#Runas Titánicas
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sonsofks · 1 year ago
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Experiencia Electrizante,La Caída del Rey Exánime en Wrath Classic
La Alianza, la Horda y el Veredicto Cinéreo se Unen para Derrocar a Arthas Menethil en Wrath Classic” ¡Prepárense, aventureros! El poder combinado de la Alianza, la Horda y el recién forjado Veredicto Cinéreo se alza para llevar al Rey Exánime, Arthas Menethil, ante la justicia. La última actualización de contenido para Wrath Classic, titulada “La Caída del Rey Exánime”, ya está disponible. Esta…
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jgmail · 5 years ago
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Julius Evola - La SS, una Guardia y una Orden
 El siguiente texto que hemos traducido de la versión inglesa, publicada por el sitio counter-currents.com en Septiembre de 2016, es el breve artículo "Le SS, Guardia e Ordine della Rivoluzione Crociuncinata" que presentó Julius Évola en la revista La Vita Italiana en Agosto de 1938. Se trata de una descripción y valoración de la organización alemana SS que estuvo bajo la dirección de Himmler, cuya formación y proyección podría constituír, pensaba Évola entonces, un substrato cultural y civilizacional del que podrían beneficiarse numerosas naciones contra la marea de fuerzas oscuras.
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La SS, Guardia y Orden de la Revolución de la Esvástica por Julius Évola Agosto de 1938
    Una de las más interesantes, significativas y quizá menos conocidas creaciones de la revolución nacionalsocialista alemana es el llamado cuerpo SS.
    SS es una abreviatura de Schutz-Staffeln [Escuadrones de Protección], el cuerpo "negro" de defensa del Tercer Reich. Así como el ejército —la Reichswehr— es el órgano de la defensa externa del Estado, la SS es su órgano interno de defensa. En esta organización única se aúnan en una ordenada síntesis las características de una Orden antigua, de una élite política, de una élite biológica y heroica, de un cuerpo de guardias del Führer, de una "policía estatal secreta" en un sentido superior, y finalmente, de un grupo que pretende materializar y defender, en la manera más directa, las ideas básicas de la cosmovisión nacionalsocialista. Ella está compuesta por doscientos mil hombres, unidos por un juramento inquebrantable de lealtad y honor, quienes se ven a sí mismos —en palabras de su líder, el Reichsführer SS Heinrich Himmler— como "una Orden Nacionalsocialista de guerreros". Ellos aspiran a volver a los orígenes: ellos se esfuerzan por ser una comunidad en la cual el contacto renovado con las fuerzas originales de su raza y con los mitos de la gran civilización nórdica primordial forma el principio de una vida nueva e indomable, y en la cual el nuevo sentimiento de la sangre establece misteriosos contactos con los antepasados y los muertos, venciendo el aislamiento individualista e integrando al individuo en la continuidad de la raza y en una corriente vital que abre nuevos caminos hacia el futuro. Los símbolos sagrados de la antigüedad germánica pre-cristiana son evocados de nuevo: las "runas" a menudo designan divisiones especiales del "cuerpo negro".
    Se ha hecho usual en Alemania designar a diversas organizaciones con sus siglas (KdF, HJ, BdM, SA, etc.), pero la abreviatura de los Schutz-Staffeln, SS, se prestó a una transposición particularmente significativa: debido a la afinidad de las dos letras con el signo de las llamadas "runas de la victoria" —Siegrunen— éstas han llegado a sustituír al significado primero. Hoy, las antiguas nórdicas "runas de la victoria", con sus marcas en zigzag, designan a las SS en sus uniformes, en citas, en cada circunstancia. Éste es uno de aquellos casos en los cuales el hombre moderno evoca lo elemental —el verdadero significado de lo cual él siente sólo obscuramente— que lo lleva a la premonición de un mundo donde ya no hay "conceptos" y "teorías", "valores" y "palabras", sino fuerzas, poderes, significados primordiales. Los dentados signos en zigzag de las "runas de la victoria" que son ahora la insignia del uniforme SS, son equivalentes al signo que, en el antiguo simbolismo egipcio, en la forma de un cetro, designaba la intensa energía solar que consagra y deifica al rey y lo hace invencible; por la alusión al rayo, dichos signos también están relacionados con el simbolismo de la fuerza celestial esencialmente usada por los dioses olímpicos de la raza aria en su lucha perenne contra fuerzas oscuras, titánicas, telúricas.
    Éstos son significados que están emergiendo de nuevo ahora en instituciones iniciales y confusas, como, por ejemplo, cuando Himmler ve la lucha contra el bolchevismo como simplemente un episodio en una lucha perenne y casi metafísica, en la cual las fuerzas de la Humanidad aria chocan con las de la sub-humanidad. La SS, la portadora de las "runas de la victoria", también toma sobre sí misma la misión de ser la principal organización de combate anti-bolchevique, consciente —en palabras del Gruppenführer SS Reinhard Heydrich, otro líder del "cuerpo negro"— de las tareas unidas a la lucha no sólo contra el enemigo visible sino también contra el enemigo invisible y enmascarado.
    Mencionaremos brevemente la génesis de la SS. Se originó en la unidad llamada Stabswache creada por el Nacionalsocialismo en Marzo de 1923, que entonces fue seguida por la "tropa de asalto de Hitler" o Stosstrupp Hitler, que estaba compuesta por elementos escogidos militarmente entrenados, puestos a la disposición incondicional y personal del Führer. Después del período durante el cual las organizaciones paramilitares del Partido fueron prohibidas, un período durante el cual la Stosstrupp Hitler entró en inactividad, en el verano de 1925, la SS fue creada por Julius Schreck, un confiable colaborador de Hitler, y fue introducido el actual uniforme negro con un cráneo de plata en la gorra.
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Julius Schreck
    Cuando el 6 de Enero de 1929 Heinrich Himmler asumió el mando de este cuerpo, tenía sólo 270 hombres, pero incluso entonces desarrolló una actividad eficaz no sólo de defensa externa sino también de defensa interna contra elementos disidentes o dudosos en el Partido. Cuando el movimiento había conseguido el poder, el "cuerpo negro" ya contaba con cien mil hombres. Su poder, autoridad y prerrogativas aumentaron constantemente, y fue definitivamente autorizado en 1934. La SS fue el órgano principalmente usado por Hitler para las medidas represivas tomadas el 20 de Junio de 1934, y en la liquidación de tendencias insurgentes conducidas por Ernst Röhm y Von Schleicher.
    Sobre la base de la lealtad y méritos demostrados en aquella ocasión, la SS, que hasta entonces estaba bajo el mando de las SA (Sturmabteilungen, "tropas de asalto" en uniformes marrones, de la cual Röhm era uno de los líderes principales), fue convertida en una organización independiente, y se le confió completamente el papel de "policía secreta estatal" o GSP (Geheimstaatspolizei). Su líder, Himmler, tiene el título oficial de "Führer de las SS y del Reich y jefe de la policía alemana". Con eso, la SS se convirtió en la organización más poderosa del Partido, relacionada directamente con Hitler. Uno podría decir que es la columna vertebral del movimiento, el órgano que controla todas sus partes y garantiza su seguridad.
    En cuanto a Alemania en general, su otro gran pilar es el ejército, la Reichswehr, que, como sabemos, no es reducible al elemento simplemente militar sino que tiene sus propias tradiciones y su propio ideal, así como conexiones directas con la nobleza, especialmente con la nobleza prusiana. No es ninguna exageración decir que, para la Alemania del futuro, los modos en los cuales evolucionarán las relaciones entre la SS y la Reichswehr tendrán una decisiva importancia. En cuanto a las organizaciones nacionalsocialistas restantes, como por ejemplo el Frente del Trabajo, o las SA, por importantes que ellas puedan ser, en este aspecto político y en la dinámica de las fuerzas políticas que son decisivas para la nueva Alemania, siempre serán marginales y subordinadas [1].
[1] Con los "Ordensburgen" o "Castillos de la Orden" recientemente establecidos, también hubo, dentro del marco del "Frente del Trabajo", un intento de crear una élite y casi un "seminario" para aquellos que en el futuro tendrán cargos políticos y, en general, posiciones de liderazgo. Sin embargo, ellos no constituyen un cuerpo organizado como la SS.
    Heinrich Himmler fue el responsable de la formación espiritual de la SS, la clarificación de sus deberes y la definición de los principios y leyes que deben aplicarse a ellos. La idea básica es la creación de una nueva élite, de una nueva nobleza. Himmler, preguntándose quién, en los antiguos Estados, estaba preparado para darlo todo por su príncipe a fin de defenderlo, sostenerlo y protegerlo, reconoció fácilmente que esa función era siempre la de la nobleza, de una élite, que era reconocida como "noble" por aquel príncipe y su tradición. Esa nobleza —que es el garante del principio de la soberanía— cuando se vio enfrentada con los peligros del capitalismo y la debilitación provocada por el liberalismo del siglo XIX, había decaído, sin embargo, y en la crisis de la posguerra resultó ser ya no igual a sus responsabilidades.
    La parte más sana de la nobleza permaneció en el ejército, pero como tal fue esencialmente excluída de la lucha política, ya que el ejército tiene funciones ejecutivas y es responsable de la defensa externa, funciones que son independientes de, si no indiferentes a, la forma política de la nación. Era por lo tanto necesario hacer la transición hacia una idea de una élite estrechamente vinculada a la idea política específica del nuevo Estado, de una élite que es simultáneamente política y militar, una vez más el garante del sentido y la solidez del orden político nacional que se había impuesto por medios revolucionarios. Ésta es la génesis ideal de la SS como la "élite revolucionaria del Tercer Reich".
    Su formación y organización son gobernadas por consideraciones biológico-racistas, éticas, y espirituales.
    En cuanto al primer punto, Himmler comienza desde la premisa de que un pueblo es capaz de cultura en el sentido más alto y capaz de la resistencia invencible ante sus enemigos, hasta el grado preciso que una cantidad suficiente de sangre nórdica fluye por sus venas. Cuando esa sangre, desde el príncipe hasta el campesino, está faltando, aquel pueblo decae. Para la construcción del nuevo Estado y su élite, la selección y el mejoramiento del elemento nórdico jugarán por lo tanto una parte esencial. En los cuadros SS, esa selección ocurre en dos grados.
    El primer grado es esencialmente biológico. La SS admite a todos aquellos de un origen ario cierto, que, con respecto a altura, proporciones, rasgos, etc., están cerca del tipo nórdico puro. Ellos conceden, por supuesto, que, considerando el estado mezclado de todos los pueblos, es posible que en un tipo físicamente nórdico puedan ser encontrados los rasgos de carácter y las formas de sensibilidad de una raza diferente; pero ellos también afirman que existe una mayor probabilidad de encontrar cualidades nórdicas en un cuerpo de tipo nórdico que en otros. Una selección adicional, además, tiene por tarea probar el carácter del candidato.
    También deseamos enfatizar que en la SS el criterio nórdico-racista no está restringido al individuo sino que se extiende a una consideración de su familia y sus descendientes. Un hombre SS no es libre de casarse con quienquiera él desee. Conforme a una ley promulgada por Himmler en 1931, una oficina especial debe asegurarse de que la mujer que él ha elegido garantice una descendencia que se conforme al tipo racial nórdico. Sobre esa base, los SS se ven a sí mismos como una Sippenorden, es decir, como una "Orden de la raza", y es sobre esa base anti-individualista, vinculada a la sangre, que a ellos les gustaría desarrollarse. Ya en la capacidad para someterse a esa ley en cuanto al matrimonio, hay una primera prueba de un orden superior, ya que eso requiere que el candidato demuestre que él está preparado para subordinar sus sentimientos y pasiones puramente personales a demandas de un orden supra-individual.
    El segundo grado de la selección está basado en el principio de las afinidades, como lo declaran las siguientes palabras de Hitler: "Cuando pido algo heroico, es el espíritu heroico el que responde. Pero cuando prometo muchos beneficios, a este sonido de la campana responderá el espíritu mercantil".
    Pidiendo cualidades morales que son atribuídas principalmente a la raza nórdica, uno espera provocar una selección espontánea e interior. Así como los materiales son sometidos a "pruebas de carga", del mismo modo un hombre que aspira a ser un miembro de la SS es colocado en situaciones especiales, en las cuales se supone que se manifiestan sus cualidades raciales.
    Así, llegamos al aspecto ético de la SS. Declaremos ahora que, según Himmler, son las cualidades éticas más importantes las que son exigidas. La primera y la más fundamental de todas es la lealtad: "Todo puede ser perdonado", dice Himmler, "excepto la traición". El propio Hitler, con motivo de los acontecimientos del 30 de Junio de 1934, dio a la SS su lema: "Hombre de la SS, tu honor es la lealtad", en una referencia obvia a la máxima de la antigua ley alemana: "Todo honor viene de la lealtad". Allí se hace alusión a todos los tipos de lealtad: lealtad, en primer lugar, hacia el Führer y la raza, lealtad hacia los camaradas, y fidelidad hacia las máximas de decoro, honestidad y caballerosidad. Y Himmler añade:
    "Uno peca contra la lealtad y el honor no sólo cuando ofende el honor propio de alguien o el de otro hombre SS, sino también y especialmente cuando uno no respeta el honor de otros, cuando uno se burla de cosas que son sagradas para otros o cuando uno no interviene valientemente en nombre de aquellos que están ausentes, de parte del débil y el indefenso".
    Por medio de una ley instituída el 9 de Noviembre de 1935, Himmler ha afirmado para los hombres SS no sólo el derecho sino el deber de enfrentarse en duelos, siempre que las circunstancias lo hagan necesario.
    Después de la lealtad y el honor viene la obediencia, que debe ser ilimitada e incondicional. Se ha dicho que después de que el oficial prusiano ha jurado por su bandera, él ya no tiene nada propio. Esa tradición es seguida por el hombre SS. En nombre del Führer y de la visión de mundo nacionalsocialista, uno debe estar preparado para cualquier cosa, "incluso a sacrificar el propio orgullo, los honores externos, y todo lo que puede ser personalmente querido y precioso para nosotros": uno debe ser capaz de abstenerse de la acción, cuando todo en nosotros se rebela y le gustaría forzarnos a tomar medidas, tal como uno debe ser capaz de actuar ante la señal más leve, aun cuando uno sienta una aversión que parece insuperable. Himmler consideró esa cualidad de la obediencia absoluta como importante no sólo en sí misma sino también a fin de compensar el intenso sentido del Yo y el irreprimible deseo de libertad del hombre nórdico y alemán, características que han sido la causa de muchas de las calamidades que le han acontecido.
    Otras cualidades requeridas del hombre SS son la veracidad, la capacidad de apegarse inflexiblemente a lo que ha sido reflexiva y deliberadamente decidido, honestidad completa, y por supuesto, como un fundamento general, un espíritu combativo [2]. En su discurso en Magdeburgo el 12 de Junio de 1937, con motivo de una congregación de nobles alemanes, Himmler declaró que a cada una de esas virtudes corresponde una serie de pruebas a las cuales los hombres SS son sometidos, pruebas que completan el proceso de selección. Un candidato se convierte en un miembro de la Orden de las SS cuando —después de un período de prueba de un año y medio, después haber prestado el juramento SS al Führer y después de haber completado impecablemente tanto su servicio militar como su "servicio de trabajo"— él recibe la "daga SS de honor".
[2] Declaraciones características de Himmler: "Aquello que es posible en Japón, es decir, que una moneda de oro puede permanecer en el suelo sin que nadie la recoja, también debe ser cómo las cosas son entre nosotros". O ésta: uno puede prohibir a un hombre SS beber alcohol. Si él hace la promesa de abstenerse, y luego no la cumple, "lo único que queda para él es su pistola". Si él rechaza hacer la promesa, él es expulsado.
    De manera interesante, según una ley decretada el 9 de Noviembre de 1936, cada líder SS debe asegurar, bajo juramento 1) que ningún candidato sea admitido si no cumple con las exigencias relevantes, aunque se trate de un hijo o un pariente; y 2) que, en cualquier año dado, una cuarta parte de los nuevos miembros no provendrá de familias o ambientes SS. Eso es para impedir que los SS formen una especie de casta hereditaria, en la cual otros criterios prevalecen sobre calificaciones reales; en segundo lugar, eso pretende atraer hacia las SS a la proporción correcta de todos los mejores elementos, independientemente de su origen, para evitar que esos elementos formen otros grupos separados de la élite central, como ocurrió, cree Himmler, en la Roma antigua, cuando en un cierto punto la mejor sangre se encontraba fuera del Senado.
    De lo que ha sido dicho sobre las cualidades características del hombre SS, estará claro que la SS trasciende el plano de un organismo meramente político, realizando el de una Orden en el sentido antiguo: y es explícitamente reconocido que sin la premisa de una religiosidad, de un punto de referencia puramente espiritual, los valores ya mencionados de lealtad, honor, verdad, etcétera, quedarían reducidos a frases vacías, y la unidad de una Orden obligada por juramento sería imposible. De ahí que hay un tercer aspecto de la SS, el espiritual propiamente hablando.
    En un folleto titulado "Cincuenta Preguntas y Respuestas para el Hombre SS", después de considerar la fraseología del solemne juramento de lealtad y obediencia, se pregunta, "¿Cree usted en Dios, entonces?". La respuesta es: "Sí, creo en un Dios soberano, y pienso que el incrédulo es engreído, estúpido, y no apto para nosotros". Lo que es de interés aquí es menos esta genérica profesión de fe —hecha particularmente vaga por respeto a todas las creencias religiosas que no interfieren con la política— que la tentativa de despertar de nuevo una forma precisa de espiritualidad, vinculada a la tradición nórdica y, más generalmente, indo-germánica, dotando a la SS con el carácter de una "tropa de choque de la visión nacionalsocialista del mundo", weltanschauliche Stosstrupp, en expresión de Heydrich.
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    Ya hemos mencionado que el "retorno a los orígenes" es un componente esencial de la actitud del hombre SS. Ese impulso toma forma concreta en la así llamada Ahnenerbe, un término que más o menos significa "herencia ancestral" y que designa a una organización cultural especial de la SS [3]. El objetivo principal de esa institución es restablecer el contacto entre las tradiciones antiguas y la parte más consciente de la élite involucrada en el renacimiento de Alemania; ella parte de la premisa de que lo que surgió inconscientemente, como instinto, de las profundidades del alma, está expuesto a constantes peligros, y no puede ser totalmente realizado si no es protegido por la fuerza del espíritu consciente y de la visión clara, según Walther Wüst. Por lo tanto, ellos pretenden investigar "el espíritu y las acciones nórdicas indo-germánicas", para dar "una forma viva a los resultados de esta investigación" y transmitirlos a la gente alemana.
[3] El presidente de la Ahnenerbe es el Sturmbannführer Walther Wüst [desde 1937]. La organización supervisa varias publicaciones, y su órgano oficial es la revista mensual Germanien, editada por el doctor J. O. Plassmann.
    En cuanto a esto, al menos programáticamente, los métodos del "cientismo" y el racionalismo son abiertamente atacados y las interpretaciones "naturalistas" de las religiones antiguas son rechazadas, a la vez que se reconoce en los mitos y los símbolos los caminos hacia un conocimiento superior, hasta el punto de sospechar que la así llamada "objetividad" y la "exactitud científica” son las máscaras de la acción encubierta de fuerzas paralizantes y destructivas, según Heydrich.
    Es típico y muy interesante que esos líderes SS, que realizan los deberes políticos más delicados e importantes, y que controlan la policía secreta del Estado alemán y el cuerpo de guardias del Führer y del Nacionalsocialismo, sean al mismo tiempo hombres intensamente interesados en el mundo de los símbolos y mitos antiguos, hombres con quienes uno puede hablar de problemas trascendentes y de las tradiciones espirituales de los orígenes. Eso es algo que he observado de manera personal y repetidamente, y que no ha sido particularmente alentador, cuando hemos considerado el nivel de muchos ambientes italianos y una cierta cultura que la revolución de los fascistas ha sido incapaz de cambiar, una cultura que, aun cuando llega a lo que es más sagrado para nosotros, como el mundo romano antiguo, permanece confinada a los mismos modelos de una ignorancia positivista, adornada con la jactancia académica, que realmente pertenecen al período de la Ilustración y al mundo racionalista del siglo anterior.
    De todos modos, ya que deseamos evitar ser tendenciosos, debemos comentar que, en cuanto a este aspecto espiritual de la SS, si la presencia de un agudo interés y una adecuada sensibilidad es indiscutible, lo mismo no siempre puede ser dicho de sus principios, si este término es tomado en su verdadero sentido. Cuando se trata de la reconstrucción del mundo tradicional antiguo, son demasiado usados puntos de referencia engañosos, y por consiguiente, el sentido de muchas ideas es distorsionado y su alcance queda limitado, particularmente como una consecuencia de una prisa por hacer adaptaciones políticas de ellos, y del particularismo de una cierta actitud racista-nacional.
    Estas observaciones, además, se aplican en general a los diversos intentos hechos por la nueva Alemania para integrar la cosmovisión nacionalsocialista con un contenido tradicional y simbólico superior; sin embargo, eso no debe llevarnos a hacer un juicio demasiado apresurado, ya que no es fácil, en cuanto a tales materias, orientarse, y uno no puede destruír de la noche a la mañana los efectos deletéreos de un modo incorrecto de pensar y de una cultura falsa que han sido los del hombre occidental durante varios siglos. Si, sin embargo, la SS —que no es un círculo de "intelectuales" sino un cuerpo ya firmemente organizado como una Orden que controla uno de los movimientos más poderosos de renovación en Europa— tiene éxito en la creación, a partir de sí misma, de una élite capaz de realmente concretar, con un sólido conocimiento de principios, la aspiración de un retorno a los orígenes, la importancia de tal realización sería algo extraordinario. En la primera etapa de tal integración nos encontraríamos de hecho con formas de una espiritualidad y una civilización que, como la de la Edad Media gibelina con sus órdenes de caballeros, ya presentan una síntesis de elementos nórdico-germánicos y romanos.
    Una posterior etapa nos llevaría a la general espiritualidad primordial indo-germánica y sus tradiciones solares; en otras palabras, al origen de todo lo que —en el ciclo en el cual vivimos, que puede ser objeto del conocimiento histórico— podemos considerar ser la civilización en el sentido más elevado. Claramente, esto significa que una élite realmente capaz de realizar algo de aquella clase sería de valor no sólo para su propia nación sino también para todos los otros pueblos arios que luchan contra el mismo enemigo y que han comprendido que esta lucha no puede ser realmente decisiva a menos que sea integrada por una idea, por símbolos y conocimiento que son, en último término, ya metafísicos.
    Mientras la prensa judeo-comunista trata de describir a la SS como una especie de GPU [policía secreta soviética], nosotros, considerando estas posibilidades y con la esperanza de que en el futuro próximo ellas serán materializadas, aunque sólo parcialmente, estamos en cambio inclinados a ver en el "cuerpo negro", la guardia de la revolución de la esvástica, los hombres de la "runa de la victoria", la "runa del rayo", y el cráneo que simboliza el juramento de lealtad hasta la muerte, la semilla de una Orden en el sentido superior y tradicional, y de ahí de una solidaridad espiritual que podría llegar a ser supranacional. Eso significaría una unidad capaz de abarcar núcleos ya probados y similarmente armonizados de varias naciones, todas las cuales sacarían provecho de las grandes visiones heroicas y metafísicas de la espiritualidad aria y nórdica, componiendo juntas el frente que necesitamos, cuando tanto hoy como en el futuro inminente está siendo emprendida una lucha decisiva contra la marea de fuerzas oscuras asociadas a los símbolos de las diversas organizaciones internacionales.–
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leagueofgumi · 6 years ago
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EL OJO EN EL ABISMO
Sigvar Mediocarcaj se apoyó en una rodilla, con la cabeza inclinada, mientras el viento al otro lado de las puertas aullaba como los espectros de hielo de las leyendas.
Él era la Cuchilla de las Cumbres, la Sangrienta Espada de la Púa Invernal. Había tomado la cabeza del caudillo de los Niños Elegidos, Helmgar Cragheart, y había defendido el Valle de las Espinas solo, frenando a la tribu Cuervolamento, hasta que llegaron los refuerzos de la ciudadela.
Además, Sigvar era un Hijo del Hielo.
Y aun así, a pesar de todas sus hazañas y los honores obtenidos bajo el Ojo de Lissandra, mientras estaba arrodillado en los portales abiertos de la ciudadela de la Guardia Helada, con el azote del viento y el gemido sobrenatural de la criatura del Abismo de los Lamentos fustigando a su alrededor, sintió un revoloteo de inquietud ante la tarea que le esperaba.
No traía puesta su armadura negra y pesada, puesto que su peso habría sido poco práctico para lo que venía, pero se sentía cómodo portando su escudo en la espalda y su espada en su cadera. Las expectativas dependían de él. Rezó porque no lo consideraran deficiente.
''Ahora mismo se adentrarán a la oscuridad que hay debajo, hermanos y hermanas de la Logia'', dijo Ralakka Lenguabífida, Padre Escarchado de los Guardianes ''pero no estarán solos. Nosotros, los Hijos de la Sombra Congelada, nunca estamos solos, ni durante los inviernos más oscuros de la extensión helada, ni en los abismos más profundos de los caminos ocultos. El Ojo de Lissandra cuida de nosotros, ahora y siempre''.
''Del hielo nacemos, al hielo volveremos'', entonó Sigvar; sus palabras hacían eco de las de dos miembros más de la logia, arrodillados junto a él.
A su izquierda estaba Olar Puño de Piedra, una leyenda de la Guardia Helada que había peleado en sus filas la mitad de su vida, incluso antes de que Sigvar naciera. Con aspecto lobuno, barba gris y ojos de acero, su piel era como cuero curtido, hendida con grietas y valles profundos. Pieles de osos de hielo cubrían sus hombros, pero sus brazos estaban al descubierto, con borrosos tatuajes de guerra y una docena de anillos de acero, cada uno de ellos obtenido en un combate ritual. Su gigantesco martillo, Hijo del Trueno, estaba atado a su espalda. Esa arma, cuya cabeza estaba recubierta en Hielo Puro, había visto tantas batallas como el mismo Olar.
A la derecha de Sigvar se encontraba arrodillada Hala Almagélida. Si bien Sigvar idolatraba a Olar, Hala lo intimidaba. Temeraria y con una fe imperturbable, era tan despiadada y mortal como el invierno. Sus hachas gemelas de corta empuñadura,Colmillo Sangriento y Garra Sangrienta, colgaban de su cintura, aunque era raro no verla ataviada en su malla oscura y yelmo cornudo. Ella, al igual que Sigvar y Olar, había renunciado a su armadura para su viaje. Los costados de su cabeza estaban afeitados, mientras que el resto de su cabello claro estaba atado en una sola y compleja trenza al centro de su cabeza, como una cresta. Su ojo izquierdo era blanco, cegado por un golpe que había dejado un trío de cicatrices salvajes a través de su rostro.
Había escuchado a Olar contar la historia de esas cicatrices, obtenidas cuando Hala peleó contra una manada cazadora de Osunos. Se decía que había matado a tres antes de que los otros se escabulleran, y Sigvar creía en ello. Si no hubiera sido acogida por la Guardia Helada cuando era una niña, Hala hubiera sido, sin duda alguna, una matriarca poderosa de una de las tribus más allá de la ciudadela.
El Sacerdote de la Escarcha dio un paso hacia delante, acercándose primero a Olar. ''El Ojo sea contigo'', recitó.
Sigvar apenas pudo escuchar el gruñido de la respuesta de Olar; su corazón latía muy fuerte. Después, el Sacerdote de la Escarcha fue hacia él; su estómago se retorció, tal como lo hizo antes de su primera batalla.
''Mira hacia arriba, Guardia Helado'', dijo el sacerdote, en voz baja, y Sigvar obedeció, inclinando su mentón hacia atrás para mirar el rostro del viejo. Este era esquelético, con las mejillas hundidas y unas oscuras ojeras. No había bondad en su rostro, pero Sigvar tampoco la estaba esperando. Su fe era dura e implacable. Un esquirla de Hielo Oscuro sagrado colgaba del cuello de Lenguabífida; otra más coronaba su báculo atado. Astillas de reverencia bendita, usadas para la sanación y adoración. El Sacerdote de la Escarcha sumergió un dedo en un cuenco poco profundo lleno de tinta de kraken, negra y hedionda, y dibujó un ojo en la frente de Sigvar.
''El Ojo sea contigo'', dijo.
''Y que no parpadee'', entonó como respuesta Sigvar, bajando nuevamente su cabeza. La frente le ardía mientras la tinta quemaba su piel, pero lo soportó con el estoicismo propio de un Hijo del Hielo. El dolor era una bendición.
El sacerdote fue hacia Hala, completando el ritual, y los tres Hijos del Hielo elegidos se pusieron de pie.
Olar era el más alto de todos, enjuto y amasado con músculos delgados, mientras que Sigvar era, por mucho, el más pesado. Hala le llegaba a la mitad de la cabeza a Sigvar, mas el poder y la autoridad que irradiaba la hacían ver más alta.
Los tres Guardias Helados se encorvaron para recoger sus bultos, piquetas de hielo y rollos de cuerda, que colocaron sobre sus hombros y ataron a sus cinturones.
Sigvar miró hacia las filas de la Guardia Helada, de pie y en silencio presenciando su partida. Ralakka Lenguabífida se dio media vuelta; había cumplido ya con su parte en la expedición. Un cúmulo de otros Sacerdotes de la Escarcha lo siguieron, como cuervos siguiendo un bando de guerra. Pronto, la oscuridad de la ciudadela los engulló.
''Es hora de irnos'', dijo Hala Almagélida. ''La oscuridad llama''.
Asintiendo, Sigvar se unió a Hala y Olar, dándole la espalda a la Guardia Helada ahí reunida y cruzando los gigantescos portales de la ciudadela, hacia el puente, atravesando el Abismo de los Lamentos.
El viento intensificado transmitía los llantos etéreos, mientras que astillas de hielo se rajaban ante ellos, pero los tres se mantuvieron impasibles. Lo recibían con agrado. El hielo era su aliado. El hielo era su verdad.
Detrás de los tres Guardias Helados, se cerraron las grandes puertas de la ciudadela con un golpe atronador que pronto se perdió en el vendaval.
Sigvar inhaló profundo.
Era el momento de descender hacia el Abismo.
El viaje se llevaba a cabo cada año, durante el equinoccio de primavera, cuando el día y la noche contaban con la misma duración. Escogían a tres miembros de la Guardia Helada. Todos provenían de la Logia de los Custodios, el círculo interno del culto que guardaba las formas profundas.
Ser escogido para la más sagrada de las tareas era un gran honor, por lo que el pecho de Sigvar se había hinchado de orgullo cuando los cuernos sonaron y dijeron su nombre. Con diecinueve inviernos, era uno de los Guardias Helados más jóvenes en haber sido elegido. ¿Cuántas veces había observado el pergamino del honor, miles y miles de nombres, cincelados en los muros de la logia? Uno de sus primeros recuerdos después de haber llegado a la ciudadela fue el de seguir con reverencia los bordes de esos nombres y fantasear con sus grandes hazañas. Más de la mitad tenían solo una runa grabada después de su nombre, la runa de la muerte, indicando a aquellos que habían perecido en el desempeño de esta tarea sagrada. Sumergirse en lo profundo era algo peligroso, incluso para aquellos procedentes del linaje de los Hijos del Hielo.
Arrodillado frente a las estatuas de Hielo Oscuro de las Tres, venerando a Avarosa, Serylda y Lissandra, había suplicado por mucho tiempo que lo hallaran digno de que algún día su nombre pudiera unirse al de aquellos estimados. Ahora, parecía que sus plegarias habían sido escuchadas. Había entrenado toda su vida para este honor. Enorgullecería a la Logia de los Custodios.
Caminaron a lo largo del puente, bajo la mirada de las gigantescas y mudas estatuas que señalaban el camino. Los inclementes vientos los golpeaban, gritando a su alrededor en forma de torbellinos.
Este puente tenía varios nombres: el Terreno de Pruebas y el Puente de la Muerte, entre ellos. Otros lo conocían simplemente como el Puente de la Ciudadela, o el Arco de los Aullidos. Si tuvo algún nombre en la era de las Tres, ahora estaba perdido. Entre la Guardia Helada se referían a él habitualmente como el Puente de los Pesares. Después de todo, miles de Hijos del Hielo murieron ahí.
Era verdaderamente antiguo, se decía que había sido forjado por los dioses ancestrales. Por supuesto, el tiempo de esas deidades había transcurrido hacía mucho. Algunas tribus paganas aún las veneraban, pero con el tiempo se convertirían a la fe verdadera, de manera voluntaria o a punta de espada. Más allá de si aceptaban o no, el hielo los reclamaría.
Algunas partes labradas en piedra se habían desprendido y caído al abismo. Los sacerdotes de la escarcha enseñaban que el tiempo no respetaba la belleza ancestral. En una vasta escala de tiempo, todo era fugaz. Con el tiempo necesario, incluso la montaña más grande sería destruida por el viento y el hielo. Solo la fe es eterna.
Un sentimiento profundo de veneración flotaba sobre Sigvar mientras avanzaba junto con Puño de Piedra y Almagélida a través de la extensión. Aquí se peleó la mayor batalla de todos los tiempos, hace miles de años. Aquí, los Hijos del Hielo pelearon contra los Vigilantes en una batalla que determinaría el destino del mundo.
Y aquí salieron victoriosos, aunque pagaron un precio muy alto, y los Vigilantes fueron arrojados a la oscuridad.
Sigvar marchó en silencio, absorto en sus pensamientos sobre esa gloriosa época pasada. Ninguno de los otros dos Hijos del Hielo habló mientras cruzaban, aunque Sigvar no tenía claro si era por el incesante rugido del viento o porque tal vez ellos también estaban absortos en la leyenda ancestral.
Llegaron al otro lado del Puente de los Pesares, en donde Lissandra había guiado a los Hijos del Hielo en aquella antigua batalla titánica; ahí, Hala Almagélida alzó la mano para indicar que se detuvieran.
''Iremos por aquí abajo'', dijo gritando para que la escucharan sobre el vendaval, apuntando hacia una sección del puente cerca del muro del abismo que había caído hace mucho tiempo.
Sigvar y Olar asintieron respetuosamente. Olar era el más viejo y quien contaba con más experiencia, su nombre estaba grabado nueve veces en el muro de la logia, cifra muy superior a las tres de Hala, pero las viejas costumbres nunca mueren. La sangre de las Tres era más fuerte en las mujeres de las tribus del Fréljord.
''Yo guiaré el camino'', gritó Hala. ''Puño de Piedra es el ancla, en el centro. Mediocarcaj en la retaguardia''.
Desenredaron dos medidas de cuerda, atándola a los cinturones de cada uno: Hala a Olar, Olar a Sigvar. Ajustaron los cordones de sus crampones de acero puestos en sus botas, y desataron sus piquetas de hielo, asegurándolas a sus muñecas con aros de cuero.
Hala vapuleó sus piquetas en unos cuantos círculos arqueados y estrechos para relajar sus músculos. Después, saltó del puente y aterrizó tres metros abajo sobre un afloramiento de hielo que emergía del muro del abismo. Sigvar y Olar esperaron a que se estabilizara, clavando sus piquetas en el hielo, antes de saltar para alcanzarla.
''Somos la voluntad de la diosa, aquella que camina entre nosotros'', dijo Hala. ''Enorgullézcanla, hijos del invierno''.
Después fue hacia la orilla, clavó sus piquetas profundamente y se arrastró por el precipicio. Encajó sus crampones y comenzó el descenso.
Olar le sonrió a Sigvar, sus ojos brillaban con júbilo salvaje. ''Cuando regresemos, no serás el mismo Hijo del Hielo. El Abismo de los Lamentos te cambia... si logras regresar''. Le guiñó el ojo y también caminó hacia el borde, desapareció y dejó solo a Sigvar.
No, solo no, se recordó a sí mismo. El Ojo estaba con él. Aún podía sentirlo arder sobre la piel de su frente. Lissandra estaba con él, ahora y siempre.
Esperó un poco más, y después comenzó el largo descenso hacia las insondables profundidades.
Se movían rápido. Hala Almagélida imponía un estricto paso, aunque no tomaron ningún riesgo innecesario. Descendían uno a la vez: primero Hala, después Olar y luego Sigvar, con cada descenso moviéndose casi a la par de la longitud de sus cuerdas. De esta manera, pudieron mantener un ancla estable en caso de una caída, y los descansos intermitentes les permitían avanzar hacia abajo con firmeza, sin la necesidad de tomar largas pausas.
El Puente de los Pesares no era el único de su tipo en cruzar la extensión. Decenas de otros abarcaban los muros de la grieta, aunque solo unos cuantos eran visibles por momentos, puesto que la distancia, la niebla y la oscuridad se imponían como un velo. Salvo el puente que estaba arriba, todos habían sido abandonados hacía mucho tiempo y permanecían en desuso; un sinfín de túneles y vías de acceso habían sido sellados por avalanchas o por la misma Guardia Helada, para limitar el número de entradas a la ciudadela.
Los puentes más cercanos se encontraban a varios cientos de metros; aún así, mientras más profundo iban, más distanciados se tornaban. Algunos habían sido destruidos por completo, solo los estribos estructurales sobresalían de los muros de hielo, indicando el sitio en el que alguna vez habían estado.
Estaba oscuro, pero no era la completa y devoradora oscuridad de la mitad del invierno; era más como la luz evanescente de las horas crepusculares. El hielo mismo parecía irradiar un brillo apagado y etéreo que se reflejaba en la espesa niebla, tanto que los tres no necesitaron de ninguna antorcha o tizón.
El plañidero vendaval azotaba a través de la quebrada, jalándolos como si tuviera manos fantasmales, tratando de arrancarlos de su tenaz sujeción al hielo.
Era imposible saber cuánto tiempo había pasado. Las horas se mezclaban en un lapso ininterrumpido. Avanzar, esperar, avanzar, esperar. Sigvar encontró un buen ritmo en el avance, perdiéndose en el movimiento repetitivo de clavar las piquetas de hielo, patear los crampones y volver a sacar las piquetas. Mientras esperaba a que Hala y Olar descendieran debajo de él, recitaba las Letanías de la Verdad para mantenerse concentrado.
No te resistas al abrazo del frío, puesto que en él yace la verdad. Sé uno con el hielo y el entendimiento vendrá detrás.
Bajaron y bajaron y bajaron, moviéndose continuamente. Las horas pasaron, o tal vez un día. Incapaz de ver el cielo, Sigvar no tenía forma de saberlo.
Persiste, sin quejas. El hielo no ruega por piedad, ni la ofrece. Nosotros tampoco.
Ningún ser inferior hubiera podido igualar su paso. Eran Hijos del Hielo, los hijos de los dioses, y no eran como otros mortales. Capaces de marchar durante días sin dormir y aun así aptos para pelear contra cualquier enemigo hasta colapsar, han soportado estoicamente eso que hubiera matado a cualquier Hogareño.
A pesar de ello, a Sigvar le dolían los brazos y, debajo de sus pieles y mantos, estaba bañado en sudor. Y cuando el hielo cedió bajo él, fue muy lento para reaccionar. Se enganchó con una de sus piquetas, pero no la insertó lo suficiente y solo rasgó un trozo del muro.
Después, cayó.
No le temas al dolor, tampoco busques evadir su bendición. Sin él, la vida no puede existir.
Dando vueltas en el aire, intentó nuevamente detener su caída, balanceando una piqueta hacia el hielo, pero perdió el agarre y la hubiera perdido si no fuera porque estaba atada a su muñeca.
Y cuando venga la muerte, no retrocedas ante su llegada.
Cayó doce metros, precipitándose más allá de Olar. Los duros ojos del viejo se ensancharon.
Del hielo nacemos, al hielo volveremos.
''¡Sujétate!'', vociferó el viejo guerrero de la Guardia Helada, apretando su agarre y doblando sus piernas anticipadamente.
Vio cómo Hala miró hacia arriba y exclamó una maldición cuando se dio cuenta de que caía directamente hacia ella. Se movió rápida y firmemente, agitando sus piquetas en el hielo y balanceándose hacia un lado para que no la desprendiera del acantilado.
La cuerda impidió su caída, frenándolo con una abrupta sacudida de huesos. Se golpeó contra el muro de hielo; el impacto le sacó el aire de los pulmones.
Olar rugió cuando resintió el peso de Sigvar. No obstante, Puño de Piedra se sostuvo, aferrándose al hielo, sus brazos duros como acero.
Sigvar se recuperó rápidamente, estrellando sus piquetas y pateando sus crampones. Miró a Hala Almagélida, quien también lo estaba viendo. Sus penetrantes ojos, uno azul y otro blanco, no parpadeaban, como el que tenía pintado en su frente.
Su mirada fue un reproche silencioso.
''Descansaremos en el Puente de las Sombras'', dijo por fin, y continuó descendiendo hacia el sombrío ocaso. Sigvar se maldijo. A pesar del frío, sus mejillas ardían.
Cuando Olar lo rebasó, le sonrió de nueva cuenta.
''Eres un bastardo muy pesado, Mediocarcaj'', dijo. ''Casi nos llevas a los dos contigo hacia abajo''.
''El hielo cedió'', dijo Sigvar, débilmente. ''Lo haré mejor''.
''Asegúrate de que así sea. ''Tal vez la próxima ocasión corte tu cuerda''.
Sigvar miró al viejo guerrero inquisitivamente. En sus tres expediciones previas hacia el Abismo, Olar había sido el único en regresar con vida. ¿Sería por eso?
En el Puente de las Sombras, descargaron sus paquetes, desacoplaron sus cuerdas y desengancharon sus piquetas de hielo. El puente llevaba ese nombre porque, incluso en pleno verano, cuando el sol jamás abandonaba el horizonte, nunca estaba a la luz.
Olar se desplomó en las baldosas con un exagerado gemido, extendiendo su espalda contra una balaustrada baja al borde del puente. Hala se alejó de los otros dos, desenganchando una pequeña efigie negra de Lissandra de su cuello y colocándola sobre el suelo. Se arrodilló frente a ella, venerándola. Sigvar permaneció quieto, preguntándose si él también debería usar ese tiempo para rezar, pero Olar le hizo un gesto con la mano, insistiéndole que se sentara.
El hombre mayor, en realidad no sabía qué tan mayor, pero sin duda rebasaba los sesenta, le mostró un pequeño frasco de cuero. Destapándolo, tomó un trago, suspiró satisfecho y se lo pasó a Sigvar. El joven guerrero lo tomó agradeciéndole con la cabeza y bebió una medida.
''Lágrimas de los dioses'', dijo Olar. ''No hay nada como esto a este lado de las Montañas Dorsales''.
El líquido quemaba su garganta y hacía que sus ojos lagrimearan. Esas lágrimas se convirtieron instantáneamente en hielo sobre sus mejillas. Asintió en agradecimiento y se lo regresó a Olar, quien le dio otro trago antes de esconderlo de nuevo dentro de sus pieles.
Una bota de agua se habría congelado tan pronto como hubieran atravesado los portales de la ciudadela. Pudieron haber soportado sin ello, pero el fuerte licor fue bien una humectación bien recibida en la garganta de Sigvar.
Los tatuados brazos de Olar seguían descubiertos, y Sigvar agitó su cabeza mientras se arropaba en sus pieles.
''¿No te estás congelando, anciano?'', dijo.
''Se va a poner mucho más frío que esto, muchacho'', respondió Olar, con una sonrisita diabólica. ''Comparado con lo que se avecina, esta es una brisa de verano''.
Sigvar no supo si estaba bromeando. Acercó su equipaje a su lado y sacó una pequeña tira de carne salada envuelta en cuero encerado. Le arrancó un pedazo congelado y se lo dio a Olar, antes de tomar un pedazo para él. Lo paseó por su boca, derritiéndolo lo suficiente como para poder masticarlo. Estaba duro y fibroso, pero en ese momento parecía como un lujo extravagante.
Desplomado contra un muro bajo junto a Olar, Sigvar estaba protegido del peor de los vientos, lo cual fue una bendición. Aullaba sobre ellos, lamentándose terriblemente, enviando ráfagas de hielo y nieve arremolinándose a través del puente. Algunos solían decir que el sonido del viento eran los gritos de los miles de Hijos del Hielo asesinados en esa titánica batalla final en la época de los héroes, hace mucho tiempo, cuyas almas quedaron atrapadas en ese abismo por siempre.
''Es un sonido temible, ¿no lo crees, muchacho?'', dijo Olar. ''Después de un tiempo se cuela en tu cabeza''.
''¿Es igual durante todo el descenso?''
Olar negó con su cabeza. ''Preferiría que así fuera. No, cerca del fondo está tan silencioso como una tumba''.
''Tiene que ser mejor que esto...''
''¿Eso pensarías, cierto? Pero el silencio es mucho peor. Es denso, ese silencio. Te ejerce la misma presión que una cota de malla de tamaño completo. No, yo preferiría esto cualquier día''.
Hala terminó sus devociones y se unió a ellos, sentándose a un lado de Olar. Bebió un gran trago del frasco de Olar y se limpió la boca con el dorso de su mano enguantada.
''¿Cómo es que siempre consigues las mejores cosas, Puño de Piedra?'', preguntó ella, haciendo que Olar soltara un bufido.
''Debe ser por mi encantadora personalidad'', contestó él.
''Estoy convencida de que esa no es la razón. Su rostro era inexpresivo, haciendo que Olar bufara una vez más.
Sigvar se inclinó hacia delante, ofreciéndole un poco de carne con cautela, aún avergonzado por haber caído. Ella miró la carne por un momento, y Sigvar pensó que rechazaría su ofrecimiento, pero la tomó y asintió como agradecimiento.
''¿Cómo obtuviste tu nombre, Mediocarcaj?'', preguntó mientras masticaba.
''Hubo una incursión. Yo era un novato que acompañaba a una escolta de caravanas, y llevaba provisiones de vuelta a la ciudadela. Nos atacaron en la extensión congelada. Se habían acercado ocultos en la tormenta de nieve. La tribu Cuervocolmillo''.
Hala gruñó. ''Guerreros peligrosos. Cortadores de cabezas''.
Sigvar asintió. ''Me hirieron con algunas flechas durante el enfrentamiento. Aún así, seguí peleando. Puño de Piedra me honró con mi nombre una vez que el último de los Cuervocolmillo había huido, dejando a sus muertos y moribundos en el hielo''.
''Jamás podrás ser un buen cuentacuentos, chico'', dijo Olar. ''Demasiada modestia. Sin sentido de drama''.
''A diferencia de ti, anciano'', dijo Hala. ''Podría jurar que tus historias se vuelven más descabelladas con cada narración''.
''¿Te he contado mi historia de los osos, chico?'' Preguntó Olar, guiñando el ojo a Sigvar.
''No'', dijo Hala, señalando con el dedo al antiguo miembro de la Guardia Helada. ''No la escucharé de nuevo''.
''Será en otra ocasión'', dijo Olar, encogiendo los hombros con resignación. ''En fin, los Cuervocolmillo clavaron en el chico al menos una decena de flechas. ¿Qué edad tenías entonces? ¿Unos catorce inviernos? No obstante, era un tipo grande, incluso entonces. No el gigante que es hoy, pero ya era grande. Tenía cuatro flechas en su escudo, dos en una pierna, una limpia a través de su antebrazo. Dos en su pecho, una en su hombro y otras en su espalda. Pero siguió peleando, bramando como un elnük encerrado. Derribó a tres Cuervocolmillo antes de que otra flecha lo alcanzara, haciendo que tirara su espada. Aun así, eso no lo detuvo. ¡Se sacó una de las flechas y mató a otros dos Cuervocolmillo con ella! ¡Una de las cosas más graciosas que he visto! Un verdadero Hijo del Hielo. Habría enorgullecido a Serylda''.
''Madre Temeraria'', dijo Hala al instante, sujetando el pálido talismán de Serylda que colgaba de su cuello, junto con el de Avarosa y Lissandra.
''Madre Temeraria'', murmuró Sigvar. Su cara estaba ardiendo, miró hacia abajo, incómodo con los cumplidos de Olar.
''Tienes una noción muy extraña de lo que es gracioso, Puño de Piedra'', dijo Hala, poniéndose de pie. ''Vamos. Es hora de seguir''.
''Perdón por haberme caído'', dijo Sigvar, mientras se reincorporaba y se alistaba para la siguiente fase del descenso. ''Les juro que no dejaré que ninguno de los dos caiga de nuevo''.
''Si caen, será la voluntad de las Tres'', dijo Hala. ''Y si caes y nos llevas contigo, entonces ese también será nuestro destino. Tu juramento no vale nada''.
Pasó junto a él, buscando el mejor lugar para continuar con el descenso. Olar sonrió y le dio una fuerte palmada en el hombro a Sigvar.
''Está bien, muchacho'', dijo. ''Le ocurre hasta a los mejores de nosotros. Si eso es lo peor que atravesaremos, le agradeceremos de rodillas a las Tres''.
Continuaron descendiendo a las profundidades, perseguidos, como siempre, por los aullidos del afilado viento.
Apareció como un espectro saliendo de la neblina. Por un momento, no había nada debajo de ellos, y en un instante, ahí estaba.
El Puente de los Perdidos.
Desde la distancia, parecía que había sido invadido por algún tipo de alga negra o espino voraz. Por supuesto, la idea era absurda, ya que era imposible que floreciera vida en estas profundidades, y era tal el frío que parecía irradiar desde abajo.
No, este cultivo no era como ninguna planta mundana. Era la verdadera antítesis de la vida. Sigvar tenía un nudo de inquietud en las entrañas. Tragó saliva y pudo sentir que su estómago se revolvía. Había escuchado sobre las leyendas y las historias contadas en fogatas de los miembros de la logia que habían hecho este descenso, pero aun así, era angustiante.
Se dejó caer los últimos tres metros, y aterrizó en cuclillas. Sus músculos ardían por el esfuerzo, y sus manos estaban torcidas como garras por sujetar las piquetas. Sin embargo, a pesar de estar agotado, miró con cautela a su alrededor, apenas atreviéndose a respirar, con los ojos muy abiertos.
''No toques nada'', le advirtió Hala.
''Si yo toco algo, se cumple la voluntad de las Tres, ¿no es así?'', dijo Olar. Sigvar no tenía intención de sonreír ante la burla del viejo guerrero.
Hala giró, y sacudió la cabeza. ''Recupera el aliento. Este es el último puente. No podremos hacer ninguna parada antes de que lleguemos al fondo, y el siguiente tramo es el más largo. Que las Tres cuiden de nosotros''.
Tras dejar el exceso de carga, Sigvar caminó hacia el centro del puente, observando su entorno con asombro horrorizado. El viento no era tan intenso en ese lugar, y siseaba a través de las extrañas formaciones de piedra que crecían como un retorcido entramado alrededor de la estructura del puente.
Le costaba trabajo comprender lo que veía, aunque tan solo echar un vistazo le provocaba náuseas.
Gigantescos arcos de lo que parecía ser roca volcánica encerraban el puente, como si explosiones de lava hubieran saltado a lo largo de este, rodeándolo, justo antes de endurecerse repentinamente, en el aire.
Por supuesto, él conocía la historia de ese puente. Lo que estaba encerrado debajo de él había intentado escapar de su encarcelamiento hacía mucho tiempo, mucho después del tiempo de las Tres.
Aquí, la Guardia Helada había peleado contra esa oscuridad, y aquí habían perecido. Y con cada muerte, el poder de Lo Que Habita Debajo crecía. Consumía los cuerpos de los caídos, absorbiéndolos y reutilizándolos para impulsar su gran crecimiento explosivo. Esa era su naturaleza. Podía permanecer inactivo durante miles de años, inerte y aparentemente sin vida, pero bastaba una sola gota de sangre para que despertara de manera repentina y extremadamente violenta.
Lo que Sigvar estaba contemplando, aquellos arcos extraños continuos (que le inducían náuseas) y esas conglomeraciones de detrito deformado, eran los caminos de crecimiento de Lo Que Habita Debajo, que se habían formado en su persecución, de Guardia Helada a Guardia Helada, llevándoselas.
Y de la materia que consumía, cosas nuevas habían surgido.
Había una presión incómoda y exasperante en la mente de Sigvar, que parecía provenir de abajo. Presionó sus nudillos contra sus sienes, intentando aliviar la presión.
De la nada, un recuerdo que había olvidado hacía mucho tiempo surgió repentinamente, como el abatir de murciélagos saliendo de forma abrupta de una cueva. Recordó su infancia, antes de haber sido reclutado por la Guardia Helada. Recordó las arcas de hielo de su tribu; elegantes naves de tres mástiles que recorrían las aguas congeladas con quillas afiladas. Recordó la noche en que sus naves se deslizaron hasta detenerse en el Gran Pináculo. Guerreros de casco negro de la Guardia Helada los esperaban ahí. Sigvar, junto con otros seis niños menores de diez inviernos, fueron elegidos de entre la tribu. Era un gran honor. Y ahí, bajo el sol de medianoche, vio cómo su tribu se alejó navegando. Esa fue la última vez que vio a su familia.
Lo llevaron a la ciudadela, donde se sometió a las Pruebas y lo evaluaron en extenuantes y brutales controles. Uno a uno, los demás niños de su tribu original fueron eliminados, hasta que él fue el único que quedó.
Para ese entonces, él había olvidado por completo a su tribu. Tenía una familia nueva. Una fe nueva.
Él pertenecía a la Guardia Helada.
Una mano se posó sobre su hombro y lo trajo, con un estremecimiento, de vuelta al presente. Estaba sentado, apoyado contra una estatua de piedra fragmentada de un antiguo guardián. No recordaba haberse sentado. Olar estaba inclinado sobre él.
''No te duermas'', dijo el anciano guerrero. ''Aquí abajo, tendrás pesadillas. Y malos recuerdos''.
Sigvar se puso de pie. No había pensado en su antigua tribu en años. Los fragmentos remanentes del sueño se desvanecieron, dejando a Sigvar con una profunda sensación de intranquilidad.
''Llegó la hora'', dijo Hala.
Y así comenzaron su descenso final. Lo único que había debajo de ellos era demencia, frío, oscuridad y temor.
Lo Que Habita Debajo aguardó, al igual que lo había hecho durante milenios.
Mientras más descendían, más oscuro se tornaba el hielo. Vetas oscuras se expandieron a través de él, arañando hacia arriba. Un sonido difuso y crepitante los envolvió; parecía arañar la parte posterior de los ojos de Sigvar. No veía ningún movimiento, pero imaginó que provenía de los perturbadores hilos en el hielo, buscando escapar de ese pozo condenado y alcanzar la superficie...
Sigvar intentó apartar el sonido de su cabeza, invocando las letanías en voz baja, y concentrándose en cada paso de sus crampones, cada golpe de sus piquetas.
El hielo era más desigual en ese lugar, con intersecciones sobresalientes y salvajes, socavadas y rebajadas para atravesar. Por momentos, los tres miembros de la Guardia Helada se veían obligados a continuar solo usando las piquetas, con las piernas colgando precariamente sobre las interminables profundidades mientras seguían su descenso. En dos ocasiones su progreso fue bloqueado, sin tener una forma concebible para bajar, y tuvieron que retroceder hasta que Hala determinara una nueva ruta.
La niebla gélida se cerraba entre ellos, densa y opresiva, de tal manera que Sigvar no podía ver más a sus compañeros. La niebla amortiguaba el sonido incesante y enloquecedor de los rasguños.
Finalmente, un suelo de hielo sólido emergió, sorprendiendo a Sigvar con su abrupta aparición entre la neblina. Hala y Olar descargaron sus paquetes, cuerdas y piquetas, y aguardaron por él. En ese lugar reinaba el silencio. Incluso el crepitar del hielo parecía haber cesado.
''¿Estamos en la base?'', preguntó Sigvar susurrando, generando vaho mientras se despojaba de su equipo.
''Hasta aquí llegamos'', dijo Olar en voz baja. ''Pero el abismo es aún más profundo''.
El guardia helado lo hizo avanzar, mientras señalaba. Se pararon cerca de un precipicio, y Sigvar vio que el abismo caía debajo de ellos, con mayor profundidad.
''¿Cuánto más?'', susurró.
''Nadie lo sabe. Hasta el centro del mundo, y más allá. Probablemente hasta el reino de Lo Que Habita Debajo''.
Sigvar golpeó con uno de sus crampones el hielo bajo sus pies. ''Por poco y pasamos de largo. Si hubiéramos bajado diez metros hacia esa dirección, estaríamos en camino hacia un descenso infinito''.
''Almagélida no nos habría guiado mal'', dijo Olar, poniendo una mano sobre la espalda de Sigvar, llevándolo hacia Hala.
Sigvar se arrodilló, colocando su mano enguantada cerca del hielo. El frío era despiadado, y le provocaba dolor a pesar de estar cubierto por gruesas capas. Además de transmitir solo frío, el hielo irradiaba poder.
''¿Todo esto es... Hielo Puro?'', susurró él, su mirada brillaba con admiración y asombro.
''Así es'', contestó Hala. ''Solo los pocos elegidos lo han visto. El Ojo está sobre ti, Mediocarcaj. Sobre todos nosotros. Estamos bendecidos''.
El Hielo Puro formaba parte de las creencias de la Guardia Helada, venerado como un regalo divino de las Tres. Infundido con el poder elemental ancestral, era más r��gido que el hierro y jamás se derretiría, ni siquiera en la forja más ardiente. Poseer un arma que llevara tan solo una porción de Hielo Puro, como el Martillo de Guerra Hijo del Truenoempuñado por Olar, y las hachas gemelas de Hala, Colmillo Sangriento y Garra Sangrienta, era un honor con un profundo significado religioso. La habilidad de crear tales armas se había perdido hace mucho tiempo; aquellas que permanecían eran reliquias sagradas, llevadas por héroes Hijos del Hielo de mucho tiempo atrás. Sigvar rezaba para un día ser considerado digno de portar una reliquia tan venerable, pero por ahora, su confiable espada de mano y media, forjada en una tierra muy lejana a las heladas tierras, era más que suficiente. Era una buena arma, vista desde cualquier ángulo, y jamás lo había decepcionado.
''Estamos cerca, alabadas sean las Tres'', dijo Hala. ''Avancemos''.
Corrieron a lo largo de la cañada, como una manada, con Hala guiando el camino.
La temperatura de ese lugar era distinta a lo que Sigvar había experimentado, a pesar de haber vivido toda su vida en el páramo de las heladas tierras. A pesar de traer capas de pieles y pelajes, el frío penetraba sus huesos, y cada respiración le provocaba un gran dolor. Su rostro expuesto se cubrió rápidamente por una delgada capa de hielo que se resquebrajaba cada vez que Sigvar parpadeaba. La barba de Olar estaba congelada, tanto que si recibiera un golpe, se rompería por completo. La escarcha recubría sus botas conforme el hielo debajo de sus pies los exigía, y cada paso que daban requería un enorme esfuerzo.
Solo un verdadero Hijo del Hielo podía sobrevivir a esto. Aun así, Sigvar no estaba seguro de cuánto más podría aguantar ahí abajo. ¿Una hora? ¿Probablemente dos? Ciertamente no más que eso.
Hala los mantenía en movimiento. Detenerse habría significado su muerte.
Finalmente, llegaron a una sección donde el abismo se estrechaba, así que solo podían proceder uno a uno por el espacio.
Hala fue primero y Olar indicó que Sigvar debía ser el siguiente.
''No te quedes mirando fijamente'', advirtió Olar. ''No es bueno quedarse mirando''.
''¿A qué te refieres?'', preguntó Sigvar.
Olar solo negó con la cabeza y no dijo más. Sigvar se adentró en la grieta, preguntándose qué habría querido decir el anciano guerrero.
La brecha era angosta y él era considerablemente más grande que Hala. El Hielo Puro lo quemó conforme atravesó, ineludible por todos lados. Tenía tanto frío que estaba convencido de que un golpe de martillo sería suficiente para triturar sus huesos, pero siguió adelante, avanzando centímetro a centímetro, hasta que logró atravesar.
Una grande caverna similar a un cuenco lo aguardaba al otro lado. El hielo debajo de sus pies era más claro, cambiando de opaco a transparente. En el centro de la caverna, el hielo era perfectamente liso, como un espejo oscuro. El suelo del centro era una amplia extensión rodeada de fragmentos gigantescos de Hielo Puro. Lucían como pilares dispuestos en un círculo alrededor del centro abierto, dándole a la caverna la sensación de ser un círculo sagrado de dioses perdidos. Eran nueve los pilares de hielo, y a Sigvar le tomó un momento percatarse del significado del número.
''La Sala de los Nueve'', dijo en reverencia.
Por supuesto que él había aprendido de los Nueve. Eran similares a grandes grilletes, conteniendo a Lo Que Habita Debajo, y se decía que habían sido creados mediante magia perdida hace mucho tiempo. Algunos decían que habían sido los yetis los creadores de los Nueve, pero Sigvar había superado esos cuentos infantiles.
Aún así, sabía que finalmente habían llegado a su destino.
''Nos quedaremos en los bordes, fuera del círculo'', dijo Hala en cuanto Olar se desplazó a través de la estrecha grieta para unírseles. ''No se acerquen al centro del hielo, y no miren hacia abajo''.
Sigvar sabía que Hala lo decía por su bien, y asintió.
''Hay que revisar a cada uno de los Nueve. Yo comenzaré aquí y proseguiré en esa dirección'', dijo Hala señalando el pilar más cercano, y girando hacia la derecha. ''Puño de Piedra, tú comienza aquí y ve en esa dirección. Lleva al niño contigo''.
En cualquier otra ocasión, Sigvar se habría irritado por haber sido llamado niño y por que le asignaran a un encargado de cuidar de él. Se había enfrentado a guerreros trol embistiéndolo, en el invierno más profundo, donde solo podía sentir una inconmensurable felicidad... pero ahora mismo, estaba agradecido de permanecer junto a Olar. Una tensión palpable inundaba el aire, como la tensión que se siente en el instante entre la luz de un relámpago y el estruendo del trueno.
Caminaron hacia los pilares más próximos, y Sigvar hacía un esfuerzo consciente de mantener su mirada por lo alto. Probablemente, alguna vez había sido una cueva cerrada, pero el techo había colapsado hace mucho. Sigvar tenía la impresión de que el colapso había sido ocasionado por algo grande que había sido arrojado desde arriba.
No se atrevía a mirar hacia abajo, pero a pesar de eso, podía ver la oscura sombra debajo del hielo con su visión periférica. Tiraba de él, como si quisiera llamar su atención...
''No mires'', susurró Olar, tal vez porque él mismo sentía la presión.
Hala llegó hasta el primer fragmento de hielo y comenzó a caminar lentamente a su alrededor, mirando atentamente. Olar y Sigvar se acercaron al segundo.
''¿Qué es lo que buscamos?'', preguntó Sigvar en voz baja, forcejeando para evitar que su mirada deambulara hacia el centro del hielo.
''Cualquier cosa que haya cambiado'', contestó Olar.
De cerca, Sigvar podía ver los hilos de oscuridad congelada, atrapados dentro del Hielo Puro. ''¿Cómo sabemos si algo cambió?'', murmuró.
Olar no contestó al principio, y solo entrecerró los ojos mientras analizaba los lados afilados del gigantesco pilar de hielo. Finalmente, gruñó y señaló. ''Hace mucho tiempo, grabaron runas en el hielo, cuando Lo Que Habita Debajo fue desterrado. ¿Las ves aquí?''
Sigvar se acercó aún más y vio pequeñas series de líneas talladas en la superficie, formando escrituras rúnicas. ''¿Qué significa?'', preguntó.
''Significa que el hielo no se ha derretido. Vamos, revisemos el siguiente''.
Se dirigieron hacia él, abrazando el muro izquierdo de la cueva, aún bordeando la extensión abierta del centro.
Sigvar jamás podría explicar con claridad lo que ocurrió después. Recordaba que estaba siguiendo a Olar, permaneciendo cerca conforme se desplazaban hacia el siguiente pilar. Recordaba una fuerte presión incrementándose en su cráneo, y la sensación de movimiento en las esquinas de sus ojos. El silencio pesaba sobre él, opresivo y denso, y todo lo demás parecía volverse confuso, como si repentinamente estuviera rodeado por una neblina que aturdía todos sus sentidos.
Después, estaba parado en el centro del hielo, mirando hacia abajo.
Un inmenso ojo lo observaba, sin parpadear.
El alma de Sigvar retrocedió, gritando en su interior, pero era incapaz de desviar la mirada al estar completamente esclavizado por el gigantesco ojo sin párpado.
Probablemente había seis metros de hielo sólido separándolo del sombrío monstruo, pero no era suficiente. Era imposible ver con claridad, pero Sigvar tenía la impresión de haber visto unas extremidades oscuras y enroscadas, como tentáculos, que rodeaban al gran ojo. Habría eclipsado incluso al mayor de los leviatanes titánicos que nadaban en las profundidades insondables, debajo de los témpanos de hielo. Una criatura de tal tamaño no debería existir.
Y no estaba muerta. Había vida y una vasta e inimaginable inteligencia en esa mirada.
Miró a Sigvar. La mirada se clavó el él, a través de él, y sintió cómo su cordura empezaba a deshacerse, como el carrete de un hilo arrojado en la noche. El estómago de Sigvar era un nudo que se tensaba cada vez más, y sombras oscuras se enroscaban en su visión, retorciéndose y serpenteando, amenazando con...
Una mano lo agarró por el cuello, tirando de él hacia atrás. Se tropezó, y sus botas se agitaban y se resbalaban conforme era arrastrado fuera del círculo, hasta que fue arrojado bruscamente sobre el hielo, un poco más allá. Se puso de pie, las sombras y las formas aún deambulaban su mente.
Débilmente, Sigvar percibió que Olar estaba parado frente a él, sujetando sus pieles con un puño apretado. Hala estaba cerca, arrodillada, rezando frenéticamente.
Las sombras retorcidas aún se movían en los bordes de su visión, y su cabeza se sentía pesada, llena de una niebla sofocante. Involuntariamente, su mirada comenzó a dirigirse hacia el centro del hielo, hacia atrás, hacia...
Olar lo golpeó con fuerza en la mandíbula, provocando que su cabeza regresara drásticamente. ''No. Te atrevas. A. Mirarlo''.
Sigvar parpadeó, sintiendo un poco más de claridad en su mente, y asintió.
''Hala, él no tiene la fuerza necesaria'', dijo Olar, con el puño preparado. Todo el humor que su mirada reflejaba se había desvanecido, y había sido reemplazado por un intenso e implacable escalofrío. ''Él debería regresar''.
''¡No!'', dijo Sigvar. ''Yo... estoy bien''.
''Él debería regresar'', repitió Olar, mirando a Hala. Ella terminó sus súplicas apresuradas y se puso de pie, estrechando la mirada para analizar a Sigvar.
''Estoy bien. Puedo hacerlo'', les aseguró a ambos.
''Si vuelve a flaquear, mátalo'', dijo Hala. ''Vayan. Revisen los pilares''.
Ella se dirigió al siguiente, haciendo crujir el hielo.
''No me obligues a hacerlo'', gruñó Olar a Sigvar. ''No quiero tener que transportar tu cuerpo de vuelta''.
No se podía dejar ningún cadáver ahí, por miedo de que sirviera para provocar el crecimiento de Lo Que Habita Debajo. De cualquier forma, la subida de regreso sería muy complicada, y Sigvar no podía imaginar lo difícil que debía ser tener que además sacar un cuerpo de ahí.
Recordó que Olar tuvo que cargar dos cuerpos en sus últimas dos subidas. Su respeto por el anciano guerrero se intensificó.
''No miraré'', juró Sigvar, manteniendo los ojos fijos en él. ''Vamos''.
Olar gruñó, y le indicó a Sigvar que tomara la delantera.
En el siguiente pilar ubicaron la runa casi al instante. ''Aquí'', dijo Olar, señalándola.
Los bordes de ese grabado eran afilados, tanto que podría haber sido grabado hace una hora, y no miles de años atrás. Esa era una buena señal. Significaba que durante todo ese tiempo el hielo no se había derretido.
''Tú te encargas de este'', dijo Olar conforme se aproximaban al siguiente pilar, sobresaliendo del suelo en un ángulo agudo. ''Yo revisaré el siguiente. No me decepciones, chico''.
Sigvar asintió y el guerrero se marchó a inspeccionar el fragmento. Era negro casi en su plenitud, y al mirarlo, las sombras al borde de su visión parecían regresar, aparentando que había cosas moviéndose dentro del hielo.
Sacudió su cabeza, caminando alrededor del pilar, con los ojos enfocados en encontrar una runa, de arriba abajo, pero sin conseguir resultados. Todas las superficies anguladas estaban completamente lisas. Frunciendo el ceño, dio una segunda vuelta, y esta vez avanzó más lentamente.
Pero siguió sin encontrar nada.
Echando un vistazo hacia los otros, vio que Hala y Olar estaban por encontrarse, ya que solo les faltaban los últimos dos pilares.
''Vamos'', dijo para sí, parpadeando con fuerza. ''Concéntrate''.
Dio una tercera vuelta alrededor de la circunferencia. Aún nada.
En ese momento, Hala y Olar se dirigían hacia él, con una expresión desalentadora. Cuando volvió a mirar el pilar, podría jurar que vio una gota de agua deslizándose por un costado... pero seguramente eso era imposible. Entrecerrando los ojos, se inclinó hacia delante.
Mirando de cerca, pudo ver que el hielo estaba cubierto de humedad. Los bordes del fragmento eran menos definidos que en los otros pilares, desafilados y redondeados. Estaba sorprendido de no haberse percatado antes. Aun así, no se sintió alarmado, ni siquiera cuando vio el destello del movimiento dentro del Hielo oscuro. Una sensación de tranquilidad antinatural inundó su ser.
Tenuemente, escuchó un grito a sus espaldas, pero apenas le era perceptible. El sonido era ahogado, como si proviniera de muy lejos. No le prestó importancia. Lo único que importaba era la oscuridad en el hielo delante de él. Lo invocaba, le susurraba, pidiendo que se acercara más. Las sombras ya no se limitaban a la periferia de su visión; ahora eran todo lo que él veía. Él estiró su mano...
Una mano sostuvo la suya. Era la mano de Hala. Lo lanzó hacia atrás, impactando contra el hielo casi a tres metros de distancia.
Con horror, reconoció la oscuridad que se agitaba dentro del pilar de hielo, forcejeando para liberarse. Apuñalaba desde dentro, esforzándose por romper su prisión. Sigvar se percató de que la oscuridad había intentado llegar hacia él.
Hala tenía los ojos cerrados, con una mano extendida sobre el punto débil en el hielo, donde la oscuridad atacaba. Con la otra mano aferraba su talismán de Lissandra. Ella vociferó un catequismo de fe, y su mano extendida comenzó a brillar con luz fría. Nuevos cristales de hielo se empezaron a formar sobre la superficie del pilar.
No sería suficiente. Lo que Hala hacía surgir a través de su oración no era Hielo Puro. Ya nadie tenía la habilidad para crearlo.
Una telaraña de grietas se formó en la superficie, conforme la oscuridad de adentro intensificaba su ataque. Como tenía los ojos cerrados, Hala no lo vio, y Sigvar se encontraba demasiado lejos, aun así, se puso de pie y desenvainó su espada.
De pronto, Olar estaba en el hombro de Hala, sujetando a Hijo del Truenocon ambas manos. Justo cuando la oscuridad alcanzaba la superficie del pilar, aproximándose a Hala con la velocidad de un rayo, Olar la empujó a un lado.
Su martillo de guerra golpeó el tentáculo de oscuridad con un crujido ensordecedor. Sin embargo, no era el único: tres tentáculos más surgieron por la ruptura.
¡Puño de Piedra!'', gritó Sigvar. Él se abalanzó hacia delante, pero fue muy lento. Todos lo fueron.
Olar se tambaleó hacia atrás, haciendo a un lado a uno de los tentáculos con un movimiento de Hijo del Trueno, pero no logró detener a los otros dos. Se adentraron en la piel de Olar con deleite; uno, perforando la carne de su hombro izquierdo, el otro por el costado de su cuello, de manera profunda.
Los músculos de Olar Puño de Piedra se expandían y deformaban mientras los tentáculos sobrenaturales se retorcían en su interior. Sus venas se volvieron negras, claramente visibles a través de su pálida piel, y cayó sobre sus rodillas. Sigvar intentó atraparlo, pero Hala lo detuvo.
''¡No!'', gritó ella. ''Se apoderará también de ti''.
Con lo último que le quedaba de fuerza, Olar arrojó a Hijo del Trueno hacia ellos, deslizándolo por el hielo. ''¡Váyanse!'', jadeó. ''¡Alerten... a la... ciudadela!''
''¡Toma el martillo!'', le gritó Hala a Sigvar.
''No podemos dejarlo...''
''Es demasiado tarde. Él ya no está con nosotros''.
Sigvar observó horrorizado e impotente cómo Olar era consumido. El guerrero de la Guardia Helada estaba temblando, y la mayor parte de su piel ahora tenía horribles sombras negras y moradas, como un hematoma. Más de una decena de tentáculos lo atravesaron, estableciendo una conexión con la oscuridad dentro del hielo.
''¡Toma el martillo, Mediocarcaj!'', repitió Hala.
Sigvar envainó su espada y tomó a Hijo del Trueno, preparándose para sentir dolor. Lo hizo jadear, la intensidad de su frío transcurría rápidamente por sus brazos hasta su corazón, por poco haciendo que se detuviera, pero él no se resistió. Lo aceptó, convirtiéndose en uno con él.
Una forma rastrera, surcada y segmentada, como un insecto, comenzó a extenderse por la carne de Olar. Se endureció, como roca volcánica enfriándose. Una enfermiza luz morada comenzó a palpitar en su interior, como un segundo latido de corazón, irradiando a través de su carne.
Horrorizado y asqueado, Sigvar se dio cuenta de que algo estaba creciendodentro de Olar.
Con un grito de angustia, Hala lanzó a Garra Sangrienta, haciendo que el hacha girara de extremo a extremo por los aires. Se incrustó entre los ojos de Olar, asesinándolo al instante. Era un acto de piedad, pero aun así, Sigvar se entristeció de ver a una leyenda de la Guardia Helada encontrarse con un final tan innoble.
De inmediato surgió hielo sobre el cadáver de Olar, extendiéndose desde donde se había incrustado Garra Sangrienta. Una escarcha crepitante pronto recubrió su cabeza, pecho y brazos. El poder del Hielo Puro parecía frenar el consumo, los tentáculos se volvían lentos y perezosos, y la morada luz de su interior moría.
''¿Se detuvo?'', susurró Sigvar.
''Por el momento, tal vez''.
''¿Y tu hacha?''
''La dejaremos'', dijo Hala, hablando a un ritmo acelerado. ''Con la bendición de las Tres, Lo Que Habita Debajo será contenido, pero no hay manera de saber por cuánto tiempo. Debemos irnos. Ahora''.
Sigvar no le discutió. Comenzó a retomar el camino, rodeando los bordes del círculo con su piqueta, pero Hala lo detuvo.
''Demasiado lento'', vociferó. ''Debemos atravesar por la mitad. ¡Vamos!''
Sigvar se paralizó, renuente a avanzar por el hielo abierto, pero en cuanto Hala tomó la delantera rápidamente, él dio un primer paso, a regañadientes. Obligándose a no bajar la mirada, la siguió, con cautela al principio, y después aumentando la velocidad. En cualquier momento, esperaba sentir movimiento debajo de él, conforme la atrapada criatura, inmensa y horrible, despertaba de su eterno letargo.
Podía sentir su fuerza maligna ejerciendo sobre él, forzándose en su consciencia, como tentáculos que se aferraban. Lo estaba observando... el gigantesco ojo sin párpado, acechándolo desde abajo. El impulso de mirar hacia abajo lo superaba. Sigvar se aferró con más fuerza a Hijo del Trueno, apretando los dientes por el doloroso frío.
Mantuvo la mirada centrada en Hala, mientras recitaba en voz baja las letanías. ''No huyas del dolor, pues el dolor es vida y su ausencia significa la muerte. Deléitate con su caricia. Acéptalo''. Incluso cuando se tropezaba, se resistía a mirar hacia abajo. Cada paso le representaba un gran esfuerzo, como si estuviera corriendo a través de una ventisca. Podía sentir que el ojo lo acechaba, le susurraba y lo invocaba. Comenzó a decir las bendiciones alzando la voz, para ahogarlo.
Logró atravesar, y jadeó para recuperar el aire conforme la presión sobre él disminuyó. Hala estaba ahí, instándolo a avanzar. Ella lo empujó hacia delante, hacia el estrecho desfiladero que marcaba su salida.
Justo antes de atravesar por completo, Sigvar echó un vistazo hacia atrás.
¿Acaso vio la luz morada dentro del cadáver congelado de Olar? No tenía tiempo para verificarlo, pues Hala lo empujaba con urgencia para atravesar. ''Vamos, vamos'', dijo ella.
No había tiempo para recorrer el pasaje con cautela. Sigvar siguió adelante, presionándose contra el hielo, indiferente al dolor. Al otro lado, los dos corrieron por el barranco, apresurándose hacia donde habían descendido por el muro de hielo.
''¡Debemos... alertar... a la ciudadela!'', resopló Hala mientras corría. ''Los Nueve... están expuestos. Las cadenas... que contienen a... Lo Que Habita Debajo... se debilitaron. Todos los otros sitios... ¡Hay que revisarlos! ¡Hay que reformar... el hielo!''
Encontraron el equipamiento de escalada que habían dejado atrás, respirando con dificultad.
''¿No deberíamos quedarnos a combatirlo?'', jadeó Sigvar.
''El Vigilante solamente despertará... cuando todos los pilares sean vulnerados'', dijo Hala. ''Garra Sangrienta debería retener a cualquier otra criatura inferior''.
''¿Y si no lo hace?''
''Entonces, la mataremos'', dijo Hala. ''Pero es necesario alertar a la ciudadela. Al menos uno de nosotros debe regresar. Deja todo lo que no necesites''.
Con cierta renuencia, Sigvar se quitó el escudo de los hombros y lo apoyó contra el muro de hielo. Su espada enfundada se unió al escudo y Hala lo ayudó a sujetar a Hijo del Trueno a su espalda. Se ataron, aseguraron sus piquetas y comenzaron el largo ascenso hacia la cima.
Y durante todo ese tiempo, él sentía al gigantesco ojo en el hielo, mirando hacia arriba.
La carcasa que había sido Olar Puño de Piedra se abrió abruptamente con una rasgadura y un ente pálido se derramó hacia delante, como una cascada de icor silbante y extremidades fragmentadas.
Se enderezó, inestable, clavándose al hielo con garras del tamaño de dagas. Una cola afilada se desplegó detrás de él. Levantó su cabeza; estaba repleta de colmillos óseos y espinas que sobresalían, revelando una luz ardiente de color morado en su corazón. Las secciones de su exoesqueleto, flexibles y esponjosas, se cerraron como protección alrededor de su corazón y comenzaron a endurecerse.
Tenía un color blanco enfermizo, carente de matices, pero su piel se oscureció rápidamente, como si tuviera una reacción con el aire. Los ojos de la criatura se abrieron para mirar el mundo helado donde había nacido: doce pinchazos de luz morada y ardiente estaban reunidos en tres núcleos.
Levantó por lo alto su cabeza, y profirió un grito de nacimiento desde su garganta.
Hala y Sigvar se encontraban a mitad del camino hacia el Puente de los Perdidos cuando escucharon el grito inhumano. Resonó a través de la neblina que los rodeaba. Era imposible saber con certeza de qué dirección provenía o qué tan cerca se encontraba.
''Sube más rápido'', fue lo único que dijo Hala, y ambos incrementaron el ritmo, sacrificando la seguridad por velocidad. Sus piquetas se adentraron en el hielo en una ráfaga salvaje, y se impulsaron hacia la cima con patadas poderosas, los crampones adentrándose en el hielo ferozmente. Sigvar seguía mirando hacia abajo, a la espera de un horror innombrable que emergiera de las profundidades, en cualquier instante...
Y después, justo cuando el espectro del Puente de los Perdidos apareció entre la niebla de arriba, emergió.
''Almagélida'', siseó, y Hala dirigió la mirada hacia abajo.
''¡Muévete!'', gritó, con los ojos estrechos.
Escalaron con desesperación. Si esa... cosa los alcanzaba antes de que llegaran al puente, estarían completamente indefensos. Sigvar miró hacia atrás una vez más y vio cómo la criatura se dirigía hacia ellos. Ascendía con movimientos viles y sinuosos, con múltiples extremidades afiladas que se clavaban en el hielo a una velocidad frenética. Con grupos de ojos brillantes y ardientes, la criatura chilló. Era el sonido del acero chocando contra acero, y sus mandíbulas chasqueaban.
Hala logró llegar al puente primero. Se dio la vuelta y se inclinó hacia Sigvar con su agarre de hierro, y lo arrastró por el borde. Cuando Sigvar logró ponerse en pie, ella ya había desatado sus sogas, y tenía a Colmillo Sangriento preparado. Con la otra mano, Hala sostenía una de sus piquetas. Era un mediocre sustituto de Garra Sangrienta, pero tendría que ser suficiente.
Sigvar dejó sus piquetas y se dispuso a desatar a Hijo del Trueno de su espalda, pero Hala lo detuvo. ''No'', dijo ella. ''Sigue ascendiendo''.
''Yo lo enfrentaré con...'' comenzó él, pero ella lo detuvo con la mirada.
''Tú escalarás, Mediocarcaj'', dijo ella, apuntándolo con Colmillo Sangriento. ''Sin discusión''.
''Pero...''
''¡Obedece!'', Hala bramó. ''Sube. Alerta a la ciudadela''.
''Pero debería ser yo quien...''
''¡Ve!'', rugió ella con tal furia que Sigvar retrocedió. ''Ve, Mediocarcaj'', dijo ella con más calma. ''Si es la voluntad de las Tres, me uniré a ti en breve''.
Con gran renuencia, él tomó sus piquetas y comenzó a escalar, mientras que Hala se puso de rodillas para rezar, con los ojos cerrados.
Él se encontraba diez metros arriba, en el muro, cuando la criatura alcanzó el borde del puente. Miró hacia arriba, sus ojos se concentraron en Sigvar, y comenzó a moverse para alcanzarlo.
''¡Aquí, bestia inmunda!'', lo llamó Hala, poniéndose en pie para enfrentarlo. ''¡Ven a mí y déjame acabar contigo, por la voluntad de las Tres!''
Sigvar observaba, impotente. La criatura dejó de prestarle atención, concentrándose en Hala, y brincó hacia ella con una velocidad indescriptible.
Ella rodó debajo del impacto de su extremidad, sus garras se blandieron por el aire a tan solo poco centímetros sobre ella. Ella incrustó a Colmillo Sangriento profundamente en su costado cuando se acercó, provocando un estallido de vísceras humeantes y un terrible chirrido. Después, ella lo golpeó con su piqueta, pero rebotó en la carcasa endurecida de la bestia, sin herirla.
Ella se alejó, girando fuera del alcance del monstruo, mientras él volvía a embestir contra ella.
Hala lo atacó dos veces más, cortando una de las extremidades de la vil criatura y dejando una profunda herida en el costado de su cabeza, pero esta tenía una velocidad anormal. Cuando el hacha de Hala estuvo lista para atacar de nuevo, se abalanzó hacia delante y una de las extremidades afiladas de la criatura penetró su antebrazo, haciendo que dejara caer a Colmillo Sangriento, con un silbido de dolor.
Ella arremetió contra el rostro de la criatura con su piqueta, pero lo único que consiguió fue eliminar a algunos de sus ojos. Su brazo seguía atravesado por la criatura. No podía escapar.
Con un rugido, Sigvar retiró sus piquetas del hielo, y se impulsó hacia abajo. Cayó por diez metros antes de aterrizar, con las rodillas dobladas y las manos extendidas para mantener el equilibrio, justo al lado de Hala. El suelo congelado se resquebrajó por el impacto, y él rodó con fuerza, sin aire en los pulmones.
Ya tenía a Hijo del Trueno en sus manos cuando la criatura se enfocó en él. Intentó retirar sus garras de Hala, pero ella se aferró a esta, manteniéndola atrapada, incluso aunque forcejeaba.
''¡Ataca, Mediocarcaj!''
Sus fauces se abrieron de forma increíblemente vasta, dejando expuestas filas de colmillos dentados, y gritó desafiante mientras Sigvar empuñaba a Hijo del Trueno para dar un golpe letal.
El inmenso martillo impactó contra la cabeza de la criatura, destrozando la mitad y mandándola por los aires, con una explosión de frío y un estruendo, como el de un rayo. La bestia, llena de odio, embistió contra la barandilla del puente y trató de ponerse de pie, pero se tambaleó mientras la luz morada de su corazón desfallecía.
Con un bramido, Sigvar embistió al monstruo mientras intentaba recuperarse. Chilló, pero no pudo hacer nada para evitar el ataque. Esta vez, Hijo del Trueno lo impactó directamente en el pecho, destrozando su exoesqueleto y desgarrando lo que protegía su resplandeciente corazón. Mientras la bestia surcaba el borde del puente, agitándose violentamente, su corazón se oscureció y murió.
Después, fue consumida por la neblina, hasta desaparecer.
''Eso fue... temerario...'', dijo Hala. Estaba desplomada en el suelo, su herido brazo colgaba a su lado. Su piel estaba pálida, más pálida de lo normal, y sus ojos estaban hundidos y oscuros.
''O tal vez fue la voluntad de las Tres'', contestó Sigvar, desplazándose a su lado y cayendo sobre sus rodillas.
''Tal vez'', concedió ella, esbozando una débil sonrisa.
Utilizando un cuchillo, Sigvar cortó la manga ensangrentada del brazo lastimado de Hala. La carne alrededor de la herida era oscura y humeante. La oscuridad comenzaba a esparcirse por sus venas. Ambos sabían qué podía ocurrir si la oscuridad se esparcía aún más.
''Usa a Colmillo Sangriento'', dijo Hala. No había señal de miedo en su voz. ''Apunta bien'', añadió, tocando el centro de su pecho.
Sigvar levantó a Colmillo Sangriento, calibrando su peso. El hielo irradiaba desde su empuñadura sobre sus manos, pero apenas lo distinguía.
''No se ha extendido más allá de tu brazo'', dijo él. ''Probablemente no...''
Hala lo miró fijamente, con ojos tranquilos y carentes de miedo. Después, ella asintió.
''Hazlo'', dijo.
Durante tres días, Sigvar escaló.
Y durante tres días, sintió al maligno ojo de las profundidades, viéndolo.
Sintió el hambre voraz en esa mirada, mordiéndolo, devorando su determinación, pero él continuó.
Obediente y sin quejarse. El hielo no ruega por piedad, ni la ofrece. Nosotros tampoco.
Mientras que el hambre del ser ancestral era palpable, Sigvar se percató de que no había una emoción verdadera en él. No sentía enojo, ni odio, ni rencor ante su destino. Era desapasionado, indiferente, incognoscible... y paciente. De alguna manera, eso lo hacía aún más terrorífico.
Tampoco estaba solo. Sigvar no tenía idea de cuántos Vigilantes más yacían atrapados en la profundidad del Abismo de los Lamentos, pero conforme subía, sintió otras miradas concentradas en él, siguiendo su avance.
Finalmente, llegó al Puente de los Pesares. Solo que ahora, mientras subía desde el gran abismo, por fin se movía más allá de su mirada.
Hala Almagélida estaba atada a su espalda. Sus ojos estaban cerrados, y su respiración era débil, pero seguía con vida. Su brazo izquierdo había desaparecido por debajo de su hombro, pero su manga no estaba ensangrentada. El núcleo del Hielo Puro de Colmillo Sangriento había cauterizado la herida con eficacia. Llevarla había sido agotador y había hecho que el ascenso fuera mucho más complicado, pero esa era su labor, y la había realizado sin queja alguna.
Tras detenerse unos segundos para recuperar el aliento, Sigvar pisó con fuerza el puente hacia la ciudadela. Tenía la sensación de que habían pasado años.
El camino estaba oscurecido por una fuerte tormenta de hielo, así que no podía ver más allá de diez metros. Conforme los muros emergieron de la tormenta ante él, pudo ver a una sombría figura aguardándolo.
Ralakka Lenguabífida, Padre Escarchado de los Guardianes, se apoyó con fuerza en su báculo. Sigvar observó la oscura punta del báculo mientras se detuvo ante la puerta y se percató del fragmento de hielo que pendía del cuello del sacerdote.
Este los observó, inquieto. Ahora sabía de dónde provenían.
''Pocos de tus hermanos han vislumbrado la oscuridad que hay debajo, como nosotros'', dijo el anciano sacerdote. ''Tu entendimiento de la fe es mucho más profundo ahora, pero aún te falta mucho por aprender''.
Sigvar asintió, aceptándolo. Después, Lenguabífida miró a Hala, quien yacía inconsciente atada a la espalda de Sigvar, y se desplazó hacia atrás, buscando.
''¿Puño de Piedra?'', preguntó, y Sigvar solo le respondió negando con la cabeza. Estaba demasiado exhausto para decir algo más. ''Del hielo nacemos, al hielo volveremos'', dijo el Sacerdote Helado, tocando el centro de su frente como reverencia.
''Se está derritiendo'', consiguió decir Sigvar. ''Uno de los Nueve. Algo emergió''.
''Los Vigilantes se mueven...'', dijo el sacerdote, abriendo los ojos... probablemente asombrado, probablemente temeroso.
Sigvar solo asintió, con la respiración entrecortada. Su fuerza prodigiosa estaba cerca de fallarle.
''Nuestra señora venerada, la Señora del Hielo y Oscuridad debe ser informada'', dijo el sacerdote. Las inmensas puertas de la ciudadela se abrieron y las sombras dentro de ella lo llamaban. ''Vamos, Hijo del Hielo. Debemos prepararnos para lo que se avecina''.
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gamercitymagazine · 8 years ago
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Guía de campeón Shaco
Guía de campeón Shaco: Shaco, el bufón siniestro Uno de los personajes más siniestros y misteriosos de todo Valoran. Existen rumores que afirman que Shaco, no es de este mundo, sino es in ser oscuro invocado de otro mundo retorcido. En esta guía de campeón Shaco, discutiremos su rol principal en jungla, las habilidades de este siniestro personaje, cómo aprovechar al máximo sus habilidades, su build y sus counters en la jungla y algunos consejos para acechar, eliminar a los campeones enemigos con una gran carcajada y una sonrisa en el rostro de Shaco.
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   Guía de campeón Shaco Habilidades:
En esta sección de la guía de campeón Shaco discutiremos a cerca de las habilidades de Shaco y cómo explotar todo su potencial. Debido a que nos centraremos en el rol de jungla el orden de maximización y el orden para adquirir las habilidades serán diferente al de las otras líneas. Nos aseguraremos de dar consejos y estrategias para aprovechar las habilidades de Shaco y cómo aprovechar esta posición para apoyar a todo el equipo con roaming  y tener un gran impacto en la partida ya que el set de habilidades de Shaco están hechas para la junga. Iniciemos esta sección de la guía de campeón de Shaco. Recuerda que Shaco puede hacer ganks inesperados, pero pueden ponerle en situaciones peligrosas, así que apóyate con tus aliados para evitar esas situaciones.
Pasiva, Puñalada en la Espalda (Backstab): Al atacar a una unidad por la espalda Shaco da un golpe crítico. Las unidades no pueden recibir más de una puñalada en un breve periodo de tiempo (el enfriamiento de la pasiva), pero esto va cambiará según los objetos que den reducción de enfriamiento a sus habilidades. Esto nos dará gran potencial de daño contra campeones enemigos como contra monstruos de la jungla.
Q, Engaño (Deceive): Shaco se vuelve invisible y salta hacia una distancia seleccionada en un corto radio durante unos segundos, el tiempo que dura la invisibilidad va subiendo según el nivel en el que tengamos esta habilidad, será la segunda habilidad en obtener y la segunda en maximizar. Shaco puede utilizar todas sus habilidades mientras está invisible sin perder su invisibilidad. Esto será indispensable para el momento de hacer ganks. Pero ten cuidado porque puedes terminar entre dos enemigos y su torreta. Es mejor que te apoyes con tus compañeros para poder hacer un gank efectivo sin salir perjudicado. Con esta habilidad podemos sacar provecho de la pasiva. Nos da la oportunidad de colocarnos tras el enemigo y dar un golpe crítico. Recuera que las torretas enemigas pueden delatar tu posición y te dañarán si pasas por su área de alcance. El adc enemigo es de los campeones más vulnerables en los primeros niveles, así que intenta aprovechar esto en niveles bajos y poder sacar ventaja al equipo enemigo.
W, Caja Sorpresa (Jack in the Box): Esta será la segunda habilidad más importante para Shaco en la jungla. Sera la primera habilidad en adquirir y la última en maximizar. Shaco es de los pocos campeones que puede limpiar la jungla por sí solo no necesita mucho apoyo de su equipo para lograr vencer campamentos en la jungla. Shaco crea una caja sorpresa y la oculta. Al activarse esta caja, atemoriza a los enemigos cercanos y los ataca. Esta caja se activa cuando un enemigo pasa cerca de ellas. Para aprovechar al máximo esta habilidad, coloca una caja sorpresa al segundo 42, otra en 1.10 minutos y na última en 1.30 minutos así podrás limpiar campamentos en tiempo record, sin ayuda de los miembros de tu equipo y sin recibir daño, lo cual favorece a las líneas aliadas para aprovechar el farm al máximo.
E, Veneno de Doble Filo (Two-Shiv Poison): Esta será la tercera habilidad en obtener y la tercera en maximizar Esta habilidad cuenta con una pasiva y una activa. Las dagas de Shaco envenenan de forma al impactar contra un enemigo reduciendo su velocidad de movimiento. La daga hará daño adicional según la vida faltante del enemigo. Pasiva, antes de que veneno de doble filo esté listo, los ataques básicos de Shaco aplican veneno de doble filo por dos segundos y reducen la velocidad de movimiento del objetivo. Activa, Shaco lanza un cuchillo que aplica veneno de doble filo durante tres segundos y causa daño mágico. Si utilizas esta habilidad mientras tu Q esté activa, terminará inmediatamente el efecto de Q. Este será el único proyectil que Shaco tiene en su disposición. Así que piensa dos veces antes de lanzarlo pues lo puedes utilizar más adelante y los efectos pasivos que este aplica, son de mayor utilidad en una pelea y contra los enemigos de la jungla.
R, Alucinación (Hallucinate): Shaco crea un doble de él, el clon puede atacar a enemigos cercanos y a torretas enemigas. Al morir o acabar su tiempo, crea tres cajas sorpresa que atacan y dañan a los enemigos cercanos. Esta habilidad será la cuarta en obtener y la primera en maximizar, pon un punto en esta habilidad cada vez que sea posible. Al activar esta habilidad Shaco desaparece momentáneamente lo que le permite esquivar ataques enemigos y lo hace intangible. Puedes evitar otras habilidades máximas utilizando la tuya. Recuerda que el clon creado por esta habilidad tiene todos los efectos de objetos que poseas al activarlo. Por ejemplo el efecto de Tiamat, ángel guardián no aplica en este caso. Puedes usar esta habilidad antes de salir de engaño y así confundir más enemigo ya que para él ambos Shacos son iguales. Puedes manejar el clon presionando la tecla de “alt” y dirigiéndolo hacia donde lo desees y atacando a quien desees mientras te ocultas o atacas por otra dirección.
Esto concluye esta sección de la guía de campeón Shaco, esperamos te sea de utilidad.
Guía de campeón Shaco Build:
En esta sección de la guía de campeón Shaco discutiremos los distintos objetos que ayudarán a Shaco durante la partida. Habrá objetos que serán situacionales y otros que serán parte de la build en cada partida.
Objetos Iniciales (Starting Items):
Machete del cazador (Hunter’s Machete): Esto nos otorga daño adicional contra los monstruos de la jungla, el robo de vida que proporciona ayudará a limpiar la jungla rápido antes de hacer el primer regreso al nex., Shaco hará gran daño gracias a Caja Sorpresa y este objeto dará sustain en jungla sin mencionar la experiencia extra que este nos da.
Poción de vida (Potion): de no comprar la perla de rejuvenecimiento, la poción será el ítem que se compra en su lugar, esto es por si no tenemos mucha experiencia en la jungla y recibimos mucho daño por parte de los monstruos.
Ward: Para mantener nuestra jungla vigilada de los campeones enemigos que no posean invisibilidad como pasiva o como alguna de sus habilidades. Serán de gran utilidad si decides eliminar a un dragón solo.
Poción reutilizable: Esta poción contiene dos cargas que regenerarán vida por 125 puntos en 12 segundos y se rellenan cada vez que se regresa al nexo. Sustituye la poción de vida normal por esta si lo crees conveniente.
Objetos Base (Core Items):
Sable del Escaramuzador con encantamiento navaja de sangre (Skirmisher’s Sabre Bloodrazer): es el objeto base para jungla con Shaco ya que nos proporciona robo de vida y hace daño verdadero.
Fuerza de trinidad (Trinity Force): Nos otorga velocidad de ataque, velocidad de movimiento lo cual hace que Shaco pueda realizar un gank rápido, daño de ataque, maná, vida y reducción de enfriamiento en nuestras habilidades. Esto combinado con la habilidad Q puede resultar en ganks sumamente efectivos y letales.
Placa del hombre muerto (Dead Man’s Plate): Nos da armadura y vida lo cual hace que Shaco resista más en combate. Adicional su pasiva nos otorga velocidad de movimiento para realizar un mayor salto con opresión infinita. Junto con Caja Sorpresa, Engaño y la velocidad que esta brinda, hará sumamente rápida a Shaco.
Hidra Titánica (Titanic Hydra): Perfecto para atacar a enemigos solitarios y realizar la mayor cantidad de daño posible e inclusive eliminarlos en combate gracias a la activa de Hidra Titánica. Adicional da un 100% de regeneración de vida básica y aumenta nuestro ataque.
Botas de Rapidez (Boots of Swiftness): Este objeto es para aumentar la distancia de opresión infinita. Brinda resistencia a la ralentización en 25% y aumenta nuestra velocidad de movimiento. Esto nos dará mayor velocidad para desplazarnos por la jungla mientras se limpian los campamentos.
Grebas de Berserker (Berserker’s Graves): Nos brindan un poco más de daño a comparación de las Botas de Rapidez, sin embargo nos dejan sin opciones de escape.
  Objetos Situacionales (Situational Objects):
Espada del Rey arruinado (Blade of the Ruined King): En este caso este objeto nos es útil debido al robo de vida y el robo de velocidad de ataque que proporciona su activa, para así derrotar rápidamente a los campeones AP. Esto sumado al daño que Shaco posee, nos brindará aún más resistencia en el combate. Esto hará que tus habilidades hagan aún más daño, en especial tu E y W.
Filo de la Noche (Edge of Night): Si estás pensando en hacer una build de letalidad este es el objeto perfecto para empezarla. Recuerda que debes tener una página de runas de letalidad para que este objeto tenga mayor impacto en la partida.
Guía de campeón Shaco Counters:
Esta sección de la guía de campeón Shaco será dedicada a los campeones counter que encontraremos en la jungla, cómo lidiar con ellos de la manera más segura.
Jax: En late game es uno de los counter más peligrosos que podrás encontrar, por eso debes aprovechar el early game de Shaco, ya que en ese punto es más fuerte que Jax, puedes intentar robar su jungla y si lo ves débil, puedes intentar derribarlo para así negarle experiencia. Como hechizo de invocador contra Jax puedes elegir extenuación.
Graves: Debes de intentar invadir su jungla al inicio de la partida, así le negarás experiencia y evitarás que sus ganks en el juego temprano. Si dejas que crezca, Graves no tomará poco daño de tus habilidades y te hará mucho daño con las suyas. Intenta cotra gankear la línea en donde él esté y apóyate de tu equipo para derrotarlo. En las team fights evítalo e intenta eliminar al adc enemigo lo antes posible.
  Shyvana: El daño que te hará opacara todas tus habilidades y hará la jungla antes que Shaco. Sin embargo es débil en hacer ganks antes de nivel 6. Tu R, puede esquivar la R de Shyvana, pero en combate cuerpo a cuerpo, ella te hará más daño en menor tiempo, así que no intentes pelear contra ella en un 1 vs 1, pues te ganará fácilmente. Puedes intentar robar su jungla y derrotarla cuando esté débil por el daño hecho por los monstruos de la jungla, pero asegúrate que esté sola, de lo contrario serás presa fácil.
Esperamos que esta guía de campeón Shyvana te sea de utilidad, deja tus comentarios abajo..
Para ver la entrada completa haz clic aquí: Guía de campeón Shaco - De nuestro Blog www.gamercitymagazine.com.
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gamercitymagazine · 8 years ago
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Guía de campeón Shyvana
Guía de campeón Shyvana : La hija mestiza de la unión de un humano y un dragón. Originaria de Demacia y con un ardiente fragmento de runa por corazón, Shyvana tiene apariencia humana, pero que esto no les engañe pues posee la habilidad de transformarse en un temible dragón. En esta guía de campeón Shyvana discutiremos a cerca de las habilidades, build, counters y algunos consejos para hacer arder las habilidades (y a tus enemigos)  con el fuego de dragón de Shyvana. Esta guía de campeón Shyvana nos enfocaremos en el rol de jungla, ya que es la línea en donde Shyvana pude despertar todo su potencial.
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Guía de campeón Shyvana Habilidades:
En esta sección de la guía de campeón Shyvana discutiremos a cerca de las habilidades de Shyvana y cómo explotar todo su potencial. Debido a que nos centraremos en el rol de jungla el orden de maximización y el orden para adquirir las habilidades serán diferente al de las otras líneas. Nos aseguraremos de dar consejos y estrategias para aprovechar las habilidades de Shyvana y cómo aprovechar esta línea para apoyar a todo el equipo con roaming  y tener un gran impacto en la partida ya que el set de habilidades de Shyvana están hechas para la junga, en especial su pasiva. Iniciemos esta sección de la guía de campeón de Shyvana. Recuerda que Shyvana obtiene puntos de furia los cuales le ayudan a convertirse en su forma de dragón gracias a su habilidad última y gracias a que no consume maná podrás abusar de esto durante la partida.
Pasiva, Furia de la hija del Dragón (Passive, Fury of the Dragonborn): Shyvana infringe daño adicional a dragones, obtiene armadura y resistencia magia. Durante la partida, entre más dragones elimine el equipo aliado con la ayuda de Shyvana mayor será la bonificación de armadura y resistencia mágica que Shyvana obtendrá. Shyvana con un poco de ayuda de su equipo puede iniciar la caza de dragones a niveles muy tempranos, nivel 4 es posible, sin embargo requieres la ayuda de dos compañeros de equipo para lograrlo en este nivel. A partir de nivel 6 es posible eliminar a dragones (a excepción del dragón ancestral) sin ayuda. Debes tener cuidado pues el jungla enemigo puede estar al acecho e intentará robarte al dragón. Deberás colocar wards en los costados del río por donde pueda aparecer el enemigo. Entre más dragones elimines mayor será la fortaleza y los beneficios que obtendrá Shyvana.
Q, Mordida Gemela (Twin Bite): Shyvana golpea con sus dos brazos en el siguiente ataque básico. Cada ataque básico que Shyvana realiza reducen el enfriamiento de Mordida Gemela por 0.5 segundos. En su forma de dragón, Mordida Gemela golpea a todos los enemigos situadas al frente de Shyvana. Esta será la segunda habilidad en conseguir y la tercera en maximizar. Esta habilidad funciona para resetear el ataque básico de Shyvana, esto quiere decir que puedes activarla inmediatamente después de acertar un ataque básico. Esto te ayudará a infringir gran cantidad de daño tanto a los monstruos de la jungla como a los campeones enemigos.
W, Quemadura (Burnout): Shyvana invoca el fuego de dragón y se rodea de él, infringe daño mágico por segundo a los enemigos cercanos, aumenta su velocidad de movimiento durante 3 segundos. Parte de este daño se aplica de nuevo cuando Shyvana usa sus ataques básicos contra un enemigo con Quemadura activada. En su forma de dragón el tamaño de Quemadura aumenta su tamaño para abarcar mayor espacio y dañara a más enemigos con su efecto. Esta será la primera habilidad en adquirir y la segunda en maximizar. Esto ayudara a Shyvana a limpiar los campamentos de la jungla con gran velocidad gracias al daño que realia en área. Puede usarse de dos formas al estar en combate contra campeones enemigos, de forma ofensiva para dañar al enemigo mientras esta en combate cuerpo a cuerpo y en caso el enemigo decida huir, puedes activar Quemadura para ganar velocidad de movimiento para dar caza y acortar distancia entre el enemigo y tú. De forma defensiva puede ayudar a repeler enemigos que se acerquen a Shyvana de forma agresiva. O si necesitas huir de una situación peligrosa rápidamente.
E, Aliento de Fuego (Flame Breath): Shyvana concentra el fuego de dragón en sus puños y lanza una bolo de fuego que causa daño a todo enemigo por el que pase, este ataque marca a los enemigos que impacte, esta habilidad puede dañar a más de un enemigo pero desaparece al llegar a su distancia máxima. Los ataques que reciban las unidades enemigas marcadas por Aliento de Fuego recibirán daño proporcional a su vida máxima. Esta será la tercera habilidad en obtener y la cuarta en maximizar. Aliento de Fuego será una gran herramienta para iniciar encuentros contra campamentos de la jungla y la mayor herramienta de poke contra enemigos que se acerquen agresivamente. En su forma de dragón esta habilidad estalla al impactar contra un enemigo y deja el suelo en llamas lo que daña a los enemigos que lo pisen. Esta habilidad es el único proyectil con el que cuenta Shyvana pero es sumamente dañino y peligros, en especial en su forma de dragón. Puedes acabar con varios enemigos con salud baja con un disparo de esta habilidad.
R, Descendiente del Dragón (Dragon���s Descent): Shyvana se transforma en su forma de dragón y vuela hacia un lugar objetivo. Los enemigos que se encuentren en el camino, reciben daño y son halados hacia el lugar objetivo. Shyvana obtiene furia para transformarse de forma pasiva y dos puntos de furia por cada ataque básico. Todas las otras habilidades de Shyvana ganan una mejora en el daño que hacen a los enemigos. Esta habilidad puede ser utilizada de una forma sumamente agresiva y puede cruzar los muros de la jungla para un gank Shyvana incrementa su tamaño al transformarse en dragón, lo cual la hace un objetivo fácil de atacar. Recuerda que no acumularás puntos de furia hasta haber adquirido esta habilidad, la cual será la cuarta en obtener y la primera en maximizar, pon un punto en esta habilidad cada vez que sea posible. Puedes utilizar esta habilidad para arrastrar a varios enemigos hacia una trampa, una emboscada o inclusive hacia una torreta aliada.
Esto concluye esta sección de la guía de campeón Shyvana, esperamos te sea de utilidad.
Guía de campeón Shyvana Build:
En esta sección de la guía de campeón Shyvana discutiremos los distintos objetos que ayudarán a Shyvana durante la partida. Habrán objetos que serán situacionales y otros que serna parte de la build en cada partida.
Objetos Iniciales (Starting Items):
Machete del cazador (Hunter’s Machete): Esto nos otorga daño adicional contra los monstruos de la jungla, el robo de vida que proporciona, Shyvana hará gran daño gracias a Quemadura y este objeto dará sustain en jungla sin mencionar la experiencia extra que este nos da.
Poción de vida (Potion): de no comprar la perla de rejuvenecimiento, la poción será el ítem que se compra en su lugar, esto es por si no tenemos mucha experiencia en la jungla y recibimos mucho daño por parte de los monstruos.
Ward: Para mantener nuestra jungla vigilada de los campeones enemigos que no posean invisibilidad como pasiva o como alguna de sus habilidades. Serán de gran utilidad si decides eliminar a un dragón solo.
Objetos Base (Core Items):
Sable del Escaramuzador con encantamiento navaja de sangre (Skirmisher’s Sabre Bloodrazer): es el objeto base para jungla con Shyvana ya que nos proporciona robo de vida y hace daño verdadero.
Fuerza de trinidad (Trinity Force): Nos otorga velocidad de ataque, velocidad de movimiento lo cual hace que Shyvana pueda realizar un gank rápido, daño de ataque, maná, vida y reducción de enfriamiento en nuestras habilidades.
Placa del hombre muerto (Dead Man’s Plate): Nos da armadura y vida lo cual hace que Shyvana resista más en combate. Adicional su pasiva nos otorga velocidad de movimiento para realizar un mayor salto con opresión infinita. Junto con Quemadura y la velocidad que esta brinda, hará sumamente rápida a Shyvana.
Hidra Titánica (Titanic Hydra): Perfecto para atacar a enemigos solitarios y realizar la mayor cantidad de daño posible e inclusive eliminarlos en combate gracias a la activa de Hidra Titánica. Adicional da un 100% de regeneración de vida básica y aumenta nuestro ataque.
Rostro Espiritual (Spirit Visage): En caso el equipo enemigo tenga un campeón que haga daño mágico este objeto es el indicado para poder contrarrestarlo en lo posible y nos dé tiempo suficiente para eliminarlo antes de que haga más daño al equipo.
Botas de Rapidez (Boots of Swiftness): Este objeto es para aumentar la distancia de opresión infinita. Brinda resistencia a la ralentización en 25% y aumenta nuestra velocidad de movimiento.
Objetos Situacionales (Situational Objects):
Capa de Fuego Solar (Sunfire Cape): Si tu equipo tiene muy buena ofensiva y necesita un campeón que sea tanque y abra las team fights para y sea el centro de la atención enemiga. Esto describe todo lo que Shyvana necesita para rendir en team fights y escaramuzas contra uno o dos campeones durante la partida. Como lo hemos dicho, Galio debe de pelear cuerpo a cuerpo contra el enemigo (la mayoría del tiempo) y gracias a que la capa de fuego solar daña a cualquier enemigo que se encuentre cerca de Galio por su pasiva, la hacen un objeto base para esta build.
Armadura de Warmog (Warmog’s Armor): Si tienes planeada una build full tanque cambia cetro abisal por la armadura de Warmog. Este objeto dará un mayor sustento en línea y regeneración de vida fuera de combate.
Espada del Rey arruinado (Blade of the Ruined King): En este caso este objeto nos es útil debido al robo de vida y el robo de velocidad de ataque que proporciona su activa, para así derrotar rápidamente a los campeones AP. Esto sumado al daño que Shyvana posee, nos brindará aún más resistencia en el combate.
Guía de campeón Shyvana Counters:
Esta sección de la guía de campeón Shyvana será dedicada a los campeones counter que encontraremos en la jungla, cómo lidiar con ellos de la manera más segura.
Jax: En late game es uno de los counter más peligrosos que podrás encontrar, por eso debes aprovechar el early game de Shyvana, ya que en ese punto es más fuerte que Jax, puedes intentar robar su jungla y si lo ves débil, puedes intentar derribarlo para así negarle experiencia. Como hechizo de invocador contra Jax puedes elegir extenuación.
Vi: En una pelea 1 vs 1 no podrás ganar si Vi tiene toda la vida. Si sabes que hará un gank en una línea aliada, intenta hacer un counter gank. En cuanto a las team fights intenta alejarla de la pelea con la ulti de Shyvana. Si ella lanza su ulti antes que tú, no intentes tirar tu ulti ya que te ganará.
Esperamos que esta guía de campeón Shyvana te sea de utilidad, deja tus comentarios abajo..
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