Tumgik
#MIENTRAS TANTO MÍRALA
grccve · 4 months
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Decir que está nerviosa es poco... ¡Está aterrada! En un sentido bonito, si es que eso tiene algún tipo de lógica. Es la primera vez que pasa la noche en el departamento de Hikari y, a decir verdad, no sabe cómo logró sobrevivir al interrogatorio y mirada de escáner de Kiyoung para conseguir este propósito. A futuro, considerará este el mejor logro de su vida. "¡La pizza está deliciosa!" Comenta por hablar, su voz temblando de los nervios levemente, así que decide darle un buen mordisco a la crujiente masa y buen queso. ╱  ( @404files )
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elescritornoctambulo · 7 months
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Ella es de la que te clava esa mirada lasciva mientras colocas tu falo en su interior, es de las que hablan a través de sus ojos y te exige que la sometas con fiereza, que la tomes y la folles como si nada más importara, le gustan esas embestidas salvajes, con ritmo frenético, le gusta que la hagan gemir, fuerte, sin control, le gusta la aprietes esas nalgas, y mientras la tomas del cabello la haces presa de ese instinto animal que a ella le fascina despertar.
Muévete como le gusta, hazlo sin piedad, dile cosas obscenas, sabes que eso la excita más, la pone mojada, insaciable, te exige más, porque sabe que le puedes dar más, no bajes el ritmo, está a punto, se le ve en sus expresiones, en la forma como te habla y te exige que la embistas, le gusta como se lo haces, le encanta lo que le haces sentir, ahora tiembla, su cuerpo convulsiona y sus gemidos se descontrolan, un intenso orgasmo la invade, cae rendida, pero quiere más de ti, lo sabes, lo sientes, lo tienes a punto, solo hace falta un simple estímulo, ella te espera ansiosa, se coloca de rodillas y abre su boca, tú te pones pie, y con simples movimientos le das lo que ella anhela, mírala como lo disfruta, como lo bebe, es su tan exquisito elixir, ese que la tiene adicta, ese elixir que siempre espera obtener cada vez que la tienes ahí, tan sumisa, y esperando que sea ella la víctima de tu infierno, y sin pensar tanto la posees.
. — Cesar P. “Noctámbulo” ©2024 #soyelnoctámbulo . . _____________________________________________ Respeta al autor. No le quites la firma.
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aricastmblr · 1 year
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jungkook weverse live
JK
BTS
09.23
3D
jk-Ha pasado un tiempo, vendré un rato a verlos. Viste el vídeo publicado, ¿verdad? 3D con Jack Harlow
jk-Y hoy tuve el escenario de Global Citizen...y descarté la idea de lanzar el vídeo después de la presentación y realmente sucedió. Ah pero ¿quién tomó un vídeo del ensayo y lo publicó? No puedes hacer eso, se suponía que sería una sorpresa.
jk-He venido para encontrarme con nuestro ARMY por primera vez en mucho tiempo. Pasó un tiempo desde que vi a tantos ARMY, así que estaba muy feliz. Fue muy divertido.
jk-Por supuesto que he estado ocupado, pero en realidad hubo algunas ocasiones en las que tuve tiempo de seguir en vivo, pero... Pero senti que necesitaba un poco de tire y afloje (hacerse el difícil) la gente perderá su curiosidad y entusiasmo si vengo con demasiada frecuencia, así que... Por supuesto, esto es amigable y El ambiente familiar es agradable, pero como cantante decidí no hacerlo.
jk-¿Cómo estuvo la presentación de hoy? No pude monitorearlo adecuadamente, solo lo hojeé una vez. Espero que les haya gustado a todos
jk-Ah, pero el escenario en sí... mi condición siempre es mejor durante los ensayos que durante las actuaciones.
jin comenta en el live de jungkook
jin-Deja de tocarte el cabello. oh, lo siento. Oh jwehkeh
jk-¿Y QUÉ???? OH JIIIIIN COMO ESTAS
jin-Contactame un poco más
jk-No, tú... voy y vengo de un país a otro, así que es difícil con la diferencia horaria.
jin-Jwe-Hope y yo intercambiamos como 300 mensajes todos los días.
jk-Jaja ese seré yo pronto
jin-Pronto te unirás a nuestra fiesta
jk-¿Eres el líder de la fiesta? Si voy a la fiesta por favor acéptame
jk-Hyung, hice mi presentación hoy así que por favor mírala."Eres genial" Hyung, ¡eres genial incluso en el ejército! No envejeces, te ves aún más joven.Hyung, tú vas a salir (del ejército) primero, así que mientras no estemos, mantente activo para nuestros ARMY, yo también estoy trabajando duro antes de irme.
jin- Siempre eres genial Jungkook-ah, fighting
jin-deja de hablar de mi, ahora habla sobre ti
jk-De todos modos, el 3D saldrá pronto, así que espérenlo con ansias. Es un estilo completamente diferente al de Seven.
jk-Estoy en Nueva York, pero gracias a todos los que vinieron a verme para Global Citizen y, por supuesto, a los de Corea, gracias por apoyarme desde lejos.
jk-Cuando vuelva a Corea quiero panceta de cerdo y soju.
jk-También es casi Chuseok, y hay una razón por la que las cosas tienen que suceder tan rápido: es para todos ustedes. ¿Qué podría venir después? Soy muy curioso.¡Piensa en ello como el regalo de Chuseok! Porque es Chuseok en Corea
jk-Oh, ¿he visto el baile de Jimin hyung? Sí, vi que publicó algo, es muy bueno bailando. Lo hizo bien.
jk-Voy a ir a comer algo rico con el personal y los miembros del equipo aquí, así que…
jk-Tienes curiosidad, ¿verdad? Sigue siendo curioso. Recibirás buenas noticias pronto
jk-Muchas gracias nuevamente por hoy y espero con ansias el 3D. Promocionaré bien, ¡así que por favor apóyenme! te extraño
jk-En fin, ¡ya me voy! Yo también tengo que comer ahora. ¡Adiós! Nos vemos de nuevo ~
jk-*se pone a cantar* No te vayas, no te vayas, no te vayas~~~~~ ME VOYGGGGGG~~~~~
FIN (Resumen de lo que entendí de weverse live de jungkook)
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shotdemari · 5 months
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Mírala mientras brilla casi tanto como el sol enfrente a ella.
Escuchala mientras te cuenta de su día en una tarde de primavera.
Enamorate de su fervor,
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somarie62 · 11 months
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LAS VOCES PARTE II
Hoy mi hijo y yo estamos enfermos, cansados... son 14 años de proceso, un proceso que no pedí y se que muchos de ustedes han tenido que venir hasta aquí.
Las voces ...hoy la voz de mi hermana y mi madre volvieron a levantarme a las 4:00 am. Hay bendito ella esta enferma! Decía mi hermana, la voz de mi madre entonces contestó: " vamos a dejarla tranquila porque están enfermos, que duerman...pero la voz de Annie Gómez, continúo.. me da pena tanto dolor que debe me quiero ir para casa para no molestarla... pero esa voz vuelve y dice : que se joda! No me voy para ningún lado. Valga la redundancia anoche dormí más...llevaba días sin dormir bien. Que bien me sentí era una paz, las voces no molestaron. Pero luego a las 3:00am, comenzaron las voces de la gente a llegar! Un tal Chegüi! Con su esposa y sus hijos...esas voces dicen que me ven en mi baño mientras me ducho, y estoy sentada en el inodoro...."Pero mira el cuerpo de esa mujer" Nana es Puta!!! Me voy para la sala y tomo agua, escucho la voz de otro señor, don Manuel Osorio dice esa voz que se llama. "Sonia! Callece la boca" le contestó yo no estoy hablando, estoy pensando. Primero les molestaba que me defendiera con mi voz, ahora es por el pensamiento y dicen que yo estoy hablando. Le digo a la voz. Vuelve y contesta: "cállece"
Hoy mi cada amaneció llena de limo, mi hijo y yo habíamos lavado el frente con clorox de patio y estregado con una escoba... hoy amaneció negro otra vez... la reja del portón ayer estaba roto. Me siguen deteriorando la casa...como unas voces te dicen: Te voy a empobrecer y efectivamente es lo que hacen... no entiendo! Oh hay una conspiración de parte de la familia oh, que?
De hecho ellos dicen que están sacando la gente de las casas, y vendiendo las mismas. Me tiré a la calle voy a investigar si es cierto! Salí de mi casa, el vecino el mismo de siempre... sigo subiendo me detengo en unos buzones próximos a mi casa. Y miro desde ahí la calle sube. Sigo caminando hacia mi buzón que queda más abajo. Doña Soniaaaa! Grité para saludarla. Mi sorpresa otra señora contestó: "aquí no vive Doña Sonia" como que no vive Doña Sonia, siempre ha vivido ahi" contestó. A esto nadie sale de la casa ni se ve a nadie tampoco. Vuelvo me detengo en esos buzones, llego una señora, (no la conozco) me permites? Si pase le dije: "Nadie me quiere, nadie me escribe" ya pronto recibirá correspondencia de los suyos , no se preocupe" le conteste. Dios te bendiga me contestó. Le dije: Amén. Las voces de los obreros que arreglan la casa luego de los vehículos dicen: " Mírala Nana, mira Soniaaa! Les digo: con mi pensamiento...di, soy Sonia ... y camino hacia mi casa de nuevo. Ahí digo: frente a la casa de la señora que vivía sola, casa amarilla, donde estará la señora de aqui.. " (con mi pensamiento) aquí lo que vive es una familia! Contestó la voz... nadie tampoco salió... ENTIENDAN CON MI PENSAMIENTO ME ESTOY COMUNICANDO EN EL LUGAR QUE VIVO, EN MI VECINDARIO...ES QUE TIENE QUE PASAR ALGO! Bueno comienzo a bar hacia mi casa, don Victor estaba fuera sentado. " Con el permiso don Victor me puedo acercar.? Me hizo gesto de que si... a mi me molestan también esas voces...digo yo a usted no quiero problemas usted me quiere llevar al tribunal.." me dice don Victor..yo no lo quiero llevar al tribunal don Victor" yo tengo unos casos con mi familia... y supuestamente mi vecino Robert le dice: " que tri una don Victor eso fue para "el año 2015" ( entiendan, como él sabe eso) y continúo eso fue hace tiempo!" Ella no le tiene nada a usted" Ahora si hablábamos con voz audible... le dije "olvídese de eso eso paso hace tanto... tiempo" entro a mi patio delantero... Las voces de nuevo...en las otras calles no escuchaba voces, pero si me hablaban con el pensamiento.
Nada.." ya fuistes a ver? " no recuerdo de quien era la voz no preste atención. Mi hijo lo que dice no prestes atención y se van... se van? Y si dicen que me van a destruir la casa y comenzaron de nuevo. Me vieron pintando la casa y arreglando la y comenzaron a asecharme de nuevo... aquí hay algo más...y pienso que mi familia me quiere matar, de hecho esas voces de Rosa y Annie mis hermanas es lo que dicen te voy a matar, como no te vayas de" esa casa" como si mi casa no fuera mía. Yo la pago es mi hipoteca.. Pienso que hay un complot no estoy loca, y mucho menos pueden ser demonios, pues lo que dicen lo ejecutan... te voy a dar una pela y aparecen dos mujeres que me hacen un lío, en la calle y sacan el puño y me lo pegan...
Que opinan ustedes de esto?soniagomez 1907201Las Piedras...
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wingzemonx · 1 year
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Resplandor entre Tinieblas - Capítulo 137. Eli
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Resplandor entre Tinieblas
Por WingzemonX
Capítulo 137. Eli
Una noche no como cualquier otra, durante el viaje de Esther, Lily y Samara rumbo a Los Ángeles, el trío estacionó su camioneta en un área de descanso solitaria, al borde de una carretera secundaria poco concurrida, para poder descansar un poco. Aunque, en realidad, la única que en verdad descansaba en aquel momento era Samara, recostada en el asiento trasero hecha un ovillo, con sus largos cabellos negros cubriéndole la cara y costado como una larga y pesada cobija negra. Había caído rendida después de cenar, a pesar de que apenas y había tocado la comida que Esther les había conseguido.
—Mírala, durmiendo tan tranquila —masculló Lily desde el asiento del copiloto al frente, asomándose a mirarla sobre su hombro con desdén—. Ni pareciera que fue su culpa que tuviéramos que salir disparadas de ese sitio.
El penoso incidente en aquel motel de Eugene acababa de pasar apenas esa mañana. Y, justo como Lily había señalado, tuvieron que salir disparadas de ahí luego de que el gerente cayera del segundo piso y se rompiera el cuello, y la conmoción comenzara a reinar. Por suerte habían podido alejarse antes de que la policía asomara sus narices; aunque, tras la llamada con Thorn de la noche anterior, la mujer de Estonia ya no estaba tan segura que de qué tanto estaba la suerte involucrada en todo eso.
—Déjala, tuvo un día difícil —murmuró Esther en el asiento del conductor, justo después de expulsar con un soplido el humo de su cigarrillo encendido por la ventanilla abierta a su lado.
—¿Y el nuestro estuvo mucho mejor, acaso? —soltó Lily con ironía.
—Para bien o mal, nos salvó de que ese idiota nos acorralara y nos entregara a la policía. Por no mencionar el pequeño milagro de tu pierna.
Esther señaló con los dedos que sujetaban el cigarrillo hacia la pierna izquierda de Lily, la misma que hasta esa mañana tenía una horrible herida de bala que comenzaba a resultarle casi inmovilizaste. La niña de Portland llevó por reflejo una mano al sitio en el que se suponía debía estar aquella herida, ahora remplazada por una mancha negra sin forma que decoraba su piel.
—No me lo recuerdes —susurró con voz áspera, apretando sus dedos contra su muslo—. No sé qué le entró, pero te juro que si se me vuelve a acercar de esa forma, no me haré responsable de lo que le pueda hacer.
—Al menos ahora no tendremos que cargar con tus muletas —comentó Esther con voz risueña, encogiéndose de hombros.
Siguió fumando tranquilamente, inhalando con cuidado de su cigarrillo, y expulsando el humo por la ventanilla. A pesar de ese pequeño gesto, que Lily no estaba del todo convencida de que lo hiciera para no molestarlas a ellas, el interior del vehículo igualmente terminó impregnándose de aquel penetrante olor. Lily, por su parte, estaba terminando muy lentamente las papas que le quedaban de su cena; remojaba apenas la puntita de cada una en el pequeño empaque de cátsup, las llevaba a su boca dándole pequeñas mordidas, y repetía luego la misma acción con el sobrante.
—¿Por qué no duermes también? —le preguntó Esther, su mirada fija en la carretera en busca de cualquier par de luces que se aproximaran. Nadie había pasado por ahí en al menos veinte minutos.
—Eso te gustaría, ¿verdad? —indicó Lily, mordaz—. Así podrás cortarnos el cuello a ambas como le dijiste a la persona con la que hablabas por teléfono que harías.
Esther se giró a mirarla, al inicio sorprendida por sus palabras, pero tras unos segundos sonrió de forma juguetona. Sí, recordaba haberle mencionado algo así a Thorn mientras hablaba con él, pero no estaba segura de si esa pequeña demonio la había escuchado o no.
—¿No crees que si quisiera hacer tal cosa, ya lo habría hecho anoche mientras dormías? —sugirió Leena con tono jocoso.
Lily se encogió de hombros.
—Yo no sé cómo es que funciona tu mente de sociópata. Quizás hacerlo en una habitación de motel, con tanta gente alrededor, no te pareció tan buena idea. Pero aquí —indicó señalando con la papa entre sus dedos al exterior del vehículo—, en este paraje desolado, lo único que tendrías que hacer es tirar nuestros cadáveres a un lado del camino y alejarte conduciendo.
Esther soltó una bastante condescendiente risa burlona como respuesta inmediata a su comentario.
—¿Y cuál es tu plan? ¿No dormir nunca más?
—Quizás —contestó Lily con indiferencia—. O quizás estoy esperando a que tú te duermas primero, y hacértelo mejor yo a ti.
—¿Es una amenaza? —inquirió Esther, más curiosa que preocupada. Lily no respondió—. ¿Y en serio serías capaz de ensuciarte las manos de esa forma? No creo que hayas alguna vez infligido daño a alguien si no es a través de una de tus ilusiones. ¿Sabes al menos cómo usar uno de estos?
Esther bajó su mano en ese momento a su pierna derecha, metiéndola en el interior de su bota, y sacando de ésta el pequeño cuchillo de caza que llevaba atado a su tobillo. Lo tomó firmemente en su mano y lo giró con la punta de éste apuntando directo hacia Lily. Ésta se quedó quieta, con una papa a medio camino a su boca, y contempló con expresión inescrutable el arma. Ambas se quedaron quietas y en silencio por un rato, hasta que una sonrisa burlona se asomó en los labios de Esther. Giró entonces el cuchillo, tomándolo de la hoja y extendiéndole el mango a su compañera de viaje.
—Anda, tómalo —le insistió Leena, casi desafiante—. Intenta cortarme el cuello, a ver si eres capaz.
Lily observó en silencio el arma, seria, pero ciertamente dubitativa. Tras unos segundos, y sin pronunciar palabra, desvió su mirada al frente y terminó de acercar la papa a su boca.
—Aunque lo hiciera, te curarías de inmediato, ¿no es cierto? —indicó Lily.
—Francamente no lo sé —respondió Esther—. Es lo más probable, pero tendremos que hacer la prueba algún día.
Colocó entonces el cuchillo sobre el tablero del vehículo, justo en el centro, en un punto en donde cualquiera de las dos podría tomarlo, si se diera la necesidad de hacerlo. Tomó una bocanada de su cigarrillo, soltando el humo unos segundos después; en esa ocasión no fue tan cuidadosa para apuntar del todo hacia la ventanilla.
—Sigues llamándome sociópata, y otros nombres parecidos a ese —comentó Esther de pronto, como un simple comentario al aire que se le acababa de cruzar por la cabeza—. Pero creo que ya habíamos aclarado que en realidad tú y yo no somos tan distintas.
Lily bufó.
—Por supuesto que somos distintas —rio la niña de diez años—. Empezando porque ni siquiera nacimos en el mismo siglo. Y definitivamente no estoy tan loca como tú.
—¿Eso crees? —ironizó Esther, claramente divertida—. Muy bien, chica lista. Respóndeme esta adivinanza para ver qué tan mentalmente estable eres realmente.
—¿Una adivinanza? —masculló Lily, arqueando una ceja—. ¿En serio?
—Sólo cállate y escucha.
Esther extendió su mano hacia el cenicero del vehículo, presionando el cigarrillo para apagarlo y dejar la colilla en su lugar. Se giró entonces en su asiento por completo hacia Lily, observándola muy atentamente.
—Imagina lo mejor que puedas este escenario —le dijo con elocuencia—. Tu madre acaba de morir…
—No muy lejos de la realidad —indicó Lily con ironía.
—Tu madre acaba de morir —repitió Esther, ignorando su comentario—, y tu hermana y tú, por supuesto, asisten a su funeral.
—¿Tengo una hermana en este escenario?
—Oh sí, y la quieres mucho. Como sea, al funeral de tu madre obviamente asisten muchas personas. Familiares, amigos, conocidos, vecinos; de todo un poco. El lugar está lleno de gente; tanta que no estás segura de conocer a la mayoría de ellos. Pero entre toda esa multitud de rostros, uno llama particularmente tu atención. Es ni más ni menos que el chico más desgarradoramente apuesto que has visto en tu vida. Es tan hermoso que es casi irreal. Te deja tal impresión, que simplemente quedas totalmente enamorada a primera vista de él.
Lily soltó en ese momento una sonora risa burlona.
—Así que en este escenario, además de tener una hermana y una madre muerta con muchos amigos, ¿soy también una boba enamoradiza como tú?
Esther la observó, a todas luces nada divertida con el comentario. Aun así, lo dejó pasar y continúo con su narración.
—El caso es que intentas acercarte a él, hablarle, saber quién es. Sin embargo, entre la ceremonia y todas las personas a las que tienes que atender, te es simplemente imposible acercarte. Y cuando el evento termina, tal parece que ese chico ya se ha ido. No hay rastro alguno de él, y por más que le preguntas a la gente, nadie te puede decir quién era. Así que quedas totalmente a la deriva, sólo con la hermosa imagen de su rostro impregnada en tu mente.
De repente, un instante luego de dejar de hablar, Esther extendió su mano hacia ella en un movimiento brusco. Lily se puso tena, pensando por un momento que tomaría el cuchillo, aún sobre el tablero. Sin embargo, en lugar de eso, lo que hizo en realidad fue prácticamente arrebatarle de sus dedos la papa que sujetaba. Y antes de que pudiera decirle cualquier cosa para recriminarle, Esther se metió la papa entera a su boca. Y mientras la masticaba, la observó orgullosa con una sonrisita socarrona en los labios.
—Unos días después, tú asesinas a tu hermana —soltó de pronto con naturalidad en su voz, tomando algo desprevenida a Lily que tardó un poco en comprender que aquello era un complemento de lo anterior, y que hablaba justamente de esa hermana hipotética del escenario—. ¿Por qué lo hiciste? —le preguntó justo después con voz solemne y desafiante.
—¿Esa es la adivinanza? —inquirió Lily confundida, a lo que Esther le respondió asintiendo lentamente con la cabeza.
Lily entrecerró los ojos, y desvió su mirada pensativa hacia un costado. La interrupción de la papa hizo que su mente perdiera el hilo de la narración, así que tuvo que repetirla lo mejor pudo en su cabeza, hasta llegar a la pregunta final: «¿Por qué asesine a mi hermana?» Obviamente tendría que tener relación con el escenario planteado, sino aquello no tendría sentido.
—No sé… —masculló con seriedad—. ¿Por qué la vi hablando con el chico que me gustó y me dio celos?
Miró de nuevo a Esther, esperando que le dijera si estaba en lo correcto o no. Ella sólo se limitó a observarla, sonriéndole en silencio, por lo que Lily supuso que esa no era la respuesta.
Pensó un poco más al respecto, mientras sumergía otra de las últimas papas en la cátsup, y la introducía en su boca. Y justo cuando daba las primeras mordidas a su bocado, el rostro entero de la niña se iluminó, y sus ojos se abrieron grandes y desorbitados cuando la respuesta, en ese instante más que obvia, le cruzó por la cabeza.
—¡Ah! —exclamó con un entusiasmo casi infantil—. ¡Para ver si el chico va al funeral de mi hermana y así volver a verlo!
—Bingo —le respondió Esther con voz pícara, apuntándola con un dedo que simulaba ser el cañón de un arma.
Lily dejó escapar de golpe una fuerte risotada divertida, tan fuerte que incluso se dobló hacia el frente en su asiento. Esther no tardó en contagiarse, y ambas rieron juntas de forma estridente. Samara se revolvió un poco en el asiento trasero, al parecer su sueño siendo perturbado un poco por sus risas. Ambas hicieron el esfuerzo de dejar de reír, respirando profundamente. Les resultó complicado, e incluso Lily tuvo que limpiarse algunos rastros de lágrimas que se escaparon de sus ojos. Al final ambas lograron recuperar la compostura lo mejor posible.
—Estás totalmente loca —señaló Lily con voz risueña.
—Y tú también, al parecer —indicó Esther, al tiempo que sacaba otro cigarrillo y lo colocaba entre sus labios para encenderlo.
—Pero eso no demuestra nada —exclamó Lily, algo defensiva—. Es sólo una prueba de lógica.
Esther se encogió de hombros. Acercó la llama del encendedor a la punta de su cigarrillo, y ésta se prendió al instante.
—Supongo que el punto preocupante es que pienses que una acción como esa tiene “lógica” —declaró Esther, expulsando humo por su boca mientras hablaba.
—No —musitó Lily con apatía—. Lo preocupante es que cualquiera puede llegar a la misma deducción sin problema, pero les avergüenza admitir que dicho pensamiento les cruza siquiera por la cabeza, porque les parece horrible.
—Pero a nosotras no, ¿cierto? —indicó Esther, señalándola otra vez con su cigarrillo—. Es sólo una solución lógica a un problema.
—Claro… Pero yo no me tomaría tales molestias sólo por un chico.
Esther rio divertida.
—Ya veremos si opinas lo mismo cuando seas un poco más grande…
* * * *
Lily se quedó paralizada, con su mirada fija en aquel reflejo en el espejo que su mente por unos momentos intentó desechar como algo meramente producido por su imaginación. Pero mientras más lo observaba, aquella silueta oscura más tomaba una forma clara, independiente de todo el resto del baño. Aquello era algo vivo, algo tangible; un ser que la miraba atenta con aquellos ojos helados y penetrantes. Y aquello se volvió aún más claro cuando Lily notó como aquella figura comenzaba a moverse, dando un salto directo hacia ella que la hizo cruzar en fracción de segundo el reducido espacio que los separaba.
Aquello bastó para sacudir por completo el interior de la niña, y arrancarle al fin una reacción. Lily se agachó rápidamente, prácticamente pegando su pecho al piso. La figura de su atacante pasó sobre ella, estrellándose de bruces contra el espejo, rompiendo éste en varios pedazos.
Lily se arrastró por el piso sobre su trasero, empujándose con sus pies y manos para alejarse. Tras chocar con el espejo, la criatura había quedado agazapada sobre el lavabo con sus pies descalzos y sus manos. Giró su cabeza rápidamente en su dirección, y la luz de la otra habitación que se filtraba por la puerta entreabierta del baño le tocó la cara. Lily entonces la reconoció: ese rostro pálido, esos cabellos negros andrajosos, y ese cuerpo delgado envuelto en ese vestido amarillo y esa sudadera negra demasiado grande para ella…
Era Abby, la niña de los columpios; exactamente idéntica a ella… y a la vez muy diferente, en especial esos ojos fríos y agudos que podía sentir en su piel como pequeñas agujas. Esos ojos que le causaban una opresión helada en su pecho que casi la asfixiaba. Una sensación que había percibido, e incluso infligido, en otros muchísimas veces, pero que nunca había sentido tan vívidamente en sí misma hasta ese momento. Era miedo; genuino y penetrante miedo.
La criatura se lanzó desde el lavabo hacia ella como una verdadera fiera en contra de su presa. Lily no logró reaccionar lo suficientemente rápido, y la extraña terminó derribándola por completo al suelo, sometiéndola con sus brazos y piernas. Era extraordinariamente fuerte; totalmente ajena a su apariencia escuálida.
—¡No me toques! —exclamó Lily, exasperada—. ¡Suéltame!
La niña hizo en ese momento acopio de todas sus fuerzas, enfocando su mente entera en la atacante, y desbordando en ella todo su ser. Lily pudo sentir como lograba penetrar en lo hondo de la mente de aquella criatura, pero al mismo tiempo ésta pareció hacer algo muy similar con ella; como si aquello hubiera abierto una puerta en dos direcciones, y las mentes de ambas terminaran mezclándose de alguna forma.
Lo que fuera aquello, pareció tomar también por sorpresa a la tal Abby, pues su rostro, inexpresivo como una máscara de porcelana hasta ese punto, se cubrió enteramente de confusión, y su cuerpo se hizo un poco hacia atrás, como queriendo hacer distancia para poder mirar directamente a la niña que tenía debajo de ella. Sin embargo, lo cierto era que no veía a Lily en esos momentos, y ésta no la miraba a ella tampoco. Ambas fueron sumidas en una serie de imágenes y sensaciones que provenían de la otra, y le recorrieron el cuerpo entero como electricidad.
Lily pudo ver cientos de rostros, quizás miles; todos de personas muertas, con sus gargantas desgarradas, sus cuellos rotos, sus cabezas destrozadas, sus corazones arrancados… Uno tras otro pasando ante ella; cada uno grabado con fuego en la memoria de aquella criatura. Eran de seguro todas las personas a las que había asesinado, pero eran tantas que parecía imposible. Pero no se detuvo demasiado tiempo a meditar al respecto, y en su lugar dejó que todos esos rostros moribundos y dolientes inundaran la mente de su atacante, todas empalmadas entre sí como un collage que no le permitiera ver nada más.
Abby soltó un fuerte alarido de dolor y furia al aire, e instintivamente apretó los ojos y aferró sus dos manos contra su cara, arañándose un poco con sus uñas. Los sonidos guturales que surgían de ella parecían rabiosos y estridentes, como los de algún animales descontrolado, pero ninguno que Lily pudiera reconocer. Aprovechó ese momento para patearla fuerte en el estómago, y el cuerpo de Abby cayó de sentón en el piso del baño.
Lily se lanzó frenética hacia afuera del baño, y luego se giró hacia la puerta, jalándola de la perilla con todas sus fuerzas para cerrarla. Faltando sólo unos centímetros para que se cerrara, cuatro dedos blancos y delgados se interpusieron, sujetando la puerta con fuerza y evitando que avanzara más. Por más que Lily jaló, la fuerza de aquella mano era mayor. Alzó entonces su pie, golpeando frenética los dedos con la suela de su bota, una y otra vez, machacándolos y raspándolos hasta que cedieron lo suficiente para que Lily pudiera jalar la puerta y los dedos quedaran prensados entre ésta y el marco, machucándolos.
La criatura del otro lado soltó un estrepitoso grito de dolor, que en otro momento Lily podría quizás haber disfrutado, pero en ese momento estaba más enfocada en salir de ese maldito sitio. Siguió tirando de la puerta, aplastando más aquellos dedos, hasta que estos de alguna forma se escurrieron hacia el interior, dejando de ser un obstáculo. La puerta del baño se cerró con fuerza, y al instante Lily corrió frenética hacia la puerta de la habitación. Recordó con horror al mirar en dicha dirección que había colocado la silla contra ésta para atrancarla, además de haber puesto todos los seguros.
—¡Maldita sea! —soltó al aire con frustración y se apresuró a patear la silla hacia un lado y a retirar todos los seguros. Sentía las manos temblorosas e incluso un poco sudadas, y su corazón se estremecía en su pecho de forma violenta.
— — — —
Atada firmemente de los tobillos con una gruesa soga, el cuerpo aún inconsciente de Esther comenzó a ser alzado, hasta quedar colgada completamente de cabeza de la rama de un árbol ubicado en el otro patio del hotel; uno mucho más escondido y discreto que el del área de juegos. Sus brazos quedaron totalmente verticales, con sus dedos apuntando al suelo, y sus cabellos negros caían del mismo modo, dejando su rostro y frente totalmente descubiertos.
Una vez que el cuerpo de su pequeña huésped quedó en la posición deseada, Owen ató firmemente el otro extremo de la soga al tronco del árbol para mantenerla en su sitio. Luego se aproximó a chiquilla y colocó justo debajo de ella un recipiente grande de plástico blanco, similar al que se utilizaría para guardar químicos de limpieza. Retiró el tapón de rosca del envase, e introdujo por su boquilla un pequeño pedazo de manguera, atado al extremo pequeño de un amplio embudo. El embudo quedó sobresaliendo en la parte exterior de la boquilla, y Owen se tomó el tiempo de posicionarlo  justo debajo de la cabeza de la chica colgada.
Todo esto el gerente del hotel lo hacía mientras canturreaba una alegre y movida canción, y masticaba un dulce de chicle. Todo lo hacía con bastante naturalidad y conocimiento de lo que hacía; como algo a lo que estaba ya bastante habituado.
Una vez que todo estuvo colocado en su posición, Owen se irguió de nuevo. Se retiró los gruesos guantes de trabajo que cubrían sus manos, y los arrojó al interior del amplio bolso de herramientas que estaba en el suelo a su lado. Rebuscó en el interior del mismo bolso, hasta que encontró lo que necesitaba para el siguiente paso: un largo y afilado chuchillo de hoja delgada y brillante, hecho especialmente para cortar la piel y la carne de los animales cazados; o, en su caso, la piel y carne de una pequeña niña, colgada en la misma posición exacta en la que un cazador colocaría un siervo para desangrarlo.
Owen revisó el filo del cuchillo, pasando la punta de su pulgar por éste. Parecía estar bien; lo que menos deseaba era que su huésped sufriera más de la cuenta, aunque estaba seguro que la dosis que le había aplicado la mantendría bien dormida; con suerte lo suficiente para no sentir nada.
Se puso entonces de pie sujetando firmemente el cuchillo. La niña usaba una gargantilla gruesa que le cubría casi todo el cuello, pero Owen no tuvo problema en quitársela de un tirón, dejando expuesto el cuello delgado y blanco, aunque decorado con unas feas cicatrices de heridas bastantes viejas. Éstas desconcertaron un poco a Owen, y le hicieron cuestionarse por un instante cómo podría haberse hecho algo como eso.
«¿Por cuáles horrores has tenido que pasar, pequeña?» pensó un tanto entristecido, pero se forzó rápidamente a hacer eso a un lado y no titubear ni un instante más. «Lo que haya sido, ya no tendrás que sufrir nunca más»
Con una mano tomó los cabellos de la niña para mantenerla quieta, mientras con la otra aproximó el letal filo al cuello; al punto exacto por dónde él sabía bien que corría la vena yugular. Mantuvo el cuchillo presionado ligeramente contra la blanca piel del cuello unos instantes, en los que se permitió observar el rostro dormido de la niña, tan placida y tranquila.
—Lo siento, cariño —susurró despacio, aunque en realidad el arrepentimiento no era precisamente tan palpable en sus palabras. No era ni de lejos la primera persona que le tocaba ver en esa posición; ni siquiera la primera niña pequeña.
Sin más preámbulo, presionó por completo el cuchillo contra el cuello y jaló de él en un sólo movimiento rápido y preciso. La piel de la niña se desgarró al instante, y abundantes borbotones de sangre comenzaron a surgir de la horrible herida, comenzando a escurrir por su rostro como una cascada, y precipitándose a chorros hacia el embudo.
Owen se apartó unos pasos del cuerpo, dándole la espalda quizás en un intento de no tener que mirar aquello más dela cuenta. Mientras pasaba un pañuelo por el filo del cuchillo para dejarlo totalmente limpio, a sus espaldas lograba captar vívidamente el distintivo sonido del líquido golpeando el embudo e introduciéndose en el envase de plástico. Aquel era un sonido que se había vuelto tan familiar para él que a veces lo escuchaba en sueños.
Una vez limpio, introdujo el cuchillo en su funda y lo arrojó al bolso junto con las demás herramientas. Del bolsillo de su chaqueta sacó una cajetilla de cigarrillos y se colocó uno en los labios. No fumaba muy seguido, y usualmente era sólo cuando hacía ese tipo de tareas. De niño, tras ver a los adultos, a su madre, y a otros jóvenes fumando y casi toser sus pulmones por la boca, se había prometido que nunca haría tal cosa. Años después, esa promesa sería rota, y no sería la única.
Acercó su encendedor al cigarrillo y lo prendió. Inhaló una profunda bocanada, que luego dejó salir en la forma de una densa neblina de humo blanco que flotó sobre su cabeza. Alzó su mirada hacia el cielo estrellado y dejó que su mente divagara en cualquier otra cosa. Por ejemplo, en qué prepararía para cenar esa noche; en si tenía ropa sucia que lavar; en la aburrida reunión en el ayuntamiento del día siguiente a la que había prometido que asistiría; o en que después de terminar ahí tendría que limpiar la habitación 304, revisar las pertenencias de sus últimas dos huéspedes, guardar el dinero y cualquier otra cosa de valor que no pudiera ser rastreable, y deshacerse de todo lo demás. Eso incluía, por supuesto, ambos cuerpos.
Pero no había problema con eso. Aquello tampoco sería para nada la primera vez que lo haría, y ya tenía todo un sistema de pasos a seguir que les había funcionado bien hasta ese momento. Para la mañana, todo estaría exactamente en dónde debería estar, como si esas dos niñas nunca hubieran puesto un pie en su hotel. Y para cualquiera que preguntara o quisiera revisar, así sería.
Él se encargaría de todo como siempre, hasta el último detalle. Todo por mantener a salvo y bien alimentada a la persona que más amaba.
Todo por Eli…
Exhaló humo una segunda vez, teniendo su mirada fija en el cielo, y sus oídos sumidos en el agradable silencio de la noche.
«¿Silencio?» pensó de pronto algo desconcertado, en cuanto pudo ser consciente de que, en efecto, todo lo que escuchaba era silencio.
El sonido de la sangre cayendo al embudo había cesado… ¿hace cuánto? No se había dado cuenta, pero cuanto hubiera sido, era demasiado pronto para que hubiera acabado. Normalmente tenía tiempo de terminarse su cigarrillo entero antes continuar con el siguiente paso.
Owen se giró lentamente al cuerpo colgado. El cuello y el rostro de la niña estaban manchados de rastros de su propia sangre, pero efectivamente ya no parecía estar brotando más de la herida. En esos momentos lo único que caía al embudo eran unas cuantas gotas esporádicas que escurrían de la frente o de los cabellos de la niña, pero nada más.
Tiró el cigarrillo al suelo y lo pisó fuerte con la punta de su zapato. Levantó el envase de plástico con ambas manos para intentar medir el peso de su contenido. Era prácticamente nada; lo que bien podría haberle sacado a un par de gatos, o quizás menos. Una niña de su edad y tamaño debería tener muchísimo más. ¿Por qué había dejado de salir? ¿Acaso había hecho mal el corte? Le parecía improbable, pero igual se irguió y aproximó el rostro al cuello de la niña para inspeccionar la herida. Sin embargo, tuvo problemas para localizarla, ya que el corte sobre la piel parecía simplemente haber desaparecido.
Totalmente confundido, acercó sus dedos para intentar retirar los rastros de sangre y buscar la herida a tientas. Las cicatrices del cuello la escondieron un poco, pero tras un rato logró localizar el punto exacto en donde había hecho el tajo, pero éste era para esos momentos sólo una línea borrosa en la piel… que además parecía estarse poco a poco borrando aún más.
—¿Vad fan…? —soltó Owen al aire, totalmente estupefacto. Y no sólo por el tema de la herida, que por sí solo era suficientemente desconcertante. Sino que al tener sus dedos presionando la yugular de la niña, pudo sentir vívidamente su pulso acelerado; no el pulso débil de una persona moribunda desangrándose, ni siquiera el de una persona adormecida…
Owen giró su mirada rápidamente hacia el rostro de la niña, en el instante mismo en el que esa expresión placida y tranquila se transformó repentinamente en algo totalmente distinto, en cuanto sus parpados se abrieron de par y en par, y sus penetrantes ojos verde grisáceo se clavaron en él.
El hombre de barba oscura soltó un fuerte alarido al aire, e instintivamente hizo su cuerpo hacia atrás. Sin embargo, su movimiento no fue lo suficientemente rápido, y las manos de la niña lograron extenderse hacia él, aferrándose fuertemente de su cabello a cada costado. Esther se jaló hacia él, y su cuerpo colgado se alzó en su dirección. Aproximó su cara a la de Owen, y sin moderación alguna apresó la nariz del hombre entre sus dientes, mordiéndola con todas sus fuerzas.
Owen soltó un intenso alarido de dolor, y forcejeó con la niña intentando quitársela de encima, pero ésta estaba firmemente aferrada a él con sus dedos y dientes. Al final el hombre alzó un puño y lo dejó caer con fuerza contra el rostro de su atacante. Esther lo soltó tras el segundo golpe, y su cuerpo se balanceó de regreso a su posición original. Su boca estaba manchada ahora con la sangre del hombre, además de la suya, y una clara marca roja se había formado a un costado en dónde la había golpeado, aunque ésta última no tardaría en desaparecer.
Estando de cabeza, Esther logró fijar su mirada en aquel hombre. Owen había caído de sentón en la nieve, y tenía aferrada sus manos a su nariz ensangrentada. Eso lo distraería, pero no por mucho.
Haciendo acopio de todas sus fuerzas para oponerse a la agobiante gravedad, dobló su cuerpo hacia arriba, estirando sus manos hacia sus pies. Aquello resultó complicado, extenuante, además de doloroso. Pero al final logró introducir los dedos de su mano derecha en el interior en su boca, y sacar de su funda lo que ahí escondida: su chuchillo.
Una vez que tuvo el arma en su mano, su cuerpo cedió y volvió a precipitarse al suelo. Sintió por un momento como si su cabeza fuera estrellarse con el suelo, pero la cuerda que aún la sostenía la detuvo. Aquel movimiento tan brusco, acompañada del esfuerzo que aquello había implicado, la mareó un poco. Pero no podía permitirse ceder, que eso apenas era la mitad del trabajo.
Buscó con su mirada a Owen, que estaba comenzando a ponerse de pie; no le quedaba mucho tiempo.
Intentó una vez más alzar el torso y doblar sus rodillas, con tal de poder acercar su mano y su cuchillo a la soga atada a sus tobillos. De nuevo no fue fácil, y su cara se puso colorada por el esfuerzo y sintió como le faltaba el aire. Logró al final aferrar firmemente su mano izquierda a la soga para sostenerse, y eso le proporcionó un poco de alivio. Aproximó con su otra mano el cuchillo, y comenzó a pasar el filo con desesperación por la cuerda para intentar cortarla. El cuchillo era afilado y una parte de la hoja era de cierra, así que era la herramienta ideal para la tarea. Pero la soga era gruesa, y su posición no era precisamente la más cómoda, así que eso le tomaría algunos segundos.
Segundos con los que quizás no contaría, pues Owen comenzaba a incorporarse en ese momento.
— — — —
Cuando Lily quitó el último seguro, escuchó como la puerta el baño a sus espaldas no sólo se abría, sino cómo era prácticamente arrancada de sus bisagras. Por mero instinto se giró sobre su hombro, sólo alcanzando a reconocer la silueta de aquella niña en el umbral del baño, con sus ojos desorbitados llenos de su furia, y su respiración agitada. Los dedos de su mano derecha sangraban y la piel de estos parecía desgarrada.
De un parpadeo a otro, Abby corrió en su dirección con una velocidad sobrehumana, justo al mismo tiempo que Lily abría la puerta de par en par y se apresuraba hacia el exterior. No logró dar más de un paso antes de que el peso entero de la otra niña la golpeara por detrás y la derribara, estrellando su cara contra al piso del pasillo.
Lily forcejó, gritó, pataleó y lanzó manotazos al aire, intentando apartar a aquella cosa de encima de ella. Entre el forcejeo logró girarse y pegar su espalda contra el suelo, pero Abby rápidamente se colocó sobre ella como había hecho antes en el baño.
En un momento, Lily tuvo la suficiente claridad para intentar volver lanzarle una ilusión, enfocando su mente como una flecha directo contra la criatura. Aquello logró sólo un pequeño respingo en Abby, que le permitió a Lily zafarse apenas un poco de su agarre. Sin embargo, casi de inmediato Lily sintió como todo lo que había lanzado se le regresaba, como si le hubieran cerrado una puerta abruptamente en la cara.
«¿Qué…?» pensó sorprendida, pero en especial espantada por ese cambio. La mente entera de aquella criatura se había cerrado, y ya no podía entrar en ella; no de forma sencilla, al menos. Con concentración, tiempo y fuerza, era posible que pudiera destruir lo que fueran aquellas defensas y penetrar de nuevo. El problema era que en esos instantes no contaba con ninguna de esas cosas.
Abby se sentó sobre el abdomen de Lily, aplastándola con todo su peso. La tomó entonces de sus muñecas, con tanta fuerza que a Lily le dolió. Y por más que intentó moverse de alguna forma, era como estar atada al piso con pesados y gruesos grilletes. Estaba totalmente inmovilizada…
Aquel ser fijó de nuevo sus fríos ojos de depredador en Lily, y abrió grande su boca, dejando a la vista de la inofensiva niña debajo de ella una hilera de afilados y largos colmillos que sobresalieron de ella, como las fauces de un enorme tiburón.
Lily se quedó pasmada, con su respiración cortada de tajo, y sus ojos desorbitados fijos en aquella horrible imagen. La imagen de la mismísima muerta.
— — — —
Owen se irguió lo suficiente para sostenerse en sus rodillas, y se arrastró sobre ellas en dirección a su bolso de herramientas. Su mano derecha continuaba aferrada a su nariz, mientras su mirada enrojecida y encrespada estaba fija en su objetivo. Rebuscó rápidamente entre las cosas del bolso, y sacó de ésta la que le pareció más que justa para lo que necesitaba: una larga barreta de acero en forma de “J”.
Se giró pronto hacia la chica colgada, que seguía moviendo frenética su cuchillo contra la soga, desesperada por liberarse. Owen se puso rápidamente de pie y avanzó hacia ella, blandiendo su barra de acero con ambas manos.
—¡Chilla! —gritó con su voz consumida por la ira—. ¡Chilla como un cerdo!
Hizo entonces la barra de acero hacia atrás, y luego la jaló con todas sus fuerzas hacia el frente, dirigiéndola directo hacia el cuerpo de Esther como si se tratara de una grotesca piñata humana. Y por unos momentos estuvo bastante cerca de poder golpearla con ella justo como se proponía. Sin embargo, al último momento el cuchillo de Esther cumplió con su trabajo, y la soga cedió. El cuerpo de la mujer de Estonia se precipitó con fuerza al suelo, y la barra de acero sólo alcanzó a golpear el aire.
Esther cayó de espaldas contra el embudo y el envase, tumbando ambos y provocando que la poca sangre que había quedado en el último se vertiera contra la nieve blanca, tiñéndola de rojo. Se giró de inmediato sobre su costado, y en cuanto logró captar por el rabillo del ojo las piernas de su atacante, de pie justo a un lado de ella, sin menor vacilación estiró su mano hacia él, haciéndole un profundo y largo tajó a un costado de su pantorrilla izquierda.
Owen gritó de nuevo de dolor. Y aquel corte, junto con el giro brusco que había dado todo su cuerpo al no alcanzar a golpear a su objetivo con la barra, hizo que perdiera el equilibrio y cayera sobre su costado izquierdo. La barra se soltó de sus dedos, cayendo a unos centímetros de él, aunque de momento sus manos se preocuparon más por presionar la herida de su pierna.
Esther aprovechó para sentarse, y con sus manos y cuchillo intentar deshacer el nudo que le aprisionaba los tobillos. La adrenalina le recorría el cuerpo entero, y sentía su corazón tan acelerado que podría explotarle en cualquier momento. Por suerte estar en el suelo representaba una posición mucho más favorable que estar colgada de cabeza, así que le resultó bastante más sencillo cortar la cuerda en sus tobillos y al fin ser libre.
O al menos libre de cuerdas.
Se giró sobre su hombro, justo para ver cómo Owen estiraba el brazo por el suelo para volver a alcanzar la barra de acero. Esther se lanzó enardecida en contra de él, apuñalándolo con su cuchillo justo en el centro del antebrazo, y casi clavándole el brazo entero al suelo. Owen gimoteó y se retorció, y por mero reflejo jaló su brazo intentando apartarlo, sólo consiguiendo lastimarse más.
Esther retiró el cuchillo de su sitio, y sin espera se colocó sentada sobre el cuerpo del hombre, con sus piernas a cada uno de sus costados, su mano izquierda prensada con firmeza de su cuello, y la punta del cuchillo flotando estática justo a unos milímetros de su ojo derecho. Esther sabía que pesaba demasiado poco para someter a alguien de su tamaño, pero tenía confianza en que la amenaza latente de su arma, así como las heridas que le había infligido hasta ese momento, lo persuadieran de intentar quitársela de encima. Y, por lo quieto que se quedó, al parecer tuvo razón.
Owen respiraba agitado; el vaho de su aliento se hacía notar ante su boca. Y en sus ojos se le notaba asustado, mientras contemplaba a aquella niña, o lo que fuera, visiblemente alterada, con sus ojos chispeando de ira y el rostro manchado con su propia sangre, y de paso la suya también. Y, lo más importante, ni un rastro de la cortada de le había hecho en su cuello.
—¿Cómo? —susurró Owen, incrédulo—. ¿Cómo es posible que estés viva…?
—¿Cómo es posible? —escupió Esther, como si aquellas palabras le rasparas—. ¡Más bien qué clase de enfermo eres tú!
Dirigió de inmediato el cuchillo hacia el hombro izquierdo de Owen, y le clavó la hoja entera en éste, hasta el mango. Owen soltó otro alarido más al aire. Se zarandeó un poco, pero parecía bastante débil o sentía demasiado dolor para intentar hacer mucho más.
—¡¿Qué estabas intentando hacer?! —le cuestionó Esther con brusquedad. Owen sólo la observó, sin decir nada—. ¡Respóndeme, imbécil!
Hizo girar en ese momento el cuchillo, estando aún dentro de su atacante, lo que a todas luces hizo que un dolor aún más intenso recorriera el cuerpo entero del hombre. Aun así, de su boca sólo salieron gemidos y gritos, por lo que además de retorcer el cuchillo se permitió dirigir su otra mano a la herida de su brazo, presionándola e incluso introduciendo su dedo pulgar en ella.
—Más te vale que hables —le amenazó Esther con voz rabiosa—. ¡No quieres hacerme enojar más de lo que estoy! ¡¿Qué mierda es lo que pasa aquí?!
—E… li… —soltó Owen de pronto entre gemido y gemido, siendo la única palabra medianamente entendible que logró pronunciar.
—¿Quién carajos es Eli?
Owen de nuevo guardó silencio, al parecer totalmente indispuesto a responder tal pregunta.
Aquello ya había sido suficiente para Esther, así que terminaría con eso de una buena vez. Retiró el cuchillo de un tirón del hombro de Owen y lo alzó en alto, con la clara intención de dejarlo caer directo al ojo, al pecho, a la garganta… a cualquier sitio; le daba igual luego de lo que le había hecho.
—¡¡Aaaaaah!! —se escuchó de pronto que un agudo y estridente grito cortaba el aire de tajo, agitando a Esther y jalando su atención hacia la lejanía; en dirección al otro patio.
Aquella vocecilla le pareció de inmediato conocida.
«¿Lily?» pensó sorprendida y confundida.
—Eli —volvió a pronunciar Owen en ese momento, estirando su rostro en la misma dirección en la que aquel grito había venido.
Esther lo miró rápidamente. ¿Ese imbécil no trabajaba solo? ¿Había alguien más en ese hotel? En cuanto ese pensamiento se volvió claro en su mente, aquel individuo que sollozaba y sangraba de tantas partes, le resultó poco relevante de momento; ya se encargaría de él después. Así que en lugar de apuñalarlo decenas de veces como era su deseo original, se limitó a sólo darle un fuerte puñetazo en su nariz, ya de por sí lastimada por la fea mordida que le había hecho hace rato.
Owen gimió, se llevó la mano de su brazo sano a su nariz y se ladeó hacia un costado. Esther se puso entonces de pie, y sin más espera comenzó a correr como desquiciada de regreso a su habitación.
— — — —
Aquella grotesca cara desfigurada, esos ojos vacíos sin humanidad alguna en ellos, la boca tan abierta como si la quijada se hubiera dislocado, dejando a la vista todos esos filosos y mortales colmillos… Toda esa horripilante imagen parecía sacada directamente de una de sus pesadillas fabricadas. Pero aquello no era una ilusión, sino un monstruo totalmente real. Un monstruo que la tenía por completo a su merced; indefensa y frágil… como una simple y común niñita.
Abby abalanzó sus fauces abiertas directo hacia el costado derecho del expuesto cuello de Lily. Ésta se zarandeó y agitó, pero nada impidió que clavara sus afilados colmillos, perforando su piel y su carne. Un agudo y punzante dolor le recorrió su cuerpo en cuanto esa letal mordida se cerró en torno a ella, exteriorizado en la forma de un fuerte grito, como nunca había lanzado uno antes.
Sus muñecas seguían inmovilizadas, al igual que el resto de su cuerpo presionado bajo el peso de la criatura. No podía hacer nada, y en un punto ya ni siquiera pudo gritar. Sollozos de terror y dolor fueron lo único que surgió de su boca, y las lágrimas no tardaron en resbalar por sus mejillas. Además del dolor, percibía como aquella criatura succionaba la sangre que brotaba de la herida de su cuello.
«No puede ser, esto no puede estar pasando» pensaba inundada en el terror y en la impotencia.
¿Cómo podía ella, que siempre había estado por encima de cualquiera, que había influenciado tanto miedo y dolor a aquellos que le molestaban, terminar de esa forma? ¿Cómo podía haber caído tan fácil en las garras de esa cosa, fuera lo que fuera? ¿Sería ese el final? ¿Acaso sería ahí donde todo terminaría…?
«¿Voy a morir? ¿Así como así…?  No, no quiero… No quiero morir, ¡no quiero!»
Pero a pesar de su ferviente deseo, podía sentir como la vida misma se escapaba gota a gota por su herida. Como esa chica literalmente la succionaba de su cuerpo.
No supo cuánto tiempo estuvo así, pero daba igual; unos cuántos segundos resultaban demasiados. Pero de un momento a otro, Abby apartó bruscamente su cara de ella, alzándola y soltando un fuerte alarido, como un rugido, al aire. Lily giró su cabeza hacia ella como pudo; su boca estaba total enrojecida por su sangre, pero se le notaba además desconcertada y confundida. Y lo siguiente que notó fue a la persona que se había aproximado rápidamente a un costado de ambas, y que en esos momentos sostenía firmemente el mango del cuchillo clavado justo en el centro mismo de la espalda de la criatura.
«¿Esther…?» pensó Lily con debilidad, sin poder deducir con total seguridad si lo que veía era real o no.
La mujer de Estonia sacó de un tirón el cuchillo de la espalda de Abby, y luego la pateó con todas sus fuerzas directo en la cara. El cuerpo de la criatura se hizo hacia atrás por el golpe, apartándose un poco de encima de Lily. Esther abalanzó el cuchillo de nuevo en dirección a la cara de Abby, pero ésta se hizo más hacia atrás de un salto, entrando en el interior del cuarto 304 por la puerta aún abierta, cayendo en la alfombra en cuatro patas.
Esther la contempló fijamente con su expresión dura, mientras sujetaba su cuchillo delante de ella de forma defensiva. Ella la miró de regreso, desde la profundidad de esos ojos bestiales, enseñando sus dientes como un verdadero animal salvaje.
«¿Qué demonios es esa cosa?» pensó Esther, confundida.
Por el rabillo del ojo notó que Lily se sentaba y se hacía hacia atrás por el suelo. Su mano derecha se presionaba con fuerza contra la herida de su cuello.
—Oye, ¿estás bien? —le cuestionó con seriedad, mirándola de reojo sobre su hombro.
—¡Me mordió! —gritó Lily, visiblemente perturbada—. ¡Esa perra me mordió!
Eso le pareció a Esther que estaba haciendo cuando se aproximó corriendo, pero no creyó que en efecto fuera el caso. Al girarse de nuevo al frente, logró ver como aquella criatura se erguía lentamente, al parecer totalmente intacta. La puñalada que le había hecho en la espalda debería de haberle cortado en dos la columna, o al menos haberla dañado lo suficiente para que no pudiera levantarse. Y sin embargo, ahí estaba, de pie delante de ella totalmente derecha e impasible.
«¿Pero qué mierda está pasando en este lugar?» pensó Esther, totalmente perdida con toda esa locura.
Abby la contempló en silencio unos instantes, ladeando ligeramente su cabeza hacia un lado. Pasó la manga derecha de su sudadera para su boca para limpiar de ella los rastros de la sangre de Lily, pero sólo logrando embarrarla un poco. Y sin más, se lanzó directo hacia Esther, totalmente indiferente al cuchillo que ésta sostenía hacia ella.
Esther reaccionó, blandiendo el cuchillo en su contra, llegando a hacerle una profunda cortada en su mejilla izquierda que casi se llevaba de paso su oreja. Pero eso no la detuvo, y dirigió sus dos manos directo hacia el delgado cuello de la mujer, apretándolo entre sus dedos. Esther sintió como el aire dejaba de poder ingresar a su cuerpo, y como su cuello se comprimía hasta casi destrozarse.
Aquella cosa era fuerte; muy fuerte.
No dejó que la desesperación la dominara, y en lugar de intentar quitarse sus manos de encima, Esther dirigió su cuchillo a ciegas hacia el abdomen de la criatura, introduciéndolo hasta lo más hondo una, dos, tres… varias veces seguidas; cuchilladas rápidas y desesperadas por todo su abdomen, haciéndole varios agujeros a su vestido, cuya tela amarilla rápidamente comenzó a teñirse de rojo.
Abby pareció al inicio impasible ante las puñaladas, con su atención totalmente puesta en Esther y que sus manos aparentaran más y más su cuello hasta asfixiarla o rompérselo; lo que ocurriera primero. Pareciera como si aquello no tuviera ningún efecto en ella. Aun así, Esther continuó una y otra vez, hasta que las señales de dolor ya no pudieron ocultarse del todo de la cara de Abby, y se volvieron después, a simple vista, insoportable.
La criatura soltó otro gruñido al aire, y con una fuerza increíble lanzó a Esther hacia un lado con sus manos. El cuerpo de la mujer voló por la habitación, cayendo sobre una de las camas, pero de inmediato rebotando por la fuerza del empuje y estampándose de narices contra el suelo a un costado. Su cuchillo se había escapado de sus manos a medio vuelo.
Abby se tambaleó hacia un lado, dando pasos en falso hasta quedar contra el mueble de la televisión. Llevó sus manos a su abdomen, presionándolo. Respiró lentamente, quizás intentando calmarse, enfocándose en el suelo mientras sus heridas se iban curando poco a poco.
No fue la única, pues aunque debería tener su cuello destrozado en esos momentos, Esther sintió como éste se iba recobrando. Y aunque el dolor de aquellos dedos alrededor no desaparecería en un buen tempo, al menos parecía que no tendría nada grave de momento de lo cual preocuparse. Así que cuando estuvo lista, se apoyó en la cama para alzarse, y se giró en busca de aquella otra chica. Para su horror, ésta parecía también ya recuperada, y lista para volver a atacar.
—Oh, genial —masculló sarcástica, sonando más como una maldición.
Y entonces, al palpar la cama (su cama) con una mano para levantarse, recordó algo; una cosita que había colocado bajo su almohada para emergencias, como lo hacía siempre que llegaban a un alojamiento como ese. Aquello lo hacía pensando más en si alguien las perturbaba durante la noche mientras dormían… pero esa parecía una situación mucho más adecuada.
Esther se lanzó hacia la almohada al mismo tiempo que Abby daba un largo salto desde su posición hacia ella, cruzando el cuarto en un amplio arco. En un sólo movimiento, Esther introdujo su mano bajo la almohada, tocó con sus dedos lo que ahí había escondido, lo tomó firmemente, lo sacó de un tirón, y con la espalda contra la cama se giró de lleno hacia Abby, apuntándola directo con aquel objeto: su pistola larga, oscura y cargada.
Los ojos de Abby, que se encontraba en ese momento prácticamente suspendida en el aire sobre la cama, se abrieron estupefactos en cuanto divisaron aquella arma cuyo cañón le apuntaba directo. Y al instante siguiente, el estrepitoso sonido del disparó llenó por completo el cuarto, y el cuerpo de la criatura fue empujado hacia atrás. Cayó pesadamente contra el borde inferior de la cama, rodando al instante después al suelo.
Esther se paró de inmediato de la cama, y con pistola en mano se aproximó hacia ella, y la observó arrastrarse por el suelo con la ayuda de sus manos, que en esos momentos parecían haber tomado la forma de largas y puntiagudas garras. La bala le había entrado directo en el lado derecho de su pecho, y atravesado su delgado cuerpo hasta salirle por la espalda y estamparse contra el techo. Pese a todo, estaba claramente viva, aunque el dolor de esa última herida no le era indiferente.
—Maldita puta —exclamó Esther furiosa, y extendió entonces su arma, apuntándole con ella, ahí en el suelo. Estaba lista para vaciarle todo el cartucho entero en su espalda, cuando la presencia de alguien más la distrajo.
—¡No! —gritó alguien con todas sus fuerzas desde la puerta principal de la habitación. Y al virarse en dicha dirección, Esther pudo ver la enorme figura de Owen, renqueando hacia ella, pero lanzándosele encima con la intención de taclearla.
Esther intentó girar rápidamente el arma hacia él, pero no logró hacerlo antes de que el hombre de barba la empujara con todo el peso de su cuerpo, derribándola al piso. Ambos comenzaron a forcejear, siendo la intención de Owen claramente arrebatarle su arma. Esther, sin embargo, no se dejó y se aferró a ésta con fuerza. Owen podía ser más grande y fuerte, pero sus heridas de hace rato lo tenían débil, y Esther lo aprovechó.
Mientras apartaba la pistola de él con una mano, con la otra golpeó su hombro, en el punto exacto en el que lo había apuñalado, y luego lo apretó con fuerza entre sus dedos. Owen gimoteó adolorido, pero resistió, por lo que Esther se permitió lanzar su cabeza contra él, estrellándole la frente contra su nariz lastimada. Esa combinación hizo que el cuerpo de Owen se hiciera para atrás, lo suficiente para que Esther pudiera patearlo con fuerza en el pecho y lo apartara de ella.
Una vez que ya no lo tuvo encima, Esther se hizo hacia atrás por la alfombra, sólo unos centímetros. Pero estos bastaron para que pudiera apuntarle con su pistola, y soltar tres disparos seguidos que dieron directo en el pecho del hombre, casi a quemarropa.
El aullido del arma disparando bastó para que Abby pudiera reaccionar y salir de su estupor tras su última herida. Separó rápidamente su rostro de la alfombra, el momento justo para ver el cuerpo de Owen precipitarse al suelo, con los tres agujeros de bala decorándole su pecho y comenzando a impregnar sus ropas de sangre.
—¡¡NOOO!! —gritó la niña de piel pálida con todas sus fuerzas, retumbando en las paredes. Se puso de pie de un salto, y corrió hacia el hombre.
Esther estaba en el camino, e intentó girar su arma hacia ella, pero la mano de Abby se dirigió contra ella primero, golpeándola con increíble fuerza en la cara y literalmente lanzando de nuevo su cuerpo por la habitación como si la hubiera golpeado un auto. Esther se estrelló contra la mesa del cuarto a un lado de la puerta, derribándola.
—¡Oskar! —exclamó la chica con exasperación. Se agachó a un costado de Owen, y lo tomó delicadamente entre sus brazos. El hombre respiraba con dificultad, y observaba fijamente el techo sobre él mientras intentaba desesperado jalar aire por su boca. Una mano se presionaba inútilmente contra su pecho, pero la sangre se escurría entre sus dedos—. No, Oskar… ¿por qué…? ¿Por qué? —masculló dolida, mientras pasaba los dedos de su mano delicadamente por su rostro—. Sabías que eso no puede matarme… ¿por qué lo hiciste?
Owen giró lentamente su rostro en su dirección. En cuanto sus ojos enfocaron su rostro lleno de angustia y temor, una sonrisa casi divertida se dibujó en sus labios.
—Sólo no quería verte lastimada —susurró despacio, incluso permitiéndose reír un poco, algo que lamentaría cuando un pequeño ataque de tos lo hizo escupir algo de sangre por su boca.
—Oskar… —susurró la niña con marcado dolor. Algo brillante y pequeño surgió de pronto de la comisura su ojo izquierdo, resbalándose poco a poco por su mejilla. Owen, u Oskar, contempló aquello con asombro.
—Lloras —señaló entre quejidos—. ¿Lloras por mí…? No recuerdo… haberte visto hacerlo nunca…
La niña llevó por instinto su mano derecha a su rostro, tallando su mejilla con sus dedos. Era cierto, se sentía húmeda.
Esther se incorporó adolorida. Miró a la mocosa que le estaba dando la espalda en esos momentos abrazada de aquel hombre, y le pareció el momento justo para volarle la cabeza por detrás. Buscó alrededor su arma, pero ésta parecía haber quedado en el centro de la habitación tras su último lanzamiento. La puerta del cuarto estaba más cerca de ella. Desde ésta, sentada contra el marco y con su mano aferrada a su cuello, Lily observaba todo con mirada soñolienta. Se le veía débil y pálida, y respiraba agitadamente.
Esther prefirió mejor intentar una huida, aprovechando que aquella cosa estaba distraída. Se dirigió rápidamente hacia Lily, pero ésta estaba tan sumida que no notó su presencia hasta que estuvo de cuclillas delante de ella.
—Levántate —le ordenó Esther, tomándola con brusquedad del brazo.
—No… puedo… —susurró Lily con voz frágil—. Me siento mal… me siento…
Su cabeza se ladeó hacia un lado y sus ojos amenazaron con cerrarse. Esther abalanzó su mano derecha con dureza hacia ella, dándole una fuerte bofetada que hizo que su cara se girara por completo en la dirección contraria y sus ojos volvieran a abrirse de golpe.
—¡Ni se te ocurra dormirte! ¡Levántate ahora mismo!
Tomó el brazo de Lily y la forzó que le rodeara el cuello y los hombros con él, y así ayudarla a alzarse. Lily no estaba ayudando demasiado, así que aquello resultó una tarea más difícil de lo esperado.
Los otros dos casi parecían haberse olvidado de ellas. La niña contemplaba absorta el rostro de su amigo, y éste la mirada lo mejor que la inminente muerte se lo permitía. Al final, el hombre de barba logró tener la suficiente fuerza para decir lo que tanto deseaba:
—Por favor… alimentante de mí para que te cures...
—¿Qué? —exclamó Abby en voz baja—. No… Oskar…
—Por favor —insistió el hombre—. Déjame serte de utilidad una última vez…
Owen alzó débilmente una mano hacia ella, tocando su rostro con las yemas, y un poco sin querer dejando marcas rojas sobre éste pues sus dedos estaban manchados con su propia sangre. Abby tomó su mano cálida, aunque ella fuera incapaz de percibir por completo aquel calor tan real, tan vivo, y la pegó por completo contra su mejilla. Lo besó también con dulzura en su palma, y susurró despacio contra su piel:
—Te amo…
Owen sonrió.
—Yo te amo… a ti… Eli…
La niña se giró hacia él, y cumplió de inmediato su último deseo. Abalanzó su rostro contra el cuello del hombre en el suelo, y sin más vacilación clavó sus colmillos enteros contra éste, desgarrándolo y dejando que su sangre brotara de su cuerpo directo a su boca.
Esther ya había hecho que Lily y ella se pararan, pero el distintivo sonido de la mordida, y el mórbido sonido de succión de lo que aquella criatura estaba haciendo, provocó que inevitablemente se girara a ver lo que ocurría justo al pie de las camas del cuarto. Esa niña, agazapada encima del cuerpo de aquel hombre, con su rostro hundido contra su cuello, succionándole… la sangre.
—No puede ser —masculló Esther, atónita.
—Es un… —susurró Lily con voz queda—. Es un… es un va…
—Ni siquiera lo digas —pronunció Esther como un regaño. Había visto demasiadas cosas extrañas para ese momento, pero… ¿eso? Tenía que ser una jodida broma de mal gusto.
Sin darse cuenta, se quedó más de la cuenta absorta en aquellos pensamientos, y en la grotesca escena ante ella. Sólo reaccionó de nuevo cuando aquella muchacha alzó abruptamente su cara, y fijó sus ojos de nuevo en ella. Su boca, mentón y nariz parecían enteramente pintados de rojo.
Esther se estremeció. Quiso retroceder, pero sus pies no reaccionaron. Pero cuando la vio en ese justo instante, supo que su deducción debía ser cierta. Esa cosa no era humana: era un maldito vampiro…
Abby, o Eli, desvió su atención un instante más hacia el cuerpo del hombre debajo de ella, ya en esos momentos totalmente inmóvil, con sus ojos abiertos y vacíos contemplando a la nada. Dirigió sus manos hacia su cabeza, la tomó firmemente entre ellas… y vaciló, sólo por un instante. Pero luego tomó la resolución suficiente para girar la cabeza del hombre por completo. El crujido del cuello rompiéndose se escuchó en todo el cuarto.
Eli se puso entonces de pie lentamente, con sus ojos acechadores totalmente fijos en Esther. El disparo, las puñaladas, los golpes… Nada de eso parecía afectarla en ese momento. Se veía entera, apacible, fuerte…  Esther supo de inmediato que sería inútil intentar huir, y menos cargando a Lily en el estado en el que se encontraba. Las alcanzaría sin problema antes de que pudieran cruzar el patio de juegos, y las mataría a ambas con sus propias manos.
Sólo había una cosa sensata que podía hacer, si es que algo de lo que estaba pensando podía ser catalogado en realidad como “sensato”.
Sin decir nada, soltó el brazo de Lily y la empujó con brusquedad hacia el pasillo. El cuerpo delgado y debilitado de la niña se tambaleó hacia atrás, cayendo se sentón con su espalda contra una columna.
—¡¿Qué estás haciendo…?! —le gritó Lily, confundida. Esther no respondió, y en su lugar simplemente cerró con brusquedad la puerta del cuarto, desapareciendo detrás de ésta, y quedando totalmente a solas con aquella criatura.
Una vez la puerta se cerró, Esther le regaló a aquella criatura su sonrisa más confiada y entusiasta; más de lo que en verdad se sentía. Ésta se quedó inmóvil, contemplándola en silencio.
—Muy bien, perra —masculló Esther con tono de provocación, alzando sus manos a cada lado y haciendo con sus dedos los gestos de que se aproximara—. ¿Quieres chupar? Pues chúpame ésta, fenómeno. Pero adivina qué…
Esther aspiró profundamente por su nariz, y pudo sentir como su cuerpo se llenaba abruptamente de energía. Sus golpes, sus heridas, todo lo que había sufrido en ese rato se curaron también por completo. Su cansancio también se esfumó, siendo remplazado por una clara sensación de energía y bienestar.
Eli pareció también notar esto; fue evidente en la expresión de ligera sorpresa que se plasmó en su rostro.
—No eres la única que se alimenta de la vida de otros —le indicó Esther con sorna, pasando además su lengua de forma juguetona por sus labios, mientras observaba de reojo el cadáver de Owen a lado de ellas—. Tú papi sí que es delicioso, ¿verdad?
Aquello claramente crispó el enojo de Eli, y sus ojos chispearon con ira. Saltó entonces con agilidad en su contra, mientras rugía con ímpetu al aire.
FIN DEL CAPÍTULO 137
Notas del Autor:
—El flashback de la escena inicial de este capítulo ocurriría justo después de los incidentes del Capítulo 53.
—Como algunos quizás ya lo adivinaron desde antes, los personajes de Oskar, alias Owen, y Eli, alias Abby, están inspirados en los respectivos personajes de la película sueca Let the Right One In o Déjame Entrar del 2008, así como la novela de John Ajvide Lindqvist en la que está inspirada. En menor medida se han tomado también algunos detalles y referencia de la versión americana del 2010 (como por ejemplo los nombres de Owen y Abby). La historia se ubicaría alrededor de 36 años después del final de la película original. Más detalles sobre ambos personajes y su trama se darán a conocer en los siguientes capítulos. Sin embargo, de entrada les puedo adelantar que para los fines de esta historia, se omitirán por completo los hechos narrados en el cuento Let the Old Dreams Die o Deja que los Viejos Sueños Mueran del mismo autor de la nivela original.
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deskisiange · 2 years
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El abandono.
quiero escribir sobre lo que yo quiera, y este día, quiero escribir sobre mi experiencia con el abandono a lo largo de mi vida y como me ha afectado.
desde pequeña me he sentido diferente, por un momento pensé que todos se sentían así, o tal vez fingían, pero no, creo que pensar lo anterior fue un mecanismo de defensa para no aceptar la realidad, que siempre he sido más débil, más sensible, que los comentarios por más mínimos que sean me afectan de una manera que se siente como fuego quemando, y hasta el día de hoy, teniendo 18 años no puedo olvidar. Cuando intento identificar los sentimientos mas recurrentes que tenia cuando pequeña, pienso en vergüenza. Por ser yo, por no entender las bromas, por dejar que me pisotearan, por ser tan sensible, por fingir que no me daba cuenta de como los adultos me miraban. Todo eso me afectó, sigo pensando que no es valido por que hay personas que lo han pasado mil veces peor que yo, pero esta es mi vida, y no invalidaré jamás mis sentimientos. Solo yo sé lo que he pasado.
ahora va mi pregunta.
¿Qué haz echo para evitar el abandono?
creo que lo peor que uno se puede hacer a si mismo es olvidarse por otra persona. Yo lo hice, no entrare en detalles, ya es pasado, pero aun no puedo perdonarme por el daño que me hice a mi misma, ni siquiera lo puedo creer del todo, rogué por atención, rogué para no estar sola, deje mi dignidad y autoestima de lado, siento que perdí parte de mi vida o yo misma en eso, pensé que el problema era mi cuerpo, por evitar el abandono me mate de hambre, no comía en días, ejercicio en exceso, tomar mucha agua, ayunos intermitentes, adicta a los laxantes, pensar en comida y en perder más peso a todo momento del día, compararme con fotos de la niña por la cual me dejó, pensaba ´´por gorda te dejo, mírala a ella es tan delgada, y mírate a ti´ me obsesioné. Ya no se trataba de él, se trataba de mi. De la lucha constante conmigo misma y una obsesión que desarrolle, fue tanto el impacto que tuvo para mi eso que lo logré, fui delgada como quería, pero el espejo no decía lo mismo, me odiaba, me odiaba tanto por no ser suficiente que a veces no lo soportaba y me golpeaba en el estomago, me tiraba el pelo, gritaba y me rajuñaba, me cortaba, y no soportaba la realidad que estaba viviendo, así que empecé a tomar de a 4 a 5 pastillas para dormir seguido, no sé si mi objetivo era dormir o olvidar todo, pero no funcionaba. Yo daba por echo que por dentro no tenía nada que ofrecer, pensé que por fuera al menos habría una razón para quedarse, pero no fue así. Acepte también que estuviera con ella mientras estaba conmigo, la dependencia era tan grande que ni yo me reconocía. Pero obviamente no lo pude soportar. Me sentí tan abandonada por la persona que creía lo era todo para mi, lo tenia en un pedestal, eso fue mi culpa por idealizar tanto a una persona, dolió tanto la traición que hasta el día de hoy no me siento del todo yo misma. Ver que prefería a alguien más que a mi, me destruyó, no por que lo quisiera a el, si no por que eso afirmaba el echo de que yo, no valía nada. Después conocí a otra persona, que ahora que lo pienso, me obsesiono con cosas que no puedo conseguir tratando de lograrlas sabiendo mi inevitable final, no lograrlo, por que no puedo cambiar a las personas. En el primer sujeto, busqué evitar el abandono de una forma extrema, siendo que el quería eliminarme de su vida. Con el segundo sujeto, el no quería nada serio, yo tampoco ahora que lo pienso, pero yo me sentía mal al que el no quiera algo serio, quería lograrlo, quería ser más que una amistad con ventaja, quería no volver a sentir la soledad y aferrarme a esa persona (o cualquier persona que se me apareciera) también, pensé que el físico lo era todo, baje más de peso, el ejercicio aumento, tenía que ser perfecta con el, me depilaba las piernas y todo el cuerpo en realidad cada vez que íbamos a salir, me arreglaba el pelo y lo teñía, me maquillaba de lo mas lindo y usaba mi mejor ropa y mostraba mi mejor personalidad, con el tiempo me fui aburriendo de eso. Lo hacia solo por que no tenía autoestima y me arreglaba a mas no poder para que me elogiara y eso sirviera como migajas para motivación. El también tenia otra persona, a mi me dolía no ser esa persona especial, me dejo por ella también, afirmando mas que no merecía ser querida por nadie. En el, buscaba no estar sola, que pese a todos mis esfuerzos, esta vez darían frutos, pero buscaba personas con el mismo patrón, que no me pudieran dar lo que yo quería, inconscientemente.
En esos días, tuve crisis, por el odio a mi misma y el ciclo que no podía parar de bulimia y ejercicio excesivo. Y mi mayor miedo y motivación, era el miedo al abandono, con solo pensarlo, me terminaba cortando a mi misma, una vez llegue demasiado lejos y profunda la herida, nunca se me saldrá, a demás se me infecto por no querer verla ni cuidarla, así que espero poder haber respondido mi propia pregunta, si, hice todo eso para evitar que me dejen, y quizás más.
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jaebomsstuff · 2 years
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Pedí desesperadamente ¡NO ME DEJES !! ¡VAMOS TODAVÍA TE NECESITO!! Y mi corazón me dijo : linda ya es hora de que se vaya ,sabes que ella también está sufriendo no? Se quedó y lucho pero sirvió de algo ? Mírala en este momento lo destrozada que está ! Mira como intenta no caer de rodillas porque no aguanta su peso ... Su conciencia está perturbada por tanto daño .
Es momento de que ella vuele y aunque nos duela ahora tenemos que ser mucho más fuertes ... Tenemos que agarrar nuestros pedazos y unirlos ,recoger esa sangre derramada y seguir .
Tras decirme eso mire mi reflejo en ese sucio espejo y vi cómo lentamente me perdía y llore tanto ,como no pude salvarme ? Luchamos tanto y igual se destrozó quien era y durante esos segundos mi corazón se detuvo y en el momento menos esperado de mis labios salieron los gritos más desgarradores ,porque ese dolor fue tanto que estaba dispuesta a acabar y irme junto a ella pero no lo hice simplemente me limpie las lágrimas y caí al frío piso mientras maldecía una y otra vez a cómo pude me senté y prendí un cigarrillo le di una calada mientras seguía maldiciendo y una vez más sufrí otro daño más y este era el que me perseguirá hasta el final .
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desorbitad0 · 2 years
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Quédate con ella, no la vayas a perder. Hazme caso, porque si no luego te quedarás buscándola en muchas mujeres y créeme que en ninguna la encontrarás. Quédate con ella, no gastes tu tiempo poniéndole lógica o buscando razones de porque la quieres, solo siéntelo.
Quédate con ella, porque nadie te besará de la misma forma, ni encontrarás unos ojos que te miren tan lindo, ni tendrás a nadie que muera de risa por tus chistes malos, ni nadie te dará un amor tan cálido, ni nadie dejará un olor tan dulce en la cama después de coger.
Quédate con ella, no vaya ser que por un mal polvo de una noche tires por la borda todo lo que construyeron. Quédate con ella, haz que se sienta tuya. Bésale los miedos, y abraza sus traumas.
Quédate con ella, procura no cagarla tanto; que las personas se cansan, se van. Y que putada sería que sucediera eso, y te quedes pensando en todo lo que hiciste mal, en todo lo que pudiste mejorar.
Quédate con ella, cómprale un vestido, lencería, acompaña eso con un ramo de rosas y llévala a cenar. Fíjate lo feliz y risueña que se pondrá. Y detalla en cámara lenta como se desviste para ti, como se entrega, detalla su respiración agitada, su cuerpo desnudo, sus gemidos cuando llega al clímax. Luego solo mírala dormir. Tan diosa y a la vez tan humana. Verla tranquila, sintiéndose segura y tuya, es algo que nadie puede pagar, ni aunque tengas una tarjeta con muchos ceros. Y todo eso es tuyo, y lo tienes gratis.
Quédate con ella, que afuera el mundo es malvado. Y mientras vos la tienes en tu casa andando con una camisa tuya, queriendo tu desorden, poniendo la típica excusa de “cinco minutitos más” cuando suena la alarma para quedarse ese último rato abrazada a ti.
Quédate con ella, que ahora el amor es efímero, y ella te ama una eternidad. Quédate con ella, porque estoy seguro que habrá muchos hombres por ahí deseando encontrarse una mujer así. Quédate con ella, cuídala mucho. Que como te dije hace algunas líneas atrás, las personas se van.
Y entonces llegará alguien que sí le dará el tiempo que vos le decías no tener, llegará alguien con mejor disposición para aprender de sus errores, ver sus películas favoritas, escuchar sus canciones raras que le gusta. Llegará alguien que le encantará llenar ese vacío en el pecho que a veces ella siente.
Quédate con ella. Que mientras vos te quejas de lo intensa que es, otro amaría su intensidad.
“Quedarse”, Steveen.
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Bertha y Sara
En ese momento me di cuenta de que la puerta del baño estaba abierta ligeramente, y por el espejo vi que era Berta la que nos miraba. ¿Pero no se había ido a la compra? Al principio pensé fingir no haberme dado cuenta, pero finalmente decidí invitarla a pasar haciéndole un gesto con la mano. Berta entró silenciosamente. Tenía la camiseta levantada, sin sujetador dejando a la vista unos bonitos pechos, con pezones pequeños y puntiagudos. Se estaba masturbando con la falda levantada y una mano bajo sus bragas, sin apartar la mirada de mi polla penetrando el coño de Sara. Para darle una mejor vista aparté las manos las caderas de sara, y la usé para abrirle las nalgas, dejando perfectamente a la vista tanto su coño como su ano, el cual me había dejado penetrar en alguna ocasión. Sara estaba gimiendo más alto de lo normal, así que supuse que, aunque no lo hubiera reconocido, la pillada de Berta la había dado mucho morbo.
- Reconoce que te ha gustado que Berta nos haya visto antes. Por lo cachonda que estás me parece que te ha dado tanto morbo o más que a mi.
- Ahhh, la verdad es que sí, me ha puesto súper cachonda que Berta nos haya visto casi follando.
Berta me hacía señas para que me callase, no fuese que con la conversación le diese por volver la cara y la pillase allí mirándonos.
- A mi me está poniendo muy cachondo que estés de cara a la pared, sin verme la cara, y con tu culo expuesto a mis caprichos. - Le guiñé un ojo a Berta.
- Si haces que me corra antes que tú te dejo follármelo.
Miré a Berta, que me indicó por señas que quería ver ese espectáculo. Llevé una de mis manos al coño de Sara, y comencé a masajear su clítoris para que llegase antes al orgasmo, y asegurarme así poder sodomizarla.
- Ahhh... Eres un cabrón tramposo, pero de todas formas ni se te ocurra parar.
Llevé la otra mano a su coño y, tras empaparla en sus jugos, la llevé a la entrada de su ano para lubricarlo, y comencé a meter un dedo poco a poco. Berta se había desnudado por completo y estaba pegada a la mampara para no perder detalle. Poco después, Sara llegó al orgasmo entre convulsiones y gemidos, podía notar las contracciones de su coño sobre mi polla, y de su culo sobre mis dedos.
- Ahora vamos a ir a la habitación, y te voy a follar este precioso culo, pero quiero que mantengas los ojos cerrados y que te dejes hacer.
- Soy toda tuya - dijo Sara mordiéndose el labio.
Salimos de la ducha, y sin secarnos siquiera la llevé a ciegas hasta la habitación, y la senté en la cama. La eché hacia atrás, levanté sus piernas y coloqué su culo en el borde, de tal forma que su coño y su culo quedaban a la vista. Comencé a darle lametones en ambos, lamiendo los jugos de su coño y lubricando la entrada de su ano. Berta me dió un toque en el hombro y me hizo entender que quería probarlos ella también, así que me aparté a un lado para que pudiera hacerlo. Se sujetó el pelo con una mano para que Sara no lo notase y, sin dejar de masturbarse, comenzó a lubricar el culo de Sara.
- Ahhh, sigue así, me están entrando más ganas que nunca de que me encules.
No podía esperar más. Me levanté y aparté a Berta con la cadera para follarle el culo a Sara, momento que aprovechó Berta para cogerme la polla y darme un lametón desde los huevos hasta el glande. Aquello me puso tan cachondo que agarré la cabeza de Berta y presioné mi polla sobre su boca, haciendo que la abriera para recibirla, y comencé a follarle la boca.
- Cariño, ¿a qué esperas para metermela? Métemela ya por favor, no me hagas esperar más.
Hubiera preferido seguir con la boca de Berta un poco más, pero no quería arriesgarme a que Sara abriera los ojos, así que se la saqué y la dirigí a la entrada del culo de Sara. Berta la cogió por la base, se puso tras de mi y comenzó a empujarme con su cadera, de tal forma que fuese entrando poco a poco. Una vez que hubo entrado entera empezó a masajearle el clítoris a Sara con el pulgar.
- Ahhh... Sí mi amor, sigue tocándome así mientras me enculas. Ahhhhhhhhh.
Mientras con una mano sujetaba una pierna a Sara para mantener su coño bien abierto, dirigí la otra al coño de Berta, introduciéndo dos dedos en él. Rápidamente comencé a notar que su coño se contraía como prueba de su orgasmo, y comenzó a susurrarme al oído.
- Madre mía que cachonda estoy viendo ese culo tan dilatado por tu polla. Un día me tienes que follar a mi así, incluso con otra mujer si hace falta. Quiero ver cómo te corres dentro de Sara, y ver como chorrea el semen saliendo de su culo. Mírala, está a punto de correrse.
Efectivamente, gracias a las caricias de Berta, Sara estaba llegando a un nuevo orgasmo, y pronto comenzaron las contracciones de su ano, que junto con las palabras de Berta me hicieron llegar inmediatamente al orgasmo, haciendo que le llenase el culo a Sara con mi semen. Le saqué la polla del culo, haciendo que las última eyaculaciones fueran a parar tanto a su culo como a su coño, dejándola chorreante de mi líquido blanco y espeso.
Berta se apartó rápidamente y salió de la habitación sin hacer ruido antes de que Sara abriera los ojos. Me tumbé a su lado unos momentos, tras los cuales tuvimos que volver a la ducha después de tanto ejercicio.
Al rato volvieron Julio, Pedro y Carmen de la compra, y al preguntarles por Berta nos dijeron que al final no había ido, que había preferido ir a dar una vuelta que quería ver una cosa. Pues la dió, vaya que si la dió, y bien de cerca...
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catmiry · 4 years
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Un simple lapicero
Por novena vez le grité que se callara. Era tan ruidosa que no me permitía concentrarme. Sus gritos me aturdían tanto, que esta vez ni siquiera tuve que pensarlo.
Me levanté, desesperado, tomé el objeto más cercano. Un florero, bajé por las escaleras hasta el último piso. Seguía gritando, no esperé más y se lo reventé en toda la cara.
Eso no la detuvo, solo incrementó el llanto. Decidí acabar rápido con esto.
Tomé el bate recién comprado y la destrocé por completo.
-………………………
El silencio por fin había regresado.
Y con ello finalmente concluí el trabajo de hoy. No importa cuántas veces lo continúe haciendo, siempre lo seguiré diciendo, no es fácil ser un escritor y menos cuando te quedas sin ideas. Muchas veces la imaginación no puede ser la salvación.
Aun me quedaban dos relatos más por hacer antes de la fecha límite y ésta estaba cerca, no tenían que ser muy largas, pero se me agotaban los recursos.
Ese día opté por salir a refrescarme, de todas maneras, necesitaba rellenar la despensa.
Me dirigí hasta el supermercado, compré lo de siempre; pan, leche, huevos, cloro, algo de cereal, vendas, un poco de jamón y un nuevo champú. Fui a la caja.
La cajera era muy atractiva, muy similar a mis ideales. Creo que le agradé, me guiñó el ojo y me dijo que su turno terminaba a las 8. Sonreí coquetamente, hice caso omiso y me retiré del establecimiento. Aún era temprano, fui por una hamburguesa.
“Sus ojos eran muy penetrantes y estos expresaban un brillo tan resplandeciente, llenos de grandes ilusiones.”
Se acabó la tinta. Soy el tipo de escritor que aun ocupa la pluma y el papel para dar vida a sus obras. El reloj marcaba las 17:50.
Me quedaba algo lejos, pero podía sacar un gran provecho de ello. Terminé yendo a mi tienda favorita por una tinta nueva. Saludé. “¿Lo de siempre?” Asentí y esperé.
“Esta es nueva, mírala, no es cara”
Sin pensármelo mucho me la llevé. Había algo en ella que me atraía demasiado. Regresé a casa.
Sin duda era muy hermosa, incluso con ropa casual destacaba del resto.
Me saludó con fuerza para llamar mi atención. Continúe embobado por esa hermosa sonrisa que solo a mí me regalaba. Enserio anhelaba tanto conservarla para siempre.
.
.
Ahora ya no está sonriendo. ¿por qué, si te veías tan hermosa? ¿puedes volver a sonreírme? Oye ¿puedes? Por favor…
Lo hizo, pero su belleza había desaparecido. No era tan radiante como antes, aun así, quería preservarla eternamente. Con aguja e hilo podría conseguirlo.
Una vez que tomé el cuchillo y me acerqué cuidadosamente…
Ella sabía muy bien que no volvería a ver la luz del día.
Para un breve respiro fui hasta la cocina por un frio vaso de agua. Comencé a guardar las compras y hasta el final de la última bolsa, se encontraba aquella pluma que daría vida a las nuevas obras. La tomé, la observé a detalle y seguía sin saber que elemento de todo el objeto era aquel que me cautivó tanto. ¿El plumín? ¿el diseño? ¿el color? ¿su bajo precio? No lo sé y por mucho que lo pensara, no lo sabía.
Me cansé de esperar. Tomé una siesta.
3:30 a.m.
Desperté con hambre y sin ganas de mucho. Me dirigí por un trozo de pan y algo de leche fría para merendar. Tomé asiento en el suelo y dejé la leche en la pequeña mesa de la sala. Llamó nuevamente mi atención el nuevo objeto que adquirí, no tenía caso que continuara examinándolo, así que decidí probarla por primera vez… para mi suerte, no se me ocurría absolutamente nada y no quería gastarla con meros garabatos.
-………………..
Fue entonces cuando escuché un estruendo algo lejano, pero no lo suficiente para que mis oídos tuvieran permitido captarlo. No me asusté, esto pasaba muy seguido, optando por ignorarlo.
2 minutos. Ahora se percibía más cercano. No podía tener una mascota ya que me sería imposible cuidar de ella, por ende, aquellos ruidos tan extraños no eran a causa de las travesuras de un pequeño animalito ¿Qué cosa tendría que ser?
Quería volver a ignorarlos, pero comenzaban a provocar una gran tensión en mí que no estaba dispuesto a soportar.
Caminé hasta la fuente del sonido, una gran sorpresa fue cuando antes de siquiera alcanzar la manilla de la puerta ésta se abrió abruptamente golpeándome en el rostro aturdiéndome un poco con ello. ¿Qué había pasado?
Antes de que mi visión se aclarara por completo, se arrojó encima impidiendo mi desplace a la vez que trataba de dañarme estrellándome fuertemente contra la pared. Tenía consigo un cuchillo ensangrentado y no parecía dudar en usarlo, su auténtica sonrisa había regresado.
Esta fue la primera vez que me sentí algo aterrorizado. Violentamente la lancé contra la mesa evitando lo peor, al menos para mí. Me levanté agitado, desesperadamente busqué con la mirada algún objeto que me permitiera la defensa…
No había absolutamente nada, todo se encontraba en aquel cuarto y el tiempo no era suficiente para ir hasta ahí. Ella se levantó, irritada intentó gritar mientras se dirigía exasperada hacia mi posición tratando de clavarme el cuchillo, la esquivé y quedó atorado en la pared, con esa acción no quedaba duda del objetivo que tenía.
Seguía buscando. Sacó el objeto punzante y esta vez podía jurar que era mi fin. Ya no tenía más tiempo. Instintivamente tomé la nueva pluma que hace unas horas adquirí, sin vacilar y ganando la carrera, traté de clavarla en el glóbulo ocular derecho…
Sin percatarme y antes de que entrara por completo, éste disparó una especie de laser que atravesó más allá del ojo alcanzando incluso la cabeza, desintegrando cualquier especie de resto.
Soltó el cuchillo, permaneció en pie unos cuantos segundos y se desplomó de espaldas. Estaba muerta.
Me sorprendí. La moví un poco con el pie para rectificar su estado. No podía creerlo.
¡La había matado! Miré la pluma… así que este era su valor verdadero.
Sonreí. Ahora con esto hacer mi trabajo sería realmente más fácil.
Cuando dije que ahora sería ella quien daría vida a nuevas obras… no creí que llegaría a ser de una forma tan literal.
Los días de limpiar la sangre constantemente de diferentes lugares y enterrar cadáveres en el jardín, por fin habían terminado.
Nuevas obras florecerán con amplios detalles y con gran originalidad. Y como siempre, nadie dirá nada, nadie va a quejarse…
Todos disfrutarán de ellas. Después de todo…
¿Quién podría sospechar de un simple lapicero?
Con un gran escritor de fondo.
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zinecalzon · 5 years
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Vesubio
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El mar Tirreno se extiende apacible como una alfombra blanca a lo lejos. El día es nublado. La brisa sopla constante y cortante por los vellos de los pocos pedazos de piel que llevas al descubierto. Envoltura de ropajes negros eres. Volcán de fuego en tu vientre hay desde que saliste a las calles hoy rodeado de belleza sublime. Los demás se te adelantan. Tú enmudeces mientras te recargas contra el barandal de hierro al borde de una excavación de sesenta metros de profundidad que devela una ciudad de dos mil seiscientos años de antigüedad, joya inmemorial emergente de las cenizas y las rocas de un pasado tanto idílico como catastrófico. Miras en silencio la ciudad contemporánea al borde del precipicio y las ruinas que se alzan desde él. No logras articular palabra alguna.
De las profundidades emerge también una figura. Una figura que camina lento por una rampa subiendo hacia ti. Una figura que habla por teléfono con alguien. Crees entender que es francés. Francés criollo. Esperas. Ríos de lava parten tu pecho en dos, en cuatro, luego en dieciséis. Ojos grandes. Labios gruesos. Andar erguido y elegante. Cada vez más cerca de ti por esa rampa que sube desde el precipicio. Sigues sin poder articular palabra alguna.
Pasa frente a ti. Dos de tus amigas vienen bajando desde la taquilla para alcanzar a los que ya se te adelantaron. En chinga se dan color. Una te mira a los ojos y te hace una señal de Ya te ví, cabrón. Les guiñas el ojo y les dices que vas al bote de basura a tirar tu botella de plástico. Se ríen. Te ríes. Y se adelantan.
Oui, oui. C’est parce que je suis à Naples maintenant. Oui, là, je suis à Ercolano dice en un francés africano suave y pausado que no podrías imitar aunque lo intentaras y que suena como algodón terso a tus oídos congelados por la brisa helada del mar. Te mira directo a los ojos. Te saluda atento con un gesto. Le sonríes con la mirada. Oui, écoute, je dois te quitter maintenant, dice para terminar su llamada. Y tú sabes que ya chingaste.
Salut. Ça va. Oui, toi. Oui. Vienes solo, preguntas en su idioma. No, vengo con mi tutor. Muy bien. Dónde vives. En París y tú. En México, pero estoy de visita aquí. Yo también. Estás muy guapo. Gracias. Tú también, dice algo tímido. Te acercas a su cuerpo como por inercia. Sólo quieres oler su cuello. Tu respiración se acelera. La de él, también. No cruzan palabra. Miras su bragueta y ves un pene inmenso que resalta erecto por debajo de la tela del pantalón. El tuyo está igual y te lo coges entero por fuera. Se ríe y te mira aparentemente avergonzado a los ojos. Sólo quieres tocar esa piel y arrancarle esa verga con la garganta. Sólo quieres sentir su espalda adherida a tu panza con semen fresco mientras lo abrazas por detrás y le muerdes la cabeza con suavidad. Sólo eso. Y nada más. Alors, je dois faire pipi, le dices. Y dónde es el baño, te pregunta sonriendo. Là bas, le dices señalando los sanitarios. Parfait, responde.
Vas a pasos lentos hacia ahí. Él te sigue unos metros detrás. Esas corrientes de lava que ya te invadían fluyen ahora por tus piernas, tu cara y tu próstata sin tregua y sin control. Te giras. Te sonríe con complicidad. No puedes parar. Lo devorarás. Te engullirá como el cataclismo a Herculano en este mismo suelo dos mil años atrás. No quedará una piedra sobre la otra. Una sola piedra no quedará.
Cuéntanoslo todo, maricón. Qué puta eres. Mírala, mírala, sólo sonríe y no dice una palabra. Ercolano è veramente bellissimo, dirás riendo. Ma come fate voi frocci per scopare così facilmente, mamma mia, dice una de tu grupito queriendo saber cómo hacemos los maricones para coger así, tan fácil. Sólo les sonríes, se ríen todas y se separan para seguir merodeando por esa ciudad desafortunada. Te pierdes entre las calles con nombres romanos. Templos de la antigüedad con frescos y mosaicos perfectamente conservados bajo material piroclástico milenario. Coreografía de esqueletos en inútil huida. Unos se abrazan. Otros parecen colapsarse sobre el suelo en agonía perpetua como si esas llamas siguieran abrasándolos por la eternidad.
Te hacen falta sentidos para comprender lo que tienes frente a ti. Te hace falta otro cuerpo para contener el placer torrencial que te invade. Las puntas de tus dedos palpitan como si tu corazón se hubiese derretido y viajado líquido por los ríos de tu sangre en todas direcciones. Otros visitantes te rodean. Nadie imagina siquiera a lo que sabían sus labios. Ni su culo de bronce. Ni su pene esculpido a mano.
Perdido en tu placer que no cesa y repercute en todos los rincones de tu cuerpo, unos ojos nuevos que no habías percibido antes buscan tu mirada. Son azules y sonrientes. Estos van alejándose de ti, pero se aseguran de mantener los tuyos a la vista hasta que se pierden detrás de un edificio a lo lejos, donde ningún visitante llega, donde a nadie se le ocurre ir. Y tú vas detrás con esos ríos de lava, flujo piroclástico que funde y sublima los cuerpos, en las arterias, en los labios y en la verga. Ardiente en medio del cataclismo. Floreciente entre las ruinas muertas del esplendor pasado. Incesante y vivo por los senderos del fin del mundo.
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nikte98h08 · 4 years
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Todo lo que necesito es un poco de miel Oh, sí lo hacemos Habrá buenos momentos, buenos momentos Sé que va a haber
Trabaja todos los días hasta que me encuentre Voy a subir los fines de semana Haz un brindis, sé un verdadero amigo Dime lo que estás bebiendo, cah
Sé que habrá buenos momentos Habrá buenos momentos Habrá buenos momentos Oh
Buenos tiempos, habrá buenos momentos ¿Recuerdas que solíamos pararnos y dejarlos pelear? Ese es el momento de la campana Recuerda que solía agarrarte de la mano ¿Cuándo nadie lo haría? Sí, conozco a esa bruja, tiene tanto tiempo No pierdo el tiempo, no pierdo el tiempo No tengo paciencia, nena Ella quiere copiar mis cosas, pero está perdiendo los éxitos Quiero ir rápido, quiero correr conmigo Vamos, Walter Payton Vamos a volar a través de las estaciones Ven aquí, Bae, eres una bendición Y de ti aprendo mi lección Quiz pop, es un test pop Todo mi dinero se está limpiando, no puedes sacar esto Pero ella no puede encerrarlo como cerrajero Mírala venir a mis luces como un reno Papi y yo en las mismas pastillas Diamantes finos, nunca te quedes quieto ¿Adónde vas? ¿Por qué no estás aquí? Vendiste tu alma por la apelación masiva
Sé que habrá buenos momentos Habrá buenos momentos Habrá buenos momentos Va a ser bueno Sé que habrá buenos momentos Habrá buenos momentos Habrá buenos momentos Oh
Estamos montando como un cochecito de mothafucking ' Sobreviviré en un canalón de polillas Esa es mi mothafucking 'woadie, como el Noila Y estoy de color rojo como Coke-Cola Lo pasaré muy bien Juro por Dios que nunca puedo dejar de lado a Shorty Dice que le gustan todas las rimas de mi hombre ¿Dónde está mi teléfono? Ese dinero está llamando Quiero que se lo pases a Thugger Thugger Incluso en el verano yo y el pequeño hustle shawty Juro por Dios que te voy a dar propina, no tienes que luchar Niña siéntate, no te conoces como un acomodador Le dije a Lil 'baby que no muerdo, pero mis dientes sí Quiero controlarte como vudú Estoy gritando gratis Unfunk y Dulu Cada vez que lo paso bien tú también lo haces
Sé que habrá buenos momentos Habrá buenos momentos Habrá buenos momentos Va a ser bueno Sé que habrá buenos momentos Habrá buenos momentos Habrá buenos momentos Oh
Muy malo, nena No puedo permitirme los lugares de lujo Pero mientras tengas fe en mí Vamos a tener nosotros mismos
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fanny008 · 5 years
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Lo que sea necesario. (Clintasha fanfic)
Esta historia  está situada después de los hechos de Endgame por lo tanto contiene spoilers, aunque si estás acá supongo que ya debes haberla visto al menos una vez por lo tanto puedes continuar.
Por otra parte si eres de moral alta está historia podría llegar a incomodarte dadas las circunstancias y puesto que me baso en el Clint de MCU sí, el mismo Clint que tiene familia, aún así no olvidemos que es un ser humano que  siente y puede equivocarse o no según cada quien.  Así que si prefieres algo menos engorroso podrías pasarte por mis otras historias, pero si te gusta el drama, mucho drama y estás dispuesto a verlo desde otra perspectiva está historia es para ti y espero la disfrutes.
Habían pasado apenas unas horas desde que todo había terminado y con eso la nostalgia de los que ya no estaban llegó  
Algunos simplemente volvieron a lo que alguna vez fue su vida, los otros, los que habían perdido un poco más solo miraron las ruinas que los rodeaban, no había forma de recuperar aquel lugar que había sido su hogar por muchos años.
Steve Rogers aún se mantenía en pie después de sentir cómo perdía parte de su alma al mirar al hombre al que siempre había admirado en secreto y ver cómo se le escapaba la vida por los ojos, no sentía que el mismo fuera un héroe a pesar de que todos lo llamaban así mientras lo felicitaban palmeándole la espalda pues había perdido mucho no solo a Tony también había perdido a la mujer con la que había pasado los últimos años y a la que consideraba como su hermana después de todo Natasha lo había dicho, eran una familia, el había perdido a dos miembros muy importantes.
Apenas se vio seguido por el hombre verde quien levantaba algunas de las lozas más pesadas para ver si se podía recuperar algo, quizás recuerdos, fue cuando la vieron, una pequeña niña que se mantenía escondida entre los escombros fríos y negros, los miró fijamente fue cuando decidieron acercarse solo un poco.
No podían creer lo que estaban viendo, los ojos grandes y azules de la niña les llamó la atención, estaba asustada desde luego aunque al parecer no le eran tan desconocidos pues por un instante pareció reconocerlos y esbozar un intento de sonrisa.
El hombre verde fue el primero en acercarse, la pequeña dio un paso atrás casi queriendo salir corriendo pero no lo hizo al final, ella sabía quién era aquel hombre, sin embargo nunca lo había visto en persona, se aferraba a una pequeña libreta roja que parecía usar como un escudo exactamente igual al rubio que miraba frente a ella y que sostenía ese pesado artefacto que le llamó demasiado la atención.
El rubio le sonrió podía reconocer aquella limpia mirada,  le recordaba a alguien que sin duda había conocido bien pero que de alguna manera le confundía, ¿cuantos años tenía? Cuatro quizás menos, si bien era más alta para su edad aún era una pequeña demasiado inocente.
—No te haremos daño — fue lo que dijo Steve tratando de darle confianza a la pequeña sabía que sería difícil puesto que nunca los había visto y se encontraba en un lugar que parecía bastante inseguro y que realmente lo era de alguna forma.
Banner sonrió, también la miraba percibiendo aquel encanto que sin duda la mujer que alguna vez amo igualmente guardaba, el cabello rojo de la pequeña brillaba a pesar de estar lleno de polvo tanto como su rostro tan blanco como el mármol, su carita manchada de tierra, quizás de sangre debían protegerla, cuidarla hasta...
—¿Quién eres? — pregunto de la forma más suave que le fue posible al hombre verde quien ahora era una mezcla de ingenio y simpatía en una sola persona.
Steve lo detuvo, tenía una leve intuición aun cuando no estaba del todo seguro.
—¿Eres...hija de Natasha, de Natasha Romanoff? — insistió Rogers.
La niña no dijo nada seguía aferrándose esta vez con más fuerza al libro rojo.
—Steve tenemos que salir de aquí — dijo Bruce — ¿Por qué dijiste eso, crees que es hija de Natasha acaso ustedes..?
Rogers le palmeó la espalda exponiendo lo que presuntuosamente podría ser una sonrisa, él sabía bien que nada había ocurrido entre ellos no de esa manera pero de cierta forma algo en su interior le decía que aquella niña tenía algo que ver directamente con la ex agente, su amiga a la que por mucho tiempo creyó conocer bien y que ahora no estaba del todo seguro pues guardar un secreto así de grande y no contarle nada lo desilusionaba un poco.
—Mírala bien Banner dime acaso no te recuerda a Nat, es una pequeña Natasha es su cabello y su mirada...
—Pero entonces por qué no nos lo dijo, a ti al menos, guardar un secreto tan grande y por tantos años debió haber sido algo realmente difícil pero por qué lo haría por qué esconder a su hija.
—No lo sé quizás por seguridad.
La niña se acercó despacio hasta tocar el escudo que Steve cargaba, si bien no era más que un trozo de chatarra a ella le parecía fabuloso poder contemplarlo al fin.
Steve dejó que lo tocara procurando que no se lastimara con alguno de los bordes afilados que la batalla cruel había dejado, la chiquilla entonces sonrió y se aferró al capitán con fuerza, después él suavemente la sostuvo entre los brazos y la abrazó a él un momento.
—Dyadya Steve — susurró a su oído acariciándole la mejilla —  Chto sluchilos' s tvoim shchitom? — lo miró fijamente a los ojos levantando sus pequeñas manitas buscando una respuesta —Gde mama? — buscaba detrás de su espalda.
Los dos hombres se miraron ninguno de los dos hablaba ruso así que sería difícil entender lo que necesitaba en ese momento.
—Creo saber de alguien que podrá ayudarnos — dijo Rogers acariciando el cabello de la niña con suavidad — la llevare con Bucky estoy seguro que el entenderá.
Pasaron de una base a otra la que se encontraba vacía y sin vida en dónde un hombre moreno de parche recordaba sus mejores tiempos, ahora solo era un lugar frío y triste, algunas luces parpadeaban, aquella base que había quedado en ruinas por algunos años ahora era su único refugio, un refugio para todos aquellos que habían vuelto y necesitaban recuperarse de todo lo que habían vivido, el daño y la pérdida de seres importantes, ahora eran una gran familia que se mantenía unida y quizás de cierto modo alegre el haber derrotado al titán les había devuelto esperanza y fe a pesar de que a algunos les había arrebatado lo que más amaban.
Llamaron la atención de inmediato, por los alrededores no se veían niños así que algunos simplemente se acercaron curiosos para saber de quién se trataba.
La niña tímida ocultaba el rostro en el pecho del rubio quien solo buscaba protegerla pasándole el brazo por encima para hacerla sentir segura llamo la atención de su viejo amigo indicándole con la cabeza que lo siguiera, James lo siguió hasta un salón vacío en dónde poder charlar a solas.
Los ojos de Bucky se clavaron en la pequeña, tal vez a él también le recordaba a alguien, una vieja amiga quizás.
—Necesito tu ayuda Buck — colocó en el suelo a la niña — al parecer habla ruso y no le entiendo sabes que no se nada pero quizás tú si puedas entender lo que trata de decirme.
—¿Quién es ella? — le tomo un mechón de cabello, la pelirroja volvió a tomarse de la pierna de Steve.
—No tengas miedo él es mi amigo me ayudará a entenderte confía en mi — Steve le hablaba con dulzura.
—Kak tebya zovut? —James se había inclinado para quedar a la altura del rostro de la pequeña.
La pelirroja no respondió solo miró al suelo como si buscara algo.
—Tvoya mat Natasha? — insistió Bucky esta vez la niña lo miró.
—Gde mama? —levantó ambas manos.
Steve solo miraba a un lado y al otro confundido deseo en aquel momento saber un poco de aquel idioma, jamás se le ocurrió que podría serle útil, pudo haberle pedido algunas clases a Romanoff.
Bucky se levantó y le palmeó el hombro al rubio intentando sonreírle.
—Al parecer si es hija de Natasha ella quiere saber en dónde está — James volvió a mirar a la niña.
Un nudo en la garganta de Steve no lo dejó responder cómo podría decirle a esa criatura lo que había sucedido y que no volvería a ver a su madre nunca más.
—Tasia — dijo la menor —menya zovut — Tasia.
—Kakoye krasivoye imya — soltó Bucky haciendo reír a la niña.
—Ella se llama Tasia, su madre le llamaba así. —concluyó James dejando a Steve que se acercará de nuevo.
Desde luego que el rubio se sentía responsable, al decir responsable no solo era por la niña sino por todo lo que ocurría al rededor, sentía que su deber era devolverle la confianza y la vida a cada uno de los héroes que se habían entregado en aquella batalla que de la forma más desafortunada habían ganado.
No dejaba que nadie la viera le parecía bastante extraño que estuviera ahí pero no quería que los demás fuera quien fuera la miraran como un bicho raro preguntándose una y otra vez lo mismo que el se preguntaba ¿porqué no dijo nada?
—Steve — le llamó Bucky un rato después de estar sentado a solas mirando a la niña pasar de una pagina a la otra en aquel libro rojo. Rogers se levantó en seguida hasta su amigo. —Rhodey quiere hablar contigo al parecer él sabe quien es en realidad.
Steve torció la boca y afirmó que lo llamara pero aquel moreno con piernas metálicas no acudía solo, un animado Rocket saltaba de gusto detrás de él seguido por su viejo amigo un árbol parlante que parecía igual o más alegre que la misma criatura.
Steve los detuvo antes de entrar pero aquello se acabó cuando la chiquilla gritó de emoción al encontrarse de frente con el mapache que apenas era un poco más alto que ella.
—Pero mírate cuánto has crecido Tasia — la abrazo de forma cariñosa, a sus espaldas un yo soy Groot se escuchaba ansioso — sí, sí te la presentare.
Steve ahora se encontraba más extrañado, no era tan desconocida como lo había pensado.
—Mucho gusto Groot — Tasia estrecho la mano rama del árbol.
El rubio abrió los ojos más que sorprendido al escucharla decir aquellas palabras en un Perfecto inglés que desde luego el entendía.
—No pongas esa cara Steve — hablo Rhodey — Natasha le pidió que solo hablara en ruso hasta que conociera a la persona, o ser, o árbol.
—¿Cómo es que ustedes saben quién es? —se preguntó más intrigado que nunca.
—¿Es en serio? — respondió Rocket — nosotros la hemos visto nacer ¿no es así pequeña? — le hacía cosquillas en el vientre causando que Tasia soltara una serie de risitas que contagiaban sin duda era una niña bastante angelada, con la mirada ligera y suave muy transparente.
—Espero saber que fue lo qué sucedió que razones tuvo Natasha para ocultar la existencia de su propia hija —esta vez Steve parecía más molesto puesto que saber que alguien más había tenido una relación más amistosa que la de él le causaba cierto malestar.
Rhodey lo percibió de inmediato colocó una mano sobre el hombro del rubio y lo llevó aparte, desde ahí podían ver al trío jugar y reír sin que los escucharan.
—Creo saber por qué Natasha no dijo nada — comenzó a decir el moreno — sabes Steve cuando venia cada semana a verla y a dar el reporte ella me preguntaba por cómo iban las cosas en otras partes del mundo, ella no quería salir y a menudo es decir tú debes saberlo ella se ocultaba pero hubo dos ocasiones en las que me presiono para traerle información acerca de...de Clint.
Steve volvió en seguida su mirada y la clavó e los ojos negros de Rhodey —No eso no sería posible.
—¿Porqué no sería posible Steve? — pregunto — acaso no te dabas cuenta de lo que sucedía, qué te dijo cuando lo trajo a la central, dime que te dijo Natasha por qué si sabes que estuvieron viviendo en el cuartel por algunos meses. 
Steve afirmó — Pero él es casado, por Dios Rhod tiene hijos, lo que me tratas de decir no solo lo deja mal parado a él sino a ella también, Natasha no sería capaz de hacer algo así.
—¿Y sí solo sucedió Steve? — miró a la niña — si Natasha no lo buscaba pero simplemente llego a su vida, no te desharias de tu hijo ¿o sí?
Ambos miraron a la pequeña que parecía más que contenta jugando a perseguir al par de amigos y escondiéndose de tras del gran árbol.
—¿Clint lo sabe? — pregunto Rogers sin dejar de mirar a Tasia.
—Eso es otra cosa de la que debemos hablar. — finalizó Rhodey.
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mediocordobez · 5 years
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Que Series Ver? 2 (Mini Serie)
La Tormenta del Siglo 1992 - Stephen King
Son solo 2 capítulos, de un duración total de 4 HORITAS de pura intriga, drama, terror y hasta misterio, basada en el libro de TITO KING (De ahora en más así voy a llamar al MAESTRO de Stephen King) que como siempre digo es necesario leerlo siempre antes de verla en la pantalla. POR FAVOR LEAN que hace bien al alma, sin más chácharas aquí va lo que vienen a buscar...
(Obviamente que la series es del 1992 por lo tanto si vas a empezar con... Esos efectos son una mierda, ese doblaje no se entiende nada, solo puedo decirte QUE...... HDP!!!)
                       En una pequeña comunidad de una isla de MAINE (Si, lo se, de pequeño MAINE no tiene nada!!*) así como si nada, siempre pero siempre, hay alguna que otra Súper TORMENTA GIGANTE que hace que todo el pueblo se junte en el AYUNTAMIENTO con provisiones y toda la bola, obviamente que bajo esto sucede la serie. Peeeeeeeeeeeeeero ojo que ademas de una catástrofe sin explicación que viene sucediendo hace años, un joven encuentra a la Sra Claik (Una anciana) asesinada en su casa y acá comienza un hecatombe de información que vamos a resumir de la siguiente manera. El asesino de la vieja se queda cómodamente sentado en la sala viendo la televisión, es acá donde nos muestran que obviamente este asesino es un ser con súper poderes y ademas de tener estos poderes puede leer la mente, saber las cagadas que te mandaste en el pasado y ademas medio que se comunica telepaticamente, usa todos estos poderes para poder controlar a los habitantes de la isla y llegar a su cometido, que simplemente es... “Un niño” para que sea su heredero. Después de casi 3 horas de palomitas y mucho liquido nos explica que este ser es como el diablo que vino un montón de veces, que tiene un montón de años, pero que es un poquito humano por lo tanto está envejeciendo y muriendo, es por esto que les propone “Miren humanos si me dan un PIBE acá no paso nada, denme al wachin y me voy tranca, ahora si NO me dan lo que quiero TODOS SE MUEREN” Obviamente luego de una discusión entre todo el pueblo, le entregan a uno y el demonio se va de la isla cumpliendo su promesa de no joder. Peeeeeeeeeeeeeeeeeeero esto no termina acá el padre del pibe al que entregaron se va de la ISLA re caliente, se separa de la HDP de la jermu y se convierte en CANA lejos de esos recuerdos; y como son las cosas de la vida, mientras comía un panchito por la calles de New York se cruza con el demonio y su niño, como loco sale a correrlo pero obviamente no llega. Y esto Señores fue...                                           
                                     La Tormenta del Silgo 
��*Si no lees a Stephen King hay muchos chistes que nos vas a entender, por eso te recalco que busques un libro de King y lo leas...... Dela Bldo que esperas que te lo lleve yo..
Cabe destacar que esta historia tiene un tinte verídico dejo para el que le guste investigar CROATON: https://www.youtube.com/watch?v=D_PmbNuMtUU
Después de leer Mírala por acá:
https://www.youtube.com/watch?v=XYTWsXzdRP8
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nava616 · 5 years
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¿Y si hoy te cøges a otra?
Sí, quiero que te cøjas a otra, a otras, a todas las que necesites desnudar para encontrarme.
Incítala a enredarse en tus manos, háblale bonito, miéntele, dile que tiene una hermosa y atractiva sonrisa; que sus ojos son fantásticos para que se arrastre ante ti y te devore la carne que tienes erecta, quiero que lo haga fuerte y salvaje, ¡Ándale!, dile que es sexy, que tiene un cuerpo tan atractivo que darte, quiero que la cites en algún hotel y la recibas con esa cara de cabrón caliente.
¿Ya la tienes ahí lista para tí? Empieza a besarla, provócale un suspiro, atraganta su boca con tu lengua. Deja expuestos sus miedos pero cálmala con alguna mentira, estás a punto de que sea tuya. Arranca su sostén y lame sus pequeños o grandes pezønes, total no son los míos.
Ábrele las piernas y métele los dedos. Siente sus manos nerviosas, pon atención a su pu-ta y maldita respiración, siente como la pones, como se moja, ahora empínala y jala su cabello, hazla sentirse única y fantástica, ahora abre los ojos, y mírala bien. Ella es la pu-ta que tu ego alcanzo a pagar, ella no te mira como lo hago yo, ella no luce la sensualidad como lo hago yo.
Escúchala bien, ella no habla como yo, no gime tan rico y glorioso como yo, bésala otra vez, ¿A qué te sabe? A una imitación de mi, todas somos capaces de provocar ørgasmøs, pero no todas sabemos saciar desde el alma, la tuya era feliz cuando me movía, cuando me entregaba en sexø y amor para ti.
Tómala en tus brazos, besa su cuello y confunde su aroma con el mío, mírala tanto para que se queden sus ojos sin sabor hundidos en los tuyos, sólo así podrás arrancarte los míos de tus pupilas.
Ahora disfruta del tiempo trabajado y cóge-tela duro, agarra su espalda y viaja en ella, si de pronto se te viene mi recuerdo no te espantes, me gusta ser fantasía, fantasma y un recuerdo en pleno acto. Frota tu sexø en su sexø, antes de venirte deseo se te venga mi ausencia gimiendo, usa su cuerpo para tener espasmos con mi perversa mirada, quiero que me følles en otra, en otras, en todas, quiero que me mates cuando ella te acaricie la espalda, sus manos no te darán amor, sus labios no te hablarán de lunas montada en tu pecho, sus piernas no se abrirán a tu universo.
Sus ojos no te contemplarán mientras tú duermes. Nada será igual porque el amor no se siente con cualquiera, ella no será nada en tus manos aunque te vengas en ella, aunque la tomes con fuerza. Tú no serás nada en sus manos, en sus ojos. Simplemente porque ella no te ama como yo.
Yika
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