#Te en Polvo
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cool-i-hateme · 7 months ago
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La vida es muy corta pa’ malos polvos y amores tóxicos.
Lo leí por ahí…
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karokawwo · 1 month ago
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puse devuelveme a mi chica en el playlist de katra pero esa es literalmente la cancion de kevin JDGSHJS
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frasesenespa-ol · 2 months ago
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—Si nos hubiésemos conocido en esta época… ¿te hubieras casado conmigo, amor?
—Probablemente, no. Ahora es mucho más fácil echar un polvo sin compromiso.
Amo su sexo. Amo su sudor. Amo su vientre, sus manos. Amo su boca.
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entropiasgift · 1 year ago
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Yo de comida familiar dominguera:
@laultimahijadelcaos dándole una paliza a Dario en vivo señalando que las cosas que le asquean o le asustan de sí mismo no están ahí porque sí, y que son marcas causadas por vivir en el mundo en el que vive:
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Chhaya diciendo clarito, los recuerdos de lo que me ha pasado en la vida me pesan, pero también me inspiran a ayudar a quien está sufriendo:
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¿QUÉ ES ESTO Y POR QUÉ DUELE TANTO?
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¿Suficiente? ¿Suficiente? ¿SUFICIENTE?
*Yo corriendo a buscar LA CANCIÓN*
Suficiente.
youtube
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rogdona · 1 year ago
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tu brillo tiende a hipnotizarnossss 🎶🎵🎶🎵🎶cuerpo que encarna el valorrrrr🎶🎵🎶🎵🎶 soy un adicto a tus encantossss🎶🎵🎶🎵 doblooo la cotizacionnn
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sambuchito · 1 year ago
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aunque hayas sido padre joven no puede ser que lo uses de excusa para todo, las minas no nacimos sabiendo ser madre es algo que se aprende por el bienestar de tu hijo tarde o temprano, los nenes necesitan ir al médico y si tenes la oportunidad que hagan actividad física, no pueden estar 8 hs mirando una pantalla y tienen que aprender una rutina de cuidado personal por su bien si vos sos un desastre como adulto joven es una cosa
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solxs · 2 months ago
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Quisiera dejar de sentirme de manos
y pies atados cuando no estás,
sin embargo, tampoco soy capaz de dejar de anhelarte
cuando de mi lado te vas.
A paredes les hablo,
incluso a grandes muros de polvo fugaz,
que se burlan de mi embriaguez,
cuando por ti vuelvo a llorar.
Y aún aquí sigo queriéndote cual siglo,
en el que 100 años no bastarán
para extrañarte, vida que serás
vida para otros, cuando no te vuelva a encontrar.
Alejo M
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imeloy · 2 months ago
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El tiempo pasa como un suspiro perdido,
como un sueño que apenas logramos tocar;
nos aferramos a instantes que se deshacen,
sombras que se escurren entre la piel del alma.
Un segundo se convierte en memoria,
y lo eterno se esfuma como humo en el viento;
la vida es un pestañeo, un destello fugaz,
y en un abrir y cerrar de ojos, ya nos hemos ido.
Las risas de ayer son murmullos distantes,
las promesas hechas se disuelven como niebla;
y el amor, que creímos eterno y radiante,
es ahora solo una huella en el polvo del tiempo.
¿Cuándo fue que el sol se escondió sin aviso?
¿Cuándo fue que el invierno heló nuestros sueños?
Lo cierto es que vivimos con la esperanza ciega
de que siempre habrá mañana para decir “te quiero”.
Pero el tiempo nos revela su verdad implacable,
nos muestra lo efímero de nuestro paso por aquí;
y en un abrir y cerrar de ojos, la vida se nos va,
como una hoja que se lleva el viento de otoño.
Así que brindemos por este instante,
por cada latido que aún resuena en el pecho;
abracemos el presente, antes de que el eco se apague,
pues en un abrir y cerrar de ojos, todos partimos.
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hurzzuzzrodea · 1 month ago
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Ya no me puedo encender
como un foquito de navidad lo se desde mi sombra
pero un día fui todo un cielo lleno de navidad
ahora la navidad está afuera en alguna galaxia distantisima
desde aquí es un punto allá afuera
nada me conmueve como la navidad
de niño le recuerdo en la lumbre de mi casa llena de ella
por eso le escribo a la navidad ahora como un loco
loco le pinto a esa estrella diminuta te digo que es un punto
es parecida a un ruido que oí
ahora desde mi sombra casi no oigo pero te oí quedito que viniste sin zapatos no hiciste ruido
o te oí o me avisa el viento que luego me visita como a una hoja seca
nada es parecido hoy a la navidad
ni siquiera se porque está melancolía le nombra casi sin afán pero mientras also los hombros te digo de como es mi casi memoria
aquí todo es casi noche o casi tarde o casi yo
nada está completo
en partes se divide la calle cada pedazo de tarde le quiero acomodar y a ti que viniste intento escribirte algo que me hace sonreír poquito aunque falte que venga
ya te dije que es un punto pero le pienso como en lo alto de ese árbol azul inmenso llamado universo que se burla de mí tan pequeño como un todo
trato de ser congruente ante lo era
Y pensaba bonito de hasta la lluvia
ella también llueve lejos le oigo luego caer como un eco grande en sueños y ahora que le nombró me parece casi verla adelante de cada ojo
no sé si escribir o tocarle o limpiarle para que el polvo de estas palabras quede bonito si pues
está retórica de algún sueño intenta decirte mucho apenas
estaba silencita como cuando la noche se espera a que la tarde se balla
en veces digo en pequeño las cosas
y en veces les digo del tamaño de inviernos reunidos
.
.
.
Diario de un sueño
Agosto de 2024
patas de gato 🐾🐾🐾🐾🐾
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pink-onyx-au · 2 months ago
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Tentative Spanish Translation Script
Traducción provisional al Español
The entire episode script available below for review. If any corrections are recommended, post a comment. Thanks! A continuación puede consultar el guión completo del episodio. Si se recomienda alguna corrección, envíe un comentario. ¡Gracias!
(Updated 9/17/24 edits in bold)
Steven: No. Lo siento. Dónde está... Jasper, no puedo encontrarla. Tiene que estar aquí. Está aquí en alguna parte. ¡Me he estado conteniendo! Tengo que hacer algo al respecto.
Steven: Jasper. Por favor. Quiero hablar.
Jasper: ¿Qué puedo hacer por usted, mi Diamante?
Steven: ¡Por favor! Solo quiero hablar. De igual a igual. Por favor...
Jasper: Para eso, tendrás que ponerte en el suelo. Ahora que estás aquí abajo con el polvo, ¿de qué quieres hablar?
Steven: No puedo dormir. Han pasado muchas cosas desde... mi crisis. Todo el mundo está pendiente de mí a todas horas, pero tengo que disculparme por cómo actué aquel día. Solo intentabas ayudarme e hice lo peor que podía hacer.
Jasper: Ya te lo he dicho antes, ¡no te disculpes!
Steven: ¿Por qué?
Jasper: Quería ver todo el alcance de tu poder y obtuve mi respuesta. Te dejaste llevar. Eso es lo que quería.
Steven: Pero Jasper, yo...
Jasper: ¿Me destrozaste? ¿Por qué te molesta eso?
Steven: ¿Por qué no te molesta?
Jasper: Los soldados son ROMPERdos todo el tiempo, Steven. Para eso estamos hechos. Para ganar y SER reemplazaDOS. Por eso lo único que no entiendo - es por qué me trajiste de vuelta después de conseguir lo que querías.
Steven: «¿Lo que yo quería?» Yo... ¡yo no quería ROMPERTE! Fue un error.
Jasper: En el momento en que a una gema se le permite actuar al máximo es cuando muestra lo que realmente quiere. Es absoluto. De guijarro a Diamante. Puede que digas que no querías ROMPERme, pero por la expresión de tus ojos, algo lo hizo.
Steven: ¡No sé lo que era! Ahora sí, pero...
Jasper: No lo entiendes, así que viniste aquí. Igual que la última vez. ¿Por qué sigues viniendo aquí a buscar respuestas? ¿Es lo único para lo que te sirvo? Tú mismo me has dicho que no quieres saber nada de mí.
Steven: ¡No! No. No es eso. Eres... simplemente lo más alejado de lo que conozco de mi mundo. Y actúas como si eso fuera normal para ti. Así que cuando nada en mi mundo tiene sentido, simplemente tiene sentido venir aquí.
Jasper: Bueno, al menos estamos de acuerdo en una cosa.
Steven: ¿Qué quieres decir?
Jasper: Mi mundo ya no tiene sentido para mí tampoco. Nada de lo que ha hecho mi Diamante tiene ya sentido para mí. ¿Comenzar una colonia sólo para preservarla? ¿Empezar una guerra para perderla? ¿Morir para renacer como tú? Me crearon para ganar una guerra de gemas por un diamante con un poder tan destructivo que los demás Diamantes dudaron en darle una colonia en primer lugar. Un diamante TAN PODEROSO QUE UNA PALABRA SUYA PODI’A ROMPER A TODOS. Lo más cerca que estuviste de tener sentido para mí fue el día en que finalmente te soltaste. Entonces, como todo lo demás, tu colonia, tu corte, tu estatus, tu forma, me echaste a un lado y pasaste a lo siguiente. Me dijiste que «buscara algo mejor que hacer con mi vida», cuando toda mi vida ha sido luchar por ti, mi Diamante.
Steven: Jasper, lo siento.
Jasper: Estrellas, ¡cállate con eso! ¡Hiciste lo que quisiste cada segundo que has estado fuera de la tierra! ¡Incluso esta forma humana! ¡Incluso estando aquí ahora mismo! ¡Hasta que no lo entiendas, esta conversación va a ser una pérdida de tiempo para los dos!
Steven: Es que... he hecho algo horrible, y no puedo dormir porque se repite una y otra vez, y cada vez que lo veo, me muero de miedo porque odio lo bien que me siento.
Jasper: ¡Vamos! Si vas a empezar esto, lo haremos aquí fuera. No quiero que destruyan mi guarida. Escucha atentamente, Steven. ¿Es esto lo que quieres?
Steven: No.
Jasper: Entonces céntrate en lo que quieres.
Steven: No quiero hacerte daño
Jasper: ¡Entonces cálmate!
Steven: Lo siento. ¿Cómo es que estás de acuerdo con lo que te hice?
Jasper: En serio, Steven, no sé por qué no estás. Yo no doy un puñetazo sin intención de golpear algo. Y mucho menos arrepentirme después del hecho. Vas a tener que vivir con la idea de que no nos vamos a entender. Pero quiero hacerlo. Eso es lo que quiero.
Jasper: ¿Y cómo pretendes conseguirlo? ¿Viniendo aquí y suplicando respuestas que no tengo?
Steven: Tal vez haya una manera, pero, yo-yo tengo una manera. De que ambos podamos obtener respuestas. Si quieres respuestas. También.
Jasper: Continúa.
Steven: Tal vez si sentimos lo que es ser el otro
Jasper: ¿Qué estás insinuando?
Steven: ¡Ah, estoy insinuando! Que podríamos fusionarnos, si tú quisieras hacerlo. También. ¿Tal vez?
Jasper: Esa ha sido la petición de fusión más patética que he oído nunca. No voy a fusionarme con alguien que lloriquea como un guijarro mal cocido. Así que, si eso es lo que de verdad quieres, ¡demuéstrame que tienes agallas para aceptarlo!
Steven: Bien, Jasper. Entonces, como tu Diamante: Fusionate conmigo.
Jasper: ¡Mucho mejor!
Jasper: Debería haber sabido que estabas lleno de tierra.
Steven: No sé qué ha pasado. Normalmente se me da bien hacer esto.
Jasper: ¡Huiste!
Steven: No yo, creo que algo separó.
Jasper: ¡Pues no he sido yo! Así que, ¡fuera lo que fuera, VINO DE TI!
Steven: Todo va a ir bien. Haremos esto juntos la próxima vez.
Steven: Tengo una idea pero, necesito algo de tiempo para prepararme. Volveré mañana al anochecer. Así tendremos toda la noche.
Jasper: Estás bromeando. ¿Hiciste un pedido de diamantes y ahora me dejas atrás otra vez? ¿En serio?
Steven: Lo sé. Lo siento. Una última vez, luego me aseguraré de que esto funcione. Te lo prometo.
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deepinsideyourbeing · 3 months ago
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Lejos del Sol (Quema de Amor) - Esteban Kukuriczka
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+18! Dom!Esteban. Biting, (alusión a) belly bulge, choking, (posible) dacrifilia, (breve) degradation, dirty talk, (mención de) marking, sexo sin protección, somnofilia, spitting, edades no especificadas. Uso de español rioplatense.
Buenos Aires, 17:53
Los últimos rayos de sol iluminando la cocina te permiten ver las infinitas e inevitables partículas de polvo danzando en el aire. El pensamiento te hace arrugar la nariz y, cuando tu expresión llama su atención, tu novio sigue la dirección de tu mirada para encontrar el motivo de tu disgusto.
Él no se fija en el polvo, sólo en la luz, extendiendo su brazo para que lo ilumine como un reflector y moviendo sus dedos.
La acción te saca de tus pensamientos y lo imitás con una pequeña risa que interrumpe el silencio reinante en la cocina. Te sonríe, su mano todavía suspendida en el aire busca la tuya con un gesto que sólo podés catalogar como dramático, y su índice señalándote -probablemente con intenciones de evocar una famosa pintura- te hace reír nuevamente.
-El café- dice antes de que el sonido de la cafetera los sorprenda a ambos-. ¿Servís vos...? Ya vengo.
Es un sábado extremadamente aburrido, tranquilo, pacífico, y la mayor parte del día estuvieron acurrucados entre las sábanas, con tu cabeza descansando sobre su pecho y su respiración acompañándote hasta que el sueño te ganó en más de una ocasión. Cuando por fin abandonaron la cama, cerca de la hora del almuerzo, lo hicieron con movimientos lentos y perezosos.
Moviéndose en silencio, siempre cerca del otro, prepararon el almuerzo y ocuparon sus respectivas sillas en la mesa. El ruido de la televisión en la sala de estar los acompañaba, lejano e incomprensible entre las palabras que intercambiaban, logrando distraerte en algún momento y permitiendo que tu novio arrojara todavía más queso sobre su comida.
Ocultó su sonrisa pícara sin mucho éxito y cuando lo regañaste, argumentando que consumir queso en cantidades industriales no podía ser sano, intentó comprarte con una mueca que debió considerar que sería extremadamente tierna; en realidad -tenías que admitir- lo era, pero su cabello despeinado cayendo en todas direcciones resultaba gracioso y no le fue de ayuda.
-Peinate- suplicaste cuando dijo que tomaría una rápida ducha. Dejó salir un sonido de molestia, una mezcla entre un quejido y un gruñido, pero el esbozo de una sonrisa tiró de sus facciones y antes de marcharse acarició tu brazo por un breve instante.
Cuando abandonó el baño te encontró en la habitación y se arrojó sobre la cama, ataviado únicamente con un bóxer y una camiseta holgada que caía dejando ver uno de sus hombros. Observó en silencio tu indecisión a la hora de escoger ropa, sin comprender por qué dudabas tanto entre dos prendas igual de cómodas.
-Podrías haberme hecho compañía, ¿no?- dijo contra el colchón-. Ahorrábamos agua.
-Sí, seguro- negaste, más que consciente de la manera poco ecológica en que terminaban todas las duchas que tomaron juntos.
Regresaste media hora más tarde y él se encontraba profundamente dormido sobre tu lado de la cama, abrazando tu almohada con fuerza. Su cabello todavía estaba húmedo, algún que otro mechón iluminándose bajo esa franja de luz que atravesaba la habitación desde la ventana. Abrazaste su cintura y descansaste tu mejilla sobre su espalda.
Fue un alivio (y en parte una pena) no caer nuevamente en su trampa, pensás ahora y te ponés de pie lentamente. Todavía pueden compartir despiertos los últimos vestigios de la tarde.
Mientras esperás su retorno te encargás del café y te preguntás que estará haciendo. No recordás en qué dirección se desvaneció una vez que cruzó el umbral y no escuchás ruidos que te permitan saber en qué lugar de la casa se encuentra, pero por la expresión en su rostro estás segura de que recordó algo impostergable.
Esteban es así. Siempre.
Tiene la costumbre de interrumpirse a media oración para explicar algún pequeño detalle, relacionado directa o indirectamente con lo que sea que esté diciendo; si recuerda algo o un pensamiento lo invade tiene que expresarlo en voz alta, esperando el momento oportuno para compartirlo, por no mencionar los momentos en que huyó de una habitación corriendo para buscar algún objeto o pertenencia random.
Cuando estás relatando una anécdota suele perderse en el movimiento de tus labios, sostenerte la mirada como si intentara leer tu mente e invadir tu espacio personal como si tuviera la única intención de fusionar sus átomos con los tuyos. El destello en sus ojos todavía provoca que tropieces con las palabras y él jamás parece saber que es el responsable, pero completa tus frases para ayudarte a retomar el hilo.
Observás en trance las tazas y los hilos de vapor dibujando espirales, esfumándose en el aire, recordando todos esos pequeños detalles mientras la luz del sol continúa derramándose por toda la habitación, iluminando la cerámica blanca y las plantas.. Y entonces llega a tus oídos el sonido de sus pasos acompañados por una melodía que reconocés con facilidad.
Volteás en el momento exacto en que entra en la pequeña cocina y su sonrisa es inmensa, brillante y cautivadora. Comienza a caminar hacia vos con pasos rítmicos y tu expresión de resignación, como si estuviera por torturarte, lo hace soltar una carcajada.
Esteban gira sobre sus talones con una energía impropia del día y de la hora antes de extender una mano en tu dirección. Tu resistencia comienza a desmoronarse y te sentís presa de la fluidez con que su cuerpo en constante movimiento, elegante pero aún así desenfadado y perfectamente sincronizado con la canción, provoca que su ropa se arrugue y su cabello dorado baile.
-Dale- insiste y cruzás tus brazos sobre tu pecho-, no seas mala.
-Estoy cansada- decís para escapar de su invitación-. Y se va a enfriar el café…
Resistirte es cada vez más difícil porque tu cuerpo comienza a seguir la música en contra de tu voluntad y ocultarlo es imposible. Tus manos están ahora entrelazadas, todavía fingiendo estar en una profunda negación, pero el sutil vaivén de tu figura es delator y una sonrisa comienza a crepitar en tus labios.
Esteban extiende su otra mano y, cuando por fin aceptás con una risa, tira hasta que te rendís contra su pecho. Colocás tus manos en sus hombros y toma tu cintura para guiarte, tus torpes movimientos volviéndose más naturales luego de unos segundos y sincronizándose con los suyos, que parecen insistir con guiarte hacia la sala de estar.
Tus movimientos se tornan más seguros y la armonía de sus risas se entremezcla con la canción. Esteban te hace girar, siempre sosteniendo tu mano, y cuando su mirada vuelve a encontrar la tuya estás segura de que no existe en el mundo un mejor lugar que este, repleto de amor y complicidad, intimidad y alegría.
El mundo exterior parece desvanecerse y el tiempo detenerse mientras ambos continúan bailando. Sus sombras se proyectan sobre la alfombra y los muebles, cada vez más largas y también más cercanas la una de la otra por el espacio ahora inexistente entre sus cuerpos.
Sus respiraciones se entrelazan.
-¿Sabías que Bill Withers era tartamudo?- pregunta en un susurro.
Intentás contenerte pero se te escapa una carcajada.
-¿Qué tiene que ver eso?
-Nada- contesta con una risa.
Deshace el abrazo y te deslizás por toda la sala, más segura, más relajada, más perdida en el amor que deja entrever su expresión. Esteban te sigue, prácticamente pisándote los talones, aplaudiendo mientras cuenta tus giros y observa los saltos que te hacen perder el ritmo.
Adaptándose a tus movimientos pero todavía dándote el espacio suficiente vuelve a tomarte de la mano. El impulso de sus pasos te hace girar con él y en más de una ocasión tropiezan, arrastrándose mutuamente pero recuperándose en un parpadeo y retomando el baile.
Cuando te atrapa entre sus brazos sentís su respiración, el subir y bajar de su pecho contra tu espalda, pero te distraen sus labios en tu mejilla y el roce fugaz de estos contra tu oreja. Te dejás llevar por sus pasos lentos, mientras tararea la canción en voz baja, con un susurro que es sólo perceptible para tu oído.
Girás para poder ver su rostro y él descansa su frente sobre la tuya. Repite la letra de la canción sobre tus labios una y otra vez y sin importarle que sus pasos pierdan velocidad, porque sólo puede pensar en los lugares donde su cuerpo hace contacto con el suyo.
-El café- le recordás, lamentando interrumpir el momento-. Ya debe estar frío.
-No creo.
Vos creés en su palabra.
05:47
Lo primero que sentís cuando despertás son los dedos de Esteban deslizándose  por tu abdomen y finalmente encontrando hogar en la delicada piel de tu cadera. No importa cuánto tiempo lleven juntos y tampoco cuánto te toque, sus dedos todavía te hacen cosquillas.
Lo segundo que notás son sus labios sobre tu cuello y, por último pero no menos importante, su erección caliente entre tus piernas y acariciando tu centro. Un grito débil deja tus labios cuando sus dientes capturan tu oreja, sincronizados con su punta golpeando tu pequeña entrada.
-Perdón, mi amor, no quería despertarte- se disculpa con voz ronca.
Suspirás y reprimís una sonrisa.
-¿No podías esperar un ratito?
-No- besa tu mejilla-. ¿Querés volver a dormir?
Es una pregunta de doble filo.
-No.
-Ya sabía- ríe contra tu piel y temblás-. Me vas a dejar hacer lo que quiera, ¿no?
Su mano recorre tu costado, su palma dejando un rastro de fuego en cada parte de tu ser que toca, para luego deslizarse sobre tu abdomen hasta detenerse cerca de tu clítoris.
No deja de moverse para utilizar tus pliegues y muslos para satisfacer su necesidad; estás segura de que de bajar la mirada, con ayuda de la escasa luz filtrándose por la ventana, verías su punta ���y más, considerando su tamaño- asomándose.
Reprimís un gemido cuando sentís la excitación brotando de tu cuerpo, su miembro ahora brillante esparciéndola por tu piel junto con sus propios fluidos, cada vez más abundantes.
Te dejás caer aún más sobre su pecho, buscando más contacto, y él parece complacido por el gesto porque te recompensa jugando con tu clítoris. Jadeás y empujás tu cadera contra su pelvis.
-Más.
-¿Ya?- pregunta con tono burlón y asentís-. No sé, no contestaste lo que te pregunté.
-¿Qué…?
-¿Me vas a dejar hacer lo que quiera?- repite. Ejerce todavía más presión con sus dedos y dejás salir un sonido similar a un quejido de dolor.
-Sí, sí.
Ignora tus protestas cuando deja de tocarte y acaricia la parte posterior de tu muslo antes de sujetarlo con fuerza, obligándote a levantar la pierna para tener mejor acceso.
Sus largos dedos terminan de empaparse cuando los dirige hacia tu entrada, rodeándola con cuidado, tanteando antes de introducirse con suavidad y delicadeza en tu interior.
Tu cuerpo lo recibe sin más.
-Mirá cómo estás.
No tenés oportunidad de chequear por tu cuenta porque lleva ambos dígitos a tus labios: permitís que los deslice sobre tu lengua y succionás con fuerza para provocarlo, bañándolos con tu saliva ante su silenciosa pero evidente orden.
Luego de unos minutos y un tercer dedo sumándose, estirando tus labios todavía más, los retira y regresan a su habitual lugar.
-Ya está, ya está- intenta calmarte cuando te quejás.
Roza en tu interior los puntos que te hacen estremecerte y pronto tus gemidos son lo único que escucha junto con su respiración cada vez más descontrolada. Arrastra sus dientes entre tu cuello y tu hombro, sobre ese lugar con el que tiene una obvia fijación, mientras continúa tocándote con intención de volverte un desastre.
No estás segura de poder resistir mucho más.
-Dale, amor- suplicás-. Estás…
Estás tardando, querías decir, mucho. Esteban no te permite completar la frase porque comienza a mover sus dedos con, curvándolos hacia arriba y torturándote con la precisión de sus caricias, prácticamente obligándote a olvidar tus pensamientos sobre su tardanza.
En tu desesperación te empujás más contra su cuerpo, caliente y también desesperado por vos, sólo para poder sentir su erección palpitante contra tu piel.
Ataca tu cuello con besos húmedos, suspirando y murmurando palabras que tu cerebro cada vez menos coherente ya no comprende, y cuando buscás su miembro él aparta tu mano para centrarse en tu cuerpo sin distracciones.
Te aferrás a las sábanas, presa de sus dientes marcando tu hombro y de sus dedos abusando de tu interior, hasta que unos minutos más tarde cubre tu boca con su otra mano para silenciarte mientras un violento orgasmo sacude tu cuerpo.
La intensidad de la sensación te hace llorar, cortándote la respiración y deshaciendo los últimos pensamientos que habitaban tu mente.
-Quieta- ordena cuando intentás alejarte.
No tenés la fuerza necesaria para tolerar el placer una vez que se vuelve insoportable, amenazando con regalarte otro orgasmo, y tampoco tenés la fuerza para batallar con él mientras termina de prepararte para recibirlo en tu cuerpo.
Simplemente te dejás hacer y sollozás contra su palma.
En un rápido movimiento reemplaza sus dedos por la punta de su miembro. Tu cuerpo todavía sensible y su tamaño son una combinación que no falla en hacerte delirar, seguro, pero también te hacen morder tu lengua para soportar el ardor de la penetración mientras él intenta consolarte.
Tu mano tira de su cabello en cuanto continúa deslizándose en tu interior, haciéndolo gemir y provocando que sus movimientos hasta ahora delicados pierdan el ritmo. Introduce los últimos centímetros de manera brusca y protestás, tu voz todavía ahogada por su mano, mientras él entierra su nariz en tu cabello para embriagarse con tu perfume.
Estás más que segura de que también intentaba disimular un gemido y, cuando por fin descubre tu boca –arrastrando sus dedos entre tus labios, humedeciéndolos y luego manchando tu mejilla con tu saliva-, intentás burlarte como suele hacer con vos.
-¿Qué pasa?- intentás disimular el temblor de tu voz-. ¿Estás desesperado?
Sus uñas enterrándose en tu cadera son la única advertencia que recibís antes de que te sorprenda con la fuerza de sus embestidas. El impacto entre ambos cuerpos resuena entre las cuatro paredes, opacando el resto de sonidos cotidianos que llegaban a tus oídos.
La mezcla entre tu humedad y su excitación es evidente cada vez que vuelve a enterrarse en vos y tus gemidos descontrolados te resultan en extremo humillantes considerando la pregunta que hiciste. Intentás recobrar la compostura, fingir que sus acciones no te afectan tanto para no darle la satisfacción, pero podés sentir su sonrisa cuando pregunta:
-¿Qué decías?
El tono de su voz te hace temblar e inconscientemente empujás tu cadera contra su pelvis en busca de más.
Su respuesta es rodear tu cuello con su brazo, inmovilizándote y dejándote sentir la tensión en sus músculos, mientras reafirma su agarre en tu cadera para seguir con su brutal ataque. Sabe cuánta fuerza necesita emplear para privarte de oxígeno y lo demuestra presionando de manera experta sobre los lugares justos.
Con cada golpe su punta toca tu cérvix, la sensación en combinación con la presión sobre tu cuello permitiéndote saborear un orgasmo cada vez más cercano, y su respiración bañando tu piel cada vez que jadea sólo empeora la situación.
En caso de mover su mano unos centímetros, Esteban podría sentir en tu abdomen bajo la profundidad de sus embestidas y torturarte utilizando sus largos dedos o su mano.
Eso es justo lo que hace luego de rozar tu piel con sus uñas.
-Mirá- toma tu mano, posicionándola y cubriéndola con la suya-. Acá estoy…
Tus músculos se contraen sobre él y tu visión se nubla. El orgasmo te hace gemir con fuerza, olvidándote por completo de la hora y de los vecinos, los dedos de tus pies se contraen por el placer y el calor que recorre tu cuerpo desde tu centro quema.
Esteban no deja de moverse, prolongando tu clímax sin importarle tu sensibilidad o tus uñas enterrándose en su brazo –todavía sobre tu cuello-, ignorando los espasmos que sacuden tu cuerpo.
Cuando por fin se detiene, unos minutos más tarde y sólo luego de ver que comenzás a desesperarte por la sobre estimulación, te concede unos pocas respiraciones para recuperarte antes de arrojarte sobre tu espalda y terminar de arrancar las prendas de tu cuerpo.
Se posiciona entre tus piernas, separándolas sin importarle tu flexibilidad, y desliza su miembro ardiente entre tus pliegues brillantes.
-¿Querés más?- su expresión es seria y cautivadora. Asentís, todavía sin palabras y perdida en él, en su rostro y en su cuerpo, pero eso no es suficiente-. Decime, ¿querés más?
-Sí, por favor.
-¿Qué querés?- empuja contra tu entrada y cuando no obtiene respuesta golpea con su mano sobre tu clítoris. Entre dientes, repite:- ¿Qué querés? Contestá, dale.
-A vos, Kuku, por favor- otro golpe. El calor de tus mejillas es nulo en comparación con el calor entre tus piernas y, sin importar la vergüenza que sentís, contestás con las palabras que tanto quiere oír:- Quiero tu pija, por favor.
El tormento no cesa allí.
-Sos una putita, ¿no?- jadeás-. Mi putita.
-Sí…
-Decilo- se desliza en tu interior hasta ver desaparecer la punta de su miembro y con su pulgar comienza a dibujar círculos sobre tu clítoris. Tu gemido, más agudo de lo usual y patético, te sorprende. Su miembro palpita-. Decí que sos una putita.
Cerrás los ojos en busca de valor para hablar. Humedecés tus labios.
-Soy una putita.
-¿Y de quién sos?
-Tuya.  
Un sonido grave y gutural deja su garganta cuando tus paredes, imposiblemente cálidas y más húmedas que antes, vuelven a cerrarse sobre él. Se arroja sobre tu cuerpo y el nuevo ángulo te hace ver las estrellas, cada centímetro y cada vena que recorre su miembro estimulándote y provocando que las lágrimas caigan en cascada por tus mejillas.
-Mirame.
Tus párpados son pesados y tus pestañas brillan cuando te encontrás con la profundidad de su mirada. Los centímetros que los separan son prácticamente inexistentes y antes de comenzar a contar sus pecas o nombrar los colores que decoran la paleta de sus irises -en un absurdo intento de mantenerte cuerda-, tus dedos rozan su pómulo y su mejilla.
Tu pulgar traza su labio inferior suavemente, como si su miembro no estuviera haciéndote temblar o sacudiendo tu cuerpo sobre el colchón con la fuerza de sus embestidas, pero esta es una acción que dura milisegundos. Mueve su rostro sin precio aviso, obligándote a retirar tu mano, y escupe sobre tus labios entreabiertos antes de besarte.
Mientras te dejás llevar por sus besos hambrientos podés sentir la desesperación emanando de su figura y el constante palpitar de su miembro, siempre tan adictivo y la causa de tu perdición en más de una ocasión.
Tus piernas abrazan su cadera y él suspira contra tus labios para luego recostar su frente sobre la tuya.
-Estás muy apretada- susurra como si fuera una confesión. Tomás su mejilla y se deja caer contra tu mano-. Me encantás.
-Vos también me encantás- contestás entre suspiros.
Un gemido llega a tus oídos en el momento exacto en que su ritmo se vuelve frenético. Deslizás una mano entre su cuerpo y el tuyo, consciente de tus nervios reclamando tu atención, sin reparar en que ese pequeño primer roce es suficiente para tropezarte con un orgasmo desgarrador.
Tus uñas dibujando sobre su hombro lo hacen gruñir, su voz grave y cargada de deseo presa en su garganta, pero es cuando lo tomás por el cuello para obligarlo a besarte que su orgasmo lo golpea y llena tu interior. El calor de su liberación te hace sollozar contra sus labios y él aprovecha el momento para morder tus labios, tu mejilla, tu cuello, sin contenerse.
Besa las marcas que sus dientes dejaron, su huella, fingiendo no notar algún que otro vaso sanguíneo roto decorando tu piel con tonos de rojo y violeta. Recorre la línea de tu mandíbula mientras las últimas gotas de su semen pintan tus paredes, reclamándote como suya una vez más, marcándote permanentemente.
Unos pocos centímetros de distancia le permiten contemplar tu expresión.
-¿Estás bien?- besa tus mejillas juguetonamente.
Respirás profundamente.
-Muy bien. ¿Vos?
-Perfecto- sonríe-. ¿Puedo…?
-No- lo interrumpís-. Quiero estar así un ratito.
Besa tus labios.
-El tiempo que quieras- promete.
Iría a la guerra por este hombre. Moriría por él. Espero que hayan disfrutado la lectura así como yo disfruté escribir (hace muchas lunas) esta historia para ustedes 🤭
taglist: @madame-fear @chiquititamia @creative-heart @llorented @recaltiente @delusionalgirlplace @lastflowrr ♡
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flan-tasma · 1 year ago
Note
wriothesley with nurse reader???
where he 'accidentally' hurt himself, so he can see you. and you treat him for his wound
💖~ That's so cute!
Omg this is so pinche large
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Warning: Nope now ✨, Fem!Reader | Google Translate sponsors me (it's a lie) If I made any mistakes in the english translation, I would be happy to read your comments! | Content in spanish and english
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Spanish:
Trabajabas en un pequeño consultorio médico haciendo tareas pequeñas y revisando pacientes, anteriormente tu vida no tenía ningún chiste y se basaba en rutinas aburridas como repetirle a ancianos sus recetas y a los niños que no pueden correr por todos lados o se caerían,darles una paleta dulce por su valentía y salían de tu consultorio. Eso había cambiado cuando una noche encontraste al duque en la calle.
Cerca de tu hora de cierre y habiendo cumplido con todos los quehaceres que el doctor te había encomendado, el hombre de cabello oscuro parecía herido y apenas podía caminar con una gran cortada en su abdomen. No lo conocías, pero ayudarlo fue un gran cambio de tu rutina.
Wriothesley había convencido a Sigewinne de tomarte bajo su ala y hacerte parte de su equipo en el Fuerte Merópide, por lo que tenías un nuevo lugar de trabajo y era bastante bueno, habías logrado una amistad con tus compañeros y era más divertido estar con ellos que en tu soledad con el viejo doctor malhumorado con el que trabajabas antes. La razón de tu cambio se reveló como Wriothesley diciendo que tenías talento en tu campo, y no ibas a negar que era verdad y que tu orgullo creció cuando te lo dijeron, pero eso era solo una mentira piadosa para lo que el duque realmente quería.
A ti, entendiste un día cuando notaste que el señor siempre llegaba en algún momento del día y tenía algunas heridas debajo de su ropa o sus vendas oscuras. Te pediría que lo ayudes y al inicio te aseguraste de hacer un buen trabajo para que no te despidan. Se creó una nueva rutina que no era precisamente aburrida pues Wriothesley mantenía un semblante curioso.
No sonreía mucho a menos que se dijera algún chiste para aliviar el ambiente, pero su rostro serio pintado con polvo rojo en su rostro era imposible de ignorar y reírte para ti misma. Hoy no fue una excepción.
"Lo estaba esperando, señor." Hablaste con burla y un sospechoso rostro serio, Wriothesley tembló y sus mejillas se sonrojaron más al verte pedirle que tome asiento. "¿Qué lo aqueja el día de hoy?"
Wriothesley no tenía una gran seguridad de hablarte a ti, prueba de eso era que no te había visto a los ojos desde la primera noche en que lo curaste, pero siempre hacía eso de aclarar su garganta para tomar valor.
"Peleé con algunos monstruos cuando venía aquí..." El noble tembló bajo tu mirada que escaneaba sus brazos y sus piernas, sus rostros y sus manos, y no parecía haber nada fuera de lugar. Sus músculos y las cicatrices que se asomaban entre su ropa seguían siendo las mismas que ya conocías.
"Y sus heridas están en..." Esperabas que Wriothesley te dijera que estaba detrás de él, tal vez cerca de su codo o en sus pantorrillas, no esperabas que empezara a quitarse la camisa. Sus músculos se marcaban más deliciosamente cuando no los cubrían la ropa, el vello en sus brazos y pecho era oscuro y se te hizo agua la boca hasta que se dio vuelta y su belleza era derrotada por una gran herida en su espalda. "Arcontes, ¿cómo llegó hasta aquí con eso? Por favor, quédese quieto."
Atendiste la herida desinfectando los alrededores y usando tus ungüentos antes de vendar su espalda. Por el tamaño de los rasguños debió ser un Mitachurl determinado a no dejar en pie a su enemigo, fuera de eso, la profundidad de la herida no requería sutura. Wriothesley había permanecido callado y mirando tu rostro serio a través del espejo de la sala, sin hacer un solo ruido y perdido en tus expresiones. Sabía que no podría pasar mucho tiempo más contigo, no encontraba otra manera de hablarte más que pedirte exclusivamente a ti que lo cures, pero hoy haría un nuevo movimiento para su plan: invitarte a salir.
Cuando acabaste y le diste las instrucciones para que no se dañara más su herida, él hacía pequeños sonidos para demostrar que estaba atento. Cuando te vio tomar su ropa sucia de tierra y sangre le dijiste que lo mandarías a lavar si no era mucha molestia.
"Puedo hacerlo yo, no sé preocupe, mademoiselle" Wriothesley se levantó de su silla y le ayudaste a ponerse erguido a pesar de su dolor. Tus manos, aunque estaban enguantadas, producían cosquillas contra la piel del noble que soltó un suspiro, sus mejillas volvieron a tomar su profundo tono rojo y tembló al no poder decir lo que deseaba. "Yo... ¿Puede por favor...?"
No sabías qué iba a pedir, pero tu mirada fija en sus ojos lo alteró y bajó la mirada. No era momento de coquetear, pensaste, deberías ayudarlo a sentirse mejor. "¿Quiere algo más, señor Wriothesley?"
Cubriendo su boca con la palma de su mano y con la mirada fija en algo más que no eras tu, asintió. Seguiste su mirada y sonreíste, el te vio de reojo y su corazón palpitó con más fuerza cuando te alejaste, el ruido del metal y el vidrio no lo alertó de la realidad, en su cabeza habían mil escenarios fantasiosos, uno más dulce que el otro. Con esas situaciones en mente no necesitaría azúcar en su té en dos semanas.
"Está bien, puede tener uno." Tal vez le darías un beso para que se sienta mejor, podría besar la herida o incluso solo acariciar su rostro, tal vez un abrazo para que tenga fuerzas para trabajar el resto del día. Sus fantasías cayeron en lo profundo del mar de Fontaine cuando le diste una paleta ya sin envoltorio.
Abrió la boca con la cara compitiendo contra la paleta de cereza y se la diste para que la probara. Una lluvia de afirmaciones acerca de ser muy valiente y haberse quedado quieto, todo con tu mismo tono burlón que al inicio. El Alcaide del Fuerte Merópide se golpeó la frente mientras se levantaba para huir estratégicamente y salvar algo de su dignidad.
"Vuelva cuando quiera, señor Wriothesley." Tu voz terminó con una risa que atormentaría sus sueños por un tiempo.
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English:
You worked in a small doctor's office doing small tasks and checking on patients. Previously your life didn't have much meaning and was based on boring routines like repeating recipes to the elderly and giving children who can't run everywhere or they would fall, giving them a sweet lollipop for their bravery and they left your office. That had changed when one night you found the duke on the street.
Near your closing time and having completed all the chores that the doctor had given you, the dark-haired man seemed injured and could barely walk with a large cut on his abdomen. You didn't know him, but helping him was a big change from your routine.
Wriothesley had convinced Sigewinne to take you under her wing and make you part of his team at Fortress of Meropide, so you had a new place of work and it was pretty good, you had made friends with your colleagues and it was more fun to be with them than in your solitude with the grumpy old doctor you worked with before. The reason for your change was revealed as Wriothesley saying that you were talented in your field, and you weren't going to deny that it was true and that your pride grew when you were told it, but that was just a white lie for what the duke really wanted.
You, understood one day when you noticed that the man always arrived at some time of the day and had some wounds under his clothes or his dark bandages. He would ask you to help him and at the beginning you made sure to do a good job so that you wouldn't get fired. A new routine was created that wasn't exactly boring because Wriothesley kept a curious face.
He didn't smile much unless a joke was told to lighten the mood, but his serious face painted with red powder on his face was impossible to ignore and laugh to yourself. Today he was no exception.
"I was waiting for you, sir." You spoke with mockery and a suspiciously serious face, Wriothesley trembled and his cheeks blushed redder as he saw you ask him to take a seat. "What ails you today?"
Wriothesley didn't have great confidence about talking to you, proof of that was that he hadn't seen your eyes since the first night you healed him, but he always did that thing of clearing his throat to gain courage.
"I fought some monsters when I came here..." The noble trembled under your gaze that scanned his arms and his legs, his faces and his hands, and there didn't seem to be anything out of place. His muscles and the scars that showed through his clothes were still the same ones you already knew.
"And his wounds are on..." You expected Wriothesley to tell you that it was behind him, maybe near his elbow or on his calves, you didn't expect him to start taking off his shirt. His muscles were more deliciously visible when they were not covered by clothing, the hair on his arms and chest was dark and made your mouth water until he turned around and his beauty was defeated by a large gash on his back "Archons, how did he get here with that? Please stay still."
You tended to the wound by disinfecting the surroundings and using your ointments before bandaging his back. Given the size of the scratches, a Mitachurl must have been determined not to leave his enemy standing; apart from that, the depth of the wound did not require sutures. Wriothesley had remained silent and looking at your serious face through the living room mirror, without making a single sound and lost in your expressions. He knew that he couldn't spend much more time with you, he couldn't find any other way to talk to you other than asking you exclusively to heal him, but today he would make a new move for his plan: ask you out.
When you finished and gave him instructions so that his wound would not be damaged further, he made small sounds to show that he was attentive. When he saw you take his clothes dirty with dirt and blood, you told him that you would send him to wash them if it wasn't too much trouble.
"I can do it, don't worry, mademoiselle" Wriothesley stood up from his chair and you helped him stand upright despite his pain. Your hands, although they were gloved, tickled against the skin of the nobleman who let out a sigh, his cheeks returned to their deep red tone and he trembled as he could not say what he wanted. "I... Can you please...?"
You didn't know what he was going to ask for, but your gaze on his eyes upset him and he lowered his gaze. This wasn't the time to flirt, you thought, you should help him feel better. "Would you like anything else, Monsieur Wriothesley?"
Covering his mouth with the palm of his hand and staring at something else that wasn't you, he nodded. You followed his gaze and smiled, he saw you out of the corner of his eye and his heart beat harder when you walked away, the noise of metal and glass did not alert him to reality, in his head there were a thousand fantasy scenarios, one sweeter than the other. With those situations in mind he wouldn't need sugar in his tea for two weeks.
"It's okay, you can have one." Maybe you would give him a kiss to make his feel better, you could kiss the wound or even just caress his face, maybe a hug so he has the strength to work the rest of the day. His fantasies fell into the depths of the Fontaine sea when you gave him an unwrapped lollipop.
He opened his mouth, his face competing against the cherry popsicle, and you handed it to him to try. A shower of statements about being very brave and staying still, all with the same mocking tone as at the beginning. The Warden of Fort Meropide slapped his forehead as he stood up to strategically flee and save some of his dignity.
"Come back anytime, Monsieur Wriothesley." Your voice ended with a laugh that would haunt his dreams for a while.
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dariann-garcia · 5 months ago
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Te encontré de la misma manera en que se encuentran los tesoros enterrados bajo capas de polvo y olvido: por casualidad.
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walker-skull · 20 days ago
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Hice girar el licor en mi boca mientras el sol caía sobre mi piel. No era necesariamente mi piel, técnicamente era la piel que ocupaba en ese momento, pero aun así se sentía bien. La sensación de ardor en mi garganta era agradable incluso mientras bebía el tequila de un trago y entrecerraba los ojos para mirar las nubes.
—Oye, tío, ¿puedo hablar contigo? —Una sombra se cernió sobre mí y me bajé las gafas de sol. Era Carlos, de pie con las manos en las caderas. Era un tío muy guapo y uno de mis mejores amigos. No mucha gente sabe de mi pequeña habilidad, pero le conté todo y ha guardado mi secreto durante años.
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—¿Qué pasa? —Me sacudí el polvo y lo miré a través de las gafas de sol. Miró a su alrededor para asegurarse de que nadie pudiera oírme antes de hablar sobre mi poder, algo que realmente aprecié, ya que parecía mencionarlo con más frecuencia desde que lo probé.
—Sólo quería ver si te interesaría nadar conmigo. —Estaba nervioso. Me di cuenta porque sus mejillas comenzaron a sonrojarse.
—Sí, claro. No me importa. Vamos a darnos un chapuzón. —Dejé mi taza en la arena y le sonreí, comprendiendo que lo que realmente me estaba pidiendo era algo que sólo yo podía proporcionarle.
—No. Quiero decir, ¿podrías saltar sobre mí y nadar un poco? He estado pensando en eso desde que llegaste aquí. Sé que te gusta usar a Bryan, pero yo solo he estado, bueno, ya sabes. —Se quedó en silencio, aún más rojo que antes.
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"¿Lo estabas deseando?" Lo miré con los ojos entrecerrados y la comisura de mi boca empezó a curvarse hacia arriba.
-Sí-dijo derrotado.
—Claro, pero tienes que dejarme entrar por tu pene. —Me quité las gafas de sol, las arrojé sobre mi toalla y le guiñé un ojo.
"Oh, mierda, nunca he hecho eso antes, pero supongo que sí. ¿Queríamos ir a los autos o...?"
"Aquí mismo. Sácalo".
"Pero los demás..."
"Están demasiado ocupados". Señalé al grupo que había estado ocupado hablando en su área y luego pasaron a jugar al voleibol mientras un par de personas más comenzaron a volar una cometa.
—Bien. —Miró sus pantalones cortos de baño y luego los bajó. Me sorprendió ver que estaba duro y con una de sus manos sacó su polla. Sonreí y me incliné, mirándolo mientras él me miraba ansiosamente y una vez que envolví mi boca alrededor de su miembro palpitante, solté el control que tenía sobre Bryan.
—Oh, joder. —Tensó todo su cuerpo al sentir mi cuerpo pegajoso deslizarse hacia la punta de su polla. Me quedé allí un momento, dejando que Bryan siguiera chupándole la polla mientras yo jugaba con su miembro. Me deslicé por su interior sintiendo que todo su ser se estremecía de placer. Empecé a sentirlo tensarse y, cuando sentí que sus bolas se tensaban, impulsé mi cuerpo dentro de él, provocando que su yo gemidor arqueara la espalda en éxtasis.
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Bryan continuó, felizmente inconsciente de la repentina salida, y sentí que toda mi esencia rebotaba en el interior de Carlos. Sus abdominales se tensaron cuando me unté a lo largo del interior de su carne y lo llené hasta el borde. Parpadeé para abrir los ojos e inhalé con fuerza antes de explotar dentro de la boca de Bryan, acercando aún más su cabeza a mí mientras se atragantaba con mi nuevo miembro.
"No está mal, Carlos. Eso me hizo sentir muy bien". Me miré y escuché sus susurros tranquilizadores en el fondo de mi cabeza. No me sorprendió lo mucho que disfrutó de la toma de control, pero realmente disfrutó del hecho de que fuera yo.
—Qué demonios —Bryan me miraba con ojos suplicantes.
—Tranquilízate, B, siempre estoy dentro de ti. Deja que Carlos se divierta un poco. —Deslicé mi dedo bajo su barbilla y él parecía derrotado. Me volví hacia los demás y me aseguré de que mi polla ablandada regresara a su hogar enrejado hasta más tarde. Nadie se dio cuenta, pero fue realmente estimulante dar ese salto en público.
Bryan se sentó en la toalla que le había dejado y yo me estiré mientras miraba fijamente el océano. Cuando mis dedos de los pies tocaron el agua, temblé y sentí el arrullo de Carlos en mi mente.
-Vamos a nadar un rato. Sonreí y comencé a correr hacia el agua.
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silvertice · 6 days ago
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Comfort.
Logan howlett x female reader.
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Summary: Tras una misión agotadora, regresas a casa herida y encuentras a consuelo en los brazos de Logan, quien te recuerda con su ternura y pasión por qué siempre ha sido tu refugio.
Category: Romance, Hurt/Comfort, Fluff, Domestic Moments, Post-Mission Recovery, Established Relationship, Emotional Bonding, Soft Logan, Tender Care, Healing {TW}: Minor Injuries, Blood Mention, Emotional Vulnerability, Intense Emotions, Physical Intimacy, Suggestive Themes, Power Imbalance (Emotional Context), Trauma, Healing Touch.
El cansancio era pesado, una sensación familiar que te envolvía desde los dedos hasta los huesos. Habías vuelto de una misión difícil, más heridas de las que te gustaría admitir, pero no era eso lo que te preocupaba ahora. Había algo más importante esperándote en la mansión: Logan. No habían tenido casi tiempo para estar juntos últimamente, entre las misiones y el constante caos. Aunque la rutina se volvía cada vez más exigente, había algo en él que te mantenía siempre volviendo. Nadie más conocía esa faceta suave y cariñosa de Logan, y esa era la parte que más te había conquistado. Sabías que no podías dejar que esa conexión se desvaneciera. No importaba lo cansada que estuvieras, no podías ignorarlo, ni ahora, ni nunca.
El cielo teñido de tonos anaranjados y violetas anunciaba el atardecer cuando abriste la puerta de tu habitación. El sol ya comenzaba a esconderse tras las colinas que rodeaban la casa, proyectando sombras largas y cálidas por el lugar. Suspiraste al no encontrarlo allí, suponiendo que aún debía estar terminando de dar una clase. Sabías que no le gustaba dejar sus responsabilidades a medias, incluso si eso significaba sacrificar el poco tiempo que podían compartir. Sin hacer ruido, te quitaste el traje con movimientos lentos, sintiendo la tela pegajosa por el sudor y el polvo acumulado durante la misión. Fue entonces cuando el ardor en tu costado captó toda tu atención. La herida no era grave, solo un rasguño profundo en la costilla, pero el dolor punzante cada vez que respirabas hacía que pareciera peor.
Te levantaste con cuidado, sujetando un paño limpio contra tu costado para presionar la herida mientras te dirigías al baño en busca de algo con qué limpiarla. Sin embargo, el sonido de la puerta abriéndose repentinamente te hizo detenerte en seco. Tu respiración se cortó, y por un instante, tu mente te jugó una mala pasada, pensando en cualquier peligro que pudiera haberse colado en la mansión. Pero entonces lo viste. Logan. Su figura inconfundible llenó la entrada, y con ella, el peso de toda la preocupación que habías cargado durante los últimos días pareció evaporarse. Una sonrisa cálida se dibujó en tus labios casi de forma automática, como si tu cuerpo supiera que él era la única constante que podía calmarte. Sus ojos, oscuros pero llenos de una nostalgia que pocas veces dejaba ver, se encontraron con los tuyos. Sin pensarlo, corriste hacia él, lanzándote a sus brazos con tanta fuerza que prácticamente te colgaste de su cuello.
El abrazo fue cálido y firme, pero apenas sus brazos te rodearon, un gemido de dolor escapó de tus labios. Habías olvidado por completo tu herida en la emoción del momento. Logan se tensó al instante, separándose lo suficiente para mirarte con el ceño fruncido, aunque su agarre no disminuyó. “Lo siento,” susurraste rápidamente, pero antes de que pudieras explicar, él te atrajo de nuevo hacia su pecho, esta vez con más cuidado. Su voz, profunda y baja, resonó cerca de tu oído, y las palabras que dijo parecieron derretir cualquier barrera que hubieras levantado. “Te necesito,” susurró, su tono apenas un murmullo cargado de sinceridad. “Te he extrañado.”
Una sonrisa suave se formó en tus labios al escuchar sus palabras, sintiendo cómo tu corazón se apretaba con calidez. Pero su mirada pronto descendió hasta tu costado, donde la tela de tu ropa descansaba manchada de un tenue rojo. “Estás herida,” dijo Logan con ese tono grave que usaba cuando algo realmente le preocupaba. Sus ojos se oscurecieron aún más mientras examinaba la herida rápidamente, intentando contener la molestia en su expresión. “¿Cómo pasó esto?” preguntó, aunque su tono sonaba más como un regaño preocupado que como una verdadera pregunta. Antes de que pudieras responder, ya estaba moviéndose hacia el baño. “Voy a buscar algo para curarte. Quédate aquí.” No había espacio para discusión en su voz, pero de todos modos obedeciste, dejándote caer en la cama con un suspiro cansado.
No pasó mucho tiempo antes de que Logan regresara con un botiquín en mano. Sin decir nada, se arrodilló frente a ti, sus movimientos meticulosos pero llenos de cuidado. Te observó por un momento, como evaluando cómo proceder, y sin pensarlo demasiado, abriste ligeramente tus piernas para darle más espacio. Fue un gesto instintivo, casi automático, pero tan pronto lo hiciste, te diste cuenta de lo que implicaba. El calor subió a tus mejillas, y apartaste la mirada, esperando que él no lo notara. Logan, como si nada hubiera pasado, abrió el botiquín y sacó lo necesario para limpiar la herida. Con un suspiro, agarraste el dobladillo de la camiseta que llevabas debajo del traje, tirando de ella con cuidado para quitártela. Un leve jadeo escapó de tus labios al sentir cómo el movimiento tiraba de la piel herida, pero te obligaste a ignorar el dolor.
Con una suavidad que solo alguien con su experiencia podía tener, Logan comenzó a limpiar la herida. Sabías que, por su pasado, estaba más que acostumbrado a tratar este tipo de cosas. Cada movimiento de sus manos era preciso, pero su expresión seguía siendo de profunda concentración, como si estuviera manejando algo frágil. El roce de su toque sobre tu piel te hizo sentir una extraña mezcla de alivio y ternura, algo que solo él lograba provocarte. Sin pensarlo, tu mano se levantó, y con un gesto suave, acariciaste su mejilla, buscando su mirada. Cuando tus ojos se encontraron con los suyos, un nudo se formó en tu garganta, pero no pudiste evitar sonreír con ternura. Ese lado suyo, tan fuerte pero al mismo tiempo tan suave contigo, era lo que más te había cautivado.
“¿Me extrañaste tanto, mi lobito?” le preguntaste, casi en un susurro, mientras tus dedos seguían recorriendo su mejilla. Logan negó con la cabeza, una sonrisa cómplice jugando en sus labios. Sabías que no le gustaba admitir sus sentimientos de esa forma, pero su mirada decía todo lo que necesitabas saber. Sin pensarlo más, te acercaste lentamente, el roce de tu respiración entrelazándose con la suya. Cuando tus labios finalmente encontraron los suyos, el mundo pareció desvanecerse por un momento. Era un beso suave, pero cargado de todo lo que no se habían dicho en esas largas semanas. “Yo te he extrañado mucho más,” dijiste con un murmullo entre el beso, como si fuera un secreto solo para los dos.
Logan no tardó en responder al beso, pero esta vez con más intensidad, como si hubiera estado conteniéndose por mucho tiempo. Sus labios se apretaron contra los tuyos, más exigentes, como si todo lo que había sentido durante las últimas misiones, la distancia y la espera, estuvieran estallando de golpe. Te pregunté lo necesitado que se sentía de ti, el control que aún mantenía sobre su instinto animal, la lucha interna que parecía librar en silencio. Pero no te importó. Te entregaste al beso sin reservas, dejándote llevar por esa oleada de emociones compartidas. Sin previo aviso, Logan se incorporó con rapidez, quedándose encima de ti, sus manos firmes sobre tu cuerpo mientras sus labios nunca se separaban de los tuyos. La sensación de su peso sobre ti solo se intensificó todo lo que estabas sintiendo, como si finalmente el mundo hubiera quedado en pausa y solo existieran los dos.
De repente, Logan mordió tu labio con más fuerza de la que esperabas, provocando un pequeño sangrado que te hizo jadear. La sensación de su boca sobre ti era a la vez feroz y cautelosa, como si no pudiera contenerse más. Inmediatamente se separó, mirando tus labios con una mezcla de sorpresa y culpabilidad. Su expresión fue una disculpa silenciosa, como si no hubiera querido ir tan lejos, pero sin poder evitarlo. Sin embargo, antes de que pudieras decir algo, sonreíste suavemente, rodeando su cuello con tus brazos, atrayéndolo de nuevo hacia ti. Tu mirada, llena de cariño y ternura, se encontró con la suya, y sin pensar, murmuraste: “Te amo”, repitiéndolo una vez más, como si esas palabras pudieran resumir todo lo que sentías por él. "Te amo, Logan".
Logan te abrazó con fuerza, apagándose hacia ti, como si quisiera fusionarse contigo, sintiendo la calidez de tu cuerpo cerca del suyo. Su rostro se hundió en la curvatura de tu cuello, inhalando profundamente, absorbiendo tu olor, algo que siempre lo hacía sentirse seguro, como si fuera su ancla en el caos. Tú, por supuesto, correspondiste al abrazo, acariciando su cabello con ternura mientras sentías la firmeza de su ancha espalda bajo tus manos. Habías extrañado tanto a tu hombre, a su presencia, a su fuerza, que no querías que ese momento se terminara. Querías quedarte así, envuelta en su abrazo, sintiendo cómo cada parte de él se relajaba en tu cercanía, como si todo lo demás desapareciera por fin.
Después de unos minutos en ese abrazo silencioso, sintiendo la calma en su cercanía, una risa suave se escapó de tus labios. Te apartaste un poco, levantando la vista hacia él con una sonrisa traviesa. “Amor, ¿no dimensionas  tu tamaño? Yo sé que me extrañaste, pero me estás aplastando”, dijiste en tono juguetón, dejando que el aire entre ustedes se relajara un poco. Logan levantó la cabeza, viéndote con esa mirada intensa, pero ahora suavizada por el toque de humor que había traído. Un leve rubor subió a sus mejillas al darse cuenta de lo aferrado que estaba a ti.
Logan, con una sonrisa tímida, se incorporó un poco, levantándose de ti con una ligera risa. Luego, se sentó en el borde de la cama a tu lado, mirando al frente por un momento antes de hablar, su tono suave pero cargado de esa cercanía que siempre lograba transmitir. “¿Sabes? Tal vez deberíamos tomarnos unas vacaciones... los dos, solos”, sugirió, su mirada fija en el horizonte mientras las palabras salían con un toque de sinceridad que te hizo sonreír. El ambiente entre los dos, tan cargado de emociones, ahora se había vuelto más relajado, casi como si esa sugerencia fuera una forma de finalmente encontrar un respiro después de tanto tiempo sin estar juntos.
La idea te pareció tan hermosa que no pudiste evitar sonreír, imaginando esos días solo para los dos, lejos de las misiones y de todo lo demás. Después de tanto tiempo sin poder estar juntos, era justo lo que necesitabas. Volviendo a sus brazos, te subiste a su regazo con suavidad buscando, acomodándote como un oso, buscando la comodidad de su cercanía. Apoyaste tu cabeza en su pecho, escuchando su respiración tranquila, y cerraste los ojos por un instante, sintiéndote finalmente en casa. “Me encanta la idea”, susurraste, dejando que tus palabras se perderían entre su abrazo. Te aferraste a él, sabiendo que, aunque fuera solo por unos días, el mundo podía esperar.
Logan te rodeó con sus brazos con cuidado, como si temiera romper la paz que acababan de encontrar. Se acomodó contra ti, con su rostro cerca de tu cabello, inhalando tu aroma con tranquilidad. Luego, con un suave susurro, te dio un beso en la cabeza y, casi como un secreto, dijo: “Te amo, princesa”. Esas palabras, tan simples pero tan cargadas de cariño, hicieron que tu corazón latiera con fuerza. Te aferraste aún más a él, sin querer soltar ese momento. Finalmente, sentí que no importaba nada más en ese instante. El mundo podía esperar, porque ahora, con Logan, lo tenías todo.
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beingstorm · 1 year ago
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“Y yo te seguiría bajo cualquier forma, como polvo o humo o viento. Entraría por tu respiración, por tu sonrisa, por tus tristes deseos de evadirte hacia donde no haya lenguaje sino solamente ojos devorándose, ojos amándose en el peligro de una desnudez absoluta.
La que miraba el mar en noches viejas. Recuerdos de infancia: muros, detonaciones, gritos. El aire es un campo de concentración para una niña minúscula que baila sobre el filo de un cuchillo. Las risas ajenas son un obstáculo. Los veranos también. (…)
Y tú me viste llegar, mendiga hedionda enamorada de su sombrero con flores y plumas. Había un color lila que humeaba y yo estaba de verde dentro de mis harapos. Dancé para que te rieras. Me pinté las uñas de azul. Toqué la guitarra y canté canciones que hablan de pequeños instantes únicos en los que el dolor se aduerme y hay sólo deseos de amar”.
- Alejandra Pizarnik | Fragmento de sus “Diarios”, fechado en 1962
Falleció en Buenos Aires el 25 de septiembre de 1972
Nota: Cuando leemos los “Diarios” de Alejandra Pizarnik lo primero que nos llama la atención es que los concibiera para su uso personal. Porque, al pasar sus páginas, sentimos estar ante una novela experimental de gran belleza que ofrece un sentido literario completo. De hecho, ya desde muy joven muestra allí una intensidad y un talento que muchos autores desearían en sus años de madurez. Por eso leer estos “Diarios” no es solo asomarnos a las costumbres, pesadillas, complejos y amores de Alejandra: es encontrarnos con alta literatura. El fragmento que aquí incluimos, bellísimo, que firmó con 26 años, es uno de nuestros favoritos.
📷 Alejandra Pizarnik retratada por Anatole Saderman
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Recuperado de: Revista Hermeneuta
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