Tumgik
#THIS!!! *ESO* ES EL NIVEL DE LENGUAJE LITERARIO QUE QUIERO
mixelation · 2 years
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remember when i was contemplating a book club. i was making a list of good books to let people vote on but what if. i simply made it twilight
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«Mentalidad soviética estadunidense: La satanización colectiva invade nuestra cultura», Izabella Tabarovsky.
A los rusos les gusta citar al escritor y disidente soviético Sergei Dovlatov, quien emigró a EEUU en 1979: «Solemos maldecir al camarada Stalin y, por supuesto, con justa razón. Pero yo quiero preguntarles: ¿quién escribió cuatro millones de denuncias? No fueron los temibles cabecillas de la policía secreta soviética quienes lo hicieron. Fue la gente común».
Los linchamientos de destacadas figuras culturales fueron parte fundamental de la cultura soviética de denuncia que permeó en cada oficina y cada edificio de vivienda. Quizá el más conocido de esos episodios comenzó el 23 de octubre de 1958, cuando el comité del Premio Nobel anunció que el escritor soviético Boris Pasternak había sido galardonado con el Premio Nobel de Literatura, y de un jalón convirtió la vida del escritor en un infierno.
Desde que la obra de Pasternak: Doctor Zhivago fue publicada el año anterior (en Italia, debido a que el autor no podía publicarla en su patria), el Partido comunista y el establishment literario soviético empuñaron sus espadas hacia él. Para el establishment el reconocimiento del premio Nobel agregaba un insulto y una grave injuria.
En pocos días Pasternak fue el objetivo de una campaña pública y masiva de denigración. El prestigioso Periódico Literario soviético azuzó los ánimos con un artículo llamado “Condena Unánime” y una declaración oficial del Sindicato Soviético de Escritores (una poderosa organización cuya función primaria fue ejercer el control sobre sus miembros, incluyendo el acceso limitado a beneficios exclusivos y necesidades materiales básicas a las que ningún ciudadano común tenía acceso). Aquellos dos artículos comunicaban la percepción del sindicato de que “en vista de la hostilidad de Pasternak y de su desprecio por el pueblo soviético, el socialismo, la paz mundial y todos los movimientos progresistas y revolucionarios” él ya no merecía el distinguido título de Escritor soviético. El sindicato lo desterraba.
Días después el periódico dedicaba una plana entera a lo que era presentado como la demanda y lamento popular a propósito de la imputada traición de Pasternak. Reunidos bajo el gigantesco encabezado “Rabia e indignación, el pueblo soviético condena las acciones de B. Pasternak”, se encontraba una columna de condena, una acusación masiva hecha por un grupo de influyentes escritores de Moscú, además de enfurecidas cartas que el periódico alegaba había recibido de sus lectores.
La campaña contra Pasternak continuó por meses. Habiendo agotado la prensa central se trasladó a medios locales e incluso a instituciones fuera de los medios, con el escritor siendo reprendido en mítines políticos obligatorios, en centros de investigación, en universidades y en colectividades agrarias. Ni uno solo de aquellos que se sumaron al coro de denuncias había leído sus novelas. Obviamente (pues fueron publicadas en la URSS hasta 30 años más tarde). Pero aquello no los detuvo de vociferar y repetir los cargos inventados en su contra. Fue durante aquella época en que se acuñó el eslogan soviético: ne chital, no osuzhdayu: no lo leí pero lo condeno. Los perseguidores de Pasternak lo habían formulado incluso para protegerse a sí mismos: en contra de cualquier sospecha de haber estado en contacto con aquel material impío. 
Días después de aceptar el premio Nobel, Pasternak fue obligado a declinarlo. Aun así, la satanización y el vilipendio continuaron sin disminuir.
Algunos de los más brillantes nombres de la cultura rusa fueron objetivos para el linchamiento y la condena, los compositores Shostakovich y Prokofiev, los escritores como Brodsky y Akhmatova, entre muchos otros. Los episodios de linchamiento podían durar meses o incluso años, destruyendo las vidas de las personas, su salud, e invariablemente su capacidad de crear. La brutal calumnia pública minó la salud de Pasternak, quien murió de cáncer tan sólo un año y medio después.
Pero la práctica del vilipendio no estuvo reservada sólo a los grandes nombres. Fábricas, universidades, escuelas, laboratorios, todos eran locaciones excepcionales en donde la colectividad se imponía sobre algún desafortunado colega quien, digamos, decidiera no continuar con las labores “voluntariamente obligatorias”, que como cliché soviético podían ser limpiar las calles los sábados, o contra algún científico que pensara siquiera en emigrar. El sistema exigía demostraciones públicas en torno a esas y muchos otros asuntos incluso políticos: maquinaciones e invenciones de ser reaccionario, imperialista, no estar en contra de las agresiones de Israel a los países árabes, apoyar el antisoviético movimiento internacional sionista. Era parte de la vida.
Twitter ha sido usado como una plataforma para ejercer demostraciones de condenas unánimes desde que ha existido. Innumerables carreras y vidas han sido arruinadas mientras muchedumbres iracundas atacan a personas por algún desliz en sus publicaciones o cuando publicaciones antiguas son extraídas y sometidas al escarnio público, juzgadas como deplorables e imperdonables. Pero no fue sino hasta hace un par de semanas que vislumbré con total claridad la similitud de esta cultura actual con las prácticas soviéticas de persecución colectiva. Quizás fue por lo específico de las profesiones y las instituciones culturales involucradas (y los específicos actos de los escritores reuniéndose para linchar y cancelar a sus colegas) lo que me rememoró aquella sórdida historia soviética.
El 3 de junio de 2020, el NYT publicó una columna que gran parte de su staff progresista encontró ofensiva y peligrosa. El autor, el senador republicano Tom Cotton, había llamado a utilizar la milicia para reducir la violencia y el saqueo que acompañaron a las protestas por todo el país en contra del asesinato de George Floyd. Los objetivos de la Condenación Pública le fueron alegremente colocados por el proletariado de Twitter, quienes encontraron gran placer en destruir en pedazos al otrora considerado por ellos mismo como periódico digno y noble. 
El jefe de las columnas de opinión era James Benent, quien tenía la última autoridad respecto a publicar la pieza, aunque él no había supervisado a su subdirectora de ediciones Bari Weiss. A pesar de que Weiss no tuvo nada que ver con la edición o publicación de la columna, el 4 de junio publicó un hilo de Twitter describiendo la revuelta interna del New York Times como lo que ella denominó una “guerra civil” entre los “jóvenes woke que se autodenominan liberales y progresistas” y los “liberales mayores de 40″ quienes “se adhieren a los principios del liberalismo civil”. Ella atribuía la conducta de los wokes a la visión de “safetyism” con la que conciben el mundo, en la cual  “el derecho de la gente a sentirse emocional y psicológicamente en seguridad se impone a lo que anteriormente eran considerados los valores centrales de ser liberal, como la libertad de expresión”.
Era únicamente la opinión personal de una periodista. Pero para los colegas de Weiss aquella no-halagadora descripción de la revuelta interna se sintió como un terrible ultraje contra la colectividad. A pesar de que Weiss no mencionó el nombre de nadie, ni en el bando woke ni en el bando liberal, sus colegas más jóvenes se sintieron y proclamaron violentadas y exhibidas. Ellas se unieron y atacaron de vuelta. Inmediatamente Weiss era trending en Twitter.
Conforme la furia de la runfla se iba encendiendo el lenguaje de la colectividad incrementaba también su nivel de estridencia. De violencia incluso. Goldie Taylor, escritor y editor en jefe en The Daily Beast, se preguntaba (en varios tweets ahora borrados) cómo era posible que a Weiss no le hubieran tumbado ya los dientes. Mientras las cabezas rodaban en el Times (James Bennet renunciando, y el encargado editorial James Dao reasignado a la sala de noticias), un miembro del staff demandaba que Weiss fuera despedida por ser una malhablada en contra de sus “jóvenes colegas” y por haber “insultado a todos nuestros corresponsales de guerra quienes sí han sufrido el reportar desde guerras civiles”. Por supuesto sin mostrar cómo es que Weiss hizo eso, fuera de sólo utilizar la frase “guerra civil” como una metáfora. Mehdi Hasan, columnista de Intercep, azuzaba a sus 880,000 seguidores de Twitter, diciéndoles que sería muy “raro” si Weiss conservaba su empleo ahora que Bennet había sido removido. Sugería además que Weiss se había “burlado” de sus compañeras no-blancas. (No lo hizo). En tweets posteriores Hasan abundaba sugiriendo que defender a Weiss te convertía automáticamente en un mal antirracista. Todos esos tweets basados en una manipulada y sesgada interpretación de la publicación original de Weiss.
Todos aquellos que escapamos del sistema soviético portamos cicatrices causadas por la práctica de la Condena Unánime, habiendo sido víctimas objetivos o participantes de ella. Parte de ello es la razón por la cual los migrantes soviéticos somos a veces tan renuentes a cualquier expresión de colectivismo: porque hemos visto su más horrenda expresión en nuestra vida y en nuestros amigos y familiares y sus vidas. Es imposible leer las reprimendas y condenas que esgrimieron aquellos escritores soviéticos -de quienes Pasternak había sido amigo y mentor- sin sentir una vergüenza ajena. Vergüenza de ver tanta perfidia y falta de decencia ahí exhibida. Vergüenza de las calumnias y deformaciones de la verdad. Vergüenza del momentáneo y, ahora lo sabemos, mediocre triunfo de la mediocridad sobre el talento.
Es también imposible leerlo sin la molesta pregunta: ¿Cómo me habría comportado en sus zapatos? ¿Habría, yo también, sucumbido a la presión de la muchedumbre? ¿Habría, yo también, traicionado, condenado, tirado piedras? Solía estar agradecida de haber abandonado la URSS antes de que la vida soviética me hubiera puesto a prueba. Qué extraño y devastador darse cuenta de que estas “pruebas morales” están ahora frente a nosotros de nuevo.
En una cultura colectivista uno de los objetivos buscados con las condenaciones colectivas es el control, sobre el objeto del linchamiento pero también sobre la sociedad fuera de él. Cuando suficientes personas viviendo fuera de los linchamientos notan que el precio de la inconformidad es ser públicamente humillado, desterrado de la comunidad de “personas de bien” (otro cliché soviético) y ser cortado y excluido de todas las fuentes de ingreso, entonces los poderes tienen que trabajar menos para reforzar las leyes y reglas.
Pero aunque la política en la URSS era impuesta y ejecutada ampliamente por las autoridades, sería demasiado simplista imaginar que aquellos subordinados no tenían opción, y no que en realidad muchas veces la gente se sumaba gustosa y alegremente a estos rituales, obtuvieran o no alguna recompensa real o imaginaria, ya fuese para eximir heridas psicológicas propias e internas, o simplemente por obtener gozo del ejercicio de la crueldad sobre una persona que ha sido declarada un “legítimo objetivo de ataque de la colectividad”.
Según Olga Ivinskaya, quien era el amor y compañía de Pasternak por aquellos años, la embestida del Partido (encabezado por Jrushchov) fue sólo parcialmente responsable por la proscripción de Doctor Zhivago. El establishment literario tuvo un rol importante también. Releyendo sus memorias sobre las juntas en el Sindicato de Escritores, es difícil no sospechar que muchos de sus miembros estuvieron motivados no tanto por el miedo de represalias o por el fervor ideológico sino simplemente por conformismo y envidia. Algunos, supongo, no podían estar más felices de ponerle piedras en el camino a un escritor cuya novela (prohibida en el país pero publicada en el extranjero) estaba siendo traducida a docenas de idiomas y quien había sido galardonado con el premio literario más prestigioso del mundo.
Para la gente común (aquellos fuera de las prestigiosas instituciones culturales) participar en las versiones locales de linchamientos incluye sus beneficios subyacientes también. Puede ser la oportunidad de eliminar a enemigos personales, de deshacerse de alguien que es más exitoso, quizás el anhelo de obtener el puesto del vilipendiado. Puedes unirte a las condenas públicas en tu comuna vecinal, pensando que en cuanto echen a tu vecina la condenada, tú podrás añadir unos metros más a tu jardín.
Pero incluso en medio de este paisaje desolador hubo quienes se rehusaron a participar en este asqueroso ritual. Un puñado de escritores, por ejemplo, se negó a participar en satanizar a Pasternak. Y quizás sea karma o coincidencia que muchos de esos disidentes, quienes estuvieron fuera del establishment literario, son aquellos que continúan siendo apreciados entre los lectores rusos de hoy, mientras que los insidiosos, aquellos que traicionaron y calumniaron han sido olvidados. 
Las runflas y muchedumbres que ejecutan las condenas unánimes de hoy no lo hacen siguiendo órdenes del gobierno. Pero eso no disminuye su poder de ejercer presión en aquellos bajo su influencia. Aquellos de nosotros que escapamos del colectivismo soviético entendemos estas dinámicas instintivamente. Han invocado aquel mantra de “no lo leí pero lo condeno” no sólo para protegerse a sí mismos sino también para recalcar la rigidez de ser parte de la kollektiv, sin importarles qué tan destructiva sea la siguiente acción en la agenda de la kollektiv. Se procuraron un grupúsculo de similares a su alrededor para crear su propia agencia, para ser una voz al unísono. Y es entendible: diluirse en la muchedumbre se siente mejor que pararse y mantenerse uno solo.
Aquellos que recordamos el sistema soviético entendemos el peligro de dejar que la práctica de la denuncia colectiva y anónima se salga de control. No hace falta imaginar un Stalin americano en la casa blanca para ver a dónde nos está llevando está maniobra de tolerar, normalizar y luego legitimar y hasta recompensar la asquerosa práctica de la condenación extraoficial.
Los estadunidenses han descubierto la manera en la que el miedo a la desaprobación colectiva cultiva y desarrolla la autocensura y el silencio, que empobrecen la vida pública y el espacio creativo. La doble vida a la que estamos siendo llevados (donde hay una creciente grieta entre la versión pública y la versión privada de uno mismo), eventualmente empieza a sentirse opresiva. Para una gran parte de la Intelligentsia soviética (artistas, doctores, científicos) el peso de llevar esa doble vida jugó un papel determinante en su decisión de emigrar.
Aquellos que se unieron a las hordas también tienen sus riesgos. Mientras más lealtad le juren a un grupo que espera que participen en rituales de condenación colectiva mayor será lo que pidan y pidan de ellos. Pronto serán controlados. ¿Qué tanta de la independencia como persona que piensa y siente están dispuestos a sacrificar por la agenda colectiva?¿Qué compromisos personales están dispuestos a hacer por el bien del grupúsculo? ¿A cuántas relaciones personales están dispuestos a renunciar?
Desde mi posición ventajosa este momento cultural en EEUU se percibe increíblemente precario. La práctica de la condena pública se siente como el síntoma de una cultura que abandona la individualidad y crea una sociedad opresiva y totalitaria. Sin importar cómo luzca esa sociedad; puede ser la Rusia soviética o el 1984 de Orwell o la Cuba castrista o la China de hoy, o una nueva y única sociedad totalitaria y estadunidense del siglo XXI, la caída de las instituciones y de los individuos para transformarse en runflas iracundas no es algo que nos podamos permitir. Autor: Izabella Tabarovsky
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millionth-attempt · 4 years
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Top 4 Experiencias Literarias de la Cuarentena
Con experiencias literarias no me refiero simplemente a algo tan ordinario como "lecturas". Con experiencias literarias me refiero a conjuntos de letras y espacios que me han destrozado, que me han desintegrado en el sitio y que me han reconstruido como una persona distinta. Me refiero a noches en vela y conmociones mentales, a lágrimas por tanto leer en el móvil y porque el mundo es mucho mejor gracias a estas obras maestras, obras maestras que se han convertido en bases estructurales del yo que está escribiendo esto.
Para que entendáis el nivel de involvement emocional que tengo yo con las experiencias literarias, os estoy hablando de algo a la altura de lo que siento con los lyrics de Taylor Swift o cuando estoy en un acantilado mirando hacia abajo (exactamente igual que Bella Swan pero sin intenciones suicidas ni ganas de que se me aparezca Edward Cullen).
Aquí van los pilares mi alma (sí, he decidido que eso es exactamente lo que son):
Marauder!Crack, Irati Jiménez Uriarte o @miss-jota  (y Nora, de la misma autora)
Toda persona de bien merece leer a esta persona. Fuera de aquí si no la habéis leído todavía, y ya si eso volvéis cuando terminéis.
Yo el M!C lo leí por primera vez en 2018, sin saber que era lo único que efectivamente necesitaba para seguir creyendo en la vida y en la gente. Para quien no sepa de lo que estoy hablando, el Crack es una historia de fan-fiction del universo de Harry Potter, más concretamente de la era de los Merodeadores, y es un conjunto unificado de pequeñas escenas, extractos de la vida de James, Sirius, Remus, (Peter), y Lily en sus sexto y séptimo año en Hogwarts. No me voy a enrollar mucho más, porque podría escribir ochocientos posts ahora mismo al respecto (de hecho, es algo que haré). Por sintetizar, este es mi fanfic favorito de toda la historia, por la forma en que está escrito (directo a las entrañas), por cómo captura a los personajes y sus conexiones (el Wolfstar mejor contado que hay, mis queridas niñas), por la banda sonora y el imaginario de los Merodeadores escuchando a los Beatles, Sirius siendo fan salvaje de los Rolling Stones, y Remus tocando el piano en la Casa de los Gritos (literal chills). En fin, obra cumbre del Siglo XXI.
Y si ya es una de las mejores experiencias literarias de mi vida haber leído el M!C, no os podéis imaginar cuánto mejor fue estar viva cuando también leí Nora durante la cuarentena. Nora es, por lo que tengo entendido, la única novela de Irati (mi amiga Irati) publicada en español (tiene otras cosas publicadas en euskera y me planteo todos los días aprender euskera para poder leerla). La novela, que en su versión original también está en euskera (Nora ez dakizun hori), es una maravillosa historia de realismo mágico en la que tres generaciones de personajes se entrelazan, se separan y se reencuentran gracias a los cuentos. Tanto los personajes como la narración están repletos de magia que paradójicamente resulta de lo más natural. (Y para las frikis como yo, también es posible encontrar paralelismos y ecos del M!C, ver este hilo en twitter de la persona por la que he conocido tanto el crack como Nora y a la que le debo mi existencia). No me voy a seguir enrollando porque probablemente, at some point, también haré algún post solo para Nora.
Experiencia literaria número 1 porque yo no sabía que tenía tantas emociones dentro de mí hasta que leí lo que ahora son dos puntos de inflexión en la persona que soy.
2. Amélie Nothomb
Me estoy dando cuenta de que es muy duro relatar escuetamente un top de experiencias literarias, porque claramente si han entrado en el top significa que yo no estoy bien cuando hablo de ellas, y no puedo simplemente sentarme a escribir simples comentarios al respecto. Me parece casi insultante hacer una reseña, porque reseñar a alguien como Amélie Nothomb requeriría un estudio de toda una vida, como para mencionarla brevemente en una lista. Simplemente hay demasiadas cosas que contar, y necesito hacer demasiado psicoanálisis personal para poder explicar coherentemente pero con suficiente precisión mi reacción emocional a sus novelas.
Por ser simplistas, yo cuando leo a Amélie Nothomb, flipo en colores. Y la expresión "flipar en colores", que es pura psicodelia (sin ser nada yo de eso), existe para esos casos en los que te quedas tan impresionado, tan afectado, con la mente tan obliterada, que solo te queda percibir un batiburrillo de colores de otra dimensión. Así exactamente me siento yo cada dos frases que leo de esta escritora.
También me parece que es una señora hilarante. Y es una completa genia en contar su vida (porque yo he decidido creerme que lo que ella cuenta, sucedió así tal cual). Utiliza una ironía magistral y tiene un dominio del lenguaje que ojalá saber francés para poder leerla en versión original (me paso la vida deseando saber más idiomas, pero sin mover un dedo por aprenderlos) (esa es mi cruz particular). Y la tipa es brillante. Por supuesto, yo de los comentarios brillantes y de los tintes filosóficos no me entero, pero me lo cuenta de una forma que tanto ella como yo sabemos que es brillante sin necesidad de comprender todos los recovecos de su genialidad.
Me doy cuenta de que no estoy reseñando nada, ni estoy explicando qué y por qué es así, pero tampoco era esa mi intención. Las experiencias literarias son emociones ante todo, y eso es lo que le concierne a este listado: mis emociones, yo tecleando apasionadamente que t e n é i s  q u e  l e e r  a estas personas. Concretamente, de Amélie (mi amiga Amélie) recomiendo empezar por Metafísica de los Tubos (google también lo recomienda, por si os fiáis más de mis búsquedas en google que de mí), porque chica, es que es increíble y refleja perfectamente su tipo de contenido (altamente icónico), su gracia y su estilo (en el sentido de que es una señora muy estilosa, que los estilos de escritura son algo en lo que no me quiero meter ahora mismo).  
Yo ahora mismo me estoy leyendo Ni de Eva ni de Adán, ¿y es lo más gracioso a la vez que entrañable que he leído en mi vida? Probablemente. En fin, que ya hablaré más en detalle de lo diva absoluta y universal que es esta mujer.
3. Consciousness and the Brain, Stanislas Dehaene
En fin, sin comentarios. Sé que es muy fuerte que en esta lista haya un libro que me he tenido que estudiar para la universidad. Soy una friki, y debería esconderme, pero no lo hago porque oye, hay que ir con fiereza contra la vida. (Es peligroso para mi imagen pública esto de poner mis frases de mierda en internet, no lo tengo lo suficientemente asumido). El caso es que es verdad que este libro ha sido una de mis mejores experiencias literarias de la cuarentena (no sé muy bien a qué me refiero con cuarentena, porque en Ámsterdam, que es donde yo vivo, no hubo cuarentena en ningún momento) (en fin, cuarentena como concepto generacional, supongo) (este párrafo es una vergüenza).  
¿Por qué entra en el top? Porque me devolvió la fe en la ciencia que perdí cuando empecé a estudiar psicología. La ciencia a mí siempre me ha tranquilizado. Me da mucha paz que la gente busque conocimiento a través de un método científico. Pero también me parece un puto coñazo. Ahora me doy más cuenta de que lo que verdaderamente perdí no fue la fe en la ciencia, sino en los científicos, especialmente los científicos en psicología. Y entonces llegó este señor a hablarme del cerebro y de las neuronas entre cita y cita de Nabokov, y yo automáticamente recuperé mi fe (soy una básica, esa es la única certeza que tengo). Además, el libro habla de conciencia, y rompe con el dualismo mente-cerebro que yo no terminaba de descartar. Si a alguien le interesa, puedo tirarme horas hablando de este tema y de este libro, pero no hace falta tampoco. 
4. Rainbow Rowell (particularmente Carry On y Wayward Son)
Y para acabar con mi recopilación, no podía faltar la literatura juvenil. He mencionado la experiencia fanfic mezclada con la experiencia realismo mágico, después, la experiencia Amélie Nothomb, y por último, la experiencia de estudiante-de-psicología-recuperando-la-fe-en-la-neurociencia. Y falta el último pilar de mi gusto literario: Rainbow Rowell como máxima representante de las novelas destinadas a las personas que más leen y más libros consumen: las jóvenes. (Dos puntos dentro de dos puntos, sí lo digo).
Sin dejar de lado que Eleanor & Park tiene racismo implícito (en prácticamente todo lo relativo a Park) y explícito (con las amigas de Eleanor), y que hay que procesarlo con cuidado, me parece que Rainbow Rowell es un clásico. Eleanor & Park me gustó antes de darme cuenta de los temas turbios que había de por medio, pero aunque probablemente sea su libro más famoso, no es del que quiero hablar yo. La experiencia literaria que he tenido yo esta cuarentena en relación a RR es, claro está, la trilogía aún inacabada de Simon Snow. Si no sabéis de qué va esto, es básicamente una respuesta a todos los derechos que nos merecemos: un Elegido huérfano que va a una escuela de magia que se enamora de su archienemigo del colegio (xd). ¿A qué nos recuerda esto? Ciertamente, a lo que la cobarde y desgraciadamente ciega de JK Rowling no vio en sus personajes. (Disclaimer: no respetamos ni un poco a Rowling en este espacio cibernético). Pero no os preocupéis, porque Rainbow Rowell no defrauda con su versión del drarry, ni con los personajes (Simon y Baz) que crea para su mundo de magos gays particular.
Personalmente, a mí me ha gustado más el segundo libro, porque me parece que tiene una justicia que los libros de Harry Potter no llegan a explorar: el trauma que tienen tanto Harry como Draco encima. El primer libro de Simon Snow, Carry On (Moriré Besando a Simon Snow), es como un final de saga. Simon y Baz ya se conocen, pero se detestan (jasjhdajs ok), y cada uno tiene sus preocupaciones: Simon acabar con el malo malísimo que le corresponde a todo Elegido, y Baz ser El Personaje Trágico y Fabuloso sin despeinarse. Sin embargo, digo que el segundo libro es justo porque va de la vida después del final épico de cualquier saga de aventuras y de acción, y lidia con los trozos que quedan de las psiques de los personajes (y esto es algo que normalmente se tiene que hacer por medio de fanfics, porque los creadores originales no suelen molestarse en entender a sus personajes hasta la última consecuencia) (es un crimen cómo trata JK Rowling a Draco o a Remus o a Sirius). Y es justo para los lectores que se han sumergido en las vidas de los personajes saber qué pasa con ellos desde el punto de vista de sus creadores originales (aunque puede haber otros puntos de vista, y son todos válidos y maravillosos), y no en plan epílogo diecinueve años después, sino en plan coherente y sincero. Rainbow Rowell hace eso en Wayward Son (Simon Snow 2, que aún no se ha traducido al español), y me parece un detalle maravilloso que su plan inicial no era hacer una trilogía, pero que después de un par de años, la señora miró su libro y dijo "aquí hay más cosas que contar". 
El tercer libro de la trilogía promete muchísimo, y sale en mayo del año que viene, me parece. 
Venga, me voy a callar ya (qué corte más abrupto, xd, pero me he cansado de mí misma).La conclusión es que ha sido una cuarentena muy productiva y corred a leer a estas personas!!
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Pasolini: El fútbol Es Un Lenguaje Con Sus Poetas y Prosistas
Este artículo fue publicado en el periódico "Il Giorno" el 3 de enero de 1971 bajo el título de "Il calcio 'è' un linguaggio con i suoi poeti e prosatori".
Por Pier Paolo Pasolini
"Un amable periodista del Europeo me hizo algunas preguntas relativas al debate sobre los problemas lingüísticos que separan artificialmente a los literatos de los periodistas y a los periodistas de los futbolistas. Sin embargo, mis preguntas han sido recortadas en la rotativa (¡debido a las exigencias periodísticas!) y han perdido sustancia. Como el tema me interesa, me gustaría retomarlo con un poco de calma y con plena responsabilidad sobre mis palabras.
¿Qué es una lengua? "Un sistema de signos", responde hoy, con toda exactitud, el semiólogo.
Pero ese "sistema de signos" no es sólo ni necesariamente una lengua escrita-hablada (ésta que usamos aquí y ahora, yo escribiendo y tú, lector, leyendo).
Los "sistemas de signos" pueden ser muchos. Pongamos un ejemplo: tú, lector, y yo nos encontramos en una habitación donde están presentes también Ghirelli y Brera (N.de laR.: periodistas deportivos italianos), y tú quieres decirme de Ghirelli algo que Brera no debe escuchar. Entonces no puedes hablarme por medio del sistema de signos verbales, debes adoptar forzosamente otro sistema de signos, por ejemplo, el de la mímica. Entonces empiezas a gesticular con los ojos y la boca, a agitar las manos, a hacer movimientos con los pies, etc. Eres el "codificador" de un discurso "mímico" que yo descifro: eso significa que tenemos en común un código "italiano" de un sistema de signos mímico.
Otro sistema de signos no verbal es el de la pintura; o el del cine; o el de la moda (objeto de estudio de un maestro en este campo, Roland Barthes), etc. El juego del fútbol es un "sistema de signos", una lengua no verbal. ¿A qué viene todo esto (sobre lo que volveré esquemáticamente más adelante)? La querelle (controversia) que enfrenta el lenguaje de los literatos con el de los periodistas es falsa. Y el problema es otro. Veamos. Cada lengua (sistema de signos escritos-hablados) posee un código general. Pensemos en el italiano: tú, lector, y yo al usar este sistema de signos nos comprendemos porque el italiano es nuestro patrimonio común, "una moneda de cambio". Sin embargo, cada lengua se articula a través de varias sublenguas cada una de las cuales tiene un subcódigo: así pues, los italianos médicos se comprenden entre sí –cuando hablan su jerga especializada– porque cada uno de ellos conoce el subcódigo de la lengua médica; los italianos teólogos se comprenden entre ellos porque poseen el subcódigo de la jerga teológica, etc. También la lengua literaria es una lengua jergal que posee un subcódigo (en poesía, por ejemplo, en vez de decir "speranza" se puede decir "speme" (N.de la R.: las dos se traducen como esperanza en español), pero ninguno de nosotros se sorprende de esta cosa extraña, porque todos sabemos que el subcódigo de la lengua literaria italiana requiere y admite que en poesía se usen latinismos, arcaísmos, apócopes, etc.).
El periodismo no es más que una rama menor de la lengua literaria, para entenderlo nos valemos de una especie de subcódigo. En breve, los periodistas no son más que escritores que, para vulgarizar y simplificar conceptos y representaciones, se valen de un código literario, digamos –sin salir del ámbito deportivo– de segunda división. También el lenguaje de Brera es de segunda división respecto al lenguaje de Carlo Emilio Gadda y de Gianfranco Contini (N.de la R. Escritores italianos).
Y el de Brera es, quizá, el caso más noblemente cualificado del periodismo deportivo italiano.
Por lo tanto, no existe conflicto "real" entre escritura literaria y escritura periodística: es esta segunda la que, tan servil como siempre y enaltecida ahora por su empleo en la cultura de masas (¡no popular!), tiene pretensiones un poco soberbias, de parvenu (entrometido). Pero pasemos al fútbol. El fútbol es un sistema de signos, o sea, un lenguaje. Tiene todas las características fundamentales del lenguaje por excelencia, al que nosotros nos hemos remitido como término de comparación, esto es, el lenguaje escrito-hablado.
De hecho, las "palabras" del lenguaje del fútbol se forman exactamente igual que las palabras del lenguaje escrito-hablado. Ahora bien, ¿cómo se forman estas últimas? Se forman a través de lo que se denomina "doble articulación", o sea, a través de las infinitas combinaciones de los "fonemas" que, en italiano, son las veintiuna letras del alfabeto.
Los "fonemas", por tanto, son las "unidades mínimas" de la lengua escrito-hablada. ¿Queremos divertirnos definiendo la unidad mínima de la lengua del fútbol? Veamos: "Un hombre que usa los pies para chutar un balón" es la unidad mínima: el "podema" (por continuar la broma). Las infinitas posibilidades de combinación de los "podemas" forman las "palabras futbolísticas" y el conjunto de las "palabras futbolísticas" forma un discurso, regulado por auténticas normas sintácticas.
Los "podemas" son veintidós (casi igual que los fonemas): las "palabras futbolísticas" son potencialmente infinitas, porque infinitas son las posibilidades de combinación de los "podemas" (en la práctica, los pases de balón entre jugador y jugador); la sintaxis se expresa en el "partido", que es un auténtico discurso dramático.
Los codificadores de este lenguaje son los jugadores, nosotros, en las gradas, somos los descodificadores y, por lo tanto, compartimos un mismo código.
Quien no conoce el código del fútbol no entiende el "significado" de sus palabras (los pases) ni el sentido de su discurso (un conjunto de pases).
No soy ni Roland Barthes ni Greimas (N. de la R.: semiólogos franceses), pero como aficionado, si quisiera, podría escribir un ensayo mucho más convincente que esta nota sobre la "lengua del fútbol". Pienso, además, que se podría escribir también un bonito ensayo titulado Propp (N.de la R.: escritor ruso) aplicado al fútbol: porque, naturalmente, como toda lengua, el fútbol tiene su momento puramente "instrumental", rigurosa y abstractamente regulado por el código y su momento "expresivo". En efecto, toda lengua se articula en varias sublenguas, cada una de las cuales posee un subcódigo. Pues bien, en la lengua del fútbol se pueden hacer también distinciones de este tipo: el fútbol adquiere subcódigos desde el momento en que deja de ser puramente instrumental y se hace expresivo.
Puede haber un fútbol como lenguaje fundamentalmente prosístico y un fútbol como lenguaje fundamentalmente poético.
Para explicarme, pondré –anticipando las conclusiones- algunos ejemplos: Bulgarelli (mediocampista del Bologna) juega al fútbol en prosa: es un "prosista realista". Riva (“Gigi” célebre artillero del Cagliari) juega un fútbol poético: es un poeta "realista". Corso (histórico wing izquierdo del Inter) juega un fútbol poético, pero no es un "poeta realista": es un poeta un poco maudit (maldito), extravagante. Rivera (Gianni del Milán, para muchos el mejor jugador italiano de la historia) juega un fútbol en prosa: pero la suya es una prosa poética, de "elzevir" (Editorial antigua holandesa).
También Mazzola (tres veces mundialista con Italia) es un elzeviriano que podría escribir en el Corriere della Sera, pero es más poeta que Rivera: de vez en cuando interrumpe la prosa e inventa enseguida dos versos fulgurantes.
Quiero aclarar que no hago distinción de valor entre la prosa y la poesía, se trata de una división puramente técnica.
Sin embargo, entendámonos, la literatura italiana, sobre todo la reciente, es la literatura de los "elzevirios" elegantes y extremadamente estetizantes. Su fondo es casi siempre conservador y un poco provinciano... en fin, democristiano. Todos los lenguajes que se hablan en un país, incluso las jergas más arcanas, comparten un terreno común: la "cultura" de ese país, su actualidad histórica.
Por razones de cultura y de historia, el fútbol de algunos pueblos es fundamentalmente prosaico: prosa realista o prosa estetizante (este último es el caso de Italia), mientras que el fútbol de otros pueblos es fundamentalmente poético.
En el fútbol hay momentos que son exclusivamente poéticos: los momentos del "gol". Cada gol es siempre una invención, es siempre una perturbación del código: todo gol es "ineluctabilidad", fulguración, estupor, irreversibilidad. Precisamente como la palabra poética. El máximo goleador de un campeonato es siempre el mejor poeta del año. En este momento lo es Savoldi. El fútbol que expresa más goles es el fútbol más poético.
También el regate es de suyo poético (aunque no "siempre" como la acción del gol). De hecho, el sueño de todo jugador (que todo espectador comparte) es arrancar del centro del campo, driblar a todos y marcar. Si, dentro de los límites permitidos, cabe imaginar algo sublime en el fútbol es precisamente esto. Pero no sucede jamás. Es un sueño (que sólo he visto realizar en Maghi del pallone, de Franco Franchi, que, aunque sea a un nivel rústico, ha conseguido resultar perfectamente onírico).
¿Quiénes son los mejores regateadores del mundo y los mejores goleadores? Los brasileños. Por lo tanto, su fútbol es un fútbol poético: de hecho, en él todo está basado en el regate y en el gol.
El catenaccio y la triangulación (que Brera llama geometría) es un fútbol de prosa: se basa en la sintaxis, en el juego colectivo y organizado, esto es, en la ejecución razonada del código. Su único momento poético es el contraataque que culmina en un "gol" (que, como hemos visto, no puede más que ser poético). En definitiva, el momento poético del fútbol parece ser (como siempre) el momento individualista (regate y gol; o pase inspirado).
El "gol" se encomienda a la "conclusión" de la que, a ser posible, se encarga un "poeta realista" como Riva, pero debe derivar de una organización de juego colectivo, basado en una serie de pases "geométricos" ejecutados según las reglas del código (Rivera en esto es perfecto; a Brera no le gusta porque se trata de una perfección un poco estetizante y no realista, como ocurre con los centrocampistas ingleses o alemanes). El fútbol poético es el del fútbol latinoamericano. Su esquema es el siguiente: ( imagen del esquema en el compilado)
La realización de este esquema requiere una capacidad monstruosa de driblar (algo que en Europa se repudia en nombre de la "prosa colectiva") y cualquiera puede inventar el gol desde cualquier posición. El regate y el gol son los momentos individualistas-poéticos del fútbol; por eso el fútbol brasileño es un fútbol de poesía. Sin hacer juicios de valor, en un sentido puramente técnico, en México la poesía brasileña ha ganado a la prosa estetizante italiana."
PIER PAOLO PASOLINI
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teodorocronopio · 6 years
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Antes que nada quiero agradecer haber sido elegida para dar el discurso de apertura en esta Feria del Libro de Buenos Aires. La Feria es el evento literario más importante de la ciudad, del país y de la región. Y una de las ferias en español más destacadas del mundo. Vengo a esta feria desde antes de ser escritora. Valoro lo que tiene de literario y también lo que tiene de evento social, de lugar de reunión, de cofradía, de territorio por el que transitan infinidad de personas buscando un libro. Desde que fui convocada a dar este discurso me persigue una pregunta: ¿Qué se espera de un escritor? ¿Alguien espera algo de nosotros? Tal vez sí. O tal vez ni siquiera que escribamos un próximo libro. Cuando hace ocho años Griselda Gambaro tuvo que dar su discurso inaugural en la Feria de Frankfurt citó a Graham Greene quien había dicho: “Debemos admitir que la verdad del escritor y la deslealtad son términos sinónimos (…) El escritor estará siempre, en un momento o en otro, en conflicto con la autoridad”.  Me atrae ese lugar para el escritor: el de conflicto con la autoridad. Entendiendo por autoridad –en nuestro caso- el Estado, la industria editorial y los intolerantes que pretenden imponer cómo debemos vivir. Me siento cómoda en un colectivo de escritores para los que la lealtad nunca deba ser con la autoridad, sino con el lector, con el ciudadano, con la literatura y con nosotros mismos. Y retomo el concepto tal cual lo expresó Gambaro: “Así debe ser por razones de sano distanciamiento en la preservación del espíritu crítico, de la disidencia como estado de alerta, si bien es preciso no confundir la disidencia – trabajo de pensamiento – con la estéril rutina del antagonismo sistemático.” Quiero apropiarme de esa frase de Gambaro: disentir como estado de alerta, no como antagonismo sistemático. La vida está llena de gestos que tienen un significado y tratamos de decodificar. Nosotros, como escritores, estamos atentos a los gestos que nos muestran la industria, el Estado y por supuesto los lectores. Los nuestros también importan pero solemos creer que alcanza con escribir. Sin embargo, hay determinadas circunstancias sociales frente a las cuales la falta de acción o la falta de gesto explícito también trasmite un mensaje. Quiero señalar algunos de esos gestos. Los escritores somos parte de la industria editorial. Reivindico el ejercicio de la literatura como trabajo y nosotros como trabajadores de la palabra. Somos trabajadores dentro de una industria, pero a veces ni nosotros mismos tenemos conciencia de ese status. La confusión puede deberse a que trabajamos haciendo lo que más nos importa en la vida: escribir. Hay textos inolvidables de George Orwell, Marguerite Duras, Reinaldo Arenas, acerca de por qué escribimos. Dice Arenas: “Para mí, escribir es una fatalidad, no una razón; una fuerza natural, no una interpretación”. Podría suscribir lo que dicen todos ellos, en especial sumarme a lo que dice Arenas porque creo que cualquiera de esas búsquedas del origen de la propia escritura son posteriores al acto. En el acto de escribir hay pulsión, escribimos porque no tenemos más remedio, porque si no escribiéramos no seríamos quienes somos. Creo en la escritura como una marca ontológica. Nosotros tenemos plena conciencia de la crisis que atraviesa el sector; somos parte de la cadena de valor tanto como lo son todos los otros eslabones: el accionista que invierte en el negocio,  el editor, el imprentero, el librero, el distribuidor, los correctores, los traductores y cada uno de los que trabajan en la industria. Nos gusta lo que hacemos y tal vez, si tuviéramos de qué vivir, lo haríamos gratis. Pero el trabajo se paga. Se nos debe pagar en tiempo y forma lo que vale. Algunas editoriales lo hacen, algunas no. No se trata de tamaños: grandes, medianas o independientes, hay quienes hacen las cosas bien y quienes las hacen mal. En ese sentido yo me siento privilegiada. Pero tengo la responsabilidad de hablar no sólo por lo que me pasa a mí sino por mis colegas. Más allá de que el 10% por derechos de autor – porcentaje que no tiene otra explicación que “porque siempre fue así”- se liquide semestralmente y sin ajuste por inflación, hay editoriales que pudiendo hacerlo no pagan anticipos y otras que proponen contratos infirmables que no resistirían un análisis ni jurídico ni ético. ¿Por qué los firmamos? Porque queremos ser publicados, porque sabemos lo difícil que es conseguirlo, pero también porque estamos convencidos como “El mercader de Venecia” de Shakespeare,  que aunque el contrato diga que deberemos pagar con una libra de carne, llegado el caso Shylock no será capaz de tomar el cuchillo y cortarnos un pedazo del cuerpo: error. Y porque estamos solos. Hay un estado de indefensión ante ciertos usos y costumbres que deberían ser revisados. Algunos tenemos la suerte de contar con un agente que nos defienda. Algunos tenemos la suerte de trabajar con editoriales que cumplen con sus obligaciones. Pero muchos escritores no. Ante esas inequidades hay una ausencia del Estado. Es poco habitual encontrar diputados que estén pensando leyes que nos protejan. Los jueces no entienden nuestros reclamos. Los distintos actores del poder ejecutivo no dan respuestas a preguntas sobre la continuidad de premios nacionales y municipales, la ley del libro o la jubilación de los escritores. No pretendo que nos digan que sí a todo lo que pedimos, pero pretendo un intercambio de opiniones y una respuesta que demuestre que se nos escucha. La ausencia de gesto también es un gesto. Los dramaturgos y guionistas cuentan con Argentores, que con errores y aciertos, defiende sus derechos. El resto de los escritores no tenemos sindicato en el sentido estricto de la palabra. Tal vez porque somos seres muy solitarios y poco afectos a lo gregario es que nos cuesta reclamar en conjunto y este reclamo no puede ser individual. Tal vez porque sentimos que la literatura tiene que estar por encima de cualquier demanda. Y es cierto, la literatura debe estar por encima de cualquier demanda; pero hoy, en el 2018, los escritores somos un engranaje de una industria que genera bienes y servicios y nuestra tarea tiene que ser honrada como lo que es: trabajo. Algunos gestos novedosos y positivos. Han surgido en los últimos tiempos colectivos con conciencia de la necesidad de visibilizar lo que nos pasa. Por un lado la Unión de Escritores, que en su razón de ser dice: “Somos un grupo de escritoras y escritores interesados en instalar el debate sobre la figura del escritor en tanto trabajador”. Un grupo que iniciaron entre otros Selva Almada, Julián López, Enzo Maqueira, Alejandra Zina, y al que hemos adherido muchos más. Con ese debate, la Unión intenta lograr que escritores con menos experiencia adviertan que si alguien pide la libra de carne, no hay que firmar. Por otro lado está el nacimiento de NP literatura, una Asamblea Permanente de Trabajadoras Feministas del Campo Cultural, Literario e Intelectual que gestaron entre otras Cecilia Szperling, Florencia Abatte y Gabriela Cabezón Cámara. Ya adherimos más de trescientas cincuenta escritoras. NP literatura se define así: Nosotras proponemos diez puntos para un compromiso ético y solidario en la búsqueda de la igualdad de espacios, visibilidad y puesta en valor de la mujer en el campo cultural, literario e intelectual”. Soy mujer y he tenido la suerte de hacer una carrera que me llevó a los lugares donde quería estar. Incluso a lugares que no había imaginado. Pero que en un grupo invisibilizado algunas logremos hacernos ver no invalida la oscuridad sino que la potencia. Me han hecho infinidad de entrevistas relacionadas con la Feria del Libro y en muchas me preguntan cómo me siento, dada mi condición de mujer, por abrir esta edición. Mi respuesta: “El año pasado la abrió Luisa Valenzuela”. El error o el olvido denota la discriminación: es “exótico” que se le otorgue ese lugar a una mujer. Cuarenta y cuatro ediciones, cuatro escritoras. En estos días tuve la suerte y la amarga experiencia de escuchar numerosos ejemplos de discriminación e invisibilización de mujeres en el campo literario: en lo académico, en lo editorial, en lo institucional. No en la elección de los lectores. No en el éxito a lo largo del mundo. Voy a dar un solo ejemplo. Hoy los medios culturales a nivel mundial hablan de la literatura argentina nombrando entre otros pero con mucha mayor frecuencia a Samanta Schewblin, Ariana Harwicz –ambas finalistas del Booker Prize_ y Mariana Enriquez. Schewblin y Harwicz viven en el exterior, pero a Enriquez la tenemos a pocas cuadras. Si quieren oírla no la busquen en el programa de la Feria porque acá no estará. Van a tener que ir al Malba cuando converse con  Richard Ford. Un afortunado Richard Ford. Quiero marcar esto no como reproche sino para que se vea. Como el mingitorio de Duchamp cada invisibilización grosera de una mujer trabajadora de la literatura debe ser sacada de su lugar y expuesta para que se tome conciencia. Los festivales de literatura y las ferias salvo honrosas excepciones están plagadas de mesas para debatir -entre mujeres por supuesto- si existe la literatura femenina, literatura y feminismo, el papel de la mujer en la literatura. Pero en las mesas de cuento, novela, lenguaje, crítica, las mujeres son minoría o no están. Así como hoy creo que a nadie se le escapa lo políticamente incorrecto que resultaría preguntarle a Obama qué siente haber sido presidente de los Estados Unidos siendo negro, o a Johanna Sigundardottr qué se siente ser presidente de Islandia y lesbiana, llegará un día en que dará vergüenza preguntar qué se siente ser mujer y abrir la Feria del Libro. Pero más allá de los gestos acerca de nuestros derechos particulares, quisiera ahondar en un gesto que me parece trascendental para definir si se le da importancia o no a la literatura: la formación de lectores. Nadie nace lector. Se llega a ser lector transitando un camino de iniciación. ¿Qué estamos haciendo todos, la industria, los promotores culturales, nosotros escritores y especialmente el Estado para que haya cada día más lectores? Sin lectores no hay literatura. Lo dijo Sartre: “La operación de escribir supone la de leer como su correlativo dialéctico (…) Lo que hará surgir ese objeto concreto e imaginario que es la obra del espíritu, será el esfuerzo conjugado del autor y del lector. Sólo hay arte por y para los demás”. Permítanme repetirlo, si no hay lectores no hay literatura. Hace no mucho escuché a Martin Kohan hablando de un autor argentino que él considera de los mejores escritores contemporáneos y a quien lee muy poca gente. Kohan decía que su trabajo en la Universidad es revertir la situación, formar lectores que aprecien esa literatura y  quieran leerlo. No se quejó de que muchos no lo lean sino que expresó la conciencia de la necesidad de formar un lector. No cualquier lector se podrá encontrar con cualquier texto si no se lo entrena. Esta misma necesidad se puede transportar a otros niveles de lectura y concluiremos que hay argentinos que no están preparados para leer ningún texto. La democracia necesita ciudadanos y la lectura forma ciudadanos con pensamiento crítico y diverso.   Aún sin la competencia con la tv, el cine, series o entretenimientos virtuales, si una persona no está entrenada para leer nunca elegirá esa opción. Está claro que si un chico sale de la escuela primaria sin poder leer de corrido no podrá ser lector. Y no hablo de operaciones básicas de lectura como la elipsis, la anticipación, comprender una metáfora, poder hacer relaciones en base a conocimientos previos. Hablo de leer de corrido. Como primer paso tenemos que exigir que los alumnos terminen la escuela primaria con las habilidades indispensables para ser lectores. Lo tenemos que exigir no por la literatura sino por ellos. De otra manera estarán condenados a la exclusión. Es una deuda de la educación que lleva décadas. Luego buscar la manera de transmitir el entusiasmo por la lectura. Si de verdad un país cree en la importancia de leer, la promoción de la lectura debe ser una política de Estado. Además de lo mucho que esta Feria hace por la promoción de la lectura, hay tres modelos muy exitosos que me gustaría destacar. Uno es el que desde hace años desarrollan Mempo Giardinelli y Natalia Porta López en el Chaco. No he visto nada igual. Cientos de maestros, profesores y promotores de lectura absorbiendo materiales pero sobre todo energía para contagiarla a nuevos lectores. Es una actividad que emociona. El Estado debería apoyarla con vehemencia. Otro modelo de promoción de la lectura exitoso es la Conabip, tan reconocido que en este momento hay personal de esa institución trabajando en el proceso de paz de Colombia, enseñando el modelo de inclusión social que significan las Bibliotecas Populares. Lo que sucede con la Conabip además de deslumbrarme por su tarea, me conmueve porque es una obra de años que pudo sostenerse a través de distintos gobiernos. Las políticas culturales tienen que ser persistentes en el tiempo para que surtan efecto. Si un nuevo gobierno borra lo que hizo el anterior estamos siempre en la línea de largada. He visto la gran labor de la Conabip desde los años en que estaba María del Carmen Bianchi, hasta hoy que la dirige con tremendo entusiasmo Leandro Sagastizabal. No hubo ruptura por cambio de gobierno, el que llegó lo hizo para sumar. Así debería ser siempre. Por último, el Filba Nacional de la Fundación Filba, que cada año se traslada a una ciudad del interior a llevar literatura. El festival está pensado en cada caso para el público local. No son los lectores quienes deben trasladarse sino los escritores; además de que visibiliza autores de la región. Federalismo puro, eso que vemos tan poco a pesar de lo que dice la Constitución. Por último la pregunta inicial, ¿qué espera el lector de un escritor? ¿qué espera un ciudadano de nosotros aunque no nos lea? En el mejor de los casos, como dije, un próximo libro que satisfaga lo que cada lector busca: suspenso, manejo del lenguaje, personajes inolvidables, entretenimiento, incomodidad, inteligencia, ampliación del mundo propio. Cada lector exige a su manera. Pero además de un próximo libro, ¿se espera que opinemos sobre determinados asuntos de la realidad? Tenemos la habilidad de ver con un lente más fino y mostrar lo que vemos con palabras. ¿Debemos usar esa herramienta? ¿Esperan que lo hagamos? Hay escritores a los que no les interesa esta intervención. Hay otros a los que sí les interesa pero les da temor. Hay algunos a los que les interesa en exceso, tampoco es necesario opinar de todo. Hace un tiempo Juan Sasturain contó en la contratapa de Página 12 cómo trataba de mantenerse en silencio en reuniones familiares o con amigos para no entrar en discusiones. Hasta que de pronto alguien tocaba un tema y al hacerlo trazaba una línea que lo obligaba a dejar claro de qué lado estaba. Coincido con él. El año pasado vivimos acá, en esta Feria, una experiencia parecida cuando se convocó a una marcha para repudiar el intento de aplicar el cómputo de 2X1 a las condenas de militares por sus crímenes durante la dictadura. Muchos de nosotros y la misma Feria del Libro como institución decidimos suspender nuestras actividades para ir a la marcha. Hace pocos días, nos pasó lo mismo a cuatrocientas escritoras que acordamos defender con nuestra firma y con nuestro cuerpo la ley de interrupción voluntaria del embarazo. Yo sentí en la calle el agradecimiento por esos gestos en aquella oportunidad y ahora, la confirmación de que eran necesarios. Sin embargo nos cuesta apropiarnos de ese espacio de intervención pública. Tal vez sea porque nos incomoda la palabra “intelectuales”, como definición del escritor que interviene en la sociedad. Lo explica muy bien Carlos Altamirano en su artículo: “Intelectuales: nacimiento y peripecia de un nombre”. Dice:  “El concepto de intelectual no tiene un significado establecido: es multívoco, se presta a la polémica y tiene límites imprecisos, como el conjunto social que se busca identificar”. El uso del término en la cultura contemporánea nace en Francia en el año 1898 con el debate por El caso Dreyfus. En 1894, el capitán del Ejército francés Alfred Dreyfus, alsaciano y de origen judío, fue arrestado bajo la acusación de haber entregado información secreta al agregado militar alemán en París. Con pruebas inexistentes o controvertidas, se lo condenó a cadena perpetua en la Isla del Diablo. Aunque luego quedó claro que era un error, los jefes militares se negaron a revisar el caso, sostenían que admitirlo afectaría la autoridad del Ejército. Pero como diría años después Graham Green el lugar del escritor es el de conflicto con la autoridad y Émile Zola se involucró en el affaire. En enero de 1898 publica en L’Aurore  su carta abierta al Presidente de la República francesa, Yo acuso. El título se lo debemos al jefe de redacción Georges Clemenceau. Zolá advierte sobre la violación de las formas jurídicas en el proceso de 1894 y exige una revisión. Muchas firmas de peso lo acompañaron: Anatole France, André Gide, Marcel Proust. También muchísimos desconocidos, profesores, maestros, periodistas. A los pocos días Clemenceau hizo referencia a quienes firmaron como “esos intelectuales que se agrupan en torno de una idea y se mantienen inquebrantables”. Un nuevo actor colectivo -en palabras de Altamirano- “proclamaba su incumbencia en lo referente a la verdad, la razón y la justicia, no solo frente a la elite política, el Ejército y las magistraturas del Estado, sino también frente al juicio irrazonado de una multitud arrebatada por el chovinismo y el antisemitismo.” En cambio Maurice Barrès, en una editorial de Le Journal los descalificó diciendo: “Estos supuestos intelectuales son un desecho inevitable del esfuerzo que lleva a cabo la sociedad para crear una elite”. Vuelvo a citar a Altamirano:  “El debate sobre el caso Dreyfus deja ver que la apología del intelectual y el discurso contra el intelectual se desarrollaron juntos, como hermanos-enemigos. El conocimiento social es siempre impuro y la lucidez suele ser interesada.” Quizás sea el elitismo la acusación que más nos incomoda. Pero si la palabra intelectual incomoda la solución puede ser usar otra en lugar de no actuar. ¿Cuándo y cómo hacerlo? Cuándo lo sabrá cada uno. Cómo: con nuestros propios recursos. Los escritores tenemos herramientas literarias y lingüísticas que no todos poseen. No se trata de elite, se trata de oficio. De ser trabajadores de la palabra. Voy a destacar hoy tres: la conciencia lingüística, el punto de vista, la composición de los personajes. La conciencia lingüística es un término que tomo de Ivonne Bordelois en La palabra amenazada. Dice Bordelois: “Pero si esta cultura ataca la conciencia del lenguaje es, en gran medida, porque de algún modo se adivina que en ella, además de la fuerza refrescante de la poesía, reside la raíz de toda crítica. Para un sistema consumista como el que nos tiraniza, es indispensable la reducción del vocabulario, el aplanamiento y aplastamiento colectivo del lenguaje, la exclusión de los matices”. Nosotros tenemos conciencia lingüística y por lo tanto podemos señalar a la sociedad cuando el uso, la desaparición o la apropiación indebida de una palabra es parte de una operación del lenguaje para manipularnos. Hace poco hablé de la palabra vida en los debates por la legalización del aborto. Hoy quisiera traer otra palabra que creo que fue usada de una manera que nos hizo mucho daño: grieta. Todos sabemos lo que es una grieta. Pero la palabra se usó para definir la división de nuestra sociedad por pensar diferente. Si hay una grieta hay dos territorios separados por un vacío. No hay puentes. No hay comunicación posible. Si uno quiere pasar de un lugar al otro para dialogar se cae en una zanja. Los que no se sienten parte de ninguno de los dos sectores están condenados a desplomarse en ese tajo hecho casi de violencia: una grieta no se piensa, no se planea, desgarra la superficie de forma antojadiza. La democracia es pluralidad de voces viviendo en un mismo conjunto y espacio social. ¿Éramos una grieta o el lenguaje operó sobre nosotros y nuestras diferencias para que no haya diálogo posible? Tal vez, si hubiéramos hecho una advertencia desde la conciencia lingüística la historia sería diferente. Tenemos otro recurso muy valioso: el punto de vista. Nadie mira el mundo desde la misma ventana y por lo tanto no hay una sola imagen posible. Cuando escribimos elegimos desde qué personaje contaremos la historia y eso es una decisión trascendental. El cuento En el bosque , de Akutagawa, nos muestra que, en ciertas ocasiones, ni siquiera en un crimen existe una única verdad. Entender el concepto de punto de vista, en vez de dibujar una grieta, podría ayudar a ponernos en la ventana del otro para mirar el mundo, aunque luego uno termine eligiendo la ventana propia. Por último la composición de los personajes. Cuando creamos un personaje necesitamos que tenga lo que Mauricio Kartun llama tridimensionalidad, que el personaje no sea plano ni maniqueo. Ese requerimiento nos obliga a hacer un ejercicio de humildad: un personaje no piensa ni actúa como nosotros, lo hace desde su propia identidad. Cuando alguien lee también tiene que hacer ese ejercicio. Caminar con los zapatos de otro ayuda a comprender que ese otro vivirá su vida como lo indique su historia personal y su esencia. Y esa comprensión nos puede enseñar a no juzgar, a abrazar aún después de un acto que no compartimos. En dos de mis novelas y en un cuento toqué la temática del aborto. Pero no me arrogué la vida de mis personajes, no los hice actuar como yo habría actuado. En “Tuya”, la adolescente que queda embarazada y concurre a un consultorio clandestino finalmente decide no abortar. En el cuento Basura para las gallinas una madre le hace un aborto a su hija con una aguja de tejer tal como vio a su propia madre hacérselo a su hermana. En “Elena sabe”, una mujer es secuestrada por otra en el momento que está por entrar a hacerse un aborto; años después la mujer que no pudo interrumpir el embarazo es una persona gris que no ha superado el trauma que le ocasionó tener un hijo contra su voluntad. He mencionado muchos libros en esta tarde de apertura de la Feria. Esa tarea, la de prescribir lecturas como una entusiasta receta médica, es algo que aprendí de mi maestro Guillermo Saccomanno. Cuando empecé a trabajar con él me entregó una lista de más de cien libros imprescindibles que aún conservo, y a la que le fue sumando generosas recomendaciones a lo largo de los años. Me gusta recomendar lecturas también. Podría entusiasmarlos con distintos libros ahora mismo. Pero dado el debate que hoy nos atraviesa y en mi rol de escritora que sí desea intervenir en la sociedad, quiero dejarles una pequeña lista de novelas, textos de no ficción y cuentos que plantean el tema no sólo del aborto sino del derecho a la no maternidad, una cuestión clave en ese debate. En la buena literatura no encontrarán verdad sino puntos de vista, personajes que ante un abismo toman decisiones según su esencia y nunca, ojalá, preceptores de moralidad. Va mi lista. Anoten : “Lanús”, una novela de Sergio Olguín, “Pendiente”, una novela de Mariana Dimopulos, “Hospital de Ranas”, una novela de Lorrie Moore, Una felicidad repulsiva, un cuento de Guillermo Martínez, “Matate amor”, una novela de Ariana Harwicz, Colinas como elefantes blancos, un cuento de Ernest Hemingway, “Los príncipes de Maine”, una novela de John Irving, “La importancia de no entenderlo todo”, un libro de artículos de Grace Paley, “A corazón abierto”, una novela de Ricardo Coler, La llave, un cuento de Liliana Heker, “Santa Evita”, una novela de Tomás Eloy Martínez, “Enero”, una novela de Sara Gallardo, “Palmeras Salvajes”, una novela de William Faulkner, “Contra los hijos”, un libro de no ficción de Lina Meruane, El curandero del amor, un cuento de Washington Cucurto, “Vía revolucionaria”, una novela de Richard Yates. Sumen los suyos y pásenmelos. Antes de despedirme mi especial recuerdo para Liliana Bodoc, una ferviente trabajadora de la palabra. Liliana fue una mujer que vivió dando gestos, hermosos gestos. Y en disidencia como estado de alerta. A ella también tendrían que leerla si aún no lo hicieron. Buenas tardes, disfruten la Feria del Libro de Buenos Aires.
Discurso de Claudia Piñeiro en la inauguración de la feria del libro, una bella mirada de reivindicación que, creo, vale para todas las disciplinas artísticas.
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algo-para-leer · 4 years
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Me encanta leer novela negra en general aunque, últimamente, me gusta descubrir nuevos talentos.
Por ello quiero recomendaros unas lecturas que hice últimamente que me sorprendieron muy positivamente, tanto que algunas de estas novelas tienen más encanto y frescura que algunas de las que gozas de más prestigio, se venden como rosquillas y parece que todo el mundo ha leído.
En serio, comprad y leed algunas de estas, no os defraudarán.
Voy a ir por orden de cuáles he disfrutado más a cuales un poco menos.
1- 1981 de Darío Galván
Reseña de Thriller policíaco. Fascinante e interesante historia que nos sitúa en Asturias donde el Capitán de la Guardia Civil Evaristo Losada tendrá que hacer frente al caso de un despiadado y cruel asesino en serie.
El autor desarrolla brillantemente la trama, entrecruzando diferentes personajes, situaciones e intereses, manejando muy bien los tiempos y siendo capaz de despertar y mantener la tensión hasta el final.
Una novela del género negro que permite zambullirse en la realidad de las pasiones humanas como son el amor y el odio, el deseo y el temor, la alegría, la tristeza y la rabia, y al mismo tiempo comprender las circunstancias de la vida en la España de los años de la posguerra y de la transición.
Darío Galván demuestra un talento impresionante y un gran nivel literario consiguiendo que diferentes historias formen una sola en la mente del lector. “1981” es una novela apasionante que cambiará de manera significativa la percepción de los lectores respecto de las historias policíacas, con un final sorprendente. Os la recomiendo.
¿Y vosotros?... ¿sois de los que descubren al culpable antes que el que el policía o el detective de turno o por el contrario siempre te pilla por sorpresa?
2- el guardián de las flores de Rober Cagiao
Es una alegría toparse con una novela de esas que te hacen pasar la noche en vela ya que te es imposible dejar de leer.
EL GUARDIÁN DELAS FLORES lo ha hecho, es la segunda obra en menos de un mes que lo logra, y ambas son de autores que comienzan su andadura por este mundo tan complejo de la literatura.
Ninguno de los dos es Carlos Ruiz Zafón o Gabriel García Márquez, pero ambos son lo que estos fueron un día, gente con talento e historias que contar que terminan de escribir una primera obra que nadie debería perderse.
EL GUARDIÁN DE LAS FLORES va de menos a más, tiene un ritmo trepidante y es fácil de leer. Consigue presentarte a unos personajes a los cuales puedes adorar u odiar al mismo tiempo. La trama está muy bien hilada y nada fue dejado al azar.
Paola, Costoya y su equipo, desde hoy, pasan a ser de esos personajes que, junto con Evaristo Losada, AntoniaScott y JonGutierrez espero con ansia volver a saber de ellos.
3- Lo que callan los muertos de Ana Lena Rivera
Aprender a levantarte cuando te caes es la manera de seguir adelante cuando tan solo te apetece quedarte quieto, esperando a que te den la puntilla.
Eso es lo que hizo Gracia San Sebastián tras la muerte de su hijo, se levantó, dejó atrás su vieja vida y empezó a trabajar investigando para la Seguridad Social en busca de defraudadores.
Mientras se encuentra inmersa en una de estas investigaciones, una vecina y amiga, de la para mi el PERSONAJE con mayúsculas de esta novela, Adela, madre de nuestra protagonista se suicida. ¿Seguro que ha sido suicidio?
Ana Lena Rivera, en su debut literario nos presenta una obra magnífica, escrita con cuidado, como una niña mimada. En ella podemos darnos un paseo virtual por Oviedo como quien se da un paseo por sus vetustas y bellas calles. Gracias Ana Lena conoceremos a personajes carismáticos pero en los que podemos encontrar a cualquier persona conocida por los lectores.
Gracia no es detective, no es policía, es una mujer con sus miedos, sueños, anhelos, familia... es una mujer de la que cualquiera podría hacerse amigo, un mujer real.
Esta es una novela compleja, escrita de manera amena, con toques de humor donde debe tenerlos, con drama donde solo puede caber drama y tan fácil de leer que desde que te enfrentas al primer capítulo, las páginas te atrapan y no te sueltan hasta el final.
4- Nos robaron los te quiero de Miriam Giménez Porcel
Esta no es una novela al uso, es más una novela de drama, con tintes de novela romántica pero que hila sus sucesos al uso de las novelas negras mientras desentraña los misterios que su protagonista quiere desvelar.
Han de pasar unos pocos capítulos para empezar a leer la historia de Francisca e Isabel, para descubrir que Miriam Gimenez Porcel se ha puesto su traje de Jane Austin del Siglo XXI. Es en estos capítulos donde encontramos la parte más romántica con la historia de ese amor secreto que esconde Isabel, escrito de manera que se hace ameno ir descubriendo los entresijos que se esconden en esas páginas sobre aquel viejo Madrid.
Es tras esto que esa historia de amor se convierte en pesadilla, tras quedarse embarazada Isabel, madre de Tessa, la protagonista, la familia de su amado le roba a su hijo y las manda de nuevo a ella y a Francisca a su Murcia natal a morir en vida.
30 años después, Tessa con ayuda de su novio tratará de hacer justicia y encontrar a esa hermana que no conoce.
La autora nos presenta unos personajes, tanto los antiguos como los contemporáneos, reales, creíbles y los cuales podemos identificar con algunas personas que todos podemos conocer. La novela está bien escrita con un lenguaje cuidado y, si buscamos algún defecto, serían algunos diálogos de escritora novel con poco ya que aprender, con mucho oficio y ganas de superarse. Una cosa está clara, tras leer NOS ROBARON LOS TE QUIERO, podemos esperar grandes cosa de esta autora pues domina el arte narrativo de tal manera, que es capaz de jugar con el romanticismo, el drama y el thriller para crear una historia magnífica.
Una novela negra con tintes de romanticismo a la que no le faltas de nada.
5- Un acto reflejo de Ana Gomila Domenech
Tras leer UN ACTO REFLEJO, he cerrado los ojos y he podido ver con claridad los paisajes, escenas y personas que la autora describe. Algo que hace de una manera tan minuciosa que no he podido evitar acordarme de grandes autores como Ágata Cristie o Pérez Reverte.
La magia de esta autora radica ahí, en un lenguaje que embellece sin ser empalagoso y que nos presenta a algunos personajes que parece que son viejos amigos nuestros y que les conocemos desde hace años.
El Comisario Caravaggio es digno heredero de esos detectives de antaño que no necesitaban de pruebas para resolver un caso, tan solo de su intuición e ingenio. Hércules Poirot ha resucitado con nombre y apellidos italianos, si bien es indefectiblemente inglés. ¿Este es su último caso? No me lo parece, el Comisario está enamorado de algo, no de alguien, su trabajo.
#novelademisterio #novelanegra #novelapoliciaca #reseñaliteraria #reseñandolibros #thrillerpolicial #novelanegraespaña #novelanegraespañola #asturias #literaturaespañola
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manuelcesii · 5 years
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2 BAC. TEMA 9. TEXTOS DE MODALIDAD EXPOSITIVA Y ARGUMENTATIVA
Repaso teórico y actividades para el estudio de los textos expositivos y argumentativos y de la lengua oral y escrita
Texto expositivo: Su objetivo es informar sobre un tema determinado. En él domina la función informativa del lenguaje. Puede ser más o menos objetivo y, en función de su emisor y del destinatario al que se dirija, será especializado o divulgativo. Característicos de las tipologías científico-técnica, jurídico-administrativos y los periodísticos informativos.
Texto argumentativo: aunque también sirve para transmitir información, se diferencia del expositivo por el hecho de que busca convencer al receptor mediante argumentos. En él es dominante la función apelativo del lenguaje. También puede ser divulgativo o especializado. Característicos de las tipologías  humanística, periodísticos de opinión, literarios y publicitarios.
 Textos divulgativos: receptor no especializado, registro lingüístico menos formal, contiene menos tecnicismos y menos información implícita (presuposiciones e implicaturas)
Textos especializados: receptor especializado, registro lingüístico formal, contiene tecnicismos y abundante información implícita
 Elementos lingüísticos de la objetividad y la subjetividad:
Los textos más objetivos (expositivos) se caracterizan por:
En la sintaxis: predomina la modalidad enunciativa (interrogativas solo con finalidad didáctica) y las estructuras impersonales (verbos en tercera persona, oraciones pasivas reflejas o formas no personales)
En el léxico: nominalizaciones de verbos (clasificación en lugar de clasificar). Uso de léxico no valorativo (sustantivos y adjetivos)
En la morfología: modos indicativos, tiempos presentes o condicionales (para las hipótesis) y formas verbales de obligación (imperativos, perífrasis obligativas) en textos normativos e instructivos. Uso de la 3ª persona o la 1ª de plural
 Los textos más subjetivos (argumentativos) se caracterizan por:
En la sintaxis: presencia de modalidades exclamativas, interrogativas, desiderativas, exhortativas. Estructuras personales (1ª y 2ª persona)
En el léxico: uso de léxico valorativo (sustantivos afectivos, diminutivos o con connotaciones, adjetivos valorativos, adverbios valorativos, marcadores textuales que indican opinión, sugerencia, duda…). Son más habituales las figuras retóricas (ironías, preguntas retóricas, metáforas, símiles…)
En la morfología: modos subjuntivos o imperativos al lado de los indicativos. Modalizaciones (uso de 1ª y 2ª personas)
Diferencias entre la lengua oral y la escrita:
Lengua oral: 
Sistema de comunicación de primer grado (es el más primitivo en el ser humano)
Usa el canal vocal-auditivo, por eso es efímera (desaparece)
Comunicación no desplazada (directa), ya que emisor y receptor deben estar en el mismo lugar y tiempo (excepto si se usan medios tecnológicos)
Es más espontánea (no preparada) y tiende a ser más coloquial y descuidada (más repetitiva, con enunciados inacabados...)
Se apoya en códigos no verbales (tono, entonación, gestos corporales...)
Depende más de la situación y el contexto (se suele hablar de lo que tenemos alrededor)
Lengua escrita:
Sistema de comunicación de segundo grado (la conocen algunas culturas, no todas, para sustituir a la lengua hablada)
Usa el canal visual y no desaparece salvo que sea destruida
Comunicación desplazada: nace para permitir que emisor y receptor se comuniquen sin compartir espacio y tiempo.
Es menos espontánea (preparada), se puede revisar y corregir, suele ser más formal y cuidada
No se apoya en otros códigos (excepto los emoticonos, los códigos específicos como el matemático, químico, físico...)
Es más independiente de la situación y el contexto.
                                           ACTIVIDADES
1. Ejemplos de textos
Ejemplo. Texto expositivo: 
Se puede utilizar como ejercicio para localizar los procedimientos de objetividad y las peculiaridades de un texto argumentativo
En 1971, la asociación británica Amigos de la Tierra puso en marcha la primera gran campaña urbana para reciclar papel, plástico, metal y vidrio. Veinticuatro años después siguen pensando que “un gramo de práctica es mejor que diez toneladas de teoría”. Por ejemplo: alrededor de tres cuartas partes de las basuras domésticas –entre el 30 y el 40% - son envoltorios y pueden reciclarse, pero sólo se aprovecha un 15%. Pero ¿qué se puede hacer a nivel individual? Muy sencillo: a la mayoría de los habitantes de una ciudad le resultaría fácil llevar sus propias bolsas cuando va a hacer la compra. Y no utilizar aerosoles tampoco supone un esfuerzo extraordinario. Y caminar más y utilizar menos el coche … Cada buena acción individual afecta directamente al bienestar de la ciudad y de sus habitantes. Partimos de una base durísima: vivir es contaminar. Las cifras son arrolladoras: el 10% de las enfermedades industriales se acentúan con el ruido. La falta de aislamiento correcto en una casa hace que se pierda un 15% del calor por el techo y un 12% por las paredes. En Estados Unidos se sacrifican cada año más de 100 000 animales sólo en pruebas de artículos de tocador y cosmética. La importancia de lo cotidiano es vital cuando se trata de solucionar una serie de problemas que pueden parecer pequeños, pero que, acumulados unos sobre otros, son capaces de convertir la ciudad en un estercolero 
Ejemplo. Texto subjetivo:
Se puede utilizar como ejercicio para localizar los procedimientos de objetividad y las peculiaridades de un texto argumentativo
Sería imposible desligar las palabras alimentación y diabetes porque por un lado, una mala dieta es quizá la principal causa de esta enfermedad y por otro, alimentarse de manera saludable puede contribuir enormemente a la mejoría y tratamiento de los pacientes diabéticos. La clave está en comer bien, pero ¿cómo se logra? La nutricionista y dietista Sandra Pérez explica que lo primero es determinar si la diabetes está controlada y si el paciente está siguiendo con disciplina el tratamiento, además de si es insulinodependiente o no, porque de eso depende la dieta (...)  y agrega que “lo ideal es incluir siempre carbohidratos o cereales integrales, evitar las harinas blancas y en todos los tiempos de comida, incluir proteínas y vegetales”. Por su parte, los pacientes diabéticos deben evitar del todo los azúcares refinados, la comida chatarra, todas las bebidas azucaradas, carbonatadas, las gaseosas y los refrescos. En cambio, deben procurar no dejar por fuera de la alacena “proteínas, vegetales, carbohidratos como los cereales integrales y mucha agua”, afirma Pérez. Cuando aparece la diabetes, el organismo no puede procesar de manera adecuada la glucosa, o el azúcar “buena”, que necesita el cuerpo para tener energía. Esto sucede porque el páncreas se daña y deja de producir o disminuye la producción de insulina, la hormona que permite el buen uso de la glucosa y entonces el nivel de azúcar en la sangre se eleva. Este tema es especialmente problemático porque en muchos casos resulta complicado desprenderse del sabor dulce. Para ellos, recomienda Pérez, “el stevia, que es una planta y el azúcar más natural que hay en el mercado”. Por su parte, el consumo de frutas también está recomendado, “pero es mejor evitar algunas muy dulces como el banano, las uvas, la piña y consumir más bien frutas ácidas que tengan bajo índice glicémico”, agrega la experta.
2. Actividades
a) Indica qué clase de argumentación aparece en este fragmento:
«La teleadicción es la principal causa del fracaso escolar, según el profesor Gerardo Castillo de la Universidad de Navarra. “La televisión quita, además de tiempo, las ganas de estudiar, porque da todo hecho, no requiere esfuerzo y fomenta la pasividad».
·         De autoridad·         De salud·         Existencial.
b) Di de qué tipo es la estructura que aparece en este texto:
«La fuerza de gravedad es una constante, que hace que los objetos caigan a una velocidad de 9,8 metros por segundo, por lo tanto, si vas a tirar mi ordenador, como nos encontramos a 5 metros de altura, tiene una masa de 5 kilogramos; alcanzará una aceleración de 4,9 metros por segundo, entonces el impacto será de aproximadamente 24,5 kilogramos, lo que significa que causarán abolladuras y daños en sus componentes, y si cae por su costado derecho, la destrucción de la placa principal. Así que por favor, no lances mi ordenador».
·         Inductiva·         Deductiva ·         Enmarcada
c) ¿Y en este otro?
«Quiero estudiar medicina. Eso significa que tendré clases de 9 de la mañana hasta las 4 de la tarde, estudiar hasta las 10 u 11 de la noche, y hacer eso todos los días durante 6 años. Pero cuando termine, podré ayudar a otras personas a cuidar su salud, a curar sus enfermedades y además eso me permitirá ganar dinero. El sacrificio vale la pena. Si estudiaré medicina.
          Inductiva·         Deductiva ·         Enmarcada
d) Busca y lee el poema “Poderoso caballero es don dinero”, de Quevedo, y deduce si su argumentación es racional o no racional.
d) Indica cuál de los siguientes argumentos es ad hominem:
·         «Señores ministros y responsables de Europa, es a su solidaridad y a su bondad a las que gritamos por el socorro de África».
·         «El animal tiene una inteligencia cautiva porque una rutina biológica determina sus comportamientos».
·         «Por lo tanto es perfectamente aceptable matar animales para alimentarnos. Espero que no opines lo contrario, viendo que estás muy feliz de llevar zapatos de cuero»
e) ¿Qué tipo de falacia se percibe en el siguiente diálogo?
«—Como has suspendido, no saldrás de casa y estudiarás para el examen de filosofía. —Pues cuando tú estudiabas bachillerato, suspendías más que yo y estabas todo el día de juerga… ».
f) Señala qué tipo de argumento, atendiendo a su contenido, aparece en «Si el trabajo que realiza una mujer es el mismo que efectúan los varones, el salario debe ser también igual»:
·         De autoridad. ·         De justicia. ·         De salud.
g) Di qué tipo de argumento es el que aparece en una Carta al director en el que una persona se queja de las obras que se están realizando en su calle y cuenta una caída de la vecina:
·         De estética. ·         De salud. ·         De ejemplo.
h) Di, atendiendo a la intención, de qué tipo es el siguiente texto expositivo:
«Posibilidad de chubascos y tormentas localmente fuertes en el entorno de la meseta norte y área próximas, así como en Pirineos».
·         Instructiva. ·         Imperativa. ·         Predictiva.
i) Lee este texto y señala qué carácter tiene:
«Definido como la acción del tiempo sobre el organismo, el envejecimiento es un proceso biológico continuo que se desarrolla a una velocidad determinada según las categorías celulares, manifestándose a todas los niveles de la materia viva, desde las moléculas más simples hasta los órganos más complejos. Los signos de envejecimiento cutáneo –deshidratación, arrugas, flacidez, pérdida de luminosidad, manchas… - no suelen manifestarse al mismo tiempo, pero basta con que observemos uno sólo para darnos cuenta de que la piel ha comenzado a envejecer. La aparición de estas alteraciones se debe no sólo al paso del tiempo y a la radiación solar, también está estrechamente relacionada con el sistema de la vida; alimentación desequilibrada, tabaco, alcohol, descanso insuficiente, fatiga, estrés y ciertos estados de ánimo: problemas afectivos, pérdida de un ser querido, angustia u ansiedad». (El País semanal)
Especializada. ·         Predictiva. ·         Divulgativa. 
j) Es una característica propia de la lengua oral:
·         Permanece y está planificada.
·         Es efímera y suele ser espontánea.
·         Codificación y descodificación se producen en tiempo distinto.
k) No es una característica propia de la comunicación escrita.
·         Abundan los incisos y los cambios de tema.
·         Considera incorrectas las muletillas, las repeticiones y las frases hechas.
·         Permanece y está planificada.
·         
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Mundo Tropical y Afines: Maluma - Felices los 4.
Hola, buenos días, tardes o noches…sea cual sea el horario en que estés leyendo…tu!,  amoroso seguidor de esta columna de los Jueves. Esta semana como todas las semanas vamos a analizar una canción, pero en esta oportunidad, la misma se da por la solicitud de tres seguidoras y colaboradoras de la misma (gracias bellas).
Así que, en esta ocasión en Mundo Tropical y Afines: Maluma - Felices los 4.
Dado que el sábado próximo pasado mi celular tuvo varios mensajes con relación a esta canción, y después de verlo realmente me pareció una muy buena idea que se merecía estar en esta edición semanal.
Todo empieza con un bar, puede ser de algún hotel o similar. Este bar hubicado en una gran ciudad, y en el bar como Bartender esta nuestro protagonista. Su cliente, un conocido actor, se encuentra tomando algún trago y contando alguna que otra anécdota sobre sus infidelidades, clásico como cualquier película yankiee, en donde uno busca el oído sincero de algún camarero que te emborrache y comprenda.
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Pero lo que este señor no sabe es que su esposa también lo engaña, pero en esta ocasión su terapeuta es el tercero en acción. Y con esto viene la principal interrogante de esta canción: tenemos al marido, la esposa y el amante, es decir tres personas; y la canción se llama “Felices los 4”. ¿Quién es la cuarta persona en cuestión? Después de analizar bastante, llegue a la conclusión de que ellos tienen un botija, que eventualmente se lo dejan a la madre de ella, y es esta mujer la que también se ve enredada bajos los anzuelos de “Y yo soy Maluma baby” (hipótesis que fui sacando…doy la bienvenida a nuevas interprestaciones).
El video tiene muchos momentos que llaman la atención:
·        El peinado actual de Maluma. Alguien que le diga que a menos que tengas más de 50 y/o sea un casamiento o cumpleaños de 15, la gomina ya no va. Un punto menos chiqui (igual te sigo dando, no te preocupes, jeje).
·        Siguiendo con asuntos estéticos, me realizo la sigueinte pregunta: como después de (al parecer) haber tenido un encuentro carnal tenso, pasional, caliente; ambos están re peinaditos, arregladitos, ¿sin maquillaje corrido y varios etcéteras? No logro comprender…yo aparezco con arañazos, mordeduras, ¡chupones y lo que se puedan imaginar si me encuentro con este bombón!
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·        Para ser un barman y además latino en (parece estar) Estados Unidos, ¡y con todo el temita Trump y demás…qué arreglados y producidos aparentan ser el personal de los bares! Chaqueta tipo mafia, trajes de todos los colores, apartamento re chuchi, relojes, y puedo seguir. En una palabra: la Gran America sigue existiendo y se dan en los bares de yankilandia. Va pa eeee!
·        Sabiendo que el público de este cantante es prácticamente femenino, porqué querido de mi corazón, ¿la chica tiene que estar tan desprotegida de vestuario y tu tapado hasta el cuello? ¡Nene te queremos ver! Hubo un esfuerzo y se valora el mismo, de hacer una escena hot en la ducha. Pero apenas si te venos la espalda y esos hermosos tatuajes que tenes, pero merecemos más. Así que en este punto: ¡PUEDE Y DEBE ESFORARSE MÁS!
Y para finalizar, me quedo con la joyita de esta canción: su letra. ¡Ah dios! Gabriel García Márquez debe estar llorando en el más allá de la emoción (creo, quiero creer). Primero con esta poesía: Si conmigo te quedas, o con otro tú te vas, no me importa un carajo, porque sé que volverás. Ya empezamos con el lenguaje algo fuerte, pero bueno, te lo toleramos. Que te importe un carajo, sabiendo que la mina va a volver (Y CÓMO NO VA A VOLVER, QUERIIIIIDO…SOS MALUMA!!) Pero luego viene ya el mejor momento a nivel poético, letristico y literario: Y si con otro pasas el rato, vamos a ser feliz, vamos a ser feliz, felices los 4, TE AGRANDAMO’ EL CUARTO.
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Ahhhhh me ericé. “Te agrandamo’ el cuarto”. Me encanta, porque no solo te canta, te besa, te hace de todo…sino que además: te arregla el cuarto y te lo agranda. No es dulce. ¡El albañil que siempre quise!
Con este frase se me ocurren posibles terminaciones de la estrofa: -TE ARREGLAMO’ EL CUARTO -TE DAMO’ ENTRE CUATRO. -TE QUIERO EN CUATRO. -TE ROBAMO’ EL CUARTO.
Varias opciones diferentes que el letrista debió haber tenido, pero capaz que no se lo dejaron hacer…una lástima.
Finalizando, un gran video y producción. Y bueno es Maluma, no se le puede pedir más, es demasiado lindo para enojarse. Pero nada te mandamos algunos deberes que si queres cuando vuelvas a Montevideo, los tratamos.
¡Saluditos!
https://www.youtube.com/watch?v=t_jHrUE5IOk
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jmorenosayavera · 8 years
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ENTRE LAS ROSAS, 5 SEMILLAS DE DIVERSIDAD
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En tanto que de rosa y azucena se muestra la color en vuestro gesto,     y que vuestro mirar ardiente, honesto, enciende al corazón y lo refrena; y en tanto que el cabello, que en la vena del oro se escogió, con vuelo presto, por el hermoso cuello blanco, enhiesto, el viento mueve, esparce y desordena: coged de vuestra alegre primavera el dulce fruto, antes que el tiempo airado cubra de nieve la hermosa cumbre;                   marchitará la rosa el viento helado. Todo lo mudará la edad ligera por no hacer mudanza en su costumbre.
                  ESTE soneto de Garcilaso de la Vega del Renacimiento, innovador para el siglo XVI, también lo ha sido para mí en el XXI, pues, aunque relacionado fundamentalmente en nuestro currículo con la Literatura, me ha servido para darme cuenta de que el proceso de aprendizaje de la taxonomía de Bloom, asociado y cruzado con las inteligencias múltiples marcadas por Gardner, me ha servido para avanzar en el descubrimiento de todas las posibilidades que ofrece un texto para para que aprenda el alumno y también el profesor, pues me sorprende porque estimula mi creatividad (no solo la del alumno) y soy capaz de indagar en posibilidades didácticas de las que antes no he sido consciente: me ha estimulado en mi labor y seguro que al alumno le libera del tedio en el que muchas veces yo caigo en mi rutina diaria. Me sirve como herramienta para descubrirme y la vez para que el alumnado adquiera habilidades y conocimientos de los que yo carezco y que desconocía que ellos tuviesen, cada uno a su manera. 
¿De un solo poema extraemos todo esto? Pues son solo 5 actividades y no las 48 que, con la matriz, podríamos haber elaborado. Como dije en mi tarea, este poeta fue el primero que trajo tanto los contenidos como las formas del Renacimiento a la literatura española: un gran innovador y, también, un gran imitador, pues necesitó de sus maestros y amigos para poder hacerlo, como nosotros. Gracias a este soneto XXIII, he podido investigar muchos aspectos relacionados con esta época, pero no solo aspectos literarios, también relacionados con la Biología, con la Filosofía y la Ética...., creo que simplemente, con estas 5 actividades, hice un esbozo de sus muchas posibilidades de estudio.
La primera actividad que propuse fue la grabación de la voz del propio alumno cuando recitaba el soneto: para ello impliqué la inteligencia lingüística  y el nivel de "Recordar" dentro de la matriz propuesta. He de decir que esta actividad sí la he llevado a cabo con mis alumnos en el aula durante varios cursos y casi siempre ha sido un éxito, sobre todo cuando tienen que demostrar su capacidad de recitado con la superación del miedo a hablar en público; algunos de ellos pasan un mal rato pero luego se sienten contentos de haber pasado la prueba. Curiosamente, en algunos he descubierto una gran habilidad para concentrar la atención de los oyentes y para acompañar con gestos serenos y equilibrados su “interpretación”. Se lo toman muy en serio, y eso me sorprende y eso me gusta y, a ellos, más. Sospecho que alguno será un buen orador en el futuro, que antes memorizará bien sus discursos aprendidos, sin dejarse llevar por la improvisación.
La segunda actividad estaba relacionada con la inteligencia intrapersonal y el nivel de “Analizar”: el alumno tiene que reflexionar sobre su infancia y el momento de adolescencia que está viviendo y saberse inserto dentro de un presente que tiene que intentar disfrutar. Como el poema incluye dos tópicos productos de una larga y clásica reflexión sobre el arte de vivir, “carpe diem” y “collige virgo rosas”, también quiero hacerles saber si, por el hecho de ser jóvenes, se consideran mejores, y si esa juventud es considerada un valor per se en la sociedad actual. He pretendido que el alumno analice, dentro de los límites que permite la clase, su propio vivir y que comprenda si realmente está disfrutando de su adolescencia, si está sufriendo presiones o miedos que le impidan desarrollarse plenamente, si se encuentra vinculado con la clase, con los amigos -si los tiene o no, que todo es posible- y la familia -que puede ser un apoyo o bien tener sus propios problemas y constituir una rémora-. En menor medida, pretendí que reflexionen sobre si autoestima está basada en la belleza de la juventud y si, una vez alcanzada la madurez, existe la posibilidad de disfrutar del momento; otra reflexión que pretendí es que fueran capaces de encontrar belleza en algo que no sea el canon que nos dan los medios de comunicación o el kitsch de moda, además de si encontraban machista el poema, dado el modelo utilizado.
También, a partir del soneto, busqué la inteligencia matemática en su cruce con el nivel taxonómico de "Comprender": mi objetivo es ayudarlos a descubrir qué es un soneto por sí mismos, comprobando el número de estrofas y sílabas y la distribución de la rima; además, pretendía que se diesen cuenta de que para crear un texto así es necesario manejar los números y darles, como pretendían los antiguos pitagóricos, una armonía a las cifras, las cuales se relacionan con la música en aquella antigua escuela griega. Quizá, para ser autocrítico, he de decir que me he quedado algo corto en mi propuesta, pues, ya que no podía usar las 48 actividades propuestas, hubiese sido deseable que ellos, en el nivel de “Crear” intentasen componer un soneto. Pero mi tarea en este curso correspondía a un mínimo de cinco actividades y ahí me quedé. Cuando les he propuesto a los alumnos de 3º ESO la composición de un soneto, se han percatado de la enorme dificultad que conlleva y quizá, sí, es demasiado ambicioso, a esas edades, llevarles por un camino tan sutil.  Mi objetivo también era hacer comprender al alumno que para construir unas palabras tan bellas y bien cohesionadas, Garcilaso ha manejado estupendamente su inteligencia matemática y que supiesen que no solo hay en él y en nosotros inspiración, sino un trabajo medido, constante y motivado.
El reto que más se aleja de mi materia y que más satisfacción me acarrea ha sido el de la inteligencia naturalista en su alineación con el nivel de “Evaluar", pues, ¿cómo es posible que un texto renacentista se aproxime a ello? Yo quería que el alumnado comprendiera que el artista efectivamente disfruta de este tipo de inteligencia y que, en su momento histórico, él agarra lo que tiene cerca y utiliza un lenguaje metafórico usando las flores propias de la primavera en la España del siglo XVI; quería también que supiera que, gracias a la ingeniería genética y la floricultura, ahora tienen más colores, más pétalos... y que, sin embargo,no han perdido su capacidad de sugerencia y de llamada de atención para todos los que tienen esa sensibilidad que los aproxima a su entorno natural; además, el poema hace referencia a los cambios de estación y temperatura, lo que tiene que hacer reflexionar al alumno sobre la época en la que se produce esta floración, además de que debe descubrir que no solamente en las estaciones cálidas hay flores: ¿extrae de ahí alguna crítica evaluadora hacia el poema garcilasista?, ¿es posible una flor de invierno?, ¿se puede discutir la visión naturalista del autor en relación con su visión de la belleza natural asociada a la estación cálida? Tendremos que esperar al Romanticismo del siglo XIX para encontrar belleza en una naturaleza lúgubre, fría e incluso tenebrosa, de la que la sensibilidad contemporánea es heredera directa en su gusto incluso gore.
La quinta actividad la reservé para la inteligencia espacial en su encuentro con el nivel de "Crear": quise alejarme algo de mi asignatura y que ilustrasen con un dibujo o pintura el texto; que entendiesen que es en esta época cuando se intenta descifrar, mediante estructuras, formas y colores, el origen del equilibrio y la belleza, la armonía y la proporción. El soneto parece una transcripción muy precisa del cuadro de Boticelli titulado “ "El nacimiento de Venus" de Sandro Boticelli . También les cuento que, cuando se contemplaba a esta “donna”, realmente no se la veía a ella, sino que neoplátonicamente era una reflejo de la belleza y perfección de Dios. Me propuse ilustrar el poema pero tenían que innovar: nuestra percepción contemporánea de las formas bellas ha cambiado, ¿por qué no cambiar algunos versos del poema?, ¿por qué la persona a la que va dirigido no puede ser un hombre?, ¿por qué ha de ser blanca esta persona? Mi propuesta es que, buscando la armonía, sin traicionar la búsqueda del equilibrio renacentista, se busque la originalidad, la creatividad, también sabiendo que los hombres de ese siglo consideraban que la “imitatio”, es decir, seguir el modelo de alguien a quien reconocemos el mérito, no se considera plagio, sino alabanza, es decir, podemos inspirarnos en aquello que admiramos e intentar superarlo, pero jamás envidiarlo, destruirlo ni comparalo: porque una de las claves de la creatividad es la admiración de los que lo han hecho tan, tan bien, que los consideramos clásicos.
¿Os parece mucho caldo?, ¡lo siento!, ¡me habéis obligado a ello!
Saludos vikingos de un navegantes CRIF
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nandovarelapagliaro · 7 years
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Entrevista a Carlos Ruiz Zafón:“El truco más difícil es la ilusión de la simplicidad”
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Nando Varela Pagliaro
Con la publicación de El laberinto de los espejos, Carlos Ruiz Zafón (Barcelona, 1964) pone fin a la tetralogía de la que ha vendido más de 30 millones de libros. En esta entrevista con el autor de La sombra del viento, hablamos de su nueva novela y de algunos de los secretos de su éxito.
-En nuestro país, sus libros son muy conocidos, pero quizás no es tanto lo que sabemos del autor que hay detrás. ¿Cómo empieza su relación con la literatura?
- Empieza de muy joven. De niño ya sabía que quería ser escritor, inventaba historias, las ponía en papel y las dibujaba. Para mí la única cuestión era ver cómo podía ganarme la vida de esto. Toda mi vida ha sido una deriva a intentar aprender este oficio para ganarme la vida con él. Me llevó un tiempo, pero después de haber hecho varias cosas, finalmente pude ganarme la vida como escritor y eso he venido haciendo desde entonces.
- ¿Nunca hubo un momento de duda?
-Las dudas las tenía sobre todo al principio. Me preocupaba cómo conseguía sobrevivir en este juego. Cuando uno quiere dedicarse a algo que tiene que ver con la creación artística, nunca sabes cómo se llega a la semana que viene. No es que pienses ya en el éxito, lo que quería era sobrevivir día a día. Mi padre, que era agente de seguros, cuando le dije que quería ser escritor se puso muy mal porque pensaba que todos los escritores acaban bajo un puente, mueren tísicos, en la miseria y se los comen las cucarachas. Creía que si uno se dedicaba a esto pagaba un precio terrible y terminaba loco como Van Gogh. De sólo escucharlo, yo me lamentaba: “¿por qué habré salido así de fábrica? ¿por qué no habré querido ser directivo de alguna compañía y cobrar un sueldo fijo?” Pero no, resulta que mi sueño era contar historias. Todas las personas que se dedican a profesiones artísticas, siempre tienen esta sensación de precariedad, de no saber qué va a pasar mañana. Pero bueno, es algo con lo que vives y que tienes que superar. Si hay que trabajar más duro, se trabaja más duro y ya.
-Vayamos a sus libros. Los procesos de escritura son siempre muy especiales, pero imagino que en un proyecto como el suyo, que demandó quince años, muchas cosas deben haber cambiado de como usted las tenía en la cabeza en un primer momento a cómo llegaron al papel. ¿Fue así?
-Originalmente mi intención era crear una suerte de laberinto de historias con cuatro puertas entrada. Cada una de esas puertas quería que fuera una novela independiente, pero a la vez conectada, que fuera una historia que estuviera en constante movimiento, que cuanto más avanzáramos y más puertas exploráramos, la historia fuera cambiando como un gran mecanismo de relojería que se está moviendo constantemente con millones de piezas. Luego, en función de cómo lo exploramos, vemos que tiene nuevos relieves. Yo tenía esa arquitectura en mi cabeza, pero también era muy consciente de que me iba a llevar mucho tiempo. No tanto como el que me llevó, pero tampoco lo podía saber con exactitud. Además, la propia complejidad de esta construcción iba a hacer que por mucho que yo anticipara un diseño, a medida que descendía a los niveles más microscópicos, iba a descubrir nuevas implicaciones, nuevos detalles. Incluso, yo mismo, a lo largo de este proceso iba a evolucionar como persona, como escritor. La elaboración de estos cuatros tomos ha sido muy compleja y una de las cosas más complejas es precisamente no traspasar esa complejidad al lector. Para ello es necesario que el armazón que uno construye tape sus propias huellas. Creo que el truco más difícil es la ilusión de la simplicidad, que podamos disfrutar de las historias sin pensar en cómo están armadas.
-Ya que hablamos de complejidad, tengo entendido que el libro que más le costó de los cuatros es este último. ¿Por qué?
-Éste es el que tiene elementos estructurales más complejos, es la pieza de cierre de todo este gran mecanismo de relojería, donde el laberinto se cierra sobre sí mismo. Además, es el que tiene el gran final. Toda la tensión narrativa acumulada a lo largo de muchas tramas, se desata y llegamos al fondo de la historia y los personajes.
-En cada Feria de Libros a la que asiste, llama la atención ver el fanatismo de sus lectores. ¿Por qué cree que esta saga despertó tanta empatía en millones de lectores de diferentes países?
-Porque los lectores primero que todo son lectores. A un lector no lo define si es japonés, italiano o francés. Los lectores son personas con curiosidad intelectual, que saben apreciar el lenguaje y quieren vivir más y mejor. Generalmente, son gente que también gusta del cine, de la música porque tienen una necesidad muy fuerte de conocimiento, de buscar la belleza que nos permite ir más allá de una vida cotidiana mecánica. Afortunadamente, hemos creado la belleza y la imaginación que nos permiten hacer nuestras vidas más interesantes. Creo que cuando cualquier pieza artística funciona no tiene que ver tanto con sus pretensiones, sino con los resultados. A veces uno puede tener grandes pretensiones y luego no pasa nada. Lo fundamental en un artista es que aprenda su oficio y para eso hay que trabajar duro. Crear cualquier cosa es una profesión como cualquier otra, no es un proceso etéreo donde las musas lo usan a uno como médium. Hasta donde yo soy capaz de hacer, todo está en función del oficio, de la capacidad y de la técnica que he aprendido. En la medida que sepa utilizar todos estos elementos, seré capaz de crear algo que merezca el tiempo de los demás. Yo siempre lo he visto así e intento trabajar duro para crear algo que merezca este tiempo; algo que seduzca a los lectores, que los empuje a un mundo en el que hay intriga, aventura y pasión; algo que les haga ver cosas dentro de sí mismos que no sabían que estaban, que les ayude a ver la vida de otro modo y que sobre todo se diviertan y puedan disfrutar de la belleza de la literatura. Cuando uno disfruta de una buena serie, de un buen libro, de buena música, son esos momentos en los que dice que vale la pena vivir.
-Nombraba recién las series y una pregunta muy recurrente que le hacen tiene que ver con su negativa a llevar estos libros a otro formato. ¿No hay forma de convencerlo? ¿Ni siquiera si trabaja su admirado Stephen King en la adaptación del guión?
-El problema no está en quién haga la adaptación y por supuesto no tengo nada en contra del cine y las series. De hecho, he dedicado años de mi vida a trabajar en esos medios y siempre digo que el ochenta por ciento de la mejor narrativa de nuestros tiempos se está haciendo en la televisión. El problema es que para mí estas novelas fueron concebidas como un gran homenaje a la literatura, como un proceso de reflexión sobre la creación literaria, como una experiencia ligada al mundo de los libros. Además, la versión definitiva es la que yo he querido crear. Si hubiera querido que fueran una serie de televisión, las hubiera escrito como tal. A veces se dice que cada cual se imagina los libros a su manera; los míos no, los míos se los imagina exactamente como yo he querido que se los imaginen, porque proyectan en su cerebro una serie de imágenes y movimientos a las que yo les dedico mucho tiempo. Por otra parte, sería perder el tiempo dedicar tres años de mi vida a adaptar esto a otro formato cuando ya creé la versión que quiero que reciba el lector. No sería honesto hacerlo, sólo por querer que fuera más popular o utilizando una palabra que ahora se usa mucho: por “monetizar” este proyecto, que vendría a ser la manera fina de decir exprimir dinero de las cosas.
- Todo escritor tiene una definición de lo que es escribir. Usted ha dicho que “escribir es reescribir” y que se escribe para uno y se reescribe para los demás. ¿Hay cosas que escriba sólo para usted?
- Yo creo que todo lo que escribo, primero es para mí mismo. En todo proceso de creación, siempre hay una parte de autoexploración, uno explora su propio mundo y aquello que encuentra, lo reelabora y se lo comunica a los demás. En ese momento de reelaboración, ya se produce ese proceso interno. A uno le sirve mucho reescribir. Lo que ocurre es que cuando uno decide hacer una profesión de ello, esa parte que podría ser terapéutica o de exploración, es sólo una parte; luego uno tiene otra responsabilidad y es eso que decíamos antes, de merecer el tiempo de los demás.
- En este sentido, ¿la música sí ocupa ese terreno más íntimo?
-Puede que sí, la música para mí es la más alta de las expresiones creativas del ser humano. La gran frustración de mi vida es que yo no pude tener una educación musical, entonces me la di a mí mismo. Intenté aprender música por mi cuenta, que es una cosa que uno puede hacer pero que tiene grandísimas limitaciones. Siempre digo que, si uno quiere ser músico y tiene la oportunidad de tener una buena educación musical, ése es el camino. Lamentablemente, yo no pude tener eso. De niño iba a lugares y sacaba de bibliotecas el tratado de armonía de Schoenberg y lo intentaba descifrar. Leía libros de orquestación y de contrapunto, que para mí eran como la teoría de la relatividad. Me enseñé a mí mismo a tocar el piano, empecé a componer; incluso hubo un tiempo en que trabajé como músico, pero siempre tenía la sensación de que no tenía las herramientas necesarias para crear la música que a mí me hubiera gustado hacer. Y como de niño sabía que aquello para lo que había sido fabricado era la escritura, pensé que iba a disfrutar más de la música si la mantenía como un hobby, sin colocarle el peso a tener que vivir de ella, pero sin que esto quiera decir que he renunciado a ella. La música sigue ocupando un gran espacio en mi vida. Una cosa que me divierte mucho es componer música para mis propias historias. Incluso, muchas veces me ayuda en el proceso creativo, para resolver personajes o encontrar atmósferas, o una textura que luego puedes traspasar a la literatura. A mí me gusta pensar el lenguaje literario como una paleta orquestal. Cuando trabajo con el lenguaje, pienso que tengo una orquesta y tengo diferentes opciones, diferentes colores; y el texto que voy a componer debe utilizar todos esos elementos y sonoridades.
-Con respecto a la música, alguna vez dijo que era la más sublime de las artes, pero también la más dura y complicada. ¿Cree que es más complicada que la literatura?
- Lo que dije fue que la música es la más sublime de las artes y la más miserable de las profesiones. Creo que por esta característica sublime que tiene la música, los músicos muchas veces se ven en una situación de tener que hacer algo tan alejado de lo que sería su sueño, que la práctica profesional se puede convertir en un pequeño martirio, que desde afuera los demás no perciben. Esto mismo sucede con la literatura; también puede ser una amante fría y cruel, a la que muchísimas personas le entregan su vida, su pasión, pero no son correspondidos. Por eso viven en una amargura, en un resentimiento, porque aquello que hacen no encuentra el camino que quisieran. Ese resentimiento, va pudriendo el alma por dentro y la envidia se apodera de las personas. Qué terrible destino, transformarse en alguien que pasa por la vida consumido por la envidia y el resentimiento.  
- Me habla del éxito y el fracaso, ¿por qué tener éxito en el mundo de la literatura es vivido como un pecado?
-Yo creo que la literatura es la única profesión en el mundo en la cual hay personas que intentan utilizar el éxito profesional como si fuera una prueba de que uno no es capaz. Hay personas que nos quieren convencer de que un libro es malo porque es leído por mucha gente. Es como si dijéramos que el New York Times es el peor diario del mundo porque es el más leído de todos. En el mundo de los libros, muchas veces se intenta utilizar la palabra best seller como una maldición gitana que a lo mejor empaña el éxito de otra persona, que muy probablemente es el éxito que yo hubiera querido tener, pero no he conseguido. Yo creo que es bueno e higiénico aplicar un sentimiento crítico; cuando veamos a alguien que nos quiere convencer de algo, pensemos por qué lo dice, quién lo dice, qué motivos tiene, qué quiere conseguir con ello.  
- ¿Intuyo que se está refiriendo a la crítica literaria?
-A veces se habla de la crítica como si fuese una especie de ejército monolítico, cuando una crítica es sencillamente la expresión de una opinión realizada de manera pública. Por el hecho de hacerse públicamente, en un medio de comunicación, está condicionada por determinados factores.
-A un escritor como usted, que tiene el beneplácito de los lectores, ¿le importa la mirada de la crítica?
-Cuando hay una crítica que es positiva, la agradezco; pero uno siempre tiene que tener una distancia con eso. Creo que los grandes críticos literarios son aquellos que descubren obras a los lectores, que quizás de otro modo no se hubieran descubierto nunca. En eso, hay un gran talento, una gran virtud. Pienso que para eso debe servir la crítica literaria, no para destrozar el trabajo de alguien que no nos simpatiza o que políticamente no está en nuestra facción. Por eso, el público debe estar atento, porque cuando alguien nos quiere convencer de algo, siempre atrás hay un motivo. La gran virtud de los seres humanos es que todos tenemos nuestro propio cerebro, lo que tenemos que hacer es utilizarlo y pensar por nosotros mismos, sin esperar que venga alguien a ponernos las ideas en la cabeza.
-Cuando era muy chico, le mandó una primera novela a Paco Porrúa, el editor de Cortázar. Él la leyó, lo recibió en su despacho y en esa charla le dijo que no se preocupara tanto, que se le notaba que vivía muy de prisa. Ahora, ¿cuál es su relación con el tiempo?
- Viví con mucha prisa cuando era joven y era algo que no me gustaba de mí mismo. Era consciente de que tenía un problema, pero había algo en mi cabeza que me hacía vivir así y querer conseguir cosas. Con los años, me he hecho mayor y he adoptado una perspectiva más serena; al menos eso me gusta pensar. Tengo la sensación de que la vida es muy breve, todo es muy efímero, y a veces no nos damos cuenta de ello y vivimos como si fuéramos a hacerlo para siempre.
- ¿Y tiene una obsesión con respecto al tiempo y la obra por publicar?
-No me preocupa la relación entre tiempo y obra, pero sí es algo que me planteo. Soy consciente de que hay un tiempo limitado. Afortunadamente, he tenido la oportunidad de hacer algunas de las cosas que me había planteado, del modo que quería, y estoy satisfecho de lo que hice. No me voy con la sensación de haber intentado cosas y no haberlo conseguido; me queda mucho por hacer y no sé si seré capaz; lo intentaré, pero la verdad no es un tema que me preocupe tanto. A cierta edad, uno empieza a hacer las paces con uno mismo y acepta que quizás no habrá tiempo para hacer todo lo que uno quisiera.
- ¿Y se cree con la capacidad de llevar adelante otro proyecto tan ambicioso como éste?
-No lo sé, este es un proyecto que tenía esa particularidad, pero cada libro es diferente. Una vez que elijo lo que voy a hacer, intento encontrar cuál es el modo que me parece mejor para hacerlo. No creo que vuelva a intentar hacer lo mismo, no sé si tendrá más o menos complejidad, pero sin dudas todo tiene su dificultad.
Publicado originalmente en Revista Quid.
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Las normas APA me están quedando grandes
"Sin la publicación la ciencia está muerta" Gerard Piel No sé si por pereza he perdido el interés por la publicación. Tal vez no lo quería tanto, tal vez deba esforzarme más. Sobre todo esforzarme en términos de la manera en que se deben publicar los trabajos académicos. Creo se siente cierto desasosiego porque aparte del trabajo de investigación, que requiere ya bastante, se viene un estilo impuesto que también requiere su tiempo. Evito quitarle el tributo de impecable a las normas APA. Pero tampoco siento que deba entrar a mi investigación e intervenir en el estilo intrínseco en el cual la he escrito. Robert A.Day afirma que la redacción ciéntifica debe ser clara, asimismo “El lenguaje no tiene por qué ser difícil. En la redacción científica decimos: “El mejor lenguaje es el que transmite el sentido con el menor número posible de palabras” (aforismo que apareció durante algunos años en las “Instrucciones a los autores” de la Journal of Bacteriology). Los juegos literarios, las metáforas y todo eso hacen que la atención se desvíe de la sustancia al estilo. Deben usarse rara vez, si acaso se usan, en la redacción científica”. Ha de ser por eso que no encajo del todo en el mundo académico. Yo no puedo dejar atrás ese jueguito literario de trompos, hipérboles y sobre todo, metáforas. Por lo que tendré que guardar en un baúl todos esos recursos, y meterme de lleno en lo conciso. Si bien los temas no se tratan con ligereza, deben ser concretos.
Por otro lado, me surge una duda sobre la lectura de Day y es que él utiliza una metáfora, o un símil para ejemplificarlos sobre las citas. Lo cual es paradójico. Day dice:
''Lo mismo que un recetario de cocina, un libro sobre “cómo hacer algo” contiene muchas recetas que su autor ha reunido a lo largo de los años. Al- gunas de estas pueden ser originales; otras serán variantes de recetas origi- nales de otros. Sin embargo, muchas de las que figuran en una colección así se habrán tomado “prestadas” de otras fuentes, sin modificación alguna''. Dudo si he caído en la interiorización, y lo que es peor, apropiación de ideas que no son mias. No es por hablar carreta, pero a veces pareciera que las ideas no fueran originales y que al final se mezclaran con las de otros, o terminaran en un vox populi que dicta: ¡ay! yo había pensado en eso.
No en vano Borges trata sobre el plagio de Cervantes y la construcción de otro Quijote por Pierre Menard. O incluso la teoría de las cajas chinas en la literatura, en la que todo viene de un hipotexto génesis que vendría siendo Homero, por lo que todo es una reproducción de un contenido que cambia de estilo. Dejando de lado mis divagaciones, diré que no hay espacio para que las ideas no tengan nombre. Aunque parece que las ideas convergen en diferentes cerebros, individuos, y sociedades. Amigo, sí, usted. Estudiante de alguna humanidad, contribuye más y gana prestigio si cita una idea que si la plagia de manera consciente. Acepto y es totalmente cierto que las normas APA permiten que los que estudiamos algo que parece intangible, tome forma y camino.
Con decir que le tengo más miedo al plagio que a la ''Madre monte'', por ello tengo claro que es mejor un árbol genealógico del conocimiento para no repetir, para indagar sobre nuestra materia de una manera prudente. En eso las normas APA tienen todas las de ganar. Empecemos con las citas y las referencias: Citas textuales largas: escritas literalmente y largas Citas textuales cortas: escritas literalmente y cortas Citas contextuales: en otras palabras la que parafrasea. Citas de citas: se utiliza cuando un autor menciona a otro autor en su cita, sobre todo cuando lo necesitamos y no encontramos el material original sino a través de esa cita. En lo que concierne a las referencias, debe tenerse en cuenta que van en una página aparte, en letras mayúsculas y minúsculas, en el centro de la hoja. Las referencias deben estar escritas de manera que la primera línea de cada una se corre hacia la izquierda y las demás líneas con sangría francesa. No cabe duda de que citar no es tan complicado, hay hasta generadores de citas y en las bases de datos también generan la cita. Por lo que no hay excusa alguna más allá de la pereza disfrazada de picardia. Y como dice el vallenato “pero hay en la vida errores, errores imperdonables que pueden costarle a un hombre bueno la vida”.
No citar puede costar más que citar, sino veamos el caso del ministro de Cooperación de Alemania que tuvo que renunciar por ser acusado de lo que parece ser un plagio. Amén del cazador de plagios Martin Heidingsfelder, un epíteto que no pondría en juego su credibilidad.
No olvidemos el caso colombiano del ex viceministro Guillermo Reyes, quien fue acusado de plagio en 2015 por una tesis de doctorado que había presentado a la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid (UCM).
Sigamos con lo que importa: las normas APA. En específico lo relacionado con titulación, las compañeras que expusieron -creo que ambas son de editorial- sobre el código 3 dijeron un buen ejemplo, si mi memoria no me hace quedar mal como mi lengua. Creo que se trató sobre los colores que el título principal era Colores, la titulación de segunda categoría sería Colores Primarios, la de tercer nivel amarillo. Y así. Permítame dar mi propio ejemplo:
Literatura Literatura Española Movimientos literarios Barroco. Culteranismo.
Por otro lado, aprendimos que no deben haber títulos con más de 12 palabras. Por lo que no hay que sollarse tanto con el título, más bien hacer que sintetice y sea llamativo.
En cuanto a la seriación, no se debe hacer como estamos mal acostumbrados, ejemplo: a) el metalenguaje. Por el contrario. Con las APA es todo o nada, ejemplo: (a) el metalenguaje. Igualmente hay otras formas de seriación como la escala ordinal -la de los números en orden normal-, la escala nominal que tiene que ser según el editor, entre otras.
Aun me falta camino por recorrer si quiero publicar algún trabajo científico, por ahora voy en la primera etapa de Alcohólicos Anónimos: la aceptación. Trato de querer a las APA y luego dominarlas.
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