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En Ecuador fue una crisis terrible y obvio una catastrofe economica haciendo el pais más caro para su gente pero creo que en argentina seria peor porque la dolarizacion destruye la industria en si ecuador no tenia demasiada, ahora compramos productos industriales a los vecinos porque Ecuador vive de exportacion de materias primas petroleo, banano, camaron, cacao etc mientras que nuestros hermanos dolarizados panameños tienen otro modelo de finanzas con el canal y la exportacion. Y siendo un poquito narcoestados ecuador y panama tambien pero ya desde antes. Pero de lo que he visto argentina si tiene industria pesada y más tecnica y eso no sobrevive a la dolarizacion porque no son los usamerican quienes que te van a dejar aplicar proteccionismo.
Es terrible escuchar esto. Argentina también depende muchísimo de las materias primas (es más, una de las razones por las cuales estamos en esta crisis es por la sequía tremenda de estos últimos años) pero la puja entre el modelo agroexportador y la industria nacional ha sido una constante desde el principio del país, y creo yo que es una constante en toda Latinoamérica.
El ciclo parece ser infinito: la industria necesita dólares (o mejor dicho, moneda extranjera; lo del dólar en particular es por el imperialismo norteamericano) para importar sus insumos, los dólares vienen en principal de la exportación de materias primas, se favorece la agroexportación (ya que los intereses agroexportadores son muy poderosos) y las maniobras financieras neoliberales, los dólares escasean, empiezan las crisis, se extingue la industria hasta que tiene un breve respiro, y así.
Pero es cierto, la industria argentina no va a sobrevivir una dolarización, simplemente es imposible, sobrevivió tantas cosas pero eso sería su muerte. No hay forma de mantener una política económica nacional coherente si tu moneda no existe, va a significar miles de trabajos perdidos, cadenas de valor desaparecidas, desarraigo, es una idea terrible.
Perdón que comento demasiado sobre mi país, tengo que informarme mucho más sobre el caso de Ecuador, pero he visto las consecuencias y realmente es lamentable lo que pasó allá. Ojalá algún día podremos salir de este laberinto todos juntos, como debe ser.
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Humillados por la Republica
Durante la revolución industrial, la gente fue desplazada a la fuerza del campo a ciudades o complejos industriales donde había fábricas o minas. Karl Marx convirtió a estos desplazados en una clase, el proletariado. En los años 70, se les desposeyó de sus lugares de trabajo trasladando sus fuentes de ingresos al extranjero. Las empresas, que buscaban aumentar sus márgenes, los trataron como si tuvieran más en comparación con los empleados de los países entonces subdesarrollados. Desde los años 80, en las ciudades abandonadas todo ha cerrado. Ni trenes, ni oficinas de correos, ni bibliotecas, ni escuelas, ni médicos.
En The lost Continent, Bill Bryson alquila un coche y se adentra en estos desiertos. Ve a esta gente abandonada. Como consecuencia del hundimiento del valor de la tierra y de las empresas, los pequeños comercios han desaparecido. Lo que queda son supermercados, parques empresariales y establecimientos de comida rápida. Lo que queda son los industriales agrónomos que han creado granjas concentradas dirigidas por un puñado de personas. En estos lugares se paga el salario mínimo a todos los trabajadores, cuando no benefician de las prestaciones sociales mínimas. Las ciudades y el campo se han vuelto más feos, construidos a bajo precio.
En los años 90, Clinton, Blair, Zapatero, Schröder y Jospin devolvieron fábricas de China y los países prosperaron. Pero estas empresas no se instalaron en zonas carentes de infraestructuras y servicios. Se fueron a las ciudades, ampliando aún más la brecha existente. La izquierda ha intentado abolir los privilegios para promover la meritocracia. Pero el resultado ha sido hacer recaer la culpa sobre estos habitantes olvidados de la República, a pesar de que no han tenido ninguna oportunidad. Estos olvidados que habían votado a la izquierda se sintieron decepcionados por el neoliberalismo y dejaron de votar.
El economista Paul Collier ha demostrado que, con esta concentración de la riqueza en las ciudades, los precios de la vivienda se han disparado. Son los propietarios de viviendas quienes se han enriquecido, aunque no contribuyan a la riqueza del país. Esta explosión del precio de la vivienda ha provocado que los habitantes de las zonas olvidadas no puedan, por ejemplo, enviar a sus hijos a estudiar a las ciudades. Con las mínimas prestaciones sociales, la ciudad es inaccesible. A principios de los años 2000, el 90% de los representantes electos eran propietarios de viviendas. Así que no tenían ningún interés en desarrollar estas zonas olvidadas, porque eso habría hecho bajar los precios de la propiedad en la ciudad.
El Brexit hizo posible conseguir que votaran esas personas olvidadas que ya no lo hacían. En 2015, Dominic Cummings se dio cuenta de que podía utilizar las redes sociales para llegar a la gente que no solía votar: cada persona recibiría un mensaje personalizado.
Se acusa a los agricultores de contaminar el planeta cuando en realidad no tienen margen de maniobra, ya que viven de las subvenciones. Hay que apoyarles económicamente para que puedan utilizar la permacultura y la agricultura ecológica para recomponer unos suelos que se convertirán en desiertos si no hacemos nada.
Es la población que más se droga porque piensa que es culpa suya si no se las arregla, o culpa a los inmigrantes. Hay que atajar las verdaderas causas de estas plagas, es decir, los políticos que los ignoran.
La extrema derecha es el único partido que les interpela, y cada vez ganan más poder en las elecciones. Los humillados acaban siendo vulnerables al odio. Facebook e Instagram han permitido a estos partidos de extrema derecha conectar con personas suficientemente vulnerables para que les voten. La adquisición de Twitter por Elon Musc es un paso en la misma dirección.
Necesitamos urgentemente restablecer los servicios que deberían ser públicos: ferrocarril, correos, biblioteca, escuela, ocio, cultura y hospitales. Pero no por la fuerza. Se obliga a los fisioterapeutas a instalarse en estos desiertos. Pero si hubiera servicios públicos, vendrían por sí solos, como las empresas. ¡Hay que impulsar la actividad!
Hay que devolver el poder a los pueblos para que los servicios públicos estén al alcance de todos.
Paul Collier – The Future of Capitalism – Facing the New Anxieties: https://www.penguin.co.uk/books/307625/the-future-of-capitalism-by-collier-paul/9780141987255
Classe moyenne – Les révoltés – ARTE: https://boutique.arte.tv/detail/classe-moyenne-les-revoltes
USA : Arizona, seniors sans-abris | ARTE Reportage: https://youtu.be/oBXkCof-yps?feature=shared
youtube
Traducido con DeepL.com (versión gratuita)
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Les humiliés de la République: https://www.aurianneor.org/les-humilies-de-la-republique/
Humiliated by the Republic: https://www.aurianneor.org/humiliated-by-the-republic/
El Rust belt: https://www.aurianneor.org/el-rust-belt/
La grande distribution court-circuitée: https://www.aurianneor.org/la-grande-distribution-court-circuitee/
Commerce équitable et bio: https://www.aurianneor.org/commerce-equitable-et-bio/
Le goût et la santé: https://www.aurianneor.org/le-gout-et-la-sante-savoir-lire-les-etiquettes/
Les paysans vont enfin se faire du beurre: https://www.aurianneor.org/les-paysans-vont-enfin-se-faire-du-beurre-trop-de/
Precios de techo y suelo: https://www.aurianneor.org/precios-de-techo-y-suelo/
Una vida digna: https://www.aurianneor.org/una-vida-digna/
Trabajar, al máximo o nada: https://www.aurianneor.org/trabajar-al-maximo-o-nada/
Inmigración: https://www.aurianneor.org/inmigracion/
Una porción del pastel: https://www.aurianneor.org/una-porcion-del-pastel/
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La vivienda: https://www.aurianneor.org/la-vivienda/
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“The world has enough for everyone’s need, but not enough for everyone’s greed”: https://www.aurianneor.org/the-world-has-enough-for-everyones-need-but-not/
Heaven For Everyone – Queen: https://www.aurianneor.org/heaven-for-everyone-queen-this-could-be-heaven/
“Capitalism will eat democracy; unless we speak up”: https://www.aurianneor.org/yanis-varoufakis-capitalism-will-eat-democracy/
El 1% más rico está en guerra con el resto del mundo: https://www.aurianneor.org/el-1-mas-rico-esta-en-guerra-con-el-resto-del-mundo/
Los trabajadores: https://www.aurianneor.org/los-trabajadores/
Comment regagner la confiance?: https://www.aurianneor.org/comment-regagner-la-confiance/
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Conspirationnistes, ridiculiser ou aider: https://www.aurianneor.org/7574-2/
Arizona, Nevada y California Dream: https://www.aurianneor.org/arizona-nevada-y-california-dream/
Tomorrow – Chap 1: Agriculture: https://www.aurianneor.org/tomorrow-chap-1-agriculture/
2024 UK general election: choosing the Right or the Left: https://www.aurianneor.org/2024-uk-general-election-choosing-the-right-or-the-left/
Législatives 2024: choisir la gauche ou la droite: https://www.aurianneor.org/legislatives-2024-choisir-la-gauche-ou-la-droite/
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Mariana Mazzucato: La economía de la salud para todos... las inversiones en salud impulsan de hecho el crecimiento a largo plazo. La proporción de deuda a PBI es una ratio: si los gobiernos se centran en recortar la deuda (el numerador) y no implementan inversiones que fomenten el crecimiento futuro (el denominador), la ratio no disminuirá... y hasta puede aumentar. Afortunadamente, la política industrial ha vuelto ser bien recibida en el mundo y ofrece a los gobiernos la oportunidad de orientar sus estrategias de crecimiento en torno a la salud y otras prioridades críticas... El problema es que el cabildeo de la industria farmacéutica sigue limitando la fuerza de esas condiciones... Los gobiernos deben fijar condiciones más estrictas a quienes solicitan apoyo público para la innovación en salud, principalmente exigiendo que los productos y servicios sanitarios resultantes estén disponibles de manera amplia y asequible... Esto también es aplicable al diseño de las finanzas mundiales, los países con ingresos bajos y medios necesitan margen de maniobra fiscal para llevar adelante las inversiones críticas en salud... Tal vez la pandemia esté perdiendo fuerza, pero el mundo todavía enfrenta múltiples crisis interrelacionadas vinculadas con la salud, el clima y la creciente desigualdad entre países y al interior de ellos... En vez de buscar el crecimiento económico olvidándonos de las consecuencias, debemos orientar la actividad económica hacia las metas de la salud y el bienestar humanos, y a garantizar un ambiente sano y sostenible; hay que escapar del pensamiento económico profundamente viciado que permitió que la pandemia de la COVID-19 adquiriera las dimensiones que tuvo... Para que la salud para todos sea una de las principales prioridades —como corresponde— debe quedar reflejada en el diseño de las estructuras de finanzas públicas y las políticas económicas, industriales y de innovación
#epidemias#epidemiassoluciones#proteccionismo#keynesianismo#gastopublico#austeridad#monopolios#industria farmacéutica
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Milagro en Baviera: cómo un grupo de poetas tomó el poder y su dramático final
Evidentemente había sido un cuento, nada más que un cuento hecho realidad. Y ahora había terminado. Sería ridículo seguir aferrándose al poder. Los resultados electorales de enero habían sido demasiado deprimentes. Un 2,5% de los votos: una broma, una broma cruel y de mal gusto. Desde entonces, en la prensa él estaba a merced no solo de un odio enloquecido, sino también de la burla y el escarnio. Un rey del pueblo sin pueblo, un bufón en el trono real, un chiflado ajeno al espíritu bávaro, un judío de quién sabe dónde. Kurt Eisner se había rendido. Hasta altas horas de la noche había estado negociando con su archienemigo Erhard Auer, líder de los socialdemócratas. ¿Negociando? ¡Pero si no tenía nada con que negociar! Auer le había ofrecido el cargo de embajador en Praga, pero lo mismo podría haberle dicho secretario consular en Australia. Aquello se había terminado. Había tenido sus segundos de gloria y había hecho cuanto estuvo en su mano para transformar el reino de Baviera en una república popular, en un país de solidaridad y altruismo. Había sido un sueño: de repente, la noche del 7 de noviembre, se encontraba en el asiento del presidente de Baviera. Uno tiene que ser lo bastante astuto para aprovechar el momento cuando llega. Y el 7 de noviembre de 1918 ahí estaba Eisner.
Así se inicia La república de los soñadores publicada en septiembre de 2019 por Arpa ediciones. Su autor, Volker Weidermann, redactor jefe de Cultura de la revista Der Spiegel , reconstruye la ilusión y el desastre en modalidad de reportaje, a través de cartas, diarios, informes, artículos en prensa, … casi todos ellos producidos por escritores que protagonizaron los hechos o los vivieron en directo en Munich. En La república de los soñadores aparecen escritores que, sin participar, comentaron la revolución en sus escritos, como Rainer Maria Rilke o Hermann Hesse. Destaca el caso de Thomas Mann, residente en Munich, que temía por su holgada vida burguesa. “A muchos sorprende el antisemitismo de Mann –dice Weidermann–. Hablaba de judíos miserables, y eso que él debía su posición económica a la riqueza de su suegra judía”. La mayoría de protagonistas de la revolución eran judíos, y los nazis tomaron nota (La Vanguardia 21 octubre de 2019). Conversación sobre la Historia.
Reseña de libros
Mario Colleoni
Historiador
Si Mauricio Wiesenthal, en aquella portentosa biografía de Rainer Maria Rilke (Acantilado), concluía que «la Primera Guerra Mundial había significado el fracaso de los saberes de Europa», tal vez el levantamiento revolucionario de 1918 en Múnich podría haber invertido el estandarte trágico de ese desastre, pero no fue así. Aquella fulgurante promesa de la República Libre de Baviera, tal como fue proclamada, apenas duró cuatro meses y dejó a su paso un reguero sangriento de incomprensión y venganza y, además, sirvió en cierto modo de fermento para la llegada del nacionalsocialismo alemán.
Detrás de ella, pero sin agazaparse, se escondía un apasionado crítico teatral llamado Kurt Eisner, un socialista utópico del USPD (Unabhängige Sozialdemokratische Partei Deutschlands), el partido socialdemócrata independiente alemán. El nacimiento de este grupo parlamentario, surgido en gran medida gracias al compromiso antimilitarista de unos pocos socialistas díscolos y valientes ya que habían pagado su atrevimiento con la cárcel, debía ser la alternativa pacifista ante una Alemania que por entonces bramaba ansiosa de violencia en el tablero de la Primera Guerra Mundial. Pero tampoco fue así, o no siempre. Hasta que aquella estrella se apagó.
Kurt Eisner, socialista alemán asesinado en 1919
Si hacemos un repaso de las grandes fracturas acontecidas en la historia del mundo, detectamos en todas ellas una constante que se mantiene en todo tiempo y lugar, que persiste en cualquier régimen político o bajo cualquier estructura social que se precie, que se desarrolla en un estadio cultural determinado, el que sea, o bajo cualquier sistema económico establecido: el movimiento. Esta necesidad de movimiento es la que, empezando en este caso por las movilizaciones populares en contra de la guerra y terminando en las huelgas de trabajadores de las fábricas industriales, explica el fenómeno que precipitó la realidad de Alemania en ese momento tan preciso del siglo XX.
Hay que ponerse en situación. En mitad de la Gran Guerra, comienza a aflorar en Múnich un malestar que se inaugura con las primeras movilizaciones obreras y populares de 1915 y concluye en noviembre de 1918 con la comitiva real de Luis III de Baviera huyendo del palacio familiar, escapándose por la noche, en sigiloso secreto, como unos apestados, camino del castillo de Waldenwart, junto al lago Chien, acabando así con una hegemonía histórica, la de la Casa Wittelsbach, con más de setecientos años de reinado a sus espaldas. En la ciudad, entretanto, burbujea un nuevo sentimiento popular. A imagen y semejanza de la Revolución rusa de Octubre, un escueto grupo de socialistas heterodoxos decide llevar a cabo una maniobra insólita y escandalosa: decir no a la guerra e incluir al pueblo llano y a las minorías en la toma de decisiones públicas.
Volker Weidermann, autor de un reciente libro titulado ‘La república de los soñadores’ (Arpa Editores), afirma que a principios de noviembre de 1918 nadie pudo prever una fractura política de ese calado, pero lo que en principio iba a ser una sencilla manifestación pacífica y controlada en la explanada de Theresienwiese, se convirtió en el asalto (siempre pacífico, al parecer, aunque esto resulte increíble) de los cuarteles militares y, de ahí, a la rendición forzosa de los órganos estatales de gobierno y acabando directamente en la ocupación (siempre pacífica) del Landtag, el parlamento muniqu��s, para proclamar el nuevo régimen.
El episodio es fascinante porque en él intervienen arribistas de medio pelo, futuros genocidas que extraen importantes lecciones, contrabandistas de guante negro, nobles políticos con verdadera vocación universal, otros que no tanto, literatos de fama mundial capaces de negar a su propia madre con tal de no arriesgar sus privilegios, reyes famélicos que huyen despavoridos ante el levantamiento de sus súbditos, poetas que ponen en peligro su vida por hacer realidad el sueño socialista y, por supuesto, una turba inocente y criminal que fue finalmente incapaz de comprender el alcance de una revolución. El extraordinario trabajo de documentación que ha llevado a cabo Volker Weidermann, jefe de Cultura del diario ‘Der Spiegel’, nos acerca un momento fugaz y luminoso que puede leerse como una pequeña metáfora del mundo de entonces y casi con toda seguridad del nuestro propio también.
Marea de banderas rojas
«Una marea de banderas rojas, pañuelos rojos y flores rojas daba a la manifestación, en la que participaron aproximadamente 120.000 personas, un aspecto imponente, al menos desde fuera. Pude sentir y entender personalmente con qué facilidad un hombre del pueblo puede caer víctima de la magia sugestiva de un espectáculo de tal grandeza». Así describe un cabo del ejército alemán el aspecto de la ciudad de Múnich el 7 de noviembre de 1918. Se llamaba Adolf Hitler. El resto de la historia no la conocíamos: a Hitler no le incomodaba la revolución, sencillamente cambió la hoja de ruta del mismo modo en el que cambió los pinceles por las cámaras de gas.
Soldados revolucionarios recorriendo las calles de Múnich
Un día más tarde, el 8 de noviembre, Kurt Eisner, en su primer discurso en el Landtag, pronuncia las siguientes palabras: «Los últimos días hemos demostrado en pocas horas cómo se hace historia, cómo se pueden cambiar las cosas de forma revolucionaria. Hoy ninguno de ustedes, tenga la opinión que tenga, tendrá la insensata creencia de que el punto y final que hemos puesto, mediante un levantamiento pacífico, a todo el pasado del Estado de Baviera (y de la vida en su totalidad) tenía un carácter anarquista, eso no ha sido más que un malentendido». A pesar del entusiasmo generalizado, la gente —que gritaba «¡Paz! ¡Viva la revolución mundial! ¡Viva Eisner!»— no fue consciente de lo que se le venía encima. Y una vez más, haciendo gala de su cíclico carácter, tanto la historia como el ser humano se revelaron incapaces de aprender de sus propios errores. Lo supimos siempre después.
«Los primeros días fueron un carnaval democrático», dice Weidermann. «Múnich debatía, Múnich respiraba». El día 9 llegaba un telegrama de Bélgica: el káiser Guillermo II había abdicado desde Spa; dos días más tarde Carlos I de Austria y IV de Hungría, el último emperador austrohúngaro, le copiaba. Entretanto, Eisner había formado tres consejos independientes porque quería que campesinos, obreros y militares tuvieran representación directa en el parlamento. La esperanza invadía todos los rincones de la ciudad, pero, con el paso de las primeras semanas, el abastecimiento básico de suministros comenzó a resentirse. De pronto las patatas de Polonia, la harina de Bohemia, los embutidos de Hungría o el carbón de Chequia dejaron de llegar con la regularidad que se esperaba. El escepticismo abrió la puerta de la desconfianza y Kurt Eisner estaba solo en el centro de la diana. Sin embargo, ¿quién era realmente ese tal Kurt Eisner? ¿Qué quería, de dónde venía, adónde se dirigía?
Eisner, periodista metido a político
Nacido en Berlín, en el seno de una familia judía, estudió filosofía y acabó ejerciendo como periodista en distintas cabeceras. Escribía reseñas de teatro y reportajes culturales. En 1892, con tan sólo veinticinco años, publicó un libro sobre Nietzsche. Cinco años más tarde, habiendo pasado ya por el Frankfurter Zeitung o el Hessische Landeszeitung de Marburgo, una frase como «Con un pueblo de jueces libres, rigurosos y exigentes, quizá también nosotros seríamos reyes» le valió una acusación de lesa majestad, lo que le costó el puesto y nueve meses de prisión. Después entró en el ‘Vorwärts’, el periódico del Partido Socialdemócrata (SPD), pero fue despedido en 1905 tras elogiar efusivamente un discurso de August Babel, que se sintió abochornado al respecto. Pasó por varios periódicos más hasta trasladarse a Múnich con su familia.
En 1917, en Gotha, se produjo la ruptura con el SPD. De ese modo nacía el Partido Socialdemócrata Independiente Alemán (USPD), cuya escisión se debió casi exclusivamente a la posición belicista del grupo mayoritario. Eisner había intervenido en esa reunión un par de veces, y también en Berlín, el mismo año, para hablar de la Novena sinfonía de Beethoven. Tal vez es allí donde expuso por primera vez su ideario político, proponiendo, entre otros hermosos delirios, convertir esa pieza de Beethoven en el catecismo de la humanidad. «El arte ya no es una huida de la vida, sino la vida misma». Y hablando del proletariado su vena poética emergió a la superficie: «En todas partes aspira a lo más alto y quiere las estrellas». Concluyendo, tal vez queriendo emular al propio Beethoven, de manera ascensional: «De lo más hondo ha surgido un sentimiento de liberación. ¡Alegría!». Finalmente, en enero de 1918, entra de nuevo en prisión preventiva por organizar las huelgas de trabajadores de la fábrica de munición.
Tuvo enemigos de todo tipo que lo miraban con reserva y descreimiento. Rosa Luxemburg, Karl Kautsky, Franz Mehring o Victor Adler lo consideraban un loco idealista, un Don Quijote lunático, un caso perdido al que no había que dar crédito alguno. Thomas Mann, con su característico porte antisemita, divisando la realidad desde su atalaya burguesa, le dedicó insultos tan sibilinos como «insípido», «hombre bajito» o «judío de larga barba». Pero también tuvo adeptos e incluso fanáticos, que creyeron ver en él la reencarnación de la bondad en su forma de pensar y de mirar el mundo. Annette Kolb, una escritora alemana pacifista, pareja del novelista Gustav Regler, queda profundamente marcada tras escuchar a Eisner en Berna, reconociendo en él a un nuevo Jesús de Nazaret: «Contuvimos la respiración, pues ante nosotros estaba uno de aquellos silentes mártires por las ideas de la antiviolencia, la verdad y el amor al prójimo. Este era ahora su destino, como lo fue hace dos mil años». Curiosamente el mismo Regler, una semana antes de que —¡cuidado, spoilers!— Eisner fuera asesinado, tuvo la misma sensación cuando presenció un discurso suyo en el Teatro Nacional de Múnich.
A la euforia inicial le siguió el descontento, la desilusión y cierto agotamiento. Oswald Spengler, uno de los detractores más fervorosos del levantamiento, sentía —son sus palabras— «asco y vergüenza». Fue el único, sin embargo, que supo verle las orejas al lobo del entusiasmo: «La revolución alemana sigue la evolución típica: lenta deconstrucción del orden existente, caída de ese orden, radicalismo salvaje, involución». Nadie pudo frenar el río de sangre que iba a desbordarse. Por entonces, Spengler daba a luz su obra magna, ‘La decadencia de Occidente’. Y Rainer Maria Rilke, que por entonces vivía en un apartamento de la Ainsmillerstrasse, en el barrio de Schwabing, leyó ese libro con avidez, al igual que Thomas Mann, y quién sabe si por ello el mismo Rilke, que en un principio miraba con buenos ojos la revuelta, terminó diciendo poética y dolorosamente que no reconocía en ella ningún «fuego convincente». Por otra parte, Oskar Maria Graf, un poeta de pálpito popular, aunque contrariado por la actitud sosegada de Eisner, dijo algo que nos ofrece un lienzo nada exhaustivo pero sí elocuente sobre Eisner: «Tenía la precaución de una persona que no quiere hacerle daño a nadie». A juzgar por las ampollas que levantó entre sus contemporáneos, esta afirmación parecería hoy increíble. Pero Graf no mintió en esta ocasión.
Eisner, al contrario de lo que esperaban todos sus detractores, había decidido mantener las estructuras de gobierno tal y como se las había encontrado. No quería provocar ningún desequilibrio hostil ni despertar sentimientos políticos de revancha. No quería resarcirse de nada ni fustigar a los antiguos potentados, y por eso sorprendió a todos con una noción de tolerancia nunca antes vista; ni se le pasó por la cabeza expulsar del parlamento a conservadores del SPD (Partido Socialdemócrata) como Ehrard Auer, su rival histórico, teniéndolo así siempre presente en el núcleo del poder representativo, haciendo gala de un tipo de paroxismo que llamó la atención de muchos y que, con el tiempo, avivó el odio, la incomprensión y quién sabe si también la envidia. Tal fue así que incluso llegó a disculparse por el caos generado esas últimas semanas: él, un revolucionario, ¡pidiendo perdón por hacer la revolución! La reserva ciega e inmisericorde de sus rivales se cernía poco a poco sobre él.
Hasta que el día 21 de febrero, en torno a las diez de la mañana, como escribe de Weidermann, mientras Múnich amanecía «entre el odio y el cansancio, entre la esperanza y la decepción», un joven aristócrata llamado Graf von Arco auf Valley descargó su revólver sobre Kurt Eisner, por la espalda, cuando éste se dirigía al Landtag para pronunciar su discurso de dimisión. Dos disparos “a traición” que pusieron fin a la utopía política del socialismo alemán, desatando la sangre y la venganza en Múnich. Se conjetura que en aquel inmenso cortejo fúnebre también se encontraba ese cabo del ejército alemán que después llevó al mundo a uno de sus episodios más nefastos, circunstancia que él mismo negó sin mucha credibilidad.
La deriva de Alemania
Volker Weidermann ha dado forma legible a este período tan convulso de la historia de Alemania, pero para interpretar todo lo que aconteció después de 1919, es decir, la labor determinante de Gustav Landauer, de Erich Mühsam, de Ernst Toller, de los espartaquistas y, en definitiva, de todos los grupos vinculados al partido comunista alemán (KPD), que finalmente proclamaron la República Soviética de Baviera (de amargo recuerdo); o para comprender con mayor rigor la deriva histórica que condujo a Alemania de un régimen utópico y libertario a la República de Weimar y, de ahí, a una dictadura deshumanizada que dejó un reguero de sangre que oscila —según qué cifras— entre quince y veinte millones de personas; para entender la dimensión de esa tragedia, digo, habría que releer otros libros olvidados, entre ellos, por citar alguno: ‘Llamamiento al socialismo’, de Gustav Landauer (Ediciones del Salmón), ‘La eternidad de un día’ (Acantilado), ‘Una juventud en Alemania’. de Erns Toller (ContraEscritura), ese pedestal literario en forma de tetralogía titulado ‘Noviembre 1918’, de Alfred Döblin (Edhasa), y seguir tal vez por ‘Años de hotel’ de Joseph Roth (Acantilado), las jugosas memorias de Klaus Mann, ‘Cambio de rumbo’ (Alba), o las más recientes de Sebastian Haffner, ‘Historia de un alemán’ (Destino), sin dejar en el olvido ‘El nacionalismo como fuente de beneficios’, del anarquista Rudolf Rocker (Pepitas de Calabaza).
Funeral de Kurt Eisner en Múnich’
Muchos de los protagonistas de esas páginas no tuvieron un final feliz. Ernst Toller, en mayo de 1939, un día después de pronunciar un discurso en el que llegó a decir: «Esta voz [la de los exiliados] es tan potente que Hitler no puede ahogarla con los gritos de su rabia», amaneció ahorcado en su habitación del Hotel Mayflower de Nueva York. Erich Mühsam, por ejemplo, fue brutalmente asesinado en 1934 en el campo de concentración de Oranienburg, hecho que intentó camuflarse como un suicidio. «Una de las mejores personas, y más bondadosas, que he conocido», recordaba Ernst Jünger en ese otro monumento llamado ‘Radiaciones’ (Tusquets). O Ernst Niekisch, un verdadero librepensador a contracorriente de todos, que primero fue condenado por Hitler en 1939, a pesar de su antisemitismo, a cadena perpetua (en la cárcel de Brandenburgo perdería la vista), nombrado después catedrático de Sociología en la RDA de 1948, y que, por último, renegando de sus ideas comunistas, pasó al otro lado del muro de Berlín para vivir refugiado en esa ciudad hasta que murió en 1967. En 1980 Haffner lo equiparó con los grandes pensadores del siglo, diciendo que «El verdadero teórico de la revolución mundial que actualmente está en marcha no es Marx, ni siquiera Lenin. Es Ernst Niekisch». Pero estos son sólo tres ejemplos, hay docenas.
Contra la bondad
Sin embargo, ahora necesito volver atrás, exactamente hasta la muerte de Kurt Eisner, pues tengo el convencimiento de que el valor de aquel acontecimiento fue todo lo opuesto a un sencillo homicidio político. Su desaparición representó, entonces como ahora, la incomprensión de la masa hacia sentimientos genuinamente puros de bondad. O cómo un político que desea un mundo mejor, quizá sujeto a ciertos mecanismos políticos, quizá condicionado por la siniestra maquinaria del poder per se, acaba siendo apedreado por los suyos sin el menor remordimiento hasta la muerte. Ni amigos ni enemigos supieron verlo, aunque en muchas ocasiones todos ellos, a toro pasado, lamentaron el incidente y admitieron virtudes que en realidad muy pocos supieron reconocer en él mientras vivía.
Nosotros, con la debida distancia, estamos constreñidos a interpretar. Weidermann lo resume así: «No había precedentes históricos a los que agarrarse. Democracia directa y permanente, toma de decisiones compartida por todos en todo. Un gobierno de fantasía y ficciones. Querían lo mejor y crearon algo aterrador». Pero hay más. Tras el asesinato de Eisner, una gran poeta como Ricarda Huch, colosal y olvidada, pronunció un diagnóstico que, al menos por su vigencia, debería hacernos temblar como seres humanos: «Algo que me parece especialmente repugnante de nuestro tiempo y que considero un indicio claro de la degeneración de nuestra civilización es que no puede ocurrir nada sin que sea fotografiado o filmado de inmediato. Es el grado máximo de impúdica exposición: la humanidad vive delante del espejo«. Las cursivas son mías.
Tal vez haya llegado el momento de reflexionar sobre las consecuencias que pueden desencadenar nuestras buenas intenciones, es cierto. Tal vez haya llegado la hora de pensar rigurosamente lo que significa la política y la responsabilidad que tienen nuestros políticos. Pero tal vez, sobre todo, deberíamos meditar sobre nuestra propia e imperfecta naturaleza y por qué, como nos demuestra el caso de Eisner y la República Libre de Baviera, todo lo que no puede ser comprendido acaba dilapidado. Tal vez, quién sabe, esa muerte es la pregunta que todos necesitamos respondernos.
Portada: Detalle de portada de ‘La República de los soñadores’
Fuente: El Confidencial 17 de agosto de 2020
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Volverá la deflación
En una economía que se enfría y cuyo índice de precios crece a una tasa próxima al 1%, la consecuencia más probable es que la deflación vuelva a manifestarse. Cuando esto ocurra aparecerán también sus negacionistas, así ha ocurrido repetidamente en el caso japonés y, por solo citar a los más ruidosos, desde los que dirán que el INE miente a quienes tienen garantizados ingresos reales que se indexan por la inflación y no quieren que su valor nominal baje, a los que viven directa o indirectamente de lo público y no quieren que se corrijan los efectos deflacionarios del expolio fiscal, o los que creen que la inflación es un mero producto monetario y, poniéndolo peor, quieren que siga la expansión cuantitativa del BCE, todos intentarán hacer sus trampas aterrados por las expectativas de los agentes económicos.
A los que hacemos economía sobre este tema desde los años noventa estas maniobras no nos extrañan y sabemos muy bien que, al ser un fenómeno sistémico, no conseguirán pararlo con sus trampas, sino que por el contrario lo pondrán peor, los inversores en bolsa y los deudores sufrirán más, los bancos tendrán más problemas de negocio (lovimos), la insuficiencia fiscal empeorará y la pobreza de los españoles irá a más.
Así las cosas y previendo la marea de confusión interesada por distintos colectivos privilegiados, he creído conveniente que repasáramos el tema, empezando por la evolución de largo plazo de la inflación y sus efectos culturales para luego explorar los casos más conocidos, terminando con la buena y la mala deflación, a ver si así (me temo que no) cuando vuelva la afrontamos bien.
El camino español
Que es parecido pero peculiar si lo comparamos con la economía motriz de nuestro tiempo: la estadounidense. La evolución de la tasa de crecimiento de los precios al consumo en España, el llamado IPC, en tasa anual por mes desde 1964 hasta enero de 2019, la pueden ver en la siguiente gráfica, en la que también aparecen cuatro divisiones que corresponden a las cuatro fases del ciclo largo estadounidense.
La gráfica daría para escribir un libro, ya que en ella se resumen los distintos equilibrios de oferta y demanda agregadas a lo largo del proceso de encaje español en la economía mundial, un encaje que no hubiera sido posible sin la ayuda estadounidense; todo lo cual tiene su aquello, ya que el sentimiento antiamericano está bastante extendido entre la casta, pero el tema de estos aprovechados no es el de hoy.
La primera fase del ciclo largo fue bastante turbulenta ya que, hasta la ayuda americana, que se oficializó con la visita de Eisenhower en 1959 (menudo tema), la inflación era bastante baja y el autarquismo fue preparando la oferta laboral y el orden económico para un despegue espectacular que, en unos 10 años, consiguió lo que en otros exigió casi veinte (1949-1967). Es la fase que se conoce como "primavera económica", con altos crecimientos de los ingresos reales y que permitió a sujetos de la generación de Pepe Bono (generaciónsociópata), conocer el automóvil y el papel sanitario, para luego, en su edad adulta, medrar dedicándose a desbrozar el país con sus fantasías y su mesianismo político y que hoy nos quieren colocar a sus cachorros para seguir viviendo del cuento socialdemócrata.
Economía e imaginario colectivo
Esta primera fase del ciclo largo es la que más ha afectado el imaginario colectivo actual sobre la magia de la Economía y el Progreso, sobre el bienestar súbito y lo que va a ocurrir aplicando "planes" públicos de supuestos tecnócratas; sueños y mentiras de casoplón. En ella, una vez se ajustó la oferta agregada a la demanda agregada la inflación bajó, aunque por poco tiempo, pues llegaron los problemas globales de oferta con las materias primas industriales, sobre todo las energéticas, esas que podemos adquirir fácilmente gracias a la PaxAmericana, un orden, que ya se ve, no entendemos muy bien.
Lo destacable de la segunda fase del ciclo largo es que, por la inflación, el PIB nominal crece mucho pero el real poco (lovimos); en ella se fija en el imaginario colectivo la creenciay temores sobre lo que es la inflación y, tal vez por eso, pero también por intereses egoístas, se dice, erróneamente o mintiendo, que no hay deflación porque no ocurre lo contrario que con la inflación, como si tuviera que haber tasas negativas del 27%. Absurdo.
En la siguiente fase el crecimiento real es alto y la inflación se modera crecientemente, algo que no se entiende y se abusa del crédito, como si una supuesta inflación fuera a pagarlo, produciéndose las burbujas de activos bursátiles e inmobiliarios que, al romper, han traído enormes políticas de estímulo, hoy ya casi sin munición. En nuestro caso destaca la implantación del euro, que hace realidad el mercado único y produce un ciclo adicional (equivalente a los de nuevas infraestructuras útiles), que al no entenderse y manipularse por los listillos al uso, se aprovechó mal y hoy ya ofrece poco crecimiento adicional, con lo que iremos "a pelo" en esta última fase del ciclo largo, la deflacionaria; aunque mejor con euro que sin él, claro.
Un problema sistémico
Se tiende a explicar la deflación por la alta productividad de los factores de producción y sí, en parte es debida a ella, pero lo que no se debe olvidar es la enorme capacidad instalada de capital y recursos humanos capaz de aplicar dicha alta productividad a la oferta, que es la que ha permitido que aparezcan de forma rápida grandes competidores que rompen el statu quo de competencia; ese es el caso de Tesla, que ya vale más que BMW, o las VTC, empresas de fracking, etc.
El desconocimiento de la deflación tenía cierta lógica ya que solo ocurre casi cada 50-70 años y, entre que se trata de esconder, que no se estudian los ciclos y que no se hace investigación económica, se va al pairo de falsarios; lo que ya no tiene perdón es que después de lo de Japón, quienes deberían conocerlo, lo ignoren por completo, es más, cuando ya no sea un problema, esos mismos farsantes que la niegan aparecerán en los medios de manipulación masiva como expertos en el tema, intentando mantener su caldo de cultivo para más momio.
Lo interesante del tema es que cuando se estudia bien el fenómeno, que aparece después de que gripa (crash bursátil) el motor del ciclo largo, es su intermitencia, algo que aprovechan los negacionistas cuando se registran "IPCs" positivos poniendo las cosas peor, como es nuestro caso actual. Los períodos pasados de deflación para Estados Unidos los tienen en la siguiente gráfica, donde pueden comprobar la intermitencia que les comento; también pueden ver el caso de Japón; el actual de España lo tienen en la primera gráfica.
Como pueden ver, la estadística no es la contraria de la de la inflación y cada caso es distinto; de ellos, después del japonés, los más estudiados han sido el de "La Larga Depresión", calificativo y episodio que pocos economistas españoles conocen, y el de "La Gran Depresión". Todos tienen sus enseñanzas de interés que no podemos ver hoy, y solo daré unas pinceladas sobre la última. Imagínense cómo sería la sobre oferta tras el crash del 29 que tuvo que haber una guerra mundial, la destrucción de buena parte de Europa, la adición de millones de muertos (destrucción de oferta laboral) al genocidio comunista y otro ciclo largo, el actual, para salir del desequilibrio sistémico de entonces.
Así de potente puede ser una deflación y, una vez visto su marco general y hechas las aclaraciones pertinentes, ya podemos entrar en los casos recientes de mala y buena deflación, a ver qué podemos aprender de ellos para enderezar la nuestra, pero eso será la próxima semana.
Fuente: Luis Riestra
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Lab Tecnológico impulsa el uso de la inteligencia artificial para el aprendizaje de robots industriales
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AL BORDE DE LA CORNIZA...
Dar un paso fuera de la zona de comfort nunca es fácil, pues siempre he buscado la estabilidad en todos los aspectos de mi vida; prefiero una pareja estable a multiples encuentros ocasionales, una vida sencilla y ligera a una de rico llena de incertidumbre. No esta mal ni bien solo es la forma que a mi me gusta vivir. Pero siempre me he enfrentado a que mejorar mi condición significa perder la estabilidad, saltar al vacio con todas las posibilidades en mente y que por alguna razón siempre los peores desenlaces son los mas probables en suceder, y mientras mas me aproximo a la entropía mas extraño todo lo que deje atras, pero bien lo dice la física es imposible revertir la entropía.
Me encuentro de nuevo en este punto de mi vida, ya estoy cayendo y revertirlo significaria perder todo lo ya ganado por lo tanto no cabe esa posibilidad. Escribo la noche de mi ultima guardia del internado en la trinchera, con muertos que se mantienen vivos porque administramos cantidades industriales de oxigeno puro, lo suficiente para hacer volar todo el hospital y a los cuales drogamos para que pierdan las sensación de ahogo pues a una persona conciente la mataraia el esfuerzo antes que la propia asfixia; suena tenebroso pero es mi realidad hace 8 meses. Desde hace 8 meses que observo a la muerte paciente en el cuarto de pacientes que son padres, esposas, hijos; que siento un nudo en la garganta al ver la cara de terror de los pacientes cuando estando en plena conciencia estan al borde de la muerte, igual que un recluso condenado a la pena máxima, ellos están condenados por el abarrotamiento de nuestro sistema de salud; cuando en nuestras manos está escoger al que tenga más posibilidades y no aquel que se lo merezca mejor. Ha sido una época dificil y no es natural acostumbrarse a la muerte, nos volvemos insensibles a nuestros sentimientos para sobrellevar la carga que elegimos cuando entramos a esta carrera, ninguno espero tener que enfrentar una pandemia mundial. Al contrario de lo que se esperaria me encontraba en el punto mas vulnerable de mi vida para enfrentar la adversidad, recien había terminado con mi novia a quien amé y fue el amor de ese momento de mi vida y cursado una rotación que llevó al limite mis emociones al tener que enfrentar solo, un servicio tocoquirurgico. Así en este aciago ambiente, en este esteril terreno algo floreció, que yo aposté pronto marchitaria porque no había ninguna condición favorable. Me enamoré en la boca del lobo, encontre a una mujer increible con la que comparto un sin número de gustos, es tan hermosa que la competencia es ferrea y cuando recien nos conocimos ella tenía su corazón ocupado. Estas eran las razones que me llevaron a considerar abandonar el barco no estaba listo y las condiciones no eran adecuadas. Pero como un rio que fluye el tiempo pasó y se encargó de acercarnos, de vivir momentos y descubrir que las coincidencias tal vez no sean constructos mentales para explicar el azar. Fue imposible contener a mi corazón y cedí casi facilmente; tambíen decidí que por ella podría volver a recibir golpes en el corazón pues solo vivimos una vez y no queria perder esa oportunidad. Tampoco todo ha sido perfecto, de asi serlo este texto trataria de como conseguí ya una relación, ella sufrio la perdida de su pareja, yo fui traicionado por un amigo cercano y al final creo que los dos estamos inseguros si es el momento adecuado y la persona correcta. Así con este preambulo ya me encuentro cayendo pues mañana dejo de ser médico interno de pregrado, mientras ella continua su internado en otras sedes; nuestros caminos se comienzan a separar y espero en una maniobra arriesgada apostarlo todo y juntar nuestros caminos o separarlos de una vez y para siempre. Mañana tambien planeo decirle lo que siento pero creo que no tengo e valor para hacerlo con palabras y escribí una carta, cual es el camino, no lo sé pero ya salté y no hay retorno. Tengo miedo de perder a alguien quien encima de mis sentimiento aprecio en demasia, pero ya no puedo mas con la incertidumbre y quiero saber que dirección tomar.
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Sorgo y acero: el régimen socialista de desarrollo y la forja de China (VI y última)
Chuang (colectivo comunista chino crítico)
El colectivo Chuang está publicando en la revista de mismo título una serie de artículos sobre la historia contemporánea económica china. De momento llevan publicadas las dos primeras secciones de las tres previstas, respectivamente en los números 1 (2016 y 2019) y 2 (2019) de la revista. Publicamos a continuación la primera serie, lo que los autores denominan “régimen socialista de desarrollo” que datan aproximadamente entre la creación de la República Popular en 1949 y principios de los años 70, cuando consideran que se produce la transición al capitalismo. Dada su extensión presentaremos los textos en las siguientes 6 entradas separadas: I: Introducción II: 1 – Precedentes III: 2 – Desarrollo IV: 3 – Anquilosamiento V: 4 – Perdición VI: Conclusión – Desligamiento
DESLIGAMIENTO
El año 1969 significó el desligamiento del socialismo en China. El sistema se mantuvo unido unos años más solamente por una extrema extensión del estado, bajo la forma del ejército, en todos los campos de la coordinación económica, la producción y la distribución, y por una amplificación desesperada de la ideología gobernante en todos los ámbitos de la vida. Cuando incluso esto no fue suficiente, el colapso catastrófico se evitó solo por las maniobras discretas de una clase dirigente ahora unificada de “ingenieros rojos” cuya dinastía política sigue hasta hoy.
Aquí hemos destacado la escala nacional del fenómeno, centrándonos en la lenta fusión de “China” como una entidad económica congruente. Este foco local tiene sentido, pues la era socialista vería buena parte del territorio continental del Este de Asia fuera de los circuitos globales de acumulación de capital. China fue el nombre para esta retirada –un intento de autonomía realizado a lo largo de un territorio gigantesco y poblado por un segmento enorme de la población mundial. La interacción con el mundo exterior vía comercio, migración o transmisión cultural se ralentizó hasta acabar en un goteo, limitado a un exiguo contacto con un conjunto determinado de países del “Tercer Mundo” una vez rotas las relaciones sino-soviéticas. Esta retirada finalmente fracasó, y los siguientes cincuenta años verían al territorio continental del este de Asia y su ente reincorporándose lentamente a los mismos circuitos de valor de donde se habían autoarrancado.
Pero esto no quiere decir que la era socialista no tuviese una dimensión global. Fue la mayor de una ola de revoluciones socialistas mundiales, que eran ellas mismas simplemente el último pico de un movimiento de trabajadores fundado en Europa. Aunque su mitología guía surgió de los núcleos industriales del mundo capitalista, todas estas revoluciones fueron el producto de un campesinado politizado, llevado a luchar tanto contra regímenes nuevos como viejos. En China, la mitología industrial del movimiento de los trabajadores se fusionaría con la realidad de la revolución rural de una manera más fluida que en la Unión Soviética. El producto fue una cultura socialista en la que la escatología marxista se fundió con siglos de milenarismo campesino. Esta combinación se demostró capaz de prender uno de los mayores estallidos de desarrollo en la historia humana.
Los límites e incentivos con los que se enfrentó este proyecto eran también globales por naturaleza. A medida que los Qing declinaban, la una vez poderosa región fue lanzada a un siglo de violenta desunión justo cuando un nuevo imperio estaba surgiendo en Europa. En solo unas pocas generaciones, una de las partes más ricas del mundo se había convertido repentinamente en una de las más pobres. Esto llevó a la invención de “China” como un nombre antiguo para la región, unificador, por parte de los nacionalistas de educación occidental que buscaban una “restauración” del poder respecto a Europa y sus satélites. Como la continuada pobreza del área era en gran parte un producto del ascenso de Europa, el proceso revolucionario tendría un carácter “antiimperialista”.
Al mismo tiempo, la amenaza misma de los proyectos imperiales europeos estableció los estándares del desarrollo chino. En este periodo no podía haber una revitalización de las viejas utopías campesinas, ya que esto hubiese supuesto el estancamiento del desarrollo, haciendo que la región fuese incapaz de resistir las ambiciones coloniales de Europa y Japón. Tras la capitulación de los Qing y el GMD a las potencias extranjeras, quedó cada vez más claro que el desarrollo de la región no se podía conseguir mediante una alianza entre una nueva burguesía industrial y las viejas élites, como había sucedido en países de “desarrollo tardío” como Alemania. Por el contrario, el viejo régimen tenía que ser completamente destruido, junto con los capitalistas nacionales dependientes del comercio portuario con el oeste.
La fusión del milenarismo campesino con la teleología del movimiento obrero parecía ofrecer un modelo de desarrollo alternativo. Pero ausentes los agentes “normales” de este desarrollo (la burguesía ascendente o una alianza “acero y centeno” entre viejas y nuevas élites), el proyecto podía avanzar solamente mediante fases de industrialización de “gran impulso”. En los países capitalistas, este tipo de industrialización fue llevado a cabo en los extremos de crisis económicas globales, cuando los anclajes de la producción de valor parecían romperse. En los países socialistas, el desarrollo tuvo que se realizado como si la economía estuviese perpetuamente en un estado de crisis, porque los sistemas existían sin este anclaje.
Esto implicaba que el periodo socialista en China también viese al régimen de desarrollo suplantar el proyecto comunista a medida que se sacrificaba más y más a la línea de fondo de construcción de una economía nacional. Era esto un fracaso definido por la época. La mitología del movimiento obrero ayudó a hacer posible este error, pues tendía a mezclar la expansión de la producción y el empleo industrial con el avance histórico de la sociedad hacia el comunismo de una manera teleológica. Al empezar con una pobreza tan extrema, es duro culpar a los primeros comunistas por enfatizar el desarrollo. Para cuando una nueva generación intentó ampliar este horizonte comunista, sin embargo, aquellos primeros comunistas habian quedado irreparablemente unidos a la máquina de su fe.
El espacio para este proyecto de desarrollo se abrió solo por una crisis global en la economía capitalista. Desde 1910 hasta el fin de la guerra de Corea y las recesiones posteriores a la 2ª Guerra Mundial, la economía global parecía estar balanceándose en el borde del olvido. Este balanceo tomó la forma de medio siglo de guerra, depresión y extrema imprevisibilidad. La economía globlal se fragmentó a medida que los países establecían tarifas, enfatizaban el comercio nacional de circuito cerrado e iniciaban proyectos de industrialización de alcance nacional, a menudo con un fuerte carácter militar. Fue solo en este contexto de un enclaustramiento general global de producción que los proyectos socialistas pudieron tener lugar a una escala tan enorme, cubriendo finalmente la mayor parte del continente euroasiático. No es coincidencia que las dos mayores revoluciones socialistas tuvieran lugar aproximadamente al mismo tiempo que las dos guerras mundiales, pues estas guerras representaban dos picos de este enclaustramiento.
De la misma forma, el proyecto socialista chino pudo surgir solo dentro del contexto del movimiento obrero global y el periodo de expansión industrial que lo condicionó. Esta expansión general del empleo industrial y manufacturero hizo que los chinos heredasen al menos una rudimentaria estructura industrial (en Manchuria), y que los países occidentales estuviesen todavía centrados en el desarrollo interno, más que en buscar activamente lugares para la producción. Había pocos incentivos fuertes para “abrir” China en este periodo, e intentar hacerlo parecía simplemente una receta para extender la guerra mundial otra década. La Guerra Fría fue una tregua en la que el socialismo chino fue puesto simplemente en cuarentena y se le permitió seguir su curso.
Todas estas condiciones cambiarían a principios de los años 70 cuando el relativo enclaustramiento de principios del siglo XX dio paso a una serie de ofensivas expansionistas bajo un nuevo hegemon mundial. Al mismo tiempo, los avances tecnológicos disminuyeron la necesidad de caros trabajadores industriales y permitieron la extensión de las cadenas de suministro a regiones remotas del mundo. El aumento del desempleo, la baja de los salarios y la caída de los beneficios en Occidente crearon la necesidad de fuentes de producción más baratas a medida que se generalizaba la desindustrialización. El traslado de fábricas a lugares como Corea del Sur y Taiwan permitió a las empresas volver a ganar rentabilidad ofreciendo a la vez precios más baratos para los consumidores occidentales, ayudando a enmudecer los efectos internos de la ralentización económica.
Fue el cambio de estas condiciones lo que animaría pronto a la “apertura” de China. Pero esta apertura sería aceptada por los chinos solo debido a los fracasos del régimen socialista de desarrollo, e incluso entonces, lentamente. Más arriba, hemos detallado la historia local del fracaso del proyecto comunista en China. En el próximo número de Chuang volveremos a la integración global que siguió a este fracaso, a medida que China se abría al comercio mundial e iniciaba su transición al capitalismo en los años 70.
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