#acunara
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Me tomas entre tus brazos y es como si la luna me acunara en ella y meciera plácidamente con una canción de cuna de fondo.
Es que no hay nadie que me haga sentir así, en órbita, volando alto entre estrellas, la luna y que me lleve a pasear en los anillos de Saturno. En la inmensidad del firmamento, en el basto espacio de constelaciones.
Iremos a volar, nos subiremos a una estrella fugaz y nuestro deseo será que el amor prevalezca, que siempre haya besos y caricias.
Leregi Renga
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La oscuridad era su amiga, es la primera enseñanza que le dieron cuando sus poderes se manifestaron en una rabieta cuando tenía apenas cinco años, refunfuñando y desobedeciendo; escondiéndose en esas mismas sombras hasta que fue localizada por su padre y traía de nuevo a la luz. La oscuridad era una aliada y lo había visto, puesto que todas las semanas posteriores a haberse separado del resto de sus amigos y comenzar su travesía en búsqueda de los monjes de sombras que la entrenaron no hace mucho tiempo, solo la noche les ayudaba tanto a ella como a Eunho para camuflarse, esconderse y no perderse. La magia negra era más poderosa en ese momento, tanto la Shadow Walker como el nigromante, habían logrado sobrevivir de soldados de la luz y personas que les estaban persiguiendo por sus poderes. Pero Jisu deseaba más que nada, poder volver a ver la luz, que Taehwa le sacara de las sombras y le llevase de regreso a los brazos de su padre Ryeohee, que le acunara entre ellos y el dulce aroma a menta combinado con frutos del bosque, le durmiera. Pero eso no iba a pasar, no cuando la pesadilla se repita una y otra vez cada que cierra los ojos, como la tierra se abrió, grandes y esqueléticos brazos salieron del abismo y se tragaron a sus padres y tíos, desapareciendo frente a sus ojos y el lazo que los unía como familia se cortó. No podía sentirlos, no podía percibirlos más, estaban muertos.
Una lagrima escapa de la comisura de sus ojos y el cuerpo tendido de la muchacha se estremece en sueños, las costillas le duelen y está segura de que ha sido magullada por una pelea, una donde salió victoriosa si estaba viva pero no puede asegurar si su hermano estaba bien y completo. Su cuerpo no responde y reniega, gruñendo como lo hacen los de su clase e intenta concentrarse en otro de sus sentidos, el olfato. Siente la tenue esencia de eucalipto con ébano y puede respirar tranquila, Eunho está bien y estaba no hace mucho, ahí a su lado. No obstante, son otros aromas desconocidos los que le hacen enfocarse en el dulzor de las flores y las frutas, algunos aromas fuertes como antisépticos y pócimas alcoholizadas. Recuerda a su tío Taeim, quien curaba sus raspones con el solo soplido de su magia rosada y blanca, el mismo aroma del cuidado y la delicadez que estaba percibiendo ahora. Inspira más fuerte, llevándose un golpe directo a todos los sentidos gracias a la flor de iris y el dulzor exquisito del durazno, puede prácticamente saborear la fruta en su boca como si estuviese clavando los colmillos en ella, su cuerpo reacciona por fin y los parpados se abren para dejar entrever un par de pupilar rojizas, un impulso meramente salvaje del animal que habitaba en su interior, tal vez intentando lucir atemorizante, tal vez y simplemente, una reacción natural de un alfa hacia un omega de espectacular aroma. Está desconcertada, se nota en lo frenético de su vista tragándose cada cosa que ve, el lugar desconocido, una cama que no le pertenece, el sonido de personas y risas en el exterior hasta caer en la muchacha que estaba al costado de su lecho. El corazón le martilla ridículamente en el centro del pecho y no es por miedo, es por algo que no puede ponerle nombre y es entonces que el golpe de realidad vuelve a azotarle la mente cuando un oleaje del mismo aroma vuelve a calarle en la nariz. Recuerda a su enemigo, una espada encajada en su costillar, el grito de Eunho y el descontrol completo de su instinto abriendo un agujero negro en el piso, tragándose al soldado de luz para llevárselo a dios-sabe-donde, salvándolos. Jisu se desplomó en un paramo verde e iluminado por la luna, cayendo de rodillas alcanzando solo a levantar la vista cuando lo que parece una ninfa, un hada o una criatura mágica hermosa aparece en su campo de visión. El mismo aroma de durazno y flor de iris estrujándole el alma antes de caer en un profundo sueño, su cuerpo cayendo rendido cuando sintió que podía confiar en aquel extraño ente. - —Fuiste tu — -menciona, las cuerdas vocales apretadas y secas hacen que su voz salga grave y apenas audible por el desuso, ¿cuánto tiempo estuvo dormida? Jisu traga saliva, incomoda por la sensación, pero vuelve a hablar. - —Fuiste tu quien apareció ahí… ¿dónde está mi hermano? ¿está bien?
#* ⠀ 🍒 ⠀ ╱ ⠀ dialogue ⠀ 、 ⠀ ❪ ⠀ shin jisu ⠀ ❫#* ⠀ 🍒 ⠀ ╱ ⠀ dynamic ⠀ 、 ⠀ ❪ ⠀ jisu & ayame ⠀ ❫#* ⠀ 🧁 ⠀ ╱ ⠀ plot ⠀ 、 ⠀ ❪ ⠀ sing me a tale so beautiful that the stars will strain to hear ⠀ ❫#* ⠀ 🧁 ⠀ ╱ ⠀ verse ⠀ 、 ⠀ ❪ ⠀ when i’m walking into the darkness; i know you'll be right there; lighting up the flares ⠀ ❫#te dije que se me iba a ir la olla escribiendo(?)#pero esto es muy importante ok fdjkdsldsdsds ;;;;;#y tenía que ponerle el nombre del verse de ellas con la canción</3 porque era perfecta!!!! fdjkdsldsds#cualquier cosa o cambio me dices y lo hago asap uwu#s*
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Estoy solito en mi rancho,
me he quedado solo en casa.
Ladran los perros afuera
como si vieran fantasmas,
y alumbran mis pensamientos
candiles de luces malas.
Alones de pájaros negros
me ponen luto en las mangas,
y es tan grande el sufrimiento
que voy llevando en el alma
que no lo explican las cosas,
ni lo dicen las palabras.
dos años tenía apenas
el chiquitito de mi alma
y despertó una mañana
con los ojos encendidos
y el cuerpito echando llamas.
–Me muero mama– decía...
–Me muero tata– gritaba.
–Siento una sed de martirio,
tengo un fuego que me abraza.–
Besé al cachorro en la frente
y a la madre en la mirada,
y volé en mi caballo al pueblo
siete leguas de distancia,
siete puñales de punta
clavados en mi garganta,
y el grito de mi hijo adentro...
“Agua mama, agua tata”.
Le expliqué al doctor el caso.
Se acomodó en su butaca.
Me miró de arriba abajo
y me dijo: –Leoncio, ¡lo siento mucho!
Pero el camino que va a tu rancho es malo
y me va a estropear el auto.
Ahí comprendí yo, entonces
que la ciencia, no es tan ciencia
cuando no tiene conciencia.
¡Porque en esos mismos caminos
donde muchos médicos no andan,
cruza a galopes la muerte
y va y viene la desgracia!
Me ordenó que le comprara
al pasar por la botica
un frasco de limonada
y que trajese al enfermo
cuando la fiebre pasara.
Yo regresé a mi rancho
como regresaría todo padre
en iguales circunstancias:
El corazón en los labios
y la tristeza en el alma.
El médico no venía... el médico no venía
no porque fuera mala la senda que va a mi rancho
sino porque no tenía con qué pagarle a la ciencia
siete leguas, ¡siete leguas de distancia!
La fiebre, duró poquito,
se le cortó una mañana
entre un canto de zorzales
y el suave clarear del alba.
La madre abrazada al hijo,
mi hijo, la frente helada.
Y yo sin voz ni presencia
parado junto a la cama.
Poco después de enterrarlo
se empezó a turbar mi Juana,
Se la pasaba llorando
con las manos sobre el pecho
lo mismo que si acunara
a un niño recién dormido.
Y así se me fue la pobre,
así la tierra la guarda,
con los brazos sobre el pecho
acunando mi desgracia.
Estoy solito en mi rancho,
me he quedado solo en casa.
Ladran los perros afuera
como si vieran fantasmas.
Y alumbran mis pensamientos
candiles de luces malas.
Y afilo a la media noche
mi cuchillo, cabo de plata
la única plata del pobre
que no le sirve pa nada.
Y medito mi venganza.
Por eso le grito al mundo:
Que me perdone la ciencia,
no me culpen si mañana,
me dicen que soy bandido.
o un mal hombre sin entrañas.
Nací can y me hacen puma.
fui cordero y me ponen garras.
¡Dios! ¡Dios Todopoderoso!
Haz que despunte el alba
y arráncame de mi pecho
este grito, este grito que me mata:
—“Agua mama, agua... agua tata.
| Claudio Martínez Paiva.
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14 de junio del 2024 - 05.12am
[...] Me dió vergüenza mi autocompadecimiento y suspendí temporalmente la idea de rendirme. Aunque la verdad es que ya nada tiene sentido. Deberia escribirle a mi psicóloga y decirle que tengo ideaciones suicidas pero qué más da. El tiempo dirá.
23 de julio del 2024 - 06.33am
[...] Tengo la extraña y calmada sensación de que va a suceder lo que tenga que suceder. Como si de repente un Dios simple y divino se hubiera acordado de mi existencia y me acunara en la palma de su mano. Hace un mes pensaba que nunca volvería a sentirme así.
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Él no vendrá.
Él no vendrá.
Él no vendrá.
Él no vendrá.
Él no vendrá.
Él no vendrá.
Él no vendrá.
Él no vendrá.
Él no vendrá.
Él no vendrá.
Si me quisiera él viera a verme.
Él no vendrá.
Él no vendrá.
Él no vendrá.
Él no vendrá.
Él no vendrá.
Él no vendrá.
Él no vendr��.
Él no vendrá.
Él no vendrá.
Él no vendrá.
Si me quisiera estuviera aquí conmigo porque lo necesito.
Él no vendrá.
Él no vendrá
Él no vendrá.
Él no vendrá.
Él no vendrá.
Él no vendrá.
Él no vendrá.
Él no vendrá.
Él no vendrá.
Él no vendrá.
Si me quisiera viniera corriendo porque me escuchó llorar y sabe que estoy mal.
Él no vendrá.
Él no vendrá.
Él no vendrá.
Él no vendrá.
Él no vendrá.
Él no vendrá.
Él no vendrá.
Él no vendrá.
Él no vendrá.
Él no vendrá.
Si me quisiera, si en verdad me quisiera como el dice.. acunara mi rostro, me besaría y me abrazaría tan fuerte hasta que se me pase.
Él no vendrá.
Él no vendrá.
Él no vendrá.
Él no vendrá.
Él no vendrá.
Él no vendrá.
Él no vendrá.
Él no vendrá.
Él no vendrá.
Él no vendrá.
Y como supuse...
Él definitivamente nunca llegó rompiendome el alma en mil pedazos...
-ver-s-o-s
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Por un segundo la expresión de Han cambio a una de profundo cariño cuando Minho se puso en pie, mirándole con una pequeña sonrisa, su omega algo más calmado porque su alfa iba a encargarse de todo, y por eso verle salir de la habitación no le alarmó tanto como debería. Una vez solo se armó de valor para ponerse en pie y arrastrar el edredón de vuelta a la cama, buscando almohadas en el armario pero desagrado por el tacto de estas su mirada pasó por la habitación hacia la otra cama que estaba tan desecha como la suya propia y sin pensar porque a esas alturas ya no pensaba bien hizo un camino directo hacia esta, al principio cogiendo la almohada para tocarla, y dejar salir casi un ronroneo.
Era absurdo todas las fundas eran identicas pero esa por algún motivo le parecía más suave, más mullida, la estuvo apretando varias veces, por unos largos instantes antes de subirla y olerla y el olor le hizo jadear, olía a menta más que a cualquier otra cosa, de forma abrumadora y cuando quiso darse cuenta estaba enterrando la cara en la almohada, sus rodillas casi doblándose por la sensación y tuvo que balancearse apoyándose en el colchón, su mente pensando que esa cama era mucho mejor que la suya dejó la almohada bien colocada y se puso a pasar todo a dicha cama antes de quitarse s tirones los pantalones incómodos, frios y empapados con una sola idea en la cabeza, meterse en esa cama y eso hizo, enterrándose bajo el edredón y casi tapándose hasta la cabeza dejando que ese olor le rodeara y acunara, enterrando de nuevo la cara contra la almohada, gimiendo contra esta cuando al voltearse su erección quedó presionada contra el colchón. Acabó rodeando la almohada con los brazos dándole igual estarse sofocando con tal de seguir oliéndola empezando a mover sus caderas de forma errática para obtener un poco de fricción contra la cama, era absurdo pero estaba muy cerca de su primer orgasmo, tan, tan cerca, recordaba los besos de Minho y sus manos tocándole y sus gemidos ya no quedaban lo suficientemente ahogados por la tela que estaba mordiendo. No escuchó la puerta abrirse pero si la voz ajena y eso fue lo que le dio el último empujón hacia su orgasmo dejando salir un sonido estrangulado y algo escandaloso, apretando la almohada con fuerza, temblando sobre la cama.
" Minsung 003 "
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Hubo una vez un bebé sin nombre...
Le dijeron que se llamaba "no nacido".
Nadie le puso una pulsera con su nombre, nadie preguntó si lo llamarían como su papá o como el abuelo, nadie supo siquiera si se parecía a su mami o a papi...
Nadie supo nada de él.
Simplemente se lo llevaron y lo pusieron en un lugar a parte, un lugar en el que estaban aquellos a los que nadie había nombrado aún.
Nadie lo vistió tiernamente ni se lo dieron a su mami para que lo acunara.
A ella la dejaron al lado de otras mamis con sus bebés llorones, uno se llamaba Mario, quizá una niña era Ana, otro tal vez era Miguel, quizá el que más lloraba se llamaba Juanito.
Ella sólo los veía y escuchaba, pensando en su bebé sin nombre.
Sin una cobija caliente que lo cubriera y sin esa ropita tan linda que ella había imaginado tanto.
Ella lloró en silencio.
Lloró el llanto que no escuchó en su bebé.
Lloró el llanto que había guardado para el momento de verle.
Lloró el llanto más triste que pudiera existir: el llanto silencioso de una madre.
Una madre sin nombre.
La mamá de un bebé sin nombre.
Dos desconocidos en el mundo, relegados al vacío de los olvidos, arrinconados en una esquina viendo pasar el tiempo.
Había un bebé al que ella no había nombrado aún.
Lo llamó de mil maneras. Los demás lo llamaron de muchas formas, algunos le dijeron "producto" , los más compasivos lo llamaron "Angelito".
Ella lo llamó como sólo él y ella sabían.
Un nombre con el que ella lo identificaría cuando pudiera subir al cielo a su lado.
Y se despidió de él, nombrándolo como todos los ángeles, como todas las flores, como todas las olas del mar, lo nombró como todos los recuerdos que jamás tendrían juntos, lo nombró como a la vida misma.
Lo nombró HIJO.
Y nunca nadie pudo quitarle ese nombre.
Ni ese dolor, ni esa tristeza, pero tampoco, pudieron quitarle ese amor.
Y ese bebé sin nombre, la espera desde ese día al lado de un paraíso hecho sólo para los dos.💔
Te amaré por siempre... A/R
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Enseñanza
Dicen que es bueno remembrar lo más importante del año cuando este termina y así sacar alguna enseñanza. Se dice que hay que recuperar las malas anécdotas y así evitar que estas sucedan, o al menos estar mejor preparados cuando lleguen. Se dicen muchas cosas pero ninguna te prepara para el temblor de las manos, para la fiebre nocturna, para los rezos y súplicas que lanzas como hechizos esperando todo acabe ó se torne más tolerable. Entonces ningún dicho, ningún consejo, ningúna enseñanza te abrazara y acunara para que sepas: Todo estará bien.
Si quieres un consejo, lee con atención y disfruta a quienes amas mientras se pueda porque no hay enseñanzas en el verdadero dolor, ni en la perdida.
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Primera Conversación - Leiftan
Eldarya New Era
1496 Palabras
Una conversación con mi amado Daemon ahora que tras el despertar todo ha cambiado
#eldarya conversaciones
Risitas y cuchicheos perfumaban el aire del refugio de Eel, sus habitantes habían pasado la tarde observando con curiosidad las idas y vueltas de la última Aengel asistiendo al gigante de la Guardia, Jamón había pasado todo el día con expresión seria, soltando uno que otro gruñido suave cuando alguien se aproximaba con intenciones de interrumpir el trabajo de su ayudante, aunque por dentro estuviera disfrutando mucho de la simple compañía de Erika.
Cuando la armería estuvo impecable y cada arma y herramienta en su lugar, Erika le dedicó al gigante una amplia sonrisa llena de emoción que él le devolvió, ya era hora de recibir su recompensa. Casi daba saltitos alrededor de Jamón, mientras que él cargaba una pesada bañera de madera y la llevaba sobre su hombro en dirección a la habitación de la joven.
Tras pasar más de tres cuartos de hora trasladando baldes de agua caliente y agregar el contenido de unos pequeños frascos que Huang Chu le dio, Erika finalmente se relajó.
Se quitó la ropa en la intimidad de su habitación y se miró al espejo inspeccionando cada rincón de su piel. Desde que salió del Cristal todo había sido viajes y emociones, ni un solo instante de respiro o distracción, ni siquiera para lograr asimilar todo lo que había vivido, simplemente no había tenido tiempo pero ya no podía dejarse estar más, tras su despertar se sentía diferente, sabía que ya no era la misma y aun así no tenía idea del alcance que este cambio tuvo sobre su mente y cuerpo.
Recorriendo su la superficie de su piel con las yemas de los dedos mientras los seguía con sus ojos a través del espejo, notó algo que la perturbó, todas sus cicatrices habían desaparecido. La marca en forma de “L” que tenía en la rodilla, de cuando su padre le enseñó a andar en bicicleta. La quemadura ovalada en su antebrazo, de cuando su madre intentó enseñarle a hacer caramelo. El casi rayo en su muslo, de cuando se escapó del instituto saltando un muro con su mejor amiga… Y otras más que las emociones mezcladas no le permitieron recordar. Incluso las decenas de heridas que se había hecho desde que llegó a Eldarya. Buscó en su espalda, cerca de sus riñones. La puñalada de Naytili también había desaparecido, esa que casi le cuesta la vida. Presionó el lugar donde estuvo la herida con fuerza mientras los flashes de aquella pelea salían a la superficie de su memoria, sintió una punzada de dolor familiar, seguía ahí, solo que ya no estaba escrito en su piel.
Empujó esos pensamientos fuera de su mente, no quería amargar su velada. Suspiró pesadamente y se deslizó en el agua caliente, se recostó lentamente dejando que ésta abrazara su desnudes, dejó caer su cabeza hacia atrás y se esforzó por dejar su mente en blanco. Divagaba entre emociones y sensaciones familiares, sintió que su cuerpo quería hablarle así que cedió cuando surgió en ella la necesidad de sumergirse por completo. En posición fetal, casi flotando en el fondo de la tina, dejó que esa agradable calidez la acunara.
Se sentía feliz, a salvo y protegida, lejos del mundo exterior, como si volviera al vientre de su madre, olvidó todo abandonándose a ese calor familiar. No podía recordar imágenes, pero sin duda se había sentido así antes, solo que no podía recordar cuándo, ni dónde, pero más pronto que tarde llegó a ella, el Cristal, así se sentía mientras estaba dentro del Cristal, al descubrir este pequeño misterio, sonrió y volvió a su agradable trance. De pronto estiró su brazo y su mano buscó algo que ella sentía que debería estar allí pero que no encontró, esa ausencia le provocó un gran vacío y angustia, se sintió desesperada y su alma gritó por él.
Salió del agua, había tenido suficiente, demasiadas sensaciones pasando tan rápidamente por su cabeza que no se dio cuenta de cuánto tiempo había aguantado la respiración, tomó aire hasta estabilizarse y se puso una bata ligera, aun estando completamente empapada se sentó en su cama con la mirada clavada en la nada.
Un hormigueo en su mano la sacó de su estado de coma, observó sus dedos con curiosidad por largos minutos hasta que otro estímulo atrajo su atención, caminó despacio hasta la puerta, sin conciencia y la vez en un extraño conocimiento de la causa. Frente a la puerta dudó un instante antes de estirar su brazo en dirección a la superficie, estiró sus dedos y toda la palma presionando con delicadeza y casi con temor la madera. Estaba fría, dura e inamovible, esperó con impaciencia hasta que sutil ardor acarició su piel provocando en ella un ligero sobresalto. Movió su mano de la superficie hasta el pomo de la puerta y de un movimiento lento la abrió.
Leiftan estaba afuera de su habitación con su mano flotando donde estaba la puerta y con la misma mirada de desconcierto y certeza que Erika. Se miraron con intensidad hasta que ella dio un paso atrás y él entró en la habitación sin decir nada, cerrando la puerta tras de sí. La joven se sentó en su cama, con sus manos sobre sus muslos, vacilante no sabía si mirarlo. Una sensación desagradable comenzó a crecer en su estómago, una incomodidad anómala, extranjera en ella. Apretó sus puños sobre la fina tela de la bata sobre sus piernas.
- ¿Estás bien? -
Su voz rasgando el tenso ambiente solo incrementó su malestar. Giraba la cabeza de un lado al otro, se paró y caminó dubitativa por el cuarto, mirándolo de vez en cuando, desvalida en busca de ayuda.
- Yo… Me di un baño y… -
Frotó sus manos que empezaban a sentirse húmedas y temblorosas, Leiftan cruzó la habitación hasta la ventana, la miró y asintió, dándole ánimos para continuar.
- E-el agua. Se sentía como estar de vuelta en el Cristal, pero n-no… -
No podía seguir hablando, un bloqueo en su garganta le impedía pronunciar palabra alguna, casi le dolía, Leiftan se acercó a ella con prudencia, esperando su aprobación con cada paso que se aproximaba.
- M-me siento extraña… Y a cada segundo más… -
Al oír sus palabras él retrocedió y suspiró, ella no lo sabía pero ambos tenían la misma pesadez en el corazón. Leiftan también tenía problemas con sus manos, enredaba las cuerdas de sus ropas entre sus dedos con desasosiego.
- He estado practicando mi meditación, recuerdo que hace no tanto me pediste que buscara una solución para… nuestra situación. -
Erika intentó procesar la información y sus sentimientos, comprendió entonces que esa incomodidad, esa molestia… esa insoportablemente desagradable sensación no era de ella, era lo que Leiftan estaba sintiendo justo ahora. Ese hecho hizo sonrojar sus mejillas por la vergüenza, se sentía humillada… Ella lo había llamado y él no quería estar ahí.
- Podrías no hacer eso. -
El tono de la joven sonaba aún más agresivo de lo que había planeado, como un gruñido grave y sutil. Él la miró con sorpresa y desconcierto, no esperaba para nada esa reacción.
- Creí que era lo que querías. -
- Quiero deshacerme de ESTO que nos… une, pero tu meditación, definitivamente no sirve. -
- No te entiendo. -
- No pensé que volvería a pasar por esto, que me harías sentir así otra vez. -
- De qué hablas. -
- ¡Deja de mentir Leiftan! -
El hombre quedó en shock, completamente paralizado por la violenta reacción de Erika, dio un paso atrás, estaba en el territorio de ella, acorralado.
- Yo… No te entiendo. -
- Puedo sentir tu malestar Leiftan, lo que estés tratando de esconder… puedo sentirlo. Si no quieres estar aquí entonces vete pero deja de fingir y engañar, es desagradable… -
- Lo… Siento. -
Leiftan no pudo seguir sosteniendo su mirada, necesitaba salir de ahí lo más rápido posible, sentía una puñalada en el pecho. Se estremeció al pasar junto a ella, hiperventilada, temblorosa y con los ojos vidriosos pero Erika no había acabado.
- Y si vuelvo a… llamarte, no quiero que vengas, aprenderé a controlarlo. -
Esas palabras habían sido como un disparo, Erika sentía el corazón tan apretado que no podía respirar. La expresión de Leiftan dejó escapar una mueca de dolor y ella estalló por sus emociones contenidas.
- ¡Así que ya puedes dejar tu cinismo conmigo! ¡No tenemos que vernos ni estar juntos nunca más! ¿¡Eso no era lo que querías!? ¡¿No era enamorarme parte de tu malvado plan?! -
- ¡Erika! Las cosas no son así, siempre te dejé muy claro que tú eres todo lo que me importa. -
- ¡CALLATE! ¡Solo cállate Leiftan! ¿No entiendes que estoy más allá de tus engaños? ¿No me has mentido ya lo suficiente? ¡NO TE CONOZCO Y AUN ASÍ TÚ SABES TODO SOBRE MI! ¡Puedes leerme y sentirme! YO ESTOY DESNUDA FRENTE A TI ¿Y tú? Ni siquiera sé quién eres… -
Erika no se había dado cuenta en qué momento Leiftan le había dado la espalda pero sin volverse hacia ella, llegó en dos zancadas a la puerta y se despidió antes de salir de ahí.
- Buenas noches Erika… -
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Mi alma de apoco se sosegaba por el dolor, cada amanecer era complicado volver a sentir el placer.
Ya no había Sol que me calentara ni Luna que me acunara, no existían cielos claros que purificaban mi alma ni estrellas que cantaran.
Había tantas cosas a mi alrededor pero igual no sentía nada, cosas vanas y que no me llenaban. Todo era tan vacío que hasta en el la playa ni una gota de agua se observaba, todo eran tan lleno que me sofocaban.
#frases#palabras#triste#citas#español#sentimientos#amor#efectos#soledad#pena#vacio#notas#tristeza#sol#cantar#luna#martirio#vanal
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PARA EL 10 DE MAYO
Me aferraba a su falda y andábamos por las calles del barrio, nunca hubo sitio más seguro en el mundo que su regazo repleto de aves y caricias. Saludaba a los vecinos por su nombre y sonreía al ritmo de sus zapatos bajos, con una sonrisa que a veces parecía más una mueca que una muestra de alegría. Desde que recuerdo tenía tos, fumaba lo suficiente como para no tener que buscar ninguna explicación, sin embargo, solía decir que era “tos de nervios”. Su flor era el clavel, su piedra la turquesa, su color el amarillo, su número el 6, su don ser invencible. Ella miraba bonito, con sus ojos avellanados y luminosos y me veía como si yo fuera la criatura más bella del mundo.
Ojalá ella pudiera ver cómo se me ilumina el rostro cuando alguien me dice que cada día me le parezco más. Ella no me cantaba canciones para dormir, por suerte, porque cantaba horrible y tampoco me hacía muy seguido de comer, también por suerte, porque era una terrible cocinera y aquello de “la sazón de mamá” era más o menos sabor a curri y huevo quemado. Tomaba café instantáneo con crema y azúcar y un espantoso polvo que se llamaba Benedick, un hermoso nombre para algo que sabía tan feo.
Aún ahora repito antes de dormir las oraciones que me enseñó, quiero creer que me enseñó a rezar porque sabía que, cuando ella no estuviera, necesitaría algo que sustituyera sus brazos para defenderme de las pesadillas. Como ella lo sabía todo, supongo que pensó que los rezos no bastarían, entonces me enseñó a amar los libros, así crecí con Pedro Páramo, Viento del Este Viento del Oeste, Mujercitas y Corazón diario de un niño protegiéndome de los monstruos desde mi buró. Me la imagino pensando que tendría miedo, que cuando ella se fuera no podría conciliar el sueño y que por lo menos tendría un libro y un rezo.
Nunca me detuve a preguntar por sus sueños, por sus planes, porque di por hecho que sus sueños y sus planes eran los míos. No sé qué quería ser de grande, a dónde hubiera querido viajar, a qué le tenía miedo; para mí era tan obvio que quería ser mi madre, viajar a Disneylandia y que no le tenía miedo a nada. ¡Qué injusta fui con ella!, qué insensible al creer que ella no necesitaba que nadie la acunara. Aún cada noche busco en algún sueño la oportunidad de decirle que lo siento, que lamento no haber preguntado, no haberla abrazado lo suficiente, no haberla entendido sin juzgarla, no decirle más veces que la amaba, no haber tenido más paciencia, no haberle leído más noches en voz alta.
Ella se fue sin hacer ruido una madrugada lluviosa de agosto, se fue discretamente, como siempre, sin querer molestar, sin llorar para no asustarnos, sin quejarse para no preocuparnos. Nos reunió en su cama y ahí, mis hermanos y yo la vimos morir, y yo, que nunca antes había querido ver a un muerto, me aferré a su cuerpo inmóvil y aún tibio y calladita le grité que no se fuera, que no me dejara, que no sabía que iba a ser sin ella, que se quedara tibia, que volviera a abrir los ojos. Y ahí estaba, toda muerta, toda sin expresión en el rostro y se habían ido con ella también aquella mueca y sus pasos lentos, sus cantos desafinados y su comida quemada, su café espantoso y sus abrazos, sus consejos y sus padresnuestros, su capacidad de solucionarlo todo, de arreglar todos mis desastres, el humo de su cigarro y su risa. Se quedó su cuerpo inmóvil y sus gatos y nosotros, sus hijos, todos tan adultos y tan desamparados llorando como niños llenos de mocos y culpas y tan incapaces de salir del bucle de esa madrugada infinita.
Ella era mi mamá, la mujer que me dio la vida, la que me peinó los caireles y tardó horas en despegarme el chicle de plátano del pelo en vez de cortármelo, la que me cuidó cuando enfermé y lloraba a escondidas, la que me enseñó a caminar y a jugar pocker, la que vio La Cenicientamiles de veces y todas ellas volvió a bailar conmigo el Bibidi Babidi Bum, la que convirtió un Renault 12 color cajeta en una carroza de princesa y unos corales en las joyas de la corona, la que me hizo saber que no hay problema que sobreviva a una buena charla en la sobremesa, la que me compraba calcetas con moñitos y zapatos rojos del Mago de Oz, la que decía que le gustaba la parte quemada del pan y que no tenía hambre cuando sólo había un pedazo de carne, la que fumaba Raleigh y nunca salía de casa sin bañar, la que lloró la muerte de su padre y de su madre, la que compraba tres cereales diferentes y separaba el dinero de los gastos con clips y papelitos, la que le hacía funerales a nuestras mascotas, la que guardaba en un cajón secreto nuestras cartas a Santa Claus y nuestros dientes de leche; el mismo cajón en el que escondía sus cremas de limón, la que nos regalaba una pijama cada navidad y tuvo, durante veinte años, en su pared el cuadro de una casa y una ardilla que hice con resistol y semillas, la que nos llevaba a purificarnos al mar y usaba el pelo corto y las uñas largas, la que nunca se enojó tanto como para retirarme su afecto y nunca estuvo tan ocupada como para no jugar una partida de palillos chinos.
Ella era mi madre y se llamaba Dolores
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¿Por favor?
Si me acunaras, sin preguntar nada y me dejaras secarme en tus brazos firmes Aunque mañana finja que nunca pasó, y quizás que no te conozco Pues ya no sería este ser indefenso y vulnerable Si me dejaras, por favor, aferrarme a ti y llorar lo que aquí no puedo, sólo entendiendo que te necesito No te pediría que te quedes luego. Te despediré con un pulcro pañuelo, deseándote buen comienzo Sólo mientras la luna mira, seamos dos corazones que en sus latidos se entienden, dos almas que en su extraño lenguaje se comprenden Cuando salga el sol, y nuestros yo corpóreos también se encuentren, si quieren pueden conocerse O si prefieres, continuar por caminos diferentes Pero hoy, sólo hoy, seamos dos, un doliente y un confidente ¿Por favor?
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El caballo celoso de Javier Villafañe
Parte 4: El final
Capítulo V: Último sueño del caballo
Soñó que un Águila con tiza en las alas trazaba una raya en el suelo. Al lado del Águila había una hormiga con un cuchillo. El Águila le pedía a todos que se parasen encima de la raya. Y llegaron animales y el hombre. La hormiga pasó el cuchillo sobre los pies, cortó las puntas que sobraban. Y todos los pies quedaron iguales. "—Desde ahora todos pueden amarse entre todos". Pero él había quedado atrás, fuera de la raya y el cuchillo. "—¿Y yo?" preguntó. El Águila le mostró las alas, ya no tenía tiza y no podía hacer otra raya. Despertó.
"—¿Usted cree en los sueños? —preguntó el Caballo.
—Creo en lo que ven mis ojos cuando estoy despierto —dijo el Sapo Abuelo
—La Hormiga pasó el cuchillo por la raya y fueron dichosos. ¿Me entiende?
—No, no entiendo".
El Caballo iba a la ciudad, se escondía detrás del palo borracho. Miraba la casa de Lucrecia.
Miraba el mar el Titiritero. Estaba en España. El Caballo regresó al campo. Era de noche. Era de noche cuando el Titiritero subió a un barco de bandera argentina.
"Esa noche cuando el Caballo se encontró con el Sapo Abuelo, mintió. Dijo:
—Hoy Lucrecia saltó por el balcón y llegó descalza hasta el palo borracho donde yo estaba escondido. Nos miramos los pies y eran iguales.
—Miente, Caballo.
—Estaba inventando una dicha —confesó el Caballo—. Algo que podía ser el amor".
El Titiritero en el barco le hablaba a todos de Lucrecia sin siquiera saber su nombre. "—Yo sé que llego y la encuentro —dijo el Titiritero".
(...)
"—Sapo Abuelo —dijo el Caballo—, me siento viejo. Cuando corro, el corazón me golpea el pecho.
—No corra, Caballo. Vaya al paso. Se llega igual corriendo, caminando o dando saltos.
—¿Puedo contarle una mentira?
—Cuente. Esta vez creeré su mentira.
—Yo —contó el Caballo— estaba escondido detrás del palo borracho. (Se ahogaba al hablar). Lucrecia salió de su casa. La seguí, fue a un establo, hablé con un caballo de ahí y le pedí permiso para reemplazarlo. Yo ocupé su lugar. Lucrecia se montó sobre mi lomo. A la segunda vuelta tenía la sortija en la mano. Me fatigo, Sapo Abuelo.
—Descanse, Caballo —le aconsejó el Sapo Abuelo.
—No puedo —contestó el Caballo—. ¿Por qué fui a la ciudad? ¿Por qué no le hice caso aquella vez? Yo sería ahora uno de esos tantos caballos que se mueren de viejos.
(...)
—Qué lástima que no tenga el teatro y los muñecos —dijo el Capitán del barco.
El Titiritero rio a carcajadas.
—Esto es teatro, empieza aquí —y con el índice señaló los pies—, sigue por aquí —y señaló el corazón—, sigue por aquí —y señaló la cabeza— y termina aquí —y levantó las manos abiertas como dos estrellas.
(...)
El Caballo iba al paso. El corazón le golpeaba el pecho. Se detenía. Y así, al paso y deteniéndose, llegó a la ciudad. Se escondió, como siempre, detrás del palo borracho.
—¿Te acordás, Palo Borracho, cuando estábamos en un casamiento? ¿Te acordás de que una vez te fuiste y yo fui árbol?
El palo borracho no contestó. El Caballo se dio cuenta de que el palo borracho es un árbol con raíces clavadas a la tierra.
—Beso y saludo tu dicha."
El Titiritero hacía su show en el barco. El caballo regresaba de la ciudad.
"—¿Por qué tenemos que morir? ¿Qué es morir? —preguntó el Caballo al Sapo Abuelo.
—Morir debe ser como si uno no estuviera en ninguna parte. Es cerrar los ojos y no volverlos a abrir."
El caballo siguió andando. El corazón, como un puño, le golpeaba el pecho. Esa noche no pudo dormir. Esa noche el Titiritero no pudo dormir.
El caballo iba a la ciudad. El Titiritero tomó un tren. El Titiritero llegó a la plaza "—¡Títeres! ¡Títeres!" gritaba. Lucrecia saltó por el balcón. Corría. Corría el Caballo detrás de Lucrecia. Se agitaba.
"—Te encontré —dijo el Titiritero.
—Te encontré— dijo Lucrecia.
Y se abrazaron.
—Sapo Abuelo —dijo el Caballo—, vi el amor con mis propios ojos, tenía razón el Águila.
—Descanse. Duerma.
Y el Caballo cayó al suelo con todo el peso de su cuerpo. Estaba como si estuviera en otra parte. No volvió a abrir los ojos. Había muerto.
El Sapo Abuelo gritó:
—¡Vengan! Él no es de la tierra. Ayudémosle a volar.
Vinieron animales y subió, como si lo acunara el aire. Su sombra se iba extendiendo. Un niño señalando al cielo le dijo a su madre:
—Mamá, mirá ese caballo.
—No, hijo, es una nube. Los caballos no vuelan.
—Mirá bien. Es un caballo. Mírale las patas, la cola. Ese caballo vuela y está llorando. ¿No lo ves llorar?
Y era El Caballo Celoso que se iba volando, dejando el corazón en la tierra y lloraba. Las lágrimas caían sobre la ciudad de La Plata.
—Llueve —dijo Lucrecia.
Y Lucrecia y el Titiritero se refugiaron en el teatro de títeres".
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CURIOSIDADES — Del satanismo, brujería y otros folklores. 1/2
Una bruja satánica ha de ser una mujer que, según la opinión vulgar, tiene un pacto con el diablo y por medio de este, puede llegar a hacer cosas extraordinarias. Pero la brujería en si terminaría siendo “la práctica supersticiosa que se le atribuye a las brujas… a todas ellas”. Si hacemos precipitadas conclusiones entonces averiguamos que una bruja tiene que ser mujer –conditio sine qua non-. Tiene que haber realizado un pacto satánico por medio de un sacrificio de sangre y como consecuencia de este, obtener poderes sobrenaturales, considerado según vox populi como “sobrenaturales o extraordinarios” a:
Volar por los aires, con o sin uso de elementos. Flotar en el agua o derretirse en agua dulce santificada, preparar brebajes que acabarían con la vida humana, entre otras atrocidades que se les atribuyen. Desde asesinatos y propagación de enfermedades. Canibalismo infantil, incendios, la destrucción de cosechas y hasta pueblos enteros mediante bebidas encantadas o simplemente la impotencia de un recién casado, escondiendo debajo de su colchón una soga con nudos. Todas estas prácticas eran consideradas como “maleficios”.
Pero, ¿qué hay de cierto en todo esto?
En la antigüedad, existían hombres y mujeres que parecían ostentar ciertos poderes sobrenaturales, dedicándose a la magia, la adivinación y los hechizos. Durante mucho tiempo no se indagó sobre el origen de ese poder, tan solo se iba a las consecuencias que producía: si existía engaño o asesinaban a los crédulos desesperados, era condenado y punto final. En teoría, a los adivinos y a los curanderos se les consideraba como a las prostitutas de la época y así también se les castigaba. Más tarde, los recién bautizados “teólogos” pensaron que ese poder solo podía venir del diablo puesto que provenía de una persona de baja estofa, no eran monjes, no eran curas y tampoco obispos o eclesiásticos. No existía una perspectiva cristiana que acunara el conocimiento de estas personas, así que un poder que no procedía de Dios venía de su adversario, Satán. Entonces se volvió como una máxima regla, una inquebrantable. “Que cualquier manifestación sobrenatural debería provenir de la divinidad. De lo contrario olía a azufre… azufre del mismísimo averno”.
Hubo que erradicar la imagen pagana que consideraba a estas personas como “sabias, curanderos, maestros”, así que se abrió una cruzada en contra de la mujer, siendo así que el %80 de los cargos de brujería y hechicería eran contra mujeres, contra las acechanzas del diablo. La verdad era que a finales del siglo XII se habían mezclado demasiadas cosas unificándolas en un solo enemigo; el diablo y sus secuaces.
Se dibuja al diablo, durante los siglos XII y XIII, aparecen mujeres, brujas montadas a lomos de una escoba y su imagen empieza a dar miedo. La hechicera se convierte en bruja, ésta en adoradora del diablo y por consiguiente, en hereje porque rechaza a Dios y a la Iglesia. Por toda Europa occidental, se decía que había una secta que pretendía destruir el cristianismo, cuyos miembros adoraban a Satán en misas sacrílegas donde todo estaba invertido y demasiado degradado como para reproducirse sin dejar un trauma. Los teólogos insistían que el demonio estaba presente en la sociedad y que las brujas eran sus ministras en la tierra. El miedo entonces… el miedo era libre.
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Suelo hacerlo sin pensar sabiendo que...
Suelo lograr mundos que no quiero pero si deseo...
Pero si necesito ver que sean posibles aunque no realizables...
Estarían frente a mi, pero son tan mentiroso como reales, son tanta oscuridad como poderoso que superan las demás realidades y a eso es a lo que le rehuyo...
Ese sería mi temor, conocer que sería posible crear y habitar sin control todo lo que quiera...
Ese sería mi terrible pesadilla, no saber cómo elegir en que momento reencarnar, cuál resguardar, cuál reemplazar ..
Llorar en lugar de reír por gusto, sufrir y necesitar hacer por gusto, porque ese sería y siempre será morir queriendo hacerlo...
Placeres, laberintos que parecen indescifrables, sentir la complacencia de ser consciente de que tu mismo los creaste, que el poder siempre fue mio, no querer porque soy abandonó de necesidad ...
Odiar porque si, no matar por capricho, degustar los placeres tanto como las dolencias de cada existencia, comprender la locura, el olvido y no tener que recordar que....
Soy...
Soy tu.. Egocentrismo diendote que somos una mentira que jamás dejarás, que eternamente acunara lo que somos, un pasillo en el desierto frío ...
Somos más que ilusión y más que, esquizofrenia que estremece la zona de confort... Soy tu ahogada la demencia, que siempre estuvo presente y que necesitas ignorar ....
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Natsuko
- ¿Con que son preciosos? -rió por lo bajo.
Tomando las manos de Fuyuhiko, hizo que los acunara en ellas para juntarlos y separarlos, solo para incitarle.
- Cuando era mas joven, antes de conocerte, me acomplejaba tener el busto grande... -confesó de la nada- Una vez una chica me trató de prostituta solo por mi cuerpo, cuando en ese tiempo, con suerte había tomado la mano de un chico... Pero después me di cuenta que tenía que quererme como fuese, y que lo importante no es lo físico, sino el corazón...
- Me alaga que te guste mi cuerpo y podamos disfrutar tanto de hacer el amor... Yo solo quiero complacerte y el hecho de que tenga algo que te gusta tanto, a mi me encanta -explicó antes de terminar lamiendo los labios de Fuyuhiko mientras este seguía cubriendo sus pechos con sus grandes y cálidas manos, lo cual se sentía exquisito- Pero me llena el doble cuando me dices que me amas mientras lo hacemos y me ves a los ojos como si no existiera nadie mas...
- Lo que quiero decir es que soy tuya, tuya completa... Y amo que hagas un desastre de este cuerpo que es mi, pero mas tuyo... -suspiró pesado mientras su mirada afiebrada se posaba en la del Shiiba
Fuyuhiko y Natsuko
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