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apartamentos palma fiesta
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LAS PALMAS DE GRAN CANARIA
LAS PALMAS DE GRAN CANARIA
Las Palmas es la capital de Gran Canaria y está localizada a 20 km del aeropuerto en la punta norte de la isla. También es la capital de la comunidad de 7 islas canarias. Las Palmas es la ciudad más grande del Archipiélago con una población de 377.600 habs.
La ciudad se fundó oficialmente el 24 de Junio de 1478 después de haber sido tomada de los Guanches. En 1492, Cristóbal Colón paró aquí en su primer viaje a las Americas, parando también en el camino de vuelta. Hoy Las Palmas es una ciudad muy cosmopolita, con muchas playas afamadas y un puerto muy activo. Debido a esto gente de todo el mundo viene a quedarse y trabajar en la capital. El Puerto Las Palmas ha sido puerto de escala para barcos en el Medio Atlántico por más de 500 años. Debido a su posición geográfica, las condiciones de su bahía y sus servicios de alta calidad lo hacen uno de los más importantes de Europa, África y América. Hay muchos cruceros que paran en Las Palmas, como el Queen Elizabeth 2; o el The World, un barco donde la gente puede comprar apartamentos para usarlos cuando ellos deseen. El QE2 es uno de los barcos de pasajeros que existen. En The World hay 165 camarotes que cuestan entre $1.3 millón y $3.6 millón Otras líneas de crucero también toman ancla en Las Palmas incluidas Royal Caribbean, Cunard Line, Fred Olsen, Sea Cloud Cruises, Silversea Cruises, y Hapag-Lloyd. La mayoría de los cruceros descansan en el muelle de Santa Catalina , que está muy cerca caminando de la Playa de las Canteras y de los centros comerciales de Mesa y López y Santa Catalina. Cada año visitan Gran Canaria en crucero 180,782 pasajeros. Si se aburre de Gran Canaria es muy fácil coger un ferry a cualquier isla, desde Las Palmas. Naviera Armas viaja desde aquí a 5 islas, La Palma, El Hierro, Tenerife, Fuerteventura, y Lanzarote. Las Palmas tiene pocas playas, siendo Las Canteras la más grande con 3 kms. protegida por una barrera natural que la hacen perfecta para la natación y los deportes acuáticos. También el Paseo de Las Canteras que va paralelo a la costa tiene numerosos cafés, restaurantes y tiendas. Otras playas de interés son Las Alcaravaneras, Playa de la Laja y la Playa de El Confital. En Las Palmas hay hoteles espléndidos donde alojarse. El más conocido e histórico es el Hotel Santa Catalina. Edificio de estilo colonial inaugurado por primera vez en 1890 y declarado monumento artístico histórico. Tiene un excelente spa, un casino, 3 restaurantes, 2 bares, y muy cercano a un campo de golf. Santa Catalina está muy cerca del centro comercial, y se puede ir perfectamente en taxi o en autobús. El hotel Melia Las Palmas tiene una situación ideal justo al lado de Las Canteras . Mucha gente se aloja aquí por esto y porque es el hotel más grande de la isla. Una fiesta que no debe perderse en su viaje a Gran Canaria es el Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria, famosa fiesta local conocida en el mundo entero.
Si quiere ver la parte histórica de Las Palmas, debe ir a Vegueta se encuentran gran parte de los edificios históricos de la zona. Veremos: La Capilla de San Antonio Abad, la Plaza de Santa Ana , el Obispado, la Casa Regental y la Catedral de Santa Anal. Vegueta también posee la casa de Cristóbal Colón, Casa Colón, la cual en la actualidad es un museo. Otros museos de interés son el Museo Canario y el Museo de Arte Sacro.
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X cierto..ese día q me desperte junto a un puente LEVADIZO de MIAMI sin nada en los BOLSILLOS [lo q mas me jodio fue el iphone o el telefono de la manzana q me acababa de comprar..x lo q me conforme con Sony Ericsson q tenía con las fotos del vatikano donde fotografie a mi padre frente al monumento funerario de ALEJANDRO VII rodeado de 4 VIRTUDES como la PRUDENCIA Y LA VERDAD q es una MUJER DESNUDA q abraza al SOL y pone el Pie sobre INGLATERRA en la BOLA DEL MUNDO pues al parecer quería acabar con el ANGLICANISMO q fundó la reina VIRGEN Isabel I q nunca se caso pero inició conquista de AMERICA del NORTE siendo la última TUDOR ..asi como foto de la pintada de MUERTE A FLORENTINO en la playa de EL PALMAR=derrota contra INGLATERRA en TRAFALGAR..con el buque insignia SANTISIMA TRINIDAD q intentaron remolcar a GIBRALTAR q perdió España al entronar al BORBON..en agosto 2006 cuando fui de vacaciones con RAMON VALLE_INCLAN hijo del Ex_presidente de TABACALERA y bisnieto del escritor del ESPERPENTO]..tras estar en una disco donde estuve bebiendo TEQUILA con una TIPA dentro de mis continuas salidas nocturnas de FIESTA como si fuera el ULTIMO DIA al menos de mi VIDA x lo q estaba muy deshinbido y conocía muchas chicas..llevaba camiseta de la gira MAGIC de SPRINGSTEEN [un CORAZON CON 3 ESPADAS y en EL PUERTO DE MIAMI compre 3 pañuelos de la VIRGEN de GUADALUPE, un cinturon GUESS?=Supongo..con una HEBILLA de una CRUZ "TUMBA_DA" u HORIZONTAL y unas CONVERSE ALL STAR con lema TRUE UNTIL DEATH]..q compre en VETERAN MEMORIAL ARENA de JACKSONVILLE [inagurado día de mi 32 cumple=28_11_03 q JESUS BENITO CASERO me regalo un RELOJ ROSA de la Argentina CHENOA de OT y la cual canto en el grupo QUO VADIS=embarcación q me llevo a ver GLACIARES x ARGENTINA en 2020]..Pues recuerdo q antes me vino un tipo en un Bar y hablamos de SPRINGSTEEN invitando a una copa [a veces sospechaba de gente q podía ser topos o espias]..con la q me acaba de fotografiar en mi habitación en CHARLESTON [SOUTH CAROLINA] a donde había ido huyendo de los HURACANES HANNA y IKE así como porque una tal ANA VICTORIA REGUERA [a la q conocí apenas un mes en un Curso de PARADOS porque se fue a EEUU con su novio fotografo aunque de su amiga Argentina LORENA me amigo]..me contacto x FACEBOOK y ponía q vivía en CHARLESTON cosa q al final me negó cuando finalmente me respondió para dejarla en paz y la cual se hizo traductora de una corte penal en un condado de New York..y llegue a CHARLESTON en un tren desde MIAMI de 13 hrs [me desperte justo en la parada o caso me la salto..tras estar escuchando el cd ACHTUNG BABY de U2 q incluye UNTIL THE END OF THE WORLD]..y cuando iba hacia el PUENTE COLGANTE [q tiene una vía para peatones y ciclistas llamada WONDER'S WAY en honor a un MARINE atropellado cuando preparaba ir a los JJOO de Atenas 2004]..metí los 2 pies como en un círculo de hierro en una zona en obras y me caí haciéndome 2 heridas en las 2 Palmas de las manos como si me hubieran clavado 2 clavos..luego vi un SUBMARINO de la GUERRA FRIA semi_enterrado y el Portaviones YORKSTOWN utilizado en la peli TORA TORA TORA [canción del cd debut SPEAK and SPELL de DEPECHE MODE] y para recoger del mar al APOLO 8
Despues regrese a MIAMI pues mi idea era establecerme ahí alquilando un apartamento pero tras el concierto de ENRIQUE IGLESIAS + AVENTURA decidí irme de AVENTURA en CANCUN q esta a una HORA en AVION y probar q tal pues sino me gustaba me volvía y ya empecé como a ir de gira pero de verdad..es decir..conociendo bien los sitios x donde iba
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Por cualquier otro nombre (By Any Other Name) Capítulo 1: La inauguración
Escrita por: @rowansparrow @rowansparrow-writing traducida al Español por: @mofftarkinsthunderthighs
(Cover creada por @hockeyjedi13)
Esta historia NO ES de mi propiedad, le pertenece a RowanSparrow (Ao3) y @rowansparrow @rowansparrow-writing en Tumblr. Esto es solo una traducción. Todos los créditos van a Rowan.
Clasificación: M
Advertencias: Descripciones gráficas de violencia, muerte de personaje
Ships: Rex x lectora, Fives x lectora, Echo x lectora, Clon OC x lectora, etc.
Tags: #ByAnyOtherName, #BAON
Palabras: 2k
Link a la historia en Español (Archive of our Own)
Capítulo 1 en Inglés/ENG (Tumblr)
Capítulo 1 en Español (Ao3)
Historia completa en Inglés/ENG (Archive of our Own)
Lista de capítulos en Inglés (Tumblr)
***
Resumen: Mientras recuperas de una pérdida traumática, tú, la lectora, posees y operas El Salón Rosa (The Rose Lounge), un club de alta gama diseñado para ser un espacio seguro para que los clones se relajen y se comuniquen con personas que no están confinadas al sombrío inframundo de Coruscant. Tú usas tus días cuidando a los clones– que son tus amigos– en todas las maneras en las que ellos merecen, ya sea con fiestas, dándoles espacios para afligirse, alguien para hablar, y más. Pero cuando una cara del pasado reaparece, te encuentras tirada en dos direcciones diferentes: aferrándote firmemente al pasado, o avanzando hacía el futuro.
Por cualquier otro nombre es una historia de pérdida, felicidad, desamor, y amor, en todas sus formas predominantes, tan fiel y prometedora como una rosa
***
Estuviste cocinando durante las últimas 3 horas, cuidadosamente calculando todo para cuando tu amado llegue a casa. Él te llamó la noche antes, diciendo que la campaña estaba apunto de terminar, y que estaría en casa a la noche siguiente. Sonreíste, mordiéndote el labio mientras inspeccionas la mesa cuidadosamente puesta y la comida caliente que lo esperaba.
Caminaste devuelta al pasillo de tu apartamento, siguiendo el camino de pétalos de rosa que iba de la mesa hacía tu dormitorio. Habías sido bastante liberal al extenderlas sobre la cama, tal vez un poco demasiado liberal; ya no podías ver las sábanas muy bien. Pero eso no importaba. Pasaron 4 semanas desde que no viste a Rose en persona, y nada iba a arruinar tu emoción a este punto.
No pudiste evitar el pequeño chillido que pasó por tus labios. Él propuso la idea antes de que se fuera, y tú querías tiempo para pensarlo antes de tomar una decisión. Pero ahora ya estabas lista. Ya sabías. Nunca habías estado más segura de algo en tu vida hasta ahora.
Escuchaste un golpe en la puerta, y sonreíste. Pausaste por un momento para mirarte en el espejo, asegurándote de que no había un cabello fuera de lugar en tu cabeza, y de que tu lindo vestido azul abrazara tu cuerpo de todas las formas correctas antes de correr hacia la puerta.
~
Mantenías tus ojos cerrados, incluso cuando el crono en tu mesa de noche sonaba. Si te quedabas perfectamente quieta, mientras las mantas seguían a la altura de tu cabeza y la nebulosidad del sueño ofuscaba tu mente, casi podías imaginar sus brazos abrazando tu cuerpo de nuevo.
Permaneciste quieta durante todo el tiempo que el crono chirriante lo permita antes de que finalmente sucumbes y golpees tu palma perezosamente contra él, apagándolo por fin. Te diste la vuelta, mirando al techo de tu cuarto y deliberadamente evitando mirar al otro lado de la cama. Vacía e intacta, la almohada no perturbaba en bastante tiempo, pero aún estaba nítidamente tendida, como si el segundo ocupante de la cama podría algún día volver a casa.
Con mucho cuidado, te empezaste a vestir, evitando su mitad del ropero. Su ropa ya no estaba ahí hace mucho tiempo, no es que él tenía mucha de cualquier manera, pero el ardor en la parte trasera de tu garganta al ver las repisas vacías aún estaba ahí, después de todo este tiempo.
Te fuiste al baño, y tus ojos no miran tu reflejo. En lugar de eso, te enfocas en la manera en la que el agua baja por el basin, y en la manera en la que escupes burbujas en el vapor, teñidas con el más leve carmesí. Tus labios estaban agrietados.
Frotaste el sueño de tus ojos, y finalmente, te atreviste a mirar tu cara en el espejo. Durante los largos días y más largas noches que tuviste este último año, podrías haberte visto peor. Perdiste peso, tus mejillas estaban más delgadas –por el cansancio o el lamento, no sabías por qué– pero tus ojos brillaban y estaban en alerta. Asintiste una vez a tu reflejo, y te dirigiste a la cocina.
El tiempo, por más que sea tan voluble y cruel como una amante, te facilitó las cosas. No podías negar eso. Durante el último año, el dolor se calmó, y encontraste otras cosas en las que pudieras enfocar tu atención.
Una sonrisa pasó por tus labios incluso cuando pensabas en ello. El Salón Rosa se convirtió en algo mejor de lo que imaginaste, aunque estaba construido de los ahorros que tenían que ser para su vida juntos, tu final feliz con él.
Alejaste esos pensamientos de tu mente. No ayudaba vivir en el pasado.
Tu comunicador sonaba insistentemente desde el mostrador, y con tu sonrisa expandiéndose, lo recogiste rápidamente.
–Me preguntaba cuando ibas a llamar
–Oye, prometí que iba a estar ahí para la inauguración, y soy un hombre de palabra –ya podías escuchar la sonrisa en el rostro del soldado ARC Fives
–¿Ya aterrizaste?
–Acabo de informar al capitán. Lo invité, pero él declinó.
Sentiste tu interior retorcerse a la mención del Capitán Rex
~
Abriste la puerta, y tu sonrisa se perdió levemente cuando viste quién estaba al otro lado. El Capitán Rex se quitó el casco lentamente, sosteniéndolo a su lado. Lo sabías, lo sabías incluso antes de que él hablara. Lo podías ver en sus ojos.
–T/N…
–No –Sacudiste tu cabeza hacía los lados, con lágrimas formándose en tus ojos antes de que pudieras detenerlas.–Estás mal. No lo digas. No- no es cierto.
~
Continuaste con la conversación– Que lástima, él podría relajarse un poco.
–Ya lo conoces. Esto probablemente no será gran parte de su escena de todos modos.–Fives dijo rápidamente a alguien más, al parecer a otro soldado. Luego dirigió su atención nuevamente a ti.–Escucha, ya sé que dijiste que esta sería una inauguración calmada, y que solo tenía que invitar a los chicos.
–Fives-
–Solo estaba pensando, que podría ser un poco divertido invitar a algunos oficiales!– Fives terminó. Maldijo bajo su aliento, murmurando a él mismo.–Ya sabes, conseguir algo de credibilidad detrás del Salón. Solo pensé que podría ser una buena idea, ya que lo estamos llamando un club de alta gama.
–¿Quién es el ‘estamos’ en esto? –preguntaste, con un tono divertido..–Yo fui quien compró el edificio y renovó todo el interior.
–¡Yo ayudé! –Fives protestó. –Hubieras tomado decisiones muy malas con respecto al diseño si yo no me involucraba!
–Quisiste decir si no involucrabas a Kix.
–Es lo mismo. ¡Yo soy útil!
Sacudiste tu cabeza afectuosamente al comunicador. En verdad, estabas agradecida a Fives. No sabías cómo hubieras pasado por esos primeros meses si Fives y Echo no te visitaban constantemente. Cielos, Fives fue el único que logró finalmente sacarte de la cama.
–Me estoy yendo de la base ahora, nos podemos encontrar allí en diez. ¿Te veo pronto?– Fives incitó.
–Sí, nos vemos pronto.
~
No estabas planeando en ir a 79s esa noche, pero algunas de tus amigas querían ver como era un bar de clones. Había una cierta emoción para ellas en los soldados, algo diferente, un espectáculo para comerse con los ojos. Nunca tuviste la oportunidad de conocer a un soldado personalmente. La única vez que estuviste expuesta a uno fue a un Guardia de Coruscant, y ellos no parecían ser tan amigables.
Así que mantuviste tu ingenio sobre ti mientras los seguías adentro, perdida en un mar de caras idénticas. Tus amigas ya no estaban hace rato. Viste a una de ellas volviendose amigable con uno, y a una metida entre dos hombres con solo trajes negros. Te reiste entre dientes y fuiste hacia el bar.
–Whiskey Corelliano, por favor��� le dijiste al camarero, empezando a sentarte en una de las banquetas.
–Yo no haría eso si fuera vos.
Saltaste. Un clon estaba mirándote desde dos banquetas hacia abajo. Estabas sorprendida de poder escucharlo sobre el fuerte rugido de la música.
El soldado estaba vestido en armadura completa, con acentos azules rotando las placas. Era guapo. Bueno, todos los clones eran guapos, pero este tenía una cierta masculinidad a su cara. Su pelo era más largo que el corte estándar, con rizos arreglados detrás de su cara, excepto por uno que caía en su frente, cosquilleando sus pestañas cuando volteo su cabeza hacia ti.
–Es un bar– dijiste cuando finalmente encontraste tu voz. –Acaso no estoy permitida de ordenar un trago?
–No, quise decir que yo no me sentaría en esa banqueta.– El clon respondió.–Vi a un shiny orinandose en ese asiento hace unos minutos. Supongo que tuvo varios tragos demás.
No sabías que era un shiny, pero retrocediste de ese asiento, arrugando tu nariz –¿Es una ocurrencia común?
El hombre se rio entre sus dientes, sacudiendo su cabeza mientras tomaba otro trago.–Debes ser nueva aquí.
Te alejaste de el asiento, y reluctantemente tomaste el asiento a lado del clon.–¿Nadie se orinó ahí, no?
–Hoy no.– respondió el clon. Estaba sonriendo ahora, sus ojos brillaban incluso en la poca luz. El camarero volvió, poniendo el whiskey enfrente de ti, y el clon levantó una ceja.
–Un trago fuerte.– Él dijo, mirándote de nuevo.–¿Eres de los nerviosos?
–Solo hay varios extraños.– dijiste cautelosamente, buscando a tus amigas de nuevo.
–¿Cual es tu nombre?
Te volteaste y miraste al hombre. Su mano estaba extendida hacia ti, y la tomaste
titubeantemente, sacudiéndola.
–T/N.
–Soy Rose.– Él sacudió tu mano y flasheó una sonrisa afectada.–Ahora ya no somos extraños.
–¿Rose qué?
Él se rió.–Solo Rose, a no ser que quieras mi número.
–¿Siempre das tu número a mujeres extrañas que conoces en bares?– replicaste.
Se rió. No entre sus dientes o con una sonrisa afectada, pero completamente. Tu corazón
revoloteó ante eso.
–Mi número CT, di’kut, no un número de comunicador.
–¿Tu qué? ¿Qué me dijiste?
Se rió a él mismo, sacudiendo su cabeza y terminando su bebida.–Tú y yo– él dijo,
dándote un guiño.–Vamos a ser amigos.
~
Habías pasado la mejor parte de los diecisiete meses creando El Salón Rosa, y finalmente, todo tu trabajo estaba a punto de dar sus frutos. El club era extravagante, tal vez más de lo necesario, dado que iba a estar principalmente ocupado por los clones. Pero tú viste el desastrado interior de 79s, el único establecimiento apto para clones, y ¡Maldita sea! Los clones merecían cosas bonitas también!
Un fuerte silbido resonó detrás tuyo, y sonreíste, Girando para mirar a tu amigo.
–Ella realmente se puso las pilas.– dijo Fives, sonriendo mientras se apresuró hacía ti.–Hola mamacita.
–Hola tú, tenías que volver ayer.–Tú dijiste, abrazandolo fuertemente.
–La guerra es la guerra, ¿Que quieres que haga?–Fives respondió, soltando al fin. Se dirigió hacía el bar, mirando detrás de él.–¿Tienes suficiente trago para todos?
caa
–Va a ser una inauguración tranquila, no va a haber mucha gente aquí.–Pero sí, tenemos bastante alcohol, incluso para un ejército de clones.
Fives dio una sonrisa descarada, mirando las mesas y los canapés esparcidos en la pista de baile.–Comodo.–respondió, cayendo boca abajo a uno antes de darse la vuelta para mirarte a ti de nuevo.–Con suficiente poca luz y música a todo volumen, alguien podría coger a alguien aquí, y nadie se enteraría.
–Gracias por eso.–respondiste, volteando tus ojos.–Yo medio esperaba que Echo este contigo esta noche.
–Él tenía que terminar de escribir nuestros reportes, va a venir después.–Fives dijo, sentándose de nuevo. Yo vine antes para ayudar con cualquier toque final.
~
Dos hombres corrieron hacía el bar, jalando a Rose por sus bíceps. Uno tenía un #5 tatuado en su frente y con una barba y con inicios de una barba de chivo.
–¡Rose, Rose, Rose, Rose! Te necesitamos. Están sacando la mierda a Jesse en Sabacc, ¡y tú eres el estratega! Si perdemos contra la 212 de nuevo vamos a tener que hacer letrinas para el Comandante Mariscal-
Los soldados pasaron por un breve segundo, finalmente notando tu presencia.
–En otro momento, te animaría a que acuestes con alguien.–dijo el soldado con el tatuaje, jalando la muñeca de Rose de nuevo.–Pero esto es un tema de vida o muerte, vod.
–Jesse se está volviendo loco, Rose.–dijo el segundo soldado.–Disculpe, señorita.
Te sonrojaste a las implicaciones del soldado, y nuevamente, te encontraste abriendo tu boca para responder solo para que te interrumpen otra vez.
–Tal vez podríamos terminar nuestra conversación otro rato.–Rose dijo, parándose.–Fue un placer conocerte, T/N.
~
Miraste alrededor del salón de nuevo, envolviendo tus brazos alrededor tuyo.
–Oye.– Fives habló detrás de ti, sacándote de tus pensamientos. Te dio una pequeña sonrisa.–Él estaría orgulloso de ti, de todo esto. Le gustaría.
Asentaste, mirando hacía arriba a la letras azul neón arriba del bar: EL SALÓN ROSA.
–Espero.
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Aún resultaba increíble pensar que habían pasado seis meses desde la partida de Peggy, pero pese a lo que muchos pudieron pensar aquello le sirvió a Steve para poder darse cuenta de muchas cosas, entre ellas que pese a lo complejo que pudiera resultar amaba de forma incondicional a su pequeña Sammy, que aunque hubiera sido lindo en un momento Peggy y él nunca fueron el uno para el otro y que... ciertamente, era mejor no tener en la vida a alguien que no lo amaba a él o al pequeño angelito que lo miraba con absoluta atención. Quizás a futuro se reconciliaría con la idea de volver a hablar con ella si su hija deseaba conocerla, pero por ahora su rabia le recalcaban una y otra vez que mientras más lejos estuviera de ambos era mejor.
—Hey angelito —murmuró a su hija, inclinándose sobre la cuna para tomarla cuando esta soltó un sonido agudo de felicidad—, ¿adivina a dónde iremos hoy? Sí, donde los abuelos, por lo que tenemos que lucir presentables —afirmó cerca de su rostro, dejando un suave beso sobre su regordeta mejilla—. Aunque primero que todo debemos comer, luego ducharte y por último hacerte lucir como una princesa —y tras aquellas palabras la llevó consigo hasta la cocina, ocupándose de darle su desayuno y agradeciendo que esta vez no lanzó nada hacia sí misma o a él. Tras terminar todo y duchar a su hija volvió a la habitación, comenzando a buscar las cosas en su cómoda mientras pensaba en aquel detalle del que no se había dado cuenta hasta ahora y...
Era que Steve Rogers era un hipocrita (o algo así).
Siempre había estado en contra de los roles de género y la imposición de lo que se consideraba masculino y femenino, incluso no le había parecido correcto hacer una fiesta asociada a eso aunque era común para muchos pero, cuando tuvo a su hija por primera vez en sus brazos y estuvo a su absoluto merced el cómo vestiría, no pudo caer en la tentación de comprar todas aquellas ropitas adorables llenas de rosa y colores pastel, incluso falditas o algunas prendas con adornos de encaje en los puños o en la zona del cuello.
Ante lo hermoso que estaba el día optó por un vestido rosa con estampado de fresas y unas sandalias blancas con pequeños adornos en ellas, sabiendo que luciría encantadora por lo que poco y nada le importarían las burlas de sus padres (o incluso la que recibía de algunos amigos) por lo mucho que había cambiado. Era un padre orgulloso, ¡arréstenlo por eso!
Una vez que vistió a su pequeña y se terminó de arreglar la observó en su pequeña sillita, golpeando sus palmas sobre la superficie y con una enorme sonrisa desdentada, sabiendo que no podía desperdiciar ese momento para tomarle una fotografía— Probablemente a futuro me odies por tomarte tantas fotografías incluso en tu pequeña tina, pero es mi labor de padre avergonzarte cuando seas adolescente como mi mamá lo hizo conmigo —bromeó a la menor, la cual respondió con algunos balbuceos sin sentido—. Sí, creo que tienes razón, es hora de irnos —concluyó para tomar el bolso con sus cosas y luego a ella, saliendo finalmente del apartamento.
#drabble ✧・゚: teacherxsingle father!#me vi en la necesidad de esto también porque weno#amo a Steve de papá
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Jueves, 3 de Diciembre de 2020; 20:44 p.m; Distrito 1789. Apartamento de Annastasia Poliatova alias Mignonette Dugès. ▌Annastasia's POV.
Desde la ventana el cielo se ve mucho más oscuro que de costumbre. Siempre me han gustado los días grises y lluviosos, me hacen sentir mejor; me recuerdan que el mundo también puede ser un verdadero desastre, estar hecho pedazos. Y más hoy. Hoy es mi cumpleaños o al menos eso dice mi partida de nacimiento. Veinticinco años. Aún soy joven o al menos eso lo que quiero hacerme creer a mí misma pero la realidad es que tengo un alma vieja y desamparada. En otras circunstancias, — con una vida normal — habría salido a celebrar este día tan especial con mis amigos. Es probable que alguno de ellos me hubiese organizado una fiesta sorpresa en algún garito de la ciudad, habrían llenado toda una mesa de regalos y alcohol y seguramente me habrían presentado a un chico guapo con el que poder culminar la noche de mi primer cuarto de siglo cumplido.
Estoy tan lejos de tener una vida normal.
Me he acercado al radiador, necesito un poco de calor en el cuerpo, los días comienzan a ser una vaga representación de Rusia. ¿Quién hubiera sido yo con una familia normal? ¿Habría acabado de la misma manera? Y antes de que pueda responder a mi propia pregunta el timbre está sonado. Miro en dirección al pasillo, ¿Quién podría ser? No suelo recibir visitas a no ser que sea algo importante. Natasha — la matrona — quizá. O Varick. También podría ser Motka. Necesito resolver la duda cuanto antes así que sin perder más tiempo me deslizo por el piso con las zapatillas de estar por casa y me aferro a la bata de seda alrededor de mi cuerpo. Igual esta es la razón por la que tengo tanto frío.
La persona tras la puerta insiste una vez más, estoy alerta, nunca se sabe lo que puede ocurrir a pesar de estar segura en el distrito. Con suma delicadeza y sigilo agarro el arma que se encuentra bajo la pequeña cómoda que adorna la entrada del apartamento. Tengo la puerta cerrada con el candado así que considerando que pudiera ser un peligro, tendría unos segundos antes de que la puerta cayese por la fuerza contraría. Sin más dilación tengo la mano en el pomo, abro con cuidado y miro a través del pequeño hueco que se forma entre el umbral y la madera.
Es Varick.
Me saluda reprimiendo una sonrisa. Vuelvo a cerrar la puerta y deshago el candado dejando el arma nuevamente en su sitio. Le dejo pasar al interior, trae una bolsa con él. Cierro la puerta justo cuando entra y por unas milésimas de segundo su cuerpo se roza con el mío.
— Feliz cumpleaños. — Su voz es neutra, está tanteando el terreno antes de proceder. Suelto un suspiro y paso primero de vuelta a la sala principal atravesando el pasillo.
— No me lo recuerdes, odio el día del mi cumpleaños.
Se está quitando la cazadora, los músculos de sus brazos se contraen unos segundos, después se relaja. Deja la prenda sobre el respaldo del sofá y toma asiento cómodamente, como si estuviera en su propia casa.
— No puede ser tan malo... Aunque no te queda demasiado para los treinta.
— Tú ya rozas los cuarenta, mejor no hables de edades.
La sonrisa que había reprimido a la entrada ahora sale pavoneándose de sus labios. Sabe que sigue teniendo un atractivo indiscutible.
— Toma, te he traído un regalo. — Tiende la bolsa que ha traído en el aire y tardo unos segundos en acercarme. La cojo y me siento en el sillón que está justo enfrente de él. No soy una persona que sonríe habitualmente pero esta vez tengo que hacerlo. Es una matrioska, unas muñecas rusas que simbolizan la fertilidad y la maternidad a partes iguales. Ahora le estoy mirando, él solo tiene una sonrisa triunfante en sus labios.
— ¿Qué se supone que estás intentando decirme con esto?
— Hace un par de años mencionaste que perdiste la que tenías. — Se encogió de hombros. — Pensé que te gustaría tener una nueva.
— Gracias.
— No tan rápido. Ábrela.
— Varick, si aquí dentro hay un anillo te aseguro que te lo meteré tan dentro del culo que te atragantarás con él. Y después te sacaré a patadas de mi casa.
Se ríe por mi ocurrencia, una risa que resuena hasta en el último rincón de la vivienda. Por supuesto que no creo que dentro hay un anillo pero prefiero cubrirme las espaldas. Me hace un gesto para que lo abra. Comienzo a hacerlo a mi ritmo, abriendo una, después otra y así hasta completar cuatro muñecas diferentes. La última es la que debe abrirse para revelar el misterio de Varick.
Le dedico una última mirada antes de abrir la muñeca. Vuelco el recipiente sobre la palma de la mano y un collar cae en ella. Dejo la bolsa sobre el sillón junto con las muñecas. Alzo el collar en el aire.
— Lágrima de la sirena. — Los cristales destacan rápidamente, sobre todo haciendo contacto con la luz que entra por la ventana desde la calle. Las cortinas aún están abiertas y la sala oscura. — Con cristal de Swarovski. “Estaré contigo para siempre” ese es el significado del cristal blanco. Al menos es lo que me han hecho saber.
No sé muy bien qué decir. Estoy vislumbrada con el colgante, con su detalle más bien. — Es precioso, Varick, gracias. ¿Me lo pones?
Asiente y se levanta, yo hago lo mismo. Me coloco de espaldas a él y le paso el collar antes de retirar el pelo que obstaculiza la acción. Pasa una de sus manos por delante de mis ojos y enseguida sus dedos están rozando la piel, en un rápido movimiento el cierre está en su sitio. La pieza luce con delicadeza sobre mi pecho, puedo verlo en el reflejo de la ventana a la perfección.
— Te queda muy bien. — Sus palabras me sacan de mi todavía asombro por el regalo. No estoy segura de sí quiere decir algo más con esto pero no seré yo quién saque el tema primero. Vuelve a tomar asiento frente a mí. — ¿Has sabido algo?
Me alegro un poco por el cambio de tema pero por otro lado sigo teniendo curiosidad. Cruzo las piernas y apoyó la espalda en el respaldo del sillón, las manos están en los reposabrazos. — No, aún no. Estoy esperando instrucciones aunque me encanta este pequeño descanso de la vista de Katya.
— ¿No te parece que esa rivalidad empieza a ser un poco absurda?
— ¿No te parece que no deberías opinar sobre ello? No te importa.
Mi humor cambia de repente. No me gusta por dónde comienza a ir la conversación y prefiero acabar con ella cuanto antes.
— Sí me importa. Una de las dos va a terminar bajo tierra por esta gilipollez. Os encanta poneros al límite.
— No me fio de ella.
Está a punto de hablar otra vez pero lo detengo antes de que pueda seguir hablando de Katya. No quiero hablar de ella. No me gusta hablar de ella. Me levanto y me acerco lentamente hasta él, apoyo una de las rodillas en el sofá y paso la otra por encima de su cuerpo. Ahora estoy sentada en su regazo. No está sorprendido, tampoco es la primera vez. Sus ojos se centran en el collar bailando sobre el pecho pero enseguida los sube a los míos.
— Pensé que esto había acabado. Lo dejaste claro. — Sus palabras no corresponden con sus actos porque sus manos están acariciando la piel desnuda de mis muslos.
— Es mi cumpleaños, Varick, puedo hacer una excepción.
[...]
• Personajes mencionados: Natasha Vólkova / Catriona Laforêt / La Matrona ( @flockofrussians ) • Varick Egorov / Senne Loockx • Motka Tchenkov / Eric Dugès • Katya Maksimova / Audrey Runyon.
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INDELEBLE(GF) 7
Resumen:Los Northwest se han mudado lejos de Gravity Fall a Miami Beach (Florida) tras el Raromagedón, pero no a todos los integrantes de la familia esta feliz con esta decisión. Después de 5 años de abandonar el pueblo, Pacifica decide regresar a sus raíces en busca de un poco de libertad y nuevos comienzos
.......................
Gravity Falls no me pertenece
Capítulo 1 | Capítulo 2 | Capítulo 3| Capítulo 4| Capítulo 5| Capítulo 6
Capítulo 7 “¿Alcohol y Rumores? Mala combinación
"Somos víctimas de nuestra cruel imaginación"
Había pasado una semana desde el problema del teléfono, para mi suerte había pasado sin problemas y Mabel no había intentado nada. Dipper y yo habíamos recuperado la confianza entre nosotros, aun así no me atrevía a beber del frasco que me había dado ese tal James hasta ahora. Estábamos limpiando el apartamento después de estar pintando, Dipper había salido para buscar algo que comer mientras recogemos y Mabel lo encontró en mi chaqueta. Me pregunto cómo es que lo ha encontrado sin registrar esta...
- ¿Qué es esto? - decía Mabel mirándome preocupada, yo me giré a verla sabiendo lo que se venía más o menos.
- Si es mío, déjalo donde estaba, en mi chaqueta- dijo enfatizando esta última, siguiendo recogiendo cosas. Entonces se acerco a mi me agarró del hombro con la mano libre mientras que con una cara preocupada me enseñaba el frasco.
- Paz dime qué es esto- me dice agitando el frasco ante mis ojos.- Sabes que puedes confiar en mí, si es droga te ayudare a superarlo aunque no se que tipo de drogadicto eres para meterte frasquito de lo que sea madre de mis sobrinos , lo haré.-
-¿Pero que estas diciendo? ¿Qué dices de drogas y sobrinos? Me confundes y eso no es droga. Así que dámelo- digo quitándole el frasco de las manos y apartandome de ella.
-Entonces si no es droga, ¿qué es? -
- No lo sé, solo me dio un vidente en un bar cuando el problema del móvil. Me dijo que con esto recordaría lo de la noche anterior y encontraría respuesta pero no estoy segura si tiene efectos secundarios- digo mirando el frasco que tenía entre manos.
-Eso es genial, deberías beberte lo-decía saltada emocionada dando palmas.
- Parece que no entiendes, si me bebo este frasco puede que no pase nada o ...-
- O descubras la verdad- dice Mabel terminado la frase por mi y mirándome con cara de tener razón.
-Pero no sabemos cómo me afecta, ¿me teletransportare? O ¿me desmayaré? No sabemos si me llevaría a la noche de la borrachera o puede encontrar equivocado y haberme dado veneno- suelto mirándola while paseo en círculos por el salón.
-Ya estas dudando-murmura Mabel en bajito pero logró escucharlo y la miró.
- No estoy dudando.-
-Si lo haces, estás dudando de beberte ese frasco al igual que dudas sobre los sentimientos de mi hermano. Tienes miedo a triunfar, chica- dice cruzándose de brazos y mirándome seriamente.
- No tengo miedo a triunfar y te lo demostraré- le digo sacando le el tapón al frasco y bebiéndome el contenido de dentro de un trago.
-Bueno ¿y ahora qué hacemos? -Pregunta Mabel mirándome, seguía parada donde estaba. No sentía nada, a lo mejor no ha funcionado.
- No lo se, tal vez tengamos que esperar ...- digo hasta que de pronto todo se vuelve oscuro y caigo en el suelo. Escuchaba la voz de Mabel a lo lejos llamándome hasta que dejo de escucharla y todo se vuelve silencioso.
No sabía donde me encontré, todo estaba oscuro al girarme donde estaba veo una luz, mi consejo personal sería no perseguir ninguna luz pero esta era extraña. No era la típica luz blanca que describe, esta parpadeaba colores diferentes y me acerque a esta. Cada paso que daba, se escuchaba música más cerca hasta encontrarme con algo que me sorprendió. Al parecer mi subconsciente me había traído al momento de la fiesta, las personas no podían verme pero yo si ya mi yo de ese momento.
[N: La letra en cursiva es Pacifica del presente narrando lo que ve y piensa]
Estábamos en la tienda del misterio, había gente que reconocí y gente nueva. Todos bailaban al son de la música mientras que otros estaban en las esquinas hablando, comiendo o haciendo lo que dios se que. Al ser "nueva" en el lugar, Dipper y Mabel decidieron acompañarme durante la noche para que no me perdiera mientras que hablaban con conocidos. La noche estaba pasando divertida, no había señales que me fuera a emborrachar en ningún momento, ¿entonces porque lo hice?
No fue hasta que mi yo de la fiesta se movió que la perseguí, Necesito ir al baño y me aparte de los chicos. De camino al baño veo que me paro y confusa hago lo mismo.
- Dios mio, ¿has visto como esta Dipper pines? Se ha puesto muy guapo, ojalá me invitará a bailar esta noche- escuchó decir a alguien, me asomo donde estaba asomada mi yo y lo vi. Dos chicas que no conocía estaban apoyadas sobre una pared al lado de la puerta del baño . La que había hablado llevaba una camiseta de tirantes negra con pantalones vaqueros cortos, llevaba un moño muy alto para mi gusto.
- La verdad es que nunca me han atraído los nerd pero con él haría una excepción- dice una de las chicas, esta vestía con un top blanco y una falda negra. Me recordaba un poco a mi cuando era joven por el maquillaje excesivo en su rostro.
-Si bueno, eso si no tiene novia. ¿Has visto la rubia a su lado? - comenta la del moño mirando a su amiga quien estaba viendo algo en su teléfono. ¿Estaban hablando de mí? Que fuerte.
-La he visto pero no deberías preocuparte, no tiene nada que hacer pero tal vez deberías preocuparte por una tal Rebeca, sale en algunas de sus fotos- decía mientras le enseñaba algo, seguro que su Instagram.
¿Dipper tenía novia? ¿Por qué no me había dicho nada Mabel? Eran cosas que mi otro y yo seguramente estábamos pensando por la cara que tenía en ese momento. Aun así proseguí escuchando para ver qué más tenían que decir estas "señoritas".
- Si bueno, ya sabes como son los chicos como él, cara de bueno para nada- dijo finalmente la chica para irse ambas por un pasillo y desaparecer. No me había imaginado que fuera esa clase de chico, osea estamos hablando de Dipper Pines, el chico nerd de los misterios que salvó a todo un pueblo del fin del mundo. A lo mejor durante todo este tiempo sin vernos había cambiado, teniendo en cuenta la convivencia pacífica entre criaturas y humanos en el pueblo, no tenía que preocuparse más y siguió con su vida. Convirtiéndose en un rompe corazones, dios mío, me suena extraño pensarlo siquiera.
Tras salir del cuarto de baño busque a los hermanos Pines, encontrándome únicamente con Dipper quien hablaba de forma animada con unos chicos algo mayores que nosotros.
- Hola- dije avisando de mi presencia entre el grupo masculino, Dipper que se encontró de espalda riéndose de algo, se dio la vuelta para verme.
- ¡Oh chicos! Dejame presentaros a Elise, vive temporalmente con Mabel y yo mientras busca algún sitio para quedarse- dice Dipper hacia los chicos, saludaron a mi otra yo .
-Hola Barbie, si necesitas una Ken yo soy tu hombre. Pd: Me llamo Nate- se presenta primero un chico moreno, alta estatura y cejas gruesas. Definitivamente no es mi tipo.
- Perdona maja, mi amigo es un poco idiota, me llamo Lee- comenta un chico rubio ceniza a su lado, era gracioso.
- Hola Elise, yo me llamo Thompson- se presenta otro chico más bajito, parecía tranquilo pero nervioso. Apuesto que no sabe como tratar con chicas.
Vaya banda se ha buscado Dipper pero quién era yo para decir.
- Encantada de conoceros chicos- hablo yo finalmente nerviosa. Que penosa me veo ...
-Y bueno Elise, cuéntanos sobre ti, ¿cuales son tus motivos para venir a Gravity Falls? ¿La aventura? ¿El dinero? ¿El amor, tal vez- dice Nate inclinándose hacia mí con voz "seductora".
- No creo que Elise le interese mucho el amor, Nate- habla Dipper mirando a su amigo en broma.
- ¿Por qué? ¿Te rompieron el corazón, rubia? - pregunta Lee apartando a su amigo de mi espacio y apoyándose en el.
- No es nada de eso. Lo que quería decir Dipper es que ...- hablo yo sin poder terminar la frase.
- Es una fugitiva- acaba Dipper por mí. Odio cuando hacen eso uffff.
- Curioso, ¿huiste de tu propia boda? ¿Él no era suficiente o te gustaba otra persona? - preguntaba Thompson mirándome con curiosidad.
-No es eso, me fui porque mis padres me quisieron comprometer con alguien como ellos- digo únicamente. Espero que no hayan más preguntas ...
- ¿Y como es eso? - dice Lee.
- Bueno mis padres son ...- intenté decir pero soy interrumpida de nuevo .
-Son unos burgueses adinerados que solo le importa más su felicidad que la de su propia hija- dice Dipper. Incrédula s de lo que acaba de decir mi otra yo y yo lo mir amos esperando a una disculpa. - No se porque me mirás así, es verdad. Tu lo dijiste- únicamente dice justificándose.
- Si lo dije pero ¿sabes cual es la diferencia entre tu y yo? Que son mis padres ya pesar que son unos idiotas, no tienes derecho a decirles así. Apenas nos conocemos y crees que tienes derecho a hablar por mí. No eres el chico que yo conocí Dipper Pines- dijo apuntándole con mi dedo contra el pecho mientras decía cada palabra, el grupo de amigos se encontraban callados mirando como le echaba la bronca a Dipper. ¡Bien hecho, Pacífica!
- Entonces, ¿como soy? - dice finalmente agarrandome de la muñeca, evitando que le golpeara de nuevo el pecho. Sus ojos estaban dilatados y por la cercanía pude oler su aliento a alcohol.
Eso explica la marca, pensaba que era de la pulsera.
-No importa, estás borracho. Me voy a buscar a Mabel- dijo soltandome de su amarre y alejándome de él. Claro que no iba a discutir con una persona en esas condiciones.
- Claro, busca a Mabel. Evita los problemas como haces con tu vida- dice Dipper lo suficiente alto como para que lo escuchara desde donde estaba.
¿Había dicho lo que creo que ha dicho? Entonces mi yo se gir a sobre sí misma yv uelve hacia donde estaba Dipper que había regresado a hablar con sus amigos. Entonces le tocó el hombro de nuevo, él se gira a verme y sin darle tiempo a decir nada le doy una chaqueteada que lo deja sorprendido. Se lo merecía.
- ¿Quieres saber qué pienso de tí? Pensaba antes de venir aquí que eras un chico gracioso, amable e inteligente pero en las últimas horas he descubierto que eres un tremendo idiota- digo mirándole con asco a la cara y corro fuera de su alcance. Esta noche se estaba yendo a la mierda.
Tras mucho caminar, veo a mi yo del pasado apoyada sobre el improvisado bar con un vaso en la mano. Mierda, ojalá estaba alguien cerca para pararlo pero estaba yo y el alcohol. Me acerque hacia ella y me senté en una silla vacía que esta ba a su lado. Me observe con detalle, tenía la cara de una persona a quien le había roto el corazón, bueno pues ya éramos dos.
No fue una buena idea haber venido a Gravity Falls o beber de la pócima que me había dado James, las cosas has cambiado para todos y ya no había hueco para mí.
Habían pasado minutos viéndome beber hasta que veo la figura de Stan acercarse a la barra, distraído con una faja de billetes. Estaba buscando algo tras la barra hasta que se da cuenta de mi persona y se acerca.
- ¡Oye chica! - me dice tocándome el hombre, mi yo borracha lo mira sacando su cara con maquillaje corrido de sus brazos y mira a Stan.- ¿No eres la amiga de Dipper? ¿Por qué estás aquí sola? - me dice mirando sobre mi hombro.
- No soy amiga de idiotas - dijo limpiándose las lágrimas mientras vaciaba m i vaso.
- ¿Un idiota? Ya veo, al final te distes cuenta - dice mientras sacaba una botella de whisky y sirvió en dos pequeños vaso y me daba uno.
- ¿Qué si me di cuenta? Por favor, no he hecho nada más en esta noche que ser un idiota- digo aceptando el vaso y bebiendo de una.- Aghh ... esto está muy fuerte.-
- Jajajaja Si lo está, pero dime qué ha hecho para que estés aquí bebiendo sola- dice el hombre bebiendo del suyo.
- Para empezar, es un inmaduro que se la tiene muy creída cuando está con sus amigos. Un bocazas metomentodo que cree que tiene la razón cuando no es verdad; un mujeriego y sin aguante para beber- dijo mientras extendía mi vasito para que me lo llenara de nuevo. Stan rellena nuestros vasos y deja la botella de lado para verme.
- No creo que Dipper sea así como has dicho, bueno lo que dices sobre beber es cierto pero él en verdad no es así cuando está sobrio- hace una pausa para beber de su vaso y lo deja sobre la mesa .- Te voy a contar una cosa de Dipper que muy poco saben. Cuando Dipper vino a visitarme por primera vez, era un chico muy nervioso e tímido. No tenía la actitud sociable de su hermana, siempre estaba ocupado leyendo novelas de misterio y siempre tenía mala suerte con las chicas.
- ¿Y que hizo que cambiara tanto? - pregunto curiosa.
- Bueno ... fue complicado. Creo que fue la ayuda de los amigos nuevos que hizo aquí lo que ayudaron a que Dipper confiará más en sí mismo y que se abriera más con las personas- dice sirviendo otro vaso de whisky.
- ¿Y con las chicas? -
- ¿Con las chicas? Es muy torpe con las palabras como para ser un mujeriego. ¿Por qué preguntas? - dice mirándome con una ceja alzada curioso.
-Por nada, he ido al baño y he escuchado a unas chicas diciendo que era eso- digo apoyándome sobre mis brazos.
-¿Y eso te preocupa? Si te calma un poco, Dipper aún sigue esperando a la chica especial y no es del que lo comprueba con todas- dice apoyando sus brazos.
- Aun así sigue siendo un idiota borracho- digo mientras me servía un poco del whisky que había dejado de lado Stan.
- Y tu si sigues bebiendo así ...-
- Creo que tengo más aguante que un Pines- digo mientras bebía de mi vasito y lo miraba.
-¿Más resistencia que un Pines? Estas equivocada, te lo voy a demostrar- decía mientras buscaba de nuevo debajo de una barra y sacaba una botella de vodka.
- ¿Vodka?-
- Lo mejor para una competición de shots, ¿así que dices? - pregunta desafiante.
-Vamos abuelo, demuéstrame lo que tienes- digo incorporándome en mi asiento, arreglándome el maquillaje de la cara y el vestido que llevaba.
Los acontecimientos posteriores a la partida me plantearon seriamente no volver a pasarme con la bebida, pues mi yo borracha era una enérgica fiestera y si no fuera por la charla de Stan hubiera terminado borracha llorando en una esquina de la sala.
Poco a poco el escenario de la fiesta se iba alejando, quedándome de nuevo sola en la oscuridad. Después de lo que había visto, ¿cómo debería actuar? Tal vez cuando salga de aquí, le cuente a Mabel sobre lo que he visto y ella me pueda aconsejar o ¿Candy?
De repente siento unas voces llamándome, una era de Mabel mientra que la otra era ¿Dipper? Mierda, me había desmayado, seguro que están preocupados. Con dificultad abro mis ojos, me encontré en la habitación de Mabel y en ambos lados estaban los hermanos Pines.
- Hola chicos, ¿qué pasa? - pregunto intentando levantarme pero me resulta débil, la influencia de la pócima se había llevado casi mi energía.
-No has preocupado mucho, Elise. Estábamos hablando y un segundo estabas en el suelo. Estaba muy asustada, pensaba que te habías muerto- dice Mabel abrazándome por los hombres con fuerza.
-¿En qué estabas pensando? Beberte un frasco de alguien que acabas de conocer- dice Dipper mirándome enfadado, yo le miro sorprendida y me giró a ver a Mabel.
-¿Se lo ha dicho? - pregunto.
-Tenía que decírselo, me había descubierto arrastrándote a mi habitación- decía nerviosa.
- Y menos mal que me lo ha dicho, si no te despertarás en el rió- habla Dipper sentándose en la cama y mirando me con una mirada cansada.- ¿Qué querías conseguir al beberte esa pócima? ¿Demostrarme que no puedes cuidarte sola? Porque lo haces.-
-No es eso, necesita recordar una cosa y ha salido bien. Así que no vengas de adulto aquí, Dipper. Yo puedo cuidarme sola- dijo levantando de la cama de Mabel.
- No debería que hacer de adulto si no tuviera que cuidar de mi hermana y de ahora tu- dice levantándose también de la cama.
- Pues nadie te lo ha pedido- digo mirándole, no estaba de humor para una pelea.
- Si no fuera por mi, tal vez hubieras acabado secuestrada o muerta por un psicópata o algo, lo menos que puedes hacer es no intentar matarte a ti misma o secuestrada- dice saliendo de la habitación con la última palabra pero no era mi estilo y lo persigo al pasillo.
- Eres un idiota- le grito antes de que entre a su puerta, el se gira a verme igual de enfadado.
- Y tu una inmadura- me grita de vuelta. Entonces le saco mi hermoso dedo del medio y él me devuelve el gesto mientras entra a su habitación. Yo me giro para ir al cuarto de baño y me encuentro a Mabel, quién había observado esto último.
-¿What? - pregunto mirando la, estaba apoyada en el marco de la puerta, con una cara rara.
- Nada, solo que me he dado cuenta que hay una tensión sexual cada vez que peleáis como una pareja de casados. Deberíais solucionarlo- dice con una sonrisa mientras me dejaba sola en el pasillo.
- No somos nada, Mabel- digo únicamente entrando al baño.
Espero que os haya gustado el capítulo, porque a mi si me ha gustado, al menos la última parte.
---
¿Vosotros creéis que Dipper y Pacifica necesitan solucionar esa tensión entre ellos? ¿O que se volverán a hablar al menos? Ponedme en comentarios lo que pensáis que puede pasar con ellos dos, yo ya lo se pero siempre es bueno estar abierto a sugerencias.
Ya puedes seguir la historia con el hashtag #Indeleblefanfic
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Hush, Hush - Capítulo 21
— ¿Qué quieres?—gruñó.
Reí, con toda la intención del mundo de hacerlo enojar. Y funcionó.
—Bien, la verdad es que no es tan difícil adivinar qué quiero. —le dije.
Se quedó en silencio un par de segundos, como si pensara en alguna forma de salir de este atolladero. Pero no se lo pondría fácil. No sería para nada fácil.
—Bien, en estos momentos está alimentándose en un restaurante que queda a las afueras de la ciudad. Si te das prisa podrás alcanzarlo en un par de minutos—dijo.
Bien, esta vez no caería en su juego. Era hora de que bailara al ritmo de mí música.
—No te he pedido que me digas dónde está, Barba. No todavía—le espeté. —Primero quiero que me hagas un juramento.
Soltó una maldición que débilmente logré escuchar.
—Bien, ¿Qué quieres que jure?
—No me trates como un jodido imbécil, Barba. El juramento me lo harás de rodillas, ante mí. Donde yo pueda verte—Gruñí—En el Bo. Ahora.
Y colgué.
Guardé el teléfono en el bolsillo trasero de mis pantalones, me coloqué una cazadora y salí de mi casa, con las llaves del Jeep en la mano. La moto no sería lo suficientemente rápida como para llegar en cuestión de pocos minutos. Tenía una jodida sonrisa en mi rostro, por saber que ahora podía ir un paso por delante de Chauncey, y un paso más cerca de matar al jodido imbécil que me estaba jugando sucio: Barba.
En el reproductor del coche sonaba 12 Through 15 de Mayday Parade. Y por extraño que pareciera (Y confuso), me recordaba a Nora.
---
Detuve el Jeep en uno de los espacios vacíos del estacionamiento, y bajé con toda la lentitud posible. Sabía que Barba me esperaba dentro, puesto que uno de sus matones esperaba afuera. Enarqué las cejas a modo de pregunta, y él sólo se limitó a abrirme la puerta. Vaya, que lame botas. Barba me esperaba en la mesa de billar al fondo, dónde el humo del cigarrillo no llegaba tanto.
—Bien, Patch, no tengo todo el día. Desembucha. —dijo, cuando estuve cerca.
Aplaudí.
—Eso, eso. Así me gusta. Directo al grano—le dije, observándolo meter la bola cinco. Le arranqué el palo de billar de las manos, y me posicioné para meter la bola ocho—Verás, estoy bastante cabreado por tu nota a Chauncey avisándole que iba a buscarle.
Su reacción me dijo que no contaba con que yo me enterara de eso.
—Sí, sí, lo sé. No esperabas que él fuera tan despistado como para dejar algo tan importante atravesado por allí—dije. Recorrí el espacio hasta ponerme en una posición cómoda para golpear la bola tres—El hecho es que ahora sé tú secreto. Y, como sé que eres buen colaborador, te vas a arrodillar, vas a cortar tu palma y me vas a jurar decirme toda y absolutamente toda la verdad sobre cada cosa que te pregunte. No titubearás, no intentarás darle doble sentido a las palabras, y definitivamente no buscarás alguna forma de burlar el juramento—le ordené.
Ya imaginaba que me aborrecía, pero lo que vi reflejado en sus ojos en este momento no era nada más que el odio puro y palpable. Él sabía tanto como yo que no había ninguna forma de desobedecer ese juramento, porque me había encargado de no dejar ningún cabo suelto. Todo estaba perfectamente controlado.
—Estoy esperando, Barba—dije.
Se cruzó de brazos.
— ¿Qué pasa si decido negarme? ¿Vas a llamar a los arcángeles sin ninguna prueba? —me retó.
Solté una carcajada.
—Mmm, ¿Pruebas? Déjame pensar… —me llevé las manos al mentón para darle un efecto más dramático— ¡Ah, sí! Tengo de mi lado a un ángel de la muerte que con una pequeña dosis de seducción hace todo lo que le pido—le espeté—Hay muchos más en el cielo que podrían comprobar lo que ella dice. Ya sabes todo ese rollo de los ángeles de la muerte… Lo saben casi todo. Y sí, voy a hablar. Así que te conviene hacer ese juramento. Rápido, que no tengo todo el jodido día—gruñí.
—No.
—Oh, bien—me encogí de hombros. Saqué mi teléfono del bolsillo y marqué un número. El único número de arcángel que aún poseía, pero era suficiente. Este arcángel por lo general estaba en la tierra, encargándose de que todo estuviera en orden. Sin embargo, sólo lo hice para que Barba creyera que iba en serio. Cuando llevé mi teléfono al oído, colgué.
— ¿Nazarach? —pregunté, fingiendo que del otro lado me había contestado alguien. Barba abrió los ojos de par en par. —Bien, tengo algo que contarte. Verás, estoy con Barba y…
Rápidamente sacó un cuchillo y se abrió la palma.
—Juro solemnemente darte toda la información que necesites, sin mentir, sin rodeos, sin buscar escapatoria. No pensaré si quiera en algo como ello. Lo juro. Lo juro. Lo juro—dijo, rápidamente.
—Oh, no es nada Nazch. Sigue con lo tuyo—guardé mi teléfono.
Estaba seguro de que en este preciso momento Barba estaba ideando unas quinientas posibles formas de matarme, quizás más. Me arrancó el palo de billar de las manos y se posicionó para continuar su juego. Mi teléfono sonó, y me sobresalté un poco.
— ¿Que pasa? —Dije, imaginando que sería Rixon.
—Soy yo—susurró su voz.
Parecía asustada.
— ¿Nora?
—Estoy en P-Portland. En la esquina de Hempshire y Nantucket. ¿Puedes recogerme? Es urgente—dijo. Le temblaba la voz.
Ni siquiera lo pensé.
Devolví el teléfono a su sitio y saqué las llaves del Jeep, con toda la intención de correr al Jeep lo más rápido que podía.
—Recuerda que debes matarla, Patch—dijo Barba antes de perderme de vista.
Aceleré el coche todo lo que podía, apagando el jodido reproductor porque si seguía sonando esa jodida canción iba a quemar el Jeep.
Un par de minutos y ya estaba bajándome del coche frente a Nora, que se encontraba acurrucada en el fondo de la cabina telefónica. Me quité la cazadora y traté de ponérsela con cuidado. ¿Qué carajos había pasado, maldita sea? Si alguien le había hecho daño…
—Vamos a llevarte al auto—le dije, levantándola. Ella rodeó mi cuello con sus brazos, y enterró su cara en el. Aunque no lo sentí, algo se removió dentro de mí.
Aquí estaban de nuevo esas ganas de ser humano. Quería sentir el calor de su cuerpo, saber qué tan suave era su piel. Imaginaba que sería la mejor sensación del mundo.
—Creo que me voy a enfermar—dijo. —Necesito mis píldoras de hierro.
Mierda.
—Shh—la calmé, sosteniéndola más fuerte contra mí. —Vas a estar bien. Estoy aquí ahora.
<<Y siempre>>
—Salgamos de aquí.
Un gesto de asentimiento.
—Tenemos que llegar a Vee —Dijo. —Ella está en una fiesta callejera.
Bueno, realmente me importaba muy poco lo que pasara con Vee, pero dado que era la mejor amiga de mí… de Nora…
Mientras conducía el Jeep por la esquina, escuche a Nora titiritar haciendo. Se veía realmente aterrada, y odiaba verla así.
— ¿Estabas en medio de un juego de billar? —Preguntó.
Pues… no, estaba haciendo jurar a un imbécil que no seguiría burlándose de mí. Ya, como si no estuviese ya lo suficientemente aterrada.
—Estaba ganando un apartamento—me limité a contestar.
— ¿Un apartamento?
—Uno de esos elegantes en el lago. Hubiera odiado el lugar. Esto es Highsmith. ¿Tienes una dirección? —pregunté, cambiando el tema. Nora podía ser demasiado lista.
—No puedo recordarlo—Dijo, sentándose más alto para tener una mejor visión por las ventanas. Todos los edificios parecían abandonados. No había ningún rastro de una fiesta.
— ¿Tienes tu celular? —Preguntó.
Saqué el Blackberry de mi bolsillo.
—La batería está baja. No sé si hará una llamada—le advertí.
Nora se quedó en silencio un momento mientras escribía.
Me quedé observándola por el rabillo del ojo todo el rato, admirándola.
<<Y nosotros estamos solos ahora
Con nada que se interponga en nuestro camino
Sin jurar que todo ha terminado
El amor es nuestro secreto
Que tarde o temprano saldrá a la luz. >>
Maldita canción, joder.
La pantalla del celular se puso negra.
—Muerto—dijo. — ¿Tienes el cargador?
—No conmigo.
—Vee está regresando a Coldwater. ¿Crees que podrías dejarme en su casa?
Minutos después estábamos en la carretera costera, conduciendo directamente a lo largo de un precipicio sobre el océano. Había estado en este camino antes, y cuando el sol salía, el agua era azulada grisácea con machas oscuras de verde donde el agua reflejaba las hojas de cedro. Era de noche, y el océano estaba tranquilo, como suave veneno negro.
— ¿Vas a decirme lo que paso? —Pregunté.
Ella dudó. Por sus ojos vi pasar miles de posibles respuestas, pero no quería darme ninguna, y eso me detuvo de entrar a su mente.
—Me perdí, y una indigente me acorraló—dijo—Ella me hizo entregarle mi abrigo. —Se limpió la nariz con su mano y sollozó. Odiaba escucharla sollozar, maldita sea—Se llevó mi gorra también.
— ¿Qué estabas haciendo por aquí afuera?
—Encontrarme con Vee en una fiesta.
Mis ojos se desviaron a sus labios, que se veían más suaves y delicados de lo normal. Otra vez algo se removió en mí interior, y dije que ya no podía seguir con esto. Estábamos a medio camino entre Portland y Coldwater, en un tramo de la carretera exuberante y despoblada, cuando le hice un truco mental a Nora para que creyera que salía humo del Jeep. Frené, fácilmente dirigiendo el Jeep a la orilla de la carretera.
—Espera—Dije. Levantando la capota del Jeep, desaparecí de la vista.
Un minuto sería suficiente para hacerla creer que estaba revisando qué sucedía. Luego de contar, dejé caer la capota en su lugar. Sacudí las manos en mis pantalones, y me acerqué a su ventana, gesticulando para que se bajara.
—Malas noticias—Dije. —Es el motor.
Casi me reí con la expresión de “no tengo ni la menor idea de lo que me estás hablando” de Nora. Arqueé una ceja.
—Que descanse en paz. —insinué.
— ¿No se moverá?
—No a menos que lo empujemos.
Sabía que tarde o temprano se ofrecería a empujarlo, así que tenía que evitar eso, a menos que también decidiera ponerle al Jeep el peso de un elefante.
— ¿Dónde está tu celular? —Pregunté.
—Lo perdí—respondió.
Sonreí abiertamente. ¿No tenía teléfono encima y el mío estaba muerto? Muchísimo mejor.
—Déjame adivinar: ¿En el bolsillo de tu chaqueta? La indigente realmente sacó provecho, ¿No?
Miré a mí alrededor, sabiendo que cerca se encontraba un motel de mala muerte.
—Dos opciones: Podemos terminar el paseo, o podemos caminar a la siguiente salida y encontrar un teléfono—ofrecí.
Salió, cerrando la puerta con fuerza detrás de ella. Pateó el neumático delantero del Jeep. Sabía que estaba usando el enojo para enmascarar el miedo por el que había estado pasando hoy. Tan pronto como estuviera completamente sola, estallaría a llorar, podía verlo. Y no quería eso.
—Creo que hay un motel en la próxima salida. Iré a lla-lla-llamar un ta-ta-taxi—dijo, sus dientes titiritando fuertemente. —T-t-tú espera aquí con el Jeep.
No sabía cómo Nora conocía el motel, y deduje que no quería saberlo, tampoco. Si ella ya había estado aquí con alguien, lo más seguro es que fuera a matarlo mientras ella llamaba el taxi.
—No voy a dejarte fuera de mi vista. Te ves un poco trastornada, Ángel. Iremos juntos—además, ese era el plan. Estar juntos.
También sopesé la idea de que matarla aquí era perfecto, una oportunidad como esta no se daría de nuevo. Y si se daba, ya no tendría ganas de matarla. De por sí, ahora mismo no estaba seguro de desearlo. Cruzando sus brazos, se puso frente a mí. En zapatos de tenis, sus ojos llegaron al nivel de mis hombros.
—No voy a ir a ninguna parte cerca de un motel contigo—dijo.
Sonreí.
— ¿Crees que nosotros dos y un motel apartado hacen una combinación peligrosa? —Casi escuché el “Sí, en realidad” emanar de su mente. Me recosté contra el Jeep. —Podemos sentarnos aquí y debatir esto—miré al cielo, dándole un efecto a mi nuevo truco mental—Pero esta tormenta está a punto de comenzar su segunda ventisca.
Y justo allí, comenzó a llover/granizar.
Me regaló su mirada más fría, luego soltó un suspiro de enfado.
Como de costumbre, salí ganando.
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10080 2/3
A veces, Baekhyun pensaba en seguir con su vida, pero su corazón no se lo permitía. Aún amaba a su gigante, a pesar del hecho de que cada noche iba a casa, a «su» tranquila finca, sólo para recostarse en una cama con un lado frío y desocupado al final. Extrañaba las noches en las que se quedaban despiertos susurrándose cosas. Extrañaba los juegos de mesa, los árboles y las películas. Lo único que le permitía llegar al final del día eran las fotografías de su álbum de bodas. Chanyeol estaba obligado a asistir a la fiesta anual de navidad de su compañía, para salvar las apariencias, y tuvo que declinar la oferta de Baekhyun de regresar a su hogar para las fiestas. Como siempre, Baekhyun le había dicho que comprendía y colgó rápidamente después de eso. La falta de argumentos y la actitud pacífica de Baekhyun le molestaban. Pensó que tal vez, si Baekhyun hubiera luchado un poco más por su tiempo, habría dicho que sí. Pero luego se recordó que no habría podido decir que sí. Estaba ocupado. Con una relación árida y fría como el clima, Chanyeol siguió adelante. Con un trago en mano y una sonrisa en el rostro, levantó la vista. Fue allí, en la fiesta anual de navidad, cuando conoció a Kyungsoo. Durante una de las épocas más complicadas en la semana de exámenes de Chanyeol, Baekhyun convenció al compañero de cuarto de éste, Kris, de dejarlo entrar a su habitación una mañana de examen, temprano. Dejó tres de los dulces favoritos de Chanyeol junto a sus libros de texto antes de ponerse en puntas de pie y colocarle gentilmente una nota adhesiva en la cabeza. Con una sonrisa, Baekhyun rió en voz baja antes de volver sobre sus pasos y abandonar en silencio la habitación. Cuando Chanyeol despertó treinta minutos más tarde con su alarma, lo primero que notó fue el papel pegado a su frente, previniendo que se frotara los ojos. Lo removió, entrecerró sus ojos y observó con detenimiento las letras. Cuando su vista se enfocó, notó que lo que estaba escrito no eran letras, sino ceros y unos. 01000010 01110101 01100101 01101110 01100001 00100000 01110011 01110101 01100101 01110010 01110100 01100101 00100000 01100011 01101111 01101110 00100000 01110100 01110101 01110011 00100000 01100101 01111000 01100001 01101101 01100101 01101110 01100101 01110011 00101100 00100000 01100111 01101001 01100111 01100001 01101110 01110100 01100101 00100001 Los ojos de Chanyeol se dirigieron hacia la parte de abajo del mensaje. 01010100 01100101 00100000 01100001 01101101 01101111 00100001 A pesar de haberse acabado de despertar, Chanyeol se tomó el tiempo de descifrar la nota. Mientras caminaba hacia su clase aquella mañana, rápida y eficientemente copió los números en su teléfono. Usando un traductor, leyó lo que Baekhyun le había escrito. ¡Buena suerte con tus exámenes, gigante! Finalmente, tradujo el mensaje más corto del final. ¡Te amo! La navidad pasó, y todo lo que hubo fue una tarjeta enviada por Baekhyun. Un regalo sencillo también. Baekhyun no había sabido qué enviar, así que le mandó tres dulces. Debió haberse sentido mal, y tal vez lo hizo, pero mientras el tiempo transcurría, crecía la atracción en la oficina. Lo que había comenzado como miradas inocentes, con el tiempo se convirtió en algo más físico, empezando cuando Kyungsoo tomó la iniciativa y fundió sus labios con los de Chanyeol. Y cuando Chanyeol posó a Kyungsoo en su cama, lo hizo con una voz dentro de su cabeza que le decía que el otro no pertenecía allí. La voz se mantuvo diciéndole que la cama era de él y de Baekhyun, pero nunca de Kyungsoo. A eso, Chanyeol le respondía a su conciencia razonando que Baekhyun ya no estaba allí, que estaban separados y necesitaba algo, algo que Kyungsoo podía darle y Baekhyun no. Antes de que Kyungsoo descendiera por el cuerpo de Chanyeol, tomó el anillo del dedo anular de su mano y lo quitó, tirándolo a un lado, al suelo, donde cayó silenciosamente. Fue bien entrada la primavera cuando Baekhyun sufrió un dolor. Empezó a notarlo cuando las migrañas que frecuentemente padecía no se iban. También se dio cuenta de que su cuerpo estaba más fatigado. Después de dos semanas intentando soportarlo con el uso de píldoras, cedió. No había mucho más en su mente sobre qué estaba mal con él excepto que pensaba que eran sólo migrañas que desaparecerían pronto, con una de las pastillas mágicas del doctor. Fue sin esperar nada y salió sintiendo el peso del mundo sobre sus hombros, y sobre su corazón también. Le dijeron que tenía programada una tomografía al día siguiente, y por primera vez, Baekhyun realmente no quería hacerlo solo. La primera persona que le vino a la mente fue Chanyeol, su esposo y su apoyo. Viajando rápidamente en subte, Baekhyun se dirigió al apartamento de Chanyeol, reprimiendo las lágrimas y tratando de mantener un semblante fuerte. Después se subió a un taxi, sólo para quedarse congelado cuando el taxista le preguntó la dirección. Se dio cuenta de que no la sabía. No estaba seguro. Intentó recordarla, pero no pudo acordarse de la dirección que había conocido antes como la palma de su mano. Nervioso y molesto, incapaz de explicar aquella repentina y temporal pérdida de memoria, Baekhyun descendió del vehículo y optó por correr, porque al contrario de la dirección, Baekhyun recordaba con memoria desteñida las calles y las esquinas donde sus viajes en el pasado habían doblado. Tenía la esperanza de que tal vez se reconciliaran y que tomaría una noche el compensar aquel año perdido tan descaradamente. Baekhyun había imaginado y esperado, pero mientras veía a Chanyeol salir de su apartamento tomado de la mano con otra persona y una sonrisa en sus rostros, se detuvo y los miró mientras todas esas esperanzas se derrumbaban. Y como el dolor que había estado sintiendo esas semanas, sus ojos se llenaron lentamente de lágrimas, antes de gotear hasta que Baekhyun no pudo soportarlo más. Con rodillas temblorosas y los ojos cegados, dio media vuelta y se fue en la dirección opuesta. Solo. A mitad de año, al comienzo del verano, Kyungsoo se sentó en la cama de Chanyeol, esperando a que saliera de la ducha. En su mano estaba la alianza de Chanyeol, la cual Kyungsoo giraba y giraba, inspeccionando cada aspecto y detalle. Pasó el tiempo suficiente como para que Kyungsoo se entretuviera cuando Chanyeol regresó al dormitorio. ―¿Qué haces ahí, Kyungsoo? ―preguntó con una diminuta sonrisa. Encogiéndose de hombros, Kyungsoo sostuvo su expresión de estoicismo. ―Sólo estaba pensando. De hecho, estuve pensando en esto desde hace ya un tiempo. Mientras se subía los pantalones y agarraba una camiseta, Chanyeol lo miró. ―¿En qué piensas? ―Cuando vio el anillo en sus manos, suspiró. ―Kyungsoo. ―Chanyeol, ¿por qué no te divorcias de él y ya? ―soltó. ―Kyungsoo, él es… ―Han estado separados por tanto tiempo ―dijo―. Su relación ya estaba más que muerta cuando te conocí. ¿Para qué alargas esto cuando ya ninguno de ustedes siente nada por el otro? ―No puedo simplemente ir y presentarle de pronto los papeles de divorcio ―respondió Chanyeol―. Necesita algo de aviso, al menos. ―Entonces dale aviso ―dijo Kyungsoo, cerrando el puño con el anillo―. De hecho, envíale a uno de esos abogados para que le dé los papeles. Eso es aviso suficiente, ¿no crees? ―Eso es… ―Chanyeol. ―Kyungsoo le echó una mirada. ―Es mejor terminar las cosas ahora, ¿sabes? Así podremos tener un comienzo nuevo tú y yo. Y luego podremos casarnos y ambos podrán seguir con sus vidas. Estás conmigo ahora, y enfrentémoslo, él probablemente tenga a alguien también. La garganta de Chanyeol se tensó con el pensamiento de Baekhyun teniendo a otro hombre. Era difícil imaginárselo, y tocó una fibra sensible en su interior. ―Kyungsoo… ―Te amo, Chanyeol, y sé que me amas también ―musitó Kyungsoo―. Así que hazlo, por favor. Por ti y por mí. Por él. Por todos nosotros. Las noches de los lunes, Baekhyun se escurría hacia el dormitorio de Chanyeol y trepaba a la cama con él. Chanyeol se movía, pero terminaba rodeando con un brazo a su pequeño novio, y Kris se despertaba a la mañana siguiente con otro compañero de cuarto. 0:00:01 Chanyeol se paró frente a la casa que alguna vez compartió con Baekhyun durante un corto periodo de tiempo. Recordaba las promesas que había hecho y los sueños y esperanzas que tenían, pero en ese momento, el pasado no era más que polvo para él, porque no había pensado en eso hace incontables meses. Hizo acopio de coraje, levantó una mano y golpeó la puerta. Esperaba que se abriera y Baekhyun fuera quien lo recibiera, pero tomó más de lo que esperaba y la persona que lo atendió no era su futuro exesposo. ―Hola. La joven mujer de rostro agradable que había abierto la puerta le sonrió. ―Hola. ―Tras una pequeña pausa, añadió―: Supongo que tú serás Chanyeol. Éste confirmó, asintiendo: ―Sí. ―Bueno, pasa ―dijo ella, haciéndose a un lado. Cuando Chanyeol estuvo adentro, cerró la puerta detrás de sí―. Soy Luna, por cierto. ―Un placer conocerte. ―Le tendió una mano. ―¡Gracias! ―respondió con alegría, estrechándosela―. Baekhyun debería bajar en cualquier momento. ―Luego, con una mirada más suavizada y triste, dijo: ―Te ha estado esperando. Le dolió un poco a Chanyeol oír las palabras, pero era la verdad y lo sabía. Había requerido un divorcio y estaba seguro de que Baekhyun había recibido el aviso hacía dos semanas. Por supuesto que iba a estar esperándolo. En todo caso, estar ahí parado en el vestíbulo lo ponía algo nervioso por cómo iría Baekhyun a reaccionar. Lo imaginó gritando y bramándole, derramando lágrimas con ojos sedientos de sangre. Pero esa imagen no duró. Cuando levantó la vista hacia la escalera, mientras Baekhyun hacía su entrada, Chanyeol captó la sonrisa que solía hacer que su corazón se detuviera, y aún lo hacía. Se quedó de pie en el recibidor, con el corazón afligido y detenido por Baekhyun. Se sacó de su estado y se aproximó lentamente. ―Hey. Baekhyun abrió los brazos, caminando hacia su esposo. Sin esperar siquiera a que Chanyeol hiciera el primer movimiento, lo abrazó, y lo soltó tras un tiempo apropiado. ―Hola, gigante. Los labios de Chanyeol se apretaron. Ya no quería que lo llamaran «gigante». Le traía demasiados recuerdos que lo desviaban de su propósito. ―Ya no me digas así, Baek. Con la boca ligeramente abierta, Baekhyun asintió, comprensivo. ―Lo siento ―dijo con una risa―. Olvidé que nos estamos divorciando. Claro. ―Palmeó a Chanyeol en la espalda, giró sobre sus talones y encorvó un dedo. ―Vamos a la sala, ¿sí? Luna, ¿puedes ir a prepararle a Chanyeol un té? Yo tomaré agua. ―¿Quieres limón, Baek? ―preguntó ella. ―No. Agua sola. ―De acuerdo ―dijo Luna, chasqueando su lengua y yendo hacia la cocina. Chanyeol la observó irse, preguntándose sobre la relación que tendría con Baekhyun. En su mente, las palabras de Kyungsoo reverberaron. Tal vez Baekhyun había encontrado a alguien tal como él encontró a Kyungsoo. Ambos conocieron gente con la que les convenía estar. Una vez sentados, Chanyeol escrutó el semblante de Baekhyun. ―Te ves un poco… cansado, Baek. ¿Estás durmiendo bien? Le tomó un momento, pero Baekhyun asintió con una sonrisa. ―He estado trabajando un poco duro últimamente. Eso es todo. ―De acuerdo… ―Chanyeol tomó aliento por un segundo antes de abrir su maletín. ―Como sabrás, he venido con cosas para que firmes. ―Por supuesto. ―No tomará mucho tiempo. ―Lo sé. ―Estoy tratando de hacer que esto sea lo menos doloroso posible para ti, Baek. Baekhyun rió suavemente. ―Siempre habrá dolor. Chanyeol miró a Baekhyun a los ojos. ―Lo siento… ―Estoy bien… Incapaz de soportar la atmósfera tensa, Chanyeol prosiguió. Tomó unos papeles y los deslizó por la mesa de café hacia Baekhyun, que estaba sentado frente a él. Notó que se movía un poco despacio, pero supuso que simplemente tendría miedo de enfrentar la realidad que aquellos papeles traían. Mientras Baekhyun los levantaba y les echaba una mirada, Chanyeol habló. ―Básicamente estás aceptando que ambos queremos esto. También significa que estás dispuesto a ir a las fechas de la corte y a las juntas donde discutiremos cómo dividiremos todo. Pero Baek, la casa… la casa se quedará contigo, eso te lo prometo. ―¿Me lo prometes? ―Sí. ―Me prometiste cosas en el altar, también ―dijo Baekhyun con un susurro bajo, como un fantasma―. Y aquí estamos. ―Sin querer que su esposo tuviera que pensar en ello, gesticuló con la mano y cambió de tema. ―¿Adónde tengo que firmar? ―Al final de la página ―dijo Chanyeol. Llevó una mano a su bolsillo―. ¿Necesitas un bolígrafo? ―Sí. Cuando sus dedos se rozaron entre sí al dárselo, notó la temperatura corporal de Baekhyun. ―¿Tienes frío? ―No, estoy bien. ―Pero usualmente tus manos no están frías. Están tibias. ―Me alegra que lo recuerdes. Un minuto pasó, y Chanyeol observó a Baekhyun sujetar el bolígrafo pero sin moverse. ―Baek… ―Hey, Chanyeol ―dijo Baekhyun animadamente, mirándolo con una sonrisa que hizo a Chanyeol sentir que estaba de vuelta en sus días de escuela―. ¿Puedo pedirte algo? Sabiendo por lo que estaba haciéndolo pasar, Chanyeol asintió. ―Claro, lo que quieras. Baekhyun mantuvo la mirada con dulzura antes de pedir: ―Por favor quédate esta semana conmigo. ―Baek… ―Chanyeol, por favor. ―No puedo. ―¿Por qué, Yeol? ―Por Kyungsoo. Baekhyun contuvo el aliento. Sabía sobre Kyungsoo. Sabía sobre el chico que respondía las llamadas por Chanyeol. Aun así, no pudo evitar sentir un golpe de dolor en el pecho. ―Sólo será por una semana… ―Una semana es demasiado tiempo. ―Hemos estado casados por casi cuatro años, Yeol ―dijo Baekhyun, con una sonrisa triste―. Una semana es todo lo que te pido, gigante. Chanyeol frunció los labios. ―¿Qué esperas que suceda en siete días? Si bien el silencio aumentó, había cierto tipo de calma en el aire. Baekhyun había apartado la mirada, pero cuando respondió la pregunta de Chanyeol, lucía solemne y honesto. La mirada cansada en sus ojos lo hizo ver inocentemente hermoso y tranquilo, y eso fue algo que Chanyeol no pudo evitar notar. ―No espero que suceda nada… ―respondió lentamente Baekhyun, entrelazando sus delicados dedos―. Por una semana, tan solo quiero que pretendas, Yeol ―continuó con una voz que amenazaba con quebrarse―. Quiero que me ames de la forma en que solías hacerlo… ―Baek… Sonriendo con rostro afligido, Baekhyun alzó una mano. ―Dije «que pretendas». Recuerda eso, gigante. ―Rió ligeramente. ―No tienes que enamorarte de mí. Ya sé que no me amas más. Solamente quiero que pretendas. No te pediré más. Esta será la última promesa que tengas que cumplir para mí… 1440 Se sentía extraño estar en la casa nuevamente, pero aún más lo era dormir en una habitación diferente de la que compartía con Baekhyun… o solía. Mientras yacía en su cama esa primera noche, Chanyeol contempló la situación. Sentía como si Dios hubiera decidido sonreírle allí y ahora, como si lo mereciera por hacer lo que estaba haciendo. Seguía sin gustarle saber que, tras meses sin casi nada de contacto, finalmente se había comunicado con Baekhyun sólo para darle la noticia de que quería un divorcio. Pero al final, en su mente, era inevitable. Ya no funcionaban juntos. Él había avanzado y Baekhyun también. Volteó su cabeza hacia la derecha y miró por la ventana. Al notar el cielo tachonado de estrellas brillantes, Chanyeol se preguntó qué otras cosas le impediría ver el vivir en la ciudad. Una de las preocupaciones de Chanyeol era la ropa; no había llevado nada porque no había planeado quedarse por más de unas pocas horas. Cuando le contó su dilema a Baekhyun, éste sonrió y le dijo que no se preocupara. Al llegar el anochecer, llevó a Chanyeol a una habitación de huéspedes cerca de lo que alguna vez había sido su habitación. Baekhyun se fue por un momento pero regresó un rato después con tres camisetas en sus brazos, mientras que Luna, que lo seguía de cerca, tenía mucha ropa más, incluyendo pijamas, shorts, bóxers y más remeras. ―No podía traerla toda yo solo ―explicó Baekhyun―. Es muy pesada para mí. Chanyeol miró entonces a la pequeña pila que Baekhyun y Luna habían llevado y depositado en su cama. ―No parece tan pesada. ―Pesa una tonelada para mí ―respondió Baekhyun en voz baja. Antes de que Baekhyun se fuera después que Luna, dándole las buenas noches, recitó una secuencia de números. Incapaz de comprender código binario, Chanyeol no le dio mucha importancia. Pero cuanto más tiempo permanecía solo en la habitación, más la curiosidad se apoderaba de él, y sus ojos se dirigieron de nuevo hasta la pila de ropa. Luego se movió en la cama, juntó todo y lo levantó. No era pesado. A pesar de las circunstancias de su situación y de los mensajes de texto furiosos que recibió de Kyungsoo la noche anterior, Chanyeol se despertó calmado y en paz. No sabía por qué. Tal vez porque no estaba en la ciudad y, por una vez, su sueño no se había visto inundado de ruidos de fondo de sirenas y autos. O tal vez era la casa en sí. Baekhyun no había descuidado ningún detalle a la hora de hacer que cada habitación de la casa fuera confortable y acogedora. Tomó una ducha rápida y se vistió con la ropa que Baekhyun le había prestado. No fue hasta verse en el espejo cuando vio su apariencia y notó algo: le había dado la ropa que él había dejado allí. La amargura se apoderó de él. No sabía si Baekhyun lo había hecho adrede, mas luego supuso Chanyeol que probablemente no. Había preguntas en su mente sobre por qué Baekhyun aún conservaba su ropa. Era vieja. No la había usado en años. Él la había dejado atrás. ¿Por qué no se había deshecho de ella? Cuanto más se miraba al espejo, más notaba Chanyeol que lucía como solía lucir antes. Era gracioso cómo unas pocas prendas viejas y nada de productos para el cabello lo habían hecho verse como era dos o tres años atrás. Pero se sentía de forma opuesta. No era gracioso. Era triste, y le quemaba algo en su interior. Tal vez sentía culpa. Chanyeol no sabía. Tan solo quería que los seis días restantes pasaran para poder volver a su hogar. Chanyeol estaba distante. No sabía cómo actuar, a pesar del hecho de que Baekhyun le había pedido que tan solo pretendiera. ¿Cómo actuaba uno para pretender? Era un ciclo que no tenía respuestas. El desayuno fue algo incómodo, pero Baekhyun se esforzó y le hizo sentir a Chanyeol como si necesitara esforzarse también. Luna había hecho café. Baekhyun le había pedido que el café de Chanyeol fuese negro. Luego, pidió leche con el suyo. Y cuando Chanyeol le dio una mirada, él sonrió y se encogió de hombros, avergonzado. ―Aún me acuerdo ―dijo. Luego abrió la boca, queriendo contarle a Chanyeol que cada tanto repasaba en su mente las cosas que le gustaban para no olvidarlas. Pero al final, la cerró y se escondió tras una sonrisa. ―Hay un árbol que no está muy lejos de aquí, Chanyeol ―dijo Baekhyun mientras Luna limpiaba y recogía su desayuno. ―¿Para qué quieres un árbol? Por un momento, Baekhyun miró con inexpresividad a Chanyeol, antes de verlo con ternura. ―Quiero tallar algo. En ese momento, algo hizo clic en la cabeza de Chanyeol. Recordó el viejo hobby de Baekhyun de escribir sus iniciales en la corteza de los árboles, diciendo que estarían allí para que todo el mundo las viera. Frunció el ceño. ―Baek… ―Vamos, Chanyeol. ―No hagas esto. Baekhyun perdió el equilibrio. Su sonrisa flaqueó visiblemente por una fracción de segundo. ―Solo estaremos pretendiendo, ¿recuerdas? La palabra clave era «pretender». Chanyeol no sabía por qué Baekhyun quería hacer algo tan cruel como pretender cuando ambos sabían que nada de lo que estaba pasando era en verdad real. Pudo ver cómo todo estaba hiriendo al pequeño de cabello castaño. Pero aun así, era sólo por una semana y era la única condición que Baekhyun le había puesto para firmar los papeles. Era lo menos que Chanyeol podía hacer así que, al final, asintió. ―Okay. En su corto tiempo allí, notó que Baekhyun hacía ciertas cosas con lentitud. A veces le tomaba un minuto procesar algo complejo, y cuando tenía que llevar a cabo una tarea que involucraba mucho trabajo, Luna estaba alrededor para hacerla por él. Chanyeol no podía entender todavía la relación entre Baekhyun y Luna. No sabía si era un ama de llaves, una sirvienta o una novia (aunque «novia» estaba fuera de discusión ya que sus interacciones se limitaban estrictamente a algo de hermano y hermana). Pero incluso aunque Chanyeol no pudiera delimitar lo que era, sabía que Luna era algo sobreprotectora con Baekhyun, fuera por la razón que fuera. Mientras caminaba por el vestíbulo, pudo escuchar las voces de Luna y Baekhyun a la vuelta. Con los oídos aguzados, Chanyeol no pudo evitar escuchar. ―¿Estás seguro de querer caminar tan lejos? ―Podía escuchar que decía la voz preocupada de Luna. ―He caminado hasta allí en muchas ocasiones. Estaré bien. ―Pero eso fue antes… ―Estaré bien. Tengo a Chanyeol. La conversación terminó allí. Al momento siguiente, vio a Baekhyun doblar la esquina y caminar hacia él. Detrás, Luna intentaba mantener una expresión alegre en el rostro, pero Chanyeol pudo notar su mirada de verdadera preocupación. Caminaron durante diez minutos por un sendero sólo para encontrar el árbol del cual Baekhyun estaba hablando cuando se salieron de su camino. Tras una buena cantidad de vegetación, Baekhyun apuntó hacia un árbol que parecía ser el rey de todos los que estaban a su alrededor. Chanyeol lo miró inspeccionar felizmente la base del árbol. Luego se sentó cuando Baekhyun empezó a trabajar en su pequeño proyecto. Al contemplarlo sintió algo cálido dentro de él, sólo con ver al hombrecito junto a aquel árbol gigantesco. Era una visión agradable, y por primera vez en mucho tiempo, Chanyeol se permitió bajar la guardia. Tras cinco minutos tratando de penetrar la dura madera, Baekhyun suspiró y se volteó hacia Chanyeol, tendiéndole su navaja. ―¿Puedes hacerlo por mí? Él parpadeó antes de ponerse de pie. Caminó y gentilmente le quitó el objeto afilado a Baekhyun. ―¿La madera es muy dura de cortar? ―Es sólo que estoy algo cansado. Chanyeol le echó un vistazo. ―¿Dormiste bien anoche? ―Hubo unos segundos de silencio antes de que Baekhyun respondiera un «sí…». ―Entonces, ¿por qué estás cansado? ―interrogó, volviendo a mirar hacia el árbol e inspeccionando el cuchillo. ―He estado enfermo por un tiempo… ―contestó Baekhyun. ―¿Fuiste a ver a algún doctor? ―Sí. ―¿Y? ―Dijeron que es sólo un resfriado ―respondió Baekhyun, apartando la mirada―. Que estaré bien… ―Sólo un resfriado, ¿eh? ―Sólo un resfriado. Chanyeol frunció sus labios y apuntó al árbol con el cuchillo. ―Bueno, ¿qué quieres que escriba? ―Binario. Chanyeol dio un resoplido, pero sonrió con amabilidad de todas formas. ―Siempre estás con el binario. ―A veces los números pueden decir cosas que los humanos jamás tendrían el coraje de poner en palabras ―dijo Baekhyun, devolviéndole la sonrisa―. Mientras que las palabras son confusas, los números son claros. Se pausaron por un segundo, antes de que Chanyeol se volviera a mover y Baekhyun lentamente le recitara la secuencia. Para cuando hubo terminado, había pasado ya una hora y media. Al final de cuentas, no fue tiempo desperdiciado. Hablaron sobre el pasado y los momentos que los hacían reír hasta que las lágrimas salían de sus ojos. Baekhyun rió por primera vez en mucho tiempo y pareció liberar algo en los oídos de Chanyeol, mientras aquel hermoso sonido los llenaba. Durante tanto tiempo Chanyeol había estado desprovisto de aquella risa que hacía que viera a Baekhyun como años atrás en el instituto. Y ahora, resonando de nuevo en su vida, Chanyeol se vio inundado con distintos tipos de emociones. No estaba seguro de cómo sentirse. Todo lo que sabía era que sentía una calidez dentro de su pecho y los latidos de su corazón volviendo a la vida. Y para cuando todo había sido hecho ya, caminaron juntos de vuelta a la casa al ritmo lento y vacilante de Baekhyun, dejando atrás un mensaje en el bosque que rezaba: 01000001 01110101 01101110 00100000 01100101 01110011 01110100 01101111 01111001 00100000 01100101 01101110 01100001 01101101 01101111 01110010 01100001 01100100 01101111 00100000 01100100 01100101 00100000 01110100 01101001 Y si Chanyeol hubiera sabido binario, habría visto lo que los números estaban tratando de decirle. Aún estoy enamorado de ti.
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Hola queridas
¿Cómo ha ido el fin de semana? Y, ¿cómo se plantea la semana? La nuestras de lo más ajetreada, como no podía ser de otro modo, vaya. Pero primero vamos al tema que nos ocupa, el post de esta semana. Post que, ahora sí que sí, nos hace tremendamente felices, porque ya podemos decir oficialmente que ¡queda inaugurada la temporada de festivales 2019!
Después del fracaso de Semana Santa, cogimos el Mallorca Live Fest con una ganas que no veáis, y bueno, os traemos una nueva edición de #mamademayorquieroserbloguera (blogueras mal a poder ser) en el que os vamos a contar todo lo que hemos hecho.
Vamos, que ¡arrancamos!
Bien, el Mallorca Live Festival se celebraba en Calvia (Mallorca, como es lógico, sino ¿a qué fin ese nombre de festival?) Pues bueno, por primera vez en nuestra corta existencia, nos tocaba coger un avión para llegar a festival, lo cual implicaba que perdimos nuestros divertidos viajes en coche cantando a voz en grito temazos. Aunque también nos ahorrábamos el fatídico viaje de vuelta cansadas y con resaca que nos quitan muchos años de vida.
Asi que nada, hace ya meses nos pillamos unos vuelos que nos salieron bastante baratos y que eran directos desde Zaragoza. Fetén.
El viernes a a las 17.00 en punto estábamos en el Aeropuerto de Zaragoza, maleta en mano llena de purpurina, colores flúor y bikinis, para irnos directas a la isla situada en medio del Mediterraneo. Como este año esta claro que estamos gafadas a mas no poder, todo tenia que empezar mal, y así fue. El vuelo se nos retrasó 2 horas y pico, y ya íbamos justas de tiempo para llegar al festival así que imaginaos.
Habia varios grupos que cogian ese vuelo con el mismo fin que el nuestro así que al poco rato ya estábamos con músiquita de fondo y cervezas. Si íbamos a llegar tarde, al menos que fuera borrachas. Después de acabar con todas las provisiones de cerveza de la tienda del aeropuerto (true story) el avión salió.
Mini siesta y nos plantamos en Palma en una hora escasa. Maravilla, si no fuera porque Vueling es una compañía de mierda (sin acritud, o con ella, nos da igual)
Una vez allí habíamos alquilado un coche ya que el festival no era el el propio Palma de Mallorca sino en Calvia, como hemos dicho antes. Coche y a buscar el piso que habíamos alquilado. Esta vez si que pudimos cantar, que parecía que nos habíamos quedado con ganicas. 25 minutos de autovia dieron para autenticas maravillas de videos vociferando como si nos fuera la vida en ellos al ritmo de Los Punsetes o Die Antwood.
Cuando por fin encontramos el dichoso piso, que nos costó lo nuestro, fuimos conscientes de que nos habíamos metido en el ojo del huracan. Nuestro apartamento estaba en pleno epicentro de ingleses borrachos, luces de colores y depravación por todas las esquinas o lo que es lo mismo, en Punta Ballena (Magaluf). ¿Sabéis cuando sale cada verano en las noticias que un idiota se ha tirado por el balcón y se ha matado? Pues eso siempre pasa en Punta Ballena, donde estábamos nosotras. Asi somos.
Tras esquivar ingleses ebrios y consiguiendo contra todo pronostico no atropellar a ninguno de ellos, llegamos a nuestro apartamento que, bueno, no estaba mal. Suficiente para dormir y poder bajar a la playa.
As always, chapa y pintura, y para el festival, que ya íbamos suficientemente tarde por culta del retraso del avión.
Con todo este jaleo, ya nos habíamos perdido tres de los conciertos que queríamos ver: La MODA, Vetusta Morla y La Pegatina. Una pena, pero no fue culpa nuestra. Y, además, está en nuestros genes perdernos siempre el primer concierto que queremos ver. Es inevitable. Y más si es La MODA, que nunca hay manera de que lleguemos. En fin.
Cuando nos hicimos con un taxi y conseguimos nuestras pulseras Cashless que ya teníamos cargadas desde Zaragoza (como nos gusta lo de no tener que llevar dinero y poder pagar con la pulsera recargable chico) entramos en un siantamen.
El recinto nos sorprendió. Ni para bien ni para mal. Simplemente no nos lo habíamos imaginado así, ninguna de las tres que íbamos (fantasma amarillo, fantasma colorao y fantasma rosa)
El festival tenia 4 escenarios. El principal llamado Inside by Melia. Un segundo escenario también bastante grande llamado escenario Estrella Damm al lado del principal, un tercer escenario pequeño en frente del principal (Fire B! Stage) y por último un mini escenario en la zona de comida donde había djs (de electrónica principalmente)
Respecto a la zona de comida y barras. Las barras estaban numeradas lo cual facilitaba encontrarse con amigos y conocidos porque eran fáciles de identificar. La cerveza era Estrella (creemos… nos la bebíamos igual) y sin mas y no había chupitos salvo de una cosa que quería imitar el Jagger (o eso decían aunque no se parecían ni en el color) y que estaba asquerosa y era carísima. Los precios pues bueno, como los de todos los festivales. Los vasos reciclables que, aunque sean un coñazo porque hay que llevarlos encima, protegen el medio ambiente y eso está de lujo.
La zona de comida estaba apartada de los escenarios lo suficiente para poder escuchar la música de fondo pero para poder hablar tranquilamente también. Había mucha variedad, más que en otros festivales que hemos estado y eso se agradece, y mucho.
Y venga, vamos al lio que no paramos de hablar de mierdas y lo único que queréis saber es los conciertos ¿verdad?
Pues nada, empezaremos por el viernes. Como ya os hemos contado antes, llegamos hipertarde por culpa de la mierda del vuelo. Tomamos la grandísima decisión de cenar previo al festival y así ir directas a por cerveza para los conciertos.
Por suerte, llegamos al concierto top de la noche, Two Door Cinema Club. Nos llegamos a perder ese concierto y prometemos que habrían rodado cabezas (las de alguno de Vueling, por supuesto)
Pero lo cierto es que fue llegar y besar el santo (como se dice en mi casa y seguro que en la de alguno más). A los 10 minutos de entrar en el recinto, con los baños localizados, un punto de encuentro asignado y las cervezas en nuestras manos (tres reglas básicas de cualquier festivalero que se precie), comenzó el concierto. El grupo irlandés no se ando con tontadas y empezó con su ultimo single “Talk” para continuar con otros dos pelotazos entre los que estaban una de nuestras canciones favoritas, I can’t talk. Lo cierto es que los conciertos de estos chicos se caracterizan siempre por ser una autentica bomba de relojería, con hitazo tras hitazo y sin parar de bailar. Montaron un buen espectáculo con las pantallas que llevaban tras de sí que les daba un rollo muy guay y con todo su repertorio de canciones más que conocidas. Fue un gran concierto, digno de un cabeza de cartel como dios manda.
El único fallo fue que tocaron What you know (pedazo de tema que bailamos como unas locas) pero no para terminar, sino que aun tocaron 3 canciones más. Es difícil que ninguna canción suene lo suficientemente bien y te haga tener un subidón tan grande como el que te produce ese tema, así que el final quedó un poco flojo. Pero bueno, en computo global fue un muy buen concierto.
Tras esto nos dedicamos a investigar el recinto que todavía no habíamos explorado como nos gusta hacer a nosotras. Además había que hacer tiempo y beber para esperar a ver a Laurent Garnier y a nuestra querida Ley Dj.
Durante la espera, pues claro, nos dimos a la cerveza y a algún chupito que otro… y a lo que nos dimos cuenta estábamos bailando al son de Dengue Dengue Dengue. Este duo de djs alemán pincharon en el mismo escenario en donde había tocado TDCC. No teníamos intención de ir a verlos, para que vamos a engañarnos pero se convirtieron en una grandísimo descubrimiento.
El hecho de que sean dos y vayan enmascarados ya nos gustó pero es que encima pinchan muy muy bien. Con bases de ritmos africanos de los más pegadizas y mezclando sobre ellas con un gusto exquisito, distintos tipos de temas, nos engancharon de principio a fin y bailamos como si nos fuera la vida en ella. Mis dieses.
Con el subidón, y mientras cambian el set para que comenzara Ley Dj, nos pasamos al escenario Estrella Damm a ver a Laurent Garnier.
Y bueno, no es nuestro rollo para nada, pero la gente lo estaba gozando muchísimo y estaba a reventar de público, así que evidentemente estaba haciendo una pedazo de sesión de la cual, la verdad, no podemos opinar porque no tenemos ni idea.
Y llegó la hora de nuestra querida Leti (Ley Dj) a la que teníamos unas ganas infinitas de volver a ver porque sabíamos que iba a ser festón asegurado. Y no defraudó. Fue una pedazo de sesión, de principio a fin, con unas mezclas al milímetro, una selección musical brutal y mucho mucho ritmo. Vaya una sesión como las que Ley sabe hacer. De lo mejorcito que tenemos ahora mismo en el panorama de djs indies, en serio.
Tanto ella como el público disfrutamos al máximo y nos habríamos quedado 3 horas más bailando lo que nos pusiera, pero a las 5 terminó su set y con todo el dolor de nuestro corazón, nos retiramos a casa (previo paso por un Kebab)
El sábado empezó relativamente pronto (teniendo en cuenta que el viernes nos echamos a las 6) Es lo que tiene alojarse en Magaluf, que desde las 10 de la mañana hay jaleo mires a donde mires. A las 11 ya no había forma de dormir con el ruido que había y la música a todo trapo que ponían los bares que nos rodeaban. Estos guiris están locos, de verdad. Puesto que lo de dormir se había convertido en misión imposible, nos dimos una ducha y nos lanzamos a la calle (sin hacer balconing ¿eh? por las escaleras como personas civilizadas que somos) y nos fuimos a la playa de Palmanova. Lo bueno (quiza lo único bueno que había) de Magaluf es que como todos los guiris están en los bares emborrachándose desde primera hora de la mañana, la playa está vacía y limpia como las playas mallorquinas.
Asi que hay nos quedamos, cual lagartijas felices y morenas.
Luego tocó comer y una más que merecida fiesta previo a nuestro ritual de chapa y pintura clásico.
Esta vez queríamos llegar pronto ya que el sábado había un autentico cartelazo desde primera hora. Y, por supuesto, no llegamos al primer concierto que queríamos ver, para no perder la costumbre que llevamos tanto tiempo arrastrando. Que las costumbres hay que matenerlas, ¡joe!
No en serio, nos perdimos muy a nuestro pesar a Ramon Mirabet… pero es que somos muy lentas y no hay manera de llegar puntuales.
Al final llegamos directas (rozando el larguero de hecho) al concierto de Viva Suecia.
¡Bua! Vaya concierto se marcaron el cuarteto murciano. Con un Rafa enorme, con una voz prodigiosa y comiéndose el escenario, fue un concierto de 10 de principio a fin. Temazos, ¿qué digo? ¡auténticos hitazos del inicie nacional!, tocados a las mil maravillas y un público entregado a ellos llevaron el ambiente a un punto de exaltación máxima cuando sonó el maravilloso Todo lo que importa. Brutal.
Tras esto, fuimos a ver el concierto de Second al segundo escenario (¡la casualidá!), que llevaba ya un ratito. Llegamos en pleno temas 2520 y la verdad es que nos defraudó un poquito, pero creemos que no fue por culpa de cuarteto también murciano, sino porque venir de oír la maravillosa voz de Rafa de Viva Suecia hace que ya cualquier voz te suene peor… Lo cierto es que tenían un publico entregado y que estamos seguras que en cualquier otra circunstancia nos habría encantado, pero no fue su momento (o el nuestro más bien) Así que una vez oidas las tres canciones que más nos gustaban, decidimos que era buen momento para irnos a cenar.
Aun tuvimos que hacer algo de fila, pero nos sorprendió la variedad de puestos de comida que había con bastante calidad todos, aunque un pelin caros.
Cenamos tranquilamente con Second de fondo como banda sonora, recargamos nuestros vasos con cerveza fría (sí, vasos recargables, que hay que ser respetuosos con el medio ambiente), descansamos un poquito las piernas y vaciamos nuestras vejigas. Ya como nuevas nos dirigimos a ver al cabeza de cartel por excelencia y al que muchos habían ido a ver en exclusiva, Jamiroquai.
Abarrotado es poco, era imposible moverse por cerca del escenario principal cuando empezaron a sonar los primeros acordes. Casi 16000 personas congregadas para ver al conocidísimos grupo ingles liderado por Jay Kay y su llamativo gorro de luces. Un concierto que fue de menos a más, con un Jay que ya se le notan los años y al que le costó un poco encontrar su flow habitual y descongelar su cadera al ritmo del electrofunk que les caracteriza. Aunque les costó conectar con su público al final a base de sus hits mas conocidos se fueron encontrando hasta llegar a la armonía que buscaban con canciones como "Cosmic girl" o "Canned heat”. Un buen concierto de un grupo que tuvo su auge hace ya unos cuantos años pero que fueron una autentica delicia para los más nostálgicos y amantes de los ritmos noventeros.
Mientras tanto, los más jóvenes se acercaron al escenario contiguo. La organización sabia que Jamiroquai era un valor seguro, pero que a los menores de 25 no les iba a llamar la atención así que, con muy buen criterio, pusieron al mismo tiempo un concierto que sabían que si que les iba a gustar, el trapero Dellafuente.
Nosotras nos pasamos a verle un rato después de casi no poder ni respirar en el escenario principal, y fue una grandísima decisión. Mira que lo nuestro no es el trap, y no somos muy defensoras de este genero, pero las verdad es que el ritmo nos envolvió y nos encandiló nada más llegar. Habia un ambiente de festival y buen rollismo que enganchaba a cualquiera que pasara por allí y ya no le dejaba escapar. Bailes, manos arriba y mucho mucho salto. Sorprendentemente no sabíamos mas canciones de las que creíamos y nos lo pasamos francamente bien. Muy buen concierto y sobretodo muy buen planteamiento por parte de la organización.
Y ahora sí. Ahora vino el que fue para nosotras EL CONCIERTO. Nos moríamos de ganas de ver a Novedades Carminha en directo ya que estamos tremendamente enganchadas a sus temas y no nos fallaron. Solo por el hecho de que salieran al escenario con la canción de “Vas a alucinar” ya nos tenían a las tres metidas en el bolsillo. Lo cierto es que estos gallegos saben cómo hacer que sus canciones suenen a fiesta. Con su inigualable estilo de garage rock mezclado con un poquito de punk hacen de cada uno de sus conciertos una experiencia inolvidable. Vaya forma de baila, chico. Además aprovecharon que tenían a su amigo Dellafuente allí para cantar a canción que comparten (“Ya no te veo”) en directo para gozo y disfrute de todos y sobretodo, para que nosotras casi muriésemos de amor.
Chapeau por ellos, de principio a fin. Ni un pero. Estaríamos disfrutando de su concierto durante 3 días seguidos si nos lo propusieran. De hecho, grabamos varios videos y los hemos estado viendo en bucle recreándonos nosotras mismas, para ser sinceras.
Después de semejante subidón, ya no había quién nos parase. Así que con más cerveza en nuestro estomago y otra tanta en nuestros vasos, volvimos al escenario principal donde ya había empezado el concierto de The Vaccines. No iban de cabeza de cartel pero como si lo fueran, para que engañarnos. El grupo británico lleno e escenario principal a base de rock y buen hacer. A pesar de que el horario no era el mas propicio para ellos porque el respetable ya estaba algo cansado después de tanto conciertazo, prácticamente llenaron el primer escenarios y conectaron perfectamente con un publico que seguía con unas ganas infinitas de bailar. Buen concierto el que se marcaron, mejor que otras veces que los hemos visto, todo sea dicho.
Y por fin, llegó otro de los grupos que teníamos muchas ganas de ver: Fuel Fandango. El dúo de electrónica fusión vino a darlo todo. Con una Nita enorme, que lleno el escenario como muy pocos saben hacerlo, trasmitió toda su energía (que es mucha) a los que allí aguantamos. A pesar de que tuvieron todos los problemas técnicos del mundo, a nosotras nos flipó. Encajar una apuesta tan complicada como la que ellos hacen en un festival indie, es muy complicado, y la verdad es que se ganaron al público en un momentin. Nita lo tiene todo, saber estar, voz, flow y una banda que le sigue a las mil maravillas. Un autentico espectáculo en todos los sentido. BRAVO
Y para terminar la jornada, y con ello el festival. Era el turno de Dj Coco. Hitazos de indie, con algo de electronica, que nos mantuvieron a todos bailando hasta el final de la noche. Buenas mezclas y buena selección. Fetén.
Y tras semejante paliza de música, nos retiramos a nuestra casa, previo paso por un sitio de comer, claro.
Y nada, al día siguiente fue día de playa de nuevo, pero que total, no os vamos a contar porque no es nada interesante y ya os hemos dado suficiente la tabarra hoy.
En conclusión, un festival que nos ha sorprendido bastante, con un cartel con el que no estabamos muy seguras pero que ha tenido grandísimos descubrimientos y enormes conciertos de una calidad brutal. Y sobretodo, una isla que enamora, que vale la pena visitar y que hace del fin de semana una experiencia completa de lo mejorcito para empezar el verano.
Bueno queridas, que ha llegado tarde pero ha llegado. Nuestra vida actual no nos permite hacer las cosas antes. Lo sentimos.
Os queremos, aunque estemos un poco desaparecidas.
Gracias queridas.
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NAHOME 5
"En tus aspectos, veo el nudo apretado para Nahome. Habrá un evento impactante, espiritualmente inevitable, planeado y deseado. Puede ser que el efecto sea desgarrador pero, para Nahome, ¡significa felicidad!
En cuanto a ti, Aloe, reúne todas tus fuerzas y piensa en el camino de la niña, para que el dolor no te haga tambalear. Debes ser más dura, considerablemente más dura y más dura contigo misma, para evitar sufrir demasiado. Piénsalo cada vez que el dolor te golpea. ¡Ármate! "
Tal exhortación, estas palabras fueron grabadas en el alma de Aloe. Amon-Asro nunca le había hablado con tanta seriedad. Esto le preocupó mucho. Pero al mismo tiempo le entregó un tablón de salvación:
"¡Piensa en el camino de tu hija!
Y ella nunca dejaría ir este tablero.
Esta vez de nuevo, se fueron a casa. Amon-Asro había bajado a la orilla para despedirse. Algunas mujeres, Nanna era una de ellas, lo habían acompañado.
La alta estatura del sumo sacerdote fue tomada con un ligero temblor, y Nanna dijo: "¡Si tan solo pudiera seguirlos, Amon-Asro! ¡Me parece que sería mi deber! "
Él le dio una mirada clara y penetrante, como si esperara que tuviera el valor de tomar este paso decisivo. Luego se dio la vuelta y dijo: "¡Volvamos!"
Nahome parecía haber madurado durante varios años durante esta corta estadía en la isla de Isis, que coincidió con su séptimo cumpleaños.
Cuando Aloe recordó las primeras semanas de esta estadía, cuando Nahome estaba sentada en el jardín, volvió a pensar en las siguientes semanas en que ls niña escuchó lo que Amon-Asro le contó, los días que pasó en esta isla. Parecía largo y rico, y cada minuto lleno de hermosas y preciosas experiencias.
¡Tenía la impresión de que su hijs entendía y maduraba mucho más rápido que otros niños de la misma edad, mientras mantenía su naturaleza sincera y pura que la hacía tan atractiva!
A su regreso, Nahome miró a su alrededor con otros ojos. Todo parecía más pequeño, más oscuro, más denso y más pesado.
Sin embargo, ella sabía reconocer lo que era bellamente hermoso, y tenía un sentido del color y la forma. Deambulaba por las habitaciones de la casa paterna con gran interés y ya no estaba perdida en los sueños de su infancia que se alternaban entre el cielo y la tierra.
Parecía que los ayudantes luminosos que la guiaban con solicitud también eran diferentes y más serios. Ella ya no los veía. Ella se hizo consciente en el plano terrenal. Ella se rindió a estas impresiones con toda la alegría de la vida que era suya. Los hermosos días vividos en la isla no fueron olvidados, pero fueron parte del pasado. Nuevas cosas lo esperaban en el presente.
Era diferente para su madre. Una vez más, las voces y los sonidos de su país, el rugido del gran río, los olores y sonidos que flotaban en el aire caliente y húmedo afectaron su sensibilidad. Muchos recuerdos trágicos y muchos recuerdos hermosos estaban relacionados con él. Los pensamientos de aquellos que habían desaparecido hacía mucho tiempo todavía flotaban en las habitaciones. Una vez más, a Aloe le pareció que su sangre estaba circulando más lentamente; Algo oprimía su pecho.
"Piensa en el camino de tu hija ..." Escuchó la voz de Amon-Asro, y se recompuso. Tomó una mirada alegre y trató de escuchar la charla franca de Nahome para que pudiera responder cualquier pregunta que le hiciera con curiosidad.
Ambos estaban frente a la pequeña ventana de una de las habitaciones. Abajo, frente a la puerta, los leones tallados en piedra eran como guardias en el sol ardiente. Fue un calor abrumador y solo escuchamos el pesado paso de los nubios. Lo más bello aquí eran las noches, cuando las flores del cáliz rojo exhalaban desde los jardines su aroma embriagador y sus formas nebulosas parecían elevarse desde el Nilo hasta el atardecer. En ese momento, ya no pensábamos en los siniestros cocodrilos de ojos verdes, siempre vigilantes, que a veces emergían del agua, con la boca abierta.
Temprano en la mañana, cuando la luz de la luna desapareció y los sonidos del día volvieron, el aire fresco del río se elevó en esta habitación, dejando una agradable frescura para las horas calurosas del día.
Las paredes decoradas con oro deslumbraban con la blancura. Estaban cubiertas con graciosos dibujos en bronce. Las columnas en esta sala se asemejaban a los tallos altos y delgados del loto, y sus capiteles estaban adornados con tallas de grandes hojas de loto. Aquí predominan los colores azul, rojo y dorado, que se extrajeron del suelo y se mezclaron.
Un friso dorado, pintado con delicadeza y placas de apoyo con incrustaciones de oro, embelleció la pieza en particular. Representaba una sucesión ininterrumpida de pájaros en vuelo: los ibis sagrados. Sus alas extendidas casi tocaron y formaron una línea continua.
Nahome levantó una cortina de perlas y miró la galería con columnas que rodeaba un vasto patio. Las callejuelas que serpenteaban en la arena dorada y amarilla estaban hechas de pequeñas piedras de todos los colores y parecían una alfombra de piedras preciosas. Aquí también, el oro dominaba. Se dijo que bajo este viejo patio había un enorme tesoro. Los dibujos del suelo representaban flores y frutos, así como escenas de las vidas de quienes habían construido este palacio.
En la planta baja estaba la galería del templo, decorada con estatuas de oro y tallas de piedra de los reyes.
La madre y el niño caminaban por las diferentes habitaciones como si hubieran sido huéspedes. La frialdad de los tesoros que los rodeaban no los inspiraba. Nahome había tomado la mano de su madre, y ella la estaba sacando de un retrato a otro haciéndole preguntas. Quería saberlo todo, pero de repente, con los labios temblorosos, dijo sin transición:
"¿Siempre han estado tan muertos? Uno es malo, el otro inteligente, el tercero perezoso, el cuarto desviado, el quinto en la mira, ¡y todos son tan rígidos y fríos!
¿Y estos serían nuestros antepasados? ¿Habrían vivido? Ah! ya que me asusta! "
Pero pronto fueron olvidados; con un ligero encogimiento de hombros, ella ya estaba recurriendo a otra cosa.
Por una puerta ancha, esta sala daba al gran salón donde alguna vez se habían celebrado las fiestas y recepciones. Había columnas imponentes ricamente decoradas con esculturas casi gigantes de belleza natural y simple. Rejas finas de oro que se asemejaban a las telarañas rodeaban los altos pedestales de las columnas que sostenían la habitación a lo largo de toda su longitud.
La habitación todavía estaba vacía. Las sandalias que golpeaban el pavimento de piedra resonaban de una manera inquietante; este pavimento era liso y brillante como un espejo, y Nahome vio que su silueta, singularmente acortada, se reflejaba en ella.
"Mire, es como en los estanques, pero aquí no aparece ningún pez", dijo riéndose, e inmediatamente se asustó cuando escuchó el eco resonante de su risa que las columnas le enviaron de vuelta.
Casi se podía creer que los elefantes de los ornamentos participaron en su risa, pero su rigidez repentinamente preocupó a Nahome. "Vamos, vamos".
A través de un nuevo portal, llegaron a los jardines aromáticos que invitaban a la gente a relajarse. Cerca del Nilo, una larga fila de guardias nubios estaba en las grandes terrazas. Los muchos colores llamativos de sus cosas y armas lastiman sus ojos.
Estas gigantescas siluetas negras parecían demonios. Pero Nahome los conocía bien y no los temía, pues todos se regocijaban cuando la veían pasar. En cuanto a su madre, una intuición se hizo cada vez más clara en ella:
"Un día, estas personas no traerán nada bueno a Egipto. No descansarán hasta que dominen el país ". Oscuros presentimientos la invadieron nuevamente, pero la feliz voz de Nahome los disipó.
La tarde estaba cayendo, pesada y abrumadora. En su agitación, Aloé vagó por la terraza de sus apartamentos, que se unían a la habitación de Nahome y la habitación. Estaba esperando a su marido, que no regresaría hasta muy tarde.
Un viento cálido soplaba del desierto, trayendo en abundancia un polvo fino y caliente. En el jardín, las palmas crujían siniestramente, y el viento silbaba y gemía a través de las columnatas. El cielo se veía pálido en el azul de la tarde, porque el sol se había hundido detrás de oscuras nubes grises. El palacio blanquecino amarillo parecía vacío, solitario y no tranquilizador en la pesadez del crepúsculo de esa noche.
Aloé se sintió empujada a ir de una habitación a otra. No podía encontrar descanso, tan cansada como estaba.
"¡Sé vigilante, vigila!", Escuchó susurrar en ella como una advertencia. Creyó oír la voz de Amon-Asro.
Buscó el motivo de su preocupación y lo atribuyó a la tormenta que se avecinaba, así como al sofocante calor, pero en su interior se vio obligada a admitir que algo más era ser la causa Su respiración se hizo cada vez más dolorosa. Pensó en Nahome. Tal vez la niña la necesitaba? Todos los criados ya se habían acostado. Se acercó lentamente a la cama de la niña y se sentó en un asiento bajo. Nahome durmió tranquilamente.
Un brillo claro se cernió sobre ella, y este brillo llamó la atención de la princesa, de modo que la vio claramente; y una fuerza emanó de esa luz, casi derribándola. Cansada, cayendo del sueño, ella está
Le parecía que estaba sentada en un bote con Nahome y que la llevaban a un vasto mar cuyas olas estaban ligeramente agitadas. Un cisne blanco vino a su encuentro.
Los jardines celestiales se inundaron con una clara luz dorada. Las flores florecieron en tallos largos; eran como los lirios naranjas de sus jardines, pero blancos como si estuvieran bañados por la luz de la luna. Aloé sacó a su hija del bote y la puso en medio de la cama de flores.
Nahome, más alta y más madura, la miró con frialdad y como una extraña. La corriente de agua azul se ensanchó más y más entre ellos hasta que los jardines dorados desaparecieron de los ojos de Aloe ... estaba sola. Cuando abrió los ojos, vio a Nahome durmiendo profundamente. Ella saltó de repente, pálida de miedo! ¿Qué fue este ruido?
La gente gritaba y llamaba. Abajo, las armas o hachas golpeaban contra una de las puertas del jardín. ¿Fue Abheb? Llamas de fuego ardían sobre los árboles. Desde la puerta principal, el guardia hizo sonar la alarma: "¡Enemigos! "
" Horror! Oh horror Nahome, despierta! "
La niña estaba despierta de inmediato. Palida, temblorosa,las mujeres trajeron ropa apresuradamente pero, en esta confusión, no podíamos contar con las criadas. Aloe tenía que hacerse cargo de todo. Mientras tanto, el estruendo estaba creciendo.
"¡Abheb, Abheb!" Murmuró sus labios descoloridos.
Y ahora, como una antorcha encendida, en medio del horror del ataque que llevó los nervios al final, surge este pensamiento:
"¡Sé severa contigo misma, piensa en el camino de la niña! "
" Amon-Asro, sean dadas! Tú, los fieles, me recuerdas mi deber! "
Y ella se recompuso. Ella reunió todo lo que pudo, luego se dedicó por completo a la niña. Ella convocó al guardia.
"¿Qué es?", Preguntó con voz ronca.
"Un ataque desde el desierto, señora! Guerreros, gente astuta, e incluso soldados del faraón. Bandas de bandoleros! " Hubo un golpe terrible.
"¡Tiran piedras! ¡Oh dioses, ayúdenos, están asaltando! "Y él salió corriendo. "Abheb, ¿dónde estás? ¡Protege nuestra casa y a la niña! "
Su grito agudo hizo eco en el jardín. Nahome se refugió en las faldas de su madre, llorando. Abajo en el jardín, los hombres gritaron horriblemente y una fuerte risa se elevó hacia ella. ¡Ya estaban en el jardín! Afortunadamente, las puertas del palacio aún resistían. Una voz dominaba el estruendo. El guardia anunció:
"¡El maestro está aquí!"
Madre e hija se apresuraron a entrar en la galería. Tenía que subir las escaleras ahora.
"¡Padre! ¡Padre! "Imploró la voz de Nahome como una flauta lastimera. Nunca su voz había sonado así. El sonido vibró a través de las habitaciones y se perdió en el choque de armas. Las mujeres estaban arriba; Abajo, las hordas salvajes luchaban contra el príncipe Abheb y su pequeña tropa, que los había atacado desde atrás. Estos agonizantes minutos fueron infinitos.
"¡Tú, el Dispensador de la Luz, cuyo nombre no conozco, ayúdanos! "
En el mismo momento, Nahome gritó cuando su padre se derrumbó. Nahome, como muerta, estaba en los brazos de la princesa que, para sostener a la niña, debía olvidar su propio dolor y su terror. Ella la llevó a sus apartamentos.
Pasando sobre el cuerpo del príncipe muerto, los ladrones asaltaron la columnata superior. Un ala del palacio ya estaba ardiendo. Las paredes se volvieron negras, las majestuosas columnas decoradas con elefantes se tambalearon bajo el equipo de asalto. ¿Qué querían ellos? ¿Habían perdido la cabeza?
"¡Están buscando el tesoro!"
Thonny, la fiel y vieja sirviente, los había oído hablar de eso. No arriesgaba nada: ¿no era una esclava?
La luz se volvió pálida y gris. Los enemigos llegaron a la habitación donde estaban las mujeres. El egipcio, con el rostro de una fiera bestia que, haciendo una mueca, se presentaba como el líder, era horrible.
Era obvio que él ya había probado el vino en la bodega. Horroroso y bestial, puso sus ojos en Nahome. Aloe instintivamente cubrió a la niña con su propio cuerpo. Una calma gélida la invade:
"¡Sería lo peor para mi hija!" Ella pensó: "¡Más bien morir, pero juntas! ¡Llévanos juntas, Reina de la Luz! ¡Ven a buscarnos, no dejes a Nahome sola en esta Tierra, Elizabeth!
Seguirá....
http://mensajeros-de-la-luz.blogspot.com
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"La traducción del idioma francés al español puede restar fuerza y luz a las palabras en idioma alemán original ...pido disculpas por ello"
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Vendo Apartamento, Urb. Palma Real, 90 M2, Conjunto Residencial Plaza Guaica, 3 habitaciones, 2 baños, cocina semi empotrada, sala-comedor, lavandero, piso de cerámica, piscina, parque, sala de fiesta, aire acondicionado integral de 5 tonelada, conjunto cerrado, vigilancia privada. Ref. 14.000$; 0424-9128721 y 0412-8331536. #ventas #monagas #plazaguaica #maturin #inversion #abogada https://www.instagram.com/p/CabYnfGARtA/?igshid=NGJjMDIxMWI=
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Una historia de peleas callejeras (Coming For You - The Offspring)
En aquel entonces, si querías hacer las paces con tus amigos, tenías que jugar Street Fighter. Era un ritual, un código de honor. No importaba si te habían puesto un ojo morado o tenías el trasero entumecido a patadas. Si no jugabas dos rounds en una consola de alquiler, tu honor nunca sería restaurado.
El mío lo tenía por el piso. Recientemente a mi padre lo habían derrotado y estampado a puñetazos contra la puerta de mi casa. Mi madre lo vio, mi mejor amigo lo vio, un desaliñado poeta especialista en acrósticos enamorado de mi vieja lo vio. Yo también lo vi, pero hice de cuenta que no. El púgil autor de nuestra deshonra era un borracho antisocial tío mío que adquiría una fuerza enfermiza con dos tragos de whisky. Parecía mongólico pero no lo era, solo tenía problemas de ira; le decíamos Mr. Bean porque era engañosamente amigable, hablaba a empujones y tenía la misma sonrisa y el mismo peluquín, era un idiota simpático, pero con un par de gotas de alcohol en la sangre se convertía en un maldito Tyson psicópata.
Todo el mundo lo supo. Vivíamos en un conjunto de apartamentos demasiado cerca los unos de los otros como para saber cuándo a alguien le zurraban la cabeza. Al día siguiente mi amigo Álex, un capullo mucho más grande que yo, se rio del percance y lo lancé contra un jardín de hierbajos y palmas enanas. Él respondió con dos patadas que me sacaron el aire y por poco el corazón. Me encuelló con sus dos manos que hasta entonces no sabía lo grande que eran, unas manos de matón de esas películas de la guerra fría, y mientras a mí se me escurrían las lágrimas y pensaba en lo triste que había sido vivir apenas ocho años y ver a mi padre asustado como una liebre a punto de ser devorada por un chacal, un balón salió disparado de la nada y se estrelló contra la oreja derecha de mi rival. Fue como un temblor que nos recorrió a ambos. Su cabeza se movió violentamente hacia un lado a punto de ser desprendida y su cuello forcejeó para no dejársela arrebatar. Sentí su miedo y su dolor, y comprendí que si alguien te está matando lentamente y te mira a los ojos, entre los dos se establece una conexión tan fuerte, que víctima y victimario se vuelven uno solo.
Nos dejamos de hablar durante dos semanas. Por aquella época, 1996, mi pandilla y yo estábamos extasiados jugando el Super Street Fighter II para Super Nintendo. Era un juego de culto, subversivo, que nuestros padres no nos dejaban jugar por tratarse de una película violenta de peleas y porque no estaba en el menú de los juegos del Nintendo Family que sí incluía contenido para chicos de nuestra edad. En cambio, los hermanos mayores de diez y doce años no tenían problema. Se sabían todos los combos, las técnicas especiales y no te compartían sus secretos, sólo te daban la oportunidad de pelear contra ellos y de atisbar por el rabillo del ojo el movimiento de sus controles. Te podías llevar un golpe en la cara si te sorprendían mirando sus botones descaradamente. Así que no nos quedaba de otra que tranzar con alguno de ellos. A cambio de quinientos pesos te prestaban el casete por media hora, treinta minutos a partir de los cuales tenías que salir corriendo a una casa sin supervisión paterna, preferiblemente en horas de la tarde cuando los adultos estaban en sus oficinas, y entonces peleabas sin parar, apretando teclas azarosamente para descubrir algún golpe inédito y hacer sangrar el orgullo de tus enemigos.
Eran jornadas épicas. Nos juntábamos hasta diez peleadores en una misma casa y a veces solo nos daba tiempo de jugar a la mitad. El ganador no soltaba su mando y si se trataba del dueño de la consola, no lo haría ni aunque perdiera. De vez en cuando se colaba un niño nuevo, el primo de alguien que vino por un fin de semana, el compañerito del colegio que se la pasaba de gorra jugando prestado en las salas de arcade y que nos iluminaba a todos con su virtuosismo callejero. Era como un profeta: si contabas con la suerte de convencerlo, te podía enseñar la llamarada de Dhalsim, la patada mortal de Guile, el tifón mexicano de T.Hawk, la plancha aérea de Honda, el puño dragón de Ryu o cualquier movimiento inesperado de tu personaje favorito.
En una de esas me tocó pelear con Álex. No es que estuviera programado ni que lo deseáramos particularmente, solo sabíamos que era inevitable. Si te habías enemistado con alguien, no podías hacer más que confiar en el destino. Nadie se citaba ni se retaba públicamente o en secreto, la oportunidad de ganar la honra y recuperar la amistad llegaría sola como si el nintendo fuera una especie de esfinge o de oráculo mágico. Estábamos en la casa de Cuquita, el más pequeño de todos nosotros. Alex escogió al maestro Dhalsim y yo a Fei Long, mi personaje favorito, un pequeño artista marcial chino diseñado a imagen y semejanza de Bruce Lee. En contraste con Ryu, que hasta Street Fighter II era mi personaje favorito, Fei Long me parecía alguien con convicción, un tipo con ego, un filósofo de puños y patadas, un guerrero que se pavoneaba con estilo.
El primer round barrió conmigo. Haciendo uso de la tele transportación me asestó varios golpes sorpresivos y luego me fumigó con un par de llamaradas. Pero en el segundo round logré activar ese combo especial que algún animador se sacó de una película de artes marciales honkongnés y lo dejé aturdido, eso me dio tiempo de preparar una patada huracanada y mandarlo a volar.
–Eso no vale, estaba mareado–, me dijo con un tono de indignación.
– ¿Cómo que no vale? –le espeté. No era una regla, pero cuando alguien iba ganando por mucho y dejaba al otro aturdido tras una serie de golpes consecutivos, solía dejarlo recuperarse; era como una muestra de gallardía.– Está bien, te doy ventaja para el tercer round.
Quedaban 99 segundos para terminar la pelea y yo estaba acosado por una seguidilla de bolas de fuego y barredoras yoga; perdía la paciencia y no me salía ni el combo ni las patadas ni nada. Vi las enormes manos de mi amigo ahogar los botones grises y morados, torcer las crucetas y hacer chillar los muelles del control. Mi guerrero perdía la vida a manos de un niño que lo mismo podría levantar un hacha con una mano y partir un televisor a la mitad.
–Tu papá es un bacán –soltó como si nada y con los ojos clavados en la pantalla. –No entiendo por qué te da pena. A mi mamá y a mí nos hace reír mucho cuando viene de visita.
Entonces quise romper de una patada la consola, pero al mismo tiempo deseé con todo el corazón abrazar a mi amigo.
Veinticinco años después sigo pensando en eso y trato de recordar si gané o perdí aquel combate, si en ese momento me molestó lo que me dijo, si era una broma o no; si alguna vez me reí con mi padre de esa manera que los hijos de otros y las madres de mis amigos se reían con él. Desde luego, a partir de allí he tenido más peleas callejeras. En canchas de futbol, en puentes donde me he defendido de rateros, en parques contra dueños bravucones de perros rabiosos que intentaron apalear al mío, que dicho sea de paso es un príncipe. Sí, he peleado lo suficiente como para torcerme los dedos contra quijadas de acero y las costillas quincuagenarias de algún primate rancio durante un toque de metal. Pero en comparación con los amigos que hice durante esas tardes relámpago de Street Fighter, mis peleas no valen nada. Porque de esos combates sobrevive la certeza de que mientras los adultos que nos modelaron en su época hacían el ridículo partiéndose la mula puertas adentro, dizque para no ventilar los asuntos familiares, y no les importaba darse madrazos en casa, frente a sus mujeres, hijos y sobrinos, en las fiestas y después de ellas; mientras nuestros viejos, digo, dejaban los dientes en algún salón social durante el horario familiar, nosotros nos civilizábamos zanjando nuestros líos en un casino de Las Vegas, frente a una pagoda en Japón, entre colosales elefantes en la lejana India, en medio de una plaza de abarrotes en China, entre miembros de alguna fraternidad clandestina soviética, sobre una pista de aterrizaje de la armada americana o en un campamento indígena en México. Como niños, nos hacíamos el daño y el honor de prestarnos los controles y darnos en los riñones (muchos aún lo seguimos haciendo). Los conflictos, cuando se deba, tendrían que resolverse así: un par de piñazos, un apretón de manos y luego asado y cerveza. Un solo round es suficiente.
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¡El hecho de que Los Cristianos sea conocido por ser uno de los centros turísticos más tranquilos no significa que no esté pasando nada aquí! Palma, eventos, eventos culturales, eventos deportivos, agenda eventos, agenda cultural, exposiciones, ferias, congresos, espectáculos, desfile, festival, música, entretenimiento local Aquellos veraneantes que reserven su alquiler vacacional de apartamentos y villas en España aquí encontrarán una gran oferta de entretenimiento que es algo más sofisticada y relajada que en algunos de los complejos turísticos más ruidosos. Además de una buena selección de restaurantes tradicionales españoles, ingleses y chinos, hay muchos bares que atienden principalmente a parejas y grupos familiares. Puede encontrar muchos estilos diferentes de entretenimiento musical en los bares locales, que incluyen bandas en vivo, bandas de covers, jazz y salsa.
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Quince centímetros
Charles Bukowski Los primeros tres meses de mi matrimonio con Sara fueron aceptables, pero luego empezaron los problemas. Era una buena cocinera, y yo empecé a comer bien por primera vez en muchos años. Empecé a engordar. Y Sara empezó a hacer comentarios.
—Ay, Henry, pareces un pavo engordando para el Día de Acción de Gracias.
—Tienes razón, mujer, tienes razón —le decía yo.
Yo trabajaba de mozo en un almacén de piezas de automóvil y la paga apenas me rendía. Mis únicas alegrías eran comer, beber cerveza e irme a la cama con Sara. No era precisamente una vida majestuosa, pero uno ha de conformarse con lo que tiene. Sara era suficiente. Respiraba SEXO por todas partes. La había conocido en una fiesta de Navidad de los empleados del almacén. Trabajaba allí de secretaria. Me di cuenta de que ninguno se acercaba a ella en la fiesta y yo no podía entenderlo. Jamás había visto mujer tan guapa y además no parecía tonta. Sin embargo, tenía algo raro en la mirada. Te miraba fijamente como si entrara en ti y daba la impresión de no parpadear. Cuando se fue al lavabo me acerqué a Harry, el camionero.
—Oye Harry —le dije—. ¿Cómo es que nadie se acerca a Sara?
—Es que es bruja, hombre, una bruja de verdad. Ándate con cuidado.
—Vamos, Harry, las brujas no existen. Está demostrado. Las mujeres aquellas que quemaban en la hoguera antiguamente, era todo un error horrible, una crueldad. Las brujas no existen.
—Bueno, puede que quemaran a muchas mujeres por error, no voy a discutírtelo. Pero esta zorra es bruja, créeme.
—Lo único que necesita, Harry, es comprensión.
—Lo único que necesita —me dijo Harry— es una víctima.
—¿Cómo lo sabes?
—Hechos —dijo Harry—. Dos empleados de aquí. Manny, un vendedor, y Lincoln, un dependiente.
—¿Qué les pasó?
—Pues sencillamente que desaparecieron ante nuestros propios ojos, solo que muy lentamente… podías verles irse, desvanecerse…
—¿Qué quieres decir?
—No quiero hablar de eso. Me tomarías por loco.
Harry se fue. Luego salió Sara del baño de señoras. Estaba maravillosa.
—¿Qué te dijo Harry de mí? —me preguntó.
—¿Cómo sabes que estaba hablando con Harry?
—Lo sé —dijo ella.
—No me dijo mucho.
—Pues sea lo que sea, olvídalo. Son mentiras. Lo que pasa es que lo he rechazado y está celoso. Le gusta hablar mal de la gente.
—A mí no me importa la opinión de Harry —dije yo.
—Lo nuestro puede ir bien, Henry —dijo ella.
Vino conmigo a mi apartamento después de la fiesta y te aseguro que nunca había disfrutado tanto. No había mujer como aquella. Al cabo de un mes o así nos casamos. Ella dejó el trabajo inmediatamente, pero yo no dije nada porque estaba muy contento de tenerla. Sara se hacía su ropa, se peinaba y se cortaba el pelo ella misma. Era una mujer notable, muy notable. Pero como ya dije, hacia los tres meses empezó a hacer comentarios sobre mi peso. Al principio eran solo pequeñas observaciones amables, luego empezó a burlarse de mí. Una noche llegó a casa y me dijo:
—¡Quítate esa maldita ropa!
—¿Cómo dices, querida?
—Ya me oíste, so cabrón. ¡Desvístete!
No era la Sara que yo conocía. Había algo distinto. Me quité la ropa y las prendas interiores y las eché en el sofá. Me miró fijamente.
—¡Qué horror! —dijo—. ¡Qué montón de mierda!
—¿Cómo dices, querida?
—¡Digo que pareces una gran bañera llena de mierda!
—Pero querida, qué te pasa… ¿Estás en plan de bronca esta noche?
—¡Calla! ¡Toda esa mierda colgando por todas partes!
Tenía razón. Me había salido un michelín a cada lado, justo encima de las caderas. Luego cerró los puños y me atizó fuerte varias veces en cada michelín.
—¡Tenemos que machacar esa mierda! Romper los tejidos grasos, las células…
Me atizó otra vez, varias veces.
—¡Ay! ¡Que duele, querida!
—¡Bien! ¡Ahora, pégate tú mismo!
—¿Yo mismo?
—¡Sí, venga, condenado!
Me pegué varias veces, bastante fuerte. Cuando terminé los michelines aún seguían allí, aunque estaban de un rojo subido.
—Tenemos que conseguir eliminar esa mierda —me dijo.
Yo supuse que era amor y decidí cooperar…
Sara empezó a contarme las calorías. Me quitó los fritos, el pan y las papas, los aderezos de la ensalada, pero me dejó la cerveza. Tenía que demostrarle quién llevaba los pantalones en casa.
—No, de eso nada —dije—, la cerveza no la dejaré. ¡Te amo muchísimo, pero la cerveza no!
—Bueno, de acuerdo —dijo Sara—. Lo conseguiremos de todos modos.
—¿Qué conseguiremos?
—Quiero decir, que conseguiremos eliminar toda esa grasa, que tengas otra vez unas proporciones razonables.
-¿Y cuáles son las proporciones razonables? —pregunté.
—Ya lo verás.
Todas las noches, cuando volvía a casa, me hacía la misma pregunta.
—¿Te pegaste hoy en los lomos?
—¡Si, mierda, sí!
—¿Cuántas veces?
—Cuatrocientos puñetazos de cada lado, fuerte.
Iba por la calle atizándome puñetazos. La gente me miraba, pero al poco tiempo dejóde importarme porque sabía que estaba consiguiendo algo y ellos no…
La cosa funcionaba. Maravillosamente. Bajé de noventa kilos a setenta y ocho. Luego de setenta y ocho a setenta y cuatro. Me sentía diez años más joven. La gente me comentaba el buen aspecto que tenía. Todos menos Harry, el camionero. Solo porque estaba celoso, claro, porque no había conseguido nunca bajarle los pantis a Sara.
Una noche di en la báscula los setenta kilos.
—¿No crees que hemos bajado suficiente? —le dije a Sara—. ¡Mírame!
Los michelines habían desaparecido hacía mucho. Me colgaba el vientre. Tenía la cara chupada.
—Según los gráficos —dijo Sara—, aún no has alcanzado el tamaño ideal.
—Pero oye —le dije—, mido uno ochenta, ¿cuál es el peso ideal?
Y entonces Sara me contestó en un tono muy extraño:
—Yo no dije «peso ideal», dije «tamaño ideal». Estamos en la Nueva Era, la Era Atómica, la Era Espacial, y, sobre todo, la Era de la Superpoblación. Yo soy la Salvadora del Mundo. Tengo la solución a la Explosión Demográfica. Que otros se ocupen de la Contaminación. Lo básico es resolver el problema de la superpoblación; eso resolverá la Contaminación y muchas cosas más.
—¿Pero de qué demonios hablas? —pregunté, abriendo una botella de cerveza.
—No te preocupes —contestó—. Ya lo sabrás.
Empecé a notar entonces, en la báscula, que aunque aún seguía perdiendo peso parecía que no adelgazaba. Era raro. Y luego me di cuenta de que las perneras de los pantalones me arrastraban… y también empezaban a sobrarme las mangas de la camisa. Al coger el coche para ir al trabajo me di cuenta de que el volante parecía quedar más lejos. Tuve que adelantar un poco el asiento del coche.
Una noche me subí a la báscula. Sesenta kilos.
—Oye Sara, ven.
—Sí, querido…
—Hay algo que no entiendo.
—¿Qué?
—Parece que estoy encogiendo.
—¿Encogiendo?
—Sí, encogiendo.
—¡No seas tonto! ¡Eso es increíble! ¿Cómo puede encoger un hombre? ¿Acaso crees que tu dieta te encoge los huesos? Los huesos no se disuelven! La reducción de calorías solo reduce la grasa. ¡No seas imbécil! ¿Encogiendo? ¡Imposible!
Luego se echó a reír.
—De acuerdo —dije—. Ven aquí. Coge el lápiz. Voy a ponerme contra esta pared. Mi madre solía hacer esto cuando era pequeño y estaba creciendo. Ahora marca una raya ahí en la pared donde marca el lápiz colocado recto sobre mi cabeza.
—De acuerdo, tontín, de acuerdo —dijo ella
Trazó la raya. Al cabo de una semana pesaba cincuenta kilos. El proceso se aceleraba cada vez más.
—Ven aquí, Sara.
—Sí, niño bobo.
—Vamos, traza la raya.
Trazó la raya.
Me volví.
—Ahora mira, he perdido diez kilos y veinte centímetros en la última semana. ¡Estoy derritiéndome! Mido ya uno cincuenta y cinco. ¡Esto es la locura! ¡La locura! No aguanto más. Te he visto metiéndome las perneras de los pantalones y las mangas de las camisas a escondidas. No te saldrás con la tuya. Voy a empezar a comer otra vez. ¡Creo que eres una especie de bruja!
—Niño bobo…
Fue poco después cuando el jefe me llamó a la oficina. Me subí en la silla que había frente a su mesa.
—¿Henry Markson Jones II?
—Sí señor, dígame.
—¿Es usted Henry Markson Jones II?
—Claro señor.
—Bien, Jones, hemos estado observándolo cuidadosamente. Me temo que ya no sirve usted para este trabajo. Nos fastidia muchísimo tener que hacer esto… quiero decir, nos fastidia que esto acabe así, pero…
—Oiga, señor, yo siempre cumplo lo mejor que puedo.
—Lo conocemos, Jones, lo conocemos muy bien, pero ya no está usted en condiciones de hacer un trabajo de hombre.
Me echó. Por supuesto, yo sabía que me quedaba la paga del desempleo. Pero me pareció una mezquindad por su parte echarme así…
Me quedé en casa con Sara. Con lo cual, las cosas empeoraron: ella me alimentaba. Llegó un momento en que ya no podía abrir la puerta del refrigerador. Y luego me puso una cadenita de plata.
Pronto llegué a medir sesenta centímetros. Tenía que cagar en una bacinilla. Pero aún me daba mi cerveza, según lo prometido.
—Ay, mi muñequito —decía—. ¡Eres tan chiquitín y tan mono!
Hasta nuestra vida amorosa cesó. Todo se había achicado proporcionalmente. La montaba, pero al cabo de un rato me sacaba de allí y se echaba a reír.
—¡Bueno, ya lo intentaste, gatito mío!
—¡No soy una mascota, soy un hombre!
—¡Oh mi hombrecín, mi pequeño hombrecito!
Y me cogía y me besaba con sus labios rojos…
Sara me redujo a quince centímetros. Me llevaba a la tienda en el bolso. Yo podía mirar a la gente por los agujeritos de ventilación que ella había abierto en el bolso. Ahora bien, he de decir algo en su favor: aún me permitía beber cerveza. La bebía con un dedal. Un cuarto me duraba un mes. En los viejos tiempos, desaparecía en unos cuarenta y cinco minutos. Estaba resignado. Sabía que si quisiera me haría desaparecer del todo. Mejor quince centímetros que nada. Hasta una vida pequeña se estima mucho cuando está cerca el final de la vida. Así que entretenía a Sara. Qué otra cosa podía hacer. Ella me hacía ropita y zapatitos y me colocaba sobre la radio y ponía música y decía:
—¡Baila, pequeñín! ¡Baila, tontín mío, baila! ¡Baila, baila!
En fin, yo ya no podía siquiera recoger mi paga del desempleo, así que bailaba encima de la radio mientras ella batía palmas y reía.
Las arañas me aterraban y las moscas parecían águilas gigantes, y si me hubiese atrapado un gato me habría torturado como a un ratoncito. Pero aún seguía gustándome la vida. Bailaba, cantaba, bebía. Por muy pequeño que sea un hombre, siempre descubrirá que puede serlo más. Cuando me cagaba en la alfombra, Sara me daba una zurra. Colocaba trocitos de papel por el suelo y yo cagaba en ellos. Y cortaba pedacitos de aquel papel para limpiarme el culo. Raspaba como lija. Me salieron hemorroides. De noche no podía dormir. Tenía una gran sensación de inferioridad, me sentía atrapado. ¿Paranoia? Lo cierto es que cuando cantaba y bailaba y Sara me dejaba tomar cerveza me sentía bien. Por alguna razón, me mantenía en los quince centímetros justos. Ignoro cuál era la razón. Como casi todo lo demás, quedaba fuera de mi alcance.
Le hacía canciones a Sara y las llamaba así: Canciones para Sara:
sí, no soy más que un mosquito, no hay problema mientras no me ponga caliente, entonces no tengo dónde meterla, salvo en una maldita cabeza de alfiler.
Sara aplaudía y se reía.
si quieres ser almirante de la marina de la reina no tienes más que hacerte del servicio secreto, conseguir quince centímetros de altura y cuando la reina vaya a mear atisbar en su chorreante chochito…
Y Sara batía palmas y se reía. En fin, así eran las cosas. No podían ser de otro modo…
Pero una noche pasó algo muy desagradable. Estaba yo cantando y bailando y Sara en la cama, desnuda, batiendo palmas, bebiendo vino y riéndose. Era una excelente representación. Una de mis mejores representaciones. Pero, como siempre, la radio se calentó y empezó a quemarme los pies. Y llegó un momento en que no pude soportarlo.
—Por favor, querida —dije—, no puedo más. Bájame de aquí. Dame un poco de cerveza. Vino no. No sé como puedes beber ese vino tan malo. Dame un dedal de esa estupenda cerveza.
—Claro, queridito —dijo ella—. Lo has hecho muy bien esta noche. Si Manny y Lincoln lo hubiesen hecho tan bien como tú, estarían aquí ahora. Pero ellos no cantaban ni bailaban, no hacían más que llorar y cavilar. Y, peor aún, no querían aceptar el Acto Final.
—¿Y cuál es el Acto Final? —pregunté.
—Vamos, queridín, bébete la cerveza y descansa. Quiero que disfrutes mucho en el Acto Final. Eres mucho más listo que Manny y Lincoln, no hay duda. Creo que podremos conseguir la Culminación de los Opuestos.
—Sí, claro, cómo no —dije, bebiendo mi cerveza—. Llénalo otra vez. ¿Y qué es exactamente la Culminación de los Opuestos?
—Saborea la cerveza, monín, pronto lo sabrás.
Terminé mi cerveza y luego pasó aquella cosa repugnante, algo verdaderamente muy repugnante. Sara me cogió con dos dedos y me colocó allí, entre sus piernas; las tenía abiertas, pero solo un poquito. Y me vi ante un bosque de pelos. Me puse rígido, presintiendo lo que se aproximaba. Quedé embutido en oscuridad y hedor. Oí gemir a Sara. Luego Sara empezó a moverme despacio, muy despacio, hacia adelante y hacia atrás. Como dije, la peste era insoportable, y apenas podía respirar, pero en realidad había aire allí dentro… había varias bolsitas y capas de oxígeno. De vez en cuando, mi cabeza, la parte superior de mi cabeza, pegaba en El Hombre de la Barca y entonces Sara lanzaba un gemido superiluminado.
Y empezó a moverme más deprisa, más deprisa, cada vez más y empezó a arderme la piel, y me resultaba más difícil respirar; el hedor aumentaba. Oía sus jadeos. Pensé que cuanto antes acabase la cosa menos sufriría. Cada vez que me echaba hacia adelante arqueaba la espalda y el cuello, arremetía con todo mi cuerpo contra aquel gancho curvo, zarandeaba todo lo posible al Hombre de la Barca.
De pronto, me vi fuera de aquel terrible túnel. Sara me alzó hasta su cara.
—¡Vamos, condenado! ¡Vamos! —exigió.
Estaba totalmente borracha de vino y pasión. Me sentí embutido otra vez en el túnel. Me zarandeaba muy deprisa arriba y abajo. Y luego, de pronto, sorbí aire para aumentar de tamaño y luego concentré saliva en la boca y la escupí… una, dos veces, tres, cuatro, cinco, seis veces, luego paré… El hedor resultaba ya increíble, pero al fin me vi otra vez levantado en el aire. Sara me acercó a la lámpara de la mesita y empezó a besarme por la cabeza y por los hombros.
—¡Oh, querido mío! ¡Oh, mi linda pinguita! ¡Te amo! —me dijo.
Y me besó con aquellos horribles labios rojos y pintados. Vomité. Luego, agotada de aquel arrebato de vino y pasión, me colocó entre sus pechos. Descansé allí, oyendo los latidos de su corazón. Me había quitado la maldita correa, la cadena de plata, pero daba igual. No era más libre. Uno de sus gigantescos pechos había caído hacia un lado y parecía como si yo estuviese tumbado justo encima de su corazón: el corazón de la bruja. Si yo era la solución a la Explosión Demográfica, ¿por qué no me había utilizado ella como algo más que un objeto de diversión, un juguetito sexual? Me estiré allí, escuchando aquel corazón. Decidí que no había duda, que ella era una bruja. Y entonces alcé los ojos. ¿Saben lo que vi? Algo sorprendente. Arriba, en la pequeña hendidura que había debajo de la cabecera de la cama. Un alfiler de sombrero. Sí, un alfiler de sombrero, largo, con uno de esos chismes redondos de cristal púrpura al extremo. Subí entre sus pechos, escalé su cuello, llegué a su barbilla (no sin problemas), luego caminé quedamente a través de sus labios, y entonces ella se movió un poco y estuve a punto de caer y tuve que agarrarme a una de las ventanas de su nariz. Muy lentamente llegué hasta su ojo derecho (tenía la cabeza ligeramente inclinada hacia la izquierda) y luego conseguí subir hasta la frente, pasé la sien, y alcancé el pelo… me resultó muy difícil cruzarlo. Luego, me coloqué en posición segura y estiré el brazo… estiré y estiré hasta conseguir agarrar el alfiler. La bajada fue más rápida, pero más peligrosa. Varias veces estuve a punto de perder el equilibrio con aquel alfiler. Una caída hubiese sido fatal. Varias veces se me escapó la risa: era todo tan ridículo. El resultado de una fiesta para los chicos del almacén, Feliz Navidad.
Por fin llegué de nuevo a aquel pecho inmenso. Posé el alfiler y escuché otra vez. Procuré localizar el punto exacto de donde brotaba el rumor del corazón. Decidí que era un punto situado exactamente debajo de una pequeña mancha marrón, un lunar. Entonces, me incorporé. Cogí el alfiler con su cabeza de cristal color púrpura, tan bella a la luz de la lámpara, y pensé, ¿resultará? Yo medía quince centímetros y calculé que el alfiler mediría unos veintidós. El corazón parecía estar a menos de veintidós centímetros.
Alcé el alfiler y lo clavé. Justo debajo de la mancha marrón. Sara se agitó. Sostuve el alfiler. Estuvo a punto de tirarme al suelo… lo cual en relación a mi tamaño hubiese sido una altura de trescientos metros o más. Me habría matado. Seguía sujetando con firmeza el alfiler. De sus labios brotó un extraño sonido. Luego toda ella pareció estremecerse como si sintiese escalofríos. Me incorporé y le hundí los siete centímetros de alfiler que quedaban en el pecho hasta que la hermosa cabeza de cristal púrpura chocó con la piel. Entonces quedó inmóvil. Escuché. Oí el corazón, uno, dos, uno dos, uno dos, uno dos, uno… Se paró.
Y entonces, con mis manitas asesinas, me agarré a la sábana y me descolgué hasta el suelo. Medía quince centímetros y era un ser real y aterrado y hambriento. Encontré un agujero en una de las ventanas del dormitorio que daba al Este, me agarré a la rama de un matorral y descendí por ella al interior de este. Solo yo sabía que Sara estaba muerta, pero desde un punto de vista realista no significaba ninguna ventaja. Si quería sobrevivir, tenía que encontrar algo que comer. De todos modos, no podía evitar preguntarme qué decidirían los tribunales sobre mi caso. ¿Era culpable? Arranqué una hoja e intenté comerla. Inútil. Era intragable. Entonces vi que la señora del patio del sur sacaba un plato de comida de gato para su gato. Salí del matorral y me dirigí al plato, vigilando posibles movimientos, animales. Jamás había comido algo tan asqueroso, pero no tenía elección. Devoré cuanto pude… peor sabía la muerte. Luego volví al matorral y me encaramé en él. Allí estaba yo, quince centímetros de altura, la solución a la Explosión Demográfica, colgando de un matorral con la barriga llena de comida de gato.
No quiero aburrirlos con demasiados detalles de mis angustias cuando me vi perseguido por gatos y perros y ratas. Percibí que poco a poco mi tamaño aumentaba. Los vi llevarse de allí el cadáver de Sara. Entré y descubrí que era aún demasiado pequeño para abrir la puerta de la nevera. Un día el gato estuvo a punto de cazarme cuando le comía su almuerzo. Tuve que escapar.
Ya medía entonces entre veinte y veinticinco centímetros. Iba creciendo. Ya asustaba a las palomas. Cuando asustas a las palomas puedes estar seguro de que vas consiguiéndolo. Un día sencillamente corrí calle abajo, escondiéndome en las sombras de los edificios y debajo de los setos y así. Y corriendo y escondiéndome llegué al fin a la entrada de un supermercado y me metí debajo de un puesto de periódicos que hay junto a la entrada. Entonces vi que entraba una mujer muy grande y que se abría la puerta eléctrica y me colé detrás. Una de las dependientas que estaba en una caja registradora alzó los ojos cuando yo me colaba detrás de la mujer.
—¿Oiga, qué demonios es eso?
—¿Qué —preguntó una cliente.
—Me pareció ver algo —dijo la dependienta—, pero quizá no. Supongo que no.
Conseguí llegar al almacén sin que me vieran. Me escondí detrás de unas cajas de legumbres cocidas. Esa noche salí y me di un buen banquete. Ensalada de papas, pepinos, jamón con arroz y cerveza, mucha cerveza. Y seguí así, con la misma rutina. Me escondía en el almacén y de noche salía y hacía una fiesta. Pero estaba creciendo y cada vez me era más difícil esconderme. Me dediqué a observar al encargado que metía el dinero todas las noches en la caja fuerte. Era el último en irse. Conté las pausas mientras sacaba el dinero cada noche. Parecía ser: siete a la derecha, seis a la izquierda, cuatro a la derecha, seis a la izquierda, tres a la derecha: abierta. Todas las noches me acercaba a la caja fuerte y probaba. Tuve que hacer una especie de escalera con cajas vacías para llegar al disco. No había modo de abrir, pero seguí intentándolo. Todas las noches. Entretanto, mi crecimiento se aceleraba. Quizá midiese ya noventa centímetros. Había una pequeña sección de ropa y tenía que utilizar tallas cada vez mayores. El problema demográfico volvía. Al fin una noche se abrió la caja. Había veintitrés mil dólares en metálico. Tenía que llevármelos de noche, antes de que abrieran los bancos. Cogí la llave que utilizaba el encargado para salir sin que se disparase la señal de alarma. Luego enfilé calle abajo y alquilé una habitación por una semana en el Motel Sunset. Le dije a la encargada que trabajaba de enano en las películas. Solo pareció aburrirla.
—Nada de televisión ni de ruidos a partir de las diez. Es nuestra norma.
Cogió el dinero, me dio un recibo y cerró la puerta.
La llave decía habitación 103. Yo ni siquiera había visto la habitación. Las puertas decían noventa y ocho, noventa y nueve, cien, 101, y yo caminaba rumbo al Norte, hacia las colinas de Hollywood, hacia las montañas que había tras ellas. La gran luz dorada del Señor brillaba sobre mí, y yo crecía.
FIN.
Charles Bukowski
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