#Los indomables
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masticadoresdeletras · 17 hours ago
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Trump: Los indomables y los racionales: ¿Dónde se coloca Ud.? —05 by j re crivello
Los indomables son de una pasta especial. Se deciden por hacer lo que les venga en gana y lo hacen. Trump es el más conocido. Construyen su verdad sobre ideas interesantes, pero al solicitar una cierta coherencia descubrimos una mentalidad basada en saltos y repeticiones. Por ello en las pasadas elecciones los candidatos construían su liderazgo sobre una cierta dificultad en el criterio de…
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juuanre · 17 hours ago
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Trump: Los indomables y los racionales: ¿Dónde se coloca Ud.? —05 by j re crivello
Los indomables son de una pasta especial. Se deciden por hacer lo que les venga en gana y lo hacen. Trump es el más conocido. Construyen su verdad sobre ideas interesantes, pero al solicitar una cierta coherencia descubrimos una mentalidad basada en saltos y repeticiones. Por ello en las pasadas elecciones los candidatos construían su liderazgo sobre una cierta dificultad en el criterio de…
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chusxd · 1 year ago
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¿Que qué haría por amor?
Abandonaria todo, la eternidad, sería capaz de renunciar a mis alas por una vida a su lado como en la película de "Un ángel enamorado"
También sería capaz de abandonar una vida de lujos y riquezas con tal de estar con ella como en la película de "Una mente indomable"
Solo quisiera que esa persona al igual que yo luche, luche hasta el fin con tal de lograr nuestros sueños juntos, solo pido eso, algo real y leal.
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armatofu · 2 years ago
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moviestarmartini · 1 month ago
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putita. — franco colapinto x lectora.
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sin piedad dejás atrás un séquito de vana idolatría. / sos tan espectacular que no podés ser mía nada más. / (tenés que ser de todos.)
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sinopsis: entre tu compañero de equipo, franco, y tu, hay muchas cosas sin decir.
wc: 4.1k
warnings: nsfw (18+), bratty teammate!reader, celoso & mean dom!franco. como esto es un regalo, les dejo el resto como una sorpresa ;)
A/N: FELIZ NAVIDAD MI GENTE LATINO!!! no crean que me olvidé de ustedes con esa pequeña investigación de mercado que hice hace casi un mes. consideren esto un regalo navideño de mi para ustedes. rompí mi récord personal de palabras escritas (3.7k) hehe pero creo que es pq la canción me dio la oportunidad de ponerle mucho trasfondo. mención especial a @deepinsideyourbeing pq aunque no lo sepa ha sido una súper ayuda e inspiración en esta travesía mía de volver a escribir en español. tqm niñita <3
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now playing . . . putita por babasonicos
“¿Todo bien?” 
Tu voz consternada sacó a Franco rápidamente del trance accidental en el que se encontraba, ojos fijos en tu posición frente a él en las mesas compartidas de trabajo, cuando se supone que debería estar concentrado en la pantalla explanando gráficas y estadísticas que su mente al parecer faltaba de ganas para comprender. 
Por fin se acababa la montaña rusa que había sido la temporada 2024. Definitivamente las últimas carreras no fueron las mejores fechas para el equipo, pero el optimismo seguía predominando el ambiente desde el día que llegó alguien con un carisma para competir con el tuyo. 
“¿Eh? Si, si; sólo me distraje, tranqui.” Explicó rápidamente, pupilas volviendo al enfoque que debió tener desde un principio. Permanecieron ahí mirando el contraste que hacían las líneas en un potente azul contra su fondo gris— casi negro— y nada le hacía sentido. No cuando ocupabas cada esquina de su mente, e inevitablemente su mirada empezó a trazar cada centímetro de tu rostro como si fuera a olvidarlo todo en cuestión de un par de horas. 
Pero él simplemente no podía evitarlo. 
Espectacular era un adjetivo relativamente acertado para describirte. Para los chicos (y chicas) de categorías inferiores eras como una leyenda urbana. Franco te había visto antes en las ocasiones que la Fórmula Dos tenía sus feature races en la misma pista que la máxima categoría de los deportes de motor. 
Era impresionante la manera en la que todo el mundo volteaba a verte al pasar, como si de una figura mítica que flotaba en vez de caminar a paso firme se trataba. Solo los más valientes y quizás elegidos por el universo— en otras palabras, los que te conocían— tenían la osadía de retornar tu cálido saludo. 
Ya para cuando recibió la noticia de su entrada al equipo, eras un espejismo que habitaba en la parte de atrás de su mente, completamente inalcanzable. Seguía con la misma mentalidad de pertenecer a una categoría inferior, quizás ibas a ignorarlo en el momento de las introducciones de equipo. 
Realmente, nunca olvidará el abrazo que le diste. Cálido, podía oler tu perfume a la perfección, mezclado con el aroma de tus productos para el cabello. 
Aún no se lo creía, ni cuando te veía todos los días. 
Pero la parte lógica de su cabeza le recordaba que todo no podía ser glamoroso. Eras admirada y codiciada por tu belleza, no por tus logros a tu corta edad y en un monoplaza que— y seamos honestos— era tremenda mierda. Un auto volátil como una bestia indomable, que lograbas tranquilizar con magia negra, quizás. El todavía no estaba claro de cómo hacerlo una constante, y prefería teorizar una explicación lógica a lo inexplicable. 
“Muy interesante la data del año, ¿hm?” Ahí estaba de nuevo, tu dulce voz ahora complementada por los remanentes de tu perfume, sacándolo de otro trance frente a la pantalla. 
Lentamente, levantó la vista, encontrándose primero con tu torso antes de escalar por tu cuello para llegar a la sonrisa un poquito burlona; sabías muy bien que estaba distraído. 
“Nos podemos ir.” Indicaste, observando cómo se quitaba los audífonos y los ponía en su lugar antes de log out de la sesión, cerrando todos los documentos antes de. 
Tus ojos seguían cada uno de sus movimientos con cautela, evitando hundirte en tu propia locura sobre la atracción que sentías por él desde el día uno, pero evitabas con fervor dar algún indicio. 
Cómo cambian las cosas. 
“Vení,” El turno de sacar al otro de sus pensamientos fue de Franco, su mano tomando tu muñeca para prácticamente arrástrate fuera del motorhome, cerrando la etapa de un fin de semana tan… tétrico. 
“Quiero dormir catorce horas,” Bostezaste mientras el auto que los llevaría al edificio donde la gran mayoría de pilotos se hospedaban al estar cerca de la fábrica, estirando tus extremidades de una manera intencionalmente inapropiada, tomando todo el espacio en el vehículo para hacerlo. 
Sabías— de manera acertada— que luego de su retiro en Abu Dhabi Franco estaba un poco fuera de serie, y no hay nada que no harías para animar a quien ha sido tu compañero de equipo favorito hasta ahora. 
¿Cierto? 
“Pará,” Su risa rellenó el silencio cómodo que antes ocupaba el espacio, sus manos envolviéndose nuevamente en tus muñecas en un intento de devolverlas a los límites de tu espacio personal. 
Completamente contraproducente, el hombre desconociendo el efecto que tenía la presión que su cuerpo contra el tuyo ejercía, tu risa debilitándose en ciertos momentos quizás podía ser un indicio del ardor suave que se esparcía por tu abdomen. 
“¡Tú primero!” Te quejaste, tirando de tus manos para liberarlas, intentando olvidar lo suave que eran sus dedos contra tu piel. Quizás, si Franco se concentraba, podía sentir tu pulso acelerado contra la fina capa en el reverso de tu muñeca. 
“¡Vos empezaste!” De la manera más infantil y tierna te sacó la lengua, su cara lo suficientemente cerca de la tuya para que pudiera notar la manera en la que lo miraste. 
¿Mirabas a todo el mundo así igual? A todo el que te adulaba, buscando una de tus características sonrisas pícaras, buscando una reacción de ti. ¿Los mirabas con las pupilas dilatadas igual que como lo mirabas a él en ese momento? 
“Bandera blanca; ya.” Reíste, completamente ignorante a la manera en la que él te miró en ese microsegundo, logrando zafarte con éxito de su agarre. 
Al llegar al lugar de su estadía Franco te abrió la puerta del vehículo, esperando pacientemente a que tomaras tu cartera para salir. 
“Ay qué caballeroso,” Tu voz salió como un gratificante arrullo, acercando tu mano para pellizcar sus mejillas, ignorando la cara de traviesa que se cargaba. 
Grave error, concluiste cuando Franco intentó morderte. 
“Hijo de tu puta—“ Ni te dejó completar la oración, cerrando la puerta rápidamente y caminando a paso rápido hacia las puertas deslizantes, corriendo al ver tu expresión de sorpresa. 
Hay veces que simplemente no podías descifrarlo, por más que quisieras. Saltaba con cosas así, coqueto y carismático, buscando sacar cada nota musical que componía la sinfonía de tu risa. Pero otras veces, te miraba embelesado, y tú simplemente no tenías idea por qué. 
Sea lo que sea, igualabas su actitud, sus vibras. ¿Por qué no lo harías, si al final del día, el vibraba tan bonito? 
Tampoco era muy difícil convencerte. 
Todo esto para entender que claramente corriste detrás de él, pidiendo permisos a los pocos residentes que te cruzaste, maldiciendo— porque Franco siempre empujaba tus límites a nuevas alturas que desconocías, de la mejor manera posible. 
Viste como se cerraba la puerta al elevador en tu cara, la suya con esa sonrisa que en cualquier otra situación te haría derretir. Ahora, simplemente querías borrarla de su cara. 
Tus pies te guiaron por las escaleras, efectivamente llegando a uno de los pisos reservados para el equipo, esperándolo frente al ascensor con los brazos cruzados. Su sorpresa por tu rapidez era evidente, y sus pasos hacia ti, cautelosos.  
“Pendejo,” Simplemente le diste un ligero golpe vertical a la parte de atrás de su nuca, su risa haciendo eco en el pasillo desértico. 
“¿Querés agua? Estás rojita,” Ahí estaba ese tono coqueto de nuevo, pero decidiste ignorarlo y dejar de lado el pequeño desacuerdo para asentir, viendo como sus manos exploraban lo desconocido del bolsillo interior de su chaqueta para sacar las llaves antes de quitarse esa prenda. 
El pequeño departamento era parecido al tuyo en cuanto a estructura; una pequeña sala de estar con algunos muebles, el angosto pasillo que dirigía hacía la única habitación, la cocina que parecía que nadie había preparado un solo platillo, y la ventana que guiaba hacia un pequeño balcón. 
Quizás, el tuyo un poco más desorganizado, tu intento de seguir a la moda a pesar del frío podría ser el culpable del tremendo desastre que habías dejado y seguías fielmente ignorando hasta el momento de empacar para el siguiente destino. Podías divisar a la lejanía las tenues luces de otros edificios y casas de familia. Woking era como cualquier otra ciudad no turística de Inglaterra; fría, nublada. Muchas casas pequeñas y un público poco emocionante. 
“Para vos, señorita.” El tour que te estabas dando de su living quedó en el olvido— absteniéndote de tocar lo que sea— tomando la botella de agua mineral antes de beber largos sorbos, Franco tomando asiento en el sillón que pertenecía a la pequeña sala de estar. 
“¿Te puedo hacer una pregunta?” Las palabras escaparon sus labios. Levantaste las cejas, acabando la botella de agua para ponerla en la basura antes de sentarte a su lado. 
“Hasta tres,” Para él, tu sonrisa competía con las luces de la ciudad donde se encontraban, de tanto que deslumbraba. 
“¿Te gusta alguien?” 
La pregunta colgó en el aire por unos escasos segundos, tu expresión curiosa cambiando a una de confusión. Te moviste más cerca, como para descifrar con lo que te cuestionaba. 
“Si, me gusta todo el mundo. Bueno… la mayoría de gente que conozco, si.” Una respuesta digna de una Miss Universo, pero no era nada cercano a lo que te preguntaba. 
“No, no.” Franco sacudió su cabeza de lado a lado, acercándose más. Su rodilla chocaba con la tuya. 
“¿Te gusta alguien? Como… más que amigos.” Notó rápidamente como tu expresión cambió a una que no reconocía exactamente bien. No sabría decirle a alguien más que pasaba por tu cabeza, pero era tristemente común; no sabía leerte. 
“¿Por qué preguntas?” Evadiste su pregunta de manera exitosa dejando de lado la botella mitad llena, esforzándote para que la fachada que habías construido con el tiempo se mantuviera de pie frente a lo que considerabas un ataque. ¿Sabía? ¿Franco sabía lo mucho que le gustabas? 
“Parece que estás enamorada de todo el mundo.” Su comportamiento calmado te estaba sacando de serie, te estaba dando ganas de trepar las paredes de la desesperación. Lo que desconocías es la furia que la idea de que esa fuera la realidad le daba a Franco. 
¿Por qué tenías que ser de todos, y menos de él, a su parecer? 
“¿O estás enamorada de la atención?” Su tono te sorprendió, al igual que la agitación que te estaba provocando le sorprendió. Eras la definición de perfección, hasta en momentos exasperantes asumías una calma impresionante. 
“¿Qué pasa si lo estoy?” Observaste la manera en la que sus cejas se levantaron por tu tono; desafiante, grosero. 
La cercanía repentina entre sus cuerpos fue algo que pudo notar, pero no podía dejar de mirarte a los ojos. Era como si hubiera volcado un switch en ti. Una sonrisa un tanto burlona se escondía detrás de tus labios. El aire que flotaba en frente de ustedes se sentía espeso, y por un momento, se quedaron mirándose uno al otro. No pudieron haber pasado más de medio minuto, pero se sintió como una eternidad. 
Era como si Franco por fin había descifrado el código de la caja fuerte donde escondías tu actitud sincera, tu vulnerabilidad donde no eras tan inocente ni agradable de lo que parecías. 
“Te comportás lindo con todo el mundo para que te den atención, por qué te encanta que te miren.” No le importó externar sus hallazgos; sus palabras eran como una pieza que acababa de encajar tanto para ti, como para el. 
Pero no obtuvo ninguna reacción vocal de tu parte, solamente tus ojos fijos en él, siguiendo cada movimiento que ejercitaba.
“¿O estoy en lo equivocado?” Franco retó, buscando una respuesta explícita de tu parte, su mano posicionándose en tu muslo, el círculo deforme que trazaba con su índice dejaba piel de gallina a su paso que la ropa apenas lograba esconder. 
“No, pero si me vas a juzgar, creo que es suficiente por hoy.” Intentaste extender tus piernas, pero sus reflejos fueron lo suficientemente rápidos para tomar tu mano y devolverte a la posición anterior. 
“Yo nunca te juzgaría, preciosa.” Su tono de voz era algo que desconocías. Dulce, callado; íntimo. Tiernamente, acarició tu mejilla con el dorso de su mano antes de que sus dedos aprisionaran tu quijada. 
“Sos una putita; eso no es nada.” Pudiste captar brevemente sus palabras detrás del latido ensordecedor de tu corazón, tu cara todavía no le brindaba una respuesta implícita a lo que necesitaba. 
Por otro lado, ¿tus labios? Una historia completamente diferente. 
Los anexaste a los suyos como si de una necesidad primaria se tratara, tus manos empuñaron la tela del team kit, y te aferrabas con una desesperación que gritaba más, más, más. 
Franco simplemente ya no podía resistirse. 
Desde el momento que entró en realización de que todo lo que pasaba era real, sus manos siguieron el camino para poder reposar más arriba de tus muslos, con suficiente fuerza para casi arrastrarte a sentarte en su regazo. 
Sin embargo, eso no logró suceder, el beso terminó abruptamente. Te dejó persiguiendo sus labios mientras los suyos continuaban su camino a lo largo de tu cuello. El suspiro que salió de tus labios no fue lo suficiente para satisfacer esa sed que tenía por ti. 
Tus manos se enredaban entre los rizos con highlights naturales, tu agarre apretándose el momento en el que sentiste un pequeño ardor particular cerca de tu clavícula. La marca producida por la combinación de sus dientes y sus labios logró su objetivo de sacar un gemido de tus labios. 
Pero no era suficiente. 
Sin recibir órdenes te quitaste el sweater de lana, y rápidamente Franco pudo comprobar que la piel de tu torso era mil veces más suave que la tela que te mantenía calientita… hasta ahora. Ya era su turno, después de infinitas horas de espera. 
“¿Sabés algo?” Su voz era demandante, lo suficiente para sorprenderte justo como hiciste con él hace menos de veinte minutos. “Vos me gustás— no, me encantás. Pero siempre me tratás igual que todo el mundo.” 
No encontrabas la voz para responder, atónita por la manera en la que ni se preocupó en quitarte el bra, simplemente rodando los straps hacia abajo para dejar que el aire acariciara la piel, endureciendo tus pezones casi instantáneamente. 
La forma en la que se lamió los labios simplemente te hizo retorcer, algo similar a la electricidad recorrió tu cuerpo para detenerse entre tus piernas.
La excitación se mezcló con confusión en el momento que no se detuvo a darle atención a tus pechos, si no que siguió el camino con su boca luego de dejarte expuesta. La pausa al encontrarse con tus jeans fue suficiente indicación para que levantaras las caderas, dejando que remueva la pieza con más facilidad. 
“Se me olvidó que eres friolenta.” Su risa fue un tanto sarcástica al encontrarse con un par de medias térmicas, casi arrancándote la pieza y llevándose tu ropa interior húmeda a su paso. 
“Fran…” Ni sabías lo que ibas a decir, pero tu compañero tomó caso omiso a tus palabras, maravillado de la hermosa vista que tenía en frente de él. 
“No sabés lo mucho que siempre he querido hacer esto.” 
Fueron las últimas palabras que soltó antes de ocupar su boca en brindarte placer, su lengua trazando una línea que recogía el exceso de humedad que cubría cada centímetro de tu centro, el murmullo de aceptación chocó con el sonido del aire que tus pulmones exhalaron de repente por la sorpresa. 
El sentimiento era inexplicable, la devoción y expertise con la que movía su lengua para estimular ese punto sensible era inexplicable. La timidez que tuviste por escasos momentos desvaneció, tus gemidos reemplazando el vacío que dejó en la habitación. 
Elogios entre cortaron tus gemidos al momento en el que él encajó su índice más allá de tu entrada, la facilidad debido a la lubricación que ya empapaba su mentón. Muy en contra de su voluntad, Franco tuvo que separarse para tomar aire, pero se tomó la libertad para deslizar otro dedo. 
Movía su mano con cierta lentitud, observando a detalle tus expresiones. Frunciste el ceño a la falta de estimulación, tu labio inferior destacándose en forma de protesta. Era una comunicación no verbal, la forma en la que rodó sus ojos indicó que entendía tu reclamo, aún más cuando empezaste a mover tus caderas para conseguir más fricción. 
Franco sonrió para sí mismo antes de inclinar de nuevo la cabeza y volver con aún más ansias a probarte, los sonidos que producía al chupar suavemente eran obscenos. Cualquier queja o desagrado se desvaneció en el placer que sentías cuando posicionó sus dedos para acariciar ese punto dulce con una textura peculiar que te estaba haciendo retorcer, tus manos nuevamente apretando las hebras onduladas. El movimiento de caderas que mostraste en forma de protesta anteriormente se volvió a producir a causa de la creciente sensación en tu abdomen bajo. 
Tú lo sabías. Franco lo sabía también. 
Tu orgasmo llegó de manera repentina,— aunque no inesperada— haciendo temblar tus muslos que igual apretaban la cabeza de tu compañero de equipo que te devoraba con fervor. 
“Que conchita tan rica,” El halago hizo que tu vista se dirigiera hacia donde provenía la voz, una sonrisa creciendo al momento que notaste la fina capa brillosa que cubría sus labios y mentón; se veía hermoso. 
Casi haces que arrastre sus rodillas en la alfombra de la habitación cuando tiraste de su camiseta para otro beso, tus labios danzando en contra de los suyos con cierta desesperación en cada movimiento. 
“Vamos a la cama,” Franco murmuró entre besos, aunque su petición fue ignorada al momento que le quitaste la pieza, tirándola a otro lado de la habitación antes de resumir la sesión de besos que compartían. No te importaba probarte a ti misma en su lengua; es más, te excitaba aún más. 
“No, aquí y ahora.” Respondiste a su intento de levantarse, luego de regresar a su posición anterior, arrodillado enfrente tuyo. Tus dedos acariciaron delicadamente la cicatriz, como si la piel se volviera a romper. Franco tembló por la caricia, pero sus dientes hundiéndose en tu labio inferior superaron el breve momento de debilidad de su parte. 
Un quejido salió de tus labios al sentir el tirar que producía su mano en tu cuero cabelludo, separándolos de beso. “Cuidá tu tono, putita.” Te advirtió, entrecerrando los ojos al ver la sonrisa burlona que produciste. 
“¿Y si no quiero, qué?” Moviste tus pestañitas para continuar con el acto de inocencia, sabiendo que era todo lo contrario a tus acciones y palabras en momentos anteriores. 
“No estaba preguntando.” Soltó el agarre que tenía en tu cabello, parándose rápidamente. Con la separación, tomaste la oportunidad de quitarte el sostén, tomando en cuenta que estaba estorbando en tu torso inferior; era casi una falda. “Cama. Ya.”
Prácticamente te jaló hacia su habitación, dejando atrás la ropa despojada, pero seguiste a paso rápido con una pequeña risita. Los roles se habían invertido, considerando que ahora tenías una nueva fuente de dopamina al hacerlo molestar. 
Sus labios volvieron a conectar con los tuyos por un breve instante antes de que prácticamente te empujara hacia a la cama con cierta brusquedad antes de posicionar su cuerpo sobre el tuyo y volver a besarte con frenesí. 
Sentiste algo contra tu pierna, y en un acto de inocente malicia, doblaste tu rodilla ligeramente. En medio del beso, un quejido escapó de los labios del hombre encima tuyo, sintiendo la piel de tu suave muslo estimular su entrepierna aún cubierta por ese par de cargo pants que casi salían solos. 
“Te gusta provocarme, ¿eh?” Era una pregunta retórica pero aún así asentiste con entusiasmo, su voz entrecortada por la respiración agitada causó que un escalofrío recorriera tu cuerpo. 
Sin otra palabra más, se apartó de la cama y del calor de tu cuerpo para desabrocharse los pantalones, rápidamente quitándolos del paso junto con la ropa térmica y su ropa interior. No pudo evitar ver la forma en la que te lamiste los labios, observando cuidadosamente cada movimiento. 
Franco posicionó su cuerpo entre tus piernas, y sentías ese mismo peso ahora reposando entre el interior de tu muslo mientras besaba tu cuello con lentitud y cuidado. Por un momento, dejaste de lado la desesperación por sentirlo adentro tuyo, y dejaste que te manoseara como si de una pieza de porcelana se trataba, mientras tu mano acariciaba sus sedosos rizos. 
Pero la paz duró poco, tus párpados desplegándose extensivamente para mirarlo fijamente mientras rozaba su punta— ya goteante por la excitación— desde tu entrada hacia tu clítoris, todavía sensible por el trato que le brindó hace unos momentos. 
“Fran…” Tus quejas cayeron en oídos sordos, retorciéndote contra su cuerpo, intentando desesperadamente encontrar ese alivio de tanta necedad reprimida en ti. 
Lo necesitabas, y en ese preciso momento. 
“¿Qué pasa?” La voz de Franco resonó con sarcasmo al ver tu angustia. “¿Querés que te lo meta?” Asentiste, sintiendo el calor subir a tu cara. “Di por favor.” 
Lo miraste como si estuviera loco, pero demostró la seriedad de sus palabras al alinearse contra tu entrada empapada y empujando su glande suavemente para luego volver a estimular tu clítoris. 
Exhalaste como si su petición era lo más complicado que alguien te hubiera pedido nunca antes, tomándote un momento para pensar solo para seguir molestando, antes de responder “Por favor, Franco.” 
“¿Ves que no fue tan difícil?” Besó tu mejilla antes de volver a alinearse con tu entrada, resistiendo la invitación que le brindaba el calor de tu centro de que lo tomaras completo en ese instante. 
Un quejido ruidoso salió de los labios de ambos, casi armonizado, en el momento que su miembro entró por completo. Cerraste los ojos, tu respiración agitada durante el proceso de adaptación a la intrusión dentro tuyo. 
Franco, por otro lado, sentía que se podía morir. 
Estabas tan… apretadita, calentita y mojada para el que se sentía como si estuviera en un sueño. La mujer que tantos hombres codiciaban estaba debajo de él, con sus piernas envueltas en su cintura y besando la cicatriz de su hombro entre exhalaciones superficiales. 
Y si moría, moriría el hombre más feliz del mundo. 
“¿Bien?” Preguntó después de un momento, tomando el corto movimiento de cabeza como confirmación para empezar a mover sus caderas. 
Quién diría que esa chispa malcriada e insolente podía ser apagada de una sola manera. Ahora te tenía a su merced, gimiendo y disfrutando el placer que te brindaba su miembro tocando ese punto dulce una y otra y otra y otra vez. Tus uñas dibujaban patrones rojos en su espalda, hundiéndose más en la piel al momento que se concentraba en llegar lo más profundo posible. 
“Abrí la boca,” Franco demandó entre gemidos, una de sus manos colocadas en tu quijada, pero quizás se vería mejor alrededor de tu cuello— se estaba emocionando demasiado. 
“¿Para qué?” Preguntaste pícaramente, mirándolo con ese intento de inocencia, como si no estuvieras tomando cada centímetro que podía ofrecerte sin ninguna queja. 
“Abrí.” 
“No.” 
“Putita.” La saliva cayó en tu pómulo en vez de tu lengua, donde él la quería en un principio, pero tú terquedad no lo iba a detener. No lo detuvo al momento que colocó tu pierna encima de su hombro, probando tu flexibilidad para poder dibujar círculos sobre ese núcleo sensible. 
La estimulación hizo que tus ojos se cerraran de repente, tu boca formando una O para poder dejar salir los gemidos que salían desde la parte más profunda de tu garganta. 
“Fran… Franco—“ Jadeaste, tratando de recuperar un poco de compostura para la siguiente petición. “¿Puedo…” 
“No.” Su respuesta interrumpió la pregunta, haciéndote fruncir el ceño. Sabía lo que ibas a pedir, por la manera en la que tus cálidas paredes internas estaban apretando su miembro de una manera tan deliciosa. “Si tan solo mi putita se portara bien…” 
Un grito ahogado lleno de angustia rebotó por las paredes antes de que tu labio inferior resaltara, enseñando tu arrepentimiento justo cuando te convenía. “No, Fran, porfa.”
Oírte rogar trajo más satisfacción de lo que esperaba, pero aún así no tenía ninguna intención de doblegarse a tus exigencias. “No.” Insistió, moviendo sus caderas con más velocidad. 
“¡Franco, no puedo!” Lloriqueaste, sintiendo el placer abrumador casi asfixiarte. Era demasiado; el peso de tu cuerpo sobre ti, el estiramiento que sentías en el músculo interior de tu muslo, como llenaba cada curva— cóncava y convexa— dentro de ti a la perfección, y la estimulación que te estaba volviendo loca. 
“Ya.” Apretaste más el entrecejo en confusión a sus palabras. “Venite conmigo; ya.” 
Fue un alivio para ambos, tu cara escondida en la coyuntura de su cuello y su hombro, gimiendo su nombre como si fuera un cántico para los dioses. Solo ahí, y subsecuentemente al ver tu centro goteando el líquido blancuzco mientras intentabas recuperar el aliento, Franco pudo confirmar que por más despampanante que eras, no podías ser de todos. 
Tenías que ser solo de él. 
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sinfonia-relativa · 10 months ago
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A los diez años creía que la tierra era de los adultos. Podían hacer el amor, fumar, beber a su antojo, ir a donde quisieran. Sobre todo, aplastarnos con su poder indomable.
Ahora sé por larga experiencia que en realidad no hay adultos, solo niños envejecidos.
Quieren lo que no tienen: el juguete del otro. Sienten miedo de todo. Obedecen siempre a alguien. No disponen de su existencia. Lloran por cualquier cosa. Pero no son valientes como lo fueron a los diez años, lo hacen de noche, en silencio y a solas".
-José Emilio Pacheco
~samyo🐝
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caroruanosv · 20 days ago
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ANHELO
Te tuve entre mis manos, como quien sostiene un rayo de luz en la penumbra, pero mi alma, herida y rota, era un pozo sin fondo incapaz de retener tu amor. No fui consciente de que tus manos sanaban lo que parecía irreparable, de que cada uno de tus gestos era un hilo dorado que tejía mis heridas. Y, sin embargo, destino cruel y caprichoso, tus palabras quedaron suspendidas en el aire aquel día que dijiste: "Anhelo tu corazón."
Yo, sorda a tus súplicas, exilié al amor de mi pecho y borré su nombre de mi lengua. Pero tus palabras, como hojas en un torbellino, se aferraron a mi memoria, revoloteando sin descanso. Cuando finalmente entendí su peso, cuando mi corazón por fin clamó por ti, emprendí una búsqueda desesperada. Recorrí las calles como un náufrago persiguiendo la orilla, caminé las avenidas con pasos cargados de urgencia, y busqué entre las miradas de quienes te conocieron.
Entonces, la verdad me golpeó con la fuerza de un océano indomable. Eras ahora una estrella.
Cada noche, mi alma te busca en el firmamento, y mi corazón galopa como un caballo desbocado, ansiando tu abrazo, pero solo encuentra el eco del vacío. Comprendo ahora que tu misión era sanar mi corazón, encender en él la llama que me devolviera la vida, para luego regresar al cielo del que provenías.
Oh, amor celeste, cuánto me pesa el tiempo que dejé escapar entre los dedos. Aunque conocías mi incapacidad para corresponderte, cuánto lamento no haberte dado el amor que hoy inunda mi ser. Porque ahora, al mirar las estrellas, entiendo que tú, con toda tu luz, fuiste el regalo más grande que no supe cuidar.
Caro Ruano
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angel-amable · 11 months ago
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Algunos dicen que estás loco, que no eres bueno, que tu familia está maldita mezclada con mala sangre. Pero yo creo que eres encantador e incomprendido. No te cambiaría aunque pudiera. Algunos dicen que estás amargado, piensan que eres tosco, indomable y desenfrenado. Pero creo que eres sensible y dulce. Sigue siendo como eres, no cambies nada. Algunos dicen que eres retorcido, malvado y salvaje: un joven inservible e inquieto. Pero yo creo que eres gracioso y me gusta tu sonrisa. Dicen que te falta un minuto para acabar siendo un vagabundo en la calle, un exponente de la clase baja. Me dicen eso cuando hablan de ti. Algunos dicen que eres una mala semiente, que te encanta jugar con fuego. Yo sé lo que amas, sé lo que necesitas. Me encanta que juegues conmigo. ¡Qué dejen de hablar de ti, de ponerte motes! He tomado mi decisión y no la cambio. Estoy seguro, desde mi corazón libre y feliz, que eres único para mi.
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jartita-me-teneis · 2 months ago
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En las bulliciosas calles de París en el año 1945, una mujer francesa llamada Marie emprendió un viaje que pronto se convertiría en una historia susurrada entre los lugareños. Con su fiel baguette metida bajo su brazo y seis botellas de vino tintineando en su cesta, Marie partió para navegar por la ciudad de posguerra.
Entre los escombros y restos de un tiempo turbulento, el espíritu de María permaneció inquebrantable. La guerra había cobrado su precio en la ciudad, pero la resistencia de su gente se negó a vacilar. María, con su baguette como símbolo de fuerza y supervivencia, estaba decidida a traer un sabor de la normalidad de vuelta a París.
Mientras caminaba por las estrechas calles adoquines, María se encontró con compañeros parisinos que habían soportado las dificultades de la guerra. Con una cálida sonrisa y una palabra amable, compartió su baguette y una copa de vino con los que conoció en el camino. En medio de la desesperación, los simples actos de generosidad de María sirvieron como recordatorio de que la humanidad todavía podía encontrar consuelo en el más simple de los placeres.
Las noticias de la baguette y las ofrendas de vino de Marie se extendieron por toda la ciudad, y pronto, gente de todos los ámbitos de la vida la buscó. El aroma del pan recién horneado y el tintineo de las botellas de vino se convirtieron en un faro de esperanza para una comunidad anhelando la curación.
Cada día que pasaba, la atmósfera en París comenzó a cambiar. La guerra había marcado la ciudad, pero la baguette y el vino de María se convirtieron en un símbolo de unidad y resistencia. Las calles una vez llenas de angustia y tristeza ahora se hacen eco de risas y momentos compartidos de alegría.
El acto de bondad de Marie y su baguette se convirtieron en una leyenda en la ciudad del amor. La historia de la mujer francesa con su baguette y seis botellas de vino extendidas por todas partes, inspirando a otros a encontrar sus propias maneras de sanar y reconstruir.
Incluso después de que las cicatrices de la guerra se habían desvanecido, María continuó su tradición, compartiendo su baguette y vino con los necesitados. Su generosidad se convirtió en un símbolo del espíritu indomable del pueblo de París, un testimonio de su capacidad para superar la adversidad.
Y así, la historia de María, la mujer francesa con su baguette y seis botellas de vino, París, 1945, vive como un recordatorio de que incluso en los tiempos más oscuros, el amor, la bondad y los simples placeres de la vida tienen el poder de sanar y unir♥️
Edvid Steve
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caostalgia · 2 years ago
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Detestas los silencios. Evitas la incomodidad de su invasión tal vez, para que a tus pensamientos recurrentes no les dé por clavarse en medio de las cejas.
Antes de que tu voz aparezca, me deleito con tu ceño fruncido, rígido e indomable. Tan perfecto y estético, parece que estás casi a punto de atrapar lo que se empeña en no ser aprisionado. Justo ahí, te contemplo con detenimiento y en esos instantes eres tan mío que puedo darme el lujo de calcular si la distancia me dará oportunidad de alcanzar tus labios con el roce de los míos. Sin parpadear, me permito soñar tantito con la textura, la tibieza y el sabor de los pliegues de tu boca rojiza.
Me fascina que mi adoración por ti pase desapercibida; que mis ojos puedan descansar un rato y abrirse a plenitud para verte: Eres precioso.
Y de repente irrumpe tu voz preguntándome qué estoy pensando... Yo solo parpadeo, forzando a mis pupilas en hacerse pequeñas y soltar la idea del amor secreto que me inspiras en el pecho.
-Cinthyacabalga
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nevenkebla · 2 months ago
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Espíritu indomable
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Fantastic Four (1961) #60 Stan Lee, Jack Kirby (Autores)
�� Ben Grimm: Buen intento, Doom. Te doy un ocho por las ganas que le has puesto. ¿Quieres que juguemos a algo más antes de que te haga pedazos y los esparza a los cuatro vientos? — Doctor Doom: ¡Condenación, la gárgola sigue viva! — Ben Grimm: Sí, soy como la mala hierba. Y ahora te daré un buen consejo, colega. No empieces a ver ninguna teleserie. — Doctor Doom: ¡Mentecato descerebrado! Puede que sea mejor así. Te destruiré de un modo mucho más satisfactorio. Con solo desear que mi fuerza sea superior a la tuya, te venceré con tus propias armas. — Ben Grimm: ¡Esperaba que dijeras eso! Ven aquí, mamón… ¡Es la hora de las tortas! — Doctor Doom: ¡Esta será la última vez que lances tu arrogante grito de guerra! ¡Porque vas a pagar muy caro el daño que le infligiste a mis manos!
— Doctor Doom: Observa, monstruo misantrópico y abominable, mira bien cómo alimento el tamaño de mis brazos gracias al poder sin límites de la energía cósmica. Cómo aumento cada vez más la presión, hasta llegar a niveles de una tonelada por centímetro cuadrado. ¡Presión suficiente para hacerte pagar las continuas indignidades que me has infligido! ¡De rodillas, bruto descerebrado! Pide clemencia, ¿Me oyes? Quiero disfrutar del sonido de tus últimos y lastimosos gimoteos… — Ben Grimm: (¡Jamás… había sentido… un dolor… semejante! Jamás… había imaginado que algo… pudiera doler tanto… pero… no cederé… ¡No puedo rendirme! Lo único que tengo es mi fuerza. Si eso me falla… ¡No me queda nada! ¡Nada! Lucha, Ben. ¡Lucha! Lucha maldito inútil de pellejo anaranjado… ¡Lucha! ¿Qué es un poco… de dolor… para un bruto enorme… como tú?) Vale, bocazas, ¡A ver dónde están tus discursos ahora!
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curiositasmundi · 1 month ago
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Tommaso Merlo
Dopo anni di guerra al terrorismo islamico, in Siria sta nascendo il più grande califfato della storia. Un sogno diventato realtà per i jihadisti islamici e concretizzato grazie ai loro peggiori nemici, gli occidentali. Davvero incredibile. Prima insanguiniamo il mondo in nome della democrazia e dei diritti umani, poi aiutiamo dei fanatici tagliatori di teste a consolidarsi nel mondo. Prima sprechiamo miliardi di risorse pubbliche per annientare qualche efferato nemico dell’umanità, poi gli regaliamo la vittoria su un piatto d’argento. Come in Afghanistan.
Vent’anni di occupazione militare per poi lasciare Kabul ai Talebani e fuggire a gambe levate. Con nessuno che ne risponde. E non solo. Subiamo pure gli effetti collaterali di quei disastri, con milioni di profughi da sistemare. Ma se dopo decenni di fallimenti bellici, il mondo fosse più sicuro e stabile, ci sarebbe poco da obiettare. Ed invece le guerre aumentano di numero ed intensità. Ormai siamo al caos col rischio di un conflitto mondiale dietro l’angolo. E nessuno fa nulla se non buttare benzina sul fuoco. Politicanti, burocrati, affaristi, giornalisti. Una mega inarrestabile lobby della guerra. Con la politica che dà l’ordine di attaccare, gli apparati che eseguono, le lobby che ingrassano e i media che strombazzano all’arrembaggio permanente.
Fu Bush a volere la testa di Saddam per fake news create ad arte, mentre fu Obama a volere quella di Gheddafi e quella di Assad. A volte si combatte sotto il sole, a volte serve invece il lavoro sporco come in Siria. Appoggiando gruppi ribelli con addestramento, fondi, armi e contemporaneamente affamando la popolazione con sanzioni economiche come successo in Siria. Uno schema che si ripete da decenni ma per capire davvero quello che succede in Medioriente, bisogna guardare tutto dalla prospettiva palestinese. Libano, Iraq, Siria, Libia ed Iran che è il prossimo sulla lista nera, hanno tutti qualcosa in comune, sono nemici storici di Israele. Per completare con successo il loro progetto coloniale, i sionisti avevano due strade.
O trattare coi palestinesi e concedergli perlomeno un loro stato, oppure sconfiggere tutti i paesi pro Palestina in modo da essere liberi di imporre con la forza la propria volontà agli indomiti palestinesi. Ed ovviamente hanno scelto la seconda via. Il problema di quella strategia è che Israele è un piccolo paese e gli serviva il supporto militare ed economico degli Stati Uniti, per ottenerlo hanno cavalcato il sistema lobbistico-capitalista comprando l’appoggio di entrambi gli schieramenti della politica americana. Nessun complottismo, fatti risaputi. La Siria di Assad era nel mirino di Israele da anni e senza l’aiuto russo sarebbe già caduta nel corso della guerra civile. Fin qui dunque, triste routine. La novità di questi giorni è che con la cooperazione della Turchia, Damasco è finita nelle mani addirittura di una banda di terroristi islamici conclamati. Secondo alcuni osservatori si tratterebbe di una situazione sfuggita di mano, nel senso che nessuno si aspettava una tale repentina dissoluzione del regime siriano. A confermarlo sarebbe anche la reazione nervosa di Israele che ha subito occupato territori siriani e sta bombardando ovunque. In parte perché Netanyahu ha un nuovo vicino e vuole fare subito amicizia, in parte perché non sa fare altro ma in parte anche perché ha paura che le armi dell’esercito siriano finiscano in mano a dei jihadisti che fino a ieri tagliavano teste di infedeli e glorificavano l’11 settembre. Si tratta poi pur sempre di musulmani e pure bigotti e Gerusalemme è sacra anche per loro. Se a qualcuno di quei barbuti venisse in mente di riconquistare la città, sarebbe davvero una brutta notizia per Israele.
Sconfitto un nemico, se ne troverebbe uno ancora peggiore. Un mega califfato crocevia di terroristi islamici provenienti da tutto il mondo. Roba da brividi. Ma del resto è così, la guerra non risolve nulla e peggiora solo i problemi esistenti. Ce lo ha insegnato la storia infinite volte. Eppure le guerre aumentano di numero ed intensità. Ormai siamo al caos col rischio di un conflitto mondiale dietro l’angolo. E nessuno fa nulla se non buttare benzina sul fuoco. Politicanti, burocrati, affaristi, giornalisti. Siamo come in balia di una inarrestabile lobby della guerra e sarebbe ora che nascesse una lobby per la pace che non è utopia ma l’unica realistica via per evitare l’autodistruzione.
La mega lobby della guerra
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nebulamorada · 6 months ago
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Tu madre, Rhaenyra Targaryen, quien desde el momento en el que la partera te puso en sus brazos declarándote como una niña, supo que daría todo lo que tenía con tal de protegerte del mundo y toda su crueldad.
Tu madre, Rhaenyra Targaryen, quien tan pronto como puede llevarte a Kings Landing, te presenta en el banquete de celebración que organizó su padre para ti.
Tu madre, Rhaenyra Targaryen, quien ríe ante la opulencia que reluce de los presentes que trajo Lord Corlys en dicha cena, ambos hombres decididos a ser el abuelo que tenga el lugar más privilegiado de tu corazón.
Tu madre, Rhaenyra Targaryen, quien tiene el corazón lleno de amor cada que los ve a ti y a Jace compartir la cuna en la guardería, escuchando sobre como es la única forma de hacer que ambos duerman de corrido sin llantos.
Tu madre, Rhaenyra Targaryen, quien jamás dejó que la crueldad de su madrastra te alcanzara a ti, con Jacaerys haciendo todo para ayudarla a eso cuando vio detrás de el manto de mentiras que cubre el horrible ser de las personas en la Red Keep.
Tu madre, Rhaenyra Targaryen, quien siempre tiene algún beso cálido que dejar en tu coronilla o alguna caricia suave para tus manos y mejillas.
Tu madre, Rhaenyra Targaryen, quien no te dejó conocer más que lujos y comodidades; siempre con vestidos nuevos de telas finas, joyas de piedras brillantes y extranjeras, las comidas más exquisitas de los siete reinos que en cada cena se amoldaban a tus preferencias, etc.
Tu madre, Rhaenyra Targaryen, quien desde que la sangre de tu luna llegó por primera vez, juró frente al fuego que jamás deberías conocer el desamor y la soledad se un matrimonio por conveniencia. Tu eres su niña, su única niña.
Tu madre, Rhaenyra Targaryen, quien a pesar de su espíritu ardientemente indomable, no es más que dulce y calmada al rededor de ti y de tus hermanos, siempre educandolos con gentileza y amor sincero.
Tu madre, Rhaenyra Targaryen, la que sin importar cuán laboriosos sean sus deberes en Dragonstone, siempre encuentra el tiempo para pasar algunos momentos durante la tarde contigo, trenzando tu cabello, compartiendo té y pasteles, contándote historias de sus días de juventud con Lady Laena o llevándote a ver a Syrax.
Tu madre, Rhaenyra Targaryen, quien luego de la pérdida de tus hermanos uno a uno, ya no te permitía permanecer lejos; tu cama fueron movidas a sus aposentos, solo se le permitió a damas de su confianza servirte y se aferró a ti durante cada noche mientras tarareaba las nanas valyrias que habías oído durante toda su infancia.
Tu madre, Rhaenyra Targaryen, a quien viste sacrificar todo lo que le quedaba, incluso la corona de su padre, para sacarte a ti y a tu último hermano vivo con vida de Westeros, uno a cada lado de su costado en el carruaje mientras ella los sostenía con fuerza.
Tu madre, Rhaenyra Targaryen, quien no escuchó los pedidos de que huya que tú y tu hermano le gritaron cuando los traidores habían dado paso a los verdes en Dragonstone.
Tu madre, Rhaenyra Targaryen...la que viste frente al dragón de tu tío mientras un guardia sostenía tu cabeza para que miraras su muerte, mientras tu hermano hermano Aegon suplicaba piedad para ella.
Tu madre, Rhaenyra Targaryen, a cuyos brazos no pudiste volver cuando, durante el tiempo que Cregan Stark permaneció, irrumpió en tu habitación durante la noche cuando le dijeron que no habías salido en toda la tarde, quitándote de las manos la daga con la que habías intentado quitarte la vida...
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nysims4 · 6 months ago
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Capitulo 22: Cartas y Melodías
Sybil no había podido entregarle cada una de las cartas cuando llegaban, le era muy difícil de escapar de la constante vigilancia de sus padres.
Pero al fin pudo cumplir su cometido y hacerle llegar a Agnes todas las cartas que su hermano le había estado escribiendo todo este tiempo.
Agnes abrió la caja y empezó a leer todas las cartas. Leyó sobre como le iba allí en el extranjero con los estudios, leyó sobre lo mucho que extrañaba las tardes del hipódromo, y sobre todo leyó mil y una veces en cada carta que seguía creyendo en ella y su talento. Hasta que llegó la hora de abrir la ultima carta:
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Agnes sintió una mezcla de alegría y nerviosismo. Estaba ansiosa por ver a Alexander, pero ¿Una competición? No pudo remediar sentir unas ganas incontrolables de participar.
Decidió ir al centro, para informarse sobre ello. En el hipódromo no habían comentado nada todavía. O al menos ella no se había enterado, o no querían que se enterara...
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Ahí, en frente del estadio. Ahí estaban esos malditos carteles. Agnes sintió una frustración enorme cuando se acercó a leerlos.
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¿¿¿SOLO HOMBRES??? Maldita seas, Duque. Maldita seas.
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Agnes se marchó de allí con la mayor indignación de su vida.
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Bella conocía a la señora Whitaker desde hacía años. Antes de mudarse a la ciudad, Bella solía vender sus cuadros y la señora Whitaker era una de sus clientas más fieles. A menudo compraba los cuadros de Bella para decorar su elegante casa, y a lo largo de los años, se había desarrollado una relación de mutuo respeto y amistad.
Recordando su antigua conexión, Bella decidió visitar a la señora Whitaker y pedirle que aceptara a Charlotte como alumna. La invitaron a casa.
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Charlotte, super nerviosa, dirigió a la señora Whitaker a su habitación. Desde que tenía el piano, no se había despegado de él. A pesar de no tener conocimientos de música, había pasado horas tocando teclas al azar, intentando descubrir melodías por sí misma.
Se sentó frente al piano y comenzó a tocar una sencilla melodía que había inventado. Sus dedos se movían con torpeza, pero había una pasión evidente en cada nota.
La Sra. Whitaker la observó atentamente y, cuando Charlotte terminó, aplaudió suavemente.
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Charlotte sonrió, sintiendo una mezcla de alivio y emoción. Sabía que estaba al inicio de un nuevo viaje musical, y no podía esperar para ver a dónde la llevaría.
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Bella y Thomas intercambiaron miradas de preocupación.
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Agnes suspiró.
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Sus padres se quedaron en silencio, comprendiendo la determinación de su hija, pero también temiendo por su seguridad. Sabían que su hija tenía un espíritu indomable y que, una vez que se decidía a algo, no había manera de detenerla.
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Thomas suspiró, viendo la pasión en los ojos de su "hija".
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Agnes sonrió, sabiendo que sus padres la apoyarían, aunque con reticencia.
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Bella y Thomas se miraron fijamente, estaban super preocupados, pero en el fondo, orgullosos de su hija...
To be continued...
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mecanismoimperfecto · 5 days ago
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Nunca imaginó que un ataque terrorista se desataría precisamente en el lugar donde realizaba una diligencia para sus futuros inventos y repuestos. Los insurgentes nipones, rebeldes implacables, la tomaron como rehén junto a otras personas. La osadía de llamarlos "poco originales" le costó caro; uno de los atacantes, enfurecido por su comentario, la golpeó brutalmente en la mejilla con la culata de su arma. El impacto le dejó el rostro enrojecido y le rompió el labio, pero no pudo evitar pensar que solo había dicho la verdad.
Recordaba, con ¿pereza?, que apenas unas semanas antes otro grupo terrorista había llevado a cabo una toma de rehenes. En aquella ocasión, Zero y los Caballeros Negros habían intervenido, dejando una impresión imborrable en todos los presentes porque en ese sitio la princesa Euphemia se encontraba. Esta nueva situación le resultaba abrumadoramente similar.
A pesar del dolor físico y la creciente incertidumbre, Gwen se obligó a mantenerse erguida, mostrando una valentía inquebrantable frente a sus captores. Sabía que, aunque la situación fuera sombría, no debía perder la compostura. La determinación brillaba en sus ojos, mismos que retaban con fiereza a los hombres.
Uno de ellos, irritado por la rebeldía que mostraba ella, apunto el cañón al rostro de Gwen, quién solo afiló su mirada.
“ ¡Eh! Hay que sacar a estos asquerosos britannianos, debemos colocarles los explosivos y ponerlos delante del sitio. Que se enteren que somos capaces de hacer una masacre aquí sino ceden a nosotros. ” exclamó uno de los terroristas.
“ ¿Y que hay de esta perra britanniana? Me ve como si fuera basura ¿¡Es que no sabes quién manda aquí!? ¡Te voy a matar! ”
Y antes de que él hombre encolarizado decidiera apretar el gatillo, pero otro de los nipones lo sujeto con brusquedad del hombro para apartarlo antes de eso.
“ ¿Que coño dices? Mírala. ”
Ambos ven a la joven, pero el que estaba apunto de dispararle no parece entender que hay que ver. Entonces el otro, la agarra tosco de la mandíbula.
“ Idiota ¡Es la hija del Niccholo ese! Está es una útil moneda de cambio en caso de que las cosas se tuerzan, así que amarrala y amordazala. ”
ᅠᅠ❛ᅠᅠDebe ser deprimente que tener una estrategia tan mediocre e inútil como para que un britanniano importante sea su plan de escape.ᅠᅠ❜
“ ¡Cállate! ”
Gwen recibió una bofetada con el dorso de la mano por parte del japonés, con tal fuerza que sus lentes salieron volando. Ella escupió la sangre que se acumuló en su boca debido a que se lastimó la mejilla con su propio diente por el golpe. El dolor era intenso, pero su espíritu indomable no se quebró.
ᅠᅠ❛ᅠᅠAl menos me emparejaste las mejillas.ᅠᅠ❜
El hombre, ya terriblemente colmado, fue detenido por el otro para que evitará que siguiera lastimando a la Britaniana.
Gwen, una vez fue atada de manos a la espalda, y con una mordaza en su boca, junto a los demás rehenes, fue arrastrada a las afueras del establecimiento. Antes de salir, los captores aseguraron su cuerpo con un chaleco cargado de C4, una amenaza inminente que pesaba como una sombra ominosa sobre ella. Su vida estaba en manos de personas volátiles, inevitablemente, aunque la situación es crítica, tiene que contener una risa nerviosa por el miedo que comienza a sentir ante la negativa de britannia a ceder a los deseos de los japoneses.
Al cruzar el umbral hacia el exterior, la luz cegadora de los helicópteros se reflejó en sus ojos, desorientándola momentáneamente. Las sirenas resonaban en el aire, añadiendo una cacofonía de tensión al ambiente ya cargado. No era sorprendente ver tantos helicópteros y vehículos de emergencia; el acontecimiento había capturado la atención de todos los medios de comunicación, convirtiendo aquel escenario en el epicentro del drama.
Gwen se esforzaba por mantener la compostura, pero el peso del chaleco y la amenaza inminente de explosión la mantenían en un estado de alerta constante ¿Y por qué no? Nerviosismo, y miedo... Era humana después de todo.
@sukazu1211
@zerozero111
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principito2604 · 2 months ago
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No sé nada del amor
En el vasto tejido de la existencia, en cada esquina del universo, la esencia misma de la vida susurra un sí incesante al acto de amar. En las complejas sinfonías de la materia, en los límites difusos entre las dimensiones, persiste el eco indomable del amor. Aunque desconozca sus senderos, sus giros y sus misterios, en cada latido del ser, en cada pulsación del saber y en cada eco del entender, su presencia se arraiga con firmeza, desafiando la impermanencia del tiempo y el espacio.
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