#La Señora X” en mañanera
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La provocación mañanera a la señora X y las consecuencias en los procesos electorales de México
En política hay causalidades, casualidades, errores, aciertos, intenciones y propósitos alcanzados y frustrados, intuiciones que resultan y otras fallidas. Un autor sugiere que el hecho de planear, del que se llenan la boca casi todos los políticos, influye la realidad y posiblemente altera ciertas condiciones de la planificación, en el momento mismo que se ha decidido y anunciado que se va a…
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Caldo de Pollo con Arroz
CAPÍTULO 2.- Instituto Mexicano del Seguro Social
Nunca había caído a un hospital en mi vida, todos los recuerdos que tengo del IMSS habían sido muy diferentes a una emergencia u hospitalización. La primera memoria que tengo es de esos tacos de guisado tan pinches deliciosos que vendían afuera de dicha institución todas las mañanas, mi abuela paterna vivía justo al lado del IMSS en una casa muy grande con mucho jardín, y dijo para soportar a 9 hijos la casa sí debía ser muy muy grande. La mayoría de los fines de semana los pasaba en su casa y me escapaba a patinar en las escaleras y rampas de discapacitados de la entrada del “seguro” porque así le dicen en mi pueblo al IMSS.
Uno de los recuerdos más cagados que tengo es de una de mis citas para vacunación de tétanos y esas mamadas que nunca te van a dar en pleno siglo 21, a menos que vivas en no sé Ecatepec, Venezuela o África. Recuerdo tan épica escena digna de una estatuilla al mejor escape alguna vez documentado, es más Clint Eastwood me quedó pendejo en el arte del escape, el mismo Chapo Guzmán hubiera quedado anonadado ante tal proeza, imagínense a un niño de 10 años ya con erecciones mañaneras sometido por cuatro, CUATRO enfermeras y su madre que al ver la aguja “sacó la casta” para someter a sus captoras y la adrenalina para llorar y correr 3 kilómetros de regreso a casa. No me salvé de esa, a la siguiente mañana mi Papá me llevó a que me aplicaran tan valioso medicamento y no se necesitaron 4 enfermeras, solo dos cinturonazos bien acomodados y la voz grave pero relajada de mi padre exclamando: -Haga lo que le dicen mi cabrón-.
El hecho de que mis padres trabajaran todo el día siempre me hizo un menor muy independiente y solitario, aunque siempre estuve rodeado de familiares y de mi nana (a la cual recuerdo con gran admiración y cariño). Cuando no estaba en casa de mi abuela paterna patinando, estaba en mi casa encerrado viendo Gokú o estaba en casa de mi abuela materna aburrido porque lo único que se veía en esa casa eran telenovelas, aquí hago un paréntesis para reiterar: -Que chingue a su madre Televisa, que chingue a su madre el América y que chingue a su madre la doña que me le puso crema a mis chilaquiles ahorita en la mañana-.
Hablando de casa de mi abuela materna, ahí vive a la fecha un tío que fue enfermero toda su vida en el seguro de mi pueblo y ahora jubilado, esto inspirado por la icónica figura paterna que tuvo, mi abuelo quien a pesar de no contar con estudios universitarios dirigió “boticas” (farmacias) toda su vida, no sólo eso, sino que él recetaba medicamentos con la misma o mayor precisión que la de cualquier médico del pueblo. Además de esto tenía un alma bondadosa incomparable, pues no obstante a mantener un matrimonio con 9 cuando detectaba clientes en su botica sin recursos necesarios para sus medicamentos él aportaba de su salario para completar el pago de las mismas; NO MAMEN, MI ABUELO FUE UNA PINCHE CHINGONERÍA DE SER HUMANO, ojalá me hubiera tocado convivir más tiempo con él pues para cuando yo tuve conciencia de mi persona y actos él ya padecía una cruel enfermedad llamada Alzheimer que ya no le permitía ser al 100% como fue toda su vida, guardo recuerdo muy bonitos de él, como cuando la lucidez volvía a su mente al escuchar a “Guillermo y su Cómoda de Alambres” inmediatamente corría a buscar a mi abuela a donde estuviera (una vez la sacó del baño) para bailar con ella hasta que el acetato se acabara, derramaban ternura por doquier.
Mi madre fue la hija más chica de ese matrimonio, por lo tanto, tubo algunos privilegios y mucho más cariño de toda la familia, no platicamos mucho sobre el tema, pero supongo que era muy apegada a mi abuelo; recuerdo una noche verla correr desde la entrada del IMSS hasta la casa de mi abuela paterna, desconsolada, con el rostro lleno de lágrimas y con una garganta potente deteniendo los gritos de dolor que enviaba su alma. Pasó de largo a todos los que estábamos en esa casa y fue directo a los brazos de mi Padre, en esa noche mi abuelo murió por un paro respiratorio. Durante la noche y mañana siguientes se cumplió con el protocolo de velación donde a mi parecer asistieron muchas personas de todos ámbitos sociales, pero como Jon Snow en GoT yo no sabía nada. Al momento de llegar a la iglesia principal del pueblo para despedirlo había más personas intentando entrar que las que ya estaban abarrotadas dentro, como si se tratara de una estrella local o de una figura pública, todo el pueblo nos acompañó a darle el último adiós. Fue ahí donde conocí el dolor, el verdadero, cuando las lágrimas se acaban, pero el alma sigue gritando sin que la fuerza de los pulmones o garganta la puedan consolar.
Como saben, tengo veintiséis años de edad, trabajo, fiesta, amigos, sueños y chaquetas mentales como cualquier persona que quiere comerse el mundo antes de sus 30´s y de la alopecia. Pero lo último que supieron de mí es que estaba entrando a urgencias por un dolor insoportable en el vientre ¿Verdad? También deben saber que nunca había estado hospitalizado, la única experiencia que había tenido hasta el momento en hospitales haciendo filmaciones y fotografía publicitaria para una cadena de hospitales privados donde fungía como director, coordinador, logística, director de fotografía y hasta de actor. Llegué a conocer todas las áreas de un hospital como urgencias, imagenología, maternidad, laboratorios, terapia intensiva, quirófanos, etc. Es más divertido verlos de visita que llegar a ellos por necesidad.
Entré a Urgencias del IMSS el lunes después de mi fin de semana primer lleno de fiesta y luego lleno de médicos y medicamentos desatinados, eran más o menos las 5 de la tarde y había una muy sabrosa fila como de 15 personas para un solo médico, no mames sentía que me moría antes de que me entendieran, por ello acudí al viejo truco:
Dobla el cuello 45 grados dejando a la vista tu peor perfil
Entre cierra un ojo y el otro mantenlo al horizonte
Cruza las manos en tu vientre simulando desaprobación y al mismo tiempo dolor
Pide a tu acompañante insistir sobre el grado de tu dolor y síntomas
Y ya si te sientes muy de la verga y buen actor aplica la mística “Salivar medio enchuecando la trompita”
Como esperaba, mi fechoría dio resultado y después de 3 o 4 pacientes me pasaron con el médico, me ordenó placa de Rayos X a la altura del vientre por los síntomas que le platiqué, cuando iba llegando a tomarme la placa el técnico ya iba de salir no sé si a echar taco o a echar palo porque se emputó súper cabrón porque lo hice regresarse, me dio mi placa y me mandó al doctor de regreso. Al ver mi placa el doctor me dijo, necesitamos que el internista te vea porque estoy casi seguro que necesitas operación o por una obstrucción en el aparato digestivo o de apéndice, ya con eso se me cerró el ano del pinche miedo que me generaba entrar a un quirófano ya no como actor o productor sino como paciente. Me llevaron a la zona de observación donde me pidieron un examen de orina y uno de sangre, de los pinches nervios se me perdió la de orina por algún lugar del hospital y casi me desmayo cuando me sacaron sangre (pos no mamen tenía años sin ver una aguja a menos de 2 metros de distancia), me sentaron en un sillón bastante mono junto a otros 10 desconocidos, entre señoras gritonas y señores roncando (básicamente varios matrimonios añejos en un mismo lugar). Pero no contaba con que mi buen roomie llegaría a salvarme de la precaria situación, pues me llevó a urgencias lo que todo hombre del siglo 21 necesita en estos casos para sobrevivir: Laptop un shingo de pelis, cargador de celular, game boy con todas las versiones de Pokemon y pues agua.
Se hicieron las 8, 9 y 10 de la noche y el internista nunca llegó, llegó un médico a preguntarme si estaba trabajando en mi laptop o por qué la traía, le contesté que estaba viendo Guardianes de la Galaxia que si gustaba, pero sólo me hizo cara de ¡No mames güey! Y continuó mi camino. A eso de las 11 una enfermera me dijo que me cambiarían de clínica para que me viera el internista que nunca llegó y después de otra hora me dijeron -Te toca, recoge tus cosas- Ahí voy yo con mis cositas en mi mochilita y en una bata tamaño gordo de Walmart, llego a la ambulancia y ya había una niña en la camilla bien concha acostada, a lo que yo pensé “Y qué chingados ¿Ya son de segundo piso estas madres o qué pedo?” pero en eso llegó el camillero y me dijo -Acomode sus cosas joven, mantenga su suero en alto con la mano y siéntese ahí por un lado-. Hijo de puta, ni lugar me hizo adelante con él. Pero a medio camino sucedió, si por sí sola la situación no pudiera ser más satírica a medio camino se escucha en el radio de la ambulancia -mexicanos, al grito de guerra, el acero aprestad y el bridón- No mamen, me sentí en una de esas películas tan culeras que producimos en México donde reflejan nuestra tan culera realidad con humor, malos actores, peores efectos especiales y con un bajo presupuesto. Mientras iba sentado en la ambulancia con el suero en lo alto de mi mano erguida y compartiendo ambulancia suena el himno nacional.
Cuando llegamos a la siguiente clínica al más puro estilo de la india María apenas pude bajarme de la ambulancia con todas mis cositas rebotando en el suelo y mientras se me levantaba la bata con el aire, digno de documentar y hacerlo viral en redes sociales. Me dieron una cama con 4 sábanas para el frío y para pronto me eché un coyotito, cuando desperté mi celular estaba en el suelo con la pantalla estrellada, sólo me quedó decir: -Qué pendejo, ya ni pedo. Lo bueno es que tengo sal…espera, no-. A los pocos minutos llegó una practicante bastante agradable a la vista de “El ese Hombre” y me saltó “La Putería” que llevo dentro (pero no tan dentro) por lo que traté de mantener una conversación cordial y hacerla reír en todo momento, hasta eso funcionó, pero ya no le pedí el número (tan guëy).
Me dieron otra serie de medicamentos y me volvieron a sacar sangre pues perdieron mis estudios en el cambio de clínica, el dolor había disminuido hasta casi ser nulo. El pronóstico tubo varias mutaciones: Obstrucción de estómago, de intestinos, apendicitis, infección aguda en el aparato digestivo y por ultimo acabó en un alta sin diagnóstico al día siguiente sin mayor dolor y con unas pastillitas en la bolsa. Al salir me di cuenta de que estaba en la clínica regional que está cerca del aeropuerto de Morelia, SÍ EN MEDIO DE LA PUTA NADA. Me sentí como en Exterminio 1 o en Walking Dead ¿Por qué todas las pinches películas de Zombies comienzan con un subvalorado por sí mismo actor principal saliendo de un hospital todo sacado de pedo? No hay como Zombieland esa sí es película, ya para tener a Jessie Eisenberg metiéndole mano con Emma mi amor Stone debería ser garantía Cinépolis.
Me tocó pagar taxi pues al parecer ya todos mis pinches amigos trabajan. En el transcurso hice llamadas a mis familiares y trabajo para informar lo sucedido y que ya estaba bien, compré mis medicamentos y ese día todo estuvo bajo aparente control pues por primer día desde el sábado del corona empecé a comer otra vez y por fin regresé a la oficina a trabajar. Pero como todo lo bueno dura poco (frase que para mi gusto es bastante lastimera, conformista y patética, por cierto) el dolor regresó más agudo el martes por la tarde lo que me obligó a salirme de la oficina a buscar un gastroenterólogo que tuviera una opinión más certera. Ya no pude manejar por el dolor, por lo que recurrí a mis tíos que viven en la ciudad para llevarme a la consulta, cada minuto el dolor era más intenso y otros síntomas llegaron, náuseas y dolor de cabeza. En ese momento no era necesario recurrir a ningún viejo truco pues mi estado era el siguiente:
Cuello arqueado con un ángulo de 45 grados, ya con los dos perfiles demacrados
Ojos al horizonte
Manos cruzadas al vientre como diciendo -Nos va a cargar la chingada-
Mis acompañantes cuidaban el no desmayarme antes de entrar
Ya me sentía de la verga y comenzaba a salivar.
Antes de entrar a consulta corrí al baño a vomitar lo único que había podido tragar en una semana: Caldo de Pollo con arroz.
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