#Emociones en los rostros
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Tiziano Vecellio; la revolución en la pintura
Tiziano Vecellio; la revolución en la pintura #aperturaintelectual #vmrfaintelectual @victormanrf @Victor M. Reyes Ferriz @vicmanrf @victormrferriz Víctor Manuel Reyes Ferriz
27 DE AGOSTO DE 2024 Tiziano Vecellio; la revolución en la pintura POR: VÍCTOR MANUEL REYES FERRIZ Reiteradamente escuchamos la importancia y trascendencia del movimiento artístico, cultural y social que nos dejó el renacimiento en todas las vertientes de las artes; empero, inmediatamente nuestra mente se posiciona en la pintura con personajes como Da Vinci, Michelangelo, Raffaello, Donatello,…
#"El sol entre las estrellas"#AperturaIntelectual#vmrfaintelectual#Botticelli#Caravaggio#Da Vinci#divinidades antiguas#Donatello#Emociones en los rostros#Escuela Florentina#Escuela Veneciana#esencia humana#Flandes#Fra Angelico#Frase de la Divina Comedia#Giorgio Vasari#Giorgione#Giovanni y Gentile Bellini#Jan van Eyck#Michelangelo#mitología#Obra "Baco y Ariadna"#Obra "La bacanal de los andrio"#Obra "Ofrenda a Venus"#pasajes históricos#Pintores#Pinturas a base de aceite#Raffaello#Rembrandt#Renacimiento
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GRAND AWARDS 2024: Celebrando el Talento y el Trabajo en Equipo en una Gala Memorable
GRAND AWARDS 2024: Celebrating Talent and Teamwork in a Memorable Gala El pasado 27 de Diciembre, via online se llevó a cabo una nueva edición de los GRAND AWARDS 2024 Edición 10 de La Agencia Mundial de Prensa, organizada por el APCSX GROUP. Un evento que marcó un hito no solo por la calidad de los galardonados, sino también por la sólida presencia de los valores que definen al APCSX Group.…
#ADOLFO PEREZ ESQUEVEL PREMIO NOBEL DE LA PAS#BETTY PELAEZ#CALIDAD DE LOS GALARDONADOS#CELEBRANDO EL TALENTO Y EL TRABAJO#CELEBRANDO EN EQUIPO#COMPROMISO#EL PASADO 27 DE DICIEMBRE#EMOCIONES Y PROFESIONALISMO#EVENTO QUE MARCA LA DIFERENCIA#EXCELENCIA HUMANA#GABRIELA RODRIGUEZ OCHOA#GALA MUNDIAL#GRAND AWARDS 2024#HITO HISTORICO#ISABEL MUÑOZ#JOSEA. MOCTEZUMA#lomasleido#lomasvisto#LOS VALORES QUE NOS DEFINEN#MAESTROS DE CEREMONIAS#MARIA PIÑA#MIA LUNA#NOS VEMOS EN LOS GRAND AWARDS 2025#PEPE SANCHEZ#PILAR GARCIA GRACIA#PRESENTADORAS OFICIALES#RAUL AVELLANEDA#ROSTROS & VOCES GALARDONADOS CON GRAND AWARDS Y EL MICRO DE ORO#SOLIDARIDAD#thedreamteamapcsxgroup2024
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Amor y Odio | Enzo Vogrincic
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Para: los que extrañan a su ex!
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Ya llevabas más de tres años saliendo con Enzo cuando todo cambió. Durante ese tiempo, le habías prometido tu apoyo incondicional, incluso frente a la perspectiva de una relación a distancia, que a ti no te importaba en absoluto. Sin embargo, para Enzo las cosas eran distintas.
Una noche, en su departamento en Montevideo, tú y Enzo estaban inmersos en una discusión. Él estaba lidiando psicológicamente con las complejidades de su papel como Numa Turcatti, a pesar de estar recibiendo terapia y compartir sus preocupaciones con colegas y hasta con Bayona. Pero en esa noche en particular, Enzo se quebró emocionalmente, llorando sin control. Tú, instintivamente, le abrazaste, asegurándole que todo estaría bien, que una vez que terminara con el trabajo, las cosas volverían a la normalidad y mejoraría gracias a las lecciones de vida que había aprendido.
Sin embargo, Enzo, con seriedad, te interrumpió diciendo: "(tu nombre), sabes cuánto te quiero, pero no puedo seguir contigo sintiéndome así. No quiero que sufras a mi lado. Por favor, dejemos esto". Mientras le acomodabas el cabello para ver su rostro, respondiste con calma: "No me importa, quiero apoyarte, te necesito tanto como tú a mí". Pero Enzo te miró fijamente y con voz firme dijo: "¡No! ¡No, (tu nombre)! Por favor, escúchame. Necesitamos separarnos por un tiempo. Necesito que lo entiendas".
Te encontrabas en una encrucijada emocional, sin saber exactamente qué pensar. El amor que sentías por Enzo era tan profundo que alejarte de él por completo parecía un acto prohibido. No obstante, también querías comprender su perspectiva y darle el espacio que parecía necesitar.
Con un gesto de cariño, acariciaste su rostro y le diste un beso en la frente. "Si eso es lo que quieres, te respeto. Y sabes que siempre estaré aquí para vos, cualquier cosa que necesites", expresaste con sinceridad. Enzo tomó tu mano, acariciándola, y te susurró un agradecimiento. "Gracias por entender", dijo con voz suave.
Con un nudo en la garganta, te levantaste y te retiraste. La puerta se cerró detrás de ti, dejando en el aire la incertidumbre de lo que vendría a continuación.
—
Un año y medio transcurrió desde aquel momento, y tú y Enzo eran oficialmente exnovios. Parecía que él estaba prosperando, inmerso en una nueva fama que lo llevaba a escenarios de todo el mundo: Venecia, Madrid, Sevilla, Buenos Aires, Ciudad de México, Nueva York y más. Era como si hubiera olvidado por completo sus raíces.
Te encontrabas observando su vida a través de las redes sociales, pero cada publicación te causaba una mezcla de emociones. Por un lado, sentías resentimiento al verlo disfrutar de su éxito sin aparentes remordimientos. Por otro, reconocías que, a pesar del odio que intentabas albergar, en el fondo seguías amándolo.
Finalmente, decidiste bloquearlo en todas las plataformas y cortar cualquier vínculo digital con él. Era la única manera de protegerte emocionalmente, aunque en lo más profundo de ti, sabías que el amor que sentías aún persistía, enredado con sentimientos contradictorios de amor y odio.
Con la carga de las obligaciones laborales, tu jefe te envía a Madrid para una conferencia de trabajo que durará dos semanas. Aunque aceptas por deber profesional, también reconoces la oportunidad de escapar de las calles de Montevideo, las cuales están impregnadas de recuerdos compartidos con Enzo.
La necesidad de un espacio fresco para reflexionar y alejarte de los lugares que te vinculan con el pasado se convierte en una motivación adicional. Madrid, con su energía diferente y nuevas experiencias, te ofrece un respiro necesario para despejar la mente y encontrar un nuevo equilibrio. Mientras te sumerges en las responsabilidades laborales, también te das cuenta de que esta oportunidad puede ser un catalizador para tu propia renovación personal.
Al llegar a tu nuevo apartamento en Madrid para las dos semanas, decides explorar las luminosas calles y te diriges a una cafetería. Mientras te sientas al aire libre, ordenas un café y un croissant, disfrutando de la tranquilidad del paisaje y la hermosa arquitectura madrileña.
Al terminar tu café, te levantas para entrar a la cafetería y devolver la taza vacía. Sin embargo, te chocas fuertemente con un hombre, y sientes la sangre brotar inesperadamente de tu nariz. Sin verlo claramente, reaccionas impulsivamente gritándole: "¡GORDO BANANA DE MIERDA, CANTO DE QUESO!".
Cuando finalmente lo miras fijamente, te quedas en shock al darte cuenta de que la persona con la que te acabas de chocar es nada menos que tu exnovio, Enzo Vogrincic. El encuentro inesperado lleva consigo una mezcla de sorpresa, incomodidad y, quizás, la oportunidad de abordar asuntos pendientes.
EL FINAL DE UN NUEVO COMIENZO.
#enzo vogrincic#society of the snow#la sociedad de la nieve#enzo vogrincic fic#enzo vogrincic x reader#uruguay#latina#spanish#my writing#fanfic#enzo x reader#argentina#me enamoré de un uruguayo#enzo vogrincic x you
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𝑳𝑨 𝑵𝑶𝑪𝑯𝑬 𝑫𝑬 𝑯𝑨𝑳𝑳𝑶𝑾𝑬𝑬𝑵 +18 | DOS DISPAROS (PT 2)
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𝘎𝘦𝘯𝘳𝘦/𝘛𝘢𝘨𝘴: 𝘈𝘯𝘨𝘴𝘵, 𝘙𝘰𝘮𝘢𝘯𝘤𝘦, 𝘌𝘮𝘰𝘵𝘪𝘰𝘯𝘢𝘭 𝘊𝘰𝘯𝘧𝘭𝘪𝘤𝘵, 𝘚𝘭𝘰𝘸-𝘣𝘶𝘳𝘯.
𝘗𝘢𝘪𝘳𝘪𝘯𝘨: 𝘏𝘸𝘢𝘯𝘨 𝘑𝘶𝘯-𝘩𝘰 𝘹 (𝘛/𝘕)
𝘞𝘢𝘳𝘯𝘪𝘯𝘨𝘴: 𝘔𝘦𝘯𝘤𝘪𝘰𝘯𝘦𝘴 𝘥𝘦 𝘵𝘳𝘢𝘶𝘮𝘢, 𝘩𝘦𝘳𝘪𝘥𝘢𝘴 𝘦𝘮𝘰𝘤𝘪𝘰𝘯𝘢𝘭𝘦𝘴, 𝘥𝘪𝘴𝘤𝘶𝘴𝘪𝘰𝘯𝘦𝘴 𝘪𝘯𝘵𝘦𝘯𝘴𝘢𝘴, 𝘳𝘦𝘤𝘰𝘯𝘤𝘪𝘭𝘪𝘢𝘤𝘪𝘰́𝘯 𝘢𝘱𝘢𝘴𝘪𝘰𝘯𝘢𝘥𝘢, 𝘴𝘦𝘹𝘰, 𝘮𝘢𝘴𝘵𝘶𝘳𝘣𝘢𝘤𝘪𝘰𝘯, 𝘵𝘳𝘢𝘪𝘤𝘪𝘰́𝘯.
No olviden dar like y repostear para que más personitas lean 💕
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El año después de la tragedia en la isla había sido una prueba constante para Jun-ho y (T/N). El peso de lo vivido no se desvaneció con su rescate; al contrario, parecía anclar sus almas a esa maldita experiencia, arrastrándolos al abismo cada vez que intentaban respirar con normalidad.
Jun-ho apenas hablaba sobre lo que ocurrió. El disparo de su hermano había dejado una cicatriz profunda en su pecho, no solo física, sino emocional. Aunque sobrevivió al balazo y a la caída, el dolor real provenía de saber que In-ho, su único hermano, había elegido el camino de la oscuridad. Su frustración, su rabia, se volcaba en una rutina exhaustiva de preparación. Pasaba horas entrenando su cuerpo herido, revisando archivos y mapas, siempre con el rostro endurecido.
(T/N) no era muy diferente. Tras salir del hospital, se enfocó completamente en la misión. Su herida tardó en sanar, dejando una leves secuelas que ella se negaba a reconocer. Pasaba las noches estudiando los movimientos de los organizadores de los juegos, memorizando nombres y conexiones. Pero, a diferencia de Jun-ho, (T/N) no ocultaba su dolor. Era transparente en su rabia, en su frustración, y en cómo las pesadillas la atormentaban cada noche. La caída al mar, el frío que la atravesó, el miedo de perderlo... todo volvía como una tormenta incontrolable.
Aunque ambos intentaban seguir adelante, los fantasmas de la isla los perseguían en cada esquina. La relación entre ellos comenzó a tensarse, no por falta de amor, sino por el peso de la culpa compartida. Jun-ho no podía dejar de reprocharse por no haber protegido mejor a (T/N). Ella, por su parte, se culpaba por no haber sido más fuerte cuando lo necesitaba.
Ahora, mientras preparaban la misión para infiltrarse en la fiesta de disfraces, esa tensión explotó.
(T/N) estaba de pie frente al pequeño espejo del motel, ajustando la ropa que llevaría puesta. Jun-ho, sentado al borde de la cama, miraba en silencio, su mandíbula apretada. Finalmente, no pudo más.
—Esto es una locura, (T/N). No deberías venir —soltó, su tono más cortante de lo que pretendía.
Ella se giró lentamente, cruzando los brazos. —¿Otra vez con eso? Ya lo hemos hablado, Jun-ho. No voy a quedarme atrás.
—No entiendes. No es una discusión. ¡No voy a arriesgarte de nuevo! —se puso de pie, alzando ligeramente la voz.
—¿Arriesgarme de nuevo? ¿Crees que tú tienes la única palabra en esto? —respondió, acercándose a él con los ojos encendidos.
—¡Sí! Porque si algo te pasa otra vez, no voy a poder soportarlo.
Su confesión fue como un golpe en el pecho, pero no suavizó la mirada de (T/N). —¿Y qué hay de mí? ¿Crees que no me preocupa cada vez que sales ahí fuera? ¿Que no me duele verte cargar con todo esto solo porque crees que tienes que protegerme?
Jun-ho pasó las manos por su cabello, desesperado. —Es diferente. Yo elegí esto. Tú no tienes que hacerlo.
—¡Sí lo elegí! —gritó, dando un paso más hacia él—. Elegí quedarme contigo, elegí luchar por las vidas que destruyeron. Elegí no quedarme de brazos cruzados mientras siguen matando a personas inocentes.
La habitación quedó en silencio por un momento, solo roto por el sonido de su respiración agitada. (T/N) bajó la mirada, sus hombros temblando ligeramente.
—No quiero perderte, Jun-ho. Pero no puedo ser quien te detenga de hacer lo que tienes que hacer... y tú tampoco puedes detenerme a mí.
Su sinceridad lo desarmó. Jun-ho cerró los ojos, luchando con las emociones que llevaba reprimiendo durante meses. No quería admitirlo, pero la idea de perderla otra vez lo aterrorizaba.
Cuando abrió los ojos, la encontró mirándolo con la misma intensidad, pero esta vez con un rastro de lágrimas en los suyos.
—Te amo, Jun-ho —susurró—. Pero no puedo ser la razón por la que falles en esto.
Fue entonces cuando todo se desmoronó en su interior. Con un movimiento rápido, la tomó del rostro y la besó. No fue un beso suave ni calmado; fue desesperado, cargado de la rabia, el miedo y el amor que no podía expresar con palabras. (T/N) respondió con la misma intensidad, como si ese beso pudiera sanar todas las heridas que ambos cargaban.
La discusión, las heridas, el miedo... todo se desvaneció mientras se aferraban el uno al otro en la pequeña habitación, buscando consuelo en el único lugar donde podían encontrarlo: juntos.
Las grandes manos de Jun-ho comenzaban a masajear los senos de (T/N) mientras hundía su cabeza en el cuello de la mujer, succionaba su piel con suavidad y deseo, las manos de ella acariciaban el cabello del hombre tratando de sentirlo más cerca, quería que aquel momento nunca acabara.
Con movimientos precisos y rápidos el quito el jean de su pareja dejando a la vista una ropa interior de encaje negro, Jun-ho amaba ese tipo de conjuntos de lencería qué su novia usaba a diario, el solía pagarle cada uno de ellos con la intención de que ella le modelara en un espectáculo erotico.
—Uff..., extrañare tanto este coñito—una suave palmada impacto en el lugar nombrado y sin perder un segundo más comenzó a estimularla.
—Cuando esto termine, espero que nos mudemos a una hermosa casa en las montañas...—con la respiración entrecortada (T/N) hablo mirándolo a los ojos.
Una risita salió de los labios de Jun-ho seguido de un asentimiento, observaba la figura de su mujer sentada en el escritorio y sudando de la excitación qué sus dedos le causaban y una idea fugaz recorrió su mente haciéndolo tensarse. El hombre bajo el cierre de su pantalón y saco su verga erecta y palpitante de su ropa interior; no quería lastimar a (T/N) por lo que con saliba la lubrico y comenzó a estimularse a si mismo un poco, para luego agarrar a su pareja del cuello contándole la respiración y dándole un beso intenso.
—Si te pierdo me perderé a mi mismo para siempre, no puedo vivir sin ti y no soporto la idea de verte lastimada por esos bastardos.
Antes siquiera de que (T/N) pudiera responder el grueso miembro masculino de su novio ingreso de manera brusca y rapida dejándola sin aliento. Abrazó por los hombros a Jun-ho y comenzó a gemir con intensidad mordiendole la piel y besandole el cuello.
Sus movimientos eran rápidos y fuertes, el glande chocaba con el fondo de la vagina haciendo que en cada estocada un quejido leve saliera de sus labios, las fuertes manos de Jun-ho alzaron el trasero de (T/N) y separo sus nalgas comenzando a follarsela como un animal, no quería dejarla, no quería separarse de ella y a toda costa deseaba protegerla, pero ella no lo permitía.
Logro identificar cuando su novia llegó al orgasmo porque su cuerpo se debilito y recostó su cabeza en su hombro gimiendo con cansancio y suavidad, aún así su ritmo no cambió y cuando el derramó su semilla en el coño de (T/N) surpiro de placer y la llevo en brazos hacia la cama recostandola en el colchón y dejando muchos besos por toda su cara, de la misma forma acariciaba con delicadeza la piel del cuerpo de ella.
—Quédate aquí, iré por algo para limpiarte—indicó Jun-ho refiriéndose al semen que escurría del coño de (T/N).
Jun-ho entro al baño y se observó fijamente en el espejo, una lágrima resbaló por su mejilla sintiendo culpa, pero no podía echarse atrás, debía protegerla a toda costa, así que a pasos largos y rápidos le echo un último vistazo a (T/N) y salió del cuarto dando un portazo y comenzando a dejarla encerrada con llave en la habitación.
La mujer se dio cuenta de lo que estaba pasando y comenzó a golpear la puerta mientras gritaba de rabia, se sentía triste y traicionada.
—¡Jun-ho! ¡No puedes decidir por mi!—con sus puños golpeaba una y otra vez la madera de la puerta—¡Me estas traicionando!
Al otro lado Hwang Jun-ho cerraba sus ojos con culpa mientras se recostaba en la pared contraria a la de su habitación con (T/N), para el eso había sido lo correcto, y esperaba que ella comprendiera.
—¡¡¡Abre la maldita puerta!!! ¡¡¡Ábrela!!!—gritó con furia (T/N) comenzando a llorar de impotencia.
—Vendré por ti mañana, mi vida..., lo juro, solo quiero protegerte.
Cegada de la ira, (T/N) buscaba la manera de salir de aquel lugar, intentó derribar la puerta pero muchos de sus intentos eran nulos, se asomó por la ventana, pero lo único que vio fue que se arriesgaría a una gran caída si siquiera intentaba hacerlo.
Dos voces se unieron a lo que estaba ocurriendo, voces familiares.
Seong Gi-hun y Choi Woo-seok.
(T/N) volvió a acercarse a la puerta tratando de descifrar si sus amigos estaban allí o solo era su imaginación.
—¿Qué sucedió oficial?—inquirió el más risueño de los tres— Hace algunos momentos estaban muy... felices.
—Estoy protegiéndola, no quiero que nada le pase—respondió él detective mirando a los dos hombres a su par.
Un golpe fuerte y seco resonó otra vez y con más rabia de la que ya tenia (T/N) pateo la puerta con fuerza.
—¡Gi-hun! ¡Sácame de aquí!—exclamó con la voz rota golpeando una vez más, pero con menos fuerza que las anteriores—No pueden dejarme aquí..., yo también quiero ayudar, tengo el derecho a ayudarlos..., yo también estuve allí.
Jun-ho negó hacia Gi-hun quien consideraba abrir la puerta.
—Gi-hun..., no puedes dejarme aquí—comenzó a hablar ella ya con un llanto prominente de la impotencia que sentía—, los dos estuvimos en ese infierno, yo también quiero vengar a Ali, a Sae-byeok...—intentó convencerlo—, no me pueden hacer esto...
—Lo siento (T/N)... Es lo mejor para ti—Gi-hun le dio la razón a Jun-ho—. Vamonos, ya casi es hora.
Un grito de rabia y más puños y patadas a la madera fue lo último que escucho Hwang Jun-ho antes de alejarse del dormitorio donde había dejado encerrada al amor de su vida.
—Perdóname, pero no lo entenderías...
#hwang jun ho#hwang junho x reader#the salesman x reader#wi ha joon#hwang jun ho x tn#jun ho x reader#history#squid game oc#squid game one shots#squid game fanfic#squid game#el juego del calamar fanfic#el juego del calamar#hwang in ho#seong gi hun
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Tiempo - Enzo Vogrincic
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+18! SoftDom!Enzo. Age gap, creampie, (posible) dacrifilia, dirty talk, fingering, (breves descripciones de) girly!reader, innocence kink (implícito), sexo oral, sexo sin protección. Uso de español rioplatense (y mucho texto, sorry).
Enzo recuerda la primera vez que te vio.
Llevaba ya un tiempo preguntándose quién había ocupado el departamento que dejó cuando terminó su última relación e intentando a su vez sepultar el pensamiento para no recordar nada que tuviera que ver con aquellos momentos, pero luego comprendió que su curiosidad poco tenía que ver con los fantasmas que creía ver en el edificio al que regresó.
Era la tarde de un aburrido sábado y él deambulaba por el corredor con su cámara en las manos, intentando encontrar el ángulo perfecto para capturar la luz del sol iluminando su puerta. Entre tantos viajes decidió recostarse sobre las cerámicas de su hogar, perdiéndose en la oscuridad y conteniendo la respiración hasta que la imagen que vio a través del lente logró convencerlo.
Tus zapatos arruinaron la fotografía.
Se apartó de la cámara con una expresión de disgusto dibujándose en su rostro y un sonido mitad frustración-mitad enojo dejando sus labios, aunque dichas emociones se esfumaron cuando alzó la vista y encontró tus ojos observándolo desde la puerta. Se reincorporó y permaneció sobre sus rodillas, con una extraña sensación recorriéndolo al mirarte.
-Hola.
-Hola- le sonreíste-. Enzo, ¿no?
-Sí. ¿Vos sos…?
Te presentaste con cierta timidez, confesando que sólo te detuviste porque te asustó ver la puerta abierta y aclarando también que en el tiempo que llevabas allí jamás habías tenido oportunidad de presenciar tal fenómeno. Se declaró culpable con una sonrisa y abandonó su posición.
-Vos vivías ahí, ¿no?- señalaste tu puerta y él asintió-. ¿Y por qué volviste?
Cruzó sus brazos sobre su pecho e hizo un gesto de indiferencia.
-Me gusta este lugar. Y tengo muchos recuerdos con mis gatos.
-Menos la lámpara- arqueó una ceja-. Una lámpara con rasguños, ¿la querés…?
-Era mía- apretó los labios-. Pero no, no la quiero, gracias.
-Bueno…- dijiste, alejándote lentamente de su puerta-. Fue un gusto.
Pero él no podía permitir que te fueras.
-¿Te molesta si subo la foto…? Te puedo etiquetar.
Y de pronto no había lugar en el que no se encontraran… Ya fuera en el parque a medio kilómetro de distancia o la vieja tienda de libros en el centro de la ciudad, sus caminos se entrelazaban y siempre emprendían juntos el regreso a casa. En alguna que otra ocasión se detenían a comprar alguna bebida –un simple espresso para Enzo y para vos una bebida con nombre e ingredientes que él no podría pronunciar-, flores o sólo para acariciar gatos del barrio.
Los no-tan-breves intercambios durante las caminatas se convirtieron en charlas interminables que tenían lugar en su cocina o en tu sala de estar. Allí Enzo descubrió por fin el misterio de la playlist que reproducías todos los sábados por las noches, el nombre de las canciones que no lograba encontrar y por qué decidiste no colocar tu apellido en el timbre de la entrada, entre otros detalles con los que completó el puzzle que era para él tu persona.
Recuerda también el día en que pediste su ayuda para decidir cómo decorar la sala para tu cumpleaños, comentándole que organizarías una pequeña reunión con tus amigas e invitándolo a acompañarte luego de preguntar por su agenda. Observó por un largo rato los productos que le señalabas en la pantalla de tu laptop y luego recordó preguntar:
-¿Y cuántos años cumplís?
-Veintidós… ¿De qué te reís?
-Dale- insistió entre risas-. Decime.
-Veintidós, Enzo.
Su sonrisa se esfumó y se desplomó contra los cojines del sofá, notando en ese entonces que sus jeans rozaban tus muslos. No pareciste notar su reacción o decidiste ignorarla, pero poco podía importarle aquello cuando la voz en su cabeza gritaba que había cometido un error. Cuando se despidió besó tu mejilla con cierta reticencia e hizo un esfuerzo para no voltear antes de cerrar su puerta.
Aquella noche lo encontró en vela. Contó ovejas hasta aburrirse, el té caliente que debía ayudar quemó su lengua y ningún programa en la televisión llamaba su atención el tiempo suficiente; releyó conversaciones, fingió tener la intención de borrar todas tus fotos y tu contacto, juró romper las notitas que dejaste cuando regaste sus plantas durante su último viaje. Gritó y maldijo contra la almohada a sabiendas de que no sería capaz de hacer esas cosas.
Pensó en todas las señales que pasó por alto: algunas de tus prendas y los moños en el cabello, los cuales creyó parte de la reciente y creciente aceptación de la feminidad, las bromas y referencias que no comprendiste, parte del contenido que consumías en redes y que habías compartido con él. Sin ir más lejos, había visto la forma en que interactuabas con otros habitantes del edificio o cómo huías descaradamente (cosa que él envidiaba) para evitarlos.
Todas las mañanas al despertar juraba frente al espejo que era el último día, que pondría fin a lo-que-fuera que estaban haciendo con vos y que era la decisión más sensata para protegerte… Pero entonces recibía un mensaje tuyo deseándole un buen día o te veía regando tus plantas, todavía en pijama y un tanto despeinada, y decidía que podía permitirse unas últimas veinticuatro horas disfrutando de tu compañía.
Fue en una de esas tardes que acabaste sobre su regazo mientras él guiaba tus movimientos. Sólo unas capas de tela separaban tu piel de la suya y eso fue probablemente lo único que pudo lograr que se detuviera a tiempo… Bueno, eso y el hecho de que horas atrás le habías enseñado una página donde se apreciaban fotografías tomadas de tu cuenta de Instagram y el artículo que regalaba detalles sobre tu vida.
Con sus manos aún sobre tu cadera, tal vez un poco más por debajo de lo aceptable, Enzo te obligó a detenerte y fingió no notar el hilo de saliva que conectaba sus labios con los tuyos. Tu respiración era agitada, tus párpados parecían pesar con los vestigios del placer que te arrebató y podía ver tus pezones erectos a través del adorable top floreado que llevabas puesto, pero por muy tentadora que fuera la imagen no podía permitir que cometieran una equivocación.
Acomodaste tu cabello, nerviosa.
-¿Hice algo…?
-No- se apresuró a contestar y besó tu mejilla-. Pero no podemos.
Un sonido dejó tu garganta y tus labios fueron incapaces de contenerlo. Cuando te arrojaste sobre el sofá abrazaste tus piernas, ignorando que la posición había desacomodado tu ropa y dejaba al descubierto tu lencería humedecida. Enzo apartó la mirada y tomó un par de respiraciones profundas, su mano acariciando tu tobillo para ofrecerte consuelo.
-¿Por qué?
-Porque sos muy chica para mí.
-¿De verdad importa?- asintió-. Es que pensé… No pensé que podía gustarte.
-Y yo no pensé que eras diez años menor.
-Nueve- corregiste-. ¿Y entonces...? ¿Por qué estábamos…?
-Porque soy un imbécil.
-Y… sí.
-Creo que tendríamos que… no sé, evitar vernos por un tiempo- lo miraste confundida y él señaló tu celular-. Si te ven conmigo van a hacer y decir esas cosas, es así. Perdón.
-Pero acá no nos ven- intentaste razonar con él.
-Los vecinos sí.
Ambos comprendieron en ese momento lo que significaba evitar verse por un tiempo. Tu labio inferior temblaba mientras hacías un esfuerzo para contener el llanto y cuando Enzo se estiró para acariciar tu mejilla apartaste su mano, te pusiste de pie y te dirigiste hacia la entrada.
-Andate- te aclaraste la garganta-. Andate, Enzo.
Abandonó tu hogar sin atreverse a mirarte a los ojos y la mañana siguiente no se acercó para dejarte la copia de sus llaves ni para reclamar la manta que había caído en tu sofá durante su visita el día anterior. Dejó el edificio con prisas, temiendo que ante el mínimo retraso ambos pudieran encontrarse y él se viera obligado a pensar todavía más en todo lo que hizo mal.
Jamás se había sentido tan ansioso en un avión… Por lo menos no en uno real.
Se arrepintió en ese momento y durante una semana sus conocidos parecieron tratarlo como si fuera un frágil adorno de cristal, aunque no lograba comprender si se debía al evidente estado anímico que arrastraba junto con su maleta o al mal genio que dejaba entrever cuando todas las entrevistas y eventos diarios comenzaban a abrumarlo.
En algún momento comenzó a sentir que había cometido un crimen.
Empeoró cuando lo bloqueaste en todas tus redes. Y cuando los periodistas no dejaban de preguntar si estaba soltero, si tenía novia, si podían saber tu nombre; cuando alguien difundió fotografías que habías subido a tus historias luego de que configuraras tu cuenta como privada, cuando notaron que la lámpara en tu sala era la misma que se apreciaba en viejas publicaciones en su feed, cuando señalaron que tu sala era también la misma sala que él posteó en ocasiones.
Se arrepintió entonces, por supuesto que se arrepintió. Y también se arrepiente ahora, aunque no puede precisar si su arrepentimiento es producto de haberte arrastrado al circo mediático que lo rodea o si se debe a la distancia que los separa. Tampoco sabe qué duele más.
El taxi se detiene en la puerta del edificio y al bajarse lo sorprende el característico sonido del cristal haciéndose pedazos bajo sus pies. Se aparta rápidamente y observa la lámpara destrozada en la acera durante unos segundos, sus ojos ardiendo cuando finge que chequea las suelas de sus zapatillas en caso de que el dolor que siente provenga de una herida.
Arrastra su cuerpo hasta entrar en el elevador y presiona el botón. Odiaría quedarse atrapado o sentirse encerrado como sucedió en el avión, pero está demasiado cansado y prefiere evitar el tramo de escaleras. Toma una respiración profunda antes de abandonar las paredes metálicas y se apresura hacia su puerta, sus manos temblando mientras introduce la llave en la cerradura.
Suelta su maleta de inmediato cuando nota las hojas marchitas de las plantas en su sala, el único sobreviviente de su ausencia siendo el cactus que dejaste allí la última vez que lo visitaste. Pasa una mano por su rostro antes de abrir las puertas del balcón, las ventanas de su habitación y por último las de la cocina, las cuales permiten que a sus oídos llegue la música que suena en tu departamento.
Revisa el calendario. Recuerda la foto de tus zapatos. Respira.
El reloj da las nueve cuando alguien toca tu puerta. Estás sola con tus pensamientos hace horas y te parece un tanto extraño ya que tus amigas te habrían enviado un mensaje en caso de haberse olvidado alguna de sus pertenencias, pero de todas formas echás un rápido vistazo a la cocina y la sala en busca de cualquier objeto que reconozcas como ajeno.
Cuando abrís la puerta te encontrás con Enzo esperando del otro lado, un ramo de flores en una mano y un regalo mal envuelto bajo el brazo: permanecés inmóvil a la espera de una explicación lógica a su presencia y él, que no deja de mirarte a los ojos, contiene la respiración preparado para que lo eches. Te hacés a un lado para dejarlo pasar.
-Esos son regalos para mí, ¿no? Porque si no me trajiste un regalo te tenés que ir.
El tono pasivo-agresivo de tu broma lo obliga a tragarse su risa y se planta en medio de tu sala.
-Te tengo que pedir perdón.
-En eso estamos de acuerdo- cruzás tus brazos sobre tu pecho-. ¿Y por qué, exactamente?
-Por todo.
Tomás asiento en el sofá y Enzo ocupa el otro extremo, manteniendo cierta distancia que para ambos resulta abismal. Coloca el ramo de flores sobre la mesita de café y también la caja, luego pasa sus manos por su pantalón una y otra vez, nervioso e inquieto como jamás lo habías visto. Te gustaría poder consolarlo pero aún te sentís herida y tu corazón latiendo en tus oídos no te permite pensar con claridad.
-Sé más específico.
-Primero me gustaría pedirte perdón por lo de tus fotos.
-No es tu culpa- negás-. De verdad, no sos responsable.
-Entonces te quiero pedir perdón por haber sido un pelotudo…- acorta la distancia entre ambos-. Sé que lo que hice estuvo muy mal, tendría que haberme quedado para que pudiéramos hablar bien y no tendría que haberme ido sin despedirme o prometer que íbamos a aclararlo cuando volviera. Seguro estás enojada y tenés todo el derecho del mundo, pero te pido que me dejes explicarte.
Suspirás y hacés un gesto para que te dé un momento. Buscás refugio en la cocina para ocultar tus lágrimas y deshacerte de la horrible sensación de opresión en tu pecho, colocando un par de cupcakes en unos pequeños platos de porcelana pintada que recibiste por la tarde. Estás a punto de voltear para regresar a la sala, pero la presencia de Enzo a tus espaldas es evidente.
-Perdón- susurra, tomando ambos platos para dejarlos sobre el mármol y poder sostener tus manos-. Sé que dije que sos muy chica para mí, pero sólo lo dije porque no me gustaría que en algún momento…
-¿Qué?
-No me gustaría que dejes de ser como sos sólo para encajar conmigo, que te pierdas de esas experiencias que yo ya viví, no me gustaría que la gente nos mire y piense “Ah, sí, ahí van Enzo y la nena”, no…
-No sos como DiCaprio, Enzo- te liberás de su agarre-. ¿De verdad te importa tanto lo que piensen los demás? Porque yo juraría que normalmente no sos así.
-¿Vos leíste todo lo que dijeron sobre nosotros? Tenés que entender.
-¿Entender qué…? ¿Por qué creés que hacíamos algo incorrecto?
-Porque yo ya sé muchas cosas que a vos te faltan aprender.
-Podés enseñarme- apoyás las manos en su pecho y sentís que tiembla bajo tus dedos-. Me dijiste todo lo que no te gustaría, ¿por qué ahora no me decís lo que sí te gusta?
Toma tu mano y besa tus nudillos.
-Me gustás vos, pero no sé si te merezco- cubre de besos tu palma antes de llevarla a su mejilla-. Perdón, chiquita, te juro que voy a encontrar la manera de…
-Podemos seguir donde nos quedamos- sugerís. Tus mejillas arden.
Enzo rodea tu cintura con sus manos y sus pulgares trazan figuras sobre tu ropa.
-¿Estás segura?- asentís.
Ataca tus labios con una delicadeza brutal, su desesperación evidente en los gemidos que dejan su garganta y en la urgencia con la que comienza a frotarse contra tu abdomen; entre besos y roces toma tu muñeca y te arrastra en dirección a tu habitación, deteniéndose sólo al ver su manta en tu cama deshecha. Cuando evitás su mirada toma tu mentón entre sus dedos.
-No te voy a dejar sola nunca más- besa tu frente-. Nunca.
Te ayuda a recostarte en la cama y se posiciona sobre tu cuerpo con cuidado. Comienza a besarte, su mano acariciando tu cintura con movimientos suaves que le permiten estudiar tus reacciones y sus labios delineando tu mandíbula, tu cuello y tus clavículas hasta hacerte estremecer.
Se aleja por un segundo para observar tu expresión y se siente casi orgulloso del efecto que tienen en vos sus besos. Vuelve a acercarse a tu boca y tus brazos rodean su cuello para acortar toda distancia entre sus cuerpos, tus piernas abrazando su cintura para poder sentir la evidencia de su excitación contra tu centro. Comienza a rozarte por sobre la ropa y se deleita al oír tus gemidos, tímidos al principio y desesperados con el pasar de los minutos.
-¿Puedo?- pregunta al deslizar sus dedos entre la cintura de tu pantalón y tu piel. Asentís-. Necesito palabras.
-Sí, sí podés.
-Muy bien- te sonríe y tira de la prenda hasta lograr deshacerse de ella. Observa los tiernos detalles de tu ropa interior pero lo que más llama su atención es la mancha de humedad en el centro. Comienza a deslizar sus dedos sobre la tela y jadeás-. ¿Querés que te toque?
-Sí.
Es adictiva la manera en que reaccionás a sus caricias y se siente casi cruel al preguntar:
-¿Dónde?
Cerrás los ojos, avergonzada, y presiona sobre tu entrada aún cubierta.
-Ahí.
-¿Acá?- repite el movimiento y gemís. Se acerca a tu rostro y besa tus labios-. Perdón, bebé, es que sos muy linda…
El temblor que te recorre hace que se apiade y te despoja de la última prenda que lo separa de tu intimidad. Se arroja sobre el colchón y besa tus muslos con algo similar a la devoción mientras te observa desde su lugar tal como lo hizo la tarde en que se conocieron. Arrastra sus labios sobre tu piel hasta acercarse peligrosamente a tus pliegues y tu entrada brillante.
El primer beso te hace gritar y mientras sus labios te recorren de arriba abajo Enzo aparta la mano que cubre tu boca. Su lengua caliente y experta juega con tu entrada, se introduce en ella y realiza pequeños movimientos hasta sentir que tus dedos se enredan en su cabello para acercarlo aún más, alejarlo y también guiarlo en busca de más placer.
Las yemas de sus dedos recogen tu excitación y frota tus pliegues para lubricarlos. Cuando se detiene brevemente sobre tu clítoris para dibujar círculos estos arrancan un sinfín de sonidos incomprensibles de tus labios y Enzo sonríe complacido contra tu piel ardiente.
Introduce un dedo muy, muy lentamente en tu interior y suspira cuando siente tus paredes contrayéndose hasta prácticamente succionar el dígito en tu interior: gira su muñeca y curva su dedo hasta hallar tu punto dulce, obteniendo un gemido casi pornográfico como recompensa.
Comienza a abusar de tu sensibilidad y no decide si prefiere ver la forma en que te retorcés sobre las sábanas o tus fluidos haciendo brillar tu piel y deslizándose hasta manchar su manta. Intenta obtener algo de fricción, frotándose desesperado contra el colchón y capturando tu clítoris entre sus labios para acallar sus propios gemidos.
Desliza en tu interior otro dedo y te oye quejarte segundo cuando tus paredes oponen resistencia, pero pronto tus gemidos cobran más y más intensidad y movés tu cadera para encontrar sus movimientos. Otro dedo le sigue y cuando sollozás Enzo se pregunta cuántas noches pasaste tocándote en soledad, tus manos incapaces de darte el placer que él logra brindarte en este momento.
Una serie de balbuceos -entre los cuales cree distinguir su nombre- son la única advertencia que ofrecés antes de alcanzar un orgasmo que arquea tu espalda y provoca que arañes las sábanas al intentar aferrarte de algo que te ayude a tolerar el placer. Enzo prolonga tu orgasmo hasta sentir que los espasmos dejan de sacudir tu cuerpo y ver que tu respiración agitada se regula.
Se recuesta a tu lado para poder apreciar tu rostro de cerca y besa tu mejilla.
-Feliz cumpleaños- dice contra tu piel-. ¿Querés más?
-Todo- asentís-. Quiero…
Se deja caer contra la almohada.
-Si lo hacés no voy a aguantar- lamenta-. Pero…
-Sí- te apresurás a decir-. ¿Y puedo intentar más tarde?
Besa la comisura de tus labios y emite un sonido de afirmación.
Se desnuda bajo tu atenta mirada y regresa a su lugar entre tus piernas. Descansa su peso sobre un brazo y acaricia su miembro, jugando con su punta brillante y suspirando sobre tu cuerpo sólo para tentarte más. Juega con tu clítoris, se desliza entre tus pliegues y te hace delirar posándose sobre tu entrada una y otra vez.
-¿Segura?
-Segura- acariciás su mejilla.
Aunque el ardor de la penetración te resulta placentero esto no evita que un par de lágrimas se deslicen por tus mejillas cuando agachás la mirada para ver la escena entre tus piernas. Enzo es grande y las venas que lo recorren parecen gritar pidiendo que tus dedos las acaricien, pero tus manos acaban sobre su pecho desnudo y tus uñas dejan marcas en su piel al sentir que alcanza los lugares más profundos en tu interior.
-Enzo…- temblás y su pulgar comienza a dibujar círculos en tu clítoris para calmarte.
-Ya sé, bebé, ya sé…
-Más, por favor.
Mueve sus caderas con suavidad para no herirte y arroja la cabeza hacia atrás, incapaz de contenerse ante el placer que siente y esforzándose por no perder el control. Abandona tu interior hasta que sólo la punta permanece dentro de tu cuerpo, que suplica contrayéndose deliciosamente, y cuando vuelve a introducirse lo hace de una sola estocada.
-Más, Enzo, más.
Acelera el ritmo y jura que podría morir en esa posición, con tu calidez abrazándolo y tus gritos opacando cualquier sonido que pudiera llegar a sus oídos. Se deja caer sobre sus codos y busca tus labios, embargado por la necesidad de besarte hasta olvidar cualquier pensamiento que no seas vos.
Su mano se desliza bajo tu camiseta hasta llegar a uno de tus pechos, masajeándolo y girando tu pezón entre sus dedos hasta que tus dientes muerden su labio inferior. Rompe el beso para poder observar las expresiones que transforman tu rostro cuando comienza a profundizar sus movimientos, el vaivén de sus caderas permitiendo que su pelvis estimule también tu clítoris.
-Ahí...
-¿Sí, acá te gusta?- la pregunta es casi retórica. Sin esperar confirmación comienza a atacarte con embestidas que te hacen delirar, su punta golpeando tu cérvix y sus movimientos provocando que tu cuerpo se mueva sobre las sábanas de manera casi violenta.
Tus pestañas brillan con las lágrimas que nublan tu visión y Enzo besa el rastro que estas dejan mientras se pregunta si alguna vez alguien logró hacerte llorar de placer, si te aferraste con tanta fuerza al cuerpo de otra persona para no perder la cabeza por la intensidad de las sensaciones… Sabe que no y los músculos de su abdomen se tensan peligrosamente al pensarlo.
Hace una breve pausa para recuperarse y acaricia tu rostro antes de manipular tu cuerpo con facilidad, recostándose contra las almohadas y posicionándote sobre su cuerpo. Puede apreciar en tu rostro tus dudas, por lo que te toma por el cuello para poder acercarte a él y besar tus labios de manera casi voraz.
Colocás tus manos sobre su pecho y comenzás a rozar tus pliegues sobre su miembro húmedo y brillante por los fluidos de ambos, un hilo de saliva cayendo de tus labios cuando bajás la vista para apreciar la imagen entre tus piernas.
Te cuesta creer que lo que sucede es real y que Enzo está con vos en todos los sentidos, más aún cuando humedece su pulgar -como si hacerlo fuera necesario- con la saliva que moja tus labios y lo lleva hacia tu clítoris.
-Enzo, no, me voy a…- intentás advertirle pero tus palabras sólo parecen motivarlo más. Gritás-. Es mucho…
-Hacelo.
Temblás y Enzo te empuja con su cadera hasta que el ángulo le permite volver a penetrarte. La intensidad de los estímulos sacude tu cuerpo y de tu garganta surge un sonido agudo cuando te golpea otro orgasmo que blanquea tu visión y te obliga a arañar su abdomen.
Tus movimientos se apagan gradualmente y las manos de Enzo acarician tu cintura, tu cadera, tus muslos y cualquier centímetro de piel que sus ojos ven. Su miembro palpita en tu interior mientras te recuperás de tu orgasmo, algún que otro espasmo atravesándote y una capa de tus fluidos haciendo brillar tus pliegues, tus muslos y también su abdomen.
La escena es terriblemente obscena y te sentís avergonzada al ver el desastre, pero Enzo no permite que te disculpes y te rodea con sus brazos para aprisionarte contra su pecho. Besa tu cuello y tus paredes se contraen sobre su miembro, tu cuerpo aún sensible rogando por más.
Llenás su hombro de besos y susurrás contra su piel.
-Adentro.
Un gemido resuena en su garganta al oírte y toma impulso con sus pies para volver a asaltar tu interior. Su miembro parece rozar cada fibra de tu ser y la habitación se llena con los sonidos de su piel colisionando con la tuya y tus sollozos cuando decide lamer y morder tu cuello. Mantiene en tu cadera un agarre lo suficientemente fuerte para dejar huellas.
Dejás caer tu frente sobre su hombro, rendida al sentir el cosquilleo entre tus piernas. Enzo tira de tu cabello para obligarte a mirarlo.
-¿Querés que te llene la conchita…?- asentís-. ¿Sí…?
-Sí, por favor.
Tu expresión es patética, pero Enzo cree que es tierna la forma en que tus cejas se curvan y tu boca entreabierta le permite ver tus dientes y tu lengua. Captura tus labios entre los suyos y jura que puede saborear su orgasmo en la forma en que permitís que invada el interior de tu boca.
Sus estocadas son frenéticas y erráticas y sus uñas marcan tu piel. Ahoga un gemido contra tus labios y en medio de la desesperación rompe el beso, mordiendo tu mejilla cuando su liberación mancha tus paredes hasta hacerte lloriquear.
Te abraza con más fuerza mientras las últimas gotas de su semen llenan tu interior y besa las marcas de sus dientes en tu rostro.
-Ahora sos mía.
Gemís en respuesta.
-Y vos sos mío- decís con voz temblorosa-. Para siempre.
-Para siempre, sí- jura, tomando tu mano para besar tus nudillos, tu palma y tus dedos, deteniéndose sobre estos cuando ve tu expresión de dolor-. ¿Qué te pasó acá?
-Estaba limpiando y se rompió tu lámpara. Perdón.
-No me pidas perdón. Nunca- vuelve a besar tu mejilla y te sonríe-. Creo que te va a gustar tu regalo.
-¿Cuál…?
-El que dejamos en la sala.
-Ah, sí- soltás una risa.
-¿Qué te parece si nos damos una ducha y terminamos de celebrar tu cumpleaños juntos?- propone-. Podemos pedir algo para comer y ver una película.
-Quiero quedarme así un ratito- descansás tu mejilla contra su piel caliente-. ¿Enzo…?
-¿Qué pasa, bebé?
-Te quiero.
La fuerza de su abrazo amenaza con dejarte sin respiración.
-Yo también te quiero. Mucho- toma tu mentón entre sus dedos para llamar tu atención-. ¿Puedo ser tu novio…?
Espero hayan disfrutado la lectura ♡
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Carta al amor:
Inquieto llegaste aquella vez, como desesperado porque te recibiera en el latido de mi corazón, en el impulso de mis rimas, en el silencio de mi soledad. Y fue así con ese disturbio, que al verte, amor, me vi… y al ver en mi rostro esa sonrisa desconocida, ese brillo en mis ojos —como el del faro que abre camino al viajero en la tormenta—, ese temblor de emoción en mi piel y esa ilusión de pronto construida, cada neurona de mi cerebro sufrió de enamoramiento por ti.
Esta carta va dirigida al amor, dice ahí en el saludo… pero, más bien su destino va hacia lo amartelado, al preámbulo del amor, a la noche antes de que amanezca… o al revés, al día antes de que lo abrace el ocaso… porque así es este fenómeno, como el viento omnipotente, llega y abre las puertas sin anunciarse, hace sus destrozos en el ser, desordena las emociones y desperdiga la razón… la enmudece, la ciega, la amarra para que no sepa de decisiones correctas… y después… se va, se va por alguna de las ventanas o, por algún pequeño orificio que descuidamos… ahí se fue esa locura… esa pasión… esa necesidad de ser embestido de detalles, de amor, de atención, de ternura, de esa gratificación que inundará todos los vacíos que nos hacen sentir en falta. Y se va… se va… se va muy lejos ese pequeño espíritu juguetón y efímero que se coló hasta en el estómago, que nos hizo cosquillas, que nos hizo sentir invencibles y hasta capaces de volar. Porque volamos, ¿no es así? Yo volé… de verdad volé… ese condenado hombre me hizo volar hasta esa parte del universo que jamás creí conocer… ese condenado hombre que lleva nombre me cegó a tal grado que volví a confiar en la perpetuidad del amor. Amor… nada tiene que ver una cosa con la otra. Amar es de humanos… enamorarse es de poetas. Lo dijo aquel gran filósofo Platón, ‘al toque del amor, todos se convierten en poetas’, pero analizándolo bien, no es el amor el que nos hace ser poetas… es la idealización, es la fantasía, el reflejo de nuestros sueños, anhelos y deseos en el otro. Pero, ¿qué crees? Que nadie tiene la posibilidad de ejecutar nuestros anhelos más que nosotros mismos. Por tanto, el poeta que iba enamorado… siempre termina muriendo. Hay un poeta muerto en cada uno de nosotros, pero también hay un lienzo donde se pintaron los deseos de otro sobre nosotros, y no fuimos capaces de conceder. Somos posibles pero también imposibles. Somos perfectos y en un instante imperfectos. Somos intensos y de pronto, dejamos de serlo. ¿Por qué? ¿Por qué bajo el roce de esa ilusión enamorada bombardeamos al otro de conquistas, de detalles, de momentos, de sonrisas, de placer, de poemas, de prosas, de la pintura de una vida creativa… de una vida que queremos terminar de la mano del otro? Y entonces creemos que siempre será así, y no. ¿Por qué dejamos de conquistar al otro cuando ya lo sentimos seguro? Enamorados que llevan sus primeros meses o incluso su primer año… Sean bienaventurados y disfruten de la dosis de felicidad que su cerebro les va obsequiando ahí, en su centro del placer, porque no será eterno… Mmm, ahora entiendo porque el saludo va dirigido al amor… Porque el amor es crudo, es real, es mortal, sufre, se duele, hiere y puede ser herido, porque el amor es de humanos… y hoy, esta carta la está escribiendo la mujer humana no la poeta… la que ha amado, la que se ha herido, la que ha lastimado, la que ha dejado de amar y a quien han dejado de amar, y ha tenido la posibilidad de volver a amar después de atravesar por el océano del enamoramiento… un viaje que paga todos los gastos, un viaje que te alimenta las carencias y te las deja bien nutridas… hasta que se termina y llega a la orilla de la isla… esa isla en donde yace el amor, y es ahí, donde ya nada está incluido, donde tú mismo debes trabajar para conseguir el amor, donde tienes que sacar tus propios recursos y buscar nuevos, para ahora sí, construir uno verdadero, un amor presente, maduro, un amor que a pesar de conocer tus heridas, te priorice y se atreva a quedarse.
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—Paloma Zerimar🦋
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Deseo conocerte lentamente.
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28 de junio 2024
-Carta abierta-
Desde el momento en que nuestros destinos se entrelazaron en el infinito universo, mi corazón no ha dejado de latir con la emoción de ansias por conocerte en cada detalle, desde lo más sencillo hasta lo más profundo de tu ser.
Me embarga la curiosidad por descubrir cuál es tu lugar favorito, ese que te reconforta el alma. Quiero saber qué aroma despierta tus memorias más dulces y qué sabores dibujan sonrisas en tu rostro. ¿Qué canción acaricia delicadamente tus recuerdos más profundos? Explorar esos rincones de tu memoria y navegar por un mar de emociones donde las olas de tu ser me guían hacia la orilla de tu esencia verdadera.
Descubrir cada faceta de tu ser, desde los destellos de luz en tus ojos hasta los susurros de tus silencios. ¿Cuál es tu anhelo más profundo, aquel que lleva consigo la semilla de lo que deseas construir?
Anhelo ser tu confidente en los momentos de tristeza, ¿Prefieres el silencio de tu espacio solitario o buscas el consuelo en la calidez de la compañía? Quiero aprender a entenderte incluso en tus momentos más difíciles. En cada lágrima que se desliza por tu mejilla, deseo ser el pañuelo que sostiene tus penas, ser el faro que ilumine tus noches más oscuras, el refugio donde tus miedos se desvanecen en la luz de la complicidad y el espejo que refleje la belleza de tu ser auténtico.
Envolverte en abrazos que calmen el caos de tu corazón, ya sea con la fuerza que sostiene el mundo o con la suavidad que acaricia las almas. ¿Cuál es el abrazo que te reconforta en la vulnerabilidad de tus emociones?
Deseo conocer cada rincón de tu ser, saber dónde residen tus heridas más profundas para cuidarte con ternura y respeto. Deseo explorar cada estrella que brilla en tu cielo interior, saber dónde brillas con intensidad y dónde necesitas la suavidad de mi caricia.
Y si se da, explorar juntas los caminos del amor es mi mayor anhelo, descifrar cuál es tu lenguaje secreto, aprender el idioma de tu corazón, fluir en la melodía de tus latidos y aprender a expresar mis sentimientos de la manera que más te haga sentir amada para construir un puente que nos una más allá de lo superficial, donde nuestras almas danzan al compás del amor más puro y sincero.
Con infinito anhelo de conocerte y que me conozcas para lograr descubrirnos y saber si somos quienes tanto habíamos esperado.
By, Yls.
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Vorágine
Es en la vorágine donde todo se hunde, un remolino ciego que arrastra el aliento, que quiebra los muros del pensamiento y deja las emociones desbordadas, como ríos furiosos que no encuentran cauce.
El corazón, tambor de guerra, late en ritmos desordenados, mientras el pecho se convierte en un océano apretado, incapaz de contener su marea.
La ansiedad danza como una fiera, mordiendo las esquinas del alma, y la depresión, sombra sin tregua, apaga las luces del horizonte, dejándote flotando en la nada, donde el silencio grita más fuerte.
Las lágrimas, afiladas como dagas, lavan un rostro cansado de batallas, mientras los pensamientos, esos lobos insaciables, devoran las horas de la noche hasta que solo quedan cenizas del sueño.
Y cuando la tormenta cede, cuando el último trueno se apaga, queda el cuerpo: una casa derrumbada, un campo arrasado por el incendio, una quietud que no consuela.
En ese agotamiento árido, la esperanza se desliza como un hilo tenue, un susurro que promete que la vorágine no será eterna. Porque incluso las mareas más feroces ceden ante la calma del amanecer.
Caro Ruano
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Mi sensibilidad es sagrada, porque me hace apreciar las cosas pequeñas de la vida, me hace sentir la brisa en mi rostro como un beso de la vida. Me hace admirar los atardeceres con el corazón lleno de nostalgias que no llegan a ser palabras si no letras y me llenan los ojos de lagrimas inspiradas en mis dolores que íntimos se convertirán en una poesía. Mi sensibilidad me permite amar como si nunca me hubieran destrozado en pedazos, mediante esta misma he renacido para continuar sintiendo como si fuera una primicia. Mi sensibilidad me permite observar las nubes mientras camino creando en mi mente miles de historia. La sensibilidad me hace diferente aunque muchos la vean como una debilidad, para mí es la fortaleza que me hace seguir creyendo en que la vida es hermosa en la simpleza. La sensibilidad me hace vivir cada sentimiento intensamente, sea malo o bueno, esta me permite sentirme viva. A través de mi sensibilidad entrego lo que soy con honestidad, dando lo mejor que puedo dar. Sensibilidad bendita que provoca que una canción me emocione tanto, que causa que escriba destilando sentimiento, que me hace posible comprender y tener empatía para los demás. Bendita y sagrada sensibilidad que aún con tantas cicatrices me permite mantener mi esencia. Si no la tuviera, entonces mi ser no tendría un propósito.
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Lapiceados de los soldados, ideas dibujadas de manera rápida y sin mucho detalle XD o por lo menos no tanto.
Y nomas les doy contexto con EM.
Para los nuevos y los que no se acuerden Ejercito Mexicano (antes llamado Ejercito Nacional) es hermano de 201, a quien se tenia planeado para volverse la Fuerza Aérea Mexicana, pero se volvería el escuadrón 201.
Tras los acontecimientos de la segunda guerra mundial, 201 empezaría a tener ese pensamiento de morir, por tristeza para los que lo rodeaban, no se trataba de ninguna enfermedad o situación traumática, era su deseo genuino.
Vivir lo que tenia que vivir. Y al primero a quien se lo conto, fue a su hermano mayor EM, quien lloraron juntos, por el deseo de 201, como el miedo a la muerte y no volver a ver a alguien querido.
La razón de esto fue causada por Sur, la frase que el siempre dice ´´porque me abandonas, porque no quieres quedarte conmigo'' son las frases que incluso su hermano y marido dijeron al escuchar su deseo.
Lo cual dedujo que es un anhelo de los que viven eternamente, cuando no puedes tener a alguien por siempre, por mas que lo desees.
Así, 201, dejaría su puesto como FAM y se la daría a su hijo al cumplir la edad de 18 años, y el empezaría a envejecer día tras día.
Su marido 742, siempre intento convencerlo, hacerle que se arrepienta, incluso diciendo que aunque su apariencia se quede como la de un anciano, el aun lo amaría, que n ose rendiría.
201 sabia que su marido no se rendiría, pero el tampoco, y a pesar de que 201 lloraba por las noches por el miedo de que le llegara la hora, el lo tenia muy claro, quería que fuese así, realmente lo quería así, vivir eternamente es un daño a las emociones de los representantes, cada día anhelas mas lo imposible, anhelas el futuro, pero, solamente tu naciste para este presente.
Así, hasta que le llego su momento en que todo le era desconocido, olvidaba cosas, incluso no recordaba a su hijo y su marido, solo sabia algo, se iría pronto.
Y así, FAM encontraría a su padre acostado, con una sonrisa en su viejo rostro.
__________
Aun tengo mas ideas, para ellos, y muchas de 201 y 742, además de interacciones entre ellos, por ahora dejémoslo así X3
______________
Ahora EM, es un enigma, pues desarrollo un estilo de vida estimulante a través de la guerra contra el narcotráfico, el soldado que iba perdiendo a su hermano y vivió las desgracias de la guerra contra el NARCO, se volvió loco.
Tiene un algo así como un fetiche por traicionar a sus compañeros soldados y de herir de gravedad a los hermanos mexicanos.
A sur logro acorralarlo y someterlo, pero en vez de matarlo solo lo aprisionaba incluso lo besaba en la frente, como si intentara consolar a alguien que muere.
Con Centro no lo intenta, sabe que no podría contra el aunque quisiera y menos con GAFE rodeándolo siempre, así que solamente es irrespetuoso con el. (Además de participar en la muerte de estudiantes y ayudar a desapariciones)
Con norte es muy fuerte ese deseo, de hacerle daño, incluso su mente la a imaginado asfixiándola o apuñalándola, pero el termina llorando, pues el y ella vivieron juntos las atrocidades de NARCO.
Al principio su deseo era sobreprotegerla, pero cuando vio a Norte en una de las áreas de NARCO donde se encontró a Sinaloa y a Sonora, creyó que ella era como las madres que protegen a los hijos aun sabiendo que lo que hacen es algo terrible, así el empezaría a fantasear con como matarla, pero su lado de la maldición que es la lealtad lo convirtió en un deseo enfermizo.
Amor como odio estaban en su mente volviéndolo loco día tras día.
Aunque hasta ahora, no a intentado nada, Sur desconfía de el, aunque tampoco confía en GN en ser la parte racional de los dos.
Pareciera que Norte tiene un problema en atraer los problemas sin que ella lo note.
________________
Bueno, creo que seria todo, espero y les guste 💚🤍❤️
#countryhumans#countryhumans méxico#senig063#senig#countryhumansméxico#countryhumans México Norte#militaryhumans GN#countryhumans México Sur#countryhumans México Centro#militaryhumans GAFE#militaryhumans MARINA#militaryhumans EM#militaryhumans PM#militaryhumans Heroico colegio militar#militaryhumans HCM#militaryhumans FAM#militaryhumans SEMAR#militaryhumans 201#militaryhumans 742#742x201
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Enserio me gustas, no te imaginas la felicidad que siento al verte, no sabes el tiempo que estas en mi cabeza, realmente eres capaz de imaginarte lo mucho que me encantas. Mírame, mírame a los ojos, no hacen falta las palabras, si me miras te darás cuenta de todo, te miro diferente, porque me gusta verte, me encanta tu rostro independientemente de las emociones que muestres, me gusta estar contigo y no importa el tema de conversación, me basta estar un momento contigo para sentirme feliz.
#frases#escritos#cosas que escribo#escrituras#amor#citas de amor#te quiero#me encatas#miradas#felicidad#declaracion de amor#emociones#sentimientos#boop
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Cascos de la Amistad | Franco Colapinto
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summary: Franco y Agus comparten un momento íntimo en un hotel en Las Vegas, cuando ella le regala un casco personalizado con sus iniciales, despertando emociones profundas en ambos.
pairing: franco colapinto x (fem)! teammate
wattpad: jinetacromadette
masterlist
En la habitación de Agus, en un hotel que parecía apenas contener el caos de Las Vegas afuera, ella revolvía con ansias una bolsa sobre la cama. Franco la observaba desde un costado, apoyado contra el marco de la puerta. Había algo casi hipnótico en la concentración con la que buscaba, como si se tratara de un ritual importante.
—Como tenemos una gran conexión, yo sé que te va a gustar —dijo ella, segura de sus palabras, pero con una chispa de emoción en los ojos.
Cuando al fin lo encontró, alzó el casco con una sonrisa tan grande que pareció iluminar toda la habitación.
—¡Es este! —exclamó, alzándolo frente a él.
Franco dio un paso adelante, intrigado. El casco era blanco con detalles azules, elegante y sofisticado, pero lo que más llamó su atención fue la bandera argentina en los costados y la frase que coronaba la parte trasera: “Coronados de gloria.” Sin embargo, lo que lo descolocó fueron las iniciales grabadas debajo de la bandera: “AL.”
—Pero mirá lo que es eso… —murmuró, tomando el casco entre sus manos con cuidado, como si fuese un objeto sagrado. Sus dedos recorrieron las superficies lisas y brillantes, sintiendo cada detalle. La combinación de colores, los acabados, todo era perfecto—. Es muy lindo, en serio —dijo al fin, con una sonrisa que parecía iluminar su rostro—. Me hace acordar a uno que solía tener… pero este es más lindo.
—Obvio que es más lindo —respondió Agus, mirándolo con ese toque de orgullo que le calentaba el pecho.
Franco asintió con una sonrisa amplia, esa que rara vez mostraba, y siguió inspeccionando el casco como un niño que acaba de ver su juguete en la vidriera de una tienda.
—¿Es para vos? —preguntó, aunque en su interior ya conocía la respuesta.
—Sí, ¿te gusta? —dijo Agus, mirándolo en busca de su aprobación.
—Me encanta. Es hermoso.
Sus dedos recorrieron el diseño, notando cada detalle, cada textura. Algo en él quería decir más, expresar lo que estaba sintiendo, pero las palabras se quedaban cortas.
Ella estaba acostumbrada a verlo emocionarse, a que su pasión por las carreras dominara cada pequeño momento, pero algo en esta escena era distinto. Quizás era porque no se trataba solo de un casco. Era de ella. Llevaba sus iniciales.
—Creo que me tengo que pedir uno —dijo Franco, y su voz sonó honesta, casi urgente. La necesidad no era tanto el objeto, sino lo que representaba.
—Probátelo —lo animó Agus, acercándose un poco más.
Él la miró, dudando por un segundo.
—¿Decís?
—¡Sí! —respondió ella con entusiasmo, y la manera en que sus ojos brillaban al mirarlo lo hizo sonreír.
Con cuidado, se colocó el casco. Mientras caminaba hacia el espejo, sintió el peso sobre su cabeza, un peso que, lejos de incomodarlo, lo hacía sentirse protegido, conectado con algo más grande. Cuando se vio reflejado, soltó un suspiro y no pudo evitar reír suavemente. Le quedaba perfecto, como si hubiese sido hecho para él.
—Es… hermoso… —murmuró, más para él mismo que para ella—. Está buenísimo, definitivamente me voy a pedir uno.
Agus, detrás de él, sacaba algo más de la bolsa. Aunque él no podía verla, ella lo observaba a través del reflejo en el espejo, sonriendo de manera sutil. Había algo en su expresión que la hacía sentir ligera, como si todo en ese momento tuviera sentido. Pero al mismo tiempo, esa sensación de vértigo, de estar en un borde que no podían describir, seguía presente.
—Y eso que soy austero con estas cosas —comentó Franco, girándose un poco para mirarla—. Yo uso los que me dan. Tengo uno solo mío y está en las últimas.
—Sí, es verdad —respondió ella, sacando otro casco de la bolsa—. Siempre usás el mismo. ¿No creés que es momento de cambiarlo?
Él la observó, intrigado, cuando ella le extendió el nuevo casco. Frunció el ceño, notando que era igual al anterior. Pero cuando sus ojos se fijaron en el detalle, lo entendió.
Las iniciales habían cambiado. Ahora no eran “AL”. Ahora eran “FC”.
—Me estás jodiendo… —murmuró, sus ojos yendo del casco a Agus, que sonreía con picardía.
—Lo pedí para vos. Pensé que te iba a gustar.
Las palabras lo golpearon con una calidez inesperada. Franco apretó el casco contra su pecho mientras una sonrisa enorme y sincera se extendía por su rostro.
—Probalo —susurró ella, y algo en su tono lo hizo sonreír de manera involuntaria.
La emoción lo invadió, y antes de pensarlo demasiado, la abrazó, apretándola con fuerza mientras el casco descansaba entre ellos.
—¡Es hermoso! —exclamó, cerrando los ojos mientras la sentía entre sus brazos—. Vos sos hermosa.
El susurro quedó suspendido en el aire. Ella se rió, nerviosa pero cálida, como siempre.
—¡Bueno, pero probátelo! —replicó Agus, separándose un poco mientras lo miraba con ojos brillantes.
Franco le hizo caso. Se colocó el casco y volvió al espejo. Esta vez, cuando se miró, el impacto fue distinto. Ahora llevaba algo que lo representaba completamente. Era suyo. Y, al mismo tiempo, no podía evitar pensar que de alguna manera también seguía siendo de ella.
Como su corazón.
Cuando se giró hacia Agus, su decisión estaba tomada.
—Está muy lindo, pero quiero el otro.
Ella frunció el ceño, aunque su sonrisa no desapareció.
—Es el mismo, ¿eh? No cambia nada —dijo, acercándose mientras repasaba el casco con las yemas de los dedos.
La distancia entre ellos era mínima ahora. Su mano, que había estado tocando el casco, bajó hasta su hombro, descansando allí con una suavidad que le hizo estremecer. Ambos se miraron, sostenidos en esa tensión que nunca terminaba de resolverse. No era algo nuevo; llevaban tiempo en ese juego de provocaciones, ese ir y venir que parecían dominar con naturalidad. Pero en ese instante, algo era diferente.
Había algo magnético en la forma en que ella se movía, con ese aire entre seguridad y dulzura que tanto lo desarmaba.
—No, no son iguales —repitió él con firmeza, devolviéndole la mirada. Había algo íntimo y vulnerable en ese instante, como si ambos se estuvieran diciendo algo que no terminaban de verbalizar. —El otro tiene tus iniciales, Agus. Yo lo quiero para mí, así voy a estar más lindo.
Ella entrecerró los ojos, divertida, como evaluando cuánto de broma y cuánto de verdad había en su comentario. Al final, sonrió y subió ambas manos hasta sus hombros, rodeándolo en un abrazo que a Franco lo dejó sin palabras.
—¿Así vas a estar más lindo? —murmuró cerca de su oído.
Él asintió, sintiendo que cualquier respuesta coherente lo eludía, y la envolvió entre sus brazos. Se sentía un idiota, pero ¿qué podía hacer? Ella tenía ese efecto en él, lo hacía bajar la guardia, lo desarmaba por completo.
—Chi —susurró, como si con eso pudiera explicar lo que pasaba por su cabeza. Y se quiso pegar mentalmente por la forma en que dijo esas palabras, ya demasiado era para manejar todo y ahora reaccionaba como un bobo frente a una mujer.
Agus se rió suavemente, tan cerca de su cara que Franco sintió cómo el calor subía por su cuello. Ella dejó un beso en su mejilla, y él cerró los ojos por un breve segundo. La mente le jugaba una mala pasada; cada uno de esos gestos le parecía un mensaje cifrado que solo él podía escuchar.
—Sos muy lindo —dijo Agus, en ese tono de voz suave, casi un susurro, que a Franco le hacía sentir un vértigo desconocido.
Franco abrió los ojos y se encontró con los de ella. En ese instante, se dio cuenta de que no solo estaba sobrepensando. No, definitivamente no. Había algo en la manera en que lo miraba, en la cercanía que ahora se sentía tan natural, que no podía ignorar.
Pero mas allá de esa tensión obvia, el momento tenía una ligereza casi familiar, una comodidad que no siempre estuvo allí. Porque todo había empezado de manera muy distinta.
La primera vez que lo vio, Agus estaba en el baño de la sede de Williams, frotando desesperada la mancha de café que decoraba su camisa blanca. La misma que había elegido con tanto cuidado para su primer día como piloto oficial de Fórmula 1.
—Perfecto, Agus. Tu debut triunfal y ya das la nota —se murmuró al espejo.
El desastre había comenzado cuando, en medio de los nervios, no logró esquivar a Franco en el pasillo. Él, con reflejos impecables, trató de sostenerla antes de que se cayera, pero no pudo salvar el vaso de café.
—¿Estás bien? —le preguntó, su voz un balance perfecto entre preocupación y diversión.
Ella apenas pudo asentir, señalando su camisa arruinada.
—Tu café no sobrevivió.
Él se rio, una risa breve pero tan genuina que a Agus no le quedó más opción que unirse.
—Creo que la camisa tampoco sobrevivió. Perdón, Agus. Te juro que no fue mi intención arruinar tu debut triunfal.
Ese momento, incómodo y torpe, había marcado el inicio de su amistad. Lo que en ese instante era solo un intercambio gracioso se transformó rápidamente en una conexión que Agus no había anticipado.
Ahora, la distancia que antes parecía lejana era inexistente. Agus estaba tan cerca que podía sentir su aliento, y no solo eso: lo abrazaba con esa confianza que solo se construye cuando alguien ocupa un lugar especial.
—Vos sos la más linda del mundo, Agus —dijo Franco, en un tono bajo, cargado de honestidad. Sentía sus manos en su nuca, jugueteando con el cabello corto de la base de su cuello, y esa caricia lo hacía sentir algo inexplicable. —Realmente me encantó, la pegaste.
Ella sonrió, y en ese gesto había algo más que orgullo por haber acertado con el regalo. Dejó otro beso suave en su piel, tan breve como significativo. Era un gesto que no solía hacer, pero desde hace unas semanas Franco la sentía más cercana, más demostrativa.
—Sos un poco demandante a veces —murmuró Agus, con esa voz suya que siempre sonaba cálida—, pero si querés el otro casco, te lo cedo.
Franco sonrió, casi embobado, y dejó salir una risa baja y maliciosa.
—Siempre consigo lo que quiero —afirmó, alzando una ceja con falsa seguridad.
Agus no se apartó; al contrario, lo miró con los ojos entrecerrados, cargados de una chispa juguetona.
—Eso es una habilidad que me gusta mucho de vos —dijo en un murmullo. Entonces, con un gesto lento, llevó su dedo índice a su mejilla y le apretó la piel con ternura—. Ojo que hay que bancarse mis iniciales en un casco, eh.
—Vos tranquila —respondió finalmente, en un tono que intentaba igualar el suyo, mientras sus ojos recorrían el rostro de Agus con descaro contenido—. Yo nervioso, amor.
Se miraron en silencio, como si se estuvieran midiendo. Franco no sabía cuándo había comenzado a sentir ese vértigo cada vez que estaba con ella, pero ahí estaba, haciendo que todo pareciera distinto.
—Gracias —dijo finalmente, rompiendo la tensión con un susurro. Sentía que necesitaba decir algo para no quedar atrapado en ese intercambio sin fin—. Estoy muy contento, en serio.
Agus pareció volver a la realidad, y su expresión se suavizó.
—Me alegra mucho que te haya gustado —dijo con gentileza—. Sabía que te iba a encantar, lástima que le erré con la inicial, pero… tenemos gustos muy similares.
Franco rió, relajándose un poco.
—Míralo como… cascos compartidos.
—¿Cómo cascos de la amistad? —preguntó ella inocente, y él bajó la vista con una sonrisa.
—Algo así… —respondió, tragando saliva. Qué le iba a decir, ¿que no?
Agus se rió, y esa risa tenía algo que siempre lo hacía sentir en casa.
—Me gusta pensar que vamos a compartir todas nuestras carreras juntos, ahora —agregó ella, ladeando la cabeza.
—Soy un genio, lo sé —bromeó Franco, pretendiendo creérsela, y ella volvió a reír.
—Sí, mi amor. Sos un genio —respondió Agus, separándose tranquila. La forma en que el apodo salió tan natural lo desarmó de nuevo. Ella no parecía siquiera haberlo notado, pero Franco exhaló un suspiro.
¿Cómo habíamos llegado hasta acá? pensó él mientras guardaba el casco en la bolsita y se sentaba en la cama.
En ese momento, no había palabras que pudieran capturar lo que sentían. No porque no quisieran explicarlo, sino porque no sabían cómo. Y quizás, en el fondo, aún no era necesario
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Sesión de Fotos (Felipe Otaño)
—˚ ˖ ୧ CREO que es obvio de dónde saque la idea para hacer este fic, ya que juro que amé haciéndolo. Además de que me sentí como niña chiquita chillando mientras lo hacía y veía la fuente de inspiración JAJAJA
Espero que les guste, especialmente a las piperas, mwak <3
![Tumblr media](https://64.media.tumblr.com/e0b5dbb9405ad3f1f3f7853611b1c3e8/e68158f2b75cae87-1f/s540x810/15e76623c3bfdf43efbf6d3f081dacce2f9b92a6.jpg)
Te sentías más que afortunada de tener al novio que toda niña chiquita (o adolescente) querría en su infancia.
Uno de ojos azules, con pecas, pelo sedoso, labios carnosos y con una sonrisa que podría conquistar a más de una con tan solo una mirada.
Ah, y no olvidemos su pecho, con el que te podrías quedar todo un día completo embobada mirándolo y especialmente con esos abdominales que se traía..
Estabas informada completamente de la fama que se había ganado tu novio a los meses de que se estrenara la película en la que participaba (LSDLN) y estabas también agradecida de que le fuera así de bien.
Además de que, una vez más, estabas informada de su participación de la próxima película en la que participaría que era Meteorito.
Inclusive, en una de las entrevistas que hizo para promoción de la película, la entrevistadora le había preguntado a los dos protagonistas de la película que si habían tenido a su "meteorito" en la vida. En lo que Pipe no respondió abiertamente, simplemente un sonrojo apareció en sus mejillas junto una sonrisa bastante cariñosa.
Después de esa entrevista las piperas (fans de Pipe) habían estado como locas haciendo suposiciones de que Pipe tenía o tuvo pareja en algún momento y por eso la reacción que tuvo ante la pregunta.
Por supuesto que tú estabas al tanto de aquellas suposiciones de las fans, especialmente porque abundaban más en Twitter que en alguna otra red social.
Al momento en que Pipe llegó a casa luego de esa entrevista, ahí te encontrabas tú, con una sonrisa engatusada en tus labios viéndolo desde la cocina.
El peli castaño te miraba de manera confusa pero con una sonrisa en su rostro, acercándose a ti mientras rodeaba sus brazos en tu cintura y escondía su rostro en la curvatura de tu cuello.
—¿Qué te pasa a vos ahora? Andás con esa mirada toda extraña. — Te preguntó, su respiración chocando contra tu piel, cosa que te provocaba cosquillas.
Te reíste un poco antes de soltar un corto y divertido "nada".
—Estuviste increíble en la entrevista de hoy, ¿tienes alguna otra para mañana? — Le preguntaste, girándote un poco para dejar un casto beso en su sien.
—Tengo una sesión de fotos con el otro protagonista de la película, pero me dijeron que podés venir vos también a la sesión como acompañante. — Te respondió, levantando la cabeza para dejarte un beso en la mejilla de manera algo adormilada.
Tus ojos brillaron por un momento ante la idea de acompañarlo a su sesión de fotos que haría promoción a su película. Además de que querías ver en persona como serían las fotos que le tomarían a tu novio.
Le tomaste de las manos, las cuales al fijarte que encajaban perfectamente como dos piezas de rompecabezas provocó un ligero sonrojo en tus mejillas. Lo guíaste hacía la habitación de ambos, ayudándolo a desvestirse y vestirse para colocarse el pijama.
Normalmente dormiría con unos bóxers y una camisa cualquiera, pero habían quedado en hacer un match en pijamas esa vez.
Cuando ya ambos se acostaron, Felipe rodeó sus brazos alrededor de tu figura, cayendo en los brazos de Morfeo de inmediato. Mientras tú lo veías caer rendido, le seguiste acariciando sus mejillas en dónde se encontraban las pecas que tanto amabas.
Ya te preocuparías por lo que pasaría mañana y de las increíbles fotos que serían tomadas para la película.
De acuerdo, cuando pensaste que sería una sesión de fotos completamente normal y que no pasaría nada raro, estabas completamente equivocada.
Sentías que podrías morir de un derrame nasal en ese mismo momento. DIOS, ¿por qué tenías que tener un novio tan perfecto como pareja? Te estaba haciendo sentir demasiadas emociones encontradas en una sola con solo verlo.
Tomaste entre sorbos rápidos y cortos de tu café, intentando aligerar un poco ese torrente de emociones que te provocaba tu novio.
Las miradas fugaces que te sabe Felipe cuando tenía que mirar directamente hacía la cámara te provocaba un sentimiento de ardor en el estómago.
Además de que en la sesión le habían pedido tomarse las fotos sin camisa y con una parte de los bóxers a la vista.
No hiciste ninguna queja ante eso ya que sabías que era parte de su trabajo y demás. Pero te estaba matando el simple hecho de que pareciera que te estaba comiendo con esos ojos marinos suyos con tan solo verte un milisegundo.
¿Cómo que hacía algo de calor acá, no?
—¡Listo! Pueden darse un descanso hasta que verifiquemos que ninguna haya salido mal y no tengamos que repetir ninguna. — Les había dicho la fotógrafa, agradeciéndole a Felipe y al otro chico por la colaboración.
Fingiste demencia cuando Felipe se acercó a ti, tratando de disimular las mejillas sonrojadas y la punta de tus oídos rojas como una manzana.
—¿Qué te pareció, amor? — Te preguntó Felipe.
—Estuviste fantástico Pipe, de seguro las fotos salieron excelentes. — Le contestaste.
Estabas intentando con todas tus fuerzas que tus ojos no se desviaran hacía la parte de sus abdominales y la parte que de sus bóxers que se encontraba a la vista. No querías morir más de vergüenza frente a Pipe, ya sentías que parecías un tomate con tan solo estar frente a él.
Felipe en cambio, miró un momento hacía el estudio que ya se encontraba vacío -a excepción de ustedes dos- y sonrió al ver que no había nadie más.
—Ah, andás segura de eso? — Se acercó más a ti, inclinándose hasta que sus rostros solo estuvieran a pocos centímetros de distancia, los dos sintiendo las respiraciones del otro.
No respondiste al segundo, te tomaste tu tiempo para procesar todo y que con tan solo acercar tus manos un poco hacía su pecho podrías tocar esos abdominales que tanto te traían embobada.
Además de que esos ojos azules que te parecían también tener enganchada por cada segundo los veías. Podrías ahogarte en ellos si pudieras.
—Felipe.. — Con tan solo decir su nombre fue suficiente para que se cerrara la brecha entre ustedes dos.
Agradecidas profundamente la sesión de fotos.
—˚ ˖ ୧ Creo que es obvio de dónde viene la idea de este mini fic, pero para las que no sepan pues..
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¡Espero que les haya gustado! Ya saben que las solicitudes se encuentran abiertas y pueden pedir a cualquiera del cast de lsdln y como les gustaría que fuera
¡Bye!
#lsdln cast#lsdln fanfic#lsdln x reader#lsdln cast x reader#felipe otaño x reader#felipe otaño#pipe otaño#pipe otaño x reader#Pipe lsdln#enzo vogrincic#matias recalt#juani caruso#fran romero#x fem!reader
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Fina | Enzo Vogrincic
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*3000 words (me inspiré) & mini s*x scene
Corrías con desesperación por el bullicioso aeropuerto, el eco de tus pasos resonando en los pasillos abarrotados. El tiempo apremiaba, y tu corazón latía al ritmo frenético de la prisa. El billete se aferraba en tu mano, como un talismán que te conectaba con tu destino. "¡Espera! ¡Ya voy!" gritabas, entre jadeos, mientras sorteabas a la multitud con determinación.
El reloj avanzaba implacablemente mientras te abrías paso entre la maraña de viajeros. Las luces parpadeaban sobre las pantallas indicadoras de vuelos, recordándote cada segundo que se escapaba. Al llegar al gate, una sensación de alivio temporal te invadió, pero rápidamente se desvaneció al notar que el área estaba desierta, como un escenario abandonado después de la función.
Te dirigiste apresuradamente hacia el empleado de la aerolínea, tu aliento agitado y la esperanza titilando en tus ojos. "Tengo un vuelo a Madrid ahora, por favor, dime que he llegado a tiempo", imploraste, con la voz entrecortada. El empleado, con un gesto comprensivo, te miró con seriedad y dijo: "Señorita, el vuelo se fue hace diez minutos".
Un nudo se formó en tu estómago, pero no te diste por vencida. Con determinación, preguntaste sobre cualquier opción disponible. "¿Hay algún otro vuelo a Madrid pronto?" El empleado, consultando la pantalla con un semblante compasivo, respondió que el próximo vuelo no sería hasta dentro de 15 horas. Asentiste con resignación, consciente de que el tiempo ya no estaba de tu lado.
Entonces, con la mente fija en tu compromiso ineludible, mencionaste la reunión crucial con la agencia de producción. "Tengo una reunión muy importante en Madrid. Aceptarán mi guión para una obra de teatro, y no puedo perder esta oportunidad", le expresaste al empleado, esperando encontrar alguna solución. El hombre tras el mostrador comprendió la urgencia en tu voz y te informó sobre la posibilidad de esperar.
Te refugiaste en un acogedor café ubicado en algún rincón del aeropuerto de Londres. El aroma del café recién hecho flotaba en el aire, pero tus sentidos estaban inmersos en la música melancólica de Guitarricadelafuente que fluía a través de tus audífonos. Con gestos automáticos, conectaste tu celular para cargarlo, buscando consuelo en las notas de tu artista favorito.
Sin previo aviso, una lágrima solitaria escapó de tus ojos, una expresión palpable de la desesperación que te embargaba por haber perdido el vuelo. La música parecía resonar en sintonía con tus emociones, como si Guitarricadelafuente compartiera tu dolor a través de sus cuerdas y melodías. Mientras las lágrimas seguían su curso, te sumergiste en un mar de pensamientos, contemplando el giro imprevisto que había tomado tu día.
Con resignación, extrajiste el guión de tu bolsa, sosteniéndolo entre tus manos temblorosas. El papel, ahora manchado por las lágrimas, representaba más que un simple texto; era la culminación de tus esfuerzos y sueños. Te encontrabas en una ciudad ajena, lejos de casa, y la realidad de estar varada por 15 horas en Londres se apoderaba de ti.
Las palabras del guionero, antes tan llenas de promesas, se volvían borrosas a través de tus lágrimas. De repente, te sentías como una niña de cinco años que había perdido su globo de cumpleaños, la tristeza reflejada en tus ojos y en cada línea de tu rostro. La ironía de la situación no pasaba desapercibida, y una mezcla de frustración y vulnerabilidad te envolvía mientras te aferrabas al guión como a un salvavidas en medio de la tormenta.
—
Sumida en la tristeza de tus pensamientos, te diste cuenta de repente de una mano amable que se acercaba a tu rostro con una servilleta. Entre la neblina de lágrimas, apenas pudiste vislumbrar la acción generosa de un desconocido que, con empatía, te ofrecía un medio para secar tus ojos. Agradecida por el gesto, aceptaste la servilleta sin poder identificar a la persona detrás de ella.
La bondadosa presencia a tu lado pasó desapercibida hasta que lograste controlar las lágrimas lo suficiente como para ver a quien te había brindado consuelo. Descubriste que había estado sentado junto a ti durante un buen rato, observando silenciosamente tu situación con comprensión. Sorprendida por su amabilidad, solo lograste articular un simple "thanks", incapaz de distinguir completamente sus rasgos.
En un giro inesperado, el hombre respondió en español. "De nada, yo espero que todo se recupere", dijo con una sonrisa tranquilizadora. Al levantar la mirada para agradecerle debidamente, te encontraste con la visión de un hombre extraordinariamente atractivo. Su piel canela destacaba bajo la luz del café, su cabello despeinado le daba un aire casual y sus ojos, de un caramelo puro, irradiaban calidez y comprensión.
Aunque te sentías vulnerable y con el corazón aún apretado por la situación, la presencia reconfortante de este hombre te hizo sentir un atisbo de consuelo. No sabías exactamente cómo reaccionar ante su belleza, pero la curiosidad y la necesidad de conexión humana te impulsaron a romper el silencio. "¿Hablas español?" preguntaste, con la esperanza de que la respuesta fuera afirmativa. El hombre sonrió y respondió con una risa contagiosa, "Creo que sí".
A pesar de la tormenta de pensamientos que te asaltaba, la visión de este joven que parecía salido de tus sueños generó un apretón en tu corazón. Sin embargo, la realidad chocó contra la fantasía cuando notaste que llevaba una sudadera y tenis Nike, una imagen más casual y terrenal que la que habías imaginado.
El chico, notando tu evidente perturbación, rompió el hielo al expresar su intriga ante la combinación de un guión en tus manos y lágrimas en tus ojos, “No te conozco, pero al ver que tienes un guión en mano y estás llorando, ahora estoy muy intrigado por lo que te ha pasado," dijo el chico guapo con una mezcla de curiosidad y empatía en su voz. Te sumiste en un silencio momentáneo, tratando de procesar la situación y, al mismo tiempo, preguntándote si este encuentro era producto de tu imaginación o si realmente estabas frente a alguien especial.
Finalmente, el chico reveló ser actor y confesó su amor por el teatro, aunque actualmente se encontraba inmerso en proyectos cinematográficos. La conexión con el mundo del teatro hizo que tus ojos se iluminaran con un atisbo de reconocimiento, y una sospecha empezó a formarse en tu mente.
Con un tono casual, le preguntaste: "¿Espera! ¿Tú eres Enzo, Enzo Vogrincic? ¿De 'La Sociedad de la Nieve'?" La confirmación en su expresión te dejó boquiabierta. "Ese mismo", respondió con una sonrisa, añadiendo con humor, "desde hace tiempo no veía a alguien tardarse tanto en reconocerme". Tu corazón latía con emoción mientras intentabas procesar la realidad de tener a un actor reconocido a tu lado.
Con entusiasmo, le confesaste: "Es que... ya he conocido a tantos actores que me da igual, pero... yo amé tu actuación y las otras obras que has hecho en Montevideo, es que amé".
Enzo, aún intrigado, te agradeció con sinceridad. "Gracias, escuchar esto me da más ánimo en hacer lo que hago," expresó con una sonrisa genuina. Sin embargo, no dejó que el agradecimiento se interpusiera en su deseo de conocer más sobre tu historia.
"Pero… no cambiemos el tema, ¿por qué estabas llorando? ¿Eres actriz o…?" preguntó con un gesto de interés. Tomaste un momento para recobrar la compostura y compartir parte de tu vida con este actor que, de alguna manera, se había convertido en un confidente inesperado.
"Soy prácticamente guionista, y me gusta escribir tragedias, dramas y todo lo Lorca," comenzaste a explicar, revelando tu pasión por la escritura teatral. "Pero últimamente no he tenido la suerte, y ahora que tengo una gran oportunidad en Madrid, el vuelo acaba de irse, y pues…" La frustración y la tristeza se reflejaban en tus ojos mientras compartías la historia de tu día caótico, sintiendo que Enzo podría entender el peso de tus aspiraciones y desafíos creativos.
"Qué horrible, pues no estás sola, porque yo también perdí el vuelo para Madrid," compartió Enzo, revelando un inesperado giro en su propia situación. Tus ojos se abrieron con sorpresa ante la revelación. "No jodas?" respondiste, dejando escapar tu incredulidad. Enzo rió ante tu reacción y, con un tono resignado, comentó: "Así es la vida". La ironía de la situación resonó en la conversación, creando un lazo instantáneo basado en las coincidencias y desafíos compartidos.
—
Después de pasar varias horas inmersos en el café, tú y Enzo continuaban deleitándose en una charla apasionada sobre el teatro y todo lo relacionado con sus amores creativos. El tiempo parecía volar mientras compartían anécdotas, descubrían similitudes en sus carreras y exploraban sus visiones artísticas.
A medida que la conversación fluía, el reloj recordó que era casi la hora del almuerzo. Enzo, con una sonrisa, sugirió: "¿Qué te parece si nos damos un respiro y vamos por unas hamburguesas?" La idea resonó contigo, y juntos se dirigieron a un lugar cercano para disfrutar de un almuerzo casual y reconfortante.
Después de saciar el apetito, la tarde avanzaba y la diversión no se detenía. Enzo, con su sentido del humor intacto, los condujo a un bar cercano. Cómicamente, se dirigió al bartender diciendo: "Denos dos cognac, que nos hace bastante falta". La ocurrencia sacó una risa de tu parte mientras observabas la escena con complicidad.
Mirándolo con una sonrisa, bromeaste: "Sabes, se supone que no esté borracha, pero si es así, no me importa".
Entre risas y la atmósfera relajada del bar, tú y Enzo continuaban disfrutando de la compañía mutua. El ambiente festivo se intensificaba a medida que ambos tomaban innecesariamente, sumiéndose en conversaciones que abordaban cualquier tema que se les ocurriera.
En un momento de confianza, decidiste compartir un secreto que habías guardado durante mucho tiempo. "Enzo, te tengo que confesar algo," dijiste, con un tono cómplice. Él, intrigado, respondió con un "Dale, dime".
Toda roja y riéndote, soltaste la confesión: "Yo te re amaba, like cuando saliste en 'La Sociedad de la Nieve', no pude aguantar mi fanatismo y pues, ahora que lo pienso, creo que hasta escribí un fanfiction de ti". La expresión de Enzo era un cóctel de sorpresa y diversión mientras esperaba a escuchar más detalles.
Con una risa nerviosa, Enzo te pregunta: "Y... de qué era ese fanfiction?" Entre risas y complicidad, respondiste, "Eso mejor no lo hablemos pero... ya tú sabe". Enzo, con una sonrisa pícara, te desafió: "Yo no sé, dime tú".
Entre risas y anécdotas compartidas, el tiempo parecía desvanecerse mientras ambos continuaban disfrutando de la velada. Sin embargo, la realidad del horario de su vuelo a Madrid interrumpió la burbuja temporal en la que se encontraban. El intercom anunció que era hora de abordar, generando una pausa en su divertida conversación.
Enzo, con una mirada juguetona, sugirió: "Quédate conmigo, así te sientas al lado mío y charlamos más". Tú, recordando la asignación de asientos, expresaste tu preocupación: "Pero, el asiento está designado". Sin embargo, Enzo, con confianza, respondió: "Eso me lo dejas a mí". Ante su propuesta, no pudiste evitar sonreír y ceder: "Pues, ¡vale!"
Al entrar al avión, Enzo abordó con confianza y se dirigió a una de las azafatas. "Perdona, pero hubo un error con los asientos, ella se supone que esté al lado mío, además que es my fiancé," dijo con una sonrisa juguetona, dejándote boquiabierta y bastante ruborizada. La declaración tomó por sorpresa a la azafata, quien, a pesar de la confusión, asintió amablemente y te acompañó hasta el asiento asignado al lado de Enzo.
Mientras te acomodabas, una mezcla de asombro y nerviosismo se reflejaba en tu rostro. Enzo, con su actitud desenfadada y una chispa de complicidad, te guiñó un ojo antes de sentarse a tu lado.
Al sentarte, no pudiste evitar comentarle a Enzo: "Estás demente, ¿cómo que fiancé?" Él te miró con una sonrisa pícara y respondió: "Ay mira, estos son cosas que pasan, y además esto, ehh..." Tratando de mantener la compostura, le interrumpiste: "Mira, ya, que estás re tomado, que ni sé de qué estamos hablando."
Él, con un tono cómico y sarcástico, te dijo: "De que eres mi fiancé y punto." En respuesta, le diste un pequeño puño juguetón en el brazo, y Enzo, dramáticamente, exclamó: "Ay, eso dolió." Tú, riendo, le reprochaste: "Ay no seas bobolón."
Ya cómodos en sus asientos, Enzo te mira con la expresión de quien necesita más alcohol, mientras tú le devuelves la mirada con gesto de ya no más. Sin embargo, al pasar una azafata, Enzo, con su característico sentido del humor, le dice: "Perdona, ¿nos podrás traer dos champán? Es que como nos vamos a casar pronto." Tu rostro se torna más rojo de lo que ya estaba ante la inesperada declaración de Enzo.
La azafata, acostumbrada a situaciones peculiares, asiente con una sonrisa y se apresura a cumplir la solicitud. Mientras tanto, Enzo se relaja en su asiento con una expresión de triunfo, mientras tú intentas ocultar tu sorpresa y diversión ante la ocurrencia.
Se tomaron el champán con un "¡Salud!" y el ambiente se llenó de risas y un toque festivo. Sin embargo, a medida que disfrutaban de la bebida, comenzaron a notar que el efecto del alcohol se estaba haciendo más evidente, sumergiéndolos en un estado de relajación profunda. Enzo te mira con complicidad, y con una sonrisa pícara, comenta: "Y de qué era el fanfiction? Es decir, me imagino que era bueno."
Tu rostro refleja una mezcla de pensamiento y vergüenza, y le respondes: "Ay Enzo, por favor, no hablemos de eso, ya te dije que no te voy a contar." Sin embargo, Enzo persiste con curiosidad: "Pero me imagino que fue creativo." Lo miras con incredulidad, como si sus palabras fueran más serias de lo que aparentaban, y le contestas: "Cómo que creativo, I mean, era normal, como una chica empezando sus veintes y todo eso."
La conversación da un giro inesperado cuando Enzo, con sorpresa, pregunta: "Espera, no jodás que… ¿cuántos años tienes?" Lo miras directamente y le respondes con humor: "Bastante mayor, ¿por? ¿Me veo vieja?" Enzo, tratando de explicarse, menciona: "No... es que yo pues, ya sabes que estoy en mis mediados de treinta." Tú, con una sonrisa traviesa, le dices: "Estás bien, ¿o mejor te digo que estás viejo?" Las risas se mezclan con la complicidad, creando un ambiente ligero y divertido mientras continúan su viaje a Madrid.
Después de la conversación sobre el fanfiction, Enzo ya estaba medio dormido, o mejor dicho, parecía cansado o sumido en sus pensamientos. Mientras tanto, sentías la necesidad apremiante de ir al baño. Decidiste levantarte del asiento y dirigirte al baño del avión. Sin embargo, al llegar, te encontraste con una fila larga para el baño de mujeres, y la urgencia no esperaba.
La azafata, al notar tu situación, te tranquilizó diciéndote que podías usar el baño de hombres, ya que estaba vacío en ese momento. Agradecida, aceptaste la oferta y te aventuraste en una larga caminata a través del amplio avión. Al final, encontraste el pequeño baño del avión, donde pudiste aliviarte y refrescarte las manos.
Justo cuando estabas a punto de salir, te diste cuenta de que Enzo estaba a punto de abrir la puerta del baño. Ambos se miraron con asombro, creando un momento de sorpresa compartida. Sin embargo, lo que más te ponía nerviosa era el silencio incómodo que se instaló entre ustedes. Aunque no era incómodo en sí, había una tensión que no podías ignorar.
Tus ojos se encontraron con los de Enzo, sus labios y sus ojos endormecidos brillando en la penumbra del avión. Era como si el tiempo se hubiera detenido por un momento, y la conexión entre ustedes se manifestaba en el silencio compartido. Ambos parecían estar atrapados en la atmósfera íntima del instante, sin palabras pero con una comunicación palpable entre las miradas.
Ligeramente afectada por los efectos del alcohol, observabas cómo el brazo de Enzo estaba recostado en la puerta del baño, como si te invitara a pasar. Sin embargo, te quedaste mirándolo, notando que sus venas sobresalian, un detalle que capturó tu atención de manera inusual.
De repente, Enzo miró a ambos lados y se introdujo al baño contigo, a lo cual respondiste incrédula, diciendo: "Mijo, pero—" Antes de que pudieras terminar la frase, Enzo te agarró de los muslos y te hizo sentar en el mini lavamanos. Te sentías un poco incómoda, sin estar segura de cómo reaccionar, pero permitiste que Enzo guiara la situación.
Él te agarró suavemente del cuello y empezó a besarte apasionadamente, como si ambos tuvieran una sed desesperada de conexión. Respondiste a sus besos de manera igualmente intensa, sumergiéndote en el momento. La pequeña cabina del baño se convirtió en un espacio íntimo donde las emociones y los deseos se expresaban libremente entre ambos, desafiando la lógica del apretado espacio.
Después de tantos besos, Enzo te tocaba apasionadamente por todos lados, más — soltás un suspiro largo y él hace lo mismo, como medio agitado. "Me parece que ya es hora de pegar una cabeceada," te dice. Tú, con cierta preocupación, le tirás, "Pero capaz hay gente esperando afuera, ¿cómo hacemos para salir del baño?" Él te responde con un "Solo tenés que seguirme," agarrándote de la mano. Enzo abre la mini puerta del baño del avión, echa un vistazo a los lados y, medio incómodos pero satisfechos, se encaminan hacia sus asientos.
Al sentarse, tú y Enzo quedan en un largo silencio, procesando todo lo que había pasado en esos largos minutos en el baño del avión. Mientras tanto, Enzo te agarra de la mano y te da un besito en la misma. "(Y/N), me tendrías que pasar tu número de celu, quiero volver a verte," te dice, y tú, ya un poco cansada y recostada en el hombro de Enzo, le respondés, "Cuando aterricemos, te paso mi número," y él asiente con un "Dale."
Fin
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Text
10_Juego de tronos_Jon II
—¿Qué haces aquí? —preguntó con una voz extraña, átona, carente de emociones.
—He venido a ver a Bran —dijo Jon—. Para despedirme.
El rostro de la mujer no cambió de expresión. Tenía la larga cabellera castaña sucia y enredada. Parecía haber envejecido veinte años.
—Ya te has despedido. Vete.
Una parte de él quiso darse media vuelta y echar a correr, pero sabía que, si lo hacía, quizá nunca más vería a Bran. Dio un paso nervioso hacia el interior de la habitación.
—Por favor —dijo.
—Te he dicho que te vayas. —Una sombra de frialdad había cubierto los ojos de la mujer—. No queremos que estés aquí.
En el pasado aquello habría hecho que saliera corriendo. En el pasado aquello lo habría hecho llorar. Ahora sólo lo enfurecía. Pronto sería un Hermano Juramentado de la Guardia de la Noche y se enfrentaría a peligros mucho peores que Catelyn Tully Stark.
—Es mi hermano —dijo.
—¿Quieres que llame a los guardias?
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Enzo conociendo a su hijita por primera vez y siendo un mar de lágrimas 😭😭😭, tiene toda la pinta de que le daría miedo agarrar a una cosita tan chiquita pero a mismo tiempo nunca la querría soltar para protegerla siempre
AAAAA QUIEN ME MANDA A TENER BABY FEVER
Fluff ♡
Enzo te observa desde el otro extremo de la cama, temblando y abrazándose a sí mismo en un intento de contener todas las emociones que amenazan con desbordarlo.
-¿Vas a ir con papi ahora...?
Acorta la distancia en un par de pasos temblorosos y teme que las piernas le fallen cuando ve el rostro de la bebé, sus ojos entrecerrados que observan el entorno y el puño cerrado cerca de su boca. Enzo puede jurar que tiene tu nariz, pero el color del cabello es idéntico al suyo y también la forma de las orejas.
Quiere decir que es la bebé más hermosa que vio.
-Está enojada- es lo único que logra formular.
Te reís y él se pregunta cómo alguien puede verse tan divina luego de sudar, llorar y gritar por horas. Tal vez se deba a que ya sos hermosa, pero cree que también tiene que ver con el hecho de que gracias a vos ahora hay una pequeña criatura que es la personificación del amor que ambos se tienen.
Observa con horror cómo enderezás tu postura y acomodás a la bebé entre tus brazos para entregársela. Aunque está aterrado y no puede dejar de morderse los labios toma asiento a tu lado y extiende los brazos, sus vellos erizándose al sentir el calor atravesando la delicada manta que cubre a su hija.
Suspira y sus ojos arden.
Lloró cuando le dijiste que estabas embarazada. También cuando vio la primera ecografía, escuchando el latido y cuando supieron que iba a ser una nena... Pero nada podía prepararlo para este momento, cuando siente que el sonido de su corazón es ensordecedor y sus hombros tiemblan violentamente.
-Respirá- le recordás.
Suelta una risa y sus lágrimas comienzan a caer. Su mirada baila entre los rostros de las dos mujeres que más amará en la vida y cierra los párpados con fuerza cuando besa la nariz de la más pequeña, que emite un sonido similar a una queja.
-No...- se aclara la garganta-. Nunca elegimos nombre.
-Elegí.
-¿Yo...?
-Que quede bien con tu apellido.
Una carcajada estrepitosa brota de sus labios y se interrumpe para no asustar a la bebé, pero ella permanece en calma entre sus brazos. Enzo te dirige una mirada y su sonrisa es cálida cuando toma tu mano para besar tu piel.
Acá se va a notar que soy un poco hippie de alma, pero si tuviera una hija le pondría Almendra o Vera y creo que ambos nombres re van con el apellido Vogrincic :)
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