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#Las mejores piedras para jardín
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Principales obras.
Sistema Dom-Ino.
Llega la primera guerra mundial y como reacción a la devastación en el sur de Francia y también afectado por las experiencias de haber conocido a Garnier, decide replantearse que hacer con toda esta destrucción. Entonces plantea su primer postulado teórico que afectará tanto al urbanismo moderno, este proyecto es la casa Dom-Ino.
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Esto viene de dos palabras (Domus (casa) e Innovación), de hecho, dominó, porque la plantea con dos pilares y porque puede ser combinada, como el juego del domino. Lo más importante de este sistema Dom-Ino es que se empieza a ver el embrión de lo que luego serian sus 5 puntos de la arquitectura. Lo que entiende le Corbusier en este proyecto es entender la arquitectura desde los mínimos elementos posibles.
Casa Citrohan.
De lo que habla en esta casa es de una vivienda que pretende tener los mismos parámetros conceptuales que el coche (fabricación en serie y obicuidad). Para esto se basa en una “ensoñación” que tuvo en una cafetería parisina que tenía una doble altura que daba hacia la calle. Esa sensación de estar en un interior con doble altura que diera a la calle la traslado a un espacio doméstico. Aquí nace el embrión de sus casas posteriores. Aquí aparece la cubierta plana (Garnier) aparece una planta superior retranqueada. Hay una entrada lateral. El sentido constructivo de esta vivienda son dos muros paralelos de carga, un forjado que los une y nada mas. Empieza a generarse una teoría sobre esta villa que durará hasta 1927.
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En otra versión posterior aparece ya la escalera exterior. Sigue teniendo los mismos conceptos básicos, la terraza, la doble altura, la escalera de caracol, etc. Se basa en Garnier y en Adolf Loos (Casa Moller). En otra versión aparece la terraza en la planta baja y empieza a aparecer una vivienda sobre pilotis. Aparece también el elemento coche, pero en el fondo son los mismos parámetros. Estas variaciones confluyen en la Casa que finalmente construye en Stuttgart.
Stuttgart, Weissenhof.
Es en Stuttgart donde concluye la Villa Citrohan, y además introduce la Weissenhof. Mies encarga un proyecto para los mejores arquitectos del momento y le encarga a le Corbusier 2 de las casas. El proyecto es una evolución reinterpretada de la villa Citrohan y otro volumen que hace referencia, o que esta inspirado en los trenes. Aparecen los pilotis. La pieza longitudinal tiene como vocación la continuidad longitudinal a lo largo de todas las crujías.
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Estas dos casas constituyeron el pretexto para que Le Corbusier presentara el enunciado de los "cinco puntos de una nueva arquitectura". Estos Estos cinco puntos representan libertades enormes en relación con las restricciones impuestas por la construcción tradicional en piedra o ladrillo, y con ellos, Le Corbusier consigue transformar el concepto mismo de casa, que ya había cuestionado Adolf Loos en Viena antes de 1914.
Casa Cook.
Se reconoce como una de las primeras obras donde Le Corbusier proyecta de acuerdo a "los cinco puntos" de la arquitectura: pilotis, terraza-jardín, la planta libre, fachada libre y la ventana deslizante lateralmente, así como el empleo de su trazado regulador (recurso utilizado para controlar las proporciones de la fachada y de las ventanas según la sección áurea).
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El planteamiento del proyecto es característico pues el esquema de distribución de espacios está en orden inverso al común, ya que las habitaciones se encuentran en la primera planta, en segunda planta se localiza la estancia-comedor y en la tercera se localiza la biblioteca y terraza. Cada una de las plantas es distinta a la anterior, lo que demuestra la libertad en planta. Traslada el salón y la cocina a las plantas superiores y deja la planta baja para el coche y las habitaciones de servicio.
Villa Saboya.
La obra culmen del trabajo de Le Corbusier, como lo es la casa de la cascada para Wright o la casa Farnsworth para Mies. Es un pleno desarrollo de sus 5 puntos de la arquitectura. Vemos todas las características que se ven anteriormente. Lo más importante de esta vivienda es el recorrido, desde que vienes en coche hasta que llegas al interior y discurres por todo el interior. Llegas en coche, entras por la puerta privada, y tienes dos opciones, o subir directamente por la escalera (más utilizada por el servicio) o subir por la rampa. Otro punto importante es que en las fachadas los pilotes están retranqueados mientras que en otras fachadas si coinciden los pilares con la fachada. Otro aspecto muy importante es la aparición en cubierta de ciertos elementos como un solárium, algo que ya antecede en la Villa Stein.
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En este momento le Corbusier hace una obra singular muy pequeña. Lo más importante de esta obra es la azotea, donde empieza a aparecer un cierto carácter surrealista. Empieza a aparecer una cierta poética en su arquitectura. Este camino surrealista solo aparece en esta obra singular pero si hay algo importante que es el dejarse llevar por la libertad imaginativa. En este momento, se constituyen los CIAM, los congresos en torno a la arquitectura moderna. Aquí tiene un papel protagonista al principio. Comienza una etapa de revisión de su arquitectura y se da cuenta que solo ha realizado villas, no grandes encargos. Entonces empieza la etapa de búsqueda de grandes encargos. Por ejemplo, el Centro Soyuz en Rusia, también el proyecto del Palacio de los Soviets. Se va a argel y desarrolla el plan longitudinal.
El modulador.
Es en esta fase donde plantea el Modulor, genera un sistema de medidas basadas en el hombre. El primer Modulor se basa en una altura de un hombre con el brazo extendido que llega hasta al 2.16 de altura. Se establece un concepto geométrico de la sección aurea. Después el y medio mundo utilizarían en sus obras. Este sistema se basa en la ergonomía y las relaciones proporcionales con el hombre.
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Utilizando el Modulor llegamos el principio de una nueva etapa. Después de la segunda guerra mundial se libera completamente y aparece la arquitectura de hormigón. La Unité d’habitación es una evolución de la casa Citrohan. Estructuras metálicas basadas en la idea de botellero. Aparecen zonas comunes y una relación muy directa con Guinzburg y Narconfin.
Nuevo Hospital de Venencia.
Le Corbusier juega en esta obra con el tapiz. De esta manera dispone una serie de volúmenes horizontalmente. Le Corbusier intentó evitar que la silueta de Venecia se viese alterada. El edificio en si consta de cuatro niveles: Los accesos, administración y cocina; los quirófanos y alojamientos de las enfermeras; las vías de comunicación y distribución de servicio y la sección de enfermos.
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El hospital estaba destinado a recibir casos de urgencia y pacientes con enfermedades agudas graves. Cada enfermo dispone de una celda sin ventanas, ya que la luz penetra por las aberturas laterales que regularizan los efectos del sol. La luz es regular y lo mismo sucede con la temperatura, lo que contribuye a la salubridad del edificio y a que los enfermos se hallaran aislados. Fue una de las últimas obras de Le Corbusier, hasta que muere en 1965 en Roquebrune-Cap-Martin, en el Mediterráneo francés, cerca del lugar donde se construyó su pequeña cabaña.
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del-simp-frutal · 2 years
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¿Un empujón?
La compañía está siendo perseguida y solo hay un escondite, pero hay un "pequeño" inconveniente.
Thorin x human!reader
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A duras penas entró Bombur, no debería ser difícil para ella ¿verdad? Bueno. . .
Las piedras estrechas daban la idea de que realmente no habría nada adentro, un buen escondite para los enanos y mejor para el hobbit. La pobre muchacha desearía que el mago se encontrará con ellos para usar algún hechizo o algo para agrandar la entrada.
Observó atenta como los demás entraban, claro, también poniendo atención de que no se acercarán nadie más y los atacará. Hasta que quedó el líder de la compañía y ella.
Hay un detalle que su capa siempre ha ocultado y el largo de la túnica medio lo hace, por ello quería entrar de último.
Decencia, por favor.
—Es tu turno.— Habló Thorin, estas miradas no servirían contra él.
Pasaría sin problema si no fuera porque su capa lo tiene Bilbo que amablemente se ofreció a cocerla luego de que se rasgara. —¿No sería mejor que pase usted, majestad?—
—Solo entren, no falta mucho para que los huardos nos encuentren.— Kili hablo con su cabeza medio asomada por ahí, bueno, parece que no podrá ganar.
No dijo nada más y la muchacha se acercó examinando la abertura, claro está que ella es más alta que ellos al ser humana, pero una vez adentro es más espaciosa. Comenzó agachandose y metiendo su cabeza, algo estrecho e iba bien (no era por ofender, pero si Bombur lo logró ¿por qué ella no?) hasta que llegó la cadera. Su chaleco daba la ilusión de que su figura era recta, pero después de todo es una mujer y una que otra curva tiene. Por desgracia, también hay atributos más que otros y el mayor está atrás.
Ahora el rey podía ver el problema, el pobre desvío la mirada con vergüenza. Sentía el calor de sus mejillas por ser el único que puede ver tal escena de esa forma y también lo agradece.
Unos tiros y no, después de la cadera no podía pasar bien. Incluso la espada desapareció en su equipo para pasar y no, con Bombur también fue difícil y no pensaron que contigo también.
Pero no dejaron que esto desanimara, claro que no, risas de que las apariencias engañan. Burlándose de una posible gordura mientras Fili se ofreció a tirar de sus brazos, lo peor apenas empezaba ya que Bofur se acercó a la abertura para pedirle a un Thorin muy sonrojado de que debería empujar.
¿Ya estaba rojo? Bueno, ahora sí. Como la manzana más jugosa, brillante y roja del mejor jardín del hobbit más orgulloso. Sí, rojo. ¿De dónde se suponía que iba empujar?
Lo hicieron con Bombur, aunque el tardó mucho más pero ella sería más fácil y ahí estaba el rey. Tomando de la forma más respetuosa una pierna para empujar, con maldiciones y un rostro muy rojo se sintió cómicamente muy idiota.
Su corazón latía con fuerza que pronto se saldría de su pecho hasta que las grandes manos del Rey resbalaron hasta la retaguardia, una cosa sería las manos pero casi toda su figura fue estrellarse con la suficiente fuerza para lograr meterla e incluso él logró entrar.
Si, bueno. Lo que no creyó que pasaría sería estrellarse contra un buen trasero.
¿Castigo o premio? Una gran duda en que su corazón y otra "cosa" se emocionan pero la vergüenza, oh Mahal.
—¡No fue tan difícil!— Felicito Gloin, pero luego noto a la única humana roja que se quedó sentada en el suelo. —¿Te lastimaste?—
Los ojos de Thorin se agrandaron ante la idea de lastimarla cuando se resbaló a sus muslos y. . .más allá. —¡N-no!— Se apresuró la mujer, pero pronto Nori se acercó para levantar un dedo a sus labios en forma de silencio. Los aullidos comenzaron a sonar, los huargos estaban cerca y notaron un túnel. Las miradas fueron entendibles y todos siguieron el túnel. Todos, menos el par de tomates.
Thorin aclaró su garganta y se acercó para ofrecerle su mano, ella. . .bueno, tan valiente y confiada ha sido en el viaje y ahora no puede dirigirle la mirada, pero aceptó su mano. Sentía como se aceleraba su corazón y en cualquier momento iba salirse.
Trago saliva antes de hablar. —Lo siento, mi señora. No era mi intención. . .bueno, tocar-.— Y fue interrumpido por una risa que trato cubrir con sus manos la humana. La risa es contagiosa y una pequeña se le escapó al rey, Mahal, esto es muy vergonzoso. —Está-á bien, querías ayudar.—
Y dejo salir el aire de sus pulmones, es un alivio que no se enojara ni se ofendiera. Aunque ahora no puede borrar el recuerdo y ese conocimiento oculto, rápidamente desvió la mirada y eso le causó más gracia.
—Solo a la próxima, avísame.— Se apresuró con un guiño y casi se ahoga el enano. —¿Qué? No-o, digo, sí avisaré, pero yo no-o ¿o sí?— Y más tropiezos verbales para el pobre Thorin, estaba por pedir una explicación cuando noto como ella corría tras los demás al túnel y su mirada se desvió en su retaguardia. . .
Demonios, Thorin. Contrólate.
No dijo nada y siguió a la joven con prisa con un terrible sonrojo, tal vez en la noche le pida una explicación. Pero primero debe tratar de olvidar o distraerse por la breve sensación de sus manos en-.
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sicl5 · 4 months
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Capítulo 12 (2ª temporada)
(La historia es una adaptación de la obra FINAL FANTASY VII por lo tanto incluye SPOILERS de esta.)
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Océano Medigaiano.
Seguiamos tirados en medio del mar. Yo seguía mirando al cielo pero la voz de Cid diciéndonos que ya estaba arreglado nos desconcertó a todos. Entramos en el avión y nos sentamos en los mismos sitios.
— ¡Listo! Debería servir.- Dijo Cid arrancando.- ¡Música para mis oídos!
— Pero las alas están rotas.- Dijo Tifa.
— ¿No os lo dije?- Preguntó Cid.- Cid Highwind domina tierra, mar y cielo. ¡Soy todoterreno! Que no se os olvide. 
— ¿Cuál es el plan?- Preguntó Cloud. 
— Soy vuestro capitán a partir de ya.- Dijo Cid tocándose las gafas.- Y este buque está a punto de zarpar, así que sujetaos bien. 
— La mar de bien.- Dijeron Tifa y Aeris.
— ¡Vamos que nos vamos!- Exclamé yo.
— ¡A surcar los mares!- Exclamó Cid.- Las aguas de Costa del Sol quedan pasado el monte Corel. Y a partir de ahí… 
— ¡Vamos a patita!- Mencionó Cait Sith. 
— ¡Pues ánimo! Que el mar nos espera.- Dijo Barret. 
— ¡Capitán! ¡A Costa del Sol, por favor!- Exclamó Aeris.
— Oído cocina. ¡A toda vela!- Dijo Cid.
— Cait, háblanos de la piedra angular.- Mencionó Cloud. 
— Prrr supuesto.- Dijo Cait Sith.- Hace unos veinte años, un aficionado a las antigüedades convenció a la emprrrsa para construir un miauseo: el Jardín de las Reliquias. Según los registros, ahí es donde custodiaban la piedra angular. 
— Pero, ¿no era en el Gold Saucer?- Preguntó Yuffie. 
— Dejad que acabe, prrr favor.- Expresó Cait Sith.- El miauseo fue una boñiga bien gordota. Cerró al poco de abrir. Y con tanto jaleo, la piedra despareció. 
— ¡Pues lo dicho!- Exclamó Yuffie. 
— Puede que el exdirector conozca su paradero.- Dijo Cait Sith.
— Dio, entonces.- Mencionó Vincent. 
— Muy listo.- Dije yo con una risita.
— ¿Y tú cómo sabes tanto, colega?- Preguntó Cid. 
— Mi historia con Shira se remonta a tiempo ha.- Respondió Vincent.
— Dio creó el Gold Saucer para consolarse tras prrrder su puesto de director.- Dijo Cait Sith.- Renació de sus cenizas. ¡Los sueños se hacen realidad en Shinra! 
— Eh, Cid.- Mencionó Barret.- Antes trabajabas para Shinra, ¿no?
— Y ahora también. Son buenos clientes, si sabes cómo tratar con ellos.- Añadió Cid.
— No sé yo.- Dijo Barret.- Que sepas que nosotros nos oponemos a Shinra.
— A ver, yo lo que detesto es la autoridad.- Mencionó Cid.- A mí nadie me habla con condescendencia. ¡Es que la lío! Por eso me flipa el cielo: ¡allí soy el rey! ¡Que me griten todo lo que quieran desde abajo, que allí no llega! Ojalá tuviese alas… 
— Esperemos que Johnny esté mejor.- Dijo Tifa de golpe. 
— Ojalá le vaya bien con el Vistamar.- Mencionó Aeris. 
— No sé yo…- Respondió Barret.- Seguro que lo de la estafa lo tiene llorando por los rincones. 
— Nah, no creo.- Mencioné yo.- Si no se entera de nada. 
Costa del Sol: Puerto de Costa del Sol.
Finalmente llegamos, Cid paró el barco nuevo y todos salimos de este. No pude evitar salir con una sonrisa.
— ¡Les agradecemos que hayan depositado su confianza en Cruceros Potrillo!- Exclamó Cid. 
— Uy, ¿has cambiado el nombre?- Preguntó Tifa.
— De aerolínea ya tiene poco.- Mencionó Red XIII.
— Cid, no sabes cuánto te lo agradecemos.- Dijo Aeris. 
— En realidad, me gustaría darme una vueltecilla por el Gold Saucer, ya que estoy.- Explicó Cid.- ¿Puedo unirme? 
— ¡Claro que sí!- Exclamó Aeris. 
— Mira que eres buena gente, Aeris.- Exclamó Cid.- Pues nada, vámonos. 
— Un segundo. ¿Y Vincent?- Preguntó Tifa.
— Allí.- Dijo Red XIII mirando como Vincent ya se iba.
— Es un lobo solitario.- Dije yo.
— No sé por qué, pero me recuerda a alguien…- Mencionó Barret mirando a Cloud. 
— Sí, yo pasaría de él.- Dijo Cloud.- Espera… ¿Me tengo que dar por aludido?
Nos reímos todos un poco y empezamos nuestro camino al Gold Saucer. Nos teníamos que cruzar casi el mismo camino que hicimos anteriormente. Alquilamos unos chocobos y empezamos a ir tranquilamente hacia allí llegando ya casi de noche. 
Gold Saucer: Zona de bienvenida.
Todos mirábamos la zona con una amplia sonrisa. Al final nos emocionaba estar aquí de nuevo.
— Separémonos para encontrar a Dio.- Dijo Cloud.
— ¡De acuerdo!- Exclamó Yuffie.
— ¡Nada de irse de picos pardos, ¿eh?!- Exclamó Barret.
— Uy…- Dijo Yuffie echándose a correr. 
Nos separamos todos y yo decidí que lo que iba a hacer era irme al hotel a descansar. Ya se encargarían los demás de encontrar a Dio. Había vivido muchísimas emociones en el dia de hoy y necesitaba tumbarme en una cama y cerrar los ojos aunque fuera por media hora. 
Rápidamente me fui a plaza Fantasma y pedí habitaciones para todos en recepción. Subí las escaleras me dirigí al ascensor y finalmente llegué a la habitación. Dejé todas mis armas en el suelo y me estiré en la cama cerrando mis ojos y por tanto quedándome dormida inmediatamente.  
En un mundo paralelo… (Zack POV)
Seguía en casa de Aeris, haciendo todo lo posible para ayudar a Elmyra en lo que me pidiese. 
— Toma.- Me dijo Elmyra acercándome un bol con agua y un trapo.- Cuando acabes con Cloud, yo me encargo de Aeris. 
— Entendido.- Respondí.
Subí lentamente a la habitación de Aeris con el barreño de agua y lo dejé en el mueble. Dejé la espada en la pared y allí estaba Marlene quien miraba fijamente a Aeris.
— Aeris está dormida como un tronco, ¿eh?- Dije. 
— Está bien que siga así.- Dijo Marlene. 
— ¿Y eso?- Le pregunté. 
— Porque Cloud sigue malo… y Sil… ¿dónde está…?- Preguntó Marlene.- Por favor Zack, cura pronto a Cloud y encuentra a Sil… 
— Si por mí fuera, claro…- Dije yo, algo sorprendido por las palabras de Marlene.- Pero ¿por qué crees que debo de curar a Cloud y encontrar a Sil antes de que Aeris despierte? 
— Porque si se despierta ahora… se va a morir.- Respondió Marlene. 
— Perdona, Marlene… No entiendo nada.- Le respondí. 
— ¿Sabes guardar un secreto?- Marlene me miró directamente a los ojos. Asentí y me senté. Marlene tenía una expresión de preocupación.- Un hombre muy malo va a matar a Aeris. Cloud va a intentar evitarlo… Pero no va a llegar a tiempo. Y Sil… se va a meter enmedio, antes de que suceda… Pero no servirá de nada… Casi casi… Pero no van a poder salvarla. Aunque Aeris se va a alegrar de que lo intenten de todos modos, les quiere mucho… Siempre ha querido lo mejor para ellos dos… Pero aun así… se va a morir. Por eso tienes que curar pronto a Cloud y encontrar a Sil. ¡Para que puedan defenderla! Son los únicos que pueden…
— Marlene… ¿Eso es un sueño que has tenido?- Le pregunté, muy confundido. 
— No.- Dijo ella negando super rápido con su cabeza.- No es un sueño. 
— Ya…- Mencioné. No me cabía en la cabeza.
— ¡Es todo verdad!- Exclamó Marlene. 
— Tranquila, lo sé. Tal y como está el mundo, ya me creo cualquier cosa.- Dije.
— Vale…- Me respondió Marlene un poco más calmada. 
— Pero, Marlene, tengo una pregunta.- Expresé con calma.- Ese hombre tan malo ¿quién eso? ¿Qué aspecto tiene? 
— Tiene el pelo laaaargo.- Explicó Marlene.- y plateado… 
Rápidamente me vino a la cabeza Sephiroth. No entendía como la pequeña Marlene podía saber eso pero cuando dijo ese nombre inmediatamente me la creí. 
— Lo que me faltaba…- Mencioné.
— Por favor, tienes que encontrar primero a Sil… ¿Cómo se sentiría Cloud si se despierta y ve que no está a su lado…? No sé si tendría las fuerzas para salvar a Aeris…- Mencionó Marlene. Me sorprendí mucho por sus palabras.
— ¿Qué relación tienen Sil y Cloud?- Pregunté.
— Se aman.- Contestó Marlene.- Muchísimo. 
Poco rato después salí afuera de casa de Elmyra. Se hacía de noche y la brecha en el cielo era mucho más notoria, no podía evitar mirarla y pensar. ¿Qué le había pasado al mundo? Habían tantas cosas sin sentido hablando del tiempo. Sil y Cloud nunca se llegaron a conocer… ¿Cómo es que se aman?
— Zack, mira.- Me dijo Elmyra detrás de mí y agachándose.- Han salido flores. 
— ¡Es verdad!- Exclamé al verlas. 
— A Aeris le encantan estas flores.- Dijo Elmyra.- Quizá sea una señal de que se va a despertar.
— Sí, ojalá.- Mencioné yo, con el corazón en un puño.- Voy a salir un rato. Tengo que buscar a alguien… y también preguntarle a un conocido cómo curar a Cloud. 
— ¿A quién tienes qué buscar? Y… ¿De quién se trata?- Preguntó Elmyra.- ¿Es médico? 
— Pues… buscar… Tengo que encontrar a Sil… Y respecto a la cura… Si podríamos decir que más o menos.- Respondí, tenía a Hojo en la cabeza pero es que no se me ocurría nadie más, tenía que actuar.
— No vuelvas muy tarde.- Mencionó Elmyra.- Ya nos hemos acostumbrado a tenerte en casa. Si tardas mucho, me voy a preocupar. 
— Tranquila. Voy en moto y así llego antes.- Respondí.- Vigílame a esos dos mientras tanto, por favor. Aunque se despierten, no les dejes que vayan a ninguna parte. 
— Haré lo que pueda.- Dijo Elmyra.- Cuando Aeris se empeña en salir no hay quien la tenga en casa.
— Pase lo que pase, no la dejes salir.- Reafirmé. 
— Ya.- Dijo Elmyra asintiendo. 
Salí corriendo del jardín de Aeris y agarré la moto que habia justo a la salida. Allí había una nota y la agarré para leerla.
— "He estado pensando en lo que me dijiste. No paro de darle vueltas… He sobrevivido para cargar con nuestros sueños y esperanzas. Por fin lo entiendo. AVALANCHA soy yo. El tiempo se acaba. La misión tendrá lugar esta noche. Por favor, no te acerques al sector 6 ni de lejos. Me alegro de haberte conocido. - Biggs"- Terminé de leer y quedé impactado por la nota.- ¡No quería decir eso! ¡No fastidies!  
Volví corriendo hacia casa de Aeris. Tenía que contarle a Elmyra lo que acababa de leer. 
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Mundo original (Sil POV)
Hotel Embrujado. (Dos horas después)
Había tenido un sueño un poco extraño, por suerte unos golpes en la puerta de la habitación me despertaron. Me levanté de la cama, agarrando mis pertenencias y me dirigí a la puerta. Al abrir la puerta me encontré con Cloud, los colores me subieron rápidamente a las mejillas.
— Hola.- Me dijo mirándome fijamente.
— Hey.- Respondí.- Perdona por haberme ido a dormir. Necesitaba descansar. ¿Alguna novedad?
— Sí. Dio tiene la llave del templo. Nos la dará si ganamos mañana en su torneo contra Don Corneo.- Me explicó Cloud.
— Vaya, ¿otra vez?- Me reí un poco.- Por lo menos será fácil. 
— Pues sí.- En ese momento Cloud hizo una pausa y desvió la mirada hacia otro lado.- Yo… he conseguido dos entradas para una obra de teatro llamada Loveless. Sé que te gusta la actuación y… bueno si quieres venir, vamos. Si no…
— ¿En serio?- Sonreí mucho.- ¡Me encantaría! 
— Entonces…- Cloud me ofreció la mano y me sonrojé aceptandosela. Estaba nerviosa. 
Empezamos a andar agarrados de la mano por el Gold Saucer hasta llegar a la Plaza de Eventos, donde se iba a celebrar la obra. Pasamos por un pasillo lleno de carteles de obras y me paré delante de el cartel de Loveless mirando a la chica que protagonizaba el cartel
— Espera…- Dije yo.- Esa no es… ¿Jessie?
— Sí..- Dijo Cloud mirando fijamente el cartel. 
— Jessie…- Mencioné bajando mi mirada.- Me hubiera gustado que estuviera con nosotros… 
— Seguro que nos observa desde el planeta.- Dijo Cloud.- Y estaría feliz de ver lo que hacemos…
— Estoy segura de que sí.- Mencioné yo.
Teatro Dorado.
Seguimos agarrados de las manos, canjeamos nuestras entradas y entramos al salón. Nos sentamos en nuestros asientos reservados y nos miramos un momento antes de ponernos nuestras gafas de realidad virtual que habían en el asiento. 
— Atención. Tenemos un mensaje para una espectadora.- Se escuchaba desde la megafonía del teatro.- Llamando a… Flora de la Guardia… Flora de la Guardia… Si está entre el público, por favor, avise al personal del teatro. Atención tenemos un mensaje para una espectadora… 
De golpe en las gafas empezó la retransmisión. Entramos en el mundo de Loveless de lleno, la representación en danza contemporánea. Los bailarines bailaban con toda la sutileza del mundo mientras un cantante de ópera sonaba de fondo, explicando la historia de Loveless. 
"Al fin del mundo, la diosa bajó desde el firmamento para otorgar con su aliento la dicha al más valedero."
Del cielo bajó la diosa, interpretada por Jessie. El corazón se me encogió. Verla actuar, sabiendo que era de las cosas que más disfrutaba hacer… Me hacia migas. 
"Para ganar tal sacramento emprendieron tres guerreros una odisea azarosa…"
Tres chicos vestidos de caballeros salieron en escena, haciendo una interpretación de baile con espadas. Me estaba encantando. 
"Y en aquellos derroteros a dos los llevó la muerte, y preso cayó el tercero"
Uno de los guerreros cayó al suelo y la diosa fue rápidamente a abrazarlo.
"Este, orgulloso y fuerte, al caer perdió sus alas, más ganó el amor de su diosa, que lo proclamó un héroe"
El guerrero levantó a la diosa por los aires, todo acompañado de una danza muy sútil, muy bonita. Bailaron juntos hasta el final.  
"Mas en este mundo cruento, que nos odia y odia la suerte, ¿adónde irá nuestro héroe..?"
Finalizaron la danza con uno de los abrazos más cálidos que había visto en la vida. Mi corazón se había removido. La danza terminó y la pantalla de las gafas se apagó. Me quité las gafas y las lágrimas salían de mi, silenciosamente. Me había conmovido muchísimo. 
— Jessie… Estaba hecha toda una estrella.- Dije agarrandome del reposabrazos.- Tenía todo lo necesario para brillar.
Cloud me miró y puso su mano encima de mi mano. Me sentí acogida, mi corazón se sentía protegido, se sentía bien. 
Las gafas se iluminaron de nuevo y nos las volvimos a colocar rápidamente, la siguiente función se acercaba.
— Bienvenidos a esta representación interactiva.- Dijo la megafonía del teatro.- Escogeremos a varios actores y actrices de entre el público y tendrán la oportunidad de convertirse en los protagonistas de esta obra derrotando al Rey Dragón y jurando amor eterno a la princesa.
El telón se abrió y allí se encontraba Cait Sith quien hacía de Trovador para la historia.
— Guardia: ciudad de máquinas alzada en cimientos de sangre y de hollín.- Exclamó el trovador.- Cual bestia voraz, fijó su mirada… en tierras vecinas, rico botín que devoró por engordar su hacienda. Mas nació del seno de aquella guerra un joven dispuesto a blandir la espada. 
El decorado cambió de una ciudad llena de relojes y máquinas a un calabozo. Dentro del calabozo se encontraba Cloud quien representaba Alfredo, el noble de la espada.
— De nombre Alfredo.- Seguía contando el trovador.- Vino de otra tierra buscando el don de una diosa amada. Quiso ser un héroe, mas fracasó y preso se halla tras la contienda. 
— Es la hora de romper las cadenas y alzar el vuelo.- Dijo Alfred, seguro de sí mismo.- ¡Soltadme! Mi espada clama venganza. 
De golpe en escena aparecí yo, corriendo hacia la celda de Alfred, interpretando a Rosa, la diosa. 
— Alfredo.- Exclamé.- ¿Os han lastimado…? 
Abrí la puerta de la celda dejando libre así a Alfredo.
— ¡Rosa! ¿¡Qué hacéis aquí!?- Exclamó Alfredo.
— Salvaros; pues alcancé a oír vuestra pena de estar apresado.- Respondí, mirando a Alfredo a los ojos. 
Un rayo cayó en la celda y el escenario volvió a cambiar. Nos encontrábamos dentro del castillo, en su plaza central. Aparecieron en escena dos personajes más, Varvados, interpretado por Barret y quien hacía de villano principal y Garm, interpretado por Red XIII, el perro fiel de Varvados.
— ¿Adónde creéis que vais, alteza?- Exclamó Varvados.
— ¡Varvados!- Exclamé.
— ¿Adónde va el preso con tal presteza?- Preguntó Varvados.
— ¡Adonde quiera mi diosa habré de ir!- Exclamó Alfredo desenvainando su espada.- Y, por su voluntad, antes de partir os daré muertos a ambos, desgraciados. 
— ¡En tus carnes sentirás mis infernales colmillos!- Exclamó Garm. 
Alfredo empezó una lucha a sangre contra Garm, el perro fiel. No era moco de pavo ya que Garm contaba con poderes mágicos que eran una gran desventaja para nuestro noble pero aún así no fue un rival para él y lo derrotó. 
— ¡Viva el héroe Alfredo!- Exclamó el trovador.- Que esta lid tan pavorosa ha librado con denuedo. ¿Será su fe en su diosa lo que impulsa su destreza? ¡No se hablará de otra cosa que de su afán y nobleza! Prosigamos.. Don Alfredo, ¡mucho gusto! Os concedo un gran favor: ¡además de trovador, soy adivino! Revelaré, en vuestro honor, un secreto del destino.
— ¿Qué me depara el futuro junto a Rosa?- Preguntó Alfredo.
— El futuro es una senda que se bifurca al andar…- Explicó el trovador.- sin que el andante entienda lo que un lado u otro lado le podrían deparar. Mas un "hola" en el camino siempre lleva al mismo sino: un "adiós" asegurado. Bien, no hablemos más en abstracto. ¡Pasemos sin dilación al siguiente acto!
Varvados empezó a disparar en dirección a Alfredo y yo junté mis dos manos, en mi papel, estando totalmente preocupada por la seguridad de Alfredo.
— ¡Temblad ante la fúria del dragón!- Exclamó Varvados. 
Alfredo se enfrentó al malvado de Varvados a golpe de espada, esquivando todos los balonazos de fuego que Varvados le tiraba y así creando un vals. 
— Tal destreza enamora a todo el que la presencia.- Explicó el trovador.- El héroe, que estuvo preso, abre sus alas ahora… sin cejar su resistencia ante el rey y su sabueso. A otra cosa, mariposa… Queridos espectadores. La historia de Alfredo y Rosa y la magnánima diosa toca a su acto final. Y, aunque me sepa mal, mi papel acaba igual…  Mas todas las despedidas traen un "hola" de la mano. Lo vivido no es en vano, si nunca jamás lo olvidas. ¡Queridos espectadores! ¿Estáis listos para cantar victoria y abandonar los temores? ¡Excelente! Loveless es nuestra historia… Es hora de redimir este mundo desalmado. El vil dragón a un lado, que del amor quiere huir. Y al otro lado, va Alfredo a demostrarle su error. ¡Elige, Alfredo, a tu amor y dale un beso, sin miedo! Allá va Alfredo, corazón en mano. 
— Mi amor.- Dijo Alfredo arrodillándose ante mí y tendiendome su mano. 
— Alfredo…- Dije yo, mirándolo, más enamorada de lo que podían explicar los papeles. 
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Le acepté la mano y él se levantó, dándome una vuelta y agarrándome de la cintura. Poco a poco se iba acercando a mi, a mis labios, mi corazón daba mil vueltas. Cerré los ojos, esperando el momento. 
— ¡Qué burrada, qué esperpento! ¡El amor no es más que un cuento!- Exclamó Varvados. 
Alfredo y yo nos pusimos juntos. Él desenvainó la espada y yo agarré mi oráculo. Estábamos preparados para luchar.
— Venga a mi mano la espada, el don de mi diosa amada.- Dijo Alfredo levantando su espada. 
La batalla empezó, esta vez luchabamos juntos. La magia y la espada nos acompañaban durante el vals y la sincronización también. Nos enfrentamos a máxima fuerza contra Varvados y contra Garm en este último acto. Posamos los dos cuando vimos a los enemigos en el suelo, derrotados.  
— Cortado he las alas al rey rapaz.- Exclamó Alfredo.- Caed al averno, y yaced en paz. 
— Así lucha un héroe verdadero.- Dije, con una sonrisa.- ¿No os parece formidable el don del amor sincero? 
— Llegado al cabo de tan ardua senda ¿os consumirán el odio y el miedo o seréis un héroe de leyenda?- Preguntó Varvados.- Aun sin saber vuestro sino, Alfredo, por siempre a su son habréis de bailar… hasta cortarse, fatídico, el hilo que a esta vida os osa amarrar. 
La escena cambió y esta vez solo estábamos Alfredo y yo en escena, delante de la ciudad, en llamas.
— ¡Mirad, Alfredo!- Exclamé viendo como el reloj se caía.- ¿De veras debéis marcharos?
— Mi gente, ansiosa, me espera.- Me respondió Alfredo. 
— ¿Por eso os vais de mi vera?- Pregunté, triste. Puse mi mano en la mejilla de Alfredo, mirándole fijamente a los ojos.- Cuidaos, pues, de la muerte. 
— Aun me abandone la suerte, sola no habré de dejaros.- Expresó Alfredo.- Creed en mí; si vos me esperáis aquí, regresaré a reencontraros. 
En ese momento Alfred me acercó a él y me abrazó muy fuerte. Sus manos rodeaban mi cuerpo hasta la cintura e incluso me acercó más a él. La obra concluyó aquí, los dos, abrazados. 
El telón se cerró y nos pusimos en la parte de atrás de las cortinas para ver la siguiente obra. En escena apareció Aeris con un vestido blanco precioso, le quedaba super bien. La mirábamos fijamente, sin tener ni idea del número que iba a interpretar ella. Aeris nos miró y yo le dediqué una sonrisa, se notaba que estaba nerviosa pero parecía que mis ánimos la habían ayudado a calmarse un poco. Miro hacia adelante y Aeris empezó a cantar una canción bellísima, como su voz. 
♫ Caminar por las calles de la ciudad con adoquines desgastados
Escuchar a la gente pasar corriendo con ritmos propios
La vida me pasa sin pensar como han volado los años
Hasta que te conocí
No diré que fue el destino
No diré que fue el destino
Pero si no, ¿qué podría ser?
¿Eso te atrajo hacia mí?
¿Será casualidad?
Hasta el día en que nos volvamos a encontrar
Dónde o cuándo desearía poder decir
Pero cree, sé que me encontrarás
Promesas que cumplir, nunca las necesitaremos
Si tan sólo nunca hubiera sabido
Todas las cargas para las que nací
Vivió una vida sin preocupaciones
En el mundo salvo para ti, pero eso no servirá
Hasta el día en que nos volvamos a encontrar
En nuestra calle quiero creer
En la oportunidad de que compartamos una mirada.
Promesas que cumplir, nunca las necesitaremos
Hasta el día en que nos volvamos a encontrar
En nuestra casa, sólo déjame creer
En la posibilidad de que vengas
Toma mi mano y nunca me dejes ir
Toma mi mano
Y cree
Podemos ser
Juntos para siempre
Caminar por las calles de la ciudad con adoquines desgastados
Luchando contra las multitudes y encontrándonos solos
El destino y el destino no son garantía
Aún así, espero que algún día vengas a encontrarme.
Aún así, sé que algún día vendrás a buscarme. ♫
La canción terminó y el telón se empezó a cerrar. Rápidamente fui hacia ella y la miré, con la lágrima en el ojo y le asentí. Ella me miró con una sonrisa y le agarré la mano para que viera que estaba con ella. La noté mucho más tranquila justo cuando abrieron el telón. Todo el mundo nos aplaudía tanto por la obra de teatro como por la actuación final de Aeris. Se sentia tan bien. Hicimos varias reverencias hacia todos lados y yo empuje a Aeris hacia adelante: era la estrella, tenía que brillar. Miró al público, encantada y sonrió como nunca la había visto sonreír antes.
Finalmente las obras terminaron y nos retiramos las gafas de realidad aumentada. Cloud y yo nos miramos y salimos del teatro, agarraditos de las manos. Me sentía con el corazón a mil, llena de emociones. 
— Ha estado bien, ¿verdad?- Le dije a Cloud mirándole, con una sonrisa.- Aeris canta de maravilla… Me ha sorprendido tanto su espectáculo.
— Tu también has estado increible.- Mencionó Cloud. No pude evitar ponerme roja.
— Si han asistido a la obra de teatro Loveless tienen una vuelta gratis en noria si van en pareja.- Dijo un auxiliar.- Si piensan canjear su entrada del teatro, rogamos que lo hagan cuanto antes. 
— Vamos.- Dijo Cloud.- La última vez… te quedaste con las ganas de subir. 
— ¿De verdad?- Sonreí, parecía boba de tanto sonreír.
— Si.- Respondió Cloud.
— ¡A qué esperamos entonces!- Exclamé.
Fuimos rápidamente hasta la plaza de la noria y hoy no había fila para subir. Canjeamos el tiquet y empecé a ponerme nerviosa mientras la cabina llegaba. Había llegado el momento.
Ahora si… si que puedo decir que estoy locamente enamorada de Cloud.
La cabina llegó y Cloud entró en esta ofreciéndome la mano para subir. Puse un pie en esta y la puerta se cerró. Nos sentamos en el sofá de la cabina, los nervios iban in crescendo. 
— ¿Y este volante?- Pregunté mirando lo del medio.
— Giralo, a ver que pasa.- Me dijo Cloud.  
Giré el volante y la cabina se empezó a girar. Sonreí, fascinada. 
— Que pasada.- Exclamé.- Es todo tan bonito desde aquí…
Varios hologramas de los diferentes juegos del Gold Saucer aparecieron a nuestro alrededor, decorando el cielo. Cloud no me quitaba la vista de encima, en un momento nuestras miradas se cruzaron y me puse nerviosa, agarrándome mis propias manos. 
— Tengo algo que decirte…- Dije de golpe, mi voz temblaba un poco.
— Yo también.- Mencionó Cloud, se le notaba nervioso también.- Pero dime…
El ambiente respiraba amor, mariposas lo adornaban y nuestros corazones eran la banda sonora del momento. 
— Hemos vivido muchas cosas juntos ultimamente.- Miré por la ventana fijamente.- Y compartimos tantas cosas… pero tantas. ¿No te parece curioso…?
— Puede.- Dijo Cloud mirándome a mí fijamente.- Pero, está bien… ¿no? 
— Pareciera que el destino… quiere que tú y yo…- Me sonrojé mucho al decir esas palabras y bajé mi mirada.- Es decir…
Cloud se acercó a mí y me agarró la mano, fuerte. No pude evitar subir la mirada quedando justamente a la altura de sus ojos, bastante cerca.
— Esto de los sentimientos no es lo mio pero…- Me dijo Cloud.- Durante este tiempo que hemos estado juntos he comprendido una cosa… y la tengo muy clara.
Hubo una pausa por parte de él en ese momento, mientras me miraba fijamente a los ojos. Sus pupilas se dilataban y su iris temblaba un poco. Estaba nerviosa. Las mariposas empezaron a revolotear cada vez más fuerte.
— Quiero pasar el resto de mi vida contigo.- Dijo Cloud.
Mi corazón se congeló en ese momento, sus palabras me hicieron sentir tan bien en ese momento. Cloud puso una mano en mi mejilla y se acercó a mí, juntando nuestros labios en el beso más dulce y más bonito que nos habíamos dado hasta ahora. El más sincero, todos nuestros sentimientos en un solo beso. Cloud se separó unos milímetros, no demasiado.
— Te quiero con mi vida, Sil.
Cloud se me quedó mirando, me abracé fuerte a él sin pensarlo ni un segundo y lo volví a besar de la misma manera. 
— Te quiero mucho, Cloud…- Dije al separarme de nuevo de él.- Estoy… totalmente enamorada de ti.
Nos abrazamos muy fuerte y nuestras bocas se volvieron a encontrar. Los fuegos artificiales empezaron a sonar, iluminando la cabina, iluminando nuestro amor. Cloud se levantó y me agarró de la ropa, llevándome con él. Se sentó en el volante del centro de la cabina y yo me subí encima de él. No tardamos ni un segundo más en volver a juntar nuestros labios, en otro beso ya no tan dulce, mucho más pasional. 
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Habíamos estado tanto tiempo esperando este momento, el momento de expresarlo todo, de dejarlo ir, que todo estaba saliendo como una explosión, como los mismos fuegos artificiales que nos decoraban. Habíamos estado actuando como dos personas que se tenían mucha atracción física, nos habíamos complacido de esa manera pero ninguno había dado el paso de confesar nuestros sentimientos y me hacia muy feliz que por fin habíamos dado el paso. 
Cloud siguió besándome, el amor se complementó a su vera de la pasión. No podía parar de encontrarme con su boca, con su lengua. La temperatura corporal de los dos subía, se notaba perfectamente. Ahora más que nunca nos necesitábamos. 
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Cuando terminamos miramos fijamente nuestro alrededor y vimos que a la noria le quedaba nada y menos para terminar. Rápidamente me levanté de encima suyo y me puse la ropa interior y el vestido bien. Él hizo exactamente lo mismo y nos miramos a los ojos, antes de bajar, volviendo a juntar nuestros labios en un apasionado beso.
Bajamos de la noria y fuimos rumbo al hotel de la mano, sin soltarnos ni un segundo. Me sentía ansiosa de él. Quería estar toda la noche junto con él. 
Finalmente llegamos a la habitación y al entrar y cerrar la puerta detrás nuestra Cloud se acercó a mí, besándome intensamente. Me agarré fuerte a él, a su ropa mientras nuestras bocas jugaban entre ellas. Había pasión pero también muchísimo amor en nuestros besos. 
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Agarré un papel y me limpié rápidamente, cansada. Ya no me notaba el cuerpo. Cloud se estiró a mi lado y me abrazó a él, mirándome a los ojos. Había sido la mejor noche de mi vida. Juntamos nuestros labios una vez más pero dándonos todo el amor del mundo en ese beso. Cuando nos separamos no pude evitar sonrojarme un poco por lo vivido pero me hacía muy feliz.
— Te quiero, Sil.- Me dijo Cloud. Mi corazón iba a explotar.
— Yo también te quiero, Cloud.- Respondí
Estuvimos un buen rato besándonos, sin parar hasta que nos quedamos dormidos. Por fin estábamos juntos, por fin de verdad.  
Te amo, Cloud.
Hotel Embrujado (dia siguiente)
Nos despertamos a la mañana del día siguiente más o menos a la vez. Normalmente si hubiera sido una noche de pasión como las que ya habiamos tenido anteriormente nos hablariamos casi como si nada hubiera pasado pero esta vez no era así.  
— Buenos días, Sil.- Dijo Cloud.
Me acercó a él y me besó. Era un beso de buenos días lleno de amor y de cariño. Las mariposas custodiaron mi estómago una vez más.
— Buenos días, Cloud…- Respondí abrazándolo fuerte.
En la habitación solo había amor en el aire. Me hacía feliz estar así con él, era todo tan bonito. 
— Deberíamos ir tirando hacia el torneo.- Mencioné mirando a Cloud a los ojos. 
— Sí.- Respondió él levantandose.
Cloud agarró toda mi ropa del suelo de la habitación y se acercó a mí, dándomela. Se lo agradecí con la mirada y me vestí, agarrando todas mis pertenencias. Él no tardó en vestirse y rápidamente salimos de la habitación dirigiéndonos a la Plaza de Combate. El Musculiseo. 
Llegamos de la mano y nos dirigimos a la puerta de la plaza donde se encontraban los demás esperándonos. Aeris se fijó en que veníamos con las manos agarradas y sonrío.
— ¡Por fin!- Exclamó Aeris.- ¿Ya os habéis dicho lo que sentís por cada uno? 
Asentí, con una sonrisa, mirando fijamente a Cloud.
— Me alegro muchísimo por vosotros, chicos.- Dijo Tifa con una sonrisa, parecia feliz por nosotros.- De verdad.
— Lo aprecio mucho, Tifa…- Respondí, feliz.
— ¡Me dan nauseas solo de veros!- Exclamó Yuffie.- Pero me alegro, eh. Ya era hora que un poco más y se acaba el mundo antes.
— Me alegro por vosotros o lo que sea.- Dijo Barret.- ¡Pero que esto no retrase la misión, eh!
— Tienes nuestra palabra de que no.- Dije con una sonrisa.
— ¡Miauchas felicidades!- Exclamó Cait Sith con una sonrisa.
— Bueno.- Dijo Cloud, algo avergonzado por la situación.- ¿Vamos tirando?
— Sí, tenemos faena.- Mencionó Red XIII. 
Avisamos al mostrador de que ya habíamos llegado y nos dirigieron a la parte de dentro del musculiseo a esperar nuestra salida. 
— Tengo el orgullo de darles la bienvenida al salón de la fuerza del Gold Saucer: ¡el Musculiseo!- Exclamó Dio, dando la entrada al versus.- Hoy tendrá lugar un encuentro especial entre las tropas de Don Corneo y servidor para disputarnos cómo se llamará este paraíso. Verán, tiempo atrás, cuando empecé a perseguir el sueño del Gold Saucer… 
En la parte superior del musculiseo apareció Don Coreno haciendo de DJ con sus dos presentadores, los mismos que presentaron en la Copa Don Corneo en el Mercado Muro. 
— ¿¡Estás senil, viejales!?- Exclamó uno de los presentadores.- ¡Déjate de cháchara! 
— Aquí nadie ha venido a oír batallitas, ¿a que no?- Dijo el otro presentador.- Anda, deja paso a la chavalada. 
— Scotch y Kotch se quedan al frente de este tinglado.- Mencionó el primer presentador.- ¡Y con toda esta peña! 
— ¡A partir de ya, el nombre del parque está en juego!- Exclamó Kotch. 
— ¿Qué es eso del Gol Soso? ¡Ese nombre es de coña! ¡Hoy mismo lo tiramos a la basura!- Exclamó Scotch.- Si ganamos, ¡esto pasará a llamarse "Corenolandia"! Tranquis, monadas. ¡Ya queda poco para las pruebas de chica de compañía de Don Corneo! 
— ¡A tope! ¡Vamos a darle caña!- Exclamó Kotch.- Sin compasión, ¡solo riesgo y convulsión! ¡Esos puños, a verlos arriba! ¡Y ese ánimo, que yo lo perciba! 
— ¡Venga, que os quiero dándolo todo!- Exclamó Scotch.
En ese momento salimos desde la plataforma a la arena de juego, todo el grupo. Miramos fijamente la situación. 
— ¡A tope! ¡Empecemos!- Exclamó Scotch.- ¡Divertíos hasta desfallecer, gritad hasta enroquecer! 
— Ya está bien de rimas y pantomimas.- Exclamó Kotch.
— ¡A calentar motores!- Dijo Scotch.- ¡Comienza el combate por el nombre! ¡Primera ronda!
Un montón de bandidos salieron por todas las puertas. 
— ¿¡De dónde salen tantos!?- Exclamó Yuffie. 
— Bah, esto está chupado.- Estaba de muy buen humor.
Empezamos todos a pelear contra los bandidos de Don Corneo y como quien dice fueron un paseo. Cada uno que mataba, cada uno que me daba más energía. Terminamos con todos en menos que canta un gallo.
— ¡Estas monadas son auténticas tigresas! La tropa de Dio no se anda con tonterías.- Dijo Kotch. 
— Pero ¡el clan Corneo no está aquí para perder!- Mencionó Scotch. 
— Ya está bien de calentamientos. ¡Ahora empieza el fiestón de verdad!- Exclamó Kotch. 
— ¡De tierras áridas viene cactilio, nuestro bufón favorito!- Exclamó Scotch. 
— De tanto que los hemos regado, ¡ahora es parte de la familia!- Exclamó Kotch. 
— Señoras y señores, ojito con esas espinas. Ahora, ¡paso a la segunda ronda!- Exclamó Scotch. 
Nos enfrentamos a tres Cactuars que tenían una gran agilidad para moverse. Pero no eran nada difícil para nosotros. Llegó un punto que quisieron huir. Cait Sith se montó a lomos de Red XIII y empezó a correr contra los escapistas. 
— ¡Al galopeee!- Exclamó Red XIII.
— ¡Tomiau yaaaa!- Exclamó Cait Sith. 
Fueron a toda velocidad hacia los cacutars y rápidamente los dejaron sin vida, haciendo una especie de pleno con ellos tres.
— ¡Lo están dando todo en un ataque coordinado interspecie!- Exclamó Kotch.- ¡El clan Corneo lo tiene crudísimo! 
— ¡Esto sí que son adversarios! Si titubeas, estás muerto.- Dijo Corch.
Todos miramos a Red XIII y a Cait Sith felicitandoles por tremenda jugada. 
— ¡Sujetaos, porque ahora llega la flor y nata de nuestro clan!- Exclamó Kotch. 
— ¡Hala! ¡Aquí están los hijos predilectos de Don Corneo!- Exclamó Scotch. 
— ¿Quién será la pobre víctima del rencor del clan Corneo?- Preguntó Kotch.
Tres tomberries aparecieron delante nuestro. Estos bichos tenian un ataque mortal: Cuchillazo. Era mejor mantener distancias. 
— Vamos con la última ronda. ¡Que gane el mejor, y con la mejor ovación!- Exclamó Scotch. 
— Y para el perdedor… ¡la peor humillación!- Exclamó Kotch.- ¡Sigamos con el combate por el nombre! ¡A darle caña a esa tercera ronda!
Nos pusimos en guardia y preparé mis materias con una sonrisa. Empezamos a luchar con todas nuestras fuerzas. Decidí decantarme por el ataque desde lejos para evitar su ataque especial y rápidamente terminamos con ellos.
— ¡Ni uno en pie!- Exclamó Yuffie. 
— ¡Aún queda Don Coreno!- Dijo Cloud.
— Fácil.- Sonreí. 
De detrás nuestro salió Don Corneo con su monstruo, el de las alcantarillas, montado en él. Salimos corriendo al ver que nos quería aplastar. 
— A ver con quién me quedo…- Dijo Don Corneo mirándonos fijamente.- ¡Decidido!
— ¡Tifa! ¡Ten cuidado!- Exclamó Aeris.
— ¡Se me hace la boca aguaaaa!- Dijo Don Corneo. 
Tifa echó a correr y se propulsó con la pared para dar una voltereta hacia atrás y salvándose de Don Corneo y haciendo que su queridísimo monstruo se estampe contra la pared de la arena. 
— ¡Hala!- Gritó Scotch.- ¡El ataque furtivo de Don Corneo ha acabado siendo un chasco! 
— Señoras y señores, eso está que arde.- Dijo Kotch.- ¡Nuestro Don Corneo sale a la cancha! 
Don Corneo nos hizo un repaso con la mirada a Tifa, a Aeris, a Yuffie y a mi.
— ¡Qué guapas! ¡Qué bien!- Exclamó Don Corneo. 
— Con vuestro permiso me voy a vomitar.- Dije yo.
— ¡Das una grima que te cagas!- Exclamó Yuffie. 
— ¡Que no os distraiga!- Dijo Cloud. 
— Va siendo hora de un buen repaso, gatitas…- Mencionó Don Corneo.
— ¡Estamos ante un giro inesperado!- Mencionó Scotch.- ¡Empiezan las pruebas de selección de chica de compañía de Don Corneo! 
Empezamos a cargar contra él pero sobre todo contra su monstruo Aps. Me había dado un total asco lo que decía, como no. No era la primera vez que lo veía en modo baboso y daba una repulsión. Con más ganas de derrotarlo me había dejado. Llegó un punto en el que Aps no pudo aguantar más y tiró por los aires a Don Corneo.
— Ay, ayyyy…- Dijo Don Corneo en el suelo. 
Cloud rápidamente se acercó a él y lo amenazó con su espada, clavandola casi cerca de sus partes bajas. 
— Como vuelvas a mirar con tus ojos babosos a mi novia o a mis amigas, te los corto.- Exclamó Cloud. 
Las cuatro miramos fijamente a Don Corneo y Aeris le dio una buena patada. 
— ¿Qué tal si se los arrancamos?- Preguntó Aeris. 
— Mejor se los aplastamos, ¿no?- Preguntó Tifa. 
— ¿Qué tal si se los quemo?- Saqué mi materia PIRO y lo miré fijamente. 
Don Corneo intentó escabullirse gateando pero Barret se puso en medio. 
— ¿Se los vuelo de un disparo?- Preguntó Barret apuntando. 
— Yo se los puedo arrancar de un mordisco.- Dijo Red XIII. 
Don Corneo tiró rápidamente hacia atrás y miró fijamente a Aps para empezar a hacer un berrinche.
— ¡Ya vale, ya vale!- Exclamó Don Corneo.- Cuánta crueldad… ¡Acercaos, guapas! ¡Que puedo con todas! ¡Pero…! Por hoy… ¡me las piro!
Don Corneo se montó en Aps y le dió la orden de marchar corriendo de la arena. 
— ¡Hala! ¡Este combate por el nombre me ha hecho sudar!- Exclamó Scotch.- ¡La tropa de Dio se alza con la victoria! 
— ¡Chupaos esa!- Exclamó Barret. 
— ¡Vivaaa!- Exclamó Yuffie.
Tifa y Aeris se acercaron donde estábamos y chocamos los cinco las tres y luego con Cloud. 
— Ha estado chupado, somos el mejor equipo.- Exclamé.
— No me lo creo.- Dijo Tifa.
Justo en ese momento entró Dio y fue directamente hacia nosotros, con una sonrisa.
— El Gold Saucer conservará su nombre gracias a vosotros.- Nos dijo Dio.- ¡Venid que os dé un buen abrazo para agradecéroslo! 
— No hemos luchado por ti.- Dijo Cloud.
— Danos la piedra angular y estamos en paz.- Mencionó Aeris. 
— Claro, por supuesto.- Dijo Dio con una sonrisa.- Al fin y al cabo, le toca estar con su legítima dueña. Aquí tienes. 
De golpe se apagaron parte de las luces del musculiseo y todos miramos a nuestro alrededor sin entender nada. 
— ¿Qué pasa?- Preguntó Barret.
En ese momento vimos entrar corriendo a Elena, de los Turcos agarrando la piedra angular, con una sonrisa.
— No jodas.- Exclamé.
— ¿¡Los Turcos!?- Preguntó Tifa.
— ¡Devuelve eso, canalla!- Exclamó Barret yendo rápidamente hacia ella. 
Elena rápidamente lanzó la bola hacia el otro lado y al girarnos allí estaba Rude quien la agarró sin problema.
— ¡Vamos, no jodas Rude!- Exclamé.
— Gajes del oficio.- Respondió él esquivando a Yuffie y lanzando la bola a Elena. 
Red XIII fue corriendo hacia ella intentando agarrarla, sin éxito. Elena se la volvió a tirar a Rude. 
— ¿Ahora sois ladrones?- Preguntó Aeris. 
— Esto ya era nuestro.- Respondió Rude. 
— No te lo crees ni tú, ladrón.- Mencionó Cloud. 
— ¡Señor Rude!- Dijo Cait Sith de golpe.
 Rude asintió y le pasó la bola a Cait Sith. En ese momento el gato salió corriendo. No podía creer lo que acababan de ver mis ojos. 
— Pero… ¿¡qué cojones!?- Exclamó Barret.
— ¡Se ha dado el piro!- Exclamó Yuffie. 
— ¡Mierda! Yuffie, Nanaki: ¡tras él!- Exclamó Barret.
Barret se fue corriendo también junto a ellos abandonando el musculiseo. Elena y Rude se miraron y se juntaron mirándonos a nosotros. 
— ¡La venganza se sirve fría!- Exclamó Elena. 
Los cuatro nos pusimos en guardia, esta vez no iba a quedarme de brazos cruzados. 
— ¡Muy bien! Veo que aún queda otro enfrentamiento en el tintero.- Dijo Dio poniéndose en medio.- Primero una pausa y luego reanudaremos cuando ambas partes estén listas. 
Mientras Tifa, Aeris y Cloud se preparaban aproveché para ir donde estaban Rude y Elena.
— ¿Pero qué hacéis?- Pregunté, sin entender nada.
— Pues seguir ordenes.- Respondió Elena.- Es una pena que estes en el equipo contrario como quien dice, pero es lo que toca. 
— ¿Y Cait Sith?- Pregunté mirando a Rude.
— Necesitábamos ayuda de alguna manera.- Me respondió él.- Lo siento, Sil. Sabes que no es nada personal, para nada. 
— Joder, Rude…- Exclamé.- Estoy en un pedazo de compromiso ahora.
— Lucha contra nosotros.- Dijo Elena.- No te cortes.
— No lo haré.- Respondí.- Que gane el mejor.
Le di la mano a Rude y él me la devolvió con una pequeña sonrisa. No pude evitar sonreír un poco. Aunque nos hubieran robado en nuestras narices le tenia mucho aprecio, no me lo podía tomar tan en serio.
— ¿Todo listo?- Preguntó Dio.
— Sí.- Dijo Cloud.
— ¡Bravo! ¿Empezamos?- Preguntó de nuevo Dio. 
De golpe volvieron a aparecer Kotch y Scotch, los presentadores, en escena.
— ¡Aquí están los elegidos! ¡Dejadlo en manos de Scotch y Kotch!- Exclamaron los dos a la vez.
— Ni parpadeéis. ¿¡Listos para darle caña, colegas!?- Exclamó Kotch.
— ¿¡Queréis bronca, colegas!?- Preguntaron los dos a la vez. 
— ¡Vamos con la ronda especial!- Mencionó Scotch. 
— ¡Al lío!- Exclamaron los dos. 
Nos pusimos los cuatro en guardia y empezó la pelea. Esta vez luché de verdad contra ellos, no me corté ni un pelo. Me enfrenté directamente contra Elena, posiblemente porque era a la que no tenía cariño de los Turcos y no me iba a saber tan mal. Empezamos a pegarnos, sin parar. Parecía un uno versus uno. Imbuí mi espada en PIRO y empecé a reventarla con el calor. Llegó un punto que ella se tuvo que tirar hacia atrás, bastante dolida. Miré a mi lado y los demás habían cargado bien contra Rude. 
— ¡Hala! ¿¡Ya está el pescao vendido!?- Preguntó Scotch. 
— ¡Ni de coña! ¿Eh, Rude?- Exclamó Elena. 
— Sí.- Esto solo acaba de empezar.- Dijo Rude. 
Las luces de musculiseo se volvieron a apagar y yo dejé ir un suspiro. 
— ¿Qué pasa ahora?- Pregunté.
— ¡Muy buenas, damas y caballeros! Les pido que dirijan su mirada al centro del coliseo.- Dijo Dio.- Tenemos un invitado sorpresa que hará las delicias de este encuentro. Un fuerte aplauso para… ¡el nuevo presidente de la compañía Shinra! ¡Rufus Shinra! 
De la plataforma del centro salió Rufus Shinra dirigiendo su mirada hacia nosotros.
— ¡Inauditoooo!- Exclamó Kotch.- ¡Esto no tiene precedentes! 
— ¡El presidente de Shinra nos honra con su presencia!- Exclamó Scotch. 
Escuché el perro de Rufus desde arriba, desde las gradas y al mirar hacia arriba vi a Tseng. No pude evitar ponerme un poco nerviosa. Cruzamos miradas y noté su sonrisa. 
— ¿Qué pretende, señor?- Preguntó Elena. 
Rufus calló a Elena con la mano y se dirigió a Cloud. 
— Oficialmente, sigues siendo miembro de Shinra.- Dijo Rufus.- He venido a despedirte en persona. 
— Pero bueno…- Dijo Elena. 
— Reuníos con Tseng.- Indicó Rufus a Elena y a Rude. 
Cloud nos hizo un gesto a Aeris, Tifa y a mi para que nos mantuviéramos al margen y eso hicimos. 
— ¿Estás cachondeándote de mí?- Preguntó Cloud. 
— Te hace falta disciplina.- Mencionó Rufus apuntando a Cloud.
— ¿¡Qué ocurrirá ahora!?- Preguntó Scotch. 
— ¡Un encuentro histórico, para el recuerdo!- Exclamó Kotch.- ¡Señoras y señores! Mucho ojo con las heroicidades del presidente Rufus. 
Cloud y Rufus empezaron una pelea bastante igualada. Parecía que ninguno de los dos se iba a hacer con la victoria hasta que por un error de Rufus, Cloud agarró la delantera, jugando con varios combos. Pero en ese momento el perro infernal de Rufus fue corriendo hacia la arena, llegando justo a tiempo para salvar a su dueño.
— Aquí viene el perro militar del presidente… ¡Tiniebla!- Exclamó Kotch. 
— ¡Ha venido al galope cuando su amo más le necesitaba!- Exclamó Scotch. 
— La obediencia es una virtud.- Dijo Rufus. 
— Veo que mueves la colita de maravilla ante tu amo.- Mencionó Cloud. 
— Y tú necesitas que te metan en vereda.- Añadió Rufus.- Te voy a meter en vereda. 
— Aquí te espero.- Dijo Cloud.
— Perro ladrador, poco mordedor.- Mencionó Rufus.
No le quitaba el ojo a Cloud. Se me hacía tan atractivo verlo de esta manera. Se me hacía la boca agua. 
Cloud empezó a pelear contra Rufus con todas sus fuerzas sobretodo para terminar lo antes posible. Rufus cayó hacia atrás y tuvo que agarrarse del suelo.
— Soy ex-Soldado. ¿Qué esperabas?- Preguntó Cloud. 
— Tanto espectáculo es agotador.- Dijo Rufus sacando una moneda de las suyas y tirándola al aire para llenar todo de humo y largarse.
— Vaya presidente, ¿es que no tiene mejores cosas que hacer?- Pregunté.
— Se ha largado.- Dijo Tifa.
— Es mejor así.- Mencionó Cloud.- Hay cosas más importantes…
— Como Cait, ¿no?- Preguntó Aeris. 
— Eso es.- Dijo Cloud. 
Salimos corriendo del musculiseo corriendo y miramos la zona para ver si encontrábamos donde estaba Cait. Nos separamos y empezamos a dar vueltas por la plaza de Combates. Estaba segura de que no había podido ir demasiado lejos tampoco y además los demás lo habían visto con anterioridad. De golpe vi como Cloud lo había visto y Cait Sith pasó por encima de él saliendo corriendo.
— ¡Eh!- Exclamó Cloud.- ¡Para! 
— ¿Eh?- Dijo Aeris al verlo delante suyo y lo intentó agarrar pero ese gato es muy escurridizo.
— Se siente.- Dijo Cait Sith yéndose.
— ¡Jopetas!- Exclamó Aeris
— ¡Vamos! No hay tiempo que perder.- Dije. 
Gold Saucer: Plaza principal.
Salimos corriendo detrás de él llegando al principio del parque. De golpe lo vimos correr hacia la zona de empleados del Gold Saucer y ya todo el grupo volvíamos a estar juntos yendo detrás de él. Nos metimos por la puerta trasera y cuando salimos vimos el helicóptero de Shinra. Rufus, Elena y Rude ya se encontraban dentro del helicóptero y Tseng estaba fuera junto con Cait Sith. 
— Señor Tseng…- Dijo Cait Sith dándole la piedra angular. 
— ¿En serio?- Exclamé, mirando fijamente a Tseng, desde lejos. 
— Cuidate, Sil.- Tseng me miró con una pequeña sonrisa.- Te quiero.
En ese momento se subió al helicóptero y se fueron todos, dejando a Cait Sith allí. No pude evitar suspirar. Me sentía tan traicionada y no por los Turcos porque al final es su trabajo, me sentía traicionada por Cait Sith. 
— Te voy a despellejar vivo.- Exclamó Barret.
— Prrrdoncito…- Dijo Cait Sith. 
— Tonto de mí que confié en ti, aunque fueras de Shinra.- Mencionó Barret apuntando a Cait Sith.- Me dejé engañar cuando nos conocimos. ¡Nos la has jugado! 
— ¡Barret, no lo hagas!- Exclamó Tifa. 
— Tienes razón.- Dijo Barret.- No se merece ni mis balas. 
— ¿Cómo has podido traicionarnos?- Preguntó Red XIII. 
— ¡Eres lo peor!- Exclamó Yuffie.- ¡Esto nos pasa por confiar en Shinra! 
Aeris se intentó acercar a Cait Sith pero Cloud lo paró.
— No pienso acoger a un traidor en nuestras filas.- Dijo Cloud. 
— ¡Cloud…!- Dijo Cait Sith, con las orejas bajas.- ¿Sil…?
— Puedes jugar a dos lados, pero siempre has de ser fiel a quienes te lo son. Eso lo he aprendido yo con el tiempo.- Le dije antes de girarme y avanzar con mis compañeros. 
— Esto iba a pasar de una miaunera u otra…- Dijo Cait Sith.
Nos alejabamos de donde se encontraba Cait Sith. Había quedado expulsado del grupo.
— ¡Estoy mosqueadísima con Cait!- Exclamó Yuffie. 
— Seguro que le darán un ascenso y todo.- Respondió Barret.
— Se estaba quedando con nosotros desde el principio.- Mencionó Yuffie, enfadada.- ¡Jolín! ¡Me hierve la sangre solo de pensarlo! 
— Aeris… ¿Te pasa algo?- Preguntó Tifa. 
— Es que siempre he pensado que se me daba bien calar a los demás.- Dijo Aeris. 
— No le demos más vueltas.- Mencionó Cloud. 
— ¿Y qué propones? ¡Shinra va a birlar la materia negra!- Exclamó Yuffie.- ¡No hay tiempo que perder! 
— Pero ¿adónde vamos ahora?- Preguntó Barret.
— Solo Cait sabe dónde está el templo… ¿no?- Preguntó Red XIII. 
— Que yo sepa si…- Dije cruzandome de brazos. 
— Podríamos rastrear el helicóptero de los Turcos.- Dijo Vincent. 
— ¿¡En serio!?- Preguntó Aeris. 
— Conozco su frecuencia de onda.- Mencionó Vincent.- Así que los localizaremos si utilizan la radio. 
— Pues el Potrillo tiene una.- Dijo Cid con una sonrisa. 
— ¡De lujo!- Exclamó Barret.
— Ea. ¡Voy a ponerlo todo en marcha, colegas!- Dijo Cid. 
— Nos las apañaremos como sea.- Mencionó Cloud.- Encontraremos el templo. 
— Y en cuanto a la materia negra…- Dije con una sonrisa.- será nuestra. 
Costa del Sol: Puerto.
En el Gold Saucer había un helicóptero que se dirigía a Costa del Sol así que decidimos cogerlo para llegar lo más rápido posible al Potrillo. Nos montamos todos y en un abrir y cerrar de ojos ya estábamos en el puerto de Costa del Sol.
— ¡Muy buenas!- Dijo Cid. 
— Voy a usar la radio.- Mencionó Vincent. 
— A ver si funciona; es viejísima.- Agregó Cid.
— Pues mucho mejor.- Dijo Vincent. 
Nos subimos todos al Potrillo y nos sentamos como de costumbre. Me quedé mirando la ventana, con las emociones al máximo. No me esperaba la traición de Cait Sith, no a estos niveles de magnitud y me sentía muy decepcionada pero al mismo tiempo había tenido la mejor noche de mi vida en el Gold Saucer junto con mi nueva pareja, Cloud.
Ahora sí, empieza un nuevo comienzo en mi vida.
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Esto es una adaptación de la obra original FINAL FANTASY VII (SQUARE ENIX©) sin fines de lucro. Solo tiene fines lúdicos y de comunidad. Prohibida la copia de la adaptación igual que la extracción de personajes propios sin autorización.
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edgar-edmundo · 5 months
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Frank… soy yo…
Cuando Frank tenía nueve años, su papá lo disfrazó de Marlon Brando para Halloween. No fue muy difícil, se limitó al pequeño traje que usaba los domingos en el servicio de la iglesia y le rayó un escueto bigote. Para la quijada le compró una bolsa entera de chicles e hizo que los mascara todos juntos hasta que perdieron sabor. Una vez que esa gigantesca plasta de goma dejó de tener sabor hicieron dos ovillos con ella y los dejaron endurecer; por la noche Frank se las puso en los costados de la mandíbula.
Se dirigían al centro del pueblo para pedir dulces, cuando pasaron frente a la casa de la señora Liudmila, su papá se escabulló hacia su jardín para arrancar una rosa. La señora Liudmila salió a corretearlo
—¡Es para un disfraz! — Gritaba el papá mientras zumbaban las piedras que pasaban rozando su cabeza.
La señora Liudmila apaciguó su coraje cuando se percató del niño de traje. Caminó enternecida hacia él y le preguntó:
—¿Quién serás?
El niño, impresionado por aquella mujerona que por inercia aún sostenía una piedra por lo alto, se limitó a apenas emitir, con desconcierto, un leve
  — Yo…
  —El padrino – Se apresuró a completar su papá, avergonzado aún por el hurto cometido, mientras colocaba la rosa en la solapa del pequeño traje.
Al ver completado el outfit, Liudmila no pudo más que soltar la piedra e inclinar su torso para pellizcar suavemente la mejilla del niño…
—Se ve muy guapo, se parece más a Marlon que al padrino.
Desde entonces ella lo llama Marlon cada vez que lo ve. El día de hoy, mientras pedaleaba su bicicleta de camino a casa de Karina, escuchó ese grito amable - ¡Adiós Marlon! – Frank volteó, y ahí estaba Liudmila, tan entera y vital como hace tantos años, cuidando ese mismo jardín en el que decidió cambiar las rosas por tulipanes, claveles y un par de enredaderas que enmarcan la escena como si fuera un cuadro, al que sólo quien lo pintó sabe que le falta una rosa.  Frank le devolvió una sonrisa que, por la distancia, difícilmente percibiría ella; así que decidió despegar su mano del manubrio para agitarla por el viento en un adiós cuando súbitamente oyó el claxon de un tráiler color naranja.
Frank alcanzó a recuperar el manubrio y giró rápidamente hacia la derecha, zigzagueando unos cuantos metros, y cayendo sobre su tobillo derecho. Mientras veía al tráiler alejarse con ese claxon desvaneciéndose en la distancia, volteó, a ver si Liudmila se había percatado del ridículo percance que acababa de tener. Pero en ese momento ella estaba de perfil y en ese jardín no había más movimiento que el agua que caía de la regadera que Liudmila sostenía tranquilamente. De inmediato Frank recuperó la dirección de su viaje y siguió pedaleando.
Poco antes de llegar a casa de Karina entró a una panadería a buscar una rebanada de mil hojas, el favorito de ella. Si no la encontraba se conformaría con un par de madalenas. Cerca de los bísquets se le acercó un hombre musculoso que le dijo – Yo te conozco. – Desconcertado, pasó de largo al pasillo siguiente. Con la mirada furtiva entre las teleras notó cómo el sujeto se secreteaba con otro de mediana estatura y aspecto juvenil. Se apresuró a tomar un par de panqués y fue rápidamente a la fila de la caja. Detrás de él se formaron un par de señoras que lo veían de forma un tanto lasciva. La incomodidad llegó a tal punto que sintió la urgencia de soltar el pan en la barra y salir de ahí cojeando, pues la caída de la bicicleta ya empezaba a dolerle. Se encaminó hacia la puerta por donde en ese momento entraban un hombre y su hijo de nueve años, completamente indiferentes a la escena que ahí se desarrollaba; incluso a pesar de que, en su apresurada y descontrolada huida, Franka dio un ligero empujón el hombro al papá.  Al salir, aquél hombre musculoso le alcanzó a gritar desde la puerta de la panadería —¡Tú eres el mejor!
Al llegar a casa de Karina noté que se había cortado el cabello, se ve muy guapa así; al mirarla, por dos breves segundos, me sentí como un náufrago que no sólo toca tierra sino la superficie más hermosa nunca vista. Le pedí disculpas por no llevar pan como lo habíamos acordado. En cambio, ella sí había preparado nuestro acostumbrado café de olla. Me dijo que no me preocupara y me preguntó si había tomado “mi” pastilla para el dolor, antes de que siquiera le contara por qué llegué rengueando. Eso me gusta de ella, que es muy observadora.
Ella no dejaba de ver mi mano que temblaba mientras le conté lo sucedido: desde el tráiler hasta la panadería. Terminado el relato de mi travesía, ella dejó de ver mi mano y apuntó hacia mis ojos. Su rostro me parecía diferente, algo había o algo faltaba, pero no atinaba a saber que era. Sin embargo, su mirada me parecía conocida, eterna. Sentí vértigo porque supe que sólo eran unos instantes, esa mirada furtiva se iría como siempre, como el embrujo de algo que se aleja para ser buscado, dejando pistas en diferentes rostros para nunca dejarse atrapar.
—Ay, Frank…lo que te voy a enseñar... parece que no te ayuda mucho. Es como si reiniciáramos cada vez desde cero, en lugar de dejar correr la historia desde este punto. Se que, si no lo hago yo, fácilmente lo puede hacer cualquiera. Pero por alguna razón siempre vienes para acá.
Dejó de mirarme y prendió su celular. Escribió mi nombre en el buscador. Empezaron a salir fotografías que no recuerdo haberme tomado más joven: con esmoquin, en la playa con mejor tono muscular del que he podido tener nunca, y tantas otras como si fuera un modelo o algo así. Creí que era una broma hecha con alguna clase de aplicación. Siguió scroleando la pantalla y había fotos de un hombre tirado en el concreto a escasos dos metros de una bicicleta hecha añicos bajo las ruedas de un tráiler que se había impactado contra una barda, no lejos de ahí había grúas, luces y cámaras y hombres vestidos de negro con letras amarillas en sus camisas que decían “Los pasos de Marlon Staff”. Se supone que Los pasos de Marlon es una película en la que yo actuaba de protagonista. Y que cuando estábamos filmando una escena en la que yo llegaba en bicicleta a casa de una chica, los de Staff, que mantenían cerrada la calle, y los stunts dejaron pasar, por descuido un tráiler naranja que se tenía contemplado para otra escena. El tráiler me interceptó en la esquina de una cuadra por donde la cámara me iba a tomar desde un plano general. Aún siguen buscando al verdadero culpable. Google también daba entradas a entrevistas con la directora de la película, con el operador de cámara, con el staff, y otras personas que no conozco.
Karina me preguntó si me sentía listo para ver un extracto de la película. Nos mentí y dije que sí. Y es que seguía sin sentirme parte de esa situación que describía toda esa supuesta y aparente evidencia. Me era ajena la existencia de una película que por casualidad me ubicaba como Marlon, el mismo apodo con que me conoce la señora Liudmila. Y, sobre todo, me era ajeno el accidente. Karina abrió Youtube y me mostró una secuencia:
Un párvulo joven camina por un callejón (me niego a que sea yo, sólo es alguien más joven que se me parece). El chico llega a la esquina de una casa, saca un par de piedritas de la bolsa de su pantalón y las lanza a una ventana volada que está en un segundo piso. Por entre las cortinas se asoma la sombra de una mujer joven de cabello largo, le hace señas de que se vean en la entrada principal. Él brinca una barda y llega a la fachada de la casa. Detrás de una de las columnas que flanquean la puerta de la casa sale la joven. Ahí está esa misma mirada furtiva. Me dice que es difícil para ella decirme que ya no me quiere ver más, que su novio se puso muy violento la última vez que escuchó mi nombre, y que tiene planeado irse mañana con él a la frontera en su tráiler. Nos abrazamos y a ella se le salen un par de lágrimas; está a punto de besarme, pero nuestro abrazo se desintegra por el grito de su mamá que nos sorprende. Ella (una actriz que se parece a la señora Liudmila) cree que yo he andado “sonsacando” a su hija Kristina, yo lo niego todo y la señora empieza a tirarme manotazos, mientras me reclama haberle dado alcohol y drogas a su hija, yo me asusto porque no recuerdo cosa alguna relacionada con eso. Kristina, mientras llora bajo la luz de la puerta de su casa, le dice que no me pegue, que no soy yo. Logro escapar por la barda. Después hay una toma cenital de mi con ese rostro joven contemplando el techo. Un fundido encadenado muestra un amanecer, le quito el candado a mi bicicleta, me trepo y salgo de cuadro.
Se acaba el video y Karina apaga su celular antes de que se reproduzca ese molesto anuncio de seguros de siempre. Yo me quedo con la intriga de saber qué pasó en la película, más que saber lo que pasó después del accidente. Pero dice que quedó inconclusa, que ese y otros fragmentos se filtraron cuatro años después, y la gente los sube y los baja de la red intermitentemente.
Después me contó que “mis” pastillas para el dolor son porque a veces vuelve el dolor de las operaciones reconstructivas en gran parte del lado derecho de mi cuerpo. Llegando aquí, antes de sentarme a escribir, me desnudé y lo comprobé, no he tenido valor de ver un espejo. También me sugirió tomar el antidepresivo que guardo en el cajón de este escritorio, y me sugirió buscar en ese mismo cajón mi acta de adopción que, se supone, comprueba que no tuve familia sino hasta los diez años. Ya los tomé, pero el acta y mis otros documentos legales los revisaré más tarde.
Cuando Karina empezó a contarme cómo es que nos conocemos voltee a verla y me perdí buscando aquella mirada, pero no había nada, sólo un rostro que me hablaba como a alguien conocido. Salí del trance cuando ella dijo —He pensado que el hecho de que me sigas encontrando aquí tampoco ayuda mucho a tu memoria. Será mejor dejar este florero vacío. — Mientras señalaba un rosa.
Alguien toca a la puerta│
—Fran. Soy yo,│
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poetailurofilica · 9 months
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SUEÑO 19/12/2023
Fue algo extraño, pero para nada incómodo. Y honestamente, hasta me dió gracia en algunos momentos. Sucedió que en un momento estaba como paseando, en el centro de una ciudad, estaba con varias personas, al parecer mi familia, aquí no reconozco rostros, sino más bien, sensaciones, de amistad y familiaridad. En un momento, encontré una especie de silla con ruedas, de esas que son para escritorio, y como estaba un poco rota estaba en la vereda. Simplemente me senté y empecé a seguir el recorrido sobre ella, habían unos niños también a mi al rededor, como si fueran sobrinos, niño y niña, y empezaron a correr, y los seguí sentada en la silla, porque esa era la idea, una carrerita.
Entonces, llego a mitad de la cuadra, casi que me doy con una pared que cerraba un tanto más la vereda, y allí había un ingreso por ese costado al baño de un local grande, entonces todos entraron. Y yo también, seguía en la silla riéndome. Y ahí veo una chica, que sí estaba en silla de rueda!! y me río aún más, y ella también sonrió, un poco que me dio vergüenza porque no quería incomodarla, entonces dije que me parecía muy divertido estar un rato sentada y andar con ruedas. Ella lo entendió por completo, aún así ya tenía que irse. Y luego, en realidad la que se sintió incómoda fui yo, pero no tanto, más bien fue como culpa por no poder o no saber cómo incluirla en ese juego, y ella ya se había ido. Así que, estaba un poco decaída porque quería ser su amiga.
Entonces, voy al baño, y luego cuando salimos, una de las niñas me muestra una puerta, pensé que iríamos a entrar a ése local, tipo shopping, o a un patio, estaba en la parte trasera de los baños, que eran un lugar ya de por sí, sumamente amplio.
Cuando abre la puerta, simplemente el ambiente era otro universo. El cielo era obscuro, pero completamente estrellado, era de noche claro, en todo el sueño realmente, sólo que parecía que desde ahí se apreciaba mejor eso. Casi que todo se veía en un tono rosáceo. Había mucho pasto crecido. Muy absurdamente crecido, y demasiado bien cuidado. Alto hasta la rodilla. Arbustos grandes, podados con formas. Increíblemente verde, plantas y flores de todo tipo. Realmente un lugar absolutamente mágico, a mi parecer. Un jardín que seguía y seguía, con caminos de piedras muy sutilmente ubicadas, algunos arcos de metal con enredaderas, muy similar a unos que había visto una vez, sí.
Y he aquí lo interesante: seguí a la niña, pues estaba corriendo con muchísima felicidad hacia un bulto a lo lejos. Ella llega primero y resulta ser que era un cisne impresionantemente enorme, rosado, que al verla se levanta y temí que la lastimara, pero ella fue de inmediato a tocarlo y abrazarlo. Entonces el cisne, reaccionó de manera muy amorosa también. Y ambos estaban jugando. También quise tocar al cisne. Eran muy suaves sus plumas, gigantes, el animal es casi como del tamaño de toda una habitación. Seguían jugando, y a mí me llamó la atención otros sonidos. Empecé a recorrer el lugar y a buscar de donde venían.
Caminé por un sendero, que me llevó al ingreso de una parada de trenes. Ahí ya había un edificio y el lugar tenía más bien tonos sepias y metálicos, grises. Crucé las vías, e ingresé a los pasillos, fui del otro lado de las boleterías. Parecía que estaba cerrado, pero aún habían luces de emergencia y algún que otro foco parpadeante. En un momento, me quedé vacilando porque sólo podía observar para tratar de entender donde estaba. Realmente no volví a emitir palabras, más bien estaba absorta con el panorama. Entonces, en un momento, avanzo hacia un sector menos iluminado, y veo a lo lejos, uno al lado de otro, (esto fue raro) todos los personajes del FNAF (para los que conocen el juego, la verdad nunca lo jugué, sólo interpreté las voces de algunos personajes, para unas animaciones fanmades) Realmente no tengo idea si eso sucede o no en el juego. Pero ahí estaban, bien creepys y todos como desde las sombras. Algo arruinados, sucios y lastimados.
No sé qué significa, así que sólo lo anoto como parte de este viaje sin fin de vivir soñando.
Saluth.-
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ferrerparera · 1 year
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Pasos para crear un huerto urbano
Encuentra un lugar adecuado: Busca un espacio en tu hogar que reciba suficiente luz solar y que tenga acceso a agua. Si no tienes un jardín o terraza, puedes usar macetas o contenedores.
Prepara el suelo o contenedor: Si vas a plantar en el suelo, limpia la zona de hierbas y piedras. Si vas a usar contenedores, asegúrate de que tengan buen drenaje para que las raíces de las plantas no se pudran. También puedes mezclar tierra y compost para enriquecer el suelo.
Escoge tus plantas: Decide qué quieres plantar en tu huerto. Puedes optar por plantas de temporada, hierbas aromáticas o verduras y hortalizas. Algunas opciones populares para huertos urbanos incluyen tomates, lechugas, zanahorias, fresas, hierbas como albahaca y menta, entre otros.
Siembra las plantas: Siembra las semillas o transplanta las plantas que compraste. Sigue las instrucciones del paquete o consulta en línea para saber la profundidad y distancia adecuada de plantación.
Riega las plantas: Mantén tus plantas bien regadas. La cantidad de agua dependerá del tipo de planta que hayas sembrado. En general, es mejor regar en la mañana temprano o en la noche para evitar que el sol caliente el agua y evapore más rápido.
Cuida tus plantas: Para tener un huerto saludable, es importante cuidar las plantas. Remueve las malas hierbas, fertiliza las plantas con abono orgánico y revisa regularmente si hay plagas o enfermedades.
¡Listo! Con estos sencillos pasos ya puedes empezar tu huerto urbano. Recuerda que tener un huerto es una actividad muy gratificante y relajante, además de que te permite disfrutar de alimentos frescos y saludables.
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mroigrevista · 2 years
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BILLETE SOLO DE IDA
1ºC: Martina Durán
Invierno de 2010: el peor y mejor invierno de mi vida.
Hola, soy Emma, vivo en una casa en Wormwood, una pequeña ciudad en el norte de los Estados Unidos, con mis padres: Caroline y Michael, los quiero mucho y lo que más me gusta de mi madre es su tatuaje de mariposa en su ombligo. Soy una chica arisca, extrovertida, muy inteligente pero nada responsable. Siempre me dejo los deberes, la mochila e incluso alguna vez he olvidado ir al instituto, hasta que mi tutora se hartó y me expulsó durante dos semanas. Mis padres estaban furiosos y para desconectar y tomarse un descanso se fueron una semana a Canadá mientras yo me quedaba en casa sola, y durante esos días no me dejaron salir.
Durante el primer día de la expulsión se me congelaron los pies bajando las amplias escaleras de caracol que conducían al comedor. Una vez abajo, rápidamente me puse un jersey y unos calcetines navideños, ya que se acercaba la navidad. Acto seguido, preparé el desayuno: unas tostadas con mantequilla y miel y una taza de café con nata y caramelo. Mientras desayunaba, revisaba mi teléfono, tenía mucho sueño y me fijé en la hora que era, ¡las ocho de la mañana! Me llegó un mensaje de mi mejor amiga Gala, preguntándome por qué no estaba en el instituto, yo simplemente respondí que estaba enferma y después encendí la televisión y me senté en el sofá a descansar durante todo el día, sin hacer absolutamente nada. Pasó el día, ya eran las once de la noche y me dirigí a mi cuarto para leer e ir a dormir.
Después de la monotonía del día anterior, cada vez estaba más y más desmotivada, solamente era el segundo día y no podía más, necesitaba cambiar de aires. Ese mismo día, mientras desayunaba, otra vez café con tostadas con mantequilla y miel, encontré un papelito sobre la encimera de la cocina en el que había escrito un pequeño texto:<>. Juro que lo leí y releí pero seguía sin encontrarle el sentido, hasta que me fijé en las letras en negrita y las junté:
¿nciónetsa? Pero… ¡Esto no tiene ningún sentido!
Luego lo entendí:
Quizá si las mezclo… Esta… ¡estación N! Pero, en esta ciudad únicamente hay una estación y es la estación de Northwood… ¡Claro! Se refiere a la estación del Norte, cómo la de Northwood.
En ese momento, me dio la sensación de que se me abrieron todas las puertas de mis dudas, menos una: ¿por qué me estaba encontrando esos papeles? Y, ¿para qué eran?. Por lo tanto, tendría que encontrar la llave para esa puerta.
Al día siguiente, por la mañana, me puse manos a la obra e inicié la búsqueda de los horarios de los trenes y el más barato era a las siete de la tarde, aunque aún desconocía mi destino. Ya eran las seis y me hice la mochila en la que metí: una toalla y neceser (por si acaso), dinero, mi teléfono, un mapa de la zona, unas galletas y agua y bajé a la cocina para hacerme un bocadillo de tortilla para cenar.
A las seis y media salí de casa y revisé el buzón del jardín para asegurarme de que no había nada y de la nada encontré otro papelito y lo leí:
¿1·Pa.15,2·Mt.9NAM075? Esto es aún peor, solo me es conocida la última indicación, sé que es una matrícula pero no tenía ni la más remota idea del significado de la otra.
Cogí la mochila y fui yendo hacia la estación de tren para que no se me hiciera tarde y llegué justo a tiempo, el tren me esperaba allí. Estuve la mayor parte del trayecto intentando descifrar el mensaje del papelito pero no le encontraba el significado. Pasó mucho rato y se me ocurrió mirar al panel de paradas cuando vi una indicación que decía: ‘’ Próxima parada: StoneTown núm. 15’’ y allí lo entendí todo, se refería a la parada de tren. Dentro, no había mucha gente, la mayoría de asientos estaban vacíos y lo único que conseguía percibir era el rico aroma de mi bocadillo de tortilla, ¡se me hacía la boca agua solo con olerlo!
Una vez llegué, mi destino era un pequeño pueblo lleno de casas hechas de piedra (de allí el nombre), eran las ocho y media de la noche y en ese momento me encontraba en la plaza principal del pueblo. Me senté en uno de esos bancos de piedra duros y rugosos a comer mi bocadillo y a beber agua para descansar un rato. Luego me fui a dar una vuelta por el pueblo para explorarlo cuando pasé por una casa un tanto peculiar: era muy colorida y era de madera y al lado había una furgoneta decorada de mariposas y flores pero la matrícula me era familiar y tuve la idea de revisar la matrícula de mi papelito y… ¡Madre mía! Coincidían, me acerqué un poco más y me froté los ojos para asegurarme de lo que estaba viendo. Casi se me escapa un grito pero me salió una pequeña parte y eso alarmó a los dueños de la casa. Abrieron la ventana para ver lo que estaba sucediendo e intenté esconderme pero ya era demasiado tarde, me vieron. En ese momento mi cerebro solamente podía pensar en una frase: ‘’ Tierra trágame, tierra trágame’’. Ese vecino era muy generoso y me ofreció pasar la noche en su casa ya que las temperaturas por la noche eran bastante bajas. La verdad es que su hospitalidad era excelente y no me faltó de nada. Durante la noche dormí en el sofá de cuero, bien calentita.
Al día siguiente me desperté por el sol tan potente que traspasaba las cortinas del comedor y en la cocina estaba el vecino. Era un hombre mayor de unos setenta años, con barba y muchos tatuajes, uno de ellos una mariposa, el cual me recordó al de mi madre. En ese momento me dio nostalgia de cuando era pequeña y me salieron un par de lágrimas pero que acabaron siendo muchas más, el vecino vino y me ofreció un paquete de pañuelos y al abrirlo me encontré con otro papelito. Eso me levantó sospechas sobre el vecino pero lo dejé estar. Tardé unos quince minutos para cambiarme e ir a conocer el pueblo pero me acordé del papelito, me paré en un banco y lo leí: << StoneRock Mount>>
Creo que es la montaña que envuelve a este pueblecito, creo que tengo que subirla o algo parecido.
A esas alturas ya tenía claro como, más o menos, descifrar los mensajes de los papelitos así que me dirigí a la casa del vecino para coger mi mochila y subir la montaña. Una vez preparada, inicié la ruta, sinceramente no sabía a dónde iba, pero sí sabía que todos esos papelitos y toda esa historia tenía algo de sentido. La subida era bastante pendiente y me estaba cansando, iba haciendo pequeñas pausas para respirar y beber agua. Lo bueno es que el camino era totalmente recto y no había manera de perderse. Ya llevaba unos cuarenta minutos andando y, no sé el motivo, me notaba exhausta y mareada. De pronto comencé a ver puntitos negros hasta que noté que mi cuerpo empezaba a levitar. En aquel instante me hallaba suspendida en el aire y lo que yo veía era un fondo totalmente negro, un negro tan sólido que no podía ni percibir mi propia sombra. Estuve un breve momento mientras no pasaba absolutamente nada hasta que empecé a oír voces, voces que me eran familiares. Me recordaban a la de mi madre y mi padre, había otras voces pero para mí eran desconocidas, todo cambió cuando empezaron a salir imágenes en ese espacio negro, imágenes de quien parecía ser el vecino en las que salía una escena donde yo era un bebé y el vecino me estaba regalando a… ¡¿ Mis padres?!
Así que, el vecino era realmente mi padre, ¿¡ o cómo va esto!?
Pero ahí no acababa todo, el vecino empezó a hablar:
<Hola John, - dijo mi madre - mire, estoy embarazada de dos meses y estamos visitando este pueblecito, me gustaría tatuarme algo en el ombligo para celebrar mi primer embarazo, por ejemplo… una mariposa, ya que su furgoneta está personalizada con mariposas.
De acuerdo. - dijo John
Luego John dijo algo más:
Señores, os propongo un trato.
Diga John - dijo mi madre
Os regalo a la niña a cambio del tatuaje gratis, por cierto, yo la he llamado Gema pero si le queréis cambiar de nombre podéis.
De momento no nos interesa, gracias. - aceptó mi madre
Por lo tanto, mi madre se hizo el tatuaje y se fueron a… ¡¿StoneRock Mount!?
Súbitamente, las imágenes se desvanecieron. Pasó un rato y volvieron a aparecer, y esas las voy a describir un poco diferentes porque son bastante impactantes: Caroline y Michael, mis padres ‘’adoptivos’’, se dirigieron a StoneRock Mount
y justo en el punto donde estoy ahora mismo levitando, Caroline empezó a llorar de dolor y resulta que el bebé no se mantuvo con vida debido al tatuaje de mariposa. Después de ese momento Michael llevó a mi madre en brazos hasta la clínica más cercana. Allí estuvo unos días recuperándose y cuando estaba completamente recuperada salió y fueron a la furgoneta del tatuador otra vez.
Hola John, vengo a buscar a la niña, le llamaremos Emma si le parece bien.
Perfecto señores.
¿Así que esta es la historia de mi infancia? Aún no me lo creo. Estoy impactada.
Ya eran las ocho de la tarde y decidí bajar de nuevo al pueblo. Llegué a la casa del vecino, John, y le expliqué todo. Él, desde el principio, ya me había reconocido por mis ojos tan azules y lo que él quería era que yo lo descubriera por mí misma, y lo ha conseguido. De hecho he decidido que me quiero quedar aquí, en este pueblecito con John ya que es mi verdadero padre, pensando que mis padres me escogieron por una pérdida y no porque, en un principio, quisieran. Mañana tendré que volver a Wormwood a hacer maletas para mudarme aquí.
He intentado preguntarle a John sobre mi madre biológica, él no me ha querido responder así que supongo que me quedaré con esa duda. Ahora, solo me queda encontrar la llave de esa última duda y tendré todas mis puertas abiertas.
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davidsoto666 · 2 years
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SABEN POR QUE NO AVANZAN AUNQUE SE LE OFRENDE A LOS ORISHAS..????
La ofrenda correcta...
Cierta vez,un hombre fuè a verse con un babaláwo de esos que poco hay en la actualidad.....
Queria saber por que no habia nada seguro en su vida. Al recibir el mensaje de Ifá, descubrio cuál era el problema. El babalawo le dijo:'Mi hijo, su vida no va para adelante porque usted no ha hecho las ofrendas que deberìa .'
Sorprendido el hombre y queriendo resolver, respondio:' He hecho ofrendas a todos los orisás.¿Como pude no haber hecho las ofrendas que debería?
Fui a la cascada, agradeci a mamá Oshùn llevàndole girasoles y miel. Fui hasta el mar, y a Yemayá le ofrendè flores y perfumes.
En los campos,ofrecí a Ogùn carne de res.
A Oyá le ofrendè arroz blanco con berenjenas.
A Babalu ayè le ofrendè mazorcas de maíz asadas,
Sangò ha comido un sabroso amalá,
y a Osóssi le llevé hasta los bosques un banquete con alpiste, mijo, ñame, aguardiente, anís, tabaco, pájaros cazados y mucho más.
Y al glorioso padre Obatalá,le oferendè en un hermoso jardín en la montaña, un sabroso arroz con leche y guanàbanas ...Ahora me pregunto: ¿Todavía ha faltado algo?'
' Ha faltado el principal, hijo mio!'
' Cuando usted fue a la cascada a complacer Oshùn, pidièndole amor le dio girasoles y miel. Pero no ofrendò el amor que ella esperaba que tuviera por su religión, por sus antepasados y por sus semejantes.
En las aguas de Yemayá, usted ha pedido que bendiga a su familia, pero no es sólo con flores y perfumes que se agrada a la reina del mar. Es preciso que trate a todos sus hermanos con respeto, porque todos somos una sola familia.
En los campos de Ogùn, no basta con darle ofrendas de carne, Necesita usted tener la valentía de un guerrero para soportar los retos inherentes a la victoria deseada.
Los vientos de Yanzà, que sacuden los arboles, te aportan los aires de la certeza que ponen en orden nuestros Corazones dudosos, llevandòse a los eguns desorientados y regando nuestro espìritu con valor y entusiasmo.
En los caminos de Eleguà, solo consigue adentrar con profundidad quien trae consigo la buena voluntad, logrando en la travesìa obtener la sabiduría, pues sin ella no se puede deshacerse del dolor en la vida causado por la apatìa, desesperanza y negatividad, creadoras de la falta de fè.
En la casa del viejo Babalu Ayè,no sirve sòlo dejarle mazorcas de maìz asadas ni ofrenda alguna sin experimentar lo que esto representa.Es necesario hundir en el fuego de la intolerancia, dejar la cáscara de la venganza y resurgir espiritualmente como una flor .
El amalá solo gusta la Sangò si tu corazón no està como una piedra, pues así no sirve pedirle y èl aplica entonces la justicia sobre sus desafectos, porque usted no ha evolucionado lo suficiente para discernir justicia de venganza. Sería mejor haber solicitado que èl le enseñase la forma de proceder con justicia para con el prójimo.
Para Oshosi, no era necesario un banquete. La abundancia en su vida vendrá cuando usted reparta con los menos favorecidos lo que tiene en abundancia ,¿porque? Por que a quién reparte lo que tiene, nuca le faltará.
En cuanto al buen padre Obatalá...èl requiere de usted mucho más que un arroz con leche.
Para agradarlo .su mejor ofrenda es que tenga buen corazón.No basta éste con que el arroz este exquisito ; su corazón es el que debe estar formado de la más pura brancura. Usted ha pedido paz, pero no afirma actuado de forma pacífica durante toda su vida. Y aún asì.. dijo que los trabajos y ofrendas no le han resultado .
Ahora bien! No fueron los trabajos, ebós, sacrificios y ofrendas lo que ha fracasado.
Evalúe su vida hasta los días de hoy. Ponga un punto final en el modo egoísta de vivir. Vuelva hasta el rincón de los Orisás y pìdales todo el asé necesario para que sus manos y su espìritu puedan promover en este Mundo la paz, el amor, la abundancia, la justicia, la valentía, la sabiduría y la Fuerza generadora de las obras de bien.
Sólo después de cambiar su manera de actuar, para poder plantar y regar buenas semillas, Usted puede recoger los frutos de un nuevo amanecer.
Entonces, haga con fè sus ofrendas,de esta forma, los orisàs, dios y los ancestros estarán ante usted.pero no olvide que la mayor ofrenda serà siempre su buen corazón!'
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estanques · 14 days
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Mejore su estanque con cascadas prefabricadas: una solución elegante y eficiente
Crear un estanque hermoso y sereno en su jardín puede transformar su espacio al aire libre en un refugio tranquilo. Una de las características más cautivadoras que puede agregar a su estanque es una cascada. Si bien construir una cascada personalizada puede ser un proyecto complejo y que requiere mucho trabajo, las cascadas prefabricadas para estanques ofrecen una alternativa elegante, eficiente y manejable.
¿Qué son las cascadas prefabricadas?
Las cascadas prefabricadas son unidades de cascada prefabricadas y listas para instalar diseñadas para agregar una fuente de agua en cascada a su estanque con un mínimo esfuerzo. Estas cascadas vienen en varios estilos, tamaños y materiales, que a menudo incluyen piedra, concreto y fibra de vidrio. A diferencia de las cascadas tradicionales hechas a medida, los modelos prefabricados se fabrican con anticipación, lo que permite una instalación rápida y un disfrute inmediato.
Beneficios de las cascadas prefabricadas
Facilidad de instalación: una de las principales ventajas de las cascadas prefabricadas es su facilidad de instalación. La mayoría de los modelos vienen con instrucciones sencillas y solo requieren herramientas básicas para su instalación. Esto significa que puede tener una hermosa cascada en funcionamiento en una fracción del tiempo que llevaría construir una desde cero.
Rentable: construir una cascada personalizada puede ser costoso, con costos asociados con materiales, mano de obra y diseño. Las cascadas prefabricadas suelen ser más asequibles y brindan una estética de alta calidad a un precio más bajo. Esto las convierte en una opción atractiva para los propietarios conscientes del presupuesto que buscan mejorar su estanque.
Calidad constante: las cascadas prefabricadas se elaboran en entornos controlados, lo que garantiza una calidad constante que puede ser difícil de lograr con características hechas a medida. Los materiales utilizados se seleccionan cuidadosamente para lograr durabilidad y apariencia, lo que garantiza que su cascada mantendrá su belleza con el tiempo.
Variedad de estilos: ya sea que prefiera un aspecto natural y resistente o un diseño elegante y moderno, las cascadas prefabricadas vienen en una variedad de estilos para adaptarse a diferentes gustos y paisajes. Desde formaciones rocosas en cascada hasta elegantes diseños escalonados, puede encontrar una cascada que complemente el diseño de su estanque y jardín.
Bajo mantenimiento: las cascadas prefabricadas están diseñadas para requerir poco mantenimiento. Los materiales utilizados son resistentes al crecimiento de algas y musgo, y el diseño a menudo incluye características que evitan que los residuos obstruyan el sistema. Esto significa menos tiempo dedicado al mantenimiento y más tiempo para disfrutar de su hermoso estanque.
Cómo elegir la cascada prefabricada adecuada
Al seleccionar una cascada prefabricada para su estanque, tenga en cuenta los siguientes factores:
Tamaño y escala: Elija una cascada que sea proporcional al tamaño de su estanque. Un estanque pequeño puede verse abrumado por una cascada grande, mientras que una cascada pequeña puede parecer insignificante en un estanque grande. El equilibrio es clave para crear un aspecto armonioso.
Material y acabado: El material y el acabado de la cascada deben complementar los elementos existentes de su estanque y jardín. Los acabados de piedra y roca combinan bien con entornos naturales, mientras que los diseños elegantes y modernos pueden realzar los paisajes contemporáneos.
Caudal: Tenga en cuenta el caudal de la cascada, que es el volumen de agua que puede soportar. Asegúrese de que el sistema de bomba de su estanque pueda soportar el caudal de la cascada para un rendimiento óptimo.
Facilidad de mantenimiento: Busque características que faciliten el mantenimiento, como pantallas removibles o sistemas de filtración incorporados.
Consejos de instalación y mantenimiento
Si bien las cascadas prefabricadas están diseñadas para una fácil instalación, es fundamental seguir cuidadosamente las instrucciones del fabricante. Asegúrese de que la base esté nivelada y que la cascada esté anclada de manera segura para evitar que se mueva. Revise regularmente si hay residuos o bloqueos para mantener la cascada fluyendo sin problemas.
En conclusión, las articulos para estanques ofrecen una forma práctica y estéticamente agradable de mejorar su estanque. Con su facilidad de instalación, rentabilidad y variedad de estilos, brindan una hermosa fuente de agua que agrega interés visual y sonidos relajantes a su espacio al aire libre. Ya sea que sea un jardinero experimentado o un propietario de estanque por primera vez, una cascada prefabricada puede ser una adición perfecta a su santuario de jardín.
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wallamascotas · 2 months
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KIMU - TARRAGONA
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Kimu es un macho sin castrar de unos 25 kg, es un cruce de labrador posiblemente con alguna descendencia de mastín. Lo cogí cuando lo entregaban en una protectora de Reus y después me tuve que ir inesperadamente de la casa donde vivía, ahora no tengo jardín y estando más lejos del trabajo cuidarlo bien me es imposible. Por eso busco a alguien que lo pueda cuidar bien desde que me mudé... Sabe caminar al lado, se espera sentado, viene al llamarlo, consigue no hacer pipi y caca en casa si se le saca 3 veces al día en los mismos horarios, ya no llora de ansiedad por separación y tampoco es agresivo con otros perros. Le gusta mucho que le tiren piedras aunque mejor pelotas. Es un perro cariñoso y muy sociable con niños, gatos y otros perros. Con desconocidos se muestra protector al no dejar que se acerquen a la casa. Es un buen perro para compañía y para vigirlar un jardín. Es muy tranquilo pero está acostumbrado a pasear por el campo. Read the full article
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flipatravel · 3 months
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Bora Bora Pearl Resorts
Ubicado en Motu Tevairoa, a sólo diez minutos en barco desde el aeropuerto y quince minutos a través de la laguna desde el pueblo de Vaitape, Le Bora Bora combina una ubicación paradisíaca y proximidad al continente. El complejo cuenta con un estilo y una arquitectura polinesios auténticos y, sin duda, ofrece algunas de las habitaciones y villas de diseño más tradicional de Bora Bora. Si bien los bungalows sobre el agua son el tipo de alojamiento emblemático de Bora Bora, el complejo también cuenta con amplias villas con jardín con piscina  y villas de playa con piscina y vistas mágicas del emblemático monte Otemanu. Las 108 habitaciones y villas están ubicadas en un hermoso jardín tropical, en la playa y, por supuesto, sobre la laguna turquesa. Hay tres restaurantes y dos bares y la cocina es internacional con un toque polinesio. En el TĀVAI Spa , se ha capturado la naturaleza generosa de las islas para crear tratamientos decadentes que rejuvenecerán y renovarán. Los exfoliantes corporales con ducha Vichy, el masaje con piedras calientes con aceite aromático de monoï o el masaje local taurumi... hay mucho para elegir y los amantes del spa no quedarán decepcionados. En el primer piso de la recepción, descubra nuestras 3 tiendas de regalos: - Bora Bora Original:  el mejor lugar para el arte, la moda y el estilo. La boutique ofrece una variedad de ropa de calidad, joyas originales y más. Abierto todos los días de 8:45 am a 5 pm. -  Moe Moeā:  como en un sueño hecho realidad, descubre la famosa gema de Tahití, la perla negra, con nuestra colección especial de joyas y nuestra selección exclusiva de arte polinesio. Abierto todos los días de 8:45 am a 5 pm. -  Hinano Life:  abraza plenamente el estilo isleño con nuestra gama única de ropa y accesorios que lucen los colores de la Polinesia Francesa. Abierto todos los días de 8:30 am a 5 pm. En cuanto a recreación , hay disponible una variedad de juguetes acuáticos no motorizados: tablas de remo, kayaks y canoas con estabilizadores, equipo de snorkel. En tierra: pista de tenis, ping pong, petanca y gimnasio totalmente climatizado.
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loshijosdebal · 3 months
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Capítulo XXIV: Bienvenida a casa
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Cuando llegaron al nacimiento del río Hjaal, Seth la ayudó a desmontar del caballo. El majestuoso frisón tenía un aura morada que no recordaba, aunque la verdad es que sus recuerdos del día en que la rescató de los falmer eran algo borrosos. Miró a su alrededor, inquieta y llena de dudas. Había imaginado que irían al Cerro, pero allí estaban, en mitad de la nada. Lo único que había allí era un islote en cuyo centro había una vieja torre en ruinas. Alicent abrió la boca para preguntar dónde estaban, pero no tardó en cerrarla; él ya le había repetido en varias ocasiones que se lo explicaría todo a la vuelta, ya que ahora el tiempo apremiaba. 
Miró hacia el islote, preguntándose si ese sería su destino. Como si Seth hubiera notado sus dudas, alzó una mano y frente a ella hubo un ligero destello blanco seguido de una vibración sutil bajo sus pies. Poco a poco, un camino de piedras empezó a emerger de las profundidades del lago. Las piedras eran lo bastante grandes como para pasar despreocupadamente, pero aunque parecían estables, Alicent vaciló, temerosa de caer al agua helada. Seth la tomó de la cintura, pegándose a su espalda
—Puedes cruzar —susurró con cariño desde atrás, sobre su pelo—. Quiero que conozcas ya nuestro nuevo hogar.
¿Viviremos en unas ruinas? Alicent giró la cabeza para mirarlo, dubitativa. Sonreía. De hecho, parecía estar de muy buen humor. ¿Cómo puede estar tan tranquilo? Ella tenía un nudo en el estómago, estaba de los nervios pensando en su madre y en Idgrod, pero también en todos sus vecinos.  
Seth le dio un empujón suave para animarla a cruzar. Alicent sujetó los pliegues de su vestido con las manos y lo levantó un poco. Tras juntar algo de valor, se subió a la primera piedra tras tantear su estabilidad. Una vez lo hizo, saltó a la siguiente y así hasta seis veces hasta que alcanzó el islote. Conforme se iba acercando, algo empezó a cambiar a su alrededor. Como si cayera un velo o, mejor, como si lo cruzara, la torre en ruinas se fue transformando ante sus ojos. La maleza desapareció, revelando un bonito jardín, y también lo hicieron los escombros. La torre mostró su forma original, tal y como debía haber sido antaño, antes de que las guerras y el paso del tiempo la hicieran trizas. Era magnífica, de piedra gris clara y tan alta que imponía. Su arquitectura no se parecía a ninguna que ella hubiera visto antes; parecía mágica.
Se bajó del puente, ya en el otro extremo. Un pequeño camino empedrado bordeado de campanillas moradas llevaba hasta la entrada y Alicent correteó hasta la mitad, fascinada, olvidando por un momento lo que qué estaba pasando en Morthal. Allí se giró hacia él. Seth bajó de la última piedra del puente y caminó hacia ella con parsimonia. Cuando estuvieron frente a frente, él volvió a coger su cintura para pegarla contra sí y besarla. 
—Bienvenida a casa.
Alicent sonrió, con el corazón latiendo tan fuerte que podía sentir el pulso en los oídos. Vivirían en una torre escondida donde nadie podría encontrarlos salvo que ellos quisieran. Parecía un cuento de hadas. 
—Ahora debo irme, Ali —siguió él—. Entra y ponte cómoda. A mi regreso te lo explicaré todo —prometió una vez más.
—Vuelve pronto —pidió ella en un susurro. 
—Te lo prometo.
Tras decir esto, Seth se alejó, desandando el camino hacia el puente. 
—¡Ten cuidado! —gritó, viendo cómo desaparecía de su vista.
Cuando quedó sola, Alicent se abrazó a sí misma. Todas las preocupaciones volvieron a su mente y se le hizo un nudo en la garganta. Por un lado quería que él volviera a Morthal rápido para poner a salvo a sus seres queridos, pero, por otro, tenía miedo de que le pasara algo durante el combate. Esa parte deseó que se quedara con ella allí, donde nadie podría hacerles daño nunca.
Una nueva ráfaga de viento le provocó un escalofrío y la hizo volver en sí. Cogió aire y recorrió el camino que la separaba de la entrada. Las puertas de metal eran pesadas, pero se abrieron solas en cuanto posó la mano sobre ellas, como si la torre la aceptara y le diera la bienvenida. Aunque sus ojos se habían acostumbrado a la oscuridad del exterior, la luz del interior era tenue y no la molestó en absoluto. En cuanto se dio cuenta de los pequeños orbes azules que flotaban junto a las paredes, emitiendo luz, jadeó impresionada. Si por fuera la torre parecía mágica, el interior dejaba claro que lo era.
Avanzó mirando todo a su alrededor. A la izquierda, nada más entrar, había unas escaleras de piedra que daban al piso superior, y un gato recostado sobre uno de los escalones se quedó mirando hacia ella. A la derecha había otras escaleras que bajaban. Alicent siguió al frente y llegó a una gran sala circular, en cuyo centro había otra otra sala más, también redonda. Había tanto por explorar que se sintió abrumada. Desde su posición pudo apreciar que en la sala exterior había varias mesas. Una se parecía a la que Falion tenía en su casa, donde a veces encantaba armas, joyas o armaduras. Al otro lado había una parecida que tenía varios bastones al lado. Aunque la curiosidad la invitó a rodear el anillo exterior de la torre, escuchó voces hablando en la sala interior. ¿Serán los criados? Como noble que era, tenía sentido que Seth los tuviera. No supo cómo sentirse al respecto, ya que ella siempre había tenido que hacerlo todo por su cuenta. Como fuera, se animó a entrar para presentarse. 
La puerta era de madera oscura y no chirrió cuando Alicent la empujó. Abrió la boca para saludar, pero lo que vio en el interior la dejó sin habla. Había cuatro personas en el centro de la habitación. Un hombre al que no conocía, calvo y fuerte, estaba de pie frente a un atril sobre el que dibujaba algo en unos planos. Cerca suyo, sentadas junto a la mesa, reconoció a Alva y a Laelette. Entre ellas había otro hombre, arrodillado en el suelo y con la mirada clavada en este. No llevaba más que un taparrabos harapiento y parecía herido. Que Alva estuviera allí era raro, sin embargo, ella y Seth eran amigos. Pero, ¿Laelette? ¿Qué hacía ella allí? ¿Y por qué estaba así ese hombre?
Cuando se quiso dar cuenta, todos salvo el esclavo la estaban mirando. Alicent les devolvió la mirada uno a uno, deteniéndose en Laelette. Sus ojos, extrañamente rojos, se cruzaron con los suyos y la mujer sonrió de par en par. 
—¡Alicent! —exclamó, levantándose de la mesa y abriendo ambos brazos—. ¿Te acuerdas de mí? 
—Laelette —murmuró, demasiado confundida como para articular alguna de las muchas preguntas que tenía en aquel momento—. Pero tú… te fuiste con los Capas de la Tormenta.
Laelette se acercó hacia ella, pero Alicent retrocedió por instinto. Aunque Laelette seguía sonriendo, había algo extraño en ella, algo que no le inspiraba confianza. Sus ojos brillaban con el tono de Masser, su piel tenía el color de Secunda y contrastaba con su pelo oscuro. Esto, mezclado con sus rasgos finos y afilados, la hizo sentir bastante intimidada. Recordaba a Laelette como una mujer frágil y dulce que siempre parecía un poco confundida, pero ahora eso se había desvanecido. Seguía pareciendo frágil, pero de otro modo. Ya no parecía dulce, sino salvaje. Y la confusión se había convertido en algo más. Inestabilidad. Esta se transmitía en su mirada, pero también en su voz aguda. 
—Me fui para empezar una nueva vida, como tú —respondió Laelette, indiferente a su aversión—. Si te conviertes ahora serás joven eternamente. Qué envidia no haberlo hecho a tu edad —lamentó. De pronto sus ojos se abrieron, como si hubiera tenido una idea. Luego, brillaron con ilusión. Su sonrisa se ensanchó y se hizo más fina—. Alva me ha contado que Lami pasa mucho tiempo con mi marido. Si ella se va a quedar con mi pequeño Virkmund, es justo que yo me quede con su hija. Siempre quise tener una niña, ¿sabes? —Laelette giró su cintura en dirección al hombre calvo y batió las pestañas, coqueta—. ¿Qué me dices, Movarth? ¿La adoptamos? 
El hombre rodó los ojos como respuesta y Alicent retrocedió un paso más. Quiso gritar que mentía, que su madre no se había buscado otra familia sin contárselo a ella, pero los recuerdos del último año cayeron sobre Alicent como una revelación. Lami había pasado mucho tiempo con Thonnir y ella se había alegrado por tener un poco de libertad, ¿era posible que se hubieran hecho novios? Sacudió la cabeza, negando para sí. Se aferró a la única incógnita que se atrevió a confrontar en aquel momento. 
—Yo no me voy a convertir en nada, ¿de qué hablas? —preguntó con un hilo de voz. 
Alicent miró a Alva, buscando una explicación. Y la obtuvo, aunque no como esperaba, cuando ella se inclinó sobre el esclavo. Abrió su boca pintada de rojo y sus dientes se volvieron afilados y grotescos antes de hincarse en el cuello del hombre. 
Alicent tardó unos segundos en asimilar lo qué estaba viendo. Vampiros. Son vampiros. Su rostro se descompuso en una expresión de pánico y rompió a temblar.
—¿Te encuentras bien, cielo? Te has puesto pálida —dijo Laelette. 
Alicent la miró a tiempo de ver que le acercaba una mano, dispuesta a tocar su frente. La apartó de un manotazo. 
—¡No me toques! —exclamó, retrocediendo un paso más, aterrada. 
Giró sobre sí, buscando la entrada con la mirada. Estaba a punto de salir corriendo cuando Laelette la agarró de la muñeca y la sujetó con fuerza. Su piel estaba helada y su agarre era tan brusco que le hizo daño. 
—¿Es que Lami no te ha enseñado modales, niña? —preguntó enfadada. El falsete agudo desapareció y dio paso a una voz ronca de tono frío—. Muy bien, si piensas comportarte así, tendré que enseñarte algo de respeto.
—¡Suéltame! —gritó Alicent, asustada, y empezó a forcejear. Se volvió hacia Alva—. ¡Alva! ¡ALVA, AYÚDAME! —suplicó.
Pero Alva levantó la mirada despacio y, luego, negó. Tenía un poco de sangre en la comisura del labio y la retiró con el pulgar. Lo chupó para limpiarlo antes de pronunciarse.
—Te avisé de que te alejaras de él, pero no me hiciste caso. Ahora, te aguantas.
Laelette tiró de ella hasta las escaleras y la obligó a bajar. Por más que forcejeó, no consiguió zafarse de su agarre. El sótano estaba oscuro, tanto que Alicent no podía ver nada, aunque por la soltura con la que se movió su captora, parecía que ella sí que podía ver. La arrastró por la sala y Alicent avanzó a ciegas tras ella, a la fuerza. Cuando pararon, sintió un empujón seguido de un chirrido metálico; no tardó en descubrir que venía de la puerta de la celda en la que Laelette la acababa de dejar encerrada.
Aterrada, gritó y lloró en la oscuridad. Suplicó que la sacaran y amenazó, también a voces, con que Seth se lo haría pagar cuando volviera. En algún momento comprendió que, si Seth sabía que ellos estaban allí, entonces no podrían hacerle daño; él no lo permitiría. Aquello la consiguió calmar algo pero, aunque dejó de gritar, lloró tanto que se quedó sin lágrimas. La oscuridad era insoportable y aterradora. De vez en cuando sonaba algún gemido tenue, vacío, que le daba escalofríos. Recordó al hombre semi desnudo y se preguntó si habría más así en aquel sótano. ¿Cómo puede Seth permitir algo así? La pregunta se repitió en su mente, pero se negó a ella. Quizá había algún motivo, quizá él no lo sabía. Había prometido que se lo explicaría todo a su regreso, pero no imaginaba cómo podría justificar algo así.
No supo cuánto tiempo pasó allí encerrada. Sentía los ojos hinchados por el llanto cuando escuchó un chasquido de dedos, tras el cual varios orbes rojos repartidos por las paredes se encendieron, iluminando el sótano, también circular. Cuando la luz iluminó la estancia, Alicent vio a Seth acercándose a ella, pero también que la sala estaba llena de jaulas como la suya, la mayoría ocupadas por esclavos, hombres y mujeres con aspecto cansado, atolondrados, semi desnudos y casi sin vida, como el hombre que había visto antes. Se le revolvió el estómago y, por un instante, creyó que iba a vomitar.
Seth abrió la puerta. Cuando Alicent alzó la mirada vio que, además de cansado, parecía enfadado. 
—S- Seth —murmuró, con la voz seca y ronca. Lloriqueó sin lágrimas, con un nudo en la garganta y los ojos entumecidos—. Sácame de aquí, por favor. Me… Me quiero ir —suplicó cuando él se agachó junto a ella. 
Alicent intentó abrazarse a él, pero él la sujetó por los hombros y la miró con severidad. 
—¿Qué has hecho? —preguntó. La agarró por debajo de los brazos y la levantó—. Laelette dice que te portaste con ella como una…
Las piernas de Alicent fallaron en cuanto se puso en pie y cayó de bruces contra su pecho, cortando su reproche. Seth olía a sudor, a cenizas y a sangre. Era desagradable, pero no lo suficiente como para apartarse. Se abrazó a él, desesperada.
—Te dije que te lo explicaría todo a la vuelta —reprendió él, acariciando su espalda para tranquilizarla—. ¿Es que no podías esperar?
Alicent negó, apoyada contra su pecho.
—Quiero volver a casa, Seth —pidió, ignorando sus palabras—. Tengo miedo. Esto no me gusta. Esto… ¿Qué es esto? —levantó la barbilla para poder mirarlo a los ojos. Pese a la duda, seguía teniendo la certeza de que él no le haría nada malo, así que no se alejó incluso cuando preguntó—: ¿Eres un vampiro? 
Seth parpadeó, perplejo. 
—¿Qué? No, claro que no soy un vampiro Alicent. Venga, vamos a nuestra habitación y te lo explicaré todo. 
Alicent se tensó contra él. 
—No. No voy a ir a ninguna habitación —aseguró. Lo hizo con tal firmeza que hasta ella misma se sorprendió—.  Quiero… —vaciló al ver que él la miraba con el ceño fruncido, entre extrañado y cabreado—. Quiero ir a casa, Seth.
Seth frunció todavía más el ceño.
—Alicent, no puedes ir a casa. Y lo sabes. Además, esto es lo que querías. Lo que queremos. 
—¿Que esto es lo que quería? —negó, sorprendida—. ¡SETH! —alzó la voz, y él levantó ambas cejas—. ¡VIVES EN UN NIDO DE VAMPIROS! 
Las cejas de Seth volvieron a su lugar, pero apretó la mandíbula. Parecía aún más enfadado que antes. 
—Ya veo. —Su voz sonó fría, decepcionada—. Lo tenías todo planeado, ¿verdad? —Alicent parpadeó—. Querías que te mantuviera a salvo durante el ataque para luego buscar cualquier excusa para volver a Morthal sin mí. ¿Cómo puedes ser tan egoísta?
—¿Qué? Eso no…
—¿Es cierto? Pues muévete —ordenó Seth. Fue tan brusco que Alicent quedó helada. 
A pesar del miedo y la angustia, a Alicent le bastó un nuevo vistazo a su alrededor para devolverle la mirada con firmeza. No tenía ninguna intención de quedarse en aquel lugar horrible. Desvió la mirada hacia las escaleras. Su plan todavía no había terminado de coger forma cuando Seth se adelantó a sus intenciones.
—¡SUÉLTAME! —gritó cuando la cargó sobre uno de sus hombros, como un saco de patatas—. ¡SETH, BÁJAME! ¡QUIERO IRME! 
Seth la llevó escaleras arriba varios pisos, hasta llegar a lo que debían de ser sus aposentos. Alicent no dejó de patear y sacudirse todo el trayecto y estuvieron a punto de caer un par de veces, pero no le importaba, solo quería irse de allí cuanto antes. Cuando llegaron, Seth  estaba tan harto que prácticamente la arrojó de su hombro. De no ser porque chocó de espaldas contra la pared, se habría caído al suelo. Ni siquiera se molestó en ver cómo era la sala sino que, cuando recuperó el equilibrio, clavó sus ojos en los de él, desafiante, antes de dirigirse a la puerta. Pero Seth se interpuso entre ella y la salida.
—Déjame ir, Seth —exigió.
—Tú no vas a ir a ninguna parte —replicó despacio, enfatizando cada sílaba.
Para esas alturas saltaba a la vista que no le quedaba ni una gota de paciencia. Aunque en cualquier otra ocasión se habría sentido intimidada, estaba tan enfadada que intentó empujarlo. Alicent no tenía demasiada fuerza, así que Seth ni se movió. Frustrada, empezó a golpear su pecho con los puños.
—¡Déjame ir! ¡Déjame ir! ¡Quiero volver a casa! ¡Déjame ir! —exigió sin alzar la voz, atragantándose por los nervios con sus propias palabras. 
—Alicent, si sigues así me vas a obligar a hacer algo de lo que te arrepentirás —avisó. Lo hizo en un tono tan frío y afilado que la consiguió frenar. 
Alicent se detuvo y lo miró, procesando sus palabras. La amenaza avivó su enfado y volvió a empujarlo. Nuevamente, no consiguió nada, así que se dispuso a hacerlo otra vez, pero en esta ocasión Seth la paró a tiempo. Le apartó las manos con las suyas hacia los lados y Alicent perdió el equilibrio. Aunque estuvo a punto de caer de culo al suelo, solo retrocedió dos pasos tambaleándose, hasta que se volvió a erguir. Lo miró a los ojos, con la rabia encendida. No recordaba haber estado así de enfadada con nadie.
—¡Déjame marchar! No quiero vivir contigo, ¡TE ODIO!  —chilló. 
Seth quedó ojiplático, tan sorprendido que tardó en reaccionar cuando Alicent lo esquivó y se escurrió entre él y la puerta. Ya había puesto un pie fuera cuando, de repente, los dedos de Seth se enredaron en su pelo y tiró de ella hasta el interior de la habitación. Aunque su primer impulso fue gritar por la sorpresa, la ira escaló la violencia. Alicent se giró como un resorte y le pegó un bofetón con todas sus fuerzas. El impacto sonó tan fuerte que hasta ella abrió los ojos como platos al ser consciente de lo que acababa de hacer.
Ambos se miraron a los ojos unos segundos, congelados. Luego, Seth alzó la mano y le devolvió el golpe. También lo hizo con fuerza, tanta que la cabeza de Alicent se giró tan de golpe que le giró la cara tanto como su cuello dio de sí. Tanta que, en esta ocasión, sí que cayó de culo al suelo. Lo miró desde allí, con la boca abierta, sin dar crédito a lo que acababa de pasar. La había pegado. La había pegado, y con ganas. Puede que ella lo hubiera hecho antes, pero él ni se había movido. Él sin embargo tenía más fuerza y ella notó el dolor ardiendo en su mejilla. Me ha pegado. Se llevó una mano a la cara, temblando. Su labio tembló y sus ojos se llenaron de lágrimas. 
Quedó tan desconcertada, tan incrédula por lo que acababa de pasar, que ni se enteró de que Seth había salido de la habitación hasta que escuchó el sonido de la llave cerrando la puerta. Alicent levantó la mirada despacio, comprobando que Seth se había ido. Su pulso se volvió frenético. Tengo que escapar. Se puso de pie casi de un salto, con la adrenalina dirigiendo sus acciones. Alicent giró el pomo plateado varias veces pero la puerta, de madera robusta, no se abrió. Se agarró al pomo y volcó en él todo su peso pero, aunque la zarandeó con todas sus fuerzas, la puerta siguió cerrada. La desesperación continuó creciendo en su pecho. 
Miró a su alrededor por primera vez desde que había llegado, buscando alguna otra vía de escape. Igual que la primera planta, la estancia tenía la forma de una rosca, aunque en este caso las paredes concéntricas eran medios muros que definían la zona del dormitorio. Nuevamente, la iluminación venía de unos orbes que, en este caso, emitían una luz anaranjada y tenue. Alrededor del círculo interior había varias zonas, delimitadas por la organización de los propios muebles; Alicent vio muchos armarios, un tocador e incluso un pequeño hogar alrededor del cual había varias butacas y estanterías llenas de libros. Siguió caminando y llegó a un escritorio y otra mesa que dedujo que sería para comer. En otra zona vio una bañera inmensa, cuadrada y de piedra blanca. Aunque el espacio era magnífico y estaba decorado con gusto, Alicent no sintió ninguna fascinación.
Había unas cuantas ventanas alrededor de la habitación. Una de ellas era especialmente grande, como una puerta.  Alicent se acercó y comprobó que podía abrirla. Con el corazón palpitando y la esperanza en el pecho, la atravesó para comprobar que daba a un balcón tan espacioso que incluso parecía una terraza. Se acercó a la balaustrada, solo para comprobar que la altura era inviable. Si saltaba desde allí, lo más probable es que se partiera las piernas, si es que no moría en el intento. 
Agobiada, sintió el pánico creciendo todavía más en su pecho. Retrocedió hasta volver a entrar en la habitación e intentó abrir la puerta una vez más, sin éxito. Sus pensamientos eran cada vez más difusos. El ambiente, agobiante ante la creciente certeza de que no había escapatoria. Finalmente se dejó caer sobre el suelo, agotada. Se tapó los ojos con las manos y rompió a llorar desangelada, sintiendo que cada vez le costaba más y más respirar por el pánico. Tanto que las últimas bocanadas de aire que tomó sonaron ahogadas entre los sollozos.
No podía estar pasando aquello. Estaba en una torre lejos de todo el mundo, donde nadie la encontraría nunca si él no quería. Lo que al principio pensó que sería un cuento de hadas se había convertido en una pesadilla.
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laflechanet · 4 months
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Visitas imprescindibles en tu viaje a Bogotá
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¿Estás pensando en visitar Bogotá pero aún no sabes por dónde empezar a organizar tu viaje? No te preocupes, a continuación podrás encontrar una perfecta planificación para tu viaje a la capital colombiana, donde se incluyen algunos de los lugares turísticos indispensables y varios consejos para preparar tu viaje. De este modo, solo tendrás que preocuparte de sacar tus vuelos a Bogotá y comenzar a disfrutar de esta experiencia desde el primer momento. 
Lugares que no te puedes perder en tu viaje a Bogotá
1. Cerro de Monserrate
Se trata del mirador más impresionante de la ciudad y es que desde sus más de 3.000 metros de altura ofrece una panorámica irrepetible de todo Bogotá.
Además, en este lugar se pueden encontrar deliciosos restaurantes, así como otro atractivo turístico que no puedes dejar de visitar, la Basílica del Señor de Monserrate.
Puedes acceder hasta el Cerro de Monserrate andando, aunque lo más recomendable es optar por usar el teleférico o funicular.
2. La Candelaria
La Candelaria es el barrio más famoso de la ciudad, ubicado en el centro histórico. Y es que es historia viva del pasado colonial de Bogotá, con sus edificios de la época y sus calles de piedra.
La mejor manera de conocer este barrio es perdiéndose por sus calles, visitando las tiendas de artesanía y degustando la gastronomía local.
3. Mercado de Pulgas de Usaquén
Es un mercado tradicional donde puedes conseguir todo tipo de artículos, desde piezas de artesanía, hasta antigüedades, pasando por ropa, libros, discos de vinilo y todo lo que te puedas imaginar.
Y en la visita a este mercado se recomienda aprovechar para visitar también el barrio de Usaquén, plagado de casas coloniales y un sinfín de restaurantes tradicionales.
El mejor día para llevar a cabo este plan es un domingo.
4. Museo Botero
Este clásico museo que homenajea al artista colombiano Fernando Botero está ubicado en el barrio de La Candelaria. En él se pueden encontrar más de 100 obras que el propio pintor y escultor donó para su exposición.
También se pueden encontrar obras de otros grandes artistas como Klimt, Miró o Dalí.
Cabe destacar que la entrada es gratuita y que es posible acceder con visita guiada, para conocer más en profundidad las obras del autor.
5. Museo del Oro
Es el museo perfecto para conocer parte de la historia prehispánica del país. Y es que dentro de la colección se pueden encontrar más de 34.000 piezas de orfebrería, principalmente elaboradas de oro, así como 25.000 piezas elaboradas con otros materiales como piedra, hueso, cerámica, tejidos o conchas.
6. Parque de la 93
Se trata de un perfecto lugar de desconexión cerca de la zona financiera de Bogotá. Es el lugar perfecto para quienes quieren incluir en su viaje a Bogotá alguna salida nocturna, ya que en los alrededores se pueden encontrar diversos restaurantes y bares.
7. Parque Metropolitano Simón Bolívar
Es el parque urbano más grande de toda la ciudad, con 113 hectáreas de terreno donde puedes descansar, hacer ejercicio o disfrutar de su tranquilo lago.
En su interior se pueden encontrar otros lugares de interés como el área recreativa con atracciones llamado Parque el Salitre, el Museo de los Niños, la Biblioteca Virgilio Barco o el Jardín Botánico José Celestino Mutis.
8. Plaza de Bolívar
Es una imponente plaza ubicada en el casco histórico de Bogotá. Es una zona amplia y abierta, donde se pueden encontrar edificios importantes como el Palacio de Justicia, el Palacio Liévano, el Capitolio Nacional o la Catedral Primada.
9. Excursión a los cafetales
Y debes aprovechar la visita a Bogotá para realizar una excursión obligatoria a alguno de los tradicionales cafetales colombianos. Estas visitas guiadas permiten conocer cómo es una finca de café y de qué manera se trata esta preciada materia prima en el país.
10. Excursión a la Catedral de la Sal de Ziraquipa
Esta impresionante catedral fue construida dentro de una mina de sal. Está a aproximadamente una hora en coche de la capital, por lo que es una excursión perfecta para conocer los alrededores de Bogotá.
  Todo lo que necesitas saber para preparar tu viaje a Bogotá
Pero un viaje no son solo los lugares que se quieren visitar, es imprescindible tener en cuenta otros factores a la hora de planificar unas vacaciones en Bogotá y a continuación vas a conocer algunos aspectos a considerar.
En primer lugar, cabe destacar que la mejor época del año para visitar Colombia es en lo que se conoce como temporada seca, que va desde diciembre hasta marzo y desde junio hasta agosto. Durante estos meses el tiempo es agradable, cálido, pero no muy caluroso.
Se recomienda llevar ropa similar a la que utilizaríamos en España en otoño, teniendo en cuenta también que es probable que algún día llueva.
Para moverse por la ciudad se recomienda usar el Transmilenio, aunque también existe la opción de moverse mediante buses locales o en Uber.
A pesar de su historia, en la actualidad se trata de una ciudad bastante tranquila, aunque, como ocurre al visitar cualquier otro país extranjero, es necesario tomar las precauciones de seguridad básicas, como procurar no ir solo por la noche por zonas desconocidas y poco transitadas.
En cuanto al alojamiento, se suele recomendar a los turistas alojarse en la zona norte de la ciudad o bien alrededor del barrio de La Candelaria, evitando lo máximo posible el sur.
Cambia el dinero en tu ciudad de origen o hazlo a tu llegada en lugares autorizados.
Y por supuesto que no puedes dejar de probar las comidas típicas del país como los tamales, las arepas, el ajiaco, la changua o la fritanga bogotana.
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venucina · 5 months
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Me encaminé hacia la quebrada para recoger el agua que me ordenaron llevar. Mientras pasaba en medio de pantano, ramas y piedras, me gruñía la panza por las ganas físicas y emocionales que tenía de comerme ese caldo que le había pedido a mi madre y que tanto me ayudaba cuando me sentía afligida. Después de ese lacerante rechazo amoroso en el que sentí que con cada palabra me estampaban contra el piso -con el empeño digno de un gato que persigue a un ratón que sabe que no se va a comer y aún así disfruta lastimarlo- y me volvían a recoger para seguir el ciclo hasta tener los huesos hechos polvo y la dignidad regada por el suelo. Necesitaba algo que me volviera armar el ánimo y la esperanza de algún día encontrar una conexión bonita como la de las guacamayas que viajan juntas en pareja y se posan en el mismo árbol a descascarar almendras, para después irse a su hogar dentro de una palma coca entre que hacen giros y piruetas envueltos en gritos que alertan a todos de su presencia por donde pasan. En el camino de vuelta y en un sentimiento parecido a cuando se descubre una nueva comida favorita, me puse a admirar el paisaje que me alumbraba en los ojos; la mezcla del pasto verde vivo con el azul del cielo; la sombra del árbol de mango que impregnaba el patio; la brisa que movía las hojas y panículas que informaban la llegada de abril; y el hermoso aire que mezclaba los olores de la boñiga con la tierra húmeda y las flores del jardín de mi madre. Entré a la casa descalza comentándole a los demás acerca del día tan bonito que la vida nos presentaba. Mientras terminaba de lavar la ropa en el patio tratando de desviar mis pensamientos, mi madre avisó que estaba servida la comida. Me sequé las manos, me recogí el cabello y me senté con buen semblante en la mesa. Mi madre me dijo, con sus manos al rededor de mis hombros en un pequeño abrazo cariñoso, que esperaba ayudarme a aliviar mis penas con el amor que había puesto en la elaboración de mi plato favorito. El sabor del caldo me hizo rememorar todas las veces en las que había amado la vida tanto como para desear ser eterna y poder disfrutar para siempre de los placeres de la misma. Nada mejor que el cariño de una madre para aliviar las penas que afligen el corazón.
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armatofu · 8 months
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PIMENTÓN, EL DUENDE PIRATA
Sylvia Puentes de Oyenard
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 En el país de Barlovento vivía un duende pícaro y juguetón. Cierto día, mientras se columpiaba en el jardín, se le ocurrió sorprender a sus hermanos, los duendecitos Pepín y Antón. Con palos y sábanas construyó un velero. Puso en el mástil una bandera negra, le pintó una calavera con dos huesos cruzados y, satisfecho de su obra, se disfrazó de pirata.
Cuando sus hermanos llegaron a la playa saltó, gritando:
 -Maldito Mago y Emperador. Si yo pudiera lo hacía carbón. ¡Ay, por las barbas de Monseñor, pienso y no encuentro la solución!
Pepín y Antón no sabían a qué se refería el bucanero, pero trataban de alejarse de su ira escondiéndose entre unas rocas cuando:
 -¡Recórcholis! ¿Qué veo? Dos marinos de mi flor. Buen tamaño, mejor porte y escurridizos como ratón. ¡Deteneos y atencióóóóón!
Temblaban los duendecillos sin poder apreciar la manera de escaparse.
 -¿Qué hacéis en esta playa, territorio de mi Señor?
-Veníamos a esperar la tarde y a dejarle una canción.
 -¿Y para ello osáis molestar al corsario Pimentón? ¡Prisioneros sois de mi nave! Ando en busca de un tesoro enterrado en un zapatón. Surcaremos siete mares, cumpliremos la misión. El pirata Morgan espera el tesoro en Calicó. 
Pepín y Antón levaron anclas y se hicieron a la mar. El salado aire se bebía la voz de Pimentón que entonaba:
Soy bucanero,
gran capitán,
toda la tierra
es este mar.
Busco un tesoro
que hará olvidar
los sinsabores
que hay que pasar.
Pero los duendecillos, enojados, resolvieron hacer valer su condición y se enfrentaron al corsario:
-Pimentón, hasta ahora hemos aceptado tu voluntad, pero has de saber que gozamos de cierto poder mágico y podemos convertirte en piedra o chicharrón.
 Pimentón fingió no creerles y pidió que se lo demostraran. Pepín exclamó:
-Centellas de Carambón, que el capitán sea un moscón.
 Pero como el bucanero, en realidad, era su hermano mayor, replicó:
-Por los dientes de mi facón, seré siempre Pimentón.
 Antón, sorprendido, desde su barrica gritó:
-Por la magia de los duendes serás un tirabuzón.
 Entretenidos en esta pruebas de poderes, ninguno advirtió la tormenta que agitaba las aguas y hacía inclinar la nave, ora a babor, ora a estribor. Relucía el casco y cimbraban los palos. Cayó la vela. Se desataron los cordeles. Pimentón perdió su gallardía de pirata experimentado y comenzó a temer por sus hermanos.
Un rayo atravesó el firmamento y partióla embarcación. 
Sin saber cómo los hermanos se encontraron en una gruta. Pimentón había perdido su lindo sombrero y la cinta que tapaba su ojo izquierdo. Arrepentido, confesó a sus hermanos la travesura que había ideado, les dijo que se sentía responsable y salió a explorar el terreno. Vio que la marea comenzaba atrapar la entrada del refugio. Comprendió que solo siendo peces podrían nadar tanto como fuera necesario para salir de allí. Recordó una fórmula que le había enseñado su abuelo, el duende Tizón, y se oyeron tres voces diciendo: 
Tibu, tibu, tiburón,
no quiero ser duende
tampoco ratón,
que sea entre los peces
mejor nadador.
Así Antón, Pepín y Pimentón se convirtieron en tres hermosos peces que, nadando velozmente, arribaron a la orilla tranquila del país de Barlovento.
PUENTES DE OYENARD, Sylvia(Tacuarembó, 1943)-Médica y escritora dedicada con especial énfasis a la escritura para niños y niñas y la escrita por mujeres. Fundó la Asociación Uruguaya de Literatura Infantil-juvenil (A.U.L.I.) y el primer Club de narradores que hubo en Uruguay, "Club Dora Pastoriza", que desarrollan sus actividades desde 1984 y 1985 respectivamente. Es Presidenta de la Academia Latinoamericana de Literatura Infantil y Coordinadora de la Cátedra de Literatura para Niños y Jóvenes Juana de Ibarbourou. Ha dictado cursos y conferencias en América y Europa y coordinó el plan de promoción de la lectura promovido por la Organización de Estados Iberoamericanos en Centroamérica. Tiene más de 60 obras publicadas, algunas en sistema braille y otras editadas y traducidas en otros países. Desde 1984 es Redactora Responsable del Boletín de la A.U.L.I. que editó 37 números. Fue nombrada Presidenta de la Academia Latinoamericana de Literatura Infantil (Perú, 2002).Es Asesora de la Dirección de Asuntos Culturales del Ministerio de Relaciones Exteriores de Uruguay desde 1992.
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powder0282 · 9 months
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Hazel Potter y la piedra filosofal (Fanfic de Harry potter)
ADVERTENCIAS
-Pedofilia (no romántizada)
-palabras mal sonantes
-Hazel Slytherin
-Género invertido
-ciertos temas sexuales
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El señor y la señora Dursley, que vivían en el número 4 de Privet Drive, estaban orgullosos de decir que, afortunadamente, eran muy normales. Eran las últimas personas que uno esperaría encontrar involucradas en algo extraño o misterioso, porque no estaban preparados para semejantes tonterías. El señor Dursley era director de una empresa llamada Grunnings, que fabricaba taladros. Era un hombre corpulento, regordete, casi sin cuello, aunque con un inmenso bigote. La señora Dursley era delgada, rubia y tenía un cuello casi el doble de largo de lo habitual, lo que le resultaba muy útil, ya que pasaba la mayor parte del tiempo estirándolo sobre la valla del jardín para espiar a la gente. sus vecinos.
Los Dursley tenían un hijo pequeño llamado Dudley y para ellos no había mejor niño que él.
Los Dursley tenían todo lo que querían, pero también tenían un secreto, y su mayor temor era descubrirlo: no podrían soportar que los Potter fueran conocidos. La señora Potter era hermana de la señora Dursley, pero no se habían visto en años; Tanto es así que la señora Dursley fingió que no tenía hermana, porque su hermana y su marido completamente inútil eran lo más opuesto a los Dursley que podía imaginar. Los Dursley se estremecieron al pensar qué dirían los vecinos si los Potter aparecieran en la acera.
Sabían que los Potter también tenían una hija pequeña, pero nunca la habían visto. la niña era otra buena razón para mantener alejados a los Potter: no querían que Dudley saliera con una niña así.
Nuestra historia comienza cuando el señor y la señora Dursley se despertaron un martes, con un cielo cubierto de nubes grises que amenazaban con tormenta. Pero no había nada en ese cielo nublado que sugiriera los extraños y misteriosos acontecimientos que pronto tendrían lugar en toda la región.
Dursley tarareaba mientras se ponía su corbata más aburrida para ir a trabajar, y la señora Dursley charlaba alegremente mientras acomodaba al ruidoso Dudley en la silla alta. Ninguno de ellos vio la gran lechuza marrón pasando volando por la ventana.
A las ocho y media, el señor Dursley agarró su maletín, besó a la señora Dursley en la mejilla y trató de despedirse de Dudley con un beso, pero no pudo porque el niño estaba teniendo una rabieta y estaba tirando cereal contra las paredes.
. "Sinvergüenza", siseó el Sr. Dursley mientras salía de la casa. Se subió a su coche y se alejó del número 4. Al llegar a la esquina notó la primera señal de que algo extraño estaba pasando: un gato estaba mirando un mapa de la ciudad. Por un segundo, el señor Dursley no se dio cuenta de lo que había visto, pero luego giró la cabeza para mirar nuevamente. Sí, había un gato atigrado en la esquina de Privet Drive, pero no vio ningún plano. ¿En qué había estado pensando? Debió ser una ilusión óptica. El señor Dursley parpadeó y miró al gato. Él volvió a mirarlo. Mientras el señor Dursley doblaba la esquina y tomaba calle arriba, observó al gato por el espejo retrovisor: en ese momento el felino estaba leyendo el cartel que decía "Privet Drive"
(no puede ser, los gatos no saben cómo leer cartas). señales o planos). El señor Dursley sacudió la cabeza y alejó al gato de sus pensamientos. Mientras conducía hacia la ciudad, sólo pensaba en los pedidos de simulacros que esperaba recibir ese día. Pero algo sucedió en las afueras que le hizo olvidar los ejercicios. Mientras esperaba en el habitual atasco matutino, no pudo evitar notar una gran cantidad de personas vestidas de manera extraña. Individuos con capas. El señor Dursley no soportaba a la gente que vestía ropa ridícula.
¡Ah, los trajes que llevaban los jóvenes! Pensó que debía ser una nueva tendencia. Tamborileó con los dedos
en el volante y su mirada se posó en unos desconocidos que se encontraban cerca de él. Estaban susurrando entre ellos, muy emocionados. El señor Dursley se enfureció cuando se dio cuenta de que dos de los extraños no eran jóvenes.
¡Vamos, uno era incluso mayor que él y llevaba una capa verde esmeralda! ¡Que valor! Pero luego se le ocurrió que debía tratarse de alguna tontería publicitaria; Era evidente que estas personas estaban recaudando para algo.
Sí, tenía que ser eso. El tráfico avanzó y unos minutos más tarde el señor Dursley entró en el estacionamiento de Grunnings, pensando nuevamente en los simulacros. El señor Dursley siempre se sentaba de espaldas a la ventana de su oficina en el noveno piso. Si no lo hubiera hecho de esa manera, le habría costado mucho concentrarse en los ejercicios de esa mañana. No vio a las lechuzas volando a plena luz del día, aunque sí las vio en la calle y las señaló con la boca abierta, mientras los pájaros desfilaban uno tras otro.
La mayoría de esas personas no habían visto un búho ni siquiera de noche. Sin embargo, el Sr. Dursley tuvo una mañana perfectamente normal, sin búhos. Le gritó a cinco personas. Hizo llamadas telefónicas importantes y volvió a gritar. Estuvo de muy buen humor hasta la hora del almuerzo, cuando decidió estirar las piernas y dirigirse a la panadería de enfrente.
Se había olvidado de la gente con capas hasta que pasó junto a un grupo al lado de la panadería. Al pasar, los miró enojado. No sabía por qué, pero lo ponía nervioso. Ese grupo también susurró agitadamente y ni siquiera llevaba una alcancía. Cuando regresó con un donut gigante en una bolsa de papel, escuchó algunas palabras de su conversación. -Los Potter, eso es, eso es lo que he oído... -Sí, su hija, Hazel... El señor Dursley estaba petrificado. El miedo lo invadió.
Se volvió hacia los murmuradores, como si quisiera decirles algo, pero se contuvo. Se apresuró a cruzar la calle y corrió a su oficina. Le gritó a su secretaria que no quería que la molestaran, cogió el teléfono y cuando casi había terminado de marcar los números de su casa, cambió de opinión. Dejó el aparato y se acarició el bigote mientras pensaba... No,
estaba siendo estúpido. Potter no era un apellido tan especial. Estaba seguro de que había muchas, muchas personas llamadas Potter que tenían una hija llamado Hazel. Y ahora que lo pienso, ni siquiera estaba seguro de que el nombre de su sobrina fuera Hazel. Nunca había visto la niña. Podría llamarse Harvey. O Hermonie. No tenía sentido preocupar a la señora Dursley, él siempre se molestaba mucho ante cualquier mención de su hermana.
Y no podía culparlo. ¡Si tan solo tuviera una hermana así...! Pero en fin, esa gente del cabo... Esa tarde le costó concentrarse en los simulacros, y cuando salió del edificio a las cinco de la tarde, todavía estaba tan preocupado que, sin darse cuenta, chocó con un hombre que estaba en la puerta. "Lo siento", gruñó, mientras el pequeño anciano se tambaleaba y casi cae al suelo. Segundos después, el señor Dursley se dio cuenta de que el hombre llevaba una capa morada. No parecía molesto por el empujón. Al contrario, su rostro se iluminó con una amplia sonrisa, mientras decía con una voz tan estridente que llamaba la atención de los que pasaban:
-¡No se disculpe, mi querido señor, porque hoy nada puede molestarme! ¡Alegrémonos, porque Quien-tú-sabes finalmente se fue! ¡Incluso los muggles como tú deberían celebrar este feliz día! Y el anciano abrazó al señor Dursley y se alejó.
El señor Dursley se quedó completamente helado. Lo había abrazado un desconocido. Y por si fuera poco le había llamado muggle, no importaba lo que eso fuera. Estaba desconcertado. Se apresuró a subir a su coche y a dirigirse hacia su casa, deseando que todo fueran imaginaciones suyas (algo que nunca había deseado antes, porque no aprobaba la imaginación).
Cuando entró en el camino del número 4, lo primero que vio (y eso no mejoró su humor) fue el gato atigrado que se había encontrado por la mañana. En aquel momento estaba sentado en la pared de su jardín. Estaba seguro de que era el mismo, pues tenía unas líneas idénticas alrededor de los ojos.
-¡Fuera! dijo el señor Dursley en voz alta.
El gato no se movió. Sólo le dirigió una mirada severa. El señor Dursley se preguntó si aquélla era una conducta normal en un gato. Trató de calmarse y entró en la casa. Todavía seguía decidido a no decirle nada a su esposa.
La señora Dursley había tenido un día bueno y normal. Mientras comían, le informó de los problemas de la señora Puerta Contigua con su hija, y le contó que Dudley había aprendido una nueva frase («¡no lo haré!»). El señor Dursley trató de comportarse con normalidad. Una vez que acostaron a Dudley, fue al salón a tiempo para ver el informativo de la noche.
-Y, por último, observadores de pájaros de todas partes han informado de que hoy las lechuzas de la nación han tenido una conducta poco habitual.
Pese a que las lechuzas habitualmente cazan durante la noche y es muy difícil verlas a la luz del día, se han producido cientos de avisos sobre el vuelo de estas aves en todas direcciones, desde la salida del sol. Los expertos son incapaces de explicar la causa por la que las lechuzas han cambiado sus horarios de sueño. El locutor se permitió una mueca irónica. Muy misterioso. Y ahora, de nuevo con Jim McGuffin y el pronóstico del tiempo.
¿Habrá más lluvias de ¿Búhos esta noche, Jim? "Bueno, Ted", dijo el meteorólogo, "no sé eso, pero no son sólo los búhos los que han tenido una actitud extraña hoy". Espectadores de lugares tan lejanos como Kent, Yorkshire y Dundee me han llamado para decirme que en lugar de la lluvia que prometí ayer, ¡tenían una lluvia de estrellas fugaces! Quizás la gente haya comenzado a celebrar la Noche de las Hogueras temprano. ¡Es la semana que viene, señores! Pero puedo prometerte una noche lluviosa.
El señor Dursley se quedó helado en su silla. ¿Estrellas fugaces por toda Gran Bretaña? ¿Búhos volando a la luz del día? Y ese rumor, ese susurro sobre los Potter... La señora Dursley entró al comedor con dos tazas de té. Eso no iba bien.
Tenía que decirle algo a su esposa. Ella se aclaró la garganta con nerviosismo. -Eh… Petunia, querida, ¿has oído algo sobre tu hermana últimamente? Como esperaba, la señora Dursley parecía molesta y enojada. Después de todo, normalmente fingían que ella no tenía hermana. "No", respondió ella bruscamente. ¿Porque? "Hay cosas muy extrañas en las noticias", murmuró el señor Dursley. Búhos... estrellas fugaces... y hoy había mucha gente de aspecto extraño en la ciudad... -¿Y qué? La señora Dursley interrumpió abruptamente.
-Bueno, pensé…tal vez…podría tener algo que ver con…ya sabes…su grupo. La señora Dursley bebió su té con los labios fruncidos. El señor Dursley se preguntó si se atrevería a decirle que había oído el apellido
"Potter". No, no se atrevería. En cambio, dijo, tratando de para sonar indiferente: "Tu hijo... debe tener la edad de Dudley, ¿verdad?" "Creo que sí", respondió la señora Dursley con rigidez.
-¿Y cómo se llamaba? Howard, ¿verdad? -Hazel. Un nombre vulgar y horrible, si me preguntas mi opinión.
"Oh, sí", dijo el señor Dursley, con un terrible sentimiento de desaliento. Sí estoy de acuerdo. No dijo nada más sobre el tema y subieron a acostarse. Mientras la señora Dursley estaba en el baño, el señor Dursley caminó lentamente hacia la ventana del dormitorio y miró hacia el patio delantero.
El gato todavía estaba allí. Estaba mirando hacia Privet Drive, como si estuviera esperando algo. ¿Estaba imaginando cosas? ¿O podría tener algo que ver con los Potter? Si fuera así… si se descubriera que estaban relacionados con alguien… bueno, creía que no podría soportarlo. Los Dursley se fueron a la cama.
La señora Dursley se durmió rápidamente, pero el señor Dursley permaneció despierto, con todo esto dando vueltas en su mente. Su último y reconfortante pensamiento antes de quedarse dormido fue que, incluso si los Potter estuvieran involucrados en los hechos, no había ninguna razón para que se acercaran a él y a la señora Dursley. Los Potter sabían muy bien lo que él y Petunia pensaban de ellos y los de su especie...
No veía cómo él y Petunia podían mezclarse en algo que tuviera algo que ver con eso (bostezó y se dio vuelta)... No, no podía afectarles... ¡Qué equivocada estaba! El señor Dursley cayó en un sueño inquieto, pero el gato sentado en el muro del jardín no mostraba signos de estar dormido. Permaneció tan quieto como una estatua, con los ojos fijos, sin parpadear, en la esquina de Privet Drive. Apenas se inmutó cuando la puerta de un coche se cerró en la calle siguiente, ni cuando dos búhos pasaron volando por encima. La verdad es que el gato no se movió hasta medianoche. Un hombre apareció en el rincón que el gato había estado observando, y lo hizo de manera tan repentina y silenciosa que se podría pensar que había resucitado de la tierra. La cola del gato se movió y entrecerró los ojos.
Nunca se había visto a un hombre así en Privet Drive. Era alto, delgado y muy viejo, a juzgar por su cabello y barba plateados, tan largos que podía atarlos con su cinturón. Llevaba una túnica larga, una capa morada que barría el suelo y botas con tacones altos y hebillas.
Sus ojos azules eran claros, brillantes y brillaban detrás de unas gafas de media luna. Tenía una nariz muy larga y torcida, como si alguna vez se la hubiera roto. El nombre de ese hombre era Albus Dumbledore. Albus Dumbledore no pareció darse cuenta de que había llegado a una calle donde todo lo suyo, desde su nombre hasta sus botas, no era bienvenido. Estaba muy ocupado rebuscando en su abrigo, buscando algo, pero pareció darse cuenta de que lo estaban observando porque, de repente, miró al gato, que seguía mirándolo desde el otro lado de la calle. Por alguna razón, ver al gato parecía divertirle. Él se rió entre dientes y murmuró: "Debería haberlo sabido". Encontró en su bolsillo interior lo que buscaba. Parecía un encendedor plateado. Lo abrió, lo levantó en el aire y lo encendió.
La farola más cercana se apagó con un suave estallido. Lo encendió de nuevo y la siguiente lámpara se apagó. Doce veces encendió el interruptor, hasta que las únicas luces que quedaron en toda la calle fueron dos puntos distantes: los ojos del gato que lo observaban. Si alguien hubiera mirado por la ventana en ese momento, incluso la señora Dursley con sus ojos brillantes, brillantes y brillantes, no habría podido ver lo que estaba sucediendo en la calle.
Dumbledore volvió a guardar el Switch dentro de su capa y se dirigió al número 4 de la calle, donde se sentó en la pared, cerca del gato. Él no lo miró, pero después de un momento le habló. -Me alegro de verla por aquí, profesora McGonagall. Se volvió para sonreírle al gato, pero ya no estaba. En cambio, le sonrió a una mujer de aspecto severo que llevaba gafas de montura cuadrada que se parecían a las líneas alrededor de sus ojos de el gato.
capa morada que barría el suelo y botas con tacones altos y hebillas. Sus ojos azules eran claros, brillantes y brillaban detrás de unas gafas de media luna. Tenía una nariz muy larga y torcida, como si alguna vez se la hubiera roto. El nombre de ese hombre era Albus Dumbledore. Albus Dumbledore no pareció darse cuenta de que había llegado a una calle donde todo lo suyo, desde su nombre hasta sus botas, no era bienvenido. Estaba muy ocupado rebuscando en su abrigo, buscando algo, pero pareció darse cuenta de que lo estaban observando porque, de repente, miró al gato, que seguía mirándolo desde el otro lado de la calle. Por alguna razón, ver al gato parecía divertirle. Él se rió entre dientes y murmuró: "Debería haberlo sabido". Encontró en su bolsillo interior lo que buscaba.
Parecía un encendedor plateado. Lo abrió, lo levantó en el aire y lo encendió. La farola más cercana se apagó con un suave estallido. Lo encendió de nuevo y la siguiente lámpara se apagó.
Doce veces encendió el interruptor, hasta que las únicas luces que quedaron en toda la calle fueron dos puntos distantes: los ojos del gato que lo observaban. Si alguien hubiera mirado por la ventana en ese momento, incluso la señora Dursley con sus ojos brillantes, brillantes y brillantes, no habría podido ver lo que estaba sucediendo en la calle. Dumbledore volvió a guardar el Switch dentro de su capa y se dirigió al número 4 de la calle, donde se sentó en la pared, cerca del gato. Él no lo miró, pero después de un momento le habló. -Me alegro de verla por aquí, profesora McGonagall. Se volvió para sonreírle al gato, pero ya no estaba. En cambio, le sonrió a una mujer de aspecto severo que llevaba gafas de montura cuadrada que se parecían a las líneas alrededor de sus ojos.
los ojos del gato. La mujer también llevaba una capa, de color esmeralda. Su cabello negro estaba recogido en un moño. Parecía claramente disgustada.
-¿Cómo ha sabido que era yo? -preguntó.
-Mi querida profesora, nunca he visto a un gato tan tieso.
-Usted también estaría tieso si llevara todo el día sentado sobre una pared de ladrillo -respondió la profesora McGonagall.
-¿Todo el día? ¿Cuando podría haber estado de fiesta? Debo de haber pasado por una docena de celebraciones y fiestas en mi camino hasta aquí.
La profesora McGonagall resopló enfadada.
-Oh, sí, todos estaban de fiesta, de acuerdo -dijo con impaciencia. Yo creía que serían un poquito más prudentes, pero no... ¡Hasta los muggles se han dado cuenta de que algo sucede! Salió en las noticias. Torció la cabeza en dirección a la ventana del oscuro salón de los Dursley-. Lo he oído. Bandadas de lechuzas, estrellas fugaces... Bueno, no son totalmente estúpidos. Tenían que darse cuenta
Ide algo. Estrellas fugaces cayendo en Kent... Seguro que fue Dedalus Diggle. Nunca tuvo mucho sentido común.
-No puede reprochárselo -dijo Dumbledore con tono afable. Hemos tenido tan poco que celebrar durante once años...
-Ya lo sé-respondió irritada la profesora McGonagall-. Pero ésa no es una razón para perder la cabeza. La gente se ha vuelto completamente descuidada, sale a las calles a plena luz del día, ni siquiera se pone la ropa de los muggles, intercambian rumores...
Lanzó una mirada cortante y de soslayo hacia Dumbledore, como si esperara que éste le contestara
algo. Pero como no lo hizo, continuó hablando.
-Sería extraordinario que el mismo día en que Quien-usted-sabe parece haber desaparecido al fin, los muggles lo descubran todo sobre nosotros. Porque realmente se ha ido, ¿no, Dumbledore?
-Es lo que parece dijo Dumbledore-. Tenemos mucho que agradecer. ¿Le gustaría tomar un caramelo de limón?
-¿Un qué?
-Un caramelo de limón. Es una clase de dulces de los muggles que me gusta mucho.
-No, muchas gracias -respondió con frialdad la profesora McGonagall, como si considerara que aquél no era un momento apropiado para caramelos-. Como le decía, aunque Quien-usted-sabe se haya ido...
-Mi querida profesora, estoy seguro de que una persona sensata como usted puede llamarlo por su nombre, ¿verdad? Toda esa tontería de Quien-usted-sabe... Durante once años intenté persuadir a la gente
para que lo llamara por su verdadero nombre, Voldemort. La profesora McGonagall se echó hacia atrás con temor, pero Dumbledore, ocupado en desenvolver dos caramelos de limón, pareció no darse cuenta. Todo se volverá muy confuso si seguimos diciendo «Quien-usted-sabe». Nunca he encontrado ningún motivo para temer pronunciar el nombre de Voldemort.
-Sé que usted no tiene ese problema -observó la profesora McGonagall, entre la exasperación y la admiración. Pero usted es diferente. Todos saben que usted es el único al que Quien-usted... Oh, bueno, Voldemort, tenía miedo.
-Me está halagando -dijo con calma Dumbledore. Voldemort tenía poderes que yo nunca tuve.
-Sólo porque usted es demasiado... bueno... noble... para utilizarlos. -Menos mal que está oscuro. No me he ruborizado tanto desde que la señora Pomfrey me dijo que le
gustaban mis nuevas orejeras.
La profesora McGonagall le lanzó una mirada dura, antes de hablar.
-Las lechuzas no son nada comparadas con los rumores que corren por ahí. ¿Sabe lo que todos dicen sobre la forma en que desapareció? ¿Sobre lo que finalmente lo detuvo?
Parecía que la profesora McGonagall había llegado al punto que más deseosa estaba por discutir, la verdadera razón por la que había esperado todo el día en una fría pared pues, ni como gato ni como mujer, había mirado nunca a Dumbledore con tal intensidad como lo hacía en aquel momento. Era evidente que, fuera lo que fuera «aquello que todos decían», no lo iba a creer hasta que Dumbledore le dijera que era verdad. Dumbledore, sin embargo, estaba eligiendo otro caramelo y no le respondió.
-Lo que están diciendo insistió es que la pasada noche Voldemort apareció en el valle de Godric. Iba a buscar a los Potter. El rumor es que Lily y James Potter están... están... bueno, que están
muertos.
Dumbledore inclinó la cabeza. La profesora McGonagall se quedó boquiabierta. -Lily y James... no puedo creerlo... No quiero creerlo... Oh, Albus...
Dumbledore se acercó y le dio una palmada en la espalda. p jGodric. Iba a buscar a los Potter. El rumor es que Lily y James Potter están... están... bueno, que están
muertos.
Dumbledore inclinó la cabeza. La profesora McGonagall se quedó boquiabierta. -Lily y James... no puedo creerlo... No quiero creerlo... Oh, Albus...
Dumbledore se acercó y le dio una palmada en la espalda.
-Lo sé... lo sé... -dijo con tristeza.
La voz de la profesora McGonagall temblaba cuando continuó.
-Eso no es todo. Dicen que quiso matar la hija de los Potter, a Hazel. Pero no pudo. No pudo matar a esa niña. Nadie sabe por qué, ni cómo, pero dicen que como no pudo matarla, el poder de Voldemort se rompió... y que ésa es la razón por la que se ha ido.
Dumbledore asintió con la cabeza, apesadumbrado. -¿Es... es verdad? -tartamudeó la profesora McGonagall-. Después de todo lo que hizo... de toda la gente que mató... ¿no pudo matar a una niña? Es asombroso... entre todas las cosas que podrían detenerlo... Pero ¿cómo sobrevivió Hazel?, en nombre del cielo?
-Sólo podemos hacer conjeturas -dijo Dumbledore-. Tal vez nunca lo sepamos.
La profesora McGonagall sacó un pañuelo con puntilla y se lo pasó por los ojos, por detrás de las gafas. Dumbledore resopló mientras sacaba un reloj de oro del bolsillo y lo examinaba. Era un reloj muy raro. Tenía doce manecillas y ningún número; pequeños planetas se movían por el perímetro del círculo. Pero para Dumbledore debía de tener sentido, porque lo guardó y dijo:
-Hagrid se retrasa. Imagino que fue él quien le dijo que yo estaría aquí, ¿no?-
-Sí-dijo la profesora McGonagall-. Y yo me imagino que usted no me va a decir por qué, entre tantos lugares, tenía que venir precisamente aquí.
-He venido a entregar a Harry a su tía y su tío. Son la única familia que le queda ahora.
-¿Quiere decir...? ¡No puede referirse a la gente que vive aquí! -gritó la profesora, poniéndose de pie de un salto y señalando al número 4-. Dumbledore... no puede. Los he estado observando todo el día. No podría encontrar a gente más distinta de nosotros. Y ese hijo que tienen... Lo vi dando patadas a su madre mientras subían por la escalera, pidiendo caramelos a gritos. ¡Hazel Potter no puede vivir ahí!
-Es el mejor lugar para él -dijo Dumbledore con firmeza-. Sus tíos podrán explicárselo todo cuando sea mayor. Les escribí una carta.
-¿Una carta? -repitió la profesora McGonagall, volviendo a sentarse-. Dumbledore, ¿de verdad cree que puede explicarlo todo en una carta? ¡Esa gente jamás comprenderá a Hazel ella es especial! ¡Será famosa... una leyenda... no me sorprendería que el día de hoy fuera conocido en el futuro como el día de Hazel Potter! Escribirán libros sobre Hazel... Todos los niños del mundo conocerán su nombre.
-Exactamente dijo Dumbledore, con mirada muy seria por encima de sus gafas. Sería suficiente para marear a cualquier niño. ¡Famoso antes de saber hablar y andar! ¡Famoso por algo que ni siquiera recuerda! ¿No se da cuenta de que será mucho mejor que crezca lejos de todo, hasta que esté preparado para asimilarlo?
La profesora McGonagall abrió la boca, cambió de idea, tragó y luego dijo:
-Sí... sí, tiene razón, por supuesto. Pero ¿cómo va a llegar el niño hasta aquí, Dumbledore? -De pronto observará la capa del profesor, como si pensara que podía tener escondido a la pequeña Hazel.
-Hagrid lo traerá.
-¿Parece… sensato… confiarle a Hagrid algo tan importante como eso?
"Le confiaría mi vida a Hagrid",
dijo Dumbledore.
"No estoy diciendo que su corazón no esté donde debería estar",
dijo la profesora McGonagall de mala gana. Pero no me dirá que no es descuidado.
Tiene la costumbre de... ¿Qué fue eso? Un ruido sordo rompió el silencio a su alrededor.
Se hizo más fuerte mientras miraban a un lado y a otro de la calle, buscando algo de luz. Se convirtió en un rugido cuando los dos miraron al cielo, y luego una motocicleta pesada cayó del aire y aterrizó en la carretera frente a ellos. La motocicleta era enorme, pero comparada con el hombre que la conducía, parecía un juguete. Era dos veces más alto que un hombre normal y al menos cinco veces más ancho. Se notaba que era demasiado grande para ser aceptado, y además tan descuidado... Cabello negro largo y desordenado, y una barba que cubría la mayor parte de su rostro. Sus manos tenían el tamaño de tapas de cubos de basura y sus pies, calzados con botas de cuero, parecían crías de delfín. En sus enormes brazos musculosos sostenía un bulto envuelto en mantas.
"Hagrid", dijo Dumbledore aliviado. Por fin. ¿Y de dónde sacaste esa moto? "
“Me lo prestaron, profesor Dumbledore",
respondió el gigante, saliendo con cuidado del vehículo mientras hablaba.
El joven Sirius Black me lo dejó a mí. Yo la traje, señor.
-¿No ha habido problemas ahí? -No señor. La casa estaba casi destruida, pero lo saqué antes de que los muggles comenzaran a aparecer. Se quedó dormida mientras volábamos sobre Bristol.
Dumbledore y la profesora McGonagall se inclinaron sobre las mantas.
Entre ellos se encontraba un niña pequeño, profundamente dormida. Bajo una manta, tenía cabello rojizo oscuro, en su frente, podían ver una cicatriz con una curiosa forma, como un rayo. -¿Estaba ahí...? -Susurró la profesora McGonagall. "Sí", respondió Dumbledore.
Tendrá esa cicatriz para siempre. -¿No puedes hacer nada, Dumbledore? -Aunque pudiera, no lo haría.
Las cicatrices pueden resultar útiles. Tengo uno en mi rodilla izquierda que es un diagrama perfecto del metro de Londres. Bueno, déjalo aquí, Hagrid, será mejor que terminemos con esto de una vez. Dumbledore se volvió hacia la casa Dursley. -¿Puedo… puedo despedirme de élla, señor? -Preguntó Hagrid. Inclinó su gran cabeza peluda sobre Hazel y lo besó, acariciando su barba. Entonces, de repente, Hagrid dejó escapar un aullido, como si fuera un perro herido.
-¡Shhh! -dijo la profesora McGonagall. ¡Vas a despertar a los muggles! "Lo... lo siento", gimió Hagrid, y se secó la cara con un pañuelo grande. Pero no lo soporto... Lily y James muertos... y la pobrecita Hazel tendrá que vivir con muggles...
"Sí, sí, es todo muy triste, pero contrólate, Hagrid, o nos descubrirán",
susurró la profesora McGonagall, acariciando el brazo de Hagrid, mientras Dumbledore saltaba la valla del jardín y se dirigía a la puerta de enfrente. Dejó suavemente a Hazel en el umbral, sacó la carta de su capa, la escondió en las mantas del niño y luego regresó con los otros dos. Durante un largo minuto los tres miraron el pequeño bulto. Los hombros de Hagrid temblaron. La profesora McGonagall parpadeó furiosamente. La luz parpadeante que normalmente irradiaban los ojos de Dumbledore parecía haberlos abandonado. "
Bueno", dijo finalmente Dumbledore, "eso es todo". No tenemos nada que hacer aquí.
Será mejor que vayamos y nos unamos a las celebraciones. "Ajá", respondió Hagrid con voz ronca.
Será mejor que me deshaga de esta bicicleta. Buenas noches, profesora McGonagall, profesor Dumbledore. Hagrid se secó las lágrimas con la manga de su chaqueta, se subió a la bicicleta y presionó la palanca para arrancar el motor. Con estrépito se elevó en el aire y desapareció en la noche. "Espero que nos veamos pronto, profesora McGonagall", dijo Dumbledore, asintiendo con la cabeza.
La profesora McGonagall se sonó la nariz en respuesta. Dumbledore se giró y caminó calle abajo. Se detuvo en la esquina y levantó el amortiguador plateado. Lo hizo funcionar una vez y se encendieron todas las luces de la calle, por lo que Privet Drive se iluminó con un brillo naranja y pudo ver un gato atigrado escabulléndose en una esquina al otro extremo de la calle. . También pudo ver el fardo de mantas en las escaleras de la casa número 4. "Buena suerte, Hazel", murmuró.
Se dio la vuelta y, con un movimiento de su capa, desapareció. Una brisa susurraba los cuidados setos de Privet Drive. La calle permaneció en silencio bajo un cielo oscuro. Este era el último lugar donde uno esperaría que sucedieran cosas asombrosas. Hazel Potter se dio vuelta entre las sábanas, sin despertarse. Una pequeña mano se cerró sobre la carta y élla siguió durmiendo, sin saber que era famosa, sin saber que en unas horas lo despertaría el grito de la señora Dursley, cuando abrió la puerta principal para sacar las botellas de leche. Ni que iba a pasar las próximas semanas empujado y pellizcado por su primo Dudley... Tampoco podía saber que, en ese mismo momento, las personas que se reunían en secreto por todo el país alzaban sus copas y decían, en voces tranquilas: «A Hazel Lily Potter... ¡la niña que vivió!>>>
-Me están diciendo que estuve sufriendo abuso infantil todos estos años y simplemente pude patearle el cul0 a Dudley e irme tranquila??…. No me jodan..-
(Subiré dos partes de este Fic una en español y otra en inglés para atraer público en general)
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