#Historia corta
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Charles Bukowski inspiración:
¿Existe el ser? La pregunta sigue rondando en mi mente mientras me sumerjo en las entrañas de la ciudad, ese laberinto de concreto y neón que nos aprisiona a todos. La existencia del ser, esa odisea sin sentido que nos consume a todos, como ratas en un laberinto sin salida.
Recuerdo aquella noche en el bar, con el humo del cigarro y el olor a alcohol impregnando mis sentidos. Me sumergí en la bebida, en un intento desesperado por ahogar mis pensamientos, por escapar de esta absurda realidad que nos rodea. ¿Qué somos, sino simples marionetas en manos de un destino cruel e indiferente?
Observo a mi alrededor y veo rostros cansados, almas perdidas en un mar de angustia y desesperanza. Todos buscamos respuestas, buscamos un significado en este caos que llamamos vida. Pero, ¿qué encontraríamos si escarbamos lo suficiente? ¿Acaso la verdad, o simplemente más preguntas sin respuesta?
Quizás la clave está en abrazar la incertidumbre, en aceptar que somos polvo en el viento, seres efímeros destinados a desvanecernos en la nada. Quizás la existencia del ser no sea más que una ilusión, un eco vacío en un universo indiferente. Pero mientras seguimos en este viaje sin rumbo, quizás encontremos un destello de belleza en medio de tanta desolación.
Así que brindemos, compañeros, por la existencia del ser, por la incertidumbre que nos define, por la angustia y la alegría que nos acompañan en este viaje sin fin. Porque al final del día, quizás la única verdad que importa es la que encontramos en los brazos de otro ser humano, en la mirada compasiva de un extraño en la noche oscura.
Y en ese destello de humanidad, quizás encontremos un atisbo de sentido en medio de tanta oscuridad.
— Konan Oríah // Charles Bukowski inspiración.
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Comprobando la hipótesis de ti
Me dijeron "pide un deseo" y lo que mi corazón más anhelaba era dejar de sentir ese peso de callar, el apretujon de no decir nada, la asfixiante realidad de que tal vez tu y yo nunca seríamos mas que amigos.
Ya no quiero sentir, ya no quiero llorar por ti. ¿Por qué demonios te metiste tan profundo en mi alma? ¿Sabes que es lo peor? Que ni siquiera se decir que es esa característica que me ata a ti... Lo he pensado desde hace rato, años para ser exacta. Y ayer en mis delirios supuse que no es una cosa de ti, es todo tu en realidad.
Tu cómo conjunto, tus bromas, tus comentarios ingeniosos, tu humor, tus ojos, la forma en que me miras como si yo fuera alguien capaz, la forma en que a veces me describes como alguien inteligente y a quien respetas por eso. Eres tu y tu horrible gusto en música, tu amor por ese tonto deporte, la incomprensible forma en que te entusiasmas por las matemáticas. Eres tu y tu amable y rasposa forma de cuidar a tus amistades, de tomar ese rol responsable cuando no te corresponde. Eres tu y la forma en que me haces sentir cuando estoy contigo.
¿Esto de alguna manera sigue contando como un "simple enamoramiento" o me resigno ya a llorar los próximos meses por el corazón roto de la primera vez que me enamore de verdad?
Oh dios... Te voy a llorar tanto porque efectivamente, serás mi primer corazón roto de verdad.
Gi.
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Mi erección ya estaba gritando - Relato erótico gay
Un día llegas al gimnasio como otro día cualquiera y en las duchas acabas más mojado que nunca. Y no sólo de agua.
Nota: un día fui al gimnasio a entrenar y vi el mejor culo que he visto en mi vida. Este relato se lo dedico a ese chico que me dejó babeando todo el día. Cualquier parecido con la realidad (por favor que alguien me avise. Es para un amigo...), es mera coincidencia.
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Después de aparcar, saqué las llaves de la ranura del coche y me quité el cinturón de seguridad. Cuando salí por la puerta noté el ambiente fresco de la mañana aun cuando el sol se sentía cálido. Como siempre que voy al gimnasio, me puse los AirPods y después de sacar la mochila del asiento trasero, fui caminando hasta la entrada del gimnasio.
Durante el camino, como cada vez que vengo, lo primero que pensé fue que ojalá no hubiera tanta gente entrenando. Me da una pereza terrible tener que esperar para poder usar las máquinas. Recuerdo que cuando estaba apuntado en otro gimnasio se formaban colas largas para usar máquinas. Parece que esto es algo usual en los gimnasios de Madrid y no debería sorprenderme, pero joder, es horrible. Menos mal que el último al que me apunté abrió hace poco y por ahora no se está mal: parece que hoy no habrá tantas personas.
Después de guardar la mochila y terminar de prepararme, comencé a calentar en la cinta de correr. Fue entonces cuando miré hacia delante y ví el mejor culo que he visto en mi vida. Su dueño era un chico alto, pelo moreno, tenía un cuerpo muy bien esculpido y trabajado, más o menos de mi altura, y aparentaba unos 30 o 35 años. Llevaba puestas unas mallas con las que se le marcaba todo. Parecía que también acababa de llegar y se disponía a usar la bicicleta estática. Mientras se me caía la baba, le ví mover sus piernas bien esbeltas caminando de un lado a otro: iba, hablaba con la chica de administración y volvía. Al cabo de un rato, se subió a la bicicleta y comenzó a pedalear.
Joder.
No podía apartar mi mirada de su trasero redondo y respingón cada vez que caminaba. Miré hacia los lados disimulando para que nadie se diera cuenta de que me estaba muriendo por dentro, pero de vez en cuando era inevitable mirarle de nuevo.
Acabé mi calentamiento en la cinta, maldije para mis adentros al tener que alejarme de mi crush instantáneo y comencé mi tabla de ejercicios de hoy: pectorales, hombros y tríceps.
La mañana fue transcurriendo sin ninguna novedad hasta que me tocó la parte que más pereza me daba, los hombros. Miré la tabla de ejercicios y decidí comenzar por el ejercicio press militar con barra, que consiste en levantar una barra pesada por encima de la cabeza.
Cuando fui a buscar la que me interesaba, me di cuenta de que alguien se la había llevado, así que decidí buscar quién la tenía y preguntarle si le quedaba mucho. Y es entonces cuando le vi a él usándola. Por supuesto, no pude evitar mirarle ese melocotón celestial otra vez.
Por favor, que alguien me quite los ojos y me salve de esta tortura.
No dudé en acercarme:
– Perdona, ¿cuánto te queda con la barra? – Si no supiera disimular, mis babas estarían encharcando el suelo hace rato.
Cuando se giró y me miró, de repente me vino la sensación extraña, súper ligera, de que conectamos. Noté que su mirada recorría mis labios y, por un momento muy rápido, le vi morderse el labio inferior. Algo se había estremecido en mis adentros.
– Me queda un rato, porque la necesito para otro ejercicio – me respondió, agitado por el ejercicio.
Por cierto, tenía los ojos de color marrón claro y facciones marcadas. Era posible que mi juicio estuviera nublado por la primera impresión que tuve de él y su impresionante trasero, pero joder, qué guapo me parecía.
– ¿Podríamos turnarnos? – Le pregunté.
De repente, lo que noté antes se esfumó porque junto al sudor que le caía por la cara, le vi expresión de fastidio.
– Venga, vale – me dijo, agitado.
Y así de fácil el culo perfecto que tenía en un altar, se cayó a lo más profundo del infierno.
Menudo idiota, pensé.
Le di las gracias algo molesto, cogí la barra y comencé mi ejercicio. Me di cuenta de que me estaba mirando cuando le miré de reojo e inmediatamente me dijo:
– No lo estás haciendo bien, porque la barra tiene que quedar por encima de tu cabeza – dijo suspirando impaciente.
– Pues venga, hazlo tú y veo cuál es la técnica – no pude evitar decirlo con cierto mal humor.
Quizás fui muy directo, porque de repente se puso en pie, dispuesto a ayudarme.
– Mira – fue entonces cuando cogió la barra e hizo el ejercicio tal y como me había corregido, para demostrarme cómo se hacía –. Ahora tú. A ver, que te vea.
Dejó la barra en el suelo, la cogí y me dispuse a hacer el ejercicio otra vez, cansado de la repetición anterior. Debió notar mi cansancio, porque se puso detrás de mí (demasiado cerca, diría) y empezó a ayudarme a levantar los brazos en la dirección indicada.
– Así, ¿ves? – Me susurró.
A pesar del esfuerzo y cansancio, no pude evitar sentir un chispazo por todo mi cuerpo. Era una locura: por un lado, me había fastidiado su reacción y por otro, todo me ponía a cien. No estaba entendiendo nada, pero menos mal que llevaba puesta una camiseta larga y ancha, porque mi erección ya estaba gritando.
Después de eso, seguí haciendo el ejercicio con sus correcciones y, muy a mi pesar, noté la diferencia. Pero mi orgullo iba por delante, no lo podía admitir.
Durante su turno, no parábamos de intercambiarnos miradas. Si no hubiera tenido esa reacción de fastidio al principio, juraría que me estaba haciendo una radiografía a todo el cuerpo. Así como yo no podía apartar mis ojos de ese trasero de los dioses.
Acabé de usar la barra, se la dejé, me despedí fríamente y me fui para continuar con mi entrenamiento.
Al contrario de lo que se pueda pensar, el malhumor que me había provocado me motivó con los siguientes ejercicios y, cuando ya había acabado toda la tabla y el estiramiento, me dirigí a las duchas.
Cuando llegué a la puerta del baño tenía todo el cuerpo cubierto de sudor y me encontraba agitado. Al entrar, vi que sólo estaba él, sentado y sin camiseta, justo antes de las duchas. Le vi mirarme y sacó una media sonrisa. Esto me enervó porque ya no sabía qué estaba pasando, me estaba sintiendo muy confundido. Me puse en el banco opuesto al suyo y de espaldas porque si le seguía mirando, el grito de mi erección se haría visible y lo último que quería en ese momento era pasar vergüenza. Y menos por él.
Preparé mi ropa limpia en el banco, saqué mi toalla, el champú y el jabón y comencé a desvestirme. No pude evitar sentir su mirada clavada en mi dirección. Me bajé los calzoncillos, me puse la toalla alrededor y cogí lo que necesitaba para irme a la ducha lo antes posible.
Debido a que soy de erección fácil, uno de mis requisitos para apuntarme a un gimnasio es que las duchas sean individuales y cerradas y este las tenía. Es por eso que me sentí aliviado de haber tomado esa decisión.
Cuando abrí el agua escuché que alguien estaba hablando del otro lado de la puerta:
– Oye, perdona, me he dejado mi jabón ahí dentro.
No cabía duda, era él. Al escucharle se me aceleró todavía más el corazón. Con los nervios, no me había fijado que se habían dejado un bote de jabón en una de las repisas de la ducha. Lo cogí y cuando estaba abriendo la puerta, de repente la empujó rápido para meterse conmigo dentro.
– ¿Qué coño haces? –le grité en susurros, aunque en el vestuario no había nadie más.
En el fondo me está encantando.
Había entrado tal y como le vi fuera de la ducha, todavía no se había quitado las mallas cortas de hacer ejercicio.
– ¿Te crees que no me he dado cuenta de que te la he puesto dura?
Bajé la mirada para ver su paquete y yo también debí provocarle el mismo efecto: la tenía tan dura y apretada en sus mallas que era imposible no verla. Me resultó muy difícil no reírme, de lo nervioso que me encontraba.
– ¡Pero qué dices!
– Deja de disimular, guapo. No me has quitado el ojo desde que estabas calentando.
Estaba ocurriendo todo tan rápido y había tanta tensión, que el único impulso que me salió fue el de besarle. Ya habría tiempo para arrepentirnos.
Mi beso fue bien recibido, porque no opuso resistencia. Es más, me empujó hacia la pared mientras nos besábamos. Nuestras lenguas estaban enfrascadas en una lucha de la que ninguno de los dos iba a ganar. Estaba alucinando. De repente, noto su mano acariciando mi erección y no pude evitar gemir.
– Espera, que aquí nos van a pillar – le dije entre susurros y jadeos.
– Puf, estamos muy cachondos…
Se pegó todavía más a mí y noté cómo nuestras pollas se rozaban cada vez más. Sin dudarlo, llevé mis manos a su culo. Si ya era un manjar a la vista, tocárselo fue indescriptible.
Joder, estoy tan caliente que me da igual lo que ocurra fuera.
De repente, escuchamos que alguien entraba al vestuario y nos quedamos inmóviles. Se llevó el dedo índice a sus labios, haciendo el gesto de silencio y nos quedamos atentos a los sonidos de fuera. Le vi abrir un poco la puerta para mirar y escuché la puerta de fuera volviéndose a abrir.
– Se han ido. Vente conmigo – me dijo, susurrando.
Salimos de la ducha, cogió unas llaves que tenía en su mochila y me agarró de la mano. Cruzamos todo el vestuario y me dirigió a una puerta que ponía “Privado” en rojo. Abrió la puerta con las llaves y, cuando entramos, vi que dentro había más duchas. Supuse que son las que utilizan las personas que trabajan aquí.
– ¿Qué es esto? ¿Cómo puedes entrar aquí? – Le pregunté mientras volvía a cerrar la puerta.
– No importa – y me plantó otro beso.
Otra vez me llevó hacia una de las duchas y cuando llegamos, decidí encender el agua para quitarnos el sudor.
Mientras nos besábamos, sus manos recorrieron mi cuerpo, así como yo hice con el suyo. Estaba tan cachondo que incluso acariciar sus músculos era placentero de por sí. Llegué con mis manos a su culo y aproveché que tenía los dedos húmedos para jugar con su agujero y empezar a dilatarle. Pero me apartó la mano con suavidad y cerró el agua de la ducha.
Decidí ir un paso más allá: empecé a recorrer su cuello con mis labios con suavidad y fui bajando poco a poco por su pecho. A pesar de que estábamos dejándonos llevar por la lujuria, me tomé mi tiempo en besar cada rincón de su cuerpo. Cuando comencé a lamer sus pezones, le escuché gemir. De vez en cuando le daba pequeños mordisquitos porque me encantaba oírle disfrutar. Después fui bajando tranquilamente por sus abdominales y su pelvis, como si quisiera imprimir en 3D todo su cuerpo, hasta que llegué a mi objetivo.
Le bajé las mallas hasta quitárselas y tenía su mástil enfrente de mi cara. Se la cogí de la base, apretando, separé mis labios y con su mano fue guiando mi cabeza hasta metérmela entera en la boca.
– Joder – suspiró, mientras me empujaba lentamente hasta llegar al fondo de mi garganta.
Empecé a subir y bajar con mis labios una y otra vez por su erección. Noté que le temblaban un poco las piernas, así que se apoyó en la pared. Fue entonces cuando sus caderas comenzaron a moverse al ritmo de mis movimientos. A lo largo de mis 30 años he comido muchas pollas, pero no recordaba ninguna que me hubiera gustado tanto como la suya.
– Eres bueno chupando pollas… Si sigues así, no aguantaré mucho…
Solté su miembro haciendo un chasquido con mis labios y subí a besarle de nuevo.
– Necesito follarte – le dije con labios hambrientos.
– Vas a tener que ganártelo…
– ¿No te parece suficiente ya?
Se quedó mirándome por un momento, sin poder disimular, mordiendo su labio inferior como había hecho antes, cuando cruzamos nuestras primeras palabras.
– Venga, dilátame – era todo lo que necesitaba oír.
Se giró y aproveché para frotar mi polla entre sus nalgas mientras fui besando cada músculo de su cuello y espalda, como si quisiera conocerle a través de mis labios. Después, fui bajando poco a poco y cuando llegué, mis ojos no podían creer la semejante maravilla que tenían delante. Debí quedarme mirando su culo con cara de tonto bastante rato porque me dijo:
– ¿Te gusta lo que ves?
– Tío, me pones muchísimo…
Recorrí sus nalgas con mis labios, dándole besos cortos por donde pillaba, deseando que ese momento no acabara nunca. No soporté más esa tortura, así que se las abrí y empecé a lamerle con suavidad. Escuchar sus gemidos era placer para mis oídos, así que decidí aumentar el ritmo.
Después de un rato, me levanté y volví a subir hasta su cuello.
– Voy a empezar con un dedo, ¿vale? – Le susurré.
– Haz lo que sea, pero date prisa porque no sé si podré soportarlo mucho más…
Mientras introducía el primer dedo, fui recorriendo su cuello a besos. Empecé a jugar con mi dedo para que su esfínter se fuera dilatando poco a poco y cuando fui notando que estaba menos apretado, le metí dos. Parecía que le estaba encantando la forma en la que jugaba con su próstata, porque me dijo:
– Ya estoy listo, pero espera.
Salió de la ducha y se dirigió hacia una repisa donde había muchas cosas. Cogió una caja, sacó un condón y luego un lubricante. Yo estaba sorprendido.
– Veo que lo tienes todo preparado…
Me sonrió mientras abría el envoltorio y volvía de nuevo a la ducha. Me dio un beso y me puso el condón con suavidad. Cogí el lubricante, me eché un chorro en la mano y, tras lubricarle a él, me eché más para lubricar el látex de mi polla hasta que quedara bien resbaladiza.
– Venga, deprisa… – En ese momento ya no me importaba nada más, sólo necesitaba meter mi polla palpitante en ese culo que tanto deseaba.
Se giró de cara a la pared, arqueando su espalda, le cogí de la cintura y empecé a empujar muy lentamente la punta para que su culo se acomodara poco a poco a mi polla. Cuando noté que se relajaba, comencé a meterla un poco más, hasta que pude llegar al final.
– Oh, Dios… – jadeó, cuando comencé a embestirle más y más.
Al principio fueron movimientos suaves, pero cuando le vi moverse hacia atrás buscando más, empecé a penetrarle con más fuerza y profundidad. El sonido de nuestras respiraciones era tan fuerte que se podían oír por toda la habitación. Menos mal que en el vestuario de fuera también se escuchaba la música del gimnasio porque si no, nos hubieran pillado.
Miré hacia abajo donde se unían nuestros cuerpos y vi cómo mi polla se metía en tremenda maravilla.
– Puf, no te imaginas lo que me excita ver mi polla hundiéndose en tu culo… – Le dije, y aceleré mis embestidas.
Al decirle eso su cuerpo se tensó y mientras lo follaba, comenzó a masturbarse. Parecía que estaba tan caliente que no pudo durar mucho más, y vi que su polla empezó a eyacular semen por toda la pared.
– ¡Joder! No puedo aguantar más… – dije entre jadeos.
En cuestión de segundos no tardé en eyacular y llenar el condón dentro de él mientras jadeaba con fuerza.
Apoyé mi cabeza en su marcada espalda mientras le tenía agarrado de su cintura. Necesitábamos recuperar nuestro aliento. Mi cabeza no paraba de dar vueltas después de tanto placer.
Una vez mi polla estaba fuera de él, me saqué el condón y volvimos a abrir el agua de la ducha para limpiarnos.
– ¿Trabajas aquí? – le pregunté. De repente recordé que estábamos en una habitación de uso privado del gimnasio.
– Soy el gerente que lo dirige – responde, guiñándome un ojo.
No me esperaba esa respuesta así que no supe qué responderle. Debió darse cuenta porque siguió hablando:
– Por cierto, ¿cómo te llamas?
– Martin, ¿y tú?
– David – sonríe.
– Pues David, he tenido el mejor sexo desde hace mucho tiempo… – y le planté un beso mientras envolvía su culo entre mis manos.
Si hubiese sido por mí, no lo hubiera soltado nunca jamás.
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Ni en sueños
Por alguna razón presencié un evento muy aburrido. No podría estar más contento cuando terminaba, y al salir del foro, entre el mar de gente me precipité a abandonar el lugar lo antes posible. De pronto escuché una voz que me era muy familiar. Ahí estabas tú. Sentada, esperando. La única interacción que planeaba era una broma a la distancia, sin hablar ni sin acercarme.
Pero antes de que pudiera reaccionar, me decías algo que nunca creí que escucharía salir de ti:
—Te quiero.
No estaba seguro de lo que escuché, así que me acerqué a ti y te pedía repetirlo.
—Te quiero.
A milímetros uno del otro, yo te preguntaba porqué lo hacías, porque me decías eso. Tu sonrisa era la respuesta, no necesitabas decir más. Miraba con profundidad tus ojos, y por supuesto que me perdía en ellos. Estábamos tan cerca uno del otro, que sólo hacia falta un pequeño viento para llegar al cielo. Ambos queríamos atravesar el edén tomados de las manos, pero de repente me arrebataste mi ambición. —Lo que quieres de mí... no puedo entregártelo. No lograba comprender tus palabras. Tus ojos me aseguraban amor, tu sonrisa me prometía la eternidad. Pero tu hablar me quitaba la vida. Antes de que pudiera responder, mi mente me traicionó. Desperté de nuevo en soledad y en la melancólica noche plutónica. Y mientras la lluvia grita al exterior, deseo con todo mi ser que exista un manual para que al despertar no me cueste volver a la realidad, en la que no me dices que me quieres.
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Headcanons Johnshi 4:
-Escena inspirada en la serie "Está mierda me supera" pero con muchas diferencias-
Kenshi y Johnny se encontraban completamente ebrios, hablaban de cosas sin sentido en la casa de Johnny. Por alguna extraña razón, Kenshi acepto quedarse a dormir, bueno, al estar ebrio es más que obvio que no saldría.
Todo iba bien cuando fueron a acostarse, pero un sentimiento surgió en Kenshi cuando apenas se acostó en la cama de invitados. Johnny se encontraba en su habitación a solo metros de dónde estaba Kenshi, haciéndole desear estar más juntos. Pensarían que era el problema del alcohol, pero seamos sinceros... No era el alcohol, si no un sentimiento real, del cual Kenshi había comenzado a experimentar cuando estaba con el actor.
Se levantó de su cama con sentó en su mano, y comenzó a caminar en silencio hacia la habitación de Johnny, esperando con ansias ver el rostro del actor. Supuso que Johnny estaba dormido, por lo que se acercó a la cama, dejo a sentó en la mesita, y se subió encima de las sábanas para acostarse frente al rostro de su compañero, y amigo. Se deleitó viéndolo dormir, sentir y escuchar su respiración tan tranquila, aún cuando estaba borracho. Quedó en silencio, tan solo unos segundos.
"¿A quien espías?" La voz de Johnny hizo eco en la habitación, dejando helado a Kenshi.
"A nadie..."
"Se que eres un agente, y tienes tus asuntos... Pero no consumo drogas" Dijo haciendo un puchero, divirtiendo a Kenshi.
"Solo quería... saber si aún respiras" Dijo casi en silencio, pero lo suficientemente claro como para que el actor lo escuchará.
Kenshi en un intento de escaparse de la cama, se vio obligado a disculparse para poder largarse de ahí. Quien pensaría que Johnny lo detendría para que se quedará con él, y eso hizo que el japonés se sorprendiera, y quisiera ocultar el mínimo rubor en sus mejillas.
"¿Piensas dejarme con este frío? Ven" Hablo como si de un niño se tratara, y comenzó a levantar las sábanas que lo tapaban, invitando a Kenshi a acercarse a él. A un principio, Kenshi se negó avergonzado, sintiendo su corazón latir a mil, viendo la cara de cachorrito abandonado que tenía Johnny.
¿Porque Johnny siempre es despistado con Kenshi?
Kenshi se encontraba ahora mismo, cara a cara con Johnny, quien no procesaba el acto que hacía. Pronto comenzó a ver mejor y miro a Kenshi rojo como un tomate, por lo que pensó que estaba acalorado.
"Pareces un tomate ¡Un lindo tomate!" Llevo su dedo índice a la mejilla de de Kenshi para molestarlo, pero este evito el contacto tomando la mano antes de que llegara a su mejilla caliente.
"Basta..." Le dijo, intentando ser firme, pero Johnny con un poco de alcohol pasando por su sangre quiso seguir molestando con tocarle las mejillas que no se dió cuenta como se había acercado a Kenshi.
Al japones no le molestaba el contacto de Johnny con el, pero cuando estaba tan cerca le hacía querer... No, Kenshi, no pienses en eso. La tentación era demasiada, y cada vez el rostro del actor estaba más cerca, y más cerca hasta el punto que sus narices se tocaban por unos centímetros.
Y luego solo paso...
La tentación de los hermosos labios de Johnny fue demasiado para la cordura de Kenshi. El beso fue largo para la perspectiva de Kenshi, incluso juraba que Johnny le había correspondido el beso por unos segundos, lo había pensado, pero todo fue desafortunado.
Johnny se separó, en un movimiento ni tan rápido ni tan lento, un movimiento evasivo, dónde se encontraba confundido. Y Kenshi se quedó ahí, mirándolo y esperando unas palabras de Johnny, más solo obtuvo las más dolorosas palabras que rompieron toda las expectativas, y pensamientos.
"Estamos muy ebrios, Ken. No quise besarte, de verdad" Aunque Johnny no lo había dicho de una forma hiriente, había creído que el fue quien lo había besado, pero en realidad fue Kenshi.
Y Kenshi por otro lado... Se levantó de la cama, y junto sus manos con nervios, intentando controlar su frustración ante el dolor de su pecho. Se disculpó, y salio de la habitación, llevándose su espada antes, y a la atenta mirada de Johnny. Llegó a la habitacion de invitados empezando a respirar con fuerza. Las palabras y la escena de la incomodidad de Johnny ante el beso le hizo querer golpearse a su mismo. Pronto se dió cuenta de como había movimientos en la habitación, las objetos que se encontraban ahí, comenzaron a elevarse con un extraño brillo azul, rodeando su persona.
Su poder es la telequinesis, característico por sentó que estaba cerca. Intento controlarse, mediante a pensamientos tranquilos, evitando el beso, pero todo-se-fue-a la-mierda.
No grito, ni se movió, su poder lo hizo todo, y tiro cada objeto de la habitación lejos de él, por los golpes fuertes se terminó asustando.
Quedó sin aliento por un momento, y se agachó desconsoladamente procesando el suceso.
"¿Kenshi? ¿Está todo bien, que fue ese ruido?"
-¿Continuará?
❀By @soykichaa❀
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"La Agonía de Elliot"
Cuando somos niños nos inculcan en las películas y los libros que el amor es correspondido, que los príncipes se casan con las princesas y que tienen un final feliz. No creo que ese sea mi caso, mi nombre es Elliot y no soy ese tipo de príncipe. Busco una razón para volver, físicamente no me he ido pero no sé en donde tengo la mente no sé si siento algo más que vacío y tristeza. Desde hace mucho que no vivo, desde hace mucho que lo busco. No sé si hablo de algo o de alguien, no me gusta depender emocionalmente de ninguna. Cada día busco en mis recuerdos y pareciera ser la única manera de vivir para mí, hasta que un buen amigo me dijo que no se vive del pasado.
5am marcaba el reloj, hora de comenzar como todos los días. Aún no salía el sol estaba oscuro, me gustaba sentarme a desayunar en la ventana de la cocina viendo a mi perrito. Me imaginaba siendo él, pensaría que mi dueño era un tremendo vago pero, ¿Los perros pensarán? Me gustaba dormirme con la idea de que a la mañana vería a Hormiga y a Ali, pero más a Hormiga. Mi perfume, el olor en la mañana, el aire fresco y las calles solas son mis recuerdos de aquellos días. Repetiría esos días de mi vida una y otra vez. Llegaba al colegio y estaba Ali con cara de distraído siempre, todos los días de la vida. Es curioso que en mis únicos recuerdos bonitos solo están Ali y Hormiga.
“Hormiga” es como le digo a la persona más genial que he conocido en mis 18 años de vida, omito su nombre porque mucha gente lo ve como un delito. Hormiga es la razón principal de que yo esté así más no es la culpable puesto que no hizo nada para que hoy yo esté recordando y no viviendo. Desde que dejamos de hablar me he dedicado a escribirle cosas que nunca leerá deseando que cada escrito sea el final.
“Hormiga, te llamo así porque tu nombre me resulta extraño y a ti no te gusta, además me recuerdas a una hormiga, lo cual no es romántico pero si original. Cuando te conocí me llamaste la atención, entré al aula y estabas ahí de primera hablando con el profesor, te observé toda la clase parecías triste todo el tiempo, desde entonces te notaba siempre en el colegio. Un día te hablé, te pregunté tu nombre porque un profesor me pidió el favor de que te llamara y me lo repetiste muchas veces porque no lo pronunciaba bien. Luego nos saludábamos cada vez que nos veíamos, bueno… Te saludaba, tú solo respondías cortante. Conocía a tu grupo de amigos, Ali era uno de ellos gracias a él empecé a hablar más contigo. Ahora escribiré recordando momentos que probablemente tú ya has olvidado.”
- ¿Qué buscas, Elliot? – Pregunta Ali asustándome.
- Nada… ¿Es muy obvio que busco algo?
- Desde hace mucho que no parecieras estar aquí, pasas todo el día pensando, como si algo estuviera en tu mente y no lo encuentras. – Lo miro, es adivino.
- Busco en mis recuerdos que es lo que me hace vivir y sentir… - Le digo
- Elliot, no se vive del pasado. ¿Por qué no buscas algo nuevo? – Lo que me dijo me dejó pensando, “no se vive del pasado”, entonces ¿Cómo se vive?
- Esa búsqueda ya la hice y adivina que… no hallé nada. Y según tú ¿Cómo se vive? – Le cuestiono.
- Experimenta sensaciones nuevas. ¿Cuándo fue la última vez que te sentiste vivo? – La respuesta a esa pregunta la sé, pero prefiero no decirla así que le miento.
- Es exactamente lo que ando buscando, amigo mío. – Él me miró como si estuviera loco y desde ese momento no me diría más nada.
Desde entonces Ali no insistió, no preguntó más nada al respecto. Nos alejamos… yo primero. Estaba agradecido en cierta parte, no tenía la obligación de atarlo a mí y debe ser frustrante hablarle a alguien que no sabe lo que dice la mayoría del tiempo. Con su ausencia confirmé que estaba solo, ya me venía sintiendo así desde hace tiempo pero ahora era un hecho. Ahora lo veía en mis sueños y recuerdos, igual que Hormiga. Ali parecía vivir en un mundo de fantasía veía el amor y los sentimientos como lo mejor del planeta, creía en los cuentos de hadas y expresaba sus emociones de manera un tanto dramática, cualquier persona que pase un día con él se contagia… excepto yo. No miento, varias veces intenté sentir como él, vivir como él pero no funcionó, mi mente analítica de toda situación y sentimiento me lo impidió. Mientras que Ali ve solo lo bonito, el arcoíris, la brillantina, yo veo las tormentas y lo gris, la realidad. Soy consciente de que hay cosas muy buenas pero en cierto punto era atosigante esa actitud de demasiado positivismo para mí. En fin, Ali fue mi último amigo, la última persona en mi mundo. Recuerdo una noche antes de mi pesadilla de ahora, recibí un mensaje de texto que decía: “¿Puedo llamarte?” eran las 12am la llamé de una vez, cuando respondió su voz se escuchaba apagada.
- ¿Elliot? – Fue lo primero que dijo
- Si ¿Estás bien? – Le pregunté
- No… Tuve una crisis, todo se vino encima… Yo estoy harta, Elliot. Te necesito. – Trataba de entender que le pasaba, no era bueno apoyando personas.
- ¿Qué se vino encima? Aquí estoy para ti, puedes contar lo que quieras. – Dije
- Tengo muchas cosas en la mente que ya ni en casa puedo estar en tranquilidad, cada cosa que hago pienso que está mal, incluso llamarte ahora mismo… No puedo dormir, si me duermo tendré pesadillas y luego otra crisis… Es jodido. – Me frustraba no poder estar ahí.
- Respira primero de acuerdo. No está mal que me llames, si necesitas hablar sabes que siempre estaré para ti, no está mal nada de lo que haces ¿Acaso no ves el impacto que tiene? Y si no quieres dormir entonces podemos hablar lo que queda de la noche. Igual nunca tengo sueño y nada que hacer. – Se río por lo último que dije.
- ¿Sabes lo mucho que te quiero, cierto? – Me dijo y debo admitir que tenía una sonrisa estúpida.
- Obvio ¿Cómo no quererme? Soy una jodida perfección. – Se río otra vez. Ya no parecía estar llorando.
- No te digo más nada. Egocéntrico. – Ahora me reía yo.
- ¿Estás más tranquila? – Le pregunto seriamente.
- Si… Disculpa por llamar a esta hora. – Dice
- Ya te dije que nunca tengo sueño y nada que hacer. ¿Qué tal si jugamos? – Le propongo
- Está bien.
Esa noche no dormí y Hormiga tampoco. Fue una noche bonita, de las pocas. Luego de eso Hormiga me contaría que estaba conociendo a otra persona y mi mundo se vino abajo, como la economía de Latinoamérica… Así de feo. Ese día que me contó eso le escribí mucho en mi cuaderno, hice bocetos tristes y traté de estabilizarme y seguir adelante. Las canciones me acompañaban todas las noches quedándome dormido escuchándolas, sus canciones que ahora sentían mías. Un árbol siempre estaba presente en cada sueño, las hojas, el cielo, las aves, el viento, todo, una extraña sensación de tranquilidad y soledad que se apoderaba de mí, es extraño pero aun soñando me siento así… “Tell me pretty lies, look me in the face, tell me that you love me, Even if it's fake…” maldita canción, se repite una y otra vez en mi cabeza. Una serie de imágenes iban de una a otra, de un punto equis a otro pero siempre me llevaban al mismo lugar comienzo a correr en búsqueda de algo, de alguien no lo sé muy bien pero en el camino todo cambia, cambia el panorama y despierto. Siempre es algo así una y otra vez. Hay noches donde pareciera estar agonizando, solo me acuesto y no sé más nada de mí, no siento, no duermo, solo estoy ahí.
Un día tuve un pequeño avance en mi búsqueda, el único y el último. La música. Era la razón por la que estaba aquí, lo que me ataba a la vida era la música y creo que siempre lo ha sido más no es lo que ando buscando como tal pero es algo. Ese día escribí también pero no para Hormiga, esta vez para mí.
“Querido yo: Encontraste parte de tu alma y tus recuerdos, la música es la razón por si te preguntabas porqué estas aquí todavía. Tu niñez frente a un piano… tocabas el piano sin saber ni una puta nota musical, te gustaba el ruido, mamá te escuchaba con atención hasta que te obsesionaste con ese “ruido” que hacías que no podía ser música para una persona normal pero para ti era un obra de Beethoven, lo tocabas todo el día, toda la noche, todos los días hasta que le salieron ojeras a mamá de no dormir y decidió quitártelo. Allí se acabó el nuevo Beethoven pero no tu conexión con la música, dejaste de tocar y hacer ruido y te dedicaste a escuchar, a entender y analizar cada nota, cada letra, cada sonido es una lástima que no hayas tenido una buena voz, habrías sido Freddy Mercury”.
La última vez que vi a Hormiga fue hace más de 1 año me la encontré cerca del colegio y la acompañé a su destino, recuerdo su olor, y lo fuerte que la abracé cuando la vi como si de ella dependiera todo de mi (así era). La diferencia de tamaño entre ella y yo era graciosa y adorable a su vez.
- ¿Qué haces por aquí? – Le pregunté
- Voy a visitar a mi abuela. ¿Qué haces tú afuera del colegio? – Me dijo en tono de regaño
- Bueno es que el colegio me aburre. – Y me reí
- Todo te aburre, Elliot. ¿Hay algo que no? – Me dijo riendo
- Tú. – Le digo
- Dices tú. - Me dijo.
- Ya me tengo que ir. – Le dije y la abracé aún más fuerte que la primera vez
- Te he extrañado mucho, Elliot. No te alejes. – Me dijo al oído.
De regreso al colegio le conté a Ali que había visto a Hormiga. Escuchaba atento cada cosa que decía pero tenía el ceño fruncido. Terminé de hablar y hubo un silencio.
- Tienes que superarlo, Elliot – Dijo finalmente
- ¿Superar qué? – Le pregunté
- Tu amor por Hormiga. – Dijo. Me quedé en silencio y desvié la mirada
- Lo he intentado, Ali. Pero ya es tarde. – Y lo miro
- Sencillamente no quieres hacerlo. Puedes morir de Hanahaki si quieres. – Dijo y trague seco. Tenía razón pero no lo iba a aceptar. Me reí falsamente y él seguía serio.
- Tranquilo, estaré bien. – Le dije finalmente.
Esa noche también soñé con Hormiga. La abrazaba muchísimo, nunca había abrazado a alguien por tanto tiempo como en ese sueño. Su nombre estaba escrito en ese árbol, el mismo de todos los sueños, lamento no contarle a nadie quien era realmente, lamento guardarme tantos sentimientos. No sé si fue un sueño bonito o una pesadilla, depende de la perspectiva, supongo. El cielo estaba más hermoso que nunca, las aves cantaban, pero de un momento a otro Hormiga me alejó. Luchaba por tomar su mano pero era imposible. Desperté. Tenía que dejar de soñar así ¿Podía hacerlo? ¿Había algún modo de parar o de soñar lo que yo quiera?
Recordando ese día y esa noche me llega a la mente los dibujos que Hormiga me regaló los tengo en una carpeta, los veo siempre casi todos los días. Son mi mayor tesoro, es lo que tengo de ella. Cada uno representa una emoción para mí pero hay uno en especial que describía correctamente mis sentimientos por la sociedad… odio. No los culpo de toda mi situación pero gran parte no estaría pasando de no ser por sus creencias.
Hoy siento que ya no puedo más, no quiero seguir aquí esperando algo que no llegará… no pedí estar aquí. Físicamente me siento del asco, estoy infectado. Todas las personas que amaba no están y ni siquiera me amo a mi mismo ¿Qué caso tiene? Hoy toca el último papel de mi cuaderno aunque aún queden páginas, será mi despedida del dolor, me despido de Hormiga y de mi vida entera.
“No tenía claro si me gustabas o no puesto que era un chico cuando te conocí, me inculcaron que quererte estaba mal y me obligué a verte solo de manera amistosa, hormiga. Estuvo mal porque después solo empeoró todo para mi te llegué a querer más de lo que debí sin embargo, tengo ciertas normas; no puedo darte algo que no tengo y si tengo algo para darte debo saber cómo. Entonces decidí seguir siendo tu amigo sabiendo que nunca me corresponderías como algo más, te dí lo mejor que pude, estuve cuando te sentías mal, cuando te enamoraste de otra persona, cuando descubriste que eres muy buena en muchas cosas pero pude haber hecho más por ti. A partir de ahí empecé a morir porque te daba lo poquito que yo tenía pero me temo que a partir de aquí ya no queda más de mí, te lo he dado todo. Y joder que no me gustaba la dependencia emocional y hoy muero porque dependo de ti, eso no te hace mala persona no lo eres en absoluto, pero personas como yo que elegimos creer y adorar a alguien terminamos así, porque todos estamos destinados a fallar en muchas cosas, en tu caso solo es no corresponder que no es un error, solo es algo que me destruye y en mi caso es fallarme a mí y a lo que fui. Todo es mi culpa desde el principio. Te amo más de lo que he podido. Tal vez leas esto y tal vez no, tal vez cuando lo leas yo ya no esté aquí. Este es el último que te escribo porque sé que mi cuerpo ya no puede más.”
Termino de escribir y me recuesto de la pared. Estaba sentado en el piso, sentí como bajaban lagrimas por mi rostro, mi pecho dolía, no podía respirar bien y tenía ganas de vomitar. Me quedé ahí con el lápiz en la mano, mirando al techo recordando cada momento de mi vida y pensando que todo pudo haber sido mejor pero no lo fue. No ocurrió un milagro, estaba muriendo y sufriendo. Mi mente se aferraba a los sueños donde la abrazaba y rezaba a quien sea por no despertar y quedarme ahí. Coloqué música esperando que me salvara de mi destino porque una parte de mi es un cobarde que aún mantiene cierta esperanza mientras que la otra esta resignado esperando el momento.
“I know where you stand
Silent in the trees
And thats where I am…”
Empezó a salir sangre de mi boca, el dolor en el pecho aumentaba. Recuerdo las palabras de Ali…
“Silent in the trees
Why won't you speak
Where I happen to be?...”
Pétalos comenzaron a salir junto con la sangre, no podía con el dolor y luchaba por respirar un poco. Recuerdo a mi perrito en las mañanas.
“Silent in the trees
Standing cowardly…
I can feel your breath…”
Salían cada vez más pétalos y más sangre, el aire parecía estarse acabando. La risa de Hormiga se escuchaba en mi mente
“I can feel my death
I want to know you
Finalmente me ahogaba entre los pétalos y la sangre.
“I want to see
I want to say, hello”
Terminó mi dolor, terminó mi agonía. FIN.
- EMI.
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Un día me levanté de la cama pasada la media noche con una sensación de resequedad en la boca así que me puse en camino a la cocina por un vaso de agua. Al llegar a la cocina abrí la puerta de la nevera y serví de la jarra que había con agua que había puesto unas horas antes, tome el vaso y bebí cada gota de agua fría como si formarán los tragos más refrescantes que nunca antes había bebido, al terminar el vaso salí de la cocina y me crucé con alguien que no veía hace mucho tiempo parado frente al espejo, lo mire a los ojos y le dije
—Oye, amigo, hace ratos no nos veíamos ¿Estás bien? Te ves cansado.
A lo que sonrió, recuerdo que en su cara se le dibujaron unas pequeñas arrugas bajo los ojos a causa de las ojeras y luego de eso me respondió
—Creo que si estoy bien, solo debe ser el agotamiento pero no pasa nada, cuando muera podré descansar como decía mi abuela.
Y luego de eso volvió a sonreír pero esta vez se le notaba que había sido algo que le trajo recuerdos y lo lleno de dolor.
Intente abrazarlo pero no fue posible así que seguí mi camino, me acosté nuevamente en la cama y volví a repetirme "ya descansaré cuando muera".
•Una noche de insomnio — JC Cardona
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9/09
Aún sigo llorando a la luna 🌒, aún sigo esperando lo inesperado...
Que estúpido soy...
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1: Ascensor
Pronto subiría por el ascensor. Estaría atrapada en una pequeña cápsula, encerrada por unas grandes puertas de metal. Eran pesadas, frías y grises. Todo en el interior del ascensor tenía un aspecto extraño. Le gustaba. Le resultaba relajante el tono verdoso de la iluminación, el gran espejo y ese dibujo de un pescado a fibrón sobre la pared. Le gustaba que era todo tan silencioso que aunque no tuviese sus auriculares puestos y el volúmen estuviese bajito, podía escuchar su música. El ascensor era su parte favorita de volver a casa luego de la escuela, porque una vez que abría la puerta, todo cambiaba, como si entrase a otra realidad.
Abrió la puerta del ascensor y ni bien puso un pie en él, sintió como su cabeza se vaciaba y quedaba en blanco. No había nada, solo ella, flotando en algún lugar del espacio, protegida por madera y metal.
Podía escuchar el leve sonido del ascensor en una mezcla con la música de sus auriculares que colgaban en su cuello.
Su mente estaba flotando. Se sentía tan ligera. Sin preocupaciones, tristezas, ni pensamiento alguno. Se sentía segura y tranquila, y la inundaba un cosquilleo en todo su cuerpo que la incitaba a dormir. Apenas llegase a su piso, se tiraría en la cama.
Si hubiese podido, dormiría allí mismo. Nunca saldría de ahí. Era todo tan vacío y silencioso que le daba paz, suscitaba un deseo de arte, de naturaleza.
Se olvidó completamente de sus profesores y sus nuevos compañeros, de los exámenes y las tareas. Y quería quedarse allí para siempre, para mo pensar en ello nunca más.
Pero vivía en el segundo piso y el recorrido no duraba más que dos segundos. Cuando abrió la puerta verde, la realidad la golpeó como un frío y violento viento invernal y toda esa paz, silencio y vacío en su mente se volvió a llenar con gritos, angustias, fechas límites y todas las cosas que por alguna razón, cuando no deberían, nos importan.
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Siempre está observándome...
Peter siempre está observándome. Me vigila durante el día en cada actividad que hago. Mientras desayuno, cuando hago mis deberes, cada que limpio las habitaciones, en cualquier plática banal que surja con las personas que me acompañan un rato en mi vivienda y hasta al descobijar mi piel de las prendas que estorban su morboso y cínico espectáculo.
Incluso en las horas nocturnas, mientras la casa está teñida en las penumbras de la madrugada y yo caigo sumisa ante el cansancio del día. Él está ahí expectante de cada respiración que mi cuerpo exhala, es testigo de cada sueño o pesadilla que me provoca la inconsciencia y de cada movimiento involuntario que produce mi cuerpo dormido.
—Debo estar enloqueciendo —Me repito con una voz quebrada y casi imperceptible.
He llegado a verlo hasta en zonas que frecuento. Lo noto de reojo en lugares solitarios y lejanos como si él intentara cuidar su anonimato del resto del mundo y al mismo tiempo, intentara no ser percibido por mí. Debo estar perdiendo la razón, pues cada vez son más frecuentes los susurros que percibo en el vacío del entorno que me rodea; es delirante a mis oídos e insano para mi cordura.
Intento convencerme de que eso no es posible, que mi imaginación está jugándome una mala broma o que el estrés de mi día a día me hace verlo en todos lados... que me hace oírlo delinear mi nombre seductora y peligrosamente, no importa si hay gente conmigo o me encuentro en total soledad. Ya consideré seriamente la idea de ir a un psicólogo o en un caso extremo, acudir a alguna iglesia.
Temo que el miedo y el poco raciocinio que me queda me hagan decir una locura frente a los demás pero, cómo les explicas que el peluche que compraste por tu fanatismo a un personaje ficticio, te está haciendo cuestionar si realmente descansa sobre tu cama cada que abandonas tu cuarto. Lo que más me alarma, es que cada noche que regreso de un día atareado, reposan dos rosas rojas atadas por un listón negro sobre aquel Peter afelpado sin ninguna explicación lógica…
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Creo que no quería escribirte porque eso significaría hablar conmigo misma... Y no quería tener esta conversación conmigo.
Quizá ha pasado mucho tiempo, pero eres la única persona que me conoce tan bien que el tiempo realmente no es nada más que una excusa para romper el hielo al volvernos a encontrar, pero realmente no significa nada... No para nosotros.
No quiero contarte lo que he hecho, porque me hubiera gustado estar a tu lado para vivirlo, y... Al no ser así, podemos fingir que no ha sucedido. ¿Podemos? ¿Podemos fingir que esté tiempo en realidad no ha pasado? ¿Podemos pretender que seguimos siendo los mismos? ¿Puedo pretender que sigo doliendo de aquellas cosas que por lo menos hacían sentido? ¿Puedo pretender que mi dolor es solo parte de la trama adolescente necesaria para mover la historia? ¿Puedo fingirme importante aún hablando contigo mientras ambos esperamos ser los personajes principales en esta estúpida película? ¿Podemos seguir esperando el estreno?
Es estúpido buscarte ahora, lo sé. Ambos hemos trabajado tan duro en formar estas cosas que llamamos "vidas" y nos hemos esforzado tanto en alejarnos de las ganas de ponerle pausa. Hemos pretendido que no existimos, qué nunca existimos. Nos sentimos parte de un sueño del que tuvimos que despertar para volver a la rutina de la normalidad pero... Fuimos reales ¿verdad?
A veces logro poder recordar... Como fragmentos... Aquellas conversaciones y caminatas con nuestra propia banda sonora. Puedo recordar el color de tus ojos y el sabor de tus labios. Puedo recordar tan vividamente la sensación de querer vivir y morir contigo que hasta ahora casi, casi... Me pareces real.
Quizá no dormí mucho anoche y este sueño se prolongó demasiado, quizá es domingo y no tuve que volver a la rutina. Quizá leas esto. Quizá aún existas y quizá yo aún esté aquí mañana.
Quizá.
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Vals
No siento rechazo hacia ti, sólo me gusta contemplarte a la distancia. Sin embargo, me siento tentado a ofrecerte la mano y bailar hasta que nos consuma la luz del sol. Apostaría mi alma a que deseas hacerme caer. Con la cercanía de mis dedos en tu cintura y sobre tu mano izquierda te haré recordar porqué no puedes dejar de pensarme. Me alarma sentir tus labios cerca de mi oído, me toma por sorpresa tu mano sobre mi pecho, y me llena de nerviosismo notar la pasión en tu mirada. —Puedo confiar en tu corazón, puedo confiar en tus ojos. Hago el más grande de mis esfuerzos para no responder, pero es inevitable perderme en el resplandor de tus ojos y el carmesí brillante de tus labios. —No me mires, no me mientas. Alrededor nuestro giran las estrellas. Inmóviles, no articulamos palabra, nuestro latidos se sincronizan, nuestras manos se fusionan y nuestras miradas son un mismo sendero. —Confía...
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Headcanons Johnshi 3:
-Johnny y Kenshi de línea temporal alterna-
Johnny tenía una gran obsesión por Kenshi, lo cual era un problema por querer demostrarlo con violencia. Habían veces que podía tener compasión, pero las cosas empeoraban cada vez más.
Oh, Kenshi. No debiste intentar escapar de Johnny...
"¡Maldita perra! ¿¡Cómo te atreves a alejarte de mí!?" Johnny grito con furia, tirando su licor contra la pared.
Kenshi se mantenía en su lugar, con miedo y decepción al haber sido capturado por Johnny. Quería tener las esperanzas de algún día huir de ese hombre, el cual decía que lo amaba ¿Quien podría amar a semejante demente? Era un loco total, que había matado y torturado, y ahora él estaba en las garras de ese monstruo que traía nombre.
"Johnny, lo siento mucho..." Trato de disculparse y esperar a que Johnny no lo matará. Pronto llego un golpe a su mejilla, aturdiendo al japones, el actor sonrió gozando del dolor del otro.
"¿Sientes haber huido de mi, Takahashi? Vamos a ver si sientes lo mismo que yo sentí cuando quisiste alejarte de mi" Sonrió, y con rapidez sus ojos se tornaron de un verde intenso, alertando a Kenshi. Saco a sentó de su espalda y quiso enfrentarlo, lo que no esperaba era una gran patada en el estómago, lanzandolo contra la pared.
El japonés quedó en el piso, intentando recuperar el aire perdido, pero no tuvo tiempo al ser agarrado por Johnny y lanzado al suelo con brusquedad, se aproximó al cuerpo de Kenshi y se subió encima para empezar a estrangularlo. Este mantenía sus ojos verdes ejerciendo una fuerza inhumana, por unos momentos, Kenshi estaba apunto de rendirse, pero vio esperanzas al encontrarse con sentó cerca y lo atrajo hacia él para intentar apuñalar a Cage.
Ah... Que desafortunado. Johnny detuvo la espada con su mano, recibiendo una larga cortada en toda la palma, con eso a su favor, llevo el filo al pecho de Kenshi, dónde se encontraba su corazón. El japonés llevo a mover el filo a su hombro, pero el dolor fue inevitable.
Con esfuerzo intento sacarse a Johnny de encima, lo cual fue un éxito, pero al momento de darse la vuelta para levantarse, un grito de dolor salió de su labios al sentir como sento se enterraba en su muslo impidiéndole moverse.
"No tan rápido, cariño. Tengo que castigarte" Dijo Johnny con una sonrisa. Saco la espada del muslo de Kenshi, y se dirigió al herido para levantarlo, y lanzarlo hacia su mesa de vidrio, que por el impacto se rompió en pedazos, incrustando varios vidrios en la piel del japonés.
Kenshi se encontraba gravemente herido, y sangrando, apenas podía moverse por el impacto y su herida en el muslo. Pero no se dió por vencido, no le importo los vidrios en sus manos, comenzó a arrastrarse por el suelo suplicando a Johnny que se detuviera, lo cual fue ignorado. Johnny se acercó a Kenshi, y agarró su cabeza para estrellarla contra el suelo, y los vidrios. Comenzó a estrellar la cabeza de Kenshi una y otra vez contra el suelo, salpicando sangre a su lujosas prendas, lo cual no le importaba en nada.
Cómo último, agarro un cristal y lo dirigió a la garganta de Kenshi para darle una gran tajada, manchando el piso con la sangre que salía a chorros. El tinte rojo pintando el suelo era arte a los ojos de Johnny, los cristales le daban un toque realmente perfecto.
Ya no le importo Kenshi, quien ya estaba muerto, con la cara desfigurada y vidrios incrustados. Probablemente le sacaría una foto para recordar el glorioso espectáculo.
"¿Ahora sí lo sientes... Ken-doll?"
❀By @soykichaa❀
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Fanfiction corto donde el matrimonio de Nott y Luna desaparecen, dejando a su única en manos de sus mejores amigos.
Draco y Hermione no saben cómo criar de una bebé, no saben si sus amigos volverán y que les pasó... Y ni siquiera saben si podrán ellos podrán convivir juntos para cuidar de la pequeña Nova.
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