#biombo
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Obra-prima do período Edo revelada como criação conjunta
Tóquio, Japão, 3 de outubro de 2024 – Agência de Notícias Kyodo – Uma pintura em biombo foi identificada como uma criação conjunta de dois renomados artistas do período Edo, Ito Jakuchu e Maruyama Okyo. Segundo especialistas, este é o primeiro exemplar conhecido que demonstra claramente uma conexão entre os dois pintores. O Professor Yamashita Yuji, da Universidade Meiji Gakuin, avaliou os…
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¡Ah, aquel biombo! Es como si ahora mismo tuviera delante sus espantosas imágenes del infierno. Otros artistas lo han representado, a su entender; pero tales composiciones no se parecen en nada a la de Yoshihide. Éste dispuso a los Diez Jueces del Infierno y sus acólitos en un ángulo menor… y todo el resto —el biombo entero— estaba envuelto en una tormenta de fuego cuyas voraginosas llamas parecían a punto de fundir la Montaña de Sables y la Selva de Aceros. Salvo por las vestiduras de los Jueces —vagamente chinas— con sus parches amarillo e índigo, no se veía otra cosa que el encendido color de las llamas y, arremolinadas ferozmente entre ellas, negras nubes de tinta china que surtían levantando pavesas de polvo de oro soplado.
Ya aquello bastaba para impresionar y maravillar a cualquier espectador, pero los condenados que se retorcían en el fuego, fruto del pincel de Yoshihide, no tenían nada en común con los que habitualmente se ven en los cuadros del infierno. Porque Yoshihide había incluido pecadores de todos los estados, desde la más exaltada eminencia de la cámara de Su Majestad hasta el más ruin mendigo o marginado. Un cortesano con magníficas galas de ceremonia, una dama casadera con túnicas de cinco vuelos, un bonzo aferrado a su rosario invocando el nombre de Amida, un aprendiz de samurái con zuecos altos, una chiquilla noble en camisola, un mago geomántico blandiendo su vírgula de papel en el aire: nunca podría enumerarlos todos. Pero allí estaban: personas de toda condición, anegadas en humo y llamas, atormentadas por los sayones del infierno con sus testas de toro o caballo, impelidos en todas direcciones como la tolvanera de hojarasca en el viento de otoño. «¡Mira aquélla —podía exclamarse—, con todo el pelo enredado en una partesana y los miembros más encogidos que los de una araña! ¿No será una de las vírgenes de los santuarios que ministran por los dioses? Ah, y ése de allí, colgado cabeza abajo como un murciélago, con el pecho atravesado por una azagaya; tiene que ser un gobernador de provincia bisoño.» Y los modos de tormento eran tantos como réprobos: azotes con verdugo de hierro, aplastamiento bajo una gran roca; uno picoteado por un pájaro monstruoso, otro machucado entre las fauces de una sierpe ponzoñosa…
Pero con mucho la más horripilante imagen de todas era la de un carruaje precipitándose en el vacío. Conforme caía raspaba los ramos altos de un árbol de estoques, agudos como colmillos, donde había espetados cachos de cadáveres. Ráfagas de viento infernal levantaban las celosías del coche revelando a una dama de la corte —ataviada con tal boato que bien podía haber sido una de las esposas o concubinas de Su Majestad— con el liso y negro cabello, largo hasta las caderas, suspendido en alto entre las llamas, descubriendo la blancura de su garganta mientras se debatía en agonía. Cada detalle de la figura de la mujer y del carruaje inflamado colmaban al espectador de una angustiosa impresión de los atroces suplicios del Infierno del Calor Abrasador. El puro horror de todo el paramento —cómo lo diría— se destilaba en esta sola figura. Estaba ejecutada con tal arte, que quienquiera que la veía creía escuchar los tremendos chillidos de la mujer.
¡Ay, sí, ésta fue la causa! Por culpa de aquella pintura acaeció el terrible suceso. De no ser así ¿cómo habría podido ni siquiera el sin par Yoshihide haber pintado los tormentos del infierno con tanta viveza? Era su cruel sino perder la vida a cambio de culminar el biombo. En cierto sentido el infierno de su pintura era el mismo en el que el propio Yoshihide, el mayor pintor del imperio, estaba condenado a caer un día.
Akutagawa Ryūnosuke
#Akutagawa Ryūnosuke#literatura japonesa#infierno#biombo#jigoku#tormentos#visión#traducción©ochoislas
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Os Japoneses e os Portugueses
Detalhes de Biombo Namban
Museu do Oriente
Lisboa
Fotos cjmn
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the fact that there’s no good word in english for biombo is so tragic like what is “folding screen” can we just accept it as a loan word already
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Pocas veces os recomendaré tan encarecidamente que veáis unas exposiciones como las que muestra la Serrería Belga en Madrid, en la calle Alameda, junto Atocha y Caixa forum. Váis a poder sumergiros en el mundo y artes japonesas. Biombos, abanicos, kimonos o yukatas, os mostrarán la riqueza del oro y el papel pintado con temas de la naturaleza de gran realismo. Y en los pisos superiores una aproximación al teatro narrado de calle: kamishibai, al manga y su repercusión en España y un tercer piso dedicado a los niños, su enseñanza, as comidas típicas japonesas y los deportes visto desde el arte del manga y cine o televisión
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Biombo Architects designed House of Winds in Indonesia -- via ArchDaily
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Cala Saona House in Canggu, Bali, Indonesia Designed by Biombo Architects @biombo_architects Photo by @kiearch
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Short Dress (Cregan / Benjicot / Aegon)
Masterlist de mi autoría
¿Cómo reaccionarían los personajes al ver que su esposa crea un vestido que apenas roza sus rodillas?
En esas épocas y en ese lado del mundo, no era normal que una princesa o cualquier mujer de cuna noble usara vestimentas reveladoras. No era propio de una mujer de bien mostrar al mundo lo que solo le correspondía a su esposo en sus "momentos de intimidad".
Pero ese verano en Westeros fue más que insoportable, e incluso más en la capital.
Fue por eso que la joven princesa amante de las telas, modas y, aún más importante, de los vestidos, decidió crear una nueva tendencia, una donde la mujer pudiera usar vestimentas más acordes al clima.
Ya casi era hora de la cena cuando ____ llamó a su esposo a su taller, indicándole desde detrás de unos vestidores que tenía una sorpresa para él.
—¡Tará~! ¿Qué te parece, amor mío?—
Cregan: *no le agrada mucho la atención que recibiría la mujer por sus vestimentas, pero permitiría que ella sea libre de usar lo que quiera. De todas formas, el señor de la nieve era libre también... Libre de romperle la cara a cualquiera que se sobrepasara con su hermosa mujer*
cuando el lord de Winterfell vio a su mujer emerger de aquellos biombos usando un delicado vestido gris claro con flores bordadas, tardó algunos segundos en procesar todo. Los hombros estaban desnudos, tal cual le gustaba usarlos para lucir las pequitas en su piel. El corsé era hermoso, un trabajo de confección impecable -como cada trabajo de la mujer- y reconoció en la falda los tules que comerciaron con vendedores de Essos.
En otras circunstancias alabaría sin más el trabajo de su esposa, siempre lo hacía. Siempre eran una obra de arte. Pero en esta oportunidad, algo le impidió soltar sus halagos de siempre.
—... Pensé que ya estaba terminado, amada mia.—tomó la mano que ella le extendió, dándole una vuelta para ver la parte de atrás del corsé.
—Lo está, amor mío. Quería que fuera fresco y cómodo.—dio algunas vueltas emocionada, y las livianas telas ondearon con gracia—. Es una falda corta, sí. Pero por debajo se ponen unos pantaloncitos sueltos... Como tus calzones.—lo miró divertida.
—Esta precioso, corazón. Pero no puedes usarlo en la fiesta de hoy.—La sonrisa de la mujer se desvaneció un poco.
—Pero trabajé mucho en él... ¿Por qué no?—
—Ninguna otra mujer usa vestidos tan cortos, y no quiero ojos curiosos sobre tu cuerpo... los hombres te mirarán.—
—¿Y qué? ¿Tú no estarás ahí para velar por mi seguridad?—El ceño de Cregan aún estaba levemente fruncido.
—Aún así, corazón...—
—Lobito...—
Ah... Cregan amaba que le dijera lobito...
—En Winterfell me la paso haciendo capas y capas, y aún más capas... y vestidos de muchas capas... Por favor, aquí en King's Landing puedo tomarme la libertad de hacer algo diferente... ¿Podrías permitirme usarlo solo una vez?—el hombre suspiró, asintiendo finalmente.
—... Esperemos que la reina no se enoje si le rompo la cara a alguien.—
Esa noche, mientras Cregan bailaba en el gran salón con su esposa, una mano descarada se deslizó por los muslos de la mujer, quien enseguida sintió que su hermoso momento se había quebrado. Pero no.
Lo realmente quebrado fueron las manos de aquel caballero cuando Cregan descubrió quién fue.
—A la señora de Winterfell se la respeta, basura... Arrodíllate y pídele perdón.—
Aegon: *el rey usurpador no era para nada alguien celoso en ese aspecto. Sabía que su mujer era hermosa, y la presumía cuanto podía. Es por eso que en cuanto la vio en aquel hermoso vestido tan amarillo como el sol del verano con flores de todos los colores adornando su cintura y resaltando sus delgadas y largas piernas, sonrió como nunca*
—¿Crees que tu madre me permita usarlo?—
—¿A quién diablos le importa lo que diga esa mujer?—Aegon dejó un besito en los nudillos de la mujer, alzando su mano al cielo y con la otra indicándole que girara lentamente para observarla mejor. Sonrió al ver que aún se notaban marquitas en su cuello de la noche anterior. Había sido bastante salvaje—. El amarillo resalta de maravillas cada perfecta parte de ti, mi linda flor.—rodeó su cintura y se pegó a su espalda, dejando un besito en su hombro—. Lo usarás sin dudas en el baile.—
—¿seguro de que estará bien?—
—¿Por qué no lo estaría?—Aegon llevó sus manos a los muslos ajenos, subiendo poco a poco—. Mira, hasta facilitaría las cosas luego de la fiesta.—El hombre rió bajito en cuanto ella le dio un golpecito en las manos y lo alejó. Había subido demasiado por su piel.
—Tu madre ya me ha tratado de impresentable antes, no sé si quiero arriesgarme a que suceda otra vez... Solo lo usaré durante la cena, en el baile me pondré el dorado.—Aegon se quejó en voz alta, rodando los ojos enseguida.
—Tú eres MI reina, LA reina. Lo que Alicent diga ya no vale de una mierda... Y si yo quiero que tú te sientes en mi falda desnuda lo harás.—
—No es gracioso, no lo haría nunca.—
—No, para nada...—retrocedió enseguida al ver que a la mujer no le resultó gracioso—. Pero se entiende el punto ¿No?—Volvió a tomar sus manos, dejando un camino de besos en uno de sus brazos—. Usa tu vestido, éste o el que quieras... y el que se atreva a decir algo, perderá la cabeza.—
—Eso es demasiado por un vestido.—
—Nada que se refiera a ti es demasiado.— Aegon tomó sus mejillas, mirándola con una mezcla armoniosa de amor y deseo,—. Corto o largo, lo único que me importa de ese vestido es que al final del día yo sea el único que te despoje de él, esposa mia.—
Benjicot: *A benjicot no le gustaba nada. No podría soportar que ella lo usara en ningún lugar público. No es que le preocupe el "qué dirán" es solo que el poco autocontrol que tenía cuando se enojaba iba a terminar en medio Riverlands muerto. Quien sea que mirara a su esposa, perdería la cabeza. Y ____ era consciente de eso*
—¿Te gusta?—
Benjicot tensó la mandíbula al ver a su esposa usar aquel vestido rojo, con delicados patrones de ramas plateadas bordados a sus lados. Pequeñas gemas negras decoraban el pecho.
—Es... Maravilloso.—____ sonrió orgullosa, buscando las manos del chico y comenzando a bailar con una melodía inexistente—. ¿Por qué tan corto?—
—Porque hace un calor de los 7 infiernos ahora, y con este vestido, si me siento en la gran mesa, estaré fresquita y nadie lo verá por debajo.—
—¿Tanto detalle solo para usarlo en las reuniones?—
—A los aldeanos tal vez no les guste, no es normal.—
—... puedes usarlo cuando damos paseos juntos.—
El par seguía moviéndose suavemente de un lado al otro, sin apartarse la mirada mutua.
—Pensé que no te gustaría eso, puedo atraer miradas indeseadas.—
—Pues esas miradas indeseadas serán calladas cuando les arranque los ojos de la cara.—Ben rió bajito al sentir que ____ le hacía cosquillas en el cuello.
—Justo por eso creo que es mejor no mostrarlo a nadie que no seas tú.—
—... Tal vez tengas razón... Pero ahora que lo pienso, sí tendría utilidad en la gran mesa...—Benjicot dejó de bailar, atrapando el rostro ajeno con demanda—. Sería más fácil bajar a atenderte ¿No lo crees?—
—Que inapropiado. No le des fines lujuriosos a mi ropa tan cuidada.—
—¿Qué? No me digas que no lo has pensado.—
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Recuerden que pueden dejar sus peticiones si quieren(❀╹◡╹)
Ahora sí!
Título: Tickle Muichiro MuiTan: abrigados en el frío
Sipnosis: Tanjiro descubre una forma de abrigar a Muichiro sin necesidad de abrigos a la vez que se divierten
Eran épocas navideñas ya que estaba nevando, y eso no pasa siempre, aunque este clima estaba constante en donde vivía Tanjiro antes. El patrón dió permiso a los pilares y cazadores a descansar un poco haciendo lo que quisieran ya que en este clima era muy poco comunes los demonios, así que Tanjiro y Muichiro aprovecharon para ir a ver como eran los otros pueblos nevados, se cambiaron la ropa y se pusieron unos abrigos,ropa de invierno y fueron a la villa de los herreros
Presenciaron uno de los mejores paisajes que habrán visto, era hermoso y brillante y había mucha gente disfrutando de ello también, así que por qué no divertirse ellos también?? Era entendible ya que solo eran unos jovenes, pero Muichiro no estaba acostumbrado al frío en su nariz y menos a divertirse y reir como si fuera más joven de lo que es, pero se motivo a estar con Tanjiro que sí quería. Y aunque se terminó helando la nariz y los ojos completamente, pasó un buen tiempo viendo la nieve haciendo formas con esta o peleando entre ellos con ella lanzándose bolas de nieve y soltando algunas carcajadas de diversión
Esto no significa que esto haya mantenido activo a Muichiro por mucho tiempo. Cuando ya se estaba viendo el atardecer asomándose en medio de las frías nubes del cielo, se fueron a la finca de Tokito ya que se estaba haciendo tarde
A pesar de lo mucho que se divirtieron, Muichiro estaba cansado y tenía mucho frío en todo su rostro y cuerpo. Tanjiro, que todavía estaba activo le ofreció llevarlo en su espalda porque Muichiro casi no podía ni caminar de lo mareado que estaba. Fueron a la finca de Tokito donde estaba más cálido, ahí fue donde por suerte Muichiro se volvió a activar ya que se fue equilibrando su temperatura poco a poco, aunque seguía teniendo frío
Tanjiro dejó a Muichiro en el suelo para que caminara libremente, ambos fueron felices a una habitación donde estaban los tatamis. Cerraron los biombos que estaban abiertos y dejaron entrar un poco de nieve
—Uff!! Qué viaje! La villa de los herreros se veía hermosa y mágica! ¿Verdad, Tokito?—Mencionó Tanjiro todavía ilusionado, con la visión de la villa en sus ojos
—Si! Aunque me mareé si fue divertido, tenía tiempo sin divertirme así. Menos mal que nadie nos miró raro. Gracias Tanjiro— Respondió Muichiro algo cansado pero con una sonrisa dibujada en su rostro, mientras se quitaba la bufanda, la siga del cabello y el abrigo.
Debajo tenía un kimono ligero que le quedaba corto (bajo su pecho) color azul cielo, lo tenía suelto fuera de su pantalón ancho gris que tenía con unas botas negras. Estas botas se las quitó quedando en medias, inmediatamente se las quitó sintió un escalofrío de baja temperatura que se quedó grabado en sus pies, dándole frío a estos
—U-uf, todavía hace frío aquí, o soy yo..?— Se cuestionó Muichiro mientras le temblaban los pies. Intentó calmar la temperatura de sus pies entrelazando estos entre sí, pero casi no cambiaba la temperatura
—Déjame intentar algo— Dijo Tanjiro mientras se sentaba en frente de los pies de Muichiro y los apretaba un poco con suavidad
Esti hizo que Muichiro temblara ligeramente por todo su cuerpo mientras tanjiro acariciaba suavemente sus pies, yendo con uno y luego con otro haciendo lo mismo.
—Esto yo lo hacía mucho con mis hermanos cuando hacía frío, cuando la piel entra en contacto con otro contacto humano, la temperatura de lo que esté tocando se lo da. Cómo tengo mis manos cálidas puedo ayudar con esto— Mencionaba Tanjiro mientras seguía acariciando suavemente su pie, pasando suavemente sus manos por la planta de su pie y por los dedos de sus pies encubiertos en medias negras
Muichiro casi no lo podía escuchar, estaba riendo ligeramente mientras movía un poco sus pies y dedos
—Jejejejejejejeje—Rió tiernamente mientras intentaba contraer sus pies evitando su toque
Muichiro, antes de darse cuenta, Tanjiro ya se había acercado hacia el para hacerle cosquillas suaves en su cintura y pecho, lo que hizo a Muichiro chillar
—KYAHjajajajejejejeje!! Tanjiro...para jejejeje—Pedía Muichiro entre risas nerviosas, moviéndose inconscientemente, mientras sentía las cálidas manos de Tanjiro masajeando su cintura y pecho, compartiendo su temperatura
—Me recuerdas a uno de mis hermanos, siempre era así— Mencionó Tanjiro con una sonrisa amable en su rostro
Finalmente Muichiro paró de intentar detener a Tanjiro. Muichiro se fue relajando y riendo a carcajadas mientras sentía el toque de Tanjiro sin cesar, pero su risa se fue haciendo más alegre e inquieta cada vez más cuando sintió los calidos dedos de Tanjiro rascando su barriga
Al final Tanjiro terminó deteniéndose, sorprendiendo un poco a Muichiro que ya se había acostumbrado a la sensación, pero por lo menos puede recuperar el aliento lentamente
—Voy a ir por algo para comer aquí. Ok? Espérame aquí, no tardo—Dijo Tanjiro volviéndose a poner la bufanda para salir afuera
Al final el rostro de Muichiro volvió a ser la misma pizarra en blanco, solo tenía una linda sonrisa dibujada debido a lo que Tanjiro le acaba de hacer. Por lo menos encontraron una forma divertida de calentarse en el invierno a la vez que se divertían juntos los 2. Y ahora van a comer algo para satisfacer el apetito
@alejandro-tickling
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Children - Biombo village, 2020
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Book Review: El perseguidor y otros cuentos, Julio Cortázar
My favorite quote:
"Que la música salve por lo menos el resto de la noche, y cumpla a fondo una de sus peores misiones, la de ponernos un buen biombo delante del espejo, borrarnos del mapa durante un par de horas."
Pending review, I will for sure come back to this one.
My Other 2024 Readings
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Muchos autores griegos y romanos, entre ellos Teopompo de Quíos y Platón, se refirieron a los etruscos como inmorales. Durante los últimos tiempos romanos, la palabra etrusco era casi sinónimo de prostituta, y las historias de Livio moralizan sobre la violación de Lucrecia, donde las mujeres romanas son vistas como esposas modelo virtuosas en comparación con sus contrapartes etruscas liberadas. En este sitio examinaremos la evidencia proporcionada por estas fuentes y también por el arte de la necrópolis, como la "Tumba de los Toros" en Tarquinia.
Ateneo, un gramático griego del siglo III d. C., llegó demasiado tarde para dar un relato personal como testigo ocular del estilo de vida etrusco, y tuvo que confiar en los relatos de Timeo y Teopompo, que vivieron ambos en el siglo IV a. C.
Según Timeo:
"Entre los etruscos, que se habían vuelto extravagantes y lujosos, era costumbre que las esclavas atendieran a los hombres desnudas..."
Relato de un historiador griego sobre el comportamiento de las mujeres etruscas.
Teopompo de Quíos, siglo IV a. C. (Historias, libro 43)
Compartir esposas es una costumbre etrusca establecida. Las mujeres etruscas cuidan especialmente su cuerpo y hacen ejercicio a menudo, a veces junto con los hombres y a veces solas. No es una vergüenza para ellas ser vistas desnudas. No comparten sus lechos con sus maridos, sino con los otros hombres que se encuentran presentes, y proponen brindis por cualquiera que elijan. Son expertas bebedoras y muy atractivas.
Los etruscos crían a todos los niños que nacen, sin saber quiénes son sus padres. Los hijos viven como sus padres, a menudo van a fiestas donde se bebe y tienen relaciones sexuales con todas las mujeres. No es una vergüenza para ellos hacer algo al aire libre o que se les vea haciéndolo, porque lo consideran una costumbre nativa. Lejos de pensar que es una vergüenza, dicen que cuando alguien pide ver al dueño de la casa y él está haciendo el amor, que está haciendo esto y aquello, llamando a la acción indecente por su nombre.
Cuando tienen relaciones sexuales, ya sea con cortesanas o dentro de su familia, hacen lo siguiente: después de haber dejado de beber y están a punto de irse a la cama, mientras las lámparas aún están encendidas, los sirvientes traen a las cortesanas, o a los muchachos, o a veces incluso a sus esposas. Y cuando han disfrutado de esto, traen a los muchachos y hacen el amor con ellos. A veces hacen el amor y tienen relaciones mientras la gente los mira, pero la mayoría de las veces colocan biombos tejidos con palos alrededor de las camas y arrojan telas sobre ellos.
Son muy aficionados a hacer el amor con mujeres, pero disfrutan especialmente con niños y jóvenes. Los jóvenes de Etruria son muy guapos, porque viven en el lujo y mantienen sus cuerpos tersos. De hecho, todos los bárbaros de Occidente utilizan brea para arrancarse y afeitarse el vello del cuerpo.
Dionisio de Halicarnaso escribió en el siglo I a.C.:
Los tirrenos eran un pueblo de gustos delicados y costosos, tanto en casa como en el campo, y llevaban consigo, además de las necesidades, artículos costosos y artísticos de todo tipo diseñados para el placer y el lujo.
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—Después de eso —proseguí— compara nuestra naturaleza respecto de su educación y de su falta de educación con una experiencia como ésta. Represéntate hombres en una morada subterránea en forma de caverna, que tiene la entrada abierta, en toda su extensión, a la luz. En ella están desde niños con las piernas y el cuello encadenados, de modo que deben permanecer allí y mirar sólo delante de ellos, porque las cadenas les impiden girar en derredor la cabeza. Más arriba y más lejos se halla la luz de un fuego que brilla detrás de ellos; y entre el fuego y los prisioneros un tabique construido de lado a lado, como el biombo que los titiriteros levantan delante del público para mostrar, por encima del biombo, los muñecos.
—Me lo imagino.
—Imagínate ahora que, del otro lado del tabique, pasan sombras que llevan toda clase de utensilios y figurillas de hombres y otros animales, hechos en piedra y madera y de diversas clases; y entre los que pasan unos hablan y otros callan.
—Extraña comparación haces, y extraños son esos prisioneros.
—Pero son como nosotros. Pues en primer lugar, ¿crees que han visto de sí mismos, o unos de los otros, otra cosa que las sombras proyectadas por el fuego en la otra parte de la caverna que tienen frente a sí?
—Claro que no, si toda su vida están forzados a no mover las cabezas.
Platón: «República», en Diálogos, vol. IV. Editorial Gredos, págs. 338-339. Madrid, 1986.
TGO
@bocadosdefilosofia
@dias-de-la-ira-1
#platón#república#mito de la caverna#alegoría de la caverna#conocimiento#ignorancia#educación#prisioneros de la caverna#naturaleza humana#condición humana#filosofía griega#alegoría#mundo sensible#sombras#luz#mundo inteligible#mundo de las ideas#teo gómez otero#markus maurer
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Casa da Ásia
Lisboa
fotos: cjmn
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biombo azul . 1945 . blue screen
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