#Un Viaje al Corazón
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“Un Viaje al Corazón”, otra nota altísima del cine nacional.
Memorable, conmovedora y realista, el cine mexicano nos trae una propuesta llena de enseñanzas como la lealtad, la resistencia y el amor. Una de las mejores películas nacionales del año.
Reseña | “Un Viaje al Corazón” Julián Álvarez es un honrado trabajador del aeropuerto de Los Ángeles que tras quedar viudo queda a cargo de su hija Sofía, a la cual, cuida con todo su ser junto a su cuñado Nick, pues necesita de un trasplante de corazón lo antes posible. La vida les sonreirá a Julián, Nick y Sofía, al recibir la noticia que el 18 de agosto le realizarán la cirugía a Sofía, pero…
#Cine Mexicano#Jesús Ochoa#London Garza#Max Arciniega#Mercedes Hernández#Omar Chaparro#Próximos Estrenos#Recomendaciones#Reseñas#Un Viaje al Corazón#Will Rothhaar
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EL VIAJE ASTRAL
Los viajes atrales son un fenómeno muy fascinante pero poco estudiado, por eso el profesor Evan se ha dedicado la mayor parte de su vida a estudiarlos.
Pero por más que el profesor le apasione el tema, él ya esta viejo por eso mismo contrato a Mike su nuevo asistente un joven estudiante con mucho potencial en el campo de la investigación científica y que desde muy pequeño ha tenido la habilidad de hacer viajes astrales así que sabe muy bien del tema casi tanto como el profesor Evan por eso es muy común que realicen sesiones juntos para tener viajes astrales.
En su última sesion estaban estudiando las interacciones entre sus cuerpos astrales y como es que se podían comunicar e interactuar en el plano astral, todo iba bien hasta que al terminar el viaje, el primero en despertar fue el profesor pero esta vez se sentía con más energía como si hubiera rejuvenecido, hasta que vio sus manos, se dio cuenta de que este no era su cuerpo Si no que era el cuerpo de Mike al verse en un espejo se emocióno aún más asi que se quito la playera y empezó a tocar su nuevo cuerpo en específico los músculos bien trabajandos de su asistente mientras hacía eso, comenzó a sentir como su corazón empezaba a bombear sangre a su entrepierna, asi que se bajo los pantalones solo para ver un bulto considerablemente grande debajo de su ropainterior, lo único que pensó Evan fue en desnudarse por completo y dejar salir ese pedazo de carne pero antes queria tomarse una foto y recordar ese momento.
justo después de tomar la foto, Mike lo interrupio al parecer habia despertado muy desorientado, casi le daba un infarto al ver como se estaba comportando su cuerpo.
El profesor lo tranquilizo y le explico la situación mientras se volvía a vestir, aún así Mike quería regresar a su cuerpo y el profesor se sentía mal por haber actuado de esa forma en el cuerpo de su asistente, así que tuvieron una sesión rápida para volver a sus cuerpos.
Mike ahora se sentia aliviado mientras veía la foto que el profesor tomo cuando cambiaron de cuerpos, solto una sonrisa y le hizo saber que le gustaria seguir investigando más sobre el intercambio de cuerpos y que podrían intentar volver a intercambiar para la siguiente sesión.
El unico problema era que la siguiente sesión seria hasta el otro sabado ya que Mike estaba ocupado con la escuela, para Evan esto fue un gran inconveniente ya que necesitaba volverse a sentir así de fuerte y viril, y solo lo podía lograr teniendo el cuerpo de su asistente.
Así que el Profesor Evan ideó un plan. Espero a la noche del domingo aproximadamente a las 11:00 pm ya que Mike se iba a la cama temprano para ir al escuela, Evan se tomó las suficientes pastillas para dormir esto con el fin de relajarse y poder tener un viaje astral lo antes posible. En un instante el profesor se encontraba en el plano astral, se dirijo a la casa de Mike en específico a su cuarto donde se quedó esperando en una esquina hasta que vio como el cuerpo astral de Mike apareció, esa era la señal. Su asistente estaba teniendo uno de esos viajes astrales involuntarios, sabía que los tenía a menudo, ahora era el momento de poseerlo así que el espiritu de Evan se abalanzó sobre el cuerpo inerte de Mike.
Profesor Evan: Mi plan ha funcionado *dice con la voz profunda de mike* no lo puedo creer me siento genial en este cuerpo, ahora que tengo el control total podré disfrutarlo empezando por donde me quede.
Al levantarse de la cama el profesor se da cuenta de que su asistente duerme solo en ropa interior y con calcetines.
El profesor no pudo evitar oler los diferentes aromas que emitía su nuevo cuerpo como el de sus axilas, parecía que Mike estaba tan cansado que se durmió sin bañarse, eso no le digusto a Evan al contrario empezó a exitarse mientras veía esos calcetines blancos. Derrepente tuvo unas ganas de quitárselos y olerlos, y así fue mientras los olia comenzó a tener una ereccion, sabía lo que tenía que hacer así que se bajo su bóxer dejando salir el pene de Mike, aproximadamente unos 17 cm sin circuncisión y con un buen grosor, en ese momento el profesor supo que fue una muy buena decisión haberlo poseído mientras se masturbaba con un calcetín comenzó a gemir, al oír los gemidos de su asistente lo éxito aún más e hizo que se viniera de una vez.
El cuerpo de Mike estaba todo sudado en medio de su cuarto con la verga metida en un calcetín lleno de su leche mientras el profesor lo poseía, solo de pensar en está escena sacada de sus fantasías más perversas aún mantenía duro su pene.
El profesor Evan se sentó en una silla mientras jugaba con sus bolas supo que este cuerpo ahora sería suyo, no pensaba dejarlo.
Al día siguiente el profesor despierta y lo primero que ve es la ereccion mañanera de su nuevo cuerpo
Evan: Aun no puedo creerlo, sigo en el cuerpo de Mike, anoche fue como un sueño, parece que este cuerpo estaba esperando a ser usado por alguien con más experiencia.
*suena el despertador*
Evan: Vaya ya es tarde, tengo que bañarme después de haberme divertido anoche me quede dormido por eso este cuerpo ya apesta *se huele la axila* aunque me gustaria seguir oliendo así, tengo que ir al escuela y fingir ser Mike o bueno tratar de ser él.
Evan: Este cuerpo es muy sensible, solo comenze a tallarme y ya tengo otra ereccion, quisiera volverme a masturbar pero ya se me hizo tarde, creo que me quede mucho tiempo mirándome al espejo, este cuerpo merece ser visto por todos, comenzare a tomarme más fotos para subirlas a las redes sociales de Mike así puede que llame la atención de un chico lindo con el que pueda sacar todo el potencial de mi nuevo cuerpo.
Evan: ahora tengo que vestirme aunque Mike tiene coche, así que podría manejar en boxer solo para ver sus piernas peludas, pies y paquete en cada oportunidad que tenga.
Evan: dedique toda mi vida al estudio de los viajes astrales y ahora que soy Mike puedo decir que vale la pena dar todo de ti a lo que te apasiona, talvez algún día puedas usar tus conocimientos para poseer un cuerpo como este.
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Cregan Stark x Targaryen!reader
Querer amar a Aemond era agotador.
Como única hija de Rhaenyra, la noche en la que tu tío Aemond pierde el ojo, recordando los momentos en los que ambos compartían una silenciosa compañía en la biblioteca rodeados de libros sobre cuentos valyrios, le hablaste a tu querido abuelo a espaldas de tu madre sobre un matrimonio como forma de afianzar vínculos; todo porque, alguna vez, durante tus días de dulce infancia, creíste que una muestra de amabilidad podría cambiarlo todo, que palabras dulces y buenas intenciones eran suficientes para curar el corazón de las personas y salvarlos de la amargura. Un golpe duro fue para tu alma sensible descubrir que en el proceso, sacrificarse a uno mismo para rescatar a alguien que ni siquiera hace el esfuerzo de aceptarlo es desesperante.
Las promesas a tu madre a la despedida en Driftmark sobre estar bien en tu nueva vida como pupila del rey hasta que tuvieras edad para ser esposa fueron un eco en tu mente durante los días que le siguieron a tu llegada a Kings Landing. La Red Keep jamás se había sentido como un hogar, pero sin la presencia protectora de tu madre se había tornado un completo infierno. Sin importar cuanta amabilidad y predisposición intentaste mostrar, todo lo que obtuviste a cambio fue terrible, sobre todo luego de tu primera sangre.
Los acercamientos promiscuos de Aegon y la forma en la que Alicent gozaba de abusar del poder que la invalidez de su esposo le daba (avergonzandote frente a sus damas o imposibilitando que te comuniques con Dragonstone de alguna forma) incluso las palabras denigrantes de tu esposo a tus oídos, desde acusaciones de ilegitimidad hasta la vez en la que durante la noche, apareció en tus aposentos durante una noche, apretandose con fuerza contra tu cuerpo mientras presionaba la hoja de una daga contra tu ojo, diciéndote cómo podría reclamar la deuda que le deben y nadie podría decirle nada, siendo tu deber como su mujer el complacerlo.
Aquellos años se sintieron tan eternos, que el cosquilleo de esperanza que sentiste cuando tu abuela Rhaenys y uno de los guardias gemelos lograron sacarte de la Red Keep, hacia parecer que todo era irreal. Los brazos de tu madre jamás se habían sentido tan cálidos como cuando te rodearon frente a la mesa de piedra de Dragonstone, incluso con Daemon acariciando tu cabeza en un incómodo intento de expresar su cariño.
Por desgracia, incluso con tu familia allí, tu verdadera familia, Dragonstone tampoco se sentía como un hogar, teniendo un ambiente familiar demasiado íntimo al que no podías acoplarte correctamente después de tantos años, así que cuando llega la hora de pactar las alianzas, mientras Lucerys va a Stromlands y Jacaerys al Valle, te ofreces para tomar el viaje a las tierras norteñas para pactar con los Stark.
Y quizás la Red Keep y Dragonstone no se sintieron como un hogar, pero Cregan Stark lo hizo.
El gran joven lobo que no fue más que amable desde tu llegada, guardando cautela sobre los temas a discutir sin dejar de ser nada más que hospitalario contigo. El norte era frío, pero los corazones de sus habitaciones era cálido, todos compartieron una extraña camaradería a la que no te costó integrarte, disfrutando de las cenas ruidosas e informales en las que abundaron las carcajadas y un tipo de amabilidad y transparencia que jamás se había presentado en el sur.
Contrario a lo que habías conocido, querer amar a Cregan se sentía revitalizante. Sus charlas fluían sin esfuerzo hasta que los anhelos de cualquier simple roce llegaron sin dificultad junto con las miradas de sutil de deseo. Las cacerías a las que te dejó unirte daban paso a los comentarios bromistas sobre como podías montar una enorme bestia en los aires sin ningún problema mientras que necesitabas un banquito y algo de ayuda para subirte a un simple caballo, aferrándote a las riendas con temor. Incluso las tardes donde Rickon pataleaba, en un poco usual berrinche, para que seas tu quien lo lleves a su hora de la siesta, disfrutando de las canciones valyrias que tenías para él. Acciones que no pasaron inadvertidas para Cregan, quien además de ser un hombre con deseos, seguía teniendo las preocupaciones de un padre para su único hijo de apenas dos años.
No habías pasado más de tres lunas en Winterfell cuando Cregan decidió que moriría si no te tenía en su hogar, a su lado como su esposa y la dama de Winterfell, a lo que aceptaste sin prisa, ambos de acuerdo en disfrazar la repentina unión como una especie de acuerdo para dar sus hombres a favor de la reina negra. Ambos bajo el arciano del bosque de dioses, sellando sus votos luego de que el pusiera su capa en tus hombros, pocos días después de que un maestre avalara la anulación de tu matrimonio con Aemond, puesto que había sido en el Sept bajo la luz de los siete y no en una tradicional boda valyria, fue algo simple de hacer.
Tu primera boda había sido un calvario, pero la celebración de la segunda fue la cosa más hermosa que jamás hayas tenido, incluso teniendo a tu pequeño hijastro cantando una, terriblemente tierna y mal pronunciada canción de las que te había escuchado cantarle a la que aplaudiste con todo el cariño del mundo.
Las bromas crueles a costa tuya ahora fueron chistes bien intencionados de los que era fácil reír y que eran cómodos de compartir.
El miedo y el dolor de las noches en las que Aemond te tomaba, cambiaron al ardiente deseo y placer que quema por donde sea que Cregan te acariciara, ambos casi arrancandose las capas de ropa cada vez, compartiendo pequeñas risitas cada que los pesados abrigos y múltiples correas de tu esposo eran más trabajosos de quitar para ti.
Los recuerdos de los empujones duros de tu anterior esposo mientras te tomaba de espaldas fueron borrados por el cuerpo de Cregan alzándose sobre el tuyo mientras te mantenía de frente a él a la hora de hacerte el amor, siempre dejándote tener un cierto grado de control para que te sintieras cómoda. Siempre murmurando frases dulces en medio de los besos que compartían sin importar el ritmo que llevarán.
Y las sabanas de fría seda fueron reemplazadas por pieles calientes en las que ya no estabas sola durante las noches en las que tenías el cuerpo de tu señor marido protegiendo el tuyo entre sus fuertes brazos durante las horas de sueño.
Aún había que notificarle a tu madre sobre todo el asunto del matrimonio y avisar que Cregan había dado un gran número de hombres para sus filas, sabiendo que ahora tienes un deber hacia ella como reina detrás del hecho de ser su hija...pero te preocupara por eso solo un poco más tarde.
ya sé que esas fotitos que hago me quedan bien cuyeyas, humildemente enfoquense en el o.s nomas 😭
(recuerdo haber reblogueado a la cuenta que creo el separador que estoy usando, pero si se saben el user para que la pueda mencionar se los agradecería)
#cregan stark x y/n#cregan stark smut#cregan stark x reader#cregan stark#cregan x you#cregan stark imagine#aemond x you#lord cregan stark#house of the dragon#house of the dragon fanfic#team black#aemond targaryen
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Relato Nocturno: Tienes Valor.
✨Te miras al espejo, pero no te adoras a ti misma. Ella dice que morirá sola, pero olvida que su compañía es reconfortante.Te aterroriza tu rostro, pero olvidas que es parte de un hermoso capítulo de tu historia. Siempre estás viendo lo peor de ti misma. Necesitas que te recuerden que eres hermosa y estoy aquí para eso. Olvidas que transmites un aroma a paz, que cada rincón al que giras traes una nueva sonrisa.
Es necesario que comprendas que cada vez que te mueves, debes cubrirte de certezas y convicciones para que tu corazón no entre en confusión. Eres flor, eres rima y poesía. Es la luna a plena luz del día.
Debes recordar que está bien ser así, ser tú misma. Tienes que cuidarte, porque la vida no se trata sólo de sobrevivir. Eres una obra maestra, un arte que nadie es capaz de copiar ni reproducir.
Recuerda esto, te mereces lo mejor, aunque no puedas mirarte en el espejo, porque éste no es capaz de reflejar toda la grandeza que eres. Necesitas aprender a mirarte con tus propios ojos y sentirte en paz con eso. Mira desde adentro hacia afuera y desde afuera hacia adentro y date cuenta de que la belleza que llevas dentro de ti va mucho más allá de la apariencia. Entra en este universo que eres tú y recuerda tu viaje hasta ahora, mira lo importante que fuiste y eres en este mundo.
Sé cariñosa y cuidadosa contigo misma, te garantizo que poco a poco aprenderás a amar quien realmente eres. ⚜️
— Corazón Anónimo.
#relatos#relato 3#envia tu relato#textos#notas#emociones#sentimientos#dinamica#seguen#confesiones#citas#frases#escritos#frases en español#amor#anonimo#corazon#cosas que importan#agosto2024#discord
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Si pierdo la batalla contra mi salud mental
Hay días que no fueron tan malos, estar viva fue casi divertido, me enamoré más veces de lo necesario, amé con todo mi corazón, vi muchos arcoiris y muchas flores de diferentes colores, descubrí que mi color favorito es el verde y que mi flor favorita son los tulipanes, lloré con series y películas, disfruté las noches oscuras fuera de casa, con o sin alcohol en la mano, bailé, canté, creo que una gran parte de mi vida no fue tan mala si lo veo desde este punto, pero, luego de enamorarme vomité todos mis sentimientos arrodillada en el baño pidiendo ya no sentir más el vacío que me dejaron, cuándo amé con todo mi corazón solo lo volvieron pequeños pedazos, y recogerlos era como tratar de tocar vidrio y me corté las manos más de una vez tratando de reparar lo que otros rompieron, cada arcoiris que vi llegaba a su final y nubes grises llegaban a cubrir el paisaje, cada flor que descubrí tenía espinas, y me pinchaba los dedos cada que intentaba tomar una, el verde también es el color favorito de mi papá quién prefirió a una joven de veintidós años antes que a su pequeña de once, los tulipanes son por una película dónde el ser amado muere al final, las series y películas que vi solo alimentaban mis ganas de hacer cosas incorrectas, la mayoría de noches oscuras las viví sola, ya que mi madre prefería estar en el trabajo que estar con su pequeña, siempre fue así, el alcohol solo agravó mis problemas aunque por momentos me hiciera parecer que todo iba a estar bien, canté lo más fuerte posible para que mi hermana no escuchara a mis padres golpeandose en la sala junto a nuestra habitación, bailé con muchos hombres para sentirme deseada y querida por alguien, así fiera un desconocido, creo que una gran parte de mi vida fue bastante mala desde este punto.
Cuándo un día no esté quiero que recuerden lo bueno, las risas compartidas, los viajes en carretera, las graduaciones, los días de playa y los cumpleaños, todo lo que siempre me dió aunque sea 5 minutos de felicidad.
No quiero que recuerden las cosas malas, y no quiero que mis padres me vean en el ataúd, ni mis amigos, quiero que me recuerden como la chica sonriente del cabello de colores, que me recuerden "feliz".
Lamento mucho, mamá, el decepcionarte, pero no es tu culpa.
Lo siento, papá, por dejarte solo, no fue mi intención.
A mis amigos, los quise con el alma, perdón por no aceptar sus salidas, por ser tan distante, no podía evitarlo.
A mis amores, les di todo de mí, amen como amé yo.
No quiero irme, tengo miedo, pero más miedo me da seguir aquí, encerrada con mis pensamientos, sola, agotada, triste.
Nunca fui feliz. Pero muchas veces estuve estable gracias a su compañía.
Me hubiese gustado ver la persona en la que me iba a convertir a los 28 años. Me hubiese gustado formar la familia que siempre quise, una amada y feliz.
No puedo continuar, este es el fin del juego para mí.
Si pierdo la batalla, quiero que sepan, que mi vida fue un poco menos miserable gracias a ustedes.
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Hay cosas que sin querer, de forma totalmente involuntaria, me recuerdan a vos. Los días lluviosos, la mezcla del aire frío y las palabras, la niebla que descansa sobre la punta de los edificios de mi ciudad cuando el frío se apodera de sus entrañas.
Casi todo lo frío me recuerda a vos, ¿Curioso, no? La antagónica escena de lo anterior es la playa, que tanto te gustaba, en la que fuimos felices por primera vez sin darnos cuenta que nos embarcábamos en un viaje sin retorno, comprando un tiquete férreo con dirección al abismo.
¡Pero éramos felices! Vivimos con la ilusión de prolongar aquella felicidad, algunas veces a costa de enojos, otras a costa de jugar a la indiferencia ante situaciones que nos comían por dentro, tal como las larvas de las frutas, tal como el cáncer en la sangre o como la corrupción irreversible del buen juicio.
Creímos en el poder del amor a falta de interés, jugamos como niños perdidos entre la vasta inmensidad de la ceguera de un corazón, hicimos hasta lo imposible por flotar en un mar carente de sal. Al final, también el esfuerzo terminó por convertirse en rutina.
Fue así como perdimos los dos. Aunque digan lo contrario, siempre a uno de los corazones le duele más que al otro pues las cicatrices del vivir y el amor las abren lentamente las batallas internas, las armas atómicas de la mente, los vidrios rotos en circulación sanguínea y los pétalos de las rosas deshojadas.
Como el néctar recuerda el romance entre la flor y el colibrí, así el frío me recuerda a vos, a tu frío mirar, a tus cálidos labios, que en noches independientes fueron preludios de innumerables taquicardias.
Alejandro M
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Nuestro Ultimo Intento
Muchos dicen que las personas pasan por nuestras vidas para enseñarnos algo, y se que tú tuviste un propósito en mi vida y fue enseñarme a amar de verdad, me aferré a la idea de que tú siempre estarías para mí y que nunca te irías de mi lado, no te voy a mentir, veía una vida contigo, talvez me apresure al pensar que asi sería, pero créeme que ese siempre fue mi plan, siempre quise que fueras tú mi último amor, muchas veces ambos nos dijimos cosas o hicimos cosas que nos lastimaron, a veces intencional y otras sin darnos cuenta, fue muy lindo encajar muy bien contigo, desde un principio hubo una buena conexión muy linda que al menos yo no creo encontrar en otra persona. Desde lo más profundo de mi ser, siempre te eh amado, y a pesar de lo sucedido mi amor por ti persistirá eternamente, nunca quise que nuestro vínculo llegara a su fin, mucho menos de esta manera, agradezco que hayas permanecido a mi lado mas de lo necesario, te pido disculpas por los errores que cometí y también te perdono por el daño que me causaste, aunque jamas me lo hayas pedido. La vida nos fue injusta pero las cosas pasan por algo, y fue lo que nos tocó vivir, lo que tuvimos nos llevó muy lejos, pero aún así, el viaje ya terminó, y me duele tanto el corazón, las lágrimas corren de mis ojos porqué no me es facil decirle adiós a la persona que quería en mi vida para el resto de mis días. Me encantaría pedirte de favor que nunca te olvides de mi, porque yo jamás lo haré, ame cada mirada con esos ojos tan hermosos, cada beso, cada risa, cada caricia, cada mensajito, tus celos, tu felicidad, tus locuras, tus aventuras, amaba como me sentía protegido por tí, tus Te Amo, tu cariño, cada parte de ti, nuestros momentos juntos, quisiera regresar al dia donde tuvimos la plática donde me dijistes que jamás te irías de mi vida, de lo mucho que me querías y lo mucho que amabas estar a mi lado, pero esos recuerdos son los que me motivan a escribir esto, no sabes lo difícil que es el proceso de sanar, soltar de dejar atrás a alguien que no quieres que se vaya de tu vida.
Le doy gracias a Dios por permitirme conocerte, pero es momento de darte tu espacio, de dejarte ir, de permitirte que seas feliz, y puedas sanar, quiero verte feliz, quiero verte bien, si estás bien, yo lo estaré el doble, no sabemos que nos tenga preparado el destino, Pero todo lo dejaré en sus manos, si eres para mí, ahí estarás si no, Te Quiero Mucho y Cuídate.
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Elizabeth Bishop, Sobre estar sola
Tal vez haya fantasmas en la escuela, o malvados lobos escondidos en las cumbreras, o espíritus malignos que moran en las profundidades de la sala de calderas y que a tientas se abren siniestro camino por las tuberías hasta nuestras habitaciones. Tal vez, pero nunca los hemos visto. Intocadas vivimos hace ya dos temporadas por el más mínimo indicio de algo sobrenatural. En el inmediato en derredor, casa alguna encantada ni cementerio abandonado. En este periodo de primavera, hay apenas un árbol marchito, o un yelmo campo para tener ante nosotros un símbolo de terror y muerte. ¿Por qué entonces, cuando no hay nada que temer, y cuando seguramente hemos superado los fantasmas de nuestros días de juventud, tantos y tantas de nosotros parecemos temer estar solos? Nos decimos unas a otras: “Odio los domingos; horas de sosiego en demasía”, o “Debe ser maravilloso tener un compañero/a de cuarto, alguien con quien hablar en las horas de estudio”. Todo esto es bastante extraño. ¿Por qué estar sola, cuando la mayor parte del tiempo tenemos cien compañeros, se presenta como una prueba tan grande, o por qué desearíamos mantener una conversación de un modo interminable? El miedo a una “hora tranquila” a solas, es mayor que el miedo a todas esas innumerables horas de descanso que nos esperan a todos.
Hay una cualidad peculiar en estar a solas, una atmósfera que sonido o persona alguna puede dar. Es como si estar con gente fuese la tierra de la mente, la tierra con sus colinas y sus valles, aromas y música: pero al estar sola, la mente encuentra su Mar, el plano amplio y tranquilo con diferentes luces en el cielo y diferentes y más secretos sonidos. Pareciera, sin embargo, que nos atemoriza el primer rompimiento de sus olas a nuestros pies, y ahora que nunca emprenderemos viajes de descubrimiento, que nunca sentiremos los vientos libres que han soplado sobre el agua, y nunca encontraremos las islas de la Imaginación, ¿dónde viven quién sabe qué bestias curiosas y pueblos extraños?
Estar sola puede ser divertido. Sola, la mente puede hacer lo que desee sin siquiera la aterciopelada traílla del sueño. Ahora bien, nunca se podrá entender esto mientras nos apostemos en la orilla y de espaldas al agua y sollocemos detrás de nuestros compañeros. Nunca, quizás, conozcamos al acompañante que hay en nosotras mismas y está con nosotros toda la vida, la cercanía de nuestra mente en todo momento a la rara persona cuyo corazón se acelera cuando un pájaro sube alto y solo en el aire claro.
1929 [trad. j.p.]
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"El amor es un abismo profundo, lleno de misterios y secretos, donde nos aventuramos sin saber lo que encontraremos. Es como un viaje sin mapas, donde el corazón es nuestro único guía. A veces, nos lleva por caminos hermosos y llenos de luz, y otras veces, por senderos oscuros y dolorosos. Pero al final, siempre hay una lección que aprender, una experiencia que nos hace crecer, y un recuerdo que nos acompaña por siempre."
Victor Sol Guevara
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Queridos amigos, a veces Tumblr produce sinergias inesperadas y felices serendipias. En este caso, @sandavito, adalid de los megahertzios, buque insignia de la flota de ingenieros sonoros e ínclito maestro de decibelios, ha cogido la canción que os ofrecía hace un os días, la ha limpiado, la ha fijado y le ha dado esplendor, y ha aportado, además, valiosas ideas musicales. El sabrá daros más detalles técnicos sobre el trabajo de masterización llevado a cabo. Por mi parte, agradecerle con el corazón en la mano y los riñones al jerez el tiempo y el trabajo dedicados a mi pequeña obra, cuyos viajes entre Madrid y Granada han servido para mejorarla notablemente. Espero que os guste. Un abrazo apretao.
(Tumblr no deja subir formato WAV, he tenido que subirla en MP3)
Por cierto, a propuesta de Sandavito he participado en este concurso y se agradecen los votos:
PLEASE, VOTE FOR MY SONG!!
Muac
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Faraway Down.
Drover (Jack Clancy) x female reader.
Summary: Dos hermanas llegan a un lugar remoto buscando respuestas tras la muerte del esposo de una de ellas, pero se ven envueltas en un desafío inesperado: conducir un enorme ganado a través del desierto australiano. Mientras que la otra se ve envuelta en una conexión inesperada con el jefe del viaje.
Category: Slow Burn Romance, Strangers to Lovers, Period Piece Meets Modern World, Wholesome Romantic Tension, Sweet and Lighthearted Encounters, Playful Banter. {TW}: Mild Social Misunderstandings, Brief Assumptions of Relationship Status, Emotional Tension, Nostalgic Yearning, Period-Modern Clashes, Mild Fluff, Playful Banter.
El viaje no podía ser más extraño, pensé mientras el calor abrasador del sol australiano quemaba mi piel y el polvo se acumulaba en las esquinas de mi vestimenta. Llegar hasta este continente había sido una idea que rozaba la locura, pero a estas alturas ya nada me parecía imposible. La noticia de la muerte del esposo de mi hermana, aunque impactante, no logró provocar en mí un pesar desgarrador. Era un buen hombre, eso nadie lo negaba, pero no habíamos cruzado océanos para quedarnos de brazos cruzados lamentándonos. Ashley tenía su propia forma de lidiar con las cosas; la mía era observar y esperar.
Y en medio de todo este caos, mi atención encontró un punto fijo: él. Aquel hombre que nos había llevado hasta este rincón remoto del mundo, conocido como Faraway Downs. Era tan diferente a cualquiera que hubiera conocido, con su aire rudo, su andar confiado y esa mirada que parecía no tener tiempo para tonterías. Su aspecto desaliñado contrastaba brutalmente con mi mundo ordenado y pulcro. Era incómodo admitirlo, pero algo en esa rudeza, en esa indiferencia tan natural, me intrigaba más de lo que estaba dispuesta a aceptar.
Después de días de discusiones y la impactante revelación sobre quién era realmente Fletcher, mi hermana, en un arrebato de determinación, decidió emprender un viaje imposible para recuperar la tierra que le correspondia a su amado: dirigir un enorme rebaño de ganado hasta la otra punta del país. Aunque sabía que la idea rozaba la insensatez, no tuve mucho que objetar. Por un lado, la testarudez de Ashley no tenía rival, y por otro, algo en mí veía el desafío como una forma de escapar del caos que había sido nuestra llegada. Y, por supuesto, estaba él. Drover. Encargado de liderar aquel plan asignado. No podía evitar la electricidad en el aire cada vez que nuestras miradas se cruzaban, y aunque no era una mujer especialmente dada a las coqueterías, un par de comentarios más atrevidos de mi parte parecían arrancarle una sonrisa que hacía que el viaje prometiera ser mucho.
El primer día del viaje fue un caos absoluto. El calor era abrumador, los animales parecían desafiarnos en cada paso, y el polvo se adhería a mi piel como una segunda capa. Intenté mantenerme útil, aunque estaba claro que no era mi terreno. Fue entonces cuando Drover se acercó por primera vez.
—No así —dijo con su voz grave, su acento cargado de ese tono directo que siempre parecía llevar. Me tomó la mano con firmeza, pero sin brusquedad, y me mostró cómo sujetar las riendas del caballo correctamente. Era un gesto simple, pero el contacto fue suficiente para que mi corazón se acelerara.
Intenté responder con indiferencia, como si el gesto no hubiera tenido ningún efecto en mí.
—¿Así está mejor? —pregunté, alzando la barbilla con algo de orgullo.
Drover asintió, sus labios curvándose apenas en una sonrisa.
—Mejor. Aunque no sé si serás capaz de aguantar todo el trayecto. Esto no es para cualquiera, señorita.
—Me estás retando? —réplica, sin pensarlo.
Sus ojos se encontraron con los míos, una mezcla de diversión y desafío que me dejó sin palabras.
—Talvez. Veremos si llegas al final.
Al caer la noche, después de un día agotador arreando el ganado, finalmente encontramos un lugar para detenernos y descansar. Mientras Drover y los demás hombres acomodaban a los animales, mi hermana insistió en supervisar la instalación de las tiendas. Tan pronto como vio una sola de ellas, puso el grito en el cielo.
—¿Cómo esperan que seis personas duerman aquí? Esto es inaceptable —protestó, cruzando los brazos como si estuviera frente a un mayordomo descuidado en vez de un grupo de hombres acostumbrados a vivir al aire libre.
Drover, que estaba bebiendo agua cerca, soltó una carcajada.
—Así es como se duerme aquí, Lady Ashley. Juntos y apretados. Algunos incluso dirían que es parte del encanto.
Yo no pude evitar reírme ante su tono burlón, pero mi hermana no se lo tomó con el mismo humor.
—Ridículo —bufó, girando sobre sus talones para regresar a la tienda con un aire ofendido.
Cuando nuestras miradas se cruzaron, todavía había una chispa de diversión en los ojos de Drover. Su sonrisa persistía, y la mía también. Sentí un calor extraño subir a mis mejillas, algo que intenté disimular mirando hacia otro lado, pero no antes de notar que él seguía mirándome, como si el momento hubiera sido nuestro pequeño secreto.
Mientras todos se ocupaban de organizar el campamento, mis ojos no podían evitar seguir a Drover. Estaba cerca de la fogata, en un rincón donde la luz del fuego iluminaba su figura de manera casi hipnótica. Vi cómo se quitaba la camiseta sin el menor pudor, con una naturalidad que me dejó sin aliento. Sus músculos, marcados y definidos por años de trabajo bajo el sol y el sudor, parecían cobrar vida bajo el brillo cálido del fuego. Cada movimiento que hacía, desde el simple gesto de dejar caer la tela sobre el suelo hasta la forma en que se pasó una mano por el cabello, hacía que mi pulso se acelerara.
Me obligué a apartar la mirada, pero no pude evitar que mis ojos volvieran a él. Drover estaba completamente ajeno a mi presencia, o al menos eso quería creer. No hacía nada especial, solo se acercó a un balde de agua, lo levantó con un gesto fluido y lo volcó sobre su torso. El agua cayó en cascada, mojando su piel, resaltando aún más sus músculos, y los reflejos danzaban con el brillo del fuego, como si el mismo calor del campamento fuera insuficiente para la intensidad de lo que sentía en ese momento.
Mi mente se descontrolaba, dando vueltas, tratando de racionalizar lo que estaba pasando. No quería mirar. No debía mirar. Pero, simplemente, no podía dejar de hacerlo. Mis ojos se clavaron en él, en la forma en que el agua recorría su torso, trazando un mapa en su piel, cada gota como una caricia que yo no podía tocar. No me sentía culpable, pero sí atrapada en algo que no entendía.
Estaba tan absorbida por la escena que ni siquiera me di cuenta de que mi mirada era demasiado obvia. Fue Magarri quien rompió el hechizo.
—Vaya, señorita, parece que alguien aquí está disfrutando de las vistas —dijo con una risa burlona que hizo que todos los hombres se volvieran hacia mí. Su voz resonó en el campamento, y el silencio que se creó fue suficiente para que mi estómago se apretara. Mi rostro se encendió al instante, y aunque intenté disimular la incomodidad, sabía que no podía esconder lo evidente.
Drover, que seguía con su rutina, no pareció notar el cambio en el ambiente. Sin embargo, la sonrisa en su rostro, esa sonrisa que hasta ahora había sido reservada para momentos en los que me desarmaba con su actitud desenfadada, ahora parecía un poco más cargada de algo más. ¿Era mi imaginación, o estaba disfrutando de la atención que no quería darle?
Rápidamente, me levanté, la incomodidad apoderándose de cada rincón de mi cuerpo.
—Voy a hacer la primera guardia de la noche —dije, forzando una voz que intentaba sonar firme, pero que seguramente traicionaba mis nervios. Sin esperar una respuesta, me di la vuelta, apresurándome a alejarme del campamento.
El sonido de las risas quedó atrás, y al fin pude respirar sin esa constante presión en el pecho. Caminé en la dirección contraria, sin mirar atrás, pero sentí que la mirada de Drover seguía persiguiéndome, como una sombra que se negaba a desaparecer.
Me senté sobre una roca fría, observando el vasto paisaje árido frente a mí, donde el horizonte se perdía en la oscuridad. El aire nocturno era fresco y seco, y el silencio se sentía pesado, roto solo por el crujir lejano de la fogata y algún que otro ruido de los animales en la distancia. Las estrellas, tan brillantes, parecían estar mucho más cerca de lo que yo podía alcanzar, colgando sobre nosotros en un lienzo interminable.
Intentaba calmar mi mente, buscando en las estrellas un poco de paz, cuando de repente sentí el peso de alguien en la roca a mi lado. Al principio pensé que era uno de los hombres, pero al girarme y ver sus ojos, supe inmediatamente que era Drover. Estaba tan cerca que casi pude sentir el calor de su cuerpo. Sin pensarlo, me corrí un poco hacia el costado, dándole más espacio.
Pasaron unos segundos de silencio, y aunque intenté ignorar su presencia, era imposible no sentir su cercanía. Finalmente, él habló, sin la intención de molestar, pero sí con su típica manera directa.
—¿No puedes soportar estar cerca de mí, o es porque te deje sin palabras? —dijo, una sonrisa apenas perceptible en sus labios.
Miré hacia otro lado, incómoda, tratando de mantener la calma.
—No, claro que no —respondí rápidamente, pero mi tono fue algo cortante, como si quisiera evitar más conversación.
Él se acomodó, como si no estuviera perturbado por el silencio —Bueno, no hay mucho que hacer, ¿verdad? —dijo finalmente, mirando también el cielo estrellado. La conversación, aunque breve, era una de esas cosas simples que no necesitaban más explicación.
Nos quedamos en silencio un momento, ambos mirando las estrellas, pero sin la tensión de antes. No era un momento coqueto, solo... tranquilo.
Pasaron unos segundos de silencio, y aunque intenté ignorar su presencia, era imposible no sentir su cercanía. Finalmente, él habló, sin la intención de molestar, pero sí con su típica manera directa.
—¿No tienes sueño? —preguntó, mirando el horizonte con calma.
Lo miré de reojo, un poco sorprendida por la pregunta tan directa, pero no podía evitar responder con la misma franqueza.
—No, no suelo tener sueño a esta hora. —Hice una pausa, un poco pensativa, mientras mi mente viajaba a otros tiempos. — De pequeña, mi hermana y yo solíamos quedarnos despiertas hasta tarde, con la excusa de que no queríamos ir a dormir mientras nuestra madre aún estaba ocupada. No sé... supongo que me acostumbré a estar despierta durante las horas en que todo está en silencio.
Mi voz sonó más suave al final, como si esas palabras me hubieran dejado una sensación de nostalgia.
Drover asintió, como si no necesitara más explicación, y se acomodó de nuevo en su sitio, mirando las estrellas sin decir una palabra más. Yo también volví a observar el cielo, pero con la sensación extraña de que había algo más en el aire, algo que no podía identificar, pero que me hacía sentir más viva que nunca.
Nos quedamos un rato en silencio, cada uno perdido en sus pensamientos y mirando las estrellas. Yo, aunque intentaba concentrarme en el cielo, me encontraba robando miradas a Drover, como si su presencia tuviera un magnetismo al que no podía resistirme. No era solo el silencio entre nosotros, sino la tranquilidad que se había instalado, algo que me hacía sentir una extraña calma.
Finalmente, mi mirada comenzó a fijarse en él, más allá de la silueta que se recortaba contra la oscuridad. Observar sus facciones me resultaba casi hipnótico. Sus ojos, que antes me parecían duros y desinteresados, ahora parecían más suaves bajo la luz tenue de las estrellas. Su mandíbula cuadrada y marcada, los rasgos tan definidos que cualquier movimiento sutil de su rostro los destacaba, de alguna manera me mantenía cautiva.
Me sorprendí a mí misma analizando cada detalle: el modo en que su cabello caía ligeramente sobre su frente, la manera en que sus labios estaban partidos de tanta tierra y sol, parecían moldearse a la forma de su rostro como si de alguna forma estuviera en completa armonía con la noche. No era solo su físico, aunque sus músculos marcados y su cabello oscuro también formaban parte del conjunto que me mantenía hipnotizada. Había algo más, algo en su carácter tranquilo pero también desafiante, en esa confianza sutil que desprendía incluso en los momentos más simples.
Pero justo cuando mi mirada se detuvo un poco más de lo que debía, Drover levantó la vista hacia mí, sus ojos encontrándose con los míos en un parpadeo, como si hubiera notado mi observación. Fue un instante breve, pero suficiente para que un rubor rápido subiera a mis mejillas.
Su expresión fue un tanto desconcertada, como si estuviera a punto de formular una pregunta que no sabía cómo formular.
—¿Qué estás mirando? —preguntó, con una nota de curiosidad que me hizo sentir aún más expuesta.
—Tus facciones —respondí, sin pensar del todo, mi voz saliendo más baja y más sincera de lo que había querido. Volví a mirar hacia otro lado, incómoda con la manera en que esas palabras me habían dejado al descubierto.
Drover se quedó callado un instante, y luego soltó una risa suave, como si no creyera del todo lo que acababa de escuchar.
—¿Facciones? Eso es nuevo —dijo, pero no había burla en su tono, solo una especie de aceptación como si también hubiera sentido la intensidad del momento.
El silencio volvió a caer entre nosotros, pero no sentí la necesidad de llenarlo. Las estrellas seguían brillando, y por un momento, el peso de las miradas y las palabras no dichas me envolvía como una manta invisible, creando un vínculo que me era difícil entender del todo.
Después de unas horas, el silencio de la mañana fue interrumpido por un susurro lejano que me hizo sobresaltarme. Mi hermana, que había estado en la tienda más alejada, apareció de repente, su rostro visiblemente alterado, y se acercó rápidamente hacia nosotros. Cuando vio que estaba acostada en el suelo, junto a Drover, sus ojos se abrieron de par en par, claramente sorprendida y molesta.
—¡¿Qué estás haciendo?! —exclamó susurrando, levantando las manos en señal de desesperación—.
La forma en que me miraba, como si fuera lo peor que pudiera haber hecho, me hizo sentir una mezcla de incomodidad y algo de vergüenza. Ella avanzó hacia mí, claramente molesta por la situación. Drover, por su parte, ni siquiera pareció inmutarse. Estaba acostado con los brazos detrás de su cabeza, y con sus ojos cerrados, como si nada de eso fuera tan importante.
—No es tan grave —dije, levantándome lentamente, mientras trataba de encontrar las palabras para calmarla—. Simplemente estaba descansando un poco. El suelo es cómodo, y la noche estaba fresca... no quería volver a la tienda. Y Drover no me ha hecho nada.
Mi hermana no parecía convencida. Su expresión era de total incredulidad.
—¿Qué?! ¿No te das cuenta de cómo te ves? —su voz, casi histérica, me sorprendió—. ¡Durmiendo aquí, con él, a solas!
Suspiré, mirando a Drover para ver si él decía algo, pero él no reaccionó.
—No pasa nada —respondí, algo cansada de la reprimenda. Mi hermana parecía no entender que no siempre buscaba seguir reglas o expectativas.
Ella no me dejó terminar.
—Espero que no pienses en hacer nada, ¿si? —y su mirada se clavó en Drover como si él fuera la causa de todo lo que estaba mal en ese momento.
Por un segundo, sentí una leve molestia. Nadie, ni mi hermana, tenía derecho a juzgar algo que no entendían.
Mi hermana me fulminó con la mirada, y aunque intenté calmar la situación, no pude evitar que una parte de mí se sintiera molesta por su actitud. No entendía que necesitaba estar tranquila, que este viaje había sido algo más para mí que solo un simple escape.
Finalmente, mi hermana dio un paso atrás, respirando hondo, y con una mezcla de desaprobación y frustración, se alejó de nosotros, murmurando algo sobre "lo que era correcto" y "mantener la compostura". Yo me quedé allí, mirando cómo se alejaba, con la sensación de que algo había cambiado, que esa tensión en el aire ahora era aún más pesada.
Me quedé mirando a Drover por un momento, mientras mi hermana se alejaba, todavía murmurando palabras de desaprobación entre dientes. No pude evitar sentir una ligera molestia por su reacción, pero también algo de gratitud por la tranquilidad que Drover me había ofrecido en silencio.
Al darme vuelta para mirar a Drover, me sorprendí al encontrarlo observándome con una ligera sonrisa en su rostro. Parecía que no se sorprendía en lo más mínimo por la escena, como si ya estuviera acostumbrado a que mi hermana actuara de esa manera.
—Tu hermana no parece muy contenta con lo que está pasando —comentó Drover, con una mueca divertida, mientras su tono mostraba que no era un comentario ofensivo, sino más bien uno que veía con algo de diversión.
No pude evitar sonreír ante su observación. La situación había sido incómoda, pero su forma de decirlo me hizo sentir un poco más ligera.
—Oh, no, no te preocupes. Ella siempre es así —le respondí con una risa suave, intentando restarle importancia al asunto—. Si no está discutiendo sobre algo, no se siente bien. Pero, ya sabes, está preocupada por mí.
Drover soltó una pequeña risa, y aunque su mirada estaba relajada, había algo en su expresión que me hizo pensar que entendía perfectamente cómo era la dinámica entre mi hermana y yo.
—¿Así que esto es solo otra de sus... preocupaciones? —preguntó, arqueando una ceja, claramente intrigado, pero también con un tono amistoso.
—Exactamente —contesté, relajándome más al saber que Drover no estaba tomando la situación tan en serio. Sonreí, sintiendo cómo mi tensión se desvanecía poco a poco—. Si la tuviera que describir, diría que es como un volcán que no sabe cuándo dejar de erupcionar.
Drover rió, y esa risa me resultó más relajante de lo que pensaba. Había algo en su actitud que me tranquilizaba, algo que me hacía sentir que no importaba lo que sucediera, las cosas seguirían adelante de la manera más sencilla posible.
—Bueno —dijo Drover, mirando hacia la tienda donde mi hermana se había refugiado—, parece que te tiene bien vigilada.
Sonreí una vez más, y aunque todavía había algo en el aire entre nosotros, esta vez no lo sentí tan pesado. Drover y yo compartimos un momento de complicidad en el que las palabras sobraban. En ese instante, la tensión de la noche anterior parecía disolverse, reemplazada por una calma más agradable.
La mañana llegó sin previo aviso, con el sol ya alto en el cielo, marcando el inicio de otro día caluroso en el que el paisaje árido se extendía interminable ante nosotros. Todos ya estábamos a punto de continuar el viaje, el ganado listo para ponerse en marcha, y el ruido de los caballos comenzaba a llenarlo todo.
Estaba montada en mi caballo, cuando, de repente, sentí una presencia cercana. Miré hacia un lado y vi a Drover cabalgando junto a mí. No dijo nada al principio, solo se acercó con esa mirada tranquila que siempre parecía acompañarlo.
Luego, con un gesto tan natural como si fuera lo más común del mundo, extendió su brazo y, sin decir una palabra, colocó su sombrero sobre mi cabeza.
—Hay mucho sol —comentó simplemente, como si eso fuera toda la explicación. Pero yo sabía que había algo más en ese gesto, algo que lo hacía diferente a cualquier otra acción rutinaria.
Sentí una ligera calidez en el rostro, no solo por el sol, sino por la cercanía inesperada. Mi corazón dio un pequeño brinco, pero me esforcé por no mostrar lo que estaba sintiendo. Aunque no era un gesto grandioso, su cercanía, su presencia, me había tomado por sorpresa.
—Gracias —respondí, casi en un susurro, mientras tomaba el sombrero con las manos y lo ajustaba un poco mejor. Sentía cómo las yemas de mis dedos rozaban el borde, sin querer soltarlo de inmediato. Algo tan sencillo, pero me hacía sentir... emocionada.
Drover asintió, su mirada no se apartó de mí, pero no dijo nada más. En su rostro había una mezcla de serenidad y algo más, algo que no podía leer completamente.
—No es nada —dijo finalmente, con una leve sonrisa, mientras se alejaba un poco para seguir el camino. Su voz era baja, pero su tono tenía algo en él que me hizo pensar que sabía perfectamente lo que había hecho.
Yo me quedé allí, mirando su figura alejarse, y por un momento, el mundo a mi alrededor pareció desvanecerse.
Después de días agotadores atravesando el desierto, finalmente llegamos a Darwin. El aire parecía distinto allí, más húmedo y lleno de movimiento. La ciudad estaba en plena actividad, con el bullicio de trabajadores y el sonido constante de barcos en el puerto. Era un cambio abrumador después del silencio casi ensordecedor del desierto.
Las reses, a pesar del arduo trayecto, estaban en buena forma, y fue un alivio ver cómo se dirigían hacia el puerto bajo las indicaciones de Drover y los demás hombres. Todo el trabajo, todo el esfuerzo, había valido la pena.
Entonces apareció Carney, con su porte altivo y una expresión que oscilaba entre la sorpresa y el enfado. No podía creer lo que estaba viendo.
—¿Cómo es posible? —exclamó, mirando a las reses siendo embarcadas una por una. Su voz era una mezcla de incredulidad y frustración—. ¡Nadie atraviesa el desierto con este ganado y lo logra!
No pude evitar sentir una chispa de orgullo ante su reacción. Mi hermana, que había sido la más decidida a emprender este viaje, se mantenía firme a mi lado, con una expresión que mezclaba satisfacción y determinación.
—Bueno, parece que nadie les informó a nuestras reses que era imposible —respondió ella con frialdad, sus palabras como un golpe directo.
Carney se quedó sin palabras, viendo cómo nuestro ganado llenaba el barco que se marcharía pronto. El trato con el ejército ya estaba cerrado, y no había nada que él pudiera hacer para cambiarlo.
Drover pasó junto a mí, su mirada cargada de una mezcla de satisfacción y alivio. Sus labios se curvaron en una pequeña sonrisa al cruzar su mirada con la mía, y en ese instante, sentí el peso de todo lo que habíamos logrado.
No solo habíamos atravesado un terreno implacable y desafiado las expectativas, sino que lo habíamos hecho juntos, enfrentándonos a cada obstáculo y saliendo victoriosos. Era un logro que sabía que recordaría por siempre.
La tarde dio paso a una pequeña celebración organizada por los hombres del equipo. No era nada ostentoso, pero después de tantos días de esfuerzo, el ambiente se sentía ligero, casi alegre. La música improvisada llenaba el aire, acompañada por risas y el chisporroteo de una hoguera en el centro.
Me alejé un poco, disfrutando del calor del fuego y observando a los demás relajarse. Entonces, lo vi.
Drover apareció, pero no con su habitual aspecto desaliñado y lleno de polvo del desierto. Esta vez, llevaba una camisa blanca ligeramente abierta y un pantalón limpio que parecía incluso planchado. Era una imagen completamente diferente a la que estaba acostumbrada. Su cabello, todavía un poco húmedo, caía desordenado, pero de una forma que le quedaba sorprendentemente bien.
Por un momento, me quedé mirándolo más tiempo del que habría querido admitir. Algo en mí se revolvió al verlo así, tan distinto pero tan él.
Él notó mi mirada y, como si fuera un reflejo, sus ojos buscaron los míos. Cuando nuestras miradas se encontraron, el bullicio a nuestro alrededor pareció desvanecerse. Una ligera sonrisa apareció en sus labios mientras caminaba hacia mí.
—¿Y esa mirada? —preguntó con un tono divertido, inclinándose un poco hacia mí cuando llegó a mi lado.
Sonreí, intentando parecer más tranquila de lo que realmente me sentía.
—No sé, solo me sorprende verte tan... limpio. Casi no te reconozco. ¿Es tu intento de parecer civilizado? —dije con un toque de broma, levantando una ceja.
Él soltó una risa baja, esa que siempre parecía hacer que algo en mi interior se agitara.
—No te acostumbres. El polvo me sienta mejor, ¿no crees? —respondió, con esa mezcla de confianza y despreocupación que era tan propia de él.
Negué con la cabeza, reprimiendo una sonrisa mientras me apartaba un mechón de cabello del rostro.
—Tal vez, pero no te queda nada mal este cambio. Aunque no lo admitiré en voz alta de nuevo.
Él me miró fijamente por un momento, y sentí cómo mi pulso se aceleraba ligeramente. Luego, simplemente asintió, su sonrisa nunca desapareciendo del todo. Había algo en él, algo que me atraía cada vez más, incluso cuando intentaba resistirme.
Mientras intentaba retomar el ritmo de mi respiración tras ese intercambio, sentí que Drover no se alejaba del todo. En lugar de regresar por completo al grupo, su mano, algo áspera por el trabajo, rozó la mía de manera sutil. Al principio, pensé que había sido accidental, pero luego la deslizó con más decisión, entrelazando sus dedos con los míos.
Lo miré, confundida y sorprendida al mismo tiempo, pero él ya me estaba observando con esa expresión tranquila, como si todo estuviera perfectamente en su lugar.
—Esto es por la victoria —dijo, su voz grave pero suavizada por una nota de calidez—. Estuviste genial ahí afuera, de verdad. Te lo mereces.
La firmeza y sinceridad en sus palabras me desarmaron. Era extraño recibir reconocimiento, más aún de alguien como él, que solía guardar sus emociones bajo una capa de humor y comentarios sarcásticos.
—¿Celebrar agarrando mi mano? —pregunté en un murmullo, intentando mantener el control, aunque sentía cómo mi corazón comenzaba a latir más rápido, casi como un tambor desbocado.
Drover dejó escapar una pequeña sonrisa y, con ese mismo gesto seguro, dio un paso hacia mí. Ahora estábamos tan cerca que podía percibir el tenue olor a jabón en su piel, mezclado con algo más natural que me resultaba imposible de ignorar.
—Celebro a mi manera —respondió, y su voz sonó tan baja que hizo que todo mi cuerpo reaccionara—. Pero si tienes una mejor idea, podemos intentarla.
Por un momento, nuestras respiraciones se mezclaron, y la cercanía era tan palpable que no sabía si el calor que sentía provenía de la hoguera o de él. Mis ojos se encontraron con los suyos, y sentí que el tiempo se detenía, como si en ese instante solo existiéramos nosotros dos.
No dije nada, incapaz de formular una respuesta coherente, pero mis dedos, aún entrelazados con los suyos, se apretaron ligeramente, como si mi cuerpo hablara por mí.
Drover sostuvo mi mirada por un instante que pareció eterno. El mundo alrededor desapareció; no había música, risas ni conversaciones, solo nosotros dos bajo el manto de estrellas y la tenue luz del fuego.
Sin decir nada más, su mano libre subió lentamente, rozando mi mejilla. El contacto fue tan suave como inesperado, y no pude evitar cerrar los ojos por un segundo, como si mi cuerpo aceptara rendirse a lo inevitable. Cuando volví a abrirlos, él estaba más cerca, lo suficiente como para que su respiración cálida rozara mi piel.
Y entonces sucedió.
Sus labios encontraron los míos en un beso que no tenía dudas ni reservas. Fue un beso lleno de emoción contenida, de algo que había estado creciendo entre nosotros desde aquel primer cruce de miradas en el desierto. Mis manos, casi por instinto, subieron hasta su pecho, sintiendo los latidos firmes de su corazón, mientras los suyos se apoyaban en mi rostro y mi cintura, acercándome aún más a él.
Era como si todo lo que habíamos vivido hasta ahora culminara en ese momento. No era un beso apurado ni torpe, sino uno que hablaba de una conexión profunda, como si ambos supiéramos que este instante cambiaría algo dentro de nosotros.
Cuando finalmente nos separamos, solo lo suficiente para recuperar el aliento, nuestros ojos se encontraron de nuevo. Sus labios todavía rozaban los míos, y en su mirada había una mezcla de emoción y sorpresa, como si tampoco él pudiera creer lo que acababa de pasar.
—Asi que asi querias celebrarlo.—dijo con una media sonrisa, su voz baja y llena de una calidez que hizo que mi pecho se agitara aún más.
Solté una risa suave, incapaz de ocultar mi propia sonrisa.
— No sea una mala idea después de todo, ¿no? —respondí en un murmullo, mis dedos aún aferrados a su camisa.
Por un momento más, ninguno de los dos quiso romper la burbuja que nos envolvía. Solo estábamos él y yo, como si el resto del mundo pudiera esperar un poco más.
Drover se separ�� apenas un poco, dejando que nuestras respiraciones se mezclaran por última vez. Por un momento, sus dedos aún acariciaron mi mejilla, pero luego dio un paso atrás, rompiendo esa burbuja que habíamos creado.
—Vamos, será mejor que volvamos con los demás antes de que empiecen a buscarnos —dijo, con una sonrisa apenas perceptible, como si quisiera que aquello quedara entre nosotros.
Asentí, aún algo aturdida, mientras comenzaba a girar hacia el campamento. Pero, antes de que pudiera dar otro paso, sentí un impulso. Su mano aún estaba cerca, y no lo pensé dos veces antes de tomarla y tirar suavemente de ella, deteniéndolo.
—Espera —susurré, sin soltar su mano.
Él se volvió hacia mí, con una ligera curiosidad en la mirada.
—¿Qué pasa?
Lo miré, estudiando cada detalle de su rostro bajo la tenue luz. Había tantas cosas que no sabía de él, tantas preguntas que me rondaban desde el momento en que lo conocí, pero solo una salió de mis labios:
—¿Cuál es tu nombre?
La pregunta pareció tomarlo por sorpresa. Durante todo este tiempo, había sido simplemente "Drover" para todos, un título que definía lo que hacía, pero no quién era.
Por un instante, vi algo diferente en sus ojos, algo más personal, más vulnerable.
—Jack... Jack Clancy —respondió finalmente, con un tono tranquilo pero firme, como si esas palabras llevaran un peso especial.
Repetí su nombre en mi mente, como si quisiera grabarlo para siempre y solamente asentí y me deje guiar hacia el.
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"Mi abuela me enseñó la importancia de saber volver a los recuerdos. Por supuesto, uno no regresa intacto de ese viaje. Le acompañan la tristeza, el frío, los suspiros. Pero ¿acaso son esas tres cosas más dañinas que el propio olvido de quien uno ha sido? Me debo a todo ello, soy quien soy por lo que he vivido, así que no fuerzo el olvido de quien me ha habitado, de quien fue mi universo y ahora es un hueco vacío. Soy capaz de hacer ese viaje, de abrirle mi alma a la memoria y dejar que se quede en mi cuerpo el tiempo necesario, porque lo cierto es que nunca se queda para siempre. Son solo breves momentos de ausencia, de travesía, de estrella fugaz. Y yo no les cierro la puerta."
Elvira Sastre en Días sin ti.
Un día comencé a quererte. Y no, no te diste cuenta, pero ese día nació un pájaro. Ya no recuerdo cómo es, cómo era, aunque a veces viene de vez en cuando, se para en mi ventana y me enseña su cuerpo pequeño - sabe, por favor, que en realidad no es él-. En algún otro momento, quizá fue la primera vez que te dije que te amaba, ese pájaro comenzó a volar. Era capaz de cruzar países enteros, de sobrevolar aviones, guerras, de llegar hasta mis manos y hasta las tuyas. Ese pájaro era mío. Por pura gracia y por el querer que sentía hacia ti, ese pájaro decidió hacer de tu corazón, sí, del tuyo, su casa. Y ahí habitó. Voló contigo tantas veces como fue posible. Se detuvo en tu pelo, te acarició con su calor, te abrazó con sus plumas. Lo siguió haciendo incluso cuando no querías que lo hiciera. Lo siguió haciendo incluso cuando llegó otro pájaro a tu hombro. Lo hizo lastimado, lo hizo herido Lo hizo con lluvia y también cuando el cielo no se aguantaba en su propio peso y decidía que era tiempo de caerse. Lo hizo cuando querías escucharlo y cuando no querías hacerlo. Cuando eras tú y cuando dejaste de serlo. Ese pájaro era ese querer mío que tenía por ti. Y decidir olvidarte fue el sacrificio de ese pájaro. Fue acabar con su vuelo. Fue acabar con su casa. Fue pedirle que ya no volara. Fue acabar con el único propósito con el que había nacido. ¿Qué me dolió su muerte? Como no tienes idea. ¿Qué me dolió que se alejara de ti? También. Y sí, hoy lo recuerdo, no porque siga vivo, sino porque los recuerdos duelen. Porque a veces se escapan y no tiene sentidos ponerles barreras. Porque, tal como dice Elvira, a los recuerdos los acompaña el frío. Pero sé que son solo breves momentos, que no son para siempre. Que mañana o en un minuto pasará. Ese pájaro ya nunca va a volver, aunque a veces lo recuerde y me duela.
Hoy estoy aquí, frente a la primavera mientras todo el mundo está entrando al otoño. Y no tengo miedo. Y soy feliz. Y creo que tú también deberías serlo. Por ese pájaro, que ya no vive, que ya no existe, pero que tanto tiempo estuvo a nuestro lado. Al final y al cabo, el amor consiste en dejar de pasar frío.
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Carta para mi ex
No se ni por dónde empezar ni por dónde acabar, contigo todo era una explosión de emociones y sentimientos, lo mejor es que todo era positivo y bonito. Tanto tú como yo sabemos que nos amábamos, que nos teníamos el uno al otro y que nos apoyabamos mutuamente. Yo desde que te vi sabía que tenías un toque y no se si era por tu sonrisa perfecta, por tu forma de ser o por lo enamorada que estaba de ti desde un principio.
Se que las épocas esas del 22/23 no las queremos recordar ni tú ni yo ya que lo pasamos mal y son ‘’etapas oscuras’’. Estoy llena de recuerdos, uno de ellos es cuando en los recreos te perseguía para que no te fueras solo porque me sentaba mal, aparte de que quería estar contigo. También recuerdo lo tanto que lloré ese día porque sentía que no te importaba lo que hacía por ti, que no te importaba que diera más por ti que por mi misma y no te dabas cuenta que estabas en mi cabeza las 24 horas del día.
En diciembre del 2023 empezaste con mi mejor amiga, Sandra, sabía que estabas enamorado de ella desde octubre y si te soy sincera a mi esto no me sentó muy bien, estaba enamorada tuya y ya tenía muchas ilusiones contigo. En mi cabeza sonaba esta frase cada vez que os veía juntos:
–¿Por qué ella y no yo, que me falta para ser lo que él quiere? —
Otro de mis recuerdos un poco más positivos es cuando me decías lo mucho que me querías aunque no fuéramos nada, me decías que yo demostraba más que ninguna otra persona y que sabias que yo era la indicada. Me ilusioné tanto cuando me dijiste eso que ni me lo creía, ¿sabes la típica sonrisa que te sale cuando te mandan un mensaje bonito?, pues esa era mi sonrisa pero multiplicada por 3 millones.
Llegó el día de mi cumpleaños e invité a Alba, a Sandra y a ti ya que erais lo único que tenía. Me acuerdo justo del momento que te vi bajar del autobús en la parada, tenias el regalo que me ibas a dar en las manos y eso me puso muy feliz. Te abrace cuando bajaste, y cuando vi el regalo algo de mi explotó, creo que fue una parte del corazón de tanto amor que te tenía. Siempre tiene que haber algo negativo en los cumpleaños, y en este fue cuando os vi a Sandra y a ti juntos en una parte del parque en el que estábamos y yo estaba con Alba llorando en otra parte del parque, diciendo lo mismo de siempre:
–¿Por qué ella y no yo, que me falta para ser lo que él quiere? —
Llegué a mi casa fatal, y a los pocos días decidí bloquearte de todos lados. No podía aguantar los cambios, unos días me sentía lo mejor del mundo y sentía que tocaba la luna contigo de la mano y otros días sentía que me estabas pisando la cara.
Me enteré por Sandra que en Abril terminasteis, y a los pocos días de terminar Sandra me dijo que tú seguías escribiendome. Me contabas cómo te iba en los partidos de baloncesto, también me contabas tus problemas aunque yo no estuviera ahí para contestarte. Lamento no haber estado ahí cuando lo necesitabas.
A finales de Abril te empecé a escribir de vuelta, con la excusa de que felicites a tu amiga Natalia de mi parte ya que era su cumpleaños. Empezamos a hablar más y más, me contaste lo que hiciste este tiempo y vimos que nuestro brillo no se había apagado del todo, que aún había una llamita encendida que podíamos intentar evitar que se apagara.
Y así fue, el 9 de Mayo del 2023 empezamos a salir, por fin podía decir oficialmente que el chico al que quería locamente era mi novio y te juro que te amaba a más no poder. Te juro que quería verte a todas horas, ojala haberme ido al viaje que hiciste a Londres en Julio del 2023, no soportaba que estuvieras lejos de mi. Amaba verte en el instituto, cuando me esperabas a la entrada para darme un abrazo e ir de la mano hasta clase, cuando mutuamente nos dolía cuando cada uno tenía que ir a su clase… Te admito una cosa, amaba los días de 1ro de la ESO cuando tocaba ingles a primera hora, porque era la hora en la que en el intercambio de clase me tocaba a tu lado.
Cuando acabó el verano siento que las cosas empeoraron un poco, en septiembre yo me encontraba algo mal conmigo misma y siento que desde ahí puede que lo haya pagado contigo. En noviembre decidí terminar contigo ya que sentía que te hacía cada vez más daño y lo que menos quería era ver al niño que me sacaba una sonrisa todos los días estar triste por mi culpa. Bueno, esto no duró ni un día ya que entre la charla que tuve con mi madre sobre ti, mi hermano escribiendote si tu sabias lo que me pasaba, porque se me escuchaba llorar desde su habitación… Quede contigo el día siguiente de terminar, nada más te vi me lancé a ti, me puse a llorar y lo primero que dije es:
– Te echaba de menos amor –
Justo en noviembre también fue nuestro primer beso, éramos muy vergonzosos y no sabíamos cuándo dar ese paso pero los dos queríamos hacerlo. Al final lo di yo, y cuando te lo di no entendí nada ya que me salió solo, fue como un impulso y de tener tantas ganas que al final me descontrole. Igualmente fue precioso, recuerdo incluso la hora y el lugar, el atardecer que había, recuerdo lo que sentía y la emoción que tenía. Los días siguientes después de nuestro primer beso te escapaste de casa para verme y me parecía muy tierno el hecho de que alguien quisiera pasar tanto tiempo conmigo y de ser capaz de escaparse de casa únicamente para estar a mi lado aunque sea poco tiempo y con consecuencias.
En enero me dijiste que tenías dudas sobre lo nuestro, que estás confuso y no sabías lo que querías, no sabías si de verdad querías pareja o si estabas listo para tenerla. Yo estaba asustada, no quería perderte, pero al final siempre quedabamos en un ‘’da igual, ignora todo lo que te acabo de decir, te amo’’. Desde ahí, vivía nerviosa y pensando que me ibas a dejar sola, tuve pesadillas con el hecho de que me dejaras.
Y llegó marzo, maldito mes de marzo, sobretodo el 14 de marzo a las 00:20 de la noche. Ese día a esa hora me dejaste con el corazón roto en las manos ya que me dejaste con un
–Te quiero pero no quiero nada –
Recuerdo aquella noche como si fuera hace 5 minutos, recuerdo cada lágrima y cada sollozo, recuerdo las veces que re lei nuestro chat, recuerdo cuando mire los mensajes tuyos de WhatsApp del día anterior diciendo:
–Te amo mi princesa –
Al día siguiente me levanté pensando que todo era una pesadilla, pero llegué al instituto y no me estabas esperando en la entrada, y tampoco recibí un mensaje tuyo diciéndome los buenos días y que tenias ganas de verme. En mayo volvimos a hablarnos, y resulta que le convencí para que quedáramos y un rato con la excusa de ‘’quiero verte’’, aunque en realidad quería verle a los ojos y decirle por última vez las siguientes frases:
– Te amo –
– ¿Te digo un secreto? Me encanta tu sonrisa –
Quería darle de la mano por última vez, acariciarle el pelo donde a él le gusta, mirarle a los ojos, poner mis piernas encima de las suyas, reírme con él y ver por última vez su sonrisa.
Los mejores momentos de mi vida los pasé con él, y los volvería a repetir un millón de veces más. Con él me sentía especial, sentía que éramos inseparables y con el de verdad veía mi futuro. Me imaginaba a mis hijos llamándole papá, a nosotros en nuestra propia casa, nosotros casandonos o yendo de viaje a donde queramos.
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¿Quién ríe ahora?[One-shot] [post-canon]
Post-canon, angst, venganza, violencia, tortura, Agatha!fantasma, Lady Death. Darkfic (el último que hago antes de pasar a la programación habitual!)
No se hace enojar a Lady Death. Sólo un idiota lo haría, un idiota y Agatha Harkness.
"Adivina qué, Agatha. Tenías razón, yo no tengo corazón. ¿ves?"
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La muerte había abandonado el nombre Rio. Lo dejó hace siglos, muchos siglos. Lo perdió como el lado humano que había desarrollado y también como su negro corazón, al cual pudo ver hacerse trizas dentro de ella. Los restos, como cenizas semitransparentes, se fueron con el viento para desaparecer completamente y para siempre.
A partir de ese momento, la muerte no se enfocó en absolutamente nada más que su trabajo. Los cuerpos. Las almas que necesitaban ser atendidas con urgencia. Cada vez llegaban más, una después de otra, y aquello la mantenía ocupada realizando viaje tras viaje, transportándose hacia distintos lugares de la tierra a presenciar los momentos finales de cada ser viviente. Continuó haciendo visitas a Italia, Brasil, México, Francia, Rusia, Bolivia, a todos los países y ciudades del mundo para tomar los cuerpos, hacer que sus almas crucen la puerta al más allá, tomarse un par de minutos y volver a lo mismo.
Jamás volvió a mostrar su forma humana. Ni siquiera para guiar a las almas de niños, su forma original se volvió su uniforme diario y ya no necesitaba aquel cuerpo humano que no le trajo más que dolor y miseria. La muerte desearía poder tirarlo a un bote de basura en la tierra y quemarlo, pero tenía mucho trabajo que hacer.
Olvidó la piedad, la consideración, la empatía.
"De todos modos tampoco es que todos los humanos la posean, al diablo con eso"
Repetía para ella misma, porque, sin las almas, la muerte se pasaba los días sola y habían días en los cuales ni siquiera escuchaba su propia voz. Se había vuelto un ser de aspecto aterrador, digna de las peores pesadillas, pero no le importaba lo que la sucia raza humana piense, ni lo que desee. Ya cometió ese error una sola vez y se juró a sí misma no volver a caer bajo la trampa de cualquier insignificante ser viviente. Se volvieron poco menos que ganado.
"Soy el orden natural de las cosas" se repetía constantemente.
Le tocó ir de nuevo a los Estados Unidos, la muerte le guardaba un poco de fastidio al país y mucho más si se trataba de Salem, Massachusetts. Después de hacer una visita a Los Ángeles para esperar a que una mujer madura y ebria se vuele la cabeza de un balazo, apretó los puños y fue a Salem igual, desapareciendo en una niebla negra para volver a un lugar que conocía muy bien.
No podía ser ella. No justamente ella. ¿Qué clase de tortura cósmica era todo esto? Esa forma fantasmal, el cabello blanco y largo y el vestido, el aura púrpura, y la sonrisa triunfante que la hizo enfurecer.
"No esta malnacida de nuevo"
Agatha Harkness, el fantasma, flotaba con animosidad justo a unos pasos. Jugaba a atravesar cosas y un ave pequeña.
La última vez que se vieron fue en el llamado sendero de las brujas, siglos atrás. Aquel último encuentro la dejó destrozada desde entonces, aborreciendo a la mujer y haciendo intentos desesperados de quitarla de sus recuerdos con una carga enorme de trabajo duro. El único motivo por el cual Agatha pudo haberla llamado era irse como correspondía y estar lista para ver a su hijo.
"NO" pensó la muerte. "Me NIEGO a llevarme a esto. ¡NO!" Deseó irse, pero al parecer Agatha Harkness había decidido que su trabajo estaba terminado y, así como si nada, deseó irse a ver al niño. Siempre hacía lo que quería, sólo pedía las cosas y exigía ser atendida. No lo tendría esta vez, la muerte le cumplió su último deseo la última vez y se juró a sí misma no volver a ser un tapete. No más deseos, ni contemplaciones.
Deseó gritar y destruir todo a su paso, no pudo evitarlo y todos los árboles a su alrededor murieron, cayeron, las plantas se iban secando y el fantasma se aproximó observándola detenidamente.
La muerte tenía puesta la capa negra encima que jamás se quitó. Cogió su daga y apretó fuertemente el mango, algo le sucedía y no se explicaba bien qué era. Su corazón negro ya no estaba, no podía explicar ese arranque de ira.
"Cuánto tiempo" Dijo Agatha Harkness observando a la muerte con curiosidad y sin tener respuesta alguna.
Silencio.
"No pensé que llegaría a decir esto pero ya no es tan terrible verte" la voz fantasmal de Agatha hacía eco, y la muerte no dijo una palabra de nuevo. Sólo mostró la daga.
"Oh, ¡vamos! han pasado siglos. Muestra tu otra forma" Agatha sonreía maliciosamente y extendió la mano hacia su hombro, tratando de invadir su espacio personal pero la atravesó. "Yo sé que quieres" Agatha siempre se la pasaba dando órdenes y comportarse como si estuviese en un hotel de lujo a donde vaya.
Silencio.
"¿Vas a continuar haciendo este teatro? No te deja bien parada en tu trabajo, ¿o me equivoco? ¿Puedo hablar con tu supervisor? La señora Rio Vidal..." Agatha empezó a usar su clásico sarcasmo como lo hacía en vida, gastando bromas pesadas hasta que la muerte la interrumpió.
"Rio se ha ido. Soy la muerte"
Agatha se burló y siguió flotando en círculos alrededor de ella.
"Lo dices como si no lo supiera, pero te recuerdo querida que Rio también es tu nombre y es más fácil para mí decirlo así, y menos problemático para Marvel Studios y Disney, por supuesto..."
"Sólo dirígete a mí como corresponde, además ¿qué diablos haces tú aquí? Me haces perder el tiempo. ¿Vas a marcharte o no?"
"Cumplí mi misión, el trabajo no resuelto. Es tu tema ¿no? Tú ves y sabes esas cosas, es tu área. El asunto es que acabé y deseo..." Agatha hizo una corta pausa, reacomodando sus ideas. "...y deseo verlo. Tú sabias que en cualquier momento yo querría ir" Agatha fantasma se cruzó de brazos y miró fijamente al cráneo que la muerte mostraba por cara. Por una parte odiaba hacer lo que Agatha deseaba, pero otra parte de ella encontró en la acción un motivo para fastidiarla.
"Fui una guía espiritual. Conduje a Billy y a su hermano hacia donde debían ir. Volví a morir, volví a ser un fantasma porque al parecer alguien no quiso tomar mi alma" dijo Agatha en tono acusatorio. "Pero creo que es tiempo de irnos. No me sentía preparada pero ahora sí. Llévame con él." Ordenó.
Si la muerte mostrase un rostro humano, hubiese puesto los ojos en blanco.
"¿Alguien no quiso tomar tu alma? Por favor, Agatha. No seas ridícula. ¿Quién fue la que me hizo prometer que no volvería a mostrar mi cara? Es más..." la muerte hizo una pausa "tú rompiste el pacto que hicimos y lo último que hice por ti fue respetar lo que deseabas, incluso cuando no merecías nada más proveniente de mí. No haré más por ti"
"Pero debes hacerlo, es lo que siempre haces. Además, rompí el trato que hicimos" Dijo Agatha, en tono desafiante. "Así que muestra tu otra forma, con esta no me dan ganas de tener una conversación"
"¿Y qué si esta vez hago una excepción?" La muerte empezó a jugar con su daga pasando los dedos por la hoja mientras hablaba "y si ahora decido romper las reglas por mí y no llevarte a ningún lado porque no lo mereces?" Dijo calmadamente. "Si, es mi trabajo...pero así como cometí el error más estúpido de darte seis años con tu hijo, hoy puedo decir no, paso."
La sonrisa pícara de Agatha se fue desvaneciendo, y la fantasma frunció el ceño.
"No serías tan cruel. No te creo capaz"
"¿Ah, si?" Respondió la muerte en un tono burlesco. "Adivina qué, Agatha. Tenías razón, yo no tengo corazón. ¿ves?"
La muerte se quitó la capa mostrando una figura femenina casi esquelética, el traje tenía aspecto gastado, pero lo que horrorizó a Agatha al punto de atravesar su rostro con su mano transparente fue el enorme agujero en el medio del área del pecho. Parecía como si alguien hubiese sacado el corazón violentamente y hubiese dejado así el cuerpo. La piel se secó, dejando una espantosa vista que la muerte mostraba con orgullo, como si de un emblema se tratase.
"Nada me detiene de no llevarte a ningún lado y hacer que te la pases por aquí vagando y flotando como estúpida el resto de la eternidad. Simplemente dejarte aquí, sin que conozcas la paz, sin darte la posibilidad de que tu mugrienta alma reencarne. Si no fuera por la enorme carga de trabajo que tengo en estos momentos me quedaría a ver cómo entras en crisis y suplicas pero ya no eres importante" dijo la muerte, volviendo a jugar con su daga.
"¿Sabes? Antes te quería en el más allá, con nosotros, y me preguntaba por qué te negabas a ir...pero cambié de idea el momento en el cual te moriste por primera vez. Lo mejor de todo es que esto no afecta el balance, así que yo gano, y tú te quedas atascada aquí y ni siquiera la familia con la cual estás asociada te va a poder ayudar, esto va más allá de cualquier tipo de magia"
La sonrisa pícara que Agatha tenía al inicio se esfumó totalmente. Incluso, la forma cómo flotaba indicaba que estaba realmente asustada. El miedo podía verse en su rostro semitransparente.
"¿Y si quiero irme?"
"Decidiste ser fantasma, Agatha, lo hiciste para deshacerte de mí y lo hiciste porque SABÍAS que yo respetaría tu deseo incuso al morir, cosa que hago así no lo merezcas. Lo habrás planeado todo pero ahora yo decido si te vas o no. Así como escuchaste" La muerte disfrutaba al ver a Agatha lucir confundida y alterada.
"Pero espera..." Dijo Agatha. "No puedes hacerme eso, ¡tú me amas!" Exclamó Agatha señalando a la muerte con el dedo y la mirada fija en los orificios que tenía por ojos. "Yo sé que aún me amas"
"¿Quién dice? ¿Tú?" Contestó la muerte en un tono burlón. "Eso fue hace tiempo. Lo que quedó de esos sentimientos se fue contigo y esa escena melodramática que hiciste antes de morir. No te amo más, Agatha. Eso sí, reconozco lo buena actriz que eres, ¿Dónde está tu Emmy? a mejor actriz de serie dramática"
Agatha sólo flotaba, confundida y sin saber qué responder, sus palabras parecían quedarse atascadas.
"Pobre Agatha Harkness...por fin quiere reunirse con el pequeño Nicky...pero no tomó en cuenta que fue un pedazo de mierda en vida. Falló la estrategia está vez, Agatha"
"Primera vida" contestó Agatha. "En la segunda salvé a Billy, ayudé a esos chicos, ayudé a Jen, entendi que Nicky debía irse...y lo quería conversar contigo ¿eso no cuenta?" Agatha sonaba irritada, tenía los labios fruncidos y los brazos cruzados, sólo quedó suspendida a un metro del suelo.
"¿Y eso qué? No vas porque yo lo decido" Dijo la muerte. "No me interesa si salvaste a la humanidad, así como pude romper las reglas por ti, también lo puedo hacer contra ti. Ahora si me disculpas, tengo trabajo real que hacer, y otra cosa más..." hizo otra corta pausa.
"...no vuelvas...a mostrar...tu cara"
Dijo la muerte dándose la vuelta y a punto de desaparecer entre más niebla negra.
"Te seguiré llamando hasta que lo hagas" Dijo Agatha, muy confiada y cruzada de brazos. "No voy a parar" Agatha ya sonaba muy alterada.
"Suerte con eso, Agatha. No atiendo a más fantasmas varados en la tierra por siglos, nueva política de la empresa. Yo me buscaría un pasatiempo"
"¡RIO!" Gritó Agatha, todas las plantas alrededor de ambas entidades se habían marchitado. "¡...Por favor, mi amor, quiero ir, quiero verlo!"
Antes de desaparecer, la muerte se detuvo y volteó por un segundo.
"No esta vez, Agatha, lección aprendida, no meterse con la muerte, ¡Es una mala, muy muy mala idea! No se usa a la muerte, no se traiciona a la muerte"
Se retiró entre risas, desapareciendo, dejando un gesto con la mano mostrando el dedo medio al irse y dejando a Agatha Harkness dando un grito tan desgarrador que pudo haber espantado a las criaturas que vivían en ese bosque si no se hubieran muerto con las plantas ya marchitas.
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Borré tu chat, eliminé las fotos
y retiré de mi vida todo recuerdo que me llevara a ti.
-Carta abierta-
En mi intento de huir de ti, entendí que debía hacer todo lo posible para evitar auto-lesionarme. No quería seguir alimentando una herida que ya era lo suficientemente profunda y dolorosa por sí misma.
Los recuerdos de lo que compartimos son suficientes como para llenar mi mente, y aunque me esforzaba por mantenerme ocupada, la verdad era que había momentos en los que la noche se convertía en mi mayor enemigo. En esas horas oscuras, cuando la ansiedad y la nostalgia se apoderaban de mí, el simple sonido de una canción o el eco de ciertas fechas volvían a conectar mis pensamientos contigo. La vida, a veces, parecía un juego cruel; a donde miraba, había algo que me recordaba a ti.
Al principio, fue atroz y desgarrador. Cada recuerdo me sumía más en la tristeza, y parecía que nunca podría escaparme de ese tormento. Sin embargo, con el tiempo, las cosas comenzaron a cambiar. Cuando menos lo esperaba, el olvido se instaló de forma inesperada. Fue un proceso gradual, pero ese momento liberador llegó; empecé a superar lo que había vivido contigo.
Comencé a recordarte de otra forma, no como una carga, sino como parte de mi historia. Hubo una ocasión en la que sonreí sin quererlo, y en ese instante comprendí que ya había pasado el tormento. Tu recuerdo se había transformado en uno más en mi archivo mental, un destello de lo que una vez fue, pero sin el poder de hacerme conectar con emociones dolorosas. Puede que los ecos aún resuenen de vez en cuando, pero ya no tienen la fuerza de antes.
Me he dado cuenta de que el tiempo tiene esa maravillosa capacidad de transformar el dolor en lecciones. He empezado a valorizarlas, a comprender que cada etapa de nuestra relación me enseñó algo valioso sobre mí misma, sobre la vida y el amor. Tu recuerdo es solo una parte de un capítulo cerrado, y estoy lista para abrir otros libros con nuevas historias por contar.
Hoy celebro mi crecimiento y la capacidad de amarme a mí misma. Reconozco que el proceso de deshacerme de lo que me hacía daño fue valiente, y me siento empoderada al tener el control de mis emociones y mis recuerdos. Estoy dispuesta a avanzar, a redescubrirme sin ti y a ofrecerme la oportunidad de experimentar la vida de nuevo.
Gracias por lo que fui en tu vida y por lo que has significado en mi camino. Cierro este capítulo con gratitud, y espero continuar mi viaje hacia nuevas experiencias, nuevas conexiones y, quizás, un amor renovado.
Con un corazón sano y en paz,
Yls.
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Absorta mi alma en el aire. Veía hacia la calle una madre con sus hijos pidiendo limosna, arrastrándose sin tener noción de la vida, de la música, del arte o del sol. para ellos todo se reduce; en si comes o mueres, en si hay un lugar para dormir o no lo hay, esos sentimientos estéticos y delicados que algunos hombres atormentan y ocupan, a personas en esas condiciones no son un pensamiento. Mientras que al grupo de amigos míos les preocupa cual será la exposición de arte que ha de llevar a sus almas en rebosantes y bendecidos viajes, que se pondrán, que les estará esperando la velada, mientras se mira que la mantequilla se acabó y el pan no es fuera de gluten o integral, que dañara mi dieta, mi cuerpo, mi imagen.. está mujer va de lugar a lugar pidiendo comida o algo de ropa, está mujer quizás solo piensa que ha de alimentarse a ella y a sus hijos y nada más, no parece que ella les dio vida. y sostenerla es parte suya y luego de sus hijos, y su esposo quizás piensa en lo mismo. Cuando llegue la noche solo buscarán darse calor y opacar la tristeza entre un coito que solo ellos saben si tiene amor, pero ha de traer más vida, vida a la deriva, vida vacía de su voz y pensamientos, vida solo para existir. Pero no está tan lejos a mi vida, lo único que reprochó es su indigencia, su sufrir vivo en carne y piel, mientras que yo sufro en casos existenciales y propiedades del pensamiento. Pero tengo un plato de comida, un techo, ropa limpia, no están mis manos atadas ni mi porvenir esclavizado por el consumimos, yo puedo reír con los pájaros, yo puedo soñar, no tengo hambre o frio, pues mi hambre es diferente, es hambre de vida y sueños, de la hierba que se ondea al viento. Mi corazón llora porque sabe que eso no debería ser, no debería haber niños con hambre tirados en las calles desnudos, mientras otras personas están comprando zapatos en miles de pesos oro. mientras en los estados y congreso de todo el mundo solo les importa ellos mismos y su imagen. no debería haber mentes tan pobres que solo piensen en sobrevivir a costa de lo que sea; a muerte o dolor, no debería existir corazones que no hayan sentido al menos una vez la ternura de la brisa o la risa de un niño como lema. aquí sigo llorando con ese sabor a tierra seca y unos deseos de hacer alguna revolución, de cambiar las cosas, las mentes. Me detuve, cuando sentí un suspiro detrás de mí. Me sobresalte y gire rápidamente tomando un libro como escupo y lanza.
- ¡es hermoso lo que dices.. si muchos pensaron como tú!-
Se acercaba a mi en cada pausa y palabra.
-¿Hace cuánto estás ahí..? ¿Cómo entraste?-
note que con algo de temor retrocedía ante mis preguntas.
- hace unos minutos, le rogué en repetidas ocasiones al vigilante. le dije que soy tu amiga, que me sentía tan apenada contigo que decidí visitarte con esta canasta llena de detallitos para darte las gracias. Estaba tan contento de verme que no hizo más preguntas, su contento era tanto, y creo que es el único feliz de verme-
Esto último lo digo con tristeza, encorvo sus hombros, fijo su mirada en el piso. Vacilaba en si irse o decir algo más.
- lo siento. Me alegra que las heridas sanen bien. Y sobre que es hermoso lo que decía.. no es lo que espero que digan. quiero actos, quiero cambio. Eso que está en el centro del pecho se encienda. No quise atacarte, solo es que este es mi espacio, soy un ser ermitaño, no sé me da entablar charlas de la forma en la que lo hacen los demás, no esperes que te hable de como me siento, que nos tememos el te y te platique de lo último de la moda o la tecnología. Bien puedo decir que ya no hay caso para mí. estoy tan lejos de ello, de todo. me da hartazgo, me causa bilis ver lo superficial, me da comezón y me desvanece las mentiras y la pretensiones. Si te lo digo es porque me cansé que dejo entrar personas a mi vida y luego es mi causa su decepción; al ver que no hago y no puedo hacer lo que la mayoría hacen, y yo ya les he tomado cariño y me duele sus actitudes, sus recomendaciones, me duele aún más comprenderlo tan bien que sé que con el tiempo yo no seré ni un pensamiento en sus vidas. Así que te ahorro y me ahorro todo esa serie de acontecimientos-
Me acerque sin darme cuenta, le sonría, le abrace la mejilla, y notarlo me di la vuelta sobre la ventana otra vez. Escuché pasos ligeros salir de la habitación, bajar las escaleras.
-«bien hecho, ¿de verdad eso quieres, estas paredes solas de tu cuarto, a caso la vida no es eso sentir con todo y nada?» Pensaba sin ver la lluvia, pensaba en esto sin recordar a la mujer que estaba afuera con sus hijos de uno y tres años. Y al darme cuenta me avergoncé de mi, y reí al ver que mis manos son tan humanas, que mi piel también duele. Sonríe sintiendo las ganas de vivir de nuevo. ¡El corazón es algo muy curioso! me dije, mientras tomaba unas cobijas, algo de ropa, una sombrilla y el pan de mi lacena. baje las escaleras corriendo con el corazón apretado a mi boca, mientras pensaba en que decirle a la mujer que no fuera ofensivo, que no sonara a limosna.. pues pensar que se podría sentir así me torturaba el alma. Al llegar a la calle la vida me dio una grata sorpresa, allí estaba Lauren con la canasta que llevaba para mí, se la dio a la señora y compartía los frutos del tarro de durazno. el cielo se veía particularmente suave y bello. Me acerque y haciendo una reverencia y me incorporé lentamente a su plática.
- esto si es bello. Le susurré a Lauren al oído.
-Mucho gusto. vi hace poco que pasaban por aquí y que comenzaba a llover y pues no le vi sombrilla. así que te traje esto para usted y sus hijos-
La mujer me miró con ojos de alegría. Me latía fuerte el corazón, solo esperaba que mis palabras fueran las correctas, pues tengo claro que todo corazón tiene su orgullo. y sería un horror herir a quien la vida ya herido lo suficiente.
- llamo a sus hijos le puso algo de la ropa que llevaba, y le digo que se acurrucaran bajo ella que así ya no tendrían frío. Luego me miró y soltó una enorme risa-
-es curioso. nadie me había dicho algo así para regalarme algo. Claro que no llevo sombrilla, (¡no tengo zapatos para mis hijos menos voy a llevar una sombrilla!)-
Me sonroje apenada y culpable por mi estupidez.
-perdóneme tiene razón, voy a decirle lo que pasa. No quería que se sintiera ofendida al darle estás cosas, no es por lastima del todo, es porque yo también soy un ser humano y he sentido frío, he sentido hambre y también sé que las palabras y las miradas puedes ser más crueles que el hombre o el frío-
Se puso tan seria que vi que vacilo en devolverme todo. en mandarme lejos y decir todo el enojo y odio que sintió a lo largo de su vida, Pero al ver como dormían sus hijos, y como mis ojos no se atrevían a mirarla, solo suspiro y luego de unos minutos. Me tomo las manos abrazándolas.
-se me había olvidado que merezco el mismo respeto que un diputado, que un príncipe. Pues también soy hija de Dios, de la tierra. Olvide que el orgullo a veces es la integridad de un ser. Pero sabe a veces uno olvida esto para sobrevivir, para no acabarse. No me ofende, ,e siento mal porque no sabe cuándo he odiado a la gente como usted en secreto. aunque me dan un pedazo de pan siento como me miran por debajo y he pedido que caigan más bajo que yo, pero claro es algo que ni a mí me lo permitió decir en voz alta. A lo que escampe me iré a un resguardo e intentaré darle a estos dos eso que a usted le sobra en su ser, es el valor de su humanidad y su orgullo de alma, porque sus ojos me dicen que su alma preferirían ser aniquilada a doblarse para ser humillada, o ser apresada. Se lo digo porque usted sería muy capas de invítanos a su casa, y créeme que uno a un ángel si lo es usted nadie podría tenerle tan Cerca porque dolería verle desde la miseria-
-me hace feliz. Y créame que me falta, me falta compresión y humildad, y solo estoy desde un espacio soñando, desde mi propia conciencia. Si me lo permite estaré un rato más, es tan agradable la sinceridad de una compañía, hace mucho no tenia alguna-
Sentía los ojos de Lauren mirarme sin perder un minuto. Cuando dejo de llover la mujer se colocó de pie, su mirada era otra.. nos Dios las gracias y se despidió sonriéndonos. Luego de estar solas bajo la lluvia le susurre.
-quizás mañana pueda invitarme un café.. y a su amistad. por hoy le doy las gracias han sido muchas emociones por hoy-
me rio, mientras nos despedimos. vi como las nubes parecían un tren a vapor.
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