarrollar (ambos +18), stablished relationship, smut sin plot (jiji), fingering, p en v, mentions of breeding, fluff, no se que más.
word count: 1.7k cortito y conciso.
Hacía ya un día que Esteban había vuelto de su viaje a Venecia, donde asistió al prestigioso festival de cine. Lo habías extrañado, aunque te costara admitirlo incluso solo para vos misma. Tu cuerpo lo ansiaba.
Por eso, cuando escuchaste el familiar sonido del motor del auto apagándose en el garage, prácticamente corriste a lanzarte encima de él en cuanto entró por la puerta. Hizo a un lado su bolso para sostener tu cuerpo entre sus brazos mientras le llenabas de besos la cara.
Pasaron la noche entre copas de vino y pasta, compartiendo experiencias de Venecia, la gente que conoció, el éxito de la película y la felicidad de estar de vuelta en su queridisima Buenos Aires junto a vos. Esteban y vos llevaban once meses juntos, aunque los últimos meses habían sido caóticos debido a los rodajes, viajes y todo el trabajo de producción, dejando la vida sexual en segundo plano, sin embargo ambos tenían necesidades y estabas dispuesta a saciarlas.
Sabías que Esteban estaba cansado por el viaje, así que esperaste hasta la mañana siguiente para deslizarte desnuda en la cama que compartían. La luz matutina resaltaba los marcados rasgos de tu novio, y por un segundo pensaste, "¿Cómo puede tener una cara tan angelada?". Aunque Esteban ya estaba despierto desde que entraste a la habitación, mantuvo los ojos cerrados hasta que te subiste completamente a la cama y encima de él.
"Ah, bueno...", dijo, recorriendo con la mirada tu cuerpo y regalándote una sonrisa ladeada. Te mordiste el labio mientras comenzabas a restregarte contra él. Solo llevaba puestos unos boxers, así que frotaste tu cuerpo contra el suyo, disfrutando del calor de su piel.
"¿Estamos cariñosas hoy?", señaló con un tono burlesco pero dulce. Gemiste suavemente, besando ligeramente su muñeca cuando sentiste sus dedos entrelazándose en tu cabello.
"Estuviste lejos mucho tiempo", dijiste en un suspiro.
"Fue solo un mes, gorda."
"Mucho tiempo".
Esteban soltó una pequeña carcajada mientras te acomodabas sobre él, tus manos reposando en su pecho definido.
"Me debes algo", dijiste finalmente, mirándolo con ojos suplicantes.
Esteban arqueó sus cejas mientras sus manos se paseaban suavemente por tus muslos y costillas, a veces subiendo a tus pechos, acariciándolos con un poco de fuerza y bajando otra vez.
"¿Ah sí? ¿Y cómo puedo saldar la deuda?"
"Vos sabes perfectamente cómo, kuku."
"No, ángel, decime qué querés."
"A vos."
El mayor deslizó su pulgar por tu cadera, acariciándola con una sonrisa en su cara. "¿Sí? Pero si ya estoy acá, a mí ya me tenés hace mucho tiempo", refutó, haciéndose el desentendido.
Tu pecho estaba rojo de la vergüenza, sabías que te iba a hacer decirlo. "Quiero que me cojas", dijiste ahogando un gemido, tus caderas todavía moviéndose encima de su ya erecto bulto generando una fricción extasiante.
Esteban parpadeó ensimismado ante la vista que tenía delante suyo.
"¿Sí?"
"Sí, kuku, porfa", rogaste sobre su regazo.
"¿Cuánto?" volvió a preguntar, sus dedos estimulando tus pezones mientras se incorporaba lentamente. "Dios, te necesito adentro mío, Esteban, te necesito ya", exclamaste desesperada ante tantas preguntas.
El mayor soltó una risa, sus palmas sujetándote suavemente pero con firmeza.
"Está bien, preciosa, pero primero te quiero preparar."
"No, no, no, por favor, no hace falta."
"No es negociable, nena. Si quieres que te coja, primero te vas a tener que correr dos veces con mis dedos. Sino no hay trato", dijo, terminando de incorporarse y volteándote, quedando así en la posición en la que él estaba hace unos segundos atrás, su cuerpo por encima tuyo. Ambos sabían que tenía la fuerza suficiente para manejarte como quisiera.
Mordiste su brazo en respuesta, pero a él pareció no importarle mientras marcaba su camino hacia tus muslos con besos, así que simplemente te dejaste llevar. Después de todo, no te molestaba tener un par de orgasmos adicionales. Esteban siempre había sido hábil con sus manos y boca, pero después de tantos meses sin ningún tipo de contacto, cuando por fin sentiste sus largos dedos acariciando y estirando tus paredes empapadas, mientras su lengua jugaba con tu clítoris, llegaste a los dos orgasmos sin problema después de un par de minutos, casi rozando un tercero antes de gemir y arañarle los bíceps; tus uñas dejando marcas rojas en su piel.
"Ahora sí, tebi", dijiste sin aliento, tus piernas temblando por tus orgasmos recientes. "Por favor, no puedo más."
"Ahi va, bebé, esperaste todos estos meses ¿Qué te va a hacer unos segundos más?", murmuró coqueto, levantándose para que te sujetaras de sus hombros y te acomodaras encima suyo, tus rodillas seguían débiles, por lo que intentaste alinearte y sentarte encima de su polla con rapidez.
Sin embargo, él no te dejó apurarte y te fue ubicando lentamente encima de su duro miembro, entreteniéndote con un beso hambriento, su lengua introduciéndose en tu cavidad bucal mientras dibujaba círculos sobre tu sobreestimulado clítoris. Te estremeciste alrededor de él cuando sentiste cómo su punta se abría paso entre tu apretado interior, tan mojada que goteabas sobre su polla y sus muslos.
Cuando finalmente se hundió por completo, intentaste moverte de inmediato, deseando sentir cómo te destrozaba. Pero nuevamente te retuvo, retorciéndote y gimiendo, apretada contra él.
"Shh, disfruta un poquito", te dijo mientras presionaba besos y mordidas en tu hombro, tus uñas clavadas con fuerza en sus hombros ante la repentina intrusión y anticipación.
Cuando finalmente aflojó su agarre en tus caderas, inclinaste tu peso hacia adelante, apretándolo contra el borde de la cama, y bajaste las manos hacia su ancho pecho. Cambiaste el ángulo de manera que veías estrellas al sentir su polla tan dentro tuyo.
"Dios, kuku", dijiste en un gemido, con la voz temblando un poco mientras tus caderas empezaban a mecerse contra su pelvis. Él gimió, casi como alentándote, viendo cómo la luz del sol se filtraba por la ventana y daba contra tu cuerpo desnudo, sus palmas se encontraban ligeramente presionadas sobre tus muslos mientras su pene bombeaba en tu interior. Todo se sentía increiblemente bien.
"Dios amor, es como si hubieras sido creada solo para mí", balbuceó envuelto en el delirio del momento, y por un momento pensaste que sí;
estabas hecha solo para él.
El mayor guió tus caderas hasta encontrar un ritmo adecuado que te hacía rozar tu clítoris contra el suave vello rubio sobre su pelvis. Toda esta situación era mucho para vos, realmente mucho después de haber alcanzado el clímax dos veces, pero no paraste incluso cuando algunas lágrimas comenzaron a salir de tus ojos, escurriéndose por tus mejillas, siendo resaltadas por la suave luz del sol golpeando tu cara.
Su polla se sentía tan bien dentro tuyo, te llenaba de una manera exquisita. La punta de su miembro se curvaba contra tus paredes y rozaba perfectamente ese punto dentro tuyo. Gemiste y jadeaste ante tal estímulo mientras mordisqueabas distraídamente su cuello y clavículas y gemías su nombre en su oído.
Una de sus manos subió hasta uno de tus pechos, tomándolo en su boca, chupándolo y besándolo vorazmente mientras que la otra estimulaba tu clítoris con velocidad.
Lo montaste vigorosamente mientras sentías cómo tu tercer orgasmo amenazaba cada vez más con llegar. Tus caderas comenzaron a moverse de forma desincronizada cuando un gemido agudo se escapó de tus labios. Esteban entendió la situación al instante, por lo que tomando tus caderas, salió de tu interior y te volteó nuevamente, un quejido abandonó tus labios ante la falta de estímulo. Sin embargo, Esteban volvió a adentrarse en tu coño apenas terminaste de acomodarte en cuatro, con tus antebrazos apoyados sobre la cama y el culo alto en el aire, dándole una vista asombrosa a su parecer, lo cual lo incentivó a mover sus caderas de una forma lenta y seductora, sin embargo golpeando justo el punto adecuado.
"Amor! Por dios!", gritaste contra la almohada, saliva escapándose de tu boca hacia la sábana, tu clímax cada vez más cerca, "Por favor, que rico, seguí, seguí, justo ahí." lloriqueaste de placer, tu respiración agitada "M-mas fue-fuerte." dijiste fuera de si.
Te desmoronaste debajo suyo apenas treinta segundos después, temblando, colapsando sobre el colchón y apretando las sábanas en tus puños como buscando que eso te salve de la sensación tan abrumadoramente satisfactoria, tu espalda todavía arqueada para mantenerlo adentro tuyo. Él acarició tu espalda, suavizando sus estocadas mientras sentía cómo lo apretabas tan, tan fuerte.
"Amor", murmuraste después de un minuto, incorporándote un poco, luciendo completamente agotada.
"¿Listo?" preguntó, sacando su miembro de adentro tuyo a punto de ayudarte a levantar.
Negaste, girando tu cuerpo, quedando ahora boca arriba y volviste a abrir tus piernas, sabías que todavía faltaba él.
"Acabá", le dijiste mientras guiabas su polla hacia tu entrada una vez más, apretándote alrededor suyo y sonriendo maliciosamente cuando sus ojos se cerraron con fuerza ante la sensación. "Porfi, quiero que acabes antes de que vayamos a desayunar."
Él no esperó ni una palabra más y te sacudió fácilmente de arriba hacia abajo, penetrándote con intensidad, buscando su propia liberación y vos seguiste el ritmo felizmente, apretando tus paredes cada vez que se empujaba dentro tuyo, exprimiéndolo. Miraste ensimismada sus músculos tensándose y emitiste pequeños sonidos ante la sobreestimulación, llorando de placer y aferrándote a sus brazos, rasguñando los mismos.
Cuando él llegó al clímax, gemiste como si hubieras acabado de nuevo, inclinando la cabeza hacia atrás mientras sentías su cuerpo desplomarse encima del tuyo durante unos segundos.
"¿Eso era lo que querías?" preguntó con su respiración agitada, tus dedos acariciando sus claros cabellos mientras él presionaba suaves besos en tu mejilla.
"Mhmm."
"Dios, te extrañé tanto, preciosa", dijo incorporándose, saliendo de tu interior con delicadeza y presionando un beso en tus labios.
"Mhmm", repetiste, tus ojos estaban cerrados y tenías una sonrisa pintada en la cara. Esteban se rió por lo bajo, acomodando los cabellos que estaban en tu rostro detrás de tu oreja.
"¿Quieres ir a bañarte mientras hago el desayuno?" dijo acariciando tu mejilla con tanto amor que pensaste que podías derretirte ahí mismo. Consideraste la oferta, pero terminaste negando con la cabeza. "Bañemonos y después hacemos juntos el desayuno", dijiste mirándolo a los ojos. Esteban entendió enseguida a lo que te referías y depositó un beso en tu nariz.
"Bueno, vamos a bañarnos, el desayuno puede esperar."
#esteban kukuriczka#esteban kukuriczka fanfic#esteban kukuriczka fluff#esteban kukuriczka one shot#esteban kukuriczka smut#esteban kukuriczka x reader#esteban kukuriczka x you
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𐙚 𝐓𝐖𝐎 𝐈𝐒 𝐁𝐄𝐓𝐓𝐄𝐑 𝐓𝐇𝐀𝐍 𝐎𝐍𝐄.
ೀ amira speaks.ᐟ : father forgive me for I have sinned— but I regret nothing. first time writing a threesome so I hope I did it well !! 🤧 also,, rightful honourary tags will be all the way below the fic! 💕 ˗ˏˋ ꒰ summary : your boyfriend, Francisco, proposes to you to have a threesome with his friend & cast mate, Esteban. you might be reluctanct at first, but you’ll end up mentally thanking him for coming up with the idea. ˗ˏˋ ꒰ word count : 4.5k
˗ˏˋ ꒰ genre : smut, some fluff. ˗ˏˋ ꒰ pairing : Francisco Romero x (fem!)Reader x Esteban Kukuriczka
WARNING.ᐟ THIS FIC CONTAINS ; threesome, fingering, slight breast/nipple play, tiddy sucking, oral sex (m receiving)/facefucking, handjob, getting cummed in your mouth & having to swallow it, P in V, unprotected sex, creampie, profanity, some praising, them fighting a little bit for your attention (sorry I had to lmaoo).
“Don’t you think it could be fun?”
And yet again, your boyfriend insisted on having a threesome. It seemed that the idea of sharing you somehow thrilled him.
Delicately, your fingers played with strands of his dark blonde hair as his head rested on your lap. Arching your eyebrows, you lowered your gaze — since you were supposed to calmly be watching TV together — to stare at him, only to find him attentively staring back at you with his pretty green eyes.
Several days had passed since Fran first proposed a threesome, but he had been particularly insisting on it since a few days ago. You felt shy at the thought of it, but not uncomfortable — you couldn’t deny, you felt quite intrigued and curious.
“Okay, fine. You might be right, and it could be fun.” you replied, continuing to play with his hair lovingly. “But with who are we going to have a threesome, anyways? I can’t really think of anyone to join us, if I wanted to.” some seconds of silence loomed between you two after your question, no one in particular really came to your mind to have such intimate experience. “Well... I might be able to think of someone,” his words trailed off, quietly.
You raised your eyebrow curiously, awaiting for him to continue. His gaze lingered elsewhere, thinking silently, before going back to stare at you with a meek grin. “Kuku told me many times before that he thought you were a very pretty girl, and that I was lucky to have you, so...” at his comment, you immediatly furrowed your eyebrows, feeling a heated fluster occupy your cheeks, understanding what he tried to imply. You felt reluctanct at the idea of asking Kuku such a thing, but at the same time... He was a good option.
Before you officially began dating Fran, while they were still filming La Sociedad de la Nieve, he had introduced you to his cast mates. All of them were incredibly sweet and fun to be around — but at that moment, you felt particularly attracted to one of them, and that was Esteban Kukuriczka. It was a crush that didn’t last long, as you began dating Fran a short while after crushing on Kuku, and of course, all the love and affection you had to offer, was devotedly given to your now boyfriend.
“Are you... Being for real?” you seemed baffled, dumbfounded. “What if he isn’t into that type of thing, and gets upset at us—” quickly before you could further continue with your objection, Fran shifted positions so instead of having his head resting on your lap, he was sitting next to you, with one of his arms wrapped around your body, pulling you closer to his own.
“I’m certain he won’t decline, trust me.” he continued, “Besides, I know you’d like him to join us. I remember being jealous when you had a crush on him, before we started dating... And now, I don’t mind sharing you with him.” you clicked your tongue at his teasing, failing to hide the growing blush in your cheeks. “And... I also know he’s certainly going to appreciate the fact that I’m willing to share you.” moving your gaze away to avoid his own strong staring, you considered what he had told you.
Both of them were extremely close while, and after filming the movie — Fran knew him much better than you did, and if he said Kuku would accept having joining you for a threesome, you wholeheartedly trusted him. After all, despite being hesitant, you were willing as well to try new experiences. And it was even better if there were two involved with you, rather than just one.
His hand gently moved up and down your arm, caressing it, as you thought quietly to yourself. And it didn’t take you long to consider it, as you turned around once again to stare at him, slightly grinning. The expression on his face resembled that of an eager puppy, knowing you’d most likely accept.
“You know what? Fine,” you began, “I’d very much like him to join us. You can ask him if he wants to.” and with your approval, a sigh of relief escaped from him. Your boyfriend had always been committed to pleasuring you in any possible way that there was, and he was insistent on trying new experience because, eventually, Fran knew you would like them.
“Gracias, mi amor.” cupping both your cheeks firmly, Fran pressed a loving smooch on your forehead, making you widely grin. All that there was left to do now, was send a message to his cast friend, and simply find a proper day where you would all be free.
“You won’t regret it, we will both make sure you are properly taken care of.”
You knew your reluctance would eventually bend into acceptation of the idea of a threesome— and to further develop into genuinely fancying it.
The pounding of your heart increased rapidly, beating loudly against your chest; it made your entire body tremble slightly. As Fran had previously reassured you, Kukuriczka did accept the proposal of joining the two of you for a threesome — and currently, you found yourself in the bed you shared with Francisco... Being pampered in loving kisses and gentle touches by both him, and Kuku.
It felt strange, to have two men thrown entirely at you, showering you with a teasing affection; but you weren’t complaining at all. In fact, you could quite get used to the feeling with no problem at all, as you enjoyed receiving the attention from both of your favourite boys.
Soft groans spurred delicately from your lips. Your eyes were closed, tilting your head to a side as you sweetly, yet fervently kissed Fran; moaning quietly against his lips. His warm hand was under your shirt, possesively caressing one of your breasts, squeezing it and brushing his thumb across your hardened nipple; knowing it was an easy way to get you turned on.
It didn’t help either to feel the elder Argentine man’s thin lips pressing smooches all over the soft spots of your neck, occasionally on your shoulder, as his hand had sneaked inside your underwear, rubbing his fingers across the wet entrance of your pussy in a teasing manner. “Already eager to feel two cocks inside of you, hm?” he teased, feeling his hot breath against your sensitive skin, making you pull briefly from your boyfriend’s lips. “And to think you were making such a fuss of it yesterday, not wanting to get him upset at us— Now, you’re all wet for us.” your boyfriend remarked, smiling proudly, squeezing your breast possesively.
“Shut up.” you muttered in between soft pants, trying to dismiss both as you were being stimulated by them. It seemed as if they enjoyed taking their time with you and playing around, appreciating every single reaction of yours. A crimson tint notoriously occupied your cheeks, spreading across your face at the teasing actions of both men.
Before you, or any of the boys, could say anything else, you felt two fingers abruptly entering deeply into your moist cunt, thrusting gently. “Fuck,” you gasped, spreading your legs wider unconsciously— leaving both men satisfied with your response. For your aching hole, being filled with Kuku’s fingers was a relief.
Initially, his movements inside of you with his digits were careful, appreciating every inch of your inner walls — and it didn’t take too long until both fingers were coated with your slick, working as a lubricant to slide inside of you more easily. Aching for more, you began moving your hips against his fingers, helping him to satisfy you.
“Your boyfriend’s right, you do look so pretty when you’re wet.” a grunt spurred from your lips, trying to think of something coherent to reply, but you felt too fogged by the pleasure you received. You squirmed even more when his lips were pressed against the corner of your lips for a brief moment. “He’ll need to share you with me more often.” something that was both adorable and fun to notice, was just how flustered — and incredibly wetter — you got at the mention of both men talking about you in a sexual manner, being taken care of by both of them.
On the other hand, Fran shamelessly lifted your shirt, leaving both your tits exposed. If there was a part of your body that never failed to fervidly turned him on, those were your breasts — and he adored getting his hands and mouth on them. Faint grunts kept escaping from you as the pace of the fingerfucking increased, and the dark blonde haired Argentine’s mouth took your breast that he had been previously squeezing, moving his hand to your other tit, trying to give as much equal attention to them as possible.
Wet kisses were placed across your aureola, only to then teasingly, leisurely pass his tongue over your stimulated nipple, and he occasionally nibbled on the sensitive skin of your breast. At the feeling, you moved your chest forward, giving him more access to use his mouth. Your hand went to the back of Fran’s head, interwining messily your fingers in between his blonde curls, burying his head on your chest to encourage him further to keep going.
The other man’s fingers began thrusting harder, and faster in and out of you. Your head was slightly thrown back; the sound of your timid moans and the fleshy sound of your pussy being continously stimulated were the only things heard in the room.
“It seems that your boyfriend treats you quite well, doesn’t he?” with his free hand, Kukuriczka delicately took hold of your chin, forcing you to stare into his beautiful brown eyes. Your own wetness oozed out of you, staining your inner thighs — and having Fran’s mouth ravenously taking your breast and kneading the other wasn’t helping at all. You bit your lower lip as you stared at the older man, feeling another one of his fingers slip inside of you. “He’s stretched you so well, that I can fit three fingers inside of you.”
He had been previously given permission to kiss you if the opportunity was presented, and so, he did. Tilting his head softly, Kuku leaned closer to your face, pressing his lips against your own in a delicste manner while his three fingers intensely thrusted inside of you, beginning to hit that sweet spot of yours.
It didn’t take him too long to figure out which spot of your insides was the most vulnerable, as his fingers got further coated with your dripping slick, you arched your back and your moans became loud whimpers — Esteban was going to abuse that one spot as much as he could.
Moaning against his lips as your hips rolled against his fingers, you felt a knot beginning to faintly form on your stomach. “Such a sweet, good girl you are. You must be enjoying all the pampering we are giving you, aren’t you?” he whispered quietly, pulling away from a moment before going back to endearingly kiss you, and all you could do in response, is deeply hum dumbfounded. By the feeling of your inner walls tightening around his digits, it was obvious you would be about to cum.
The hand resting on the back of Fran’s hair tightened it’s grip on his blonde curls, appreciating the blatant feeling of devotion for your tits; having him filling them with kisses, licking, squeezing them, and even some bruising would appear on your skin from all his nibbling and lovebiting.
The gentle kiss you had been giving to your boyfriend’s cast mate was interrupted as you suddenly broke it away, softly gasping. Fran had abruptly stopped from giving any more attention to your breast with his mouth, pulling apart as his green eyes darted towards the other man, and the hand that was pampering your other breast was playfully — and a bit jealously — placed on Kuku’s face to push him away from you.
“That’s my girlfriend, not yours. Don’t get too confident with her.” immediatly with a scoff, Esteban removed Fran’s hand from his face. The younger Argentine possesively wrapped an arm around you, placing his cheek against your own flustered one. “Too bad you agreed to share her with me, and she seems to be quite enjoying all the attention.” you huffed in annoyance at their little childish fight for you, frustrated at how the fingers inside of you stopped thrusting intensely, just when you felt like cumming.
“Just look at how I ruined your girlfriend.” with a soft whimper, the three fingers inside of you were pulled out from your abused cunt only to leave an empty aching space in you— but he proudly showed his fingers entirely coated in your dripping wetness to your boyfriend, and not only that, but as well as the sight of your visibly trembling legs already said enough. It was true you felt ruined by such stimulation, but they both deserved their rightful credits.
The blonde haired Argentine scoffed at the sight, feeling slight jealousy— but it was cute to see him like that, when he was the one to propose a threesome, and now he felt possesive over you. “It’s not like I haven’t left her like that before, and I’ve done a much better job than you!” he retorted, looking at you lovingly with his green eyes, searching for approval. “Haven’t I, cariño?”
Both men fixed their stare on you, making you simply groan out of frustration. You couldn’t care less about their possesiveness over you and their fighting about which one made you wetter— you needed them inside of you, at the same time. They already managed to make you wet enough equally. “I don’t really care, my love.” you replied frankly, with an increasing desperation to feel both of them. “I would appreciate it if you both shut up, and just fuck me for once.”
Either way, they both felt satisfied to hear your answer. They exchanged knowing looks for a brief moment, making your boyfriend grow a wide grin on his lips. In the atmosphere, it still lingered the possesiveness they both felt foe your attention— but they knew just how to take care of the situation. With the brief stare that they exchanged, it was as if they had told each other ‘we’ll see who makes her moan the most’; and it would be like an unspoken, fun little game between them.
“Don’t get too desperate, my love.” Fran, still grinning to himself at your response, nuzzled the tip of his nose against your cheek before placing a tender smooch against it. “We’re getting to that part now.” his gaze lowered to the shorts you wore, moving his hand to slip it under them slightly, teasingly. “Suck him off, now, and I’ll take care of you from behind, in the meantime.”
You quietly whimpered at the feeling of his hot breath against your skin, having his lips continuing to place gentle pecks. All you could do is hum and nod in agreement— you could feel your own underwear getting stickier with your own slick at the thought of being filled with their cocks. The sight of you being so ruined and sensitive at the slightest stimulation they provided to you was such a delight.
“On your knees, then.” the younger Argentine commanded, placing a last kiss on your shoulder before moving away slightly, giving you enough space to shift positions. An overwhelming feeling of shyness took over you, but you felt too fogged by horniness to even focus on the growing timid feeling.
Kukuriczka fixed his own position, softly leaning against the pillows in the bed, spreading his legs wide enough for you to have space to get in between them, as Fran allowed you to settle. Shyly, you crawled closer to the older man, nibbling on your lower lip delicately. Your hands trembled with anticipation, moving them to his pants to remove them.
“I-Is it okay if I take this off?” you meekly asked, looking up at him with puppy eyes. The nervousness you felt was notorious, and beautifully adorable for them. “Why are you even asking, love?” his hand moved to gently stroke your cheek with the back of his index finger, giving his approval for you to continue. A sheepish grin appeared on your lip, feeling your face grow flustered.
With your hands, you leisurely lowered down both his pants, and his underwear. It’s not like you hadn’t sucked off your boyfriend before— you did, many times; but this was another man, and it was another man you had crushed on before. As soon as you managed to remove his lower clothing, your eyes couldn’t help but stare at his hard cock timidly, and dumbfoundedly.
“Like what you see?” as it was obviously expected, he noticed you staring at his thick manhood, and his hand went to stroke your hair affectionately. You nodded vehemently, trying not to stutter. “Y-Yes, I do.” you replied, smiling stupidly to yourself at the way Kuku gently, yet teasingly treated you.
“But it’s not any better than mine, of course.” your boyfriend scoffed from behind of you, making the other man roll his eyes. “We’ll see that.” Kukuriczka answered back, helplessly making you grin at the little fights they had, to either get more of your attention, or praising.
Fran placed himself delicately on top of you, using his lips to place small, tender kisses on your shoulder as one of his hands played with your shorts, and the waistband of your underwear. In the meantime, you slowly wrapped your hand around Kukuriczka’s cock. From it’s tip oozed pre-cum, and your lips placed a small wet kiss on it, staining your lips faintly with the fluids. With your lips, you kept placing small kisses all over the tip, occasionally moving down a bit to spread the kisses further.
Teasingly, at one moment, you slowly passed your tongue through his tip, savouring all the dripping pre-cum. With pride, you smiled to yourself slightly at the feeling of his cock twitching for you, already— along with his soft grunts, and the way he moved his hips forwards needily, eager to have you suck him off.
Tenderly, your hand began moving up and down on his manhood, stroking him. Leaning closer and partly opening your lips, you took him into your mouth. You moved softly down onto his shaft as deep as you could, trying not to choke yourself as your tongue caressed his size, taking him entirely into your mouth. As his hand had been stroking your hair gently, his hand helplessly formed into a grip on your hair, helping you move your head.
“Fuck,” he grunted quietly, throwing his head back. Despite wanting to be as gentle as possible with you, Kukuriczka couldn’t help it— his hand buried you deeper into his cock as his hips moved forwards to make you take him further, while your hand increased the pace in which it stroked his shaft. Gods, you were atrociously good at it; Esteban never doubted it when he thought — and said — Fran was lucky to be your boyfriend.
On the other hand, Fran had already managed to lower down both your shorts, and underwear at the same time. He couldn’t help but notice the way you were dripping wet for both of them. “She’s so good at it, isn’t she?” Fran chirped playfully, noticing how Kuku seemed to enjoy the attention you were currently giving him— and saying he enjoyed it was an understatement.
“And she’s so beautifully dripping wet for our cocks.” those last words, had been whispered against your ear. All you could do in response was needily grunt, as your mouth was filled with the other man’s hardened shaft. A bit desperately, having noticed just how wet you were, he lowered down his own underwear in a swift motion. Just like Kuku, his own cock was erected as well— needy to feel your inner walls milking him ravenously. It didn’t take him long to place it’s tip on your entrance, and delicately slip his shaft inside of you.
The slipping-in of his cock inside of you had been quite easy and smooth, as your slick worked as a lubricant. You were no stranger to the feeling of your boyfriend’s cock, but you couldn’t help but feel pleasantly overwhelmed at the sensation of two cocks filling your holes. In response to his penetration, you grunted against the other dark haired Argentine’s cock, almost choking on it.
“Your girlfriend is such a good girl. Look at how well she can take two cocks at once,” a rosy haze overtook your cheeks as you heard the two men praising you, hearing their ragged breathing in between each words. You briefly pulled apart from Kuku’s cock, leaving a thin trail of saliva as you tried to catch some air, and a whimpered moan spurred from you. You didn’t know whose name to moan first.
Grunts continued to escape from your lips as Fran continously slipped deeper inside of you, and then out. His movements were initially gentle as always, only to become faster & rougher with the passing of the time. Your inner walls so deliciously tightened around the familiar feeling of his cock, making him proudly smile. Barely being able to think, you kept using your hand to masturbate Esteban, feeling fogged at the pleasure being received.
“Your boyfriend is fucking you so well, that you’re forgetting to use that pretty little mouth of yours— aren’t you?” Kukuriczka teased, as his hand moved towards your chin, using his thumb to brush it across your lips. “Keep going, bonita.” he encouraged, his thumb forcing it’s way into your mouth so you would open it, and his cock entered your mouth once again. There was no complaint from your part, as you needily began tasting his shaft again.
Your tongue swirled across his size, releasing some muffled groans as his hips moved in a way that they almost reached your throat, and Fran took a firm hold of your hips, fucking your overstimulated cunt a bit harder. His cock was entirely coated in your cum, causing a faint fleshy sound to echo across the room, along with the moaning and panting of both men, and your own grunts.
A tear threatened to escape from the corner of your eye, doing your best to focus on both giving, and receiving. Kuku moved his hand on the back of your head, interwining his fingers between strands of your hair, burying his cock deeper into your mouth— and you tried to keep up with the motion, trying not to choke as you were burdened with pleasure, your hand as well masturbating him faster. Their moaning became slightly louder, both occasionally muttering your name so beautifully in between pants.
Both their cocks inside of you pulsated heavily, indicating that they were about to cum— and they were going to cum inside you. “F-Fuck, you’re so tight. I-I’m going to cum,” your boyfriend grunted against your ear, feeling how your walls tightened even more firmly around his shaft, placing sloppy kisses all across your neck with his hot breath hitting against your skin. A knot formed inside your own stomach, aching for release, as well as a tighteing fiery feeling in your chest.
Some seconds had passed, with the increasing sound of the moans, praises, and the intensity in which they fucked your mouth and pussy, having you nearly melting between them. And as expected, it didn’t take long until all of you simultaneously came. Your boyfriend firmly pushed himself against you, burying his cock as deep as possible, releasing his own hot seed into your moist inner walls.
The other older Argentine kept your had as still as possible with his hand holding the back of your head, groaning loudly as you felt the warmth of his cum filling your mouth. In the heat of the moment, you didn’t doubt in proudly swallowing all the hot, salty seed— even having slightly pulled apart briefly after he came, with some drops of his cum staining your lips, and chin. You released a muffled groan, feeling their cum filling both your holes, and your own cum being pleasantly released; dripping through your inner thighs, and leaving Fran’s shaft all stained with your slick.
For some seconds after all of you released at the same time, you stood still. Leaving another trail of saliva behind, you pulled apart from Kuku’s cock, catching some air to breathe; panting heavily as your entire body shook with the pleasure that washed over you. While your hand let go of his shaft, with a wet pop, Fran slipped outside of you. It made your insides feel empty, and cold— yet, the feeling of his cum and your own oozing out of your pussy felt satisfying; and it was a sight he always admired for a few seconds with pride.
Weakly, you crawled towards Kuku, whose chest rose and fell continously as he panted, and fell on top of him. Fran did the same as you did, but instead, he gently laid on top of you. His arms were possesively wrapped around your body, placing some loving little kisses all over your shoulder blade, as Esteban placed one of his hands on your arm, and the other one sweetly stroked your hair. You were such a loving, beautiful girl— it made him feel good to know, he could share you with Fran.
Kukuriczka kissed the top of your head as you panted as well, meekly smiling and blushing to yourself while both men filled you with pampering little kisses. “T-This was rather fun, I liked it.” you muttered, as you could feel Fran smiling at your remark while he kept kissing your shoulders, and Kukuriczka grinned as well. “We should do this more often, all of us together.” you continued.
“We should, and we will.” Fran retorted, tracing a mindless shape on your arm with the tip of his finger. “Unless... You are both up for a second round, instead of waiting until next time?”
◞ ꙳ ๋࣭ ⭑ ` honourary tags to my darling beloveds.ᐟ
To my sweet love @lady-ashfade, for having accepted to be my beta reader despite not crushing on the actors, nor being part of the fandom. For your constant sweetness, tenderness, how you fangirl along me about my favourite boys (and I with yours!), and for your words of encouragement too. I love you so much, baby!! Thank you for everything we allow to share with each other! 🥺💗
And as well, to my most beloved sweet girls, @luceracastro + @castawaycherry!! You both also encouraged me to write this fic, and always support me on each work I do, and each idea I have for our boys— and also, you girls are both the loveliest, most positive people ever. Me siento tan afortunada de haberlas conocido, gracias por todo el cariño que me dan, y espero devolverles todo ese amor 1000 veces más!! 🥰❤
#彡 ꒰ ✒ amira writes ; francisco romero.── ꒱#彡 ꒰ ✒ amira writes ; esteban kukuriczka.── ꒱#fran romero x reader#fran romero fanfic#fran romero smut#francisco romero fanfic#esteban kukuriczka x reader#esteban kukuriczka smut#esteban kukuriczka x reader smut#esteban kukuriczka fanfic#francisco romero x reader x esteban kukuriczka#lsdln x reader#fran romero#esteban kukuriczka#francisco romero smut#francisco romero x reader
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You are in love | Esteban Kukuriczka.
sumario: noches de pizza con tu amigo… claro, amigo.
advertencias: sexo explícito (+18) , penetración, sexo sin protección, consumo de alcohol.
créditos: las fotos del collage fueron extraídas de pinterest, más las edite yo. la canción cuya letra utilice es You Are In love (Taylor’s Version) de Taylor Swift.
notas: honestamente, no estoy muy contenta con el resultado final pero espero que puedan disfrutarlo de todas maneras xx.
No hay pruebas, no fue demasiado, pero yo vi suficiente.
Paciente, fuera de su recibidor, me encuentro parada, esperándolo con una botella de vino bajo la axila. Aliso los pliegues de mi falda varias veces con las manos, un hábito al que recurro para evitar sucumbir a la ansiedad que me atormenta. Con la cámara de mi celular, observo mi reflejo, comprobando que mi maquillaje permanezca en su lugar, que mi cabello siga viéndose inmaculado.
No recuerdo un tiempo en el que Kuku haya sido simplemente un amigo, siempre fue más; mi confidente, el protagonista de mis fantasías, quien roba mis suspiros y miradas, de quien terminé enamorándome.
Las pisadas sobre las baldosas delatan su presencia apropincuándose, luego el traqueteo de las llaves en la cerradura, las bisagras girando en su eje para revelarlo frente a mí.
La alegría tiñe su rostro al verme, redondeando sus angulosos pómulos y centrando mi atención en la mueca en sus labios. Condenadamente cerca de mí y a la vez tan inalcanzables.
Su voz dándome la bienvenida me sacude de mi subrepticia quimera, trayéndome de un zarpazo de vuelta a la realidad. Me estrecha contra su torso, con las muñecas serpenteándose por mi cintura para atraerme más cerca.
“Traje vino, Kuku”- pronuncio, a modo de saludo, mientras lo abrazo estrechamente.
“¡Gracias, ángel! Entrá que está por llegar la comida”- informa, de manera tan casual y ligera que siento mi corazón escurrirse hasta tocar el suelo.
“Ángel” me dijo, jodiéndome para siempre. ¿Cómo seré alguna vez capaz de recuperarme de tal agravio a mi integridad? Decido asentir y adentrarme a su hogar.
Me recibe una sala de estar cálidamente iluminada, las paredes blancas cubiertas de cuadros y fotos, un aterciopelado sofá rojo situado en medio de la habitación.
Me acerco a una repisa de madera, donde reposa un retrato recientemente seleccionado… todo el elenco de La Sociedad De La Nieve posando bajo el lente de su cámara, sonrisas reflejadas en nuestros rostros enmarcados.
“Esa la tomé el último día de rodaje”- me recuerda, apareciendo por detrás mío, con una mano en mi espalda baja.
No hay pruebas, un toque singular, pero yo sentí suficiente.
Mis vellos corporales se erizan ante el contacto, un escalofrío recorriéndome cargado de anticipación por lo que jamás sucederá. Asiento torpemente, deseosa de fundirme en el calor de su silueta.
Pienso en esos mismos dedos, acorralando mi piel a su paso, incendiando su sendero. Acariciando mis mejillas con ternura, colándose por mis labios, desvistiéndome con precisión.
El timbre retumbando en la sala me despierta, desarraigándome de mis maquinaciones pecaminosas. El hombre a mi lado da largas zancadas, con un caminar tímido y garbado, hasta alcanzar la puerta de madera y ojear la mirilla. Luego de cerciorarse de la identidad del intruso, le permite ingresar para que deposite el delivery entre sus brazos, marchándose luego de recibir su pago.
Sobre la mesa del comedor se halla mi bolso, el cual rebusco hasta toparme con la billetera y separar varios billetes para pagar una porción del importe de la cena.
“Dividamos los costos de la comida entre los dos, ¿te parece?”- debato, tendiéndole el dinero para así compensar la mitad de su perdida.
“Pero no, nena, ¡guarda eso! Te invito yo”- rechaza tajante al ignorar mi ofrenda, con juguetona indignación en sus facciones.
Más allá de mi recurrente insistencia, rechaza contundentemente todos mis intentos de devolverle la plata, escudándose en excusas absurdas. Una cálida sensación se apodera de mí ante su caballeroso gesto, traduciéndose en atontados vistazos en su dirección, mientras sigo cada uno de sus movimientos al sacar el par de copas de una alacena.
“Pedí pizza de ese bar que te gusta”- comienza a explicar, aun movilizándose para descorchar el vino- “la de pepperoni sigue siendo tu favorita, ¿verdad?”
Un solo paso, no fue demasiado, pero dijo suficiente.
Silencio. Silencio desgarrador y sepulcral a mi alrededor, petrificando el aire a su paso.
“¿Te acordaste?”- asevero con un hilo de voz, aunque suena más a una pregunta, reflejando mi propia inseguridad.
Mis extremidades tramitan un cosquilleo colectivo, despertándome de la anestesia que se había apoderado de mí.
“Si, obvio”- le resta importancia, sirviendo la bebida y entregándome mi copa.
Y yo entiendo lo tonto que debe sonar, pero, por un momento, me permito sentirme importante e incluso un tanto sustancial en su existencia. “Me escuchó” medito, atónita por la revelación, revolucionando todas mis ternuras dirigidas hacia él.
Mis ojos se obsesionan con su él, simplemente él y su aura dorada coronándolo como si de un halo se tratara. ¿Cómo logré tener tanta suerte?
“No me mires así, nena”- pide al devolver mi mirada, su entrecejo fruncido en concentración- “Vas a hacerme creer que los chicos tenían razón…”
Mi mueca se tiñe de confusión, no sabiendo con exactitud si se refiere a lo que yo supongo. Intento decodificar sus palabras, pero, tal vez por el prospecto de ver mi entusiasmo destrozado, me limito a repreguntar.
“¿De qué hablas, Kuku?”- atrapo mi labio inferior entre mis dientes para así detener los temblores que lo acosan.
“Ya sabes…”- se encoge de hombros, pero, al ver mi perplejidad se resigna a continuar- “Fran y Juani siempre nos cargaban con que… em, con que debíamos salir.”
Siento un hondazo envestirme de lleno y un deseo irremediable de que el mismo continúe hasta hacerme perder la conciencia.
“Ah, eso”- murmuro en voz baja, de repente completamente drenada de seguridad. Trato de difuminar mis conflictuadas preocupaciones con una risotada punzante, delatando la rigidez de mis hombros estáticos y la incomodidad en mi gesto.
¡Qué estúpida! ¿Cómo me permití alguna vez pensar que el podría sentir lo mismo que yo? Deseo tirarme al suelo y revolcarme en el bochorno que me arrima, lo suficiente para olvidarlo a él con sus grandes ojos fijos y perder la cordura a manos de la vergüenza.
“Era un chiste nada más, no deseaba hacerte sentir mal”- aclara cálidamente, rodeando la mesa hasta rozar nuestros hombros.
Es absurda la cantidad irremediables de terminaciones nerviosas que logra incendiar con solo oprimir su marco con el mío. ¡Debo frenar esta locura antes de que se me vaya de las manos!
“Claro…”- suspiro, forzando una sonrisa al tomar asiento en la silla que abuso bajo mis pálidos nudillos.
Tomando la copa entre mis palmas, la balanceo hasta verter el liquido más allá de mis labios, rezando para que el espirituoso proveniente de uva disipe su comentario furtivo.
El mayor, aún parado a mi lado, hinca sus rodillas para arrodillarse y así quedar a la altura de mis ojos.
“Ángel, lo siento si te ofendí. No era mi intención”- se disculpa, escurriendo sus dígitos entre mi cabello para plegarme un mechón tras mi oreja.
“Ya sé, Kuku… y lo prometo, ¡estoy bien!”- miento descaradamente en su cara, con las comisuras adheridas a mis tensas mejillas.
Por unos prolongados segundos- que se sienten como una eternidad- nos miramos firmemente, tratando de descifrar los pensamientos cabalgando en la cabeza opuesta. Con un afectado suspiro, se levanta del suelo para luego posicionarse en la silla contigua a la mía.
Una vez asentado en su sitio, levanta el rostro para enfrentarme y toma mis temblorosas manos entre las suyas. Inmediatamente noto su calor corporal, las asperezas desperdigadas por sus palmas, sus anillos colisionando con los míos.
“Ahora entiendo cómo mi comentario pudo haber sonado y te pido perdón por ello”- alega mientras me observa, pausando en cada pequeño lunar e imperfección.
Inhibida y un tanto cohibida ante su escrutinio, desvío mis ojos hacia un costado y muerdo mi labio inferior, aprisionándolo entre mis paletas.
“No quería hacerte mal…”- confiesa, con sus orbes ahora clavados en mis labios mordisqueándose- “Sos mi mejor amiga.”
una mueca extraña en su rostro. Pausa, luego dice “sos mi mejor amiga.” Y yo supe a que se refería, está enamorado.
Una fuerza gravitacional me empuja aún más cerca suyo; envalentonada gracias a su fijación por mi boca, empiezo a disparar la ajena sin dudarlo. Deslizo una mano por su cachete, acariciando la incipiente barba creciendo allí mientras le robo un breve pico.
Al separarme, escaneo al hombre que acabo de besar, desesperada por hallar una reacción. La confusión tiñe su cara, tiene la mandíbula presionada con fuerza y un furioso sonrojo trepando hasta su nariz. Sin perder un solo minuto más. Vuelve a unir nuestras figuras en un beso, uno real esta vez.
Sus labios en contacto con los míos consienten un hambre que venía cultivando hace meses, acelerando mi deseo de conseguir más. Mi corazón late con una velocidad alarmante, saltando implacablemente contra mi caja torácica, y agravando los temblores en todo mi cuerpo.
Una danza desenfrenada se desenlaza, dando rápido paso a una intrépida batalla por apropiarse de la ventaja que implica dominarnos mutuamente. Una de sus manos se enreda en mi melena, tirándola hacia atrás mientras su lengua se apresura en inmiscuirse en mi cavidad bucal, cepillando la propia y paseándose por toda su extensión.
El aire comienza a escasear y el ardor en nuestros pulmones nos fuerzan a dividirnos, aprovecho el breve impase para deslizar mis extremidades por sus piernas y así, sentarme a horcajadas sobre su regazo.
“¿Sabes hace cuánto deseo hacer esto?”- cuestiona, entrelazando sus dígitos por mis curvas y asentándome sobre la junción de su torso y piernas.
Bajo mío, noto un bulto que comienza a alzarse, punzando mi centro deliciosamente. Sin siquiera razonarlo, muelo mis caderas contra él, percibiendo un curso de placer recorrerme entera ante la fricción contra sus pantalones.
En un arrojo de valentía, me deshago de la blusa que flamea en mis costados, arrojándola lejos nuestro. Como si de un arreglo tácito se tratara, el argentino adjunta sus labios con mi pecho y comienza a succionar mi piel con fiereza, yo me limito a atraerlo contra mí mediante su cabellera.
“Tantas veces fantasee con esto…”- admito, sin poder evitarlo, mientras él libera mi busto del corpiño.
Levito hacia su remera, forcejeando con ella hasta deshacerla hacia las baldosas y revelar su tórax al descubierto. Recubierto de pecas difuminándose en su blancura, dudo alguna vez haber visto una imagen más hermosa.
Sosteniéndose de mis muslos, se irgue y tropieza hasta toparse con el sillón, descargándome sobre el terciopelo con una impredecible agilidad. Allí, acostada en medio de su sala de estar, centro mi atención a sus dedos desenlazando mi falda con ternura, para luego despojarme por completo de mis confinamientos.
Imitando sus movimientos, aviento mis brazos hacia su entrepierna para desabrocharlo y librarlo de sus prendas. Aceleradamente, lo desvisto hasta que nuestras desnudeces son lo único que prevalece.
“Sos hermosa”- me halaga, recorriendo cada centímetro de mi piel con delicadeza, intentando memorizarlo para siempre.
Respondo con mi agarre volando hasta su palpitante erección y acariciándola juguetonamente, con constancia hasta donde me lo permite.
“Necesito sentirte adentro mío, Kuku…”- pido, sin sentir un ápice de vergüenza ante mi explicitación.
Un gruñido escapa su garganta ante mi directiva, deshaciéndose de mi toque para posicionar su polla entre los pliegues de mi coño y comenzar a adentrarse. Sollozos son lanzados en su dirección, animándolo a ir más allá, a continuar.
“Dios, estás tan apretada”- pronuncia cuando la cabeza de su pene logra tocar mi fondo, disfrutando los espasmos que mi canal le proporcionan.
En un frenesí ocasionado por la sensibilidad que su miembro me genera, embisto mis caderas para acercar nuestros centros aún más y luego retirarme, provocando un extasiante vaivén. Los gemidos retumban en el silencio del salón, con la danza que nuestros sexos lideran al fusionarse.
“Estoy enamorado de vos, ángel, desde la primera vez que te vi”- dice al observarme con atención, aun penetrándome hacia la culminación.
Sorprendida por lo inaudito de la situación, una lagrima se cuela por mis ojos y rueda en su sendero por mi mejilla ante su confesión, una que aguardo hace meses.
Esteban la recoge, interrumpiendo su trayecto hacia mi cuello para besarme nuevamente, con renovada emoción.
Y ahora comprendes por qué perdieron la cabeza y pelearon sus batallas, y por qué yo he pasado toda mi vida tratando de ponerlo en palabras.
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Rum on a Fire - Enzo Vogrincic
+18! Dom!Enzo, biting, choking, creampie, dacrifilia, daddy kink, dirty talk, face sitting, fingering, sexo oral, sexo sin protección, size kink/size difference, spanking (sólo una vez), edades no especificadas. Uso de español rioplatense.
El aroma del café persiste en la habitación, pero Enzo sólo percibe la fragancia de tu perfume y la sensación de tus dedos en su cabello. No tiene idea de cuánto tiempo lleva recostado en tu regazo, sólo sabe que está agotado y disfruta demasiado de tus caricias como para abandonar su lugar.
-¿De dónde sacaste las flores?
-De una maceta- contestás, como si no fuera más que obvio.
Emite un sonido de desaprobación y recordás la charla sobre no cortar flores ajenas, pero no dice nada más. Cuando cierra los ojos te deleitás con la imagen de sus pestañas oscuras y largas rozando su piel, la curva de su nariz y sus labios, que probablemente conservan el sabor del café y de su alfajor favorito.
Tus dedos comienzan a descender, delinean el puente de su nariz y la definida línea de su mandíbula para luego capturar su mentón con tu mano y acariciar su labio inferior con tu pulgar. Hace amague de morderte y el sonido que acompaña el gesto es enternecedor, pero sus movimientos letárgicos te permiten reaccionar a tiempo y escapar del juego que tanto adora.
Planta un beso en tu muslo, su mejilla reposando sobre este, y sentís la forma en que su mano acaricia tu piel con un toque casi imperceptible. Las yemas de sus dedos te provocan escalofríos y Enzo disfruta sentir que te estremecés, incluso si su intención sólo era mimarte para retribuir un poco de la atención que le brindás.
-Te extrañé- otro beso-. Mucho.
-Yo también te extrañé mucho.
Te dirige una mirada un tanto ambigua, en sus ojos una mezcla de timidez y algo más... Es algo oscuro, para nada inocente y con implicaciones que conocés a la perfección. Sus dedos se acercan más y más al interior sensible de tu muslo mientras deposita besos húmedos sobre tu pierna, sus dientes te rozan como una sutil amenaza y sus párpados se cierran por cuenta propia cuando comienza a sentirse embriagado de tu ser.
-¿Mucho…?- arquea una ceja. Contestás con un suspiro y sonríe contra tu piel.
Cada vez más desesperado, Enzo deja que sus dulces mimos se conviertan en un enérgico masaje y te provoca frotando tu ropa interior de manera superficial. Siente tu respiración acelerándose y la creciente inquietud que te generan sus acciones le fascina, pero no tanto como los gemidos que escapan de tu boca una vez que captura tu piel entre sus dientes y muerde con fuerza suficiente para dejar una huella.
Vuelve a besarte con suavidad, como si eso aliviara de alguna forma el incendio que provocó, y esta vez sus dedos presionan contra la tela ya humedecida que cubre tu intimidad. Suspira y alza la vista para encontrarse con que estás mordiéndote el labio y tus ojos están cerrados en un vano intento de contenerte, el control sobre tu cuerpo desvaneciéndose cada vez que su respiración cálida te golpea.
Enzo adora verte en tal estado, pero adora más saber que él es el único responsable.
Se reincorpora y te deja sobre su regazo sin esfuerzo alguno, la sorpresa robándote un pequeño grito y una risa. Sus manos encuentran su lugar debajo de la camiseta que tenés puesta para masajear tu cadera, tu cintura y tus costillas, donde dejan una sensación de cosquilleo. Te retorcés por el nerviosismo, al igual que cada vez que Enzo decide hacerte cosquillas, pero el movimiento sólo hace que tu centro entre en contacto con el bulto que deja ver su ropa interior.
Suspira y sus dedos se cierran sobre tu muñeca.
-Mirá cómo me ponés- coloca tu mano sobre su miembro cubierto, haciéndote gemir-. ¿Te gusta…?
-Mucho- confesás, tus dedos tirando de la cintura elástica de la prenda con anhelo.
-Mostrame entonces.
No perdés tiempo y liberás su miembro ardiente, tus dedos rozándolo con delicadeza antes de cerrarse sobre su extensión y comenzar a masturbarlo; Enzo inspira profundamente y cuando echa la cabeza hacia atrás un sonido gutural llega a tus oídos, acompañado por la imagen de una gota de líquido preseminal brillando en su punta y sus uñas casi enterrándose en tu cadera.
Continuás con los mismos movimientos, acariciás la punta con tu pulgar y te deleitás con las expresiones que se apoderan de su rostro y los sonidos involuntarios que emite ante tus caricias. Sentís sus manos sobre todo tu cuerpo, ansioso por más, por lo que decidís recostarte entre sus piernas y besar sus muslos y su cadera mientras trabajás para llevarlo hacia el borde del orgasmo.
Tu lengua recorre su miembro desde la base hasta su punta goteante y roja, tus labios cerrándose sobre esta mientras mantenés contacto visual con Enzo para poder ver la forma en que su rostro se transforma. Se muerde el labio y frunce el ceño, casi como si estuviera enojado, pero sus pupilas dilatadas y el brillo en sus ojos hacen que sus emociones sean más que evidentes para vos.
Una vez que comenzás a moverte, sus caderas reaccionan de manera automática y Enzo toma el control inconscientemente. Tus ojos se llenan de lágrimas debido a los reiterados golpes en el interior de tu boca y sus dedos tirando de tu cabello, uno que otro gemido dejándolo al ver la dificultad con que tomás sólo la mitad de su miembro en tu boca y cuán pequeña te ves entre sus piernas. Sólo cuando sus músculos se tensan decide liberarte, el hilo de saliva manchando tu mentón haciendo que se replantee su decisión.
Se deshace de su ropa y palmea su pecho tonificado con la clara intención de hacerte saber lo que quiere, pero te negás a causa de la vergüenza. Acorta la distancia entre ambos, una expresión preocupada en su rostro, y limpia con sus dedos el rastro de una lágrima.
-¿No querés...?
-Sí, quiero, pero…- tu voz se desvanece, pero Enzo ya sabe lo que ibas a decir.
Es consciente de lo mucho que te avergüenza tal posición, pero sabe que se debe más a la vulnerabilidad en la que te pondría dicha situación y no a la forma en que puedas verte ante sus ojos... También sabe que te encanta estar completamente a su merced, sometida a sus deseos y cediendo el control hasta ser un mar de lágrimas y súplicas.
-¿Color?- sus nudillos acarician tu mandíbula.
-Verde.
Te dedica una sonrisa antes de quitarte la ropa interior y moverte con facilidad para posicionarte sobre su rostro, sus manos acariciando tu cadera y sus labios depositando pequeños besos que alternan con mordidas inofensivas en tus piernas. Tomás aire y dejás caer un poco de tu peso, la calidez de su boca envolviéndote de inmediato y haciéndote gemir.
Estás completamente mojada y Enzo adora sentir tu esencia manchando sus labios y su lengua, que acaricia tus pliegues de manera experta hasta hacerte lloriquear. Disfruta la forma en que tus muslos suaves lo arropan y siente que podría morir al ver que tus dedos se cierran sobre tus pezones, notorios debido al color y la tela de tu camiseta. Sus labios se cierran sobre tu clítoris y succiona con fuerza, ganándose un grito ahogado de tu parte y confirmando que adoraría morir de esta forma.
Sus manos encuentran tu cadera y te fuerza a dejar caer todo tu peso sobre él, sus dientes rozando peligrosamente tu centro mientras continúa asaltándote con su lengua. Tus gemidos aumentan en volúmen, cada vez más constantes, y un hilo de palabras sin sentido surge de tus labios; logra distinguir su nombre y varias súplicas, pero el resto es un confuso producto de lo que el placer provoca en tu mente.
Te lleva al orgasmo sólo con su lengua y los sonidos obscenos que esta produce en contacto con tus pliegues y la humedad provocada por tu excitación. Recobrás un poco de fuerzas y te separás de su boca -un tanto sobre estimulada por sus labios que continúan besándote en todos los lugares posibles-, el brillo de tu liberación adornando su piel y una mueca de satisfacción u orgullo apoderándose de su rostro.
-Me encantás- da un beso a tu muslo-. ¿Puedo seguir...?
Te ayuda a recostarte y te sentís en trance al ver cómo pasa una mano por su cabello despeinado, tus ojos vidriosos siguiendo cada uno de sus movimientos hasta que se posiciona a tu lado y captura tus labios. El beso se torna intenso y su mano cerrándose sobre tu cuello no ayuda a calmar la sensación ardiente entre tus piernas, que sólo empeora cuando su lengua se cola en tu boca y sus dedos comienzan a ejercer presión.
No estás segura de qué provoca el leve aturdimiento que nubla tu mente, si es la restricción de oxígeno o la fuerza con la que Enzo te está besando, pero sus acciones se detienen antes de que pienses en advertirle. No tenés mucho tiempo para recuperarte antes de sentir sus dedos haciendo un glissando en dirección a tu centro, sus yemas deslizándose por tus pliegues y rodeando tu entrada, deleitándose al sentir que estás goteando.
Tu interior no opone resistencia alguna cuando introduce uno de sus dedos, la lentitud y profundidad de sus movimientos haciendo que tu respiración se entrecorte en un segundo. Cometés el error de mirar justo cuando su pulgar encuentra tu clítoris y comienza a masajearlo con círculos, el placer arrancando de tu garganta un gemido que borda lo pornográfico… Pero para Enzo no es suficiente, así que introduce otro dedo y acelera el ritmo.
El placer te desborda y los sonidos húmedos que llegan a tus oídos son tan indecentes como tus gemidos, que sólo actúan como fuel para las acciones de Enzo. Le encanta llevarte al borde, dejar que te pierdas por completo en las sensaciones mientras él se encarga del placer de ambos, saber que tu mente es una especie de boceto que él desdibuja hasta dejar en blanco.
-Papi…
Tu voz es poco más que un susurro, pero es suficiente para que te escuche. Sus dedos siguen asaltando tu interior mientras besa tu mejilla y repite palabras de aliento en tu oído, haciendo un esfuerzo inhumano por no frotar su miembro contra tu pierna cuando ve en tus ojos el reflejo de la desesperación y necesidad que sentís. Se lamenta cuando ve tus párpados caer, indicio de tu orgasmo desatándose, pero la imagen de tus pestañas brillantes por las lágrimas y tus dientes torturando tu labio le resulta celestial.
La tensión en tus músculos se disipa y tu cuerpo frágil reposa contra el suyo. Rodea tu cintura con su brazo y te atrae hacia su cuerpo aún más; tu espalda contra su pecho te permite sentir su respiración todavía acelerada y el calor que irradia su piel, pero este no se compara con el calor de su miembro aprisionado contra tu muslo, donde deja un rastro húmedo.
El particular sonido del lubricante llama tu atención y te preguntás en qué momento y de dónde lo sacó, pero sus dedos con producto frío en tu entrada hacen que te sobresaltes y te distraigas. Se disculpa y su voz ronca provoca un cosquilleo entre tus piernas, besa tu hombro mientras su punta acaricia tus pliegues y tu entrada antes de comenzar a introducirse en tu calidez.
-Papi- llorás, sensible ante el inevitable ardor de la penetración inicial.
-Ya sé, bebé, ya sé- dice en un intento de calmarte, regalándote un beso-. Estás muy apretada.
Sus movimientos son lentos y muerde tu hombro una vez que se adentra por completo, conteniendo sus deseos de forzarte a tomar sin protestar todo lo que él te ofrezca. Te da unos segundos para acostumbrarte a la intrusión, su mano acariciando tu cadera y luego dirigiéndose hacia tu clítoris, el contacto provocando que te contraigas alrededor de su miembro.
Comienza a acelerar su ritmo y no hay forma de que reprimas tus gemidos, tu cuerpo reaccionando por cuenta propia cuando sentís cada vena y surco de su miembro rozando tu interior mientras su punta abusa de tu cérvix reiteradamente. Su ataque sobre tu clítoris no se detiene, su lengua se desliza sobre la piel sensible de tu cuello y posteriormente sus dientes apresan el lóbulo de tu oreja. Llegás al clímax ahogando un grito en la almohada.
Te arrastra hacia el borde de la cama y te deja sobre tus rodillas, las sábanas revueltas en tu rostro amortiguando tus jadeos cuando su palma impacta contra tu piel al volver a penetrarte. El sonido de su piel colisionando con la tuya inunda la habitación y las palabras que te dirige se pierden en algún punto en el aire antes de llegar a tus oídos, que parecen estar cubiertos con algodón.
Sus estocadas son profundas y frenéticas, pero cuando siente su orgasmo aproximándose se detiene. Retira su miembro hasta dejar sólo la punta dentro y acaricia con su pulgar el borde de tu entrada, embelesado por la forma en que la fricción enrojece tu piel. Escucha tus súplicas por más, lo llamás papi una y otra vez en un intento de convencerlo por continuar, pero no cede.
-Estás desesperada, ¿no?- pregunta. Ya sea que negás o asentís, se inclina sobre tu cuerpo para poder tirar de tu cabello y continúa:- ¿Querés más, princesa?
Te aleja del colchón y encuentra una respuesta en el hilo de saliva que cae de tus labios, acompañado por las lágrimas que recorren tus mejillas antes de humedecer las sábanas. Abandona tu interior y te oye protestar, pero te calmás cuando te deja sobre tu espalda y posiciona su cuerpo sobre el tuyo.
Te obliga a ver la forma en que su miembro acaricia tus pliegues, enrojecidos y más que húmedos, pero apartás la vista para ver su rostro cuando vuelve a hundirse en tu interior: sus ojos están cerrados y sus labios entreabiertos dejan salir un sonido casi animal, su cabello despeinado enmarcando sus rasgos a la perfección.
Lleva tus piernas a sus hombros y utiliza un brazo para aprisionar tus muslos contra su abdomen, su otra mano ubicándose en tu abdomen bajo y ejerciendo presión para sentir cómo tu interior se amolda a él, la forma en que tu cuerpo lo recibe cada vez. La sensación es abrumadora y tus manos se mueven en todos los sentidos buscando aferrarse a algo -lo que sea- para poder sobrellevar el placer que te invade, pero sólo encontrás las margaritas desperdigadas en el espacio entre la almohada de Enzo y la tuya.
-Papi, por favor, ¿puedo…?
Asiente mientras besa tu tobillo, sus ojos abriéndose de inmediato para poder presenciar el espectáculo que le ofrecés cada vez que acabás. Masajeás tus pechos y pellizcás tus pezones, justo como él suele hacerlo, y cuando el orgasmo te golpea repetís su nombre entre balbuceos. El movimiento de sus caderas no cesa ni por un segundo y tu rostro se contrae en una mueca de algo similar al dolor, pero que Enzo reconoce como la prolongación tortuosa de tu orgasmo.
Estás a punto de rogarle, pero sus jadeos te interrumpen y la repentina brutalidad en sus embestidas hace imposible formular palabra alguna. Su cabello brilla bajo la luz y cubre parte de su rostro cuando sus dientes se cierran sobre tu pierna. Sentís el palpitar de su miembro en tu interior y recuperás la voz.
-Adentro, por favor.
-¿Sí? ¿Querés que te llene la conchita…?- cerrás los ojos, casi avergonzada por lo mucho que disfrutás oírlo expresarse de esa forma-. Dios…
Sentís el calor de su liberación salpicando tu interior y suspirás satisfecha, tus brazos separándose instintivamente para abrazarlo cuando se desmorona sobre tu cuerpo y su rostro busca refugio en el espacio de tu clavícula. Masajeás su espalda mientras su respiración vuelve a la normalidad y estás casi segura de que percibís los latidos de su corazón.
-Extrañaba tanto esto- comenta, alejándose para mirarte a los ojos-. No te das una idea.
-Yo también lo extrañaba- sonreís-. Pero…, ¿no tenías sueño vos?
Suelta una carcajada pero no responde, en su lugar se estira para tomar una margarita y colocarla sobre tu oreja. Besa tus ojos, tu nariz, y por último envuelve tus labios en un apasionado beso que te deja sin aire.
-Gracias por el café- apoya su frente sobre la tuya-. Me ayudó bastante.
Sabés que no se refiere al café.
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⭐️ bad habit. enzo vogrincic x fem!reader x esteban kukuriczka
🪐 minha masterlist
» cw: smut! por favor só interaja se for +18! ; infidelidade e leitora meio gaslight gatekeep girlboss (i support womens rights but mostly womens wrongs!!); band!au; leitora!guitarrista; enzo!vocalista; kuku!baterista (e☝🏻com buzzcut); threesome; fingering; oral masc e fem; face fucking; squirting; dirty talk; praise kink + degradação; p in v; sexo desprotegido; menção a creampie; sexo anal; nipple play; choking; uns tapinhas; rough sex; um pouquinho de size kink e messy sex; kuku e enzo sacanas se alfinetando de vez em quando; double penetration; chupões; masturbação masc; finger sucking; voyeurismo e cuckholding if you squint; kuku meio ciumentinho *its the silly in me ✋🏻😌🤚🏻*
» wn: [*gil do vigor’s voice* braSILLLLL!!!] eu adorei escrever essa aqui, espero muito que vocês gostem, lobinhas!! 🐺✨ sinto que isso é óbvio mas por favor não traiam na vida real ok amigas?! e nem sexo desprotegido em, vamos transar com responsabilidade sempre!! eu ouvi essa música enquanto escrevi isso, recomendo fortemente que ouçam pq ela é bemmm a vibe desse oneshot (e também é muito boa e sexy ihihiii) 💋🍒
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— Ai, tá bom, tá bom. — Você disse pela décima vez ao discutir com seu namorado. Estavam no carro dele porque ele tinha feito questão de te levar no ensaio da sua banda, também fez questão de falar na sua cabeça de novo sobre o jeito que Esteban e Enzo eram muito abusadinhos para o gosto dele. Destacava a forma que o baterista te comia com os olhos durante seus solos de guitarra, e como o vocalista te abraçava enquanto cantava.
— Caralho, por que você não me ouve? É nítido o jeito que eles são doidos por você, você só tem que parar de dar moral pra eles. — Seu namorado dizia, bravo.
— Eu queria entender por que você tá tão noiado com isso, eu nunca dei moral pra eles. A gente é da mesma banda, ué, trabalhamos juntos. E agora, nós dois estamos atrasados para nossos trabalhos porque você tá de birra com eles. Já terminou?
— Já… Vai lá, tchau.
— Tchau. — Com isso, você saiu do carro, andando depressa em direção ao estúdio, carregando a bolsa pesada com a guitarra dentro e ajeitando seu vestido soltinho um pouco amassado.
Antes mesmo de entrar no studio, conseguia ouvir Kukuriczka batendo de levinho nos pratos da bateria enquanto jogava conversa fora com Enzo. Ambos olharam para a porta quando você entrou, e sorriram um para o outro quando viram que você estava do jeitinho habitual desde que começou a namorar: estressada, afobada e facilmente irritada. Seu comportamento e seu namoro era um tópico recorrente entre os homens, eles não entendiam como ou porque você namorava aquele cara careta, que não era de tudo uma pessoa ruim, só era sem sal, chatinho. Apesar de não saber da fofoquinha frequente entre seus colegas, você mesma já sabia que você e seu parceiro não combinavam tanto assim, e, mesmo com poucos meses de namoro, sentia vontade de terminar, só não tinha criado coragem ainda de admitir que o motivo era que tudo com ele é muito sem graça, não gostava de cair na rotina, coisa que ele fazia de propósito.
— Tá atrasada. — O loiro finalmente disse, ainda sentado, enquanto via você colocar os cabos na guitarra, descendo com os olhos lentamente para a sua bunda, coberta pelo vestido florido.
— Tá falando de mim mas a Vic nem chegou ainda. — Você disse enquanto terminava de preparar sua guitarra.
— A Vic não vem, Agustin passou mal e ela teve que levar ele pro hospital. — O moreno informou, deitado numa pilha de travesseiros que sempre estavam no chão, era o lugarzinho que vocês tinham para descansar.
— Tá falando sério? Porra… — Você reclamou, como que ia ensaiar sem a Victoria?
— Calma, bebita… Dá pra gente ensaiar ainda. — Esteban finalmente se levantou, chegou perto de você e te deu um abraço de lado, enquanto acariciava seu braço rapidamente, um sinal de “relaxa”.
— Sai, Esteban. Como que fica calma, cara? A gente tem um show amanhã e ainda temos que repassar duas músicas. — Você disse e se afastou dele, andando em direção a caixa de som que já estava perfeitamente configurada, então deu meia volta e sentou perto do moreno que estava deitado, o qual apenas observava seu comportamento com um dos braços atrás da cabeça. Você colocou o rosto nas mãos e bufou, era só o que faltava mesmo, depois de uma briga com o chato do seu namorado, vocês ainda marcaram um ensaio atoa. Você não viu, mas o silêncio momentâneo era porque os meninos se entreolharam e telepaticamente concordaram que sabiam o jeito de resolver seu problema.
— ‘Cê tá tão bravinha esses dias… — Enzo disse, baixinho, enquanto virava o corpo em sua direção. Kukuriczka também se sentou ao seu lado, te analisando.
— Eu tô estressada com o show. Nervosa. — Você disse, ainda de olhos fechados enquanto se deitava, ficando entre os dois homens, apoiando a cabeça em um dos travesseiros macios.
— Só isso? — O careca perguntou, ainda olhando para o amigo, sugestivo. Você não respondeu a pergunta, sabia muito bem o que eles achavam do seu namoro e do seu namorado, foram incontáveis as vezes que ouviu eles falaram que você era muita areia pro caminhãozinho dele. Sentia a mão de Kukuriczka tocar no seu joelho, fazendo carinho ali, conseguia ouvir também barulhos que indicavam que Enzo chegava mais perto de você.
— Não começa, gente. — Você alertou, sabia muito bem o que eles iam falar, pela milésima vez.
— Não, ué. A gente tá preocupado com você só… — Enzo disse, num tom de falsa preocupação, ao colocar a mão sobre a sua barriga e fazer carinho ali, enquanto Esteban também deitava ao seu lado, agora, com a boca perto do seu ouvido e a outra mão grande fazendo carinho no seu cabelo. — Desde que você começou a namorar esse cara tem andado de cabeça quente… —
As mãos de Esteban que estavam no seu joelho começaram a brincar com a barra do seu vestido, fazendo carinho com a ponta dos dedos na sua coxa. “Ele não te fode que nem a gente, bebita? Hm? Por isso que você tá tão estressadinha assim?”, Kukuriczka perguntou no pé do seu ouvido enquanto a mão apertava de levinho a carne macia, sentiu a boca secar e os pelinhos do braço levantarem ao ouvir a pergunta.
É, tem isso. Seu namorado não sabia, mas antes de você conhecê-lo, tinha transado com seus colegas de banda. Aconteceu depois de um show na cidade vizinha, no quarto de hotel que os meninos dividiam, vocês três estavam muito felizes com a performance e um pouco bêbados de champanhe, até hoje, não sabe muito bem quem tomou a iniciativa, mas lembrava perfeitamente das coisas que aconteceram naquela cama: o jeito que Enzo te lambia e dedava; as coisas sujas que Esteban falava enquanto chupava seus peitos; o jeito que o loiro passava a cabecinha na sua entradinha molhada, só para te virar e comer por trás enquanto a enquanto Enzo metia na sua buceta, fazendo questão de comentar com o amigo como você estava molhando a virilha dele toda... Desde então, não passou um dia sequer sem pensar em como era boa a sensação dos dois te usando, ou como queria ser preenchida por eles ao mesmo tempo de novo. Não tinha contado para seu parceiro porque ele já tinha muito ciúme deles, seria pior ainda se ele descobrisse que eles não queriam só te comer, e sim te comer de novo. E pra piorar: quando seu namorado ouviu a música nova e questionou os gemidos no fundo, você teve que insistir que eram obviamente falsos, mas sabia muito bem que eles tinham sido gravados nesse dia específico, devido a uma epifania de Enzo enquanto te chupava, nem precisou convencer Esteban a pegar o gravador de áudio do celular e registrar o momento que você gozou na língua do moreno.
— Claro que não, você acha que ele dá conta de uma putinha dessa? — O moreno disse antes de dar um beijo molhado no seu pescoço. Você bufou, frustrada com o tanto que precisava deles de novo, não queria trair seu namorado, mas era muito difícil tomar alguma decisão sã com as mãos grandes de Kukuriczka subindo cada vez mais pela sua coxa e Enzo beijando seu pescoço.
— Isso é errado, gente… — Você dizia, mais para você mesma do que pra eles, sabia que não deveria se entregar ao prazer, por mais que quisesse muito.
— Não é nada… Você vai terminar com ele daqui uns dias, não vai? Ele não precisa saber… — Esteban disse baixinho no seu ouvido, mordendo de levinho seu lóbulo, sorriu ao ouvir você soltar um gemidinho quando a mão de Enzo subiu da sua barriga devagarinho até seu peito, apertando ele por cima do tecido. — E outra coisa, olha como você tá molhada já… Que tipo de amigos nós somos se não te ajudarmos com isso? Hm? — Ele pontuou quando a mão finalmente tocou a sua calcinha, até impressionado com o quão rápido ela ficou encharcada, fazia círculos largos ali, aplicando um pouco de pressão enquanto espalhava a umidade pelo tecido.
— Porra… A gente… Tem que ensaiar… — Você estava ofegante, disse a frase enquanto tentava conter seus gemidos. Ficava cada vez mais difícil de não fazer barulho: não só devido ao jeito que Esteban te provocava ou que Enzo beliscava seus mamilos por cima do vestido, os dois também beijavam seu pescoço ao mesmo tempo.
— Ah, mas eu não quero ensaiar mais não… ‘Cê quer, Enzo? — Esteban só parou de beijar seu pescoço para fazer a pergunta ao amigo, até ergueu o rosto para olhar pra ele, como se não soubesse a resposta, aproveitou que a boca parou perto da sua bochecha e te deu um beijinho molhado ali, e depois outro no cantinho da sua boca. Ele era muito cínico, o tom de voz era tranquilo, nem parecia que estava arredando sua calcinha para o lado para que pudesse te masturbar sem o tecido atrapalhando, sorrindo safado ao ouvir o barulhinho molhado das suas dobrinhas sendo exploradas pelos dedos compridos. Enzo era significativamente menos atentado que o amigo, mas quando o assunto era você, jogava tão sujo quanto o loiro: também parou de beijar seu pescoço para olhar para o amigo, fingiu até pensar na resposta antes de contestar a pergunta, fingia também que não via seu rostinho observar os dois com a boca entreaberta, e os olhinhos se fechando lentamente quando Enzo finalmente abaixou o seu vestido a fim de expor seus seios, e desceu com a boca até seu mamilo, chupando ele e fazendo um estalinho quando o soltou da boca. “Não quero não… E tenho certeza que ela não quer também, né nena?”. Você não conseguia nem responder, mordia o inferior a fim de conter um gemido, mas a tentativa foi por água abaixo quando Esteban enfiou um dedo dentro de você, sua cabeça afundou nos travesseiros ao jogá-la para trás, já tonta de tanto tesão. “Por favor…”, você pediu baixinho, nem sabia o que.
Esteban tirou os dedos de dentro de você, e antes que pudesse protestar contra, percebeu que ele usava as mãos para retirar seu vestido, e logo se posicionou entre suas pernas, tirando a sua calcinha e lambendo sua buceta de baixo para cima, sem nenhuma cerimônia. Os dois garotos soltaram um gemido baixinho: Esteban por finalmente sentir seu gostinho de novo e Enzo por te ver nua. Você gemeu baixinho ao sentir a língua circular seu clitóris devagarinho e depois os lábios finos chuparem sua vulva enquanto afastava as dobrinhas com os dedos em formato de V, logo os enfiando em você, te fazendo levar as mãos até o cabelo baixinho e descer com elas até a nuca quente, enfiando levemente as unhas ali, já que os fios loirinhos não estavam mais lá para serem puxados. O moreno não perdia tempo enquanto o loiro te devorava, deixou de mamar seus peitos para se ajoelhar do seu lado, uma das mãos se encarregou de desfazer o laço da calça de moletom que usava, retirando a ereção para fora, e a outra fazia carinho no seu cabelo, tirando os fios do seu rostinho.
— Eu sei que tá gostoso nena, mas olha o que tá te esperando aqui, hm? — O moreno disse enquanto guiava o pau para tua boca, mas antes, passou a cabecinha melada de pré-gozo na bochecha quente, sorrindo ao ver o líquido clarinho na sua pele, e sorriu ainda mais quando você colocou a língua para fora, franzindo o cenho devido ao jeito que Esteban te chupava. Ele esfregou a glande na sua língua antes de dar batidinhas com o pau contra o músculo macio e molhadinho, queria te provocar mais um pouco: colocou a cabecinha na sua boca e logo tirou, deslizando o pau agora babadinho de saliva no cantinho da sua boca até sua bochecha, suspirava ao ver a cena. Esfregou o membro grosso nos seus lábios babadinhos antes de se enfiar todo na sua boca. — Isso… Você não tem nem ideia do quanto a gente ‘tava com saudade de te ter assim, nena, só pra gente… — Ele sussurrava entre gemidos, o que honestamente quase te fez explodir: já não bastava o jeito que Esteban te chupava enquanto te fodia com os dedos compridos, o Enzo ainda tem que falar putaria e gemer enquanto fode sua boca devagarinho? Puta merda. — ‘Cê é tão boazinha… Só a gente te trata do jeito que você gosta, não é? E deixa eu te contar um segredo… Eu tô morrendo de saudade do seu gostinho, só deixei ele te chupar primeiro porque depois que você gozar vai ficar mais apertadinha ainda pra mim…. — Apesar dele falar baixinho, Esteban conseguiu ouvir, sorriu sacana enquanto lambia seu clitóris para lá e para cá, falou um “Filho da puta…” baixinho contra sua buceta, enfiou mais um dedo em você, ficou com ciúmes.
Você sentia seu orgasmo chegar, Esteban não parava de te lamber e encostar os dedos no seu ponto G com força, somado a isso, Enzo apertava seu mamilo entre o indicador e o médio enquanto os quadris se movimentavam cada vez mais rápido, com um sorriso sacana no rosto sempre que te fazia engasgar no pau dele. Você soltou um gemido alto e arrastado enquanto gozava, abafado pelo membro que entrava e saía da sua boca, fazendo o moreno jogar a cabeça para trás e fechar os olhos ao sentir as vibrações ao redor do pau. Você achava que nunca tinha tido um orgasmo tão intenso assim, e quando retirou o membro da boca - mas continuou masturbando ele com a mão - e olhou para Kuku, teve certeza: o queixo e a camisa dele estavam completamente encharcadas, ele sorria enquanto balançava a cabeça, orgulhoso. “Essa é nova”, enquanto tirava a camisa e limpava o queixo molhado com ela.
Sentiu a mão de Enzo no seu cabelo e guiando sua cabeça para que sua boca envolvesse o pau dele novamente, voltando a fuder sua boca depois que você colocou logo todo o comprimento dentro da cavidade, engasgando um pouco no membro grosso quando a virilha encostava na pontinha do seu nariz arrancando alguns “Isso…” dele, mesmo assim, não conseguia deixar de notar o loiro abrindo suas pernas e se colocando no meio delas. “Só quero matar um pouco da saudade dessa bucetinha gostosa… Deixa, reina? Hm?”, a pergunta era quase retórica, ele sabia que ao dar batidinhas com a glande rosadinha na sua intimidade ainda sensível não tinha como você dizer não, consentiu com um gemido, abafado pelo moreno entrando e saindo da sua boca. Ele pincelou a cabecinha melada de pré-gozo contra sua intimidade antes de entrar em você, mas não deixou de pontuar: “Caralho, ouve isso” ao ouvir o barulhinho molhado que a ação ocasionava. Puxou um arzinho entre os dentes quando se enfiou em você enquanto observava você mamar o amigo, encostando a virilha na sua ao meter fundo, mas devagarinho. “Porra… Se eu tivesse uma bucetinha dessa pra fuder todos os dias, não ia precisar de mais nada nessa vida. Tá apertadinha demais, cara”, segurava suas pernas para conseguir meter mais forte, mais fundo, fazendo você envolver novamente o pau que chupava com as mãos, masturbando o moreno enquanto jogava a cabeça para trás, gemendo.
Esteban, com muita resistência, saiu de dentro de você, queria comer o buraquinho que só ele já tinha entrado. Subiu pelo seu corpo até ficar por cima de ti, pouco se fudendo que isso te atrapalharia a continuar masturbando Enzo, colocou as mãos nas suas bochechas e te puxou para um beijo molhado. Até ouviu o moreno protestar, mas o loiro não ligou. Ele colocou os braços por baixo das suas costas e te levantou, sem quebrar o beijo, com suas pernas ao redor dos quadris dele - te permitindo sentir o pau duro e meladinho de você - e os peitos colados, a pele na pele. Ainda com uma mão no seu rosto, a outra foi parar no seu cabelo, puxando de levinho suas mechas, arrancando mais um gemidinho de você, Enzo observava vocês se beijarem, retomando os movimentos de vai e vem no pau grosso por conta própria depois de descartar a camisa que usava. Sentiu Kukuriczka puxar seu cabelo, curvando sua cabeça para trás e expondo seu pescoço para ele, aproveitando para beijar e succionar a área tão suscetível para receber chupões, ignorando totalmente o fato de que com certeza seu namorado veria as marcas depois. “Tadinha… Tava a tanto tempo sem ser fudida direito que eu fiz sua bucetinha chorar, pobrecita… É um pecado, sabe? Uma menina tão linda ficar tão carentezinha assim…”, ele dizia enquanto segurava um dos seus peitos e guiava ele até a boca, mamando um enquanto apertava o outro.
— Ainda bem nós somos muito bonzinhos, não é? Vai levar pau nos dois buraquinhos agora… Que nem vagabunda… Do jeito que você gosta. — Ele disse com a boca pertinho da sua, deu dois tapinhas na sua buceta enquanto olhava nos seus olhos, “Aqui…”, depois, enfiou o polegar boca, e passou o dígito molhado entre sua bunda, massageando sua entradinha apertada, “E aqui…”. Te colocou em cima de Enzo, mas antes de te sentar no moreno, já latejando, passou o indicador na sua buceta sensível, se aproveitando da lubrificação e levando até o seu buraquinho de trás. Esteban levantou seus quadris enquanto Enzo firmava o pau para que você pudesse montar nele com facilidade, vocês dois soltaram um gemido quando as virilhas se encostaram, engolindo todo o comprimento dele. Sentava devagarinho para que Kukuriczka pudesse enfiar um dedo no seu cuzinho, te preparando pelo menos um pouco para levar ele atrás, te fazendo gemer ao mover os dedos, ele beijava e lambia a curva do seu pescoço. Sentia também as mãos de Enzo na sua bunda, ditando o ritmo da sua sentada, enquanto xingava e gemia baixinho.
Esteban retirou o dedo de dentro de ti para que pudesse tirar a calça e ficar de joelhos atrás de você. Seus olhinhos que antes estavam fechados devido à sensação de Vogrincic finalmente te preenchendo de novo, se abriram ao Esteban segurar seus quadris, cessando sua sentada e te imobilizando para que pudesse se enfiar em você, você gemeu em desaprovação quando teve que parar de cavalgar Enzo, mas logo puxou um arzinho quando sentiu a cabecinha melada de pré-gozo ser esfregada na sua entradinha apertada, sentiu o corpo ficar levinho quando ele finalmente entrou em você, devagarinho e com facilidade. Você instintivamente enfiou as unhas no peitoral do homem embaixo de você e levou a outra mão para trás, procurando a coxa de Esteban para segurá-lá enquanto ele te fodia, e olhou para baixo, vendo um sorriso sacana no rosto de Vogrincic.
— Olha só… Nossa garota tá de volta… Quem diria que ela só precisava de uma foda decente pra ficar mansinha de novo, hm? — Enzo disse enquanto passava as mãos pela sua bunda e quadril, logo depois apertando e chegando seu corpo para frente, fazendo você se mexer nos dois paus. Você jogou a cabeça para trás ao gemer, encostando ela no peitoral de Kukuriczka, arrancando uma risadinha sacana dele ao te olhar por cima e perceber como você já estava burrinha de tanto tesão, uma mão grande parou na base do seu cabelo e curvou sua cabeça mais para trás ainda, a outra livre subiu da sua barriga até seus peitos, apertando os dois com uma mão só, depois, até seu pescoço e enforcou ali de leve enquanto se mexia dentro de você, a palma subiu até seu rosto e deixou um tapa na sua bochecha, “perra”. Sentiu Esteban empurrar seu torso para baixo, encostando seu peito com o de Vogrincic, o qual não perdeu tempo em segurar seu queixo e te puxar para um beijo molhado. Você só conseguia gemer ao sentir os dois apertando sua bunda com força o suficiente para deixar roxa depois, os movimentos que Kukuriczka fazia causavam com que você subisse e descesse no pau de Enzo enquanto ele metia por trás, sentia os dois entrando e saindo de você ao mesmo tempo.
— É a bucetinha mais gostosa que eu já comi… Me encanta… — Enzo agarrou a base do seu cabelo, para que seu ouvido ficasse perto da boca dele, e que pudesse também ver seus peitos balançarem a cada estocada. — É a putinha mais linda também, muito boazinha… O corno do seu namorado não vai entender nada quando você chegar em casa com a buceta toda lambuzada e o cuzinho cheio de porra, né? — Ele lambia e dava mordidinhas no seu pescoço, lutando contra o sorriso sacana que se formava no rosto, levou uma das mãos até seu peito, apertando ele antes de guia-lo até a boca, chupando e mordendo seu biquinho enquanto segurava a carne macia, que balançava com cada estocada. Até o que te comia por trás riu também, ainda mais quando você não conseguiu responder nada, só gemer. “Fica até mais apertadinha depois de ter esguichado”, Enzo disse no pé do seu ouvido, mas o loiro ouviu.
— Tá cantando marra mas quem fez a bucetinha dela chorar fui eu, né nena? — Esteban disse enquanto curvava o corpo sobre o seu, deixando beijos molhados na sua escapula enquanto metia mais fundo ainda.
Enzo respondeu a provocação do amigo, usou um tom doce com fundo de sacanagem, enquanto passava a mão grande pelo seu rosto, apertando suas bochechas e ocasionando um biquinho nos seus lábios, enfiou dois dedos na sua boca enquanto levantava os quadris, metendo mais forte por baixo em você, descendo a mão pelo seu torso, deixando traços da sua própria saliva até chegar no seu pontinho sensível, esfregando ele com três dedos: “Ah, mas não tem problema… Eu pretendo fazer isso ainda, de qualquer maneira.”
#esteban kukuriczka#enzo vogrincic#esteban kukuriczka smut#esteban kukuriczka x reader#enzo vogrincic x reader#enzo vogrincic smut#lsdln smut#lsdln x reader#lsdln cast#cwrites
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♡ cast de lsdln como pensamentos intrusivos ♡
totalmente inspirado no hino das lobas brasileiras que adoram fazer uma caridade 🙏🏼 foi difícil achar letras pra eles pois são todos LINDOS QUE ÓDIO e apostei (tentei) mais em cenários menores, mas espero que gostem! 💛 avisos: linguagem adulta, sexo explícito (masturbação fem. e masc., sexo oral fem. e masc., puxão de cabelo, leve humilhação, tapas, asfixia, penetração vaginal, fetiche por tamanho; não interaja se for menor de idade) e num carro em movimento (não façam!), comportamento obsessivo, menção a acidente, espanhol fajuto, agustín pardella como marido de novo pq eu sou apenas uma mulher 💔 não é necessário conhecer a música para ler <3
enzo vogrincic
nem me preocupo com o tempo / eu sou bonita, é rapidinho
"mas já vai gozar, meu amor?" você pergunta, debochada, e ri da carinha de dó do homem sentado entre tuas pernas.
"nena..." enzo suplica num fio de voz, os olhinhos castanhos sempre tão tranquilos agora molhados e quase transbordando em desespero, a boca já se formando num biquinho atípico para o uruguaio. "porfi..."
"diz," você ordena, dissimulada, enquanto acelera o ritmo da mão que masturba rapidamente teu namorado, focando a polpa do dedão na cabecinha roxa, irada de tesão e coberta de pré-gozo - angustiada por algum alívio. "diz pra mim o que tu quer."
"por favor, eu preciso gozar," o homem volta a implorar, todo o seu tamanho reduzido apenas ao desejo de se desfazer em prazer e à humilhação de precisar fazê-lo tão rápido depois de terem começado e ainda na tua mão. os olhos se perdem no teu rosto e na beleza que tanto o enlouquece mas, mesmo que procurassem, não achariam um pingo de conforto agora. "deixa eu gozar pra você, meu amor."
você ri com vontade. "então goza, vai," começa, usando a mão livre para puxar os cabelos de enzo, sabendo que isso o leva à loucura mais do que qualquer outra coisa, e logo sente o líquido quente te melar a mão, escorrendo para sujar o abdômen e a virilha do namorado, "já que você é fraco e não se aguenta perto de mim," finaliza com gosto, se perdendo nos gemidos nada envergonhados que recebe em troca.
agustín pardella
toda noite ajoelha pra louvar a baddie / não gosto de barba mas, se for tu, mec
"diosa..." ouve a voz abafada do teu marido por entre tuas pernas e sente dificuldade em se concentrar no que ele fala entre selinhos molhados na tua intimidade. "divina..."
agustín nunca te decepciona. pelo contrário; parece sempre ter uma missão de se superar, te surpreender com o quão devoto ele é a você, ao teu corpo, ao teu prazer. já perdeu a conta de quantas noites passou com ele te levando às alturas apenas com a língua e, nessa em específico, de quantas vezes já chegou a elas e voltou.
"agustín..." você choraminga num sussurro, esgotada demais pelo prazer e ao mesmo tempo ainda sedenta por mais, puxando os cabelos do homem e mantendo-o no lugar.
"shhh..." ele te acalma, depositando selares molhadinhos e lambendo a pele maltratadinha da parte interna das tuas coxas por onde a barba já grandinha passou, roçando e queimando tudo; nunca gostou da sensação, mas depois de agustín e da forma como ele te cuida depois, agora é apaixonada pela ardência. "deixa eu te adorar, mi reina."
matías recalt
um garoto estranho à beça pra andar do lado / o meu tesão aumenta muito se ele for otaku / um que corre igual naruto, levantando o braço / um que minha tia fala: vai sumir, 'tá magro
você jura que não sabe qual é a tua.
estava sentada no sofá da sala, tranquilamente mexendo no celular enquanto o namorado assistia a algum episódio de anime que você não se importou muito em acompanhar. o foda foi quando o ouviu gritar com a tv, criticando duramente a decisão de algum personagem que ele tinha julgado como um "boludo, sabe fazer porra nenhuma direito!", e atraiu tua atenção para si. tinha então começado a notar como ele fica ainda mais lindo quando está concentrado nas animações, tão investido, sério, calado uma vez na vida - te deu até arrepios e tem certeza que foram os do tipo sexual.
é por isso que se encontra assim agora, ajoelhada entre as pernas do namorado no chão frio do apartamento, engolindo o pau dele com gosto, de boca cheia, e arranhando as coxas magrinhas de tanto tesão que te transborda.
"caralho, amor," matías suspira com as sobrancelhas franzidinhas, a mão que segura teu cabelo pesando sobre tua cabeça para te empurrar ainda mais o membro teso goela abaixo. "se eu soubesse que o kakashi te deixava safada assim eu tinha ligado a tv antes."
você acerta um tapa na perna do namorado, o amaldiçoando apenas mentalmente, já que a boca continua ocupada; ele não te dá um segundo de paz.
ouve a risada debochada acima de você e revira os olhos, apesar de agradecer mentalmente pela informação, quando ele completa: "não bate não que eu gosto."
esteban kukuriczka
ele ama se eu danço pra ele / fica nervoso falando comigo
você desce do palco onde acabou de finalizar teu show, cobrindo tua figura trajada só de calcinha com um roupão oferecido pelo segurança postado fielmente ao lado da escada e seguindo em direção ao homem alto, loiro e claramente tímido cujo amigo acabou de te contratar para um show particular. nem se importou muito em lembrar o nome do rapaz falante - algo como fernando ou francisco - ou dar muita atenção aos seus flertes rápidos, focando teus olhos no alvo que vai devorar hoje.
"qual seu nome, meu bem?" você pergunta ao se aproximar, estendendo a mão para lhe fazer um carinho nas mechas claras. tem certeza que, se abaixasse os dedos para o peito alheio e checasse, encontraria um pulso mais forte e mais acelerado que a batida da música que acompanha a próxima garota em sua performance; a visão dos teus seios tão próxima do rosto do rapaz com certeza não ajuda e você acha fofo.
"eh... es-esteban," o homem gagueja, te arrancando um sorrisinho, e parece lutar muito para não derreter com teu toque.
"já recebeu uma dança particular antes, es-esteban?" você caçoa, certa de que ele não faria nada; muito pelo contrário, se sentiria intimidado e, nesse ramo, você sabe que quanto mais intimidado um homem, melhor - pode se sentir mais segura e ainda arrancar mais dinheiro dele ao longo da noite. o cliente apenas sinaliza que não com a cabeça, a boca tão cerrada que você realmente acreditaria que um gato comeu a língua dele. "fico feliz de ser sua primeira, então," você se senta em seu colo, de costas, e encaixa as mãos grandes do rapaz na tua cintura, se surpreendendo com o quanto ele já está duro por baixo da calça social.
"obrigado," esteban sussurra, inalando profundamente teu perfume, e, de repente, você percebe que talvez esta não seja só a primeira vez dele recebendo uma dança particular.
é. definitivamente vai brincar com o coração desse homem hoje.
fran romero
touro, sempre que eu acordo, faço omelete / ele me chama de docinho, ele me diverte
você perambula pela cozinha, juntando temperos, ovos e outros complementos pro café da manhã que resolveu fazer de surpresa para o namorado. o cheiro dos omeletes logo toma conta da cozinha e você já sabe que ele é o culpado por estragar tua surpresa quando ouve a voz do namorado se aproximar pelo corredor.
"querida, cheguei!" fran cantarola tão alto que você não consegue evitar a risada.
"shhh! vai acordar os vizinhos!" você reclama, fingindo preocupação, e sente os braços do rapaz circularem tua cintura por trás, te fazendo um carinho por cima da camisa que roubou dele pela manhã e sussurrando um ah, é? vou acordar, é? com o sossego de quem não está nem aí. "e outra, você nem chegou. já 'tava em casa, só veio pra cozinha agora porque é um morto de fome. tinha que ser de touro..."
"eu 'tô com bastante fome mesmo..." fran concorda baixinho, depositando beijinhos no teu pescoço que te dão a certeza do duplo sentido que as palavras do rapaz carregam. "¿y vos, meu docinho? ¿quieres venir también?"
felipe otaño
uber 15 min' pra casa, mas ele quer no caminho / fica olhando pra estrada que a gente passa batido / só toma cuidado pra não me afogar com os seus filhos
conhecendo o namorado, sabe que felipe não deve ter parado de se parabenizar mentalmente até agora. foi ideia dele irem de carro até a festa, passou a noite inteira sem beber uma gota de álcool e fez questão de chamar uber para todos os amigos que lhe pediam carona; tudo isso para ficar sozinho com você, para te ter exatamente assim nesse momento.
"relaxa que eu 'tô de olho na estrada, princesa," pipe te assegura, passando a mão no teu cabelo e tentando se concentrar na visão à frente e não na de baixo, onde você alterna entre chupar deliciosamente a cabecinha do pau do argentino e engolir o membro o mais fundo que consegue na posição desconfortável, se estendendo do banco do passageiro até o colo dele. "a gente vai passar batido pelo posto da pm."
"não é disso que eu 'tô com medo," você para de sugá-lo para rebater, divertida. "você vai é me afogar se gozar tão fundo assim na minha garganta."
pipe ri, a mão que não guia o volante se dirigindo livremente ao teu queixo, por onde ele puxa teu rosto para deixar um selinho amoroso no biquinho formado nos lábios. "pode deixar então que chegando em casa eu te dou nossos filhos onde você quiser."
simón hempe
se me chamar de mami e for malcriado / te deito na cama e te bato / se disser que me ama e ir buscar outra / só toma cuidado, eu te mato
sente a gota de suor te molhando ainda mais no caminho que percorre pela tua espinha, escorrendo da nuca até o final das costas. sente tuas coxas arderem já de tanto tempo cavalgando no moreno, mas sabe que não pode aliviar agora; tem uma missão a cumprir e um ponto a provar.
"tudo isso é ciúmes, mami?" simón ri, te provocando com um sorriso convencido e um aperto sacana na bunda. "tua buceta é gostosinha também, eu ia voltar pra te comer depois."
você acerta um tapa estalado na bochecha do rapaz, descontando toda a tua raiva, e aproveita o momento de surpresa para acelerar o ritmo e sentar com força. não perde a oportunidade de admirar a boca que te dá tanto tesão e tanto estresse se formando num O perfeito de prazer.
"isso é pra aprender a não falar que me ama e depois ir atrás de outra," você o adverte, tentando disfarçar a voz ofegante quando leva as duas mãos ao pescoço do argentino, apertando no ponto certinho para lhe tirar a quantidade ideal de oxigênio. sabe pelo sorriso persistente no rosto dele - e pelas outras experiências de vocês - que ele está curtindo até demais, então ri junto, sarcástica e ácida, antes de completar a ameaça: "cuidado que da próxima eu te mato."
santi vaca narvaja
ele faz tudo por mim, então ele merece / ele é obcecado por essa mulher
sabe que as irides claras te fitam desde o momento em que entrou no quarto. agora, sentada na cama, sente-as queimando tua pele desde o outro lado do muro que separa as propriedades, desde trás dos vidros das janelas que espelham seus respectivos cômodos: o teu quarto e o de santiago, o vizinho loirinho com quem cresceu, a quem conhece desde que eram crianças.
sempre soube da quedinha do rapaz, mas só a percebeu se intensificar nos últimos anos, quando o contato de santi com outras pessoas diminuía ao passo que ele se aproximava de você e o número de pretendentes teus que se afastavam sem explicação aumentava. fora todas as vezes que pessoas que te machucavam surgiam com hematomas e olhos inchados pelas ruas da cidade, ou todas as vezes que você instalava cortinas no quarto para acordar no meio da noite sem a proteção delas e com a janela completamente escancarada, ou até as vezes que comentava que estava precisando de algo e no dia seguinte encontrava o presente perfeitamente embrulhado em cima da cama.
hoje, porém, foi a gota d'água para tua cegueira. havia comentado com apenas uma pessoa o quanto estava chateada pela nota baixa que havia recebido em um trabalho da faculdade; em menos de 24h, recebeu a notícia de que o professor responsável pela matéria havia se envolvido num acidente de trânsito, o colocando no hospital e atrasando as aulas de maneira que, com toda a certeza, ofereceria aos alunos trabalhos de reposição e mais oportunidades de aumentarem suas notas. suas desconfianças sobre o culpado foram confirmadas assim que virou a esquina da rua de casa, se deparando com o carro de santi, geralmente muito bem cuidado e guardado dentro da garagem, exposto na rua, exibindo uma frente completamente amassada.
agora você seca as lágrimas do teu rosto, finalmente levantando a mirada para encontrar os olhinhos azuis que te filmam - sempre, incansavelmente - de volta com curiosidade, anseio, antecipação. agora você sabe que ele te ama de verdade.
levanta a bainha do vestido florido que te cobre, revelando a calcinha de renda que usa por baixo - já muito bem conhecida por santiago - e leva a mão hesitantemente ao tecido, puxando-o para o lado e revelando tua intimidade úmida quando percebe o rapaz acenar desesperadamente com a cabeça, te incentivando a continuar com os olhinhos azuis vidrificados, fixados em você.
o vê puxar o membro já completamente duro de dentro da calça na hora em que você afunda dois dedinhos na tua entradinha, completamente em sincronia e vidrados um no outro, e nem mesmo a distância das janelas te impede de ouvir o gemido que soltam em uníssono.
agustín della corte
ou um bem grande e forte, L444 / eu não ligo pra aparência, só pra energia / quero um bofe agradecido por entrar na minha
"mais rápido, amor," você geme, arrastando o final da frase de tanto desejo sobrecarregando teu cérebro, as estocadas que recebe sentada na bancada da cozinha completamente nublando teus pensamentos. "mais forte."
"mais forte?" teu namorado confirma, já sem fôlego, "é?"
você só balança a cabeça em sinal positivo, incapaz de dar mais de algumas palavras a ele por vez, quando é acordada das profundezas do teu prazer de repente, se assustando quando agustín te pega no colo. ele apoia todo o teu peso sobre as próprias pernas e te segura pelas dobras dos joelhos, completamente em pé, tirando vantagem da nova posição para acelerar as investidas que dá com os quadris contra os teus.
"agustín!" você ri, não sabe se mais por diversão ou por incredulidade, e acaba deixando mais um gemido escapar junto. "muito obrigada por fazer academia, viu?"
agustín ri de volta, aumentando ainda mais o teu tesão quando responde: "eu que te agradeço por ser meu treininho particular, vida."
rafael federman
ele fica inseguro com homens bonitos / mas eu só quero dar pra ele / o outro é bonito, mas é meu amigo / vida, vem matar minha sede
pensaria que consegue sentir o corpo do rapaz à tua frente se tremendo inteirinho se não estivesse tão distraída com a música alta vinda de fora do banheiro e anestesiada pelas bebidas que consumiu mais cedo.
"achei que você fosse ficar com o seu namorado," rafa confessa baixinho e você ri soprado contra o pescoço dele, não parando de deixar beijinhos ali, achando graça da honestidade e insegurança do argentino.
sinceramente? fofo. exatamente o tipo de homem que você adora devorar.
"ele é só meu amigo," você responde, "além do mais, tu é muito mais bonito," levanta a camisa do rapaz e joga por cima da parede divisória da cabine onde estão espremidos, bebendo vorazmente a imagem do torso nu de cima a baixo com os olhos, "e gostoso."
rafael cora e você entende como a deixa para dar o bote.
"vem matar minha sede, vem," você pede com a voz mais baixa, como se fosse um segredinho entre vocês, as mãos puxando o cinto do rapaz tentadoramente, e rafael agradece por ainda conseguir te ouvir por cima da música alta, "eu ando sedenta por leite de homem."
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#la sociedad de la nieve#lsdln#lsdln cast#lsdln x reader#lsdln smut#enzo vogrincic#matias recalt#matías recalt#agustin pardella#agustín pardella#esteban kukuriczka#fran romero#francisco romero#felipe otaño#pipe otaño#simón hempe#simon hempe#santi vaca narvaja#santiago vaca narvaja#agustin della corte#agustín della corte#rafael federman#rafa federman#mari.doc#off o kakashi me deixa safada bem assim mesmo o matias as vezes ele sabe oq fala (as vezes)#qualquer oportunidade de falar do pardella maridão: a eu: 💥💥💥💥#Spotify
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⸻ ❝ 𝒓𝒆𝒂𝒄𝒕𝒊𝒐𝒏 𝒇𝒐𝒓𝒎𝒂𝒕𝒊𝒐𝒏 ❞ PARTE 2💫
esteban kukuriczka ₓ f.reader
wc.: 4,2k
prompt: depois de responder as mensagens do loser!esteban no whatsapp pedindo pra te ver você diz que só se ele terminasse sua i.c🤪 o que era impossível, né? ninguém se sujeitaria.. certo? certo?!!
obs.: enrolei mas veiooo a parte dois 💋🎉🎉🎆🎁 fiquei muito feliz que vocês gostaram da primeira e me incentivaram pr continuar! é tão gostosinho escrever uma reader que se impõe mais hihi! e nessa daqui ela realmente dá as cartas viu! shout out pras queridas @idollete e @creads e todas as minhas girlies do coração que hyparam muito a continuação! special thanks pra vc camilinha que aloprou muito no chat falando dele <3 whore to whore conversation at its best ❤️🔥💅 enfim, eu revisei algumas vezes, mas sei que vão ter errinhos etc, ent me desculpem por isso! boa leitura, nenas! fica mais legal se tiver lido a parte 1
tw.: smut, fem!dom (a reader é meio tsundere lá pro final), virgin!esteban, linguagem chula, degrading kink (por parte do esteban xiiii), sexo oral (male receiving), SIZE KINK, face fucking, masturbação (m & f), uma unidade de tapa🫢, sexo desprotegido (não pode, vidinhas), p in v, creampie. se tiver algo a mais me avisem!!! MDNI
tudo o que você precisou para responder as mensagens de esteban foram algumas margaritas na casa de cinthia. combinou com as colegas de curso para fazerem uma noite das meninas bem bagunçada regada à bebidas e histórias de fodas absurdas. inclusive, ficara sabendo sobre um tal de fernando contigiani sendo um super stalker - o que na verdade só acrescentava para o charme dele, mas não vinha ao caso. chegou em casa completamente passada, tendo que tomar um banho quentinho e demorado até voltar a estar decente. quando saía de roupão e toalha no cabelo passava pelo notebook sobre a cama, aberto no whatsapp web, e via o pop-up verdinho de um número que não estava salvo; sem foto pra variar. revirou os olhos, e seguiu para a cozinha pegando algo para beber e imaginando o que deveria ser. tinham alguns dias desde o sete minutos no paraíso fatídico no casarão da república, onde você recebera o melhor oral da vida de um cara que jurava odiar... o dia seguinte à isso tinha sido horrível, não parara de pensar um segundo no ocorrido, na boca dele babada, na sensação do nariz grande roçando no seu pontinho, só de relembrar seu corpo todo arrepiava. nisso, você tinha perdido tempo demais sem conseguir se concentrar na merda do trabalho conclusivo de sua iniciação científica, o que te deixava com quase nada de prazo. agora estava ali, sentada na beira da cama, encarando as mensagens na tela. (número desconhecido) [27/04/24 02:14]: é o esteban, você me passou seu número (número desconhecido) [27/04/24 02:18]: primeiro queria dizer que a história da calcinha foi um mal entendido e na mesma hora um sorriso maldoso crescia nos seus lábios, te fazendo mordiscar a borda da taça de vinho, qual tinha se servido, e descansar o objeto entre as pernas antes de se curvar para digitar a resposta. eu [27/04/24 02:19]: qual das vezes? porque você ficou com uma calcinha da última também (número desconhecido) [27/04/24 02:20]: ... eu [27/04/24 02:21]: kk pq q você não manda logo o que quer e ai me deixa quieta? (número desconhecido) [27/04/24 02:22]: você não considera tentar entender o que aconteceu anos atrás? eu [27/04/24 02:23]: se você for bom em resumir sim, caso contrário não, não me interessa (número desconhecido) [27/04/24 02:25]: naquela época uns garotos armaram, me chamaram pro vestiário e quando eu vi jogaram a sua calcinha pra eu pegar enquanto eles filmavam tudo (número desconhecido) [27/04/24 02:25]: eu nunca faria algo daquele tipo eu [27/04/24 02:26]: você é um idiota mesmo pqp eu [27/04/24 02:26]: e cê quer que eu faça O QUÊ com essa informação? que eu diga "nn tudo bem, vamos ser amiguinhos agora"??
(número desconhecido) [27/04/24 02:28]: queria te ver de novo sua boca que estava entreaberta em nervosismo fechava e seu coração errava uma batida antes que sua expressão se retorcesse com frustração. ele não tinha o direito de mexer contigo daquela forma, fazendo tão pouco. sua reputação inabalável seria arruinada, assim como ele tinha feito no colégio. eu [27/04/24 02:30]: faz o seguinte, seu merdinha. se quiser me ver, é bom que você apareça com a tese da minha i.c pronta aqui em casa. eu [27/04/24 02:30]: se não for assim trata de apagar o meu contato e não fala mais comigo eu [27/04/24 02:31]: e vsf tb era óbvio que ele não faria, o pobre coitado sequer sabia o tema ou onde você morava. era só uma desculpa inescrupulosa pra que ele não mandasse mais mensagens e te deixasse ainda mais dividida entre o que mandava sua cabeça e o que pedia seu coração. por isso abaixou a tela do aparelho em seguida se jogando pra trás no colchão tentando relaxar, precisava urgentemente dormir porque a semana que estava entrando seria cheia. tinha várias coisas pra fazer. teria duas provas na terça, médico na quarta - o qual sua mãe tinha marcado pra ti faziam meses já que se dependesse da sua pessoa você só descobriria se estava com problemas no leito de morte - e PRECISAVA, sem desculpinhas, terminar de digitalizar a tese. nem era tão difícil assim, mas estava passando por um bloqueio horrível no desenvolvimento, então sempre que sentava para dedicar um tempo pro trabalho acabava distraída com outras coisas. por isso quando a quinta-feira chegava você estava uma pilha de nervos. já não bastasse as provas terem pedido um conteúdo nada a ver com o que o professor tinha dado em sala, tinha levado sermão do doutor que tinha pego seus exames para avaliar por quê não sei isso não sei aquilo de beber mais água e parar de fumar... porra! dá um tempo, você era universitária se não fizesse aquilo acabaria explodindo. e o estado irritadiço triplicou quando, ao subir o último lance do prédio do dormitório encontrava ele ali, paradinho - tendo um deja vu -, com uma pasta em mãos. vestia a mesma combinação de moletom e jeans de sempre e os cabelos estavam meio bagunçados, como se ele não tivesse lembrado de pentear. — tá de sacanagem comigo? tá fazendo o quê aqui?! — indagava grosseira depois de colocar os dois pés no andar, parando a poucos metros do garoto. quando esteban te olhava parecia desconcertado a princípio, mas depois te estendia a pastinha com várias folhas dentro. e aquilo não podia ser o que você estava pensando. por isso ignorou, sem pegar da mão dele, ainda o encarando com o sobrancelha erguida. então quer dizer que ele achava normal ter entrado no fórum do seu curso de novo e futricado até achar os projetos científicos em andamento? e também não diria nada sobre, muito provavelmente, ter perguntado a algum colega seu endereço? o fitava mortalmente, e ele, apesar de desviar os olhos sem graça permanecia ali.
— pega. — eu não vou aceitar isso, esquece! — rebatia e bufava procurando suas chaves na bolsa. — aliás, pode ir embora, eu não tô com tempo pra baboseira. — você não tem escolha, o prazo final é amanhã. — ele soprava quando você passava esbarrando para abrir a porta. e aquilo era verdade também. mas, como ele tinha a pachorra de usar isso contra ti? — disse que se eu fizesse você conversaria comigo... m-me deixaria te ver! — "m-me me me" — se virava rapidamente olhando para cima e remedava de maneira exagerada quando ele gaguejava, tomando o objeto toda indelicada para ver se estava escrito direitinho... e para sua infelicidade, estava melhor do que você sonharia em escrever. ele tinha não só feito um sumário e introdução perfeitos, como o desenvolvimento parecia muito bem separado e as páginas estavam enumeradas. cretino, vagabundo!!! mordeu o interior da bochecha não querendo dar o braço a torcer. — acha que fazendo isso aqui rápido vai me humilhar? é isso?? — questionava erguendo o tom e forçando o material contra o peitoral do argentino. — não! eu fiz porque queria te ver de novo! — ele respondia depressa, afobado com a ideia de que você o interpretasse erroneamente outra vez. — me ver pra quê, ahn? o que é que você quer comigo, porra!? — exaltava. — acha que vamos nos entender assim do nada? em que mundo você vive, esteban?!! ao notar que ele parecia perdido, sem palavras, recolhia o braço - que ao mesmo tempo em que o agarrava o moletom o mantinha afastado -, se virando e murmurando algum xingamento para enfim empurrar a porta destrancada e entrar para dentro de casa; se ele não tinha mais nada para argumentar podia desaparecer. entretanto, antes que pudesse fechar a passagem, o kukuriczka colocava o pé na frente, espalmando a mão na tábua de madeira, não deixando. — eu quero te beijar de novo! — dizia depois de juntar toda a coragem que tinha em seu ser, te encarando com os olhos cor de mel oscilando e o pomo de adão subindo e descendo. era injusto que aquela carinha de sonso dele fosse tão atraente e que a voz dele ficasse deliciosamente esganiçada quando ele aumentava um decibel que fosse do tom. era desumano que ele tivesse um perfume tão suave e gostoso de sentir que a sua vontade fosse enfiar o rosto naqueles fios avoaçados pra inspirar o aroma. e por isso, era muito mais fácil reagir negativamente, com desdém, com estupidez e negar qualquer aproximação, mas estava sendo difícil naquele momento... — acorda, cara. me beijar? por quê eu ia querer beijar um nerdinho igual a você? pra começar, você não teria nem as bolas p- e num flash, o loiro te segurava com ambas as bochechas findando a distância entre vocês - que antes já era pouca - num selinho desesperado. ele de olhos fechados, bem apertados, e você com os seus abertos, assistindo tudo enquanto pedia internamente para que quem reagisse fosse seu cérebro e não seu coração.
mas seu cérebro já estava tão exausto da semana, como ele podia fazer qualquer coisa agora? você se impulsionava contra ele, largando o trabalho no chão, fazendo as folhas de dentro se espalharem enquanto seus braços rodeavam o pescoço do garoto, ficando na ponta dos pés para capturar a boquinha fina num beijo de verdade. era ainda mais voraz que o primeiro que tinham compartilhado; estando no seu dormitório e ainda sozinha, nada impedia que você arrastasse ele para dentro e batesse a porta para prensá-lo ali. esteban demorava até avançar com as mãos em sua cintura, entretido com a forma como sua língua experiente chamava e brincava com a dele. você ia fundo, ele conseguia notar bem de levinho um gosto mentolado do paiero que você tinha fumado antes de entrar pro prédio. e arfava quando você o conduzia a descer mais as mãos, enchendo elas com a carne macia de sua bunda farta; boa de apertar. — vai se contentar com isso? — você perguntava baixo, roçando os inferiores, segurando o rostinho inocente com as unhas compridas o espetando a tez suave. — rápido, me responde. — não... — ele soprava, com os olhinhos caídos quase cerrados, tornando a fechá-los para voltar a te beijar. sem cessar, o puxava aos tropeços até sua cama. era um modelo de casal grande, mas não tanto, com algumas almofadinhas e colchas roxas; apostava que era muito diferente do quarto dele e que ele nunca teria se imaginado naquela posição, pobrezinho... empurrava o corpo magro para trás e assistia ele caindo apoiado nos cotovelos. te fitava todo vendido e você aproveitava para tirar a blusa, revelando um sutiã com estampa de laços que estava usando por baixo. subia sobre ele, fazendo com que o kukuriczka se arrastasse para trás, - sempre fugindo quando era você quem o perseguia - até encostar na cabeceira de metal e se segurar numa das barrinhas. — quê foi, ratinho? não era o que você queria? – provocava. — é-é que eu... eu nunca fiz... — respondia, embaraçando as letras daquele jeitinho patético que só ele parecia ter. e honestamente? não era surpreendente, estaria mentindo se dissesse que não esperava por isso, mas ainda assim a informação te fez sorrir ladina, passando uma das pernas sobre ele e sentando bem encaixadinha no colo do rapaz. — nunca fez, é? mas também... você é tão frouxinho pra conseguir alguma garota... — sentia as mãos dele que haviam ido parar no seu quadril agora apertando a carne já que ele não tinha culhões de retrucar. — me diz, estebinho... quer fazer? a vez do closet tinha sido a primeira em que tinha tido controle de tudo e mandado num homem. e não era apenas um homem, poderia ser matías por exemplo, que era conhecido por ser o primeiro homem lésbico da terra, ou pelo menos da faculdade. esteban era sério, reservado, alto, tinha mãos com os dedos longos e bonitos, o nariz monumental... ter poder sobre alguém como ele te deixava doente, querendo muito mais do que podia lidar.
ele suspirava fraquinho e assentia, mas você negava, segurando nos fios claros e puxando com força, fazendo ele encostar nas grades enquanto te fitava. — quando eu te perguntar alguma coisa, você usa as palavras. — se curvava para soprar perto da orelhinha dele e então rebolava de leve, sentindo o membro abaixo de si começando a endurecer. — então o que vai ser? vai querer foder? sim ou não? — ss... sim, eu... uhum, quero. — ele confirmava ansioso se jogando para frente tentando te beijar de novo. você desviava. — pra me foder, seu pau precisa estar bem babadinho. — arrastava o quadril e ele tremia, te segurando firme e tentando impedir que replicasse a moção; era tão divertido. — então vou te chupar... e deixa eu adivinhar, nunca recebeu um boquete também? — ria. saiu do colo e se ajoelhou na cama, abrindo o botão e descendo o zíper da calça de outrem enquanto fazia contato visual, acompanhando as bochechas dele ficando rosadas e a respiração acelerando conforme descia a peça com alguns trancos até que pudesse deslizar para fora das pernas e lançar ao chão. quando os olhos caíam sobre o pau coberto ficava surpresa com o tamanho do pacote. "andava" com a pontinha dos dígitos pela pelve dele que aparecia graças à blusa ter subido um tiquinho até chegar onde queria, amaciando o membro por cima da boxer e mordendo o inferior. jesus... ele parecia ser grande. se curvou mais, sem parar os carinhos e beijou sobre a glande que soltava pré-gozo, melando a cuequinha branca e deixando o tecido transparente. segurava o cós para descer, mas dessa vez era impossível olhar para o argentino quando o pau dele praticamente saltava, completamente ereto e fodidamente enorme. fez uma expressão desacreditada e deitou entre as pernas do maior que se segurava nos lençóis, sem saber o que fazer já que sua cabecinha sequer conseguia imaginar o próximo passo; tudo sendo muito novo. — um pau grande assim e você nunca usou? nossa... só deve ficar batendo punheta pra mulherzinha de jogo, né? — ele apertava os lábios envergonhado e assentia sem nem ligar mais. ralhou maliciosa e então segurou pela extensão, fazendo pressionar contra sua bochecha. estava quente e podia sentir as veias pulsando. era lindo, a cabecinha circuncidada e bem rosinha, além de ser praticamente do tamanho do seu antebraço. bem que suas colegas diziam, os magrelos eram sempre os mais bem dotados. dava batidinhas com o falo na própria cara e tirava a linguinha pra fora para lamber, torturando o outro. — quanto você mede? — questionava descarada. — vinte... — esteban sussurrava.
— porra, vinte centímetros de rola e você todo carentão e virgem? — caçoava e então chupava a pontinha como se fosse um pirulito, só testando. — não sei se consigo colocar tudo... minha gargantinha é estreita, sabe... — formava um biquinho e o apertava forte com mão que segurava o comprimento, ouvindo um chiadinho lesado dele. — ah, e se você me tocar enquanto eu te mamo, eu paro e você volta pra casa, ouviu? esperava a confirmação antes de colocar na boca de novo, dessa vez se permitindo sentir o gosto de verdade e a textura macia da pele fininha, fazendo o músculo ágil e molhado escorrer ao redor e espalhar saliva, preparando. se empenhava, ficando toda empinada e fechando os olhos enquanto sentia os centímetros deslizando para dentro, roçando o sininho no céu da boca e fazendo o canto dos lábios arregaçarem pela grossura. esteban observava com os olhos vidrados. nunca tinha sentido nada parecido. o pau sumia na sua cavidade, reaparecendo cada vez mais molhado, brilhoso. o coração galopava dentro do tórax e o saco latejava inchando. por vezes, ficava prestes a desmaiar, principalmente quando você começava a punhetar os centímetros que não conseguia envolver, dando atenção pra ele todo. — eu... não vou durar — avisava negando repetidas vezes, piscando os olhos com delay e se desesperando quando segurar a fronha da cama não estava mais sendo suficiente para dissipar a tensão. cobria o rosto com as mãos jogando a cabeça pra trás. — p-por favor! você ignorava. levava seu tempo, aproveitando como ele era gostoso, enorme e estava duro como pedra. chupava e deixava os caninhos pontiagudinhos roçarem nele, ouvindo um gemido manhoso do latino, se divertindo sozinha com as reações. lambia com a língua esparramada e se distanciava só para cuspir sobre ele e voltar a colocá-lo até a goela, aumentando o ritmo do vai e vem. a pressão da sucção começando a soar pornográfica e encher o quartinho com uma sinfonia de "mwacs", "hmm" e "a-ahh". "desculpa", era a última coisa que o loiro soprava antes de segurar sua cabeça e começar a guiar os movimentos. já estava tão absurdamente perto e fora de si que aguentar seu ritmo era impossível. emaranhava os dedos nos seus cabelos e te forçava contra a base, revirando os olhos quando a glande inchada batia contra o fundinho de sua garganta. você engasgava e o deixava lhe foder a boquinha, todo aflito, sendo caridosa pela primeira vez; sabendo que podia acabar com a brincadeira a qualquer momento. sentia como se ele pudesse cutucar seu cérebro com o cacete teso e você provavelmente morreria feliz com a lobotomia diferenciada. o apertava as coxas e se lambuzava toda, sentindo a baba escorrer pelo pescocinho e vão entre seus seios apertadinhos pelo sutiã. o meio de suas pernas? arruinado, sua calcinha que há muito tinha deixado de ser suficiente para conter a lubrificação que você liberava, molhava o shortinho já.
ele atingia o ápice, te mantendo pressionadinha contra a púbis, se esvaziando todo, te obrigando a tomar todo o leitinho quente que despejava ali dentro. era porra saindo pelo seu nariz - formando até bolhinhas -, vazando pelas extremidades dos lábios, e as lagrimazinhas nos seus olhos escorrendo enquanto aos poucos esteban perdia a força do agarre se amolecendo, sofregando e murmurando com a voz sibilante. endireitava a postura e ria rouca puxando fôlego, num misto de raiva e tesão. estava completamente suja, e seu grelinho tilintava querendo um pouquinho de atenção. passava a mão pelo rosto tirando o excesso da mistura de fluídos e chupava os dedos melecados, secando-os no linho da peça de baixo antes de chamar a atenção do rapaz a sua frente. silvava a mão pesadamente no rostinho aplastado dele que chegava a virar a cabeça com a força do tapa e devido a palidez, fazendo uma marca surgir quase instantaneamente no local. — isso, é por ter sido um cachorro no cio e me desobedecido. — cuspia as palavras antes de puxá-lo pela gola do moletom. — e isso é por ter um pau tão bom. voltava a beijar o argentino que se atrapalhava, se recuperando do oral intenso e do impacto repentino - que ele tinha achado, infelizmente, muito sexy. incentivava-o a tirar o resto de suas roupas, mas o impedia quando ele desgrudava dos seus lábios fazendo menção de tirar o próprio agasalho. — não. — deslizava as mãos pelos ombros largos e cobertinhos dele, sorrindo. — vai me foder com essa roupinha tosca e... — olhava para trás vendo os pés dele. — de meia. — provocava. já ia erguendo o quadril para encaixar a cabecinha em sua entradinha, mas esteban intervia. — eu não tenho camisinha. — falava preocupado. — se eu gozar dentro- — mas quem disse que você vai gozar? eu não deixei. — o olhava se fingindo, ardilosa, tendo o prazer de ver a expressão mais penosa do mundo se formar no semblante do maior; tão lindo, puta merda. — por quê? — as sobrancelhas caíam. — porque você não merece. — dava de ombros e então aproveitava a distração dele para endireitar o membro de novo e sentar aos poucos. kuku engasgava no meio da súplica, sentindo os primeiros cinco centímetros deslizarem para dentro do que parecia ser mais um buraquinho de minhoca do que uma bucetinha. não conseguia sequer olhar para ver o quanto seu sexo estava dilatando para recebê-lo, sofrendo enquanto o canal era expandido pelo tamanho avantajado. caía com a testa no seu ombro choramingando quando você tinha mais da metade dele.
— porra, você vai me deixar toda arrombadinha... — manhou franzindo o cenho e levando a mãozinha até entre as pernas para estimular o clitóris e conseguir terminar de tomar ele inteiro. sentadinha, com o caralho enfiado até o talo. — puta que pariu, esteban... ele te completava como nada, nem ninguém, tinha feito antes. ficava complicado até de respirar, mas aos poucos se apoiava nele para começar a cavalgar bonitinha. sussurrava pedindo que ele te olhasse e apanhava o rostinho febril, querendo que ele mantivesse as orbes focadas em ti. nessa altura todos os toques dele eram mais brutos e sabia que ficaria com as digitais marcadas na lombar por algum tempinho - e que isso consequentemente te faria lembrar sempre que fosse se lavar ou trocar de roupas. — me deda... — pedia começando a ficar afetada. — chupa o polegar e coloca no meu pontinho... — instruía. — mexe assim... — mostrava. tão meiguinho e bobinho, que ver esteban se esforçando para não passar mal ali e te masturbar enquanto o membro do mesmo beijava sua cérvix a cada vez que você descia parecia errado, como se tivesse roubando a inocência de um anjinho. mordia o inferior arqueando as costas e segurava um chorinho, não querendo dar o prazer de que ele te ouvisse. porém, quando o garoto capturava um de seus biquinhos eriçados era o fim. a combinação do pau, dos dedos e da língua era demais. olhava para baixo vendo o ventre cheinho. — tá gostoso? — perguntava, controlando os gemidos e continuando a quicar no ritmo moroso, sentindo cada contorno dele, dando tempo que suas paredes se moldassem no formato do loirinho. não tinha resposta. esteban estava em êxtase, babava, e murmurava coisas desconexas, ora abrindo os olhos e ora fechando, tocando todas as partes que te alcançava, te trazendo mais pra ele; te apertava os seios, as costas finas, a bunda, aproveitando para puxar as bandinhas e deixar você ainda mais arreganhada. a única coisa que saía compreensível eram os pedidos implorando para deixar ele gozar, quais você respondia com um não adorável. ele estava por uma merrequinha de fio e quando gemia arrastado era incentivo para que você contraísse propositalmente, fazendo várias vezes até que ele estivesse tremendo e te abraçando a cintura, repetindo como um mantra por favor, por favor, por favor. o quadril começando a forçar para cima e te estocar assim, por baixo. — pede direito — o encarava, com os narizinhos coladinhos, as respirações mesclando e os corpos suados atritando. — fala que quer guardar seu gozo em mim... que vai me lotar de bebezinhos, fala... — insinuava, enquanto os biquinhos babados - por ele - roçavam no tecido felpudo cobrindo o peitoral alheio. — eu quero... p-puta madre... — ele xingava na língua materna antes de urrar entredentes — me deixa colocar meus bebês em você, por fi... lo necesito tanto... e como negar?
deixava de lado todas as marras e o apertava nos bracinhos, afundando o rosto na curvinha do pescoço do mais alto, permitindo que ele te segurasse pelas coxas, te erguendo um bocado, e metendo no ritmo acelerado que desejava, fazendo seus peitos pularem, macetando seu ponto g a cada investida - não que ele tivesse como errar já que ele ocupava todo seu espacinho. gozavam juntos gemendo e engolindo os gemidos um do outro enquanto estavam com os lábios relando. arranhava a nuca dele e soltava um miadinho que estava guardado notando como ele liberava o gozo em ti, em várias quantidades, te deixando pesadinha e transbordando. fazia questão de rebolar mais um tiquinho depois que os movimento de esteban paravam, terminando de ordenhar ele dentro de si e ouvindo os soluços dissimulados que o escapavam. tinha deixado o rapaz acabado. não tinha nem tempo de zombar uma última vez antes que ele apagasse em sono profundo, ficando deitada sobre o mesmo, observando a expressão serena enquanto dormia. enrolava uma mechinha do cabelo claro nos dedos e se esgueirava só para fungar mais do perfuminho bom. saía com o maior cuidado, vendo a porra gotejar. estava toda sensível. pegava uma toalhinha úmida para limpá-lo e cobria o corpo grande com o edredom de florezinhas antes de ir tomar um banho. ele acordava horas depois, enquanto você lia a tese - teve que catar as folhas e arrumar na ordem de novo - que estava perfeita. ele era muito inteligente e por vezes tinha arrancado um sorriso genuíno seu mostrando que estudara mesmo para fazer o favor. ouvia o farfalhar da cama e olhava do sofá pra lá. o kukuriczka totalmente sem jeito, mexendo no cabelo e se situando. — ainda bem, achei que tinha te matado com uma sentada. — desculpa, eu não tinha intenção de — tá tudo bem, esteban. — assegurava e então levantava indo até ele, se sentando na beiradinha. — obrigada. — soprava antes de deixar uma bitoquinha nele, que olhava fixo, desentendido, provavelmente porque esperava que você o enxotasse brava do apartamento. — o que isso significa? — o garoto perguntava baixinho.
e você poderia dizer que apesar de ele ser patético, desajeitado, tímido e muito ingênuo, gostava dele. nunca tinha odiado na verdade... contudo, se limitou a negar e apontou para o restante das roupas dele, dobradas sobre uma cadeira. — ainda dá tempo da gente sair. pra tomar um sorvete, comer algo, o que você quiser. — explicava, sem perguntar se aquele seria o primeiro encontro dele também, porque era óbvio que sim. — você não me odeia mais? — ele franzia o cenho te fazendo rir. — um pouquinho. — gesticulava com o indicador e o polegar e dava de ombros decidindo mexer com ele uma última vezinha; repetindo uma frase conhecida já. — mas, vai logo antes que eu mude de ideia.
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