#bardita
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agcemo · 3 months ago
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Y aquí seguimos ... siendo constantemente desgastado y consumido.
Todo por no tener fuerza para saltar esa bardita que en otro momento hubiera saltado sin voltear atrás ...
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elmundosegungiorgio · 1 year ago
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Aplaudió los 600 millones de dólares que costo la bardita de Tula, se cuelga del trabajo de AMLO en este sexenio y según ella se preocupa mucho por el pueblo es lo que representa XG, el neoliberalismo cínico sociópata parado siempre de manos desde que nació.
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hojeandoelperiodico · 2 years ago
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La gente está contenta Salario alto Costo igual que como lo dejó peña Sin inseguridad Peso fuerte Pensiones a sus abuelitos e hijos Remesas amadres gracias a que el prian corrió a nuestra gente a causa de violencia y falta de trabajo Miles de obras y chingonas no barditas carísimas y piteras Gasolina al mismo costo como la dejó peña Tortilla barata en todos los súper mercados Que más quieres paps (en Aguascalientes Centro, Aguascalientes) https://www.instagram.com/p/CoKbXlUuwOU/?igshid=NGJjMDIxMWI=
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smarttools · 2 years ago
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Topoare forestiere profesionale . https://www.smarttools.ro/search?term=Topoare&searchSubmit=Caut%C4%83 . #topor #barda #bardita #tools #secure #toporprofesional #smarttools #professionaltools https://www.instagram.com/p/Ckpkb4Cjrsp/?igshid=NGJjMDIxMWI=
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444names · 2 years ago
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czechoslovakian and latvian forenames
Adons Adotalinka Adrek Adrineks Aelints Agars Agijs Agitka Agrids Aigitaleš Aigneček Ainka Aivička Albels Alberkéta Albík Albínek Alenička Alija Alitka Aloslavek Aláne Alžběna Alžběnček Amáše Ancenia Ancenka Andars Andrin Andrisla Andristis Andrs Anduliběna Aniandrs Anničkasts Antals Antosla Antrija Armil Armila Arnek Artiška Arvie Astertík Astík Auguna Auguselka Bairtuška Bardita Baria Barielavs Bedija Benisla Benta Beridara Berts Biris Bladijs Blahustina Blana Blatylds Blavřiška Bohainka Bohalex Bohomír Bohořík Bohulip Bohumiliba Bohustma Bohušek Bolav Bolens Bořeťka Braňa Brolfek Brosek Broslanija Brosta Brudots Bárel Bělažena Bětor Břeta Cenička Ctibora Dagda Dagdis Dagma Dailuta Dairka Daita Dalenda Dališka Dandulička Danek Danis Dantrina Dards Davans Davřina Denka Diamunka Dimeks Dimík Dinka Doris Doronsl Drahoušek Draňa Druntin Dušek Dzise Edins Edisla Edunka Edunta Edvarss Einina Elgorka Elmunts Elvija Elvička Emila Emilík Emiris Emílinka Emíra Erija Evika Eviris Evušek Evženička Evženíček Faniesla Fantra Felesla Ferenis Frana Frans Franuelína Fratera Gabruška Gaijs Gairija Gitaňa Gitomíra Gizelso Gundims Gunka Gustýnek Gvilosla Hanalvis Hanastýse Handelíček Hanta Haria Harina Helka Honýmek Hubor Huborka Ignija Ignitoným Igoris Igorka Ilmartina Ilota Ilots Ilzabinta Ilzels Indřinka Ingenta Ingusla Initka Iryšt Ivanarka Ivans Ivate Ivelexa Jaksan Janda Jands Janoštůfek Janyna Jarbe Jards Jaris Jarmiléna Jarona Jarušek Jazelita Jentav Jevgejs Jinars Jinka Jitek Jiřouše Jiřáš Jiřáše Johuška Jolva Jožík Juládín Jurie Kalda Kaldija Karie Karis Karisla Karka Karsis Karunka Karutalts Kastušek Katorkétka Kikss Klastíša Klárisla Kláveina Kláša Koníček Kriamildra Krinka Krinta Kryna Kryštefa Kubelka Kubomila Kájíne Ladjinka Laimils Lairinka Laranarek Larce Larudons Latera Laulka Laulča Laumír Lenáša Leopomirds Leoronis Lexanka Libušek Lidzanka Lievs Ligistík Lilda Liliáneta Linka Lojzíčenka Lolda Lonita Luborka Lucilka Ludiks Ludora Ludorka Ludota Ludělka Lýdijs Lýdita Madimča Magdans Mahoska Mahoslav Mahoříša Mahulita Maida Maidota Mailonis Mairda Makubars Makulip Manianka Manna Marbertek Mardis Marga Marjetek Marka Marmilka Maromil Marča Matintýnka Mařeťa Michars Michoslava Mihains Mikodris Milass Milava Milijs Milinek Milis Milona Milíček Mirahosla Miredřa Model Mojtína Monátka Míšanuvida Nadis Nadulizek Nelka Nepadis Niksej Oksek Oldis Olitanuls Ondra Ondrie Oskol Otmíra Otýnka Patylka Patěpek Paurisla Pepolf Peťkaigijs Pupilka Přenka Přetík Radimíra Radisla Radička Radjisla Radorosla Raduš Raděna Raiva Regita Renija Rentakárka Ritranda Robelita Roladka Rolda Romil Romilávija Romundřa Rosla Roslav Roslavs Rucka Rudor Ríšek Sabin Samek Samuelesej Sandy Sarunouška Sarča Silka Silotka Siláš Simír Sinka Slavojta Slova Slánka Sláreček Slárka Slávalek Solka Sonisa Sonsis Speklidka Stefa Svalds Svarka Svartr Světka Sárejs Teris Tomanisja Tomils Tomirka Tomka Tomálka Tomíraník Tomča Tondertíša Tonia Tonzík Těchana Těchym Vadis Vaijs Valds Valena Valenitka Vales Valexej Valis Valte Valvis Velga Velis Vendisja Venijarie Venis Venátka Viesek Vikina Vilka Vilosla Violdita Vladdlek Vlanta Vlanušek Vlavatis Vlavs Vlaženka Vlášek Vojzíček Volindřáše Volka Vráňa Váchálián Vítefa Xenka Zandze Zanetria Zanka Zbyneta Zdenduška Zdeniana Zenek Zigists Zigita Zigne Zinalds Zitka Zladělav Zlasta Zorezda Česladis Česmanka Řehoří Štěpáne Štězslav Žofijacek
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rueda793 · 4 years ago
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Mi primera historia de amor ,dolo,decepción ,lujuria...
Les contare un poco de mi historia de la primera vez que me enamore y bueno puede que sea la última.
vamos a empezar unas semanas antes de conocer a el rey lo pondré así mientras tanto para que lo presente bien, digamos que no esta muy bien tenia problemas en casa como cualquiera mi papa enfermo  y pues al parecer yo como yo iba a una escuela abierta que no es normal para mis papas yo debía encargarme de el así que no podía salir mucho de noche y la que salia era mi hermana obvio ella estudia en una escuela como la anáhuac así que digamos que ella tiene mas privilegios que yo y ella salia mas que asi que tuve que encargarme de mi papa y pues me iba de pinta los días que podía de mi escuela bueno en realidad yo le decía a mis papas que tenia clases los miércoles cuando en realidad no tenia clases para nada y en vez de ir a la escuela me iba para un parque que esta cerca de la casa y llevaba mis audífonos y libros o cuadernos cigarros y agua y si me conocen bien la música no puede faltar para nada yo creo que sin ella no podria vivir asi que traia siempre mis audifonos todo el tiempo y llegando al parque solo me sentaba o caminaba por ahi el parque es tranquilo digamos que es muy familiar así que es muy tranquilo para describirlo... Entras y hay unas escaleras hacia abajo y también tiene dos caminos a los lados que no importaba por cual lado te fueras podías llegar a los mismos lugares pero bajas las escaleras y hay una zona de cemento en donde enfrente hay unas columnas para la bandera y es como si estuvieras en un escenario por que a los lados tiene unas escaleritas después si vas a la derecha encuentras un caminito con unas bancas blancas para poder sentarse  y si sigues caminando encuentras un mini quiosco muy bonito y si sigues derecho hay una parte de pasto con arbolitos nuevos y hay como un caminito para subir como si fuera una montañita subes y ha otra parte del parque que es un poquito más privado íntimo digamos que mas como para parejas es mi lugar favorito cuando iba claro y bueno tiene una bardita después había zonas con pasto árboles y varias banquitas creo eran 6 en fin yo usualmente me subía a la bardita y me sentaba en el ella y veía todo el parque el cielo unas casas edificios a lo lejos todo muy lindo y tranquilo podría pasarme horas ahí viendo cuando venían niños a jugar o personas a hacer ejercicio o parejas, podia estar horas ahí sin sentir angustia alguna relajarme pensar imaginar de todo un poco y bueno llegaba la hora para regresar a mi casa o a la vida real .
continuará ...
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loveerikespinoza · 8 years ago
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#goyo #soccer #bardita #amigos #myfrienfs (en Facultad de Estudios Superiores - FES Acatlán)
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gerardbillet · 3 years ago
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Salon d’Automne : Peggy Nullans : le Refuge, Alima Cociere : Judith 2020, Irina Bardita : Contemporary Human, Stefan Beiu : Jolie Histoire, Clamoe : Keep your secrets, Tatis : les 5 Graces Asparas, Valentin Leon : Incondescense, Solidwrex : Marie-Dominique Willemot : Renaissance, Abraham Aronovitch : Contemporary Love. #champselysees #salondautomne #peggynullans #lerefuge #alinacociere #judith2020 #irinabardita #contemporaryhuman #stefanbeiu #joliehistoire #clamoe #keepyoursecrets #tatis #les5grâces #aspara #valentinleon #incandescence #croissy #mariedominiquewillemot #renaissance #abrahamaronovitch #contemporarylove #instapic #photooftheday #parismaville (à Champs Elysées) https://www.instagram.com/p/CWVjkyOsxVa/?utm_medium=tumblr
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Un caracol me hizo acordarme de ti; de aquellos días en que nos sentábamos y de repente aparecía uno en la bardita de tu casa...
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fitofoto · 4 years ago
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Aveces como fotografo urbano (street photographer) te toca ver cosas extrañas en la vida y presión de la sociedad humana en la calle, no tengo ni la menor idea de como lograrlo, lo e intentado y nadamas no puedo, amarrarte las agujetas mientras hablas al celular subiéndote el pie para alcanzar es algo que no entra en mi, yo tengo que pararme y de preferencia recargarme en una bardita, pero hay personas mucho mas flexibles que yo, esta la tome en un rush hour de Londres cerca del rio Thames. #copyrightedphoto #fitopardocopyrighted #gettyimagesphoto #triangles #shoelacing #shoes #lacing #lace #rushhour #londonrushhour #londonrush #uk #london🇬🇧 #london #walking #fastwalking #people #streetphotographers #streetphotography_bw #bw #bnw #byn #bnwphotography #blackandwhite #blancoynegro (at London, Unιted Kingdom) https://www.instagram.com/p/CFzyCvID1QH/?igshid=jotm9gspsu1h
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pulsociudadanonoticias · 4 years ago
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Así dejan Rosarito visitantes que acuden a las Playas Playas de Rosarito B.C.- Tras el cierre de las playas en el V. Municipio han aumentado considerablemente la cantidad de personas que acuden con su vehículo y se estacionan en zona prohibida para ingerir bebidas alcohólicas y estar frente a la playa en la zona conocida como “La Bardita” en la colonia Mexicali.
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wingzemonx · 8 years ago
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Resplandor entre Tinieblas - Capítulo 01. El Sujeto
Notas Previas:
¿Cómo están todos? La historia que están por leer es quizás uno de los Multicrossovers más ambiciosos que he hecho, por la cantidad diferente de películas y series que va a involucrar. No les puedo decir ahora mismo todas las que serán, ya que eso quizás traería consigo algunos Spoilers, pero conforme vayan apareciendo en la historia, las iré señalando en las Notas del Autor. Sin embargo, cómo pueden intuir por el resumen (y el título), al menos hay tres fandoms involucrados: Matilda, película de 1996; The Ring, película del 2002; y The Shining, película de 1980. Pero les aseguro que no serán los únicos, sino que habrá varios más que se irán entrelazando.
En su mayoría, yo considero que esta historia puede leerse sin ningún problema, y sin haber visto alguna de las películas o series que se pueden llegar a mencionar, como si fuera una historia totalmente independiente (o al menos de esa forma la he intentado diseñar). Aunque claro, habrá muchos guiños y referencias al material original, que sólo aquellos que lo hayan visto podrán llegar a entender. Pero ya saben, si tienen alguna duda, pueden preguntarme lo que sea con toda confianza.
Hay una cosa más que deseo decir antes de comenzar ya con el Primer Capítulo. Varios de los personajes que serán protagonista, en su material original los conocimos como niños, de doce o diez años, o incluso mucho más jóvenes que eso. Sin embargo, algunos de dichos niños, aquí serían presentados como adultos, veinte años más grandes que la última vez que los vimos, o incluso muchos más. Por lo mismo, sus descripciones físicas obviamente serán diferentes, pero también sus personalidades, ya que concordemos en que cualquier persona es diferente a los treinta años que a los seis, o incluso a los dieciséis años que a los cinco. Por ello, sus personalidades en esta historia serían algo así como mi interpretación personal de cómo podrían ser ya grandes, también considerando el rumbo y papel que tendrán. Esto lo digo para advertir que no vayan a sentir que estoy usando Out of Character o algo parecido, sino más bien es en respuesta a esto que comento.
Sin más, los dejo con el primer capítulo. Quedo al pendiente de sus comentarios y opiniones.
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Resplandor entre Tinieblas
Por WingzemonX 
Capítulo 01. El Sujeto 
No era la primera vez que la Dra. Matilda Honey visitaba el frío y húmedo Oregón. La primera fue durante sus años de preparatoria, para asistir a un congreso juvenil de lectura en Portland; en aquel entonces era una pequeña enana de trece, o quizás doce, caminando entre un mar de gigantes de quince y dieciséis. Sin embargo, aunque su labor la había llevado a recorrer varias partes del país en el pasado, rara vez la llevaba hacia la Costa Oeste desde se instaló en Boston. Las veces que se dirigía a esas zonas horarias, solían ser en épocas de fiestas, cuando tomaba un avión para ir de punta a punta, desde Massachusetts hasta California, dónde vivía su madre… Madre adoptiva, para ser exactos, aunque para ella igual no había diferencia.
Pensaba aprovechar ese viaje y bajar desde ese paraje lluvioso y nublado, hacia la cálida y soleada Arcadia, para pasar unos días con ella, en la misma vieja, pero cada cierto lapso de tiempo remodelada, casa blanca de inicios del siglo pasado, a las afueras de la ciudad. Claro, eso sería una vez que tuviera un hueco en el asunto que la había llevado hasta ahí en un inicio.
Alquiló un vehículo en el Aeropuerto de Portland, y condujo los casi cien kilómetros al suroeste, directo a Salem. La lluvia la agarró a medio camino por la I-5, y ello frenó un poco su avance. No era ni cerca fanática de conducir en el pavimento mojado, especialmente en carretera. Llegó al Grand Hotel en Salem un poco después de las seis y media de la tarde, pero solamente para registrarse y dejar su maleta en la habitación, pues minutos después ya iba de regreso al camino.
Tras volar siete horas, más el viaje en auto que le sumaba una hora extra, cualquier persona lo que querría en esos momentos es tirarse en la cama a descansar,  y dejar cualquier tema que resolver para el día siguiente. Pero Matilda Honey no era cualquier persona. Tenía una cita a las siete en punto ese mismo día, y pensaba asistir sin falta; no por nada la había agendado de esa forma, calculando todo lo que le tomaría el viaje a su destino final.
Sacarle provecho a cada segundo; una mentalidad bastante adulta, que ella no tardó mucho en asimilar mientras crecía. Adelantar grados, hasta el punto de terminar su posgrado en Yale a los veintiún años, no lo había logrado acostada en la cama descansando, eso era seguro.
Se destino era la comunidad de Eola, que se encontraba a unos seis kilómetros de Salem, por la Ruta 22. Era uno de esos puntos en el mapa que muchos describirían como “a la mitad de la nada”, compuesto de sólo unas cuantas casas, y pocas tiendas. Lo más resaltante de ese sitio era sin lugar a duda el Hospital Psiquiátrico, construido en épocas en las que la gente deseaba tener a sus enfermos mentales lo más alejados y aislados posible. Aunque eso, en realidad, no había cambiado mucho.
Llamó para avisar que ya iba en camino, pero más tardó en lograr que alguien la comunicara con la persona que vería, que en llegar al lugar. Se estacionó en el escaso aparcamiento frente al edificio blanco de tres plantas. Su fachada necesitaba ya una remodelación, tras años de erosión, casi seguro por las constantes lluvias.
El agua no caía con tanta fuerza cuando bajó del vehículo, pero sí con la suficiente para tener que recorrer el pequeño tramo entre éste y la puerta del recibidor, cubierta con su paraguas azul celeste, con estampado de nubes blancas. Definitivamente no la hacía ver muy profesional, pero había sido un regalo de uno de sus niños, y eso era suficiente.
Sus niños.
De vez en cuando se sorprendía a sí misma pensando en esa expresión, y a veces incluso usándola al hablar. Lo correcto sería decirles sus pacientes; sus niños, era un término más usado por su madre para referirse a sus alumnos. Pero ambas cosas no eran lo mismo.
Entró por la puerta principal, no sin antes escurrir un poco el paraguas para mojar lo menos posible. Caminó por un largo pasillo, con sillas de espera a los lados, y la casi cliché lámpara fluorescente tintineando en el techo, aproximadamente a la mitad. En el extremo, se encontraba una pequeña recepción, donde una jovencita flacucha de cabellos rubios, con traje color verde de enfermería, observaba con interés su celular; lo tenía oculto bajó la pequeña bardita que la separaba a ella de los visitantes, pero era obvio por su mirada y sus movimientos que eso era justo lo que hacía.
El pasillo estaba totalmente solo, por lo que el sonido de sus tacones bajos contra el suelo brillante de poliuretano, resonaban con un claro eco. Al pararse frente a la señorita de recepción, ésta apenas y alzó lo suficiente su rostro para mirarle. A pesar del maquillaje que llevaba, más del que uno esperaría en una enfermera en turno, no se disimulaba del todo su expresión cansada, sus marcadas ojeras, y su ojos ligeramente rojizos.
—Buenas noches —le saludó con un tono neutro, pero lo suficientemente cordial—. Soy la Dra. Matilda Honey, de la Fundación Eleven. El Dr. Scott me está esperando. Tenemos una cita a las siete en punto.
La enfermera ni siquiera se mutó. Bajó su mirada, de nuevo sólo lo necesario, hacia la pantalla de su celular escondido.
—Faltan quince minutos —le informó como si fuera la revelación más obvia, pero escurridiza, del mundo.
Matilda respiró hondo.
—Lo sé, se me hizo un poco temprano —dicha afirmación dependía mucho de a quién le preguntarás, pues en su plan original se suponía que llegaría a su hotel con suficiente tiempo para darse un baño y descansar aunque fuera una hora—. ¿Podría ver si puede atenderme de una vez?
La joven se quedó unos instantes cavilando, como si la respuesta a esa pregunta le resultara difícil de procesar. Matilda se preguntó si ese aletargamiento se debía a estrés, falta de sueño, o quizás al efecto de alguna sustancia indebida; esperaba que no fuera eso último. Al final, la enfermera extendió su mano hacia su teléfono, y presionó el auricular entre su hombro y oído izquierdo, al tiempo que sus manos hojeaba una pequeña libreta café que tenía sobre su área de trabajo.
—Aguarde un segundo, por favor. Enseguida el doctor estará aquí.
Su tono no le transmitía mucha confianza. Igual hizo lo que le indicó, y se sentó en una de las sillas del pasillo. Colocó su maletín en el suelo a sus pies, y su bolso en la silla de al lado, y esperó.
Esperó más de lo que creyó.
Los quince minutos que la separaban de la hora pactada, se pasaron relativamente rápidos. Los que le siguieron, no tanto. Cada vez que volteaba a ver a la enfermera rubia, ésta tenía de vuelta sus ojos en su teléfono, y no demostraba el menor interés en el tiempo que llevaba ahí sentada.
Decidió que igual era buena oportunidad de revisar el suyo, un iPhone 7, regalo de Navidad de su madre, que no le había dicho el precio pero estaba segura de que había sido exagerado. Aunque sus ansias de aprender y conocer la hicieron abrazar con entusiasmo el boom de la computación y la llegada del internet cuando aún era joven, parecía que al fin la brecha generacional la estaba alcanzando con esos llamados smartphones. Aun así, era la primera en aceptar su utilidad en cuestiones de comunicación, para estar al pendiente de sus pacientes y de su madre.
Revisó un par de correos nuevos que le habían llegado mientras volaba, ninguno de suma importancia, y como trescientos mensajes de WhatsApp y Messenger; la mayoría, igualmente no muy relevantes. El más importante fue un mensaje de Jane Wheeler, cabeza de la fundación a la que representaba en ese viaje, por lo que se podría decir que era de cierta forma su jefa; aunque en realidad era mucho más que eso. Sólo le preguntaba cómo estaba y cómo había estado el viaje. Le respondió que todo había estado bien y que estaba esperando a que la dejaran entrar. La respuesta fue enviada, pero no leída en ese momento. No le extrañó; debían de ser más de las diez de la noche en Indiana, y era lunes. Igual habían acordado hablar el miércoles, así que de momento sólo debía informarle que había llegado con bien.
Una vez que terminó de revisar todos sus mensajes, seguía sin haber señal alguna de movimiento. La espera se prolongó hasta más de las siete con veinte minutos. Estaba por ponerse de pie y pedirle explicaciones a la señorita, cuando unos pasos tranquilos por el pasillo izquierdo, que igualmente llegaba al área de recepción, se hicieron presentes en el silencio sepulcral.
Un hombre alto en bata blanca, apareció al otro lado de la esquina, y se dirigió unos segundos a la enfermera, que no tardó en usar sus irritados ojos para señalar en su dirección. El hombre de hombros anchos, cabeza algo cuadrada, y cabello negro y corto, se giró hacia ella, y la miró con curiosidad a través de sus grandes anteojos redondos, de armazón grueso. Su apariencia a Matilda le pareció algo curiosa; era como si intencionalmente quisiera verse como un personaje sitcom de los ochentas, de esas que de vez en cuando repetían por televisión, ya muy entrada la noche.
El hombre se le acercó, esbozando la que Matilda pensó era la sonrisa más verdadera que le era posible hacer en esos momentos, pero no dejaba de ser claramente falsa.
—¿Señorita Honey? —preguntó con un tono jovial, tras haberse parado a su lado e introducido sus manos en los bolsillos de su bata. Matilda ya se había puesto de pie, y se colocaba de nuevo su bolsa al hombro.
—Doctora, por favor —le corrigió más tajante de lo que había sido su intención original; quizás la molestia de la larga espera había influido.
El hombre, que por el gafete colgando de su bolsillo derecho supo que era en efecto el Dr. John Scott, le echó un vistazo de arriba abajo tras su aclaración.
—Claro —exclamó despacio, más como un gesto involuntario que se le hubiera escapado que un comentario real—. Es mucho más joven de lo que esperaba.
—Me lo han dicho seguido.
Y vaya que era sí.
El Dr. Scott se aclaró un poco su garganta, y luego se giró en la dirección en la que venía.
—Bueno, por aquí, si es tan amable.
Él comenzó a caminar, y ella lo siguió. Los pasos de ambos resonaron al unísono en el silencioso pasillo.
—Ya casi está todo preparado —le informó Scott con reservado entusiasmo–, y el sujeto ha sido informado de que hablará con usted. Pareció sentirse… moderadamente interesada en ello.
Matilda no externó nada visible o audible, pero la forma en la que había pronunciado “el sujeto”, le había molestado considerablemente. Cuando una persona pasaba de ser un paciente, a ser un “sujeto”, era señal de que algo no estaba bien.
—Espero que haya podido revisar toda la información que le proporcionamos al respecto, y que ésta le haya sido de utilidad para prepararse.
—Obtuve toda la información que necesito de momento —le respondió Matilda sin apuro—, incluyendo toda aquella que deliberadamente omitió o decidió ignorar en los reportes que nos enviaron.
Esas palabras tomaron tan por sorpresa a John Scott, que se detuvo en seco en su sitio; Matilda avanzó unos cuantos pasos más, antes de darse cuenta de ello y detenerse también.
—¿Disculpe? —exclamó el John, incrédulo, lo que hizo que se dibujara una sonrisa de ligera satisfacción en los labios de la chica californiana.
—Lo disculpo —le respondió con suma calma, justo antes de virarse de nuevo al camino que seguían, y continuar avanzando. Desde su postura hasta su andar, parecía querer dar a entender que sabía exactamente a dónde ir. Él no tardó en seguirla, unos cuantos pasos por detrás—. Necesito que las primeras sesiones sean privadas, sólo la niña y yo. Sin un tercero, sin cámaras, sin micrófonos, y sin gente mirando al otro lado del espejo.
—No lo creo.
—No era una petición.
Eso quizás fue suficiente para poner a prueba la tolerancia del buen doctor, ya que cuando menos lo pensó, éste se adelantó a ella y se paró justo delante, cortándole el camino. Sólo hasta ese momento, Matilda se volvió consciente de lo alto que era aquel individuo en comparación a ella; a lo mucho le llegaba a la mitad de su pecho, y eso que estaba un poco encorvado hacia ella, como si quisiera intimidarla de esa forma. Su rostro, además, había dejado ir cualquier rastro de falsa o verdadera hospitalidad que hubiera tenido hasta hace unos momentos.
John Scott respiró hondo, se acomodó sus anteojos con sus gruesas manos, y posteriormente comenzó a hablar con la mayor tranquilidad que su muy evidente molestia le permitía.
—Dejemos algo muy claro, Doctora —el sarcasmo se encontraba fuertemente adherido a esa última palabra—. Esta niña es mi paciente, y ésta es mi investigación. Si accedí a que usted la viera, fue sólo por mera cortesía. Pero cualquier cosa que obtenga de su charla, debe compartirlo conmigo y mi equipo —presionó entonces su propio pecho con el pulgar derecho de su mano; a Matilda le parecieron por unos momentos los dedos grandes y peludos de algún primate—. ¿Estamos claros?
—Cómo el cristal —le respondió con absoluta tranquilidad. Aun así, al parecer dicha respuesta había sido suficiente para él, pues rápidamente se disponía a darle la espalda y seguir caminando. Sin embargo, la voz de Matilda, ya no tan tranquila como en un inicio, hizo que se quedara sólo en ello: intenciones—. Pero ahora permítame a mí dejar algo más claro —Dio un paso sin miedo hacia él, encarándolo de frente sin vacilación—. Yo no estoy aquí para apoyar su investigación, ni a usted, ni a su equipo. Yo estoy aquí por petición directa del señor Morgan, y mi único fin es ayudar a esta niña, a la que, por lo que visto, se han esforzado por tratar como rata de laboratorio durante su estancia aquí. Y no sé a quién quiere engañar, porque ambos sabemos que su supuesta cortesía, sólo se debe a que el señor Morgan le advirtió que aceptara, o retiraría a la niña de este sitio. Y de paso, también ambos sabemos que en todo este tiempo no han logrado realmente llegar a ella u obtener algo con todos sus… experimentos y métodos de hace más de treinta años, y quieren ver si nosotros podemos hacer algún progreso que ustedes no.
»Así que, como agradecimiento por su apertura, y como “cortesía” profesional, le proporcionaré toda la información que obtenga y sienta que sea pertinente o necesaria para su investigación, pero no más. Y si siento por un instante que lo mejor para ella es que la saquen de aquí, no dudaré en transmitirle ese sentimiento a su padre.
Hizo una pequeña pausa. Aspiró hondo por la nariz, sin dejar de sostenerle la mirada, y concluyó.
—Dicho eso, repito: necesito que las primeras sesiones sean privadas; sólo la niña y yo. ¿Estamos claros?
La primera reacción visible en John Scott, fueron varios balbuceos, de seguro involuntarios. Luego se aclaró la garganta con fuerza, y se aplanó la corbata con insistencia con sus grandes manos.
—De acuerdo —respondió después de unos instantes—. Por aquí…
Volvió a reanudar la marcha, ahora con mucho más apuro. Aunque radiaba en su mayoría tranquilidad, un ojo observador detectaría sin problema esa dosis de molestia que se había sumado a su ya de por sí mala disposición, disfrazada de “cortesía”.
Eso de seguro no haría las cosas más sencillas.
Antes de seguirlo, Matilda se tomó unos segundos para respirar profundo, y soltar después el aire en un pesado suspiro. Quizás se había pasado un poco, pero muchas veces no le quedaba de otra. Le era muy difícil en ocasiones que personas ajenas a la fundación, o al tipo de personas que solía ayudar, la tomaran enserio. Su complexión algo pequeña y esbelta, acompañada de su rostro que radiaba un aire mucho más aniñado de lo que debería a sus veintisiete años, hacían que la gente, especialmente los hombres adultos considerablemente mayores que ella, la miraran hacia abajo con desdén. Y cuando eso ocurría, postrarse firme ante ellos, e incluso algo agresiva, resultaba ser la única medida que le servía. Si no, y si la situación realmente lo ameritaba, siempre había otros métodos; su primera directora de primaria lo había vivido en carne propia.
“Cuando una persona es mala se le debe dar una lección”, le había dicho su padre hace muchos años atrás. Quizás la única sabiduría real que aquel hombre le había transmitido, aunque estaba segura de que esa no había su intención.
Su guía la llevó hacia otro pasillo largo, pero éste no tenía salida. Del lado izquierdo, había cuatro puertas de madera, todas con un lector de tarjetas magnéticas montado en la pared a su lado. Del lado derecho, había cuatro sillas, iguales a las que había en el área de espera de recepción; las cuatro estaban vacías.
—Por favor, aguarde aquí sólo unos minutos —le indicó Scott, dirigiéndose hacia la última puerta.
—Creí que ya estaba todo preparado.
—Casi. Creo recordar que dije que casi estaba todo preparado.
Con esa única explicación, Scott acercó su gafete al lector, y un pitido, seguido de un chasquido en la puerta, indicó que ésta se encontraba abierta. Entró rápidamente por ella, y la cerró detrás de sí, antes de que Matilda hiciera el intento siquiera de mirar del otro lado.
No tuvo más remedio que volver a sentarse, y esperar.
No era una de sus habilidades primordiales, pero tenía el presentimiento de que dicha espera no sería corta.
- - - -
El cuarto al que John Scott se había metido tan apresuradamente, era estrecho, de forma rectangular. De mano izquierda justo al entrar, había una gran ventana que prácticamente abarcaba toda la pared de ese lado. Por ella, se podía ver la habitación contigua, al menos tres veces más grande, cuadrada, de paredes, techo y piso totalmente blanco; una persona aguardaba sentada en el centro de aquel otro cuarto. Frente al cristal, había dos escritorios, colocados uno a lado del otro, y sobre cada uno los monitores de dos computadoras, además de sus teclados y ratones. En dichos monitores, se repetía la misma escena del cuarto visible por el cristal. A su vez, frente a cada escritorio, había una silla. La más próxima a la puerta de entrada estaba vacía. La otra, era ocupada por otro hombre de anteojos y bata blanca, aunque de cabello rubio oscuro, y, al menos en apariencia, varios años más joven que John Scott, pero quizás cerca de diez mayor que la mujer que aguardaba en el pasillo.
En cuanto entró, aquel otro doctor lo volteó a ver, curioso. La molestia que Matilda había notado, parecía también haber sido bastante evidente para este otro hombre, pues lo miró algo sorprendido y confundido, en parte por la manera en la que había entrado.
—¿Y qué tal, Dr. Scott? —le cuestionó sin mucho rodeo—. ¿Cómo es la misteriosa doctora genio que viene a resolver este complicado enigma?
Scott bufó, entre divertido y hastiado por su comentario. Su atención se centró en el otro cuarto, aunque más específicamente en la persona que se encontraba sentada, con sus manos sobre sus piernas, y su mirada puesta en el suelo.
—Con problema le dobla la edad —señaló—. Y además es toda una diva. Encima de que permitimos que viniera hasta aquí y la viera, se atrevió a ponerme condiciones. Cómo si hubiéramos sido nosotros quienes la llamamos.
El doctor más joven, esbozó una sonrisa.
—¿Creé que realmente ella tenga experiencia con casos como éste?
—Por supuesto que no —le respondió Scott de inmediato—. Esta Fundación Eleven, o como sea que se hagan llamar, sólo son otro grupo de sacadineros a cuestas de los miedos de la gente. Si realmente tuvieran la experiencia y el conocimiento de otros sujetos como éste, ¿no crees que hace mucho que ya hubieran publicado algo al respecto? ¿O lo hubieran logrado probar públicamente? Nunca nadie había estado tan cerca de probar científicamente la existencia de habilidades psíquicas reales como nosotros, y no dejaré que esta niña que juega ser psiquiatra se quede con el crédito.
Inhaló hondó y exhaló, buscando calmarse.
Miró una vez más a la persona al otro lado del cristal; seguía en la misma posición, sin moverse ni un poco; apenas y pestañeaba cada cierto rato.
—Pero igual, veamos si podemos sacar algo bueno de esto. Quizás se abra más con alguien como ella. Tiene un aire más… amistoso, por decirlo de alguna forma. Pero no con los adultos, eso es seguro.
El otro doctor no hizo comentario alguno para contradecir o reafirmar su observación, y en su lugar se limitó sólo a asentir.
—¿No la hará pasar?
Scott miró rápidamente la hora en la parte inferior del monitor que tenía más próximo, y la corroboró con la de su reloj de muñeca.
—Dejémosla esperando un poco más —añadió con cierta picaría en su tono.
- - - -
Matilda sabía que tendría que pagar algún precio por su pequeño exabrupto, si acaso era la forma correcta de describirlo. Sólo llevaba unos pocos minutos de haber conocido al Dr. Scott, pero si se fiaba de la experiencia que tenía de situaciones anteriores similares, y la manera en la que le había querido “dejar en claro” su postura, podía darse cuenta de que era el tipo de individuo que no le gustaba en lo más mínimo que una mujer, en especial una tan joven, intentara imponérsele. Por más mente abierta que muchas personas intentaran presentarse, en el fondo todos tenían aún ideas anticuadas que regían, incluso de manera inconsciente, sus conductas.
Estaba acostumbrada a ello, y por el bien del trabajo que había ido a desempeñar, que era lo que más le importaba en esos momentos, estaba dispuesta intentar dejar las cosas en paz dentro de lo posible, y esperar ahí el tiempo que el buen Dr. John “yo mando aquí” Scott creyera justo.
Sin embargo, no pensó que dicho precio sería tan largo. La tuvieron esperando un poco más de media hora, sin darle ninguna pequeña señal de vida. Había llegado antes de las siete, pero sólo hasta un poco antes de las ocho al fin la puerta por la que el Dr. Scott se había ido, se abrió y éste salió de nuevo a su encuentro, ahora al parecer con mucho mejor humor.
—Lamento la demora. Ya puede pasar.
—Claro —fue lo único que surgió a modo de susurro de los labios la joven doctora. Tenía muchas otras cosas en mente que le hubiera gustado compartir, pero prefirió simplemente guardárselas; al menos de momento.
John se dirigió a la puerta contigua a la que acababa de usar, e igualmente pasó su gafete por el lector postrado en la pared a su lado. Los seguros de la puerta se abrieron, y la empujó hacia adentro con una mano, dejándole el paso libre.
—Le recuerdo lo de la privacidad, Dr. Scott —le recalcó Matilda, justo al comenzar a avanzar hacia el interior de la habitación—. Por lo que descubrí, me parece que ella puede decirme muy fácilmente si está cumpliendo su palabra o no. ¿Verdad?
John se sobresaltó ligeramente ante esas palabras, que parecían más que nada una amenaza. Matilda fue consciente de ello un segundo después de haberlo dicho, pero no se arrepintió en lo absoluto.
Ya se enteraría después como se lo cobraría.
Una vez que entró y se alejó apenas lo suficiente de la puerta, escuchó como ésta se cerró con fuerza a sus espaldas y los seguros se volvían a poner. El cuarto al que acababa de entrar, era cuadrado, un poco amplio, de quizás cinco metros por cinco metros. Las paredes y el techo estaban pintados totalmente blanco, y acompañados de la brillante luz blanca que colgaban del techo, hacían que todo el lugar brillara de una forma casi irreal, como sacado de algún extraño sueño. En la pared de su lado derecho, había un gran espejo, que estaba segura era de doble vista. De seguro daba a la habitación en la que John Scott se había metido durante media hora a… Sólo Dios sabía qué, para hacer tiempo. Jugar solitario, quizás.
Frente al espejo, había un escritorio de madera, con una silla de un lado. Había además una cámara de video, montada sobre un tripié. Y justo en el centro, se encontraba lo que la había llevado hasta ese lugar.
Sentada de una silla, igual a la que había detrás del escritorio, se encontraba una niña, de rostro blanco, muy blanco. Tenía la cabeza algo agachada, pero aun así la miraba, aunque su ojo izquierdo estuviera cubierto casi por completo por su largo cabello negro y lacio, que le caía hacia el frente sobre sus hombros. Sus ojos eran totalmente negros, y debajo de estos se marcaban unas oscuras ojeras, resultado evidente de algunos días sin poder dormir bien. Usaba una bata larga de hospital, totalmente blanca, y unas sandalias negras. Se veía ya algo grande, de doce o no más de trece. Tenía sus manos, delgadas y de apariencia frágil, posadas sobre sus piernas. Lo que alcanzó a ver de la expresión de su rostro, le pareció fría, bastante fría, hasta casi rozar en lo aterrador.
La palidez de su rostro, sus ojeras, y esa vibra de mal humor que transmitía a su alrededor, eran señales de cansancio, de molestia, y quizás de fastidio. Y no era para menos considerando el lugar en el que estaba, y no sólo por esa habitación tan extraña.
El semblante y la actitud de Matilda cambiaron totalmente en ese momento. Pasó de estar en un estado prácticamente a la defensiva, a tomar una postura mucho más calmada y relajada.
—Hola, ¿cómo estás? —la saludó sin dudarlo, esbozando su primera sonrisa sincera de esa noche—. Éste no es el lugar más bonito para hablar, ¿no crees? Hubiera sido mejor sentarnos en la cafetería mientras comemos y bebemos algo.
A pesar de la jovilidad natural que Matilda transmitía, la niña no dio señal alguna de respuesta. En su lugar, se quedó inmóvil, apenas mirándola o notando su presencia. Esto no le extrañó; venía ya preparada con la idea de que no sería sencillo.
Se acercó con cautela a la mesa; la niña la siguió con la mirada, apenas moviendo su cuello. Dejó su maletín y bolso sobre ésta, y luego le sacó la vuelta. Por un momento parecía que tomaría asiento en la silla, pero en su lugar la tomó con su mano derecha, y sin pronunciar palabra alguna, empezó a arrastrarla por el suelo hacia el centro del cuarto. La silla chirriaba con fuerza contra el piso, casi como si lo estuviera haciendo apropósito. Sólo en ese momento se logró ver una pequeña seña de reacción el rostro de aquella chiquilla, aunque era prácticamente un gesto de confusión.
Matilda colocó la silla justo frente a la otra, con apenas un poco más de un metro de distancia entre ambas.
—¿Puedo sentarme? —le preguntó animosa, sin dejar de sonreír.
La pequeña la miró de reojo, y simplemente se encogió de hombros como respuesta. Aunque en algo era una respuesta de notoria indiferencia, igual decidió tomarla como un asentimiento y sentarse. Se acomodó su larga falda color verde olivo, se cruzó de piernas, y contempló con detenimiento a la pequeña delante de ella. En cuanto posó sus grandes y brillantes ojos azules en aquel rostro pálido y estoico, éste se viró hacia otro lado, quizás algo intimidada por la repentina cercanía.
—Me llamo Matilda. ¿Tú cómo te llamas?
—Usted ya lo sabe —soltó de pronto la chica de ojos oscuros.
Bien, eso era un progreso. Le sorprendió escuchar que su voz era bastante más suave y dulce de lo que su apariencia casi amenazante pudiera dar a suponer.
—No tienes que hablarme de usted; puedes llamarme simplemente Matilda. Y tal vez sí lo sé, pero me gustaría que me lo dijeras tú misma. Ya sabes, para conocernos mejor.
La niña la miró en silencio. A pesar de que su mirada seguía tan fría como cuando entró al cuarto, Matilda pudo notar como dudaba y vacilaba entre responderle o no. Sus dedos, posados aún sobre sus piernas, se cruzaban y frotaban entre sí. ¿Señal de nervios?
—Samara —Susurró despacio tras varios segundos de silencio—. Me llamo Samara Morgan…
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FIN DEL CAPÍTULO 01
Notas del Autor:
- Matilda Honey se basa íntegramente en el respectivo personaje de la película Matilda de 1996. Originalmente tenía sólo 6 años y medio, mientras que aquí tendría ya entre 26 y 27 años. Su apellido original era Wormwood, pero aquí se especula que cambió su apellido a Honey en algún punto tras ser adoptada al final de los acontecimientos de la película.
- Samara Morgan se basa casi por completo en el respectivo personaje de las películas The Ring del 2002, The Ring 2 del 2005 y Rings del 2017. Samara tendría aquí 12 años, como los tiene en la película original (antes de su muerte). Para ello he trasladado su historia a la época actual, ya que originalmente ocurría hace casi cuarenta años. Esto traerá algunos cambios, y algunos iré especificando en los capítulos posteriores.
- El Dr. Scott es un personaje de película de The Ring del 2002, pero ya que su participación es muy reducida y nunca vemos de hecho su apariencia, tanto ésta como su personalidad fueron adaptadas por mí.
- En la película de The Ring del 2002, no se específica con claridad la ubicación del Hospital Psiquiátricos de Eola. Bajo el contexto de la película, se podría especular que el Condado de Eola podría ser algún condado ficticio en el estado Washington, inventado en la película. Aquí, sin embargo, lo he ubicado en la comunidad de Eola en Oregón, que es un sitio real. Esto aprovechando los nombres iguales, darle una ubicación más exacta, y también esto obedece a algunos eventos planeados para más adelante.
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elizabethcorzo · 8 years ago
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New year, new me ?
(8) 2010 
Este post será relativamente un resumen de mi 2010, porque claro, todo ocurrió en 2010. 
Tú, seguías con novia, Rose. La cual me ha odiado desde primaria. 
¿Por qué? Bueno, su hermano Grimeld, fue mi pareja de baile y... pareja en general (no romántica, claro) en TODA la primaria. Y querían que fuéramos pareja real en la vida... real. Y yo siempre que escuchaba a tu madre, Rose, decir esas palabras, básicamente era esto:
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ASÍ ES. La familia de Grimald y Rose, sí, me cagaban la madre. Ahora lo hice público, ya me pueden acribillar. 
EEEEN FIN. 
Ese año pasó rápido, y nos hicimos amigos de dos personas más: Luther y Gabriel, amigos tuyos, Miguel, de tu mismo salón, y que eran buen pedo, porque pues... se sentaron con nosotros, pobres mortales de tercero de secundaria. 
Estos morros, ahora LOS morros, fueron pieza clave para esto. Porque se armó EL desmadre más grande en nuestra existencia como amigos, TODOS los amigos... sin embargo, fue el mejor para que nos uniera, 7 años después. 
Resulta que Luther era novio de mi “prima” así que por ese medio nos conocimos, Gabriel llegó después, porque estos momos nunca se separaban. Y de pronto, me llevaba mejor con Luther que con mi prima JA. 
La bardita de enfrente de nuestro salón, fue NUESTRO spot. Y así fue siempre, ahí pasó todo.
Pasó el tiempo y Gabriel y yo fuimos novios, una relación bonita, obviamente, mas no duró mas que como un mes... << mi memoria me falla en muchos datos, sorry si no los tengo bien >> Sin embargo, las cosas no funcionaron de mi parte, y muchas veces te lo he dicho, Gabriel (porque sé que andarás leyendo esto) fuiste un buen novio, simplemente yo no era tu chica del paraguas amarillo. 
Y bueno... pasó mi cumpleaños número 14. Sin novedades, Yo seguía con mi relación que iba y venía, sí, al parecer los Migueles y yo no tenemos una relación muy estable, ja. 
Llegó ocubre, oh gran octubre, yo ya estaba en tercero de secundaria, ahí donde conocimos a los momos siameses. Nos dicen en la secundaria que en noviembre habrá una conferencia de Yordi Rosado: “2-3 netas sobre tu futuro”
Ah qué chingados será... bueno, ni pedo. Iré ya que pues, perderemos clase. 
Tú y yo ya hablábamos muy bien, y me habías comentado que habías terminado tu relación con Rose, vaya... no creí que fuera a terminar nunca, se me hizo eterno (más que nada porque pues, yo con mi relación estable con un Miguel menor que tú)
En esa conferencia, todos se iban en un camión diferente, y más, siendo de secundaria o preparatoria... para mi mayor sorpresa y emputamiento de Rose, resulta que te toca estar sentado justo detrás de mí, y Rose... ROJA del enojo, claro porque nos llevábamos con madre en ese tiempo tú y yo. Pasó el evento, y decidimos irnos juntos de infraganti. Kathie sabía todo el desmadre que había pasado (oh boy, en ese tiempo no era naaada de desmadre ja) y como paparazzi, tomó una foto de nosotros, abrazados, en el camión... yo sé que conservo esa foto... mas no sé en donde. De todas maneras, estará en mi memoria, ya que pues, fue nuestra primera foto juntos. 
Sigh. 
No sabía qué pasaría después, sin embargo, quería estar contigo. 
Bajamos, estuvimos juntos, y dijiste que me llevarías a mi casa, caminando. Fue nuestra primera caminata juntos, e íbamos agarrados de la mano, disfrutando cada momento... tenía la sensación de que me querías besar, pero yo era lo suficientemente tímida como para hacerme a un lado, a pesar de que me moría porque me besaras... 
Nos conocimos más, y ahora que lo pienso, quizás y fue nuestra primera y única cita. 
Llegamos a mi casa, te despediste, y dentro de mí no quería que te fueras, quería que te quedaras conmigo, que estuviéramos juntos un buen rato más...
Te vi marcharte, y en eso, meneaste la cabeza, volteaste y yo, en el arco de mi reja, con cara de qué onda, llegaste tú y me besaste de golpe. En ese momento Miguel... morí. 
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Algo así fue... solo que no te alejé de mí. Quería quedarme besándote toda la existencia... bueno, no. También tengo que comer, claro. 
Anyway. 
Al otro día, era 1 de diciembre ,y después del día anterior, con el beso, esperaba mucho romanticisimo... mas te vi, todo triste y apagado, y me sentí mal, porque no sabía qué hacer la verdad, creía que era mi culpa. Hablando con Luther y Gabriel, con quienes me llevaba de a madre, me dijeron que estabas así porque justo ese 1 de diciembre, habrías cumplido un año de novios con Rose, y pues... habían terminado. Por mi cabeza pasó un: aww. y luego un ¿Y YO QUÉ? ¿ESE BESO QUÉ? 
Al salir de clases, te vi, con tu bolita de amigos, te saludé y me quedé platicando contigo... sonreíste cuando te vi. Vivías relativamente cerca de donde trabaja mi mamá entonces decidiste ofrecerme un ride para allá. Yo, queriendo estar más tiempo contigo, acepté. Fuimos en la camioneta del trabajo de tu papá, tu hermana Sophie de copiloto, y tú y yo atrás... tomados de la mano. En pleno camino tu papá, tan amable como siempre, me invitó a comer pizza con ustedes y no podía decir que no. Miguel, yo quería estar contigo. En plena pizza, tú y yo agarrados de la mano, mientras tu hermana y tu papá riéndose porque, a pesar de querer ser discretos con lo que pasaba, nuestras manos se reflejaban en el cristal que fungía como pared en ese establecimiento. Incluso Sophie, quien me molestaba con las ligas de cabello, acomodándolas en forma de corazón; yo, chiveada y no podía con más. 
Y bueno no todo podía ser tan bonito. Suena mi celular y es mi madre << ¡¡¡¡ MI MADRE A LA QUE NO LE AVISÉ!!!! >> llegó y queriéndome llevar, tu papá tan lindo, le dijo que no se preocupara, que con gusto me pasaban a dejar tan pronto como termináramos de comer. No sé cómo pasó, pero me dejó. (claro, después de verme con ojos de: “te putearé cuando llegues a la casa”).
Disfruté tanto esa comida, Miguel... y más porque pues era pizza, y estabas tú. Pasaron las horas y terminó cayendo la luz del sol, en pleno atardecer, nos subimos a la camioneta de nuevo para que pasaran a dejarme. En pleno camino, tomaste un lapicero y pediste que yo cerrara mis ojos (kinestésico al mil). Dibujaste un corazón. Te dibujé uno igual, la verdad estaba muy nerviosa que creo recordar que no lo hice muy bien. Entre el viaje en el carro, mientras tu hermana y tu papá estaban distraídos, volteaste a verme, y me diste un beso. Yo, completamente sonrojada, y muy feliz. 
Bajé del carro temblando de emoción por todo lo que había ocurrido. Realmente no sabía qué decir o qué hacer. Entro a mi casa, y mi familia hasta cierto punto preocupada, mas he de decir que no era por mí; era por la enfermedad terminal de mi bisabuela, la cual, ya la tenía en un estado crítico. 
El resto de los días, hasta antes del 10 de diciembre, habíamos hablado demasiado bien, incluso nos veíamos todos los días y había un beso o abrazo incluido. 
Hago énfasis en el 10 de diciembre, ya que ese día, todo cambió. Para muchas personas. 
A lo largo de todos esos días, algo me decía que de pronto me pedirías que fuera tu novia, y las apuestas daban a que el 10 de diciembre sería EL día. ¿por qué ese día? Bueno, ese día teníamos la kermesse del día de Guadalupe y el colegio siempre hacía fiesta y comida para celebrarlo. Había estado preparándome mentalmente para poder decirte que sí a gusto y con una sonrisa enorme... cuando justamente en el receso te vi hablar con Monette. Yo sabía que las cosas estarían bien porque pues Monette era parte de mis mejores amigas, y quizás sólo estaría consiguiendo información sobre lo que pasaría esa tarde, ¿sabes? 
Sin embargo, creo que mi peor defecto es esperar lo mejor de las personas, y en ese momento no fue tan correcto; ¿cómo supe eso? tu carota me ayudó a descifrarlo, ya que nunca antes te había visto tan serio. Fui contigo y me alejaste, y ahí supe: 
Todo se había ido a la mierda. 
Entré llorando a mi salón y todo el crew de niñas me siguió para consolarme. Alessa y Kathie estaban ahí para consolarme, pero no fue suficiente. Me dolía muchísimo lo que había pasado. Tanto tiempo esperando este momento, y Monette lo había arruinado. Al menos, eso sabíamos hasta ahora. 
Hubo una discusión con Luther y Gabriel, sobre cómo tú, Miguel, podrías ser tan hijo de la chingada como para enojarte así de la nada, por cosas que te había dicho Monette (que para colmo ni sabíamos qué chingados era). Luther tenía (tiene) un temperamento bastante agresivo y ese día claro, no fue la excepción. Se armó una gran pelea en la cancha de basketball, en dondeLuther y tú se pelearon a palabras y manotazos, el ánimo decayó considerablemente hasta llegar a agresividad y después Luther llegó hasta nosotros, y comenzó a gritarle a Alessia, diciéndole que todo se había ido a la shit y que éramos malas personas. Obviamente, como dije antes, Luther tiene un temperamento agresivo y manotea demasiado, así que todo mi salón con los niños se acercaron, ya que al ver a un hombre más grande (de edad y estatura) alterado, pensaron que podría pegarle a Alessa. Después de eso, de alejar a Alessa y llevarla a un lugar más seguro; nos vimos y topamos todos en la salida de la escuela, todos con la controversia sobre no saber qué hacer... y lo mejor fue esperarnos hasta la tarde, en la kermesse. 
Durante ese momento, mi mente estaba entre qué demonios está pasando y QUÉ CHINGADOS ESTÁ PASANDO. 
Llegué a la kermesse por la tarde, todo se sentía tan sombrío y sin felicidad; me encontré a Sophie, quien ya estaba enterada de la situación, y nos fuimos a platicar a una zona tranquila, ya que aún estaba entre emocionada y consternada sobre lo que había pasado antes en ese día. Comimos cupcakes, y platicamos sobre las cosas. 
En eso, tú y yo platicamos en las bancas de afuera de la escuela, sobre todo lo que había sucedido y la razón real de tu enojo. 
Me dijiste que era increíble que me fuera a estudiar al Tecnológico, pero no era algo bueno: creías que iba a ir a estudiar/buscarme un niño riquillo con carrazo. Y básicamente esas fueron tus palabras, las cuales aún resuenan cada que pasa algo entre nosotros:
– Esque Lilibet, no podemos ser novios porque entrando tú al Tec, aparecerá algún niño guapo, con dinero y carro, y te irás con él... 
A LA MADRE Miguel, te mamaste. En ese momento, sentí como cada parte de mi corazón se hizo pedazos. Lo único que podía pensar era “¿Qué chingados había dicho Monette? ¿Qué tanto había pasado en tan sólo unos minutos?” 
Esa noche conocí a tu mamá, y la primera impresión que tuve fue: wow me quiere matar. Me odia. Ya sabrá todo el veneno que dicen de mí... sin embargo, cuando hablé ligeramente con ella, me di cuenta de que era una excelente y linda persona... incluso quería darme un ride a mi casa, por si no venían por mí. Afortunadamente mi madre pasó por mí y todo controlado, no sabría qué hacer si insistía y todo se ponía incómodo en el carro. 
Es así como acabó nuestra pequeña amistad entre los F.R.I.E.N.D.S. y pues, mi cariño se guardó después de escuchar tus declaraciones, Miguel... me dolió. Y hasta la fecha, es día en donde no puedo imaginarme otra ofensa más grande, viniendo de alguien a quien yo quería demasiado.
Sin embargo, esto era el comienzo de un problema... de años. 
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444names · 3 years ago
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dragons + indian forenames + the entire article for the list of akan people on wikipedia
Abion Ablifasord Acker Adaticynt Adipards Adleopme Admakas Admatiusi Advita Aecon Afrear Afrityas Agenvenver Agich Agolkons Ajidest Akaveepran Akere Akhin Akince Allecos Ameshmided Anahul Anavesely Ancend Ancialaye Andal Ankatopul Annoldur Anste Antary Antece Apaning Apian Appicadem Arjunded Arlecurnal Asars Ashianksh Ashmaning Astyan Athily Atial Attorm Avisah Awort Bardita Barungto Bastem Baters Bayamed Bayan Bcenka Beiver Bhule Birantark Birjing Blogon Blons Bornala Bouly Brama Brefen Breri Bronon Brunsons Buildma Busen Busti Capernely Cation Cfladu Chineon Chiti Choudigit Chrecalaws Cieng Cinduomon Cludever Coahir Coasukesh Conen Conory Conya Cormalika Crents Cugol Culturis Cupian D'ive Dar's Deekran Deemil Dempecanna Denathorta Dendi Dented Dereed Dershna Detwikern Devata Devingdo Dicath Dieshra Dirjul Ditial Dochome Docking Documan Domendider Dorknagery Drabal Draib Dricia Duarier Ducturth Duilogin Eboatha Eboudiboa Ebreshma Ecticition Ecuth Ediant Eforneeter Eirave Eklin Elauked Endal Endar Equarsele Esennyash Evaid Exchenter Extrifer Exusidfic Exusineco Ezesh Fafor Farick Fered Ficesenter Ficinasi Ficited Fifirs Figana Filar Filliet Firly Flaurocush Forne Forned Forood Fraphay Fricer Frish Frong Froword Fundeme Fusmark Gaine Gaing Giamun Gieshame Glakye Glomis Glother Golfetest Gopiork Grenta Gresson Groduak Hampokaver Hanindrady Harachil Harti Heller Hillan Hismallaw Horisona Hoselst Hotsper Hught Husin Ibutila Incie Infoul Innehashn Instion Inust Invelbaye Irongtogg Ivined Jacifi Jacynted Jalik Jatenth Jayer' Jayerfory Jence Jesics Jivine Joahbox Joand Johanup' Joner Joully Juded Judian Julestoros Karth Kason Kaurtom Kazony Kbeleba Kined Kiscianny Klecie Knaber Knammricke Koram Kouprobe Krign Krismal Krist Kwandail Kwarcher Laegranker Lakan Lakum Lan's Lanson Lantigue Lawart Layemir Leighli Lesived Lishkaz Llabjitark Llanir Ludital Manal Manksh Maramber Marie Matechana Mater Matistor Matlaene Matub Mberifese Meeng Melogitita Mieugena Milar Mishi Mitedinus Mithertord Mityleird Modgence Modirbire Monaloms Moolik Moseyash Motonce Muker Mukhba Musimutic Mussight Mutis Myach Nadving Nadvonan Nagoahlaib Naphorit Naremerik Ndanceman Nelic Neskita Nezed Ninel Nowboopa Oblimed Offesics Ofternal Okans Oldmand Oracé Oscha Ouantra Ounce Ourti Oving Packlogya Palighanar Palionoug Pamong Pante Paphydiend Pecon Pectioth Pectris Pendral Phaniters Phele Phirs Phold Phother Pisting Pityled Plansion Plasonota Plaval Plegia Poldfice Pontios Poron Praouro Prata Pregated Prenmer Presen Prespes Prickervi Prisecon Pulakying Pyreceop Quagusign Rabenaa Radevilix Ragespoth Rahusic Ramber Rapoonsish Ration Rayan Rearvaston Recanal Rinker Risix Ruders Sacynx Saded Sadiest Sadmit Saharalbus Sahikar Sairessi Saninfl Santonsple Sapolance Schirjul Sconia Seadmoact Seampened Secors Sekhial Seloph Sented Sentha Seshita Seuti Shally Sharta Shress Shrish Shumandraj Sicatiansi Sicial Sicianaa Siner Sinka Skiens Smistow Sofor Sonnerfold Specon Spectrai Sposen Spyron Srame Srigars Srishers Srist Stemy Stion Stotba Strames Submarres Succe Succupha Sujation Sukeya Sulkom Sunder Sunione Supia Surth Susly Takati Talight Tallessu Taruden Thendmove Thousteety Thurier Tiank Tobes Totte Trans Treemiste Tulee Tumendo Turno Turom Turseyace Twince Twized Ucrotor Uncefs Undee Unett Uniususion Upeha Upitrunin Vagby Vanskity Vasharah Vidary Vilon Vinnall Voics Vormzy Weaoureard Wharl Wholiscong Wologgies Womormer Worch Woridind Worma Yatutun Yebrop Youndhit Yvocilianu
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bellestrider · 8 years ago
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10 meses!
Estamos a dos meses de su cumpleaños Y aún sin dientes! Ya tiene más cabellito Ya hace sus solitos y dura unos segundos de pie, le gusta hacer solitos Ya se baña como niño grande, sentado en la tina, y hace su cabecita hacia atrás cuando le hecho agua Ya señala, le gusta señalar, a veces no sabe ni q pero esta señalando, señalar y decir adiós son lo único q hace Le gusta comer con mi abuelita, por q le da frijoles y galletas, me sigue mucho y yo trato de hacer q sea un bebé independiente, claro en lo q se puede, y mi mamá no me deja, y es una pelea de no acabar, no se si ya escribí q puede subirse a la cama desde el sillón y ahora le ha dado por ir a la bardita y jugar ahí y aventar todo a la orilla, sabe prender el Xbox aunque aún no es consciente de ello, ya casi no canta, sigue balanceado mucho, aún no dice mamá o papá, le gusta salir a la calle, y apenas está empezando a darle miedo algunas personas, antes lo cargaban y no hacía nada, ahora con algunos llora, ya sabe caminar con la andadera, aunque a veces no le gusta q lo meta y trato de no meterlo tanto para q se levante el solito, le gusta jugar con su perrito pero por ahora su juguete favorito es un desarmadorcito q talla por todas partes, es muy berrinchudo, todo quiere, trató de no dejarlo hacer tanto berrinche y lo regaño, ya toma más leche de su mamila y sí estoy comiendo algo también quiere, ya no come tantas patillas, ya quiere morder, y lo q puede lo mastica con sus encías Ya hizo su primer travesura bien Agarro una tinta de erika y la sacudió mientras estaba abierta, enésima de la cama de mi mamá, y aunque erika y yo estábamos ahí ni nos dimos cuenta, hasta q fue demasiado tarde Ya se ríe bien, siguen sin gustarle demasiado los besos, y si come chocolate se pone muy inquieto, ya juega el solito jajaja con las calderas de mi mamá y ya hay q tener todo cerrado y alzado, se echó el Arbolito de Navidad en sima, y tiene prohibida la entrada a la cocina, ya no lo veo como un bebecito, ya es mi niño chiquito
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raymondmx · 6 years ago
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Tío @NetflixLAT nos puso una “bardita” para anunciar el nuevo especial #BienvenidoAlMundo en Times Square NYC ¡Mírame mamá donde ando! pic.twitter.com/uqEulYPSUz
— Franco Escamilla (@franco_esca) April 16, 2019
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