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jaquemuses · 11 months ago

Text

𝜗𝜚⊹ ‧₊˚ excuses

pairing: actor!enzo x actress!r

sinopsis: Enzo y vos estan teniendo dificultades para filmar una de las escenas en su nueva pelicula, por lo que una noche se aparece en tu puerta con la excusa de practicar.

contenido: SMUT !! insultos, thigh-riding, creampie, p en v, sexo sin condon, diferencia de edad (reader 22 y enzo 34), mirror sex, un poquito de breeding kink, reader es un poco innocente (kinda) smut con plot

word count: 5.3k me re inspire sepan disculpar

a/n: holis !! primero que nada PERDON por tardar tanto, soy bastante perfeccionista y cada vez que decia que iba a subir el fic no me convencia como quedaba, pero me parece que ahora esta bastante decente, espero que les guste, me inspire en tres reqs que me mandaron asi que muchas gracias, sigan mandando !!!

"¡No, no, no, corten!" El director grito repetidamente, su creciente irritación coloreaba su voz por completo. "Chicos... Ya se los dije antes, pero..."

Te restregaste la cara con un suspiro, levantandote del regazo de Enzo, quien se masajeaba el puente de la nariz en una clara seña de agotamiento. "No veo chispa... no veo-"

"No veo pasión", terminaste la oracion de tu director, quien asintió con seriedad. Era la quinceava vez que estaban intentando repetir esta escena ese dia, el cansancio se hacia presente en el set, sin embargo todo el equipo seguia ahi, inalterable, esperando a que el director diera las ordenes para poder retirarse a descansar ya que, despues de todo, eran casi las doce de la noche.

"Les juro que esto es igual de agotador para mí como para ustedes.", continuó el con el guión entre las manos. "Necesito que quede bien. Simplemente imaginense que esta escena es la culminación de seis meses de espera entre los personajes. Seis meses de tabú, de tensión sexual implacable. Nada más que miradas en clase y breves caricias... se supone que estan al borde de la locura el uno por el otro, feroces el uno por el otro. Pero aca solo veo nervios e inexperiencia... Ustedes son profesionales, les pido por favor que se concentren... Cuanto antes se suelten mas rapido vamos a terminar."

Enzo y vos estaban rodando la primera escena de sexo de una película que relataba la enfermiza y prohibida relación amorosa entre una alumna de 18 años y su profesor quien era mucho mayor que ella. Bueno, no exactamente filmando —ya que no estaban llegando muy lejos con la escena.

Esto era dificil para los dos, simplemente no podían complacer a su director.

El papel ya de por si era increíblemente agotador, incluso sin contar el estrés extra de la escena de sexo: eran jornadas de rodaje de 15 horas, viviendo en el set en una ciudad lejos de tu casa, y la mitad de esas horas se dedicaban a filmar o practicar esta misma escena, tener a un director perfeccionista que se creia la reencarnacion de Kubrick no era facil.

El problema de la escena era su extensa duracion, y el director quería que se hiciera en una sola toma.

una. sola. toma.

Daniel era un director brillante, y tenía un amor incondicional por este proyecto y sus personajes que desearías que todos los directores tuvieran por el suyo, pero él era inflexible en que todo sea hecho a la perfección ya que en varias reuniones previas al rodaje hablo sobre como esta escena estaba destinada a ser la mas "icónica" de toda la película, porque era el quid de la cuestion, el punto de inflexion para los personajes, el punto de no retorno.

"Con todo respeto, Daniel..." empezaste "nunca me habia imaginado en un escenario así, y tampoco tengo experiencia en este tipo de situaciones. ¿A que te referis con que nos falta pasion?"

"Ese es tu trabajo: imaginar e interpretar". El director exigió. Obviamente frustrado con la situacion.

Justo antes de que pudieras retrucarlo, Enzo intervino con suavidad. "Creo que lo que ella quiere decir", dijo, viendo las venas de la frente del director casi por estallar "es que es difícil actuar porque no es una situacion que se viva cotidianamente. Es fácil actuar enamorado porque amor hay por todas partes, ¿no? Pero aca no tenemos mucho en lo que basarnos mas que en lo que podemos llegar a imaginarnos."

La mirada del director se turnaba rápidamente entre vos y enzo por un momento antes de suspirar cansado.

"Me vas a decir que nunca pensaste en alguien mas grande de esta manera?" te insistió, obviamente bromeando y tratando de aligerar el ambiente en el set.

Hiciste una pausa, y trataste de no mirar a Enzo, tu co-protagonista de unos treinta y tantos años.

Enzo habia sido casteado no solo por su impecable actuación sino que tambien por lo absolutamente precioso que era.

Su personaje era enfermizo y asqueroso, por eso sabias que el haberlo elegido a él era una decision calculada y previamente analizada. Querian que el publico bajara la guardia ante su belleza para poder darle un plot twist y que la inmoralidad del personaje los tomara por sorpresa mas tarde.

Estaba destinado a ser visto como un hombre encantador, guapo, totalmente fuera de los límites. El objeto de deseo completamente prohibido, la línea que tu personaje estaba desesperada por cruzar.

No era muy distinto en la vida real; la joven actriz inexperta que anhelaba pasar por alto las reglas sociales y expresar con total sinceridad su admiración por el actor de mediana edad con años de experiencia a sus espaldas.

No estabas enamorada ni nada, pero te deleitabas ante su presencia, despues de todo Enzo era todo lo contrario a su personaje; el mayor era paciente, amable y completamente comprensivo con tu falta de experiencia en el ambito cinematográfico, siempre te guiaba durante el rodaje y te daba tips para sobrevivir a un rodaje. Eran cosas basicas, tales como cuando podias quitarte el maquillaje y el vestuario o como pedir ciertas cosas en set y lenguaje especifico, todas las cosas que a él le hubiera gustado que alguien le diga cuando estaba empezando.

Siempre estaban esos tiempos libres en donde compartian risas sinceras y conversaciones tontas que nunca esperabas de un hombre tan imponente como Enzo, conversaciones en donde sus manos ásperas apenas rozaban tu cintura y su mirada recorria con atencion tu rostro y tu cuerpo, en donde su voz sonaba sensual y provocativa a pesar de que nada vulgar salia de su boca.

Enzo hacía que tus interiores palpitaran, con anticipacion especialmente cuando llegaba la hora de rodar las escenas más íntimas, y solo podías aferrarte a la fantasía de que él sintiera lo mismo.

Todavia te acordabas de la primera escena que hicieron juntos: en la película, sus personajes se encontraban después de clase para conversar sobre un examen desaprobado, el punto en donde comenzaria su atracción del uno por el otro. Enzo estaba presionado contra tu espalda, inclinándose sobre vos para mirar con insistencia el examen, con una de sus grandes manos agarrando tu hombro. El aire se sentía cargado, su cuerpo cálido, su voz baja haciéndote sentir mareada mientras recitaba sus líneas.

Te estremeciste al recordar el momento, y, volviendo a la realidad, respondiste a la pregunta del director con un enérgico asentimiento de cabeza.

El director soltó una risa ‐forzada- y golpeó suavemente el guion contra la palma de su mano. "Bien. Bueno, les parece si cortamos por hoy. Aprovechen este tiempo extra para imaginar, investigar, cualquier cosa, e intenten practicar la escena antes de mañana, ¿Si? La práctica hace al maestro."

Enzo y vos asintieron al unísono, intercambiándose una mirada que gritaba "que vamos a hacer?" antes de apartar la vista mutuamente y regresar a sus caravanas.

Más tarde esa noche, estabas preparándote para irte a dormir, quitándote el pelo recién lavado de la toalla mientras veias el guión reposando sobre tu cama, la luz tenue te invitaba a relajarte, sin embargo un golpe en la puerta del trailer te saco del trance.

"Ahí va!!," exclamaste, mientras te ponías tus shorts de seda. Te percataste rapidamente de lo incómodo que podría ser ser vista en esos pijamas si el director o alguno de tus compañeros actores estaba detras de esa puerta, pero estabas demasiado cansada como para preocuparte.

Te importó, si, pero sin embargo, en vez de cambiarte cruzaste tus brazos de manera que estos estuvieran cubriendo tu pecho, el cual se encontraba ligeramente descubierto. Fue entonces cuando abriste la puerta y ahi, en los escalones, estaba tu compañero de reparto, Enzo.

Antes de hablar, te examinó de arriba a abajo, con sus oscuros ojos brillando detrás de un par de lentes de descanso, los cuales eran desconocidos para vos, no pudiste evitar pensar en lo lindos que le quedaban. "Uh, disculpame chiquita, ¿Te estabas por ir a dormir?" preguntó por lo bajo, su voz se escuchaba mas grave de lo normal. Ese tipo de apodos eran normales viniendo de Enzo, sin embargo hizo que tu piel se erizara, ¿O habia sido el frio aire del exterior? Sí, probablemente era eso.

Su mirada se paseo por tu cuerpo y se detuvo en la piel desnuda de tus piernas por unos segundos más, te moviste incómodamente, cruzando los tobillos en un intento pobre de esconderte. "Si... son casi las tres de la mañana En... ¿Pasó algo?" preguntaste con un tono un poco agresivo, un poco mas de lo que pretendías ser.

"Si ya se, disculpame", se corrigió, sacudiendo la cabeza y finalmente mirándote a los ojos. "Quería pasar antes... me quede pensando porque sé que esta escena nos está desconcertando, así que..." se interrumpió, levantando el guion que sostenía detrás de su espalda. "¿Estas muy cansada como para practicar un poco? Sino mañana temprano, no hay problema." Parpadeaste rápidamente ante la simple e inocente solicitud. Enzo estaba parado en tu puerta a las tres de la mañana preguntandote si podian ensayar. Solo un ensayo, no alguna travesura lasciva de última hora de las que te estabas imaginando. "Ah... sí, obvio, pasá que está frio.", asentiste entumecida, apartándote para dejarlo entrar.

Enzo asintio en forma de agradecimiento y te regalo una sonrisa, una vez dentro de la caravana se instaló en el borde de tu tocador, mirandote mientras cerrabas la puerta y te volteabas en su direccion. Se veia casual, tenia puestos unos joggings grises holgados y una camiseta blanca ajustada y desgastada.

Ya estaba todo predefinido en el guión, cada palabra que tenias que decir y cada acción que tenias que hacer, pero aún así. Decir y hacer cosas de esa índole después de las horas de trabajo parecia formar parte de una de tus fsntasias con el mayor. Sin embargo, te obligaste a despavilarte internamente -por segunda vez en menos de dos minutos-. Enzo había venido a ensayar la escena con intenciones profesionales y probablemente solo lo había hecho porque estaba cansado de que arruinaras la escena, despues de todo el podía hacer su parte magistralmente, y sabías que si hubiera estado acompañado por una actriz más experimentada, la filmación habría avanzado hace ya mucho tiempo. Caminaste temblorosamente hacia tu cama, acomodándote sentada como indiecito en la misma mientras lo veías hojear el guion; enzo levantó la vista y frunció el ceño con una sonrisa. "¿Qué estás haciendo ahí? Vení para aca", te indicó que te acercaras, casi como una orden sin embargo salil de su boca con amabilidad. "No tenemos un escritorio, así que podemos usar tu tocador. ¿Te parece?" Asentiste, mordiéndote el labio y obedeciendo nerviosamente a sus palabras. "¿Entonces, arrancamos desde el principio?" preguntaste, sintiendo de repente como tu voz y tus piernas se sentian débiles.

Sus ojos seguían fijos en el papel mientras respondía. "No, no creo que haga falta. La parte del sexo es lo único con lo que estamos teniendo problemas, ¿No?" Tragaste saliva, tu garganta estaba repentinamente seca.

"Sí, supongo que sí."

Con eso, Enzo termino de darle un último vistazo al guion antes de sumergirse en la escena.

Sus acciones ya eran familiares para vos ya que habian estado intentando filmar esta escena todos los días durante al menos tres dias. Su cuerpo se volvió hacia el tuyo, sus manos subieron a tu mandíbula y presionaron tu espalda ligeramente sobre la mesa. Te abrazó fuertemente y te hizo mirarlo, mientras recitaba sus líneas. Torpemente, hiciste lo mismo, recordando mal lo que necesitabas decir. "La puta madre, perdón, me puse nerviosa." dijiste de repente, apartándote de su contacto y suspirando. Él te dio una pequeña y cuidadosa sonrisa, rompiendo inmediatamente el personaje y dando un paso atrás del tocador. "No hay necesidad de ponerse nerviosa. La práctica hace al maestro, ¿te acordas?" Te burlaste de su cita al director.

"Sí, ya se... Es que no entiendo a qué se refiere con apasionado. Estoy tratando de ser una profesional al respecto, pero - pero nunca fui parte en una historia de amor de este tipo, me cuesta imaginarmelo..."

"No es muy raro igual viniendo de vos, es normal. Sos muy joven todavia, nena. Demasiado buena para este tipo de cosas... ¿No?" dijo, su mano subiendo a tu hombro, donde el tirante de tu pijama de seda se había resbalado, acariciándolo suavemente. Prácticamente te derretiste ante el apodo y cómo las yemas de sus dedos rozaban tu piel. Estabas tan cautivada que casi gemiste cuando se detuvo y levantó tu tirante caído, pero en cambio, tomaste en silencio el guion que se había caído sobre la mesa y encontraste una de las líneas, inhalando profundamente y preparándote para entrar en personaje.

Tu mano subió para tirar de la manga de la camisa de Enzo, según lo dictaba el guion. "Por favor", susurraste con la voz aguda de tu personaje, "Quiero que me toques."

"No, esto está mal... Soy tu profesor y..." respondió Enzo, rápidamente volviendo al personaje, el dorso de su mano rozando tu mejilla. "No te quiero romper el corazon."

Miraste a Enzo, las lagrimas nublaban tu vista, tal como lo indicaba el guión. "Por favor. Te necesito." Despues, una de tus temblorosas manos bajó por el pecho de Enzo mientras hablabas, tal como lo hacías en el set. "Pienso en vos todas las noches... Me mojé tanto el día que me regañaste enfrente de todos."

Escuchaste cómo a Enzo se le entrecortaba la respiracion.

No, Enzo no, su personaje, te recordaste a vos misma.

"Ay nena... Yo pienso en vos todos los dias, en clase, en mi casa...", gruñó despues de decir sus lineas.

Hasta ahora, todo bien, pensaste. No era incómodo y ya estaba siendo mucho mejor que las actuaciones mediocres que habías dado anteriormente. Continuaste inclinándote hacia Enzo, haciéndo que se siente en el tocador, esta era la parte de la escena a la que habían llegado antes de que el director les dijera que cortaran.

Esta vez, sin embargo, las acciones de Enzo difirieron de las que se suponía que tenia que realizar: en lugar de acariciar tu rostro, sus dedos bajaron por tus caderas, enviando escalofríos por tu espina dorsal.

"Te prometo que me voy a portar bien... Nunca le voy a contar a nadie...", recitaste, sintiendo calor en la cara mientras su mano se acercaba más a la curva de tu trasero. "Podes hacer lo que quieras conmigo".

La mirada de Enzo se oscureció recorriendo tus rasgos. No dijo su línea, y pensaste que se había perdido, por lo que retiraste tus manos de su cuerpo preocupada. "¿Enzo estás bien?"

Antes de que pudieras terminar tu oración, Enzo te agarró por el culo, cambiando sus lugares y colocándote en el borde del tocador.

"¡Enzo!" chillaste, era lo único que podías decir mientras procesabas lo que acababa de suceder. Tu mente divagaba en confusión - y anticipación - mientras él estaba de pie enfrente tuyo, con las piernas presionando a ambos lados de tus rodillas, su gran cuerpo atrapándote contra el tocador.

"Shh... un poquito de improvisacion nunca mató a nadie." musito en voz baja con su característico acento antes de que un guiño pícaro se dibujara en sus rasgos afilados.

Su mano luego acarició tu cabello, mientras que su otra mano subió a tu barbilla y te hizo mirar hacia arriba. "¿Todo lo que yo quiera?" murmuró, volviendo al guion.

Batiste las pestañas coquetamente. "Todo. Soy tuya".

Aca es donde pensabas que Enzo se detendría, porque después de tu línea venían los besos, los toques y las caricias intensas: todas las cosas que hasta ahora no habías filmado en absoluto, porque ni siquiera podías pronunciar el diálogo correctamente.

Pero en cambio, se inclinó y comenzó a besar vorazmente tu cuello, haciéndote jadear.

"¿Qué haces?"

"Seguime", exigió suavemente, "es todo parte de la escena, ¿te acordas?"

Parpadeaste aturdida, abriendo y cerrando la boca, incapaz de registrar un pensamiento o palabra coherente. Dijo que era parte de la escena, pero habías leído el guion, y sus dientes mordiendo ligeramente tu sensible piel no estaba escrito en ninguna parte.

Pero, te tragaste tus pensamientos y recitaste varias líneas más junto con las suyas. Sentias como su otra mano sostenia tu muslo tan fuerte que pensaste que podría dejar moretones, pars este entonces ya empezabas a creer que tal vez esto era una de esos sueños que tenias sobre el mayor, solo producto de tu imaginación.

Estabas siguiendo el guion, tal como él había dicho que harian, pero incluso así, era evidente lo sencillo que podria ser rendirte ante sus besos, después de todo, apenas te estabas reprimiendo para no entregarte por completo. Pero ¿cómo resistirse, con su hermoso rostro a escasos centímetros del tuyo? esa era la verdadera pregunta.

Actuando o no, estabas decidida a disfrutar cada minuto de esto.

Cuando una de sus manos comenzo a jugar con la cintura de tus diminutos shorts y sus labios succionaron levemente a piel de tu cuello -justo en ese punto-, no pudiste evitar el gemido que salió de tu boca.

Sin embargo, el ruido pareció asustarlo; lo sacudió, lo devolvió a la realidad, y tus sospechas se confirmaron cuando se apartó bruscamente de vos.

"Dios, perdon nena..." una mueca cubrió sus rasgos, mirándote de arriba abajo como si acabara de darse cuenta de lo que estaba haciendo. "No sé qué me pasó, yo... no tendria que haber venido tan tarde, perdón."

Lo miraste, tu cuerpo decepcionado por la falta de contacto, observándolo presionar sus labios rosados en una mueca conflictiva. "¿Qué - qué queres decir?"

Su mirada recorrió cada rasgo tuyo, tan intensamente que pensaste que estaba admirando tu rostro. "No puedo, no podemos. Sos mi compañera, sos... sos mas chica que yo y..."

"Entonces podemos parar. Si eso es lo que queres", murmuraste coqueta, levantando la mano para quitar un pequeño hilo de su delgada camisa. "Pero solo si lo decis, decime que no queres que esto siga." dijiste, peligrosamente cerca de sus labios.

Gruñó, mordiéndose el labio. "No me hagas esto. Por favor sabes que no puedo"

"Hacerte qué?" Inclinaste la cabeza hacia un lado mirandolo con ojos grandes, fingiendo inocencia.

"Provocarme asi, nena. Porque sabes que no te voy a decir que pares. Y porque lo haces sabiendo que no voy a poder controlarme", gruñó antes de darte un beso profundo y desesperado, bajandote del tocador y bajando los besos por tu pecho.

"Entonces no me lo pidas En." gemiste enredando tus dedos en su cabello, siguiendo cada movimiento suyo, derritiendote bajo su toque dominante. "Y cogeme de una vez."

Enzo jadeaba entre besos. "Decis todas esas cosas con esa boquita tan bonita... No sabes como me calentas."

Tus manos recorrían todo su cuerpo, te detuviste en el borde de su camiseta, levantando esta para quitarsela, Enzo se separo y se deshizo de la prenda el mismo. Estabas desesperada por sentirlo. Y él tenía pensamientos similares, sus largos dedos se sumergieron en tus pantalones de seda y acariciaron tu intimidad por encima de la tela de tu ropa interior.

"Te necesito tanto, Enzo", jadeaste, y, despues de escuchar tus palabras, te quito desesperadamente los shorts y las bragas, haciéndote estremecer ante la repentina exposicion.

Acto seguido, se sentó en la silla de tu tocador y te agarró bruscamente por las caderas para colocarte sobre uno de sus muslos. La gruesa tela de sus pantalones de jogging, absorbiendo tu humedad como una esponja.

"Dale entonces", exigió sombríamente, "Mostrame cuánto me necesitas y movete".

Te mordiste el labio, la cara ardiendo de vergüenza ante la orden. Pero había una necesidad dolorosa en tu centro, y la forma en la que cruzó los brazos, mirando y esperando a que te frotaras en su pierna, hizo que te apretaras contra su muslo.

Tus manos se aferraron a sus hombros, y comenzaste a mover tus caderas de adelante hacia atras lentamente, la suave tela de sus pantalones haciendo mal trabajo para complacerte, apretaste tu cara contra su hombro, molesta por la falta de fricción.

"No puedo yo sola", te quejaste, "por favor".

Él sonrió socarrón. "Dijiste que me necesitabas y ahora no te podes ni mover? Mira que vende humo que sos, hermosa.". Entonces, de repente movio su pierna hacia arriba haciendo que un gritito saliera de tu boca.

No habia nada que necesitaras mas que enzo adentro tuyo, pero ahi estabas, frotandote pateticamente en su muslo hasta que el te permitiera hacer otra cosa. Obedeciste con resignacion, comenzando a establecer un ritmo constante en tus caderas aumentando el calor en tu interior clavando tus uñas en sus hombros, buscando algo que sea tu cable a tierra ante el placer que te estabas inflingiendo.

Tus caderas se movian vigorosamente contra el muslo del mayor cada vez más fuerte, cada vez de una forma más necesitada, sintiendo la presión en tu coño crecer cada vez mas y más haciendo que te muevas desenfrenada.

"Enzo por favor... por favor te lo pido" hiciste una pausa al sentir una de las manos del mayor posicionarse en tu mejilla, acariciandola lentamente. "No puedo mas... te necesito adentro."

¿Te estas escuchando chiquita?" Preguntó, uno de sus dedos tomo tu barbilla, inclinandola hacia arriba para que lo miraras, acto seguido metio dos dedos dentro de tu boca abruptamente.

"¿Te das cuenta de lo necesitada que te escuchas? ¿De lo duro que me pone saber que estas asi... solo por mi y que todavia no te haya tocado ni un pelo?"

Asentiste extasiada mientras pasabas tu lengua por al rededor de sus gruesos dedos, pero en realidad no estabas prestando atención: estabas cerca de tu orgasmo a tan solo unos segundos de liberarte de toda esa presion en tu estomago que te estaba volviendo loca, tus caderas desincronizadas, buscando el alivio... "Basta."

Escuchaste la voz de Enzo cargada de deseo mientras posicionaba su otra mano en tus caderas, deteniendo la fricción. Lloriqueaste ante la perdida de tu climax, era casi como si te lo hiciera a proposito. El pelinegro se levanto y te giró, manteniendote presionada a su cuerpo con una mano en tu cintura y la otra todavia empujando sus dedos dentro de tu boca, quedaron de tal manera que tu cuerpo estaba mirando hacia el espejo de tu tocador, la vista de ambos siendo reflejada ante tus ojos, sin embargo no pudiste prestar mucha atencion a eso. La mirada de enzo bajo hacia sus pantalones, viendo la mancha que habias dejado en la zona del muslo "Mira como me enchastraste los pantalones, ¿Mh?" Musitó contra tu oido.

No respondiste, o mas bien no pudiste responder, ahora tus muslos estaban siendo presionados entre si, buscando la mas minima fricción entre ellos mientras te mordias el labio en un intento de ocultar los quejidos necesitados que amenazaban con salir de tus labios hinchados.

Él se dio cuenta de esto, sin embargo, en vez de hacer algo solamente sonrió y rápidamente presiono tu estomago contra la mesa que yacia enfrente de ambos, sus dedos salieron de tu boca y sostuvieron tu cara, obligandote a mirarte al espejo por primera vez desde que habias salido de la ducha, tus ojos estaban entreabiertos pero tus pupilas se encontraban dilatadas, tus labios rosados y humedos por la saliva, tu ceño ligeramente fruncido.

Te veias absolutamente destrozada, fue entonces cuando sentiste cómo Enzo alineaba la gruesa punta de su polla contra tu entrada, el momento en el que se deshizo de sus pantalones habia sido algo que te habia pasado desapercibido al estar tan absorta en tu expresion siendo reflejada en el espejo. Cerraste los ojos con anticipacion.

Y de repente, tomaste plena conciencia de la situación: te habías entregado por completo a tu compañero de reparto, quien era 12 años mas grande. Y ahora él sabía que no eras solo una talentosa aspirante a actriz, sino simplemente una chica desesperada y rogando por ser follada.

"Ey, ey, ey, no" dijo rapidamente, "abri los ojos y acordate de tus expresiones. Te va a servir para la escena". Gemiste sin poder evitarlo, obedenciendo a sus ordenes y abriendo los ojos mientras él introducía lentamente su miembro entre tus pliegues.

"E-En, Dios!", exclamaste cuando finalmente se adentró por completo. Te sentías tan llena, tus paredes estirandose hasta el límite para poder tomar su polla tan profundo que sus testículos rozaban tu clítoris.

"Dios, chiquita... Mira lo mojadita que estas, me vas a matar", comentó casi sin aliento desde atras, su expresion mlstraba lo extasiado que se sentia. Tus jugos facilitaban su entrada rápida, aunque su miembro seguía siendo una intrusión ajena para tu inexperiencia íntima. Eras joven y nunca habías sido del tipo de estar cogiendo por ahi- o al menos no tan intensamente como ahora.

Te contrajiste alrededor suyo, un gemido escapando de su boca debido a la presión en su miembro. Enzo comenzo a empujarse adentro tuyo con un ritmo moderado, haciendo que tu cuerpo presionado contra la mesa se moviera de adelante hacia atras, el tocador rechinaba ante la abrupta sacudida y tus labios se separaron ligeramente para dejar salir un dulce gemido.

Habías estado enfocada en su rostro en el espejo, te encantaba ver su ceño fruncido, como su cabello se pegaba a su frente, producto de su traspiracion, su boca levemente abierta, y como sus cachetes se volvian cada vez mas colorados, sin embargo la mano de enzo se enredó en tu cabello tomandote de sorpresa, agarrando un puñado y levantando tu cabeza para hacer que tu atencion vuelva a tu cara. "Te dije que te mires, nena" dijo con seguridad mientras sus caderas chocaban contra tu culo haciendo que la caravana se inunde en ese sonido acompañado de tus gemidos. "Mirate y aprende como tenes que actuar ante la cámara."

Su otra mano se posicionó en tus caderas, apretandola con fuerza mientras sus embestidas se volvian cada vez mas erraticas.

En cualquier otra situacion ya hubieras objetado por el repentino cambio de velocidad ya que apenas habías tenido tiempo para acostumbrarte a su largo miembro. Sin embargo, tu calentura era aún más intensa que antes, si eso era posible.

Tu boca estaba entreabierta, tu lengua afuera y estabas jadeando y gimiendo como si fueras un perro; tus ojos se ponian en blanco con cada fuerte embestida, y habia saliva cayendo por tu barbilla, sentias como Enzo te sacudía contra el pobre tocador y como estimulaba cada parte dentro tuyo. Los sonidos que emitías no hacían nada más que aumentar tu vergüenza, eran gemidos ininteligibles y quejidos necesitados, jamas pensaste en mostrarte asi adelante de un hombre, pero el simple hecho de ver lo grande que era a comparación de tu cuerpo y como te podia manejar a su antojo te excitaba de sobremanera.

Y sin duda los doce años de diferencia formaban parte de esa excitacion.

"¿Hace cuanto que necesitabas que te cogiera asi? ¿Te pensas que no me daba cuenta de lo desesperada que estabas? cuando te presionabas contra mi mientras filmabamos y como tus manos tocaban de mas... No perdias el tiempo vos tampoco preciosa.", se burló.

"Desde siempre En..."susurraste, con entusiasmo, apenas capaz de comprender lo que estabas haciendo con el placer que te envolvía y nublaba tus sentidos. "Dios me cojes ta-tan bien... No pares por dios que rico" Tu espalda se arqueaba hacia él, tus paredes tomaban su miembro con desesperacion experimentando un extasis casi desgarrador con cada embestida. Tus gemidos eran cada vez mas incoherentes, cada vez mas fuertes.

"Dios, mirate como gritas por mi, chiquita... ¿Queres que te coja y que mañana todos se enteren de lo desesperada que estas por mi pija? Mirate, mirate lo patetica que te ves, te encanta que te coja fuerte ¿O no?", murmuró, inclinándose para dar un beso en tu mejilla; dulce y encantador, una clara contradicción con sus embestidas freneticas y las palabras degradantes.

Gimiste ante sus palabras, pero sabías que eran ciertas: nunca te habías visto siendo penetrada ya que estabas ocupada, bueno, siendo penetrada. Ver tu reflejo en el espejo de esta manera te tenía inesperadamente más excitada que antes. Había algo en ello, tu rostro contorsionándose del placer, las manos de Enzo serpenteando por tu cuerpo mientras seguía embistiendote desde atras.

Era como ver tu propia pelicula porno, pensaste de pasada, y te preguntaste como seria grabaras a vos misma. Y si tenias suerte, con enzo.

Su otra mano se deslizó hacia tu coño, separando tus pliegues para poder ver cómo su miembro desaparecia en tu interiores. "Por dios mira como me tomas... Viviría adentro tuyo", gruñó, inclinando la cabeza hacia atrás, entregándose al placer.

El orgasmo que sentias venir no era como el que tuviste al restregarte contra su muslo, no, venía más rápido, haciéndote temblar debajo de su gran cuerpo.

"Enzo... más rápido" exclamaste "m-más fuerte",

"Por favor", rogaste sin muchas esperanzas de una respuesta, "dale, Enzo, p-por favor". lloriqueaste ante su indiferencia.

Sin embargo y para tu sorpresa, ambas manos agarraron tus caderas para mantenerse firme. "Mira lo necesitada que estas, bebé", gruñó, empujándose más profundo y rápido, sintiendo cómo las paredes de tu cavidad se adaptaban a su nuevo ritmo. "Llorando por que te de mas fuerte, ¿Mh? ¿Asi te gusta? ¿Queres que te coja hasta dejarte sin poder caminar?"

Con esas palabras, tu climax llegó tan rápido como un tren de carga, golpeándote y sacudiendote, haciéndote gritar su nombre. Tu orgasmo te destrozó, tu visión se volvió blanca y tus pensamientos se pararon por completo. Apenas distinguiste el suave murmullo de Enzo, diciendo "Muy bien chiquita, aca estoy... tranquila" en tu oído, sosteniendote con sus fuertes brazos, evitando que te cayeras.

Cuando volviste en sí, tenías la cabeza baja, los ojos desorbitados y los labios hinchados. Enzo seguía moviéndose adentro tuyo, pero esta vez sus estocadas eran más entrecortadas, inestables y necesitadas.

"Acabame adentro", rogaste de repente, agarrándote de la superficie, tus piernas temblando, tu voz debil de tanto gritar.

"¿Si? ¿Queres que te llene to-toda?", titubeo entre gemidos, dando una última embestida antes de correrse en tu interior, podias sentir su miembro latiendo adentro tuyo. Estaba tan adentro que podías sentir cómo su semen entraba directamente en tu cuello uterino, no estabas preocupada, despues de todo estabas tomando anticonceptivas.

Pero tampoco te molestaria si no fuera asi.

Después de un momento, retiró su miembro, de tu coño y te alzó por la cintura para colocarte en el tocador y evitar que cayeras al suelo.

"Gracias", susurraste, mirándolo a través de tus pestañas. Luego mordiste tu labio al sentir como su semilla se deslizaba lentamente fuera de tu coño.

Él también se percató, y soltando un gemido satisfecho, abrio ligeramente tus piernas para recoger parte de su semen con el dedo, empujándolo nuevamente dentro de tu coño. "Te portaste tan bien, chiquita", dijo, volviendo a ser tierno, acariciando tu cabello, mimando tu frágil figura y mirandote profundamente.

Te derretiste ante sus delicadas acciones. "¿Es un buen momento para decir que me gustas?"

Enzo se rió con ternura. "Es un buen momento, si. Y vos también me gustas."

"Pero dijiste que era muy joven" le recordaste, pasando tu mano por su cabello ligeramente transpirado

Él suspiró, desviando la mirada nerviosamente por un momento antes de regresar a vos "Sí, porque es verdad, pero si a vos no te va a molestar verme con un baston en un par de años lo podemos hacer funcionar...", se encogió los hombros, reprimiendo una sonrisa.

No pudiste evitar la risa que broto desde lo mas profundo de tu pecho ante sus palabras tan fantasiosas y alejadas de la realidad "Ah, bueno no voy a tener mucho problema con eso, mientras que te sigan funcionando las caderas" dijiste con una sonrisa socarrona.

Antes de que pudiera terminar de abrir la boca para decir algun otro chiste malo, tus brazos se envolvieron al rededor de su cuello y lo empujaste hacia vos, uniendolos en un suave beso.

"Me gustas de gustar, en serio..." le dijiste en un susurro, mirandolo a los ojos con sinceridad, Enzo no podia creer lo brillantes que se veia tu mirada.

Sus manos se acercaron a tu rostro, sosteniéndote suavemente, su mirada demostrando todo su aprecio "Ya se, bebé, a mi tambien me gustas de gustar". Dijo con suavidad antes de presionar un pequeño beso en tu frente.

ii.

"¡Corten!" exclamó el director, y sentiste cómo tu corazón se detenia. Mierda, pensaste, con la mente acelerada, ¿qué salió mal esta vez? ¿Fue el beso o las manos en el pelo? Capaz no le gusto la forma en la que estaban encuadrados...

Sin embargo, el director se acercó a Enzo y a vos y soltó un grito de deleite para nada característico de su persona. "Perfecto", dijo simplemente, bordeando lo catatónico por lo satisfecho que estaba.

Tus hombros se relajaron con alivio, y te inclinaste hacia Enzo, quien sutilmente acariciaba tus muslos. "¿Ya terminamos?" preguntaste, sin aliento de la emoción.

El director asintió. "Fue increible, eléctrico, necesitado y apasionado, muy, muy apasionado", continuó con un suspiro, juntando las manos con fuerza. "Ustedes dos son de los actores más increíbles con los que he trabajado; tienen un talento asombroso, fueron tan convincentes que por un momento pense que realmente habian mantenido relaciones sexuales". dijo seguido de una carcajada

Sonreíste con satisfacción ante sus palabras, pero no sin echarle un vistazo a Enzo, compartiendo una mirada complice tratando de mantener tu expresión contenta y neutral, y no delatarte al recordar los eventos de la otra noche.

Mientras el director divagaba sobre la obra maestra que sería la película, Enzo te siguió fuera del set, murmurando bajito en tu oído, "Al final la práctica sí hace al maestro".

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hansolsticio · 2 months ago

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✦ — "pirralho". ᯓ p. jisung.

— park jisung × leitora. — 𝗰𝗮𝘁𝗲𝗴𝗼𝗿��𝗮: sugestivo. — 𝘄𝗼𝗿𝗱 𝗰𝗼𝘂𝗻𝘁: 3814. — 𝗮𝘃𝗶𝘀𝗼𝘀: age gap curtinho (o ji tem 19 e a pp uns 24), linguagem imprópria, fluxo de consciência (?), insinuação de sexo, o hyuck e o nana aparecem, size difference, pegação & "noona". — 𝗻𝗼𝘁𝗮𝘀: essa fic é top #1 acontecimentos imprevisíveis

Batidas distantes misturadas a algo que parecia ser o seu nome te fizeram despertar. Não sabe quando caiu no sono e muito menos o que fazia antes de adormecer, mas respondeu por puro reflexo.

"Hm?"

"Tá viva? 'Tô tentando te acordar faz tempo.", era abafado, mas a voz da sua colega de apartamento era inconfundível. "Não vai se arrumar? Não quero chegar atrasada."

"Me arrumar?"

"O evento da atlética, criatura. Já esqueceu?", a menção te acordou de vez, ainda que tenha levado um tempinho para processar uma resposta. Sendo simplista, eventos da atlética significavam um monte de universitários gostosos reunidos num lugar só. E por "universitário gostoso" sua cabecinha só processava uma coisa: Jisung.

É... péssima ideia.

"Não sei se quero ir..."

"Ah, não! 'Cê prometeu que ia comigo, poxa...", a mulher choramingou. "Os meninos vão também.", a observação tinha a única função de te convencer, porém ela não exergara ainda que esse era exatamente o problema. "Eu já servi de acompanhante até pro batizado da sua priminha, _____. Qual é...", e, novamente, você seria vencida pela culpa.

O dilema aqui era: você nunca havia questionado tanto os seus próprios valores como nos últimos dias. Se perguntava se considerar uma diferença de idade tão minúscula quanto a que existia entre você e Jisung um obstáculo era exagero da sua parte. A parte mais antiquada da sua personalidade não apreciava estar questionando isso, porém era o que mais fazia ultimamente. Não sabe dizer o momento exato no qual "a chave virou" na sua cabeça, mas misteriosamente o interesse explícito que o mais novo tem em você deixou de ser uma piadinha e virou uma pedra no seu sapato.

De repente, a diferença de altura notável entre vocês dois se tornou algo intimidador. De repente, a voz caracteristicamente grave começou a te dar arrepios e o jeito que sua mão ficava minúscula perto da dele te incitava a ter pensamentos sujos demais. De repente, você se via cada vez mais tentada a revisitar todos os stories que o homem postava — desde os recorrentes surtos pelo Real Madrid até as malditas selfies pós-treino.

Era um sofrimento que somente o século vinte e um seria capaz de te proporcionar. Você podia bloquear Jisung? Claro que sim! Mas como iria fazer cessar a coceira na sua pele toda vez que cogitava a possibilidade de dar de cara com mais uma foto do rostinho avermelhado e todo molhadinho de suor? Isso para não falar do inferno da camiseta que ele sempre deixava em um dos ombros — um lembrete sugestivo de que não havia mais nada impedindo a visão do próprio corpo.

Entretanto, não era tão masoquista assim. Tanto que há muito tempo evitava acompanhar sua colega de apartamento nos treinos só para não acabar esbarrando em um Jisung gostoso 'pra caralho correndo feito louco atrás de uma bola. Na realidade, sequer se viam pessoalmente, mas nas raras ocasiões em que tinha o (des)prazer de estar na companhia de Jisung você se sentia contra a parede.

O Park não era invasivo, não fazia o tipo dele. Porém nunca foi como se precisasse. Os olhinhos fofos demais para um homem daquele tamanho e todos os "Noona's" arrastadinhos te diziam tudo o que você precisava saber. De certa forma, te quebrava ter quer pisar na confiança dele em todas as ocasiões possíveis — na sua cabeça, era a única solução plausível para o "problema".

Só que havia algo errado: você não era capaz de identificar o porquê dele estar tão atrevido nos últimos tempos, a confiança dele parecia crescer de uma maneira estupidamente rápida a cada encontro entre vocês. Era complicado. Talvez fosse culpa sua. Talvez você estivesse deixando muito óbvio o seu nervosismo perto do mais novo — era o que você pensava.

Você poderia perguntar a opinião da sua colega de apartamento e aspirante à melhor amiga Maya? Sim. Mas, nesse caso... não. Por mais detestável que soasse, você já havia tentado. Inclusive, o tom de inconformidade com o fato de Jisung ser, na sua visão, um pirralho, não foi suficiente para fazê-la dar outra solução que não fosse: "Você quer. Então pega.". E isso era exatamente o que você não queria ouvir! Ou queria?

Quase arrancava os próprios cabelos por não achar ninguém que estivesse de acordo com as suas convicções e nada parecia fazer muito sentido. Você temia estar enlouquecendo, pois não sabia responder para si própria em que momento começou a ver Jisung como um homem.

[...]

Antes mesmo de sair de casa já havia planejado exatamente como agir. Irredutível, iria manter o teatrinho de rejeição. Considerava-se madura demais para deixar um moleque ficar ditando seus pensamentos, poxa... era isso. Precisava manter Jisung longe. Era o único jeito de dar fim a essa história.

E por um tempo funcionou. Funcionou de forma excepcional. Você arrisca que seja pelo fato de sequer ter cruzado com Jisung nas duas primeiras horas que ficou dentro do recinto. Na verdade, não sabia se sentia felicidade ou desapontamento. Se o homem não estava presente, significava que você não precisaria quebrar a cabeça com ele — mas, droga, queria vê-lo... mesmo odiando admitir.

Só que você tinha que ter cuidado com o que desejava. Acabou por encontrar Jisung e se arrependeu imediatamente de estar ali. Mas não pelos motivos que havia imaginado. Diferente do rostinho carente que implora por sua atenção sempre que você está por perto, Jisung parecia confortável até demais. O semblante animadinho deixava explícito que ele deveria ter tomado três ou quatro copos de alguma coisa.

A animação dele passou a contrastar com o seu desgosto ao perceber que o homem tinha companhia. Companhia essa que estava perto demais e se sentia muito habituada em sussurrar seja lá o que fosse perto da orelha do garoto. Você já havia a visto algumas vezes, sabia que ela era da mesma turma de Jisung ou algo do tipo. Cada detalhe da interação capturava os seus olhos de um jeito nada agradável. Mas, ei! Isso não era da sua conta, era?

Não havia problema nenhum. Era isso que você queria, não? Sim, sim. Era sim. Jisung tinha mesmo era que flertar com gente da idade dele. Claro. Claro que sim. Mas por quê você ainda 'tava olhando? Isso é coisa de gente esquisita. Deveria parar de encarar. Okay... Jaemin! Isso, Jaemin. Fazia tanto tempo que vocês não se divertiam juntos, certo? Calma, mas o quê ele acabou de sussurrar no ouvido dela? Porra, e esse sorrisinho? Espera... você ainda estava olhando?

"Nana...", ofegou como uma pobre donzela aos pés de seu salvador. O problema é que seu salvador possuía uma única latinha de cerveja como arma e parecia não ter a mínima pretensão de te resgatar dessa fera inominável — o 'ciúmes'. Jaemin precisou de uma olhadinha de canto para achar Jisung e cinco segundos de análise às suas feições para te dar um veredito:

"Ihh, nessa história eu não me meto, _____.", balançou o indicador no ar, rindo em completa descrença. "Tô fora de problema.", deu um gole generoso na bebida, como quem tenta remediar o próprio riso.

"Não tem história nenhuma, Nana. Só quero dançar contigo.", mentir já foi uma das suas maiores habilidades, mas no momento sentia-se uma amadora.

"Não se faz de sonsa, vai...", entortou o rosto. Foi o suficiente para te estressar, detestava ser contrariada.

"Porra, até você?!"

"Até eu sim! 'Cê não 'tá sendo meio babaca , não?", nada seria capaz de ferir tanto seu ego quanto a realidade.

"Tô sendo coisa nenhuma. Vocês que ficam colocando pressão.", desconversou, já tentava sair dessa conversa tão rápido quanto entrou. Estava exausta de ouvir sempre as mesmas coisas de todo mundo dentro do seu ciclo — a visão que seus amigos sustentavam da 'situação' entre você e Jisung parecia ser a mesma, um consenso.

"A gente?!", exclamou. A partir daqui você estava certa que havia procurado ajuda no pior lugar possível, Jaemin era especialista em levar as coisas pro pessoal. "Você que é indecisa 'pra caralho! Dá fora no garoto até não aguentar mais, mas também não sabe largar a porra do osso.", soou genuinamente bravo, seus ouvidos até zuniram. "Se decide, _____.", aqui foram esgotados seus argumentos.

Sequer esforçou-se para dar um fim ao debate com Nana, já sentia a cabeça doer. Simplesmente se virou, sumindo entre os demais — precisava pensar. Mas, poxa, havia algo a ser pensado? Mesmo você, que era orgulhosa demais para admitir estar errada, já enxergava toda a tempestade que estava fazendo em algo relativamente simples: era sim ou não.

Enfiou-se no primeiro cômodo vazio que encontrou. Era uma espécie de adega que armazenava todo tipo de bebida quente possível, parecia ser bem cuidado, mas a iluminação era pouca. Ficou feliz só de não ter esbarrado em nenhum casal se comendo dentro da salinha. Recostou-se numa das bancadas mais ao canto, aproveitando o silêncio para checar o celular. Porém, ainda que ignorasse o elefante no meio da sala, não conseguia evitar de pensar em Jisung e na estupidez que circundava toda essa situação.

Era difícil calcular quanto tempo você fingiu estar entretida no próprio telefone. Divagava. Voltava a Jisung e em como ele parecia malditamente próximo da garota. A boca amargava em pensar na maneira com a qual as mãos grandes ficaram perto demais da cintura feminina. Porra. Não, não, não... não era certo. Deveria ser você. Jisung te queria, não queria?

Droga, parecia uma criança. Cismava com um brinquedinho que sequer estava dando atenção só por ter visto outro alguém se interessar por ele. Infantil, muito infantil. Jaemin tinha razão, não tinha? Detestava admitir.

A porta se abriu.

Maya?

Era a única resposta plausível. Não precisava de nenhum estranho te enchendo o saco no momento, não queria ninguém piorando a situação. Mas o corpo esguio que surgiu por detrás da fresta te mostrou que a situação podia sim piorar.

Jisung.

Quis rir, era inacreditável — digno de cinema, não? Quer dizer, era tão óbvio que chegava a ser ridículo acontecer. Entretanto, fazia sentido que acontecesse. Não era como se Jisung não estivesse te seguindo com os olhos desde que você presenciou a ceninha dele com a garota.

"A gente pode conversar?", essa pergunta nunca poderia ter um bom desfecho. Sua primeira atitude foi adotar uma postura arrogante. Sempre era assim quando se tratava dele, não era?

"Sobre?"

"Nós dois.", murmurou cuidadoso. Você não ouviu de início, mas a afirmação te fez soltar uma risadinha em escárnio assim que assimilou o que ele havia dito.

"E desde quando existe um 'nós', Jisung?", rebateu amarga, assistindo-o se calar. Jisung te encarou em silêncio, parecia ensaiar muita coisa na própria cabeça — ainda que os olhos parecessem meio vazios. A tensão de estar acorrentada ao olhar dele sem ter onde se esconder fazia você tremer por dentro. O homem finalmente suspirou, coçando a própria nuca com impaciência. "Que foi? Volta 'pra sua namoradinha.", arrependeu-se antes mesmo de falar, a atitude era resultado do nervosismo que sentia.

"Quê?", o Park franziu a testa.

"Não sei. Me diz você. Cansou de uma e veio atrás da outra? É coisa de moleque, Jisung."

"Não tenho nada com mulher nenhuma. 'Cê sabe muito bem quem eu quero.", explicou-se, ainda que não devesse nada a você. Começava a se exaltar — detestava ser tratado como criança.

"Não sei porra nenhuma, Jisung.", cuspiu as palavras. Assistiu-o suspirar exasperado.

"Você 'tá me cansando, noona...", pontuou, os braços se cruzando.

"Você que continua nessa palhaçada sozinho.", não se lembra de nenhuma ocasião da sua vida na qual foi tão imediata com as respostas. "Já te falei que gosto de homem. Homem de verdade.", o acréscimo fez Jisung levantar as sobrancelhas, um sorriso ofendido despontando nos lábios.

"E eu sou o quê? Me diz.", afastou-se da porta, caminhando em passos vagarosos na sua direção. Ele não sabia, mas estava quebrando a confiança que só a distância era capaz de te oferecer. Com a proximidade aumentando, seu rostinho teve que se erguer para acompanhar as feições do homem. Você já apertava as bordas da madeira atrás do seu quadril, inerte com o aroma de perfume masculino que te roubou o ar.

"Você...", virou o rosto, buscando algum tipo de resposta nas garrafas de whisky da estante do canto.

"Não. Fala olhando 'pra mim.", aproximou-se mais, o suficiente para ser a única coisa no seu campo de visão — não importa para onde resolvesse olhar. A respiração quente te embriagou, tanto pela tensão quanto pelo notável cheiro do álcool.

"Você bebeu, Jisung.", a constatação saiu meio engasgada. Sentia a pele arder, o ventre se apertar.

"Você também. Isso é desculpa?", por um momento o homem pareceu roubar o seu papel. Era afiado, parecia ter total noção de como te desmontar — Jisung, em ocasião alguma, agia dessa maneira. "Diz, _____. Por que eu não sou homem o suficiente 'pra você?", cada questionamento esgotava mais seu repertório de respostas, ainda que você não usasse nenhuma das poucas disponíveis. As mãos dele se apoiaram em cada lado do móvel atrás do seu corpo, te encurralando. E era quente, porra, muito quente. "O que falta em mim, hm?", abaixou-se, o rostinho se inclinando para acompanhar cada movimento dos seus olhos. Te intimidava.

"Não faz assim, Ji...", balbuciou. A boca seca... onde havia deixado seu copo? Não se lembrava de mais nada.

"Deixa eu provar.", a mudança de energia que acompanhou o pedido te lançou numa espiral. Agora era enfraquecido, arrastava-se pela garganta. "Deixa eu ser seu homem, noona.", uma súplica dengosa até demais — te balançou, você mal foi capaz de esconder. Não impediu o narizinho roçando contra sua bochecha, preocupada em sanar o frio na barriga. Sentia o corpo inteiro amolecendo, o jeitinho devoto que Jisung te olhava só piorava a situação. "Por favor...", a expressão lamuriosa exterminou qualquer possibilidade de negá-lo — droga, ele parecia querer tanto... seria crueldade não dar uma chance.

Cedeu e nunca sentiu tanto alívio. Aceitar a boquinha gostosa contra a sua foi como tirar um peso enorme das suas costas, peso esse que, na verdade, foi substituído por muito maior: perceber o quão intensa era a vontade que você tinha de Jisung — ia mais longe do que o seu discernimento te deixava ver. Sentia seu corpo inteiro ferver pelo homem. O beijo lascivo e meio desesperado fazia sua carne tremer, puxava-o como se dependesse daquilo, como se precisasse do peso dele em cima de você.

Estavam febris, os estalinhos molhados faziam vocês buscarem por mais da sensação gostosa. O encaixe do beijo deixava suas pernas moles e o jeito que Jisung gemia contra sua boca te fazia ter certeza de que ele sentia o mesmo. A língua tímida resvalando na sua fez seus olhos revirarem por trás das pálpebras — delícia, droga, uma delícia. Tomou as rédeas, sugando o músculo quentinho para dentro da boca, o homem firmou-se ainda mais contra o seu corpo.

Jisung era sensível, se esticava inteiro só para ter tudo de você. Cansou-se, as palmas envolveram a parte traseira da sua coxa, te levando pro colo dele num solavanco. Nem percebeu quando foi colocada em cima da bancada, ocupada demais em enfeitar o pescoço leitoso. Sentia que precisava marcá-lo, queria evitar que sequer olhassem na direção dele pelo resto da noite. Era seu, podia marcar o quanto quisesse. Precisava disso.

O corpo inteiro escorria num calor infernal. O homem te bebia sem hesitar, também estava sedento. Havia se tornado uma batalha estranha, Jisung te agarrava pela nuca para conseguir sorver a boquinha inchada e você constantemente se afastava para lamber o pescoço cheirosinho. Estavam agindo de uma forma patética, mas quem poderia julgar? Passaram tanto tempo desejando isso, porra... sentiam um tesão do caralho um no outro, não dava para segurar.

As mãos fortes pela sua cintura faziam seu corpo reagir por conta própria, rebolava meio contida, desejando ter algo embaixo de você. O rostinho se movia dengoso, quase ronronava contra a boca de Jisung. Sentiria vergonha de admitir o quanto estava pulsando, mas não conseguia fazer cessar a sensação. Droga, precisava...

Os dedinhos ágeis acharam o caminho para a barra da calça de Jisung, brincou com o botão insinuando abri-lo. O homem ondulou o quadril contra as suas mãos, mas contraditoriamente te agarrou pelo pulso, impedindo a ação.

"Espera...", ofegava, o rosto vermelhinho era decorado por algumas gotas de suor. "Eu nunca...", hesitou. Ainda embriagada com o momento você demorou tempo demais para assimilar.

"Quer dizer... nunca mesmo?", tentou ser casual.

"Nunca."

"Nem...?", mas falhou.

"Não. Nada."

Isso mudava muita coisa. Claro que mudava. Você seria a primeira de Jisung? Cacete...

"Com outra pessoa não...", ele acrescentou, mas foi possível ver o arrependimento acertá-lo em cheio. "Espera, pra quê eu falei isso?", desesperou-se. Você quis rir do jeitinho fofo, mas não queria deixá-lo mais encabulado.

"Relaxa, não tem problema.", assegurou, selando a bochecha rubra. "A gente não precisa.", beijou o cantinho da boca, arrastando os carinhos até a orelha sensível.

"Mas eu quero...", a confissão te fez tremer. Não podia, não nessas circunstâncias. "Me ensina...", o sussurro saiu em tom de súplica, a respiração quente contra sua orelha não fez um bom trabalho em te deixar pensar. "Prometo que aprendo rápido.", assegurou. Os olhos minavam uma ingenuidade estupidamente excitante.

"Tá louco?! Aqui não, Ji.", tentou dispensar a proposta de um jeito casual, rindo meio nervosa.

"Me leva 'pra sua casa então...", ele rebateu quase que no mesmo instante, as palmas avantajadas fechando o aperto na sua cintura.

"O quanto você bebeu?"

"Eu quero você.", ele se curvou de um jeito meio desconfortável, o rosto vermelhinho se enfiou no seu pescoço. Porra, Jisung era adorável e isso te deixava tão quente. "Por favor, noona.", a voz grave agora era pura manha. Você precisou apertar os olhos e respirar muito fundo para ser capaz de raciocinar outra coisa que não o homem no meio das suas pernas de um jeito tão gostoso.

"Tem gente demais aqui, Jisung.", argumentou num fio de voz. Sentia-o te puxar para a borda do balcão, as perninhas se abrindo ainda mais por reflexo.

"Ninguém vai ver. Eu te escondo.", um tanto desesperado, pareceu querer demonstrar a ideia. Arrumou a postura, os braços te cercando enquanto usava o próprio tamanho para ocultar seu corpinho. Voltou a te olhar de cima, as orbes entrando no decote da sua blusinha sem pudor algum. "Cê é tão pequenininha, porra...", murmurou, admirando a diferença explícita entre vocês dois.

O ar ficou preso dentro dos pulmões quando ele agarrou um dos seus pulsos, a mãozinha tornando-se inofensiva perto da de Jisung. Guiou sua palma para debaixo da própria camiseta, a pele firme do abdômen esquentando sua mão. Não conseguiu resistir, arrastou as unhas por ali — ainda que meio receosa. A reação física foi imediata, o ventre do Park se apertou embaixo dos seus dedos. O rostinho sedento te deixou igualmente desorientada.

Cacete. Jisung fazia você se sentir doente.

O aperto que circundava seu pulso timidamente te levou mais baixo. Não conseguiu parar de encará-lo, mesmo quando a aspereza do cinto que ele usava arranhou a sua pele. Seu estômago repuxava em expectativa. Estava claramente passando dos limites, porém esse pensamento não te impediu de envolver o volume pesadinho com a palma da mão. A mente ferveu sob o olhar do mais novo que te apertou com mais força, empurrando o próprio quadril contra sua palma.

"Porra..."

"É tão grande, Sungie...", arfou, deixando-o usar aquela parte do seu corpo como bem quisesse. Foi inevitável perder-se em todo tipo de pensamento sujo envolvendo Jisung e sobre como ele tinha a total capacidade de te arruinar, mas mal parecia ter noção disso. "E esse é o problema.", pontuou, rindo da expressão confusa do homem acima de você. "Você vai entender.", tentou assegurar. "Mas é por isso que a gente não pode fazer nada aqui, Ji...", o tom condescendente que você fez uso foi insuficiente para impedir o biquinho dengoso nas feições do homem. A característica adorável contrastava muito bem com o jeitinho imoral com o qual ele ainda estocava contra sua mão.

"Eu não aguento mais esperar, noona...", choramingou em tom de confissão. Sendo sincera, você admitia que já havia castigado Jisung por tempo demais. Porém, estava prestes a ser malvada com ele só mais um pouquinho.

"Volta pra lá, vai...", afastou a mão do íntimo do homem, ganhando um grunhido desapontado. "Se ficar quietinho até mais tarde, eu dou um jeito de te levar pro meu carro.", era o melhor que você conseguia oferecer no momento. E a proposta era tentadora, tanto que foi capaz de enxergar a expectativa no fundo dos olhinhos masculinos — Jisung era adorável.

"Mas vai demorar?", bufou impaciente.

"Você sobrevive."

"A gente não pode nem brincar um pouquinho?", acompanhando a sugestão os dedos que serpentearam até o interior das suas coxas te fizeram soltar um risinho contrariado. Quis abrir mais as perninhas, se insinuar contra as mãos dele... mas se conteve.

"Brincar?", o questionamento era pura ironia. Jisung paraceu não se importar, concordando com a cabeça e te roubando um selinho carente. "E você por acaso sabe fazer isso?"

"Não...", balbuciou, a baixa luz ainda te permitia ver o rostinho alvo enrubrescendo. "Mas eu-"

"Jisung?", o timbre soou atrás da porta e foi como se você já esperasse por isso, tanto que a primeira reação foi rir baixinho.

"Te falei.", você sussurrou, dando de ombros.

"Já saio!", ele esbravejou virando o rosto em direção à porta, os dedos pressionaram suas coxas por reflexo. A testa franzida e o maxilar proeminente demonstravam o quão irritado ele havia ficado com a interrupção. "Noona...", choramingou baixinho, o semblante mudando como mágica. As sobrancelhas agora apertavam-se de um jeitinho manhoso, a testa colando contra a sua. Sentiu suas pernas ficarem fracas novamente — queria explodir esse garoto.

"Espera mais um pouco, Sungie...", tentou consolá-lo num beijinho de esquimó lentinho. Jisung te apertou contra o próprio corpo, você mais uma vez sumiu dentro do abraço dele. "Comportadinho." sussurrou, selando o biquinho do homem que parecia não querer te soltar.

[...]

"Puta merda, apanhou lá dentro?", a questão veio em tom de zombaria e referia-se a todas as marcas avermelhadas nos braços e pescoço do Park.

Ainda dava para ouvir os dois conversando enquanto você esperava dentro da adega — coisa que, inclusive, só fez para não tornar tudo esquisito saindo junto com Jisung.

"Sossega, Hyuck.", ele rebateu, enfezado.

"Tá até falando mais grosso. Meu Deus, eles crescem tão rápido...", o homem mais velho dramatizou, até mesmo fingiu um choro falso. "Quem vê não diz que você era dessa altura uns dois anos atrás.", demonstrou esticando um dos braços lá em cima de um jeito comicamente elevado. "Nem vou contar pro hyung que 'cê finalmente perdeu o cabaço, é capaz dele cho- Ai, porra!", o som estalado antes da exclamação poderia ser interpretado como um tapa. "Eu nem falei alto..."

— 𝗻𝗼𝘁𝗮𝘀²: sim, vai ter uma parte dois.

#ꫝ ' solie writes.#nct fanfic #nct dream x reader #nct dream scenarios #park jisung x reader #park jisung smut #jisung x reader #jisung scenarios #jisung fanfic

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sunshyni · 21 days ago

Note

oii sunshyni 🩷 vc pode fazer mais fics sobre o jake sim do enhypen?pfv

Drive-In

Jake Sim × Fem!Reader

“Você até tentava esconder, mas meio que Jake já tinha certeza que de santinha você não tinha nada”

Warnings: um pouquinho sugestivo e acredito que seja só isso!!

Notinha da Sunsun: desculpa, procrastinei pra escrever hoje KKKKK Só queria ficar o dia inteiro no sofá sem fazer nada, mas enfim, eu nem tinha plot muito bem definido pra essa, só tava com o drive-in na cabeça (porque lembrei daquele vídeo do tiktok do Enhypen), então se estiver ruim, por favor, ignorem KKKKKKK Mas acho que dá pra ler. Espero que você curta, amor!! 🙏

— Você não tava morrendo de vontade de assistir esse filme? — você perguntou para Jake, mas ele nem prestava atenção nas suas palavras. Estava ocupado marcando cada centímetro da sua pele exposta com os lábios. Ao mesmo tempo em que seu corpo relaxava com a sensação dos lábios macios contra sua pele, perfumada pelo creme corporal, você estava nervosa. Tinha medo de perder o controle e fazer uma loucura, tipo empurrá-lo contra o banco do motorista e subir no colo dele.

Você fechou os olhos, sentindo o corpo esquentar cada vez mais. Queria muito transformar sua fantasia em realidade.

— Eu? — ele perguntou, inocente, como se houvesse uma terceira pessoa naquele carro. Jake se afastou minimamente para contemplar seu rosto preocupado. Ele sorriu, mostrando a coleção de dentes brancos e bonitos. Provavelmente, sua dentista era orgulhosa. — Eu realmente tava. É meu filme favorito, e faz tempo que não assisto. Mas você me provocou com tudo aquilo que disse. Que queria brincar comigo no escuro.

— Eu falei isso? — você perguntou, confusa. Ele te olhou, os olhos tão escuros que mal se via a íris. A pupila ocupava quase todo o espaço, e ele parecia um cachorrinho dengoso precisando de carinho, algo que você com certeza estava disposta a oferecer.

— Aham, na nossa ligação ontem. Antes de você começar a roncar no meu ouvido.

— Ai meu Deus, eu ronquei? — você o segurou pela jaqueta, mantendo-o perto enquanto arregalava os olhos. Definitivamente, isso não era um dos seus traços mais atraentes. Estavam no início do namoro, e você se sentia envergonhada por mostrar algo tão íntimo. Tinha medo de ele te achar uma completa maluca. Mas você não fazia ideia do quanto Jake te olhava com carinho e devoção, exatamente como um animalzinho de estimação.

Ele também não sabia que você levava a sério aquela frase da Ariana Grande: “Ain't you ever seen a princess been a bad bitch?”. Apesar de ser adorável e bonitinha da cabeça aos pés, ninguém sabia o que se passava na sua mente. Nem ele sabia o quanto você gostava quando ele te pegava com firmeza nos momentos de paixão ou sobre os sonhos que tinha com ele. E era melhor que continuasse sem saber.

— Foi um ronquinho fofo — ele disse com um sorriso, deixando um selinho casto nos seus lábios. — Não lembra mesmo?

— Eu devia estar com sono, sei lá. Falei besteira... — você desconversou, mas sua mão desceu até o abdômen dele e permaneceu ali, seus olhos parando no ponto de contato.

— Cê acha que vai me enganar com esse papinho, princesa? Tô ligado que cê não é santa. — Jake começou a distribuir beijos pelo seu rosto, nas bochechas, cantinhos dos lábios e pela linha do maxilar. Então, levou uma mão até o seu pescoço, formando um "colar" suave ao redor da sua pele. Não pressionou, apenas observou sua expressão. Você sorriu, surpresa, mas satisfeita.

— O que que você imaginou? Me fala.

Ele te puxou para um beijo lento, saboreando o momento, devorando sua boca com calma. Pressionou levemente os dedos contra sua pele, e você quase arfou, mas se afastou para recuperar o fôlego.

— Fala, vai — ele pediu com um beicinho, descendo a mão até o seu colo e procurando sua mão.

— Me imaginei no seu colo — você disse, mas começou a rir logo em seguida. Jake te acompanhou, encostando a testa no seu ombro enquanto sentia você tremer de tanto rir. — Desculpa. Eu quero muito transar com você.

— Sério? Que coincidência, eu também. — Ele riu, mas o clima no carro pesou. Sua respiração acelerou, e seu coração seguiu o mesmo ritmo. Jake plantou a palma da mão na sua nuca, sorrindo, e te beijou devagar, provocando com selinhos rápidos, se afastando sempre que você buscava mais, te deixando na vontade e fazendo todo o seu interior pegar fogo.

— Mas, realmente, faz tempo que eu não assisto esse filme — Jake se afastou, e você respirou fundo enquanto ele recostava as costas no banco do motorista com um sorriso descarado. Você abriu o porta-luvas e pegou um saquinho de balas Skittles que tinha comprado, mas decidiu não oferecer nenhuma para ele.

— Eu te odeio.

— Calma, amor — ele disse, se aproximando de novo e deixando um beijo no seu pescoço. Então abriu a boca, esperando que você entregasse uma bala. Com relutância, você deu, mas ele ainda chupou seu dedo com uma falsa inocência.

— A gente tem plateia agora... Espera um pouquinho — ele disse com um sorriso travesso.

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idollete · 9 months ago

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mijei nas calças no final.

⭐️ he’s at your window. fem!reader x fernando contigiani

🪐 minha masterlist

» cw: smut! por favor favor só interaja se for +18! ; consumo de álcool; fernando!vizinho!stalker; assédio sexual; agressão física; uma faca (mas não tem knife play!); dubcon!!; dark romance; oral fem recieving; sextape; p in v; sexo desprotegido; creampie; fernando completamente delulu e maluco; big cock; orgasmo forçado.

» wn: oi gatinhas lindas e cheirosas!! essa é a primeira vez que eu escrevo dubcon, espero que vocês gostem! dedicado a minha amiga laurinha @geniousbh e todas as outras girls que curtem um dark romance 💋 fui inspirada pela música “she” do tyler the creator, recomendo que ouçam! bom domingo e boa leitora lobinhas ✨

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Você nunca tinha dado muita importância a sua mania de manter a sua cortina aberta. Afinal, quem morava na casa a frente era um casal simpático e os filhos ainda mais simpáticos: conheceu o mais velho, Fernando, no dia que a família Contigiani se mudou para o bairro, há mais ou menos um ano atrás, todos foram muito cordiais e pareciam ser pessoas muito interessantes, principalmente o moreno alto que, de acordo com os pais, era o melhor da turma da faculdade e tinha diversos outros talentos.

Deixar a cortina e a janela abertas era um hábito que você não via porque mudar, gostava de sentir a brisa geladinha entrar no seu quarto enquanto escrevia artigos da faculdade, ou quando arrumava o quarto estudando música, ou enquanto se distraia ao conversar com a amiga enquanto trocava de roupa. As vezes até quando tinha acabado de sair do banho, sentir o vento geladinho na pele limpa enquanto estava deitada só de calcinha na cama era relaxante. Até a noite, se sentia sufocada sem o ventinho entrar no seu quarto, foram muitas vezes que sentiu a brisa se chocar com o seu rosto quente enquanto se tocava por baixo dos lençóis antes de dormir.

A única vez que sentiu algo estranho por deixar a cortina aberta foi no final de semana que seus pais viajaram, um dia antes da festa de halloween que você tinha marcado na casa vazia. Encontrou Fernando enquanto saia de casa para ir para a faculdade, ele te cumprimentou, educado como sempre, mas quando disse com um sorriso no rosto: “Se precisar de qualquer coisa estou a disposição, meu quarto é na frente do seu”, sentiu algo no seu ventre, como se fossem borboletas, mas não as do tipo bom. Pensou nessa informação durante o dia inteiro, nunca tinha parado para pensar quem residia na janela em frente a sua, nunca parou para raciocinar que talvez Fernando pudesse ver tudo que você fazia. Quando chegou em casa depois da aula, apesar de crer que seu vizinho jovem não seria o tipo de pessoa que observasse alguém no seu ambiente privado, fechou a cortina, seguindo algum tipo de instinto.

No dia seguinte, depois de decorar a casa com fantasminhas e morcegos de plástico, tomou um banho e vestiu a fantasia de coelhinha que tinha comprado para o dia específico: era composta por um top curto branco e uma saia rosa, tinha até o arquinho de orelhas rosinhas e um pompom branquinho na bunda. Era uma fantasia indecente, você sabia, mas aproveitou que seus pais não estariam lá para te dar um sermão.

Com algumas horas de festa, você já estava bem altinha, bebia o álcool como se fosse água, numa tentativa de se distrair dos seus pensamentos, e principalmente da figura grande vestida de Ghostface que via de vez em quando nos cantos da casa, algumas amigas suas falaram que era o cara engraçadinho da engenharia, mas você não via graça nenhuma naquela fantasia, principalmente no jeito que ele agia e te fazia sentir, desconfortável. Pediu para suas amigas tomarem conta da casa e dos convidados bêbados para que você pudesse subir para retocar a maquiagem no banheiro. Quando chegou no banheiro da sua suíte, penteou o cabelo que estava embaraçado e quando tocou no blush para passá-lo, ouviu a porta abrir. Se assustou com o homem bêbado que gritou “Bu!”, que ria muito ao ver sua expressão assustada.

— Porra Bruno, que sem noção. — Você deu uma bronca no menino que já tinha ficado algumas vezes, além de ter te dado um baita susto, não chamou ele até seu quarto.

— Como você é sem graça… Vem cá. — Ele disse te agarrando por trás, enquanto te olhava pelo espelho, envolvendo os braços ao redor da sua cintura com força, você conseguia sentir o cheiro da bebida e cigarro nele, o que te incomodava profundamente. “Para…”, você pediu quando ele começou a beijar seu pescoço, rapidamente te virou para ele e te sentou em cima da pia, se colocando entre suas pernas. “Bruno, não quero”, você pediu novamente quando ele começou a beijar sua boca, subindo com as mãos pela sua saia. — Quer sim. — Ele insistiu, você começou a ficar nervosa, ofegante, realmente não queria fazer nada com ele desse jeito, mas a forma cada vez mais agressiva que ele te agarrava te fez pensar que talvez você não teria opção a não ser transar com ele ali mesmo.

Você fechou os olhos, numa tentativa de tentar se abstrair da situação que estava inserida, franziu o cenho quando pensou que ouviu um barulho da porta se fechando, era difícil focar em qualquer coisa a não ser o garoto bêbado tocando suas coxas de uma forma tão repulsante. Ele foi afastado abruptamente de você, e antes mesmo que ele pudesse abrir os olhos para ver o que aconteceu, levou um soco no rosto e caiu inconsciente no chão. Quando você abriu os olhos, viu o garoto bêbado deitado no chão do seu quarto, que recebeu chutes no rosto da figura alta vestida de preto virada de costas para você, e quando se virou, viu a mesma máscara que parecia te perseguir a noite toda. Você ficou mais ofegante quando a figura se aproximou do banheiro, paralisada, não conseguiu nem levantar da pia para tentar fechar a porta do banheiro, continuou sentada quando a pessoa entrou, ficando a centímetros de distância de você.

— Assustei a coelhinha? — A voz familiar perguntou. Ao perceber que ele tinha uma faca nas mãos, balançou um a cabeça e fechou os olhos marejados de lágrimas.

— Por favor não me machuca. — Você disse, a voz saiu até meio falha de tanto medo que sentia.

— Eu? Te machucar? Eu nunca faria isso… — Ainda de olhos fechados, ouviu o homem falar desacreditado, e quando o olhou, se deparou com ele tirando a máscara, revelando o rosto de Fernando por baixo da fantasia sinistra. Fez questão de te mostrar que ele deixava a faca na pia, no cantinho. Ele tinha os cabelos levemente bagunçados e uma expressão dócil no rosto, o que te amedrontava ainda mais. Te olhava com o cenho franzido, mas os olhos estavam mais escuros que o normal. Afagava suas bochechas com as mãos cobertas por luvas pretas, ainda sorrindo, te olhava com uma expressão apaixonada — Não… Você é a coisa mais preciosa que eu tenho… Já ele? Ah… Machucaria, muito… Ainda mais quando eu vi ele tocando a minha coelhinha daquele jeito… Até mataria, se fosse preciso. —

— Você faria isso? — Seu questionamento sai como um sussurro, a voz até falha, estava chocada esse lado sombrio do seu vizinho que sempre pareceu tão educado, cordial, estável. Como ele cogitaria matar uma pessoa? E como ele diz isso com um sorriso no rosto? O mesmo sorriso que te dava bom dia todas as manhãs ao sair de casa. Não, ainda mais dócil agora.

— Por você? Eu faria qualquer coisa, meu amor. Ainda mais que hoje… Hoje é nossa noite, não é? — Ele dizia enquanto o sorriso só aumentava. — Você é tão boazinha pra mim, sempre deixava a cortina aberta para que eu pudesse te ver… Tão linda… Estudando, organizando seu quartinho, deitada na cama… — Ele se aproximou e selou um beijo contra seus lábios, fechou até os olhos, romântico. — Se tocando… Foram tantas as noites que a gente gozou juntinhos, não é? E ontem, quando você fechou a cortina, eu entendi que era para eu vir aqui, pra finalmente se tornar real… Pra você finalmente ser minha… —

Você não conseguia falar nada, estava completamente incrédula com a história que Fernando tinha inventado na cabeça. Suas mãos tremiam e ficavam cada vez mais suadas, ele as tomou nas dele, já expostas, as luvas tinham sido descartaras em algum canto do seu banheiro, a mão grande envolvia a sua, fazendo carinho com o polegar na tua pele antes de erguer elas até a boca sorridente, deixando um beijo ali.

“Por que não fala comigo, coelhinha? Não precisa ter medo… Eu vou cuidar muito bem de você, te prometo…”. Era muito estranho, os toques e o tom de voz eram doces, carinhosos, em contraste com o cunho completamente insano da fala. Sua boca estava completamente seca, seus olhos não piscavam de tão aflita que estava diante do homem, completamente maluco, que colocou as mãos nas tuas bochechas e te puxou lentamente para um beijo. Enfiou a língua na sua boca devagarinho, segurando seu rosto carinhosamente com as mãos grandes. Você nem fechou os olhos, ainda estava paralisada, não queria nem mover a língua, mas sentiu Fernando apertar seu rosto mais forte, e então, o beijou de volta, com medo do que ele pudesse fazer.

As mãos de Fernando deixaram seu rosto, pararam na sua cintura enquanto aprofundava o beijo, te apertando ali e puxando você para mais perto. “Que boquinha mais gostosa, do jeito que eu sonhei…”, ele disse ainda com os lábios contra os teus, enquanto descia com as mãos para sua coxa, fazendo carinho na sua pele. O moreno alto interrompeu o beijo quando se afastou para que pudesse te olhar, mas logo foi descendo com o rosto para o meio das suas pernas enquanto se ajoelhava, mantinha os olhos no seu rostinho assustado enquanto retirava sua calcinha, guardando o tecido no bolso. Colocou os braços ao redor das suas pernas antes de lamber sua buceta, gemendo em deleite quando sentiu seu gostinho, molhava toda sua intimidade com saliva ao mexer a língua para lá e para cá, também lambendo ela de baixo para cima. Seu peito subia e descia mais rápido, estava em um conflito interno ao sentir tanto medo do homem que te lambia de uma forma tão gostosa, e te olhava com os olhos caidinhos, como se sentisse prazer só de te ter contra a língua dele.

Ele se levantou, não tirando os olhos de você enquanto continuou estimulando sua buceta, dessa vez com os dedos, fazia círculos no clitóris, se aproveitando da lubrificação proporcionada pela saliva e, cada vez mais, que você mesma liberava. Com a mão livre, retirou o celular do bolso, e ao desbloquear, você observou que a foto de fundo dele era uma sua, de uma das vezes que você vestia apenas uma calcinha e regata no seu quarto. Viu ele abrir o aplicativo da câmera, apertar o botão de gravar e colocar o celular apoiado na parede, pertinho da faca. “Finalmente… O momento que nós sonhamos tanto…” Ele disse enquanto desabotoava a calça, retirando lentamente o membro para fora. Cuspiu na mão e esfregou a saliva na cabecinha que já estava suja com pré gozo. Esfregou a glande nos seus lábios e clítoris molhados antes de penetrar em você, atento a sua expressão facial, era perceptível que, por mais que sentisse medo dele, ficava cada vez mais difícil de negar o prazer que ele te proporcionava. Se enfiou lentamente dentro de você, fez um ‘o’ com a boca, soltando um gemido grave.

Fernando era grande, por isso, você fechou os olhos e apertou os lábios contra o outro, a fim de conter um gemido ao sentir ele te alargar de um jeito que nunca tinha acontecido antes. Quando sentiu ele estocar lentamente em você, gemeu com a boca fechada, não queria admitir que o homem que agia como um psicopata de filme de terror tinha o pau mais gostoso que já entrou em você. Ele te conhecia, por mais que você não tivesse permitido, ele sabia como você agia quando sentia prazer, observou o suficiente seu rostinho iluminado pela luminária fraquinha quando você se masturbava na cama, sabia que você estava segurando seus gemidos, sabia que quando você fazia círculos na sua bucetinha a noite franzia o cenho que nem você estava fazendo agora, com ele te fudendo. Ele não sabia, mas a forma que ele gemia te deixava cada vez mais molhada, ainda mais pelo fato dele segurar seu rosto pertinho do dele, não conseguir tirar os olhos da face dele, que já era bonita, mas quando se contorcia de prazer, ficava mais ainda.

— Geme. Eu sei que você quer… — Ele disse, soltando as mãos do seu rosto e descendo uma para a sua nuca quente, a outra foi para a boca dele, que lambeu o indicador e o médio antes de descer para seu clítoris, fazendo círculos largos ali, te estimulando mais ainda. Você não conseguiu segurar um gemido, a forma que ele metia em você e friccionava os dedos contra seu pontinho sensível se tornaram demais, a cabeça afetada pelo álcool, medo e prazer de repente ficou leve, burrinha de tesão. Ele sorria orgulhoso, olhava sua boquinha entreaberta e, rapidamente, para o celular, conferindo se a câmera enquadrava seu rostinho. “Isso… Eu te falei… Que ia cuidar muito bem… Hm… Da minha coelhinha…”, ele dizia entre gemidos com a voz grave, completamente tomado pelo prazer.

Ele começou a meter mais forte, enquanto ainda te estimulava com os dedos. A sensação dele tão fundo em você e os dedos grandes que esfregavam seu clitóris te aproximaram muito de um orgasmo, mas quando abriu os olhos, lembrou que quem te fodia - tão bem - era um completo maluco, então, tentou segurar seu clímax, não queria dar isso para ele. Mas ele sentia você pulsar ao redor dele, observava também uma lagrimazinha acumular no canto do seu olho, então te puxou com a mão livre para um beijo, molhado, cheio de desejo, e ainda com a boca encostada na sua, entre gemidos, disse: “Não adianta segurar, só eu que te fodo assim, nena… Tô sentindo você apertando meu pau cada vez mais…”. Você gemeu alto ao ouvir a frase dita na voz grave e sentir ele apertando cada vez mais sua nuca, não conseguia segurar mais seu orgasmo.

— Fala que me ama. — Ele disse, ofegante, enquanto as estocadas ficavam mais fundas e mais desengonçadas, os dedos faziam círculos mais contidos no seu clítoris, ele também estava muito perto de gozar.

— Não… — Você não queria falar, mas a cabeça já estava muito leve, sentia a buceta pulsar e um nó se formando no ventre, fechava os olhos com força. Sentiu a mão apertar mais ainda sua nuca, e curvar sua cabeça um pouco para baixo.

— Fala, fala pra que eu possa encher a minha bucetinha de porra.

— Fernando…

— Fala… Que me ama. — Ele disse, com os dentes cerrados, estava a uma gota de transbordar todo dentro de você.

— Eu te amo! Porra… Eu te amo, Fernando. — Você gemeu enquanto gozava, a frase saiu até em um gritinho, sua cabeça estava tão nublada de prazer que não conseguia obedecer seu lado racional, só ele. Ouviu gemidos graves saírem da boca de Fernando enquanto ele se esvaziava todo dentro da sua buceta, que só apertava ele cada vez mais. Você tinha certeza que nunca tinha tido um orgasmo tão intenso ou tão longo assim, não sabia se era a adrenalina no seu corpo, ou só o fato de que seu vizinho perturbado transava muito, muito bem. Ele apoiou o rosto contra seus peitos ainda cobertos pela blusa, a cabeça subia e descia rápido devido a tua respiração ofegante, permanecendo dentro de você.

— Eu também te amo… Finalmente, agora você é só minha.

#(✩) personal archive #camilinha eu não sei se posso te perdoar por ter feito isso comigo #😩😩😩😩😩😩😩😩😩#😵‍💫😵‍💫😵‍💫😵‍💫😵‍💫😵‍💫😵‍💫😵‍💫😵‍💫#NÃO SEI REAGIR #ELE TODO MALUCO TORTO DAS IDEIAS #ELE MANDANDO EKA SZER QUE AMA ELE #EU QUEBREI #meu deus eu tô parada congelada #não sairei dessa fic nunca mais!!!!!!!#camilinha eu te amo de vdd #reacts #♡. creads

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