#Librería Horizonte
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jujuygrafico · 3 months ago
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La Feria del Libro Jujuy Celebra 20 Años: Un encuentro cultural imperdible
La Feria del Libro Jujuy Celebra 20 Años: Un encuentro cultural imperdible La Feria del Libro Jujuy celebra su 20ª edición con más de 300 actividades, acercando la cultura a la comunidad del 8 al 18 de agosto.
La Feria del Libro Jujuy celebra su 20ª edición con más de 300 actividades, acercando la cultura a la comunidad del 8 al 18 de agosto. La Feria del Libro Jujuy se prepara para celebrar su 20ª edición con un nutrido programa de actividades que busca acercar la lectura, la escritura, el arte y la cultura a la comunidad jujeña. Este año, el evento se llevará a cabo en dos sedes: en la Sociedad…
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libreriaofican · 2 months ago
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¿Listo para desafiar tus ideas sobre el mundo? 🌎💡
Sumérgete en "Nexus", la nueva obra maestra de Yuval Noah Harari, autor de los bestsellers "Sapiens" y "Homo Deus".
En "Nexus", Harari explora:
Cómo las redes de información han moldeado nuestra historia, desde la Edad de Piedra hasta la era digital.
El poder inmenso que hemos acumulado como especie, y los peligros que enfrentamos: colapso ecológico, desinformación, inteligencia artificial...
Hacia dónde nos dirigimos como sociedad, y qué podemos hacer para construir un futuro mejor.
¿Por qué leer "Nexus" este verano?
Estimulante: Harari te hará cuestionar todo lo que creías saber sobre el mundo y nuestro lugar en él.
Actual: Aborda temas cruciales para entender el presente y anticipar el futuro.
Provocador: Te invitará a reflexionar sobre las grandes preguntas de la humanidad.
¡Encuentra "Nexus" en Librería Ofican! 📚
Llévate este fascinante libro y disfruta de horas de lectura enriquecedora bajo el sol. ¡No te pierdas la oportunidad de expandir tus horizontes!
#Nexus #YuvalNoahHarari #LibreríaOfican #ofican #LecturasDeVerano #LibrosQueInspiran
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agendaculturaldelima · 3 months ago
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#AmigosInolvidables #Poesia
📖 “LEJOS DE MI DECIRLES [Poesí Reunida 1978-2018]” 📇👀
🗯 La publicación contiene la obra poética reunida en este volumen: Perro Negro, 31 poemas (1978), Fin Desierto y otros poemas (1995), Llantos Elíseos (2002), Cinco segundos de horizonte? (2005), El lenguaje de un Revólver para dos (2008), Ocho cuartetas en contra del caballo de paso peruano (2008) y Apolo Cupisnique (2012), junto con poemas sueltos aparecidos en revistas.
✍️ Autor: Mario Montalbetti
👥 Comentarios: José Carlos Yrigoyen y Víctor Vich
👤 Editor: Cayre Alfaro Fonseca
© Editorial: Personaje Secundario.
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📌 PRESENTACIÓN DEL LIBRO:
📆 Martes 06 de Agosto
🕗 8:30pm. 
🏫 Librería Sur (av. Felipe Pardo y Aliaga 683 – San Isidro)
🚶‍♀️🚶‍♂️ Ingreso libre 
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publicauex · 5 months ago
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El horizonte de la inteligencia artificial. Innovación, desafíos y esperanzas
CARLOS ONGALLO CHANCLÓN ( Coordinador y editor. Director de la Fundación EBS) Libro coeditado con la Fundación EBS Experimential School  1ª edición impresa, 2024. ISBN 978-84-9127-260-1 (edición impresa). 118 págs. Edición impresa: P.V.P. 20,00 euros – 5% descuento en la Librería Virtual de la UEx: 19,00 euros. A principios de 2024, en la casa del presidente Suárez, en Ávila, la Fundación EBS…
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mofred · 2 years ago
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Cortinas 
proyecciones NUDO’23 festival de poesía desatada (Barcelona, 27 de mayo)
Hace frío en tus palabras
Como en las horas quietas del alféizar
Donde a veces, me dejo estar a oscuras
mientras todo pasa
y en la cortina
los columpios gritan. Pero no importa, me hundo
en la yerba, como el agua que flota en el fango refinado de un hilo
mientras desdibujo las líneas perfectas
arrastrándome
rascando las heridas que olvidamos en los suelos, despertándolas
volviendo al sueño que nos acerca
                                                sin preguntas
sin espacios cortos, sin la forma         de las formas                   puestas
simplemente, cerca. Como el horizonte o
el vientre de la luna o el canto de los pinos
o el dulce palpitar de tus párpados
cerca,
y yo vuelvo a renacer con mis telas rotas
                                                 y la huella de los días y de las tardes más largas
de las agujas y del tiempo que se pesa en las pupilas y de todas las cortinas
que se arrullan dentro de mí
mofred 
poesía en movimiento en www.instagram.com/lafalfy
libros a la venta en https://www.bubok.es/autores/Mofred
obra online en mi librería de smashwords
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ufopartyyyy · 21 days ago
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" suena justo. " dar lo que se recibe, cree. ladeando el rostro. claro que habia mucho, & casi nada a la vez pasando por su mente. queriendo no pensar, pero es inevitable cuando palpitaciones ya han sido sentidas antes & cansancio se asoma en horizonte de recuerdos. experiencia parecía toda una laguna mental, cambiando lo trágico a un borroso recuerdo con sabores amargos. pero permanece allí, siendo observado tanto o más de lo que él lleva observandola también. se adhiere a esa atención, porque le gusta & se va a permitir disfrutarlo en sí, manteniendo la mirada, & su atención. sin pensar más si ella se convertirá en un recuerdo borroso más o, algo diferente. preocupación ajena le hace menear cabeza, gracia curvando carmines. " te diré lo que me guste de allí. no he ido a parís, aun no lo sé. pero, no me voy a quedar en el hotel " asegura, sin que suene a advertencia. si no va con ella, duda quedarse en un edificio teniendo una ciudad inexplorada a sus pies, está simplemente contandole sobre él. puede llevarlo a donde sea, el problema será quitarselo de encima. pero ya lo hizo una vez asi que no duda en que pueda hacerlo nuevamente, si así lo quiere. hasta le causa gracia ahora, estando ya en ese camino con pizca de claridad que antes no había, una certeza que le sabe mejor. si moría mañana, no se arrepiente de haberse probado ese instante, tener palabra ajena sellandolo.
le gusta la palabra barrio, poniendo atención & ahora intentando recordar todo lo que habia escuchado sobre parís u alrededores. " ahora debo verlo & saber a que llamas pintoresco. " & en general, realmente quería ser lo que era siempre, observador. dejarla guiarle, en realidad & de su perspectiva, conocerla. aún tiene sus libros mencionados en mente. " en la práctica es mejor. la adrenalina ayuda, a no morir. " no su mejor consejo, ladeando el rostro no muy seguro de haberlo dicho tan crudo, pues entonación sigue grácil & risa le sigue para menear cabeza, dandole atencion a té que ya estaba tibio por un pequeño instante, pero sin moverse, aún inclinado en la mesilla & con marrones yendo a sus manos entrelazadas, sonriendo. " acabo de decir que no estabas en el plan. " recita, meneando cabeza con gracil incredulidad. hay ritmo irregular en cercanía, aire contenido para poder exhalar en ultimas sentencias, teniendo por fin el placer de cerrar distancias. no hay un juego pisandoles los talones, reglas ni relojes, vaiven se toma su tiempo, e inspira aroma apenas es necesario, entreabriendo mirada en busca de avellanas ajenos, en busca de algun secreto más,. " no te preocupes por eso. " rozando la promesa, con perfil descansando junto a la ajena. con diestra ya invadiendo silla contraria, es consciente que alli no podrán quedarse toda la tarde, o el día. la misma entonación curiosa, persiste, " ¿cuales, eran tus planes para hoy? " hombros destensandose porque, hasta a él se le esfumaron los propios desde el segundo que encuentro se forjó en la librería & todo dio una vuelta. " yo, ¿debería comenzar a reservar mi vuelo? "
Sus mejillas continuaban sonrojadas por la adrenalina, quién iba a decir que ese reencuentro en la librería podría sobre la mesa varias cosas, lo más importante era lo que sentían el uno por el otro. Agatha no encontraba las agallas para soltarlo, expresarlo, exponerse nuevamente en carne viva luego de cuatro años donde el amor eran simplemente mentiras, engaños, peleas, gritos, llanto...tenía miedo, muchísimo pero eso también era el impulsor de atreverse, incluso si luego su corazón se termina rompiendo. Lo observa, y no reconoce nada de lo que ya vivió antes, era nuevo, confiaba pero la parte más difícil ya había sucedido, ahora solo quedaba la incertidumbre del futuro. "claro que sí, ¿tú vas a cuidarme?" sabe la respuesta, sólo le gusta ver sus expresiones, incluso si no puede todavía leer su mente. Sus ojos oscuros esconden tantas cosas, cree que no le alcanzaría el tiempo para saber que se esconde detrás, el miedo que traía cuando confesaron sus sentimientos. Quizás era lo mismo que ella, el peso que traía consigo, las voces, el dolor pero estaba segura de que sus intenciones no eran malas con él, quería tenerlo consigo de por vida si pudiese. Piensa que su viaje a parís era más perfecto con él a su lado, con la oportunidad de conocerlo mejor, de salir de la Universidad, despejarse, tener un buen recuerdo incluso si luego él cambia de opinión porque sabe que ella puede ser complicada, cerrada a veces. "¿qué te gustaría a ti? no quiero obligarte a nada, sí hay algún plan que no te convence puedes quedarte en el hotel, ¿sabes?" y no se molestaría al respecto, lo último que quisiera es que estuviera aburrido allí, deseando estar en otro lugar, no lo sabe, quizás es esa pequeña voz suya pero sólo lo advierte. La risa la invade un poco al oírlo, asintiendo con diversión. "cerca, es una colina, además el barrio es muy pintoresco" claro, las fotos eran diferente a la realidad y era invierno, lamentablemente va haber algunos paisajes perdidos pero pueden sobrevivir a las bajas temperaturas. La idea de quedarse con él por el hotel también le gustaba, hablar, investigar, pasear, conocerse un poco más. "me encantaría que me enseñes" dice, abierta a cualquier plan que pueda tener Santhiago, si bien ella tenía algunas ideas, las de él eran también justas. "¿organizado? entonces....¿qué tenías planeado para mí?" antes de la confesión, de que ese encuentro casual la haya dejado con con una relación nueva, alguien a quién ahora le puede decir 'novio', qué puede besar y no sólo en su cabeza, incluso obtener mucho más de él. "a mí también me estás gustando...más que antes" confiesa en un susurro, perfiles estando cerca, anticipándose al beso y por dentro quisiera más que eso pero la ocasión no era la indicada. Podía notarse en ambos la tensión, algo que había quedado pendiente desde el cine y esta a la espera de consumirse pero siempre parece que algo los interrumpe. "me ofendería muchísimo si lo hicieses..." murmura sobre sus labios, yendo por otro más.
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amiguiz · 3 years ago
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Nunca lo conocí. No fui su alumna; no coincidí con él en librería alguna; nunca tomamos café juntos. No tengo registro alguno de su voz; jamás aspiré el humo de sus cigarrillos. No conocí a su familia en estos tantos años de merodeo en sus papeles, y tampoco la busqué. Tengo que confesarlo ya: mi relación con Juan Rulfo es una de las más sagradas que existen sobre la tierra: una lectora y un texto. Nada más; nada menos. Pero la lectura, como se sabe, es una relación horizontal y abierta. Aún más: la lectura es una relación de producción y no una de consumo. La lectura es imaginación, ciertamente, o no es. O no será. Éste es, luego entonces y sin duda, un Rulfo mío de mí. ¿Con qué derecho lo hago mío? Me lo he preguntado tantas veces en relación con todo lo que vivo y leo y escribo. Y me lo respondo ahora, apropiada o inapropiadamente, con las palabras de otro: con el derecho que me da el cuidado que he puesto en y por su mundo. Charles Bernstein, quien hablaba de la relación entre el poeta y el lenguaje y el mundo cuando colocaba estas palabras unas tras otras, tenía razón. Uno se vuelve coleccionista de lo que le pertenece por el derecho que le da el cuidado que ha puesto en y por el mundo.
—Rivera Garza, acá. 
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tararira2020 · 4 years ago
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| Tara |
La ciudad y los libros: una salida*
Marcelo Izaguirre
No soy un viajero ni un aventurero. Las cosas me han sucedido porque buscaba una salida.
Henry Miller
A principios de año algunas personas decidimos comenzar a estudiar la figura y la producción de Germán García. Algunos ya lo veníamos haciendo respecto de su producción con anterioridad. Es mi caso al menos, y algunas pequeñas cosas que he escrito encontraban su fundamento en la orientación de su enseñanza, que como es de rigor indicar, no tenía él ninguna responsabilidad en el resultado de esa influencia. Por cierto, una cosa es hablar de la producción de alguien y distinto resulta hablar de su figura. Aunque en algunos casos, como en el de García, parece inescindible una cosa de la otra. Al emprender ese camino, por mi parte, lo hice advertido de las afirmaciones de Freud, quien le expresaba en una carta en mayo del año 1936, a Arnold Zweig, cuando hacía saber su deseo de escribir una biografía: “Quienquiera que se vuelva biógrafo se compromete a la mentira, el ocultamiento, la hipocresía, el embellecimiento, e incluso a disimular su falta de comprensión, pues la verdad biográfica no se puede poseer, y, aunque uno la posea no puede usarla”. Entonces…a riesgo y cuenta propia, como se dice, ya que Freud no autoriza a hablar de nadie. Por supuesto, otro Zweig no se privó de escribir lo suyo, y tampoco Ernest Jones, aunque se lo haya acusado de hagiografía. Ahora trataré de hablar sobre el título de mi charla.
Un amigo de García escribe: “Noche en blanco, dando vueltas por los bares de la ciudad con Germán García, entre loco y abandonado, igual que yo”. Es una anotación de Emilio Renzi el 30 de marzo de 1970. Cualquiera que haya tenido una madre, tutora, o encargada, como se decía en una época en las escuelas, habrá escuchado la expresión que la calle es peligrosa, afirmación que ha atravesado todas las épocas para los niños.
De igual manera, cualquiera que haya leído aquella primera novela de Germán García, Nanina, puede haber tomado nota que esa frase él nunca parece haberla oído, sino por el contrario, la calle, la ciudad se presentó como una salida, y no cualquier ciudad, sino que en el horizonte de expectativas como a él le gustaba afirmar siguiendo  a Hans Robert Jauss, estaba la ciudad de Buenos Aires. Porque era “la ciudad del saber” y donde podría encontrarse con los libros que le permitieran “la salida”. Aunque algo de eso ya había sucedido en el oeste. La importancia de la ciudad se puede hallar en el relato de una amiga de él, que afirmó que se habían conocido caminando por la calle Corrientes, que era como decir que se habían encontrado en la casa.
La ciudad como salida de la familia es un tema que está presente desde aquella novela, hasta en el subtítulo de su último libro Informe para el psicoanálisis. En cuanto a la familia, no se trata de la muerte de la familia como preconizaba en su libro el inglés David Cooper, sino más bien en el sentido hegeliano que la familia es la muerte, presente en el texto de Lacan sobre lo que en algún momento se tradujo como la familia. Más allá de que no está literalmente así, cualquiera que hizo algún curso con Germán puede haber escuchado la expresión comentando el texto de Lacan sobre Los complejos familiares a lo que agregaba su made in Germán: sólo sirve para inscripción en una lápida. Que no se trata de la muerte de ella lo da a entender cuando en su libro sobre las vanguardias, afirma siguiendo a Bürger, que en la posición de las vanguardias no se trata de la oposición sino de la transformación. Y además, cualquiera  puede haber oído sus diferencias  con el inglés Cooper cuando anduvo por Argentina.
Por ello resulta importante tener en cuenta que también le interesó y supo salir de los lugares que le incomodaban: de la revista Los libros, cuando los hilos se tensaron y para que el gran Otro no impusiera su ley, salió promoviendo la revista Literal. Que en el comienzo de los  duros setenta, emergió con un aforismo que hizo historia: “No matar por la palabra, no dejarse matar por ella”. Ante o frente a la vanguardia política, siguiendo esa idea de que no había que oponerse sino transformar, se desplazó hacia la vanguardia literaria, y en la ocasión, de la mano del psicoanálisis, de donde ya había recogido las primeras “armas”. Si usamos las palabras de Idez, habría que hablar de la vanguardia intrigante.
Si leemos uno de los cursos que Germán dio en Tucumán, encontramos una afirmación que parece que se la hubiera permitido el psicoanálisis, cuando en una clase de mayo del año 1986 afirma: “Entonces podemos decir que no hay problemas para entrar en ningún lado, los problemas son siempre para salir, y la teoría del psicoanálisis sirve para plantearse cómo se sale de algo”1. En ese momento, siguiendo una idea de Lacan en el seminario 11, afirma que cualquiera queda atrapado al prestar la oreja a otro, aunque sea por un instante. Y si uno ha quedado alienado en ese discurso el problema es cómo salir de él.
Alguien que ha destacado ese destino, entre la entrada y la salida justamente, ha sido Paola Piacenza en su extraordinario libro Años de aprendizaje2: “Leopoldo descubre la Biblioteca Popular Esteban Echeverría en Junín cuando ve el cartel  mientras robaba un foquito de luz con su hermano. El encuentro ‘accidental’ introduce la ironía necesaria para mostrar que los libros no le permiten ‘entrar’ en la cultura sino que son una forma de ‘salir de allí’; del allí que representan la escuela, la familia, la infancia. La dirección elegida es ‘la salida’ antes que ‘la entrada’”. La autora señala que García recuerda que “Nunca se puede entrar realmente en la casa de nadie”.
Entonces, si la idea era que nunca se entraba realmente a la casa de alguien; parece que en el año 1986 (en el curso aludido)  el psicoanálisis le había permitido entender que el tema de la alienación lo situaba en la entrada de un problema, que no hacía falta entrar a la casa de alguien para que un encuentro se transformara en problema. Así lo hace saber, podría decirse, en un artículo que comenta que Buenos Aires se transformó en un problema por una línea del Ferrocarril San Martín, al abandonar sus estudios y de paso a su familia. Siguiendo una idea de Chomsky, que los problemas se resuelven, se dedicó a resolver ese problema con la ciudad de Buenos Aires a través de los bares y cursos, y con la publicación de una novela. Pero resuelto su problema con la ciudad, el país entero se había transformado en un problema3. Fue el tiempo que tuvo que encontrar una salida del país, para no cambiar de conversación, como le gustaba afirmar. Con relación a esa conquista y pérdida de la ciudad, afirmó que en su novela Parte de la fuga dio cuenta de ello.
Y si a su primera novela la llamó con el nombre de la gata, que según sus afirmaciones era “lo único puro en esa casa”; para que no queden dudas, a una novela posterior, luego de su retorno a Buenos Aires en el año 1985 a la cual había regresado con  su novela Perdido bajo el brazo, escribió Parte de la fuga donde el narrador afirma: “No pod( r )ía volver a Junín con mi familia. No tenía adónde ir, tampoco adónde volver, como Martín Fierro”. Y para dar razón al análisis de Piacenza sobre el valor de los libros, más adelante continúa: “Fui a un lugar donde compraban libros y ropa. Vendí la ropa con el bolso y me quedé con algunos libros. Con la ropa no podía entretenerme y con los libros sí”.
Alguien ha dejado constancia de una salida que había encontrado García a aquel problema en el que se había transformado el país. Anguita y Caparrós han destacado, hablando de Nicolás Casullo, que se encontraba allá por septiembre del año setenta en la librería de Jorge Alvarez con Germán García, y que éste estaba entusiasmado “leyendo a Nietzsche -otra vez el libro- y se empecinaba en decir que la Argentina se había vuelto loca, que estaba metiéndose en una cultura de la muerte de donde iba a ser difícil salir”4.
Si eso afirmaba en el setenta, años más tarde no cambiaría de opinión respecto a ese tema, al comentar en la década del ochenta, la novela de Chernyshevski que inspiró a Lenin, ¿Qué hacer?, y recordando que en los sesenta la meta mayúscula era Hacer la Revolución, afirma: “La política del Coraje exige la entrega de la vida, propone una solución colectiva al hecho particular de la muerte. La política del deseo no propone ningún Bien, marca la diferencia con los ideales, mantiene cierta distancia con el Poder mostrando los poderes del discurso en el fundamento de los discursos sobre el poder”5.
Esa ciudad a la que había arribado en los tempranos sesenta se había transformado y él junto con ella: “Al fin, no había diferencia entre la ciudad y mi propia alma”. No había quedado nada de aquella ciudad ni de “las identificaciones” que habían ordenado los amores de la juventud. Fue así que su retorno a mediados de los ochenta, encontraría que si la ciudad se había transformado podía, no obstante, encontrar un circuito que incluyera parte de otras ciudades, tanto a la antigua Buenos Aires como algunas del exterior que había conocido formándose, y otras  del interior en las que se dirigía a “formar” a otros.
“¿Dónde estaba Germán García –se pregunta Maximiliano Fabi hablando de la misteriosa Buenos Aires- cuando algunos lo escuchábamos hablar en la casona de calle Billinghurst entre San Luis y Tucumán? ¿Con quién se reía? ‘El que enseña está en lugar de analizante, lo cual no quiere decir que varios en silencio sean un analista’6. Que entre el que quiera, parecía decirnos...  Que cada quien haga de sí una historieta.
Una historieta del psicoanálisis fue su último curso, y aunque uno sospecha que los psicoanalistas sabrán qué hallar para su práctica en el pensamiento de Germán García, los demás, sin embargo, todavía podemos encontrar -en su versión del psicoanálisis- un modelo... para otra cosa”.
En el artículo final de Informe para el psicoanálisis, afirma que el psicoanalista no tiene vida privada y que el pase irrita “el secretito”. En su novela Parte de la fuga, el narrador comenta que había una forma de practicar la literatura porque sí. Y que “Mañana –usando un título de Conrad- alguna otra cosa ocuparía ese lugar” que  podrían ser las diatribas de Astrada sobre Marcuse, las lecciones de estética de Sciarreta, las ironías de Sebrelli, las extrañas compras de Pichón Rivière o la conversación sarcástica de Bernardo Kordon. Esa –continúa- “era mi forma de descifrar la frase mayúscula de la ciudad, de hacerme a la ciudad de Buenos Aires, de ser habitado por ella y habitarla”. Se trataba de “Las arterias de la ciudad, el atractivo de sus muros y sus muslos, la piadosa certidumbre de la noche”.
Si recordamos lo dicho al comienzo, que a veces resulta inescindible la producción y la figura en el caso de Germán, podemos dar con un ejemplo cuando recorriendo los bares en la calle Corrientes (recordemos la afirmación de su amiga) mientras salía de uno para entrar en otro, el protagonista de esa novela  pudo afirmar que “La Paz fue, durante algún tiempo, la organización perfecta de la circulación de las mujeres”, desplazando hacia un bar el mito de Levi-Strauss sobre la exogamia y la circulación de las mujeres. En un reportaje, años más tarde, Germán dirá que  según la orientación política se distribuían las personas en los bares, el Foro al que concurrían los bolches y los maoístas lo hacían al Paulista; mientras que La Paz, era el lugar de circulación sexual, “no era ni el amor de los hippies ni el de la militancia, sino que su fama era de gente reventada”, aunque, quizá no para todo el mundo pero para él, era un lugar de iniciación sexual, de contactos, “un lugar de donde salían fiestas”7.
__________________________________
* Presentado en la VII Jornada de Psicoanálisis en Tigre - 7 diciembre 2019 - APSAT
1 García Germán: Fundamentos de la clínica analítica, serie intervenciones Otium ediciones, Tucumán 2007.
2 Piacenza Paola: Años de aprendizaje Subjetividad adolescente, literatura y formación en la Argentina de los sesenta. Miño y Dávila editores, 2017.
3 Germán García: “Misteriosa Buenos Aires”, en Imago Agenda Nº53, septiembre 2001
4 Anguita Eduardo y Caparros Martín; La voluntad tomo I, editorial Norma Buenos Aires 1997.
5 García Germán: “El deseo hace política” en revista Fin de Siglo, Buenos Aires, Nº 2 agosto de 1987.
6 García, Germán:  Fundamentos..., op. cit., p. 24.
7 Germán García: La cultura como violación, reportaje en el Ojo Mocho, revista de crítica cultural Nº 5 Buenos Aires, primavera de 1994.
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La isla a mediodía
La primera vez que vio la isla, Marini estaba cortésmente inclinado sobre los asientos de la izquierda, ajustando la mesa de plástico antes de instalar la bandeja del almuerzo. La pasajera lo había mirado varias veces mientras él iba y venía con revistas o vasos de whisky; Marini se demoraba ajustando la mesa, preguntándose aburridamente si valdría la pena responder a la mirada insistente de la pasajera, una americana de las muchas, cuando en el óvalo azul de la ventanilla entró el litoral de la isla, la franja dorada de la playa, las colinas que subían hacia la meseta desolada. Corrigiendo la posición defectuosa del vaso de cerveza, Marini sonrió a la pasajera. «Las islas griegas», dijo. «Oh, yes, Greece», repuso la americana con un falso interés. Sonaba brevemente un timbre y el steward se enderezó sin que la sonrisa profesional se borrara de su boca de labios finos. Empezó a ocuparse de un matrimonio sirio que quería jugo de tomate, pero en la cola del avión se concedió unos segundos para mirar otra vez hacia abajo; la isla era pequeña y solitaria, y el Egeo la rodeaba con un intenso azul que exaltaba la orla de un blanco deslumbrante y como petrificado, que allá abajo sería espuma rompiendo en los arrecifes y las caletas. Marini vio que las playas desiertas corrían hacia el norte y el oeste, lo demás era la montaña entrando a pique en el mar. Una isla rocosa y desierta, aunque la mancha plomiza cerca de la playa del norte podía ser una casa, quizá un grupo de casas primitivas. Empezó a abrir la lata de jugo, y al enderezarse la isla se borró de la ventanilla; no quedó más que el mar, un verde horizonte interminable. Miró su reloj pulsera sin saber por qué; era exactamente mediodía.
A Marini le gustó que lo hubieran destinado a la línea Roma-Teherán, porque el paisaje era menos lúgubre que en las líneas del norte y las muchachas parecían siempre felices de ir a Oriente o de conocer Italia. Cuatro días después, mientras ayudaba a un niño que había perdido la cuchara y mostraba desconsolado el plato del postre, descubrió otra vez el borde de la isla. Había una diferencia de ocho minutos pero cuando se inclinó sobre una ventanilla de la cola no le quedaron dudas; la isla tenía una forma inconfundible, como una tortuga que sacara apenas las patas del agua. La miró hasta que lo llamaron, esta vez con la seguridad de que la mancha plomiza era un grupo de casas; alcanzó a distinguir el dibujo de unos pocos campos cultivados que llegaban hasta la playa. Durante la escala de Beirut miró el atlas de la stewardess, y se preguntó si la isla no sería Horos. El radiotelegrafista, un francés indiferente, se sorprendió de su interés. «Todas esas islas se parecen, hace dos años que hago la línea y me importan muy poco. Sí, muéstremela la próxima vez.» No era Horos sino Xiros, una de las muchas islas al margen de los circuitos turísticos. «No durará ni cinco años», le dijo la stewardess mientras bebían una copa en Roma. «Apúrate si piensas ir, las hordas estarán allí en cualquier momento, Gengis Cook vela.» Pero Marini siguió pensando en la isla, mirándola cuando se acordaba o había una ventanilla cerca, casi siempre encogiéndose de hombros al final. Nada de eso tenía sentido, volar tres veces por semana a mediodía sobre Xiros era tan irreal como soñar tres veces por semana que volaba a mediodía sobre Xiros. Todo estaba falseado en la visión inútil y recurrente; salvo, quizá, el deseo de repetirla, la consulta al reloj pulsera antes de mediodía, el breve, punzante contacto con la deslumbradora franja blanca al borde de un azul casi negro, y las casas donde los pescadores alzarían apenas los ojos para seguir el paso de esa otra irrealidad.
Ocho o nueve semanas después, cuando le propusieron la línea de Nueva York con todas sus ventajas, Marini se dijo que era la oportunidad de acabar con esa manía inocente y fastidiosa. Tenía en el bolsillo el libro donde un vago geógrafo de nombre levantino daba sobre Xiros más detalles que los habituales en las guías. Contestó negativamente, oyéndose como desde lejos, y después de sortear la sorpresa escandalizada de un jefe y dos secretarias se fue a comer a la cantina de la compañía donde lo esperaba Carla. La desconcertada decepción de Carla no lo inquietó; la costa sur de Xiros era inhabitable pero hacia el oeste quedaban huellas de una colonia lidia o quizá cretomicénica, y el profesor Goldmann había encontrado dos piedras talladas con jeroglíficos que los pescadores empleaban como pilotes del pequeño muelle. A Carla le dolía la cabeza y se marchó casi enseguida; los pulpos eran el recurso principal del puñado de habitantes, cada cinco días llegaba un barco para cargar la pesca y dejar algunas provisiones y géneros. En la agencia de viajes le dijeron que habría que fletar un barco especial desde Rynos, o quizá se pudiera viajar en la falúa que recogía los pulpos, pero esto último sólo lo sabría Marini en Rynos donde la agencia no tenía corresponsal. De todas maneras la idea de pasar unos días en la isla no era más que un plan para las vacaciones de junio; en las semanas que siguieron hubo que reemplazar a White en la línea de Túnez, y después empezó una huelga y Carla se volvió a casa de sus hermanas en Palermo. Marini fue a vivir a un hotel cerca de Piazza Navona, donde había librerías de viejo; se entretenía sin muchas ganas en buscar libros sobre Grecia, hojeaba de a ratos un manual de conversación. Le hizo gracia la palabrakalimera y la ensayó en un cabaret con una chica pelirroja, se acostó con ella, supo de su abuelo en Odos y de unos dolores de garganta inexplicables. En Roma empezó a llover, en Beirut lo esperaba siempre Tania, había otras historias, siempre parientes o dolores; un día fue otra vez a la línea de Teherán, la isla a mediodía. Marini se quedó tanto tiempo pegado a la ventanilla que la nueva stewardess lo trató de mal compañero y le hizo la cuenta de las bandejas que llevaba servidas. Esa noche Marini invitó a la stewardess a comer en el Firouz y no le costó que le perdonaran la distracción de la mañana. Lucía le aconsejó que se hiciera cortar el pelo a la americana; él le habló un rato de Xiros, pero después comprendió que ella prefería el vodka-lime del Hilton. El tiempo se iba en cosas así, en infinitas bandejas de comida, cada una con la sonrisa a la que tenía derecho el pasajero. En los viajes de vuelta el avión sobrevolaba Xiros a las ocho de la mañana; el sol daba contra las ventanillas de babor y dejaba apenas entrever la tortuga dorada; Marini prefería esperar los mediodías del vuelo de ida, sabiendo que entonces podía quedarse un largo minuto contra la ventanilla mientras Lucía (y después Felisa) se ocupaba un poco irónicamente del trabajo. Una vez sacó una foto de Xiros pero le salió borrosa; ya sabía algunas cosas de la isla, había subrayado las raras menciones en un par de libros. Felisa le contó que los pilotos lo llamaban el loco de la isla, y no le molestó. Carla acababa de escribirle que había decidido no tener el niño, y Marini le envió dos sueldos y pensó que el resto no le alcanzaría para las vacaciones. Carla aceptó el dinero y le hizo saber por una amiga que probablemente se casaría con el dentista de Treviso. Todo tenía tan poca importancia a mediodía, los lunes y los jueves y los sábados (dos veces por mes, el domingo).
Con el tiempo fue dándose cuenta de que Felisa era la única que lo comprendía un poco; había un acuerdo tácito para que ella se ocupara del pasaje a mediodía, apenas él se instalaba junto a la ventanilla de la cola. La isla era visible unos pocos minutos, pero el aire estaba siempre tan limpio y el mar la recortaba con una crueldad tan minuciosa que los más pequeños detalles se iban ajustando implacables al recuerdo del pasaje anterior: la mancha verde del promontorio del norte, las casas plomizas, las redes secándose en la arena. Cuando faltaban las redes Marini lo sentía como un empobrecimiento, casi un insulto. Pensó en filmar el paso de la isla, para repetir la imagen en el hotel, pero prefirió ahorrar el dinero de la cámara ya que apenas le faltaba un mes para las vacaciones. No llevaba demasiado la cuenta de los días; a veces era Tania en Beirut, a veces Felisa en Teherán, casi siempre su hermano menor en Roma, todo un poco borroso, amablemente fácil y cordial y como reemplazando otra cosa, llenando las horas antes o después del vuelo, y en el vuelo todo era también borroso y fácil y estúpido hasta la hora de ir a inclinarse sobre la ventanilla de la cola, sentir el frío cristal como un límite del acuario donde lentamente se movía la tortuga dorada en el espeso azul.
Ese día las redes se dibujaban precisas en la arena, y Marini hubiera jurado que el punto negro a la izquierda, al borde del mar, era un pescador que debía estar mirando el avión. «Kalimera», pensó absurdamente. Ya no tenía sentido esperar más, Mario Merolis le prestaría el dinero que le faltaba para el viaje, en menos de tres días estaría en Xiros. Con los labios pegados al vidrio, sonrió pensando que treparía hasta la mancha verde, que entraría desnudo en el mar de las caletas del norte, que pescaría pulpos con los hombres, entendiéndose por señas y por risas. Nada era difícil una vez decidido, un tren nocturno, un primer barco, otro barco viejo y sucio, la escala en Rynos, la negociación interminable con el capitán de la falúa, la noche en el puente, pegado a las estrellas, el sabor del anís y del carnero, el amanecer entre las islas. Desembarcó con las primeras luces, y el capitán lo presentó a un viejo que debía ser el patriarca. Klaios le tomó la mano izquierda y habló lentamente, mirándolo en los ojos. Vinieron dos muchachos y Marini entendió que eran los hijos de Klaios. El capitán de la falúa agotaba su inglés: veinte habitantes, pulpos, pesca, cinco casas, italiano visitante pagaría alojamiento Klaios. Los muchachos rieron cuando Klaios discutió dracmas; también Marini, ya amigo de los más jóvenes, mirando salir el sol sobre un mar menos oscuro que desde el aire, una habitación pobre y limpia, un jarro de agua, olor a salvia y a piel curtida.
Lo dejaron solo para irse a cargar la falúa, y después de quitarse a manotazos la ropa de viaje y ponerse un pantalón de baño y unas sandalias, echó a andar por la isla. Aún no se veía a nadie, el sol cobraba lentamente impulso y de los matorrales crecía un olor sutil, un poco ácido mezclado con el yodo del viento. Debían ser las diez cuando llegó al promontorio del norte y reconoció la mayor de las caletas. Prefería estar solo aunque le hubiera gustado más bañarse en la playa de arena; la isla lo invadía y lo gozaba con una tal intimidad que no era capaz de pensar o de elegir. La piel le quemaba de sol y de viento cuando se desnudó para tirarse al mar desde una roca; el agua estaba fría y le hizo bien; se dejó llevar por corrientes insidiosas hasta la entrada de una gruta, volvió mar afuera, se abandonó de espaldas, lo aceptó todo en un solo acto de conciliación que era también un nombre para el futuro. Supo sin la menor duda que no se iría de la isla, que de alguna manera iba a quedarse para siempre en la isla. Alcanzó a imaginar a su hermano, a Felisa, sus caras cuando supieran que se había quedado a vivir de la pesca en un peñón solitario. Ya los había olvidado cuando giró sobre sí mismo para nadar hacia la orilla.
El sol lo secó enseguida, bajó hacia las casas donde dos mujeres lo miraron asombradas antes de correr a encerrarse. Hizo un saludo en el vacío y bajó hacia las redes. Uno de los hijos de Klaios lo esperaba en la playa, y Marini le señaló el mar, invitándolo. El muchacho vaciló, mostrando sus pantalones de tela y su camisa roja. Después fue corriendo hacia una de las casas, y volvió casi desnudo; se tiraron juntos a un mar ya tibio, deslumbrante bajo el sol de las once.
Secándose en la arena, Ionas empezó a nombrar las cosas. «Kalimera», dijo Marini, y el muchacho rió hasta doblarse en dos. Después Marini repitió las frases nuevas, enseñó palabras italianas a Ionas. Casi en el horizonte, la falúa se iba empequeñeciendo; Marini sintió que ahora estaba realmente solo en la isla con Klaios y los suyos. Dejaría pasar unos días, pagaría su habitación y aprendería a pescar; alguna tarde, cuando ya lo conocieran bien, les hablaría de quedarse y de trabajar con ellos. Levantándose, tendió la mano a Ionas y echó a andar lentamente hacia la colina. La cuesta era escarpada y trepó saboreando cada alto, volviéndose una y otra vez para mirar las redes en la playa, las siluetas de las mujeres que hablaban animadamente con Ionas y con Klaios y lo miraban de reojo, riendo. Cuando llegó a la mancha verde entró en un mundo donde el olor del tomillo y de la salvia era una misma materia con el fuego del sol y la brisa del mar. Marini miró su reloj pulsera y después, con un gesto de impaciencia, lo arrancó de la muñeca y lo guardó en el bolsillo del pantalón de baño. No sería fácil matar al hombre viejo, pero allí en lo alto, tenso de sol y de espacio, sintió que la empresa era posible. Estaba en Xiros, estaba allí donde tantas veces había dudado que pudiera llegar alguna vez. Se dejó caer de espaldas entre las piedras calientes, resistió sus aristas y sus lomos encendidos, y miró verticalmente el cielo; lejanamente le llegó el zumbido de un motor.
Cerrando los ojos se dijo que no miraría el avión, que no se dejaría contaminar por lo peor de sí mismo, que una vez más iba a pasar sobre la isla. Pero en la penumbra de los párpados imaginó a Felisa con las bandejas, en ese mismo instante distribuyendo las bandejas, y su reemplazante, tal vez Giorgio o alguno nuevo de otra línea, alguien que también estaría sonriendo mientras alcanzaba las botellas de vino o el café. Incapaz de luchar contra tanto pasado abrió los ojos y se enderezó, y en el mismo momento vio el ala derecha del avión, casi sobre su cabeza, inclinándose inexplicablemente, el cambio de sonido de las turbinas, la caída casi vertical sobre el mar. Bajó a toda carrera por la colina, golpeándose en las rocas y desgarrándose un brazo entre las espinas. La isla le ocultaba el lugar de la caída, pero torció antes de llegar a la playa y por un atajo previsible franqueó la primera estribación de la colina y salió a la playa más pequeña. La cola del avión se hundía a unos cien metros, en un silencio total. Marini tomó impulso y se lanzó al agua, esperando todavía que el avión volviera a flotar; pero no se veía más que la blanda línea de las olas, una caja de cartón oscilando absurdamente cerca del lugar de la caída, y casi al final, cuando ya no tenía sentido seguir nadando, una mano fuera del agua, apenas un instante, el tiempo para que Marini cambiara de rumbo y se zambullera hasta atrapar por el pelo al hombre que luchó por aferrarse a él y tragó roncamente el aire que Marini le dejaba respirar sin acercarse demasiado. Remolcándolo poco a poco lo trajo hasta la orilla, tomó en brazos el cuerpo vestido de blanco, y tendiéndolo en la arena miró la cara llena de espuma donde la muerte estaba ya instalada, sangrando por una enorme herida en la garganta. De qué podía servir la respiración artificial si con cada convulsión la herida parecía abrirse un poco más y era como una boca repugnante que llamaba a Marini, lo arrancaba a su pequeña felicidad de tan pocas horas en la isla, le gritaba entre borbotones algo que él ya no era capaz de oír. A toda carrera venían los hijos de Klaios y más atrás las mujeres. Cuando llegó Klaios, los muchachos rodeaban el cuerpo tendido en la arena, sin comprender cómo había tenido fuerzas para nadar a la orilla y arrastrarse desangrándose hasta ahí. «Ciérrale los ojos», pidió llorando una de las mujeres. Klaios miró hacia el mar, buscando algún otro sobreviviente. Pero como siempre estaban solos en la isla, y el cadáver de ojos abiertos era lo único nuevo entre ellos y el mar.
J. Cortázar.
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omgcheckpleasespanish · 5 years ago
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★ Notas sobre el capítulo 22 del año 4 – Placaje ★
CHECK,PLEASE!: STICKS & SCONES ESTÁ YA EN LIBRERÍAS
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¡¡¡AH!!! 🎉 Llevo esperando este día más de un año y por fin ha llegado. El final del cómic. ¡El final de la historia! ¡ESTOY LISTA PARA COMPARTIRLO CON VOSOTROS! 
Aunque va a haber un capítulo al día toda la semana [NdlT: En inglés. En español, si consigo mantener el ritmo, un capítulo cada dos días, y entre medio todos los extras que vayan saliendo], si no puedes esperar a leer el final, todavía lo puedes pedir online [en inglés, y si estás en EE.UU.] o comprarlo en electrónico en Nook o Kindle.
¡¡Gracias!! 
☆ ☆ ☆ NOTAS ☆ ☆ ☆
✔ ¡¡¡¡¡BITTY!!!!! ¡Bitty!
✔ ¡¡¡Eric Richard Bittle!!! ERB.
✔ ¡¡Es el típico jugador de hocket!! ¡ese diente! Jack: Estoy totalmente en shock, pero al mismo tiempo, aunque sea raro, apoyo mucho este look😳
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✔ Ha placado a alguien. Y vaya primer placaje.
✔ … El flashback. Vamos a hablar de ese flashback. 
No quiero explicarlo todo, ya que vosotros, los lectores, podéis sumar dos y dos. El miedo de Bitty a los placajes está relacionado con más cosas que el simple dolor físico. Es miedo a que, si hace daño de verdad otra vez, lo atacarán por algo que no puede controlar y que no puede esconder, por mucho que quiera, desesperadamente. El miedo a que alguien lo sepa. Porque no fue lo suficientemente fuerte. Hay mucho que decir sobre esto, pero os dejaré que lo rumiéis vosotros. Y, sí, Bitty sufrió una conmoción por ese golpe en infantil.
¿Os acordáis de este capítulo del primer año?
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✔ La paleta de colores de la secuencia del placaje en infantil es un poco psicodélica para mostrar lo aterrorizado que está Bitty. Verdes, naranjas y magentas. Se me ocurrió la idea viendo Bestias sin patria, es una película dura y perturbadora, pero me encantó lo incómoda que fue la escena del alucinógeno rosa. Pues eso.
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✔ Pero se levanta. Y se levanta cabreado. Eric Bittle está hasta las narices de que la gente lo empuje y le haga sentir mal por ser quién es. Hasta las narices. Así que se atreve. Para el placaje de Bitty miré muchas referencias, quería que fuera ÉPICO. Así que, sí al plano holandés, sí a las líneas de acción, sí al ángulo desde abajo de ese estadio enorme. En Check, Please!: Sticks & Scones, me da un poco de pena que esto no estuviera a doble página.
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Miniaturas originales del capítulo 4.22. He tenido algunos de estas imágenes en la cabeza años. Miniaturas:
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Ampliación de la primera miniatura. La línea del horizonte está inclinada y hay un movimiento lateral como RÁPIDO en el placaje. Bitty va a matar. Estamos en los bordes cerca de los banquillos.
Boceto:
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¡¡Tengo que decir que esto fue chungo de dibujar!!
Entintado: La composición y la claridad de la imagen empiezan a aparecer durante el delineado. Las líneas de acción proporcionan mucha información sobre el movimiento e impacto del placaje de Bitty.
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¡Rellenos! Rellenar los colores del fondo y el primer plano.
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Renderización. Ya empieza a parecer una ilustración. La luz es muy intensa, viene directamente desde arriba y cae sobre Bitty.
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Final. Jaque mate.
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Y en formato gif:
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✔  Pero ¿importa algo de esto? ¿Han marcado? ¿Han ganado? ¡En el próximo capítulo!
★ En el próximo capítulo: 4.23 - Dibs
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galeriadecosasinvisibles · 4 years ago
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¡Otro estreno en la Galería de cosas! El universo de la ilustración no deja de sorprendernos. Sentimos un aprecio especial por la artista que presentamos a la que llegamos por un libro hermoso, de esos imprescindibles que hemos recomendado mil veces. El libro se llama "Clara y el hombre de la ventana", lo escribió María Teresa Andruetto (ya saben, Teresa y sus palabras están seguido por acá), y la artista que ilustró es.., Cha-cha-chaaaan: Martina Trach (@martina.trach ) Martina dibuja desde chica y se formó en dibujo y pintura en diferentes talleres, también es diseñadora gráfica, vive en Buenos Aires, hace ilustración editorial para el diario La Nación. Antes de enviarnos los archivo, ella probó cómo funcionaba cada una de las imágenes y nos escribió la descripción, lo que dice mucho de su profesionalismo y compromiso. La imagen que compartimos hoy "ilustraba la historia real de un médico del sur. Un hombre que había enfermado gravemente y se había recuperado y cambiado muy para bien su vida. Era un libro sobre historias de resiliencia." (El título del libro es "Resiliencia. Médicos más allá de la adversidad", lo editó Lupa ediciones para un laboratorio farmacéutico, por eso no lo van a encontrar en librerías.) ¡Bienvenida! Rubén Sevlever ¿habrá encontrado en el horizonte las palabras para la poesía?   DESTINO DEL HUMO Es el destino del humo el que me asombra, estos astros que culminan en ciclos de cenizas, el eterno renacer de los espacios, una piel, el viento, los frutos olvidados. Es acaso la música que nadie encuentra, el vuelo presuroso de las briznas, una astilla de sol en la pupila abierta, en las fuentes del mundo este rodar sonoro. (En "El poema no es", Editorial Biblioteca) #ilustracion #poesia #filosofia #galeriadecosas #cosasinvisibles #felizfindesemana https://www.instagram.com/p/CD6QB2gpTH4/?igshid=ooy28yfuztol
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siemprefran · 5 years ago
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- LOS REPELENTES DE MOSQUITOS NO REPELEN. TE OCULTAN. EL SPRAY BLOQUEA LOS SENSORES DEL MOSQUITO POR LO TANTO ELLOS NO SABEN QUE ESTAS AHÍ. - Los dentistas recomiendan que el cepillo de dientes debe estar al menos 1.80 mts alejado del inodoro para evitar las partículas en el aire resultante de tirar la cadena. - El líquido dentro de los cocos aún verdes puede ser usado como sustituto del plasma de la sangre. - Ningún pedazo de papel puede ser plegado a la mitad más de 7 veces. Inténtalo. - Los burros matan más gente anualmente que los accidentes aéreos. - Quemas más calorías durmiendo que mirando televisión. - El roble no produce bellotas hasta que tiene 50 años o más. - El rey (K) de corazones es el único rey sin bigotes. - La distancia de alas del Boeing 747 Jumbo es más larga que el vuelo del primer avión de los hermanos Wright. - American Airlines ahorró $40,000 en 1987 eliminando 1 aceituna de las ensaladas servidas en primera clase. - Venus es el único planeta que gira en sentido horario. - Las manzanas, no la cafeína, son más eficientes para despertarte en la mañana. - La mayoría de las partículas de polvo en tu casa provienen de la piel muerta. - El primer dueño de Marlboro murió de cáncer al pulmón. - Michael Jordan gana más plata con Nike que todos los obreros de Nike en Malasia juntos. - Marilyn Monroe tenía 6 dedos en los pies. - Walt Disney tenía miedo a los ratones. - Las perlas se disuelven en vinagre. - Las tortugas pueden respirar a través de sus colas. - En 10 minutos, un huracán lanza más energía que todas las armas nucleares juntas. - En promedio, 100 personas mueren ahogados al año con bolígrafos. - La gente le teme a las arañas más de lo que ellas matan. - 90% de los taxistas de New York City son inmigrantes recién llegados. - Sólo 1 persona en 2 mil millones vivirá más de 116 años. - Las mujeres parpadean casi 2 veces más que los hombres. - La Librería Principal de la Universidad de Indiana se hunde más de 2 cm por año porque los ingenieros olvidaron calcular el peso de los libros. - Un caracol puede dormir por 3 años. - Ninguna palabra rima con indio. - Nuestros ojos tienen siempre el mismo tamaño desde el nacimiento, pero la nariz y orejas nunca paran de crecer. - La silla eléctrica fue inventada por un dentista. - Todos los osos polares son zurdos.- En el antiguo Egipto, los sacerdotes se arrancaban cada pelo de sus cuerpos incluso cejas y pestañas. - "Ve," es la oración completa más corta que puede escribirse. - Si Barbie fuera tamaño real, sus medidas serían 99 60 84. Mediría 2.15mts. Su nombre completo es Barbara Millicent Roberts. - El cocodrilo no puede sacar la lengua afuera. - El encendedor se inventó antes que los fósforos. - Los estadounidenses comen un promedio de 7.5 hectáreas de pizza por día. - La flor más grande del mundo, la rafflesia, pesa 6Kg. y tiene 1 metro de anchura. Su olor pestilente a carne podrida atrae a las moscas. - Una sola colonia de hormigas puede alcanzar mas de 20 millones de individuos. -Las arañas no caen en sus propias redes, porque tienen una especie de "cepillo" en sus patas. Este cepillo hace que las patas peinen los hilos de la tela cuando la araña camina sobre ella y así ya no se queda atrapada en sus redes. Al contrario, cada vez que la araña peina las redes hace que estas se vuelvan más pegajosas. -Las hormigas no se alimentan de hojas, lo que hacen es llevar hojas al hormiguero donde las guardan. Después de un tiempo las hojas se llenan de hongos, que son el verdadero alimento de las hormigas. -En 1983 aparecen en el mercado los primeros discos compactos Su duración es de 74 minutos debido a la 9ª Sinfonía de Beethoven. -En 1992 las Iglesia Católica decide levantar la acusación de herejía lanzada contra Galileo ? Fué 359 años después de condenarlo y quemarlo en la hoguera. -La mayoría de los peces no pueden cerrar los ojos y por eso creemos que no duermen, lo que pasa es que muchos entran en un estado de sueño, quedándose en el mismo sitio flotando o yaciendo en el fondo. -Los mosquitos son considerados como los animales que mas muertes ocasionan, un millón de niños al año en África, pues transmiten el paludismo. -Encima de una cama viven unos dos millones de ácaros ciegos Estos animalitos se alimentan con partículas de piel muerta. De cada persona se desprenden unos cincuenta millones de escamas de piel por día. -El arco iris es un segmento de círculo, con su parte inferior cortada por el horizonte. El centro de este círculo se encuentra en un punto exactamente opuesto al sol, desde el punto de vista del observador. En circunstancias favorables, es posible ver desde un avión a gran altura un arco iris como un círculo completo. -El volumen de aire que respiramos durante 24 horas supera los doce metros cúbicos Puestos en una balanza alcanzarían dieciséis kilos. La cantidad de aire que ingerimos está muy por encima de los alimentos que consumimos. -La línea ferroviaria más larga del mundo es la del legendario tren Transiberiano, que va desde Moscú a Nakhodka, en el Lejano Oriente de la ex Unión Soviética Son en total 9.438 kilómetros, completados de construir en 1984. Durante su trayecto, el Transiberiano cruza casi 4.000 puentes. -El león es llamado equivocadamente el "rey de la selva". Su rango aristocrático proviene de su porte: talla, fortaleza, abundante melena, rugido... Sin embargo, no vive en la selva, sino en la sabana, es decir, en las llanuras de ciertas regiones de Africa.-Los tiburones habitaban el planeta 300 millones de años antes de la aparición de los dinosaurios. Han permanecido prácticamente iguales durante los últimos 100 millones de años. -A los 67 años, Sigmund Freud (1856-1939) contrajo un cáncer de mandíbula, a pesar de lo cual siguió fumando de quince a veinte puros al día. En los últimos dieciséis años de su vida fue operado 31 veces. Murió al inyectarle su médico, a petición propia, una dosis letal de morfina. -Alfonso de Borbón y Borbón (1866-1934), tataranieto de Carlos III de España, fue bautizado con un total de 94 nombres de pila, algunos de ellos, además, compuestos. -Allan Pinkerton (1819-1884), fundador de la famosa agencia norteamericana de detectives Pinkerton, murió tras morderse la lengua en un traspiés y contraer gangrena. -Como media, los testiculos de los europeos son el doble de grandes que los de los chinos. -El promedio de las ballenas azules produce mas de 400 galones de espermas cuando eyacula y solo el 10% es depositado en la pareja. De modo que 360 galones son derramados en los océanos cada vez que realizan una descarga eyaculativa. .....Y usted se pregunta por que el mar es tan salado?. No trague agua. - En la época del Imperio Romano, muy poca gente tenía en su casa baños, por ese motivo existían baños públicos, que también eran considerados como lugares de reunión. Las personas no solo iban a bañarse, también iban a encontrarse con amigos para charlar, hacer ejercicios, tomar sol, nadar o recibir masajes. Algunos baños de ciudades importantes tenían bibliotecas. Las mujeres y los hombres no los compartían, los baños mixtos no estaban permitidos. En esa época no usaban jabón sino aceites que se pasaban por todo en cuerpo y luego se los quitaban con unos instrumentos llamados ¨strigiles¨ de madera o metal. Los baños eran calefaccionados mediante tuberías que desde un extremo el aire era calentado por un horno y luego circulaba calentando las paredes de las habitaciones. - El rey Tonga tenía el deber y el derecho de desflorar a todas las mujeres vírgenes de su isla. Esta obligación seguía ejerciéndola a la edad de 80 años. - Cada segundo se destruyen 2.000 metros cuadrados de bosque y cada minuto desaparecen 25 Hectáreas de selva tropical. Actualmente mas de 2.000 millones de personas viven directamente de la explotación de los bosques. - Existió realmente la COCHINCHINA. Es un territorio al sur de Vietnam que fue colonia francesa y se reintegró a Vietnam en 1949. - El ser humano renueva la piel a lo largo de toda su vida. Desde que nace hasta que muere perderá más de 100 kg - Las Secoyas son gigantescos árboles de más de 100 de altura ?Entre ellos se encuentra el vegetal más alto del mundo, llamado "National Geographic Society". Esta descomunal planta tiene una talla de 113,7 metros. No obstante, no se trata del árbol más alto conocido por el hombre, pues el mismo estaba ubicado en Australia y se trataba de un fresno que, probablemente, habría alcanzado los 152,4 metros de envergadura. - Todos los gemelos de Nigeria, chicos y chicas, tienen el mismo nombre ?El primero en nacer se llama TAIWO y el segundo KEHINDE. - La manera mas fácil de diferenciar un animal carnívoro de un herbívoro es por sus ojos. Los carnívoros (perros, leones) los tienen al frente de la cabeza, lo que les facilita localizar su alimento. Los herbívoros los tienen a los lados de la misma (aves, conejos), lo que les ayuda a detectar la aproximación de un posible depredador. - Los romanos se lavaban los dientes con orines y los más apreciados de todos eran los españoles. Se guardaba el líquido hasta la llegada del comerciante que lo compraba, se envasaba en ánforas que se embarcaban en navíos de cabotaje que tardaban uno o dos meses hasta llegar a Roma. - El número de gente que se encuentra en aviones a cualquier hora del dia es de 61,000. - En los años veinte y treinta, la mayoría de los prostíbulos españoles se anunciaban de una forma muy curiosa . Lo hacian encubiertamente como "galvanización de pistolas". - En algunas zonas de Java, las parejas tienen relaciones sexuales en el campo para intentar que aumente la cosecha. - El alfabeto hawaiiano tiene 12 letras. - El hombre más alto de la historia médica fué Robert Pershing Wadlow nacido en 1918 en EE.UU. Media 272 centímetros de estatura y 288 cms de envergadura de brazos. - La gente inteligente tiene mas zinc y cobre ...en su cabello. - En un gramo de polvo hay entre 1.500 y 2.000 ácaros. Invisibles al ojo humano, casi transparentes, estos lejanos parientes de las arañas pululan en cada habitación de la casa. Se nutren de moho, pelusa, piel descamada y son responsables de gran parte de las alergias. - Los mayores pies conocidos son los de Haji Monammad de Pakistán. Calza un número 65. - Los pájaros carpinteros son animales muy hambrientos. En un solo dia se puede comer 900 larvas de escarabajos o 1,000 hormigas. El carpintero golpea la madera de 15 a 16 veces por segundo, casi dos veces mas rápido que los disparos de una ametralladora. Su cabeza viaja a una velocidad dos veces mas rápida que la de una bala. La fuerza del impacto de su cabeza en cada golpe, es equivalente a 1,000 veces la fuerza de gravedad (mas de 250 veces la fuerza que sienten los astronautas en una nave a la hora de salida). Y todo esto lo hace a veces 12,000 veces por día. - La ciudad mas alta es Aucanquileha en Chile. Está a 5334 mts sobre el nivel del mar. -Cada tres minutos se produce el avistamiento de un ovni en algún lugar del planeta. -El esqueleto de un humano pesa por termino medio 17kg. -El sol pierde 4.500.000 toneladas de masa por segundo. -En Bangladesh, 1986, cayo un granizo que pesaba dos kilos. -En el Kama-Sutra, los distintas medidas del pene se clasifican así: a partir de 13cm de liebre, cuando llega a 22cm de toro y mas de 25 cm de caballo. Que eres tu? :D -En el único pais del mundo en el que el indice de natalidad conocido es cero, es el Vaticano. -Existen mas de 100.000 latas distintas de cerveza en todo el mundo. -La ductilidad del oro es tal que con 30 gramos de este metal se podria fabricar 85.198 kilometros alambre. -La ley irani prohibe el uso de antenas parabolicas. -La nicotina inhalada a traves de un cigarillo produce efectos en el cerebro a los siete segundos.-La primera traduccion de Coca-Cola al chino fue bite the wax tadpole (muerde el renacuajo de cera). -La religion sintoista tiene ocho millones de dioses. -Segun la NASA, los embalses de la zona templada del globo frenan la rotacion terrestre reduciendo la duracion del dia en 0.2 millonesimas de segundo. -Un rayo puede producir 3.800 millones de kilovatios de energia electrica. -Una fabrica de coches puede fabricar hasta 1.800 unidades por dia. -A la muerte de la zarina rusa Isabel I Petronvna (1709-1762) se comprobó que su guardaropa contenía la nada despreciable cifra de unos cinco mil vestidos. Se cuenta que solía cambiarse hasta tres veces en una misma noche. -El 30 de junio de 1908 a las 7:15 am se suscitó unos de los misterios más grandes sin resolver hasta el día de hoy al occurir una explosión de magnitud equivalente a una bomba atómica en la región de siberiana de Russia llamada Tunguska. -El perrito caliente o hot-dog fue inventado en la ciudad de Nueva York, hacia 1906, por Harry Mozely Stevens, concesionario de puestos de bocadillos en los estadios de béisbol, con el nombre de dachhundsausages (salchichas "perro salchicha"). En 1913, la Cámara de Comercio de Coney Island prohibió el término inventado por Stevens, pues podía inferirse de él que las salchichas estaban hechas con carne de perro salchicha, en "en forma de" perro salchicha. Se dice que su actual nombre se debe al caricaturista deportivo Thomas Aloysius Dorgan, más conocido por el seudónimo de Tad. -El primer barco que enarboló la conocida enseña de los piratas -una calavera y dos tibias blancas cruzadas- fue el francés Emmanuel Wynne, en el año 1700. -El protector labial. El ácido carbónico un componente del lápiz de labios, es un poderoso anticancerigeno.
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libreriaofican · 3 months ago
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¡Este verano, sumérgete en la lectura con Librería Ofican! ️¿Buscas el compañero perfecto para tus días de descanso? En Librería Ofican tenemos una amplia selección de libros para todos los gustos. ¡Déjate llevar por la magia de las historias y descubre nuevos mundos sin moverte de tu tumbona!Nuestras recomendaciones para este verano:
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chuledpuntref · 5 years ago
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Algunas imprecisiones automaticas del estado cuarentenario: Voy a ir estableciendo ciertos estados animo/corporales que vengo experimentando en este inédito acontecimiento llamado cuarentena.
Silencio y Distancia : Quizás el más obvio para mis intereses. O quizás el más bienvenido. Vengo pensando desde el año pasado en trabajar con el silencio...o al menos lo que entendemos por silencio, más allá del fenómeno - o no-fenómeno- físico de la ausencia de sonido. El silencio no existe. Es un concepto de negación de un fenómeno, por lo tanto no es accesible desde la percepción. Existe como posibilidad matemática o de dialéctica desde la conceptualización necesaria del lenguaje, pero no existe como absoluto sensible. Pero si existe como término relativo, como experiencia sensible relativa frente a otros fenómenos acústicos. Es el evento sonoro de menos intensidad, con menor variación y de extensiones o duración (aunque el concepto de duración es dudoso aca) que podrían entrar en la categoría de “sonido desequilibrado” según Pierre Schaeffer. Un banda acústica de fondo que teje una red frente al vacío absoluto. Una trama que sostiene a eventos sonoros puntuales y reconocibles. El silencio es el sostén de nuestra vida sonora. Y voy a arriesgar una metáfora quizás absurda, pero si pensamos el silencio como una gran tela que sostiene millones de eventos sonoros de las más diversas formas, nuestra normalidad urbana (oh añorada normalidad...NO) es un conjunto de miles y miles de piezas, piecitas,inmensos bloques, sostenidas por la gran trama del silencio. Y si esta tela está por debajo de miles y miles de piezas y bloques, lo que empezamos a ver es una gran trama de piezas, bloques, edificios, autos, personas, motos, celulares, voces, perros, una gran trama de objetos tridimensionales, como cuando observamos el google street view en 3D y vemos todos los edificios y construcciones...pero debajo está el silencio.  Todos estos bloques y eventos construyen el piso del silencio. Pero qué ocurre cuando todos estos bloques, piezas y sonidos empiezan a desaparecer? Cambia el silencio. El silencio se hace más fuerte a pesar de sonar más bajo. Y entre la trama erosionada de objetos urbanos, empezamos a ver la trama que sostiene todo (al menos la posible) y se empieza a descascarar la normalidad, empezamos a ver y a escuchar que detrás de esos objetos estaba la trama. Entre bloque y bloque vemos la tela. Y esa posibilidad de ver ambos fenómenos, es la distancia. Es como el horizonte. Al bajar la cantidad de eventos, se expande, se descomprime el campo acústico, y accedemos a sonidos, que más allá de sonidos puntuales como un perro, una voz, un auto, una moto, una música, la categoría de sonido puntual como si fuese una librería de sonidos en ambientes controlados, aparecen los sonidos+espacio+tiempo=distancia. Los rebotes en los edificios, el filtrado de frecuencias, la sensación que el campo de percepción sonora se expandió con una sensación de superpoder biónico. Todo esto, volviendo al principio, me dispara mi relación estética con el silencio posible, con la trama que sostiene todo. Me gustaria trabajar con esa sensación de caer a mini-abismos cuando el silencio que creíamos que era el silencio, se apaga y aparece un silencio detrás, uno más bajo. Siento que ese momento de caída es un poco como cuando nos sumergimos en el agua de manera brusca. Un cambio de estado brusco, que aunque lo podamos prever siempre se produce una alteración nueva y desconocida. Un ruido en la continuidad. 
Es el ruido del silencio. Video Atardecer de Terrazas + Audiosilencios: (martes18pm | lunes2115pm | domingo4am | pc0000)
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just-another-wretched-egg · 5 years ago
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Reto Creativodía 29
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Hola a todos! Les traigo con un poco  de dificultad el penúltimo día.
Creo que me da algo de pena el terminar este reto, pero, como todo lo bueno, tiene que terminar... Pero eso lo dejaré para mañana...
Tema: el fin del verano.
Advertencias: ninguna
Género: Vida cotidiana y escolar
Conteo de palabras: 1046
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Era la última semana del verano antes de que comenzaran las clases. Lorenza se encontraba sentada en una banca que miraba al horizonte. Comenzaba a hacer frío. Mientras sujetaba su libro con una mano, con la otra se acercaba la chaleca que había decidido usar, abrigando su pecho y un poco de su cuello. Había decidido abandonar al grupo un rato para poder enfocarse  en el libro que había traído a las vacaciones no tan improvisadas que Joaquín propuso la última semana de diciembre.
Todos dijeron que sí al segundo de haberlo planteado, y por cosa de un milagro, todos pudieron encontrar la forma de poder ganar dinero para poder conseguir comida y tener respaldo. Fue en febrero cuando decidieron acceder a la cabaña, propiedad de los tíos maternos de Joaquín, que por buena voluntad se la prestaron como “regalo de cumpleaños”.
Fueron cuatro semanas llenas de risas, comida, juegos, adivinanzas, y libros. Aunque Lorenza no quisiera admitirlo en voz alta, lo estaba pasando de maravilla, pero el libro que tenía en sus manos no lo había leído hasta ese momento, por lo que no podía dejarlo olvidado hasta el final de la estadía. Leería aunque fueran veinte páginas esa tarde.
Pero la temperatura había bajado considerablemente, y como tal era la costa, siempre llena de vientos, disminuía aún más la sensación térmica.
Lorenza se había distraído con los colores del atardecer, el sonido de las olas y el viento que le sacudía el pelo. Podía llamar a Rocío para que pudiera analizar los colores que se pintaban arriba, con las nubes y las gaviotas volando.
Escuchó pasos de alguien, caminaba en medio del pasto casi seco. Era Mauro, el primo de Joaquín  que decidió acompañarlos por unos días. Era mayor que él por dos años y comenzaba su tercer año de la universidad.
-          Te encuentro sola, para variar.
-          Me traje este libro para leerlo. Planeo hacer eso o sino estaré arrepentida de haberlo traído y de  agregarme peso extra en la maleta.
-          Ya, pero de todas maneras, estabas distraída.
-          Por el viento, las nubes… pensaba llamar a Rocío para que pudiera ver esto y decirme que va a pintar el paisaje después de tomarle una foto.
-          Ahora está ocupada con Joaquín, jugando a las cartas con Seba y Susana mientras que Paula, Francisca y Cata preparan la comida de la última noche.
-          Sí, supongo que podría estar allá, ayudando a preparar, o jugando, u ordenando…
-          Pero, en vez de eso, estás aquí, leyendo. No creo que haya problema, sigue leyendo tu libro.
-          Ya no puedo. Vienes aquí para conversar, lo sé. Cada vez que vienes a donde estoy vienes a conversar.
-          Lo paso bien contigo, eres inteligente, algo tosca para hablar, pero de todas maneras, no me molesta hablar contigo.
-          Soy tosca porque ese es mi estilo.
-          Soy el único que no conoces a fondo de tus amigos.
-          Con ellos juego, me conocen y saben que los comentarios que digo no son en serio.
-          Estás en alerta cuando hablas conmigo. Quizás sea por alguien que te hizo daño antes, por eso no quieres conocerme.
-          Quizás, o quizás sea mi método de conocerte, porque quizás, sólo quizás, te encuentre interesante y quiera saber más de ti. – De ninguna manera dejaría que alguien supiera de su pequeño enamoramiento, puaj. –
Dicho esto, Mauro, que se encontraba de pie y mirándola hacia abajo con sus manos en los bolsillos de los pantalones, decidió sentarse para conversar cómodamente con Lorenza.
-          Sólo tienes que preguntar. –Le dijo. –
-          Pues, bien, dijiste que estabas en la universidad.
-          Sí, en ecoturismo.
-          Ya, y ¿te gusta?
-          Pues, sí, supongo que sí.
-          ¿Te gusta leer?
-          Me encanta.
-          ¿Tienes algún autor favorito?
-          El que tienes en la mano.
-          ¿Te gusta Stieg Larsson?
-          Sí. Tengo la trilogía original y la que le sucedió después de su muerte. ¿Cómo lo conociste tú?
-          Pues, un día estaba en la librería y pedí que me recomendaran un libro del género noir, y pues, me dieron este. Comencé a leerlo recién ahora.
-          Ya. Es bueno. Cuando Comencé a leerlo hace un par de años atrás no me pude despegar en tres días de él hasta que lo terminé, de ahí los otros cinco que le siguieron me los terminé en una semana y media. De vez en cuando los releo.
-          ¿Has visto la película?
-          Sí, pero prefiero los libros.
-          Claro, los originales siempre son y serán los mejores.
De ahí dejaron pasar el silencio. Se miraron, y sintieron el viento mover sus cabellos, mover las hojas de los árboles alrededor y el pasto a sus pies. Lorenza volvió la vista a la playa debajo y vio las olas romperse en los requeríos, y a la familia que jugaba con el agua.
-          Este es nuestro último verano en el colegio, y no sé qué pensar de ello.
-          Ya, comprendo.
-          Las niñas me han dicho que están nerviosas por lo que se viene, y que la realidad de entrar a la universidad nos va a golpear y no vamos a saber qué hacer.
-          Estamos recién partiendo el año.
-          Sí lo sé, pero aún así, diciembre va a llegar en lo que canta un gallo.
-          Mira, es completamente normal que piensen en diciembre, en la universidad y todo eso, pero piensen en esto: es el último año que tienen de disfrutarlo como corresponde, sigan jugando, hagan sus tareas, júntense, diviértanse. Dense este último año para poder “ser niñas grandes”. No dejen que el futuro arruine lo que tienen. Los amigos que tienes aquí son bueno, eso es lo que he podido apreciar de estas dos semanas que los he estado viendo.
-          Supongo que podemos hacer eso, dejar que mañana venga mañana y disfrutar lo que tengo hoy.
-          Tal cual.
Dejaron que pasara un poco de tiempo y que las estrellas comenzaran a brillar arriba. Pero Lorenza no aguantó el frió y ambos entraron para poder unirse a la partida de carioca que seguía en la mesa. La universidad sería recién un problema en invierno, no en las horas que quedaban de verano. Lorenza podía darse un descanso.
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facarous · 6 years ago
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DEAR MY TEACHER [Precuela] Capítulo 2
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“¿Qué tipo de comida te gusta, Rena-san?” La maestra preguntó hacia su alumna, quien caminaba junto a ella. Ambas acababan de salir de la escuela y no habían podido evitar algunas miradas curiosas.
“En realidad...” Rena bajó la mirada hacia sus manos, las cuales temblaban ligeramente. Estar caminando lado a lado junto a su maestra de ciencias biológicas la hacía sentir nerviosa y aceleraba su corazón de una manera inquietante. “He de admitir que me gusta la comida picante… el curry es uno de mis platillos favoritos.”
“¿Curry?” Jurina preguntó sorprendida. “¡Conozco un muy buen lugar!” Ahora era el turno de Rena de sorprenderse. La sonrisa en el rostro de la mayor dejaba ver su emoción ante la propuesta.
Caminaron hacia la estación del metro. La maestra preguntando si conocía bien el vecindario y al obtener una respuesta negativa, empezó de  inmediato, a señalar ciertos sitios de interés: cafeterías, librerías, tiendas de ropa, alguna plaza comercial pequeña. Todo local que se cruzara en su camino era señalado e incluso recibió una clase sobre las estaciones del metro y el tiempo promedio entre una y otra.
Rena no pudo evitar reír divertida. Su maestra incluso fuera del salón de clases parecía dispuesta a impartir cátedra.
Se habían cruzado con algunos otros estudiantes e incluso compañeros de clases durante el trayecto y aunque para Rena eso resultaba incomodo, Jurina no parecía tener problema en saludar a los chicos que se atrevían a llamarla. De pronto Rena se preguntó si había sido una buena idea aceptar la invitación de su sensei. Tal vez no fuera bueno ni adecuado que las vieran juntas y solas.
Sin embargo, cuando salieron de la estación del metro y caminaron las dos cuadras que las separaban de un pequeño restaurante con letreros verde neón, comenzó a sentirse más relajada ante la aparente falta de estudiantes.
“Solo vine una vez hace ya algún tiempo, pero recuerdo que la comida era buena.” La mayor sacó de sus pensamientos a la menor. “¿Algún problema, Rena-san?” de pronto la mirada de Jurina parecía seria.
“No,” Rena se apresuró a aclarar “es solo que, ¿Está bien que me encuentre aquí con usted, sensei? ¿No le traerá eso problemas?” sentía como perdía coraje conforme hablaba. Matsui Jurina era alguien imponente. Hermosa, carismática y enigmática. Era la atracción de la escuela y ella no había sido inmune a sus encantos, pero una cosa era verla desde la seguridad de su asiento en clase y otra era tenerla enfrente suyo sin ningún tipo de barrera.
La sonrisa en Jurina decayó un poco, pero la maestra rápidamente se recompuso sonriendo de nuevo sin ningún problema aparente. “¿Te he faltado al respeto en algún momento?” preguntó después de un momento.
Rena negó con la cabeza, sintiéndose de pronto como una niña pequeña. Como cuando su madre estaba tratando de enseñarle una lección y ella debía llegar a la conclusión  por sí misma.
“Si en algún momento se sientes incomoda o forzada por la situación puedes decirlo, Rena-san. No estoy haciendo esto con ninguna doble intención.” La mayor sentenció cuando se encontraban en la puerta del restaurante.
El sol comenzaba a descender sobre el horizonte provocando un ligero matiz naranja sobre la ciudad y sacando destellos chocolates en el cabello de la maestra. Rena contuvo el aliento ante el juego de colores que la luz provocaba también en su mirada castaña. Si tuviera que darle un nombre a lo que estaba experimentado justo ahora, sería fascinación.
La menor por un instante recordó los manga shoujo que suele leer de vez en cuando. Estaba segura que, de ser esto la trama de una de aquellas historias, justo ahora, su maestra tendría un fondo lleno de flores  - posiblemente rosas – floreciendo. También sería el momento oportuno para que el viento soplara y revolviera sus cabellos.
Y si este fuera un día lluvioso, tal vez su maestra hubiera llegado a ella corriendo desde atrás y le hubiera ofrecido su paraguas.
“¿Rena-san?” La mayor volvió a preguntar cuando observó que su alumna parecía perdida en algún lugar de su cabeza. No pudo evitar rascarse la mejilla izquierda algo nerviosa. Se encontraban en la puerta del restaurante, sin moverse y en completo silencio. No solo debía de ser una vista extraña, si no que también estaban obstruyendo el acceso al lugar.
“¡Sí! Es decir.. ¡No!” la chica se atragantó con sus propias palabras y la sensación de tener el rostro hirviendo se hizo presente cuando la cantarina risa de Jurina se sobrepuso a sus balbuceos. Tal vez debía dejar de leer tanto manga.
“De acuerdo, entremos. Tengo bastante hambre y estoy segura que tú también, Rena-san.” Jurina dio un paso hacia la puerta automática.
Entrar a aquel sitio era aislarse por completo de la gran metrópolis que es Tokio. Los sonidos típicos de esa hora del día eran sofocados por completo al momento de que las puertas se cerraban y el olfato era asaltado por el olor de las especias el curry. El estómago de Rena hizo un ruido gracioso que afortunadamente no fue escuchado por Jurina, quien guiaba el camino hacia una de las mesas vacías.
La estudiante se sintió algo inquieta. Era la primera vez que se encontraba en un lugar tan lleno de gente desde que llegó a la capital. Su recorrido diario para comprar víveres no solía llegar mas lejos que el minisuper cercano a su departamento.
En Nagoya nunca había tenido que salir a conseguir comida por sí misma. Solo era necesario esperar que la llamaran por su nana para saber que todo estaba listo. Su rutina habitual era de la escuela a su casa y en ciertos fines de semana acompañaba a sus padres en algún evento importante. Incluso sus visitas a la fabrica de sake se contaban con los dedos de una mano.
De nueva cuenta, no podía evitar comparar su antigua vida con la actual. Algo tan simple como comer en aquel restaurante era una experiencia única para ella, quien estaba acostumbrada a los lugares en donde el asistente de su padre tenía que llamar para agendar un día.
No quería sonar como una niña rica consentida, pero tenía que admitir que había estado viviendo en un mundo paralelo al del resto de sus compañeros de clases e incluso sus maestros. El mesero que se acercó inmediatamente a ellas la hizo detener su análisis. Un menú plastificado de color verde neón les fue entregado a cada una; en la columna izquierda se encontraban los platillos y en la derecha, en pequeñas etiquetas rojas sobrepuestas a los precio originales, estaban escritos los nuevos y por ultimo, en la parte de abajo, la escala de nivel de picor.
Jurina observó el menú con algo de recelo. La verdad era que no era muy buena con la comida picosa, pero alguna fuerza mayor a su sentido común la había impulsado a complacer a aquella chiquilla que era su alumna.
Siempre se había preguntado cual era la finalidad de crear diez niveles de picante, cuando lo más factible era que nunca nadie pidiera más allá del nivel cinco. La comida era para disfrutarse y no para ser usada como medio de tortura.  Sin embargo, su sorpresa fue descomunal cuando Rena decidió pedir  un curry de cerdo nivel siete.
“¿Siete?” Jurina se preguntó alarmada “Rena-san… eso es bastante picante, ¿estás segura?” se dirigió hacia la chica para tratar de disuadirla.
“Estoy acostumbrada a la comida picante,” le respondió sonriente la aludida. “No se preocupe, Matsui-san. De hecho, estoy bastante emocionada por probar el curry de este lugar.” terminó su frase con una sonrisa entusiasta que provocó que Jurina y el mesero tragaran saliva.
“Curry de pollo nivel uno para mí, por favor.” La maestra ordenó sin apartar la mirada de su estudiante, la cual arqueó sus cejas en sorpresa al escuchar el pedido.
“¿Nivel uno, Matsui-san?” Rena parecía mucho más sorprendida por el bajo nivel de picante en la comida de su maestra, como si eso fuera más alarmante que ella eligiendo un nivel por encima del promedio.
“Me gusta el curry, pero prefiero disfrutar su sabor de forma balanceada, el picante suele ocultar algunas cosas.” prefirió decir aquello en lugar de “No soy buena con la comida picante, pero hemos venido aquí porque tengo la insensata necesidad de complacerte.”
“Vaya, eso es interesante. Siempre he creído que en realidad el picante resalta el sabor de este tipo de platillos.” Jurina podía ver en la mirada de Rena la sinceridad total de sus palabras y la sorpresa genuina al encontrarse ante un punto de vista como el suyo.
La maestra se descubrió a sí misma observando a la chica con detenimiento. Sus ojos eran pequeños, pero expresivos, su sonrisa aun tenía la inocencia característica de su edad y notó que tendía a gesticular con las manos, sobre todo si el tema le parecía emocionante. Lo hizo cuando comenzaron a hablar sobre las diferencias entre el curry en los diversos países de Asia, también amplió el movimiento de sus manos cuando le explicó sobre la diferencia en las escalas de picor de los restaurantes.
“Creo que lo más picante que he probado fue una vez de vacaciones con mi familia en Hawai. Es la única ocasión en que mis ojos han llorado.” Rena sonreía mientras recordaba aquel invierno fuera del país. Su padre había tenido una junta importante con distribuidores americanos interesados en el sake, la familia decidió tomar esa oportunidad para tener un fin de semana relajado.
“¿Tu familia suele viajar fuera del país?” Jurina agregó esa información a la nana que Rena había dicho tener. Aquella familia Matsui debía tener un importante poder adquisitivo.
“No, no toda la familia. Solo mi padre, por sus negocios. Aquella vez fue una excepción a la regla.” Respondió Rena con un tono más mesurado.
La conversación siguió en un tono casual. Jurina recomendando algunos lugares cercanos al área y que eran famosos para los chicos de su edad, también soltando algún pequeño consejo sobre como adaptarse a la ciudad.
Pronto el ambiente extraño que se sentía entre ellas se evaporó y la conversación hasta antes de que el mesero llegara a la mesa con sus ordenes, había sido bastante placentera. Sin embargo, las cosas fueron desarrollándose de una manera extraña para la maestra.
Ambas se sonrieron cuando sus platillos fueron asentados en la mesa y sin esperar más comenzaron a comer. Jurina con cautela, no queriendo tener una sorpresa sobre el nivel del picante, muy a pesar de ser un simple nivel uno, no quería confiarse. Rena, dando un buen primer bocado luego de soplar un poco para bajar la temperatura de sus alimentos.
La mayor decidió rápidamente que podía tolerar aquel picor y continuó con más confianza antes de levantar su mirada y observar a una demasiado feliz Rena dando el siguiente bocado. La chica sonrió ampliamente cuando sus miradas se encontraron y los ojos de Jurina la traicionaron al viajar directamente a la boca de la menor.  
Se relamió sus labios de manera inconsciente. Aquella niña era atractiva, algún día, estaba segura que estaría llena de chicos acosándola por los pasillos de la escuela. Chicos de su edad, enviándole cartas para San Valentín o confesando sus sentimientos hacia ella en alguno de los patios de la escuela a la hora del receso.
Jurina se imaginó a esta retraída chica en su pupitre al fondo del salón de clases, no sabiendo que hacer con las cartas que eran dejadas en su casillero. Se imaginó la reacción que tendría cuando algún chico se acercara a ella. Pudo imaginar aquellos ojos incómodos por la atención recibida, tal y como ocurría cuando la llamaba al pizarrón para explicar el esquema de una célula vegetal.
La maestra súbitamente se sintió molesta. Matsui Rena era una chica tímida, inocente y que gustaba de disfrutar de su mundo o al menos eso era lo que había aprendido al observarla durante el colegio. No tenía porque convertirse en una especie de trofeo para sus compañeros de salón.
Se preguntó a sí misma, si de ambas haber nacido en la misma generación, ella se atrevería a cortejarla.  Jurina había sido bastante popular en sus tiempos de instituto y no perdió tiempo en conseguir más de una novia durante sus años de estudiante, pero, se preguntó si de haber tenido a una Matsui Rena estudiando en su mismo salón… ¿podría haberse atrevido a probar aquellos labios?
Fue necesario que tomara algo de agua y se reprendiera a sí misma por ir tan lejos en su imaginación.
Nadie conocía el futuro y así como pudiera que los chicos de la escuela decidieran – al igual que ella – que Rena era linda, podía que ni siguieran se fijaran en ella por estar detrás de otras chicas más sociables. Y en todo caso, ella no tenía porque molestarse por jóvenes siendo jóvenes y disfrutando de sus años de escuela y lo típico de su edad. Enamorarse, encontrar el primer amor, entusiasmarse e incluso sufrir por primera vez de un corazón roto.
Muchísimo menos debía de imaginar universos alternos donde ella y Rena podrían haber protagonizado un romance estudiantil, ¡Era su maestra por amor al cielo! Una ola de culpa la golpeó.
“¿Que le parece su curry, Matsui-san?” La voz suave de Rena la hizo regresar a la realidad. La chica tenía los labios ligeramente rojos e hinchados por el picante. Jurina se relamió los suyos de nuevo.
“Es muy bueno. Se me había olvidado el buen sabor de este lugar.” Admitió sincera. “¿Que tal el tuyo?”
“Creo que tiene bien merecido el nivel siete,” Rena contestó antes de dar un trago a su vaso de agua. “Ahora siento curiosidad por probar los niveles más altos.” rió de buena gana al ver la cara de incredulidad de su maestra.
“Eres sorprendente, Rena-san. Yo no podría con el nivel dos.” Ambas rieron con gusto.
“Eh, sensei...” Rena hizo el ademán de agarrar una de las servilletas de papel de la mesa, pero entonces un grito la hizo congelarse en su lugar.
“¡¿Matsui-sensei?!” Jurina volteó rápidamente su cabeza hacia donde procedía aquel llamado. Ahí a unos metros de ellas se encontraba Sato Mieko quien las veía con sorpresa. Detrás de ella pudieron divisar a Yagami Kumi y Nakanishi Yuka, las tres aun con el uniforme escolar.
“Matsui-sensei, es una sorpresa encontrarla aquí,” Nakanishi Yuka, la más alta de las tres, de cabellos cortos y castaños fue la primera en notar a Rena. “Ah, también esta Rena-san, esperamos no interrumpir.”
“No, no” Jurina negó con la cabeza y sonrió ampliamente. “Rena-san no es de la ciudad, estaba ayudándola a ubicar ciertos sitios.”
“¡Ah, ya veo!” Mieko asintió y se dirigió hacia Rena. “Si tienes alguna duda, Rena-san no dudes en preguntar. Somos compañera de equipo después de todo y estaremos más que dispuestas a ayudar, ¿No es así?” volteó hacia sus compañeras, quienes asintieron con entusiasmo, “Sensei, por cierto” Mieko estiró su mano y cogió una servilleta “tiene un poco de salsa por aquí” dijo al tiempo que sin pudor alguno limpiaba la mejilla derecha de su maestra.
“¡Ah! Gracias, Sato-san,” Jurina sintió sus orejas quedar calientes por la pena. Rena por otro lado se sintió decepcionada al no ser ella la que asistía a la sensei, pero decidió que no podía culpar a Mieko por ello, después de todo antes de que ellas llegaran estaba a punto de hacer lo mismo.
“¿También les gusta el curry?” Rena se vio en la necesidad de unirse a la conversación, aunque dentro suyo se sentía ligeramente irritada por la intromisión. Estaba teniendo un momento muy agradable con su maestra, alguien que le resultaba atrayente – en realidad, a casi todo el alumnado del instituto – y la idea de compartir su atención no le agradaba.
“¡Esa soy yo!” Yagami Kumi levantó la mano de inmediato. Su largo cabello oscuro se encontraba suelto y le caía un poco más abajo de los hombros, sus grandes ojos castaños claros fueron alcanzados por su sonrisa. “En realidad, había escuchado que este lugar es muy bueno...”
“Y lleva días tratando de convencernos de traerla aquí.” Mieko rodó sus ojos.
“No solo traerla. También pagar por su comida.” Yuka bufó, provocando la risa de Jurina, quien negó con la cabeza.
“¿Por qué no comen con nosotras?” Les preguntó a sus estudiantes mientras les señalaba las silla vacías.
“No, no, sensei. De verdad no queremos importunar.” Yuka se apresuró a negar mirando hacia sus amigas pidiendo apoyo.
“Tonterías. No nos molesta, ¿Cierto, Rena-san?” Jurina miró hacia esta ultima, disculpándose con la mirada. Sinceramente no deseaba que su tiempo y plática con la joven Matsui se viera interrumpida, pero era consciente de lo peligroso que sería no invitar a las otras chicas, ¿Qué pasaría si empezaba el rumor de que Matsui-sensei gustaba de tener citas privadas con sus estudiantes? No estaba segura si estas tres chicas eran del tipo que esparce rumores, pero necesitaba ser precavida.
Rena negó sutilmente hacia las otras chicas antes de sonreír.
“No hay problema. Comamos todas juntas.” la chica miró hacia Jurina quien le devolvió la mirada con algo de culpa, formando con los labios un mudo “disculpa”, pero estaba bien, Rena entendía. Sería muy extraño si la maestra mostrara favoritismo hacia ella, sin embargo, aunque comprendía la situación, no podía evitar sentir decepción al tener que interrumpir tan amena cena.
Las chicas no tardaron en ordenar. Jurina y Rena quienes ya habían casi terminado su comida, acompañaron al trío mientras degustaban sus propias ordenes de nivel dos de picante. De vez en cuando Rena lanzaba miradas discretas hacia su maestra, quien reía con las ocurrencias de sus compañeras y contaba alguna anécdota de sus tiempos como estudiante.
En más de un par de veces las miradas de ambas se encontraron y aunque Jurina le sonreía, ella no podía evitar apartar los ojos apenada.
“Rena-san,” Yuka se dirigió a ella luego de tomar un poco de agua. “ Si necesitas ayuda con algo no dudes en decirlo. Mis abuelos tienen una lavandería no muy lejos de la escuela.”
“Gracias, Nakanishi-san.” Rena asintió sintiéndose de pronto apenada por tener todos los ojos de la mesa sobre sí.
“Podrías llamarme por mi nombre, aunque, preferiría si me llamas como el resto del salón, Nishishi.” La chica de cabello cortó sonrió. Somos compañeras de equipo en la clase de Matsui-sensei, espero nos podamos llevar bien.”
“¡Yo soy Kuumin!” Kumi se apresuró a decir.
“Kuumin, tus modales, no hables con la boca llena. Pero sí, estoy de acuerdo, a mí puedes llamarme Neesan.” Mieko la miró con expectación, sin embargo Rena solo se revolvió un poco sobre su asiento no sabiendo muy bien que decir.
Jurina observó divertida. Rena era reservada, algo le decía que las tres chicas tardarían bastante en lograr que ella las llamara por sus apodos, pero era tranquilizador saber que sus compañeras de clases no parecían tener problemas en acercarse a la callada muchacha.
Eran las ocho de la noche cuando Jurina llegó a su departamento. Se quitó el saco oscuro y se dejó caer sobre el sofá. Sin poder quitarse de su mente los ojos castaños de Rena cuando se despidieron en la estación del metro. Había sido una comida entretenida, aunque con más personas de lo originalmente planeado.
Suspiró tratando de calmar sus pensamientos, concentrando su mirada en el techo blanco sobre ella.
En más de una ocasión de había descubierto a sí misma observando los labios y el cuello de la menor. Jurina sabía que eso estaba mal. Era su estudiante, era menor de edad y por sobre todo, había depositado su confianza en ella. Era una figura de autoridad y se suponía que debía de hacerla sentir segura en lugar de estar imaginando como ser vería cuando fuera mayor.
Su celular comenzó a sonar, impidiéndole seguir con su tren de pensamientos.
“¿Jurina?” escuchó la conocida voz de Masana al otro lado del teléfono.
“Hey, ¿Qué tal tu día lolicon?” Preguntó con diversión en la voz.
“¿Mi día? No tan interesante como el tuyo. Porque debió de ser muy interesante para que no me mandaras mensaje en todo el día.” Jurina pudo notar el ligero tono de reproche en la voz de su mejor amiga.
“Lo siento, es que salí a comer algo con unas alumnas.”
“¿Eh? ¿Matsui-sensei gusta de invitar lindas chicas menores de edad a comer? ¡Y yo soy la lolicon!” la risa divertida de Masana estalló de repente.
“¡No es lo que crees!” Se apresuró a rebatir.
“Matsui-sensei ha encontrado la atracción en las inocentes chicas de instituto, ¡Padres cuiden a sus hijas!” la risa continúo sin reparo alguno para irritación de Jurina.
“Deja de decir tonterías.” la maestra bufó, mientras se levantaba del sofá y caminaba hacia el dormitorio. En su escritorio divisó varios papeles de la escuela y se acercó para poner  orden antes de dormir. “Las chicas son especiales y me recuerdan mucho a como eramos tú y yo” prestó atención hacia una de las hojas notando que era la lista de asistencia de la clase 1-C.
“Claro y estoy segura que solo buscas ayudarlas a sobrevivir tan cruel etapa de la vida.”
“Usa todo el sarcasmo que quieras, Masana, pero es la verdad.” dijo en tono serio mientras toda su atención estaba centrada en un nombre en especifico de la lista: Matsui Rena.
Suspiró al tiempo que se daba un pequeño masaje en la frente. Escuchar a Masana reírse y sugerir planes descabellados para atraer a las jóvenes e inocentes chicas que rodeaban a Jurina en el colegio, estaba comenzando a darle dolor de cabeza.
Del otro lado de la ciudad Rena se encontraba sumergida hasta el cuello en su baño, sintiendo el agua caliente relajar sus músculos y dejando que la tranquilidad de su apartamento permitiera que su mente volará hacia el recuerdo de la tarde compartida con su profesora.
Su corazón latía con fuerza cuando recordaba los ojos de la mayor, su sonrisa dirigida hacia ella y el tono juguetón de su voz. De pronto se preguntó como sería poder pasar más tiempo cerca de ella y también si es que tenía novio; no había anillo en su mano, así que estaba segura que al menos no estaba comprometida.
Tampoco podía ignorar el sentimiento de desconcierto que la embargaba cada vez que se daba cuenta que estaba sintiendo atracción hacia otra mujer. Nunca antes había visto a otra mujer de aquella manera. Comenzó a preguntarse si sería normal sentir atracción hacia solo una mujer en especifico y no hacia todas, pero luego llegó a la conclusión de que debía ser lo mismo cuando encuentras a un chico que te gusta, es decir, no sientes atracción hacia todos los chicos… ¿o sí?
Bufó. Su mente estaba empezando a enredarse y sacar ideas raras.
“Matsui Jurina” se atrevió a decir su nombre en voz alta. “Jurina-san… Jurina-chan… Jurina...” se sonrojó violentamente después de atreverse a quitar los honoríficos. Miró hacia el techo del baño sintiendo algo de frustración, ¿así es como se siente tener atracción hacia alguien más?
Solo estaba segura de una cosa y es que le gustaba estar cerca de la mayor. Aunque eso hiciera que su corazón latiera raro y sintiera su cara caliente. Ella deseaba pasar la mayor cantidad de tiempo cerca de su sensei.
N.A: Para mi amada esposa, quien siempre ha estado ahí para darme ánimos. 
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