#Semilla Negra
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cuartoretorno · 1 year ago
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Semilla Negra, La Liga del Sueño - Letra Oficial
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orbesargentina · 2 years ago
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curlymangue · 11 months ago
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Los mejores aceites esenciales para hacer crecer el cabello natural
Estos son los aceites esenciales para el crecimiento de tu cabello de los que no debes prescindir Photo by doTERRA International, LLC on Pexels.com Hola, Curly. A estas alturas ya hemos hablado de los beneficios que tienen los aceites naturales para el cabello. Ya sabes esos, que normalmente tienes por casa, como el de oliva, almendra, jojoba, girasol. Etc. Sin embargo, hay otros tipos de…
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dw · 3 months ago
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pupusas: proceso + producto!
pupusas de carnitas y nopal — carnitas preparadas por hervir cubitos de puerco con especias enteras de garam masala (hojas de laurel, semillas de cilantro, anís estrellado, canela, y otros que no me recuerdo), pimienta negra, comino, y sal hasta que se evaporó toda la agua y entonces triturarlos y freírlos; nopal; y queso oaxaca dentro de unas tortillas de maíz
pupusas de garbanzos refritos y queso — frijoles refritos de garbanzo, jalapeño, ajo, y queso cotija; y queso oaxaca dentro de unas tortillas de maíz
salsa roja salvadoreña — tomates cherry de heirloom (algunas del jardín de mi mamá!), jitomate, y jalapeños preparados por hervirlos y licuarlos antes de cocinarlos otra vez
servidas con kimchi de rábano en lugar de curtido, rábanos dulces en vinagre, y salsa verde de aguacate
no tuve frijoles pintos pero he tenido garbanzos por mucho tiempo y quería usarlos pues hice una versión de frijoles refritos con ellos. tampoco no tuve curtido que es tradicional, no me gustó lo que tuvieron al supermercado, ni no quise hacerlo entonces usé kimchi porque son suficientemente similares
¡inglés por abajo! — english below!
pupusas: process and product!
pork and cactus pupusas — pork boiled with whole garam masala spices (bay leaves, coriander seeds, star anise, cinnamon, and others i can't remember), black pepper, cumin, and salt until water evaporated and then shredded and fried; cactus; queso oaxaca all in masa harina shell
chickpea refried beans and cheese pupusas — "refried" chickpeas with jalapeños, garlic, and queso cotija; queso oaxaca all in masa harina shell
salvadoran red salsa — cherry heirloom tomatoes (few from my mom's garden and others leftover from when i made steak dinner salad), roma tomato, jalapeño all boiled, blended, and cooked again
served with radish kimchi, sweet pickled radish, and green avocado salsa
i didn't have pinto beans and i've had chickpeas in my pantry for forever so i made the refried beans using those. i also didn't have curtido which is normally served with pupusas, i didn't like the ones they had at the store, nor did i want to make it so i used kimchi since it was similar enough
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macavreb · 5 months ago
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Sueños y pesadillas: una gran ayuda a la creatividad
¿Qué secretos se esconden detrás de tus sueños más profundos? ¿Qué historias acechan en las sombras de tus pesadillas más perturbadoras? @vindaneal desentraña los misterios detrás de los fragmentos nocturnos que alimentan las páginas de nuestros temores.
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En los abismos de la mente humana existe un reino tan fascinante como perturbador: la ensoñación. Es aquí donde muchos escritores, en especial los de nuestro predilecto género de terror, encuentran su inspiración más macabra.
Para muchos, los sueños son la ventana al subconsciente, lienzo en blanco donde la mente pinta paisajes surreales e insondables. En contraste, las pesadillas son el lado oscuro de la experiencia onírica, donde los demonios internos y los miedos más profundos emergen, a veces, para atormentar descansos nocturnos. Pero antes de adentrarnos en ese laberinto, es crucial comprender su naturaleza.
Los sueños son experiencias subjetivas que ocurren durante el sueño REM, caracterizados por imágenes, sensaciones y emociones vívidas que a menudo carecen de coherencia lógica. Por otro lado, las pesadillas son sueños que provocan miedo, ansiedad o malestar emocional, y pueden ser el resultado de estrés, traumas pasados o trastornos del sueño. Para algunos escritores de terror, ambos son tesoros, fuentes de inspiración que pueden desencadenar sus historias más inquietantes y los personajes más perturbadores.
Un ejemplo destacado es el prolífico Stephen King, cuyas novelas están impregnadas de imágenes y temas sacados directamente de sus propios sueños y pesadillas. En su libro On Writing (2000), King revela que la idea para El resplandor (1977) surgió de un sueño vívido que tuvo mientras se hospedaba en un hotel abandonado.
Edgar Allan Poe, maestro indiscutible del macabro, encontró en sus propios sueños la chispa que encendió algunas de sus obras más emblemáticas. Su obra El Cuervo (1845) se gestó a partir de un sueño en el que un ave negra repetía incansablemente una única palabra, sembrando la semilla del terror.
Al explorar el uso de los sueños y las pesadillas como disparadores de la creatividad, nos encontramos con un mundo oscuro y fascinante, poblado de imágenes y emociones que desafían la comprensión humana. Estas experiencias nos recuerdan que la mente humana es un vasto y misterioso territorio, lleno de secretos que esperan ser descubiertos y explorados.
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El enigma de los sueños
Pero, ¿qué son realmente los sueños y las pesadillas, y qué papel juegan en la psique humana? Los expertos en el campo de la psicología teorizaron durante siglos sobre su significado y la función: según Sigmund Freud, padre del psicoanálisis, los sueños son la vía principal a través de la cual el subconsciente se comunica con la mente consciente.
En su obra seminal La interpretación de los sueños (1899), Freud explora las complejas capas de simbolismo que se esconden detrás de cada imagen y escenario onírico, argumentando que los sueños son el reflejo de nuestros deseos más profundos y nuestras ansiedades más arraigadas. Por otro lado, Carl Jung, discípulo de Freud, propuso una visión más amplia de los sueños como ventanas a un inconsciente colectivo compartido por toda la humanidad.
Según Jung, los arquetipos y símbolos que aparecen en nuestros sueños son manifestaciones universales de la psique humana, conectando a cada individuo con la vasta herencia de la historia y la cultura. ¿Cómo pueden los escritores de terror aprovechar este vasto reservorio de imágenes y emociones para dar vida a sus relatos más escalofriantes? La respuesta está en la capacidad para sumergirse en las profundidades de su propia psique y extraer las gemas ocultas que yacen en los abismos de la mente.
Peligros en el sueño profundo
Para muchos escritores, el proceso creativo comienza precisamente en el momento en que cierran los ojos y se sumergen en el mundo surreal. Manteniendo un diario de sueños, algunos lograron capturar la esencia misma del horror que habita en sus noches intranquilas, transformando estas visiones en narrativas que dejaron una marca indeleble en el género de terror.
Pero, como todo buen explorador sabe, los rincones más oscuros de la mente también albergan peligros inimaginables que pueden llevar a los escritores a las fronteras de la locura. Lovecraft, maestro del horror cósmico, experimentó en carne propia los peligros de adentrarse demasiado en estos abismos. Sus relatos son el reflejo de una mente atormentada por visiones que desafiaban toda lógica.
Los sueños y las pesadillas son las puertas que nos llevan a las regiones más oscuras de la mente, donde los monstruos y los demonios acechan en las sombras. Para los escritores de terror, estas experiencias oníricas son tesoros ocultos que aguardan ser descubiertos y explorados, ofreciendo un sinfín de posibilidades para dar vida al horror en todas sus formas y manifestaciones.
Así que, querido lector, la próxima vez que te sumerjas en el mundo de los sueños y las pesadillas, no temas explorar los oscuros rincones de tu propia psique. Quién sabe, tal vez encontrés la inspiración para tu propia obra maestra del terror, esperando ser despertada en las profundidades de la noche.
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poetasstro · 3 months ago
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Los trenes de la noche.
1
El puente en medio de la noche
blanquea como la osamenta de un buey.
Entre la niebla desgarrada de los sauces
debían aparecer fantasmas,
pero sólo pudimos ver
el fugaz reflejo de los vagones en el río
y las luces harapientas
de las chozas de los areneros.
2
Nos alejamos de la ciudad
balanceándonos junto al viento
en la plataforma del último carro
del tren nocturno.
Pronto amanecerá.
los fríos gritos de los queltehues
despiertan a los pueblos
donde sólo brilla la luz
de un prostíbulo de cara trasnochada.
Pronto amanecerá.
En las ciudades
miles de manos se alargan
para acallar furiosos despertadores.
Pronto amanecerá.
Las estrellas desaparecen
como semillas de girasol
en el buche de los gorriones.
Los tejados palpitan en carne viva
bajo las manos de la mañana.
Y el viento que nos siguió toda la noche
con cantos aprendidos
de torrentes donde no llega el sol,
ahora es ese niño desconocido
que se despierta para saludarnos
desde un cerezo resucitado.
3
Recuerdo la Estación Central
en el atardecer de un día de diciembre.
Me veo apenas con dinero para tomar una cerveza,
despeinado, sediento, inmóvil,
mientras parte el tren en donde viaja una muchacha
que se ha ido diciendo que nunca me querrá,
que se acostaría con cualquiera, menos conmigo,
que ni siquiera me escribirá una carta.
Es en la Estación Central
un sofocante atardecer
de un día de diciembre.
7
El sol apenas tuvo tiempo para despedirse
escribiendo largas frases
con la negra y taciturna sombra
de los vagones de carga abandonados.
y en la profunda tarde sólo se oye
el lamentable susurro
de los cardos resecos.
8
Una estrella nueva
sobre los cercos rotos.
Sobre los cercos rotos de orillas de la línea
a los que vienen a robar tablas este invierno
los habitantes de las poblaciones callampas.
9
Yo hubiese querido ver de nuevo
el pañuelo de campesina pobre
con que amarraste tu cabellera desordenada por el puelche,
tus mejillas partidas por la escarcha
de las duras mañanas del sur,
tu gesto de despedida
en el andén de la pequeña estación,
para no soñar siempre contigo
cuando en la noche de los trenes
mi cara se vuelve hacia esa aldea
que ahogaron las poderosas aguas.
13
Sobre el techo recién pintado de azarcón
de la bodega triguera
enredada en la humareda que deja el tren nocturno
aparece una luna con cara de campesino borracho,
enrojecida por el resplandor de los roces a fuego.
14
Podremos saber
que nada vale más
que la brizna roída por un conejo
o la ortiga creciendo
entre las grietas de los muros.
Pero nunca dejaremos de correr
para acompañar a los niños
a saludar el paso de los trenes.
15
Ha terminado el verano.
Regreso a la ciudad como tanta otras veces
en el sudoroso tren de la tarde.
Ha terminado el verano,
no sin antes marchitar con sus manos polvorientas a los girasoles,
no sin antes resecar los cardos que crecen junto a los rieles.
A la ciudad debía acompañarme el viento del sur.
El viento que se queda rondando por los campos y es el sereno
que los villorrios escuchan sin esperanza todo el invierno
como ancianos que en caserones ruinosos pegan sus oídos a relojes sin
agujas.
El viento que barre con cardos y girasoles.
El viento que siempre tiene la razón y todo lo torna vacío.
El viento.
Quizás debiera quedarme en este pueblo
como en una tediosa sala de espera.
En este pueblo o en cualquier pueblo
de esos cuyos nombres ya no se pueden leer en el retorcido letrero
indicador.
Quedarme resignado como una mosca en invierno
escribiendo largos poemas deshilvanados
en el reverso de calendarios inservibles
sin preocuparme de que nadie los lea o no los lea,
o conversando con amigos aburridores
sobre política, fútbol o viajes por el espacio
mientras tictaquean las goteras del bar.
Todo empieza a quedar en penumbras.
El viento apaga la luz de los últimos girasoles.
Todo está en penumbras.
La campana anuncia la llegada del tren
y siento el mismo temor del alumno nuevo
cuando sus compañeros lo rodean
en el patio de cemento de la escuela.
Pero debo dejar el pueblo
como quien lanza una colilla al suelo:
después de todo, ya se sabe bien
que en cualquiera parte la vida es demasiado cotidiana.
Hasta luego: rieles, girasoles,
maderas dormidas en los carros planos,
caballos apaleados de los carretoneros,
carretilla mohosa en el patio de la casa del jefe-estación,
tilos en donde los enamorados han grabado torpemente sus iniciales.
Hasta luego,
hasta luego.
Hasta que nos encontremos sin sorpresa
viajando por los trenes de la noche
bajo unos párpados cerrados.
-Jorge Teillier.
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rubimoon45 · 5 months ago
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Un Mar de Flores (2/10)
Pairing: Kolyma x fem!reader
Sinopsis: Innessa atiende las heridas del niño tímido que recordaba como Kolyma, pero que resulta ser un hombre ahora y con la percepción de la realidad alterada a la suya.
Warning: contenido adulto, abuso, sangre, armas, amenazas, palizas, abuso de sustancias, abuso sexual, abandono.
You can traslate the story and read it!
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Los días siguientes pasaron rápido. No hubo mal tiempo, pero sí alguna que otra lluvia repentina que obligaba a todos a regresar a sus casas frente al buen tiempo. Cuando el cielo acababa de descargar su furia, el sol regresaba y alegraba a las mujeres que iban a lavar la ropa al río. A ellas no se les permitió salir de casa.
Su padre entraba y salía del dormitorio de invitados con algo nuevo entre las manos, pero en su mayoría bolsas de gasas sucias manchadas de sangre. Xenya se refugiaba entre los libros de arte y se frustraba cuando no podía leerlos, pero además de eso, era gracioso verla enfadarse consigo misma. Al menos aliviaba algo de tensión. A Inej le tocaba limpiar el sudor de su piel, que poco a poco iba recuperando el color, y cuidar que las vendas no se aflojaran. Mientras su padre no estaba, Xenya y ella se encargaban de vigilarlo. Como Xenya era incapaz de cuidarlo sin intentar despertarlo de su descanso, acababa echándola y pidiéndole que compusiera una canción nueva para que cuando él se despertara se lo agradeciera. Parecía funcionar porque llevaba dos días haciéndolo. A veces Inej se quedaba mirando el rostro bronceado de aquel joven, que sí resultaba ser el Kolyma que recordaba de su infancia. Pero no el niño, solo de forma nominal.
Su madre había ido a su casa a visitarlo cuanto podía. La primera vez le pareció una mujer más asustada por la vida de su hijo, que lloró al lado de su cama cuando vio las vendas ensangrentadas y la respiración lenta que Kolyma daba. A la segunda y él pudo abrir los ojos, aún medio dormido, la máscara de madre afligida cayó y dio renda a una enfadada que amenazaba con cortarle los dedos de los pies si volvía a pisar el territorio de los semillas negras. No preguntó acerca de lo último, pero sí que tuvo que hacerse cargo de separarlos cuando Kolyma volvió a desmayarse. De alguna forma, aquella mujer tan fuerte y sensible al mismo tiempo llevaba la razón al explicarle la situación, mientras le ofrecía un poco de té en la cocina.
-No puede morir. Él, no. No puede dejarme de la misma manera que su padre hizo hace años, no, me niego -sacudía la cabeza, llorando, con las mejillas hundidas y el rostro marcado por la edad. Tenía sombras debajo de los ojos, seguramente por no poder dormir-. Él lo es todo.
Puede que así fuera, pero porque al final era una madre preocupada por su hijo. Inej no pensaba en la herencia, ni en los clanes ni en quién era su familia. Solo veía al niño que fue una vez descansando de sus decisiones del presente. Y al mismo tiempo, a un heredero del clan más temido de toda la zona.
-Te recuerdo, niña -habló un día, mientras estaban en la habitación de su hijo y su padre había ido a buscar unas vendas al despacho-. Jugabas en el patio con los demás niños y le cogiste la mano a Vitali en el funeral de su padre, hace ya mucho. ¿Fue tu madre la que te convenció de abandonar el pueblo?
Inej no había dicho nada al respecto. Soportó ese comentario como pudo atendiendo a otras cosas, como cambiarle la almohada a Kolyma a sabiendas de que los ojos de la mujer le taladraban la nuca. Por supuesto que no iba a decirle nada sobre el divorcio y lo que había pasado, pero sí que se quedó con las ganas de hacerlo. De soltárselo solo por el tono que usó para referirse a su madre.
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Al quinto día fue su hermana la que la despertó. La noche de antes se había acostado con un libro de arte renacentista, uno de los muchos que había por la casa, y dormido con él pegado a la mejilla. Resultaba que para aprender tenías que leer, y para leer tener los ojos abiertos. Y estar consciente. Xenya la despertó gritando, desde la planta de abajo. Intentó volver a dormirse, pero el sol fuera de la ventana la molestaba y acabó por levantarse de la cama de mal humor.
Para cuando bajó, su padre se había marchado y dejado una nota. Los gritos alegres de Xenya venían del dormitorio de invitados, acompañado de una voz mucho más suave que decía algo inentendible. Inej se apresuró a ver con quién estaba hablando, y si necesitaba regañarla por abrirle la puerta a extraños tan a la ligera. Resultaba que Xenya gritaba por una buena razón. La puerta estaba abierta cuando llegó, y Xenya encima de la cama. Mejor dicho, encima de Kolyma, en las piernas estiradas y cubiertas por la manta. Inej se quedó inmóvil al verlo. Tanto los ojos de Kolyma como los de su hermana pequeña fueron como balas hacia ella, de diferentes maneras; los de su hermana bailaban de alegría, mientras que los de él reflejaban una emoción que dudaba haber visto en él en el poco tiempo que se conocieron de pequeños y en los momentos de consciencia.
-Se ha despertado -dijo, levantándose de la cama y yendo hacia ella. Le cogió las manos, calientes, y la miraba con los ojos brillantes de siempre-. ¿Podemos darle una galleta?
Inej, aún quieta, tardó el responderle. No le salían las palabras de la garganta. Solo podía ver a Kolyma, despierto, con los ojos inundados entre el miedo y la confusión. No conocía a Xenya ni cómo era, así que no le extrañaría que pensase cualquier cosa.
-No es un perro. ¿Y si práctica tu canción? Puedes enseñármela luego.
-¿Sí? -cuando asintió, Xenya saltó de alegría y marchó corriendo de la habitación. El piano no tardó en sonar.
Casi puso los ojos en blanco. A aquellas alturas odiaba esa canción y los porrazos de su hermana cuando se olvidaba una parte e improvisaba. Sus ojos, de todas formas, se posaron nuevamente sobre el enfermo. Se concentró en él. Lo observó. Cada pequeño movimiento. Desde el pequeño tic en su ceja como la forma de nuez cuando tragaba saliva. Inej agarró entonces el medidor de tensión que estaba sobre una cómoda y rodeó la cama hasta ponerse a su lado. Siguió las indicaciones de su padre para medirle el pulso.
-¿Ha pasado algo que deba saber? -inquirió, sin maldad, pero haciendo notable el tono de sorpresa y malestar por haberlos encontrado...de esa manera.
Kolyma levantó las finas cejas, y negó rápidamente. La piel ya no lucía enfermiza, sino que había recuperado su tono bronceado e irradiaba salud. Todavía sudaba, pero supuso que era por la calefacción de la casa y la situación de hacía unos minutos. Inej miró el número de la herramienta, y asintió al encontrarlo en una cifra que su padre tacharía como buena.
-Es una bendición de Dios -respondió, con sorpresa-. Hay que protegerlos por encima de todo. Nunca le haría nada.
-Sí, supongo. Pero es mi hermana así que... Tengo que protegerla.
Apuntó la presión en un papel al lado de la mesita, y comenzó a retirarle los adhesivos a la almohadilla con la que había medido su pulso. Inej tardó un rato en hacerlo, y en ese rato ninguno dijo nada. Absolutamente nada. Solo se escuchaba la respiración pensada de él y a ella trabajar. De fondo, por supuesto, estaba Xenya tocando el piano. Al acabar, encontró los ojos de Kolyma puestos sobre la pila de libros de arte en columnas al lado de la mesita contraria. También se sorprendió ver uno de esos libros a su lado, en la cama. ¿Xenya los habría tocado? Hace diez años, su madre murió de una enfermedad incurable y le quedaban pocos meses de vida cuando la descubrieron. Le dijeron que tardó en comprender que no volvería a verla, y cuando lo hizo estuvo semanas con la mente perdida. Luego, pareció olvidarse de ello y continuó haciendo lo de siempre. Su padre la había pillado cenando sola un día de esos y advertido de la mente de Xenya, como si no supiera que su hermana era especial y necesitaba ayuda algunas veces para entender y entenderse. Al final había acabado escuchándole solo para escuchar la historia de su hermana.
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-Son de la madre de Xenya -explicó, haciendo un gesto hacia los libros. Varias pilas adornaban la mesilla al lado de la cama, y otra descansaba en el suelo. Libros gruesos y finos, respectivamente-. Le hubiese gustado estudiarlo, pero no... No le dio tiempo.
A diferencia de su madre, que se había marchado por un divorcio y con una hija al otro lado del continente, la madre de Xenya no había tenido esa suerte. Murió al poco tiempo de ella cumplir los diez años, por una enfermedad repentina. Su madre siempre encendía una vela por ella cuando iban a la iglesia, pese a que nunca se conocieron. Ya se convirtió en una costumbre que acataban hasta sin ir.
-Lo lamento.
-¿Te duele? -cambió de tema rápido, acercándose a la cama con cuidado. Xenya volvía a aporrear el piano, pero no estaba furiosa. De estarlo, sonaría peor.
-Como el demonio -se rio de su comentario, e intentó recolocar. La almohada a sus espaldas se escurrió, pero pudo cumplir su objetivo de sentarse bien. Inej atendió a la flexión de sus abdominales, la forma en la que se tensaban y relajaban en el acto... Y al momento se sintió avergonzada-. Le estaba diciendo que yo también soy especial. Aguanté la paliza de mi padre durante treinta minutos sin desmayarme. Me gané el reconocimiento de todos los niños.
Apretó los labios, pero no dijo nada al respecto sobre el método educativo de cada familia. Simplemente se recostó en la silla al lado de la cama, envolviéndose en la manta. Lo analizó nuevamente. Una persona de su edad, que recordaba como un niño tímido, había resultado herido por un arma blanca y acabado en su casa a raíz de eso. El niño tímido que alguna vez habría jugado con los mismos niños que ella mientras recibía el adiestramiento de su clan. Examinó su rostro, que recobraba la vida poco a poco. Ojos en forma de avellana de diferente color, con una nariz recta y unos labios finos y rellenos, en ese momento, un tanto paliduchos.
-Creo que todos somos especiales de alguna manera. Xenya es...una bendición, como dices tú. Pero créeme que te hartarías de ella cuando escuchases diez veces al día la misma canción y alguna pregunta tonta.
El pecho de Kolyma vibró cuando se rio, y le pareció la risa más tierna del mundo en el cuerpo de un hombre como él. Inej sonrió al ver la sombra de la tinta negra en su antebrazo.
-¿Te lo has hecho tú? -preguntó, señalando hacia el cuchillo envuelto en el tallo de una rosa con espinas y la flor en la zona de la empuñadura.
-No, Tinta -explicó. No lo conocía, y menos le sonaba-. Él me ayudó a elegirlo.
-¿Significa algo?
-Mi compromiso. A mi madre le gustan las rosas, así que decidí que fuera la que envolviese mi futuro, en su honor, y porque significan lealtad -mientras hablaba, acariciaba la zona del tatuaje, que ocupaba gran parte de la cara interna del antebrazo-. Solo eso.
Un silencio se extendió hacia los dos. Pensaba decirle que ella también estaba interesada en los tatuajes, pero a aquellas alturas del siglo pensarían que estaba en una banda. Ponerlo en una zona visible diría eso y nunca conseguiría trabajo, y a su madre le daría un infarto de saberlo. Por eso había pensado en una zona estratégica donde hacerlo, que nadie viera salvo en algunas ocasiones, y que estuviese cubierta todo el tiempo. La pena era que nadie aceptaría hacerlo, pese a ser pequeño.
-Tu...eres la segunda hija del médico. Lo escuché en el bar de la tía Katya, que vendríais en verano.
-Muy observador -apuntó, riéndose esta vez ella-. ¿La tía Katya sigue trabajando en el bar?
-Desde la muerte de su marido pescando -empezó a explicar, hasta que hizo un alto para mirarla por primera vez directamente a los ojos. Ninguno dijo nada en ese pequeño momento de silencio. Los ojos de Kolyma brillaron como dos estrellas cuando las palabras le salieron de la garganta-. Espera, ¿de qué la conoces?
Inej asintió lentamente.
-Ella me cuidaba a veces cuando era pequeña. Me marché a los seis años, así que no tengo muchos recuerdos de ello ni de este lugar -le respondió, e hizo un gesto para envolver la casa y el exterior. No supo si se entendió, porque él tampoco dijo nada para confirmarlo o negarlo, solo el brillo en esos dos ojos marrones iluminando el tenue dormitorio. Inej se rio de un recuerdo breve que apareció en su cabeza-. Era la única que me dejaba dibujar en su mesa.
Inej se continuó riendo. Cuando sus padres la dejaban en el bar al otro lado del pueblo, pero cerca del río, solía quedarse con la amable y dulce tía Katya que cuidaba de casi todos los niños del pueblo y los dejaba jugar tanto dentro como fuera del bar. A veces ella y sus pocas amigas de ahí la ayudaban a hacer dulces tradicionales en la cocina al mismo tiempo que los niños jugaban hockey improvisado con palos y pelotas desgastadas. Puede que alguna vez él mismo jugase con ellos y se comiera los dulces que sus manos inexpertas hicieron en esa época.
-Sí -respondió él, tan lento que pensaba que se volvería a desmayar-, ella es así.
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-¿Por qué no?
-Porque no.
-Pero...a mí me gusta estar con él.
Las mujeres del pueblo tenían razón con que haría buen tiempo. Días después del alta de Kolyma, su padre las dejó salir de casa por fin y aprovecharon para dar una vuelta por todo el pueblo. Hasta que se enteraron de las mujeres y los niños iban a bañarse al río y a las dos les entró curiosidad por saber qué hacían ahí tanto tiempo. Aparte de, obviamente, lanzarse al río y refrescarse. Por fin era verano, aunque fuese a durar poco, y pensaba enseñarle a Xenya el lugar a donde se iba a bañar de pequeña con sus antiguos amigos.
Xenya se negaba a ponerse un bañador, y casi que eso había alegrado a su padre en términos de su seguridad para un futuro. Así que no la obligó a ponérselo. Lo que sí hizo fue, mientras ella escogía qué bañador ponerse, probarse todos los vestidos habidos y por haber que tenía en su armario. Su habitación parecía que acababa de atravesar un tornado cuando salieron de casa y se marcharon con las bicicletas camino al río. Era una zona alejada, detrás de la colina que separaba el bosque del pueblo. Las montañas inundadas de verde y rocas bordeaban la zona de la curva del río, por lo que estaba bastante protegido y le daba ese aura misteriosa y mágica a un lugar tan escondido pero conocido al mismo tiempo.
Inej se tumbó en el césped con su hermana al lado, mientras la gente de alrededor jugaba y se lanzaban al agua que debía de estar estupenda. Agua cristalina. Xenya había empezado a preguntarle sobre Kolyma al poco, cuando empezó a aburrirse.
-¿Le has preguntado si a él le gusta?
-No, pero me sonríe cuando me acerco. ¿Crees que le gusta Xenya?
Solo suspiró. El sol golpeaba con fuerza, pero alguna que otra nube jugaba a ocultarlo y enfriaba un poco el tiempo. No hacía mucho viento, y el poco que se levantaba era templado. Los pelos se le ponían de vez en cuando de punta, pero era agradable. Miró hacia su hermana, sentada al lado sobre la hierba, abrazándose las piernas pálidas y con una mala expresión.
-¿Le has preguntado? -repitió la pregunta, un poco más bajo. La mente de su hermana era diferente a la que su cuerpo debería tener. Era tonta para algunos, loca para otros, y una bendición para la gente que se rodeaba con Kolyma.
Kolyma. Algo en esa estalló al recordar su mirada cuando le dieron en alta. Su padre se la dio al poco tiempo de tener esa charla, pero siguieron hablando esos días hasta que el doctor dijo que ya era el momento de abandonar la cama y hacer vida normal. Inej no dijo nada al respecto; ¿qué iba a decir? No era médico, y menos conocía la reparación del cuerpo. Lo único que dijo fue a modo de broma que lo echarían de menos que ya casi se había convertido en alguien de la familia. Xenya le dio inocentemente la razón, y su padre cabeceó riéndose. Kolyma no dijo ni hizo nada, sin embargo, y supo que había sido un comentario no tan inocente para él. Le había dado una mirada tan extraña cuando lo despidieron, tras ayudarlo a vestirse con la ropa que su madre le había llevado, en la puerta que Inej tuvo la sensación de que quería decir algo pero no le salían las palabras.
La obsesión de su hermana perduró hasta ese momento. Cuando salía, le contaba las aventuras que él tenía y no les quedaba remedio que escucharla y en algunas ocasiones por haber entrado en una zona donde no debía. La mayor parte de los regaños se los daba su padre, ella no decía nada hasta que mencionaba algo que una mujer no podía hacer a la ligera. Uno de ellos fue por llegar a casa empapada después de que intentase nadar a la barca donde un grupo de chicos paseaba por el río, en esos días de calor; fue Kolyma quien la llevó a casa, cubriéndola con su chaqueta. Podría decirse que era una obsesión enfermiza, pero era su hermana... Y nada en ella era con malas intenciones. Desde ese día la acompañaba al río para asegurarse de que no hiciera ninguna tontería.
Había descubierto que con ella al lado no se atrevía a intentar alguna de sus locuras. Si es que podía llamarlo así viniendo de una mente infantil en un cuerpo adulto. Ahora estaba enfadada porque la rueda de su bicicleta estaba pinchada y tuvieron que ir en la suya.
-A Xenya le gusta estar con él, y padre dice es un buen chico. ¿Podríamos invitarlo un día a comer?
-Pregúntale a papá -instigó.
-Creo que me dejará invitarlo -murmuró, y una sonrisa le floreció-. Podría hacerle prianik.
Un dulce ruso tradicional. Era pan de jengibre elaborado con miel, y estaba riquísimo. Lo comía de pequeña en la parte oriental de Alemania cuando se quedaba con sus vecinas. La madre de Xenya era rusa nativa, así que Xenya lo habría comido varias veces a lo largo de los años.
-Eso déjamelo a mí -respondió.
-¿Me ayudarías?
-Sí, claro. No soy muy buena cocinando, pero es fácil de hacer.
-Xenya no sabe...
-Podemos preguntarle a la tía Katya si tiene la receta -habló, y pensó en qué posibilidad había de que tuviera una receta.
-¡Mira, ahí! ¡Son ellos! -exclamó tan de repente que le dio un susto. Su corazón se aceleró y calmó. Xenya se estaba levantando de un salto, moviendo los brazos de lado a lado como si saludase a alguien a lo lejos. Inej lo vio al volver la cabeza. La barca que cruzaba por el río con cuatro chicos dentro-. ¡Hola, Kolyma! ¡Mira, Inej, salúdales!
Intentó levantarle el brazo para que hiciese lo que decía, pero Inej sacudió la cabeza comenzando a incorporarse. Xenya frunció el ceño, pero no dijo nada. Volvió a sacudir el brazo saludando. Un sabor amargo se instaló en su boca. El viento se levantó, suave, sacudiendo la ropa de las mujeres, obligando a los niños a estremecerse mientras salían del agua y se obligaban a volver a entrar empujándose entre ellos. Inej se incorporó, pero no levantó como su hermana, y se quedó observando el momento como si pudiera inmortalizarlo en una foto mental.
La barca cruzaba tranquila el río. Uno de ellos, el más delgado, se había puesto de pie a devolver el aludo, mientras que su amigo el más ancho le gritaba algo riéndose. Inej apoyó la cabeza en las rodillas, ahora pegadas a su pecho, y se abrazó a sí misma. El pelo se mecía a un lado como un manto. El viento sacudió el vestido de Xenya, pero a ella no le pareció importante. Se quedó un rato mirando al vacío. ¿Qué le importaba? ¿Qué la movía? La aspiraciones de su hermana eran un misterio, sobre todo por su incapacidad, pero en lo demás... Era una buena persona. Una bendición de Dios, alguien a quien proteger. Y su sonrisa, su gracia, todo en ella era amabilidad, inocencia y generosidad. Todo lo bueno encarnado en una persona, que podía romperse a la mínima sacudida. Amaba bailar, tocar el piano, reírse de absolutamente, ver los nidos de pájaros en los árboles.
Y fuera de ella, todo lo malo la rodeaba. Los abusos de poder, una política injusta, gente que se aprovechaba de esas buenas personas para sus propias ambiciones. A veces, sin ambiciones. Solo deseos, y eso era lo peor que podía pasarle. Inej volvió la vista hacia la barca, que se alejaba, pero a la que su hermana no dejaba de saludar ahora en despedida. Ni siquiera en ese lugar ese lugar se la podría proteger siempre. Quien pensara lo contrario era el verdadero idiota.
-Volvamos ya -dijo ella, empezando a recoger las pocas cosas que habían llevado-. Antes de que tía Katya cierre.
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-¿De verdad que estás bien? -su voz sonaba dudosa. Lo comprendía, en cierto modo.
-Sí, me estoy divirtiendo.
-Porque suenas entusiasmada -le respondió, sarcástica. Su madre solo usaba el sarcasmo para o burlarse de ella o darle a entender que ninguna de sus bromas hacían gracia. Así era ella-. Oye, sé que es difícil. Yo me crie ahí, sé lo que es estar ahí a tu edad... Pero dale una oportunidad. No es tan malo, realmente, y parece que ahora estáis comunicados, ¿no?
Inej pensó en los edificios de cristal, altos y poderosos, que se veían desde la entrada del pueblo. Un pueblo que se modernizaba a los tiempos abandonando el esquema tradicional del comunismo. Supuso que era algo bueno, aunque la policía rusa continuara patrullando la zona como si todavía le perteneciera. Todo para que Ucrania y Moldavia no se pegaran por el territorio.
-No sé cómo sobreviviste.
-Bueno, cariño, ya sabes -respondió, quitándole importancia, con un tono burlesco en el que casi podía ver su sonrisa tallada-. La educación siberiana nos hace fuertes.
Sí, claro. Casi se rio por escuchar eso. Lo único que sacaban de dar esa educación era continuar de forma ultraconservadora en el comunismo y en vivir como si hubiesen salido de la guerra. Puede que algunos sí, pero los otros en su mayoría o eran ladrones o el dinero que conseguían no era gracias a un oficio decente.
Como si su madre pudiera leerle los pensamientos a través de aquella herramienta moderna, que su padre solo usaba por urgencias del trabajo, supo qué decir.
-Puedes volver cuando quieras -le recordó, de nuevo.
-No han pasado ni dos semanas.
-Entendería que fuera demasiado para ti. ¿Seguro que no echas de menos la televisión?
Inej se lo pensó.
Lo cierto era que se lo estaba pasando medianamente bien con su hermana. No la había conocido hacía unos años, cuando fueron a verla al hospital de Moscú, y en ese entonces no parecía una mujer de su edad. Su padre intercambió alguna llamada con su madre en ese año, informándole sobre los progresos de Xenya y que al final del invierno la sacarían de ahí; al parecer, tardaron tiempo en darse cuenta de qué era lo mejor para ella, en vez de estar encerrada todo el día en un lugar con otros locos. Se apoyó contra la pared, teléfono en mano.
-Se me acabarán las pilas del walkman -se quejó-. Tendré que ir a la ciudad a comprar más. Puede que me exilien por traer algo de Estados Unidos.
Su madre rio al otro lado de la línea, pero sabía que no era del todo una broma. Como nacida allí, era consciente de las tradiciones siberianas que se habían instaurado en el pueblo desde el exilio en los años treinta. Los siberianos controlaban todo el pueblo, dejaban a extranjeros entrar siempre que no causaran problemas o no fuesen de algunas bandas enemigas que pudieran generar guerras. Su madre siempre le había dicho que odiaban a los Estados Unidos y todo lo que viniera de ese lugar capitalista, repulsivo y sin cultura propia. Puede que su madre también los odiara, pero aceptaba su influencia en la cultura del continente. Siempre le contaba la historia de cómo una vez su padre había obligado a su hermano pequeño, que murió a los veinte años por meterse con quien no debía, a romper todo lo que tuviera marca made in USA delante de él, con sus manos desnudas. Inej casi que se alegraba de no haber conocido a su abuelo.
-Siempre puede que algún vecino las tenga de ahí -señaló, y puede que tuviera razón. De contrabando, seguramente. Le costaría una pasta, pero puede que sirvieran-. ¿Te llevas bien con alguno?
-Antes he hablado con la tía Katya. Sigue viva y trabajando. Nos ha dado una receta porque Xenya quiere invitar a Kolyma a comer un día de estos.
Su madre guardó silencio unos segundos, antes de exclamar:
-¿Kolyma? ¿El nieto del abuelo Kazya? Una vez tu tío, que en paz descanse, jugó con su padre. ¿Qué tal está?
Así que así se llamaba. Lo extraño era no haberlo escuchado esa semana caminando por el pueblo.
-Vivo, que ya es algo, y grande. Xenya y él hablan mucho.
-¿Guapo?
-Sí. Al estilo siberiano, supongo.
-Era buen niño -razonó-. Mándale un saludo de mi parte si te lo vuelves a encontrar. Y a su madre.
No le dijo que puede que su madre no estuviera de buen humor para recibir saludos de ella, se mordió la lengua. Continuaron hablando un rato más hasta que escuchó la voz de su padrastro, un alemán con raíces en la parte occidental, llamándola de fondo. Su madre le mandó besos, abrazos y le prometió que hablarían la próxima semana si todo iba bien. Estaban enfrentándose a un problema con los sindicatos que no reconocía las titulaciones de la Alemania soviética.
Nada más colgar, Inej se dirigió de nuevo a la pila de platos del fregadero por limpiar. Abrió el grifo, con agua helada, pero no le importó tener que fregarlos así. Al cabo de un rato, alguien llamó a la puerta. Innessa cerró el agua, se limpió las manos en el delantal que llevaba para ordenar la casa y se acercó a la puerta. Cuando la abrió, las cejas se le dispararon de la sorpresa.
-Kolyma -dijo, cortándosele el aliento. Él asintió como un tonto al nombre, como si le afirmase que se llamaba así-. Xenya no está. Se ha ido a...
Inej se bloqueó. Se lo había dicho, realmente, pero no recordaba lo que iba a hacer porque se lo dijo demasiado rápido como para hacerle caso. Y tal vez ella no estaba atenta en ese momento, sino concentrada en otros asuntos. La tía Katya les había dado la receta de buena gana, en cuanto reconoció a Inej como la hija del doctor y su primera esposa. Parecía que la recordaba de buena gana, y no como la niña que le dio una paliza al amigo de su hijo; debía pensar en ella como la niña silenciosa que había agarrado la mano de su hijo lloroso en el funeral de su padre y llevado a jugar con el resto de niños al poco tiempo. Casi que lo agradeció.
-No, no estoy aquí por Xenya. Tía Katya dijo que estarías en casa -dijo él, con los ojos clavados en ella-. Era verdad.
-Tampoco hay mucho que hacer.
-Claro, eh, esto siempre está tranquilo -hizo un gesto a sus espaldas, en referencia al pueblo. Inej asintió dándole la razón, pero no supo hasta qué punto coincidían respecto a ello-. Debe de ser aburrido para ti.
Se encogió de hombros.
-Hablo con mi madre -señaló-. Estaba hablando con ella antes. Te manda abrazos.
Se hizo a un lado, ofreciéndole indirectamente entrar, cosa que hizo casi a regañadientes. En el buen sentido, quiso creer. Había algo en su forma de moverse que, de alguna manera, le recordaba a la timidez de un niño que dudaba en si meterse en una pelea por defender a su amigo de una niña que lo golpeaba o avisar a los adultos.
La casa no estaba muy ordenada, pero estaba decente para recibir visita. Su padre era un poco maniático del orden ya cuando era pequeña, y así continuaba. No había nada que escapase de su control. Pero como llevaba días llegando tarde y marchándose a primera hora de la mañana, no había tiempo para regaños o malas miradas. De hecho, era ella quien pasaba más tiempo de casa con su hermana y cuidándola que él que era su padre. Al menos era soportable y no le daban los ataques que su padre advertía que podían sucederle. Kolyma no dijo nada al ver la ropa limpia sobre el sofá, que tenía que planchar y colocar, ni siquiera de la pila de platos a los que estaba atendiendo antes de coger la llamada de su madre.
En vez de eso, se volvió hacia ella, como si le preguntase en silencio hacia dónde tenía que ir para continuar hablando. Ella le indicó que hacia la cocina.
-¿Tu...eres alemana, no?
-Eh, no -sacudió la cabeza, pero le sonrió-. Me mudé ahí con mi madre cuando...le pidió el divorcio a mi padre. Pero nací aquí.
-Tu padre dijo que vivías en Alemania -lucía algo confuso.
Inej se encogió de hombros.
-Vivíamos en la Alemania Oriental. Ahora es Alemania reunificada. Por la Caída del Muro y esas cosas.
Kolyma asintió lentamente. Se sacó las manos de los bolsillos, pasándoselas por los muslos tapados por el pantalón. La tensión de sus hombros no disminuyó. Ella estaba buscando en la vieja nevera para servirle algo para beber.
-Nunca he ido.
-Pues no te hagas una imagen de paraíso idílico -se rio, mirando en su dirección, viendo su expresión y lo tenso que estaba-. Tiene su encanto desde un punto de vista, pero dejaba mucho que desear. Supongo que a mi madre le gustaba porque la aceptarían ahí. Ella nació aquí y sabía que por ser rusa la tacharían de comunista en otro lugar. Fue una manera de no perder su cultura, en parte, y de que yo siguiera conectada con su cultura. Ahora que es Alemania en general las cosas han cambiado.
-¿Te gustaba este lugar?
-No tengo muchos recuerdos -reconoció, encogiéndose de nuevo de hombros. Agarró lo que buscaba de la nevera y se acercó a la pila de cubiertos limpios que acababa de fregar. Servía agua cuando Kolyma hizo un ruido raro-. A veces recuerdo cosas, pero no muchas. Son básicas y no tienen mucho contexto.
Inej le sirvió agua tras eso. Los dos se quedaron en un silencio, no incómodo, pero sí algo extraño para la conversación tranquila que habían tenido. Cosas que recordaba haberle dicho de los días que estuvo "hospitalizado" en la planta de abajo y atendido por ellas. Kolyma le había dejado hablar en todo momento, y a veces comentaba algunas cosas con lo que ella clasificaba como respuestas sinceras o "no sé qué decir respecto a eso". Le parecía gracioso cuando lo hacía. Le recordaba a ese niño tímido incapaz de hablar con las niñas y que se refugiaba cuando nevaba en los brazos de su madre.
A Inej se le escapó de los labios.
-Te recuerdo a ti -habló, en voz baja, pero sabiendo que él la escuchaba. Siempre estaba atento. Siempre la miraba con esos ojos tranquilos suyos, y otras le sonreía como Xenya cuando no comprendía a lo que se refería-. Eras muy tímido de pequeño. Creo que una vez me ayudaste cuando me caí, pero no lo recuerdo bien.
-Yo no te recuerdo, lo siento.
-Normal, no jugábamos juntos antes de irme. Llevo sin venir aquí trece años. Yo siempre estaba con las niñas cuando te ibas con tus amigos -Inej le entregó el vaso de agua. Puede que no fuera lo que esperaba, sabiendo que fuera podía hacer un clima diferente al de dentro. Pero en ese clima de verano se entendería que le diera un vaso de agua fría-. ¿Puede que os metierais en una pelea con unos niños de la ciudad porque siempre le daban una paliza a uno de tus amigos?
Kolyma lo pensó, y acabó asintiendo.
-Seguramente.
-Entonces sería muy gracioso.
-¿Por qué?
-Porque os comíais nuestros dulces después de mataros a golpes entre vosotros. Tía Katya nos enseñaba.
Kolyma no dijo nada. El único que tuvo fue un asentimiento y que se concentrase de repente en el vaso.
-¿Necesitas algo?
-No, eh, yo solo quería...
En ese momento, se escuchó el sonido de la puerta principal abriéndose. El corazón de Inej dio un vuelvo de sorpresa. Por la lentitud, debía de ser su padre. ¿Qué hacía en casa? Sus turnos duraban todo el día, a veces teniendo que quedarse en el hospital incluso. La puerta se abrió y su padre entró, con la figura de lo que fue un hombre alto y fuerte en su memoria. El chirrido señaló que la puerta se había cerrado, y los pasos acercándose indicando que se acercaba a la cocina abierta. Llevaba su bata blanca, como si no le hubiera dado tiempo a quitársela, y un maletín en mano. Sus ojos pasaron cuando los vio ahí solos de ella a Kolyma, y de Kolyma a ella.
-Papá -dijo ella-. Mira quién ha venido.
Su padre asintió lentamente, evaluando la situación en su cabeza. No debían de estar nerviosos, ¿no? No estaban haciendo nada malo. Solo conversar. Ellos solos. Ya estaba dejando su maletín sobre la mesa, quitándose la bata, para relevar una camisa planchada y unos pantalones algo desgastados.
-Ya lo veo -su tono era cortés, pero firme. Las arrugas de su rostro se movieron cuando gestualizó una expresión que no supo cómo interpretar; cejas alzadas, boca encogida, ojos muy abiertos-. ¿Qué te trae por aquí? ¿Se te ha abierto la herida?
-No. La herida está muy bien, gracias -negó él-. Tía Katya dijo que estaba sola y quería pasarme para ver si todo esta bien.
-¿Xenya?
-Dijo que estaría en casa de la tía Svetlana -se refería a la mujer que trabajaba como enfermera, pero que se había retirado cuando su hijo murió y ya no podía ejercer por su enfermedad mental. Era una buena mujer y le daba galletas a Xenya a cambio de que tocase un poco su piano, para mantenerlo activo-. ¿Está bien, no?
Su padre cabeceó una respuesta.
-Pero que muy bien.
Los ojos de su padre pasaron de Kolyma al vaso que aún tenía entre los dedos. Estaba por la mitad, y eso que se había esforzado en beberse el máximo de un sorbo. Una sonrisa asomó de sus labios.
-Tenía sed.
-Mucha -respondió ella.
Su padre asintió, haciendo un esfuerzo por mantener la compostura. Estaba claro que no estaba acostumbrado a ese tipo de situaciones. De ninguna manera. Kolyma ya no era un niño y ambos eran adultos. Ya no era la niña que pensaba que era, era una adulta. Podía hacer lo que quisiera... Pero temía que su padre no lo viera de esa forma. O que fuera demasiado inocente para pensar alguna maldad.
Quedó claro en su respuesta.
-Es importante mantenerse hidratado.
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callmeanxietygirl · 5 months ago
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Peyote 🇲🇽
( Es una Cactus prohibido en México )
Es un cactus pequeño redondo sin espinas que alcanza alturas de 2 a 7 cm y diámetros de 4 a 12 cm.
La parte superior que está por encima de la superficie se llama corona, que consta de botones en forma de disco que contienen mescalina.
Las flores pueden ser de color blanco, rosa, ligeramente amarillentas o rojizas. Estas se abren durante el día, variando de 1 a 2,4 cm de largo, y alcanzan un diámetro de 1 a 2,2 cm.
Al producir flores, son seguidas por pequeños frutos rosados los cuales son carnosos, en su madurez son de color
blanco pardusco y secos, miden de 1,5 a 2 cm de largo.
Contienen semillas negras con forma de pera de 1 a 1,5 mm de largo y 1 mm de ancho. Y el sabor del peyote es amargo.
El peyote es endémico del norte de México y además crece en el suroeste de los Estados Unidos.
Puede encontrarse en altitudes entre 100 a 1.500 metros sobre el nivel del mar.
Crece sobre suelos calizos y bajo los matorrales espinosos del desierto, protegiendo así de los depredadores, además tienen un crecimiento lento tardando más de 30 años para alcanzar edad de floración.
Dentro del género Lophophora, L. williamsii es la que contiene mayor cantidad de mescalina. Este compuesto es una β-fenetilamina y tiene una estructura química similar a la de la dopamina.
Sus efectos psicodélicos parecen estar mediados por la activación de los receptores 5-HT2A y 5-HT2C, donde existe una alta afinidad; sin embargo, esta afinidad es significativamente menor que la de LSD-25.
La dosis oral de 5 mg/kg de peso corporal, genera efectos psicoactivos y cada botón (corona) de esta especie posee alrededor de 45 mg de mescalina. Asimismo, la mescalina puede absorberse por el tracto gastrointestinal, donde el efecto inicia después de 30 min de su ingesta.
Cabe señalar que los peyotes con más edad son los que contienen mayor cantidad de mescalina, dependiendo también de los factores ambientales y las condiciones del terreno, variando entre el 0,7% y el 3,5% del peso.....Créditos a quien corresponda
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enlodemas · 2 years ago
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Quelites
El acuyo es hoja santa pimienta negra de India aroma y sitio perturbados por flores diminutas. Con él puedes envolver el corazón.
Chaya mansa domesticada no urticante cruda o en agua centro de consumos milenarios, quítame el azúcar, té medicinal.
La fortuna de las crotalarias es ser sonadoras. El chipilín y el chepil huelen a trébol a frescura leguminosa esencial.
El culantro y su ciclo bianual cortamente perenne simula repetir al cilantro picado salteado silvestre recao aromatico intensificador de Caribe.
Espontáneo frecuente la hoja el epazote condimenta lo inigualable. Su fin medicinal alargado aromático insustituible es el traspatio.
Para combatir lombrices pocas cosas como la infusión de hoja de aguacate. Anís delicado sabor de la tierra.
De familia de verbenas el matorral de orégano mexicano es agreste leñoso romerillo de monte oreganón y organillo. Muy loco.
A cítricos cilantro alcaparras huele el pápalo húmedo redondeado revoloteando al aire. De él brotan estrellas.
La pipícha es familiar inflorescente y pendular de cempasúchil. En suelo arenoso de frondas angostadas madura verdeazul púrpura y pardo.
En las hojas y tallos tiernos del amaranto moran semillas que en el comal revientan en alegrías. Así la floración del quintonil.
Desherbar verdolagas tiernas y carnosas. Volver a la maleza ensalada tallo suculenta jugosa ácida verdura anual.
Aquí esta otra parte del herbario, publicado en La escritura previa: https://enlodemas.tumblr.com/post/126094954656/inquietud-de-herbario-con-tomillo
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poetailurofilica · 1 year ago
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BITÁCORA DE UNA OVEJA NEGRA
Duermo 4 horas como lo marca la muerte. La ronda se hace larga cuanto más se pierde. Apuesto todo, no me quedo con nada. Al final, sólo lo invierto para subsistir. Un día más debo seguir.
¿Debo? Me pregunto. Reflexiono. Hoy quiero. Hoy quiero estar, acá al menos. Mañana no sé. Hoy hago lo que esté a mi alcance. Hoy lo entrego todo, pienso. Hoy estoy abierta a recibir lo que sea que me den. Luego, vemos. Ahora: lo estoy viendo, también. Siento. Respiro.
Relato: te escribo esto mini mi del futuro. Te escribo a ti también, lector hambriento que al igual que yo, engulle palabras por querer saber algo. Un cachín más, no sé. No sabemos. ¿Quién sabe, entonces?
Te diré lo que sé: Aquí estamos. Nos cruzamos siempre en este mismo rincón. Abajo de este árbol que con frutos te llena ese apetito. Algunas estaban muy maduras, ¿no? Mejor dejálos para compota. Si están muy negros, mejor al compost, abono.
¿Me olvidé algo? Si, acá tenés, tomá. Te amo. Te quiero te extraño. Te todo. Te para tres. A las 5 de la tarde a partir de ahora. Para no olvidarme de las "viejas costumbres". Más viejos son estos trapos. Aunque el sentido de la vida, siempre es nuevo para mí. Siempre hay una razón extra que se ilumina en el cielo. Aún si se apagan algunas estrellas en el camino. De alguna u otra forma, mirás en la noche y decís: "faah, qué lindo". Qué lindo sos, cielo. Sos vos. Y estás ahí. Sí, vos. Va para vos también, que te considerás mi cielo. Me adoptan algunos pronombres posesivos. Me dejo poseer, por ese rato. Por esa quota, por ése mensaje. La seducción a la orden del día. Me dejo enraizar, así crece mejor entre la tierra natural. Esa planta que vimos de a tramos crecer. Ésa semilla que parecía seca y olvidada. Desde las sombras, siempre plantando. Ahora lo entiendo mejor. Lo comprendo y lo acepto. Todo es un devenir de ideas y sabores que endulzan mis lágrimas de esperanza. Sí. Un día más. Aquí está mi verdadero presente.
¿Qué duro, no?
Imaginate como me sentí cada vez que perdí un amigo, una amiga. No siempre fue la oz. No siempre fue el olvido. El odio se llevó más que todas las guerras juntas sobre la faz de esta tierra. Tierra que pobrecita, cómo la maltrato, cómo la contamino, pero ¿cómo más hago...?
Si lo único que tengo son ideas espontáneas para suplir un anhelo ajeno. Y me encanta. Disfruto de ciertos placeres momentáneos. No intento engañar a nadie con esto. A partir de ahora, y cada vez que me sienta consciente de elegir este momento, esta vida, así sea la última vez que lo haga, lo haré a sabiendas. Porque tal vez finalmente alcance esa estúpida meta inalcanzable, porque así me siento: torpe, forzosa, ridícula, tosca, imperfecta, senil, humillada... ¿Cómo podría condenar a todos si así, ya me condené a mi misma?
Nadie lo sabe. Ni lo entenderían. Ni siquiera comprendí muy bien porqué, pero lo hacía. Lo hago. Mi sacrificio de alguna forma, sigue en pié. Y acá estoy. Sigo forjando su espada. Sigo golpeando mi propia lengua con la ira de un dolor acumulado que sólo fluye sobre rostros aún sensibles. ¿Cómo hacen los que no siente? Sienten, no lo comparten, ni lo expresan. Es esa última parte de la verdadera iluminación, que me trae de nuevo a este pizarrón.
Soñé que había una maestra. Pero cuando quise explicar algo, tomé el fibrón permanente. No me había dado cuenta, y manché para siempre un pizarrón verde que era para tiza. Algo extraño y estrictamente reactivo. La naturaleza de la evolución, es estar en movimiento: arte arte arte...
Sin ese caos, no habría noción del órden. Respondo a un órden. Aún cuando me tomen de rebelde, de esquizofrénica. de loca, de tarada, cuando me dicen "se hace la actriz", la que miente, la descarada, la indomable, la hereje, la monstruocidad máxima.
Me dirijo hacia la causa. Porque me cansé de ser efecto. Vuelo hacia el horizonte, para recordar los límites del planeta dado. Navego contracorriente, entre las islas ver.mudas: para vez más y quedarme callada a la hora correcta. Tarde pero nunca ausente. De repente, aparentemente.
Me encerré con el efelante. Charlamos un rato y llegamos a la conclusión de que hay más para decir. Si encuentro los ojos "correctos", es decir: los que quieran leer. Si aún hay oídos abiertos: es decir, quien eso desee escuchar.
¿Cómo los distingo?
Ese dato es personal, la respuesta de cada uno esta en nuestros corazones, causalmente. Siempre habrá un pastor, para un fiel seguidor...
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sayurime · 2 years ago
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Silver y Knuckles
“Tienes que asegurarte de que la tierra que estés usando sea fértil, si no cualquier semilla que plantes no podrá germinar”
“¿Germinar?”
“No podrán crecer”
“O”
“Y, ¿Cómo puedo saber que la tierra es fértil?”
“Busca lugares con tierra negra, este tipo de tierra es húmeda y mantiene los nutrientes que las plantas necesitan” Y, para dar énfasis a su explicación el equidna tomo un poco de tierra en sus guantes y la dejo caer lentamente frente a Silver.
Se encontraba en Angel Island, en uno de los tantos huertos que Knuckles mantenía. Después de ver el intento de jardín en el que Silver había  estado trabajando Knuckles invito al erizo a su isla, para mostrarle como trabajar en un jardín de manera correcta.
“Bien, lo tengo” contesto el erizo mientras enterraba su rostro en una libreta y apuntaba furiosamente todo lo que el equidna le enseñaba, fue gracioso, porque al final del día esa libreta termino con tierra en todas sus hojas.
Después de muchas horas de trabajo, Knuckles les preparo una sopa con las verduras que Silver logro cosechar, mientras comían el erizo divago sobre las plantas que le gustaria sembrar en su huerto.
Knuckles solo se limitó a escuchar, mirando al erizo emocionarse sobre cosas tan simples como un tomate y, sin poder evitarlo, dejo salir sus pensamientos.
“¿Por que no te quedas?”
“¿He?”
“Me refiero a este tiempo, ¿por que no te quedas aquí?, podrías tener todas las plantas que quisieras”
Silver solo lo miró fijamente, bajando su plato a sus rodillas, el silencio se apodero de ellos, la atmosfera se volvió fría el tiempo suficiente para hacer sentir incomodo a Knuckles, arrepintiéndose de haber hablado.
Después de un minuto, en el que, al parecer, Silver puso en orden sus pensamientos el erizo miro fijamente a Knuckles y con determinación respondió.
“Yo, no puedo, tal ves no es algo que me corresponda, pero tengo un deber con mi futuro, y se que nadie me reprocharía por abandonar ese deber que me autoimpuse, pero, no no podría vivir sabiendo que no lo estoy intentando.”
Knuckles solamente lo miro, sin decir una palabra, temiendo haber dicho algo que allá echo enfadar al equidna contemplo disculparse, pero el chico mayor solo se limito a asentir.
“Lo entiendo” y con eso dio por terminada la conversación para posteriormente tomar el plato de las piernas de Silver y servirle otra porción de sopa.
Silver se quedo perplejo, asimilando lo fácil que fue para el equidna aceptar su respuesta.
“¿en serio?”
“mh” tarareo el equidna mientras le pasaba el plato con sopa al pequeño erizo que lo miraba con enormes ojos inocentes.
“Aun así, siempre puedes venir y trabajar los huerto cuando quieras”
Recibiendo el plato que se le entregaba Silver lo miro perplejo y después de un minuto solo pudo sonreír con cariño.
“Gracias”
*
*
*
algo que se me ocurrió en un pequeño lapsus, Knuckles siendo el protector del grupo queriendo proteger al pequeño erizo del futuro
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hercoffeekryptonite-blog · 2 years ago
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El origen del café…
“En cierta ocasión en que el Profeta Mahoma estuvo enfermo, se le presentó el ángel Gabriel, quien le devolvió la salud, luego de ofrecerle una bebida aromática y negra como la gran Piedra Negra que existe en La Meca”.
“El Abad del monasterio, decidió darle a este fruto, el nombre de Kaaba, que en árabe quiere decir Piedra preciosa de color café”.
“La palabra café en español viene del italiano caffé; ésta entró al italiano del turco otomano kahvé, y éste del árabe clásico qáhwa, que daba nombre a un tipo de vino de efectos estimulantes”.
“Cuenta una vieja leyenda etíope que un pastor de nombre Kaldi notó que sus cabras estaban agitadas y muy activas cuando comían de las bayas rojas de un arbolillo. Él le llevó bayas al monje de un templo vecino que preparó con ellas una infusión para sus monjes con la cual constató el mismo estado de vigilia y actividad. La infusión preparada tenía un sabor terrible, así que todo fue lanzado al fuego. Las semillas de las bayas se fueron secando y tostando y, mientras eso ocurría, un aroma sutil y agradable invadió toda la habitación. Así, el monje volvió a experimentar con aquellos granos quemados y preparó una nueva infusión, el resultado fué el café”.
Una buena taza de su negro licor, bien preparado, contiene tantos problemas y tantos poemas como una botella de tinta...
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davidsoto666 · 2 years ago
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LA NEGRA CASILDA
Líder comprometida con la causa, como lo fue Benkos Biohó en Cartagena de Indias.
CASILDA CUNDUMÍ DEMBELE habia nacido en Malí, en el África Occidental en 1823. Tuvo 14 hijos y más de 60 nietos a quienes les heredo su gran legado de Liderazgo libertario. Llegó a Cartagena de Indias en un barco negrero y fue vendida, Junto a otros Jóvenes Africanos (Hombres y Mujeres), a un comerciante español de nombre Pedro González que la revendió para trabajar en las Plantaciones de Caña de Azúcar de los Ingenios en Palmira, Colombia , a mas de 900 Kilómetros al sur de Cartagena.
Casilda Cundumí, Más conocida como "La Negra Casilda", vivio muchos años como esclava en las Plantaciones de Caña de Azúcar, hasta que en el año 1840 se fugo a las Montañas de Palmira con 45 cimarrones más, organizándose en un palenque dirigido por ella.
Desde ese día, ella, junto con los demás negros cimarrones, empezaron una promover la fuga de Otros esclavos. Aconteció que un día Casilda fue capturada e iba hacer descuartizada para atemorizar a los demás cimarrones, para que no siguieran incitando otros negros de fugarse, pero con sus conocimientos de magia y brujería, logro escapar para continuar liberando su pueblo del yugo esclavista. El 21 de mayo de 1851 se firmo la Abolición de la Esclavitud en Colombia (* 1) Pero lastimosamente esa Abolición Sólo se Hizo parcialmente Porque en algunos Lugares de los Actuales departamentos del Valle del Cauca, Chocó, Cauca y Bolívar, los negros siguieron Siendo Perseguidos y esclavizados por Sus amos blancos.
LA NEGRA Casilda, Además del Liderazgo, FUE Admirada Por Sus Conocimientos de magia y medicina natural. Curaba con hierbas y semillas, y Su especialidad Eran las picaduras de serpientes y de otras alimañas. Fue una mujer Que Tuvo Un gran Liderazgo y mucha Sabiduría. Era devota de Sus dioses africanos y no acepto Convertirse al catolicismo Que Siempre considero la religión de Sus esclavizadores y verdugos. Fue una mujer guerrera Que Nunca agachó la Cabeza, ni se dejo humillar o maltratar por ningún blanco. Era esbelta, alta, de hermoso Cuerpo, cantadora de cantos Nativos, dueña de una bella voz, tocaba la marimba, era muy orgullosa de su raza, y dueña de un Espíritu Libre y Guerrero.
Casilda aprendio a Leer y escribir, en La Época Que vivio con un español criollo Que Fue el padre de sus primeros 5 hijos. Hombre sensible, Apoyo a su compañera y actuó como intermediario para que los Negros de Varias haciendas se fugaran. Acusado de conspiración, fue fusilado en abril de 1857 en La que Ahora se denomina Plaza de Bolívar en Palmira, Valle. Despues Casilda tuvo un Segundo marido Llamado Juan Gregorio Caicedo, o Anatolio Chala Lucumí, hijo de africanos esclavizados (padre y madre). Nacido en Guapi, Cauca, Anatolio era curandero, brujo hechicero y también rebelde Que Despues De Ser declarado liberto Salio de Guapí En Busca de Una Nueva Oportunidad de Vida en Cali Donde se encontró con Varios paisanos Que lo llevaron A Trabajar Como jornalero en el Ingenio Manuelita en Palmira, Donde conocio a Casilda. Se enamoraron, se casaron y tuvieron 9 hijos.
Al pasar los años, Casilda encontró padre quien habia dejado de Ver desde cuando la vendieron cómo esclava en Cartagena y La llevaron a los ingenios azucareros. Su Padre que era un "Hougan" o Sacerdote Vudú, y que también llegó de Malí, África (* 2), en el mismo barco negrero, le transmitió sus conocimientos secretos y la apoyo para que siguiera con la causa de ayudar a los negros cimarrones para que lograran su sueño de libertad.
Despues de ese encuentro con su padre, Casilda se infiltró como jornalera en las plantaciones de caña, y les dio a Los esclavos un polvo tóxico y narcótico para que cuando terminará su día de trabajo se lo echaran en las bebidas de los blancos y así pudieran Huir y unirse al ejército Negro; también convenció a las esclavas de la cocina Para Que hicieran Lo mismo con sus amos, y con eso lograron que muchos negros esclavizados huyeran y se unieran a la causa libertaria, Que Hasta el 14 de Febrero de 1862, Casilda con más de 1000 negros, mulatos , e Indígenas, vencieron al Ejército Criollo de Palmira que les triplicaba en número. Fue un día glorioso para Todos Los Esclavos que llevaban muchos años luchando por su libertad.
Casilda Cundumí Dembele, fue una líder con acciones Libertarias muy parecidas a las de el Líder negro Benkos Biohó, Que en Cartagena de Indias, acaudilló la primera rebelión de esclavos cimarrones Durante el siglo XVII, Convirtiendose en rey del pueblo de San Basilio de Palenque . Casilda, Como Todos Los negros africanos Que llegaban Como esclavos, tan pronto desembarco en Cartagena, se entero de la Historia de este Líder, Quien fue, A partir de ESE Momento, su inspiración (* 3)
Ella Murió en octubre de 1945 en Palmira, y no Pudo Ser enterrada En un cementerio Porque los blancos, influenciados por Costumbres y Creencias Religiosas heredadas de sus ancestros españoles, dijeron que ella no era digna de enterrarse En un panteón cristiano Porque era negra , y porque la consideraban una rebelde, enemiga de las Autoridades civiles, eclesiásticas y Militares, que, en pleno Siglo XX, seguían considerando como el delito que un negro se revelara y luchara por su libertad.
CASILDA CUNDUMÍ DEMBELE, Fue la verdadera libertadora de los Negros en el Valle del Cauca. Mujer fuerte, valiente y longeva, vivió sus últimos años de existencia al cuidado de una de sus nietas. Murió una edad muy avanzada, tenia 122 años.
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recetasvariadas · 2 years ago
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Espaguetis picantes
Ingredientes
250 gramos de espaguetis
3 dientes de ajo
2 guindillas
Queso rallado
AOVE, sal y pimienta.
Este sería el mínimo de ingredientes, también les puede añadir, aceitunas negras, tomates cherry, alcaparras, champiñones, orégano …
Preparación
En una cazuela grande se añade agua y cuando rompa a herir se añade sal e inmediatamente los espaguetis. El tiempo de cocción lo marca el fabricante en el paquete, suele ser unos 8 minutos al dente, y 10 minutos bien cocidos.
En una sartén grande, calienta un poco de AOVE y sofríe los dientes de ajo bien picados, junto son las guindillas picadas (a mi me gusta añadir las semillas) durante un par de minutos, y luego se añaden los espaguetis al dente y remueves para que se mezclen bien los sabores.
Ahora es el momento de añadir el orégano, queso rallado o cualquier ingrediente que quieras añadir.
Consejo
La pasta “al dente” engorda menos que la pasta bien cocida.
Esto es debido porque sin ese exceso de cocción, las moléculas de su almidón no se han llegado a romper, haciendo la digestión más lenta y hace que los carbohidratos no se absorban rápidamente, dando tiempo a quemarlos puesto que se libera energía de forma gradual.
¿Y a que llamamos “pasta al dente”? A la pasta cocida que queda un poco dura, que se nota en ‘el diente’ que hace falta masticarla y que ofrece una mínima resistencia en su interior.
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mroigrevista · 2 years ago
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Cora
1ºD: Núria Puig
Érase una vez, una familia de ardillas. Como todas las familias de ardillas, había el papá ardilla, la mamá ardilla y los hijos ardillas. Las mamás trabajaban en casa, y los papás eran cazadores de gusanos o recolectores de semillas y frutos secos. Los niños iban a la escuela para niños, donde aprendían a cazar y recolectar de manera muy divertida y las niñas iban a la escuela de niñas, donde aprendían a coser, cocinar, limpiar y cuidar una familia.
Su mejor amiga y ella miraban envidiosamente la escuela de niños, mientras ellas cosían un gorrito de cocina para el día de la madre. Cuando llegó este día, la madre de Cora decidió hacer una tarta para Cora y sus dos hermanos mayores, con el gorrito de cocina que le hizo Cora, las pipas del hermano del medio y los piñones del más grande. Quedó riquísimo, pero Cora ¡quería darle bellotas y no un ridículo gorrito de cocina! Al día siguiente, su padre decidió hacer una excursión de todo un día con los dos hermanos de Cora. Pero con Cora, no. Cuando Cora preguntó si podría ir con ellos su padre respondió de manera muy firme con un “no”, los ojos de Cora echaban fuego “por qué no?” preguntó ella. Su padre le dijo que las chicas no sirven para excursiones ni aventuras, porque se ensuciarían el pelo, se cansarían y no querrían caminar más. Cora estaba muy enfadada y las puntas de su pelo comenzaban a perder el color, así que seriamente su madre le dijo que irían a ver al señor Búho para teñirse otra vez. Cora aceptó a su pesar. Por el camino ella iba callada, cuando llegaron le pusieron el tinte y el señor Búho les contó que había encontrado una manera para que Cora no tuviera que teñirse cada mes, porque él tenía una poción para que siempre más fuera marrón. Su madre estaba encantadísima, pero a Cora no le gustaba mucho esa idea: ella quería ser blanca, su color natural, dejar de teñirse y esconder su pelo. Además, quería saltar, jugar, ensuciarse, recolectar, trepar… y ella en esta aldea no podía ser lo que quería, solo lo que tocaba. Así que Cora preguntó al señor Búho por qué no podía ser blanca ni hacer todo esto: El señor Búho respondió: “una ardilla blanca o negra no es tan bonita ni lista como una marrón, y además no puedes ni saltar, ni jugar, ni ensuciarse, ni recolectar, ni trepar… porque eres una chica y las chicas son delicadas como las flores”. De camino a casa, Cora preguntó si su madre la encontraba fea y tonta, su madre respondió que no, pero dijo que el resto de ardillas blancas y negras sí que lo eran. Cora preguntó “¿por qué yo no y el resto si?” Su madre no respondió.
Cuando llegaron a casa, su padre y sus hermanos ya estaban allí, les contaron que habían visto unas ardillas blancas, negras y marrones, machos y hembras juntas y se espantaron tanto que se fueron corriendo de allí, Cora preguntó: “¿por qué os da tanto miedo, solo son ardillas de distintos colores y sexos?” Su padre dijo que las ardillas marrones no pueden estar con ardillas de otros colores y que las chicas no pueden hacer excursiones por los bosques. Aquella noche Cora no podía dormir: “¿por qué se asustan al ver ardillas de colores distintos? ¡Pero que sí tienen una en casa!” “¿si me vieran sin el tinte y por el bosque se asustarían?”. Casualmente, la fecha de la próxima excursión era el día de volverse hacerse el volver a visitar al Búho. Para cambiar definitivamente su pelo a marrón, Cora no podía tener ni rastro de tinte y, por lo tanto, tenía que estar escondida en casa con el pelo completamente blanco como la leche. Aquel día era el mejor para descubrir si su padre se asustaría de ella si la viera en el bosque. Así que salió de casa y se fue al bosque a escondidas. Cuando llegó a la fuente de la suerte, donde el agua era muy fresquita, vio a dos ardillas, una negra y la otra marrón oscuro, que le preguntaron por qué estaba en el territorio de los marrones, y ella les dijo que ella vivía allí. Las dos ardillas no se lo creían pero la escucharon: Cora les contó que era albina y que había venido al bosque para saber si su padre se asustaría en verla o no. Luego, las dos ardillas le explicaron que habían cruzado la frontera para ver si es verdad que solo había ardillas marrones en este territorio. Hablaron de sus costumbres, tradiciones, fiestas y fácilmente se hicieron amigas. Las dos ardillas la invitaron a su aldea y ella aceptó. Vivían en unos árboles muy grandes, allí vio ardillas de todos los colores que celebraban la fiesta de los colores, donde ¡chicos y chicas jugaban, saltaban y trepaban juntos! Luego fueron a ver su escuela, donde estudiaban niños y niñas. Había unos niños y unas niñas cosiendo unos preciosos abrigos para cuando llegara el frío. Cora ya no quería ver si su padre se asustaría si la viera al bosque, así que volvió a su aldea y habló con su mejor amiga, ella se extrañó de verla blanca, pero Cora le contó todo lo que había visto en la aldea de las dos ardillas. Su mejor amiga estaba asustada porque Cora era blanca, pero como que era su mejor amiga le dio igual el color de su pelo y decidieron hablar con sus otras amigas: Amaya, Chipi, Chispa, Cleo, Dina, Isis, Jana y Lia querían jugar, saltar, trepar, ensuciarse, y lo que menos les importaba de las otras ardillas era su color. Así que todas las chicas fueron a ver a los chicos: Leo, Fany, Gerog, Home y Jon estaban de acuerdo con lo que querían las chicas y Gael y Yan querían aprender a coser y a limpiar.
De pronto, un grupo de 17 niños y niñas se dirigía al ayuntamiento de su aldea. Por el camino se juntaron niños y niñas de otras edades, adultos y algunos abueletes, pero el señor Búho no. Cuando llegaron al ayuntamiento había mucho más de la mitad de la aldea. El señor Bellota era el alcalde, y al ver tanta gente contra sus reglas decidió juntar la escuela, hacer clases de caza, recolección, costura, cocina y limpieza para todos. Y, lo más importante, nunca más Cora se tendría que teñir porque el color del pelo de las ardillas pasó a ser tan importante como el de sus ojos.
Despacito su padre y todos los que no creían en los derechos de las chicas y solo les importaba el color marrón se fueron acostumbrando.
Más tarde otras ardillas de muchos tonos diferentes se instalaron en la aldea que se convirtió en un lugar para todos donde no importaba ni el color del pelo ni el sexo.
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mashounen1945 · 11 months ago
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Traducción al castellano / Spanish translation:
@spaceshipsandpurpledrank:
[Posteó un video de TikTok hecho por "zestyz_official", mostrando en proceso de preparación de kofta de carne en pan de pita [link: https://www.tiktok.com/@zestyz_official/video/7134374274067959082]. El texto del video dice "Punto de vista: le pediste hamburguesas a tu madre árabe".]
@cannibalfilmphd:
Eso de ahí es una muy buena hamburguesa con el intrigante agregado de especias de Medio Oriente 👀👀👀 (y como todos sabemos, la variedad es el sabor de la vida, y el sabor es la variedad de la comida). También me intriga cómo puso la hamburguesa dentro del pan de pita (¿Es eso pan de pita?), lo cual lo convierte en una especie de "panini de hamburguesa". Tiene buena pinta, voy a tener que probarlo.
@raindearreindeer:
Quiero hacer esto para mi familia, pero mi mamá sospecha bastante de la carne si no está bien cocida (es decir, ridículamente seca), así que me pregunto cómo cocinarla lo suficiente sin quemar el pan.
@vergess:
Puedes cocinarlo en un pan de pita muy fino con una fina capa de carne picada -ya sea de ternera o de cordero- para que la carne se cocine completamente en solo 1 minuto por lado. Pero además, la carne roja queda "bien cocida" a 72 grados Celsius (o 160 grados Fahrenheit); para la carne blanca, la temperatura es 75 grados Celsius (o 165 grados Fahrenheit). En cuanto al pan, en realidad ni siquiera se tuesta hasta los 123 grados Celsius (o 255 grados Fahrenheit). Entonces, si preparas estas hamburguesas de tamaño completo en una sartén a fuego medio-bajo, o en un horno a 150 grados Celsius (o 300 grados Fahrenheit), tardará unos 20 minutos en cocinarse en vez de tardar sólo 3 minutos, pero definitivamente no quemará el pan y la carne quedará muy bien cocida. Aquí está la receta al horno que sugerí en otra parte del post: https://www.tasteofbeirut.com/kafta-in-pita/
@devilsuncomet:
Tengo curiosidad por saber cuáles son las especias/condimentos para la carne, tengo tantas ganas de hacer esto yo mismo.
@vergess:
Siempre tiene perejil fresco y el "sabaa baharat", la mezcla de siete especias libanesa. En el vídeo de TikTok, también hay cebolla, ajo y jalapeño. Mucha gente también le pone tomate o pasta de tomate. Mi mezcla favorita de siete especias tiene canela, pimienta negra, comino, clavo de olor, cilantro, pimienta de Tabasco o nuez moscada, y jengibre o cardamomo, todo en partes iguales. Pero a decir verdad, siempre y cuanto tenga los primeros cuatro, los demás pueden depender de ti. Hay quienes usan pimentón y cúrcuma, hay quienes usan zumaque y menta... Es algo muy variable. Además, si no quieres hacer la mezcla vos mismo, un buen "garam masala" (otra mezcla de especias, pero del Sudeste Asiático en vez de Medio Oriente) tendrá todas estas especias y algunas más, y es un excelente sustituto listo para usar.
@earhartsease:
Téngase en cuenta que acá se habla de las semillas del cilantro, no sus hojas: la semilla de cilantro es increíble, huele como un Paradise Lemon y queda muy bien con las gachas y con la avena. Somos parte de la gente que no puede consumir las hojas, pero las semillas son realmente deliciosas y fragantes.
@agnesmontague:
"Internet Shaquille" hizo un video súper accesible acerca de cómo hacer esta comida, incluida la mezcla de especias y qué usar si no puedes acceder a los ingredientes exactos. Este es el link: https://www.youtube.com/watch?v=1K45Fr4gXyM Tiene consejos bastante similares a lo que otros usuarios acá dijeron anteriormente, salvo que todo está en un único video útil como referencia.
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