#así como no tener felices fiestas 🎄🎅🏼 ho ho ho

[yonggvn]

los dígitos de lara le envuelven la muñeca y lo devuelven de lleno a la escena, le hace sentir que puede ver a través de sí; le inunda la vergüenza. alberga una tensión primaria en los músculos que los inmoviliza, a excepción del corazón que late en histeria. el instinto álgido de huida le aprieta el estómago y se mezcla con la fuerza de unos aleteos casi dolorosos. no puede creer cuán vivo está en ese momento, ni cómo sus anhelos escapan su cuerpo e irradian, aclaman cuán absorbidos se ven por su causa, cuánto quieren ser expuestos a ese foco de luz que es lara. los ojos se atreven a trazar el camino hasta allí, no tiene forma de despegarse. las palabras van amainando el alma, pero él … muere y renace con las yemas que lo recorren.

los labios de lara llegan cálidos y el corazón titubea, se sume ante el dulzor de un gesto que sólo había podido anhelar en silencio y en secreto.  no existe razón ni pensamiento, el mando es usurpado por la amalgama de sentimientos que acompaña al movimiento entre pétalos. la respiración quema y se entremezcla con la de lara, se siente suspendido en la burbuja. hay algo irreal, incluso, como si al abrir los ojos se le fuese a escapar.

no hay palabras en la separación, el calor se ha ubicado en el rostro y no hay resquicio de su piel que no demande volver a tocarla. las yemas acunan una de las mejillas femeninas, el pulgar deja caricias y la sostiene. no procesa, no todavía. el hechizo de lara le da pie a alejarse un poquito, suficiente para poder hablarle.

‘ todos los días anhelo poder odiar este mundo, ¿sabes? ’ las palabras son tan pesadas como su respiración. la veneración se cuela en el brillo de los ojos, necesita un acto de clemencia por parte del universo; quiere poder ofrecerle todo lo que merece. ‘ pero cuando — pienso en ti o paso un momento contigo … no hay otro lugar al que quiera pertenecer ’ las yemas se han desplazado hacia el interior de la melena femenina, allí donde se va enredando y dejando caricias repletas de afecto. se está dejando el corazón ahí, entre medias de la voz y el contacto. no le importa, se lo está regalando. ‘ estaría tan perdido sin ti, ’ hurta el espacio de nueva cuenta, la frente roza la femenina y los labios acarician al otro par al susurrar: ‘ no me faltes nunca ’ 

la voz que no sería escuchada desaparece entre el beso cargado del mismo mensaje. en contacto que profesa está repleto de delicadeza, también del deseo implacable que le arde en el pecho. va logrando aferrarse a la confianza de proseguir y no querer separarse, de fundirse en la necesidad de desprenderse de las limitaciones físicas de ambos. no sabe dónde empieza su respiración, ni dónde muere la de lara. 

se aleja con pesar, la espalda toca la estantería, pero esa vez no quiere hacerlo en soledad. toma con cuidado una de las palmas femeninas, la acerca y sostiene contra las propias facciones. ahí, en el dorso de dicha mano se esconde un momento, expande una sonrisa repleta de ilusión. ¿cómo se supone que va a vivir ahora que la ha besado? ‘ ven ’ tira con suavidad del agarre, tiene el propósito de sentarla de costado sobre sus piernas, y que las de lara queden en horizontal. uno de los brazos la envuelve y la atrae a sí. el otro, libre como su palma, se encarga de dejarle caricias entre el cuello y las puntas del cabello. todavía está nervioso, pero sabe que es inevitable. ese torbellino emocional deja todo estrago posible en sus adentros, está destruido pero se siente tan bien … si así es como lara va a devastar, que así sea.

 agacha la visión hacia el semblante de lara a fin de que puedan llegar a verse. las yemas le rozan el mentón y las comisuras con delicadeza, siente el impulso de besarla de nuevo, pero en su lugar, habla: ‘ ¿me das un poco de tiempo? déjame aprender la forma correcta de comunicarme contigo — ’ si ese espacio está estructurado como su antigua librería, está seguro de que tiene que haber títulos sobre lengua de señas en algún lugar. los buscará, sin importar qué. ‘ ¿me dejas? podemos … moldear el mundo a ti ’

Han transcurrido varias semanas desde que se convenció de que sus sentimientos son capaces seguir el compás del vals que elija. Sólo así puede seguir ofreciendo el papel de vecina, de amiga, de confidente; prestar un hombro, una mano, un brazo cálido donde le ayude recomponerse del peso que siempre lleva encima. No se da cuenta, sin embargo, que en su obsesión por no convertirse en una carga, ha roto parte de las palabras que habían sellado en el bosque. "Lo siento," la trémula exhalación le obliga a fruncir los labios. "Es la costumbre de saber que vas a entender, incluso si no lo digo explícitamente. Es también no querer poner más en tu plato. Es—" Es cruel, admite avergonzada, aún más cruel de lo que podía ser consigo misma. Pero es lo que ha querido, ¿o no? Que él sea su secreto. Un secreto que ha guardado desde aquel paseo en el laberinto del jardín del alcalde. En el ir y venir de palabras que no alcanza a descifrar, siente por fin la caricia de su beso con una energía dormida transformándose en temblor y color, acabando con todo. O quizá es su corazón el único que se desboca, agonizando en emociones que había guardado en un cajón, bajo llave, las que ahora le empujan a arrepentirse. Sólo que, en vez de decírselo, el tacto del hombre desparece, y al buscarlo sólo obtiene un Yonggun entre movimientos nerviosos, confusos— una Lara también. Con una de sus manos volando para sostenerle de la muñeca, no sólo lo detiene a él sino a todos sus esfuerzos de las últimas semanas. ¿A qué le había temido todo el tiempo? ¿A dejar que Yonggun entrara en su vida? ¿Pero acaso ya no vivía allí? Entre carne, hueso y nervio, de donde nunca podría desterrarlo. "Hay mil y un emociones conviviendo dentro de nosotros. Alegría, tristeza, miedo, ira, ansiedad, esperanza—" se detiene para tomar aliento, "todas ellas, por separado o en conjunto, suelen hacernos sentir de muchas maneras. Fuerte, débil... Llámalo como quieras, pero nunca somos sólo una cara del papel. No somos un papel, Yonggun, somos un libro entero," la mano que le sostenía se levanta, abierta, para apoyarse en el costado izquierdo de su torso, buscando los latidos de su corazón. "Jamás podría verte como una persona débil," clarifica como parte de una respuesta tardía que ha rebotado dentro de su cabeza desde el bosque. La caricia asciende al hombro, más tarde colándose entre las hebras su nuca. "Y aún así, esa vulnerabilidad que tanto rechazas... no es nada de qué avergonzarse. Así que si no quieres abrazarla tú, la abrazaré yo," en medio el susurro navega hacia adelante, en un beso que comienza como una urgencia contenida. Sus labios rozan los de Yonggun con una vacilación que se enardece en valor cuando siente la tibieza de su aliento. Una conexión tan tenue alborota los cimientos de cualquier barrera, les hacen ceder y el mundo que conoce se ve disuelto. No hay libros, ni estantes, ni bocetos. Sólo está él, y el vértigo dulce de saber que ha cruzado una línea que sólo se había atrevido a anhelar. Cuando finalmente se separa, lo hace para apoyar su frente en la de él, con ojos cerrados. "Preguntaste por qué eres tan importante para mí..." Se encuentra un paso más cerca del vacío que tanto le aterra, piensa. "Es porque en mundo donde lo hemos perdido casi todo, no quiero perderte a ti también."